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23/5/2018 Salmos 126, Día 1 | Programas | Aviva Nuestros Corazones

Noviembre 6, 2017

Salmos 126, Día 1


Serie: El clamor de los cautivos (Salmo 126)

Carmen Espaillat: Muchas personas hablan acerca de


cambiar el mundo, y tienen buenas intenciones. Nancy DeMoss
de Wolgemuth dice que nadie podrá hacer un cambio
significativo sin la ayuda de Dios.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Tú no puedes hacer que tus
padres se amen. Tú no puedes hacer que el pueblo de Dios se
una. No podemos ni siquiera cambiar nuestros propios
corazones. Es la obra de Dios y es por eso que necesitamos
orar: «¿Señor, podrías hacer lo que solo Tú puedes hacer?»
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con
Nancy DeMoss de Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
¿Está alguna parte de tu vida fuera de control? No puedes
sacudirte esa conducta o hábito, no importa lo mucho que te
esfuerces. ¿Necesitas un verdadero avivamiento?
Con nosotras Nancy, iniciando una serie de 10 días titulada,
«El clamor de los cautivos».
Nancy: Como me han escuchado decir antes, nuestra carga
aquí en Aviva Nuestros Corazones es llamar a las mujeres a
experimentar libertad, plenitud y abundancia en Cristo.
Muchas veces estamos hablando a mujeres que son madres o
abuelas. Ellas ya están un poco más adelante en la vida y
tienen que lidiar con muchos asuntos en sus vidas que se
iniciaron hace algún tiempo, tal vez en la secundaria, cuando
eran adolescentes o aún más jóvenes. Y qué bendición, sé que
ellas piensan, hubiera sido para ellas si hubieran escuchado
antes algunas de estas cosas.
Así que aquellas de ustedes que son jóvenes, jóvenes que nos
están escuchando, convirtiéndose en mayores; nuestra oración
por ustedes durante esta serie es que el Señor pueda
animarlas y hablarles. Sabemos que ustedes son las mujeres
del futuro, las mamás y las abuelas del futuro; y lo que Dios
está haciendo en sus vidas durante estos días es muy
importante.

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23/5/2018 Salmos 126, Día 1 | Programas | Aviva Nuestros Corazones

Y es una increíble oportunidad para las jóvenes, reflejar la


belleza de Cristo y la Gloria de Dios en su generación,
probablemente de una forma que yo no puedo hacerlo o que tu
mamá no puede hacerlo.
Pero estamos agradecidas por aquellas que nos escuchan, y
oramos que Dios pueda bendecirlas y hablarles, no solo a
través de Aviva Nuestros Corazones, sino también mientras
continúan buscando al Señor, que sean mujeres piadosas,
jóvenes piadosas usadas por el Señor en su generación.
Mi jefe, el director de nuestro ministerio Life Action Ministries
que es el ministerio matriz de Aviva Nuestros Corazones,
Byron Paulus y su esposa, Sue, están con nosotras aquí. A
través de esta serie en partes diferentes, van a tener la
oportunidad de escuchar a Byron compartir algunos
pensamientos acerca de todo este asunto del avivamiento:
Cómo se ve y cómo es cuando Dios se mueve. En diferentes
puntos en esta serie, Byron estará compartiendo con nosotras
algunas de las cosas que él ha visto a Dios hacer en un
avivamiento, no solo en los libros de historia, sino también en la
vida real.
Así que permíteme invitarte a abrir tu Biblia en el salmo 126.
Al salmo 126 se le ha dado un título. Dice: «Cántico de
ascenso gradual». A-S-C-E-N-S-O. Un cántico de ascenso. Es
uno de varios salmos que se titulan de esta manera. Los
salmos del 120 al 134 son parte de un himnario judío, por así
decirlo. Estas son las canciones que los peregrinos judíos
cantaban mientras subían a Jerusalén. Por esto son llamados
de ascenso.
Jerusalén estaba en un monte y mientras ellos ascendían a
Jerusalén tres veces al año para sus fiestas nacionales, ellos
cantaban. Cantaban salmos. Cantaban alabanzas al Señor.
Cantaban sus oraciones. Y esta es una de esas oraciones que
cantaban.
Ahora, el contexto de este salmo en particular es
probablemente después de la cautividad babilónica.
Probablemente no fue escrito por David. Fue escrito, quizás,
por Esdras mientras él regresaba con el pueblo de Babilonia.
En realidad no sabemos quién lo escribió.
Pero los exiliados habían regresado a la tierra prometida. No
todos regresaron. Algunos todavía estaban en Babilonia y
todavía estaban en cautividad. Estos que habían regresado

