EJEMPLOS
Es triste ver que con mucha frecuencia la gente dice bromas como: “El
dinero no es la felicidad, pero es mejor llorar en un Ferrari”.
Esto genera risas y comentarios graciosos en las redes sociales, pero el
hecho de que exista una broma al respecto dice mucho de cómo el
concepto de felicidad se confunde con el de placer.
De pronto tener el último objeto de moda, el mejor viaje y las
comodidades más lujosas, son sinónimo de felicidad. Y esto no puede
estar más lejos de la realidad.
El placer es una ilusión dependiente del lugar, del tiempo y del espacio.
Además, el placer cambia de naturaleza y muy pronto se convierte en
incomodidad.
¿No me crees? Piensa en esto: una porción de helado de fresa, es
deliciosa y placentera. Dos porciones está bien. Con tres porciones
estamos empalagados y comenzamos a toser por el enfriamiento. Y
aunque nos esforcemos, no llegamos a la quinta porción y nos vamos a
buscar lo siguiente que sea placentero.
Sin duda los objetos materiales y las experiencias relacionadas con el
dinero, promueven un estado de contento. Pero nunca tenemos
suficiente, ya que seguimos en la búsqueda del placer. Un nuevo móvil,
un mejor viaje, un auto más lujoso, una pareja más atractiva, una mejor
experiencia sexual… y la lista sigue hasta la eternidad. Con esto dicho, es
un grave error confundir felicidad con placer.