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INTRODUCCIÓN

“El trabajo del artista no es sucumbir a la desesperación, sino


encontrar un antídoto para el vacío de la existencia”
De la película Medianoche en París

"¡Cuan feliz es la inocencia como vestal!


El mundo olvidando, por el mundo olvidado.
¡Eterno resplandor de una mente sin recuerdo!
Cada plegaria aceptada, y cada deseo resignado”
“Eloisa to Abelard” de Alexander Pope – Fragmento.

En el mundo de hoy, el ayer no existe y el futuro…


¡El futuro es aún más incierto!
Julián A. Villamizar Rincón

En el mundo del arte actual existen una serie estilos o formas de


observar y resignificar el fenómeno estético, los artistas hablan de
permacultura, del activismo en el arte por redes sociales, la política de
lo invasivo, los aspectos objetivos del arte, entre otros.

Así también se han acuñado expresiones tales como eco-estética, post-


fotografía, la imagen potente, la fragmentación, la fábrica de las formas,
el potencial de una obra que no existe, la “pintura otra” -la pintura
resucitada y asesina de otros medios-, de forma que la observación del
arte se reduce a los aspectos meramente místicos ya que los artistas
carecen de conceptos estéticos y técnicos sólidos en los cuales reposar
su discurso.

En el mundo de hoy, el ayer no existe y el futuro… El futuro es aún más


incierto, ya que estamos inmersos en el trampantojo del arte, “los
artistas quiméricos” pues existe ausencia de su trabajo, son autores
autómatas capturados por la sociedad del consumo que los vuelve
objeto del mismo consumo, efectos de la artificialidad moderna, artistas
ausentes, ajenos a su realidad y sin postura frente a su acontecer social.
Razones por las cuales se ha hecho cada vez más indispensable
rescatar el oficio del creador consagrado a su arte y al
perfeccionamiento del mismo, desde los aspectos técnicos, estéticos,
éticos y filosóficos, indispensables para nutrir y sustentar su quehacer
cotidiano.
Julián A. Villamizar Rincón

INTRODUCCIÓN
A
“CORTE DE FRANELA – NO HAY AURORA”

“A la multitud hay que entregar lo que se elabora en la serena soledad


de la meditación, más no para buscar su aplauso, sino para
intentar mejorarla”.
Ignacio Sánchez

De cara al actual proceso de paz y reconciliación por el cual atraviesa


nuestro país, eventos que transformarán radicalmente el destino de
Colombia, es que planteamos “Corte de Franela – No Hay Aurora”
muestra colectiva de los artistas Luis Duarte y Julián Villamizar, la cual
será un lugar de dialogo abierto y directo entre los artistas y su público,
alejado de sofismas o retóricas -que deseen seducir o convencer-,
espacio que irá más allá del arte panfletario, el escándalo y la alteración
por parte de un sector de la población al sentirse “aludido”, para
convertirse realmente en zona de libre intercambio de ideas en el cual
todas las personas puedan expresar sus posturas frente al acontecer
socio-político de nuestro país.

“No Hay Aurora” es el reflejo del reciente acontecer social y político de


la región y el país, una radiografía de la idiosincrasia colombiana de
olvido y carencia colectiva de análisis frente a lo que a diario sucede en
nuestro territorio nacional.

“Corte de Franela” por su parte busca revivir en la memoria de los


observadores esos pasajes relegados en la historia colombiana, hechos
que viven en la infamia por su crueldad y salvajismo fuera de todo límite;
es una interpretación y re-significación de los hechos ocurridos desde
el sentir del santandereano.
Julián A. Villamizar Rincón
RESPECTO
A
“NO HAY AURORA”

No hay Aurora

En estas fechas, donde por fin nos preparamos para alcanzar la


anhelada paz, aparecen de manera soterrada y mezquina el bestiario
guerrerista, para hablar en términos de esa magna obra El Calila y
Dimna, uno de los libros que los sabios de la India escribieron en forma
de historias y apólogos, donde aparecen chacales, zorros y santos
varones; monos, panteras, culebras, lobos, cuervos dispuestos a sacar
los ojos y algo más.

Para ellos son poco las 600.000 víctimas que ha dejado el conflicto; los
7.000.000 de desplazados internos que han rebasado nuestras
fronteras, la inmensa cantidad de desaparecidos, imposible de
cuantificar por su misma razón de desarraigo de 6.000.000 de hectáreas
(2.000.000 despojadas y 4.000.000 abandonadas).