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todavía tenían luchas y asuntos que resolver. El salmo


comienza con una referencia a una gran liberación del pueblo
de Dios.
Creemos que esa referencia es probablemente de las personas
que regresaban de la cautividad a la tierra prometida. Ellos
habían sido liberados de la cautividad de Babilonia y traídos a
la tierra prometida.
Ahora, como una forma de introducir este pasaje, permíteme
leer todo el salmo. Es corto. Les voy a dar el bosquejo general
y luego vamos a comenzar a desmenuzarlo por partes en los
próximos días y veremos qué nos dice a nosotras.
Los primeros tres versículos están en tiempo pasado. En los
primeros tres versículos vemos al pueblo de Dios recordando.
¡Recordando! Y en la medida en que recuerdan dan alabanzas
por el pasado. Permítanme leer los versículos del 1 al 3.
«Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion, éramos
como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenó de risa,
y nuestra lengua de gritos de alegría; entonces dijeron entre las
naciones: Grandes cosas ha hecho el Señor con ellos. Grandes
cosas ha hecho el Señor con nosotros; estamos alegres.» (Sal.
126:1–3).
Puedes ver el tiempo pasado? Algo ha ocurrido.
Probablemente es el retorno de la cautividad de Babilonia. El
Señor en el pasado ha hecho algo por nosotros y le alabamos
por eso.
Así que el pueblo de Dios está recordando y alaba a Dios por lo
que ha ocurrido en el pasado.
Ahora, en el versículo cuatro ya no es el pueblo de Dios
recordando, sino el pueblo de Dios pidiendo. Esta es su
petición. Ellos están haciendo una petición. Es un ruego para el
presente, no agradecimiento por el pasado, sino un ruego por
el presente. Versículo 4:
«Haz volver, Señor, a nuestros cautivos, como las corrientes en
el sur.»
Señor, Tú nos has liberado de la cautividad en el pasado, ahora
te pedimos, que una vez más, nos liberes de nuestra cautividad
actual.

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Y en los próximos días, vamos a estar hablando de lo que esto


significa y por qué ellos sintieron la necesidad de orar así, por
eso.
Luego en los versículos cinco y seis, vemos al pueblo de Dios
segando. Primero, el pueblo de Dios recuerda, luego el pueblo
de Dios pide y ahora el pueblo de Dios siega. Y mientras ellos
siegan, ellos tienen una promesa para el futuro. Así que
tenemos pasado, presente y futuro, ahora una promesa para el
futuro.
Versículo 5: «Los que siembran con lágrimas, segarán con
gritos de júbilo» (Es algo por venir. Una promesa para el
futuro). Versículo 6: «El que con lágrimas anda, llevando la
semilla de la siembra, en verdad volverá con gritos de alegría,
trayendo sus gavillas.» (vv. 5-6)
Así que encontramos al pueblo de Dios recordando. Ofrecen
alabanza por el pasado. Tenemos al pueblo de Dios pidiendo.
Versículo cuatro, hay un ruego por el presente. Luego
encontramos al pueblo de Dios segando en la medida en que
Dios les da una promesa para su futuro. Este es el bosquejo al
que nos dirigimos en estos próximos días. Espero que te ayude
a recordar cómo este salmo está entretejido.
Comencemos hoy con el versículo uno. El pueblo de Dios está
recordando mientras expresan gratitud por el pasado. Para
nosotras como creyentes del Nuevo Testamento vamos a ver
maneras en las que este cántico, este salmo, podemos
aplicarlo al expresar nuestro anhelo de que Dios obre de una
manera fresca por el poder de Su Espíritu en nuestras vidas,
en nuestros hogares, en nuestras iglesias, en nuestros días.
Versículo 1: El pueblo de Dios recordando: «Cuando el Señor
hizo volver a los cautivos de Sion, éramos como los que
sueñan.» Ahora, algunas de sus traducciones dicen: «Cuando
Jehová hizo volver de la cautividad de Sion». (RVR95)
Pero antes de hablar acerca de lo que esto significa, el volver a
los cautivos o hizo volver de la cautividad de Sion; antes que
nada, date cuenta quién está haciendo esta obra. ¿Quién fue el
que trajo de vuelta de la cautividad? El Señor lo hizo. ¡El Señor!
La liberación fue una obra soberana de Dios.
La salvación, tu liberación del pecado es una obra soberana de
Dios. Tu santificación, tu liberación de ti misma y esa es una
tremenda prisión, ¿no es verdad? Esta es una obra soberana
de Dios.

