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A comienzos de los años 80 las cuestiones urbanfsticas suscitaron en España

un extraordinario interés, debido en buena parte a la atención que le prestaron


los primeros ayuntamientos democráticos. En esos años el urbanismo lIegarfa
a convenirse en el sfmbolo de la nueva po1ftica municipal, la cual dio origen a
toda una "generaci6n~ de planes generales de ordenación urbana y a numerosos
proyectos urbanos que pretendían contribuir a la mejora de nuestras ciudades
a partir de un renovado interés por la dimensión ffsica del espacio urbano. La
base conceptual de muchas de aquellas propuestas estuvo en la renovación dis-
ciplinar iniciada entre nosotros por Manuel de Sola·Morales desde el Laboratorio
de Urbanismo de Barcelona.

El presente estudio quiere ser una contribución al conocimiento de ese controver-


tido episodio de la historia reciente de la cultura urbanística espai\ola: un episodio
que estuvo marcado por un conjunto de reflexiones teóricas, fundamentadas bási-
camente en ideas provenientes del entomo italiano, cuyo desarrollo conceptual y
operativo se pretende esbozar aquf de una manera sintética y ordenada. Un mejor
conocimiento de los vivos debates mantenidos en esos años por arquitectos y
urbanistas a propósito de los modos más adecuados para intervenir en la ciudad,
puede servir de estimulo para seguir avanzando en la elaboración de un proyecto
urbano-territorial renovado. adaptado a las necesidades de la situación actual.
2 SCV1lLA LA fRAGMENTACiÓN DE LA M"NlANA

13. RtCt'ARO NEUTRA. UN lUGAR PARA El ORDEN


El proyecto urbano
en España
Génesis y desarrollo
de un urbanismo de los arquitectos

Sevilla. 2006
,,' , ,,,, •
K (1~ R A
la Colección Kora es fruto del Convenio suscrito entre la Uoiversidad de Sevilla Yla Consejeria
de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucia. nene como finalidad la publicación de
aquellos trabajos de inlerés científico relacionados con materias que entran dentro de las com-
petencias administrativas de la citada Consejería, tales como Uroanismo, VMenda, Arquitectura,
Ordenación del Territolio, Transportes. Cartografia, Obras Públicas y Sistema Portuario.

Camite Científico: Antonio Col/antes de Terán


ManuelTrillo Leyva y Agustín Argüelles Martín

Director de la Colección: Juan Luis Suárez de Vivero


VICTORIANO SAINZ GUTIÉRREZ

El proyecto urbano
en España
D D DD D DD
Génesis y desarrollo
de un urbanismo de los arquitectos

Universidad de Sevilla
Consejería de Obras Públicas y Transportes
Colección: Kora
Numero: 17

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Imprime Pedro Cid. SA
Una vida no cabe en la memoria.
l.,}
¿Habrá un debe y haber
Que resuma el valor de la existencia,
Es posible un numérico balance?

Jorge Guillen
índice

oo Introducción ................................................................................ 11

o O Capitulo 1. Otro modo de concebir el urbanismo .................... 15


Hada fa superación del paradigma funcionalista en Italia ........ .................. 16
Una aproximación arquitectónica a la ciudad y al territorio .. ........ ..... ......... 30
la recepción del morfologismo en francia....... ...... ......... ........ ... 42
Plan o proyecto: ¿quién habla a quién? ......................................... 50

o O Capítulo 2. los orígenes del morfologismo en España............. 63


La critica a los polígonos como modo de hacer ciudad.............................. 64
Los contaclos de Cataluña con la cultura italiana ............................. 78
Un urbanismo para arquitectos: la génesis del "urbanismo urbano· .......... 87

o O Capítulo 3. El ~ urbanismo urbano como nueva referencia


H

disciplinar..................................................................................... 101
La situación del planeamiento: un nuevo marco legislativo y político ........ 102
Los planes generales de la década de los 80 ............................................. 114
El debate plan·proyecto en España: Madrid versus Barcelona ...... 132

o O Capítulo 4. De la leoria a la práctica: la cultura


del proyecto urbano ... ................................................................. 147
i..Proyecto urbano o planeamiento de escala intermedia? .............. 148
La intervención en la ciudad consolidada: los centros históricos............... 153
la creación de nueva ciudad: el redescubrimiento de la manzana ... 167
l os proyectos estratégicos: transformación urbana y grandes eventos..... 184
l a cultura del proyecto urbano: un balance ............................................... 200
D D A modo de epílogo ...................................................................... 207
Una tradición de investigación vinculada al ámbito académico .................. 210
¿Qué queda de aquellos enfoques? .............................. .............. ............... 213
Hacia un proyecto urbano·territorial rellOvado........................................... 218

DD Bibliografla................................................................................... 223

L ' D índice de nombres propios ......................................................... 239

DD índice de lugares ......................................................................... 245

DD fndice de ilustraciones .................._............................................. 249


introducción I

la idea de escribir este libro me la dio An tonio Fon!. Durante el aClO de lectura
de mi tesis doctoral, manifestó que en ella echaba en faha una mayor atención a
la situación española y. más concretamente, a la incidencia que el morlologismo
habia tenido en nuestra cultura urbanística. Aunque entonces le respondí - y lo hice
sinceramenle- que aquella ausencia se debía a que, en mi opinión. era una historia
suficientemente conocida. pasado el tiempo caf en la cuenta de que, a diferencia
de lo que sucede con el desarrollo de la corriente homóloga en Italia o en Francia,
no exisUa ninguna exposición de conjunto que permitiera seguir la trayectoria de
la cultura del proyecto urbano en España. Por eso. cuando José León me invitó a
impartir con él, en la Escuela de Arquitectura de Sevilla, un curso de doctorado sobre
el proyecto urbano, me propuse recoger los materiales que pudieran servir de base
para intentar una aproximación sintética al devenir histórico del morfologismo en el
contexto español. Las clases de ese curso han sido, pues, el laboratorio que me ha
permitido construir el hilo argumental que recorre el presente estudio, el cual está
en deuda con las innumerables preguntas, observaciones y precisiones planteadas
por cuantos han participado en ese programa de doctorado en los últimos años,

El presente libro quiere ser, por tanto, una primera contribución al conocimiento
de un controvertido episodio de la historia reciente de nuestra cultura urbanlstica;
un episodio que se desarrolló básicamente en el transcurso de los ai'los 70 y 80 de!
pasado siglo y que estuvo marcado por un conjunto de ideas, cuyo ¡Ier conceptual
'1 operativo se pretende clarificar en las pjginas que siguen. Como ha sido habitual
en la evolución del urbanismo en nuestro país, se trata de un momento de particular
sintonía con el paradigma entonces dominante en la cultura urbanística europea, pero
que en el caso espai'lol presenta perfiles propios gracias a la elaboración de esas
ideas llevada a cabo por un destacado conjunto de urbanistas catalanes, encabezados
por Manuel de Sola-Morales, a quien como creador del laboratorio de Urbanismo de
Barcelona sin duda corresponde un lugar de primer orden. De ahí naceria el llamado
"urbanismo urbano", que puede ser considerado como la aportación española a la
consolidación de una tradición de investigación disciplinar con profundas raices en
la urbanística continental. 'la evidenciadas en algunas investigaciones aún cercanas
a nosotros en el tiempo.

Soy consciente de que las cuestiones afrontadas en este trabajo han sido objeto
de continuas '1 encendidas disputas por parte de varias generaciones de urbanistas

1"[
espartales, y yo mismo no imagino hablar desde ninguna parte. EllectOl" tiene, pues,
derecho a saber quién se dirige a él y cuál es mi punto de vista. Ciertamente, como
arquitecto, urbanista de formación y universitario de oficio, soy parte interesada en
aquello de lo que hablo, aunque los hechos aqur relatados no los haya vivido en
primera persona; todo ello explica seguramente ciertos acentos y ciertos silencios,
que notarán de manera particular quienes, siendo arquitectos, pertenezcan a una
generación diferente de la mra o quienes se acerquen a los problemas urbanisticos
con oira angulación, como geógrafos, sociólogos, economistas, historiadores, etc.
y es que. a pesar de la pretensión de imparcialidad que impone la ética común
a todo investigador, no puedo soi'lar coo haberme desprendido por completo de
los vinculos que personalmente me ligan a un modo de entender esa disciplina de
estatuto incierto que es el urbanismo. He intentado, eso si, no omitir en cada caso
las referencias bibliogrMicas que posibiliten a cuantos se decidan a leer el libro tener
a su disposición cauces para confrontar su propia versión de los acontecimientos,
pudiendo asi discutir la que aqui presento. Al mismo tiempo, pienso haberme es·
forzado por recoger aquellos sucesos que me han parecido imprescindibles para
cootextualizar la historia a cuyo esclarecimiento pretendo contribuir con las páginas
que siguen; los lectores dirán en qué medida lo haya logrado.

Por lo que se refiere a la estructura general de la obra, en el primer capitulo he


buscado dibujar a grandes rasgos las circunstancias del contexto internacional con
las que hay que relacionar la experiencia del morfologismo en nuestro pafs. Para ello
he procurado esbozar no sólo sus orfgenes italianos, sino también hacer una somera
referencia a las aportaciOnes del contexto francés, ya que sin las ideas prodecentes
de uno y otro ámbito difícilmente se podrian explicar determinados planteamientos
y algunas opciones metodológicas ensayádas por el urbanismo espai'lol en el último
tercio del siglo XX. El hilo conductor que recorre de principio a fin todas esas ex·
periencias es la cuestión de la relación entre urbanismo y arquitectura, que acabarla
desembocando en el debate entre los partidarios del plan y los del proyeeto: un
debate que resultó estéril en la medida en que se identificó el urbanismo con el
plan y la arquitectura con el proyecto. Sólo cuando se llegó a comprender que lo
que estaban en juego no eran instrumentos antagónicos ni enfoques disciplinares
excluyentes, sólo entonces fue poSible una aproximación más amplia y abierta a ese
espinoso problema; dirfa que también más fértil, por cuanto contríbuyó a enriquecer
el ya largo debate sobre el estatuto disciplinar de la urbanística.

El capitulo siguiente pretende mostrar los caminos a través de los cuales llegaron
a España unas ideas - las del morfologismo- puestas en circulación por la cultura
italiana. El seguimiento de los contactos que los arquitectos catalanes establecieron
con sus colegas italianos, desde la posguerra en adelante, sirve de telón de fcodo
para poner de relieve cómo se gestó entre nosotros aquella apuesta por un 'ur-
banismo para arquitectos", planteada a finales de tos años 60 en el entorno de la
Escuela de Arquitectura de Barcelona, que en la década de los 80 se convertirla en
un ' urbanismo de los arquitectos". Por otro lado, la crltica a los modos de entender y
practicar la intervención en la ciudad durante los años del desarrollismo, que estuvo
en la base de las distintas propuestas alternativas alumbradas entonces, conocerla
luego desarrollos diferentes por la diversa formación de sus protagonistas y acabaña
produciendo una fractura entre dos polos de debate muy daramente diferenciados,
que cabe considerar representados por Madrid y Barcelona. Señalar ese doble filón
en la incipiente cultura urbanística española es importante para explicar el origen
de alguoos de los enfrentamientos de las décadas sucesivas, que sólo en parte se
limitaron a repetir los argumentos acui'lados más allá de nuestras fronteras, pues
estuvieron ligados a la particular evolución del urbanismo de nuestras ciudade~ .

] "[
Los años finales del franquismo y la denominada "transición " iban a conocer el
paso de un urbanismo remedial a un enfoque netamente moriologista, cuya explici-
tación en los años 80 constituye el núcleo del tercer capítulo del libro. Los primeros
ayuntamientos democráticos convellirían las cuestiones urbanísticas en bandera de una
nueva política municipal, que acabaría materializándose en una generación de planes
generales de ordenación urbana especialmente atentos a las cuestiones relativas a la
' Iorma" de la ciudad. La voluntad de emprender cambios significativos en relación
con las actuaciones del periodo anterior seria la ocasión para que, sintonizando con
cuanto sucedía en aquellos años luera de nuestro país, se generalizara alfa modo de
enlocar el planeamiento urbano, que en gran medida se nutría de las ideas puestas en
circulación por los catalanes desde el Laboratorio de Urbanismo y que ellos mismos
se habían preocupado de aplicar en toda una serie de planes generales para ciudades
catalanas de tamaño mediano, redactados en aquellos años. Seria precisamente en
ese contexto donde tomara cuerpo el 'proyecto urbano" como intento de superar la
agria disputa entre los partidarios del plan urbanístico y los que pensaban que todo
se podía resolver con proyectos de arquitectura; a exponer las grandes líneas de esa
disputa, que en realidad no pasó de ser un interesado y desagradable malentendido,
se dedica la última parte del capitulo.

Finalmente, con un enloque más temático que cronológico. el capítulo cuarto pasa
revista a algunas de las realizaciones en que se concretó - unas veces en forma de
planes. otras en forma de proyectos- la cultura del moriologismo en nuestro país,
Aun cuando algunos hayan querido reducir el ·proyecto urbano· a una cuestión de
escala, a mi entender la principal cualidad de ese instrumento se debe cifrar más en
su carácter estratégico - y, por tanto, multiplicador de su efecto sobre el conjunto
de la ciudad- que en su capacidad para resolver en un plazo razonable la ejecu-
ción de una modificación significativa de fragmentos urbanos dispersos. Entre los
múhiples ejemplos de esas realizaciones, que fueron numerosas en todo el país. he
seleccionado algunas que se refieren básicamente a los tres ámbitos temáticos que
se suelen considerar más significativos: la intervención en los centros históricos, la
construcción de piezas de nueva ciudad y las transformaciones vinculadas a grandes
eventos. A través de ellas espero que se pueda apreciar, con sus luces y sus som-
bras. el notable impulso que. desde el punto de vista de su transformación urbana,
las ciudades españolas experimentaron en la década de los 80. La relevancia social,
política y cultural de todos esos cambios no puede ser explicada al margen de aquel
conjunto de -principios teóricos y criterios técnicos traducidos y reelaborados. en
gran medida, desde dentro de nuestra realidad y a partir de una visión relativamente
critica de los instrumentos urbanísticos y las insUtuciones en que se fundamentaban. :
he aquí, en palabras de Luis Felipe Alonso Teixidor, un certero resumen de lo que
probablemente sea la principal aportación del moriologismo a la cultura urbanística
española. aquello que en último término permite hablar de una ' cultura del proyecto
urbano' en España,

El hecho de que en los años 90 se haya generalizado la conciencia del comienzo


de una nueva etapa en el proceso de urbanización del territorio. si bien permite abordar
una revisión histórica de los años precedentes como la que aquí he pretendido presen-
tar, impone también el deber de intentar una aproximación al futuro del moriologismo
en una coyunlura urbano-territorial como la presente, con caracten'sticas muy diversas
de las de décadas anteriores. Ese es el objetivo de las páginas con las que, a modo
de epRogo. se cierra el libro, donde se pueden encontrar unas pocas consideraciones
que, partiendo de la compleja situación contemporánea, quieren señalar algunas líneas
de trabajo que considero útiles para la continuación del moriologismo como tradición
de investigación disciplinar dentro del campo del urbanismo. No pretendo, claro está.

] 13 [
que ésa sea la única vía de avance, pero tampoco me cuento entre quienes piensan
que con la emergencia de esa "nueva terrilOfialidad" haya dejado de tener interés un
urbanismo de corte proyectual. pues al fin y al cabo corresponde a los arquitectos
trabajar con la componente espacial de la dudad y el territorio, y hacer propuestas
(sostenibles) para su construcción,

Amigos competentes, que han aceptado leer las diferentes versiones del manus-
crito de esta obra, me han evitado numerosos errores, han reparado determinadas
omisiones y me han ayudado a aclarar rms de un punto que yo habla tratado de
manera demasiado alusiva. A todos les estoy profundamente agradecido por su gene-
rosa colaboración. Ni que decir tiene que ellos no son responsables de los defectos
de este libro, puesto que el autor no siempre aceptó los consejos y sugerencias que
se le daban. Quiero manifestar también una gratitud particular a mis compañeros del
Departamento de Urnanlstica y Ordenación del Territorio de la Universidad de Sevilla,
cuyo trabajo y amistad son para mi un constante estímulo; sin ellos dificilmente
habria llegado a culminar este estudio que ahora les dedico, Un interés especial
tengo en dar las gracias a quienes han sido mis alumnos de doctorado en estos
años, por la inmerecida y calurosa acogida que han venido prestando a mis clases;
si por casualidad hojean estas paginas. sepan que he elaborado la mayoria de las
ideas aqul expuestas ante ellos, con ellos y para ellos.

) ,. [
OTRO MOOO DE CONCEBIR EL URBANISMO
1
Hoy ya no resulta difícil admitir que en la década de los 60 del siglo pasado
se hilO patente la crisis de los fundamentos de toda una cultura. la denominada
·cultura moderna". Ciertamente, esa crisis no sobrevino de la noche a la maflana,
pero los événements de mayo de 1968 la sacaron a la luz de un modo que en
aquellos momentos pudo resultar sorpresivo para algunos. Sin embargo, lo que
esos sucesos manifestaban era un profundo malestar en la cultura, un malestar
que se habla venido larvando desde varias décadas antes. Es más, como ya había
sido sena lado por dos ilustres representantes de la Escuela de francfon al acabar
la 11 Guerra Mundial', en la raiz de cuanto sucedió entonces se encontraban las
contradicciones de una cultura que distaba de ser tan firme, segura y progresiva
como había parecido a sus más fervientes partidarios.

La modernidad había tendido a presentarse como un proyecto cultural ca·


paz de anicular un discurso omniabarcante. coherente y unitario. En el ám·
bito de la arquitectura y la ciudad es pan.icularmente claro que. a pan.ir de la
segunda mitad de los años 20, los "maestros" del Movimiento Moderno se
esforzaron por dar. en palabras de Walter Gropius. una verdadera -batalla por
la unidad~. De algún modo es posible considerar la Weissenhofsiedlung de
Stuttgan, construida para la muestra del Werkbund de '927 con la panicipa·
ción de buena pane de los arquitectos que ya entonces habían alcanzado un
reconocimien to internacional. como el primer manifiesto urbano de la nueva
arquitectura. Al año siguiente. la fundación de los Congresos Internacionales
de Arquitectura Moderna (ClAM) marcarla el comienzo de la ardua y compleja
tarea de llegar a una sistematización teórica común. a través de la definición
de aquel conjunto de principios que van de la Declaración de la Sarraz (1928)
a la Cana de Atenas (1933).

En ese contexto. no tardarían en llegar también los primeros intentos de


construir la trama narrativa de una historia - la del Movimiento Modemo- que
pronto fue presentada como canónica. Con diferentes acentos. los libros de

, Cfr. Ih. W. ADORNO & M. HORKHEIMER. DWtXlic;¡ de /;¡ Iluslr.K:iOO (1947). M.xIód 1994 .

] [
Pevsner, Richards y Giedion consagraron a nivel internacional el que habría de
convertirse en el grand rédt de una modernidad arquitectónico·urbanística que,
desde una neta visión teleológica, venía a mostrar el racionalismo de cuño funcio·
nalista como despliegue necesario del Zeitgeisfl. Como ha indicado Gravagnuolo.
-este esquema interpretativo, vagamente 'vasariano', será de nuevo propuesto
en diversas ocasiones, aunque con alguna variación temática, por las historias
del 'movimiento moderno' hasta convertirse en un lugar común»3.

Pero no mucho después. en la inmediata posguerra, cuando parecía llegado


el momento de empezar a vivir en todos los países del mundo aquella «estupenda
aventura_ de la que había hablado Le Corbusier - refiriéndose a la aplicación de
unos principios que, por lo demás, sólo lIegarian a ser realmente hegemónicos
allí donde fueron suscritos desde las instancias del poder-, comenzaron a es·
cucharse. en el seno de los propios CIAM, las primeras voces que reclamaban
una profunda revisión de los bases mismas del funcionalismo: tímidamente en
el Congreso de Bridgewater (1947) y de una manera ya abiertamente polémica
en el de Aix·en·Provence (1953); la disolución de los ClAM era sólo cuestión
de tiempo. Y es que la tt Guerra Mundial había supuesto una profunda modifi·
cación del marco de referencia del proyecto moderno, que se haria patente en
el transcurso de los años 50.

o Hacia la superación del paradigma funcionalisla en Italia


Las primeras criticas al urbanismo funcionalista no pueden ser separadas
del clima cultural de la segunda posguerra, tan fuertemente influenciado por los
presupuestos del pensamiento existencialista. Frente a la estandarización de la
vida que había sido postulada en el periodo de entreguerras, la década de los
50 iba a estar marcada por la idea de que, si se queria construir una ciudad
realmente más humana, con la que sus habitantes se sintieran identificados,
era necesario atender a las necesidades del hombre concreto. La solución para
los problemas vitales de la ciudad moderna, provocados por la segregación de
fund ones impuesta por el zoning, se situará entonces en la creación de un eore,
de un ·corazÓn" donde la comunidad - ya fuera el barrio o la ciudad- pudiera
desarrollar una red de relaciones a través de las cuales articular la vida urbanas.
De un modo u otro es posible rastrear la presencia de esas ideas en los escritos
y los proyectos de los arquitectos vinculados al Team 10. El camino emprendido
por los Smithson, Bakema, Candilis o Van Eyck pretendió encontrar, dentro

Clr, N. PEYSNER. Pioneros del disclfo moderno de WiHi3m Motris ¡¡ Waller Gropius (1936). Buenos
Aires ' 1963,). M. RI CHARDS. Introdvcción ¡¡ J¡¡ arquitectura moderna (1940). Buenos Alres 19S9,
S. GIEDION. Espacio. tiempo y ¡¡rqviteclura (19~ O. Madrld 1982.
B. GRAVAG NUOlO. Hislori¡¡ del urlwlismo en Europa. 1750·1960 (1991). Madrid 1998. pp. 378·
379.
He aqullas p<llabras !lel maestro francés en el discurso p«)Jlunciado en AteJ03S anle los parlicip<lntes
del IV CIAM: -Nuestros Congresos, en un arraoque Juvenil y gr;¡cias a la aportación de persooas
voluntariosils, marchan a tr.ms de la arqui tectura y el urbanismo hacia una solución equilibr3d3
de la nueva civilización maquinista. 1... ] ¡Qué estupenda <JVentura a correr en todos los paises del
mundo! Mis queridos compai'ieros del Congreso. ¡corramos hacia la aventura. la hermos.a aventura!
Arquitectura y urbanismo. (t E CORBUSIER, -Aria, suono.luce. (1933). en PJrame/ro. n" S2 (1976).
p.38).
Cfr. E. N. ROGERS. J. lo SERT &J. THYRWITT (eds.), The HeJfl of lhe G/y. Tow:vds the Humanill1'
lion of /Jrt¡¡¡¡¡ Lire. Londres 1952.

] lG [
Par/3da de fa revista Ca·
sabella. dmgidiJ por E. N
Rogcrs en/re /95J y 196J.

de una trayectoria matizadamente continuista. una via de relación más precisa


entre la forma urbana y las necesidades socio-psicológicas de los habitantes
de las ciudades. con el fin de restablecer el contacto con los intereses de los
usuarios y acabar con el desarraigo caracleristico de las ciudades rigidamenle
organizadas según los principios de la Carta de Atenas.

En medio de este clima revisionista y frente a quienes proponian seguir


apostando por las utopias futuristas implícitas en los proyectos megaestruclu-
rales, pronto comenzaron a hacerse oir en el contexto italiano algunas voces
que estimaban necesario repensar el sentido de la historia. Entre quienes. sin
romper la continuidad con el "proyecto moderno". reclamaron la revisión del
rechazo de la historia que hasta entonces había caracterizado al Movimiento
Moderno ocupa un lugar del todo particular Ernesto Nathan Rogers' . Este
arquitecto milanés. miembro de los CIAM desde 1933 y director de la revista
Casabella, escribia en 1957 que _ha desaparecido el complejo de inferioridad
hacia el pasado porque ya no sentimos que debamos oponernos a él, sino mas

Sobre la pcrson<llidiKI de Rogcrs y el sigllirtcaOO de su Hgur;¡. cfr. E. tÓPEZ REUS. Emes/a Ragers
y la arquit,'Ctur.J de la OOU1inuitll, Pamplooa 2002.

] 17 [
fQffC 'k/J~ca. Mi/Jn (1958).
OOP/?

bien continuarlo insertándonos en él con toda la aportación de nuestra cultura_J.


En ese mismo número de la revista se publicaban algunos proyectos de los
jóvenes arquitectos Gabetti e Isola. que iban a desencadenar una polémica en
la que terciaría. en la prímavera de 1959, el crítico británico Reyner Banham,
quien acusó a Rogers desde las páginas de la prestigiosa ArchiteclUral Review
de propiciar nada menos que la «retirada italiana del Movimiento Modemo~' .

Al hacer balance de aquella disputa. Claudia D·Amato ha subrayado que


«el dato que caracteriza la segunda mitad de los afias 50 como elemento de·
terminante es la presencia activa que el papel de la historia y el recurso a los
valores de fa memona juegan en el debate sobre la arquitectura»'. Sin embargo,
este fenómeno no recibió una interpretación unánime: mientras en el enlomo
italiano era valorado positivamente, en determinados círculos culturales del
ámbito anglosajón fue visto con inquietud y hasta con perplejidad. Sólo unos
meses después de la citada polémica. en septiembre de 1959, Rogers se en-
frentaba con Bakema y los Smithson en el último CIAM celebrado en Qtterio,

E. N. ROGERS. · Con1inuita o crisi? (1957). en 1D.• Espcricma cJe/lilrchilellUf<J. Turin 1958. p. 207;
ese lelrto constiluía el editorial del nO215 de la reVista Ci/!iiJbcIla.
Clr. R. SAN HAM . •Neoliberty. La retirada ilaliana del Movimiento Moderno- (1959) YE. N. ROGERS .
· La evolución de la arquil!Xtulll. Respuesta al guardi;ln de los IrigorilK:os- (1959). ambos efI P.
Hf REU. J. M. MONTANER & J. OLIVERAS (eds.). Tex/os de arquileclUf<J de la modernkJad. Madrid
199~ , pp. 310· 3 t ~ y 315·320, respe<::tivamente.

C. D"AMATO. -La 'riti'"3ta italiana· dal MovimenlO Moderno: memoria. Sloria e queslionl di Slile
nell·esperienza del neolibeny·, en Con/ros/mio, ~ 4·5 (1977). p. SO.

] 18 [
a propósito de la presentación de su proyecto de la Torre Velasca en Milán. Y
poco después de la publicación del mencionado artIculo de Banham, veia la
luz un escrito de Nikolaus Pevsner en el que afirmaba sin medias tintas: «El
principal objetivo de este ensayo es llamar la atención hacia lo que considero
como un fenómeno reciente y alarmante. Es lo que sólo podría denominarse
un retorno al historicismo.'o.

Pero a pesar de las protestas llevadas a cabo por la línea historiográfica


representada por Pevsner y Banham, que pretendía la consolidación del mito
del Movimiento Moderno y de los valores por éste representados, la semilla
plantada por la cultura italiana daria pronto sus primeros frutos. Cabe destacar
en este sentido su contribución a que se superase el esquema historiográfico
que intentaba mostrar el paso de la revolución industrial a la ciudad funcio·
nal como un proceso lineal, regido por un supuesto "esplritu de la época".
Siguiendo las huellas de Giulio Cario Afgan, que en 1951 había publicado el
primer intento italiano de historiar la vanguardia" , Manfredo Tafuri se lanzaria
en los años 60 a realizar «una valerosa y despiadada criba de las bases mismas
del Movimiento Moderno: más todavía, una despiadada investigación sobre la
legitimidad de hablar aún de Movimiento Moderno como monolítico corpus de
ideas, de poéticas, de tradiciones lingüísticas»'¡. A partir de ahí comenzará a
resultar evidente para todos que lo que se había venido denominando el Mo-
vimiento Moderno era en realidad un conjunto de tendencias donde convivian
orientaciones muy diversas'!.

Como es natural. ese doble empeno de la cultura italiana - por recuperar


el sentido de la historia y por convertir la historia en material de trabajo- no
es algo que quepa referir sólo a la arquitectura. sino que afectó igualmente
al urbanismo. En el mismo año en que Rogers polemizaba con Banham en
CasabeJla y con Bakema en el CIAM de Otterlo. se publicaban dos obras que
pueden ilustrar bien ambos aspectos en sede urbanística y que llegarían a
producir un hondo impacto en los años sucesivos; me refiero a L'urbanística
e I"aweníre della cittJ de Giuseppe Samon~ y a los Sludi per una operante
storia di Venezia de Saverio Muratori. Sus autores ensenaban en aquellos
momentos en el Instituto Universltario de Arquitectura de Venecia (IUAV) y,
aunque en muchos aspectos su formación y sus puntos de vista no podian
ser más diferentes, los dos tenian en común su posición en buena medida
"excéntrica" respecto de lo que algunos podrian considerar la imagen "normal "
- en el sentido que Kuhn ha dado al término- del urbanista, como podía ser

10 N. PEVSN ~ R. -El retomo del hisloricismo. (1961). en ID .. ESludios:robre arte. arquitcctUIIJ ydiscflo.
Barcelooa 1983. p. 397.
elr. G. c. ARCAN. WalliY Gropius y la BauhJus (1951). Ban::elona 1983.
" M. TAFU RI. ft:OffJs e historiJ de /;J arquilecllJr.1 {1968l. Madrid 1997. p. 10. No tardaria Manien
EIia en poder afirmar _que. en realidad. el Movimiento Moderno no exisle: se trala de un feoómeoo
linic3rr.enle constatabk: en la hisIOlÍogr.!fia. (M. MANIERI EllA. WiHiam Muros y IJ kJroIogÍi1 de la
arquitectura modefTIJ (1976). BarcclO(l;l 1977. p. 7).

" De hecho. ése ha sido el enfoque dominante en las hislorias de la arquHec1urll public3d3s en los
a/\os 70, K. fRAMPTON. HistoriJ cnlic3 de la iJrquitectUIIJ modcm3 (1973), Barcelona 1981: Ch.
jENCKS. Movimicnlos mcdemos en iJfquilectura (1973). Madrid 1983, R. DE FUSCO, HistoriJ
de la arquilecrura cofllemprx;1neiJ {1974l. Madrid 1981 , M. TAFU RI & F. DAl CO. Arquilectura
conltml{>nflincJ {1976l. Madrid 1978.

] "[
en aquellos momentos la de luigi Piccinato o Giovanni Astengo, también ellos
a su vez profesores del IUAV" .

El acercamiento de Samona a los temas urnanísticos tuvo lugar a comien-


zos de la década de los 50 y podemos considerar que su ingreso en la co-
munidad científica de los urnanistas se produce con la publicación del libro
citado, cuando el ingeniero siciliano había cumplido ya los sesenta años. De
hecho, L'urbanislica e l"awenire della cilta supuso un viraje decisivo en el de-
bate urnanistico de los años 60 y planteó a la urbanfstica italiana un programa
de investigación en el que el propio Samona trabajaría durante más de diez
años '~. En ese texto capital '·, Samona proponía ~una representación problemá-
tica del proceso de construcción de la disciplina, alejada de las explicaciones
tranquilizadoras a las que la historiografía (esencialmente arquitectónica) había
acostumbrado a la cultura técnica. Estigmatizaba algunas 'mitologías' tradicio·
nales de la urnanística, subrayando los aspectos contradictorios y utópicos de
las mismas. Por ejemplo, mediante las críticas al modelo de la 'ciudad jardín',
a las utopías antiurbanas del siglo XIX y a la contribución del racionalismo a
la construcción de la ciudad contemporánea: a estos acontecimientos 'canó-
nicos', Samona contraponía una mirada más atenta en relación con la ciudad
del Ochocientos y un punto de vista 'territorial" referido a la nueva dimensión
de las transformaciones. n.

Hay en la obra de Samona una lúcida crítica a la "ideología" de las vanguar-


dias, que habían apostado por una in.terpretación naturalista de la ciudad, basada
en un modelo del ser del hombre y de sus relaciones con la sociedad que sólo
tenía en cuenta los aspectos cuantificables. El rechazo de un urnanismo de corte
positivista por parte de Samona se apoya en el hecho de que es impermeable a
los valores histórico-culturales y, en consecuencia, termina mostrándose incapaz
de penetrar en la discontlnuidad y complejidad de las situaciones urna nas, y
de interpretarlas desde el intenor de sus propias instancias sociales, negando
así toda relevancia a las características particulares de cada contexto urnano y
territonal. Por olfO lado, coherentemente con ese interés suyo por compren-
der las relaciones existentes entre motivaciones urnanfsticas y lógica de las
situaciones de hecho, Samona se opone también al reduccionismo de quienes
pretendían establecer una estricta relación causal entre las modificaciones de
los sistemas productivos y las transformaciones experimentadas por las ciudades
europeas modernas, porque - afirma- -en ciudades donde no tuvieron lugar
cambios económicos tan radicales, también allf, sin embargo, se modificaron
las caracteristicas de la estructura urna na, para persuadirnos de que muchas

" Sobre MuralOfi. dr. G. PI GAf m A. Savcrio MU{;Jloo archilello. reoriiJ e fX08elli. Venecia 1990:
par.! los demás - SarnonlJ. PiecioalO. Aslengo- . ck P. 01 BIAGI & P. GABEltlNI (a b.). lJrtNJtJisli
iliJliani. Roma-8i1fi 1992. pp. 153·254. 21·95 Y 395-467. respeclivamenle.
o, El libro COflOCió lres ediciones (1 959. 1967. 1971) en las que su ;lUlor fue inlroduciendo divt:~
variaciones y ampliociooes.

" Ha sido sel'talado como -uno de los más importanles eserilos teóricos publicados enlre los aoos
50 y 60. (B. SECCHI. /1 fXCOItlO urbanislico. TLlfin 1984. p. 74): d libro .anticipaba muchos
de los problemas con los que nos hemos lenido que eJlfrentar CJl los dos decenios siguientes·
(P. CECCARELU • • t:impeg/"lO oella didatlica· . CJl /JIOOnislic3/nfOlm.Jlioni. nO72 (1983). p. 71).
g te IN FUSSI, -Giuseppe Samon~. Una wltlll<l per conciliare lradizionc e iJlJlOllazioneo. eJl P. DI BIAGI
& P. GABElll NI (eds.), op. d I., pp. 173· t14.

] 20 [
cosas relativas a la nueva implantación urbana no se explican solamente con la
extensión de los medios de producción~l l.

Por su pane, Muratori había emprendido en sus años venecianos una


lectura de la realidad histórica de la ciudad como vía para buscar. frente a
la fragmentariedad característica de lo moderno. un modo de recomponer
aquella unidad perdida que. a su juicio. había caracterizado la civilización
premoderna, Al tomar conciencia de que los amllisis funcionales difícilmente
permitian comprender el organismo arquitectónico en su integridad -es decir,
como síntesis de los diversos aspectos estructurales. distributivos. estilísti·
coso etc.- recurrirá al "tipo edificatorio" como instrumento especifico para
llevar a cabo una nueva lectura disciplinar de la ciudad. entendida ésta como
organismo. como obra de arte producida por la colectividad en eltiempo" . En
1950. el año de su llegada a Venecia. había escrito: ~Que la urbanística debe
tener una visión histórica y universal. en cuanto acción y en cuanto disciplina.
nos lo indica por 10 demás el hecho de que está interesada por las ciudades
no como cosas inertes. sino como organismos creados por el hombre para
la vida. la cual es continuo desarrollo; y por ello mismo se ocupa también de
las transformaciones que el actuar humano opera en el mundo y en el ámbito
social del hombre. como entidad compleja que no puede ser comprendida en
la visión analítica de aspectos particulares. ya sean mecánicos o económicos.
higiénicos o utilitarios. sino únicamente en su totalidad. por cuanto sólo en
ésta le reconocemos un sentido»20.

Ese entendimiento de la ciudad como organismo en continuo desarrollo


le lIevaria a afirmar que la razón de ser de la estructura urbana sólo se puede
encontrar en la historia. De ahí que, para Muratori. las fases de dicho desarrollo
- y. por tanto. las actuales características estructurales de cada ciudad- sólo
puedan ser mostradas en la sucesión de sus diferentes momentos de formación·
transformación. reconstruidos a través del proceso. a la vez lógico y analógico.
de construcción de la ciudad. En efecto, si la historia es «disciplina concreta
por excelencia~ y si la arquitectura expresa la sociedad que se autodetermina
en el desarrollo histórico. entonces - dirá Muratori- nada hay más real que lo
que procede ~desde su nacimiento con el estudio de lo verdadero en forma
de levantamientos y reconstrucciones críticas de barrios completos. estructura
por estructura. fase por fase. aprovechando el precioso campo experimental
ofrecido por la edificación histórica veneciana~ll . Ese levantamiento de la ciudad
histórica realizado con sus alumnos en Venecia le condujo a mirar la ciudad a
través del estudio del tejido urbano. el cual se convertiría asi en instrumento
concreto para relacionar la arquitectura y la ciudad, dando lugar al denominado
"análisis mono·tipológico". que estaba llamado a jugar un importante papel en

" G. SA MONA. L'utbJnislic;¡ C /,{J\'VCnire de/la cilla (1959). Rorna·Bari ' 1971. p. 21 .
" MIJf310Ó eJltender.l el tipo como slmesis a prioli. como producto de UfliI conciencia UJlilarÍ3 y
siJllética. como imuición idc31 colccw..: se 5ilOO, pues. CJllas antipodas del concepto del tipo como
esquema dedllddo 3 pos/t':riori de una serie de ejemplos. SObre el concepto de tipo en MuralOÓ.
dr. G. ptGAFmA. op. dI.. pp.97·1()7.
" S. MUAATORI. -"ila e sloóa dellc citt~·. en R;¡sscgn;¡ Crilic<J di Nr/!iIC{lur.J. nO 11 · 12 (1950).
p.8.
,. S. MUAATORt. SIl/di pcr una opcrof1le sloria urlJ;ma di Ib'lero (1959), Roma 1960. p. 5.

] " [
~ morfo-upo/I)gjro dd
b-Nno de s.m Bmo/OfmO.
Lt:Y>co.J (1959) S. Mur.Hon.

el discurso teórico y proyectual de un sector de los arquitectos italianos de la


generación siguiente.

Pero no conviene adelantar los acontecimientos. Por eso. antes de entrar a


exponer el hilo de ese discurso -que cienamente habria de encontrar luego un
amplísimo eco en el contexto europeo en la década de los años 70 y en buena
medida actuaría como fermento de lo que he dado en llamar la ·cultura del
proyecto urbano· - , es preciso todavfa referirse a otros dos acontecimientos del
año 1959. que pueden resul tar útiles para ilustrar algunas cuestiones altamente
características de la situación del urbanismo italiano a comienzos de los 60 11 • Se
trata de acontecimientos de carácter muy diverso. por cuanto uno es un proyecto
y el otro, un congreso: el proyecto es el presentado por el grupo de ludovico
Quaroni al concurso para construir un barrio CEP en las Barene di San Giuliano
entre Meslre y Venecia; y el coogreso. el celebrado por el Instituto Nacional de
Urbanismo en lecce sobre el tema fI vallO della cil1a. Ambos han sido sei'\alados

" Para una visión de conjunto de la siluac1óo del urbanismo iliJ1iaoo ef1 esos 3I'Ios se puede coo$Ultar
G. CAMPOS VENUTI 8< F OLIVA (eds.), CÍfICIJL"ftIililflos de uroJnisriaJ en lIi1Ü.J. 1942· 1992(1993).
Madrid 1994.

1" [
a menudo como puntos de partida del que puede ser considerado como tema
por antonomasia de aquel momento: la "nueva dimensión" del problema urbano.

A finales de los años 50, Quaroni contaba ya con una dilatada trayectoria en
materia urbanística1l • Toda su investigación en este campo había estado centrada
en la definición de una forma para la "ciudad física "; se trata además, como
ha subrayado Tafuri, de una investigación marcada por el experimentalismo1' .
En la primera mitad de la década participará activamente en el debate sobre la
idea del barrio, trasladando al proyecto de la ciudad moderna las reflexiones
que había madurado sobre la ciudad histórica en la inmediata posguerra; en ese
contexto cabe inscribir, por ejemplo, sus proyectos para el bamo TIburtino en
Roma y el borgo La Martella en Matera, ambos de comienzos de los 50. Pero
paulatinamente se iría produciendo un cambio en la trayectoria de Quaroni,
que consistió, para expresarlo brevemente, en pasar del "bamo" a la "ciudad",
a la metrópoli: «Hasta entonces - pudo decir luego refiriéndose a aquellas ex-
periencias- se había trabajado sobre la idea del barrio y del edificio, pero no
había ninguna idea sobre cómo debiera ser la ciudad~15. y ese cambio se hizo
perceptible de un modo neto en el proyecto para las Barene di San Giuliano
en Mestre, de 1959. La propuesta del grupo de Quaroni tuvo casi el carácter
de un manifiesto, pues tradujo en una imagen muchas ideas sobre la "nueva
dimensión" que. en un nivel teórico todavia muy difuso, comenzaban a circular
entonces en los ambientes urbanísticos italianos.

En el proyecto de Mestre se encuentra superada de golpe la ideologia del


quaf1iere; el concurso era ciertamente para un barrio CEP, pero el proyecto de
Quaroni ·estaba pensado como la nueva 'plaza'. el nuevo centro administrativo,
direccional, etc., para la gran Venecia, para todo el área laguna!""l6. De ahi que
se proponga como imagen simbólica una interpretación de la Venecia histórica
que no mira hacia atrás, como sucedía en el proyecto presentado a ese mismo
concurso por Muratori, -su interlocutor o alter ego privilegiado~l7, sino que asume
una posición de vanguardia y quiere ser una referencia para nuevas experimen·
taciones. El problema de la ciudad aparece aqui tratado en una escala diferente,
que plantea ya una relación completa, viva y activa, entre tejido y emergencias.
entre hechos urbanos primarios y secundarios, entre monumentos y edificación
residencial. Nos encontramos. pues. ante un planteamiento que va a caracterizar
la posición de Quaroni en los años siguientes: el proyecto de Mestre . muestra
sobre todo la posibilidad de pensar en un papel decisivo para el proyecto

" Miembro eleclivo del lNU desde 1941. QuMoni habia oblenido en 195513 t<lledra de Urbaoismo eo
la Escuela de Arquiteclur.I de f loreocia. Par.! Ufl3 valOOlCión del trabajo de Quaroni romo uro..oista.
cfr. A DI MEO BO NOLlO. ollJdovico Quaroni. Ufl3 fr.!mrncot3lione del sapere per progeu3re la
ciua flsica •• eo P. DI BIAGI & P. GABElll NI (cds.). op. cH.. pp. 255-331 .
" Cfr. M. TAfURI. Ludoviro Qwronic /o sviluppo dcH"archilcllUf¡J mcckma in I/alia. Milán 1964. p. 11 .
lO L QUARONI .• StOfÍa segrela dc llc imagini •• eo ConlfOSpilzio. 0· 1-2 (1983). pp. 51·52.
lO lbid.. p. 54.

" A. TERRANOVA . •la dialenica del progeuo". en M. MONTUORI (ed.l. lezioni di progcllalionc.
Milán 1988. p. 200.•EsIOS dos proyeclos -ha eserilo el mismo TefT1J<1OV3 en OlfO Iugar-. herma·
nados por su contraposICión radical a las réplicas )'iI agotadas 3 13 melodo1ogfa racionalisla y 3 la
urbanística OOrocr.llica. lient:n Ufl3 r.!II común en sus conocimienlos de la ciudad histórica y en
la conciencta de su crisis cootcmpof'áoea" tA. TERRANOVA. · 11 discgr.o della d!l~", en 10. (cd.).
LudoYico Qwroni_ AIl:hi/Cllure per cinqwnliJnni. Ron13 1985. p_ 171).

] [
PrP)'<"I--/O p.n d bJmo CfP arquitectónico en la construcción de la ciudad-II , y ello mediante el proyecto
t:n /as ~ de S. GibJo.
M,:M'C (/'}59). L ~.
de una parte completa de la ciudad, la cual. no obstante su carácter de pieza
terminada -de "ciudad nuclear" diña Quaroni- . no renuncia a la pretensión de
modificar las relaciones generales en un territorio mucho más amplio.

Los debates desarrollados ese mismo 31'10 en el VII Congreso Nacional del INU.
celebrado en Lecce a mediados de noviembre. partían de argumentos abiertos
en el anterior Congreso de Lucca, que había tenido lugar en 1957. En la mesa
redonda del Congreso de Lecce, moderada por Quaroni con la participación de
G. De Cario. P. Moroni y E. Vittoria, se constató que -para cualquiera es hoy
evidente el cambio de escala operado en nuestra vida y en la escena urbana. El
progreso tecnológico y social ha roto de hecho los Ifmites cerrados del mundo
en que viviamos: ya no existen limites definidos ni definibles entre una clase y
otra. como no existen entre el interior y el exterior de una casa. entre un edificio
y otro. entre ciudad y campo. La mecanización ha hecho posible la dilatación

.. A.. 01 MEO BONOUO, . ludovioo Quaroni. Una f~aziorlc del sapere per progel1are I:a cil1)
frsic.1 •. ~~ .. p. 270. Unos afIos desputs escribiQ Quaroni que -es necesario Iluir del equivoco de
una divisiOO aniflCiosa. en la cultur.! de las cloOadcs. enlre arQUiltclUld y urt>anisrno- (L QUARONI,
III rcm: de 8.Jbd(1967). BaJcelona 1972. p. 67).
ilimitada de la ciudad moderna, cambiando totalmente la relación del hombre
con la naturaleza»n, Y es que, como apuntana poco después Franco Mancuso en
su balance de las tendencias en acto en la situación italiana del momento, una
vez que se hubo comprendido que la ciudad había de tener un rostro y que el
planea miento urbanístico estaba abocado a convertirse en un proceso continuo
- el llamado pianoprocesso-, . Ia cultura urbanística recuperó el interes perdido
por los aspectos formales de la ciudad y del territorio, y reivindicó a la vez su
autonomía y su papel especifico en los procesos de reorganización territorial _lO,

Se abna asl el camino para la propuesta de nuevas hipótesis en relación con


la "nueva dimensión" del hecho urbano; se disponia con ello a entrar en escena
otro de los protagonistas del momento: Giancarlo De Cario, quien en 1958,
al recibir el encargo del plan general de Urbino, había dado comienzo a una
fecunda y dilatada carrera en el ámbito del urbanismo]' , Desde la constitución,
en 1960, del Instituto lombardo de Estudios Económicos y Sociales (lLSES), un
centro de investigación promovido por la administración municipal para llevar a
cabo estudios económicos, sociológicos y urbanísticos en el entorno milanés, De
Cario se había ocupado de dirigir los trabajos relativos al análisis de la estructura
urbanística del área metropolitana de Milán; y a partir de 1961, coincidiendo con
el desarrollo de esa labor en el IlSES, tomana también parte en la redacción
del Plan Intermunicipal milanés, donde desempeñará un relevante papel,l, En
conexión con los trabajos anteriores, De Cario promoverá a comienzos de 1962,
en la ciudad de Stresa, un seminario que alcanzaría un notable eco, sobre el tema
La nuova dimensione del/a ciwl La citt/Negione, En su relación final, De Cario
agrupaba en cuatro las diferentes posiciones surgidas en los debates: -La primera
hipótesis considera que la ciudad-región es una ciudad de crecimiento desme- fsquemilS de G. De C.'rlo
~ el P/3n Inlr:rmllntc,{),1{
surado que se extiende por el territorio bajo la forma de un continuo urbano, dt: Mloo (r'J616JI
[,_,] La segunda hipótesis considera que la ciudad-región es una aglomeración
de centros que, si bien están todos ellos envueltos en un mismo proceso de
crecimiento, conservan una existencia autónoma. [_.. 1la tercera hipótesis L,.]
considera la ciudad-región como un artificio de forma adecuado para resolver
los problemas de la congestión. (.. _] Finalmente hay una cuarta hipótesis - que
personalmente comparto- que considera la ciudad-región como una relación
dinámica que sustituye a la relación estática de la ciudad tradicional»).),

Pero, como ya he señalado, el problema de la "nueva dimensión" de la


ciudad no era nuevo en el contexto italiano. De hecho, ya en 1959, en un

,. Un resumen de las ideas Oc esa mesa redonda. Oc donde se ha tomado la cita. fue pu~icado en
UrlJ3ni$Iic3, n" 32 (1960), pp. 6-8. A esa mesa redonda se refi rió más larde Qua/Olli para sel'1alar
qoc supuso -un hecho verdaderamente nuevo. porque por primera vez se habló de la ciudad en
léfminos figuraliyos y no Uilicamente en términos sociales o de reglamenlo o de planes genelll les,
etc.. Se comemó a hablar de 'belleza'. (L. QUARONI .• SIOOa segrela !lelle imagln¡•. ciI .. p. 55).
lO F. MANCUSO. • Nouvclles tendances de l'ul"banisme en Italie. , en OorchiltclUfe d'Aujcurd'h/JI;
n" 132 (1967). p. 53.
l' Sobre De Cario uroanista, cfr. M. PERIN, .Giancarlo De Cario. Un progeuo guida per realimre
I'utopia' , en P. DI BIAGI & p, GABELlINI (eds.). op. cil.. pp. 333-39J.
" La experiencia del Plan tntennunk:ipal de Milán puede verse en G. DE CARLa (ed.). IJJpliJtlirlCJ~iorIc
1r:rriloriiJ/c urfuniSlica neII'area mi!.mese, PadU3 1966_

" G_DE CARLa, . Rclazione di sint csi·, en AA W., la nuoV3 dimenskNle de 1.3 cirrb. la cil/j-regionc,
Milán 1962, pp. 186·187.

] 25 [
.-,

P/;Jn Inlml1Uflkl{)Jl dt: MJliJII. seminario celebrado en Nápoles sobre.planeamiento urbanístico. Samon~ había
Moo..>/o -t!fI lutiJNta- (1963).
sostenido que -la ciudad debe considerarse como parte de un entorno más
amplio. que no puede limitarse al término municipal. sino que debe incluir
aquellos territorios y aquellas otras ciudades con los que existan relaciones
bastante vivas. Estos nuevos aspectos que va asumiendo toda la fenomenolo·
gfa urbana plantean de un modo nuevo el problema del tamaño y de la forma
fu tura de la ciudad-l'. De esa misma idea se hacía eco Aldo Rossi. entonces
redactor de la CaS<Jbella de Rogers. en un articulo publicado inmediatamente
después del seminario de Stresa; escribía allí el arquitecto milanés que -en
vinud de las f<1pidas transformaciones de estos últimos años. las principales
ciudades italianas presentan aquella evolución. que ya se ha producido en
otros paises. por la cual el término 'ciudad' ya no es suficiente para definir la
nueva realidad urbana. que se caracteriza por aquel conjunto de interrelaciones
económicas. sociales y espaciales que constituyen el área metropolitana. la cual
se presenta como un nuevo. único mercado de trabajo_J~_ Resulta evidente el
influjo de la cultura anglosajona -americana. en panicular- en la creación de
organismos como el ILSES y en el protagonismo que iban a adquirir en esos
años conceptos tales como "área metropolitana" o "centro direccional"K; en
el contexto italiano esos conceptos tendrían. sin embargo. un tratamiento del

.. G. SAMOW.. _La flUOY3 dimensione de la cina· (1959). en ID .• L·unilbatdli/eIlUflJ·/J(tXHlislica. Scrilli


f! progcl/l": /929· /973. Milán 1975. p. 363 .
.. A. ROSSI. -Nuevos problemas- (1962). en ID .• Para UIl3 arquIIec:lun de ¡encienda. Escrif05: /956-
/972. Barcelona 1977. p. 101.
.. SObre la probIemállca de 1M keas melropolilatl3S. cfr. A AQUARONE. Gnndi cilu f! ~ melropo'
III_;¡ 1l;W. E\QIonIa 1961 ; para los cefllrO$ direa:ionales. cfr. C. AYMONINO & P. L GIORDANI.
I CCfl/rl~. 6 ;)ri 1961.

] 'ti [
Proyecto pilr.J el Centro
Direccional. Tur", (1962).
A. flossl. G. Po/csr:llo Y L

"""

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r,g. 7

todo particular por la insistencia de los italianos en abordar desde el proyecto


la nueva forma de la ~c¡udad·reg¡6n · o de la "ciudad-territorio", que serian las
denominaciones que el mismo fenómeno recibiera en el ámbito milanés y en
el entomo romano, respectivamente,

El tema de los centros direccionales. estrechamente ligado a la "nueva di·


mensión" de la ciudad, puede ayudar a entender el sesgo que la cuestión lomó
en Ilalia. El problema del centro direccional aparecía como consecuencia de la
oportunidad de crear nuevas áreas de centralidad que acogieran los servicios
necesarios para abastecer a la ciudad-región, fuertemente marcada por nuevas
relaciones dinámicas, más all<'i de las tradicionales relaciones centro-periferia.
Ciertamente, y los estudios realizados en el ámbito estadounidense lo ponían de
manifiesto con toda claridad, los centros direccionales reclamaban un notable
esfuerzo teórico que permitiera encuadrarlos en un discurso coherente con la
compleja problemática en la que se encontraban insertos. Se imponía, por tanto,
la construcción de un marco disciplinar adecuado para poder afrontar el asunto
con cierto fundamento. Nada de eso. sin embargo. se encuentra en la bibliografía
italiana al respecto, Los centros direccionales se convirtieron enseguida en un
problema de arquitectura y. en consecuencia. fueron objeto de una polarización
más profesional que disciplinar. La lectura. por ejemplo. de las memorias de los
proyectos presentados al concurso de ideas para el centro direccional de Turin
(1962) puede servir para ilustrar este estado de cosas17.

No en vano. como ha sido puesto de relieve por la historiografía del uro


banismo más reciente, una de las caracteristicas que sin duda hace converger
la trayectoria como urbanistas de SamoniJ, Quaroni y De Cario es su decidida
apuesta por la unidad urbanismo·arquitectura. frente a quienes, en una tradición
urbanística quizá más ·ortodoxa", estaban más atentos a los aspectos sociales

" Un extracto de esas memorias puede encontrarse en cl flo 278 (1%3) de C¡¡sabcll3, donde
apilfcccfl public3dos los proyec tos que se presefl1aron al coocurso par.! el centro direccional de
Turin .

] - [
y económicos que a los de carácter espacial. Ellos, en cambio, -replantean la
centralidad del espacio fisico, pero habiendo absorbido la crítica racionalista. lo
problematizan. La redefinición del concepto de forma. la relación entre la forma
del asentamiento y la estructura económica y social, entre la forma y la historia.
y la especificidad de los lugares y sus relaciones con la memoria. vienen as! a
ocupar una posición clave en los tres programas de investigación precisamente
cuandj) el urbanismo italiano da sus primeros pasos hacia la investigación de
las estructuras ocultas que informan el territorio sin prefigurarlo de manera
determinista. La unidad urbanismo-arquitectura está incluida en estas premisas,
aun reconociendo los tres las necesarias intersecciones con otros campos del
saber: con las ciencias sociales más que con las ciencias de la naturaleza-". Y
es que en este punto $amoni!o Quaroni y De Carlo pueden ser considerados
herederos de una tradición que. dentro del urbanismo italiano, tendría sus re-
presentantes más característicos en Gustavo Giovannoni y Marcello Piacentini.
Una tradición que se hubo de enfrentar a la representada por quienes. en un
intento de conectar el urbanismo italiano con los planteamientos dominantes en
el contexto intemacional, se decantaron por romper esa unidad. subordinando la
arquitectura al urbanismo; entre ellos, Luigi Piccinato y Plinio Marconi. que han
sido considerados como los padres del urbanismo modemo en Italia. seguidos
luego por Astengo y Campos Venuti.

Llegamos así a 1963, otro año jalonado por algunos sucesos que. por su
trascendencia para el posterior desarrollo de los acontecimientos. conviene
rese~ar, aunque sea sucintamente. En primer lugar. habría que referirse al
curso organizado en Areuo por la Fúndación Adriano Olivelli y dirigido por
Quaronil ' . Entre los objetivos del curso se encontraba el de reflexionar sobre
la posibilidad de Of'g3nizar los estudios de urbanismo en una escuela inde-
pendiente de la de arquitectura. La discusión se polarizó enseguida en tomo
el papel que correspondía al político y el que correspondía al técnico en el
trabajo urbanístico: -Este curso -escribió Gregolli poco después- fue la oca-
sión para un debate entre dos grupos: el primero intentaba hacer coincidir
elecciones políticas y elecciones urbanísticas. y el segundo tendía a asignar al
planeamiento funciones científicas con el fin de proponer allemativas óptimas
a disposición de los polilicos_· G• En relación con el urbanista como figura
profesional considerada en si misma y partiendo de la distinción anglosajona
entre IOlVn planner y town designer, se senaló por parte de algunos que el
arquitecto carecía de formación específica para la práctica del planeamiento
urbano y que su contribución al urbanismo debía ser estrictamente proyectual,
proporcionando propuestas formales para la organización del espacio; a este
respecto propon!an crear instrumentos de conocimiento y de intervención que
fueran especificos del arquitecto en el campo del urbanismo. Comenzaba a
explicitarse as! una fractura en el interior de la disciplina urbanística que. como
veremos. desembocana más tarde en el enfrentamiento entre los partidarios
del plan y los del proyecto.

II P. GABELLINI . •fig¡ns de urbanistas y programas de urb;misrno-. en G. CAMPOS VENUTl &


F. OlNA (eds.l. op. cit.. p. 337.
lO Respeclo a ese curso. vtase la resd\a I~ubda -un tInO speOmatIaIe •• en EdiVQ MocJarg,
rf 82-83 (19631. pp. 45·46.
• v. GREGom. Nuevos ~ninos de la arqvilcclura ili1Ii3ro. BarceIoN 1969. p. 80.

] "[
El debate abierto en el curso de Areno sobre las relaciones entre pla-
neamiento, urbanismo y arquitectura tuvo sin duda un trasfondo polftico:
es más, condujo a abrir heridas que tardanan mucho tiempo en cerrarse,
Sin embargo. las diversas posiciones en el modo de entender las relaciones
entre el urbanismo y la polftica se manifestarian no sólo en un plano que
podriamos denominar ideológico, sino también en el estrictamente disciplinar:
concretamente. la situación lIevana a un sector de los urbanistas asociar el
urbanismo a la arquitectura. mientras otros lo identificaban con el planea·
miento: en ese sentido he empleado el término "fractura ", Asi. por ejemplo,
hablando de la conexión existente entre la arquitectura y el urbanismo, decia
Quaroni: «He unido a propósito las dos palabras. porque quiero siflletizar y
religar mejor el salto que debemos ifllefllar, y del cual venimos hablando,
Urbanismo y no planea miento; este último es cosa difereflle de la arquitec-
tura, es cosa que no es propia de los arquitectos, sino de los programado-
res y de los expertos que tendrán que ayudarles en aspectos diversos~" ,
De hecho, al año siguiente el propio Quaroni abandonaría la docencia del
urbanismo en Florencia y pasana a enseñar composición arquitectónica en
Ramal?

En este contexto de búsqueda de nuevos instrumentos para no separar el


urbanismo de la arquitectura -en un momento en el que, además, el urbanismo
se encontraba en el cefllro de la atención de los arquitectos-, la realización en
1963 por parte de Aldo Rossi de un primer trabajo en Milán, sobre las relaciones
entre la morfología urbana y la tipología edificatoria'l, significana el comienzo
de una nueva etapa en la puesta a pufllo de instrumentos de análisis urbano
basados en la arquitectura. Refiriéndose a ese estudio. realizado para el ILSES
dentro de los trabajos sobre el área metropolitana dirigidos por De Carla, ha
escrito Luciano Semerani que .:la cuestión tipológica fue la clave de bóveda para
llevar a cabo el encargo: uno de esos encargos de estudio, de investigación.
que le llegan a los arquitectos jóvenes cuando aún no tienen trabajo y que se
convirtió, en cambio, en algo de lo que después valía la pena habla ~" , Rossi
había efllrado en contacto con los estudios tipológicos muratorianos a través de
su amigo y compañero Gianugo Polesello, que había sido alumno de Muratori
en Venecia; de hecho, la reflexión tipológica se encontraba en la base de! pro·
yecto que ambos - Polesello y Rossi, junto con Luca Meda- habían presentado
el año afllerior al concurso para el centro direccional de Turín. Sin embargo,

" L QUARONl. L;¡ Tam: de Babel. cit., p. 67.


•, En una cnlrC\'Ísla realizada en 1986. anrmaba Quaroni: .Yo enserié urOOnismo dlJfanle un tiempo:
lo abandoné delibcradamt:nlc. En Roma me hablan ofrecido ensenar urbanismo o pasar a ta aro
quiteetul'll. Elegf la arquitectura porql.lC luve miedo: me parecla ql.lC se habla iniciado una época
de decadencia. [... ] En aquel momenlO ta poI"ica se eO/lvertla en ta lÍflica dimensión: se enteodia.
por ta distorsión del discurso de los mismos eSludiantes. ql.lC habla habido un cambio. (cilado por
A. DI MEO BONOLLO. •Ludovico Quaroni. Una frammenlazione del sapere per progclIare la cittll
fisica· , cit.. p. 272).
" Cfr. A. ROSSI. COfllribulo al probJeftI<J del rapponi Ira tipologia edililia e morfología urlJan;¡. fSi/lT/e
di un'arelJ di stooio di MilMo. con ¡»rticoh1re 1111i:nlÍOfle aIIe tipoIogÍf! edililÍf! prrxkme da intervenli
privJtl. Mili!l11%4.
" L. SfMERANI. . Aleune cose che dovele ancora sapere su Aldo Rossi •. en P. POSOCCO.
G. RAOICCHIO & G, RAKQWITZ (eds.l. -Cl1rc architellure : Scritfi su AIdo Rossi. Turin 2002.
p_ 59.

] 29 [
para el posterior desarrollo de los estudios morfo-tipológicos por parte de la
asi llamada Tendenza. la relación clave no sería la de Rossi con Polesello. sino
la mantenida con Cario Aymonino.

la amistad de Aymonino coo Rossi se remontaba a la primera mitad de


los años 50. cuando ambos eran estudiantes. pero la colaboración académica
no COmenzaría hasta 1963. fecha en la que Samona propuso al arquitecto
romano comenzar a dar clase en el IUAV de Venecia. para hacerse cargo del
curso que había quedado vacante con el traslado de Muratori a Roma .• Ugada
a esta llamada -recordará más tarde Aymonino- estuvo la petición de AIdo
Rossi. del que era amigo desde hada diez años. de venir como ayudante del
curso. La colaboración con Aldo continuó durante tres años y se concretó
en tres pequeños volúmenes. hoy agotados. sobre tipología, morfología, etc.,
editados por la CLUVA. Para precisar las relaciones entre morfología y tipolo·
gía. la aportación de Aldo fue determinante: él ya habia llevado a cabo para
el ILSES una investigación planteada de este modo, sobre una zooa de Milan.
en la que más o menos ya se señalaban algunos aspectos que afrontamos en
los años sucesivos del curso. hasta el trabajo sobre la ciudad de Padua~·~. De
esa colaboración. finalizada en 1966 con la marcha de Rossi al Politécnico de
Milán. iba a arrancar un movimiento cultural que, como ya he recordado coo
anterioridad. alcanzaría un notable impacto en el contexto europeo en la década
de los 70 y que tuvo su texto de referencia en L'archilettura de/la cilla. un libro
que intentaba sistematizar precisamente la investigación desarrollada por su
autor en esos años venecianos.

o Una aproximación arquitectónica a la ciudad y al territorio


Refiriéndose a la situación por la que atravesaba el urbanismo en Europa a
comienzos de los ailos 60. ha escrito Gravagnuolo que -la aspiración cultural
a una unidad entre arquitectura y urbanismo distingue la aportación italiana
al debate europeo de estos ailos cnlicos-". En esa linea se movían, como
acabamos de ver. las propuestas de Samona. Muratori. Quaroni o De Cario. y
con esta orientación se formaría. en lOmo a la Casabella de Rogers. una nueva
generación de arquitectos - la compuesta. entre otros. por Gregolli. Rossi.
canella. Semerani y Tentori- que intentará avanzar en la misma dirección. Asi
explicaba AymonillO lo que constituia el objetivo comun a todos ellos: _Ha sido
común el intento de 'revisar' una tradición de la arquitectura moderna dada
por sentada de una vez por todas. Y por tradición entiendo [... 1 el método
de análisis de la realidad, sobre todo de aquel núcleo de la realidad que muy
esquemáticamente ha sido definido como relación entre arquitectura y urba-
nismo. Revisar este núcleo, en el sentido de analizano de nuevo y proponer
alternativas diferentes ha sido el cometido polftico-cultural más interesante de

.. C. AYMONINO.• lnlel'Vista solla vila·, en C. CONFORTl. Cario lIymooino: /ilrr:hiICllunJ fI(}fI t Uf)
milo. Roma 1980. p. 174. los ~ que testlmonian esa colaboraciOn $00: AA. W..I\$peIl; e
prob/t:mi deIJ lipoIosJ3 MIiÑ, VeneOa 196~: ID.• la form;uione del conce«o d ~ cd6'Ji;J,
Yeneci3 1965: ID.. Rapptxti 113 morfoIogU utbana e lipokJgia edI6M. VeneOa 1966: ID .. U dttJ
di P.Jdova. 5Jggio d amJisi 1Xb.Jna. ~ 1970.
.. 8. GRAVAGNUOlO. op. cit.. p. 433.

] lO [
estos años~·l. Se trataba, pues, de intervenir en un debate de fondo, en el que
se encontraban implicadas cuestiones culturales - o, si se prefiere, de política
cultural- de notable calado, y de hacerlo desde la propia disciplina.

la conciencia de estar participando a través de la arquitectura en lo que Rossi


denominó -la más vasta batalla de las ideas- les condujo desde muy jóvenes
a tomar postura en las disputas, por lo demás extraordinariamente vivas, que
se desarrollaban en la cultura italiana de aquellos años. Un episodio que puede
servir para poner de manifiesto cuáles eran las posiciones en liza es la polémica
que protagonizaron en 1963 Benevolo y Aymonino, a propósito de un trabajo
del primero sobre los orígenes del urbanismo moderno. En su libro Le origin;
dell'uroanisfica modema, Benevolo sostenía que -el urbanismo constituye una
parte de la política, necesario para concretar todos los programas operativos y,
al mismo tiempo, irreductible a fórmulas programáticas generales. Para mejorar
la distribución de la actividad humana en el territorio es preciso mejorar las
relaciones económicas y sociales de las cuales depende dicha actividad; por
lo demás, no basta con mejorar las relaciones económicas y sociales para que
las espaciales queden automáticamente corregidas, pero la modificación de ras
relaciones espaciales es uno de los modos. inseparable de los demás, para
lograr el equilibrio general Que es el fin de la acción politica.·'. A continuación,
Benevolo se lamentaba de la progresiva pérdida de conexión entre las instancias
políticas y las urbanísticas a partir de la crisis de 1848, con el consiguiente
afianzamiento de la componente técnica del urbanismo. El objellvo último de
su análisis histórico era mostrar la urgente necesidad de proceder al restable-
cimiento de la conexión perdida entre urbanismo y política.

La respuesta por parte de Aymonino a semejante planteamiento no se hizo


esperar y se concretaría finalmente en un nuevo libro. Orígini e sviluppo della
cilla modema. cuya tesis era precisamente Que «en la crisis de 1848 podemos
señalar un elemento esencial del urbanismo moderno, que desgraciadamente
aún no ha sido puesto en claro por las varias 'historias' que han examinado su
camino: el nacimiento de su autonomía disciplinar (y no operativa): la formación.
por tanto. de una disciplina con sus leyes. sus problemas. su historia, que si
indirectamente tiene y tendrá siempre unas referencias concretas a la historia
politica. no por eso puede confundirse con ella. so pena de su instrumentaliza·
ción, Sobre todo. hoy podemos remontar a aquella fecha la toma de conciencia
de un camino distinto. en absoluto paralelo. entre urbanismo y política~" . Para
Aymonino era evidente que la solución a los problemas contemporáneos no
debia ir en la dirección señalada por Benevolo. sino en otra bien distinta. la cual
pasaba por reivindicar la fundamentación en la arquitectura del estudio de la
ciudad y. consecuentemente. establecer una neta distinción entre urbanismo y
planeamiento urbano. -Quizás en la complejidad y diversidad de los problemas
actuales -afirmaba- la misma palabra 'urbanismo' tiene necesidad de ser pre-
cisada de nuevo. no pudiendo contener ya, por ejemplo, teorías y programas

" C. AYMONINO.•I'rogctti ddlo studio Scmcf3nHamaro 1965·1971 · . en ConlroSfJiJ1ÍO. n° 7·8


(1971), p. 18.

.. L BfNEVOLO. Oyigenes dd urb.Jr¡ismo moderno (1963). Madrid 1979. p. 10.

e. AYMONINO. O!fg= y dcwroHo de fa eiud.1d moderna (1965) . Bartelona 1972. p. 46.

] 3' [
Dibuio de e ~~
su.ibro 0ng¡nI e $\!Iuppo de
la cUt,) mOOCfna / /9651,

fig 8

inherentes a la planificaciÓfl territorial y estudios anexos al organismo urbano o


a sus fenómenos parciales"5O!.

Aparece aqur una cuestión crucial para comprender adecuadamente tanto


el discurso de Rossi como el de Aymonino -y el de todos aquellos que de un
modo u otro formaron parte de aquel movimiento cultural que se autodenominó
la Tendenzir; me refiero a la espinosa cuestióo de la autonomía de la disciplina.

.. /bid.. p. 19. Y mM itddanle precisaba, ·Con una dislancia de delllO ciocu!::ma anos de expCliellcia.
la rel3ción urbanismo·pohlica !lO puede ser Ir'Ilerpfelada como UIliI rel~ mcc.1IlÍCil y univoc¡¡.
como sosllene Beocvolo (·el urbanismo es uoa pane de la pohlica"l. o como un acl0 de fe. un
·gesIO· V1IIido de una Yel para siempre (·cl factor IUIldamt:Il1al del de~1o de la ciudad es de
orden econ6mico y, por COflSiguienlc. !lO se traca. par.! el LriIanist;¡ o el ;¡rquileclo que quisieta
lflIIlM" sobre su desan"oIo, de rnanc;ar la regla y la escuacn. sirio de OOII'V: a las luerzóJ5 =dalleS
de la revolución proIetaria1- AllIes bien. las experiencias realizadas dcmues1l3rl cómo la liscipIirIa
misma entendidi bajo b pabI:Jra ·1JfbPsmo· tiene necesidad de una ultcnor YetiIiCilción ydcfll1iciórl.
[... 1tos ~luOios sobre la fOlTlla de la d.dad -y. sobre 1000. las rdxionc:s cmre la morfologia
lJ!bar¡a Yla t.ipoIog!a edirlC3tor1a- !lO 50fl alternativas a los esludios ccooómicos o de pIarlificxi6rI
indicativa, pero me parecen los mM peninellles para fundar un ~tOOo de analisis que. poniendo
en relaciórllnoc1uso proccsos diva'$os, pcrmlla unir a las previsioocs 105 I'lcchos urbaoos mismos.
también ba;o el iSpCCl0 arquileclÓflÍ(:o. [...lllI estructllfa Utbana cambia - o debe cambiar- por las
llUeViIS coodicIones políticas. CCOOÓITIiCóJ5 y sociales: pero sólo la arquileclllfa puede rePfCSCfll3r y
lXlI11UOicar de fOffi"la estable tales C3mbi0s. confonnarxlo o Imtaodo su IlOlflIilud y profl.W'ldldad.
(llid. . pp. 91. 9H~ y 112).

] 32 [
Esa autonomía se convertiria, a la vez, en piedra angular de su construcción teórica
y en piedra de escándalo en el contexto italiano e internacional. A mi juicio, las
múltiples incomprensiones del alcance de ese planteamiento por parte de un
importante sector de la critica hay que ponerlas en relación con la complejidad
de los fundamen tos culturales de dicha cuestión, que ya he intentado analizar
en otra ocasión y que raramente, sin embargo, se encuentran explicitados con
claridad en sus propios escritosS'. En cualquier caso, no se ha de entender la
autonomía invocada por estos autores en el sentido de independencia respecto
a las instancias politicas, sociales o económicas. sino únicamente como defensa
de la especificidad de la disciplina. la cual les llevaría a pretender definir una
ciencia urbana construida sobre parámetros arquitectónicos. ~ Podemos estudiar
la ciudad - ha escrito Rossi- desde muchos puntos de vista, pero ésta emerge
de manera autónoma cuando la consideramos como dato último, como cons·
trucción. como arquitectura~;l. Conviene. por eso. insistir en que la autonomía
que se perseguía era la de la disciplina. y no la de la forma urbana. como
algunos han pretendido; Rossi jamás ha sostenido que la fonna sea autónoma
en ningún sentido.

Esa autonomía disciplinar de la Tendenza quiso fundamen tarse básicamente


sobre un doble sistema de referencias culturales: por un lado, el pensamiento
gramsciano, con su afirmación de la relativa autonomía de la superestructura
respecto a la base socio·econÓmica. que les pennitía considerar la arquitectura
como un valor y no sólo como un medio para criticar los valores; y, por otro,
el estructuralismo de corte saussuriano, que al ofrecerles como modelo la
lingüística. les facilitaba una referencia metodológica para construir la 'ciencia"
urbana y, al menos hipotéticamente, les aportaba claves para responder a algo
que les preocupaba de manera particular: la cuestión del significado. Al remitirse
a Gramsci deseaban también superar el escollo que suponia la matriz cultural
en que se encontraba inserto el análisis tipológico muratoriano, por cuanto el
referente intelectual de las teonas del arquitecto modenés era el pensamiento
de Croce, que resultaba difícilmente asumible por parte de quienes se consi·
deraban deudores de la dialéctica marxista; de ahí que. aunque ~Ias categorias
interpretativas de Muratori les proporcionaran una contribución instrumental a
la investigación. al mismo tiempo se viera contestada la matriz leórica de las
mismas. En particular. aquellos aspectos orientados a la intervención operativa
que Muratori había deducido de modo detenninista de sus análisis ~5.l .

Con esta salvedad. resulta claro que los estudios tipológicos de Muratori
constituyeron el punto de partida para intentar la construcción de una "ciencia
urbana" desde la arquitectura. A este respecto. como procuraré exponer a
continuación. los textos - los de Rossi en particular- no dejan lugar a dudas.
En su introducción a L'archite((ura de la CiUB, el arquitecto milanés afinna sin

" Cfr. v. SAINl GUTI~RREZ •• h oolalla de las ide<ls. ArqUileclUr.I, ciuOad y pensamiento en los
escritos de AkJo Rossi •. en Thttn3fil. n" 19 (1998). pp. 153·186.
" A. ROS51. La ilrquiliXlU171 de /¡¡ ciud7d(1966), Barcelona '"1 999. p. 63.• Pienso que este punto de
\'ista - diee poco antes- o independienlemente de mis COflOCimientos especifICaS, puede coostituir
el tipo de ~n;!lisi~ m:\s global 3(;ert.;) de la ciudad. libid. p. 60) .
., M. SCOLARI . • lJfl contribulo per la fondilliooc di una scicJlZa urbilfl,)·. en Conlrospilzio. JI" 7-8
(1971). p. ~2 .

] 33 [
fI':vJntJmu:nIO IIpO/liglcO ambages que el libro pretende presentar el ~bosquejo de una ciencia urbana
del renrro ms/Mco de SplI/
fundamenlada ~S., El planteamiento responde sin duda al clima del momento, en
(1!166).
un contexto en que abundaban los intentos de convertir el urbanismo en una
disciplina cienlifica (y a ese ambiente de confianza ilimitada en las posibilidades
de la ciencia en relación con la ciudad no fue ajena la cultura arquitectónica
italiana)~\ pero frente a quienes se aproximaban a la ciudad considerándola antes
que nada como hecho socio·económico y, en cuanto tal, como una especie
de organismo natural sujeto a determinadas leyes, los morfologistas italianos
lo harían preferentemente desde la geografía y la arquitectura, partiendo de un
entendimiento de la ciudad como hecho histórico y como realidad espacial. Es
en este sentido en el que el estudio de las relaciones entre la morfología urbana
y la tipología edificatoria se les presentaba como un instrumento apto para llevar
a cabo una aproximación científica - es decir, objetivamente conlrastable- a la
estructura de la ciudad.

Ese estudio estaba planteado inicialmente en la más estricta tradición del


positivismo; desde el convencimiento, por tanto, de la plena capacidad de la
razón -entendida en sentido ilustrado- para afrontar el conocimiento de la ciudad
a través de la arquitectura. «Digamos antes que nada - no dudaba en escribir

" A. ROSSI, l.iJ arquilCCIUfiJ de la ciudad, cil., J). 69.


.. Escribia Gregotti en esos mismos ai'los !lIJe ·exislen razooes consistentes a favor de la pttuli¡¡r
pelT!le<lbilid.)d del traba¡c. del arquitecto al puma de vista cienlirlca. IV. GREGOm . EI/crri/orio de
13 arqui/t:e/UfiJ (1966), Barcelona 1972. p. 17).

] 34 [
-
$colan en su presentación de las investigaciones desarrolladas por el grupo de
Rossi en el Politécnico de Milán a finales de los años 60- que las técnicas del
análisis urbano son las del conocimiento científico y del método experimental,
allí donde se quiere analizar la ciudad como lugar de las formas construidas
y de la experiencia humana. Creemos que el punto central de dicho análisis
reside en la dialéctica que surge entre dos tipos de enfoque analitico: el análisis
fOffllaly el análisis histórico. Esto signiftca sostener que la arquiteclUr3 posee su
propio carácter lógico y que es un hecho racional analizable segun categorías
específicas. es decir, que contiene una perspectiva de lectura ahistórica; y. por
otra parte, sostener que la comprensión más intima de su estructura pasa a
través del reconocimiento de su relación con los complejos problemas de la
realidad histórica, en sus aspectos económicos, sociales, políticos. culturales.
Reconocimiento sobre el que se pueden formular detenninados juicios sintéticos
que tienen su origen en la acumulación ordenada del conocimiento de dicha
realidad histórica ~w. Me parece que este texto puede resultar suficientemente
expresivo del sentido en que los arquitectos de la Tendenza empleaban el
término "ciencia urbana" para referirse a sus estudios de análisis urbano. Al
asumir un enfoque como éste, resultaban netamente pertinentes todas aquellas
operaciones que son caractensticas del "método científico· -observación de
los fenómenos, clasificación, comparación-, con la cOflsiguiente búsqueda de
categorías interpretativas que pennitieran la inserción de los resultados en una
teoría general de los hechos urbanos, facilitando así el avance en el conocimiento
de los mismos. Estas premisas metodológicas están en la base de los ~proble·
mas de descripción y clasificación- a los que Rossi dedica el primer capitulo
de L'architellura della cilla y que recorren por entero las lecciones impartidas
en sus años venecianos~1.

En cualquier caso y por paradójico que pueda parecer. la afirmación de la


autonomia de la disciplina no les llevó a aislar el análisis urbano del resto de las
investigaciones sobre la ciudad procedentes de otros ámbitos disciplinares: su
intención. por el contrario, era conocer el estado de la cuestión y aprovechar en
lo posible los resultados obtenidos en otros campos del saber. Así lo señalaba
Rossi en un trabajo de esos años: -la cosa más útil que podemos hacer al
comienzo es COflocer la situación actual de los estudios sobre la ciudad y qué
resultados se han obtenido en el campo de otras disciplinas y con detenninados
tipos de investigaciones; por ejemplo, cómo ha analizado la sociología urbana
el comportamiento de los grupos dentro de la ciudad, o cómo los geógrafos
urbanos han procedido en sus análisis, etc. Evidentemente, no podemos ignorar
estas experiencias: ya nos hemos ocupado de ellas, y volveremos a ocupamos
en el curso de nuestros estudios_5oI. En realidad, la ciencia urbana tal como
la concibe Rossi no desdeña ningún tipo de consideración sobre los hechos
urbanos; se plantea únicamente el problema de coordinar la pluralidad de
consideraciOfles en la unidad de un fin especifico. la reducción de la ciudad a

.. G. GAVAZZEN! & M. SCOLARI, . Note metodologichc per una ricerca UrN~". en LolUs. rt" 7
(1970). reedición de 1979 sin pagill3r.
" Un resumen di: esas IecciQoI:s se puede encontr.J( en A. ROSSI. PJr8 tIfI<1 arqtIi/er:/Uf"óI de Icndt:ncia
cit .. pp. 127·200.

.. A. ROSSL •• los problemas metodológicos de: la Investigación urbana · \1965). en ¡bid.•


p. 171

] [
fr.msformocwllcs ClI el/ejido
cdilicaQu del burgu SOll/a
Crocc. P3dw 1/970). G. F:Jb·
00, ti) ISJ;?, b) 19·/2.

FI8- 1{},ay 10b

arquitectura tiene lugar, pues, sólo a efectos de la investigación - de la ~ forma·


ción de una ciencia urbana con caracteres disciplinares autónomos-, dirá Rossi
en otro lugar59- ; a la vez, esa reducción permite estudiar la estructura formal
de la ciudad mediante la introducción del concepto de tipología edificatoria,
el cual implica, según sus propias palabras, -concebir el hecho arquitectónico
como una estructura [, .. 1: así, la tipología se convierte en el momento analítico
de la arquitectura, y se puede determinar todavra mejor en el ámbito de los
hechos urbanos_loO.

Se abría de este modo un camino de estudio muy concreto. consistente


en analizar las relaciones que en cada momento de la historia de la ciudad se
establecen entre los tipos edificatorios y la forma urbana. De modo que, para
los morfologistas, el sentido del estudio del "tipo" no estará tanto en su defini·
ción en relación a la sucesión histórica de determinados temas de arquitectura,
sino -en la formación de un concepto de tipología que permita, mediante su

.. A. 110SS I. _lntmdlJzione. , eI\ M. VV., L"ana/isJ lJftwI8 c la progcllUionc ;m;hi!eIlOl1ÍCiI. Milan 1970,
p. 11.
.. A. RQSSI. _Tipoiogla. ma.IU<l!islic.a y arquitectura_ (1966), en 10.• P8ra UNJorquitecturodc Icndcncia.
cit . p. 188.

] JO [
correspondencia con la morfología urbana, determinar la estructura de la ciudad
modema y contemporánea~" . Pero aun cuando el punto de partida metodológico
para los desarrollos posteriores se encuentre en el citado estudio rossiano sobre
Milán, serian Aymonino y el veneciano Gruppo Architeltura quienes intentaran
llevar adelante, a través de su labor docente en eI IUAV. una exploración siste-
mática de las posibilidades que encierra una orientación de esta naturaleza, que
sostiene que ..la arquitectura y la ciudad no son fenómenos separables entre
SI; entender la arquitectura como el fenómeno urbano más relevante - sigue
diciendo Aymonino- supone inducir una revisión de los mismos instrumentos
técnicos y lingüísticos, tendente a la formulación de tesis capaces de superar
las divisiones entre la disciplina arquitectónica y la urbanística. y de abrir la
posibilidad de construir una ciudad cuya validez estética repose en su cualidad
constructiva_62 _

Sin embargo, a pesar de su interés por comprender la estructura de la ciudad


a través del análisis urbano -Rossi habla escrito que lo que le interesaba en la
arquitectura cra ~el problema del conocimiento~~- . el análisis no era concebido
por la Tendenza como un fin en sí mismo, sino como un momento particular-
mente relev<lnte del proceso de proyecto. es decir, del hacer arquitectura. En
este sentido. Giorgio Grassi dirá que, de hecho. el análisis y el proyecto -se
encuentran y se identifican en su común finalidad cognoscitiva~"' . Por este
camino, sin abandonar de momento explrcitamente los estudios urbanos condu·
centes a la construcción de la ciencia urbana, el discurso de los morlologistas
italianos se irá desplazando progresivamente, en la segunda mitad de los años
60. del urbanismo a la arquitectura: y ello es evidente no sólo para el caso de
Aymonino y los venecianos's, sino también para Rossi y los milaneses. Los tra·
bajos dirigidos por Rossi en Milán intentaban articular el análisis y los proyectos
sobre la base de una determinada lectura de la ciudad, En continuidad con los
planteamientos expuestos por el arquitecto milanés en el último capítulo de
L'architellura della ciIt;}, relativos a la dinámica urbana, la investigación afrontada
por su grupo pretendía relacionar los análisis morlo-tipológicos con la estructura
de la propiedad del suelo: ~la parcela catastral, en sus variaciones geométricas
y en sus cambios de titular, registra no sólo la evolución física de la ciudad,
sino también sus vicisitudes socio·políticas. Y las variaciones directamente re-
lacionadas con los cambios morlológicos y tipológicos sólo son comprensibles
cuando se refieren a la dimensión histórica y a las claves económicas y polllicas
que explican su lógjca~". En esos estudios se planteaba, pues. la necesidad de
ampliar las categorías analíticas para dar entrada en la ciencia urbana a meca·
nismos de explicación de las relaciones existentes «entre la ciudad de piedra y

" C. AYMONINO. El sigr¡ific;xk¡ de lJs ciudades (197S). Madrid 1981, p. 96.


