“Es que soy pelotero, ¿ve usted?, y vengo a jugar con el club de aquí”
se explicó.
Después de aquel jonrón inicial con los Yaquis, Héctor disparó nueve
más con los Naranjeros, y fue el líder de la temporada 60-61. El
primero de siete campeonatos de la especialidad que ganó allí,
incluídos los 26 de su mejor temporada, 1972-´73. En total, dejó el
record de 310 cuadrangulares, promedio al bate de 330, y mil 120
carreras impulsadas. Dos años después de aquel histórico viaje en el
tren Chihuahua-Hermosillo, debutó Espino con los Sultanes de
Monterrey en la otra Liga, la Mexicana (AAA) de Verano. Y tuvo totales
de 453 jonrones, promedio de 335, y mil 573 impulsadas, en dos mil
388 juegos de 23 temporadas, entre 1962 y 1984.
Aniversario 76 de Espino
Nuestra admiración y reconocimiento al más grande
bateador que ha surgido hasta hoy en el béisbol
mexicano.
La Invernal de Sonora
Su primer line up
Lo cierto es que el prospecto Héctor Espino debutó con los
Yaquis de Obregón el domingo 23 de octubre de 1960 en
el desaparecido estadio “Álvaro Obregón” y esta fue la
alineación:
Cambió de dogout
Eradio Burruel, testigo fiel de ese momento, recuerda que
desde el dogout vio cómo Espino se cambió hacia el de
Hermosillo luego de que la directiva del circuito cotejó la
fecha de las firmas hechas por Mauro Contreras y Germán
Liogon.
En la historia del béisbol mexicano, no existe otro jugador que haya acaparado tanto la
atención en las décadas de los años 60’s y 70’s como lo hizo Héctor Espino González;
el nativo de Chihuahua sobresalió en todos los departamentos de bateo de todas las
ligas en que participó. Dueño de una técnica muy especial, el siempre naranjero alcanzó
un porcentaje global de bateo de .330 en la Liga Mexicana del Pacífico en sus 24 años
de trabajo continuo de 1960-61 al 84-85; el más cercano competidor es Matías Carrillo
con .293 en 23 años de labor hasta la temporada 2004-2005, y no hay otro jugador con
2000 o más turnos al bat por encima de los .300. Quienes lo vimos en el diamante
siempre le reconocimos una forma de batear característica que lo llevó a superar la crisis
de los bateadores, esto es, que normalmente hay más respeto de un bateador hacia el
pitcher que del pitcher al bateador… las estadísticas son muy crueles al respecto. En
una ocasión, José Luis “Chito” García manager de los Tigres del México de 1963 a 1979,
comentaba sobre las complicaciones de un bateador: “Es increíble… hay que
sincronizar todo: el cuerpo… desde la cabeza, ¿dónde están los ojos?, el cuello, los
hombros, la cintura, las caderas, las manos, las muñecas… todo hay que sincronizarlo
en unas décimas de segundo… y todavía… si no la ve…. no le dá… ¡pa´ su mecha!....”
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¿Qué hizo Espino que no hacen hoy, como ayer, aquellos que toman un turno al bat?
El bateador en el béisbol es un perdedor… las estadísticas son muy contundentes.
Alguien que afirma batear bien lo hace con un promedio de .300 o más, es decir, si se
para a la caja de bateo 100 veces, en 30 tendrá éxito y logrará acomodarse en alguna
almohadilla, o recorrerlas todas con un cuadrangular; dicho de otra manera, regresará
a la caseta a esperar otra oportunidad en 70 veces después de que recibe los tres
strikes, fue retirado con una jugada en el cuadro, bien con elevados cómodos o difíciles
en el jardín; 70 fallos… ¿no serán demasiados?.