Son los nuevos Ubérrimos-mesías que saben que la guerra es un


excelente negocio para ellos y sus círculos; y el temor de tener que
responder, los impulsa a exigir la Ley de Talión –ojo por ojo, diente por
diente-, y de manera irracional se invita a volver atrás, a perpetuarla, a
buscar su paz en la paz de los sepulcros, expresando su deseo de
gobernar en 2018 y como Judas modernos exclamar: ¿Seré yo
Maestro?
Luis Duarte

El Turiferario

Hace algunos años -comienzo de los 80 del siglo XX Bucaramanga fue


escenario de uno de los actos más oprobiosos que reseñan en su
historia como barbaridad: la quema de libros.

Un grupo denominado T.F.P. (Tradición, Familia Y Propiedad) realizó


una asonada a ese proyecto cultural, emblemático para la ciudad, la
Biblioteca Pública Gabriel Turbay, gestada por Jorge Valderrama
Restrepo, mostrando un talante fanático y violento de quienes la
ejecutaron. Un caso no aclarado de violencia al patrimonio cultural,
pretendiendo con su intolerancia imponernos su forma de pensar y ver
el mundo. Ese coctel explosivo de fanatismo religioso y ensañamiento
político desaparecerán por completo a un partido político como la UP,
es lo que ha avivado nuestra violencia.
Luis Duarte

RESPECTO
A
“CORTE DE FRANELA”

Colombia:
Un país que sabe llevar la corbata sobre un buen corte.

Colombia, país sin memoria, y cuando hablo de sin memoria en este


caso, me refiero a un olvido que se caracteriza por la distorsión del
pasado, en otras palabras recordar mal. Recordar mal es peor que el
olvido, ya que al fin y al cabo olvidar es dejar de recordar algo, pero
queda el recuerdo de haber olvidado ese algo, como la sensación que
tenemos al no recordar donde dejamos las llaves, el número telefónico
de una pareja o la contraseña de una cuenta de correo electrónico o del
Facebook. Las olvidamos, pero de manera paradójica recordamos eso
que olvidamos.

Por su lado la falta de memoria, el olvido en cuanto a recordar mal, es


la condición del colombiano en general, quien vive inmerso en una
historia falsa, acomodada, de próceres y de héroes, de caudillos que
luchan por la libertad, de narraciones de buenos y malos que confunden,
pero que generan pasiones y polarizaciones. En el peor de los casos, y
personalmente me repugna cuando dicen: “En Colombia se vivía mejor
antes que hoy”, lo cual es la máxima expresión de la falta de memoria,
el recordar de manera distorsionada, es una alucinación del pasado que
se ha implantado como un hecho real en la memoria colectiva, esa
nostalgia de retornar a un hogar que ya no existe, que jamás existió.

Al respecto nos dice Antonio Caballero (2016), y a propósito de la


segunda entrega del libro de historia que está realizando, en una
entrevista para la revista Semana1, que “la historia de Colombia siempre
ha sido turbulenta y trágica, eso salta a la vista. No ha habido sino
muertos y más muertos. Y muchas veces vergonzosa porque la verdad
es que todas nuestras conductas, que son presentadas como heroicas
en los libros de Historia para niños, son fundamentalmente falsas.”; lo
cual se debe a unas personas que se consideran los dueños del país, y
así generar una satisfacción, entusiasmos y nacionalismos, y como se
dijo anteriormente, incentivando la polarización, como se puede
apreciar desde hace más de doscientos años, ya que esa es la mejor
manera de tener a la sociedad distraída de los manejos que los dueños
del país hacen, distracciones que van con el veneno del odio y el
resentimiento. Polarizaciones que han recibido diferentes nombres a
través de la historia de Colombia: Liberales y conservadores, ejército y
policía, movimientos guerrilleros, autodefensas y paramilitarismo, sin
olvidar el narcotráfico y las ahora BACRIM. Odio, violencia y falta de
memoria, ese olvido que es distorsión y acomodación del pasado, olvido
que es patrocinado por los gobiernos en general, “Es una decisión
naturalmente política. Hasta ahora ningún Gobierno se ha atrevido a
enseñar la realidad de Colombia.”, y agrega Caballero (2016) al
respecto del olvido, que según sus investigaciones es un propósito, que
es un despropósito para el país, el infundir la historia de manera
amañada, “Conocer mal la historia de nuestro país es peor que no
conocerla. Nuestra visión de país es equivocada, creemos cosas que
no son ciertas. Nos han deformado la visión de la verdadera Colombia.”.

