INTRODUCCIÓN
A
“CORTE DE FRANELA – NO HAY AURORA”
No hay Aurora
Para ellos son poco las 600.000 víctimas que ha dejado el conflicto; los
7.000.000 de desplazados internos que han rebasado nuestras
fronteras, la inmensa cantidad de desaparecidos, imposible de
cuantificar por su misma razón de desarraigo de 6.000.000 de hectáreas
(2.000.000 despojadas y 4.000.000 abandonadas).
El Turiferario
RESPECTO
A
“CORTE DE FRANELA”
Colombia:
Un país que sabe llevar la corbata sobre un buen corte.
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http://romperesquemaspodereimagen.blogspot.com.co/2013/03/violencia-en-colombia-fotografia.html
Así como deformaban con cortes los cuerpos de los enemigos, cortes
que dan nacimiento a la propuesta plástica del artista plástico Julián
Villamizar “Corte de Franela”. Propuesta con la cual invita a evitar la
falta de memoria del colombiano, ese olvido que es recordar mal la
historia, y ese tipo de recuerdos falsos incapacita al colombiano en
general ver un presente con claridad, causado por una herencia
desolada de un pasado que nos dejó los tintes lóbregos del odio y la
pasión enceguecedora del pensamiento polarizado, que además
imposibilitan el tomar decisiones adecuadas para construir un futuro
próspero para nuestro país. Es así como en las pinturas y dibujos
muestra cabros con los cortes que hace un carnicero, colgados de
ganchos para exhibirlos para la venta al público, con corbatas que
resaltan para adornar la crueldad que exhibimos de manera
imperceptible en nuestras relaciones con los demás, pero que van
engalanadas con la lengua de la moral concebida en nuestro país,
lengua que encubre de manera solapada los auténticos intereses para
con los otros y otras, con un corte profundo de insensibilidad y cinismo
para atender de manera efectiva y responsable las problemáticas que
nos avasallan en estos momentos, en los cuales la paz es una situación
de terror para algunos connacionales que se les dificulta cerrar la
carnicería en sus tratos y relaciones con los otros habitantes del país.
“Durante estas matanzas era muy común ver gente asesinada de una
manera “artística”, ya que además de tener el tiro de gracia, les
realizaban diferentes cortes en sus cuerpos para asegurar la muerte de
la persona. Estos cortes se convirtieron en todo un lenguaje de violencia
en donde se cortaban los pechos, las orejas y el pene. También hubo
cortes que recibían nombres en específico, como era el “corte de
corbata” colombiano, este era cuando después de hacer una incisión
profunda en la garganta de la víctima se le sacaba la lengua por ese
mismo lado a manera de corbata, el “corte francés” este se realizaba
cuando se le arrancaba la piel a la víctima mientras esta aún vivía
dejándole al descubierto el cráneo, también habían otros como el “corte
de franela”, el “corte de florero”, el “corte del mico”, etc., las matanzas y
la forma peculiar en que ocurrían era la forma de comunicarle a los
liberales que los conservadores estaban dispuestos a todo.”3 (Blog
“Violencia en Colombia”, Inicios de Violencia, 2008)
El Corte de Franela fue uno de los más dramáticos. Fue inaugurado por
la policía “chulavita” y replicado posteriormente por los “bandoleros
Liberales”. Consistía en cortar los músculos y tendones que sostienen
la cabeza, con el objeto de que ésta se desplazara hacia atrás, dejando
ver un profundo agujero en la zona del esófago. Para llevarlo a cabo,
eran necesarias dos personas, una que sostenía la cabeza hacía atrás
y otra que hacía las incisiones con el machete. El Corte de Florero
aparece citado en el libro La Violencia en Colombia. Sin embargo, no
aparece en ningún otro expediente y, por lo tanto, no fue posible
corroborar su existencia. Consistía en cortar y separar los brazos y las
piernas del tronco, para posteriormente reubicarlos dentro del mismo.
Para ello, era necesario vaciar el tronco de su contenido extrayendo las
vísceras.
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Además de implicar una completa manipulación no solo de las
extremidades sino de las partes interiores, este corte produjo una total
transformación del cuerpo humano.
En el corte de franela, formaban parte de las técnicas para que los ojos
no transparentaran un alma viva, como dijo un antropóloga colombiana
“pareciera que matar no basta sino que es preciso lacerar el cuerpo”
(Blair 58).
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