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Sófocles-> Antígona -> autocreación

Esquilo -> Prometeo ->antropogenia

Estas 2 tragedias brindan respuestas diametralmente opuestas a la pregunta “que es un hombre?”, y con ello reflejan el
ritmo vertiginoso de la creación en Atenas: las representaciones tradicionales son cada vez más rechazadas, la conciencia
de sí mismo del hombre se ensancha y se profundiza. El tema de este texto consiste en lo que se dice en ambas tragedias
acerca del hombre y sus atributos esenciales.

En Esquilo, la antropogenia se presenta como obra de Prometeo, resultante de su decisión y su acción. Ésta se desprende
a su vez de un conflicto con Zeus, que anhelaba destruir a los hombres. Prometeo decide salvarlos, y lo hace
transmitiéndoles una parte de esta posibilidad del actuar/crear, que antes era exclusiva de las fuerzas divinas.

La situación de la humanidad antes de la intervención de Prometeo era un estado prehumano. Eran hombres como
sombras vacías, parecidos a los zombies. Veían sin ver, escuchaban sin escuchar, no podían prever la muerte ni
diferenciar las estaciones del año. No era siquiera un estado animal corriente: eran seres monstruosos e inadaptados para
la vida.

Esta descripción del estado prehumano, en realidad nos permite ver la condición del hombre antes o fuera de la vida
social (del arte, del trabajo, la palabra). Se describe cómo sería el hombre si tuviera un cuerpo y un alma, pero no el
pensamiento. Lo que para nosotros es la institución del pensamiento y de las artes, para Esquilo es el regalo de Prometeo
a los hombres.

Prometeo brinda a los hombres signos, puntos de referencia estables, que hacen posibles la aprehensión y la medida del
tiempo, y de allí derivan luego esas medidas, luego los números, luego los conjuntos de signos que sostienen y
representan la memoria. No dio a los hombres algunos elementos con los que podían ensamblar el resto: de él derivan
todas las artes. Bajo esta idea, el pasaje del no-arte al arte no puede ser gradual, constituye una ruptura. Por tanto, de la
condición prehumana a la humana no hay tampoco una transición progresiva.

Prometeo les dio a los hombres asimismo un modo de instituir una relación con el pasado: combinaciones de letras (“la
memoria que abarca todo”). A la vez, partir del momento en que existe la condición del tiempo, existe el futuro, con su
incertidumbre, espera y esperanza. A través de la mántica y la interpretación de sueños, Prometeo permite a los hombres
relacionarse con el futuro.

Prometeo enseño a los hombres la verdad: Son mortales, definitiva e insuperablemente. Ser mortal y saberlo requiere un
remedio. Este remedio es proporcionado como “esperanzas ciegas”, con las cuales el hombre enfrenta su condición y
puede soportarla. El conocimiento de la muerte y la posibilidad de un hacer/ crear son constituyentes del hombre griego.
Es una antinomia que se transforma en fuente creativa.

La antropogenia de Sófocles no presupone la preexistencia de capacidades y potencialidades previas al hombre y que le


son dadas por una superioridad. Los hombres no han tomada nada de los dioses, y ningún Dios les dio nada.

En el hombre que de alguna forma se describe en Antígona, la “Deinotés” creadora del hombre se combina con una
escisión insuperable en su naturaleza. La sabiduría del hombre sobrepasa cualquier expectativa, pero su realidad es
doble, dirigiéndolo a veces hacia el bien, y otras hacia el mal, definidos no moral sino políticamente: el hombre camina
hacia el bien cuando teje conjuntamente las leyes de su ciudad. En este caso, el hombre llega a ser “hupsípolis”, grande
en su ciudad. A esto se opone el “ápolis”, quien por culpa de una audacia exagerada, por arrogancia, sale del bien, de la
comunidad política de los hombres.
El tema no es la lucha de Antígona contra el tirano Creonte. El tema es el acto cometido. Antígona y Creonte representan
autoridades en conflicto. Al no poder tejer conjuntamente y defender ciegamente cada uno sus principios, pasan los dos a
ser ápolis. No puede haber polis sin leyes. En el plano de la lógica nunca hay una última palabra, podemos tener razón
aunque estemos equivocados. En efecto, los argumentos Antígona y Creonte son impermeables entre sí e irrefutables
lógicamente.

