De la Misión a la Disponibilidad
Sabiendo que la misión del mantenimiento es la de actuar sobre un bien durante todo su ciclo
de vida, desde el proyecto hasta su desactivación, con el objetivo puesto en el mejoramiento
continuo de la disponibilidad operativa y de los costos globales de mantenimiento.
Durante la vida útil del bien, el mantenimiento interviene, mediante la reparación de sus fallas,
la acción preventiva e incluso por medio del mejoramiento de los equipos, para asegurar y/o
mejorar la disponibilidad operativa del bien.
Para entender el concepto de disponibilidad operativa, se desarrollará un ejemplo. Si un
operador debe trabajar un turno de 8 horas con una máquina herramienta, durante dicho
turno la disponibilidad operativa del equipo tiene que estar garantizada. En otras palabras, es
necesario que el operador pueda utilizar el equipo para la función operativa que éste tiene:
producir. Por otra parte, es posible que surjan naturalmente algunos eventos que acarrean una
pérdida de la disponibilidad. En estos casos, el equipo no puede usarse y, por lo tanto, no está
disponible. Las causas de una pérdida de disponibilidad son muy variadas y el mantenimiento
no tiene la responsabilidad directa de todas ellas.
El mantenimiento es responsable de las pérdidas que corresponden a las intervenciones de
mantenimiento correctivo (como resultado de una falla), preventivo y de mejora. Por otra
parte, ni siquiera todos estos eventos de mantenimiento son de su directa responsabilidad
(por ej., cuando la falla se debe al mal uso del bien). También se agregan otros eventos del
proceso como el set-up del equipo. Estos hechos no son ciertamente pérdidas de
disponibilidad por los que se pueda responsabilizar al mantenimiento. Por el contrario, son
pérdidas que pueden posibilitar la programación de algunas intervenciones oportunas de
mantenimiento que aprovechen justamente las paradas de set-up.
Es entonces necesario medir la disponibilidad porque ésta no sólo evalúa el nivel de utilización
alcanzado por una planta (si está disponible puede ser operada), sino que por sobre todo
permite cuantificar la pérdida de la disponibilidad y su importancia: a mayores pérdidas, mayor
será la exigencia de atacarlas para reducirlas.
Enfocándonos ahora solamente en los eventos de los cuales es responsable el mantenimiento,
medir la disponibilidad no constituye solamente una magnitud fundamental para medir
eficacia del servicio de mantenimiento (que garantiza la disponibilidad de las instalaciones al
servicio de la producción) sino que, mediante la individualización de las pérdidas, constituye
un punto de partida para una gestión orientada a la mejora continua de las presentaciones de
las cuales el mantenimiento es responsable.
Medir la Disponibilidad
En la norma UNI EN 13306 Mantenimiento-Terminología, se define la disponibilidad
(Availability, A) como la aptitud de una entidad para desempeñar una función requerida bajo
ciertas condiciones, en un momento particular o durante un determinado intervalo de tiempo.
Una entidad (equipo o instalación, en general un bien que es objeto del mantenimiento) es
catalogada como no disponible cuando no es capaz de realizar las funciones requeridas porque
está parada para reparaciones después de una falla o para realizar una acción preventiva o de
mejora.
Para medir la disponibilidad de un bien, se parte de su tiempo calendario y se los subdivide en
una secuencia de intervalos TUP (intervalos de UP TIME), durante los cuales está disponible
para el funcionamiento, y de intervalos TDOWN (intervalos de DOWN TIME), durante los cuales
está afuera de servicio por motivos imputables a las intervenciones de mantenimiento
TTUP
UP TDOWN TUP TDOWN TUP
La disponibilidad se calcula como una relación porcentual entre el tiempo disponible de buen
funcionamiento TUP y el tiempo total de funcionamiento, TUP + TDOWN.
Ʃ𝑇𝑈𝑃
𝐴(𝑇) =
Ʃ𝑇𝑈𝑃 + Ʃ𝑇𝐷𝑂𝑊𝑁
Tiempo de
Calendario
Tiempo Tiempo no
Requerido Requerido
Estado de Estado de
Funcionamiento Indisponibilidad
TIME UP
Estado de
Estado de stand-
incapacidad por
by
causas externas
TIME DOWN
Por ello, se puede también sacar como conclusión que la disponibilidad operativa se focaliza
en la medición de la eficacia del servicio de mantenimiento y en la medición de solamente las
pérdidas usuales de disponibilidad de las cuales es responsable el mantenimiento. Las otras
pérdidas de disponibilidad de naturaleza logístico-productiva serán la causa de otras
reducciones de disponibilidad operativa, pero se miden con otros índices.