.. lbid., pp. 18·19.
.. A. ROSSI. · Letlcra 3 Tenloli •. en AA. VV.. /lSpc1ti de/tone COlllcmpo1"tJfleO. Roma 1963. p. 269 .
.. G. GRASSI. · l a relación ano!lisis·proycclo. (1 968) . en ID .. la arquilCCIUf"IJ como ofICio yo/ros
cscri/os. BarcclOIl3 1980. p. 62.
.. Véase. por ejemplo. elaniculo publ icado por Ayrnonino en l oM, n" 7 (1970). bajo ellilvlo .Pmsello
archilenonico e fO!lf)3zione !leila cill~ •. y luego recogido en C. AYMONINO. El significado de /as
ciud3dcs. c~ .. pp. 323·338.
.. M. SCOLAR I. • lJs1 conlribulo pcr la foodazionc di una scien¡a vrb.:lna' . cit. p. 4S.

) [
la comunidad viva que la gobierna, la construye y la m odi fica~61 , acudiendo para
ello al estudio de las modificaciones en la estructura del parcelario.

Los escritos publicados por Rossi contemporánea mente a esos trabajos ya


no estaban, sin embargo, prioritariamente ocupados en la necesidad de dar un
fundamenlO "científico" al estudio de la ciudad, sino más bien iban orientados
a la .construcción de una teoría del proyecto. El giro hacia un planteamiento
menos analítico y más centrado en problemas proyectuales es ya perceptible
en un texto de 1966 -el mismo año en que habla publicado L'archifellura deffa
ci!ta-, titulado Architellura per i museiy que corresponde a una lección impartida
por Rossi en un seminario sobre proyectación arquitectónica celebrado en el
IUAV~. El ensayo sobre Boullée del año siguiente dedica un espacio aún más
amplio a los aspectos creativos del proyeclO en el contexto de un "racionalismo
exaltado" que, sin negar la importancia del razonamiento lógico en el proceso
proyeclual. le permite afirmar con la misma rotundidad que ~ no existe arte que
no sea autobiográfico»". Los textos de 1969 dan un paso más y plantean ya
abiertamente la hipótesis de la ciudad análoga como ~ procedimiento compositivo
que gira sobre algunos hechos fundamentales de la realidad urbana y en torno
a los cuales construye otros hechos en el marco de un sistema analógico»1O.

El argumento sobre la ciudad análoga no llegó a ser propuesto por Rossi


de un modo acabado en un único texto. sino que se fue definiendo por
aproximaciones sucesivas a partir de esos escrilos de , 969. En cualquier caso
y sin que hasta la fecha se conozcan con exactitud los motivos. finalmente el
arquitecto milanés renunció a publicar su esperado libro La cilfa anafaga. de
modo que sólo contamos con fragmentos de un discurso no concluido, cuyo
sentido y alcance ha recibido interpretaciones muy diversas: desde quienes lo
han entendido como una nueva aportación del milanés a la cultura urbanistica,
que desarrollaría las tesis expuestas en L'archifettura del/a cilla, hasta los que
han pensado que se trata de una "estructura mental" que recorre por entero
el trabajo teórico y proyectual de RossP'. Sea de ello lo que fuere, lo cierto
es que en el epilogo escrito en 1973 para la edición alemana de L'archileftura
del/a cifla, sin que hubiese modificado una soja linea del texto original - pre·
sentado en 1966 como el ~bosquejo de una teoría urbana fundamentada»n_,
Rossi afirma: .. Este libro es un proyecto de arquitectura~'] . Con ello se estaba

.. lbid.. p. 46. f'¡¡ra $colari. sin embargo. 3/Jnque considera Imprescind ible la supresión de la pro.
piediKI privada del sucio urOOno. ésta no es más que -una condición necesarlli par;¡ el des.<lIToIlo
orderoado de la ciudad. pero no sufICiente para que exisla la r:iudJd bella Son las elecciones de la
arquitectura Cf1 su rn.1s p!eJJ<l aUlonomia l3s que han de cooS1l\Iir la ciu<bd de picdr.¡. la propiedad
del suelo es sólo la posibilidiKI de $t.I reali,oción. (ibid.. p. 46) .
.. Cfr. A ROSSI. -Arquileclura para los museos· (1966). en 10.. fW'a /JIW arquitectura de tr:ntknda.
eil .. pp. 201·210 .
.. A. ROSS1. ·Introducción a Boulléc. (1967), en ibid.• p. 222.

" A. ROSS1. -Prefacio a la 2' edición· (1969), en 10.. la l1/Tjuitectura de b ciud:Jd. di .. p. n


" Cfr. v. SAlNZ GUT1~RREZ . •la ci!idiKI análoga. AIdo Rossi ~ la 1ógic3 de la memoria •• en Revista
de HistoriJ y rc0ri3 de b .... rquitectura. nO1 (19991. pp. 126·139.
n A ROSSl. U l1/Tjuilec/ura de la dutJad. ciL. p. 69.
" A ROSSl. · Cornmento all'cdizlOllC Icde$C.l" (1973). en 10.. LMehiwllurt/ del/¡¡ d /M. Milán ' 19&7.
p. 273.

] 38 [
la cina analoga (1915). ti.
Rossr. f. Consolilsc/O. B
Rt'ichNn y F. RCII1/mn

desmarcando netamente de una línea de trabajo que hasta ese momento no


había sido desmentida: esa renuncia por parte de Rossi a continuar trabajando
en el campo del urbanismo le Jlevaria a irse distanciando progresivamente de
unos planteamientos como los de Scolari.

De hecho - y el posterior desarrollo de los acontecimientos no haria sino


confirmarlo-, los esfuenos realizados por los arquitectos de la Tendenza en la
década de los 60 para reconectar arquitectura y urbanismo no superaron el
nivel de estudios "arqueológicos" más o menos eruditos: quedaron circuns-
critos a una mera descripción de los fenómenos urbanos abordados en cada
investigación puntual, pero no fueron capaces de superar la prueba proyectuaL
y ello probablemente porque las premisas muratorianas de las que partían no
habían sido realmente superadas, a pesar de las frecuentes -y cada vez más
distantes entre si- declaraciones en sentido contrario de Rossi y Aymonino1'.
Asi 10 reconocía el propio Scolari a mediados de los años 80, cuando escribía:
-los estudios urbanos, sobre los que se pretendía refundar el lugar mismo del
proyecto, no consiguieron alcanzar sólidas bases metodológicas y cientificas.
Originados a partir de cultas lecturas de geografia urbana. sociología e historia

" A menudo se ha scl'ialado el diferente modo de orientar la iIlvt:slijl,ilCióo por parle de Rossi y
Ayrnooir.o; para una aproXImación al eSludio de esas diferencias. cfr. v. SAINZ GUTI~RREl. La
wI/ur.J (JI"/);Jm eJe liJ posmocJemkbd. AIdo Rossi y su CM/ex/O. sevilla 1999. pp. 201-2 16.

J [
económica, acabaron con excesiva rapidez en síntesis poéticas sin posibilidad
de desarrollo disciplinar, con la consiguiente decadencia de su mismo signifi·
cado. Este destino bloqueado bajo la apariencia de la proyectación estaba por
lo demás implícito en las premisas»Js.

No fue el de la Tendenla, sin embargo, el único modo de afrontar la cues·


tión de la morfología urbana en la cultura italiana de los años 60. Cabe citar,
además de la comente disciplinar que desarrolló los estudios morfo·tipológicos
en estricta continuidad con las premisas intelectuales de Muratori 76 , al menos
otra aproximación diferente. cuyo origen es particularmente próximo al de los
arquitectos de la Tendenla; me refiero a las propuestas de Vittorio Gregoui
y su grupo. l os tres puntos de vista lienen en común una clara voluntad de
buscar una vía de salida a la crisis moderna y el deseo de hacerlo partiendo de
la consideración de la ciudad como realidad física. la cual puede por tanto ser
descrita y clasificada en términos de "forma"; difieren. en cambio. en su modo
de relacionar esa investigación en tomo a los hechos urbanos con el proyecto,
es decir. conjugan con diferentes acentos y desde matrices teóricas diversas la
relación entre teoria de la ciudad. teorfa de la arquitectura y teoría del proyecto.
En cierta medida. Gregotti compartía con Rossi unas raices comunes. por cuanto
ambos habían recibido una parte muy importante de su formación en la redacción
de la Casabellarogersiana; «Alrededor de la revista - ha escrito GregotU- se formó
una generación de arquitectos; una generación con especiales características,
que consideraba la critica y la historia como instrumentos de proyectación; que
utilizaba directamente el razonamiento teórico como razonamiento de proyecto;
que pensaba en la arquitectura como'conocimiento. rehusando separar teoría y
rea1idad~ JJ ; y a esa generación pertenecían ambos.

Ahora bien. aunque tuvieran intereses comunes, sus re ferentes intelectuales


eran diversos. Para Gregotli tuvo una importancia capital. junto al estructuralismo.
el pensamiento fenomenológico, particularmente en la versión de Maurice Mer·
leau·Ponty y de Enzo Pacjll. Desde esas claves articularía su investigación en tomo
a las nociones de ambiente y de paisaje, y ello no para disolver la arquitectura en
la idea de ambiente, sino más bien para privilegiar el concepto de relación sobre
el de lenguaje. Introduciendo la noción de paisaje antropogeográfico, Gregotti
encontraria un camino que le permitía articular una via di mellO entre el discurso
sobre la "nueva dimensión" y la pretensión de la autonomía de la arquitectura
sostenida por la Tendenza. Retomando la definición morrisiana de arquitectura,
centró su atención en las transformaciones de la totalidad del ambiente fisico.
para afirmar la necesidad de una descripción de la forma del territorio; sería ésta
una cuestión central en su libro 1/ territorio dell'archilettura, aparecido también
en 1966. el mismo año en que Rossi publicara el suyo. Allí decía Gregotti que
su propósito era ~ investigar acerca de la fundación de una tecnología formal del

" M. seOLARI . •L:impcgno lipologic:o •• en Cmbell3. n" 509·510 (1985). p. 42.


.. EOlre los rnJmt:rosos disclpulas de Muralori merece deslacarse Gianlranco Caoiggia. cuyas oOO!s
revisteo parliculaf inlcrés; I'é3nse G. CANIGGIA. Strullure de/lo 5p31io anlropico(1976). Florencia
1985: G. CANIGGIA & G. L MAFFEI, ComPOS/1ÍOI1C architcllonicae tipologlaedllilia. vol. 1: LCllura
deN'cdIlilia di Me. Venecia 1979; vol. 2: 1I progCIIO ncN'cdIlizia di Me. Venecia 1984.
" V. GREGOTII. Nuevos (;;Jmioos de la arquÍlet:tl./f1J italian;¡. cil.. p. 56.
.. Clr. v. GREGOnr . •10 rioordo di Enza f'acj •• en Casabe/la. nO523 (1986). f'j), 2·3.

1 40 [
paisaje antropogeográfico desde el punto de vista arquitectónico. Es decir. ver
qué problemas se plantean en primer lugar por el hecho de considerar nuestro
trabajo de arquitectos como trabajo sobre conjuntos ambientales a todas las
escalas dimensionales- J ',

Es justamente. la conciencia de las transformaciones territoriales que se


avecinaban. puestas de relieve por los problemas de la "nueva dimensión", lo
que invitaría a Gregotti a plantearse e! papel del arquitecto en la formalización
de esos procesos, que presentaban una componente de organización espacial
extraordinariamente relevante. La cuestión viene apuntada ya de un modo neto
en el libro citado. donde se lee : «El conjunto de los fenómenos de aceleración
y expansión de las modificaciones del ambiente a todas las escalas -y. en par·
ticular. la geográfica- ha hecho que los arquitectos se vean obligados a elaborar
instrumentos de proyectación en gran medida ignorados hasta el momento.
Estos se ven a menudo forzados a recurrir a la ayuda de otras disciplinas para
la formalización significativa de las transformaciones territoriales. cuyos efectos
no están capacitados para controlar ni mucho menos para provocarlos. A esta
expansión espacia! y aceleración temporal de los procesos no corresponde. hasta
el momento, una adecuada y espeCIfica instrumentación a nivel formal de las
técnicas de estructuración e intervención a gran escala, a no ser por cambio y
amplificación,.lo. En cualquier caso y frente a los numerosos cantos de sirenas
que en la primera mitad de los años 60 instaban al arquitecto a suscribir una
incierta interdisciplinariedad. Gregotti apostará por una matizada posición que
ha mantenido en las décadas siguientes!',

El punto de vista de Gregol1i será siempre el de la arquitectura como dis·


ciplina. y como arquitecto se enfrenta a la forma del territorio entendida como
instancia de modificabilidad integral del ambiente. De ahí que se ocupe de la
ciudad. como él mismo señala, ~desde un punto de vista bastante particular y
limitado: el de la forma de la ciudad en cuanto representa un caso particular
del problema de la figura del territorio_al. No le han interesado, pues, todos
aquellos estudios urbanos que pretendían fundamentar el proyecto en "la ciudad
como principio", sino que, desde una vertiente diversa. buscará privilegiar el
denominado principio insedialivo como acto fundacional de cada intervención
sobre el territorio. Es por eso que, como ha escrito Sergio Crotti, .Ia geografía
del ambiente gregottiana se condensa en la forma del territorio, que marca una
sensible distancia respecto de las teorias sobre los aspectos formales de la ciu·
dad entonces vigentes. También la tradición del/andscape se aleja del horizonte
privilegiado de una proyectación ya implicada en la dinámica monológica del
territorio, donde parece finalmente residir la nueva respuesta a la historicidad
de la relación entre arquitectura, ambiente y naturaleza. Este tránsito conceptual
está profundamente impreso en los experimentos de estructuración de la arqui-

,. v. CREconl. EI/crri/orio de la arquiler:/1Jr.I. ciL. p. 69. Sobre la po!iibilidad de foodiK" UJIa lCeno·
logia format del paisaje alllropogcogr.!flCo. véase lambién el 0° 87·88 (1966) de la revisla Edililia
Modt:m.3. dedicado monogr.!ficamt:nlc a la forma det lcnilorio.
• v. GREGOm. EI/crri/orio de la arquilf:ClUr.J, cit.. pp. 85-86.
•' l:J fnlCfprctacÍÓll que Greg.olli ha hecho de la cwlucÍÓll de los aconlcdmientos en el seno de la
discipiiJla se puede efICOIllrar expuesta en V. GRECOnl. u cilt/} vis/b¡"/c. lurio 1993. pp. 3·Z6.
" V, GREGOm. El Icrri/orio de /;¡ arquilf:CIU(;J, dt.. p. 77.

] " [
tectura a gran escala, donde el paso de un estado de naturaleza a un estado de
cultura, en amplias y consolidadas regiones del espacio, es llevado a cabo por
Gregolli de acuerdo con el principio insedialivo: éste no presupone modelos
repetibles, sino que contiene el núcleo racional de un orden dispositivo y, por
tanto, admite una regulafilas institutiva del lugar dentro del contexto»U,

.La voluntad de enraizarse en la reflexión teórica como presupuesto irrenun ·


ciable de cualquier intervención proyectual y, a la vez, el convencimiento de que
la verdad específica del proyecto se encuentra en el "sitio", han caracterizado
toda la investigación gregoniana. De ahí que sus proyectos, sin renunciar a in·
sertarse en la continuidad de la historia, rechacen cualquier tipo de mimetismo
del lugar o del pasado, desdeñen convertirse en fragmentos aislados y auto·
suficientes, omitan cualquier empleo reduccionista del análisis morfológico; de
ahf que aspiren a hacer inteligible el contexto urbano y territorial en el que se
sillian y le ofrezcan una posibilidad para ser de otro modo: de ahí, en suma, el
interés que. desde el punto de vista urbanistico, sus propuestas han llegado a
tener para la historia que aqui deseamos contar, por cuanto pueden significar
una contribución a la definición de una forma del plan en la que las relaciones
entre arquitectura y urbanismo resultan absolutamente centrales. Por todos estos
motivos, en el actual contexto de crisis de la racionalidad - de un cierto tipo
de racionalidad, al menos- , el discurso de Gregoni aparece inesperadamente
como una sugerente posibilidad para hacer frente dicha crisis, abriendo a la
morfología nuevos caminos para la revisión critica e incluso para la refundación
"científica" de dicho conceptoS'.

o l a recepción del morfologismo en Francia


la difusión del morfologismo en el transcurso de los años 70 fue acom-
pañada en Italia de una pérdida de carga teórica y de un replegarse hacia el
ámbito de la proyectación arquitectónica, con el consiguiente abandono del
discurso urbanístico. En el caso de Aldo Rossi, que de alguna manera había
aceptado asumir un cierto liderazgo del movimiento. el año 1973 marca muy
claramente ese abandono: la organización de la sección de arquitectura de la
x:v Trienal de Milán fue sin duda una hábil maniobra publicitaria para lanzar
intemacionalmente la Tendenza, para ampliar su influjo e inscribirlo en un
contexto más amplio, pero con unos intereses distintos de cuanto expresaba
el tenor literal de L'archltellura della cittblS • Ya he citado al respecto el epnogo,
escrito ese mismo año, para la edición alemana del libro; en la misma línea se
situaba una lección impartida en curso 1973-74 en el Politécnico de Zurich, en
la que comentando sus proyectos Rossi afirmaba que «todos juntos constituyen
los elementos concretos de un sistema o de una leoria de la arquitectura., y
a propósito de la relación de cada proyecto con una ciudad decía que «es una
referencia que liene poco en común con reflexiones de carácter urbanístico;
el urbanismo es a menudo una praxis autónoma y especifica. Tomo en consi-

u s. CRonl..lk1 mestiere Impa¡ienteo. en ID. led.), Villorio Grcgolli. BoIonia 1986, pp. 11·12.
.. Cfr. S. CRQnl. . Progctto e morfogenesi urbana: verso un'architcllul3 delle diffcrenze •. en UrlJa·
nistica. n' 81 (1986). pp. 20·26 .
.. Sobre la XV Trienal y su signifICado puede conSlJ!tarne el n" 6 (1973) de 13 revista COnlrosp;uio.
dedicado monográflCafnentc a la organilacióo de la muestra.
[


,
¡...--
.... ~J


r¡g '1

óeración, en cambio, los elementos urbanos que caracterizan la arquitectura: Compo"ictMde A. Onr3frxa
dalos geográficos. áreas residenciales. monumentos, morlologia del terreno. La Cilla analoga. c~pU"5IJ
"n /J xv fnenJ! de MIIJ"
Estos componentes contribuyen a formar la arquitectura; sin embargo. hay que (19731
colocarse frente a ellos con una actitud dialéctica. ¿En qué sentido existe una
relación concreta con la ciudad que construimos? Ésta reside únicamente en
la frecuencia con que la arquitectura aplica las características generales de una
ciudad a los motivos del propio Obr3f'o" .

Es justamente en ese momento, en el que los italianos comienzan su retirada


del frente urbanístico, cuando Francia parece tomar el relevo en el desarrollo
del discurso morfo·tipológico. Como ha escrito Fausto Carrnelo Nigrelli, en un
estudio comparativo de ambas situaciones. -sucede así que, mientras en Italia
el filón de investigación inaugurado por Saverio Muratori en 1959 y continuado
preferentemente hasta mediados de los años 70 por otros muchos investigadores
I... J parece l;Jnguidecer en el ámbito de los trabajos internos a la composición
arquitectónica, en Francia. donde estos mismos temas llegaron con quince
años de retraso, no pocos estudiosos, arquitectos y urbanistas, ¡... ] continúan
profundizando las cuestiones ligadas a la relación entre morfologia urbana y
tipologia edificatoria~'l. Sin embargo, la Ifnea de trabajo de los franceses no

.. A. ROSSI. ·Ak:uni miei progeni. , en A. FEI1LENGA (e<l.), Aldo I?ossi, arr:hilellure 1959· 1987, M~án
1')87. p. 13.

o; F. C. NIGRE LLI. Pt:rr:rxsi del progcllO urlJiHIo in Froncid e in III1iia /960·/997, 110m3 1999. pp. 24·
2S. En el con ltlllo frarx:és.• Ia cucslióo va mucho m3S allá del a~li$is urbano o la histona urbana,
mucho más all;! de la voIulll ad de profundilar en la ilWl:slig¡¡ción sobre los centros históricos y su

] 4. [
prolonga sin más los presupuestos conceptuales puestos en circulación desde
Italia, sino que desde su origen se inserta en un marco cultural y polftico con
características propias. No hay que olvidar, por ejemplo, que si bien la italofilia
arquitectónica y urbanística surge en Francia como una elección de aquel sector
de la izquierda que ve el eurocomunismo como una experiencia a tener en
cuenta, en esos momentos la conciencia de los límites del positivismo es ya
un hecho generalizado en la cultura europea. De ahí que se busque vincular la
investigación con la arquitectura militante, en un -intento de utilizar las reflexiones
morfo-tipológicas para refundar la práctica de la arquitectura y del urbanismo,
llevando a ambas disciplinas a la comente de lo 'urbano' en antítesis con las
posiciones 'racionalistas' consideradas conservadoras_lI.

El comienzo de los años 70 estuvo, pues, marcado en Francia por la asimila·


ción de los trabajos de los italianos (Muratori, Aymonino, Rossi)" . Las primeras
contribuciones francesas a la investigación morfo-tipológica son de 1974 y se
produjeron en el ámbito académico, financiadas por el Comité para la Investiga'
ción y el Desarrollo de la Arquitectura. La primera de ellas, titulada Recherche
sur les oulils d'analyse pour le proje! dans l'archileclure urbaine permettanr de
mettre en relarion les norions de morphologie urbaine er typologie des édifices
er des espaces inrra-urbains, se llevó a cabo en la Escuela de Arquitectura
de Paris·Belleville, dirigida por Ahmet Gülgtinen y Fran¡;:ois Laisney*; la otra,
coordinada por Philippe Panerai en la Escuela de Arquitectura de Versalles, es'
taba dedicada al tema Évolutions comparées des modeles architecruraux er des
modeles culturels dans la ville indusrn"efle, d'Haussmann a Le Corbusier" . Ese
mismo año aparecía en la revista Li4'rchirecrure d'Aujourd'hui, entonces dirigida
por Bernard Huet, un artículo de Christian Devillers titulado Typologie de f'habitar
er morphologie urbaine, que supuso la primera presentación al gran público
francés de la cuestión morfo-tipológica; de hecho, el número 174 de esa revista
- del que formaba parte el citado articulo de Oevillers- adquirió casi el carácter
de un manifiesto con el histórico dossier denominado "Recherche Habitar. De
todos esos trabajos se desprende ya con claridad una particular atención a los
aspectos sociales, que se pondrfa de manifiesto enseguida como una de las
características más sobresalientes del enfoque del tema por parte de los arqui·
tectos franceses. Lo evidencia, sin ir más lejos, la definición de tipo formulada
por Devillers en su artículo: -El tipo, esa abstracción de propiedades espaciales
comunes a una clase de edificios, es una estructura de correspondencia entre

recupel"3ci6n: af~ta a la producción de la ciudad cootem~. al hic Cf nunc de la urbanística.


como aflnnan desde el comieow los que iOlroducen en Francia estos estudios. (ibid. . p. 25).
.. 1bicJ.. p. 29.
.. Esa inOuc/ICia es ~a constalable. JXM" ejemplo, cnJ. CASTEX & Ph. PANEI/At. ' Notes sur la struCtUfl:
de I'espace urbai n". en ü\rchilOCfure d'Aujourd'hui. n° 153 (1971). pp. 30·33.
.. La invt:stigación comprendía una parte leóIica y la aplicación a tres casos de estudio: 13 banlicuc.
las HBM y la ciudad de Naocy. Cfr. A GÜ LGONEN & F. LAI SNEY (eds.), MorphoIogie urtuJine el
!ypOIogie arr:hiICCIUr.J!e.ttudeIMoriquc. Pans 1977:J.-C. DELORME&).·P. SCALABI/ E. Sainl·Denis:
f8 banlieuc. un pht!romCnc urtuJin sptci(¡quc. Pans 1977: J..F. CHIFFARO & Y. ROUJOIN. Les HBM
el f8 ceinlure de P<Nis. Type el OCCiISÍOfJ morlologiquc, Pans 1977: F. LAISNEY & M_Plfru. MJ/lcy:
déYeloppemcnl morphoIogk¡uc el produclion rypoIogiquc. Paris 1 977.

ti Publicada al al'lo siguienlc con ellilulo De /"1101 QIJ banco unos allos rms tarde 3r>arettri:J también
13 edición castellana de esa obra O. CASTEX. J.·Ch. OEPAULE & PIl. PAN ERAl, Formas Ufb.mas: de
IJ nlalU~ al bloque (1975), Barcelona 1983).
un espacio construido o proyectado y los valores diferenciales que le atribuye
el grupo social al que va destinado»'l.

y es que. en el caso francés, el debate en torno a la superación del funcio·


nalismo vino facilitado desde los años 60 por la sociologia urbana desarrollada
por Henri Lefebvre y su escuela, en la lectura de cuyos libros se formó toda una
generación de arquitectos. El entendimiento de la organización del espacio como
un aspecto de la morfologfa social, la reivindicación del derecho a la ciudad. la
apuesta por la construcción de una sociedad urbana. son ideas centrales del
pensamiento !efebvriano, cuyo impacto en esos años será amplísimo. Para el
sociólogo francés, el espacio abstracto producido por el racionalismo moderno de
los grands emsembles franceses era la expresión de una concepción consumista
de la sociedad. que convierte el espacio urbano en una mercancía y provoca
de manera insalvable la segregación socialn . En ese contexto, la consideración
de la arquitectura como una práctica (social) y no como un valor distingue
netamente. desde el punto de vista cultural, el planteamiento de franceses e
italianos en relación. por ejemplo. con la cuestión de la autonomía. Mientras
que para los italianos lo que primariamente se ventilaba en la batana de las
ideas eran cuestiones de índole disciplinar -es decir. arquitectónica y. para
Rossi. ~no será la arquitectura. como tampoco cualquier otro arte o técnica. la
que consiga la revolución»"-. para Lefebvre. en cambio. esa batalla ~ no puede
tener metas 'culturales'; orienta la cultura hacia una práctica: la cotidianidad
transformada »~: ello explica también que la referencia a Scolari. que era quien
sostenía entre los italianos un discurso más claramente marxista. fuera la más
frecuente entre los franceses.

Ese es el clima que puede ayudar a entender el sentido de algunas propuestas


de la Escuela de Versalles. donde el equipe coordinado por Panerai intentaba
articular una respuesta a la cuestión de cómo construir hoy una "arquitectura
urbana". esto es. una arquitectura que se plantee el problema del espacio púo
blico en la ciudad. De ahf su interés por vincular el análisis morfo-tipológico de
los italianos con las tesis lefebvrianas del derecho a la ciudad: ~ EI fracaso de la
urbanización moderna -escribía Castex- ha hecho vana la utopía. nacida en los
primeros momentos de la revolución industrial, de un territorio uniformemente
habitado en el que las diferencias habrían sido borradas. La ciudad. que había
sido condenada con excesiva rapidez, ejerce más que nunca su fascinación
por encima de esta nada, si bien herida, debilitada y moribunda por los golpes
que recibe. Cincuenta aflos de arquitectura moderna no han podido consumar
su divorcio respecto de la historia y la ciudad, que aparecen ahora, una vez
superadas las simplificaciones doctrinales de las vanguardias. como indisociables_
Antes de que sus efectos resulten completamente irreversibles. es el momento
de echar la mirada atrás y a nuestro alrededor sobre la producción arquitectónica

" C. OEVlLLERS. "Typologie de t'h:Jbit3t et morphologie urb;)ine". efl Ü1!r:hilCClure d"Aujourd'/wi.


n" 174 (1974). p. 1S.
" La idea lefebvriana seg(.rf1 la cu31·1a vid3 urbana todavi::t no h:J comenütdo. y. por tanto. ·el derech-o
a la ciud<KI se anuncia como ulla e:o;igencia" (H. LEFEBVRE. (1 derecho 3 b dudJd(1968). Barcelona
1969. pp. 127 Y138) es clave en su obr:l, Véase también ID" LJ produclioo de l"espxe. Paffs 1974.
.. A. 110551.• Presupuestos de mi traba,'o. (1977). en Común. nO1 (1979). p. 39.
" H. LEHlWRf. 1,1 vid:J axidi3n:J en el nUlorln motJeroo (1')(;1\). Madrirl ' 1984. p. 245.

] "[
.......

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Fig,. IJb FIC- 13e FI8_ Ud

rrm$fonnJC/Of1cs ckl pilr· y la urbanización recientes para convencemos de lo absurdo de una separación
~-r:I;uio t:n UtQ milfUma de
It:rSiJl!.."s (1'179). ). Ci~slex.
que hoy es preciso superar: volviendo a conectar con la historia. la causa de la
P Celeste y P P3ncr;¡', ;¡) arquitectura debe en lo sucesivo identificarse con el derecho a la ciudad-".
/670,15; b) /685, e) /813:
(1) /975.
la consecuencia que extraen de ello es clara: los estudios morfo-tipológicos
no han de tener única ni principalmente un interés académico, sino operativo.
como un momento del proceso de proyectación. Así lo señalaba Panerai en
un texto del mismo año que el anteriormente citado de Castex: ~ la tipologia es
inútil si no se tiene la intención de setVirse de ella de un modo u Olro. En olras
palabras. i.para qué perder el tiempo obsefVando minuciosamente un fragmento
de ciudad, para comprender los mecanismos constitutivos de su tejido. si la
hipótesis de partida es una operación de demolición total o si se considera el
área de intervención como una tabula rasá!~n. Por lo demás. en ese artículo
Panerai insiste en no reducir esos estudios a una cuestión puramente formal
- en el sentido de formalista-, a un problema de estilo, se trata más bien de
estar en condiciones de poder -valorar las prácticas urbanas que la arquitectura
facilita o impide.". Se intenta de este modo introducir un correctivo a algunos
planteamientos de los italianos. aceptando que el estudio del crecimiento urbano.
el análisis del parcelario y de las tipologías, constituyen un corpus de conoci·
mientos sobre lo urbano, construido desde la arquitectura. pero afinnando a la
vez que esta separación de la arquitectura urnana del resto de las variables que
componen la ciudad tiene un carácter puramente metodológico. Para CasteK y
Panerai, de ningún modo es posible separar el análisis morio·tipológico de las
prácticas urbanas; su propuesta es justamente la de definir la estructura de la
ciudad como dialéctica entre el espacio urbano y el medio social. resituando
las pr.lcticas en el interior de esa relación" . Desde esta perspectiva. pretcndían

.. J. CASTEX. . Imroduction•• en J. CASTEX. P. atESn & PIl. PANEIW, Leclure d'utlc., ~


Parts 1979. p. ...,.
.. PIl. PANEIW •• TypoIogjes-. en Le$ QNt:rs de Y RJ:chen:he ArcIWectumle, rf 4 (1979), p. 14 .
.. /bid.• p. 14. · Si el estudIO tipológico tiene algún klletts para el proyecIO es a coodicIOo de que
$1M para c:omprender la lógica de la 0I'denac:ión ~ bien que la apariencia de las fOflTl3S. (ibtf..
p. 1S).
.. Cfr. J.·Ch. DEPAULE. ·La práctica del espacio urbano" en PIl. PANERA] N JI.. f lcmcOlOS de IJ/¡j/js/S
ut"b.IoJo(1980). MadOd 1983. pp. 179·214.

] 46 [
comprender la relación entre la morfología y la tipología. entre la morfología y las
modalidades de uso del espacio. a través del proceso de transformación de la
ciudad, prestando una particular atención a las modificaciones del parcelario. con
objeto de poder plantear soluciones significantes para cada situación particular.
Así, el trabajo del arquitecto es concebido de fama renovada. recuperando la
relevancia social de la que el profesionalismo le había privado 100. La creación
de nuevos tipos edificatorios a partir de los que la historia ya ha consagrado
constituiría entonces la aportación del arquitecto a la creación de un "nuevo'
modelo urbano, que cabe relacionar con la futura "sociedad urbana" postulada
por Lefebvre; en este sentido preciso la "arquitectura urbana" podfa ser definida
como «una utopía realista ~' o, .

•Eltrazado de una ciudad es obra del tiempo más que del arquitecto •. Estas
palabras de Léonce Reynaud. citadas por Pierre Pinon al comienzo de su libro
sobre la composición urbana. enmarcan bien otro de los aspectos en que los
franceses han ido más lejos que los italianos. Su empeño por no desvincularse
de un cierto enfoque sociológico en su acercamiento a la ciudad les facilitó vena
más como un proceso que como un objeto; de ahr su interés por situarse en el
ámbito de la tongue duree braudeliana. Su insistencia en considerar el tiempo - y
no sólo el espacio- como un factor determinante en la construcción de la ciudad
les condujo a -repensar las técnicas de parcelación como medio para crear un
cuadro inicial que permitirá a la vida urbana desarrollarse y a la ciudad existino'O!.
Ciertamente, ya en los trabajos de Scolari -o en los de Caniggia. aunque con otra
orientación- se había señalado la importancia de estudiar los problemas relativos
a las modificaciones en la estructura de las parcelas catastrales. pero el significado
asignado ahora a esos estudios tiene otro calado. Como ha hecho notar Nigrelli.
"si en Italia es la ciudad en su conjunto la que viene leida de forma sincrónica
para luego volver a recorrer hacia atrás las etapas de su formación. en el estudio
de las ciudades francesas se individúa cada operación parcelatoria. se la analiza
en su realización captando su evolución en el tiempo en relación con el espacio
y con la sociedad que la producen. Hay. pues. una revisión menos moralista de
la parcelación, que en Italia parece ser considerada casi universalmente como
una simple operación privada especulativa sin intencionalidad urbana. IOl •

En sus trabajos, Panerai y Mangin atribuyen a la parcela un papel de primer


orden como elemento a través del cual vincular en una lectura única el edificio y
el espacio público. La atención y el énfasis puestos en la parcela les conducen a
entender la construcción de la ciudad no ya como suma de proyectos de partes
de ciudad formalmente completas. acabadas y cerradas en sí mismas. sino como
un juego en el que se articulan el trazado y la parcelación, lo cual. a la vez que
permite definir con claridad el espacio público. posibilita la adaptación de los

'. -La especifld;¡.d irreQuclible de la arquiteclura y su aulonomla disciplinar resiOen en SIJ capocidad
de producir formas 'tipicas' de alcance general, popular. s1endo necesario un saber pre<:iso. un
OfICio' (B. HUEl. •formalismc/ réalisme., en ~rchilec(ure dJlIljourd'hui. nO190 (1977), p. 36).

'" Cfr. M. VEYRENCHE, -La arquitectura urbana, una utopía realisla•• en P. PANERAl el m.. op. al..
pp. 243·272 .
.., Ph. PAN ERAl & D. MANGIN, Le u:mpsdc IJ viIIe. L'économie rais(xmeedes trocés urbains. Versalles
1988. p. 18, una nueva versión de ese texto Ita sido poblicaOa reciememenle bajo e¡ ululo Projcl
!irlxJin (Marse lla 1999).

,., F, c. NIGRELU, op. cil.. pp. 32·33.

] "[
tejidos urbanos a futuros cambios, producidos con el transcurrir del tiempo''''' .
El fraccionamiento de la propiedad del suelo aparece así como la condición de
posibilidad para la transformación de Jos tejidos y por eso mismo se convierte
en pieza fundamental para plantear la ordenación urbanística de un modo dife-
rente a la simple composición académica. A su juicio, por tanto, de la adecuada
distinción entre espacio público y espacio parcelado dependerá .. la capacidad
de un tejido para modificarse y renovarse a través de operaciones de diferente
tamaño sin dejar de garantizar, de manera continua en el tiempo, el buen fun-
cionamiento del conjunto y la compatibilidad de sus estados sucesivos.'U5. El
deseo de contribuir al proyecto de la ciudad contemporánea les llevará también
a ocuparse de las modificaciones producidas en la relación de la parcela con la
calle como consecuencia de la generalización del uso del automóvil. prestando
particular atención al aparcamiento, a los recorridos peatonales, etc., es decir,
a las posibilidades de uso del espacio.

Pero el interés por las cuestiones relativas al parcelario urbano no seria ex·
clusiva del grupo de Panerai, como quedó de manifiesto en el seminario celebrado
sobre el tema en 1985 en Arc·en·Senans, con una importante participación
de franceses e italianos, en el cual se desarrolló una variada y heterogénea
reflexión que supuestamente intentaba poner al dfa el estado de la cuestión 1l16 •
Otra aportación de interés realizada en el contexto francés a partir del estudio
del parcelario es la de Pierre Pinon, que se remonta asimismo a comienzos de
los años 70. Como en el caso de Panerai, también Pinon insistirá en la relevan-
cia del papel del tiempo en la construcción ciudad; en consecuencia, tampoco
para él la finalidad es diseñar una pa'rte de ciudad a través del correspondiente
proyecto de arqultectura: -No se trata ~afirma- de producir (o reproducir) una
parte de ciudad, sino de desencadenar un proceso. Pensar la ciudad es sobre
todo pensar el tiempo, pensar el proceso de elaboración progresiva de la ciudad,
y luego poner por obra las condiciones para esa elaboración progresiva, es
decir, en primer lugar una estructura territorial capaz de absorber, de soportar
las evoluciones. L.. ] La composición urbana debe, por lo tanto, desarrollarse
en el tiempo y no sólo en el espacio. 10/. La composición urbana, entendida
como instrumento operativo de inlelVención en la ciudad, se presenta como el
objetivo final de sus investigaciones. En la concepción de Pinon, sin embargo,
la composición urbana tiene un carácter procesual. que la distingue netamente
del art urbain tradicional o de las propuestas contemporáneas de un Rob Krier,
y la separa de la composición arquitectónica.

A partir del inicial estudio de las relaciones entre el parcelario rústico


y la forma del territorio agrario, los trabajos de Pinon se fueron centrando

,o. .La caUe y la \(;¡ma p.ilrcelaria que se Instaura a sus dos lados forman. por tanto. la oose de la
CO/lSlrucci6ll de la ciudad. Proyectarlas juntas. como dos lém1inos de una relaci6ll dialéctic;¡. es
oondici6ll necesaria para dejar atr.ls los enfoques sect0ri3les que reducen la ciudad a una colección
de ob;elOS. Significa reducir el deSílilfarro al que conducen la mul1ipllcidad de las aproximaciones
Indepe!ldientes. más 311;1 de una ciena idea de dudad fundada sobre su capacidad de evolución y
iKlaptacióo a los cambios de uso que se producen en la sociedad- (Ph. PANERAI & O. MANGIN.
Proyec/ar /;J ciudad. Madrid 2002. p. 96).
,.. lbid.. p. 42.

,oo Cfr. P. MERlIN (ed.). MorphoIogic urbaine el parcellaire. Saint·Deois 1988.


•" P. PINON. Composi/Í(){J urlmint: l. Rc{X=. P3r1s 1992. p. 13.

] "[
RECH ERCH ES
SU R LA TYPOLOGI [
ET LES TYPES ARCHITECTU RAUX

~
,~iI~-1 ;i~L

e 11"..." ..

r.¡; 14

progresivamente en el territorio urbanizado, hasta concluir que el parcelario 14 PoItiK/;¡ dd libro ,Ji-). C.
CroIlC. J. .p Frey ) P PIfIDn.
es elemento determinante para afrontar la cuestión de las condiciones de Rechen:hc sur la Iypologie
producción del tejido edificado porque «influye directamente en la monologfa el les "peS ¡rch,'eclurau~
del espacio construido, con mayor razón cuando éste depende por completo (19911.
del parcelario, es decir, en el ambiente urbano», donde la influencia de aquél
/5. Anjl,sls de los lejidos
llega a alcanzar la misma estructura constructiva, funcional y espacial de la UfÓiJr/o$ dd;w¡¡ de b p/JIJ
arquitectura. Asi, en continuidad con los italianos, subrayará que, aun cuando dt: I.J Ikumoo. Pans (19S0).
para la ciudad del Movimiento Moderno resultara un estorbo, el parcelario es A 8one. P. Michoom ) P
"uno de los factores esenciales para la integración de la arquitectura en su "~.
contexlo.. 'GI. En las memorias de investigación publicadas al final de los años
70, Pinon intentará profundizar los aspectos teóricos y extraerá algunas conse·
cuencias prácticas que le conducirán a sus propuestas sobre la composición
urbana de la década siguiente, mostrando cómo la afirmación de una estruc·
tura para el proyecto urbano no significa necesariamente la asunción de un
esquema formal rfgido, sino que por el contrario es posible la adaptación del
"modelo" a las caracterfsticas del sitio. con un escrupuloso respeto a las perma-
nencias'09. Por todo ello cabe aventurar que, dentro del contexto urbanístico, la

.. P. PINON & P. MICHELONI. •PoIn:ellaire fonciére el an:hileClure urt.1ine-, en Mél1TJpOlis, n' 32


(1978). p. 31 .

... Cfr. A. BORIE. P. MICHELONl & P. PINON. Flxm!!: el déformalion. Pans 1978; ID.. FQI"mes utb.Jines
el .<ites de mt!3II{/re. PoIris1980 .

] 49 [
de Pinon tal vez haya sido la investigación más ambiciosa llevada a cabo entre
los franceses con el fin de prolongar el discurso morfologista.

D Plan o proyecto: ¿quién habla a quién?


l a afirmación del morfologismo en el seno de la propia disciplina urbanística
no estuvo exenta de dificultades ni de polémicas, toda vez que la orientación
entonces dominante en el contexto internacional se sentía deudora en gran me·
dida de una tradición de investigación diversa de la invocada por los partidarios
de un urbanismo que aspiraba a centrarse prioritariamente en la ordenación
de los aspectos fisicos del espacio urbano y territorial. Como escribió André
Corboz refiriéndose a esa orientación dominante, "para resumir en una palabra
el urbanismo del siglo XX hay que precisar sobre todo que se encuentra do·
minada por una idea·guía: el concepto de planificación. Cualesquiera que sean
los contenidos de este concepto, que varían evidentemente mucho según se
trate de la administración Roosevelt o de la dictadura estalinista, cualesquiera
que sean los medios a los que recurre, la planificación está siempre orientada
a la distribución óptima de las personas, de los bienes y de los servicios sobre
un territorio dado. Son los criterios para hacer esa distribución los que varían,
en función de la ideología política que la lleve a cabo. De esta definición muy
amplia de planificación se deduce que se trata de un acto de naturaleza socio·
económica,,110. la planificación aparece entonces como la adaptación de una
categoría de naturaleza socio·económica al control del crecimiento de la ciudad
y deviene un concepto clave para el plan urbanístico, por cuanto aparentemente
otorga una justificación "científica" a'lo que de otro modo no sería más que la
arbitraria proyección sobre el plano de una determinada "forma" urbana "'. Desde
este punto de vista, pues, la historia del urbanismo moderno ha podido ser leída,
en su vertiente instrumental. como historia del planea miento urbano.

El plan resulta ser el instrumento fundamental para ordenar y construir de


manera racional la ciudad y. consecuentemente, acaba convirtiéndose en el
paradigma de la modernidad urbanística. Como ya ha sido señalado en nume·
rosas ocasiones, la metáfora urbanística de la ciudad planificada acompaña al
pensamiento moderno desde sus mismos orígenes; es, de hecho, un lugar común
en los escritos de uno de los padres del racionalismo moderno, Descartes. El
plan urbanístico no es, claro está, un invento de la modernidad, pero ha sido
la cultura urbanística moderna la que lo ha consagrado como el instrumento de

'" A. CORBOZ.•l'llrlIanistica del xx secolo, ut1 bilancio., en UrlxJnisrica, nO101 (1990), pp. 7·8.
,n Una historia del urbanismo ya citada en estas mismas páginas describe as; eSle proceso, .El
urbanismo - cuyo 'origen' en semido ciemlf1co (o, si se prefiere, moderno) ha sido situado en el
siglo XIX como intemo ético, antes que tfcnlco. de corregir los males de la cjudad Industrial - ha
experimentado en el curso de nuestro siglo un progresivo despla~amienlO de la eslera de lo 'visible'
a lo 'invisible', donde por 'invisible' hay que entender la volumad cooscieme de fundar las bases
de la nl!eV3 dísciplina sobre la sutil líf'le3 de sepaJ'ilCión Yde interrelación entre el ciclo ediflCól torio
y el campo de la eCOOOOli3, de la legislación, del cálculo estadístico y de otra disciplina afines ,
supuestamente 'cienUflCilS: Asi, gradualmente, las mismas técnicas de representación de la 'plani'
ficación urbanística' (tanto grárlCóls como verbales) se han desvanecido en la bidimensionalidad de
la reticula del zOl'ling y la jerga algebraica de los slandards, lo que se ha perdido involumariamente
de vista, en esta adecuación del 'modo de pensar el urbanismo' a los dispositivrn; abslractos de
las ciencias roomoléticas, ha sido precisamente el fin último de la disciplina, es decir. el proyecl0
de la forma urfwta. (B , GRAVAG NUOLO. op, cil" pp. 6·7).

] 50 [
los instrumentos. Al institucionalizarse el planea miento, a través de la adquisición
por parte de las diversas administraciones públicas de las competencias para
decidir sobre el futuro de la ciudad -en virtud de una cierta "naturalización"
del sistema de necesidades que hipotéUcamente permitfa su cuantificación-, el
plan viene a representar la expresión por antonomasia del interés público y, en
algunas versiones, resul ta ser el medio acordado para asegurar el acceso a los
servicios urbanos a los colectivos menos favorecidos por las relaciones sociales
dominantes, En ese contexto cultural y disciplinar, cuyas raices se encuentran en
el ambito anglosajón. «no se aceptaba pensar en poder actuar sobre la ciudad
sin referirse a todo el conjunto de condicionamientos económicos y sociales del
territorio circundante, ni se consideraba serio un enfoque del urbanismo que no
tuviese en cuenta las aportaciones de las ciencias sociales para la explicación
globalizadora del fenómeno urbano en todas sus dimensiones"'u,

El esfuerzo de la urbanística italiana para homologarse con la que puede ser


considerada como la tradición dominante en el umanismo moderno ha tenido en
Astengo y Campos Venuti, tras las huellas de Piccinato, a dos de sus principales
impulsores, Ambos parten del reconocimiento de la dimensión institucional del
urbanismo y, por consiguiente, de la necesidad del planeamiento; «para ambos,
la cultura sin la política es sólo tecnicismo y el plan umanístico es uno de los
instrumentos que regulan la convivencia en las sociedades modernas y, en
consecuencia, corolario de toda forma estatal. nl , Sus planes han consmuido
una referencia para la cultura del planeamiento en Italia y han marcado de
manera muy notable un modo de entender el urbanismo, precisamente el de
aquellos a los que Secchi se refería cuando afirmaba que «los urbanistas italia·
nos han seguido desde siempre una particular estrategia cultural y polftica que
los ha llevado a representar la propia actividad como tendente a dar solución
a problemas que afectan a la sociedad en su conjunto."'. Pero, como hemos
visto, ése no ha sido el único modo de enfocar los problemas en una disciplina
como la urbanística, que dista mucho de ser homogénea en sus presupuestos y
en sus objetivos, El intento de no renunciar a la unidad urbanismo· arquitectura
condujo de hecho en los años 60, como señaló Quaroni" 5, a que se produjera
en Halla una verdadera fractura en el interior de la disciplina, con la escisión de
los urbanistas entre planners y designers, entre partidarios del lown planning
y del {mvn design. Por este camino, la critica a un determinado tipo de planes
acabaría en el rechazo del plan y, consiguientemente, en la descalificación del
urbanismo como disciplina, quedando la intervención en la ciudad reducida a
la suma de proyectos de arquitectura.

En un primer momento, sin embargo -y el curso de Afezzo fue a este respecto


una experiencia crucial-, lo que se planteó por parte de los citados Samona,
Quaroni y De Cario no fue una elección entre arquitectura y urbanismo, sino
una llamada de atención sobre su relación histórica, desde el convencimiento

n, F. TERÁN, -Editorial-, en aud:Jd y Territorio. r{' 59·60 (1984), p. S.

"' P. GABELLlNI, . Figuras de urbanistas y programas de urbani$fT1O. , cil., p. 3:19.


n. B. SECCHI, . II pijaoo del Cong.reS50' (1983), en ID.. Un progcllO per l'uriJJnistíca. Turin 1989, p. 32.
lo' Cfr. L. QUARONI. •Architel1ura e UfbaniSI~' (1965). en 10., 1.3 cillJ fisiciJ, Roma·Ban 1981,
pp. 159·162, 10., ' 1 principij del disegno urbano nell'Il31ia degli ann; '60 e '70· , en CaSi1beliJ.
n' 487·488 (1983). pp. 82·86.

] "[
de que arquitectura y urbanismo no eran más que dos aspectos de una única
disciplina. Ya Samona, con su libro de 1959, se había ocupado de poner de
manifiesto con toda claridad que esa relación no se habra interrumpido en la
experiencia del urbanismo moderno; Quaroni. por su parte, habra rechazado que
pudiera reducirse el urbanismo a planeamiento, planteando la conveniencia de
establecer una continuidad en el plan y el proyecto urbano; y De Cario había
insistido con sus trabajos en la necesidad de convertir la organización del espacio
frsico en el verdadero eje del plan. Por eso, cuando los arquitectos de la siguiente
generación, entre los que se encontraban los de la Tendenza, polemizaron con
los planteamientos de Astengo lo hicieron sintiéndose deudores de otra tradición
moderna, que se preocuparon de investigar y explicitar. Su actitud no era, pues,
antimodema; simplemente quería reivindicar otra modernidad y, por tanto, otra
racionalidad - la de la historia y la cultura frente a la de la economía y la politica- y
otra lógica - la de la continuidad fren te a la de la ruptura- o Por lo demás, esa
reivindicación la llevarían a cabo simultáneamente desde la crítica y desde los
proyectos, sin separar la reflexión teórica de las propuestas proyectuales.

Para ilustrar lo que quiero decir puede ser útil la relectura de un artículo
de Rossi. Polesello y Tentori, aparecido en un numero de Casabella de 1960,
teniendo a la vista el contemporáneo proyecto para la reordenación de la zona
milanesa de via Carlo Farini, presentado a la XII Trienal de Milán de ese mismo
año"6. En uno y otro caso se abordaba una cuestión propuesta por la Trienal:
el problema de las periferias urbanas. El proyecto pretendla la transformación
de un área periférica de Milán particularmente degradada, con dificultades de
segregación espacial provocadas por el trazado ferroviario: para ello, frente a la
opción elegida por el planea miento vígente, se proponía una estrategia diferente,
básicamente consistente en la elaboración de un plan especial: .. Lo que quere·
mos llegar a exp!icar por medio del ejemplo elegido [el área de via Farinil es la
alternativa que razonablemente se puede esperar oponer a la aceptación pasiva y
un poco dnica de una situación existente, con todos sus absurdos. Ciertamente,
esta alternativa no se puede obtener más que por medio de la disciplina de un
plan de desarrollo para toda la zona examinada. Este plan ha de conservar, de
la situación existente, s610 lo que sea indispensable conservar: algunos edificios
preexistentes, algunos trazados viarios, algunos enlaces esenciales con las zonas
contiguas; pero se ha de revisar integramente toda la zona, establecer unos
principios de desarrollo adecuados a la ciudad moderna, prefigurando en ella
las estructuras pn"marias que mañana han de represen tar la osamenta principal
de la ciudad renovada, el vínculo con el viejo centro, con el decoro y la vida del
ambiente urbano histórico. Pero todo esto se ha de hacer dejando un amplio
margen para la decisión de las ulteriores intervenciones que se han de ir haciendo;
es decir, sin repetir el error de una determinación previa y minuciosa de tantos
barrios completamente planeados y, por ello, nacidos muertos. m,

Y para explicar lo que entienden por "estructuras primarias' de la nueva


ordenación propuesta, seleccionan algunas referencias urbanísticas con las que

'" El articulo. aparecido en el nO241 (1960) de la Casabell~ de Rogers. pilCde verse en A. ROSSI, f';Jra
UfI<1 arquilr:ctUf"il de lendenciJ. ciL, pp. 69·83: para el proyec1o de via farinl se puede consultar
P. ARNELL & T. BICKFORD (edsJ. A.kJo Rossi. Obras y proyeclOS. Barcelol1a 1987, pp. 21·23.

'" G. POLESELLO. A. ROSSI & F. TENTORI. -El problefllil de la peritena en la ciudad moderna" (1960).
en A. ROSSI. f'3(;J UfIiJ arquiuxlur;¡ de. Icndencia. di .. pp. 75·76.

] "[
desean conectar y que evidencian ese empeño por reivindicar una moderni· PropucSIJ pJr.11J 1);"(Á'/IX.on
del JreJ de l1J FJnm. ~f¡fJI'
dad diferente. He aqui sus palabras, -Son infinitas las formas de intervención (l96m;l Rom. G. PoIi!scllo
que el urbanismo propone para remediar los males radicados en la metrópoli )' F '""(I/Oli.
moderna, pero ahora no nos interesa una erudita clasificación cfonológica o
una reconstrucción histótica. Más aún, entre las grandes etapas del urbanismo
modemo hay algunas que se pueden considerar ajenas a nuestro propósito de
hacer que la ciudad continúe viviendo como lo ha hecho hasta ahora [., ,l. Por el
contrario, queremos recordar las siguientes intervenciones en la historia de ayer
y hoy: las grandes transformaciones de París en el Segundo Imperio, llevadas
a cabo por Haussmann; las propuestas de expansión del Distrito XX de Viena,
proyectadas por 0110 Wagner a comienzos de siglo; el plan algo postetior para
la ampliación de Amsterdam sur, de Serlage; el ejemplo de reconstrucción, o de
auténtica creación ex novo, de la ciudad de Le Havre, obra de Auguste Perrel.
Todas ellas son demostraciones de cómo se puede configurar la ciudad sólo
por medio de intervenciones de gran nivel, en las que determinadas sucesiones
de arquitectura - quizá no perfectas. pero dotadas de una vitalidad que permite
ignorar las consideraciones puramente formales - consienten la expansión de la
ciudad sin fracturarla, por más extensa que sea. y sin disociar nunca el plano
urbanístico del arquitectónico»"' .

'l' lbid., p. 76.

] "[
En el proyecto para via Farini existía, pues, esa preocupación por no separar
urbanismo y arquitectura, por no perder de vista la importancia de la componente
temporal en la construcción de la ciudad, por crear una estructura que articulara
las relaciones del área objeto de proyecto con la ciudad. Pero, como hemos visto,
ese difícil equilibrlo no tardaría en romperse y en dar comienzo lo que Secchi ha
caracterlzado como ~un perlodo de fuerte crítica al plan y al urbanismo, a los que
muchos un poco superficialmente han atrlbuido las mayores responsabilidades
de la situación y de los problemas de la ciudad contemporánea~I" . Esa nueva
aclitud de rechazo del urbanismo y de reducción de este a arquitectura es ya
claramente perceptible en el modo en que, a partir de 1973, se comienzan a
declinar por parte de Rossi algunos conceptos que habían sido propuestos en los
años 60, pero que ahora reciben una interpretación fuertemente reduccionista:
donde antes se hablaba de una ciencia urbana fundada sobre la arquitectura,
ahora sólo se quieren ver proyectos de arquitectura. Así, en una conferencia
pronunciada en 1976 en Santiago de Compostela, Rossi no dudaba en procla-
mar: «Yo no creo, al igual que gran parte de la cultura arquitectónica actual.
en los consabidos planes generales que ignoran la coherencia de la ciudad y
han constituido hasta ahora autenticos fracasos con su sistema del zoning>. Y,
frente a ello, proponía como alternativa ~un estudio y una actuación basados en
una visión de la ciudad como algo compuesto por partes distintas y en algunos
principios de arquitectura analógica que nos permitan sintetizar los diversos
problemas ~ '2o , es decir, su concepción de la ciudad por partes y su teoria de
la ciudad análoga venían a ser los nuevos pilares sobre los que descansaba la
propuesta rossiana para la construcción de la ciudad.

De hecho, en sus proyectos de 'comienzos de los 80 insistirá una y Olfa


vez en esa renuncia al plan como instrumento de intervención urbana y en su
apuesta alternativa por el proyecto de arquitectura. En la memoria de su pro·
yecto de 1982 para la zona de Fontivegge·Bellocchio, un área industrlal obsoleta
en la ciudad de Perusa, se lee: ~ El presente plan especial es un proyecto de
arquitectura. Se atiene a las normas urbanísticas y, en particular, a las normas
de actuación del plan general vigente, pero las considera sólo como un instru-
mento o una referencia necesaria para un proyecto arquitectónico que tenga
en cuenta la ciudad de Perusa. 171 • El rechazo del plan llevó tambien consigo
la renuncia a cualquier referencia a una idea de conjunto para la ciudad y su
sustitución por la idea de la ciudad por partes, cada una de las cuales debía
responder a un diseño autónomo, que comenzara y terminara en si mismo. En
la memoria de otro proyecto de ese mismo año, redactado por Rossi para el
área de Fiera-Catena. en Mantua. señalaba: "Este proyecto es un proyecto de
ciudad y es el proyecto de una parte de la ciudad de Mantua. Caídas las ilusiones
de un diseño general de la ciudad, del que sólo quedan fragmentos debidos a
la mala administración o a una reconstrucción suelta de manos y especulativa
(véanse los 'centros direccionales' como ejemplo de un mito hoy ridículo), las
nuevas administraciones intervienen donde es posible. en aquellas partes de
ciudad que tienen sus propias características históricas, pero que por diferen·

," B. SECCHI, Prima Iezioot: di urbanisliCiJ, Roma ·Bari 2000, p. 117.


,.. A. RQSSI, .Ciudad y proyecto., eo M . W.. Proyeclo y cfud¡¡d hiSlórica, Saoliago de Composlela
1976. p. 17.
", A. ROSSI , frr: cillb, Pcrvgi¡J, Mi/an(¡, ManIOViJ, Mit.tn 1984, p. 37.

] "[
••

Ff? 18.

17. Proyer:Io IJ/Nno {)Jr.1 tI


JrCJ cJ,. FOfllil'Cgge Bcf/,x
ch,o. fJefI/$d (/9821, A. Ro.\SJ.
G. 8r.I!Jr¡<,n .~ Al ScfIcorrr.

18 f'royIXlo urb.Joo p;n d


~ lk F/Cu-Cl/r:N. M,,,,·

.,.,..,.
fUJ /19811. ,~ RO1$! _~ G.

les motivos han permanecido como separadas de la ciudad. A menudo estas


partes constituyen reservas preciosas para un crecimiento urbano coherente:
'crecimiento' no sólo en el sentido de extensión. sino de reconquista de una
forma y de un significado. Esta introducción, además de pertenecer a una leona
general, se refiere estrictamente a Fiera-Catena, area verdaderamente singular
que rechaza cualquier anticuada definición de plan y que debe quedar recogida
en un proyecto unitario_m.
Ese tajame rechazo del plan urbanístico por parte de un sector de la cultura
arquitectónica italiana produjo, casi como un movimiento renejo. una reacción
para defender la legitimidad del instrumento que se hallaba bajo sospecha. La
decidida apuesta por el planeamiento tuvo uno de sus más destacados repre-
sentantes en Giuseppe Campos Yenuti. quien frente a aquellos que negaban
la posibilidad y la oportunidad de seguir confiando en el plan. se mostrarn
constantemente convencido de la conveniencia de adaptar el instrumento a
las nuevaS condiciones123. Pero en el análisis de Campos. la crisis del plan no
viene atribuida a razones de rndole disciplinar. sino a motivos en buena medida
externos al propio urbanismo. los cuales han incidido sin embargo de manera
determinante en determinados procesos que afectan significativamente a la ciu-

." 1bKJ.. p. 9S .
•" ~ VII pcrf~ de Campos como Ul'banisl¡¡. cfr. P. GABElUNI. -Giuseppe Campos Vcnucl. Una poIi1ica
ptt <!are SCJlSO al piaooo. en P. OIBIAGI & P. GABELLINI (edsJ. op. cit, . pp. 469-541; p.n una
klca de CQIljun lo de su IrayedOO3. clr. G. CAMPOS VENUTI. L'urOOru'sI~ riformisla, Mil:!n 1991.

], [
dad. Según esa interpretación, la crisis energética de 1973 habría propiciado un
cambio de rumbo en la economía mundial. y la respuesta dada a esa crisis en
los países industrializados serían las políticas des reguladoras propias del nuevo
liberalismo emergente, que hacían peligrar los logros del welfare stale. «En
este cuadro mundial, económico, general, aparece con bastante espontaneidad
la respuesta a por qué el plan en general -y. si se quiere. al plan urbanístico
en particular- ha entrado en crisis.'2' ; de ahí también que considere que en
realidad la crisis trajo un boom, «el más colosal boom inmobiliario de nuestra
historia· us. Situado en una tradición de investigación diversa de la representada
por Quaroni. De Carlo y Samona 1l6, Campos iniciará en los aflos 80 un intento
de caracterizar la respuesta que desde el planeamiento se está intentando dar
a la nueva situación. recurriendo a la definición de diferentes generaciones
urbanísticas. la idea de que una nueva generación de planes se está abriendo
camino comienza a articularse en el pensamiento camposiano durante los años
en que participa como asesor en los trabajos de redacción del plan general
de Madrid de 1985, que será señalado como .una contribución de indudable
interés para la cultura urbanística europea. m.

A partir de la experiencia madrileña, el debate sobre la tercera generación


de la urbanística suscitado por Campos supondrá un intento de romper el diá·
logo de sordos en que se había convertido el enfrentamiento entre los parti·
darios del plan y los del proyecto. En las páginas de Casabella. ahora dirigida
por Gregolli. y en las de Uroanislica, dirigida por Secchi, irán apareciendo en
los años 80 una serie de artículos que, con diferentes acentos. intentarán
mediar en la polémica plan/proyecto con la clara voluntad de devolver al ur-
banismo como disciplina la relevancia que se le había negado en la década de
los 70'21. En ese contexto, los planteamientos de Campos Venuti, aun habién-
dose hecho permeables a las cuestiones relativas a la "forma" urbana planteadas
por los morlologistas, se mantendrán siempre en una posición que distingue
netamente el urbanismo de la arquitectura, disciplinas ambas a las que reconoce
una mutua autonomfa, aun cuando mantengan una precisa relación; desde el
punto de vista técnico, esa diferencia se expresa en la espinosa cuestión de la
escala y en el consiguiente diverso tratamiento de las respectivas dimensiones
espaciales: «La técnica del plan se ocupa [... ] directamente de la problemática

'" G. CAMPOS VENIJTI. -Plan o proye<:l0, una falsa allemalÍVl1·, en Ciudad y Territorio. n' 59·60
(1984). p. 56.
'" G. CAMPOS VENUTt. -(if\ClJenla 3l'iOS: tres generacioflCS urbanfSlic3s·. en G. CAMPOS vt:NUTI
& F. OUVA (eds.). op. dI.. p. 32.
". ·Me queman todavía - escribirá en un anlculo aparecido en C1SJbcIb- las displicentes descalirrca·
clones de Quarooi al uso de la renta como categoria analítica. el indiscriminado ostracismo de De
Cario al empleo del zonmg. los destructivos reproches de Samon~ COI11ra los st;md;Jrds: como si la
propuesta urbanlstica reformista hiciese de estos instrumentos el fin. I~ estr.l1egia. y no los usase
más bien tomo medios de comprensión. de planificación. de actuaciOO. (G. CAMPOS vt:NUTI .
•Urb3/lisllca rdormista e razionalismo> (1984). en ID .• [.¡ ICI"la gencraziane dcll"urlJimlslica. Mi~n
1987. pp. 52·53).
'" G. CAMPOS vt:NUTI. -Madrid fra ¡¡4ano e progelloo. en Cas;¡belh. nO487·488 (1983). p. 77.
11. Para encuadrar el debate plan/proye<:to pucdt: coosultarse G. ERNEST!, . l"urbanl$lica Ira piano
e progeHi d·archilet1ura. 11 disagio di una disciplina-. en A. lM & V. SPIGAI (eds.l. 11 pi.mo t:
I'arr:hitcl/ura dclh ei/M. /potes; pcr floo" S/rumcfl!i. \lcr>ecia 1989. pp. 19·34: C. GASPARRINI.
L"a/rUó/lilá cJ,:lI"urWmSIic3. ();¡J piano al proge/lo. doJI progel/a al pi;¡oo. Mil<ln 1994.

1 ,~ [
relativa a la morfología urbanística de los tejidos, evitando en cambio -con
el firme rechazo del estudio de detalle- ocuparse de la esfera de la forma
arquitectónica.l 1~ .

La necesidad de abrir un debate que pennitlera a la disciplina urbanística


recuperar la credibilidad perdida - y que, a partir de ahí, fuera capaz de redefinir
el plan- fue señalada por Secchi en un articulo de 1982, aparecido en Casabella,
en el cual, tras reconocer que el descrédito del urbanismo se debía a cuestiones
culturales y técnicas, y no era ya atribuible a la falta de poder para hacer lo
que se proponía, afinnaba de manera contundente: ~EI plan urbanístico ya no
logra representar de manera unitaria y coherente las demandas expresadas de
diferente modo por grupos sociales igualmente dispersos tanto desde el punto
de vista de su posición en los procesos productivos, como desde el punto de
vista de su esta tus o desde el punto de vista más específicamente territorial.
Los intentos del pasado de demostrar que el conjunto de demandas podía ser
recompuesto dentro de un diseño coherente de criterios y propuestas, no
parecen posibles por falta de lógica más que por falta de imaginación o de ca·
pacidad. uD• En esa tesitura Secchi hace notar que las respuestas al problema de
la crisis del plan se han planteado desde un doble frente: por un lado, el de los
que han apostado por una proyectualidad descontextualizada, al margen de los
problemas reales de la ciudad; por otro, el de quienes han propuesto recurrir a
fallidas soluciones de ingenieria institucional, como los instrumentos de gobierno
metropolitano. Ambos modos de afrontar la cuestión le parecen insuficientes; de
ahí que plantee la necesidad de tantear nuevas soluciones, reconectando con
una tradición de investigación disciplinar que habia quedado interrumpida: ~ EI
problema - continuaba diciendo en ese mismo artículo- , que quizá una revista
como ésta podria afrontar y debatir, es que entre proyectos que ignoran cada
vez más fácilmente el contexto y planes que logran cada vez menos fácilmente
controlar su propio resultado, incluso en términos ¡¡sicos, se hace cada vez
más difícil dar respuestas unitarias, eficaces y físicamente convincentes, a las
demandas expresadas por los diferentes grupos sociales y locales, única cosa que
legitima la actividad urbanística, Es un viejo tema, que ahora conviene explorar
a la luz de las nuevas y bastante más difíciles situaciones, al que algunos hace
tiempo llamaban de la unidad entre arquitectura y urbanismo~1l1 .

El envite será recogido por Gregotti como director de Casabella: además


de diversos artículos sueltos en diferentes números a lo largo de casi una
década, dedicaría pocos meses después un número doble de la revista a las
relaciones plan/ proyecto en el contexto europeo. Significativamente, ese nú-
mero monográfico se abría con un editorial de Gregotti que llevaba el mismo
titulo que aql1el artículo en el que Secchi había propuesto debatir el asunto
en la revista; alH escribía el arquitecto milanés: -Después de veinte años de
esfuerzos para consolidar sus respectivas autonomías, para definir los territorios
de competencias. incluso para intentar dejar fuera de juego una disciplina a
la otra, la arquitectura y el urbanismo parecen tener necesidad de una nueva

' lO G. CAMPOS VENUTI , l Q Icm gcnerruicnc deU 'urlJ,mislic.a, ciJ., p. 156.

'. B. SECCHI. · t:arch;lcllura del pi¡!1lO' ('1982), en ID.. Un progello per /'utfxmJsIic.a. d I.. pp. 4· 5.
,,, ¡bid" p. 6.

] "[
base de diálogo. l. .. ] Sólo con la arquitectura, utilizando una antigua figura
re tórica, las palabras del urbanismo pueden convertirse en piedras, pero s610
a partir de las piedras de la arquitectura es posible hacer del urbanismo una
disciplina de la modificación cualitativa del territorio~lll. Esta se convertirla
en una de las Ifneas editoriales de la revista durante los anos en que estuvo
dirigida por Gregotti. quien algún tiempo después hubo de salir al paso de los
equlvocos que con mejor o peor intención algunos habfan suScit3do. En un
edi\Qrial de 1986 titulado In difesa de/{a ragioneria urbanística, se vio obli·
gado a reconocer que -desde Casabe/la somos de algún modo responsables
de haber prestado la voz, de un tiempo a esta parte, a nuevas discusiones e
interpretaciones en torno al actuar de la disciplina urbanística a partir no sólo
de las nuevas direcciones del hacer y del pensar, sino también del debilita-
miento de las oposiciones ideales y, más específicamente, de la crisis objetiva
del proyecto disciplinar que, desde una diversa atención a las cuestiones del
contexto, venia proponiendo una nueva condición de la relación entre plan y
arquitectura, 1. .. 1 arquitectura que también podía plantear nuevas reflexiones
sobre el plan mismo. De modo que nos sentimos en parte responsables de
las preocupantes deformaciones que a partir de estas reflexiones han comen·
zado a hacerse-o Pero la conclusión era clara: ~ Segui remos trabajando por la
preeminencia y la amplitud de la idea de arquitectura, pero no se pretenda
tener en nosotros aliados contra el plan_m.

De los artículos citados de Campos. Secchi y Gregoui se deduce que. en


su opinión, al urbanismo no le resultaba posible renunciar al plan ni viable
recomendar el arrinconamiento del proyecto como estrategia de intervención
en la ciudad; se imponfa, pues, un análisis más detenido del ~sentido de
las diferencias". El intento más relevante, desde un punto de vista teórico,
de re tomar el discurso urbanfSlico. ~s in perder nada de lo aprendido en las
lecciones preced en tes~llO, con objeto de redefinir las relaciones entre plan y
proyecto, se encuentra. a mi entender, en los escritos de Bernardo Secchi.
En sus artlculos de los anos 80, recogidos luego en el libro Un progelto per
I'urbanistica, Secchi se ha esforzado por delimitar un campo de investigación
para el urbanismo actual a partir de algunas cuestiones clave, sobre las que
vuelve una y otra vez; entre ellas cabe destacar el discurso sobre la excepción
-en el sentido de "diferencia", de especificidad- y la regla -en el sentido de
r", 1'1 "identidad", de repetición-, sobre la posibilidad de entender el urbanismo
como un saber que crece sobre sr mismo y sobre el significado de aquellos
PoniJtl.:JdclhlxfJtk 8. SccchI. hechos "nuevos" que aún no somos capaces de nombrar y dominar con los
Uo ¡¡<ogcno pct I'url>arllsbca instrumentos conceptuales y técnicos de que disponemos. Es una investigación
(1997),
que, desde la afirmación ¡nequlvoca del plan, pretende recoger lo mejor del
discurso morfologista sobre la arquitectura de la ciudad y que ~ tejos de coincidir
con una disolución del plan en el proyecto, del urbanismo en la arquitectura,
se convierte en una exploración de los limites: de 10 que es único y de lo
que puede ser general_m,

'u v. GREGOnl. ·l'.m.dItn del pianDo. en ~ rf' 486·487 (1983). p. 2.

m V. GREGOnl. . In difesa ddb Dgioncria LrlIanisIb., en CasobcIIa. rf' 526 (1986). pp. 2·3 .
... B. SECCHI. •11 pianDo (1985). en ID.. lkr ~{IO per li.wNIislica. cit. p. 92-
, .. B. SECCHI, Un ¡XOSClla pcr /'urlJanislica. cil., p. XXI.

] "[
Como ha subrayado Gabellini. el urbanismo de Secchi tiene importantes
asonancias con respecto al de Samona. Quaroni y De Carlo. hasta el punto de
poder señalarlo como heredero de una trayectoria que los primeros trazaron
y que sustancialmente quedó interrumpida. Su interés por volver a fijar la
atención en la ciudad física. entendida como síntesis de los procesos socio-
económicos. y su empeño por repensar el papel del urbanismo en la sociedad
contemporánea. con rasgos que la distinguen cada vez más claramente de la
sociedad moderna. le acercan particularmente a esos maestros del urbanismo
italianolli. Las re flexiones de Secchi se sitúan en la linea de la reconstrucción
de la identidad y la autonomía del urbanismo como disciplina; una disciplina
que ciertamente mantiene estrechos vínculos con la arquitectura, pero que se
distingue de ella, no tanto porque se ocupe de una realidad diferente, cuanto
porque es capaz de ocuparse de lo que tiene en común con la arquitectura
de modo diferente a como ella lo hace. Puede resultar clarificador del modo
en que Secchi entiende esa dificil relación. la lectura de un artículo en el que
éste polemizó con Benevolo a propósito de la relación entre plan y proyecto.
Benevolo sostenía. a la vieja usanza, que -el 'urbanismo'. en lo que tiene de
especifico. es el conjunto de técnicas para colocar cada proyecto de arquitec-
tura en el tiempo y en el lugar preciso; debe crear las condiciones preliminares
para la arquitectura, no anticipar arbitrariamente y a la ligera sus resul tados. Los
instrumentos urbanísticos, a su vez, son formallzaciones parciales pertenecientes
a una secuencia que, en su conjunto, es un hecho arquitectónico en toda regla.
y se justifican por hacer eficaz la fase de realización final»' ]7; por tanto, a su
juicio, la inclusión de determinados proyectos en el plan no pasaba de ser un
modo de hacer el juego a determinados promotores inmobiliarios con intereses
especulativos. La respuesta de Secchi, partiendo del hecho de que las condiciones
habían cambiado, negaba que se pudiera seguir entendiendo el plan como el
punto de partida de una cascada de instrumentos jerárquicamente subordinados,
como una "regla procedimental", sino más bien como .un proyecto concreto
capaz de constituirse como programa para una nueva investigación [... 1 sobre
las relaciones entre los diversos órdenes de espacios y construcciones., en el
cual a la administración le corresponde _definir los tiempos y los modos de
una activación legitima de los intereses, cuestión mucho más compleja que el
respeto a unas reglas del juego»'lI.

Desde esta perspectiva, Secchi ha subrayado que en la actualidad uno de


los cometidos más relevantes del plan es llevar a cabo lo que ha denominado
un ' proyecto de suelo·, como momento intermedio entre la arquitectura y la
sociedad: ..Sostengo -ha escrito- que no se trata de pensar sólo en cambiar

,.. Sobfe el signifICado de las propuestas de Secchi en relación con el urb<!nismo a panir de los .mos
80. cfr. P. GABEllINI.•Figor.Js de urbanistas y programas de urb<!nismo •. cíl., pp. 341-342.
'" L. BENEVOLO. _1progetll nel ¡Mano-. en CJS3beI/OJ. n" S63 (1989). p_ 35. El articulo er.¡ en cierlo
modo una respuesta a los planteamiemos expresados en esa misma revista por B. SECCHI . •Album
di progctti. (1988). en 10.. Un progello per l'urlJ;misrb. ci!.. pj). 291·297.
,,. B. SECCHI. . I progclli del piano •. en CaS3belb. nO563 (1989). p. 37. En ese contexto se inserla
su idea. eJ<presada a propósito de la redacción del plan general de Madrid de 1985. de que .eI
proyecto de arquitectura urb<!na aparece !lO sólo como un modo para definir el resultado físico
que se quiere aJean/aro sino que puede ser lambién un modo par.¡ organizar el proceso que puede
llevar a dicllo resultado· (10 .. •Aboliamo le gcran::hie' (1982), en 10., Un progellO perl'urlJimisrit:a
cit.. p. 13).

] 59 [
el uso de lo que ya existe o en sustituirlo con nuevas arquitecturas, de como
pletar las partes de ciudad inacabadas, sino que se trata también hoy, quizá
por encima de todo, de proyectar el suelo de manera no banal, reductiva,
técnica y desarticulada-,n. Con ello se estaba indirectamente replanteando
la cuestión del Sentido del espacio público en la ciudad, como lugar en el
que interaccionan los agentes sociales, los sujetos, los ciudadanos. Comen·
zaban, de este modo, a hacerse presentes en la cultura italiana algunas de
las cuestiones de mayor interés que habíamos detectado anteriormente en el
contexto francés. como la importancia del suelo y de los modos en que éste
se divide y articula o la necesidad de la adaptabilidad de los programas en el
tiempo, fruto de la conciencia de los diferentes ritmos de funcionamiento de
la arquitectura y la ciudad. De hecho. en los años 80 el intercambio de ideas
entre Francia e Italia funcionará en ambos sentidos y no sólo desde ttalia a
Francia, como en la década de los 70; es más, el artrculo de Secchi sobre el
' proyecto de suelo", al que me acabo de referir. contestaba a otro anterior
de Bernard Huet, aparecido en la revis ta LOIUS, que a su vez ya había sido
respondido previamente por Gregotti"o.

La misma expresión "proyecto urbano' , que después se ha generalizado


un poco por todas partes, procede del ámbito francés, donde la encontramos
ya utilizada por Gülg6nen y Laisney en su estudio sobre moriología y tipología
de mediados de los años 70. Se trata de un término ambiguo que ha hecho
fortuna y que, justamente por ello, ha sido empleado con sentidos muy diversos,
incluso contrapuestos; no tiene, pues, nada de particular que haya sido objeto
-también en Francia- de un encendido debate. Por lo demás. ese debate, aun
cuando tuvo su punto de partida en las ideas puestas en circulación por los
italianos, siguió luego unos derroteros en parte diferentes. en gran medida como
consecuencia de que sus protagonistas fueron en su mayor parte arquitectos y
no urbanistas. Por contra de lo que ocurrió en Italia, la disputa no se desarrolló
sólo en el campo disciplinar, sino también en el ámbito político; de hecho, ~el
proyecto urbano en su expresión 'mediática' se convirtió, a partir de los años
80, en uno de los principales recursos políticos con los que se han medido y
enfrentado la izquierda y la derecha, no sólo Miterrand y Chirac sino todos los
administradores de las ciudades francesas, hasta el punto de que con frecuencia
fueron precisamente los nombres de los 'padrinos' políticos los que sirvieron
para denominar las obras realizadas· U !. Y a comienzos de la década de los 90,

' .. B. SECCHI. ·ProgellO di suolo· (1986). en ibkI.. p. 136. "Proyecto de suelo" que .adquiere 'scnt;oo'
dentro de un proyecto social más gCfleral y adquiere 'v.¡Iof· a través de un proyecl0 de arquiteclura·
(ibid.. p. 132).
'.. Cfr. B. HUEl.• la cill!l come spazio abit:!bilc. Aiternative alla Carta di .... tefle •. en LO/U$. nO41
(1984). pp. 6·16: V. GREGOTII. .Quatlm obiczionl •. en Casabe/m, nO517 (1985). pp. 3·4.
u, F. C. NIGRElll. op. dI.. p. 49. Conviene recordar la estrecha vineulación enlre urbanismo y
sociologla que recorre lodo el morfologismo francés: -El punto de P'lnida y de llegada del
proyeclo urbano - ha escrilo .... Iain Hayol- es la forma urbana en el sentido en que la enllende
Henri Lefebvre: al acumular todos !os contenidos, es~ unida por un lado a la lógica de las formas
y por otro a la dialéclica de las funciones. El espacio no es ni un sopot1e pasivo somelido a
lodos los con-diciOll3nles e~lerno~ ni un simple decorado que recuperaria en cada nueva Inter·
vención su propia virginidad. f... 1 Lo urbano como forma es. pues. en un unico movimiento el
resultado de las diferentes formaciones sociales que se han socedido en el tiempo. un factor
aclivo y conSlilulivo de esas mismas formacio-nes. un lugar preexistente pero indispensable a
loda transformación social. Se Irala. por 131\10. de algo esencial en la apuesta por un modelo de

] 60 [
Ba"heues 89: proyecto UI
bailO ¡wa 8I.Jnt. MCY!/I Par/s
fI!J89J. Am:JiJd. GucrllmWl.
lr Mr:rdy y Roosier

!''f .'0

cuando el Estado, a través del correspondiente ministerio del ramo, organizó


en Estrasburgo el congreso internacional Projet urbain 92. De l'intentian a la
realisalian, para "formar" taoto a los arquitectos y urbanistas militantes como
a los técnicos municipales, se encenderia aún más en Francia la polémica en
torno al proyecto urbano,

Las disputas habían comenzado ya en los años 80. con los diferentes puntos
de vista - alguoos los han considerado antagónicos"l- de Banlieues 89 y Projet
de QU[Jrtier, expresados a través de numerosos artículos publicados en reviso
tas de arquitectura y urbanismo. Esas disputas habían tenido también un frente
en las investigaciones desarrolladas en las escuelas de arquitectura; particular
interés a este respecto revisten los estudios llevados a cabo por Rene Tabouret.
Charles Bachofen y Bernard Woehl en la Escuela de Estrasburgo durante el
trienio 1987·89\43. La propuesta de los alsacianos intentaba conceplualizar el

sociedad, apuesta politica en el mas pleno sentido del término' (.4.. HAYOT. - Des scien-ces sociales
pour faire la vllle •. eo les C;¡hie~ de /;¡ Recherchc Archileclurale. fl" 32·33 (1993), p.t20.
", Cfr. P. GABELLlNI . • Banlieues 89. Proje! de Quanier: I"idee di progeno •. eo lJr/wlislicQ, nO 79
(198S). pp. 74·79.
", Clr. R. TA60URfT. Fondemenls du projcl urba¡n: processus el enjcux. EsU"3sburgo 1989: Ch.
BACHOFEN, R. TABOURfT & 6. WOEHL. COIlCCp!S el mélhodcs du projcl urbain, Ewasburgo
1989.

1 61 [
proyecto urbano como un instrumento capaz de articular en diversas escalas y
en diferentes tiempos tanto los aspectos espaciales como los aspectos sociales
de la intervención, mediante lo que denominan el "eje morfológico" y el "eje
del proceso"; el primero estaría referido a la organización de los espacios y el
segundo a la capacidad de transformación a lo largo del tiempo. Con el pro·
yecto urbano pretendian poner a punto un instrumento, relativamente autónomo
respecto al plan urbanfstico y a los proyectos de arquitectura, que reintrodujera
la cbntinuidad en el proceso de transformación de la ciudad. asegurando una
mediación en el tiempo entre organización espacial y practicas sociales,

Pero frente a las certezas que parecían provenir de la investigación académica,


lo cieno es que el debate francés en tomo al proyecto urbano de la primera
mitad de los 90 puso claramente de manifiesto la falta de consenso respecto a
las características y el alcance de un instrumento que a la postre les resultaba
difícil de definir. ¿Qué es un proyecto urbano?, ¿para qué sirve? ¿qué esconde
debajo?, se preguntaran una y otra vez diversos autores en las principales reviso
tas francesas, sin llegar nunca a ponerse del todo de acuerdo''' , En cualquier
caso, es posible señalar algunos enfoques comunes, que son precisamente los
que permiten hablar de una "cultura del proyecto urbano"; entre otros, cabria
señalar la atención al contexto y a la historia de los lugares; la insistencia en
la consideración de la componente temporal en el proceso de construcción
de la Ciudad ; la apuesta cada vez más firme por una mixité de usos y. cOflsi·
guientemente, por una mayor complejidad social, tipológica o paisajística de la
ciudad ; el interés por la gestión - y no sólo por el diseño- del espacio pUblico,
Sin embargo, la conciencia cada ve;: más extendida de que nos encontramos
ante una realidad urbana diversa, que es el resultado de transformaciones
sociales y territoriales de gran calado. está obligando al morfologismo, como a
la disciplina en general, a replantearse los objetivos de fondo de un debate en
buena medida ya agotado"'.

