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Repensar la

ciudadanía
LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL
Repensar la
ciudadanía
LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Pablo Ayala Enriquez y Salvador Leetoy López (coordinadores)


Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey
Cátedra de Investigación en Comunicación, Globalización y Estudios Culturales

Repensar la ciudadanía: los desafíos de un nuevo pacto global / Pablo Ayala


Enri quez, Salvador Leetoy López, editores. – Guadalajara, Jalisco, México:
Tecnológico de Monterrey, Campus Guadalajara, Departamento de
Comunicación y Relaciones Internacionales, 2011.

216 p. ; 23 cm. – (Cátedra de Investigación en comunicación, globalización y estudios culturales).

ISBN 978-607-501-065-6

1. Ciudadanía – Aspectos morales y éticos. 2. Democracia. 3. Participación ciudadana I. Ayala Enriquez, Pablo. II.
Leetoy López, Salvador.

JF801.R474 2011

Diseño de portada: Dinora Vega Reyes


Diseño de interiores y diagramación: Rocío Calderón Prado
Fotografía de portada: Vladimir Wrangel/Shutterstock

1a edición, Guadalajara, 2011.

D.R. © Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.


D.R. © Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Ave. Eugenio Garza Sada Sur No. 2501
Col. Tecnológico
C.P. 64849 Monterrey, N.L.

ISBN 978-607-501-065-6

Impreso y hecho en México

Printed and made in Mexico

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada
en, o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea
mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito
del editor.
AGRADECIMIENTOS

Los editores de este libro agradecemos el apoyo de diversas personas que hicieron
posible la realización de esta obra compilatoria. Agradecemos a los directivos
del Tecnológico de Monterrey, campus Guadalajara, especialmente a su director,
Víctor Gutiérrez Aladro, y a la directora de la Escuela de Negocios y Humanidades,
María Elena Vázquez Lira, quienes creyeron en este proyecto y nos facilitaron su
realización. De la misma manera, agradecemos a los estudiantes organizadores del
Segundo Congreso de Relaciones Internacionales y a su directora de carrera, Zazil
Romero Echevarría, por su entusiasta participación en dicho congreso del cual se
incluyen un par de ponencias. Agradecemos también a Ingrid López Inzunza por
su cuidadoso trabajo de edición y a Carlos Roque Pineda, asistente de la Cátedra
de Investigación en Comunicación, Globalización y Estudios Culturales, por su
labor y esfuerzo durante estos arduos meses de trabajo.

Los editores
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 13
Pablo Ayala Enri quez
Una primera aproximación a la complejidad que encierra el término 14
La necesidad de superar las miserias del liberalismo 16
La estructura del libro 17

LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA COMO PILAR EN LA CONSTRUCCIÓN 25


DE UNA CIUDADANÍA ACTIVA
Daniela Gallego Salazar
Nuevos retos de la teoría de la democracia 27
¿Qué es la democracia deliberativa y cómo responde a los retos descritos? 30
La democracia deliberativa como complemento del modelo representativo 34
El valor epistémico de la deliberación 36
El ethos deliberativo y las virtudes del ciudadano deliberativo 39
Los espacios de construcción de la ciudadanía activa 41

DELIBERACIÓN Y JUSTICIA: RUTAS HACIA LA DEMOCRACIA RADICAL 47


Salvador Leetoy López
La radicalización de la democracia como forma de resistencia 48
Justicia social como fin democrático 55

LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL 71


Carlos Cerda Dueñas
La democracia directa y los asuntos internacionales 73
Modalidades y detracciones del refrendo 76
Casos prácticos del ejercicio de la democracia directa en política internacional 85
La democracia directa y la política exterior en el caso de México 93
Conclusiones 96
¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA CIUDADANÍA FUERTE 99
EN NUESTRA DEMOCRACIA LIBERAL?
Pablo Ayala Enriquez
Dos elementos del caldo de cultivo para la des-ciudadanización 100
en la sociedad líquida: la condición socioeconómica y el hiperconsumo 107
La desafección ciudadana como respuesta a las barreras que impiden la participación 112
Claves republicanas para promover una ciudadanía fuerte en México 114
Las coordenadas de una educación ciudadana fuerte para México 119

LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE. 121


UNA PROPUESTA DESDE LA TEORÍA DE LAS CAPACIDADES HUMANAS
Martín Johani Urquijo Angarita
Sentidos de la ciudadanía 122
Dimensiones de la ciudadanía, una propuesta desde la teoría de la ciudadanía de Cortina 144
El ciudadano como agente 146

LA CIUDADANÍA ECONÓMICA DE LOS INMIGRANTES 153


Jesús Conill Sancho
Problematismo de la noción de ciudadanía económica 157
Instituciones económicas modernas 163

VIDEOACTIVISMO Y CONTRAINFORMACIÓN EN MÉXICO: 165


EL CASO DE LA PRODUCTORA CANAL 6 DE JULIO
Diego Zavala Scherer
La forma documental y el activismo en el México contemporáneo 165
La historia antes de la historia 165
Resistencia social: contrainformación 166
No sólo el espacio, también el tiempo 172
Y al final, está la voz 174
También escribiendo se hace cine 175
Entrevista con Carlos Mendoza 176

LA CIUDADANÍA EN PELIGRO: INSEGURIDAD Y VIOLENCIA EN MÉXICO 187


Julio Hernández López

LA TRANSFORMACIÓN DE MEDELLÍN, LA NUEVA POLÍTICA 203


Y LA VIOLENCIA EN MÉXICO
Sergio Fajardo Valderrama
PERFIL DE LOS AUTORES

Pablo Ayala Enriquez


Es doctor en Ética y Democracia por la Universidad de Valencia, España. Es
maestro en Educación, con especialidad en Humanidades por el Tecnológico de
Monterrey. Es director del Departamento de Formación Humanística y Ciuda-
dana del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM),
campus Guadalajara. Ha publicado diversos artículos en temas de ética y ciuda-
danía. Actualmente forma parte del Comité dictaminador del Programa Editorial
del ITESM y de la revista Estudios Sociales del Centro de Investigación en Alimenta-
ción y Desarrollo, A.C. (CIAD).

Carlos Cerda Dueñas


Es doctor en Derecho por la Universidad de Guadalajara. Actualmente es profesor
en el Tecnológico de Monterrey, campus Guadalajara, adscrito al Departamento
de Comunicación y Relaciones Internacionales, y miembro de la Cátedra de
Investigación en Comunicación, Globalización y Estudios Culturales. Es profesor
visitante en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Sus líneas de investiga-
ción son los aspectos jurídicos de las relaciones internacionales, política exterior
comparada y la política exterior de México.
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Jesus Conill Sancho


Es catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Valencia, España.
Ha desarrollado proyectos de investigación en distintas universidades europeas.
Es miembro del Seminario de Investigación Xavier Zubiri, de la Sociedad Espa-
ñola de Fenomenología, de la European Business Ethics Network (EBEN) y de
la International Development Ethics Association. Ha sido profesor visitante en
diversas universidades europeas y americanas. Ha dirigido proyectos de investiga-
ción sobre ética y economía y actualmente es director del Grupo de Investigación
en Hermenéutica y Filosofía Práctica. Sus principales temas de trabajo giran en
torno a la fundamentación y aplicación de la ética: éticas hermenéuticas, ética
económica y del desarrollo humano.

Sergio Fajardo Valderrama


Es académico, periodista y político colombiano, reconocido por haber sido el
alcalde de la ciudad de Medellín, Colombia. En sus inicios como profesionista,
se dedicó al trabajo académico en distintas universidades en América Latina y
Estados Unidos, principalmente en la Universidad de los Andes en Bogotá.
Además de su trabajo como investigador, también llegó a participar como perio-
dista en El Espectador y la revista Dinero. También fue subdirector de El Colombiano.
De 2004 a 2007 fungió como alcalde de Medellín, lo cual lo hizo acreedor a dis-
tintas condecoraciones y premios, siendo algunos de ellos el reconocimiento de
Mejor Alcalde de Colombia en el periodo 2004-2007 y el personaje de América
Latina en 2007 de acuerdo con The Financial Times.

Daniela Gallego Salazar


Es doctora en Ética y Democracia por la Universidad de Valencia, España. Es
miembro del Grupo de Investigación en Bioética y del Grupo Iberoamericano de
Ética y Filosofía Política de la misma universidad. Sus líneas de investigación son:
ética de la deliberación, democracia, procesos de toma de decisiones, aplicación
de la ética deliberativa a las instituciones públicas y educación democrática. Entre
sus artículos publicados se pueden mencionar: “El papel de la educación en la

10
PERFIL DE LOS AUTORES

forja de la ciudadanía democrática” (2006) y “Cooperación para el desarrollo en


la educación democrática” (2006), entre otros.

Julio Hernández López


Nacido en Torreón, Coahuila, es un distinguido periodista mexicano que hoy
día radica en la ciudad de San Luis Potosí. Desde joven ha participado en la
política mexicana, lo cual lo llevo a ser el dirigente del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) en San Luis Potosí en 1993. Posteriormente, entró a trabajar en
el periódico nacional La Jornada, donde actualmente publica de lunes a viernes su
columna “Astillero”. Asimismo, es el encargado de La Jornada en San Luis Potosí.
Su área de especialidad radica en los diferentes temas que giran en torno a polí-
tica mexicana actual.

Salvador Leetoy López


Es doctor en Estudios Culturales por la Universidad de Alberta, Canadá. Actual-
mente se desempeña como director de la Cátedra de Investigación en Comu-
nicación, Globalización y Estudios Culturales en el Tecnológico de Monterrey,
campus Guadalajara. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Ha sido
profesor visitante en la Universidad de California en Berkeley, la Universidad de
Alberta y la Universidad de Sevilla. Sus líneas de investigación son: estudios cultu-
rales, teoría crítica social, identidad y representación cultural en Latinoamérica,
y teorías de comunicación de masas. Ha escrito diversos artículos sobre identidad y
representación del sujeto cultural indígena.

Martín Johani Urquijo Angarita


Es doctor en Filosofía por la Universidad de Valencia, España. Profesor e inves-
tigador en el Departamento de Filosofía de la Universidad del Valle en Cali,
Colombia. Es coordinador de la línea: Filosofía y Sociedad del Grupo de Investi-
gación en Ética y Filosofía Política PRAXIS, perteneciente a la misma universidad.
Es autor de varias publicaciones, entre las que se encuentran artículos en revistas,
capítulos de libros, ponencias y comunicaciones, investigaciones realizadas y dos

11
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

libros: La ciudadanía reexaminada. Un análisis a la ciudadanía democrática desde el


enfoque de las capacidades humanas (2007) y La libertad como capacidad. El enfoque de
las capacidades de Amartya Sen y sus implicaciones en la ética social y política (2008).

Diego Zavala Scherer


Es doctor en Comunicación Social por la Universidad Pompeu Fabra en Barce-
lona, España. Becario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT)
para el desarrollo de la tesis doctoral titulada “La poética del sujeto y el mito
democrático americano: los documentales televisivos de la guerra de Irak”. Es
colaborador de la revista Proceso para temas de cine y miembro de la Cátedra de
Investigación en Comunicación, Globalización y Estudios Culturales. Sus líneas
de investigación son: teoría documental, relación de la televisión y el cine docu-
mental, la figura del héroe en ficción y documental, y la guerra y el cine.

12
INTRODUCCIÓN

Pablo Ayala Enriquez

Repensar la ciudadanía no es un esfuerzo teórico menor. La complejidad de la


tarea se agudiza por el hecho de que cualquier aproximación a la noción exige
tener en cuenta su multidimensionalidad, la polisemia derivada del sinnúmero
de acercamientos dirigidos a conceptualizarla y la proximidad que mantiene con
algunas acepciones que han hecho escuela en el marco de la legalidad, la teoría
política, el civismo, los derechos humanos y la cultura democrática. Por su parte,
la cotidianidad y variedad de formas en que el término se emplea fuera del espacio
de la academia, provocan que la noción sea aún más difícil de aprehender debido
a que, de un modo u otro, cualquier persona es capaz de concebir y distinguir
quién es un ciudadano o quién no lo es.
A decir de Martha Ochman, “los problemas para delimitar el concepto inician
con las definiciones fundamentales, que pretenden ser suficientemente amplias
para sintetizar posturas teóricas contradictorias” (2006, p.9), de ahí que el deno-
minador común del que disponemos para distinguir la noción ciudadanía de otros
conceptos próximos a ella, lo encontramos concretado en unos rasgos mínimos en
los que parece haber un cierto acuerdo.
Y si nuestro afán es, tal como lo expresa el título del libro, Repensar la ciudadanía.
Los desafíos de un nuevo pacto global, la primera tarea que habremos de emprender
es la de superar la dificultad que implica delimitar teóricamente nuestro objeto
de estudio, para luego explorar las condiciones sociopolíticas y culturales bajo las
cuales dicha noción puede prosperar en el contexto latinoamericano.
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Una primera aproximación a la complejidad que encierra el término

Si tenemos en cuenta que la noción de ciudadanía es tan antigua como la sociedad


de Pericles, Platón o Aristóteles, ¿cuál puede ser su atractivo al día de hoy? ¿cuál
es el aporte que actualmente puede traer repensar una noción que, por sus siglos,
bien pudiera confinarse en las estanterías de las bibliotecas, continuar su reposo
en las líneas de discursos políticos del pasado o mantenerse en las clases introduc-
torias de la ciencia política y la filosofía?
A decir de Adela Cortina, el término en la década de los noventa del pasado
siglo comenzó a recobrar su antiguo protagonismo1 por razones tanto filosóficas,
como por razones atribuibles a la presencia del concepto en la vida cotidiana.
Entre las razones filosóficas, Cortina encuentra que la noción encierra el resultado
de la discusión entre liberales y comunitarios: ciudadano es quien pertenece a una
comunidad política moderna, compuesta por instituciones que pretenden pro-
mover la justicia, mismas que cobrarán su legitimidad al momento de pretenderla
(en Cortina y Conill, 2001, p.16).
Entre las razones provenientes de la vida cotidiana tenemos que la noción se
encuentra íntimamente ligada a una serie de exigencias sociales e institucionales,
asociadas a la vida en democracia. Aun y cuando la democracia de nuestras socie-
dades latinoamericanas no ha rendido todos los frutos que se esperan de ella, no
podemos negar que, como afirma Antonio Bolívar, “no son las estructuras formales
de una democracia las que le dan fuerza y la hacen sostenible, sino las virtudes
cívicas y la participación activa de sus ciudadanos” (2007, p.9). Es indiscutible el
valor de la democracia y su aporte a nuestras sociedades, pero ante la inconsis-
tencia y la controversia que encierran algunos de sus resultados, el rol y virtud que
encarna la acción ciudadana parece superar el protagonismo del término demo-
cracia e, incluso, del de legalidad.

1. Antonio Bolívar señala que ese mismo interés se suscitó en el marco de las políticas educativas, tra-
tando de “responder a la necesidad de formar ciudadanos más competentes cívicamente y compro-
metidos, mediante la participación en las responsabilidades colectivas” (2007, p.9). El planteamiento de
Bolívar se inscribe en lo que él denomina la ciudadanía comunitaria, propuesta que busca recuperar el
conjunto amplio de la comunidad educativa mediante una renovada articulación entre la escuela y la
sociedad.

14
INTRODUCCIÓN

Sin embargo, el estatus pleno de ciudadanía, más allá de los tenues acuerdos
que encontramos entre republicanos, liberales y comunitarios2 respecto al signi-
ficado y sentido de la noción, parece aún estar muy lejos de ser una condición
de vida para todos los seres humanos. Creemos que no basta sólo con pertenecer
a una comunidad, ser representado por quienes encabezan y dirigen las institu-
ciones políticas o tener reconocidos derechos tan básicos como el de la libertad,
la igualdad o el de elegir a quién deba representar nuestros intereses en el seno
de la comunidad política. Ser ciudadano implica mucho más. Nuestras sociedades
latinoamericanas enfrentan un grave déficit de ciudadanía. Déficit que, en gran
medida, es generado por una serie de circunstancias que rodean el devenir de la
política democrática, a saber: el estallido de la globalización económica, su deter-
minante y creciente protagonismo en el terreno de lo político (Beck, 2008), han
convertido el consumo en el único telos de la existencia humana, imposibilitando
la formación de ese tipo de persona que se sienta partícipe y comprometida con
los valores y principios éticos que encarna la vida en democracia y en comunidad
(Camps, 2010).
Por otro lado, la democracia representativa, misma que pareciera la más viable
para sociedades tan complejas como las nuestras, no sólo ha sofocado el genuino
interés ciudadano por deliberar sobre los problemas y asuntos comunes, sino que
también ha degradado en una democracia mediatizada que prioriza los intereses
partidistas y no los de la sociedad en su conjunto. Pareciera que el gran aporte
del Estado moderno liberal, el reconocimiento de los derechos civiles y políticos,
juega en contra de la conformación de una ciudadanía fuerte y sólida, volviéndola
mediante el sistema de representación, al menos para el caso latinoamericano,
una ciudadanía débil y deficitaria, debido a que el preciado e inalienable valor de

2. A decir de Flor Cabrera Rodríguez (2002), la dificultad para acceder a una definición unánime de la
ciudadanía está asociada a las características del proceso de globalización, la crisis del Estado de bien-
estar, la multiculturalidad, el aumento de los procesos migratorios, la aspiración a alcanzar una mayor
equidad, la emergencia de nuevas voces minoritarias y la necesidad de acceder a un mayor desarrollo
sostenible, ha dado como resultado el surgimiento de ideas tales como: la ciudadanía cosmopolita (Cor-
tina), ciudadanía global (Bank, Olu, Marryfield), ciudadanía responsable (Bell, Spencer y Klug), ciudadanía
activa (Osler y Bárcena), ciudadanía crítica (Girox, Mayordomo e Ingleheart), ciudadanía social responsable
(Carneiro), ciudadanía multicultural (Kymlicka), ciudadanía intercultural (Cortina), ciudadanía diferenciada
(Young), ciudadanía económica (Conill), ciudadanía ambiental (Carneiro).

15
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

la libertad, en nuestras democracias liberales, muta en apatía, individualismo e


incapacidad para interesarse y hacerse cargo de los problemas que nos conciernen
a todos.

La necesidad de superar las miserias del liberalismo

La primacía de la libertad en la democracia liberal, nos recordará Victoria Camps, es

...al mismo tiempo un presupuesto y un inconveniente para construir ciuda-


danía. Es un presupuesto y una condición porque la libertad es sinónimo de
soberanía y el ciudadano tiene que ser, por definición, un ser capaz de decidir
por sí mismo y con posibilidades para hacerlo. Al mismo tiempo, vivir en
sociedad significa compartir intereses comunes y también estar al servicio de
ellos (2010, p.10).

La comunión entre los intereses individuales y los comunitarios es, sin lugar a
dudas, uno de los principales retos que enfrentan tanto nuestras democracias libe-
rales como los programas de estudio que tratan de promover de manera trans-
versal competencias ciudadanas.
La entronización de la libertad individual en las democracias liberales ha deri-
vado en un déficit del capital social que se requiere para la satisfacción de inte-
reses y necesidades comunes. De ahí que aún mantenga su vigencia la crítica que
los pensadores comunitaristas han venido planteando durante dos décadas a los
liberales:3 la construcción de lo moral resulta impensable al margen de las comuni-
dades, en donde las personas desarrollan sus capacidades para que la comunidad
sobreviva y prospere. La pérdida de la dimensión comunitaria “ha provocado la
situación en que nos encontramos, en la que los seres humanos son más indivi-
duos desarraigados que personas, átomos disgregados en una masa informe, que
pueblo. Y, por si faltara poco, ignoran qué tareas morales han de desarrollar” (Cor-
tina, 1996, p.106).

3. Específicamente nos referimos a los autores defensores del neoliberalismo (en su vertiente economi-
cista) y al liberalismo libertario.

16
INTRODUCCIÓN

Así pues, el ciudadano que ha estrechado sus “lazos cívicos” y la fuerza de los
vínculos comunitarios, no sólo se considera como una parte más de la comunidad,
sino que se sabe reconocido e identificado con ella y se esfuerza por mantenerla y
mejorarla. De este modo, en el marco de una sociedad global, la ciudadanía sub-
yace como ese soporte del conjunto de identidades, culturas y particularidades
que confluye en el seno de una comunidad, suavizando los conflictos derivados de
la convergencia de diferentes ideologías, culturas, valores, aspiraciones e identi-
dades en un mismo espacio político.
Por tanto, la superación de las miserias de esa forma de liberalismo que sólo
exalta la búsqueda del bienestar del yo, y que a la vez obstruye el florecimiento de
la solidaridad y la vida en comunidad, obliga a que cualquier esfuerzo por formar
ciudadanos atienda a: la necesidad de promover la autonomía personal, haga
efectivos los derechos humanos, en especial, los sociales, y que posibilite el for-
talecimiento de los lazos cívicos y capacidades que permiten la puesta en marcha
de proyectos con beneficios e impactos comunes. Las condiciones institucionales
están puestas, ahora falta el arresto, el valor y el coraje ciudadano para transformar
todo aquello que impide su florecimiento.

La estructura del libro

La presente obra tiene su origen en una serie de reflexiones que hemos recogido
en las discusiones sostenidas en el seminario permanente que auspicia la Cátedra de
Investigación en Comunicación, Globalización y Estudios Culturales del Tecnoló-
gico de Monterrey, campus Guadalajara, así como en el encuentro que en 2011
sostuvimos con algunos colegas que participaron en el Segundo Congreso de Rela-
ciones Internacionales 2011 “El nuevo orden mundial: reconfigurando escena-
rios”, que organizó el grupo de estudiantes que cursa la Licenciatura de Relaciones
Internacionales. Su origen dialógico definió la estructura del libro. La primera
parte contiene siete ensayos donde se reflexiona sobre las bases que constituyen
una democracia con vocación deliberativa y la ciudadanía que este tipo de demo-
cracia exige. La segunda parte del libro está conformada por la transcripción de
las conferencias que dictaron Julio Hernández, autor de la columna “Astillero”
del periódico La Jornada, y Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín, Colombia.

17
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Daniela Gallego Salazar da inicio a la primera parte, con un texto en el que


aborda los principales retos que enfrenta la democracia en la actualidad, para
proponer la vía de la democracia deliberativa como una forma de superar los
actuales déficit del modelo de democracia representativa y que le impiden cum-
plir con suficiencia su objetivo central: “garantizar que los procesos de toma de
decisiones cuenten con mecanismos de participación que representen con justicia
las demandas y necesidades de los ciudadanos”.
Sin embargo, la superación de esos déficit, a decir de Gallego, requiere afrontar
cuatro desafíos que nos presenta la sociedad global de la que somos parte: la crisis
moral del liberalismo que deriva en la construcción de un ser humano desmedi-
damente individualista; la pérdida de la soberanía estatal; la desigualdad social, y
el pluralismo cultural. El conjunto de dichos hitos sociopolíticos nos enfrentan,
afirma Gallego Salazar, a un problema tan complejo como los antes señalados:
la falta de legitimidad de las decisiones políticas en el contexto de la democracia
liberal y, por ende, la puesta en cuestión de la justicia.
Ante este último riesgo, la autora, después de hacer un riguroso recorrido
teórico por la evolución de la idea de democracia deliberativa nos propone una
fórmula, con impronta moral, para superar las perversiones a las que obliga el
mandato de la voluntad expresada en “la voz de las mayorías”, mediante una reno-
vada propuesta de democracia deliberativa, donde el ciudadano recupera su ethos
participativo y dialogante.
El protagonismo de la deliberación pública, como una de las vías indispen-
sables para la conformación de una sociedad justa, es sin duda el eje central del
planteamiento de Salvador Leetoy López, quien nos plantea rutas para construir
una democracia radical. No se parte de las estrategias que hacen posible la democracia
fuerte defendida por Barber, ya que el planteamiento de Leetoy, por su carácter
revolucionario, rompe con el dejo conservador del primero. Para Salvador Leetoy,
la democracia se vuelve una utopía irrealizable cuando en ella no hay posibilidades
para el intercambio equitativo y respetuoso de ideas, particularmente las que pro-
vienen de los marginados y los excluidos de la sociedad.
Tomando como eje el caso del neozapatismo en México, Leetoy López nos pre-
senta un programa para ampliar los alcances de esa parte de la política social que
abona a la construcción de una democracia distinguible por la conformación de
espacios para que enraíce un dialogo abierto y plural en pro de la satisfacción de las

18
INTRODUCCIÓN

principales demandas políticas en México: la exclusión del diferente, la falta de


libertades civiles y la ausencia de una política pública que represente los intereses
nacionales.
La riqueza de las diferentes experiencias democráticas que se viven al interior
de la mayoría de comunidades indígenas y recogidas por nuestro autor, nos lega
una evidencia palmaria: en democracia, la participación directa rinde los mejores
frutos de una ciudadanía activa y comprometida. Carlos Cerda Dueñas, amplía la
visión de lo local desarrollada por Leetoy, para llevarla, al hilo de la historia, a un
contexto internacional.
En “La incidencia de la democracia directa en la política internacional”, Carlos
Cerda Dueñas se da a la tarea de explorar las distintas formas y modalidades en
que la participación popular. Por un lado, posibilita la conformación de una nueva
ciudadanía internacional y, por otro, allana el camino para la recomprensión de
temas tan vitales en las relaciones internacionales como son la autodeterminación
y la soberanía de los pueblos, la ratificación de tratados, el ingreso o la perma-
nencia en organismos internacionales o el mecanismo del referendo.
Sobre este último, Cerda Dueñas nos propone una detallada agenda que orien-
tará a cualquier interesado en la política internacional sobre cómo ampliar las
posibilidades del referendo y superar sus detracciones frente a otros mecanismos,
como la iniciativa y la consulta popular, el plebiscito y la revocación del mandato.
Los ejemplos de cómo el referendo se ha utilizado en diversos países aportan la
riqueza implícita de extrapolar la teoría a la práctica, al igual que la evidencia
tangible de la manera en que este instrumento, para el caso mexicano, puede con-
tribuir a incrementar los niveles de participación democrática en asuntos interna-
cionales. El camino no es sencillo, ya que se precisa de una firme voluntad política
con ánimo democratizador, bien moral escaso en la actual política mexicana.
Sin embargo, la construcción de una democracia fuerte o radical en el plano
doméstico o internacional no sólo depende de la voluntad de quien hace de la
política su modus vivendi, sino que depende, y quizás en mayor medida, de la acción
de una ciudadanía deliberante radical.
Esta noción, entendemos, se presenta como “bisagra” entre la democracia deli-
berativa propuesta por Daniela Gallego, y la ciudadanía republicana de la que
hablan Pablo Ayala Enri quez, Martín Johani Urquijo Angarita, Jesús Conill Sancho
y Diego Zavala Scherer. Una ciudadanía deliberante radical es principio y fin de

19
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

la democracia deliberativa, así como ésta es el origen y destino de la ciudadanía


deliberante radical.
Con el propósito de reconocer las posibilidades que tiene la conformación de
una ciudadanía fuerte en el contexto de las democracias liberales latinoamericanas,
en particular, la mexicana, Pablo Ayala, desde una perspectiva ética-republicana, se
pregunta cómo el hiperconsumo y la crisis de legitimidad de la democracia actual
impiden la construcción de una ciudadanía fuerte. Lo paradójico de la cuestión,
a decir de Ayala Enriquez, es que nuestra democracia liberal “funciona”, pero
prácticamente sin ciudadanos. ¿Hasta dónde puede sostenerse dicho esquema?
Los raquíticos niveles de participación comunitaria, el aumento de la violencia,
la pobreza, la corrupción que impera en la esfera gubernamental y civil, así como la
apatía propia de una sociedad centrada en el disfrute y la búsqueda del interés del
yo, hacen más difícil que nuestro actual modelo de democracia se desprenda de sus
vicios y arribe al horizonte deliberativo que defendemos. El fortalecimiento de la
ciudadanía, pensamos, exige primero, la superación de la precariedad material y
moral que sufren nuestras sociedades, para después poder recuperar los espacios
políticos públicos y desembarazarnos de los totalitarismos de partido y mercado.
La pregunta que Pablo Ayala plantea respecto a si ¿es posible construir una
ciudadanía fuerte en nuestras democracias liberales? obliga a superar la visión
libertaria del papel del ciudadano e implica repensar las virtudes cívicas del mexi-
cano y, muy en particular, nos obliga a indagar sobre las mejores alternativas
educativas para promoverlas y hacer del ciudadano un verdadero agente de trans-
formación y cambio social.
La exploración de las exigencias y posibilidades de la ciudadanía democrática y
la ciudanía como agencia viene de la mano de Martín Johani Urquijo, quien pro-
pone pasar del mero reconocimiento que posibilita la pertenencia a una comunidad
concreta, al establecimiento de condiciones (políticas, sociales, económicas) que
posibiliten el desarrollo de las capacidades que se requieren para ser, en sentido
amplio, un ciudadano.
Después de un repaso de los sentidos de la ciudadanía defendidos por republi-
canos (Bobbio, Pocock, Pettit), liberales (Bentham, Mill, Berlin) y comunitaristas
(Etzioni), Urquijo Angarita nos propone un modelo de ciudadanía que parte de
la noción de agencia defendida por Sen y que nuestro autor complementa con los
apuntes críticos que al respecto ha hecho Martha Nussbaum.

