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amilia ampliada El concepto de plena y donacién total, sin pedir nada a cambio. La huella del Dios Trino no solamente en cada una de las criatu- xas, sino también en la relacién de la pa- reja, permite verificar el empefio que los esposos han asumido al expresar la vida de ambos como donacién total, plena, hasta el don de sf, para permitir la pre- sencia visible del frate del amor. Esta presencia continuaré siendo testigo de una gratuidad de donacién y de acepta- cién, la cual es superada solo por Ja ten- si6n de saber donarse atin més. Aunque pueda parecer paraddjico, so- bre todo en un contexto cultural como el actual, que entiende la libertad como una prerrogativa que roza el Ifmite con Ja arbitrariedad, en esta forma de la fa- milia se encuentra el fundamento de la verdadera libertad, que permite a cada uno el concebirse libre, ya que se es determinado solo por una eleccién de amor que se traduce en donacién y oblacién. Es alrededor del concepto de libertad donde se condensan las incon- gruencias mas fuertes; las cuales tocan no solo la identidad de la familia, sino la misma realidad personal y social. Lo corrobora siempre con fuerza Juan Pa- blo I cuando eseribe: «En la base de estos fenédmenos negativos se encuentra a menudo una corrupcién de la idea y de la experiencia de la libertad, conce- bida no como la capacidad de realizar la verdad del proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia, sino como fuerza auténoma de autoafirmacién, no raramente contra los demés, y en orden al propio bienestar» (Familiaris con- sortio, 6). En este sentido, es impor- tante desarrollar un pensamiento que sepa fundar y argumentar el ejercicio de la libertad genuina dentro de la fa- milia a partir de la realidad del amor. 369: EAM crenanay cAmaio CUTUARL Una particularidad del texto paulino per- mite mostrar una ulterior caracterfstica de Ia concepcién del amor conyugal, que es profecia en el actual contexto cultural. Mientras al marido se le pide que ame a la propia mujer como a sf mismo, a la mujer el Apéstol le pide que «respete> al propio marido. A primera vista podria parecer humillante para la esposa, pero nada esté mas distante en el pensa- miento de Pablo que una interpretacién como esta. E] respetar tiene un valor se- méntico determinante, significa «mirar en profundidad», en la intimidad. A la esposa se le pide que sepa mirar en pro- fundidad, para poder cumplir siempre aquello que es el bien de su esposo. En otras palabras, se esté ante una ulterior manifestacién del amor, que no es sola- mente donacién plena, sino también biis- queda sincera de todo aquello que per- mita el bien y la realizacién de la persona amada. Es una llamada a una atencién permanente hacia la persona amada, a fin de que nunca sea sustrafda de la esfera de un progreso real para su vida y, consiguientemente, para la reali- zacién de la vida familiar. Se deduce asf un tltimo elemento que permite percibir al amor conyugal como vida que no conoce ocaso. La vida es el evangelio que la familia testimonia. Es este, en definitiva, el anuncio que la Iglesia cumple en un contexto a menudo marcado por una cultura de muerte: «La vida se ha hecho visible y nosotros so- mos testigos» (1 Jn 1, 2). £1 misterio del Hijo de Dios que nace de Marfa, la es- posa de José, permite percibir el sentido profundo de la transmisién de la vida, que tiene su principio y origen en Dios mismo. En un contexto cultural como el actual, donde el hombre vive Ja tentacién de la omnipotencia, porque se ilusiona con ser el duefio de la vida, de poderla dar y quitar a su gusto, los cristianos son 370 FAMILIA CRISTIANA Y CAMBIO CULTURAL el signo de que la vida tiene un cardcter inviolable y sagrado, ya que es un don exclusivo del Dios creador. La vida no es un experimento de labora- torio, sino una expresién de trascenden- cia, en la cual el amor hace percibir el misterio de la participacién con el acto creador del nico Padre. En este sentido, la fecundidad del amor cristiano sabe asumir en sf misma también el sufri- miento por la renuncia a poder procrear, cuando la misma es dada por el Ifmite de da naturaleza. Esta fecundidad herida, de hecho, puede expresarse en una plurali- dad de formas, que son expresiones rea- les de maternidad y paternidad respon- sables. La experiencia del propio limite se convierte en fuerza para desbordar en formas de donacién ante la pobreza y la soledad que el egofsmo del mundo a me- nudo impone. Esta fecundidad toma el rostro de una procreacién diferente, mas no por ello menos amorosa, y se trans- forma en instrumento de salvacién para tantos que no tendrian posibilidad al- guna de experimentar el amor de una fa- milia. Una procreacién que sea contraria a toda posibilidad inscripta en el propio cuerpo diffcilmente puede ser recono- cida como amor; al contrario, pone en evidencia un egoismo latente que no acepta el propio limite e impone la pro- pia voluntad como criterio de posesién y Juicio ético. Marfa, verdadera esposa y verdadera ma- dre, da al mundo al autor de la misma vida; plenamente hijo, Jestis ensefia a sus padres que la tinica cosa necesaria en la vida es fijar la mirada sobre la vo- luntad del Padre que est4 en los cielos (Le 8, 21), Una circularidad impresio- nante que no conoce contradiccién; mientras Marfa y José ensefian a Jestis a ser hijo de este mundo, él les ensefia a ellos cdma ser hijos de Dios. Encontra- mos en la casa de Nazaret el arquetipo FAMILIA CRISTIANA ¥ CAMBIO CULTURAL. sobre el cual conjugar la vida de una yerdadera familia. Para decirlo con pala- bras de Pablo VI: «La casa de Nazaret es da escuela en la cual se comienza a com- prender la vida de Jess, es decir, la es- cuela del Evangelio. Aqui se aprende a observar, a escuchar, a meditar, a pe- netrar el significado profundo y miste- rioso de la manifestacién simple, hu- milde y bella del Hijo de Dios. Tal vez, también aprendemos, casi sin darnos cuenta, a imitar... Aqui todo tiene una voz, todo un significado... Aqui com- prendemos el modo de vivir en familia. Nazaret nos recuerda qué es la familia, qué es la comunién de amor, su belleza austera y simple, su cardcter sagrado e inviolable»*. Tiene su morada en esta casa de Nazaret el silencio que es la forma privilegiada de la contemplacién del misterio. Este es un gran signo de nuestros tiempos, que, mientras multipli- can las palabras y el ruida, se sienten, sin embargo, atrafdos por el silencio porque perciben su necesidad. E] estupor ante el silencio es fuente y manantial de nuevas formas de conocimiento, por medio de las cuales meditar el contenido de la fe. LA MARAVILLA COMO _RESPUES' ‘A A pesar de las distintas expresiones con- trarias, el mundo espera el testimonio de la familia cristiana. De algtin modo, lo pide, porque quiere concretizar un mo- * Panto VI, Discurso letda en Nazaret, 5 enero 1964. FMA CRISHARAY CAMEO CLATURAL, delo, un amor granftico, fundado sobre la roca de la fe, que no conoce dificultad al- guna que sea insuperable. En el ban- quete de las bodas de Cand, Jestis da ini- cio al primero de sus signos; la reaccién de sus discfpulos fue la de creer en él (Jn 2, 11). «Creer en» es una construccién sintactica particular, con la cual se busca mostrar la relacién dindmica en el creci- miento de la fe mediante una relacién in- terpersonal con el Sefior. Este acto de abandono en él est determinado por la confianza y la cerleza de su presencia en medio de nosotros. La responsabilidad de Ja familia cristiana en este momento de profundo cambio cultural, consiste, por lo tanto, en saber construir un modelo nuevo de vida. «Familia, conviértete en aquello que eres» (Familiaris consortio, 17) es el empefio que los creyentes asu- men en este momento histérico. El miste- rio de la familia que hasta hoy deslumbra y atrae, busca ser contemplado con mara- villa y estupor. Los nuevos caminos por recorrer ¥ proponer piden un esfuerzo particular de empefio cultural. Los cris- tianos, mientras se esfuerzan en proponer nuevas sendas que recorrer en el futuro, no deben dejar de lado el empefiarse en el presente, para que aquello qe ha mar- cado progreso y desarrollo en la sociedad pueda ser conservado sin alteracién. La identidad de la familia cristiana seré tanto mds eficaz cuanto mas se mantenga viva la memoria de un pasado rico de tes- timonios de familias santas, que han an- clado sus vidas en la fe en una Palabra que se mantiene viva en el curso de los siglos (cf. Hb 4, 12). Rino Fisichella BY familia, economia “y pobreza : {Cmo se puede promover la estabilidad de la familia en el plano econdmico, en un mundo cada vez mds complejo, tecnoldgico y globalizado, en el que los poderes