,.. VtMse, tf'lIse airas articUos. J. LUCAN, .qu'est·ce qu'un pro;et Lrilain?_, en AMe: r(' 27 (1992).
pp . • 7,5<1 : Ph. GEN ESTIER, -Que ~ ~ nocIon de pro;ct urbaiI'I?-, efI Wdifccttn di1ufourd'hli.
r(' 288 (1993), pp. 40·.6: R. 8AOOlII', v. PlCON·tEFEBVRE & J. SAUTEREAU. _NchItectIR/WIe.
tntroduction-, efI les CIhierJ de la ~ ArchiIecllY.Jk, Il" 32·33 (1993), pp. 7·12.
," Para un aMjlsis de la llUeY3 feoomeoologJ;l de lo LWtooo. dr. G. AM ENDOlA, l a ciudJd POSI'
modcrrI3 (1 997), Madrid 2000: vtanse tambltn Ia$ relle>:iooes plall1eadas por B. SECCHI, -U
cludoo contempor.lnea y su proyectO- (2001), en A. FONT (ed.l. P/.me;Jmicn/o urb.Jn(slico. De iJ
conlroversia IJ liJ rffiCl'3CiOn. BarcelMa 200 3, pp. 91-11 9,

] . [
LOS ORíGENES
DEL MORFOLOGISMO EN ESPAÑA
2
A (os debates suscitados por la entrada en escena del morlologismo no fue
ajena la cultura urbanística española. Pretendo. pues, a continuación mostrar los
cauces a través de los cuales se hicieron presentes en nuestro pais ese conjunto
de ideas ya esbozadas en el capítulo anterior, que marcarían también aquí de
manera notable la evolución del urbanismo en el último cuarto del siglo XX.
No obstante. aun cuando en muchos aspectos puedan existir rasgos comunes
para la situación europea y la española, resulta igualmente claro que en ésta
han concurrido determinadas circunstancias particulares que conviene no pasar
por allo a la hora de exponer el devenir histórico de una disciplina como la
urbanística, particularmente sensible al contexto social, económico, politico y
cultural en que se desenvuelve,

Vaya por delante, en cualquier caso, que mi objetivo no es relatar de manera


pormenorizada todos los complejos episodios que han ido marcando el desarrollo
urbanístico espanol en unos anos cruciales de nuestra historia, pues ya existen
algunas historias del urbanismo que los abordan1. Por tratarse de algo aún no
suficientemente explicado en esas historias, aqu( me limitaré a presentar una
sintética visión de conjunto del modo en que han aparecido y se han ido con-
solidando entre nosotros unos modos de entender la intervención en la ciudad
en buena medida imponados de la cultura italiana. Y para ello estimo necesario
partir de la consideración del momento en que comienzan a aparecer entre
los profesionales espanoles las primeras criticas al urbanismo del Movimiento
Modemo y a sus consecuencias en la vida de nuestras grandes ciudades, ya
que es entonces cuando empieza a producirse el cambio de rumbo que en la
década de los 80 desembocara en la cultura del proyecto urbano.

Conviene también advenir desde el principio que, a diferencia de lo que


sucedió en Italia y en Francia, el morfologismo en Espana - salvo quizá unas

De he<:ho, como se puede comprobar repasando la bibIiogrnlla. he utilizado con profusióI1 esos lraba ·
jos históricos, en especial los de Fernar.do de Ter3n: a ellos rem~o af lector p;!f3 completar dctermiMdos
aspec10S del contexto hiS16rioo. Para una visión sintética, elr. R. MONEO, -El utbanismo oonlempor.l·
neo: 1950· 1980-. en AA. w., VMcnd.1 y l6banismo en EsjJJil;J. Madrid 1982. pp. 199·215.

] 63 [
pocas excepciones- no ha generado desarrollos teóricos de importancia, que
hayan supuesto un verdadero enriquecimiento del cúmulo de estudios citados
en las páginas precedentes. Ha traido consigo, en cambio, un importante con·
junto de propuestas de actuación, unas instrumentadas como planes y otras
como proyectos, las cuales, con sus luces y sus sombras, han marcado una
época de vivisima actividad en el urbanismo español; una época caracterizada
por interminables debates, que en cierta medida constituye ya un capítulo ce-
rrado de nuestra historia disciplinar reciente y que por eso mismo es posible
comenzar a explorar con el mínimo de distancia necesario para llevar a cabo
una primera valoración critica.

o la crílica a los polígonos como modo de hacer ciudad


Como es sabido, los años 50 marcan el inicio del proceso español de
industrialización, que comportó un importante movimiento demográfico del
campo a las ciudades. Se ha calculado que en esa década más de un millón de
personas trasladaron su lugar de residencia, siendo Madrid, Cataluña y el Pais
Vasco los ámbitos territoriales que recibieron contingentes de población más
importantes. Para entonces la población urbana suponía más de la mitad del
total de la población española, y tanto Madrid como Barcelona superaban ya el
millón de habitantes. Todo ello condujo a que el de la vivienda se convirtiera en
un grave problema, al que se intentó responder en un primer momento con el
Plan Nacional de la Vivienda de 1955, que se proponía promover la construcción
de 110.000 nuevas viviendas anuales durante el quinquenio 1956-1960, y poco
después. en 1957. con la creación de un Ministerio de la Vivienda1•

Ciertamente, las operaciones de promoción de vivienda -vivienda social


o. en la terminología de la época, "vivienda protegida"- habían comenzado en
la inmediata posguerra, a través de la Obra Sindical del Hogar, pero se inten·
sificaron notablemente con el comienzo de la gran transformación económica
y demográfica que acabaría convirtiendo a España en un país industrializado.
Pronto se comprobaría que la acción estatal resultaba insuficiente para alcanzar
los objetivos que se habían planteado y se pasó a dar entrada a la iniciativa pri·
vada, que inició así un saneado negocio. De este modo, las ciudades españolas
fueron viendo aparecer una serie de nuevas piezas urbanas que, a menudo de
manera autónoma y desarticulada, se iban añadiendo a los tejidos existentes,
modificando de manera significativa la estructura y la imagen de la ciudad
tradicional. Los "polígonos", como han sido denominadas esas unidades resi-
denciales, fueron «actuaciones unitarias, compuestas por conjuntos de bloques
semejantes. realizados en poco tiempo sobre piezas de suelo de propiedad
única (o unificada en la propia operación), a través de una gestión única y un
proyecto de conjunto»l.

Con objeto de regular la tarea de construcción de viviendas protegidas en


todo el territorio nacional, el Instituto Nacional de la Vivienda había aprobado a

I'<Jril una aprol<imaclón al problema. cfr. A. COTORRUEtO SENDAGORTA. LJ poIt1iciJ cconómic3


de la vivienda en EspatI8. MOOrid 196 0.
F. TERÁN, Hi$loriJ del urOOnismo en EspaNJ. vol. 3: Siglos XIX y XX. M.xIrid 1999. p. 22 8.

] .[
o 10 <O 60 lO 100

. . . -=t

Fig JI

principios de los años 40 unas ordenanzas a las que se debían atener las actua- P!¡m ¡Ji! UrJ!.i!nciiJ SoclJI
pohgono tk San M:lf7m. 8Jr.
ciones que se acogieran a ese régimen. Como en esas ordenanzas subyacía un
re/oro (t '}S8).
modelo urbano basado en poslulados de la modernidad uroanística -empleo del
bloque abierto, primacía del espacio libre en la ordenación, desaparición de la
denostada rue cOrridor-, su aplicación sirvió de cauce para que los principios del
racionalismo comenzasen a conformar las periferias de las ciudades españolas,
en versiones muy desiguales en cuanto a la calidad de las actuaciones. Puede
resultar sorprendente que desde un documento oficial se apostara en esos años
de autarquía por unos planteamientos uroanísticos que sintonizaban más con la
cultura europea que con los principios de la ciudad falangista entonces en boga
entre los políticos del régimen; si esas normas fueron aprobadas se debió, como
ha hecho notar Fernando de Terán' , al empeño y la sensibilidad del arquitecto
que en aquellos momentos dirigía el Inslitulo y que fue el responsable de la
redacción de esas ordenanzas.

Pero con la difusión de los polígonos como forma de crecimiento no tarda-


rian en comenzar a ponerse de manifiesto las limitaciones que llevaba consigo
una aplicación a menudo muy esquemática de los modelos del racionalismo de
las vanguardias: -Un tratamiento en la organización de la edificación 'abierta',

Cfr. F. lERÁN. Pl.mci1micnro urtxJno ro 13 EsparliJ ronu:mpor;irIro (1900·1980). Moorid '1981,


pp. 141 -142.

] 65 [
todavía torpe y rigido. seguía denotando la falta de familiaridad en el uso de una
nueva libertad de composición que no se sabe muy bien cómo utilizar, una vez
abandonado el andamiaje geométrico elemental de las manzanas ~!. Así, a medida
que los polígonos se convirtieron en el procedimiento habitual para resolver las
necesidades de vivienda, se evidenció también su carácter segregador para la
población que alojaban y la escasa calidad de sus espacios libres, con frecuencia
anodinos y mal urbanizados. las críticas que. como ha quedado expuesto en el
capít!Jlo anterior. empezaban a hacerse en el contexto internacional al urbanismo
de los CIAM, pronto encontrarían eco en nuestro país; también en el caso español,
la segunda mitad de los años 50 vino a significar la apertura a nuevos modos de
enfocar las cuestiones urbanas que, aunque de una manera todavía incipiente, se
iban dejando sentir entre los profesionales intelectualmente más inquietos.

las circunstancias políticas del momento no eran las más propicias, desde
el punto de vista cultural, para fomentar la creación de colectivos que pudieran
hacer de catalizadores de los nuevos aires que comenzaban a respirarse en
Europa. No faltaron. sin embargo, algunos timidos intentos de llevar a cabo una
labor de este tipo. el más relevante de los cuales fue sin duda el del Grup R de
Barcelon;f. Desde una posición geográficamente periférica. pero disciplinarmente
más abierta y activa que la del resto del país, un selecto y heterogéneo grupo
de arquitectos catalanes - entre los cuales se encontraban José A. Coderch,
Josep M' . Sostres, Antoni de Moragas u Oriol Bohigas- intentaría reavivar los
debates en tomo a la arquitectura y la ciudad, recuperando de algún modo el
papel que había jugado el GATCPAC antes de la guerra civil. En este sentido y
aunque fuera a una escala local y con un alcance mucho más limitado, se ha
podido afirmar «que la relación entre el GATCPAC y el Grup R es similar a la
que se produce entre los CIAM y el Team 10. Ambas experiencias pertenecen
a épocas distintas, separadas por la 11 Guerra Mundial y por un cambio en el
orden económico y social. las acciones del Grup R y del leam 10 están mar·
cadas por el estigma de la crisis del Movimiento Moderno y por la evolución
de la ideología dominante entre los arquitectos. 1. .. 1 De la misma manera que
esto se expresa en el Team 10 en relación con los CIAM, el Grup R respecto
al GATCPAC significa también el paso de lo programático a lo empfrico. de la
busqueda forzada de la unidad de criterios al desarrollo de la diversidad~7.

Aun cuando la actividad del Grup R estuviera centrada fundamentalmente en


la arquitectura, no fue ajena a las cuestiones urbanísticas. De hecho, las reuniones
de arquitectos que estuvieron en el origen de la formación del grupo parecen
haberse iniciado con motivo del proyecto presentado en 1949 por Miljans,
Moragas, Tort, Sostres, Balcells y Perpiñá, al concurso para buscar soluciones
al problema de la vivienda económica en Barcelona, convocado conjuntamente
por el Colegio de Arquitectos y el Obispado de Barcelona. Su propuesta, que
resultó ganadora, estaba basada en el bloque lineal como alternativa a la manzana
cerrada del Eixample. «El proyecto, por lo tanto, conectaba con las experiencias

Ibid.. p. 417.
SObre la actividades del grupo. desarrolladas en Barcelona a lo largo de la decada de los 50, cfr.
C. RODRíGUEZ & J. TO RRES, Grvp R. Barcelona 1994: AA W .. Grvp R, tNk1 revisiO de la modero
n/lal. 1951·1961. Barcelona 1997.

J. M. MONTANO!, . PróIogo-, en C. RODRíGUEZ & J. TORRES. op. d I.. p. 7.

] 66 [
POOIilOO de ilbsOI'rIO(! en
r~ M»/d(1959J.J-
1 ROI1l.J(1)'.

IV EApX:; dd GNp R
GiIIf:fIiI5 w..:/.JI1.15. 8.1trekJfJiI
(lqSS.

y los instrumentos empleados en el periodo de entreguerras y su valor radica.


precisamente. en el planteamiento de un problema que reclamaba una solución
interdisciplinar. donde estaban implicadas fas fuerzas productivas. ecooómicas ':1
politicas-' , En esa misma I¡nea de buscar en la sociologia, la economia y la politica
- y no sólo en la arquitectura- unas nuevas bases para el urbanismo, se situarían
también los ciclos de conferencias sobre "Economía y Urbanismo· y sobre ' 50-
ciologfa y Uroanismo·. celebrados en 1958 y 1959 respectivamente. que en cierto
sentido constituyeron el cierre de las actividades públicas del Grup R. Su impacto

• C. ROORiGU EZ & J. TORR[S. op. di.. p. t1.

] G7 [
fue notable en el entorno barcelonés y servirian para -completar el proceso de
J7.R maduración ideológica del grupo en los últimos aflos de su existencia, actuando
como receptáculo de las tendencias provenientes de Francia e Inglaterra,.'.

Con el cambio de década el grupo se deshace, quedando una diversidad


de personalidades que asumen posiciones muy dispares y cuyo impacto en el
devenir de los acontecimientos será por ello mismo muy desigual. Es en esos
momentos de finales de los 50 cuando comenzó a tener un cierto protagonismo
, ..... ,. Oriol Bohigas. quien se constituirá enseguida en punta de lanza de muchas
ideas que acabarán siendo hegemónicas en las décadas siguientes en el enlomo
_--
".",-.--
....
~--_._._­

catalán y que luego se difundirian por todo el país. Su libro Barcel0n4 en/re el
PI8 Cerda i el bJrraquisme recoge buena parte los artículos publicados en esos
ai"los. en los que resulta patente tanto la aspiración al realismo, caracteristica
de aquel momento. como la reivindicación del espacio de la calle, considerado
1J rolldo del ct.t>O "fco- el verdadero lugar de la vida urbana. En este sentido se puede afirmar que se
"tJfll<J , tktJ.iInistno·, vrg;JI"H
trata de un texto que marca ya de una manera neta y clara un cambio en el
1;No ('(1 8.Jrc.:/on3 por d
Grop R (1"58). modo de entender el urbanismo'o. En él Bohigas no sólo realiza el 'elogio'
neorrealista de la barraca, sino que plantea una critica abierta a la idea del
polrgono como unidad autónoma, como barrio autosuliciente, proponiendo la
vuelta a la complejidad de la vida urbana frente a la segregación de funciones
postulada por el modelo urbano de la Carta de Atenas.

La necesidad de repensar las propuestas del racionalismo es vista corno


un objetivo común por un número cada vez mayor de profesionales dedicados
al urbanismo. En la medida en que comporta una toma de conciencia de los
problemas generados por la aplicación de unos modelos creados para otros
contextos, la década de los 60 va a ser testigo de diversos intentos de avanzar
en una dirección diferente, que tuvo como punto de partida la crflica a una situa·
ción percibida como insostenible por arquitectos y sociólogos. A las dificultades
derivadas de lo abstracto de unos esquemas de organización espacial articulados
sobre la repetición de hileras de bloques lineales con una misma orientación, se
iban a ai'ladir las consecuencias de la nueva normativa impuesta por el 11 Plan
Nacional de la Vivienda, aprobado en 1961, que provocaron la sobredensifica·
ción caracterfstica de la construcción masiva de viviendas en los denominados
·barrios·dormitorio· de las grandes ciudades españolas. en particular Madrid y
Barcelona. Como dejó escrito Fernando de Terno al hacer balance de esos ai"los.
-la necesidad de considerar como cifra óptima los 500 habitantes por hect~rea y.
sobre todo, la prescripción económica respecto al valor del terreno urbanizado,
dieron a los polígonos de esta etapa su peculiar fi sonomía apelmazada y pronto
se comprobó que estas prescripciones eran prácticamente incompatibles con
las generosas reservas de terreno que el propio Plan establecia para dotaciones
complementarias-".

Jb«J... p. 46 . Bohig.Js apuoIa que se intentó lII1tercercldo sobre '1'oWIic3 Y 1..Irb.nsmo". que no legó
acdetnrse: vme O. BOHIGAS. EmusUstno$ r:otnpJnidos yl»labs M-I cwnel(1992). Ban:eIona
1996. p. 60.
.. ar. O. BOHIGAS. Ban:dona CfII~ el pg Ct:trJJ i el ~ 8a'teIooa 1963: de ese Iíbro se ~
dicho que es uo · ta:(o fmWdor de IoN ~ f~ de entender la iIiqUiIectlM"3 y el urbarMsrnoo 1M.
TORRES CAPElL u fixmad6de 1"utbanisliciJ ~ropo/If~ de ~ 8a'teIooa 19". p. 250).
n F. TERÁN . •EvoIucióo del planeamicnto de n6c:1eo5 urbanos nuevos-oen C"1I.Iti.KJ y rerritorio. n" 1
(1969). p. 19.

I [
25. PIJn PataaI del poI¡gono
-Hucn~ del "CY~ VJbdoM
(l96/}./-A ComJcsy". V
MoknJ<1

"¡; 15
Proy«'C'lfJfflnUdo t'Il dCtlft·
C<JfW ¡MQ el pI3tIc~IO
del ~·Jl{e de Asu.J. B,lfMo
(l96/}. 5cIdc,JIJ.J. Rodng¡XI
Y G;m:", l;¡nlJ

Sobre la base de la experiencia de la década precedente fue, pues, lomando


cuerpo entre los arquitectos . Ia conciencia de que la diversidad de nuestros
problemas y de las caracteristicas de nuestro país requerian soluciones propias,
que sólo serian auténticas y válidas si procedían de una raíz profunda_' l • Esta
apreciaciórl del entonces jefe de planea miento de la Gerencia de Urbanización
del Ministerio de la VIVienda parece encontrar su refrendo en algunos trabajos
de la primera mitad de los 60, que se plantearon desde la búsqueda de solucio-
nes proyectuales alternativas al abstracto racionalismo funcionalista. Asf, el plan
parcial para el polígono "Huena del Rey' de Valladolid, de Corrales y Molezún,
intentaba disponer la edificación residencial de modo que se crearan unidades
vecinales en lomo a un ámbito espacial semicerrado l1, En el mismo sentido se

J. CANO lASSO. -u Gerencu de Urbanización del Ministerio de la VMcnda-, en Al"qUiI«lur.J.


rf 62 (1964). p. 34.

" lic aqui cómo justllicab;Jn C$a 50Iución en la memoria del OOI'l'eSpOIldienle documemo de pta-
neamiemo: . De~ la retícula de las calles. las urbanizaciones actuales !icll(\en a sit\J3f las
Yiviend3s sobre el lerreno siguiendo ooicamell1c ai1erios de orientación. 5OIe0lfTliemo. dista0ci3
mire bloques. monotonlil. ete. Estos aitaios. 1'10 sien1prc seguido$, dan como COIlSetUenCia la
ap3ricidtt de ooos espacios libres entre ..mrod3s que. al no ser calles. se 0en0rnin3f11ON:S ~.
orientaba la solución ganadora elel concurso internacional para el planeamiento
elel valle de Asúa, en Bilbao, correspondiente a una propuesta presentada por
Soldevilla, Rodriguez y Garcia lanza. Y en un articulo contemporáneo a esas
propuestas, el arquitecto Pedro Pinto aventuraba algunas posibles soluciones,
tomadas de la mediterránea tradición del patio, para paliar -las limitaciones del
bloque de doble crujía~ , cuyo predominio -afinnaba- .empobreció la escena
urbana, produjo la rotura de planos y alturas, destruyó las secuencias coheren·
tes"de espacios, ruralizó la ciudad y originó una superabundancia de espacios
libres de uso indefinido_l'.

Sin embargo, las criticas a los polígonos no trataron única ni principalmente


de poner en cuestión unos modelos ele organización física del espacio, sino
que prooto se centraroo en aspectos sociales relativos a la vida urbana que se
desarrollaba en ellos o, más bien, que no se podía desarrollar en ellos. A esos
aspectos estaban dedicados los articulos que abrian el conjunto de estudios
sobre los suburbios barceloneses, publicados en dos números consecutivos de
la revista Cuademos de Arquitectura, correspondientes ambos a 1965'5. Desde
una perspectiva sociológica, se advierte que los polígonos han dado como resul·
tado «una geografía ciudadana deforme, contrahecha, abigarrada y, sobre todo,
amazacotada~, cuyas consecuencias son ~unos reductos que forzosamente tienen
que entrañar el vivir ele espaldas al ciudad, la exclusión del núcleo ciudadano-" ,
esto es. la segregación social de sus habitantes. Desde el reconocimiento de
dicha realidad. otro articulo planteaba justamente el papel que podía corresponder
al urbanismo como instrumento de integración y, partiendo de la conciencia
de los limites de la acción urbanís~ca en esa tarea, reconocía el esfuerzo de
detenninados arquitectos para suplir la carencia de criterio social y polftico por
parte de quienes debieran tenerloll, De entre los comentarios sobre algunos
polfgonos concretos recogidos en esos mismos números de la revista citada,
destacan los de Oscar Tusquets y Oriol Bohigas, que prolongaban esa crftica
en clave sociológica y profundizaban en ella, remitiendo a ideas próximas a las
expresadas por arquitectos del Team 10.

En su articulo sobre el polígono ele Montbau -«la presunta vedetle urbanís·


tica elel ayuntamiento barcelonés __ Bohigas, que contaba ya en esos momentos
con una cierta experiencia y notable reconocimiento como cnlico de arquitec·

Especialmente en la meseu de Castilla, la ~ verde es algo utópico y COStOSO de conse¡uir. De


un modo general, estos espacios ~bres peqoeflos son hollados continuameflle por el habit3llte y
i1drnilen difícilmente vegetación. Por ello es preferible concentl1lr la habitación en determlnoon
IQ!1J$ y dejar amplios espacios libres i1dyacente$- (citado por F. nAAN, .EvoIllCión del pl3Ilearnlento
de I'lIicleos urbanos nuevos'. cit., pp. 17·18).

P. PINTO, .EI patio, un recinto para vivit'-, en ArquitectUfll. nO S4 (1963), p. 18.


" se tr.Jla de los l'lIimeros 60 Y 61 de la reoMta del Cdegio de ArquiIeaos de Ciltaloll.J, dedbdos
monogr1famentc a los stJbtrljos. COflIenian tres anicuIos sobre la dimensión ~ del problema
Ysiete articuIos, ~ados todos eIos por- .Q1.itectOS, que iJBIIi~ aIgJ.nos Q$O$ COfl(:Rtos.
E( -$lb.Kbio' era defriOO en uoo de esos ..iaAos como aquel _00C\e0 de población de \oivir:nd3S
modeslas ~ deficiente equipamientO urbano Y ~ impide o diIicuIt~ b promoción de ws
f1'MlfJdofes y la COI'NiYencia sociat entre eIos y con el resto de la audad. O
. NlJAlART, -Concepto
de ciudad-, en CUJdcmos de JlvquifcclUfll. n- 60 (196S), p. 1S).

,. r, CANO(l . -El 3ffialacol""'*nto·, en /bid" p, S.


• Cfr, J, PUJOl, -Urbanismo e integraciót'· , en Ibid., pp. 9·10.

I 'O [
:!i FhmtJ pronx:/u p.'l3 e.
~ de A1<X1//)J(J. (Ur-
~ 1''15;1. G. r;,,.;J/dCl
P LOpCl )- ~ Su/),.Js

.'8 Bloque IcSld'flC!JI el! rI


po/l(;OItO tk MOT/loou. 8Jr
,-doru

] '1 L
8.JrrtO jUPI 1(.\/11. MJdnd
(1Ilf>3J f MJf~ Cfton:Jn
r 1- L 1/oITIJI"

tura y urbanismo'!. realiza un sistemático trabajo de análisis de las vicisitudes


que hablan conducido a lo que considera -el fracaso de un 'plan cerrado' que
nace ya sin el dinamismo necesario. con la estaticidad de las cosas muertas-".
Examinados los datos básicos que sirven para caracterizar la actuación, la crítica
se plantea desde un doble frente. Por una parte. aborda el proceso mismo de
planeamiento y construcción del barrio, con todas las contradicciooes propias
del urbanismo oficial: -Hay que reconocer -dice- que en la definitiva con-
creción de Montbau no ha habido un planteo serio y total o. por lo menos.
lo bastante coherente desde un principio. Se eligieron unos arquitectos y se
formuló un encargo con una preocupación inmediata al margen del problema
urbanístico; se modificó el proyecto con simples recursos administrativos. con
exigencias más allá de los supuestos técnicos, a traves del texto de las orde-
nanzas, sin plantear a fondo la relación entre la realidad económica y la forma
urbanística; se duplicó la densidad de un sector, sin que nadie discutiera si se
trataba de un empeño cultural. de una válida experiencia sociológica o de aIra
especulación oficial y. finalmente, se encargaron los edificios con criterios de
oportunismo administrativo-lO, Por otra. pone de relieve las limitaciones de una
actuación concebida según los esquemas de la Carta de Atenas, cuando -el
urbanismo de los CIAM es todavia un mito que no ha sido puesto en crisis y
hay la confianza, fruto de tanta inexperiencia, de que manejando hábilmente el
crudo esquema de los bloques lineales entre zonas verdes, se podrá adecuar
incluso a nuestras limitaciones económicas y hasta a nuestra desbordante sed
de especulación1 ' .

" Oe$de fll\ale$ de 1959 era el respons.abIe de la seccidfl "Discny. arquilec1lM"l1 ¡ I.riooisme" en la
reYi5la Sm;r d"Or. Iamada a jugar lM1 ifTIpoIUnIe papel en la dtcada de los 60 como imbilo de
discusión poI!Iico·cU1ur.J1 Y de difusión de idea$ de aclualidad prottdentes de OIfOS paises del
allomo europeo. Para tnI V3Ior.tciOO rwospeclJYa de esa ~ dr. O. BOHIGAS. Efllususmos
comp;Iftido$ y bJiabs sil cwtId. cil.. pp. 271-278.
.. o. BOt1IGAS•• EI poI!gono de Mootbau., en ~ de ArquiIeclur.J. rl" 61 (1965). p. 26.
lO /bid.• p. 24.
" /bid.. p. 25.

J [
!'1m ParcIi1l fJdI'J el poIigono
de Canafellls, SardallQla
(,966). J. A. AlonsQ, F T=n
yM. GJo,1fIó!

PLANO DE ORDENACION PE VOlUIoIENES E.l:tOOq

Partiendo, pues, del hecho de que ~hoy ese concepto de barrio está tan
claramente en crisis que nadie se atrevería seriamente a replantearlo, cuando
todos los intentos van hacia la reconquista de esa entidad viva y más unitaria
que es la ciudad»1Z, Bohigas no deja, sin embargo, de subrayar los aspectos
positivos de algunas zonas del polfgono, entre los que destaca la aparición
de una sucesión de plazas en cuyo diseño son prioritarias las exigencias de
la convivencia: la presencia de locales comerciales en las plantas bajas de
algunos edificios residenciales. que proporcionan ~el único carácter de integra-
ción urbana de todo el polígono y casi diríamos el único signo de vitalidad"ll;
o la imponancia otorgada a la arquitectura como elemento de cualificación
urbanística, que ayuda a dar un carácter propio al lugar. La insistencia en la
necesidad de pensar en las necesidades de los usuarios y de lomar decisio-
nes a panir de ese conocimiento. pretendía sin duda potenciar esa diversi·
dad que es característica de lo urbano y que podría facilitar las relaciones
entre los habitantes de distintos barrios de la ciudad. Un papel especialmente
relevante en ese contexto es atribuido al comercio. en cuanto que parecía

" 1bkJ.. p. 25.


" lbid.. p. 26_ En ese mismo sentido se proounciaba l usquets en su al1Ieulo sobre el barrio del
sudoeste del 6esós: · ¿Por que motivo iremos al Bes6s. que es un barrio situado en unos terrenos
can:ntes de todo atractiVo natural. un barrio sin pequel'la industria y sin centros terciarios. un b;¡(rio
sin servicios comcrdales o culturales. de una ambición mayor que la de la autosufICiencia ... ? En
resumen. el Besós podr.l ser un dormitorio discutible. pero en modo alguno Ufló! pane viv.I del
tejido urbano de nuestra ciudad· (O. TUSQUETS . •Rcllclliones en tomo al suburbio del Besós •• Cfl
CU3dt:mos de ArqiJilecluro. nO 60 (1965). p. 47).

] 3 [
AmpIi3CiorI dI:! romo de liJ
ConcepcIÓn. MOJdnd (1959).

una de las actividades más aptas para animar la vida urbana, y menciona el
barrio madrileño de Juan XXIII. proyectado por Mangada, Ferrán y Romany,
como ejemplo de propuesta que contemporáneamente apuntaba en esa misma
dirección.

y es que la renovación conceptual no era algo exclusivo del entorno bar-


celonés; también en Madrid habían comenzado a circular nuevas ideas que,
apoyándose fundamentalmente en aportaciones de la sociologia. intentaban
proponer otros modos de organización espacial que activasen la complejidad
urbana de la vida en los polígonos. Cabe citar en este sentido la propuesta
ganadora del concurso de ideas. convocado en 1966 por el Patronato Munici-
pal de la Vivienda de Barcelona, para la urbanización de un sector residencial
denominado · Canaletas". situado en Sardañola. un municipio colindante al
de Barcelona. junto a la carretera que conducía a Sabadell y Tarrasa. El pro-
yecto que obtuvo el primer premio. presentado por los arquitectos Fernando
de Terán y José Antonio Alonso Velasco y el sociólogo Mario Gaviria, partía de
esta premisa: _El barrio debe tener una vida propia que es posible provocar
con la aplicación de formas urbanas y arquitectónicas consecuentes»:'. Para
conseguirlo sus autores proponían la creación de una rambla de vida inlensa,
con una morfología urbanística expresamente compleja, que actuara como
elemento aglutinador de la actividad del barrio. Otro supuesto que pretendía
reforzar la vida del barrio era la voluntad de integrar los servicios comunitarios
en los costes de urbanización; de este modo se esperaba que el polígono se
transformara de punto de segregación potencial en punto de atracción real: -Se

,. La cita está tomada del texto que sirve de presentación al proyecto en CUildemos de Arquitt:etlJt;J.
nO66 (1966). pp. 6-8. donde también aparecen recogidos los demás proyectos presentados al
COflCIJrso.

] "[
8amQ del Gran ~n Bl.Js.
Mi1&id (1958).

fig.32

hara imposible -indicaban los autores del proyeclO- la llamada 'segregación


suburbial' ya que todos los habitantes podrán disfrutar de las instalaciones
colectivas~2s .

Las bases sociológicas que se encontraban en la base del plan parcial de


Canaletas tenian como referente la sociología urbana francesa, en la cual se
habia formado Mario Gaviria durante aquellos años en los que Lefebvre es·
taba trabajando en la Critique de la vie quotidienne 2' . A su regreso a España.
Gaviria afrontara. en la segunda mitad de los 60. los primeros estudios con
base empirica sobre los polfgonos madrileños. encaminados a esclarecer si las
necesidades vitales que los urbanistas pretendían satisfacer con determinadas
formas de organización espacial. resultaban realmente satisfechas o no. ~ De lo
que hemos tratado -dirá en la introducción del primero de esos trabajos de
investigación- es de comparar la teoría urbanística con la realidad. para ver las
desviaciones. las carencias. los logros. etc., de manera que se puedan sacar
ciertas lecciones aplicables al futuro~ll. Entre las hipótesis que se intentaban
verificar se encontraban la de si la calle es un elemento del que la ciudad
puede prescindir. como habia propuesto el urbanismo funcionalista, y la de
determinar el papel del comercio en la vida urbana del barrio. como función

ti lbid.. p. 7.
.. El primer vokJmer¡ habia aparecido eo t946 y el segundo lo haria en 1%3. Una visión sin·
tética de la evolución de las tesis de ese proyecto de investigoc:ión IelebvriallO du¡;mte los
3I'los 50 y 60. puede verse en H, lEfE8VRE. la vida t:Olidiana en el mundo modemo. cil..
pp. 39·88.
" M. GAVtRtA . •La ampliación del banio de la Concepción•. en ArquiICCIUr.J. nO 92 (1966),
p. 1.

] ,5 [
vinculada al espacio de la calle?l. En las conclusiones del análisis sobre la
ampliación del barrio madrileño de la Concepción se reconocía que en el
mismo, ligeramente periférico. existe en esos momentos una intensa vida
urbana, aunque ~ no tenga vida peculiar, sino que se integre en la vida urbana
de Madrid con su mismo estilo-: de ahí que "el anonimato generalizado sea
la caracteristica más definitoria del barrio». Por lo demás, se señalaba que ~ Ia
conexión vida cotidiana-urbanismo se estrecha cada día: aquélla se seguirá
deteriorando mientras éste no dé un salto cualitativo en la concepción del
tiempo libre o no alienado. Por ahora la vida cotidiana en el barrio lleva camino
de un deterioro progresivo»2' .

Una segunda investigación. más ambiciosa y elaborada que la anterior, fue


llevada a cabo por el equipo de Gaviria sobre el barrio del Gran San Bias de
Madrid, que había sido promovido por la Obra Sindical del Hogar a finales
de los años 50 y que constituía uno de los primeros intentos de afrontar el
crecimiento de la capital española creando, desde la iniciativa pública, «un
trozo de ciudad moderna y no una serie de bloques. lO • De esos estudios,
pioneros por tantos conceptos, se ha escrito que ~contribuyeron decisiva-
mente a la definitiva superación de los tópicos racionalistas-l. , y sin duda
constituyeron también una magnifica escuela de formación para toda una
generación de urbanistas madrileños: examinados hoy, sirven para compro-
bar cómo en esas criticas al urbanismo moderno comenzaban a aflorar cues·
tlones que iban a ser abordadas en las décadas siguientes con un mayor grado
de radicalidad y contundencia, pero que ya entonces resultaban manifies-
tas. Al mismo tiempo, resulta claramente perceptible la diferente orientación
de los planteamientos y las tineas de trabajo de los urbanistas del entorno
madrileño y el catalán: una diferencia que, dejando ahora al margen otras
cuestiones, estuvo fundamentada en las distintas raices de la formación de
sus protagonistas y que, como intentaré poner de manifiesto en las páginas
siguientes. con el transcurso de los años no haria sino incrementarse. Mien-
tras que Madrid tenderá a ser más proclive a sintonizar con la producción
urbanística anglosajona, Barcelona miraría a !taHa. con cuya cultura le unían
estrechos lazos de tiempo atrás: el influjo del mundo francés, en cambio. será
común a unos y otros 31 •

De hecho, un episodio que de algún modo cierra la critica a los polígonos


como modo de hacer ciudad, deja ver ya con toda nitidez el peso de la cultura
italiana en el contexto urbanístico catalán, me refiero a la contrapropuesta para
el plan de la Ribera elaborada en 1971 por el laboratorio de Urbanismo de

11 -¿Es posible UIla ciudad sin calles? Tal vez. pero será otro t)po de ciudad que est;! por inventar.
M>entras tanto. hay que redescubrir J¡¡ calle. QUe es fermento de vida urbana- (ibid.. p. 2).
" lbid.. pp. 41-42.
JI El trabajo fue publicado en un nlimero extr.lOrdinario de la revist3 A!qvileclUf<l. n· 113-114 (1968).
que estaba dedicado monogr.!licamente a recoger esa investigocióo. planteada como _un estudio
urbanlstico realilOOo con métodos y actitud sociológicos- (/bid.. p. 9).
" F. TERAN. P!.mcamicnlo urbano en /3 EspaII;J coolemporlnca. cit.. p. A29.
.. Ello no quiere decir. sin embargo. que ese InOujo tuviera el mismo cameler en uno y OIro entorno:
en Barcelona primará una in fiueocia de corte má$ bien geognlfleo y en Madrid. en cambio. de
corte sociológico.

] lb [
Barcelona (lUB). recién creado entonces por Manuel de Sola·Morales l l • El plan JJ. PIiJn P.Jfr1ill de la Robcr.J.
8Jrr:don~ (196J!. 1\. BO/ICf.
de la Ribera había sido redactado a mediados de los años 60 por Antoni Bonet
y pretendía reordenar un estrecha franja del litoral barcelonés, entre el puerto JJ. "Conlrop!;Jt,"deI.1R!b..Y;J.
y la desembocadura del BesÓs. que había alojado usos industriales y que se &n:c1onJ (19m. LUS.
pretendía convertir en una zona residencial. El proyecto de Bonet para esa area
intentaba integrar en grandes supermanzanas una amplia diversidad de funciones.
articuladas sobre la base de una compleja propuesta arquitectónica en la que
las reglas de composición jugaban un papel muy importante. Nos encontramos
aquí ante una propuesta urbana, diversa de la que subyacfa en los polígonos
de los 50, en la cual resuenan los ecos de cuanto se estaba debatiendo por
entonces en el Team 10, pero en la que había también una fuerte presencia de
la lógica especulativa de las grandes operaciones inmobiliarias que caracterizaron
la gestión urbanística del alcalde Porcioles. Por este motivo, el plan fue muy
contestado. y es en ese contexto en el que se planteó un concurso convocado
por diversas entidades ciudadanas a comienzos de los años 70. para reivindicar
otro modo de enfocar el planeamiento urbano. Ese concurso fue ganado por el
citado "contraplán" del lUB y en él se llevaba a cabo una lectura del territorio
a partir de los diversos tipos de organización espacial presentes en la zonal<.

" Cfr. M. SOlA· MORALES ct al.. 8;m:e/on¡¡: rr:modeliJCidn capitalista o deSilffO/lo urbano ro d sector
de L1 Ribera Oriental. Barcelooa 1974.
lO Al Igual que mvchas propuestas uroaJl.:JS de los anos 50 y 60. el pl;Jn de 8ont:\ troJ completamente
ajeno al contllJ(IO y se planteaba como UJ'l¡J operación ex novo. Ig.nornodo las pn:cxislcnci3s.

] [
a la vez que se proponía prestar más atención a los procesos de construcción
de la ciudad que a la imagen física resultante. Pero habrá ocasión más adelante
de volver sobre el significado de esta propuesta ; sirva aqul únicamente para
dejar apuntado cómo aquellas críticas a los polígonos acabarían desembocando
en el morfologismo .

.J D los contactos de Cataluña con la cultura italiana


Las relaciones culturales entre España e lIalia en la inmediata posguerra
estuvieron marcadas por una notable ambigüedad, explicable en parte por la
naturaleza de los regímenes políticos de ambos países. No obstante, en la ardua
tarea de volver a hacer presente en nuestro país, tras la contienda civil. el interés
por la arquitectura y el urbanismo modernos jugó un papel de primer orden
el arquitecto italiano Alberto Sartoris. cuya actividad en pro de la difusión de
los principios del Movimiento Moderno en España ya ha sido puesta de relieve
en numerosas ocasiones JS. Sartoris, que había sido uno de los fundadores de
los CIAM y había publicado en 1932, con un prólogo de Le Corbusier, uno de
los primeros catálogos de arquitectura moderna. desarrollaría una importante
labor como propagandista de las vanguardias en un contexto como el espanol,
cuhuralmente difícil, pero que él se esforzó por abrir a los planteamientos im·
perantes en el contexto internacional de la época. Aun cuando las relaciones
de Sartoris con artistas y arquitectos espanoles abarcaron todo el territorio
nacional y no estuvieron circunscritas a los años 40, tienen particular interés
las que estableció con los arquitectos catalanes con motivo de las conferencias
impartidas en Barcelona en 1949, en un momento que resultaría crucial para
la cultura profesional catalana. En mayo de ese ano. poco antes del comienzo
de la V Asamblea Nacional de Arquitectos. Sartoris pronunció dos conferencias
en el Colegio de Arquitectos. En la primera de ellas no dejó de senalar que -la
arquitectura de la reconstrucción en Europa no podrá ser otra que la arquitectura
intransigentemente funcional»J4 y en la segunda, refiriéndose a la situación local.
afirmó estar convencido ~de que los arquitectos españoles contemporáneos son
capaces de concretar una nueva arquitectura nacional y funcional. enlazada con
los términos lógicos de la eterna pujanza mediterránea~JI.

Pero más allá de la repetición de unos eslóganes que ya entonces comenzaban


a resultar tópicos en el resto de Europa, la figura de Sartoris no sólo significó un
relevante estimulo para aquellos profesionales interesados en retomar el hilo de
un discurso interrumpido, sino que paradójicamente supuso también la puesta
en circulación de nuevos puntos de vista en relación con el modo de valorar
determinados episodios de la cultura urbanística y arquitectónica catalana. En sus
conferencias de 1949, Sartoris habló también de lemas como la situación de la
urbanística o la herencia de Gaudl y el modernismo, y esas intervenciones sirvieron
para ayudar a redescubrir y repensar dos figuras aparcadas hasta ese momento

.. Véase. poi" ejemplo. M. MoLi FRIGOLA. -la bpai\a de A1beno Sanons., en M. W. , Nbcrro
S3r1ons e iI ·900. Roma 1990. pp. 135·149 .
.. A SARTORIS. ·las fueotes de la OUCIlll arqllÍleclufa·. en Cuadernos de Arquilecluro. n' 11 · 12
(1950). p. 47.
" A SARTORIS . •Qrieotaciooes de la arquitectura conlempor:lnea·. en ibid.. p. 55.

] lB [
por la cultura catalana - Gaudl y Cerda-, que a partir de entonces iban a ser objeto
de estudio e interés creciente por parte de los urbanistas y arquitectos locales.
Asf, ~Cerda ya no será el odiado planificador, impuesto por el gobierno central
y provisto de una visión monótona y chata de la construcción dc la ciudad. Ésta
era la interpretación que habla dado de él la intelectualidad novecentista desde
principios de siglo. Por el contrario, [a partir de Sartorisl Cerda se convertirá en
el precursor más evidente de un urbanismo racional, de una planificación total
en la que la atención al tráfico, a las áreas verdes y a la edificación compacta
ponía ya las bases, con un siglo de anticipación, para los grandes problemas
del urbanismo moderno. l ejos de representar una herencia opresora, Cerda se
transformaba en un estimulante precedente al que, desde entonces, los Bohigas,
Baldrich y Ribas Piera comenzaron a prestar la máxima atenciÓn"lI.

En ese mismo año, con motivo de una exposición organizada también en


torno a la V Asamblea Nacional de Arquitectos, el arquitecto milanés Gio Ponti se
interesará por la obra de José Antonio Coderch y comenzará a darla a conocer
desde las páginas de la revista Domus, que dirigió con casi total continuidad
desde su creación en 1928 hasta su muerte. A través de esa amistad con Ponti,
Coderch conectarfa con otros arquitectos del entorno milanés como Ignacio
Gardella, Franco Albini o Ernesto Rogers: se iniciaban así unas relaciones que
pronto vincularian a dos generaciones de arquitectos barceloneses y milaneses,
estableciéndose una tupida red que, segun se verá, tendría importantes con-
secuencias para el posterior desarrollo de los acontecimientos que aqul estoy
considerando. Como ya sei'lalara Bohigas, ~s i el impacto de la arquitectura italiana
de posguerra es un fenómeno que alcanzó a toda Europa, afectó de manera
particular a Cataluna, donde por asi decirlo cristalizó, quizá porque venIa a dar
respuesta a determinados problemas técnicos, sociales y culturales realmente
sentidos en aquel momento. Hay que admitir sobre todo que es relativamente
fácil establecer un paralelismo entre Italia y Cataluña en los diferentes episodios
de la historia del Movimiento Moderno-)'. Y por motivos de afinidad geográfica y
cultural, esa historia de las relaciones entre Catalui'la e Italia fue en buena medida
- inicialmente, al menos- la de las relaciones entre Barcelona y Milán.

Las conferencias impartidas por Bruno Zevt en Barcelona al ai'lo siguiente,


en 1950, dentro de otro ciclo organizado por el Colegio de Arquitectos de Ca-
taluña -en el que también participaron Pevsner y Aalto-, constituirían un tercer
evento que vino a fortalecer esos incipientes lazos entre arquitectos catalanes
e italianos, a la vez que contribuía a hacer comprender la nueva situación por
la que atravesaba la arquitectura moderna a nivel internacional'o. Zevi había
acudido a Barcelona invitado por Antoni de Moragas, quien ha podido afirmar
que -aquellas conferencias tuvieron mucha importancia; me atrevería a decir
que más que las de Aalto, porque aunque Bruno Zevi no habia destacado por
ser un arquitecto con mocha obra construida, estaba en él toda la doctrina

" 1. solA·MOAAlES. oBarteIIona: AI:lerto Sartoris e ~ 'Gruppo R'o, en A. .... ORI ....NI & J. GUBlER
(eds.). l\Jbetto S;¡¡foris. Nownfa gioiclli. Miijn 1992. pp. 99·100 .

.. O. BOHIC ....S. •Casabclb e la cultura architellonica spagnola negJlanni 'SO" en ClJsabeIIa. rf' 440·
4011 (1978). p. 87•
.. Sobre esa estancia de este arqú1ec1o romano en Ba«:eIona. vtase -Bruno ZeYi nos dice .... en
CwdmJos de AIl;Uiccfln, n" 13 (19SO). f'I). 25·26.

] 19 [
PJbdlon t:spJIJQI l'n la /), condensada, toda la ideologfa·". Y es que, como recordaría Bohigas al cabo de
If1C/lJl de Mi!Jft {/95 ¡),j. A
los años, -fue Zevi [en su condición de historiador] quien nos hizo entender que
e"*",,
nuestra generación ya no era la del GATCPAC y que la modernidad pasaba ahora
por una reinterpretación crítica del fólcionalismo pionero»'l. En este contexto, la
presentación realizada por Zevi en Barcelona de la recién creada Asociazione
per l'Architellura Organica (APAO), que constituía un colectivo organizado, con
unos objetivos claramente definidos, pudo significar un estimulo y un referente
para la formación del Grup R.

A partir de esos contactos con Sartoris, Pontl y Zevi pronto se multiplicarían


las relaciones y comenzarían los viajes a Italia de los arquitectos catalanes. Bo-
higas, por ejemplo, ha contado que su contacto con Moragas, que propiciaría
su incorporación al Grup R, estuvo relacionado con el paso por Barcelona del
arquitecto GigiOlti Zanini en 1951, sobre quien él ya habfa publicado un articulo
el año anterior. -Una tarde de febrero de 1951 - ha escrito Bohigas en sus me-
morias- tuve una larga conversación con Moragas [ ... ] para hablar de la visita
a Barcelona del pintor y arquitecto milanés Gigiotti Zanini, un superviviente del
Novecento que yo había conocido en Madrid con ocasión del VII Salón de los
Once de 1950. Pero rápidamente el tema de la conversación derivó hacia lo
que entonces era nuestra obsesión: formar aquel grupo de arquitectos de batalla
y autoformación. l. .. ] El 21 de agosto de 1951 l. .. ] fundamos el Grup R en el
estudio de Coderch y Valls»'l. Ese mismo año Coderch construía el pabellón

" 1\. MORAGAS. _Enlrevista realitzada por Pepila Tcixidor-. en QwJems dllrquitectura I /JI"tJ;misme.
n" 157 (1983). ¡l. 102 .

•, O. BOHIGAS. Entusiasmos compilrtidos y bJtal/as sin CU3flcl. cit. p. 30.


•, O. BOHIGAS. Entusiasmos compJrIidos y !JataJ/;¡s sin CU3fleI. til.. pp. 30-31 : elr. ID .. -La doble
lección de GigiolU Zan;n; -. en Dcstiflo. n° 683 (1950). pp. 14 ·15.

] [
español en la IX Trienal de Milán. que resultÓ premiado. y Bohigas publicaba en
revistas catalanas sendos comentarios sobre la muestra. que pudo visitar con
motivo de su viaje de final de carrera". El verano siguiente Federico Correa y
Alfonso Milá pudieron asistir. gracias a su relación con Coderch. a los cursos de
verano del ClAM en Venecia y allí conectarlan con GregOl\i; comenzaba con ello
la relación entre los arquitectos de otra generación: _No cabe duda - dirn luego
Bohigas- de que éste fue el primer paso de una serie de contactos entre los
arquitectos jóvenes de las dos ciudades y el principio de una fuerte influencia en
Barcelona de la arquitectura milanesa de aquellos años.· 5• Poco después. hacia
1954, empezarlan también a publicarse en Domus las obras de Correa y Milá.

l a década de los 50 iba. pues. a conocer un extraordinario florecimiento


de las relaciones entre Italia y Cataluña; en particular. entre Milán y Barcelona.
Pasado ese momento inicial en el que Sartoris, Ponti y levi jugaron un papel de
primer orden. enseguida la red de contactos se diversificarn. incorporándose a
la misma A1bini. Gardella o Rogers. y más adelante De Carla. Magistrelli. Gregotli
y Aulenti. De ah! que la revista milanesa Casabella. dirigida por Rogers desde
1953. se convirtiera en la revista más influyente entre los arquitectos catalanes.
que siguieron a través de sus páginas las disputas de la cultura italiana y de algún
modo las revivieron. Basta pensar en el eco que encontraron en la revista del
Colegio de Arquitectos de Cataluña la polémica sobre el neoliberty o el debate
sobre la superación del racionalismo. para comprender en qué medida la situa-
ción catalana era deudora de la italiana. He aquí cómo se expresaba Bohigas.
haciendo referencia a aquel10s años: -El 'post·racionalismo' como participación
original en el desarrollo del Movimiento Moderno; la evocación histórica como
momento de recuperación de la propia identidad y como método antiformalista;
el realismo como adecuada adaptación y como respuesta crítica eran los tres
puntos fundamentales en la refundación de la arquitectura catalana en los años
50. la unica voz de la arquitectura europea que dio cauce a estos problemas eran
los inolvidables editoriales de Rogers y coo ellos todos los trabajos que se iban
publicando en Casabell.,. ... Pero cabe preguntarse si no era más bien a la inversa.
es decir. si en ese empeño de refundación de los arquitectos catalanes no había
mucho de reflejo de lo que por entonces se estaba viviendo en la cultura italiana.

Así parece confirmarlo. por ejemplo. el editorial aparecido en un numero de


la revista Cuadernos de Arquitectura. correspondiente a 1958, que reproduce
hasta en el titulo otro publicado unos meses antes en la Casabella de Rogers.
Me refiero al célebre Continuita o crisi?con el que se abría, en abril de 1957. el
numero 215 de Casabella; allí se preguntaba Rogers si la arquitectura podía seguir
desarrollando las premisas del Movimiento Modemo o estaba cambiando de ruta:
-~sle es el problema: ¿continuidad o crisis?-·'. Esa misma cuestión era planteada
en el citado editorial de la revista catalana, al hilo de una discusión provocada

lo Cfr. o. BOHIGAS. -En lOmO J la IX TrieooaIe di MiIano-. en Destino. n" 727 (1951). pp. 12-13:
ID.••Nueve comenl3rios a la IX TrienoaIe di Mibno-. en Cwct-mos de ArqW~1IJr.J. n" 15·16
(1951). pp. 45·50.
" O. BOHIGA5. Emusi<JsfOO$ r:otnp;Jrtidos y ro/Jlln sm ClJJffcl, cll., p. 153; 500«: las rclaciooes de
los arquitectos calalanes con Ilaliil Cf1 los iIfIos 50, cfr. /bid. , pp. 149· 157.
.. O. BQHIGAS . • CIISiIbc/I;J c: la cu/too arililell00ica JpagnoIa negIi ami ·50-. cit.. p. 88.
•, E. N. ROGERS. -ConIiouiU o aisi?-. cit .• p. 203.

] " [
en el seno del Grup R: ~ ¿Puede y debe el racionalismo satisfacer hoy todas las
necesidades estéticas y funcionales? ¿Está el Movimiento Moderno en crisis?~ .
Y, más allá de cualquier respuesta basada en el apriorismo de los principios, se
apostaba por la búsqueda de un camino que permaneciese estrechamente ligado
a las nuevas exigencias del momento presente : ~ No se nos oculta - afirmaban
los editorialistas- que 10 verdaderamente dificil e interesante es hallar la manera
de hacer frente a esta exigencia de superación del racionalismo, dejando aparte
abstractas ideologías para ponernos en el camino verdaderamente apto para
concretar esta operación cultural-. Para conduir afirmando que "estas nuevas
tendencias, que tienen su denominador común en la necesidad de expresar la
realidad del modo más adecuado e incisivo, son lodas ellas vitales»'!.

El deseo de no perder el contacto con la realldad, con las circunstancias


concretas por las que atravesaba la peripecia vital y existencial de los destinatarios
últimos de la obra construida, se convierte entonces en la via para no desvincular
la arquitectura y el urbanismo de la sociedad. En esas circunstancias, el peligro
de convertir la apuesta por la arquitectura moderna en una mera cuestión de
estilo fue lúcidamente denunciado por Bohigas, quien siguiendo la estela de la
cultura italiana decidirá reivindicar el "realismo"". La del realismo es una actitud
que Bohigas irá desarrollando progresivamente desde finales de los años 50,
con los sucesivos elogios de la barraca y del ladrillo, hasta llegar a su Cap a
una arquitectura realista, publicado en la revista Serra d'Or 50 • En ese escrito
Bohigas se muestra consciente de que la arquitectura moderna está ligada a la
industrialización y simultáneamente constata que la industria de la construcción
española no se encuentra en condiciones de asumir de manera generalizada ni
la construcción seriada ni la racionalización de los procesos, concluyendo que
en nuestro país .. la mayor parte de las obras 'modernas' presentan la paradoja
de oponerse al auténtico espíritu moderno, a pesar del repertorio de formas
adoptado~. Frente a quienes oplaban por grandilocuentes discursos formalistas,
Bohigas era partidario de asumir objetivos quizá más modestos, pero también
más ajustados a nuestra realidad socio-económica: "lo que es necesario exigir a
cada arquitecto - afirmaba- es precisamente que evite las goteras, que se ajuste
a las realidades tecnológicas y sociales del pais y del momento, que haga una
obra para ser habitada por un grupo de hombres, que tenga la humildad de no
proclamar diariamente demasiadas trascendencias. s,.

•, .¿Crisis o conlif1Uidad?·. en Cwdemos de /vqI.Ii1et;11J~, n' 32 (1958). pp. 3·4. Para una valoración
coetánea de la experiencia italiana -~ la de C;,sabel/;J en panicular- . cfr. O. BOHIGAS . •Rogers ¡
CaSiJbclIiJ. un noo camí de ¡"arquitectura., en &m1 d·Or. n' 9 (1961). p. 25.
.. Refiriéndose altel10 de 1957 que consumaba la ruptura de Rogers ~ De Cario en Casabe/ll1. tia
eserilO Bohigas, -Recuerdo un poco el lexlo de Giaocarlo fDe Carlo]. Era un alaque conlra el pef.
5OIlalismo de Rogers ~, sobre lodo. conlra la excesiva importancia de la critica figurativa. Giancarlo
se quejaba de que la arquileclura moderna había enlrado en un formalismo académico y que la
revísla. en lugar de alaCarlo a favor de los conlenidos sociales y prodUClivos. sólo hacia una poIílicil
de transformación del lenguaje. Era una posición incluso compromelida polílicamente a favor de
un nuevo realismo que a mi f .. .1 me cayó muy bien. (O. BOHIGAS. Entusiasmos comp.mklos y
ba¡¡¡//as sir¡ r:/Jilf1d. cit. p. 154).

" Cfr. O. BOHIGAS. · Haci3 Ullil arquitectura realista· (1962). en 1\. URRUTIA NÚÑEl (ed.). Nqui(f!C/Ufa
esp.1ilol¡¡ conu:fll(XJf"Jnca. Documef¡(os. escri(os, ¡estimomos in&:/i(os, Madrid 2002. pp. 335·3A3.
Tanto el ar1icukl · EIogi de la barraca· (1951) como el liIulada ' Eklgl del lotxO' (1960) quedaron
luego recogidos en BarreJona en/((: el PIa CerrJj i el barroquisme.
•• O. BOH!GAS. ·Hacia ~/13 arquileclura realisla-, Cil., p. 340.

] "[
Pero la defensa del realismo no se limitaba, como es natural, a las cuestiones
puramente arquitectónicas, En palabras de Bohigas, el realismo debla abarcar
. todos los extremos de una profunda posición cultural .. , que comprendía -el
respeto por las 'preexistencias ambientales' en contra del desprecio insolidario
-exhibición personalista- hacia el fragmen to de ciudad viva que rodea un nuevo
edificio~51, Es decir, el realismo se referia también a las cuestiones urbanísti·
caso entre las cuales no era la menor de eUas «dar casa lo más dignamente
posible al mayor número posible de familias, en el menor Uempo posible~u. Y
yendo más allá aún, pretendia entroncar con otros ámbitos de la cultura, hasta
convertirse en el correlato de la entonces denominada ' poesia social", cuyo
análisis era abordado contemporánea mente en la misma revista Serra d'Or por
José MI. CastelletS<. AsI pues, el realismo se planteaba desde un doble sistema
de re ferencias. Por un lado, desde la voluntad de sintonizar con determinados
movimientos de otros sectores de la cultura española del momento y, por
otro, desde la coincidencia con los aspectos más caracteristicos de la posición
asumida por un sector particularmente activo de los arquitectos italianos. De
hecho. la conclusión que sacaba Bohigas en el articulo que vengo citando te·
nfa un indudable sabor rogersiano: -Pero con esta reacción - se preguntaba el
arquitecto catalán - ¿habremos perdido todas las grandes conquistas que hizo
el racionalismo anterior a la guerra? En absoluto. El nuevo realismo viene a ser
la única posibilidad de continuidad y la revitalización del racionalismo, El único
camino para que todas las conquistas de Gropius, l e Corousier y Mies no caigan
en un amaneramiento inoperante, en el formali smo, 1. .. 1 El nuevo realismo es el
retomo a la razón y la única forma de pasar 'racionalmente' de los prototipos de
los años pioneros a la sucesiva y modesta adaptación a las exactas condiciones
del hombre y de la naturaleza, a las exactas premisas sociológicas. técnicas,
económicas y políticas~".

En los primeros años 60, el influjo de la cultura italiana alcanzó también


al urbanismo catalán y significó, en el contexto español, el comienzo de otro
modo de afrontar el planea miento urbano. un modo en cierta medida altemativo
al seguido por la línea oficial impulsada por Pedro Bidagor desde la Dirección
General de Urbanismo del Ministerio de la Vivienda. Ese influjo se concretó y se
hizo explícito en el esquema director para el área metropolitana de Barcelona,
elaborado a mediados de la década de los 60 por un amplio y plural equipo de
profesionales vinculados a la administración urbanística barcelonesaS.. Ese nuevo

w 1bKJ., p. 341. L1 cuestión de las ' preexislencia5 ;JIT1biemele5' habla slcIo ;JIIlpliamenle desarrollada
por Rogcrs en diverws edilolial!:s de Casabelló1: em~ OIros. Yéansc los recogido$ en E. N. ROGERS.
f.tpt!ricndiJ de I.J arr¡ui1er:lfJI7j, cil., pp. 131 · 149.
.. O. BO HIGAS , ~ MI~ d Pfa CerdJ I d bóJm1quismc. cil., p. 141.

.. .f'of otro lado, e51e nuevo realismo .-qLiIectónico no ~ a ser SIfIO la más eutla ccmspoodenda
en I'IUeSIrO ámbito de ~ COfrirote cul!uraI muy generalizada Yque en la ~ler.l1tra ha dado frutos
lan mponantes como lo que, pan! enlendemos, denornin3rm1os 'poesia social'. En lKl número
redenle <k 5ar.J dr;Jr ~ M' Cnldlei hacia lKl an.illsis dariYidcme y 1105 sorprcndia comprobar
que C8SÍ lodos sus ltrmioOs COinCiden con la ~ de la 3IQIIilet1Uf3' (O. BOH1GAS.·H8cia
una 3I"qU¡lcclur;¡ =li511', cil., p. 342).

110 /bid, pp. 342.343.


lO A Comief1lOS <k 1964 se constiluyó una Cormsión Técnica para la rt:\'isión del PIaI1 COtI'"I3I'CaI, que
obiuvo la conlormidad del MioisIerio para iniciar sus lrabajos; en 1965 la Cormiófl de lJrb.JrW5mo de
8arteIona faci1iló UIY ~ de pfincipios Y objelivos; Y en 1966 se ~ el denomin.xIo

] 83 [
esquema Dirccwr para el "plan director" pretendía cienamente revisar el vigente plan comarcal de 1953,
Are,] Alelropofi/anJ de iJJr-
que había quedado desbordado en sus previsiones, pero, al mismo tiempo,
ccfona (/9(6).
intentaba abrir el debate urbanístico sobre la construcción del territorio metro-
politano barcelonés a los nuevos enfoques provenientes de Italia, sintonizando
también en lo relativo a la renovación de los instrumentos de planeamiento con
. cuanto, como acabamos de ver, estaba sucediendo en esos años en el ámbito
de la arquitectura. En este sentido, refiriéndose a los trabajos de redacción del
plan director, Torres Capell ha podido señalar que "la revisión [del plan comarcall
tenía el motivo aparente de que habían transcurrido cerca de quince años desde
la fecha de aprobación de aquel documento de planeamiento y el motivo más
feal de la necesidad de renovar conceptualmente el urbanismo metropolitano
adaptándolo a una nueva forma de actuar [",1, En muchos anículos y notas
publicadas en Serra d'Or en esta misma época, se habla de los objetivos y
también de las dificultades surgidas en el camino de esta aventura intelectual.
Es fácil establecer paralelismos entre este plan y la aventura entre intelectual y
política y 10 que se defendía en Serra d'Or en esos mismos años»s',

Uno de los referentes para el plan director barcelonés se encuentra en el


plan intermunicipal de Milán, que, como quedó indicado en el capítulo anterior,
fue redactado en la primera mitad de los 60 y sería luego ampliamente difundido
a través de la revista Urbanistica. Partiendo del discurso italiano sobre la nuova
dimensione de la ciudad, el plan director asumía el modelo de la ciudad-terri-
torio como referencia fundamental para la ordenación de lo que ya entonces
se denominó el "área metropolitana"S., Nos encontramos así. ante una visión

Plan Director del Área Melropo1ilana de Sarcelooa, que /lO llegarla a alcanzar rango normatiw: en
1968 fue aprobado linic3meJ'llc _3 efectos adminiSlratiws iOlemos __Para IJ/la visión de corojunto del
proceso, dr. V. MARTORElL PORTAS, A. FLOREN$A FERRER & v, MARTORELL OrzET, His/Of͡J del
urbimismo en [J;}rcc/ooa. Del pI3n Ccrdá allirca metropoli/an;¡, Barcelona 1970. pp. 133-153.

.. M. TORRES CAPELL. op. ot, p. 252.


.. -Como sei'ial6 poslefiormcnle el eJ'ltooces gereJ'lte de urbaJ'lismo de Barcelona, VICeOle Martotell,
el concepto de 'área JJl!:lropolilana', por el &i'io 1965, aún se intuí:! más que se deflnia_ (F. TERÁN,
PIane.1mien/o urbiJoo I:tl la fsp;n'b con/cmp0ráne3, dt .. p. 392).

] 84 [
de la estructura urbana netamente distinta de la del urbanismo funcionalista.
con su afán por descomponer la ciudad en zonas homogéneas desde el punto
de vista del uso. El plan director buscaba más bien homogeneizar el nivel de
bienestar de la población y su integración social mediante el establecimiento de
niveles urbanos cualitativamente homogéneos en todas las partes del territorio.
optando por un concepto de ciudad -como lugar definido por la variedad de
componentes y densidad de relaciones entre ellos-, en el que el logro de una
diversidad y complejidad crecientes era visto como medio para alcanzar una
adecuada ordenación de la región urbana. En este sentido. desde una óptica
que pretendía la descentralización de las actividades sobre el territorio y que
para ello proponía la potenciación de un sistema de polaridades urbanas. el plan
aspiraba a conseguir el crecimiento equilibrado de un ámbito territorial mucho
más amplio que el de la comarca del plan de 19535' .

A partir de la constatación de los procesos en curso. el plan director


planteaba la creación de una malla infraestructural que mediante una racional
organización de la movilidad permitiera articular el territorio sobre la base de
un conjunto de centros terciarios y de equipamiento. equivalentes a los centros
direccionales tan en boga entonces en la cultura italiana. Ello explica también
que en el plan esas nuevas centralidades no se pensaran únicamente como
elementos funcionales. sino principalmente como elementos formalmente ca·
racterizados. que sirvieran para configurar la nueva imagen urbana del territorio.
Sin embargo. el modelo que el plan manejaba no pretendía tanto construir de
una manera acabada la forma de la ciudad como programar su proceso de
construcción y. de hecho. en las definiciones previas del plan se leía que -la
superación de un modelo teórico ideal. válido apriorísticamente. por una parte.
y la creciente necesidad de elasticidad de la estructura urbana ante el proceso
de aceleración de los cambios históricos (.. .l. por otro. nos induce a pensar en
el modelo hoy válido más bien como un método de desarrollo. antes que como
una forma urbana estática·.o. De este modo. el territorio pasaba a convertirse
en el marco imprescindible del planea miento. como lo reconocía Ribas Piera.
uno de los redactores del plan y antiguo miembro del Grup R. cuando escribía
- precisamente en un articulo para una revista ¡taliana~ que .cualquier estudio
para Barcelona que no esté basado en las ideas de la ciudad·territorio habrá
de dar lugar a una planificación fallida-'I.

Por todo ello. el plan director representó. sin duda. una novedad impon ante
en el panorama urbanístico de los años 60. He aquf. por ejemplo. el juicio que
merecía ese documento a Fernando de Terán en su estudio sobre el planea·
miento urbano en la España contemporánea: .Son muchos los motivos por los
que el voluminoso trabajo que constituye el Plan Director merece un puesto

La comarca definida en 1953 comprendia uoos 485 kmI(21 ~). InIef1Ir.t$ que eI;Imbi!o
del área melropclitaoa deflroido por el pb'1 cirectof ~ los 3.200 km' (180 ~) .
.. Cbdo por F. TEItÁN. ~Jm/tfl/o!Kbano en la Espa/J<I COfIIcmptJf'inea. cit.• p. 394 .
M. FUSAS PI ERA, . La pbniflCOCión lIIb.mislica tf1 E!p3fIa·. en l odix, n" 15 (1965). p. 1 6~ . En bI
misma ~rlC3. SoI~ Mornlcs ~lirm:Jba que -por encima de las propuestas que C()Il uno u OIro origen
a¡Jafcccn en el Esquema Director, la más importante y la que le da un sentido tlllSCcndente denlro
de la moderna historia urU31l1stica espaOOIa es la propositlón par;! el área melropo1ilan3 de 83r.
ceIon3 del moddo de CIUlbd·tcmlCJlioo (M. SOLA·MORALES. 'Us propuesl35 del Pbn [)«cloro.
en Ctr.1i'kmQs de l\rqUfedIn Y Ikb.n"smo. n" 81. 1972. p. 26).

] "[
destacado en la historia del planeamiento en España. Tanto por su nuevo enfoque
metodológico como por el modelo territorial adoptado. supone una imponante
aponación innovadora 1... 1 y. en muchos aspectos. marca claramente una
primera ruptura. enriquecedora y diversificadora. con respecto a aquella Irnea
uniforme del planeamiento. emanada de la Dirección General de Urbanismo. y
la apenura a nuevos horizontes culturales externos y. con ello. a nuevas visiones
de los fenómenos urbano· territoriales. En este sentido. puede señalarse que
en este plan resuenan en cambio. claramente. los ecos que a Madrid llegaban
mucho más apagados. del estimulante debate producido en Italia en los últimos
años 50 y en los primeros de la década siguiente l ... ]. las relaciones de los
ambientes barceloneses coo este sugestivo panorama. y el deslumbramiento
ante él. justifican en gran medida que el Plan Director asuma. efectivamente.
una fuene carga italiana en sus planteamientos. Esto se manifiesta de modo
categórico no sólo en la adopción expresa del modelo de ·ciudad·territorio· l. .. ],
sino sobre todo por la conceptualización. la metodología. la propia terminología
y hasta la representación ~"¡ .

Como ya ha quedado de manifiesto. las relaciones entre Italia y Cataluña


se iban estrechando con el paso de los años. pero no fueron nunca simétri·
cas: al menos en las décadas de los 50 y los 60. el movimiento de ideas en
materia de arquitectura y urbanismo se produjo fundamentalmente desde Italia
hacia España. a través de Milán y Barcelona. Ahora bien. esas relaciooes sirvie·
ron también para que los arquitectos italianos se interesaran por nuestra situa·
ción y. de este modo. los arquitectos españoles pudieroo comenzar a hacer
oír su voz en el ámbito internaciooal. Citaré al respecto sólo dos casos que
me parecen significativos. El primerÓ de ellos es un número monográfico que.
en 1965. la revista Zodiac dedicó a analizar la situación de la arquitectura y el
urbanismo españoles. El número, coordinado por Vinario Gregoni, constituia
probablemente el primer intento de síntesis, aparecido fuera de nuestras fron·
teras, de lo que estaba sucediendo en nuestro país. Pretendía ofrecer una visión
global del estado de la cuestión, incluyendo no sólo un repertorio de ejem·
plos notables - de los que esporádicamente ya habían dado cuenta algunas
revistas extranjeras especializadas-, sino también un conjunto de estudios so·
bre la situación de la arquitectura y el planeamiento urbano, sobre el problema
de la vivienda, sobre la estructura profesional y sobre la enseñanza de la aro
quitectura'l. En su introducción, Gregoni apuntaba que la situación española
era compleja y no podía ser reducida a un único hilo conductor; en concreto,
dejaba constancia de la existencia de dos polos de debate diferenciados.
Barcelona y Madrid, que .de una manera esquemática eran referibles, respec·
tivamente, a la arquitectura italiana de los años 50 y a la estadounidense de
esos mismos años-" .

.. F. TERÁN. Pf3ne3mia1lo urlJano en g fspa113 conIem¡JOf'iJnU. cil. 11. 3'13 .


.. l os aulores de esos artiaJIos publicados en el no 15 (1965) de Ztx6acer.Jfl: Carias Flotes Y Oriol
Bohtps (.$obre 13 siIuación actual de 13 ~ectln en EspaiIa·l. Ricardo BoIiI (.Panor.Jma hisló-
rico de 13 arqOOectln moderna espatIoIa.). Anlonio Femirldl:l Ah! (. Situación aclual y proIlIema$
cuhurales del arquítectOo). EduarOO ~ HS\l\.ICIIn profesiofl3l.). Bc.3lriz de Motn Y ~
Anlooio Sobns (.la JIreIl$(I Yla CfÍtiCaoo). Manuel Ribas Piefa (· la JllaniIic3ción UfbanIsIica en EspaI\a·).
Ricafdo Gooulo (.h siruaciOO de la '<ivienOiI en E5p3IIa.) y Federico Correa (.la ensei'larm de la
arquileclura en España.).
v. GREGonl. ·Premessa·. en ibId. p. 3.

] '16 [
El segundo se refiere a la selección de casos de estudio recogidos un ano
después -en 1966- por Aldo Rossi en el contexto de su discurso sobre la
arquitectura de la ciudad. Entre los ejemplos tomados de ciudades españolas
que Rossi cita, ocupa un lugar particularmente relevante la Barcelona de Cerda.
El plan para el Eixample es traído a colación a propósito de la relación entre las
transformaciones urbanisticas y las fuerzas económicas actuantes en la ciudad,
de las que Rossi se ocupa en el último capftulo de L'archirettura de/M cittJ.
A este respecto, la propuesta de Cerda para Barcelona es, según Rossi, más
imeresanle que la de Haussmann para Paris; se trata -dice- de ~ un ejemplo
muy importante y no suficientemente estudiado [.. .1. un plan extremadamente
avanzado y que respondfa plenamente a las transformaciones que apremiaban
a la capital catalana~u . Naturalmente, su conocimiento de ese plan para la
capital catalana y el juicio que realiza sobre el mismo son deudores del libro
de Bohigas, publicado pocos años antes y al que Rossi remite en una amplia
nota: en ella, el milanés afirma que ~ Bohigas ha estudiado y puesto de relieve,
quizá por primera vez, el plan de Cerda y su enseñanza-" . Lo que Rossi segu-
rameme ignoraba es que ya antes otro italiano, Alberto Sartoris, habla llamado
la atención de sus colegas catalanes sobre el significado de Cerda y sobre su
comribución a la génesis del urbanismo moderno, impulsando asi una profunda
revisión del modo en que la obra del ingeniero centellés habfa sido valorada
por la cultura oficial catalana.

Con la publicación del libro de Rossi se abria, de algún modo, una nueva
etapa en las relaciones con Italia, en particular en lo que al urbanismo se
refiere. De hecho, el libro debió comenzar a ser conocido en los ambientes
profesionales barceloneses muy pronto, hacia 1967. y en 1971 apareda la
edición castellana del libro, traducida por Salvador Tarragó. amigo personal de
Rossi. y publicada por la editorial barcelonesa Gustavo Gil!", Las tesis defendi-
das por Rossi en L"archíretlura del/a cirrJ encontrarian, como habrá ocasión de
comprobar a cominuación, un eco notabilisimo entre los arquitectos catalanes.
hasta el punto de Que llegaron -a trastocar toda la concepción del urbanismo
catalán en la década de los 70.... Y es que los análisis morfo-tipológicos Que
estaban en la base de la obra rossiana servirian de catalizador para la puesta
en marcha de un amplio movimiento que iba a dar lugar a la aportación más
original de la cultura urbanistica española al morfologismo. la represemada por
el Laboratorio de Urbanismo de Barcelona, dirigido desde 1968 por Manuel
de Sola-Morales.

o Un urbanismo para arquitectos:


la génesis del "urbanismo urbano"

En ese mismo año, que resultaria tan emblemático de los nuevos aires
que comenzaban a dejarse sentir en la vida universitaria, SoIa·Morales habia

.. A. ROSS1. La arquilOClIJ/7 de 13 CIIXbd. dl. p. 252.


/bid.• p. 277.
" Sobre las circunstancias que rodearon a esa lrnducdón. cfr. l. SOLA·MORALES. - lIo'.(:moria$ edi·
toriales. las ~i0ne5 espaOOlas de Venl¡ai Y Rossi·. en Arquirccrtra VNJ. n" 18 (1991). p. 8 .
.. M. rORRES CAPEll. op. di.• p. 284.

] [
obtenido su cátedra en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. donde desde
1965 ya era catedratico Ribas Piera; ambos tenían a su cargo la formación en
materia urbanística de los futuros arquitectos. En esos momentos. por influjo
de la cultura anglosajona. existía a nivel internacional un notable empeño por
afirmar la multidisciplinariedad del urbanismo y por experimentar la creación
de centros docentes de nivel superior donde se enseñara urbanismo con
independencia de las escuelas de arquitectura ói , y a ese influjo no fue ajena la
Escuela de Barcelona, por cuyas aulas pasaron como docentes, en la primera
mitad de los años 60, sociólogos. economistas y geógrafoslo. En ese contexto.
la preocupación coetánea en el seno de la disciplina era la de alcanzar un
estatuto cientifico para el urbanismo. y en esa dirección habían ido también
las preocupaciones de Sola·Morales, como quedó de manifiesto en la memoria
que presentó para la cátedrall .

Sin embargo, la influencia italiana no tardaría en hacerse sentir también en


este ámbito y. en linea con cuanto estaban proponiendo en esos mismos años
Rossi y Aymonino, «en 1968 dos profesores (Manuel de Sola·Morales y yo) - ha
escrito Ribas Piera- y dos alumnos (Eduardo Leira y Antonio Font) nos reunimos
un dia para acordar: a) que la carrera de arquitecto no daba para tanto (tanta
dedicación al urbanismo); b) que debíamos centrarnos en el 'urbanismo para
arquitectos'. según frase que acuñamos entonces y convertimos en divisa del
incipiente Departamento"n, Ese "acuerdo" marca de algún modo el comienzo
de la experiencia del morfologismo en nuestro país; con ello ciertamente se
producía. en relación con la situación por la que entonces atravesaba la Escuela
de Barcelona, «una ruptura, al renunciar a la pretendida interdisciplinariedad del
trabajo, que había dado pie a un geríeralismo demasiado superficial, y al deci·
dirse. en una línea de acuerdo con la experiencia arquitectónica. por el estudio
del hecho urbano a partir de lo construido~lJ. Se iniciaba asr la búsqueda de un
camino propio, en el seno de una tradición más amplia - la que en el capítulo
anterior he denominado de la unidad urbanística·arquitectura-, cuya punta de
lanza serían los trabajos del LUB1'.

.. ~se era precisamente el centro del debate del ,ursa de ArelKJ. citado en la IlOta 39 del capHulo
anterjor. que en 1963 habla organilado Qu;¡roni.
JI .En 3quel momento nuestro deseo era magnifICar la rama de urbanismo casi como UJl3 subcarrera
dentro de la del arqu~ecto y nuestro suei'lo. que hoy no companiri3. el de Ileg¡Jr 3 la cre3Cióo de
un Institoto universitario de urbanismo. p.ara alcanlar la complelil autonomia. 1... ] Puedo afirmar
con pruebas que la pluridiscipliJl3ri1::dad en la ensel'lanrn del urbanismo fue provocada por nues·
tro locipieme Departamento universitario y nunca jamás por las restantes facult ades implicadas·
(M. RIBAS PIE RA . •E1 viraje al palsajismo. Historia de UI13 docencia -. en CiudJdes. rf' 2 (1995).
pp. 18·19).
" .Cwndo en 1968 Manuel de SOI1t-Morales ganó la c.1tcdra. su discurso sintonizó con el mundo
aoglosajOO. donde se estaba discutiendo sobre la rnodelíStica con la idea de encontrar un modo
de hacer propio de la urbanística. Se trataba de definir una ciencia a través de b identiflC3Cióo de
su método. de definir cual era su peculiaridad y tu.1lla forma especifICa que tomaba p.ara aJl3lil3r
e interpre tar la realidad- (R. Ptt · El t~t i l"ordeJl3~. Notes sobre les ensenyances a l'Escola
d"Arquitectura de Barcelollil·. eo Qoadems di\rquíleclura; Urool>ismc. rf' 154 (1982). p. 32).
n M. RISAS PIERA . •El viraje al p.aisajismo. HiStoria de UI"\3 docencia •. cilo p. t9.

" R. PIE. 0fJ. eil.. p. 32.


" El mieleo oIigiJl3rio del LaboratOlio de Urbanismo lo oonstTI uirian. con SOI:!·M0f"3les. tres arquitec·
tos. Joan Busquets. Mique! Domingo y Antonio FOJ1 t. y un iogeniero de caminos. José Luis Góm!:z
OrdMcz.

1 [
Centrarse en la ensei'lanza de un ·urbanismo para arquitectos" venia a ser
tanto como aceptar que el arquitecto tiene un modo especifico de aproximarse
a los problemas urbanlsticos y. consecuentemente. un instrumental propio para
analizar la ciudad e intervenir sobre ella: se trataba. pues. de «introducir a los
estudiantes de arquitectura a un conocimiento de la ciudad coherente con las
herramientas metodológicas de su profesión; la actitud proyectiva.la observación
y la valoración de las formas. la costumbre de relacionar imagen y funciona-
miento. elc.•1S• Ello significaba rechazar la interdisciplinariedad y apostar por la
especificidad de la disciplinal' : un planteamiento no muy lejano a la reivindicación
de la autonomía disciplinar llevada a cabo por los italianos; de hecho, como
ha recordado Sola-Morales, a finales de los 60 en el LUB se había . traducido
por primera vez a Gregolli, Aymonino, Rossi y una larga lista de articulos que
entonces eran inalcanzables· 1J• De este modo, se tomaba distancia respecto a
la cultura anglosajona del planeamiento y a la contraposición contemporánea
entre planners y designers ll • para afirmar un discurso sobre la forma urbana
enraizado en la arquitectura y en la posibilidad de construir desde la arquitectura
unos instrumentos analnicos no exentos de carga teórica, idóneos para afrontar
una sugestiva lectura de las partes que componen la ciudad. No en vano eran
aquellos unos ai'los en los que «el esfuerzo para dar un estatuto cientifico a la
arquitectura y huir de las opciones estilísticas que desde el funcionalismo se
rechazaban por caducas -y el esfuerzo por huir también de una lógica funciona-
lista estricta que la cn1ica marxista quena sin duda sobrepasar- llevaba a confiar
en el momento analítico de la arquitectura y de la ciudad la condición de su
racionalidad cientifica, es decir. de su legitimidad epislemológica ~".

Asf pues, la posibilidad de articular el an~lisis urbano como herramienta capaz


de dar cuenta del modo en que se ha ido construyendo la forma urbana llG, se
convertiria en objelivo teórico perseguido por Sola-Morales y los miembros del
lUB. como altemativa a las explicaciones causales basadas en argumentos toma-
dos de las ciencias sociales: -Desde su origen en 1969, la catedra de Urbanística
y la formación del Laboratorio de Urbanismo como grupo de investigación se
orientaron. pese a su modestia, a elaborar aquellos elementos de una leoria.

M. SOlA·MORAlES. · Imroducdón· (1991 ). en ID .. Las fotmJs de credJiento tIfbJno (1974).


Bar«lon;l 1997. p. 13.
.. Al respecto ha afml3do !)ob.MoI'3Ies: -u especificidad de la ~~ fU'a er4I entendida
como UN dilerenaa profesional rcspec10 3 la ;wquitochn. oi mucho menos como UN propuc:st3
ioterdisoplioar. Al con!r.Jlio. la prtleflsión -tao eo boga efItontCs- de uo urbaoi5mo como mezcla
de diferentes di~iJ1,3s. cqu;1ibr.Jdas eo b misma proporcióll eo que se detla que las cIUdades
(OCIClab<Jo SlIS dilcrc:nlcs probklniJs, la he combalido siempre. ya desde mis iII'tos de HaN.lrd. Eo
3qUCllos 300s 70. cuando el cebo de uoa carrera de urbaolstlca a la irlglesa {el p/Jnnerj deslumbraba
a laolas c.lbe¡3~ prcd.lr3s 1...1y cuaodo los cursos del lEAL preleodiao la paleOle del urbaoismo
profesiorlal. 1___ ll"IOSO!ros I~ posiciór1 ndiscubbIc conlr.l la inter~ y a f;rvor
de la ampIiacióIl Cfl proI'l.W'didad Y por ~ de 10$ respeaiYos eSIl.dios lI'banos: en ru!Stro
aso. la proyed3Ción urbana- (b'd.. pp. 13·14).
Ibtd.. p. 13.
., Cfr. M. SOLA·MORALES. SObre metodologra urlNIníSIK:a. BarteIooa 1969. pp. S·11.
" M. SOLA-MORALES. • Inlroduttióll". ci!.. p. 13.
lO La forma urbaoa era coleodida como sírnesis flSÍC3 de uo comple;o too;.JolO de laclores que iban
desde los aspcclOS ocon6micos y soci.1Ies hasla los culturales. los cuaks si bieo incideo de maoera
mportaole sobre la JTlISm3. 1'10 la delerrninao de ~ miYoc3.

] 89 [
hasta entonces inexistente, sobre la forma urbana proyectada - ni diseño urbano
ni planeamiento urbanístico, campo incierto desde principios del Movimiento
Moderno"'1 . Bien entendido que no se trataba de construir un discurso abstracto,
más o menos genérico, sobre las formas de crecimiento urbano, sino de alcanzar
esos objetivos teóricos a partir del estudio de la realidad concreta: en su caso,
la Barcelona metropolitana. y es que también en esto seguían el modo en que
los morfologistas italianos hablan orientado en esos años sus estudios sobre la
ciudad, centrándose en el estudio monográfico como banco de pruebas para
sus hipótesis sobre la ciudad considerada en tanto que realidad física.

Por otra parte, el análisis urbano tal como se entendía en el LUB no estaba
orientado exclusivamente al conocimiento de la ciudad, sino que se encontraba
estrechamente ligado - también desde el punto de vista conceptual- a la inter-
vención, al proyecto de transformación del área objeto de estudio; proyecto
que, además, pretendla dirigir un proceso antes que construir un objeto. En
esta inequívoca afirmación de la ciudad como realidad nunca del todo acabada,
como proceso de construcción que se desarrolla en el tiempo, encontramos
una constante del pensamiento de Sola-Morales que no tardará en distanciarle
del morfo-lipologismo de la rendenza" . Ya en su memoria para la cátedra habla
señalado que -es el proceso de crecimiento, la misma dinámica urbana, el objeto
del planea miento: y de ahí la tendencia a buscar como plan urbanístico, más
que una forma urbana estática, precisamente su proceso de desarrollo»'l. Y casi
veinte años después, en un conocido texto escrito para una revista italiana, a la
vez que criticaba determinados modos de usar la relación morfología/ tipología,
volvía a insistir en la misma idea: «Toda la cuestión - alirmaba - está en medir
el tiempo con el espacio. [, .. 1 El proyecto urbanistico es proyecto para dar
forma a un proceso físico~S. . Ese énfasis en los aspectos procesuales de la
acción urbanística es el que le llevaría a afirmar que el tiempo - y no sólo el
espacio- debía ser considerado como objeto y como material de la construcción
de la ciudad.

Prolongando en cierta medida los ya citados análisis sobre el suburbio


barcelonés de la segunda mitad de los 60, aunque con un enfoque teórico de
mayor calado y propiamente urbanístico, los primeros trabajos del recién creado
l UB se centraron en el estudio de la urbanización marginal en la Barcelona
metropolitanal~. Desarrollados inicialmente gracias a una beca concedida por el
Colegio de Arquitectos de Cataluña en 1969, esos estudios ponlan el énfasis al
ocuparse de la marginalidad urbanística en la idea de proceso y, a partir de ahí.

.' lbid.• p. 14.