Los Gigantes de San Francisco ganaron la Serie Mundial de la MLB el año pasado
(2014); del roster oficial, solo 3 jugadores rebasaron la mágica cifra de .300 en la
temporada regular: Buster Posey (.311 en 147 juegos), Joe Panik (.305 en 73 juegos)
y Angel Pagan (.300, 96 juegos); el bateo colectivo promedio fue de .255. El líder
bateador en Grandes Ligas fue el venezolano José Altuve con .341, y solo 17 igualaron
o rebasaron la cifra de .300 en una larga lista de más de 240 jugadores que pisaron los
diamantes con regularidad; si son 30 equipos, se da el caso de que hubo 15 clubes que
no tuvieron un bateador arriba de la frontera de .300; San Diego por ejemplo, el peor
equipo con un promedio general de .226 tuvo a Set Smith como su mejor carta con
.266. El mejor en este departamento fue Detroit con .277 en la Liga Americana, mientras
que Colorado en la Nacional llegó a .276 muy similar; a nivel global la Liga Americana
bateó para .253 y la Nacional .249, unos puntos menos debido a que el pitcher toma
el bat en este circuito y es considerado como un out casi por regla. En la Liga Mexicana
del Pacífico, durante la temporada 2013-14 solo 5 jugadores batearon por encima de los
.300 de un mínimo de 72, y el mejor fue Jerry Owens con .361; hubo tres mexicanos
que rebasaron la cifra y de ellos Rolando Acosta ocupó el tercer lugar con .321. Y esto
no es nada nuevo; en la temporada 1964-65 Espino ganó la triple corona de bateo (.382,
25HR, 62CP) y 7 más lograron promedio arriba de .300 que fueron Emilio Sosa (.350),
Arnoldo Castro (.333), Marcelo Juárez (.329), William Berzunza (.315), Moi Camacho
(.313), Ramón Montoya (.313) y Obed Plascencia (.304).
Es bastante probable que Espino descubrió esa forma de batear “con una
mano” cuando de muchacho, como lo hicimos muchos en aquellos tiempos,
bateábamos piedras en el campo con un palo de escoba; debió haberse pasado horas
y horas tratando de perfeccionar el golpeo del bat con las piedras. Y hay razón en ello:
si podemos impulsar a larga distancia una piedra que prácticamente está sin movimiento
al caer verticalmente cuando choca con el palo, imaginemos cómo saldría disparada la
pelota cuando choca frente a frente con la madera; evidentemente la esférica llegará
mucho más lejos.
Esta técnica de quedarse con el bat en la mano después de golpear la pelota es la única
forma de sacar el bat rápidamente para vencer las velocidades de los lanzadores que
poco a poco fueron incrementándose al desarrollarse el béisbol desde los años 60’s,
aunque terminar con las dos manos también fue utilizado por jugadores importantes
como Pete Rose, Ted Williams, Wade Boggs o Joe DiMaggio.Algunos estrellas del
bateo que han tenido gran éxito con este sistema fueron Tony
Gwynn, Rod Carew, Kirby Puckett, Stan Musial o Miguel Cabrera en la actualidad.
Veamos otros ejemplos:
Babe Ruth terminando el swing con las Hank Aaron, al conectar cuadrangular
dos manos en el bat 755
Ted Williams, bateó .406 en Joe Dimaggio, bateó .381 en
1941; .344 en 19 años. 1939; .325 en 13 años
Pete Rose, .303 en 24 años, 4256 hits Mickey Mantle, 536HR, .298 en 18 años
de MLB
Nelson Barrera, 455HR en su carrera Vinicio Castilla, .276 en MLB,
(26 años), 320HR, MLB
.298 Liga Mexicana
Algunos hechos en el campo para Espino aquel año de 1964-1965 con los Naranjeros
de Hermosillo se dan a continuación:
LECTURAS RECOMENDADAS:
http://www.cronicadechihuahua.com/Hector-Espino-el-mejor-beisbolista.html
http://www.elsoldechiapas.com/nota.php?sec=2&id=2571
OBED PLASCENCIA
“Un Vida Dedicada al Béisbol”
Obed nace el 19 de octubre de 1942 bajo el ambiente de las minas y los mares, de los
trenes y los buques en ese continuo movimiento de máquinas y olas en este pequeño
poblado donde ya estaba rodando la pelota sobre los diamantes de béisbol. Pero
tiempos traen otros tiempos y la compañía empieza a despedirse de Santa Rosalía en
el año de 1954. Obed comenta: “Aquel año de 1954 fue muy triste para nosotros; al
suspender actividades la compañía mi familia tuvo que emigrar a Guaymas; todavía
recuerdo aquella tarde cuando esperábamos con nuestras pertenencias nuestro turno
para ser embarcados rumbo a Sonora y despedirnos con la más profunda tristeza del
lugar donde viví los primeros 12 años de mi existencia”.
