Sevilla. 2006
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K (1~ R A
la Colección Kora es fruto del Convenio suscrito entre la Uoiversidad de Sevilla Yla Consejeria
de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucia. nene como finalidad la publicación de
aquellos trabajos de inlerés científico relacionados con materias que entran dentro de las com-
petencias administrativas de la citada Consejería, tales como Uroanismo, VMenda, Arquitectura,
Ordenación del Territolio, Transportes. Cartografia, Obras Públicas y Sistema Portuario.
El proyecto urbano
en España
D D DD D DD
Génesis y desarrollo
de un urbanismo de los arquitectos
Universidad de Sevilla
Consejería de Obras Públicas y Transportes
Colección: Kora
Numero: 17
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Una vida no cabe en la memoria.
l.,}
¿Habrá un debe y haber
Que resuma el valor de la existencia,
Es posible un numérico balance?
Jorge Guillen
índice
oo Introducción ................................................................................ 11
disciplinar..................................................................................... 101
La situación del planeamiento: un nuevo marco legislativo y político ........ 102
Los planes generales de la década de los 80 ............................................. 114
El debate plan·proyecto en España: Madrid versus Barcelona ...... 132
DD Bibliografla................................................................................... 223
la idea de escribir este libro me la dio An tonio Fon!. Durante el aClO de lectura
de mi tesis doctoral, manifestó que en ella echaba en faha una mayor atención a
la situación española y. más concretamente, a la incidencia que el morlologismo
habia tenido en nuestra cultura urbanística. Aunque entonces le respondí - y lo hice
sinceramenle- que aquella ausencia se debía a que, en mi opinión. era una historia
suficientemente conocida. pasado el tiempo caf en la cuenta de que, a diferencia
de lo que sucede con el desarrollo de la corriente homóloga en Italia o en Francia,
no exisUa ninguna exposición de conjunto que permitiera seguir la trayectoria de
la cultura del proyecto urbano en España. Por eso. cuando José León me invitó a
impartir con él, en la Escuela de Arquitectura de Sevilla, un curso de doctorado sobre
el proyecto urbano, me propuse recoger los materiales que pudieran servir de base
para intentar una aproximación sintética al devenir histórico del morfologismo en el
contexto español. Las clases de ese curso han sido, pues, el laboratorio que me ha
permitido construir el hilo argumental que recorre el presente estudio, el cual está
en deuda con las innumerables preguntas, observaciones y precisiones planteadas
por cuantos han participado en ese programa de doctorado en los últimos años,
El presente libro quiere ser, por tanto, una primera contribución al conocimiento
de un controvertido episodio de la historia reciente de nuestra cultura urbanlstica;
un episodio que se desarrolló básicamente en el transcurso de los ai'los 70 y 80 de!
pasado siglo y que estuvo marcado por un conjunto de ideas, cuyo ¡Ier conceptual
'1 operativo se pretende clarificar en las pjginas que siguen. Como ha sido habitual
en la evolución del urbanismo en nuestro país, se trata de un momento de particular
sintonía con el paradigma entonces dominante en la cultura urbanística europea, pero
que en el caso espai'lol presenta perfiles propios gracias a la elaboración de esas
ideas llevada a cabo por un destacado conjunto de urbanistas catalanes, encabezados
por Manuel de Sola-Morales, a quien como creador del laboratorio de Urbanismo de
Barcelona sin duda corresponde un lugar de primer orden. De ahí naceria el llamado
"urbanismo urbano", que puede ser considerado como la aportación española a la
consolidación de una tradición de investigación disciplinar con profundas raices en
la urbanística continental. 'la evidenciadas en algunas investigaciones aún cercanas
a nosotros en el tiempo.
Soy consciente de que las cuestiones afrontadas en este trabajo han sido objeto
de continuas '1 encendidas disputas por parte de varias generaciones de urbanistas
1"[
espartales, y yo mismo no imagino hablar desde ninguna parte. EllectOl" tiene, pues,
derecho a saber quién se dirige a él y cuál es mi punto de vista. Ciertamente, como
arquitecto, urbanista de formación y universitario de oficio, soy parte interesada en
aquello de lo que hablo, aunque los hechos aqur relatados no los haya vivido en
primera persona; todo ello explica seguramente ciertos acentos y ciertos silencios,
que notarán de manera particular quienes, siendo arquitectos, pertenezcan a una
generación diferente de la mra o quienes se acerquen a los problemas urbanisticos
con oira angulación, como geógrafos, sociólogos, economistas, historiadores, etc.
y es que. a pesar de la pretensión de imparcialidad que impone la ética común
a todo investigador, no puedo soi'lar coo haberme desprendido por completo de
los vinculos que personalmente me ligan a un modo de entender esa disciplina de
estatuto incierto que es el urbanismo. He intentado, eso si, no omitir en cada caso
las referencias bibliogrMicas que posibiliten a cuantos se decidan a leer el libro tener
a su disposición cauces para confrontar su propia versión de los acontecimientos,
pudiendo asi discutir la que aqui presento. Al mismo tiempo, pienso haberme es·
forzado por recoger aquellos sucesos que me han parecido imprescindibles para
cootextualizar la historia a cuyo esclarecimiento pretendo contribuir con las páginas
que siguen; los lectores dirán en qué medida lo haya logrado.
El capitulo siguiente pretende mostrar los caminos a través de los cuales llegaron
a España unas ideas - las del morfologismo- puestas en circulación por la cultura
italiana. El seguimiento de los contactos que los arquitectos catalanes establecieron
con sus colegas italianos, desde la posguerra en adelante, sirve de telón de fcodo
para poner de relieve cómo se gestó entre nosotros aquella apuesta por un 'ur-
banismo para arquitectos", planteada a finales de tos años 60 en el entorno de la
Escuela de Arquitectura de Barcelona, que en la década de los 80 se convertirla en
un ' urbanismo de los arquitectos". Por otro lado, la crltica a los modos de entender y
practicar la intervención en la ciudad durante los años del desarrollismo, que estuvo
en la base de las distintas propuestas alternativas alumbradas entonces, conocerla
luego desarrollos diferentes por la diversa formación de sus protagonistas y acabaña
produciendo una fractura entre dos polos de debate muy daramente diferenciados,
que cabe considerar representados por Madrid y Barcelona. Señalar ese doble filón
en la incipiente cultura urbanística española es importante para explicar el origen
de alguoos de los enfrentamientos de las décadas sucesivas, que sólo en parte se
limitaron a repetir los argumentos acui'lados más allá de nuestras fronteras, pues
estuvieron ligados a la particular evolución del urbanismo de nuestras ciudade~ .
] "[
Los años finales del franquismo y la denominada "transición " iban a conocer el
paso de un urbanismo remedial a un enfoque netamente moriologista, cuya explici-
tación en los años 80 constituye el núcleo del tercer capítulo del libro. Los primeros
ayuntamientos democráticos convellirían las cuestiones urbanísticas en bandera de una
nueva política municipal, que acabaría materializándose en una generación de planes
generales de ordenación urbana especialmente atentos a las cuestiones relativas a la
' Iorma" de la ciudad. La voluntad de emprender cambios significativos en relación
con las actuaciones del periodo anterior seria la ocasión para que, sintonizando con
cuanto sucedía en aquellos años luera de nuestro país, se generalizara alfa modo de
enlocar el planeamiento urbano, que en gran medida se nutría de las ideas puestas en
circulación por los catalanes desde el Laboratorio de Urbanismo y que ellos mismos
se habían preocupado de aplicar en toda una serie de planes generales para ciudades
catalanas de tamaño mediano, redactados en aquellos años. Seria precisamente en
ese contexto donde tomara cuerpo el 'proyecto urbano" como intento de superar la
agria disputa entre los partidarios del plan urbanístico y los que pensaban que todo
se podía resolver con proyectos de arquitectura; a exponer las grandes líneas de esa
disputa, que en realidad no pasó de ser un interesado y desagradable malentendido,
se dedica la última parte del capitulo.
Finalmente, con un enloque más temático que cronológico. el capítulo cuarto pasa
revista a algunas de las realizaciones en que se concretó - unas veces en forma de
planes. otras en forma de proyectos- la cultura del moriologismo en nuestro país,
Aun cuando algunos hayan querido reducir el ·proyecto urbano· a una cuestión de
escala, a mi entender la principal cualidad de ese instrumento se debe cifrar más en
su carácter estratégico - y, por tanto, multiplicador de su efecto sobre el conjunto
de la ciudad- que en su capacidad para resolver en un plazo razonable la ejecu-
ción de una modificación significativa de fragmentos urbanos dispersos. Entre los
múhiples ejemplos de esas realizaciones, que fueron numerosas en todo el país. he
seleccionado algunas que se refieren básicamente a los tres ámbitos temáticos que
se suelen considerar más significativos: la intervención en los centros históricos, la
construcción de piezas de nueva ciudad y las transformaciones vinculadas a grandes
eventos. A través de ellas espero que se pueda apreciar, con sus luces y sus som-
bras. el notable impulso que. desde el punto de vista de su transformación urbana,
las ciudades españolas experimentaron en la década de los 80. La relevancia social,
política y cultural de todos esos cambios no puede ser explicada al margen de aquel
conjunto de -principios teóricos y criterios técnicos traducidos y reelaborados. en
gran medida, desde dentro de nuestra realidad y a partir de una visión relativamente
critica de los instrumentos urbanísticos y las insUtuciones en que se fundamentaban. :
he aquí, en palabras de Luis Felipe Alonso Teixidor, un certero resumen de lo que
probablemente sea la principal aportación del moriologismo a la cultura urbanística
española. aquello que en último término permite hablar de una ' cultura del proyecto
urbano' en España,
] 13 [
que ésa sea la única vía de avance, pero tampoco me cuento entre quienes piensan
que con la emergencia de esa "nueva terrilOfialidad" haya dejado de tener interés un
urbanismo de corte proyectual. pues al fin y al cabo corresponde a los arquitectos
trabajar con la componente espacial de la dudad y el territorio, y hacer propuestas
(sostenibles) para su construcción,
Amigos competentes, que han aceptado leer las diferentes versiones del manus-
crito de esta obra, me han evitado numerosos errores, han reparado determinadas
omisiones y me han ayudado a aclarar rms de un punto que yo habla tratado de
manera demasiado alusiva. A todos les estoy profundamente agradecido por su gene-
rosa colaboración. Ni que decir tiene que ellos no son responsables de los defectos
de este libro, puesto que el autor no siempre aceptó los consejos y sugerencias que
se le daban. Quiero manifestar también una gratitud particular a mis compañeros del
Departamento de Urnanlstica y Ordenación del Territorio de la Universidad de Sevilla,
cuyo trabajo y amistad son para mi un constante estímulo; sin ellos dificilmente
habria llegado a culminar este estudio que ahora les dedico, Un interés especial
tengo en dar las gracias a quienes han sido mis alumnos de doctorado en estos
años, por la inmerecida y calurosa acogida que han venido prestando a mis clases;
si por casualidad hojean estas paginas. sepan que he elaborado la mayoria de las
ideas aqul expuestas ante ellos, con ellos y para ellos.
) ,. [
OTRO MOOO DE CONCEBIR EL URBANISMO
1
Hoy ya no resulta difícil admitir que en la década de los 60 del siglo pasado
se hilO patente la crisis de los fundamentos de toda una cultura. la denominada
·cultura moderna". Ciertamente, esa crisis no sobrevino de la noche a la maflana,
pero los événements de mayo de 1968 la sacaron a la luz de un modo que en
aquellos momentos pudo resultar sorpresivo para algunos. Sin embargo, lo que
esos sucesos manifestaban era un profundo malestar en la cultura, un malestar
que se habla venido larvando desde varias décadas antes. Es más, como ya había
sido sena lado por dos ilustres representantes de la Escuela de francfon al acabar
la 11 Guerra Mundial', en la raiz de cuanto sucedió entonces se encontraban las
contradicciones de una cultura que distaba de ser tan firme, segura y progresiva
como había parecido a sus más fervientes partidarios.
, Cfr. Ih. W. ADORNO & M. HORKHEIMER. DWtXlic;¡ de /;¡ Iluslr.K:iOO (1947). M.xIód 1994 .
] [
Pevsner, Richards y Giedion consagraron a nivel internacional el que habría de
convertirse en el grand rédt de una modernidad arquitectónico·urbanística que,
desde una neta visión teleológica, venía a mostrar el racionalismo de cuño funcio·
nalista como despliegue necesario del Zeitgeisfl. Como ha indicado Gravagnuolo.
-este esquema interpretativo, vagamente 'vasariano', será de nuevo propuesto
en diversas ocasiones, aunque con alguna variación temática, por las historias
del 'movimiento moderno' hasta convertirse en un lugar común»3.
Clr, N. PEYSNER. Pioneros del disclfo moderno de WiHi3m Motris ¡¡ Waller Gropius (1936). Buenos
Aires ' 1963,). M. RI CHARDS. Introdvcción ¡¡ J¡¡ arquitectura moderna (1940). Buenos Alres 19S9,
S. GIEDION. Espacio. tiempo y ¡¡rqviteclura (19~ O. Madrld 1982.
B. GRAVAG NUOlO. Hislori¡¡ del urlwlismo en Europa. 1750·1960 (1991). Madrid 1998. pp. 378·
379.
He aqullas p<llabras !lel maestro francés en el discurso p«)Jlunciado en AteJ03S anle los parlicip<lntes
del IV CIAM: -Nuestros Congresos, en un arraoque Juvenil y gr;¡cias a la aportación de persooas
voluntariosils, marchan a tr.ms de la arqui tectura y el urbanismo hacia una solución equilibr3d3
de la nueva civilización maquinista. 1... ] ¡Qué estupenda <JVentura a correr en todos los paises del
mundo! Mis queridos compai'ieros del Congreso. ¡corramos hacia la aventura. la hermos.a aventura!
Arquitectura y urbanismo. (t E CORBUSIER, -Aria, suono.luce. (1933). en PJrame/ro. n" S2 (1976).
p.38).
Cfr. E. N. ROGERS. J. lo SERT &J. THYRWITT (eds.), The HeJfl of lhe G/y. Tow:vds the Humanill1'
lion of /Jrt¡¡¡¡¡ Lire. Londres 1952.
] lG [
Par/3da de fa revista Ca·
sabella. dmgidiJ por E. N
Rogcrs en/re /95J y 196J.
Sobre la pcrson<llidiKI de Rogcrs y el sigllirtcaOO de su Hgur;¡. cfr. E. tÓPEZ REUS. Emes/a Ragers
y la arquit,'Ctur.J de la OOU1inuitll, Pamplooa 2002.
] 17 [
fQffC 'k/J~ca. Mi/Jn (1958).
OOP/?
E. N. ROGERS. · Con1inuita o crisi? (1957). en 1D.• Espcricma cJe/lilrchilellUf<J. Turin 1958. p. 207;
ese lelrto constiluía el editorial del nO215 de la reVista Ci/!iiJbcIla.
Clr. R. SAN HAM . •Neoliberty. La retirada ilaliana del Movimiento Moderno- (1959) YE. N. ROGERS .
· La evolución de la arquil!Xtulll. Respuesta al guardi;ln de los IrigorilK:os- (1959). ambos efI P.
Hf REU. J. M. MONTANER & J. OLIVERAS (eds.). Tex/os de arquileclUf<J de la modernkJad. Madrid
199~ , pp. 310· 3 t ~ y 315·320, respe<::tivamente.
C. D"AMATO. -La 'riti'"3ta italiana· dal MovimenlO Moderno: memoria. Sloria e queslionl di Slile
nell·esperienza del neolibeny·, en Con/ros/mio, ~ 4·5 (1977). p. SO.
] 18 [
a propósito de la presentación de su proyecto de la Torre Velasca en Milán. Y
poco después de la publicación del mencionado artIculo de Banham, veia la
luz un escrito de Nikolaus Pevsner en el que afirmaba sin medias tintas: «El
principal objetivo de este ensayo es llamar la atención hacia lo que considero
como un fenómeno reciente y alarmante. Es lo que sólo podría denominarse
un retorno al historicismo.'o.
10 N. PEVSN ~ R. -El retomo del hisloricismo. (1961). en ID .. ESludios:robre arte. arquitcctUIIJ ydiscflo.
Barcelooa 1983. p. 397.
elr. G. c. ARCAN. WalliY Gropius y la BauhJus (1951). Ban::elona 1983.
" M. TAFU RI. ft:OffJs e historiJ de /;J arquilecllJr.1 {1968l. Madrid 1997. p. 10. No tardaria Manien
EIia en poder afirmar _que. en realidad. el Movimiento Moderno no exisle: se trala de un feoómeoo
linic3rr.enle constatabk: en la hisIOlÍogr.!fia. (M. MANIERI EllA. WiHiam Muros y IJ kJroIogÍi1 de la
arquitectura modefTIJ (1976). BarcclO(l;l 1977. p. 7).
" De hecho. ése ha sido el enfoque dominante en las hislorias de la arquHec1urll public3d3s en los
a/\os 70, K. fRAMPTON. HistoriJ cnlic3 de la iJrquitectUIIJ modcm3 (1973), Barcelona 1981: Ch.
jENCKS. Movimicnlos mcdemos en iJfquilectura (1973). Madrid 1983, R. DE FUSCO, HistoriJ
de la arquilecrura cofllemprx;1neiJ {1974l. Madrid 1981 , M. TAFU RI & F. DAl CO. Arquilectura
conltml{>nflincJ {1976l. Madrid 1978.
] "[
en aquellos momentos la de luigi Piccinato o Giovanni Astengo, también ellos
a su vez profesores del IUAV" .
" Sobre MuralOfi. dr. G. PI GAf m A. Savcrio MU{;Jloo archilello. reoriiJ e fX08elli. Venecia 1990:
par.! los demás - SarnonlJ. PiecioalO. Aslengo- . ck P. 01 BIAGI & P. GABEltlNI (a b.). lJrtNJtJisli
iliJliani. Roma-8i1fi 1992. pp. 153·254. 21·95 Y 395-467. respeclivamenle.
o, El libro COflOCió lres ediciones (1 959. 1967. 1971) en las que su ;lUlor fue inlroduciendo divt:~
variaciones y ampliociooes.
" Ha sido sel'talado como -uno de los más importanles eserilos teóricos publicados enlre los aoos
50 y 60. (B. SECCHI. /1 fXCOItlO urbanislico. TLlfin 1984. p. 74): d libro .anticipaba muchos
de los problemas con los que nos hemos lenido que eJlfrentar CJl los dos decenios siguientes·
(P. CECCARELU • • t:impeg/"lO oella didatlica· . CJl /JIOOnislic3/nfOlm.Jlioni. nO72 (1983). p. 71).
g te IN FUSSI, -Giuseppe Samon~. Una wltlll<l per conciliare lradizionc e iJlJlOllazioneo. eJl P. DI BIAGI
& P. GABElll NI (eds.), op. d I., pp. 173· t14.
] 20 [
cosas relativas a la nueva implantación urbana no se explican solamente con la
extensión de los medios de producción~l l.
" G. SA MONA. L'utbJnislic;¡ C /,{J\'VCnire de/la cilla (1959). Rorna·Bari ' 1971. p. 21 .
" MIJf310Ó eJltender.l el tipo como slmesis a prioli. como producto de UfliI conciencia UJlilarÍ3 y
siJllética. como imuición idc31 colccw..: se 5ilOO, pues. CJllas antipodas del concepto del tipo como
esquema dedllddo 3 pos/t':riori de una serie de ejemplos. SObre el concepto de tipo en MuralOÓ.
dr. G. ptGAFmA. op. dI.. pp.97·1()7.
" S. MUAATORI. -"ila e sloóa dellc citt~·. en R;¡sscgn;¡ Crilic<J di Nr/!iIC{lur.J. nO 11 · 12 (1950).
p.8.
,. S. MUAATORt. SIl/di pcr una opcrof1le sloria urlJ;ma di Ib'lero (1959), Roma 1960. p. 5.
] " [
~ morfo-upo/I)gjro dd
b-Nno de s.m Bmo/OfmO.
Lt:Y>co.J (1959) S. Mur.Hon.
" Para una visión de conjunto de la siluac1óo del urbanismo iliJ1iaoo ef1 esos 3I'Ios se puede coo$Ultar
G. CAMPOS VENUTI 8< F OLIVA (eds.), CÍfICIJL"ftIililflos de uroJnisriaJ en lIi1Ü.J. 1942· 1992(1993).
Madrid 1994.
1" [
a menudo como puntos de partida del que puede ser considerado como tema
por antonomasia de aquel momento: la "nueva dimensión" del problema urbano.
A finales de los años 50, Quaroni contaba ya con una dilatada trayectoria en
materia urbanística1l • Toda su investigación en este campo había estado centrada
en la definición de una forma para la "ciudad física "; se trata además, como
ha subrayado Tafuri, de una investigación marcada por el experimentalismo1' .
En la primera mitad de la década participará activamente en el debate sobre la
idea del barrio, trasladando al proyecto de la ciudad moderna las reflexiones
que había madurado sobre la ciudad histórica en la inmediata posguerra; en ese
contexto cabe inscribir, por ejemplo, sus proyectos para el bamo TIburtino en
Roma y el borgo La Martella en Matera, ambos de comienzos de los 50. Pero
paulatinamente se iría produciendo un cambio en la trayectoria de Quaroni,
que consistió, para expresarlo brevemente, en pasar del "bamo" a la "ciudad",
a la metrópoli: «Hasta entonces - pudo decir luego refiriéndose a aquellas ex-
periencias- se había trabajado sobre la idea del barrio y del edificio, pero no
había ninguna idea sobre cómo debiera ser la ciudad~15. y ese cambio se hizo
perceptible de un modo neto en el proyecto para las Barene di San Giuliano
en Mestre, de 1959. La propuesta del grupo de Quaroni tuvo casi el carácter
de un manifiesto, pues tradujo en una imagen muchas ideas sobre la "nueva
dimensión" que. en un nivel teórico todavia muy difuso, comenzaban a circular
entonces en los ambientes urbanísticos italianos.
" Miembro eleclivo del lNU desde 1941. QuMoni habia oblenido en 195513 t<lledra de Urbaoismo eo
la Escuela de Arquiteclur.I de f loreocia. Par.! Ufl3 valOOlCión del trabajo de Quaroni romo uro..oista.
cfr. A DI MEO BO NOLlO. ollJdovico Quaroni. Ufl3 fr.!mrncot3lione del sapere per progeu3re la
ciua flsica •• eo P. DI BIAGI & P. GABElll NI (cds.). op. cH.. pp. 255-331 .
" Cfr. M. TAfURI. Ludoviro Qwronic /o sviluppo dcH"archilcllUf¡J mcckma in I/alia. Milán 1964. p. 11 .
lO L QUARONI .• StOfÍa segrela dc llc imagini •• eo ConlfOSpilzio. 0· 1-2 (1983). pp. 51·52.
lO lbid.. p. 54.
" A. TERRANOVA . •la dialenica del progeuo". en M. MONTUORI (ed.l. lezioni di progcllalionc.
Milán 1988. p. 200.•EsIOS dos proyeclos -ha eserilo el mismo TefT1J<1OV3 en OlfO Iugar-. herma·
nados por su contraposICión radical a las réplicas )'iI agotadas 3 13 melodo1ogfa racionalisla y 3 la
urbanística OOrocr.llica. lient:n Ufl3 r.!II común en sus conocimienlos de la ciudad histórica y en
la conciencta de su crisis cootcmpof'áoea" tA. TERRANOVA. · 11 discgr.o della d!l~", en 10. (cd.).
LudoYico Qwroni_ AIl:hi/Cllure per cinqwnliJnni. Ron13 1985. p_ 171).
] [
PrP)'<"I--/O p.n d bJmo CfP arquitectónico en la construcción de la ciudad-II , y ello mediante el proyecto
t:n /as ~ de S. GibJo.
M,:M'C (/'}59). L ~.
de una parte completa de la ciudad, la cual. no obstante su carácter de pieza
terminada -de "ciudad nuclear" diña Quaroni- . no renuncia a la pretensión de
modificar las relaciones generales en un territorio mucho más amplio.
Los debates desarrollados ese mismo 31'10 en el VII Congreso Nacional del INU.
celebrado en Lecce a mediados de noviembre. partían de argumentos abiertos
en el anterior Congreso de Lucca, que había tenido lugar en 1957. En la mesa
redonda del Congreso de Lecce, moderada por Quaroni con la participación de
G. De Cario. P. Moroni y E. Vittoria, se constató que -para cualquiera es hoy
evidente el cambio de escala operado en nuestra vida y en la escena urbana. El
progreso tecnológico y social ha roto de hecho los Ifmites cerrados del mundo
en que viviamos: ya no existen limites definidos ni definibles entre una clase y
otra. como no existen entre el interior y el exterior de una casa. entre un edificio
y otro. entre ciudad y campo. La mecanización ha hecho posible la dilatación
.. A.. 01 MEO BONOUO, . ludovioo Quaroni. Una f~aziorlc del sapere per progel1are I:a cil1)
frsic.1 •. ~~ .. p. 270. Unos afIos desputs escribiQ Quaroni que -es necesario Iluir del equivoco de
una divisiOO aniflCiosa. en la cultur.! de las cloOadcs. enlre arQUiltclUld y urt>anisrno- (L QUARONI,
III rcm: de 8.Jbd(1967). BaJcelona 1972. p. 67).
ilimitada de la ciudad moderna, cambiando totalmente la relación del hombre
con la naturaleza»n, Y es que, como apuntana poco después Franco Mancuso en
su balance de las tendencias en acto en la situación italiana del momento, una
vez que se hubo comprendido que la ciudad había de tener un rostro y que el
planea miento urbanístico estaba abocado a convertirse en un proceso continuo
- el llamado pianoprocesso-, . Ia cultura urbanística recuperó el interes perdido
por los aspectos formales de la ciudad y del territorio, y reivindicó a la vez su
autonomía y su papel especifico en los procesos de reorganización territorial _lO,
,. Un resumen de las ideas Oc esa mesa redonda. Oc donde se ha tomado la cita. fue pu~icado en
UrlJ3ni$Iic3, n" 32 (1960), pp. 6-8. A esa mesa redonda se refi rió más larde Qua/Olli para sel'1alar
qoc supuso -un hecho verdaderamente nuevo. porque por primera vez se habló de la ciudad en
léfminos figuraliyos y no Uilicamente en términos sociales o de reglamenlo o de planes genelll les,
etc.. Se comemó a hablar de 'belleza'. (L. QUARONI .• SIOOa segrela !lelle imagln¡•. ciI .. p. 55).
lO F. MANCUSO. • Nouvclles tendances de l'ul"banisme en Italie. , en OorchiltclUfe d'Aujcurd'h/JI;
n" 132 (1967). p. 53.
l' Sobre De Cario uroanista, cfr. M. PERIN, .Giancarlo De Cario. Un progeuo guida per realimre
I'utopia' , en P. DI BIAGI & p, GABELlINI (eds.). op. cil.. pp. 333-39J.
" La experiencia del Plan tntennunk:ipal de Milán puede verse en G. DE CARLa (ed.). IJJpliJtlirlCJ~iorIc
1r:rriloriiJ/c urfuniSlica neII'area mi!.mese, PadU3 1966_
" G_DE CARLa, . Rclazione di sint csi·, en AA W., la nuoV3 dimenskNle de 1.3 cirrb. la cil/j-regionc,
Milán 1962, pp. 186·187.
] 25 [
.-,
P/;Jn Inlml1Uflkl{)Jl dt: MJliJII. seminario celebrado en Nápoles sobre.planeamiento urbanístico. Samon~ había
Moo..>/o -t!fI lutiJNta- (1963).
sostenido que -la ciudad debe considerarse como parte de un entorno más
amplio. que no puede limitarse al término municipal. sino que debe incluir
aquellos territorios y aquellas otras ciudades con los que existan relaciones
bastante vivas. Estos nuevos aspectos que va asumiendo toda la fenomenolo·
gfa urbana plantean de un modo nuevo el problema del tamaño y de la forma
fu tura de la ciudad-l'. De esa misma idea se hacía eco Aldo Rossi. entonces
redactor de la CaS<Jbella de Rogers. en un articulo publicado inmediatamente
después del seminario de Stresa; escribía allí el arquitecto milanés que -en
vinud de las f<1pidas transformaciones de estos últimos años. las principales
ciudades italianas presentan aquella evolución. que ya se ha producido en
otros paises. por la cual el término 'ciudad' ya no es suficiente para definir la
nueva realidad urbana. que se caracteriza por aquel conjunto de interrelaciones
económicas. sociales y espaciales que constituyen el área metropolitana. la cual
se presenta como un nuevo. único mercado de trabajo_J~_ Resulta evidente el
influjo de la cultura anglosajona -americana. en panicular- en la creación de
organismos como el ILSES y en el protagonismo que iban a adquirir en esos
años conceptos tales como "área metropolitana" o "centro direccional"K; en
el contexto italiano esos conceptos tendrían. sin embargo. un tratamiento del
] 'ti [
Proyecto pilr.J el Centro
Direccional. Tur", (1962).
A. flossl. G. Po/csr:llo Y L
"""
'\ -
~.:\
(
" -, iI
r,g. 7
" Un extracto de esas memorias puede encontrarse en cl flo 278 (1%3) de C¡¡sabcll3, donde
apilfcccfl public3dos los proyec tos que se presefl1aron al coocurso par.! el centro direccional de
Turin .
] - [
y económicos que a los de carácter espacial. Ellos, en cambio, -replantean la
centralidad del espacio fisico, pero habiendo absorbido la crítica racionalista. lo
problematizan. La redefinición del concepto de forma. la relación entre la forma
del asentamiento y la estructura económica y social, entre la forma y la historia.
y la especificidad de los lugares y sus relaciones con la memoria. vienen as! a
ocupar una posición clave en los tres programas de investigación precisamente
cuandj) el urbanismo italiano da sus primeros pasos hacia la investigación de
las estructuras ocultas que informan el territorio sin prefigurarlo de manera
determinista. La unidad urbanismo-arquitectura está incluida en estas premisas,
aun reconociendo los tres las necesarias intersecciones con otros campos del
saber: con las ciencias sociales más que con las ciencias de la naturaleza-". Y
es que en este punto $amoni!o Quaroni y De Carlo pueden ser considerados
herederos de una tradición que. dentro del urbanismo italiano, tendría sus re-
presentantes más característicos en Gustavo Giovannoni y Marcello Piacentini.
Una tradición que se hubo de enfrentar a la representada por quienes. en un
intento de conectar el urbanismo italiano con los planteamientos dominantes en
el contexto intemacional, se decantaron por romper esa unidad. subordinando la
arquitectura al urbanismo; entre ellos, Luigi Piccinato y Plinio Marconi. que han
sido considerados como los padres del urbanismo modemo en Italia. seguidos
luego por Astengo y Campos Venuti.
Llegamos así a 1963, otro año jalonado por algunos sucesos que. por su
trascendencia para el posterior desarrollo de los acontecimientos. conviene
rese~ar, aunque sea sucintamente. En primer lugar. habría que referirse al
curso organizado en Areuo por la Fúndación Adriano Olivelli y dirigido por
Quaronil ' . Entre los objetivos del curso se encontraba el de reflexionar sobre
la posibilidad de Of'g3nizar los estudios de urbanismo en una escuela inde-
pendiente de la de arquitectura. La discusión se polarizó enseguida en tomo
el papel que correspondía al político y el que correspondía al técnico en el
trabajo urbanístico: -Este curso -escribió Gregolli poco después- fue la oca-
sión para un debate entre dos grupos: el primero intentaba hacer coincidir
elecciones políticas y elecciones urbanísticas. y el segundo tendía a asignar al
planeamiento funciones científicas con el fin de proponer allemativas óptimas
a disposición de los polilicos_· G• En relación con el urbanista como figura
profesional considerada en si misma y partiendo de la distinción anglosajona
entre IOlVn planner y town designer, se senaló por parte de algunos que el
arquitecto carecía de formación específica para la práctica del planeamiento
urbano y que su contribución al urbanismo debía ser estrictamente proyectual,
proporcionando propuestas formales para la organización del espacio; a este
respecto propon!an crear instrumentos de conocimiento y de intervención que
fueran especificos del arquitecto en el campo del urbanismo. Comenzaba a
explicitarse as! una fractura en el interior de la disciplina urbanística que. como
veremos. desembocana más tarde en el enfrentamiento entre los partidarios
del plan y los del proyecto.
] "[
El debate abierto en el curso de Areno sobre las relaciones entre pla-
neamiento, urbanismo y arquitectura tuvo sin duda un trasfondo polftico:
es más, condujo a abrir heridas que tardanan mucho tiempo en cerrarse,
Sin embargo. las diversas posiciones en el modo de entender las relaciones
entre el urbanismo y la polftica se manifestarian no sólo en un plano que
podriamos denominar ideológico, sino también en el estrictamente disciplinar:
concretamente. la situación lIevana a un sector de los urbanistas asociar el
urbanismo a la arquitectura. mientras otros lo identificaban con el planea·
miento: en ese sentido he empleado el término "fractura ", Asi. por ejemplo,
hablando de la conexión existente entre la arquitectura y el urbanismo, decia
Quaroni: «He unido a propósito las dos palabras. porque quiero siflletizar y
religar mejor el salto que debemos ifllefllar, y del cual venimos hablando,
Urbanismo y no planea miento; este último es cosa difereflle de la arquitec-
tura, es cosa que no es propia de los arquitectos, sino de los programado-
res y de los expertos que tendrán que ayudarles en aspectos diversos~" ,
De hecho, al año siguiente el propio Quaroni abandonaría la docencia del
urbanismo en Florencia y pasana a enseñar composición arquitectónica en
Ramal?
] 29 [
para el posterior desarrollo de los estudios morfo-tipológicos por parte de la
asi llamada Tendenza. la relación clave no sería la de Rossi con Polesello. sino
la mantenida con Cario Aymonino.
.. C. AYMONINO.• lnlel'Vista solla vila·, en C. CONFORTl. Cario lIymooino: /ilrr:hiICllunJ fI(}fI t Uf)
milo. Roma 1980. p. 174. los ~ que testlmonian esa colaboraciOn $00: AA. W..I\$peIl; e
prob/t:mi deIJ lipoIosJ3 MIiÑ, VeneOa 196~: ID.• la form;uione del conce«o d ~ cd6'Ji;J,
Yeneci3 1965: ID.. Rapptxti 113 morfoIogU utbana e lipokJgia edI6M. VeneOa 1966: ID .. U dttJ
di P.Jdova. 5Jggio d amJisi 1Xb.Jna. ~ 1970.
.. 8. GRAVAGNUOlO. op. cit.. p. 433.
] lO [
estos años~·l. Se trataba, pues, de intervenir en un debate de fondo, en el que
se encontraban implicadas cuestiones culturales - o, si se prefiere, de política
cultural- de notable calado, y de hacerlo desde la propia disciplina.
] 3' [
Dibuio de e ~~
su.ibro 0ng¡nI e $\!Iuppo de
la cUt,) mOOCfna / /9651,
fig 8
.. /bid.. p. 19. Y mM itddanle precisaba, ·Con una dislancia de delllO ciocu!::ma anos de expCliellcia.
la rel3ción urbanismo·pohlica !lO puede ser Ir'Ilerpfelada como UIliI rel~ mcc.1IlÍCil y univoc¡¡.
como sosllene Beocvolo (·el urbanismo es uoa pane de la pohlica"l. o como un acl0 de fe. un
·gesIO· V1IIido de una Yel para siempre (·cl factor IUIldamt:Il1al del de~1o de la ciudad es de
orden econ6mico y, por COflSiguienlc. !lO se traca. par.! el LriIanist;¡ o el ;¡rquileclo que quisieta
lflIIlM" sobre su desan"oIo, de rnanc;ar la regla y la escuacn. sirio de OOII'V: a las luerzóJ5 =dalleS
de la revolución proIetaria1- AllIes bien. las experiencias realizadas dcmues1l3rl cómo la liscipIirIa
misma entendidi bajo b pabI:Jra ·1JfbPsmo· tiene necesidad de una ultcnor YetiIiCilción ydcfll1iciórl.
[... 1tos ~luOios sobre la fOlTlla de la d.dad -y. sobre 1000. las rdxionc:s cmre la morfologia
lJ!bar¡a Yla t.ipoIog!a edirlC3tor1a- !lO 50fl alternativas a los esludios ccooómicos o de pIarlificxi6rI
indicativa, pero me parecen los mM peninellles para fundar un ~tOOo de analisis que. poniendo
en relaciórllnoc1uso proccsos diva'$os, pcrmlla unir a las previsioocs 105 I'lcchos urbaoos mismos.
también ba;o el iSpCCl0 arquileclÓflÍ(:o. [...lllI estructllfa Utbana cambia - o debe cambiar- por las
llUeViIS coodicIones políticas. CCOOÓITIiCóJ5 y sociales: pero sólo la arquileclllfa puede rePfCSCfll3r y
lXlI11UOicar de fOffi"la estable tales C3mbi0s. confonnarxlo o Imtaodo su IlOlflIilud y profl.W'ldldad.
(llid. . pp. 91. 9H~ y 112).
] 32 [
Esa autonomía se convertiria, a la vez, en piedra angular de su construcción teórica
y en piedra de escándalo en el contexto italiano e internacional. A mi juicio, las
múltiples incomprensiones del alcance de ese planteamiento por parte de un
importante sector de la critica hay que ponerlas en relación con la complejidad
de los fundamen tos culturales de dicha cuestión, que ya he intentado analizar
en otra ocasión y que raramente, sin embargo, se encuentran explicitados con
claridad en sus propios escritosS'. En cualquier caso, no se ha de entender la
autonomía invocada por estos autores en el sentido de independencia respecto
a las instancias politicas, sociales o económicas. sino únicamente como defensa
de la especificidad de la disciplina. la cual les llevaría a pretender definir una
ciencia urbana construida sobre parámetros arquitectónicos. ~ Podemos estudiar
la ciudad - ha escrito Rossi- desde muchos puntos de vista, pero ésta emerge
de manera autónoma cuando la consideramos como dato último, como cons·
trucción. como arquitectura~;l. Conviene. por eso. insistir en que la autonomía
que se perseguía era la de la disciplina. y no la de la forma urbana. como
algunos han pretendido; Rossi jamás ha sostenido que la fonna sea autónoma
en ningún sentido.
Con esta salvedad. resulta claro que los estudios tipológicos de Muratori
constituyeron el punto de partida para intentar la construcción de una "ciencia
urbana" desde la arquitectura. A este respecto. como procuraré exponer a
continuación. los textos - los de Rossi en particular- no dejan lugar a dudas.
En su introducción a L'archite((ura de la CiUB, el arquitecto milanés afinna sin
" Cfr. v. SAINl GUTI~RREZ •• h oolalla de las ide<ls. ArqUileclUr.I, ciuOad y pensamiento en los
escritos de AkJo Rossi •. en Thttn3fil. n" 19 (1998). pp. 153·186.
" A. ROS51. La ilrquiliXlU171 de /¡¡ ciud7d(1966), Barcelona '"1 999. p. 63.• Pienso que este punto de
\'ista - diee poco antes- o independienlemente de mis COflOCimientos especifICaS, puede coostituir
el tipo de ~n;!lisi~ m:\s global 3(;ert.;) de la ciudad. libid. p. 60) .
., M. SCOLARI . • lJfl contribulo per la fondilliooc di una scicJlZa urbilfl,)·. en Conlrospilzio. JI" 7-8
(1971). p. ~2 .
] 33 [
fI':vJntJmu:nIO IIpO/liglcO ambages que el libro pretende presentar el ~bosquejo de una ciencia urbana
del renrro ms/Mco de SplI/
fundamenlada ~S., El planteamiento responde sin duda al clima del momento, en
(1!166).
un contexto en que abundaban los intentos de convertir el urbanismo en una
disciplina cienlifica (y a ese ambiente de confianza ilimitada en las posibilidades
de la ciencia en relación con la ciudad no fue ajena la cultura arquitectónica
italiana)~\ pero frente a quienes se aproximaban a la ciudad considerándola antes
que nada como hecho socio·económico y, en cuanto tal, como una especie
de organismo natural sujeto a determinadas leyes, los morfologistas italianos
lo harían preferentemente desde la geografía y la arquitectura, partiendo de un
entendimiento de la ciudad como hecho histórico y como realidad espacial. Es
en este sentido en el que el estudio de las relaciones entre la morfología urbana
y la tipología edificatoria se les presentaba como un instrumento apto para llevar
a cabo una aproximación científica - es decir, objetivamente conlrastable- a la
estructura de la ciudad.
] 34 [
-
$colan en su presentación de las investigaciones desarrolladas por el grupo de
Rossi en el Politécnico de Milán a finales de los años 60- que las técnicas del
análisis urbano son las del conocimiento científico y del método experimental,
allí donde se quiere analizar la ciudad como lugar de las formas construidas
y de la experiencia humana. Creemos que el punto central de dicho análisis
reside en la dialéctica que surge entre dos tipos de enfoque analitico: el análisis
fOffllaly el análisis histórico. Esto signiftca sostener que la arquiteclUr3 posee su
propio carácter lógico y que es un hecho racional analizable segun categorías
específicas. es decir, que contiene una perspectiva de lectura ahistórica; y. por
otra parte, sostener que la comprensión más intima de su estructura pasa a
través del reconocimiento de su relación con los complejos problemas de la
realidad histórica, en sus aspectos económicos, sociales, políticos. culturales.
Reconocimiento sobre el que se pueden formular detenninados juicios sintéticos
que tienen su origen en la acumulación ordenada del conocimiento de dicha
realidad histórica ~w. Me parece que este texto puede resultar suficientemente
expresivo del sentido en que los arquitectos de la Tendenza empleaban el
término "ciencia urbana" para referirse a sus estudios de análisis urbano. Al
asumir un enfoque como éste, resultaban netamente pertinentes todas aquellas
operaciones que son caractensticas del "método científico· -observación de
los fenómenos, clasificación, comparación-, con la cOflsiguiente búsqueda de
categorías interpretativas que pennitieran la inserción de los resultados en una
teoría general de los hechos urbanos, facilitando así el avance en el conocimiento
de los mismos. Estas premisas metodológicas están en la base de los ~proble·
mas de descripción y clasificación- a los que Rossi dedica el primer capitulo
de L'architellura della cilla y que recorren por entero las lecciones impartidas
en sus años venecianos~1.
.. G. GAVAZZEN! & M. SCOLARI, . Note metodologichc per una ricerca UrN~". en LolUs. rt" 7
(1970). reedición de 1979 sin pagill3r.
" Un resumen di: esas IecciQoI:s se puede encontr.J( en A. ROSSI. PJr8 tIfI<1 arqtIi/er:/Uf"óI de Icndt:ncia
cit .. pp. 127·200.
