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La Teoría de la Personalidad de Carl Rogers. (Apunte de Cátedra. Postitulo en


Psicoterapia Humanista Transpersonal, Universidad Diego Portales)

Working Paper · April 2016


DOI: 10.13140/RG.2.1.4059.7363

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Matías Méndez
Universidad Diego Portales
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Universidad Diego Portales
Facultad de Psicología
Postitulo en Psicoterapia Humanista Transpersonal

Apunte de Cátedra:

La Teoría de la Personalidad de Carl Rogers.

Prof. Matías Méndez López

Introducción.

La teoría de la personalidad de Carl Rogers surge a partir de su experiencia clínica.


Rogers fue el primer investigador en psicoterapia que estudió en forma exhaustiva lo
que ocurre durante el encuentro entre cliente y terapeuta utilizando registros de audio.
Tras analizar cientos de grabaciones, Rogers y su equipo formularon una completa
teoría del cambio terapéutico que derivó en la formulación de su Terapia Centrada en
la Persona.

A partir de sus estudios clínicos y apoyándose en el trabajo de otros investigadores,


Rogers formuló luego una teoría sobre el desarrollo de la personalidad. Es importante
tener en cuenta que dicha teoría se fundamenta principalmente sobre las
observaciones que Rogers y su equipo realizaron a partir de las grabaciones de sus
sesiones con pacientes neuróticos, y más adelante, con esquizofrénicos en contextos
hospitalarios. Muchos de los pacientes con que trabajó el autor eran estudiantes
universitarios con trastornos de mediana complejidad, por lo que su teoría de la
personalidad ha de ser entendida como un modelo que se adapta preferentemente a
este tipo de sujetos.

Rogers señaló insistentemente que su teoría sobre la personalidad humana era


incompleta y abierta a nuevos desarrollos. En este sentido, siempre mantuvo una
actitud cauta y humilde, planteando sus ideas en forma de hipótesis susceptibles de
ser contrastadas con nueva evidencia.

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Visión de Ser Humano.

La teoría de la personalidad de Carl Rogers se fundamenta en una visión de ser


humano que comparte una serie de elementos con los demás enfoques reunidos
dentro del paradigma humanista-existencial en psicología y psicoterapia. La
antropología filosófica que subyace al modelo rogeriano de la personalidad considera
los siguientes puntos:

1. El ser humano es un organismo que existe en relación a un medio ambiente


físico, social y cultural. En tanto que organismo, el ser humano comparte una
serie de características con los demás organismos vivos. La idea de
“organismo” supone que el ser humano no puede ser entendido como un
agregado de componentes, sino como una totalidad (gestalt), donde “el todo es
más que la suma de sus partes”. En este contexto, el “organismo” no refiere
únicamente al cuerpo físico, sino a la unidad psico-somática que constituye al
ser humano (cuerpo, sensaciones, emociones, pensamientos, etc.). Además, es
un organismo que interactúa activamente con su medio. Está inscrito en un
campo que incluye tanto las condiciones físicas, como los procesos sociales y
culturales que dan forma a su contexto. Se relaciona en forma activa y creativa
con el medio y con los organismos con que comparte su existencia.
2. El ser humano está dotado de subjetividad. Es decir, tiene experiencias; es un
organismo experienciante. En la interacción con su medio, el organismo
experimenta subjetivamente vivencias relativas al modo en que se relaciona
con su entorno y con otros seres humanos. Estas experiencias acceden a la
conciencia y son simbolizadas. Para Rogers, el ser humano orienta su conducta
de acuerdo a la manera en que percibe la realidad, antes que a la realidad
misma. Es decir, orienta su existencia de acuerdo al “mapa” que configura a
partir de sus experiencias sobre el “territorio” de la realidad.
3. El ser humano construye una noción de sí mismo. Mediante la función de
reflexividad, el ser humano toma conciencia de sí mismo, construyendo una
representación de aquello que lo constituye como un “yo” diferente de los
“otros”. En otras palabras, el ser humano es autoconsciente.
4. El ser humano tiende naturalmente al crecimiento y la actualización de sus
potencialidades. Esto es lo que Rogers llamara luego la “Tendencia
Actualizante”, un impulso innato hacia la conservación, la expansión, el

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desarrollo y la reproducción. Esta tendencia básica es compartida con todos los


demás organismos vivos. Además, explica Rogers, supone la expresión de una
tendencia mayor, presente en el universo, a la expansión, a la que llamó
“Tendencia Formativa”.
5. El ser humano es confiable. Para el autor, la naturaleza humana es confiable
por cuanto todo individuo tiende naturalmente no sólo al crecimiento y la
actualización de sus propias potencialidades, sino también a la cooperación y el
establecimiento de relaciones significativas, nutritivas y colaborativas con otros
seres humanos. En esto se diferencia de otros enfoques en psicología, como es
el psicoanálisis freudiano, que entienden al ser humano como naturalmente
destructivo y agresivo.