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La obra espiritual en la vida de un hombre, en una mujer o en


una persona joven no puede ser manufacturada por los
hombres. Tú no puedes hacer que ocurra. Es una obra
soberana y de la gracia de Dios. Cuando el Señor hizo volver
la cautividad a Sion.
Él continúa diciendo en este salmo, «El Señor ha hecho
grandes cosas y estamos contentos» (v. 3).
Cada vez que algo bueno sucede en tu vida espiritual, solo
existe una persona a quien le puedes dar el crédito de esto. Es
el Señor. El Señor es quien nos ha libertado. El Señor ha hecho
grandes cosas por nosotras.
Hay un salmo paralelo. No vamos a hablar acerca de este
salmo en esta serie pero es el salmo 85:6 «¿No volverás a
darnos vida?» ¿Quién es el que vivifica? Dios es el que aviva.
Quizás algunas de las que nos escuchan han estado orando
por un avivamiento por mucho, mucho tiempo. Necesitamos
recordar mientras oramos, sea que estés orando por un
avivamiento en tu vida, en tu hogar, en tu iglesia, en nuestra
nación, el avivamiento es una obra soberana de Dios.
Nosotras no lo podemos producir; no podemos hacer que
esto suceda.
Martyn Lloyd-Jones fue un predicador en Inglaterra muchos,
muchos años atrás y él tenía una carga por un avivamiento en
sus días. Escribió un libro sobre el avivamiento, un conjunto de
sermones. Él dijo:
«El avivamiento es un milagro. Solo puede ser explicado como
la acción o la intervención directa de Dios. Los hombres
pueden producir campañas evangelísticas pero ellos no
pueden y nunca podrán producir un avivamiento. Por definición,
un avivamiento es un acto soberano de Dios. Dios y solo Dios
lo hace.»
Esto es, por cierto, la razón por la cual la oración es tan
importante para el avivamiento.
¿Quieres ver a Dios obrando en tu familia? La oración es
esencial porque hay cosas que tu quieres ver a Dios haciendo
en la vida de tus hijos, en tu matrimonio, en tus nietos. Algunas
de las jóvenes que nos escuchan, sé que quieren ver a Dios
haciendo un milagro en sus familias y quizás un milagro es
necesario, pero tú no puedes hacer que suceda.

