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RO~l'h Arlllen~ol , Ram o n RIl'ra y S,lvlo SCl1Iber


I

ISBN . 84"254·2285·X

Herder .....
¡ Herder
Helnz Kohut (1913-1981) estudió me-
dicina en la Universidad de Viena, de
donde emigró en 1939 huyendo de la
invasión nazi. Se instaló en Chicago y
allí cursó estudios de neurología y psi-
quiatría hasta que, en los años cuarenta,
se graduó en el Instituto Psicoanalítico
de Chicago, donde ejerció como profesor
y analista didáctico. Ejerció la presidencia
de la Asociación Psicoanalítica Norte-
americana (1964- 1965) y la vicepresi-
dencia de la Asociación Psicoanalítica
Internacional (1965-1973). Kohut fue el
fundador de una nueva corriente psicoa-
nalítica, muy crítica con el psicoanálisis
tradicional, denominada «psicología del
self»_ Están traducidas al español sus
obras Análisis del Self ( 1971 ), La restauració"
t1d s(-mismo (1977) y ,C6mo cura el análisis)
(1984).
HEl l Z KOH l'

LI 1
. . . EL R. Z

Edición traducida y
Rosdi a-
fNDICE

NOUl tÚ preuntación d~ la edición.................. ,.. 9

, .
1 nmera parte
Los DOS ANÁLISIS D[L SR. Z

Dise,10 de la cubierJa: CLAUDIO BA DO y MÓNICA B AZÁN


1. Los dos anális is del r. Z
Hánz Kolmt •••••••••••••••••••••••••••••
17
Il. Inrroducción a la Psicología del ~~if"""""
Rflmon Riera .............................. ............ ... 91

Segunda pane
IN fRmPECClúN, EMI'ATrA
y EL ~l:.MICrRCULO DE l.A SAl.UD MENTAL

IV. Claves para leer el -Sem icírculo_


© 2002. Thomas Ka/mI Silvio Stmber ............ ........ .. ...................... 129
© 2002. Rogeli Armengol. Ramon Riera. Silvia Sember V. Inrrospección, empatía y el semicírculo
© 2002. Empresa Edilorial Herder. S.A .• Barceloll"
de la salud menral
La reproducc ión total o parcial de e~t~ ob ra sin el co n sc nli~ie~~lO c~prcso
Heinz Kohttt ..... oo.......... ..... ....................•.. 149
de los titulares del Copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente.

Imprenta: REtNBOOK Tercera parte


Depósito Legal: B-37.750-2002 KOHUT y EL PSICOANÁLISIS DEL FUTURO
Printed in Spaill

pSl228S
IlI. La técnica de Kohut y el
84-254 228S-X Herder Roge!i Armengo! M i/Jans •••••..••• ~, •• _."'!:!'
0802S Bareelona _Teléfono 93 476 26 26 - Fax 93 207 3448
_ http:// www.herdeN" ((ji9
NOTA DE PRESENTACIÓN
DE LA EDIOÓN

Un grupo de profesionales del psicoa nálisis nos


reunimos periódicamente en Barcelona desde hace
algunos años para estudiar y debatir diversos temas y
autores relacionados con nuesrra profesió n, tanto en
sus aspectos teór icos como técnicos . De los trabajos
leídos por el grupo nos llamó especialmente la aten-
ción un texto de Heinz Koh ut y pensamos que seria
útil disponer de la traducción para leerlo en castellano,
por la peculiaridad de la técnica terapéutica allí expues-
ta. Así que lo tradujimos para uso del grupo, para facili-
tar la comprensión y discusión interna.
La si ngular idad del rrabajo de Kohut consiste en
que describe dos tratamientos psicoanalíticos distin-
tos de un mismo paciente, realizados por el mismo
analista. Kohut quiso subrayar, al darlo a conocer, que
se trató de dos análisis muy diferentes. Entre ambos
medió un cambio teórico y técnico sustancial y. en
consecuencia, se presentan dos técnicas muy fj
entre sí, que corresponden a dos erapas
bien contrapuestas en lo referente a algo can impor- tOres bien diferentes de aquéllo~ que él u>n~ider~ ocn.
tante como la forma de eracar a los pacientes. ciales, la lectura de este pcqueno pero gran libro le
En el eranscurso de nueseras disc usiones se nos ayudará a encontrar c ief[a~ claves que luego podrá
hada cada vez más evidente el gran valor de este escri tOo desarrollaren la relación conus pacientes de: p l'
Arriesgándose a codo tipo de reacciones adversas, coterapia o de psicoanálisis, confirmando o rcfulAn-
Kohut muestra la labor de un ana lista clásico, como do es tos aporres desde la escucha empática.
él mismo lo había sido antes, al que critica, dejando Una parte dcllibro, la que corresponde a Z, c\ el
ver su malestar por haber trabajado tan mal, por habe r resultado de haber tradu ido el trabajo correspondiente
escuchado tan poco al paciente en su primera etapa, del onglés al castellano, cotejando nueStro tcxto con la.!.
cuando operaba como un ana lista tradi cio nal. Se traducciones italiana y francesa existen les e intentan -
percibe su honestidad de científico riguroso e ilustra- do no distorsionar el co men ido y cllono originales.
do, podríamos deci r que de corte socráti co, al tomar .Postcriormcmc dccidimos abordar la leCtura y dis-
muy en consideración las quejas del paciente, no como CUSIón de Otro texto de l mismo autOr titulado ,dn-
productos de La transferencia ni como argucias defensi- ¡ro pección, emparra y el semicirculo de la salud men o
vas, sino como la manifestació n de su manera de ser, tal., Este studio también nos pareció muy importante
no necesariamente malintencionada u hostil. Com- porqu e en él se crilica con mu cha decisión y clari-
prender al paciente y aceptarlo tal cual es, le llevó a dad la tradicional metapsicologra frcudiana y se ofrece:
elaborar una técnica más adecuada. En efecto, fu e pre- un a ¡llternativa técni ca al psicoanálisis ortodoxo.
cisamente el paciente quien, al manifestar el dolor por C reemo que es un trabajo muy independie:nte y
la incomprensión y la cerrazón del analista doctrinario, esclarecedor. aunque: de lecrura difícil. Así, pues, decidi-
le alertó sobre los fallos de su herramienta analítica. mos inclui rlo en la presente edición.
Por todo ello comenzamos a pensar en la posibil- Se trata de un escrito póstumo, la elaboración de:
idad de publicarlo y poder compartir, con todos aque- un anal isra que escaló los diferentes niveles de: poder
llos compañeros que están dispuesros a dudar de su y aUtOridad en la sociedad científica a la que pene:necía.
propia técnica, esta muestra de honestidad científica Uegando a ser presidente de la American Psychoanalytic
que pone en evidencia el error de trabaj ar como lo Association y ulceriormente vicepresidente de: la Inter-
hacíamos, empecinados en criterios yen teorías que nacional PsychoanaJytic Association, y que: luego.
pueden ser inadecuados. .
alejado de los avatares instirucionales, reflexiona sobt. ,,'
Si el lector se atreve a arriesgarse y cuestionar la la cécnica que aprendió durante: su formación y la ai-
. ,
fiabilidad de los presupuestos con los que opera, SI esta tlC~, como había hecho también antes con la pubIi.
dispuesto a aceptar que su trabajo es fructífero por fac- caclón de los dos análisis de Z.

10 11
Por OOa parte, en este último trabajo también for- ~s qu~ hacemos pueden entenderse como una con-
mul~ una revis.ión muy decidida y seria de las bases tInuaCIón de lo que inició Kohut.
teór.'~as del pSIcoanálisis vigente, que él denomin a
tra~lclOnal o clásico, desde la madurez personal y pro- El grupo de es tudi o y traducción es tá integrado
feSIOnal: desarrollando una propuesta psicoanalítica po r Rog.eli Armengo l, Ángeles Cas taño, L1u·isa
alternativa. Este último aspecto le confiere al trabajo Etxeberfla, María Me rcedes Fcrnández, As un ción
un .ca ráeter de legado científico que consideramos muy Luengo, Teresa Mas, 1m maculada Ribás, Ramon Riera,
valIOso, por lo que abordamos también su traducción Neus Rubio y Silvio Sember.
para ofrecerlo a los lectores de h abla hispana.
Queremos agrad ecer a T h o m as Kohut, hij o de
Heinz Kohut, la amable cesión del perm iso para edi- Barcelona, 2002
tarlos en castellano.
Finalmente, hemos decidido inclui r en esta edi-
ción tres trabajos actuales: «La técnica d e Kohut y
el psicoanálisis del futuro », d e Rogeli Armengo l
MilJans, «Introducción a la Psico logía del self", de
Ramon Riera y «Claves para leer el "Semicírculo"",
de Silvio Sember.
Los tres constituyen un esfuerzo para introducir
al lector en la perspectiva que propone Kohut, al mis-
mo tiempo que plantean críticas al psicoanálisis tradi-
cional que serán, sin lugar a dudas, p olémi cas. Los
profesionales que inician su form ación psicoanalíti-
ca encontrarán aquí expuestos, de forma clara y direc-
ta, algunos de los supuestos m ás controvertidos del
psicoanálisis y esto les permitirá entiquecer su propia
opinión al respecto. Las personas que conocen bien la
situación del psicoanálisis tradicional pensarán, segu-
ramente, que los criterios establecidos en estos tra-
bdjos- pueden ser objeto de discusión y controversi~,
convendrán con nosotroS en que las crín-
13
12
PRIMERA PARTE

Los DOS ANÁLISIS


DEL SR. Z
1

LOS DOS ANÁLISIS DEL SR. Z*

Heinz Kohut

INTRODUCCIÓN

En apenas una docena de años, la psicología del


self ha alcanzado un desarrollo tal que necesitamos
resumir nuestras conclusiones técnicas y demostrar su
utilidad en nuestro trabajo clínico. Todo ello para be-
neficio de aquéllos que la comprenden a fondo y apli-
can habitualmente los nuevos conceptos en su traba-
jo clínico y de investigación, y también para beneficio
de aquéllos que tratan de aprender seriamente este
nuevo avance y quieren formarse un juicio razonable
acerca de él. El primer punto -un resumen del estado

• «The Two Analyses of Mr. z., Th. Inurnational Journa/ o[Psy-


choanalysis, 1979, 60: 3. Esta traducción es obra del grupo de trabajo
compuestO por Rogeli Armengol, Ángeles Castafto, llu·i , . Ecreberria.
Maria Mercedes Fernández, Asunción Luengo, Teresa Mas. ImmaClI -
lada Ribás, Ramon Riera, Neus Rubio y Silvia Sember.

17
actual de nuestros contenidos teóricos- fue [Catado en
nificado
. de ciertos elementos que no hab'la percl·b·d
I o
un ar[Ículo recientemente aparecido en The Interna-
conSClenremenre con anterioridad . La presentacIón
. de
tionaljoumalofPsychoanalysis (Kohut & Wolf, 1978); este caso muestra cómo el cambO10 en l · . .
e! segundo puntO -demostración de la utilidad clíni- a VIsIón teórIca
-que tuvo lugar en mí en aquella época- influyó deci-
ca de este nuevo punto de vista- fue abordado con
slvamenre para focalizar la percepción d I ·
la publicación de The psychology of the Self: a case- l 'd l S e a pSICO-
pato ogla e r. Z; y me facilitó, para mayor beneficio
book (Goldberg, 1978). El estudio de! caso presenta- del paCIente, ofrecerle el acceso a ciertas áreas d e su
.
do aquí corresponde al segundo punto: intenta mostrar pe.rsonalIdad que no habían sido alcanzadas en el
la re!evancia de los nuevos conceptos psicoanalíticos prImer análISIS.
en e! campo de la clínica.
Dos consideraciones me han determinado a escoger
este caso dentro de! contexto subrayado más arriba:
en primer lugar, la estructura de personalidad de! Sr. EL PRIMER ANÁLISIS DEL SR. Z
Z permite ilustrar con gran claridad e! poder explica-
tivo de la psicología de! self; en segundo lugar, este
caso es un excelente ejemplo de nuestra evolución y, . C uando el Sr. Z me consultó para analizarse era un
a partir de ella, de la nueva forma de trabajo, por el lIcencIado universitario de unos 25 añOS. Era un hom-
hecho de que e! análisis del Sr. Z tuVO lugar en dos bre apuesto, fornido y atlético. Su semblante pálido y
periodos, cada uno a 5 sesiones por semana y alrede- senSIble, la cara de un soñador o de un pensador, con-
dor de 4 años de duración, separados entre sí por un trastaba notablemente con su musculosa presencia.
intervalo de unos 5 años y medio. Durante el primer Hablaba con voz suave, titubeando con &ecuencia.
periodo examiné e! material analítico enteramente des- El paciente vivía con su madre, viuda, en unas cir-
cunstancias económicas bastante acomodadas, porque
de e! método de! análisis clásico. Pero e! segundo perio-
el padre, que había fallecido hacía unos cuatro años,
do empezó mientras yo estaba escribiendo «Forms and
no sólo había tenido éxito como hombre de negocios
TIansformations ofNarcissism» (1966) y finalizó cuan-
sino que también había heredado una considerable
do me encontraba profundamente inmerso en la escri- fortuna. El Sr. Z era hijo único.
tura de The analysis of the Self( 1971). Así pues, el Los transtornos por los cuales él pedía ayuda al
análisis coincidió con la época en que yo principio eran bastante vagos. Se quejaba de un
empezando a probar un nuevo sistema de número de símomas somáticos menores: palpilllcioi1Clo
un nuevo punto de vista que, dic~o sudoración de manos, sensaciones de pesadez de es-
permitía percibir el sentido o el slg-
19
tómago y periodos tanto de escrefiimiento como de bre- sino que también se volvió menos interesado
diarrea. También mencionó que se sentía socialmente en ver al Sr. Z Poco después dejó de participar en las
aislado y que era incapaz de relacionarse con mujeres. actividades sociales y culturales que realizaban, y que
Pese a que su rendimiento en el trabajo académico era incluían a la madre del Sr. Z, aunque mantuvo algún
bueno -a juzgar por sus notas y la reacción de sus pro- contacto con ambos por teléfono.
fesores-, él expresaba la opinión de que estaba por La revelación de detalles de los problemas del Sr.
debajo de sus posibilidades. Z surgía al principio muy despacio y estaba dificulta-
Intentaba aliviar su soledad por medio de la lec- da por la resistencia motivada en la vergüenza; era par-
tura y las salidas al cine, al teatro, o a conciertos. Iba ticularmente difícil para el paciente expresar no sólo
solo, o con un amigo soltero con el cual había temdo que se masturbaba con frecuencia, sino también que
estrecha relación desde el instituto, que también parecía las fantasías masturbatorias eran masoquistas. En esas
haber tenido algún problema en sus relaciones con las fantasías -que él nunca trató de poner en práctica-
mujeres. Con frecuencia la madre ~e1 paciente, los realizaba tareas domésticas sumisamente al servicio de
acompañaba; ella era una mUjer con mtereses arnstl- una mujer dominante. Sólo alcanzaba el orgasmo
cos diversos (pintaba y escribía poesía). después de elaborar una historia donde era forzado por
Aunque la patología y la insatisfacción que es te una mujer - que él imaginaba fuerte, exigente e insa-
modo de vida pudo generar en un joven de 25 años ciable-, a tener relaciones sexuales. En el momento de
-a mi parecer, inteligente y bien parecido- fuera impor- la eyaculación experimentaba, generalmente, un sen-
tante, en mi opinión había conseguido un cierto equi- timiento de esfuerzo desesperado por estar a la altura
librio vital gracias a su relación con el amigo y la madre, de las demandas de la mujer que, tal como él mismo
expresaba, era similar a un caballo al que se le hace tirar
ya que dicha relación le había ahorrado el fuerte
de un peso demasiado grande para sus fuerzas, obli-
impacto de una confrontación con sus inhibiciones.
gado bajo el látigo del cochero hasta dar su último alien-
Yo me preguntaba qué evento en concreto le podía
to, o como los esclavos de las galeras romanas fusti-
haber movido a buscar terapia en ese momento; tal gados por sus guardianes durante una batalla naval.
como averigüé más tarde, hubo un acontecimiento Los datos clínicos obtenidos durante la primera
que alteró el equilibrio con el cual se había provisto fase del análisis pueden ser divididos en dos grupos:
defensivamente este trío «fortaleza»: pocos meses antes a) material de la infancia del Sr. Z, y b) material de la
.. que el paciente me consultara, su amigo se había preadolescencia e inicio de la adolescencia. Había indi-
atraído por una mujer bastante mayor que él. cios originados en evidencias externas a la personali-
excluyó al paciente de la relación con dad del Sr. Z de que, de los primeros afios de su
Sr. Z nunca la conoció ni supo su nolIl-
21

20

-q ue él no recordaba-, quizás el primer año o año y de todo, divorcio y, cuando el paciente tenía 5 años
medio, habían sido felices. La personalidad de la madre según el relato de su madre, rompió con la enfcrmcr~
esraba severamenre perrurbada, como se verá más ade- y volvió a casa. Aunque la familia parecía externamente
lanre; sin embargo, ella era joven cuando el paciente reconstruida, no cabe duda alguna de que el matri-
nació y la intensa relación con su hijo varón debió monio fue desgraciado a partir de aquel momcmo.
generarle comporramientos sanos y ayudó a ofrecer- y parece que pequeñas dosis de afecto se volvieron a
le cuidados aptopiados mientras él fue pequeño. Se- reavivar entre ellos durante el último año de vida del
gún parece, él era «la niña de sus ojos», y el padre tam- padre, cuando la madre lo cu idó en la etapa final de
bién parecía estar muy complacido con él -por lo que su enfermedad.
se deduce de las notas en un diario y de fotografías y El tema más candente en el primer año de análi-
películas domésticas que había realizado la joven pare- sis fue una transferencia materna regresiva, quc parecí,¡
ja. En las fotos, aparecía en los brazos de su madre u, estar asociada al narcisismo del paciente. Yo lo veía
ocasionalmenre, de su padre; su expresión facial era la entonces con una falsa grandiosidad y exigicndo que
de un niño saludable y feliz. También adelanraré que, la situación analítica reinsralara la posición de sujew
aunque en el segundo análisis pude ver el significado exclusivo que, seguramente, había disfrutado en la
de muchos de los datos de su infancia de ma-nera difer- niñez. Me imaginaba que debía haberse senrido admi-
ente, mi impresión sobre estos primeros años per- rado y alimentado por una madre complacicme que,
maneció invariable: había un tono de vitalidad, vigor a falra de hermanos, (que podían haber constituido
para jugar y espíritu emprendedor en la personali- rivales pre-edípicos) yen ausencia del padre (que pudo
dad del Sr. Z, a pesar de las perturbaciones que haber sido un rival edípico), había dedicado su lOtal
surgieron más tarde. atención al pacienrc, durante un periodo crucial de su
Cuando el pacienre tenía alrededor de tres años infancia. La reconstrucción de esta situación pudo scr
y medio, tuvieron lugar sucesos importanres. El padre confronrada con el paciente varias veces. f:J se resis-
tió, durante mucho tiempo, a estas interpretaciones.
del Sr. Z cayó seriamenre enfermo y fue hospitaliza-
Se encolerizaba conmigo y, de hecho, el cuadro que
do por un periodo de varios meses, cosa que le afec-
presentó durante el primer año y medio de análisis
tó considerablemenre. Pero lo más grave debió ser que,
estuvo dominado por su rabia. Estos ataques surgían
durante la hospitalización, el padre se enamoró de una bien como respuesta a mis interpretaciones sobre sus
enfermera que le cuidaba y, después de su recuperación, demandas narcisistas ya sus senrimientos arrogantes
decidió no volver a casa e irse a vivir con ella. En el de «tener derecho", bien ante las inevitables [rusrra-
tiempo que duró su relación (alrededor de un año y ciones como eran las imerrupciones de fin de semana,
medio), raramente visitó a su familia. No hubo, a pesar
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las ocasionales irregularidades en el horario y, espe- vi más adela me- decidí no seguir con esta cuestión,
cialmente, las motivadas por mis vacaciones. En estos para no InterrumpIr e! ptogreso del análisis que parecía
casos, a veces, el paciente reaccionaba con depresión, segUIr un camlllO en otra dirección, hacia e! núcleo de
acompañada por preocupaciones hipocondríacas y fu- su patología, según pensaba en aquel momemo.
gaces pensamientos suicidas. Des?ués de un año y El trabajo analftico se centró desde entonces, por
medio aptoximadamente, se tranqUlhzó y ya no IIlSIS- un lado, en el fenómeno de la transferencia y recuer-
tió en pretender justificar su rabia que, según él, se dos re:endos a sus conflictos patógenos -como pude
debía a que yo no le entendía. Cuando le señalé el v~r mas tarde- en el área de la sexualidad y la agresi-
cambio y le dije que el trabajo sobre sus ilusiones nar- VIdad lI1fanules, el complejo de Edipo, la ansiedad de
cisistas estaba dando fruto, el paciente rechazó esta castración, la masturbación infamil, sus fantasías de mu-
explicación, pero de forma amistosa y cal~ada. Res- jer fálica y, especialmente, su preocupación por la
pondió que el cambio no [Uvo lugar en él S1l10 que fue escena primaria; por Otro lado, la labor se vio esti-
debido a algo que yo había hecho. Según él, había mulada por su revelación de que, a poco de cumplir
introducido una de mis interpretaciones respecto a sus los 11 años, se había visto envuelto durante unos dos
años en una relación homosexual con un profesor del
insaciables exigencias narcisistas con la frase: «Por
instituto, un educador serio y director del campamemo
supuesto, duele cuando uno no recibe aquello que cree
de verano adonde había sido enviado por sus padres,
que le han de dar». Yo no entendí e! significado de mi
unos veinte años mayor que él.
intervención en ese momento -por lo menos cons-
No considero necesario explicar aquí mis percep-
cientemente- y continué pensando que el paciente
ciones con respecto a los primeros temas porque
estaba renunciando a sus aspectos narcisistas y que su
coinciden con el enfoque clásico de! psicoanálisis. Las
rabia y depresión habían disminuido por el efecto de! principales resistencias del paciente parecían ser su
trabajo analítico sobre su narcisismo. Pensé (sin decir- narcisismo defensivo y el mecanismo de negación. Yo
lo) que el paciente se defendía (de la ansiedad que le trataba de demostrarle cómo negaba el hecho de que
había producido mi interpretación) atribuyendo el el padre había vuelro a casa cuando él tenía alrededor
cambio a una frase que yo había introducido en mi de 5 años, cómo insistía en no haber tenido rival edipi-
discurso y que, en realidad, se trataba de una expre- co -negación que también se podía observar en la
sión inocua e insignificante. Recuerdo haberle expli- transferencia- y cómo fue una ilusión creer que la po-
cado que al negar la efectividad de mi interpretación sesión de su madre había permanecido inalterable des-
estaba levantando una última barrera de resistencia de el rerorno del padre. De cualquier modo, yo inter-
contra la aceptación de la naturaleza ilusoria de sus pretaba la persistencia del narcisismo defensivo como
exigencias narcisistas. Pero afortunadamente -comO
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24
una protección no sólo contra el dolor que le producía im pedía ver a los padres si él no se in corporaba; sin
la toma de conciencia del poderoso rival que poseía embargo, estaba colocado tan cerca que las vibraciones
a su madre sexual mente, sino también contra la ansie- de la cama se transmitían al sofá.
dad d e cas tració n a que lo expo n ían su prop ia . Hablam~s m ucho sob~e el im pacto que estas expe-
competitividad e imp ulsos hostiles hacia el rival, si co- nenClas podlan haber teni do sobre él: los ruidos que
nectaba con tales sentimientos. lo asustaban, la estimulación sexual que lo angustia-
D os ti pos de recuerdos surgían en respuesta a estas
., .
interpretaciones: uno, q ue apareclO pnmero en suenos,
- ba. Y nos centramos, en particular, en el hecho de que
los recuerdos que hacían referencia a las frec uentes y
estaba en relación con la observación de las relacio nes serias peleas entre los padres - las cuales el niño pre-
sexuales de sus padres, mientras que el otro tip o de senciaba- y los recue rdos de la escena primaria
recuerdos era respecto a la m asturbació n infantil y el aparecían en muchas de sus asociaciones en una secuen-
conjunto de fantasías que las acompañaban. Debería cia temporal, lo cual permitía la reconstrucción de que
añadir en este punto un hecho que se convirtió en él había percibido aquella relación no como una
inteligible sólo años después, durante el segundo análi- relación amorosa sino como una lucha.
sis del Sr. Z, yes que la masturbació n infan til no cesó La propia actividad sexual y la masturbación infan-
durante la latencia, fue interrumpida sólo temporal- til, que empezaron poco después del retorno del padre
mente durante su relación con el monitor y continuó continuaron, con intensidad creciente, después de que
desde entonces en adelante. La esencia de las fantasías le fuera adjudicada su propia habitac ión. Pero el con-
que acompañaban la masturbació n persistió desde la tenido de sus fantasías masturbatorias en la infancia,
infancia hasta la edad adulta, aunque su conteni do hasta donde pudo recodar, estaban arraigadas al pe-
concreto fue presentando modificaciones. Dich as fan- riodo pre-edípico, pregenita l, cuando él había sido
tasías desaparecieron durante la segunda mitad del el único poseedor de su madre. No pudim os encon-
primer análisis. trar ningún indicio de conteni do competitivo mas-
culino-asertivo a partir del cual estas fantasías maso-
Indudablemente, el Sr. Z había sido testigo de las
quistas habrían podido constituir una retirada defensiva
relaciones sexuales de sus padres desde los 5 años has-
estimulada por la ansiedad de castración . Definido en
ta los 8 años, cuando le fue asignada una h abitació n
términos de series com plementari as de regresión y
aparte. Hasta el momento del regreso del padre, había
fijació n (Freud, 1933), la actividad masturbatoria pa-
dormido junto a su madre en el lugar del padre y pos- recía estar mo tivada por las fij aciones pre-edípicas y
teriormente se instaló en la habitación de los padres pregenitales (con mezcla de elementos orales y an.~les
un sofá situado perpendicularmente a los pies de su y una marcada pasividad), pero no por la regreslOn.
cama, de tal manera que la altura de la propia cama le
27
26
Tajes fanraslas masrurbarorias fueron siempre elabo- lización de su culpa respecto a la posesión pre-edípi-
raciones m ás O menos extensas de tem as co m o La ca de ~u madre y su Inconsciente rivalidad edípica.
cabaña del Tío Tom , un libro que su m adre le había y le dIJe que, COn la fantasía de una mujer fálica do-
leído en numerosas ocasiones durante sus años de tem- minante, él combatía su ansiedad de castración de
prana infan cia, a la hora de acostarse o cuando estaba dos maneras. Una, mediante la negación, en la fan-
enfermo. Entre los 5 y los 13 años se imaginaba a sí tasía, de la no existencia del pene en los seres huma-
mism o invariablemente como un esclavo, comprado nOS o la creencia de que lo han perdido. Otra, por
y vendido por mujeres y para uso de las mujeres, como medio de la afirmación de que su madre era más
ganad o, como u n objero sin iniciativa, sin voluntad poderosa que el padre, -y que, por tanto, no había
propia. E ra llevado de acá para al lá, tratado con gran de temer al padre como castrador-, o sea, que su
dureza; tenía que hacerse cargo de los excrementos y madre podía efectivamente protegerle conua el padre
de la orina d e su dueña. De hecho había una fantasía porque ella poseía un pene más poderoso que él, era
específica, a menudo repetida, en que la mujer orinaba más fuerte que él.
en su boca y le obligaba a servirle de recipiente ina- Por supuesto también investigamos la relación
nimado , como un o rinal . homosexual durante sus años preadolcscentcs. Aunque
En mis intentos de reconst rucción interpretativa el paciente había hablado de ello desde el principio de
me movía en dos direcciones: intentaba, con más O me- la terapia, los recuerdos sobre este tema tuvieron re-
nos éxito, dirigirme a los elementos de fijaciones pre- levancia importante sobre todo una vez avanzado el
genitales relativos a los lazos sexuales infantiles con su análisis. tI describía estos años como exuemadamcnte
madre pre-edípica; y probaba, cada vez más, pero co n felices, puede que los más felices de su vida, a excep-
ción quizá de los primeros años de la niñez, cuando
escaso éxito , de discernir e interpreta rle las motiva-
al menos en apariencia era el dueño y señor de su
ciones de su apego a las pulsiones pregenitales o inclu-
madre. Igualmente, la relación con el educador pa recía
so su regresión hacia ellas. Le decía que el m iedo de
haber sido muy satisfactoria. Aun cuando el contacto
tomar una posición competitiva vis-a-vis con respecto
sexual abierto entre ellos ocurría sólo ocasionalmente
al padre, le había obligado a volver a un nivel d e de-
-al principio abrazos y besos, y más tarde desnudos
sarrollo temprano, o, en todo caso, la ansied ad de cas- uno junto a otro acariciándose los genitales manual-
tración le impedía decidirse a avanzar. mente y oralmente con cierro grado de ternura-, él
Mi acercamiento a la psicopatología del Sr. Z a insis tía en que la sexualidad no había sido lo m~ re-
través de su análisis se puede decir que estuvo en total levante y que fue una relación afectuosa. El pacleme
consonancia con las teoría clásicas del psicoanálisis. idealizó a su ami go. Durante el verano, en el campa-
Su particular masoquismo yo lo expliqué como sexua-
29
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menro, 10 admiraba no s610 como experto en accivida- el análisis. Consideraba que sus sentimi entos habían
des al aire libre y en desrrezas que enseñaba, sino ram- sido genuinos y que la amistad los había entiquecido
bién como líder espiritual que infundía a los chicos
a los dos. Aunque ellos raramente se volvieron a ver
amor a la naruraleza, con una profundidad casi religiosa.
después de la ruptura, nunca perdieron el contacto,
Después, cuando los dos continuaron viéndose en la incluso en el presente (podría añadir que el amigo está
ciudad, le atraía por su filosofía moral y social, y por el casado, tiene una vida conyugal feliz en apariencia,
conocimiento y amor por la literatura, el arte y la músi- varios niños y éxito en su carrera).
ca. Según mi impresión, en ese momento, la relación Después de estos dos años de relativa felicidad,
-en sus aspectoS más profundos- era una reactivación la existencia del Sr. Z se tornó inquieta e insatisfacto-
del estado de felicidad de la relación pre-edípica, pre- ria. La pubertad no le aporraba ningún interés vivo
genital, con la madre idealizada, ya que además, por las chicas. En su lugar experimentaba un aumen-
aparentemente, durante este periodo fue la prImera vez to del sentimiento de aislamiento social, y de forma
en su vida que estuvo desligado emocionalmente de su gradual volvía otra vez a engancharse a su madre.
madre. La relación con el educador finalizó cuando el El padre, hasta donde supimos en el primer análi-
Sr. Z se aproximó a la pubertad; es decir cuando su voz sis, permanecía como una figura distante para él.
cambió, cuando empezó a tener barba y vello en el cuer- Mientras que su madre parecía estar dedicada a una
po y cuando sus genitales empezaron a madurar. Los vida social propia, y durante un tiempo (anterior al
últimos meses de su relación fueron sin duda los peo- que el Sr. Z se vinculó con el monitor) estuvo inten-
res. Se diría que los rápidos cambios de la pubertad samente unida a Otro hombre, un amigo de la fami-
hicieron tambalear las bases psicológicas de su amistad lia, casado -una relación, hay que añadir, a la que el
o, al menos, no pudimos descubrir ninguna otra razón padre aparentemente no puso objeción.
que explicara ese final. El vínculo afectivo entre ellos La vida sexual del paciente, desde que terminó
su amistad homosexual hasta el presente, estuvo
pareció disolverse cuando irrumpe la sexualidad ple-
restringida -adictivamente- a la masturbación, siem-
na por primera vez. En una ocasión el educador trató
pre acompañada de fantasías masoquistas con
de penetrar analmente al paciente pero el intento falló,
mujeres. Las fantasías no contenían ningún elemento
yen otra ocasión -la primera y la única en dos años de homosexual. De hecho, aunque yo estaba alerta a
amistad- tuvo una eyaculación mientras el paciente la posibilidad de ideas homosexuales, no pude, con
le acariciaba el pene. Poco después de esros aconte- excepción de un sueño de ansiedad hacia el final del
• •
cimientos cesaron sus encuentros. análisis, discernir ninguna rendencia homosexual po-
El Sr. Z no tenía resentimiento contra este amigo co común o cualquier actitud defensiva inusual
y hablaba cálidamente de él cuando le mencionaba en
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30
referente a estlmulos homosexuales, ranro en el ansiedad de castración. Estos asUntos, desde luego, no
primero como en el segundo análisis . desaparecieron repentinamente sino que se redujo su
Para resumir los resultados de los sínromas y de la frecuencia e mtensldad. Y 10 que me pareció ser inclu-
conducta del primer análisis: las preocupaciones maso- so más significativo como un indicador del final de!
quistas del Sr. Z desaparecieron gradualmenre durante proceso analítico fue que estuvo precedido por un cam-
la segunda mitad del análisis y fueron Casi mexlStenres bio en e! comporramiento ante los temas dominantes
al fmal . Dio además un decisivo paso de madurez, al en los que e! pacienre estaba inmerso. Simultáneamenre
dejar la casa de su madre para ir a vivir a un aparra- a una gradual disminución de asociaciones con-
mento propio. Y, finalmente, no sólo empezó a citarse cernienres a la dependencia materna pre-edípica, hubo
sino que tuVO también alguna actividad sexual, corras un incremento gradual de alusiones que activaba un
relaciones con chicas de su edad y de su entorno ed u- conflicto edípico reprimido. En cualquier caso, con-
cacional y nivel cultural. Duranre el último año del sistenremente y con crecienre firmeza, rechacé la reac-
análisis, mientras proseguía un proyecto de mveStl- tivación de su posición narcisista y sus desmedidas
gación, llegó a relacionarse con una profesional, alrede- expectativas y demandas durante los últimos años del
dor de un año mayor que él, a qUien consultaba sobre análisis, diciéndole al paciente que eran resistencias
cierros aspectos de sus investigaciones que estaba n conrra la confrontación de temores más profundos e
fuera de su propio campo pero sí en el área de la com- inrensos, conectados con la reafirmación viril y la com-
petencia de ella. La persiguió activamente, tuvo rela- petencia masculina. J:l parecía responder favorable-
ciones sexuales satisfactorias y albergó intenciones menre a esta fuerte y consistenre acrirud persuasiva por
de matrimonio, aunque por el tiempo de terminar e! mi parte: las formas narcisistas retrocedían, sus deman-
análisis no había llegado todavía a ninguna decisión das y expectativas llegaron a ser más realistas y empezó
respecto a este paso. a ser cada vez más firme en sus actividades; también se
Más importante para mí que estos avances -que sentía más capaz de relacionarse con mujeres. En la
obviamente fueron muchos- al evaluar la efectividad transferencia mostró pensamienros agresivos hacia
del tratamiento, fue el percibir que eran e! resultado mí y expresó alguna curiosidad concerniente a mi vida
privada, incluida mi vida sexual .
directo de la movilización emocional y de ahondar
La manifestación más significativa de su avance
en los conflictos básicos de! Sr. Z. Durante la primera
para enfrentarse a 10 que yo enronces creía que eran
parte del análisis, su grandiosidad y demandas narcI- sus conRicros más profundos, fue un sueño que ocurrió
sistas fueron abordadas y elaboradas como la continua- alrededor de medio año anres de terminar. En este
ción de su fijación a la madre pre-edípica, fijación que sueño -sus asociaciones señalaban claramente el tiempo
le permitía protegerse de la rivalidad edípica Y de la
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en que el padre volvió con la familia- «estaba en una entrenada para percibir las configuracI·o nes d escrItas .
casa, detrás de una puerta que tenía una rendija abier- por Freud, ~odo parecía cuadrar: habíamos llegado al
ta. Afuera estaba e! padre, cargado con paquetes envuel- conflIcto edíplCo, la antIgua ambivalenc·· .
. la InCOnSCIente
toS en pape! de regalo, queriendo entrar. Estaba inten- haCIa el pad re había aparecido, allí estaban las espe-
samente asustado y trataba de cerrar la puerta para que radas tentatIvas
. a la regreSIva evasión ~o
~ n
al guna exa-
e! padre no entrara». Trabajamos mucho en este sueño, cerbacIón temporal de conflicros pre-edípicos-, Yallí
del que surgieron varias asociaciones referentes a expe- estaba
. tambIén
. finalmente un periodo de di ue o -a nn-·
riencias de! presente (incluida la transferencia) y del clpato n o de la pérdida del analista y su relación co n
pasado. Nuestra conclusión fu e que se refería a su acti- él-, que fue rem itiendo hacia el final a medida que l
tud ambivalente hacia el padre. A la vista de toda la disolución del acuerdo de co nfianza y cooperación s:
imagen que me había formado de la construcción de iba acercando. Todo cuadraba correctamente, en espe-
su personalidad y de su psicoparología, insistí en mis CIal por la eVIdencIa de incuestionable mejoría en rodas
interpretaciones y reconstrucciones, especialmente en las áreas esenciales de los trastornos del paciente.
su hostilidad hacia el padre que regresa, el miedo a . Es mucho más difícil de describir lo que entonces
la castración y a encontrarse frente al hom bre fu erte Iba ma l que lo que aparenteme nte iba bien. Ahora
y adulto; señalé además su tendencia a retraerse ante pienso, que aunque tanto el paciente como yo in tui -
la competitividad y reafirmación viril y regresar hacia mos algo, ambos fallamos en reconoce r y confrontar
su antiguo vínculo pre-edípico con la madre o bien un detalle crucial de esta fase fin al. Lo erróneo fue,
hacia la adopción defensiva de una actitud homo- para exp li carlo llanamente, que toda la fase termi -
sexual sumisa y pasiva ante el padre. nal, en d uro contraste con los sorprendentes contenidos
La cohesión lógica de estas reconstrucciones parecía que ma nejábamos, res ultó ser, co n excepción de un
impecable y estaba rotalmente en línea con los pre- área, emocionalmente superficial y poco estimlllante.
ceptos para el desarrollo de un análisis de conflictos; Debió llamarn os la atención, porque el paciente no
con la definitiva resolución de los mismos, tratados en tenía un a perso nalidad obsesiva, ni era propenso a
disociar idealización y afectividad. Por el contrario,
un análisis bien dirigido -preceptos que estaban firme-
es taba siempre di spues to a experimentar y expresar
mente asentados en mí, casi como una incuestionable
,. . fuertes emociones. H abía sentido siempre vergüenza
gUia Intenor para conducir mi trabajo terapéutico-,
y rabia con gran intensidad y a menudo se sentía pro-
no tenía ninguna duda de que la gran mejoría del Sr.
fundamente afligido por contrariedades y ofensas a su
Z emba realmente basada en el esperado cambio esuuc- auroestima; podía incluso reaccionar con ardor y triun-
tural, resultado de hacer conscientes los anteriores con- fante satisfacción cuando la realización yel éxito acre-
flictos inconscientes. Para mi percepción analítica,
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i ma Para expresa rl o a través d e EL SEGUNDO ANÁLISIS DEL SR, Z
centaban su autoest, d n la fase termmal
'ó concreta: na a e ,
una comparaCl , n I 'd
s en a VI a re al ni en las seSiOnes
- ni sus expenen cla, , omento a igualar la pro-
,' II ó en nmgun m Me sorprendí cuando unos cuatro años y med io
analIDcas- eg I en fases m ás tempranas después de acabar el análisis, el Sr. Z m e comuni có q ue,
' d ' nal con a que , '
fundida emOCIO d UI'dealización p re-edlp l- n uevamente, tenía problemas, Su mensaje lo enviaba
'1' ' h b ' expresa o s
del ana ISIS a la d' 'l O' n por el educador.
d Y su a mi rac en una tarjeta de Navidad que, según decía, era pa ra
ca por Ia ma re , ' toS relativos a la separación felicitarme por un cargo profesional que entonces yo
Solamente los sentlmlen u téncica profundidad
l' arecleron tener a , tenía (más tarde descubrí que se había enterado de esto
del ana Ista p tación del hecho de tener que finalizar por una nota en el periódico, hacía más de med io año,
y su deCISiva acep , , laboriosa Y genui na, sin que me hubiera escrito entonces), Term inaba deseán-
'ó al'tica pareclO
la relacI n an I , d o el anális is con un dome una feliz Navidad, Fue sólo como de pasada que
, d haber termma -
Despues e la expresión de grati- añadió la puntual información de que últimamente no
' n de manos Y
caluroso apreto b deos para su vida fut ura había estado muy bien y que probablemente contac-
e y uenos es
tud por su part I Sr Z durante tada conmigo en un futuro próximo, En contestación ,
, nas tuve contacto con e '
por la mla, ap: Alrededor de unas tres sem anas le dije que podría atenderle si seguía teniendo necesidad
unos cmco anos, , ' ' escueta carta
después de nuestra ultima seSión, una , re- de ello, Poco después me llamó para concertar u na cita,
llegó con su último pago, En esta carta volv~::í:x:Sta_ Mi primera impresión cuando vino a verme fue
que estaba algo tenso , Pero hablaba abierta y li bre-
sar su gratitud y declaraba que, aun7ue ~o 1 llevaba
mente a medida que me ponía al corriente de todos
ba afectado por el final de nuestra re aCI dn , °d'd no
" h b ' a eCI 1 o los acontecimientos que le ocurrieron en los años trans-
bien, También menCIOno que a I l' do
, I h b 'a re aCJOna curridos y explicaba las razones pa ra co n tacta r
casarse con la mUjer con a que se a I ten-
,'- conmigo esta vez, Se habían producido pocos ca m -
durante el ultimo ano, pero qu e , seguramente, "ente
bios en su vida, Seguía viviendo solo, en un aparta-
dría otra oClsión, Por casualidad encontré a nu pacl _
a en un con cier mento de su propiedad, Actualmente no estaba unido
en dos ocasiones: una en el teatro y otr uJ' er a ninguna ch ica en especial, pe ro h asta hacía poco
to, En cada una estaba acompana - d o de una , m una
esento, con había ten ido una sucesión de relaciones, Sex ualmente
J'oven --diferente cada vez- que me pr por lo era siempre po tente - una pequeña tendencia a la eya-
concisa y cordial charIa socia en am
' I bos caSOS,
'b bien en c,ul ac ión precoz que había d esarrollado hacía algún
, nes le I a
q ue pude captar en estas conversacJO 'm ado .
l
tiempo, no parecía ocasio narle ninguna dificu/rad
su profesión y, aunque no se 1e vela 'muY an sefLa_ pero h b' II d '
a la ega o a preocuparse progreslva-
wnpoco pareda deprimido,
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mcnre por el hecho de que las relacion~s en las que se acto sexual más intensamente . Po r u'l' (Jmo d
implicaba eran emocionalmenre superficiales y, en par- unos . pocos meses atrás ' desp é d
u s e rompe ' urantc
ticular, que su vida sex ual no le apo rraba una verdadera recIente
. compañera llegó
, a a armarse po 1 r COI1 su
sat isfacc ión. Mencionó enronces, continuando rápi- Clente sensación de aislamiento social runa cre-
Y
por la tentación tanto tl'cm I cspeclalmente
damenre, que no había recurrido a la antigua adicción r ' <
po contro ada
a la masturbación co n fantasías masoquistas y que, Ibros pornográficos y masturbarse con f: <, a ,comprar
aunque aparentemente tenía éx ito en su profesión, a qUIStas. O sea, reaccionó como un ex- antaslas maso-
al peligro de sucumbir d ad Icto, temeroso
él no le gustaba su trabajo sino que lo senda como una e nuevo a su adicción
rutina inevitable, un last re, algo monóron o. El hecho 'fi Pcse
d a que en ese momento ma l'IIllerprcté . .
de que lo mencionara rápidamente lo co nsideré un nI Ica o como un motOIVO par,l .. que el Sr , s
Z l'
u slg-
maniftesto "non sequituP)1 lo que, como presumí, indi- tra,tamienro, vagamente me di cuenta (ie "v(~ vIera al
caba una latente relación indirecta entre ambas cosas. mas IInpOrtllHe , d .. l.. f'
, a 111 ornllClon . , que
Id' d el daLO
la pri meLI de /1 I '. mc o 10 u rante
Recuerdo que inm ediatamente sospeché, en base a < s t os entrevIstas al d '
madre (que en aquel ti, .' eClrme que su
la yuxtaposición entre su d eclaración referente a no desd • h , _ empo tUlla 55 anos de cdad)
recurrir al masoqui smo sexual y la queja sobre la c..1(1;1 ano y medio había s fj'd . "
e'lmb,o de personalidad. . u rt o un Importante
"pesadez» de su trabajo , que, contrariamentc a mis
De'pués de que el S /. J '
esperanzas, el primer análisis no había logrado Ulla lado -h~cía u . ' r. - sc 1:1bl'\ marchado de su
completa cura de sus tendencias masoquistas a ua\"és nos el neo ailos, cm -' . -
SIYamcnte m ís, I l' pCl.O a estar progre-
de un cambio estructural, sino que habían cstado sim- , o a, SJ Icndo de c' d
y la / como lIegej I .1 .Isa ca a vez mcno~
plemente reprimidas y desv iadas a su ([abajo)" a SU . en los dos u'l'tIInos ano.S
ha b'la JcsJrrolla 1' ser CVlt el1te
vida en general. Esta impresión, debo añadir, fue m;Ís lO un con/un d / . '
IlOltb CJCUn C . " ro e a uClnacioncs ¡Jara-
tarde ampliamente confltlnada por el material que s TIras. iVIC prc " .
perr.rrbaciones e . gunte enseguIda si las serhs
obtuvimos en el curso del segundo análisis. d I moclolllle s d i "
e a gu,a forma rdl' 'd e a madre no esraban
Entonces me dijo que las fanrasías masoquistas en de ,a SItuación de él • Clona .'\.1 con e1empeoramiento
realidad no habían desaparecido nunca co mp!etanlelltt.I
. d . d rJ11 ' d~ (Se enfrentaba a~:u ~e~~~so a mí en busca de ayu-
SinO que a menu o las había vuelto a activar u 11 In anril todav( _ per I a de un ob)' ero de a
cul .1 Irrcnunciabl ' mor
las relaciones con sus novias. Hizo esro, dijo, c0 \o pa por haberla Jband e o a los sentimientos de
antídoro a su eyaculación precoz y para s,\bo
reJr
~ eIl:>edad: !".J
", m I'mo hab' onado . ca usan
• d o eIa.ll
- su enfer-
InclUSo er ' l a conSIderado 'b' .
de ¡>eTd' a COnsciente de ten l estas po" Iltdad~
. . .' _ ' 1 "oIJ"rs: l<la Yd culpa' er a gunos sentimientos
1. N. del T.: .sm ~olucl6n de conwlludad .. , en IJ(U . o se dIo cuen ta SIn . embargo
origina),
.~9
38
" te el serio pro blema emociona! momento de pasar de la madre al educador del ca mp-
de que. parad6jlcamen ,
' sido una fue rza destru ctora que ll1g. En otras palab ras, empecé a pensa r que se es taba
de la mad re no Il a la b . , b'
. fe rmedad Sll10 mas len, estableciendo una transferencia ideali zada - hipótts is
Ic arrastraba a su antenor en , c: l
·
como se ex plIca ta ,
.' más tarde algo benellco que
d
e que no había considerado en el primer análisis.
. b h
empuja a aCla a s . I al ud LoO"ramos
. b esta sorpren
, . .
ente Cuando empezamos el segundo an álisis co mo
introspecci6n en el curso del segundo análISIS. planeamos, esta hipóresis fue confirmada po r el primer
Aunque pron to se hizo evidente que el Sr. Z nece- sueño del paciente que tuvo d urante la noc he qu e
sitaba profundizar su análisis, habría SIdo muy dificil precedIÓ a la primera sesión. El sign ificado de cierros
para mí comel17~1r con él en aquel momento. Como me aspectos del sencillo contenido ma nifiesro era cas i
dijo en la segunda entrevista que se S111tl6 mucho mejor in mediatamente comprensible; la tota l profu ndidad
después del primer co ntacto conmigo, acept6 Sin vac- de su significado, sin embargo, llegó a ser inteli gible
ilar mi propuesta de que posp USIéramos el comIe nzo s610 mucho más tarde. El sueño no contenía ningun a
del análisis por medio año. En realtdad, el cam bIO de acción ni palabras.
aspecto y porte después de la primera e ntrev is t~ f ue
impresionante: en aquélla su cara estaba tensa y pál ida; Era la. imagen de un hombre de cabello oscuro en
ahora estaba relajada y le había vuelto el color; iba más un paISaje rural con colina.s, montañas y lagos. El
derecho y era más flex ible en todos sus movimientos; hombre <"stab,l allí de pie. tranquilamente relajado.
su conversaci6n era más viva. Además estuvo de acuer- parecía ser fuene e inspiraba confianza. E.staba
do con mi sugerencia de que le podría ver alguna vez vestido de ciud,,,!, de forma compleja pero arm o-
antes del comienzo del segund o análisis si simiera la niosa; el p,\Clente vio que llevaba un an illo. que un
neces idad de un a visita. De hecho, el Sr. Z no pidió pañuelo sobresalra del bolsillo del pecho. y que
ninguna otra después de la entrevista inic ial, pero me sOHenía algo en C<lda mano. quiz.1s un paraguas en
escribió una vez, hacia la mitad del periodo de espera, una y 1'0.11'bl emente un par de gua ntes en la otra;
confirmando su esperanza de que comenzásemos de la figura del hombre era visualmente muy plástica
nuevo en la fecha que habíamos fi jado y declarando y prominente, como en algunas fotografías en las
que. por el momento, se encontraba razo nableme nte que el obieto está enfocado en primer plano mien-
bien. Debería añadir en este pW1tO mi sospecha de que tras que el fo ndo está bo rroso.
d sentirse mejor después de volver a verme era un aspec-
las asociacio
to de la transferencia que él había establecido. y me P~- - d nes mostraron que la figura era lIna
guntaba SI. su progreso era análogo a! bienestar qu e elI LOn
'l5
ensación d, [ J .1 . .
e a e monitor dd campamento (CIertos
babia expenmentado
. peCtos del pi' 1 .
mucho an tes en su VI'd<l , en e a saje se ocahzaban en el campamento de