Principales Influencias.

Rogers tomó elementos teóricos provenientes de dos fuentes principales:

1) Psicología de la Gestalt, de la cual se deriva su concepción de organismo y su


entendimiento acerca de cómo operan los procesos perceptivos en el ser
humano.
2) Psicología Fenomenológica, de la cual se deriva su interés por la experiencia
humana como principal determinante de la conducta, la propuesta de una
psicología comprensiva antes que explicativa, etc.

Visión Procesal sobre la Personalidad.

La teoría de la personalidad de Rogers no busca explicar el psiquismo humano de


acuerdo a estructuras, componentes y sistemas hipotéticos. Antes que proponer una
explicación estructural de la personalidad, el autor ofrece una serie de hipótesis
comprensivas sobre el psiquismo entendido como un proceso en constante cambio.
Rogers entiende la personalidad humana como una Gestalt que se configura y
reconfigura momento a momento, a partir de las interacciones que se dan entre el
organismo y su medio ambiente. En otras palabras, la personalidad será entendida

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como un proceso fluido, cambiante, dinámico, complejo, antes que como una
estructura fija susceptible de ser explicada en términos absolutos y definitivos.

3 Dimensiones de la Personalidad Humana.

El autor reconoce 3 dimensiones de la personalidad:

1) Organismo. La unidad conformada por cuerpo y mente, en su interacción con el


medio ambiente.
2) Campo Fenoménico. El conjunto de experiencias que tienen lugar en el
organismo a medida que este se relaciona con su medio momento a momento.
3) Concepto de Sí Mismo. Una porción del campo fenoménico que se diferencia y
que contiene todas las percepciones, valores e ideales referentes a uno mismo.

Tendencia Actualizante y Valoración Organísmica.

Como todo organismo vivo, el ser humano posee un sistema motivacional/impulsor


que energiza la conducta. Rogers llama a este sistema Tendencia Actualizante o
Tendencia a la Actualización. El organismo humano tiende naturalmente a la
conservación, el desarrollo y la reproducción. Busca activamente actualizar todos sus
potenciales de desarrollo. Todas las necesidades (alimento, afecto, sexualidad, etc.)
son una manifestación de este único impulso natural. Todas ellas apuntan al
desarrollo pleno del organismo y su reproducción.

Junto a este sistema motivacional, Rogers identifica un sistema de orientación, al que


llama Valoración Organísmica. El organismo humano orienta su conducta
discriminando activamente aquellas experiencias que apoyan la tendencia actualizante
de las que no favorecen su crecimiento. En función de este sistema valorativo, el ser
humano buscará activamente aquellas experiencias que le resulten agradables y
nutritivas y evitará aquellas experiencias, conductas, etc. que entorpezcan u
obstaculicen la actualización de sus potencialidades.

Podemos usar para explicar la relación que se establece entre ambos sistemas
(motivacional y de orientación) utilizando la siguiente metáfora. Si pensamos en el

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organismo humano como si fuera un barco a vapor, la caldera que impulsa el barco
para que avance será la Tendencia a la Actualización, mientras que el timón que
orienta el curso de la embarcación será el proceso de Valoración Organísmica.

Imagen/Concepto de Sí Mismo.

Conforme el organismo se desarrolla en la interacción con su medio ambiente, una


porción de sus experiencias comenzará a diferenciarse. El niño tempranamente va
adquiriendo una conciencia rudimentaria de sí mismo, formándose una imagen de sí
mismo. Aparece una primera noción de que es un organismo diferente a su entorno.
Estas experiencias luego van complejizándose y nucleándose en torno a un Concepto
de Sí Mismo. La vivencia del Yo (Self) se convierte en objeto de percepción y
evaluación (reflexividad).

Las principales características del Concepto de Sí Mismo según Rogers son:

1) Es consciente. Contiene sólo experiencias de sí mismo que son conscientes, es


decir, simbolizadas. Por lo tanto, no incluye todas aquellas experiencias que
permanecen en el fondo perceptual (ley de figura y fondo).
2) Es una gestalt y como tal tiende a ser coherente. Si aparecen en la experiencia
elementos disonantes con la estructura del sí mismo, estas no serán admitidas
a la conciencia y no formarán parte del Concepto de Sí Mismo. Si dichas
experiencias disonantes llegan a acceder a la conciencia, surge tensión y
malestar, hasta que no se logre reconfigurar la gestalt en un todo significativo y
coherente.
3) Contiene percepciones de uno mismo, así como valores e ideales.
4) Determina la conducta. Conforme el organismo se desarrolla y sus
experiencias sobre sí mismo se complejizan, emerge el Concepto de Sí Mismo
que asume la función de orientar la conducta. El sí mismo busca activamente
experiencias que confirmen su estructura (gestalt) y evita experiencias
disonantes que desconfirmen este autoconcepto.