] [
fr.msformocwllcs ClI el/ejido
cdilicaQu del burgu SOll/a
Crocc. P3dw 1/970). G. F:Jb·
00, ti) ISJ;?, b) 19·/2.
.. A. 110SS I. _lntmdlJzione. , eI\ M. VV., L"ana/isJ lJftwI8 c la progcllUionc ;m;hi!eIlOl1ÍCiI. Milan 1970,
p. 11.
.. A. RQSSI. _Tipoiogla. ma.IU<l!islic.a y arquitectura_ (1966), en 10.• P8ra UNJorquitecturodc Icndcncia.
cit . p. 188.
] JO [
correspondencia con la morfología urbana, determinar la estructura de la ciudad
modema y contemporánea~" . Pero aun cuando el punto de partida metodológico
para los desarrollos posteriores se encuentre en el citado estudio rossiano sobre
Milán, serian Aymonino y el veneciano Gruppo Architeltura quienes intentaran
llevar adelante, a través de su labor docente en eI IUAV. una exploración siste-
mática de las posibilidades que encierra una orientación de esta naturaleza, que
sostiene que ..la arquitectura y la ciudad no son fenómenos separables entre
SI; entender la arquitectura como el fenómeno urbano más relevante - sigue
diciendo Aymonino- supone inducir una revisión de los mismos instrumentos
técnicos y lingüísticos, tendente a la formulación de tesis capaces de superar
las divisiones entre la disciplina arquitectónica y la urbanística. y de abrir la
posibilidad de construir una ciudad cuya validez estética repose en su cualidad
constructiva_62 _
) [
la comunidad viva que la gobierna, la construye y la m odi fica~61 , acudiendo para
ello al estudio de las modificaciones en la estructura del parcelario.
.. lbid.. p. 46. f'¡¡ra $colari. sin embargo. 3/Jnque considera Imprescind ible la supresión de la pro.
piediKI privada del sucio urOOno. ésta no es más que -una condición necesarlli par;¡ el des.<lIToIlo
orderoado de la ciudad. pero no sufICiente para que exisla la r:iudJd bella Son las elecciones de la
arquitectura Cf1 su rn.1s p!eJJ<l aUlonomia l3s que han de cooS1l\Iir la ciu<bd de picdr.¡. la propiedad
del suelo es sólo la posibilidiKI de $t.I reali,oción. (ibid.. p. 46) .
.. Cfr. A ROSSI. -Arquileclura para los museos· (1966). en 10.. fW'a /JIW arquitectura de tr:ntknda.
eil .. pp. 201·210 .
.. A. ROSS1. ·Introducción a Boulléc. (1967), en ibid.• p. 222.
] 38 [
la cina analoga (1915). ti.
Rossr. f. Consolilsc/O. B
Rt'ichNn y F. RCII1/mn
" A menudo se ha scl'ialado el diferente modo de orientar la iIlvt:slijl,ilCióo por parle de Rossi y
Ayrnooir.o; para una aproXImación al eSludio de esas diferencias. cfr. v. SAINZ GUTI~RREl. La
wI/ur.J (JI"/);Jm eJe liJ posmocJemkbd. AIdo Rossi y su CM/ex/O. sevilla 1999. pp. 201-2 16.
J [
económica, acabaron con excesiva rapidez en síntesis poéticas sin posibilidad
de desarrollo disciplinar, con la consiguiente decadencia de su mismo signifi·
cado. Este destino bloqueado bajo la apariencia de la proyectación estaba por
lo demás implícito en las premisas»Js.
1 40 [
paisaje antropogeográfico desde el punto de vista arquitectónico. Es decir. ver
qué problemas se plantean en primer lugar por el hecho de considerar nuestro
trabajo de arquitectos como trabajo sobre conjuntos ambientales a todas las
escalas dimensionales- J ',
,. v. CREconl. EI/crri/orio de la arquiler:/1Jr.I. ciL. p. 69. Sobre la po!iibilidad de foodiK" UJIa lCeno·
logia format del paisaje alllropogcogr.!flCo. véase lambién el 0° 87·88 (1966) de la revisla Edililia
Modt:m.3. dedicado monogr.!ficamt:nlc a la forma det lcnilorio.
• v. GREGOm. EI/crri/orio de la arquilf:ClUr.J, cit.. pp. 85-86.
•' l:J fnlCfprctacÍÓll que Greg.olli ha hecho de la cwlucÍÓll de los aconlcdmientos en el seno de la
discipiiJla se puede efICOIllrar expuesta en V. GRECOnl. u cilt/} vis/b¡"/c. lurio 1993. pp. 3·Z6.
" V, GREGOm. El Icrri/orio de /;¡ arquilf:CIU(;J, dt.. p. 77.
] " [
tectura a gran escala, donde el paso de un estado de naturaleza a un estado de
cultura, en amplias y consolidadas regiones del espacio, es llevado a cabo por
Gregolli de acuerdo con el principio insedialivo: éste no presupone modelos
repetibles, sino que contiene el núcleo racional de un orden dispositivo y, por
tanto, admite una regulafilas institutiva del lugar dentro del contexto»U,
u s. CRonl..lk1 mestiere Impa¡ienteo. en ID. led.), Villorio Grcgolli. BoIonia 1986, pp. 11·12.
.. Cfr. S. CRQnl. . Progctto e morfogenesi urbana: verso un'architcllul3 delle diffcrenze •. en UrlJa·
nistica. n' 81 (1986). pp. 20·26 .
.. Sobre la XV Trienal y su signifICado puede conSlJ!tarne el n" 6 (1973) de 13 revista COnlrosp;uio.
dedicado monográflCafnentc a la organilacióo de la muestra.
[
•
,
¡...--
.... ~J
•
r¡g '1
óeración, en cambio, los elementos urbanos que caracterizan la arquitectura: Compo"ictMde A. Onr3frxa
dalos geográficos. áreas residenciales. monumentos, morlologia del terreno. La Cilla analoga. c~pU"5IJ
"n /J xv fnenJ! de MIIJ"
Estos componentes contribuyen a formar la arquitectura; sin embargo. hay que (19731
colocarse frente a ellos con una actitud dialéctica. ¿En qué sentido existe una
relación concreta con la ciudad que construimos? Ésta reside únicamente en
la frecuencia con que la arquitectura aplica las características generales de una
ciudad a los motivos del propio Obr3f'o" .
.. A. ROSSI. ·Ak:uni miei progeni. , en A. FEI1LENGA (e<l.), Aldo I?ossi, arr:hilellure 1959· 1987, M~án
1')87. p. 13.
o; F. C. NIGRE LLI. Pt:rr:rxsi del progcllO urlJiHIo in Froncid e in III1iia /960·/997, 110m3 1999. pp. 24·
2S. En el con ltlllo frarx:és.• Ia cucslióo va mucho m3S allá del a~li$is urbano o la histona urbana,
mucho más all;! de la voIulll ad de profundilar en la ilWl:slig¡¡ción sobre los centros históricos y su
] 4. [
prolonga sin más los presupuestos conceptuales puestos en circulación desde
Italia, sino que desde su origen se inserta en un marco cultural y polftico con
características propias. No hay que olvidar, por ejemplo, que si bien la italofilia
arquitectónica y urbanística surge en Francia como una elección de aquel sector
de la izquierda que ve el eurocomunismo como una experiencia a tener en
cuenta, en esos momentos la conciencia de los límites del positivismo es ya
un hecho generalizado en la cultura europea. De ahí que se busque vincular la
investigación con la arquitectura militante, en un -intento de utilizar las reflexiones
morfo-tipológicas para refundar la práctica de la arquitectura y del urbanismo,
llevando a ambas disciplinas a la comente de lo 'urbano' en antítesis con las
posiciones 'racionalistas' consideradas conservadoras_lI.
ti Publicada al al'lo siguienlc con ellilulo De /"1101 QIJ banco unos allos rms tarde 3r>arettri:J también
13 edición castellana de esa obra O. CASTEX. J.·Ch. OEPAULE & PIl. PAN ERAl, Formas Ufb.mas: de
IJ nlalU~ al bloque (1975), Barcelona 1983).
un espacio construido o proyectado y los valores diferenciales que le atribuye
el grupo social al que va destinado»'l.
] "[
.......
•
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=
=
,.."
J
Fig,. IJb FIC- 13e FI8_ Ud
rrm$fonnJC/Of1cs ckl pilr· y la urbanización recientes para convencemos de lo absurdo de una separación
~-r:I;uio t:n UtQ milfUma de
It:rSiJl!.."s (1'179). ). Ci~slex.
que hoy es preciso superar: volviendo a conectar con la historia. la causa de la
P Celeste y P P3ncr;¡', ;¡) arquitectura debe en lo sucesivo identificarse con el derecho a la ciudad-".
/670,15; b) /685, e) /813:
(1) /975.
la consecuencia que extraen de ello es clara: los estudios morfo-tipológicos
no han de tener única ni principalmente un interés académico, sino operativo.
como un momento del proceso de proyectación. Así lo señalaba Panerai en
un texto del mismo año que el anteriormente citado de Castex: ~ la tipologia es
inútil si no se tiene la intención de setVirse de ella de un modo u Olro. En olras
palabras. i.para qué perder el tiempo obsefVando minuciosamente un fragmento
de ciudad, para comprender los mecanismos constitutivos de su tejido. si la
hipótesis de partida es una operación de demolición total o si se considera el
área de intervención como una tabula rasá!~n. Por lo demás. en ese artículo
Panerai insiste en no reducir esos estudios a una cuestión puramente formal
- en el sentido de formalista-, a un problema de estilo, se trata más bien de
estar en condiciones de poder -valorar las prácticas urbanas que la arquitectura
facilita o impide.". Se intenta de este modo introducir un correctivo a algunos
planteamientos de los italianos. aceptando que el estudio del crecimiento urbano.
el análisis del parcelario y de las tipologías, constituyen un corpus de conoci·
mientos sobre lo urbano, construido desde la arquitectura. pero afinnando a la
vez que esta separación de la arquitectura urnana del resto de las variables que
componen la ciudad tiene un carácter puramente metodológico. Para CasteK y
Panerai, de ningún modo es posible separar el análisis morio·tipológico de las
prácticas urbanas; su propuesta es justamente la de definir la estructura de la
ciudad como dialéctica entre el espacio urbano y el medio social. resituando
las pr.lcticas en el interior de esa relación" . Desde esta perspectiva. pretcndían
] 46 [
comprender la relación entre la morfología y la tipología. entre la morfología y las
modalidades de uso del espacio. a través del proceso de transformación de la
ciudad, prestando una particular atención a las modificaciones del parcelario. con
objeto de poder plantear soluciones significantes para cada situación particular.
Así, el trabajo del arquitecto es concebido de fama renovada. recuperando la
relevancia social de la que el profesionalismo le había privado 100. La creación
de nuevos tipos edificatorios a partir de los que la historia ya ha consagrado
constituiría entonces la aportación del arquitecto a la creación de un "nuevo'
modelo urbano, que cabe relacionar con la futura "sociedad urbana" postulada
por Lefebvre; en este sentido preciso la "arquitectura urbana" podfa ser definida
como «una utopía realista ~' o, .
•Eltrazado de una ciudad es obra del tiempo más que del arquitecto •. Estas
palabras de Léonce Reynaud. citadas por Pierre Pinon al comienzo de su libro
sobre la composición urbana. enmarcan bien otro de los aspectos en que los
franceses han ido más lejos que los italianos. Su empeño por no desvincularse
de un cierto enfoque sociológico en su acercamiento a la ciudad les facilitó vena
más como un proceso que como un objeto; de ahr su interés por situarse en el
ámbito de la tongue duree braudeliana. Su insistencia en considerar el tiempo - y
no sólo el espacio- como un factor determinante en la construcción de la ciudad
les condujo a -repensar las técnicas de parcelación como medio para crear un
cuadro inicial que permitirá a la vida urbana desarrollarse y a la ciudad existino'O!.
Ciertamente, ya en los trabajos de Scolari -o en los de Caniggia. aunque con otra
orientación- se había señalado la importancia de estudiar los problemas relativos
a las modificaciones en la estructura de las parcelas catastrales. pero el significado
asignado ahora a esos estudios tiene otro calado. Como ha hecho notar Nigrelli.
"si en Italia es la ciudad en su conjunto la que viene leida de forma sincrónica
para luego volver a recorrer hacia atrás las etapas de su formación. en el estudio
de las ciudades francesas se individúa cada operación parcelatoria. se la analiza
en su realización captando su evolución en el tiempo en relación con el espacio
y con la sociedad que la producen. Hay. pues. una revisión menos moralista de
la parcelación, que en Italia parece ser considerada casi universalmente como
una simple operación privada especulativa sin intencionalidad urbana. IOl •
'. -La especifld;¡.d irreQuclible de la arquiteclura y su aulonomla disciplinar resiOen en SIJ capocidad
de producir formas 'tipicas' de alcance general, popular. s1endo necesario un saber pre<:iso. un
OfICio' (B. HUEl. •formalismc/ réalisme., en ~rchilec(ure dJlIljourd'hui. nO190 (1977), p. 36).
'" Cfr. M. VEYRENCHE, -La arquitectura urbana, una utopía realisla•• en P. PANERAl el m.. op. al..
pp. 243·272 .
.., Ph. PAN ERAl & D. MANGIN, Le u:mpsdc IJ viIIe. L'économie rais(xmeedes trocés urbains. Versalles
1988. p. 18, una nueva versión de ese texto Ita sido poblicaOa reciememenle bajo e¡ ululo Projcl
!irlxJin (Marse lla 1999).
] "[
tejidos urbanos a futuros cambios, producidos con el transcurrir del tiempo''''' .
El fraccionamiento de la propiedad del suelo aparece así como la condición de
posibilidad para la transformación de Jos tejidos y por eso mismo se convierte
en pieza fundamental para plantear la ordenación urbanística de un modo dife-
rente a la simple composición académica. A su juicio, por tanto, de la adecuada
distinción entre espacio público y espacio parcelado dependerá .. la capacidad
de un tejido para modificarse y renovarse a través de operaciones de diferente
tamaño sin dejar de garantizar, de manera continua en el tiempo, el buen fun-
cionamiento del conjunto y la compatibilidad de sus estados sucesivos.'U5. El
deseo de contribuir al proyecto de la ciudad contemporánea les llevará también
a ocuparse de las modificaciones producidas en la relación de la parcela con la
calle como consecuencia de la generalización del uso del automóvil. prestando
particular atención al aparcamiento, a los recorridos peatonales, etc., es decir,
a las posibilidades de uso del espacio.
Pero el interés por las cuestiones relativas al parcelario urbano no seria ex·
clusiva del grupo de Panerai, como quedó de manifiesto en el seminario celebrado
sobre el tema en 1985 en Arc·en·Senans, con una importante participación
de franceses e italianos, en el cual se desarrolló una variada y heterogénea
reflexión que supuestamente intentaba poner al dfa el estado de la cuestión 1l16 •
Otra aportación de interés realizada en el contexto francés a partir del estudio
del parcelario es la de Pierre Pinon, que se remonta asimismo a comienzos de
los años 70. Como en el caso de Panerai, también Pinon insistirá en la relevan-
cia del papel del tiempo en la construcción ciudad; en consecuencia, tampoco
para él la finalidad es diseñar una pa'rte de ciudad a través del correspondiente
proyecto de arqultectura: -No se trata ~afirma- de producir (o reproducir) una
parte de ciudad, sino de desencadenar un proceso. Pensar la ciudad es sobre
todo pensar el tiempo, pensar el proceso de elaboración progresiva de la ciudad,
y luego poner por obra las condiciones para esa elaboración progresiva, es
decir, en primer lugar una estructura territorial capaz de absorber, de soportar
las evoluciones. L.. ] La composición urbana debe, por lo tanto, desarrollarse
en el tiempo y no sólo en el espacio. 10/. La composición urbana, entendida
como instrumento operativo de inlelVención en la ciudad, se presenta como el
objetivo final de sus investigaciones. En la concepción de Pinon, sin embargo,
la composición urbana tiene un carácter procesual. que la distingue netamente
del art urbain tradicional o de las propuestas contemporáneas de un Rob Krier,
y la separa de la composición arquitectónica.
,o. .La caUe y la \(;¡ma p.ilrcelaria que se Instaura a sus dos lados forman. por tanto. la oose de la
CO/lSlrucci6ll de la ciudad. Proyectarlas juntas. como dos lém1inos de una relaci6ll dialéctic;¡. es
oondici6ll necesaria para dejar atr.ls los enfoques sect0ri3les que reducen la ciudad a una colección
de ob;elOS. Significa reducir el deSílilfarro al que conducen la mul1ipllcidad de las aproximaciones
Indepe!ldientes. más 311;1 de una ciena idea de dudad fundada sobre su capacidad de evolución y
iKlaptacióo a los cambios de uso que se producen en la sociedad- (Ph. PANERAI & O. MANGIN.
Proyec/ar /;J ciudad. Madrid 2002. p. 96).
,.. lbid.. p. 42.
] "[
RECH ERCH ES
SU R LA TYPOLOGI [
ET LES TYPES ARCHITECTU RAUX
~
,~iI~-1 ;i~L
e 11"..." ..
r.¡; 14
progresivamente en el territorio urbanizado, hasta concluir que el parcelario 14 PoItiK/;¡ dd libro ,Ji-). C.
CroIlC. J. .p Frey ) P PIfIDn.
es elemento determinante para afrontar la cuestión de las condiciones de Rechen:hc sur la Iypologie
producción del tejido edificado porque «influye directamente en la monologfa el les "peS ¡rch,'eclurau~
del espacio construido, con mayor razón cuando éste depende por completo (19911.
del parcelario, es decir, en el ambiente urbano», donde la influencia de aquél
/5. Anjl,sls de los lejidos
llega a alcanzar la misma estructura constructiva, funcional y espacial de la UfÓiJr/o$ dd;w¡¡ de b p/JIJ
arquitectura. Asi, en continuidad con los italianos, subrayará que, aun cuando dt: I.J Ikumoo. Pans (19S0).
para la ciudad del Movimiento Moderno resultara un estorbo, el parcelario es A 8one. P. Michoom ) P
"uno de los factores esenciales para la integración de la arquitectura en su "~.
contexlo.. 'GI. En las memorias de investigación publicadas al final de los años
70, Pinon intentará profundizar los aspectos teóricos y extraerá algunas conse·
cuencias prácticas que le conducirán a sus propuestas sobre la composición
urbana de la década siguiente, mostrando cómo la afirmación de una estruc·
tura para el proyecto urbano no significa necesariamente la asunción de un
esquema formal rfgido, sino que por el contrario es posible la adaptación del
"modelo" a las caracterfsticas del sitio. con un escrupuloso respeto a las perma-
nencias'09. Por todo ello cabe aventurar que, dentro del contexto urbanístico, la
... Cfr. A. BORIE. P. MICHELONl & P. PINON. Flxm!!: el déformalion. Pans 1978; ID.. FQI"mes utb.Jines
el .<ites de mt!3II{/re. PoIris1980 .
] 49 [
de Pinon tal vez haya sido la investigación más ambiciosa llevada a cabo entre
los franceses con el fin de prolongar el discurso morfologista.
'" A. CORBOZ.•l'llrlIanistica del xx secolo, ut1 bilancio., en UrlxJnisrica, nO101 (1990), pp. 7·8.
,n Una historia del urbanismo ya citada en estas mismas páginas describe as; eSle proceso, .El
urbanismo - cuyo 'origen' en semido ciemlf1co (o, si se prefiere, moderno) ha sido situado en el
siglo XIX como intemo ético, antes que tfcnlco. de corregir los males de la cjudad Industrial - ha
experimentado en el curso de nuestro siglo un progresivo despla~amienlO de la eslera de lo 'visible'
a lo 'invisible', donde por 'invisible' hay que entender la volumad cooscieme de fundar las bases
de la nl!eV3 dísciplina sobre la sutil líf'le3 de sepaJ'ilCión Yde interrelación entre el ciclo ediflCól torio
y el campo de la eCOOOOli3, de la legislación, del cálculo estadístico y de otra disciplina afines ,
supuestamente 'cienUflCilS: Asi, gradualmente, las mismas técnicas de representación de la 'plani'
ficación urbanística' (tanto grárlCóls como verbales) se han desvanecido en la bidimensionalidad de
la reticula del zOl'ling y la jerga algebraica de los slandards, lo que se ha perdido involumariamente
de vista, en esta adecuación del 'modo de pensar el urbanismo' a los dispositivrn; abslractos de
las ciencias roomoléticas, ha sido precisamente el fin último de la disciplina, es decir. el proyecl0
de la forma urfwta. (B , GRAVAG NUOLO. op, cil" pp. 6·7).
] 50 [
los instrumentos. Al institucionalizarse el planea miento, a través de la adquisición
por parte de las diversas administraciones públicas de las competencias para
decidir sobre el futuro de la ciudad -en virtud de una cierta "naturalización"
del sistema de necesidades que hipotéUcamente permitfa su cuantificación-, el
plan viene a representar la expresión por antonomasia del interés público y, en
algunas versiones, resul ta ser el medio acordado para asegurar el acceso a los
servicios urbanos a los colectivos menos favorecidos por las relaciones sociales
dominantes, En ese contexto cultural y disciplinar, cuyas raices se encuentran en
el ambito anglosajón. «no se aceptaba pensar en poder actuar sobre la ciudad
sin referirse a todo el conjunto de condicionamientos económicos y sociales del
territorio circundante, ni se consideraba serio un enfoque del urbanismo que no
tuviese en cuenta las aportaciones de las ciencias sociales para la explicación
globalizadora del fenómeno urbano en todas sus dimensiones"'u,
] "[
de que arquitectura y urbanismo no eran más que dos aspectos de una única
disciplina. Ya Samona, con su libro de 1959, se había ocupado de poner de
manifiesto con toda claridad que esa relación no se habra interrumpido en la
experiencia del urbanismo moderno; Quaroni. por su parte, habra rechazado que
pudiera reducirse el urbanismo a planeamiento, planteando la conveniencia de
establecer una continuidad en el plan y el proyecto urbano; y De Cario había
insistido con sus trabajos en la necesidad de convertir la organización del espacio
frsico en el verdadero eje del plan. Por eso, cuando los arquitectos de la siguiente
generación, entre los que se encontraban los de la Tendenza, polemizaron con
los planteamientos de Astengo lo hicieron sintiéndose deudores de otra tradición
moderna, que se preocuparon de investigar y explicitar. Su actitud no era, pues,
antimodema; simplemente quería reivindicar otra modernidad y, por tanto, otra
racionalidad - la de la historia y la cultura frente a la de la economía y la politica- y
otra lógica - la de la continuidad fren te a la de la ruptura- o Por lo demás, esa
reivindicación la llevarían a cabo simultáneamente desde la crítica y desde los
proyectos, sin separar la reflexión teórica de las propuestas proyectuales.
Para ilustrar lo que quiero decir puede ser útil la relectura de un artículo
de Rossi. Polesello y Tentori, aparecido en un numero de Casabella de 1960,
teniendo a la vista el contemporáneo proyecto para la reordenación de la zona
milanesa de via Carlo Farini, presentado a la XII Trienal de Milán de ese mismo
año"6. En uno y otro caso se abordaba una cuestión propuesta por la Trienal:
el problema de las periferias urbanas. El proyecto pretendla la transformación
de un área periférica de Milán particularmente degradada, con dificultades de
segregación espacial provocadas por el trazado ferroviario: para ello, frente a la
opción elegida por el planea miento vígente, se proponía una estrategia diferente,
básicamente consistente en la elaboración de un plan especial: .. Lo que quere·
mos llegar a exp!icar por medio del ejemplo elegido [el área de via Farinil es la
alternativa que razonablemente se puede esperar oponer a la aceptación pasiva y
un poco dnica de una situación existente, con todos sus absurdos. Ciertamente,
esta alternativa no se puede obtener más que por medio de la disciplina de un
plan de desarrollo para toda la zona examinada. Este plan ha de conservar, de
la situación existente, s610 lo que sea indispensable conservar: algunos edificios
preexistentes, algunos trazados viarios, algunos enlaces esenciales con las zonas
contiguas; pero se ha de revisar integramente toda la zona, establecer unos
principios de desarrollo adecuados a la ciudad moderna, prefigurando en ella
las estructuras pn"marias que mañana han de represen tar la osamenta principal
de la ciudad renovada, el vínculo con el viejo centro, con el decoro y la vida del
ambiente urbano histórico. Pero todo esto se ha de hacer dejando un amplio
margen para la decisión de las ulteriores intervenciones que se han de ir haciendo;
es decir, sin repetir el error de una determinación previa y minuciosa de tantos
barrios completamente planeados y, por ello, nacidos muertos. m,
'" El articulo. aparecido en el nO241 (1960) de la Casabell~ de Rogers. pilCde verse en A. ROSSI, f';Jra
UfI<1 arquilr:ctUf"il de lendenciJ. ciL, pp. 69·83: para el proyec1o de via farinl se puede consultar
P. ARNELL & T. BICKFORD (edsJ. A.kJo Rossi. Obras y proyeclOS. Barcelol1a 1987, pp. 21·23.
'" G. POLESELLO. A. ROSSI & F. TENTORI. -El problefllil de la peritena en la ciudad moderna" (1960).
en A. ROSSI. f'3(;J UfIiJ arquiuxlur;¡ de. Icndencia. di .. pp. 75·76.
] "[
desean conectar y que evidencian ese empeño por reivindicar una moderni· PropucSIJ pJr.11J 1);"(Á'/IX.on
del JreJ de l1J FJnm. ~f¡fJI'
dad diferente. He aqui sus palabras, -Son infinitas las formas de intervención (l96m;l Rom. G. PoIi!scllo
que el urbanismo propone para remediar los males radicados en la metrópoli )' F '""(I/Oli.
moderna, pero ahora no nos interesa una erudita clasificación cfonológica o
una reconstrucción histótica. Más aún, entre las grandes etapas del urbanismo
modemo hay algunas que se pueden considerar ajenas a nuestro propósito de
hacer que la ciudad continúe viviendo como lo ha hecho hasta ahora [., ,l. Por el
contrario, queremos recordar las siguientes intervenciones en la historia de ayer
y hoy: las grandes transformaciones de París en el Segundo Imperio, llevadas
a cabo por Haussmann; las propuestas de expansión del Distrito XX de Viena,
proyectadas por 0110 Wagner a comienzos de siglo; el plan algo postetior para
la ampliación de Amsterdam sur, de Serlage; el ejemplo de reconstrucción, o de
auténtica creación ex novo, de la ciudad de Le Havre, obra de Auguste Perrel.
Todas ellas son demostraciones de cómo se puede configurar la ciudad sólo
por medio de intervenciones de gran nivel, en las que determinadas sucesiones
de arquitectura - quizá no perfectas. pero dotadas de una vitalidad que permite
ignorar las consideraciones puramente formales - consienten la expansión de la
ciudad sin fracturarla, por más extensa que sea. y sin disociar nunca el plano
urbanístico del arquitectónico»"' .
] "[
En el proyecto para via Farini existía, pues, esa preocupación por no separar
urbanismo y arquitectura, por no perder de vista la importancia de la componente
temporal en la construcción de la ciudad, por crear una estructura que articulara
las relaciones del área objeto de proyecto con la ciudad. Pero, como hemos visto,
ese difícil equilibrlo no tardaría en romperse y en dar comienzo lo que Secchi ha
caracterlzado como ~un perlodo de fuerte crítica al plan y al urbanismo, a los que
muchos un poco superficialmente han atrlbuido las mayores responsabilidades
de la situación y de los problemas de la ciudad contemporánea~I" . Esa nueva
aclitud de rechazo del urbanismo y de reducción de este a arquitectura es ya
claramente perceptible en el modo en que, a partir de 1973, se comienzan a
declinar por parte de Rossi algunos conceptos que habían sido propuestos en los
años 60, pero que ahora reciben una interpretación fuertemente reduccionista:
donde antes se hablaba de una ciencia urbana fundada sobre la arquitectura,
ahora sólo se quieren ver proyectos de arquitectura. Así, en una conferencia
pronunciada en 1976 en Santiago de Compostela, Rossi no dudaba en procla-
mar: «Yo no creo, al igual que gran parte de la cultura arquitectónica actual.
en los consabidos planes generales que ignoran la coherencia de la ciudad y
han constituido hasta ahora autenticos fracasos con su sistema del zoning>. Y,
frente a ello, proponía como alternativa ~un estudio y una actuación basados en
una visión de la ciudad como algo compuesto por partes distintas y en algunos
principios de arquitectura analógica que nos permitan sintetizar los diversos
problemas ~ '2o , es decir, su concepción de la ciudad por partes y su teoria de
la ciudad análoga venían a ser los nuevos pilares sobre los que descansaba la
propuesta rossiana para la construcción de la ciudad.
] "[
••
Ff? 18.
.,.,..,.
fUJ /19811. ,~ RO1$! _~ G.
." 1bKJ.. p. 9S .
•" ~ VII pcrf~ de Campos como Ul'banisl¡¡. cfr. P. GABElUNI. -Giuseppe Campos Vcnucl. Una poIi1ica
ptt <!are SCJlSO al piaooo. en P. OIBIAGI & P. GABELLINI (edsJ. op. cit, . pp. 469-541; p.n una
klca de CQIljun lo de su IrayedOO3. clr. G. CAMPOS VENUTI. L'urOOru'sI~ riformisla, Mil:!n 1991.
], [
dad. Según esa interpretación, la crisis energética de 1973 habría propiciado un
cambio de rumbo en la economía mundial. y la respuesta dada a esa crisis en
los países industrializados serían las políticas des reguladoras propias del nuevo
liberalismo emergente, que hacían peligrar los logros del welfare stale. «En
este cuadro mundial, económico, general, aparece con bastante espontaneidad
la respuesta a por qué el plan en general -y. si se quiere. al plan urbanístico
en particular- ha entrado en crisis.'2' ; de ahí también que considere que en
realidad la crisis trajo un boom, «el más colosal boom inmobiliario de nuestra
historia· us. Situado en una tradición de investigación diversa de la representada
por Quaroni. De Carlo y Samona 1l6, Campos iniciará en los aflos 80 un intento
de caracterizar la respuesta que desde el planeamiento se está intentando dar
a la nueva situación. recurriendo a la definición de diferentes generaciones
urbanísticas. la idea de que una nueva generación de planes se está abriendo
camino comienza a articularse en el pensamiento camposiano durante los años
en que participa como asesor en los trabajos de redacción del plan general
de Madrid de 1985, que será señalado como .una contribución de indudable
interés para la cultura urbanística europea. m.
'" G. CAMPOS VENIJTI. -Plan o proye<:l0, una falsa allemalÍVl1·, en Ciudad y Territorio. n' 59·60
(1984). p. 56.
'" G. CAMPOS VENUTt. -(if\ClJenla 3l'iOS: tres generacioflCS urbanfSlic3s·. en G. CAMPOS vt:NUTI
& F. OUVA (eds.). op. dI.. p. 32.
". ·Me queman todavía - escribirá en un anlculo aparecido en C1SJbcIb- las displicentes descalirrca·
clones de Quarooi al uso de la renta como categoria analítica. el indiscriminado ostracismo de De
Cario al empleo del zonmg. los destructivos reproches de Samon~ COI11ra los st;md;Jrds: como si la
propuesta urbanlstica reformista hiciese de estos instrumentos el fin. I~ estr.l1egia. y no los usase
más bien tomo medios de comprensión. de planificación. de actuaciOO. (G. CAMPOS vt:NUTI .
•Urb3/lisllca rdormista e razionalismo> (1984). en ID .• [.¡ ICI"la gencraziane dcll"urlJimlslica. Mi~n
1987. pp. 52·53).
'" G. CAMPOS vt:NUTI. -Madrid fra ¡¡4ano e progelloo. en Cas;¡belh. nO487·488 (1983). p. 77.
11. Para encuadrar el debate plan/proye<:to pucdt: coosultarse G. ERNEST!, . l"urbanl$lica Ira piano
e progeHi d·archilet1ura. 11 disagio di una disciplina-. en A. lM & V. SPIGAI (eds.l. 11 pi.mo t:
I'arr:hitcl/ura dclh ei/M. /potes; pcr floo" S/rumcfl!i. \lcr>ecia 1989. pp. 19·34: C. GASPARRINI.
L"a/rUó/lilá cJ,:lI"urWmSIic3. ();¡J piano al proge/lo. doJI progel/a al pi;¡oo. Mil<ln 1994.
1 ,~ [
relativa a la morfología urbanística de los tejidos, evitando en cambio -con
el firme rechazo del estudio de detalle- ocuparse de la esfera de la forma
arquitectónica.l 1~ .
'. B. SECCHI. · t:arch;lcllura del pi¡!1lO' ('1982), en ID.. Un progello per /'utfxmJsIic.a. d I.. pp. 4· 5.
,,, ¡bid" p. 6.
] "[
base de diálogo. l. .. ] Sólo con la arquitectura, utilizando una antigua figura
re tórica, las palabras del urbanismo pueden convertirse en piedras, pero s610
a partir de las piedras de la arquitectura es posible hacer del urbanismo una
disciplina de la modificación cualitativa del territorio~lll. Esta se convertirla
en una de las Ifneas editoriales de la revista durante los anos en que estuvo
dirigida por Gregotti. quien algún tiempo después hubo de salir al paso de los
equlvocos que con mejor o peor intención algunos habfan suScit3do. En un
edi\Qrial de 1986 titulado In difesa de/{a ragioneria urbanística, se vio obli·
gado a reconocer que -desde Casabe/la somos de algún modo responsables
de haber prestado la voz, de un tiempo a esta parte, a nuevas discusiones e
interpretaciones en torno al actuar de la disciplina urbanística a partir no sólo
de las nuevas direcciones del hacer y del pensar, sino también del debilita-
miento de las oposiciones ideales y, más específicamente, de la crisis objetiva
del proyecto disciplinar que, desde una diversa atención a las cuestiones del
contexto, venia proponiendo una nueva condición de la relación entre plan y
arquitectura, 1. .. 1 arquitectura que también podía plantear nuevas reflexiones
sobre el plan mismo. De modo que nos sentimos en parte responsables de
las preocupantes deformaciones que a partir de estas reflexiones han comen·
zado a hacerse-o Pero la conclusión era clara: ~ Segui remos trabajando por la
preeminencia y la amplitud de la idea de arquitectura, pero no se pretenda
tener en nosotros aliados contra el plan_m.
m V. GREGOnl. . In difesa ddb Dgioncria LrlIanisIb., en CasobcIIa. rf' 526 (1986). pp. 2·3 .
... B. SECCHI. •11 pianDo (1985). en ID.. lkr ~{IO per li.wNIislica. cit. p. 92-
, .. B. SECCHI, Un ¡XOSClla pcr /'urlJanislica. cil., p. XXI.
] "[
Como ha subrayado Gabellini. el urbanismo de Secchi tiene importantes
asonancias con respecto al de Samona. Quaroni y De Carlo. hasta el punto de
poder señalarlo como heredero de una trayectoria que los primeros trazaron
y que sustancialmente quedó interrumpida. Su interés por volver a fijar la
atención en la ciudad física. entendida como síntesis de los procesos socio-
económicos. y su empeño por repensar el papel del urbanismo en la sociedad
contemporánea. con rasgos que la distinguen cada vez más claramente de la
sociedad moderna. le acercan particularmente a esos maestros del urbanismo
italianolli. Las re flexiones de Secchi se sitúan en la linea de la reconstrucción
de la identidad y la autonomía del urbanismo como disciplina; una disciplina
que ciertamente mantiene estrechos vínculos con la arquitectura, pero que se
distingue de ella, no tanto porque se ocupe de una realidad diferente, cuanto
porque es capaz de ocuparse de lo que tiene en común con la arquitectura
de modo diferente a como ella lo hace. Puede resultar clarificador del modo
en que Secchi entiende esa dificil relación. la lectura de un artículo en el que
éste polemizó con Benevolo a propósito de la relación entre plan y proyecto.
Benevolo sostenía. a la vieja usanza, que -el 'urbanismo'. en lo que tiene de
especifico. es el conjunto de técnicas para colocar cada proyecto de arquitec-
tura en el tiempo y en el lugar preciso; debe crear las condiciones preliminares
para la arquitectura, no anticipar arbitrariamente y a la ligera sus resul tados. Los
instrumentos urbanísticos, a su vez, son formallzaciones parciales pertenecientes
a una secuencia que, en su conjunto, es un hecho arquitectónico en toda regla.
y se justifican por hacer eficaz la fase de realización final»' ]7; por tanto, a su
juicio, la inclusión de determinados proyectos en el plan no pasaba de ser un
modo de hacer el juego a determinados promotores inmobiliarios con intereses
especulativos. La respuesta de Secchi, partiendo del hecho de que las condiciones
habían cambiado, negaba que se pudiera seguir entendiendo el plan como el
punto de partida de una cascada de instrumentos jerárquicamente subordinados,
como una "regla procedimental", sino más bien como .un proyecto concreto
capaz de constituirse como programa para una nueva investigación [... 1 sobre
las relaciones entre los diversos órdenes de espacios y construcciones., en el
cual a la administración le corresponde _definir los tiempos y los modos de
una activación legitima de los intereses, cuestión mucho más compleja que el
respeto a unas reglas del juego»'lI.
,.. Sobfe el signifICado de las propuestas de Secchi en relación con el urb<!nismo a panir de los .mos
80. cfr. P. GABEllINI.•Figor.Js de urbanistas y programas de urb<!nismo •. cíl., pp. 341-342.
'" L. BENEVOLO. _1progetll nel ¡Mano-. en CJS3beI/OJ. n" S63 (1989). p_ 35. El articulo er.¡ en cierlo
modo una respuesta a los planteamiemos expresados en esa misma revista por B. SECCHI . •Album
di progctti. (1988). en 10.. Un progello per l'urlJ;misrb. ci!.. pj). 291·297.
,,. B. SECCHI. . I progclli del piano •. en CaS3belb. nO563 (1989). p. 37. En ese contexto se inserla
su idea. eJ<presada a propósito de la redacción del plan general de Madrid de 1985. de que .eI
proyecto de arquitectura urb<!na aparece !lO sólo como un modo para definir el resultado físico
que se quiere aJean/aro sino que puede ser lambién un modo par.¡ organizar el proceso que puede
llevar a dicllo resultado· (10 .. •Aboliamo le gcran::hie' (1982), en 10., Un progellO perl'urlJimisrit:a
cit.. p. 13).
] 59 [
el uso de lo que ya existe o en sustituirlo con nuevas arquitecturas, de como
pletar las partes de ciudad inacabadas, sino que se trata también hoy, quizá
por encima de todo, de proyectar el suelo de manera no banal, reductiva,
técnica y desarticulada-,n. Con ello se estaba indirectamente replanteando
la cuestión del Sentido del espacio público en la ciudad, como lugar en el
que interaccionan los agentes sociales, los sujetos, los ciudadanos. Comen·
zaban, de este modo, a hacerse presentes en la cultura italiana algunas de
las cuestiones de mayor interés que habíamos detectado anteriormente en el
contexto francés. como la importancia del suelo y de los modos en que éste
se divide y articula o la necesidad de la adaptabilidad de los programas en el
tiempo, fruto de la conciencia de los diferentes ritmos de funcionamiento de
la arquitectura y la ciudad. De hecho. en los años 80 el intercambio de ideas
entre Francia e Italia funcionará en ambos sentidos y no sólo desde ttalia a
Francia, como en la década de los 70; es más, el artrculo de Secchi sobre el
' proyecto de suelo", al que me acabo de referir. contestaba a otro anterior
de Bernard Huet, aparecido en la revis ta LOIUS, que a su vez ya había sido
respondido previamente por Gregotti"o.
' .. B. SECCHI. ·ProgellO di suolo· (1986). en ibkI.. p. 136. "Proyecto de suelo" que .adquiere 'scnt;oo'
dentro de un proyecto social más gCfleral y adquiere 'v.¡Iof· a través de un proyecl0 de arquiteclura·
(ibid.. p. 132).
'.. Cfr. B. HUEl.• la cill!l come spazio abit:!bilc. Aiternative alla Carta di .... tefle •. en LO/U$. nO41
(1984). pp. 6·16: V. GREGOTII. .Quatlm obiczionl •. en Casabe/m, nO517 (1985). pp. 3·4.
u, F. C. NIGRElll. op. dI.. p. 49. Conviene recordar la estrecha vineulación enlre urbanismo y
sociologla que recorre lodo el morfologismo francés: -El punto de P'lnida y de llegada del
proyeclo urbano - ha escrilo .... Iain Hayol- es la forma urbana en el sentido en que la enllende
Henri Lefebvre: al acumular todos !os contenidos, es~ unida por un lado a la lógica de las formas
y por otro a la dialéclica de las funciones. El espacio no es ni un sopot1e pasivo somelido a
lodos los con-diciOll3nles e~lerno~ ni un simple decorado que recuperaria en cada nueva Inter·
vención su propia virginidad. f... 1 Lo urbano como forma es. pues. en un unico movimiento el
resultado de las diferentes formaciones sociales que se han socedido en el tiempo. un factor
aclivo y conSlilulivo de esas mismas formacio-nes. un lugar preexistente pero indispensable a
loda transformación social. Se Irala. por 131\10. de algo esencial en la apuesta por un modelo de
] 60 [
Ba"heues 89: proyecto UI
bailO ¡wa 8I.Jnt. MCY!/I Par/s
fI!J89J. Am:JiJd. GucrllmWl.
lr Mr:rdy y Roosier
!''f .'0
Las disputas habían comenzado ya en los años 80. con los diferentes puntos
de vista - alguoos los han considerado antagónicos"l- de Banlieues 89 y Projet
de QU[Jrtier, expresados a través de numerosos artículos publicados en reviso
tas de arquitectura y urbanismo. Esas disputas habían tenido también un frente
en las investigaciones desarrolladas en las escuelas de arquitectura; particular
interés a este respecto revisten los estudios llevados a cabo por Rene Tabouret.
Charles Bachofen y Bernard Woehl en la Escuela de Estrasburgo durante el
trienio 1987·89\43. La propuesta de los alsacianos intentaba conceplualizar el
sociedad, apuesta politica en el mas pleno sentido del término' (.4.. HAYOT. - Des scien-ces sociales
pour faire la vllle •. eo les C;¡hie~ de /;¡ Recherchc Archileclurale. fl" 32·33 (1993), p.t20.
", Cfr. P. GABELLlNI . • Banlieues 89. Proje! de Quanier: I"idee di progeno •. eo lJr/wlislicQ, nO 79
(198S). pp. 74·79.