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Tú no puedes hacer que tus padres se amen. Tú no puedes


hacer que el pueblo de Dios se una. No podemos ni siquiera
cambiar nuestros propios corazones. Es una obra de Dios y es
por esto que nosotras necesitamos orar, ¿Señor, podrías hacer
lo que solo Tú puedes hacer?
Tenemos una imagen aquí de alguien que no se siente
satisfecho con el cristianismo explicable, eso que nosotras
podemos hacer. Nuestros esfuerzos. Nuestros programas. Lo
que queremos ver en nuestros días es lo que Dios puede
hacer. Y lo que Dios puede hacer no puede explicarse en
términos de un programa, de una estrategia o de esfuerzo
humano.
Hemos visto lo que la religión puede hacer. Hemos visto lo que
la iglesia puede hacer. Hemos visto lo que los esfuerzos de
mercadeo pueden hacer. Hemos visto libros escritos por
cristianos que han vendido millones de copias y programas que
han sido vendidos a miles de iglesias pero queremos ver en
nuestras iglesias, en nuestros hogares y en nuestras vidas lo
que solo Dios puede hacer. ¡Lo inexplicable! ¡Lo sobrenatural!
Por eso es por lo que estamos orando cuando oramos por un
avivamiento. Y cuando vemos las necesidades de la iglesia,
cuando vemos las necesidades de nuestro mundo en la
actualidad, cuando ves las necesidades de tu hogar,
necesitamos dejar de mirar hacia dentro y dejar de mirar
hacia afuera buscando soluciones, y comenzar a mirar
hacia arriba.
Solo Dios puede satisfacer esas necesidades. Cuando el Señor
hizo volver a los cautivos de Sion. Tú has hecho grandes cosas
por nosotros. El Señor ha hecho grandes cosas; las cosas
grandes que tú quieres ver en tu familia.
Algunas de ustedes que son mamás están cansadas de tratar
de arreglar las cosas en sus familias, y yo digo que eso es una
cosa buena. Pero lo mejor es cuando tú llegas al punto de
entender que tú no puedes arreglar nada en tu familia. No
puedes hacer que tus hijos tengan un corazón para Dios. No
puedes hacer que tu esposo tenga un corazón para Dios. Pero
Dios sí puede.
No hay un hogar, no hay una vida, no hay un ambiente, no hay
una iglesia que Dios no pueda transformar por el poder de Su
Espíritu. Así que el avivamiento, una obra de Dios, es una obra
soberana de Dios.

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Entonces, leemos acerca de una liberación del cautiverio y de


la esclavitud. Porque dice: Cuando el Señor volvió o trajo la
cautividad de Sion, Él está diciendo, éramos prisioneros,
estábamos cautivos. Ellos estuvieron cautivos en Babilonia por
setenta años.
Antes de eso, habían estado cautivos en Egipto por 400 años,
esclavos en Egipto. Fue el Señor quien nos volvió o nos trajo
de nuestra cautividad. Dios nos hizo libres. El salmista está
alabando a Dios por su liberación de la cautividad.
Cuando leo este versículo, pienso en las palabras de Carlos
Wesley. «Él rompe el poder y cancela el pecado. Él libera al
prisionero.» Esa es la obra que Dios está haciendo,
¡Liberando prisioneros!
Tú puedes ver este tema correr por toda la Escritura. Pienso en
Isaías 61:1, «El Señor me ha enviado a proclamar libertad a los
cautivos y dar libertad a los prisioneros» (parafraseado).
Quizás me hayas escuchado compartir antes en Aviva
Nuestros Corazones, pero me encanta la imagen que
encontramos en Juan capítulo 11 cuando relata la resurrección
de Lázaro. Cuando Jesús llegó a esa tumba donde Lázaro
estaba después de haber estado enfermo ¿Cuál era la
condición de Lázaro cuando Jesús llegó allí? Estaba muerto.
Por cuatro días y como dice Biblia, «ya hiede». Quiero decir,
estaba muerto. Esta es una figura de las personas perdidas.
Ellas están muertas. Las personas perdidas, por cierto, no
pueden ser avivadas.
Avivamiento significa volver a la vida. Las personas perdidas
necesitan vivir. Ellas no tienen vida. Lázaro es un retrato de esa
condición. Él está muerto. Luego, cuando Jesús habló la
palabra y dijo: «¡Lázaro, ven fuera!», Lázaro salió en
obediencia a la Palabra de Cristo. Pero ¿cuál era su condición
cuando salió de la tumba? Estaba vivo pero estaba atado. Con
esa mortaja con sustancias pegajosas para mantenerla unida
entre capas, como una momia. Es decir, no podía moverse.
Como si todavía estuviera muerto en términos prácticos.
Estaba vivo pero estaba atado.
Creo que esa es una imagen del cristiano promedio que
conozco hoy día. Vivos pero atados. Casi no respiran. Es decir,
pudiera decirse que están prácticamente muertos y algunas
veces, verdaderamente, no puedes ver la diferencia.

