Es una parte vital de toda cadena de suministro, gracias a él gestionamos nuestra mercancía
y somos capaces de conocer el estado y la ubicación de nuestros productos, lo que a su vez
nos permite responder adecuadamente a las necesidades de nuestros clientes y de nuestra
logística. Además, optimizar su gestión va a tener un efecto directo en numerosos costes,
como los de almacenamiento y compras.
Los sistemas de control de inventarios suelen dividirse en dos tipos: Push y Pull,
dependiendo de la manera en la que los productos son introducidos en la cadena de
suministro. Push (empujar, en inglés) hace referencia a los inventarios en los que es el
vendedor el que “empuja” su mercancía en dirección hacia el cliente. Por el contrario, en los
métodos Pull (tirar, en inglés) los inventarios funcionan de manera reactiva ante las acciones
del cliente, según este va demandando y adquiriendo los productos.