piiblicos, las empre- sas y los organismos han asumido algunas de sus funciones econdmicas de manera no siem- pre satisfactoria? El autor examina las causas que reducen los procesos de los cambios eco- némicos a una mera mecdnica formal de mercado. Tras un andlisis de las causas del ‘agravamiento de la pobreza en la familia, se seftala la importancia de la propia familia en ja contribucién al capital social basado en la confianza, la seguridad, la cooperacisn y el eonocimiento de los hdbitos ajenos, que favorecen transacciones econdmicas domésticas y ‘externas mas equiltbradas y eficientes a favor de los contrayentes y, eventualmente, de la fa- milia, en vez de recurrir a una estricta mecdnica formal de mercado. Finalmente, el autor propone como remedio, ademds del recurso a métodos tradicionales, como las estrategias de relanzamiento econdmico, sobre todo una adecuada politica econdmica para la familia, que no se limita a un tipo de asistencialismo del bienestar dirigido a las “familias pobres, sino que consiste en la promocién de la familia como sujeto de la politica econémica. La familia estd llamada a participar en la elaboracién de las politicas econdmicas a favor de la propia familia, y con este objetivo hay que estimular la promocién de una cultura de la familia (7 Capital humano y pobreza; Economia doméstica; Familia y democracia; Familia y desa- rrollo sostenible; Familia y principio de subsidiariedad; Familia y privatizacién; Nuevo modelo de «Estado de bienestar>; Nuevo paradigma de salud). gencias de los individuos y de la colecti- vidad en su conjunto. La historia pasada y reciente indica que algunas funciones econdmicas de 1a fa- FAMILIA Y ECONOMIA: UN BINOMIO INSEPARABLE Familia y sistema econémico estan estre- ‘chamente relacionados. Por un lado, las familias ejercen funciones de consumo, produceién y ahorro, inversi6n, oferta de mano de obra; por otro lado, se esperan del sistema econdémico un conjunto de servicios, ptiblices y privados, reales y potenciales, para desarrollar al maximo nivel estas funciones tan delicadas. Solo cuando los dos aspectos ofrecen un co- rrecto equilibrio y estén en completa si- nergia, experimenta el sistema econd- tico procesos de desarrollo duraderos, que satisfacen al mismo tiempo las exi- milia las asumen los poderes piiblicos, las empresas, los organismos interme- dios con resultados, como poco, insatis- factorios y, en algunos casos, decepcio- nantes. Sin excluir las motivaciones politicas, religiosas, ideoldgicas o de otro tipo, las causas fundamentales del fené- meno recordado deben buscarse en la escasez de bienes y servicios asignados a las familias por la mecdnica del mercado y por la intervencién de los poderes pti- blicos. Sobre todo, una porcién no ade- cuada de Ja renta nacional se distribuye B73 FAMILIA, ECONOMIA Y POBREZA Frain €coNoMia powReZA de manera completamente inaceptable. Ademés, sobre las familias recae el peso de los ajustes por situaciones de infla- cidn, crisis de empleo, hacienda ptiblica, que ya ro son sostenibles. Las funciones econémicas de las fami- lias se ven fuertemente modificadas por los procesos de crecimiento, estanca- miento 0 regresién que se han venido su- cediendo en la economia mundial desde €épocas muy antiguas. El panorama que se va a trazar aqui se refiere a la familia en los pafses con renta alla, que se las tienen que ver hoy con una coyuntura particularmente desfavorable, una acu- sada competitividad internacional y un mercado de trabajo muy débil, en el que se concede siempre mucho mas lugar a la mecdnica de mercado. Por consiguiente, se esté muy lejos de jas condiciones caracterfsticas de gran parte del periodo de la posguerra, por la presencia de dos fenémenos f4cilmente documentables: por un lado, a partir de los afios 90, los procesos de crecimiento arduo y desequilibrado, con aumento del aro, congelacién de los salarios reales, lexibilizacién del mercado laboral y perturbaciones financieras a nivel in- terno y mundial; por otro, la crisis fiscal del Estado, que ‘obliga @.una gravosa im- posicién a las familias y, al mismo tiempo, impide el recurso a medidas di- rectas ¢ indirectas de ayuda a su favor’. Pesan sobre las familias los costes de la nueva situacion, a través de un menor + Es diffcil valorar cud de los fenémenos antes eitados ha influide mas en las familias y, en consecuencia, sobre su capacidad para desezrollar effeazmente tas més impor- lantes funciones econémicas. No hay duda, sin embargo, de que el mayor peso ha reeaido em las farnilias con ren- tas mas bajas, que estén en los umbrales de la pobreza, alargan la duracién del paro jovenil y ven cada vea més problemética la partiefpacién de las mujeres en el tra- bajo formal. 374 consumo de bienes y servicios, desem- pleo de algunos de sus miembros, reduc- cién de los gastos de ensefianza y salud y dlesagradables cambios de sector y geo- graficos. En paises mds atrasados (1.000-2.000 délares al afio por cada miembro del nti- cleo familiar), la situacién es todavia mas grave: la familia, extensa por nalu- raleza y base hasta ahora de la produc- cién agraria y alimentaria, sufre fuertes contragolpes por la apertura de los mer- cados y por la competitividad. A la ele- vada tasa de fecundidad se une un nivel de mortalidad infantil igualmente ele- vado, sin ayudas por parte del sector pi- blico, que recurre con frecuencia a las actividades rurales para financiar el pro- ceso de desarrollo urbano. Se asiste asf a una continua hemorragia de los mejores, que procuran irse a las grandes ciudades y, en ocasiones, emigran a pafses mas le- Janos. El deterioro del ambiente natural (desertizacién, deforestacién, desérde- nes hidro-geolégicos, etc.), el estallido de enfermedades devastadoras (como el SIDA), los conflictos étnicos que dege- neran en guerras civiles, exigen una obra de colaboracién internacional (como «Millennium Development Road») para controlar la situacién’. * Para estos paises, el Millennium Development Goals (MGDs) de las Naciones Unidas prevé doblar Ia ayuda econéimica en el perfodo 2000-2015. Antes del ditimo atio deben alcanzarse siete objetivos de desarrollo, debi- damente cuantificados con abjetivos especificos: emadi- cacién del hambre y de la pobreza extrema, extensiGn de, la ensefanza primaria a todos los jovenes, promecién de la igualdad de sexos, reduecién de !a mortalidad infantil, mejoxa de la salud de las madres, lucha contra el SIDA y otras enfermedades, y garantias para el desarrollo soste- nible, Més informes en WORLD BANK, Global Develop- ment Finance, 2002 (Washington 2008) cap. 4, «Strengt- hening Official Financial Support for Developing Countries». FAMILIA, ECONOMIA Y POBREZA El panorama, por el contrario, esté. mejo- rando en los pafses en vias de desarrollo (3.000-8.000 délares al afio per capita), qunque, en este caso, el signilicativo au- iiento de la renta media viene acompa- jiado muchas veces de una gran dispari- dad entre las familias, por efecto de la mecanica de mercado y por una serie de trastornos debidos al paso del campo a la ciudad, de la produceién familiar a la ca- pitalista, de relaciones informales y de confianza a relaciones impersonales y basadas en el mero célculo econémico’. En los pafses que antes eran socialistas se observa una situacién completamente peculiar. A comienzos de los afios 90 pa- saron de un sistema planificado a uno basado en la descentralizacién de las de- gisiones y en la apertura al mercado inundial. la situacién de las familias ha empeorado notablemente, al caer con ra- pidez la red de seguridad que, aunque sada y discriminatoria, garantizaba a te poblacién bienes y servicios funda- mentales (colegio, bienes basicos, vi- vienda, trabajo, asistencia sanitaria, etc.) gratuitamente o a precios administrati- yos. Solamente ahora ta situacién esta mejorando, aunque los aspectos positi- #No hay que olvidar, sin embargo, que se exigen a Ja far tilia grandes esfuerzos para financiar el proceso de de- sairollo, para proporcionar meno de obra a fa industeali- vacién urbana, para canalizar las inversiones hacia ‘actividades productivas ditigidas al mercado exterior, et- ‘eétera, Contzariamente.