" -Me parece que 0)11 objetivo teórito principal para la PfO~ectoci6n urbana es S0JPCf31 las limitociones
que las versiones rms simplistas del paradigma tipo!ogla·morfología han producido como fOrmula
de aplicaclórl insulsa' (¡bid. . p. (7).
" M. SOLA· MORALES. SolJrf! mctodologfJ UfÓi1IIÍ5licil. ci!.. p. 9.
.. M. SOLA· MORALES. · Spazio. tempo e cit!a_, en LOIUS,n' SI (1 986), p. 25.
ft Cfl. M. SOLA·MORALES el al.. ,Notas sobre la margiroalidad urbanISlic3 •. en Cwdemos de Arquilec·
tura y UrtwIismo. n" 86 (1970). pp. 85·90; M. SOLA· MORALES, -EJ suburbio comarcal-, en OILI.
rf' 10 (1971). pp. SS·59: LABO RATOR IO DE URBANI SMO DE BARCELONA. -TeorIa y experiencia
de la urbanización marginal•. en O. LEWIS (ed. ). El creclmiemo de bs cis.HtJdcs. Barce1on3 1972.
pp. 85·107: M. SOLA· MORA LES. · la Ufba.o1izaci6n marginal y la formación de la plllsvalia del suelo-
(1974). en ID.. US formiJS de crecimiento urbiJoo. ei\.. pp. 175·184.

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pretendían avanzar en la comprensión del fenómeno como fOfTTla de producciÓfl rumos '* 'C<IITaS" dt! ~
de ciudad al margen del planea miento oficial. desde el convencimiento de que si ~ (/9N1 J 8usque15
bien -la urbanización marginal comienza por ser una ciudad irregular, incompleta,
JS. fkUfro/kJ de Id 'rotl"iJ'
a veces ilegal desde el punto de vista del planeamiento, acaba - en general- por en 101.: CStrL"t.1Io {¡'1.0.tI /.
ser un barrio más de la 'ciudad'»l'. En esos estudios, que culminaron con la B/,ISqucts
redacción de 13 tesis doctoral de Joao Busquets sobre las ·coreas· de Barcelona.
comemó a ponerse a punto un -ambicioso programa de reconstrucción del
proceso de fonnaciÓll histórica de la Barcelona metropolitana a partir de la de·
finiciÓfl de las tipologías estructurales del crecimiento urbano"" , que dana como

.. J. BUSQUETS, laurtw",iICIOn marginal. Bartelona 1999. p. 9. Desde sus comienlOs. el tUB teoor.l
como uno de sus rasgos diSllntivos !<I negativa a reducir el urbanismo al plancamiento entendido
tomo prkrica jut1dico·admlnlslrariva .
.. J. M. EZQUIAGA. . ~ y proyeclO de la ciudad. Rl:1lc1liones sobre la obn leófb de M3nud
de ~.tdonlIe5 1bJbi6.. en Gcomcfrf;J. n" 14 (19921. p. 78.
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fig. J9

E.-o:vciOn de la ordt'm3n~i1 resultado un método para explicar las formas de crecimiento urbano a panir de
del Ens¡¡n<;hc: de BMCt.'lOfIJ
los diversos modos en que se han aniculado la parcelación. la urbanización y la
/1981), J. HusQucrs y} l.
Gom.!l 0rd0Ik:1. edificación. Al añadir la urbanización a la parcelación y la edificación - sobre las
que ya habian insistido los italianos al señalar la morfología y la tipología como
claves estructurales de la forma urbana- . se estaban poniendo de relieve los
diferentes modos de gestión como otra clave imprescindible para caracterizar
las formas de crecimiento urbano.

Señalar que la red de infraestructuras - y no sólo las parcelas y los tipos- es


necesaria para comprender cómo se construye la ciudad ha sido quizá la aportación
más interesante del arquitecto catalán a los estudios mono-tipológicos. que por
entonces ~hacían el papel de teoria oficiál de la época,.M, En este sentido, ha podido
escribir luego. retrospectivamente, el propio Sola-Morales: ~ Monología y tipología
forman un eje de dualidades al cual se pueden referir las formas de las diferentes
partes de la ciudad, según las características arquitectónicas y constructivas de la
edificación, con un argumento conceptual poco conocido. Pero si en los trabajos
de Rossi y Aymonino. o en los de Panerai y Castex. estas dos categorías pareelan
suficientes para analizar la arquitectura de las ciudades. me parece todavía hoy
que una explicación estructural más completa de la forma urbana - en sus partes
y en conjunto, en los proyectos y en la historia. en sus momentos brillantes y en
sus zonas vulgares. en sus resultados pero también en sus procesos- necesita
reconocer la importancia de las formas infraestructurales (los trazados viarios,
las redes de servicio. los márgenes de agua. los nudos de comunicaciones. los
grandes accesos) como formas independientes [.. .] de las formas parcelarias que,
monológicamente. configuran el diseño del suelo con toda la variedad de formas,
sistemáticas o casuales, compuestas geométricamente o a veces por repetición, o
tributarias aún de las situaciones topográficas, agricolas y catastrales precedentes.
y que, por tanto. visto más bien desde el proyecto que desde el reconocimiento
geográfico, el concepto de monología se ha de aclarar distinguiendo las formas
de la infraestructura de las formas del parcelario.......

Pero a esa conclusión se iría llegando gradualmente, a través de suce-


sivas aproximaciones a las diversas formas de crecimiento que explicaban

.. M. TORRES CAPEll, op. cit., p. 296.


.. M. SOLA,MORALES, olntroduc(:jón. , cit., p. 15.
Parcelación Urbanización Edilicación

¡66;~
P + U + E
...,
[gI
Ensanche
POAe
mOa(
!W~~a
000 oooe
U + P + E

~ ~ ~
Crecimiento suburbano

P +

~
Urbanización marginal

UP + E
Ciudad·jardfn

11 E

~
Barraca

PUE
PoUgonos

~
r'lj ~o

las diferentes tramas y piezas - partes de ciudad- con las que estaba hecha [;1$ (omlJS de Cft'CIIWC/lIO

Barcelona. Y como no se trataba sin más de conocer la dudad, sino de co. vrlxJIIo (l97/). tuS
nocer para intervenir. los sucesivos pasos en esa dirección se fueron dando
al hilo de las primeras propuestas proyectuales. El ya citado "contraplan" de
la Ribera, presentado en 1971, constituyó una primera ocasión para ensa·
yar una propuesta urbanistica alternativa, desvinculada por completo de los
instrumentos normativos sancionados por la Ley del Suelo y articulada. en
cambio, sobre un previo analisis de las relaciones consideradas significantes
en el área de actuación: espacio social/ localización. localización/morfologia y
morfología/tipología; justamente a partir de ese análisis morfo-tipológico se
llegaba a determinar una estructura de la zona de actuación según procesos
de ordenación, que servía de base para la propuesta9<l, En el contexto español
de la época uno de los rasgos más novedosos de la propuesta se encontraba
en ese compromiso de la teorfa con la acción, que anticipaba, en numerosos
aspectos, muchas de las propuestas urbanisticas posteriores de los miem-
bros del LUB, las cuales. además de tener ese carácter "estratégico" que ya
es perceptible en el caso de la Ribera , estuvieron siempre andadas en una
intencionada lectura del territorio como camino para descubrir las posibles
transformaciones que pueden ser inducidas desde el plan, Por todo ello, será
la desaparición de ese sentido procesual de la intervención y la pérdida de
toda referencia a la dinámica real de la ciudad, que tan a menudo han carac-
terizado otras actuaciones proyectuales posteriores, lo que ha sido una y otra
vez denunciado por Soja-Morales como una reducción del urbanismo a pura
y simple arquitectura, por cuanto en la práctica viene a significar la anulación
de cualquier objetivo urbanístico especifico" .

A los estudios sobre los barrios de ·coreas" -que sirvieron también para
orientar propuestas concretas de intervención'l- siguieron, a lo largo de la década
de los 70, el inventario de los polígonos de vivienda, que cristalizaria en la tesis
doctoral de Amador Ferrer'3; los numerosos trabajos sobre el ensanche como
forma de crecimiento, en los que se pondria de manifiesto la trascendental im-
portancia de la infraestructura urbana y que servirfan para analizar con un notable
grado de precisión las aportaciones de Cerda a la construcción de la ciudad
burguesa 9', pero también para investi~r sus posibilidades de transformación y
de adaptación a los nuevos requerimientos de la ciudad contemporánea 9S ; o la
aproximación al tipo de vivienda unifamiliar como soporte de diversas formas
de ordenación en la ciudad, que conduciria a la definición de las formas del

.. En este sentido se afirmaba que .Ia lógica propositi'la. es decir. el modo de proponer Intervefl(:io·
nes. deber.! ser congruente coo la naturaleza del problema analizado precisamente a los nive\e$
de la ordenación moriológica y de los procesos ~poIógicos como niveles ~amente urbanfsticos
donde se dispone de inS1J\Imemos y modos especlflCos de proposición- (M. SOLA·MORALES el
al. fJ.Jrr:efon.;¡; remodelación C3pÍIJliSIIJ o deSlJlTQ/J() urbano en el seclor de /;¡ Riber.J 0rien1iJ/. cil,
p.59).
" . la arquiteclUra de la ciuOad. como ~alor.!Ción del papel urbaoo de cic:r1as grandes arquitecturas
históricas. 00 puede confundirse con un criterio que justifique hoy un disello estereotipado de las
foonas urbanas. como si fueran foonas de edifICios. Ni tampoco para decantar sobre un nefasto
momento previo -juridko o norma~vo. vagamente económko o poIítico- el supuesto encuadre
umanfstko de las arquitecturas. (M. SOLA·MORALES.•Spazio, tempo e cina •. c~ .. p. Z61.
., Véase. por ejemplo. J. BUSQUETS & J. L GÓMEZ ORDÓÑEZ. ·1'1311 Especial de sant Josep en
sant Vice,"", deis Horts (Barcelona). RehabilitaciÓll de lJ!l barrio de urban¡~ marginal •. en CAl.(
nO82 (1982). pp. 34·63.
.. Cfr. A. FERRfR AIXALA. EIs poIigons de fJ;Jrre/on¡¡. L'fJ3bitl1tge fIlJssiu I /:¡ formJdó de I'tJreiJ
rnetropo/illJlllJ. Barcelona 1996.
.. Los trabajos iniciales de los allos 70 (M. SOLA·MORALfS el iJ/.. (os ens.mchcs {I}. El EnSlJflChe
de BarreIona. Barcelona 1978: J. ESTEBAN. los ens.mchcs rr!I!!fIOreS en /¡¡ región de fJ;Jrre1ona,
Barcelona 1976) culminarían con las Icsis doctorales de Joaquim Sabaté y Miquel Corominas.leldas
a mediados de los 80 ~. SABAT~. El proyecto di!! 111 Ci1IIe sin nombre. los reglamentos urbanos de
/;¡ edilicJci6n p~·&rcelona Barcelona 1999: M. COROMINAS. (os odgenes del Ens.mche de
8JrceloniJ. Suelo, recnicJ e inidalivJ. Barcelona 2002).
.. Cfr. J. BUSQUrrS & J. L GOMEZ ORDÓÑEZ. Estudi de I'Eixl1lTl{Jlc de 8.Jrce1ona. 2 vols .. Barcelorn
1983.

] .[
crecimiento subumano" . la matriz de todas esas investigaciones se encon-
traba contenida de algún modo, con niveles de concreción y profundidad cada
vez mayores conforme avanzaban los diversos trabajos, en la formulación del
programa docente sobre "l as formas de crecimiento urbano", impartido por
primera vez durante el curso 1971 -72 Y publicado en 1974 . En la introducción
de ese programa se señalaba que el curso estaba Ofientado «hacia el estudio
del crecimiento urbano. entendido como proceso social y analizado en el campo
de intervención especifica del arquitecto_tI. Ese enfoque implicaba un definitivo
alejamiento de los planteamientos anglosajones que aún estaban presentes en
el programa sobre "la ciudad y los juegos" que le había precedido" . En este
sentido puede afirmarse, pues. que la redacción del programa sobre [as formas
de crecimiento señala ·Ia formulación por parte de Manuel de Sola-Morales de
un cuerpo teórico propio, cuyo comienzo será una interpretación autóctona de la
realidad urbana catalana y, por extensión, una reinterpretación de la urbanística
en nuestro país»"_

Ese alejamiento de las doctrinas urbanísticas del mundo anglosajón tuvo


lugar al mismo tiempo que Sola planteaba una severa critica al planeamiento
que se realizaba por entonces en nuestro pals, el cual en aquellos años tenía
como referencia común el modelo metropolitano_Una crítica que. de un lado.
contenía un implícito rechazo del modelo de producciÓfl capitalista al que dicho
planeamiento servia y. de otro. suponía una reivindicación de otro modo de
entender el umanismo. más atento al modelo frsico y a la ordenación espacial
del crecimiento urbano. Un hito importante en esa línea de discurso lo constituyó
un numero de la revista del Cuademos de Arquitectura y Urbanismo, aparecido
en 1972, que fue coordinado por ellUB y estuvo dedicado monográficamente
al área metropolitana de Barcelona'oo. Ya en la presentación de ese numero se
proponía una interpretación muy intencionada de lo que estaba sucediendo,
cuando se afirmaba que -el área metropolitana, estadio coyuntural del desarrollo
urbano regional. consecuencia de los avances tecnológicos de la era industrial y
configuración en el espacio de la estructura social de las sociedades avanzadas
en el marco del sistema capitalista, aparece como el campo de operaciones ideal
para las estrategias desarrollistas de los grandes grupos de poder económico y de
decisión. que encuentran entre eUa y su planeamiento la línea de convergencia
necesaria a sus intereses_ Y el planeamiento metropolitano, genérico. evitando
conflictos con las operaciones parciales que defienden, es tolerado como de-
finidor de un ámbito territorial, el area metropolitana, reservado para ellos_'o,.

.. Paf3 uoa primera apro~maclón al tema. cfr. M. SOV,·MORALES. E. BRU & E. SERRA.•Grxia: disel'oo
del suelo y forma urban:J en los oñgeroes de la Barcelona moderna-. ef1 Afq!JiltXIIIf'IS Bis. n' 1S
(1976), pp. 26·32. El eS1udlo de Gfacia como modelo de crecimiento subLoth3no seña retomado
por Ervic Seml en w tC~ doctoral. Idda a comien.ros de los 90 (E.. SERRA. GeomelfU ; fJl'Ci«lc
del sC/;1I:s ~ de IJ ~ rnoderrIa. u viIa de ~ 6aIcdon3 1995).

.. M. SOV,·MORAlES. L1s fom1i1S de ~ ~ cit.. p. n .


.. C'lr. M. SOV,·MOAAlES. L~ ciutbdylosjuegos.. ~ 1970.
.. R. PI( op. cil.. p. 32 .
.. Se trota del n° 87 (1972) de b revista Cwdcmos de NqlJilcrlur;¡ y urtxmIsmo. que estuvo coor·
dinado por SoIIJ·Moraies. Fonl y Gómel Ordótle~. Y en el que cobbor.Jron también. entre ()!roS.
!libas Picfa. Torres Capen y Cantalop5.
.., 0l'rc:scnlación., en ibid.. p. 4.

] "[
Se deseaba, pues, ofrecer una reflexión que contribuyese a desenmascarar un
proceso planificador que pretendía justificarse mediante un determinado uso de
la técnica por parte de una administración pública puesta al servicio del poder
económico, en sintonía con las tesis sobre la vinculación del Estado a los in-
tereses del capitalismo monopolista, que fueron caracteristicas de la sociología
urbana francesa de comienzos de la década de los 70, en autores de formación
marxista como M. Castells, J. Lojkine o E. Preteceille.

Un paso más en esa misma dirección viene representado por un texto del
año siguiente, titulado De la ordenación a la coordinación, que aspiraba a leer
el significado del planeamiento urbano en aquellos momentos, contextualizándolo
en el proceso de construcción urbanística de la Barcelona modema. Allí, Sola-
Morales se mostraba aún más explícito: -En cuanto tal - escribía- , el planeamiento
urbano es una repetida frustración. Cada vez más los planes parecen importar
sólo como referencia de encuadre para las grandes actuaciones parciales, como
marcos de coordinación de las iniciativas sectoriales, como sede de compromiso
de los varios agentes operadores. La progresiva concentración del capital finan·
ciero inmobiliario ha transformado la antigua promoción capitalista atomizada en
un campo de inversión de unos pocos actores, dominantes sobre una pléyade
de satélites, más o menos directamente dependientes. Las iniciativas de estos
promotores decisivos [... J se producen siempre como parciales y autónomos,
sobre los sectores más rentables y seguros. [ ... ] Pero la autonomía de actua-
ción sectorial que estos aspectos imponen y que es la que anula la posibilidad
de una ordenación global, sigue exigiendo no obstante unas garantías mínimas
que eviten el conflicto mutuo, reduzcan incertidumbre sobre las variables
fundamentales, minimicen el riesgó de las inversiones. Esta coordinación es
la que las fuel"1.as dominantes piden ai planeamiento urbano. La globalidad no
interesa en cuanto tal , sólo en la medida precisa para organizar las expectati-
vas de aquellos parámetros fundamentales. La ordenación formal, o no vale la
pena, o pasa a ser valor apropiable por la gestión comercial. La consideración
del consumo colectivo y de los valores urbanos públicos [... 1se abandona y,
aunque las formulaciones técnicas o la legalidad literal sigan incluyéndola en los
planes urbanísticos, no es a menudo más que la ganga del mineral pretendido:
la garantía de infraestructuras para los eventuales operadores a través de la
designación de las inversiones públicas infraestructurales»lOl.

El convencimiento de que en aquellas condiciones no era posible la colabo-


ración como técnico en la elaboración del planeamiento sin ponerse al servicio
de los intereses del capital. ya había llevado a Sola·Morales y a Gómez Ordóliez

,., M. SOlA·MORAlES. ·De la ordenaci60 a la coordinaciOO (perspeclivas de la planificación urbanís·


tica) •• en OIU. n" 22 (1973). p. 110. -Enlonces.1a perspecliva aclual de COOfdin;¡ciéft. ¿qué signirlCa?
SignilK:a que la OOIlCenlración financiera caracterlstK:a de un capitalismo más evolucionado tiende
~ un uso ele la ciudiKI precisamenle como medio de produccó6n de plusvalías en general, como
máquina productiva. No es que sc renuncie a la pll1s~alia del suelo. poi" supuesto. pero tstas no
son ya objetivos tan principales. sino que se atiende sobre lodo al uso del medio urbano como
coodiciórt /(sita ele toda industria y ele todo comercio. ele toda producción y ele lodo inlercambio.
¿Cómo' En cuanto CJpÍ/aI rifO· la nueva etapa c;lpítalisla. correspondiente 3 lo enlendido corno
C<Ipi/alismo monopoIiS/1J de Es/m. valoriza especialmente este tipo de medios ele producci60
(edilicios. energla. comercios, sclVÍCiO$. etc') en contraposición al CJpI"lIJI vlJri3ble fOflTl3(\o poi"
la luerza del trabajo obrero· (ibid., p. 112). Para un ulterior 3tláliSiS de este pun!o de vista. clr.
J. L GOMEl OROÓÑEZ & M. SOlA·MORALES, -Crecimiento urbano como invI:f"sIón en c;lpítal fijo.
El caso ele Sarcelon~ /1840·1975).. en Ciuddd y Tcm/OIio, n· 2 (1977), pp. 53·62.

] "[
en 1970, a raiz del decreto sobre las ACTUR, a abandonar el equipo redactor
de la revisión del plan comarcal de Barcelona'''. Ese mismo convencimiento se
encontraba probablemente en el fondo de su rechazo - no exento de carácter
polémico- al proceso de revisión de la ley del Suelo, del que el decreto de
las ACTUR era interpretado como una ~primera muestra de la nueva doctrina
oficial~'''' ; una doctrina que, en su opinión, venia a significar de hecho la renun-
cia al planeamiento urbanístico de carácter global y el abandono de la gestión
pUblica del desarrollo urbano en manos de la iniciativa privada 1ft. El análisis
realizado sobre el proceso de planeamiento metropolitano de Barcelona, según
el cual dicho planeamiento era ~Ia historia de la progresiva contradicción entre
una idea técnica, la inercia de la estructura administrativa y los mecanismos
de promoción de los grupos económicos. U" , parecía confirmar esa hipótesis,
en la cual la barcelonesa ACTUR de Riera de Caldas era entendida como una
·síntesis operativa de la nueva política urbanística que viene configurándose en
el país-'o/. El proyecto de nueva l ey del Suelo se les presentaba entonces como
el intento de dar carta de naturaleza al nuevo estado de cosas: -El énfasis en
la producción como operación primordial del planeamiento, el desprecio de los
modelos heuríslicos y simbólicos, y la idea de eficiencia como pragmatismo de
gestión, son corolarios directos de los que se nutren los métodos e instrumentos
del planeamiento que tiende a imponerse. No es extraño que hasta se piense
en una nueva ley (primero como ley puente, luego propiamente como nueva
ley del suelo) para dar status oficial a esas condiciones, anulando las rigideces
de ordenación hasta aqul exigidas al planeamiento urbano y flexibilizando la
eficiencia monopolista del desarrollo de la ciudad en su nueva etapa de gestión
concentrada· \OI.

En ese contexto y con esas premisas, la opción seguramente no podía ser


otra que la de la oposición y la crítica a lo que la reforma de la legislación uro
banística suponia - lo cual. por aIra parte, acabaría significando el rechazo de un
planeamiento considerado "imposible" - , ya que su aceptación llevaba implícita
la integración o, cuando menos, la connivencia con quienes trabajaban para
consolidar el sistema. De ahí que Sola-Morales propusiera como línea de trabajo
para el futuro inmediato la de -fundar el sentido de las acciones. instrumentos y
conocimientos de planificación urbana que se dispongan len la nueva legislación!.
en una apropiación de clase no integrada a favor del sistema dominante~'D9.
También desde este punto de vista resulta especialmente interesante la propuesta
del lUB para el sector de la Ribera. por cuanto supuso un claro ejemplo de

... Sobre el Decreto·l ey de Actuaciones oro..nlSlicas Urgcnte$. de junio de 1970. Y su rCJ>CfCu,


slón en Barcelona. cfr. F. TERÁN. PlancamicnlO urbJno en fa Esparla COfIII:mpor.inc3. dI..
pp. 496·502.

lOo ' Prcscnt3Ci6n •• en Cwdcmos de Nq¡#lecltn y ~ nO87 (1972). pp. 4·5.


.. No hay que olvidar al respectO la eolonc:es rtCicnle experiencia de la ~ fr.JnCeSa Y su
apuesta por t.Wl urbaorsmo eoncCflado.
lOo Ibid.. p. 6.
'" J. ESTEBAN. -la nueva ciudad de Ricrn de caldas-. ell ibid.. p. 51.
,.. M. SOLA·MORAlES.• De b ordenación 3 13 eoordif13CIón". eil.. p. IU. Para una Imerpretación
completa de ese proceso. cfr. A. FONT. Mclodologia de pbncJmjefl/o y leyurtxJnlslica en fsp;Nla
(1956· ")15). Tesis doctor1l. t.I1'liveBidad PoIilécoica de C3IJIuI\;I. SarceIona 1977.

... M. SOlA·MORAlEs. ·De 13 ordetl3Ción a 13 coon:Jinadón.. di.• p.. IU.

] "[
"cootraplaneamiento", elaborado a panir de unas rigurosas premisas teóricas,
pero al servicio de OlfOS intereses sociales. Recuérdese que en este caso la
iniciativa del concurso no partía de la administración municipal, sino de un grupo
de colectivos profesionales y asociaciones de vecinos. Y es que la bUsqueda
de una lógica distinta a la entonces imperante en la práctica del planeamiento
urbano en nuestro país, estaba en la base de aquella lectura de los procesos
espaciales y de la identificación de las fuerzas en juego llevada a cabo por los
arquitectos del LUB. Por lo demás, esa marcada intencionalidad polflica Iba a
caracterizar la mayor parte de los planteamientos urbanísticos innovadores de la
época final del franquismo y del comienzo de la transición, con independencia
de la orientaciÓfl que tuvieran desde el ponto de vista disciplinar.

Sin embargo, por más certeros que fueran los análisis sobre el significado
de los procesos de crecimiento en las ciudades de las sociedades capitalistas
avanzadas y del papel que el planeamiento urbanístico jugaba en relación con
ellos, de ahí no se deducía ninguna indicación concreta sobre el modo de
afrontar la construcción física de la ciudad, más allá de la critica a un sistema de
relaciones socio·econÓmicas considerado alienante. A mi entender, la quiebra en
esa Ifnea de discurso debe ser puesta en relación, de un lado, con el cambio de
las circunstancias pohlicas en nuestro país en la segunda mitad de los allos 70 y,
de otro, con la crisis de los grandes discursos caracteristicos de la modernidad,
que también se hizo visible a finales de esa misma década. En este sentido, hay
que dar la razón a Damián Quero cuando, en un atinado comentario de comien·
zos de los 80 sobre la evolución del pensamiento urbanístico de SoIa·Morales,
afirmaba que -fue, por tanto, necesario esperar a la ocasiÓfl de la exigencia
propositiva que el municipalismo nos ha traído con esta década, para entender
que la economía política (de la producción de mercancías en el espacio y de la
producción del espacio como mercancfa) estaba huérfana de criterios para el
proyecto de la ciudad, por más que su maquinaria analítica fuese ciertamente
afinada y útil. La necesidad de manejarse profesionalmente con el espacio que,
voila!, no era política, orientó con decisión las miradas al arsenal instrumental
del Movimiento Moderno, de los regocijantes misterios de la topologia, de los
viejos textos de la geografía y también de otros viejos oficios, y sin duda entre
ellos del más próximo y entrallable de la arquitectura_nu.

De hecho, el tollO critico radical de los escritos anteriores se verá notable·


mente matizado por Sola·Morales en uno de sus textos más característicos de la
década siguiente, sobre la situación del planeamíento en España"'. En ese escrito,
las mismas experiencias del denominado "planeamiento desde abajo", de las que
su propuesta para la Ribera fue un caso ejemplar por tantos motivos. serán leídas
como la confirmación del interés de los ciudadanos por los aspectos físicos de
la ciudad y, consecuentemente, como la legitimación "política" del morfologismo
en cuanto opción disciplinar: -lo que durante tantos años había sido sobre todo
una actividad gubernamental y administrativa en manos del ministerio. de las
comisiones provinciales o de las diputaciones. vuelve ahora al ámbito del poder

... D. QUERO •• De la teori¡¡ ¡¡I paganismo posHlus~. en Q»dems dí'orqU/ectUfiJ i ~


rf' 154 (1982). p.29.

'" Cfr. M. SOLA·MORALES & J. PARCERISA, · EI urWnlsmo lItbano. Fonna urbana y planeamienlo
urbanlslico en siete C<lpitalcs e5paOOlas •. en Eswdios rcrrilorl4k:s. rf 24 (1987). pp. 33·51.

] .. [
U Iomu lkI IfflI/otio ata
00, e18J¡~ Fmp()r~ (1'177),
LUB.

"g ,11

local. Y con ello a llenarse de contenido concreto, popular, ciudadano, es decir,


fisico_' lI . El comienzo de la década de los 80 vendrá a representar, por tanto,
la coosagraciÓfl del interés por los aspectos fisicos de la ciudad y del territorio,
el espaldarazo deflnilivo a unos modos de afrontar la intervención urbanistica
con los instrumentos propios del profesional de la arquitectura. A la puesta a
punto de las formas de crecimiento como instrumento apto para comprender el
proceso de construcción de la ciudad, se a~adirian luego el recurso al trazado
y la ordenanza como instrumentos de proyeclaciÓfl urbana, entendidos como
herramientas de las que el arquitecto dispone para proyectar la forma urbana:
y los esfuerzos por realizar una lectura morfológica del territorio -del territorio

"' y un poco más adelante ;JI\xIian: . lo 'poIl~ico' let1la. en este sentido, rTI\.ICho m;h que I't:r COIl
lo 'físico'. incluso COIl lo formal y lo estético ~ itan deoostiKlo! ~ , que con lo 'SOCial' t;¡l como se
formulaba en las interpretaciones supcrcstJ\IClIlI1Ilcs. No cabe duda de que a éstas, siempre *II3S a
reconocer contenidos et1 la maler\a tKbana, tU)' que culpar, 3 la postre, de mucha de ia confusión,
Y3p(l(OS3meIlIC socioIo&iSta y mor;¡lzaote. efI que se envolvió ia discusión del pbrltaliWnlo !$barIO
en toda Europ.1 al fnal de ia dtc:ada de los 70· (b¡1, p. 38).

] 99 [
catalan, naturalmente- desde una perspectiva arquitectónica, atenta a -reconocer
las huellas de la construcción histórica del territorio por parte del hombre: las
parcelaciones de las tierras, las obras de comunicación, los cambios topográficos,
las fabricas urbanas, etcétera~ UJ.

Con todo ello, al finalizar la década de los 70, el LUB estaba efectivamente
en condiciones de ofrecer un ·urbanismo para arquitectos· , no ya como una
divis:a mas o menos genérica acuñada al finalizar los años 60 para caracterizar la
docencia del urbanismo en una escuela de arquitectura. sino como la concreta
versión española del monologismo. Ese enfoque disciplinar se convertiría, en
la década siguiente, en el marco conceptual de referencia para el "urbanismo
urbano"-un término acuñado por el propio Sol:t·Morales- que daría lugar a
toda una generación de planes generales, cuyo eje metodológico giró en torno
a la recomposición de la forma urbana y a la interpretación de la monología
de sus partes. Por otro lado, con la difusión de las propuestas de los catalanes
no lardaría en abrirse un amplio y áspero debate que iba a caracterizar el urba·
nismo español de los 80 y que acabaría dividiendo a los urbanistas españoles
entre los partidarios del plan y los del proyecto; un debate que, como ya hubo
ocasión de exponer en el capítulo anterior, también se desarrolló en el resto
de Europa, pero que en nuestro país tuvo acentos del todo particulares. En
cualquier caso, los trabajos del lUB pueden con toda razón ser considerados
como la base teórica y el referente instrumental de esa posterior cultura del
proyecto urbano, que iba a centrar sus esfuerzos en la transformación fisica de
nuestras maltrechas ciudades'''.

," M. SOLA·MORALES, ·L'iden1it al del tenilori., en Quadt:trn d'ArquillXlura i lJrbJnisme, número


ex1r.I 1 (1981), p, J, A describir Ii! forma deflerrilorio catalan, dibu~nOOIo, y a e~plicar el vaklr
proyeclual de esa descripción se dedicaron dos nlimeros e~lr3ordinario~ de la revista Qva<Jems,
3grl11Jados bajo ellltulo "t.:identitat del terrilori cat3la. Les COffi¡Jrques~ Allí SoIa' Morales aflrmab.3
que .mejor;lr la descripción ya es propooer, La descripción morfológica del territorio ha sido L,]
un camino altemalivo de propuesta territorial, para Calalufla, a travts de su forma· (M , soLA·
MORALES, · La forma d'un país., eo ibid., p, 4),
n. se lrat a de algo que los catalanes han recooocido a menudo con indisimulada complacencia, .Quiz.j,
como repite Eduardo Leíra, sean los trabajos del Labofatorio de Urbanismo ('el eontraplán de ~
Ribera') kIs t~os ances trales que están eo el Ofigen de toda una 'escuela'· (M, SOLA, MORALES
&J. PARCE RISA, op, ciI.. p, 48),

] 100 [
El "URBANISMO URBANO"
COMO NUEVA REFERENCIA DISCIPLINAR
3
La renovación disciplinar impulsada desde el Laboratorio de Urbanismo de
Barcelona. dirigido por Sola-Morales. no tardaría en comenzar a producir sus
frutos, y no sólo en Cataluña, sino en loda Espal'\a. Ciertamente, la difusión de
las propuestas teóricas y metodológicas del lUB no puede ser separada del
extraordinario impacto que las ideas rossianas tuvieron entre los arquitectos
españoles en los años 70; un impacto que se vio favorecido por los frecuentes
viajes del arquitecto milanés a nuestro pais. donde establecerla una estrecha
relación con colegas catalanes, gallegos, vascos y andaluces 1• De tal modo
que, a pesar del empeño puesto por Sola-Morales en señalar las limitaciones
del morlo-tipologismo de la Tendenza 1, Rossi aparecerá durante mucho tiempo
como el padre común de los mortologistas españoles. Su retirada del frente
urbanístico en 1973, coincidiendo con la celebración de la YN Trienal de Mi·
lán, y la proverbial ambigüedad de su discurso contribuirían a crear no pocos
equívocos. hasta el punto de que, en su nombre, se llegaría aoos mas tarde
a negar la necesidad del urbanismo y a afirmar que para construir la ciudad
bastaban los proyectos de arquitectura.

Pero más alla de esos equívocos, que darían lugar a comienzos de los 80 a
una estéril polémica entre quienes defendían el plan y quienes sólo querían ofr
hablar del proyecto. lo que parece claro es que hacia mediados de la década
de los 70 se produjo un verdadero punto de inflexión en la cultura urbanística
a nivel internacional. que en nuestro país coincidió además con importantes
cambios legislativos y políticos. Esos cambios iban a suponer el fin de lo que
algunos -para referirse a un modo de entender y practicar el planeamiento uro

un exponente de esa reloción de Ross/ con toda una generación de arquitectos espai"loles podrf3 ser
la exposición "Arquitectura y racionalismo. AIdo Ross/ • 21 &rquitcctos csp.1I"IoIes' que. ioauguf3da
en B.arceIona en mayo de 1975, recorrió con car.k:ler ítincr.lIue un buen numero de ciudades
españolas entre scpIiembre de 1975 Yoc;tl!bre de 1976-

Refn!nOOse a los estudios de los ~a/iano$. habla C$Cfl\O: -Apof1aaón imponante. a¡nque con
un simplismo ¡OOaVI;J exces!ll()o (M. SOLA·MORALES. tn fomus de ~o ~. dI..
p. 77).

I O [
bano en Espaila- han denominado la "era Bidagor" y el comienzo de una época
caracterizada en cienos aspectos por la afirmación del derecho a la diversidad.
Una vez más. la innexión es reconocible muy singularmente en el cOfltexto ur-
banístico catalán, no sólo por el papel desempeñado por sus profesionales en
la elaboración y difusión de nuevas ideas. según he intentado poner de relieve
en el capítulo anterior, sino también por el esfuerzo desarrollado por éstos para
que la práctica del planeamiento recogiese y diese forma concreta a las nuevas
inquietudes. En este sentido. en la transición hacia nuevos modos de hacer
corresponde un lugar particularmente relevante al plan general metropolitano de
Barcelona. aprobado definitivamente en 1976. tras un largo y complejo proceso
de redacción. porque aun cuando ese plan pueda ser considerado el ultimo de
la vieja escuela. anticipaba ya muchas cuestiones que iban a tener un especial
prolagOflismo en los planes de la década siguiente].

Intentaré. pues. seguidamente exponer de manera sintética qué significó


para el planeamiento el protagonismo asumido por los enloques morfologistas,
en un contexto como el de los primeros ayuntamientos democráticos. que se
mostraría particularmente interesado por las cuestiones urbanisticas, convertidas
en bandera de la nueva política municipal. El protagonismo que los técnicos - y.
en particular. los arquitectos'- tuvieron en la redacción de aquellos planes, que
los convirtió casi en "obras de autor", facilitó sin duda la viveza de las disputas
en torno a cuestiOfles metodológicas y disciplinares desarrolladas COfl motivo de
la redacción y aprobación de los mismos. Para bien o para mal. el urbanismo
se convirtió en esos años en un tema de palpitante actualidad. que centró su
atención en la ciudad como hecho físico. como lugar del proyecto: no sólo del
proyecto urbano. sino también del proyecto arquitectónico; de hecho. no sería
infrecuente que algunos pensaran que la diferencia entre ambos residía en una
mera cuestión de escala. Por este camino se acabaria reduciendo el urbanismo
a arquitectura y, en consecuencia, negando la necesidad del plan. Y en todo
ello. como es bien sabido. tuvieron mucho que ver Rossi y los italianos.

D la situación del planeamiento:


un nuevo marco legislativo y político

Ya desde finales de los años 60 existía. entre los profesionales dedicados al


urbanismo, una clara conciencia de la necesidad de que se produjeran reformas
sustanciales en el modo de orientar y llevar a cabo el planeamiento urbano en
nuestro país. Coincidiendo con el cambio de gobierno que colocaría a Vicente
Martes al frente del Ministerio de la Vivienda. escribia Fernando de Terán en un
editorial de la recién creada revista Ciudad y Tcm'tono: ~ Flota en el ambiente,
junto con la conciencia de que el planeamiento solo por sr mismo no resuelve
los problemas, una inquietud profunda sobre la necesidad de revisar la propia
metodologia de los planes al uso, cuyo enfoque aparece como ingenuamente
convencional por su planteamiento fundamentalmente monológico. por la
debilidad de los medios de realización de sus propuestas y por su inoperancia

dr. F. TERÁN. ·El Plan General Metropolitano de 8arcdorY en d COfIIexlO del urbanismo espallol
de los 10, . en Papers., rf' 28 (1997), pp. 55·61 .
E5 Justamente en los 3fIos 80 cuando se pasO del "UI'baoISffiO {JJf3 arquiteclos" al "l!I'b3nismo de
los ilfQl.IÍtfXtOS".
' . " .... nOOOlo ......................, . _ .......................... .. "-, ........ ,... _ --
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frente a los efectos económicos inmediatos que desata. Así, cada vez aparece
, ~~

más claramente dibujada la aspiración hacia un nuevo tipo de plan. que más
que un retrato anticipado de la situación urbana futura. n"gidamente prevista,
sea un programa de actuaciÓn. S• Seguramente en aquellos momentos casi na·

F. IERAN. <ambio de d~'. en CiudJd y kmlono. n" 2 (1969). p. 4.

] 103 r
die ponía en duda la necesidad del plan urbanístico: la crisis del planeamiento
aludida en las palabras que acabo de citar no era todavfa la crisis del plan sin
más, sino la crisis de un tipo de plan -el plan finalista-, que había recibido su
sanción legal con la l ey de 1956 y con el que no se habia conseguido llegar a
ordenar adecuadamente el crecimiento de nuestras ciudades durante el periodo
desarrollista. Los problemas provocados por la especulación del suelo estaban
a la vista. y será precisamente en esos años cuando se produzcan los primeros
intemos de realizar un balance de 10 que el planeamiento de la "era Bidagor"
había significado~.

En ese contexto comenzaría a hablarse simultáneamente de la crisis del


planea miento y de la necesidad de modificar la legislación urbanística'. Como
es natural. había quienes pensaban que para resolver los problemas observa-
dos bastaba con hacer cumplir lo establecido en la legislación vigente - que,
cienamente. no se cumplía-. sin querer caer en la cueflla de las insolubles
cofllradicciones del sistema : un marco jurídico construido en plena autarquia.
que postulaba una política de planificación espaCial dirigida desde unos órganos
fuenemente centralizados. dificilmente compatible con la política de liberalización
de la economía impulsada a lo largo de la década de los 60, que parecía no
atender a otra planificación que la del desarrollo económico. Todo ello condujo
a que se fueran tomando sucesivas decisiones de carácter sectorial. con notable
incidencia en la organización del espacio. al margen de cualquier instancia de
planeamiento urbano y territorial). La situación era. por lanlo. de difícil solu·
ción. en buena pane por falta de voluntad de coordinación o de interés por
una verdadera planificación física. o por ambas cosas. Se dieron, no obstante.
algunos pasos durame el mandato de· Manes. que pretendieron ser un intento
de poner remedio a una situación percibida como netamente insatisfactoria. Pero
finalmente -y a pesar de las esperanzas de renovación que en determinados
ambientes se habían despenado- el imento no llegaría a buen pueno. pues las
dificultades reales para abordar una transformación en profundidad del sistema
eran mucho mayores de lo que. quizá de una dosis no pequeña de ingenuidad
o de desconocimiento. se había pensado desde el Ministerio.

La aponación cuhuralmente más significativa de esa etapa fue sin duda la


creación de un gabinete de estudios dependiente de la Dirección General de
Urbanismo. que pronto adquiriría un notable protagonismo como motor con-
ceptual de la reforma de la legislación urbanística vigente. El gabinete acometió
un plan muy amplio de estudios relativos a la problemática urbanística. que iban
desde los que estaban orientados a un mejor conocimiefllo de la situación hasta
los que abordaban cuestiones metodológicas e instrumentales relacionadas con

Un primer lnlenlO de comprobación de los resultados de la aplicación de la leglslacióo umaniS1K:a


de 1956 a las ciu(l3des espal'tolas lue llevado a COlIJo por Fernando de ler.ln a comienzos de los
a!'los 70 (F. TERÁN. - L.;iI sil uación actual del planeamicnlo urbano y sus amecedemcs-. ro Ciudad y
Territorio. n" Z (1971). pp. 13·26: ID .. -Par.! IaveriflC.lCÍÓ!1 de Ullól hipólesis_, en ibid.. n" 4 (1971).
pp. 23·Z9). Para un análisis de cOIljumo del alcaoce del planeamiemo rola llamada ·cr.! Bidagor".
cfr. ID .. I'faneamicmo utb.mo en /;¡ fsp;Hi;J r:ofllcmpor;ineil. cit. en panicular los C3p)ulos 3 y 4.
Clr. F. TERÁN •• Rellexiones sobre la crisis del plaoeamicmo•• en OudJd y Territorio. n° 3 (1970).
ptl. 11 ·30.

Sólo a comiemos de 105 ai'los 70 se realilaron algunos intentos de hacer converger la planifICa'
c:ióIl física y la planifICación ccooómica. que no llegilrian a lruc:@car por I~ desaparición de esta
úllima.

J" [
el planeamiento. Se trataba de un empeño sin precedentes por su amplitud y
sistemalicidad, que sirvió para preparar un conjunto de trabajos destinados al
111 Plan de Desarrollo, un esbozo de libro Blanco del Urbanismo y el proyecto
de nueva Ley del Suelo, cuyo primer borrador data de 1971. Sin embargo, más
allá del interés particular que pudieran tener los estudios realizados, los frutos
concretos de todo ese esfuerzo fueron muy desiguales. Si bien es cieno que
la colaboración con la Comisana del Plan de Desarrollo contribuyó de manera
importante a que en el 111 Plan los aspectos relativos a la venebración teflitorial
tuvieran un tratamiento más intencionado, no cabe decir lo mismo del proyec-
tado libro Blanco, el cual no lIegana a ver la luz al encontrarse envuelto en
un proceso de reelaboración continua, que impedía que alcanzara un nivel de
definición que sus redactores pudieran considerar satisfactorio: la aportación
más duradera y significativa del gabinete de estudios sería, pues, la reforma de
la Ley del Suelo. aPf'obada en mayo de 1975.

Pero más que la reforma en sí misma - que, como quedó apuntado en


el capítulo anterior, fue objeto de críticas muy numerosas'-, lo que ahora
me interesa destacar para la historia que venimos rastreando es el clima en
que ésta se desarrolló y las ideas de fondo a las que respondra, en lo que
a la actividad de planeamiento se refiere. Como ya ha quedado sei'lalado. a
comienzos de ¡os ai'los 70 llegó a existir una conciencia generalizada, entre
los profesionales dedicados al urbanismo. de la necesidad de flexibilizar el
planeamiento. Frente al modelo cerrado y rígido de los planes al uso se co·
menzó a reclamar un plan más flexible y abierto. capaz de regular una dinámica
urbana compleja y cambiante, de adaptarse a las nuevas necesidades de la
ciudad sin renunciar a la idea de una estructura que introdujera racionalidad
en el gobierno de los procesos en curso. Todo ello. sin embargo. no era fruto
unicamente de la constatación del escaso margen ofrecido por el marco legal
vigente en nuestro país - Ternn, que conocla bien la situación. la ha calificado
de ·frustrante e insatisfactoria_'O _. sino también y sobre todo de la evolución
conceptual de la disciplina urbanística. en particular en el contexto anglosajón.
Las propuestas metodológicas que procedían de ese ámbito. las cuales tenían
como trasfondo los procesos metropolitanos, apostaban por un planeamiento
entendido como proceso. -en el que los programas se van adaptando durante
su ejecución a medida que la información que va llegando lo exige. 11 • Esas
propuestas fueron conocidas y analizadas por quienes practicaban el urbanismo
en nuestro país y constituyeron una referencia, aunque ciertamente vaga e
imprecisa, que alentó entre los profesionales espai'loles la voluntad de aplicar
también aquí esos nuevos instrumentos de planeamiento entre mediados de
los al'los 60 y 70 '1.

la I1I3Y01' parte de esas crfIlcas ~spondian al tlima poIitic:o de bs momemos flO3les del f~
e iban diigidas contra el $islema que hacia posible ~ ley. pues. romo sdIaIara Ribas Pier.l. -es
e-ideme que una ley no puede ser un isloIe demro de la IÓOIC3 del ~to Jurid'co del país.
fld ref\e;o de la estructura socio·~ que pretende otdcfIar. (M. IU BAS PlEAA. ola pr.ktit¡I del
pbneam;enIO....oorvstico y la retieole ley de ~forma de la del SueJo.. ef1 Cerdu n" 18 (1916).
p. 25).
" f. TERÁN. Plancamicnlo urtwJo en /¡¡ EspJI'IJ r:oolCmponJnc3. d!.. p. 51G.

A. F"lUOI, Plannillg fhcory. O~ford 1913. p. 132.


De hc:cho. IanIOel ~o ~alilado p;Jr.l6arcelon3 como los faIIiOOs inlenlOS (k pbnc:amiaJIo
~ Madrid llevados a cabo ef1 esos ..oos llJVimIn un /I13I'tado car.icler mcLrOpOlilano.

] l( [
La nueva legislación urbanística, tanto en lo referente al diagnóstico de la
situación como en la nueva definición del plan urbanístico, intentaría recoger
buena pane de esas ideas sobre la conveniencia de desrigidizar el planeamiento u.
Asf, en la exposición de motivos de la ley, se señalaba como primera causa de
la situación urbanística española ~una insuficiente incidencia de la planificación
económica en la planificación física y una concepción del plan urbanístico
l., ,] como un documento cerrado, estático y acabado, imagen anticipada de
la c(udad en el año horizonte y limitado a los aspectos fisicos del proceso de
urbanización, que ha sido superada ya desde una perspectiva teórica y que se
revela en la práctica como incapaz de dirigir el proceso urbano con la dinámica
que exigen las actuales clrcunslancias ~" , De ahí que, en la misma exposición de
motivos, se presentasen los planes generales ·como planes abienos, sin plazo
de vigencia fijo, evolutivos y no homogéneos, que permitan, de una pane, la
incorporación de imprevistos, la asimilación del margen de imprevisibilidad para
exigencias nuevas o cambiantes, y de otra, la diferenciación de las propuestas
del propio planeamiento con tratamiento diverso para las mismas, en cuanto a
fijeza y concreción, según se programen». Y a renglón seguido se añade: ~Sobre
las distintas clases de suelo definidas por el plan, se plantearán estrategias de
ordenación a largo plazo, amplias estructuras intemporales dadas en esquemas
generales, junto con acciones concretas programadas, insenas en aquellas
directrices, para una reaHzación a corto o medio plazo. Se pretende eliminar
asi determinaciones excesivas, no garantiza bies ni técnica ni económicamente,
y aumentar el grado de definición y de fiabilidad de aquellos elementos neceo
sarios y exigibles para el desarrollo inmediato de la ciudad, Las propuestas de
estructura urbana constituyen asi la trama de referencia física para la realización
temporal del programa de desarrollo-'s,

De modo semejante a como en la Ley del Suelo de 1956, especialmente


a la hora de definir el planeamiento en su dimensión instrumental, con la con·
figuración jerárquica del plan general y los planes parciales, se había dejado
sentir el influjo de la experiencia del plan general de Madrid de 194 6 - y, en
menor medida, la de otros planes contemporáneos- , así también la Ley de
1975 quiso incorporar determinados aspectos desarrollados en uno de los más
innovadores ejercicios de planeamiento urbanístico llevados a cabo en nuestro
país, en medio de dificultades no pequeñas, durante los primeros anos 70: me
refiero al denominado Plan General Metropolitano de Barcelona 'i. Su redacción
entroncaba con el ya citado plan director de 1964·68, por cuanto éste no había

" La ne~ibililaciOO del planeamiento propugnada por la nlle'la k:y lroía, además, olra fuenle en el
pensamienlO de delerminados eC(l(lomislas que eran partklarios de d3f paso a un "urbanismo
concertado", en la linea de la loi d'Orier!lalion Fonciére francesa de 1967. Sorprende, en cambio,
que en la ley no se hiciera ninguna mención al fenómellO mclropolilano, que jugaba un imporlante
~pel en la conlemporánea fown 3Ild COUnlry PlJnning IICI inglesa de 1968,

" Exposición de R1Olivos de la Ley 19/1975. de reforma de la Ley sobre Régimen del Suelo YOrde,
n¡¡c;jón Urbana, en NOfI1I¡J/ivóJ uroanisUca eslal;¡! sobre régimen del suelo. Madrid ' 1996, p, 474.
" lbid., p, 476, En eS le sentido, la distinción entre suelo U<bani¡able programado y llO programado
pretendía COIlVel1 írse en un instrumento paora dar flexibilidad a los planes generales,
.. De ese plan se ha podido afirmar Que _se s;ll.1aba en ¡¡jena concord;¡ntia con muchas de las in·
nov¡¡c;iones que se eslaban cSludiando paralelamente p31'3 introducir ro la nueva ley. {E TERÁN,
Hi$I/XÚ de/urballismo en fspail:J, vol, J. cit,. p. 258). Para una v;¡loración de dicho ¡¡jan. véase el
n" 28 (1997) de la revisla Pape~ dedicado monogr<lncamente al mismo.

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llegado a culminar la pretendida revisión del vigente plan comarcal de 1953_El l'tm G/:nt.:r;,/ AlcllopoM..mo
de &JrceltJru (19761.
proceso de elaboración del Plan General Metropolitano se inició, pues, en 1969
y pienso que. a grandes rasgos, se puede afirmar que tuvo dos fases netamente
diferenciadas: una primera desarrollada hasta la aprobación inicial del plan,
ocurrida en 1974, y una segunda que culminaria en 1976 coo la aprobación
definitiva. Con la intención de caracterizar cada una de esas fases. ha escrito
Ricard Pié que -el proyecto de plan presentado en 1974 fue el fruto de una
larga renexión disciplinar iniciada en 1964, mientras que el proyecto de 1976 fue
el producto de la necesaria articulación política del plan. En el primer proyecto
interesaba la construcción disciplinar de un documento, la elaboración de un
producto capaz de resolver los problemas urbanísticos de aquel momento; en
el segundo, dar respuesta a las fuertes tensiones sociales y políticas que había
desencadenado la exposición del primer proyecto»"_

Dentro de ese primer momento de renexión disciplinar se plantearía el


debate sobre el modelo del plan. Un debate en el que Manuel de Sola-Morales.
entonces uno de los coordinadores del equipo redactor, proponía realizar un plan
de estructura que no entrase a pormenorizar la ordenación, mientras que Joan
Antoni Solans, el otro coordinador. era partidario de que el plan descendiese a
un nivel de detalle mayor para evitar que en el futuro quedase desvirtuado por
el planeamienlo de desarrollo. como habia sucedido con el plan comarcal que
estaban revisando_ La dimisión de Sola-Morales con motivo del decreto de las
ACTUR. en 1970, facilitó que finalmente e[ plan se orientara siguiendo [as tesis
de Solans y. de hecho. ·a partir de aquel momento. [a redacción se convirtió
en e[ proyecto de ordenación extenso e intenso de todo el territorio comarcal.

• R. PIt.•El prqccLe discipWIar: la versió de 1974 del Pb Gmer.lI MeIrOpOlo.a.. en ibtd._ p. 18.

] '" [
en un trabajo de miniaturista, de detalle~'3 : se trataba de un modo de actuar
muy similar al que luego propondría la nueva ley urbanística para el tratamiento
del suelo urbano por parte de los instrumentos de planeamiento general, que
deberían alcanzar un grado de precisión suficiente en la ordenación para pero
mitir la inmediata ejecutividad de sus determinaciones. Simultáneamente, ese
esfuerzo de los redactores del plan barcelonés para concretar la ordenación
fue acompañado de un notable empeño para que la calificación urbanística se
lIevar:a a cabo en términos de proceso, de tal manera que se evitara la excesiva
rigidización que en los planes convencionales producía la preeminencia otorgada
a unas ordenanzas cerradas sobre detenninados objetivos de planeamiento.

Ese nuevo modo de concebir la regulación de los usos del suelo perseguía
también dar flexibilidad al plan, estableciendo unas ·zonas" en las que no se
determinaba de fonna unfvoca el tipo de ordenación de la edificación. Como
afinnaba expresamente el documento de 1974, ~ Ias "zonas" del plan no eran áreas
de igual uso del suelo, sino tramas urbanas con elevada indiferencia en el tipo
de uso dentro de los límites apuntados, Se ha pretendido facili tar la multiplicidad
y la mezcla física que aquellos usos que son mutuamente compatibles-". Nos
encontramos, pues, muy lejos ya de la rígida zonificación funcionalista, Torres
Capell ha subrayado al respecto que -se intentaba concebir el espacio urbano
dinámicamente, pensando más en los procesos de formación urbana que en
las funciones y tipologías de los edificios futuros~~. Por otra parte, también
resultaba novedosa la tipificación normativa de las formas de ordenación urbana
(alineación a vial, edificación aislada, ordenación volumétrica y sistema tridimen-
sional), que constituían una verdadera codificación de los modos de relacionarse
la edificación y el espacio público; er~n, por lanto, independientes hasta cierto
punto de la morfología urbana (centro histórico, ensanche, polígonos, etc.).
Para la construcción de todo ese instrumental, que ha sido señalado a menudo
como una importante aportación de aquel plan, Solans se serviría sobre todo
- además de las building regulalions anglosajonas- del plan general de Florencia
de 1962, que había redactado Edoardo Delli: volvía así a aparecer la influencia
italiana en el urbanismo catalán.

JunIO a las zonas, el plan establecía los "sistemas" como instrumento operativo
correlativo. Zonas y sistemas constituían una de las claves instrumentales del
plan y eran utilizados para distinguir claramente los suelos destinados a usos al
servicio de la colectividad (sistemas) de los destinados a usos privados (zonas),
es decir, se trataba de una división que atendía fundamentalmente a su mayor o
menor interés público. Los sistemas eran los elementos que tenían un carácter
estructurante -confonnaban el esqueleto del plan- y por ello debían ser sacados
de! mercado de suelo desde el primer momento, ya que con ellos no se debía

" Ibid., p. 32.


" Citado por F. TERÁN, PI;mcamkmo urfuno en la Esp;Nla conle"'fX)f"dnc3, Cil., pp. ~58·559. -La
intervellCiOn mas impoft30te del pi¡ln se da precisamente 3 esta escala (es del:.ir, a la escala de la
'l/(Imi urbana, enteodicr.do por '1r3nJa' urbana el conjunto de tejidos identificables a raoir de las
tensiones espec,licas a las que est;!n sometidos), Las inlerveflCiones preconi~Kl3S pi11"3 cada una
de las tramas i~ también los condicionantes derivados de las carocteristiCilS físicas de las
tramas, prev;amen tc analiz1ldas- lA. fERRER AtXA¡)" -El PIa Gt:nt:raI Metrt:lpOlita de Barcelona. la
vefS~ de 1976-, en Papcrs. n° 28 (1997), p. 45).

lO M. TORRES CAPELL, op. di.. p. 29S.

] IUIl [
especular. En la versión de 1974. se distinguían los sistemas locales (repartidos en
el interior de las zonas. definidos mediante estándares normativos. pero sin una
localización precisa) de los sistemas generales (comunicaciones. espacios libres.
equipamientos e infraestructuras) y territoriales; en el documento definitivamente
aprobado de 1976. sin embargo. todo quedaría más matizado: desaparecieron
los sistemas territoriales y perdió radicalidad la neta distinción público/privado
que estaba en el origen de la división en zonas y sistemas. Con todo. esa di·
visión supuso. sin duda. una importante clarificación conceptual. que pasaria a
la Ley del Suelo de 1975. «lo cual se explica - en palabras de Terán- teniendo
en cuenta que tanto Solans (principal responsable técnico del plan) como Roca
Junyent (principal artilice de su normativa juridica) tomaron parte activa en la
primera etapa de la elaboración del proyecto de ley"l' .

Así. el plan barcelonés resultó ser un ejemplo de planeamiento a la vez


posibilista e innovador, capaz de idear soluciones prácticas y concretas para
una compleja realidad urbana y territorial con abundantes déficits de urbaniza·
ción. Si bien su génesis respondía a un momento en el que el planeamieOlo
metropolitano era el paradigma de cualquier intento de planificación seria. sus
modos de hacer adelantaban muchos cambios en la práctica del urbanismo que
se consolidarían en la siguiente generación de planes. Ciertamente. a la vista de
la posterior evolución de nuestra cultura urbanfstica, cabe afirmar con SoIans
que «ha habido un antes y un después del Plan General Metropolitano. Cuántas
palabras del actual argot urbanístico. que son ahora de uso común. no existían
antes del plan. Éste es uno de los indicadores más claros del cambio operado
y de cómo hemos ido conformando paulatinamente el día a dfa. Los técnicos.
los ciudadanos. los políticos. los periodistas utilizan hoy un léxico que se ha
convertido en usual. como si hubiese existido siempre. 1... 1Si el cambio léxico
se ha incorporado a la práctica diaria es claro que los cambios no respondían a
una moda o a expresiones del momento. sino a la necesidad de expresar con·
ceptos nuevos. Los nuevos conceptos y las nuevas técnicas que necesitábamos
para designar los nuevos argumentos para cambiar el urbanismo.!:. Finalmente.
la aprobaciÓfl definitiva del plan barcelooés en el verano de 1976 coincidiria
en el tiempo - con diferencia de pocos meses- con la del texto refundido de
la nueva ley urbanistica2l • la cual supuso la institucionalización de una práctica
administrativa que recogía buena parte de las innovaciones promovidas desde
aquel plan.

No obstante. las transformaciones más relevantes en el panorama urbanístico


español de los años 70 no estarian ligadas tanto a ese cambio legislativo como
a los cambios polfticos. La muerte del general Franco en noviembre de 1975 y
la transición de la dictadura a la democracia. que culminaria con la promulgación
de la Constitución de 1978. significaron el desarrollo de un singular proceso
de construcción de un nuevo marco institucional coo la participaciÓfl de todas
las fuerzas políticas. Ese proceso llevó consigo la apertura de nuevos ámbitos
de libertad y de participación de los ciudadanos en la toma de decisiones a

ro F. TERÁN. ~IO urbano en b fsp;JIIa contcrnpor;ft)a cit.. p. S61.


" J. A SOlANS.•(15 canvis que el Pb Galcr.JI Melt"OpOliU va lnIroduir a la prXIica urbaoistica. LIfl
~ •• al l'3paJ. nO28 119'm. p. 88.
" El 10:10 rt:lulldiOo de la ley fue aprobado mediantc el Rcal Decreto 1346/1976. de 9 de 3b1il.

] '" [
nivel nacional y local, a través de las sucesivas consultas llevadas a cabo me·
diante sufragio universal: el referéndum para la reforma política, las primeras
elecciones generales y las elecciones municipales. De este modo, sin romper
con la legalidad vigente, se fueron introduciendo en nuestro país las prácticas
habituales en las democracias parlamentarias occidentales y se fue consolidando
una profunda transformación administrativa que permitió pasar de un Estado
fuertemente centralizado a un Estado pluricompuesto. en el que las regiones han
ido adquiriendo progresivamente las competencias que el texto constitucional
les reconocía, entre ellas las relativas a la ordenación del territorio, el urbanismo
y la vivienda l ' . Dentro de ese proceso de descentralización administrativa los
cambios afectaron, pues, de manera particular al urbanismo: comenzaron ya en
1977 con la delegación de facultades a las Comisiones Provinciales de Urba·
nismo y la unificación de los ministerios de la Vivienda y Obras Públicas en el
de Obras Públicas y Urbanism02~, y se aceleraron a partir del año siguiente con
la transferencia de competencias a los recién creados "entes preautonómicos",
impulsada por Bernardo Ynzenga desde la Dirección General de Urbanismo.
Tras las elecciones municipales de 1979 se constituyeron los nuevos ayuno
tamientos democráticos, en los que la política urbanística iba a jugar un papel
clave en la definición de los objetivos que habrian de ser abordados por los
equipos de gobierno municipal recién salidos de las urnasl~. Esa circunstancia
no tiene nada de extraño sobre todo si se tiene en cuenta que, a falta de otras
vías de expresión política, en los anos finales de la dictadura los movimientos
vecinales habían servido de cauce para manifestar diversas reivindicaciones en
relación con los numerosos problemas urbanos, acumulados en las ciudades
españolas como consecuencia del de~ordenado crecimiento de la década ante-
rior17• De esos movimientos urbanos procedían la mayor parte de las criticas a
unas actuaciones que en gran medida ignoraban los intereses y necesidades de
la mayoría de los ciudadanos, pero también numerosas propuestas para intentar
paliar los déficits de equipamiento e infraestructuras en las periferías de las
ciudades, algunas de las cuales, en la medida en que consiguieron imponerse
a la administración, constituyeron verdaderos ejemplos de contraplaneamiento o
planeamiento desde abajo. la existencia de un importante número de cuestiones
pendientes en este ámbito y la particular sensibilización de la ciudadanfa ante

,. El proceso de renovación del marco inslil ucional 00 finalilarla hasla 1983. w arldo se acabaron de
aprobar los Es13tutoS de las diferentes Comunidades Autónomas en que habla quedado articuloldo
el Estado espal"lol. de acuerdo con el nuevo modelo de organil3Ci60 adminiS1rali'la propugnado
por nuestra entonces llamanle 'carta magna'.
" La cre3C'ión del nuevo ministerio obedecra a la reeSlrueluración minislerial que siguió a las elee<:iones
generales de junio de 1971.
.. Como escribió Oaml3n Quero, ,los ayuntamientos que se consliluyeron en 1979 con las primel'3s
elecciones locales democr.llicas, emprendieron genel'3lmente la redacción de nuevos planes urbaní~·
ticos de escala y ámbito mvnicipal, revisando en prolundidarj el planeamief1to anterior, entendiendo
su misión en ese momento como de una nueva 'conslitución' urbanística de los municipios. POf
ello, los nuevos planes genel'3les se entendieron al prineipio por los responsables institucionales
como slmbolos poI ltkos, a los que aderNS se confiaban las funeiones de expresión simbólica
e In$ll\Jmen!al de la nueva poI l!ica municipal, en el clima de f>JeMe impregnación urbanislica de
la poh)1ca local espal'lola de esos momentos constituyentes. (D. QUE RO, -Un proyc<:to poIitico
Ilustrado: el papel de los ayuotamicmos •• en AA. VV., Diez JI!os de pI.meamicnlO urlJiJnislk:o en
Espaill. 1979·1989, Madrid ' 1990, p. 147).
" Par.! una visión de conjunl0 del lcnómcno, cfr. J. BORJA, MovimicfllOS soei:J1es urbanos, Buenos
Aires 1975.

] 110 [
este tipo de problemas hicieron que el urbanismo se conviniera en un tema
"estrella" de los programas electorales de los panidos políticos, particularmente
los de izquierdas. Sin embargo, con la normalización de la vida democrática y el
establecimiento de cauces institucionalizados para facilitar la panicipación pública,
se irla perdiendo progresivamente el protagonismo de aquellos movimientos
sociales (asociaciOfles de vetinos. colectivOs de profesionales, etc.) que. en la
primera mitad de la década de los 70, se habían distinguido por su rechazo de
las consecuencias de los modos de desarrollo urbano dominantes y por sus
reivindicaciones en relación con la mejora de la calidad de vida urbana.

En este contexto de cambios generalizados. detenernos en la experiencia


madrileña puede servir para poner de relieve otros aspectos de la búsqueda de
caminos alternativos para el planeamiento en aquellos años críticos, por cuanto
éstos discurrieron por derroteros conceptualmente diversos de los ya referi-
dos del caso barcelonés. En Madrid se había aprobado en 1964 un plan general
para el área metropolitana y. simultáneamente. el órgano administrativo encar-
gado de gestionarlo, la denominada Comisión de Planeamiento y Coordinación
(COPLACO). No tardaría, sin embargo, en ponerse de manifiesto la incapaci-
dad de dicho plan para controlar y racionalizar el crecimiento de la capital de
España, toda vez que no lue acompañado de una verdadera política de orde-
nación territorial que permitiera hacerlo viable. A comienzos de los años 70,
la divergencia entre las previsiOflcs del plan y la realidad era completa. lo que
conduciria a que se planteara la necesidad imperiosa de su revisión>, a que se
encargara formalmente en 1971 a la COPLACO la redacción de un esquema
director que permitiera a Madrid contar con -un planeamiento integrado regio-
nal-. Pocos meses más tarde se encontraba ya preparado un avance de ese
esquema director. el cual -enseguida suscitó el rechazo de la mayor parte de los
OI"g3nismos sectoriales representados en COPLACO -sobre todo del Ministerio
de Obras Públicas- que no habían sido consultados en su elaboración y que
lo tacharon de utópico y de excesivamente ambicioso, COfl la gravedad de que
dichos organismos eran los que tenían la capacidad inversora para la realización
de las previsiones del planea miento. Esta primera y clara demostración de las
dificultades de acción con que tropezaba COPLACO, en su capacidad inversora
y sus escasas posibilidades coordinadoras reales. ante reacciones provocadas en
gran medida por simples celos de competencias entre los órganos de la adminis-
tración, provocó una paralización de los trabajos del esquema director, del que
ya nunca habrian de sali..,.1I. El fracaso anticipado de ese deseado planeamiento
comprensivo llevarla a que unos anos después, en 1974. se intentaran retomar
los estudios desde una perspectiva distinta: la de la elaboración de una serie
de planes sectoriales, que COPLACO habría de coordinar; pero todos aquellos
trabajos no pasaron de constituir un rico arsenal de documentos analfticos
dentro de la mejor tradición de la planificación tecnocrática. que por entonces
comenzaba a entrar en crisis.

la falta de voluntad política y de apoyo institucional acabaron imposibilitando


que fructificaran los esfuerzo s técnicos para definir un plan metropolitano para
Madrid. Para entonces - estamos ya en 1977- tanto la situación general del país
como la de la disciplina urbanística habían cambiado y pareda claro que, si se

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"'"mee de- Es,<ucln3 Direc· deseaba avanzar en la revisión del obsoleto planeamiento madrileño, resultaba
tor dd ~a MNropolrlana
rk Madrid (/912): etICIJiKIre
imprescindible trabajar en otra dirección, sobre todo teniendo en cuenta que lo
regional. que la nueva situación demandaba para el planeamiento era fundamentalmente
un respaldo social del que durame el franquismo habia carecido. ~ la renexión
que en aquellos momentos podia hacerse sobre la reconducción del proceso
hacia unos cauces de mayor credibilidad y validez - comentaria Femando de
Terán, uno de los protagonistas del momento- arrancaba de la propia experiencia
histórica vivida acerca de la inviabilidad de aquel planeamiemo de fuerte base
tecnológica que se habfa pretendido realizar hasta entonces bajo el señuelo
de la objetividad y el rigor ciemffico. Pero se insertaba, al mismo tiempo, en
el proceso general de conversión de la problemática urbana en tema polftlco
de primera magnitud que en este país se había producido en gran medida por
la acción del vigoroso movimiento ciudadano, cuya actuación se remontaba a
varios años antes»l9. Tras las primeras elecciones generales se produjo la re·
novación del órgano director de la COPLACO y se planteó un nuevo programa
de actuación que pretendía poner el énfasis en la participación pública. Ese
nuevo planteamiento obtuvo el apoyo de las fuerzas políticas con representa-
ción parlamentaria y significó un intento relevante de -pasar del planeamiento
como predicción científica y profecía técnica al planeamiento como negociación
política y como pacto social.)O.

,. F. TERÁN , · P\;!neamicnlo en la lransición., en CiudiNJ y fem'rorio, nO4 (1981), p. 7.


.. F. TERAN. Plimeamicn10 Ufbano en la EspiJ/la conll-mptJf<iflea. cil., p. 595.

] ,1: [
Aun sin renuociar todavía a una visión de conjunto del área metropolitana, la
pieza fundamental del nuevo programa de planeamiento de la COPLACO fueron
los denominados Programas de Actuación Inmediata (PAI), que partían de una
estrategia diferente: dividir el territorio del área metropolitana en 17 zonas de
estudio relativamente homogéneas y establecer para cada una de ellas una serie
de propuestas que permitieran abordar y resolver a corto plazo los problemas
mas inmediatos de cada parte de la ciudad. En un amplio comentario sobre
aquellos PAJ, ha dejado escrito Bernardo Ynzenga que las ideas básicas de las que
partían emn ~un urbanismo panicipado, un planea miento de abajo a arriba, de las
partes al todo, donde la solución de los problemas de conjunto y la ordenación
de futuro diese claro protagonismo a la solución de los problemas y reivindi' '18- 46
caciones pendientes y presentes, A esas ideas se le suma otra, instrumental:
superar el aislamiento entre planificación y realidad. evitando el largo intervalo rr" -(10l pub/KJIJfI _ tk /o
que transcurre entre el estudio y propuesta de soluciones y su ejecución. La PA¡ <k Madrid 1'97SI
etiqueta de 'acción inmediata' constituye un fuerte eslogan a la impaciencia de
problemas nunca resueltos-", La operación era extremadamente ambiciosa y
no estuvo exenta de contradicciones y problemas en su planteamiento y en su
desarrollo, entre los cuales cabe citar la dificultad para armonizar en un mismo
instrumento de planeamiento el enfoque de arriba a abajo. en el que la visión
global dicta las soluciones para las partes, con el enfoque de abajo a arriba. en
el que las partes señalan los problemas más acucian tes del todo; la indefinición
sobre el modo de articular las acciones de cada PAI en un plan de conjunto; las
numerosas complicaciones de un proceso novedoso que condujeron a posponer
más allá de lo razonable los resultados esperados por el movimiento asociativo
ciudadano; las resistencias de determinados sectores de las fuerzas poUticas
en liza, en particular de la UCD, que veran con preocupación y desconfianza el
desarrollo de aquel programan,

NO obstante, entre 1978 Y 1980. con la ilusionada colaboración de diver,


sos equipos de profesionales contratados al efecto. se consiguió tener acaba·
dos los trabajos correspondientes a las 17 áreas en que se había dividido el
territorio metropolitano, con sus respectivas propuestas de intervenciÓnu. Pero
cuando se estaba procediendo a intentar ensamblarlas en un documento de
síntesis que permitiera un debate sobre estrategias alternativas. en el contexto
del proceso de elaboración de una propuesta global construida desde arriba,
la operación quedó truncada por razones politicas. Los partidos de izquierdas,
que tras las elecciones municipales de 1979 habían pasado a controlar la
mayor parte de los ayuntamientos del área metropolitana. decidieron cambiar
de estrategia y comenzaron a reclamar sus competencias para proceder a
la redacción de los respectivos planes municipales. sin necesidad de expe·
rimentar la tutela de un organismo como la COPLACO que dependía de la
administración central y que se convirtió a partir de entooces en el enemigo

" S. YNZENGA . Comemario sobre los PAI •. en CiudJdy Tcrrilorio. n" 4 (1981). pp, 11-1 2.
.. OeterrnirQdos set10re5 del par1ldo del gobierno pmsabao que los 1I"3ba;o5 de eIabor.lción de
los PAl podían ser un InSll\.llTlef110 eflCal de los par1ldos de la oposición en la C4~ par.! las
elecciones municipales; de 1919: de ahr que se resislK:l"iln a su deS3fl'OlIo.
.. En el n" 4 (1981 ) de la revista C/ud.Jd y rnriforio. dcdtcado l11OIlOgI'tfica-nente ¡,I planeamiento
lTI3driIefIo de los ao'Io5 10. pueden verse los articuIos de pst Maf1WIel Sar1Jndeses. pst Ituil de
EIvn YllIS Moya . sobre los PAI del Ensanche. Honalc13 Yla ZORa ntlf1e de M<JdOO tAIcobeOOas.
C~mc:fliIr Viejo y San Scl!as!ijn de 105 Reyesl. rcspeclivamenle.

] '" [
a batir. Asf pues. al desaparecer el anterior clima de consenso político que
había permitido aprobar y poner en marcha tos PAt. a nadie le interesaba ya
continuar con el desarrollo de todo aquel proceso. Se interrumpia de este
modo una novedosa y fértil experiencia que anticipaba algunos aspectos que
iban a caracterizar la cultura urbanfstica española en la década siguiente y que
indudablemente supuso ' un gran salto adelante. cualitativo- en el modo de
entender y practicar el planeamiento urbano en nuestro paisJ.O _ la ruptura de
la linea de colaboración entre las fueaas políticas para proceder a la revisión
del planeamiento madrileño vino a significar que -la época del planeamiento
metropolitano - un plan para toda el área metropo!itana- habra terminado. Los
ayuntamientos tenían ahora la palabra,.l5.

o los planes generales de la década de los 80


-Las nuevas condiciones que el cambio político ha introducido en España
se traducen también en una nueva etapa de la actividad urbanística .." . Con
estas palabras comenzaban Sol.!.l-Morales y Parcerisa su célebre estudio sobre
la nueva generación de planes generales municipales. Pero junto a ese cambio
polllico - y a los cambios conceptuales y legislativos ya referidos- se produjo
también en esos años un importante cambio de tendencia en el crecimiento de
!as ciudades españolas más industrializadas; un cambio de tendencia que. por
lo demás. fue común al resto de las grandes ciudades del occidente europeo y
que debe ser puesto en relación con la crisis económica cuyo punto de arran·
que ha sido situado en la crisis energética de 197337• Sólo teniendo en cuenta
este fenómeno se puede interpretar adecuadamente el hecho de que, desde
mediados de los años 70. la población de las ciudades españolas más dinámicas
invirtiera su tendencia de crecimiento y comenzaran a generalizarse los procesos
de desconcentraciÓfl urbana que han llevado a un progresivo aumento de las
periferias suburbanas y al desarrollo de aquellas ciudades medias vinculadas a
la terciarización de la economía. Aunque no sea éste el lugar para analizar todo
ese procesol l • conviene tenerlo presente a la hora de aproximarse al tratamiento
dado por el planeamiento a nuestras ciudades en la década de los 80, unos años
en los que. como veremos. la atención de los urbanistas se centrará más en la

.. B. YNZENGA. op. dt.. p_ 11_


.. F. TERÁN.• P\aoeamicrllO en La lflMUidóf¡ •. cit. p. 10. Los 3)Ultlfl»enIOS m<Jdmeflos ftCobr.JrofI
sus competencias de pLaneamienlO mcdianle un Decreto-Ley de sepllembre de 1980. con 10 que
el pla~miento metropolitano se convirtió en la suma de los pIllocs municipales. coordlflada poi'
unas 'dlrccuices metropOlft3fl3S'; sobfe el particular. dr. E. LEtRA.•MiKIrid, gtncsls de un plan
ntJe\'O'. en CiudJd y krriIorio, n" 4 (1981). pp. 71-75_

M M. SQt).·MORAl.ES'\ J. PARCERISA. op. dt~ p_ 36_

" En~. La crisis desencadenada a rWd ifIICffi3donaI poi' el embargo dec:Lar.Jdo por 10$ paises
procllc1ores de petróleo. I'!$lab.l Latente y Cfll CSlrudurol la reestn.M:l..nción eQ)O()mIc:¡¡ que a
parlir de enlonc:es se ha prodI.Icido. lTIafta e11oido UI'l3 llUev.J etapa en el proceso de Ufhaniladón.
coincidiendo ton la aparición de la denominada sociedad posúndustrial. Para un 3fláIisis de esos
cambios económkXIs en el ~ontexto más amplio de los cambios cull llnl1cs OOl11empor.lncos. cfr.
O_H"RVEY. U coodición de la prumodemkJJd. Irrvesligad6fl sobre /0$ oriSCOO$ del cambio cu//1nI
(19?01. Buenos Aires 1998.
• lN Mléla VISión dd mismo. COI! panlcuiar atención al ~ CSfMI'lOI. puede ~ en A. PRECEOO
lEOO. Ciudad y desamJIIo url»no. Madrid 1?96.

] '1' [
transformación de lo eKistente que en los nuevos crecimientos. desplazandose
su interés -de la aritmética a la geometria-, con la intención de que la forma
urbana no quedara diluida en los aspectos cuantitativos del planeamiento.

Al ir desapareciendo la fuerte presión demográfica que las grandes ciuda-


des españolas habían experimentado en las décadas anteriores y aumentar, en
cambio. la presión social que demandaba la resolución inmediata de numerosas
carencias de la ciudad eKistente, la política de los ayuntamientos democráticos
se centrarla en un primer momento en el impulso de un conjunto de acciones
remedia les que permitieran una pronta visualización de las consecuencias del
cambio político". Pero no tardarían esos mismos ayuntamientos. dentro del
clima de eKahación municipalista propio de la época. en acometer la revisión
del planeamiento urbanrstico vigente, como manifestación de su voluntad de
plantear un modo nuevo de intervenir en la ciudad. De ahf que se produjera
una auténtica oleada de planes generales en todo el tenitorio nacional. unos
planes a los que. por otra parte. se les asignó un papel del todo singular: ser la
eKpresión de un proyecto polltico municipal. algo así como una "constitución"
urbanfstica de los ayuntamientos· o. Justamente en este sentido pudo afirmar
Eduardo Leira que eran -o. cuando menos. pretendían ser- Kmas que planes~".
Como exponente de esa actitud puede servir el siguiente texto. tomado de un
documento preparatorio para la redacción del nuevo plan general de Madrid:
-Que la revisión del plan general era necesaria y urgente fue una conclusión
que apareció con nitidez tras los primeros meses de gestión municipal. El pla·
neamiento vigente se ha mostrado como una barrera infranqueable para abordar
una nueva política urbanística, un soporte inadecuado y estrecho para permitir
plasmar nuestra voluntad política de resolver los problemas. ConMbamos en la
capacidad de una gestión nueva, de una gestión distinta. Esta se esta haciendo
y ha dado ya sus frutos; no obstante, encuentra en demasiadas ocasiones ese
'techo' del planeamiento vigente. concebido con otros criterios y que favorece
intereses distintos de los que pretendemos defender: los intereses de la mayoría
de los ciudadanos·-:.

Ahora bien. con ese entendimiento de los planes vigentes como barrera
técnica y juridica que impedfa plantear de un modo distinto las cuestiones
urbanas no se estaban cuestionando únicamente unos objetivos políticos; se
perseguía también una renovación conceptual del planeamiento y. en conse·
cuencia. otro modo de afrontar la intervención en la ciudad. El punto de partida

lO En eros momentos -la percepción dominante de la eiudad real ef3 la de su falta de Cillidad. de su
execro de densidad ~ escascl de espado$ libres ~ equipamiento. de su desartlculadón espacial. de
su frecuente delcriofo. incloro en fr.Jgrnemos de CSCOIsa antigüedOO. La atención se Ufltr.l. por cllo.
en los problemas internos de la ciudad exislcntc. tal como venia siendo retlamado desde las muy
attiY3s asotiaciones vednaIe$. (E TERÁN. -EvoIutiOn del ~IO l.Ibanf5tico (1846· 1996)-.
en Ciudad y Terriforio. rr" 107·108 (1996), p. 179).
.. Cfr. flOta 26 de esle nismo c:apíluIo.
" E. tEIRA. -Más que planes. Antecedentes y papel de los planes munidpales en E$pa/la en los pri'
meros anos ochenta-oen M . W.. {);ez años de pli1fIC<JfTlÍCtJIO utbJn¡'slico en Espma. 1979·1989,
c~ .. pp. 153·162.
" AYUNTAMIENTO DE MA()RtD, Criterios y */ivos
para revisar el PIJn GcnenII en el municipio
de M;xJrid, Madrid 1980: diado por E TERÁN. ~o ~ en 13 fspóll'ú ronl~.
di .. p. S98.

] lb [
para esa concepción alternativa del plan se cifraba básicamente en -la puesta en
cuestión, tanto conceptual como metodológica. del planeamiento jerarquizado
en decisiones secuenciales y concatenadas de forma determinista a distintos
niveles -correspondientes a distintos ~mbitos tenitoriales-, que tiene su corolario
legal en las distintas figuras de planeamiento, también jerarquizadas. La quiebra
de este principio [... ] resulta de la verificación de la interdependencia dialéctica
entre decisiones estructuroles y de ordenación. entre calificación del suelo y
edificación de piezas. entre plan y proyecto, entre reserva y progroma, entre
viario y tipologras y tantas otras 'parejas' de decisiones asignadas burocf~tica·
mente al confiar su tratamiento a distintas figuras de planeamiento.·'. Y ello era
consetuencia de la crisis de la imagen metropolitana -o del modelo tenitorial,
si se prefiere- como base del planeamiento urbano, que a su vez era reflejo
de la quiebra de las visiones holísticas propias de aquel urbanismo sistémico.
pretendidamente científico, cuyas bases epistemológicas habían comenzado a
perder vigencia en los años 70. Ahora ya no parecía posible ni razonable ir del
todo a las partes; por el contrario, en aquellos años el protagonismo lo iba a
asumir el fragmento: en un primer momento. en el que la aproximación a la
ciudad como hecho social fue la perspectiva dominante. el fragmento consti·
tuir~ el ~mbito de la lucha polftica y de la reivindicación ciudadana. pero poco
después. cuando la ciudad como realidad fisica se convirtiera en el centro del
interés de los urbanistas, habria llegado el momento a la concepción rossiana
-y quaroniana- de la ·ciudad por partes·...

y es que en los planes de la generación anterior a la que ahora estamos


considerando, dentro de ese contexto en el que el planeamiento metropolitano
aparecra como el paradigma emergente, había sido una metodologia habitual la de
buscar en el modelo regional un fundamento para el planeamiento urbano. Asf,
por ejemplo, en el caso de Sevilla, poco tiempo después de aprobarse el plan
general de 1963, cuyos redactores ya se mostraban partidarios de contemplar
el crecimiento urbano en un contexto territorial más amplio que el del término
municipal'5, el ayuntamiento hispalense decidiria poner en marcha los trabajos
necesarios para afrontar la ordenación urbano· territorial de la comarca, apoy~n·
dose para ello en un informe que refleja bien los conceptos de la época. En
ese documento se puede leer, entre otras cosas, que -la planificación tenitorial
de nuestro término [municipal] no podía concebirse ni ejecutarse aisladamente:
en definitiva. se llegó a la conclusión l. .. ] de que si la comarca sevillana se
componía de muchas panes, puede y debe, no obstante, considerarse como
un todo indiviso donde no caben fragmentaciones localistas ni an~lisis diferen·
ciados de problemas y soluciones. Hemos de llegar a un plan total o maestro,
columna vertebral de la comarca, sobre cuya base se puedan y deban desarrollar

., E. LEIRA. _Madrid: génesis de un plan J1OeYOo, cit., p. 79. Como ha quedado expucSIO, en cierU
medida e$3 rfgkb ja;lfquia de pboes 'P habóa quedado alterada por la l ey de 1975. que obligaba
a los planes gella3les a dar la ordenación pon!lenOri.!¡OO del suelo ...nano.
P;n lJIla visión sinltlie3 de ese proceso de redefondOn~. cfr. f. TERÁN •• leona e inler·
l'tflCi6n en la citJ(bd. babocc de I.ll pefiDdo. blado de la cuestión. PetspeclWasa, en CivdMi y
kIríIoriD, rf' 59·60 (198~). pp. 61-67.

.. Entre los objetivos fundamentales del plan $e sit(¡a en primer lugar el de -orientar el crecimiento de
SevIlla hacia llf1 nlicleo no wpefior al millón de habitantes. locafuanOO la pobIaclóIl extedcf1te en
orgMIilacioncs ilUt6nomas e~eriorts. (AYUNT.... MtENTO DE SEVILLA, fJtJn GencnJI tJe Ordcnxidn
UrlwIi1 t.Ic /963. vol. 4: MemoriJ de Ofdcrución. Sevill~ 1964, p. 16).

] " [
P/~n Oenuill de Orde
fl1CK}f/UriDtu de SiJI.Jt1unca
,,,......, (198J/,

-=-
-

también, y posteriormente. las innegables peculiaridades que diferencian a cada


municipio integrado~·'. No tiene, pues. nada de extraño que los primeros planes
generales de la nueva generación nacieran todavia inmersos dentro de un pro-
ceso de planea miento pseudometropolitano, que era en realidad un intento de
encajar el modelo urbano en un encuadre comarcal; es el caso de los planes de
Salamanca. Valladolid o Tarragona. Sin embargo y coherentemente con el clima
que se generalizana tras las elecciones locales de 1979. en esas tres ciudades
el protagonismo correspondena finalmente al plan municipal<1.