20
INTRODUCCIÓN

Así pues, la ciudadanía, desde el planteamiento de Urquijo, no puede ser com-


prendida sólo “como pertenencia a una comunidad política donde se adquieren
derechos y deberes, sino desde la capacidad de autodeterminación, de actuar
y provocar cambios cuyos logros pueden juzgarse en función de sus propios
valores y objetivos”. El ciudadano empoderado por la agencia, más allá de recoger
lo mejor y superar la ortodoxia de las visiones republicanas, liberales y comunita-
ristas, debemos comprenderlo como su propio señor, como dueño de sí, poseedor
de una ciudadanía real.
La propuesta de Martín Urquijo es urgente y necesaria, sin embargo, no es sen-
cilla de realizar en contextos democráticos como el mexicano, más aún cuando se es
un migrante. Sobre las condiciones y posibilidades de “La ciudadanía económica
de los inmigrantes”, Jesús Conill, de un modo diáfano y breve, al hilo de la evo-
lución del concepto de ciudadanía, nos explica el problematismo institucional (el
mercado, la empresa, el estado y los organismos internacionales) y dimensional
(las “caras de la ciudadanía económica”: la producción de bienes, el acceso al
estatus de consumidor, la capacidad de gasto y ahorro, de inversión y, por último,
de partición política) en que se ve envuelta la noción de “ciudadanía económica”.
A decir de Conill Sancho, “todos los ciudadanos, si fueran realmente sensibles a
ese problema tan acuciante, impulsarían con su participación política un cambio
de dirección en la agenda política de sus presuntos representantes”. Y si ello no se
da del modo en que el autor lo expresa, como él mismo señala, al menos podría
intentarse.
Un esfuerzo digno de elogio por hacer valer la potencialidad del ejercicio de la
ciudadanía económica, lo expone Diego Zavala al compartirnos su visión sobre el
trabajo desarrollado por Carlos Mendoza en el Canal 6 de julio, empresa que surge
en uno de los momentos más álgidos y moralmente controvertidos de la política en
México: el arribo a la presidencia de Carlos Salinas de Gortari y, con él, la llegada
de la política económica neoliberal.
Para Zavala Scherer, la forma documental promovida por el Canal 6 de julio
ha abierto un poderoso y renovado horizonte para el activismo mexicano. La lle-
gada de Salinas a la presidencia trajo consigo la firme convicción de un cambio
democrático que fue recogida por la narrativa documental que, más que cine, se
nos presenta como una forma de resistencia, como una vía que asegura la contra-
información. Por tanto, el trabajo que ha venido desarrollando Carlos Mendoza

21
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

en su Canal 6 de julio, a decir de Diego Zavala, se nos ofrece como una forma de
deconstrucción social, que va más allá de una “visión simple de la realidad social
del país [que] intenta comentar, cuestionar y minar el trabajo de construcción de
las representaciones oficiales. Tiene un componente transgresor al tiempo que
reinstaura la posibilidad de abordar el pasado y el presente político desde otro
punto de vista”. Por su potencial demoledor de la verdad oficial, el documental de
Mendoza, más allá del preciosismo estilístico, literario y la experimentación van-
guardista, se presenta como el vivo ejemplo de una ciudadanía que, por su indig-
nación, activa su poder transformador mediante una nueva cartografía ideológica
visual que tiene por blanco de mira los afanes, excesos, desatinos y consecuencias
de la acción hegemónica gubernamental y empresarial que aquejan a “esa gran
cantidad de voces de personajes excluidos de los registros representacionales de
la historia oficial”.
La historia reciente que recoge y retrata Canal 6 de julio, es complementada
por la crítica sin concesiones que se plasma en la conferencia que dictó Julio Her-
nández López, autor de la siempre presente columna “Astillero” del periódico La
Jornada ante los estudiantes de Relaciones Internacionales del Tecnológico de Mon-
terrey, campus Guadalajara. Si en Operación Galeana, Tlatelolco: claves de la masacre
y 1968: la conexión americana, Carlos Mendoza expone la crudeza de una etapa
recientísima de la historia de México, Hernández López completa el cuadro al
advertirnos que en México “estamos viviendo y participando en una verdadera
emergencia nacional”, derivada de una violencia sin control que representa no
sólo un peligro para los ciudadanos mexicanos, sino también para los de Norte,
Centro y Sudamérica.
A decir del columnista, la política de seguridad promovida por el presidente
Felipe Calderón Hinojosa está errada, ya que a quien debió haber declarado la
guerra era a “la pobreza, la insalubridad, la educación deficiente y la injusticia ins-
titucionalizada”. El espectáculo inhumano de los muertos destazados, los secues-
tros, los asesinatos en masa y demás formas en que se manifiestan los ajustes de
cuentas entre bandas y entre éstas y las fuerzas castrenses, no ha hecho más que
cercenar las garantías individuales y los derechos humanos, así como hundir en las
fosas de la muerte el prestigio, la historia y el futuro de nuestro país. Ante la anomia
y lo indecible de la violencia, pareciera que una suerte de “anestesia social” se apo-

22
INTRODUCCIÓN

deró de los mexicanos, ya que “pase lo que pase, en este país podemos asumirlo
con una sonrisa que puede ir desde el cinismo, hasta la incomprensión y la burla”.
Una parte de la solución al “abatimiento” cívico descrito por Julio Hernández,
lo encuentra en la promoción de una mayor participación política de los jóvenes
y la generación de un nuevo pacto nacional que posibilite la reconfiguración ins-
titucional (incluido el Congreso). Las acciones señaladas son impostergables ya
que corremos el grave riesgo “de que la violencia, la intolerancia, la apatía y la
manipulación triunfen”.
Sergio Fajardo Valderrama, exalcalde de Medellín, Colombia, en su conferencia
nos comparte una historia que podemos calificar de éxito, donde el compromiso y
activismo ciudadano dio sus mejores frutos. La experiencia vivida por Fajardo nos
permite recoger algunas ideas para articular una serie de acciones ciudadanas que
conduzcan a reducir la violencia.
Los pasos dados por Fajardo Valderrama en Medellín inician con la determina-
ción de la complejidad de la problemática que envolvía la realidad social de aquel
lugar. Posteriormente hubo que definir los principios que posibilitarían abordar
las aristas de la realidad, y de entre los que destacan los principios éticos. Así pues,
la búsqueda de la confianza, la transparencia, la honestidad, la congruencia entre
el decir y el actuar, la comunicación incluyente y la solidaridad, entre otros más, se
presentan, para el caso de Medellín, como los principales motores del desarrollo
social.
No es mediante la fuerza del ejército, ni la de una policía única, sino a través
de la dignificación de las condiciones de vida, más y mejor educación, el trabajo
formal, la cultura, el respeto a la legalidad y el combate a la desigualdad, que la
violencia se puede combatir. Hoy, a decir de Sergio Fajardo, “es el momento para
Latinoamérica, desde Argentina hasta México, de que se plantee una posición
ante el mundo con respecto al tema del tráfico de drogas”. La fórmula, continúa
Fajardo, consiste en varias cosas: “en primer lugar hay que erradicar la violencia.
Hay que disminuirla y luchar contra las desigualdades. Así como generar oportuni-
dades para quitar la maleza que representa la cultura de la ilegalidad. Esto se hace
mediante una nueva política basada en principios”. Principios, en suma, dirigidos
hacia la generación de un mayor “capital social”, el capital al que, dadas las condi-
ciones actuales, deberíamos apostar en un país como el nuestro.

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Por último, queremos expresar nuestro profundo agradecimiento a quienes


participaron con sus sugerencias, reflexiones, aportes escritos y conferencias. Sin
el trabajo de aquéllos que se han puesto en serio a Repensar la ciudadanía, este libro
no hubiera visto la luz. Esperamos sea, además de útil para docentes y estudiantes,
otro referente desde el cual podamos seguir pensando y repensando la ciudadanía.

Referencias bibliográficas

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24
LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA COMO PILAR EN
LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIUDADANÍA ACTIVA

Daniela Gallego Salazar

La democracia es una idea poderosa y seductora porque se funda sobre la promesa


de que el pueblo se autogobierna, es decir, de que los ciudadanos somos a la vez
los autores y destinatarios de nuestras leyes. Ahora bien, para realizar el mandato
democrático de que el poder resida en el pueblo, la democracia se ha vuelto repre-
sentativa. Ésta garantiza el ejercicio de la igualdad política a través de dos meca-
nismos: 1) la igual consideración de las preferencias a través de la fórmula: “una
persona, un voto” y 2) la concesión a todos los ciudadanos de iguales oportuni-
dades para la formación y definición de sus preferencias (Fishkin, 1995). El primer
requisito concede igual peso político a cada persona, distribuye equitativamente
el poder de elección y realiza con ello, el imperativo democrático de la soberanía.
El segundo, exige la institucionalización de un conjunto de libertades civiles y
políticas básicas con lo que aspira a garantizar el justo respeto a la inviolabilidad
de ciertos derechos básicos, libertad de información y debate para garantizar que
los ciudadanos sean los artífices de sus juicios sobre política.
Sin embargo, a pesar de su amplia difusión e implantación, la democracia
representativa no deja de ser objeto de innumerables críticas. La más extendida
de ellas es que los representantes en quienes se delega el poder hacen de él un uso
interesado, toman decisiones en función de la capacidad de negociación de las partes
enfrentadas, utilizan un lenguaje político agresivo o manipulador desde posturas
carismáticas, y sólo representan los intereses de pequeños grupos, con lo cual a decir
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

de Adela Cortina, parecen manejar la cosa pública como Cosa nostra (1998). Los
déficit en la representación de los intereses ciudadanos tienden a profundizarse
en el marco de un mundo global y financieramente interconectado, que está gene-
rando profundos cambios sociales e institucionales y en el que se ha debilitado la
soberanía de los Estados.
Lo que preocupa en general es que tal y como está planteada hoy en día la
democracia no parece cumplir en grado suficiente con su objetivo fundamental
que es garantizar que los procesos de toma de decisiones cuenten con mecanismos
de participación que representen con justicia las demandas y necesidades de
los ciudadanos. La distancia que se genera entre representantes y representados
y la diferencia en la manera que tienen de percibir lo urgente y lo necesario, es
preocupante porque puede restar legitimidad a la democracia. Recordemos que
el apoyo y el respeto que muestran las personas por un régimen político está muy
relacionado con la percepción que tienen de que sólo viviendo bajo tal orden de
cosas pueden llevar adelante sus proyectos de vida, porque éste proporciona las
circunstancias más favorables para el desarrollo personal, la paz y la felicidad de
cada cual. Si esta percepción disminuye la democracia se erosiona y el orden polí-
tico se vuelve injusto.
La inconformidad sentida en relación con las promesas de soberanía y legiti-
midad de la democracia representativa, ha generado una nueva línea de reflexión
en la teoría política contemporánea denominada ya por algunos autores como
“el giro deliberativo de la teoría democrática” (Dryzek, 2002; Macedo, 1999). Este
derrotero aparece a partir de la década de los noventa e intenta revitalizar la demo-
cracia a través del rescate de su sentido más genuino, la deliberación asociada a los
procesos de formación de la voluntad ciudadana.
El propósito de este ensayo es describir brevemente los retos que enfrenta la
democracia en la actualidad y presentar al modelo de democracia deliberativa como
una vía para complementar los déficit del modelo representativo y para recuperar el
papel protagónico que está llamada a desempeñar la ciudadanía si efectivamente
aspira a ser soberana en la definición de los asuntos que le afectan.

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LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA COMO PILAR EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIUDADANÍA ACTIVA

Nuevos retos de la teoría de la democracia

En el mundo globalizado hay cuatro hechos que condicionan la discusión sobre la


democracia: 1) la crisis del liberalismo, 2) la pérdida de soberanía que atraviesan
los Estados nacionales vinculada a la globalización, 3) la profundización de la des-
igualdad global en una época de enorme generación de bienes económicos y 4)
el pluralismo cultural producto de las migraciones. Cada uno de estos aconteci-
mientos ha contribuido a debilitar la capacidad de las actuales democracias para
representar la voluntad de la ciudadanía.
Efecto de estos hechos son las constantes crisis de gobernabilidad que a menudo
enfrentan las democracias y que son un claro indicador de que su estabilidad no
depende exclusivamente del buen funcionamiento del orden jurídico y constitu-
cional o de la realización periódica de elecciones, sino fundamentalmente de que
las expectativas políticas de los ciudadanos –que son el corazón y la razón de ser
de la democracia–, se vean cubiertas en una medida tal que les permita confiar en
el orden político a largo plazo y obedecer a su lógica y sus mandatos por voluntad
propia, al menos en la mayoría de los casos (Rawls, 1997, p.332).1 Y ésta es una de
las dimensiones centrales de su legitimidad.
Las renovadas críticas a la democracia liberal provienen de varias direcciones.
Una de ellas está representada por el enfoque comunitarista que pone en evidencia
algunas de sus deficiencias más importantes (MacIntyre, Sandel, Walzer). Entre
ellas destaca una concepción extremadamente individualista del ser humano, del
que se dice que sólo actúa para satisfacer intereses propios. Esta noción del hombre
entronca plenamente con la concepción de la política como un instrumento que
posibilita la competencia entre grupos que buscan asegurar sus intereses y no el
bien público, y que termina por convertir a los ciudadanos en meros consumidores
de ofertas electorales. Estas deficiencias generan una democracia “blanda” en la
que no se valora la participación, ni la fraternidad comunitaria ni el autogobierno.
Una democracia que es, en palabras de Barber:

1. Decimos en la mayoría de los casos, porque en las democracias los ciudadanos gozan del derecho a
la desobediencia civil, cuando se niegan a cumplir con leyes que consideran inaceptables a pesar de que
hayan sido aprobadas democráticamente. John Rawls la define por ejemplo, en estos términos: “como un
acto público, no violento consciente y político, contrario a la ley, cometido habitualmente con el propósito
de ocasionar un cambio en la ley o en los programas de gobierno” (1997, p.332).

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Una política del interés estático, nunca una política de transformación; una
política del negocio y del intercambio, nunca una política de creación e inven-
ción; y una política que concibe a las mujeres y hombres bajo su peor rostro
–con la finalidad de protegerlos de ellos mismos–, nunca al amparo de su mejor
potencial –para conseguir que sean mejores de lo que son (2004, p.84).

El segundo gran reto que enfrenta la democracia en la actualidad, está represen-


tado por el paulatino debilitamiento de la soberanía nacional. Un efecto colateral
de la globalización vinculado al menos con dos hechos. El primero es represen-
tado por la gran influencia que ejercen las nuevas fuerzas económicas sobre el
Estado. Las grandes corporaciones y los flujos financieros, entidades no sometidas
al control democrático, ejercen fuertes presiones sobre el parlamento y terminan
dirigiendo la agenda de las políticas sociales y económicas. En palabras de Grass:
“El parlamento degenera en filial de la bolsa [porque se somete a la presiones
internas y externas del gran capital y, con ello dice] lo que se hunde no es el Estado
–el Estado aguanta mucho–, lo que se hunde es la democracia” (2005).
El segundo efecto de la globalización ha sido la aparición y el fortalecimiento de
organizaciones políticas trasnacionales, como la Unión Europea por ejemplo, cuya
potestad para legislar sobre asuntos locales transforma los mecanismos tradicio-
nales de gobierno democrático. Estas instituciones representan a nuevas mayorías
que no necesariamente habitan en el territorio estatal, pero que tienen autoridad
política sobre otros niveles de gobierno representativos de otras mayorías. En otros
términos, con la globalización se amplía el conjunto de sujetos que exigen dere-
chos –que ya no son sólo los ciudadanos, sino también las corporaciones, el capital
financiero, los inmigrantes, etc.– lo cual desdibuja la capacidad de los ciudadanos
para definir los asuntos que debe enfrentar su propio Estado (Thompson, 2005,
pp.318-335).
De allí que hoy en día muchos autores hablen de la necesidad de que la demo-
cracia se vuelva trasnacional. Aunque en el seno de tales llamamientos hay una
importante diversidad de propuestas que implican diversos niveles de compromiso
con la ciudadanía y la democracia (Peña, 2010). La democracia cosmopolita es uno
de ellos, defendida por autores como Falk, Giddens, Held, Kaldor y Peña, entre
otros. Se trata de la configuración de un orden institucional mundial articulado
con base en la democracia. La propuesta es idear un entramado institucional que

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LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA COMO PILAR EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIUDADANÍA ACTIVA

permita que los ciudadanos puedan pedir cuentas y responsabilidades a las fuerzas
y los poderes transversales que afectan sus elecciones de vida (Peña, 2010, p.259).
Los defensores de esta postura entienden que se trata de un planteamiento en
construcción que requiere de un complejo diseño institucional. Anthony Giddens
propone una democratización que actúe por encima y por debajo del nivel de la
nación (2003, pp. 81-95). Javier Peña coincide con este señalamiento y habla de
una política que debe desarrollarse en varios niveles: “de lo local a lo global, con
diversos ámbitos de deliberación, acción y responsabilidad. A ella ha de correspon-
derle una membresía entrecruzada, una ciudadanía múltiple, no ya coextensiva a
una entidad política única, y exclusiva, sino desplegada simultáneamente en los
diversos espacios de la acción humana” (Peña, 2010, p.285).
La realización de este tipo de planteamientos requiere, como parte del pro-
ceso, de una comunidad de comunidades democráticas y para lograr esto es tam-
bién necesaria una renovación del modelo de democracia representativa, para que
sea capaz de resolver con mayor justicia y eficacia las demandas democratizadoras
y de derechos que plantean los nuevos ciudadanos y también de una ciudadanía
cosmopolita. En definitiva, necesitamos de más y mejor democracia a nivel local si
aspiramos a que ésta se consolide a nivel global.
El tercer reto que enfrenta la democracia hoy día, tiene que ver con el tema
de la desigualdad. Según Zamagni, en las sociedades actuales enfrentamos la
paradoja de vivir en un mundo donde cada año aumenta la riqueza y, al mismo
tiempo, aumenta también la desigualdad. En las últimas tres décadas, y a pesar
el vertiginoso crecimiento económico que hemos presenciado, la desigualdad se
ha incrementado cuatro veces más que en los últimos doscientos años (Zamagni,
2010, p.59). Este aumento ha venido acompañado, en muchos casos, de la dismi-
nución de las inversiones dirigidas a promover el bienestar social, que tal y como
expone Ayala, éstas son las que contribuyen a disminuir la pobreza, la incerti-
dumbre y las que generan seguridad, confianza y apoyo ciudadano a la democracia
(2009, pp.35-41). No olvidemos que el respaldo de los ciudadanos a un sistema de
gobierno, está también vinculado a su percepción de que tal sistema les permite
llevar adelante sus proyectos de vida, porque les proporciona las circunstancias
más favorables para su desarrollo personal.
El cuarto reto de la democracia en la actualidad es el hecho del pluralismo
cultural generado por las migraciones. Las limitaciones del Estado liberal tienden

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

a acentuarse en las sociedades multiculturales donde predomina el problema del


reconocimiento de la identidad cultural de las minorías que constituyen un impor-
tante porcentaje de la población y, que en muchos casos, están en una franca situa-
ción de desventaja social (Benhabib, 1996; Gutmann, 1993, 2003). En todo caso, en
el trasfondo de las discusiones sobre los nuevos retos que enfrenta la democracia:
la crisis del liberalismo, la pérdida de soberanía del Estado, la desigualdad global y
el pluralismo, subyace el problema de la legitimidad de las decisiones políticas. La
crisis de la democracia está asociada a su incapacidad para generar decisiones que
sean reconocidas como justas por la mayoría de los ciudadanos.

¿Qué es la democracia deliberativa y cómo responde a los retos descritos?