@ lo acurrido en la primera fase del desarrollo econémico de la posguerra (aiios 50), muy ocos estudios actuales demuestran los costes sopotta dos por las familias en 6] curso de los extracrdinarios procesos de desarrollo (pensemos en lo ocurride en China, Ia india y otros pafses asidticos). En muchos as- pects, ia obra cldsica al respecto, en la que se sefialan dlaratente tas relaciones de interdependencia entre as- Pectos econsmicos, demogrdficos y familiares, sigue siendo A. J. Coaue - E. M. Hoover, Population Growth and Economic Development in Low-Income Countries (Princeton University Press, Princeton 1958) Fastan, Boonouta BREA vos se asocian a desequilibrios, inestabi- lidad, rupturas del vineulo, todas elias situaciones tipicas de los pafses mds avanzados*. La gran extensién de los problemas re- lativos a la familia y la comprensién de su enorme relevancia para la economia han sido tan fuertes, que llevaron a de- clarar el afio 1994 como Afio Interna~ cional de la familia. Ciertamente, nos encontramos ante una fase que parece minar desde los cimientos el insustitui- ble papel de la familia en el desarrollo de las personas y de la colectividad. In- cluso cuando las evidentes dificultades se interpretaran como el necesario, si bien doloroso, trénsito hacia una nueva, y no menos importante, posicién de la familia en el mundo post-mo- derno, no cabe duda de que es necesa- rio investigar en distintas direcciones, muy relacionadas entre sf. Es necesaria, en primer lugar, una re- flexién teérica que se detenga en el papel que la familia tendré que desem- pefiar en un mundo cada vez més com- plejo, tecnolégico, interdependiente y globalizado; y que lo haga, no en abs- tracto 0 con prejuicios, sino contando con la fidedigna documentacién de lo “También en los procesos dle transicién, los costes sufti- dos por les femilias han sido enormes, pero, afortunada- mente, se puede disponer de estudios estadisticos preci- sos que permiten comparar las situaciones de una economnta socialista con las basadas en el mecanisimo del mercado, No obstante, se le han devuelto la familia al- aguas funciones fundamentales, en relacién, por ejer- plo, con la educacién de los hijos, con la eleccién de la actividad productive con la posibitidad de cambios de localidad, etc., aunque, obviamente, comprometidas por la dificil situacién econémica. Una visién cuantitativa de Ja situzeién de los pafses socialistas se puede encontrar en Jos indicadores del desarrollo husano (que incluyen, ademds de la tasa de crecimiento, aspectos sociales, educativos, sanitarios, etc.), presentados anualmente en ULN.D.P, Human Development Report (Washington). 375 Fran coonowiny roeneza que esta ocurriendo, con encuestas de gran alcance y con el andlisis de los presupuestos familiares®. Los poderes pliblicos, después, tienen que abandonar la tesis, demasiado f4cil y cémoda, de que la familia es un organismo que se adapta por sf mismo, por lo que se debe considerar superflua y/o perjudicial cualquier intervencién de fuera. La salvaguarda de la autonomfa de la fa- milia también en el aspecto econdémico no excluye la necesidad de medidas piiblicas encaminadas a ayudar a la familia para que asuma mejor sus obligaciones en un mundo en profunda transformacién. Los CONDICIONANTES DE LA POBREZA. Las situaciones cada vez més generaliza- das de pobreza (y de desigual distribu- cign della renta) privan a un amplio pon centaje de familias de los recursos necesarios para valorar su capacidad de produccién, consumo e inversién. La we reza de las familias no afecta solo a los efectos devastadores en la calidad de vida de sus miembros, con los consi- guientes abandonos familiares, enferme- dades graves y trastornos mentales, No hay que omitir los efectos de la pobreza en las funciones econémicas que las fa- milias desarrollan en el plano produc- * Esta obra no puede llevarse a cabo més que en equipo, contando, ademas de con los economistas, con socislo~ 208, estadisticos, psicélogos, juristas, demégrafos,filéso- os sociales y tedlogos. Cuando Inego se pasa del anlisis a la formulacién de propuestas concretas, el trabajo se hace mucho més complejo, pues la accién a favor de las familias debe unitse al conjunte de politicas econémicas para Hegat a un compromiso razonable entre los distintos objetivos (educativos, de defensa, infraestructurales, productivos, ete, 376 FAMILIA, ECONOMIA Y POBREZA, tivo, de consumo y educativo. Desgracia- damente, no es posible todavia examinar cémo se distribuye la pobreza de las fa- milias en sectores y territorios, el ni- mero de miembros, su edad, la distancia de los umbrales de renta aceptables, la persistencia del fendmeno, ete.®. Una vez medida la amplitud de la pobreza de las familias, queda todayfa por saber si y por qué motivos esta situacién tiende a agra- varse con el tiempo, ya que, ademds de los aspectos coyunturales, acttian facto- res de naturaleza estructural como la globalizacién, el urbanismo, la tecnolo- gia de la informacién, la aparicién de nuevas formas de consumo y otros ele- mentos mas. La funcién més seriamente amenazada en las situaciones de pobreza debe bus- carse en la reduccién del ntimero de hi- jos por familia, que no suele compensar jas muertes, por lo cual, si se excluyen los movimientos migratorios, la pobla- cién de las economias industrializadas disminuye. La relacién entre aumento de Ja pobreza y ntimero de hijos no es, sin “‘Tradicionalmente, los estudios sobre la pobreza se re- fieten a personas individuales (método -head-count» 0 poverty gap») o bien agrupadas por regiones o sectores productivos, cuyas informaciones sirven para numerosas objetivos de Ja més diversa naturaleza. Guando la po- breza se mide por familias (eon estudios weross section» y stime series»), aumentan las dificultades, por la impre~ cisa definicion del sujeto, la escaser de la documenta- ida estadistica y el cacdcter no comparativo de los da- tos. Al respecto, se pueden consultar los interesantes ensayos ce M. Ravaltzon - S, CHEN, «What Can Survey Data Tell Us About Recent Changes in Distribution and Poverty?»: Review of Economics and Statistics (1998) 258-265; H. Le L, Souiny - H. Zou, «lixplaining In- ternational Intertemporal Variations in Income Inequa- Tityo: The Bzonomic Journal (1998) 1-18; P. Conser -D. Douiak, «Can the World Cut Poverty in Half? How Po- licy Reform and Elfective Aid Can Meet International Development Goals»: World Development (noviembre 2001). FAMILIA, ECONOMIA Y POBREZA embargo, en absoluto lineal’. En los paf- ses en vias de desarrollo el namero de hijos de las familias pobres es elevado, pues los hijos enseguida se incorporan al proceso productivo, con la esperanza de su contribucién al bienestar, algo rela- tivo en realidad, de la familia. Pero lo cierto es que, en nuesiros paises, la con- clusion. es distinta. Aqui, la pobreza se da en familias que antes gozaban de un cierto nivel de renta, al que habfan adap- tado sus necesidades y su consumo. Puesto que la disminucién de la renta no ede asegurar ese nivel de vida, se pre- fiere reducir el ntimero de hijos, o se re- trasa su nacimiento, con la esperanza -muchas veces vana— de tiempos econd- micamente mejores’. La verdad es que el elemento determinante no es tanto la disminucién de la renta del momento, como la creciente incertidumbre sobre la cantidad de bienes y servicios que se puedan adguirir en el futuro, asf como sobre las dificultades para insertar a los 7 Las teortas econémicas de la fertilidad consiguen expli- car este fendmeno con la reduceién de la venta, mayores costes de educacién de los hijos, mayores oportunidades de ganancia de sus miembros, ausencia de servicios pui- blicos, etc. Con una cierta tergiversacion, el andlisis eco- némico llega a considerar también algunos de las aspec- tos psicolégieos que han llevado a la reduceién de la fertilidad como, por ejemplo, las expectativas pesimistas, la incertidumbre del futuro, ote. Los estudios més deta- lados al respecte son ios de las fecundas obras de G. $ Becxer, «On the Interaction Between the Quantity and Quality of Children»: Journal of Political Economy {1973}; «A Reformation of the Economic Theory of Ferti- lity»: Quarterly Journal of Economics {febrero 1988}; «Family Economies and Macrobehaviours: American Economic Review {n” 1, 1988); «Fertility and the Eco- omy: Journal of Population Economics (1992). * Lg intraducei6n de las variaciones coyunturales en el andlisis a largo plazo es, sin embergo, algo discutible, si bien puede justificarse, por ejemplo, con la capacidad de Jas familias para extrapolar correctamente de los hechos presentes las tendencias fururas. Fawain, econovln ecenezn hijos en el mundo laboral, sobre las du- das de su itinerario formativo, sobre la necesidad de emigrar a ciudades y pai- ses desconocidos. Un segundo aspecto que se debe exami- nar atentamente se refiere a los efectos que la disminucién de la renta tiene en una de las tareas fundamentales de 1a fa- milia, dotar a sus propios miembros (pero sobre todo a sus hijos) del capital humano indispensable para desarrollar cualquier actividad de consumo o de roduccién’. No cabe duda de que una familia en una relativa/ absoluta pobreza. dedica a la educacién de sus