La autolimitación es necesaria justamente porque el hombre es terrible, y porque nada externo puede limitar esa
facultad, ni siquiera la justicia de los dioses personificada por juramentos. Esa justicia es uno de los principios que rigen la
vida de los hombres, pero de ninguna manera podría ser suficiente. Nada, ni siquiera la naturaleza, ni siquiera los dioses.

Los dioses son lo que son por su naturaleza, sin haber hecho nada para lograrlo. Por eso no necesitan el arte ni las
ciencias. El hombre es el ser mas terrible que existe porque nada de lo que hace puede ser atribuído a un don natural. El
hombre crea su esencia, se crea a sí mismo como creador

Aristóteles, un siglo mas tarde, define al hombre como “ser viviente provisto de logos y político”. Pero en este caso fue
más profundo Sófocles: El hombre no posee nada porque se lo dieron. El hombre creó el pensamiento y la lengua.
Asimismo, reconoce límites a esta deinotés:

1) La muerte. Nadie puede huir de Hades, lo definitivo. Y sin embargo, esto no hace que dejemos de lado nuestra
deinotés durante la vida

2) La doble naturaleza, del bien y el mal. Estos dos aspectos acompañaron siempre al hombre, y por siempre
guiarán sus pasos.

3) Las leyes. El hombre se las instituye a sí mismo, pero al lado de estas leyes está la justicia de los dioses, que no
puede ser absoluta pero tampoco desestimada.

¿Qué es lo que hace que los hombres constituyan sociedades? Y ¿Qué es lo que hace que estas sociedades evolucionen y
emerjan nuevas formas?

Los hombres no pueden existir mas que en la sociedad y por la sociedad. Aquello que en el hombre no es social
comprende 2 cosas:

1) El sustrato biológico

2) La psiqué

La PSIQUÉ es un núcleo asocial, del que emerge un flujo continuo de representaciones que no obedecen a la lógica
ordinaria. En ella existen deseos ilimitados e irrealizables, por lo tanto la psiqué no pueden vivir en sí misma. Debe ser
puesta en razón por la imposición “violenta” de un lenguaje, una lógica, maneras de hacer. La puesta en razón de la
psiqué es el motivo de que los hombres constituyan comunidades sociales.

Los humanos somos un accidente de la evolución biológica. Somos ineptos para la vida, no diferenciamos cosas que los
animales sí: por ejemplo, el alimento de lo tóxico. Por eso, habríamos desaparecido como especie si no hubiésemos
podido crear la SOCIEDAD, institución que adiestra homo sapiens de tal manera que puedan vivir.

¿Qué es lo que da cohesión a la sociedad? ¿Cómo puede ser que a través de la existencia de tantas INSTITUCIONES
(entendidas, como el conjunto de herramientas, lenguaje, maneras de hacer, normas, valores, etc.), se fabrique esta
unidad de los diferentes mundos sociales?

La gente cree tener un pensamiento personal, pero de ese pensamiento la mayor parte proviene de la sociedad que lo
rodea. La unidad de las instituciones se mantiene incluso en épocas de crisis o revolución, y deriva de la cohesión de un
tejido de significaciones que penetran la vida de la sociedad: las SIGNIFICACIONES IMAGINARIAS SOCIALES. Las hay en
todas las sociedades, y por ejemplo el dinero, el estado, el pecado, son SIS. Incluso nuestros conceptos de mujer, hombre,
niño no son categorías biológicas, sino SIS.

Las SIS son IMAGINARIAS porque no son racionales (no pueden construirse lógicamente), ni reales (no derivan de las
cosas. Proceden de la imaginación, del imaginario social, pues no son nada si no son compartidas.

Cada individuo es casi la sociedad entera, en la medida en que refleja todo ese entretejido de significaciones. Entonces
¿Puede haber una correspondencia entre la organización de la sociedad y la organización biológica? Sí la hay, y es la
CLAUSURA. El ser viviente, aunque intercambia con el medio, está cerrado sobre sí mismo: todo cuanto existe no existe
sino reelaborado a su manera. La sociedad, como cada ser viviente, establece su propio mundo, en el cual también está
incluida una representación de sí misma.