El siguiente esquema muestra los conceptos expresados, simulando el cálculo de la medición
de disponibilidad operativa en un escenario de producción. En este escenario, se registra, en
primer lugar, la secuencia de los estados en los cuales se encuentra una máquina o línea de
producción durante el tiempo calendario requerido de producción (su turno de producción).
Equipo en
funcionamiento
(1) Identificación de
los estados del bien
Tiempo requerido
Equipo Equipo Equipo sin carga (según calendario de
en set up descompuesto de materiales producción)
(2) Imputación de
tiempos UP y DOWN
TDOWN
TUP TUP
N
𝑇𝑈𝑃
(3) Cálculo de la 𝐷𝑖𝑠𝑝𝑜𝑛𝑖𝑏𝑖𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑂𝑝𝑒𝑟𝑎𝑡𝑖𝑣𝑎 =
𝑇𝑈𝑃 + 𝑇𝐷𝑂𝑊𝑁
disponibilidad
operativa
Ahora será posible, una vez imputado los diversos estados del equipo a los tiempos UP TIME y
DOWN TIME, calcular la disponibilidad operativa según la definición indicada anteriormente.
Para completar el esquema mostrado anteriormente, corresponde tratar también el concepto
de disponibilidad potencial y de indisponibilidad potencial en el tiempo no requerido de
producción. El tiempo restante – el estado de reposo del equipo, durante el cual el bien no
está sujeto a mantenimiento – estaría, por el contrario potencialmente disponible para ser
utilizado (UP TIME potencial).
Por lo tanto, la disponibilidad potencial puede dar una medida de la posibilidad de expansión
de la capacidad productiva respecto de aquella planificada en el tiempo requerido de
producción. En adelante, nos concentraremos sólo en la medición de la disponibilidad en el
tiempo requerido de producción como medida operativa de la disponibilidad a calendario
operativa programado (y no potencial) de un equipo.
𝑀𝑇𝐵𝐹
𝐷𝐼 =
𝑀𝑇𝐵𝐹 + 𝑀𝑅𝑇
𝑀𝑇𝐵𝑀
𝐷𝑂 =
𝑀𝑇𝐵𝑀 + 𝑀𝐷𝑇
Es útil hacer algunas observaciones finales sobre la modalidad de cálculo de las pérdidas para
los dos índices aclarando la congruencia de los mismos con el concepto más general de
disponibilidad operativa con pérdidas a cargo del mantenimiento que introdujimos
anteriormente.
En el primer caso, se habla específicamente de disponibilidad intrínseca. Esto es así
porque las pérdidas de disponibilidad son evaluadas en base a la característica
intrínseca del bien de fallas y ser reparado. El índice de disponibilidad intrínseca es una
medida de disponibilidad operativa, pero se define sin embargo en la hipótesis de que
el bien se hace funcionar de acuerdo con sus características intrínsecas, es decir,
sujeto solamente al mantenimiento correctivo sobre falla, y en condiciones ideales de
soporte logístico (distante de la realialidad) en las cuales los tiempos logísticos y
administrativos relacionados con la intervención de la reparación son nulos. Sin duda,
es una medición ideal.
La definición del índice de disponibilidad operativa contempla, por el contrario,
también el mantenimiento preventivo junto con el correctivo por falla. Las pérdidas
comprenden ahora, junto con el tiempo técnico de reparación, las demoras logísticas y
administrativas. Éste es entonces un indicador de la disponibilidad operativa en una
situación real y no ideal, inclusive en el caso de una mix de políticas correctivas y
preventivas. En este índice se encuentran todas las intervenciones de mantenimiento
realizadas, correctivas y preventivas, midiéndose la periodicidad relativa de ocurrencia
de los eventos en el tiempo requerido de producción, de modo de obtener la medida
de la disponibilidad operativa neta de todas las pérdidas de mantenimiento (técnicas,
logísticas y administrativas).
Una última consideración es que en la definición de los índices de disponibilidad se contempla
el procedimiento UNI del cálculo de la disponibilidad. Este procedimiento proviene, en gran
parte, de la esquematización del tiempo requerido y no requerido y de los conceptos relativos
de UP y DOWN TIME.