En la última década del siglo XX y en el contexto de los problemas que hemos


estado analizando, tomó cuerpo en la teoría política, un movimiento de reflexión
que se comenzó a conocer como el “giro deliberativo de la democracia”. Su obje-
tivo era rescatar uno de los rasgos definitorios de la actividad democrática en sus
comienzos: la deliberación. La idea era incorporar esta práctica en el ejercicio
de la democracia y superar con ello la profunda distancia que separa a las institu-
ciones políticas de los intereses y expectativas de los ciudadanos.
Semejante tarea implicaba recurrir a sus orígenes griegos pues la deliberación
no sólo jugó un papel importante en la Asamblea ateniense durante la democracia
de Clístenes y Pericles (Manin, 1998), sino que encuentra en la filosofía de Aristó-
teles una justificación teórica y una interesante reflexión sobre sus vínculos con la
política y la democracia. En el libro VI de la Ética a Nicómaco, Aristóteles afirma
que la política es práctica y deliberativa dado que las decisiones colectivas se toman
después de un proceso de discusión pública sobre lo conveniente, lo dañoso, lo
justo y lo injusto. El mecanismo deliberativo es parte esencial del proceso gene-
rador de justicia, pues “cada individuo aislado es imperfecto para juzgar, cuando se
trata de los asuntos relativos al bien público” (Aristóteles, La política, Libro III, 88).
Según afirma Aristóteles la participación de todos en la deliberación puede
conducir a juicios más correctos y completos que los que se hacen en solitario
cuando se trata de los asuntos públicos. Además, al preguntarse por el rol de los
expertos en la construcción política de la justicia, advierte que: “entender de la
casa no es sólo cosa del que la ha hecho, sino que la juzga también mejor el que

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LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA COMO PILAR EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIUDADANÍA ACTIVA

la usa (y el que la usa es el dueño)” (Aristóteles, La política, Libro III, 89). Esta
idea de construcción de lo justo a través de un proceso argumentativo en el que
participa la ciudadanía es la que inspira la discusión actual en torno a un modelo
deliberativo de democracia.
El rótulo apareció por primera vez en 1980 en un artículo publicado por Joseph
Bessette titulado “Deliberative Democracy: The Mayority Principle in Republican
Government” (pp.102-116). En 1987, Bernard Manin emplea el término para
reflexionar sobre el problema de construcción de la legitimidad en las democra-
cias contemporáneas y en 1989 Joshua Cohen publica “Deliberation and Demo-
cratic Legitimacy”, un artículo que intenta recuperar una noción de democracia
donde se le considera un valor político fundamental.
Podemos definir a la democracia deliberativa como un modelo político de toma
de decisiones cuyo rasgo central es que indica que para ser legítimas éstas deben
tomarse mediante un proceso de deliberación. Como afirma Cohen, la democracia
deliberativa pone “el razonamiento público en el centro de la justificación polí-
tica” (1996). Para exponerlo con mayor claridad recurrimos a Elster quien explica
el concepto de democracia deliberativa definiendo por separado cada uno de sus
componentes: uno de ellos, el aspecto democrático, que exige que en los procesos de
toma de decisiones participen todos aquellos que resultarían afectados por la
decisión o sus representantes, y otro, el aspecto deliberativo, que exige que la deci-
sión sea tomada a través de argumentos ofrecidos por y para los participantes, que
están comprometidos con los valores de racionalidad e imparcialidad (2001, p.21).
El concepto de Elster es bastante claro, pues desgrana los elementos que son
condición de posibilidad para que la decisión política pueda ser considerada legí-
tima desde la perspectiva democrática. La primera condición es la inclusión directa
o indirecta de todos los afectados. La segunda exige que las decisiones se tomen
en un proceso en el que se ponderen argumentos, se intercambien razones, se
reflexione sobre las ventajas y desventajas de un curso de acción y se elija la que
se considere más razonable, pues se parte del supuesto de que los participantes
en la deliberación persiguen la imparcialidad.
Estos elementos, que son la clave del modelo, también están presentes en la defi-
nición que propone Cortina, quien afirma que en el planteamiento deliberativo:
“la legitimidad de la democracia estriba en la capacidad o la oportunidad que tienen
los sujetos de las decisiones colectivas de participar en deliberaciones efectivas; las

31
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

exigencias tienen que justificarse de modo que la gente, reflexionando sobre ellas,
pueda aceptarlas” (2007). A esta definición la autora añade un tercer elemento
que es fundamental, se trata de “la convicción de que las preferencias de los indivi-
duos o los grupos pueden transformarse a lo largo del proceso de deliberación, en
el que las gentes emplean la persuasión, más que la manipulación o la coerción”
(2007, pp.143-161).
Efectivamente muchos defensores del modelo hacen hincapié en el proceso
de razonamiento mutuo que está contenido en la deliberación porque entienden,
que si éste se practica correctamente es posible que las personas reflexionen sobre
sus posturas iniciales y terminen por conformar una voluntad colectiva capaz de
justificar coherentemente y con razones sus opciones y decisiones (Dryzek, 2002;
Nino, 1997).
Estos tres elementos: el democrático –de la inclusión de los afectados–, el deli-
berativo –que exige el razonamiento desde un compromiso con la imparcialidad– y
el relativo al proceso de formación continua de la voluntad común, están inextri-
cablemente unidos a la finalidad del modelo que es estimular el uso público de la
razón, no sólo en el marco de las instituciones democráticas, sino y sobre todo en
el ámbito de la ciudadanía y la sociedad civil.
En relación con el liberalismo, la perspectiva deliberativa rescata la importancia
de retornar a procesos que permitan realizar de manera más eficaz la justificación
pública de las decisiones políticas, pues considera que en las democracias repre-
sentativas se ha instaurado el mal hábito de evadir la conflictividad que se aloja en
el seno de las sociedades complejas. Gutmann y Thompson, consideran que esta
carencia del Estado liberal se debe a tres características: 1) su pretendida neu-
tralidad, 2) su obsesión por la imparcialidad y 3) la tendencia a la inacción antes
que intervenir para resolver cualquier asunto (1990, pp.64-88). Según los autores,
estos principios de funcionamiento del Estado liberal promueven una aplicación
precaria del principio de la tolerancia, la banalización de la discusión pública y
política, la progresiva despolitización de la sociedad civil, la incapacidad de las ins-
tituciones públicas para articular exigencias colectivas en prácticas que estimulen
la convivencia y la solidaridad y, en especial, la evasión paulatina de los conflictos
morales que atraviesan la vida democrática, reduciendo la política a un juego des-
carnado en el que sólo interesa el equilibrio de poder (Gutmann y Thompson,
1990, p.69).

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LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA COMO PILAR EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIUDADANÍA ACTIVA

En cuanto a los efectos colaterales de la globalización: la pérdida de sobe-


ranía del Estado, el incremento de la desigualdad y el pluralismo cultural, las
propuestas de solución en el marco del enfoque deliberativo apuntan hacia la
inclusión y el empoderamiento progresivo de los ciudadanos en la discusión de
los asuntos que les afectan e insisten en la implementación práctica de la delibe-
ración para abordar los asuntos polémicos o conflictivos que suelen surgir en las
sociedades plurales.
El enfoque deliberativo se empeña en la inclusión de los ciudadanos porque
parte de la premisa de que la elaboración de políticas no puede realizarse al
margen de los destinatarios de las mismas si éstas aspiran a ser eficientes y consi-
dera además, que es necesario empoderar a los ciudadanos para que desarrollen
las habilidades que les permitan influenciar el curso de las decisiones políticas
y controlar a sus mandatarios. En este sentido, Bohamnn indica un umbral de
funcionamiento político adecuado, un mínimo de igualdad cívica necesario para
que los afectados puedan influir efectivamente en las decisiones políticas (1999,
p.359). Los requisitos mínimos de tal funcionamiento son: 1) tener posibilidad de
desarrollar las capacidades que dan acceso efectivo a la esfera pública; 2) contar
con el respeto y el reconocimiento necesario como para poder influenciar las deci-
siones que les afectan en una dirección favorable; 3) potenciar la capacidad social
de iniciar una deliberación pública sobre sus propias preocupaciones, de tener
algún grado de influencia en la definición de la agenda de discusión, en la delibe-
ración y en sus resultados (Bohman, 1999, pp.323-333).
Por otro lado, la idea de incorporar de forma más activa la discusión de los
asuntos morales en la agenda pública y política está fuertemente vinculada con
la manera que tiene la democracia deliberativa de entender el hecho del plura-
lismo. Para esta perspectiva la diferencia cultural no debe ser entendida como un
obstáculo para la vida política frente al que deba imponerse una noción compren-
siva del bien, ni representa tampoco una imposibilidad para la realización de los
ideales políticos de la democracia. En su lugar, la complejidad de las sociedades
actuales obliga, según Benhabib, a que ésta reformule sus fines con el objeto de
garantizar tres bienes sociales a sus miembros: la legitimidad de sus decisiones,
bienestar económico y un sentido de identidad colectiva (1996, pp.67-69).

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

La democracia deliberativa como complemento del modelo representativo

Si esperamos que los ciudadanos sean los autores y destinatarios de sus leyes,
que las decisiones políticas cuenten con un mayor grado de legitimidad y que la
sociedad tenga herramientas para pronunciarse colectivamente sobre asuntos con-
cretos, es fundamental superar al menos, uno de los más importantes obstáculos
del modelo representativo: el agregacionismo.
La regla de la mayoría es uno de los procedimientos más utilizados en la demo-
cracia, su general aceptación es producto de algunas de sus ventajas: permite la
participación de todos a través del voto, al dar por válido el criterio de la mayoría,
garantiza un satisfactorio nivel de consenso para la aprobación de normas públicas
y se aplica asumiendo el compromiso de establecer mecanismos de control que
garanticen el respeto de los derechos políticos de las minorías. Además, genera
resultados definitivos aunque de carácter provisional pues siempre pueden volver
a legitimarse a través de un nuevo consenso.
Ahora bien, los deliberativistas coinciden en señalar que el problema de la
regla de la mayoría es que agrega preferencias sin considerar el valor moral de los
puntos de vista que se defienden. Se considera que las preferencias expresadas por
los votantes son el material originario y privilegiado para la toma de decisiones
y no necesitan justificación alguna. Esta neutralidad otorga validez a cualquier
tipo de decisión, siempre que tenga el máximo respaldo y esto es problemático
justamente porque el apoyo mayoritario a una decisión no la convierte en moral-
mente correcta.
Gutmann y Thompson cuestionan esta postura por relativista (2000, p.28). Si
todo vale, si cada argumento es exactamente igual a otro, ¿qué importancia tiene
entonces dar la razón a unos u otros? El planteamiento de estos autores es que la
regla de las mayorías atenta contra el respeto que proclama, porque vota sobre las
perspectivas morales como si se tratara de preferencias de igual valor. No hay una
menos o más racional que otra sino que todas son iguales. Desde esta perspectiva,
la manera más democrática de tomar una decisión es votando por las preferencias
de cada quien, sin que medie deliberación alguna. Con esto se evade la delibera-
ción moral y se considera en fin de cuentas, que los desacuerdos morales no tienen
solución, que lo moral es un asunto subjetivo y privado sobre el que no es posible
llegar a ningún acuerdo.

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LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA COMO PILAR EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIUDADANÍA ACTIVA

El agregacionismo evade la reflexión sobre la racionalidad de las opciones sobre


las que se realiza la votación y lo hace, porque tiene, como afirma Cortina, una
noción menguada de la racionalidad, y considera que una conducta racional es
sólo aquella que se mueve a causa del autointerés. Por esta razón considera lógico
que las preferencias e intereses se formen en privado y se sumen luego (Cortina,
2008, p.84). Sin embargo, cabe preguntarse ¿son racionales las preferencias? En
relación a esta cuestión es importante atender a la reflexión de Elster sobre ellas:

En primer lugar, las preferencias que las personas eligen expresar pueden no
ser una buena referencia de lo que realmente prefieren [...] puede que lo que
realmente prefieran sea en todo caso, un frágil fundamento para la elección
social.” En segundo lugar: “las preferencias que se expresan dependen cau-
salmente de las alternativas disponibles”. En otras palabras, las preferencias
pueden ser el resultado de la adaptación a aquello que es posible, a lo que otra
gente hace o a aquello que uno ha estado haciendo en el pasado –o pueden
estar determinadas por el deseo de diferenciarse de lo anterior tanto como sea
posible–. En todos estos casos, el origen del cambio en las preferencias no está
en las personas sino fuera de ellas (1997, pp.6-9).

A partir de este análisis, queda claro que las preferencias no son necesariamente
expresión de una opción racional elegida por convicción y porque se tienen
buenas razones para apoyarla, sino que pueden ser en muchos casos una reac-
ción frente a poderosos condicionantes externos, una adaptación al medio. Un
esclavo puede ser feliz porque satisface todo aquello a lo que puede acceder
como esclavo y, sin embargo, carece de la libertad necesaria para alcanzar otras
metas –ni siquiera puede plantearse metas (Bohman, 1999, pp.326-327). Por lo
tanto, una preferencia adaptativa no debe ser a priori considerada como expresión
de libertad individual.
Al sumar preferencias, los votantes o los participantes en los procesos demo-
cráticos no se ven forzados a convencer a sus interlocutores de sus exigencias,
ni tampoco a señalar que tales exigencias son las más justas para todos los parti-
cipantes en el proceso (Miller, 2005, p.83). Esta incapacidad del modelo agrega-
tivo para dar cuenta de la justicia de sus decisiones hace que los deliberativistas se
ocupen de reflexionar sobre otras formas de definición de la voluntad colectiva,

35
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

que trasciendan la mera suma de preferencias y que abran espacio para la libre
discusión y el debate de las opciones e intereses comunes.

El valor epistémico de la deliberación

A partir de la crítica que hace la democracia deliberativa a la regla de las mayorías,


surge la siguiente pregunta: ¿qué es lo que otorga entonces legitimidad a una
decisión? Pues podría interpretarse que lo importante para los deliberativistas es
que los ciudadanos cuenten con una oportunidad igual y justa para plantear sus
argumentos y razones antes de votar y nada más. Es decir, que tenga lugar la deli-
beración y punto. Sin embargo, no sólo se trata de eso. El compromiso del modelo
es definir unos criterios que permitan dar cuenta de la validez y corrección de los
resultados del proceso deliberativo, no se limita pues a la exigencia de la inclusión
de los ciudadanos, aunque éste es un punto esencial.
En el marco de la perspectiva deliberativa se distinguen diversas propuestas
sobre el valor epistémico de la deliberación, la de Estlund, Nino, Dryzek, entre
otros. Nosotros haremos referencia a la de Cortina. Esta autora considera que en
el marco de las propuestas deliberativas se distinguen al menos dos tesis epistemo-
lógicas sobre las oportunidades cognitivas que ofrece el proceso democrático de la
deliberación y a las que denomina: D1 y D2 (Cortina, 2007, 2008 y 2010).
La primera, D1, entiende que la deliberación permite a los ciudadanos llegar
a decisiones aceptables sobre los asuntos que les conciernen. Considera, además,
que la democracia para ser legítima debe llevar a cabo procesos deliberativos para
que los destinatarios de las leyes comprendan que, de algún modo, son aceptables
racionalmente o, por lo menos, que ellos han podido influir en el proceso de
discusión, pero no le atribuye un potencial cognitivo irrebasable en la definición
de lo moralmente correcto y de lo jurídicamente justo. Entiende que la verdad se
puede alcanzar a través de la reflexión en solitario a la que se suma la práctica de
la deliberación, o a través de razonamientos circulares en los que median las intui-
ciones morales compartidas, la experiencia práctica y la deliberación. Esta pers-
pectiva congrega a autores como Bohman, Crocker, Gutmann, Rawls, Richardson
y Thompson.
La segunda, D2, otorga a la deliberación un rol central en la definición de
normas morales y políticas, pues la concibe como la actividad en la que se expresa

36
LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA COMO PILAR EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIUDADANÍA ACTIVA

la racionalidad humana y en la que se descubre lo moralmente válido y lo políti-


camente legítimo. La razón para atribuir a la deliberación un estatus tan impor-
tante surge del descubrimiento que hace tanto la ética discursiva de Apel, como la
comunicativa de Habermas, de que la racionalidad humana se expresa en la argu-
mentación. Pensar es efectuar un acuerdo argumentativo con uno mismo, y cada
vez que argumentamos en serio, bien sea a solas o con otros, aplicamos implícita-
mente ciertas normas que son las que hacen posible que la argumentación tenga
sentido. Presuponemos que lo que decimos nosotros o nuestros interlocutores es
inteligible, que afirmamos o exigimos cosas en las que verdaderamente creemos y
que somos capaces de justificar la pertinencia de los planteamientos que hacemos.
Y presuponemos, también, que es posible introducir cualquier afirmación en
nuestro discurso, que podemos manifestar nuestras posiciones, deseos y necesi-
dades. Estas reglas las aplicamos implícitamente cada vez que argumentamos seria-
mente, cada vez que nos comprometemos con la búsqueda del mejor argumento.
De manera que el pensamiento siempre está mediado por una comunidad ideal de
habla (Habermas, 1985) o por una comunidad ideal de comunicación (Apel, 1985,
pp.341-413), cuya existencia presuponemos lógicamente al argumentar.
A partir del descubrimiento de estas estructuras pragmático trascendentales
del habla, Habermas propuso un criterio de la razón práctica que se refiere a las
“normas de acción en general”. Es un principio abstracto que se presenta como
neutral y que luego cobra una particular especificidad, según se refiera a la moral
o al derecho. La formulación del principio es la siguiente: “Válidas son aquellas
normas (y sólo aquellas normas) a las que todos los que puedan verse afectados
por ellas pudiesen prestar su asentimiento como participantes en discursos racio-
nales” (Habermas, 2005, p.173).
Este principio se caracteriza por tener validez universal y por su carácter deon-
tológico, cognitivo y procedimental. Lo que viene a decir es que:

...una norma es válida para todos –no porque se acceda a ella en un monólogo
trascendental– ni porque todos decidan limitar su comportamiento a lo que
dicta la fuerza de la costumbre y la tradición convertida en ley, sino cuando la
norma tiene un sentido de aceptabilidad racional: todos los posibles afectados
tienen que poder asentir a ella por buenas razones.

37
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Esto sólo puede averiguarse en el marco de una deliberación en la que se cumpla


con las reglas de la argumentación y en la que sobre la base de informaciones
pertinentes sólo se imponga la coerción del mejor argumento y ninguna otra. El
discurso argumentativo da lugar a una formación discursiva de la opinión y la
voluntad común. Pero es necesario especificar su alcance, función y limitaciones,
según se refiera a la moral o al derecho, pues se trata de dos ámbitos de la acción
distintos con funciones diferentes.
Aplicado al ámbito jurídico político, el principio adquiere la forma de principio
de la democracia. Su formulación es la siguiente: “Sólo pueden pretender validez
legítima las normas jurídicas que puedan encontrar el asentimiento de todos los
miembros de la comunidad jurídica en un proceso discursivo de producción de
normas, articulado a su vez jurídicamente” (Habermas, 2005, p.175). El principio
democrático que propone Habermas actúa como punto de referencia, como ideal
regulativo para la crítica, la orientación y la reflexión sobre los discursos fácticos
que tienen lugar en el proceso de construcción y legitimación de las normas polí-
ticas, tanto dentro como fuera de las instituciones legislativas. El norte que señala
el principio normativo es que cada vez más, las normas y las decisiones de interés
público se tomen en el marco de un proceso deliberativo donde predomine el
discurso argumentativo, donde se tomen en cuenta las expectativas de todos los
afectados por las decisiones que se van a tomar, donde se argumente en serio y en
el que la solución correcta a los problemas esté representada siempre por el mejor
argumento.
En el marco de los procesos de producción de la ley, el principio exige que los
legisladores asuman el compromiso de conciliar sus perspectivas con las de los demás
y de avocarse a respetar el mejor argumento. Sólo así se garantiza la validez de las
decisiones tomadas. Como afirma Cortina, el principio señala la necesidad de que “los
participantes en el proceso legislativo abandonen su papel de sujetos de derecho pri-
vado y asuman el papel de miembros de una comunidad jurídica libremente asociados”
(2008b, p.174).
En definitiva, según este principio, la legitimidad de las decisiones políticas depende
de la forma en que se han desarrollado los procesos de toma de decisión, de si éstos se
realizan con el fin de acordar las normas más racionales y que mejor representan
los intereses de los afectados por las decisiones. La idea es que los ciudadanos
puedan obedecer a la ley generada en el parlamento porque tienen motivaciones

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LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA COMO PILAR EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIUDADANÍA ACTIVA

racionales para hacerlo. Además, en tanto las decisiones deben tener en consi-
deración las exigencias de todos los afectados por las normas, se prevé que los
ciudadanos que consideren que este requisito no se ha cumplido, deben tener
siempre la libertad de replantear o de confrontar el tipo de razonamientos en que
se sustentan las decisiones (Habermas, 2005, p.187).
En esta propuesta, el lugar de realización de la soberanía popular se realiza en
tres ámbitos: el moral, el político y el del derecho. Es decir, en el seno de las insti-
tuciones políticas y en la sociedad civil, que son los lugares donde tienen lugar los
procesos de formación de la opinión pública y la voluntad común. Por esa razón
hemos señalado, que la propuesta deliberativa de la democracia intenta comple-
mentar el modelo de democracia representativa, poniendo énfasis en la calidad de
los procedimientos deliberativos en los que se forma la voluntad común, tanto en
el ámbito de la sociedad civil como en el de las instituciones políticas.
Ahora bien, para que este procedimiento pueda llevarse a cabo conforme a
estas exigencias se necesita poder contar con un ethos deliberativo, es decir, con
una cultura de la deliberación que haga posible que los ciudadanos se entrenen
en la práctica de dar razón de sus exigencias teniendo presentes los argumentos
de sus interlocutores.

El ethos deliberativo y las virtudes del ciudadano deliberativo

Como afirma Gutmann (2001), ser ciudadano significa ser soberano. Pero la
soberanía es un ejercicio que se aprende y es responsabilidad de la democracia
garantizar que sus ciudadanos estén lo suficientemente capacitados para poder
participar e influir efectivamente en el proceso democrático.
Deliberar no es tarea fácil, sobre todo si estamos acostumbrados a escuchar y
leer sólo a quienes tienen opiniones parecidas a las nuestras. Este hábito dismi-
nuye nuestra tolerancia y capacidad de dialogar con quienes sostienen puntos de
vista distintos al propio y dificulta en muchos casos que las deliberaciones estén
orientadas al entendimiento mutuo. De manera que para que la deliberación sea
posible es necesario cultivar un ethos deliberativo, en el que los ciudadanos se edu-
quen en la práctica de algunos hábitos y actitudes esenciales para que haya deli-
beración.

39
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

En primer lugar, es fundamental que las personas tengan capacidad argumen-


tativa para justificar y defender apropiadamente sus planteamientos y también,
que sean capaces de establecer un diálogo constructivo con sus interlocutores. Por
tanto la capacidad argumentativa y el ejercicio de la reciprocidad, son dos de las
virtudes esenciales que debe encarnar el ciudadano deliberativo. La idea es que
los participantes de la deliberación sean capaces de asumir un compromiso a favor
del razonamiento mutuo. Esto quiere decir que sientan respeto por su interlo-
cutor y que estén dispuestos a deliberar con él aun cuando no estén de acuerdo
en las mismas ideas. Deliberar implica realizar un ejercicio de reciprocidad. Gut-
mann y Thompson la definen como la capacidad que tienen los interlocutores de
devolver de manera proporcional un bien recibido. “El ‘bien recibido’ consiste
en que tú hagas tus exigencias en términos que yo pueda aceptar en principio.
La ‘devolución proporcional’ es que yo haga mis exigencias en términos que tú
puedas aceptar en principio” (2000, p.55). El toma y dame de la argumentación
debe realizarse en términos que pueden ser recibidos por todos los participantes
en el diálogo.
Ahora bien, según apuntan Gutmann y Thompson, para poder encarnar el res-
peto mutuo y la reciprocidad en la deliberación, el ciudadano deliberativo debe
tener en cuenta algunos principios a lo hora de exponer sus puntos de vista en el
foro público y en el momento de escuchar los argumentos de los demás. Son los
principios de integridad y magnanimidad cívica.
Los principios de integridad cívica suponen que al participar el ciudadano en
el debate público, debe presentar sus posiciones con seriedad y compromiso. Esto
implica: 1) ser sincero en la exposición, es decir, mantener posturas porque se cree
en ellas y no por conveniencia; 2) consistencia entre discurso y acción, tanto los
políticos como las personas deben actuar en consecuencia con los valores que pro-
fesan, y 3) integridad. Es decir, asumir las implicaciones de la postura moral que
defiendo. Así, por ejemplo, quienes se oponen al aborto y defienden el derecho a
la vida de un inocente deberían comprometerse en la promoción de todas aquellas
políticas que contribuyan a mejorar la vida de una infancia inocente.
Los principios de magnanimidad cívica invitan a los ciudadanos a reconocer
el estatus moral de las posiciones morales con las que no están de acuerdo y a
desarrollar con ello tres virtudes de carácter democrático: 1) practicar el recono-
cimiento en la deliberación, es decir, considerar los argumentos que uno adversa

40
LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA COMO PILAR EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIUDADANÍA ACTIVA

como argumentos morales y no como fruto del interés económico, político o


simplemente como juicios arbitrarios producto de la ignorancia o arrogancia del
interlocutor; 2) tener una mentalidad abierta: estar abierto a la posibilidad de
transformar nuestras opiniones cuando éstas se enfrentan a críticas u objeciones
a las que no podemos responder después de una meditada reflexión, y 3) econo-
mizar el desacuerdo moral: se trata de una disposición a delimitar la base lógica
del desacuerdo moral o factual, de tener la capacidad de distinguir entre lo que
son conflictos morales y lo que no, e incluso en el marco de esos conflictos, tener
habilidad para identificar los puntos de convergencia y aquéllos que no podemos
aceptar bajo ningún aspecto, economizar en el desacuerdo no implica renunciar
a nuestras convicciones, sin embargo, nos ayuda en la práctica del respeto y del
reconocimiento de aquello por lo que podemos corresponsabilizarnos con nues-
tros conciudadanos.
La reciprocidad desgranada en estas actitudes aparece entonces como un inter-
cambio donde lo importante es la racionalidad, la coherencia argumentativa de
las exigencias que se presentan al interlocutor. Ahora bien, la racionalidad no
es la única dimensión humana que hace posible la deliberación. Como apunta
Cortina, la comunicación sólo es posible si hay un reconocimiento cordial entre
los interlocutores (2007b, p.191). Según la autora, sin el cultivo de cierta sensibi-
lidad que nos mueva a compadecernos por el dolor y el sufrimiento de los otros
es muy difícil que accedamos a deliberar sobre algunos asuntos o que tengamos la
sensibilidad necesaria para reconocer el valor de la justicia.
La forja de la ciudadanía deliberativa es un proceso largo y difícil, pues cier-
tamente las condiciones ideales de la deliberación no suelen cumplirse del todo
en la práctica. No todos los procesos deliberativos se realizan en condiciones de
simetría, ni los ciudadanos dicen siempre la verdad. Sin embargo, la propuesta
deliberativa que aquí hemos descrito, plantea que es obligación de los ciudadanos
procurar con sus acciones que las condiciones de la deliberación puedan realizarse
en el futuro.