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Solo Dios sabe si en realidad están vivos. La intención de


Dios es que tú no vivas esa vida de esclavitud siendo hija
de Dios. Fue para libertad que Cristo te hizo libre.
Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo ir.» Esta es una imagen de
lo que Dios hace en el avivamiento. Él libera al cautivo.
Recuerdo haber hecho una conferencia de Aviva Nuestros
Corazones en Minneapolis hace algunos años. Yo estaba
saliendo al final de la conferencia y una mujer vino corriendo
hacia mi aI vestíbulo y me dijo: «¡Soy libre! ¡Soy libre!»
Ella estaba tan emocionada de ser libre. Yo no tenía idea de lo
que estaba pasando. Entonces ella me contó la historia de
cómo por años había vivido con ataduras de esclavitud en su
vida, lidiando con relaciones pasadas, relaciones rotas. Había
ido a consejeros; había asistido a seminarios; había asistido a
conferencias, había escuchado a muchas comunicadoras
mejores que yo. Pero Dios le había hablado a su corazón en
esta conferencia y le había mostrado la raíz del problema. Así
que cuando ella respondió y dijo: «Sí, Señor», las mortajas
cayeron. Ella exclamó: «¡Soy libre! ¡Soy libre!»
Esa es la condición en la que Dios quiere que Su pueblo esté.
Y el proceso de ser libres es algo que a veces es llamado
«avivamiento».
Muchos creyentes que conozco hoy, han perdido la esperanza
de ser verdaderamente libres. Ellos se han conformado con,
«así son las cosas». Ellos están gastando sus vidas caminando
por ahí con sus mortajas de esclavitud.
Así como los hijos de Israel se acostumbraron a vivir en
Babilonia, se acostumbraron a vivir en Egipto. A ellos no les
gustaba pero asumieron que ese era el lugar donde
permanecerían por el resto de sus vidas.
Quizás tú todavía estás allí. Quiero decirte, Dios quiere
hacerte libre. Tú no tienes que quedarte en esa esclavitud.
Pero te diré esto. No hay ningún medio humano que pueda
liberarte.
No hay pastor, libros, conferencia, seminario, enseñanza
cristiana en la radio o consejero que pueda liberarte. Cristo es
el Único que da libertad a los prisioneros.
¿Quieres libertad? Busca a Cristo. ¿Quieres avivamiento?
Tienes que ir a Cristo. ¿Quieres avivamiento en tu hogar?
¿Quieres avivamiento en tu matrimonio? ¿Quieres

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avivamiento en tu iglesia? El Señor volvió de la cautividad