En Colombia han fortalecido el olvido de lo que ocurrió, una memoria de


falsedades que ha llevado a una realidad violenta y de rencores, en la
que como enuncié en renglones predecesores no es una historia de
buenos o malos, es una historia que refleja la carnicería entre humanos,
carnicería que aún vivimos y que ha adquirido nuevas formas,
“Debemos entender que no es una historia de buenos y malos como
nos han enseñado. Según lo que se nos cuenta de la Independencia,
los españoles son malísimos y los criollos son buenísimos, y no es así.
Los criollos eran hijos de los españoles. Esas cosas son las que
tenemos que aprender.” (Caballero, 2016), falsedad de la historia que
al estar estipulada como verdad de lo ocurrido, “hace entender mal las
cosas y tomar malas decisiones a futuro.” (Caballero, 2016).
1
Entrevista publicada el 8 de agosto de 2016 en la revista Semana. Encontrado en
http://www.semana.com/cultura/articulo/entrevista-antonio-caballero-sobre-su-libro-historia-de-colombia-
y-sus-oligarquias/485197
Y en esos recuerdos de quimeras, olvidamos que es la mentalidad de
los criollos, que se refiere a los descendientes de europeos, en especial
españoles, también albergan el talante imperialista, la mentalidad del
colonizador; mentalidad que se ha mantenido independiente del estrato
social. Una evidencia cotidiana de la mentalidad colonial es el racismo
y la discriminación, desde actitudes sutiles hasta extremas
manifestaciones en las relaciones con los demás o ciertos grupos
sociales. Mentalidad colonial que ha venido construyendo nuestra
moral, moral que raya en la reivindicación de las más diversas
patologías como modo práctico en el accionar con el otro, accionar que
se camufla bajo políticas y discursos, para dar cuenta que es la
solapades el eje trasversal de la moralidad que reina en nuestra
sociedad, eje que valida la cruel carnicería en que vivimos, teniendo en
cuenta que la insensibilidad ante la desgracia del otro, ante la injusticia
social, ante los niños y niñas que mueren de hambre diariamente,
también es crueldad. Explica Caballero (2016): “Somos un país racista
y negamos serlo. No hay un país más racista que aquel que niega serlo.
Y eso ha sido influenciado no solo por lo que nos han dicho de nuestra
Historia, sino también por la sociedad. Los medios de comunicación son
continuadores de esa falsa Historia porque nos siguen contando
mentiras de nuestra realidad actual, como que no somos racistas.”.

William Ospina en su escrito “¿Dónde está la franja amarilla? (1996), al


respecto de esa mentalidad colonial nos enseña las constantes
estrategia de opresión y dominación de las clases altas a las menos
favorecidas, del patrón explotador, de las familias poderosas que llenan
de pasiones políticas al pueblo para así aprovecharse de ellos, “Siempre
nos dijeron que la Violencia de los años cincuenta fue una violencia
entre liberales y conservadores. Eso no es cierto. Fue una violencia
entre liberales pobres y conservadores pobres, mientras los ricos y los
poderosos de ambos partidos los azuzaban y financiaban su rencor,
dando muestras de una irresponsabilidad social infinita. La Violencia no
podía ser una iniciativa popular, pues no iba dirigida contra quienes se
lucraron siempre del pueblo. Era más bien la antigua historia de los
pobres matándose unos a otros con el discurso del patrón en los labios.
Una persistente y venenosa fuente de odio fluía de alguna parte y
alimentaba la miseria moral del país. Los dirigentes, esos que todavía
le dictan por la noche a la opinión pública lo que ésta respondía mañana
en las encuestas, simulaban no advertir cuál era la causa, ese desangre
generalizado, y sin dejar de predicar el odio al godo y rojo se quejaban
del salvajismo del pueblo.”.

En el blog “Romper Esquemas”2, hay una referencia de la Violencia en


Colombia a través de fotografías (2013), en el que exponen que la
violencia partidista fue de suma barbarie y violencia, y era, como lo es
en nuestros días, el mecanismo para defender un pensamiento o
postura política, impidiendo la posibilidad de la democracia del
pensamiento, de ahí “surgieron varios sucesos entre la disputa del
poder teniendo como entes culturales y políticos los partidos liberal y
conservador, me refiero a lo cultural, por que trascendió de ser un
contenido netamente pragmático a un contenido de defensa y poder,
viviendo para la guerra que sin dar espera daría aparición a grupos
paramilitares que con violencia iniciaron por masacrar a la población
campesina entre otros, el saldo para entonces era de 14.000 muertos
no todos asociados a las guerrillas, también a las entidades de orden
público o híbridos de fuerza pública llamados “Godos y Cachiporros”
conservadores y liberales, guerrillas como lo eran los “Pájaros y
Chulavitas” Liberales y conservadores también, estos últimos tenían
como fin reprimir a la población campesina con el poder del mandatario
Mariano Ospina y el poder conservador después de la muerte de Jorge
Eliecer Gaitán y la llegada del ultraconservador Laureano Gómez a la
presidencia en 1950 avivaron el conflicto.”. Recomiendan revisar en los
archivos de los 100 años del periódico el Tiempo los enfrentamientos
entre liberales y conservadores dejan masacres y crueldad.