41
40
'CLmo); 1"1 '" ¡wl,c (el 1'..10); y [el el illlali'la (1);\I,'gU;lS. de SCtlWsc IlIto y 1.1 eguflcLd IrtCfror '1 nI r
gU.tlltO. "atluclo. el ,millo). La relación con un ohjl'w .t consc 11 liCia J \smir. t
I• mI mo omo p In
,
idc.,lif,tdo. es decir, clestab lccimi cnw dc una u¡¡mfc- mee¡lO prol'Qr 'onado por un ¡InJlI 1,1 d I II
renát id,\ ,li/adora, cS[¡1b~ representada por ht ap.tricn- (Icsvanrxi6', \01 VI Ó eglX mn~o . XI
, CJ tl'.j¡
y l ndiendo a ' me. tr , tt ndn
ei., impresion,lIlle Y el al ti vo pone del homhre, y por ti releClon con rablJ la n í 1
lOOO de admiració n con el quc el pacientc le descrihía, U,Xd:ulQJ ~t'" lIS ' 1 1 r1 dt

No comprendr, al momentO. d significado dc la riqllc"t m:lI rHendldo d 1 1 o ')Cas. .ti m It ro


I(Jn
n1llltir.1t'ética ,It- \a fi gura. cspccialmcmc en la de"-rtl"i<in ,
1 [1 ¡mm ~
,1, gUfldo .lIlal; IS IIU: b
,k b manera en que estaha vcslido. E\ hed\\), ,s i(1<·11I1>.11 Irr .... r a b <¡U d IJn!
dt Grr pon f.¡ um ¡ ¡ ,1 I prtnt ro •
g,o, de 'lile en sus asoci'lCioncs el paeielltc frcorda!>" Irme 11 embar!, IU /lll ;ti . U)
el lo o d \t on UJl.l n d I \tgniJi 1
someramente el sueí.o de su pJdre ·cargado con p.lque· ¡ti en 1 11 Por eJ 'tplo, 11 1 tm.
tes, tratando de meterse CIt la casa " cqabk:cía un cs\.¡h"" l' m n h thla I id r do 1.\ Ide 11
con la 1:1se terminal dd primer an,lIisis, 'tllunci,ll1do. dCI I } 1 'lab1.1 Ir; t1do
como ,"Sr fl,c. que d segllndo <ln,ílisis er,t IIn.t continu., opo [111.1\ 'TI lit
ció n del primero y que, como llegué ,1 wr mas Llftle, n
panLt dd mismo I'UI1IO donde el primero h,tbía [tl!.t
do m,ís signiflcuiv.lIltcntc.
, . ..<Jr U I 1 l' Ir! mI
Como L'S c.tr,lCtel'Íslicn en los (,ISOS Lid tip" .11 qu 1
el Sr. 1. pL'l'lt'l1l'Ce, la f:1sc inicial de 1,1 idc,tltL.ts'OIl tue
de Wrl.t duraciólI. Fn consonancia con mi, imui'lln 1 d t t r r:
entottcl" rrcicnlctnCnlC adquiridas, sobrl' \,t .1(lilud () p rqt .brr n
emrroa delan"lisl,t .1\ L'nFrCiHar un't rranstercllci.t 11."'' ,
nI o ~ 11 t; 1" I U
sista "in sratu nascendi" (véase Kohut, 19-¡: 2b':' J. a ( tca mi I COI , 11
no itHc&rí CII el despliegue de la iLle'tliz.¡ciÓn quC d ntend do a t r orrnen' o-
p.\Cient"lucía de mí. Luego. después de unas '\0' s mJ d ii d r
nas, empezó a remitir gradualmente, de acuerdo ,OlllJ que el omer z6 a
espontánea 't'(uenei" de rransferenCÍ<ls determin.t'\.¡ pe pr .1 d'dad
J .;n. J la u a wr 1 .1r. [ r
los factores enLlopsíquicos --esto es. por \,t cstn,(lur de ¡>cr onaJldad al p<K. n
la personalidad)' la psicopatología del p,Kicl\IC- t~J 1 0.1 u rec ro,
ser sustituida por una transfercnci'l cspcwl.tf sI, ti ora ha
t
fusiona! (véase Kohut, \971: 137-421. La s'chen o<-

42
inos clásicos de relaciones
Formulado en los térm c: del análisis importante que mi mayor percepción fue, sin embar-
o dO, os que esta lase
objetalcs primanas, mam 1 o d n el que, en la go, el sutil efecto que el cambio en mi perspectiva teóri-
revivió las condiciones dedPeno JO~~to a una madre ca ejerció en mi actitud frente al Sr. Z; esta actitud se
o o f: o había esta o so lo o
pnmera m oanCla,t a proveer 1e d e plena satisfacción, refiere a 10 que en lenguaje corriente se podría denomi-
d nar paciencia, benevolencia o tacto, y que en térmi-
siempre Ispues a 1 o, arcisista permanente oEn
b stlmu aClOn n
con una so ree 0d ' s esta fase de la trans- nos clínicos se convierte en una atención respetuosa,
l b consl eranamo o d
otras pa a ras, o. °ruación primaria cuan o aspecto que determina que sólo un largo y laborioso
o n revivir una SI 0d
ferenCla como u d d nde había prevalecI o trabajo analítico puede producir un cambio de estruc-
o d por su ma re, y o o
era mima o 'fi tura; en el primer análisis había considerado al paciente,
°ó provocan do una fiJoaclón que
la sobregrau IcaCI n, o r Pero este modelo en esencia, como centro de iniciativa independiente
" 1d rollo posteno o
entorpeclo e esar no consigue aclarar y por tanto esperaba que, con la ayuda de las intros-
explicativo clásico falla, ~~~;ueersonalidad del Sr. Z pecciones analíticas que le capacitarían para ver su
dos rasgos slglllfic~tlvos 1 Pdurante esta fase del camino claramente, abandonaría sus exigencias nar-
d do mr lilC uso
cisistas y maduraríao En el segundo análisis, sin embar-
que pu e Iscer , o, ,o subyacente que a
' oo d eraclOn cromca o go, mi énfasis cambióo Había adquirido una actitud
analtsls: una esesp o de su exigenCIa, y,
ob od a la arrogancia
menudo I a um a o o, del masoquismo menos apasionada ante el objetivo terapéutico de la
fundamentalmente, la reapanclOn te con su de- maduración y, al asumir que con la madurez cuidaría
, 'gldo contras de sí mismo, yo estaba en este momento más genui-
sexual que se mantema en n oó convencido de
manda narcisista de reclamar atenCl n, namente capacitado que antes para poner a un lado
estar en su perfecto derechoo o decisivas dife- cualquier objetivo dirigido a conseguir directamente
No es fácil describir las sutiles pero o en la cual unas ambiciones terapéuticas concretasoDicho de otra
d 1 gundo an áloISIS,
e
rencias entre esta rase e se o o d 1Sr Z con Ia forma, abandoné el principio moralista salud-madurez
1 o,
la reactivación de la re aClon prtm arta e o
pondien te qUe anteriormente me había guiado, y me Centré en
la tarea de oI
madre dominaba el cuadro, y la fase clorres entender o o
flenclas reconstruir
oI as tempranas etapas de sus expe-
'lO
en el primer ana ISISo o Es e
fU
ndamenta , para 0lderar qu e o o ,espeCIa1mente aquéllas que concernían a su
unpbcación o
to dos los otros aspectos d e1cam bOlo' o cons o osoIón teón- o
y h con a personalidad patológica de la madre.
T s mi VI
entre el primer y el segu~ o ana ISI or lo que ahora
d enaelora, Cuando contemplábamos el self del paciente
estado dO o
ca habla variado sustanCial mente, p o nillcados . transrerencla
e I o al que se le llegó a ver en la
o ruy J mentano
o
estaba capacitado para percl°b Ir CIoerros slghabía 10ff nra-
°
bio corno o' a ono06 o Vimos como resistencia al cam-
o
la importancia de los mismos, queyonoo ridad oMáS donar ~OSICI
SUs gratifica o
n a madurar por no querer aban-
o e 01' •
o percibir conscientemente con a nteno
do Clones IOlantl es, SIOO, al contrano,

44 45
gratificanre, él no estaba equivocado . L o que re d uJo .
como luchando desesperadamente -y a menudo deses-
peranzadamente- para desenredarse del nocivo obje- e1val or d e estas
. observaciones fue la o mlSl "ó n d e un
tO del self, delimitarse a s; mismo, crecer y llegar a ser hecho cruclal: los «regalos» afectivos de la madre le
eran ofrecldos
. . con la condición expresa d eac~tar
independiente.
Fue en el contexto de nuestro estudio de los con- su d ommaClón
d . total y . de que él no se d' 11
ejara evar por
flictos de su débil «self}, para definirse a sí mismo, cuan- acto~ e mdepe~dencla, especialmenre en lo que con-
do llegamos a comprender el significado y e! efecto de cerma a las relacwnes slgmficativas con los de ' La
la reciente psicosis de la madre del Sr. Z. En e! primer madre del ~r.Z era inrensa y patológicamenre~~~sa;
análisis yo había visro el persistente vínculo de! paciente se puede anadlr que ella conrrolaba todo no '1 1
adre y 1 h " . ' so o a
con la madre como un lazo libidinal que no deseaba P a lJO,
. smo también al personal domé StlCO,
.
q ue esta ba baJo su estricta dominación .
romper. La idealización de ella, que todavía era muy
evidente durante el primer análisis, yo la había enten- La relación de su padre con la enfermera y su mar-
dido como la manifestación y acompañamiento cons- cha de casa en realidad fue una huida lejos de la madre
cien te de su amor incestuosO inconscienre por ella. como finalmente comprendió el Sr Z 'Tamb" '
el b d . . 1: len era
Pero ahora pudimos observar la personalidad de la a an ono de su hijo, como lo había vivido de for-
ma preconsCJenre el p aCJente . ' .
en su pnmera lllfancia
madre y la naturaleza de su relación con ella bajo una Pero no fue co . d 11 .
luz bastante diferente. s d ' . nSClente e e o hasta el transcurso del
egun
h b' . o análiSIS . Ah I b l '
ora o o servó é mismo: el padre
El Sr. Z me había descrito durante e! primer análi-
a la mtentado sal h
sis una imagen de su madre que coincidía con la que cado ah" varse y, para acerlo, había sacrifi-
su IJO.
ella mostraba a los extraños a la familia. Pero los que
La descripció d I '
tenían un trato más cercano a ella, en particular el tom' I n e su re aClón con la madre nos
o, en e segundo aná/" . h'
paciente y su padre, sabían la verdad, al tiempo que genc ' d ISIS, muc o tlempo. La emer-
la e recuerdos .
eran incapaces de llevar este saber a un nivel de con- profund o JUIUO a su nueva facultad de
IZar en la es . d
ciencia suficiente para permitirles llegar a compartirlo. le ponía encla e su relación con la madre
en un estado d . d '
Ellos sabían que la madre del Sr. Z tenía convicciones condue' e gran ansle ad y a menudo le
la a topar . .
firmes y bien cimentadas, que se manifestaban en co ' rn el reCOno" con senas reSIstencias. En especial
CImIento de I '
, ., dolos a sonaJidad d a grave perturbación de la per-
portamlenros y actos cotidianos, manten len e su madre y d ó
'de' marcado Sl l ' ' e c mo este transrorno había
e 11 os en una esclavitud afectiva y ahogando su In 'ó I re aCIÓn co 11 'b
' Seguramenre, cuando el Sr, Z, me refirt gran ansied d E n e a, I a acompañado de una
pendenCla, d'd o . a. ntonces I fl . d
Interrumpía e uJo e sus asociaciones se
en la primera etapa que su madre había respon I y y retrocedía an te la demanda del trabajo
, , lraba rnO
a sus petICiones con un gustO que a él le resu
47
46
al ,
an !tICO,. dudando de la veracidad de sus recuerdos
l· 1 y
tuidas por recuerdos de infancia concernientes a la
preguntan ' dose si no hacía trampa. al exp Icarme .as
madre. Tengo la impresión de que, en estos casos, el
de esta manera. Descubnmos un puntO parnc-
cosas d· , . . I al poner menos énfasis del habitual en las distorsiones
u1armen t e l·mporcante de su lnamlCa Sin. e bcu su de la percepción transferencial no es una falta técnica
avance, In . d udablemente' se .
habría detenido rusca- . o una defensa del analista, sino que está al servicio del
. trataba de su angusna referente a la pérdl-
mente. se . dilE 'd.d progreso terapéutico. Para poder abordar la tarea de
da de la madre como objeto arcaico e se '. per I a compren¿er la ~ravedadde la patología del objeto del
que d urante esta r:case de recuerdo y elaboración de la self de la mfancla, el paCIente debía estar antes seguro
c ., arcaica
!Uslon . con ella le generaba amenazantes
. sen-
de que el objeto del self actual, el analista, no lo situa-
. .
nmlentos de dl·solución . Esta sensación dolorosa era
ba de nuevo en el mismo medio patológico de su
debida a que, en esos momentos (y esto ,duró bastante primera infancia.
tiempo), él consideraba que ése era su UnlCO selE Sus
Ahora voy a estudiar algunos detalles concretos del
dudas, su tendencia a retractarse de lo que un Instan te comportamiento de la madre para suministrar el ele-
antes había adelantado y confesado, se debían a una mento que nos permitirá comprender la naturaleza
represión temporal de los recuerdos o, la mayoría ~e patológica de la relación con ella. Sobre este pUnto,
las veces, a que su angustia de desmtegraclón restablwa los recuerdos del Sr. Z no surgieron inmediatamente-
el dominio de la denegación que ya le había impedi- no reaparecieron hasta después de haber reexamina~
do en la infancia reconocer lo que pasaba y lo que sabía. do Ciertos elementos de su relación que él ya había
Yo querría aquí poner el énfasis sobre un aspecto descfltO a 10 largo del primer análisis, como cuando
de esta fase del análisis del Sr. Z que he visto ya en sf:u madre le leía, o jugaba con él, o le hablaba de las
casos similares: la movilización de las experiencias anta' 11
.
closhb' Slas que e . a tenía sobre su futuro. En los ini-
infantiles en la situación analítica no ocasiona una dis-
madr a lamas ViSto estos aspectos de la acritud de la
torsión de la imagen del analista en la transferencia. . e haCia él a la luz de lo que predominaba en el
Desde luego, se producían algunas distorsiones trans- PaClente o s I·d al · .
valo d'· ea, a 1 e lzaclón de su madre, y habíamos
ferenciales, pero casi siempre como elaboración de un ra o Juntos esto 1
del s e ementos como manifestaciones
núcleo de percepción real del analista. Por ejemplo, amar materno M· . .
apoyado 1 .. len tras que, ahora, sll1t1éndose
una actitud o acción del analista que era correccamenlce por e analista 1S Z b
lo. que an tes era . ' e r. empeza a a cuestionar
percibida quedaba modificada por la hipersensit 1; /¡berando d
IOcu . bl .
. . estlona e. A medida que se fue
dad del paciente porque era vivida como slrn~ ares e perCiba es j ·ó
to, tal y com 11 a re aCI n como algo sacrosan-
las de su pato lóg¡ca · madre. Pero estas d·IS [Ors lonti, Oe aseloh bf· j
--,,-- ...1_-- b ser sus a reconocer Una . a a IOCU cado, pudo empezar
IIUWUI w:aaparecer rápidamente y pasa an a
Cierta rareza en las actividades de su

48 49
ue arecían tan normales y tan
madre, incluso en las q ~ , lo a reconocer tenido lugar un poco antes de los dos años sin haber
1 ,' E pezo por eJemp ,
poco pato Oglcas, m " u n a manera en con- creado, aparentemente, ningún problema y su resulta-
nmg
que ella no había estado de I 'dades de su self do fue el control esperable, No hubo encopresis y so-
, ' '1 con as necesl
tacto empatlco con e" ' 'patoria de su futura lamente un incidente único y excepcional de enuresis,
'b' esonanCla anncI
de reC! 1f una r , ue la idea que tenía poco después de tener que dejar la habitación de sus
independencia y capaCidades, ya q al fuese el éxi- padres por otra. A pesar de que su desarrollo en esta
de su hiJ'o como adulto era que, fuera cu b' , área era presentado sin describir incidentes, las aso-
" no cam lar la nun-
to de su hijo en la vida, su reIaClOn
ciaciones del Sr. Z y sus recuerdos nos condujeron,
ca él nunca la dejaría, , en el contexto de su especial 1ucha para reevaluar la
, En un proceso lento y doloroso que supuso cler-
personalidad de su madre, a cienos aspectos clara-
,
tO tiempo, Iogró liberarse de esta visión
, " Idealizada
' de mente patológicos de su comportamiento. Él recor-
la relación con su madre, Esto le permltlo por pnmera
daba ahora el interés intenso de su madre hacia sus
vez admitir que esta parte de su self fusIOnado co~ el
heces, y este punto fue particularmente activo al
de ella desde la infancia, no era m su self :nrero m, la
comienzo de su segundo análisis, Ella había insisti-
parte central de su self. A partir de aquI en;pezo a
do en inspeccionarlas después de cada defecación,
hablar de forma titubeante de las conductas mas abH;-
hasta que tuvo seis años, En esa época ella detuvo
tamente patológicas de su madre cuando él era mno
bruscamente sus inspecciones y, casi simultánea-
y adolescente, Para ello tuvO que sobreponerse al
mente, empezó a ocuparse de su piel, en especial
embate de fuertes resistencias motivadas por una angus- de la cara,
tia de desintegración, Tres ejemplos de la conducta de
la madre del Sr. Z durante su primera infanCia cons- Es importante constatar que este rasgo sorpren-
dente de la infancia del paciente no había sido nunca
titulan aspectos representativos de su actitud hacia él: ~n aSUnto importante durante el primer análisis.
el interés por sus heces, el tipo de relación q ue te~la
abía surgido de vez en cuando en algunas sesiones,
con Ias cosas que pOSCla,
" y su mquletu
, d por pequenas pero no lo ' 1
manchas de la piel de su hijo, Esta actitud, que luego ' una pvelamos
deelr, b' como o que realmente era, es
vimos con más claridad, demostraba la necesidad tenaz I rue a Importante del grave desorden de
a personalidad d 1 d
e invariable de retener al hijo como un objeto de su hab'lamas consid e da ma re. 1En aquella época sólo lo
qUe er a Una [,'IJacIera o como o que entonces creíamos
propio self. , ún ' ,.
Durante el análisis del Sr. Z no surgió nlng n- Ponam' on narCISiSta como defensa. El com-
lento de la m d '. ,
tenden . a re nos SIrvlO para explicar su
concreto que tuviera que ver con el at~er I Cla a sobreval '
CODuol de esfínteres. I:.ste parecía a as Cosas d orar sus propias producciones,
qUe ecfa en 1 .
as conversaciones con la gente
50 51
y con el analista, los escritos del ~oJegio, etc Yo todavía tuales que pudiera detectar. El proceso era un ritual
recuerdo el tono ligeramente lronlco de mI voz cuan- invariable, exactamente igual que había sido antes la
do con la intención de ayudarle a superar su inspección de las heces,
'.
senumlen . tO de grandeza pueril, le señalaba cómo el El Sr. Z empezó a relatar el ritual de la inspección
hecho de que su madre se inter~sara por cada ~etalle de la pIel después de haberme hablado de la inspección
de sus «excreciones" físicas y pSlqUlcas, le habla con- de las heces; pero aunque entonces hablaba de los acon-
ducido a una fijación infantil de altivez, generando tecimientos de su infancia tardía y de su adolescencia
en él su actual hipersensibilidad ante los defectos de le era difícil darme una imagen clara de lo que le habí~
su propio carácter y de las cos~ que hacía, y también ocurndo en cada uno de los periodos, Los aconte-
su tendencia a rechazar las crmcas hasta el extremo cimientos se habían ido entremezclando y la cronología
de reaccionar con depresión y rabia ante la simp le se fue desdIbUjando. Yo podría decir ahora retros-
ausencia de elogios. pectivamente que aquel emborronamiento de sus rela-
En contraste con la primera parte del anális is, la ciones era, en cierta medida, un mecanismo de defensa.
segunda se centró en el estado de depresión y deses- Esto podía ser debido a que era especialmente duro
peranza que suscitaba en él la acritud de la madre. Ella reconocer la ~uerza de la influencia patológica que
no se interesaba en él. Lo que la fascinaba con inten- su madre habla tenIdo sobre él en su adolescencia y
sidad era sólo sus heces y la inspección de las mismas, que se mantuvo hasta hace relativamente poco.
su funcionamiento intestinal y el dominio de sus esfín- El mu al completo se realizaba sistemáticamente
teres, rodo ello con la convicción de estar realizando en dos tiempos. En el primero, y esto era 10 más
una buena acción, y con una firmeza inflexible que no defjsagradable para el Sr, Z, su madre describía con
permitían ninguna protesta y provocaban en él una In Inldad de d eta11 es y d esaprobaclón . lo que encon-
sumisión casi rotal. [fa ba. En el segu d ' .
n o tIempo qUItaba las espinillas más
Como dije antes, la preocupación de la madre re- lOad uras op 'ó
' eracl
dre, que no p d' . n a menudo muy dolorosa, Su ma-
lativa a las heces de su hijo, se interrumpió cuando sus - l er la nl11guna ocasión para alardear de
él tenía seis años de forma repentina, según parece; unas argas y d Id"
mase b l uras, e escnbla la operación y le
ella empezó entonces a obsesionarse por su piel, corno ra a a extracCIón d . .
saeisfac 'ó e grasa -mznz masa ftca!- con
Io bahla estado antes por sus intestinos. Todos los sa'ba- CI
que el S Z n, tras lo cual ' 1 d '
parecla ca ma a, 10 mIsmo
dos por la tarde ella examinaba particularmente sU ca:a r. que t b'é
temporal L' am I n experimentaba un reposo
1_- d . 'Ian
I cla , os peores
_ etalles más pequeños y con una Vlg . encontraba " [[ momentos eran cuando no
cla.
_.Lo.
- d l
-yez mayor, hasta que alcanzó la a o ese eo_ en ci6n fa[[aba~PInI as o cuando algún intento de exrrac-
.
a todo lo referente a las esplfl 'llas
l ev

53
52
Referente a la relación de su madre con el mobiJia- versaciones y actividades del paciente y de sus invita-
. 1
no, os o Jetosb' de arte y las baratijas que
. .' colecclOna- dos con una mirada fría y desaprobaroria (cf. una
ba y que lucía en la casa, surgió al pnnClplo del segun- descripción similar de la madre del Sr. Z en Kohut
'l' . po de asociaciones y recuerdos. Se 1971: 81-82) . '
d o ana ISIS otro gru .
podría intentar definir el interés de la madre hacia Otra vez nos encontramos frente a la confusa
·
estoS blenes como un rasgo de carácter obsesiVO, explt-
. cuestión de por qué este material esencial no apareció
can d o que era del b 'do a una fij'ación . anal,. de la mlS- durante el primer análisis del Sr. Z. A decir verdad
e
ma [orma que se podrl'a intentar dlagnostlcar las esce- seguramente apareció pero, lo que es aun más incom-
nas de las espinillas con el título : «trastorno de las prensible, no había conseguido llamar nuestra aten-
·
pu ls IOnes sa'd'leo- ana ¡,'esl! . Sin embargo,. no tengo
• duda ción. Yo creo que nos acercaremos a la solución de este
d eq ue un diagnóstico de neurosIS l' obseSiva, o sea,
al ,.
rompecabezas, si pensamos que un aspecto esencial de
un diagnóstico basado en criterios pu s,lOn es sena, SI la transferencia quedó inexplorado en el primer análi-
no falso, al menos irrelevante, y no solo porque ella SIS. Dicho más claramente: mis convicciones teóricas
ha desarrollado una psicosis paranoide después de la -convicciones de un analista tradicional que veía el
marcha del paciente. Se trataba en realidad de un caso matertal presentado por el paciente en términos de
<,border-lineo> (cf. Kohut, 1977: 192, para la defilll- pulslOnes infantiles y de conflictos alrededor de estas
ción de esta categoría diagnóstica). El núcleo psicóti- pulslOnes, y en términos de instancias de un aparato
co, el caos prepsicológico central de su personalidad, mental unas veces en conflicto, otras en consonancia
el vacío esencial de su self estaban encubiertos por el entre
, . ellas- hab'a II d .
I n ega o a ser para el paciente una
control de los objetos del self de los cuales ella se valía replica de la psicosis oculta de su madre y de su idea
para apuntalar su self. Aunque en un trato superficial pen~bada del mundo a la que se había adaptado en
ella daba la imagen de una afectividad normal, incl~­ su In adnCla y que había aceptado como una realidad
so los extraños enseguida sentían el vacío que yacI.a aCUtu de sumis 'ó d '
ra co' I n y e aceptación que repetía aho-
bajo la apariencia normal . Así, tanto en la escuela pri- nmlgo ante las '.
brantabJ I conVIcciones aparentemente inque-
maria como también más tarde, a ningún compañero La es a as que yo estaba ligado.
del Sr. Z le apetecía ir a su casa, lo que contribuía a mejoraquesep d' l'
debe ser c ' d ro UjO en e pflmer análisis
su aislamiento social. De igual modo que, hasta qu~ dUCto tr onsl
e
erada es
.
. I
encla mente como un pro-
finalmente le fue asignada una habitación, no disfr ut ansrerenclal En l ' . d
Co, el pacient d' e Intenor el setting analíti-
de ninguna intimidad. Su madre insistía en qube s~ t
eroas edípi
e se a ecuó a '
F
, e .
mis teOflas OfreCiéndome
permaneciera .. siempre a b'lerra; ella entra 0/1'
a e COSo uera del ál"
Xpectativas c J an ISIS, respondía a mis
maudo de improviso, interrumpiendo todas las e on a sup resl'ó n d e sin ' romas (las fan-

54 55
tasías masoquistas) y con un cambio de comporta- búsqueda de certeza, en panicular al comienzo de esta
miento que ahora tornaba la apanencla dela nor- fase de la segunda parte, a menudo iba a parar al hecho
malidad tal como se entendía desde el mora]¡smo d: de que su madre había desarrollado un conjunto de
la madurez al que yo me adhería entonces (él paso Ideas delirantes que demostraba, sin ninguna duda
del narcisismo al amor de objeto, es deCir, que que su visión del mundo era errónea. Recordaba si~
empezó a salir con chicas). cesar de qué forma había reaccionado en el momen-
Nos podríamos preguntar si la mejoría del segun- to en que verdaderamenre se dio cuenra de que su
do análisis se apoyaba en un mecanismo Similar. madre era una enferma mental y de que abrigaba una
Dicho de otra forma ¿el único cambio consistía en serie de ideas deliranres. Su primera reacción -reac-
. . )
someterse ahora a mis nuevas conVICCIOnes. o no o 'tí 1 ción que le trasroenó mucho en aquel momenro pero
creo. No solamente porque su necesidad de estar que, ahora se le hacía inteligible- había sido la de una
conforme -y, en particular, su angusria de no estarlo- alegría interior profunda y tranquila. Esta alegría
fue estudiada y analizada con detenimiento, sino sobre
. .
todo porque las emociones II1tensas que acompana-
- expresaba elmmenso alivio que le proporcionaba el
hecho de saber que ahora tenía testígos, al menos
ron las luchas activadas enronces y el entusiasmo con potenCialmente' : no era el único en saber que la for-
el que estaba enfrentando la vida tenían una profun- ma en que su madre veía el mundo y en panicular la
didad y una autenticidad ausentes durante el primer forma en que ella se había comportado con él durante
análisis. su Infancia era patológica.
Para ser más precisos: la creciente toma de con- . Fue después de haber superado este tipo de fuenes
ciencia de la psicopatología de su madre y de la resistencias que los progresos más significativos siem-
influencia patógena que ella tenía sobre él, no se podía pre apare . d'
. Clan, es eClr, que podía hacer un nuevo
mantener si no era con un intenso trabajo emocional. paso haCia la lib dI' d I
La emergencia y el esclarecimiento analítico de este
Aunque este erra , ejos e a atadura con su madre.
. proceso no se completó hasta mucho
material se interrumpían una y otra vez a causa de mas tarde u n ' d' . .•
fu '. / d' . a Cierta ISmlnUClOn de la relación
serias resistencias que tomaban forma de dudas, Slon a heSló I d
n Con a ma re nos permite conside-
motivadas por el miedo sin nombre al que yo he lla-
mado (Kohut, 1977: 104) «angustia de desinte- 2. Me es
ex . . roy cen [rando a f I .
gración •. ¿Qué realidad era real? 'La realidad de su penenc¡as ¡ntero d I S _ qu en a extrema Importancia de las
--'_. , .ltado actual L .
.' saucr que t
as e r.Z Esm .
enos Importante. en el conrexro
m .....e? ¿La reahdad por la que habíamos rrans . ¡ trabaJab
' . '
uvo también vcrd d .
Su a en el campo d I I a eros restlgos: un pariente que
en el primer análisis? ·0 la de este segundo análiSIS. cos~adrc, a call~a de \u: / \3. u~ memal al que pidió ayuda cuando
tL_ ' En SU
....-yorra vez él se debatía en estas preguntas. que hubiera podid' onvlcelones deliranres, quiso hacer alguna
o tener co .
nsccuenC/as graves.