Como ya ha sido puesto de relieve en diferentes ocasiones, los planes de


Salamanca y Valladolid señalan de algún modo el comienzo de la llamada gene·
ración de los 80, por cuanto en ambos es manifiesta la intención de cemrarse
prioritariameme en la ordenación de la ciudad existente con el fin de "terminana".
El plan general de Salamanca de 1984, dirigido por Canos Ferrán .• quiza sea -en
palabras de Sola·Morales y Parcerisa- el primero que empezó a cuestionar, en
sus ¡menciones profundas, la tradicional visión burocrática sobre la capacidad
normativa de un plan y sus relaciones con el mercado inmobiliario""; se trata,

tudo por A. GONZÁlEZ DORADO. Seví/b: cmll71lid.Jd regKXIJI Y crg;JIIIlxrdn lIIlaTU de su


~ Ufb.n) (1915). Se>tIa ' 2001. p. 312-

Aunque en el caso SaIamanea el proceso de redacción se había rici3do en 1976. el COITMe!lZO de


Ll reda!;ción del plan municipal propiamef11e di!::ho lic:1'\C lugar en 1980. al Igual que en V3IIadoIid,
el encargo del de T3ITilgona dala de 1981. I'¡Jra 105 lres planes la 3pI'"OOOc1ón imelal vcooria en
1982 ~ la definiliva en 1984 .
.. M. SOLA·MORALES & J. PARCER1SA, op. r;iI•• p. 39. EJ. pues. un pI3n "3 caballo enlre los vie;os
pLlnes de la l ey IdeI SueIoI, ~ los que da el rewIcón. Ylos Iuc...-os. más letOO1icos y 1e00encl0s0s.
a los que la 'transicIOn' I.WbanisIJeil dar.! kJg3r- (ibId. p. 40)

) 11 [
no obstante, de un plan cauto, que parte de la aceptación de lo existente,
concebido .bajo el rigor de la moderación-·' . En la Ifnea de lo planteado por la
reforma legislativa, Ferrán pretendía construir un instrumento flexible y que en
alguna medida permitiera un proceso de revisión continua, caracterizado por una
cierta provisionalidad 50 ; pero no por ello renunciaba a profundizar en cuestiones
de método que anuncian ya lo que inmediatamente se convertira en un lugar
común ele los planes de los 80, la reflexión sobre la diversidad de escalas y el
nivel de las determinaciones adecuado para cada una de ellas, la búsqueda del
control de la imagen final de la ciudad o la importancia otorgada al viario como
medio para recuperar la urbanidad que en las propuestas infraestructura les de
los planes de los 60 y los 70 se habfa perdido. En este contexto, el plan de
Salamanca proponía volver a emplear el plano de alineaciones como instrumento
apto para la reconfiguración de la "forma" urbana, capaz de asegurar la continui-
dad de las tramas mediante la colmatación de los numerosos vacíos existentes
en el interior de la ciudad consolidada, he aquí tal vez el mejor exponente del
entendimiento morfológico de los tejidos urbanos que guiaba el plan de ferran
para la ciudad del Tormes. Pero no se debe por ello olvidar su atención a la
instrumentación normativa, al amplio conjunto de fórmulas legales empleado al
servicio de una estrategia de mejora de la ciudad existente, porque para este
plan .planificar no es replantearse la ciudad. ni mucho menos inventarla. sino
ayudar al buen mantenimiento, a corregir defectos y a facilitar una administra-
ción eficaz y justa_sI .

Por su pane. el plan general de Valladolid de 1984 estaba pensado, según


su autor, .para una situación muy <wanzada de renovación abusiva del parque
arquitectónico con sustanciales pérdidas de identidad urbana ~sl. La ciudad del
Pisuerga habia experimentado en los años del desarrollismo un violento proceso
de transformación y densiflcación de su casco histórico. potenciado por la
elevada edincabilidad que, de manera indiferenciada. el plan comarcal de 1969
le asignara. A ese proceso pretendia poner fin el plan de Ynzenga, entre cuyos
objetivos se encontraba "proteger. completar, ordenar, integra,... la ciudad, «Late
[en el plan] - manifestaba su autor- una aspiración a 'terminar' Valladolid, supe·
rando la imagen de 'retazos' que pesaba sobre una ciudad ya grande, asentada
en uno de los enclaves más importantes para las comunicaciones de la meseta
castellana-U. Con objeto, pues, de disciplinar un mercado inmobiliario carente
de trabas para cualquier operación que se presentara como económicamente
rentable, el plan procede a inventariar lo existente. Desde este punto de vista,
cabe afirmar que «su método se basa en el análisis detallado de la geografia
urbana, de cada fragmento parcelario, en la observación de sus deficiencias y en

.. Clr. M. SOLA·MORALES. • 5.lIarn3r\ea bajo el rigor de la moderación,. en URo nO 1 (1985).


pp. 22·31 .
.. tna proWsiooaIidad cpe. 5e¡Un los redactores del plan. -no se totISidcta reNda C01'l la tnnea
de bis de1emWlaciones. sobre lOdo en bis dirigidas a frenar procesos ~ (e. FERRÁN
& F. NAVAZO. ·la cO.Jdad Y el l'lUCVO plan: ~', en AA W " DieI.Jr1os de p/8fIe3fflienlo
Ufban/SIICO en EspiJIlJ. 1979· 1989. cit. p. 55).

" M. SOLA·MORALES & J. PARCERISA. op. dI.. p. 40.


.. 6. 't'NZENGA. -la ciudad Y el nuevo plan: Valladolid-. en AA vv" Oiel mos de ~IO
lJfb;JnIstieQ en Espat'U. 1979· 1989. el .. p. 81.

.. lbid.,p.81 .

] '" [

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la propuesta correctora de las mismas. Zona por zona, manzana por manzana. el PfJn Gcnt:r.JI rk Otrkmcron
/JItJJn3 de ~:;HiKk>IId II'1S./I,
plan va barriendo normativa mente excesos de edificabilidad. déficits de equipa-
miento. conflictos de usos, indecisiones de trazado y. a través de una exhaustiva
acumulación de estos análisis. forma el mosaico conjunto que se llama plan ~&oo .
Sin embargo. más allá de su encomiable planteamienlo de una gran estrategia de

lO M, SO LA· MORAL ES & J. PARCERISA. op. d I.. p. 41.

] '" [
política del suelo, el plan general de Valladolid no lIegalia a alcanzar una propuesta
suficientemente articulada para la estructura urbana de una ciudad sometida a
numerosas contradicciones -entre las cuales cabe destacar la representada por
el modelo radioconcéntrico de la ciudad frente a la traza longitudinal del lio y
el felTocarril- que más bien parecen reforzadas por la distribución espacial de
los equipamientos genéricamente previstos por el plan5\ .

Pero si en los planes de Salamanca y Valladolid se comenzaban a entrever


posibles modos de articular en la práctica un tipo alternativo de planeamiento,
serían los planes de Málaga y Tarragona los que de una manera neta y clara
asumieran el reto de sacar a la luz las virtualidades contenidas en los enfoques
monologistas teorizados en Cataluña en la década anterior y en cierta medida
ya ensayados en algunos de los planes generales de ciudades catalanas de
menor tamaño, dentro de la oleada de planes municipales -casi dos centenares
entre 1979 y 1981 - impulsada desde la Generalitat. Tanto en Málaga como en
Tarragona el plan incidiría en la definición de la estructura urbana en términos
de "forma ", lo que constituirá uno de los rasgos determinantes del "urbanismo
urbano" desarrollado en los años 80. Como escribiera Sola-Morales, -la forma
urbana, en sus variantes y alternativas, en sus partes y detalles, en su concepción
general y en su construcción fraccionada, en su diseño y en su gestión, se pone
a la vez como objeto y método de este urbanismo»f>6. Ahora bien, esa atención a
la forma de la ciudad no significó que se dejaran de atender las necesidades de
sus habitantes, a menudo concretadas en la descongestión de los barrios o en
la consecución de suelo para resolver el déficit de equipamientos; al contrario,
el esfuerzo realizado para formalizar el proyecto de ciudad propuesto por el
plan iba encaminado a hacer comp(ensible a todos los ciudadanos algo que
hasta entonces habia resultado extraordinariamente abstracto para la mayoría:
las decisiones urbanisticas. Se trataba, pues. de extraer todas las consecuen-
cias de lo que el paso de un urbanismo tecnocrático a otro democrático debía
llevar consigo.

Esa preocupación por afrontar por medio de la ordenación los problemas


urbanos de la ciudad es particularmente clara en el plan general de Málaga de
198351. Al redactarlo, sus autores tuvieron desde el principio la clara intención
de terciar en el debate teórico sobre la renovación del planeamiento, que en
esos años era particularmente vivo$l, y lo hicieron desde planteamientos muy
próximos a los puestos en circulación por el LUB en la década anterior. Así,

.. De ah! la cnlica a este plan que en su momento planteO SoIa·Morales al afirmar que ·encerrar
un plan en la lucha COn1fa la renta es despreciar la verdadera fl.lef"l3 del mismo. confundienOO el
escenario con el argumento_ (/bid., p. 42).
.. lbid.. p. 42.
v El plan iniciO su andadura en 1980 y fue aprobado en 1983; su redacciOo corrió a C<lrgo de un
equipo dirigido por tres arquitectos locales, Damián Quero, Salvador Moreno y José Segul.
.. Esos lieb:lles se prok)ogari¡Jn a lo largo de toda la liecadJ. Para una aproximaciOrl a las diversas
posiciones sostenid;Js en esos allos y a los problemas deootidos. se puede consultar el resumen
de las intervenciones habidas en el seminario organl~ado Cfl septiembre de 1983 por el lEAL (-Se·
minario sobre illOOVaciones culturales y metodológicas en el planeamiento umanistic(l., en ciutbd
y Tcrri/orio, nO59·60 (1984). pp. 79·214) o las op; niones venidas en la mesa redonOJ org¡.nizadil
por la redacciOO de la revisla de urbanismo del CoI!:gio de ArquileclOS de Madrid. en febrero de
1987 (.fl uro3(lismo español en la últ ima décad;¡o. en Urbanismo. n" 1 (1987). pp. 8·24).

1I [
!'Un GcntnI de: Drfkmcion
~ de: h1JJJp (1983)

para el entendimiento de Málaga como hecho urbano partían del análisis morfo-
tipológico. el cual desde el estudio de las relaciones estructurales entre tejido
edificado y espacio público, permitia obtener los paramelros de composiciÓfl
interna de cada pieza urbana y pronunciarse sobre su vigencia u obsolescencia
con vistas a su posterior tratamiento en el plan. Entre las opciones tomadas
por el plan en esta labor de reconducción tipológica se citan .Ia consolidación
definitiva {de los tejidos urbanos} con determinadas tipologfas. la reconver-
sión de procesos erróneos de renovación urbana hacia situaciones primige-
nias o su encauzamiento por derroteros que atemperen los actuales excesos
volumétricos; todo ello en una visión integral y 'arquitectónica' de la ciudad"'!'.
Como consecuencia de ese análisis se obtenía una visión de Málaga como ciu-
dad fragmentada y deficitaria, con una periferia construida a través de paque-
tes aislados de edificación abierta que ignoraban el contexto en el que se en-
contraban insertados; y frente a esa realidad. el plan se proponla ~recomponer'
la ciudad existente, dotándola de una estructura urbana cuya lógica era nece-
sario rastrear y descubrir bajo la aparente desarticulación de unas piezas in-
conexas.

En este sentido. la novedad más importante del plan redactado por Quero.
Moreno y Seguí. en relación a la práctica anterior del planeamiento, se encuentra
en esa voluntad de reconstruir la estructura urbana basándola en una idea de
ciudad apoyada en sus pautas de configuración histórica. Para ello, el plan se
centraba en el replanteamiento del viario intermedio como instrumento para
mejorar la conectividad general de la ciudad. en el diseño de las piezas inters-
ticiales de suelo vacante como inductoras de transformaciones con carácter
estratégico para la ciudad y en las decisiones sobre la localización de las dota-
ciones de carácter colectivo como elementos estructurantes de la trama urbana.
A la vez se intentaba que todas esas acciones no estuvieran sólo pensadas en

.. s. MOI/ENO & J. SEGui. -Málaga: d pbn rrcnlc: a los problemas urbanos dr: la ciud3O-, en Gro·
fOCInJ. n" 1 (\986). p. 28.
relación con la ordenación, sino que también estuvieran acordadas desde el
punto de vista de la gestión, de tal modo que el plan se pudiese convertir en
un instrumento eficaz, capaz de permitir la resolución de aquellos problemas
urbanos que se había planteado. Ordenación y gestión aparecían, pues, en
el plan de Málaga como dos aspectos inseparables, -precisamente porque la
discusión ejecutiva y el convenio con la promoción -la factibilidad realista, en
definitiva- eran los que reclamaban la precisión formal como garantra impres-
cindible. No era el descuido de la gestión, sino todo 10 contrario, lo que exigía
más y mejor diseño*w.

Por lo que respecta a los suelos de nuevo crecimiento, el plan de Málaga


procedió a revisar por completo el planeamiento parcial vigente. También aquí era
necesario llevar a cabo una reinterpretación de las posibles formas de articular
la ciudad en esos ámbitos territoriales, redefiniendo la estructura general de la
ciudad y racionalizando los modelos de crecimiento, para evitar que cada plan
parcial apareciese como un problema autónomo, cerrado sobre sí mismo y sin
conexión con el resto de la ciudad. Pero reconducir la situación urbanística
heredada del plan anterior llevaría aparejado -un trabajo de gestión paralelo, de
concertación con el sector privado, duro y complejo, que en sintesis consistió
en recomponer morfológicamente el 'puzzle' de planes parciales inconexos,
desde el análisis de la lógica de crecimiento y su coherencia con ella"'. Por
otra parte y con el fin de evitar que se promoviese en primer lugar el desarrollo
de los suelos más alejados de la ciudad existente, se inlroducia un riguroso
control en la programación de esos suelos, de modo que se pusieran en carga
paulatinamente, de acuerdo con las necesidades y los recursos disponibles. No
obstante. la mayor novedad del plan en lo referente a los suelos destinados
a crear nueva ciudad se situaba en el nivel de definición de la imagen urbana
por parte del plan general; esa actitud, cuyo "valor pedagógico" ya ha quedado
apuntado, volvia a cuestionar la rígida separación entre niveles jerárquicos de
planeamiento a la que el urbanismo español estaba habituado y que por este
motivo sena objeto de numerosas criticas en aquellos años. Sin embargo, como
no dudaron en afirmar Sola· Morales y Parcerisa, ~en la ambigüedad - equivo·
cadamente abstracla- de esta división de los dos niveles de planeamiento se
originaron gran parte de los desbordamientos del urbanismo español de los años
60 y 70. [... 1 Superar, por tanto, este divorcio entre diseno y gestión, entre
forma construida y derechos generales está siendo el gran peso del 'urbanismo
urbano',,·l. O. cuando menos. una de sus aportaciones más singulares, por
cuanto contribuyó no poco a desburocratizar una práctica a menudo rígidamente
encorselada por un legalismo banal.

En el plan general de Tarragona de 1984. Lluís Canlallops realizó, por


su parte, un extraordinario esfuerzo de precisión para que el plan resultara
accesible a los ciudadanos. Y es que, desde su punto de vista, la redacción
del plan debía ser entendida -como un proceso abierto, en el que los técnicos
perdían el protagonismo de otras épocas y se convertían en simples intérpretes

.. M. SOLA·MORALES & J. PARCERISA. op. ell.. p. 43 .


•' S. MORENO & J. SEGuí, op. cil.. p. 44 •

.. M. SOLA·MORALES &J. PARCERISA, op. cil" pp. 43·44,

] '" [
P/;m Gcrie¡;¡/ dt: 0rdt:niJc1Ofl
/Jfbafl;J de rJITJgonJ (19SJ)

del diálogo que se establece entre los ciudadanos y la administraciÓn ~f.3. Ese
esfuerzo se concretaría en exponer con particular transparencia los objetivos
del plan y en presentar las propuestas con claridad suficiente para hacerlas
comprensibles a quienes no eran expertos en cuestiones urbanísticas". En
este sentido. la tan emblemática maqueta del plan fue concebida como un
instrumento al servicio de la divulgación de las propuestas del mismo, que
permitiera a todos hacerse una idea cabal de lo que el plan pretendía para
Tarragona. especialmente en lo relativo a la estructura de su espacio físico.
Sin embargo, de un examen detenido del plan se desprende que. bajo esa
aparente simplicidad y rapidez en su elaboración. no había precipitación ni
superficialidad alguna; antes bien. las propuestas del plan tenían detrás un
detenido estüdio de la compleja problemática de la ciudad y su territorio, y
una certera visión de la situación por la que atravesaban en el momento de
la revisión del plan entonces vigente. Y de ese conocimiento nacía el modelo
propuesto: «En el caso del plan general de Tarragona, una ciudad polinuclear

u t. CANTALLOPS. P/;m Groer.iI de OrrkmJción Urlw!a de T~rragooa. Madrid 1988. p. 44.

.. -Mochos ciudad3nos entendieron por primer,¡ ve~ lo que er,¡ un plan de urbanismo. Los conceplos
abslractos de sistemas. zonas. lISOS. coefICientes. califtcaeiooes y clas ifICaCiones del suelo dejaron
p3so a conceplos concretos como CóI!1e. plaza. escuela. Cólsa. fábrica. parque, jardín. cte.. (/bid.
p.81).

] '" [
a pesar de todo, se ha optado por un modelo de compactación y acabado
de los núcleos existentes, utilizando los espacios intersticiales como suelo
urbanizable de relleno o sutura de los núcleos dispersos ~'5.

Los temas que iban a caracterizar la generación de planes de los 80 y que


ya hemos visto aparecer en el plan de Málaga, encuentran una formulación aún
más nítida en el plan de Tarragona, cuya propuesta - a diferencia de muchos de
los pla"nes de la generación anterior- ~ya no es solamente una malla de autovías
que irriga un territorio dividido en 'pastillas' de un uso y !Jn aprovechamiento
determinados y para el cual la forma es indiferente, sino que intenta el control
de la forma urbana con propuestas concretas y definidas~" . Ese interés por
la forma de la ciudad manifestaba no tanto un vago deseo formalista. en el
peor sentido del termino, como una firme voluntad de dotar a la ciudad de
una ·urbanidad" de la que en muchos casos carecia. y de hacerlo de tal modo
que esa mejora de la ·condiciÓn urbana" llegase a ser una realidad en todos
sus barrios. y no solamente en algunos. Se trataba, pues, de prestar particular
atención a aquellos aspectos cualitativos que aseguraran un desarrollo armónico
de la ciudad. Como en el caso de Málaga, también en Tarragona se pretendia
una recomposición morfológica y de nuevo el énfasis se hallaba puesto en
la mejora del viario intermedio, en la consecución de equipamientos y en el
diseño de los espacios libres como elementos fundamentales que articulaban
la propuesta estructural del plan.

Respecto a los suelos urbanizables, el plan de Cantallops para Tarragona


proponía una considerable reducción de la superficie que el plan general vigente
asignaba a esta clase de suelo; no obstante, el suelo programado tenía capaci-
dad para acoger el doble de la población previsible en 1990, año horizonte del
plan. Desde el punto de vista cualitativo, ~todas las operaciones programadas
tendían a 'completar', 'coser', 'conectar' y 'acotar' las tramas urbanas existentes,
asegurando las estructuras de relación entre ellas a traves de un intento de ra·
cionalización de la red viaria. A la vez se pretendía asegurar los equipamientos
locales adecuados y dotar a cada núcleo de equipamientos de carácter general
que acentuasen la interdependencia entre todas las unidades de la estructura
polinuclea(lo&7. Al igual que en el suelo urbano. todas las propuestas tendían a
un mismo fin: conseguir una ciudad equilibrada, entendida como una realidad
compleja en la que. desde el punto de vista morfológico. se pretendían evitar las
soluciones de continuidad en los tejidos urbanos. En todo caso, el plan quería
ser realista y de ahí que se propusiera ~coordinar 1. .. 1 las actuaciones para que
las propuestas del plan fueran posibles, tanto para la capacidad de gestión del
ayuntamiento como en función de las disponibilidades aplicables a la ejecución»" .
y es que la voluntad de ser operativo. de resolver tantos problemas pendientes,
fue otro de los rasgos más caracteristicos del planeamiento de los 80. que luvo
en la gestión una de sus preocupaciones prioritarias.

.. L CANTALLOPS. _Plan General de Ordeo3oCióo UrbaJ03 de TaJT3gooa •• eo CiudJd y Tcrri/orlo.


o" 59·60 (1984). p. 139.

.. lbid..p.140.
.. lbid. . p. 140.
.. L CANTALLOP5. Plan General de 0rrJcnxidi7 /Jrb;m;¡ de T~. [jI.. p. 46.
Una preocupación que también aparecfa como prioritaria en el Plan General
de Madrid de 1985" , respecto del cual escribfa Eduardo Leira coo motivo de la
publicación de su avance: -En Madrid, el nuevo plan se concibe, precisamente,
como el soporte que ha de hacer posible actuar en la ciudad, persiguiendo
unos objetivos determinados y con nuevos modos de intervención. El nuevo
plan pretende superar la barrera juridica del planeamiento heredado para ha·
cer posible una gestión renovada. Una gestión que no puede estar basada en
actuaciones aisladas, sino que necesita introducir una nueva racionalidad de
conjunto en los procesos urbanos: en definitiva, en la transformación de la
ciudad_lII• Si los planes de Málaga y Tarragona habfan sido las primicias de una
nueva generación de planes, fru to de una cultura urbanística renovada, el plan
de leira y Mangada para Madrid pretendió ser el ejemplo acabado de aquella
generación de planes: de hecho, el plan de Madrid proclamaba compartir los
mismos presupuestos disciplinares del de Málagall. Sin embargo, esa voluntad
de convenirse en emblema, en referencia necesaria para otros planes, hizo que
el plan de Madrid se planteara desde su inicio con algunas caracteristicas que
lo distinguen de los planes anteriormeOle citados.

Asf, mientras que los autores de los planes de Málaga y Tarragona paredan
muy conscientes de estar revisando un planeamiento previo, en el caso de
Madrid el plan se planteó de eOlrada como el comienzo de un proceso alter·
nativo, que venia a instaurar un orden urbano nuevo y distinto del anterior:
algunas afirmaciones en este seOlido del que fuera director del plan no podian
ser más explicitas: ~ EI nuevo planeamieOlo se basa en tres hipótesis : el 'nuevo'
planeamieOlo vale porque es 'distinto', es viable por ser realistamente ilusio·
nado en su contundente política de cambio y. por último. es posible plantearlo
porque existe una voluntad política de aplicarlo»n. Por otra pane, y frente a
las decisiones selectivas, pero profundamente intencionadas, de los planes de
Málaga y Tarragona. el plan de Madrid exhibía un afán de exhaustividad que
lo diferenciaba de sus antecesores. más precisos y ajustados - más modestos,
quizá- en sus objetivos. Esa actitud comprensiva y global era perceptible tanto
en el discurso justificador de las decisiones, que buscaba tal vez hacerlo «in·
violable a la duda, a la transgresión o a la critica. ante un colectivo tan vasto.
a través de la racionalidad deductiva. ' ), como en el afán de llegar a todo. en
todos los temas y en todas las escalas de la ciudad, sin dejarse nada atrás en la

.. Iniciado en 1979. cuando el3)'\IIltamiento madrile/lo decidió cIesmaorc3rse del plan direclor metro·
poI!l¡¡no que: est*a redactando la COPlACO. el Plan General de MOOrid. que dirigieron Eduardo
leila y Eduardo Mangada. recibirla su aproOOcIón inicial en 1983 y la definitiva en 1985.
" E. l~tRA. -Algunas nolas sobre el avanee del plan de Madrid -. en ArqIJi{cc:fUra. n" 235 (1982).
p. 25: en ese mismo texto. con una expresión que se venia repitienOO desde el Inicio del proce$O
de redac,ión del plan madriIefIo. Lclra lo presefllaba !:omo -roncebido y reda<:tOOo desde y para
la gc~lÓn' (Ibid.. p. 28). Para un ~ de lo que signifICÓ la gestión en aqueta gcnel1ldón de
pbnes. dr. J. GAGO, - Oie~ ~ de nueva gestión urbanistica: balance y ~_ . en AA W ..
(MI ortIrm de p/;lneamiefllo ~tit:o rn ~ 1979·1989, cit.. pp. 163·172.

" -u defo;:ión del tipo de plan que se prtII)lIgN -y que Iiglo en el ;mrw;e del plan genenI de
t.UIap- 1l"IJeSll'a pre<:isamenle ese nuevo enfoque del planeamiento que plasma una nueva cufllX3
U!ban/stb. más 3I\;j de la experient:ia ~- (E. tEtRA. -Madrid: géne5i5 de un plan nuevo-.
cit.. p. 80).

" M. SOLA·MORAlES & J. PARCERISA. op. ciI.. p. 45.

], [
r·---

'tg.5/

P/;}fI ~lIcrol de ~ programación de las actuaciones1' , El plan aparecía casi como una descomunal
UrfJar¡¡¡ de M3dml (1985).
operación de re forma interior - para un ámbito de cientos de hectáreas, con
cualro millones de habilantes- , huériana sin embargo del necesario proyecto
infraestructural de escala metropolitana.

En cambio, las similitudes con el resto de los planes de su generación


las encontramos en la pormenorizada atención al cuerpo físico de la ciudad
existente, en su esfuerzo por recuperar Madrid y acabarlo; una idea que Leira

" Para una crilica al 3V3IICC del plan desde este punto de viSI ~, cfr. M. SOLA·MORAlES, .PIan., Cf1
ArqWlecrvra. nO235 (1982), pp. 32·34.
explicaba asi: . Recuperar Madrid' significa recuperar la concepción urbana, el
cuerpo fisico de la ciudad. Es un eslogan con una opción que se anicula con
el de 'Acabar Madrid': es decir, completar la ciudad desde la perspectiva de
la ciudad existente y apoyándose en el aprovechamiento medio, El suelo que
se programa como urbanizable tiene una extensión de un 5% respecto a la
ciudad existente. Esta nueva extensión proporciona los 'ladrillos' para com-
pletar la ciudad existente. El objetivo de terminar, de acabar Madrid es el de
'soldar' la estructura que define hoya Madrid: ciudad rota, inacabada. no con-
tinua. Darle. pues, esa continuidad es lo que significa el concepto de 'acabar'
en términos fisicos»l~, Ese enfoque determinaba el argumento del plan, que
mostró desde sus inicios una clara voluntad de centrarse en la ordenación,
entendida como proyecto de construcción fisica del espacio urbano. como
definición de la "forma" de la Ciudad; pero. naturalmente, en la medida en que
la ciudad ~ya estaba hecha», la ordenación respondía más a una estrategia de
transformación que a una de crecimiento. Con objeto de abordar esa trans-
formación el plan ensayó diversas aproximaciones proyectuales con un nivel
de formalización adecuado a la escala de cada pieza, que se materializarían en
las "50 ideas para recuperar Madrid" presentadas en la exposición pública del
avance del plan" .

El problema que se planteaba era cuáles debían ser los elementos urba-
nos que el plan debía diseñar; y aunque metodológicamente resultaba clara
la distinción realizada por el plan entre áreas de normativa, áreas de trazado
y áreas de proyecto, no lo era tanto la definición formal de los elementos
considerados estructurales por el plan. Porque, como hizo notar Sola-Morales
a propósito de las 50 ideas. ~el problema de la forma es un problema en sí
mismo: tiene numerosas e imponantes conexiones con la estructura social,
con la economía, etc., pero no deriva de ellas: tiene su propia autonomía y es
interdependiente con el resto de factores, pero no según una relación jerár-
quica y de causa-efecto»n. Desde este punto de vista, en el plan de Madrid el
problema de la forma urbana no quedaba resuelto, pues se venia a considerar
la forma más como expresión última de la estructura socio-económica que
como manifestación de una comprensión arquitectónica de la ciudad. Desde
una aprmimación disciplinar, esas contradicciones me parecen explicables
en pane si se tienen en cuenta las referencias conceptuales elegidas por los
redactores del plan de Madrid, quienes en su deseo de explicitar los nexos
que les unían con la cuhura emergente llamaron como asesores externos a
Giuseppe Campos Venuti y a Bernardo Secchi, que - aunque urbanistas e
italianos ambos- estaban instalados en tradiciones disciplinares diversas y,
como ya he intentado poner de relieve en el primer capítulo de este trabajo,
sostenfan puntos de vista divergentes en relación con su modo de entender
la relación entre urbanismo y arquitectura.

" E. LElRA, .Del plan de M<ldrid, elementos para un debate·, ef1 Ciudad Y rerritOOo. nOS9·60 (1984),
p. 107.
,. Diversos comemarios sobre esas propuestas pueden verse en A CRUZ, _Ar!¡uileclUras para 00
plan; el urbanismo de la encrucijada-, en Arquítectura, n" 23S (1982), pp. 35·50, E. MANGADA,
·Cinquanla idee., en CJW>eIlJ. n" 487·488 (1983), p. 79; M. SOLA-MORALES, . Punti difflCi~.,
en !bid.. pp. 80·81. Para Uflll visión de conjunto de las translOf11'\3Cioncs urbaflllS acomelidas en
aqUl!lIos al'oos. dr. M. W .. MJdrid proyecto MJdrid. 1983-1987. Madrid 1987.

" M. SOLA·MORALES, ·Pumi difficili •. c~ _ , p. 81.

] 127 [
El hecho de contar con asesores como Campos y Secchi resultaría, sin em·
bargo, un elemento de capital importancia para dar al plan de Madrid -y, más
en general, al urbanismo espanol de los 80- una notable difusión internacional/'.
Además, en el caso de Campos, su participación en ese trabajo de planeamiento
se convertiría para él en «una experiencia crucial~, por cuanto -de allí arrancarían
las consideraciones sobre la tercera generación de la urbanística, en particular
sobre la forma urbana y sobre la posible relación - no antitética- entre plan y
proyecto~n. Así, quizá un poco paradójicamente, España llegaría a convertirse
en centro de atención de los urbanistas italianos, hasta el punto de que el
IUAV veneciano decidió organizar, en abril de 1989, una exposición sobre la
experiencia urbanística española de los años 80. En la presentación del catálogo
de aquella exposición, Paolo Ceccarelli hablaba de la «creciente curiosidad»
con que los italianos miraban al urbanismo español y Maurizio Marcenoni se·
ñalaba cómo aquella generación de planes españoles planteaba a los italianos
. importantes temas de reflexiÓn»!O. los debates italianos comenzaban, pues. a
reproducirse en el contexto español, a dar frutos contrastables desde el punto
de vista práctico y a alcanzar cierta resonancia internacional, como quedó de
manifiesto con la concesión a Eduardo leira, en agosto de 1987, del premio
Abercrombie de urbanismo.
Para entonces la generación de planes de los 80 era ya una realidad que
comenzaba a ser analizada no sólo por quienes la habían promovido y hecho
posible, sino también por quienes estaban situados en otros modos de pensar y
practicar el urbanismos1 . A esa generación, además de los planes ya brevemente
reseñados en las páginas anteriores, pertenecían en primer lugar los planes
catalanes de ciudades menores, como Manlleu (1 982). Vilafranca del Penedés
(1982). Mollet (1982). lorroella (1983), San Sadurní d'Anoia (1983), Figueres
(1983). Banyoles (1984), San Feliu de Guixols (1985), que habían sido redactados
por los Sola· Morales, Busquets, Font. Gómez Ordóñez y demás miembros del
lUB31; pero también los planes de La Coruña Qosé González·Cebrián. 1985),
de Gijón Qosé Ramón Menéndez de Luarca, 1985) o de Santa Cruz de l ene·
rife Qosé Ángel Domínguez Anadón. 1986), que desde diferentes situaciones
y con diversos acentos representaban un enfoque netamente ' urbano" de los
problemas de la ciudad. El canto de cisne de aquella generación de planes lo
encontramos probablemente en el plan general de Sevilla de 1987, encargado

" AufXJUC el peso de Campos fuer.! mayor que el de Secchi en los trabajos del plan. ambos pub/j.
caroo dfversos al1kulos con es te motivo. en los que sel'lalaban la gran relevancia de la ex¡¡erienclil
moorildla par.! la cultur.! lIrbanistica europea.
,. P. GABE LLl NI . •Giuseppe Campos Venuti: una politiCil per dare senso al piano-. cit., p. 484.
• M. MARCELLONI. ·Mir.!ndo haci3 Espana •. en AA. VV.. Diez,J/!o$ de p/3ne.1mienlOurbanrslico en
Esp3Il;J. 1979·1989. eit.. p.15. -Desde la óptica dellnstiluto veneciano. se pretendla ifICOfpof3(
a su propio debate nacional sobre el nuevo ordenamiento junrnco del suelo. el trabajo realilado
en Espal'la. en buena medida Inspirado en la te0ri3 urbanística italiana. (.Introducción_. en ibid,
p.9). Contemporáneo de esa c~sición es el articulo de E. tEtRA & O. QUERO . •1 piani degll
30nl O1l3l11a •. en UrOOnislicJ, ro" 92 (1989), pp. 34·40.

" Cfr. J. J. TRAPERO BAllESTERO. ·C<lractcrislicas del nuevo planeamiento m!if1icipa-f •. en Esludios
rerrilOÑlCs. nO17 (19851. pp_ 169·181 .
.., Par.! una aproximación al analisis de esos planes. cfr. J. BUSQUfTS.• Nueve planes catalanes •• en
URo ro" 2 (1985). pp. 24·48, A. fERRER AI)(A LA • •El planej;lfllcnt urb;!nlstjc •. cn O. NELLO (ed.).
Dcu anys d'ajunl¡¡mcnls democrJlics (/979·1989). Ekmeflls per a un b31iN!f. 8arcelona 1989.
pp. 130·179.

] ". [
inicialmente a Damián Quero y cuyo eje metodológico también giraba en torno
a la recomposición de la estructura urbana y la Interpretación de la morfología
de sus partes,

El avance del plan sevillallO, realizado en un tiempo récord con maqueta


incluida, intentaba mostrar las grandes decisiones estructurales sobre la ciudad
- la reconfiguración de la red viaria a partir de la articulación de un sistema de
rondas, la modificación del trazado ferroviario, la recuperación de la continui-
dad de la dársena urbana del Guadalquivir y el diferente tratamiento de sus
márgenes- junto a las estrategias para la recualificación de sus partes, todo
ello dentro del contexto de acondicionamiento de Sevilla para la ya inminente
Exposición Universal de 199211 , Sin embargo, la enorme prolusión de imáge-
nes que acompañó a la exposición del avance rayaba en el formalismo, como
reconocía el propio Quero cuando afirmaba que ..aún hoy seguimos optando
por 'ilustrar' los avances con imágenes tan posibles como banales..... , Y es que
para entonces el momento cultural ya era otro y se hacía necesario insistir,
desde una teoría post-ilustrada de la ciudad, en la conveniencia de buscar un
significado no basado unicamente en el carácter racional de las propuestas, sino
en -la restauración de un concepto de ciudad [',,1 que articulara su identidad
mítico-ritual con sus funciones lógicas, ligando la arquitectura a los conceptos
espaciales y culturales y los proyectos urbanos a sus lugares~'~, De la mano
de Rossi había entrado en escena lévi-Strauss, y de la ~ciudad por partes-
habíamos pasado a la ~ciudad análoga-; a partir de ahí, la ceremonia de la
confusión estaba servida, aunque a Quero no le faltara la lucidez necesaria para
comprender lo que estaba sucediendo y escribiera: ~ la desazón profesional es
ya evidente_ Pero por toda reacción, lo que aquí se ha suscitado es una enra-
recida discusiÓf! de indigente y vieja argumentación sobre las relaciones entre
arquitectura y urbanismo"M.

No obstante, antes de pasar a examinar aquella .enrarecida discusión~, parece


obligado realizar un rápido balance de lo que significaron los planes generales
de los 80. En parte, al comentar determinados aspectos de los planes a los que
acabo de pasar revista. he se~alado ya algunos de los aspectos que considero
más positivos del nuevo modo de enfocar el planeamiento. Por contraposición
al carácter más abstracto, secuencial y descomprometido de los planes de la
época del desarrollismo. estos planes morfologistas se centraron en aspectos
más concretos de la ciudad construida, en su dimensión física. negando la tra-

.. Una VISión sinttlica del 3Y3OeC del plan de Sevilla puede encontrarse en o. QUHIO. -Sevilla: un
avance entrc muchos pianes·. en Geomc¡tia. n" 2 (t986), pp. 38·55. ~ YOIumlld de poner fin a
la5 polémicas suscit3d3S por ese avance - también en relación con el modelo y la ubicación de la
Expo- detenninaria ~ salida de Quero del equipo redactor del plan.
lO Ibid.. p. 38.
.. O. QUERO. · Proyeclaf sevilla coo o sin oo. ~ y lurw;ión en el e$póÓI pUblico de la
dodad·, en ibid.. p, 4,
.. Y. a renglOO seguido. al"ladia: ·Parece que 1"10 haya mjs idc3s clarifocaOOros de lo que pasa que el
resignado 'cl urbaoosmo no cs posible'. de reincidentc aparición, y el afori5mo'la bueN arquitectura
redime a la dudad'. de aviesa iotencidn. Lo cierto es ~ el noew debille $Obrr: afqUlcctufa Y
~ que ahof;¡ dcs¡:ulIa. 1'10 sólo en ~. se asemeja má5 a cootrovmi.J di: crlatIos
que a emanap3diI deseovo[tura de librepens..xkJr y, al fnaf, sólo servir.i para disttiI:Jo.W diatnba
~cledualcs Yglosas ~orbs, a 000'YeIliencia de quim manda. Yno a satisfacer a.iosid.xI
intelectual ni duda perentoria alguna_ (. Editoriaf.. en GoomelriJ. n" 3 (198r.). p. 2).

] ." [
í

..
..~

'

'/.

Fig.52

eJel PIJn Gtmcml tic


AV3fICt' dicional concepción jerárquica del planeamienlo y buscando la puesta a punto
Ordcnxión U'WIIJ de 5eYI1JiJ
(/985).
de instrumentos innovadores para afrontar la resolución de los problemas de la
ciudad existente. Centrados en cuestiones que podríamos denominar cualitati·
vas, -los planes buscan casi solamente coser, enlazar, acabar, corregir, reducir,

] 13{) [
reestructurar, repone",,·), pero para ser capaces de acertar en esas decisiones de
ordenación resultaba imprescindible disponer de una interpretación minuciosa de
las lógicas de formación de los tejidos existentes y de sus modos de construir el
territorio urbano. En este sentido, los análisis mooo-tipológicos constituyeron sin
duda una ayuda importante. como lo fue también el disponer de una cartografia
precisa y actualizada. a través de la cual llevar a cabo esa lectura de la forma de
la ciudad y del territorio, considerada punto de partida imprescindible del plan. Y
es natural que así fuera. habida cuenta del relevante papel que la forma urbana
jugó en la definición del modelo de ciudad de aquellos planes. aun cuando los
modos concretos de aproximarse a ésta variasen considerablemente según quien
fuera el autor de cada plan.

Fue tambien novedoso. desde el punto de vista metodológico. el modo de


plantear la relación entre análisis y propuesta. Se prestó particular atención a la
determinación de los datos que era necesario recabar para estar en condiciones
de afrontar la ordenación fisica de la ciudad, y se plantearon desde el comienzo
del proceso de planeamiento diversas imágenes tentativas de posibles resulta-
dos formales, sin carácter vinculante en la mayorfa de los casos: se trataba de
tanteos que buscaban más bien hacer comprensibles los objetivos del plan y
facilitar la participación públicau . Como ya se ha señalado también, entre los
elementos urbanos a los que aquellos planes preSTaron mayor atención -por
su capacidad de contribuir a potenciar una *urbanidad" a menudo ausente en
los planes de la generación anterior. pero también por su carácter estructu·
rante- estaban el viario. los espacios libres y los equipamientos. los trazados
viarios fueron objeto de minuciosos análisis. en sus dimensiones y en sus
diversas variantes. estudiando los modos de recuperar el sentido de la calle y
su potencial conformador de la imagen urbana. la preocupación por recualilicar
la ciudad. dotándola de los espacios libres y equipamientos colectivos de que
carecía. superaria en estos planes la actitud defensiva de los planes puramente
remediales. centrados como estaban en resolver de un modo principalmente
cuantitativo los déficits existentes; ahora primaria. en cambio. la atención a su
localización y diseño como auténticos hitos urbanos. Además. en cuanto que
eran planes que revisaban otros casi exclusivamente preocupados por potenciar
el crecimiento de la ciudad. dedicaron buena parte de sus esfuerzos a racio·
nalizar la dimensión de los suelos urbanizables y a plantear su integración en
continuidad con las tramas existentes. Finalmente. en su voluntad de resultar
operativos. insistirian en la necesidad de vincular todas esas actuaciones con
los mecanismos de gestión municipal.

Pero junto a [a aparición de estos aspectos positivos que. de la mano de


un enfoque teórico renovado. intentaban abordar aspectos olvidados por el
planea miento anterior, es también evidente que los planes de la generación
de los 80 adolecieron de importantes limitaciones que se dejarian sentir muy
pronto. Esas limitaciones tenían su origen en un supuesto de partida de aquellos
planes: que las ciudades no iban a seguir creciendo y que, por tanto. lo per-

lIf M. solÁ·MOfW.ES.\ J. PARCEII:lSA. cp. cit.. p. ~8 .


• El hecho de ~ear una inlorrnxión~ intendonada. sin YOIuntad de ser exhaustiv.!.
otJ;etNos de ordenación; al respectO ~ ~.Mor.JIes Y
tendrla tarnl;lCn $1.1 correI3Io en los
Parcerisa, -Buscar pocas cosas. pero Importante$. tomO oIJ;ctivos de los plaJM:S" libid. p. (9).

] ,,, [
-
tinente era "acabar" la ciudad y centrarse en la recualificación de lo existente;
de ahí se siguió el olvido voluntario de las cuestiones territoriales y la escasa
atención prestada al papel de los grandes elementos infraestruclurales en la
definición de la "forma" de la ciudad!'. Pero aquel diagnóstico inicial enseguida
quedaría desmentido y. de hecho, a panir de los años 90 hemos visto emerger
en contextos muy diversos una progresiva terrilorialización de lo urbano: como
ha escrito Terán, «oculTe realmente que las ciudades, aunque no aumenten de
población, en vez de dejar de crecer se extienden como nunca por el territorio
circundante, y aumenta la demanda de nuevas viviendas en localizaciones pe-
riféricas y de localizaciones periféricas para actividades que se descentralizan
espontánea me nte»~. Junto a ello, la otra gran crítica que cabe hacer a esa
generación de planes tiene que ver con el empleo generalizado de modelos
urbanos históricos para proyectar las nuevas ~ partes de ciudad", renunciando
en muchos casos a ensayar otras fórmulas que hubieran servido para avanzar
en el proyecto de la ciudad contemporánea" ; ese carácter "nostálgico" de
muchas de sus propuestas formales ha contribuido también a darles al cabo de
poco tiempo un cierto ~sabor de época". Por lo dem~s, lo cierto es que desde
mediados de los 80 iria adquiriendo un mayor protagonismo el denominado
"proyecto urbano" como instrumento de intervención, lo cual era consecuencia
no sólo de una especial atención al fragmento, sino también de un rechazo ge-
neralizado y abierto del plan urbanistico, cuyo certificado de defunción algunos
se habían aprestado a querer firmar.

o El debate plan-proyecto, en España: Madrid versus Barcelona


Las criticas al planeamiento no comenzaron, sin embargo, en la década de
los 80; venían de más atrás. En nuestro pais tuvieron un primer momento a
comienzos de los años 70 - hubo ocasión de ponerlo de manifiesto en el cap(-
tulo anterior, al repasar algunos de los escritos de Sola·Morales'l-, cuando se
estaba preparando la reforma de la legislación urbanística. Eran unas criticas que

.. Ya en 198~ ~·MoraIes set'IaIaba, -Quila ~ en las graOOes inlraestrucuns dorlde estos pbnes
CflCllenlren mayorcs difICUltades. QuI~á la falla de familiaridad con los tamallos como es.cala de
disdIo. qui~a el respeto o la ~ con la 00 lópica'ntnle ingtnleril de las obras pUblicas como
artilugio de foocioNIidad unidimensional. quil' el relrnO de la propU discipl.-.a en la discusión Y
generación de modelos allernativos. mok acuJales, a la organ;lación eslructUf1lI de las ciudades, quid
todo ello , la vez, produce eu sensación de imprecisión con que los planes gtflCrales retienlC$
abordan los grandes sistemas geomIes- (bii, p. H) .
.. f. TERÁN. ¡lis/orla delurbarlismo en fsp;n'I;J. vol. 3. cit, p. 333.

.. Es algo que tarnbitf1luc denunciado muy promo por Soij·MoraIes, _Hay, en todo caso. en estos
planes generales mucho. demasiado perfeccionismo g¡;IfltO de acabado de barOos. cosido de te;dos,
delirnitaclón de bordes. tic., que poco ttcoe que ver con los actuales procesos de Ofbani¡ación y
que má5 bien ~ escapar los temas de inspiración m;k rnodcrni que la cU:I3d actual plantea
al pr~sta· (M. SOLA,MORALES & J. PARCERISA. op. r;/f., p. 4S).
.. En $O anícuIo sobre el -~ ~". si bien rec:onoce que los planes de la geoeDdóo
anaIil3da pueden ser nstrumenlOS aptos para UIIa !l"3nsformaOón creativa de la cU:tad, SoQ·MoraIes
$C cuida al mismo tiempo de senalaf que lo hace "sin que ello sigl.mque la delens.:! ptf111af1ente
del plan general como momento IJItI¡nistico que en t3l1lOS momentOS C$ negativo-: previamente,
en ese mismo texto había escrito, -Las aticas lund3mcmale$ 3 la obsesión lrivcrsaista del plan
general y la tey del Suelo $011 bien conocidas. y quien esto firma $C cuenta entre los pOl11!:r05 Y
rn.D 3CtffWnos sosteneOom de las mismas. (ibid., p. 4!1).

] 1 [
PorIiKfJs de dM!J"S()S numcrru
de la reHSI3 ealal311a 2C
2c CONSTRUCCION Con;lfl.1C(lOn de la Ciudad
1 Parte

DE LA CIUDAD

tenian una fuene componente política y que encontraron su fundamento en los


estudios coetáneos sobre las contradicciones de los procesos de urbanización
en el sistema de producción capilalisla9l ; no obstante. con la normalización de
la vida politica española y la puesta en marcha de las instituciones democráticas.
esas criticas se fueron haciendo menos radicales y pronto adquirieron un tono
que cabria denominar "reformista""', Pero a las críticas motivadas por cuestiones
políticas no tardarian en añadirse las provenientes de la cultura arquitectónica.
cuyo origen hay que sltuarlo en Italia y. más en concreto. en la amplia difusión
que alcanzaron entre los arquitectos españoles las ideas de Aldo Rossi. Como
también ha quedado apuntado en el capítulo anterior, esas ideas se introdujeron

" Cfr. M. CASTEtLS. La r:ueSlidrI utb3n3 (1972). México "1991, E. PRElECEILLE. -La planmc3lion
umaine: les contl"3dictioos de I"uroanisalioo Cilpitalisle>, en tconomie el PoIilique. ~ 236 (1974).
pp. 94·114 ,J. LOJKINE. El ma~ismo. ef ESlada y la cuestión Utbana (19m. México ' 1986.
.. liI umaniSliCil "rcfonnista" se diSlini\IJiÓ. cspeaalmcnle en Italia. por busCilr lK\,) prolullÓ3 U<lns·
formación de la eiudad que colocara en primer plano ~s exigencias sociales. en el COOU!XIO de
una economia de mercado, los planes umanlslicos que produjo se ccntraroo en gran medida en
~ lucha contra las renlas del suelo umaflo. En el COOICJeIO español. ese enfoque es nelamente
perceptible en el plafl general de Valladolid de 1984 y, en parte. en el de Madrid de 1985.

] 133 [
en nuestro país a través de Catalul'\a, donde llegaron a contar con la revis ta
2C Construcción de la Ciudad como órgano de expresión fS ; sin embargo, para
entonces Rossi ya había abandonado el frente de batalla urbanístico -es decir,
aquel interés por construir una «ciencia urbana fundamentada- al que se había
referido en la introoucciÓfl de L'architettUfa della cilfa- y habla centrado su
renexiÓfl en el proyecto de arquitectura y en la ciudad como marco de com-
prensión del proyecto.

la posición de Rossi en relaciÓfl con el urbanismo -y, más específicamente,


en relación con los planes como instrumentos de construcción de la ciudad-
puede ser rastreada en su ponencia para el seminario que dirigió en Santiago de
Compostela en el 0101'\0 de 1976". En el texto de aquella conferencia, tilulada
precisamente Ciudad y proyecto. se puede leer: .Yo no creo. al igual que gran
parte de la cultura arquitectónica actual. en los consabidos planes generales
que ignoran la coherencia de la ciudad y han coostituido hasta ahora auténticos
fracasos con su siSlema del zoning. Intentaré exponer un estudio y una actuación
basados en una visión de la ciudad como algo compuesto de partes distintas
y en algunos principios de arquitectura analógica que nos permitan sintetizar
los diversos problemas_ti. Y es que en esos años Rossi ya no reconocla más
instrumento apto para intervenir en la ciudad que el proyecto de arquitectura.
atribuyendo además al proyecto. entendido como dibujo, el mismo valor que a
la realidad construida; hacia eso apuntaba su célebre propuesta de la "ciudad
análoga". la extraordinaria aceptación que las ideas rossianas llegaron a tener
entre nosotros. aunque en versiones personales a menudo reduccionlstas o
superficiales. contribuyeron en buena medida a desprestigiar el urbanismo
entre los arquitectos espal'\oles. Hay que admitir. coo Femando de Ternn. que
. Ia tentación era muy fuerte. Demasiado atractiva para dejarla pasar por quienes
aman las actitudes polémicas y radicales. a veces un tanto exhibicionistas. Y
estaba la oportunidad del vacío conceptual y metodológico. Es lógico. pues. que
haya habido muchos arquitectos que hayan querido caer en ella. proclamando
la muerte del plan al rescate del protagonismo de la arquitectura, después de
tantas décadas de sumisión urbanística a las ciencias sociales~". De hecho.
fueron numerosos los arquitectos que se manifestaron en contra del plan. sin
mayores precisiones. abriendo asi un debate agrio e inutil entre quienes enarbo-
laron la bandera del proyecto -contra el plan- y quienes se consideraron en la
obligación de defender el plan - frente al proyecto- ; un debate que, si bien se
desarrolló de manera generalizada en 1000 el país, tuvo en Madrid y Barcelona
dos de sus centros neurálgicos. Un observador no directamente implicado en la
disputa española. aunque conocía bien su equivalente italiano por haber sido uno
de sus protagonistas. resumía la situación del siguiente modo: -Simplificando .

.. ~ en BarcdoN entre mediados de los 70 Ymediados de los SO. la revista eslllN cIirigkIa por
el Qupo 2C. LA'! coIettrvo de arqui1.ectos crudo en 1911 que tenia como referenle ala Tcndenu
y del que formaron ~e Salvador T;¡rr.¡gó. canos Marti. Anlonio I\nTIesIO. vago 6one1 Y Ol1os.
.. Ese $Cmlnario $Cria el prilllCfO de UIliI serie de lres. celebrados respeclivamel1\e en Santi3go
(1976). Sevilla (1978) Y B.uuJooa (1980). en lo que p..-elendla $Cr un 0<3\.113 de confrontación de
los arqllllectos y esludianlcs espili'lolcs con la!¡ rouevas ideas' (A. POZO BARA}AS. -Fortllllil del
aNIisi:s I.lbano en Espa/Ia-. en 10. (al.\. /In6isis urbJno. TOTos, SeviILJ 1997. p. U) .
.. A. ROSSI. -audad Y pmyec1o-. cit. p. 17.

.. F. nRÁN. -Te0ó3 e inlcrvcntión al b cio.Kbd. balaoce de un perioOO--. eil.. p. 61.

] [
pero sin traicionar la realidad de los hechos, se puede decir que en Barcelona
se ha perdido la confianza en el plan y se confra totalmente en el proyecto para
afrontar los problemas de la ciudad; en Madrid, por el contrario, se quiere usar
tenazmente el plan y se intenta hacerlo dialogar con el proyecto>",

Esas criticas al urbanismo vertidas a lo largo de los años 70 iban a estallar a


comienzos de los 80. En 1981 , Oriol Bohigas, en un texto preparado para pre-
sentar algunos proyectos urbanos promovidos por el ayuntamiento barcelonés,
del que él era concejal de urbanismo desde 1980, afirmaba sin andarse por las
ramas que -el urbanismo no es posible"laG, la afirmación asi planteada, de un
modo absoluto y carente de matices, tenfa una evidente intención polémica,
porque lo que realmente queria significar era su oposición a una determinada
manera de entender y practicar el urbanismo 'OI • O quizá, simplemente. esa
afirmación jugaba a nadar a favor de la corriente imperante en aquel momento
entre los arquitectos: recordemos a este propósito la provocadora bou/ade de
Sáenz de Oiza cuando por entonces comparaba a los urbanistas coo las costu·
reras, ~porque también ellos sólo daban puntadas tontas". De ahi que uno de
los editores de la madrileña revista Arquilcc/ura, en el número que recogía el
citado articulo de Bohigas, se curara en salud afirmando que -estudiar hoy el
fenómeno del urnanismo. publicar algunos de los proyectos o estudios promo-
cionados por [... ] los ayuntamientos, es un tema que muchos descalificarian
de antemano". Y acabara manifestando lo que, en su opinión, era necesario
en aquel momento: "Recoostruir la disciplina urban[isticla, reflexionar sobre la
manera de pensar el urbanismo de tal forma que de la ciudad de la arquitectura
podamos pasar a la arquitectura de la ciudad~l ol ; la propuesta no podia tener
un sabor más rossiano.

En aquellos primeros años 80, la posición de Bohigas en relación con la


transformación urbana de Barcelona iba a ser la de apostar de una manera
inequivoca por el proyecto frente al plan, desde una visión de la ciudad como
suma de partes. En un esfueno por afrontar lo que denominó la ~ reconstrucci6n"
de la ciudad. Bohigas acometerá la intervención proyectual en algunos puntos
clave como medio para inducir la recualificación tanto de espacios centrales de
Barcelona como de diversos ámbitos de la periferia. En un balance recien te de
la experiencia urbanlstica catalana de los últimos decenios del siglo XX, esos
años han sido considerados .una etapa en la que se conjuga hábilmente la
oportunidad de la intervención con la adopción del 'proyecto urbano' como
instrumento eficaz y operativo frente a las rigideces e incertidumbres de los

.. G. CAMPOS VENUTI, . Madrid fra piano e progellO', til.. p. 77.


.. O. BOHIGAS. -El urbanismo no es poslbIe-, en NquIIeclUf3. n" 232 (19811. p!). 24·25.
... De hecho. ese 3I1icuIo, que con iJIguno$ retoqUe$ enlló ~ formar parle de un libro que rec0gi3
~ lextos pubIicaOOs por 6ohig;Is en aqueIo$ a/Ios. p;JSÓ a U!Wrsc:: ·Pof ahora. el 1ril3.
nI$ITlO no es posible" y comeru~ as/: .EI ~ es posible. lo que no es posíbIc es acpeI
~ que se presema efMJdIo en Q ~ II"WirNIisla de la gran p/a'liraclOn. rt'frenada
y vchic;:uLada por leyes que han creado COSIurnbres y que en su momento qU:sieron dar un tono
3Y3IIlado. una moOemldad de mélodo Y de pretOllCq)tiooes formales. pero que hoy son un freno
p3r.1 los mélodos que exige UfI;I poIil ica realista de reconstl"l.lCCión de la ciudad - (O. BOHIGAS.
Rctoosl~ de l.IM:cIom (1985), Madrid 1986. p. 199).

.. J. FRECHlllA oAtluadones muoicipaIcs en 63rcdooa y SeviHa. A/aIlIb"e de penser I~.


en Arquitt:eWr.J.'" 232 (1981). pp. 21 Y 23.

] I [
14.\JIQc:fl:Jt:OOiI dd /).JrI ... , <k< planes de ordenación.1GJ.la desconfianza respecto al plan como instrumento de
kJ"lI fUrcdo<u O'/3tIJ o construcción de la ciudad resulta manifiesta en otro texto escrito por Bohigas
1u,'.¡uc.'/s Ji /. C"',I<'/. ,,, pI.JI'IJ
(k liJ propuc~IJ. bJ Y d po.~~ para presentar los trabajos acometidos por el ayumamiemo durame el mandato
¡x;;r llS (1.: Jo.s cs¡JKJO$ /J de Narcis Serra como alcalde de la ciudad condal: ese texto, programático por
bIiI:m ,ewI/,.-,t.'f, tantos motivos, se abre con estas significativas palabras: -Dentro del ámbito
de la cultura urbanística reciente ya se han formulado cnlicas profundas a los
planes generales de ordenación como instrumentos únicOS o preeminentes de
control urbano. sobre todo cuando continúan limitándose a unos contenidos
que tienden a la abstracción cuantitativa más que a la definición proyectual., Y
así, aun aceptando que el plan general metropolitano de 1976 ~acabó siendo,
en muchos aspectos. una inteligente anticipación~ , Bohigas lo ve como «un
instrumento a corregir, mejorar y transformar. de acuerdo coo su propia pre-
disposición a hacerlo_lO..

Bohigas aceptaba, por tanto, el plan entonces vigente. pero lo interpretaba


en términos de proyecto. 0, si se prefiere, entendia que. a diferencia de lo que
se estaba haciendo en Madrid, no era necesario revisar el planeamiento -ya
habfa uno con legitimidad suficiente: el plan general metropolitano- , porque
para su desarrollo lo decisivo eran los proyectos. limitados en cuanto a su

... A. fONT, -la expeóentia recieme de ~ HldIa. Pbneamiemo ~Lico p3I1I el siglo XXI -, en
lkb.Jn. n" 5 (2000), p. 76.
... O. BOHIGAS, .~ una aItI'3 ~baodal., en M . W., Pf.Jns i projccIcs per ~ &rcelona 1981 · /982,
B3n:eIoo31 983, p. 12.

I [
ámbito, pero completos en cuanto a su definición. El plan barcelonés es, pues.
valorado positivamente en la medida en que constituye ~un intento valioso de
aproximarse a la definición de un proyecto.. y criticado en la medida en que
ha sido redactado «con los instrumentos y los métodos que corresponden a
un plan"lIS, porque para Bohigas «es evidente que una ciudad se construye
y se controla con los proyectos y con las obras -como ha ocurrido según la
sana tradición de la obra pública- y no con los métodos consagrados por el
planeamiento"I06. No obstante. como en cualquier caso resultaba necesario
mantener un cierto esquema general de la ciudad. una idea de conjunto que
permitiera dar coherencia a los proyectos y establecer un orden de priOfidad
entre ellos. en la nueva estrategia de "reconstrucción" de la ciudad se le
asignará al plan el papel de constituir un -modelo de contenido, gestión y
programación .. , es decir. un marco que posibilitara articular las intervenciones
puntuales. Esta decidida apuesta por el proyecto como alternativa al plan iba
a marcar de manera inequívoca el comienzo de la transformación urbana
de Barcelona en los primeros años 80. señalando - desde el punto de vista
del papel asignado a los instrumentos disciplinares en la construcción de la
ciudad- un extremo de la polémica desarrollada en esos años en torno al
plan y al proyec to.

El correlato urbano de esa apuesta barcelonesa por el proyecto frente al


plan. lo encontramos en su aproximación al entendimiento de la ciudad desde
la parte frente al todo. La disyuntiva que a este respeclo se le presentaba a
Bohigas era la de considerar la ciudad «como un todo metafisico o como la suma
de diversas partes sectoriales-, y añadía: ~ Parece evidente que esta segunda
opción no se muestra suficientemente radical en el plan general metropolitano.
seguramente porque las circunstancias políticas no se prestaban a ello y no
permitieron a los profesionales que trabajaban en este campo llegar al fondo
del problema. 10/. Se trataba. para Bohigas. de aproximarse a la ciudad desde
los problemas concretos del habitante de cada barrio. de cada pieza urbana:
se deseaba conectar asi la atención a la forma urbis, a la investigación pro-
yectual. con el interés por la forma civitalis y. por tanto, con la búsqueda de
la identidad y la cohesión social. Ahora bien. desde su punto de vista, para
no quedarse en una posición meramente defensiva, ese interés por lo social
debía concretarse luego en la atención a los aspectos fisicos de la ciudad. de
los que en último término dependía la mejora de la calidad de vida urbana. El
peligro que había que evitar era. evidentemente. que cada "parte de ciudad"
se concibiera como una unidad cerrada sobre sf misma. cosa que ya habia
sucedido con los polfgonos funcionalistas: de ahr que Bohigas se cuide de
señalar que «la idea una ciudad constiluida por fragmentos comporta también
indefectiblemente la necesidad de suturar estos fragmentos para formar una
continuidad urbana. Es decir, el fragmento urbano no es un ghetlo aislado.
sino la respuesta autónoma de un sector que ha de estar totalmente integrado
fisica y socialmente-' • .

... !bid.. p. 13 .
... O. 8OH1GAS. Rct;onsfflltXidn de lWceIona. til .. p. 12 .

.. O. BOHIGAS••1'I:r una * ~'. COI .. p. 14 .


... 1tMI.. p. 15.

I [
55 PI.lI.JS de GrxIJ. &ro
<-eIOrU (198 tI j. kh Y G.
Mor-1.

56 111011 Ik U ff)Sta /hI.


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I [
f'rOPUCSliJ dI.' onkrur:>on rk
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a/ona {/982} E Dona/o

_.
lf;_..:J. ~
.
lSU'Il~ ". -
,-
f 51

Comenzaba de este modo a consolidarse en la práctica otra manera de


entender el urbanismo. un uroanismo de la diversidad que, con una intención
fuertemente polémica, veía el proyecto como alternativa al plan; todo ello dentro
de un contexto cultural que sintonizaba bien con aquellas ideas, ya ampliamente
difundidas por Europa, que he pretendido presentar sintéticamente en el primer
capítulo de este trabajo. Con esas referencias como trasfondo, Bohigas se había
embarcado en una operación cuyo objetivo era pasar -de un urbanismo preten·
didamente homogéneo y universal a un urbanismo múltiple y heterogéneo en las
intenciones, en los métodos y en los instrumentos, que permitiera superar las
fÓfmulas absolutas y sistemáticas, tan habituales en el planeamienlo-'". y buscaba
hacerlo de un modo tal que la intervención püblica no perdiera el protagooismo
a la hora de liderar todas aquellas operaciones. En qué medida los hechos le
hayan dado la razón tendremos ocasión de verlo más adelante, cuando en el
caprtulo próximo nos detengamos a examinar algunas de las realizaciones a las
que aquellos plan!eamientos dieron lugarll~; ahora conviene continuar con el
debate que enfrentó a los partidarios del proyecto con los valedores del plan:
un debate en el que el Bohigas de comienzos de los 80 asumió el papel de
acérrimo defensor de la linea proyectual.

Pero si en Barcelona, donde ya existía un plan, se optaba por los proyectos,


en Madrid se decidía coetáneamente redactar un plan general. Para Eduardo l eira
era necesario defender sin ambages el plan ante la actitud escéptica que respecto
al mismo se iba generalizando; ciertamente, no cualquier plan, sino un "nuevo·
tipo de plan que, sin embargo. no excluía el diálogo con los proyectos"'. ~ La
actitud que sustenta el Plan General de Madrid -afinnaba- es ·creerse" la validez
y necesidad del plan general, siempre que sea ese tipo de plan, an!e el doble

... 1bKJ., p, 16,


M lJr\a visión 51nltlica de esas realilacioocs se puede eoconlmr en J. 6USQUETS, 8iJrr::eIon8. la
ronslrtJCddn urlJmfslica rk un;¡ ciudJd compxIa, 63rtclona 2004. pp. 345·411.

.. · La prCICfl$ÍÓ!1, si aeno el relO, de lo que bieIl se podOa denominar como .~ genet<Itión'


de pIane$ de 105 80 Cf1 Espaf\iI, e$ encontr3r un f1UI:\/O tipo de plan que ~ problema$. que
afroolc de modo realista y con lodos los medios al alcance de 105 ayuntamcnlO$ la lr.InSformaci6n
de la dudad heredada Y no a priori su OttllTUenlo- (E. lEIRA. . DeI plan de Madrid: clemmlOS
p3r.I un debale' , cit. p. 82).

J [
Cm¡w lkI I\ • .lI'ICC deJ PlJn escepticismo reinante: de un lado, el de Quienes, en función de la experiencia
Ga>erJl de M.Jdnd (198.;.'/.
reciente, ponen genéricamente en cuestión la validez y posibilidad del planea-
miento general. como 'imposible' en si mismo; y de otro lado, el de quienes,
identificando el plan general con un producto estereotipado y fijo, renuncian o
ven también imposible su renovada concepción, y se escudan - como 'refugio',
reconocido o no- en el proyecto de arquitectura como única alternativa, casi
coyuntural y 'guerrillera' (la arquitectura 'salva' la ciudad), ligada a lo que la

], [
gestión cotidiana puede acometeflo lll• la alusión al "planeamiento imposible"
del primer grupo de escépticos quería sin duda marcar distancias respecto a
las ideas de Fernando de Terán, quien por otra parte de ningún modo podía ser
considerado como un escéptico respecto al plan. aunque se hubiera mostrado
particularmente cnlico respecto a determinadas actitudes de los morfologistas.
la posiciÓfl del segundo grupo de escépticos coincidía sustancialmente con la
de Bohigas. quien por lo demás no estaba tan distante de leira como pudiera
parecer a primera vista, y asl lo reconocía el propio leira en nota a pie de página
de ese mismo texto. Al fin y al cabo, la formación de leira era catalana.

No obstante. en Madrid la resistencia por parte de los urbanistas a acepo


tar la reducción del urbanismo a arquitectura tuvo un frente muy claro entre
quienes. con una formación diversa de la de los catalanes, no deseaban que
el urbanismo perdiera su secular vinculación con las ciencias sociales. Si bien
en parte es cierto, como ha afirmado Jesús leal, que la polémica entre los
partidarios de la autonomía disciplinar - y. por tanto, del proyecto- y los del
enfoque multidisciplinar - y, consiguientemente. del plan- era -difícil de preci-
sar, ya que las discusiones (, .. 1 e incluso las exposiciones más polémicas raras
veces se han manifestado por escrito_m, puede ser seguida suficientemente
espigando algunos artículos aparecidos en las diferentes revistas especializadas
que por entonces se publicaban. Así, en el editorial que abría el primer número
-correspondiente al primer semestre de 1984- de la segunda etapa de Ciud3d
y Territorio, la revista del madrileño Instituto de Estudios de la Administración
local, su director subrayaba como característico de la situación del momento
~Ia reivindicación del papel de la arquitectura y de la visión fundamentalmente
morfológica y de ámbito reducido, que se preconiza como única forma válida
de intervención sobre la ciudad, desde actitudes que, en su orgullosa autoexal-
¡ación, relegan a la nada la ayuda a prestar por las ciencias sociales alegando
la independencia creativa del proyecto_"'. El tema había sido objeto de debate
en un ciclo de conferencias celebrado, en los meses de marzo y abril de ese
mismo año, en el Ateneo de Madrid, en el transcurso del cual Ternn, Quero y
Campos Venuti habían terciado para expresar sus diferentes puntos de vista. En
sus respectivas intervenciones, Ternn había hecho un balance de la situación a
partir de una periodización histórica que pretendía mostrar las consecuencias
de la crisis de la modernidad y el advenimiento de un nuevo paradigma que no
dudó en denominar ·posmoderno"; Quero se había centrado en intentar aproxi·
marse a la definición, en clave de discurso formal, de una nueva construcción
disciplinar del urbanismo contemporáneo. toda vez que la teoría sociológica
como marco teórico del urbanismo parecía haber quebrado definitivamente:
y Campos había entrado de lleno en el análisis de la polémica plan/ proyecto.
señalando la experiencia madrile~a del plan de leira y Mangada como una
contribución importante para demostrar la falsedad de la contraposición entre
ambos instrumentos"5.

~, /bid. p. 84.

"' J. LEAL MAtDONAOO. -El urbanismo y las ciencias sociales·, en Ciud;xJ y rerritorio. n" 61 (1 986),
p. 31.
"' F. TERAN.• E~oriaI •. c~ .. pp. S·6.
H, En el ciclo. organilado por la fundadótl de IrM:stig.lciones Man;istas. p.lf1icip.Jron ~ JordI
Borja y Eotnond f're1ecd1e. aooque sus ponencias esh.Meron centrada5 en t1JCStiones de politica

] '" [
5'1 50 !!leas para Madrid: Con el deseo de continuar profundizando en la ardua controversia sobre la
l'roIlJm.Ioon de SJn Fef'f1III'I
crisis del plan. Ciudad y Territorio publicó dos años después un heterogéneo
//981}. " Hcm<InckJ Y l
FeffliIfIIkl Góroa. cOfljunto de estudios que abundaban en las razones de lo que era interpre·
tado como una auténtica crisis disciplinar. en la que se situaban de modo
60. SO odca~ par.! M;¡oJrid
equrvocamente antagónico ~ Ia técnica frente al arte o la polilica. las ciencias
rcnl<1dcl.JcJon de I.J J\lenKi3
de PJmplonil (1981). J. J. sociales, políticas y económicas frente al diseño urbano. el paradigma de la
A~I modernidad frente al de la posmodernidad. el orden social frente al orden
espacial. la estructura frente a la forma, el plan frente al proyecto,,'''. Dos de
los trabajos recogidos en ese mismo número de la revista estaban redactados
desde el convencimiento de la primada de lo social -y el consecuente carácter
"derivado" de lo espacial- ; no tiene nada de particular, pues. que recondujeran

urbana. Los textos de todas las intervenciones pueden verse tf1 AA W.. reod<l e inlervenc:itin en
IJ dtxJJd. Madrid 1'185.
no F. TERÁN • • SObre los lurldamento5 del planearnlento \l!baoo: estado de la cuestión, . en Ciud;¡d y
Temlorio. n" 67 (1986). p. 3.

] 14} [
la crisis del plan a una crisis social llJ o a una crisis de las ciencias sociales"'. 50 Idc3$ para ¡.,\Jdnd pJr
<lIJe Imal del MJllliJIIJfCS
En cambio, el arliculo de Ribas Piera. que miraba el connicto desde Cataluña,
{IY81J. I Al f~qU'J~.r S
se aprestaba a señalar la complememariedad del plan y el proyecto, a partir de de I.J MJ¡J
una distinción entre urbanismo y arquitectura que no identificaba al urbanismo
con el plan, ni a la arquitectura con el proyecto: -A fin de cuentas -escribía-,
la forma urbana 1"10 es más que el hilvanado de secuencias en las que el hilo es
un elemento formal de mel"lOr envergadura. A fin de cuentas. la ciudad no es
más que un discurso en el que las frases son sus fragmentos. y la arquitectura
de la ciudad construye sus sintagmas básicos. Pero así como no puede haber
contraposición entre el lenguaje y sus componentes, asi no puede pensarse
jamás que planeamiento y diseño se contraponen. 1...1 Planeamiento y diseño
son dos esferas tangentes y aun secantes, en las que cada uno se sentirá más
o menos a gusto. pero que no pueden menos que seguir girando juntas, para
bien de nuestras ciudades .. "'.

Pero más allá de la diversidad de tradiciones disciplinares que siempre han


existido en el urbanismo, el conflicto se agudizó cuando un sector de los arqui·
tectos. desde una lectura ramplooa y simplista de los acontecimientos. no dudó
en proclamar la necesidad de sustituir el urbanismo por la arquitectura. Ya he
dejado constancia de cómo ese planteamiento provenía del contexto intemacio·
nal. pero la presión ejercida en España por esas ideas fue particularmente fuerte:
las revistas de arquitectura no dejaron de hacer eco a quienes fuera de nues·
tras fronteras difundían ese modo de interpretar lo que estaba sucediendo. Así.
en un texto aparecido en Quadems, escrito desde una posición muy belige·
rante. el arquitecto alemán Hans Kollhoff afirmaba que -el urbanismo se ha
convertido en algo obsoleto en tanto que disciplina artistica con pretextos pre·
visores., y consideraba la exposición berlinesa de arquitectura de comienzos de

... Cfr. A. SERRANO ROORiGUEl. -Crisis de pIanifbcIón, crisis de personalidad. crisis Ideológica o
cmrs $OClaI ', en ibid., pp. ').21 .
M
' aroJ. lEAL MAlOONAOO. op. cito. pp. 31·34.
n' M. RISAS I'IERA. .A¡xIrtaciófl al debale sobre Utl conf1ieto Imposible-. en ibid., p. 1.

1 ' [
2

los 80 como una confirmación de ese punto de vista, «La IBA prueba en último
término que cualquier construcción urbana de importancia erigida en Berlín desde
el cambio de siglo no se ha convertido en tal debido a la materialización de Jos
planes de un urbanista, sino gracias a un proyecto arquitectónico que proba-
blemente tuvo que llevarse a cabo con esfuerzos sobrehumanos en oposición
a las ideas del urbanismo predominantes: desde el Woga de Mcndelsohn hasta
la Unité de l e Corbusier y la Natíonal Gallery de Mies, incluso hasta la Torre
de Hejduk en la parte sur de Friedrichstadt ~. la conclusión, como no pocHa ser
de olro modo, era una llamada a acabar C041 el urbanismo: -Por este motivo
parece crucial que los arquitectos luchen contra una disciplina satisfecha de si
misma que ni siquiera bajo el estandarte del contextualismo tiene razÓfI de ser.
puesto que se limita a expresarse a si misma como una aserción. difuminando
los con fli ctos ~"o.

l a simplificación de los términos del debate en posiciones como la de


Kollhoff no podía ser mas burda y, desde la óptica de no pocos observadores,
interesada. ¿No se trataba quizá de convenir los proyectos de arquitectura en
una mercancia más que ofenar dentro de una estra tegia de marketing urbano
que pretendía vestir con arquitecturas mas o menos espectaculares la falta de
ideas para el gobierno de la ciudad? Uegados a este punto considero necesario
realizar una precisioo: a mi entender. plan y proyecto son dos instrumentos
que el urbanismo ha empleado continuamente a lo largo de su historia y a los
que de ningún modo puede renunciar. Carece de sentido, por tanto, contra'
ponerlos hasta el punto de plantear una elección alternativa: plan o proyecto:
sin embargo. como ha quedado expuesto. a finales de la década de los 70 y
durante los primeros años 80. la cuestión se planteó así. Mientras la polémica
se mantuvo en estos términos no pasó de ser un diálogo de sordos del que
dificilmente se podían derivar consetuencias verdaderamente esclarecedoras del
estado de la cuestión y que sólo conducía a enconar aún más las respectivas
posiciones. Después de todo. la situación no era tan extraña. si tenemos en
cuenta el fenómeno que subyacía a todas aquellas disputas: la incontrovertible
crisis del plan. No obstante. unos y otros estaban tan firmemente anclados en
los respectivos puntos de vista que apenas podían comprender el sentido de
las criticas que mutuamente se dirigían. De ahf que se produjeran innumerables
equívocos, que sólo se irían aclarando a medida que los ánimos fueran sere·
nandose: hizo, pues. falta que transcurriera el tiempo para que unos y otros
comenzaran a estar en condiciones de analizar friamente la situación y lueran
capaces de empezar a tantear vías de salida a una confrontación agria y, en
gran medida, inútil.

las cosas se habían llevado seguramente demasiado lejos y, aunque algunos


arquitectos del star system no hayan dejado de insistir desde entonces en la
inutilidad del uroanismom • no tardaria en comenzar a abrirse paso la idea de
que los proyectos de arquitectura solos no bastaban para construir la ciudad:

". H. KOttHOFF . •NquiIe<:Iur.a conll"lll.ri>anismo •. en Qwdcms d;vqu¡¡CC:I()("IJ Il.ktwIisme. n" 183


(1989). p. 13.
•" vtasc. poi" ejemplo. R. KOOlHAAS. -(1 lema de Procusto (extl1lClOS de textos)., en ibid. n" T75
(1987). pp. 98·,05, 10..•&1a:Jn1r.ln!lo1iberudes.. (ntreYiSla de Alejandro Zaefi Polo', en ElCroquiS..
n" 53 (1992). pp. 6·31: 10.. ·iQui! '~ del Ufbanismo?, en NCYisla de OcckJcnIC. n" 185 (1996).
pp. 5·10.

I " [
=

lo oportuno entonces parecía ser intentar el paso de la controversia a la reno-


vación. En ese contexto volvía a aparecer como necesario el plan. algún tipo
de plan; de ah! que ya a mediados de los 80 pudiese escribir Terán que ~eSla
crisis agónica del planeamiento urbanfstico [.. . J parece estar resolviéndose
- como el Ave Fénix- mediante el renacimiento de sus propias cenizas. m, l a
salida a la contraposición frontal entre los partidarios del plan y los del pro-
yecto se iba a prodocir justamente por la aceptación de la conveniencia de un
nuevo entendimiento del plan urbanístico. planteado desde olras bases, y por
la correlativa redeflnición del proyecto como "proyecto urbano", es decir, como
nuevo instrumento disciplinar. En este sentido. el hecho de que Jcan Busquets
asumiera la dirección de los servicios urbanfsticos municipales de Barcelona
entre 1983 y 1989 iba a significar el inicio de un nuevo modo de abordar la
intervención en la capital catalana, planteado desde el intento de recuperacioo
de una cierta visión de conjunto de la estructura urbana, a paror del estable-
cimiento de estrategias tales como el Mplan de vias· de 1984 o las "áreas de
nueva centralidad' de 1986, de una escala que superaba ampliamente la de los
proyectos de arquitectura y que buscaban el establecimiento de una coherencia
urbana más general.

De hecho, desde el LUB se hizo un notable esfuerzo por hacer ver que la
búsqueda de la recomposición de la unidad urbanismo-arquitectura no implicaba
la disolución del urbanismo en la arquitectura, sino que más bien apostaba por
una relectura de la genealogia del urbanismo como disciplina. En este contexto,
Antonio Font, en una reivindicación de lo que podían ser considerados como
los frutos de una década de enseñanzas desde la Escuela de Arquitectura de
Barcelona, respondía a Bohigas que el urbanismo era posible y que Cataluña se
encontraba a la cabeza de ese modo renovado de entenderlo y practicarl012J ;
y éste, haciéndose eco nuevamente de ideas provenientes del ámbito italiano
-de la Casabe/la de Gregolli, por más sei'las-, reaccionaba frente a lo que
consideraba una lectura apresurada de sus criticas al plan y rectificaba o, al
menos, matizaba su discurso anterior con estas palabras: .Han vuelto a aparecer
las criticas reaccionarias a favor de una ciudad sin plan, defendiendo así una
visión particularista e individualizada, sin objetivos colectivos y, por tanto, sin
programación política y, en el fondo, en apoyo de una política neoespeculativa.
Es decir, una propuesta contraria al espíritu que motivó aquellas reflexiones y
aquellas criticas al planeamiento, considerado como un instrumento insuficiente.
No se trataba de proponer una ciudad incontrolada, sino una ciudad más con-
trolada con instrumentos más eficaces: por un lado, una definición más politica,
más comprometida con los contenidos, y por otro, unas precisiones formales
que determinasen su proceso de ejecución .. 'l'.

PO( su parte, Solll-Morales procedía a defender, desde otra tradición mo·


derna, el proyecto urbano como instrumento que ya habia sido utilizado junto
al plan por determinados maestros del urbanismo moderno 'H. Desde su punto

'" f. TERm, -Sobre los IL1f1d3menlOS del pfancamitolo urbano, estado de la cuestión-, d I. , p. 4.

'" Clr. A.. FONT, -L'Ufbanlsmc ts possible. El oou urbanlsme cal31~ •. en El PJi5, 10·11·1985.
". o . BOHIGA$•• Mucf1e y rcsurrettión del pboeamiento lJI'bano.. en El PaIs. ~ ·XI· 1986.

' ...~ EeSleref1. ~ y QuafooI SOf1 maestros que UR traer1 como ejemplos de I¡ modmIa tr.JdiciOO
del proyecto tItbaoo. En distW.CH posiciones, ce6r1c:a5 y cVtunstanc:i*s. ef\$dIMll¡ Iucna de una

] '" [
de vista, el proyecto urbano no puede renunciar a los objetivos propiamente
urbanisticos, en los que la componente temporal es tan decisiva como la espacial.
ni desconocer el carácter de proceso que la construcción de la ciudad conlleva,
ya que de otro modo caena necesariamente en el "formalismo", «en el dise"o
estereotipado de las formas urbanas, como si fueran formas de edificios_m. El
proyecto urbano no se entiende, pues, como un proyecto de arquitectura de
mayor escala, sino como un instrumento disciplinar específico que asume la
complejidad caractenstlca de lo urbano y postula una idea de intervención a
mitad de camino entre la arquitectura y el plan, por cuanto pretende vincular
las propuestas concretas a una instancia operativa que asegure su ejecución,
sin renunciar a incardinar esas propuestas en una idea global de ciudad, en un
proyecto colectivo que sea expresión de un futuro deseado por la ciudadanía. a
la que se le debe reconocer en cualquier caso el derecho a manifestar libremente
lo que piensa sobre el lugar en que va a vivir. «Así - para decirlo con palabras
de Busquets-, la idea de 'proyecto urbano' torna consistencia como superación
de la estéril disociación entre plan urbanistico y proyecto de arquitectura, que
habia reducido el primero al campo del análisis y de la zonificación, y el segundo
al campo de la propuesta aislada"m.

alenc:i6n , la kwm3 t.rilan3 expknd3 en dimensiones ~ propias y no convencionales.


[... 1 El proyecto de la ciudad pasa por estos tres maestros como una COf\SIa"11e relerenc:ia y SUJ
IrlIba;os. aoo en diferenles lerrenos dirnen$ionales. proponen ~ la ~ escala Ufbana
que nos Ilacc verlos hoy como e,emplarc$ CJl la proycC1ació1l de las eIudades. (M. SOLA·MORALES,
·la segunda Nstoria del proyeclO urbano •• CJI UR, JI" 5 (198 7), p. 22).
'''' M, soLA· MORALES. -$palio. lempo C ci\U ' . ci!., p. 26.
m J. BUSQUETS. · EWJIt.oc;iOO del pIa"leamienlO UIbarJistjco en los ..-.os ochenla en Bartdona. Del plan
general metfopolilaoo a la rewperaciOn Ufbana de la ciudad-, en Ciu€bd y fetTitorio. rf' 931'992),
p. 31.

] '" [
-

DE LA TEORíA A LA PRÁCTICA:
LA CULTURA DEL PROYECTO URBANO
4
En un contexto como el de los a¡'¡os 80, caracterizado por una profunda
desconfianza hacia el planeamienlo, la emergencia del proyecto urbano como
instrumento operativo vino a significar para muchos la recuperación de la
posibilidad de proceder a la transformación de la ciudad en un momento de
incertidumbre y de cambio. en una época en la que progresivamente se iba
tomando conciencia de que las condiciones habían cambiado y. por tanto, en
la que "el futuro ya no es lo que era"l; de un modo aun mas lapidario. Rossi
llegó a escribir por entonces que -los grandes hechos habían prescrito históri-
camente. I , Y es que la quiebra de los grandes discursos que habían servido de
soporte conceptual al urbanismo moderno colocó a la disciplina en entredicho
y a los ojos de algunos la deslegitimó socialmente. Por otra pane, el tema al
que se enfrentaban los urbanistas no era ya el de la construcción ex novo de la
·ciudad modema". sino el de su modificación. Como advenía Secchi desde las
páginas de Casabella, -la ciudad, el territorio y el espacio en el que viviremos
en los próximos decenios ya están construidos y no conseguiremos fácilmente
libramos de ellos, ni en un sentido físico ni mucho menos desde un punto de
vista conceptual. Se nos aparecen como un campo de experiencias posibles a
las que dar sentido a través de operaciones de continua modificación. la ciudad
futura estará hecha principalmente de los materiales existentes, 3 los que se
habrá añadido algo que los reinterprete, que actuando en los intersticios de
algún modo los reinvente_J ,

En esa situación de pérdida de un horizonte de universalidad. de afirmación


de las diferencias. el proyecto urbano representaba la punta de lanza para la
necesaria redefinición disciplinar, para anicular una investigación que -lejos de
coincidir con una disolución del plan en el proyecto, del urbanismo en la arqui·

Cfr, B. SECCHI. -Le eondidoni SOllO C3I'Ilbial~· (198 4). en ID .• Un progclro per /'urlJmistica.
Col. . pp. 48·56; ID ... 11 futuro non ~ piil come una volta., en /JI"bJnis¡k<1, nO 97 (1989).
pp. H.
A. ROSSI. AulobiognIiJ cicnfífic4(1981). ~ · 1~8. p. 33.
B. SECCHI. ·lIo profIlIITI3 di ricetta· (1 983). en ID•• {.ti proceno pcr r~ al.. p. H .