miembros uma suma de recursos insuficientes para garantizar un adecuado bagaje de cono- cimientos; de ahi la certidambre casi to- tal de que, en el futuro, los hijos tendran, ademés de un salario inferior, peores condiciones de trabajo, destinos mas in- cémodos y muchas posibilidades de se- guir en el paro mucho tiempo. La educa- cién, tanto la formal como la informal (estancias en el extranjero para aprender otros idiomas, gastos médicos, etc.), de- termina para los hijos condiciones de co- nocimiento y de salud que les acompa- 7 £1 papel del capital humano es fundamental para la comprensién de los procesos de desarrollo, como se ve en los abundantes anslisis, tl, por ejemplo, G. GLoost - B, Ravisunat, «Public Versus Private Investinent in Hur- man Capital and Product Variety»: European Economie Review (1992) 818-834; N, G. Mankiw - D. Roxter - D. N. Wert, «A Contribution of the Empiries of Beonomic Growth»: Quarterly Journal of Economies (1992) 407- 432; J. Bexnanmn - Mi, Setece1, «The Role of Human Ca- pital in Economie Development: Evidence from Aggte~ gate Cross-Country Data»: Journal of Monetary Economics (1994) 143-174. Aunque el capital humane lo proporcionan tarobién muchas entidades educativas ex- trafamiliares, el papel de las familias ¢s esencial, con sux vigilancia de les entidades educativas, oon su forja de la persona, con el preestablecimiento de estrategias de en- sefianza y con la disposicién de las necesarias finan- ciaciones. 377 FAMILIA, ECONOMIA Y POBREZA Fan EOONOMAY POBREZA fiaran toda la vida. En la actualidad, més que en los tiltimos decenios, el capital humano tiene creciente importancia a la hora de insertarse en el mundo laboral. Pero solo las familias pueden dar a los Jovenes las ensefianzas especializadas que a los poderes ptiblicos les resulta més diffeil proporcionar. Los efectos de la pobreza son todavia més evidentes cuando la familia realiza en su interior una actividad productiva". No solo se hace mas problemética la adecuacién de los instrumentos de pro- duccién al necesario nivel teenaldgico, sino que también corren riesgo las finan- ciaciones para la produccién corriente. Al quedar fuera de su aleance el sistema de financiacién formal, las necesidades financieras de la familia (y, por tanto, de la empresa familiar) ceden muchas veces a formas de préstamo con usura. El dete- tioro de las condiciones de financiacién supone, para mantener el nivel anterior de consumo por lo menos durante un cierto tiempo, endeudamiento, la cesién del patrimonio inmueble o bien, en el mejor de los casos, descuidar las indis- pensables obras de mantenimiento. Los efectos de la pobreza desbordan de la renta al patrimonio, por lo que la familia no puede contar ya con la aportacién ex- traordinaria de esos bienes inmobilia- tios, muchas veces modestos, acumula- El papel de la familia en la empresa familiar artesana, agzicola, comercial, etc.) ha sido siempre objeto de estu- dio, pues se corresponde con ia realidad més evidente, como se ve claramente en J.D. LecatLion, «iconorata domestica», an AA, VV, Lexicon (Ediciones Palabra, Madrid 2003) 311-319, que distingue entre economia doméstica, produccién doméstica y economta de la famni- Jia. Queda por estudiar el andlisis del nuevo papel de las familias en les modernas formas de produccién, como los teleoperadores, el trabajo desde casa, actividades profe- sionales innovadoras, actividades avanzadas del sector tereiario, ele. 378 dos para la vejez o para situaciones futu- ras € infaustas, tras largos afios de ahorro de las generaciones precedentes y que son el sfmbolo evidente de la continui- dad econémica de las familias. Una funcién de la familia poco valorada hasta hace pocos afios es la generaliza- cién de las normas, actitudes, costum- bres que permiten a cualquier sociedad basarse en la confianza, en la coopera- cién y en el conocimiento de las actitu- des ajenas''. En estas situaciones, las transacciones econémicas pueden darse * El papel del capital social se introdujo recientemente en el andlisis econdmico, partiendo de la contribucién fundamental de R. Purwaa, Making Democracy Work: Civic Traditions in Mader. aly Princeton University Press, Princeton 1993) y J. S. Covemay, «Social Capital in the Creation of Human Capital», en American Journal of Sociology (1988) y del mismo autor, Foundations of Social Theory (Harvard University Press, Cambridge (Wfass.) 1990), Junto al papel det eapital social hay que afiadir la importancia redescubierta de lus instituciones cen el desarrollo de la vida econémica y en fe realizacin de las potencialidades de desarrollo, eomo postula un gran fildn tedrico, euyo maximo representante es 0, Wi tuastson, The Economie Institution of Capitalism (Bree Press, New York 1985) y D. C. Nowrit, Institutions, Istitu- tional Change and Economic Performance (Cambridge University Press, Cambridge (U.K.}, 1990), y, del mismo autor, «[nstitutions», en Jaxanal of Economic Perspectives {invierno 1991), Estos dos nuevos filones de pensamiento estén muy ligados, de diversos modos, # las funciones econémicas de las familias, tanto las de tipo tradicional en las sociedades arcaicas, como las de immpronta mo- derna en la economfa de la tecnologia de la informecién. Naturalmente, el capital social que se desarrolla dentro de un grupo (por ejemplo, familia) puede determinar también efectos econémicos completamente discutibles, camo, por ejemplo, el eierre hacia otros grapos, la forraa- cin de clanes exclusives, le concentracién en la selida- rided interna, la dismiinucién de los estimulos competiti vos, ete.: véase A. PORTE. Lanai, «The Downside of Social Capital»: The American Prospects, (1996) y Ponte - J. Sexsensrenwer, «Embeddedness and Tn gration: Notes on the Social Determinants of Economics Action»: American Journal of Sociology (1993) con mayor eficacia, menos costes, sin in- termediarios y se anula en gran parte la incertidumbre de los resultados, al me- nos en lo relativo a las actitudes de los individuos. Asf pues, la familia es el Ju- gar pensado para hacer madurar en sus miembros actitudes de confianza y segu- sidad y para extender estas actitudes también fuera de ella. Es fundamental convencer a los jévenes de que manten- gan una correccién formal y sustancial en Jas transacciones dentro y fuera de la familia, de que consideren las transac- ciones domésticas y externas como juego con saldo positive, par el que ambas par- tes pueden ganar, de que consideren du- raderas las relaciones econémicas en las que el engafio, a la larga, no compensa. Sin embargo, el empeoramiento de las si- tuaciones de renta tiende a reducir el proceso de formacién de este capital so- cial y a utilizar métodos mas formales, basados en la estricta mecdnica de mer- cado, abandonando lo que se considera como la utopia de la cooperacién de les objetives comunes, del respeto de las re- glas no formalizadas. La paradoja de esta situacién es que, en situaciones distintas ala de abundancia, vale mas un esfuerzo colectivo de saneamiento de la situacién que la suma de muchos esfuerzos par- ticulares”, Por desgracia, para Ja mayo- ria, una via atomista, individual, perso- Dicho aspecto puede explicarse ficitmente: el capital social facilita la comprensi6n y previsién de las actitudes de los demés sujetos econémivos. Ante una voluntad ex- presa o irmplicita de cooperacién, las otzas familias eo- rresponden, por lo que los momentos de accién comin se amplfan a toda la colectividad. Por esta razén, esta forma de capital se lama también recurso moral, como lo desa~ uroila, por ejemplo, A. Hinscinian, Getuing Ahead Collec tively: Grassroots Orgunisations in Latin America (Perga- aon Press, New York 1984); F, Fuxtyasta, Trusts, The Social Virtues and the Creation of Prosperity (Hamish Hamilton, London 1995). FAMILIA, ECONOMIA Y POBREZA FMA ECONCMIAY poeREZA nal, permitirfa alcanzar con la mayor ta- idez una salida, aunque fuera a costa de os demds individues. El instinto de con- seryacién, la lucha por la vida, los prin- cipios de seleccién natural predominan, por consiguiente, sobre una actitud mds cooperativa, colectiva, solidaria, que la familia ha dado y puede dar. La familia desempefia, desde siempre, un papel de amortizacién, en el sentido de que los cambios en la distribucién entre las di- versas generaciones permiten una cierta equiparacion de las situaciones econd- micas". Asi, una generacién puede dejar a la otra una cuota de capital mobiliario junto a un conjunto de hahilidades técni- cas, directivas y de reglas de conducta validas todavia hoy". Dentro de la familia, a una primera fase en la que los sujetos son los padres, si- gue una segunda fase en la que son los * Probablerente, en