De la Disponibilidad a la Fiabilidad
Para operar con la mejor disponibilidad operativa de una instalación a lo largo de su vida útil,
el mantenimiento puede actuar principalmente sobre dos palancas: una es la mejora de la
fiabilidad y otra el control (o mantenimiento) preventivo.
La primera tiene que ver con la posibilidad de detectar alternativas para el
mejoramiento de la fiabilidad de un bien. Las acciones que se definan están orientadas
a lograr, en la medida de lo posible, durante la vida útil del bien, algunas mejoras
graduales sobre su diseño (proponiendo, por ejemplo, modificaciones constructivas
orientadas a usar materiales y repuestos de mejor calidad, modificaciones a los
estándares, introduciendo el uso de los aceites lubricantes más modernos que los
usados al principio, etc.). Esta primera palanca tiene el objetivo de reducir la
frecuencia intrínseca con la que se producen las fallas, es decir, actuando
directamente sobre la aptitud que el bien tiene que fallar, buscando encontrar
soluciones tendientes a extender el tiempo entre ocurrencia de dos fallas, y extender
el tiempo transcurrido entre fallas (MTBF) respecto a lo previsto en el proyecto (MTBF
del proyecto).
La segunda consiste, por el contrario, en la elección de un conjunto adecuado de
operaciones de mantenimiento, planificando la frecuencia oportuna de intervención
(por ejemplo, plan de lubricación y regulación periódicas, de limpieza, de intervención
para realizar reemplazos cíclicos de los componentes gastados, etc.). Esta segunda
palanca tiene el objetivo de anticiparse en forma preventiva a la frecuencia intrínseca
con la cual se producen las fallas con una intervención programada. No modifica, por
lo tanto, la frecuencia intrínseca (el MTBF), pero se introduce un mayor control sobre
el peso de la parada debida a fallas. El resultado global es una frecuencia de
intervenciones de mantenimiento 1/MTBM caracterizada por una reducción del peso
de parada de producción por fallas más graves.
MTBF y MTBM son, respectivamente, dos de los indicadores más utilizados para cuantificar la
fiabilidad, como característica intrínseca de bien y como característica alcanzada después de la
introducción de un mantenimiento programado y preventivo. Estas dos medidas permiten
cuantificar la frecuencia de las paradas (no programadas y programadas) y,
Tiempo Calendario
Falla TBF
Fin de la reparación
Falla anterior Falla siguiente
falla anterior
El TBF (Time Between Failures) es el tiempo transcurrido entre el fin de la avería anterior
(reparación de la falla anterior) y el inicio de la nueva falla (falla siguiente).
Si luego continuáramos observando el funcionamiento del bien por un período histórico más
largo, podríamos obtener una secuencia lo suficientemente larga de fallas y reparaciones. Será
entonces posible calcular el TBF para cada intervalo transcurrido entre la reparación de la falla
y la falla siguiente. De la secuencia del TBF será, en este punto, posible calcular el MTBF como
medida muestral del TBF.
∑𝑖 𝑇𝐵𝐹𝑖
𝑀𝑇𝐵𝐹 =
𝑁
Donde i = 1,…, N (N períodos observados entre fallas)
Siguiendo la normativa UNI, el uso de la medida MTBF como base del cálculo del índice de
disponibilidad intrínseca, valuado sobre el tiempo requerido de producción, el TBF se calcula
sobre el calendario del tiempo requerido de producción.
Ejemplo: Medida del MTBF de una bien reparable sujeto a mantenimiento correctivo.
Evento Inicio Fin Duración
Falla 1 y reparación 10/01/15 10:25:00 10/01/12 10:30:00 00 h 05 min
Falla 2 y reparación 13/01/15 11:35:00 13/01/15 11:55:00 00h 20 min
Falla N y reparación xx/xx/xx xx:xx:xx xx/xx/xx xx:xx:xx xxh xx min
Del registro, surgen dos fallas consecutivas a considerar: ej. la primera falla tuvo lugar el
10/01/15 a la hora 10:25:00 y la segunda falla tuvo lugar el 13/01/15 a la hora 11:35:00. Para
el cálculo del TBF entre fallas, es necesario también conocer el momento en que se registró la
reparación ocurrida después de la primera falla: 10/01/15, 10:30:00. ¿Cómo calculamos
entonces el TBF entre la reparación realizada y la siguiente falla? Consideremos un calendario
de trabajo con tiempo requerido de funcionamiento del bien, por ejemplo, de un turno de 8
horas. El TBF es, por lo tanto, igual a la diferencia 13/01 – 10/01 = 3 días por calendario de
trabajo que equivalen a 3 turnos de 8 horas, es decir a 24 horas. Se debe agregar la diferencia
de tiempo restante, 11:35 – 10:30 = 1 hora y 5 minutos. El TBF calculado respecto del
calendario de trabajo es, por lo tanto igual a 25 horas y 5 minutos.