] 14. [
tectura, se convirtiera en exploración de los limites: de lo que es único y de lo
que puede ser general.', Pero en la misma medida en que el modo de valorar
el sentido de los cambios no era unánime, tampoco el concepto de -proyecto
urbano" aparecia definido unívocamente; se presentaba más bien como una
idea bastante difusa, cuya caracterización, en aquel contexto de confrontación
y polémica ya esbozado en el capítulo anterior, dependía unas veces del ám-
bito para el que se planteara y otras de la formación de los profesionales que
lo emplearan. Se trataria, pues, ahora de intentar precisar cuáles han sido los
márgenes dentro de los cuales se ha ido definiendo ese instrumento en nuestro
pais y de mostrar cómo se ha utilizado. Conviene, no obstante, no perder de
vista que esa definición se ha ido produciendo por aproximaciones sucesivas,
a través de los diversos ajustes que la práctica ha venido demandando en
fundón de los problemas urbanos abordados. Ese particular modo de "teorizar
haciendo", que en una disciplina como la urbanística, cuyo objetivo último
es la intervendón, ha resultado habitual a lo largo de su historia, recomienda
que nos detengamos a examinar - sin ningún ánimo de exhaustividad. por otra
parte- algunos proyectos urbanos representativos de los diversos ámbitos en
los que este instrumento se ha empleado; de otro modo. difícilmente podríamos
hacemos cargo de sus virtualidades y limitaciones como herramienta al servicio
de la construcciórl de la dudad, en la entonces incipiente transición de la ciudad
moderna a la contemporánea.

o ¿Proyecto urbano o planeam iento de escala intermedia?


Con vistas a clarificar el alcance conceptual del proyecto urbano como
instrumento de intervención, un primer punto que puede ayudar a comprender
las diversas posiciones en juego es precisamente el de su relación con el plan.
la cuestión ha sido largamente debatida y los diferentes puntos de vista al
respecto no pueden ser separados de las distintas tradiciones de investigación
disciplinar en que se encontraban enraizados quienes los sostenían. Para los
morfologistas, que privilegiaban la "ciudad física" como tema principal del que
debía ocuparse el urbanismo. el proyecto urbano representaba la via adecuada
para hacer avanzar la disciplina en un momento de crisis del plan. En cambio,
para quienes entendían el urbanismo fundamentalmente como una práctica so·
cial y prestaban atención sobre todo al plan como modo de Instrumentar unas
determinadas políticas. el proyecto urbano no pasaba de ser el instrumento que
en último término debía acabar concretando las propuestas derivadas de esas
políticas; desde esta perspectiva se ha podido identificar el proyecto urbano con
el planeamiento de escala intermedia. El proyecto urbano quedaria así identifi·
cado. dentro de la vieja concepciórl jerárquica y secuencial de nuestro sistema
de planificaciórl urbanística, con las denominadas figuras de planeamiento de
desarrollo. lo cual permitía en cierta medida "hacer las paces· con un enfoque
que había sido considerado heterodoxo y reduccionista por parte de quienes
tenían una concepción del planeamiento urbano construida básicamente a partir
de presupuestos provenientes de la cultura anglosajonas.

B. SECCHI. · lnlroWziooe.. en ibid.. p. XXI.


Es el caso de Ramón l6pez de l ucio. p;If3 quien -el 'urbanismo urbar.o' lier.c su campo de acdón
privilegiado - pr.Iclicameme el liolco que recoooce como posible- en ~ lIam3lia escala imerme·

] " [
-
Pienso, sin embargo. que originariamente el uso del término "escala interme·
dia" no tenía en este contexto la intención de re ferirse de manera exclusiva al
planeamiento de desarrollo como ámbito específico de un urbanismo proyectual.
Cuando en la portada del segundo numero de la revista UR se mencionaba la
escala intermedia. la referencia era más bien a los planes generales de ciudades
menores catalanas. que completaban la visión ofrecida en el número anterior de
la revista sobre el "urbanismo urbano· de los planes municipales de ciudades
españolas de mayor tamaño. como Valladolid, Salamanca, Gijón o Tarragona. En
ambos casos, el énfasis estaba puesto en un nuevo enfoque del planeamiento
general que buscaba precisamente -superar el tradicional dualismo entre planes
(urbanismo) y proyectos (arquitectura) que había alimentado una discusión
más bien estéril en las décadas anteriores_ y que venia caracterizado por «una
primacía de lo 'urbano' con un fuerte compromiso con las propuestas sobre la
forma ¡¡sica de la ciudad, en la medida en que es uno de los elementos m~s
capaces de interpretar los procesos sociales y de vincularios a una instancia
operativa"': es más. la combinación de diversas escalas de trabajo constituía
una de las características de esos planes.

Por tanto. cuando unos años después se dedicó un número de la revista


Urbanismo a examinar los planes de escala intermedia, refiriéndose -ahora sl- al
planeamiento instrumental que desarrollaba los planes generales de los 80. no
me parece que se estuviera pretendiendo reducir el proyecto urbano a ese tipo
de actuaciones, sino que la intención era más bien mostrar uno de los modos
de responder a los problemas de definición de la forma urbana, pero no desde
luego exclusivo ni único. De hecho, en un articulo sobre la escala intermedia en
el caso de Madrid, José María Ezquiaga advertla que el nuevo plan general de la
capital española -se concibe como un instrumento flexible capaz de dar respuesta
ti los problemas según su importancia y significación urbana. y no sólo según
su escala. Son asl contenido del planeamienlO tanto las grandes decisiones de
alcance estructural como las intervenciones de escalas menores. que cumplen
un papel decisivo en la ciudad. e incluso la definición de criterios prototípicos
de ordenación arquitectónica, si bien este último aspecto ha conocido un menor
desarrollo concreto-l. No obstante, la confusión - interesada o no- se produciria
poco después, y es bien comprensible que asf fuera. pues para quienes veían
con suspicacia el "urbanismo urbano" resultaba tranquilizador pensar que su
enfoque se podia reducir al propio del planeamiento de desarrollo: sin embargo,
como ya he señalado. 00 eran exactamente ésos los términos en que estaba
planteada la cuestión.

Para comprobarlo basta con repasar un escrito de Luis Moya. que intentaba
sintetizar el impacto del morfologismo en el urbanismo español de la década
de los 80. en el que saliendo al paso de esas interpretaciones afirmaba que

día •• con lo cool -no pasiI de ser la cvid!:mc reivirxlicaclófl de calidad de U03 de las =135 de
intervenciótl en la ciudad má$ característica de la actividad profesional y. concretamente, de \0$
arquitectos urbanistas· (R. LÓPEl DE LUCIO. 0ucJ;¡d Y IJI"bamsmo a fifla/es del SJgJo xx: Valencia
1993. pp. 247 Y 248).
J. BUSQUETS••Nueve planes calabnes-. dl.. p. 25.
J. M. EZQUIAGA. -El disefIo de la escala intermedia. El aso de Madrid-, Cfl /kfunismo. n" S (1988).
p. 6. P3ra la sl1uación en Catalot'ta. elr. J. A. SOLANS, -Los planes de escala Inlermedla-. en ibid.•
pp, 21·28.

J [
-el proyecto urbano no es el equivalente al planeamiento de escala intermedia,
que vendria a situarse entre el planeamiento general y el diseño urbano de
un lugar determinado, sino que se refiere al enfoque formal de definición del
orden urbano. De otra manera ~añadla - volveriamos a fomentar la discusión
de principios de los años 80 entre plan y proyecto, términos que en sus
versiones más extremas se interpretan equívocamente como planeamiento de
zoningfrente al urbanismo definido únicamente con proyectos edificatorios"'. l a
cuestión, por tanto, habla de ser planteada de otro modo si lo que se deseaba
era superar las diferentes rupturas que hablan ido separando al urbanismo de
la arquitectura. Pero ¿cómo hacerlo? l os primeros intentos llevados a cabo en
nuestro pais para conceptualizar el · proyecto urbano· como instrumento con
objetivos propiamente urbanisticos -y, en consecuencia, metodológicamente
distinto de los proyectos de arquitectura- provienen nuevamente de quien ha
sido entre nosotros el principal valedor de un urbanismo de cone proyectual:
Manuel de Sola-Morales.

En un programático texto aparecido en la segunda mitad de los 80, el


arquitecto catalán se mostraba interesado en explorar los origenes del vacio
teórico por el que -a su juicio- atravesaba el urbanismo en aquellos momen-
tos, -precisamente para fundamen tar las nuevas prácticas-o En la historia del
urbanismo moderno, Sola-Morales identificaba otra tradición - también moderna.
pero diversa de la del funcionalismo- que no renegaba de la ciudad histórica,
sino que buscaba su trans formación para adaptarla a las nuevas necesidades de
los tiempos: -Aquel era un urbanismo que disfrutaba con la condición distinta
de cada pane urbana. con el entendimiento de la gran ciudad como anefacto
complejo. siempre más rico y diversificado. Creo que es ahí, en esa compleji-
dad. donde hay que reconocer la verdadera tradición de la ciudad moderna, sin
paliativos ni entrecomillados. Muy al contrario de los esquemas que defender<1
el funcionalismo, la cultura de la gran ciudad, nacida de la revolución industrial
del XIX y exuberante en las grandes capitales metropolitanas del XX, nunca
pretendió resumir sus complicaciones simplificando sus problemas. [... ] Es asl,
hijo de la complejidad y la superposición, como el 'proyecto urbano· nace y se
configura como el momento proyectual más adecuado, rico, variado y capaz
para la proyectación de la ciudad moderna.' .

Al reinvidicar el proyecto urbano ~como campo de trabajo intermedio


dOl1de las escalas se entrelazan y donde el arquitecto es autoridad razonable
en la forma de la ciudad ~!f, no se estaba pretendiendo reducir la intervención
en la ciudad a "ejercicios de composición de escala in termed ia~ - en el sentido
que l ópez de lucio daba a esta expresión-, sino que. en el contexto de una
sociedad crecientemente compleja, se buscaba encontrar una salida para la
simplificación a la que tanto el Movimiento Moderno como el planeamiento

L MOY.... GONz..iJ.El..El proyec1o tII'baoo en la dte3da de los 80-. en An¡uitcdO$. n" 1Z6 (1992).
p. 4S: mis adcIMte. sin crOOaI"go. no dqab.a de rCCOOOCCl"" que -el interés por la forma lisicI ha
~ mas fkll y evidente en las escalas inlefIDtdi3s de pIancamienIo paItiaI. pIaocMnicflIo especial
y cstOJd;os de detafle. En CSlas escalas de plartcami!:nto se ha hecho freaJ!:nte el diserto urb3no.
concibiendo tI! sus delalles los eSfXlCios pUblicos y Sil relaciOO con 13 edificaciOO. (/bid.. p. 48).
M. SOLA·MORAtES. · la segunda t.istoria del proyedo t.riIano-. cit. pp. 21 ·22.
.. Ibid.. p. 22.

1, [
=

de matriz racionalista habían querido someter al hecho urbano. la respuesta a


la complejidad -la afirmación de las diferencias- y la búsqueda de la calidad
en las intervenciones urbanas se convertian asi no sólo en la expresiÓfl de la
coyuntura cultural, social y política del momento, sino sobre todo en un modo
de superar la secuencialidad de los planes con el fin de alcanzar una mayor
flexibilidad de las prefiguraciones y de las reglas del plan, lanlo en el espacio
como en el liempo. En este sentido, el proyecto urbano 35umia, desde el punto
de vista del conocimiento, un papel clave en la descripción e interpretaciOn de
los lugares. en la exploración lanlo de sus caracteristicas fisicas como de sus
posibilidades de uso; y ello no s610 por parte de los profesionales que lo elabo·
raban. sino también para los diferentes actores sociales. por cuanto se convertia
en un medio que podia ayudar a precisar sus puntos de vista respecto a lo que
se estaba proponiendo. a cooocer sus modos de percibir e imaginar los sitios
o su posible resistencia a los cambios. Además. desde el punto de vista de
la intervención. el proyecto urbano aparecia como el ámbito privilegiado para
conectar la componente estructural del plan con las estrategias propositivas para
las diversas áreas necesitadas de transformación en la ciudad. una vez admitida
la imposibilidad de un diseño general de ésta por parte del plan.

De ahi que, sin pretender dar una definición cerrada del proyecto urbano.
sino más bien una caracterización de su modo de afrontar la intervención en la
ciudad. afirmara SoIa·Morales que -el proyecto urbano hoy mantiene en buena
parte aquel gusto por la ciudad como geografia variada y aquel amor por sus
partes que desde principios de siglo han sobl"evivido a las roturas. Mantiene
también temas y materiales. métodos e instrumentos. rejuvenecidos. La atención
a los trazados viarios como instrumento de formalización. la propuesta de nuevos
tejidos de edificios y la reinterpretación de los lugares urbanos son quiza tres de
los grandes temas en que, con soluciones y enfoques innovadores, coinciden
muchos de los proyectos urbanos más interesantes. Cinco notas se podrían
encontrar en ellos que los definen como proyectos urbanos:

1. efectos territoriales más allá de su área de actuación:


2. carácter complejo e interdependiente de su contenido, superacíón de la
monofuncionalidad. mezcla de usos. usuarios, ritmos temporales y orientaciones
visuales:
3. escala intermedia, susceptible de ser ejecutada totalmente en un plazo
máximo de pocos anos:
<l. carga voluntarista de hacer arquitectura de la ciudad. independiente de
la arquitectura de los edificios:
5. componente público importante en la inversión y de los usos colectivos
en el programa_".

Coo el proyecto urbano no se estaba. pues. pretendiendo convertir el plan


en una mera operación de ensamblaje de grandes proyectos de arquitectura.
ni hacer una trasposición a la escala urbana de las reglas y las técnicas propias
del proyecto arquitectónico, aunque haya habido quien. en su incultura o en su
mala fe. asi lo haya querido: se estaba més bien llamando la atención sobre la
necesidad de no desentenderse de los aspectos espaciales en la construcción

" 1bi<J.. p. 22.

J .[
de la ciudad, de buscar en cada caso un compromiso con la componente física,
tanto en la pequeña escala, que bien podía comenzar y acabar en si misma y
era abordable con procedimientos de gestión ya muy contrastados, como en el
proyecto urbano complejo, que por su carácter estratégico requeria una visiÓf'l
de más largo alcance, coherente con una determinada idea de ciudad que, a su
vez, aquel contribufa a construir. De este modo el proyecto urbano se ha ido
dibujando como instrumento al servicio del plan - los proyectos del plan-, y no
ya como alternativa al plan: un plan ciertamente renovado, concebido desde
otras bases a paror de lo aprendido con la experiencia de la historia reciente,
por dolorosa que ésta haya podido resultar para algunos; una nueva definición
del plan que la década de los 90 parecía en condiciones de alumbrar y que, sin
embargo, sigue siendo una tarea pendiente en este cambio de siglo. Porque del
mismo modo que pudo resultar .preocupante 1... 1la presurosa adopción que
tuvo lugar en nuestro país del morfologismo fragmentario como vía única para
abordar el tratamiento de lo urbano - que fue tan clamorosamente asumida jonto
con la sospechosa descalificación generalizada del planeamiento estructural-,
no deja de plantear ahora nuevas preocupaciones la generalizada vuelta a ese
planeamicnto, referido a amplios ámbitos territoriales. que se está desarrollando
impulsado políticamente para muchos territorios de este pafs, sin que haya
mediado la necesaria confrontación de ideas, sin un debate clarificador que
haya permitido calibrar la dosis de revisiÓfl, de reelaboraci6n y de adaptación
que hubiera sido necesario introducir en los antiguos instrumentos tradicionales,
que nunca llegaron a funcionar del todo _l1•

Ahora bien. como la urbanistica es una disciplina eminentemente práctica,


en la que, con palabras de Secchi, la leoria juega el papel de un andamiaje "que
empleamos para construir y que tal'vez convenga eliminar después~!l, para
llevar a cabo una aproximación a la cultura del proyecto urbano. además de la
oportuna clarificación conceptual. se requiere asimismo pasar revisla -aunque
sea de manera sintética- al amplio abanico de realizaciones que, con resultados
ciertamente desiguales. dicha cultura ha producido y que indudablemente han
significado un importante impulso par.! la transfonnación y recuaJificacióo de
nuestras ciudades. en unos momentos en los que el marketing urbano se había
convertido en la nueva parata d"ordinede una actitud des reguladora ampliamente
difundida (y no s610 en el ámbito del urbanismo). Si bien apenas hubo algún
contexto en el que no se hicieran sentir, de un modo u otro, los efectos revi·
lalizadores del proyecto urbano. cabe afirmar que la atención al espacio público
y a la mejora en la calidad de los servicios urbanos han sido quizá elementos
comunes que permiten vincular entre si actuaciones muy distintas en cuanto a
su orientación, su escala y sus objetivos. Desde esta perspectiva me detendré
a continuación en los tres capítulos que me parecen más significativos para
ilustrar esa "cultura del proyecto urbano·: las intervenciones llevadas a cabo para
reaJperar la ciudad histórica, las actuaciones centradas en la creación de piezas
de nueva ciudad y los proyectos estratégicos ligados a grandes operaciones de
transformación urbana.

F. TERm •• EI retomo del pbn •. en Lto.t. ". 4 (2000). p. 5•


•, ·lo que ~ destnildo a ~ -SJgJJe ciciendo S«dli- 1'10 es la 1t0n3 soroo la otn. d
dcp6sIIo al la oucbd Y d tmilOOo de los; ~ y proye<:lOS que ~tC hayan sido
inrotm3dos por ~ leona' (B. SECCH I.• kltnx!ulione., en 10.. Un progcno p« I~ ciI. •
• OO.

] [
o la intervención en la ciudad consolidada:
los centros históricos
Resulla ya casi un tópico referirse ti la recuperación de los centros históricos
como una de los primeras cuestiones que fueron objeto de atención por parte
del morfologismo: por lo demás. seguramente no pocHa ser otro modo, sobre
todo si recordamos que la ciudad heredada constituyó desde los comienzos de
su andadura disciplinar una de sus preocupaciones fundamentales. Las políticas
de renovación urbana impulsadas en toda Europa durante la segunda posguerra
habían llevado consigo importantes Iransfonnaciones en ellejido edificado de las
ciudades históricas: apoyadas en la idea de potenciar la cemralidad urbana, esas
políticas significaron, desde el punto de vista (¡sico, la progresiva sustitución de
la edificación existente por nuevas tipologías con escasa o nula sensibilidad hacia
los valores patrimoniales; desde el punto de vista funcional. la terciarización casi
completa de las áreas centrales de la ciudad, caracterizadas hasta entonces por
un fuerte predominio de la residencia; y, desde el punto de vista sociológico,
el desalojo de la población residente y su relocalización en la periferia urbana.
Frente a esas intervenciones que en la mayoría de los casos suponían profundas
agresiones al patrimonio histórico de las ciudades, la cultura italiana iba a iniciar
en los años 60 una larga batalla -política tanto o más que urbanística- cuyo
objetivo, dejando atrás el debate sobre las "preexistencias ambientales· de
finales de los 50, se iba a centrar en la supervivencia de los centros urbanos
de antigua formación, conocidos desde entonces como ·centros históricos· en
una amplísima literatura especializada".
La Carta de Gubbio. redactada en 1960 en el transcurso de un congreso
organizado por un grupo de ayuntamientos, con la participación de politicos
e intelectuales, marca de algún modo un salto cualitativo en los debates de la
cultura italiana en torno a la intervención en la ciudad existente'S. Como reac·
ción ante las demoliciones sistemáticas, se daría a partir de entonces un fuerte
impulso a la conservación de la ciudad histórica, trasladándose las medidas de
protección desde los monumentos singulares al centro histórico en su conjunto,
con objeto de intentar sustraerlo al saqueo de la especulación inmobiliaria. De
este modo "el cuadro politico·cultural que comienza a dibujarse es particular-
mente propicio para la afirmación en el terreno profesional del análisis urbano
como instrumento de planeamiento y abre una perspectiva que, a largo plazo,
será muy fecunda de resultados sobre todo desde el punto de vista cualitativo
y que caracterizará ya desde entonces la política italiana de rinnovo urbano de
un modo completamente diferente (al menos desde el punto de vista cuanti·
tativo de los resultados de las sustituciones) respecto a las análogas polfticas
contemporáneas de renovation urbaine o de urban renelva¡'''.

" Par.! un er.cuadre general de la cues1ioo de los centros históricos. dr. C. CAROZZI & R. ROZZI.
Ct:rM Slorid. queslione 3perTa. Ban 1971; M. FAZIO. 1/ deSI{no dei centri slorid. Floreoci<! 1977: F.
CIARDINI & P. FALlNI (cds.). los centros his/oocos.. PrJ!¡1k;a urbanfslica y progr.!ffl3s de iH:/U3dón
(1978). Barcclooa 1983.
" Cfr. ANCSA . • Convengo solla salvaguardi<! e il nsan3memo dei cemn stoOco·artisiki. Gubbio 17·19
sellembre 1960. Oichiaralione finale •• en Urbanis/icJ. n" 32 (1960). pp. 66·67. la Asocialiooe
Nalionaic Centn Storico·artislici loe creada a raíl del congreso de Gubbio. que promovió Glovanni
Aslengo. y ha jugado un papel muy activo. juIlto allNU y a la asociación ftali<! Nostf3. efl la defensa
de los centros histOricos italianos •
.. f. C. NtGRElll. op. cit.. p. 106_

]. [
Los instrumentos puestos a punto para profundizar en el conocimiento de
la estructura de la ciudad histórica, en panicular el análisis mono· tipológico,
se convenirán así en el sopone epistemológico de los posibles modos de
articular la intervención en el centro histórico, por cuanto el juicio de valor
histórico-critico que debía preceder a cualquier decisión técnica pretendía
fundarse en un conocimiento suficientemente contrastado de la forma urbis,
casi siempre apoyado en una reconstrucción de la misma necesariamente
ideal, es decir, detenida en el tiempo. Con ello, para decirlo con términos
acuñados en aquellos años por Tafuri, la "crítica tipológica" aspiraba a sustituir
a la 'critica operativa", convirtiéndose en el nuevo canon que permitía decidir
qué y cómo debfa conservarse. De hecho, la inmensa mayoría de los piani di
recupero redactados en Italia para los centros históricos durante los años 60
y 70 contenfan minuciosos análisis mono-tipológicos, aun cuando no todos,
como intentaré exponer enseguida, los utilizaran con la misma intención. En lo
que sí estaban de acuerdo era en considerar la componente social como un
aspecto nuclear de sus políticas para los centros históricos, necesitados como
estaban de una profunda revitalización socio-económica; no se trataba ya, por
tanto, de entender el centro histórico un¡camente como ámbito monumental
que había de ser salvaguardado pasivamente, sino como una parte de la ciu-
dad que debía ser objeto de una activa conservación integral, que incluyera
el mantenimiento de la población residente en los mismos, en el contexto de
una "nueva cultura de la ciudad", Así, paulatinamente, a partir de los años 70,
la de los centros históricos tenderá a plantearse como una parte de la más
general "cuestión urbana".

La idea de un tratamiento homogeneo para todo el centro histórico mediante


un proceso unitario de res tauración, a partir de una contundente política de
imervención pública. estaba en la base de la que pronto se convertiría en una
de las experiencias italianas de referencia: la del centro histórico de Bolonia11•
Aprobado en 1969 como variante del plan general vigente, el plan para el
centro histórico de Bolonia pretendía recuperar el patrimonio histórico de la
ciudad, reposicionándolo respecto a la estructura económica al confiarle una
función activa compatible con su estructura física y social. Los presupuestos del
plan boloi'lés mantenían, sin embargo. una posición defensiva, de salvaguardia.
fuertemente conservacionista, cuyas propuestas se apoyaban en una -lógica
que define la investigación y la redacción de normas o principios metodológi-
cos idóneos e irrefutables para tutelar y mantener un determinado patrimonio
arquitectónico, urbano y territorial 'histórico'·". No se admitían más modalidades
de intervención que la restauración filológica y el restablecimiento tipológico,
que era de hecho la única altemativa contemplada para la conservación inte,
gral" . La presentación de esa metodología como supuestamente científica y
universalmente válida. junto con el fuerte carácter político del plan, harían que

~ Sobre el plao de BoIooi3. cfr. P. l. CEIlVELLATl & 11, SCIINNAVlNI. 8oIoni3.. pohlic3 Y tnellxJolog/J
de 13 rcslilUl'Xi6n de centros hlsldrico$ (1913 ). Barcelona 1976 .

•, P. L CEllVEl LAT1. .8 proyecto (le la ~., en F. CIARDINI & P. fAlINI (edsJ. 'Y1 di..
p. 103.
" .En el C3SO en cl que se repite un tipo arquitectónico ya repelido en el pasado Yconoxido con
prcclsión, Iccoostruyendo/reproduciendo hasta el limite el edificio desaparecido. la restaundón
cooservadora se convierte en re Slablcclmicmo UpoIógico. (ibid.. p. 107).

] 15,' [
11 f,J

62. Plan ",sp",oJI p3rJ ...1


C:<'/lIm h'Mon.-O cft: (JQI(JIIIJ
(/969)0' am/¡SI$ b~O

63. M JnliJfl3 ft:5/óJUr.JdJ rA--I


l"en/fO h,s/(JfICC) ¡J..' BoJo¡¡.¡
la experiencia boloñesa, ciertamente innovadora pero cuyos resultados prácticos
serian bastante modestos, se convirtiera casi en un ·paradigma disciplinar",
que luego sería imitado a menudo más en sus aspectos formales que en sus
objetivos sociales.

Por lo demás, la consideración del centro histórico como una estructura


que debía ser mantenida en su estado original a través de un proyecto de
conservación integral no formaba parte de una estrategia de intervención
incontestable ni siquiera para la cultura italiana, que presentaba al respecto
un cuadro bastante plurapa. Si hubiera que reseñar olra experiencia rele·
vante, además de la de Solonia, pero con unos planteamientos diversos a
los de esta. podríamos referimos al plan para el centro histórico de pesaro1 '.
Redactado en la primera mitad de los años 70 por un grupo de arquitectos
del que formaban parte, entre otros, Carlo Aymonino, Costantino Dardi.
Gianugo Polesello y luciano Semerani, el plan abordaba la cuestión del ceno
tro histórico como problema proyectual o, dicho con los términos de sus
autores, como problema de arquitectura. Partiendo de una idea de centro
histórico que no lo consideraba como un todo homogéneo e indivisible.
sino constituido por partes fisica y funcionalmente diferentes, se pretendía
activar un proceso que miraba simultáneamente a la conservación y a la trans-
formación. Para ello el plan determinaba varias "áreas de proyecto", cada
una de las cuales, a su vez, comprendía diferentes "áreas de intervención
unitaria": a través de esos instrumentos operativos y de gestión se pretendía
determinar ámbitos no homogeneos en cuyo interior coexistiesen diversos
contenidos urbanísticos que permitieran considerarlos como módulos elemen-
tales de la configuración urbana o, ~i se prefiere, como partes de ciudad. Y
es que. en último término, para los redactores del plan de Pesaro .no podfa
existir una urbanística ni una arquitectura de los centros históricos que no
fueran al mismo tiempo una urbanfstica y una arquitectura de la ciudad toda
entera. n .

El eco de los debates y las propuestas que subyadan en aquella primera


generación de planes especiales para los centros históricos italianos llegaría
hasta nosotros en unos momentos en los que el deterioro del patrimonio aro
quitectónico y urbano de las ciudades espaiiolas era más que evidente. El caso
paradigmático de la destruccióo del centro histórico de Valladolid en los años
del desarrollismo, como fruto de una triste combinación de deterioro urbano
y procesos especulativos. no constituía lamentablemente una excepción. De
ahí que comenzaran a alzarse diversas voces que intentaban llamar la aten·
ción sobre la gravedad de unos procesos de renovación urbana que hasta los
años 70 apenas habían encontrado resistencia social. pues se había intentado
«mostrar a la población afectada, asf como al resto del colectivo urnano. que
los programas de renovación, aunque supusieran instrumentalizar procesos de
derribo, eran necesarios para hacer una ciudad más actual, más habitable, más

.. Cfr. B. GABRIELlI, -Política !leí ceotri SIOOcI ed alcvoc reccml qucsli011i relaliveo (1976), Cil iO ..
n ~upcro dcfI<J e/l/ti esiSlen/c. $;Jgg/1968· / 992. M;I~ 1992, pp. 7\ -84.

" AI:.erciI del pIar1 de I'tsaro se puede c:onsuIlar d cuaderno morlOglOlflCO publicado en COfl/rosp.uio.
rf' 2 (1976). pp. 14-49.

" 11. PANELLA. -L'0l1ica di ...... ·uroar.stia opet;JIr-. en ibtd., p. 28.

] [
-

L.. J _.....
'!"""I "---;-- c 2'
1Il~_
PI;m r:s¡x:ci.J1 p;N<I r:J cefllro
hfs/óliro de PCsMo (1972)

- - 9
"'''''-=
-- I

.'
-- ~

adaptable a las demandas de la circulación, en fin, una ciudad moderna que


respondiera a las necesidades actuales que siente la población ~Z]. Pero con los
cambios de la situación politica y cultural descritos en el capitulo precedente, se
iría afirmando progresivamente entre los profesionales y la población afectada
una sensibilidad diferente respecto a la ciudad histórica, que se concretarla en
diversas actuaciones enraizadas en aproximaciones disciplinares muy variadas,
pero coincidentes en la necesidad de promover activamente la defensa de los
valores de los centros históricos l ' .

En ese contexto, un primer modo de plantear ellralamiento de los centros


históricos en nuestro pais se centraría en la protección de lo existente, a través
de diferentes medidas encaminadas, en primera instancia. a paralizar cual-
quier intervención que pudiera suponer una agresión al patrimonio uroano
histórico y, posteriormente, a favorecer su rehabilitación. Así, hacia 1977 se
elaboró en Madrid un catálogo. en cuya base se encontraban las ideas pues,
tas en circulación por la cultura italiana2s, que constituiría el germen del plan

" A. ALVAR E2 MORA, Madrid. hs t/IJfJsfQl'miJ(;ÍQ(les del centro,dud3d (!fI el modo de producción
cJpita!ista, Madrid 1979, p, 129.

" Para una visi<Xl ele conjunto de ese cambio de actitud, cfr, F. POlo .la recoperación de los centros
históricos en h pal'la" en JO, (ed.l. Arquittxtllfa y Uffunismo en ciudades históricd5. Madrid 1988,
pp. 26-47.
" Ese catálogo representaba ' ona inteliofil3oCiór!. tanto a nivel del propio lenguaje del documento
como 3 nivel conceptual. de la 'cultura de la protección', forjada en toroo al análisis morfo·tipológ;co
de la ciudad tradicional. plasmada en la consideración de la ciudad como una arquileclor.:t y la
articulación del espacio urbano en elementos prilfl3rios, que configuran la memoria coleclivit y la
identidad orbana, y fábrica residencial, que contribuye 3 configurar la escena umana y el ambiente
social. O. M. E2QUtAGA . •Madrid emre la 'operación derribo' y la rellabilitación del centm: la
incidencia de las normativas edifocator\3s en la salvaguardia de ta ciudad histórica. , en CiudiId y
raritorio. n· 71) (1986). p. 91).

] '" [
lleJul.¡,/¡{i1O()(I de b mJlUiIniI
de ClsctmI. AlJdrJd {/98/1.
Al BJylln. j. L_ AlJflm y
F. 1'0/.

especial aprobado en 1980. Ese plan especial. siguiendo en buena parte el mo-
delo de 8010nia. apostó por una politica de conservación generalizada de
la ciudad histórica que aplicarla medidas de protección a más de ocho mil
edificios, estableciendo una elemental categorización - integral, estructural y
ambiental- que unificaba de maneli! genérica problemáticas muy diversasl .,
Sin embargo. la escasa experiencia rehabilitadora. la falta de un marco nor-
mativo que la apoyase y la reducida capacidad inversora del ayuntamiento
dificultarlan notablemente la consecución de los objetivos del plan 21• Entre los
primeros Intentos de la gerencia de urbanismo madrilei'la para ensayar estra·
tegias de intervención en ámbitos muy deteriorados de los barrios populares
del centro histórico, cabe destacar el programa piloto de rehabilitación de la
manzana de Cascorro. en la zona del Rastro. promovido en 1981. La manzana
era un mosaico de edificios con diversas tipologías, edades y grados de de·
terioro. que exigía una variada gama de formas de actuación. El programa se
planteó por parte de sus autOf'es (Mariano Bayón. José Luis Martín y Francisco
PoI) como un proyecto urbano para el conjunto de la manzana, que. adem~s
de las propuestas de intervención concretas en cada edificio. concedía una
gran importancia a la creación de una trama de espacios libres interiores,
articulando plazas, patios y pasajes dentro de la manzana, en un área donde
tradicionalmente había existido una inlensa vida veCinal; todo ello sin olvidar

,. Sobre el plan especiiII del ctf'Ilro hislórico de Madrid 'J su gtfle$I$. cfr. J. l ÓPEZ vJN. ·PIanea·
miet1to 'J gesliOO en la ciudad consolidada. El plan especial de M;Jdrid•• en AA. vv.. {)elenu.
proIecdón Y mejora del pauimOflIo hist6riCCN/flislico y arquIl«tónlco. Madrid 1982. pp. 128·
150.
" lIasta 1982 no se aprobaóa la primera normativa estatal de apoyo a la retlabilit ación (Re31 De·
crelO 315/1982. de rehabilit3dóo de vivicfldas. 'J Real Dccre!o 2555/1982. de medidas p3ra la
rehabili13Ción Integrada).;u¡que el ~ro impulsor de ~ poh'bs de rehabilit3dóo en Espa/II
seria el Real Decre!o 23 29/1983. de proIettiOo a la rehabibt3dóo del patrimonio fCSidcncbI y
""'"".

] 1 [
-

que la operación únicamente seria viable con un adecuado planteamiento de


la gestión?'.

Resultaba dificil. no obstante, que a través de una estrategia de intervención


difusa, centrada exclusivamente en las actuaciones en los edificios protegidos.
se pudiera conseguir un efecto recualificador en los espacios públicos y la es·
tructura urbana: de ahí que en la segunda mitad de los 80 se pasara a impulsar
actuaciones de rehabili tación integrada. a través de los denominados · programas
de adecuación arquitectónica", que tenian como finalidad poner en marcha pro-
cesos de recualificación urbana en áreas singulares del centro hislórico1'. -Estos
programas se conformaban como 'planes/proyecto' para el desarrollo coordinado
de los múltiples tipos de intervención que conlleva la rehabilitación integrada:
actuaciones en la edificación, los espacios públicos, el ambiente urbano, las
actividades~30. La primera iniciativa de este tipo se ocupó del entorno de la plaza
Mayor madrileña; centrado en el conjunto de manzanas que contienen la plaza,
el programa preveía tanto operaciones de rehabilitación de viviendas como de
adecuación y restauración del recinto de la propia plaza. Además de motivos
obvios, tales como la degradación de un espacio particularmente emblemático
de la ciudad, con una apreciable actividad urbana, se valoró también el interés
estratégico de su localización y su relación con otras áreas cercanas, como la
Puerta del Sol, donde también actuó el ayuntamiento madrileño, aunque en este
caso la intervención de Antonio Riviere, Javier Ortega y Antón Capitel no fuera
una operación propiamente urbanística, sino mas bien un cuidadoso proyecto
de reurbanización del espacio público.

Ese carácter defensivo, que apostaba por una conservación generalizada y


que había caracterizado los planteamientos del urbanismo madrileño en relación
con el centro histórico en la primera mitad de los 80. se incorporaría con algunas
modificaciones a los criterios de protección del plan general de 1985 y cons-
tituiria una de sus limitaciones. «Esas limitaciones -como ya señalara Francisco
Pol- venían determinadas fundamentalmente, no sólo por ese entendimiento
desagregado y puntual de la estrategia de recuperación, como suma de múltiples
operaciones aisladas edificio a edificio, sino sobre todo por el fuerte desfase
existente entre el esquematismo de las normas de protección y la acentuada
complejidad y diversidad de la edificación protegída. Pero sus limitaciones resi-
dían, además, en la carencia de instrumentos de ordenación y actuación propios
de la llamada 'escala urbanística intermedia'; su timidez ante los problemas de
las áreas más degradadas y de las tipologías insalubres, consecuencia de una
visión exasperadamente conservacionista de la 'identidad histórica' de la edifi·
cación popular, su tendencia a considerar predominantemente los problemas
del casco antiguo como problemas de vivienda. dedicando una atención menor

" Sobre la rehabilitacióll de la malllilOa moonk:i'Ia de Cascorro, elr. F. POlo . l..iI recuperación de los
celltros his!óricos ell Espalla •• en M. W., RCCi.Ipf:f<JCÍÓI de cenlros hislóricos, Almena 1993.
pp. 137-144.
" Para Ullil valor3ción de las poI,1icas de recuperación uroaoa ell el celltro his!órico de Madrid. dr.
M. A. TROITINO VINUESA, Cascos antiguos y renlros históricos, problemas. po/ílic3s y dinámicas
urbanas, Madrid 1992. pp, S3·95.

lO J. L. MAR TiN, F. PO l & C. SOTOS. •l..iI plala May« de Madrid Ysu enlomo: lJfl prog.r.¡ma para su
adeasac;oo arqu~ec !ónic3 •. en F, POL (ea.), Arqu¡Ir:cI~ y urlJanismo en las dudadt:s hislóricas..
ci!.. p. 106.

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RevtbanuJClo)l' eJe ü PuertJ a la incidencia de los usos no residenciales en las estrategias de rehabilitación;
rkI Sol. MJdnd (19811 A.
y. en fin, su escaso entendimiento del papel de los espacios pUblicos en la
1':"""-1'. J On("g;1 Y A. CJ-
I",¡j, incentivaci6n de procesos de recualificación urbana de su entomo~J l . A ello se
debe seguramente el que, de hecho. al finalizar la década de los 80 el centro
histórico continuase siendo ~Ia asi&l')atura eternamente pendiente del urbanismo
madrileflo·n.

No obstante. hay que reconocer que desde el plan general de Madrid se


haría un importante esfuerzo por inscribir el tratamiento del centro histórico
en un discurso más global sobre la ciudad. proponiendo algunas operaciones
urbanfsticas de otra naturaleza. que persegulan contribuir al reequilibrio y la
reestructuración urbanas mediante una estrategia de difusión de la ·urbanidad"
en los limites del centro histórico y que, en cierta medida, supusieron -un salto
cualitativo en la forma de entender la intervención en la ciudad..u. Entre los
proyectos urbanos más emblemáticos promovidos en paralelo con la redac-
ción del plan general. cabe setlalar la ordenación del <!rea de San Francisco
el Grande y la remodelación del entomo de la glorieta de Atocha. El con-
curso para San Francisco el Grande, celebrado en 1982 y ganado por un
proyecto de Juan Navarro Baldeweg, constituyó una ocasión para reflexio-
nar sobre los posibles modos de abordar la recuperación de un área situada
en el borde del centro histórico. con un notable deterioro físico y una im-
portante pl"esencia de elementos monumentales. la solución ganadora apos-
taba por ·un entendimiento de la ciudad como permanencia y fragmentos que

" F. POlo -la recuperaoción de los cenlrOS hlstóOcos en Espafia •. en tO. (cd.l. Arquileclurayutbilnl1ff1O
tm ciud<Jóe$ hlslóric3s. til .. p. 34.
u J. M. EZQUIAGA. -Entre el plan Y el proyecto. I..ls trnnslormacioncs del Madrid de los ochenla·.
en A & V. n" 30 (1991), p. 6.

lO Ibid.. p. 1.

] ''''' [
=

hay que recomponer desde la individualización de cada uno de los proble-


mas objcto de reflexión arquitectónica. de tal forma que se incorporara en
cada solución el resultado de una cuidadosa lectura del lugar, sus trazas. su
topografía y sus posibilidades funcionales plásticas_J ' , Por su pane, la ~opera· F¡g. 68
ción Atocha" significó no sólo el desmontaje de los pasos elevados de un
aparatoso nudo viario a distintos niveles en el corazón de la ciudad. sino so- 67. Propucj/J fN1'I el ('QfI
rorso de 53n Ir.mciso ~I
bre todo la remooelación del entorno de la vieja estación de ferrocarril para GrJndc. A/Jd"d (IIJS.'} 1
situar alli un importante intercambiador de transporte, a través de un proyecto NJwtro &Idt."<'g.
capaz de resolver la imagen urbana de la vaguada, que fue encargado a
68 Remodt:l.wOll Jt:I ~n·
Rafael Moneo. la acluación estaba concebida como -una de las cinco grandes lOmo de 1" CS/;}C'Of! Je
intervenciones estructurales en que el plan general se apoyaba, selectiva y Aloch.J. M3dn'd /l9SJ), R
estratégicamente, como motores para alcanzar la transformación de la ciudad M_
en su conjunto_35•

En cualquier caso, las soluciones madrileñas para la ciudad existente


contrastan, como ya hubo ocasión de adelantar en el capítulo anterior, con
las planteadas por Bohigas para la "reconstrucción" de Barcelona, que cabria
relacionar más con la experiencia de Pésaro que con la de Bolonia. Frente al
tratamiento del centro histórico a través de un único instrumento uroanfstico
-el plan especial Villa de Madrid, luego asumido desde el plan general-, en
el caso barcelonés se optó desde el principio por un tratamiento diferenciado
de las diversas partes que constituían la ciulal vella. Se redactaron asi entre
1981 y 1985 tres planes especiales de reforma interior, con hipótesis de
intervención diferenciadas, correspondientes a las tres áreas en que se dividió
el centro histórico: el Raval, el sector oriental - que incluía los barrios de Sant
Pere, Santa Caterina y la Ribera- y la Barceloneta.16, Esos planes, aunque no
participaran de una misma metodologfa, tenian en común algunos planteamien·
tos tales como la reducción de las contradicciones viarias, la reutilización de
algunos edificios singulares con usos de carácter colectivo e institucional. la

lo J. M. EZQUIAGA. · LI ~ del na de San fr.JOcisco el Gr.Inde de Madrid·. en f. POl


led.). 1vquir«fUr.J Y urlxJnismo M r;iv(bdcs hisl~ cit.. p. 100.
lO E.lEIRA. .Madrid: comien~ las obm de la operación "'DCha_. en URo rf 2 (1985). p. 1.
lO Puede verse al respecto el monográfico dedicado ~ 13 rehabilitación de Ciutal Vella en la revista
8iJrccloll;} Metrópolis McdilcTTJni<J. n' 1 (19861. pp. 4'·103.

] lo' [
=

1'tJnrur¡IIrofO espccV p;n


1<1 C,UlJI VellJ de (J;¡rcc-

"'".
. ,

F'8. 69

recualificación de los espacios libres. también mediante el esponjamiento de


los tejidos urbanos, o las actuaciones pUblicas sobre la edificación residencial
especialmente degradada. En último término. esos planes se concebían como
un intento de sintetizar coherentemente un conjunto de acciones puntuales en
el interior del propio ámbito: para decirlo en otros términos. el ·carácter de
proyecto de los planes,.l1constituía un criterio metodológico para su redacción.
de tal modo que en no pocos casos los estudios de las soluciones proyectuales
precedían al planl l, Es el caso de proyectos como el "Del liceo al Seminario·,
en el barrio del Rava!. o el MolI de la Fusta. en el frente maritimo del sector
oriental de la Ciutat Ve!!a.

El proyecto "Del liceo al Seminario~ tuvo su origen en el estudio encargado


en 1980 a los arquitectos Llufs C10tet y Osear Tusquets. para situar el museo
de arte contemporáneo de Cataluña en la antigua Casa de la Caritat y edificios
adyacentes. El resultado de ese estudio acabó configurando un proyecto urbano
organizado en torno a una serie de edificios de interés histórico que quedaban
aniculados a través de unos recorridos peatonales construidos a partir de los
espacios libres. los edificios singulares eran tratados como contenedores de
posibles usos culturales, para los que se estudiaba la accesibilidad y el aparo
camiento como aspectos indispensables para su puesta en carga)'. Se trata de
una propuesta que se ha visto luego desarrollada en sus lineas fundamentales y

" O. BOHIGAS. • Per lKliI a/t11l urbanital •. cit., p. 17.


lO En esle sentido. Bohig¡ls ser.a!aba como otro tri1erio a lener en I;lJCnla ¡¡ara la reOOccióo de aqueo
IIos planes especiales de reforma interior ola prioód;¡.d de las soluciones de detalle como malril
indispensable p¡I(3 !as soluciones g.tflCf1lIeS: efltender los 1'(111 como la s1ntesis de una serie de
problemas IocalilaOOs y aoaIilaOOs prrnameme efl su relativ3 aulonoml.Jo (ibid.• p. 18).
Dei LJcro 81 SroIlnóJt'lO, 87-
rekxY (I'ISO). O rusqueli .. Cff. L CLOTET &- O. TUSQUETS. oDd liceo al Scrnioarioo, en ArquiIecllA n" Z32 (1981).
y L CIoIct pp. 27·3~ .

] ''''' [
-
1'.10/1 eJe h FWIJ {/9811. M.
So/j·Moro1es.

que ha permitido la recuperación del Convenl deis Angels. la construcción del


museo de arte contemporáneo proyectado por Richard Meier y la localización del
centro de cultura contemporánea en el recinto de la antigua Casa de la Caritat,
llevada a cabo por Helio Piñón y Albert y¡raplana: un conjunto de equipamientos
culturales que, sin duda. han contribuido positivamente a la dinamización del
seClor norte del Raval.

En el otro extremo del centro histórico barcelonés, en el frente portuario. la


relación de la ciudad con el mar encontraba una barrera dilicilmente superable en
el cinturón litoral como vía rápida de tráfico rodado. El proyecto de Sola-Morales
para el MolI de la Fusta, que arrancaba de 1981, pretendía compatibilizar ese
nujo de trafico de carácter metropolitano con el acercamiento de la ciudad al
puerto, mediante la articulación de tres elementos: el paseo de Colón como via
urbana. con un amplio bulevar central; la vía para circulación pesada y rápida.
situada a una cota ligeramente inferior a la del muelle; y la propia plataforma
del muelle. concebida en dos ámbitos netamente diferenciados y situados a
diferentes alturas - la terraza y la explanada- , conteniendo tanto espacios para el
paseo y la estancia como aparcamientos y servicios vinculados al esparcimiento
y el ocio. Con un lenguaje ciertamente algo retórico. Sola· Morales resolveria
el tramo tal vez más denso de contenido urbano de toda la fachada maritima
barcelonesa sin renunciar a la relación con la trama urbana existente. a través
de la referencia de los distintos tramos de la ordenación a los hitos urbanos
de esa fachada: el monumento a Colón. la plaza del Duque de Medinaceli y el
antiguo Convent de la Merce'o.

Pero esa estrategia proyeclual de integración en los planes de diversas


actuaciones puntuales, tan caracteristica de las propuestas para el centro hi$-
tOrico barcelonés" . necesitaria posteriormente una recomposición tanto de las
propuestas como de los instrumentos de programación y gestión. pues resultaba

.. Cfr. O. ClOS. -Del MQlI de la Fosta-. en UIl. n" (, (1988). pp. 82-%.
" 'I".! se ha viSto cómo .la proyeetación puesta en marcha en BarteloJ1.:l terldia a negar aquel do:!lismo
- CnlrC plan y proyecto- y persegula en cambio la recomposición de on campo discipliJ1.:lr con weas

] 163 [
evidente que de otro modo dificilmente se conseguiría que los elementos más
degradados del casco superaran la situación de declive en que se encontraban
sumidos. Hacia fal ta un cambio de escala en las intervenciones con objeto de
poder contrarrestar el proceso de degradación. que avanzaba a un ritmo mayor
que el de regeneración. Con ese fin se solicitó en 1984 para todo el distrito de
Ciutal Yella la declaración de "área de rehabilitación integrada", que lIegaria a
finales de 1986. A partir de entonces la creación de un organismo especifico
de gestión municipal ha ido facilitando la coordinación de las diferentes actua-
ciones, principalmente las orientadas a resolver necesidades habitacionales,
que se han centrado en operaciones de rehabilitación en las que la inversión
pública ha ido siendo acompai'lada de la progresiva colaboración de la iniciativa
privada, a través de la puesta en marcha de diversos mecanismos tendentes a
su activación<l, En ese sentido -y a diferencia de lo que ha venido sucediendo
en Madrid-, en Barcelona no se ha dejado trabajar, con mayor O menor éxito,
en la reactivación y promoción de la ciudad histórica con objeto de redefinir
su papel en el sistema metropolitanou .
Esas intervenciones en el case amic barcelonés ponían de manifiesto el
progresivo interés por superar la visión puramente conservacionista de los
centros históricos, para pasar a un tratamiento de los mismos que permitiera
incorporarlos a los procesos de construcción de la ciudad contemporánea, ten-
dentes a la creación de nuevas cualidades y significados, tanto en lo referente a
su estructura fisica y su arquitectura como en lo rela tivo a las actividades y las
prácticas sociales. En esa dirección se ha trabajado también en otras ciudades
espanolas, integrando una diversidad de instrumentos y construyendo proce-
dimientos diferenciados para cada contexto local dentro de un mismo centro
histórico. Así ha sido frecuente que para el desarrollo de los planes especiales
redactados en la década de los 80, junto a programas de rehabili tación con un
fuerte protagonismo público, se plantearan proyectos urbanos que formalizasen
las diferentes operaciones de intervención urbana. Entre los diversos ejemplos
que cabría citar de este modo de proceder. los casos de Gijón y Lérida pueden
servir para ilustrar cómo se ha intentado conjugar la renexión sintética sobre
el conjunto de la ciudad histórica con las propuestas proyectuales. es decir. la
innovación con la conservación, las formas con los contenidos.
la recuperación del centro histórico de Gijón fue obra de un plan especial
redactado en la primera mitad de los 80 por José Luis Martín y Francisco Poi,
que articulaba -instrumentos de salvaguardia con intervenciones de modificación,
renovación y transformación urbana, combinando la defensa de los usos tradicio-
nales -en especial. de la vivienda de carácter popular- con la implantación de
otras actividades innovadoras~". El plan especial propuso una serie de grandes
actuaciones con carácter estructurante que servfan para annar su estrategia
proyectual. la cual se insen.aba sobre el conjunto de los tejidos urbanos del

comunes imflOf1antes entre arquitettura y uroantstic<J. O. BUSQUETS. 83rr:e1on.1. la ronslllJCcidn


urlJ;m,'slica de un;¡ ciudad compaclil. t lt. . p. 352),

" Algunos aspectos rdativos 3 la gestión en el centro histórico barcdonts pueden encontrarse en
R. FAYOS. -la rdlabailac:i6n de la CiJIaI VeIIa de ~'. tf1 F. POI. (ed.). la ciudad rof7XI
proyectO. Madrid 1991. pp. H ·57.

u efr. J. BUsqUfTS el al. la Ciutill ltI.J de ~ Ikt p;nsai amb futur. Ba=Iooa 2003.

F. POL. -La recuper.JCión del casco antiguo de Giión' . en GcometfiiJ. n" 8 (1989). p. 18.

] "" [
=

Pbn EspcroI ¡»ra el centro


fWrXico de Gi¡ón (19871.

casco permitiendo su recualificación. No se trataba, pues. de proyectos urba-


nos autónomos, sino de intervenciones tendentes a posibilitar la reactivación
urtlana del conjunto de un área de la ciudad fuertemente degradada. Entre esas
actuaciones eSlllJClurantes se encontraban: la reconversión de las instalaciones
militares del cerro de Santa Catalina en un parque urbano que construyese la
fachada de la ciudad al mar y que resolviese el engarce del cerro con la trama
urbana del casco antiguo: la transformación del antiguo puerto, convirtiéndolo
en puerto deportivo y dando un nuevo tratamiento a los muelles y edificios
adyacentes: la implantación de nuevos conjuntos residenciales en las áreas
industriales obsoletas: la reutilización de los antiguos edificios conventuales
donde se encontraba la tabacalera. cuya actividad estaba previsto que se tras-
ladara a unas nuevas instalaciones en la periferia: o la creación de un conjunto
de equipamientos culturales e institucionales situados en edificios rehabili tados.
Como se desprende del anterior listado de "actuaciones estructurantes· del plan.
-éstas se orientaban por una perspectiva que en aquel momento se consideraba
discutible. apostando por la capacidad de incentivacióo urbana del mundo del
ocio (... J. poniendo gran énfasis en la 'potencialidad regeneradora' de unos
espacios públicos cualificados e incluso. en una apuesta más arriesgada. de-
fendiendo las posibilidades de reactivación urbana que ofrecian los elementos
de 'cualificación estética"'·s.

.. F. l'Ol. .01 ~ de 10$ centros históricos en E5paI"Ia-, en AA W •• R~ tk cenffU5


hisldrico$. CIt.. p. 13 1.

] [
&

En el caso de l élida. el plan especial del centro histórico, redactado también


en la primera mitad de los 80 por un equipo del que foonaban parte los arqui·
tectos Roser Amador, Joan Busquets, Lluís Domenech y Ramón Puig. se planteaba
metodológicamente como una combinación de plan y proyectos, que permitiera
_simultanear en el Uempo las opciooes de planea miento del documento del plan
con acciones puntuales de urbanización y equipamiento en unos puntos singulares
donde la trama ele la ciudad histófica había padecido una degradación más violenta.
Estas actuaciones, de carácter institucional y cuantiosa inversión, se convertirían
en garantía y catalizador de las propuestas más generales del planeamiento. y ésta
era la herramienta activa de control y contextualización global de aquellas.". Asf,
al mismo tiempo que se tramitaba el plan especial. se proyectó una signifICativa
actuación urbana en el Canyeret. una zona de fuerte pendiente situada entre el
altiplano de la antigua Seo y el cauce del no Segre, a espaldas de la calle Mayor,
que era el eje dvico y comercial del centro de la ciudad. la actuación intentaba
relacionar el ntkleo más antiguo del centro histórico coo su parte más viva y
activa; para ello se proyectó un trozo de ciudad nueva que venía a llenar el vado
urbano del antiguo barrio del Canyere!. la propuesta se articulaba en tomo a tres
elementos fundamentales: la red viaria, que reafirmaba el carácter vertebrador del
camino de ronda que rodeaba la muralla ; un parque urbano. que resultaba de
tallar la pendiente mediante una potente pantalla curva de hormigón y tratar con
vegetación el espacio resultante; y los nuevos usos, entre los que se encontraban
el edificio longitudinal de los juzgados, una escuela y un edilicio de aparcamientos
concebido como puerta del nuevo barrio. Como elemento singular del coojunto se
colocaba una torre de comunicación que. mediante una pasarela elevada, permitía
acceder desde la plaza de San Juan, corazón del eje comercial, hasta la colina de
la Seo, a través de una de las puertas,de la antigua muralla. la particular atención
prestada a los aspectos paisajísticos del proyecto lo convierten en un ejemplo
de particular interés, en especial por su sensibi~dad para inlegrar los elementos
patrimoniales coo una arquitectura netamente contemporánea.

Se podnan citar otros casos y otros ejemplos entre las numerosas actuaciones
realizadas en los centros históricos de las ciudades españolas en los años 80,
pero valgan los referidos para po41er de manifiesto la sucesiva oscilaciÓfl entre
las intervenciones que privilegiaron la conservaciOn de lo existente y las que
procuraron favorecer los proyectos caracterizados por su contemporaneidad.
Por lo demás, esa oscilación fue también reflejo de la transición desde enfoques
sociologistas, propios de la década de los 70, a aquellos otros más acusadamente
morlologistas que caracterizaron la cultura urbanística de los 80, marcada por
la búsqueda del control proyectual de las modificaciones. En cualquier caso,
para una justa valoración de todas esas experiencias se debe recordar que las
condiciones que permitieron el desarrollo de muchas de aquellas operaciones
no pueden ser desligadas de la "complicidad" entonces existente entre el poder
político y los profesionales encargados de su realización, .prolongando - aun con
tensiones emergentes- los compromisos y nexos configurados durante los años
de oposición al franquismo.~l. Con el cambio de década, sin embargo, el escena·

.. l. DOMENECH. _Ucid3: fer nou el cerme per 3 tonServaf el centre-, en URo n" 1 (1985) . p. 34;
vé3sc lambién 10 .. . Pb I projetle com inslrumcnl$ tomplcmemaris. Rev;lal iUatió del Canyerel de
lleidao. en fsp;Jis. n" 1 (1986), pp. 16·19.
.. F. POI...·la recupmción de los COlIrOs histÓliCO$ en Espai'ta" en AA vv.. ~ dcafllros
hisldfi:ru. cit. p. 118.

I '" [
-
AcwilClÓn en el rumo del
CiNlyt!fCl. ltndJ (/985) R
Amador Y L Domt!ncch

río se modificaría sustancialmente y las intervenciones en los centros históricos


comenzarían a perder en tensión crítica lo que hayan podido ganar en eficacia
medialica y diversidad estratégica, dentro del actual proceso de sustitución de
la realidad por sus imágenes en el que nos encontramos inmersos.

D la creación de nueva ciudad:


el redescubrimiento de la manzana
La generalización de las criticas al modelo de ciudad que subyacía en los
poligonos funcionalistas. ya comentada en un capítulo precedente. acabaría
conduciendo a los arquitectos a retomar el modelo ofrecido por la ciudad
tradicional. hecha de manzanas y caJles.s. La búsqueda en la experiencia del
uroanismo moderno de ·otros" modos de plantear la ordenación urbana, diver-
sos de los asociados a la poética del verde o a la filosofía de la fabula rasa, les
llevó en la década de los 70 a reconsiderar las enseñanzas de maestros como
H. P. Berlage. Q. Wagner o A. Perret, que habían planteado sus actuaciones
urbanas en continuidad con los procesos de construcción histórica de las
ciudades. Se reparó asf en la existencia de -una tercera lipología~ de ciudad
moderna. que la entendía como artefacto cultural, junto a aquellas otras que
hasta entonces habían sido dominantes y que la veían como organismo natu·
ral o como máquina para vivir ' . En diferentes versiones y desde aproximacio ·

" Para lK1 aJlálisis de los principak:s ¡akxles en ese retomo al interés por las formas de la ciudad
histórica. cfr. V. MAGNAGO LAMPUGNANI. ' L"utopia assente. Frammcn~ per una storia cri~c.3 •.
en C3sabella. nO487·488 {19831. pp. 8·13.
·EI atribulo fundament al de esta tercera UpoIogla seria su adhesión flO a U/l3 natur.JlclJ absU"aCta
l1i a una utopla tCCflOlógica, siflO al modelo ofrecido por la ciudad tradicional· (A. VIDLER . • Una
tCrtef3 tipologia' (1976). en Arquiux luras Bis. n" 22 (1978). p. 12).

1 16 [
nes disciplinares diversas se produjo a nivel internacional una vuelta al trazado
reticular y a la manzana cerrada que habian caracterizado la expansión de
las ciudades decimonónicas. como esquema de organización urbana supues-
tamente m:ls apto para recuperar la urbanidad perdida: el caso de Berlin y
la IBA puede resultar paradigm:ltico de esa nueva actitud. Con este enfoque
se multiplicarían las reflexiones histórico-críticas y los ejercicios proyectuales.
que. como es lógico. tuvieron niveles de rigor y acierto muy desiguales, pero
que contribuyeron a colocar en el primer plano de la actualidad unos modelos
urba'nos que en las décadas inmediatamente anteriores se habían considerado
superados w•

En este contexto. la forma urbana subyacente a los ensanches reapareció


en el horizonte del urbanismo español y no tardaría en convertirse en una
especie de nueva ortodoxia desde la que afrontar el proyecto de las piezas de
nueva ciudad. la consideración de los ensanches como -la mejor tradición de
toda nuestra cultura urbana-oque se hizo entonces tan frecuente. vino sin duda
facili tada por los numerosos y certeros trabajos del LUB, que conttibuyeron a
ponerlos en valor, aunque ciertamente no siempre el uso proyectual que se hiciera
de los mismos fuera frulo de una verdadera asimilación de sus enseñanzas!'.
De hecho, uno de los ptincipales equivocas al respecto estuvo probablemente
en la inmediata identificación entre manzana cerrada y ensanche, cuando en el
proyecto ptimitivo de Cerd~, como es sabido, la definición de la manzana no
comportaba un único modo de ocupación de la misma por la edificación. sino
que admitia una gran vatiedad de soluciones posibles dentro de la lógica de su
geometria. la clave para su correcto empleo estaría, pues, en comprender la
manzana como paradigma estructu~1 o. si se prerlere, como idea de ciudad, Y
no como mero modelo formal a copiar de manera más o menos mimética. Todas
estas reflexiones alcanzarían un importante grado de desarrollo en el transcurso
del 111 SIAC. celebrado en Barcelona en septiembre de 1980 y coordinado por
los arquitectos del Grupo 2 ($1; si las anteriores ediciones del seminario se habian
centrado en el proyecto del centro histórico, aquella tercera edición se dedicó
monogr:lficamente al estudio de la manzana como soporte b:lsico de la estruc·
tura urbana, teniendo el Eixample como trasfondo. Un examen de las variadas
propuestas para el entorno barcelonés de Poble Nou, realizadas en el transcurso
del seminatio. puede dar idea de las diferentes posiciones asumidas por los par-
ticipantes respecto a la manzana como lema del proyecto contempor:lneou .

Pero ya antes. a finale s de los años 70. la manzana cerrada habla comenzado
a hacer acto de presencia como elemento clave en determinadas propuestas

lO Del Íflletts suscilado por eslOS planleatnIe/llOS en ~ ~ fril3d de los 70 pueden d3r idea los
U3ba;os publicados en el n" 19 (1978) de la rtvisIa LOIu$. dedicado fl'lOIlO8I1ficamen1e 31 lema de
la manzana .
•' Wanse los IraOOjoS cit.xlos en la nota 94 del cap'lulo 11: en parlicular. dr. M. SOLA·MORALES.
-loS ensanci'.es: hacia una definiclóll·. en Arquitecturas Bis. n- '3 (1976). pp. 44·47. t3 cana que
SoIa·MoraIes dirigió a Léon Kricr a propósilO del ensanci'.e de Ban:elorla, aparecida en el nUmero
de LOlUS citado en la nota <WlIcrior, me parece iluslrativa de los cqufvocos Y 1M limitaci0nc5 de
algunos pbnt~1OS (10.. -~ 22 pe!' 227-. en LOlU$. n" 19 (19781. pp. 3&·41).
.. Sobre el Grupo 2e y los SIAC. d r. notas 95 y 96 del cap/luIo 111.
11 Cfr. M . W" U, nJ;JNanJ romo IdcJ de dud<KJ. Elementos leóriros y fXO(JUt:SliJ$ p;J(;J B:1rce1ofli1.
Bartelona 1982. pp. 133· 175,

1" [
-

111 SIAC: propuesta piJr.J el


1fI:3 de Pob/c Noo.
Bilrcclooo
(1930). y. Bonel y A. ru,

7-
j
-.,!..."

: =~~ •.

fig N

urbanisticas destinadas a crear nuevas piezas de ciudad en ámbitos periféricos. Un Proput.'SliJS ¡wa el COflC!JnO
del "'CTUI? de l3C1J3. I'Iro
primer ejemplo. en cierta medida pionero en el panorama urbanístico español. se fU {/9iil, JI F FCmJIIÚ<'l
puede encontrar en las soluciones presentadas para el concurso restringido del LongOOil, bl e Fcrr.3tr .> f
ACTUR de lacua en Vitoria, celebrado en 1977: en particular. en la de Francisco M;fI1pd:J,
Fernández Longoria. que recuperaba la manzana cerrada alrededor de un gran
eje comercial construido con bloques lineales de gran altura, y sobre lodo en
la de Carlos Ferrán y Eduardo Mangada, que con una voluntaria referencia a
la tradición de los ensanches introducia una reticula ortogonal con manzanas
cuadradas superpuesta al esquema de grandes supermanzanas planteado por
Izquierdo Dobarco en 1972 S' . Un par de años posterior al concurso de Vitoria.

.. Las propuestas presentadas al concurso del ACTUR: de lOCU3 puedefl verse en Mquiltx:wra,
n" 208·2 09 (1917). pp. 13·74.

] leo [
=

pt¡n PJm3I de PIfIo Moo-


li1IIO. SaiJg (1979). A Ortu
yA Cnn.

la propuesta de Antonio Cruz y Antonio Ortiz para el area de Pino Montano, en


la periferia de Sevilla, replanteaba la ordenación contenida en un plan parcial
de comienzos de los 70 y lo hacia en clave de ·poligono de manzanas·, Como
ya hiciera notar María Ruben en un comentario sobre los primeras manzanas
construidas del nuevo barrio sevillano, «en Pino Montano el plan ha escogido la
ortogonalidad como pauta. la calle como estructura y la manzana como forma
de agrupaciOn. La ejecución, en cambio, ha transformado y adecuado las pre-
misas del plan. y es la manzana la que se convierte en protagonista, el pillio
en el espacio principal de la agrupación y la calle en el paso, acceso obligado

I I [
-

o pasaje»ss. Las mayores dudas sobre la propuesta de Pino Montano se plan-


teaban en relación con el modo en que se situaban los espacios libres y los
equipamientos, pues carecían de una alliculación clara que les pennitiera servir
de soporte estructural para la vida urbana a desarrollar en el barrio, resul tando
una combinación excesivamente abstracta, en su geométrica regularidad. que
terminaría convirtiendo los patios de manzana en los auténticos espacios públicos
de la actuación y, en consecuencia, banalizando el espacio de la calle~ .

Estos precedentes se verían confirmados por el uso que de la manzana


cerrada hicieran los planes generales de los 80, los cuales la consideraron como
la tipología capaz de recomponer monológicamente unas periferias a menudo
informes y desarticuladas, concebidas por el planeamiento anterior como un
puzzle de piezas carentes de trabazón urbana. La referencia al orden urbano de
los ensanches para proyectar las piezas de nueva ciudad no fue, pues, casual ; se
trató de una elección conscientemente asumida, que muy pronto se generalizaría.
Puede ayudar a constatarlo la siguiente cita, tomada de la memoria del plan
general de Madrid de 1985; ~Existe una intención manifiesta de proponer una
alternativa al 'polígono' de ordenación abierta que ha caracterizado la ocupación
en el reciente crecimiento de nuestras ciudades. Se apunta hacia formas urbanas
que encuentran su precedente en mayor medida en los ensanches decimonó-
nicos. aunque no se pretenda su reproducción mimética. La recuperación de
la ciudad ha de hacerse, y así se plantea. mediante la evolución de soluciones
que han demostrado su adecuación y validez frente a otras cuyas consecuen·
cias han sido manifiestamente negativas. Se podría hablar así de un 'ensanche
popular' a partir de una reformulación del ensanche decimonónico»sl. Pero no
fue sólo el plan de Madrid; si examinamos las propuestas para los suelos de
nuevo crecimiento de otros planes generales anteriores, esa opción resulta
igualmente evidente. Basta. por ejemplo, con repasar entre los planes catala-
nes el tratamiento dado por Esteban, Font y Montero a los sectores de suelo
urbanizable en el plan general de Mollet del Valles de 1982 o por Cantallops
a los del plan de Tarragona de 1984; Y algo semejante se puede observar en
la ordenación propuesta para la zona de Teatinos en el plan general de Málaga
de 1983 o para la de Los Bermejales en el plan de Sevilla de 1987, por hacer
referencia a los planes andaluces de Quero.

Sin embargo, como ha señalado López de Lucio, «quizá sea en el caso de


Madrid , por razones de centralidad geográfica. administrativa y cultural. donde
se va a producir la mayor concentración de estas experiencias. habitualmente de
mano de la iniciativa pública que promoverá directamente buena parte de ellas
y controlará a través de las herramientas de planeamiento el re sto~~. A las ex-
periencias promovidas por el programa de remodelación de barrios desarrollado

" M. RUBERT. -Un poligOl'lO de manzanas·. en URo n" 3 (1985). p. 12.

.. Cfr. A. CRUZ & A. ORTIZ. -Plan parcial de Pino Monlano·. en Arquilecluro. n" 232 (1981).
pp. 49·S5.
" AYUN TAMIENTO DE MAD RI D. PI.m Gcncr;¡/ de 0rdcniICión /Jrb;m¡¡: MCfOOIi¡J general. Madrid
1985; citado por J. M. EZQUIAGA. -Formas COfISlruioos. fonnas del sucio. Reflexiones en lomo a
los nuevos proyeclOS de extensión residencial· . en Geomclria n" 9 (199 0). pp. 3·4.
.. R. LÓPEZ DE LUCIO & A. 11ERNÁNDEZ AJA. Los nuevos ensanches de Madrid. La morfoIogla
residencial de la periferia reciente. 1985·/993. Madrid 1995. p. 17.
&

PliJn p.xdJJ ck b zom de


G311~cs. Mo/ú:/ de! v.1llCs
(/982).

Or«n.JCJOtl propuesfa p;1I3


~ S«foI' de rc4l1flOS en d
A,OIIfICC' dd l'fKI Gcncr.1I de
A~(19SJ)_

] [
-

Operaciones estructurales
dd PliIf! Gt:ncr.Ji de MJ<Jnd
.~
(I~8S).

,- '\
\

~.

ftg- 79

en la primera mitad de los 80, desde Orcasitas a Palomeras - que constituyeron


algo asi como una «transición desde la ortodo)(ia del bloque abierto a las nuevas
formulaciones"SL , seguirían las directrices y detenninaciones del plan general
de 1985 para cada uno de los seclores de suelo urbanizable incluidos dentro
de las denominadas "áreas de intervención", que quedaron luego recogidas en
las correspondientes fichas de planeamiento y que servirian de base para la
redacción de los respectivos planes parciales. Con unos criterios de ordenación
netamente diferentes a los empleados por el planeamienlo de cuño desarrollisla.
el plan general madrileño entraba a precisar los aspectos físicos de las piezas de
nueva creación, preocupandose por conseguir una diversidad funcional y una
heterogeneidad tipológica desconocida en los sectores de desarrollo resultantes
de los planes de los años 60 y 70. Ademas, entre las diversas operaciones
urbanas vinculadas a la ejecución de esas areas de intervención, concebidas
-y ahí estaba en parte su novedad- no como piezas autónomas, sino desde la
referencia global a la ciudad, se otorgaba una relevancia particular al denominado
Ensanche del Este, incluido entre las cinco grandes operaciones estructurales del
plan y llamado a jugar un importante papel dentro de la estrategia de "acabar"
la ciudad a la que el plan pretendía servir de soporte 40 ,

" lbid" p, 17,

.. -El nllCVO Ensanche del ESlc, donde se pl3S1ru!n Jos nuevos tf'3laOOs del pl3n, pretende complet3f
o rematM ('terminar') la periferia, rompieodo su actual carácter de yuXlaposici6rl de paquetes inde·
pendientes, ligados umbiJicalmente al centro. Ofrece continuidad tf'3(1sversal a la periferia mediante
una reconcepeión del viario de circunvalación previsto, por medio de vi3les de car.lcter urbilno qoc
sirven de apoyo al 'ensanche', con una nueva morlologia y tipologia de edificación qoc se COIlciben
en función de Jos distintos paquetes de ciud3d a los que se 'adosa'· (E. LEtRA, · Del plat1 de Madrid:
elementos p.1ra U!l debate·, cit.. p. 99),

] ',3 [
uz

la Intención que subyacía en los criterios de dise~o establecidos por el plan


de Madrid para el proyecto de las piezas de nueva ciudad, era evidentemente
la de devolver el carácter urbano a unas periferias que lo habían perdido; y ello
desde el convencimiento de que sólo a panir de la reconstrucción del espacio
pUblico en sentido tradicional - la otrora tan denostada rue corridor- se podrla
lograr ese objetivo". Desde esta perspectiva, como la referencia a los ensanches
ochocentistas ponía de relieve, el elemento fundamental para la Ofdenacióo
urbana venIa a ser el trazado. ya que correspondía a la calle definir la geometría
del sistema de espacios públicos, que a su vez había de servir para delimitar
los espacios parcelados. Pero. además de ser la que generaba la forma urbana,
la calle también estaba llamada a conferir un significado al espacio urbano por
cuanto constituia el elemento básico de relación, a través de las actividades
y los usos que en eUa se habian de desarrollar. l os modos de organizarse la
edificación sobre esa "arquitectura del suelo" debian resultar. por tanto. algo
secundario. en el sentido de que la forma de los edificios estaba al servicio
de unos objetivos urbanos o. dicho de otro modo. habfa de contribuir al logro
de la urbanidad buscada desde el plan. A eso apuntaban las determinaciones
dadas para cada sector. y de ahi su carácter vinculante o no; sin embargo, esto
no siempre sería comprendido por los responsables de desarrollar el proyecto
urbano de cada pieza. que a menudo las interpretaron del modo más estricto
entre todos los posibles y, en coosecuencia. coofirieroo a aquellos "ensanches
populares" de la periferia madrileña una rigidez probablemente no buscada
desde el Plan Genera~ .
Esa rigidez se iría haciendo perceptible conforme se fuera produciendo la
inversión del planteamiento inicial. que condujo a que finalmen te la atención se
centrase más en la manzana que CIl el proyecto del espacio público. y es que
la apuesta por la manzana cerrada como decisión a priori. con independencia
de otras consideraciones que se hubieran debido tener en cuenta en cada caso
particular, llevaba ciertamente consigo -el riesgo de la asimilación reductiva de
los graves problemas de las periferias metropolitanas a una cuestión de elección
tipológica·". Por eso. en la medida en que la manzana se convirtió en único
elemef'110 protagonista de la ordenación y degeneró en una moda. se terminó
frustrando la posibilidad de repensar la relación entre la arquitectura y el trazado
urbano. que hubiera permitido llegar a soluciones más matizadas. las cuales
quizá habOan podido constituir. en expresión de López de LucilY'. verdaderos
~productos de síntesis- en cuanto a la Ofdenación urbana. Pero en el caso de
los "ensanches populares" de Madrid, el desarrollo dado por los instrumentos
de planea miento ejecutivo a los criterios del Plan General significó. en buena
parte. un cierto ensimismamiento en el diseño de las manzanas, cuyo control
se confiaba a unas ordenanzas que en la práctica forzaban una determinada

.. ·EI espado pUblico sólo se puede comIruir en Iorma de cales Y plazas». había proclamaOO pocos
at\os anLeS un in~e grupo de 3ItjUIIcctos C3pi1aneado por Krier YC~ (L KRlfR. P. L NICOUN.
M. CULOl , A. VILLA &- A. GRUMBACH . •l;¡ dédar.IIion de PaIefTne.. en .4rdJio.es d'Nf:Ntcc/rJfe
Motkmt:. rf' 14 (1978), p, 7) •
.., -En el semldo de exagerar los auibulos de regularidad geomélrlca de las mallas y de gener.J~zar la
manzana cel'l'1Kla como cuasl linica posib4lkbd de desarrollo de las Ofdenociones a vial. (R. LÓPEl
DE lUCIO & A. HERNÁNDEZ AY.. op. ciI.. p. 77).
.., J. M. EZQUlAGA, .F~$ conslltidas. f~s del sue\oo, tiI.• p. 4.
.. R. lÓPEl DE lUCIO &- A. HERNÁNDfZ NA. op. CÍf.. p. 39.

] '" [
-
volumetría, dejaodo escaso margen a los proyectos de arquitectura-!, los cuales
paradójicamente serían invocados a menudo como los responsables últimos de
la calidad urbana de los barrios resultantes.

Aun cuando no existiera una completa homogeneidad en el tamaño ni en


el tratamiento de las distintas piezas de nueva ciudad creadas a partir del ma·
drileno Plan General de 1985. se puede considerar que la mayor parte de esas
acluaciones tuvieron en común el uso de la retícula para determinar el trazado
viario y de la alineación a vial para fijar la linea de fachada de la edificación. Por
lo que respecta a la manzana, lo habitual será el empleo del bloque de doble
crujia para construir un edificio perimetral continuo, con amplio palio interior;
y, como consecuencia de esa reducción del fondo edificable, se producirá
-en comparación con los ensanches clásicos- una reducción del tamaño de la
manzana y la preferencia por la forma rectangular frente a la cuadrada. Todo ello
se haria compatible, además, con la presencia en algunos casos de viviendas
unifamiliares en hilera y con el trazado de piezas semicirculares, que pretendian
emular los crescents neoclásicos, como cierre o remate de la retícula. En esa
misma linea de recuperación de las formas históricas, para configurar los espacios
públicos de carácter estructurante se recurrirá con frecuencia a los bulevares o
los salones urbanos equipados, caracterizados por la amplitud de sus aceras y la
generosa presencia de arbolado y ajardinamiento; no pocas veces, sin embargo,
en su proyecto se pondria más cuidado en el diseño de determinados elementos
de mobiliario que en su cualificación como auténticos espacios "urbanos·. Por
eso, resulta bien comprensible que, como algunos autores no han dejado de
hacer notar. ciertos problemas que esas actuaciones plantearon con el tiempo
estuvieran ligados a la escasa atención prestada a las cuestiones funcionales y
a ciena autocomplacencia retórica en los aspectos formales"'.

Entre las numerosas actuaciones que desarrollaban aquel Plan General de


Madrid, sólo hay tres que por su tamaño y estructura pudieran ser denominadas
con propiedad "nuevos ensanches": la zona de Palomeras Bajas, el ensanche al
este de San Bias y Valdebemardo: cada una de ellas superaba las 100 hectáreas
de superficie, con una capacidad residencial que oscilaba entre las 6.000 vi-
viendas de Valdebemardo y las 10.000 de Palomeras Bajas o San Bias. Por lo
que se refiere a su papel en la construcción de la "forma urbana", cada una
respondía a una situación diferente: San Bias constituiria lo que l ópez de lucio
ha denominado un "ensanche-remate"61, es decir, una pieza que completa
la ciudad en alguno de sus bordes. habitualmente definido mediante alguna
infraestructura imponante; Valdebernardo seria un caso de "ensanche-isla"6I,
entendiendo por tal aquella pieza que se encuentra completamente rodeada

.. · De ah! -como ha hecho notar también Lópe~ de Lucio- la confusión del p13no de imagen con una
ordenanza dibujada. lo que derivart! en un (... 1 empobrecimiento de las posibilidades expresiv¡Js y
resofulorias de la arquitectura po'llerior"o (ibid.. p. 44l.
.. · Por este camino se aYanl3 hada la paradoja de generar un espacio pUblico. formalmente muy
claro y bien delimitado. pero desprovisto de la necesaria actividad para configurarfo como algo
IIkIs que una rt:edidón reticular de los conocidos 'espacios imerbloques' típicos de la COIllpo'li\Í113
de decadas pasadas. (R. lÓPEZ DE lUCIO.•Retlculas ~ manl3nas, configul"llCión de sentido en
las ~vas perift:rl3s·. en UrlJ;mismo. n" 30 (l'197). p. 10).
" R. LÓPEZ DE LUCIO & A. HERNÁNOEZ AJA. op. cit., p. 41 .
.. Ibid.. p. 42.

] 175 [
=

por algún sistema urbano que la separa de los restantes tejidos de la ciudad; y
en Palomeras Bajas nos encontrariamos ante una operación de reconfiguración
de un cierto orden urbano, en un entorno con abundantes preexistencias que
era necesario suturar mediante una trama capaz de dar coherencia estructural
al área. las soluciones concretas para cada ámbito, planteadas a través de una
gama también diversa de instrumentos de desarrollo - que iban del programa
de actuación urbanística al plan especial de reforma interior, pasando por los
planes parciales- , presentaban sus propias características particulares, como a
cootinuación intentaré mostrar sintéticamente, pero tenían en común ese empleo
del trazado reticular y la manzana cerrada que distinguió a los fragmentos de
nueva ciudad nacidos del planeamiento de los 80.

la primera de esas piezas en ser desarrollada fue la del área de Palomeras


Bajas. en Vallecas, rebautizada luego como Madrid Sur, cuya génesis se remonta
al ya citado programa de remodelación de barrios. de comienzos de los 80;
de ah! que haya podido ser presentada ~como epilogo de la remodelación de
barrios y prólogo a una nueva forma de producción de la vivienda social en
la ciudad ~" . Y. ciertamente. con la aprobación en 1988 del plan especial de
reforma interior redactado por Antonio Vázquez de Castro. se daba curso a un
nuevo modelo de producción de ciudad - estrechamente vinculado a las políticas
de vivienda- que se encontraba formulado en los objetivos del plan general de
1985 Y que esa operación contribuyó a poner en marcha"'. En lo referente a la
ordenación, la propuesta planteada por el plan especial para Madrid Sur segura
más de cerca el wespíritu" del plan general que las determinaciones concretas
establecidas por éste para el área. Frente al diseño más variado y posibilista
del plan general, el plan especial optó de una manera rotunda por el modelo
del "ensanche popular" y adoptó una trama viaria reticular. definida a partir del
bulevar ajardinado que se planteaba como eje crvico y comercial del barrio. Se
asumía asl el reto de resolver con manzanas cuadradas, típicas de los ensanches
decimonónicos, un espacio intersticial inserto en la ciudad consolidada. lo cual
fue presentado. por parte de los poderes públicos encargados de gestionar la
operación. como una verdadera .apuesta cultural. que debería contribuir a crear
una ~nueva cultura de la ciudad~ . Pero finalmente se tiene la impresión de que ni
el trazado propuesto, que se adaptaba con dificultad a la topografía del sector, ni
la arquitectura empleada para la construcción de las manzanas, que en la mayor
parte de los casos no puede ser considerada la mejor de las posibles. como sus
promotores habian deseado. consiguieron superar con éxito la prueba.

En una situación menos condicionada por las preexistencias que la del


ensanche vallecano, el área de Valdebernardo formaba parte -con el ensanche
de San Blas- del conjunto de piezas que integraban el denominado Ensanche
del Este, al cual el Plan General de 1985 había asignado la doble misión de
-reparar la fractura entre centro y periferia. materializada ffsicamente en la M,
30. Y de estructurar una periferia inacabada. lI . C041cebido por el plan como

.. S. SAROINA. . Madrid Sur (198J.1 99~ )·, en Geomctr{¡J. JI" 17 (199'). p. 36.
.. Se 1r.l1aba de formular _una ~1'1ca de vivienda orierllada a la coosolidaciOn de un seclor privado
de prCllTlOdófl, too función social. que estructurase La demanda Yel ahorro previo. Yg¡¡~Uuse.
de fomu C$lable y continua. La producción de vivienda asequible. Iibid.. p. 35).
.. J. M. EZQULAGA. . PAl! de Valdebemardo, mentar el espacio pc:riJOico.. en GecmeIfÚ, rf' 9 (1990).
p. 3'.

] 1 [
-

_
_ ....
,,'
. ,.......,
Plan Espcn~1 de I?dormiJ
Inlt:rior dt: pJlcmenJS 8.:Jps.
Madrid (1988). A. V¡ilq/Je.'
de OJslro.

-,
_

-
-
...,. """',
.tO"''''''' "'" ..',.... ,,..,,,~
........,",.
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,,""..-

Ñ¡;. SO

una serie de pequeiios ensanches. articulados en torno a un eje estructurante


de carácter urbano, que pudieran contribuir a la recualificadón de la periferia y
actuaran como difusores de la centralidad en un contexto urbano fuertemente
desarticulado. el Ensanche del Este se vería luego modificado por la transfor-
mación de ese eje central en una nueva vía rápida de distribución de tráfico
rodado. la M-4Q. Con esa modificación del viario, los terrenos de Valdebemardo
perderían la posibilidad de configurar la fachada urbana que el plan general había
previsto para este nuevo crecimiento, quedando convertidos en ~un enclave
entre autovías. físicamente aislado de las piezas urbanas de su entomo"n. En
esas condiciones. desde el programa de actuación urbanistica tramitado en
1989 para poner en carga esos suelos. se optó por proponer unas estructuras
autónomas que intentaban reinterpretar el modelo del ensanche. pero sin con·

" !bid.. p. 38.

] ,,, [
=

Progfaffl3 de ACIUJCJot1
UrbilmSl":J de VJlckbcr-
113rW. MJdrId(l989).}. !tI
f/qutJ¡;,J

¡inuidad alguna coo los tejidos de la ciudad. Aun reconociendo el imporlantc


esfuerzo realizado por Ezquiaga para conformar un orden urbano apoyado en la
legibilidad de la geomctria de la pieza. que articulara adecuadamente los espacios
públicos y los equipamientos con la residencia y el terciario, el resultado final
del conjunto no puede evitar la impresión de haberse limitado a ofrecer una
nueva versión - ciertamente, más cuila. más consciente de sus posibilidades y,
por tanto, más madura- del ya mencionado ' polígono de manzanas·, como
un encomiable intento de rehabililar unas formas urbanas que dignificaran una
periferia maltrecha e informe y le dieran una identidad urbana capaz de ser
reconocida por quienes la habitaban.

El ensanche al este de San Bias configuraba otra pieza importante - la


mayor en cuanto a tama"'o- de la operación estructural del Ensanche del Este.
Intentaba ser el remate de la ciudad hasta el limite de la M-40, planteándose
como cierre de las tramas urbanas existentes, constituidas fundamentalmente
por los polígonos del Gran San Bias, conjunto de finales de la década de los
50. Los suelos para el nuevo ensanche propuesto habían sido divididos por
el plan general en tres sectores de suelo urbanizable programado, cuya orde·
nación se planteó, sin embargo, de manera conjunta, aunque se desarrollara
luego a través de tres planes parciales distintos, aprobados a comienzos de los
anos 9011• El carácter acusadamente lineal de la operacióo se intentaba secuen-
ciar a través de ejes transversales vinculados a la aparición de amplias zonas
verdes, que querían servir para fragmentar el conjunto .confonnando unidades
urbanas que, sin pretender la autonomía de las antiguas 'unidades vecinales',
trataban de recuperar una ciena identidad de las partes, asi como una evidente
intención de ruptura en la continuidad de los flujos rodados sin comprometer

" Cfr. L AlEMANY. R. ..... EMANY , M. SAUNAS, -Ensanche al este de Sao BIas. Planes ~
1-6. 1·1 Y 11·. del sectOr 'L1s ~-._ en /J1J.1nismo. rf' 16 (1992). pp. 66·11.

