2
del derecho”, sino también la “reconstrucción de los hechos”, “la selección y
valoración de las pruebas” y la “extinción” y “dosificación de la pena” (art. 511).-
En cuanto al Recurso Extraordinario, no está todavía previsto en la nueva
normativa de Entre Ríos porque se ha reconocido un solo recurso de control o
legitimación a nivel local -casación- y de lo resuelto allí recién es posible renovar la
reclamación hacia la C.S.J.N. por el art. 14 de la Ley Nº 48. La creación de dos (2)
Cámaras de Casación referidas, una en Paraná y otra en Concordia, obligará
seguramente a una revisión extraordinaria a instancia de las partes legitimadas ante la
Sala Nº 1 de Procedimientos Constitucionales y Penal del S.T.J.E.R. y recién entonces lo
decidido allí permitirá plantear una instancia impugnativa restringida y diferente ante
la C.S.J.N.-
Sin embargo, un nuevo interrogante se plantea: ¿cómo hará la Cámara o el
órgano revisor -llámese “de Apelaciones” o “Casación”- para revisar con tamaña
amplitud fallos y resoluciones dictadas en un proceso oral? Téngase en cuenta que, en
principio, la alzada no tiene acceso a la producción de gran parte de la prueba
(fundamentalmente la realizada oralmente y que se “agota” en la audiencia, como los
relatos de testigos y peritos) y por ende les resultaría imposible analizar cómo fue
valorada.-
He aquí otro problema, que se origina en la necesidad de verificar si juicio oral y
recurso amplio son compatibles, lo cual creemos que si la cuestión es relevante si se
advierte que junto al derecho al recurso la oralidad (y con ello la inmediación,
concentración e identidad física del juzgador) es también una exigencia constitucional.-
Una posibilidad sería imponer la grabación o filmación de las audiencias. Esto
que parece una excentricidad ya se encuentra previsto en el art. 395 del C.P.P.N. para
causas complejas y está vigente en otros países. Al respecto, refiere Javier De Luca 2
que en Chile, desde la entrada en vigencia del nuevo procedimiento penal, cuando
termina una audiencia oral a las partes se les entrega un disco compacto con la
grabación de toda la audiencia oral y así todos ellos pueden buscar en segundos las
partes del juicio que les interesa con un simple programa previsto al efecto. Y es que el
Estado no puede condicionar la revisión integral del fallo a la no afectación del
principio de inmediación y simultáneamente no exigir y facilitar la registración de todo
aquello que permitiría la revisión integral del fallo. De esa manera el agraviado podrá
fundamentar ante el tribunal de la apelación sus críticas referidas a los aspectos
probatorios que se vinculan a esos relatos en base a la exhibición de esas
registraciones, de la misma manera que en el sistema escrito se utilizan las constancias
de las actas pertinentes. Lo contrario sería una forma velada de incumplir su
compromiso de garantizar la doble instancia al acusado y a las partes. Sin embargo, la
posibilidad que dichos registros suplan la inmediación, si bien es útil, resulta todavía
sumamente discutible y no es aceptada por todos con el mismo alcance.-
Cuando la impugnación se fundamente en pruebas que no se agotaron en la
audiencia, como la documental y los objetos (aunque se hayan ingresado por lectura y
2
DE LUCA, JAVIER A: “Recurso de Casación Amplio”, publicado en Revista de Derecho Penal y
Procesal Penal de Lexis Nexis, febrero de 2006, pág. 283, cita a pié de página nº 8).
3
exhibición) no existe inconveniente en que sean los propios elementos los que se
utilicen en la vía recursiva y que el tribunal de alzada los observe directamente.-
La existencia de un tribunal que pueda revisar las decisiones de otro se justifica,
no por razones de control jerárquico -lo que implicaría ignorar la “independencia”
inherente de cada juez por razones de mayor jerarquía-, sino frente a la garantía que
exige permitir al acusado y a las partes una segunda oportunidad de defenderse
integralmente frente a ciertas decisiones de envergadura que le son desfavorables.