El MTBF quedará calculado entonces como media entre los diversos TBF obtenidos a partir del
momento que comienza el registro, considerando el momento de la reparación ocurrida y el
de la falla inmediatamente siguiente en el tiempo.
En este punto, es posible calcular el TBM (Time Between Maintenance), desde la medición del
tiempo transcurrido entre dos mantenimientos sucesivos cualesquiera (ya fuese para corregir
la falla o por prevención), y el índice del MTBM como medida muestral de la serie histórica de
los TBM registrados.
Si se desea, se puede usar, siguiendo la normativa UNI, el índice MTBM como base de cálculo
del índice de disponibilidad operativa, valuado sobre el tiempo requerido de producción de
bien. El TBM se calcula, por lo tanto, sobre el calendario del tiempo requerido de producción
(por ejemplo, sobre un turno de trabajo).
∑𝑖 𝑇𝐵𝑀𝑖
𝑀𝑇𝐵𝑀 =
𝑁
Donde i = 1, …, N (N períodos observados entre fallas)
Respecto a esto debe por lo tanto, hacerse también una aclaración: el período de parada del
equipo durante el mantenimiento preventivo puede programarse y, por lo tanto, registrarse
fuera del tiempo requerido para la producción, no deberá entonces aparecer en el cómputo de
las pérdidas de disponibilidad operativa sobre el tiempo requerido para la producción. El
ejemplo que aparece a continuación, puede aclarar lo que hemos dicho sobre las pérdidas
fuera de tiempo requerido para la producción.
Ejemplo: Medida del MTBM de un bien reparable sujeto a mantenimiento correctivo y
preventivo.
Evento Inicio Fin Duración
Falla 1 y reparación 10/01/05 10:25:00 10/01/05 10:45:00 00 h 20 min
Preventivo realizado en tiempo
15/01/05 08:00:00 15/01/05 12:00:00 04h 00 min
no requerido
Falla N y reparación xx/xx/xx xx:xx:xx xx/xx/xx xx:xx:xx xx h xx min
El cálculo es completamente análogo a lo que definimos precedentemente para el MTBF. Se
observa sin embargo que, siguiendo la definición de la normativa UNI, el MTBM, usado para el
cálculo de a disponibilidad operativa, se calcula a partir del tiempo requerido de producción.
Como consecuencia de ello, algunas actividades preventivas – las realizadas fuera del tiempo
requerido para la producción – se computarán, pero sin ser consideradas como parada del
equipo durante el tiempo requerido para la producción. El mantenimiento preventivo indicado
en el registro del ejemplo cae un sábado a la mañana (el 15/05/01), en un tiempo hipotético,
no requerido para la producción. Emplea los recursos de mantenimiento e incluso del bien,
pero no determina una parada de funcionamiento (una indisponibilidad) respecto del
programa de producción. Las cuatro horas del sábado utilizadas (de las 8 a las 12 de la
mañana) en la intervención de mantenimiento preventivo, por lo tanto, no deberán aparecer
en el cómputo del MTBM; y de la disponibilidad operativa perdida sobre el tiempo requerido
para la producción. Esto equivale a decir que el evento de mantenimiento preventivo se
registra y se cuenta entre los eventos de mantenimiento ocurridos, pero su duración –
respecto del funcionamiento programado del bien – es de tiempo nulo: el inicio y el fin del
mantenimiento preventivo coinciden y es como si ocurrieran un viernes a la noche al finalizar
el turno, quedando el bien instantáneamente disponible para el siguiente lunes, día en el cual
el bien volverá a ser requerido para llevar a cabo la producción.
Mean Time To Failure (MTTF)
En el caso de un bien no reparable, se habla más exactamente de Time to Failure (TTF). Este
indicador nace de un registro correspondiente a partir del momento del inicio de la vida
operativa del bien hasta el término de la misma. Las modalidades de cálculo son, obviamente,
las mismas discutidas anteriormente.
Un foco es un bien no reparable, que tendrá por lo tanto su TTF antes de ser
desmontada y desechada después de la rotura de su filamento (fin de la vida
operativa).
