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El principio de presunción de inocencia en el nuevo sistema penal en México.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL DERECHO A LA PRESUNCIÓN DE


INOCENCIA

En el año de 1789 se plasma por primera vez en la Declaración de los Derechos de


Hombre y del Ciudadano la presunción de inocencia en su artículo 9 el cual señala
“Puesto que cualquier hombre se considera inocente hasta no ser declarado
culpable, si se juzga indispensable detenerlo, cualquier rigor que no sea necesario
para apoderarse de su persona debe ser severamente reprimido por la Ley”. i

En nuestro país la presunción de inocencia tiene su antecedente más antiguo en la


Constitución de Apatzingán de 1814 que establecía en su artículo 30 lo siguiente:
“Todo ciudadano se reputa inocente, mientras no se declare culpado”. Este
reconocimiento constituyó un gran avance en materia de justicia dentro del contexto
social que se vivía en aquella época. Desafortunadamente esta Constitución no tuvo
vigencia en nuestro territorio, pero el hecho de consagrar este principio denota el
interés de sus creadores en dotar de este elemento tan importante al sistema
jurídico de nuestro país; no obstante, las posteriores Constituciones, incluida la de
1917, no tomaron en cuenta este derecho fundamental reconocido de manera
textual por el constituyente de Apatzingán.

En relación con este tema, la Suprema Corte de Justicia de la Nación en 2002, a


efecto de actualizar nuestro ordenamiento jurídico, estableció que la Constitución
de 1917 reconoce el principio de presunción de inocencia de manera implícita
cuando se hace una interpretación armónica y sistemática de los preceptos
constitucionales 14, párrafo segundo; 16, párrafo primero; 19, párrafo primero; 21,
párrafo primero, y 102, apartado A, párrafo segundo, de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, encontrándose resguardado en el debido proceso,
el principio acusatorio y la defensa adecuada. Reivindicando este derecho en
nuestro sistema jurídico y dotando a los imputados de esta protección en contra de
las arbitrariedades de la autoridad. A esta resolución le siguieron otras resoluciones
que buscaron proteger el derecho a la presunción de inocencia, lo cual derivó
posteriormente en un cambio estructural del sistema de impartición de justicia
mexicano donde se reconoció en nuestra Constitución de manera textual este
derecho fundamental.ii

MARCO TEÓRICO

El principio de presunción de inocencia, tiene como base angular considerar que


por naturaleza todos los hombres son inocentes, no culpables, consecuencia de lo
cual es dable determinar: toda persona sujeta a un procedimiento o proceso penal
no se considera responsable de la comisión del ilícito hasta que exista una sentencia
firme que la declare culpable. Se afirma que el hecho que se le atribuye es
constitutivo de delito sin que, de oficio, se advierta causa de exclusión del mismo.
La afirmación de delito requiere de una acción u omisión (simple o impropia) dolosa
(directo o eventual) o culposa (previsible o imprevisible) que se encuentra
exactamente adecuada a la descripción legal como constitutiva de un delito. El
imputado, desde el momento en que se le atribuye una conducta delictiva, goza de
derechos tendientes a resguardar su persona, dignidad, libertad, honra y buen
nombre, se garantiza su calidad de sujeto en la investigación y no de objeto de la
misma. Es importante mencionar que el objetivo de tutela es la calidad jurídica del
sujeto, con respeto en todo momento a su derecho de presunción de inocencia. Esto
es, en tanto, no se pruebe su culpabilidad, es inocente sin importar la etapa del
procedimiento en la que se encuentre, con protección irrestricta a sus derechos que
se encuentran en el apartado B de su artículo 20 constitucional.

Es dable establecer que se trata de un principio rector del proceso penal, cuya
finalidad es, durante su desarrollo, considerar al imputado como inocente de forma
objetiva y efectiva, cuya protección comience desde la detención a partir de la cual
sea dable establecer medidas cautelares, las que además de cubrir los requisitos
exigidos por ley, serán como su nombre lo establece, aplicadas de forma cautelar y
no represiva, como un paso tendiente a la fase del proceso o instrucción, sin que
sea apoyada en la justificación de una puesta en peligro. Debe motivarse en
la naturaleza del hecho y la gravedad del delito. En el procedimiento penal, incluso,
en su fase pre o para procesal, la persona sometida a proceso penal, tiene el
derecho a recibir la consideración y trato de no autor o partícipe en hechos de
carácter delictivo o análogos a éstos y determina, no se le apliquen las
consecuencias o los efectos jurídicos del mismo ya que el juzgador no puede
apoyarse en consideración inherentes a la persona, como conducta, credibilidad,
reputación, antecedentes penales, testigos o posibles testigos, así como de
cuestiones fuera del procedimiento como la confesión, admisión de hechos,
declaración previa o negativa a declarar o carearse, resultado de exámenes o
análisis a los que se hubiera sometido incluso previos a la imputación

El artículo 21 constitucional, concomitante con el principio impone a las autoridades


ministeriales y cuerpos de seguridad pública, su deber de proceder con observancia
de los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y
respeto a los derechos humanos, lo que implica que las autoridades policiales y
ministeriales, deberán respetar los derechos de los detenidos (etapa pre-procesal)
y acusados, entre ellos, la presunción de inocencia en sus distintas facetas.iii

¿En qué se finca el principio de presunción de inocencia? Hay una razón


fundamental: la dignidad humana, reconocida por el legislador al asumir que
ninguna persona nace siendo culpable de un ilícito, por lo que establece la
obligación para las instituciones públicas de suponer que aquella no es culpable, sin
importar de qué conducta. La dignidad, elemento común a todos los miembros de
la humanidad, coloca al principio de presunción de inocencia al margen de cualquier
debate en su contra, estableciéndose así como uno de los principios que las
autoridades ministeriales, pero sobre todo las jurisdiccionales, deben tener siempre
en cuenta. Las autoridades deben profesar una vocación firme en la defensa de la
dignidad humana y en la forma como ese postulado debe irradiar a todo sistema
punitivo.iv

El principio de presunción de inocencia que en materia procesal penal impone la


obligación de arrojar la carga de la prueba al acusador, es un derecho fundamental
que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce y garantiza
en general, cuyo alcance trasciende la órbita del debido proceso, pues con su
aplicación se garantiza la protección de otros derechos fundamentales como son la
dignidad humana, la libertad, la honra y el buen nombre, que podrían resultar
vulnerados por actuaciones penales o disciplinarias irregulares. En consecuencia,
este principio opera también en las situaciones extraprocesales y constituye el
derecho a recibir la consideración y el trato de “no autor o no partícipe” en un hecho
de carácter delictivo o en otro tipo de infracciones mientras no se demuestre la
culpabilidad; por ende, otorga el derecho a que no se apliquen las consecuencias a
los efectos jurídicos privativos vinculados a tales hechos, en cualquier materia.v

i
Declaración Universal sobre Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789

ii
Mercado Morales, M. (2015). La presunción de inocencia como un derecho fundamental. Hechos y

Derechos, 1(29).

iii
Aguilar López Miguel Ángel, Presunción de inocencia, derecho humano en el sistema penal
acusatorio, México, Anaya, 2015.

iv
Gómez González Arely. (2016). Reforma Penal 2008-2016 El Sistema Penal Acusatorio en
México. Ciudad de México: INACIPE. p. 211

v
Nota 6 . p. 215

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