", Clr. R. TA60URfT. Fondemenls du projcl urba¡n: processus el enjcux. EsU"3sburgo 1989: Ch.
BACHOFEN, R. TABOURfT & 6. WOEHL. COIlCCp!S el mélhodcs du projcl urbain, Ewasburgo
1989.
1 61 [
proyecto urbano como un instrumento capaz de articular en diversas escalas y
en diferentes tiempos tanto los aspectos espaciales como los aspectos sociales
de la intervención, mediante lo que denominan el "eje morfológico" y el "eje
del proceso"; el primero estaría referido a la organización de los espacios y el
segundo a la capacidad de transformación a lo largo del tiempo. Con el pro·
yecto urbano pretendian poner a punto un instrumento, relativamente autónomo
respecto al plan urbanfstico y a los proyectos de arquitectura, que reintrodujera
la cbntinuidad en el proceso de transformación de la ciudad. asegurando una
mediación en el tiempo entre organización espacial y practicas sociales,
,.. VtMse, tf'lIse airas articUos. J. LUCAN, .qu'est·ce qu'un pro;et Lrilain?_, en AMe: r(' 27 (1992).
pp . • 7,5<1 : Ph. GEN ESTIER, -Que ~ ~ nocIon de pro;ct urbaiI'I?-, efI Wdifccttn di1ufourd'hli.
r(' 288 (1993), pp. 40·.6: R. 8AOOlII', v. PlCON·tEFEBVRE & J. SAUTEREAU. _NchItectIR/WIe.
tntroduction-, efI les CIhierJ de la ~ ArchiIecllY.Jk, Il" 32·33 (1993), pp. 7·12.
," Para un aMjlsis de la llUeY3 feoomeoologJ;l de lo LWtooo. dr. G. AM ENDOlA, l a ciudJd POSI'
modcrrI3 (1 997), Madrid 2000: vtanse tambltn Ia$ relle>:iooes plall1eadas por B. SECCHI, -U
cludoo contempor.lnea y su proyectO- (2001), en A. FONT (ed.l. P/.me;Jmicn/o urb.Jn(slico. De iJ
conlroversia IJ liJ rffiCl'3CiOn. BarcelMa 200 3, pp. 91-11 9,
] . [
LOS ORíGENES
DEL MORFOLOGISMO EN ESPAÑA
2
A (os debates suscitados por la entrada en escena del morlologismo no fue
ajena la cultura urbanística española. Pretendo. pues, a continuación mostrar los
cauces a través de los cuales se hicieron presentes en nuestro pais ese conjunto
de ideas ya esbozadas en el capítulo anterior, que marcarían también aquí de
manera notable la evolución del urbanismo en el último cuarto del siglo XX.
No obstante. aun cuando en muchos aspectos puedan existir rasgos comunes
para la situación europea y la española, resulta igualmente claro que en ésta
han concurrido determinadas circunstancias particulares que conviene no pasar
por allo a la hora de exponer el devenir histórico de una disciplina como la
urbanística, particularmente sensible al contexto social, económico, politico y
cultural en que se desenvuelve,
De he<:ho, como se puede comprobar repasando la bibIiogrnlla. he utilizado con profusióI1 esos lraba ·
jos históricos, en especial los de Fernar.do de Ter3n: a ellos rem~o af lector p;!f3 completar dctermiMdos
aspec10S del contexto hiS16rioo. Para una visión sintética, elr. R. MONEO, -El utbanismo oonlempor.l·
neo: 1950· 1980-. en AA. w., VMcnd.1 y l6banismo en EsjJJil;J. Madrid 1982. pp. 199·215.
] 63 [
pocas excepciones- no ha generado desarrollos teóricos de importancia, que
hayan supuesto un verdadero enriquecimiento del cúmulo de estudios citados
en las páginas precedentes. Ha traido consigo, en cambio, un importante con·
junto de propuestas de actuación, unas instrumentadas como planes y otras
como proyectos, las cuales, con sus luces y sus sombras, han marcado una
época de vivisima actividad en el urbanismo español; una época caracterizada
por interminables debates, que en cierta medida constituye ya un capítulo ce-
rrado de nuestra historia disciplinar reciente y que por eso mismo es posible
comenzar a explorar con el mínimo de distancia necesario para llevar a cabo
una primera valoración critica.
] .[
o 10 <O 60 lO 100
. . . -=t
Fig JI
principios de los años 40 unas ordenanzas a las que se debían atener las actua- P!¡m ¡Ji! UrJ!.i!nciiJ SoclJI
pohgono tk San M:lf7m. 8Jr.
ciones que se acogieran a ese régimen. Como en esas ordenanzas subyacía un
re/oro (t '}S8).
modelo urbano basado en poslulados de la modernidad uroanística -empleo del
bloque abierto, primacía del espacio libre en la ordenación, desaparición de la
denostada rue cOrridor-, su aplicación sirvió de cauce para que los principios del
racionalismo comenzasen a conformar las periferias de las ciudades españolas,
en versiones muy desiguales en cuanto a la calidad de las actuaciones. Puede
resultar sorprendente que desde un documento oficial se apostara en esos años
de autarquía por unos planteamientos uroanísticos que sintonizaban más con la
cultura europea que con los principios de la ciudad falangista entonces en boga
entre los políticos del régimen; si esas normas fueron aprobadas se debió, como
ha hecho notar Fernando de Terán' , al empeño y la sensibilidad del arquitecto
que en aquellos momentos dirigía el Inslitulo y que fue el responsable de la
redacción de esas ordenanzas.
] 65 [
todavía torpe y rigido. seguía denotando la falta de familiaridad en el uso de una
nueva libertad de composición que no se sabe muy bien cómo utilizar, una vez
abandonado el andamiaje geométrico elemental de las manzanas ~!. Así, a medida
que los polígonos se convirtieron en el procedimiento habitual para resolver las
necesidades de vivienda, se evidenció también su carácter segregador para la
población que alojaban y la escasa calidad de sus espacios libres, con frecuencia
anodinos y mal urbanizados. las críticas que. como ha quedado expuesto en el
capít!Jlo anterior. empezaban a hacerse en el contexto internacional al urbanismo
de los CIAM, pronto encontrarían eco en nuestro país; también en el caso español,
la segunda mitad de los años 50 vino a significar la apertura a nuevos modos de
enfocar las cuestiones urbanas que, aunque de una manera todavía incipiente, se
iban dejando sentir entre los profesionales intelectualmente más inquietos.
las circunstancias políticas del momento no eran las más propicias, desde
el punto de vista cultural, para fomentar la creación de colectivos que pudieran
hacer de catalizadores de los nuevos aires que comenzaban a respirarse en
Europa. No faltaron. sin embargo, algunos timidos intentos de llevar a cabo una
labor de este tipo. el más relevante de los cuales fue sin duda el del Grup R de
Barcelon;f. Desde una posición geográficamente periférica. pero disciplinarmente
más abierta y activa que la del resto del país, un selecto y heterogéneo grupo
de arquitectos catalanes - entre los cuales se encontraban José A. Coderch,
Josep M' . Sostres, Antoni de Moragas u Oriol Bohigas- intentaría reavivar los
debates en tomo a la arquitectura y la ciudad, recuperando de algún modo el
papel que había jugado el GATCPAC antes de la guerra civil. En este sentido y
aunque fuera a una escala local y con un alcance mucho más limitado, se ha
podido afirmar «que la relación entre el GATCPAC y el Grup R es similar a la
que se produce entre los CIAM y el Team 10. Ambas experiencias pertenecen
a épocas distintas, separadas por la 11 Guerra Mundial y por un cambio en el
orden económico y social. las acciones del Grup R y del leam 10 están mar·
cadas por el estigma de la crisis del Movimiento Moderno y por la evolución
de la ideología dominante entre los arquitectos. 1. .. 1 De la misma manera que
esto se expresa en el Team 10 en relación con los CIAM, el Grup R respecto
al GATCPAC significa también el paso de lo programático a lo empfrico. de la
busqueda forzada de la unidad de criterios al desarrollo de la diversidad~7.
Ibid.. p. 417.
SObre la actividades del grupo. desarrolladas en Barcelona a lo largo de la decada de los 50, cfr.
C. RODRíGUEZ & J. TO RRES, Grvp R. Barcelona 1994: AA W .. Grvp R, tNk1 revisiO de la modero
n/lal. 1951·1961. Barcelona 1997.
] 66 [
POOIilOO de ilbsOI'rIO(! en
r~ M»/d(1959J.J-
1 ROI1l.J(1)'.
IV EApX:; dd GNp R
GiIIf:fIiI5 w..:/.JI1.15. 8.1trekJfJiI
(lqSS.
] G7 [
fue notable en el entorno barcelonés y servirian para -completar el proceso de
J7.R maduración ideológica del grupo en los últimos aflos de su existencia, actuando
como receptáculo de las tendencias provenientes de Francia e Inglaterra,.'.
catalán y que luego se difundirian por todo el país. Su libro Barcel0n4 en/re el
PI8 Cerda i el bJrraquisme recoge buena parte los artículos publicados en esos
ai"los. en los que resulta patente tanto la aspiración al realismo, caracteristica
de aquel momento. como la reivindicación del espacio de la calle, considerado
1J rolldo del ct.t>O "fco- el verdadero lugar de la vida urbana. En este sentido se puede afirmar que se
"tJfll<J , tktJ.iInistno·, vrg;JI"H
trata de un texto que marca ya de una manera neta y clara un cambio en el
1;No ('(1 8.Jrc.:/on3 por d
Grop R (1"58). modo de entender el urbanismo'o. En él Bohigas no sólo realiza el 'elogio'
neorrealista de la barraca, sino que plantea una critica abierta a la idea del
polrgono como unidad autónoma, como barrio autosuliciente, proponiendo la
vuelta a la complejidad de la vida urbana frente a la segregación de funciones
postulada por el modelo urbano de la Carta de Atenas.
Jb«J... p. 46 . Bohig.Js apuoIa que se intentó lII1tercercldo sobre '1'oWIic3 Y 1..Irb.nsmo". que no legó
acdetnrse: vme O. BOHIGAS. EmusUstno$ r:otnpJnidos yl»labs M-I cwnel(1992). Ban:eIona
1996. p. 60.
.. ar. O. BOHIGAS. Ban:dona CfII~ el pg Ct:trJJ i el ~ 8a'teIooa 1963: de ese Iíbro se ~
dicho que es uo · ta:(o fmWdor de IoN ~ f~ de entender la iIiqUiIectlM"3 y el urbarMsrnoo 1M.
TORRES CAPElL u fixmad6de 1"utbanisliciJ ~ropo/If~ de ~ 8a'teIooa 19". p. 250).
n F. TERÁN . •EvoIucióo del planeamicnto de n6c:1eo5 urbanos nuevos-oen C"1I.Iti.KJ y rerritorio. n" 1
(1969). p. 19.
I [
25. PIJn PataaI del poI¡gono
-Hucn~ del "CY~ VJbdoM
(l96/}./-A ComJcsy". V
MoknJ<1
"¡; 15
Proy«'C'lfJfflnUdo t'Il dCtlft·
C<JfW ¡MQ el pI3tIc~IO
del ~·Jl{e de Asu.J. B,lfMo
(l96/}. 5cIdc,JIJ.J. Rodng¡XI
Y G;m:", l;¡nlJ
" lic aqui cómo justllicab;Jn C$a 50Iución en la memoria del OOI'l'eSpOIldienle documemo de pta-
neamiemo: . De~ la retícula de las calles. las urbanizaciones actuales !icll(\en a sit\J3f las
Yiviend3s sobre el lerreno siguiendo ooicamell1c ai1erios de orientación. 5OIe0lfTliemo. dista0ci3
mire bloques. monotonlil. ete. Estos aitaios. 1'10 sien1prc seguido$, dan como COIlSetUenCia la
ap3ricidtt de ooos espacios libres entre ..mrod3s que. al no ser calles. se 0en0rnin3f11ON:S ~.
orientaba la solución ganadora elel concurso internacional para el planeamiento
elel valle de Asúa, en Bilbao, correspondiente a una propuesta presentada por
Soldevilla, Rodriguez y Garcia lanza. Y en un articulo contemporáneo a esas
propuestas, el arquitecto Pedro Pinto aventuraba algunas posibles soluciones,
tomadas de la mediterránea tradición del patio, para paliar -las limitaciones del
bloque de doble crujía~ , cuyo predominio -afinnaba- .empobreció la escena
urbana, produjo la rotura de planos y alturas, destruyó las secuencias coheren·
tes"de espacios, ruralizó la ciudad y originó una superabundancia de espacios
libres de uso indefinido_l'.
I 'O [
:!i FhmtJ pronx:/u p.'l3 e.
~ de A1<X1//)J(J. (Ur-
~ 1''15;1. G. r;,,.;J/dCl
P LOpCl )- ~ Su/),.Js
] '1 L
8.JrrtO jUPI 1(.\/11. MJdnd
(1Ilf>3J f MJf~ Cfton:Jn
r 1- L 1/oITIJI"
" Oe$de fll\ale$ de 1959 era el respons.abIe de la seccidfl "Discny. arquilec1lM"l1 ¡ I.riooisme" en la
reYi5la Sm;r d"Or. Iamada a jugar lM1 ifTIpoIUnIe papel en la dtcada de los 60 como imbilo de
discusión poI!Iico·cU1ur.J1 Y de difusión de idea$ de aclualidad prottdentes de OIfOS paises del
allomo europeo. Para tnI V3Ior.tciOO rwospeclJYa de esa ~ dr. O. BOHIGAS. Efllususmos
comp;Iftido$ y bJiabs sil cwtId. cil.. pp. 271-278.
.. o. BOt1IGAS•• EI poI!gono de Mootbau., en ~ de ArquiIeclur.J. rl" 61 (1965). p. 26.
lO /bid.• p. 24.
" /bid.. p. 25.
J [
!'1m ParcIi1l fJdI'J el poIigono
de Canafellls, SardallQla
(,966). J. A. AlonsQ, F T=n
yM. GJo,1fIó!
Partiendo, pues, del hecho de que ~hoy ese concepto de barrio está tan
claramente en crisis que nadie se atrevería seriamente a replantearlo, cuando
todos los intentos van hacia la reconquista de esa entidad viva y más unitaria
que es la ciudad»1Z, Bohigas no deja, sin embargo, de subrayar los aspectos
positivos de algunas zonas del polfgono, entre los que destaca la aparición
de una sucesión de plazas en cuyo diseño son prioritarias las exigencias de
la convivencia: la presencia de locales comerciales en las plantas bajas de
algunos edificios residenciales. que proporcionan ~el único carácter de integra-
ción urbana de todo el polígono y casi diríamos el único signo de vitalidad"ll;
o la imponancia otorgada a la arquitectura como elemento de cualificación
urbanística, que ayuda a dar un carácter propio al lugar. La insistencia en la
necesidad de pensar en las necesidades de los usuarios y de lomar decisio-
nes a panir de ese conocimiento. pretendía sin duda potenciar esa diversi·
dad que es característica de lo urbano y que podría facilitar las relaciones
entre los habitantes de distintos barrios de la ciudad. Un papel especialmente
relevante en ese contexto es atribuido al comercio. en cuanto que parecía
] 3 [
AmpIi3CiorI dI:! romo de liJ
ConcepcIÓn. MOJdnd (1959).
una de las actividades más aptas para animar la vida urbana, y menciona el
barrio madrileño de Juan XXIII. proyectado por Mangada, Ferrán y Romany,
como ejemplo de propuesta que contemporáneamente apuntaba en esa misma
dirección.
,. La cita está tomada del texto que sirve de presentación al proyecto en CUildemos de Arquitt:etlJt;J.
nO66 (1966). pp. 6-8. donde también aparecen recogidos los demás proyectos presentados al
COflCIJrso.
] "[
8amQ del Gran ~n Bl.Js.
Mi1&id (1958).
fig.32
ti lbid.. p. 7.
.. El primer vokJmer¡ habia aparecido eo t946 y el segundo lo haria en 1%3. Una visión sin·
tética de la evolución de las tesis de ese proyecto de investigoc:ión IelebvriallO du¡;mte los
3I'los 50 y 60. puede verse en H, lEfE8VRE. la vida t:Olidiana en el mundo modemo. cil..
pp. 39·88.
" M. GAVtRtA . •La ampliación del banio de la Concepción•. en ArquiICCIUr.J. nO 92 (1966),
p. 1.
] ,5 [
vinculada al espacio de la calle?l. En las conclusiones del análisis sobre la
ampliación del barrio madrileño de la Concepción se reconocía que en el
mismo, ligeramente periférico. existe en esos momentos una intensa vida
urbana, aunque ~ no tenga vida peculiar, sino que se integre en la vida urbana
de Madrid con su mismo estilo-: de ahí que "el anonimato generalizado sea
la caracteristica más definitoria del barrio». Por lo demás, se señalaba que ~ Ia
conexión vida cotidiana-urbanismo se estrecha cada día: aquélla se seguirá
deteriorando mientras éste no dé un salto cualitativo en la concepción del
tiempo libre o no alienado. Por ahora la vida cotidiana en el barrio lleva camino
de un deterioro progresivo»2' .
11 -¿Es posible UIla ciudad sin calles? Tal vez. pero será otro t)po de ciudad que est;! por inventar.
M>entras tanto. hay que redescubrir J¡¡ calle. QUe es fermento de vida urbana- (ibid.. p. 2).
" lbid.. pp. 41-42.
JI El trabajo fue publicado en un nlimero extr.lOrdinario de la revist3 A!qvileclUf<l. n· 113-114 (1968).
que estaba dedicado monogr.!licamente a recoger esa investigocióo. planteada como _un estudio
urbanlstico realilOOo con métodos y actitud sociológicos- (/bid.. p. 9).
" F. TERAN. P!.mcamicnlo urbano en /3 EspaII;J coolemporlnca. cit.. p. A29.
.. Ello no quiere decir. sin embargo. que ese InOujo tuviera el mismo cameler en uno y OIro entorno:
en Barcelona primará una in fiueocia de corte má$ bien geognlfleo y en Madrid. en cambio. de
corte sociológico.
] lb [
Barcelona (lUB). recién creado entonces por Manuel de Sola·Morales l l • El plan JJ. PIiJn P.Jfr1ill de la Robcr.J.
8Jrr:don~ (196J!. 1\. BO/ICf.
de la Ribera había sido redactado a mediados de los años 60 por Antoni Bonet
y pretendía reordenar un estrecha franja del litoral barcelonés, entre el puerto JJ. "Conlrop!;Jt,"deI.1R!b..Y;J.
y la desembocadura del BesÓs. que había alojado usos industriales y que se &n:c1onJ (19m. LUS.
pretendía convertir en una zona residencial. El proyecto de Bonet para esa area
intentaba integrar en grandes supermanzanas una amplia diversidad de funciones.
articuladas sobre la base de una compleja propuesta arquitectónica en la que
las reglas de composición jugaban un papel muy importante. Nos encontramos
aquí ante una propuesta urbana, diversa de la que subyacfa en los polígonos
de los 50, en la cual resuenan los ecos de cuanto se estaba debatiendo por
entonces en el Team 10, pero en la que había también una fuerte presencia de
la lógica especulativa de las grandes operaciones inmobiliarias que caracterizaron
la gestión urbanística del alcalde Porcioles. Por este motivo, el plan fue muy
contestado. y es en ese contexto en el que se planteó un concurso convocado
por diversas entidades ciudadanas a comienzos de los años 70. para reivindicar
otro modo de enfocar el planeamiento urbano. Ese concurso fue ganado por el
citado "contraplán" del lUB y en él se llevaba a cabo una lectura del territorio
a partir de los diversos tipos de organización espacial presentes en la zonal<.
" Cfr. M. SOlA· MORALES ct al.. 8;m:e/on¡¡: rr:modeliJCidn capitalista o deSilffO/lo urbano ro d sector
de L1 Ribera Oriental. Barcelooa 1974.
lO Al Igual que mvchas propuestas uroaJl.:JS de los anos 50 y 60. el pl;Jn de 8ont:\ troJ completamente
ajeno al contllJ(IO y se planteaba como UJ'l¡J operación ex novo. Ig.nornodo las pn:cxislcnci3s.
] [
a la vez que se proponía prestar más atención a los procesos de construcción
de la ciudad que a la imagen física resultante. Pero habrá ocasión más adelante
de volver sobre el significado de esta propuesta ; sirva aqul únicamente para
dejar apuntado cómo aquellas críticas a los polígonos acabarían desembocando
en el morfologismo .
.. Véase. poi" ejemplo. M. MoLi FRIGOLA. -la bpai\a de A1beno Sanons., en M. W. , Nbcrro
S3r1ons e iI ·900. Roma 1990. pp. 135·149 .
.. A SARTORIS. ·las fueotes de la OUCIlll arqllÍleclufa·. en Cuadernos de Arquilecluro. n' 11 · 12
(1950). p. 47.
" A SARTORIS . •Qrieotaciooes de la arquitectura conlempor:lnea·. en ibid.. p. 55.
] lB [
por la cultura catalana - Gaudl y Cerda-, que a partir de entonces iban a ser objeto
de estudio e interés creciente por parte de los urbanistas y arquitectos locales.
Asf, ~Cerda ya no será el odiado planificador, impuesto por el gobierno central
y provisto de una visión monótona y chata de la construcción dc la ciudad. Ésta
era la interpretación que habla dado de él la intelectualidad novecentista desde
principios de siglo. Por el contrario, [a partir de Sartorisl Cerda se convertirá en
el precursor más evidente de un urbanismo racional, de una planificación total
en la que la atención al tráfico, a las áreas verdes y a la edificación compacta
ponía ya las bases, con un siglo de anticipación, para los grandes problemas
del urbanismo moderno. l ejos de representar una herencia opresora, Cerda se
transformaba en un estimulante precedente al que, desde entonces, los Bohigas,
Baldrich y Ribas Piera comenzaron a prestar la máxima atenciÓn"lI.
" 1. solA·MOAAlES. oBarteIIona: AI:lerto Sartoris e ~ 'Gruppo R'o, en A. .... ORI ....NI & J. GUBlER
(eds.). l\Jbetto S;¡¡foris. Nownfa gioiclli. Miijn 1992. pp. 99·100 .
.. O. BOHIC ....S. •Casabclb e la cultura architellonica spagnola negJlanni 'SO" en ClJsabeIIa. rf' 440·
4011 (1978). p. 87•
.. Sobre esa estancia de este arqú1ec1o romano en Ba«:eIona. vtase -Bruno ZeYi nos dice .... en
CwdmJos de AIl;Uiccfln, n" 13 (19SO). f'I). 25·26.
] 19 [
PJbdlon t:spJIJQI l'n la /), condensada, toda la ideologfa·". Y es que, como recordaría Bohigas al cabo de
If1C/lJl de Mi!Jft {/95 ¡),j. A
los años, -fue Zevi [en su condición de historiador] quien nos hizo entender que
e"*",,
nuestra generación ya no era la del GATCPAC y que la modernidad pasaba ahora
por una reinterpretación crítica del fólcionalismo pionero»'l. En este contexto, la
presentación realizada por Zevi en Barcelona de la recién creada Asociazione
per l'Architellura Organica (APAO), que constituía un colectivo organizado, con
unos objetivos claramente definidos, pudo significar un estimulo y un referente
para la formación del Grup R.
" 1\. MORAGAS. _Enlrevista realitzada por Pepila Tcixidor-. en QwJems dllrquitectura I /JI"tJ;misme.
n" 157 (1983). ¡l. 102 .
] [
español en la IX Trienal de Milán. que resultÓ premiado. y Bohigas publicaba en
revistas catalanas sendos comentarios sobre la muestra. que pudo visitar con
motivo de su viaje de final de carrera". El verano siguiente Federico Correa y
Alfonso Milá pudieron asistir. gracias a su relación con Coderch. a los cursos de
verano del ClAM en Venecia y allí conectarlan con GregOl\i; comenzaba con ello
la relación entre los arquitectos de otra generación: _No cabe duda - dirn luego
Bohigas- de que éste fue el primer paso de una serie de contactos entre los
arquitectos jóvenes de las dos ciudades y el principio de una fuerte influencia en
Barcelona de la arquitectura milanesa de aquellos años.· 5• Poco después. hacia
1954, empezarlan también a publicarse en Domus las obras de Correa y Milá.
lo Cfr. o. BOHIGAS. -En lOmO J la IX TrieooaIe di MiIano-. en Destino. n" 727 (1951). pp. 12-13:
ID.••Nueve comenl3rios a la IX TrienoaIe di Mibno-. en Cwct-mos de ArqW~1IJr.J. n" 15·16
(1951). pp. 45·50.
" O. BOHIGA5. Emusi<JsfOO$ r:otnp;Jrtidos y ro/Jlln sm ClJJffcl, cll., p. 153; 500«: las rclaciooes de
los arquitectos calalanes con Ilaliil Cf1 los iIfIos 50, cfr. /bid. , pp. 149· 157.
.. O. BQHIGAS . • CIISiIbc/I;J c: la cu/too arililell00ica JpagnoIa negIi ami ·50-. cit.. p. 88.
•, E. N. ROGERS. -ConIiouiU o aisi?-. cit .• p. 203.
] " [
en el seno del Grup R: ~ ¿Puede y debe el racionalismo satisfacer hoy todas las
necesidades estéticas y funcionales? ¿Está el Movimiento Moderno en crisis?~ .
Y, más allá de cualquier respuesta basada en el apriorismo de los principios, se
apostaba por la búsqueda de un camino que permaneciese estrechamente ligado
a las nuevas exigencias del momento presente : ~ No se nos oculta - afirmaban
los editorialistas- que 10 verdaderamente dificil e interesante es hallar la manera
de hacer frente a esta exigencia de superación del racionalismo, dejando aparte
abstractas ideologías para ponernos en el camino verdaderamente apto para
concretar esta operación cultural-. Para conduir afirmando que "estas nuevas
tendencias, que tienen su denominador común en la necesidad de expresar la
realidad del modo más adecuado e incisivo, son lodas ellas vitales»'!.
•, .¿Crisis o conlif1Uidad?·. en Cwdemos de /vqI.Ii1et;11J~, n' 32 (1958). pp. 3·4. Para una valoración
coetánea de la experiencia italiana -~ la de C;,sabel/;J en panicular- . cfr. O. BOHIGAS . •Rogers ¡
CaSiJbclIiJ. un noo camí de ¡"arquitectura., en &m1 d·Or. n' 9 (1961). p. 25.
.. Refiriéndose altel10 de 1957 que consumaba la ruptura de Rogers ~ De Cario en Casabe/ll1. tia
eserilO Bohigas, -Recuerdo un poco el lexlo de Giaocarlo fDe Carlo]. Era un alaque conlra el pef.
5OIlalismo de Rogers ~, sobre lodo. conlra la excesiva importancia de la critica figurativa. Giancarlo
se quejaba de que la arquileclura moderna había enlrado en un formalismo académico y que la
revísla. en lugar de alaCarlo a favor de los conlenidos sociales y prodUClivos. sólo hacia una poIílicil
de transformación del lenguaje. Era una posición incluso compromelida polílicamente a favor de
un nuevo realismo que a mi f .. .1 me cayó muy bien. (O. BOHIGAS. Entusiasmos comp.mklos y
ba¡¡¡//as sir¡ r:/Jilf1d. cit. p. 154).
" Cfr. O. BOHIGAS. · Haci3 Ullil arquitectura realista· (1962). en 1\. URRUTIA NÚÑEl (ed.). Nqui(f!C/Ufa
esp.1ilol¡¡ conu:fll(XJf"Jnca. Documef¡(os. escri(os, ¡estimomos in&:/i(os, Madrid 2002. pp. 335·3A3.
Tanto el ar1icukl · EIogi de la barraca· (1951) como el liIulada ' Eklgl del lotxO' (1960) quedaron
luego recogidos en BarreJona en/((: el PIa CerrJj i el barroquisme.
•• O. BOH!GAS. ·Hacia ~/13 arquileclura realisla-, Cil., p. 340.
] "[
Pero la defensa del realismo no se limitaba, como es natural, a las cuestiones
puramente arquitectónicas, En palabras de Bohigas, el realismo debla abarcar
. todos los extremos de una profunda posición cultural .. , que comprendía -el
respeto por las 'preexistencias ambientales' en contra del desprecio insolidario
-exhibición personalista- hacia el fragmen to de ciudad viva que rodea un nuevo
edificio~51, Es decir, el realismo se referia también a las cuestiones urbanísti·
caso entre las cuales no era la menor de eUas «dar casa lo más dignamente
posible al mayor número posible de familias, en el menor Uempo posible~u. Y
yendo más allá aún, pretendia entroncar con otros ámbitos de la cultura, hasta
convertirse en el correlato de la entonces denominada ' poesia social", cuyo
análisis era abordado contemporánea mente en la misma revista Serra d'Or por
José MI. CastelletS<. AsI pues, el realismo se planteaba desde un doble sistema
de re ferencias. Por un lado, desde la voluntad de sintonizar con determinados
movimientos de otros sectores de la cultura española del momento y, por
otro, desde la coincidencia con los aspectos más caracteristicos de la posición
asumida por un sector particularmente activo de los arquitectos italianos. De
hecho. la conclusión que sacaba Bohigas en el articulo que vengo citando te·
nfa un indudable sabor rogersiano: -Pero con esta reacción - se preguntaba el
arquitecto catalán - ¿habremos perdido todas las grandes conquistas que hizo
el racionalismo anterior a la guerra? En absoluto. El nuevo realismo viene a ser
la única posibilidad de continuidad y la revitalización del racionalismo, El único
camino para que todas las conquistas de Gropius, l e Corousier y Mies no caigan
en un amaneramiento inoperante, en el formali smo, 1. .. 1 El nuevo realismo es el
retomo a la razón y la única forma de pasar 'racionalmente' de los prototipos de
los años pioneros a la sucesiva y modesta adaptación a las exactas condiciones
del hombre y de la naturaleza, a las exactas premisas sociológicas. técnicas,
económicas y políticas~".
w 1bKJ., p. 341. L1 cuestión de las ' preexislencia5 ;JIT1biemele5' habla slcIo ;JIIlpliamenle desarrollada
por Rogcrs en diverws edilolial!:s de Casabelló1: em~ OIros. Yéansc los recogido$ en E. N. ROGERS.
f.tpt!ricndiJ de I.J arr¡ui1er:lfJI7j, cil., pp. 131 · 149.
.. O. BO HIGAS , ~ MI~ d Pfa CerdJ I d bóJm1quismc. cil., p. 141.
.. .f'of otro lado, e51e nuevo realismo .-qLiIectónico no ~ a ser SIfIO la más eutla ccmspoodenda
en I'IUeSIrO ámbito de ~ COfrirote cul!uraI muy generalizada Yque en la ~ler.l1tra ha dado frutos
lan mponantes como lo que, pan! enlendemos, denornin3rm1os 'poesia social'. En lKl número
redenle <k 5ar.J dr;Jr ~ M' Cnldlei hacia lKl an.illsis dariYidcme y 1105 sorprcndia comprobar
que C8SÍ lodos sus ltrmioOs COinCiden con la ~ de la 3IQIIilet1Uf3' (O. BOH1GAS.·H8cia
una 3I"qU¡lcclur;¡ =li511', cil., p. 342).
] 83 [
esquema Dirccwr para el "plan director" pretendía cienamente revisar el vigente plan comarcal de 1953,
Are,] Alelropofi/anJ de iJJr-
que había quedado desbordado en sus previsiones, pero, al mismo tiempo,
ccfona (/9(6).
intentaba abrir el debate urbanístico sobre la construcción del territorio metro-
politano barcelonés a los nuevos enfoques provenientes de Italia, sintonizando
también en lo relativo a la renovación de los instrumentos de planeamiento con
. cuanto, como acabamos de ver, estaba sucediendo en esos años en el ámbito
de la arquitectura. En este sentido, refiriéndose a los trabajos de redacción del
plan director, Torres Capell ha podido señalar que "la revisión [del plan comarcall
tenía el motivo aparente de que habían transcurrido cerca de quince años desde
la fecha de aprobación de aquel documento de planeamiento y el motivo más
feal de la necesidad de renovar conceptualmente el urbanismo metropolitano
adaptándolo a una nueva forma de actuar [",1, En muchos anículos y notas
publicadas en Serra d'Or en esta misma época, se habla de los objetivos y
también de las dificultades surgidas en el camino de esta aventura intelectual.
Es fácil establecer paralelismos entre este plan y la aventura entre intelectual y
política y 10 que se defendía en Serra d'Or en esos mismos años»s',
Plan Director del Área Melropo1ilana de Sarcelooa, que /lO llegarla a alcanzar rango normatiw: en
1968 fue aprobado linic3meJ'llc _3 efectos adminiSlratiws iOlemos __Para IJ/la visión de corojunto del
proceso, dr. V. MARTORElL PORTAS, A. FLOREN$A FERRER & v, MARTORELL OrzET, His/Of͡J del
urbimismo en [J;}rcc/ooa. Del pI3n Ccrdá allirca metropoli/an;¡, Barcelona 1970. pp. 133-153.
] 84 [
de la estructura urbana netamente distinta de la del urbanismo funcionalista.
con su afán por descomponer la ciudad en zonas homogéneas desde el punto
de vista del uso. El plan director buscaba más bien homogeneizar el nivel de
bienestar de la población y su integración social mediante el establecimiento de
niveles urbanos cualitativamente homogéneos en todas las partes del territorio.
optando por un concepto de ciudad -como lugar definido por la variedad de
componentes y densidad de relaciones entre ellos-, en el que el logro de una
diversidad y complejidad crecientes era visto como medio para alcanzar una
adecuada ordenación de la región urbana. En este sentido. desde una óptica
que pretendía la descentralización de las actividades sobre el territorio y que
para ello proponía la potenciación de un sistema de polaridades urbanas. el plan
aspiraba a conseguir el crecimiento equilibrado de un ámbito territorial mucho
más amplio que el de la comarca del plan de 19535' .
Por todo ello. el plan director representó. sin duda. una novedad impon ante
en el panorama urbanístico de los años 60. He aquf. por ejemplo. el juicio que
merecía ese documento a Fernando de Terán en su estudio sobre el planea·
miento urbano en la España contemporánea: .Son muchos los motivos por los
que el voluminoso trabajo que constituye el Plan Director merece un puesto
La comarca definida en 1953 comprendia uoos 485 kmI(21 ~). InIef1Ir.t$ que eI;Imbi!o
del área melropclitaoa deflroido por el pb'1 cirectof ~ los 3.200 km' (180 ~) .
.. Cbdo por F. TEItÁN. ~Jm/tfl/o!Kbano en la Espa/J<I COfIIcmptJf'inea. cit.• p. 394 .
M. FUSAS PI ERA, . La pbniflCOCión lIIb.mislica tf1 E!p3fIa·. en l odix, n" 15 (1965). p. 1 6~ . En bI
misma ~rlC3. SoI~ Mornlcs ~lirm:Jba que -por encima de las propuestas que C()Il uno u OIro origen
a¡Jafcccn en el Esquema Director, la más importante y la que le da un sentido tlllSCcndente denlro
de la moderna historia urU31l1stica espaOOIa es la propositlón par;! el área melropo1ilan3 de 83r.
ceIon3 del moddo de CIUlbd·tcmlCJlioo (M. SOLA·MORALES. 'Us propuesl35 del Pbn [)«cloro.
en Ctr.1i'kmQs de l\rqUfedIn Y Ikb.n"smo. n" 81. 1972. p. 26).
] "[
destacado en la historia del planeamiento en España. Tanto por su nuevo enfoque
metodológico como por el modelo territorial adoptado. supone una imponante
aponación innovadora 1... 1 y. en muchos aspectos. marca claramente una
primera ruptura. enriquecedora y diversificadora. con respecto a aquella Irnea
uniforme del planeamiento. emanada de la Dirección General de Urbanismo. y
la apenura a nuevos horizontes culturales externos y. con ello. a nuevas visiones
de los fenómenos urbano· territoriales. En este sentido. puede señalarse que
en este plan resuenan en cambio. claramente. los ecos que a Madrid llegaban
mucho más apagados. del estimulante debate producido en Italia en los últimos
años 50 y en los primeros de la década siguiente l ... ]. las relaciones de los
ambientes barceloneses coo este sugestivo panorama. y el deslumbramiento
ante él. justifican en gran medida que el Plan Director asuma. efectivamente.
una fuene carga italiana en sus planteamientos. Esto se manifiesta de modo
categórico no sólo en la adopción expresa del modelo de ·ciudad·territorio· l. .. ],
sino sobre todo por la conceptualización. la metodología. la propia terminología
y hasta la representación ~"¡ .
] '16 [
El segundo se refiere a la selección de casos de estudio recogidos un ano
después -en 1966- por Aldo Rossi en el contexto de su discurso sobre la
arquitectura de la ciudad. Entre los ejemplos tomados de ciudades españolas
que Rossi cita, ocupa un lugar particularmente relevante la Barcelona de Cerda.
El plan para el Eixample es traído a colación a propósito de la relación entre las
transformaciones urbanisticas y las fuerzas económicas actuantes en la ciudad,
de las que Rossi se ocupa en el último capftulo de L'archirettura de/M cittJ.
A este respecto, la propuesta de Cerda para Barcelona es, según Rossi, más
imeresanle que la de Haussmann para Paris; se trata -dice- de ~ un ejemplo
muy importante y no suficientemente estudiado [.. .1. un plan extremadamente
avanzado y que respondfa plenamente a las transformaciones que apremiaban
a la capital catalana~u . Naturalmente, su conocimiento de ese plan para la
capital catalana y el juicio que realiza sobre el mismo son deudores del libro
de Bohigas, publicado pocos años antes y al que Rossi remite en una amplia
nota: en ella, el milanés afirma que ~ Bohigas ha estudiado y puesto de relieve,
quizá por primera vez, el plan de Cerda y su enseñanza-" . Lo que Rossi segu-
rameme ignoraba es que ya antes otro italiano, Alberto Sartoris, habla llamado
la atención de sus colegas catalanes sobre el significado de Cerda y sobre su
comribución a la génesis del urbanismo moderno, impulsando asi una profunda
revisión del modo en que la obra del ingeniero centellés habfa sido valorada
por la cultura oficial catalana.
Con la publicación del libro de Rossi se abria, de algún modo, una nueva
etapa en las relaciones con Italia, en particular en lo que al urbanismo se
refiere. De hecho, el libro debió comenzar a ser conocido en los ambientes
profesionales barceloneses muy pronto, hacia 1967. y en 1971 apareda la
edición castellana del libro, traducida por Salvador Tarragó. amigo personal de
Rossi. y publicada por la editorial barcelonesa Gustavo Gil!", Las tesis defendi-
das por Rossi en L"archíretlura del/a cirrJ encontrarian, como habrá ocasión de
comprobar a cominuación, un eco notabilisimo entre los arquitectos catalanes.
hasta el punto de Que llegaron -a trastocar toda la concepción del urbanismo
catalán en la década de los 70.... Y es que los análisis morfo-tipológicos Que
estaban en la base de la obra rossiana servirian de catalizador para la puesta
en marcha de un amplio movimiento que iba a dar lugar a la aportación más
original de la cultura urbanistica española al morfologismo. la represemada por
el Laboratorio de Urbanismo de Barcelona, dirigido desde 1968 por Manuel
de Sola-Morales.
En ese mismo año, que resultaria tan emblemático de los nuevos aires
que comenzaban a dejarse sentir en la vida universitaria, SoIa·Morales habia
] [
obtenido su cátedra en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. donde desde
1965 ya era catedratico Ribas Piera; ambos tenían a su cargo la formación en
materia urbanística de los futuros arquitectos. En esos momentos. por influjo
de la cultura anglosajona. existía a nivel internacional un notable empeño por
afirmar la multidisciplinariedad del urbanismo y por experimentar la creación
de centros docentes de nivel superior donde se enseñara urbanismo con
independencia de las escuelas de arquitectura ói , y a ese influjo no fue ajena la
Escuela de Barcelona, por cuyas aulas pasaron como docentes, en la primera
mitad de los años 60, sociólogos. economistas y geógrafoslo. En ese contexto.
la preocupación coetánea en el seno de la disciplina era la de alcanzar un
estatuto cientifico para el urbanismo. y en esa dirección habían ido también
las preocupaciones de Sola·Morales, como quedó de manifiesto en la memoria
que presentó para la cátedrall .
.. ~se era precisamente el centro del debate del ,ursa de ArelKJ. citado en la IlOta 39 del capHulo
anterjor. que en 1963 habla organilado Qu;¡roni.
JI .En 3quel momento nuestro deseo era magnifICar la rama de urbanismo casi como UJl3 subcarrera
dentro de la del arqu~ecto y nuestro suei'lo. que hoy no companiri3. el de Ileg¡Jr 3 la cre3Cióo de
un Institoto universitario de urbanismo. p.ara alcanlar la complelil autonomia. 1... ] Puedo afirmar
con pruebas que la pluridiscipliJl3ri1::dad en la ensel'lanrn del urbanismo fue provocada por nues·
tro locipieme Departamento universitario y nunca jamás por las restantes facult ades implicadas·
(M. RIBAS PIE RA . •E1 viraje al palsajismo. Historia de UI13 docencia -. en CiudJdes. rf' 2 (1995).
pp. 18·19).
" .Cwndo en 1968 Manuel de SOI1t-Morales ganó la c.1tcdra. su discurso sintonizó con el mundo
aoglosajOO. donde se estaba discutiendo sobre la rnodelíStica con la idea de encontrar un modo
de hacer propio de la urbanística. Se trataba de definir una ciencia a través de b identiflC3Cióo de
su método. de definir cual era su peculiaridad y tu.1lla forma especifICa que tomaba p.ara aJl3lil3r
e interpre tar la realidad- (R. Ptt · El t~t i l"ordeJl3~. Notes sobre les ensenyances a l'Escola
d"Arquitectura de Barcelollil·. eo Qoadems di\rquíleclura; Urool>ismc. rf' 154 (1982). p. 32).
n M. RISAS PIERA . •El viraje al p.aisajismo. HiStoria de UI"\3 docencia •. cilo p. t9.