] 1 [
-

la continuidad del espacio urbano como tal~7 •. En lineas generales, se puede Pblnes poHCIJIeS iJI es/e ch.'
afirmar que la ordenación dada por los planes parciales seguia muy de cerca San BIJs, MJJrKI {199:/ L
Akll¡;¡¡¡f. f? Ak,.,w" , 111
las directrices del Plan General - incluyendo la combinación de las manzanas s.I~
cerradas con una discreta proporción de vivienda unifamiliar en hilera-, salvo
en lo relativo al numero de viviendas de protección oficial. que sufrió un recorte
importante, hasta el punto de comprometer. como ya hicieran notar l ópez de
lucio y Hernández Aja. el carácter "popular" de este ensanche.

Pero el empleo del trazado reticular y la manzana cerrada no se limitaría al


caso madrileño; en puntos muy diversos de la geografía española florecerían.
durante la segunda mitad de la década de los 80. nuevas piezas urbanas que
respondían a un esquema en cierta medida asimilable al de los ensanches. aun
cuando su nivel de acierto fuera muy dispar, en parte porque las situaciones
a las que intentaban dar respuesta también lo eran. En San Sebastián, por
ejemplo. se planteó desde esas claves la ordenación de unos terrenos del área
ribereiia del Urumea. comprendidos entre los barrios de Amara. loyola y Eguía.
la zona. que contaba con abundantes preexistencias y estaba profundamente
marcada por la presencia de una autopista y sus conexiones con el viario
urbano, aparecía .como ámbito mínimo necesario para el adecuado desarrollo
de una secuencia más del proceso de ampliación de las áreas centrales de la
ciudad por ensanches~ ; de ahí que la ordenación propuesta ~se apoyara en la
continuación del sistema viario fundamental que ofrece el Ensanche de Amara
construido, según las tres vías transversales a la avenida radial que conduce
al centro [urbanol ~ll . En este caso, el recurso a las formas del ensanche en·

,. R.tÓPEZ DE LUCIO & A HERNÁNOEZ AJA. op. cil.. p. 115.


" A MARTfN RAMOS el al.. · Ordenación urbana del territorio comprendido entre Amaro. LoyoIa y
Eg.ui3 en San seb3stl<ln •. en Utbanismo. nOS (1988l. p. 39.

] 179 [

~¡ di: /0$ /CfI'MOS


del ¡í(r" nOCrctl.J Oc! Urumt!iI.
San SelxJSI¡j¡} (7986). -"'. Mx-
l1li Ramos.

Pbn PJrroI de. r()(,(Jll;]s. SJn·


ItJgfJ de ComposleQ (1987).
M"""",,

contraba SU justificación en el hecho de prolongar efectivamente el de Amara.


relomando propuestas ya planteadas tiempo alrás para el área, tales como las
de Gurruchaga-Azquela (1914) o Aizpurua (193S)u. Sin embargo, la ordenación
propuesta poi' el equipo de Ángel Martín Ramos, recogiendo la mejor tradición
urbanística donostiarra, no se limitaba a reproducir unos esquemas lomados
de la historia, sino que era fruto de un empe"o por articular un nuevo sistema
de vías urbanas. encajando con habilidad los equipamientos y los espacios

.. De hcdlo,la Ofdeoación propucsU partIa -de c.oosider.Ir ti ~ancIa de la relación de dependerda


de la nueva iIIea rtSpeCIO al barrio de AnYra- tA.. MARTIN RAMOS •• u CJrtenSión resiOenCiaI de
San Seb3stiaf1.o. en Geomtuú. n" 9 (19'0). p. 29).

] "" [
Plan ParciiJI de los 8crme·
pies. Sco.7HiI (1989). J. e &J.
bI.mo. P Bemwde7, J. Gro¡¡.
donil Y C. lOpeE Cilmo.

libres en el nuevo tejido residencial. No cabe, en cambio, afirmar lo mismo


de la forzada solución dada por Manuel Paredes al poligono de Fontiñas en
Santiago de Compostela, donde ni la topografía del terreno recomendaba el
rígido trazado urbano elegido, ni la tipología de las manzanas o de los espacios
libres resultantes lograban llegar a ser satisfactoriosl1.
En el caso del área de nuevo crecimiento de Los Bermejales. en el sur
de Sevilla, su ordenación se planteó desde una estrategia que pretendía con·
templarla dentro del nuevo sistema de relaciones urbanas posibilitado por el
plan general de 1987. Para ello, una vez aprobado el plan general, se elaboró
desde la gerencia de urbanismo sevillana un estudio que quería servir de marco
a las propuestas de desarrollo de todo el sector sur de la ciudad. ua fin de
relacionar los proyectos concretos que ya se estaban redactando, tanto por
parte de otras administraciones como del propio ayuntamiento. con la correcta
estructura de los planes parciales y especiales, y la de éstos entre si_1' . En
este contexto, el planeamiento parcial del sector norte de Los Bermejales, de
carácter básicamente residencial. se pudo afrontar con una idea clara de cómo
resolver los problemas de borde de la pieza y su conexión con el resto de la
ciudad. Junto a esa preocupación por la integración urbana del nuevo creci·
miento. destaca en esta propuesta de ordenación la voluntad de apostar por
la diversidad morfológica, sin renunciar por ello a una estructura reticular para
el viario y los espacios libres. La utilización de manzanas cerradas de diversos
tamaños. mezcladas con bloques exentos y viviendas unifamiliares, según una
estructura de vías con diferente sección -vinculada, a su vez, a la organización

" Cfr. M. PAREDES. -El poIigooo público de Fominas en Samiago de Compostela_, en ibid, pp.
42·49.
" J. C. BABIANO el al.. -El área residencial de Los Bermejales (Sevilla)_. en /JrlwIismo. nO16 (1992).
p,28.

] ", [
rrC's m;¡IILJIIJS en /;J Vd/;,
O/rmpIcJ, 8JflX1clro {J989!.
e F<"ffiJliY

de los espacios libres-, intentaba conseguir una complejidad de relaciones en


el interior de la pieza urbana, que superase el esquematismo de los modelos
de ensanche empleados con profusión en aquellos años, segun se ha podido
ver en los casos que acabo de comentar.

Pero las propuestas que aspiraban a plantear un "urbanismo de la diver-


sidad". aunque fuera dentro de un contexto como el aquí analizado, no aten-
dieron sólo a alcanzar una diversidad morfológica -es decir, a procurar una
ciudad morfológicamente diferenciada-, sino que también cabe encontrar
casos de soluciones proyectuales que apuntaban hacia una diversidad tipo-
lógica. centradas en la reflexión sobre las posibilidades de reorganización de
la propia manzana cerrada. En esa dirección se situaba. entre otros, el pro-
yecto de Carlos Ferrater para tres manzanas residenciales en el Ensanche de
Cerda, situadas dentro del ámbito del plan especial de la Villa Olimpica de
Barcelona: un proyecto planteado con ~cierto afán de renovación tipológica,

] 62 [
OrdenacIón del (millO de
G3rbsncI Norrc, AIsci101C
(1992). J ScgUl Y R, Enge!

!ib Si

pero sin ánimo de experimento.11'. A lo ya establecido por el plan especial.


que exploraba un modo diverso de construir las manzanas. manteniendo su
estructura básica. pero abriendo el espacio libre del patio central mediante
un paseo arbolado que las atraviesa y relaciona. Ferrater añadía un punto
más de flexibilidad al independizar los seis bloques de las esquinas, singula·
rizándolos. Por su parte. en un entorno muy distinto. la propuesta para el
nuevo barrio de Garbinet, en la periferia norte de Alicante. donde la mano
zana quedaba configurada como "unidad residencial" de mayor escala. con
equipamientos centralizados en su interior. se orientaba a la creación de un
contexto urbano en un entorno sin referencias previas y a facilitar su ejecu·
ción. a través de la consideración de las manzanas como _unidades de piezas
de ciudad autosuficientes en un primer nivel de construcción del coniunto.
[que] pueden llegar a conformar una mayor escala de ciudad a través de la
agrupación en el tiempo de todas ellas. garantizando asi la construcción global
del barrio.8G •

En cualquier caso. ya fuera para reconsiderar el contexto en el que se


insertaban. dándole un nuevo sentido. o para crearlo alli donde no existía, las
mejores propuestas proyectuales ¡nan avanzando en una dirección que pronto

,. C. FERRATER . Oos manzanas y media-oen A & V. n" 37 (19'.l2l. p. 94 .


• J. SEGuí & R ENGEl. -Un nuevo baniD p3f3 A1iCilfltc: Garbinct None., en GeomeIOO, n" 17 (1994),
p.30.

] 183 [
dejaría atrás la nostalgia por la ciudad tradicional, para introducirse de lleno
en la construcción de una nueva cultura del habitar, la cual tendría uno de sus
puntos de partida en una conciencia cada vez más acusada de que ~ manzana
cerrada" y "ensanche" no tenían por qué ser equivalentes. Y es que, como ya
se ha sei"lalado con anterioridad, lo Que había comenzado siendo -una reflexión
critica sobre la ciudad existente, tendió a convertirse en la adopciÓfl de un nuevo
dogma de disei"lo, sujeto a la obsolescencia prematura de las modas.". Por eso,
a medida que el recurso a las retrculas y las manzanas se redujo al empleo de
un mero esquema formal. se fue poniendo de manifiesto su incapacidad para
producir lo que era el objetivo último que subyacía en todas aquellas propuestas:
la recuperación por parte de quienes vivían en la periferia de las caracterfsticas
fundamentales de los territorios propiamente urbanos, tales como la centralidad,
la densidad o la complejidad. Pero se trataba, claro está, de unas características
que no iban ligadas únicamente a la forma urbana, sino sobre todo a unas es-
tructuras sociales y a un estilo de vida, que difícilmente - y aquellas experiencias
lo testimonian con claridad- podían ser reproducidos con la sola repetición de
unas formas, por importantes que éstas fueran.

o los proyectos estratégicos:


transfonnación urbana y grandes eventos
los ai"los 80 fueron también la ocasión para que algunas ciudades afron taran
una transformación de envergadura aprovechando la organización de grandes
eventos institucionales. Así, Barcelona y Sevilla asumirian el reto que significaba
organizar contrarreloj unos Juegos Olímpicos o una Exposición Universal con la
voluntad de acometer, con ese motivo, la resolución de determinados proble·
mas urbanos pendientes. Parece claro que en uno y otro caso esos eventos
no fueron la causa de las mejoras urbanas que entonces se alcanzaron, sino
un medio del cual se sirvieron los responsables de los respectivos gobiemos
municipales para conseguir unos recursos que eran imprescindibles para abor·
darlas. Pero si esta estrategia era común a ambas ciudades, en lo que quizá se
distinguieron con mayor claridad fue en el modo de rentabllizar, desde el punto
de vista urbano y territorial, unas inversiones realizadas con fondos que tenlan
fecha de caducidad. En Barcelona, la ocasión fue pensada desde el principio
-como un instrumento eficaz más allá de la estricta función deportiva ligada
a los acontecimientos de 1992-, hasta el punto de que las inversiones de la
Olimpiada se decidieron principalmente en función del medio plazo; -su utilidad
después del 92 y, sobre todo, su eficacia como instrumento de recuali ficación
y reequilibrio urbano fueron fundam entales a la hora de la localización, tamai"lo
y relación con la ciudad existente_JI. Sevilla, en cambio, mostró un sentido de
la previsión que estaba muy lejos del de los catalanes y, de hecho, encontraría
luego grandes dificultades para encajar los terrenos de la Exposición en la ciu·
dad, porque su destino futuro no alcanzó a ser clefinido del todo en los ai"los
previos a la celebración del evento, más allá de una grandilocuente «política

" J. M. EZQU' .... GA. -El proyecto de alojamiento: criterios de dise/loo. en /JftJ3nismo, n" 3(1 (1!)97)
p.24.
" L SOLA·MORAlES. _De bs pIarn I los Juegos. Diez aI\os de n.awnciones \.Wban3s •• en A 6 V.
n" 22 I1mJ. p. 15.

] 'M [
-
eje los leeno-sueños- que no ha llegado a funcionar (al menos, teniendo en
cuenla la cuantiosísima inversión realizada en los terrenos de la Canuja); en este
senlido, no le faltaba razón a algún obsefVador avisado cuando se quejaba de
que .. la Sevilla de la Expo hubiera quemado una oponunidad única»fl, Intentaré
seguidamente exponer razonadamente estas apreciaciones a través de un sin·
tético recorrido por las principales circunstancias que marcaron el desarrollo
de ambos acontecimientos, empezando por Barcelona.

A comienzos de la década de los 80 la capital catalana se encoOlraba in·


mersa en un imparable proceso de consolidación del territorio metropolitano.
De ahí que, aunque en los primeros compases de su andadura democr.1lica.
según hemos visto, la política urbanistica municipal barcelooesa estuviese ceno
trada en una serie de actuaciones puntuales en diferentes barrios. no tardara
en producirse un progresivo cambio de escala en las intervenciones urbanas.
que vendria a coincidir con la etapa olimpica. Es más. desde el punto de vista
urbanístico. «uno de los objetivos primordiales de los Juegos Olímpicos -como
afirmara el propio Bohigas- era la reconstrucción y la transformación de algu·
nos puntos neurálgicos de la ciudad ..". Por eso pudo escribir con toda razón
Ignasi de SoIIl·Morales que . Ia apuesta por los Juegos Olímpicos en Barcelona
significó. desde el punto de vista urbano y arquitectónico. la prolongación de
unas políticas iniciadas anteriormente. pero también el salto hacia delante de
éstas desde unos presupuestos metodológicos y desde una concepción de la
ciudad que ya habían sido diseflados con independencia de los Juegos.u. Ese
cambio de escala en las actuaciones es ya netamente perceptible en documen·
tos como el llamado ~ plan de vfas" de 1984. planteado como un importante
o.esfueno para redimir los implacables trazados de las VÍas rápidas segregadas.
que destruyen las redes urbanas y borran la identidad de los barrios y de la
ciudad. y convertirlas - hasta donde sea posible- en avenidas capaces pero
integradoras~K. es decir. desde una estrategia de integración urbana de los
elementos viarios; o el estudio sobre las "áreas de nueva centralidad" de 1986.
que pretendía establecer una estrategia de difusión de la centralidad fuera de
los estrictos límites del Eixample. con objeto de regenerar desde el punto de
vista urbano algunos ámbitos periféricos de la ciudad.

En ese contexto de definición de los que Bohigas ha denominado en alguna


ocasión .planes analíticos indicativos~. que tenian una evidente intención de
recuperar una cierta visión estructural de la ciudad. el triunfo de la candidatura
olímpica barcelonesa vino a significar la consolidación del consenso institu·
cional necesario para conseguir los recursos que permitieran afrontar unas
intervenciones sobre los sistemas generales largamente postergadas'l. Por eso.

.. 1. CAM.-'ICHO. - Paisaje desputs de la bataDa. la ciucbd ifoevitable. o lo que pudo tIabef!ido YflO
fue-o en M W .. ScviIJa. PaiuJe IfaftSkxm:Ido. Sevilla 1992. p. 22.
.. O. BOtilGfIS. fflluSQsmos comp;Iffidos y bati1llM si) CWffrt cit. p. 201 .
• l SOtA·MORALES. ·De l3s pialóJS a los Juegos •. d. p. 14 •
.. O. 8QHtGAS. lfeconsWcci6n de BMmona. cit. p. I1S.
" ·la complejidad de este tipo de \lfoyc<:tos. $1) enverpdura ecooómic3 e incluso la pluralidad de
oompetcl'lCias insliwcioooles piII1I $1) ejecución y gestión posterior. flO haci3n posible $1) ~jla·
C!Óf1 c~dusiv:lmt::ntc desde el ayuntamiento. siendo preciso que. a partir de una planificación y
\lfopulsión municipal. se ins1fumcntar1ln convenios con OI~S administraciones pUblicas que los

J1 [
~ de lI!I<"IiJ IXIllriJIidHI.
lbn:t..1.Jf1J (1 9S6).

89. Nudo lA' {.¡ Tnmdild. las obras más imponantes realizadas en Barcelona durante los años previos
""""'" a los Juegos Olímpicos tuvieron carácter infraestructural: modificaciones en el
sistema ferroviario. ampliación del sistema de drenaje y evacuación de aguas
residuales. ordenación del subsuelo y creación de unos nuevos cinturones de
fonda. Pero ni el cinturón litoral ni el tunel que conectaba Barcelona con el
Vallés. por no citar más que dos de los elementos más emblemáticos de esa
profunda transformación infraestructura!. respondían a necesidades olímpicas.
sino que venian exigidos por el crecimiento real de la ciudad metropolitana. las
Olimpiadas funcionaron. pues. como un catalizador que aceleró un proceso de
transformación urbanística sabiamente dirigido -no sólo desde el punto de vista

hitimn I~- O. A.. ACEBlllO. -El progresivo cambio de ~ en las irlIavcnciotles tII"tIarIas
de ~ (1980·1992)0. en Ikbanismo. n" 17 (1992). p. 16).

] ,&, [
-
de su concepción, sino también desde el de su realiz3ción- por unos politicos
y unos técnicos plenamente conscientes de encontrarse ante una oportunidad
histórica para la ciudad. En lo que se refiere al tratamiento dado a esas vías
rápidas. se ha destacado ya muchas veces la notable atención prestada a los
aspectos proyectuales. tanto en lo relativo al diseño de las secciones como a
su encaje en las distintas tramas urbanas. Por el modo en que esos elementos
fueron concebidos. su construcción se convertirla en un tema más ele arqui-
tectura; induso en los nudos viarios, cuyo diseño tradicionalmente s610 había
atendido a consideraciones funcionales procedentes de [a ingenieria de tráfico,
se intentaron conciliar los requerimientos de la circulación rodada con los pro-
pios del espacio urbano: el nudo de la Trinidad o la plaza de las Glorias, con
su particular atención al proyecto de los espacios intersticiales, pueden servir
para comprobarlo.

Pero junto a las rondas o el túnel -sin duda la herencia más importante que,
desde el punto urbanfstico, Barcelona recibiera de los Juegos para su articulación
metropolitana-, las otras grandes apuestas para la trans formación de la capital
catalana estuvieron vinculadas a las áreas olfmpicas, que coincidían con cuatro
de las doce áreas de nueva centralidad localizadas por loan Busquets en el
documento antes citado, Y es que, como el mismo Busquets seilalara, "el salto
de umbral del 92 abrió unas expectativas de centralidad que convenia canali·
zar-u. Se ha discutido, sin embargo, hasta qué punto esas nuevas centralidades
servían realmente a la construcción de la ciudad metropolitana o contribuían
al fortalecimiento del centralismo de Barcelona dentro del área l ' , En cualquier
caso, esas actuaciones tuvieron un claro sentido estratégico, pues pretendían
convertirse en focos de activación urbana en el interior de la ciudad, en puntos
situados en los cuatro vértices de la Barcelona compacta, dentro de aquella -teoria
general de utilizar las instalaciones olimpicas como motores de regeneración de
algunos sectores de la ciudad· que ya enunciara Bohigas"'. Con esa intenciÓfl
se repartieron las principales instalaciones necesarias para la celebración de los
Juegos en los enclaves previamente seleccionados: Montjui"c, Poble Nou. Vall
d'Hebrón y el extremo oeste de la Diagonal. Para su desarrollo se encargaron
sendos instrumentos de ordenación urbanistica, que a modo de plan director
precisaban las lineas maestras a las que se habrían de ajustar luego los diversos
proyectos de arquitectura. los cuales por lo general fueron encargados a arqui·
tectos diferentes de quienes habían redactado el proyetto urbano.

Para el aniUo olimpico de Montjulc se convocó en 1983 un concurso


internacional restringido, que fue ganado por el equipo de Federico Correa y
Alfonso Milá. A ellos se les confió la ordenación del espacio urbano, concebido
como un parque en el que se integraban los diversos edificios del programa
olimpico, que fueron adjudicados a diversos concursantes, de acuerdo con los
respectivos anteproyectos. Se acometía así la reordenación de los jardines de

.. J. 8USQUETS.•EYOIucIÓll del pIaoeamienlo urbaoiSlico eo los aIIos ochenla eo B.JrceIooa-. cit..


p.47.
J. M. MONTANER , -Máquina
.. Para una cri1ica a la cslr"l1legia de las ac:1uaciooes oIimpicl1s. clr.
~ mercm. t os signlflCms de la Barcelooa oIimpic3-. eo Nquileclur.l Wva, n" 25 (1992).
pp. 6·10 .
.. O. BOHIGAS. EnlusImnos COIrIjMfticJos Y b;NaI.Js $ÍfI CUNle/. cit" p. 201 .

] '67 [

Ambo ohmpK:o rk Mot!IJjJI<.:,


&takxu /l98JJ F Com.J
yA M4.1.

I [
MontjuYc, que habían quedado inacabados tras la Exposición de 1929, primera
gran transformación urbanística de la montaña, con la intención de consolidar
su vocación como gran parque urbano, equipado para el ocio, la cultura y el
deporte, No se trataba de una idea novedosa, pero era una idea hasta entonces
no realizada completamente: «la estrategia de situar la principal área olímpica
en Montju'ic fue la clave para transformar radicalmente la fisonomía de una gran
parte de la montana, con la ejecución de jardines y parques que hasta entonces
habían sido previsiones del Plan Comarcal y del Plan General Metropolitano
o del Plan Especial de la Montaña de Monlju'ic de 1986, como el parque de
Mediodía [",]. el mismo parque del Anillo Olímpico, el jardín botánico o el
vivero de los Tres Pinos~" , Además, ese gran centro deportivo de MontjuYc se
encontraba relacionado con la Villa Olimpica a través de la línea de costa por
el cinturón litoral, vinculando de este modo las transformaciones de 1992 a
las de 1929, con la diferencia -o al menos eso era lo que se decia- de que
si aquellas sirvieron para potenciar la expansión y el crecimiento de la ciudad,
éstas pretendían construir sobre lo ya construido con el fin de consolidar la
ciudad existente,

Una estrategia similar relacionaba a través del segundo cinturón de ronda


las dos áreas olímpicas del interior: el sector de poniente de la Diagonal y Vall
d'Hebrón, El proyecto urbano para la ordenación del extremo oeste de la Dia-
gonaL encargado a Oriol Clos y Maria Ruben, pretendía sistematizar desde el
punto de vista urbanístico una zona donde ya existía una importante secuencia
de instalaciones deportivas (Club de Polo, Tenis Turó. pistas universitarias, Fútbol
Club Barcelona), pero que carecía de un orden claro, por estar constituida por
un conjunto de parcelas relativamente autónomas, con unos bordes irregulares
que iban a ser redefinidos a través de un nuevo sistema de espacios libres, En el
caso del area de la Val! d'Hebrón, el proyecto urbano corrió a cargo de Eduard
Bru, quien transformó el parque previsto en el plan general metropolitano en
un territorio representativo de la fragmentación característica de la condición
contemporánea, La propuesta de Bru, sin renunciar a establecer unas reglas
formales que articularan la organización de los recorridos y las actividades en
el parque~l , supo convertir los elementos que integraban la urbanización en una
sugerente expresión de las características que podría tener una periferia "pro-
yectada"U, Las instalaciones para tiro con arco de Miralles y Pinós, las viviendas
para periodistas de Ferrater o el polideportivo de Garcés y Soria, situados en
el interior del parque, contribuían a explicitar esa apuesta por la diversidad tan
elocuentemente manifestada en el plan director redactado por Bru para el área
de la Vall d'Hebrón,

En este sentido, el contraste entre los presupuestos que guiaban el proyecto


urbano de Bru y el redactado para la Villa Olimpica por el equipo de Bohigas. no
podia ser más radical. Mientras que en la Val! d'Hebrón, en linea con la nueva

.. E. ROCA SLANCH, Mooljuic, /;¡ mun/anp de la dUlar (1994), 6arcelona ' 21)1)1), p, 461 ,
" -La búsqueda de un lema p.:!f1I la composición geJICf1Il ha sido una de las obsesiones del plan"
O, PARCERISA, -\1311 d'Hclx"ón, mel~morfosi di un pmo", en lOluS. o" 77 (1993), p, 10),
.. L3 idea de la periferia como lcml000 privilegiado para el proyecto uroano cOnlempor;!oeo estuvo
en la base del CUfW que, bajo cltkulo -Proyooar la periferia", organi~ó ellUS en 1991 y repitió
en ar'los sucesivos: puede verse al respecto el o" 9-10 (1992) de la revista URo

93. AIe~ o/JmpIc<J oc/¡¡ V:J/I


d"Hdxon. (J;¡rcrloniJ (198-1).
EBro

9.1 la r,lI3 OhmpiCiJ Ik fb-


bIe Noo. ~ (1987).
J. M1fforeH. O. 8oh,ps, O.
Mxkay y A Pvlgdomern:dl.

estetica de lo suburbial, asistimos a la emergencia de unas formas abstractas y


anticonvencionales, que se sirven de las geometrías curvas para componer un
puzzle hecho de artefactos diversos, la propuesta de ordenación para el área
de Poble Nou se guiaba por un principio según el cual ~todavía era posible
reconstruir la ciudad europea atendiendo a su morlologia tradicional», a partir
del supuesto de que _esta morfología era adaptable a las nuevas formas de

] lOO [
-
vid,,·". Así. tomando como hilo argumental para su ordenación la referencia a
la eSlruclUra urbana del ensanche barcelonés. el equipo compuesto por Josep
Martorell, Oriol Bohigas, David Mackay y Albert Puigdomenech se enfrentó al
proyecto del área tal vez más emblemática de la Barcelona olímpica, la situada
en la zona industrial obsoleta de Poble Nou. Su objetivo trataba de materializar
una antigua aspiración de la ciudad, abrir Barcelona al mar: para ello se volvió
a plantear - era una idea que se habia desechado en los años 70- la opción
de construir en el frente costero una zona residencial que durante los Juegos
Olímpicos albergana a los atletas participantes, funcionando como Villa Olimpica.
Metodológicamente, la operación fue planteada como la traslación a una escala
mayor de aquella articulación plan-proyecto que Bohigas ya habia ensayado en
los primeros años 80. En este caso el planeamiento de referencia resultaba ser
el plan especial de la zooa costera del área metropolitana, que había redactado
Lluis Cantallops como modificación del plan general metropolitano.

la elaboración de un proyecto urbano suficientemente formalizado para el


conjunto del área permitió debatir las soluciones aportadas con los arquitectos
encargados de cada una de las unidades de proyecto, sin que por ello se
impusiese una arquitectura determinada desde el instrumento urbanístico, el
cual finalmente dejaba de ser un documento cerrado para convertirse -en un
resumen de las sucesivas aportaciones proyectuales a distinta escala, sin perder
su función ele COOlrol coherente en cada una ele estas escalas»H. Ahora bien. el
reto en una actUaciÓfl ele este tipo, donde la presencia de los actores privados
fue extraordinariamen te relevante. se encontraba en la capacidad del gobiemo
municipal para mantener con firmeza los principios que dirigían la operación.
con el fin de salvaguardar el interés publico. y a ese peligro no resul tó inmune
la Barcelona olimpica; lo reconocia implfcitamente el propio Bohigas cuando
afirmaba que ~e n un urbanismo promovido y gestionado por la Administración
-pero con participaciones privadas muy importantes y a menudo decisorias- hay
que mantener un control muy firme y muy permanente, desde la misma fase
de los proyectos. Es interesante saber que aquellos elementos que en las ope-
raciones de Barcelona han desbordado algunos criterios básicos son aquellos
que fueron absorbidos por promotores de alto nivel intemacional que decidieron
desde el principio muchos temas de proyecto»".

Sin embargo, las dudas suscitadas por la construcción de la Villa Olímpica


no acababan ahí. Desde el punto de vista de la propia propuesta proyectua!.
no parecía justificado el desentendimiento casi absoluto respecto de las pre·
existencias industriales. de las que apenas queda rastro en lo reali zado. los
presupuestos morfologistas explfcitamente invocados por Bohigas, que tenian
uno de sus más firmes puntos de apoyo en la reivindicación del mantenimiento

.. 1. MAlIlOREll. O. BOIiIGAS. D. MACKAY & A. PUIGDOM~NECH, La \1&¡ ~, 8M'r:donI


92.8aruIona 1991. p. 15. Coroo ya ~ Il0l. Montaner, esa propuesta -00 era ajena a la
rttiente lJ'adición de revisión de los póocipios del urbarismo moderno Y a las apof1aciooes de AIdo
Ron!. RoO Krier, Bemard HueI Y OIros. rupectO a la neces.ia ~ e flterpretación de
kIs elememos de la ciucbd 1I'1dicionaI. ~. M. MONTANER, ·EI ensanche ~toral. la Villa 0Iarnpiea,
hlSlOria de lJI\a idea-. en A & V. n" 22 (1990), p. 17).
.. 1. MARTORELL. O, BOHIGAS. D. MACKAY & A. PUIGDOMtNECH. op. CÍI.. p. 23 •
.. O. 6OHIGAS. ·Una nueva Barcelona. Ref\e):iooes sobfe los ultirnos diez anos·. en A .~ V. n" 37
(19n), p. 11: véase 31 respecto L MOIX. la civdJd de los arquitectos. B;m:elona 1994 .

] 191 [
&

de la memoria colectiva de la ciudad. se encuentran en abierta contradicción


con el modo en que se ha tratado el patrimonio arquitectónico del Poble Nau
-se ha llegado a hablar de ~una operación de destrucción del patrimonio sin
precedentes_n _, lo cual explica también seguramente el desarraigo del proyecto
respecto al lugar en que se halla enclavado. Y es que las referencias urbanas
que subyacen en la ordenación de la Villa Olímpica habria que buscarlas más
en el Amsterdam sur de Ber1age o en la IBA berlinesa que en el Eixample de
Cerd3, por más que sus redactores hayan querido presentarlas, sirviéndose de
los términos ~ manzanas casi-cerradas" y "calles casi-corredor", como variantes
de la inicial propuesta del ingeniero centellés.

Pero como la forma urbana no puede ser reproducida al margen de la socie-


dad que la ha creado. la expresión mas acabada de la postindustrial ciudad del
consumo probablemente la encootremos en la lerciarización del Port Vell. donde
se pone de manifiesto la actual dificultad para definir un espacio pUblico digno
de lal nombre" . De ahí que no le faltara razón a Montaner al echar en falta en
la construcción de la Barcelona olimpica "una discusión a fondo en tomo a la
calidad de los muy diversos espacios libres proyectados y realizados que fuera
mas alla de la argumentación ideológica que confunde uso necesario con éxito
y penección. El uso masivo de gran parte de los espacios públicos de Barcelona
- afirmaba- no justifica su adecuación; es sólo una manifestación fehaciente de
la necesidad vital de espacios libres para la ciudad,,". Pero esa discusión hubiera
requerido un debate cultural. social y disciplinar al margen de los intereses politi'
cos y económicos de una operación eficazmente realizada. Y en esos momentos
los vientos soplaban ya en otra dirección: con sus aciertos y sus limitaciones.
las transfonnaciones de la Barcelona de los 80 apuntaban muy claramente al
comienzo de una nueva época, caracterizada por la progresiva privatización de lo
público y por la completa mercantilizacióo de todos los aspectos de la existencia,
en la cual los "flujos" amenazan con sustituir a los "lugares".

Al mismo tiempo que Barcelona se preparaba para afrontar el reto olímpico,


Sevilla hacia frente a los preparativos para otro gran evento intemacional: la
Exposición Universal de 1992. No cabe, sin embargo, establecer entre ambos
acontecimientos mayor paralelismo que el de las fechas, pues ni la coyuntura
socio-económica andaluza ni la situación de la cultura disciplinar sevillana ad-
mitian una comparación con el contexto catalan. Tampoco Sevilla y Barcelona
eran ciudades que presentaran rasgos comunes, salvo quiza el hecho de que
ambas se habían servido históricamente de la organización de exposiciones para
potenciar su desarrollo urbano. En cualquier caso, la ciudad del Guadalquivir no
parecfa reunir grandes condiciones para convertirse en sede de una Exposición
Universal: ni su tamaño. ni su estructura urbana, ni su pujanza económica eran
comparables a las de Bruselas. Osaka o Montreal. por citar algunas ciudades
que habían organizado este tipo de exposiciones con anterioridad. De ahí que la
designaciÓfl de Sevilla como sede para la exposición de 1992 no dejara de causar
cielta inquietud y hasta perplejidad entre los sevillanos, pues se tenfa conciencia

" J. M. MONTANER. ·EI ensanche litoral. u. Villa Qlimpica. historia de una idea-. cit. p. 19.
lO Cfr. A. FONT, .ReIOllTlll del Pon Vel de Barcelona. La explol3C1OO pamilaria de la centllllidad
~', en ~ n" 27 (1996). pp. 32·31.

.. J. M. MONTANER.·El modelo 8a"cdorIa-o. m ~ n" 10 (1990). p. 12.

) 1 [

I "

de la debilidad de la ciudad, con -un núcleo urbano frágil y degradado. deficitario E/ PolI ~i."". 8.J/ú-loniJ
de forma general. en todos sus niveles de servicios y equipamientos urbanos,
e integrado en una estructura metropolitana conflictiva y poco legible, carente
de un soporte básico mínimamente eficaz_'Dl, No obstante. entre algunos existía
también la esperanza de que el evento pudiera servir para resolver importantes
problemas urbanos pendientes. tales como los relacionados con la desarticulada
red viaria o la ambigua relación de la ciudad con el río.

A diferencia de lo que había sucedido con la candidatura olimpica de Bar-


celona, la iniciativa para la presentación de la candidatura de Sevilla no nació
de la propia ciudad, sino que desde el principio la Exposicioo de Sevilla fue
COf'Icebida como un proyecto ~ nacional·, pilotado desde el gobierno central con
el fin de mostrar al mundo una España distinta. definitivamente incorporada a la
modernidad democrática. A ese origen supramunicipal de la candidatura sevillana
debió estar vinculada también la propuesta de los terrenos de la Canuja como
enclave idóneo para localizar la Exposición: se tralaba de un suelo público, pro-
piedad del ESíaOO, que había sido expropiado en los años 70 para la realización
de una nueva obra hidraúlica en el Guadalquivir .- Ia corta de la Canuja- y para
llevar a cabo. dentro de la operación de las ACTUR, una -nueva ciudad- en
los terrenos protegidos por el nuevo muro de defensa. En 1981, cuando se

.. P. ARIAS •• Sevilla Y la Eoq>osidón UrWers31 de 1992 •. en /.Jfb;Jnismo. n" 2 (1987L p. 17. m una
aprolIim3ciórI a los problemas ~ de la ~. comieOros de los a/\os 80. cfr. J. lEÓN VElA
Sevík!Jfl/e 11 &posiddtI ~ de /992. f'rrJIJIarIJ$ utWnistiros de su ~aadn, SeviIa
19&6. pp. 1(}9 · U 3 ,

] 193 [
=

los fe/renos de /.) C.mu#,


IIIlN de su liIb.JmJdr>II ¡»r.I
IJ EXPO"92 de ScviIb.

presentó la candidatura de Sevilla, esos suelos seguían vacantes y no presenta-


ban especiales difICultades desde el punto de vista urbanístico para acoger las
instalaciones de la Expo'92; más aún:como ya hizo notar Pablo Arias. -visto el
problema coo cierto distanciamiento. la decisión venIa casi predeterminada-'·I.
Sin embargo, durante la primera mitad de los 80 la ciudad permaneció ajena a
lo que la organización ele un evento de esa naturaleza significaba. los debates
sobre el modelo de exposiciÓfl -y, consiguientemente. sobre su ubicación- sólo
alcanzarían un punto de interés coo el inicio de los trabajos para la revisión del
plan general de Sevilla.
los miembros del equipo redactor del plan se mostraron partidarios de un
modelo alternativo de exposición. En un documento de mediados de 1985, cri-
ticaban la idea inicial de situarla en un recinto único y proponian una exposición
integrada en la ciudad, articulada mediante diferentes áreas situadas a lo largo de
la dársena del Guadalquivir. En su opinión, esta propuesta «ofrecía muchas más
oportunidades para la ciudad, que aprovechaba as! la ocasiÓn de la Exposición
para conseguir (como está concibiendo Barcelona los Juegos Olfmpicos) obje-
tivos ya secularmente suscitados, como es la recuperaciÓn de las márgenes del
magnifico no, sin generar además problemas y contradicciones innecesarias· 101•
Ese modelo altemativo, que pretendra desvincular la Exposición de los terrenos
de la Cartuja. buscaba -con el ejemplo de Barcelona como referencia- facilitar la
necesaria transformación estructural de la ciudad. asegurando que el rendimiento

... _[su decisión ~ los mecaoistoo5 de compor1~o que 1Vstóricamtf1le la ciudad tu·
bia lenido 31 inc:ofpor.M" flUe\IO$ lerreno5 defeodidos lde lis riadasl en ~ tan prMItgiadao
(P. ARIAS. op. ciI.. p. 22) .
... E. lEIRA. -úpo 91: 3Ilde o 00 antIe.... cabalo grande., en ~. rf' 3 (1987). p. 32.

] 194 [
-

urbano de las inversiones que se hicieran coo motivo de ese acontecimiento L~ fXPO'92 t:n t:1 A'.1IlC"t:
rkI PI.Jn~ de x.-1I1I
fuera el mayor posible. Ciertamente. las dudas expresadas por los redactores (198S}.
del plan respecto al modelo oficial de la Exposición eran más que razonables,
pero no fueron bien acogidas. -Se debe pensar - ha dejado escrito leira en
un texto muy clarificador- que ponían en discusión las dos únicas certezas
que en aquel momento se tenfan en relación con la Expo: la localización y la
dimensión del área. Aunque aquella propuesta respondiera a un acercamiento
realista al problema. aunque por primera vez partiera de la idea de crear la
Exposición, aparccia como una enmienda a la totalidad ... de algo en lo que en
aquel momento nadie crela. Por ello la conclusión fue la que era de prever: dar
por finalizado el debate urbanístico sobre la Exposición.'Ol.
El debate concluyó precipitadamente con la aceptación del inicial modelo
de exposición situada en un recinto único y autónomo, segregado de la ciu·
dad, y con una tentativa de propuesta de ordenación, en el avance del plan
general, derivada -de una concepción ·desde la ciudad'.'''''. De resul tas de esa

... tlflRA..pju di una esposizioor: 1It1iva'saIc'. en CJs.Jbdb. n" 593 (1!rJ2), p. 44 .

... /bid.• p, 56: véase l3t11bién D. QUERO. t tEIRA & J. SEGur. -la Exposición Universal de 1992 en
el:Nance de Sevilla •. en Geomctrii1, n" 2 (1986), pp. 56·(,8.

] 195 [
=

f>roptKSIJS dt'l Q:I(ICl.QO de


kJcJs p>n IJ ~ de

dc 5t'wII (1966):
bJ /l. Mont!o.
"A
b fCfTetIO$ de /,¡ O,PO'91
5<13.

polémica - y de la consiguiente divergencia entre las directrices del avance y


los planteamientos de la oficina del comisafio para la Expo- surgiria también
la idea de postular el carácter efímero de una parte importante de las instala-
ciones del recinto, con objeto de que la Cartuja no perdiera Iras la celebración
del evento su condición de vacio con carácter de espacio natural. . EI evidente
contrasentido de esta formulación s610 podía interpretarse - en palabras de Pablo
Arias- como expresión de una salida de compromiso. donde en un plano formal
se mantenía el criterio de una Cartuja rural, aun cuando en la práctica se abría el
cauce para la urbanización de la zona_'OS, Esa contradicción aparecería recogida
en las bases del concurso de ideas para la ordenación de los terrenos de la
Exposición, convocado en 1986. Y marcana de manera notable las soluciones
planteadas. que intentaron responder a los condicionantes establecidos en las
bases con propuestas tan artificiosas como desvinculadas de las necesidades de
la ciudad. Pero el problema no estaba tanto en la falta de ideas de los concur·
santes como en la ausencia de objetivos claros por parte de los organizadores.
en una ciudad que no se ha caracterizado precisamente en los últimos siglos
por su clarividencia, ni por su capacidad de aunar voluntades y esfuerzos en
tomo a retos colectivos.

.. P. ARIAS. op. cit. p. 22.

] 196 [
No obstante, ~ sin que se pueda precisar el momento ni la decisión concreta L1SlJ gCMr.JJ de IJ &PCS¡00fl
UmvcruJ, Sc"11IJ {f9921
que lo hizo posible, entre 1985 y 1986, la apuesta por realizar una Exposición
Universal en una ciudad que no reunía condiciones para convertirse en sede
de la misma. se transmutó en el empeño más ambicioso y único por construir
una sede para la Exposición y. al mismo tiempo, construir la Exposición. [... ]
A partir de esa decisión gubernativa. que en lo relativo a la Expo se puede
identificar con el nombramiento del consejero delegado de la Sociedad Estatal
como responsable con amplísimos poderes ejecutivos, Sevilla -y no sólo el
área expositiva- comienzan a construirsc»l06. La base para esa transformación
urbana la ofreció, sin duda, el plan general de 1987, pero la posibilidad de
que lo que allr se recogía pudiera efectivamente llevarse a cabo se debió a la
imponente inversión pública realizada durante los cinco años previos al annus
mirabi/is de 1992'OJ. La transformación operada en la ciudad en esos anos fue
realmente espectacular y para comprobarlo basta con repasar el elenco de las

'l' E. LEIRA • • l'iiJ di una esposQione universale-. Cil.. p. 44 •


•" .o.Igul"lOS datos ro relación con las inversiones públicas realiziKIas pueden encontrarse en J.
BLANCO fERNÁNDEZ . • La gestión de una transformación urbana •. en Url:!Jnismo. o' 17 (1992).
pp. 35-39.

] 197 [
= =

inteNenciones más relevantes acometidas durante ese periodo: el nuevo sistema


de rondas, la modificación del trazado ferroviario y la nueva estación de Santa
Justa. la ampliación del aeropuerto, el desaterramiento del "tapón" de Chapina y
la restitución del cauce histórico del 00, la construcción de seis nuevos puentes
sobre la dársena del Guadalquivir. Todo ello además de la Exposición pl"opiamente
dicha. es decir. la urbanización del recin to de la isla de la Cartuja y la coostruc-
ciÓfl de los correspondientes pabellones: una exlrafla mezcla de silicio y silicona
con -la función de provocar una mirada aprobatoria. en un sentido en el que
una y. otra vez insiste el discurso oficial, el de Espafla como 'socio-legítimo-de-
la-modernidad-europea: Aunque, eso si, considerando a lberoamérica nuestro
ojito derecho, sin perder de vista nuestra mediterraneidad y, /aSI but non least,
nuestra tradicional amistad con el mundo árabe. Casi nada ~IQf:.

Ese empeño por hacer valer la capacidad de nuestro país para organizar
un gran acontecimiento con repercusión intemacional, por mostrar una España
innovadora y culturalmente avanzada, explica en parte la «arrogancia ilustrada-
- la expresión es de Oamián Quero- con se gestionó la Expo sevillana, De hecho,
la toma de decisiones respecto a los terrenos de la Cartuja se realizó comple·
tamente al margen de la ciudad, como lo ponen de manifiesto la ausencia de
consideraciones sobre la ordenación del recinto en el documento definitivo del
plan general de Sevilla y el hecho de que las competencias urbanísticas sobre los
suelos de la Expo las asumiera en exclusiva la Junta de Andalucía, acogiéndose
al régimen jurídico de la AGUR. las consecuencias derivadas de ese estado
de cosas han significado, como se ha sei'lalado repetidamente, la pérdida de
una oportunidad única para la ciudad, que hubiera podido hacer un diseño de
la muestra más ajustado a sus necesidades y sus intereses, pensado a partir
del aspecto tal vez más relevante, de(de el punto de vista local. de un evento
como el del 92: la post·exposición"". Y es que, de hecho, la delimitación del
ámbito del plan especial de la Cartuja impedía un tratamiento conjunto de ambas
márgenes de la dán>ena, que podría haber sido el elemento vertebrador de la
Exposición y uno de los principales legados urbanos que ese acontecimiento
debiera haber dejado a la ciudad. Ese carácter ensimismado y autónomo del
recinto de la Expo ponía de manifiesto bien a las claras la ausencia de como
promisos urbanos por parte de sus organizadores, más allá de los específicos
objetivos vinculados a la organización de la muestra,

Tampoco en las decisiones relativas al futuro del recinto participó la ciudad.


Serían unos insignes expertos en estudios urbanos los responsables de elaborar
un proyecto de futuro para las instalaciones de la Cartuja, y lo hicieron, en buena
lógica, desde la perspectiva del desarrollo regional andaluz. En 1988, la sociedad
estatal creada para gestionar la Expo se dirigió a Manuel Castclls y Peter Hall para
pedir su parecer sobre el futuro de aquellas infraestructuras. ~ Nosotros - han
escrito esos eminentes profesores de Berkeley- les sugerimos la posibilidad de

... J.I, WERT. -Kant en la Cartt.;a. Sobre la úpo Yla imagen de EspafIa', en A 8 v, n" 305 (1992),
p.6.
... En un iJfÚClIIO pubIic.ocIo en 1992. el ell101lCeS concejal de l.II'baIlISmo del ~tar.-ento sevib'oD
~ que en ~Ios ITIOI1'ltf1tos el de$alio ~ más ~aote era _Iofpr el dotIIe
objellYO de nep el recinto de la Cartt.;a en la ciucbd Y reutililar los activos de la Exposicidn, di::
xuerdo con las fmciones asignadas. O . NÚÑEZ CASIAtN ••SeviIa: el fut~ del 92·, en /JfbMismo.
n" 17 (1992). p. 32).

] ''la [
utilizar las infraestructuras de comunicaciones y telecomunicaciones avanzadas
que pose/a el emplazamiento de Expo'92 como punto de partida para un medio
innovador que sirviera de apoyo al desarrollo de Andalucía [... ]. También. en un
lona de advertencia, l"etomendamos que primero debería hacerse un estudio
del proceso de desarrollo regional en Andalucía que valorase las necesidades
tecnológicas especificas de la economia rcgional»nD. De resultas de aquellos
trabajos nacería el proyecto de convertir la Cartuja en un parque tecnológico
dedicado all + D, que recibiría el imaginativo nombre de Cartuja 93. Su finalidad
era rentabilizar desde el punto de vista económico un espacio altamente cuali·
flCado, que debena servir como motor del desarrollo andaluz y como elemento
que facilitara el proceso de transferencia tecnológica internacional entre el norte
y el sur. Pero incluso la raciooalidad de ese loable intento de inscribir el futuro
de la Expo en un proyecto regional. quedaría en entredicho por la decisión del
gobierno autonómico andaluz de crear otro parque similar en Málaga. Era sabido.
sin embargo. que Andalucía no constitula un medio de innovación comparable
al Silicon Valley. ni Sevilla tenia nada parecido a la carretera 128 de Boston. y
crear un medio innovador como el existente en esos lugares hubiera requerido
una firme voluntad política, capaz de aunar Jos esfuerzos de todos. también a
nivel local. ya que -como señalaron Castells y Hall- «a menos que las institu-
ciones publicas apoyen firmemente un proyecto de desarrollo tecnológico de
esta naturaleza, las interferencias y los intereses que inevitablemente surgirán a
lo largo del Pf'oceso acabaran por apartarto de sus objetivos iniciales_"'.

y eso fue lo que sucedió. El escaso arraigo local del proyecto. que en ningún
momento llegó a ser asumido por la ciudad, acabó haciéndolo inviable. A ello
contribuyó el propio ayuntamiento sevillano. con su alcalde a la cabeza. a quien
en ultimo término cabría atribuir la responsabilidad del curioso producto final
resultante: un parque empresarial (Cartuja 93) junto a un parque temático (Isla
Mágica). Con el cambio de gobierno municipal sobrevenido en 1991. se agudizó
el conflicto de competencias sobre los terrenos de la Cartuja, como quedó de
manifiesto en la inicial falta de acuerdo entre las diferentes administraciones
implicadas sobre las lineas básicas de planeamiento que habian de servir de
marco para el nuevo plan especial que deseaba redactar el ayuntamiento sevi·
lIano"2. No obstante, el convenio finalmente alcanzado permitió la aprobación
del instrnmento de ordenación que habia de gobernar el futuro de la Cartuja:
un futuro cOflsistenle en atraer actividades supuestamente ligadas a las nuevas
tecnologias, para que se localizasen sobre los suelos donde unos meses antes
se habfa desarrollado la exitosa muestra internacional. Ahora bien. nada se decfa
en ese nuevo plan especial sobre los posibles modos de integrar en la ciudad
una pieza de 215 hectáreas, concebida con una autonomía que ya presagiaba
un diffcil encaje urbano posterior. De hecho. como ya advirtiera Ricard Pié. -la
preocupación por el despropósito que suponfa un proyecto excesivo no se ha
cerrado con la clausura de la Expo, sino que ahora, cuando ésta ha terminado.

M. CASTElLS & P. HAlL Las I~ dd mundo.. LII fotmJdón rk .bs cotr1pIqo$ ~


dcJ SlJ:Io :al, Madrid 1994. p. 281: los reU1ados de ese eswdio pueden Ye1le en 10. Ied$.l.
AndJIucia, lI'It'IOI'XIi:I ItcfIOI6gica Y cks.JmJIIo lXOO6miro. 2 voIs .• Madrid 1992.
'" M. CASTElLS & P. HALL. Las lem6poNs cid mundo. cit .. p. 288.
'" Cfr. J. BLANCO f ERNANDEZ. _El fJlleVI,I pf;m especi31 de la Canuja'. en UrlxmIsmo. n" 17 (1992),
pp. 70·73,

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Pl.Jrr fweoJl tk la CiJf7up. reaparece con todas sus consecuencias-"J , Lamentablemente. a la ciudad pa-
Sco1iIJ /19'W
rece habérsele atragantado la Cartuja, y hasta el presente no conozco ninguna
reflexión seria sobre el futuro de un territorio. situado en el corazón de la Sevilla
metropolitana. que sin duda espera ser reinventado.

o la cultura del proyecto urbano: un balance


Es probable que, en diversos momentos durante la lectura de tos diferentes
caprtulos que componen esta obra, el lector se haya preguntado por el signifi-
cado que atribuyo a los hechos que aqui he recogido. Y es que, ciertamente. en
las páginas precedentes me he ido refiriendo a determinados acontecimientos
que, de una manera deliberada. no he,querido presentar dentro de un esquema
cerrado, según una especie de orden fijo, corno si fuera posible encontrar a
posterior; unas ~causas · que permitan explicar de manera unfvoca los porqués
de lo sucedido, Me ha parecido que no era ésa la mejor manera de aproximarse
a un capítulo todavia reciente de nuestra historia urbanistica y, por tanto, aún
insuficientemente explorado, Por eso, con el fin de poner de manifiesto el carácter
provisiooal de mi exposición, he optado por seleccionar aquellos sucesos, teorías,
planes o proyectos que considero más relevantes para la comprensión de la
génesis y el desarrollo del morlologismo en nuestro país, para presentarlos de
un modo que, al conjugar un enfoque cronológico con otro temático, permita
establecer diversas hipótesis de interpretación en torno a los mismos. Pero
llegados casi al final del libro. estimo que resulta obligado esbozar al menos
un balance que permita llevar a cabo una valoración de conjunto de eso que
he denominado, con una expresión voluntariamente genérica, la ·cultura del
proyecto urbano". Y lo primero que quizá convenga subrayar es que la selección
realizada no es neutral y que, por tanlo, en elta subyace una delerminada lectura
de los acol"llecimiel"llos, que seguidamente intentaré explicitar.

Como es de sobra conocido, a comienzos de los a"'os 60 se iba a generalizar


en el debate disciplinar la conciencia del advenimiento de un cambio de escala
en el hecho urbano, que seria cOflceplualizado a través de los diversos intentos
de teorizar el fenómeno metropolitano, surgidos en el ámbito anglosajón en la

~, R. P(. -La reirM:ndón de la Cartuja. Siete rtllelliones de fulUI'Oo. en Qt4tkms d;vqu;te:cfln I


fkbJnisme, rf 198 (1993). p. 101.

] [
=

década de los 50. la "teoría de los lugares centrales', construida él pani, de


los escrilos de Christal1er y losch, había servido hasta entonces para explicar
la estructura geográfica de los sistemas de asentamientos urbanos, entendidos
como una red jerarquizada de nodos centrales que 'ocalizaban los servicios y
la actividad comercial en el territorio. Sin embargo, como puso de manifiesto
Brían Berry a mediados de la década de los 60, esa leoría dejaba de tener
vigencia en las regiones metropolitanas. en cuyo interior la clásica tendencia él
la concentración de la población convivfa con una creciente dispersión de la
misma. aparentemente vinculada él la especialización de determinadas áreas"'.
La idea según la cual habiamos entrado en una nueva fase del proceso de
urbanización. que obligaba a una revisión en profundidad ele las teorias al uso
sobre el significado territorial de lo urbano, eocontraria en esos años un amplio
eco, también entre los urbanistas del ámbito continental. Para algunos autores,
esos cambios suponían el comienzo del fin elel crecimiento en mancha de
aceite de la moderna GroBsladl compacta y el comienzo de una nueva forma
de lo urbano, representada por el hecho metropolitano: según otros, si hasta
entonces las transformaciones de la ciudad moderna habían estado relacionadas
fundamen talmente con el aumento de su tamaño, con la entrada en escena de
las nuevas tecnologías de la comunicación los cambios comenzaban a afectar
a la naturaleza misma del hecho urbano"I,

Paralelamente, para gobernar los nuevos procesos metropolitanos el pla-


neamiento fue incorporando un complejo instrumental técnico procedente
de la confluencia del estructural-funcionalismo coo la teoría de sistemas, que
pretendia dar una cobertura cientifica a los planes y que recibiría su formula-
ción más acabada en las construcciooes teóricas puestas a punto al final de
la década por los británicos Chadwick y Mcl oughlin. El abordaje científico del
ptaneamiento. que había comenzado con los diferentes intentos llevados a cabo
en las universidades norteamericanas para construir modelos matemáticos que
relacionaran los flujos de tráfico con los usos del suelo y que pudieran servir
de soporte para el diseño de la estructura metropolitana. tendría como resul·
tado que la modelfstica se acabara imponiendo en esos años como enfoque
dominante para el planeamiento"i. De ahí que. como ha recordado Tercin. -en
los años 60 fuera bastante menospreciado aquel que, en razón de actitudes
más humanisticas, se mostraba reticente a las posibilidades de matematización
y modelización de los fenómenos urbanos y a la coocepción del planeamiento
que de ello se derivaba, como actividad altamente tecnológica, basada en una
pretendida cientificidad indiscutible. que se presentaba avasalladora y despec-
tivamente condenadora de todo enfoque discrepante. m.

Ese amplio conjunto de teorías sobre los fenómenos metropolitanos y


los modos de orientar el gobierno de los mismos. presentados dentro de un

. , 8cn'y ~ a comienzos de 10$ a/'Ios 10 el téfmlno "COI'\lfautb;ri¡3CiOn" ~ referirse a esos


l1UeYO$ lef'I6menos (8. 8ERRY (ed.). UrbJnililfion ltId Counrt:llJtbani¡iJfKJn, 8evefIy HiIs 1976).
., Esos ~ se pueda¡ enconl,,*" ya preatUlCiados en M. Wf88ER, .TIle Po5t·Coty Ageo. en
~ rf' 91 (1968), pp. 1091·1110.

'" Par;¡ tom~lualilar ese modo de enfocar el pboeamiemo se puede consuhar P. H.... LL. CilKbdcs
del m:JIIJtlJ. Hisloria del urtwIismo en el siglo XX(1988l. Bartclooa 1996. pp. 331·352.
tu r. TERÁN . •Tcoria e interveoclón en la ciudad. OOIance de un periodo,. cit. p. 61.

] 1 [
-
encuadre regional considerado imprescindible, constituyeron el soporte del
planeamiento científico y tuvieron una notable difusión más allá del ámbito
anglosajón en el que habían sido formuladas. Con mayor o menor hondura
también fueron esludiadas y debatidas en la Europa continental y, de hecho,
estaban en la base del debate italiano sobre la "nueva dimensión ~ de la ciudad
desarrollado a comienzos ele los años 60. Sin tener en cuenta esas ideas difi·
cilmente se pueden comprender. por ejemplo, las claves metodológicas de Plan
Intercornunal milanés, redactado entre 1961 y 1965, O el universo conceptual
que s,ubyacia en el seminario de Stresa sobre la ciudad-región, organizado por
De Cario en 1962; en ese contexto han de ser inscritas también las propuestas
sobre los centros direccionales y la polémica negación por parte de Rossi de
que el fenómeno metropolitano pudiera ser entendido como un problema de
"dimensión~" '. Para el caso español, esa década estuvo marcada por los primeros
intentos de definir las áreas metropolitanas en nuestro pals y de abordar su
tratamiento por el planeamiento urbanístico. Con un grado de madurez concep-
tual todavia bastante limitado, en 1965 se hizo público un primer documento
oficial en el que, siguiendo los criterios de Kingsley Davis, se señalaban como
"áreas metropoli tanas" veintiséis aglomeraciones urbanas con características muy
diversas entre si; contemporáneamente, se habían iniciado los primeros planes
con un enfoque pretendidamente metropolitano: el plan de Madrid, aprobado
en 1963, que incorporaba el concepto de área metropolitana casi como una
cuestión puramente nominal, y el esquema director de Barcelona, desarrollado
entre 1964 y 1968, que pretendía construir el territorio metropolitano barcelonés
según el modelo italiano de la "ciudad - territorio~. Sin embargo, desde el punto
de vista práctico, tanto en el caso italiano como en el español, esos esfuerzos
no lIegarian a tener una incidencia real en el gobierno de las transformaciones
urbano·territoriales experimentadas pGr las respectivas ciudades y han quedado
como interesantes manifestaciones de la respuesta que despertaron entre noso·
tros los enfoques dominantes en el planeamiento durante aquella década"'.

En los años 70, las Cliticas a ese modo de entender el planeamiento provenien-
les de los desarrollos teóricos llevados a cabo por la sociología uroana francesa,
de orientacióo marxista, también encontraron puntual eco en nuestro país. Desde
la perspectiva de autores como Castells, lojkine y Preteceille. era clave poner
de manifiesto cómo la técnica uroanistica, más allá de su pretendida neutralidad
cientifica, se enconlf3ba en las sociedades capitalistas avanzadas al servicio del
poder y. de hecho, constituía un importante dispositivo para la afirmación del
sistema, por cuanto a través de las inversiones infraestructurales llevadas a cabo
por el Estado -con fondos públicos. por tanto- se posibilitaba el rendimiento de las
inversiones productivas del capital privado. En ese contexto, la despolitización del
urbanismo, definitivamente sancionada mediante su institucionalización administra·
tiva, pasaria a ser interpretada como parte de una estrategia orientada a legitimar
una práctica puesta al servicio de determinados intereses paniculares. Y a partir

n. En su libro de rne<5OOos de los 60. Ros~ cuestionaba en nombre del morlologismo UIIóI linea de
n:1Iexión ~neme asentada en el knbito an~: .EI examen de la ciudad aquI reaIilP:l
- a~- [ ... 1permile estudiar el uecimiemo de la ciudad sin que la dimensióo ~ infkJya
en In leyes de de$arroIIo- (.A.. ROSSI. U anpiedln de b aOOi1d, cit.. p. 271).
n, sMltttica de esas ideas de$de la ~ ~ se puede enconIrar en M. RISAS
Una.,;sil)¡¡
PlERA, .Teoria Ypr.Iclica de In deoominada$ ke3$ meLrOpOlitllRaS" en C"Wckmos de Arr¡tMecnn
y I.kt»nismo. ~ 87 (1972). pp. 57·59.
=

de esos análisis sobre el carácter contradictorio de las formas de producción del


espacio urbano se fue afirmando la necesidad de devolver al urbanismo el carácter
político que había perdido. volviendo a conectarlo con las preocupaciones reales
de los ciudadanos. impulsando así un verdadero ·contraplaneamiento" mediante
la activación en cada contexto local de diferentes movimientos sociales urbanos.
Ese planeamiento concebido ahora de abajo a arriba. que iba de la parte al todo
y que estaba basado en la participación pública, se convirtió en un instrumento
efICaz para la lucha política en los momentos finales del franquismo. en el cauce
a través del cual era posible reivindicar otro modo de afrontar la resolución de los
problemas urbanos. como se puede constatar en actuaciones muy diversas de la
década de los 70: desde el barcelonés contraplán de la Ribera (1971) hasta los
PAI madrileños (1978), pasando por todos aquellos "planes remediales", nacidos
de la colaboración del movimiento vecinal con numerosos profesionales sensibles
a las perentorias necesidades de unas periferias fuertemente deficitarias de los
servicios urbanos más elementales':'.

los año 80, con la consagración del morfologismo como enfoque emer,
gente en el urbanismo español. significaron un nuevo cambio de orientación
disciplinar. Para entonces, las ideas puestas en circulación por la cultura italiana
en la segunda mitad de los años 60 ya habían sido reelaboradas en el entomo
académico catalán a lo largo de la década de los 70 y se encontraban listas
para su empleo generalizado en la oleada de planes generales que, en un clima
de fuerte e)(altación municipalista, los nuevos ayuntamientos democráticos iban
a promover'l'. Conceptualmente, esos planes pretendieron poner en crisis el
modelo metropolitano como base de la planificación urbana, de ahr que a un tipo
de planificación «estructural·predictiva, que trataba de pronosticar la evolución
en el tiempo de las grandes magnitudes agregadas del proceso (población·acti,
vidad·demanda de suelo·movilidad) y proponer altemativas esquemáticas de su
asentamiento en el territorio, intentando programar coordinadamente las distintas
inversiones públicas- contrapusieran un urbanismo "de trazado y obra pública".
mas centrado en «el planeamiento fisico y la ordenación formal del crecimiento
urbano_m. De este modo. los intentos de planeamiento metropolitano de los
60 y los 70 fueron seguidos por el urbanismo urbano de los 80, que hubo de
afirmarse en un contexto fuertemente polémico en el que, como ya advirtiera
Terán, se confundió -con frecuencia de manera interesada- lo político con lo
disciplinar. y "así como llegó a idenlincarse ridículamente. en los planteamientos
más incultos y extremistas, el intento de planeamiento holistico estructural coo el
franquismo. se llegó también a presentar la reacción fragmentario·morfologista
como una aportación renovadora del pensamiento urbanístico nacional, propia de
la izquierda democrática· m. Y es que la politización de los años de la transición

". Sobre el papel que jug.arorl esos enl~ en la g&1esis del pbnea'niento de la década sigljente,
clr. E. lEtRA. "Mis que pianes·. tiL. pp. 153·162.
'" Con la llegada de la democracia a nutSlro pais y la normaIiladón de la vida ~. los prole·
sionaIes culturalmente mis inquietos pasaron de Ilacer un UIbaoismo de crila y oposición. 'a la
defenSIVa' , a tener que realilar un lII"b3nisrno de propuestas y realizaciones, para el que muchos
de los análisis e Interpretaciones que hasta entonces manejaban no olreclan IndOcaciooes precisas.
El morfologismo vino a llenar ese vado. málÜfrlC cuando exlslía el convencimiento de la necesidad
de centrarse en la resolución de los problemas de la ciudad existente.
'" M. SOlÁ·MORN.ES 8; J. PARCERtSA, op. ril. p. 37.
'" f. TIRAN.• EvolociOO del pbneamiento ~tico (1846·1996).. cit .. p. 181.

] [
=

se dejó sentir de manera particular entre los profesionales del urbanismo que,
" menudo sin solución de continuidad, pasaron de oponerse" la dictadura a
verse al frenle de los servicios urbanísticos de la nueva administraciÓfl recién
salida de las urnas.

Así, el hecho de que el planeamienlo de los años 80 hundiera sos raices en un


urbanismo remedial característico de la década anterior, coo una fuerte impronta
política, explicaría no sólo la singular mezcla de reformismo y morfologismo que
a menudo se puede percibir en los documentos donde se expresan los obje-
tivos de aquellos planes, sino también la ambivalencia de algunas experiencias
urbanfsticas de la época. En particular se ha señalado, por ejemplo. en relación
con la actuación en el áre¡¡ de la Villa Olímpica de Barcelona, que -no deja de
resultar curioso que una zona cuya transformación quiso proponerse en su dia
al amparo de una importante operación inmobiliaria (el plan de la Ribera) y que
resultó especialmente contestada con el apoyo teórico de un famoso 'contraplán'
al que gustan referirse como modelo y manual los urbanistas de esta generación
de los 80, haya sido ahora recuperada por quienes anles la repudiaron, Y no
para disfrute de esas clases populares para las que se reivindicaba entonces el
destino de las plusvalias. 12<. Por lo demás. en honor a la verdad hay que reconocer
que esa ambivalencia ha ido en aumento en la Barcelona postolimpica. donde la
organización de un nuevo evento, el Forum Universal de las Culturas de 2004,
ha vuelto a servir como argumento para instrumentar una amplia transformación
urbana (en este caso, en el entorno de la desembocadura del Besós). La pro·
gresiva privatización del urbanismo en la que vivimos inmersos - y no sólo en
Barcelona- ha hecho que esta vez sean los promotores Inmobiliarios quienes
hayan obtenido los mayores beneficios de esa importante operación urbanistica,
la cual ha despertado también un amplio movimiento de contestación ciudadana,
avivado quizá por un gobierno municipal que, confundiendo el que COfl el cómo.
no ha tenido mayor inconveniente en presentar1a como ejemplar. Habria, pues,
que volver a preguntarse si no estaremos -reivindicando. de nuevo, la 'ciudad
del principe' con sus alardes de proyectos que sólo interesan en la medida en
que perpetúan el nombre de quien los promueve_m.

En cualquier caso y más allá de su relación con la polftica, parece claro


que el paso de un enfoque dominante a otro dentro del contexto disciplinar
del urbanismo no puede ser aislado del contexto más amplio de la cultura
en que esos enfoques se encuentra insertos. Por eso, para poder realizar un
balance de lo que el morfologismo ha significado es necesario situarlo también
en relación con la crisis de la sociedad y la cultura modernas, que comenzó
a evidenciarse en los años 60 116 , Y entre los múltiples signos de esa crisis se
ha señalado a menudo como uno de los más relevantes el cambio de actitud
en relación con la ciencia, que se iba a generalizar en la década de los 70, La
crisis del cientificismo y la relativización de sus certezas y sus leyes. denunciadas
entonces como -fábulas consoladoras-, facilitaron sin duda que la atención de
los urbanistas se desplazase de la "naturaleza" a la "historia", y que la lógica

,J, P. GIGOSOS & M. SAAAVIA. .Relecll"l";} del ~o ~ de los a/\os 80, genmcIón de
planes. generaciooes de IJItl3rjst¡s., en CivtbtJcs. n" 1 (' "3). p. • 9.
... A. ÁlVAREZ MORA. oConva ~ urbarismo adjeLrVadoo. en ibid. n" 2(1 995), p. O .
'lO Cfr. P. ANDERSON. Los onger¡es de.la ,oosmodemi:iid (1 "S). Ibrcdona 2000.

] 2!l4 [
positivista dejase paso a la razón histórica. Como resultado de todo ello se
afirmaría nuevamente en el contexto disciplinar una visión "culturalista" de la
ciudad, una de cuyas consecuencias más palpables sería el recurso. tan frecuente
en las realizaciones de los años 80. a las formas de la ciudad histórica como
solución para los problemas del presente. con la consiguiente renuncia a pensar
imaginativamente el futuro. Desde esta perspectiva. la "cultura del proyecto ur-
bano" vino a significar el canto de cisne de un modo de entender lo urbano, la
nostálgica apuesta por una forma de ciudad periclitada y que. paradójicamente.
se reivindicaba enlonces como un derecho. El equivoco de muchos de aquellos
planteamientos seguramente estuvo en pretender que la repetición mimética de
unas formas construidas fuera capaz de reproducir sin más la vida social que en
ellas se habia desarrollado en el pasado. los problemas reales de la ciudad, sin
embargo, tenían otro calado, pues los cambios que se estaban operando en ella
eran más profundos de lo que los morfologistas podian suponer, y la explosíón
de la ciudad compacta en el territorio. que se hilO visible muy claramente en
la década de los 90, vendría a confirmarl0 1l1.

De hecho. la gran asignatura pendiente del urbanismo de los 80 había sido


el territorio. En unos planes centrados en "acabar" la ciudad y en unas inter.-en·
ciones dirigidas a la "modificación" de lo existente. las cuestiones territoriales
tuvieron un tratamiento cuando menos insuficiente. Así. por ejemplo. a pro-
pósito de las actuaciones en la Barcelona olímpica Manuel Torres Capell pudo
señalar que «sorprendia la limitación territorial del modelo»m, y Pablo Arias
dejó apuntado, refiriéndose a las actuaciones en Sevilla con motivo de la Expo,
que ~con independencia de los beneficios que aporte en un futuro inmediato la
gran concentración de inversiones que Sevilla está absorbiendo, es importante
considerar que este hecho se está produciendo dentro de un real desinterés
por los problemas territoriales~12'I . Y es que, en contra de lo que por entonces
algunos sostuvieron, la suburbanización no se detuvo con la caida del creci-
miento demográfico en las grandes ciudades españolas, sino que se incrementó.
Ciertamente, con el cese de los debates en torno a la "nueva dimensión " de lo
urbano y el olvido del modelo de la "ciudad· territorio· que había caracterizado
al sector más avanzado de la cultura urbanistica en los años 60, se aparcaron
unos planteamientos que habían hecho de la descentralización su caballo de
batalla. y quizá pudo parecer a algunos que se habían invertido las tendencias
de crecimiento detectadas con anterioridad. Pero la realidad es que los proce-
sos de dispersión urbana estaban comenzando a dispararse precisamente en
aquellos momentos en que el debate académico y profesional parecía centrado,
por utilizar una expresión muy del gusto de Bohigas. en la "reconstrucción"
de la ciudad. En este sentido, vistas las cosas desde la situación actual, podria
considerarse el de los 80 como un urbanismo intempestivo.

Sin embargo, la cultura del proyecto urbano no debe ser valorada Unica·
mente como el testimonio brillante del fin de una época - la de la "gran ciudad"

'" CIr. A. CORBOZ . • E se el fossimo sbagtiati sulla natllf1l di qoctren:ditll? . en P. GABELLlNI kd.l.
Proge//are nelb citrb esis/en/c pt:r b socie/b esis/en/e. SieOil 1993. pp. Z3 -27.

". M. TORRES (APELL •• La urb<Jní~tica de Barcelona en la época oIimpica-. en]. L RIVAS & G. MUllO
{eds.l, Planeamienro urb300 en el EIJfl:Jp3 c:omooiriJfÍa. Valladolkl1994. p. 212.

,,, p, ARIAS. SeviHa. cCflrro!idad urtnma. Troir()(ÍO y cfucJad. SCviI13 1991. p. 12.

] ,,, [

moderna-, que hubo quienes se resistieron a despedir')o. Esa cultura ilustra


también la transición hacia una nueva configuración social y económica, que
ha recibido denominaciooes muy diversas (postinduslrial. informacional o pos-
moderna) según los autores, pero que en sustancia es descrita con términos
bastante similares. aunque sea interpretada luego de modo diverso por cada uno
de ellos. Concretamente. David Harvey propuso en The Condirion of Postmo·
denity la hipótesis según la cual el paso del fordismo 3 la acumulación nexible,
perceptible desde la primera mitad de los 70. tendria también su correlato en
determinadas manifestaciones culturales contempornneas, hasta el pumo de
poder referirse a la posmodemidad como condición hisl6rico-geogrMica carac-
terizada por una espectacular aceleración de la compresión espacio-temporal
y una notable fragmentación tenitorial, en un contexto progresivamente mun·
dializadoll1 . Desde este punto de vista, al perder todo sentido las jerarquías
tenitoriales tradicionales, la exigencia de auto·organización de unos territorios
vinculados por un sistema cada vez más complejo de dependencias transversales
resul taria dificilmente compatible con la rigidez de un planeamiento urbanístico
fuertemente jerarquizado. Por eso, prolongando esta misma linea de discurso,
Font ha señalado acertadamente que .Ia búsqueda de la flexibilidad productiva
tiene su paralelismo también en las relaciones entre la ordenación (fordista) del
plan general y la adopción del 'proyecto urbano' como instrumento dominante,
para una mayor eficacia y nexibilidad de la intervención urbanlstica. 1ll . Estariamos,
por tanto, ante un instrumento creado para responder a las nuevas demandas
de la fragmen tada tenitorialidad emergente.

Así pues, lo que he venido denominando la ·cultura del proyecto urbano'


represen taria el momento de transición hacia una contemporaneidad de signi-
fICado incierto. que puede ser leída anemativamente como el fin de una época
o el comienzo de la siguiente, aunque propiamente hablando no sea. claro está.
ni 10 uno ni lo otro. sino ambas cosas simultáneamente; entre otros motivos.
porque la frontera entre una época y otra es siempre bastante borrosa. Pero en
todo caso, entrados ya en una nueva etapa del proceso de urbanización lo que
se impone es intentar plantear algunas claves que permitan una aproximación
significaliva a los procesos en curso, con el fin de tender puentes hacia lo que
se ha ido dibujando como un escenario en el que el protagonismo ahora corres·
ponde altenitorio. El reto que hemos de afrontar parece claro: ser capaces de
encontrar modos de realizar los valores asociados a la urbanidad en un contexto
crecientemente adverso a esos valores, pero que sin duda sigue conteniendo
en germen un futuro posible para la ciudad, aunque sea una ciudad dispersa.
formalmente muy distinta de las versiones modemas que de la misma hemos
conocido : una ·ciudad" que. más allá de cualquier hipotético determinismo,
habremos de inventar y construir entre todos y para todos.

,. Cfr. F. CHOAY, ·El reino de lo lri>ano Yla lTIUef1e de la ciud3d-. ef1 J. OETHIER" A. GUIEUX (eds.l.
\ofsiones~: Europ;¡ 1870· 1993. Madrid 1 99~. pp. 23·32.

'" Cfr. O. HARVEY, op. cit. pp. 3u·339.


n. A. FQNT, oU experiencia reciente de c.mIu\ao, ci.. p. 81 .

] [
a modo de epílogo I

Como he intentado explicar en las páginas anteriores, ~ hacia 1980 la cues-


tión de la ciudad. y en particular su tratamiento urbanístico, adquirió en España
una relevancia social. política y técnica sin precedentes. Con independencia de
los factores políticos que le dieron origen, el interés social y el crédito alcan-
zado se basaron en una acumulación de esfuerzos por interpretar la ciudad,
los problemas urbanos y los faclores que habían llevado a la situación urbana
existente en aquellos momentos. Esa interpretación tenia la virtud de apoyarse
en principios teóricos y criterios técnicos traducidos y reelaborados, en gran
medida. desde dentro de nuestra realidad. ya partir de una visión relativamente
crítica de los instrumentos urbanísticos y [as instituciones en que se fundamen-
taban. Es decir, se contaba con un cierto paradigma para interpretar [a ciudad y
con un sólido bagaje para actuar en consecuencia-l . Ese desarrollo de nuestra
cultura urbanistica explica también que, según se ha visto, fueran numerosos
Jos instrumentos elaborados para gobemar las transformaciones abordadas en
muchas ciudades españolas durante esos años. dentro del que cabe considerar
como un periodo de nuestra historia urbana especialmente fértil en intenciones
y experiencias.

Parece claro. sin embargo. que con el cambio de década se inicia un


nuevo capítulo de esa historia. y no sólo en nuestro país. En los años 90 se
ha generalizado [a percepción de un cambio de época. caracterizado por la
aparición de nuevas formas de organización del hábitat urbano. cuyos signos
más visibles serian la fragmentación. la discontinuidad. los amplificación de los
contrastes de todo género. Nos encontramos. sin duda. ante la emergencia
de una nueva complejidad - no sólo física. claro está. sino también social y
cultural- que aún no acabamos de entender. pero que con frecuencia es
descrita acudiendo a conceptos tales como desorden, incertidumbre, riesgo
o pérdida de un horizonte compartido. Todo ello ha podido provocar que ..la
ciudad contemporánea. la metrópoli en la que a pesar de todo vivimos, se nos

L F. ALONSO TEIXIDOR . •Sobre las recienles fonnas de crecimienlo urbilno y la urbanislica: UM


I10ta sobre el caso espal\ol •. en Cartas urtxJn:Js. n" 8 (2003). p. 58.

] ~7 [
»

haya ido de las manos a los arquitectos y a los urbanistas. que ya no sabemos
describirla con las categorías propias de la disciplina. Ya no sabemos analizarla.
Ya no sabemos proyectarla en su conjunto-t , Es más, ni siquiera encontramos
seguridad a la hora de proyectar sus partes: de ahl también que la utilidad del
proyecto urbano como instrumento de intervenci6fl haya comenzado a ser
puesta en duda J ,

El signo más claro de la nueva situación por la que atraviesan las ciudades
probablemente se encuentra en la progresiva lenitorialización de lo urbano y.
consecuentemente, en el definitivo agotamiento de los viejos modelos gravita·
cionales como esquemas conceptuales capaces de dar razón de los procesos
de concentración urbana típicos de la modernidad industrial. Y es que con el
paso «del aglomerado a la red-, para utilizar una expresión con la que Giuseppe
Demaueis intenta sintetizar los nuevos modos de organización del territorio
posfordista, ..los paradigmas metropolitanos que habían servido de fundamento
para la comprensión de los complejos problemas urbano-territoriales que anicu·
laron el crecimiento de las ciudades, entraron en crisis como forma de entender
los procesos de crecimiento y transformación urbana. las doctrinas sobre las
áreas metropolitanas, que habían significado no sólo una forma de compren·
der los mecanismos en que se fundamentaba el desarrollo de las 'grandes ciu·
dades', sino tambien la función que cumplían estos desarrollos en la construc·
ción de las regiones urbanas, quedaron seriamente cuestionadas. no sólo en
el plano teórico. sino ante la aparición de procesos de crecimiento y transfor·
mación que ya no respondían a las leyes y mecanismos hasta entonces (su·
puestamente] estables y válidos para la previsión de los fenómenos urbanos"'.
Pero como la dispersión urbana no es el unico fenómeno contemporáneo
relevante. Francesco Indovina ha sugerido recientemente que un acercamiento
más intencionado a lo que está socediendo en el territorio podrá quizá poner de
manifiesto que nos encontramos ante una nueva metropolización, que ahora ya
no estana referida a algunas ·áreas metropolitanas· concretas, sino al territorio
en su conjuntos.

El primer reto que esa nueva territorialidad plantea a la disciplina urbanís·


tica es, pues, el de su adecuada comprensión. más allá de los esquemas
iniciales de los años 60. elaborados en tomo a conceptos tales como el de
ciry-region en el contexto británico o el de cilla-territorio en el italiano, los
cuales, si bien no llegaron a concretarse en la práctica, ponen de manifiesto
que el fenómeno no es tan nuevo como algunos hoy parecen pensar'. No

P. CESIDERI. ' Senza luogo. A Ilfoccdt:re-. en M. ItARDI (ed,), la ciuJ scn.'a /uogIlI. Individuo.
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Tarrbtn de esos mI$IlIOS años. pero daborados desde la realidad noneamerican3. lf3bajos como
los de }ean Gouman ~ Mcg;1IopoIi$, lhe ~lCd foI(;tfIM~lcm Scabord oIlht Ik*d Stales
(1961)- o MeIvtn Webbcr ~o-de:r in ~; COtM'II.rity WÑlItJ(JI PropinquIIy(1963), Thc /kbaIl
~and the NonpIace /kbatI Re1Jm (19M) ; ffJc I\lst·Oy ~(1 968)-, que tl'l1OnCe$ ~

] ~ [
=

obstante, a pesar de los numerosos esfuerzos realizados en la última década


para intentar una aproximación analitica a ese inquietante y generalizado le-
nómeno de la dispersión urbana en el territorio, estamos lejos aún de dispo-
ner de las herramientas conceptuales que nos permitan comprender suficien-
temente una realidad que ha venido recibiendo nombres diversos: metápolis
(Ascher), hiperciudad (Corboz), ciudad difusa (lndovina), roge cUy (Garreau).
ciudad genérica (Koolhaas), exópolis (Soja) o ciudad de ciudades (Nel.1o).
Todos ellos pretenden referirse a ese conjun to de estructuras fisicas que
ocupan territorios cada vez más amplios. cuyo orden no se llega a percibir
recurriendo a las lógicas de formación de la ciudad compacta tradicional y
que. sin embargo. constituyen eso que se podría denominar con toda propie·
dad la ·ciudad contemporánea"; si es que el término "ciudad" puede seguir
sirviendo para dar razón de lo urbano hoy, pues una parte del problema
actual se encuentra en la falta de términos precisos, que acaba provocando
su empleo en sentido analÓgico o figurado, cuando no puramente meta·
fórico,

Ante este cambio de escenario urbano·territorial, no han faltado quienes


se han aprestado a manifestar que consideran el mooologismo como una
tradición de investigación disciplinar radicalmente insuficiente pard afrontar la
situación presente. Si con ello se quiere afirmar que la tarea de la urbanística
no se puede reducir al tratamiento de la ciudad existente o que la comprensión
de los cambios en curso no se puede alcanzar acudiendo únicamente a sus as·
pectos fisicos, pienso que la apreciación no puede ser más justa. Pero me parece
igualmente evidente que, sin desatender los aspectos sociales. económicos o
culturales que se encuentran en la base de las transformaciones actuales. sobre
los que va existiendo una amplia bibliografía, resulta también imprescindible
realizar un análisis "técnicamente" peninente de los "materiales· que conforman
la ciudad y el tenitorio contemporáneos. por heterogéneos que éstos sean'.
y en esa tarea la ayuda del morfologismo puede ser extraordinariamente rele·
vante, no sólo desde el punto de vista del conocimiento de la nueva realidad.
sino sobre todo con vistas a la elaboración de un proyecto que pueda servir
para su construcción; bien entendido que se tratará siempre de una línea de
trabajo complementaria de otras, basadas en tradiciones disciplinares diversas,
pero a las que corresponde con todo derecho un lugar no desdeflable en el
seno de la urbanística, que por 10 demás se ha constituido históricamente como
una disciplina articulada en tomo a diferentes tradiciones de investigación' . Es
en este contexto en el que desearia plantear seguidamente, por si son de utili·
dad para la continuación de esta historia. algunas observaciones que se refieren
a la necesidad de una relectura de determinados lemas que parecen nuevos
(pero lal vez no lo sean tanto) y al papel de la investigación académica en la
reoovación tanto de las estrategias cognoscitivas como de los instrumentos
de intervención.

muy a~ ele la situación urbana europea. poc<k:n ser l'i!it05 hoy como anlkipacionc:s de lo

_.
que estaba por venir,
Por lo de~s, las fOlfTlas de org¡¡niloción fisk<! del u:rri!orio amropi¡aoo ter.dr.in siempre una
estrecha relación CQIl 1M ¡ri:tleas sociales y los paradigmas cuhur.JIes. de los que son el resUiaOO

Cfr. 8 . SfCCHt. -Un sapere~. en f./tbJnisIja. f(' 101 (1990). pp. J ·6.

] 209 [
» -
D Una tradición de investigación vinculada al ámbito académico

Como es sabido, el auge experimentado por la corriente que dentro de


la disciplina urbanística se ha dado en denominar "morfologista", ha estado
estrechamente vinculado al relanzamiento de la ense~anza del urbanismo en
las escuelas de arquitectura, aun cuando en su origen los principales impul-
sores italianos del análisis morlogenélico no fueran docentes de urbanismo,
sino de composición arquitectónica o de proyectos. Para todos ellos, de lo
que ' se trataba era de formar arquitectos, y de hacerlo desde una visión de la
disciplina que no distinguía entre arquitectura y urbanismo, por considerarlas
como dos vertientes de un único "saber práctico", El núcleo de su posición,
en especial la de aquellos más vinculados a la Tendenza, estuvo orientado a
la afirmación de la disciplina como tentativa de articular un sistema rigurosa·
mente transmisible de hacer arquitectura y de construir la ciudad. Y la batalla
para consolidar esa posición la dieron de manera particular en el frente de las
escuelas de arquitectura. Casi todos los arquitectos que tuvieron un papel activo
dentro de la Tendenza dedicaron buena parte de su tiempo a la docencia, en
unos aflos - la década de los 60- que fueron además particularmente intensos
en lo que a la actividad universitaria se refiere. ~ Posiciones importantes en el
pan0f3ma actual. iocluida la Tendenza -hada notar Daniele Vitale con ocasión
de la Trienal de Milán de 1973-, se han precisado y han adquirido fuern de
penetración a través de las escuelas de arquitectura, encontrando en ellas una
dialéctica real con los acontecimientos, con la poUtica, con la ideologfa. [, .. 1La
cuestión de la enseñanza ha sido a menudo también importante para los fines
de la elaboración y de la clasificación de una orientación cultural: la tarea de
una escuela, de hecho, es hacer CQlTlunicables y transmisibles los contenidos
de una experiencia de la arquitectura y dar un fundamento colectivo al trabajo,
refiriéndolo a una base racional comÚn-' .