56 57
rar diferentemente dos grupos imporrantes de expe- temporalmente, estimulando las zonas más sensibles
riencias infantiles que yo había interpretado, durante de su cuerpo, el reaseguro de estar vivo , d e eXistir " 3
el primer análisis, com~ las manifestaciones de una Recuerdo en particular el momento en el q ue ~l
fijación o de una regreslOn a modos InfantIles del pla- Sr.
' Z conectó con, dos recuerdos que b
esta an re a- l
cer obtenido por la gratificación de pulslOnes pre-ge- clonados:, en el primero ' recordó los dias d e su 111 ' f:ancla
'
nitales. Ahora descubrimos el sentido de su mastur- y, del penado de " latencia en que se arrast b '
ra a SIn sen-
bación infantil con la fantasía de ser el esclavo de una udo p~r una VIda SIn placer, repitiéndose que la noche
mujer que le imponía incondicionalmente su volun- lIegana para poder estar en su cama y mast b
'c, '1d
Es d IIlCI 'b ' I ur arse ,
tad y le trataba como un objeto 1l1anlmado, SIn vo- escn Ir a emoción que aco mpana - ba este
luntad ptopia, yel sentido de su ImplI cacIón con la recuerdo y cómo demostraba, de forma punzante
escena primaria: éste era el material sobre el que había la angustia de esa existencia infantil cuyo unlco ' ' con-'
sido elaborado el trabajo del primer análisis (del que suelo ante la ausencia del sentimiento gozoso del plac-
pensamos entonces que le había guiado hacia una er de cre~er y de hacerse independiente -patrimonio
curación) . Luego lo vimos todo bajo una apariencIa de los nInOS sanos- era pensar que podría estimular
diferente. Allí donde antes habíamos visto obtención su cuerpo abandonándose a actividades masturba-
de placer, la serie pulsión-deseo y pulsión-gratifi- tonas prolongadas y sin fin; pero era incapaz de evi-
cación, descubríamos ahora la depresión de un self ~:r tomar conciencia de la falta de independencia
que, deseoso de asegurarse y de afirmarse, se encon- su self, tal como eVIdencian las fanrasías maso-
. .,
traba desesperadamente atrapado en la orgamzacJOn
psíquica del objeto del self. Nos dimos cuen ta de que
b 3. Los conflic{Qs secundari 6 .
su masturbación y su implicación en la escena pn- ~roria nunca fueron mu i os a prop Sito de la actividad mastur-
fll eto se halla habir 1 y mp~rra.n~es. Esta ausencia relativa de Con-
maria nunca le habían aportado placer; más bien al pe l' ua mente en IndiViduo 1 I
rsona ¡dad Son parecidas 1 d 1 S s en os que as estructuras de
contrario, el estado depresivo había predominado en eS[~I~~rencia similar de cut ~T~ dT. Z. Yo acostumbraba a pensar que
'en; 1515 debería arrancar t,a 1', a er~ más aparente que real, que el
casi toda su infancia. Puesto que no podía deleitarse
, nrrenta rse a Sus conf1' s resl srenclas pa ra permmr ' ,
al analizado
ni siquiera en la fantasía, experimentando la dicha de ~~ent~~ infructuosos ~~~os y curarlos, Pero después de numer~sos
aumentar sus propios límites y su independencIa, bild'bdllldad, yo cambitde p~nenr erdrar ,en el centro del conflicto y de la
a está o e VIsta Creo I .
intentaba obtener un mínimo de placer, el placer SIn paróge . en consonancia co I h 'h que a carenCia de culpa-
nos CIen l' n e ec o de q I d
'd La de Un ob' en a nUlO en caur' 'd d lIC e pa re o madre
gozo de la autoestimulación de un self venCI .0 . J' sexual dc~Ct~_del sdf, no preocu~:1 ~ a causa de su propia necesidad
masturbación no era, entonces, de origen pulsloo~ , f~i6n inqu:'bo, por más que eSto I~ o~~ Cn albsol u ro por la acrividad
0100 nIño se as ,ranrablc, Es en el /TI 3111 lestc a depresión frente a esa
no era la acción vigorosa del self fuerte de un er
..... b . d obceo hacen cae~~l~ al deseo de: indcPé~~ncn(.o en que la actividad sexual del
_o uscando el placer. Era el mtento e ,o re él el pe:so d . I enCla, cuando el padre o 1 d
e a culpabilidad, a ma re

58 59
quistas que acompañaban estas actividades . En el lIa. que podría generar probl emas cuando las h'b'
ClOnes provenientes de l b " pro 1 l-
segundo tecuerdo, perreneciente a la capa más pro- os o Jetos mcest d'
dos/amados crean conflicto l ' _ uosos o la-
funda del inconsciente revelado durante este periodo, s que e nmo es Inca d
se acordaba no sólo de que anres de la construcción reso lver y, por consiguiente' paz e
' . ' repnme. Para el S Z l
de su sistema fanrástico masoquista se había dedicado escena pnmana era al princ'IplO . una expen. .r., .a
tanre, confusa, que entendía encla eXC1-
algún tiempo a la masrurbación anal, sino que incluso · como un dese d
había olfateado y hasta probado el sabor de sus heces absor b Ido por las actividad es d e su mad oy eélser
(este recuerdo al principio estuVO acompañado por sometía
. a este deseo de una f.orma sexualment re. se
una enorme vergüenza) . Como ya he dicho, la recu- qUlsta, renunciando a su indepen d '
encla e maso-
peración de estos recuerdos fue en un principio La segunda fase de este segundo aná]:ISIS. no pued
extremadamente dolorosa y la reactivación de la tris- por supuesto, ser separada clarament di ' e,
teza o de la vergüenza de su infancia aparecían por pero, tomado en conjunto ést dif. e e a pnmera,
rior en su tono emocion:l La se 1 erenció de la ante-
momentos con una inrensidad humill an te. Por lo
retrocedieron y los anh 1 . os e ementos depresivos
tanto, en el momento en que surgieron estos recuet- e os actIvos las d d'
samente sentidas' ,eman as Inten-
dos, las experiencias del Sr. Z se volvían soporrables,
vitalidad en aume:t:lgorofisamente expresadas, y una
pues había comprendido por vez primera, gracias a . ' con lanza yespe
ra eVidentes SI' mi ' ranza eran aho-
una verdadera relación armoniosa con otrO ser hu- . u taneamen t i '
comunicaciones camb'ó' d i e , e contenIdo de sus
mano, que estas actividades infantiles no eran inde- . I,eapreoc 'ó .
Slva anterior co I d ' upacI n caSI exclu-
centes ni repugnanres, sino que habían sido débiles . I n a ma re gIró .
Invo ucraban a su d a pensamIentos que
tentativas para experimentar el sentimienro de existi r; p pa re.
eran un residuo de la vitalidad de un self rudimentario . or poner un ejem l '
ClOnes sexuales d p o, segula hablando de las rela-
había considera~~us padres. En la fase precedente él
que entraba al fin en un proceso de delimitación firme.
En otras palabras, comprendía por fin que estar sepa-
padre; en esa época caSI nula la participación de su
rado de su madre no era ni malo ni peligroso, sino en qUe I mIS esfuerzos
en I ' a madre y el adre ,por poner el énfasis
sig a~copula no habíf e
que era necesario para su salud .
También reevaluamos las expetiencias de la escena
hablan participado juntos
nlllCatlv d VOca d o nlO
primaria y finalmente comprendimos su significado (recu d a e él; en cambo guna Contestación
. . al 1.6n er o d' 10 sus as . .
prmclp ,al entender que pertenecían a la depres transe s Irectos y d oCIaclOnes actuales
rerenc' I , e vez en d
que había dominado su infancia. Su implicaci6n e~ el11peza la es sobre la'd
ron a d' . .
cuan o, fantasías
VI a sex I d I
la esa:na primaria no era la manifestación de la curioS!'e hacia el tr¡glrse espo á ua e analisra)
dad sexual normal de un self fuerte e indagador, aqU - papel de su padre. ~I ne~m~n.te cada vez m~
pnncIplO el afecto que
60 61
b 'o analítico en esta área era, de
acompañaba el tra aJ d ación' en otras pala- miento de su curiosidad infantil y señalar las conexio-
d d resión y esesper ,
nes asociativas con la vida sexual de sus padres, se
nuevo, e dedpánimo , que a h bía prevalecido durante
bras, el esta o e d ' I mismo, Pero su deses- deprimió y dijo que yo lo entendía mal, Sin embargo,
, f: era ro aVla e , 'd no se desarrolló ningún callejón analítico sin salida,
la pnmera ase d'fi sa como lo habla SI o
' ahora tan I u ,
Peraclón no era d más a preocupacIOnes Aunque yo no accedí a sus demandas de información
' l ba ca a vez
antes y se VInCU a padre era débil, que la específica sobre mí, en cambio le dije que su interés
' cretas' que su
precIsas y con ' 'En este momento tam- de conseguir conocerme estaba ciertamente arraigado
d ' ba y lo somena, ,
a un deseo antiguo, y acepté, después de escucharlo
madre omIna d sas pasadas en relacIón
bién habló brevemente I e co e al aleJ' arse de él y de más profundamente y observar sus reacciones, que
I " mIgo esco ar qu , " ,
yo tenía que estar de acuerdo con él en que el tér-
con e vIeJo a 'h b ocado el deseqUilIbrIo
d recIa a er prov l' ' mino «curiosidad" que yo había estado usando no
su "ma re, pa lo habla '"InCItado a buscar ayuda ana ItI- ,
pSlqUICO era el más adecuado, que lo que él estaba experi-
l que
' ra ocaSIOn, , , A pesar de la importancIa
ca en a pnme h bía obtenido de la relación con mentando ahora no era un reavivamiento del
que el apoyo que
I
es te am go era gran
le para él, y a pesar del hecho que
al 'n mucha
voyeurismo sexual de su niñez, sino que se trataba
de alguna necesidad diferente, Finalmente aventuré
nosotros pudiéramos entender su natur :::~e mutuO la suposición de que era su necesi dad de un padre
d 'fi ltad -se trataba en esenCIa de un s p " '
I ICU maneclO actIVO fuerte lo que yacía detrás de sus preguntas, que él
de tipo gemelar- este tema no per , que!
quería saber si yo también era un hombre débil,
mucho tiempo ye I sentl'd o d e su emergencIa , en" a fue
' "InCIerta, A contInuaCIOn dominado en la relación con mi esposa, incapaz de
momento permaneCla , [' ión
ser el idealizable apoyo emocional de un hijo, El resul-
reemplazado por un periodo de fuerte I~fip Ical la
I f a especI Ica e tado de este cambio en mi acercamiento interpreta-
transferencial, que tom a orm Ó s pa- tIVO fue u d ' , ,, 1 d
neceSIdad , de saber m ás d e mI.'Dicho en otra'min-, ', na ISmlnUClon espectacu ar e su de-
, a Ia es cena preslon y desesperación, Cesaron sus demandas de
labras, con continuas referencIas d pn obre qUe le prop' , e '
va y con quejas sobre la debilidad de su pa re y sres h OrCIOnara I!1 LOr maclón personal sobre mí,
ar asta tal punto que vivió la firmeza amistosa con la
la falta de interés del pa d re en e'1 , em pezó a exp bre rol, qUe yo me hab' d
intensa curiOSI'd ad so b re mI.'Quiso saber sona rol,S co~ .. 'o un auté la' nega o a acceder a sus preguntas
,
pasado, en particular sobre mI, VI'd a t empra ' e m ' , la
de¡¡ nltlva
, , COmo ntJco recurso
- I de mi personalidad ' en
, , ber de m I la ilia , tentó COn CIertos
' una senad de m i fortaleza, y se con-
intereses, mi educaCIón; qUIso sa , yo tenIa ' e
naturaleza de la relación con mi, esp osa y SI reaviva- obtenido acc¡'dentaim
I
retazos e InfOrmación
d que él había
IÜ6QS. Al interpretar sus preguntas como un P o mi inte rés en an ente l' o por educción, por ejem-
e y Iteratu fa, y dedicó un tiem-
62
63
o a ex resar su impresión de que mi amor por el Sea por lo que fuera, el análisis tomó un nuevo giro
p d Pd I mente no era una retirada motlvada por en este punto: se abordó por primera vez, directamente,
mun o e a l '
,
mcapacI a
'd d para competir con lo rea , smo que era
, la persona del padre del Sr, Z, que había sido hasta aho-
atible con la virilidad y el coraje, ra una figura oscura, a pesar de mis esfuerzos inter-
comp l' á1isis cuando nuevamente pretativos durante el primer análisis para desactivar las
Como en e pnmer an ,
'1 ' r del campamento habló de su resistencias que, tal como yo entonces creí, escudaban
se refinó a momto d' '
, _C tO y respetO, no expresó remor 1m len- sus desengaños narcisistas por temor a tomar conciencia
amigo con alec I
b ias actividades homosexuales en as que de la existencia de un rival edípico poderoso , Por
toS so re ,, él o u na
habían entrado, pero vio su relaciOn con com primera vez el Sr, Z empezó a hablar sobre los rasgos
amistad enriquecedora con un hombr~ fuerte y positivos en la personalidad de su padre, esta vez con
admirado, En general yo tendía a cotncldlr con la una luz de felicidad, de satisfacción,
vaIoracl'ó n d eI Sr ' Z , diferente, en otras palabras, , de Éste fue, tal como se puede ver retrospectivamente,
I a comprensiOn " de esa amistad que yo comumqué en el momento crucial del tratamiento, el pUnto en el
,
e1pnmer aá1'
n ISI'S, a saber, que había representado una que se podría decir que se tomó el camino hacia la
regresión a la madre fálica; yo estaba de acuerdo aho- salud emocional, Sin embargo no era un camino fácil.
ra en que su amigo había sido la anhelada figura de A medida que el análisis avanzaba hacia las siguientes
un hombre paternal fuerte, quizás el hermano mayor etapas, el desplegamiento del principal tema, la recons-
admirado que él nunca había tenido, Discrepé con trucción de un padre fuerte, se iba interrumpiendo
él, sin embargo (aunque no me extendí en este aspec- por ataques periódicos de severa ansiedad, incluyen-
to, sólo lo mencioné una vez, brevemente), sobre la do un número de experiencias aterradoras, casi psicóti-
inocuidad del aspecto sexual de la relación, Yo pen- cas, en las que se sintió a sí mismo desintegrándose y
sé, en otras palabras, y continúo inclinado hacia esre asaltado
, por p ' h ' d '
reocupaclOnes Ipocon flacas, En tales
punto de vista, que el Sr, Z habría obtenido beneficIos ~casdlones soñaba con países desolados, ciudades incen-
más duraderos de la amistad con este hombre, que la as y lo tod' á
' aVla m s perturbador, en montones de
hasta donde yo puedo juzgar era una persona notable, cuerpos huma '1 d
rac en', nos apl a os como los que había visto
si su unión hubiera permanecido libre de los con - ltnagenes por TV d
h bers e últitn ' e campos de concentración, La
tos sexuales, (Podríamos agregar que, a I no a la a Itnagen er ' 1
tal COtno I d ' a especia mente horrible porque,
producido ningún conflictO homosexual durandre en a escnbló él b '
CUerpos eran d , n o esta a seguro sobre SI los
transferencial de la re IaCI'ó n, que 're a ,
al go VIVas e personas mu d
. ' d I pac len A erras o e personas todavía
evidelICIa que yo estaba equivoca o y que e ' quí tendrí
eSta fase del ál" amos que agregar que, durante
tenía razón.) an lSIS n i '
, l e paciente ni el analista
64 65
estábamos angustiados por una posible desintegración independencia, en panicular d . d .
virilidad. En las anteriores e In ependenCla de su
prolongada o irreversible, como quizá se podría espe- ocaSIOnes el p ' .
rar a parrir del alarmante contenido de numerosas pre había respondido a esta -al aClente slem-
sen con un reto
sesiones. Es indiscutible que nuestra tolerancia ante cional a la madre. mo emo-
la emergencia de aquel material estaba esencialmente El sentido. profundo
. del s ueno
- esta b a cont 'd
conectada con nuestra siempre presente Y connnua- en su pane inVisible: se refería I . eOl o
'bl . a o no ViSto a la' .
da profundización de su sentido y significado: que e
SI e Imagen" frontal de la mad re. uan d o mtentó
" InVI-
el Sr. Z estaba entonces renunciando a su self arcaico, sar en e11 o, Imagmar qué podrí pen-
. a representar sintió
(conectado con el objeto del self madre) que siem- Intensa ansiedad; y nunca pod'la enCOntrar ' pal buna
pre había considerado su único self, en preparación para expresar lo que podría ver. Al hablarle d 1ha ras
de la reactivación del hasta entonces desconocido self de la castración, de la visión de la érdida de orror
nuclear independiente (cristalizado alrededor de una ni tales externos, de las fantasías d p e los ge-
'ó e sangre y de m .
relación con el objeto del self padre, hasta entonces laCI n que los niños se [,0 b' Utl-
rman com mand 1 "ó
no reconocida). de la sangre menstrual y d 1 l o a VISI n
' e a vu va el p .
Sólo una vez, sí apareció la madre en un sueño. chazo estas sugerenc' A , aClente re-
las. unque acept' l'
Aunque el contenido visual del sueño era en sí mis- genes de mutilaci ' . o que as Imá-
. on, CastraCIón y s b
mo completamente inofensivo (el perfil de la cabeza Clonadas con el h . ,angre esta an rela-
, orror mnombrable b
de su madre, estando de espaldas ante él), fue vivi- este no era el . d ,esta a seguro que
sí mismo no fiongen e su terror. Pese a que él, por
do con la ansiedad más profunda que jamás había ' ue nunca cap d ¡:
sentido. Nuestro siguiente trabajo, que continuamos de una maner az e IOrmular su terror
a Concreta cuand
durante varias sesiones, aclaró el sueño en una profun- rna d re podría no h b '. o yo sugerí que la
didad considerable. Al nivel más accesible el sentido no objetó nada y a erperdldo su pene sino su cara
gado, del que sal'ó reaccIOnó con un SI' 1 '
enclO prolon- '
era simple: la madre le estaba dando la espalda; Jo
qUe I 1 con un hum '1 .
estaría abandonando porque él se estaba acercando a . e. terror arcaico . or mas re ajado. Pienso
su padre. Sin entrar en detalles acerca de sus asociaciO- Poslb¡Jidad d b que él SintiÓ desafiaba cual .
defi . I e ver abzación qUler
nes, podría añadir que, en relación con la in ¡er- pSíqnlr o estuvo suficient ,y creo que mi intento de
pretacl'ó n d i
e sueño que fue sugerida por '
el paclen te rnay~;ca de su experienci:mente cerca de la real idad
sin ninguna aportación de mi parte, el Sr. Z trajo v~- o
los tér;rad de dominio E co
mo
para permitirle un
. . I
nos eJemp os -recuerdos de su infancia Y e
d ¡naS lQos m' b' . n d efillllC!va
mente 11 as o )etivos I I ' expresado en
de los gélidos replegamientos de su madre c~n represe egamos fue que l' a con~ usión a la que final-
lCI8pecto a él, cuando intentaba ganar peldañOS e nraba su p a pane lllvisible de 1 d
ersonal idad d' . a ma re
IStorSlonada y su
66
67
parológica manera de ver al mundo y a él. Esros aspec-
ros, en otras palabras, no sólo habían estado prohibIdos, deseo de ser analista, deseo que, tendríamos que afiadir,
desapareció espOntáneamente muy pronto.
sino que su reconocimiento podía com~rometer ~Ia
integridad de su self, tal como él lo conocla. El sueno Entre los recuerdos que enconces aparecieron, se
expresaba su ansiedad al darse cuenta de que la con- detenía especialmente en unas vacaciones de esquí de
vicción acerca de la fuerza y el poder de su madre era dos semanas que se tomó con su padre, en una estación
sólo una ilusión. Y éste era, precisamente, un con- de Colorado, cuando tenía nueve afios (probablemente
vencimiento en el que se había basado un sector de su estaban sólo su padre y él, porque su madre se halla-
propia personalidad entretejida con la ~e ella: ba entonces cuidando a la abuela materna que padecía
Para ser claros y evitar una complejIdad mnece- una enfermedad terminal). Estos recuerdos Son de una
saria, describiré ahora el proceso de rehabilitación de significación decisiva porque conciernen a dos impor-
la relación infantil del Sr. Z con su padre durante el tantes aspectos: el descubrimiento de que su padre,
análisis, como si esto hubiera empezado en el punto aparentemente débil y borroso, poseía realmente ciertos
concreto de la elaboración de la ansiedad recién men- valores excelentes, incrustados en su bien definida per-
cionada y las defensas movilizadas, y cómo llegó a su sonalidad, y su creciente conciencia de que abrigaba
finalización claramente definida. En realidad, el acer- desde niño una intensa necesidad de descubrir algu-
camiento del Sr. Z hacia su padre, y la recuperación na cosa acerca de su padre, para aclarar un secreto con-
creto que le tenía perplejo.
de los recuerdos acerca de él, se hizo paso a paso,
estando cada movimiento precedido y seguido por Acerca de las características positivas de su padre,
renovados miedos y resistencias. Dado que la relación sobre las que hablaba ahora con un creciente brillo de
entre el análisis de la transferencia y el recuerdo de alegría, tengo que decir que, en la medida en que lo
datos genéticos es bien conocida, no es necesano puedo juzgar, el Sr. Z no describía cualidades sobre-
describir los detalles de los fenómenos transferenciales, salientes, y que por tanto había una clara discrepan-
en el sentido restringido del término, que se pusieron CIa entre el entusiasmo que se desprendía de él y el
en evidencia en este periodo. Es suficiente decir que hecho objetivo. Pero el padre del Sr. Z realmente parece
la emergencia de recuerdos infantiles con tonalidad que fue un buen esquiador y que también tenía algo
positiva ~cer~ de .su padre ~e precedida y acompañada
de hombre de mundo. Sabía cómo tratar a los ca-
mareros yal personal del servicio de habitaciones, y
por lUla l~h~16n. mía, Incluida, tal como se podría
la Ideall~c16n de mi Competencia profesio-
pronto se rodeaba de un drculo de seguidores que es-
taban fascinados por sus hisrorias, y que pareda que
'S tI~e que SOrprendernos, en este con- le admiraban. Al escuchar sus conversaciones tele-
• r. expresara en aquel momenro el fónicas y al oír sus comentarios sobre 10 que lela en el

69
..
penódlco, el '
paCIente pu d o tam b"len hacerse
. una idea y acerca de vivencias en relación con la escena primaria
de sus actividades de negocios. A pamr de esto pudo cuando tenía cinco o seis años, empezó a quejarse de
admirar su resolución, su perspicacia y demás habllt- lo poco que conocía a su padre. A cominuación de un
dades en este área. Ahora bien, la esencia psicológica breve periodo de famasías transferenciales, expresó
de esta fase del análisis no residía en el descubrimien- repentinameme la sospecha de que su padre había
to de cualquiera de las sorprendentes cualidades de su tenido una amiga y que esta amiga había estado en las
padre, ni en la época temprana de la que hablaba, ni vacaciones de Colorado. Aunque nunca pudimos salir
en su eval uación retrospectiva, sino en el rescate de la de la duda sobre si esta sospecha era cierra, yo pensé,
conciencia intensamente vívida de que su padre fue yel Sr. Z estuvo de acuerdo, que sí teníamos indicios
un hombre independiente que tuvO una vida inde- a favor de ello. El pacieme no tenía, salvo una excep-
pendiente de la vida de la madre. Es decir, que la per- ción, ningún recuerdo de ninguna mujer concreta a la
sonalidad de su padre, a pesar de sus defectos, no era que su padre se pudiera haber acercado. La excepción
ni mucho menos tan distorsionada como la de su más se refería a un pequeño pero notable suceso. No había
poderosa madre. Añadiré aquí que mis interpretaciones indicios manifiestos de que a la emergencia de este
en esta fase, tanto las concernientes a la trasferencia recuerdo se opusieran resistencias; pero es seguramente
idealizada como las de la recuperación de los rasgos significativo que sólo apareciera después de que todos
positivos de su padre, estaban focaJizadas en el senti- los otros recuerdos acerca de la estancia en Colorado
do que estos dos tipos de experiencias tenían para el hubieran sido comunicados. Como el paciente recordó,
paciente. Ya no le confrontaba con la realidad de mis fue el último día de su estancia en el hotel que su padre,
defectos ni de los de su padte, sino que me limitaba a por primera y última vez, se llevó al chico al bar por la
transmitirle mi comprensión de sus necesidades, tan- noche. Aunque su padre no era en general un gran
to en su infancia como ahora teviviéndolos en la tranS- bebedor, parecía ir algo entonado aquella noche-el
ferencia, de un hombre idealizado a quien poder admi- chico, a pesar de una cierra incomodidad, reaccionó
rar, y de quien poder estar orgulloso. a la travesura de su padre con orgullo- y en un deter-
El contenido de esta fase del análisis (el Sr. Z minado momento se incorporó a la pequeña orques-
despegándose de su madre y dirigiéndose hacia su ta y ocupó el lugar del cantante. Hubo apla~~os ~e los
padre) y especialmente la intensidad de las ansiedades Otros invitados, y su padre recibió mu0as felICltacl?nes,
yla.....
resistencias que tuvimos que enfrenta h b' 1 sido especialmente de una mujer en particular, que vmo a
• 'bl r, a lal
-rrevJSI es. Yo me semi, sin embargo, todavía más la mesa y tuvO una breve charla con ~I chico. El S~. Z
po~ lo que siguió. DespUés de haberse pensó ahora que esta mujer podía bl.en haber tellldo
una especial relación con su padre; e mcluso especuló
con sobre los sueños
70 71
Hay pocas cosas más a decir acerca de este perio-
fi ue se había lIe-
. II podía haber sido la en ermera q _ do del análisis, periodo que marcó el inicio de la fase
SI e a d I aciente era pequeno.
d d e de ,asa cuan O e p . , final. Sin embargo, no estaría de más enfarizar que
va o a su pa r I . nunca menCIOno
Sea por lo que fuere, e pacIente d'a a bajo mi punto de vista, a pesar de que cuando ocurrió
el episodio a su madre cuando, al v~~~~:~~~~aldre el episodio de las vacaciones el Sr. Z tenía ya 9 años
las preg untas .
sobre las vacaCIOnes. .
data de no men- (es decir que, según la psicología pulsional, se hallaba
nunca le pidió específicamente que CUI h b' en la fase de latencia), este material representa, en tér-
. d' I aciente S1l1tlÓ que a la un
cionar este eplso 10, e p . d M' minos de la estructura de personalidad del Sr. Z, el
acuerdo tácito entre ellos en no deCIr na a. as su-
plano reprimido más profundo. Baso mi opinión en
. ._<_ I 'nico elemento de prueba sobre la
gestlVO, y qUIu.> e u . d 1b el hecho de que, como he mencionado a.ntes, esre
echa del Sr. Z de que el papel de la mUjer e ar
enjambre de recuerdos fue el último al que él tuvo
sosp " nte debido a falsificaCIOnes endo-
no era unlcame . acceso, y que se consiguió después de haber superado
" . o que ella era en realidad «la otra mUJer»
pSlqulcas, S1l1 Ó las importantes resistencias que nos habíamos encon-
'd d su padre fue que entOnces recuper
en Ia VI a e , ,. . • aho- trado y que el final de este proceso de recolección y
a Igunos su en·os de su primer anahsls, suenos . .que
elaboración, señaló el principio de la fase final del
ra tomaron un nuevo significado y se con~lft~ron en
análisis. Sin duda podría ser sostenido por Otros ana-
comprensibles. El único punto en comun e est~~
IJstas q ue estos recuerdos no eran más que derivaciones:
sueños es que contenían la imagen de una ~:; al una tapadera para ocultar un material inconsciente
sconocida. Cuando el Sr. Z trajO estos suen
de
, d' d a aportar aso- m~s p rofundo, correspondiente al periodo edípico
rimer análisis, no habla po I o nunc fi salvo c1aslco, valorando que el triángulo de los nueve años
P larecer esta Igura,
d
ciaciones que ayu aran a esc . . . cia a no era más que una réplica inofensiva de una tríada
. d 1 d SImIlar en aparten . de
q ue aquella mUjer era e ga a, . preVIa, vivida cuatro o cinco años ames . Yo consideré
d' fi nCla de la mUje r
la mu'jer de Colora d o, y, a I ere . b . dora es ta posibili dad, p or supuesto, pero ll egué a la con -
'd Jer era aja '
Colorado, iba veStl a como una mu . I M' con- clUSión, tal como me ha suced ido en si tuaciones análo-
cosa que no era propia de su grupo socla : I e la gas en otros casos sim ilares, que ya no q ued aban con-
clusión durante el primer análisis había SI d o qU e flIctos edípicos patogénicos escond idos, y, a di ferencia
d d d de la nna dr
fi
mujer representaba la 19u ra egra a a fa n- del tono emocio nal con que se recubre la reacrivació n
del paciente y que éste, cuando se acercaba a l a~CS\'a' de las vivencias edípicas en las neurosis estructurales,
tasias sexuales incestuosas, produda u na Im agen on' los recuerdos del Sr. Z no iban acampa fiados por un
de eUa, lo que aproximadamente corresp del sentim iento de rival idad desesperanzada Con el padre,
.... al splitting. de las aspiracion es a m o rosas SIno de estar orgulloso de él. Ni siquiera habla depre-
que Freud (1 912) describió,
73
72
. , d ' e . 'd d que son desbor-
~ión ni sen CImiento e JOlenon a , tosamente. La aparición de! sueño constitLI)'ó, por así
damieneos de las emociones de un niño derrocado p~r decirlo, como un premio: fue la prueba confirmato-
el aduleo varón, sino el des~ello de alegría y la vIgOrI- ria de que e! material con el que habíamos eStado
zante sensación de haber encontrado, finalmente, una luchando en e! año precedeme había tenido realmeIHc
imagen de fuer/.a masculina con la que fusionarse tem- una importancia crucial . Es en consonancia con este
poralmente, para afirmar así la estr~c(Ura de su self y pumo de vista que e! despliegue de! proceso por el cual
(onvenirS{;, él mismo, en un centro JOdependlente de tuvo lugar el re-análisis de este sueño se basó en
(UCfI.a e inicwiva. y dio no venía unido a sentimientos dolorosas asociaciones, y tropezó con resistencias. En
de desesperanza y ansiedad, sino a una sensación de efecto, en el transcurso de este segundo análisis hubo
optiml~mo y vitalidad. El analtsta-pa,dre era vIvido asociaciones que le condujeron al mismo. y tambi én
como (lIerte y masculino, lo que llevo a que el ana- surgieron en ulteriores sesiones, enuemezcladas con
¡¡/allle-hlJ o ~e vivier.l de igual forma. ~eflexiones acerca del mismo y con fragmentos de sue-
j.1 vcn.laJcro principio de la fase final fue marca- nos actuales de entonces, asociaciones que {(ataban
do I'(H d f<:wrno dd paciente a un análogo moment,o fugaces mIedos transferenciales relacionados co nmi-
dd análisis prcu:dcnre; me refiero al sueño que habla go, es decir, para ser exactos, con relación a la imagen
p!l<:'to en marcha el proceso que condujo a la terml- del analista. Por otro lado, la emergencia de este mate-
nac\ún del primer análisis, aquél de la vuelta de su flal
.
se re l" • . .
a IZO pracncameme SIl1 oposición. Era como
p'ldre, c.ugado (on paquetes que contenían regalos SI el trabajo decisivo que cond ucía a los insighrs sig-
p.lra el paüClltt.:, j' en el que éste se esforzaba deses- ntflca¡¡vos de aq uel momento ya estuviera hecho, de
pcrada11lCIHe en cer rar la puerta en cont ra de laprc- manera 1, '.
que as aSOClaClOnes no eran nuevos pasos en
siún qlle.: Clcrdd MI padre. Ante mi sorp resa, el paciente el camino sino la confirmación evidente de ulla llue-
prt: ente'¡ <1,o~ i<1ci()nes que arrojaron una iluminaCión va explicación ya preco nsciememente establecida.
tntalmcntc difnmtt: del sentido que nos prodUjO en .El nuevo sentido d el sueño , tal como el mismo
la etapa anterior. Recordemos que en el primer anál¡- pacIente elaboró a través de sus asociaciones, puesto
sis nm hahía parecido <.jlK, en cstc punto, habia una ell palabras mías, no sería una representación de los
clara manifcMación de la ambivalencia del niño ante Uhpu!sos agresivos del niño contra el adulm masculi-
el rival c:dípic{), <jHe temía <¡lIC pondría fin a sU caSI no acompañada por el miedo a la castración, sino la
eu\usiva posc:sión de la madrc y lo destruiría. Ahora represenlación del escado mental de un niño que ha
el """"..-do de este antiguo sueño emergió no para in l - destado l,¡' I.go ttempo
' . d d h' d . d
SIIl pa re; e un e ICO epnva o
~en un nuevo periodo de elaboración, sino conlO . e la SUstancia psicológica con la que, a través de las
de un proceso e1aborativo conducido C~I' Innumerables observaciones de los valores y defectos

74 75
del padre, podría haber construido, paso a paso, el cargado con paquetes, tratando de enrrar, y el hijo
núcleo de un self masculino independiente . Cuando defendiéndose desesperadamenre ante la enrrada d el
el padre repentinamente volvió a [Qmar su posici6n padre . .Incluso teniendo en cuenta que algunas de las
en la familia, el paciente se vio expu'es[Q a una mua- asoclaclOnes del Sr. Z tocaban indirectamente sistemas
ción espan[Qsa. El peligro al que se enfrentaba ahora intermediarios de material psicológico relacionado co n
no lo era -como antes- para su cuerpo, SinO para su temas homosexuales, particularmenre con relació n a
mente. Se erigió un estado traumárico del que e! sue,ño su vínculo en ese senrido durante la preadolescencia
constituía sólo una tenue réplica, un estado traumau- ~. '
eS,te sueno trata en esencIa el desequilibrio psico-eco-
co qll~ amenazaba no la supervivencia física sino la nomlCo de mayor proporción al que la psique del niño
psicológica. Habiendo estado sin su padre durante e! estaba expuest~ ante los deseos inten sos de regreso del
periodo en que el sclf masculino se adquiere y se re- padre, y no esta centrad o en la homosexualidad, especí-
fuerza a través del objeto de! self masculino proplO de ficam ente no en la h omosex ualidad reactiva pasiva de
esta etapa evolutiva, la necesidad por parte del niño ongen edípico.
de U I1 padre, de sustancia psicológica masculina, era . Familiari zado com o estoy con la tendencia de la
t ll Ormc. Por dio no se había ido formando gradual- pSique a responder a los estados traumáticos con varias
mente U Il self independiente yel tipo de existencia formas de sexualización --erotizando la tarea psicológica
p ~ i c ()\(, gi ca I¡ue había tratado de constru ir es taba agobIante (véase Kohut, 1971)- yo estaba alerta a que
enraiada en su a pego a la mad re . En su esclaVitud el Sr. Z podría ha ber desarrollado deseos o famasias
trató de conseguir cierto placer pu lsio nal, pero no la de penetración anal por su padre, o 10 que es lo m is-
c\tilnlllantc akgría que o fr ece la experi encia de un self mo, de obtener sustancia psicológica masc ulina por
sexual .lCtlVO e independiente. medIOS pasivos. Sin embargo no pude tener evidencia
1..1 VUdl<l de su padre lo había pues[Q de repente de tales fantasías ni en la transferencia ni en la emer-
en wntatlo con la satisfacción potencial de una necesi- gencia de recuerdos de su in fa ncia o adolescencia. El
dad psi~"ló\l,ica central. Así como una interpretación COntenido ma nifiesto de es te sueño, como la multi-
correcta pero no em pática puede ser sobrecargante y pli cidad y distrib ución espacial de los regalos con los
exponer al analizantc a un estado traumáti co (véase que su padre iba ca rgad o, como dije antes, invita a
Koh~t \97 \: 232-5), él había estado expues[Q, en mil la Comparación co n la ri ca y d e tallada descripción
ocasiones, a un estado traumático, al se ri e oFrecido, de las pertenencias de la figura del padre en el primer
de manera repentina y aplastante, todos los regajoS sueño del segundo análisis, y el modo real de con-
por los que tanto había anhelado en sccre- tacto corporal con el monitor (abrazándose, besán-
dose, oliéndose) indica que su necesidad por afirmar
que además él necesitaba a1cam.ar. El padre,
77
76
un sclf independiente había estado focal izada sobre su conjunto y que fueron ad q ui ridas al final de su in-
rodo en la absorción del objero del se/f a través de la fancia como resultado de no haber fracasado rotalmen-
piel, yen menor grado a través del apararo respiraro- te en su intento de discriminarse de su madre y cons-
rio y de la boca. Podría añadir aquí de pasada que, en truir tardíamente un self masculino independiente.
el análisis de homosexuales, la naruraleza de su relación En este pUnto tiene cierta importancia teórica el
de objero del self y del tipo de rransferencia -espe- enfatizar que el encuentro relativamente exiroso con su
padre cuando el ~r. Z ten ía 9 años no fue, por supuesto,
cular, gemelar o idealizadora- se puede deducir con
frecuencia de la descripción del paciente de las activi-
la pnmera relaclOn con un objeto del self precursora del
dades homosexuales que realiza o que desea.
es tablecimiento de la estructura del self en este sector
Rerrospcctivamente no es difícil ver el giro que
d e su personalidad. Aunque todo parece in d icar qu e
romó el desarrollo psíquico del Sr. Z en este punto.
este encuentro fue realmente el más impo rtante de su
No queriendo resignarse a renunciar a su self indepen-
InfanCIa, y q ue no era sólo una pantalla de otro episo-
diente para siempre y, precisamente por eso, enfrentán-
dIO anteflor y aún más sign ificat ivo, e/ perfi l d e un
dose a la imposible tarea de hacer el rrabajo de años
self IndependIente se había formado mucho antes en su
en un momento, empezó a vivirse a sí mismo de dos v.lda . Las vicisitudes de un rudimentario se/E, que va-
maneras diferentes y separadas; de tal forma que cilan temente se formó durante los primeros alÍ as de su
podríamo~ decit que su personalidad estableció una VIda, no j ugaron un papel significarivo en es te análi-
~isión vertical. Permanecía adherido ostensiblemente SIS. Aún así, podemos deducir de la información que
a la madre, presentaba una personal idad que estaba obtUVIm os sobre su p rim era infancia que no sólo su
imbricada con la de ella, y se sometía al papel de ser padre y abuelo m atern o, sino que incluso su madre,
su falo. Y al lado de este secro r de su person al idad q ue especialmente cuando era más joven, habían contribuido
formaba parte del de la madre y d e su parología (que a la formación del self nuclear que yacía inactivado por
abiertamente exhi bía la grandi osidad que le era co n- la represión en el sector escindido de su personalidad.
cedida por su madre en tanto él no se separara de ella), El acontecimiento de los 9 años fue importante porque
habla otro sector separado po r el muro d e la dene- entonces su self independiente obtuvo el suficiente
gación (repudiación). En esta silen ciosa pero esencial refu erzo como para permitir su liberación y activación
zona, habla preservado las idealizacion es qu e man- psicoanaHtica. Se podr{a añadir aqul que, en la mayorla
un vinculo con su padre, después de haber ocul- de las situaciones de condensación, (Kohur, 1971) el
to. recuerdos acerca de la fuerza de la fi gura pater- aContecimiento que deviene representativo de anterio-
m....bre los que aquellas idealizaciones se habían res y posreriores sucesos de significado análogo es aquel
que hablan sido reprimidas en a través del cual se establece una estcucrura de manera

78 79


¡
í• mente, con relación al hecho de que su padre había
casi exirosa, aunque no suficientemente sólida como •

para reafirmarse a través de las acciones. muerto y que por tanto no existía la posibilidad de
Las necesidades que estaban activas en la capa de desarrollar una relación amigable con él, de hacerle
la psique bajo esta escisión horiwntal, es decir repnml- sentirse orgulloso de él y de sus logros. Y durante unas
das, y los recuerdos de las experiencias que estaban pocas sesiones me expresó una rabia considerable al
asociados con estas necesidades salieron al primer pIa- considerar que yo le había fallado en un principio,
no sólo en dos ocasiones: durante la preadolescen- como su padre en su infancia, de manera que su anál i-
cia en la relación con el moniror, la cual (como estoy sis había durado más de lo que debiera, siendo ahora
inclinado a pensar, a causa de su sexualización) no mayor de lo que tenía que haber sido al alcanzar la eta-
condujo a una verdadera construcción estructural pa de desarrollo actual. Pero los últimos meses de análi-
ni a resultados buenos; y durante el segundo análi- sis no estuvieron completamente ocupados por temas
sis cuando las interiorizaciones transmutadoras, retrospectivos; hubo también pensamientos acerca del
gradualmente conseguidas a través de la minuciosa futuro (planes de trabajo y de casarse y tener hijos).
elaboración de una transferencia idealizadora, con- En este contexto predominaban fantasías sobre la
dujeron, tal como era de esperar, a la consecución só- relación con su hijo; en cambio no habló mucho sobre
lida y permanente del proceso que había quedado el tipo de mujer que esperaba encontrar y de la vida
inacabado en la infancia. que podría llevar con ella.
La fase final del análisis fue comparativamente Durante las últimas semanas de su análisis me
breve y sin incidentes destacados. Aunque habíamos impresionó el aumento de su empatía y su actitud
acordado provisionalmente un año antes que aquel de tolerancia ante las insuficiencias de sus padres.
podla ser el último año, la definitiva decisión de acabar Incluso, en relación con las distorsiones de la perso-
nuestro trabajo al principio de las vacacion es de ve- nalidad de su madre, que tan nociva influencia habfan
rano la tomamos tres meses antes . Las importantes ejercido en su desarrollo, el Sr. Z podía expresar una
regresiones que se pueden esperar al final de los análi- cierta comprensión y hasta compasión. E incluso fue
sis Clttensos no se produjeron en el caso del Sr. Z; ni capaz de ver, sin los rastros de idealización con los que
resurgieron los antigu?s sí~tomas (en parti c ular el había empezado su primer análisis, las características
sexual), ni la Vivencia de ansiedad grave positivas de su personalidad. Sin ninguna rendencia a
. con la pérdida del SOPOrte que daba mi la fusionalidad, sino más bien con una firme conciencia
pend.a. Hubo un corto periodo qu' á de su individualidad Y masculinidad, pudo reconocer
". , I Z s unas tres
CD que se SintlÓ trISte por perd . que su madre, a pesar de su grave psicoparolog(a. habia
erme, JuntO
entonces no nnr··ad
-.,...... o tan e Iara- hecho mucho por él. No sólo hiw la conjetura de que

80 81
duranre su primera infancia había sido una buena e ideales que habían determinado su elección profe-
madre cuya sana especularidad le había suministrad,o sional y habían convenido su trabajo en algo emocio-
un núcleo de vitalidad que, mucho más tarde, le habla nalmeme significativo para él (aunque estos talentos,
permitido insistir en la búsqueda de la salud emocional capacidades, ambiciones e ideales hubieran surgido
a pesar de los graves obstáculos que se encontró en a partir de la matriz de la relación fus ional con la
el camino, sino que también reconoció que muchos madre, acrualmeme abandonada). Ni sus más impor-
de sus mejores recursos, implantados en su persona- tames talemos y capacidades ni el comenido de sus
lidad en la tardía infancia, incluidos aquéllos que le ambiciones e ideales fueron, por tanto, primariameme
permitieron ser competeme y crearivo en su trabajo, influidos por la personalidad de su padre. Estos tres
provenían de ella, Ambos fuimos concluyendo en este componemes de su self (talemo, capacidad e ideales)
sentido que su madre había sufndo un sIlencIOso pero presemaron cambios decisivos durante el análisis.
maligno cambio de personalidad (quizá como con- Elaborar la relación transferencial conmigo le permi-
secuencia del deterioro de su relación con el padre del tió restablecer el vínculo con la masculinidad e inde-
Sr. Z), pero a pesar de las graves distorsiones ~e su pendencia de su padre, y de esta forma el núcleo emo-
conducta, descubrimos durame el segundo analIsls cional de sus ambiciones, ideales, y capacidades básicas
que había conservado a lo largo de toda su vida, inclu- fue decisivamente modificado,' aunque su comen ido
so después de haber desarrollado una psicosis para- permaneció inalterado. Pero ahora él experimentó los
noide encapsulada, no solamente un espíritu sano y recursos de su personalidad como propios, y persiguió
vital en relación con aquellas áreas ajenas a sus per- los objetivos de su vida no con sumisión masoquista
cepciones interpersonales distorsionadas, sino hasta (tal como había sucedido en el primer análisis), sino
una cierta firmeza, autenticidad y realismo. con la alegría que corresponde a las actividades de un
En definitiva, pienso que sólo emonces entendí self independiente.
cómo la estructura del self del Sr. Z, tal como se per- C uando el análisis llegaba al final, el paciente se
filó claramente durante las últimas semanas de su análi- fue sintiendo con un ánimo rranquilo y amigable. No
sis, .estaba genéticamente relacionada con la perso- estaba metido en ninguna relación significariva en
n.a\l~d ~e sus padres: Su logro psicológico más aquella época; cierramente duranre el segundo análi-
slgrufica~lvo en su análtsis fue romper los profundos sis no había renido relaciones intensas o significarivas,
la-zm fuslonales con su madre . Pero a pesar d e d'IC ha aunque había renido cierro número de. relacio~es con
no sólo retuvo el talento y las 'd d mujeres con un componenre sexual sansf.!crono. Pero
'- . capaCl a es que hablaba poco acerca de ello; el rrabajo analfrico que le
le permitía ser eficiente en su c· Ó '
'd prOreSI n, Silla condujo a la cristalización de su self autónomo le
conteru os específi d
COs e las ambiciones
83
&2
de él no se pueden tom ar al pie de la letra. Sin embar-
absorbió plen amente. C onocí por supuesto bas~an.te
so bre su vida co tidiana durante los a ños de anallSls, go a través de esta fu ente sé que el trabajo del Sr. Z es
pero m ás acerca de su trabajo p rofesional q ue de sus reconocido como sobresaliente en su campo, y que es
rel acio nes personales. Durante el último año de su un estimulante profesor. A través de otra persona supe
análisis hablaba de vez en cuando de sus planes de un bastante sobre la personalidad de la mujer con la que
trabajo imporrante que quería emprender, planes que, se casó. Parece ser equilibrada, cariñosa y sociable, sin
tal como supe más tarde, acabaron fructificando y lo los rasgos paranoides y de necesidad de control q ue
confirmaron como un profesional prometedor en su habían caracterizado a la madre del Sr. Z. Aunque tra-
campo. Al acabar el análisis, aunque pensé que el área baja en el mismo campo que él, ella es más lo que se
de las relaciones interpersonales nunca jugaría el papel podría denominar una mujer mundana q ue intelec-
dominante que sí tiene para la mayoría de las personas, tu al. Llegué a la conclusión de q ue el Sr. Z había
y que por tanto no sería en este sector donde obten- escogido una pareja que poseía las mejo res carac-
dría sus más satisfactorias experiencias, percibí que terísticas de su padre, incluidas en una m atriz de fe-
el área narcisista-creativa de su personalidad, con ricas minidad. Y tuve la certeza de q ue había h echo una
dotaciones, se había establecido con firmeza de forma buena elección .
suficientemente libre y segura, como para justificar la
confiada esperanza de que podría llevar una vida sa-
tisfactoria y alegre.
Han pasado unos años desde el fin al del anál isis RESUMEN
y, a excepción de alguna felicitación de Navidad (la
primera un año y medio después de la terminación
del análisis, diciéndome que se había casado reciente- Tal como dij e al inicio, el caso precedente fue pre-
mente; otra, algunos años más tarde, anunciando el sentado pa ra apoyar el pos tulado de que la nueva
nacimiento de una hija) , no supe nada del Sr. Z de psicología del self es útil en el área clínica, y que nos
permite percibir significados, o dar sentido a es ros sig-
~ane.ra ~irecta. En :ambio sí tuve alguna info rm a-
nificados, que anreriorm ente no eran percibidos por
cl6n ~ndlTecta a traves de un paciente en análisis que
noso tros, al menos no conscientemente. Ésta no es
traba!aba con ~I, en una posición jerárquica inferior.
un a exposi ción teórica de l~ psicología del self; el
Este ~en paciente, que por otro lado no sabe que fui desarrollo teórico correspondiente se puede hallar en
el analista del . Sr. Z, le admira enorm emente. D ad o otras panes (especialmente en Kohut, 1971, 1972,
~su relacl6n con el Sr. Z forma part d
I!...........-,_ ." • e e una trans- 1977, yen Kohur y Wolf, 1978). Para ayudar al lec-
_ILea!¡zadora colateral sus inf, .
, ormaclones acerca
85
84
tor, adjunto un resumen-diagrama de la psicopatología 2) Y tal como fue visto en el sentido estricto de la
del Sr. Z tal como la percibí en sus dos análisis. Por psicología del self en el segundo análisis:
10 demás, espero que la presenración del caso habl e
, .
por SI mIsma.