La sociedad define entonces, mediante la clausura, lo que es para ella INFORMACIÓN, lo que es real y lo que no lo es.
Cada SOCIEDAD, es entonces un sistema de interpretación del mundo. Su identidad no es otra cosa que este sistema de
interpretación

De todas maneras, hay diferencias entre la clausura de la sociedad y la de lo viviente.

1) Para lo viviente, la organización del mundo tiene una base material, que es la herencia genética. En la sociedad, los
rasgos que se conservan lo hacen sin esa base

2) En la sociedad todo lo que aparece debe significar algo. Para lo viviente, hay una sobreproducción de información,
que le garantiza no tener errores.

3) Cuando hablamos de lo viviente hablamos como METAOBSERVADORES: Asignamos correlaciones entre el ser
viviente y el mundo exterior sin formar parte de ninguno. Pero en la sociedad, no podemos hablar de metaobservadores:
como observadores, no podemos sustraernos de el

LAS DOS DIMENSIONES DE LA INSTITUCION DE CADA SOCIEDAD

No hay sociedad sin ARITMÉTICA y no hay sociedad sin MITOS.

Aritmética y mito son ilustraciones claras de las DOS DIMENSIONES EN QUE SE DESPLIEGA LA INSTITUCIÓN DE LA
SOCIEDAD:

1) Dimensión conjuntista-identitaria: La institución de la sociedad opera según los mismos esquemas que están activas
en la teoría lógico-matemática de los conjuntos: elementos, clases, propiedades. Para que algo exista en este dominio,
debe ser bien definido o determinado.

2) Dimensión imaginaria: La existencia es la significación. Las significaciones pueden ser localizadas pero no están
plenamente determinadas: simplemente, una significación me remite a otras. Es en vano tratar de descubrir los “átomos
de la significación”, pues la significación no se puede reconstruir por operaciones lógicas.

Por esto, no se puede derivar la sociedad de condiciones físicas o características del ser humano, como por ejemplo el
deseo freudiano, pues no puede existir una causa constante que produzca efectos variables. Las diferentes creaciones
históricas no se hacen nunca sobre una tabla rasa.

No es buena la actitud determinista, no se puede encontrar una única ecuación del Universo.

A partir de las SIS, vinculadas con una herramienta, la forma de utilizarla, etc., podríamos reconstruir todo el imaginario
social. Cada vez que reflexionamos sobre la creación de una nueva forma de sociedad, o simplemente sobre un cambio
importante debemos preguntarnos ¿Qué es aquello que en lo viejo, de alguna manera preparaba lo nuevo. Lo antiguo
entra en lo nuevo con la significación que le confiere lo nuevo, y no podría entrar de otro modo. De ahí que nuestras
interpretaciones sobre el pasado siempre son adaptadas a nuestros esquemas imaginarios.

Todo en la sociedad tiene su ÓRDEN. No existe “ruido” en una sociedad: Lo que aparece como desorden es algo que
tiene su órden, y es negativamente valorizado por la institución existente.
La clausura en lo viviente tiene sus propias leyes, determina una AUTONOMÍA. Lo viviente tiene una estructura que lo
determina, y determina a la especie entera, cambiando sólo de forma aleatorio. Pero en lo histórico- social, existe una
HETERONOMÍA: no es la sociedad la que crea su institución, sino que ésta nos es dada o impuesta, por nuestros
ancestros, por dioses, por leyes pasadas, etc. En la mayoría de las sociedades antiguas, las representaciones, los principios
son establecidos como dados de una vez y de forma incuestionable.

En Grecia, hay una creación histórica extraordinaria, que hace ser la autonomía no como clausura, sino como APERTURA.
Emerge una nueva forma del ser histórico-social: estas sociedades cuestionan ellas mismas su institución, su ley de
existencia. Es la primera vez que una sociedad cuestiona explícitamente y cambia la ley de su existencia. Las
representaciones heredadas son cuestionadas, y finalmente, las ideas mismas de VERDAD y REALIDAD. En las sociedades
heterónomas, es verdadero aquello que es conforme a los modos de representación establecidos. Desde la sociedad
griega hasta nuestros días, hay una RUPTURA CON LA CLAUSURA absoluta que prevalecía antes, permitiendo una
naciente AUTONOMÍA: se cuestionan explícitamente las normas, los modos de la sociedad, pero esto se hace una lucha
con y contra el órden heterónomo (no sociedades completamente autónomas)

Castoriadis no cree que los hombres se movilicen nunca para cambiar la sociedad y llegar a un orden autónomo. Sólo
querrán la autonomía cuando ella sea condición de algo que quieran realizar y que no les sea posible en el contexto
actual. Los movimientos, como el obrero, los ecologistas, apuntan a no padecer ya la institución como les es impuesta,
sino a modificarla.