En esa búsqueda de un sistema de trabajo racionalmente transmisible se


consolidatia el retorno al discurso disciplinar como objetivo cultural de la Ten·
denza, que en cuanto movimiento colectivo pretendió afirmarse, también a través
de la investigación y la docencia universitarias, fren te a los que impartfan una
enseflanza profesionalista o a quienes pretendian limitarla al activismo politico. La
confrontación con esas posiciones se hizo particularmente violenta con motivo
de los debates habidos alrededor de 1968 en la universidad -sobre todo en la
Escuela de Milán,Q-, en tomo al modo en que habla de configurarse la ense·
fianza en las escuelas de arquitectura. los arquitectos vinculados a la Tendenza
apostaron por el experimentalismo de un método que sustituyese la docencia
tradicional por la colaboración de profesores y alumnos alrededor de un tema de
investigación, que debería servir para llevar adelante unos presupuestos teóricos
y proyectuales -de tendencia". Esas experiencias, en el caso de Milán, se vieron
bruscamente interrumpidas en 1971 con la inhabilitación para la docencia, por
orden gubernativa, de ocho profesores que formaban parte de la junta de go·

D. VlTAlE. ·Las escuelas de arquileclura. Presentadón de algunos proyeclos •. en M . W., AIquI'


lec/In ~(1973J. Madrid 1979. p. 2&4.
.. Para 5111W los debales ~ en la Escuda de Alqui1ech.W"a de MiLin tf1tre 1968 Y 1\172
en el contexto de la 'poWIb Mural' de la rendenz~ dr. M. SCOlARI. •V3nguardia Y f1UMI
arquileelura-, tf1 ibid.. pp. 186·1n.
=

biemo de esa escuela de arquitectura; en cambio, continuarían adelante en Ve-


necia, donde Aymonino, Polesello y Semerani fundaron el Gruppo Architettura y
siguieron todavía unos años comprometidos con una Investigación colectiva que,
sin embargo. no lardó en adquirir un perfil propio, diverso en parte del impulsado
por Rossi en sus años milaneses. No obstante, en lo que se refiere a su con-
tenido, como ya ha quedado expuesto con anterioridad, los trabajos de unos
y airas abandonarían pronto la inicial temática urbanística para centrarse en el
proyecto de arquitectura.

También en el caso francés. los trabajos de Jean CaSlex y Philippe Panerai,


que constituyeron la punta de lanza del morfologismo en ese pars, nacieron en
el seno de una escuela de arquitectura: la de Versalles, donde ambos ensel'laban;
aunque, a diferencia de lo que sucedió en Italia, aquí los estudios de morfología
urbana estuvieron desde el principio más estrechamente vinculados a la docencia
del urbanismo, la cual. a pesar de presentar un perfil específico, no ha dejado de
estar sometida a tensiones y dificultades muy similares a las de Italia o España" .
As!' haciendo referencia a los diferenles tipos de centros donde se enseña
urbanismo en Francia (escuelas de arquitectura e institutos de urbanismo), ha
escrito Pierre Pinon - también él mismo profesor de la Escuela de Arquitectura
de París·Belteville- que -los urbanistas desconocen las formas urbanas, cuando
00 las desprecian; los arquitectos desconocen las modalidades y los procesos
urbanos. los arquitectos, en la mayor parte de los casos, no saben hacer otra
cosa que yuxtaponer objetos: en particular, para los más conocidos, aquellos
que se han construido un nombre en la propia disciplina, la calidad intfinseca de
los proyectos arquitectónicos -especialmente los suyos- sustituye con ventaja
a los procesos urbanos_l!. Pero no intento ahora de traer a colación las limita·
ciones de la enseñanza del urbanismo en determinados centros docentes, sino
subrayar el relevante papel jugado por éstos en la elaboración y difusión de las
ideas morlologistas, y en esto francia no ha sido una excepción.

Algo semejante ha sucedido en el caso español, donde la Escuela de Arqui·


tectura de Barcelona ha sido no sólo el cauce para la introducción del morlo·
logismo en España, sino para la elaboración, bajo la dirección de Sol~·Morales,
de un cierto -cuerpo teÓlico propio, cuyo comienzo será una interpretación
autóctona de la realidad urbana catalana y, por extensión, una reinterpretaciÓfl
de la urbanística en nuestro país.u. En este sentido, hay que reconocer a los
trabajos del LUB el mérito de constituir uno de los escasos esfuerzos de la
urbanística española reciente para hilvanar un discurso disciplinar que no fuera
una simple y llana trasposición de ideas concebidas allende nuestras fronteras,
importadas con mejor o peor fortuna. El programa docente sobre las formas
de crecimiento y la reivindicación de un urbanismo de corte proyectual se
plantearon, pues, como un intento de puesta a punto de unas herramientas que
sirvieran a los arquitectos para aproximarse a la intervención en la ciudad y el

Puede consultarse al respecto H. SPANEK. _L'cnM:ignemenl de I'urb&nismc dans Ie$ ecoIes


d'archileclure en FrollCe', en Ciudades, n" 2 (1995), pp. 81·94, paro la s~uoclón Italiana, elr.
V. ERBA & L POGUANI, · La C11M:1'I¡1nl3 del urbanismo en Italia·. en G, CAMPOS VENUTI &
f. OLIV.... (als.), op. dl., pp. 304·309.

" P. PtNON, .Un·ard!eoIogia del progcllo urbano,. en F, C. NIGRELU. op. dl., p, 283.
" R. PÉ. -El ~ j I"~., cil. p. 32.

] 2" [
• -
territorio con un instrumental coherente con su propia formación; y todo ello
fue consecuencia de una investigación académica llevada a cabo por arquitectos,
que eran al mismo tiempo profesores universitarios, interesados por no separar
la docencia y la investigación de la práctica profesional en el campo del urba·
nismo: una investigación que. aunque se nutria de ideas puestas en circulación
por los morlologislas italianos, no dejó de empel'\arse en aportar una visión
específicamente pensada para nuestros problemas urbanos y territoriales.

·En los diferentes capítulos de este libro ya he intentado dar razón de la


fecundidad de ese esfuerzo de los catalanes en la práctica urbanística española
de los 80; lo que ahora querria destacar es que algo semejante ha sucedido
también en la docencia, donde el morfologista no tardana en convertirse en
el enfoque disciplinar hegemónico en nuestras escuelas de arquitecturaH • Si
se repasa la orientación de los programas docentes y de los ejercicios prácti-
cos desarrollados en las últimas décadas en las escuelas españolas, se puede
comprobar la consolidación de las enseñanzas ligadas a la morfogénesis como
metodologia de análisis urbano y al proyecto urbano como instrumento de inter-
vención. Y ello no sólo en las escuelas catalanas o en las que cabria considerar
más próximas a su ámbito de innuencia, como las de Las Palmas. San Sebastián
o La Coruna, sino también en aquellas otras cuyo enfoque dominante ha sido
netamente diverso o, cuando menos. más ecléctico, como puede ser el caso
de Madrid, Sevilla o Valencia l l• Ahora bien. a diferencia de 10 que sucedió en
Barcelona, en ninguno de estos casos se aprecia un intento de hacer avanzar
la disciplina a través de la docencia y la investigación universitaria vinculada a
esos programas. Claro está que no pretendo afirmar que en esas escuelas no
se investigue. sino que la investigación, cuando existe, discurre por otros de-
rroteros, en buena parte ajenos a lá docencia y a la profundización disciplinar,
al menos tal y como la tradición morlologista las ha entendido. Y no se me
argumente que eso hoy no resulta posible, porque bastaría con mirar, aunque
sólo luera de reojo, a los trabajos sobre las transformaciones recientes del há·
bitat urbano europeo puestos en marcha por diversos grupos de investigación,
coordinados por Bernardo Secchi desde eI IUAV'6. para advertir que la dificultad
es seguramente otra.

De hecho, en la misma linea de trabajo de esos grupos europeos cabe ins·


cribir los estudios, dirigidos por Antonio Font, sobre la construcción del lerritorio
metropolitano barcelonés y desarrollados en la Escuela de Arquitectura del Vallés
desde mediados de la década de los 80. Partiendo de la investigación realizada
por Caries Llop y Josep M~ Vilanova en sus respectivas tesis doctorales!l, Font

" Cfr. f. GAlA- · Los parlIdigmas lKbanIsIicos y su influenda en ~ ensdIarm o:IeI t.IIbaoismo Cfl ~
Escuebs TtcOCas Superiores de ArqulICdln del útaOOo, en ~ f1* 2 (1995). pp . • 1·]2.

11 En los ~os de ~ de cst3s \res ~ se pueden cncontr.Jr ¡.oIcsores cuy.¡


orientJCiófl docentc ha estado espcciaImmle próxirrY al morfologi$mo: es el caso. por ejemplo, dc
Luis Moyi o,lOS\! M'. Elqui.:lp en Madrid. dc José León en SeviIa o de Juan l ui$ f'j1\6n en Valencia.
" Un resumen de esos traoojos ha sido publicado en kl$ difercf11es Qwdemi cJc/I;J ricerra sulle
Irasfonn:Jlioni dcll'h.3biIJI urbJilO In Europ;¡. edit.xlos de$de 1993 por eIIUAV: par.! UJU valoracióO
de los mismos, cfr. B. SECCHJ. ·RcSOCOO1o di UJU ÓCtfC3', lkbanISlb. f1* 103 (1995). pp. 25·30.

o ~ silIesis o:IeI COIlterido de esas tesis se puede ver en C. LLOP, .lbgiques ¡ espai$ pro;cctuals
d'una metrOpoi. BareeIoni 1976· 1992,. en Pi1pcn. n" 26 (199n. pp. 37·52: J. M. VllANOV.....
oY5 1r.lma5 resic:Ienei*5 en ~ BartdorIa metropOlitan¡.. al ibtd.. pp. ~· 70.

] ,. [
ha esbozado una interpretación morfogenética de la estructura espacial de la
Barcelona metropolitana, con particular atención a lógicas de crecimiento que,
a partir de los años 70, se han ido superponiendo sobre el territorio metro·
politano de la capital catalana. «Se trata, por tanto, de una aproximación que
pone el énfasis en la dimensión morfológica de la realidad construida. como
explicación complementaria pero diferente de las aproximaciones de camcter
más funcional o sociológico. El objeto de estudio, a una escala de estudio en·
tre la observación agregada del territorio, como 'soporte' de las redes y de la
ocupación territorial, y la escala del emplazamiento concreto de las tipologías
edificatorias, son las formas materiales de la transformación de la estructura
espacial (los cambios físicos) y los tipos de procesos urbanísticos a partir de los
cuales se han generado. lI . Además, todo ese esfuerzo de lectura y descripción
de las nuevas formas del crecimiento metropolitano se encuentra orientado
- tal vez un tanto prematuramente- hacia la proyectación, hacia la búsqueda
de claves para un 'proyecto territorial" renovado. En cualquier caso, en una
situación como la presente. en la que algunos han visto comenzar a dibujarse
una transformación radical de la ciudad europea. resulta imprescindible que
desde el ámbito académico se produzca una reflexión rigurosa y contrastada
sobre los cambios en curso en nuestro entorno inmediato. Y, una vez más,
podemos decir que los catalanes han ido por delante. Seria, pues. del mayor
interés que en los restan tes departamentos universitarios de urbanismo cuno
diera su ejemplo. pues si bien es cierto que los fenómenos urbano·territoriales
actuales presentan un buen número de rasgos comunes - como corresponde
a unos tiempos marcados por la globalización de un número cada vez mayor
de fenómenos-, no deberiamos olvidar la especificidad de cada contexto
local. que también reclama una investigación pormenorizada" . Y ello a pesar
de que, como se ha afirmado con razón, sea la semejanza lo que hoy se ha
vuelto problemático.

o ¿Qué queda de aquellos enfoques?

Hay que reconocer que en el fulgurante éxito del morfologismo de los


80 hubo mucho de exacerbación de un enfoque, con frecuencia presentado
como excluyente de cualquier otro por parte de algunos incautos: esos mis·
mos que acabaron reduciéndolo a la condición de ~dogrna devaluado de una
nueva ortodoxia. 1O• Tampoco hay duda de que, con el cambio de coyuntura. el
discurso morfologista tendió a convertirse en ftun nuevo ropaje ideológico de
propósitos no confesados que explicarían el carácter no precisamente neutral
de la cultura de la transformación [urbana], que parece responder más bien a
las exigencias de calidad de los nuevos operadores»21 . Pero cabe preguntarse

" A. FONT. C. ltOl' & J. M. VlLANOVA. l a conslruccid dcllCrrilOfi mclropollliJ. Modogenesi de b


regid lJftxJna de 8;;Jrre1ooa. Barcelona 1999. p. 22.
" En esa linea se sitúan ya los trabajos recogidos en A. FONT (ed.). H:xplosió de b eiu/al. cit .
en los que IkIn panicipado equipos de inVCSligación de trece escuelas de 3rquilcr\ura curo·
peas.

JI F. nRÁN . •Rcsurgam {invocación para recuperar el urbanismo y cominu3/ el pla/lC3micmol-. en


Urtw!. n" 1 (1997). p. 13.
" 1'. GIGOSOS & M. SARAVlA, op. ell" p. 49.

] >., [
-
también si no habrá algo que podamos retener de su modo de afrontar los
problemas que se presentan a la disciplina. sobre todo teniendo en cuenta
que ame la dispersión de las actividades urbanas en el territorio -las mayores
dificultades afectan justamente a quienes observan la 'ciudad fisica', a quienes
han hecho del análisis morlológico. en sus diversas variantes, el propio punto
de observaciÓn"tl. Resulta evidente que hay determinados aspectos de aquellos
enfoques que han sido superados, en parte porque nunca llegaron a alcanzar
una madurez suficiente y se quedaron a medio camino entre lo que pretendían
y lo. que consiguieron alcanzar, en parte porque se dejaron deslumbrar pof
la ingenua nostalgia de un pasado del que siempre cabe aprender, pero que
no es posible copiar. No obstante. hay otros aspectos que COfllribuyeron al
afianzamiento del morfologismo de los 60 y que tal vez convenga reconsiderar
ahora, por resultar especialmente necesarios en la actual coyuntura. tntentaré
seguidamente re ferirme a tres de ellos, pero vaya por delante que son más
actitudes ante la investigación que logros de la misma,

El primero tiene que ver con nuestra relación con la historia, en particular
con la historia del que Hobsbawm ha denominado "siglo breve"¡l. Ciertamente,
los cambios experimentados por las sociedades occidentales en la pasada
década, que en último término senan los responsables del paso de la ciudad
moderna a la contemporánea, han hecho pensar en una profunda transformación
de éstas, pero eso no quiere decir que no guarden relación con situaciones y
experiencias anleriores: lo que ocurre es que quizá hemos de modificar nuestro
punto de vista, nuestros modos de mirar, nuestros conceptos, si queremos
llegar a comprender esos cambios, Son justamente nuestras estrategias de
cooocimienlo las que, según todos los indicios, han quedado obsoletas ; de ahi
que «nuestra incapacidad de enten6er plenamente la ciudad contemporánea,
de orientamos dentro de su car3cter 'genérico', de colocar en su sitio cada
elemento y cada malerial en un contexto en el que adquieran un sentido real,
parezca haber eliminado toda justificación e induso toda necesidad de proyecto
para ella_l', Pero por eso mismo me parece importante caer en la cuenta de
que buena parte de los procesos actuales llevan activados bastante tiempo y
que sobre ellos ya llamaron la atención numerosos autores: basta pensar en
A. F. Weber, P. Geddes, l. Mumford, F. Ll, Wright o M, F. Rouge, por citar al-
gunos, y es que una parte no desdeñable de la literatura urbanfstica del "siglo
breve" contiene análisis extraordinariamente lucidos sobre algunas cuestiones
que ahora han comenzado a preocupamos y que esperan ser relefdas a la luz
de la situación presente: lo cual no significa, claro está, que las soluciones a
nuestros problemas ya estén dadas en la obra de esos estudiosos, sino más
bien que vuelve a ser necesario rehacer nuestro modo de interpretar la historia
de la urbanistica como punto de partida para la reformulación de los retos a los
que la disciplina se enfrental $.

" B. SECCHI, _le tr.Jsformazioni dell'habitac urbano" en QsabeIb, n" 600 (1 993), p. 45.
n Cfr. E. J. HQBSBAWM, Historia del siglo XX: 19 /4· 1991 (1 994). Barcelona '2003.
" B, SECCHL, · La óOOad COOIe!TIpIrloea Y su proyecto>, ci.. p, 94,
lO Son numerosos los autores q.¡e han apunl3do en ~ dirtccIón. Además de B. SfCCH~ ~
rnodernoo, tina toIl!~ e loro 1uI~- (1998). en AA. W " IIuh#I deb citu. ksi a con/rrxIIo.
MiIkI 1999, pp. ~1 -70, véase 13rnbitn, desde OIra óplJca. G. OUPUY. (1 UtbiJnismo de bs redes
(1992), Barcelona 19';1 8.

] 14 [
Conviene recordar a este respecto cómo en el origen de muchas de las ideas
de los morfologistas italianos de los 60 se encontraba, por un lado, la reivindica-
ción de la historia llevada a cabo por Rogers desde las páginas de Casabella y,
por otro, la aparición del célebre libro en el que Samona procedia a presentar
una completa relectura del urbanismo moderno, a luz de lo que entonces se
entendió como un cambio radical en la ciudad; de ahí también la razón de su
título: L'urbanistica e /'awenire della cilla. Ante la crisis del proyecto moderno y
la ·nueva dimensión" de lo urbano, se recurrió entonces a revisar una historia
que había sido presentada como ·canónica", para descubrir aquellos episodios
olvidados o ignorados que, sin embargo, cobraban una relevancia decisiva para
reorientar el curso de los acontecimientos. De algún modo, toda la experiencia
moderna se encuentra atravesada por esas crisis periódicas, que han dado lugar
a las correspondientes criticas, de las que la ·critica posmoderna" no seria sino
el último episodio de la serie; también por ello se entiende que Habermas se
haya referido a la modernidad con la expresión «un proyecto incompleto_l ' .
Pero inacabado o no, cualquier proyecto de futuro que concibamos desarro·
liará determinados filones que previamente estaban ahi, actuando en silencio,
aguardando su hora, aunque quizá habian pasado desapercibidos a la mayon'a.
Por eso, desvelar la genealogia de la dispersión nos ayudará a descubrir no
pocos problemas desatendidos que en estos momentos es necesario afrontar,
pues al fin y al cabo para saber a dónde vamos no es indiferente conocer de
dónde venimos; sobre todo si, como parece, nuestra idea del pasado estaba
demasiado focalizada en torno a cuestiones que ahora pueden haberse vuelto
del todo irrelevantes.

Una segunda cuestión se referiria a la necesidad de ampliar el punto de mira,


para no centrar la reflexión únicamente en los aspectos risicos de la ciudad,
ya que éstos constituyen de algún modo la síntesis espacial de otros procesos
- sociales, económicos, culturales- , sin los cuales no es posible explicar los
porqués de lo que está sucediendo en el territorio!7. Téngase en cuenta que,
contra lo que a veces se ha podido afirmar. la idea central del morfologismo,
según la cual las "formas" urbanas y territoriales gozan de una autonomía
propia que permite estudiarlas e intervenir sobre ellas de acuerdo con criterios
disciplinares específicos, no supone que esas "formas" sean independientes
en ningún sentido. Resulta, pues, imprescindible prestar también una especial
atención a los numerosos estudios sobre las transformaciones en las actividades
productivas, los cambios en las prácticas sociales, la aparición de modificaciones
relevantes en los sistemas urbanos y en las fonnas de gobierno de los procesos
territoriales, ya que sin esas aportaciones de la economía, la sociologia o la
geografía no será posible avanzar en la comprensión de las nuevas formas de
lo urbano, ni replantear los instrumentos de intervención adecuados para su
control desde el planeamiento urbano-territorial. Por lo demás, ése fue también
el empeño declarado de los que cabe considerar como los dos libros fundado-

,. Clr. J. HAB ERMAS. ·La modernidad. un proyecto incompleto· (1980). en H, FOSTER (ed.). l a
{XJSITIOdcmid;K Barcelooa 1985. pp. 19·36.

" Ya a mediados de los 80. Secchi 3dvertia sobre la emergencia de un nuevo conjunto de problemas
que recliull3ban un esfuerzo tendente precisamente ' 3 evitar que entre an;llisis morfológ~ y an;llisis
del uso social y económico dellcllÍl0fÍ0 se abr.J un espacio de masiado gr.mde y dificil de colmar
en el futuro sin drásticos y radkales C3Olbios de rumbo. (B. SECCHI . • Una nlJOlla forma di piano',
tiL, pp. 137-138).

] ,,[
-
res del morfologismo ilaliano de los 60 : no hay más que repasar la bibliografia
citada en L'architettura del/a cilllJ de Rossi o en l/territorio dc'I'architellura de
Gregottl. para convencerse de su amplitud de miras. Como ya afirmara Daniele
Vilale, esos libros, que con lanta fuer23 -habfan sei'lalado la necesidad de volver
a la especificidad del trabajo disciplinar. !lO nacfan de una visión cerrada. sino
de un máximo de apertura, de ampliacióo de la mirada y del pensamiento. n . Y
ése es también el camino que debemos seguir en la hora presente.

Por último, hay un tercer aspecto que no quiero dejar de reseñar y que, a
mi entender, se encuentra estrechamente relacionado con el anterior. Se lrala
de la imperiosa necesidad de no perder la tensión cn1ica ni el rigor intelectual
ante la creciente burocratización del urbanismo que estamos viviendo en nues-
tro pais. Asi como en el arranque del morfologismo estuvo presente ese afán
por no desentenderse de la realidad inmediata de las ciudades de entonces y
por contribuir, desde una critica que se pretendra rigurosa. a la recomposición
del oficio de urbanista. también ahora debemos esforzarnos por renovar una
disciplina que no se puede limitar a emplear conceptos e instrumentos que ya
no responden ni a las demandas actuales de la sociedad ni a las estructuras
profundamente modificadas de una realidad urbano·territorial dispersa y frag·
mentada. A reducir, pues. la distancia - cada vez mayor- entre los procesos
en curso y los instrumentos para gobernarlos, deben orientarse los mejores
esfuerzos de nuestra investigación 19• De otro modo no conseguiremos resolver
esa aparente paradoja según la cual los imprevistos territorios de la dispersión
se están produciendo precisamente en ámbitos que cuentan desde hace dé·
cadas con instrumentos de planeamiento : pero se trata seguramente de unos
instrumentos diseñados, en el mejor de los casos, para una realidad sometida
a dinámicas sociales y económicas -diversas de las actuales, las cuales, con
independencia de lo que los planes puedan sei'\alar, están construyendo esa
ciudad contemporánea que todavía no alcanzamos a entender y explicar. De la
aplicación de los mismos instrumentos a la nueva realidad no podemos esperar
que surja un nuevo orden, pues la burocracia nunca se ha distinguido por su
lucidez, sino más bien por considerar que ha cumplido con su deber exigiendo
que se vivan escrupulosamente los trámites de la legislación administrativa.
Habitualmente poco le importa lo que de ahr se pueda seguir.

La actual dispersión normativa en la Espai'la de las autonomias hace que, para


poder precisar algo más. haya de referirme a algún ámbito regional concreto:
hablaré, pues, del caso andaluz por ser el que me resulta m;ls próximo. No se
ha caracterizado Andalucia por contar con una cultura urbanistica especialmente
ilustrada, con la salvedad tal vez de algún momento brillante, pero poco duradero,
de su historia reciente. En cualquier caso, pasados los felices 80 y su floración

lO D. \IITAlE . •Ma~sl Ufbana e architellul1!·. en /..IrbafJisliQ rf' 82 (1 '186). p. 11.


n No hace mucho 1iempo SC!\a1aba femaoOO de Ter.Wi la distancia que medI:a en la actualilbd en·
tre la prkIiciI del ~ Y la ifr.oestigac;oo acadtrnica, · La prkticil accpla rcali$lamef11e ~
COflSIficciones econórr*:as presentes y ~ de1er-rrWlaclonts ;WninIstl1l1fVaS que la lImiTan en cada
~ y ahora, Pero la leoría vitaliladora se despliega frecuenlemente 5610 en el mundo de la
lm3ginación creaM, exploradora Y visionaria. Hay aqu/. pues. 01'0 problema ifl1cleclual iICUdanII:.
erNUCho en ese desfase. Es neecs.io aoonar ew distancia. Hay que plantearle ~ esa tcorla neo
cesaria. Ienii¿ante. que haga el esfucrro de eRalar con Las necesidades de la prkIb. Que baje
al encuentro del pa.¡ que retoma, para que ese retomo no se¡¡ vano- (F. TERÁN, . Editofi3I·, en
/ktwI. rf' S (2001), p. 4).

1 'c. [
-
de planes. tan ilusionados como desiguales'l\ el urbanismo andaluz ha entrado
en una etapa de atonia teórica y de exceso retórico que, en mis conas luces, no
se sabe muy bien a donde puede conducir. O quizá se sepa demasiado bien a
donde quiere conducir, y ése sea el problema J '. Pero más allá del burocratismo
de un planeamiento enrocado en un discurso dudosamente moralizante y de la
inercia de un quehacer urbanístico que tan sólo parece aspirar a que la consejeria
de tumo le apruebe los planes, es la falla de cultura disciplinar de una prepo-
tente administración autonómica lo que me resulta más inquietante)!, ¿Cómo
interpretar, si no, que con un mismo instrumento - los planes subregionales
de ordenación del lerritorio- se aspire a ordenar realidades tan diversas como
el medio fisico o la nueva escala de lo urbano? Más radicalmente aún, cabria
preguntar si la actual consideración de la ciudad y el territorio como un sistema
único no nos debena llevar a cuestionar esa rigida separación entre ordenación
territorial y ordenación urbanfstica que, en diferentes comunidades autónomas
españolas, subsiste aún por la existencia de leyes distintas para sancionar los
respectivos instrumentos de planeamiento.

Por lo que se refiere a la nueva ley urbanfstica andaluza, me limitaré a un


breve comentario sobre su modo de configurar esos instrumentos», En su ex-
posición de motivos, la ley dice querer entrar a formar parte de -nuestro acervo
cultural urbanistico-, que entiende constituido poi' la serie de leyes urbanísticas
estatales que van de 1956 a 1990. Como es sabido, en el seno de esa tradición
las leyes han venido construyendo su modelo de plan urbanístico a partir de
experiencias de planeamiento previas]' ; pues bien, me gustaría conocer cual
ha sido el planea miento de referencia para elaborar el modelo de plan general
dibujado en esta ley autonómica: si lo ha habido, no debe tratarse desde luego
de ningún planeamiento andaluz. Cuando. tras una primera lectura del articulado
de la ley, cabría pensar que se estaba apostando por distinguir entre el master
plan y el action plan de la tradición anglosajona, luego retomados en la forma
de piano stfJ)tfur¡¡le y piona oper¡¡tivo por la reforma legislativa italiana y aquí
reformulados como "ordenación estructural " y "ordenación pormenorizada",
aparece la sorpresa de que bajo esa distinción en la ley andaluza no subyace
m¡)s que una mera distinción de ámbitos competencia les para la aprobación de
los planes. Pero i.qué tiene eso que ver con la búsqueda de altemativas para

• Cfr. J. SEGLI. -El planeamierllO en ArIdaIo..ocai, breve ~ de ooa déacIa (1982·1992)-. en


Geome/,g. n" 15 (1993). pp. 2·11 .
,. Cfr. D. QUERa. -Andaluela. Después del troplcalismo_, en UibJn. n" 5 (2001). pp. 102·121:
M. BENABENT. -La ordenación del territorio, UIIa nueva IUfldón pública Y viejos problemas-. en
ibi<J., n" 7 (2002). pp. 5nO.
l.lIlcgJsIaciOn que en mac~ de ~ Yordenación del leni10ri0 ha producido hasta la lecha
la pota de AndlIueia (Ley 1/ 1994, de on:Ienación dellmitorio de AndaIutia. '1 l ey 1/2002. de
ordenación urbarislica de AndaIutia) no penntc emito( un juicio más haI.Jgjidlo .
.. Ya se ha ~ en otros lIJ&ares el ¡,insentido que puede suponer. en la xtual CO)'Ufllur.! de lo
urb.lno. 5egui" abordando la inlervención ~SI ex<:lvsivamente en ténninos de me;ora de la ciudad
existente: puede consultarse 31 respe<:to L RECUENCO • •EI proyec1o de ley de Orderl3Ción Ur·
ban(slica de Andalucia ante los re tos de la 'nueva realidad vrbano·territoriar •. en Revis!a AOOaIu13
rk AdminiSlrxidn Pliblka, n" 44 (100n. pp. 29·30.
lO I-Ie otiKlo ya. en un capitulo a'lterior, el Plan ~ de MaOOd de 1946 corno refertf1te para
la ley urbaristica de 1956 Y el Plan Gener.lI Metropolil3flO de 6aft:eIoo¡¡ de 1976 para algLllOS
3SptttO$ de la reforma de 1975.

] [
»

garantizar las certidumbres razonables y eliminar las incertidumbres innecesarias


en la dennición del plan y en su gestión? ¿No sena más oportuno insistir en el
carácter procesual del plan - el planning by doing-. a fin de mantenerlo abierto
a los escenarios cambiantes, sin por ello tener que renunciar a las certezas
hipotéticas del modelo estructuraln? Sin embargo. hasta donde me es dado
COI1ocer, nada de eso ha sido debatido en Andalucla, y menos aún parece estar
en la mente del legislador entrar en semejantes distingos: se trata quizá de algo
más práctico y modesto, facilitar a los funcionarios su trabajo,

D Hacia un proyecto urbano-territorial renovado

Enfrentarse como urbanista al proyecto de la ciudad contemporánea signiflC<!.


pues. estar dispuesto a realizar un trabajo paciente. desde una apertura incondi·
cionada a otros enfoques disciplinares y con un planteamiento heuristico; un tra·
bajo de renovación disciplinar que tal vez nos permita integrar los nuevos valores
emergentes en el amplio bagaje intelectual y operativo del saber urbanístico, sin
que se haya de forzar necesariamente un cambio de paradigma. Ante la actual
falta de claves de lectura precisas y de instrumentos de intervención adecuados
para responder a los nuevos fenómenos urbano· territoriales, en especial los
que afectan a los espacios periféricos y al territorio abierto, se ha señalado ya
en numerosas ocasiones que ese trabajo debe comenzar por la descripción de
lo que tenemos ante nuestros ojos: -la dificultad para comprender el territorio
contempornneo y para analizarlo utilizando instrumentos y claves de lectura
predefinidas ha empujado a muchos estudiosos a salir fuera y acercarse a él.
Un esfuerzo de descripción, un ansia descriptiva que ha afectado, antes que a
la arquitectura y al urbanismo, a la literatura, al cine, a la fotografía. la visita, el
paseo, la práctica del levantamiento rnpido trazan una estrategia de la mirada
que facilita a la ciudad contempornnea nuevas hipótesis interpretativas~. Como
ya hiciera notar Secchi, esa oleada descriptiva parece haber invadido también la
urbanfstica contemporánea, haciendo que las argumentaciones que el urbanista
maneja habitualmente en su trabajo hayan pasado de apoyarse en formas de
organización discursiva relacionadas con los grandes relatos - aquellas que ser·
vian como justificación a una "urbanística narrativa" - a otras más estrechamente
vinculadas a la exactitud de la descripción; de ahí también el frecuente recurso
al catálogo, al inventarlo, al a~as)l. Además, en esos ejercicios de descripción
se viene prestando una pan.icular atención al cuerpo flsico de la ciudad, a los
aspectos espaciales del territorio de lo ordinario, donde se materializan las
prncticas sociales ligadas a la vida cotidiana.

Pero son justamente esos lugares de lo ordinario, que aún no alcanzamos


a describir de una manera analíticamente precisa, los que constituyen las actua·
les periferias dispersas COmo -territorios sin modelo.o, como ámbitos que, al

• ~sos Ilan 5ido en gt<In parle 10$ planteamientos de fondo dd rttienle plan ger.er.JI de Roma, 'léase
al respecto M. MARCELlONI. I'tnsore IJ cítriJ conlcmporonciJ. 11 ~ piano rrgo!alore di Roma.
Rorna·6a(j 2003, G. CAMPOS vtNUTI, -el nuevo plan de Roma y I~s allemativ3s dd urbanismo
haliaoo·. en Civdades. n" 7 (2003), pp. 83·92.
• P. VlG....NO. La cilu demaIIare. MoijI! 1999. p. 21.
n aro8. SECCHI.•LIIbanistica dl:$(:ritoo., en QsJbeb, rr" 583 (1992), pp. 22·23.
-
conformar un nuevo paisaje. postulan una nueva geografia. que está en gran
parte por hacerl'o Porque esas periferias necesitan, antes que planes o proyec-
tos. descripciooes pertinentes y explicaciones especificas; una explicación que
ciertamente -nos reenvía a una renexión sobre la sociedad, sobre sus com-
portamientos y sus cambiOS; sobre nuestras capacidades para representarlos.
comprenderlos y preverlos»)' . la tendencia a utilizar para ello un lenguaje me-
tafórico, construido sobre imágenes expresivas de los aspectos más llamativos
-es decir. en fuerte contraste con las categorías analíticas al USO-, puede resultar
útil para elaborar unas primeras explicaciones. necesariamente provisionales,
pero hace falta ir más allá, lomando distancia respecto del recurso fácil a la
exaltación del desorden y el caos como panacea posmodema. Quizá de entrada
lo que se nos ocurra sea volver a la historia del lugar, para rastrear aquellas
permanencias que, aun modificando su sentido, permiten reconocer físicamente
el territorio, dándole una estabilidad. dotándolo de una cierta -estructura ~, que
subsiste bajo los diversos estratos que lo componen: el palimpsesto del que
ya hablara Corboz·o. Sin embargo. más importante aún que la identificación
de esos elementos que persisten a lo largo del tiempo, seguramente sea el
reconocimiento de aquellos otros que señalan el comienzo de innovaciones
que pueden estar en la base de los cambios que sirvan para conformar una
ciudad futura diferente".

Como toda descripción contiene ya en germen una interpretación y una


propuesta, no parece posible separar la descripción del proyecto, sobre cuyo
valor como actividad cognoscitiva se ha insistido a menudo desde el morfo-
logismo. Pero conviene señalar al mismo tiempo que en una sociedad como
la actual, fuertemente marcada por el individualismo, resulta imprescindible
desconfiar de las lecturas del territorio que se resuelven en una apresurada
invitación al proyecto. entendido como experiencia casi exclusivamente biográ-
fica de su autor; el proyecto que aquí se postula deberia contribuir también a
la construcción de un nuevo sentido común, del cual habrian de ser expresión
las imágenes del territorio proyectado. En este sentido, cabria establecer quizá
una relación entre las caractensticas de las transformaciOfles socioeconómicas.
fruto de la emergencia de una sociedad y una economía posfordistas. y los
rasgos morfológicos de la dispersión urbana, recurriendo para ello a la rede·
finición de la 'distancia justa' - ni demasiado cerca, ni demasiado lejos-, de
esa -distancia interesante' de la que ha hablado Sola-Morales a propósito del
proyecto de la periferia. cuando se referia a ~Ia comprensión de los vacfos como
distancias 'interesantes', críticamente escogidas por su capacidad figurativa y
por su racionalidad ecológica y paisajfstica.· 7• Una distancia que se manifestará
en el nuevo sentido que han de adquirir los vacíos, los espacios libres, a través
de un ' proyecto de suelo" renovado, y que permitirá reelaborar las reglas de

.. M. SOLA·MOAAlES . •Teniloris smse modd-. en ~ r(' Z6 (1997). pp. 21 ·27.


.. B. SECCHI. • u perileri3-. en ~ r(' 581 (19911. p. 20 .

.. CIr. A. CORSOl. . le lerritoire tornrne ~Ie-. en Diogtne. r(' 121 (1981). pp. 14·35.
Particular lt1!eré$ a eSle respeo;lO puede lener UIliI investigación como 13 daatroUada wbfe las
!ransformaciooes redemes del enlomo mi1allts poi" S. BOER!. A.LANZAN1 & E. MAR1Nl. II/cm/orio
che umbi3.. lN1Ibkmi. pacsagglll imrruglnJ de IJ rr:gionll mil:mae. Milán 1993 .
•, M. SOLA·MORALES . •Terriloris sensc model •. ~il.. p. 27.

] [
-
juego de acuerdo con las cuales las 'cosas", ya sean actividades, prácticas o
arquitecturas, se pueden situar en el espacio (yen el tiempo)u.

Anatizada la situación desde este punto de vista. la tarea que tiene por
delante la urbanística es precisamente la de llevar a cabo -una vez más- una
investigación experimental y multidisciplinar respecto a la "distancia justa": -Mi
idea - ha dicho Secchi- es, por tanto, que la fragmentación y la dispersión de
la ciudad, más que al progreso de la técnica de la movilidad urbana. se han de
atribuir a una nueva búsqueda de la distancia justa, y que esta búsqueda ha de
ser correctamente interpretada por el proyecto de la ciudad contemporánea ....
A través de esa búsqueda podremos tal vez encontrar no s610 nuevos modos
de articular los materiales urbanos en el interior de un proyecto socialmente
compartido, sino también contribuir a la redefinición de los actores sociales en
un proceso en el que parecen haber desaparecido los interlocutores publicas
que habíamos reconocido en el pasado. Sólo a panir de ahí estaremos en condi-
ciones de devolver a la disciplina la legitimidad de unos instrumentos renovados
con los que gobernar la ciudad y el territorio contemporáneos. pues tanto la
dispersión urbana como la fragmentación social. que ya se han hecho visibles
un poco por todas panes. ponen muy claramente de manifiesto la necesidad
de una aproximación diferente a unos territorios urbanos en los que el sistema
de jerarqulas espaciales no responde a los esquemas de interpretación tradicio-
nales. Es. pues. quizá en la ultima década cuando se haya puesto de manifiesto
con mayor nitidez hasta qué punto era acenada una intuición fundamental de
la cultura del proyecto urbano. que en el fondo estaba expresando de manera
inequivoca el fin de la posibilidad de un planeamiento urbano-territorial jerár·
quicamente concebidou .

Por lo demás, hay buenas razones para pensar que no va a ser lácil que
la ciudad contempor.inea llegue a alcanzar una propuesta formal equiparable a
la de los contundentes esquemas que la tratadistica alemana construyó para la
moderna GroBstadt compacta. La primera de ellas tiene que ver con el tránsito
de la igualdad al multiculturalismo experimentado por las sociedades occidentales
en las ultimas décadas, que se pone de manifiesto en el fin de una sociedad
pretendida mente homogénea y en la progresiva emergencia de una sociedad de
minorías. muy diversas entre sí cultural mente; todo lo cual está provocando, entre
otras cosas. una más que notable dificultad para definir las demandas a las que
el planeamiento urbano·territorial debería dar respuesta. En un contexto como
el actual. en el que la multiplicidad de Intereses es creciente y la complejidad
de las situaciones no cesa de aumentar. no parece que se den las condiciones
propicias para asegurar la estabilidad de eso que se había denominado la "forma
urbana", pues el referido desvanecimiento de Jo colectivo encuentra su correlato
en la evanescencia del territorio, que ya no resulta reconducible a un aqur y

" Uli~IO los téfTninos "(Iist~ jvst3' o ' proyecto ~ lUdo" tfI el stlllióo que Ie$ ti.;¡ dado Bernardo
S«chi: véase. por eiempIo. 8. SECCHI. 'u ó.xbd con1empoQnea y su proyttIo •• 01 .. pp. 113·114
Y 116·119. respectivameole.

/bid. p. 116.
.. Sugiero leer. desde est¡ perspectM. Ia$ rellexiones planleadas al respecto por (. SCANDURRA.
-QuaIc ruoIo per ~ ~e per. pi;Ioo in t.niI societ) pltnlistlCa 5ef\l3 Yefloce e senza cenl1O?·.
tfI M. VII.. I fvl..n tkb c:itU. ksi 11 coofrooro. cit . pp. 13·39.

1 ~ [
ahora. como proyección irrepetible de una cultura'·. Para que el proyecto de
la ciudad contemporánea pueda llegar a concretarse. previamente habría que
reformular del concepto mismo de "lo local". renunciando a categorias poco
útiles. como puede ser la identidad. y recurriendo. en cambio. a las prácticas.
a las experiencias. a los significados. En esa linea. seria deseable avanzar en la
fonnulación de un pacto entre los diferentes actores sociales. fruto de la inte-
racción entre ellos mediante una diversidad de conexiones transescalares, con
vistas a una articulación del gobierno del territorio, pero que, al encontrarnos
ante territorios cada vez menos jerárquicamente organizados, habría de plantearse
más como govemance que como govemmenl· l .

Esa misma complejidad de las relaciones. tanto espaciales como sociales


y económicas, que se encuentra en la base la nueva territorialidad emergente,
hace que lo urbano sólo pueda ser adecuadamente entendido y ordenado
desde el territorio, puesto que la situación actual es la de una verdadera terri-
torialización de lo urbano, cuya consecuencia inmediata resulta ser la disolución
de los limites que tradicionalmente permitian distinguir lo urbano y lo rural".
En esta situación. los arbitrarios limites administrativos del término municipal
resultan cada vez más irrelevantes para la definición del ámbito de los diversos
instrumentos de planeamiento urbano y terri torial; sería necesario, por tanto,
a partir de una lectura actualizada de la estructura espacial y de la morfologia
urbana de las nuevas regiones metropolitanas, que permita detenninar los temas
prioritarios y los espacios de oportunidad para ese proyecto territorial renovado
al que se ha referido Font, replantear cuáles podrían ser las unidades territoriales
susceptibles de un tratamiento unitario por parte del planeamiento. sobre la
nueva base de ese deseable pacto supramunicipal de los diversos actores que
facilite la gobernabilidad de las regiones urbanas". la velocidad de los cambios
a los que está sometido el territorio y la complejidad de sus problemas -por
lo general, fruto de la superposición de lógicas diversas- parecen aconsejar
igualmente la búsqueda de instrumentos que, sin renunciar a la coherencia
estructural en la gran escala, permitan abordar las necesidades de la escala
intermedia. de acuerdo con la naturaleza transversal de los procesos en curso;
unos instrumentos que ~seguramente habrían de tener caracteres a la vez de
plan director. de norma reguladora, de guia de diseño, etc., en relación con la
estructura metropolitana o con actuaciones futuras, pero también de proyecto
ejecutivo para las intervenciones que resulten urgentes. sin perjuicio del principio

No pretendo sostefler. claro está, ninguna dase de determinismo en Yinud del cual 10$ camblo$
espilCiak:s hayan de seguir univocameme a 10$ cambios soclo·económicos. sino más bien que las
relaciones sociales tienen también fleccsidild de e.>:presarse. por mucho que crezCll!l las realidades
Yirlualc:s. a 1r.Mis de la malelialidild de los lugares.
" Como ha scr..:lado Balducci.•Ia panicipación no es sólo una manera de evitar conAiclOs p;lraliza·
dores involucrando en las dedslooes públicas a lodos 105 ilCtoreS relevames. sino lambién una
eS1rategia que pennlle a la esft:r.l pUblica alajar los problemas deriv3dos de la fragmcm;JCión
social. (A. B.... lDUCCI. -NUOViI geograHa e nUOVil pianificazione. , en Cilffas Urbanas. n" 8 (2003).
p. 83).
., Cfr. O. NELlO. -Los confines de la ciudild sin confines. ESlruClura urbana y limiles adminislr.l!Nos
en la ciudild difusa. , en F. J. MONClÚS (ed.). La ciudiJd dispcf"SiJ. Barcelona 1998. pp. 35·57.
" Para una revisión cnlica de algunos aspec!os relalivos a la goverrnoce. véase Ch. lEfME &
B. JOOVE (eds.). Mélropolcs ingouvermbles. les vilks eutr1f1&nnes emre ¡;/oIx1IiSiJ/ioo el dé·
cemra/iSiJlioo. Paris 2002.

] '" [
-
de subsidiarledad y del importante papel que en la construcción de la ciudad
tienen los municipios~.

Finalmente. ante la incontrolada tendencia a un consumo de suelo creciente


por parte de la urbanizaciÓfl, el nuevo proyecto urbano-territorial habrá de
buscar una proporción razooable entre la potenciación de unas infraestructuras
que propician la dispersión y la conveniencia de modificar y reciclar los tejidos
urbanos obsoletos, mediante una política de difusión de la centralidad urbana
que posibilite una utilización equilibrada del espacio con independencia de
su posición geográfica. la apuesta por una ciudad polinuclear, juiciosamente
compacta, en la que los espacios libres dejen de ser considerados como simple
suelo vacío que espera ser urbanizado y actúen, en cambio, como verdaderos
elementos vertebradores de la estructura territorial, parece delinearse como un
camino plausible para avanzar en el proyecto de una ciudad contemporánea
sostenible y, por tanto, respetuosa con el medio ambienteS'. Con ese fin parece
imprescindible limitar la tendencia a diluir la complejidad de los ecosistemas
urbanos, que es caracteristica de la actual proliferación de los procesos de sub·
urbanización generalizada en nuestras periferias dispersas, y estudiar el modo
de que el impacto de las nuevas formas de lo urbano no destruyan 10 rural, a
la vez que se protegen determinadas áreas del territorio sin uso~¡ . Pero, aun
cuando los objetivos puedan parecer suficientemente definidos, para avanzar
en esa dirección es más que probable que, además de trabajar mucho y bien,
sea necesario armarse de paciencia y no perder de vista la lúcida advertencia
de Georges Perec: -No tratar de encontrar demasiado deprisa una definición
de la ciudad; es un asunto demasiado vasto, y hay muchas posibilidades de
equivocarse.~.

.. A. FONT, C. LLOP & J. SERNADÓ. ,Moclons per a una c1lJ1at metropolilana allerrI3tiva·. en A.
fONT (ed.). L'expIositj de f<¡ c/u/al. eh" p. 380.
" Cfr. P. DEO" ·Soslenibili~ dello sviluppo e forma urbana: alc;une consider.IlIonI·. en R. CAMAGNI
(ed.). ECOf)()fTIia e ~rlCaZione delluiuJ SOSlcnibllc. BoIonia 1996. pp. 145·1R
.. A esle respecto inleresa deslacar que lanlO en 10$ documenlOS de carklU más o menos Insli·
loclonal como en las aponac;iones ~s procedenles de diveI'$O$ ;lmbi¡os disciplioafes, se
viene Insisliendo en ia neasldad de proceder a una ev~ realisla de los COSles ocasionados
por las periferias c.ispeflas que están lr1n5f~ nuestrn ciudades, como condición b.tsica
para super.lr el nivel de ia discusión ~ sobre esl" cuestiones. Sólo de esa rNI'lefJ. y ames
de que sea demasiado 13rde, podremos ~ con el rigor necegrio el irnpresdndibIe debale
sobre 10$ ' modeIos de ciudad' -valga ia expresi6n- que como ciuI.bdanos y como prok$ioruIes
nos Inlet'esan.
.. G. PEREC, fspedes de es¡»dos (1974), Barodona 1m, p. 97.

] 222 [
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índice de nombres propios

AaIIO. Alvar. 79 Baldrich libau. Manuel. 79


Abriani, Alberto, 79 Balducci, Alessandro. 221
Acebillo Marin. Josep Antoni, 186 Banham, Reyner. 18. 19
Adorno, Theodor w.. 15 Bayón Alvarez, Mariano, 158
Aizpurua Alqueta.)osé Manuel. 180 Benabent Femlodez de CórOOba. Manuel,
Albini. Franco. 79, 81 211
A1emany Indane. Luis, 178 ~. ~rdo, 31. 32. 59
Alemany Indarte, Rafael. 178 Beriage. HendMk Petrus, 53. 167. 192
Alonso Teixidor. Luis Felipe, 13. 207 Bemacló Tarragona. Jordí. 222
Alonso Velasco. José Anlonio. 74 Berry. BMan J. l., 201
Álvarez Mor.!. Alfonso. 157, 204 Bickford. Ted. 52
Amador Sarcos. Roser, 166 Bidagor lasane. Pedro. 83, 102, 104
Amenclola, Giandomenico, 62 Blanco femández. Joaquín. 197. 199
Ande~. Perry, 204 BoeM. StefallO. 219
Aquarone, Alberto, 26 Bofill, Ricardo. 86
Bohigas Gua«liOIa. Oriol. 66. 68. 70. 72.
Argan. Giullo Carlo. 19
73. 79. 80. 81, 82. 83, 86. 87. 135.
Mas Garela. Pablo. 193. 194, 196. 205. 136. 137. 139. 141 . 145. 161. 162.
208 185.187.189,191.205
Armesto Aira, Antonio 134 Bonet castellana. Antonl. 77
Amell. Peler, 52 Bonet Correa. Yago. 134
Ascher, Fram;:ois, 209 Boríe. Alain. 49
Aslcngo. Giovanni. 20. 28. 51. 52. 153 Borja Seoosua. Jordí. 110. 141
Aulenli. 81 Boullée. Etienne'louis 38
Aymonino. Carlo. 26. 30, 31. 32. 37. 39. Bru Bistuer, Eduard, 95. 189
44 ,88,89.92, 156,211 Busquets Grau. Joan. 88. 91. 94. 128. 139.
145.146.149,164,166.187
Babiano Á/varez de los ConaIes. JoSé Car·
los. lS1 carnacho lópez de Sagredo, Ignacio. 185
Bacholen, Charles, 61 camagoi. Robeno, 222
Badooi, Rent, 62 Campos Venuti. Giuseppe. 22. 28. 51,
Bakema. Jacob 8 .. 16. 18.19 55. 56. 57. 58. 127, 128, 135. 141,
Balcells Garioa. Josep Anloo. 66 211.218

I ., [
p

Candel, Fl1Iocisco, 70 Descartes. Rene. 50


Candilis, Georges, 16 Deskleri. Paolo, 208
Caoella. Guido, 30 Dethier. Jean. 206
Caniggia. Gianfranco, 40, 47 Deul. Edoardo. 108
Cano Lasso. Ju~o, 69 Devillers. Christian. 44 . 45
CantaUops Valen, Uuis. 95. 122. 123,124, Di Biagi. P3oIa. 20. 23. 25. 55
171.191 Di Meo Bonollo. Anna. 23. 24. 29
Capitel. Afilón, ver Gonz3Iez capitel. An- C>omtoech Giroau. Uuis. 166
tonio Domingo Clola. Miquel. 88
C3roui, Cario, 153 Dominguel Anadón.}osé Ángel. 128
C35tellet Díal de Cossio.,IOsé Maria, 83 Dupuy. Gabriel. 214
Caslells, Manuel. 96. 133. '98. 199. 202
Castex, Jean. 44. 45. 46. 92. 211 Engel. Ramón. 183
Cecearelli. Paolo. 20. '28 Eroa. Valena. 211
Célesle. Patrick. 46 ErnesU. Giulio. 56
Cerdil Sunyer. IIdefons, 79. 87. 94. '68, ESleban Noguera. Julio. 94. 97. 171
182.192 Ezquiaga Dominguel. José Maria. 91.149.
Cervellall. Pier Luigi. 154 157. 160. 161. 171. 174, 176. 178.
Chadwick. Georges F.. 201 184.212
Chiflard. Jean·Fran~ois. 44
Chirac. Jaeques. 60 Fallni. Paola. 153. 154
Choay. Frarn;oise. 206 Faludi. Andrcas. 105
Chrislaller. Waller, 201 Fayos Mole\' Ricard. 164
Ciardini. Francesco, 153, 154 Fallo. Mario. 153
C\os Costa. Oriol, 163. 189 Ferlenga. Alberto. 43
CIotet 83llu5, Uuls, 162 Femández Alba. Antooio. 86
Coderch de Sentmenal. José Antonio. 66. Ferrdndcz longoria. Francisco. 169
79, 80, 81 Femn Alfaro. carios. 74 . 117. 118. 169
Conforti, Claudia. JO Femter lambafn. Carlos. 182. 183. 189
Comoz. André. 50. 205. 209. 219 Ferrcr Aixal~. Amador. 94 . 108. 128
Corominas "yala. Miquel, 9<1 Florensa Ferrer. Adolfo. 84
Corrales Gutiérrez.}osé Antonio. 69 Flores lópel. Carlos. 86
Correa Ruíz. Federico, 81. 86. 187 Font Arellano. Antonio. 11. 62. 88. 95. 97.
COlorruelo Sendagona. Agustin. 64 128. 136. 145. 171. 192. 206. 208.
Croce, 33 212.213.221.222
erouí, Sergio. 41, 42 Fosler. Hal. 215
Cruz VillalÓfl. Antonio. 127. 170. 171 Framplon. Kenneth. 19
Culol. Maurice. 174 Franco Bahamondc. Francisco. 109
Frechilla Camolras. Javier. 135
Dal Co. Francesco. 19
D'Amalo. Claudio. 18 Gabcllini. Patrizia. 20. 23. 25. 28. 51, 55.
Dardi. C05tanlioo. 156 59.61.128.205
Davis. Kingsley. 202 Gabeni. Roberto, 18
De Cario. Giancarlo. 24. 25. 27. 28. 29. 30. Gabrielli. Bruno. 156
51.52.56.59.81.82.202 Gago Dávila. Jesüs. 125
De Fusco. Renato. 19 Gaja Diaz. Fernando, 212
Deda. PaoIo. 222 Garcés Bruses. jordl, 189
Delorme. jean·Claude. 44 Garcla lanza. 70
Demaueis. Giuseppe. 208 Gardella. Ignacio. 79. 81
Depaule. )ean·Charies, 44 . 46 Garreau. )ocl. 209

] [
-
Gasparrini, cario. 56 Izquierdo Dobarco,}Osé Luis, 169
Gaudr. Antonio, 78, 79
Gavazzeni, Giavanna, 35 Jeanneret, Charles,~douard, 16, 44, 78,
Gavina Labarta, Mario J., 74, 75, 76 83, 144
Geddes. Patlick. 214 Jencks, Chalies, 19
Genestier. Philippe. 62 Jouve, Bernard, 221
Giedioo, Sigfried. 16
Gigosos Pérez. Pablo. 204, 213 KoIlhoff, Hans, 143, 144
Glordani. Pier luigi. 26 KooIhaas, Rem, 144 , 209
Giovannoni. Gustavo, 28 Krier, Lton, 168, 174
Gómez Ordóf'lez. José Luis. 88, 94, 95. Krier, Rob, 48
96,128 Kuhn, Thomas S" 19
González capitel. Antonio. 159
González·Cebriáo Tello. jost. 128 Laisney, Fl"iIf'lI;ois, 44, 60
González Dorado, Antonio, 117 Lanzani, Muro, 219
Gomalo. Ricardo. 86 Le Corbusier, ver Jeanneret, Charles-
~douard
Gonman. Jean. 208
G(¡Jmsci. Antonio. 33 Leal Maldonado, Jesús, 141. 143
Lefebvre, Henri, 45, 47, 75
Grassi, Giorgio, 37
Le/Me, Christian, 221
Gfavagnuolo. Benedeuo, 16, 30. 50
Leira ~nchez, Eduardo, 88, 100,114, 115,
Gregotti, Villario, 28. 30. 34, 40, 41,
116, 125, 126, 127, 128, 139, 141,
42.56. 57. 58. 60. 81. 86. 89. 145.
161,173,194,195,197,203
208, 216
León Vela, José, 11, 193, 212
Gropius, Walter. 15. 16, 19, 83
Lévi·Strauss, Claude, 129
Grumbach, Antaine. 174
Lévy, Albert, 56
Grup R. 66. 67, 80, 82. 85
Lewis, David, 90
Grupo 2e, 134, 168
Uop Tomé, caries, 212, 213, 222
Gruppo Architetturn, 37. 211
Lojklne, jean. 96, 133, 202
Gruppo R. 79
López de Lucio, Ramón, 148, 149, 150.
Gubler. Jacques. 79 171,174,175,179
Guieux, Alain. 206 López Jaén. Juan. 158
Gülgónen, Ahmel, 44, 60 López Reus, Eugenia, 17
l6sch. August. 201
Habermas. Jürgetl. 21 S Lucan. ,lacques, 62
Hall. Pele!. 198, 199. 201
Harvey. David, 114, 206 Mackay, David, 191
Haussmann. GeOfge-Eug~ne de, 44, 53, Maffei, Gian LUigi, 40
87 Magistretti. 81
Hayot, Alain, 60, 61 Mag.nago Lampugnani, Vittorio, 167
Hejduk, ¡ohn, 144 Mancuso, Franco, 25
Hereu Payet. Pen::, 18 Mangada Samain, Eduardo, 74, 86, 125,
Hermndez Aja, Agustin, 171, 174, 175, 179 127,141.169
Hobsbawrn, Ene J.. 214 Mangifl, David, 47. 48
Hor1dleimer, Max, 1 S Manieri EUa, Mario, 19
Huet, Bernard, 44, 47, 60 Marcelloni, Maurizio 128, 218
Marconi. Plinio. 28
lIardi, Massimo, 208 Marinl, Edoordo, 219
tndovina, francesoo, 208, 209 Martf Ms, carlos 134
InfUSSi, francesoo, 20 Martín, Leslie, 145
IsoIa, Aimaro, 18 Martjn G6mez.}Osé Luís, 158. 159. 164

] " [
p

Martin Ramos. Angel. 179. 180 Oliveras Samitier, Jordi, 18


Maninez Safaodeses,}osé, 113 Oliveui, Adriano. 28
Manarell Otzel, VICente. 84 Ortega Vidal. Javier. 159
Martorel1 Portas, VICente. 84 Ortiz Garcla. Antonio. 170. 171
Manarell. Josep. 191
McLoughlin. J. Brian. 201 Paci. Enzo, 40
Meda. luca, 29 PanelIa, Raffaele. 156
Meier. Richard. 163 Panerai. Philippe. 44. 45. 46. 47. 48.
Mendclsohn, EOch. 144 92. 211
Mentnclez de Luarca, José Ramón, 128 Pareerisa Sundó. Josep. 98. lOO. 114.
117. 118. 119. 122, 125. 131. 132.
Mer1eau·Ponty. Maurice. 40
189.203
Menin, Pierre, 48
Paredes. Manuel. 181
Micheloni, Pierre. 49
Peree. Geofges. 222
Mies van der Rohe. Ludwig. 83. 144
PeJin. Moniea. 25
Milá Sagnier. Alfonso. 81. 187
Perpii'\á Scbri~. Antonio. 66
Miralles Moya. Enrie, 189 Perrel. Augusle, 53, 167
MitetTilnd. Fram;ois. 60 Pevsner, Nikolaus. 16. 19. 79
Miljans Miró. Francesc, 66
Piaeentini. Marcello. 28
Moj~. Lliltzer, 191
Piccinalo. l uigl, 20. 28. 51
Molezun, Ramón V., ver Vázquez MolezUn. Pieonülebvre. Virg,inie. 62
"m6n Pié Ninot. Ricard. 88, 95. 107. 199. 200.
MoR FrlgoIa. M" 78 211
Monclús Fraga. Francisco Javier. 221 Plétu. Martine, 44
Moneo Valles. Rafael. 63. 161 Pigalena, Gl0rgi0. 20. 21
Mootaner Manaren. Josep Maria, 18. 66. Pinon. Pierrt. 47. 48. 49. 50, 211
181.191,192
Pinós Oesplat. Carme. 189
Montero Madariaga, Joo, 171
Pinlo. Pedro. 70
Montuori. Marina, 23
Piflón PallarfS. Hefio. 163
Moragas Galliss:., Anlooi de. 66. 79, 80
Piñón Paliares, Ju3n luis. 212
Moreno Per.Jlla, Salvador, 120, 121, 122
Pogliani. Laura, 211
Moroni, Piero. 24
Poi Méf1dez. Francisco. 157. 158. 159. 160.
Morris, William, 16. 19 164.165.166
Mones Alfonso, Vicente, 102, 104 PoIesello. Gianugo. 29. 30. 52, 156, 211
Maura Gurgel. Beatriz de, 86 Ponti. Gio. 79. 80. 81
Moya Gonz~lel, Luis, 113. 149. 150, 212 Parcioles CoIomer. JoSé Maria. 77
Mumlord. lewis, 214 Posocco. Pisana. 29
Muralori, Saverio. 20. 21, 23. 29, 30. 33. Pozo Barajas, Alfonso del, 134
40,43. 44 Precedo l edo. Andrés, 11 4
Murio. Giovanni. 205 Preleceille. Edmond. 96. 133. 141. 202
Pulg. Ramón. 166
Navarro Saideweg. Juan. 160 Puigdomtnech, Albert. 191
Navazo. F.. 118 Pujol Saley. Jordí, 70
NeUo CoIom. Orioi. 128. 209, 221
Nk:oIin. Pier luigi. 174 Qoaronl, ludovico. 22. 23, 24. 25. 27. 28.
Nigrelli. Fausto Carmelo. 43. 47. 60. 153. 29.30.51. 52, 56, 59. 88. 145
211 Quera Castanys. Oamián. 98. 110. 120.
Nualart. ,laime, 70 121. 128. 129, 141, 171. 195. 198,
NÚñel Castain. José. 198 217

Oliva. Federico. 22. 28, 56. 211 Radicchio. Gemma. 29

1 4 [
-
Rakowitz, Gundula, 29 Soja, Edward W.• 20~
Recoenco Aguado. Luis, 208, 217 Solll·Morales Rubió. Ignasi de, 79, 87.
Reynaud. LéoOce. 47 184,185
Ribas Piera. Manuel, 79, 85, 86, 88. 95, Sol~· Morales Rubió, Manuel de, 11. 77.
105. 14 3,202 85,87.88. 89. ~O. ~2, ~4, 95, 96, 97.
Richards, James M., 16 98, 100,101,107.114.117.118.119,
120. 122. 125. 126. 127, 128, 131 ,
Rivas Sanz. Juan Luis de las, 205 132, 14 5, 146, 150. 151. 163, 168,
Riviere Gómez, Antonio. 159 203.211. 219
Roca Blanch, Estanislau, 189 Solans Huguet. joan Anloni, 86, 107, 1O~.
Roca Junyenl. Miquel. 109
Rodriguez Pedret, C3rme, 66. 67, 70 '"
SoIdeviIIa, 70
Rogers. Ernesto Nalhan, 16. 17. 18. 19. 26. sooa Radia, Enrie. 189
30.79.81.82.83.215 Sostres Maluquer, Josep Maria, 66
Romany Arnnda. José Luis. 74 Sotos, Carlos. 159
Roosevelt. Franklin O" 50 Spanek, Héll:ne. 211
Rossi. Aldo. 26. 29, 30, 31. 32. 33. 34. 35, $pigai. Villorio. 56
36,37,38.39.40.42.43.44,45,52.
54.87,88,89,92, 101.102.129. 133,
134.147.202,2", 216 Tabouret. René. 61
Rouge. Maurice·Fra~s, 214 Tafuri. Manfredo. 19, 23. 154
RoujOin. Yves, 44 Tamaro. Gigella. 31
Roni. Renalo. 153 Tarrngó LId. SaIv3dof, 87. 134
Ruben de Ventós, Maria. 170, 171, 189 Team 10. 16, 66, 70, 77
Ruiz de Elvira, JOsé. 113 Tentori. Francesco, 30, 37, 52
Ter.in Troyano, Fernando de, 51 . 64. 65.
Sabate Be!. Joaqurn, 94 68,70,74,84.85,86.97,102,103,
104,105.106,108,109,111.112.114.
Sáenz de Olza. Francisco Javier. 135 115,116,132.134.141. 142, 145, 152,
Saínz GUllérrez. Victoriano. 33. 38. 39 201.203.213.216
Salinas, Manuel. 178 Terranova. Antonino, 23
Samon!!, Giuseppe. 19. 20. 21, 26, 27. 28. Thyrwill. jacquetine, 16
30,51.52,56,59,215 Torres Capell, Manuel. 68, 84. 87. 92, ~5,
Saravia Madrigal, Manuel. 204, 213 108,205
Sardina Vázquez, Serafín. 176 Torres Cuenco. JOrge. 66, 67
Sanoris. Albeno. 78, 7~. 80, 81. 87 TOft Estr.lda. Ramóo. 66
Sautereau, )acques, 62 Trapero Ballestero. Juan .lesOs, 128
Sealabre, Jean.Paul, 44 TroUioo Vinuesa. Miguel Angel, 159
Scandurra, Enzo, 220 Tusquets Blanca. Osear, 70, 73. 162
Scannavini. Robeno, 154
Seolari, Massimo, 33, 35, 37, 38, 39, 40, Urrutia Nu~ez. Ángel, 82
45,47,210
Seeehi. Bernardo, 20, 51, 54. 56, 57. 58.
59,60,62, 127, 128, 147. 148, 152, Valls Verg~s. Manuel. 80
20~. 212. 214, 215, 218. 219. 220
Van Eesteren. Comelis, 145
Segul Pérez. José. 120. 121, 122, 183. Van Eyck. Ndo. 16
1~5 , 217 Vázquez de Castro, AIltonio, 176
Semeraoi, luciano, 2~, 30. 156. 211 Vázquez Molezun. Ramón, 69
$erra Riera, Enrie, ~5 Venturi. Roben. 87
Serra Serra, Naftis, 136 Veyrenche, Michel. 47
Serrano Rodriguez. Antonio. 143 Vldler, Anthony. 167
Sen, José luis. 16 ViganO, Paola, 218
Srnithson. Pcter y Alison, 16. 18 Vilanova Claret. Josep Maria, 212. 213

] ~1 [
$

Vilaplana Vea, Albert. 163 Woehl, Bernard, 61


Villa. Mgelo. 174 Wright, f rank Lloyd, 214
Vitale. Daniele. 210. 216
Vinaria. Edoordo. 24 Ynzenga Acha. BcfTl3f"do. 110, 113, 114,
118
Wagner, Qtto, 53. 167
Weber, Adna Ferrin, 214 Zaera Polo. Alejandro. 144
Webber. MeMn M., 201. 208 Zanini, Gigiottl, 80
Wert Oneg¡¡.}OSé Igr¡acio, 198 Zevi, Bruno, 79. 80, 81
po

índice de lugares* I

Aix-en·Provence. 16 - MolI de la Fusta, 162. 163


Alicante. 183 - Montbau. polígono, 70, 72
Amsterdam. 53, 192 - Montjuic, 187, 189
AI1dalu<:ia. 199, 216. 218 - Plan Cerda, 68, 87
Arc·en·Senans.48 - Plan Comarcal de 1953, 84. 107.
Areno. 28. 29. 51
Atenas. 15. 17, 68, 72 '"
- Plan Director del Área Metropolitana
(1964-68). 83. 84. 85. 86, 202
Banyoles. 128 - Plan General Metropolitano de 1976.
Barcelona, 12. 64. 66. 68, 74. 76, 79, 80. 102.106.107.109.189
S1, 85. 86. 87, 90. 91. 93. 95. 96. 97. - Plan de la Ribera. 77. 204
132. 134. 135. 139. 161. 164. 168. - Poble Nou. 168. 187. 190. 191
182, 184, 185. 186, 187, 191, 192, - Pon Vell. 192
193.194.204.205.212.213 - Raval. barrio. 161. 162. 163
- Ciutal Vella. 161, 162, 164 Sant Pere, barrio, 161
- Colegio de Arquitectos de Cataluña. 66. - Santa Caterina, barrio, 161
78.79.81.90
- Trinidad, nudo viario. 187
- Contraplán de la Ribera. 77, 93. 203
- Vall d'Hebrón. 187. 189
- Diagonal. avenida. 187. 189
- Villa Olfmpica. 182. 189. 191. 192.
- Eixamplc. 66. 87. 168. 185.192
204
- Escuela de Arquitectura de Barcelona.
Berlin. 144. 168
12.88.145.211
- Intemalionale Bauausstellung (IBA). 144.
- Forum Univcrsal de las Culturas de 2004,
168.192
204
Bilbao. 70
Glorias. plaza. 187
Bolonia. 154.156,158.161
- Juegos Qllmpicos de 1992, 184, 185,
186.191.194 - Plan Especial del Centro Histórico de
1969.154
- laboratorio de Urbanismo de Barcelona
(lUB), 11, 13. 76, 87, 88, 89. 90, 94, Boston. 199
95.97.98.100.101,120.128.168. Bridgewater. 16
211 Bruselas. 192

• ESle ir\(!icc 00 comprende los lug;¡res citados en las 00135.

I :4' [
pi

cataluña, 64. 79, 81. 86. 101, 120. 134. - Palomeros, barrio. 173. 175, 176
143.145.162 - Plan Especial del Centro Histórico de
1980.157
EspaIIa. 63. 78, 85, 86. 98. 101. 128. 132. - Plan Generol de 1946. 106
198.207.211.216 - Plan Generol de 1963. 1". 202
Estrasburgo. 61 - Plan Generol de 1985. 125, 127, 128,
139.160.171.174.175
Rgueres.128 - Programas de actuación inmediata (PAll,
~ncia. 29 113.114.203
- Plan General de 1962. 108 - Puena del Sol. 159
Francfon. 1S - San Bias. ensanche. 175. 176, 178
Frnncia. 43. 44 . 60. 61, 63. 68. 211 - San Francisco el Grande. concurso.
160
- Valdebernardo. 175. 176, 177
Gijón, 149, 164
- Vallecas. barTÍo. 176
- Plan especial del Centro Histórico de
1987.164 M.1lag,a. 120. 121. 124. 125.199
- Plan General de 1985, 159. 176 - Plan General de 1983. 120. 122. 124.
171
Gubbio. 153
- Teatlnos. 171
Manllcu. 128
lberoamérica. 198
Mamua, 54
Inglaterra. 68
Matera. 23
lIali3. 28. 60. 63. 76. 78. 79, 81. 86. 87,
133,211 Mestre. 22. 23
Mil:!n. 25. 29. 30. 37. 52. 79. 81. 86.
210
la COIll!\!. 128. 212
- Cario Farini. vía. 52, 54
la SaIT3Z, 15
- Instl1uto lombardo de Estudios Eco·
Las Palmas. 212
nómicos y Sociales (llSES). 25, 26,
lecce. 22. 24 29. 30
- InstituID Nacional de lJfbanismo (lNU). - Instituto Politécnico. 30. 35
22. 24 - Plan Intermuoicipal (1961-65). 84
le Havre, 53
- Torre Velasca. 19
lérida. 164. 166
- IX Tricoal. 81
- Plan Especial del Centro Histórico de
- XII Trienal. 52
1984,166
- XV Trienal. 42. 101. 210
- Canyeret. banio. 166
Mollet del Vallés. 128. 171
lueca, 24
- Gallees. 172
Monlreal. 192
Madrid. 12, 64, 68. 76. 80, 86. 111.
125. 126, 127. 132, 134 , 135, 136,
139.141.149.157,161.164.171, N:!poles. 26
174,212
- Atocha. estación, 160. 161 Osaka. 192
- Cascorro, manzana. 158 Otterlo. 18. 19
- Concepción. barrio, 76
- Esquema Directordel Área Metropolitana Padua. 30
de 1972, 111 Pais Vasco. 64
- Gran San Bias, barrio, 76. 178 Paris. 44, 53. 87, 211
- Instituto de Estudios de la Administración Perusa, 54
l ocal. 14 t Pésaro. 156.161
- Juan XXIII, 74 - Plan Especial del Centro Histórico de
- Orc3sitas. barrio. 173 1972.156

I 46 [
Roma, 29, 30 - Plan General de 1987, 128. 171. 181,
~ Tiburtino, barrio, 23 194.197.198
- Santa Justa, estación, 198
Salamanca, 117, 120, 149 SlIicon Valley. 199
~ Plan General de 1984, 117. 118 Stresa, 25, 202
San Seoostián, 179, 212 StUltgart. 15
Santa Cruz de Tenerife. 128
Santiago de Compostela. 54, 134, 181 Tarragona, 117, 120. 124. 125. 149
- Fontiñas, polígono, 181 - Plan General de 1984, 122, 123, 124.
San Feliu de Gulxols, 128 171
San Sadumí d'Anoia, 128 Torroella, 128
Sardañola, 74 Turin. 27, 29
Sevllla, 116, 129, 170, 181, 184, 185, 192,
193,194,197,199,200,205,212 Urbino. 25
~ Avance del Plan Comarcal de 1972, 116
- Cartuja 93. parque empresarial, 199 Valencia. 212
- Dársena del Guadalquivir, 129, 194, Valladolid, 117, 118, 120, 149. 156
198 - Huerta del Rey. polígono. 69
- Escuela de Arquitectura, 11 - Plan General de 1984, 118, 120
- Exposición Universal de 1992, 129, 184, Venecia. 21. 22. 23, 29. 81, 211
192, 193, 194, 195, 196. 197. 198. ~ Instituto Universitario de Arquitectura de
199 Venecia (lUAV). 19. 20, 30, 37. 38, 128,
- Isla de la Cartuja. 185. 193. 194. 196. 212
198,199,200 Versalles, 44. 45. 211
- Isla M~gica. parque tem~tico, 199 Viena. 53
- Los Berrnejales, 171, 181 Vilalranca del Penedés, 128
- Pino Montano, 170, 171 Vitoria. 169
- Plan Especial de la Cartuja, 198. 199
Plan General de 1963, 116 lurich, 42

) , [
>
índice de ilustraciones

1. Portada de la revista Casabella, dirigida por E. N. Rogers entre 1953 y 1964.. 17


2. Torre Velasca. Milán (1958). B8PR................................................ 18
3. Análisis morfo-tipológico del barrio de San Banolomio. Venecia (1959).
S. MuralGti.. . ............... .......................•••...... 22
4. Proyecto para el barrio CEP CIlIaS Barene de $. GiuliarlO. MeSlre (1959).
lo Quaronl................ ...................................................... 24
5. Esquemas de G. De Carlo para el Plan Imermunicipal de Mil;!n (1961-63).. 2S
6. Plarl Inlermunicipal de Milán. Modelo "en turbina " (1963)... 26
7. Proyecto p;lra el Centro Direccional, Turlo (1962). A. Rossi, G. PoIesello
yLMeda..................................................................................................... 27
8. Dibujo de e. Aymonino pam su libro Origini e sviluppo de I.:J cilla modemiJ
(1965)... ..................................... 32
9. l evantamienlo lipológico del centro histórico de Split (1966) .......................... 34
10. Tmnslorrnaciones en el tejido edificado del borgo Santa Croce. Padua (1970).
G. Fabbri: a) 1842: b) 1942 .......................................................... 36
11. La eilla analol? (1975). A. Rossi. E. Consolascio. B. Reichlin y F. Reinhart 39
12. ComposiciÓfl de A. Canta/om. La cilla anafoga. expueSla en la "iN Trienal
de Mil¡ln (1973) .......... 43
13. Transformaciones del parcelario en una manzana de Versalles (1979). J. Castex.
P. Céleste y I'tl. Panemi: al 1670-75: b) 1685: el 1813: d) 1975...... 46
14. Portada del libro de J..e. Croilé. J.-P. Frey Y P. Pinon. Recherchc sur la lypoIogie
el les lipes archileclUf<JUx (1991). 49
15. Análisis de los lcjidos urbanos dellirea de la plaza de la ReurliÓfl, París (1980).
A. BoMe. P. Micheloni y P. Pinon. ...... ................................................................ 49
16. Propuesta para la Ofdenaciórl delarea de via Farini. Milán (1960).
A. Rossi. G. Polesello y F. Tentori ....•.•.•••.•.... ..................................................... 53
17. Proyecto urbano pam el área de Fontivegge·Bellocchio. Perusa (1982).
A. Rossi. G. Braghk:ri y M. Scheurer ...........•.•.•... ....................................................... 55
18. Proyecto urWno pam el área de Fiem·Catefl3. Mantua (1982).
A. Rossi y G. Bmghieri... ............................................ 55
19. Portada del libro de B. Secchi. Un progclto per /"urbanislica (1987) ....................... 58
20. 8:Jnlieues 89: proyecto urbano pam Blanc Mesnil, París (1989). Amaoo.
Guérithaull, le Merdy y Rousicr....... .................................................. 61
21. !'jan de Urgencia Social: polígono de San Martín. Barcelona (1958).. 65
22. Poblado de absorción en FucflCarrnl. Madrid (1959). J. lo Romany............ 67
23. IV Exposición del Grup R. Galenas layetanas, Barcelona (1958) ..................... 67

] 'J,] [
p

24. Folleto del curso "Economía y Urbanismo", organizado en B.arcel0fl3


por el Grup R (1958).. 68
25. Plan Parcial del poligono "Huerta del Rey", Valladolid (1961), J. A. C()fT;¡les
y R. V. Molezún.. 69
26. Proyecto premiado en el COIlCurw par;¡ el plancamienlO del Valle de Asli<!.
Bilbao (1961). Soldellilla. Rodríguez y Gareia Lanza ........... ".............. 69
27. Primer proyecto para el poligono de Montbau. Barcelona (1957). G. Giráldez.
P. lOpez y X. Subías ........................... 71
28. Bloque residencial en el poligOflO de Mombau. Barcelona...................... 71
29. Barrio jlJ<ln XXIII, MocIrid (1963). E. Mangada. C. Ferrán y J. lo Romany. 72
30. . Plan Parcial para el poIigono de Canaletas. Sardaoola (1966). J. A. Alonso,
F. Ter.ln y M, Galliria... ............................................. ,. ."",.............. 73
31. Ampliación del oonio de la Concepción. Madrid (1959) ................... 74
32. Barrio del Gran San Bias. Madrid (1958). ............................................ 75
33. Plan Parcial de la Ribera. Barcelona (1964). A. Bonet .............................. 77
34. "Contrap~n' de la Ribera, Ban;elona (1971). LUB ..........................•.. 77
35. Pabellón espailol en la IX Trienal de Milán (1951). J. A. Coden;h ........................ 80
36. Esql.lema Di~lor para el Área Metropolitana de Barcelon<J (1966).. 84
37. Proceso tipológico de los barrios de "toreas ' de Barcelona (1974). 1. Busquets... 91
38. Desarrollo de la "corea " en lote estrecho (1974). J. Busquets ..................... 91
39. EVQlución de la ordenanza del Ensanche de Barcelona (1987). J. Busquets
y J. L. Gómez Drdól\ez.. ............................... .............................................................. 92
40. las formas de crecimiento urbano (1971). LUB ........................................................ 93
41 . La forma deltenitorio cataljn: el Baix Emp<>fda (1977). LUB... ........................ 99
42. Proceso de desarrollo urbano previsto por la Ley del Suelo de 1956.
Diagramas explicativos de F. Tenln: a) previsión de la ley: b) desarrollo real 103
43. Aplicación de los diagramas de la ilustración anterior al caso de Málaga.. 103
44. Plan General Metropolitano de Barcelona (1976) ...................................................... 107
45. Avance de Esquema Director del Área Metropolitana de Madrid (1972):
encuadre r e g i o n a l . ' 112
46. Folletos publicitarios de los PAI de Madrid (1978).. 113
47. Plan General de Ordenación Urbana de Salamanca (1984).. 117
48. Plan General de Ordenación Urbana de Valladolid (1984).. 119
49. Plan General de Ordenación Urbana de Málaga (1983)..... 121
SO. Plan General de Ordenación Urbana de Tarrngona (1984).. 123
51. Plan General de Ordenación Urbana de Madrid (1985).. 126
52. Avance del Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla (1985).. 130
53. Portadas de diverws numeros de la revista catalana 2C Construcción
de la Ciudad.............................. ................... ...................... 133
54. Reordenación del barrio del Raval. Barcelona (1980). O. Tusquets y L Clotet:
a) planta de la propuesta: b) y e) perspectivas de los espacios públicos
resullameS . ................................... ............................................................... 136
SS. Plam de Gracia. Barcelona (1981). J. Bach Y G. Mora....................... 138
56. MolI de la Fusta. Barcelona (1981). M. SoIa·Morales .........•.......... 138
57. Propuesta de ordenación de la carretera de las Aguas, Barcelona (1982).
E. Oonato........ ............................................... ........................... 139
58. Croquis del Avance del Plan General de Madrid (1982) .................. ......................... 140
59. 50 ideas par,} Madrid, reordenaeióo de San Fermln (1982). A. Hern3ndez
y L. Fcrnández Gómez ........................ ........................................................ 142
60. 50 ideas paro Madrid: rcmodetaeión de la avenida de Pamplona (1982).
J. J. Aracil............ ...................................... ..................................................... 142
61 . 50 ideas pat7J Madrid: parque lineal del Manzanares (1982). J. M'. Ezquiaga
y S. de la Mala......... ................................... ......................... 143
62. Plan Especial para el centro históriCQ de 8olonia (1969): an~lisis tipológico .... 155
63. Manzana restaurada del centro histórico de Bolonia ................................................ 1 SS
64. Plan Especial para el ceotro histórico de Pésaro (1972) ....................... 157

] 250 [
65. Rehabilitación de la manzana de CascOITo. Madrid (1981). M. Bayón,
JLManínyF.PoI ............................... . 158
66. Rcurbanización de la Puena del Sol, Madrid (1981). A. Riviere.J. Onega
y A. Capitel .............................................. 160
67. Propuesta para el COflCursO de San Franciso el Grarnle. Madrid (1982).
J. Navarro Billdeweg. ................................................. 161
68. Remodela¡;jón del entorno de la estación de Atocha. Madrid (1982). R. Moneo ... 161
69. Planeamiento especial para la CMat Vella de Barcelona .. 161
70. Oelliceo al Seminario. Barcelona (1980). O. Tusquets y L dote!.. 161
71. MolI de la Fusta (1981). M. Solá·Morales .............................. .. 163
72. Plan Especial p;lra el centro históriCo de Gijón (1987) .. 165
73. Actuación en el oorTiO del Canyere!. ltrida (1985). R. Amador y L Doménech ... 167
74. 111 SIAC: propuesta para el ~rea de Poble NOlJ, Barcelona (1980). Y. Bonet
yA. Diaz ......................................................................................................... 169
75. Propuestas para el concurso del ACTUR de lawa, Vitoria (1977):
a) F. Femández long.oria: b) C. Femln y E. Mangada .............................................. 169
76. Plan Parcial de Pino Montano. Sevilla (1979), A. Ortiz y A. Cruz ........................... t70
77. Plan Parcial de la zona de Gallecs. Mollet del Va llés (1982) .. 172
78 Ordenación propuesta para el sector de Tea1inos en el Avance
del Plan General de Málaga (1983) ..................................................... 172
79. Oper.x:iones estructurales del Plan General de Madrid (1985)........ . 173
80. Plan Especial de Reforma Interior de Palomeras Bajas. Madrid (1988).
A, V~zquez de Castro ...................................................................................... 177
81. Programa de Actuación Urbanística de Valdebemardo. Madrid (1989),
J. M'. Ezquiaga.. .............................................................................. 178
82. Planes parciales al este de San Bias. Madrid (1991). L Alemany. R. Alemany
y M. Salinas................ .. 179
83 Ordenación de los terrenos del ~rea riberefla del Urumea.
San Seoosti~n (1986). A. Manin Ramos .................................... .. 180
84. Plan Parcial de Fontii'ias, Santiago de Compostela (1987). M. Paredes .. 180
85 Plan Parcial de los Bermejales. Sevilla (1989). J. C. Bilbiano. P. Bermúdez.
J. Grondona y C. lópez Canto.. ..................................................... 181
86. Tres manzanas en la Villa Olimpica. Barcelona (1989). c. Feffilter .................... 182
87. Ordenación del oorTiO de Garbinet None. Alicante (1992). J. Seguí y R. Enge!..... 183
88. Áreas de nueva centralidad. Barcelona (1986) ........................................................ t86
89. NlIdo de la Trinidad. Barcelona ..................... .......................................................... t 86
90. Plaza de las Glorias. Barcelona ................................................................................ 186
91. las cuatro ~reas olímpicas de Barcelona .................. 188
92. Anillo olimpico de Montjuic. Barcelona (1983). F. Correa y A. MilL 188
93. Area olimpica de la Vall d·Hebrón. Barcelona (1984). E. Bru...... 190
94. la VIII~ Olimpica de Poble NOlJ. Barcelona (1987). J. Martorell, O. Bohigas.
D. Mackay y A. Puigdomtnech......... ............................. 190
95. El Pon Vell. Barcelona ......................... 193
96. Los lerreoos de la Cartuja antes de su urbanización para la EXPO'92 de Sevilla .. 194
97. la EXPO'92 en el Av;¡nce del Plan General de Sevilla (1985) ............................... 195
98. Propueslas del coocurso de ideas para la ordenación de los terrenos
de la EXPO'92 de Sevilla (1986): al A. Siza: b) R. Moneo 196
99. Vista general de la Exposición Universal. Sevilla (1992) .. 197
100. Plan Especial de la Canuja, Sevilla (1992) ........................................ .. 200
p

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