1 [
Centrarse en la ensei'lanza de un ·urbanismo para arquitectos" venia a ser
tanto como aceptar que el arquitecto tiene un modo especifico de aproximarse
a los problemas urbanlsticos y. consecuentemente. un instrumental propio para
analizar la ciudad e intervenir sobre ella: se trataba. pues. de «introducir a los
estudiantes de arquitectura a un conocimiento de la ciudad coherente con las
herramientas metodológicas de su profesión; la actitud proyectiva.la observación
y la valoración de las formas. la costumbre de relacionar imagen y funciona-
miento. elc.•1S• Ello significaba rechazar la interdisciplinariedad y apostar por la
especificidad de la disciplinal' : un planteamiento no muy lejano a la reivindicación
de la autonomía disciplinar llevada a cabo por los italianos; de hecho, como
ha recordado Sola-Morales, a finales de los 60 en el LUB se había . traducido
por primera vez a Gregolli, Aymonino, Rossi y una larga lista de articulos que
entonces eran inalcanzables· 1J• De este modo, se tomaba distancia respecto a
la cultura anglosajona del planeamiento y a la contraposición contemporánea
entre planners y designers ll • para afirmar un discurso sobre la forma urbana
enraizado en la arquitectura y en la posibilidad de construir desde la arquitectura
unos instrumentos analnicos no exentos de carga teórica, idóneos para afrontar
una sugestiva lectura de las partes que componen la ciudad. No en vano eran
aquellos unos ai'los en los que «el esfuerzo para dar un estatuto cientifico a la
arquitectura y huir de las opciones estilísticas que desde el funcionalismo se
rechazaban por caducas -y el esfuerzo por huir también de una lógica funciona-
lista estricta que la cn1ica marxista quena sin duda sobrepasar- llevaba a confiar
en el momento analítico de la arquitectura y de la ciudad la condición de su
racionalidad cientifica, es decir. de su legitimidad epislemológica ~".
] 89 [
hasta entonces inexistente, sobre la forma urbana proyectada - ni diseño urbano
ni planeamiento urbanístico, campo incierto desde principios del Movimiento
Moderno"'1 . Bien entendido que no se trataba de construir un discurso abstracto,
más o menos genérico, sobre las formas de crecimiento urbano, sino de alcanzar
esos objetivos teóricos a partir del estudio de la realidad concreta: en su caso,
la Barcelona metropolitana. y es que también en esto seguían el modo en que
los morfologistas italianos hablan orientado en esos años sus estudios sobre la
ciudad, centrándose en el estudio monográfico como banco de pruebas para
sus hipótesis sobre la ciudad considerada en tanto que realidad física.
Por otra parte, el análisis urbano tal como se entendía en el LUB no estaba
orientado exclusivamente al conocimiento de la ciudad, sino que se encontraba
estrechamente ligado - también desde el punto de vista conceptual- a la inter-
vención, al proyecto de transformación del área objeto de estudio; proyecto
que, además, pretendla dirigir un proceso antes que construir un objeto. En
esta inequívoca afirmación de la ciudad como realidad nunca del todo acabada,
como proceso de construcción que se desarrolla en el tiempo, encontramos
una constante del pensamiento de Sola-Morales que no tardará en distanciarle
del morfo-lipologismo de la rendenza" . Ya en su memoria para la cátedra habla
señalado que -es el proceso de crecimiento, la misma dinámica urbana, el objeto
del planea miento: y de ahí la tendencia a buscar como plan urbanístico, más
que una forma urbana estática, precisamente su proceso de desarrollo»'l. Y casi
veinte años después, en un conocido texto escrito para una revista italiana, a la
vez que criticaba determinados modos de usar la relación morfología/ tipología,
volvía a insistir en la misma idea: «Toda la cuestión - alirmaba - está en medir
el tiempo con el espacio. [, .. 1 El proyecto urbanistico es proyecto para dar
forma a un proceso físico~S. . Ese énfasis en los aspectos procesuales de la
acción urbanística es el que le llevaría a afirmar que el tiempo - y no sólo el
espacio- debía ser considerado como objeto y como material de la construcción
de la ciudad.
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pretendían avanzar en la comprensión del fenómeno como fOfTTla de producciÓfl rumos '* 'C<IITaS" dt! ~
de ciudad al margen del planea miento oficial. desde el convencimiento de que si ~ (/9N1 J 8usque15
bien -la urbanización marginal comienza por ser una ciudad irregular, incompleta,
JS. fkUfro/kJ de Id 'rotl"iJ'
a veces ilegal desde el punto de vista del planeamiento, acaba - en general- por en 101.: CStrL"t.1Io {¡'1.0.tI /.
ser un barrio más de la 'ciudad'»l'. En esos estudios, que culminaron con la B/,ISqucts
redacción de 13 tesis doctoral de Joao Busquets sobre las ·coreas· de Barcelona.
comemó a ponerse a punto un -ambicioso programa de reconstrucción del
proceso de fonnaciÓll histórica de la Barcelona metropolitana a partir de la de·
finiciÓfl de las tipologías estructurales del crecimiento urbano"" , que dana como
.. J. BUSQUETS, laurtw",iICIOn marginal. Bartelona 1999. p. 9. Desde sus comienlOs. el tUB teoor.l
como uno de sus rasgos diSllntivos !<I negativa a reducir el urbanismo al plancamiento entendido
tomo prkrica jut1dico·admlnlslrariva .
.. J. M. EZQUIAGA. . ~ y proyeclO de la ciudad. Rl:1lc1liones sobre la obn leófb de M3nud
de ~.tdonlIe5 1bJbi6.. en Gcomcfrf;J. n" 14 (19921. p. 78.
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E.-o:vciOn de la ordt'm3n~i1 resultado un método para explicar las formas de crecimiento urbano a panir de
del Ens¡¡n<;hc: de BMCt.'lOfIJ
los diversos modos en que se han aniculado la parcelación. la urbanización y la
/1981), J. HusQucrs y} l.
Gom.!l 0rd0Ik:1. edificación. Al añadir la urbanización a la parcelación y la edificación - sobre las
que ya habian insistido los italianos al señalar la morfología y la tipología como
claves estructurales de la forma urbana- . se estaban poniendo de relieve los
diferentes modos de gestión como otra clave imprescindible para caracterizar
las formas de crecimiento urbano.
¡66;~
P + U + E
...,
[gI
Ensanche
POAe
mOa(
!W~~a
000 oooe
U + P + E
~ ~ ~
Crecimiento suburbano
P +
~
Urbanización marginal
UP + E
Ciudad·jardfn
11 E
~
Barraca
PUE
PoUgonos
~
r'lj ~o
las diferentes tramas y piezas - partes de ciudad- con las que estaba hecha [;1$ (omlJS de Cft'CIIWC/lIO
Barcelona. Y como no se trataba sin más de conocer la dudad, sino de co. vrlxJIIo (l97/). tuS
nocer para intervenir. los sucesivos pasos en esa dirección se fueron dando
al hilo de las primeras propuestas proyectuales. El ya citado "contraplan" de
la Ribera, presentado en 1971, constituyó una primera ocasión para ensa·
yar una propuesta urbanistica alternativa, desvinculada por completo de los
instrumentos normativos sancionados por la Ley del Suelo y articulada. en
cambio, sobre un previo analisis de las relaciones consideradas significantes
en el área de actuación: espacio social/ localización. localización/morfologia y
morfología/tipología; justamente a partir de ese análisis morfo-tipológico se
llegaba a determinar una estructura de la zona de actuación según procesos
de ordenación, que servía de base para la propuesta9<l, En el contexto español
de la época uno de los rasgos más novedosos de la propuesta se encontraba
en ese compromiso de la teorfa con la acción, que anticipaba, en numerosos
aspectos, muchas de las propuestas urbanisticas posteriores de los miem-
bros del LUB, las cuales. además de tener ese carácter "estratégico" que ya
es perceptible en el caso de la Ribera , estuvieron siempre andadas en una
intencionada lectura del territorio como camino para descubrir las posibles
transformaciones que pueden ser inducidas desde el plan, Por todo ello, será
la desaparición de ese sentido procesual de la intervención y la pérdida de
toda referencia a la dinámica real de la ciudad, que tan a menudo han carac-
terizado otras actuaciones proyectuales posteriores, lo que ha sido una y otra
vez denunciado por Soja-Morales como una reducción del urbanismo a pura
y simple arquitectura, por cuanto en la práctica viene a significar la anulación
de cualquier objetivo urbanístico especifico" .
A los estudios sobre los barrios de ·coreas" -que sirvieron también para
orientar propuestas concretas de intervención'l- siguieron, a lo largo de la década
de los 70, el inventario de los polígonos de vivienda, que cristalizaria en la tesis
doctoral de Amador Ferrer'3; los numerosos trabajos sobre el ensanche como
forma de crecimiento, en los que se pondria de manifiesto la trascendental im-
portancia de la infraestructura urbana y que servirfan para analizar con un notable
grado de precisión las aportaciones de Cerda a la construcción de la ciudad
burguesa 9', pero también para investi~r sus posibilidades de transformación y
de adaptación a los nuevos requerimientos de la ciudad contemporánea 9S ; o la
aproximación al tipo de vivienda unifamiliar como soporte de diversas formas
de ordenación en la ciudad, que conduciria a la definición de las formas del
.. En este sentido se afirmaba que .Ia lógica propositi'la. es decir. el modo de proponer Intervefl(:io·
nes. deber.! ser congruente coo la naturaleza del problema analizado precisamente a los nive\e$
de la ordenación moriológica y de los procesos ~poIógicos como niveles ~amente urbanfsticos
donde se dispone de inS1J\Imemos y modos especlflCos de proposición- (M. SOLA·MORALES el
al. fJ.Jrr:efon.;¡; remodelación C3pÍIJliSIIJ o deSlJlTQ/J() urbano en el seclor de /;¡ Riber.J 0rien1iJ/. cil,
p.59).
" . la arquiteclUra de la ciuOad. como ~alor.!Ción del papel urbaoo de cic:r1as grandes arquitecturas
históricas. 00 puede confundirse con un criterio que justifique hoy un disello estereotipado de las
foonas urbanas. como si fueran foonas de edifICios. Ni tampoco para decantar sobre un nefasto
momento previo -juridko o norma~vo. vagamente económko o poIítico- el supuesto encuadre
umanfstko de las arquitecturas. (M. SOLA·MORALES.•Spazio, tempo e cina •. c~ .. p. Z61.
., Véase. por ejemplo. J. BUSQUETS & J. L GÓMEZ ORDÓÑEZ. ·1'1311 Especial de sant Josep en
sant Vice,"", deis Horts (Barcelona). RehabilitaciÓll de lJ!l barrio de urban¡~ marginal •. en CAl.(
nO82 (1982). pp. 34·63.
.. Cfr. A. FERRfR AIXALA. EIs poIigons de fJ;Jrre/on¡¡. L'fJ3bitl1tge fIlJssiu I /:¡ formJdó de I'tJreiJ
rnetropo/illJlllJ. Barcelona 1996.
.. Los trabajos iniciales de los allos 70 (M. SOLA·MORALfS el iJ/.. (os ens.mchcs {I}. El EnSlJflChe
de BarreIona. Barcelona 1978: J. ESTEBAN. los ens.mchcs rr!I!!fIOreS en /¡¡ región de fJ;Jrre1ona,
Barcelona 1976) culminarían con las Icsis doctorales de Joaquim Sabaté y Miquel Corominas.leldas
a mediados de los 80 ~. SABAT~. El proyecto di!! 111 Ci1IIe sin nombre. los reglamentos urbanos de
/;¡ edilicJci6n p~·&rcelona Barcelona 1999: M. COROMINAS. (os odgenes del Ens.mche de
8JrceloniJ. Suelo, recnicJ e inidalivJ. Barcelona 2002).
.. Cfr. J. BUSQUrrS & J. L GOMEZ ORDÓÑEZ. Estudi de I'Eixl1lTl{Jlc de 8.Jrce1ona. 2 vols .. Barcelorn
1983.
] .[
crecimiento subumano" . la matriz de todas esas investigaciones se encon-
traba contenida de algún modo, con niveles de concreción y profundidad cada
vez mayores conforme avanzaban los diversos trabajos, en la formulación del
programa docente sobre "l as formas de crecimiento urbano", impartido por
primera vez durante el curso 1971 -72 Y publicado en 1974 . En la introducción
de ese programa se señalaba que el curso estaba Ofientado «hacia el estudio
del crecimiento urbano. entendido como proceso social y analizado en el campo
de intervención especifica del arquitecto_tI. Ese enfoque implicaba un definitivo
alejamiento de los planteamientos anglosajones que aún estaban presentes en
el programa sobre "la ciudad y los juegos" que le había precedido" . En este
sentido puede afirmarse, pues. que la redacción del programa sobre [as formas
de crecimiento señala ·Ia formulación por parte de Manuel de Sola-Morales de
un cuerpo teórico propio, cuyo comienzo será una interpretación autóctona de la
realidad urbana catalana y, por extensión, una reinterpretación de la urbanística
en nuestro país»"_
.. Paf3 uoa primera apro~maclón al tema. cfr. M. SOV,·MORALES. E. BRU & E. SERRA.•Grxia: disel'oo
del suelo y forma urban:J en los oñgeroes de la Barcelona moderna-. ef1 Afq!JiltXIIIf'IS Bis. n' 1S
(1976), pp. 26·32. El eS1udlo de Gfacia como modelo de crecimiento subLoth3no seña retomado
por Ervic Seml en w tC~ doctoral. Idda a comien.ros de los 90 (E.. SERRA. GeomelfU ; fJl'Ci«lc
del sC/;1I:s ~ de IJ ~ rnoderrIa. u viIa de ~ 6aIcdon3 1995).
] "[
Se deseaba, pues, ofrecer una reflexión que contribuyese a desenmascarar un
proceso planificador que pretendía justificarse mediante un determinado uso de
la técnica por parte de una administración pública puesta al servicio del poder
económico, en sintonía con las tesis sobre la vinculación del Estado a los in-
tereses del capitalismo monopolista, que fueron caracteristicas de la sociología
urbana francesa de comienzos de la década de los 70, en autores de formación
marxista como M. Castells, J. Lojkine o E. Preteceille.
Un paso más en esa misma dirección viene representado por un texto del
año siguiente, titulado De la ordenación a la coordinación, que aspiraba a leer
el significado del planeamiento urbano en aquellos momentos, contextualizándolo
en el proceso de construcción urbanística de la Barcelona modema. Allí, Sola-
Morales se mostraba aún más explícito: -En cuanto tal - escribía- , el planeamiento
urbano es una repetida frustración. Cada vez más los planes parecen importar
sólo como referencia de encuadre para las grandes actuaciones parciales, como
marcos de coordinación de las iniciativas sectoriales, como sede de compromiso
de los varios agentes operadores. La progresiva concentración del capital finan·
ciero inmobiliario ha transformado la antigua promoción capitalista atomizada en
un campo de inversión de unos pocos actores, dominantes sobre una pléyade
de satélites, más o menos directamente dependientes. Las iniciativas de estos
promotores decisivos [... J se producen siempre como parciales y autónomos,
sobre los sectores más rentables y seguros. [ ... ] Pero la autonomía de actua-
ción sectorial que estos aspectos imponen y que es la que anula la posibilidad
de una ordenación global, sigue exigiendo no obstante unas garantías mínimas
que eviten el conflicto mutuo, reduzcan incertidumbre sobre las variables
fundamentales, minimicen el riesgó de las inversiones. Esta coordinación es
la que las fuel"1.as dominantes piden ai planeamiento urbano. La globalidad no
interesa en cuanto tal , sólo en la medida precisa para organizar las expectati-
vas de aquellos parámetros fundamentales. La ordenación formal, o no vale la
pena, o pasa a ser valor apropiable por la gestión comercial. La consideración
del consumo colectivo y de los valores urbanos públicos [... 1se abandona y,
aunque las formulaciones técnicas o la legalidad literal sigan incluyéndola en los
planes urbanísticos, no es a menudo más que la ganga del mineral pretendido:
la garantía de infraestructuras para los eventuales operadores a través de la
designación de las inversiones públicas infraestructurales»lOl.
] "[
en 1970, a raiz del decreto sobre las ACTUR, a abandonar el equipo redactor
de la revisión del plan comarcal de Barcelona'''. Ese mismo convencimiento se
encontraba probablemente en el fondo de su rechazo - no exento de carácter
polémico- al proceso de revisión de la ley del Suelo, del que el decreto de
las ACTUR era interpretado como una ~primera muestra de la nueva doctrina
oficial~'''' ; una doctrina que, en su opinión, venia a significar de hecho la renun-
cia al planeamiento urbanístico de carácter global y el abandono de la gestión
pUblica del desarrollo urbano en manos de la iniciativa privada 1ft. El análisis
realizado sobre el proceso de planeamiento metropolitano de Barcelona, según
el cual dicho planeamiento era ~Ia historia de la progresiva contradicción entre
una idea técnica, la inercia de la estructura administrativa y los mecanismos
de promoción de los grupos económicos. U" , parecía confirmar esa hipótesis,
en la cual la barcelonesa ACTUR de Riera de Caldas era entendida como una
·síntesis operativa de la nueva política urbanística que viene configurándose en
el país-'o/. El proyecto de nueva l ey del Suelo se les presentaba entonces como
el intento de dar carta de naturaleza al nuevo estado de cosas: -El énfasis en
la producción como operación primordial del planeamiento, el desprecio de los
modelos heuríslicos y simbólicos, y la idea de eficiencia como pragmatismo de
gestión, son corolarios directos de los que se nutren los métodos e instrumentos
del planeamiento que tiende a imponerse. No es extraño que hasta se piense
en una nueva ley (primero como ley puente, luego propiamente como nueva
ley del suelo) para dar status oficial a esas condiciones, anulando las rigideces
de ordenación hasta aqul exigidas al planeamiento urbano y flexibilizando la
eficiencia monopolista del desarrollo de la ciudad en su nueva etapa de gestión
concentrada· \OI.
] "[
"cootraplaneamiento", elaborado a panir de unas rigurosas premisas teóricas,
pero al servicio de OlfOS intereses sociales. Recuérdese que en este caso la
iniciativa del concurso no partía de la administración municipal, sino de un grupo
de colectivos profesionales y asociaciones de vecinos. Y es que la bUsqueda
de una lógica distinta a la entonces imperante en la práctica del planeamiento
urbano en nuestro país, estaba en la base de aquella lectura de los procesos
espaciales y de la identificación de las fuerzas en juego llevada a cabo por los
arquitectos del LUB. Por lo demás, esa marcada intencionalidad polflica Iba a
caracterizar la mayor parte de los planteamientos urbanísticos innovadores de la
época final del franquismo y del comienzo de la transición, con independencia
de la orientaciÓfl que tuvieran desde el ponto de vista disciplinar.
Sin embargo, por más certeros que fueran los análisis sobre el significado
de los procesos de crecimiento en las ciudades de las sociedades capitalistas
avanzadas y del papel que el planeamiento urbanístico jugaba en relación con
ellos, de ahí no se deducía ninguna indicación concreta sobre el modo de
afrontar la construcción física de la ciudad, más allá de la critica a un sistema de
relaciones socio·econÓmicas considerado alienante. A mi entender, la quiebra en
esa Ifnea de discurso debe ser puesta en relación, de un lado, con el cambio de
las circunstancias pohlicas en nuestro país en la segunda mitad de los allos 70 y,
de otro, con la crisis de los grandes discursos caracteristicos de la modernidad,
que también se hizo visible a finales de esa misma década. En este sentido, hay
que dar la razón a Damián Quero cuando, en un atinado comentario de comien·
zos de los 80 sobre la evolución del pensamiento urbanístico de SoIa·Morales,
afirmaba que -fue, por tanto, necesario esperar a la ocasiÓfl de la exigencia
propositiva que el municipalismo nos ha traído con esta década, para entender
que la economía política (de la producción de mercancías en el espacio y de la
producción del espacio como mercancfa) estaba huérfana de criterios para el
proyecto de la ciudad, por más que su maquinaria analítica fuese ciertamente
afinada y útil. La necesidad de manejarse profesionalmente con el espacio que,
voila!, no era política, orientó con decisión las miradas al arsenal instrumental
del Movimiento Moderno, de los regocijantes misterios de la topologia, de los
viejos textos de la geografía y también de otros viejos oficios, y sin duda entre
ellos del más próximo y entrallable de la arquitectura_nu.
'" Cfr. M. SOLA·MORALES & J. PARCERISA, · EI urWnlsmo lItbano. Fonna urbana y planeamienlo
urbanlslico en siete C<lpitalcs e5paOOlas •. en Eswdios rcrrilorl4k:s. rf 24 (1987). pp. 33·51.
] .. [
U Iomu lkI IfflI/otio ata
00, e18J¡~ Fmp()r~ (1'177),
LUB.
"g ,11
"' y un poco más adelante ;JI\xIian: . lo 'poIl~ico' let1la. en este sentido, rTI\.ICho m;h que I't:r COIl
lo 'físico'. incluso COIl lo formal y lo estético ~ itan deoostiKlo! ~ , que con lo 'SOCial' t;¡l como se
formulaba en las interpretaciones supcrcstJ\IClIlI1Ilcs. No cabe duda de que a éstas, siempre *II3S a
reconocer contenidos et1 la maler\a tKbana, tU)' que culpar, 3 la postre, de mucha de ia confusión,
Y3p(l(OS3meIlIC socioIo&iSta y mor;¡lzaote. efI que se envolvió ia discusión del pbrltaliWnlo !$barIO
en toda Europ.1 al fnal de ia dtc:ada de los 70· (b¡1, p. 38).
] 99 [
catalan, naturalmente- desde una perspectiva arquitectónica, atenta a -reconocer
las huellas de la construcción histórica del territorio por parte del hombre: las
parcelaciones de las tierras, las obras de comunicación, los cambios topográficos,
las fabricas urbanas, etcétera~ UJ.
Con todo ello, al finalizar la década de los 70, el LUB estaba efectivamente
en condiciones de ofrecer un ·urbanismo para arquitectos· , no ya como una
divis:a mas o menos genérica acuñada al finalizar los años 60 para caracterizar la
docencia del urbanismo en una escuela de arquitectura. sino como la concreta
versión española del monologismo. Ese enfoque disciplinar se convertiría, en
la década siguiente, en el marco conceptual de referencia para el "urbanismo
urbano"-un término acuñado por el propio Sol:t·Morales- que daría lugar a
toda una generación de planes generales, cuyo eje metodológico giró en torno
a la recomposición de la forma urbana y a la interpretación de la monología
de sus partes. Por otro lado, con la difusión de las propuestas de los catalanes
no lardaría en abrirse un amplio y áspero debate que iba a caracterizar el urba·
nismo español de los 80 y que acabaría dividiendo a los urbanistas españoles
entre los partidarios del plan y los del proyecto; un debate que, como ya hubo
ocasión de exponer en el capítulo anterior, también se desarrolló en el resto
de Europa, pero que en nuestro país tuvo acentos del todo particulares. En
cualquier caso, los trabajos del lUB pueden con toda razón ser considerados
como la base teórica y el referente instrumental de esa posterior cultura del
proyecto urbano, que iba a centrar sus esfuerzos en la transformación fisica de
nuestras maltrechas ciudades'''.
] 100 [
El "URBANISMO URBANO"
COMO NUEVA REFERENCIA DISCIPLINAR
3
La renovación disciplinar impulsada desde el Laboratorio de Urbanismo de
Barcelona. dirigido por Sola-Morales. no tardaría en comenzar a producir sus
frutos, y no sólo en Cataluña, sino en loda Espal'\a. Ciertamente, la difusión de
las propuestas teóricas y metodológicas del lUB no puede ser separada del
extraordinario impacto que las ideas rossianas tuvieron entre los arquitectos
españoles en los años 70; un impacto que se vio favorecido por los frecuentes
viajes del arquitecto milanés a nuestro pais. donde establecerla una estrecha
relación con colegas catalanes, gallegos, vascos y andaluces 1• De tal modo
que, a pesar del empeño puesto por Sola-Morales en señalar las limitaciones
del morlo-tipologismo de la Tendenza 1, Rossi aparecerá durante mucho tiempo
como el padre común de los mortologistas españoles. Su retirada del frente
urbanístico en 1973, coincidiendo con la celebración de la YN Trienal de Mi·
lán, y la proverbial ambigüedad de su discurso contribuirían a crear no pocos
equívocos. hasta el punto de que, en su nombre, se llegaría aoos mas tarde
a negar la necesidad del urbanismo y a afirmar que para construir la ciudad
bastaban los proyectos de arquitectura.
Pero más alla de esos equívocos, que darían lugar a comienzos de los 80 a
una estéril polémica entre quienes defendían el plan y quienes sólo querían ofr
hablar del proyecto. lo que parece claro es que hacia mediados de la década
de los 70 se produjo un verdadero punto de inflexión en la cultura urbanística
a nivel internacional. que en nuestro país coincidió además con importantes
cambios legislativos y políticos. Esos cambios iban a suponer el fin de lo que
algunos -para referirse a un modo de entender y practicar el planeamiento uro
un exponente de esa reloción de Ross/ con toda una generación de arquitectos espai"loles podrf3 ser
la exposición "Arquitectura y racionalismo. AIdo Ross/ • 21 &rquitcctos csp.1I"IoIes' que. ioauguf3da
en B.arceIona en mayo de 1975, recorrió con car.k:ler ítincr.lIue un buen numero de ciudades
españolas entre scpIiembre de 1975 Yoc;tl!bre de 1976-
Refn!nOOse a los estudios de los ~a/iano$. habla C$Cfl\O: -Apof1aaón imponante. a¡nque con
un simplismo ¡OOaVI;J exces!ll()o (M. SOLA·MORALES. tn fomus de ~o ~. dI..
p. 77).
I O [
bano en Espaila- han denominado la "era Bidagor" y el comienzo de una época
caracterizada en cienos aspectos por la afirmación del derecho a la diversidad.
Una vez más. la innexión es reconocible muy singularmente en el cOfltexto ur-
banístico catalán, no sólo por el papel desempeñado por sus profesionales en
la elaboración y difusión de nuevas ideas. según he intentado poner de relieve
en el capítulo anterior, sino también por el esfuerzo desarrollado por éstos para
que la práctica del planeamiento recogiese y diese forma concreta a las nuevas
inquietudes. En este sentido. en la transición hacia nuevos modos de hacer
corresponde un lugar particularmente relevante al plan general metropolitano de
Barcelona. aprobado definitivamente en 1976. tras un largo y complejo proceso
de redacción. porque aun cuando ese plan pueda ser considerado el ultimo de
la vieja escuela. anticipaba ya muchas cuestiones que iban a tener un especial
prolagOflismo en los planes de la década siguiente].
dr. F. TERÁN. ·El Plan General Metropolitano de 8arcdorY en d COfIIexlO del urbanismo espallol
de los 10, . en Papers., rf' 28 (1997), pp. 55·61 .
E5 Justamente en los 3fIos 80 cuando se pasO del "UI'baoISffiO {JJf3 arquiteclos" al "l!I'b3nismo de
los ilfQl.IÍtfXtOS".
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rolb ruJo
1".· JJ • ~,
" ,. . . . , . . . . . ~"O-
frente a los efectos económicos inmediatos que desata. Así, cada vez aparece
, ~~
más claramente dibujada la aspiración hacia un nuevo tipo de plan. que más
que un retrato anticipado de la situación urbana futura. n"gidamente prevista,
sea un programa de actuaciÓn. S• Seguramente en aquellos momentos casi na·
] 103 r
die ponía en duda la necesidad del plan urbanístico: la crisis del planeamiento
aludida en las palabras que acabo de citar no era todavfa la crisis del plan sin
más, sino la crisis de un tipo de plan -el plan finalista-, que había recibido su
sanción legal con la l ey de 1956 y con el que no se habia conseguido llegar a
ordenar adecuadamente el crecimiento de nuestras ciudades durante el periodo
desarrollista. Los problemas provocados por la especulación del suelo estaban
a la vista. y será precisamente en esos años cuando se produzcan los primeros
intemos de realizar un balance de 10 que el planeamiento de la "era Bidagor"
había significado~.
Sólo a comiemos de 105 ai'los 70 se realilaron algunos intentos de hacer converger la planifICa'
c:ióIl física y la planifICación ccooómica. que no llegilrian a lruc:@car por I~ desaparición de esta
úllima.
J" [
el planeamiento. Se trataba de un empeño sin precedentes por su amplitud y
sistemalicidad, que sirvió para preparar un conjunto de trabajos destinados al
111 Plan de Desarrollo, un esbozo de libro Blanco del Urbanismo y el proyecto
de nueva Ley del Suelo, cuyo primer borrador data de 1971. Sin embargo, más
allá del interés particular que pudieran tener los estudios realizados, los frutos
concretos de todo ese esfuerzo fueron muy desiguales. Si bien es cieno que
la colaboración con la Comisana del Plan de Desarrollo contribuyó de manera
importante a que en el 111 Plan los aspectos relativos a la venebración teflitorial
tuvieran un tratamiento más intencionado, no cabe decir lo mismo del proyec-
tado libro Blanco, el cual no lIegana a ver la luz al encontrarse envuelto en
un proceso de reelaboración continua, que impedía que alcanzara un nivel de
definición que sus redactores pudieran considerar satisfactorio: la aportación
más duradera y significativa del gabinete de estudios sería, pues, la reforma de
la Ley del Suelo. aPf'obada en mayo de 1975.
la I1I3Y01' parte de esas crfIlcas ~spondian al tlima poIitic:o de bs momemos flO3les del f~
e iban diigidas contra el $islema que hacia posible ~ ley. pues. romo sdIaIara Ribas Pier.l. -es
e-ideme que una ley no puede ser un isloIe demro de la IÓOIC3 del ~to Jurid'co del país.
fld ref\e;o de la estructura socio·~ que pretende otdcfIar. (M. IU BAS PlEAA. ola pr.ktit¡I del
pbneam;enIO....oorvstico y la retieole ley de ~forma de la del SueJo.. ef1 Cerdu n" 18 (1916).
p. 25).
" f. TERÁN. Plancamicnlo urtwJo en /¡¡ EspJI'IJ r:oolCmponJnc3. d!.. p. 51G.
] l( [
La nueva legislación urbanística, tanto en lo referente al diagnóstico de la
situación como en la nueva definición del plan urbanístico, intentaría recoger
buena pane de esas ideas sobre la conveniencia de desrigidizar el planeamiento u.
Asf, en la exposición de motivos de la ley, se señalaba como primera causa de
la situación urbanística española ~una insuficiente incidencia de la planificación
económica en la planificación física y una concepción del plan urbanístico
l., ,] como un documento cerrado, estático y acabado, imagen anticipada de
la c(udad en el año horizonte y limitado a los aspectos fisicos del proceso de
urbanización, que ha sido superada ya desde una perspectiva teórica y que se
revela en la práctica como incapaz de dirigir el proceso urbano con la dinámica
que exigen las actuales clrcunslancias ~" , De ahí que, en la misma exposición de
motivos, se presentasen los planes generales ·como planes abienos, sin plazo
de vigencia fijo, evolutivos y no homogéneos, que permitan, de una pane, la
incorporación de imprevistos, la asimilación del margen de imprevisibilidad para
exigencias nuevas o cambiantes, y de otra, la diferenciación de las propuestas
del propio planeamiento con tratamiento diverso para las mismas, en cuanto a
fijeza y concreción, según se programen». Y a renglón seguido se añade: ~Sobre
las distintas clases de suelo definidas por el plan, se plantearán estrategias de
ordenación a largo plazo, amplias estructuras intemporales dadas en esquemas
generales, junto con acciones concretas programadas, insenas en aquellas
directrices, para una reaHzación a corto o medio plazo. Se pretende eliminar
asi determinaciones excesivas, no garantiza bies ni técnica ni económicamente,
y aumentar el grado de definición y de fiabilidad de aquellos elementos neceo
sarios y exigibles para el desarrollo inmediato de la ciudad, Las propuestas de
estructura urbana constituyen asi la trama de referencia física para la realización
temporal del programa de desarrollo-'s,
" La ne~ibililaciOO del planeamiento propugnada por la nlle'la k:y lroía, además, olra fuenle en el
pensamienlO de delerminados eC(l(lomislas que eran partklarios de d3f paso a un "urbanismo
concertado", en la linea de la loi d'Orier!lalion Fonciére francesa de 1967. Sorprende, en cambio,
que en la ley no se hiciera ninguna mención al fenómellO mclropolilano, que jugaba un imporlante
~pel en la conlemporánea fown 3Ild COUnlry PlJnning IICI inglesa de 1968,
" Exposición de R1Olivos de la Ley 19/1975. de reforma de la Ley sobre Régimen del Suelo YOrde,
n¡¡c;jón Urbana, en NOfI1I¡J/ivóJ uroanisUca eslal;¡! sobre régimen del suelo. Madrid ' 1996, p, 474.
" lbid., p, 476, En eS le sentido, la distinción entre suelo U<bani¡able programado y llO programado
pretendía COIlVel1 írse en un instrumento paora dar flexibilidad a los planes generales,
.. De ese plan se ha podido afirmar Que _se s;ll.1aba en ¡¡jena concord;¡ntia con muchas de las in·
nov¡¡c;iones que se eslaban cSludiando paralelamente p31'3 introducir ro la nueva ley. {E TERÁN,
Hi$I/XÚ de/urballismo en fspail:J, vol, J. cit,. p. 258). Para una v;¡loración de dicho ¡¡jan. véase el
n" 28 (1997) de la revisla Pape~ dedicado monogr<lncamente al mismo.
I 'O, [
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llegado a culminar la pretendida revisión del vigente plan comarcal de 1953_El l'tm G/:nt.:r;,/ AlcllopoM..mo
de &JrceltJru (19761.
proceso de elaboración del Plan General Metropolitano se inició, pues, en 1969
y pienso que. a grandes rasgos, se puede afirmar que tuvo dos fases netamente
diferenciadas: una primera desarrollada hasta la aprobación inicial del plan,
ocurrida en 1974, y una segunda que culminaria en 1976 coo la aprobación
definitiva. Con la intención de caracterizar cada una de esas fases. ha escrito
Ricard Pié que -el proyecto de plan presentado en 1974 fue el fruto de una
larga renexión disciplinar iniciada en 1964, mientras que el proyecto de 1976 fue
el producto de la necesaria articulación política del plan. En el primer proyecto
interesaba la construcción disciplinar de un documento, la elaboración de un
producto capaz de resolver los problemas urbanísticos de aquel momento; en
el segundo, dar respuesta a las fuertes tensiones sociales y políticas que había
desencadenado la exposición del primer proyecto»"_
• R. PIt.•El prqccLe discipWIar: la versió de 1974 del Pb Gmer.lI MeIrOpOlo.a.. en ibtd._ p. 18.
] '" [
en un trabajo de miniaturista, de detalle~'3 : se trataba de un modo de actuar
muy similar al que luego propondría la nueva ley urbanística para el tratamiento
del suelo urbano por parte de los instrumentos de planeamiento general, que
deberían alcanzar un grado de precisión suficiente en la ordenación para pero
mitir la inmediata ejecutividad de sus determinaciones. Simultáneamente, ese
esfuerzo de los redactores del plan barcelonés para concretar la ordenación
fue acompañado de un notable empeño para que la calificación urbanística se
lIevar:a a cabo en términos de proceso, de tal manera que se evitara la excesiva
rigidización que en los planes convencionales producía la preeminencia otorgada
a unas ordenanzas cerradas sobre detenninados objetivos de planeamiento.
Ese nuevo modo de concebir la regulación de los usos del suelo perseguía
también dar flexibilidad al plan, estableciendo unas ·zonas" en las que no se
determinaba de fonna unfvoca el tipo de ordenación de la edificación. Como
afinnaba expresamente el documento de 1974, ~ Ias "zonas" del plan no eran áreas
de igual uso del suelo, sino tramas urbanas con elevada indiferencia en el tipo
de uso dentro de los límites apuntados, Se ha pretendido facili tar la multiplicidad
y la mezcla física que aquellos usos que son mutuamente compatibles-". Nos
encontramos, pues, muy lejos ya de la rígida zonificación funcionalista, Torres
Capell ha subrayado al respecto que -se intentaba concebir el espacio urbano
dinámicamente, pensando más en los procesos de formación urbana que en
las funciones y tipologías de los edificios futuros~~. Por otra parte, también
resultaba novedosa la tipificación normativa de las formas de ordenación urbana
(alineación a vial, edificación aislada, ordenación volumétrica y sistema tridimen-
sional), que constituían una verdadera codificación de los modos de relacionarse
la edificación y el espacio público; er~n, por lanto, independientes hasta cierto
punto de la morfología urbana (centro histórico, ensanche, polígonos, etc.).
Para la construcción de todo ese instrumental, que ha sido señalado a menudo
como una importante aportación de aquel plan, Solans se serviría sobre todo
- además de las building regulalions anglosajonas- del plan general de Florencia
de 1962, que había redactado Edoardo Delli: volvía así a aparecer la influencia
italiana en el urbanismo catalán.
JunIO a las zonas, el plan establecía los "sistemas" como instrumento operativo
correlativo. Zonas y sistemas constituían una de las claves instrumentales del
plan y eran utilizados para distinguir claramente los suelos destinados a usos al
servicio de la colectividad (sistemas) de los destinados a usos privados (zonas),
es decir, se trataba de una división que atendía fundamentalmente a su mayor o
menor interés público. Los sistemas eran los elementos que tenían un carácter
estructurante -confonnaban el esqueleto del plan- y por ello debían ser sacados
de! mercado de suelo desde el primer momento, ya que con ellos no se debía
] IUIl [
especular. En la versión de 1974. se distinguían los sistemas locales (repartidos en
el interior de las zonas. definidos mediante estándares normativos. pero sin una
localización precisa) de los sistemas generales (comunicaciones. espacios libres.
equipamientos e infraestructuras) y territoriales; en el documento definitivamente
aprobado de 1976. sin embargo. todo quedaría más matizado: desaparecieron
los sistemas territoriales y perdió radicalidad la neta distinción público/privado
que estaba en el origen de la división en zonas y sistemas. Con todo. esa di·
visión supuso. sin duda. una importante clarificación conceptual. que pasaria a
la Ley del Suelo de 1975. «lo cual se explica - en palabras de Terán- teniendo
en cuenta que tanto Solans (principal responsable técnico del plan) como Roca
Junyent (principal artilice de su normativa juridica) tomaron parte activa en la
primera etapa de la elaboración del proyecto de ley"l' .
] '" [
nivel nacional y local, a través de las sucesivas consultas llevadas a cabo me·
diante sufragio universal: el referéndum para la reforma política, las primeras
elecciones generales y las elecciones municipales. De este modo, sin romper
con la legalidad vigente, se fueron introduciendo en nuestro país las prácticas
habituales en las democracias parlamentarias occidentales y se fue consolidando
una profunda transformación administrativa que permitió pasar de un Estado
fuertemente centralizado a un Estado pluricompuesto. en el que las regiones han
ido adquiriendo progresivamente las competencias que el texto constitucional
les reconocía, entre ellas las relativas a la ordenación del territorio, el urbanismo
y la vivienda l ' . Dentro de ese proceso de descentralización administrativa los
cambios afectaron, pues, de manera particular al urbanismo: comenzaron ya en
1977 con la delegación de facultades a las Comisiones Provinciales de Urba·
nismo y la unificación de los ministerios de la Vivienda y Obras Públicas en el
de Obras Públicas y Urbanism02~, y se aceleraron a partir del año siguiente con
la transferencia de competencias a los recién creados "entes preautonómicos",
impulsada por Bernardo Ynzenga desde la Dirección General de Urbanismo.
Tras las elecciones municipales de 1979 se constituyeron los nuevos ayuno
tamientos democráticos, en los que la política urbanística iba a jugar un papel
clave en la definición de los objetivos que habrian de ser abordados por los
equipos de gobierno municipal recién salidos de las urnasl~. Esa circunstancia
no tiene nada de extraño sobre todo si se tiene en cuenta que, a falta de otras
vías de expresión política, en los anos finales de la dictadura los movimientos
vecinales habían servido de cauce para manifestar diversas reivindicaciones en
relación con los numerosos problemas urbanos, acumulados en las ciudades
españolas como consecuencia del de~ordenado crecimiento de la década ante-
rior17• De esos movimientos urbanos procedían la mayor parte de las criticas a
unas actuaciones que en gran medida ignoraban los intereses y necesidades de
la mayoría de los ciudadanos, pero también numerosas propuestas para intentar
paliar los déficits de equipamiento e infraestructuras en las periferías de las
ciudades, algunas de las cuales, en la medida en que consiguieron imponerse
a la administración, constituyeron verdaderos ejemplos de contraplaneamiento o
planeamiento desde abajo. la existencia de un importante número de cuestiones
pendientes en este ámbito y la particular sensibilización de la ciudadanfa ante
,. El proceso de renovación del marco inslil ucional 00 finalilarla hasla 1983. w arldo se acabaron de
aprobar los Es13tutoS de las diferentes Comunidades Autónomas en que habla quedado articuloldo
el Estado espal"lol. de acuerdo con el nuevo modelo de organil3Ci60 adminiS1rali'la propugnado
por nuestra entonces llamanle 'carta magna'.
" La cre3C'ión del nuevo ministerio obedecra a la reeSlrueluración minislerial que siguió a las elee<:iones
generales de junio de 1971.
.. Como escribió Oaml3n Quero, ,los ayuntamientos que se consliluyeron en 1979 con las primel'3s
elecciones locales democr.llicas, emprendieron genel'3lmente la redacción de nuevos planes urbaní~·
ticos de escala y ámbito mvnicipal, revisando en prolundidarj el planeamief1to anterior, entendiendo
su misión en ese momento como de una nueva 'conslitución' urbanística de los municipios. POf
ello, los nuevos planes genel'3les se entendieron al prineipio por los responsables institucionales
como slmbolos poI ltkos, a los que aderNS se confiaban las funeiones de expresión simbólica
e In$ll\Jmen!al de la nueva poI l!ica municipal, en el clima de f>JeMe impregnación urbanislica de
la poh)1ca local espal'lola de esos momentos constituyentes. (D. QUE RO, -Un proyc<:to poIitico
Ilustrado: el papel de los ayuotamicmos •• en AA. VV., Diez JI!os de pI.meamicnlO urlJiJnislk:o en
Espaill. 1979·1989, Madrid ' 1990, p. 147).
" Par.! una visión de conjunl0 del lcnómcno, cfr. J. BORJA, MovimicfllOS soei:J1es urbanos, Buenos
Aires 1975.
] 110 [
este tipo de problemas hicieron que el urbanismo se conviniera en un tema
"estrella" de los programas electorales de los panidos políticos, particularmente
los de izquierdas. Sin embargo, con la normalización de la vida democrática y el
establecimiento de cauces institucionalizados para facilitar la panicipación pública,
se irla perdiendo progresivamente el protagonismo de aquellos movimientos
sociales (asociaciOfles de vetinos. colectivOs de profesionales, etc.) que. en la
primera mitad de la década de los 70, se habían distinguido por su rechazo de
las consecuencias de los modos de desarrollo urbano dominantes y por sus
reivindicaciones en relación con la mejora de la calidad de vida urbana.