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El Desarrollo de la Personalidad.

Al momento de nacer, el niño funciona como un organismo integrado. Es decir,


funciona como una totalidad coherente que se adapta creativamente a su entorno. Su
conducta es impulsada por la tendencia a la actualización y se orienta de acuerdo a los
criterios valorativos del organismo (valoración organísmica). En su interacción con el
medio, surgen diversas experiencias que son susceptibles de acceder a la conciencia
libremente.

Conforme el organismo se desarrolla, surge en su campo fenoménico una imagen de sí


mismo que se configura a partir de las experiencias organísmicas. En este punto, todas
las experiencias del organismo pueden acceder libremente a la conciencia, sin
discriminación. Y su conducta se orienta de acuerdo a estas experiencias
simbolizadas. Por ejemplo, si el organismo experimenta hambre, el niño toma
conciencia de esta sensación, percibe el hambre e inicia una conducta concordante:
busca comida, llora, etc. Si el organismo siente cólera o enojo con su hermano, el niño
percibe este impulso y se comporta de acuerdo a su necesidad de descarga del
impulso agresivo, golpeando a su hermano. Si el organismo debe evacuar la orina, el
niño percibe esta sensación y procede a orinar sin importar dónde se encuentre,
satisfaciendo su necesidad organísmica libre y espontáneamente.

Ahora bien, junto con la configuración del concepto de sí mismo, aparece una
necesidad psicológica que puede asumir un papel preponderante entre las demás
necesidades organísmicas del niño. Dada la situación de vulnerabilidad y dependencia
en la que se encuentra el niño, éste siente que debe asegurarse el afecto y cuidado de
sus cuidadores primarios. El niño desarrolla entonces una Necesidad de
Consideración Positiva de parte de sus padres. Necesita el amor, el cuidado y el
afecto de sus cuidadores a toda costa, pues se da cuenta que de ello dependerá su
supervivencia.

Entonces, el niño orientará su conducta de acuerdo a esta necesidad, aún a expensas


de la satisfacción de otras necesidades organísmicas. Con esto, el niño buscará
construir un concepto de sí mismo que le asegure el afecto y cuidados necesarios para
su supervivencia, y procurará evitar toda experiencia o conducta que pueda significar
un rechazo de parte de sus padres, y valorará positivamente aquellas experiencias y
conductas que promuevan la aceptación de sus cuidadores.

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Los padres evalúan la conducta del niño de acuerdo a sus propios criterios valorativos.
Estos criterios por lo general no coinciden con los del organismo del niño. Es decir, por
ejemplo, si bien el organismo del pequeño valora positivamente la descarga de tensión
fisiológica que resulta de orinar (aunque sea en la alfombra del comedor), los padres
considerarán que el orinar en cualquier parte y ensuciar la casa es una conducta
reprochable. Lo mismo con ciertas emociones y sus conductas resultantes: si bien el
organismo valora positivamente la expresión de la rabia (golpear al hermano), los
padres valorarán negativamente el hecho de que el niño sienta rabia y la manifieste
abiertamente. Cuando el niño se comporta de una manera o experimenta una
sensación que los padres valoran negativamente, éstos retirarán su afecto, mientras
que si el niño se comporta según lo que ellos consideran aceptable, entregarán afecto
recompensando al niño. A este proceso Rogers lo llama Condicionalidad del Afecto.

Ante esta dinámica, el niño comienza a valorar su experiencia y conducta según los
criterios valorativos de sus padres, antes que los de su organismo. En este sentido, en
un primer momento, el niño traslada el locus de control desde el interior hacia el
exterior del organismo. Pero a medida que se desarrolla, estos criterios valorativos son
introyectados y el niño los hace propios. Ahora el niño no actuará de determinada
manera porque los padres consideren que X conducta o experiencia es negativa o
positiva, sino porque él mismo valora su experiencia y su conducta condicionalmente.
En este sentido Rogers explica que el niño, a partir de sus interacciones con sus
cuidadores primarios, va a dejar de lado el proceso de valoración organísmica y sus
criterios, reemplazándolo por un proceso de Valoración Condicional. En otras
palabras, el niño ahora valora condicionalmente su experiencia de acuerdo a los
criterios valorativos introyectados.