El sistema de iluminación en el cual se instala el foco recae, por el contrario, en los
bienes reparables, dado que el foco desechado tendrá otro sustituto. Este otro se
colocará en reemplazo del desechado, terminando el tiempo de falla del sistema. Se
recae, en este caso, en la definición de registro de eventos y del indicador (MTBF)
definido anteriormente, para bienes reparables.
Tiempo Calendario
TBF
Mecanismo Descripción
Función de la distribución temporal y espacial de las condiciones de carga y de la
Solicitaciones, impacto, respuesta del material. En este caso, asumen un rol importante las características
fatiga estructurales del componente a evaluarse en la forma más amplia posible,
englobando incluso posibles errores de diseño, realización, efectos de materiales, etc.
Es una variable operativa que influye principalmente en función de las características
Temperatura específicas del material (inercia térmica), aparte de la distribución espacial y temporal
de las fuentes de calor.
Se trata de un estado de deterioro físico del componente, se manifiesta después de
Desgaste fenómenos de envejecimiento que acompañan a la actividad normal (fricción entre
materiales, exposición a agentes agresivos, etc.)
Es un fenómeno que depende de las características del ambiente en el cual se
encuentra el componente al funcionar. Estas condiciones pueden llevar al material al
Corrosión
proceso de degradación física y química capaz de hacer que el componente deje de
ser útil.
Las causas de fallas emergen, en todos los casos, con el uso del bien, pudiendo ser el
mismísimo mantenimiento la causa de la falla. No se puede decir, sin embargo, que las fallas se
generen sistemáticamente, sino que por el contrario nacen en forma ocasional, como
consecuencia de los esfuerzos accidentales a los cuales está normalmente sujeto el bien,
durante su uso operativo o su mantenimiento. Este tipo de fallas es estadísticamente
previsible y, por lo tanto, interpretable y previsible con una ley estadística, construida como
resultado del comportamiento medio de respuesta del bien a las solicitaciones casuales.
En el ejemplo del transformador en aceite descrito anteriormente, se consideran las causas de
fallas ligadas al uso de dicho transformador – y a su envejecimiento – además, de la actividad
de mantenimiento al cual está sometido (por ej., posible contaminación después del
mantenimiento).
El mantenimiento debe poner atención en limitar o anticipar todas las causas de deterioro y
falla, especialmente aquellas que tienen los efectos más costosos (por ej. con acciones de
recambios y regeneración anticipada de los aceites del transformador, tendientes a
contrarrestar la causa del envejecimiento de aquellos).
Fallas crónicas: Se repiten con elevada frecuencia y duran en el tiempo. A diferencia de las
fallas esporádicas que se realzan con prontitud, éstas permanecen en un estado latente que
hace difícil su solución, incluso porque una falla crónica puede generarse por una combinación
de diversas fallas que complican la definición del problema. Esta tipología de fallas puede
encararse a través de modificaciones de proceso o de los equipos.
Elementos significativos Fallas esporádicas Fallas crónicas
Son visibles, se distinguen de las Permanecen ocultas, son
Modo de manifestación condiciones normales operativas imperceptibles o se las ignora.
del equipo.
Frecuencia de ocurrencia La frecuencia es baja y ocasional. Ocurren frecuentemente
Imputables solo a una única causa. Usualmente se deben a una
Causas Es simple establecer la relación combinación de causas. La relación
causa/efecto. causa/efecto no es clara.
Detectada la causa, es fácil Debido a que las causas son
desarrollar las acciones correctivas complejas, generalmente
Acciones correctivas
continúan, incuso después de la
aplicación de diversas soluciones.
Es elevado. La falla por sí sola no es
significativa, pero, considerando su
Impacto económico frecuencia y su perdurabilidad en el
tiempo, el impacto termina siendo
considerable.
Las fallas esporádicas pertenecen a una categoría de eventos que generalmente se producen
por casualidad y a los que el mantenimiento les da un tratamiento discreto. Se trata de fallas
que tienen una evidencia intrínseca y que, por lo general, son difíciles o imposibles de prever,
pero que tienen impactos productivos relevantes.
Bien distinta a la situación de las fallas crónicas. Se trata de una problemática con una
especificidad precisa: las fallas crónicas son sutiles, en cuanto a que su repetición es poco
visible y, por lo general, no surgen al mismo tiempo que los eventos de falla, se escapan de la
percepción, pero se las puede localizar después de un determinado análisis. Las fallas crónicas
pertenecen, por lo general, a la categoría de las fallas menores, aquellas que manifiestan un
impacto unitario limitado, al punto de no ser tomadas en cuenta y que, consideradas en
conjunto, evidencian por el contable, notables impactos sobre el resultado total de fiabilidad y
de la disponibilidad de los equipos.