Tengo fijada posición en orden a la cuestión de la “independencia interna” de los
magistrados y la adecuada función de los llamados tribunales “superiores” pero me
permito destacar ahora que además para cumplir debidamente con el derecho a
recurrir debe asegurarse que en esa instancia revisora funcionen todos los
procedimientos y condiciones que tutelan la neutralidad del juzgador (recusaciones y
excusaciones) y, fundamentalmente, que no existan actuaciones funcionales previas
que hayan afectado su imparcialidad objetiva, por haber conocido el caso y emitido
opinión respecto de él. Tampoco la “casación” puede eludir los reparos que derivan de
un origen vinculado a una estructura judicial verticalizada y disciplinada propia de la
tradición francesa que, en lo sustancial, poco tiene que ver con un diseño que
consagra el control difuso de constitucionalidad. Y ello no puede desvincularse de un
origen histórico donde prácticamente no había desarrollo de derecho constitucional
sino de derecho administrativo. La tradición napoleónica, tanto en Francia como en
Italia, no permitieron el control de constitucionalidad difuso por el cual no existía -en
expresión extremista- Estado constitucional sino Estado legal de derecho, basado en
una fuerte presunción de racionalidad y legalidad de las decisiones políticas (sobre
todo del legislador). Por ello, en una estructura verticalizada la casación -tal como se la
concebía- se convertía en un recurso propio de un sistema corporativo que fijara desde
arriba y unificara el sentido de los fallos.-
Aunque no venga a cuento, convengamos que la hiperactividad en la
producción legislativa penal y procesal penal y los resultados de esa productividad,
permiten aseverar probablemente una presunción diametralmente opuesta a la
mencionada; de otra manera, el control difuso de constitucionalidad y la
horizontalidad de la estructura judicial derivada del diseño constitucional son reparos
considerables al recurso de casación. El poder judicial argentino no debería reconocer
jerarquías sino competencias para sortearlos y afianzar la vigencia de la
República.-
En lo que estrictamente se refiere al nuevo ordenamiento acusatorio y a
democratizar la justicia penal del C.P.P. de Entre Ríos, el libro IV se subdivide en cinco
capítulos: el primero (art. 482 a 498) se refiere a las disposiciones generales aplicables
a todo tipo de recursos, el segundo (arts. 499 a 501) regula el recurso de reposición, el
tercero alude al de apelación (arts. 502 a 510), el cuarto (arts. 511 a 523) atañe al de
casación, dividido en dos secciones, con normas acerca del procedimiento común y
abreviados; y finalmente el quinto, en sus arts.527 a 537, versa sobre la acción de
revisión.-
4
IV- EL MÁXIMO ESFUERZO EN LA REVISIÓN DE LOS FALLOS
El fallo de la C.S.J.N. establece: “…se encuentra así en consonancia con un insistente
reclamo doctrinal, conforme al cual, como con razón sostiene Frisch, generalmente no
son los errores jurídicos del tribunal los que generan mayor sensación de injusticia en
el afectado por la sentencia, sino errores fácticos (Cf. Frisch, FS-Eser [2005], pp. 258 y
s) Al condenado, en efecto, si le parece que el tribunal fue injusto es, por regla, porque
entiende que aquel se equivocó con los hechos, no con el derecho.