Los espacios de construcción de la ciudadanía activa

El lugar de realización de la democracia deliberativa no se restringe, como adver-


timos, a las cámaras legislativas, sino que, en el entendido de que los ciudadanos

41
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

son los autores y destinatarios de la ley, incorpora a la sociedad civil, pues en ella
es donde tienen lugar los procesos de formación de opinión y de coordinación de
la acción ciudadana. La aspiración de esta propuesta democrática no es politizar
el conjunto de las relaciones de los ciudadanos, sino invitar a que se delibere en
aquellas organizaciones o grupos no gubernamentales cuyos miembros se com-
prendan a sí mismos como libres e iguales y comprometidos todos a cooperar en la
consecución de acciones concretas (Crocker, 2008, p.315). Piénsese, por ejemplo,
en un hospital que define las normas con las que deben cumplir los aspirantes al
tratamiento de diálisis o en una escuela en la que se están fijando los criterios de
asignación de becas o en una asociación de vecinos en la que se están determi-
nando las necesidades para las que prioritariamente se necesita financiamiento.
La sociedad civil aparece entonces no sólo como una esfera distinta o contra-
puesta al Estado, sino como un espacio donde hacen vida un conjunto impor-
tante de instituciones en la que los ciudadanos discuten, en muchos casos, asuntos
vinculados a sus derechos y obligaciones. En los términos de García-Marzá, la
sociedad civil es un “ámbito de interacciones estructurado en torno a una red de
asociaciones y organizaciones posibles gracias al libre acuerdo de todos los par-
ticipantes, con el fin de alcanzar conjuntamente la satisfacción de determinados
intereses y la resolución consensual de posibles conflictos de acción” (2008, p.40).
Cada una de esas asociaciones se agrupa en torno a actividades específicas, que
tienen sus fines y su lógica propia y en cada uno de ellas es donde los individuos
deben exigir el respeto a intereses universalizables.
Atendiendo a esa lógica propia de las actividades sociales, el modelo delibe-
rativo entiende que en el marco del procedimiento democrático se encuentran
diversos tipos de discurso, el de la negociación, el de la autocomprensión colectiva
y el de la definición de las cuestiones de justicia. Lo importante es que en las deli-
beraciones se cumpla, en la medida de lo posible, con las condiciones de comuni-
cación que exigen el principio del discurso y el principio democrático, pues esto
es lo que otorga legitimidad a las demandas de los ciudadanos.
En la medida en que la democracia potencie la forja de ciudadanos educados en
las virtudes deliberativas y su articulación en el marco de una sociedad civil extensa,
densa y entrelazada, estará en condiciones de garantizar la formación espontánea
de la opinión y de una voluntad colectiva capaz de apropiarse de su propio futuro,
capaz de plantear exigencias claras a la administración y de comprometerse en

42
LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA COMO PILAR EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIUDADANÍA ACTIVA

su desarrollo. La inclusión del procedimiento deliberativo en el seno de las insti-


tuciones de la sociedad civil es una vía para asegurarnos de que las conquistas de
la democracia no se pierdan y de que se puedan seguir profundizando. Prácticas
como las desarrolladas por los presupuestos participativos, los comités de ética de
las instituciones y una cultura organizacional que fomente la transparencia y la
comunicación responsable entre sus miembros, ayudan a promover y difundir el
ethos deliberativo que inspira y sirve de sostén a la propuesta de una democracia
deliberativa.

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45
DELIBERACIÓN Y JUSTICIA:
RUTAS HACIA LA DEMOCRACIA RADICAL

Salvador Leetoy López

El intercambio de ideas realizado de forma equitativa y respetuosa entre los miem-


bros de una sociedad, debe ser, idealmente, una de las condiciones fundamentales
de todo sistema democrático. No obstante, la posibilidad de ventilar y revisar públi-
camente aspiraciones de convivencia y libertad resulta ser un terreno complejo y
sujeto a relaciones de poder que puede desvirtuar la apertura al diálogo, sobre
todo cuando existen presiones ideológicas en el imaginario social que dificultan
el cuestionamiento del statu quo o que clara y manifiestamente normalizan formas
de subordinación que evitan la atención, a través del debate público, de ciertas pro-
blemáticas sociales.
Este ensayo desarrolla una discusión que busca dilucidar las potencialidades
revolucionarias que acarrea la deliberación en democracia, sobre todo cuando
fuerzas históricas, culturales y políticas buscan restringir discursos sobre justicia e
igualdad.
En la primera parte de este trabajo se reflexiona sobre la manera en que rela-
ciones de poder acotan, en regímenes democráticos, libertades de sujetos no privi-
legiados que se encuentran subordinados a dinámicas de dominación y opresión.
Con el reconocimiento de que ello representa un déficit democrático, puesto que
exhibe formas de exclusión, se plantea la necesidad de radicalizar la democracia a
través de la deliberación de todos los actores sociales a fin de retar dichas prácticas
de segregación.
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

En la segunda parte, se lleva a cabo una discusión sobre el concepto de jus-


ticia social para determinar la urgencia de la ampliación del espectro democrático
hacia una política social más incluyente. Para este análisis se toma el caso del Ejér-
cito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en particular los Acuerdos de San
Andrés, debido a la consistencia y coherencia de sus esfuerzos de radicalización de
la democracia en México, a través de una estrategia diseñada a partir de la impor-
tancia del diálogo con todos los actores sociales. Dicho diseño emula los procedi-
mientos de las tradicionales asambleas comunales indígenas que se manifiestan
como formas de democracia deliberativa avant la lettre.
Al final se concluye que si se considera la democracia como un esfuerzo con-
tinuo y constante de acometida de relaciones de poder desbalanceadas, a partir
de la posibilidad de participación de todos los miembros de una comunidad,
entonces la deliberación resulta ser una herramienta de organización social y polí-
tica que aspira a que las capacidades y posibilidades de los sujetos tengan un foro
de discusión sobre su condición, y que ello le permita potenciar su actuación en la
búsqueda de mayores libertades.

La radicalización de la democracia como forma de resistencia

La democracia puede ser considerada, ante todo, un ideal al que se aspira en


tanto empodera a los ciudadanos a ser partícipes de la organización social que
los incluye. Aun la democracia podría asumirse como una utopía operativa que
orienta esfuerzos de convivencia social, construye preceptos de ciudadanía y desa-
rrolla programas políticos. Pero al mismo tiempo se reconoce como un proyecto
que no concluye, pues su implementación perfecta es imposible, una idealización,
puesto que siempre habrá libertades que agregar en una comunidad que se defina
como incluyente. La democracia es entonces un proyecto inacabable y eso es lo
que la hace operativa. À la Derrida se puede decir que al definir o intentar cerrar
un concepto, se están limitando las posibilidades de interpretación. Es decir, si
determinamos que “esto” es democracia y solamente algunos son los invitados a
su disfrute de igualdad y libertad, entonces se están coartando las condiciones de
participación del “otro”; pues los iguales y los libres se convierten en una casta
exclusiva de entre quienes surge el discurso de lo que “es” la democracia. Esto
es, si se dice categóricamente de manera convencida y sin un ápice de ansiedad

48
DELIBERACIÓN Y JUSTICIA: RUTAS HACIA LA DEMOCRACIA RADICAL

que “somos democráticos”, entonces se está renunciando a la condición ética que


la propia ansiedad nos produce y que dice que aún no se ha sido lo suficiente-
mente democrático para incluir a todos, que aún hay sujetos agraviados que no son
reconocidos plenamente como iguales y por quienes se deben replantear paráme-
tros de justicia. La conformidad con el statu quo es la renuncia al reconocimiento
incondicional de la alteridad.
Así, lógicamente las relaciones de poder existentes en una sociedad determinan
también las limitaciones de los ciudadanos para participar activamente en la cons-
trucción de su propio sistema social y político (y del logro de sus propias libertades
colectivas). En este sentido surgen varios cuestionamientos: ¿de qué manera puede
la práctica democrática proveer de mayores libertades? ¿cuáles son los alcances de
dichas libertades tanto para grupos privilegiados de una sociedad y otros que no
lo son? ¿cómo lograr anhelos democráticos de equidad y justicia en sociedades
que naturalizan dinámicas de opresión y dominación? Para tratar de acercarse a
estos cuestionamientos resulta interesante revisar las ideas de Steven Lukes sobre
el concepto de poder. En una ya clásica obra sobre el tema, este autor (Lukes,
2005) analiza dinámicas de distribución del poder y dimensiones del mismo que
acotan libertades supuestamente superadas por los regímenes democráticos libe-
rales contemporáneos. Para explicar su tesis, el autor revisa tres perspectivas del
poder. Comienza con el cuestionamiento de los denominados enfoques pluralistas
de la posguerra (por ejemplo, Dahl, Polsby), los cuales consideraban que la com-
petencia por el poder garantizaba la ventilación pública de conflictos y controver-
sias sociales y, por consecuencia, la atención de los mismos en la arena electoral.
Asimismo, las élites en pugna no tenían control absoluto de todas las decisiones
que se debían tomar ante la ciudadanía convertida en electorado, por lo que el
poder se distribuía pluralmente entre dichos grupos. En suma, estas posturas con-
sideran que la atención a la pluralidad de aspiraciones ciudadanas es discutida,
tarde o temprano, en el debate público a través de la competencia entre distintos
grupos de poder o en la propia lucha electoral (Schumpeter, 1976; Dahl, 1989;
Downs, 1957). No obstante, esto restringe la acción ciudadana a la mera selec-
ción de representantes dentro de élites en competencia, en temas con visibilidad
pública.
Esto es criticado por Peter Bachrach y Morton Baratz, comenta Lukes, que
intentan demostrar que la competencia por el poder político deja asuntos contro-

49
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

versiales fuera de la agenda y por tanto no son considerados para la toma de deci-
siones, puesto que provoca que grupos no privilegiados sean aislados de decisiones
de poder que les incumben directamente (por ejemplo, los movimientos en lucha
por equidad racial, étnica, racial y sexual), al limitar las temáticas de discusión
pública y excluir posiciones subalternas.
A pesar de que Lukes considera pertinente la apreciación de los anteriores
autores, expone en su obra que aún queda una tercera dimensión del poder por
considerar. Sigue, primeramente, una ruta marxista1 para argumentar que existen
ciertas fuerzas ideológicas que no permiten que las controversias de las relaciones
de poder sean siquiera perceptibles, lo cual se desarrolla al normalizar formas de
poder que evitan que el conflicto emane y las prácticas de dominación se man-
tengan. Es en este punto donde se encuentran desbalances de justicia social que
incluso en sociedades democráticas no son resueltos ni atendidos, pues ni siquiera
tienen cabida en el debate público o son percibidos como formas de subordina-
ción, debido a que han sido naturalizados como relaciones sociales y a su vez justi-
ficadas ideológicamente por la cotidianidad.
Ante ello surge la necesidad de buscar canales de comunicación que expongan
falsas conciencias y exhiban desbalances en las relaciones de poder que minan las
libertades del subalterno. Una ruta obvia que toca este ensayo es el de la demo-
cracia: “radicalizarle como discurso revolucionario que contrarreste enfoques que
aproximan a los semejantes, pero que separa a los diferentes” (Cortina, 1998, p.40,
mi énfasis). Al respecto, parece correcta la apreciación de Laclau y Mouffe cuando
comentan que en el momento en que el discurso democrático se encuentra dispo-
nible para articular las diferentes formas de resistencia contra la subordinación,
surgen las condiciones de lucha en contra de la desigualdad (1985, p.154). La
deliberación, llevada a ámbitos radicales de pluralidad en tanto a la apertura de
avenidas de participación para todas las subjetividades, potencialmente ventila y
reconoce dinámicas de poder que agravian la existencia social de los sujetos, y puede
asimismo trazar las rutas por las cuales sean integrados como ciudadanos plenos
y activos en la construcción de acuerdos políticos que les incumben o con los que

1. En los capítulos agregados a la segunda edición, Lukes se extiende a una disertación filosófica más
compleja y diversa (por ejemplo, Spinoza, Foucault, Elster, Sen, Nussbaum, Scott).

50
DELIBERACIÓN Y JUSTICIA: RUTAS HACIA LA DEMOCRACIA RADICAL

se solidarizan. Si para las democracias históricamente maduras esto es prioritario,


para aquéllas en transición tiene una importancia fundamental.
Es el interés particular de este texto reflexionar sobre el caso de México
donde resulta impostergable la ampliación de líneas de acción democráticas que
reviertan las dinámicas restrictivas de la acción ciudadana; sobre todo porque
éstas provienen de una tradición autoritaria en donde la movilización es cooptada
por grupos clientelistas o fuertemente hostigada por el Estado. El problema de
la democracia mexicana parece ser el mismo que el de versiones elitistas: una falta
de representatividad de facto que ni los partidos políticos, ni las instituciones del
Estado, ni el aparato económico-financiero solucionan por sí mismos. Por ello
resulta necesario asentar un modelo democrático deliberativo de donde surja
discusión pública que busque puntos de acuerdo, más que privilegiar posturas
mayoritarias que no garantizan el bienestar de minorías. Aquí surge una premisa
de vinculación entre las instituciones de Estado y la participación activa de la ciu-
dadanía: que se legisle a partir de los casos en que ha habido debate y argumenta-
ción públicos, previa apertura de canales de comunicación, afianzando al mismo
tiempo libertades de asamblea, reunión y expresión, con la consigna de encontrar
posibilidades de consenso entre ambos: ciudadanos e instituciones (Cohen, 1997;
Chambers, 2003; Elster, 1998; Habermas, 1994).
Así pues, la democracia electoral parece rebasada en México, como ha suce-
dido en muchos otros países democráticos, porque no tiene la suficiente fuerza
por sí sola para convertirse en un hito de transformación radical del sistema polí-
tico, y como consecuencia han prevalecido diversas desigualdades y varios déficit
de justicia en el entorno social. Las particularidades de un sistema que responde
principalmente a intereses de grupo, históricamente apoyado en prácticas de
clientelismo, corporativismo y compra de votos, un empresariado oligopólico y
una carente rendición de cuentas, ha provocado que la democracia electoral se
convierta en un botín de recursos públicos donde prevalecen la corrupción y la
opacidad (Levy y Bruhn, 2006; Meyer, 2005).
La transición partidista en México no modificó estas inercias. Por tanto, sigue
siendo fundamental un cambio de paradigma en donde los ciudadanos ganen cada
vez más espacios fuera de las contiendas electorales, las cuales carecen de la radica-
lidad ya mencionada. Al respecto, la deliberación social y política podría proponer
argumentos de peso para el cambio de las condiciones de vida de los grupos no

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

privilegiados en el país. Tal como lo comentan Laclau y Mouffe, la sociedad civil


debe encontrar sus propias herramientas de representatividad, y para ello es pre-
ciso ir incorporando lo privado a lo público; las relaciones familiares, los usos y
costumbres, la sexualidad, las expresiones artísticas, entre otras muchas prácticas
que se consideran dentro del ámbito de lo privado, deben de ser expuestas al
escrutinio público para la ampliación de sus libertades (1985, pp.159-165). La divi-
sión frontal que históricamente se ha hecho de lo privado y lo público no siempre
va en concordancia con los intereses y libertades de distintos grupos humanos.
Incluso, se llega a evitar el debate de aspectos de lo privado más por un conserva-
durismo autoritario que por respeto a la privacidad e intimidad de las personas.
En todo caso, aislar lo privado bajo la excusa de la protección de las libertades
individuales, es también dejar marginadas prácticas sociales que son ignoradas y
puestas fuera del debate, y por tanto, fuera de la posibilidad de legislar sobre su
propia condición. Sobra decir que el conservadurismo encuentra en ello un gran
terreno para su imposición ideológica. El “sentido común” y la “legalidad” desde
una óptica de discurso dominante, se vuelve base inamovible que el sistema jurí-
dico toma muchas veces como verdad absoluta, y por tanto intocable. Lo único que
se protege es, en todo caso, un sistema ideológico que no acepta cuestionamientos en
sus prácticas y que formula leyes sin necesariamente entablar un diálogo con los
gobernados, provocando lo que se comentaba en párrafos anteriores: una crisis de
representatividad. Así pues, bajo sospechosas premisas de protección de lo privado
y del bien común, se suelen consumar los actos más aberrantes de discriminación
en contra de la pluralidad de ideas.
México, en su historia contemporánea, ha sido testigo de múltiples esfuerzos
que cuestionan las inercias inequitativas que desarrollan concepciones de demo-
cracia elitista. Emblemático resulta el movimiento emprendido por el EZLN. La crítica
que realiza este movimiento indígena, originado de la insurrección en Chiapas del
1 de enero de 1994, parece correr en ese sentido. Este movimiento sigue las lógicas
de las asambleas tradicionales indígenas (Bengoa, 2007), donde el diálogo es pri-
vilegiado. El movimiento también ha diseñado estrategias que a lo largo de su
historia han intentado revitalizar la esfera pública en México, sobre todo a partir
de la inclusión radical de múltiples identidades sociales (James, 1999; Johnston,
2000; Leetoy, 2010; Morrow, 2009). No obstante, su escepticismo y desconfianza
en la democracia electoral del país, particularmente en los partidos políticos, le

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DELIBERACIÓN Y JUSTICIA: RUTAS HACIA LA DEMOCRACIA RADICAL

ha acarreado varias críticas por su falta de definición (Cota, 2001; Krauze, 2001;
Viqueira, 2004). A pesar de que estas críticas provienen de posiciones intelectuales
conservadoras e identificadas con un tipo de liberalismo convencional, hostil a
planteamientos procedimentales (Leetoy, 2008; Morrow, 2010), hay una parte
de razón en ellas: el neozapatismo no ha acabado de ofrecer una postura clara
acerca de las posibilidades de la democracia electoral, con todas sus insuficien-
cias, y eso puede ser interpretado como una invitación al abstencionismo. En todo
caso tendrían que apoyar el fortalecimiento de esta aún incipiente democracia
en tránsito hacia una propuesta alterna, ya que su negación nos condenaría a esa
poesía del pasado que Marx denunció en “El 18 brumario de Luis Bonaparte”
(2001), donde los revolucionarios podrían convertirse en los culpables del retorno
de los monstruos del pasado y con ello de la instalación de autoritarismos reno-
vados y antidemocráticos que, bajo la promesa de estabilidad y paz social, se con-
viertan legalmente en gobierno, como sucedió con el mandato de Napoleón III en
Francia, bajo cuyo supuesto velo de legalidad no había más que un vulgar dictador.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México fundó su autoritarismo en
esta legalidad maquiavélica. No hay que olvidar que la democracia deliberativa, a
la cual aspira el proyecto neozapatista a través de sus acciones, no es propiamente
una alternativa de la democracia representativa, sino más bien una extensión de la
misma (Chambers, 2003, p.308).
Para entender esto se requiere de una reflexión más profunda. El neozapa-
tismo ha reaccionado ferozmente en contra de los partidos políticos como opción
de transformación democrática debido a la falta de transparencia con la que éstos
tradicionalmente se han conducido en México. En el caso concreto de las comuni-
dades indígenas, la supuesta afiliación democrática del país no se ha traducido en
una más amplia inclusión social. De igual manera han sido claros en decir que no
buscan emular ninguno de los modelos de izquierda en Latinoamérica, ya que
consideran que esos gobiernos han llegado desde “arriba”, es decir, que nacieron
a partir de una opción partidista, lo que, según el EZLN, no da ninguna garantía de
cambio social al no estar conectados del todo con bases fundamentalmente ciuda-
danas. Ello, aunado a su rechazo frontal a acceder al poder político y constituirse
netamente como un movimiento social, los ha llevado a declarar que el modelo
propuesto no nacerá de los partidos políticos, sino del diálogo ciudadano. Y bajo
este modelo, son los indígenas quienes fungen como anfitriones del debate al ser

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

históricamente uno de los grupos no privilegiados más agraviados. Su confianza


en la transformación social a través de la esfera pública, es categórica y decidida.
El 3 de enero de 2006 en San Cristóbal de las Casas, el comandante Tacho fue
bastante franco al decir que “todos y todas debemos decirles a los poderosos que
no chinguen. Es necesario que nos organicemos. Llegó la hora de decir juntos ya
basta, porque de los explotadores nadie nos va a defender si no somos nosotros
mismos”. El mensaje que se mandaba era el mismo que constantemente se ha
hecho como crítica de la democracia representativa. Nuevas mayorías no siempre
resultan en nuevos argumentos.
Ahora bien, la sociedad civil no es una conformación homogénea ni consis-
tente, sino un espacio multidimensional y polisémico que engloba diversos obje-
tivos y aspiraciones de participación pública (e incluso de inacción). La sociedad
civil se crea y es continuamente construida a través de espectros ideológicos que
determinarán su postura ante el statu quo, para mantenerlo o para cuestionarlo.
Así pues, el Estado no es el único sitio de opresión y antagonismo, la sociedad
civil también es un terreno en disputa (esto es, un sitio de lucha hegemónica) que
muestra discrepancias entre individuos y colectividades, los cuales se encuentran
en conflicto dentro de las relaciones de poder imbuidos en los sistemas ideoló-
gicos per se. Es decir, en aquel régimen del saber que constituye diversas racionalidades
(Foucault, 2003, pp.129-130), la forma en que una sociedad se imagina y la manera
en que construye sus realidades está constituida por diversos discursos. Por tanto,
así como la sociedad civil es el centro de toda potencialidad democrática, en tanto la
acción ciudadana se erige como forma de transformación, habría que evitar cual-
quier idealización que nuble una serie de discursos de dominación diseminados y
naturalizados por las sociedades, tal como se planteó antes.
Por lo tanto, lo que aquí resulta necesario enfatizar es la importancia del papel
que las sociedades tienen en la construcción de una democracia radical que tenga
un peso político fundamental en las acciones del Estado y que haga una clara
división del papel que cada uno toma (Estado y sociedad) dentro de este proceso
democrático, sin trasgresión de funciones en los campos de acción, tanto estatales
como civiles (Keane, 1998). El objetivo es evitar la concentración de poder para
evitar, por una parte, abusos del Estado y, por otra, de imaginarios excluyentes de
la sociedad civil. La prioridad será la democratización (como la apertura e inclu-
sión de los más diversos actores sociales, especialmente grupos no privilegiados),

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DELIBERACIÓN Y JUSTICIA: RUTAS HACIA LA DEMOCRACIA RADICAL

así como la deliberación (como la apertura y la valoración de argumentos en una


ambiente de igualdad en el debate de las ideas) de la vida pública como meta de
todo proyecto de gobernabilidad. Es pues en la extensión de las luchas demo-
cráticas a la sociedad civil en su totalidad y al Estado, donde residirá la estrategia
hegemónica de dicha gobernabilidad. Así, entonces, el proyecto para una demo-
cracia plural y radical no será otra cosa que la lucha por una maximización de la
autonomía de esferas sociales y la multiplicación de espacios políticos en contra de
la concentración de poder y conocimiento (Laclau y Mouffe, 1985).

Justicia social como fin democrático

Una vez que se han expuesto los argumentos en torno a la necesidad de radicalizar
la democracia para encontrar rutas de participación ciudadana más incluyentes,
que cuestionen el acotamiento que se hace del empoderamiento civil a través de
fuerzas discursivas, es importante reflexionar en torno al concepto de justicia
social y sus implicaciones en la propia democracia. Con esta intención, se vuelve
a plantear el caso del movimiento neozapatista en su lucha por la instauración de
mejores condiciones de justicia social para las poblaciones indígenas en México.
Desde su inicio, el neozapatismo emprendió una lucha constante por incluir
dentro del marco constitutivo el respeto de las particularidades de los pueblos indí-
genas. Algo que antes de la insurrección prácticamente había estado conminado
dentro de “lo privado”, como mero elemento autóctono y folclórico sin recono-
cimiento legal. He ahí el reclamo de este movimiento: elevar sus demandas a un
nivel legislativo, con un alto sentido de la inclusión que ofreciera certeza jurídica
a los pueblos indígenas. Bajo la excusa de que se estaría cayendo en un régimen de
excepción, el rechazo histórico del Estado mexicano a legislar al respecto parece
obedecer a un enraizado sentimiento de discriminación e indiferencia, aunado
a la incompetencia gubernamental. Los Acuerdos de San Andrés, firmados el 16
de febrero de 1996, en un esfuerzo por conciliar las diferencias entre el EZLN y el
gobierno mexicano, y que tenían por objetivo revertir las condiciones de injusticia
histórica a la que eran sometidos los pueblos indígenas, serían categóricos al res-
pecto. En el documento “Pronunciamiento Conjunto que el Gobierno Federal y el
EZLN enviarán a las Instancias de Debate y Decisión Nacional” se lee:

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

La historia confirma que los pueblos indígenas han sido objeto de formas de
subordinación, desigualdad y discriminación que les han determinado una
situación estructural de pobreza, explotación y exclusión política. Confirma
también que han persistido frente a un orden jurídico cuyo ideal ha sido la
homogeneización y asimilación cultural. Confirma, finalmente, que para
superar esa realidad se requieren nuevas acciones profundas, sistemáticas, par-
ticipativas y convergentes de parte del gobierno y de la sociedad, incluidos, ante
todo, los propios pueblos indígenas.
...[S]e requiere un nuevo esfuerzo de unidad nacional, que el actual Gobierno
Federal, con la participación de los pueblos indígenas y el conjunto de la
sociedad, se compromete a impulsar, para que no haya mexicanos con poten-
cialidades restringidas, que debe servir para que México se engrandezca asu-
miendo con orgullo la historia milenaria y la riqueza espiritual de los pueblos
indígenas, y para que desarrolle a plenitud todas sus potencialidades econó-
micas, políticas, sociales y culturales.
El conocimiento de las culturas indígenas es enriquecimiento nacional y un
paso necesario para eliminar incomprensiones y discriminaciones hacia los
indígenas.

Independientemente de que no han sido decretados y reconocidos los Acuerdos


de San Andrés por el Estado mexicano tal y como se concibieron por parte de
la Comisión de Concordia y Pacificación e, incluso, independientemente de lo
complejo que resulta la cuestión de los usos y costumbres, aquí hay un asunto
bastante importante: el reconocimiento de la existencia de un sistema sociopo-
lítico discriminatorio y excluyente en México. Situación que los discursos de la
identidad nacional no reconocían de manera abierta y que implica, sin duda, un
avance, pues a partir de ese reconocimiento comienza una serie de alternativas de
contestación y debate que abre la posibilidad de la creación de medidas concretas
de inclusión democrática dentro de parámetros ampliados de igualdad y justicia.
Indiscutiblemente ésa fue la gran virtud de los Acuerdos de San Andrés: exponer
ante la nación una serie de puntos que el imaginario social reconocía, pero que de
forma oficial se le consideraba asunto superado y que siempre habían sido tratados
con desdén en los discursos nacionalistas. Discursos que intentaban construir sólo

56
DELIBERACIÓN Y JUSTICIA: RUTAS HACIA LA DEMOCRACIA RADICAL

a un sujeto mexicano –en general y sin particularidades– que se forjaba como


modelo de identidad totalitario.
Los Acuerdos fueron puntuales en el reconocimiento del fracaso del proyecto
de nación en cuanto a la integración de los pueblos indígenas, y con ello la reaper-
tura del debate por iniciativa del que tradicionalmente había sido un sujeto sin
voz, el indígena (Bonfil, 1987; Villoro, 1950). Al respecto, los Acuerdos de San
Andrés decían:

La marginación en que viven los pueblos indígenas y las condiciones de des-


ventaja en las que acceden al sistema de impartición y procuración de justicia,
plantean la necesidad de una profunda revisión del marco jurídico federal y
estatal, a fin de garantizar el efectivo acceso de los pueblos indígenas y, en su
caso, de sus integrantes a la jurisdicción del Estado, y con ello evitar una parcial
impartición de justicia en detrimento de este sector de la población.