a Sion.
Segunda de Pedro 2 dice que eres esclava de aquello que te
ha vencido (v. 19). ¿Estás esclavizada a algo? ¿Estás atada a
algo? Amargura, relaciones rotas, vergüenza, culpa, miedo,
ataduras del pasado. Atada a cosas que te fueron dichas en tu
pasado. Es como esas mortajas: palabras que alguien te dijo
cuando estabas en tercer grado de primaria (tú nunca; si tan
solo tú; tú no puedes, tú serás). Esas palabras son como
mortajas que te envuelven y se aferran a ti y no puedes
liberarte.
Peo yo te digo que puedes ser libre. No tienes que dejarte
esclavizar por eso. Quizás estás esclavizada al temor al
hombre. El miedo a lo que piensen los demás. Quizás es un
desorden alimenticio, quizás es un pecado sexual, quizás es un
hábito contra el que estás luchando, un hábito personal
inmoral, quizás es un pecado del espíritu: celos, un espíritu
competitivo, pornografía.
Tú puedes creer que esto es un asunto solo de los hombres,
pero recuerdo a una mujer que nos escribió y nos dijo, «he sido
prisionera de la pornografía por cuarenta años».
Recibí una carta la semana pasada de una mujer y hasta que
no llegué al final de la carta no supe que ella tenía 70 años.
Pensé que era alguien en sus veinte años describiendo una
atadura en su vida, sus asuntos; y resultó que esta mujer había
estado casada por cincuenta años y había vivido con esa
esclavitud todos esos años.
¿Y sabes que? Dios la había liberado. Ella dijo, «hubiese
querido no haber esperado hasta los setenta para escuchar
estas verdades». Mi corazón se duele por esa mujer y por las
mujeres que están en el lugar donde ella estaba si no llegan a
la verdad y ésta las libera ahora. Tú no tienes que esperar
hasta que tengas setenta años. Él libera al cautivo.
¿Has sido traída de vuelta de la cautividad? Quizas todavía no
eres una hija de Dios. Quizás nunca has sido liberada de tu
pecado ni de ti misma. Tú dices, «Pero yo estoy aquí sentada y
estoy escuchando esta grabación, claro que soy cristiana».
¿Sabes algo? Tú puedes asistir a una iglesia cristiana, a una
escuela cristiana, vivir en un hogar cristiano y nada de eso te
hace cristiana, al igual que el ser criada en un garaje no me
hace un automóvil.

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¿Alguna vez has sido hecha libre por Cristo de ti misma, de tu


pecado, de tu esclavitud? Tú dices, «sé que soy cristiana, pero
todavía estoy vestida con estas mortajas que me envuelven
aIrededor».
«Cuando el Señor volvió la cautividad de Sion, seremos como
los que sueñan». ¿Puede esto ser cierto? esto parece casi
irreal. Una mujer estuvo con nosotras en nuestra última sesión
de grabación y mientras nos presentábamos ella dijo: «Algo ha
pasado en mi corazón recientemente», y podías verlo en su
cara. Ella no sabía cómo explicarlo, pero ella es una mujer que
está viviendo un avivamiento. Ella dijo, «he sido salva por
muchos años, pero es ahora que lo estoy entendiendo». Ella
está siendo liberada.
Ella dijo, «no me canso de la Palabra. ¡Amo esto!» Tiene
hambre, tiene apetito. Escucha, los recién nacidos están
hambrientos. Ellos comen. Por lo general tú no tienes que
hacerlos comer, si están saludables.
Una vez que eres libre, tienes amor por la Palabra, y amor por
el Señor, tienes hambre por Él, un apetito por Él que no puedes
tener mientras tus mortajas te envuelven.
Dios quiere liberarte. No hay nadie ni nada que pueda hacerlo.
Nadie a quien acudir. Ningún lugar a donde ir. Tu terapeuta no
podrá hacerlo por ti. El Señor te libertará. Y cuando Él lo haga,
dirás como el salmista, «El Señor ha hecho grandes cosas por
nosotros y estaremos alegres».
Carmen: Si Dios ha traído a tu mente algo que te está
manteniendo cautiva, te animo a orar con Nancy DeMoss de
Wolgemuth en un momento. Entrégaselo a Dios en oración y
obsérvalo hacer grandes cosas.
Y si te estás preguntando si un cambio verdadero es posible,
permíteme animarte. Hemos visto al Señor obrar en la vida de
muchas oyentes, cambios reales en la vida real. Escucha este
testimonio:
«Soy Sandra Rocío, soy de Colombia. En mis casi 28 años de
creyente he visto como Dios me ha ayudado en las batallas de
la vida, siempre fiel, nunca me ha dejado a pesar de mi
fragilidad, y yo no conocía con certeza muchos asuntos acerca
de su plan para mi vida. Y a veces me parecía que la vida
cristiana tenía metas inalcanzables. Yo veía cómo otros
llegaban y lograban muchas cosas pero yo no. Tenía muchos
tropiezos en mi vida porque me faltaba mucho conocimiento,