el pasado dicha forme ce redistri- uci dentro de la familia era una eapecie de estado de hienestar social implicito, euyos Iimites son, sin eme Dargo, evidentes. Sin embargo, hay que recordar cémo también el més complejo y mejor estrueterado Estado de bienestar social no logra abordar todas las dificultades que una familia encuentra a lo Jargo de su existencia, Por es, a fancién de amortiguador social de ia familia, tras tun periodo de eclipse durante e) perfode de eclosién de J posguerra, tiende ahora a verse revalorizada * Bl andlisis de los efectos econémicos de la herencia en sociedades complejas tiene pocos afis, y ya se pueden comprobar sus resultados. Cobra impartancia ereciente, ‘se anafizan los sistemas ideados, los decenios anterio- es para gorautizar a todos fos trabajadores pensiones adecuadas, y que tienden, por el contratio, eomo recurso, la acunmilacién del ahosro, con la adquisicién, por ejemplo, de actives financieros. Sin pretensiones de en- ear en un discurso ampli, el deseo de dejar a los hijos una parte del patrimonio acamntado en Ja vida laboral leva consige un aumento de Ja propensién al trabajo, al shorro, etc, de los distintos miembros de la familia, pero, sobre todlo, de los padres. Hay que resolver siem- pre, claro esté, la evidente disyuntiva entre ofrecer a los hijjos una edueacién superior o dejar como herencia un patrimionio més elevado 379. FAMILIA, ECONOMIA Y POBREZA Fay Boonomaveconsen hijos los que contribuyen al bienestar de los padres. Si es verdad que este cambio es particularmente titil en el terreno afectivo, no es menos cierto que su valor econémico es importante. Sin embargo, cuando las condiciones de la familia em- peoran, este cambio generacional puede darse a su vez, pero con mayor dificul- tad. Los mas jévenes no logran devolver lo que tuvieron en la juventud. Su renta es apenas suficiente y el tiempo emplea- do para cuidar de los padres cuesta cada vez mas caro. Un dltimo aspecto, infravalorado casi siempre, se refiere al fenémeno de la po- breza, no entre las familias, sino dentro de las familias. En las familias tradicio- nales de nuestros pafses (padre, madre e hijos) existen grandes diferencias enla distribucién de los recursos entre sus miembros y esia distribucién casi nunca es éptima, si se juzga a largo plazo™. Es frecuente, y es sin duda la peor situa- cién, que los bijos leven la mayor carga de la pobreza (que, en este caso, les acompafiara toda la vida), mientras que los padres (con mucha frecuencia, el pa- dre) logran superar las situaciones més dificiles, tal vez comiendo en el trabajo, con la solidaridad en el puesto de tra- bajo, etc. El recorte del gasto familiar no se da en los alimentos, sino en el presu- puesto para la educacién: de esta forma se priva a los jévenes del bagaje indis- pensable para insertarse con facilidad en El anilisis de le distribueién de fos recursos dentro de le familia esté en sus comienzos, pero ya presenta un ele- vado indice de originalidad y precisién. Cada vez se tiene més en cuenta el peso del undlisis de la realidad a la predisposicién de actuaciones de politica econdmica que deben centcarse, no en la familia considerada glo- balmente, sino, hasta donde sea posible, en sus miem- bros (por ejemplo, por medio de la media pensién esco- Jar, bonos para la compra de libros de texto, colonias de vacaciones, etc) 380 Ja actividad laboral. Los estudios sobre la situacién de pobreza dentro de la fa- milia son especialmente importantes en Jos paises en vias de desarrollo (y, sobre todo, en las economias menos avanza- das), donde se niega a los hijos jévenes, de facto, si no de iure, la mfnima escola- rizacién, y se les utiliza come mano de obra indispensable en las empresas fa- miliares’® Las hijas se encuentran en una situacién peor atin, porque su activi- dad econémica tropieza con serios obs- téculos, ademas de por las tradiciones y tabiies locales, por el desarrollo de los agotadores trabajos domésticos, por el cuidado de los miembros més pequefios y los mas ancianos de la familia y por su Incorporacién a las actividades producti- vas extrafamiliares (comercio, textiles, cerdmica, etc.), DiricuttaDEs ANADIDAS AL DESARROLLO DE LAS FUNCION! ECONOMICAS DE LAS FAMILIAS A la pobreza que aumenta el estado de incomodidad de la familia se suman otras causas igual de importantes, las re- Jativas a las caracterfsticas estructurales de los sistemas econémicos avanzados. La apremiante dinamica de los sistemas econémicos modernos impone a las fami- 48 Bstd todavia desarcollandose una micvo-econometria de las decisiones y de los ajustes que, sin embargo, al menos hasta ahora, interesa en especial a las empresas, pero que soguramente esté destinada a llegar también a las familias. Sin embargo, no hay que omitir intenciona- damente las grandes dificultades de Jos estudios empiti- cos referidos a las familias, no solo por la carencia de medios, también por la gran variedad de las situeciones y las dificultades y, muchas veces, las incapacidades de los entrevistados para responder coneretamente a las preguntas, FAMILIA, ECONOMIA Y POBREZA jas inmersas en ellos un largo proceso jeadaptacién. Resulta curioso que estas jransformaciones estructurales se anali- gen en sus aspectos macroeconémicos, mientras que son muy pocos los estudios microecondmicos, ya que se considera a las familias, una vex més, flexibles y ca- paces de adaptacién. También en este caso, las adaptaciones y los relativos postes serfan mas faciles y menos costo- 50s, si se pudiera intervenir con una po- Itica econédmica encaminada, no ya a contrastar las modificaciones, sino a do- tara las familias de una mayor capaci- dad de respuesta. El primer factor que dificulta la decisién de fas familias se refiere al cardcter va- riable del cuadro macroeconémico, de Jos contextos sectoriales y territoriales y del més tfpico nticleo familiar. Las previ- siones, incluso a largo plazo, sobre pre- cios, salarios y empleo determinan varia~ bles fundamentales para la familia, como el conjunto de las rentas, el poder adqui- sitivo, el valor del patrimonio inmobilia- rio-y mobiliario y més cosas. Estas infor- maciones son muy importantes, aunque se refieren a opciones irreversibles. Pen- semos en las consecuencias, para la fa- tilia y para toda la economfa, de las de- cisiones que afectan a la orientacién académica de los hijos, a las migraciones hacia la ciudad, al mantenimiento de wa actividad a tiempo parcial. Por des- gracia, dichas decisiones se toman mu- chas veces a ciegas, con la ayuda de fac- tores tradicionales 0 de informaciones no confirmadas, por lo que los resultados son solo casualmente eficaces. Se hace necesaria entonces una red in- formativa eficaz, continua y correcta. Esta red, no obstante, no es suficiente. Hay que saber leer los datos, interpretar- los, extrapolarlos, y esto es algo que re- basa las posibilidades de una familia normal. Una red en la que la utilidad de Five, ecoonty BOBREEA los servicios de orientacién que presta, presente a las familias los efectos su- puestos, a un plazo mas o menos largo, de las decisiones fundamentales en el te- rreno econémico. En los cases en que las decisiones de la familia fueran clara- mente diffciles, los poderes puiblicos tie- nen que ir mas alld del mero consejo y ofrecer ayudas, facilidades e incentivos para favorecer las decisiones de mayor complejidad. Un segundo factor de gran importancia afecta a los procesos de urbanizacién. que amontonan en territories muchas ve- ces desolados a familias que habian en- contrado mucho tiempo atrés su equili- brio en los pueblos. El aumento de las remuneraciones, la mayor libertad de eleccién, las oportunidades de una mejor educacién y formacién obligan, dia tras dia, a tomar decisiones repentinas y rele- vantes que no tienen nada que ver con la vida originaria. La tradicién no puede ayudar en este caso y las decisiones de jas familias serdn tanto mas eficaces cuanto mejor sepan descubrir las carac- teristicas de la futura vida econémica. Es importante sefialar que se trata de un conjunto de opciones estrechamente vin- culadas, por lo que basta un error para que incida de modo bastante sensible en las condiciones de las familias. Por tiltimo, no se puede dejar de lado una de las caracterfsticas mas destaca- das de las sociedades modernas, es de- cir, la estrecha interdependencia de las decisiones. En el pasado, las decisiones de las familias, que inclufan casi siem- pre una actividad agricola y artesanal auténoma, eran en gran parle indepen- dientes. El resultado de las decisiones de una familia apenas se vefa influen- ciado por las decisiones de las demés fa- milias. La situacién actual presenta importantes