El siguiente diagrama, denominado diagrama de Juran, se ilustran en términos de parámetros
operativos los modos de manifestación de los dos tipos de problemas o fallas y de cómo,
gracias a las acciones de mejora, se disminuye el nivel de los problemas crónicos.
Número de Fallas
70
60
50
Fallas 40
30
20
10
La F(T) es una integral calculada de 0 a T (al límite finito): mientras el tiempo de la falla estaba
comprendido dentro de un número discreto de intervalos de amplitud finita y constante ∆t, en
el caso más general, se tendrá una frecuencia de falla relativa referida a un intervalo
infinitesimal – f(t)*dt – y una integración de estas frecuencias relativas infinitesimales sobre el
eje de los tiempos, de cero a infinito.
La frecuencia acumulada de falla F define la probabilidad de que la falla se produzca (en
cualquier intervalo) antes del tiempo T preestablecido para a evaluación. El siguiente
histograma representa la frecuencia acumulada de falla F del ejemplo analizado.
La frecuencia acumulada se lama también ley de falta de fiabilidad del bien analizado en el
tiempo T. En este caso, a falta de fiabilidad dentro de un tiempo T igual a 4500 horas es del
86,6%. Más aún, habiéndose cumplido las 5000 horas, todas las lamparitas de la muestra han
dejado de funcionar. La falla es cierta.
Fiabilidad
Se puede definir la ley de fiabilidad R(T) partiendo de la hipótesis de que un bien puede
encontrarse sólo en dos estados posibles: Puede fallar dentro de un tiempo T o puede
sobrevivir más allá. Dicho de otra forma equivalente, es un evento cierto, desde el punto de
vista del cálculo de probabilidades, que el bien se encontrará en uno o en otro estado. Si por lo
tanto se define una probabilidad de fallar dentro del tiempo T (la falta de fiabilidad F(T)),
entonces es también definible, la probabilidad de supervivencia más allá del tiempo T. Esta
última es la probabilidad complementaria respecto de la ley de falta de fiabilidad F(T), dado el
100% de probabilidad de ocurrencia de uno u otro estado, es decir de fallar dentro de T o
sobrevivir más allá.
𝑁ú𝑚𝑒𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑛𝑡𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒𝑣𝑖𝑣𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑚á𝑠 𝑎𝑙𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑇
𝑅(𝑇) = 1 − 𝐹 (𝑇) =
´𝑁ú𝑚𝑒𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑛𝑡𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑚𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎
Frecuencia acumulada (falta
Intervalo (horas) Fiabilidad
de fiabilidad)
2750-3000 0,000 1,000
3000-3250 0,027 0,973
3250-3500 0,094 0,906
3500-3750 0,250 0,750
3750-4000 0,375 0,625
4000-4250 0,665 0,335
4250-4500 0,866 0,134
4500-4750 0,969 0,031
4750-5000 1,000 0,000
Tasa de falla
La tasa de falla λ(t) – llamada también índice de falla – es una importante medida que permite
caracterizar la propensión a la falla que tiene un bien sobreviviente hasta un determinado
tiempo t. A partir de la tasa de falla se puede definir también la probabilidad de falla en un
intervalo inmediatamente subsiguiente (t; t+∆t). El cálculo de probabilidad se hace ahora sobre
la población de bienes sobrevivientes hasta llegar a t.
𝑁ú𝑚𝑒𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑓𝑎𝑙𝑙𝑎𝑠 𝑜𝑐𝑢𝑟𝑟𝑖𝑑𝑎𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑣𝑎𝑙𝑜 ∆𝑡
𝜆(𝑡) ∗ ∆𝑡 =
𝑁ú𝑚𝑒𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒𝑣𝑖𝑣𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑚á𝑠 𝑎𝑙𝑙á 𝑑𝑒 𝑡 ∗ ∆𝑡
Desde el punto de vista del cómputo, la tasa de falla es calculable a partir del histograma del
número de fallas del bien. Si se miden a partir del histograma, el número de sobrevivientes
más allá de un momento t, se puede medir también su propensión a la falla, prestando
atención a las fallas ocurridas, entre estos sobrevivientes, en los instantes inmediatamente
subsiguientes al tiempo t.