Es precisamente durante los años que precedieron al 9 de abril, aquel


9 de abril de 1948 en que mataron a Jorge Eliecer Gaitán, y dieron
origen a una de las épocas más violentas y sanguinarias de Colombia.
No han pasado más de 100 años, y son historias que parecen 100 años
de soledad, o para mayor precisión, 100 años de desolación; historias
que marcaron la carnicería entre ciudadanos contra otros ciudadanos
por el color de un partido. Por el partidismo se enfrentaron pueblos
contra pueblos, al interior de las ciudades, y así empezaron los primeros
grandes desplazamientos de población fruto de la violencia,
desplazados que yacen en el silencio de los recuerdos deformados.

2
http://romperesquemaspodereimagen.blogspot.com.co/2013/03/violencia-en-colombia-fotografia.html
Así como deformaban con cortes los cuerpos de los enemigos, cortes
que dan nacimiento a la propuesta plástica del artista plástico Julián
Villamizar “Corte de Franela”. Propuesta con la cual invita a evitar la
falta de memoria del colombiano, ese olvido que es recordar mal la
historia, y ese tipo de recuerdos falsos incapacita al colombiano en
general ver un presente con claridad, causado por una herencia
desolada de un pasado que nos dejó los tintes lóbregos del odio y la
pasión enceguecedora del pensamiento polarizado, que además
imposibilitan el tomar decisiones adecuadas para construir un futuro
próspero para nuestro país. Es así como en las pinturas y dibujos
muestra cabros con los cortes que hace un carnicero, colgados de
ganchos para exhibirlos para la venta al público, con corbatas que
resaltan para adornar la crueldad que exhibimos de manera
imperceptible en nuestras relaciones con los demás, pero que van
engalanadas con la lengua de la moral concebida en nuestro país,
lengua que encubre de manera solapada los auténticos intereses para
con los otros y otras, con un corte profundo de insensibilidad y cinismo
para atender de manera efectiva y responsable las problemáticas que
nos avasallan en estos momentos, en los cuales la paz es una situación
de terror para algunos connacionales que se les dificulta cerrar la
carnicería en sus tratos y relaciones con los otros habitantes del país.

Para darle un corte final a la presentación de la propuesta de Julián


Villamizar, reseñare algunos de los nombres de los cortes realizados en
esos años, cortes que siguen estando presente en nuestro presente con
otras formas, como el cortar la salud al pueblo, cortarle los recursos a
la alimentación de los niños y niñas del país, los cortes que siguen
desangrando a los menos favorecidos con la injusticia social, sin dejar
de lado los cortes del racismo y la discriminación, tan cotidianos que se
nos hacen imperceptibles por el filo de la insensibilidad.

“Durante estas matanzas era muy común ver gente asesinada de una
manera “artística”, ya que además de tener el tiro de gracia, les
realizaban diferentes cortes en sus cuerpos para asegurar la muerte de
la persona. Estos cortes se convirtieron en todo un lenguaje de violencia
en donde se cortaban los pechos, las orejas y el pene. También hubo
cortes que recibían nombres en específico, como era el “corte de
corbata” colombiano, este era cuando después de hacer una incisión
profunda en la garganta de la víctima se le sacaba la lengua por ese
mismo lado a manera de corbata, el “corte francés” este se realizaba
cuando se le arrancaba la piel a la víctima mientras esta aún vivía
dejándole al descubierto el cráneo, también habían otros como el “corte
de franela”, el “corte de florero”, el “corte del mico”, etc., las matanzas y
la forma peculiar en que ocurrían era la forma de comunicarle a los
liberales que los conservadores estaban dispuestos a todo.”3 (Blog
“Violencia en Colombia”, Inicios de Violencia, 2008)

Y a continuación una reseña que profundiza desde diversas miradas el


“Corte de Franela”: Una de las formas más típicas de asesinato fueron
los famosos cortes, “en los cuales los victimarios procedían a fraccionar
los cadáveres siguiendo una serie de códigos visuales: corte de franela
(un corte en la base del cuello, como una camiseta); corte de corbata
(se hacía aparecer la lengua a través de un corte en el cuello) y el
macabro corte de florero, en el cual los brazos y piernas eran colocados
en el lugar de la cabeza, en una suerte de perverso “arreglo
floral” (Roca, 2003).