¿Qué es lo que hace que los hombres permanezcan juntos para constituir sociedades?, y ¿qué es lo que hace que estas
sociedades evolucionen, que emerjan nuevas formas?

Los hombres no pueden existir más que en la sociedad y por la sociedad. Aquello que en el hombre no es social, es el
sustrato biológico (el hombre animal) y la psiqué. La psiqué es un nucleo oscuro, a-social, fuente de un flujo perpetuo de
representaciones que no obedecen a la lógica ordinaria.

La puesta en razón de la psiqué es lo que está en juego en el hecho de que los hombres constituyan comunidades
sociales. Eso que llamamos especie humana es un monstruoso accidente de la evolución biológica, un ser que es inepto
para la vida. Este ser, esta especie radicalmente inepta para la vida, habría desaparecido si no hubiese podido crear la
sociedad: la sociedad como institución, que encarna significaciones y es capaz de adiestrar especímenes singulares de la
especie Homo sapiens de tal manera que pueden vivir y, bien o mal, vivir juntos.

¿Qué es lo que da cohesión a una sociedad?, ¿cómo puede ser que a través de esta extraordinaria cantidad de
instituciones particulares, de instrumentos, de maneras de hacer, de particularidades del lenguaje, de significaciones
portadas por este lenguaje como por todos los actos de los humanos socializados, cómo puede ser que a través de todo
esto se fabrique de manera coherente esta fantástica unidad de los diferentes mundos sociales?

Hay pues este extreordinario conjunto de insticiones que hacen que hablemos una lengua y no otra, que haya
automóviles, etc. ¿Qué da cohesión a todo esto?, ¿cómo puede ser que todo esto posea una unidad?. Esta unidad deriva
de la cohesión interna de un entretejido de sentidos, o de significaciones, que penetran toda la vida de la sociedad, la
dirigen y la orientan: las significaciones imaginarias sociales. Son ellas las que están encarnadas en las instituciones
particulares y las que animan. ¿Por qué llamamos imaginarias a estas significaciones? Porque no son ni racionales (no
podemos “construirlas lógicamente) ni reales (no podemos derivarlas de las cosas); no corresponden a “ideas racionales”
y tampoco a objetos naturales. Proceden de la imaginación, no de la individual, sino de la imaginación social. También es
la razón por la cual las llamo sociales: creación del imaginario social, compartidas y participadas por ese colectivo
anónimo e impersonal. Y al mismo tiempo, cada hombre, cada individuo, es casi la sociedad entera, en la medida en que
refleja todo ese entretejido de significaciones imaginarias. El individuo es una parte total de la sociedad; la porta con el.

Podemos ver al individuo como un microcosmos social. Existe una correspondencia entre esta organización de la sociedad
y la organización biológica: la clausura. En ambos casos hay clausura organizacional, una clausura informacional, una
clausura cognitiva.
La sociedad establece su propio mundo, en el cual también está incluida la representación de sí misma. Entonces, la
organización es propia de la sociedad – es decir, sus instituciones, y las significaciones imaginarias que portan estas
instituciones – es la que plantea y define cada vez lo que es considerado información para la sociedad, lo que es simple
ruido y lo que no es nada en absoluto. Es la institución de la sociedad la que determina cada vez qué es real para esta
sociedad y qué no lo es.

Cada sociedad es un sistema de interpretación del mundo, cada sociedad es constitución de su propio mundo. Y su
identidad no es otra cosa que este sistema de interpretación, o mejor, de donación de sentido.

No puede atribuirse una finalidad cualquiera a la sociedad fuera de la conservación de su propia institución, que es cada
vez más correlativa a significaciones imaginarias arbitrarias desde el punto de vista “racional” o “real”.