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"'"mee de- Es,<ucln3 Direc· deseaba avanzar en la revisión del obsoleto planeamiento madrileño, resultaba
tor dd ~a MNropolrlana
rk Madrid (/912): etICIJiKIre
imprescindible trabajar en otra dirección, sobre todo teniendo en cuenta que lo
regional. que la nueva situación demandaba para el planeamiento era fundamentalmente
un respaldo social del que durame el franquismo habia carecido. ~ la renexión
que en aquellos momentos podia hacerse sobre la reconducción del proceso
hacia unos cauces de mayor credibilidad y validez - comentaria Femando de
Terán, uno de los protagonistas del momento- arrancaba de la propia experiencia
histórica vivida acerca de la inviabilidad de aquel planeamiemo de fuerte base
tecnológica que se habfa pretendido realizar hasta entonces bajo el señuelo
de la objetividad y el rigor ciemffico. Pero se insertaba, al mismo tiempo, en
el proceso general de conversión de la problemática urbana en tema polftlco
de primera magnitud que en este país se había producido en gran medida por
la acción del vigoroso movimiento ciudadano, cuya actuación se remontaba a
varios años antes»l9. Tras las primeras elecciones generales se produjo la re·
novación del órgano director de la COPLACO y se planteó un nuevo programa
de actuación que pretendía poner el énfasis en la participación pública. Ese
nuevo planteamiento obtuvo el apoyo de las fuerzas políticas con representa-
ción parlamentaria y significó un intento relevante de -pasar del planeamiento
como predicción científica y profecía técnica al planeamiento como negociación
política y como pacto social.)O.
] ,1: [
Aun sin renuociar todavía a una visión de conjunto del área metropolitana, la
pieza fundamental del nuevo programa de planeamiento de la COPLACO fueron
los denominados Programas de Actuación Inmediata (PAI), que partían de una
estrategia diferente: dividir el territorio del área metropolitana en 17 zonas de
estudio relativamente homogéneas y establecer para cada una de ellas una serie
de propuestas que permitieran abordar y resolver a corto plazo los problemas
mas inmediatos de cada parte de la ciudad. En un amplio comentario sobre
aquellos PAJ, ha dejado escrito Bernardo Ynzenga que las ideas básicas de las que
partían emn ~un urbanismo panicipado, un planea miento de abajo a arriba, de las
partes al todo, donde la solución de los problemas de conjunto y la ordenación
de futuro diese claro protagonismo a la solución de los problemas y reivindi' '18- 46
caciones pendientes y presentes, A esas ideas se le suma otra, instrumental:
superar el aislamiento entre planificación y realidad. evitando el largo intervalo rr" -(10l pub/KJIJfI _ tk /o
que transcurre entre el estudio y propuesta de soluciones y su ejecución. La PA¡ <k Madrid 1'97SI
etiqueta de 'acción inmediata' constituye un fuerte eslogan a la impaciencia de
problemas nunca resueltos-", La operación era extremadamente ambiciosa y
no estuvo exenta de contradicciones y problemas en su planteamiento y en su
desarrollo, entre los cuales cabe citar la dificultad para armonizar en un mismo
instrumento de planeamiento el enfoque de arriba a abajo. en el que la visión
global dicta las soluciones para las partes, con el enfoque de abajo a arriba. en
el que las partes señalan los problemas más acucian tes del todo; la indefinición
sobre el modo de articular las acciones de cada PAI en un plan de conjunto; las
numerosas complicaciones de un proceso novedoso que condujeron a posponer
más allá de lo razonable los resultados esperados por el movimiento asociativo
ciudadano; las resistencias de determinados sectores de las fuerzas poUticas
en liza, en particular de la UCD, que veran con preocupación y desconfianza el
desarrollo de aquel programan,
" S. YNZENGA . Comemario sobre los PAI •. en CiudJdy Tcrrilorio. n" 4 (1981). pp, 11-1 2.
.. OeterrnirQdos set10re5 del par1ldo del gobierno pmsabao que los 1I"3ba;o5 de eIabor.lción de
los PAl podían ser un InSll\.llTlef110 eflCal de los par1ldos de la oposición en la C4~ par.! las
elecciones municipales; de 1919: de ahr que se resislK:l"iln a su deS3fl'OlIo.
.. En el n" 4 (1981 ) de la revista C/ud.Jd y rnriforio. dcdtcado l11OIlOgI'tfica-nente ¡,I planeamiento
lTI3driIefIo de los ao'Io5 10. pueden verse los articuIos de pst Maf1WIel Sar1Jndeses. pst Ituil de
EIvn YllIS Moya . sobre los PAI del Ensanche. Honalc13 Yla ZORa ntlf1e de M<JdOO tAIcobeOOas.
C~mc:fliIr Viejo y San Scl!as!ijn de 105 Reyesl. rcspeclivamenle.
] '" [
a batir. Asf pues. al desaparecer el anterior clima de consenso político que
había permitido aprobar y poner en marcha tos PAt. a nadie le interesaba ya
continuar con el desarrollo de todo aquel proceso. Se interrumpia de este
modo una novedosa y fértil experiencia que anticipaba algunos aspectos que
iban a caracterizar la cultura urbanfstica española en la década siguiente y que
indudablemente supuso ' un gran salto adelante. cualitativo- en el modo de
entender y practicar el planeamiento urbano en nuestro paisJ.O _ la ruptura de
la linea de colaboración entre las fueaas políticas para proceder a la revisión
del planeamiento madrileño vino a significar que -la época del planeamiento
metropolitano - un plan para toda el área metropo!itana- habra terminado. Los
ayuntamientos tenían ahora la palabra,.l5.
" En~. La crisis desencadenada a rWd ifIICffi3donaI poi' el embargo dec:Lar.Jdo por 10$ paises
procllc1ores de petróleo. I'!$lab.l Latente y Cfll CSlrudurol la reestn.M:l..nción eQ)O()mIc:¡¡ que a
parlir de enlonc:es se ha prodI.Icido. lTIafta e11oido UI'l3 llUev.J etapa en el proceso de Ufhaniladón.
coincidiendo ton la aparición de la denominada sociedad posúndustrial. Para un 3fláIisis de esos
cambios económkXIs en el ~ontexto más amplio de los cambios cull llnl1cs OOl11empor.lncos. cfr.
O_H"RVEY. U coodición de la prumodemkJJd. Irrvesligad6fl sobre /0$ oriSCOO$ del cambio cu//1nI
(19?01. Buenos Aires 1998.
• lN Mléla VISión dd mismo. COI! panlcuiar atención al ~ CSfMI'lOI. puede ~ en A. PRECEOO
lEOO. Ciudad y desamJIIo url»no. Madrid 1?96.
] '1' [
transformación de lo eKistente que en los nuevos crecimientos. desplazandose
su interés -de la aritmética a la geometria-, con la intención de que la forma
urbana no quedara diluida en los aspectos cuantitativos del planeamiento.
Ahora bien. con ese entendimiento de los planes vigentes como barrera
técnica y juridica que impedfa plantear de un modo distinto las cuestiones
urbanas no se estaban cuestionando únicamente unos objetivos políticos; se
perseguía también una renovación conceptual del planeamiento y. en conse·
cuencia. otro modo de afrontar la intervención en la ciudad. El punto de partida
lO En eros momentos -la percepción dominante de la eiudad real ef3 la de su falta de Cillidad. de su
execro de densidad ~ escascl de espado$ libres ~ equipamiento. de su desartlculadón espacial. de
su frecuente delcriofo. incloro en fr.Jgrnemos de CSCOIsa antigüedOO. La atención se Ufltr.l. por cllo.
en los problemas internos de la ciudad exislcntc. tal como venia siendo retlamado desde las muy
attiY3s asotiaciones vednaIe$. (E TERÁN. -EvoIutiOn del ~IO l.Ibanf5tico (1846· 1996)-.
en Ciudad y Terriforio. rr" 107·108 (1996), p. 179).
.. Cfr. flOta 26 de esle nismo c:apíluIo.
" E. tEIRA. -Más que planes. Antecedentes y papel de los planes munidpales en E$pa/la en los pri'
meros anos ochenta-oen M . W.. {);ez años de pli1fIC<JfTlÍCtJIO utbJn¡'slico en Espma. 1979·1989,
c~ .. pp. 153·162.
" AYUNTAMIENTO DE MA()RtD, Criterios y */ivos
para revisar el PIJn GcnenII en el municipio
de M;xJrid, Madrid 1980: diado por E TERÁN. ~o ~ en 13 fspóll'ú ronl~.
di .. p. S98.
] lb [
para esa concepción alternativa del plan se cifraba básicamente en -la puesta en
cuestión, tanto conceptual como metodológica. del planeamiento jerarquizado
en decisiones secuenciales y concatenadas de forma determinista a distintos
niveles -correspondientes a distintos ~mbitos tenitoriales-, que tiene su corolario
legal en las distintas figuras de planeamiento, también jerarquizadas. La quiebra
de este principio [... ] resulta de la verificación de la interdependencia dialéctica
entre decisiones estructuroles y de ordenación. entre calificación del suelo y
edificación de piezas. entre plan y proyecto, entre reserva y progroma, entre
viario y tipologras y tantas otras 'parejas' de decisiones asignadas burocf~tica·
mente al confiar su tratamiento a distintas figuras de planeamiento.·'. Y ello era
consetuencia de la crisis de la imagen metropolitana -o del modelo tenitorial,
si se prefiere- como base del planeamiento urbano, que a su vez era reflejo
de la quiebra de las visiones holísticas propias de aquel urbanismo sistémico.
pretendidamente científico, cuyas bases epistemológicas habían comenzado a
perder vigencia en los años 70. Ahora ya no parecía posible ni razonable ir del
todo a las partes; por el contrario, en aquellos años el protagonismo lo iba a
asumir el fragmento: en un primer momento. en el que la aproximación a la
ciudad como hecho social fue la perspectiva dominante. el fragmento consti·
tuir~ el ~mbito de la lucha polftica y de la reivindicación ciudadana. pero poco
después. cuando la ciudad como realidad fisica se convirtiera en el centro del
interés de los urbanistas, habria llegado el momento a la concepción rossiana
-y quaroniana- de la ·ciudad por partes·...
., E. LEIRA. _Madrid: génesis de un plan J1OeYOo, cit., p. 79. Como ha quedado expucSIO, en cierU
medida e$3 rfgkb ja;lfquia de pboes 'P habóa quedado alterada por la l ey de 1975. que obligaba
a los planes gella3les a dar la ordenación pon!lenOri.!¡OO del suelo ...nano.
P;n lJIla visión sinltlie3 de ese proceso de redefondOn~. cfr. f. TERÁN •• leona e inler·
l'tflCi6n en la citJ(bd. babocc de I.ll pefiDdo. blado de la cuestión. PetspeclWasa, en CivdMi y
kIríIoriD, rf' 59·60 (198~). pp. 61-67.
.. Entre los objetivos fundamentales del plan $e sit(¡a en primer lugar el de -orientar el crecimiento de
SevIlla hacia llf1 nlicleo no wpefior al millón de habitantes. locafuanOO la pobIaclóIl extedcf1te en
orgMIilacioncs ilUt6nomas e~eriorts. (AYUNT.... MtENTO DE SEVILLA, fJtJn GencnJI tJe Ordcnxidn
UrlwIi1 t.Ic /963. vol. 4: MemoriJ de Ofdcrución. Sevill~ 1964, p. 16).
] " [
P/~n Oenuill de Orde
fl1CK}f/UriDtu de SiJI.Jt1unca
,,,......, (198J/,
-=-
-
) 11 [
no obstante, de un plan cauto, que parte de la aceptación de lo existente,
concebido .bajo el rigor de la moderación-·' . En la Ifnea de lo planteado por la
reforma legislativa, Ferrán pretendía construir un instrumento flexible y que en
alguna medida permitiera un proceso de revisión continua, caracterizado por una
cierta provisionalidad 50 ; pero no por ello renunciaba a profundizar en cuestiones
de método que anuncian ya lo que inmediatamente se convertira en un lugar
común ele los planes de los 80, la reflexión sobre la diversidad de escalas y el
nivel de las determinaciones adecuado para cada una de ellas, la búsqueda del
control de la imagen final de la ciudad o la importancia otorgada al viario como
medio para recuperar la urbanidad que en las propuestas infraestructura les de
los planes de los 60 y los 70 se habfa perdido. En este contexto, el plan de
Salamanca proponía volver a emplear el plano de alineaciones como instrumento
apto para la reconfiguración de la "forma" urbana, capaz de asegurar la continui-
dad de las tramas mediante la colmatación de los numerosos vacíos existentes
en el interior de la ciudad consolidada, he aquí tal vez el mejor exponente del
entendimiento morfológico de los tejidos urbanos que guiaba el plan de ferran
para la ciudad del Tormes. Pero no se debe por ello olvidar su atención a la
instrumentación normativa, al amplio conjunto de fórmulas legales empleado al
servicio de una estrategia de mejora de la ciudad existente, porque para este
plan .planificar no es replantearse la ciudad. ni mucho menos inventarla. sino
ayudar al buen mantenimiento, a corregir defectos y a facilitar una administra-
ción eficaz y justa_sI .
.. lbid.,p.81 .
] '" [
•
, .
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I
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•
I
la propuesta correctora de las mismas. Zona por zona, manzana por manzana. el PfJn Gcnt:r.JI rk Otrkmcron
/JItJJn3 de ~:;HiKk>IId II'1S./I,
plan va barriendo normativa mente excesos de edificabilidad. déficits de equipa-
miento. conflictos de usos, indecisiones de trazado y. a través de una exhaustiva
acumulación de estos análisis. forma el mosaico conjunto que se llama plan ~&oo .
Sin embargo. más allá de su encomiable planteamienlo de una gran estrategia de
] '" [
política del suelo, el plan general de Valladolid no lIegalia a alcanzar una propuesta
suficientemente articulada para la estructura urbana de una ciudad sometida a
numerosas contradicciones -entre las cuales cabe destacar la representada por
el modelo radioconcéntrico de la ciudad frente a la traza longitudinal del lio y
el felTocarril- que más bien parecen reforzadas por la distribución espacial de
los equipamientos genéricamente previstos por el plan5\ .
.. De ah! la cnlica a este plan que en su momento planteO SoIa·Morales al afirmar que ·encerrar
un plan en la lucha COn1fa la renta es despreciar la verdadera fl.lef"l3 del mismo. confundienOO el
escenario con el argumento_ (/bid., p. 42).
.. lbid.. p. 42.
v El plan iniciO su andadura en 1980 y fue aprobado en 1983; su redacciOo corrió a C<lrgo de un
equipo dirigido por tres arquitectos locales, Damián Quero, Salvador Moreno y José Segul.
.. Esos lieb:lles se prok)ogari¡Jn a lo largo de toda la liecadJ. Para una aproximaciOrl a las diversas
posiciones sostenid;Js en esos allos y a los problemas deootidos. se puede consultar el resumen
de las intervenciones habidas en el seminario organl~ado Cfl septiembre de 1983 por el lEAL (-Se·
minario sobre illOOVaciones culturales y metodológicas en el planeamiento umanistic(l., en ciutbd
y Tcrri/orio, nO59·60 (1984). pp. 79·214) o las op; niones venidas en la mesa redonOJ org¡.nizadil
por la redacciOO de la revisla de urbanismo del CoI!:gio de ArquileclOS de Madrid. en febrero de
1987 (.fl uro3(lismo español en la últ ima décad;¡o. en Urbanismo. n" 1 (1987). pp. 8·24).
1I [
!'Un GcntnI de: Drfkmcion
~ de: h1JJJp (1983)
para el entendimiento de Málaga como hecho urbano partían del análisis morfo-
tipológico. el cual desde el estudio de las relaciones estructurales entre tejido
edificado y espacio público, permitia obtener los paramelros de composiciÓfl
interna de cada pieza urbana y pronunciarse sobre su vigencia u obsolescencia
con vistas a su posterior tratamiento en el plan. Entre las opciones tomadas
por el plan en esta labor de reconducción tipológica se citan .Ia consolidación
definitiva {de los tejidos urbanos} con determinadas tipologfas. la reconver-
sión de procesos erróneos de renovación urbana hacia situaciones primige-
nias o su encauzamiento por derroteros que atemperen los actuales excesos
volumétricos; todo ello en una visión integral y 'arquitectónica' de la ciudad"'!'.
Como consecuencia de ese análisis se obtenía una visión de Málaga como ciu-
dad fragmentada y deficitaria, con una periferia construida a través de paque-
tes aislados de edificación abierta que ignoraban el contexto en el que se en-
contraban insertados; y frente a esa realidad. el plan se proponla ~recomponer'
la ciudad existente, dotándola de una estructura urbana cuya lógica era nece-
sario rastrear y descubrir bajo la aparente desarticulación de unas piezas in-
conexas.
En este sentido. la novedad más importante del plan redactado por Quero.
Moreno y Seguí. en relación a la práctica anterior del planeamiento, se encuentra
en esa voluntad de reconstruir la estructura urbana basándola en una idea de
ciudad apoyada en sus pautas de configuración histórica. Para ello, el plan se
centraba en el replanteamiento del viario intermedio como instrumento para
mejorar la conectividad general de la ciudad. en el diseño de las piezas inters-
ticiales de suelo vacante como inductoras de transformaciones con carácter
estratégico para la ciudad y en las decisiones sobre la localización de las dota-
ciones de carácter colectivo como elementos estructurantes de la trama urbana.
A la vez se intentaba que todas esas acciones no estuvieran sólo pensadas en
.. s. MOI/ENO & J. SEGui. -Málaga: d pbn rrcnlc: a los problemas urbanos dr: la ciud3O-, en Gro·
fOCInJ. n" 1 (\986). p. 28.
relación con la ordenación, sino que también estuvieran acordadas desde el
punto de vista de la gestión, de tal modo que el plan se pudiese convertir en
un instrumento eficaz, capaz de permitir la resolución de aquellos problemas
urbanos que se había planteado. Ordenación y gestión aparecían, pues, en
el plan de Málaga como dos aspectos inseparables, -precisamente porque la
discusión ejecutiva y el convenio con la promoción -la factibilidad realista, en
definitiva- eran los que reclamaban la precisión formal como garantra impres-
cindible. No era el descuido de la gestión, sino todo 10 contrario, lo que exigía
más y mejor diseño*w.
] '" [
P/;m Gcrie¡;¡/ dt: 0rdt:niJc1Ofl
/Jfbafl;J de rJITJgonJ (19SJ)
del diálogo que se establece entre los ciudadanos y la administraciÓn ~f.3. Ese
esfuerzo se concretaría en exponer con particular transparencia los objetivos
del plan y en presentar las propuestas con claridad suficiente para hacerlas
comprensibles a quienes no eran expertos en cuestiones urbanísticas". En
este sentido. la tan emblemática maqueta del plan fue concebida como un
instrumento al servicio de la divulgación de las propuestas del mismo, que
permitiera a todos hacerse una idea cabal de lo que el plan pretendía para
Tarragona. especialmente en lo relativo a la estructura de su espacio físico.
Sin embargo, de un examen detenido del plan se desprende que. bajo esa
aparente simplicidad y rapidez en su elaboración. no había precipitación ni
superficialidad alguna; antes bien. las propuestas del plan tenían detrás un
detenido estüdio de la compleja problemática de la ciudad y su territorio, y
una certera visión de la situación por la que atravesaban en el momento de
la revisión del plan entonces vigente. Y de ese conocimiento nacía el modelo
propuesto: «En el caso del plan general de Tarragona, una ciudad polinuclear
.. -Mochos ciudad3nos entendieron por primer,¡ ve~ lo que er,¡ un plan de urbanismo. Los conceplos
abslractos de sistemas. zonas. lISOS. coefICientes. califtcaeiooes y clas ifICaCiones del suelo dejaron
p3so a conceplos concretos como CóI!1e. plaza. escuela. Cólsa. fábrica. parque, jardín. cte.. (/bid.
p.81).
] '" [
a pesar de todo, se ha optado por un modelo de compactación y acabado
de los núcleos existentes, utilizando los espacios intersticiales como suelo
urbanizable de relleno o sutura de los núcleos dispersos ~'5.
.. lbid..p.140.
.. lbid. . p. 140.
.. L CANTALLOP5. Plan General de 0rrJcnxidi7 /Jrb;m;¡ de T~. [jI.. p. 46.
Una preocupación que también aparecfa como prioritaria en el Plan General
de Madrid de 1985" , respecto del cual escribfa Eduardo Leira coo motivo de la
publicación de su avance: -En Madrid, el nuevo plan se concibe, precisamente,
como el soporte que ha de hacer posible actuar en la ciudad, persiguiendo
unos objetivos determinados y con nuevos modos de intervención. El nuevo
plan pretende superar la barrera juridica del planeamiento heredado para ha·
cer posible una gestión renovada. Una gestión que no puede estar basada en
actuaciones aisladas, sino que necesita introducir una nueva racionalidad de
conjunto en los procesos urbanos: en definitiva, en la transformación de la
ciudad_lII• Si los planes de Málaga y Tarragona habfan sido las primicias de una
nueva generación de planes, fru to de una cultura urbanística renovada, el plan
de leira y Mangada para Madrid pretendió ser el ejemplo acabado de aquella
generación de planes: de hecho, el plan de Madrid proclamaba compartir los
mismos presupuestos disciplinares del de Málagall. Sin embargo, esa voluntad
de convenirse en emblema, en referencia necesaria para otros planes, hizo que
el plan de Madrid se planteara desde su inicio con algunas caracteristicas que
lo distinguen de los planes anteriormeOle citados.
Asf, mientras que los autores de los planes de Málaga y Tarragona paredan
muy conscientes de estar revisando un planeamiento previo, en el caso de
Madrid el plan se planteó de eOlrada como el comienzo de un proceso alter·
nativo, que venia a instaurar un orden urbano nuevo y distinto del anterior:
algunas afirmaciones en este seOlido del que fuera director del plan no podian
ser más explicitas: ~ EI nuevo planeamieOlo se basa en tres hipótesis : el 'nuevo'
planeamieOlo vale porque es 'distinto', es viable por ser realistamente ilusio·
nado en su contundente política de cambio y. por último. es posible plantearlo
porque existe una voluntad política de aplicarlo»n. Por otra pane, y frente a
las decisiones selectivas, pero profundamente intencionadas, de los planes de
Málaga y Tarragona. el plan de Madrid exhibía un afán de exhaustividad que
lo diferenciaba de sus antecesores. más precisos y ajustados - más modestos,
quizá- en sus objetivos. Esa actitud comprensiva y global era perceptible tanto
en el discurso justificador de las decisiones, que buscaba tal vez hacerlo «in·
violable a la duda, a la transgresión o a la critica. ante un colectivo tan vasto.
a través de la racionalidad deductiva. ' ), como en el afán de llegar a todo. en
todos los temas y en todas las escalas de la ciudad, sin dejarse nada atrás en la
.. Iniciado en 1979. cuando el3)'\IIltamiento madrile/lo decidió cIesmaorc3rse del plan direclor metro·
poI!l¡¡no que: est*a redactando la COPlACO. el Plan General de MOOrid. que dirigieron Eduardo
leila y Eduardo Mangada. recibirla su aproOOcIón inicial en 1983 y la definitiva en 1985.
" E. l~tRA. -Algunas nolas sobre el avanee del plan de Madrid -. en ArqIJi{cc:fUra. n" 235 (1982).
p. 25: en ese mismo texto. con una expresión que se venia repitienOO desde el Inicio del proce$O
de redac,ión del plan madriIefIo. Lclra lo presefllaba !:omo -roncebido y reda<:tOOo desde y para
la gc~lÓn' (Ibid.. p. 28). Para un ~ de lo que signifICÓ la gestión en aqueta gcnel1ldón de
pbnes. dr. J. GAGO, - Oie~ ~ de nueva gestión urbanistica: balance y ~_ . en AA W ..
(MI ortIrm de p/;lneamiefllo ~tit:o rn ~ 1979·1989, cit.. pp. 163·172.
" -u defo;:ión del tipo de plan que se prtII)lIgN -y que Iiglo en el ;mrw;e del plan genenI de
t.UIap- 1l"IJeSll'a pre<:isamenle ese nuevo enfoque del planeamiento que plasma una nueva cufllX3
U!ban/stb. más 3I\;j de la experient:ia ~- (E. tEtRA. -Madrid: géne5i5 de un plan nuevo-.
cit.. p. 80).
], [
r·---
'tg.5/
P/;}fI ~lIcrol de ~ programación de las actuaciones1' , El plan aparecía casi como una descomunal
UrfJar¡¡¡ de M3dml (1985).
operación de re forma interior - para un ámbito de cientos de hectáreas, con
cualro millones de habilantes- , huériana sin embargo del necesario proyecto
infraestructural de escala metropolitana.
" Para una crilica al 3V3IICC del plan desde este punto de viSI ~, cfr. M. SOLA·MORAlES, .PIan., Cf1
ArqWlecrvra. nO235 (1982), pp. 32·34.
explicaba asi: . Recuperar Madrid' significa recuperar la concepción urbana, el
cuerpo fisico de la ciudad. Es un eslogan con una opción que se anicula con
el de 'Acabar Madrid': es decir, completar la ciudad desde la perspectiva de
la ciudad existente y apoyándose en el aprovechamiento medio, El suelo que
se programa como urbanizable tiene una extensión de un 5% respecto a la
ciudad existente. Esta nueva extensión proporciona los 'ladrillos' para com-
pletar la ciudad existente. El objetivo de terminar, de acabar Madrid es el de
'soldar' la estructura que define hoya Madrid: ciudad rota, inacabada. no con-
tinua. Darle. pues, esa continuidad es lo que significa el concepto de 'acabar'
en términos fisicos»l~, Ese enfoque determinaba el argumento del plan, que
mostró desde sus inicios una clara voluntad de centrarse en la ordenación,
entendida como proyecto de construcción fisica del espacio urbano. como
definición de la "forma" de la Ciudad; pero. naturalmente, en la medida en que
la ciudad ~ya estaba hecha», la ordenación respondía más a una estrategia de
transformación que a una de crecimiento. Con objeto de abordar esa trans-
formación el plan ensayó diversas aproximaciones proyectuales con un nivel
de formalización adecuado a la escala de cada pieza, que se materializarían en
las "50 ideas para recuperar Madrid" presentadas en la exposición pública del
avance del plan" .
El problema que se planteaba era cuáles debían ser los elementos urba-
nos que el plan debía diseñar; y aunque metodológicamente resultaba clara
la distinción realizada por el plan entre áreas de normativa, áreas de trazado
y áreas de proyecto, no lo era tanto la definición formal de los elementos
considerados estructurales por el plan. Porque, como hizo notar Sola-Morales
a propósito de las 50 ideas. ~el problema de la forma es un problema en sí
mismo: tiene numerosas e imponantes conexiones con la estructura social,
con la economía, etc., pero no deriva de ellas: tiene su propia autonomía y es
interdependiente con el resto de factores, pero no según una relación jerár-
quica y de causa-efecto»n. Desde este punto de vista, en el plan de Madrid el
problema de la forma urbana no quedaba resuelto, pues se venia a considerar
la forma más como expresión última de la estructura socio-económica que
como manifestación de una comprensión arquitectónica de la ciudad. Desde
una aprmimación disciplinar, esas contradicciones me parecen explicables
en pane si se tienen en cuenta las referencias conceptuales elegidas por los
redactores del plan de Madrid, quienes en su deseo de explicitar los nexos
que les unían con la cuhura emergente llamaron como asesores externos a
Giuseppe Campos Venuti y a Bernardo Secchi, que - aunque urbanistas e
italianos ambos- estaban instalados en tradiciones disciplinares diversas y,
como ya he intentado poner de relieve en el primer capítulo de este trabajo,
sostenfan puntos de vista divergentes en relación con su modo de entender
la relación entre urbanismo y arquitectura.
" E. LElRA, .Del plan de M<ldrid, elementos para un debate·, ef1 Ciudad Y rerritOOo. nOS9·60 (1984),
p. 107.
,. Diversos comemarios sobre esas propuestas pueden verse en A CRUZ, _Ar!¡uileclUras para 00
plan; el urbanismo de la encrucijada-, en Arquítectura, n" 23S (1982), pp. 35·50, E. MANGADA,
·Cinquanla idee., en CJW>eIlJ. n" 487·488 (1983), p. 79; M. SOLA-MORALES, . Punti difflCi~.,
en !bid.. pp. 80·81. Para Uflll visión de conjunto de las translOf11'\3Cioncs urbaflllS acomelidas en
aqUl!lIos al'oos. dr. M. W .. MJdrid proyecto MJdrid. 1983-1987. Madrid 1987.
] 127 [
El hecho de contar con asesores como Campos y Secchi resultaría, sin em·
bargo, un elemento de capital importancia para dar al plan de Madrid -y, más
en general, al urbanismo espanol de los 80- una notable difusión internacional/'.
Además, en el caso de Campos, su participación en ese trabajo de planeamiento
se convertiría para él en «una experiencia crucial~, por cuanto -de allí arrancarían
las consideraciones sobre la tercera generación de la urbanística, en particular
sobre la forma urbana y sobre la posible relación - no antitética- entre plan y
proyecto~n. Así, quizá un poco paradójicamente, España llegaría a convertirse
en centro de atención de los urbanistas italianos, hasta el punto de que el
IUAV veneciano decidió organizar, en abril de 1989, una exposición sobre la
experiencia urbanística española de los años 80. En la presentación del catálogo
de aquella exposición, Paolo Ceccarelli hablaba de la «creciente curiosidad»
con que los italianos miraban al urbanismo español y Maurizio Marcenoni se·
ñalaba cómo aquella generación de planes españoles planteaba a los italianos
. importantes temas de reflexiÓn»!O. los debates italianos comenzaban, pues. a
reproducirse en el contexto español, a dar frutos contrastables desde el punto
de vista práctico y a alcanzar cierta resonancia internacional, como quedó de
manifiesto con la concesión a Eduardo leira, en agosto de 1987, del premio
Abercrombie de urbanismo.
Para entonces la generación de planes de los 80 era ya una realidad que
comenzaba a ser analizada no sólo por quienes la habían promovido y hecho
posible, sino también por quienes estaban situados en otros modos de pensar y
practicar el urbanismos1 . A esa generación, además de los planes ya brevemente
reseñados en las páginas anteriores, pertenecían en primer lugar los planes
catalanes de ciudades menores, como Manlleu (1 982). Vilafranca del Penedés
(1982). Mollet (1982). lorroella (1983), San Sadurní d'Anoia (1983), Figueres
(1983). Banyoles (1984), San Feliu de Guixols (1985), que habían sido redactados
por los Sola· Morales, Busquets, Font. Gómez Ordóñez y demás miembros del
lUB31; pero también los planes de La Coruña Qosé González·Cebrián. 1985),
de Gijón Qosé Ramón Menéndez de Luarca, 1985) o de Santa Cruz de l ene·
rife Qosé Ángel Domínguez Anadón. 1986), que desde diferentes situaciones
y con diversos acentos representaban un enfoque netamente ' urbano" de los
problemas de la ciudad. El canto de cisne de aquella generación de planes lo
encontramos probablemente en el plan general de Sevilla de 1987, encargado
" AufXJUC el peso de Campos fuer.! mayor que el de Secchi en los trabajos del plan. ambos pub/j.
caroo dfversos al1kulos con es te motivo. en los que sel'lalaban la gran relevancia de la ex¡¡erienclil
moorildla par.! la cultur.! lIrbanistica europea.
,. P. GABE LLl NI . •Giuseppe Campos Venuti: una politiCil per dare senso al piano-. cit., p. 484.
• M. MARCELLONI. ·Mir.!ndo haci3 Espana •. en AA. VV.. Diez,J/!o$ de p/3ne.1mienlOurbanrslico en
Esp3Il;J. 1979·1989. eit.. p.15. -Desde la óptica dellnstiluto veneciano. se pretendla ifICOfpof3(
a su propio debate nacional sobre el nuevo ordenamiento junrnco del suelo. el trabajo realilado
en Espal'la. en buena medida Inspirado en la te0ri3 urbanística italiana. (.Introducción_. en ibid,
p.9). Contemporáneo de esa c~sición es el articulo de E. tEtRA & O. QUERO . •1 piani degll
30nl O1l3l11a •. en UrOOnislicJ, ro" 92 (1989), pp. 34·40.
" Cfr. J. J. TRAPERO BAllESTERO. ·C<lractcrislicas del nuevo planeamiento m!if1icipa-f •. en Esludios
rerrilOÑlCs. nO17 (19851. pp_ 169·181 .
.., Par.! una aproximación al analisis de esos planes. cfr. J. BUSQUfTS.• Nueve planes catalanes •• en
URo ro" 2 (1985). pp. 24·48, A. fERRER AI)(A LA • •El planej;lfllcnt urb;!nlstjc •. cn O. NELLO (ed.).
Dcu anys d'ajunl¡¡mcnls democrJlics (/979·1989). Ekmeflls per a un b31iN!f. 8arcelona 1989.
pp. 130·179.
] ". [
inicialmente a Damián Quero y cuyo eje metodológico también giraba en torno
a la recomposición de la estructura urbana y la Interpretación de la morfología
de sus partes,
.. Una VISión sinttlica del 3Y3OeC del plan de Sevilla puede encontrarse en o. QUHIO. -Sevilla: un
avance entrc muchos pianes·. en Geomc¡tia. n" 2 (t986), pp. 38·55. ~ YOIumlld de poner fin a
la5 polémicas suscit3d3S por ese avance - también en relación con el modelo y la ubicación de la
Expo- detenninaria ~ salida de Quero del equipo redactor del plan.
lO Ibid.. p. 38.
.. O. QUERO. · Proyeclaf sevilla coo o sin oo. ~ y lurw;ión en el e$póÓI pUblico de la
dodad·, en ibid.. p, 4,
.. Y. a renglOO seguido. al"ladia: ·Parece que 1"10 haya mjs idc3s clarifocaOOros de lo que pasa que el
resignado 'cl urbaoosmo no cs posible'. de reincidentc aparición, y el afori5mo'la bueN arquitectura
redime a la dudad'. de aviesa iotencidn. Lo cierto es ~ el noew debille $Obrr: afqUlcctufa Y
~ que ahof;¡ dcs¡:ulIa. 1'10 sólo en ~. se asemeja má5 a cootrovmi.J di: crlatIos
que a emanap3diI deseovo[tura de librepens..xkJr y, al fnaf, sólo servir.i para disttiI:Jo.W diatnba
~cledualcs Yglosas ~orbs, a 000'YeIliencia de quim manda. Yno a satisfacer a.iosid.xI
intelectual ni duda perentoria alguna_ (. Editoriaf.. en GoomelriJ. n" 3 (198r.). p. 2).
] ." [
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..
..~
'
•
'/.
Fig.52
] 13{) [
reestructurar, repone",,·), pero para ser capaces de acertar en esas decisiones de
ordenación resultaba imprescindible disponer de una interpretación minuciosa de
las lógicas de formación de los tejidos existentes y de sus modos de construir el
territorio urbano. En este sentido, los análisis mooo-tipológicos constituyeron sin
duda una ayuda importante. como lo fue también el disponer de una cartografia
precisa y actualizada. a través de la cual llevar a cabo esa lectura de la forma de
la ciudad y del territorio, considerada punto de partida imprescindible del plan. Y
es natural que así fuera. habida cuenta del relevante papel que la forma urbana
jugó en la definición del modelo de ciudad de aquellos planes. aun cuando los
modos concretos de aproximarse a ésta variasen considerablemente según quien
fuera el autor de cada plan.
] ,,, [
-
tinente era "acabar" la ciudad y centrarse en la recualificación de lo existente;
de ahí se siguió el olvido voluntario de las cuestiones territoriales y la escasa
atención prestada al papel de los grandes elementos infraestruclurales en la
definición de la "forma" de la ciudad!'. Pero aquel diagnóstico inicial enseguida
quedaría desmentido y. de hecho, a panir de los años 90 hemos visto emerger
en contextos muy diversos una progresiva terrilorialización de lo urbano: como
ha escrito Terán, «oculTe realmente que las ciudades, aunque no aumenten de
población, en vez de dejar de crecer se extienden como nunca por el territorio
circundante, y aumenta la demanda de nuevas viviendas en localizaciones pe-
riféricas y de localizaciones periféricas para actividades que se descentralizan
espontánea me nte»~. Junto a ello, la otra gran crítica que cabe hacer a esa
generación de planes tiene que ver con el empleo generalizado de modelos
urbanos históricos para proyectar las nuevas ~ partes de ciudad", renunciando
en muchos casos a ensayar otras fórmulas que hubieran servido para avanzar
en el proyecto de la ciudad contemporánea" ; ese carácter "nostálgico" de
muchas de sus propuestas formales ha contribuido también a darles al cabo de
poco tiempo un cierto ~sabor de época". Por lo dem~s, lo cierto es que desde
mediados de los 80 iria adquiriendo un mayor protagonismo el denominado
"proyecto urbano" como instrumento de intervención, lo cual era consecuencia
no sólo de una especial atención al fragmento, sino también de un rechazo ge-
neralizado y abierto del plan urbanistico, cuyo certificado de defunción algunos
se habían aprestado a querer firmar.
.. Ya en 198~ ~·MoraIes set'IaIaba, -Quila ~ en las graOOes inlraestrucuns dorlde estos pbnes
CflCllenlren mayorcs difICUltades. QuI~á la falla de familiaridad con los tamallos como es.cala de
disdIo. qui~a el respeto o la ~ con la 00 lópica'ntnle ingtnleril de las obras pUblicas como
artilugio de foocioNIidad unidimensional. quil' el relrnO de la propU discipl.-.a en la discusión Y
generación de modelos allernativos. mok acuJales, a la organ;lación eslructUf1lI de las ciudades, quid
todo ello , la vez, produce eu sensación de imprecisión con que los planes gtflCrales retienlC$
abordan los grandes sistemas geomIes- (bii, p. H) .
.. f. TERÁN. ¡lis/orla delurbarlismo en fsp;n'I;J. vol. 3. cit, p. 333.
.. Es algo que tarnbitf1luc denunciado muy promo por Soij·MoraIes, _Hay, en todo caso. en estos
planes generales mucho. demasiado perfeccionismo g¡;IfltO de acabado de barOos. cosido de te;dos,
delirnitaclón de bordes. tic., que poco ttcoe que ver con los actuales procesos de Ofbani¡ación y
que má5 bien ~ escapar los temas de inspiración m;k rnodcrni que la cU:I3d actual plantea
al pr~sta· (M. SOLA,MORALES & J. PARCERISA. op. r;/f., p. 4S).
.. En $O anícuIo sobre el -~ ~". si bien rec:onoce que los planes de la geoeDdóo
anaIil3da pueden ser nstrumenlOS aptos para UIIa !l"3nsformaOón creativa de la cU:tad, SoQ·MoraIes
$C cuida al mismo tiempo de senalaf que lo hace "sin que ello sigl.mque la delens.:! ptf111af1ente
del plan general como momento IJItI¡nistico que en t3l1lOS momentOS C$ negativo-: previamente,
en ese mismo texto había escrito, -Las aticas lund3mcmale$ 3 la obsesión lrivcrsaista del plan
general y la tey del Suelo $011 bien conocidas. y quien esto firma $C cuenta entre los pOl11!:r05 Y
rn.D 3CtffWnos sosteneOom de las mismas. (ibid., p. 4!1).
] 1 [
PorIiKfJs de dM!J"S()S numcrru
de la reHSI3 ealal311a 2C
2c CONSTRUCCION Con;lfl.1C(lOn de la Ciudad
1 Parte
DE LA CIUDAD
" Cfr. M. CASTEtLS. La r:ueSlidrI utb3n3 (1972). México "1991, E. PRElECEILLE. -La planmc3lion
umaine: les contl"3dictioos de I"uroanisalioo Cilpitalisle>, en tconomie el PoIilique. ~ 236 (1974).
pp. 94·114 ,J. LOJKINE. El ma~ismo. ef ESlada y la cuestión Utbana (19m. México ' 1986.
.. liI umaniSliCil "rcfonnista" se diSlini\IJiÓ. cspeaalmcnle en Italia. por busCilr lK\,) prolullÓ3 U<lns·
formación de la eiudad que colocara en primer plano ~s exigencias sociales. en el COOU!XIO de
una economia de mercado, los planes umanlslicos que produjo se ccntraroo en gran medida en
~ lucha contra las renlas del suelo umaflo. En el COOICJeIO español. ese enfoque es nelamente
perceptible en el plafl general de Valladolid de 1984 y, en parte. en el de Madrid de 1985.
] 133 [
en nuestro país a través de Catalul'\a, donde llegaron a contar con la revis ta
2C Construcción de la Ciudad como órgano de expresión fS ; sin embargo, para
entonces Rossi ya había abandonado el frente de batalla urbanístico -es decir,
aquel interés por construir una «ciencia urbana fundamentada- al que se había
referido en la introoucciÓfl de L'architettUfa della cilfa- y habla centrado su
renexiÓfl en el proyecto de arquitectura y en la ciudad como marco de com-
prensión del proyecto.
.. ~ en BarcdoN entre mediados de los 70 Ymediados de los SO. la revista eslllN cIirigkIa por
el Qupo 2C. LA'! coIettrvo de arqui1.ectos crudo en 1911 que tenia como referenle ala Tcndenu
y del que formaron ~e Salvador T;¡rr.¡gó. canos Marti. Anlonio I\nTIesIO. vago 6one1 Y Ol1os.
.. Ese $Cmlnario $Cria el prilllCfO de UIliI serie de lres. celebrados respeclivamel1\e en Santi3go
(1976). Sevilla (1978) Y B.uuJooa (1980). en lo que p..-elendla $Cr un 0<3\.113 de confrontación de
los arqllllectos y esludianlcs espili'lolcs con la!¡ rouevas ideas' (A. POZO BARA}AS. -Fortllllil del
aNIisi:s I.lbano en Espa/Ia-. en 10. (al.\. /In6isis urbJno. TOTos, SeviILJ 1997. p. U) .
.. A. ROSSI. -audad Y pmyec1o-. cit. p. 17.