Ante lo expuesto, parece necesario discutir sobre el concepto de justicia social, a


fin de comprender lo tremendamente moderno y democrático que resultan las
aspiraciones neozapatistas enmarcadas en dichos acuerdos. Marion Iris Young
tiene razón cuando dice que el ser menos privilegiado en una nación tiene una
relación directa con la posición social en términos de raza, género, grupo étnico y
cultura. Así pues, continúa Young, los reclamos políticos sobre valores familiares o
reconocimiento de minorías culturales (por ejemplo “lo privado”) tienen mucho
más que ver con reclamos de justicia social que con cualquier otra cosa (1996,
p.497). Ante ello, resulta fundamental revisar uno de los conceptos clásicos de la
filosofía política de las últimas décadas: la teoría de justicia social de John Rawls
(1971). La posición de Rawls se deriva de lo que denomina la posición original, la
cual sigue la tradición del contrato social desarrollado por Jean Jacques Rousseau.
Rawls establece de manera hipotética que si un grupo de personas fuera ignorante
de las circunstancias sociales, económicas, culturales, históricas e incluso del sis-
tema moral y de valores que lo determina, estaría situado ante un velo de ignorancia
que no le permitiría privilegiar a ningún grupo social a costas de otros. Estas per-
sonas no estarían conscientes de su raza, sexo, edad, religión, situación económica
o educación, entre otros factores que forjan su identidad, por lo que con dificultad
actuarían por medio de favoritismos. Esto es lo que en teoría deberían hacer los

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

representantes de los ciudadanos (partidos políticos y el órgano legislativo per


se). Deberían forjar sus supuestos políticos desde la perspectiva de un velo de igno-
rancia, que no les permita observar información moral irrelevante de los ciudadanos a
quienes representan. De hecho, Rawls reconoce lo irreal de la situación, pero este
experimento mental serviría en todo caso para reflexionar alrededor de posturas
de justicia que observaran dos principios elementales: 1) de libertad: las libertades
básicas se aplican por igual a todos los miembros de la sociedad sin distinción de
género, religión, cultura o por cualquier otra información moral irrelevante para la
impartición de la justicia social (por ejemplo, libertad de expresión, asociación,
culto y todos aquellos generalmente asociados con el liberalismo y la democracia),
y 2) de igualdad en lo social y lo económico donde las diferencias se puedan
permitir siempre y cuando beneficien a los menos privilegiados por medio de la
apertura de oportunidades equitativas para todos los ciudadanos.
Lo que Rawls argumenta es que se deben abrir espacios para que los menos
privilegiados en una sociedad tengan acceso a un esquema de competencia que los
ponga en igualdad de circunstancias con los ciudadanos privilegiados.
Asimismo, el pensamiento de Rawls sugiere la creación de un Estado lo suficien-
temente activo en todas las esferas de la vida pública para proveer de estas condiciones
de igualdad y justicia a sus ciudadanos. Esto lo llevaría a distanciarse con otras pers-
pectivas liberales que basan su fundamento teórico de equidad y justicia a partir
de un énfasis en los derechos individuales y en el debilitamiento del Estado, como
aquélla de Robert Nozick (1974) que, à la Hayek, vendría a ser un fuerte impulso a
tendencias teóricas sumamente conservadoras. Nozick reaccionó en contra de
lo que llamó patrones de distribución de justicia, cuyos principios requieren
como conditio sine qua non de la participación de actores gubernamentales. Lo que
el autor proponía, aunque décadas más tarde reconsideró y modificó varias de
sus ideas (Nozick, 1989), era que el Estado debía mantenerse fuera de las diná-
micas económicas que se daban en las transacciones entre particulares. Por lo
tanto, conminaba a ese mismo Estado a arenas meramente políticas y jurídicas, sin
acceso a lo económico, ya que lo consideraba una intromisión contra el libre inter-
cambio de mercado y las propias libertades de los individuos. Nozick argüía que
los seres humanos no deben ser tratados desde la óptica de un Estado paternalista
que regula sus actividades de distribución económica, sino que se deben consi-
derar como seres maduros que conscientemente están realizando transacciones,

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DELIBERACIÓN Y JUSTICIA: RUTAS HACIA LA DEMOCRACIA RADICAL

aunque alguna de las partes no salga beneficiada. Esto es, las partes involucradas
se encuentran en un proceso consciente y totalmente libre, sin coerción ni obliga-
toriedad, que se rige por las leyes de oferta y demanda, por lo que la posición de
Nozick se centra en mantener esa misma libertad sin intromisión gubernamental.
El gran problema de esta perspectiva es que Nozick deja el asunto de la equidad
al margen del debate, es decir, no toma en cuenta las circunstancias de desven-
taja en las que ciertos individuos pueden estar con respecto a otros. Por ejemplo,
no considera que existan elementos de prejuicio (raza, religión, sexo, posición
socioeconómica) que no les permiten a individuos oprimidos estar en posibili-
dades de competencia.
La separación del Estado de la sociedad civil ha sido uno de los asuntos más
problemáticos del liberalismo clásico, fundado en los derechos individuales, por lo
que el Estado es convertido en un instrumento de validación de las garantías indi-
viduales, pero que pone en segundo término los derechos colectivos. Ante ello,
los principios democráticos de igualdad y soberanía popular son muchas veces
contrapuestos como conceptos antagónicos, incluso polarizando la discusión. Se
privilegia la concepción de los derechos individuales mientras los colectivos o
comunitarios no son tomados en cuenta, como si pudiesen estar desvinculados.
Décadas más tarde, Rawls (1993) revisó su propia obra y reflexionó sobre los con-
ceptos de consenso superpuesto y razón pública, en los cuales incluye una visión
plural de puntos comunes entre distintas doctrinas de pensamiento. Trataba así de
llegar a un acuerdo en el debate de las diferencias, acusando una mayor participa-
ción de la sociedad civil y un diálogo directo con el Estado. A partir de la “posición
original” se buscarían los preceptos que conciliaran dichas diferencias de pensa-
miento (culturales, religiosas, filosóficas, etc.) y se enfatizaría el uso de mecánicas
procedimentales, al igual que Habermas (1996), para alcanzar y mantener el con-
senso en derechos y libertades civiles.
Así pues, las sociedades modernas aún siguen debatiendo sobre la posibilidad
de conciliar lo individual con lo colectivo. Es decir, por un lado, el respeto del indi-
viduo como individuo y, por otro, la valoración de sus vínculos con su vida comuni-
taria (Foucault, 2003, p.129). No hay que olvidar que las libertades individuales, o
más bien la homologación de la individualidad bajo el unilateralismo de discursos
dominantes, muchas veces está más dirigida a funcionar como base ideológica de
legitimación de un sistema jerárquico y elitista, que como una real defensa del

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

“individuo” en todas las esferas. En esto se basan posturas conservadoras, como la


de Nozick, para justificar la desigualdad.
Lo que debe prevalecer es un Estado que ponga individualidad y colectividad
en la misma balanza, donde pueda ser debatida al mismo tiempo la autodetermi-
nación de los pueblos y los derechos individuales de los miembros de la nación.
En esa misma línea, Laclau y Moffe, basados en el concepto de democracia radical,
afirman que el fortalecimiento de luchas democráticas específicas requiere de la
expansión y proliferación de espacios de expresión para todos los antagonismos
presentes en una sociedad, siempre y cuando se basen en los conceptos de libertad
e igualdad. Así pues, estos autores comentan que:

La idea de derechos “naturales” anteriores a la sociedad –y de hecho también


la falsa dicotomía individuo/sociedad– debería ser abandonada [...] Nunca es
posible definir aisladamente los derechos individuales, sino sólo en el contexto
de relaciones sociales que determinan posiciones subjetivas. Como conse-
cuencia, siempre será una cuestión de derechos que envuelva a otros sujetos
que participan en la misma relación social. En este sentido es que la noción de
‘derechos democráticos’ debe ser entendida, como aquellos derechos que sólo
pueden ser ejercidos colectivamente, y que suponen la existencia de derechos
iguales para otros (1985, p.184, mi traducción).

Por su lado, Charles Taylor hace una férrea crítica a ciertas posiciones liberales que
engloban una política de igualdad donde todos los ciudadanos son regulados bajo
una misma óptica, sin distinciones. Lo problemático de estas perspectivas, según
Taylor, es que es “inhospitalaria a la diferencia porque (a) insiste en la aplicación
uniforme de reglas definiendo derechos sin excepción y (b) desconfía de los obje-
tivos colectivos” (en Taylor et al, 1994, p.61). La crítica en este caso va encaminada
a la poca flexibilidad legislativa de esta interpretación del liberalismo en torno a su
aplicación en distintos contextos culturales. Taylor opta por una versión moderada
que centra sus ambiciones legislativas precisamente en la preservación del derecho
a la diferenciación y del respeto a las metas colectivas. Es decir, Taylor avala un tipo
de democracia procedimental que reconozca las diferencias colectivas y en el que
sea posible “pesar la importancia de ciertas formas de trato uniformes en relación

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DELIBERACIÓN Y JUSTICIA: RUTAS HACIA LA DEMOCRACIA RADICAL

a la importancia de la sobrevivencia cultural, y optar en algunas ocasiones por este


último” (en Taylor et al, 1994, p.61).
Como es claro, este enfoque critica sobre todo la tendencia de ciertas inter-
pretaciones liberales a centrar las libertades ciudadanas precisamente en el indi-
viduo, como si éste no fuera también un producto de su interactividad social.
Por ello, Taylor reacciona diciendo que los derechos colectivos no pueden ser
restringidos a una versión universal del individuo. No obstante, parece ser que
también los anhelos colectivos pueden ser uniformizados y, en ese sentido, Taylor
parece caer en la contradicción de su propia crítica: si bien resulta atractiva su
perspectiva en torno a una versión más dinámica y deliberativa de democracia, da
la impresión que su posición no deja lugar a la disensión individual con respecto al
grupo. Es decir, parecería que Taylor ve a los grupos humanos como formaciones
bien delimitadas en lo social en donde hegemónicamente se defiende esa iden-
tidad. Así pues, sería problemático desde esta óptica poder deliberar con respecto
a las fronteras entre lo tradicional y lo nuevo, entre los límites de una interacción
cultural fundada en la intersubjetividad o en la presión de relaciones de poder. Por
lo que sería necesaria una definición más clara en torno a la influencia cultural que
se ejerce entre distintas identidades, no tanto en el hecho de si existe o no dicha
influencia (y en qué grado), sino bajo qué circunstancias se da y qué relaciones
de poder están en juego. De aquí que un análisis ideológico postestructuralista
sea necesario, por más que Taylor desprecie a corrientes teóricas que denomina
como posturas “neo-nietzscheanas a medio cocinar”, derivadas del pensamiento
de Foucault o Derrida por considerarlas condescendientes respecto a la lucha de
las culturas por el reconocimiento y el respeto, y que suponen a los juicios de valor
como meras trasgresiones de estructuras de poder (en Taylor et al, 1994, p.70).
Parece claro entonces que lo que hay que evitar es la conformación de un pro-
yecto de nación que responda al autoritarismo con autoritarismo. La delegación
del poder a las esferas civiles es un asunto de suma importancia y vital para la vida
democrática de las naciones, para evitar con ello la polarización hegemónica. Esta
contestación y competencia por el poder debe estar sujeta a un control mutuo;
el Estado controlado por la sociedad y la sociedad controlada por el Estado. Por
tanto, una legislación orientada a velar por la autodeterminación de los pueblos
debe encontrar puntos moderados de negociación; ni autonomía plena, ni sumi-
sión absoluta. La creación de una normatividad de excepción puede acarrear una

61
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

inestabilidad de definiciones legislativas y hacer ambigua la vida social y política


tanto en los ámbitos comunales como nacionales. Es decir, si bien hay que pugnar
por el respeto y el derecho a la diferenciación comunitaria, también hay que
pensar en posibilidades de disensión dentro de ese espacio comunitario. Éste es el
tema sensible que no han podido conciliar ni perspectivas democráticas liberales,
ni comunitaristas y que se halla en el centro del debate dentro de los derechos de
libre determinación identitaria.
Ubicar los anhelos libertarios humanos sólo en lo colectivo o en lo individual,
será perder de vista una serie de puntos intermedios que deben de ser contextua-
lizados cultural e históricamente para llegar a acuerdos que permitan el derecho
de las comunidades a determinar sus formas culturales sin problemas de repre-
sión ideológica, así como el derecho de los individuos a cuestionar dichas formas.
En la hibridación estará la respuesta, no en un dogmatismo sin concesiones que
niegue ser cuestionado y que se observe como verdad absoluta. Lo que nos lleva a
un fundamentalismo sin salida, que olvida, como correctamente dice Taylor, que
también el liberalismo es un credo en competencia (en Taylor et al, 1994, p.62).
Aquí nuevamente resulta iluminador el pensamiento de Habermas, quien afirma:

Desde el punto de vista de Kant y Rousseau, la autodeterminación democrática


no tiene el sentido colectivista y al mismo tiempo exclusionista de la suposi-
ción de la independencia nacional y de la realización de un carácter nacional
único. En su lugar, éste tiene el sentido inclusionista de autolegislación que
envuelve a todos los ciudadanos por igual. Es inclusivo en tanto que tal orden
político se mantiene a sí mismo abierto a la protección por igual de aquellos
que sufren de algún tipo de discriminación y la integración del marginal, pero
sin enjaularlos en la uniformidad de una comunidad étnica homogenizada.
En esta conexión el principio de voluntariedad es crucial; que los ciudadanos
pertenezcan al Estado es una función al menos de su acuerdo implícito. Mien-
tras que el entendimiento sustantivo de la soberanía nacional asume una inter-
conexión esencial entre la “libertad” y la independencia externa de su gente,
el entendimiento procedimental conecta a la soberanía con la autonomía pri-
vada y pública otorgada por igual a todos aquellos dentro de una asociación de
sujetos legales libres e iguales. Dado el reto que nos confronta ahora, quiero
decir que la importancia comunicativa del republicanismo es más apropiada

62
DELIBERACIÓN Y JUSTICIA: RUTAS HACIA LA DEMOCRACIA RADICAL

que las concepciones de nación, estado de derecho y democracia propias de


perspectivas etnonacionales o incluso a aquellas comunitaristas (1999, pp.139-
149, mi traducción).

Por su lado, Amartya Sen (1985) reacciona contra el utilitarismo de Estado, al


establecer su enfoque de las capacidades humanas. Lo interesante de este con-
cepto es que más que enfocarse en la evaluación de los gobiernos en términos
meramente de lo que pueden ser llamadas libertades finales (por ejemplo, lo que
Sen define como el enfoque utilitario), ello se debe realizar en términos de las
posibilidades para alcanzar esas libertades (por ejemplo, lo que Sen denomina
como el enfoque de capacidad). Es decir, hay condiciones políticas, económicas y
culturales que facilitan o impiden el desarrollo igualitario de los ciudadanos según
sean las circunstancias sociales que los definen, por tanto, la causa primaria del
Estado estará definida por su lucha en contra de estas circunstancias que no permiten
el desarrollo pleno de las potencialidades individuales y colectivas. Por ejemplo, en
términos electorales, más importante que garantizar el derecho al voto, el Estado
debe canalizar todas sus fuerzas para que los ciudadanos tengan la capacidad de
ejercer un voto razonado. Por medio del sistema educativo, abriendo canales
ciudadanos de debate, promoviendo la libertad de expresión, facilitando la logís-
tica electoral fuera de trabas burocráticas, activando el tejido social hacia la con-
formación de la esfera pública, etc. De nada servirán las elecciones libres si los
votos se ven contaminados por la coerción, la manipulación o la desinformación.
En ese mismo sentido va el pensamiento de Laclau y Mouffe cuando sostienen
que desde la óptica de la tradición socialdemócrata, la libertad es “la ‘capacidad’
para hacer ciertas selecciones y mantener abiertas una serie de alternativas reales.
Es por eso que la pobreza, la falta de educación, y las grandes disparidades en las
condiciones de vida son ahora consideradas como ofensas en contra de la libertad”
(1985, p.172, mi traducción).
Por tanto, el pensamiento de Sen incorpora una serie de preceptos que Rawls
deja planteados de manera abstracta, para equiparar de una forma más clara las
condiciones de igualdad y libertad que deben ser trazados en la esfera pública.
En esa misma línea, Crawford Brough Macpherson (1973) establece que el utili-
tarismo ha producido un estilo de teoría política donde los individuos son vistos
como meros consumidores, por lo que existe la impresión de que por medio de

63
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

la satisfacción de necesidades o de adquisición de bienes se va a llegar al pleno


desarrollo humano. Macpherson reacciona criticando este enfoque y sugiere en su
lugar que la teoría política se ajuste a una perspectiva donde los individuos sean
productores y ejecutores de sus propias capacidades y con ello promotores de la
participación ciudadana activa en democracia, cuyo objetivo sea la posibilidad y
capacidad de acceder a procesos de facto, no sólo de iure, vinculados a su autodeter-
minación y a su autorrealización.
El problema se presenta cuando la democracia se vuelve rehén de ciertas inter-
pretaciones que “naturalizan” fenómenos de subordinación, para retomar la teoría
del poder de Lukes. En ese sentido, el concepto de igualdad se puede transformar
en exclusión que llegaría a conformar una democracia elitista, donde no todos
son invitados a ser ciudadanos en el estricto sentido de la palabra, esto es, se crean
jerarquías de ciudadanía. Por ejemplo, en el caso de México el problema es que,
como menciona Leopoldo Zea, “El liberalismo y la democracia continúan estando
muy lejos de sus modelos; no son otra cosa que nombres con los cuales se siguen
ocultando viejas formas de gobierno. Las mismas fuerzas coloniales continúan ejer-
ciendo su predominio, aunque haya cambiado de lengua y ropaje” (1976, p.86).
No hay que olvidar, por otro lado, que la idea de la ciudadanía es en sí misma
una idea radical que cambió los patrones de socialización con el nacimiento del
concepto de nación. Sin embargo, ese radicalismo fue difuminándose con el paso
de los años hasta convertirse en una idea moderada que no conserva en muchos
casos su sentimiento original de inclusión. Al respecto, dice Immanuel Wallerstein
que ser ciudadano

...significaba tener el derecho a participar, al mismo nivel que otros ciudadanos,


en las decisiones básicas del estado [...] significaba que no había personas con
estatus más alto que el de ciudadano [...] significaba que todos eran aceptados
como personas racionales, capaces de tomar decisiones políticas. La conse-
cuencia lógica del concepto de ciudadano fue el sufragio universal. Y como
sabemos, la historia política de los siguientes 150 años fue una constante expan-
sión del sufragio país por país (2004, p.51).

No obstante, lo que sucedió fue que lo que en un principio era un elemento de


cohesión social e inclusión, en la práctica no erradicó prácticas de discriminación,

64
DELIBERACIÓN Y JUSTICIA: RUTAS HACIA LA DEMOCRACIA RADICAL

por lo que a pesar de la posibilidad radical de esta idea, lo que en el mundo aún
subsiste –en menor o mayor grado– es un régimen de privilegio que sigue for-
jándose a través de discursos dominantes. Por tanto, lo que en primera instancia
puede ser visto como un problema político, en realidad es un problema ideológico
donde prácticas de exclusión hacen que la participación democrática se convierta
sólo en una buena intención, pero sin aplicación real. Por ello, la democracia, vía
las esferas públicas y la deliberación, debe de constituirse también a sí misma como
un espacio de resistencia, lo que podría denominarse como agencia democrática
que opere como catalizadora de la participación social e inclusión igualitaria.
Para lograrlo, el primer paso es reconocer las prácticas de discriminación y la
necesidad de entendimiento, por medio del diálogo, de las diferencias culturales
prevalecientes en la nación: no a través del aislamiento cultural o de la supresión
de las diferencias, sino a través de la integración de todas esas diferencias como
elementos constructores de un proyecto de nación multicultural. Es por eso que
las demandas presentadas en los Acuerdos de San Andrés representan una posibi-
lidad para esa integración: no para acordarlas con meros fines proselitistas, sino
para atenderlas y discutirlas. Esto puede iniciar a través de los propios aparatos
ideológicos de Estado en un sentido subversivo, es decir, contrario al manteni-
miento del establishment. Se puede emprender una serie de presiones al Estado
para que la lucha hegemónica se dé dentro de él mismo, no en su exterior. El
aparato ideológico de Estado sería un espacio más en competencia donde los anta-
gonismos estarían en disputa para lograr un mayor grado de poder ciudadano.
El sistema educativo sería uno de esos lugares idóneos en competencia. Por
eso no es extraño que los Acuerdos de San Andrés hayan enfocado varias de sus
baterías a la modificación de la enseñanza en México en términos de la cons-
trucción de un programa más plural. En el apartado de “Propuestas Conjuntas
que el Gobierno Federal y el EZLN se Comprometen a Enviar a las Instancias de
Debate y Decisión Nacional”, correspondiente al punto 1.4 de las “Reglas de Pro-
cedimiento”, se establecen los siguientes puntos con respecto al conocimiento y al
respeto a la cultura indígena:

Se estima necesario elevar a rango constitucional el derecho de todos los mexi-


canos a una educación pluricultural que reconozca, difunda y promueva la his-

65
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

toria, costumbres, tradiciones y, en general, la cultura de los pueblos indígenas,


raíz de nuestra identidad nacional.
El Gobierno Federal promoverá las leyes y las políticas necesarias para que las
lenguas indígenas de cada estado tengan el mismo valor social que el español
y promoverá el desarrollo de prácticas que impidan su discriminación en los
trámites administrativos y legales.
El Gobierno Federal se obliga a la promoción, desarrollo, preservación y prác-
tica en la educación de las lenguas indígenas y se propiciará la enseñanza del
escrito-lectura en su propio idioma; y se adoptarán medidas que aseguren a
estos pueblos la oportunidad de dominar el español.
El conocimiento de las culturas indígenas es enriquecimiento nacional y un
paso necesario para eliminar incomprensiones y discriminaciones hacia los
indígenas.

La potencialidad de un conflicto dentro del concepto de cultura nacional radica


en el hecho de que, si no muestran elementos de tolerancia y respeto ante la dife-
renciación de prácticas, se puede caer en un etnocentrismo dogmático que jerar-
quiza a grupos humanos en un espectro simplista del “nosotros” y “ellos”. Todas las
formas de discriminación y categorización cultural son emanadas de la ignorancia.
El acentuarlas sólo abrirá más la brecha cultural y el engendramiento de odios y
violencia que buscarán la más mínima excusa para manifestarse. Un movimiento
subversivo puede ser aplastado, pero si no se extirpa la raíz del mal dentro de las
ideologías de discriminación, volverán a presentarse a la vuelta del tiempo.
La lucha emprendida por el neozapatismo crea a un sujeto cultural que funge
como un recordatorio de esa inestabilidad nacional o, más bien dicho, de esa
historia oficial que mistifica al indígena y lo desaira al mismo tiempo. En ello
radica la importancia del neozapatismo como movimiento: el Ejército Zapatista
ha (re)abierto un debate que siempre había estado ahí, pero que sigue sin ser
atendido: la inclusión fáctica y real del sujeto indígena al proyecto de nación. La
traición de todas las fuerzas políticas del Estado mexicano, a través de los partidos,
a los Acuerdos de San Andrés, es una muestra de la inoperancia e ineficiencia de
un sistema cooptado por la discriminación y el desdén. La discriminación sólo
puede ser eliminada a través de un proceso de inclusión, sin regateos, que sea

66
DELIBERACIÓN Y JUSTICIA: RUTAS HACIA LA DEMOCRACIA RADICAL

lo suficientemente sensible a las diferencias de los distintos grupos que habitan la


nación, así como al respeto de su legado cultural.
Asimismo, los reclamos de autonomía deben dirigirse a la inclusión, no a la
secesión, por lo que deben de ser incorporados legislativamente a manera de aper-
tura de libertades de lo hasta ese momento no privilegiado. Así pues, es preciso
mencionar que es la democracia, sin exclusiones ni condiciones de membresía,
la que puede ofrecer posibilidades de cambio. La deliberación entre sujetos que
reconozcan, toleren y respeten sus diferencias culturales, pero que se observen
como iguales, aún en su antagonismo, es el camino a seguir.