Las dos dimensiones de cada institución social son la aritmética y los mitos. Ambas son dos ilustraciones claras de las dos
dimensiones en las cuales se despliega la institución de la sociedad: por una parte, lo que yo llamo la dimensión
conjuntistista-identitaria, por la otra, la dimensión propiamente imaginaria. En la dimensión conjuntista-identitaria, la
institución de la sociedad opera (actúa y piensa) según los mismos esquemas que están activos en la teoría lógico-
matemática de los conjuntos, todo lo cual es establecido de manera bien distinta y bien definida. El esquema operador
fundamental aquí es el esquema de la determinidad: para que algo exista, debe estar bien definido o determinado; en
cambio, en la dimensión imaginaria, la existencia es la significación. Las significaciones pueden ser localizadas, pero no
están plenamente determinadas. Están indefinidamente vinculadas unas con otras mediante un modo de relación que es
la remisión.

Las significaciones no son bien distintas y bien definidas, no están vinculadas entre sí por condiciones necesarias y
suficientes, y no pueden ser construidas de manera “analítica”. Lo histórico-social crea un nuevo tipo de orden, se trata
de una creación ontológica.

No puede hablarse verdaderamente de ruido en una sociedad. Lo que aparece cada vez como desorden en una sociedad
es desorden desde el punto de vista de su propia institución: es algo que tiene su orden y que es negativamente
valorizado desde el punto de vista de la institución existente.

La diferencia radical entre el mundo biológico y el mundo histórico-social es que en este último emerge la autonomía.
Esto es lo que llamamos, precisamente, la clausura: lo viviente tiene sus propias leyes, y nada puede aparecer en su
mundo que, de una manera u otra, no sea conforma a estas leyes desde el punto de vista cognitivo. La clausura implica
que el funcionamiento de este sujeto y su correspondencia con lo que puede haber “afuera”, están gobernados por
reglas, principios, leyes, que son dados de una vez por todas.

Se habla de heteronomía en el campo histórico-social. La heteronomía supone que las significaciones son establecidas
como dadas de una vez por todas, no cuestionadas y no cuestionables. Este carácter no cuestionable está garantizado por
representaciones instituidas, que a su vez forman parte de la institución de la sociedad: todas las representaciones que
aseguran que esta institución tiene una fuente extra social, fuente que es para ella origen, fundamento y garantía.

Esta heteronomía es incorporada en las instituciones heterónomas de la sociedad, y en primer lugar en la estructura
psico-social del individuo mismo, para quien la idea de un cuestionamiento de la Ley es una idea inconcebible. Es evidente
que esto posee una potencia fantástica al servicio de la conservación, de la preservación de la institución; de ahí el
discurso que algunos redescubren hoy, y que de hecho existe desde hace por lo menos veinticinco siglos, según el cual el
mejor, y, finalmente, el único anclaje confiable de toda institución de la sociedad es la religión. En las sociedades
heterónomas es verdadero aquello que es conforme a los modos de representación establecidos.

En la antigua Grecia y en la Europa occidental de fin de la Edad Media, se produce una creación histórica que hace ser la
autonomía no como clausura sino como apertura. Estas sociedades cuestionan ellas mismas su institución, es decir,
cuestionan la ley de su existencia. Es la primera vez que vemos un ser cualquiera que cuestiona explícitamente, y cambia
por una acción explícita, la ley de su existencia.

A partir de esta ruptura con la clausura absoluta que prevalecía hasta entonces, aparece una sociedad que contiene los
gérmenes de la autonomía, a saber, de una autoinstitución explícita de la sociedad. Y esto va a la par de la creación de
individuos capaces también de cierta autonomía, es decir, capaces a su vez de cuestionar la ley social, pero también de
cuestionarse a sí mismos.

En la emergencia de formas de sociedad nuevas hay en obra mecanismos de creación que estarán siempre fuera del
alcance de toda explicación. Hay una irreductibilidad de la historia.

La sociedad griega logró imponerse en todo el planeta, es decir, logró crear la primera universalización efectiva de la
historia, crear la historia como efectivamente universal.