Por aquellos años Guaymas vivía una buena época; había empleo a través de las
famosas Cooperativas implementadas en parte por Don Abelardo L. Rodríguez y
además el mar aún producía mucho marisco, de tal forma que poco a poco la
familia Plascencia Verdugo se abrió camino, como otras tantas, en la dura faena del
trabajo digno y ejemplar. A los años vemos a Obed trabajando en una Hielería; “el hielo
era muy importante porque no había cuartos refrigerados como ahora; en aquel
entonces, por ejemplo, se tendía una capa de hielo triturado, luego venía otra capa del
marisco, otra capa de hielo y así sucesivamente para mantener fresco y en buen estado
la pesca del día; los barcos requerían de mucho hielo y los pesados lingotes teníamos
que moverlos con las tijeras para llevarlos a las máquinas trituradoras… era una faena
realmente agotadora pero que al final de cuentas nos permitió hacer mucho músculo
con un ejercicio inevitable”.
Por aquellos años de 1960 la Liga Invernal de Sonora estaba en plena consolidación;
los equipos de Hermosillo, Guaymas, Empalme y Obregón iniciaban una nueva
aventura en el béisbol profesional después de la fallida Liga de la Costa del Pacífico,
donde tantas luminarias de la pelota y el bat participaron, pero que la postre no pudo
sostenerse por los altos salarios que devengaban y las escasas entradas en malas
temporadas de los clubes participantes tanto de Sinaloa como de Sonora. En el
transcurso del partido, un sigiloso automóvil de la Policía Federal de Caminos se hizo
presente en el partido a corta distancia según Obed: “… todos nos miramos con cierto
recelo… ¿a quién andarán buscando?... ¿Qué haría el delincuente?... ¿estará aquí en
el juego?. Pronto las preguntas tendrían respuesta. Al terminar el juego, que perdimos
por cierto, se nos acercó el Comandante Sr. Don Guillermo Lozano y nos dijo: -tú Vicente
(Romo), Obed (Plascencia), René (Alvarez) y Angel (Montaño), pasen mañana al
Estadio para entrevistarse con Manuel Magallón”. Resultó ser que el Sr. Lozano era
accionista del club Ostioneros de Guaymas y andaba reclutando jugadores para
complementar el Club; la noticia llenó de alegría a aquellos jovencitos que nunca se
imaginaron que el béisbol de paga les tocaría la puerta.
Manuel Magallón
Pronto llegaría el primer juego, el del debut para los jovencitos que empezaban la difícil
carrera de beisbolista. “Recuerdo que nos tocó debutar tanto a Romo como a mí en el
mismo juego allá en Empalme; el tercera base de Guaymas era Armando Murillo y de
pronto salió lastimado de un tobillo siendo retirado del encuentro, dándome la
instrucción Magallón de que tomara la tercera base. Con Romo sucedió lo mismo ya
que él entró sustituyendo a Emilio Ferrer, el abridor del juego, al ser tocado por un fuerte
batazo. Así es como iniciamos los dos este largo camino de pelotero”.
Vicente Romo pudo terminar la temporada con el club en forma brillante y pronto firmó
contrato con los Tigres del México para iniciar una carrera que lo llevaría a Grandes
Ligas por varios años. Pero Obed tuvo un momento desafortunado; “Magallón tenía
acondicionado un pequeño espacio con aserrín para amortiguar las barridas durante el
entrenamiento al que fui sometido para mejorar este asunto tan importante para un
pelotero; tuve la mala fortuna de no controlar adecuadamente mis pies y sufrí una
torcedura inoportuna que me dejó enyesado por varias semanas… ahí perdí mi primera
temporada”. De cualquier forma durante el tiempo que permaneció en
activo, Plascencia logró demostrar sus facultades y merecieron el interés de varios
buscadores que se fijaron en su talento.