] [
pero sin traicionar la realidad de los hechos, se puede decir que en Barcelona
se ha perdido la confianza en el plan y se confra totalmente en el proyecto para
afrontar los problemas de la ciudad; en Madrid, por el contrario, se quiere usar
tenazmente el plan y se intenta hacerlo dialogar con el proyecto>",
] I [
14.\JIQc:fl:Jt:OOiI dd /).JrI ... , <k< planes de ordenación.1GJ.la desconfianza respecto al plan como instrumento de
kJ"lI fUrcdo<u O'/3tIJ o construcción de la ciudad resulta manifiesta en otro texto escrito por Bohigas
1u,'.¡uc.'/s Ji /. C"',I<'/. ,,, pI.JI'IJ
(k liJ propuc~IJ. bJ Y d po.~~ para presentar los trabajos acometidos por el ayumamiemo durame el mandato
¡x;;r llS (1.: Jo.s cs¡JKJO$ /J de Narcis Serra como alcalde de la ciudad condal: ese texto, programático por
bIiI:m ,ewI/,.-,t.'f, tantos motivos, se abre con estas significativas palabras: -Dentro del ámbito
de la cultura urbanística reciente ya se han formulado cnlicas profundas a los
planes generales de ordenación como instrumentos únicOS o preeminentes de
control urbano. sobre todo cuando continúan limitándose a unos contenidos
que tienden a la abstracción cuantitativa más que a la definición proyectual., Y
así, aun aceptando que el plan general metropolitano de 1976 ~acabó siendo,
en muchos aspectos. una inteligente anticipación~ , Bohigas lo ve como «un
instrumento a corregir, mejorar y transformar. de acuerdo coo su propia pre-
disposición a hacerlo_lO..
... A. fONT, -la expeóentia recieme de ~ HldIa. Pbneamiemo ~Lico p3I1I el siglo XXI -, en
lkb.Jn. n" 5 (2000), p. 76.
... O. BOHIGAS, .~ una aItI'3 ~baodal., en M . W., Pf.Jns i projccIcs per ~ &rcelona 1981 · /982,
B3n:eIoo31 983, p. 12.
I [
ámbito, pero completos en cuanto a su definición. El plan barcelonés es, pues.
valorado positivamente en la medida en que constituye ~un intento valioso de
aproximarse a la definición de un proyecto.. y criticado en la medida en que
ha sido redactado «con los instrumentos y los métodos que corresponden a
un plan"lIS, porque para Bohigas «es evidente que una ciudad se construye
y se controla con los proyectos y con las obras -como ha ocurrido según la
sana tradición de la obra pública- y no con los métodos consagrados por el
planeamiento"I06. No obstante. como en cualquier caso resultaba necesario
mantener un cierto esquema general de la ciudad. una idea de conjunto que
permitiera dar coherencia a los proyectos y establecer un orden de priOfidad
entre ellos. en la nueva estrategia de "reconstrucción" de la ciudad se le
asignará al plan el papel de constituir un -modelo de contenido, gestión y
programación .. , es decir. un marco que posibilitara articular las intervenciones
puntuales. Esta decidida apuesta por el proyecto como alternativa al plan iba
a marcar de manera inequívoca el comienzo de la transformación urbana
de Barcelona en los primeros años 80. señalando - desde el punto de vista
del papel asignado a los instrumentos disciplinares en la construcción de la
ciudad- un extremo de la polémica desarrollada en esos años en torno al
plan y al proyec to.
... !bid.. p. 13 .
... O. 8OH1GAS. Rct;onsfflltXidn de lWceIona. til .. p. 12 .
I [
55 PI.lI.JS de GrxIJ. &ro
<-eIOrU (198 tI j. kh Y G.
Mor-1.
I [
f'rOPUCSliJ dI.' onkrur:>on rk
la ratrt:ler;uk QS "'IjW¡. (Jz-
a/ona {/982} E Dona/o
_.
lf;_..:J. ~
.
lSU'Il~ ". -
,-
f 51
J [
Cm¡w lkI I\ • .lI'ICC deJ PlJn escepticismo reinante: de un lado, el de Quienes, en función de la experiencia
Ga>erJl de M.Jdnd (198.;.'/.
reciente, ponen genéricamente en cuestión la validez y posibilidad del planea-
miento general. como 'imposible' en si mismo; y de otro lado, el de quienes,
identificando el plan general con un producto estereotipado y fijo, renuncian o
ven también imposible su renovada concepción, y se escudan - como 'refugio',
reconocido o no- en el proyecto de arquitectura como única alternativa, casi
coyuntural y 'guerrillera' (la arquitectura 'salva' la ciudad), ligada a lo que la
], [
gestión cotidiana puede acometeflo lll• la alusión al "planeamiento imposible"
del primer grupo de escépticos quería sin duda marcar distancias respecto a
las ideas de Fernando de Terán, quien por otra parte de ningún modo podía ser
considerado como un escéptico respecto al plan. aunque se hubiera mostrado
particularmente cnlico respecto a determinadas actitudes de los morfologistas.
la posiciÓfl del segundo grupo de escépticos coincidía sustancialmente con la
de Bohigas. quien por lo demás no estaba tan distante de leira como pudiera
parecer a primera vista, y asl lo reconocía el propio leira en nota a pie de página
de ese mismo texto. Al fin y al cabo, la formación de leira era catalana.
~, /bid. p. 84.
"' J. LEAL MAtDONAOO. -El urbanismo y las ciencias sociales·, en Ciud;xJ y rerritorio. n" 61 (1 986),
p. 31.
"' F. TERAN.• E~oriaI •. c~ .. pp. S·6.
H, En el ciclo. organilado por la fundadótl de IrM:stig.lciones Man;istas. p.lf1icip.Jron ~ JordI
Borja y Eotnond f're1ecd1e. aooque sus ponencias esh.Meron centrada5 en t1JCStiones de politica
] '" [
5'1 50 !!leas para Madrid: Con el deseo de continuar profundizando en la ardua controversia sobre la
l'roIlJm.Ioon de SJn Fef'f1III'I
crisis del plan. Ciudad y Territorio publicó dos años después un heterogéneo
//981}. " Hcm<InckJ Y l
FeffliIfIIkl Góroa. cOfljunto de estudios que abundaban en las razones de lo que era interpre·
tado como una auténtica crisis disciplinar. en la que se situaban de modo
60. SO odca~ par.! M;¡oJrid
equrvocamente antagónico ~ Ia técnica frente al arte o la polilica. las ciencias
rcnl<1dcl.JcJon de I.J J\lenKi3
de PJmplonil (1981). J. J. sociales, políticas y económicas frente al diseño urbano. el paradigma de la
A~I modernidad frente al de la posmodernidad. el orden social frente al orden
espacial. la estructura frente a la forma, el plan frente al proyecto,,'''. Dos de
los trabajos recogidos en ese mismo número de la revista estaban redactados
desde el convencimiento de la primada de lo social -y el consecuente carácter
"derivado" de lo espacial- ; no tiene nada de particular, pues. que recondujeran
urbana. Los textos de todas las intervenciones pueden verse tf1 AA W.. reod<l e inlervenc:itin en
IJ dtxJJd. Madrid 1'185.
no F. TERÁN • • SObre los lurldamento5 del planearnlento \l!baoo: estado de la cuestión, . en Ciud;¡d y
Temlorio. n" 67 (1986). p. 3.
] 14} [
la crisis del plan a una crisis social llJ o a una crisis de las ciencias sociales"'. 50 Idc3$ para ¡.,\Jdnd pJr
<lIJe Imal del MJllliJIIJfCS
En cambio, el arliculo de Ribas Piera. que miraba el connicto desde Cataluña,
{IY81J. I Al f~qU'J~.r S
se aprestaba a señalar la complememariedad del plan y el proyecto, a partir de de I.J MJ¡J
una distinción entre urbanismo y arquitectura que no identificaba al urbanismo
con el plan, ni a la arquitectura con el proyecto: -A fin de cuentas -escribía-,
la forma urbana 1"10 es más que el hilvanado de secuencias en las que el hilo es
un elemento formal de mel"lOr envergadura. A fin de cuentas. la ciudad no es
más que un discurso en el que las frases son sus fragmentos. y la arquitectura
de la ciudad construye sus sintagmas básicos. Pero así como no puede haber
contraposición entre el lenguaje y sus componentes, asi no puede pensarse
jamás que planeamiento y diseño se contraponen. 1...1 Planeamiento y diseño
son dos esferas tangentes y aun secantes, en las que cada uno se sentirá más
o menos a gusto. pero que no pueden menos que seguir girando juntas, para
bien de nuestras ciudades .. "'.
... Cfr. A. SERRANO ROORiGUEl. -Crisis de pIanifbcIón, crisis de personalidad. crisis Ideológica o
cmrs $OClaI ', en ibid., pp. ').21 .
M
' aroJ. lEAL MAlOONAOO. op. cito. pp. 31·34.
n' M. RISAS I'IERA. .A¡xIrtaciófl al debale sobre Utl conf1ieto Imposible-. en ibid., p. 1.
1 ' [
2
los 80 como una confirmación de ese punto de vista, «La IBA prueba en último
término que cualquier construcción urbana de importancia erigida en Berlín desde
el cambio de siglo no se ha convertido en tal debido a la materialización de Jos
planes de un urbanista, sino gracias a un proyecto arquitectónico que proba-
blemente tuvo que llevarse a cabo con esfuerzos sobrehumanos en oposición
a las ideas del urbanismo predominantes: desde el Woga de Mcndelsohn hasta
la Unité de l e Corbusier y la Natíonal Gallery de Mies, incluso hasta la Torre
de Hejduk en la parte sur de Friedrichstadt ~. la conclusión, como no pocHa ser
de olro modo, era una llamada a acabar C041 el urbanismo: -Por este motivo
parece crucial que los arquitectos luchen contra una disciplina satisfecha de si
misma que ni siquiera bajo el estandarte del contextualismo tiene razÓfI de ser.
puesto que se limita a expresarse a si misma como una aserción. difuminando
los con fli ctos ~"o.
I " [
=
De hecho, desde el LUB se hizo un notable esfuerzo por hacer ver que la
búsqueda de la recomposición de la unidad urbanismo-arquitectura no implicaba
la disolución del urbanismo en la arquitectura, sino que más bien apostaba por
una relectura de la genealogia del urbanismo como disciplina. En este contexto,
Antonio Font, en una reivindicación de lo que podían ser considerados como
los frutos de una década de enseñanzas desde la Escuela de Arquitectura de
Barcelona, respondía a Bohigas que el urbanismo era posible y que Cataluña se
encontraba a la cabeza de ese modo renovado de entenderlo y practicarl012J ;
y éste, haciéndose eco nuevamente de ideas provenientes del ámbito italiano
-de la Casabe/la de Gregolli, por más sei'las-, reaccionaba frente a lo que
consideraba una lectura apresurada de sus criticas al plan y rectificaba o, al
menos, matizaba su discurso anterior con estas palabras: .Han vuelto a aparecer
las criticas reaccionarias a favor de una ciudad sin plan, defendiendo así una
visión particularista e individualizada, sin objetivos colectivos y, por tanto, sin
programación política y, en el fondo, en apoyo de una política neoespeculativa.
Es decir, una propuesta contraria al espíritu que motivó aquellas reflexiones y
aquellas criticas al planeamiento, considerado como un instrumento insuficiente.
No se trataba de proponer una ciudad incontrolada, sino una ciudad más con-
trolada con instrumentos más eficaces: por un lado, una definición más politica,
más comprometida con los contenidos, y por otro, unas precisiones formales
que determinasen su proceso de ejecución .. 'l'.
'" f. TERm, -Sobre los IL1f1d3menlOS del pfancamitolo urbano, estado de la cuestión-, d I. , p. 4.
'" Clr. A.. FONT, -L'Ufbanlsmc ts possible. El oou urbanlsme cal31~ •. en El PJi5, 10·11·1985.
". o . BOHIGA$•• Mucf1e y rcsurrettión del pboeamiento lJI'bano.. en El PaIs. ~ ·XI· 1986.
' ...~ EeSleref1. ~ y QuafooI SOf1 maestros que UR traer1 como ejemplos de I¡ modmIa tr.JdiciOO
del proyecto tItbaoo. En distW.CH posiciones, ce6r1c:a5 y cVtunstanc:i*s. ef\$dIMll¡ Iucna de una
] '" [
de vista, el proyecto urbano no puede renunciar a los objetivos propiamente
urbanisticos, en los que la componente temporal es tan decisiva como la espacial.
ni desconocer el carácter de proceso que la construcción de la ciudad conlleva,
ya que de otro modo caena necesariamente en el "formalismo", «en el dise"o
estereotipado de las formas urbanas, como si fueran formas de edificios_m. El
proyecto urbano no se entiende, pues, como un proyecto de arquitectura de
mayor escala, sino como un instrumento disciplinar específico que asume la
complejidad caractenstlca de lo urbano y postula una idea de intervención a
mitad de camino entre la arquitectura y el plan, por cuanto pretende vincular
las propuestas concretas a una instancia operativa que asegure su ejecución,
sin renunciar a incardinar esas propuestas en una idea global de ciudad, en un
proyecto colectivo que sea expresión de un futuro deseado por la ciudadanía. a
la que se le debe reconocer en cualquier caso el derecho a manifestar libremente
lo que piensa sobre el lugar en que va a vivir. «Así - para decirlo con palabras
de Busquets-, la idea de 'proyecto urbano' torna consistencia como superación
de la estéril disociación entre plan urbanistico y proyecto de arquitectura, que
habia reducido el primero al campo del análisis y de la zonificación, y el segundo
al campo de la propuesta aislada"m.
] '" [
-
DE LA TEORíA A LA PRÁCTICA:
LA CULTURA DEL PROYECTO URBANO
4
En un contexto como el de los a¡'¡os 80, caracterizado por una profunda
desconfianza hacia el planeamienlo, la emergencia del proyecto urbano como
instrumento operativo vino a significar para muchos la recuperación de la
posibilidad de proceder a la transformación de la ciudad en un momento de
incertidumbre y de cambio. en una época en la que progresivamente se iba
tomando conciencia de que las condiciones habían cambiado y. por tanto, en
la que "el futuro ya no es lo que era"l; de un modo aun mas lapidario. Rossi
llegó a escribir por entonces que -los grandes hechos habían prescrito históri-
camente. I , Y es que la quiebra de los grandes discursos que habían servido de
soporte conceptual al urbanismo moderno colocó a la disciplina en entredicho
y a los ojos de algunos la deslegitimó socialmente. Por otra pane, el tema al
que se enfrentaban los urbanistas no era ya el de la construcción ex novo de la
·ciudad modema". sino el de su modificación. Como advenía Secchi desde las
páginas de Casabella, -la ciudad, el territorio y el espacio en el que viviremos
en los próximos decenios ya están construidos y no conseguiremos fácilmente
libramos de ellos, ni en un sentido físico ni mucho menos desde un punto de
vista conceptual. Se nos aparecen como un campo de experiencias posibles a
las que dar sentido a través de operaciones de continua modificación. la ciudad
futura estará hecha principalmente de los materiales existentes, 3 los que se
habrá añadido algo que los reinterprete, que actuando en los intersticios de
algún modo los reinvente_J ,
Cfr, B. SECCHI. -Le eondidoni SOllO C3I'Ilbial~· (198 4). en ID .• Un progclro per /'urlJmistica.
Col. . pp. 48·56; ID ... 11 futuro non ~ piil come una volta., en /JI"bJnis¡k<1, nO 97 (1989).
pp. H.
A. ROSSI. AulobiognIiJ cicnfífic4(1981). ~ · 1~8. p. 33.
B. SECCHI. ·lIo profIlIITI3 di ricetta· (1 983). en ID•• {.ti proceno pcr r~ al.. p. H .
] 14. [
tectura, se convirtiera en exploración de los limites: de lo que es único y de lo
que puede ser general.', Pero en la misma medida en que el modo de valorar
el sentido de los cambios no era unánime, tampoco el concepto de -proyecto
urbano" aparecia definido unívocamente; se presentaba más bien como una
idea bastante difusa, cuya caracterización, en aquel contexto de confrontación
y polémica ya esbozado en el capítulo anterior, dependía unas veces del ám-
bito para el que se planteara y otras de la formación de los profesionales que
lo emplearan. Se trataria, pues, ahora de intentar precisar cuáles han sido los
márgenes dentro de los cuales se ha ido definiendo ese instrumento en nuestro
pais y de mostrar cómo se ha utilizado. Conviene, no obstante, no perder de
vista que esa definición se ha ido produciendo por aproximaciones sucesivas,
a través de los diversos ajustes que la práctica ha venido demandando en
fundón de los problemas urbanos abordados. Ese particular modo de "teorizar
haciendo", que en una disciplina como la urbanística, cuyo objetivo último
es la intervendón, ha resultado habitual a lo largo de su historia, recomienda
que nos detengamos a examinar - sin ningún ánimo de exhaustividad. por otra
parte- algunos proyectos urbanos representativos de los diversos ámbitos en
los que este instrumento se ha empleado; de otro modo. difícilmente podríamos
hacemos cargo de sus virtualidades y limitaciones como herramienta al servicio
de la construcciórl de la dudad, en la entonces incipiente transición de la ciudad
moderna a la contemporánea.
] " [
-
Pienso, sin embargo. que originariamente el uso del término "escala interme·
dia" no tenía en este contexto la intención de re ferirse de manera exclusiva al
planeamiento de desarrollo como ámbito específico de un urbanismo proyectual.
Cuando en la portada del segundo numero de la revista UR se mencionaba la
escala intermedia. la referencia era más bien a los planes generales de ciudades
menores catalanas. que completaban la visión ofrecida en el número anterior de
la revista sobre el "urbanismo urbano· de los planes municipales de ciudades
españolas de mayor tamaño. como Valladolid, Salamanca, Gijón o Tarragona. En
ambos casos, el énfasis estaba puesto en un nuevo enfoque del planeamiento
general que buscaba precisamente -superar el tradicional dualismo entre planes
(urbanismo) y proyectos (arquitectura) que había alimentado una discusión
más bien estéril en las décadas anteriores_ y que venia caracterizado por «una
primacía de lo 'urbano' con un fuerte compromiso con las propuestas sobre la
forma ¡¡sica de la ciudad, en la medida en que es uno de los elementos m~s
capaces de interpretar los procesos sociales y de vincularios a una instancia
operativa"': es más. la combinación de diversas escalas de trabajo constituía
una de las características de esos planes.
Para comprobarlo basta con repasar un escrito de Luis Moya. que intentaba
sintetizar el impacto del morfologismo en el urbanismo español de la década
de los 80. en el que saliendo al paso de esas interpretaciones afirmaba que
día •• con lo cool -no pasiI de ser la cvid!:mc reivirxlicaclófl de calidad de U03 de las =135 de
intervenciótl en la ciudad má$ característica de la actividad profesional y. concretamente, de \0$
arquitectos urbanistas· (R. LÓPEl DE LUCIO. 0ucJ;¡d Y IJI"bamsmo a fifla/es del SJgJo xx: Valencia
1993. pp. 247 Y 248).
J. BUSQUETS••Nueve planes calabnes-. dl.. p. 25.
J. M. EZQUIAGA. -El disefIo de la escala intermedia. El aso de Madrid-, Cfl /kfunismo. n" S (1988).
p. 6. P3ra la sl1uación en Catalot'ta. elr. J. A. SOLANS, -Los planes de escala Inlermedla-. en ibid.•
pp, 21·28.
J [
-el proyecto urbano no es el equivalente al planeamiento de escala intermedia,
que vendria a situarse entre el planeamiento general y el diseño urbano de
un lugar determinado, sino que se refiere al enfoque formal de definición del
orden urbano. De otra manera ~añadla - volveriamos a fomentar la discusión
de principios de los años 80 entre plan y proyecto, términos que en sus
versiones más extremas se interpretan equívocamente como planeamiento de
zoningfrente al urbanismo definido únicamente con proyectos edificatorios"'. l a
cuestión, por tanto, habla de ser planteada de otro modo si lo que se deseaba
era superar las diferentes rupturas que hablan ido separando al urbanismo de
la arquitectura. Pero ¿cómo hacerlo? l os primeros intentos llevados a cabo en
nuestro pais para conceptualizar el · proyecto urbano· como instrumento con
objetivos propiamente urbanisticos -y, en consecuencia, metodológicamente
distinto de los proyectos de arquitectura- provienen nuevamente de quien ha
sido entre nosotros el principal valedor de un urbanismo de cone proyectual:
Manuel de Sola-Morales.
L MOY.... GONz..iJ.El..El proyec1o tII'baoo en la dte3da de los 80-. en An¡uitcdO$. n" 1Z6 (1992).
p. 4S: mis adcIMte. sin crOOaI"go. no dqab.a de rCCOOOCCl"" que -el interés por la forma lisicI ha
~ mas fkll y evidente en las escalas inlefIDtdi3s de pIancamienIo paItiaI. pIaocMnicflIo especial
y cstOJd;os de detafle. En CSlas escalas de plartcami!:nto se ha hecho freaJ!:nte el diserto urb3no.
concibiendo tI! sus delalles los eSfXlCios pUblicos y Sil relaciOO con 13 edificaciOO. (/bid.. p. 48).
M. SOLA·MORAtES. · la segunda t.istoria del proyedo t.riIano-. cit. pp. 21 ·22.
.. Ibid.. p. 22.
1, [
=
De ahi que, sin pretender dar una definición cerrada del proyecto urbano.
sino más bien una caracterización de su modo de afrontar la intervención en la
ciudad. afirmara SoIa·Morales que -el proyecto urbano hoy mantiene en buena
parte aquel gusto por la ciudad como geografia variada y aquel amor por sus
partes que desde principios de siglo han sobl"evivido a las roturas. Mantiene
también temas y materiales. métodos e instrumentos. rejuvenecidos. La atención
a los trazados viarios como instrumento de formalización. la propuesta de nuevos
tejidos de edificios y la reinterpretación de los lugares urbanos son quiza tres de
los grandes temas en que, con soluciones y enfoques innovadores, coinciden
muchos de los proyectos urbanos más interesantes. Cinco notas se podrían
encontrar en ellos que los definen como proyectos urbanos:
J .[
de la ciudad, de buscar en cada caso un compromiso con la componente física,
tanto en la pequeña escala, que bien podía comenzar y acabar en si misma y
era abordable con procedimientos de gestión ya muy contrastados, como en el
proyecto urbano complejo, que por su carácter estratégico requeria una visiÓf'l
de más largo alcance, coherente con una determinada idea de ciudad que, a su
vez, aquel contribufa a construir. De este modo el proyecto urbano se ha ido
dibujando como instrumento al servicio del plan - los proyectos del plan-, y no
ya como alternativa al plan: un plan ciertamente renovado, concebido desde
otras bases a paror de lo aprendido con la experiencia de la historia reciente,
por dolorosa que ésta haya podido resultar para algunos; una nueva definición
del plan que la década de los 90 parecía en condiciones de alumbrar y que, sin
embargo, sigue siendo una tarea pendiente en este cambio de siglo. Porque del
mismo modo que pudo resultar .preocupante 1... 1la presurosa adopción que
tuvo lugar en nuestro país del morfologismo fragmentario como vía única para
abordar el tratamiento de lo urbano - que fue tan clamorosamente asumida jonto
con la sospechosa descalificación generalizada del planeamiento estructural-,
no deja de plantear ahora nuevas preocupaciones la generalizada vuelta a ese
planeamicnto, referido a amplios ámbitos territoriales. que se está desarrollando
impulsado políticamente para muchos territorios de este pafs, sin que haya
mediado la necesaria confrontación de ideas, sin un debate clarificador que
haya permitido calibrar la dosis de revisiÓfl, de reelaboraci6n y de adaptación
que hubiera sido necesario introducir en los antiguos instrumentos tradicionales,
que nunca llegaron a funcionar del todo _l1•
] [
o la intervención en la ciudad consolidada:
los centros históricos
Resulla ya casi un tópico referirse ti la recuperación de los centros históricos
como una de los primeras cuestiones que fueron objeto de atención por parte
del morfologismo: por lo demás. seguramente no pocHa ser otro modo, sobre
todo si recordamos que la ciudad heredada constituyó desde los comienzos de
su andadura disciplinar una de sus preocupaciones fundamentales. Las políticas
de renovación urbana impulsadas en toda Europa durante la segunda posguerra
habían llevado consigo importantes Iransfonnaciones en ellejido edificado de las
ciudades históricas: apoyadas en la idea de potenciar la cemralidad urbana, esas
políticas significaron, desde el punto de vista (¡sico, la progresiva sustitución de
la edificación existente por nuevas tipologías con escasa o nula sensibilidad hacia
los valores patrimoniales; desde el punto de vista funcional. la terciarización casi
completa de las áreas centrales de la ciudad, caracterizadas hasta entonces por
un fuerte predominio de la residencia; y, desde el punto de vista sociológico,
el desalojo de la población residente y su relocalización en la periferia urbana.
Frente a esas intervenciones que en la mayoría de los casos suponían profundas
agresiones al patrimonio histórico de las ciudades, la cultura italiana iba a iniciar
en los años 60 una larga batalla -política tanto o más que urbanística- cuyo
objetivo, dejando atrás el debate sobre las "preexistencias ambientales· de
finales de los 50, se iba a centrar en la supervivencia de los centros urbanos
de antigua formación, conocidos desde entonces como ·centros históricos· en
una amplísima literatura especializada".
La Carta de Gubbio. redactada en 1960 en el transcurso de un congreso
organizado por un grupo de ayuntamientos, con la participación de politicos
e intelectuales, marca de algún modo un salto cualitativo en los debates de la
cultura italiana en torno a la intervención en la ciudad existente'S. Como reac·
ción ante las demoliciones sistemáticas, se daría a partir de entonces un fuerte
impulso a la conservación de la ciudad histórica, trasladándose las medidas de
protección desde los monumentos singulares al centro histórico en su conjunto,
con objeto de intentar sustraerlo al saqueo de la especulación inmobiliaria. De
este modo "el cuadro politico·cultural que comienza a dibujarse es particular-
mente propicio para la afirmación en el terreno profesional del análisis urbano
como instrumento de planeamiento y abre una perspectiva que, a largo plazo,
será muy fecunda de resultados sobre todo desde el punto de vista cualitativo
y que caracterizará ya desde entonces la política italiana de rinnovo urbano de
un modo completamente diferente (al menos desde el punto de vista cuanti·
tativo de los resultados de las sustituciones) respecto a las análogas polfticas
contemporáneas de renovation urbaine o de urban renelva¡'''.
" Par.! un er.cuadre general de la cues1ioo de los centros históricos. dr. C. CAROZZI & R. ROZZI.
Ct:rM Slorid. queslione 3perTa. Ban 1971; M. FAZIO. 1/ deSI{no dei centri slorid. Floreoci<! 1977: F.
CIARDINI & P. FALlNI (cds.). los centros his/oocos.. PrJ!¡1k;a urbanfslica y progr.!ffl3s de iH:/U3dón
(1978). Barcclooa 1983.
" Cfr. ANCSA . • Convengo solla salvaguardi<! e il nsan3memo dei cemn stoOco·artisiki. Gubbio 17·19
sellembre 1960. Oichiaralione finale •• en Urbanis/icJ. n" 32 (1960). pp. 66·67. la Asocialiooe
Nalionaic Centn Storico·artislici loe creada a raíl del congreso de Gubbio. que promovió Glovanni
Aslengo. y ha jugado un papel muy activo. juIlto allNU y a la asociación ftali<! Nostf3. efl la defensa
de los centros histOricos italianos •
.. f. C. NtGRElll. op. cit.. p. 106_
]. [
Los instrumentos puestos a punto para profundizar en el conocimiento de
la estructura de la ciudad histórica, en panicular el análisis mono· tipológico,
se convenirán así en el sopone epistemológico de los posibles modos de
articular la intervención en el centro histórico, por cuanto el juicio de valor
histórico-critico que debía preceder a cualquier decisión técnica pretendía
fundarse en un conocimiento suficientemente contrastado de la forma urbis,
casi siempre apoyado en una reconstrucción de la misma necesariamente
ideal, es decir, detenida en el tiempo. Con ello, para decirlo con términos
acuñados en aquellos años por Tafuri, la "crítica tipológica" aspiraba a sustituir
a la 'critica operativa", convirtiéndose en el nuevo canon que permitía decidir
qué y cómo debfa conservarse. De hecho, la inmensa mayoría de los piani di
recupero redactados en Italia para los centros históricos durante los años 60
y 70 contenfan minuciosos análisis mono-tipológicos, aun cuando no todos,
como intentaré exponer enseguida, los utilizaran con la misma intención. En lo
que sí estaban de acuerdo era en considerar la componente social como un
aspecto nuclear de sus políticas para los centros históricos, necesitados como
estaban de una profunda revitalización socio-económica; no se trataba ya, por
tanto, de entender el centro histórico un¡camente como ámbito monumental
que había de ser salvaguardado pasivamente, sino como una parte de la ciu-
dad que debía ser objeto de una activa conservación integral, que incluyera
el mantenimiento de la población residente en los mismos, en el contexto de
una "nueva cultura de la ciudad", Así, paulatinamente, a partir de los años 70,
la de los centros históricos tenderá a plantearse como una parte de la más
general "cuestión urbana".
~ Sobre el plao de BoIooi3. cfr. P. l. CEIlVELLATl & 11, SCIINNAVlNI. 8oIoni3.. pohlic3 Y tnellxJolog/J
de 13 rcslilUl'Xi6n de centros hlsldrico$ (1913 ). Barcelona 1976 .
•, P. L CEllVEl LAT1. .8 proyecto (le la ~., en F. CIARDINI & P. fAlINI (edsJ. 'Y1 di..
p. 103.
" .En el C3SO en cl que se repite un tipo arquitectónico ya repelido en el pasado Yconoxido con
prcclsión, Iccoostruyendo/reproduciendo hasta el limite el edificio desaparecido. la restaundón
cooservadora se convierte en re Slablcclmicmo UpoIógico. (ibid.. p. 107).
] 15,' [
11 f,J
.. Cfr. B. GABRIELlI, -Política !leí ceotri SIOOcI ed alcvoc reccml qucsli011i relaliveo (1976), Cil iO ..
n ~upcro dcfI<J e/l/ti esiSlen/c. $;Jgg/1968· / 992. M;I~ 1992, pp. 7\ -84.
" AI:.erciI del pIar1 de I'tsaro se puede c:onsuIlar d cuaderno morlOglOlflCO publicado en COfl/rosp.uio.
rf' 2 (1976). pp. 14-49.
] [
-
L.. J _.....
'!"""I "---;-- c 2'
1Il~_
PI;m r:s¡x:ci.J1 p;N<I r:J cefllro
hfs/óliro de PCsMo (1972)
- - 9
"'''''-=
-- I
.'
-- ~
" A. ALVAR E2 MORA, Madrid. hs t/IJfJsfQl'miJ(;ÍQ(les del centro,dud3d (!fI el modo de producción
cJpita!ista, Madrid 1979, p, 129.
" Para una visi<Xl ele conjunto de ese cambio de actitud, cfr, F. POlo .la recoperación de los centros
históricos en h pal'la" en JO, (ed.l. Arquittxtllfa y Uffunismo en ciudades históricd5. Madrid 1988,
pp. 26-47.
" Ese catálogo representaba ' ona inteliofil3oCiór!. tanto a nivel del propio lenguaje del documento
como 3 nivel conceptual. de la 'cultura de la protección', forjada en toroo al análisis morfo·tipológ;co
de la ciudad tradicional. plasmada en la consideración de la ciudad como una arquileclor.:t y la
articulación del espacio urbano en elementos prilfl3rios, que configuran la memoria coleclivit y la
identidad orbana, y fábrica residencial, que contribuye 3 configurar la escena umana y el ambiente
social. O. M. E2QUtAGA . •Madrid emre la 'operación derribo' y la rellabilitación del centm: la
incidencia de las normativas edifocator\3s en la salvaguardia de ta ciudad histórica. , en CiudiId y
raritorio. n· 71) (1986). p. 91).
] '" [
lleJul.¡,/¡{i1O()(I de b mJlUiIniI
de ClsctmI. AlJdrJd {/98/1.
Al BJylln. j. L_ AlJflm y
F. 1'0/.
especial aprobado en 1980. Ese plan especial. siguiendo en buena parte el mo-
delo de 8010nia. apostó por una politica de conservación generalizada de
la ciudad histórica que aplicarla medidas de protección a más de ocho mil
edificios, estableciendo una elemental categorización - integral, estructural y
ambiental- que unificaba de maneli! genérica problemáticas muy diversasl .,
Sin embargo. la escasa experiencia rehabilitadora. la falta de un marco nor-
mativo que la apoyase y la reducida capacidad inversora del ayuntamiento
dificultarlan notablemente la consecución de los objetivos del plan 21• Entre los
primeros Intentos de la gerencia de urbanismo madrilei'la para ensayar estra·
tegias de intervención en ámbitos muy deteriorados de los barrios populares
del centro histórico, cabe destacar el programa piloto de rehabilitación de la
manzana de Cascorro. en la zona del Rastro. promovido en 1981. La manzana
era un mosaico de edificios con diversas tipologías, edades y grados de de·
terioro. que exigía una variada gama de formas de actuación. El programa se
planteó por parte de sus autOf'es (Mariano Bayón. José Luis Martín y Francisco
PoI) como un proyecto urbano para el conjunto de la manzana, que. adem~s
de las propuestas de intervención concretas en cada edificio. concedía una
gran importancia a la creación de una trama de espacios libres interiores,
articulando plazas, patios y pasajes dentro de la manzana, en un área donde
tradicionalmente había existido una inlensa vida veCinal; todo ello sin olvidar
,. Sobre el plan especiiII del ctf'Ilro hislórico de Madrid 'J su gtfle$I$. cfr. J. l ÓPEZ vJN. ·PIanea·
miet1to 'J gesliOO en la ciudad consolidada. El plan especial de M;Jdrid•• en AA. vv.. {)elenu.
proIecdón Y mejora del pauimOflIo hist6riCCN/flislico y arquIl«tónlco. Madrid 1982. pp. 128·
150.
" lIasta 1982 no se aprobaóa la primera normativa estatal de apoyo a la retlabilit ación (Re31 De·
crelO 315/1982. de rehabilit3dóo de vivicfldas. 'J Real Dccre!o 2555/1982. de medidas p3ra la
rehabili13Ción Integrada).;u¡que el ~ro impulsor de ~ poh'bs de rehabilit3dóo en Espa/II
seria el Real Decre!o 23 29/1983. de proIettiOo a la rehabibt3dóo del patrimonio fCSidcncbI y
""'"".
] 1 [
-
" Sobre la rehabilitacióll de la malllilOa moonk:i'Ia de Cascorro, elr. F. POlo . l..iI recuperación de los
celltros his!óricos ell Espalla •• en M. W., RCCi.Ipf:f<JCÍÓI de cenlros hislóricos, Almena 1993.
pp. 137-144.
" Para Ullil valor3ción de las poI,1icas de recuperación uroaoa ell el celltro his!órico de Madrid. dr.
M. A. TROITINO VINUESA, Cascos antiguos y renlros históricos, problemas. po/ílic3s y dinámicas
urbanas, Madrid 1992. pp, S3·95.
lO J. L. MAR TiN, F. PO l & C. SOTOS. •l..iI plala May« de Madrid Ysu enlomo: lJfl prog.r.¡ma para su
adeasac;oo arqu~ec !ónic3 •. en F, POL (ea.), Arqu¡Ir:cI~ y urlJanismo en las dudadt:s hislóricas..
ci!.. p. 106.
] ." [
b
,
Pi .
~~ 7. / I~
~w~t
OC I - l'
I I
L / ". / J I
1 . .. ., ./
RevtbanuJClo)l' eJe ü PuertJ a la incidencia de los usos no residenciales en las estrategias de rehabilitación;
rkI Sol. MJdnd (19811 A.
y. en fin, su escaso entendimiento del papel de los espacios pUblicos en la
1':"""-1'. J On("g;1 Y A. CJ-
I",¡j, incentivaci6n de procesos de recualificación urbana de su entomo~J l . A ello se
debe seguramente el que, de hecho. al finalizar la década de los 80 el centro
histórico continuase siendo ~Ia asi&l')atura eternamente pendiente del urbanismo
madrileflo·n.
" F. POlo -la recuperaoción de los cenlrOS hlstóOcos en Espafia •. en tO. (cd.l. Arquileclurayutbilnl1ff1O
tm ciud<Jóe$ hlslóric3s. til .. p. 34.
u J. M. EZQUIAGA. -Entre el plan Y el proyecto. I..ls trnnslormacioncs del Madrid de los ochenla·.
en A & V. n" 30 (1991), p. 6.
lO Ibid.. p. 1.
] ''''' [
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] lo' [
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"'".
. ,
•
•
F'8. 69
] ''''' [
-
1'.10/1 eJe h FWIJ {/9811. M.
So/j·Moro1es.
.. Cfr. O. ClOS. -Del MQlI de la Fosta-. en UIl. n" (, (1988). pp. 82-%.
" 'I".! se ha viSto cómo .la proyeetación puesta en marcha en BarteloJ1.:l terldia a negar aquel do:!lismo
- CnlrC plan y proyecto- y persegula en cambio la recomposición de on campo discipliJ1.:lr con weas
] 163 [
evidente que de otro modo dificilmente se conseguiría que los elementos más
degradados del casco superaran la situación de declive en que se encontraban
sumidos. Hacia fal ta un cambio de escala en las intervenciones con objeto de
poder contrarrestar el proceso de degradación. que avanzaba a un ritmo mayor
que el de regeneración. Con ese fin se solicitó en 1984 para todo el distrito de
Ciutal Yella la declaración de "área de rehabilitación integrada", que lIegaria a
finales de 1986. A partir de entonces la creación de un organismo especifico
de gestión municipal ha ido facilitando la coordinación de las diferentes actua-
ciones, principalmente las orientadas a resolver necesidades habitacionales,
que se han centrado en operaciones de rehabilitación en las que la inversión
pública ha ido siendo acompai'lada de la progresiva colaboración de la iniciativa
privada, a través de la puesta en marcha de diversos mecanismos tendentes a
su activación<l, En ese sentido -y a diferencia de lo que ha venido sucediendo
en Madrid-, en Barcelona no se ha dejado trabajar, con mayor O menor éxito,
en la reactivación y promoción de la ciudad histórica con objeto de redefinir
su papel en el sistema metropolitanou .
Esas intervenciones en el case amic barcelonés ponían de manifiesto el
progresivo interés por superar la visión puramente conservacionista de los
centros históricos, para pasar a un tratamiento de los mismos que permitiera
incorporarlos a los procesos de construcción de la ciudad contemporánea, ten-
dentes a la creación de nuevas cualidades y significados, tanto en lo referente a
su estructura fisica y su arquitectura como en lo rela tivo a las actividades y las
prácticas sociales. En esa dirección se ha trabajado también en otras ciudades
espanolas, integrando una diversidad de instrumentos y construyendo proce-
dimientos diferenciados para cada contexto local dentro de un mismo centro
histórico. Así ha sido frecuente que para el desarrollo de los planes especiales
redactados en la década de los 80, junto a programas de rehabili tación con un
fuerte protagonismo público, se plantearan proyectos urbanos que formalizasen
las diferentes operaciones de intervención urbana. Entre los diversos ejemplos
que cabría citar de este modo de proceder. los casos de Gijón y Lérida pueden
servir para ilustrar cómo se ha intentado conjugar la renexión sintética sobre
el conjunto de la ciudad histórica con las propuestas proyectuales. es decir. la
innovación con la conservación, las formas con los contenidos.
la recuperación del centro histórico de Gijón fue obra de un plan especial
redactado en la primera mitad de los 80 por José Luis Martín y Francisco Poi,
que articulaba -instrumentos de salvaguardia con intervenciones de modificación,
renovación y transformación urbana, combinando la defensa de los usos tradicio-
nales -en especial. de la vivienda de carácter popular- con la implantación de
otras actividades innovadoras~". El plan especial propuso una serie de grandes
actuaciones con carácter estructurante que servfan para annar su estrategia
proyectual. la cual se insen.aba sobre el conjunto de los tejidos urbanos del
" Algunos aspectos rdativos 3 la gestión en el centro histórico barcdonts pueden encontrarse en
R. FAYOS. -la rdlabailac:i6n de la CiJIaI VeIIa de ~'. tf1 F. POI. (ed.). la ciudad rof7XI
proyectO. Madrid 1991. pp. H ·57.
u efr. J. BUsqUfTS el al. la Ciutill ltI.J de ~ Ikt p;nsai amb futur. Ba=Iooa 2003.
F. POL. -La recuper.JCión del casco antiguo de Giión' . en GcometfiiJ. n" 8 (1989). p. 18.
] "" [
=
] [
&
Se podnan citar otros casos y otros ejemplos entre las numerosas actuaciones
realizadas en los centros históricos de las ciudades españolas en los años 80,
pero valgan los referidos para po41er de manifiesto la sucesiva oscilaciÓfl entre
las intervenciones que privilegiaron la conservaciOn de lo existente y las que
procuraron favorecer los proyectos caracterizados por su contemporaneidad.
Por lo demás, esa oscilación fue también reflejo de la transición desde enfoques
sociologistas, propios de la década de los 70, a aquellos otros más acusadamente
morlologistas que caracterizaron la cultura urbanística de los 80, marcada por
la búsqueda del control proyectual de las modificaciones. En cualquier caso,
para una justa valoración de todas esas experiencias se debe recordar que las
condiciones que permitieron el desarrollo de muchas de aquellas operaciones
no pueden ser desligadas de la "complicidad" entonces existente entre el poder
político y los profesionales encargados de su realización, .prolongando - aun con
tensiones emergentes- los compromisos y nexos configurados durante los años
de oposición al franquismo.~l. Con el cambio de década, sin embargo, el escena·
.. l. DOMENECH. _Ucid3: fer nou el cerme per 3 tonServaf el centre-, en URo n" 1 (1985) . p. 34;
vé3sc lambién 10 .. . Pb I projetle com inslrumcnl$ tomplcmemaris. Rev;lal iUatió del Canyerel de
lleidao. en fsp;Jis. n" 1 (1986), pp. 16·19.
.. F. POI...·la recupmción de los COlIrOs histÓliCO$ en Espai'ta" en AA vv.. ~ dcafllros
hisldfi:ru. cit. p. 118.
I '" [
-
AcwilClÓn en el rumo del
CiNlyt!fCl. ltndJ (/985) R
Amador Y L Domt!ncch
" Para lK1 aJlálisis de los principak:s ¡akxles en ese retomo al interés por las formas de la ciudad
histórica. cfr. V. MAGNAGO LAMPUGNANI. ' L"utopia assente. Frammcn~ per una storia cri~c.3 •.
en C3sabella. nO487·488 {19831. pp. 8·13.
·EI atribulo fundament al de esta tercera UpoIogla seria su adhesión flO a U/l3 natur.JlclJ absU"aCta
l1i a una utopla tCCflOlógica, siflO al modelo ofrecido por la ciudad tradicional· (A. VIDLER . • Una
tCrtef3 tipologia' (1976). en Arquiux luras Bis. n" 22 (1978). p. 12).