Número de fallas
Intervalo (horas) Tasa de falla h-1
registradas
2750-3000 0 0,00000
3000-3250 6 0,00011
3250-3500 15 0,00028
3500-3750 35 0,00069
3750-4000 28 0,00067
4000-4250 65 0,00186
4250-4500 45 0,00240
4500-4750 23 0,00307
4750-5000 7 0,00400
La tasa de fallas puede cambiar con el tiempo. Es decir, para los bienes sujetos a
envejecimiento, cuanto mayor es la edad t, mayor es la tasa de falla, lo que es equivalente a
decir que es mayor la propensión de los sobrevivientes a fallar. Al variar la propensión a la
falla, se pueden detectar, en particular, dos fases de la vida de un bien, una de vida útil y la
otra de desgaste/envejecimiento.
a) La fase de vida útil es aquella durante la cual la tasa de falla se mantiene casi constante en
el tiempo, constante con el avance de la edad operativa del bien. Por lo tanto, significa que la
propensión a la falla que tiene el bien no cambia con el tiempo.
b) La fase de desgaste es aquella durante la cual la tasa de falla se muestra creciente en el
tiempo, es decir que crece con el avance de la edad operativa del bien. Su propensión a la falla
es creciente por efecto del envejecimiento.
En el ejemplo, la tasa (índice) de falla es casi constante hasta el período 11, el bien está por lo
tanto en vida útil, más allá del período 12-13, el bien ha entrado en su fase de
desgaste/envejecimiento.
En general, el modelo al cual se hace mayor referencia para representar la tendencia de la tasa
en la fase de vida de un bien, es aquel conocido como la curva de la bañera.
a) La primera es la fase de las fallas infantiles o de rodaje. La curva presenta una alta tasa de
falla inicial (mayor propensión a la falla). Durante este período inicial, los elementos más
débiles fallan, por lo tanto, se los detecta y sustituye o se repara su defecto inicial. La tasa de
falla continúa disminuyendo hasta estabilizarse en un valor casi constante en determinado
momento, en el cual, por un lado, los elementos más débiles no son más parte de la población
sobreviviente (porque los sustituyeron o los repararon como si fuesen nuevos) y, por otro, los
sobrevivientes tienen características similares y constantes de propensión a la falla. Las fallas
infantiles se manifiestan, por lo tanto, en la primera fase de ejercicio de una bien, después de
su instalación o después de las intervenciones de mantenimiento que han incluido el
desmontaje. A menudo, se los puede relacionar con una carencia de estructura (defectos del
diseño), defectos de construcción (fabricación, montaje) o de instalación, o, por último, a una
mala elección de los materiales empleados (defectos de material).
b) La segunda es la fase de vida útil. Después del rodaje, la población adquiere su valor más
bajo de tasa de fallas. Tal valor permanece aproximadamente constante por un determinado
período al cual se denomina de vida útil. En este período, la propensión a la falla por parte del
bien, no cambia con la edad. En esta fase de la vida, se manifiestan las fallas de naturaleza
aleatoria/accidental. Las fallas aleatorias en la fase de vida útil se deben a las imperfecciones
del proceso productivo. También pueden deberse al uso/funcionamiento normal del bien,
durante el cual, los esfuerzos accidentales, no previsibles y diversos respectos de los nominales
del proyecto, pueden ponerlo a dura prueba, produciendo alteraciones inevitables, con la
consiguiente pérdida de su capacidad operativa.
c) La tercera es la fase del desgaste o deterioro por envejecimiento. Cuando un bien llega al
final de su vida útil, su propensión a la falla aumenta porque comienzan a presentarse las fallas
por desgaste, debidas a fenómenos de envejecimiento (químico, físico) estructural y material.
La tasa de fallas empieza a crecer tanto más rápidamente cuanto más sujeto se encuentra el
Se observa que la curva A, que también reproduce la curva clásica, representa sólo el 4% de los
equipos y que sólo las primeras tres curvas muestran una tendencia creciente de tasa de fallas,
representando sólo el 11% del total.
Las curvas D, E y F muestran una tendencia de tasa de fallas sustancialmente constante en el
tiempo y representan bien al 89% de los bienes.
Con referencia a la curva F, que es la más difundida, se observa que la vida útil de un bien
electromecánico – sujeto naturalmente a fenómenos de desgaste – no es, sin embargo, por lo
general, comparable a la de los componentes electrónicos. La tasa de fallas aproximadamente
constante en la vida útil se puede lograr en realidad gracias a las intervenciones de
mantenimiento preventivo, obviamente con la condición de que después de las intervenciones
el bien quede como nuevo y que no se introduzcan deterioros que aumenten la tasa de falla.