Héctor Espino, Obed Plascencia y Felipe Montemayor
Después de que Obed estuvo en buenas condiciones para jugar de nuevo, fue invitado
a participar en la Liga Norte de Sonora con el club de Puerto Peñasco para la temporada
de 1962, y sucedió que en Cananea tuvo un encuentro interesante con el famoso
buscador “Corito” Varona de los Tigres del México; “… fue un día domingo jugando un
doble partido, donde por cierto tuve la fortuna de conectar cuatro dobletes, cuando
Varona se me acerca para invitarme a cenar a la que acepté gustoso. Estando en el
restaurante del Hotel Central, “Corito” inmediatamente presenta sus condiciones: -mira
muchacho, TÚ NO SABES JUGAR, así es que nosotros te vamos a enseñar, te vamos
a capacitar correctamente y como eres novato, pues te ofrezco un contrato por $1,200
pesos. A un lado de nuestra mesa, detrás de Varona estaban mis compañeros de equipo
Marco Antonio Manzo y Eradio Burruel, quienes escucharon la conversación y me
hicieron señas de que no le hiciera caso; y así lo hice, presenté mis evasivas y Corito
insistía… bueno, pues te daré $1500 pesos… no se lo hemos dado a ningún novato
todavía… tienes que aceptarlo.. tú no sabes aún jugar… eres muy joven. Los
muchachos insistían en que me negara a todo lo que Varona me decía moviendo sus
dedos de aquí como si fueran parabrisas. Varona aumentó la cantidad hasta $3,500
pesos y tampoco lo acepté. Se levantó enojado de la silla, bastante molesto en el
momento en que se da cuenta de la presencia de mis asesores, a quienes regañó…
¡ah… con que ustedes son los que están entorpeciendo las cosas… no!... se
levantó.. tomó su sombrerito y salió furioso. Eradio y “el cieguito” Manzo se rieron y me
dijeron que tuviera confianza… -si ya te echaron el ojo van a regresar-. Al día siguiente,
ya en mi casa (vivía en un vagón de ferrocarril adaptado con mi compañero Pilar
Camacho allá en Puerto Peñasco), llegó un joven con el contrato: $4000 pesos con el
recado de que es todo lo que pueden ofrecer por un novato, y nunca lo hemos hecho”.
Pronto despertó el interés de los buscadores de talento, y para el verano de 1962 vemos
a Romo con los Tigres de Aguascalientes en la extinta Liga Central Mexicana de Verano;
ganó 8 y perdió 9 con 4.47 de PCLA; regresa a Sonora de nuevo con Ostioneros y en
el invierno gana una decena de victorias a cambio de 8 reveses y 4.25PCLA tomando
participación en 24 juegos y 117 innings lanzados; al año siguiente acumuló 17 victorias
de las 40 de su equipo, la cifra más alta en una temporada de invierno para el derecho
de Baja California. Romo realizó un trabajo suficiente para despertar el interés de los
buscadores y para el verano de 1965 lo vemos con Portland Beavers de la Liga de la
Costa del Pacífico sucursal de los Indios de Cleveland, donde logró 2 victorias y 5
derrotas con 4.50 de PCLA; regresó ahí mismo en 1967 pero no tuvo mucha fortuna al
ganar 3 y perder 11 con 4.25PCLA, después de que en 1966 lograra 17-7 y 2.41 con los
Tigres del México, números que contribuyeron en gran manera a que el equipo capitalino
se llevara el campeonato haciendo gran pareja en el montículo con otro inmortal de la
pelota mexicana, José Peña, quien por cierto lo superó con dos triunfos más.