LA PSICOPATOLOCfA Arrogancia Baja autoestima,


manifiesta, depresión, masoquis-
y EL CURSO DEL ANÁLISIS DEL SR. Z
superioridad, aisla- mo, idealización
miento basado en (defensiva) de la
la persistencia de madre.
I) Tal como fue visto en términos clásicos dinámi- una fusionalidad
(no defensiva) con ESCISION
co-estructurales en el primer análisis: 1-------
la madre idealiza-
da. La madre con- BARRERA REPRESlVA
firma la superiori- VERTICAL - - - - - - - -
dad del paciente
sobre el padre, Idealización (no
Grandiosidad y arrogancia manifiestas debidas cond uciendo al defensiva) del padre;
a una fanraseada victoria edípica paciente a quedar rabia conrra la
como un apéndice madre; autoahrma-
de la madre. ción de la sexualidad
BARRERA REPRESIVA masculina y del
exhibicionismo

Ansiedad de castración y depresión debidas


a una derrota edípica real

El trabajo psicoanalítico basado en la psicología


del self se realiza en dos etapas.
El uabajo analítico fundado en el concepto dinámi- La primera se hizo en la línea indicada como
clásico, se hace durante el análisis sobre «ESCISION VERTICAL,,: El Sr. Z enfrenta los miedos a
«BARRERA REPRESIVA». perder la fusión con su madre, perdiendo así su se1f
tal como él lo conocía.

86 87
La segunda etapa se realiza en la lín ea marcada
BIBLIOGRAFíA
como «BARRERA REPRESIVA»: El Sr. Z enfrenra el miedo
a la sob reestimulación y desintegración traumáticas al
tomar conciencia de su rabia, autoafirmación, sexua-
FREUD, S. (1912), «On rhe universal tendency ro debase-
lidad y exhibicionismo de su self independienre.
ment in rhe sphere oflove», The Standard Edition ofthe complete
psychological works ofSignumd Freud, Vol. XI, London: Hogarrh
Press, 1957 [verso east.: Obras completas. Trad. José Luis
Ereheverry, Buenos Aires: Amorronu Editores).
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analysis", The Standard Edition ofthe complete psych%gical works
ofSigmund Freud, Vol. XXII, London: Hogarrh Press, 1957 [verso
easr. : Obras completas. Trad. José Luis Ereheverry, Buenos Aires:
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Buenos Aires: Amorronu Editores, 1977].
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self and rheir rreatmenr. An oudine.. , The /nurnotionalJournal
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88
89

II

INTRODUCCIÓN
A LA PSICOLOGíA DEL SELF

Ramon Riera

BIOGRAFfA DE KOHUT

Heinz Kohut nació en Viena en 1913 en el seno


de una familia judía. Al poco de nacer, su padre fue
movilizado al frente ruso, y sólo pudo regresar al ho-
gar después de una última temporada en un campo
de prisioneros italiano, cuando el pequeño Heinz tenía
ya cinco años. Esto determinó que el mundo de su
infancia quedara considerablememe reducido a la
relación con una madre muy absorbeme, probable-
meme poco empática con su hijo, lo que influyó en
su ulterior desarrollo teórico de la psicologla del self
(precisamente uno de los logros más importantes de
este en foq ue teórico es el de ~ab~r profundizado en
cómo la subjetividad del analIsta mfluye en el p~

91
so terapéutico con sus pacientes y en las teorías psi- cialista en neurología en 1944, en psiquiatría en 1947,
coanalíticas que va a desarrollar) . La ausencia del padre hace un segundo análisis con Ruth Eissler, y termina
(que, incluso después de su vuelta de la guerra~ se su formación psicoanalírica en el Instituto de Chicago
mantuvo distante de su esposa e hijo), y las hmlta- en 1948. Alcanza el rango de analista didáctico en
ciones psicológicas de su madre (que ya de mayor pre- 1953. Por aquella época es un estudioso de Freud y
sentó una clara descompensación paranoIca) motI- de la psicología del yo (que no hay que confundir con
varon que la infancia del pequeño Heinz fuera la muy difereme psicología del selfque él crearía más
desvitalizada y vacía. adelame). Su entrega y rigor en su trabajo con pacientes
Ya de muy joven hizo un primer análisis con y estudlames, así como sus reticencias ante las inno-
Aichhorn, por lo que desde promo en su vida estuvo vaciones de Alexander, le hicieron ganarse el apodo
familiarizado con el psicoanálisis. Acabó sus estudios de Mlster PSicoanálisis.
de medicina en la Universidad de Viena en 1936. En 1957, en ocasión de la jornada ciemífica para
Aunque no conocía a Freud en persona, seguía con celebrar el XXV aniversario del Instituto de Chicago,
mucho interés la aparición de sus publicaciones. Kohut prese,nta su trabajO «Introspección, empatía y psi-
contaba repetidamente la anécdota de que vio a Freud coanaltsIS»,en el que se sieman las bases de lo que
una sola vez en su vida, en junio de 1938, en la muy postenormente germinaría en el cuerpo teóri-
estación de Viena, cuando éste partía hacia el exilio co de. la psicología del self (selfpsychology). En este
en el Orient Express: cuando el tren empezó a poner- trabaJO, la IIltrospección y la empatía se consideran
1 ,. .
se en movimiemo ambos imercambiaron un lejano os UlllCOS IIlstrumentos de recolección de daros en
saludo ladeando el sombrero. Éste fue su único con- psicoanálisis, por lo que se desestiman todas aque-
tacto, pero Kohut hizo en una ocasión la broma de llas especulaciones teóricas que no son alcanzadas a
que, al haber sido Freud un hombre muy carismáti- través de la observación imrospectiva-empática. En
co y con una enorme influencia sobre los que le ro- esta breve introducción sólo puedo limitarme a
deaban, sólo las nuevas generaciones que no lo habían resumir un breve ejemplo de ello: Kohut critica la
conocido en persona podrían emprender la difícil comprensión de la dependencia como una regresión
tarea de reformar el psicoanálisis ... y él, Kohut, debido a la fase oral del desarrolJo psicosexual, ya que ésta
es una comprensión no alcanzable a través de la obser-
a aquel encuentro en la estación, ¡quedaba incapaci-
vación empática de nuestros pacienres. En cambio
tado para ello!
lo que sí es observable empáticamenre en un pacien-
Pocos meses después, en marzo de 1939, Kohut
te que depende de su analista, y que por ejemplo le
tiene que huir de Viena, y recala finalmente angustia durante las separaciones, es que este
donde realiza una Carrera meteórica: espe-
93
92

no dispone del recurso de autorregular su angustia y ros postulados freudianos como el de la universalidad
por tanto necesita de las funciones reguladoras que de! complejo de Edipo.
aporta la presencia del analista. Por tanro no pode- Kohur ruvo una brillanre progresi6n en su carrera
rnos empatizar con una dependencia corno regresl6n instirucional: fue presidenre de la American Psychoa-
a una fijaci6n oral (yen consecuencia no podernos nalyric Associarion duranre los años 1964-65, y fue
rrabajar psicoanalíticamenre con este concepto) yen vicepresidenre de la Asociaci6n Psicoanalírica Inter-
cambio sí podernos emparizar con la neceSIdad de nacional (IPA) durante e! periodo 1965-68.
un pacienre de que e! analista le aporte aquellas fun-
En 1969 ocurrieron unos hechos de polírica insti-
ciones reguladoras de las que no dispone (lo que más tucional que tuvieron una enorme trascendencia para
adelanre Kohur describirá corno la necesidad de self la ulterior evoluci6n del pensamiento kohuriano. Ana
object). . Freud apoy6 a Kohur para que ocupara la presidencia
Estas primeras inre!ecciones de Kohur no germI- de la IPA, y durante unos meses Kohur tuvo el conven-
naron de una forma más sistematizada hasta los últi-
cimiento de que sería elegido y dedic6 enormes esfuer-
mos diez años de su vida, periodo en el que escribi6 zos para la promulgaci6n de su candidatura (escribi6
sus tres libros: Andlisis del Self(1971), La restauración más de cien cartas personales a colegas de todo el mun-
del sí-mismo (1977) y ¿Cómo cura el andlisis? (que fue do que pudieran influir en su e!ecci6n). Pero final-
editado en 1984, dos años desp ués de su muerte). A mente, la política de la IPA dio un vuelco y Ana Freud
pesar de que Kohut fue un autor muy prolífico, sus escribi6 a Kohut que no podría ofrecerle su apoyo. En
obras más trascendentes las escribi6 en una erapa muy un pnmer momento ello supuso un jarro de agua fría
tardía de su vida, luego veremos el porqué. que sumi6 a Kohut en una mezcla de rabia y depre-
En su primer libro, Análisis del Self, Kohut no sl6n, pero al mismo tiempo le permiti6 ser liberado
rompi6 explícitamente con las teorías clásicas, sino de sus compromisos insrirucionales y que su pen-
que present6 sus concepciones como descubrimientos samiento quedara libre; de ahí que sus escritos más
aplicables s610 al campo del narcisismo, y que por importantes se concenrraran en el periodo final de su
t~nto no eran excluy~ntes con las concepciones pul- vida después de su fiasco político en la IPA.
slonales de Freud aplicadas al campo de las denomi- Aunque estos hechos están perfectamenre docu-
nadas neurosis de transferencia. Tal como veremos al mentados (Strozier, 2001), la leyenda que parece que
final de este capítulo, progresivamente fue cambiando el mismo Kohur se encargó de hacer circular fue que
yen luga,r .de considerar que sus conceptoS finalmente escogió renunciar deliberadamente a su
de un tipO de patología que había sido carrera política para poder así librarse de las
por Freud, em"""'"'"
...~"'" a
dise' .
nUr con cler-
que inrerfirieran en el desarrollo de su

94
El mismo Kohut lo escribió en su libro editado pós- El primero de los dos artículos de Kohur que publi-
rumamenre ¿Cómo cura e/ análisis? (1984: 137) : camos en este libro, «Los dos análisis del Sr. Z» (pu-
blicado en 1979 en lnternatíona/ Journa/ of Psychoa-
... a lo largo de roda mi vida profesional me apliqué na/ysis), es ya un claro ejemplo de cómo Kohut, ya
fervienremenre a las enseñanzas del psicoanálisis cercano a su muerte, contrapone su concepción de
clásico y las prescripciones técnicas vinculadas con hechos clínicos concretos a la concepción freudiana
las doctrinas teóricas establecidas. Por consiguienre, clásica. El segundo de los artículos, «Inrrospección,
no me fue fácil confesarme que mi visión del mun- empatía y el semicírculo de la salud mental", es el últi-
do psicológico difería de la concepción tradicional. mo trabajo que Kohut escribió antes de morir. Fue
Durante las varias décadas que abarcó mi prácti- leído por su hijo T homas en el cincuenta aniversario
ca c1inica hice lo mismo que hacían, y aún con- del Instituto de Chicago, es decir veinticinco años
tinúan haciendo la mayoría de mis colegas [ ... ]: después de la presentación de aquel artículo seminal
puse de un lado la teoria y del otro la práctica, y «Introspección, empatía y psicoanálisis». Significati-
en mi actividad docenre me empeñé en referirme vamente, este último trabajo de Kohut termina con
a la «psicologia del yO» como si armonizara con mi la frase que reproducimos a continuación:
práctica clínica [ ... ] . Yo había inrentado escapar
a este dilema dedicándome durante años a fun- [el psicoanálisis] debe pasar de estudiar Freud a
ciones administrativas poco afines a mi manera de estudiar el ser humano.
ser; pero mientras cumplía con esros deberes orga-
nizativos, que tan poco tiempo me dejaban para Kohut murió en octubre de 1981. El enfoque de
pensar y escribir, intuía que en algún momenro la selfpsych%gy sigue muy vivo y productivo en la
estas postergaciones dejarían de ejercer esta fuerza actualidad, sobre todo en Estados Unidos, pero tam-
destructiva, y entonces yo quedaría libre para expre- bIén en los países centroe uropeos de habla alemana
sar lo que pensaba. (Alemania, Suiza, Austria), en Italia, en Australia, erc.
En cambio el psicoanálisis de habla española vive de
Nos quedará para siempre la duda de qué hubiera espaldas a los desarrollos contemporáneos de la psi-
sucedido si .Kohut hubiera finalmente sido aceptado cología del self, la prueba es que, entre la multitud de
tIDPIO preSidente de la IPA. ¿Habría podido des- libros y traducciones que anualmente se publican con
entonces de la teoría freudiana tal como este enfoque por todo el mundo, sólo uno (compila-
después de haber fracasado en su do por I.ancelle, 1999) ha sido traducido y 1" do ..
español. La mayoría de analistas de
España no conocen la existencia de la psicología del En un extremo de este abanico estarían los sen-
self, o a lo sumo consideran que es un enfoque pSIcoa- timi entos de cohesión y fortaleza para enfrentar difi-
nalítico que nació y murió con Kohut. cul tades, las vivencias de seguridad y consistencia, la
autoestima, la confianza en las propias capacidades etc.
En el extremo op uesto esta rían las vivencias de frag-
mentación del self, o de depleción y vacío: vivencias
EMPATÍA, SELF Y «SELFOBJECTS» subjetivas de rotura o desmoronamiento, de pérdida
de la vivencia de cohesión y consistencia, sentimiento
de muerte emocional y desvitalización etc.
Como ya ha quedado reflejado en la anterior intro- Existen infinidad de expresiones en lenguaje colo-
ducción histórica, el énfasis en la comprensión empáti- quial que expresan esta amplia gama de experiencias
ca es un punto central en la psicología del self. La subjetivas: «reaccionar con entereza», tener «con sis-
,
empana es: tencia, solidez, peso específico» o «envergadura» son
expresiones relacionadas con la cohesividad del self
... la capacidad de penetrar con el pensamiento y En cambio «esta r hecho polvo», «por los suelos»,
el sentimiento en la vida interior de otra persona. «desencajado», «caerse la cara de vergüenza», etc. son
Es nuestra capacidad de viven ciar, en todo momen- expresiones de la vivencia de fragmentación del self
to de la vida, lo que otra persona vivencia, aunque Como veremos más adelante la psicología del se1f con-
por lo común (y está bien que sea asO en un gra- sidera que la búsqueda y mantenimiento de esta expe-
do atenuado. (Kohut, 1984) riencia de cohesividad del self es la principal fuerza
motivacional del se r humano. Como también vere-
La empatía se dirige hacia la experiencia subjeti- mos, esta vivencia de cohesión se alcanza a través de
va del paciente con lo que los afectos del paciente la relación con objetos adecuados (<<selfobjects» en la
adquieren automáticamente una especial relevancia, terminología específica de la psicología del self).
particularmente aquellos afectos que tienen que ver
Al privilegiar lo que Kohut denominó la inmer-
con la self-experiencia, es decir la experiencia que el
sión empdtica en la experiencia subjetiva del paciente,
paciente tiene de sí mismo, su sentimiento de sÍ.
el analista se esfuerza en entender el mundo desde
Kohut prest6 una especial atenci6n al grado de cohe-
la perspectiva del paciente, con lo cual la inter-
. que puede tener el self, es decir al amplio abani- pretación de que el paciente «disrorsiona la realidad..

subjetivas que podemos tener de deja de tener sentido. De esta forma los desacuezcWs
~mJSmos.
y críticas del paciente al analista, lejos de ser carca-
98
99
didos como resistencias o transferencias negativas, se sus porencialidades, es muy parecida a la conceptua-
convierten en pun tos privilegiados para d~tectar las lización de Winnicorr del «self verdadero» (en con-
posibles fallas empáticas del propio anal ista . Esta rraposición al «falso self,».
inmersión en la subjetividad del paCIente hace que las Se suele criticar a Kohut que no reconociera explíci-
teorías de la psicología del self sean próximas a la expe- tamenre los antecedenres (o paralelismos) conceptuales
riencia, es decir verificables empáticamente. La que se hallan en otros autores como Balint, Bowlby,
empatía pone a los afectos en el centro de nu~stra Fairbairn, Guntrip, Winnicorr, etc. Esta crítica tiene
atención, lo cual tiene una enorme trascendencia en un punto razonable, pero falla en tener en cuenta que,
la práctica clínica cotidiana: miramos de centrarnos de la misma manera que desde fuera de Estados Unidos
con todo nuestro esfuerzo en lo que el paciente siente. se ha tenido una visión superficial de lapsicología del yo
El modelo freudiano clásico del aparato mental tri- americana (la caricatura que se suele hacer de su dimen-
partito puede fácilmente derivar a que el centro de sión adaptativa), Kohut no estuvo muy familiarizado
nuestra atención se coloque más en lo que el paciente con la denominada escuela inglesa de las relaciones de
«esconde» o en lo que supuestamente queda oculto, objeto. Véase el libro de Baca! y Newman (1990) Theones
que en lo que en realidad siente. . , . ofObject Relations: Bridges to SelfPsychology para una
Si bien lo que suele ser determ1l1ante en la practi- mayor profundidad en este análisis. Ahora bien, parece
ca clínica es la sensibilidad del profesional más que las que el factor más importante a tener en cuenra, tal como
teorías que utiliza, las teorías pulsionales suelen estimu- Kohut lo escribió en su prefacio de La restauración de!
lar en el terapeuta un esfuerzo para desenmascarar lo si-mismo, es que Kohut inrentó escribir, de la forma más
que está escondido, para resolver jeroglíficos en los desprejuiciada posible, lo que él observaba a partir de
que los derivados pulsionales se hallan disfrazados, de la Investigación empática de los afectos de sus pacientes,
manera que las defensas y resistencias se convierten y para ello no resulraba aconsejable que partiera de las
fácilmente en enemigos a batir. Al contrario, el énfa- reorías existenres que sólo en parte eran superponibles
sis en la comprensión empática de la perspectiva del a lo que Kohur fue descubriendo.
paciente estimula que el terapeuta esté sobre todo pen- En mi opinión, la mayoría de conceptos de Kohur
diente de crear el marco relacional con su paciente que pueden ser enconrrados de forma aislada en los auto-
sea óptimo para que éste despliegue sus afectos (lo que res ingleses de las relaciones de objero. Ahora bien,
Kohut denominaría su «self nuclear») durante el pro- aUto res como Winnicott no renían la ambición de
~ analítico. crear escuela (por tamo sus aportaciones aparecen de
idea kohutiana del «self nuclear», que nece- forma aislada e inconexa, y a menudo sin excluir
empático adecuado para desarrollar explícitamente las concepciones clásicas); en cambio

JOl
~_ _ _ __ -,,-
100
Ko hut si tenIa la ambi ció n de crea r un a escuela de - Función especular: empatía con los estados afec-
pe nsami enro psicoanal ítico, y por tanro desarrolló sus tivos, pa ra que es tos, al ser recono cid os po r el se lf-
co ncepros de for m a sistem atizada y en m uc~as oca- object, p ued an ser así integrados en el self (coh es io-
siones como alternativa global a las teorías claslCas. n ar el self) . Una función p arecida se ría la validació n
por parte del selfobject de la experiencia subjetiva del
Vamos a centrarnos ahora en el importante co n- sel f (equ ivale a «legit im an) lo que el paciente siente,
cepro de selfobjecL Kohut descubri~ que los pacientes presuponer que tiene un sentido q ue podrá eventual-
recurrían a tratamiento pSlcoanalltlco co n el obJe- mente ser entendido a través de la investigació n empáti-
tivo de mejo rar su sentimiento de sí. Es ta idea en ca- ca de los contextos intersubjetivos do n de es te afec to
ja mejo r con la experiencia clínica cotidian a q ue la se ha generado).
clásica idea del paciente que transfiere sus pulslOn es
a la representación del analista. E~ta necesld.ad d e los - Función regu ladora: regulación d e los afec tos
pacientes de enco ntrar en el analt sta un,obJ eto rela- dolotosos (la angustia sería el ejemplo más típico) para
cional qu e m ejo re su sentimiento d e SI, .que co he- que estos puedan ser integrados en el self, y n o nece-
sione su sel f, desembocó en la conceprualtzacló n d el siten ser escindidos
selfobjecL . .
El selfobject es rodo aquel objeto que al ser VIVI- - Reconocimiento de las singularidad es del self y
do inrrapsíquicamente suministra la experi en cia d e de su potencial (el selfobject sumini stra la sclf-expe-
cohesión del self (o del sentimiento de sí) y d e co n- riencia de libertad, de n o ten er qu e adecuarse a las
tinuidad en el tiempo. El selfobject fortalece al self necesidades de los pad res o del anal ista).
aportando aquellas funci o nes d e las que éste no
dispone. Yo suelo conservar en la traducc ión el tér- - Ap orra r la viven cia de afinidad con el objeto:
mino selfobject porque expresa bien esta cuali dad de el den omin ad o «se/fobj ec t gem elar» (que el mismo
interpenetración que da consistencia al self. Ko hu t d esc ribi ó al final de s u obra) aporra e/ sen-
Desde la primera clasifICación que hizo Kohut en timi ento d e qu e el self no es tan distinto o raro, es
~ndlisis del Self (se~fobject especular y selfobject idea- decir genera la vivencia de pertenencia.
lizado), s~ h.a descmo u~a amplia gama de selfobjects
que sumlJ1lstran funCiones distintas. Vea m os una Durante roda la vida, el se/f necesita se/fobjects
breve rela~ión de l~s distintas funcion es de selfobject (adecuados a cada momento evolutivo) que aporten
que han Sido descmas por la psicología del self con- las funciones que hemos descriro. Por tamo el se/f siem-
pre va a neces itar selfobjects que le den cohesjón.
102
103
Paradójicamenre cuanto mayor es la experiencia de realidad no pasamos del narcisismo al amor de objeto,
inrerpenetrabilidad con los selfobjecrs (a I1lvel famI- sino que duranre toda la vida necesiramos de selfob-

liar, social, profesional) mayor es ramblén la vIven- Jecrs que nos proporcionen el sentimiento de rener un
cia de forraleza y de independencia del self. self cohesionado.
Así pues, las necesidades de selfobjecr no se pueden Parecería que el ser humano pasa del narcisismo
considerar ni regresivas-infanriles ni narcisisras. Es pre- del bebé, que sólo mira por él, al amor de objeto de
cisamente cuando estas necesidades de selfobjecr son los padres que sólo miran por el hijo. Pero ello no es
frustradas de una manera no soportable para el self, así, ral como lo aresrigua lo que quizá es el episodio
cuando aparece el replegamiento narcisisra, es decir la más rrágico que un humano puede sufrir: cuando un
patología. . , niño muere, sus padres sufren un desgarramiento del
Durante la maduración normal, SI las necesIdades self que difícilmente va a cicarrizar jamás. Y es que los
de selfobjecr no son frustradas de una forma inela- niños suminisrran una función de selfobjecr que es
borable (si reciben sólo la frustración óptima, en la ter- imprescindible para el mantenimiento de la vivencia
minología de Kohur), esras funciones son interiorizadas de integridad de los padres.
por el propio self (interiorización transmutadora de La inmersión empárica en el sentimiento que el
Kohut) de manera que la capacidad empárica del self- paciente riene de sí mismo hace que el afecro de la
objecr es subsriruida por la capacidad de introspección vergüenza adquiera un gran proragonismo. La viven-
de! se!f, y la función reguladora de los afectos que ejer- cIa de pérdida de cohesión de! self se acompaña de
da el selfobjecr es incorporada por el self. Por otrO senrimiento de vergüenza. Kohur decía que la psi-
lado, durante e! proceso madurativo, la experiencia de cología de! se!f se ocupa del hombre trágico (cuyo prin-
fusión con e! se!fobject va adquiriendo cualidades evo- cIpal afecro es la vergüenza), mientras que e! psi-
lutivas más maduras: senrimiento de disponibilidad coanálisis clásico se ocupa del hombre culpable (énfasis
del objeto, vivencia del objero como co nfiabl e, con- en el senrimiento de culpa) . Esra misma comparación
vicción de «tener derecho» a su esrima, erc.
la podemos enunciar de disrinra manera: la vergüen-
El concepto de «necesidades de selfobjecr» es una
za es uno de los principales afectos del self (al aver-
evolución de lo que en rerminología clásica se deno-
gonzarse de sí mismo uno se avergüenza de lo que
mina «necesidades narcisistas», perdiendo así su con-
sienre que es), y la culpa es uno de los principales afec-
notación patológica. Desde la psicología del self, lo tos del conil iC[Q pulsional clásico (culpa por los deseos
que si se ~e considerar narcisista (es decir patológi- sexuales infanriles). Expresado de forma muy
Idea de que con la maduraci6n d . d
. eJamos e esquemárica podrfamos decir que uno se siente Cid..
que coheslonen nuest ro seIf: en pable de lo que hace y se avergüenza de 10 que 4'&
104
TRANSFERENC IA y RESISTENCIA form a que las vi ven cias auténti cas d el self nucl ear del
paciente qu edan falseadas o mal entendidas .
V isto así, la resistencia no es entendida co m o un
En la psicología de! self la transferencia es co ncep- o bstácu lo frente al reco nocimi ento d e ciertos d eseos
tualizada de forma distinta: el énfasis de la comprensión inconscie n tes inaceptab les, sino qu e está al se rvic io
de la transferencia no recae en el desplaza miento de del sel( es una ptotecció n an te la am en aza d e frag-
la investidura pulsional hacia la teprese ntac ió n de! mentacIón . Es por ell o q ue Kohu t prefería h abl a r d e
analista. La comprensión de la transferencia por parte "defens ividad » que no de "resistencia», como un a
de la psicología del se!f contemporán ea se cenrra en man era mejo r de exp resar q ue las acti t ud es d efe n -
dos aspectos de la misma: sivas son "psicológ icamente va li osas» (Ko hut,
1984:172) .
1. Di mensión de se!fobject de la transferencia: el A veces los pacientes p ueden afe r rarse a s us
paciente busca en el analista aquellas ap o r tacio nes convicciones y a sus relaciones de selfobjec t enfer-
de selfobject que fueton frustradas en las etapas ante- m Izas como un in ten to de preservar su se lf frágil,
riores de su vida. Por tanto en este sentido la relaCIó n aunque sea de manera precaria; en estos casos, el
terapéutica es un suministro empático que había fal- paCiente suele primeto poner a pr u eba a l an a lis ta
tado con anterioridad. (consciente o inconscientemente), a veces durante
años, hasta constatar que es un selfo bj ect confia ble
2. Dimensión repeticiva de la transferenc ia : el
con qLlle~ arriesgarse a ensaya r una reorganización y
paciente repite frente al analista aquellas es rra t eg i~s modificaCión de sus conviccio nes emocionales. Kohuc
que ha ido aprendiendo a lo largo de la vida para eVI- cons ideraba que
tar ser rctraumatizado por las fallas em páti cas d el
objeto.
só lo puede eval uarse en fo rm a apropiada la sig-
nificación de las «defensas~~ y «resisre nóas>, cuan-
Esta segunda dimensión de la transferen cia nos
do se admite que el paciente no di spone de un a
introduce ya al concepto de resistencia que posml a la
actitud más sa na qu e la q ue de hecho adopta.
psicología del self. Las resistencias Son enrendidas como ( 1984: 208).
la manera que tiene el paciente de protegerse del peli-
gro de ser retraumatizado por el analista, es decir del
Ahora bien, este concepto simple y aparencemence
peligro de que el analista aplique sus teorías (sus ma-
fácil de aceptar es en realidad poco llevado a la prác-
neras de entender, sus principios organizadores) de
tica por los psicoanalistas en su relación cotidiana
106
J07
co n los p acientes . Kohut at ribuía esta difi cul tad en
de los padres pud ieron interferir la comprensión
superar la con cep ción clásica d e la resistencia al hecho
empática de su hijo, y de cómo en la situación analíti-
d e qu e
ca se puede repetir traumáticamente esta dinámica
cuando el analista está más pendiente de aplicar sus
nos fundamos en una teoría moralista acerca del
teorías o convicciones que de entender el sentido que
valor rerapéutico de enfrentar la verdad, entremez- tienen las convicciones del paciente.
clada con un similar modelo científico moralista
Cuando se produce un choque entre lo que
acerca de la necesidad de volver consciente lo podríamos denominar los intereses del paciente y los
inco nsciente. Según este modelo todo lo que se intereses del analista, entonces e! paciente despliega
opone a la «co ncientizaci6n» o al «devenir cons-
(conciente o inconscientemente) la dimensión repeti-
ciente» es una resistencia. (i 984: 209)
tiva de la transferencia, aparece la resistencia y se pro-
duce un impasse en la evolución de! tratamienro. Por
Por OtrO lad o el rech azo por parte del paciente a ejemplo el pacienre puede adaptarse a las teorías de su
la ayuda terapéutica en general o a una interpretación
analista, tal como sucedió en e! primer análisis del Sr.
en particular puede ser vivido por el analista como una
Z, y el progreso terapéutico queda enronces estanca-
herida narcisista, por lo que puede reaccionar con rabia
do y desvitalizado. Cuando el diálogo analítico per-
racionalizada y disfrazada con el supuesro ropaje cien-
mJte esclarecer este conflicro entre la subjetividad del
tífico de una interpretación de la resistencia.
paCJente y la subjetividad del analista, entonces la
En la psicología del self contemporánea no se con-
sidera que el conflicto tenga una naturaleza ese ncial-
dime~sión repetitiva de la transferencia pierde pro-
tagol1Jsmo en la relación analítica y se va desplegan-
mente intrapsíquica (conflicto entre in sta ncias
do la dimensión de selfobject de la transferen cia: el
psíquicas), sino que el acento recae en el co nfli cto
intersubjetivo que se puede originar cuand o chocan paciente puede ir mostrando aquellas necesidades de
las necesidades de selfobjecr del paciente con las necesi- selfobject que habían quedado fr ustradas en el pasa-
dades de selfobjecr del analisra. Por ejempl o un do y con ello da pie a q ue el an alisra pueda desplegar
paciente puede necesitar no hablar para prorege rse, su comprensió n em pá ri ca y s u validación de esras
necesidades d el paciente.
y un analista puede necesirar que el paciente habl e
sentirse así útil. De esta forma el cenrro d e la
analítica no recae en el reconocimien-
derivados pulsionales sino en el esclare-
cómo las propias necesidades de selfobject
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del self que, ante la vivencia de aniquilación psicológica
EL SELF y LAS PULSIONES
o física, puede reaccionar con una violencia extrema.
Digamos que Kohut enrendía al hombre trágico como
La psicología del se1f considera que lo que habitual- un ser vulnerable que a menudo es sometido a injurias
menee es considerado como una hipertrofia patOló- que lo fragmentan, en conrraste con el hombre cuL-
gica de las pulsiones (tanro las sexuales como las pabLe freud ia no y kJ einiano que nace al mundo con
destructivas), en realidad es un recurso de emergen- una carga de pu lsión de muerte que tendrá que apren-
cia que e! se!f utiliza para resta urar la cohesión. Por der a controla r.
taneo el acento de! trabajo terapéutico no recae en la La misma reformulación de la pulsión de muerte
elaboración del control pulsional, sino que la investi- es también aplicab le a las pulsiones sexuales : la
gación empática se ce ntra en la comprensión de hipertrofia o descontrol de la sexualidad es también
aquellos defectOs del self que pueden desencadenar la entendida como un inrento desesperado, como una
hipertrofia pulsional. man iobra de emergencia para restaurar la cohesión del
La rabia y la destructividad se entienden como la self La promiscuidad por ejemplo es entendida como
reacción defensiva de un self que se siente bajo la un intento continuado de establecer vínculos que pre-
amenaza de fragmentación. Lo que se entiende como serven el sentimiento de ser valioso o deseable. La ero-
primario no es la pulsión destructiva sino el self que tización de la transferencia, para poner Otro ejemplo,
se protege de la fragmentación . Es importante recal- no es entendIda como una repetición transferencial de
car que éste no es un enfoque ingenuo que minusva- una fijación edípica, sino como la manera que puede
lore la capacidad destructiva del ser humano . Para su tener un self precario al límite de la rotura de vincu-
desgracia, Kohut descubrió muy prontO el potencial larse masivamente co n su analista.
destructivo de los humanos: ya al año de edad suftló Es interesante poder rastrear las opiniones de Ko-
el abandono de su padre, un prometedor pianista en hut sobre el Edipo duranre la última década de su vi-
los inicios de su carrera, que fue movilizado al frente da. En su primer libro Análisis delSelf (I 971: 32-
ruso de la primera guerra mundial, y veinticinco años 33) Kohut considera que las neurosis de transferencia
después, una vez acabados sus estudios de med icina y se desarrollan alrededor del complejo de Edipo y
a punto de empezar su etapa adulta, de nuevo la guerra de la ans iedad de castración. La nuevas conceptual-

arrasó su vida y le arrastrÓ al exilio. Por tanto es obvio Izaciones del se1f y de los selfobjecrs se consideran
que Kohut era muy consciente, dolorosamente cons- ento nces sólo aplicables a un ripo de patología especi-
ciente, de la destructividad humana, pero la entendió fico; ésra es una manera basrante rípica en la histo-
como una consecuencia de la vulnerabilidad extrema ria del psicoanálisis de no confrontar las teorlas

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preestablecidas: las teorías que se opo nen a las clási- Edipo de las neurosis clásicas, a un nivel más profun-
cas se dice que so n sólo aplicables a configuraclOnes do, existe un self frágil, fragmentado o con riesgos
psicopawlógicas disrimas. de fragmemación, que utiliza las fantasías edípicas
Más adelante, en La restauraci6n deL sí-mismo, como un recurso precario par obtener cohesión.
Kohut consideró que la fase edípica era una fase nor- Finalmente en su último artículo «Introspección,
mal del desarrollo infanül, en la cual e! pequeño(a) empatía y el semicírculo de la salud mental», tal como
sieme deseos afecwosos y libidinales hacia e! pro- ellecwr podrá leer en la segunda parte de este libro,
geniwr de sexo comrario, y simultáneameme sieme Kohut postula que el miw de Edipo es poco adecua-
una rivalidad auwafirmaúva dirigida al progeniwr do para describir lo que es esencial en la naturaleza del
de! mismo sexo. Si «los padres reaccionan frente a los ser humano normal, y propone el mito de Ulises como
deseos sexuales y a la rivalidad competitiva sintiéndose alternativa.
sexualmente estimulados y adoptando una actitud con- Explicado a grandes rasgos, Ulises salva la vida a
tra-agresiva», entonces lo que es un desarrollo normal su recién nacido hijo Telémaco, pero pagando el pre-
se puede convenir en fuente de patología. Si por el cio de tener que ir a la guerra de Troya; años después,
contrario «reaccionan con alegría y orgullo frente a UI ises vuelve de su «od isea» y el joven Telémaco le
los logros del niño, a su vigor y autoafirmación» ayuda a recuperar a su mujer. Kohut opone la figura
(1977: 162) el se!f del pequeño queda cohesionado paterna de Ulises a la figura paterna de Layo (el padre
y la fase edípica se co nviene en una fuente de expan- de Edipo). Las personas con una buena salud mental,
sividad sana y vigorosa. viven la generación siguiente como una prolongación
El padre que puede observar las m anifestaciones del propio self, y por tanto les empuja el deseo de ayu-
denominadas edípicas de su hijo, con orgullo, con la dar más que los impulsos destructivos entre genera-
sensación «de tal palo tal asülla» insufla la vivencia de ciones. El complejo de Edipo sólo se disparará cuan-
afinidad y reconocimiento que cohesionará e! se!f del do la patología de los padres (tal como le ocurrió a
niño. Esta situación ideal de! padre orgulloso de su Edipo) les imp ida a ésws empatizar con las necesi-
hijo sería juSto la opuesta a la acütud de Layo, padre dades de su hijo.
de Edipo, que, lejos de vivir a su hijo con orgullo, lo
vivió como peligroso y lo mandó matar. Como es
sabido, Freud nunca prestó suficiente atención a esta
parte de la historia de Edipo.
En su libro póstumo ¿C6mo cura el análisis? Kohur,
forma más abierta, postula que debajo del