modificaciones en dos direcciones im- 381 FAMILIA, ECONOMIA Y¥ POBREZA smn Fagin, EDOKOMIAY POBREZA portantes. Por un lado, se constata un fe- némeno de imitacién de las decisiones, muchas veces, de familias acomodadas, muy conocidas y divulgadas: el consumo de alimentos, ropa, diversiones, viajes, no parece corresponder a la renta y/o al poder adquisitivo de muchas familias. ‘or otra parte, la interdependencia entre las decisiones invierte el resultado espe- rado, que, muy bueno al comienzo, te- suita un fracaso, cuando se generaliza en muchas familias. De esta forma, las fa- milias que canalizan de forma masiva a sus hijos hacia formas concretas de en- sefianza o a facultades concretas, favore- cen los moyimientos migratorios hacia la ciudad, el abandono de las tradicionales estructuras de produccién y las inversio- nes financieras en titulos de riesgo. De- cisiones éptimas para una persona resul- tan ineficaces cuando las toma un conjunto de personas. Un elemento que siempre suscita discu- siones es el redescubrimiento del mer- cado. No cabe duda de que también 1a fa- milia obtiene beneficios directos indirectos, cuando no se ve sustituida ni por el poder de las empresas ni por el pre- dominio de los poderes piblicos. En las elapas hist6ricas precedentes a la revolu- cin industrial (pero también después), las funciones econémicas de la familia su- frieron las consecuencias de una relacién errénea entre los principales agentes de la econom{a. El mercado debe corregirse, y no solo en el plano macroeconémico y sectorial, sino también por los reflejos macroeconémicos que afectan més direc- tamente a la familia. As{, el mercado de la vivienda residencial debe reflejar la de- manda y la oferta de todos los agentes, y no solo Jos intereses de las grandes socie- dades inmobiliarias, que frecuentemente restringen artificialmente la oferta, invier- ten para especular y alejan el mercado del alcance de las familias. 382 A la misma conclusién se llega con los servicios a las familias y, sobre todo, a los miembros que necesitan mds ayuda (nifios y ancianos). Esta plenamente jus- tificada en este sector la concesién de espacio a los particulares para empren- der actividades nuevas, fundar estructu- ras nuevas y experimentar tipos de ges- tién nuevos. Las experiencias llevadas a cabo pueden luego ser aprovechadas también por los poderes publicos, que, sin embargo, tienen el eber de interve- nir subsidiariamente, con la oferta de servicios en condiciones y modalidades ue la mecdnica de mercado, por mu- chas razones, no puede ofrecer. Un tiltimo aspecto se refiere a la revoly- cién en la tecnologia de la informacién, ue esta llevando a un cambio drastico de nuestras condiciones de vida, indivi- dual y social, y no salo en lo econémico. No pretendemos describir la reaccién de Ja familia ni el aprovechamiento que po- dra hacer de las nuevas posibilidades de informacién. Pero se puede afirmar que Ja familia solo puede obtener ventajas, pues la informacién esté disponible al momento, a un coste asequible y sin de- pendencia de la dimensién del usuario. EL aprovechamiento de los resultados de la tecnologia de la informacién depende, no tanto de la disponibilidad de los ins- trumentos técnicos (software y hardware a precios asequibles) como de la capaci- dad de procesar los dates, de lograr la in- formacién necesaria y tomar las corres- ondientes decisiones. i se emplean como diversién, los me- dios de comunicacién modernos no ofre- cen especial dificultad (si acaso, se po- dré discutir el valor de este uso). Las conclusiones se invierten si sirven como guia para decisiones fundamentales que exigen habilidad y experiencia mucho més complejas. Existe, ademas, el pro- blema de la «divisoria digital» entre fa- SL PAMILIA, ECONOMIA Y POBREZA mnilias de distinta condicién econémica, ar lo que la tecnologia de la informa- eién puede convertirse en un instru- mento inconsciente de empeoramiento de las condiciones originales. También en este caso, el Estado y las entidades iblicas deben proporcionar instrumen- tos: informaticos al conjunto de las fami- lias y poner en la red todas las informa- ciones indispensables para orientar hacia decisiones conscientes, Una POLITICA PARA LA FAMILIA Y CONTRA LA POBREZA Los andlisis precedentes requieren la vo- -luntad de perseguir hasta el final objeti- yos de lucha contra la pobreza y de apoyo a las familias. La batalla es doble: jor un lado hay que limitar la pobreza, aendequiera que se dé, con los métodos tradicionales de la politica econémica; por otra parte, hay que poner en préctica una politica econémica que permita sal- vaguardar las funciones esenciales de la familia. El primer punto es central, pues una polftica para la familia presupone la salida de las situaciones de profundo de- séquilibrio en los sistemas econémicos". Las posibles soluciones que hay que adoptar son muy variadas, segtin cada si- tuacién. Baste recordar las estrategias de relanzamiento macroeconémico (politi- cas monetarias, fiscales y de valores), las reformas estructurales (de la administra- cién publica, de la competitividad, etc.}, las intervenciones por sectores (de la dos los paises han puesto en marcha una serie de in- tervenciones para reducir las situaciones de pobreza, es- tructeral o coyuntural. Mas ollé del nocesatio apaye de la tenla, hay que lograr que las familias encuentzen condi- iones mas favorables para activar sus posibilidades de pattioipacin activa en la vida evonémica. Freon EOOHGLAK EPORREZA agricultura, de los servicios, de la indus- tria), la flexibilizacién de los diversos mercados (de trabajo, del crédito, ete.). Con independencia de Jas medidas adoptadas, hay que evitar que el mayor peso de las adaptaciones caiga sobre las familias, aunque les corresponde a ellas una parte importante de los costes por asumiz, Alreducir el gasto piiblico, se debe pres- tar especial atencién a la parte més es- tratégica para las familias, la de la sani- dad, a educacién primaria, la crianza de los hijos. A su vez, la politica monetaria debe evitar que el aumento de la tasa de interés rompa el equilibrio econdmico de Jas familias abrumadas por una fuerte deuda por la compra de la primera vi- vienda, No hay que olvidar que las inter- venciones de reequilibrio macroeconé- mico, que discriminan a la familia, son mucho més injustas, ya que las causas de los desequilibrios por corregir no se Je pueden atribuir a ella. El auténtico debate no se refiere a la po- Iitica econémica, en general, sino en concreto a la politica econémica para la familia’, Esta polftica no ha encontrado atin una adecuada sistematizacién ted- rica, y en la practica tampoco se inserta con pleno derecho en el instrumental ge- neral. Antes de presentar las distintas clases de intervencién, es preciso destacar al- gunas dificultades instrumeniales para aphicar una adecuada, eficaz y duradera olftica para la familia. Bn muchos casos, favorecer a la familia quiere decir, de una manera u otra, echar mano de los recursos ptblicos, ya se trate de reducir la carga fiscal o de ofre- " La definicién de politica econémica para la familia da ugar a varias eomplicaciones, ce muestra siempre cott« tovertida y @ veoes se evite 0 50 hide, 383, FAMILIA, ECONOMIA Y POBREZA Jos objetivos sin obtener consecuencias desfavorables. Las formas técnicas de las rovisiones a favor de las familias son, por tanto, un argumento de gran interés, todavia no suficientemente estudiado ni experimentado®. El suministro en térmi- nos reales (bienes y servicios), a pesar de ser la mejor solucién, presenta no pocas flificultades de realizacin y notables ‘Gostes de gestion. A contrariis, las medi- dag monetarias, a pesar de poderse reali- zat més fécilmente y de poderse adaptar ‘alas necesidades de las familias, pueden ‘dar lugar a desviacién de fondos y a em- plearlos en fines distintos a los planea- dos. Se trata de decidir si la contribu- cin, real o monetaria, debe darse a los miembros individuales de la familia (j6- ‘yenes, ancianos, etc.) 0 bien al conjunto familiar, dejando a la familia la distribu- cién de lo obtenido. La ayuda ha de ser continua, debe darse ‘cuando se cumplen las condiciones nece- sarias y no depender de las condiciones de la zona o de fas entidades ptblicas, cen- trales y locales. No se excluye, es mas, es completamente deseable, que se concedan algunas ayudas a las familias solo en las dcasiones de mayor necesidad. Un aspecto importante es el que se refiere ala entidad encargada de satisfacer las necesidades familiares: a mayor descen- tralizacién de la mecdnica, mayor conse- ‘cucién de los objetivos. Se hace necesario, per ello, la participacién de la familia en ja determinacién de las necesidades, de ~ los objetivos y de los instrumentos de las * Los problemas, apenas setialados aqut, relativos a los instramentos de intervencién exigirfan un tratamiento muy distinto y vienen determinados, en gran parte, por el ‘marco normative, pot los «estilos» de polftica econé- nica, por Ja presencia de formas alternativas de asisten- cia, por las resistencias psicolégicas de las familias, asf ‘como, desde luego, por sus caracterfsticas estructurales © (tenta, nivel de estudios, ubicaci6n geogrdfica, ete.). Fanta BcOnENIAY FaRAEZA politicas que la favorecen, cosa que puede ocurrir, sobre todo, si la entidad stninis: tradora mantiene una relacién de proximi- dad con el potencial usuario. Seria de de- sear que, al menos en el caso de determinados servicios, la entidad piiblica se limitara a algunas lineas generales y proporcionara el necesario asesoramiento téenico y juridico e intervencién finan- ciera, Le libertad de los organismos semi- ptiblicos, de las organizaciones interme- dias, de las formas cooperativas y de otras formas que mejor saben entender las nece- sidades de la familia, ha de ser la maxima. Las dificultades enunciadas son reales y no merece la pena ocultarlas 0 minimizar- las. Sin embargo, hay dos observaciones que permiten, a la vez, valorar mejor su validez y superar las dificultades surgidas. En primer lugar, la presencia innegable de diftcultades y limites no debe servir de excusa cémoda para abstenerse de cualquier interveneién. De ser asf, ha- bria que evitar la ejecucién de cualquier intervencién de los poderes pablicos en la vida econémica que procure corregir, aun minimamente, el funcionamiento de Ja mecdnica de mercado. Una confirma- cién valida de la necesidad de intervenir se puede lograr, por ambas partes, a par- tir de las politicas favorables a las pe- quefias y medianas empresas que, en ciertos aspectos, se pueden umir a las fa- milias. En segundo lugar, al concretar la estrate- gia mas adecuada de politica econémica, al presentar las intervenciones menores y al planificar los métodos de control, es in- dispensable tener en cuenta las respues- tas de las familias, muchas veces y erré- neamente, tildadas de oportunistas. Conviene recordar que, en el caso de que los beneficiarios se den cuenta de que la politica econémica favorable a la familia esta bien equilibrada, no es discriminato- ria, a largo plazo, sabran, sin duda, res= 385 FAMILIA, ECONOMIA Y POBREZA Foam, ScoNonsn POBREZA onder de manera positiva, reduciendo as infracciones a cifras insignificantes. Es imposible ofrecer, en esta exposicién, un anilisis detallado sobre lo que se debe hacer. Es suficiente, no obstante, reflexio- nar sobre algunas intervenciones para tra- zar perspectivas, mejor que concretar las acciones una por una. Ademés de la ayuda econémica, se trata de proporcionar servicios de atencién y de asistencia a la primera infancia, prestar especial atencién a la inquietud de la adolescencia, salvaguardar los derechos de los ancianos y de los que no se valen por sf solos, conciliar Ja vida familiar y el trahajo, llevar a cabo politicas de vivienda y de proteceién del ahorro y, por ultimo, reforzar las intervenciones para las fami- lias extracomunitarias. Todo esto queda lejos del bienestar asistencialista, que no tiene en cuenta en su integridad la vitali- dad y el papel positivo de la familia, y le- jos también del paradigma economicista, que afirma que basta con una ayuda eco- némica (un impuesto negativo, en pala- bras de M. Friedman) para asentar el ins- tituto familiar sobre bases modernas. Las politicas para la familia pasan siem- pre por los poderes locales, con formas in- geniosas de implicacién de los sujetos asistidos y de su participacién también en las decisiones més dificiles y complejas. En muchas comunidades se ha legado a establecer un conjunto de actuaciones que, sin ser exhaustivas, permiten abor- dar los problemas de la familia en su inte~ gridad. Dicha agenda consta de diversos puntos, coordinados entre sf para formar un cuadro suficientemente representativo; mds en concreto, se quiere estimular la promocién de una cultura de la familia con el fin de animar a las propias familias a redescubrir su papel fundamental, ana- lizar las familias en su continuo devenir con estudios deiallados de igualdad fami- liar, representar y hacer participar a las 386 familias asociadas por medio de una e¢ sulta, preparar actividades de formacién para las parejas y para la familia aprove- chando a los profesionales residentes en la zona; promover y apoyar Ja maternidad (en condiciones desfavorables, preven- cién del aborto, embarazos de riesgo, aco- ida temporal de las madres, asistencia dlomiciliaria, etc.) y la paternidad; poner en practica politicas de vivienda (reserva de una cuota de casas, control del mer- cado de alquiler, espacios necesarios para una familia que aumenta, etc.); fijar tari- fas equitativas y redes comunales (im- puestos de bienes inmuebles, tarifas del gas y del agua, red de acceso a los servi- cios como colegio, transporte, etc.) no solo segtin la renta, sino también segtin la carga familiar y la presencia de sujetos débiles; y, finalmente, desarrollar el urba- nismo, mobiliario urbano y entorno (ba- ireras arquitecténicas, espacios para los nifios, infraestructuras piblicas, etc.), de maneras adecuadas. En conclusién, esté claro que los gran- des cambios de la economfa moderna imponen gravosas obligaciones a las fa- milias, desde el punto de vista exclusiva- mente econdémico, Sin embargo, la pro- pia amplitud y la profundidad de las grandes transformaciones demuestran que el espacio para avanzar se limita, cuando no se otorga a las familias un pa- pel conforme con sus grandes posibilida- des. La comprensién de esta realidad alpable es, sin duda, un gran paso ade- lante, que se debe convalidar con un andlisis cuidadoso y preciso. Este anéli- sis debe dar paso a una auténtica polf- tica familiar (politica de la familia), vista, no como un ciimulo de medidas de asistencia, sino con caracteristicas que consigan transformar en sentido humano el desarrollo econémico contemporaneo. ’ Angelo Caloia ‘amilia monoparental — El concepto de familia monoparental es bastante amplio, porque abarca desde la viuda o paido con sus hijos hasta la mujer soltera que ha elegido deliberadamente ocuparse solo de su hijo o de sus hijos, fruto de relaciones anteriores, sin buscar una nueva union, La reivin- dicacién del «derecho» a fundar una «familia monoparental» se ha convertido en algo ha- bitual en el dmbito de los movimientos feministas, donde las mujeres que voluntariamente siguen solteras reivindican el derecho a tener un hijo, mediante una relacién sexual o me- diante la adopcion. Algunas veces se encuentra también en los ambienies homosexuales. Esta reivindicacion estd influenciada con frecuencia por la ideologta de «género», ast como por las distintas corrientes que, en la sexualidad humana, separan la dimensidn unitiva y la dimensién procreativa. Con mayor frecuencia aun, la familia monoparental remite a una situacidn de hecho; el cényuge abandonado se encuentra solo con el hijo nacido de una union deshecha. Estas situaciones contrastadas suscitan problemas morales especialmente preocupantes, Estudios recientes muestran las mismas conclusiones sobre la educacion. de fos hijos. Los hijos tienen necesidad no solo de un padre y de una madre, sino también de ina célula familiar estable para desarrollar su personalidad. Cuando un hijo sufre un défi- cit educativo o afective por una carencia familiar, se constata que est expuesto a crisis mds ‘9 menos graves de identidad ~incluida la sexual- y tiene dificultades en sus relaciones so- ciales. Estd sujeto a fracasos escolares y muchas veces llega a verse envuelto en fa delin- cuencia. Se constata también que el nifio nacido en una «familia monoparental» estd mds expuesto, de adulto, a la tentacién del divorcio. Finalmente, hay que subrayar que, sean cuales sean las causas socioldégicas de las sitwaciones monoparentales, los miembros de es- tas «familias» deben recibir la ayuda adecuada. Es el caso, en concreto, de las madres a padres viudos o injustamente abandonades que permanecen. fieles a sus compromisos. En es- tos casos, los padres necesitan que se les ayude, en particular, en la educacién cristiana de sus hijos. (7 Familia ampliada; Familia cristiana y cambio cultural; Familia, naturaleza y ersona; Familia reconstruida; Familia tradicional; Familia y filosofia; Nuevos modelos familia; Pastoral de los divorciados vueltos a casar). La familia monoparental es una peculia- tidad de las sociedades con un elevado desarrollo industrial y una consecuencia de la revolucién social que se ha