Las Grandes Ligas llegaron para Vicente en 1968 con los Dodgers de Los Angeles en
la ciudad Californiana y en contra de los Mets de Nueva York, aunque participó en un
solo encuentro en labores de relevo; fue la noche del 11 de abril de 1968 cuando entró
por el abridor Luis Alcaraz; enfrentó a Jerry Grote en la novena entrada aceptándole un
sencillo al jardín izquierdo; el pitcher Koosman llega quieto en error del mismo Romo al
recoger un toque y tirar mal a segunda base; Harrelson es dominado en rola al segunda
forzando a Koosman y Grote pasa a tercera, desde donde anota con fly de sacrificio
de Boswell al jardín central; Agee termina la entrada con rola al short stop entregando
a Harrelson en segunda. Así pues, el sueño americano había cruzado a la realidad:
Romo estaba en la gran carpa.
Debido a la regla V de los “drafts” de 1967, el bajacaliforniano regresó a los Indios de
Cleveland con quienes logró una campaña excelente ese 1968 al ganar 5 y perder 3 con
12 salvamentos y un porcentaje de carreras limpias sorprendente de 1.60, 84-1/3 de
entradas y 44 hits; parte de ese año estuvo también con los
Portland Beavers acumulando 4 victorias y 3 reveses con un aceptable 3.16PCLA. Al
parecer las cosas iban mejorando cada vez más para Romo, sin embargo en los años
siguientes pasaría por varias novenas sin consolidarse en la Liga Mayor: pasa a los
Medias Rojas de Boston en abril de 1969; Boston lo cambia a los Medias Blancas de
Chicago en marzo de 1971; en octubre de 1972 es negociado ahora con los Padres de
San Diego quienes lo dejan libre en la primavera de 1975; no logra más de dos años
con un equipo entre 1969 y 1975.
Con Boston logró sus mejores números al ganar 14 y perder 12, (7-9, 3.18) y (7-3,4.08)
entre 1969 y 1970; salvó 17 juegos, ponchó a 160 contrarios y regaló 93 pasaportes;
comenzó 21 juegos y participó en 100 de 324, es decir, aproximadamente pisó el
montículo en uno de cada tres partidos durante dos años; en 1969 Boston quedó en
tercer lugar del Este de la Liga Americana a 22 juegos del Orioles; en 1970 se mantuvo
en la misma posición y casi con la misma distancia de los oropéndolas (21 juegos). En
1969 después de Sparky Lyle quien participó en 71 juegos, Romo le siguió con 52
aunque el primero lanzó menos con 102.2 entradas contra 127.1 del mexicano.
Para 1971 Vicente cambia de medias y se las pone blancas con Chicago que también
es un club de media tabla; en esa ocasión ganó 2 y perdió 2 con 3.38PCLA en 45 juegos
siempre en labores de relevista bajo el mando de Chuck Tanner, quien tampoco le
prestó mucho la bola teniendo de compañeros a los conocidos Rich Hinton y
Dennis O´Toole. Para 1972 jugó menos lanzando las costuras en 28 encuentros, ganó
3 y no perdió con 3.31 de PCLA en un club que tenía en sus filas al también mexicano
Cecilio Acosta. Para los siguientes dos años el bajacaliforniano Romo toma maletas y
se va a San Diego; en 1973 ganó 2 y perdió 3 con 3.70PCLA en 49 juegos; al año
siguiente lanzó 5 juegos más, quedó con marca de 5-5 y 4.56PCLA, más alto de lo
acostumbrado en un club que terminó a 42 juegos del primer lugar Los Angeles; ese
año fue el peor equipo de todo Grandes Ligas.
En realidad son pocas estas líneas para describir tan siquiera brevemente la gran obra
de Romo en el béisbol; no hay mucos que hayan lanzado tanto como él, en tantos
lugares y con tantos equipos que bien vale la pena un libro completo de su vida
deportiva; el 6 de diciembre del 2011 fue retirado su número 27 del Equipo Tomateros
de Culiacán, un hecho que debería repetirse en todos los clubes de la Liga Mexicana
del Pacífico ahora que se cumplen 70 años de béisbol en el noroeste de México, algo
así como ocurrió con el gran bateador mexicano Héctor Espino. El 22 de noviembre del
2011 fue retirado el número 24 del equipo de Yaquis de Ciudad Obregón así como el
número 11 de su hermano Enrique; Vicente fue exaltado al Salón de la Fama del Béisbol
Mexicano en 1992.