112 113
LA PSI COLOGfA DEL SELF CO NT EMPO RÁ NEA estos d esarroll aro n. Así po r ejempl o se relaciona la
necesidad de Freud de id ealiza r a sus padres co n las
teo rías pul sio nales del propi o Freud (co mo su teoría
En la acrualidad, dentro de la psicología del self, de la universal idad del complejo de Edipo): de esra fo rma
existen numerosos grupos de autores (a menudo muy la dimensión de unos padres en fermos q ue abandonan
d istintos entre ellos) que van ampl iando, reformu- a Edipo queda d isociada y en cam bio la d imensión
la ndo y también a veces oponiéndose de forma ra- incestuosa y parricida de origen pulsion al del propio
d ical a ciertos conceptos de Kohur. Probablemente Edipo ocupa de una forma h iperrrofiada todo el esce-
en lo q ue todo el mundo estaría de acuerdo es en la na rio de la teoría freud iana.
importancia central de la empatía para la comprensión Las teorías psicoanalíticas así entendidas, es deci r
del paciente y para la ulterior explicación de lo qu e a como fruto de las necesidades subjetivas de cada autor
éste le sucede. Quizá también podríamos ge neralizar de organizar sus propios afectos, q uedan rad icalm ente
d iciendo que los autOres contempo rán eos po nen más desabsolutizadas, yen numerosas ocasio n es las d is-
énfasis en la dimensión intersubj etiva de la relación tintas teorías psicoanalíticas son entendidas como una
analítica, de manera que el o bj e tivo central de l manera de universalizar y de intentar reificar (es decir
tratamiento analítico será la investigación de aquellos convertir una hipótesis en real idad, tal co mo sucede
factores subjetivos del analista (a través de la int ros- en el delirio) la subjetividad de cada autor. Es intere-
pección) y de aquellos componentes de la subj et ivi- sant~ como Stolorow en un reciente trabajo (2002)
dad del paciente (a través de la empatía) que chocan conSIdera que la clasificación de los distintos tipos de
y producen un estancamiento en la evolución del pro- selfobject realizada por Kohut proviene del campo par-
ceso analítico. ticular del narcisismo : el selfobject especular que esti-
Es muy difícil resumir las principales tendencias mula la autoestima, el selfobject grandioso que alivia la
dentro de la psicología de! se!f contemporánea. Quizá autoexper iencia de pequeñez, y el selfobj ect gemelar
la orientación más definida, la única con un nombre que sum in istra la experi encia de no ser marginal.
y apellidos, es la teoría intersubjetiva cuyos principales Una te ndencia conremporánea menos definida
autores son George Arwood, Roben Stolorow y Donna pero co n m ucho peso esp ecífico en el panorama ac-
Orange. En 1979 Arwood y Stolorow p ublicaron el rual de la psicología del self es la que Goldberg (1998)
importante libro Faces in a Cloud (exisre una versión denomina como relacional. Howard Bacal (1998) se-
y ampliada, publicada en 1993) en e! que ría uno de los principales represemanres de esta orien-
se han: un análisis de la relación entre la perso nalidad ración . Kohut consideraba que Jafrusmuión óp_
amores clásicos del psicoanálisis y las teorías que era un facror terapéurico esencial que pemúáa la

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riorización transmutadora; Bacal en cambio conside- del self al campo de la perversión, adicción, psicopatía
ra que éste es un con ceptO a abandonar, ya que es etc. Paul Ornstein (que por cierto fue coautor del últi-
como una secuela en Kohut del importante papel que mo libro de Balint Psicoterapia Focal), fue uno de los
el psicoanálisis clásico le ha dado a la frus~ración (existe principales colaboradores de Kohul y es un claro expo-
una tradición psicoanalítica no explicita pero muy nente de la continuidad que existe entre la escuela
arraigada según la cual cuantO más profundo es un de las relaciones objeta/es y la psicología del self; el lec-
análisis peor lo debe pasar uno en el transcurso del mis- tor puede comprobar su alta capacidad didáctica y de
mo) . Como alternativa introduce el conceptO de res- síntesis acerca del psicoanálisis contemporáneo en su
ponsividad óptima, enfatizando así la dimensión de las My Current View 01 the Psychoanalytic Process (publi-
aportaciones que el paciente recibe a trav~ .de la relación cado en internet: www.selfpsychology.org) .
analítica. Principalmente la relaCión analltlca suml-n lS- Andrew Morrison ha desarrollado especialmente
tra al paciente la experiencia de ser entendido, sien- el estudio del afecto de la vergüenza, siendo proba-
do esta experiencia la máxima gratificación (palabra blemente el auror que más ha profundizado en la com-
demonizada por el psicoanálisis clásico) que un prensión psicoanalítica de este afecro tan central en la
paciente puede recibir en el proceso terapéutico. psicología del self
Otro grupo de autores que mencionaré son Me gustaría también incluir en esta breve reseña
Lichtenberg, Lachman y Fosshage (1992), que a par- de la psicología del self contemporánea a autores como
tir de la psicología de! se!f han desarrollado un comple- Malcol.m Slavin y Daniel Kriegman (J 992) que des-
jo estudio de los sistemas motivacionales del com- de la bIología evolutiva realizan interesantes apona-
portamiento humano que van más allá del dualismo Clones a la psicología del self: por ejemp lo la adquisi-
pulsional freudiano y kleiniano, y que trasCienden tam- CiÓn de las capacidades empáticas (poder empatizar
bién la teoría kohutiana de la búsqueda de la coheSión con los intereses del prójimo que son contrarios a los
del self como sistema motivacional supraordinado. nuestros, es decir poder anticipar un posible ataque)
Este grupo de autores está muy interrelacionado con es un importante paso evolutivo de la especie humana;
las investigaciones de los sistemas relacionales de la ello conlleva imporrantes co nsec uencias en la cqm-
primera infancia (Bearrice Bebee, Daniel Stern, etc.). prensión del proceso analítico que aquí sólo puedo
Finalmente citaré una serie de autores que han esbozar: la invesrigación del conflicto de imeres<s cn~
desarrollado diferentes aspectos de la obra kohutiana. paciente y analista es esencial para el dcspJegamK:IlCO
Goldberg (que fue el encargado de revisar el manuS- auténtico del proceso terapéutico.
lIIit.o y publicar ¿Cómo cura el análi- Finalmente, como un ejemplo más de loe --....
en la aplicación de la psicología desarrollos de la psicología cid seJf

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quiero citar a Morton y Estelle Shane (1997) que rea- tas co nvicc ion es emocionales (tanto en el paciente
lizan una interesante complementación de los concep- co mo en el analista) a partir de los distintos con-
ros kohutianos con las teorías de Bowlby sobre el textos relacionales por los que uno atraviesa a lo largo
attachment. de la vida.
Espero haber podido transmitir en este breve
apartado los ricos desarrollos de la psicología del self
contemporánea, que de una forma creativa, y a veces
muy crítica con ciertos conceptos del propio Kohut, KOHUT y EL SR. Z
están en constante crecimiento. Mi impres ión es que
estos desarrollos van confluyendo pro gresivamente
con el más amplio y abarcativo enfoque del denomi- En el verano de 1977, en su casa de vacaciones en
nado psicoandlisis relacional que fue ini cialmente con- Carmel, Kohut escribió su artículo sobre el Sr. Z.
cepmalizado por Stephen A. Mitchell, que incluye Resulta curioso que el artículo en un primer momen-
autores de todas las ptocedencias psicoanalíticas, pero to fue escrito para sustituir, en la edición alemana de
que coloca el énfasis de la comprensión del proceso La restauraci6n de! si-mismo, al caso del Sr. X, un
terapéutico en las vicisitudes de la relacIón, entendI- paciente de una colega alemana que Kohut había
da ésta como el encuentro de dos subjetividades (el supervisado. Esta colega temía que su paciente pudiera
lector puede recurrir a la comp ilación de artículos leer la traducción alemana y reconocerse en ella por
«relacionales» realizada por Mitchell y Aron en 1999 lo que Kohut escnbló un nuevo caso clínico para salir
para hacerse una idea de esta perspectiva). del atolladero: iY así nació el Sr. Z!
En mi opinión, la psicología del self será una más Poco tiempo después la versión inglesa fue publi-
de las múltiples perspectivas que permitirán al PSI- cada en ellnternationa! jo urna! 01 Psychoanalysis.
coanálisis del fururo superar la clásica co mprensión ~Iempre h,an rcsult:do notables los paralelismos entre
psicoanalítica del inconsciente como un ca ldero de s~ blOgrafla del Sr. Z yla del mismo Kohut, y elJo ha
brujas con pulsiones sexuales)' destru ctIvas en ebu- do mO[JVO de estudIO y también de rumores por
llición que buscan la descarga. y de esta forma el psi- parte de los e~[Udlosos de la psicología del self. Un
coanalista, lejos de centrarse en el de~cn masca- Interesante arttculo al respecto es el de D ons. Broth ers
ramiento de supuestos derivados pulsionales (lo que ( 1994) «Dr. Kohur and Mr. Z: is this a case of alter
se ha denominado el psicoanálisis de la sospecha), se ego counrertransfcrcncc'» en el que 1a autora mues-
. . . . ,
_concentrando en la comprensi6n introspectivo- tra estas slmtlttudes.
de cómo se han ido generando las distin- .. . Pero lo que ha resu 1cad o caSI'
definttlvo es la recIente biograffa de Kohut
\l8 119
po r St rozier en donde se demuestra de un a form a Asf pues es bastante vcros{mil que el primer análisis
que parece bastante convince nre qu e el caso del Sr. de Z (el freudia no) sca una copia disfrazada de lo que
Z es en rea lidad un relaro aurobio gráfl co dI sfraza- fue el análisis de Kohut co n Ruth Eissler, mi(;nrras
do del mismfsimo Kohut. que el segundo análisis (el realizado con el enfoqu(; de
Aunque no existen pruebas fehacienres -Kohur la psicología del self) describe el proccso que Kohut
nunca habló de ello con nadi e-, las cO Illcldenclas son desarrolló en soledad a través de su auroanálisis y de
tamas que parece más que probable que la hipótesis de sus propias elaboraciones teóricas. Thomas piensa que
Strozier sea cierra. Kohut, al igual q ue el Sr. Z, tam- su padre tuvo que esperar a la muerte de su analista
bién creció sin la presencia de su padre entre el primer para no dañarla con el relato del primer análisis.
y quin to año de vida, y sus padres tampoco tuvieron ¿Qué podemos pensar acerca de todo esto? In-
una buena relación. Las dos madres son muy parecI- tentaré expresar algunas de mis impresiones particu-
das y ambas se descompensaro n psiquiátricamente lares al respecto. En primer lugar siento una enorme
en la vejez. Thomas, el hij o de Koh ut, manIfiesta que compasión, en el sentido más noble de la palab ra, po r
los rasgos de la madre de Z encajan con lo que él lo que tuvo que escuchar Kohut en su aná lisis
conoció de su abuela paterna. Ko hut solía hablar de didáctico, y por la angustiosa confusión que aquell as
sus vacaciones de esquí con su padre en sus Alpes interpretaciones tuvieron que inevitablemente gener-
natales, lo que encaja bastante bien con el episodio del arle. Pero lo que todavía es más doloroso es que, en el
esquí del Sr. Z con su padre (el padre de Kohut era un ámbito psicoanalítico, donde la libertad y la libre aso-
buen pianista, miemtas que el padre de Z camó con la ciación debería ser la regla de oro, Kohut tuvo que
orquesta del hotel de momaña). El monitor del cam- recurrir a explicar su propia experi encia analíti ca de
pamema del Sr. Z parece ser Ernst Mo rawetz (tutor forma anónima.
escolar de Kohut en su adolescencia al que le dedicó el
Siempre habrá quien opine qu e todo es te episo-
libro ¿Cómo cura el análisis?). Ahota bien, quizá lo que
dio es una mentira y un a "psicopatada» del pobre
resulta todavía más co nvincente de la hipótes is de
Kohut; a mí más bien me parece que es una muestra
Strozier es que, si bien Kohur supuestameme rrató al
de la enorme soledad de aqu él10s que no se adaptan
Sr. Z emre 1955 y 1967, nunca antes de 1977 habló
a la doc trina psicoanaIítica preestablecida. Alguno
con ningún colega de este paciente. Por atto lado Kohut
podrá decir que el caso es una mentira absoluta, un
leía todos sus manuscritos a su esposa, siendo "Los dos engaño, la actuación de alguien que no ha resuelto
del Sr. z,. I~ única excepción a esta regla, pro- su transferencia negativa con su analista y «aCtúa»
para evitar tener que acabar COntando una mediante un ataque mentiroso esta transferencia flto)
celosamente se llevó a la tumba.
elaborada. Mi impresión es que el pequefio
120
121
nació en un mal momemo y en un mal lugar (en Cen- Como se ve, tal como es coscumbre en la historia
troeuropa poco an tes de estallar la primera guerra del movimiento (sinies tra palabra, especialmente para
mundial); se crió muy solo con una madre cuyas con- los españo les que vivimos la etapa franquista) psi-
vicciones esq uizoides no le permitieron ser muy coanalítico, desde aquel famoso y sin iestro comité
empática; cuando se disponía a comenzar su vida de los anillos', el ambiente no era muy propicio para
adulta despu és de acabar m edicina cuvo que hUir que Kohut pudiera escribir su autobiografía psi-
de su país perseguido por los nazis; y acabó yendo a coanalítica en libertad.
parar al otro extremo del mundo, donde cayó en el Quisiera terminar esta introducción con uno de
diván de un a analista c uyas convicciones teóricas los temas que yo considero centrales para la evolución
altamente doctrinales tampoco le permitieron ser SUfl- del psicoanálisis. Tal como he postulado en la ma-yoría
• •

clentemente empanca. de mis escritos (especialmente véase mi artículo de
Visto así es una triste historia de desamparo. Los 2001: «Transformaciones en mi práctica psicoanalíti-
fuertes rasgos narcisistas de la personalidad de Kohut ca» en la revista de Internet Aperturas Psicoanalíticas)
(una mezcla de egocéntrico antipático y de persona- creo que para el progreso del conocimiento psi-
je carismático que fas cinaba) parecen ser el colofón coanalítICO es esencial que nos esforcemos en escribir
lógico de esta historia tan abandónica. Mi fantasía es sobre nuestras experiencias personales, tanto en el análi-
que el bueno de Kohut vio en la traducción alemana sis personal como en el trabajo con nuestros pacientes,
de uno de sus libros un sitio discreto y seguro en el acer~a de aquellas teorías que nos han sido útiles y
que poder contar su historia sin ser descubierto. aquellas que nos han dañado a nosotros mismos o a
Cuando Kohut tímidamente escribió esta auto- nuestros pacientes.
biografía disfrazada para ser escondida en un a tra-
ducción alemana, acababa de ser expulsado del Council
dellnstituro de Chicago, una comisión que diseña- l. En 1913, a insrancias de Ernesr Jones. Freud creó un «comité
sccrc[Q» formado por sus seguidores fieles, cuyo objerivo era velar por
ba las reglas de funcionamiemo de la institución. Parece
lo .que ellos consideraban la pureza dd psicoanálisis. Freud [ega16 a cada
ser que el desencadename de esta expulsión fue un ml.embro un emaJJe griego anriguo que posreriormcnce cnganaron en
comentario que Kohut hizo en un seminario acerca anillos. Poco ames AdJer habla sido expulsado por desviacionisr3. de
manera que la creación de csre comité obedecía a la necesidad de con·
de que el auténtico fundador del psicoanálisis fue car COn una estructura que pudiera enfremar situacionc:.s parccidas que
Breuer y no Freud; aunque es probable que la finali - se dicran en el futuro: y efectivameme sólo un año d<."Spués de su creación.
dad de esra expulsión fuese el evitar que en el Instituro el comité apoyó a Freud cn la destiwción de Jung como presidente de
la Asociación lmernacional Y como redacror de su revisc3. Y como qk''''
de Chicago se organizara de manera formal un sub- ría con ramos orros en la posteridad, el comicé se encargó de hacer cir-
de la psicología del self. cular el vcredícro de que Jung estaba psicoJógicamenle enfermo pan
la práctica del psicoanálsis.
122
BIBLJOGRAFfA
En la tradi c ión psicoanallrica ex iste un ext raño
pudor a hablar y escribir acerca del propio análisis. Es
curioso que nuesrra principal h errami enta de apren-
dizaje, es decir nuesrra experiencia subj eriva en nues- A'rwOOD, G. E. Y STOLOROW, R. O. (1993), Faces in a c/out!,
Nueva Jersey: Jason Aronson I nc.
tro propio análisis, quede de esta forma fuera de los
BACAL, H. A. Y NEwMAN K. M. (I990), Theories ofObjec/
circuiros de transmisión de información (artículos,
Rela/LOm: Bndges to Self Psycholog}, Nueva York : Columbia
seminarios, presenraciones, etc) . Mi hipótesis es que, Universiry Press.
si los psicoanalistas escribiéramos sobre lo que recorda- BACAL, H. A. (ed .) (1998), Optimal mponsiveness: how
mos como decisivo en nuesrro análisis, constataríamos therapms heal their patiefllS, Nueva Jersey: Jason Aronson lnc.
cómo casi nadi e citaría las interpretaciones (¿quién BROTI-IERS, O (1994), «Dr. Kohut and M r. Z·· ~ . 15 [ h'IS a case

recuerda una «interpretación mutativa» en su análisis?), of alter ego counrerrransferencc?», en Progress in SelfPsych%gy,
y en cambio la gran m ayoría postularía que fue cierta Vol. 1O. H,llsdale, NJ: 1 he Analytie Press.
cualidad relacional d e su analista (cierta función de GOLOBERG, A. (1998), "Self Psyehology sinee Kohut», en
selfobject diría Kohut) lo que realmente resultó deter- Psychoanalytlc Quarterly, LXVII, 240-255.
minante para el proceso analítico. KOI-IUT, H. (1959), .dntrospeetion, empathy, and psyeho-
En este libro que ellecro r tiene en sus manos, un an.lys,s», en ¡ol/mal 01 the American Psychoanalytic Association
psicoanalista como Kohut nos habla de su experien- 7:
R 459-483.
. (Existe una traducción earalana
e
de S• Ad roer en'
(Vista Catalana de Púcoanálisi, 15: 61-77) .
cia en su propio análisis. He aquí pues el material más
. KOI-IUT, H. (1971), Análisis del Seif, Buenos Ajees: Amorcorru
valioso que un colega puede ofrecernos.
Editores, 1977 red. orig. The Analysis ofthe Self, Nueva York:
Internanonal Un,versities Press] .
. KOI-IUT, H.(1977), La restauración del si-mismo, Barcelona:
ra,dós, 1980 red . orig. The Restoration ofthe Seif, Nueva York:
International Universitics Press].
KOI-IUT, H . (1984), ¿Cómo cura" análisis'. Buenos Aires:
Paidós, 1986 red. orig. How Does Analysis Cure', A. Goldberg
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STROZIER, Ch. B. (2001), Heinz Kohut, the making o[ a
psychoanalyst, Nueva York: Farrar, Srraus and Giroux.
III

CLAVES PARA LEER


EL «SEMICÍRCULO»

Silvio Sember

El artículo que presento a continuación tiene una


serie de dificultades de las cuales creo conveniente
advenir al lector, comentando algunas de ellas con
la imención de facilitar la comprensión del trabajo.
Expongo además algún aspecto crítico con la imen-
ción de discutir acerca del papel terapéutico de la
empatía y su tepercusión en la práctica del psi-
coanálisis.
En primer término, el estilo del autor es muy si-
nuoso, con referencias a 10 que ya ha dicho o a lo que
dirá y está escrito en un inglés de traducción comple-
ja, lleno de giros verbales que dificultan la rigurosidad
y la armonización del texto para la lectura de la versión
castellana. Además este trabajo no fue concebido para
ser publicado, sino que era un discurso escrito poco
antes de su muerte, para ser presentado en la celebración

129
del 50 aniversario de la Sociedad psicoanalítica de p or sí com p licado en su redacción , se vuel ve prácti-
Chicago, a la que él pertenecía. Al fallecer H einz Koh~t ca m en te ilegible po r el esfu erzo d e Kohu t para no
antes de la celebración de dicho aniversariO, e! trabajo emplear exp res io nes mal sona ntes (tal com o fi guran
fue leído en su lugar por su hijo, Thomas Kohur. . en la novela), reempl azá ndolas por aste riscos y dejando
In tentando ser fieles al a rtíc ulo , la traducCión que sea el lector q ui en las imagine, con lo que la lec-
mantiene una serie de expresiones del autor que entor- rura resulta casi imposible. Para evitar este escoll o
pecen la comprensión al ser vertidas a nuestra lengua; hemos agregado una nota al pie de página en la que
así es que al presentar aquí el trabajo, comenzamos se resume el contenido de la anécdo ta fac ilitando la
por resumir algunas ideas y conceptos que comribuirán comprensión de los motivos por los cuales él incl uyó
a allanar el camino. este párrafo en su trabajo. D ich o brevememe: la razón
Como se verá en los prime ros párrafos, Kohut de reproducirlo era que, según él pen saba, la fa lta
se sentía muy herido por el rech azo q ue sus com- de ,interés con la que había sido recibido su antig uo
pañeros habían dado a su confe ren cia pronunciada discurso distorsionaba el significado y le asign aba a
veinticinco años antes (y publicad a en 1959 en el Kohut una fama que no era posible desactivar; además
Journal 01the American Psychoanalytic Association con estaba convencido de que sus compañ eros leían sus
el título de «Introspection, emp athy, and psycho- propuestas desde una perspectiva prej uiciosa y sorda.
analysis»), en la que había semado las bases para su Con este discurso se proponía entonces, por una
posterior desarrollo de! concepto de em patía como parte, defenderse de los ataq ues s ufridos por la
herramienta fundamemal de la tarea analítica. Este incomprensión de sus compañeros, defensa tan pare-
malestar le llevó a escribir en 1981 un nu evo di s- cida a la que ejerció Fre ud en las innumerables oca-
curso (<<Imrospection, empathy, and the semi-circ1e siones en las que se sintió tenden ciosamente malimer-
of mental healrh») que pensaba dirigir a sus co m - pretado; y por otra p arte pretendía ampliar la base
• •
pañeros y que, aunque muy nco en su propuesta, esta conceptual q ue defendía, incluyendo su posición epis-
claramente dominado por e! deseo de encontrar temo lógica. Es to es muy importante porque se dis-
nuevos colegas que le entiendan y acepten y, al mis- tancia de! paradigma en el que se apoya rodo el desarro-
mo tiempo, por el impulso de responder a quienes le llo conceptual del psicoanálisis clásico, ofreciendo un
atacaron en aquella oportunidad. Prueba de lo que nuevo paradigma basado en la empatía como instru-
digo es la inclusión de un párrafo de una novela en mento central de observación y conocimiento.
laque un simple rumor sobre un hecho acaba por ser En «Introspección, empatía y psicoanálisis», el
aceptado por todo el mundo pese a las evidencias y artículo publicado en 1959 y fuertemente contestado
en contra; el párrafo elegido, ya de por sus compañeros, Kohur había presentado su con-
130 131
cepto sobre el pape l d e la empac (a e n e! psicoanálisis, d En el artículo que comencamos, Kohut dedica un
que él consideraba que era e! fundamento para to a párrafo relativamente breve a las extensiones del psicoa-
" ó n en pSJCO
invesngacJ . 1ogJa' proeunda
[1
en• e! futuro, • ya nálisis hacia otras ciencias. y dice que no so n aplica-
que encendía que la posición incrospecnvo~empátlca ciones del psicoanálisis en el campo de otras ciencias,
de! observador define aquello que es clentlfico den- sino meras extension es del mismo. Creo que el pun-
tro de! psicoanálisis, dejando fuera todo lo que está ro es de gran incerés, porque hace referencia a una
basado en teorías que se sustentan, a su vez, en otras importante cuestión: si el psicoanálisis es o no una
teorías. Para poder operar con e! concepto d~ empatía, psicoterapia. Freud lo definió siempre como una psi-
necesita definirlo; esta tarea es muy complicada por coterapia, aunque él mismo haya hecho múltiples
tratarse de un término de uso frecuence q ue aparenta incursiones en referencia al arte (desde el análisis de
no necesitar ninguna definición. Pero en cuanto Gradiva en adelante) ya las ciencias sociales, la religión,
comienza a decir lo que no es empatía, surgen en el etc., tanto en e! sentido de volcar en otras producciones
lector infinidad de dudas. los postulados psicoanalíticos como en el de importar
Creo que la clave para entenderlo está en conside- hacia éste los contenidos de otras áreas del pensa-
rar a la empatía no como un fenómeno que ocurre en
miento, como por ejemplo el uso de la mitología para
la sesión de forma espontánea -aunque ello pueda reforzar e! discurso teórico de! psicoanálisis. Pero nun-
suceder- sinQ como algo buscado con el esfuerzo de!
ca dejó de verlo como una psicoterapia. En cambio
analista, el intento de percibir lo que e! paciente está
hay muchos compañeros que piensan que eIJos ana-
sintiendo y, en la medida de sus posibilidades, hac~rselo
lizan, y si el paciente progresa y se libra del sufrimien-
saber. Este último aspecto, asegura Kohut, es por SI mIs-
to, mejor para él. Yo pienso de forma muy diferente.
mo terapéutico; es decir, que el solo hecho de hacer
Los profesionales que cobramos por nuestro tra-
saber al paciente que el sentimiento que no puede expre-
bajo, raram ente recibimos a alguien que esté dispuesto
sar o que él mismo no acaba de comprender puede ser
a pagarnos sólo para analizarse o para conocerse mejor
detectado, acepcado y nombrado por el analista, es una
(se r(a el caso de los aprendices de la profesión o de
ayuda importante en el desarrollo del análisis, con-
algún intelectual interesado en la experiencia, que son
tribuyendo a calmar la inquietud y el sufrimiento por
pocos ...); e! resto de personas que nos consultan desean
la vía de la experiencia de ser comprendido y aceptado.
aliviar su sufrimiento, y nuesrro deber profesional es
Pero éste es, para él, un efecto indirecto y consustan-
intentar ayudarles con las herramienras de las que
cial de la empaña. Insiste en definirla como un método
disponemos. Además, nuesrra obligaci.ón es hacer el
delibe~damente buscado, ajeno a pre-
trabajo infligiendo el menor dolor. ~osJble,. tal COIIID
teonudas con anterioridad.
lo instauró Hipócrates para la mediCIna: Jm11IIIa-
132
133
rJoscere, lo primordial es no hacer daño. C uando nos cuando tantas veces el mismo Freud convenció a su
referimos al psicoanálisis, pues, estamos hablando de auditorio de una idea y más tarde de todo lo con-
una profesión terapéutica, de una técnica que se. pro- trario. Por eso Kohui pone el acento en que al
pone ayudar a disminuir o a desactivar el suf[J~lento apartarse de la empatía, el psicoanálisis ha ido dan-
psíquico. Esto que digo no excluye el recono~lmlen­ do por válida una teoría que no surge de la obser-
to de la extens ión de los hallazgos pSlcoanalltlcos a vación clínica sino que utiliza tal observación para
otras áreas del conocimiento, ni el enriquecimienro auto confirmarse. Su convicción de tal error le lleva
que de ellas se obtenga. Todo lo contrario: pensar nun- a replantearse la veracidad y existencia del llamado
ca puede causar daño. Pero cuando nos referImos a la «complejo de Edipo» y a buscar su elucidación a par-
profesión debemos establecer muy claramente los tir de! re-análisis del mito mismo.
límites de tal interacción, evitando la transpolaclón Cada vez que he discutido este tema COn com-
de lo que en otras ciencias son supuestos teóricos: que pañeros que pertenecen a diferentes escuelas psi-
acaben contaminando a la nuestra y, en definitiva, a coanalíticas, con alguna excepción, recibí por respuesta
nuestro ejercicio cotidiano. . que no he entendido e! mensaje de Freud, que nadie
En la parte del artículo en la que Kohut se detIene piensa que el niño realmente desee penetrar a su ma-
en las teorías que están próximas a la experIencia o dre y tema que e! padre descubra esos deseos y le ataque
lejanas a ella, el esfuerzo está dirigido a mostrar cómo, seCCIOnándole el pene, m utilándolo; se trataría de una
cuando se acepta una teoría obtenida por dedUCCión «metáfora» para aludir a la triangulación, a los sen-
y se la aplica inductivamente, el resultado acaba sien- timientos de exclusión, etc. Eso no es así. No se hace
do la «confirmación» de una teoría que, aunque fuera justicia a Freud diciendo que escribía metáforas. No
falsa, encuentra su momento de coincidencia con la es una metáfora, o no puede construirse una teoría del
realidad y vuelve a ser soporte de la deducción pos- funcionamiento mental con una metáfora: otra cosa
terior. Este punto es muy importante en psicoanáli- es que el «complejo de Edipo» tal como Freud lo
sis, ciencia joven (y, si se me permite, inexperta), que definió sea imposible de defender. Pero él pensaba que
por tener como objeto de estudio algo tan inapren- todo niño en tre los tres y los cinco años alberga tales
sible como la mente humana corre el riesgo de respon- fantasías y que de su correcta resolución depende el
der al poder de los mitos, aferrándose a conceptoS futuro desarrollo de la persona. Induso en el desarroUo
falsos bien presentados. Un buen orador _y Freud sano, es la resolución del complejo lo que da paso a la
sin duda lo era- podría convencer a un importante sublimación y con ello al interés por la cultura que
de psicoanalistas del origen de un trastorno permite la escolarización. No es una metáfora, es lUla
. '.
en sus propias asOCiaCiones libres, como afirmación. Si fuera una metáfora, referida a la sirva-
134 135
. n m.anguJ ar en d o nd e al'
Cló . te que está siendo
gUlen sIen Pero, c uriosamente, nadie se a treve a d ecir que
m arginado, ello no serviría para co nstruir un a m eta- ningún paciente habla espontáneamente de tales deseos
psico logía po rqu e ni es unive rsal n i tiene por qué inces tuosos, a m enos que el analista pregunte, guíe
implicar el desarrollo de un sistema defensIvo, a me~os al paciente en esa direcció n; y como está muy difun-
que realmente los padres marginen activamente al hIJ O, dido en la po blación en ge neral que los psicoanalistas
lo ataquen. Pero esto último no tiene por qué ocurm , h ablan de la sexualidad infantil y, qui e n m ás quien
no es una característica que atañe a toda la human Idad, menos, todo el m undo tiene alguna som era idea sobre
ni siq ui era es general izable. . . la existencia de Edipo y sobre la proximidad em ocional
Seguramente los lectores habiruados al trabajO PSI- de los hijos varones con la madre y de las niñ as con el
coanalítico se preguntarán el po rq ué de la mSlstencla padre, sólo fa lta una pequeña ayuda del analista, un
en di scutir sobre el «complejo de Edipo»; para Kohut empujoncito, para acabar coincidien do con la teoría.
el tema es central porque de él se deriva la operativa La propuesta que hago al lecto r es sencilla: si tra-
cotidiana del analista: dar por cierto q ue la men te del baja en la clínica, si es psicoanalista o psicoterapeuta,
niño se o rganiza a partir de él implica entender todo que intente utilizar de verdad la atención libre y flotante,
el sufrimi e n to m ental como un subproducto de la que no guíe al paciente hacia la sexualidad infantil, yes
represió n de los instintos, del conjun to de a nsiedades seguro que no escuchará tales fa n tasías, a menos que
y defen sas que se o riginan en esa repres ió n y por lo tenga delante a un enfermo muy grave, capaz de deci r
tanto entender la terapéutica com o basada en «hace r eso y d iez m inutos desp ués ad vertir que sus palabras
conciente lo inconsciente». están guiadas por los extraterrestres. Si no interpretamos,
No hace falta que un analista tradicional mencione no hay «complejo de Edipo» por ninguna parte. Obvia-
el complejo como parte de una interpretación, 111 mente m e responderán los partidarios de la Causa freu-
siquiera que lo señale sin mencionarlo, ni tampoco diana, (y lacani ana, kleiniana .. .) que eso se debe, sen-
que afirme que nunca está pensando en ello m ientras cillamente, a las resistencias del paciente ... iya las m ías!
atiende en su consulta: si está convencido de q ue todo fs te es, precisamente, otro fa ll o g rave del psi-
el aparato psíquico crece y se desarrolla a partir de la coan álisis clásico: la no contrasta bilidad de sus afi r-
resolución del mismo, operará en sus interve nciones maciones . Si un pacien te presenta un determin ado
intentando que el analizante luche COntra su propia síntoma, discu tiendo el caso entre compañeros se dirá
resistencia y acabe derribando el muro de la represión. que t uvo carencia de algo, por ejemplo de atención
Por eso Kohut pone tamo empeño en desenmascarar mate rna; si el interlocutor responde que no es asi, al
la. influencia paradigmática del Edipo y su poderoso contrario, que tuVO la permanente presencia de su
60bre la práctica profesional Cotidiana. madre, la respuesta será: «¿lo ve? Tuvo exceso. .La
136 137
mismo sucede con el resto del entramado teórico sepu ltó el conAicto y es necesario desencerrarlo y ha-
clásico: aquello en lo que disenrimos se desmonra rápi- cerlo conciente para poder curar al pacience. Yeso nos
damente diciendo que nos resistimos a verlo o que lleva a no escuchar lo que el pacience nos dice, sino a
estamos mal analizados. Todo esto daña al psicoanálisIs tratar de encontrar detrás de sus palabras el conA icto
y le procura un descrédito muy grande enrre los cien- que nosotros «sabemos» que está.
tíficos y la gence culta. Y acaba recluyendo a los pSICO- Pero tenemos que tener presence que tales deseos
terapeutas y psicoanalistas en un coto cerrado, el coto están prohibidos para el adulto que nos consulta, o sea
de los que creen. Pero una ciencia no puede basarse que tendrlamos que presentarle una realidad obvia-
en la fe, debe estar articulada sobre principios opera- mente desagradable al tener que reconocer que tuvo y
tivos, que permitan contrastar, validar o invalidar las tiene deseos ocultos, cosa que está muy mal vista para
hipótesis con las que se trabaja. cualquier persona normal; «reconocerlo» implica aver-
Kohut muestra que se sintió impulsado a proponer gonzarse, sencirse incómodo frente a sí mismo, con-
una definición operativa del psicoanálisis porque frontado con una realidad que le presenta el analista de
observó que la inclusión del concepto psicobiológico la cual hay motivos para inquietarse. El paciente aca-
de «pulsión» no había permitido la esperada inregración ba «dándose cuenca» de que tales deseos subsisten en él,
del psicoanálisis con la biología sino que, por el con- ocultados por la represión, y que en el fondo sigue sien-
trario, había dado como resultado la definición psi- do culpable. Lo que se le ofrece es renunciar a ellos,
cológica moralista del «Hombre Culpable», hecho que modificar su estructura de personalidad y acceder a fa
distorsiona \a percepción del analista llevándole a bus- salud. Y esto no puede ocultar su carácter moralista: está
car cosas que no existen y por lo tanto m odificando su muy mal tener tales deseos, hay que modificarse y ser
actitud en \a clínica, en la persecución del descubfl- más normal, abandonar esos impulsos y ser consciente
mienro y elaboración de un conflicto inexistenre. de las pulsiones que a todos nos esclavizan, saltando
La idea parte de la definición de la pulsión como para ello la barrera de la represión que uno mismo ha
represenrante mencal de un instinto universal . Si se levantado. Aquí se cierra el recorrido desde la concep-
concibe tal universalidad del origen, también se supone ción biologisra del instinco/pulsión a la moralidad encu-
que la pulsión será universal y por lo tanto in evitable. bierta que subyace en el «complejo de Edipo", piedra
Con lo que se sustenca la teoría de los deseos infan- angular del psicoanálisis tradicional: partimos de la exis-
tiles prohibidos y su resolución mediante la represión . tencia del instinco y acabamos con la sensación de ser
Sólo hace falta aceptar esta definición instintivista y culpables de la ocultación de nuestras bajas pasiones.
universalista para buscar su presencia en cada pacience Por eso la definición operativa que propone se
que consulta, puesto que se supone que la represión en la empatía como método central de observación,

138 139
aquello que Freud llam ada «atención flocante». Pero Al respecto vale la pena recordar quc entr<: las dis-
Kohuc va más allá: escuchar lo que el pacIente trans- tintas escuelas psicoanalíticas las diferencias son tan
. Sin
mlte . presupuestos prevIOs>. Sin . su poner que eXIStJó
. importantes que la mayoría de las cosas que intcrpretaría
el «comp lejo de Edipo» ni ninguna otra formaCIón un analista de una de ellas difiere radicalmentc de lo
que, proveniente de los instintos, deba estar presenre que interpretaría un colega de otra. Pero también es
en todos los miembros de la especIe. una evidencia que todos curamos más o menos con el
Él sostiene aquí que el psicoanálisis, si se auto- mismo nivel de fracasos y de aciertos. Dicho claramente:
define operacionalmenre, prescindiendo de las defini- curan los lacanianos tanto como los freudianos, los
ciones basadas en supuestos, puede aspirar a ser una kleinianos como los partidarios de la psicología del yo,
ciencia más; pero para ello deberá eSlar fundado en los junguianos como los seguidores de Bion ... entonces ...
un método propio, alejándose de la psicobiología y idebe de haber algún factor común, ajeno a la tcoría de
por tanto, dejando de lado las pulsi~nes y e! r.esto de cada uno de ellos, que interviene decisivamente!
cargas provenienres del concepto pSlcoblOlóglCo que Permítanme decir aquí que, a mi juicio, el único
introduj o Freud. Esto permitirá al pSicoanálisIs llegar factor común que creo que existe entre todos ellos es
a ser una psicología profunda que estudia al hombre que se ocupan del paciente, que le escuchan con aten-
en términos de su se!f, un Hombre No Culpable, que ción, que dan sentido a ciertas experiencias emocionales
crece y se desarrolla luchando contra los factores d~1 paciente que él no entiende, que recuerdan lo que
opuestos, inrernos y externos, contra las dIficultades dIJO en otras sesiones y 10 tienen en cuenta a la hora
propias de! mundo en e! que vive. . de sugerir hipótesis. Ése es, creo yo, el factor decisivo,
Una de las críticas esperables de parte de qUlcnes que el pacienre se sienta escuchado, porque necesita-
operan con los presupuestos convencionales del psi-
mos ser escuchados con empatfa, necesitamos ser
coanálisis es que no hay tal descrédito como el que yo entendidos y aceptados.
planteo, y que hay mucha gente que se ha beneficiado
Incluso cuando se nos dicen cosas desagradables
del psicoanálisis clásico, por lo que lo estima y aconseja.
de oír, sentirnos escuchados es vital para la integra-
No dudo que ello es cierto, pero propongo pensar en
Ción de nuestra personalidad, y ése es el aspecto común
si ese beneficio deviene de haber hecho conscienre lo
del psicoanálisis, que es una terapia basada en la
inconsciente, como plantearía casi cualquier psi-
escucha com prensiva, neutral y respetuosa. Entonces,
o psicoterapeuta, sea de la escuela que fi.lere,
me dirán, ¿por qué casi nadie se queja de que sus inter-
O de algún otro factor. Y si es la interpretación de
pretaciones son rechazadas por Jos pacientes?
que el paciente desconoce de si mismo lo que Hay varios aspectos en la base causal de tal faJó.
de sus males o no lo es.
meno. En primer término, tal como sefialag
140
141
colegas, para el pacien te represe ntamos el su puesto respeto por nuestra jerarquía profesional , la con vic-
saber, nuestra palab ra está cargada de la auto n dad que ción de qu e él m ismo se conoce poco y que nosotros
nos da el p ropio ejercicio de la profesión, y qUien somos expertos en psicología ... y p o r una cosa m ás:
recurre a nosotros, esencialmente, viene a pedir ayu- p o rq ue si le esc uchamos con a ten ción , e! p aciente
da, con lo q ue implícitamente reconOCe que so mos se tranq uilizará, se sentirá m ejor, y él también estará
quienes se la podemos ofrecer, somos el saber mism o; de acuerd o en que es nuestra herramienta interpre-
mal podrían nuestros pacientes esperar obtener algún ta ti va la ca usa de! éxito, p o r lo cual, aunqu e n o le
tipo de ayuda si no depositaran en nosotros su co n- parezca. c.ierto lo q ue decimos, se ve forzad o a acep-
fianza. En segundo término porque, cuando acertamos tarlo, d lclé ndose a sí mism o que es m ás probable q ue
a definir sus sentimientos, nuestra fi gura crece co n- esté equivocado él q ue noso tros.
siderablemente, ya que en general la ge n te se siente . P,ero entonces .... si todo esto es así... ¿por qué casi
poco entendida y poco escuchada. En tercer lugar po r- nlOgun an.allSta o pSICOterapeuta se opone y deja de uti-
q ue, al afi rmar alguna cosa, e! res p eto po r nu est ra lizar esas Illterpret~ciones) También es to es explica-
palabra les lleva a acatarla, como la de cualquier otro ble: cuando un paciente nos co nsulta, incluso antes de
profesional. En cuarto lugar porque la gente acep ta, que ~os consulte, cuando nos p ide la primera visita, es
generalm ente, desco nocerse a sí mism a, así q ue si le mevltable que dudemos sobre si lo p odremos ayudar o
dicen que tiene tales o cuales deseos, aunque el paciente no; frente a la presentación de la persona y sus difi-
se resista, en el fondo piensa que tal vez sea él el equi- cultades, sentimos ansiedad, tem a bien estudiado por
vocado. Y si a eso le sumamos la habilidad del analista m uchos colegas y expuesto en infinidad de artículos.
para hacerle ver que, en realidad , se está defendi endo 1 El ~aciente no nos viene a pedir, en gener;'¡, que
y se resiste a aceptar la evidencia porq ue ello es e anal!cemos, n os viene a pedir ayuda para su sín -
doloroso, casi seguro que el p aciente co incide con toma, cosa q ue sin duda también nos inquieta'. Para
nosotros en que lo que le estamos diciendo lo es y por
lo tanto es natural no querer enterarse de ello ... con l. En rea li dad, actualm ente. la mayoría de nuestros pacientes son
lo que acaba creyendo que, aunque nunca pensó tales ~~;r~o~as muy i n~e1 i ces o desgraciadas por múIriples razones, con un
cosas, seguro que son cierras y que es él quien se ha J m le~ro. em ocIonal que va acompañado, generalmente. de algún sín-
ro ma pSlqUl CO. Aquí es d o nde el psjcoanáJisis se muestra muy su~rior
estado engañando para evitar el sufrimiento. · . ¡a aca dé·
a la pSlquI3r[. mi ca. Ah ora bien,
. r-
Jos grandes procesos simonú:ci~
En resumen, lo que lleva al paciente a irse adap- cos (la depresión mayor y la manía, la agorafobia seria, d rrastorno obs 'si-
vo co mpulsiv~ ~ve, ere) y por supuesro las psicosis. hoy en dJa deberían
tando a la ideología del analista es su convicció n de ser [ratados pnnclp~meme con medios biológicos. Induso podrIa d> ji le
que ostentamos el saber, de que cuando definim os de modo esq uemállc<;,. con la pretensión de que nadie se moJc.e,. . .
mostramos que sabemos de él, el la psiquiarría traca meJor los s~nromas que el psicnan4Ij,i., ..
[3 mejor a las personas desgraoadas. (De una djc¡cu si6n coa