Consecuentemente, cuando sabe que puede impugnar la sentencia, sus mayores
expectativas se centran en la posibilidad de corrección de errores en la apreciación de
los hechos y de la prueba por parte del tribunal de juicio”3.-
En apoyo de esta tendencia aperturista, la C.S.J.N. alude a la doctrina alemana de la
teoría o método de control casatorio -Leistungstheorie o Leistungsmethode- aunque,
en opinión de algunos autores, del método alemán mencionado “…no es dable extraer
ciertas consecuencias para la casación penal en nuestro ámbito, en particular no
aquellas que se relacionan con la necesaria apertura y flexibilización que debe ganar
este recurso entre nosotros. ‘Casal’, en verdad, resulta mucho más rico e interesante
que el método alemán invocado, y es en consecuencia pertinente intentar reconstruir
su aporte a partir de un análisis propio de él, independiente de su fuente”4. Es que, de
acuerdo a las investigaciones realizadas por Pérez Barberá -cuya obra se menciona en
la cita anterior-, esta doctrina alemana confiere alcances restringidos a la casación, la
cual ostenta serios límites de conformidad a los principios de inmediatez y oralidad,
únicos garantes de una investigación y conclusión resolutoria en consecuencia
confiables; planteada como una problemática práctica de organización (Peters):
entonces, sólo los tribunales de juicio -uni o pluripersonalmente integrados- resuelven
en un proceso regido por los principios de inmediación y oralidad, pero no los de
casación; entonces surge el problema que “…si se les permitiera a estos últimos
intervenir en aquello que sólo mediante la percepción sensorial directa puede
indagarse adecuadamente, sólo se lograría que un tribunal en peores condiciones
cognitivas reemplace al que está mejor posicionado en ese sentido para llevar a cabo
dicha tarea.”5-
Se trata, en definitiva, de una cuestión de posibilidades epistemológicas. Respecto a
la doctrina alemana citada, dice la C.S.J.N. en Casal: “Formulada esta teoría, se impone
preguntar qué es lo no revisable. Conforme a lo expuesto, lo único no revisable es lo
que surja directa y únicamente de la inmediación...” (…) “…En modo alguno existe una
incompatibilidad entre el juicio oral y la revisión amplia en casación. Ambos son
3
PEREZ BARBERÁ, GABRIEL: “Casación penal y posibilidad de control. Alcance del fallo “Casal” y
del método alemán invocado por la Corte”. www.apdp.com.ar/archivo/barbera.htm. Realiza el autor
una interesante investigación sobre la doctrina alemana, cuya amplitud resulta inadecuada para el
presente trabajo, razón por la cual recomiendo lectura del trabajo citado.
4
Ídem.
5
Los destacados son míos. Dice el autor: “En Alemania, este método o ‘teoría’ es, en efecto, un
ya algo antiguo punto de vista doctrinario cuya primera formulación toda la literatura atribuye, con
razón, a Peters, por un artículo suyo de 1938. Fue seguido luego –aunque con importantes diferencias
entre sus mismos partidarios– por una parte de la doctrina de mediados del siglo XX: Henkel (1953), Eb.
Schmidt (1957), Warda (1962) y Zipf (1969), entre no muchos otros”.
5
compatibles en la medida en que no se quiera magnificar el producto de la
inmediación, es decir, en la medida en que se realiza el máximo esfuerzo revisor, o sea,
en que se agote la revisión de lo que de hecho sea posible revisar. Rige a su respecto
un principio general del derecho: la exigibilidad tiene por límite la posibilidad o, dicho
de manera más clásica, impossibilium nulla obbligatio est. No se les exige a los jueces
de casación que revisen lo que no pueden conocer, sino que revisen todo lo que
puedan conocer, o sea, que su esfuerzo de revisión agote su capacidad revisora en el
caso concreto” (considerandos 24 y 25).-
En lo único que parece coincidir el criterio de la Corte con la doctrina alemana
citada, entonces, es en manifestar que resultan absolutamente no revisable aquellas
cuestiones y valoraciones devenidas en función del principio de inmediatez; mas los
alcances que nuestro máximo tribunal confiere en la praxis al mismo parece ser mucho
más amplio e impreciso. En virtud de lo expuesto, y a los fines de evitar vaguedades
que pudieren devenir en eventuales arbitrariedades por parte del tribunal casatorio,
debe determinarse desde un punto de vista epistémico, lógico y teleológico aquellas
cuestiones que dependen directamente de la inmediación y cuáles no. A este respecto,