1 16 [
nes disciplinares diversas se produjo a nivel internacional una vuelta al trazado
reticular y a la manzana cerrada que habian caracterizado la expansión de
las ciudades decimonónicas. como esquema de organización urbana supues-
tamente m:ls apto para recuperar la urbanidad perdida: el caso de Berlin y
la IBA puede resultar paradigm:ltico de esa nueva actitud. Con este enfoque
se multiplicarían las reflexiones histórico-críticas y los ejercicios proyectuales.
que. como es lógico. tuvieron niveles de rigor y acierto muy desiguales, pero
que contribuyeron a colocar en el primer plano de la actualidad unos modelos
urba'nos que en las décadas inmediatamente anteriores se habían considerado
superados w•
Pero ya antes. a finale s de los años 70. la manzana cerrada habla comenzado
a hacer acto de presencia como elemento clave en determinadas propuestas
lO Del Íflletts suscilado por eslOS planleatnIe/llOS en ~ ~ fril3d de los 70 pueden d3r idea los
U3ba;os publicados en el n" 19 (1978) de la rtvisIa LOIu$. dedicado fl'lOIlO8I1ficamen1e 31 lema de
la manzana .
•' Wanse los IraOOjoS cit.xlos en la nota 94 del cap'lulo 11: en parlicular. dr. M. SOLA·MORALES.
-loS ensanci'.es: hacia una definiclóll·. en Arquitecturas Bis. n- '3 (1976). pp. 44·47. t3 cana que
SoIa·MoraIes dirigió a Léon Kricr a propósilO del ensanci'.e de Ban:elorla, aparecida en el nUmero
de LOlUS citado en la nota <WlIcrior, me parece iluslrativa de los cqufvocos Y 1M limitaci0nc5 de
algunos pbnt~1OS (10.. -~ 22 pe!' 227-. en LOlU$. n" 19 (19781. pp. 3&·41).
.. Sobre el Grupo 2e y los SIAC. d r. notas 95 y 96 del cap/luIo 111.
11 Cfr. M . W" U, nJ;JNanJ romo IdcJ de dud<KJ. Elementos leóriros y fXO(JUt:SliJ$ p;J(;J B:1rce1ofli1.
Bartelona 1982. pp. 133· 175,
1" [
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7-
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-.,!..."
: =~~ •.
fig N
urbanisticas destinadas a crear nuevas piezas de ciudad en ámbitos periféricos. Un Proput.'SliJS ¡wa el COflC!JnO
del "'CTUI? de l3C1J3. I'Iro
primer ejemplo. en cierta medida pionero en el panorama urbanístico español. se fU {/9iil, JI F FCmJIIÚ<'l
puede encontrar en las soluciones presentadas para el concurso restringido del LongOOil, bl e Fcrr.3tr .> f
ACTUR de lacua en Vitoria, celebrado en 1977: en particular. en la de Francisco M;fI1pd:J,
Fernández Longoria. que recuperaba la manzana cerrada alrededor de un gran
eje comercial construido con bloques lineales de gran altura, y sobre lodo en
la de Carlos Ferrán y Eduardo Mangada, que con una voluntaria referencia a
la tradición de los ensanches introducia una reticula ortogonal con manzanas
cuadradas superpuesta al esquema de grandes supermanzanas planteado por
Izquierdo Dobarco en 1972 S' . Un par de años posterior al concurso de Vitoria.
.. Las propuestas presentadas al concurso del ACTUR: de lOCU3 puedefl verse en Mquiltx:wra,
n" 208·2 09 (1917). pp. 13·74.
] leo [
=
I I [
-
.. Cfr. A. CRUZ & A. ORTIZ. -Plan parcial de Pino Monlano·. en Arquilecluro. n" 232 (1981).
pp. 49·S5.
" AYUN TAMIENTO DE MAD RI D. PI.m Gcncr;¡/ de 0rdcniICión /Jrb;m¡¡: MCfOOIi¡J general. Madrid
1985; citado por J. M. EZQUIAGA. -Formas COfISlruioos. fonnas del sucio. Reflexiones en lomo a
los nuevos proyeclOS de extensión residencial· . en Geomclria n" 9 (199 0). pp. 3·4.
.. R. LÓPEZ DE LUCIO & A. 11ERNÁNDEZ AJA. Los nuevos ensanches de Madrid. La morfoIogla
residencial de la periferia reciente. 1985·/993. Madrid 1995. p. 17.
&
] [
-
Operaciones estructurales
dd PliIf! Gt:ncr.Ji de MJ<Jnd
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(I~8S).
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~.
ftg- 79
.. -El nllCVO Ensanche del ESlc, donde se pl3S1ru!n Jos nuevos tf'3laOOs del pl3n, pretende complet3f
o rematM ('terminar') la periferia, rompieodo su actual carácter de yuXlaposici6rl de paquetes inde·
pendientes, ligados umbiJicalmente al centro. Ofrece continuidad tf'3(1sversal a la periferia mediante
una reconcepeión del viario de circunvalación previsto, por medio de vi3les de car.lcter urbilno qoc
sirven de apoyo al 'ensanche', con una nueva morlologia y tipologia de edificación qoc se COIlciben
en función de Jos distintos paquetes de ciud3d a los que se 'adosa'· (E. LEtRA, · Del plat1 de Madrid:
elementos p.1ra U!l debate·, cit.. p. 99),
] ',3 [
uz
.. ·EI espado pUblico sólo se puede comIruir en Iorma de cales Y plazas». había proclamaOO pocos
at\os anLeS un in~e grupo de 3ItjUIIcctos C3pi1aneado por Krier YC~ (L KRlfR. P. L NICOUN.
M. CULOl , A. VILLA &- A. GRUMBACH . •l;¡ dédar.IIion de PaIefTne.. en .4rdJio.es d'Nf:Ntcc/rJfe
Motkmt:. rf' 14 (1978), p, 7) •
.., -En el semldo de exagerar los auibulos de regularidad geomélrlca de las mallas y de gener.J~zar la
manzana cel'l'1Kla como cuasl linica posib4lkbd de desarrollo de las Ofdenociones a vial. (R. LÓPEl
DE lUCIO & A. HERNÁNDEZ AY.. op. ciI.. p. 77).
.., J. M. EZQUlAGA, .F~$ conslltidas. f~s del sue\oo, tiI.• p. 4.
.. R. lÓPEl DE lUCIO &- A. HERNÁNDfZ NA. op. CÍf.. p. 39.
] '" [
-
volumetría, dejaodo escaso margen a los proyectos de arquitectura-!, los cuales
paradójicamente serían invocados a menudo como los responsables últimos de
la calidad urbana de los barrios resultantes.
.. · De ah! -como ha hecho notar también Lópe~ de Lucio- la confusión del p13no de imagen con una
ordenanza dibujada. lo que derivart! en un (... 1 empobrecimiento de las posibilidades expresiv¡Js y
resofulorias de la arquitectura po'llerior"o (ibid.. p. 44l.
.. · Por este camino se aYanl3 hada la paradoja de generar un espacio pUblico. formalmente muy
claro y bien delimitado. pero desprovisto de la necesaria actividad para configurarfo como algo
IIkIs que una rt:edidón reticular de los conocidos 'espacios imerbloques' típicos de la COIllpo'li\Í113
de decadas pasadas. (R. lÓPEZ DE lUCIO.•Retlculas ~ manl3nas, configul"llCión de sentido en
las ~vas perift:rl3s·. en UrlJ;mismo. n" 30 (l'197). p. 10).
" R. LÓPEZ DE LUCIO & A. HERNÁNOEZ AJA. op. cit., p. 41 .
.. Ibid.. p. 42.
] 175 [
=
por algún sistema urbano que la separa de los restantes tejidos de la ciudad; y
en Palomeras Bajas nos encontrariamos ante una operación de reconfiguración
de un cierto orden urbano, en un entorno con abundantes preexistencias que
era necesario suturar mediante una trama capaz de dar coherencia estructural
al área. las soluciones concretas para cada ámbito, planteadas a través de una
gama también diversa de instrumentos de desarrollo - que iban del programa
de actuación urbanística al plan especial de reforma interior, pasando por los
planes parciales- , presentaban sus propias características particulares, como a
cootinuación intentaré mostrar sintéticamente, pero tenían en común ese empleo
del trazado reticular y la manzana cerrada que distinguió a los fragmentos de
nueva ciudad nacidos del planeamiento de los 80.
.. S. SAROINA. . Madrid Sur (198J.1 99~ )·, en Geomctr{¡J. JI" 17 (199'). p. 36.
.. Se 1r.l1aba de formular _una ~1'1ca de vivienda orierllada a la coosolidaciOn de un seclor privado
de prCllTlOdófl, too función social. que estructurase La demanda Yel ahorro previo. Yg¡¡~Uuse.
de fomu C$lable y continua. La producción de vivienda asequible. Iibid.. p. 35).
.. J. M. EZQULAGA. . PAl! de Valdebemardo, mentar el espacio pc:riJOico.. en GecmeIfÚ, rf' 9 (1990).
p. 3'.
] 1 [
-
_
_ ....
,,'
. ,.......,
Plan Espcn~1 de I?dormiJ
Inlt:rior dt: pJlcmenJS 8.:Jps.
Madrid (1988). A. V¡ilq/Je.'
de OJslro.
-,
_
-
-
...,. """',
.tO"''''''' "'" ..',.... ,,..,,,~
........,",.
_.1"""
,,""..-
Ñ¡;. SO
] ,,, [
=
Progfaffl3 de ACIUJCJot1
UrbilmSl":J de VJlckbcr-
113rW. MJdrId(l989).}. !tI
f/qutJ¡;,J
" Cfr. L AlEMANY. R. ..... EMANY , M. SAUNAS, -Ensanche al este de Sao BIas. Planes ~
1-6. 1·1 Y 11·. del sectOr 'L1s ~-._ en /J1J.1nismo. rf' 16 (1992). pp. 66·11.
] 1 [
-
la continuidad del espacio urbano como tal~7 •. En lineas generales, se puede Pblnes poHCIJIeS iJI es/e ch.'
afirmar que la ordenación dada por los planes parciales seguia muy de cerca San BIJs, MJJrKI {199:/ L
Akll¡;¡¡¡f. f? Ak,.,w" , 111
las directrices del Plan General - incluyendo la combinación de las manzanas s.I~
cerradas con una discreta proporción de vivienda unifamiliar en hilera-, salvo
en lo relativo al numero de viviendas de protección oficial. que sufrió un recorte
importante, hasta el punto de comprometer. como ya hicieran notar l ópez de
lucio y Hernández Aja. el carácter "popular" de este ensanche.
] 179 [
•
] "" [
Plan ParciiJI de los 8crme·
pies. Sco.7HiI (1989). J. e &J.
bI.mo. P Bemwde7, J. Gro¡¡.
donil Y C. lOpeE Cilmo.
" Cfr. M. PAREDES. -El poIigooo público de Fominas en Samiago de Compostela_, en ibid, pp.
42·49.
" J. C. BABIANO el al.. -El área residencial de Los Bermejales (Sevilla)_. en /JrlwIismo. nO16 (1992).
p,28.
] ", [
rrC's m;¡IILJIIJS en /;J Vd/;,
O/rmpIcJ, 8JflX1clro {J989!.
e F<"ffiJliY
] 62 [
OrdenacIón del (millO de
G3rbsncI Norrc, AIsci101C
(1992). J ScgUl Y R, Enge!
!ib Si
] 183 [
dejaría atrás la nostalgia por la ciudad tradicional, para introducirse de lleno
en la construcción de una nueva cultura del habitar, la cual tendría uno de sus
puntos de partida en una conciencia cada vez más acusada de que ~ manzana
cerrada" y "ensanche" no tenían por qué ser equivalentes. Y es que, como ya
se ha sei"lalado con anterioridad, lo Que había comenzado siendo -una reflexión
critica sobre la ciudad existente, tendió a convertirse en la adopciÓfl de un nuevo
dogma de disei"lo, sujeto a la obsolescencia prematura de las modas.". Por eso,
a medida que el recurso a las retrculas y las manzanas se redujo al empleo de
un mero esquema formal. se fue poniendo de manifiesto su incapacidad para
producir lo que era el objetivo último que subyacía en todas aquellas propuestas:
la recuperación por parte de quienes vivían en la periferia de las caracterfsticas
fundamentales de los territorios propiamente urbanos, tales como la centralidad,
la densidad o la complejidad. Pero se trataba, claro está, de unas características
que no iban ligadas únicamente a la forma urbana, sino sobre todo a unas es-
tructuras sociales y a un estilo de vida, que difícilmente - y aquellas experiencias
lo testimonian con claridad- podían ser reproducidos con la sola repetición de
unas formas, por importantes que éstas fueran.
" J. M. EZQU' .... GA. -El proyecto de alojamiento: criterios de dise/loo. en /JftJ3nismo, n" 3(1 (1!)97)
p.24.
" L SOLA·MORAlES. _De bs pIarn I los Juegos. Diez aI\os de n.awnciones \.Wban3s •• en A 6 V.
n" 22 I1mJ. p. 15.
] 'M [
-
eje los leeno-sueños- que no ha llegado a funcionar (al menos, teniendo en
cuenla la cuantiosísima inversión realizada en los terrenos de la Canuja); en este
senlido, no le faltaba razón a algún obsefVador avisado cuando se quejaba de
que .. la Sevilla de la Expo hubiera quemado una oponunidad única»fl, Intentaré
seguidamente exponer razonadamente estas apreciaciones a través de un sin·
tético recorrido por las principales circunstancias que marcaron el desarrollo
de ambos acontecimientos, empezando por Barcelona.
.. 1. CAM.-'ICHO. - Paisaje desputs de la bataDa. la ciucbd ifoevitable. o lo que pudo tIabef!ido YflO
fue-o en M W .. ScviIJa. PaiuJe IfaftSkxm:Ido. Sevilla 1992. p. 22.
.. O. BOtilGfIS. fflluSQsmos comp;Iffidos y bati1llM si) CWffrt cit. p. 201 .
• l SOtA·MORALES. ·De l3s pialóJS a los Juegos •. d. p. 14 •
.. O. 8QHtGAS. lfeconsWcci6n de BMmona. cit. p. I1S.
" ·la complejidad de este tipo de \lfoyc<:tos. $1) enverpdura ecooómic3 e incluso la pluralidad de
oompetcl'lCias insliwcioooles piII1I $1) ejecución y gestión posterior. flO haci3n posible $1) ~jla·
C!Óf1 c~dusiv:lmt::ntc desde el ayuntamiento. siendo preciso que. a partir de una planificación y
\lfopulsión municipal. se ins1fumcntar1ln convenios con OI~S administraciones pUblicas que los
J1 [
~ de lI!I<"IiJ IXIllriJIidHI.
lbn:t..1.Jf1J (1 9S6).
89. Nudo lA' {.¡ Tnmdild. las obras más imponantes realizadas en Barcelona durante los años previos
""""'" a los Juegos Olímpicos tuvieron carácter infraestructural: modificaciones en el
sistema ferroviario. ampliación del sistema de drenaje y evacuación de aguas
residuales. ordenación del subsuelo y creación de unos nuevos cinturones de
fonda. Pero ni el cinturón litoral ni el tunel que conectaba Barcelona con el
Vallés. por no citar más que dos de los elementos más emblemáticos de esa
profunda transformación infraestructura!. respondían a necesidades olímpicas.
sino que venian exigidos por el crecimiento real de la ciudad metropolitana. las
Olimpiadas funcionaron. pues. como un catalizador que aceleró un proceso de
transformación urbanística sabiamente dirigido -no sólo desde el punto de vista
hitimn I~- O. A.. ACEBlllO. -El progresivo cambio de ~ en las irlIavcnciotles tII"tIarIas
de ~ (1980·1992)0. en Ikbanismo. n" 17 (1992). p. 16).
] ,&, [
-
de su concepción, sino también desde el de su realiz3ción- por unos politicos
y unos técnicos plenamente conscientes de encontrarse ante una oportunidad
histórica para la ciudad. En lo que se refiere al tratamiento dado a esas vías
rápidas. se ha destacado ya muchas veces la notable atención prestada a los
aspectos proyectuales. tanto en lo relativo al diseño de las secciones como a
su encaje en las distintas tramas urbanas. Por el modo en que esos elementos
fueron concebidos. su construcción se convertirla en un tema más ele arqui-
tectura; induso en los nudos viarios, cuyo diseño tradicionalmente s610 había
atendido a consideraciones funcionales procedentes de [a ingenieria de tráfico,
se intentaron conciliar los requerimientos de la circulación rodada con los pro-
pios del espacio urbano: el nudo de la Trinidad o la plaza de las Glorias, con
su particular atención al proyecto de los espacios intersticiales, pueden servir
para comprobarlo.
Pero junto a las rondas o el túnel -sin duda la herencia más importante que,
desde el punto urbanfstico, Barcelona recibiera de los Juegos para su articulación
metropolitana-, las otras grandes apuestas para la trans formación de la capital
catalana estuvieron vinculadas a las áreas olfmpicas, que coincidían con cuatro
de las doce áreas de nueva centralidad localizadas por loan Busquets en el
documento antes citado, Y es que, como el mismo Busquets seilalara, "el salto
de umbral del 92 abrió unas expectativas de centralidad que convenia canali·
zar-u. Se ha discutido, sin embargo, hasta qué punto esas nuevas centralidades
servían realmente a la construcción de la ciudad metropolitana o contribuían
al fortalecimiento del centralismo de Barcelona dentro del área l ' , En cualquier
caso, esas actuaciones tuvieron un claro sentido estratégico, pues pretendían
convertirse en focos de activación urbana en el interior de la ciudad, en puntos
situados en los cuatro vértices de la Barcelona compacta, dentro de aquella -teoria
general de utilizar las instalaciones olimpicas como motores de regeneración de
algunos sectores de la ciudad· que ya enunciara Bohigas"'. Con esa intenciÓfl
se repartieron las principales instalaciones necesarias para la celebración de los
Juegos en los enclaves previamente seleccionados: Montjui"c, Poble Nou. Vall
d'Hebrón y el extremo oeste de la Diagonal. Para su desarrollo se encargaron
sendos instrumentos de ordenación urbanistica, que a modo de plan director
precisaban las lineas maestras a las que se habrían de ajustar luego los diversos
proyectos de arquitectura. los cuales por lo general fueron encargados a arqui·
tectos diferentes de quienes habían redactado el proyetto urbano.
] '67 [
•
I [
MontjuYc, que habían quedado inacabados tras la Exposición de 1929, primera
gran transformación urbanística de la montaña, con la intención de consolidar
su vocación como gran parque urbano, equipado para el ocio, la cultura y el
deporte, No se trataba de una idea novedosa, pero era una idea hasta entonces
no realizada completamente: «la estrategia de situar la principal área olímpica
en Montju'ic fue la clave para transformar radicalmente la fisonomía de una gran
parte de la montana, con la ejecución de jardines y parques que hasta entonces
habían sido previsiones del Plan Comarcal y del Plan General Metropolitano
o del Plan Especial de la Montaña de Monlju'ic de 1986, como el parque de
Mediodía [",]. el mismo parque del Anillo Olímpico, el jardín botánico o el
vivero de los Tres Pinos~" , Además, ese gran centro deportivo de MontjuYc se
encontraba relacionado con la Villa Olimpica a través de la línea de costa por
el cinturón litoral, vinculando de este modo las transformaciones de 1992 a
las de 1929, con la diferencia -o al menos eso era lo que se decia- de que
si aquellas sirvieron para potenciar la expansión y el crecimiento de la ciudad,
éstas pretendían construir sobre lo ya construido con el fin de consolidar la
ciudad existente,
.. E. ROCA SLANCH, Mooljuic, /;¡ mun/anp de la dUlar (1994), 6arcelona ' 21)1)1), p, 461 ,
" -La búsqueda de un lema p.:!f1I la composición geJICf1Il ha sido una de las obsesiones del plan"
O, PARCERISA, -\1311 d'Hclx"ón, mel~morfosi di un pmo", en lOluS. o" 77 (1993), p, 10),
.. L3 idea de la periferia como lcml000 privilegiado para el proyecto uroano cOnlempor;!oeo estuvo
en la base del CUfW que, bajo cltkulo -Proyooar la periferia", organi~ó ellUS en 1991 y repitió
en ar'los sucesivos: puede verse al respecto el o" 9-10 (1992) de la revista URo
•
] lOO [
-
vid,,·". Así. tomando como hilo argumental para su ordenación la referencia a
la eSlruclUra urbana del ensanche barcelonés. el equipo compuesto por Josep
Martorell, Oriol Bohigas, David Mackay y Albert Puigdomenech se enfrentó al
proyecto del área tal vez más emblemática de la Barcelona olímpica, la situada
en la zona industrial obsoleta de Poble Nou. Su objetivo trataba de materializar
una antigua aspiración de la ciudad, abrir Barcelona al mar: para ello se volvió
a plantear - era una idea que se habia desechado en los años 70- la opción
de construir en el frente costero una zona residencial que durante los Juegos
Olímpicos albergana a los atletas participantes, funcionando como Villa Olimpica.
Metodológicamente, la operación fue planteada como la traslación a una escala
mayor de aquella articulación plan-proyecto que Bohigas ya habia ensayado en
los primeros años 80. En este caso el planeamiento de referencia resultaba ser
el plan especial de la zooa costera del área metropolitana, que había redactado
Lluis Cantallops como modificación del plan general metropolitano.
] 191 [
&
" J. M. MONTANER. ·EI ensanche litoral. u. Villa Qlimpica. historia de una idea-. cit. p. 19.
lO Cfr. A. FONT, .ReIOllTlll del Pon Vel de Barcelona. La explol3C1OO pamilaria de la centllllidad
~', en ~ n" 27 (1996). pp. 32·31.
) 1 [
•
I "
de la debilidad de la ciudad, con -un núcleo urbano frágil y degradado. deficitario E/ PolI ~i."". 8.J/ú-loniJ
de forma general. en todos sus niveles de servicios y equipamientos urbanos,
e integrado en una estructura metropolitana conflictiva y poco legible, carente
de un soporte básico mínimamente eficaz_'Dl, No obstante. entre algunos existía
también la esperanza de que el evento pudiera servir para resolver importantes
problemas urbanos pendientes. tales como los relacionados con la desarticulada
red viaria o la ambigua relación de la ciudad con el río.
.. P. ARIAS •• Sevilla Y la Eoq>osidón UrWers31 de 1992 •. en /.Jfb;Jnismo. n" 2 (1987L p. 17. m una
aprolIim3ciórI a los problemas ~ de la ~. comieOros de los a/\os 80. cfr. J. lEÓN VElA
Sevík!Jfl/e 11 &posiddtI ~ de /992. f'rrJIJIarIJ$ utWnistiros de su ~aadn, SeviIa
19&6. pp. 1(}9 · U 3 ,
] 193 [
=
... _[su decisión ~ los mecaoistoo5 de compor1~o que 1Vstóricamtf1le la ciudad tu·
bia lenido 31 inc:ofpor.M" flUe\IO$ lerreno5 defeodidos lde lis riadasl en ~ tan prMItgiadao
(P. ARIAS. op. ciI.. p. 22) .
... E. lEIRA. -úpo 91: 3Ilde o 00 antIe.... cabalo grande., en ~. rf' 3 (1987). p. 32.
] 194 [
-
urbano de las inversiones que se hicieran coo motivo de ese acontecimiento L~ fXPO'92 t:n t:1 A'.1IlC"t:
rkI PI.Jn~ de x.-1I1I
fuera el mayor posible. Ciertamente. las dudas expresadas por los redactores (198S}.
del plan respecto al modelo oficial de la Exposición eran más que razonables,
pero no fueron bien acogidas. -Se debe pensar - ha dejado escrito leira en
un texto muy clarificador- que ponían en discusión las dos únicas certezas
que en aquel momento se tenfan en relación con la Expo: la localización y la
dimensión del área. Aunque aquella propuesta respondiera a un acercamiento
realista al problema. aunque por primera vez partiera de la idea de crear la
Exposición, aparccia como una enmienda a la totalidad ... de algo en lo que en
aquel momento nadie crela. Por ello la conclusión fue la que era de prever: dar
por finalizado el debate urbanístico sobre la Exposición.'Ol.
El debate concluyó precipitadamente con la aceptación del inicial modelo
de exposición situada en un recinto único y autónomo, segregado de la ciu·
dad, y con una tentativa de propuesta de ordenación, en el avance del plan
general, derivada -de una concepción ·desde la ciudad'.'''''. De resul tas de esa
... /bid.• p, 56: véase l3t11bién D. QUERO. t tEIRA & J. SEGur. -la Exposición Universal de 1992 en
el:Nance de Sevilla •. en Geomctrii1, n" 2 (1986), pp. 56·(,8.
] 195 [
=
dc 5t'wII (1966):
bJ /l. Mont!o.
"A
b fCfTetIO$ de /,¡ O,PO'91
5<13.
] 196 [
No obstante, ~ sin que se pueda precisar el momento ni la decisión concreta L1SlJ gCMr.JJ de IJ &PCS¡00fl
UmvcruJ, Sc"11IJ {f9921
que lo hizo posible, entre 1985 y 1986, la apuesta por realizar una Exposición
Universal en una ciudad que no reunía condiciones para convertirse en sede
de la misma. se transmutó en el empeño más ambicioso y único por construir
una sede para la Exposición y. al mismo tiempo, construir la Exposición. [... ]
A partir de esa decisión gubernativa. que en lo relativo a la Expo se puede
identificar con el nombramiento del consejero delegado de la Sociedad Estatal
como responsable con amplísimos poderes ejecutivos, Sevilla -y no sólo el
área expositiva- comienzan a construirsc»l06. La base para esa transformación
urbana la ofreció, sin duda, el plan general de 1987, pero la posibilidad de
que lo que allr se recogía pudiera efectivamente llevarse a cabo se debió a la
imponente inversión pública realizada durante los cinco años previos al annus
mirabi/is de 1992'OJ. La transformación operada en la ciudad en esos anos fue
realmente espectacular y para comprobarlo basta con repasar el elenco de las
] 197 [
= =
Ese empeño por hacer valer la capacidad de nuestro país para organizar
un gran acontecimiento con repercusión intemacional, por mostrar una España
innovadora y culturalmente avanzada, explica en parte la «arrogancia ilustrada-
- la expresión es de Oamián Quero- con se gestionó la Expo sevillana, De hecho,
la toma de decisiones respecto a los terrenos de la Cartuja se realizó comple·
tamente al margen de la ciudad, como lo ponen de manifiesto la ausencia de
consideraciones sobre la ordenación del recinto en el documento definitivo del
plan general de Sevilla y el hecho de que las competencias urbanísticas sobre los
suelos de la Expo las asumiera en exclusiva la Junta de Andalucía, acogiéndose
al régimen jurídico de la AGUR. las consecuencias derivadas de ese estado
de cosas han significado, como se ha sei'lalado repetidamente, la pérdida de
una oportunidad única para la ciudad, que hubiera podido hacer un diseño de
la muestra más ajustado a sus necesidades y sus intereses, pensado a partir
del aspecto tal vez más relevante, de(de el punto de vista local. de un evento
como el del 92: la post·exposición"". Y es que, de hecho, la delimitación del
ámbito del plan especial de la Cartuja impedía un tratamiento conjunto de ambas
márgenes de la dán>ena, que podría haber sido el elemento vertebrador de la
Exposición y uno de los principales legados urbanos que ese acontecimiento
debiera haber dejado a la ciudad. Ese carácter ensimismado y autónomo del
recinto de la Expo ponía de manifiesto bien a las claras la ausencia de como
promisos urbanos por parte de sus organizadores, más allá de los específicos
objetivos vinculados a la organización de la muestra,
... J.I, WERT. -Kant en la Cartt.;a. Sobre la úpo Yla imagen de EspafIa', en A 8 v, n" 305 (1992),
p.6.
... En un iJfÚClIIO pubIic.ocIo en 1992. el ell101lCeS concejal de l.II'baIlISmo del ~tar.-ento sevib'oD
~ que en ~Ios ITIOI1'ltf1tos el de$alio ~ más ~aote era _Iofpr el dotIIe
objellYO de nep el recinto de la Cartt.;a en la ciucbd Y reutililar los activos de la Exposicidn, di::
xuerdo con las fmciones asignadas. O . NÚÑEZ CASIAtN ••SeviIa: el fut~ del 92·, en /JfbMismo.
n" 17 (1992). p. 32).
] ''la [
utilizar las infraestructuras de comunicaciones y telecomunicaciones avanzadas
que pose/a el emplazamiento de Expo'92 como punto de partida para un medio
innovador que sirviera de apoyo al desarrollo de Andalucía [... ]. También. en un
lona de advertencia, l"etomendamos que primero debería hacerse un estudio
del proceso de desarrollo regional en Andalucía que valorase las necesidades
tecnológicas especificas de la economia rcgional»nD. De resultas de aquellos
trabajos nacería el proyecto de convertir la Cartuja en un parque tecnológico
dedicado all + D, que recibiría el imaginativo nombre de Cartuja 93. Su finalidad
era rentabilizar desde el punto de vista económico un espacio altamente cuali·
flCado, que debena servir como motor del desarrollo andaluz y como elemento
que facilitara el proceso de transferencia tecnológica internacional entre el norte
y el sur. Pero incluso la raciooalidad de ese loable intento de inscribir el futuro
de la Expo en un proyecto regional. quedaría en entredicho por la decisión del
gobierno autonómico andaluz de crear otro parque similar en Málaga. Era sabido.
sin embargo. que Andalucía no constitula un medio de innovación comparable
al Silicon Valley. ni Sevilla tenia nada parecido a la carretera 128 de Boston. y
crear un medio innovador como el existente en esos lugares hubiera requerido
una firme voluntad política, capaz de aunar Jos esfuerzos de todos. también a
nivel local. ya que -como señalaron Castells y Hall- «a menos que las institu-
ciones publicas apoyen firmemente un proyecto de desarrollo tecnológico de
esta naturaleza, las interferencias y los intereses que inevitablemente surgirán a
lo largo del Pf'oceso acabaran por apartarto de sus objetivos iniciales_"'.
y eso fue lo que sucedió. El escaso arraigo local del proyecto. que en ningún
momento llegó a ser asumido por la ciudad, acabó haciéndolo inviable. A ello
contribuyó el propio ayuntamiento sevillano. con su alcalde a la cabeza. a quien
en ultimo término cabría atribuir la responsabilidad del curioso producto final
resultante: un parque empresarial (Cartuja 93) junto a un parque temático (Isla
Mágica). Con el cambio de gobierno municipal sobrevenido en 1991. se agudizó
el conflicto de competencias sobre los terrenos de la Cartuja, como quedó de
manifiesto en la inicial falta de acuerdo entre las diferentes administraciones
implicadas sobre las lineas básicas de planeamiento que habian de servir de
marco para el nuevo plan especial que deseaba redactar el ayuntamiento sevi·
lIano"2. No obstante, el convenio finalmente alcanzado permitió la aprobación
del instrnmento de ordenación que habia de gobernar el futuro de la Cartuja:
un futuro cOflsistenle en atraer actividades supuestamente ligadas a las nuevas
tecnologias, para que se localizasen sobre los suelos donde unos meses antes
se habfa desarrollado la exitosa muestra internacional. Ahora bien. nada se decfa
en ese nuevo plan especial sobre los posibles modos de integrar en la ciudad
una pieza de 215 hectáreas, concebida con una autonomía que ya presagiaba
un diffcil encaje urbano posterior. De hecho. como ya advirtiera Ricard Pié. -la
preocupación por el despropósito que suponfa un proyecto excesivo no se ha
cerrado con la clausura de la Expo, sino que ahora, cuando ésta ha terminado.
1 [
- •
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Pl.Jrr fweoJl tk la CiJf7up. reaparece con todas sus consecuencias-"J , Lamentablemente. a la ciudad pa-
Sco1iIJ /19'W
rece habérsele atragantado la Cartuja, y hasta el presente no conozco ninguna
reflexión seria sobre el futuro de un territorio. situado en el corazón de la Sevilla
metropolitana. que sin duda espera ser reinventado.
] [
=
'" Par;¡ tom~lualilar ese modo de enfocar el pboeamiemo se puede consuhar P. H.... LL. CilKbdcs
del m:JIIJtlJ. Hisloria del urtwIismo en el siglo XX(1988l. Bartclooa 1996. pp. 331·352.
tu r. TERÁN . •Tcoria e interveoclón en la ciudad. OOIance de un periodo,. cit. p. 61.
] 1 [
-
encuadre regional considerado imprescindible, constituyeron el soporte del
planeamiento científico y tuvieron una notable difusión más allá del ámbito
anglosajón en el que habían sido formuladas. Con mayor o menor hondura
también fueron esludiadas y debatidas en la Europa continental y, de hecho,
estaban en la base del debate italiano sobre la "nueva dimensión ~ de la ciudad
desarrollado a comienzos ele los años 60. Sin tener en cuenta esas ideas difi·
cilmente se pueden comprender. por ejemplo, las claves metodológicas de Plan
Intercornunal milanés, redactado entre 1961 y 1965, O el universo conceptual
que s,ubyacia en el seminario de Stresa sobre la ciudad-región, organizado por
De Cario en 1962; en ese contexto han de ser inscritas también las propuestas
sobre los centros direccionales y la polémica negación por parte de Rossi de
que el fenómeno metropolitano pudiera ser entendido como un problema de
"dimensión~" '. Para el caso español, esa década estuvo marcada por los primeros
intentos de definir las áreas metropolitanas en nuestro pals y de abordar su
tratamiento por el planeamiento urbanístico. Con un grado de madurez concep-
tual todavia bastante limitado, en 1965 se hizo público un primer documento
oficial en el que, siguiendo los criterios de Kingsley Davis, se señalaban como
"áreas metropoli tanas" veintiséis aglomeraciones urbanas con características muy
diversas entre si; contemporáneamente, se habían iniciado los primeros planes
con un enfoque pretendidamente metropolitano: el plan de Madrid, aprobado
en 1963, que incorporaba el concepto de área metropolitana casi como una
cuestión puramente nominal, y el esquema director de Barcelona, desarrollado
entre 1964 y 1968, que pretendía construir el territorio metropolitano barcelonés
según el modelo italiano de la "ciudad - territorio~. Sin embargo, desde el punto
de vista práctico, tanto en el caso italiano como en el español, esos esfuerzos
no lIegarian a tener una incidencia real en el gobierno de las transformaciones
urbano·territoriales experimentadas pGr las respectivas ciudades y han quedado
como interesantes manifestaciones de la respuesta que despertaron entre noso·
tros los enfoques dominantes en el planeamiento durante aquella década"'.
En los años 70, las Cliticas a ese modo de entender el planeamiento provenien-
les de los desarrollos teóricos llevados a cabo por la sociología uroana francesa,
de orientacióo marxista, también encontraron puntual eco en nuestro país. Desde
la perspectiva de autores como Castells, lojkine y Preteceille. era clave poner
de manifiesto cómo la técnica uroanistica, más allá de su pretendida neutralidad
cientifica, se enconlf3ba en las sociedades capitalistas avanzadas al servicio del
poder y. de hecho, constituía un importante dispositivo para la afirmación del
sistema, por cuanto a través de las inversiones infraestructurales llevadas a cabo
por el Estado -con fondos públicos. por tanto- se posibilitaba el rendimiento de las
inversiones productivas del capital privado. En ese contexto, la despolitización del
urbanismo, definitivamente sancionada mediante su institucionalización administra·
tiva, pasaria a ser interpretada como parte de una estrategia orientada a legitimar
una práctica puesta al servicio de determinados intereses paniculares. Y a partir
n. En su libro de rne<5OOos de los 60. Ros~ cuestionaba en nombre del morlologismo UIIóI linea de
n:1Iexión ~neme asentada en el knbito an~: .EI examen de la ciudad aquI reaIilP:l
- a~- [ ... 1permile estudiar el uecimiemo de la ciudad sin que la dimensióo ~ infkJya
en In leyes de de$arroIIo- (.A.. ROSSI. U anpiedln de b aOOi1d, cit.. p. 271).
n, sMltttica de esas ideas de$de la ~ ~ se puede enconIrar en M. RISAS
Una.,;sil)¡¡
PlERA, .Teoria Ypr.Iclica de In deoominada$ ke3$ meLrOpOlitllRaS" en C"Wckmos de Arr¡tMecnn
y I.kt»nismo. ~ 87 (1972). pp. 57·59.
=
los año 80, con la consagración del morfologismo como enfoque emer,
gente en el urbanismo español. significaron un nuevo cambio de orientación
disciplinar. Para entonces, las ideas puestas en circulación por la cultura italiana
en la segunda mitad de los años 60 ya habían sido reelaboradas en el entomo
académico catalán a lo largo de la década de los 70 y se encontraban listas
para su empleo generalizado en la oleada de planes generales que, en un clima
de fuerte e)(altación municipalista, los nuevos ayuntamientos democráticos iban
a promover'l'. Conceptualmente, esos planes pretendieron poner en crisis el
modelo metropolitano como base de la planificación urbana, de ahr que a un tipo
de planificación «estructural·predictiva, que trataba de pronosticar la evolución
en el tiempo de las grandes magnitudes agregadas del proceso (población·acti,
vidad·demanda de suelo·movilidad) y proponer altemativas esquemáticas de su
asentamiento en el territorio, intentando programar coordinadamente las distintas
inversiones públicas- contrapusieran un urbanismo "de trazado y obra pública".
mas centrado en «el planeamiento fisico y la ordenación formal del crecimiento
urbano_m. De este modo. los intentos de planeamiento metropolitano de los
60 y los 70 fueron seguidos por el urbanismo urbano de los 80, que hubo de
afirmarse en un contexto fuertemente polémico en el que, como ya advirtiera
Terán, se confundió -con frecuencia de manera interesada- lo político con lo
disciplinar. y "así como llegó a idenlincarse ridículamente. en los planteamientos
más incultos y extremistas, el intento de planeamiento holistico estructural coo el
franquismo. se llegó también a presentar la reacción fragmentario·morfologista
como una aportación renovadora del pensamiento urbanístico nacional, propia de
la izquierda democrática· m. Y es que la politización de los años de la transición
". Sobre el papel que jug.arorl esos enl~ en la g&1esis del pbnea'niento de la década sigljente,
clr. E. lEtRA. "Mis que pianes·. tiL. pp. 153·162.
'" Con la llegada de la democracia a nutSlro pais y la normaIiladón de la vida ~. los prole·
sionaIes culturalmente mis inquietos pasaron de Ilacer un UIbaoismo de crila y oposición. 'a la
defenSIVa' , a tener que realilar un lII"b3nisrno de propuestas y realizaciones, para el que muchos
de los análisis e Interpretaciones que hasta entonces manejaban no olreclan IndOcaciooes precisas.
El morfologismo vino a llenar ese vado. málÜfrlC cuando exlslía el convencimiento de la necesidad
de centrarse en la resolución de los problemas de la ciudad existente.
'" M. SOlÁ·MORN.ES 8; J. PARCERtSA, op. ril. p. 37.
'" f. TIRAN.• EvolociOO del pbneamiento ~tico (1846·1996).. cit .. p. 181.
] [
=
se dejó sentir de manera particular entre los profesionales del urbanismo que,
" menudo sin solución de continuidad, pasaron de oponerse" la dictadura a
verse al frenle de los servicios urbanísticos de la nueva administraciÓfl recién
salida de las urnas.
,J, P. GIGOSOS & M. SAAAVIA. .Relecll"l";} del ~o ~ de los a/\os 80, genmcIón de
planes. generaciooes de IJItl3rjst¡s., en CivtbtJcs. n" 1 (' "3). p. • 9.
... A. ÁlVAREZ MORA. oConva ~ urbarismo adjeLrVadoo. en ibid. n" 2(1 995), p. O .
'lO Cfr. P. ANDERSON. Los onger¡es de.la ,oosmodemi:iid (1 "S). Ibrcdona 2000.
] 2!l4 [
positivista dejase paso a la razón histórica. Como resultado de todo ello se
afirmaría nuevamente en el contexto disciplinar una visión "culturalista" de la
ciudad, una de cuyas consecuencias más palpables sería el recurso. tan frecuente
en las realizaciones de los años 80. a las formas de la ciudad histórica como
solución para los problemas del presente. con la consiguiente renuncia a pensar
imaginativamente el futuro. Desde esta perspectiva. la "cultura del proyecto ur-
bano" vino a significar el canto de cisne de un modo de entender lo urbano, la
nostálgica apuesta por una forma de ciudad periclitada y que. paradójicamente.
se reivindicaba enlonces como un derecho. El equivoco de muchos de aquellos
planteamientos seguramente estuvo en pretender que la repetición mimética de
unas formas construidas fuera capaz de reproducir sin más la vida social que en
ellas se habia desarrollado en el pasado. los problemas reales de la ciudad, sin
embargo, tenían otro calado, pues los cambios que se estaban operando en ella
eran más profundos de lo que los morfologistas podian suponer, y la explosíón
de la ciudad compacta en el territorio. que se hilO visible muy claramente en
la década de los 90, vendría a confirmarl0 1l1.
Sin embargo, la cultura del proyecto urbano no debe ser valorada Unica·
mente como el testimonio brillante del fin de una época - la de la "gran ciudad"
'" CIr. A. CORBOZ . • E se el fossimo sbagtiati sulla natllf1l di qoctren:ditll? . en P. GABELLlNI kd.l.
Proge//are nelb citrb esis/en/c pt:r b socie/b esis/en/e. SieOil 1993. pp. Z3 -27.
". M. TORRES (APELL •• La urb<Jní~tica de Barcelona en la época oIimpica-. en]. L RIVAS & G. MUllO
{eds.l, Planeamienro urb300 en el EIJfl:Jp3 c:omooiriJfÍa. Valladolkl1994. p. 212.
,,, p, ARIAS. SeviHa. cCflrro!idad urtnma. Troir()(ÍO y cfucJad. SCviI13 1991. p. 12.
] ,,, [
•
,. Cfr. F. CHOAY, ·El reino de lo lri>ano Yla lTIUef1e de la ciud3d-. ef1 J. OETHIER" A. GUIEUX (eds.l.
\ofsiones~: Europ;¡ 1870· 1993. Madrid 1 99~. pp. 23·32.
] [
a modo de epílogo I
] ~7 [
»
haya ido de las manos a los arquitectos y a los urbanistas. que ya no sabemos
describirla con las categorías propias de la disciplina. Ya no sabemos analizarla.