142 143
combatir esa ansiedad disponemos de un compleco mos. Pero no es ese tipo de inte rve nció n al qu e m e
conjunco de herramienras, como son el encuadre, la refiero al hablar de interpretación, sino a la asign aci6n
supervisión, etc., pero la más imporranre de ellas es de va lo r simbó li co de acuerdo con un a teoría ajena al
que confiamos en poder darle significado al síncoma paciente; es esco lo que res ulta defensivo para el ana-
yal tras corno, cosa que, a buen seguro, el paciente lista y, a m i entender, iatrogénico para el paciente.
ni se imagina. Tenemos a nuesrra disposición una com- Por otra parte, cuando fracasamos, gen eralm en te
pleta metapsicología que nos ofrece un a base de el paciente se marcha, lo que también es una fuente
respuesta universal para asignar senrido a los procesos de malestar para nosotros; para cont ra rres tar es te
ajenos a la conciencia. Eso nos tranquiliza, y corn o malestar tenemos el recurso de pensar q ue es taba (el
cuando llevarnos unos años trabajando hem os visco paciente) demasiado defendido y q ue no SOpOrtó el
que muchos pacientes han mejorad o, pensarnos q ue descubrimiento de la realidad, cosa que n os deja bas-
el factor decisivo ha sido esa asignació n de sentido, tante más tranquilos que si comenzarnos a pensar que
cuando en realidad nos ha servido a nosotros para no lo entendimos O que le dijimos cosas que, además
autoafirmarnos y evitar la angustia del no saber. O sea, de ser dolorosas, eran falsas. Así, la interpretación
interpretar basándonos en la Metapsicología nos ayu- basada en una teoría distante de la exp eriencia con-
da a defendernos de la dolorosa sensación de no saber. creta con este paciente concreto es, ante todo, una
y esa defensa se va haciendo cada vez menos percep- defensa del analista. Esto q ue digo, seguramente, será
tible en la medida en la que tenemos éxito, impidién- rechazado por la mayo ría de mis compañeros, pero
donos auto interrogarnos, pregunrarnos si será ésa la creo que es necesar io decirl o claramente: utilizarnos
causa de la mejoría de nuestros pacientes. la omnisciencia para evitar el dolor de la ignorancia,
Se impone aquí una aclaración: a mi entender, el suponemos q ue el paciente, de niño, tuvo linos deseos
hecho de poder investigar sobre el posible sentido del y sufri ó u nas fantas ías que «olvidó» y cuyo des-
sufrimiento personal es una pieza fundam ental del pro- cubri m iento le liberará de su padecimiento actual, y
ceso terapéutico. Para un paciente, descubrir que su esa co nvicción nos permite abrir la puerra de nuestra
severa inhibición, por poner un ejemplo, cobra un consulta con menos temor. Y cerrarla con menos car-
sentido a la luz de su biografía, produce un efecco de go de conciencia.
alivio, porque puede así dejar de vivir esa inhibición y en con ces, ¿cómo abrir la puerra de la consulra
como una rara. Yeso se traduce en que el análisis gen- sin un ent ramado explicarivo rranquilizador? La
era la confianza de poder encontrar un sentido a las respuesta es sencilla: con la disposición a ser empári-
convicciones, el sentido de cómo uno es. Eso cos, a escuchar lo que el pacieme nos dice sin aspirar
finalmente, a entendernos a nOSOtros mis- a darle explicaciones, sino a ayudarle a ~

144 145
si mismo, y hallarlas cuando las haya, ya soportar el
independientemente del grado de predisposición
no-saber cuando no lo logremos o cuando, sencilla-
genética que pueda haber y de la cual todavía sabemos
mente, no exisran tales explicaciones. Ése es e! camlOo
casi nada. O al menos no sabemos cómo operar con
que nos propone Kohut con el Semicírculo: e! seguro ella, si eso fuera posible.
camino de la empatía y de la comprenSión, de la
Pero si tales inrerferencias no existen, si el niño es
escucha respetuosa, tranquila y desapasionada.
recibido con júbilo y sus padres, personas sanas, se
Finalmenre, Kohut se dedica a examinar las rela-
alegran de sus logros y adquisiciones, le animan a
ciones intergeneracionales a la luz de! cambio que él
avenrurarse en las experiencias vitales y no le atacan
propone desde la psicobiología a la psicología pr~­
cuando fracasa, la continuidad entre generaciones será
funda. Con ello nos invi ta a ver cómo aq uellas man ¡-
jubilosamente vivida, e! padre y la madre se alegrarán
festaciones en las que se busca e! «complejo de Edipo»,
cuando el hijo los supere, no envidiarán su bienes-
tradicionalmenre tomado como un proceso inscrito
tar y le facilitarán su paulatina independencia. Éste
en el destino de! humano, producto final de un con-
es el mensaje de Kohut respecto de la Continuidad
flicto básico inevitable entre pulsiones y defensas, generacional.
podrían verse en cambio como el resultado de inter-
ferencias que repercuten en el d esarrollo del hom- Explica también que la fuerza de las formulaciones
bre. Y a partir de ello nos demuestra que la esencia de de Freud con frecuencia no se basa en su evidencia clí-
la experiencia humana no se enconrrará en un nica sino, por el contrario, en la magia y el poder de
.inevitable» conflicto biológico entre generaciones sino su forma de plantearlas; para oponerse a ellas él uti-
en la continuidad entre ellas. liza una especie de «conrra-magia», basada en la pro-
Creo que es muy importante referirnos a esas inter- puesta de un nuevo mito, el de Ulises, que da nom-
ferencias. Obviamente a veces nos consultan personas bre al artículo (<<semidrculo de la salud mental,,) y
que nos refieren experiencias traumáricas infant iles, cuya lectura esclarece ampliamente el senrido de la
abusos sexuales, erotización, pérdidas gravísimas en la propuesta kohuriana.
primera infancia ... estas dolorosas experiencias inter- Así, apartándose de los conceptos psicobiol6gicos
fieren en el desarrollo normal y dejan profundas huellas del psicoanálisis tradicional, nos conmina a abandonar
en la persona que las padeció. La experiencia, en mi definitivamente el uso de los mitos freudianos y obser-
me dice que cuando un paciente establece con- var, simplemenre, el funcionamiento emocional «nor-
migo una relación transferencial de gran dependen- ma]'" Co ncluye que para que e! psicoanálisis pueda
agresiva o delirante, seguramente acceder al núcleo central de! se!f, a lo más profundo
historia infantil alguna de estas tragedias, del sí-mismo, debe cambiar de la psicobiologla a la
psicología, utilizando la empatia como el .
146
147
camino de observación. De esta forma el psicoanáli-
sis podrá recuperar su propio self nuclear y desarrollarse
y crecer como una más en el concierro de las Ci enCias .

IV

INTROSPECCIÚN, EMPATrA
y EL SEMICíRCULO DE LA SALUD
MENTAL"

Heinz Kohut

Hace ahora veinticinco años pro nun cié un dis-


curso en el acto de conmemoración del 25 aniversario
de nuestro Instituto de Psicoanálisis. Aquella cele-
bración consistió en la presentación de dos ponencias
y du ró un día: la mitad fue dedicada a un estudio de
Therese Benedek (1960), un tema psicosomático, creo,
co mentado por varios analistas especialmente intere-
sados en ese campo. Durante la otra mitad del día
yo prese nté mi artículo (1959) - <<In rrospección,

-. Kohut , H. «Introspec[i on, emparhy. and [he semj~cjrcle of men-


[aJ hea1rh" ( 198 2). fnt~rntlfiond¡Journai ofPsychoanl1/ysis. 63:395. Ena
traducció n es o bra del grupo de trabajo compuesto por Rogdi AtrnctJtf".
Angeles Casraño, UUlsa Eoccberria, M~a ¡\1ero:des F~ez, ~
Lue ngo. Teresa Mas. ImmacuJada Ribás. Ramon Ricr~ Na. Rub.a y
Silvia Sember.
148 149
emparla y psi coa náli sis»l- que fue debarido por mitad de la presentación de hoy con alguna inseguri-
Rudolph Loewensrein, Helen McLean, Maxwell dad. Pero no es el caso. Mi inclinación para la reflexión
Girelson y Franz A1exander. desapasionada y mi senrido del humor me han sos-
Como mi exposición de hoy parrirá desde el punro tenido durante los últimos veinticinco años, y me
al que había llegado entonces, me referiré brevemen- sostienen ahora.
te a aquel rrabajo. Los ponentes diferlan ampliamente En una de mis novelas favoritas, Tristram Shandy,
en sus impresiones sobre mi artÍCulo: desde las inren- Laurence Sterne describe un episodio que es relevante
sas, indignadas y casi violentas objeciones de A1exander, en el contexto presente. Permítanme relatarlo en las
pasando por la crírica severa pero resperuosa de palabras de Sterne':
Loewenstein y la posición media de G itelson, a la final-
mente elogiosa aceptación, calurosamente expresada No era nada -no perdl dos gotas de sangre por ello-
por Helen McLean. Y no obstante, tal como intuí ... miles sufren por elecciÓn, lo que yo sufrí por
débilmente en aquel momento y llegué a ver más accidente. -D r. Slop lo hizo diez veces más de las
claramente con el paso del tiempo, todos los ponentes, que hubo ocasiÓn ... La camarera no habla dejado
tanto a favor como en contra, se habían centrado en el orinal debajo de la cama; - «no lo logras, hom-
cuestiones que no tenían relación con el contenido bre», dijo Susannah, levantando la contraventana
principal de mi artículo. Todos ellos pasaron por alto con una mano mientras hablaba, y ayudándome a
el esencial, sencillo y claro mensaje científico que con- subirla a su sitio con la otra, «no puedes arreglárte-
tenía. Empezaré hoy, pues, por explicar esre mensaje las, cariño, por un solo momento para .... fuera
de nuevo, esperando tener éxito en añadir más cole-
de la ventana>' (aclaración: la palabra, el verbo deci-
gas a la lista de los que han llegado a comprenderlo.
sivo, lo dejaré para que ustedes 10 llenen) (Vol. V
y deseo ahora, desde las bases seguras que esrablecí
hace veinticinco años, avanzar y dar un paso más en
una nueva dirección.
2. N. del T.: la historia, además de enrevesada, hace múltiples refe-
Después de la decepción que experimenté al rencias culcuraJes que complican su lectura. Damos a conrinu2ción una
enfrentarme con una ausencia total de resp uesta a lo breve s{mesi5 para (acílicar su comprensión: .La caída de la concr.nrcn-
que estaba proponiendo, ustede~ podrían Suponer que rana, debido a motivos desconocidos para Jos dos niños (135 poleas y
contrapesos habían sido dc~mon~dos pr~jameme ~in. que dIo se n?,"at:a •
abordaría la tarea a la que deCIdí dedicar la primera acaba seccionándole d prepucIO al ch,co. cuando Imenraba ormar a
través de la ventana; con ello sufre una circuncisión invoJunu.ria. más
aun en contra de su voluntad. La noticia corrió rápid.amenre y d rumor
1 ' e rmó en castración. Y por nú.s que ¡mentaran des.wutiria ~
a trans,o o el mun do SIgUI
" 6 conSJ'd eran d o que ~ nataba I.K
-'_
camente. tod
amputación del pene.•
150 /5/
Cap. XVII, 284) mientras me daba un a pa lmada. -Debe ré expo nerl e pú bl ica men te d ijo m i Tío
Ten!a ci nco anos - Susannah consideraba que nada Toby- en el cruce del mercado.
estaba bien puesto en nuestra f., mi lia-, la palma- -No tendrá ningún efecto -dijo mi padre.
da bajó la contraventana de un go lpe des lu m-
brándo nos; - '<110 queda nada»- gritó Susa nnah En opinión del padre de T risrram , cuando la geme
- «no queda nada»- para m í, sino co rrer hac ia mi ha hecho suya una fuerce creencia, incluso la más di rec-
país. La casa de mi río Toby era un sanruario ta y evideme demostración de lo com rario no tendrá
muchísimo más benévolo; y por eso Susannah voló ningún efecto; desatendiendo esa forma de pensar,
a él. (Vol. V. Cap. XVII, 284.) ahora quiero exponer el mensaje cemral de m i amiguo
ensayo sobre la imrospección, válido e intacto en su
Debo pr ivarles d e [Oda las del iciosas referencias esencia como el pene de Trisrram después de que
sobrevenidas en el inc ide n te en c uestión -la culpa vol viera a caer la comraventana, en esta oportunidad
de Tío Toby y de su lacayo Trim, que había retirado en la plaza del mercado.
los pesos y poleas de la contraventana porque Toby los ¿De qué trata mi ensayo de 1959, cuál era su
necesitaba para sus juegos de guerra: el estudio inten- objetivo? La respuesta a esta pregunta estaba explica-
sivo del ritual de circuncisión po r parte del padre, con da en su subtítulo. Iba a ser «Un examen de la relació n
el fin de descubrir si su hijo había llegado a ser judío, cmre el modo de observación y la teoría». No escribí
egipcio, sirio o fe ni cio, por nombrar sólo unos pocos, sobre la empatía como una actividad ps íquica. No
y la lucha entre Susannah y el doctor mientras apli- escribí sobre la empada como algo asociado a ninguna
caban una cataplasm a a la herida del pene de Tristram- emoción específica tal como podrlan ser la compasión
y volver directamente a la, para n osot[Os, con cl usión o el afecto, pues la empatía pued e es tar motivada y
principal. El Dr. stop (Vol. VI, Cap. XlV, 329) había usada al servicio de propósi tos hostil-des tructivos. No
hablado aparentemente de un m odo exagerado sobre escribí sobre la empatía Com o algo asociado a la intui-
el «accidente de Susannah» y, en una semana, todo el ción; como en el caso d e la extrospección puede, oca-
mundo estaba diciendo «ese pobre Maestre Sha ndy sionalmeme, urili zarse intuiti vamente por expertos:
••• tot al mente». Y en tres d"las mas e1 ru mor estaba esto es, vía procesos m emales de observación que iden-
establecido «Que la ventana de la guardería no tenía ti fica n configuraciones complejas preconscienremenre
001o *** ; S1I10
. que oo. ,tamb'len»., por ello se celebró y a gran veloc idad . Pero esencialmenre, y desde luego
W1 consejo familiar. Concluyó con el sigui ente vi- en psicoanálisis, la emparía se usa no inrui[ivamenre,
goroso diálogo: al contrario, laboriosamenre si me lo pellniren, a .
de probar. No escribí sobre la empaóa como algo ___

152 153
teoría está fundamcmada, a la vcz, cn otra teoría y la
pre correcto y acertado. Como sucede con la extros-
observación del campo es descuidada. Pero también
pección y la realidad externa, imtospección yempada
pueden distorsionar la realidad psíquica que escruta- sé que cada cien cia debe tener conocimiento de las
mos (ya en el nivel de recolección de datos), o porque teorías lejanas a la experiencia que proporcionan el
estemos siendo guiados por expectativas erróneas, por marco para sus investigaciones ce rcanas a la experien-
teorías engañosas que distorsionan nuestra percepción, cia y que debe, de vez en cuando, reexaminar las teorías
o bien porque no somos suficientememe concienzu- lejanas a la experiencia en las que se apoya, incluso
dos y rigurosos como para sumergirnos por periodos aquéllas que parecen tan básicas para su punto de vista
prolongados en el campo de nuestra observación. que casi han dejado de ser consideradas como teorías.
Debemos, en otras palabras, ser capaces de tolerar la Mortunadamente, hay una voz en nosotros que nos
incertidumbre y posponer nuestras conclusiones. dirá, aunque débilmente perceptible al principio, y por
• •
Pero ahora, si puedo, intentaré continuar yexten- muy reacJOs que seamos a reconocer su mensaje, que
der la lista de las áreas que no abordé en mi ensayo ha llegado el momento de cuestionamos nuestras teorías
original, cambiaré de lo negativo a lo positivo, desde básicas. Esta voz, en general, nos hablará después de
decirles lo que no dije en 1959 a lo que, de hecho, sí que hayamos estado persistentemente incómodos con
dije. Empezaré con una declaración general . Hay, para los resultados pragmáticos que habíamos estado
hablar descriptivameme y sin que implique ningún obteniendo, incomodidad que irá paulatinamente en
juicio de valor en absoluto, dos caminos en la ciencia. aumento. Entonces es cuando debemos pasar de la
Permítanme llamarlos el camino principal (autopista) carretera secundaria del pragmatismo a la autopista de
yel secundario (carretera). El camino secundario es la la epistemología, para volver enseguida a la primera
postura empírica -recolección de datos y pr6xima a la a fin de comprobar el nuevo punto de vista teórico que
experiencia- con respecto al campo que es investiga- podemos haber adoptado.
do. El camino principal (autopista) es la postura epis- Para evitar la confusión, permítanme recalcar aquí
temológica. Esta última examina la relación emre los que durante la primera mitad de la presentación de
datos ya recolectados y, especialmente, la relación entre hoy hablaré sobre empatía en el contexto que había
las teorías próximas a la experiencia que habían sido utilizado en mi exposición en 1959 y en el cual he con-
ya formuladas. A partir de estas operaciones cogniti- tinuado casi por completo hasta muy recientemente
vas, se formula entonces una amplia y comprensiva (para las excepciones véase Kohut 1973 a y b). En otras
~ría q~ es lej~a a la experiencia. Creo que la cien- palabras, hablaré sobre empatia en un contexto epis-
na necesita contmuar por ambos caminos. Me rebelo temológico. En este marco no está de más decir que
mNra una postura puramente especulativa cuando la empatfa es un tipo de valor-neutral de observaciÓll; UD

154 155
modo de observación adaprado a la vida interior del ta y acertada, aunque sus propósitos sean afectuosos,
hombre, al igual que la exrrospección es un modo de no es la empatfa por sí misma la que satisface las
observación adaprado al mundo exrerior. necesidades de selfobject del hijo. Lo que satisfará es-
Es cierto si n em bargo que, como mencioné ames, ras necesidades serán las respuestas y las acciones de
la emparía puede y debe rambién ser examinada y esta madre. Sin embargo, para alcanzar su fin ade-
evaluada en un conrexto empírico como una actividad cuadamenre, estas acciones y respuestas tienen que
memal, tamo en la vida cotidiana como en acrividades ser guiadas por una exacta y correcta empatía. La
ciemíficas. Y yo, por cierro, he empezado muy recien- empatía es así una precondición para un funcio-
rememe a considerar la empatía desde este punto de namiemo a~ropiado de la madre como selfobject del
vista como una empresa compleja pero manejable, si nIño, es deCIr la empatía dirige la función de selfobject
uno mantiene en la menre que incluso con la mirada parental hacia el niño, pero no es por si misma la fun-
a esta «carretera secundaria», esto es, con la mirada a ción de selfobjcct que el niño necesita.
este enfoque próximo a la experiencia, tenemos que Quisiera poder dejar en este punto mi exposición
diferenciar entre dos niveles: a) empada como una sobre la empatía como una fuerza concreta en la vida
actividad para captar información, y b) empatía como humana sin tener que dar un paso más que parezca
un poderoso vínculo emocional entre la genre. Antes conrradecir todo lo que he dicho hasta ahora, y que
de referirme, como hice en 1959, al rol de la empatía me exponga a la sospecha de abandonar la sobriedad
en el senrido más epistemológico distante a la experien- científica y emrar en el campo del misticismo o del
cia, permíranme considerar brevememe los elemenros sentimentalismo. Les aseguro que me gustaría evitar
específicos del análisis de la empada en estos dos con- dar este paso; y no es la falta de rigor cienrífico sino el
textos más cercanos a la experiencia. sometimiemo al mismo lo que me fuerza a decirles
En tanro que actividad de recogida de informa- que, a pesar de que todo lo que he dicho hasta ahora
ción y de datos, la emparía, como he subrayado permanece enteramente válido en tanto valoremos
muchas veces desde 1971 , puede ser acertada o la empatía como un iosrrumenro de observación y
errónea, al servicio de la compasión o de la hostili- como lo que dirige la acción psicoana/{rica rerapéu-
dad, puede alcanzarse lema y laboriosameme o bien tica (en análisis rerapéurico la acción se 11ama inter-
«intuitivamente», o sea, a gran velocidad. En este sen- preración), rengo que añadir ahora, desgraciadamente.
tido la.e~patía ~unca es por sí misma terapéutica o que emparía per se, la mera presencia de emparía. riene
de awuho. Es, S111 embargo,•
una precondición nece- también en un amplio sentido un efccro beneficioso
: para ser un apoyo exitOSO y terapéutico. En otras y terapéutico. ranto en el marco c/lnico como en la
incluso si la empada de una madre es correc- vida humana en general.

156 157
Perm(ranme prim ero respald ar mi afirmación de va la aren ció n sobre el efecto psicológicamente
que la emparía per se es beneficiosa; se trata de un a destructivo de haber afrontado la experiencia de un
hipótesi s científica y no un simpl e derivado de un «exterminio» deshumanizado e impersonal por aquéllos
vago sentimentalismo o de una cuestión de. mistI- que sobrevivieron a los campos de concentración nazis,
cismo. Es científica porque sugiere una explicaCión como opuesta a la experiencia mucho menos destruc-
para cierras contenidos observables o secuencias de tiva psicológicamente de haber estado expuesto a la
eventos en la vida psíquica del hombre; no es místi- matanza apasionada motivada por odio. Y les recuer-
ca porque no es la expresión de esperanzas o deseos do las interpretaciones artísticas de la experiencia en
o de una moralidad abierramente defendida o rela- las que se muestra una total ausencia de empatía (prin-
tivamente disimulada. cipalmente de Kafka, como en La metamorfosis, pero
En cuanto al resto, co nsiderando el hecho de que también O'Neil, en Long Day's Journey into Night
hoy, al menos en la primera parte de mi presentación, [Kohur, 1977: 287]; [Kohut, editado por Ornstein,
bási ca mente me estoy refiriendo a consideraciones 1978b, JI: 680 SS., 743n, 780 ss., y 872]). Finalmente,
epistemológicas distantes a la experiencia sobre la me referiré al significado que tiene para el desarrollo
interrelación entre empatía como una forma de obser- del self el cambio que va desde el efecto sustenrador
vación y la teoría psicoanalítica, me constreñiré a enu- del conracto frsico temprano, generado por la empatía
merar una serie de ejemplos concretos del efecto bene- enrre la madre y el niño (esto es, contacto que ocurre
ficioso de la simple prese ncia de empatfa a la que me sin «respuestas» directas y específicas por parte de la
he referido en anteriores escritos. Mencionaré primero
mi hipótesis de que el miedo a la muerte y el temor
a la psicosis son, en muchos casos, la expresión del lugar hace unos pocos años. Cuando. durante uno de lo.s Janzamienws
a ,la ¡un,a, un meteorito aplasr6 parte de la cápsula espacial y pcrju.
miedo a la pérdida del medio empático que al respon- dlc6 seriamente la maniobrabilidad del aparato. lo.~ asrronaura~, dcspu6
der al self lo mantiene psicol6gicamente vivo. Segundo, de haber aterrizado sin problemas de vuelta a la tierra, informaron que
durante las horas de grave peligro habían sentido un dc.~eo de .~uma
aduciré otra ve:z. más las experiencias de los astronautas
Importancia: si lUvieran que perecer, quedan que la cápsula comuvicrJ
cuando su cápsula espacial pareció estar fuera de con- sus cuerpos, incluso convenidos en polvo, para volver a la tierra. El
trol, un episodio que describí en mi correspondencia máximo horror para ellos había sido la idea de que sus fl"sto~ C'HU·
vieran dando vueltas para siempre en el espacio, en una loca rrayeu()~
con el profesor Erich Heller.' Tercero, llamaré de nue- ria sin sentido. Puedo comprender bien sus .sentimientos. Y es alC'nr~~
dor para mí saber que esros rres seres hum;¡¡nos -deben considerarse
3. Hay una an~cdota sobre una de las expediciones de nuestrOS indudablemente como reprc.scncantes de la tecnología más avwLlda-
astronautas que me .impresionó profundamente. Quizás usrcdcs lo se mantuvieron refugiados en la dpsula como expresión de su úlnimo
¡w,mlden bastante bien, para ahorrarme la tarta de compr b I ac- y más profundo deseo de esrar simbóJicamence unidos con la rae
. . b i d all di oaracx el símbolo del sentido humano. del calor humano. del contN'To hun
m.1 memona so re os el es ce aCOntecimiento que (U\'O
de la experiencia humana (Kohur. 1978a).

158 159
madre) al cFecro en sí mi sm o susten tador de la res- psicoan álisis es taba siendo cada ve-¿ m ás menosprecia-
pues ra cmpáti ca de la madre (co mo cuando el n iño do por el psicoa nálisis m odern o y porque este proceso
comienza a andar y, volvién dose, ve en la cara de la estaba teniendo lugar sin que al parecer nadie tu viera
madre la expresión de orgullo por el logro al canzado). conocimi ento del mism o, o, al menos, sin que nadi e
Altern ativam ente mencion aré que el cambi o que se reconociera abiertame n te sus co nsecuenc ias y, a mi
p ro du ce desde la sustentación sumini strada por la ju icio, su nociva presencia. Po r sup uesto q ue no sólo
«com p rensión» del anal ista hasta la sustentaCión que es legitimo sino también deseable apl ica r el psicoanál isis
aporta la «expli cacióll>' de esta comprensión, puede a la biologia y a la psicologia social, pero com o ya vi
se r enten d ido como la evolu ción d esd e una forma con razonable claridad y como he llegado a ver toda-
men or a una superior de empatía, análogo al cambio vía más claramente desde entonces, estas exportacio-
antes mencionado que se da en el desarrollo temprano. nes más allá de los limites de la regla fun d am ental
Con las consideraciones anteriores en mente no fueron reconocidas como tales . En su lugar fu e
volveré ahora a la «autopista" científica, a la empatía simplemente dado por sentado que estos n uevos pro-
como modo de observación, para explicar una vcr. más gresos -puedo proporcionar notab les ejemplos
el contenido esencial de mi anterior ensayo sobre la inmediatamente- eran verdaderas am p liacion es del
empatía. Concretamente, les d aré las razones para em- análisis mismo.
prender la investigación epistemológica de la posición Seleccioné los ejemplos que mencionaré ahora por
de observación del analista, para llegar a la conclusión dos razones. Primera, porque habiendo sido form ula-
de que el psicoanálisis no p uede hacer otra cosa que dos por destacadas mentes y con valiente franqueza,
emplear la posición introspectiva-empática, y que tiene, son fáciles de comprender. La segunda es porque, has-
por tanto, que ser una psicología; fmalm ente explicaré ta donde puedo juzgar en retrospectiva, eran los ver-
mi valoración de las consecuencias pragmáticas oca- daderos detonado res que me lJevaron desde mi impre-
sionadas por la consistente aplicación d e esta nueva ciso malestar po r los m agros progresos que el análisis
teoría de los fundamentos, definidos operacional mente, había experimentado, a la acción científica decisiva,
en los cuales descansa el análisis. incluida en mi ensayo de 1959.
¿Qué me instó a emprender una investigación epis- Los ejemplos que aduciré son los tres siguientes.
temológica sobre la quintaesencia del psicoan álisis? El primero y principal, la aplicación de Franz Alexan-
¿Qué me movió, en otras palabras, a emprender una der del psicoanál isis a la biología, en particular su
aventura en la teorización básica que en general no es explicación de varios síndromes m édicos que había
de mi agrado? Lo que me impulsó fue el creciente seleccionado para in vestigación psicológica profunda
iíra1estar provocado porque lo mejor de la esencia del a través del concep to central de .los impulsos». El

160 161
segundo, la aplicación del psicoanálisis a lapsicología he sentido la necesidad de establecer los límires opera-
social de AJexander, en panicular su exp li caCión de cionales del psicoanálisis y definir así la esencia de
• •
grandes sectores de la co ndu cta hum ana a través del esta cienCia.
concepro cenrral de que el impulso oral del hombre Si no fue la necesidad de exactitud y armonía teóri-
desarrolla su tendencia hacia la «dependencia». y terce- cas, ¿qué fue entonces lo que me movió a empezar en
ro, la introducción de Heinz Hanmann del concepto 1959 esta excursión dentro de la epistemología?, y ¿qué
fundamental de un «p unto de vista adaptativo» co- sostuvO mi interés en perseguir mi objetivo, por más
mo una extensión del psicoanálisis, y subrayo, no subordinado que estuviese a otras tareas desde
como una aplicación de psicoanálisis en el campo de en ronces? (Ver Kohut 1977, capítulo 7). No tengo
la psicología social. duda de que fue el hecho de que, en el Campo del psi-
Pero ahora, después de compartir con ustedes esta coanálisis, este cambio no reconocido en la esencia de
información personal acerca de los motivos que me la posición básica del analista había conducido no sólo
impulsaron a embarcarme en una investigación de la a cambiar la teoría sino también -y éste es e! asunto
teoría distante de la experiencia, trataré de enumerar esencial para mí- a un procedimiento encubierto que
aquellos facrores que justificaron la investigación de aumentaba gradualmente la distorsión de las percep-
1959, sobre bases esencial e intrínsecamente cientí- ciones del analista en e! ejercicio de su función como
ficas. Esroy utilizando la palabra «esencial» delibe- investigador en el psicoanálisis aplicado y, lo más
radamente, puesto que me gustaría poder evitar que importante, en su función terapéutica como profe-
mis reflexiones de 1959 sean descartadas, tanto si ello sional en activo.
se hace de forma respetuo sa como si fueran ridi- Dejando aparre en esta ocasión e! hecho de que
culizadas, por ser consideradas co mo el desafortu- no significa menos responsabilidad para el psicoanalis-
nado resultado de la pedantería o del purismo (ver ta internarse en campos tales como la crítica literaria,
Kohut 1980: 477 ss.). Tuve la sensación de que la medicina, antropología, sociología, y sobre rodo en
psicobiología de Alexander y la socio-psicología de ciencia política e hisroria, volveré directamente a la
Alexander y Hartmann habían inttoducido, en el mar- tarea predominante de! analista: el análisis terapéu-
co de referencia del psicoanálisis , concepros que, tico. ¿Cómo han conducido los mencionados cuer-
perteneciendo a un universo científico diferente, pos extraños en psicología profunda -el conocido
aparedan como cuerpos extraños que no se podían concepro biológico de «imp ulso», los ya conocidos
integrar. A pesar de ello tuve la tendencia de acoger conceptoS socio-psicológicos de «dependencia» y
aportaciones como contribuciones a la ciencia «adaptacÍón'>- a un cambio. decisivo en l~ ~encia ~
e importantes. No fue entonces por ello que psicoanálisis, a una alteraCión de la pOSIción báS'C?

162 163
dd anali stc¡ qu e es más importa nte q ue la al[cración que tienc su espacio. Yo no me opongo a c.to, valores.
causada por las amenazas extern as [al como la absor- De hecho los suscribo. Ahora bien, creo que su influen-
c ió n po r la ps igui a t rfa, la cual está ab icrtamclHc cia no reconocida distorsiona la percepción tkl cien-
enFrentad a y opuesta) tífico dc la psicología profunda y -aquí los efectos ~on
La respu esta, en un senrido amplio es que lo han aún más cvidentes- que su presencia no reconocida
h ec ho co nv ir tiéndose en la base no declarada y no interfiere la habilid,¡d dcl analista para permitir quc
cues tio nada de un sistema de valores no cuestionados sus analizandos puedan desarrollarse según su propio
y n o d eclarados de la esen cia del hombre y de la esen- programa nucb" y su destino.
cia de su vida. A pesar d e innumerables alegatos en Soy consciente del arraigo que estos ideales ya
sentido contrario, el análisis, bajo la influencia de los mencionados han tenido en el J fOJnbrt Occidental
concepros antes mencionados, se ha convertido menos y, como un miembro hondamente arraigado en la
en una cien cia y m ás en un sistema moral, y el psi- civilizaci6n de Occidellll', yo mismo estoy fuerte-
coan álisis com o terapia se ha convertido simultánea- mente influenciado por ellos. Conozco lo difícil que
mente men os en un procedimiento científico basado es p,,,a nosotros ser consciente de estos idealcs bási-
en la elucidació n de relaciones dinámicas y genéticas eos y, ,Isí, hacerlos el objetivo de nucstro escrutinio.
y más en un procedim iento educativo, apuntando a y dentro de ciertos límites, no me los cuestiono. Lo
predeterminadas y extrañas metas -las cuales, de nue- que cuestiono es >ti permanente primacía en la
vo, son irreconocibles e incuestionables- hacia las cuales jerarquía de valores dd hombre -su primacía en todo
el paciente es conducido yen las q ue, sobre la base de momento y bajo todas la.' condiciones. Sin embargo.
una dimensión de su transferencia que no es ni recono- por importanre que sea el Hombre Occidenral, no
cida ni cuestionada, el paciente trata de llegar. puede servir corno un remoto indicador por el cual
¿Cuáles son esos valores del psicoan álisis cradi- el investigador de psicologia profunda cval úc al
cional que han sido dirigidos al foco de atención del Hombre y corno la escala sobrc la cual el tcrapeura de
analista e incluso, secundariamente, las m etas que él psicologia profunda marque las metas y medidas de
persigue, tanto en su función de investigador como graduación del éxito o fracaso del tratamiento psi-
de terapeuta? Nadie familiarizado con mis escriros de coanalítico. ror el contrario, yo sostengo la opinión
los últimos años puede ignorar la respuesta. Se trata de que es ros dos valores nos han impedido reconocer
de que los valores del conocimiento y los valores de la la posición central del self y sus vicisitudes en los com-
independencia han sido los valores conducrores del ponentes psicológicos del Hombre, como concierne
psicoanalista, y que le han guiado hacia la percepción por encima de todo al hombre de nuesrro [iempo Jo'
y acción selectiva dentro del campo psicológico en el su momenro específico de psicopatologia p redomi-

164 165
llame. Nos han impedido reconocer, en otras palabras, creí que rodo el mundo compartía es te co nocimi em o,
el signi ficado del programa central del self, y la impor- y cua ndo, más tarde e n la vid a, dura n te mi ad o-
ta nc ia de q ue la rea lización o no rea li zaci ó n d e su lesce ncia, es tud ié el trabajo d e los grand es in vest i-
potencial ti en e para el ind ividuo a la hora d e decid ir gado res clás icos de l conoc imi e n to hum a n o (d esde
si se siente psicológicamente en fermo o sano. Platón a Kant) y hab lé co n m is ami gos acerca de lo
No me voy a extender en apoyar mi pOS tura pre- que habían escrito, rraté de reso lver las d ificul tades
sentando una serie de hechos acerca de desa rrollos en que ellos parecían tener en comprenderlos. Y lo m ismo
otras ciencias q ue so n análogos a los que yo propug- ocurrió cuando, mucho más tarde, adqui rí conocim ien-
no para el psicoanálisis y que he aplicado a la psicologia toS, au nque fueran superficiales, a pa rti r de la pers-
del self Señalaré simplemente que los físicos en el siglo pectiva científica de los físicos modernos, especial-
XX tam bié n han progresado decisivam en te al relegar mente de Einstein y no tanto de Planck y Heisenberg.
la imporrancia de ciertos componen tes d el marco Mientras que las complejidades de la aplicación de sus
observacional y explicativo , los cuales hasta ahora han perspectivas estuvieran más allá de mi alcance, fue
dominado sin lím ite de tiempo , espacio y causalidad siempre fácil para mí aceptar sus postulados básicos
en ciertas áreas claramente delimitad as . Mencionar por lo menos como una cuestión indiscu tible.
también de paso la crucial importancia que para la psi- Hace veinticinco años, en mi escrito sobre «Intros-
cología profunda tiene la física moderna, al dar im por- pección, empatía y psicoanálisis», yo expli caba con
tancia a cierras áreas que invest iga, propo niendo un detalle la aplicación de este postulado básico en el cam-
nuevo tipo de objetividad, una objetividad científica po de la psicologia profunda, tratando d e m os trar que
que incluye lo subj etivo. una realidad objetiva es en pri ncipio inalcanzable y
En cambio he decidido que sería apropiado en esta só lo podemos infor m ar acerca d e los resultados de
presentación compartir con ustedes un factor personal operaciones específicas. Simplemente supuse que com-
que pudo contribuir a mi error parcial de h ace veinti- partía esta postura básica con todos mis colegas cien-
cinco años al proponer las discusiones originales de tíficos y esperaba que ellos pudieran aprobar o recha-
mi ensayo sobre «Introspección yem patía» para no zar, sea tOtal o parcialmente, y aceptar algunas de las
malinterpretar mi intento. Por razones que no puedo detal ladas conclusiones que yo había esbozado desde
explicar, desde la infancia y desde que tengo uso de mi consistente aplicación del principio básico men-
razón. he estado familiarizado con la relatividad de cionado anteriormente. Yo nunca había considerado
nuestras percepciones de la realidad y con la relativi- el hecho de que tendría que defender mi «operacio-
dad de las estrucruras de ~nceptos ordenados que dan nalismo», mi claro establecimiento de que el cono-
fi:,¡;ma a observaCIOnes y explicaciones. Siempre cimiento de la realidad per se, sea exuospectiva o imro-

166 167
spectiva, es in acces ibl e y q ue pode mos sólo describir ma rav ill oso sisle ma d e psico log ía que m c habría
lo qu e ve mos demro de la esrructura de lo que hemos es timul ado hac ia la acc ión ciemífi ca - y lo mi smo
hecho para verl o. puede decirse co n res pecro a mi actitud frcm e a los
Pagué ca ra mi ingenua presunción de q ue rodos conceptos de «depe nde ncia», «au ro no mía", "id enti-
mis co legas companían esre conocimi e n ro de la dad» y «adaptació n» im po n adas d e la psico logía
inap rehensibili dad -el principio del desconocimien- social. No fue la incons iste n c ia teór ica la qu e m e
ro- de la reali dad. Personalmenre creo q ue no estaba movió a mis reflex iones, sino mi co nvicció n d e qu e
lo suficienrememe preparado para la in comprensió n el concepro de «pulsión» (tal co m o decía mos en re-
de mis colegas acerca de los temas - temas debatiblcs- ferencia a los intrusos sociológicos de n tro d e la psi-
qu e yo h abía p resenrado. Estaba, ta m bién, poco co logía profunda) ha tenido un sig ni fica d o d e con -
prep arad o para el hecho de que la úni ca cosa a di s- secuencias nocivas para el psicoa nálisis.
cutir po r mi s co legas fuera para mi un tema que ni . En circunstancias normales no encon tramos "pul-
siquiera existía. Retrospectivamenre he comprendido slones» a través de la introspecció n y la empa tía.
que no pod ía hacer nada para preve nir la tormenta. Siempre experimentamos la un idad ps ico lógica irre-
H e podido ver que las explicacio nes y el ucidacio nes dUCible que puede tener la forma de un se lf amoroso,
graduales de mi postura básica, utilizadas por mí y por libidinoso, asenivo, hostil-destruc ti vo. C uando las
un número qu e crece entre mis co legas q ue la co m- pulsiones alcanzan un cierto p ro tagoni smo en nues-
prenden, constituye una fase del trabajo cienrífico a tra experiencia, estamos trata ndo con productos de
través del cual se facilita la seri a co nsideració n de Jos desintegración: en el reino del E ros, el self fragmen-
cambios en la teoría y la práctica del psicoanálisis que tado asiste impotente al dominio de una febril e inten-
propone la psicología del self. sa experiencia de placer, la zona erógena que da pla-
Bien, entremos ya directamente en alguno de los cer es la que do mina, y por lo tanto "la pulsión» pasa
temas concretos que, hace ve inti c in co años, me po r encim a del self; o, en el reino de Tánaros, el sdf
impulsaron a iniciar el camino científi co que he esta- fragmentado ve impotentemente como es reemplaza-
do siguiendo desde entonces. Para nuestros propósi- do po r una febril e imensa experiencia de rabia, por
tos actuales me co~centraré en un tema singular: el el dominio de una vivencia cat~trófica de destrucción
conce~to de «p~lslón~) en psicoanálisis y sus conse- o autodesrrucción y, de nuevo, la pulsión predomi-
cuencias. Enfatizaré IIlmediatamente una vez más na por encima del seJf.
que no es la ~resen~ia del ~oncepto de pulsión «per Todas las anreriores conclusiones fueron expues-
seo, no es la aIslada IIlconSlstencia de l ' . , de tas (o al menos estaban implícitas) en mi ensayo de
. . a IIltruslon
UIl'ftgO e InsípIdo concepto biológico dentro de un 1959. También señalé entonces las consecuen

168 169
específlcamenre nocivas (del uso del concepco de «pul- moralismo oculto (el morali smo del «entrcntar-valien-
siól1»), que me obligaron a subrayar el hecho de que temente-Ia-verdad » y el mora lismo de la «indepen-
,da plllsión » no perrenece a un siste ma psicológico. dencia») tan característicos del análisis tradicional.
Específicamen te, mostré las distors iones de n llestras En segundo lugar, deseo recordarles mis anteriores
percepciones psicológicas en el área de la «indepen- esfuerzos para que mis colegas tomaran conciencia de
dencia>', «dependencia», "libertad» y en el área del con- la visión del hom bre, de la naturaleza esencial del
junto de fenómenos que nosotros ahora llamamos hombre, del hombre normal, tal como el análisis tradi-
transferencias de objetos del sel f. cionallo ha sostenido: el hombre como un animal
¿Y qué es lo que he dicho desde entonces en apoyo incompleta e insuficientemente domesticado, que no
a mi punto d e vista, y qué queda por decir hoy) quiere renunciar a sus deseos para vivir según el prin-
Mucho, en efecto. No sólo en lo que concierne al ayer cipio del placer, que no puede abandonar su destruc-
yal hoy, sino también por lo antedicho, en lo que tividad innata. Puesto que la segunda de estas dos
concierne al mañana, ya que el trabajo empezado por características básicas del psicoanálisis será el punto
mí y mis colegas debe ser continuado por una joven de partida del segundo tema de la presentación de hoy,
generación de psicoanalistas in formados en la psi- elaboraré, en preparación para el paso dentro del nuevo
cología del self. plano que yo les prometí para hoy, mi~ pensamientos
De nuevo me siento obligado a suponer que concernientes a la visión del hombre que el análisis
muchos de ustedes están familiarizados con mi traba- tradicional adopta desde la «Zeitgeist»' en la cual se
jo -aunque sé perfectamente que mientras un númeco basó -una visión del hombre a la cual se suscriben la
importante ha estudiado mis trabajos, sólo hay unos mayoría de analistas como una materia que se da por
pocos que han ptofundizado en ellos empleando sufi- supuesta. Primero les recordaré que hemos denomi-
ciente tiempo y energía en la tarea para poder decir nado a la naturaleza psicológica del hombre expuesta
que realmente los han leído. Entonces, co mo obvia- por el análisis tradicional con el término «Hombre
mente no puedo repetir aquí lo que he dicho en cen- Culpable», mientras que nosotros hemos designado la
tenares de páginas durante los últimos diez años o más, visión correspondiente de la psicología del seJf con
me limitaré a identificar más o menos brevemente el término (,Homb re Trágico". No discutiré estos dos
ciertas áreas importantes en las cuales no me puedo pUntos de visra de la naturaleza del hombre otra vez,
centrar hoy extensamente. pero añadiré únicamente un comentario que, al menos
En primer lugar, el aspecto que quiero mencionar
es la contradictoria interrelación entre la . l gía
ul " al (" " "" ) p SICO o
p 510n m5unuvlsta por una parte , y por otra eI 4. Comemporaneidad. espíritu de la época. se refiere al ambicncc
científico imperante en los tiempos de Freud.

