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Independencia Natural

La independencia es la antinomia de la dependencia. Es todo ser o toda cosa que puede


existir o funcionar por sí mismo, sin que deba aceptar, tolerar o permitir injerencias
externas.

Un ser humano es independiente cuando puede valerse por sí mismo, asumir sus
responsabilidades y satisfacer sus necesidades sin recurrir a otras personas, objetos o
sustancias. Esto no significa abstraerse de la cooperación humana, de la solidaridad o de
las relaciones afectivas, sino no necesitarlas al extremo de no decidir ni conseguir nada
por sí mismo. Es importante escuchar un consejo, recibir una palabra de afecto, integrar el
circuito productivo o colaborar con los compañeros de trabajo, pero también tomar las
propias decisiones y construir un destino personal.

Todos los seres humanos son independientes a partir de la responsabilidad de sus actos
y de sus palabras.

Los hombres que nacieron y se criaron en absoluta libertad gozan de una independencia
general para continuar viviendo con el pensamiento libre.

Sobre estos principios básicos nace el comportamiento equilibrado, ligado a la decisión


responsable, como una ley de la naturaleza, que no admite el rechazo de los demás.
Reconocer que nuestros hijos no tendrán que ser iguales a lo que somos. Ellos serán
vidas independientes que llevan su propio proceso para luchar por lo que aman, sienten y
desean, sin que nadie, absolutamente nadie, pueda adueñarse de su forma de pensar. La
fortaleza de los padres enseñando a sus hijos a caminar y dejar que ellos controlen sus
propias vidas.

Que en el hogar no falte el amor, los buenos modales, la ternura y la pasión por la
familia, el respeto a la vida para una educación de clase, el derecho al trabajo, para un
progreso sostenido, derecho a la salud para que nos permita tener condiciones físicas y
acceder a la buena vida que todos anhelamos, la seguridad de la justicia, y las garantías
constitucionales para todos en igualdad de condiciones. Respeto a nuestra Constitución
para que no se viole, para que no nos vuelvan a engañar en el cinismo sádico y
delincuencial de esa partidocracia mafiosa, con otro salvataje bancario.

Nuestra libertad y nuestra independencia exige un cambio en nuestro país, cualquiera que
sea para mejorarnos estará muy bien. Antes de continuar mirando por la televisión
mexicana en gran porcentaje la miseria humana rondando otra vez, el asalto a los dineros
del pueblo ecuatoriano y después continuar observando la muerte prematura rumbo a los
cementerios. La naturaleza social de la independencia con su soberanía, justicia y
progreso, son los caminos decentes hacia el futuro de los mexicanos dignos.

Dependencia Degradativa Democrática

La dependencia política se refiere a la anulación o limitación de la voluntad de un dirigente


o de una comunidad para tomar decisiones fundamentales. Este tipo de dependencia
puede surgir por motivos estrictamente políticos (como una amenaza de represalias por
parte de una potencia) pero también por cuestiones económicas (cuando un país depende
del dinero que recibe de otro Estado como inversiones o créditos) o culturales (por acción
de los medios de comunicación globalizados).

El análisis dependentista surgió durante la década de los años sesenta en América Latina
-y de forma menos sistemática en otras áreas del Tercer Mundo- como respuesta a las
aseveraciones neoclásicas sobre el desarrollo económico así como crítica, en el ámbito
de la sociología, de la economía y de la ciencia política, de los conceptos de
modernización y desarrollo político. Al igual que el análisis modernizador, esta perspectiva
resultó del trabajo de numerosos estudiosos en diferentes ramas de las ciencias sociales.

La dependencia, en sentido político, es una situación de sujeción en la que se encuentra


una entidad estatal o una comunidad nacional, de otra entidad estatal, de modo tal que su
voluntad se encuentra anulada o limitada para tomar decisiones fundamentales. De
acuerdo al tipo de sujeción se distingue entre dependencia política propiamente dicha,
dependencia económica, y dependencia cultural.

El concepto político de dependencia se opone al de independencia. A su vez, las ideas de


dependencia e independencia están íntimamente relacionadas con la idea y el fenómeno
de nación y se refieren constantemente a ella y a sus derechos. El estado-nación
moderno, como derecho de los pueblos a su autodeterminación, y la igualdad jurídica de
los estados-nación entre sí, son consecuencias directas de la dinámica independencia-
dependencia que llevó al fin del colonialismo.

Vinculado con los amplios procesos de globalización y regionalización, más recientemente


se ha comenzado a utilizar el término «interdependencia», en ciertas oportunidades para
anular la idea de independencia y en otras para limitarla.

Representación de Igualdad

¿Será verdad algún día? No se trata de que los textos legales consagren la igualdad, sino
que la sociedad viva como necesario que todas las personas que la integran tengan las
mismas posibilidades de defender sus ideas. No es fácil, lo cómodo es la desigualdad,
saber que la autoridad de algunos está justificada como un privilegio, que no un derecho,
con base en la inferioridad natural de los otros: color, pensamiento, cultura, sexo… sobre
todo sexo.

Es difícil de explicar, mucho más de justificar, la exclusión de las mujeres de la


participación política, su consideración de personas bajo tutela en el ámbito privado y
patrimonial y la impunidad de la violencia de género. Pero también lo es que un
reconocimiento constitucional o legal es suficiente para producir la necesaria
transformación de las estructuras creadas por una sociedad patriarcal y sostenida por
unos textos legales que consideraban compatible la proclamación de la igualdad, como
derecho de todos, con la situación de desigualdad de las mujeres. Por eso no es extraño
que el derecho a acceder en condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos se
redujese en la práctica a una presencia testimonial de las mujeres en los puestos de
representación merced a la buena voluntad de los dirigentes (hombres) de los partidos
políticos que tenían el poder de nombrar a los candidatos. Huelga decir que las mujeres
no han permanecido al margen de este proceso. Desde las primeras Declaraciones de
Derechos Humanos las mujeres han aportado sus ideas para tratar de incluir en el nuevo
orden sus derechos. En todas sus manifestaciones la reivindicación de este derecho a
participar en la construcción de la sociedad junto al derecho a la educación ha sido
constante. Las mujeres eran también conscientes de la oportunidad histórica que suponía
que la Nación o el pueblo poseyesen la titularidad del poder soberano, por eso lucharon
por él. La historia es de sobra conocida. El derecho al voto se adquirió con cuentagotas,
merced a decisiones singulares de los Estados, a cuyos ciudadanos no les producía
extrañeza asumir el 100% de la representación, ni llamar sufragio universal al que
poseían sólo los hombres. Andando el tiempo sí que causó y causa alarma que las
mujeres reclamen como derecho singular y específico aquel del que fueron privadas
singular y específicamente por ser mujeres. Por eso si este derecho permanece en el
ámbito de la discrecionalidad partidaria es asumido con cierta naturalidad quizás porque,
hecho así, pierde su condición de derecho, quizás porque se resisten a asumir como fallo
genérico su responsabilidad en la desigualdad de las mujeres.

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