Después de este pequeño análisis nos queda una gran pregunta por contestar:
¿Porqué Romo nunca fue considerado como un abridor consistente en Grandes Ligas?;
la respuesta parece dibujarla en una reciente entrevista cuando comentó: “…no me
tocaron las grandes bolsas que se pagan ahora, ni la apertura que vino a poner fin al
racismo que se daba en Grandes Ligas, apertura que se la debemos a un sonorense…
al gran zurdo Fernando Valenzuela”. En los años 60’s aún las puertas no estaban
abiertas completamente al jugador latino, sin embargo algunos equipos empezaban a
ocupar sus diamantes con brillantes elementos de habla hispana como el dominicano
Juan Marichal (1960-75), el puertoriqueño Roberto Clemente (1955-72) o el venezolano
Luis Aparicio (1956,73) entre otros. Indudablemente que Romo tuvo momentos
brillantes en las Grandes Ligas, como aquella blanqueada de 5-0 en contra de los
Orioles de Baltimore quienes ese año quedarían Campeones de la Liga Americana,
temporada en la que completó 4 de 11 juegos, ponchó a 89 contrarios y tuvo un PCL de
3.13 bastante aceptable; Culp y Nagy terminaron 9 y 7 juegos en 32 y 33 comienzos y
entre los dos tuvieron 3 blanqueadas.
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Siete años después de su retiro de Grandes Ligas, el 2 de junio de 1982 Vicente entra
al relevo en la novena entrada por los Dodgers que ganaban 7-6 en Pittsburgh; retira a
Thompson pero otorga dos pasaportes a Easler y Stargell; Montañez conecta sencillo
corto al izquierdo para llenar las almohadillas, momento en que Tom Niedenfuer entra
al relevo, Nicosia recibe los 3 strikes pero Peña consigue el hit de una victoria que se le
va de las manos a la gente de TomLasorda. Vicente recibe la oportunidad de abrir el día
2 de julio contra los Astros en Los Angeles, permite 3 hits en 5 entradas en un partido
que termina en derrota para Dodgers 4-1. Romo le dice adiós a las Grandes Ligas con
un triunfo admirable de 2 carreras por 1 en contra de Expos de Montreal el día 19 de
Julio de 1982 cuando ya pisaba sus 40 años; aceptó 3 hits en 7 entradas, ponchó a 6,
otorgó una base por bolas y aunque Steve Howe recibe una carrera en la novena, logra
preservar el triunfo al mexicano.
Nuevos brazos están llenando los libros de estadísticas, pero hay alguien que seguirá
brillando por mucho tiempo y que logró cautivar no solo al público que aplaudía sus
disparos al plato, sino a los mismos compañeros que sentían la seguridad de que su
pitcher los llevaría a la novena entrada con una buena oportunidad para alcanzar la
victoria, ese es Vicente Romo Navarro. En una ocasión que lanzó de refuerzo con
Hermosillo, Romo abrió el primer partido y salió sin decisión después de ir ganando 4-1
en la octava; inició el quinto y salió expulsado del montículo con 6 carreras en la misma
primera entrada en un juego que enfrentó a su hermano Enrique; con la serie a favor de
Yaquis de Ciudad Obregón 3-2 ese año de 1976, Hermosillo iguala los cartones con una
victoria de “Pancho” Barrios 6-0 en el Valle del Yaqui; se llega el partido final por el
campeonato que comienza Rich Hinton dejando el partido ganado 2-0 en el octavo
inning, un out y hombre en primera; el derecho bajacaliforniano retira los últimos 5
tercios de manera consecutiva y la celebración comienza para un campeonato más de
Hermosillo…. “Cananea” Reyes, el manager naranjero, sabía quién era Romo y le confió
los outs más importantes de la temporada.
Estadística de Vicente Romo en la Liga Mexicana del Pacífico