Falla
Tiempo de mantenimiento
activo
A estas características se les deben agregar otros recursos relacionados con la gestión
organizativa típicos del soporte logístico: por ejemplo, el desarrollo de planes/programas de
mantenimiento, la organización de grupos de trabajo, el aumento de la destreza de los
operadores responsables para reconocer síntomas precoces de deterioro y ejecutar
intervenciones simples de mantenimiento. Todos éstos son ejemplos de características/apoyos
del soporte logístico básico para la reducción o limitación del MDT en el tiempo requerido del
bien para la producción. Generalmente, la programación del mantenimiento permite una
mejor preparación de la intervención al organizarse por adelantado el soporte logístico que
requiere dicha operación (personal, equipos, repuestos, etc.) antes de la parada de la
producción, evitando así el tiempo de inactividad del equipo, al menos para la actividad
preparatoria, con la consiguiente mejora del índice MDT.
El mantenimiento se puede apoyar más precisamente sobre la mejora del sistema de soporte
logístico y de sus recursos/características: estas acciones son, como hemos visto,
principalmente de gestión organizativa. Para el encargado del mantenimiento de equipo, es
más sencillo realizar dichas acciones que realizar modificaciones en una instalación para
mejorar la mantenibilidad (inherentes al proyecto) de dicha instalación.
¿Cómo abordar la mejora? ¿Cómo individualizar las diversas áreas (y características de
mantenibilidad/soporte logístico) sobre las cuales se deben centrar los esfuerzos para la
mejora? Generalmente, se comienza a partir de un análisis cruzado de índices.
Nº Reparaciones
12
10
6
Nº Reparaciones
4
0
6 7 8 9 10 11 12 13 14 15
La M(T) es generalmente una integral, que se calcula de 0 a T (a límite finito), mientras que en
los ejemplos anteriores el tiempo de reparación estaba comprendido dentro de un número
discreto de intervalos de amplitud finita y constante Δt. En el caso más general, se tendrá una
frecuencia relativa de un intervalo infinitesimal (m(t)*dt) y una integración de estas
frecuencias relativas infinitesimales sobre el eje de los tiempos, de 0 a infinito.
La frecuencia acumulada de reparación M(T) define entonces la probabilidad de que la
reparación finalice (en cualquier intervalo) antes del tiempo T preestablecido para la
evaluación.
La M(T) también se llama Ley de Mantenibilidad del bien en el tiempo T. En el ejemplo, la
mantenibilidad M dentro de un tiempo T de 11 horas es igual a un valor del 59%. Es probable
que la reparación termine dentro de las 11 horas, sino más tarde en el complemento a 1 de la
mantenibilidad, que en este caso equivale a 41%). Después de las 16 horas, por el contrario, y
como se ha dicho, todas las reparaciones de la muestra se han completado. LA mantenibilidad
M dentro de las 16 horas es igual a 1. Es decir, la probabilidad de terminar la reparación es del
100%.
Mantenibilidad y registro de las intervenciones
Merece destacar el hecho de que la ley de mantenibilidad M(T) de un bien se define por las
intervenciones de mantenimiento (correctivo o preventivo) realizadas con procedimientos y
recurso establecidos. Si se analiza el conjunto de intervenciones que son distintas por el
procedimiento y/o los recursos utilizados, los resultados pueden dar la tendencia del
histograma del número de reparaciones con más de una moda (pico de frecuencia).
Esta curva encuentra su razón en los fenómenos que ocurren ante una intervención real como
la suma de:
Un tiempo asociado a una serie de diversos factores accidentales que pueden
relacionarse con la intervención de mantenimiento (por ej., accidentalidad en la
extracción de partes durante el desmontaje). La accidentalidad puede aproximarse
bien a la de una curva de distribución exponencial.
El tiempo técnico de mantenimiento real con los tiempos que, a la larga, se distribuyen
simétricamente alrededor de una media. LA distribución simétrica puede aproximarse
a la de una curva de distribución normal.
El resultado total es la curva de distribución log-normal, la cual resulta de la superposición de
las curvas exponencial y normal.
Bibliografía
El Mantenimiento de Tenaris- Bergero-Furlanetto-Macchi-Mastriforti-Turconi-Editorial Tenaris University-
2008