En este proceso, el Concepto de Sí Mismo se va alejando y disociando del Organismo y


sus experiencias. Se va volviendo autónomo, orientando la conducta de acuerdo a
criterios que muchas veces no coinciden con los criterios valorativos del organismo.
Producto de esta separación, y de la primacía que toma el Sí Mismo en la valoración
de la experiencia y la determinación de la conducta, muchas de las necesidades del
organismo quedarán insatisfechas. Además, el Concepto de Sí Mismo, que en un
principio coincidía con las experiencias organísmicas y que resultaba ser fluido,
dinámico y maleable, ahora se volverá rígido, autónomo. Rogers explica que el niño
entonces pasa de un estado de Congruencia (Organismo y Sí Mismo coinciden) a un

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estado de Incongruencia (Organismo y Sí Mismo se disocian y diferencian). Este es


para el autor el núcleo central del desajuste psicológico.

Desajuste Psicológico.

El estado de incongruencia entre las experiencias del organismo y el concepto de sí


mismo genera tensión, frustración, malestar, etc. Aspectos del organismo quedan
fuera de la experiencia consciente, si bien continúan pulsando en el fondo perceptivo.
Este “quedar afuera” viene dado por el mecanismo de subcepción. El ser humano es
capaz de discriminar sus experiencias incluso no siendo totalmente consciente de
ellas. La subcepción es un mecanismo que opera, por así decirlo, “pre-
conscientemente”. El individuo “subcibe” aquellas experiencias que son incompatibles
con su Concepto de Sí Mismo aceptable, querible, como amenazantes y por lo mismo
procede a negarles el acceso a la conciencia. Además de negar ciertas experiencias
incompatibles, también puede distorsionarlas de manera que puedan encajar con el
Concepto de Sí Mismo sin generar tensión psicológica.

Esta “distorsión perceptual” supone la puesta en marcha de un Proceso Defensivo


donde se defiende la integridad y coherencia del Concepto de Sí Mismo de las
experiencias organísmicas amenazantes. Este proceso defensivo se sostiene sobre la
acción de diversos mecanismos de defensa (e.g. negación, proyección,
intelectualización, fantasía, etc.). A través de estos mecanismos de defensa, sólo
pueden acceder a la conciencia aquellas experiencias que sean consistentes con el
Concepto de Sí Mismo, y aquellas que no lo son, acceden en forma distorsionada.

Para Rogers, la Neurosis equivale a este proceso defensivo constante que mantiene el
estado de Incongruencia. La disociación entre el Organismo y el Concepto de Sí
Mismo supone el surgimiento de un “falso self”, que no se corresponde con el estado
natural donde ambas dimensiones de la personalidad coinciden (Congruencia). El
estado neurótico es, en esencia, un estado defensivo, por lo que las conductas del
neurótico serán conductas defensivas (e.g. evitar el conflicto con otras personas,
distraerse con actividades cuando se tiene pena o rabia, evitar estímulos o situaciones
que propicien la aparición de experiencias inaceptables, etc.).

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La Psicosis surge cuando las defensas ceden ante la tensión que se genera entre el
Concepto de Sí Mismo y las experiencias del Organísmo. Cuando no se logra actualizar
el proceso defensivo, ocurre una toma de conciencia súbita de las experiencias
amenazantes que habían sido negadas a la conciencia o bien distorsionadas. Este flujo
de experiencias inaceptables e incompatibles con el Sí Mismo genera un estado de
desorganización (la gestalt pierde su coherencia de manera súbita y repentina). Este
estado de desorganización psíquica no se puede resolver mediante la reconfiguración
espontánea del Concepto de Sí Mismo. Surgen entonces conductas desorganizadas,
incoherentes, impulsivas y fuera de control.

Funcionamiento Óptimo.

Para Rogers, el funcionamiento óptimo o pleno viene dado por la Congruencia entre el
Organismo y el Concepto de Sí Mismo. Esto equivale a “ser quien uno realmente es”
momento a momento. Se trata de un proceso, no de un estado fijo. Vivir en proceso,
libremente, de acuerdo al modo en que el organismo experimenta su existencia en
relación con el ambiente.

Las características de la persona que funciona plenamente, según Rogers, son:

1) Apertura a la experiencia: Todas las experiencias organísmicas pueden


acceder libremente a la conciencia. No existe discriminación ni filtro. Por lo
tanto, todas las necesidades del organismo pueden ser satisfechas
adecuadamente, favoreciendo la tendencia innata a la actualización de las
potencialidades organísmicas.
2) Tendencia al vivir existencial: La persona vive existencialmente, es decir, en
el presente inmediato. Orienta su conducta y su existencia de acuerdo a lo que
necesita momento a momento, permaneciendo fiel a los requerimientos de su
organismo en relación con su medio ambiente físico, social y cultural.
3) Confianza en el organismo: La persona confía en que su organismo es una
fuente de información fiable para tomar decisiones y orientar su conducta. Por
lo mismo, permite que las experiencias organísmicas conscientes determinen
su actuar, favoreciendo la actualización de su más pleno potencial.

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