Ya no sabemos proyectarla en su conjunto-t , Es más, ni siquiera encontramos
seguridad a la hora de proyectar sus partes: de ahl también que la utilidad del
proyecto urbano como instrumento de intervenci6fl haya comenzado a ser
puesta en duda J ,
El signo más claro de la nueva situación por la que atraviesan las ciudades
probablemente se encuentra en la progresiva lenitorialización de lo urbano y.
consecuentemente, en el definitivo agotamiento de los viejos modelos gravita·
cionales como esquemas conceptuales capaces de dar razón de los procesos
de concentración urbana típicos de la modernidad industrial. Y es que con el
paso «del aglomerado a la red-, para utilizar una expresión con la que Giuseppe
Demaueis intenta sintetizar los nuevos modos de organización del territorio
posfordista, ..los paradigmas metropolitanos que habían servido de fundamento
para la comprensión de los complejos problemas urbano-territoriales que anicu·
laron el crecimiento de las ciudades, entraron en crisis como forma de entender
los procesos de crecimiento y transformación urbana. las doctrinas sobre las
áreas metropolitanas, que habían significado no sólo una forma de compren·
der los mecanismos en que se fundamentaba el desarrollo de las 'grandes ciu·
dades', sino tambien la función que cumplían estos desarrollos en la construc·
ción de las regiones urbanas, quedaron seriamente cuestionadas. no sólo en
el plano teórico. sino ante la aparición de procesos de crecimiento y transfor·
mación que ya no respondían a las leyes y mecanismos hasta entonces (su·
puestamente] estables y válidos para la previsión de los fenómenos urbanos"'.
Pero como la dispersión urbana no es el unico fenómeno contemporáneo
relevante. Francesco Indovina ha sugerido recientemente que un acercamiento
más intencionado a lo que está socediendo en el territorio podrá quizá poner de
manifiesto que nos encontramos ante una nueva metropolización, que ahora ya
no estana referida a algunas ·áreas metropolitanas· concretas, sino al territorio
en su conjuntos.
P. CESIDERI. ' Senza luogo. A Ilfoccdt:re-. en M. ItARDI (ed,), la ciuJ scn.'a /uogIlI. Individuo.
cool/iIlO. consumo nella metropoli. Gtnova 1990. p. lO .
Cff. v. GREGOn!, . ProgellO urbano, CIfle?' . en CiISI1bclla,'" 593 (1992). pp. 2·3.
P. ARIAS & L RECUENCO. Consitkr3t:ioneJ solxc la nueva cIWJd. Sevilla óJI'I lc IJ revisión de SIl
pbneamiCfllo. Sevilla 1999. p. 13.
f. INDQVINA, 'U melropoliuació del tenilOfl. NoYes ;erarqules len'iloria/s •. en A. FONT (ed.).
l biplosiO de la CÍUlaf, BarceIooa 2004. pp. 20 -. 7.
Tarrbtn de esos mI$IlIOS años. pero daborados desde la realidad noneamerican3. lf3bajos como
los de }ean Gouman ~ Mcg;1IopoIi$, lhe ~lCd foI(;tfIM~lcm Scabord oIlht Ik*d Stales
(1961)- o MeIvtn Webbcr ~o-de:r in ~; COtM'II.rity WÑlItJ(JI PropinquIIy(1963), Thc /kbaIl
~and the NonpIace /kbatI Re1Jm (19M) ; ffJc I\lst·Oy ~(1 968)-, que tl'l1OnCe$ ~
] ~ [
=
muy a~ ele la situación urbana europea. poc<k:n ser l'i!it05 hoy como anlkipacionc:s de lo
_.
que estaba por venir,
Por lo de~s, las fOlfTlas de org¡¡niloción fisk<! del u:rri!orio amropi¡aoo ter.dr.in siempre una
estrecha relación CQIl 1M ¡ri:tleas sociales y los paradigmas cuhur.JIes. de los que son el resUiaOO
Cfr. 8 . SfCCHt. -Un sapere~. en f./tbJnisIja. f(' 101 (1990). pp. J ·6.
] 209 [
» -
D Una tradición de investigación vinculada al ámbito académico
" P. PtNON, .Un·ard!eoIogia del progcllo urbano,. en F, C. NIGRELU. op. dl., p, 283.
" R. PÉ. -El ~ j I"~., cil. p. 32.
] 2" [
• -
territorio con un instrumental coherente con su propia formación; y todo ello
fue consecuencia de una investigación académica llevada a cabo por arquitectos,
que eran al mismo tiempo profesores universitarios, interesados por no separar
la docencia y la investigación de la práctica profesional en el campo del urba·
nismo: una investigación que. aunque se nutria de ideas puestas en circulación
por los morlologislas italianos, no dejó de empel'\arse en aportar una visión
específicamente pensada para nuestros problemas urbanos y territoriales.
" Cfr. f. GAlA- · Los parlIdigmas lKbanIsIicos y su influenda en ~ ensdIarm o:IeI t.IIbaoismo Cfl ~
Escuebs TtcOCas Superiores de ArqulICdln del útaOOo, en ~ f1* 2 (1995). pp . • 1·]2.
o ~ silIesis o:IeI COIlterido de esas tesis se puede ver en C. LLOP, .lbgiques ¡ espai$ pro;cctuals
d'una metrOpoi. BareeIoni 1976· 1992,. en Pi1pcn. n" 26 (199n. pp. 37·52: J. M. VllANOV.....
oY5 1r.lma5 resic:Ienei*5 en ~ BartdorIa metropOlitan¡.. al ibtd.. pp. ~· 70.
] ,. [
ha esbozado una interpretación morfogenética de la estructura espacial de la
Barcelona metropolitana, con particular atención a lógicas de crecimiento que,
a partir de los años 70, se han ido superponiendo sobre el territorio metro·
politano de la capital catalana. «Se trata, por tanto, de una aproximación que
pone el énfasis en la dimensión morfológica de la realidad construida. como
explicación complementaria pero diferente de las aproximaciones de camcter
más funcional o sociológico. El objeto de estudio, a una escala de estudio en·
tre la observación agregada del territorio, como 'soporte' de las redes y de la
ocupación territorial, y la escala del emplazamiento concreto de las tipologías
edificatorias, son las formas materiales de la transformación de la estructura
espacial (los cambios físicos) y los tipos de procesos urbanísticos a partir de los
cuales se han generado. lI . Además, todo ese esfuerzo de lectura y descripción
de las nuevas formas del crecimiento metropolitano se encuentra orientado
- tal vez un tanto prematuramente- hacia la proyectación, hacia la búsqueda
de claves para un 'proyecto territorial" renovado. En cualquier caso, en una
situación como la presente. en la que algunos han visto comenzar a dibujarse
una transformación radical de la ciudad europea. resulta imprescindible que
desde el ámbito académico se produzca una reflexión rigurosa y contrastada
sobre los cambios en curso en nuestro entorno inmediato. Y, una vez más,
podemos decir que los catalanes han ido por delante. Seria, pues. del mayor
interés que en los restan tes departamentos universitarios de urbanismo cuno
diera su ejemplo. pues si bien es cierto que los fenómenos urbano·territoriales
actuales presentan un buen número de rasgos comunes - como corresponde
a unos tiempos marcados por la globalización de un número cada vez mayor
de fenómenos-, no deberiamos olvidar la especificidad de cada contexto
local. que también reclama una investigación pormenorizada" . Y ello a pesar
de que, como se ha afirmado con razón, sea la semejanza lo que hoy se ha
vuelto problemático.
] >., [
-
también si no habrá algo que podamos retener de su modo de afrontar los
problemas que se presentan a la disciplina. sobre todo teniendo en cuenta
que ame la dispersión de las actividades urbanas en el territorio -las mayores
dificultades afectan justamente a quienes observan la 'ciudad fisica', a quienes
han hecho del análisis morlológico. en sus diversas variantes, el propio punto
de observaciÓn"tl. Resulta evidente que hay determinados aspectos de aquellos
enfoques que han sido superados, en parte porque nunca llegaron a alcanzar
una madurez suficiente y se quedaron a medio camino entre lo que pretendían
y lo. que consiguieron alcanzar, en parte porque se dejaron deslumbrar pof
la ingenua nostalgia de un pasado del que siempre cabe aprender, pero que
no es posible copiar. No obstante. hay otros aspectos que COfllribuyeron al
afianzamiento del morfologismo de los 60 y que tal vez convenga reconsiderar
ahora, por resultar especialmente necesarios en la actual coyuntura. tntentaré
seguidamente re ferirme a tres de ellos, pero vaya por delante que son más
actitudes ante la investigación que logros de la misma,
El primero tiene que ver con nuestra relación con la historia, en particular
con la historia del que Hobsbawm ha denominado "siglo breve"¡l. Ciertamente,
los cambios experimentados por las sociedades occidentales en la pasada
década, que en último término senan los responsables del paso de la ciudad
moderna a la contemporánea, han hecho pensar en una profunda transformación
de éstas, pero eso no quiere decir que no guarden relación con situaciones y
experiencias anleriores: lo que ocurre es que quizá hemos de modificar nuestro
punto de vista, nuestros modos de mirar, nuestros conceptos, si queremos
llegar a comprender esos cambios, Son justamente nuestras estrategias de
cooocimienlo las que, según todos los indicios, han quedado obsoletas ; de ahi
que «nuestra incapacidad de enten6er plenamente la ciudad contemporánea,
de orientamos dentro de su car3cter 'genérico', de colocar en su sitio cada
elemento y cada malerial en un contexto en el que adquieran un sentido real,
parezca haber eliminado toda justificación e induso toda necesidad de proyecto
para ella_l', Pero por eso mismo me parece importante caer en la cuenta de
que buena parte de los procesos actuales llevan activados bastante tiempo y
que sobre ellos ya llamaron la atención numerosos autores: basta pensar en
A. F. Weber, P. Geddes, l. Mumford, F. Ll, Wright o M, F. Rouge, por citar al-
gunos, y es que una parte no desdeñable de la literatura urbanfstica del "siglo
breve" contiene análisis extraordinariamente lucidos sobre algunas cuestiones
que ahora han comenzado a preocupamos y que esperan ser relefdas a la luz
de la situación presente: lo cual no significa, claro está, que las soluciones a
nuestros problemas ya estén dadas en la obra de esos estudiosos, sino más
bien que vuelve a ser necesario rehacer nuestro modo de interpretar la historia
de la urbanistica como punto de partida para la reformulación de los retos a los
que la disciplina se enfrental $.
" B. SECCHI, _le tr.Jsformazioni dell'habitac urbano" en QsabeIb, n" 600 (1 993), p. 45.
n Cfr. E. J. HQBSBAWM, Historia del siglo XX: 19 /4· 1991 (1 994). Barcelona '2003.
" B, SECCHL, · La óOOad COOIe!TIpIrloea Y su proyecto>, ci.. p, 94,
lO Son numerosos los autores q.¡e han apunl3do en ~ dirtccIón. Además de B. SfCCH~ ~
rnodernoo, tina toIl!~ e loro 1uI~- (1998). en AA. W " IIuh#I deb citu. ksi a con/rrxIIo.
MiIkI 1999, pp. ~1 -70, véase 13rnbitn, desde OIra óplJca. G. OUPUY. (1 UtbiJnismo de bs redes
(1992), Barcelona 19';1 8.
] 14 [
Conviene recordar a este respecto cómo en el origen de muchas de las ideas
de los morfologistas italianos de los 60 se encontraba, por un lado, la reivindica-
ción de la historia llevada a cabo por Rogers desde las páginas de Casabella y,
por otro, la aparición del célebre libro en el que Samona procedia a presentar
una completa relectura del urbanismo moderno, a luz de lo que entonces se
entendió como un cambio radical en la ciudad; de ahí también la razón de su
título: L'urbanistica e /'awenire della cilla. Ante la crisis del proyecto moderno y
la ·nueva dimensión" de lo urbano, se recurrió entonces a revisar una historia
que había sido presentada como ·canónica", para descubrir aquellos episodios
olvidados o ignorados que, sin embargo, cobraban una relevancia decisiva para
reorientar el curso de los acontecimientos. De algún modo, toda la experiencia
moderna se encuentra atravesada por esas crisis periódicas, que han dado lugar
a las correspondientes criticas, de las que la ·critica posmoderna" no seria sino
el último episodio de la serie; también por ello se entiende que Habermas se
haya referido a la modernidad con la expresión «un proyecto incompleto_l ' .
Pero inacabado o no, cualquier proyecto de futuro que concibamos desarro·
liará determinados filones que previamente estaban ahi, actuando en silencio,
aguardando su hora, aunque quizá habian pasado desapercibidos a la mayon'a.
Por eso, desvelar la genealogia de la dispersión nos ayudará a descubrir no
pocos problemas desatendidos que en estos momentos es necesario afrontar,
pues al fin y al cabo para saber a dónde vamos no es indiferente conocer de
dónde venimos; sobre todo si, como parece, nuestra idea del pasado estaba
demasiado focalizada en torno a cuestiones que ahora pueden haberse vuelto
del todo irrelevantes.
,. Clr. J. HAB ERMAS. ·La modernidad. un proyecto incompleto· (1980). en H, FOSTER (ed.). l a
{XJSITIOdcmid;K Barcelooa 1985. pp. 19·36.
" Ya a mediados de los 80. Secchi 3dvertia sobre la emergencia de un nuevo conjunto de problemas
que recliull3ban un esfuerzo tendente precisamente ' 3 evitar que entre an;llisis morfológ~ y an;llisis
del uso social y económico dellcllÍl0fÍ0 se abr.J un espacio de masiado gr.mde y dificil de colmar
en el futuro sin drásticos y radkales C3Olbios de rumbo. (B. SECCHI . • Una nlJOlla forma di piano',
tiL, pp. 137-138).
] ,,[
-
res del morfologismo ilaliano de los 60 : no hay más que repasar la bibliografia
citada en L'architettura del/a cilllJ de Rossi o en l/territorio dc'I'architellura de
Gregottl. para convencerse de su amplitud de miras. Como ya afirmara Daniele
Vilale, esos libros, que con lanta fuer23 -habfan sei'lalado la necesidad de volver
a la especificidad del trabajo disciplinar. !lO nacfan de una visión cerrada. sino
de un máximo de apertura, de ampliacióo de la mirada y del pensamiento. n . Y
ése es también el camino que debemos seguir en la hora presente.
Por último, hay un tercer aspecto que no quiero dejar de reseñar y que, a
mi entender, se encuentra estrechamente relacionado con el anterior. Se lrala
de la imperiosa necesidad de no perder la tensión cn1ica ni el rigor intelectual
ante la creciente burocratización del urbanismo que estamos viviendo en nues-
tro pais. Asi como en el arranque del morfologismo estuvo presente ese afán
por no desentenderse de la realidad inmediata de las ciudades de entonces y
por contribuir, desde una critica que se pretendra rigurosa. a la recomposición
del oficio de urbanista. también ahora debemos esforzarnos por renovar una
disciplina que no se puede limitar a emplear conceptos e instrumentos que ya
no responden ni a las demandas actuales de la sociedad ni a las estructuras
profundamente modificadas de una realidad urbano·territorial dispersa y frag·
mentada. A reducir, pues. la distancia - cada vez mayor- entre los procesos
en curso y los instrumentos para gobernarlos, deben orientarse los mejores
esfuerzos de nuestra investigación 19• De otro modo no conseguiremos resolver
esa aparente paradoja según la cual los imprevistos territorios de la dispersión
se están produciendo precisamente en ámbitos que cuentan desde hace dé·
cadas con instrumentos de planeamiento : pero se trata seguramente de unos
instrumentos diseñados, en el mejor de los casos, para una realidad sometida
a dinámicas sociales y económicas -diversas de las actuales, las cuales, con
independencia de lo que los planes puedan sei'\alar, están construyendo esa
ciudad contemporánea que todavía no alcanzamos a entender y explicar. De la
aplicación de los mismos instrumentos a la nueva realidad no podemos esperar
que surja un nuevo orden, pues la burocracia nunca se ha distinguido por su
lucidez, sino más bien por considerar que ha cumplido con su deber exigiendo
que se vivan escrupulosamente los trámites de la legislación administrativa.
Habitualmente poco le importa lo que de ahr se pueda seguir.
1 'c. [
-
de planes. tan ilusionados como desiguales'l\ el urbanismo andaluz ha entrado
en una etapa de atonia teórica y de exceso retórico que, en mis conas luces, no
se sabe muy bien a donde puede conducir. O quizá se sepa demasiado bien a
donde quiere conducir, y ése sea el problema J '. Pero más allá del burocratismo
de un planeamiento enrocado en un discurso dudosamente moralizante y de la
inercia de un quehacer urbanístico que tan sólo parece aspirar a que la consejeria
de tumo le apruebe los planes, es la falla de cultura disciplinar de una prepo-
tente administración autonómica lo que me resulta más inquietante)!, ¿Cómo
interpretar, si no, que con un mismo instrumento - los planes subregionales
de ordenación del lerritorio- se aspire a ordenar realidades tan diversas como
el medio fisico o la nueva escala de lo urbano? Más radicalmente aún, cabria
preguntar si la actual consideración de la ciudad y el territorio como un sistema
único no nos debena llevar a cuestionar esa rigida separación entre ordenación
territorial y ordenación urbanfstica que, en diferentes comunidades autónomas
españolas, subsiste aún por la existencia de leyes distintas para sancionar los
respectivos instrumentos de planeamiento.
] [
»
• ~sos Ilan 5ido en gt<In parle 10$ planteamientos de fondo dd rttienle plan ger.er.JI de Roma, 'léase
al respecto M. MARCELlONI. I'tnsore IJ cítriJ conlcmporonciJ. 11 ~ piano rrgo!alore di Roma.
Rorna·6a(j 2003, G. CAMPOS vtNUTI, -el nuevo plan de Roma y I~s allemativ3s dd urbanismo
haliaoo·. en Civdades. n" 7 (2003), pp. 83·92.
• P. VlG....NO. La cilu demaIIare. MoijI! 1999. p. 21.
n aro8. SECCHI.•LIIbanistica dl:$(:ritoo., en QsJbeb, rr" 583 (1992), pp. 22·23.
-
conformar un nuevo paisaje. postulan una nueva geografia. que está en gran
parte por hacerl'o Porque esas periferias necesitan, antes que planes o proyec-
tos. descripciooes pertinentes y explicaciones especificas; una explicación que
ciertamente -nos reenvía a una renexión sobre la sociedad, sobre sus com-
portamientos y sus cambiOS; sobre nuestras capacidades para representarlos.
comprenderlos y preverlos»)' . la tendencia a utilizar para ello un lenguaje me-
tafórico, construido sobre imágenes expresivas de los aspectos más llamativos
-es decir. en fuerte contraste con las categorías analíticas al USO-, puede resultar
útil para elaborar unas primeras explicaciones. necesariamente provisionales,
pero hace falta ir más allá, lomando distancia respecto del recurso fácil a la
exaltación del desorden y el caos como panacea posmodema. Quizá de entrada
lo que se nos ocurra sea volver a la historia del lugar, para rastrear aquellas
permanencias que, aun modificando su sentido, permiten reconocer físicamente
el territorio, dándole una estabilidad. dotándolo de una cierta -estructura ~, que
subsiste bajo los diversos estratos que lo componen: el palimpsesto del que
ya hablara Corboz·o. Sin embargo. más importante aún que la identificación
de esos elementos que persisten a lo largo del tiempo, seguramente sea el
reconocimiento de aquellos otros que señalan el comienzo de innovaciones
que pueden estar en la base de los cambios que sirvan para conformar una
ciudad futura diferente".
.. CIr. A. CORSOl. . le lerritoire tornrne ~Ie-. en Diogtne. r(' 121 (1981). pp. 14·35.
Particular lt1!eré$ a eSle respeo;lO puede lener UIliI investigación como 13 daatroUada wbfe las
!ransformaciooes redemes del enlomo mi1allts poi" S. BOER!. A.LANZAN1 & E. MAR1Nl. II/cm/orio
che umbi3.. lN1Ibkmi. pacsagglll imrruglnJ de IJ rr:gionll mil:mae. Milán 1993 .
•, M. SOLA·MORALES . •Terriloris sensc model •. ~il.. p. 27.
] [
-
juego de acuerdo con las cuales las 'cosas", ya sean actividades, prácticas o
arquitecturas, se pueden situar en el espacio (yen el tiempo)u.
Anatizada la situación desde este punto de vista. la tarea que tiene por
delante la urbanística es precisamente la de llevar a cabo -una vez más- una
investigación experimental y multidisciplinar respecto a la "distancia justa": -Mi
idea - ha dicho Secchi- es, por tanto, que la fragmentación y la dispersión de
la ciudad, más que al progreso de la técnica de la movilidad urbana. se han de
atribuir a una nueva búsqueda de la distancia justa, y que esta búsqueda ha de
ser correctamente interpretada por el proyecto de la ciudad contemporánea ....
A través de esa búsqueda podremos tal vez encontrar no s610 nuevos modos
de articular los materiales urbanos en el interior de un proyecto socialmente
compartido, sino también contribuir a la redefinición de los actores sociales en
un proceso en el que parecen haber desaparecido los interlocutores publicas
que habíamos reconocido en el pasado. Sólo a panir de ahí estaremos en condi-
ciones de devolver a la disciplina la legitimidad de unos instrumentos renovados
con los que gobernar la ciudad y el territorio contemporáneos. pues tanto la
dispersión urbana como la fragmentación social. que ya se han hecho visibles
un poco por todas panes. ponen muy claramente de manifiesto la necesidad
de una aproximación diferente a unos territorios urbanos en los que el sistema
de jerarqulas espaciales no responde a los esquemas de interpretación tradicio-
nales. Es. pues. quizá en la ultima década cuando se haya puesto de manifiesto
con mayor nitidez hasta qué punto era acenada una intuición fundamental de
la cultura del proyecto urbano. que en el fondo estaba expresando de manera
inequivoca el fin de la posibilidad de un planeamiento urbano-territorial jerár·
quicamente concebidou .
Por lo demás, hay buenas razones para pensar que no va a ser lácil que
la ciudad contempor.inea llegue a alcanzar una propuesta formal equiparable a
la de los contundentes esquemas que la tratadistica alemana construyó para la
moderna GroBstadt compacta. La primera de ellas tiene que ver con el tránsito
de la igualdad al multiculturalismo experimentado por las sociedades occidentales
en las ultimas décadas, que se pone de manifiesto en el fin de una sociedad
pretendida mente homogénea y en la progresiva emergencia de una sociedad de
minorías. muy diversas entre sí cultural mente; todo lo cual está provocando, entre
otras cosas. una más que notable dificultad para definir las demandas a las que
el planeamiento urbano·territorial debería dar respuesta. En un contexto como
el actual. en el que la multiplicidad de Intereses es creciente y la complejidad
de las situaciones no cesa de aumentar. no parece que se den las condiciones
propicias para asegurar la estabilidad de eso que se había denominado la "forma
urbana", pues el referido desvanecimiento de Jo colectivo encuentra su correlato
en la evanescencia del territorio, que ya no resulta reconducible a un aqur y
" Uli~IO los téfTninos "(Iist~ jvst3' o ' proyecto ~ lUdo" tfI el stlllióo que Ie$ ti.;¡ dado Bernardo
S«chi: véase. por eiempIo. 8. SECCHI. 'u ó.xbd con1empoQnea y su proyttIo •• 01 .. pp. 113·114
Y 116·119. respectivameole.
/bid. p. 116.
.. Sugiero leer. desde est¡ perspectM. Ia$ rellexiones planleadas al respecto por (. SCANDURRA.
-QuaIc ruoIo per ~ ~e per. pi;Ioo in t.niI societ) pltnlistlCa 5ef\l3 Yefloce e senza cenl1O?·.
tfI M. VII.. I fvl..n tkb c:itU. ksi 11 coofrooro. cit . pp. 13·39.
1 ~ [
ahora. como proyección irrepetible de una cultura'·. Para que el proyecto de
la ciudad contemporánea pueda llegar a concretarse. previamente habría que
reformular del concepto mismo de "lo local". renunciando a categorias poco
útiles. como puede ser la identidad. y recurriendo. en cambio. a las prácticas.
a las experiencias. a los significados. En esa linea. seria deseable avanzar en la
fonnulación de un pacto entre los diferentes actores sociales. fruto de la inte-
racción entre ellos mediante una diversidad de conexiones transescalares, con
vistas a una articulación del gobierno del territorio, pero que, al encontrarnos
ante territorios cada vez menos jerárquicamente organizados, habría de plantearse
más como govemance que como govemmenl· l .
No pretendo sostefler. claro está, ninguna dase de determinismo en Yinud del cual 10$ camblo$
espilCiak:s hayan de seguir univocameme a 10$ cambios soclo·económicos. sino más bien que las
relaciones sociales tienen también fleccsidild de e.>:presarse. por mucho que crezCll!l las realidades
Yirlualc:s. a 1r.Mis de la malelialidild de los lugares.
" Como ha scr..:lado Balducci.•Ia panicipación no es sólo una manera de evitar conAiclOs p;lraliza·
dores involucrando en las dedslooes públicas a lodos 105 ilCtoreS relevames. sino lambién una
eS1rategia que pennlle a la esft:r.l pUblica alajar los problemas deriv3dos de la fragmcm;JCión
social. (A. B.... lDUCCI. -NUOViI geograHa e nUOVil pianificazione. , en Cilffas Urbanas. n" 8 (2003).
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tienen los municipios~.
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.. A esle respecto inleresa deslacar que lanlO en 10$ documenlOS de carklU más o menos Insli·
loclonal como en las aponac;iones ~s procedenles de diveI'$O$ ;lmbi¡os disciplioafes, se
viene Insisliendo en ia neasldad de proceder a una ev~ realisla de los COSles ocasionados
por las periferias c.ispeflas que están lr1n5f~ nuestrn ciudades, como condición b.tsica
para super.lr el nivel de ia discusión ~ sobre esl" cuestiones. Sólo de esa rNI'lefJ. y ames
de que sea demasiado 13rde, podremos ~ con el rigor necegrio el irnpresdndibIe debale
sobre 10$ ' modeIos de ciudad' -valga ia expresi6n- que como ciuI.bdanos y como prok$ioruIes
nos Inlet'esan.
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Gaudr. Antonio, 78, 79
Gavazzeni, Giavanna, 35 Jeanneret, Charles,~douard, 16, 44, 78,
Gavina Labarta, Mario J., 74, 75, 76 83, 144
Geddes. Patlick. 214 Jencks, Chalies, 19
Genestier. Philippe. 62 Jouve, Bernard, 221
Giedioo, Sigfried. 16
Gigosos Pérez. Pablo. 204, 213 KoIlhoff, Hans, 143, 144
Glordani. Pier luigi. 26 KooIhaas, Rem, 144 , 209
Giovannoni. Gustavo, 28 Krier, Lton, 168, 174
Gómez Ordóf'lez. José Luis. 88, 94, 95. Krier, Rob, 48
96,128 Kuhn, Thomas S" 19
González capitel. Antonio. 159
González·Cebriáo Tello. jost. 128 Laisney, Fl"iIf'lI;ois, 44, 60
González Dorado, Antonio, 117 Lanzani, Muro, 219
Gomalo. Ricardo. 86 Le Corbusier, ver Jeanneret, Charles-
~douard
Gonman. Jean. 208
G(¡Jmsci. Antonio. 33 Leal Maldonado, Jesús, 141. 143
Lefebvre, Henri, 45, 47, 75
Grassi, Giorgio, 37
Le/Me, Christian, 221
Gfavagnuolo. Benedeuo, 16, 30. 50
Leira ~nchez, Eduardo, 88, 100,114, 115,
Gregotti, Villario, 28. 30. 34, 40, 41,
116, 125, 126, 127, 128, 139, 141,
42.56. 57. 58. 60. 81. 86. 89. 145.
161,173,194,195,197,203
208, 216
León Vela, José, 11, 193, 212
Gropius, Walter. 15. 16, 19, 83
Lévi·Strauss, Claude, 129
Grumbach, Antaine. 174
Lévy, Albert, 56
Grup R. 66. 67, 80, 82. 85
Lewis, David, 90
Grupo 2e, 134, 168
Uop Tomé, caries, 212, 213, 222
Gruppo Architetturn, 37. 211
Lojklne, jean. 96, 133, 202
Gruppo R. 79
López de Lucio, Ramón, 148, 149, 150.
Gubler. Jacques. 79 171,174,175,179
Guieux, Alain. 206 López Jaén. Juan. 158
Gülgónen, Ahmel, 44, 60 López Reus, Eugenia, 17
l6sch. August. 201
Habermas. Jürgetl. 21 S Lucan. ,lacques, 62
Hall. Pele!. 198, 199. 201
Harvey. David, 114, 206 Mackay, David, 191
Haussmann. GeOfge-Eug~ne de, 44, 53, Maffei, Gian LUigi, 40
87 Magistretti. 81
Hayot, Alain, 60, 61 Mag.nago Lampugnani, Vittorio, 167
Hejduk, ¡ohn, 144 Mancuso, Franco, 25
Hereu Payet. Pen::, 18 Mangada Samain, Eduardo, 74, 86, 125,
Hermndez Aja, Agustin, 171, 174, 175, 179 127,141.169
Hobsbawrn, Ene J.. 214 Mangifl, David, 47. 48
Hor1dleimer, Max, 1 S Manieri EUa, Mario, 19
Huet, Bernard, 44, 47, 60 Marcelloni, Maurizio 128, 218
Marconi. Plinio. 28
lIardi, Massimo, 208 Marinl, Edoordo, 219
tndovina, francesoo, 208, 209 Martf Ms, carlos 134
InfUSSi, francesoo, 20 Martín, Leslie, 145
IsoIa, Aimaro, 18 Martjn G6mez.}Osé Luís, 158. 159. 164
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Rakowitz, Gundula, 29 Soja, Edward W.• 20~
Recoenco Aguado. Luis, 208, 217 Solll·Morales Rubió. Ignasi de, 79, 87.
Reynaud. LéoOce. 47 184,185
Ribas Piera. Manuel, 79, 85, 86, 88. 95, Sol~· Morales Rubió, Manuel de, 11. 77.
105. 14 3,202 85,87.88. 89. ~O. ~2, ~4, 95, 96, 97.
Richards, James M., 16 98, 100,101,107.114.117.118.119,
120. 122. 125. 126. 127, 128, 131 ,
Rivas Sanz. Juan Luis de las, 205 132, 14 5, 146, 150. 151. 163, 168,
Riviere Gómez, Antonio. 159 203.211. 219
Roca Blanch, Estanislau, 189 Solans Huguet. joan Anloni, 86, 107, 1O~.
Roca Junyenl. Miquel. 109
Rodriguez Pedret, C3rme, 66. 67, 70 '"
SoIdeviIIa, 70
Rogers. Ernesto Nalhan, 16. 17. 18. 19. 26. sooa Radia, Enrie. 189
30.79.81.82.83.215 Sostres Maluquer, Josep Maria, 66
Romany Arnnda. José Luis. 74 Sotos, Carlos. 159
Roosevelt. Franklin O" 50 Spanek, Héll:ne. 211
Rossi. Aldo. 26. 29, 30, 31. 32. 33. 34. 35, $pigai. Villorio. 56
36,37,38.39.40.42.43.44,45,52.
54.87,88,89,92, 101.102.129. 133,
134.147.202,2", 216 Tabouret. René. 61
Rouge. Maurice·Fra~s, 214 Tafuri. Manfredo. 19, 23. 154
RoujOin. Yves, 44 Tamaro. Gigella. 31
Roni. Renalo. 153 Tarrngó LId. SaIv3dof, 87. 134
Ruben de Ventós, Maria. 170, 171, 189 Team 10. 16, 66, 70, 77
Ruiz de Elvira, JOsé. 113 Tentori. Francesco, 30, 37, 52
Ter.in Troyano, Fernando de, 51 . 64. 65.
Sabate Be!. Joaqurn, 94 68,70,74,84.85,86.97,102,103,
104,105.106,108,109,111.112.114.
Sáenz de Olza. Francisco Javier. 135 115,116,132.134.141. 142, 145, 152,
Saínz GUllérrez. Victoriano. 33. 38. 39 201.203.213.216
Salinas, Manuel. 178 Terranova. Antonino, 23
Samon!!, Giuseppe. 19. 20. 21, 26, 27. 28. Thyrwill. jacquetine, 16
30,51.52,56,59,215 Torres Capell, Manuel. 68, 84. 87. 92, ~5,
Saravia Madrigal, Manuel. 204, 213 108,205
Sardina Vázquez, Serafín. 176 Torres Cuenco. JOrge. 66, 67
Sanoris. Albeno. 78, 7~. 80, 81. 87 TOft Estr.lda. Ramóo. 66
Sautereau, )acques, 62 Trapero Ballestero. Juan .lesOs, 128
Sealabre, Jean.Paul, 44 TroUioo Vinuesa. Miguel Angel, 159
Scandurra, Enzo, 220 Tusquets Blanca. Osear, 70, 73. 162
Scannavini. Robeno, 154
Seolari, Massimo, 33, 35, 37, 38, 39, 40, Urrutia Nu~ez. Ángel, 82
45,47,210
Seeehi. Bernardo, 20, 51, 54. 56, 57. 58.
59,60,62, 127, 128, 147. 148, 152, Valls Verg~s. Manuel. 80
20~. 212. 214, 215, 218. 219. 220
Van Eesteren. Comelis, 145
Segul Pérez. José. 120. 121, 122, 183. Van Eyck. Ndo. 16
1~5 , 217 Vázquez de Castro, AIltonio, 176
Semeraoi, luciano, 2~, 30. 156. 211 Vázquez Molezun. Ramón, 69
$erra Riera, Enrie, ~5 Venturi. Roben. 87
Serra Serra, Naftis, 136 Veyrenche, Michel. 47
Serrano Rodriguez. Antonio. 143 Vldler, Anthony. 167
Sen, José luis. 16 ViganO, Paola, 218
Srnithson. Pcter y Alison, 16. 18 Vilanova Claret. Josep Maria, 212. 213
] ~1 [
$
índice de lugares* I
I :4' [
pi
cataluña, 64. 79, 81. 86. 101, 120. 134. - Palomeros, barrio. 173. 175, 176
143.145.162 - Plan Especial del Centro Histórico de
1980.157
EspaIIa. 63. 78, 85, 86. 98. 101. 128. 132. - Plan Generol de 1946. 106
198.207.211.216 - Plan Generol de 1963. 1". 202
Estrasburgo. 61 - Plan Generol de 1985. 125, 127, 128,
139.160.171.174.175
Rgueres.128 - Programas de actuación inmediata (PAll,
~ncia. 29 113.114.203
- Plan General de 1962. 108 - Puena del Sol. 159
Francfon. 1S - San Bias. ensanche. 175. 176, 178
Frnncia. 43. 44 . 60. 61, 63. 68. 211 - San Francisco el Grande. concurso.
160
- Valdebernardo. 175. 176, 177
Gijón, 149, 164
- Vallecas. barTÍo. 176
- Plan especial del Centro Histórico de
1987.164 M.1lag,a. 120. 121. 124. 125.199
- Plan General de 1985, 159. 176 - Plan General de 1983. 120. 122. 124.
171
Gubbio. 153
- Teatlnos. 171
Manllcu. 128
lberoamérica. 198
Mamua, 54
Inglaterra. 68
Matera. 23
lIali3. 28. 60. 63. 76. 78. 79, 81. 86. 87,
133,211 Mestre. 22. 23
Mil:!n. 25. 29. 30. 37. 52. 79. 81. 86.
210
la COIll!\!. 128. 212
- Cario Farini. vía. 52, 54
la SaIT3Z, 15
- Instl1uto lombardo de Estudios Eco·
Las Palmas. 212
nómicos y Sociales (llSES). 25, 26,
lecce. 22. 24 29. 30
- InstituID Nacional de lJfbanismo (lNU). - Instituto Politécnico. 30. 35
22. 24 - Plan Intermuoicipal (1961-65). 84
le Havre, 53
- Torre Velasca. 19
lérida. 164. 166
- IX Tricoal. 81
- Plan Especial del Centro Histórico de
- XII Trienal. 52
1984,166
- XV Trienal. 42. 101. 210
- Canyeret. banio. 166
Mollet del Vallés. 128. 171
lueca, 24
- Gallees. 172
Monlreal. 192
Madrid. 12, 64, 68. 76. 80, 86. 111.
125. 126, 127. 132, 134 , 135, 136,
139.141.149.157,161.164.171, N:!poles. 26
174,212
- Atocha. estación, 160. 161 Osaka. 192
- Cascorro, manzana. 158 Otterlo. 18. 19
- Concepción. barrio, 76
- Esquema Directordel Área Metropolitana Padua. 30
de 1972, 111 Pais Vasco. 64
- Gran San Bias, barrio, 76. 178 Paris. 44, 53. 87, 211
- Instituto de Estudios de la Administración Perusa, 54
l ocal. 14 t Pésaro. 156.161
- Juan XXIII, 74 - Plan Especial del Centro Histórico de
- Orc3sitas. barrio. 173 1972.156
I 46 [
Roma, 29, 30 - Plan General de 1987, 128. 171. 181,
~ Tiburtino, barrio, 23 194.197.198
- Santa Justa, estación, 198
Salamanca, 117, 120, 149 SlIicon Valley. 199
~ Plan General de 1984, 117. 118 Stresa, 25, 202
San Seoostián, 179, 212 StUltgart. 15
Santa Cruz de Tenerife. 128
Santiago de Compostela. 54, 134, 181 Tarragona, 117, 120. 124. 125. 149
- Fontiñas, polígono, 181 - Plan General de 1984, 122, 123, 124.
San Feliu de Gulxols, 128 171
San Sadumí d'Anoia, 128 Torroella, 128
Sardañola, 74 Turin. 27, 29
Sevllla, 116, 129, 170, 181, 184, 185, 192,
193,194,197,199,200,205,212 Urbino. 25
~ Avance del Plan Comarcal de 1972, 116
- Cartuja 93. parque empresarial, 199 Valencia. 212
- Dársena del Guadalquivir, 129, 194, Valladolid, 117, 118, 120, 149. 156
198 - Huerta del Rey. polígono. 69
- Escuela de Arquitectura, 11 - Plan General de 1984, 118, 120
- Exposición Universal de 1992, 129, 184, Venecia. 21. 22. 23, 29. 81, 211
192, 193, 194, 195, 196. 197. 198. ~ Instituto Universitario de Arquitectura de
199 Venecia (lUAV). 19. 20, 30, 37. 38, 128,
- Isla de la Cartuja. 185. 193. 194. 196. 212
198,199,200 Versalles, 44. 45. 211
- Isla M~gica. parque tem~tico, 199 Viena. 53
- Los Berrnejales, 171, 181 Vilalranca del Penedés, 128
- Pino Montano, 170, 171 Vitoria. 169
- Plan Especial de la Cartuja, 198. 199
Plan General de 1963, 116 lurich, 42
) , [
>
índice de ilustraciones
] 'J,] [
p
] 250 [
65. Rehabilitación de la manzana de CascOITo. Madrid (1981). M. Bayón,
JLManínyF.PoI ............................... . 158
66. Rcurbanización de la Puena del Sol, Madrid (1981). A. Riviere.J. Onega
y A. Capitel .............................................. 160
67. Propuesta para el COflCursO de San Franciso el Grarnle. Madrid (1982).
J. Navarro Billdeweg. ................................................. 161
68. Remodela¡;jón del entorno de la estación de Atocha. Madrid (1982). R. Moneo ... 161
69. Planeamiento especial para la CMat Vella de Barcelona .. 161
70. Oelliceo al Seminario. Barcelona (1980). O. Tusquets y L dote!.. 161
71. MolI de la Fusta (1981). M. Solá·Morales .............................. .. 163
72. Plan Especial p;lra el centro históriCo de Gijón (1987) .. 165
73. Actuación en el oorTiO del Canyere!. ltrida (1985). R. Amador y L Doménech ... 167
74. 111 SIAC: propuesta para el ~rea de Poble NOlJ, Barcelona (1980). Y. Bonet
yA. Diaz ......................................................................................................... 169
75. Propuestas para el concurso del ACTUR de lawa, Vitoria (1977):
a) F. Femández long.oria: b) C. Femln y E. Mangada .............................................. 169
76. Plan Parcial de Pino Montano. Sevilla (1979), A. Ortiz y A. Cruz ........................... t70
77. Plan Parcial de la zona de Gallecs. Mollet del Va llés (1982) .. 172
78 Ordenación propuesta para el sector de Tea1inos en el Avance
del Plan General de Málaga (1983) ..................................................... 172
79. Oper.x:iones estructurales del Plan General de Madrid (1985)........ . 173
80. Plan Especial de Reforma Interior de Palomeras Bajas. Madrid (1988).
A, V~zquez de Castro ...................................................................................... 177
81. Programa de Actuación Urbanística de Valdebemardo. Madrid (1989),
J. M'. Ezquiaga.. .............................................................................. 178
82. Planes parciales al este de San Bias. Madrid (1991). L Alemany. R. Alemany
y M. Salinas................ .. 179
83 Ordenación de los terrenos del ~rea riberefla del Urumea.
San Seoosti~n (1986). A. Manin Ramos .................................... .. 180
84. Plan Parcial de Fontii'ias, Santiago de Compostela (1987). M. Paredes .. 180
85 Plan Parcial de los Bermejales. Sevilla (1989). J. C. Bilbiano. P. Bermúdez.
J. Grondona y C. lópez Canto.. ..................................................... 181
86. Tres manzanas en la Villa Olimpica. Barcelona (1989). c. Feffilter .................... 182
87. Ordenación del oorTiO de Garbinet None. Alicante (1992). J. Seguí y R. Enge!..... 183
88. Áreas de nueva centralidad. Barcelona (1986) ........................................................ t86
89. NlIdo de la Trinidad. Barcelona ..................... .......................................................... t 86
90. Plaza de las Glorias. Barcelona ................................................................................ 186
91. las cuatro ~reas olímpicas de Barcelona .................. 188
92. Anillo olimpico de Montjuic. Barcelona (1983). F. Correa y A. MilL 188
93. Area olimpica de la Vall d·Hebrón. Barcelona (1984). E. Bru...... 190
94. la VIII~ Olimpica de Poble NOlJ. Barcelona (1987). J. Martorell, O. Bohigas.
D. Mackay y A. Puigdomtnech......... ............................. 190
95. El Pon Vell. Barcelona ......................... 193
96. Los lerreoos de la Cartuja antes de su urbanización para la EXPO'92 de Sevilla .. 194
97. la EXPO'92 en el Av;¡nce del Plan General de Sevilla (1985) ............................... 195
98. Propueslas del coocurso de ideas para la ordenación de los terrenos
de la EXPO'92 de Sevilla (1986): al A. Siza: b) R. Moneo 196
99. Vista general de la Exposición Universal. Sevilla (1992) .. 197
100. Plan Especial de la Canuja, Sevilla (1992) ........................................ .. 200
p