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69
LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA
EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

Carlos Cerda Dueñas

Si bien es cierto que “nada ha caracterizado la política internacional post-guerra


fría más que el empuje por la democracia y la ‘democratización’” (Smith, 2000,
p.1), esta afirmación tiene dos vertientes: una referente a la eliminación de los
regímenes autoritarios dentro del sistema internacional y, la otra, que tiene que
ver con la posibilidad de involucrar a la ciudadanía en la toma de decisiones de
ciertos aspectos que son per se o calificados como trascendentes para la vida insti-
tucional del Estado de que se trate.
En tal sentido, la participación popular muchas veces no se agota exclusiva-
mente con el hecho de votar y elegir a los gobernantes, sino en ejercer el derecho
de sufragio, cuyo concepto se extiende al acto por el cual los ciudadanos expresan
una determinación de voluntad directa acerca de un problema concreto a través
de los mecanismos que pueden permitirlo como el referendo, el plebiscito y la
iniciativa popular.
La participación popular en asuntos domésticos, según el Estado en cuestión,
es hasta cierto punto frecuente: se aprueba una nueva constitución o una determi-
nada legislación; la despenalización del aborto o la continuidad de un gobierno;
por ejemplo, recientemente los panameños autorizaron la ampliación del canal
transoceánico y los suizos prohibieron la construcción de minaretes en las mez-
quitas que se ubiquen en su territorio.
La democracia bajo cualquier definición presume que los ciudadanos tienen
algo que decir sobre las decisiones que afectan sus vidas de forma significativa y,
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

ciertamente, esto aplica tanto a los asuntos internos como internacionales (Rourke
et al., 1992, p.20, mi traducción). Sin embargo, dicha participación se encuentra
muy limitada en lo que a la conducción de la política exterior se refiere.
La escuela realista sostiene que la política internacional se basa en el poder, no
en derechos ni en la justicia u otras ideas moralistas que motivan de forma diaria
a los ciudadanos y agrega que “dadas las complejidades y peligros que implica, es
más razonable dejar la política internacional a los expertos” (Rourke et al., 1992).
Además, la concelebrada frase “secreto de Estado” parece tener todavía vigencia,
sobre todo ahora que las filtraciones hechas a través del portal Wikileaks permi-
tieron conocer el tenor de los informes que las representaciones diplomáticas
hacen a sus Cancillerías y, por lo tanto, considerar que el manejo de este tipo de
asuntos sigue requiriendo, aún en tiempos de efervescencia por la transparencia,
sigilo, cautela y discreción.
No obstante, con la participación popular se han decidido cuestiones que han
tenido una incidencia directa en la política internacional y en el escenario mun-
dial: se pueden señalar como ejemplos que: i) de esa manera los chiapanecos
decidieron su incorporación a México (1824), ii) El Sarre pasara de ser un terri-
torio autónomo administrado por Francia, a uno incorporado a Alemania (1935)
y después de la Segunda Guerra Mundial a ser nuevamente un territorio adminis-
trado por el gobierno francés. La población rechazó –por referendo– un acuerdo
franco-alemán para dotar a Sarre de un estatuto europeo que incluso podría haber
llegado a convertirlo en la sede de las instituciones europeas, en lugar de Bruselas
(1954).
También por consulta popular, Singapur se incorporó a la Federación Malasia
(1962) de la que se separó tres años después. Los noruegos, por referendo, han
rechazado su ingreso a la Unión Europea en dos ocasiones (1972 y 1994); los pana-
meños mostraron su beneplácito a los términos del Tratado para la Transferencia
de soberanía del canal (1977). Quebec ha intentado fallidamente en dos ocasiones
independizarse de Canadá (1980 y 1995); los norirlandeses aprobaron el Acuerdo
del Viernes Santo por el que gobierno británico e irlandés, con la anuencia de los
actores políticos del Ulster, negociaron resoluciones para poner fin al conflicto en
el norte de Irlanda. En este caso debe destacarse que se aprobó en dos referendos
distintos, tanto en Irlanda del Norte como en la República de Irlanda (1998). En
2004, a los bolivianos se les preguntó, entre otras cosas, si estaban de acuerdo con

72
LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

la recuperación de la propiedad de los hidrocarburos para el Estado boliviano y


con la política del presidente Carlos Mesa de utilizar el gas como recurso estraté-
gico para el logro de una salida útil y soberana al océano Pacífico. Ese mismo año,
los grecochipriotas rechazaron el Plan Annan para crear una federación en la isla
e ingresar de forma total a la Unión Europea; en tanto que su contraparte, los tur-
cochipriotas, votaron mayoritariamente por esa opción. En 2011, los sudaneses del
sur se manifestaron abrumadoramente por dar nacimiento a una nueva nación en
el continente africano. Los ejemplos son vastos y diversos. Demuestran que sí hay
una incidencia de la democracia directa en la política internacional, pero que es
esporádica y selecta; que requiere de determinadas condiciones; que puede con-
llevar riesgos, pero que también puede contribuir a convalidar actos e involucrar a
una sociedad cada vez más informada y demandante.
En el presente capítulo se analizarán las formas de participación popular en
temas de política internacional y las modalidades que éstas revisten. Se acentúan
aspectos como quiénes son los facultados para convocar, organizar y votar; así
como el porcentaje mínimo para considerar válido este proceso; qué y cómo se
pregunta y la obligatoriedad o no que pueda revestir. Se examinarán casos especí-
ficos en donde se ha aplicado este sistema y para cuyo análisis se han hecho cuatro
grandes rubros: i) cuestiones de autodeterminación y soberanía; ii) ratificación de
tratados; iii) ingreso o permanencia en un organismo internacional, y uno final
donde podrían ubicarse iv) aquéllos que no califican en los supuestos anteriores.
En la última parte, se tratará someramente el caso de México, y finalmente se
expondrán las conclusiones sobre la pertinencia de su utilización en este ramo de
la política.

La democracia directa y los asuntos internacionales

Si la ciudadanía se limita a elegir a los representantes que la gobiernan, la demo-


cracia es sólo representativa o indirecta, pero si el pueblo participa de manera
continua en el ejercicio directo del poder, entonces se trata de democracia directa
(Merino, 1995).
Ahora bien, es materialmente imposible que todos decidan todo en sociedades
industriales modernas e incluso se lo califica de indeseable desde el punto de vista
del desarrollo ético e intelectual de la humanidad (Bobbio, 2001). En tal sentido,

73
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

las deliberaciones ordinarias que involucran a la sociedad no son tomadas direc-


tamente por ella, sino por personas elegidas de modo ex profeso para dicho fin,
pero hoy la ciudadanía en algunas sociedades, reclama mayor atención de parte de
sus representantes e involucrarse en el proceso de toma de decisiones de determi-
nados actos legislativos y administrativos.
Pudiera ser que una más verdadera medida del grado de democracia tiene
que ver con el incremento de la participación ciudadana que no está relacionada
con las instituciones representativas. Esto es, un mayor grado de democracia no
está evidenciado meramente por una mayor participación de votantes en las elec-
ciones, sino en el uso de procedimientos democráticos para tomar decisiones
finales (Rourke et al., 1992).
Las formas más comunes de participación ciudadana son el referendo, la inicia-
tiva y la consulta popular, el plebiscito y, en menor medida para los fines de este
capítulo, la revocación del mandato.
Semánticamente, referendo es el procedimiento jurídico por el que se
someten al voto popular leyes o actos administrativos cuya ratificación por el
pueblo se propone. Por otra parte, plebiscito es la consulta que los poderes
públicos someten al voto popular directo para que apruebe o rechace una
determinada propuesta sobre soberanía, ciudadanía, poderes excepcionales,
etcétera.
La Real Academia Española de la Lengua señala que debe preferirse la
forma hispanizada, referendo y su plural referendos, sobre la variante etimológica
latina referendum que, de ser utilizada, debe aplicarse entonces con la regla del caso
relativa al plural y por lo tanto, escribirse referéndums en lugar de la forma corres-
pondiente al latín referenda.
En lo que se refiere a la distinción jurídica entre el plebiscito y el referendo, su
diferencia está más claramente establecida en lo que a nivel doméstico se refiere
y muchas veces puede diferir según el órgano o cuerpo legal que los conceptúe.
Si tomamos como referencia la legislación en la materia del estado de Jalisco, el
referendo se aplica a los actos materialmente legislativos que sean considerados
trascendentes para el orden público o el interés social. En tanto que el plebiscito
se utilizaría para ratificar o rechazar una decisión o acto de gobierno propio del
poder ejecutivo, cuando se consideren como trascendentes para el orden público
o el interés social (Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, 2009). En

74
LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

política internacional son utilizados como sinónimos, con el uso más generalizado
de referéndum.
Norberto Bobbio señala que la democracia directa no es suficiente cuando se
considera que sus instituciones comprenden sólo dos: la asamblea de los ciuda-
danos deliberantes, sin intermediarios y el referendo. Además, considera al refe-
rendo como la única institución de la democracia directa que se aplica concreta
y efectivamente en la mayor parte de los Estados de democracia avanzada y que
es un expediente extraordinario para situaciones excepcionales (Bobbio, 2001).
Por otra parte, se ha afirmado que la democracia representativa no excluye la par-
ticipación ni el referendo, lo considera, pero les da el tratamiento de elementos
subordinados. Además implica quitar la decisión a los parlamentarios, es decir, a
los representantes electos (Sartori, 2003).
En cuanto al uso del referendo, Giovanni Sartori señala que con su utilización,
el ciudadano no se limita a elegir quién decidirá, sino que decide cuestiones
por decidir, y resulta como consecuencia de esta transformación la llegada de
una democracia de suma cero. El referendo es un mecanismo decisional con
suma cero, puesto que cada vez que se aprueba o se rechaza una propuesta prefi-
jada, un grupo resulta vencedor y otro derrotado. El referendo no da margen a la
negociación o al intercambio, no hay concesiones recíprocas, debe decidirse por
una opción u otra. Quien pierde, pierde todo. La derrota hostiga, por lo que el
mecanismo de solución de conflictos a la larga puede agravarlos. Los referendos
violan el derecho de respeto a las minorías (Sartori, 2003). Adicionalmente, se
ha argumentado que grupos organizados con recursos financieros podrían fácil-
mente dominar referendos por sus habilidades para organizar los esfuerzos de
recolección de firmas y su capacidad para montar astutas campañas de publicidad
para influir en los votantes (Rourke et al., 1992). Independientemente de los argu-
mentos anteriores, es muy cierta la afirmación de Sartori en el sentido de que para
el referendo no basta la opinión, es necesario que exista cognición (2003).
La democracia directa requiere de hábitos de participación y apertura, caracte-
rísticas no siempre asumidas automáticamente en la práctica de la política exterior
(Rourke et al., 1992). No obstante, con todas las ventajas o desventajas que este
tipo de ejercicios pueda representar, su uso en materia de política internacional
se ha incrementado. Hay diversas razones para pensar que el uso de la democracia
directa en general y el uso de la democracia directa para decidir asuntos interna-

75
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

cionales en particular pueden crecer. Dos de estas razones están enfocadas domés-
ticamente: la expansión de los sistemas democráticos y la persistente y, en algunos
casos, creciente desconfianza de los ciudadanos hacia su gobierno (Rourke et al.,
1992).
Los realistas mantienen reticencia a la práctica de estos ejercicios y concluyen
que debido a que los ciudadanos tienen la lamentable tendencia a moralizar
acerca de los temas, incluyendo aquellos de política internacional, “la prudencia
dicta que la política externa debe ser dejada a los expertos” (Rourke, et al., 1992).
Por otra parte, se señalan ventajas de la democratización de la política interna-
cional y la generalización de este tipo de prácticas en el diseño de la política exte-
rior y la toma de decisiones de los asuntos internacionales. Rummel argumenta
que “la investigación teórica y empírica establece que las libertades civiles demo-
cráticas y los derechos políticos promueven la no violencia y establecen el acceso
a un mundo sin guerra” (en Rourke, et al., 1992). Reforzando la doctrina que le
favorece, Gino Germani asegura que debiera tenerse en cuenta que la actual situa-
ción del sistema internacional, de estrecha interdependencia y de internacionali-
zación de la política interior, tiende a favorecer las soluciones de tipo autoritario
más que las democráticas (1979).

Modalidades y detracciones del referendo

Es necesario analizar las modalidades que puede revestir el referendo en lo rela-


tivo a la toma de decisiones en materia internacional. Debe quedar bien determi-
nado el convocante, el organizador, la obligatoriedad, la logística, la pregunta o
preguntas a ser formuladas, las campañas, la jornada de consulta, el escrutinio, el
resultado y, eventualmente, su proceso de ejecución. Todos estos aspectos deben
ser resueltos a través de la normatividad que regule estos ejercicios o la que para
tal efecto se expida.

Los asuntos sujetos a referendo

Generalmente, como ya se comentó, la participación popular está dirigida a


asuntos domésticos y, muy limitadamente, a temas de carácter internacional. Los
tópicos, como todo lo relacionado con el ejercicio de la consulta, deben emanar

76
LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

de una disposición legal. En la práctica, muchas veces se señala que lo que puede
ser sometido a referendo es un tema que sea de suficiente importancia nacional
que pueda dar lugar a amplias interpretaciones o bien constreñirse a temas bien
definidos.
En el caso suizo, la Constitución establece dos tipos de referendo: el obligatorio
y el facultativo. El primero comprende las reformas a la Constitución y la adhe-
sión a organismos de seguridad colectiva o de comunidades supranacionales. En
el segundo quedan comprendidas las leyes y los tratados internacionales que: a)
sean de duración indeterminada o no sean denunciables; b) prevean la adhesión
a un organismo internacional y; c) contengan disposiciones importantes que fijen
las reglas de derecho o cuya aplicación exija la adopción de leyes federales (Cons-
titución suiza arts. 140 y 141).
Otro caso singular es Belice, que a través de su Referendum Act, dispone que se
debe realizar un referendo cuando la Asamblea Nacional considere que un tema
es de la suficiente importancia nacional, pero deberá consultarse de forma obliga-
toria a la población si se trata de reformas a la Constitución o “cualquier acuerdo
propuesto para la solución del diferendo con Guatemala”.
Se puede entonces apreciar que sí se puede contemplar la posibilidad de con-
vocar a referendo, para que la población determine su parecer en asuntos de polí-
tica internacional, porque, de hecho, la legislación ordinaria lo prevé, o cuando se
emite legislación especial para un caso específico.

Convocante

La consulta puede tener diversas fuentes para su convocatoria, puede ser una dis-
posición legal permanente o un decreto.
En el caso de Costa Rica, de acuerdo con la Ley sobre la Regulación del Refe-
réndum, existen tres tipos de referendos según su convocante: i) el referendo de
iniciativa ciudadana que se convoca por al menos 5% de los ciudadanos inscritos
en el padrón electoral; ii) el Legislativo, si es convocado por la Asamblea Legisla-
tiva mediante la aprobación de las dos terceras partes del total de sus miembros
y iii) el Ejecutivo, que debe ser convocado de forma conjunta con el Legislativo,
para cuyo caso deberá haber sido votado por mayoría absoluta.

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

La legislación costarricense establece que no puede convocarse a más de un


referendo por año, ni puede hacerse durante los seis meses anteriores o pos-
teriores a la elección presidencial. La convocatoria respectiva se publica en La
Gaceta junto con el texto normativo en cuestión y las preguntas del referendo.
Deberá –además– realizarse en un periodo máximo de noventa días a partir de la
expedición de la convocatoria.
La normatividad constitucional suiza establece que si el referendo es obliga-
torio, cien mil ciudadanos con capacidad de ejercicio electoral pueden solicitarlo.
Ese número puede reducirse a la mitad, si se tratara de un referendo facultativo.
En el caso de Belice, el Gobernador General debe promulgar un decreto en el cual
se establezca la convocatoria a referendo.
Otro caso que se puede citar es Nueva Zelanda que requiere una ley del Par-
lamento para convocar al referendo. Éste habrá de celebrarse en la siguiente
elección y de resultar favorable en su votación, tendría el carácter de vinculante.
Existe, sin embargo, la posibilidad de que la ciudadanía convoque a referendo, en
cuyo caso se califica de indicativo y no es vinculante. El ciudadano que solicite el
inicio del procedimiento de un referendo debe pagar un derecho de 500 dólares
neozelandeses.
Un caso particular es el referendo realizado en Gibraltar, ya que fue convo-
cado por las autoridades locales sin tener facultades para hacerlo, lo que provocó
malestar en ciertas partes. Gibraltar es un territorio al sur de la península Ibérica
que fue capturado por los británicos en 1704 y oficialmente apropiado por el tra-
tado de Utrecht de 1713. Se convirtió en colonia británica en 1830 y hoy goza de
un alto nivel de autonomía. Su posición geográfica es estratégica, en términos
militares y económicos, pues es la entrada al mar Mediterráneo desde el Atlántico
y cuenta con importantes bases de la Organización del Tratado Atlántico Norte
(OTAN).
Gibraltar es uno de los territorios que las Naciones Unidas tiene listado como
territorios no autónomos, supervisados por el Comité de Descolonización. En este
contexto, el gobierno local convocó a un referendo el 7 de noviembre de 2002
para consultar a la población si aprobaba una soberanía conjunta de España y el
Reino Unido, país que alega tener derechos territoriales. Con una participación
del 88% de los censados, el 99% rechazó la idea de soberanía compartida que era,
en ese momento, un tópico de negociación entre los jefes de gobierno respec-

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LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

tivos, Aznar y Blair, quienes desconocieron validez legal a la consulta. Inclusive el


gobierno británico señaló que era “una iniciativa local prematura y una excéntrica
forma de gastar el dinero” (Ho, 2006). España, por su parte, lo calificó de ilegal
y contrario al Derecho Internacional, toda vez que existe una resolución de la
Asamblea General de Naciones Unidas que ratifica que el asunto de Gibraltar es
un tema de responsabilidad exclusiva anglohispana.

Organizador

Nuevamente debe tomarse en cuenta la legislación positiva que señale a quién


corresponde la organización del referendo. Como regla, se otorga la facultad al
mismo órgano encargado de la celebración de los procesos electorales ordinarios,
pero en el caso de referendos que tienen que ver con la autodeterminación y
soberanía, o donde las instituciones son endebles o prácticamente inexistentes, se
ha dado en la práctica la participación de las Naciones Unidas como organismo
encargado de la planeación, supervisión y ejecución de la consulta respectiva.
Para el caso costarricense, el Tribunal Supremo de Elecciones debe organizar,
dirigir y fiscalizar los procesos de realización del referendo, así como escrutar y
declarar sus resultados.
En lo relativo a un referendo organizado directamente por Naciones Unidas
puede contarse el caso de Timor Oriental. Tras el retiro de Portugal, la parte
oriental de la isla de Timor fue ocupada por Indonesia. Pasarían muchos años,
violentos muchos de ellos, hasta que en junio de 1998, el Presidente de Indonesia,
B.J. Habibie propuso darle una autonomía limitada a Timor Oriental y que éste
continuara siendo parte de Indonesia. En una declaración posterior afirmó que si
los timorenses orientales rechazaban su propuesta, Indonesia tendría que aceptar
la pérdida del territorio. Este contexto permitió que, en mayo de 1999, Portugal
e Indonesia suscribieran un tratado por el cual ambos países solicitaban al Secre-
tario General de Naciones Unidas que consultara al pueblo timorense sobre su
posición respecto de un marco constitucional que les garantizara autonomía o
su permanencia dentro de la soberanía indonesia. El mismo acuerdo establecía la
solicitud para que se estableciera una misión de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) y se encargara de llevar a cabo el ejercicio de consulta. El Consejo
de Seguridad estableció la Misión de Naciones Unidas sobre Timor Este (UNAMET,

79
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

por sus siglas en inglés) el 11 de junio de 1999. En agosto de ese año se celebró el
referendo y resultó triunfadora la postura de la independencia.
En otros casos, Naciones Unidas sólo ha fungido como órgano supervisor
del ejercicio de consulta y, por lo tanto, legitimador de dicho proceso. Ejemplos
podrían ser Eritrea o Sudán del Sur. Eritrea fue anexada a Etiopía en la década
de los sesentas. Tras tres décadas de insurgencia, a mediados de 1991, el Frente
para la Liberación del Pueblo de Eritrea capturó la capital Asmara y proclamó
el control de toda la región. Se estableció entonces el Gobierno Provisional de
Eritrea (GPE) quien anunció la realización de un referendo para determinar si Eri-
trea debiera ser independiente. En un apropiado ejercicio de cabildeo, el GPE con-
siguió que diversas instancias internacionales se involucraran en la supervisión
del referendo. La Asamblea General de Naciones Unidas dio su aprobación y se
comprometió a la observación de la consulta, lo mismo la Organización para la
Unidad Africana (hoy Unión Africana), la Liga Árabe y diversas organizaciones no
gubernamentales. Naciones Unidas nombraron al Jefe de la Oficina de Asuntos
Políticos para que llevara a cabo el cometido de la observación del referendo y se
constituyó la Misión de Observación de Naciones Unidas para Verificar el Refe-
réndum en Eritrea (UNOVER). Los preparativos del referendo llevaron más de dos
años y su organización se encomendó a una Comisión constituida para el efecto de
la participación de cinco distinguidos eritreos; medida que desde luego no fue del
agrado de Etiopía y sin embargo, debió resignarse a sólo contar con una misión
de observación.
Finalmente, debe recordarse el caso del Sahara Occidental. En él también las
Naciones Unidas tienen como mandato la realización de un referendo que, por
determinadas circunstancias no se ha podido llevar a cabo, pero que ejemplifica
cómo se puede obstaculizar este tipo de ejercicios.
El Sahara Occidental es uno de los dieciséis territorios no autónomos supervi-
sados por el Comité de Descolonización de Naciones Unidas. Fue territorio sujeto
a la jurisdicción española hasta 1975 cuando España lo dejó a su suerte en manos
de Mauritania y Marruecos. El primero ya ha abandonado sus pretensiones terri-
toriales, pero Marruecos insiste en controlar el territorio bajo una figura de cierta
autonomía. Los saharauis se han organizado para resistir a los marroquíes en el
Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro (POLISARIO) y

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LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

han proclamado la República Árabe Saharahui Democrática que cuenta con el


reconocimiento de alrededor de setenta países y de la Unión Africana.
En 1985, el Secretario General de las Naciones Unidas y la Organización para
la Unidad Africana, lograron ciertos acuerdos que contaron con el apoyo de
Marruecos y el Frente POLISARIO. En 1990, el Consejo de Seguridad aprobó el
informe del Secretario General que contenía el texto completo de las propuestas
de arreglo y el esquema del Plan del Secretario General para su aplicación. El
29 de abril de 1991, el Consejo de Seguridad decidió crear, en su resolución 690
(1991), la Misión de las Naciones Unidas para el Referendo del Sáhara Occi-
dental (MINURSO). El referendo debería determinar si los habitantes del Sáhara
Occidental elegían independizarse de Marruecos o integrarse a ese país. La orga-
nización, prevista para 1992, recaería de forma exclusiva sobre el Representante
Especial del Secretario General. De acuerdo con el Embajador norteamericano
Frank Ruddy, nombrado representante del Secretario General de la ONU para la
organización del referendo

...la tarea de la ONU parecía bastante sencilla: celebrar un referendo en el que se


dilucidara una cuestión: independencia o integración con Marruecos. O eso es
lo que parecía. En realidad no fue tan simple. La ONU cedió a Marruecos el con-
trol del referendo. Lo cierto es que no se puede decir de otra forma. Marruecos
dictaminó cuándo y dónde debería hacerse el registro de los votos, controló la
entrada a las instalaciones de registro de votos de la ONU, e incluso decidió qué
saharauis se tenían que registrar (Ruddy, 2007).

El embajador Ruddy señala que los observadores marroquíes de las sesiones de


registro de votantes se habían percatado de que la gente del Sáhara Occidental
quería la independencia, no la integración con Marruecos, por lo que Marruecos
enfrentó esa realidad incómoda obstaculizando la organización del referendo y
logró posponerlo indefinidamente, hasta que no pareciera viable su realización
y con ello pudo seguir controlando el Sáhara. Al día de hoy el referendo no se
ha realizado, ni existen visos de que pueda hacerse. Marruecos insiste en su plan
de autonomía para el Sáhara donde seguiría controlando la seguridad, la política
exterior y los recursos naturales del territorio.

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Los votantes

Una cuestión muy delicada en este tipo de consultas es determinar quiénes


pueden participar en el ejercicio. Si la consulta se hace en un país con cierto
grado de desarrollo y madurez democrática, no será problema, pero si el ejercicio
es en países de cultura democrática no arraigada, los problemas y las descalifica-
ciones estarán a la orden del día.
La ley costarricense otorga la facultad de participar a todos aquellos inscritos
en el padrón electoral con las condicionantes de hacerlo en la mesa receptora
que le corresponda y exhibir la cédula de identidad. En el caso del referendo de
Eritrea, una de las principales cuestiones a decidir era determinar quiénes eran
los facultados para participar en la consulta. En principio, los eritreos poseían una
identificación oficial etíope en virtud de la inexistencia de Eritrea como país, por
lo que tocaba definir los nacionales eritreos y diferenciarlos de los etíopes. Con
la participación de gente mayor se procedió a un ejercicio empírico de identifi-
cación de las personas originarias de la región; posteriormente se acordó que los
cónyuges de los considerados eritreos también pudieran acceder a la nacionalidad
y, en consecuencia, participar en el referendo y, bajo un tercer criterio, se autorizó
a los que tuvieran una residencia de entre 30 y 40 años.

Campañas persuasivas y otras argucias

Costa Rica prohíbe el uso de recursos públicos para las campañas de un referendo,
pero si los recursos son de carácter privado y con ciertos topes (veinte salarios
base), los medios de comunicación quedan obligados a reportar los montos com-
prados al Tribunal Superior de Elecciones.
En el Sahara Occidental para comprar espacio en los medios de comunicación
marroquíes es necesario obtener un permiso del Gobierno, y Marruecos siempre
había negado a la ONU el permiso para comprar espacio en los periódicos o en la
radio marroquíes con el objeto de poder informar a la gente que tenía que regis-
trar su voto (Ruddy, 2007). De esta manera se impide la participación de muchos
potenciales votantes debido a la falta de información.
El referendo de Timor Este se vio empañado por la presencia de entre ocho y
diez mil miembros de fuerzas paramilitares respaldados abiertamente por el Ejér-

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LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

cito indonesio y que se mostraron siempre hostiles al ejercicio de consulta, lo que


inhibió la participación, sobre todo porque sí se dieron incidentes de uso de vio-
lencia contra partidarios de la independencia.
Otro ejemplo en este sentido lo representa el referendo de Montenegro que
establecía para su validez la participación del 50% de los votantes elegibles.
La oposición a la independencia puso en marcha una campaña instando a
los votantes a abstenerse de participar para no legitimar el proceso. El Partido
Socialista del Pueblo condicionó su participación a que el referendo tuviera el
visto bueno de la Unión Europea (International Crisis Group, 2006). La Unión
Europea pudo convencer a los medios (tanto serbios como montenegrinos) de
que suscribieran un código de conducta que asegurara imparcialidad a las partes.
El gobierno serbio ofreció el boleto redondo en tren a los montenegrinos resi-
dentes en Serbia, particularmente en Belgrado, que consideraba partidarios de
la Unión, en tanto, la línea aérea estatal de Montenegro programó vuelos adicio-
nales el día de la votación para permitir que los residentes en el exterior pudieran
acudir a sufragar. Al parecer estos boletos fueron financiados por los organismos
montenegrinos en el exterior. Se calculan los no residentes que votaron en alre-
dedor de 25 mil, lo que representa un 5% del total del padrón (International
Crisis Group, 2006).