Hay algunos elementos que permiten tener una visión más clara de esta situación. El primero: mediante esta ruptura con
las representaciones heredadas que tuvo lugar en Grecia, por lo tanto mediante eso que llamamos el nacimiento del
pensamiento racional, hubo un enorme desarrollo, un despliegue inédito y desconocido en la historia anterior, de la
dimensión conjuntista-identitaria, es decir, de la lógica, de la matemática, de la ciencia, de la aplicación de todo saber a la
técnica. Esto ha otorgado un conjunto de instrumentos de potencia que nunca habían existido antes. En segundo lugar, la
Europa moderna es cristiana o pasa por el cristianismo. Con el cristianismo aparece en la historia la idea de un ser (de un
sujeto) todopoderoso, y de esta potencia como un polo. Para los griegos, el ser humano es un ser moral en un sentido
muy profundo: no hay nada que esperar de la otra vida.

Yo no creo que los hombres se movilicen alguna vez para transformar la sociedad y para establecer una sociedad
autónoma, únicamente con la meta de tener una sociedad autónoma. Querrán verdadera y efectivamente la autonomía
cuando ella se manifieste como la portadora, la condición, de algo sustantivo que quieren realizar de verdad, que tendrá
para ellos valor, y que no logran hacer en el mundo actual. Pero esto querrá decir que hará falta que emerjan nuevos
valores en la vida histórico-social. No habrá novedad más que cuando algo diferente aparezca: una nueva sociedad no
puede nacer más que si al mismo tiempo y en el mismo movimiento aparecen nuevas significaciones.

v Apuntes de prácticos y teóricos.

Existe una relación entre las significaciones imaginarias sociales y las instituciones. Estas últimas son encarnadas por las
significaciones. No existe una sociedad que se desarrolle sin las instituciones. Las significaciones animan las instituciones,
por lo que las instituciones no pueden pensarse por fuera de las significaciones imaginarias sociales.

Son imaginarias porque no son racionales ni reales. No hay un acto racional en la creación de las significaciones; se
producen por si mismas; son tan irracionales que no siempre nos percatamos de ellas. Además no son reales porque no
derivan de objetos naturales. El derecho a la vida, por ejemplo, es una construcción de parte del ser humano. Estas
significaciones son imaginarias porque es producto de la creación (=imaginación). Esta imaginación no es individual, es lo
que se denomina “imaginario social”, y es radical porque subvierte los temas de lo dado.

“Cada sociedad posee una representación de sí misma”: imágenes hegemónicas que nunca van a abarcar a la totalidad de
la sociedad; estas imágenes que la sociedad tiene sobre sí misma son, también, significaciones imaginarias.

La institución de una sociedad se despliega en dos direcciones:

1) Dimensión conjuntista-identitaria: opera según los términos de la lógica y la matemática

2) Dimensión imaginaria: opera por significación (remisión: una idea se vincula con otra sin una necesariedad de
vinculación).

Autonomía y heteronomía: lo viviente tiene un principio de clausura (aquello que hace que un sujeto se comporte de un
modo esperable). La heteronomía es extrasocial y corresponde a la dimensión conjuntista-identitaria, y la autonomía a la
dimensión imaginaria. En la heteronomía no se pueden cuestionar las significaciones, mientras que en las sociedades
autónomas hay un cuestionamiento de la ley de su existencia (no existe sociedad puramente autónoma, sino rasgos de
autonomía). Esta capacidad crítica ante lo dado está relacionado con el imaginario instituyente pensado como la
capacidad creativa del hombre para crear cosas nuevas y tornear las instituciones.

Definición de psiqué: Nucleo oscuro, insondable, a-social, flujo perpetuo de imágenes y representaciones –> deseos
ilimitados e irrealizables que se hallan en la base de la psiquis.
Definición de imaginación: “El alma nunca piensa sin imágenes/fantasmas” (Aristóteles). La imaginación es condición de la
razón. La imaginación de las significaciones imaginarias sociales tiene una raíz: la imaginación radical. La imaginación
radical no está guiada por la lógica, es un flujo constante de imágenes, representaciones, afectos. ”Esta imaginación
radical es la condición de que haya inconciente” (Besso). La imaginación radical crea realidad; es la capacidad que tiene la
psiquis de hacer imágenes sin forma, luego vendrá la imaginación segunda.

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