170 171
q ue yo sepa, no he fo rm ulado antes . Aunque Freud coanálisis es de forma axiomática y absoluta la intro-
profesó la creencia de que e! tema básico del psi- spección y la empatfa, no se posiciona como biología
coaná lisis era e! «horno natura» y que la investigación o psicobiología sino que se ve a sí misma como una
de su vida interna podría ser por ello considerada den- psicología profunda. El análisis [[adicional, por otro
tro del dominio de las ciencias naturales, y por tan to lado, debe llevar la carga impuesta sobre sí por su
integrada lo más posible a la biología y la medicina, necesidad de someterse a la biología -a través de la
la adhesión al concepto casi biológico de pulsiones concepción quasi-biológica de los impulsos prima-
procesadas por un aparato neutro no nos ha conducido, rios que son procesados por un aparato mental. El
de"hecho, a un concepto biológico del hombre. Lo resultado final es, como dije antes, no un «horno natu-
que emergió no fue el «horno natura», una unidad ra,) sino una visión psicológica distorsionada que resul-
b iológica interactuando con su entorno, sino el ta engafiosa, porque considera con frecuencia un con-
«Hombre Culpable», una visión psicológica y moral junro de fenómenos como constituyentes de la
del hombre, una concepción del hombre entendida <<normalidad» y conduce a serios malentendidos en la
como alguien que no quiere renunciar a sus viejos im- concepción del hombre, tanto en el setting terapéuti-
p ulsos placenteros aunque estos no sean adaptativos, co como en el ámbito de la historia.
de manera que se «resiste» al análisis terapéutico; según El siguiente paso al que voy a referirme, una tarea
esta concepción el hombre no estará predispuesto a de reformulación a la que yo hasta ahora sólo he hecho
permitir que sus impulsos agresivo-destructivos sean alusiones, es la reevaluación de las relaciones interge-
domesticados y po r tanto le conduce a enredarse en neracionales del hombre y, por excelencia, la re-eva-
guerras o a tener una predispos ición hacia la autodes- luación de la matriz psicológica profunda en la cual,
trucción (F reud , 1933) . D ent ro de ciertos estrictos en la visión tradicional del análisis, son encajados cier-
límites, el sistem a explicativo del «Hombre Culpable» tos desarrollos normales cruciales de la infancia. Ello
ha sido bastante útiL Pero , a menos q ue sea comple- es, por supuesro, el Complejo de Edipo del cual voy
mentado o subordinado al pumo de vista de la psi- a hablar.
cología de! self que pu ede co locar la experiencia ¿y como comparar la evaluación que hace la psi-
humana en el centro de una perspectiva psicológica cología del self del conflicto central intergeneracional,
de~ hom~re, la visión tradicional resulta engañosa. La en particular la forma específica del complejo de Edipo,
pSlcologla del self se ha lIbrado de la visión distor- con la que hace el análisis tradicional? En resumidas
sion~~a de ~a. psicología del h?mbre sostenida por el cuentas: 1) está de acuerdo con la estimación de la
análisIS tradiclonal porque, habiendo aceptado el hecho ubicuidad de su ocurrencia, está de acuerdo en que,
de que lo que define el método de observación en psi- po r lo menos esquemáticamente, su presencia puede

172 173
ser frecuentemente descubierta. y también está de coanalftica trad icional que la lucha intergeneracional,
acuerdo, aunque este acuerdo se basa en la m odifI- los deseos mutuos de matarse, «el complejo de f..dipo
cación de significado que propone que se trata sólo de patológico» (d istinro del estadio edípico normal) no
un eslabón, y no el m ás profundo, en una cadena se corresponden a la esencia del hombre sino que son
causal, que el co mplejo de Edipo es un constituyente desviaciones de lo normal, aunque puedan ocurrir con
de un conjunto causal de factores y que constituye un frecuencia? ¿Por qué no podemos convencer a nues-
«vis-a-tergo»5 que da como resultado comportamien- [ros colegas de que la normalidad, aunque rara en su
toS perjudiciales o sufrimiento neurótico. Y 2), la psi- forma pura, es un movimiento hacia adelante en el
cología del self, sin embargo, discrepa completamente desarrollo, alegremente experimentado en la niñez?
con el psicoanálisis tradicional en lo concerniente al Incluso durante el paso por la fase edípica, si hay por
significado de lucha intergeneracional. Específicamente, parte de los padres una respuesta de orgullo y empatía,
el análisis tradicional cree que la naturaleza esencial el self del hijo se expande; y si ellos reconocen así, de
del hombre es comprensiblemente definida cuando es forma jubilosa, a la próxima generación, entonces se
visto como «Hombre Culpable», como un hombre sin reafirma el derecho de la generación más joven a
esperanza, en conflicro entre los impulsos que fluyen desplegarse y ser diferente.
desde un lecho de toca biológico de "horno natura» y En defini tiva, y dicho en otras palabras, nosotros
las influencias civilizadoras que emanan de un entorno creemos que no estamos hablando de instinros con-
social representado en e! Superyó. La psicología del trarios básicos (Tánaros que batalla contra Eros) que
se!f cree que la esencia de! hombre se define cuando chocan de forma inevitable, sino de interferencias, poten-
es visto como un self y que «horno psicologicus), (si cialmente remediables, que dificultan el desartoJIo nor-
me excusan, el término es para contrastar con el «horno mal. No vaya hablar, como algunos de ustedes podrían
natura),) es, en el nivel más profundo, «Hombre esperar ahora, de las resisrencias a nuestro punto de vista.
Trágico», que trata de poner en marcha, y nunca con En cambio, me gustaría centrarme en un rasgo de las
bastante éxito, el programa que yace en su profundi- habilidades de Freud como promulgador de sus ideas,
dad durante roda su vida. un rasgo que estaba profundamenre arraigado en su per-
¿Qué obstaculiza la aceptación de nuestro puntO sonalidad y al que no se ha prestado la atención que
de vista?, ¿por qué no podemos convencer a la ma- merece. Se trata de su gran habilidad en mitificar Jos
yoda de aquéllos que han adoptado la visión psi- conceptos clave de su sistema cienrífico y así instaurar-
los firmemente, a través de su denominación y de su
impücación culrural inherente, en las menteS de su sic Al
$. N. del T.: <Algo que empuja. que presiona desde ab' h .
aJo aC la pre creciente círculo de seguidores.

174 175
Aunque los medios a través de los que Freud «la fisiología del ser normal», «el metabolismo dd ser
alcanzó su estatura hi stó rica en el devenir del pen- normal» (una normalidad tan bellamente definida
samiento son dignos de investigación psicológi ca, yo por Daly King (945) como «aquello que Funciona
no trataré aquí las posibles raíces genéticas y las fun- de acuerdo con su designio») en comparación con
ciones dinámicas de este aspecto del genio de Freud; la terminología suculenta y poderosamente evocado-
en cambio m e centraré únicamente en un rasgo ra de Freud. Qué insípida es la normalidad de la fase
específico de sus resultados científicos: a saber, que el edípica, alegremente experimemada por el padre y
critico que desea cuestio nar cierros puntos de vista niño, en comparación con el trasfondo silenciosa-
bási cos propuestos por Freud debe afrontar una tarea mente dramático del complejo de Edipo: el rey Edipo,
que es inm ensamente más extensa que la simple la figura míticamente exaltada que en la tragedia de
argumentación lógica y su consiguiente sustentación Sófocles se nos presenta como un autómata que inexo-
con la presentación de evidencias clínicas. Después rablemente se dirige, paso a paso, a un destino pre-
de todo lo que se pueda decir y hacer, e independien- determinado y cuya condición humana y liberrad de-
temente de la cuidadosa y convincente manera de pre- penderán de la habilidad de reaccionar a su dolor
sentar los argumentos, finalmente las formulaciones indecible a través de la palabra y de la acción co-
• •
de Freud recuperan su vieja inOuencia en nuestras munlcatlva.
mentes a través de una atracción que está profunda- ¿Qué instrumentos tiene un crítico a su disposi-
mente attaigada, ante la que la lógica y la evidencia ción para neutralizar la magia de Freud? Yo creo que
retroceden. dos: uno más débil y Otro más fuerte. El más débil es
Quede claro que no estoy presentando este proble- el esfuerzo por minar el poder del mito que ha apoya-
ma en abstracto, sino para iluminar nuestra dificultad do el concepto de Freud analizándolo para demostrar
cuando intentamos reevaluar el poder explicativo del que no sólo no sustenta la teoría original sino que, de
concepto de Frelld del «Hombre Culpable», es decir, hecho, apoya el nuevo enfoque que ahora proponemos
su enfoque de que la naturaleza esencial de hombre para suplantar al viejo. Éste es el abordaje racional. El
se define en relación a la disputa ineergeneracional, y más fuerce -se tiene que recurrir a Belcebú para poder
de manera especial, cuando inteneamos reevaluar el echar al diablo, tal como dice el refrán- es presemar
conflicto intergeneracional paradigmático en tre el una dosis de contra-magia para neutralizar y superar
padre y el hijo, es decir el complejo de Edipo. Qué lo que se está aguantando por las reglas preestableci-
carentes de sabor, qué sosos suenan nuestros arau-
das. De momento voy a posponer la primera tarea (la
mentos cuando afirmamos una normalidad de ~a- re-interpretación del mito), y me dedicaré directa-
nual en analogía con «la anatomía del ser normaI}),
mente a la segunda, que dicho sea de paso, me ha pro-
176
177
· ,.
porcionado la pane final, indudabl ememe enlgmatl- Rey Ed ipo, alguien que es propulsado hacia su destino.
ca, del dtulo de mi articulo. En otras palabras m e voy Es la historia del primer objeror al servicio militar en la
a centrar ahora en el «sem icírculo de la salud mema]". historia de la literatura: la historia de Ulises.
Mi contra-magia se deriva de una historia contada por Cuando, tal como lo cuenta Homero, 105 griegos
Homero. No es una historia trágica en el sentido de empezaron a organizarse para su expedición troyana,
tragos, el macho cabrío sacrificial del culto de Dionisio llamaron a filas a los distintos jefes con sus hombres,
del que la tragedia, en el semido de Sófocles, evolu- naves y suministros. Pero Ulises, gobernante de fraca,
cionó y sacó s u nombre, sino trágico en un sentido joven aunque iniciando su madurez, con una esposa
humano, tal como es taría representado en Eurípides: joven y un hijo bebé, lo era rodo menos un entusias-
el hombre esforzado y con recursos, intentando desple- ta de la guerra. Cuando los delegados de los estados
gar su más profundo self, que batalla contra los griegos llegaron para evaluar la situación y para forzar
obstáculos externos e interiores que se oponen a su la colaboración de Ulises, ésre se fingió enfermo, simu-
desarrollo; el hombre afectuosamente comprometido lando estar loco. Los emisarios -Agamenón, MeneJaus,
con la próxima generación, con el hijo en cuyo desarro- y Palámedcs- lo encontraron arando con un buey y
llo y crecimiento él alegremente participa. Ésta es la un asno uncidos juntos, y echando sal hacia atrás como
experiencia más gozosa, la más profunda y la más cen- si estuviera sembrando sin mirar; en su cabeza lleva-
tral que el hombre pueda sentir, la de ser un eslabón ba un sombrero estúpido de forma cónica, como el
en la cadena de generaciones. que suelen llevar los orientales. Ulises fingió no cono-
¿Han adivinado ya en quién se va a personificar mi cer a sus visitantes y rodo lo que hacía daba a enten-
contra-magia? ¿Pueden dar con la solución del enig- der que habla perdido el entendimienro. Peto Palá-
ma que propuse cuando, en el ¡ftulo que yo di a este medes sospechó el engaño. Tomó a Telémaco, el
artículo, hablé del «sem.icírculo de la salud mental»? En hijo-bebé de Vlises, y lo puso delante del arado de
caso negativo, voy a acabar con el suspense y con taré la Ulises. Inmediatamente Ulises hizo un giro y trazó un
historia que les sacará de la incertidumbre. Es, me gus- semicírculo con su arado para evitar así dañar a su hijo,
ta pensar, la primera historia que se ocupa de un indivi- movimiento que demosrró su salud mental y le hizo
duo que, aunque todavía rodeado por héroes semidioses, acabar confesando que había fingido la locura para
~s un. hombre mo~ern~. Me parece que así podremos evitar ir a Troya.
Identificarnos con el mas fáCilmente que con la víctima Esta es pues la soluóón al enigma. Este es el semi-
ritualmente ~c;struida d.e la tragedia de Sófocles, y nues- círculo de Ulises que, como una expresión de la salud
tra comprenslon de Sll5 mtemos y tribulaciones humanas meneal, lo opongo al parricidio de Edipo. Quizá no
será más fiable que la que podemos alcanzar a través del sea un argumento muy ciencífico y con una capacidad

179
178
de atracció n de tipo emocional que res ide en su sim- Y ahora unas breves palabras acerca de la reinrer-
ple hum anidad; pero al fin yal cabo este es también el pretación del mito edípi co que prometí co n anterio-
atractivo de Edipo y su complejo. Este semicirculo del ridad. Llama la atención que nadie, al menos por lo
arado de Ulises no demuestra nada, por supuesto, pero que yo sé, haya señalado de una manera clara una
es un sím bolo muy adecuado de la gozosa conciencia característica del mito edípico que se refiere a la relación
que tiene el ser h umano de ser temporal, y de tener un entre generaciones, un aspecro de la historia que es
destin o por desarrollar: un principio de preparac ión, realmente notable, sobre todo si lo comparamos con
un intermedio de florecim iento y un final retrospecti- la historia paralela de la relación intergeneracio nal tal
vo; un símbolo adecuado del hecho de que el ser como nos la cuenta Homero: la relación entre Ulises
hum ano sa no siente, con la alegría más profunda, a y su hijo Telémaco. Es como si los analistas hubieran
la sigui ente generación como la extensión de su pro- invenido su habitual punto de vista al analizar Edipo
pio self Por tanto, la primacía del apoyo a la siguiente Rey y tomaran así el contenido manifiesto -el parri-
generación es aquello que es normal y humano, y no cidio y el incesto- como si fuera la esencia, e igno-
la lucha intergeneracional ni los deseos mutuos de matar ran en cambio un dato clave en los antecedentes de la
y destruir (aunque frecuente y ubicua mente podamos historia, que nos permite ver la relación entre padres
enco ntrar señales de estos productos patológicos de e hijo de una manera muy diferente. Que Edipo fuera
desintegración de los que el análisis tradicional nos ha un niño rechazado, ¿no tendría que ser la caracterís-
hecho pensar q ue corresponden a una fase normal del tica dinámico-genética más importante de la historia
desarrollo, una experiencia normal del niño). Es sólo edípica? No importa que el oráculo omnisciente haya
cuando el self de los padres no es no rmal, ni sano, ni sido una manera cómoda de racionalizar el fallo
cohesivo, ni vigo roso, ni armó ni co, que éstos reaccio- humano de desobedecer a los dioses. El hecho es que
narán con competitividad o seducció n más que con Edipo no fue deseado por sus padres y fue abando-
satisfacción y afecto, cuando el niño a los cinco años nado a la intemperie por ellos. Edipo fue abandonado
de edad evoluciona lleno de alegría hacia un grado, has- en el páramo para morir. Aunque el self atractivo-
ta entonces no alcanzado, de asertividad, generosidad asertivo de Edipo encontró unos sustirutos paternos,
y afecto. Este self asertivo y afectuoso, recién consti- por fuerza tuvO que permanecer el senrimiento pro-
tuido en el niño, puede desintegrarse y dar lugar a la fundo de este rechazo origi nal. Al poner la acención
aparición de la hostilidad y lujuria del complejo de en esta pa rte de la historia ¿podemos ver el complejo
Edipo, y ello es en respuesta a un self parental d e- de Edipo de Edipo Rey de una manera diEerenre1 Y
que no ha podido resonar con una identifi- todavía queda rá más claro si lo comparanJOf CA>Q.
respuesca inrergeneracional que dio UIÚCI (el

180 181
círculo de su arado) que conduj o a la ulteri or relaci~n campos que so n accesibles a través d e la in trospección:
emre padre e hijo (aquí convi ene recordar que el hiJo el psicoanálisis po r excelencia.
luchó jumo co n su padre co ntra los pretendientes que En la prim era parre del artícul o rep etí lo que dije
ve nían de afuera para restablecer así los lazos Intrafa- hace veinticinco años. Y espero haber conseguido trans-
mili ares) . Yo sostengo que ésta es la esencia verdad era mitir de manera clara e inteligi ble cuál es m i opinión
y nuclea r de la h uma ni dad . Y esta esencia nuclear del acerca de la teoría psicoanalítica q ue no es cercana a
ser humano no es un simple fenómeno superfi cial, ni la experiencia.
un a m uestra de una costra civilizada d e la perso na- En la segunda parte reinterpreté el enfoque y el
lid ad precariamente manten ida, ni ta m poco u n a sentido de una teoría cercana a la experiencia, la teoría
form ación reactiva. En cambio constitu ye el n úcleo de! complejo de Edipo, a la luz del cambio que yo pro-
ese ncial del self. A menudo sólo podrem os acceder pongo: de la ps icobiología a la a la psicología, del
a este n úcleo de nuestros pacientes a través de impor- "horno natura» al «horno psicologicus». Y sostuve que
tantes difi cul tades . la fuerza que nos impulsa a trazar el semicírc ulo del
Voy a detenerme en este punto. Mi m ensaje pr in- arado de Ulises reside en e! núcleo más central de nues-
cipal d e hoyes el m ismo que el d e h ace ve in ticinco rro self, mientras que las fuerzas que nos impulsan a
años. Ento nces me sen tí impulsado a la acció n al ver seguir los pasos del rey Edipo constituyen sólo la capa
cómo el desajuste o perativo que conducía al marco superficial del self que recubre al núcl eo.
psicobiológico de la teoría analítica, nos había inducido ¿Se podría pensar q ue es ta conclusión está moti-
a severas distorsiones en nuestra percepción de la esen- vada por la necesidad de falsear la realidad para alcan-
cia psicológica del ho mbre sin conseguir tampoco una zar así una image n o ptimis ta del ser humano? Mi
verdadera integración del análisis co n la biología y la respuesta sería no. La ciencia no tiene que ser ni opti-
medicina. Freud, al sostener la primacía de las pulsio- mista ni pesimista, la ciencia sólo observa y explica.
nes, nos suministró la base para una co nceptualización Así, com o ps icólogo de lo profundo, yo suelo obser-
específica y también incompleta del hom b re psico- var q ue de trás d e un trastorno edípico suelen haber
lógico: el «Hombre C ulpable», instado a ser civilizado respues tas defectuosas de los objetos del self. Y que
y reacio a aceptarlo. Por otro lado, sentí que los dos detrás de éstas suele estar todavía viva la esperanza nor-
tipos de universo accesibles a la ciencia qued aban ma! de encomrar un entorno que pueda promover el
de6nidos operacionalmente según la poStura del obser- crecimiento del self. Si en el futuro aparecen datOS
w.cfor. Las ciencias que exploran aquellos campos que nuevos que demuestren la existencia ~e ca~ todavía
a tlavés de la extrospección'
. . las' .
ciencias más profundas, verificaremos la evIdenCIa y CUD-
y las Ciencias que evpl oran 1os ,
4 biaremos nuestra teona.
182 J83
Ahora bicn, lo que no creo que pueda cambiar es BIBLlOGRMfA
la perspec tiva p sico lóg ica . Si ral cambio acabara
sobreviniendo, ello impli ca ría que el psicoanálisis, la
psicología profilllda, habrá sido superada, habrá pasaclo BrNEDI·.K, T. (1960), ,(rhe orga nizarion of (he rcproducrive
a ser cosa del pasado. Pero esw no nos tiene que drive., Inumaúoflflljollmal ofP,ychoanalyJis 41: 1- 15.
preocupar ahora, el análisis esra en su infancia. Cierras FREUD. S. (1933), .Why IVar •• Tile Stnndard Edition oflhe
analoglas co n la m ed icina, como el quirar la enfer- complete psyc¡'ologiCtlI works ofSigmund Freud, Vol. XXII. Londres:
medad en lugar de resrablecer la salu d psicológica a Hogarrh Press. 1957 (veT>. easr.: Obras completos. Trad. José Lui,
través de la interpretac ión y de la respuesta empática E(eheverry, Buenos Aires: Amorrortu Ediroresj.
de sus demandas, han motivado que el psicoanáli sis K1NG. D. (1945). "The meaning of normal". Yale journtd
haya sólo arañado la superficie del fascinante misterio ofBiolology tlnd Mediciflr, 17: 493-50 l.
del hombre . ¿Cómo puede el análisis volver a s u sclf KOIlUT, H. (1959), "Introspcetion, cmpathy ami psyeho-
nuclear y así, a través de la realización de su prog rama analysis. An examination of (he rclationship bC(IVeen mode of
observar ion and rheory... journal of lhe American l'sychoanalytic
esencial de acción, avanzar hacia su destino? Solamente
Asso<"Íation. 7: 459-483.
lo puede hacer si alcanza a dar e! paso evolutivo de
KOIIUI ,H. (1971). TheAlIalysis oflheSelf Nueva York:
conseguir una completa internalización rransmura-
Internatlonal Universi(ies Press (vers. east.: Análisis del Self
dora del gran objeto de! self parental de su pasado. Buenos AlCes: Amorronu Edirores, 19771.
Si se tiene éxiw en esta tarea, conseguirá hacer lo que Klllll T . H. (1973a) ... rhe future of psychoanalysi.s .. , ("he
necesita para poder seguir vivo: debe pasar de esrucliar A"nualofP'ychoanfllysis, 3: 325-340.
a Freucl a estudiar el ser hum a no. KOHl.T, H. (1973b) •• The psychoanalysr in rhe eommu-
nity of seholars_. Tlle Annw¡/ ofPsychoanalysis. 3: 341 -370.
KmWT. H. (1977), The RmoTClúotl ofrhe Seif Nueva York:
Imernational Universities Press (vers. case: La restauración de!
,i-mismo, Barcelona: Paidós. 1980J.
KOHUT. H. (! 978a), ,.I.etcer ro Erie Heller", Critica! {rUJuJry,
4: 44l.
KOHUT, H. (1 978b), • The Seareh For rhe $elE., edirado por
P. H. Ornsrein. Nueva York: Internarional Univcrsirles Pn.."Ss.
KOHLT, H. (1980), "Summarizíng reflecríons., en A.
Goldberg (ed.) Advances in SdfPsychology. Sucva York: ¡nror·
national Universirie.s Press, 473-554.

\84
185
WATT, I. (ed.) (l965), The Lifo and Opiniom ofTristam
Shnndy, Vol. 5, Bosron: Houghr. Mir, Rivcrside [versocasr.: La
"ida Y opiniones del caballero Tiúttzm Shandy, Madrid: Ediciones
Alfaguara, S.A., 1997].

T ERCERA PARTE

KOHUT y EL PSICOANÁLISIS
DEL FUTURO

186
III

LA TÉCNICA DE KOHUT
y EL PSICOANÁLISIS DEL FUTURO

R. Armengol Millans

Kohut es liberador. Es un ilustrado partidario del


pensamiento racional y libre. Invita al lector, apremia
al psicoanalista a entender a la persona y a su desarro-
llo de manera coherente y acorde con la realidad del
medio humanizado. Su pensamiento es esperanzado
y abierto y, en consecuencia, evita adherirse a con-
cepciones parciales y secta rias. No acepta que el género
humano esté conducido por fuerzas oscuras y perver-
sas o por pulsiones desestabilizadoras. Los hombres
pueden ser entendidos como proclives al egoísmo, al
interés excesivo que puede reportar desasosiego para
sí mismos y daño a los demás, pero se aleja de la visión
del hombre como portador de una especie de mal
radical. A su vez piensa que, en general, se es suscep-
tible de un cierto cambio que puede abrir el acceso a
una vida más feliz, independieme y libre. Elleaor que

189
no tenga prejuicios p uede que saq ue sus conclusion es la ac titud y el o fi cio d e Kohut permiten d es pl ega r
después de leer su interesa nte pero difici l trabajo p ós- un mejor análisis, más útil, más respetuoso para con
tum o sob re el semi círcul o de la sa lud mental, q ue la dignidad del paciente, menos dolo roso para él y más
h em os qu erid o in cl uir en este li bro conjuntamen te provechoso y profundo.
con «Los dos anál isis del Sr. Z». Las páginas dedicadas Al prescindir casi por completo de la in terpretación
a la empac(a so n m emorab les, y el fi na l del artículo es trad icional en términos de la m etapsicología clásica y
una muestra de la decisión de Kohut para mantenerse substituirla por la aceptación d e lo q ue expli ca el
libre de cualq uier atadura ideo lógica o institucional. pac iente y la comprensión empát ica de lo q ue éste
D ifíc ilm ente se puede ser m ás directo y p reciso: se diga, quedan marcados con gran p recisió n los lími tes
«debe p asar de estud iar Freud a es tudi ar el ser hu- de la técnica. De este modo, la persona que se trata no
mano». Éste es el lenguaje de la ilustració n. es vista con tanta sospecha como, de modo gene- ral,
Kohu t p u blicó los análi sis d e Z d os años antes sucede en el psicoanálisis trad icional don de lo que se
de morir. Q uiso man ifestar expresamente lo que había diga de los iguales y de los mayores se tiende a inter-
aprendido y cómo m odificó su técnica. Q uiso enseñar pretar como una proyección de co n teni dos incons-
el modo por e! que decidió abandonar la interpretación cientes. La técnica clásica está muy encade nada a una
doctrinari a que procede de una ideología y sustitu ir- concepción teórica que establece la primada de! incons-
la por un diálogo atento, respetuoso y empático. Y, lo ciente susceptible de conciencia tanto para el carácter
que es sumamente importan te, decidió propo ner q ue como para la patología. En co nsecuen cia, no es nada
la empatía deviene la actitud y e! principio nucl ear de! infrecuente que en este tipo de análisis se confíe poco
método psicoanalftico. en la veracidad del paciente que, p or imposición de la
El cambio de técnica propuesto por Kohut es tan teoría, só lo sabría de su con cien cia, pero sería igno-
substancial e importante que se trata de u na modifi- rante de una especie d e designios secretos algo per-
cación de amplias y esenciales repercusiones de todo versos. En tales supuestos, n o es raro que se interprete
tipo. Según mi juicio el fururo del psicoan álisi s se lo explicado en la sesió n corno una proyección y, de
basará en gran medida en la técnica desarrollada por esta fo rma, e! paciente tiene que sufrir un dolor innece-
Kohut. Su reflexión sobre la técnica pon e en cuestión sario al no sentirse correctamente aceptado y com -
las. concepciones d~l prop~o Freud sobre el supuesto prendido. En la descripción del primer análisis de Z
primado y excelencia de la Interpretación como inten- se puede ver muy claramente lo que acabo de afirmar.
taré mostrar enseguida, al comentar el alcance del Po r otra parte, creo que no se acaba de entender
segundo análisis de Z . Después de años de reflexi ó n a nuestro au to r si no se está d ispuesto a aceptar que
del mundo diverso del psicoanálisis, p'lenso que su crítica está di rigida a la técnica del propio Freud.
190
191

Así es, en efecro, cuando al denominar com o P SI - omnisciente y ce rrada basada en la m etapsicologfa
coanálisis tradicional o clásico se refiere a aquél q ue tradicional de o rigen freudiano y se la substituye po r
enrronca directamente con el fundador de! psi- el diálogo basado en la empat(a.
coanálisis. Podría decirse que lo que Kohut propone En mi libro El pensamiento de S6cra tes y el psi-
es un mejoramienro del mérodo que legó Freud. Así coandlisis de Freud propuse que el psicoan álisis q ue
lo entiendo. Por consiguiente, aunque no sea nada quiere operar siguie ndo los princip ios de la via di
fácil de aceptar por los adherentes del psicoanálisis levare se enraíza en la mayéutica socrática. La dialéctica
tradicional o clásico - freudianos, lacanianos, kleinia- socrática consistía en un diálogo donde el maestro,
nos, etc.- cada vez resulta más evidente que e! princi- que rehúsa aceptar este honorab le calificativo, procu-
pio metódico, augusto e in tocable, acerca de la via ra no poner nada propio en la mente de quien qu iere
di levare', solo puede manten erse si, como hace Kohut conocer, de manera que éste quede l ibre de la in -
en el trabajo sobre Z, se deja de lado la interpretación trusión de cualquier ideología que no sea la prop ia.
Hasta aquí el Sócrates originario . Ulterio rmen te,
Platón en los diálogos de la época media va intro-
1 Via di Levare por o pos ició n a via di porre en su origen fueron dos duciendo su doctrina y va describiendo un Sócrates
expresiones de Leonardo da Vinci sobre el acre. Freud, en su [[abajo
de 1905 Sobre psicoterapia prop uso muy oportunamente que estas expre- platónico, pero esto no nos incumbe en esta ocasión.
siones también pudieran representar dos actitudes ps icorerapéucicas fun- Hemos de mirar si Kohut introduce doctrina en el
damentales. Po r via di levare se entendería de una manera concisa y sen-
cilla el propio métOdo psicoanalítico ya plenamente esrablecido en aquella
ejercicio de su oficio. Ni el propio Freud, descubri-
época. En este trabajo Freud recomienda, expresa mente, la prohibición dor del método, pudo liberarse de esta gran tentación
de colocar algo propio en la meme del pacieme. Tal proceder sería ac- como seguiré argumentando.
tuar por via di porreo Por consiguiente. la actitud anal ítica sería la con~
traria: apoyar y ayudar a que el paciente se abra y pueda h ablar de su Me parece oportuno señalar, a modo de guía de
intimidad. levantar los diques de la vergüenza, del miedo, etc. De este mi pensam iento, una refl exión de carácter científico
modo operamos por via di ltvare. Según mi juicio, és te es un princi~
pio muy fuerte del psicoanálisis. al margen de ideologías o doctrinas, que se refiere a la
El denodado imemo de poner lo propio en la mem e de los demás medicina en la época moderna. En la actualidad la me-
es una de nuestras servidumbres y un grave defecto del científico. Una
tal pas~ón y propensión sólo pued~ contrarrestarse medi ante un diálogo
dici na opera sin teorías ni doctrinas, solamente se deja
entre Iguales donde quede exclUIdo cualquier tipo de pacern alis mo gobernar por el conocimiento o saber. La ciencia no
?,cl~do el de. ~rte ideológico. Lamentablemente, cuando Freud d ic; puede basarse más que en el saber racional e univer-
IpdIDarse deadldamente por una práctica . . d1· levare.
que se base en Ia VId '-
a su vez, que se produzca la Intromisión de
una po tente co n ~
salizable sujero a verificación y refutación. Con el áni-
I
en e mét odo establecido Me rer. mo de que se entienda lo que quiero expresar, resumo
'nfan il . lero a Ia ·d I '
1 co ogla
perversa I t que caracteriza el complejo de Edipo. mi tesis acerca de este importante asunto: la
~~tataépoca ya se habla producido el d- h d ál·
élJg3do de idcologla-
'

<>alorruna o an ,- na, actualmente, no necesita de ningún ápo de ....


192 193
a diferencia de lo que sucedía en la época medieval un segundo análisis supuesto, lo que pensó que hubiera
mientras que, por ejemplo, la hom eopatía sigue nece- debido hacerse para realizar un psicoanálisis más con-
sitando de teoría y doctrina. El psicoanálisis si quiere sistente, empático y profundo. Así, a modo de crítica
ser resperado debe conducirse como se hace en el estu- de un análisis real conjetura un segundo análisis de Z.
dio de la medicina, no puede proceder como hace la Campa tanda ambos análisis se hace muy evidente
homeopatía al pretender fundamentar su práctica en e! cambio de la técnica y de estilo y, en consecuencia,
especulaciones carentes de base científica. Mi enjui- se muestra que la manera de ejercer e! oficio es com-
ciamiento del psicoanálisis me lleva a afirmar que si pletamente diferente. Es importante señalar que Kohut
éste quiere hermanarse con el pensamiento científico refiere que en el segundo análisis el grado de profun-
deberá abandonar la especulación teórica y limitarse didad del rratamiento aumenta cons iderablemente. El
a lo práctico, a la técnica. Pienso que así opera Kohut autor de! segundo análisis adviene un profesional sen-
en el segundo anál isis de Z . cillo y amable, y establece como norma principal de
Por otra parte, resulta muy claro para e! lector que la técnica adoptar un grado muy alto de respeto para
en e! primer análisis, de corte tradicional, la mayoría con e! paciente para que no sufra innecesariamente.
de las interpretaciones de! analista son e! fruro direc- Abandona la técnica de la sospecha, acerca de lo que
to de una doctrina, no proceden de! saber. La evolu- estaría oculto y requeriría interpretación. Ésta, la inter-
ción de Kohut señala y permite un camino abierto en pretación, según e! análisis canónico tendría la virtud
el que e! análisis no necesite de ideología y doctrina. de desvelar y, de este modo, recuperar el significado.
Para su bien e! psicoanálisis debe abandonar e! deseo Kohut substituye todo este proceso complejo por la
originario de construir una teoría de la neurosis porque escucha empática sin más teorías. Una gran lección,
si persiste en este camino ilusorio se arruinará. El psi- ¡escucha libremente flotante y empática sin prejuicios
coanálisis debe cambiar mucho y, al renunciar a las ideológicos; respero, amabilidad, paciencia, respuesta
teorías analíticas habituales, renovará su paradigma. sencilla; lo más esencial de nuestro método'
El análisis, añado, no puede aspirar a ser más que un Kohut habla de la alegría y del orgullo del ser
oficio o práctica. humano cuando va creciendo, algo que creo funda-
Para mostrarnos su forma de trabajar Heinz Kohut, mental y, a su vez, definitorio. Algo muy hermoso que
con el s~pu:Sto seg~ndo análisis del Sr. Z, construye no tienen en cuenta la mayoría de psicoanalistas afin-
una memona y fingida obra para ilustrar el gran cam- cados en otra tradición donde algunos hablan sin dis-
bio de técnica. En un primer momento, se vale de criminar suficientemente, como si se tratara de algo
un análisis real: seguramente el de sí mismo, para evidente y universal, de la nostalgia del humano por
ulteriormente a modo de COntrapunto, con dejar de ser niño.