en el fallo Casal la C.S.J.N. brinda algunas pautas para resolver la cuestión; así, deja en
claro básicamente que la problemática no debe preverse apriorísticamente sino a
través del examen particularizado de cada caso; y por otro lado, que el control debe
ser lo más amplio posible, guiado por el máximo esfuerzo en la revisión de las posibles
consecuencias limitadoras de la inmediación en la procura de minimizarlas 6.-
Ahora, ¿es posible deducir del fallo de la Corte -y no obstante lo dicho acerca de no
trazar líneas a priori- alguna regla o criterio general que permita guiar la idea de
extensión de la competencia casatoria? La respuesta debe ser positiva y puede
sintetizarse del siguiente modo: todo aquello que el juez o tribunal del juicio percibe
sensorialmente en las audiencias generando en su espíritu e intelecto determinada
impresión, necesariamente deberá luego ser valorado por él y volcado en enunciados
(explícitos o implícitos) como fundamento de las determinaciones que adopte. Claro
está que la casación no podrá evaluar sus impresiones íntimas y subjetivas (y
repetimos: intransferibles); pero sí podrá meritar su expresión posterior objetivada en
las resoluciones. El quid de la cuestión entonces no es si la casación puede revisar o no
la prueba; si puede ejercer un juicio de mérito sobre los hechos o no; el verdadero
desafío, pues, “…consiste en ‘esforzarse’ por desentrañar qué brinda apoyo a un
enunciado: si otro enunciado (explícito o implícito) o una percepción sensorial”7; el
primero será, pues, objeto de estudio del tribunal casatorio -al igual que el contenido
de actas y documentos registrados-; el segundo, jamás.-
Esta será la (muy) esforzada tarea de la casación que propone la Corte: distinguir
eficientemente cuáles son los enunciados derivados de la inmediación de los que no lo
son; ya sea que versen los mismos tanto sobre cuestiones de derecho, como de hecho
y prueba y revisarlos en consecuencia.-
Ello debe ser considerado por la Casación con el mismo espíritu revisor demostrado
por la C.S.J.N., porque de lo contrario el alcance de la inmediación será la nueva
6
PÉREZ BARBERÁ, ob. cit.
7
Ídem.
6
barrera que impida conocer con amplitud razonable y decidir con justicia los casos
penales.-
VI- EL REENVÍO
Conforme a lo señalado -para Pastor8- la clave de funcionamiento del sistema
propuesto consiste en lo siguiente: en primera instancia la decisión se da sobre el
mérito de la acusación; en la segunda hay una referencia al mérito de la imp ugnación.
Así, ejemplifica proponiendo que el tribunal casatorio puede presenciar un nuevo
debate parcial, limitado a la prueba y a los aspectos relevantes para la conclusión
impugnada, y de su resultado obtener su propio convencimiento sobre este punto del
caso que, integrado con las demás comprobaciones ya firmes de la sentencia, dará
8
PASTOR, DANIEL R., “La nueva imagen de la casación penal”, editorial Ad-Hoc, Buenos Aires,
octubre de 2001.
7
lugar al sentido que tendrá la decisión definitiva; y en tal sentido, ser confirmatoria o
revocatoria, resolviendo el fondo en uno u otro sentido. De este modo, pueden
guardarse las garantías de doble conforme por un lado, y la de evitación del doble
juzgamiento por reenvío. El método de la supresión mental hipotética resulta una
herramienta muy útil para el ejercicio argumental que aquí se propone.-
8
similitud notoria con las acciones de amparo y las demandas recibidas “in pauperis”,
habiendo brindado excelentes resultados en punto a celeridad y restitución pronta de
los derechos conculcados, verificándose con una garantía eficiente para quienes
estaban alojados en las instituciones carcelarias.-
Sin embargo, algunos nuevo códigos procesales penal del sistema acusatorio y con
jueces de ejecución, en un notorio afán de mejorar el esquema de derechos y garantías
para procesados y penados, han establecido la posibilidad de la revisión casatoria a
través de procedimientos y trámites rituales que resultan más complicados y lentos a
fin de obtener el apetecido control de legalidad y legitimidad para los actos
administrativos y judiciales de ejecución, obstaculizándose y hasta suprimiéndose ese
necesario y oportuno contralor.-
Así, en el C.P.P. de Entre Ríos se establece que: “…los incidentes de ejecución podrán
ser planteados por el Imputado, su Defensor o por el Fiscal y serán resueltos, previa