En este orden, es de suponer que, cometido el asesinato, se procediera


a fotografiar a las víctimas a fin de dejar un registro de la sevicia
utilizada que pudiese servir como testimonio para la expansión del
miedo.

El Corte de Franela fue uno de los más dramáticos. Fue inaugurado por
la policía “chulavita” y replicado posteriormente por los “bandoleros
Liberales”. Consistía en cortar los músculos y tendones que sostienen
la cabeza, con el objeto de que ésta se desplazara hacia atrás, dejando
ver un profundo agujero en la zona del esófago. Para llevarlo a cabo,
eran necesarias dos personas, una que sostenía la cabeza hacía atrás
y otra que hacía las incisiones con el machete. El Corte de Florero
aparece citado en el libro La Violencia en Colombia. Sin embargo, no
aparece en ningún otro expediente y, por lo tanto, no fue posible
corroborar su existencia. Consistía en cortar y separar los brazos y las
piernas del tronco, para posteriormente reubicarlos dentro del mismo.
Para ello, era necesario vaciar el tronco de su contenido extrayendo las
vísceras.

3
http://colombiavictimadeviolencia.blogspot.com.co/
Además de implicar una completa manipulación no solo de las
extremidades sino de las partes interiores, este corte produjo una total
transformación del cuerpo humano.

El corte más representativo era el de franela que ya con anterioridad


nombré fue uno de los más repetidos durante ésta época de violencia,
averiguando en otros textos era representativo la inserción de palos en
la zona del degüello. Leyendo el ensayo del doctor Juan Carlos
Guerrero comencé a notar ciertos rasgos antropológicos que me parece
interesante nombrar, el caso de los asesinatos y el nombre de cada uno
de los asesinatos se hacía semejante a los cortes que utilizaban al
sacrificar los animales tales como los ovinos, porcinos y las aves a
continuación adjuntaré parte de un texto. Si la cabeza es el “tuste”,
según el nombre dado a esa parte en el ganado vacuno, o el estómago
es el “buche” y el cuello es el “guacharaco”, según la denominación en
el reino de las aves; los ojos son considerados “la vista” y ésta es regida
por “la niña”, única parte del cuerpo humano que no es nombrada por
asociación con el mundo animal: “La niña de los ojos jugó un papel
central en el contexto de las masacres debido a que los muertos que
quedaban con los ojos abiertos no eran considerados verdaderos
muertos y, por ello, se les propinaba una segunda y hasta una tercera
muerte”(Uribe, 99). Santa Lucía, video-objeto de J.A. Restrepo, 2005
(tomada de Cuerpo Gramatical).

En el corte de franela, formaban parte de las técnicas para que los ojos
no transparentaran un alma viva, como dijo un antropóloga colombiana
“pareciera que matar no basta sino que es preciso lacerar el cuerpo”
(Blair 58).

El corte de franela según la antropóloga María Victoria Uribe que se


refiere a la época donde cabe resaltar que no son para nada
accidentales los nombres de los cortes, dice que la ropa interior era
hecha de franela, esa ropa interior, en el caso de los hombres, dejaba
ver tan sólo los pies y las manos. Y a pesar que esta prenda no fue
utilizada por los campesinos más pobres de aquella época, fue muy
conocida, especialmente porque en sus usos cotidianos afirmaba el
recato y pudor que caracterizaban mediante conductas de la moral
cristiana, representadas en actitudes propiamente puritanas y de
vestido.
Acá es dónde la religión cobra un significado demasiado importante en
el arraigue del campesino y las asociaciones con la pureza de los
cuerpos, el alma y el espíritu. La imagen de la Virgen Dolorosa o Nuestra
Señora de los Dolores que en España es reconocida como la Virgen del
Manto Negro, cuyo nivel de recato es tan severo que sólo deja ver las
manos y el rostro, también esta virgen viste una prenda que cubre el
cuello hasta la altura del mentón, exagerando así la función de la franela
siguiendo la regla religiosa, formológicamente estas figuras en su
mayoría son hechas de yeso y barro, dado que sólo se podía ver el
rostro y las manos, la franela entonces cubriría la ausencia de cuerpo
de la imagen de “la Dolorosa”.”4. (Blog “Romper esquemas”, Violencia
en Colombia Fotografía, 2013).
Julio Andrés Spinel Luna

4
http://romperesquemaspodereimagen.blogspot.com.co/2013/03/violencia-en-colombia-fotografia.html

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