194 195
C Ollrra el hábi to allal!ti co q ue ama o n o puede sobre el se micírcul o de la salud mem al. Aquí se at reve,
librarse d e la osc ura ideología, algo romámica, que con ciertas precau ciones y caurelas, a p ropo ner u na
enriende el ser humano como culpable de un original alternativa más coherente pa ra el co mp lejo de l"-d ipo,
p eca do, el áni mo liberado r de Koh ut no es nada el supuesto complejo nuclea r q ue lamen tablemente
menospreciable. Sexualidad perversa, envidia, destruc- ha devenido dogmático desde q ue el ps icoanáliSIS fue
tividad, sadismo y otros pecados, ahora llam ados puJ- concebido como un movim iento. Desplaza al com-
siones, el .ilustrado Koh ut no se Jos cree. Se enfrenta a plejo de Edipo del centro psiwanalítico, pero sigue
aqu éll os que no pueden hacer otra cosa mejor que proponiendo que tal complejO nene CIerta Impo r-
asustarnos con tales concepciones y con una franqueza tancia aunque de una manera mucho menos declSlva
que conm ueve por su valentía, caso de ser él mismo, que lo afirmado y creído por Freud. Ésre nunca pen-
nos presenta cómo fue Z en su juventud . Se supone só que su célebre complejo fuera una forma de habl ar,
que Kohut quiso hacer una crítica de su análisis per- una metáfora. Siempre creyó que era algo m uy real y
sonal, que fue tradicional, sin denunciar a su analista. fuertemente operativo. Quizás Kohut no se atrevió a
A la vez, co mo ya he dicho, utilizó la creación de un afirmar lo que debe decirse si nos dejamos gobern ar
análisis virtual basado en los análisis reales que reali- por el pensamiento científico: el comp lejo de Edipo
zaba en aquella época para presentar un nuevo modo como organizador de la patología y la conciencia moral

de analizar guiado por la empatía. no eXiste.
Kohur se adelantó, como buen ilustrado , a decir
y explicar lo que debe abandonarse para que el méto-
do psiwanalítico, que tanto ayuda cuando es aplicado
CRíT ICA DE F REUD y DE LA IDEOLOG (A de manera sencilla, se man tenga. D e otrO modo, si
PSICOANALfTICA el psicoanálisis no abandona la especulación que pro-
pone que el trastorno, el slntoma y el carácter se deben
a u na lucha o w nfli cto moral se seguirá despresti-
No cabe ninguna duda de que Kohut se enfrentó giando co n mucha rapidez. Oponer sexu~idad, per-
a la idolatría acerca de la persona y el pensam iento de versa o no, con el añadido de la destructIVIdad a una
Freud según se sigue y observa en todos y cada uno .
agenCia represora y proponer gu e de un supuesco
, con-
de los i~stitutos ~e psicoanálisis y en Otros lugares de . . . ., l ' toma y el caracter es
fllCto JIlconsclente surgwa e SIl1 . ,
formaCión de pSlcoterapeutas. La crítica a qu ienes caer en el moralismo. Creo que Kohu[ lo II1tuyo
conciben a Freud como a un ídolo que no pued e primero y, como fue un espíritu libre, lo p : d =
tocarse se hace especialmente evidente en su trabajo pensar y argumentar. En efecto. nunca podr P

196 197
una teoría que sostiene que el s{nroma se co nscr uye mayoría no podía leer con facilidad en inglés los prin-
sobre un conflicro moral. cipios y la forma de rrabajar de Kohut. . .
La publicación de esros dos trabajos de Kohut en Así, pues, a partir de ahora el estudiante, el PSI-
lengua castellana, según mi juicio, supone un aconce- coanalista, el terapeuta o el lego interesado tendrán
cimienro. En mi libro sobre Sócrates y Freud recien- una manera fácil de saber si tiene algún fundamento
temente aludido escribí: "Considero que Kohut fue lo que, de manera oficiosa, algunos siguen diciendo
un psicoanalista libre y porence, y que es escasamence de Kohut: "Es un actuador; es un narcisista, no dice
apreciado en nuestro medio, pero seguramence será nada que no hayan dicho otros; nuestro grupo tam-
revalorizado algún día ... » . Me parece que con la pu- bién utiliza la empatía; todos hacemos cosas parecidas
blicación que ellecror tiene en sus manos este día se cuando trabajamos con los pacientes; sólo hace psico-
va acercando. Entiendo que la posibilidad de la lec- terapia o psicoterapia de apoyo», como si el psi-
tura de estos trabaj os sup one un acontecimiento coanálisis fuera algo distinto de la psicoterapia.
porque los estudiantes de psicoanálisis tendrán ocasión El profesional y el estudiante ahora podrán leer
de observar y aprender otra forma de ejercer diferente estos dos trabajos fundamentales para entender el gran
de la que suele ser oficial. Y no sólo los estudiantes, cambio propuesto por el analista de origen austriaco
porque la mayoría de psicoanalistas y de psicotera- y con entera libertad, ahora sí con libertad y co-
peutas, al menos en España, no han podido leer estos nocimiento, aceptarlo o rechazarlo del todo o en parte.
dos trabajos principales del psicoanalista americano. Asimismo, el lector que no acepte el psicoanálisis ofi-
Cada vez menos, pero todavía se suele criticar e, cial y ortodoxo se sentirá acompañado por las pro-
incluso, denigrar a Kohut desde la cúpula del didac- puestas sencillas de un psicoanalista de gran valía al
cisma escolar. Es también muy habitual que no se hable alcance de cualquier profesional.
de la existencia de los escritos de Kohut incluso cuan- No soy kohutiano más que en lo práctico debido
do se hace historia de la técnica. No citar a un opo- a que Kohut también propone unas teorías que no
nente es una muestra de deshonestidad que se obser- comparto. Parece que piensa que el sínroma es algo
va, a menudo, entre los seguidores sectarios de los adquirido y con un cierro sentido. Es verdad, por ot~a
movimientos ideológicos. No cirar cuando es debido '
parte, que no cree que e1smroma o el trasrorno
. se on-
es una ~liminación homicida, es una negación que .
gmen en un con fl·ICro pu l·
sJOn al I·nconSClente,. pero él
brota. directamente de la inepcia . Puesro qu e h e pre-
supone que e1 seno.d o dI' e sm roma. aparece vlOculado are
senciado muchas veces este ripo de condu c ras me al e- al conflicto con el ambienre. MI propues~ afir~ q
seo
....
mucho de que con la presente publicacl·ó
n secon- el síntoma y el trastorno no tienen. senrldo 0Mes. •
ya a acabar con los abusos de poder cuando la cación y, por consiguiente, no son IOterptera ¡Se
198 199
puede hablar de ellos, s610 faltarla, pero no son sus- TIÓCN ICA O TEO RfA EN LA PROPUESTA KO H Lfll A 'A
ceptibles de interpretaci6n! Se olvida qu e desde
Hip6crates ya no se debería interpretar el sínto m a
mental. Explicarlo, sí, interpretarlo, no. Pero , Freud Se suele decir qu e un cambio de técnica respo nde
y Fliess volvieron a interpretarlo, Breuer se abstuvo a un cambio previo de la teoría. Kohur rambién lo afir-
y tuvo que apartarse. Si no se deben interpretar los ma. Al respecto, dice:
síntomas de una esquizofrenia nadi e debiera inter-
pretar los síntomas de un grave trastorno obsesivo . el ca mbio en mi visi6n te6rica -que tuVO lugar
¡Cuántos años perdidos y, mu ch as veces con dolor en aquella época- influy6 decisivamente para
innecesario para el paciente, al que se le interpretaba focal izar la percepci6n de la psicopatología del Sr.
una úlcera duodenal o un asm a bronq uial! iCuántos Z; y me facilit6, para mayor beneficio del pacient~,
años interpretando a los pacientes h omosexuales con ofrecerle el acceso a cierras áreas de su personali-
una manifiesta falta de resp eto en la mayoría de las dad que no habían sido alcanzadas en el primer
ocasiones! análisis.
Kohut, como la mayoría de analistas, cree que el
síntoma y el trastorno tienen una causalidad psicológica Yo no creo que sea exactamente de este modo. Si
mientras que yo pienso que la ti enen biológica, si bien se leen con atención los dos análisis, lo que se o bser-
la emergencia de lo que está programado dependerá, va es que en el segundo Kohut deja de lad o las teorías.
en parte, del ambiente y crianza, de la cultura y la expe- Las abandona. Reitero que las aban d o n a, lo cual le
riencia, es decir, del plano de lo psicológico. A pesar permite acceder a un pensamie n to lib re mente flo-
de lo anterior, Kohut es mi analista de elección en tan- tante, por supuesto, menos condicionado por las ideas
to que analista en el trabajo. Pienso que su técnica sen- •
previas .
cilla y amable será el núcleo del psicoanálisis del futu to. La teoría no debe cambiar el m étodo. C uando todo
El pensamiento de Kohut y su lucha Contra los con- va bien sucede al revés, la teoría cambia cuando la
vencionalismos escolares que destruyen la lib ertad ,
técn ica está bien aplicada. C uando el método y la té~­
co~tituyen al menos para mí, unos objetos deL self muy nica se cambian para seguir y obedecer a una deter~l­
estimados que me amparan y me asisten para poder
nada teo ría se pierde lo mejor del método. El cambiO
ser independiente y libre.
de la técnica en la práctica de Kohm, yen la de otr~
que han procedido como él, no procede de un cambIO
de teoría sino del abandono de la teoría. Lo que
bia, de manera notoria en el caso de Kohuc. es la
200
201
de fobi a a los caball os supi era que el d octo r estaba
acrirud. Ca mbia la manera de ejercer el ofi cio o la pro-
fesión. Kohur cambió las reglas del trabajo. Entre uno co nve ncido que su males tar prove nía de unos supues-
y orro análisis de Z se observa co mo regla la desapari- ros deseos incestuosos. Lo mismo o similar hi7..0 co n
ción de interpretacio nes basadas en teodas. La mem e Dora. De for m a parecida trataba Kl ein a sus peq ue-
del analisra del segundo análisis está reglada para ejercer ños pacientes, D ick o Rich ard pueden se r reco rdados .
el ofi cio só lo auxili ada po r la inmersión em pát ica. iPobres pacientes! iQ ué de bía n pe n sa r de aq uell as
La regla del prim ero, como el lecror puede comprobar, interpretaciones!
está basada en la interpretación tradicional y oficial . La Kohut es el p rimer psicoanal ista de renombre que
técni ca sólo cam bia y debe cambiar como fr uto de la nos libera de semejantes obligaciones improced entes.
experi encia y del saber que la experi en cia apona. Viene a decir: «esto es anál isis trad icion al, ex iste o tro
En el caso de Kohu t es m uy claro, él camb ia su psicoanálisis, en el futuro será muy dife rente». En efec-
man era de ejercer el oficio porque la técnica tradicional to, existe OtrO modo de tratar al pacie nte: tratarlo sin
le parece que no va bien o no va suficientemente bien. teorías. Es lo que Kohut hace en el segundo an álisis
Parte de algo práctico, de unos hech os. No parte de aunque diga que cambió de teoría.
una teoría sino de u n saber, un con oci mi ento. Así Una de las propuestas de Koh ut q ue m e parece de
debería se r siem p re porque saber y teoría son con- la mayor importancia para entender a los h ombres
ceptos muy diferentes. y, en consecuencia, poder tratarlos d e m an era cohe-
C uando Freud va estableciendo su m étod o no se rente, se refiere a su postulación de que casi todos los
apoya en ningun a teoría. Si se lee atentamente la des- humanos y durante toda la vida estamos muy necesita-
cripción de los pasos suces ivos en la elaboració n del dos de compañía, sustentación y apoyo. Esta idea está
método psicoanalítico, tal como, por ejemplo, yo mis- vinculada a su crítica del m o rali smo implícito en la
mo lo describo en mi libro creo que de fo rma rigutosa, sobreva loración del a m o r objetal , propia del psi-
se hace evidente que el m étodo procede en su tota- coanálisis inte lectual isra que sosriene una concepción
lidad de la experiencia, d e la práctica. Fue despu és de la mad urez exenta d e narcisismo.
cuando el propio Freud introdujo innecesariam ente Ten iend o en c uenta lo anrerior alguien podría
«teoría» dentr.o de su método. Se apartó de Breuer y argumentar: «Ahí está la prueba de una teoría, apta,
se acercó.a Fhess. C~eyó que s~ metapsicología apo- además, según se acaba de decir para trarar mejor a los
yaba l~ m~erpretaclO~es que. Imaginó y em pezó el •
pacientes».
adoctnnarl1lento. Por ejemplo, mtrodujo sin necesidad Pues no, no hay teo ría en esta propuesta. Si acaso
la doctrina sobre el complejo de Edipo. A partir de lo que hizo Kohut fue abandonar la teoría freudja-
CIIIte punto se encargó de que un niño que padecía na vigente sobre el narcisismo. Lo que se toma por

202 203
teorla muchas veces no es más que una buena observa- cepros, reglas o guías, propuestas o consejos, es decir,
ción, un hecho, un saber. En lo relativo a la necesidad fo rmulaciones prácticas acerca de cómo hay que ejercer
de compañia pudo estar más acercado Kohu t que el oficio. El ps icoa nálisis no es más q ue una forma
Freud, pero esta observación acercad a o falsa n o es de psicoterapia, no debe pretende r ser o tra cosa. El
ninguna teoría. No hay más, ni menos. C uando Freud psicoanálisis es un oficio o práctica como lo es la me-
observa la frecuencia e imporcancia del sentim iento dicina o e! arte de pilotar un avión reactor. Se requ iere
de culpa en los humanos no formul a ninguna teoría, mucho conocimiento, saber, experiencia para ser piloto
se trata de una observación, de una buena observación. de avión , pero es mejo r que no haya teorías y especu-
A parcir de dicha propues ta ini cial sí que construye laciones en la mente de! piloro, por nuestro bien ,
una teoría cuando espec ula q ue existiría un sen- cuando somos conducidos por él.
timiento de culpa inconsciente y, todavía más, cuan-
do pretende que tal sentimiento se origi na en un com-
plejo inconsciente, e! de Edipo. El complejo de Edipo
sí que se sitúa en e! campo d e lo que se denomina LA INTERPRETACIÓN PSICOANALCTICA
como hipótesis, teoría, ideo logía, doctrina, espe- y LOS DOS ANÁLISIS DE Z
culación. Para mí, está claro cóm o debe denominarse.
El gran peligro de las especulaciones y teorías es que
dañan e! conocimiento cuando son falsas. Las teorías El psicoanálisis tradicional, sigu iendo las enseñan-
no son inertes y neutras. Cuando están estab lecidas zas de Freud, establece unas p ropuestas de lo que debe
si no son correctas paralizan el avance del conocimien- entenderse como interpretación que, en general, son
to y e! progreso de la ciencia. seguidas por la mayoría de psicoanalistas ortodoxos.
Kohut no necesita cambiar de teoría para tratar de Pero, como se verá enseguida, Kohut abandona en la
nuevo a Z, sólo cambia la técnica, que ya es mucho práctica la propues ta tradicional acerca de este de-
y notorio cambio. El lector que dude acerca de lo que licado tema. De o rdinario, se entiende que la inter-
acabo de decir que lea atentamente el segundo análi- pretación psicoanalítica consiste en desvelar al paciente
sis de Z y observará que no hay teoría en él, ni vieja una parte o contenido de su inconscienre. CoI~bo.rar
ni nueva, no la hay cuando se refiere a lo que hace con a hacer consciente lo inconsciente o aporrar slgm/1-
el paciente. Las referencias teóricas anejas al segundo cado a un sínroma o un rasgo del carácter. El psi-
según mi opinión, no aporran nada e, incluso, coanalista tendrla un conocimiento de lo que
distraen innecesariamente allecror. Lo que hay en en el inconsciente del paciente y que éste, debido a
, con la técnica son recomendaciones o pre- los procesos defensivos, se resiste a rememorar. A CIIJIIIo'

204 205
secuencia de eJlo, e! s(nroma menral o el rasgo de de que la prcsemación ocupa muy pocas páginas, micn-
c"dcrer habr(an qu edado desprovistos de Su originaria rras que eSra palabra casi desaparece en la narraci6n
significación y la conciencia de! pacienre no cap¡aría del segundo.
el senrido de su rrastorno y de su malesra!". Entonces, A diferencia de lo que ocurría cuando el psi-
se aduce, el psicoanálisis debe rener un aparato reóri- coanalisra tenía casi rodas las respuesras para todo lo
co para consrruir su rrabajo inrerpretativo y aportar que el paciente dijera, ahora se observa cÓmo Koh ut
significado a aqueJlo que no lo tiene para quien está está [(abajando tranquilo, ejerciendo con cm paría su
analizándose. atención libremcnre flotante. En este momentO le
Aunque el conjumo ideológico pu ede variar algo interesa un trabajo efectuado conjuntamente donde
de unas escuelas a otras, hay con cepciones a las que el analista es como en la mayéutica socrática un faci-
se adllieren la mayoría. AlglUlas de tales concepciones litador o catalizador de la apertura y del conocimiento.
doctrinales serían: conflicto in conscienre como gene- Como Sócrates, ahora el analista no enseña nada, no
rador de los sfmomas y modulador del carácter, sexua- es un maestro, trabaja con su paciente.
lidad infamil de carácter perverso y polimorfo y com- En mi libro sobre Sócrates y Freud propuse que el
plejo de Edipo, teoría libido-pulsion al que incorpora análisis debía basarse en la neutralidad, la abstinencia
en la mayoría de ocasiones lUla pulsión de destrucción del analista y la empatía. Creo que así sucede en el
o de muerte con un subsiguiente sentimiento incons- segundo análisis. Kohut aquí conserva una exquisita
ciente de culpa, una teoría que propone que el narci- neutralidad al abstenerse de ofrecer doctrina al paciente.
sismo da paso a una relación de objeto madura, etc. Por el contrario, tal como entiendo el psicoanálisis,
Si se examina atentamente el segundo análisis de no hubo neutralidad en el primer análisis. La neu-
Z se puede verificar que no hay ninguna interpretación tralidad sólo puede querer decir que el analista no
que proceda de una teoría acerca del conflicto incons- adoctrina al paciente. Kohut dice del primer análisis
cienre. Todas las formulaciones imerpretarivas proce- tradicional: "En el interior del setting analítico, el
den del semido común de un analista que conoce a paciente se adecuó a mis teorías ofreciéndome temas
los hombres y quiere saber de su paciente conducido, edípicos». Es imposible hablar con más claridad acer-
no por teorías, sino por la empatía. No se suele percibir ca de la cuestión de la iniciación doctrinaria. En el
q~e en e~te análisis Kohur trabaja sin inrerprerar, a primer tratamiento el analista no es abstinente, al con-
diferenCia de lo que hace en el primero, lo cual me trario, está deseoso de ser visto como una especie de
~ar~ce muy revelador. No es nada extraño, por con- oráculo al que el paciente debe gratitud. No cabe duda
Siguiente, que la palabra imerpretación aparezca múlri- de que Kohut se abstiene de estas satisfacciones en el
pies veces en la descripción del primer análisis, a pesar seO'undo aná! isis cuando sólo está pendiente de [ra-
o

206 207
bajar con el paciente de forma tranquil a y ri gurosa y futuro se verá claro que donde haya em patía no cabe
se absti en e d e todo lo d em ás . Como Sócrates pro- la interpretación tradicional, que por defini ción pro-
pugnaba, permi te y ampara que el paciente desarrolle cede de una doctrina. Empatía y actuación doctrinaria
su propia manera de ser y el «maestro» no busca nada, se excluyen entre sí.
ni se satisface de nada, se abstiene. Se abstiene, como En el segundo análisis la interpretac ión de la
es natural, en el sup uesto de que el paciente sea una transferencia tamb ién sufre un camb io evidente
persona éticamen te correcta, tal como propuso Freud. resuelto con mucha energía . Kohut está atento para
El an alista realiza un trabajo y cobra por ello, si no ser desmesurado en interpretar d e este modo y
es una persona madura se abstendrá de perseguir Otros tiene muy presente que el tratamiento no se le com-
beneficios, ventajas, influencias o que el paciente se plique innecesariamente. Refuta la consigna que con-
qu ede adherido a su persona o a su doctrina. El ana- mina a una continua interpretación ele la transfe-
lista com o cualqu ier otro trabajador se satisfará del rencia. Para quien tenga algo de experiencia de lo
trabajo bien hech o. Lo más bello de un trabajo bien que se dice en los seminarios de formación de ana-
realizado es la co nsecución de gozo y alegrla, lo cual, listas y rerapeutas y en las reuniones de los círculos
dicho de paso, está al alcance de cualquier trabajo. analíticos, sobre todo en los kleinianos, acerca de la
Cuando este asunto tan importante y decisivo le falla transferencia, la toma de posición de Kohur es muy
al analista, se observa que empieza a comportarse mal. clara. Advierte que no se debe complicar el diálogo
¡Qué decir de la em paría' Fue nuestro autor quien analltico con abusivas e irrespetuosas interpretaciones
propuso que de su em pleo sincero, de su aplicación de transferencia que crean un ambiente enrarecido.
auténtica, y no sólo declarativa, se derivaba algo esen- Es muy explfcito cuando escribe que al no inter-
cial del método psicoanalítico. E n mi libro insistí en pretar en la transferencia
que el método psicoanalítico se carac terizaba por la
ausencia de actuación del analista. N i act uación libró al análisis de un conflicto gravoso, iatrogéni-
pedagógica ni moral ni doctrin al. De ahí que pro- co y fict icio (sus estériles reacciones de rabia con-
pusiera a la emparía, siguiendo a Ko hur principal- tra mí y las consiguientes disputas), que yo habla
mente, pero también a Freud, como uno de los pilares entendido anteriormente como el inevi rabIe acom-
q~e definen el mé~odo. Si un analista o terapeuta mí- pañamiento del análisis de sus resistencias.
mmamente experimentado puede desplegar y usar la
empatía para hablar con el paciente, no le hace falta Kohut ahora cae en la cuenta de que las estériles
bUSOlf nada en las teorías. El uso de la empatía per-
disputas transftrenciales era él quien las provocaba y
mite reemplazar a la doctrina. Me parece que en el ,
mante11la.
208
209
Kohur va hablando con su pacience, escucha lo que K O H UT LIBERADOR
él quiere decirle y es capaz de aceptar lo que piensa acer-
ca de los sueños. La incerpretación directa y sencilla,
la que procede de la experiencia de los hombres sin las Si apenas interpreta, ¿qué hace Kohut en el segun-
complicaciones proveniences de teorías muy sofisticadas, do análisis' Escucha, reflexiona y dialoga SIl1 actuar.
puede ser válida y aceptable, suficience sin m ás. Entonces, según mi juicio, el paciente por razón de
En un sueño, la madre le da la espalda y Z piensa un diálogo exento de intelectualizaciones y de actua-
que tal posición podría suponer que ella lo abandona ciones pedagógicas de corte paternalista se sie nte
enfadada porque él se acercaba a su padre. Kohut acep- acompañado, aceptado y se tranquiliza. No se sien-
ta esta incerpretación de! paciente. Es una suposición te interpretado de manera muy complicada e in cier-
sencilla y que todo e! mundo puede comprender con ta sino comprend ido . El analista colabora y ayuda a
facilidad si se está dotado de cierta empada. Otros, que el paciente se abra y se desembarace de aquello
con una madre mostrando la parte posterior pensarían que le oprime y no le permite la independencia, la
en incerpretaciones distintas. Obsérvese que en el andli- libertad, el contento, la satisfacción y el placer. Lo
sis, si la empat{a es aplicada con decisión, excluye la for- relativo al placer es sumamente importante. Placer
mulación de algo que no esté en la mente del paciente. que va substituyendo a la amargura y la ira si el
De nuevo la vieja cuestión: via di porre o via di levare. tratamiento va bien.
Tal como lo entiendo, la empatía excluye la Veamos algunos aspectos importantes de la técni-
actuación doctrinaria del analista porque obliga a que «1.. Una de las cuestiones que destacan en la descripción
se atienda a lo que hay en la mente del analizado y, a de! segundo análisis es la labor realizada en común.
su vez, conttola e impide que el analista imponga lo Desaparece por completo el paternalismo del primer
que hay en su propia mente en tanto que hipótesis, análisis. El paciente no está pasivo e irrirado recibien-
teoría o especulación. do cogniciones intelectualizadas o conclusiones inter-
Con todo, el psicoanalista no puede dejar de com- pretativas ofrecidas por e! analista más o menos cono-
ponatse como un buen profesional que sólo puede cedor de aquello que e! paciente supuestamente no
afirmar lo que el conocimiento científico tiene vali- sabe o ignora. La situación se ha invertido: ahora el
d~do. :or ejemplo, ~ara tratat la histeria no es apro- que no sabe es el analista. Puesro que no sabe, no puede
piado Interpretar gUIado por teorías no probadas' si interpretar, en consecuencia, el contrato a~ora se
se habla de la sintomatología sólo se podrá deci: lo establece de modo que ambos se ponen a trabajar para
que se sabe o conoce con ceneza; el grado razonable conocer mejor y, así, por el procedimienro d~
de ceneza que establece la ciencia. dí levare el paciente va quedando menos enre-
210 211
personas de significación parental, jefes, macstrO~ () el
encadenado a prejuicios o cogniciones espurias acerca
mismo analista, se le puede desautorizar su percepCión
de sí mismo y de su historia. Kohut declara que en
y su opinión mediante una interpretación de la proyec-
este análisis el estudio de la relación con la madre de
ción. Si, entonces, se le ocurre protestar se \I1terprcta
Z les tomó mucho tiempo. El lector no puede dejar
la resistencia. El paciente ya no puede protestar, sus
de advertir que la actitud de respeto, prudencia y diá-
percepciones y opiniones no valen lo suficiente, e1.ana-
logo ha substituido la tarea del analista dando inter-
lista sabría que él se engaña, conocería su inconsciente
pretaciones a una persona pasiva, más o menos depen-
y, acto seguido, tendrá que oír que, en ngor, no s.e
diente de la supuesta sabiduría analítica del terapeuta.
estaría hablando de lo que fue o es sino de otra reali-
El analista ayuda a que el paciente confíe en sus
dad, la de su inconsciente poblado de fantasías que se
propias percepciones, también en aquéllas que provie-
nen de su infancia; le. acompaña y apoya para que pueda proyectan, de las que hubo e~ el pasado y de las que
ser más valiente y libre. A mí me parece que esto es seguiría habiendo en su medIO act~lal y, SI el anahsta
en cuestión es un fervoroso partidariO de tomarlo todo
fundamental porque el paciente suele ser inseguro, pero
muchas veces su percepción es buena y, precisamente, como si se tratara de transferencias, añade que lo mis-
sufre mucho si se le interpreta mal, con las teorías de mo le sucede al paciente con el terapeuta.
Todo esto lo desbarata Kohut. No admite este
lo funesto, porque puede llegar a creerse un tanto per-
v~rso al suponer que no ha entendido bien a su gente.
desarrollo clásico. Una parte considerable de una tal
Sm embargo, muy a menudo ha entendido bien, ha doctrina de la sospecha consiste en aceptar como
entendido muy bien. axiomárico que los padres, la madre en alguna varian-
En el análisis tradicional, sobre todo en aquél que te y el analista serían arquetipos de lo excelente. El hijo
ha desarrollado una gran doctrina acerca de la pro- debe gratitud, sin condición alguna, a los padres y,
yección y la identificación, el paciente queda muy ahora, al analista. No se tiene en cuenta que la gra-
desautorizado y, por consiguiente, dependiente del titud depende de la generosidad y de la circunstancia.
analista y de su interpretación. Ello es especialmente El adulto para el análisis clásico siempre sería un deriva-
grave porque el analizado queda en las manos del ana- do del ser infantil lleno de impulsos inaceptables,
list~, sometido al supuesto conocimiento que el pro- inmaduro y actuador, con el añadido de la envidia y
fesIOnal tendría de su inconsciente. el sadismo según lo propone alguna escuela. En s~m~,
Sucede lo siguiente: el paciente explica, más o la persona que consulta es entendida como u~ .mdl-
menos tímidamente, su propia historia y cuando viduo pecador. Como sucede en algunas tradiCIones
dorcribe una situación conflictiva o anómala relativa religiosas las personas no sabrían que son portadoras
o mayores o, en el presente, referidas a de una culpa original.

212 213
se refiere a los grandes crí menes fantaseados: la ~alta
En los dos análisis del Sr. Z y en el sem idrcu lo
o culpa que origina mayor sufrimiento a la humal1ldad
sobre la salud mental se ve muy claramente que Kohut
es la falta de atención o de respeto . Está muy claro quc
abandona estas teorías. Pero, ¿qué teorías? Las teorias
que provienen de Freud y anuncian que siempre habría de la falta de atención o de miramiento Y respcto,
perversión inconsciente, ya en la niñez, con el comple- expresiones que vienen a significar la misma cosa,
jo de Edipo y su sexualidad parcial. Ahora bien, puesto nacen los mayores males para todos. Sin embargo,
que el paciente neuróti co no es un perverso, no ten- estas reflexiones sobre el dolor y el daño no las tienen
drla, a pesar de todo, conciencia clara de que lo per- muy en cuenta los analistas interesados en otras pro-
verso estaría albergado en su alma desde la infancia fundidades. Esperaremos a que se entienda que el pro-
promoviendo el síntoma que él no comprende. blema sobre la culpa debe relacionarse con la realidad,
Entonces e! analista debería aportar signifi cado a lo no con las su puestas fantasías previas a la experiencia.
que el paciente no entiende y se resiste a aceptar: inter- En efecto, la humanidad no desea el incesto. El
pretará el síntoma y e! carácter. humano no es culpable de desear el trato sexual con un
Todo esto es un grave error doctrinal que Kohut progenitor y ser hostil para con el otro. El célebre y
fue el primero en denunciar. En e! semicírculo denun- nuclear complejo de Edipo que, como buen ilustra-
cia la concepción moralista que, como en las religiones, do, Kohut refuta con toda razón. Si la crianza va bien,
hace de! hombre un ser culpable . Se sería culpable, incluso sucede a la inversa de lo que suponía Freud. En
como en los textos religiosos, por la acción de! pen- el rrabajo acerca del semicírculo de la salud mental Kohut
samIento. Todavía peor, puesto que se trataría de in- expone una parte de la leyenda de Ulises. En ella el hijo
tenciones inconscientes. Así, e! análisis tradicional le puede esperar al padre y llegar a sentirse orgulloso de
añade gravedad a este asunto: se es culpable aunque contribuir al acercamiento de éste a su esposa. Kohut
no se haya cometido ninguna falta o culpa, se es cul- no se hace esclavo de un solo mito o creencia y opone
pable además aunque no se piense en una actuación un mito a otrO mito. Contrapone Ulises y Telémaco a
prohibida porque el deseo o e! impulso, de acuerdo Layo y Edipo. Ulises y Penélope quisieron mucho a
a la teoría, no serían conscientes. Puestas así las cosas su hijo mientras que Layo y Yocasta fueron unos padres
el analista será e! verdadero conocedor qlle va a reve- desastrosos, meros egoístas. Tal vez, como consecuen-
lar al paciente su inconsciente un tanto perverso. cia del narcisismo de los padres, Edipo, el pequeño rey
Es verdad que en muchas ocasiones no n os h ace- doliente, fue siempre un narcisista ciego, mientras que
mas sabedores de nuestras culpas y' por Ia acnvI "d ad Telémaco pudo acceder a la generosidad. .
dd potente narcisismo, no las reconocemo s. Pero e1 Kohut vio y entendió muy bien la tragedIa del
mayor problema con la culpa, segun' mi prop uesta, no humano. No ser querido es una tragedia que puede

214 215
pero el paciente no la percibe, lo que él siente es \0
ser muy dificil de resolver. Pero, quizá la mayor difi- que sucede en el primer análisis de Z: interpretación
cultad para el humano es conseguir quererse. Estas
sin emparía para encajonar al paciente en una teoría.
cosas Kohut las supo muy bien. Es una tragedia no
Con empatía Kohut se da cuenta de que el paciente
poder quererse y al narcisista le sucede esta desgracia;
no puede acceder al placer y advierte que Z ya desde
a pesar de que quiere co nvencerse y convencernos de
niño «se arrastraba por una vida sin placen,. Es habi-
que es una maravilla no se quiere nada. Quererse es
tual que en los análisis tradicionales no se dedique sufi-
imprescindible para vivir bien y morir bien.
ciente atención al logro del placer. Este asunto tan
Todos los analistas suelen decir, algunos de un
imporcante se deja de lado y, en su lugar, se puede pro-
modo un tanto enfático, que ellos hablan con sus
poner al paciente una tarea casi religiosa con formu-
pacientes de afectos, de sentimientos, de ansiedades.
laciones penitenciales: el paciente debe reconocer su
°
Peto ¿están atentos?, ¿están dotados cultivan la
ansiedad de castración por sus impulsos carnales o, 10
emparía, la única facultad que propicia el estado men-
que es parecido, debe entrar en la llamada posición
tal receptivo que permite que en la sesión los pacientes
depresiva habiendo renunciado a sus supuesros deseos,
hablen de su intimidad?, ¿los pacientes les hablan de
conducidos por la envidia, de derrotar a sus mayores
los terribles sentimientos de vergüenza y de vacuidad,
de la espantosa impresión de ser extraño, de la sen- incluido el ptopio analista.
La consecución de placer no estaría muy bien vista
sación de falta de cohesión o coherencia, de los miedos,
puesto que está muy parcialmente relacionada con la
d~1 horrible miedo de no ser plenamente aceptado en
satisfacción de impulsos que se pretenden perver-
nmguna parte?
En la descripción del primer análisis Kohut mues-
sos. Al respecto, en ocasiones se oye propagar ideas
tra con acerada precisión que en el análisis tradicional muy moralistas, algunas relativas a unos supuestos
lo relati,:,o. ~ los afectos y la inmersión en la empatía, objetivos o logros mentales especiales, si uno se deja
la c.ondlclOn necesana para que el paciente pueda conducir por el analista, que se parecen a antiguas con-
abnrse Silo desea se substituye por una especie de in- cepciones acerca del hombre nuevo. Con pasión propia
telecruallzaclón, como en una especie de p SICO
. terapla . de adeptos se puede llegar a encomendar a los alum-
. .
cognitiva y conducrual en la que, por lo de ' nos de psicoanálisis o de psicoterapia que procuren
'l' I mas, en que sus pacientes entren en la llamada posición depre-
mu tlp es o~siones a juzgar por lo que se publica, lo
que predomma es el mgelllo que exhibe el an al Ista.' Se siva aunque sea a empujones. Con una dogmática
trata de una concepción del análisis a1tament' l de este ripo el psicoanálisis se acaba convirtiendo en
r d d e lOte ec- una misión y se construye una ideología que lo con-
ma lZOLO on~e la empatía está presente solamente de
forma declarativa. Se dice que se procede co n empana, ' cibe como movimiento. El paciente debe entrar en la

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KOHUT y EL PSICOANÁLISIS [)!'L HHURO
comprensión y acepración de una buena nu eva como
si se rrarara de una evangelización o de un proselitis-
mo maniflesramence ideológico. C uando los análisis
son conducidos de esre mod o, en el que no hay Se ha dicho en muchas ocasiones que Kohut con
emparía por mucho que se la nombre, se desencade- su psicología del self reduce la expl icación de la paro-
na una confroncación de id eologlas encre pacience y logía y del carácter al ambiente desfavorable de la
analisra que puede acabar en la sumisión o en la adop- infancia y también se le critica la idea de que la rea-
ción de un falso se1f. En ambos casos se ha consegui- lización de un buen análisis permitiría saldar las defi-
do un adepro para e! movimienco. ciencias de la crianza. Puede ser que el reproche no
Kohur habla de alegría y de gozo, de placer, habla sea del roda infundado, pero es parcial e interesado,
de la satisfacción del paciente y de! niño que quiere propio de una lucha ideológica entre escuelas rivales.
crecer y hacerse independiente. No habla de la ansiedad Entiendo que Kohut es demasiado ambientalista,
o desazón que, según algunas teorías, de manera re- se decanta en exceso por la sociología como en algún
gular los pacientes deben llegar a sentir, aunque no lo momento también hizo Freud, y formula que la
sientan, los fines de semana o durante las vacaciones. parología es determinada por el amb iente. Según mi
No habla de estas cosas porque descree de ellas. Se ha propuesta, la parología viene programada por la biología
convertido en un heterodoxo que abandona una con- y el ambiente hace posible, en muchos casos, la emer-
cepción moral del análisis. Al dejar de lado estas ideas gencia de lo que era ingéniro. Si, ulreriormente, hay una
puede acercarse al paciente y observar que puede darse buena experiencia psicoanalítica o de orro orden, el
«una verdadera relación armoniosa con otro ser paciente se tranquilizará de nuevo, vivirá mejor, más
humano». Tampoco dice que siempre vaya a ser de cohesionado o coherente consigo mismo y lo patológico
este modo, no creo que fuera un iluso. Este acer- disminuirá sin desaparecer nunca del todo, como el pro-
camiento no se producirá en todos los casos de la mis- pio Freud reconoce en alguna ocasión . Admirida una
ma forma y con el mismo grado. Habrá muchos parte de esta crítica a Kohut no me parece adecuado
pacientes con los que el contraro de trabajo psi- ir más allá con ella. Él muestra que apoya y permire que
coanalítico no se podrá realizar por circunstancias e! paciente se libere de sus enredos y falsas percepciones,
divers~. Si ~o se q~~ere idealizar el análisis o la psi- pero no le añade nuevas cogniciones inteleccu~¡'zadas.
coterapia pSlcoanalmca habrá que poder aceprar que El elemenro liberador de Kohur en la [¿cm ca para
éstos en muchas, muchísimas ocasiones no se pueden con los pacientes y en sus escriros para. los psi~~
aplicar ni indicar. listas consisre en abandonar la concepc~ón [ronca
que el humano procede de una infanCia con Iil"iltS

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componClHCS perversos escondidos o c1aramcnre rela- Aunque perso nalm ente siga prefiri endo y reco-
cio nados CO Il el pecado, como sucede con los adhe- menda ndo la técni ca de Kohut debe decirse, también,
ren rcs o con vencidos de la co ncepción de la p erve r- que muchas de las co rri entes actuales del ps icoanáli-
sión, el sadismo o la envidia, sis no rteamer ica no q ue di fie ren de la psicología del
Ko hu r propone un psicoa náli sis sin m o ral. Un self se or igina n en el cam in o que Ko hut ab ri ó p o r
,

análisis q ue acepra la perversión cuando la haya, cuan- p ri mera vez.


do sea man ifiesra, pero no admite un inconsciente infer- La psicología del self de Kohur es un psicoa nálisis
nal. Enriende q ue el infierno, a veces, esrá enrre los que se hace independieme de antiguas reorías y, segú n
padres, y 10 adm ite así cuando es el paciente quien Jo mi juicio, se puede articular bien con la racio nalidad
dice, Entiende que los padres, aun cuando haya habido que la ciencia demanda. La co nj unció n con el pen -
buena volun tad y dedicación, pueden haber sido unos samiento científico-experimental, en el q ue no caben
perfecros inepros o necios en el cuidado de sus hijos las especulaciones es un asunto m uy imp orta nte, le
porque a pesar de la propaganda h ay m ucha hipocre- será exigido al psicoanálisis, ya lo es, por los ambienres
sía y muchos falsos Belenes, Admire que el paciente le cultivados de nuestra época,
expliq ue q ue su mad re nunca sup o atenderlo bien No faltarán quienes se defiendan de la propues-
porque era una mujer enferma, Admite q ue el paciente ta liberadora de Kohut expl ica ndo co n sufi cien cia
suele acertar al describir SllS cosas, Esta acti tud es SlUTIa- que él hada psicoterapia de apoyo . Cada uno sabrá
mente importante para los pacientes porque por fin se lo que dice y por qué lo dice. Por mi parte afirmo
encuentran con un analista q ue les acompafia si n pre- que mi análisis personal fue muy parecido al que
juicios en su ardua introspección y expresión, Kohut propone y gracias a él mi vida cambió bas-
En es re escriro he afirm ado m i impresión de q ue tante; me permitió vivir mucho m ejor, más contento
la récnica de Kohur se irá impo niendo como eje ver- y con mayor liberrad. Confi eso que si necesitara o
rebrador del an álisis del futuro , De algún modo ya quisiera anal izar me de nuevo, dado que mi analista
es así en cierto grado , El psicoanál isis y la psicoterapia falleció hace tiempo, buscaría uno que creyera en 10
analírica que van adquiriendo más aceptación en los que tengo q ue decirle y no me interpretara, No sop~r­
círculos culturales y en los universitarios son form as taría n i una sola interpretación al uso, transferenclal
d~ psicorerapia de i~rrospecció n y expresión despro- o de otro cipo, D e precisarlo, buscaría a un anaJ¡sta
Vistas de las comphcaclOnes teó ri cas de hace unas respetuoso, neutral, empático e ilustrado que no cre-
~écadas. El ~sicoanálisis de Kohut es sencillo y amable, yera en teorías y me oyeraa mí, En rodas parees de~~
liberado de mnecesarias complejidades que prod ucen haber anal istas que trabajan de un modo IIldepe
dolor y confusión innecesarios a los pacientes. diente pa recido al de Kohur.

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Los dos ,,,,álisis dtl Sr Z e\ un text" del
todo inusual en la literatura p"".<JanalítlO,
que pocas veces nos brinda la opi,nu",-
dad de campan" con el anah\ta la expe-
riencia subjetiva de su propiO anál"".
Todo parece indicar que el atribulado
Sr. Z que acude al mismo anah\ta en dos
momentos de su vida era el mismo
Kohut, aunque no es posible saber a
ciencia cierta quién se esconde baJo ese
nombre -o si fue, Incluso, una persona
de carne y hueso . En cualquier caso, el
texto es el mejor testimonio de la bús-
queda que emprendió Kohut para encon-
trar una técnica psicoanalítica capaz de
aliviar el sufrimiento de sus pacientes y
de ahondar en las causas que los origina-
ban, a través de la empatía, el diálogo y
la escucha atenta y comprensiva_

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