vista a la contraria, en el términos de tres días. Contra el auto que resuelva el incidente
sólo procederá Recurso de Casación, el que no suspenderá el trámite de la ejecución a
menos que lo dispusiera el Tribunal” (art. 539).-
Siendo así, no cabe proponer que ante el acceso factible a la instancia casatoria
mediante un trámite simple a cargo del interno o penado, aun sin asistencia técnica,
sin exposición separada y fundada de los motivos de agravio, no cuadra dificultarlo y
menos rechazarlo para hacerlo cumplir primero con esas formalidades, sino que
corresponde administrarlos conforme con la regulación establecida para los “in
pauperis” o las demandas de hábeas corpus o amparo.-
X- EL OFRECIMIENTO DE PRUEBA
Solo Clariá Olmedo mencionaba en su Compendio de Derecho Procesal Penal la
posibilidad de ofrecer pruebas en el procedimiento impugnativo casatorio y quizás ello
fuera producto de una suerte de convencimiento generalizado que ese recurso era de
9
“derecho”, no sobre los hechos, colocando en el banquillo únicamente al expediente,
no a los imputados.-
En la nueva casación está específicamente contemplado que si el recurso pone en
discusión lo establecido en el acta de debate o por la sentencia, se podría ofrecer con
su interposición -bajo sanción de inadmisibilidad- las pruebas pertinentes y útiles a las
pretensiones articuladas, recibiéndosela en la audiencia oral de acuerdo a las reglas
establecidas para el juicio en tanto sean compatibles (ver art. 457 del C.P.P. de la
provincia de Buenos Aires y art. 518 del C.P.P. de Entre Ríos).-
Dentro de límite de los agravios la posibilidad de ofrecer pruebas es amplia,
comprende el anticipo de su producción y tiende a acrecentar el derecho de defensa y
contradicción, favoreciendo la formulación de otra hipótesis valorativa que la brindada
por el tribunal de juicio, superando los inconvenientes relativos al principio de
inmediación, tal cual lo recomendó la CIDH en “Herrera Ulloa”, quien integró la mayor
garantía en cuanto a los motivos con la hipótesis de encontrar otro sentido a la prueba
que la dada en la instancia del juicio oral.-
No obstante, cabe señalar que no es frecuente que las partes y sus abogados
defensores formulen los agravios con el ofrecimiento de prueba al interpone la
casación y que aquélla sea aceptado, primando un criterio restrictivo, reservado para
situaciones excepcionales donde los principios de economía y celeridad aconseje
admitirla como elemento nuevo (cfr. “Petkoff, Jesús s/Recurso de Casación”,
sentencia del 21/11/02, citado por Pedro Bertolino en Código Procesal Penal de Buenos
Aires, octava edición actualizada de editorial Lexis Nexis, año 2005).-
10
En cambio, hay una tendencia a reducir el plazo del Tribunal de Casación para
decidir la admisibilidad de la impugnación a cinco (5) días, lo cual parece que es
inequitativa si se compara con la extensión del término para recurrir, fomentando la
suspicacia de algunos acerca de ser ello obra de los abogados en ejercicio de la
profesión para lograr mayor tiempo en sus tareas específicas y a la vez conseguir
celeridad en los procedimientos casatorios.-
No debemos dejar de recordar aquí el aumento de las decisiones de las Salas o
Tribunales de Casación respecto de “escriturizar” el trámite junto con la admisibilidad
o a posteriori, fundándose en la imposibilidad de fijar audiencias por tener saturadas
las agendas, lo cual despoja a los proceso del principio básico de la oralidad aunque
permite satisfacer los anhelos de mayor rapidez en las decisiones de los conflictos, lo
que es plausible sufre que no se vulneran postulados esenciales del contradictorio
bilateral e igualitario entre las partes, con respeto del derecho de defensa, de producir
pruebas y alegar sobre las mismas, conforme lo viene aceptando implícitamente la
C.S.J.N.-
XIII- CONCLUSIONES
1º) La fase impugnativa integra el debido proceso y, por lo tanto, hasta que no
concluya no afecta principios como el de la inadmisibilidad de la persecución
múltiple.-
11
5º) La inmediación de los jueces del tribunal de juicio sobre la prueba, no puede
ser convertida en factor dirimente absoluto para declarar inadmisible la
impugnación casatoria.-
6º) Hay que extremar la posibilidad de anular por vicios in procedendo y dictar
sentencias por la casación, sin reenvío al Tribunal de juicio a esos efectos.-
Mayo de 2013.-
12