dado en las mismas. Se caracteriza por la convi- vencia de uno solo de los padres con el hijo o hijos, de forma que la mayor parte del compromiso educativo y de las acti- vidades familiares se concentra casi ex- clusivamente en sus manos. En las sociedades muy industrializadas, el porcentaje de familias monoparentales ha ido aumentando constantemente en las tiltimas tres décadas, hasta constituir ya, por ejemplo, en Hesse, Alemania, casi una quinia parte del total de fami- lias. Desde 1990, el numero de familias monoparentales ha crecido la mitad, mientras que el de las parejas con hijos ha aumentado solo el uno por ciento. Dos 387 FAMILIA MONOPARENTAL. FANUANOROOARERAL tercios de los educadores familiares in- dividuales tienen que criar a un solo hijo, un cuarto, a dos hijos y el ocho por ciento, a tres o mas hijos. En las décadas transcurridas, las formas y las causas de la existencia de familias monoparentales han experimentado un cambio radical. Hasta la mitad del siglo pasado, las familias monoparentales eran consecuencia, en su mayor parte, de la muerte de uno de los padres (recuérdese la gran disminucién de padres a causa de la segunda guerra mundial); pero la familia monoparental en su auténtico y verdadero sentido era muy rara, ya que en aquellos tiempos la falta del padre o de la madre era el resultado, normal- mente, de una situacién de emergencia, © que se vivia como tal, y en su mayor parte se veia aliviada o sustituida por las ‘amilias de origen. Por lo demas, hacia la mitad del siglo pasado eran mucho me- nos numerosas las mujeres con forma- cidn profesional o dedicadas profesional- mente a criar y a educar a los menores. Por consiguiente, muchas veces y por fuerza mayor necesitaban el apoyo de la familia de origen, que en aquella época ejercié todavia, on fa mayor parte de los casos, una funcién de sustitucién. El aumento de las familias monoparenta- les fue consecuencia tanto de la mas per- misiva regulacién juridica del divorcio, como de una liberalizacién difundida en la opinién piiblica respecto a Ja criai educacién monoparental y a los hijos ilegitimos. También se produjo una dis- minucién cada vez mayor de las forma- ciones plurifamiliares, especialmente, de la coexistencia de tres generaciones en el Ambito de la misma familia. Dado que en Alemania, como conse- cuencia de las leyes que facilitaban el divorcio, se registré una escalada en el aumento de los divorcios -y el fendmeno esta muy lejos de atenuarse (uno de cada. 388 tres matrimonios acaba en divorcio)-, la mayor parte de las familias monoparen- tales consiste en un padre o madre divor- ciado. o separado que vive con uno 0 mds hijos. E] mayor porcentaje de estos tlti- mos vive con la madre, que ~la mayorfa de las veces— ejerce una profesién. Pero lo mismo sucede en las familias monopa- rentales en las que la madre figura como soltera en el censo. También este tipo de familia monoparental se ha difundido més, pues el hijo ilegitimo es tolerado in- condicionalmente por la sociedad, ya que muchas veces las relaciones entre los padres han fracasado incluso antes del nacimienio del nifio y han aumen- tado las posibilidades laborales de la mujer. No faltan mujeres que rechazan deliberadamente el matrimenio y pre- fieren seguir en el estado de familia mo- noparental. Por tanto, con frecuencia, los nifios de madre soltera son hijos desea- dos. Es verdad que, en las familias monopa- rentales, los nifios tienen por lo general hermanos carnales, pero no es una regla universal: no es raro que los nifios sean frutos de relaciones diferentes tenidas por ja madre, por to general terminadas en fracaso, pero en ciertas ocasiones con el rechazo consciente del estado conyugal. En algunas naciones industriales, las madres con hijos lactantes gozan de un afio de excedencia o de los Ilamados per- misos de maternidad; es decir, que, tras recibir una determinada -subvencién estatal, el empresario tiene la obligacién de restituir el puesto correspondiente en la empresa a las jovenes marires, una ven ue hayan agotado el perfodo de crianza. ero hay madres de familias monoparen- tales que no disfrutan de esta ayuda por el ansia de venir a menos 0 por el temor a quedarse sin trabajo. De esto se sigue que la mayorfa de estos nifios pasan mu- cho tiempo en las guarderfas 0 en los FAMILIA MONGPARENTAL baby-parking. Muchas madres de fami- lias monoparentales buscan un trabajo a media jornada, y no pocas viven mas 0 menos de los servicios sociales y de las ayudas familiares estatales, Son més ra- ros los casos en los que intervienen, como sucedia antes, las familias de ori- gen, cuando la joven madre sin marido no tiene tiempo, dado su trabajo, y por ello se ocupa de cuidar al nifio oa los ni- fios la abuela, que por lo general no vive en la casa de la familia monoparental. Un pequefio porcentaje de las familias monoparentales lo representa la figura del padre soltero con hijo (0 hijes) como convivencia familiar. Pero mientras, se- gin las estadisticas, esta situacién se da en alrededor del veinte por ciento de las familias monoparentales, en la realidad, el numero de padres solteros es muy re- ducido: se trata, la mayoria de las veces, de una familia monoparental en aparien- cia, dade que los nifios se confian a «compafieras» del padre, abuelos u otro personal, mientras el padre atiende a sus ocupaciones profesionales. Las familias monoparentales en que el padre es el que se ocupa de la marcha de la casa re- resentan un tipo de convivencia muy feseada, pero de hecho muy rara vez se llevan a cabo de forma estable. VALORACIONES Es un hecho, sin duda, apreciable que las familias monoparentales y la situacién de ilegitimidad de los hijos no estén ya suje- ‘os a una exclusién social; pero muchos aijos de familias monoparentales, tras una aparente normalidad en la infancia, su- ‘ren mayores dificultades, a partir de la adolescencia, que los hijos de familias es- tables con progenitores que, casados y zonviviendo en armonia, han criado jun- Fesaeauoncrarenrat tos a los hijos. Muchas veces, el criador- educador tinico termina perdiendo la ca- pacidad de influir en sus hijos desde la pubertad en adelante. Muchas veces, la convivencia de estos tiltimos con los pro- genitores se revela insuficiente: los mu- chachos dejan el colegio o rechazan todo tipo de formacién; algunos caen en cos- tumbres viciosas 0 manifiestan rasgos de degeneracién neurética, con la tipica sintomatologfa triddica de desorden, agre- sividad y pasividad. No pocas veces, al llegar a la edad adulta, los hijos rompen con la madre 0 con el padre, como conse- cuencia de graves desacuerdos. Muchos comienzan precozmente a tener relacio- nes sexuales y muchas veces adoptan una actitud caracterizada por la promiseui- dad. Gran parte de los jvenes criminales y toxieémanos proceden de familias in- completas. Se dan situaciones negativas en familias monoparentales que lo son por causa del divorcio, sobre todo si los hijos se en- cuentran en medio de un estado de con- tinua disputa entre los padres divoreia- dos, que hacen caer sus mutuas agresiones sobre los hombros del hijo; de hecho, es minimo el porcentaje de fami- lias monoparentales en las que no exis- ten contactos con la otra parte, que vive por su cuenta, y a la que el derecho vi- gente de tutela y la jurisprudencia rela- tiva reconocen la facultad de regular los contactos con los hijos. Dado que, en una infinidad de casos, las tensiones en- tre las dos partes contintian también des- pués del divorcio, muchas veces se sigue que los hijos se ven obligados a tomar partido por uno u otro de sus progenito- res (sindrome de alienacién parental). No es raro que sean los mismos progeni- tores los que incitan al hijo para que tome partido por uno u otro. Esta situa- cién conflictiva circular se resuelve nor- malmente en un estado de constante y 389 FAMILIA MONOPARENTAL AMMA MONOPARENTAL excesivo agravio interno de los hijos y en el favorecimiento, en su mente, del desa~ rrollo del desarraigo y de la desorienta- cién. Se puede afirmar, a partir de las familias monoparentales con decurso negativo, jue en este tipo de convivencia se ha in- fravalorado enormemente la importancia fundamental del apoyo que supone una familia completa y los beneficios que oftece la ctianza y la educacién procura- 390 das conjuntamente por los dos progenito- res que conviven con sus hijos. Esto es valido sobre todo para las madres que han elegido por propia decisién la convi- vencia monoparental, y no lo han hecho por necesidad, sino por un concepto de autonomia de cardcter feminista y por un rechazo ideolégico de la estructura fami- liar tradicional. Christa Meves

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