La jornada de la consulta

La legislación costarricense señala que el referendo debe celebrarse un día


domingo y que la votación será recibida de las seis a las dieciocho horas.
En Eritrea, la jornada constó de tres días (24 al 26 de abril de 1993). El día 27 se
dieron a conocer los resultados y ese mismo día se proclamó la independencia del
país, a la que siguió una serie de reconocimientos. Los resultados fueron avalados
por más de ochocientos observadores de Naciones Unidas, la Liga Árabe, el Movi-
miento de los No Alineados, la Organización para la Unidad Africana, diversos
países y diversas organizaciones no gubernamentales.
Para el caso de Timor Este, se fijó un solo de día de votación (30 de agosto de
1999). Se acordó además, que los resultados se darían a conocer una semana des-
pués de forma simultánea en la sede de Naciones Unidas en Nueva York y en Dili,

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

la capital timorense. La UNAMET no daría resultados parciales o por población o


distrito, por lo que sólo se daría a conocer el resultado total final.
En el reciente caso de Sudán de Sur se dio toda una semana para la celebración
de la consulta.

La votación y la pregunta formulada

El referendo eritreo representaba un gran desafío en la medida que un gran por-


centaje de la población era analfabeta o nunca había participado en un ejercicio
de votación. La pregunta formulada en este caso era: ¿Quiere usted que Eritrea sea
un país independiente y soberano? Se proporcionaron dos boletas: una roja, que
representaba la respuesta negativa y, la contraria, en color verde.
En el ejercicio de consulta celebrado en Timor Este, se le presentaron a los
votantes dos preguntas: ¿Acepta usted la autonomía especial propuesta para Timor
Este dentro del Estado unitario de la República de Indonesia? o ¿Rechaza usted
la autonomía especial propuesta para Timor Este dentro del Estado unitario de la
República de Indonesia? Se debía votar afirmativamente por una de las dos inte-
rrogantes.
En la ley de Costa Rica se establece que la decisión del votante sólo podrá ser
sí, no, o quedar en blanco. Se anularán las boletas que no se ajusten al modelo
oficial, así como las que ofrezcan dudas sobre la voluntad del votante, presenten
tachaduras, enmiendas o signos o palabras ajenas a la consulta. Sin embargo, todos
los votos nulos o en blanco se computan para efectos de los porcentajes de ley en
torno a la obligatoriedad.
Ya se ha comentado que se requiere cierto grado de información para tener
elementos en la votación de un referendo. Generalmente se contesta por la afir-
mación o la negativa, por eso el cuestionamiento debe ser lo más claro y concreto
posible. En el caso del referendo facultativo de España sobre la permanencia en la
OTAN se preguntó a los electores españoles en los siguientes términos:

El Gobierno considera conveniente para los intereses nacionales que España


permanezca en la Alianza Atlántica, y acuerda que dicha permanencia se esta-
blezca en los siguientes términos:

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LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

1º.- La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorpora-


ción a la estructura militar integrada.
2º.- Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas
nucleares en el territorio español.
3º.- Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados
Unidos en España.
Pregunta: ¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlán-
tica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación? (Prieto, 2006).

Hasta por cuestiones logísticas, leer un texto de la anterior extensión en el cuarto


de votación demoraría el sufragio y podría desalentar al votante, lo cual puede ser
también un objetivo de los organizadores.

Obligatoriedad

En el caso ya comentado de Suiza, se estableció la existencia de la figura del refe-


rendo obligatorio. El resultado puede desprenderse de la mayoría simple de los
votantes o si la consulta es indirecta a través de los cantones, se requiere también
la mayoría simple, sólo que los votos de seis cantones especificados en el texto de
la Constitución, cuentan por mitad.
La obligatoriedad en Costa Rica comprende la notificación del resultado por
parte del Tribunal Supremo de Elecciones al poder legislativo, quien lo convierte
en decreto y pasa al poder ejecutivo para su promulgación. Si el resultado es nega-
tivo, se archivará sin más trámite.

Casos prácticos del ejercicio de la democracia directa en política internacional

La antigua Atenas era una ciudad abierta al mundo, sus debates sobre cualquier
tema como la paz o la guerra eran conducidos públicamente y escuchados por los
ciudadanos y visitantes (Rourke et al., 1992). Lo anterior nos habla de que esta
práctica no es nueva, pero que ha cobrado importancia en los años recientes.
Como ya se ha señalado, se analizarán algunos casos de referendos realizados
en temas de política internacional, agrupados en cuatro rubros: cuestiones de
autodeterminación y soberanía; ratificación de tratados; ingreso o permanencia

85
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

en un organismo internacional y; uno de varios donde podrían figurar desde cues-


tiones como la adopción de una moneda, el cambio de la figura de Jefe de Estado
o hasta cuestiones más sencillas como el cambio de algún símbolo nacional.

Referendo de autodeterminación o soberanía

Montenegro

El 14 de marzo de 2002, Montenegro y Serbia firmaron el llamado Acuerdo de


Belgrado por el que creaban el Estado Unido de Serbia y Montenegro heredero
de la tradición federal de lo que fuera la República de Yugoslavia. Desde su crea-
ción, la población, principalmente los montenegrinos, no estuvieron satisfechos
con la Unión y existía una profunda división entre los partidarios de la Unión y los
independentistas.
La Unión Europea por el temor de un efecto dominó, particularmente en el
caso de Kosovo, intentó posponer cualquier negociación encaminada a la auto-
nomía o autodeterminación de Montenegro e incluso prometió una más rápida
adhesión a la Unión, lo cual no pudo concretarse debido a la falta de cooperación
serbia con el Tribunal Penal para la ex-Yugoslavia.
Al final, la participación de la Unión Europea en el proceso consultivo fue
determinante: nombró un representante especial para la supervisión del refe-
rendo en la persona del diplomático eslovaco Miroslav Lajcak e impuso dos
condiciones para la aprobación y validez de la consulta: una, la participación
del 50% más uno de los votantes elegibles y un resultado favorable del 55%. Se
impulsó el establecimiento de una Comisión para el Referendo formada por
igual número de representantes por bando y presidida por otro diplomático eslovaco
nombrado directamente por Bruselas. La fluidez en la lengua serbiocroata por
parte de los diplomáticos eslovacos, así como su conocimiento de la cultura local
pretendían evitar la impresión de que la Unión Europea estaba a cargo de todo
(International Crisis Group, 2006).
Además de algunas de las desviaciones ya señaladas anteriormente, el riesgo
que pueden experimentar este tipo de ejercicios es que se conviertan en un ple-
biscito que califique al gobierno o que atice ciertas posiciones como sucedió en
Montenegro. Los unionistas serbios dirigieron sus campañas para atacar al islam,

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LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

a los albaneses y a los croatas con el objetivo que los eslavos ortodoxos votaran en
contra de la independencia. Los unionistas inclusive realizaron toda su publicidad
en alfabeto cirílico, en tanto que los independentistas usaron el alfabeto latino y
publicidad en albanés.
Los medios y ciertos grupos enfatizaron la corrupción en la administración del
Primer Ministro de Montenegro, Milo Djukanovic, lo que se tradujo en que el refe-
rendo fuera como la aprobación o no a su gobierno y no sobre la independencia.
Los partidarios de la Unión, acusaron a Djukanovic de querer crear su propio
Estado privado. Éste, por su parte, promovió el referendo afirmando que un Mon-
tenegro independiente tendría más oportunidades de acceder a la Unión Europea
que haciéndolo de forma conjunta con Serbia.
Las campañas cerraron con mítines a los cuales se calcula asistieron 19 mil par-
tidarios del NO, (16 de mayo, 2006) y unos 40 mil simpatizantes del SÍ (dos días
después, en el mismo lugar). La pregunta formulada en el caso de Montenegro
señalaba: ¿Quiere usted que la República de Montenegro sea un Estado indepen-
diente con una completa sujeción internacional y legal?
La jornada de votación fue de un solo día, el 21 de mayo de 2006. El escrutinio
oficial reportó que sufragó el 86.5% del padrón, del cual el 55.53% se pronunció a
favor de la independencia, resultado que por sí solo evidencia el grado de división
que existía en la población y con la cual arrancó el nuevo Estado independiente.
En Belgrado, quedó un profundo resentimiento al ver como la otrora Yugoslavia
se reducía, sin contar con el advenimiento de la secesión de Kosovo (2008). Adi-
cionalmente, con la separación de Montenegro, Serbia perdió su acceso al mar.

Sudán del Sur

Uno de los más recientes ejercicios de referendo es el que se celebró del 9 al 15


de enero de 2011 en Sudán del Sur, o mejor dicho, los referendos. Tras décadas de
guerra entre el norte árabe y musulmán y el sur de raza negra y cristiana o animista,
se firmó en 2005 el llamado Acuerdo Integral de Paz que preveía la celebración,
seis años después de un referendo en la región sur para consultar si la población
estaba de acuerdo en formar un nuevo Estado o permanecer unido a Sudán, que
en su conjunto constituía el país más grande del continente africano. La violencia
estuvo a punto de estallar debido a la fallida intención del presidente Omar Hasan

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Al Bashir de posponer la consulta. Finalmente, con una comisión local se organizó


el empadronamiento y el proceso de votación, bajo la supervisión, tanto de las
Naciones Unidas, como de una gran cantidad de organismos no gubernamentales
y personalidades internacionales, entre las que destacaban el expresidente nor-
teamericano, James Carter y el actor George Clooney.
En resultados preliminares dados a conocer el 30 de enero, se informó que el
98.83% de la población votó por la secesión y creación de un Estado –Sudán del Sur–
que habría de proclamarse oficialmente el 9 de julio. También se celebró otro
referendo en la región sudanesa de Abyei, zona particularmente rica en petróleo,
para determinar si permanecía en el norte o se incorporaba a Sudán del Sur en
caso de que se votara la secesión. En esta región el proceso de consulta fue más
convulso e incluso violento.

Referendo para la ratificación de un tratado

Dado que los tratados son la principal fuente del Derecho Internacional, la certeza
de muchos de los actos que se realizan en la arena diplomática tienen, la mayoría de
los casos, que expresarse a través de este tipo de instrumentos jurídicos interna-
cionales. En este contexto, el siguiente apartado “Referendo para ingreso o per-
manencia en un Organismo Internacional” pasa forzosamente por la ratificación
del tratado, toda vez que es una característica imprescindible de los organismos
internacionales. Sin embargo, en este capítulo se les analizará de forma separada.
Un ejemplo muy evidente de este ejercicio lo han constituido el Tratado por
el que se establece una Constitución para Europa y el vigente Tratado de Lisboa,
ambos en el marco de la Unión Europea.
El tratado relativo a la Constitución europea fue aprobado en abril de 2004
siguiendo con el procedimiento de la normatividad internacional respectiva.
Tocaba que los estados parte lo ratificaran, para cuyo caso algunas legislaciones
internas disponen la consulta a la población vía referendo. Así, el 20 de mayo de
2005, España lo sometió a una consulta popular no vinculante cuyo resultado fue
positivo por el 76.7% de los votos. También arrojó un resultado positivo el refe-
rendo de Luxemburgo (10 de julio de 2005) con el 57%. Sin embargo, en los casos
de Francia y los Países Bajos la población manifestó su rechazo por 54.87% y 61.6%
respectivamente (en el caso de los Países Bajos tenía el carácter consultivo). Esta

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LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

postura negativa generó una crisis institucional que derivó en un cambio de estra-
tegia que apartaba el tratado vigente y proponía uno nuevo que fue suscrito en
Lisboa en diciembre de 2007 y al cual se le conoce con el nombre, precisamente,
de la capital portuguesa (Tratado de Lisboa).
El Tratado comenzó su proceso de ratificación y, en la medida que era apro-
bado por los órganos legislativos no tuvo problemas, pero sufrió su primer des-
calabro cuando fue sometido al referendo del pueblo irlandés, el 12 de junio de
2008, donde arrojó un resultado de 53.4% en contra, por 46.6% a favor y contó
con una participación del 53.6%. Al realizar una segunda consulta, el 2 de octubre
de 2009, un 67.1% se pronunció a favor y el 32.8% en contra. Finalmente, el Tra-
tado de Lisboa entró en vigor el 1° de diciembre de 2009.
Otro interesante ejercicio en este apartado fue la consulta hecha a la población
costarricense sobre la ratificación del Tratado de Libre Comercio entre Estados
Unidos, Centroamérica y la República Dominicana, mejor conocido como CAFTA.
Las negociaciones de este tratado iniciaron en 2003 y fue suscrito en mayo
de 2004 en la sede de la Organización de Estados Americanos. La Asamblea de
El Salvador fue la primera en ratificarlo, seguida por los órganos legislativos de
Honduras, Guatemala, Estados Unidos, Nicaragua y la República Dominicana. En
Costa Rica el escenario fue muy diferente, la suscripción del tratado generó una
gran polémica y debate. En este contexto, se aprobó la Ley sobre la Regulación
del Referéndum (Ley 8492 del 9 de marzo, 2006) y se utilizó por vez primera
precisamente para que el pueblo costarricense manifestara su opinión sobre la
ratificación del CAFTA.
La solicitud provino de la ciudadanía que tiene dicha prerrogativa si se pre-
senta el consentimiento del 5% de los inscritos en el padrón electoral. El Tri-
bunal Supremo de Elecciones le dio entrada y autorizó la recolección de firmas.
Ante tal situación y previendo que dicho proceso dilatara aún más la ratificación
de Costa Rica, el Ejecutivo, en uso de las facultades –que también le concede la
legislación del referendo– propuso uno, cuyo nombre es Referéndum Legislativo y
por Gestión del Ejecutivo. Esto fue objeto de polémica, puesto que el Tribunal no
había respetado el principio general de derecho: “El que es primero en tiempo, es
primero en derecho”.
Una vez autorizado el referendo, se fijó para 7 de octubre de 2007 y estuvo
precedido de una accidentada campaña de descalificaciones por parte de ambos

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

bandos. Finalmente el resultado fue 51.62% a favor y 48.38% en contra, y es vincu-


lante por superar el 40% del electorado.

Referendo de ingreso o permanencia a un organismo internacional

Con la salvedad ya señalada de que todo ingreso a un organismo internacional


implica la ratificación del tratado que lo crea, se puede señalar que España con-
sultó, en 1986, a su población sobre si quería permanecer en la OTAN, el mismo
organismo al que el pueblo eslovaco en referendo rechazó ingresar en 1997.
Un caso singular en este tipo de consultas es, sin duda, la Unión Europea en
todas sus manifestaciones anteriores. Desde la consulta misma a los franceses,
en 1972, para saber si estaban de acuerdo en que se admitieran nuevos miem-
bros hasta la ampliación de 2004; pasando por los dos referendos noruegos que
rechazaron la adhesión. En la ampliación de 2004, la adhesión fue ratificada por
referendo en Malta, Eslovenia, Hungría, Lituania, Eslovaquia, Polonia, República
Checa y Letonia, todos durante 2003 y en el orden mencionado.
En 2008, el Senado francés canceló la posibilidad de convocar a un referendo
para consultar si los franceses estaban de acuerdo con la adhesión de nuevos países
a la Unión, pero con un claro destinatario, Turquía. La enmienda fue descartada
por ofensiva y discriminatoria.
La incorporación de Suiza a la ONU también es un caso paradigmático en este
rubro, en un referendo celebrado el 3 de marzo de 2002, la población suiza aprobó
la incorporación al organismo. Esto significaba un giro en cuanto al resultado de la
consulta realizada en 1986 cuando la propuesta fue derrotada por una mayoría
de tres a uno. La principal preocupación manifestada entonces por los suizos fue
el menoscabo que la membresía de Naciones Unidas pudiera implicar en su prin-
cipio de neutralidad.
En el referendo de 2002, la población suiza se manifestó a favor del ingreso a
Naciones Unidas en un 55%. La parte este del país fue la más renuente y donde se
concentró la más alta votación en contra del ingreso, principalmente en las zonas
rurales.1 Por el contrario, en el oeste, particularmente los cantones francófonos

1. Los opositores basaron su campaña en señalar que se ponía en riesgo la neutralidad del país al parti-
cipar en la Organización (Suecia, Irlanda, Finlandia y Austria también mantienen el estatuto de neutralidad

90
LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

fueron los que más votaron afirmativamente. Destaca en particular el resultado del
cantón de Ginebra donde la votación por el sí alcanzó el 67%.2
La votación se encontraba empatada y sólo faltaba el resultando del cantón de
Zúrich que se inclinó por el sí. La participación alcanzó el 60%, mucho más que
en las últimas consultas populares llevadas a cabo en los diez pasados años, que sólo
movilizaron entre 40 y 50% de los electores. En septiembre de 2002, Suiza se con-
virtió en el país 190 de las Naciones Unidas y presidió el 65° periodo ordinario de
sesiones de la Asamblea General (2010-2011).

Referendos diversos

Los tres anteriores apartados muestran los asuntos de política internacional que
son sometidos a la consulta de la población de forma más recurrente. Sin embargo,
existen temas que no son muy comunes, pero que también se validan a través de
la manifestación de la voluntad popular. Así tenemos que en Eslovaquia se le ha
consultado a la población su parecer sobre el despliegue de armas nucleares o la
instalación de bases militares en su territorio. Los suizos fueron consultados sobre
si estaban de acuerdo con el ingreso al Espacio Schengen (que permite la libre
circulación de personas en veintinueve países de Europa). En Nueva Zelanda, los
partidarios del establecimiento de un sistema republicano, particularmente Keith
Locke, del Partido Verde, propusieron una iniciativa de ley, que aprobada, convo-
caría a la población neozelandesa a determinar, a través de un referendo vincu-
lante, si la reina Isabel de Inglaterra debiera continuar siendo su Jefa de Estado o
tener un Jefe de Estado propio bajo dos modalidades: nombrado por el 75% del
Parlamento o en votación directa por la población. La ley se presentó en octubre

y pertenecen a la ONU). Su lema fue “Sí a la Cruz Roja y la paz, No a las Naciones Unidas y la guerra”
(Sheehan, 2006).
2. Ginebra es sede de un gran número de organismos especializados de Naciones Unidas, pero los vín-
culos de Suiza con la ONU no se limitan a ser sede del Palacio de las Naciones u otras oficinas, ya que este
país había tenido el estatuto de observador desde 1946, contribuía al presupuesto general y participaba
en las fuerzas para el mantenimiento de la paz; participación que había sido consentida por sus ciuda-
danos a través de dos referendos (sostenidos en junio de 2001) y en los que mediante sendas consultas
1) se permitió a los soldados suizos participar armados en misiones de la paz internacional; y 2) se autorizó
al ejército integrarse a ejercicios de entrenamiento militar con otros países.

91
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

de 2009 y fue derrotada en primera lectura en sesión del 21 de abril de 2010 por 68
votos contra 53. La ley contemplaba que, de no obtener el 50% de los votos ninguna
de las tres opciones, se convocaría a un segundo referendo con las dos opciones más
votadas en el primero.
En ese mismo país, actualmente, hay un debate sobre el diseño de la bandera
nacional. En agosto de 2010, el diputado Charles Chauvel introdujo un proyecto
de ley de bandera de Nueva Zelanda que crea una Comisión que debe consultar
si se debe adoptar una nueva bandera nacional. La Comisión fue nombrada
por el Primer Ministro tras consultar a todos los líderes del partido en el Parla-
mento. Como parte de sus funciones, la Comisión celebrará un concurso nacional
para nuevos diseños de bandera y elegirá los tres que mejor reflejen la identidad
nacional de Nueva Zelanda, sus aspiraciones, su cultura y patrimonio.
Posteriormente, la ley, convocará un referendo para que los votantes decidan si
quieren conservar la actual bandera, o adoptar uno de los tres diseños derivados
del concurso público.
Malawi cambió su bandera en 2010. El nuevo diseño no fue del agrado de la
mayoría de la población que lo manifestó utilizando el viejo pabellón, lo que pro-
vocó que el gobierno advirtiera que el que lo hiciera sería objeto de arresto. El
partido de oposición Alianza para la Democracia pidió al gobierno que reconsi-
derara restablecer la anterior bandera nacional y que se tomara la decisión defini-
tiva a través de un referendo.
En Australia hacia 1999, se votó la propuesta de conversión en república y, en
consecuencia, eliminar la figura de la Jefatura de Estado en la persona de la reina
Isabel II del Reino Unido representada por un Gobernador General.
En 2003, se debatió en Suecia la adopción del euro como moneda corriente en
el país. Se fijó para el día 14 de septiembre la celebración de un referendo donde
la población daría su anuencia a la nueva unidad monetaria. El debate fue ríspido
e intenso. La Confederación Empresarial Sueca se convirtió en uno de los princi-
pales aliados del gobierno en la campaña por la aceptación del euro, al difundir
que su adopción significaría simplificación aduanera y generación de empleos. La
participación de corporativos como Ericsson o Volvo fue muy significativa.
Aunado a ese clima de competencia, el día 10, cuatro días antes de la consulta,
fue apuñalada la Ministra de Asuntos Exteriores y activa partidaria del sí, Anna
Lindh, mientras se encontraba en una tienda en el centro de Estocolmo. Como

92
LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

consecuencia de las heridas recibidas, falleció al día siguiente. La policía sueca


afirmó que no existían vínculos entre el atentado y las expresiones políticas de la
Canciller. Las campañas del referendo se suspendieron, pero por acuerdo multi-
partidista se anunció que la consulta se celebraría tal y como estaba programada.
El resultado a la pregunta ¿Cree usted que Suecia debe introducir el euro como su
moneda corriente? fue de 41.8% por el sí contra 56.2%. Hubo un 2.1% de votos en
blanco y una participación del 81% de los posibles votantes. El resultado debilitó a
la corona sueca y provocó una crisis institucional en el gobierno sueco.
Durante su participación en la Conferencia de las Partes del Protocolo de Kioto
(COP 15), de Copenhague en 2009, el presidente boliviano, Evo Morales, propuso
que se celebraran referendos globales sobre el cambio climático, afirmando que
“los pueblos del mundo deben definir las políticas de preservación del medio
ambiente y enfrentar las amenazas que se ciernen sobre la sobrevivencia del pla-
neta”. El mandatario partía de la idea de que dichas consultas populares debían
efectuarse ante los desacuerdos existentes entre los líderes mundiales sobre la
materia.

La democracia directa y la política exterior en el caso de México

En el caso de México, la participación democrática en asuntos internacionales es


prácticamente nula. Si lo es para ciertos asuntos internos, lo es más para la toma
de decisiones en asuntos de carácter internacional, desde el momento mismo que
la Constitución federal no regula las figuras de participación ciudadana como ya
lo han hecho la mayoría de las constituciones estatales.
Ahora bien, el tema no es ajeno, pues como ya se comentó Chiapas se incor-
poró a la Federación Mexicana a través de un plebiscito. Chiapas había sido una
provincia perteneciente durante la época colonial a la Capitanía General de Gua-
temala. Hacia 1821, la mayoría de los ayuntamientos de la provincia decidieron
romper con Guatemala, situación atenuada por el hecho de que Centroamérica se
unió al Imperio Mexicano de Iturbide. Con el derrocamiento de éste, la situación
cambió radicalmente, pues los ayuntamientos chiapanecos quedaron en la disyun-
tiva de confirmar la pertenencia a México o sumarse a las provincias centroame-
ricanas, lo que dio lugar a desacuerdos, desavenencias e incluso confrontaciones
al interior de Chiapas, por lo que finalmente se tomó la decisión de erigir una

93
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Junta Suprema Provisional que decretó que mientras no se resolviera el destino


de Chiapas “la provincia permanecería separada de México y de toda autoridad,
asumiendo dicho cuerpo los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, con todas las
implicaciones del caso” (Vázquez Olivera, 2009, p.275).
En tanto, el asunto fue tema central en el Congreso mexicano, que tras nume-
rosas discusiones sobre el tema emitió un decreto por el que dejaba en libertad a
la Provincia para pronunciar su anexión a México o a Guatemala en un término
de tres meses. Se tomó entonces la decisión de consultar a la población acerca de
cuál era su parecer al respecto y se procedió a realizar un referendo.

El 12 de septiembre de 1824, hizo la Junta, con todo escrúpulo, la computación


de votos. El resultado fue éste: de los 104 pueblos con un total de 172,953
habitantes que entonces tenía la Provincia, resultó que habían votado por la
unión a México 96,829 habitantes y 60,400 por Guatemala; el resto de los votos,
en número de 15,724 los calificó el Congreso de indiferentes (Espinosa, 1918,
pp.59-60).