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aunque le pusiera muchas ganas. Hace cuatro años Dios


empezó a revolucionar y a transformar mi vida que estaba
pasiva, estancada, deteriorada y agrietada. El Señor despertó
una pasión por su presencia como nunca antes, por conocerlo,
servirle con más fidelidad, vivir con más integridad.
El no conocer con certeza el propósito de mi vida y el rol que
yo debía desempeñar como mujer me había llevado a luchar
con la depresión y la desesperanza. Pero llegó el día en que el
bendito Dios se acordó de mí, y llevó Su verdad a mi corazón;
rompió las cadenas que me impedían andar, y me mostró un
camino de plenitud, y cuando conocí el ministerio de Aviva
Nuestros Corazones fue algo maravilloso para mí. Yo empecé
a instruirme en cuanto al papel de ser esposa, de ser madre a
la manera de Dios y todo cambió en mi hogar. Entregué el
control que por muchos años yo manejé, entendí que la
rendición y la sumisión eran el camino. Empecé a experimentar
un gozo tan profundo con cada enseñanza, cada testimonio,
cada artículo que leía, cada palabra de fe que escuchaba de
las vidas de todas las mujeres que también habían sido
transformadas; todo esto hizo que se avivara una llama,
empecé a recordar muchas palabras y promesas que había
olvidado y que pensé que nunca se harían realidad en mí, y
Dios me fue moviendo a un lugar especial, Él abrió la puerta y
me empecé a interesar por prepararme para inspirar a otras a
la manera correcta, animar a otras para que experimenten y
también para que vivieran lo que yo ya estaba viviendo, esa
revolución dentro de mí la quería dar a conocer; y Dios abrió la
puerta y empezó a responder de una manera sorprendente por
su gracia y su misericordia. Hoy somos un grupo de mujeres
pequeño, con las mujeres de la comunidad de la iglesia a la
que asisto que estamos interesadas en seguir aprendiendo,
estudiando la Palabra, aceptando Su plan y el diseño con el
que él nos creó, con todos los recursos que nos ofrece el
ministerio de Aviva Nuestros Corazones. Y no hay un mayor
gozo que descubrir el porqué estamos en esta tierra y de qué
manera podemos nosotras llevar a cabo esa labor que Dios
nos ha encomendado como sus hijas, esposas, madres,
amigas y siervas. Muchas gracias doy al Señor por el
ministerio de Aviva Nuestros Corazones».
Qué gozo nos da escuchar testimonios como este. Caminar a
la luz de la verdad revelada en la Palabra de Dios trae libertad,
plenitud y abundancia a nuestras vidas, y no solo a la tuya y a

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la mía, sino también a la vida de otras mujeres con las que


podemos compartir este mensaje.
Algunas veces gastamos tanta energía quejándonos en la
iglesia acerca de lo mal que está el mundo. Nos sorprendemos
tanto cuando los incrédulos actúan como incrédulos, cuando
deberíamos estar enfocadas en lidiar con el pecado dentro de
la iglesia, no con el del mundo. Mañana Nancy hablará más
sobre esto. Ahora, ella regresa para orar.
Nancy: Oh Dios, gracias por liberar a los cautivos y podrías
seguir haciéndolo aún en este día en los corazones de Tu
pueblo. Oh Señor, ¿Hablarás palabras de liberación y liberarás
a aquellas que han estado viviendo en una prisión por quién
sabe cuánto tiempo? Libera a Tu pueblo, Señor, para que te
ame, para que te obedezca, para que te adore. Vuelvenos de
nuestra cautividad, oh Señor, en el nombre de Jesús oramos,
amén.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy de Wolgemuth DeMoss
es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas
a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la serie de radio.

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