El 14 de septiembre se realizó la declaración de que la provincia de Chiapas que-


daba unida a México. Se ha señalado que “de haberse mantenido el criterio ori-
ginal de un voto por partido, el resultado habría sido favorable a Centroamérica
por seis votos contra cinco, pues el distrito de Ocosingo no participó. Sin embargo,
de acuerdo con el procedimiento adoptado y el inexacto padrón que fue utili-
zado” (Vázquez Olivera, 2009, p.292), la Junta chiapaneca proclamó la agregación
a México.
En la medida que no se tenga reglamentada la participación ciudadana en este
tipo de ejercicios de acciones, éstas no pasarán de ser un mero trámite de refe-
rencia, que se pueden calificar incluso de burla.
En México cuando se vislumbró la posibilidad de suscribir un tratado de libre
comercio con los Estados Unidos, se generó nutrida polémica y debate. Al final, como
la Constitución lo indica, la negociación es una facultad del Ejecutivo y la ratifica-
ción, del Senado. No obstante, y por la trascendencia del hecho, quizá queriendo
legitimar este proceso, se resolvió convocar a un diálogo nacional donde se ana-
lizaran las nuevas relaciones comerciales en el mundo, su impacto en el país y la
forma de enfrentar dichas realidades y aprovecharlas en beneficio del país. Fue

94
LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

así, que el Senado convocó a seis reuniones en igual número de ciudades para dis-
cutir las relaciones comerciales en forma regional. La discusión podía hacerse por
escrito y hasta en un máximo de veinte cuartillas y quedaban invitados a participar

...legisladores federales y estatales; partidos políticos nacionales; organizaciones


sociales de trabajadores campesinos y clases medias populares; asociaciones de
empresarios; colegios y agrupaciones de profesionales; universidades e insti-
tuciones de enseñanza superior; medios de comunicación social; servidores
públicos de los poderes de la Federación y de las Entidades Federativas y, en
general [todos los ciudadanos mexicanos] (Senado de la República, 1990, pp.25-
26, mi énfasis).

Lo interesante a destacar en este ejercicio es que el presidente Carlos Salinas de Gor-


tari ante Senadores expresó: “no iniciaremos ninguna negociación específica antes
de que concluya el diálogo y el Senado presente las conclusiones” (Senado de la
República, 1990, p.21) como si realmente el resultado de la consulta fuera vinculante
para el Ejecutivo y si en el supuesto escenario de que la consulta hubiera concluido
con la opinión negativa para suscribir el tratado de libre comercio (que era el pro-
yecto sexenal no sólo en materia de política exterior, sino de dicha administra-
ción), no se habría concretado.
Más recientemente, la administración de Felipe Calderón llevó a cabo un ejer-
cicio un tanto burdo. Se consultó a la población, a través de la página electrónica
de la Presidencia de la República, si el representante del Ejecutivo debía asistir al
juego inaugural del Campeonato Mundial de Futbol a celebrarse en Sudáfrica y
para lo cual había recibido invitación del presidente del país sede. Desde luego
que la convocatoria generó más críticas que simpatías. Sin valor metodológico
alguno, el resultado oficial de la encuesta concedía el viaje que al final se realizó.
Actualmente, el proyecto de Ley General sobre celebración y aprobación
de tratados, ya fue sancionada en el Senado como cámara de origen, pero
falta la aprobación de la Cámara de Diputados y su consecuente promulga-
ción. Esta ley prevé (artículo 13) que las dependencias de la Administración
Pública Federal, y la Procuraduría General de la República, encargadas de la
representación de México en la negociación de un tratado, podrán someter a
consulta pública aspectos vinculados con dicha negociación o con disposiciones

95
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

concretas del tratado en cuestión, cuyos resultados no serán vinculantes. Asi-


mismo, el artículo 14 señala que el Senado, a través de sus Comisiones, escuchará
las opiniones que le hagan llegar o que presenten los ciudadanos y las organiza-
ciones sociales legalmente establecidas, la Cámara de Diputados y los Gobiernos
y Congresos locales, acerca de los tratados en fase de negociación, las tomará en
cuenta en la medida que lo estime pertinente y, en su caso, podrá enviarlas a la
Secretaría de Relaciones Exteriores. La participación popular, en todo caso, no
es vinculante, pero la reglamentación de la eventual ley, tendría que detallar la
forma en que se permitiría a la ciudadanía expresarse dentro del procedimiento
de negociación de un tratado.

Conclusiones

El uso de referendos en la práctica de la política internacional es un ejercicio y


su utilización está enfocada, primordialmente, a asuntos del orden doméstico. No
obstante, sí está contemplado su uso en ciertas legislaciones o existe la posibilidad
de usarlos mediante legislación expresa expedida con ese determinado fin.
Los referendos representan un comienzo en el intento de hacer la política exte-
rior más democrática ofreciendo al ciudadano un “acceso” a este ámbito político.
Su uso constante ciertamente cambiaría la forma en que las democracias ejecutan
la política exterior. Bajo este esquema, las democracias pueden tomar más tiempo
en tomar decisiones, pero éstas tendrían mayor estabilidad porque implican un
más amplio compromiso de la sociedad en el proceso de aprobación. Las polí-
ticas, tanto externa como doméstica, son presumiblemente el producto de un sis-
tema democrático. Si ese sistema es verdaderamente democrático, ambas políticas
deben mostrar la misma confianza en la democracia (Rourke et al., 1992).
En contraposición, los detractores de este ejercicio, argumentan en su contra
que los ciudadanos no tienen la capacidad de tomar decisiones que requieren
cierto grado de conocimiento, que quedan desprotegidos los derechos de las
minorías, que debilitan la democracia representativa, que los resultados pueden
generarse a partir de iniquidades políticas y económicas, así como que se trata
de un ejercicio costoso (el referendo de Timor se calcula costó 53 millones de
dólares).

96
LA INCIDENCIA DE LA DEMOCRACIA DIRECTA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

Como fuere, la utilización del referendo para decidir temas de política interna-
cional, implica un ejercicio de democratización del diseño y ejecución de la polí-
tica exterior, uno de los asuntos de gobierno con el mayor carácter de indelegable
y secrecía. Sin dejar de reconocer que ciertos temas aún reclaman mayor apertura,
la ciudadanía poco a poco va ganando espacio.

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98
¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA CIUDADANÍA
FUERTE EN NUESTRA DEMOCRACIA LIBERAL?

Pablo Ayala Enriquez

Aun y cuando ya suman cientos de miles las páginas que se han escrito en torno al
sentido de la democracia, no hemos alcanzado un consenso pleno sobre sus logros
y función. La disputa entre liberales, republicanos y comunitaristas, con motivo de
los fenómenos migratorios a escala global, los efectos de la crisis económica de 2008
y la reciente generada por la recesión en Estados Unidos (EEUU), vuelve a acre-
centarse, pero en lo que sí parece haber un acuerdo generalizado es que sin ciu-
dadanía la democracia es imposible. ¿Hasta dónde, digámoslo así, esta convicción
resulta cierta? Nuestra tesis es que, las condiciones bajo las cuales la democracia
liberal se desarrolla y expresa en México, imposibilitan el florecimiento de una
ciudadanía activa, fundamentalmente por dos causas: la cultura del hiperconsumo
ha sofocado nuestro ethos ciudadano, y el impacto que la actual crisis de la demo-
cracia tiene en la construcción de una idea de ciudadanía fuerte.
Nuestra valoración la realizaremos desde una perspectiva ética. Partimos de
la idea de que es justo y deseable que todos los miembros que conforman una
sociedad sean capaces de alcanzar en la vida práctica aquello que entienden por
vida buena, con sentido, plena, realizada, felicitante. La dimensión moral desde la
que dirigimos nuestro análisis no se deduce de lo-que-ya-es, puesto que, tal como
dijera Emanuel Lévinas, la ética es anterior a la ontología, de ahí que se presente
ante nosotros como “la auténtica filosofía primera”. Ante la incapacidad de Dios,
la naturaleza o las leyes para hacer realidad las condiciones que posibiliten la cons-
trucción de principios universalistas, que a su vez promuevan la convivencia en la
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

diversidad cultural, política, religiosa y moral prevaleciente en cualquier demo-


cracia liberal, consideramos que es el compromiso ético, la acción del ciudadano,
la que puede encargarse de dicha empresa.
Decir que es indispensable que las buenas democracias cuenten con ciudadanos
activos y comprometidos resulta una obviedad palmaria, tal como nos advierte
Victoria Camps (2010), la transformación de la cultura ciudadana encarna un sin-
número de dificultades inherentes a los escenarios en los que habitualmente nos
movemos. Por tanto, el aporte de la ética, desde un republicanismo cosmopolita,
puede contribuir a hacer efectivos los derechos y aspiraciones humanas en un
mundo donde no todos los hombres tienen la capacidad, dirá Martha Nussbaum,
efectiva para disfrutarlos. La hodierna democracia mexicana no ha sido capaz de
hacer realidad los presupuestos naturalistas más básicos del Estado liberal que,
como nos recuerda Norberto Bobbio, se vuelven derechos tan fundamentales como
los son el derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad, a la felicidad (2001, p.11).
A fin de poder dar cuenta de nuestra tesis y postura, hemos divido el capítulo
en tres apartados: 1) la reflexión en torno a los efectos de la sociedad de consumo
vendrá de la mano de Zygmunt Bauman, 2) el análisis en la realidad mexicana,
en el que la visión de Luis Villoro y Guillermo Hurtado nos posibilitará reconocer
algunos de los efectos que en nuestro país ha traído consigo la democracia liberal
en el camino para la construcción de una ciudadanía fuerte, y 3) la formulación de
las coordenadas de lo que entendemos por ciudadanía fuerte y cómo ésta podría
promoverse a través de la educación bajo las actuales condiciones económicas,
sociales y políticas que enfrenta México. Encontraremos el eco de algunos plantea-
mientos de Martha Nussbaum y Will Kymilcka para esta tarea.

Dos elementos del caldo de cultivo para la des-ciudadanización en la


sociedad líquida: la condición socioeconómica y el hiperconsumo

Uno de los últimos informes relativos al índice de ocupación y empleo publicado


por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), señala que en el primer
trimestre de 2011 el 5.2% de la población mexicana económicamente activa (PEA)
estaba desempleada. La misma institución en un reciente comunicado de prensa
adelantó el escenario para el segundo trimestre: el desempleo en México entre la

100
¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA CIUDADANÍA FUERTE EN NUESTRA DEMOCRACIA LIBERAL?

PEA aumentó al 5.75%.1 Dicho incremento señala el Consejo Nacional para la Eva-
luación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) ha llevado al alza el Índice
de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP), provocando “un aumento en la pro-
porción de la población cuyos ingresos laborales son insuficientes para adquirir
una canasta alimentaria básica” (CONEVAL, 2011, p.2). Lo anterior significa que a
los más de 20 millones de personas que viven en condiciones de pobreza alimen-
taria (superviviendo mediante el empleo informal o la caridad gubernamental y
privada), hay que sumar los nuevos pobres alimentarios que forman parte de la PEA
del país para abonar una categoría más a la taxonomía de la pobreza en México:
los trabajadores pobres que surgieron con la crisis económica global de 2008.2
Así pues, en México los más de 40 millones de pobres en cada contienda elec-
toral pasan de ser un dato estadístico para volverse el blanco de las campañas polí-
ticas hasta terminar convertidos en votos efectivos para el candidato con “mayor
carisma”. En nuestro país, “el día de la democracia” (el de las elecciones), las
distintas tendencias e ideologías políticas utilizan por igual al pobre: aquel partido
que el día de las elecciones provea de comida, dinero en efectivo o alguna prenda
de ropa, muy probablemente verá la mágica transformación del “acarreado” en
un fiel y ferviente prosélito capaz de conducir al partido y a su candidato hacia
la victoria electoral. Gran parte de la eufemísticamente llamada “clase política”
mexicana, desde la época independentista hasta nuestros días, ha encontrado en
las franjas de pobreza un filón dorado para el “ejercicio ciudadano”.
Pero, ¿qué hay del compromiso ciudadano y democrático de esa parte de la
población a la que no se le puede obligar a echar vítores en un mitin o comprar
su voto con una comida corrida, 500 pesos o una camiseta con el logotipo del

1. Según el INEGI, la cifra aproximada de la PEA oscila entre los 47 millones de personas. Por tanto, el
incremento referido en el número de personas desempleadas representa alrededor de dos millones 700
mil (Rodríguez, 2011).
2. Este hecho tiene una relevancia mayúscula en el ámbito de la comprensión del fenómeno de la pobreza
en el contexto de las democracias liberales, debido a que la condición de pobreza se asocia a una deci-
sión personal, a la pereza, a la suma de vicios, a la falta de aspiraciones, etcétera. Las cifras que presenta
INEGI son una muestra empírica de la falacia que encierran las anteriores explicaciones sobre las causas
de la pobreza: en México, al igual que en algunos países que forman parte del llamado G-20 (Francia,
España e incluso EEUU), los trabajadores a nivel operario de fábrica con gran dificultad acceden a una
canasta básica de alimentos, con lo cual se ven obligados a buscar ayuda gubernamental para subsanar
su condición socioeconómica.

101
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

partido? Si bien es cierto ni a todos los pobres se les compra el voto, ni todos los
que no lo son se muestran apáticos con lo que ellos entienden por compromiso
ciudadano, ¿qué podría motivar un mayor compromiso y nivel de participación ciu-
dadana similar entre los pobres (alimentarios, de capacidades o patrimoniales), con
aquellos otros que, al igual que en la Grecia de Pericles, tienen ingresos suficientes
para poder deliberar sobre la res publica, pero que por desánimo o negligencia
no lo hace? ¿qué papel y peso tiene la educación en la dinámica descrita? En la
definición de los niveles de participación y responsabilidad con el propio devenir
y el de la comunidad inmediata, ¿qué resulta más determinante, la educación o la
condición socioeconómica?
Sin lugar a dudas tanto la educación como el nivel socioeconómico ejercen
una enorme influencia en el ejercicio activo de la ciudadanía; sin embargo, la
segunda variable determina la práctica de ésta. Tal como afirma Kliksberg, una de
las peculiaridades que enfrenta la mayor parte de los países latinoamericanos es su
acentuado índice de desigualdad social.3 La población latinoamericana que forma
parte del 5% de la cresta de la pirámide social, accede a la misma o a una mayor
cantidad de lujos y confort que una persona rica que vive en Europa o EEUU. Sin
embargo, tal nivelación material en las condiciones de vida se encuentra invertida
en lo que respecta a los niveles de participación ciudadana.4 Lo más paradójico
de este déficit de compromiso ciudadano surge en el momento de comparar las
condiciones de inseguridad, desempleo y corrupción política que prevalecen en
nuestros países frente a las vividas en Europa o EEUU. Si bien es cierto que al día
de hoy en países europeos o EEUU el desempleo y la falta de acceso a otros dere-
chos sociales como la vivienda o los fondos económicos para el retiro, son más

3. Según el índice GINI, el índice de desigualdad en México que mide la concentración del ingreso tomando
en cuenta que un valor más cercano a cero significa que la distribución del ingreso es mejor, mientras que
el más próximo a uno refleja mayor desigualdad, fue de 45.6 en 2002; de 44.3 en 2004; 46.6 en 2005
y en 2006 de 44.8. Es decir, en 2006 el 10% de los hogares mexicanos acumulaba el 36.04% del
ingreso total mientras que el 60% de los hogares menos favorecidos acumulaba tan sólo el 26.05%
del ingreso, www.cefp.gob.mx/intr/edocumentos/pdf/cefp/2008/cefp0092008.pdf
4. Cf. En las elecciones federales de 2006, el 41.45% de los ciudadanos mexicanos no salió a votar, http://
www.ife.org.mx/documentos/proceso_2005-2006/cuadernos/inicio.html. Mientras que el nivel de abs-
tencionismo en las elecciones federales de 2009 fue de 55.39% http://www.ife.org.mx/documentos/
RESELEC/SICEEF/principal.html

102
¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA CIUDADANÍA FUERTE EN NUESTRA DEMOCRACIA LIBERAL?

acentuados que los vividos por millones de latinoamericanos, ello no ha sofocado


las muestras de inconformidad social hacia tal situación.5 Al movimiento de “Los
indignados” que arrancó en abril en la Plaza del Sol en Madrid, se sumaron voces
como las de José Luis Sampedro y Josep Stiglitz, haciendo del reclamo de los indig-
nados un asunto de interés nacional e internacional. Los reclamos (empleo, segu-
ridad social, educación, destitución de los políticos corruptos, etc.) expresados
en la Plaza del Sol, son los mismos que se han escuchado en el Zócalo del Distrito
Federal desde hace más de una década, pero que no generan acuerdo en la esfera
pública por considerarse un reclamo que ha sido partidizado por una facción de
la izquierda mexicana. En nuestro país, la exigencia de una mayor justicia social
suena, al menos para una gran parte de lo que resta de la clase media y la enorme
mayoría de la clase alta, a lo marxista o a resabio sindicalista. Por lo visto, las calles
y las plazas, al menos en México, no son el espacio para la exigencia de lo que
es ingénito a toda democracia liberal: la posibilidad de acceder a los derechos
humanos de primera y segunda generación (Ayala, 2010, pp.159-178).
Este adelgazamiento de la ciudadanía o la pérdida del capital social en Latino-
américa, consideramos que es parte de los efectos de eso que Zygmunt Bauman
denomina la modernidad líquida. A decir de Bauman, los cimientos de la sociedad
actual descansan sobre una base líquida, donde “las condiciones de actuación de
sus miembros cambian antes de que las formas de actuar se consoliden en unos
hábitos y rutinas determinadas [...] La vida líquida, como la sociedad moderna
líquida, no puede mantener su forma ni su rumbo durante mucho tiempo” (2006,
p.9). El impacto político, axiológico y educativo del fenómeno descrito por Bauman

5. Por ejemplo, el movimiento de los indignados en España ha movilizado tanto a los afectados directos
(personas que han sido recortadas de sus puestos y ahora se encuentran en el paro, los llamados ninis
o quienes están en riesgo de perder sus derechos sociales) como a muchas personas que, además de
un empleo, tienen una posición económica solvente. Un movimiento espontáneo, sin fines partidistas que
implique a todos los estratos sociales aún no ha sido visto en México. El movimiento que más se aproxima
al de los indignados es el “Movimiento por la paz con justicia y dignidad” que encabeza el poeta Javier
Sicilia, y que dio inició con motivo del asesinato de su hijo a manos de una banda de sicarios implicados en
el narcotráfico. Al igual que en otros muchos casos, en México las manifestaciones sociales que mueven la
conciencia nacional son generadas por personas que han sufrido un daño directo (en este caso también se
encuentra el movimiento que organizó Alejandro Martí, Isabel Miranda de Wallace o los padres y madres que
perdieron a sus hijos en el incendio de la guardería ABC, ubicada en Hermosillo, Sonora, México).

103
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

no es menor.6 En una sociedad moderna líquida, que vive bajo la dictadura de un


tiempo acelerado, no hay posibilidades de que los valores humanos, que a la postre
se traducirán en logros y realizaciones individuales, se solidifiquen y conviertan en
bienes y virtudes humanas duraderas. Dicho lo anterior en palabras de Richard
Sennett: en una sociedad postindustrial que sólo valora el tiempo en función de
las virtudes que encarna (productividad, eficiencia y rentabilidad), pierde toda
su connotación moral en el largo plazo. Por tanto, en la sociedad líquida los valores
como la lealtad, la confianza o el compromiso, que sólo pueden construirse con el
tardo paso de los años, dejan de estar a la alza frente los intereses colectivos que
sólo se ven motivados por los efectos del cortoplacismo: el resultado inmediato,
el disfrute, el consumo y el olvido. Y aunque difícilmente un entusiasta de las
mieles de la sociedad postindustrial o informacional podría estar en contra de los
bienes que ofrece la actual sociedad del consumo, ello no evita que la renuncia a
la devaluación del ahora (propia de la sociedad de la producción) comprometa el
progreso humano y con éste, el de la vocación ciudadana.
Para Bauman, la vida en sociedad –resultado de la sociedad líquida– deriva
en “una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constantes”
(2006, p.10), donde lo que predomina es la sucesión de nuevos comienzos que
en un breve lapso se vuelven indoloros, conducen a quien los vive a un proceso
de deshumanización vertebrado por los valores de la liviandad y la revocabilidad
y transforman la clase productiva de la sociedad, dirá Bauman, en una clase de
lumpen-proletariado espiritual. La otra consecuencia que señala nuestro autor es
que la vida líquida es una vida “devoradora”, ya que en ella todo se vuelve un
objeto de consumo y, a la vez, se desdibujan las barreras que limitan la posibilidad
de ser un consumidor sin ser objeto de consumo.
Dicho riesgo se debe a que en la sociedad del hiperconsumo no sólo se des-
echan los objetos que tienen la vida limitada a los meses que dura una temporada

6. La metáfora de lo líquido con la cual Bauman caracteriza la vida individual y la de la sociedad en general,
no debe ubicarse en el discurso defendido por autores posmodernos como Vattimo, Lyotard, Derrida o
Huyssen. Más bien, el planteamiento de Bauman abona las investigaciones emprendidas por autores
como Habermas y Beck, quienes consideran que la modernidad (para el caso de Habermas) se encuentra
en una etapa algo más avanzada a como la imaginaron filósofos ilustrados como Kant, Hegel, Hume o
Smith, o bien, como nos recordará Beck, se encuentra en una fase que mejor podría ser denominada
como una “segunda modernidad”.

104
¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA CIUDADANÍA FUERTE EN NUESTRA DEMOCRACIA LIBERAL?

que marcan los gurúes del mercadeo, sino que también se desechan las vidas que
ya no abonan al proceso de comprar, usar y tirar a la basura según lo marca la pre-
mura de las modas y los estados financieros. La renuncia a la segunda formulación
del imperativo categórico kantiano que defiende el hecho de que ninguna persona
puede ser usada sólo como medio para ninguna otra cosa que no sea el cultivo de
su propia humanidad, queda nulificada en el justo momento que el estado de resul-
tados financieros indica al director de la empresa que es momento de “deslocali-
zarse” y reubicar la empresa en un país con mejores condiciones para continuar
haciendo efectivo uno de los principales cánones empresariales de la economía
neoliberal: la maximización de la utilidad. Los costos sociales derivados de esta
forma de hacer y mantenerse en el negocio, propio de la racionalidad financiera,
son (o por lo menos así lo consideran los entusiastas de la economía neoliberal)
responsabilidad del gobierno. Por tanto, la producción de residuos humanos (los
parias de la modernidad, dirá Bauman) en la economía global resulta ser una
parte inevitable que tiene su origen en una devaluación de la dignidad humana,
en la superficialización de la condición humana.
En la sociedad postindustrial o informacional, a decir de Bauman, ser alguien
superfluo

...significa ser supernumerario, innecesario, carente de uso –sean cuales fueren


las necesidades y los usos que establecen el patrón de utilidad e indispensabi-
lidad–. Los otros no te necesitan; pueden arreglárselas igual de bien, si no mejor,
sin ti. No existe razón palmaria para tu presencia ni obvia justificación para tu
reivindicación del derecho a seguir ahí. Que te declaren superfluo significa
haber sido desechado por ser desechable, cual botella de plástico vacía y no retor-
nable o una jeringuilla usada; una mercancía poco atractiva sin compradores o
un producto inferior o manchado, carente de utilidad, retirado de la cadena de
montaje por los inspectores de calidad. “Superficialidad” comparte su espacio
semántico con “personas o cosas rechazadas”, “derroche”, “basura”, “desper-
dicios”: con residuo [...] Con frecuencia, en realidad de manera rutinaria, de
la gente tildada de “superflua” se habla como de un problema esencialmente
financiero. Ha de ser “provista”, es decir, alimentada, calzada y cobijada. No
sobrevivirá por sí misma, carece de “medios de subsistencia” (entiéndase sobre
todo subsistencia biológica, lo contrario de muerte por malnutrición o frío. La

105
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

respuesta a la superficialidad es tan financiera como la definición del problema:


limosnas provistas, legisladas, avaladas o promovidas por el Estado y variables en
función de la investigación en cada caso (designados con un abanico de eufe-
mismos: subsidios de asistencia social, deducciones tributarias, desgravaciones,
subvenciones). Quienes se muestran poco comprensivos a una respuesta de este
tenor tienden a rebatirla en términos análogamente financieros (encabezados
por un “¿podemos permitírnoslo?”, apelando a la “carga financiera” que todas
esas medidas imponen a los contribuyentes (2005, pp.24-25).

La superficialidad que alimenta la sociedad del hiperconsumo está íntimamente


relacionada con los efectos de la corrosión del carácter (Sennett) que permea a toda
la sociedad informacional, y que se expresa en una infravaloración de la condi-
ción humana. Esto que Lipovetsky entiende como una de las más determinantes
muestras de la “metamorfosis de la cultura liberal”, propio de la “cultura del nuevo
capitalismo” (Sennett), donde el hombre es mero medio para el éxito económico,
mercancía, objeto desechable (tal como lo es una botella o una jeringuilla) o dato
financiero, determina una nueva etapa de la condición humana que hace casi
50 años describiera Hannah Arendt como una donde al ciudadano se le ve en
las democracias liberales tan desechable como ven a sus empleados las empresas
transnacionales. Del mismo modo que en la sociedad del hiperconsumo no se
reconoce, ni acepta a quien no adquirió la novedad de la efímera temporada
que recién llegó, o que la empresa sólo reconoce como empleado si labora en un
proyecto durante un plazo de término específico. Bajo la misma lógica la demo-
cracia liberal mexicana ve al ciudadano. Las democracias liberales, nos recordará
Victoria Camps, no precisan ya de una participación y una ciudadanía activa para
sostenerse porque los mecanismos de operación de la democracia ya no sirven a su
telos, sino a las demandas derivadas de las necesidades de los mercados financieros
que sostienen la economía global.
Así pues, los espacios públicos donde debiese manifestarse el corazón de la vida
en democracia dejan el ágora para trasladarse a los malls donde los ciudadanos
harán efectiva su libertad, la cual se reduce a mera libertad de consumo. La deli-
beración sobre lo público se encuentra en las pujas que se dan en E-Bay o en la
competición-espectáculo de las grandes arenas o estadios. Visto de esta manera,
la participación ciudadana en nuestra sociedad de consumidores, y más aún en

106
¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA CIUDADANÍA FUERTE EN NUESTRA DEMOCRACIA LIBERAL?

una etapa de la humanidad donde, como nos recordará Bauman, “la política de la
vida está ocupando el lugar de la Política con mayúsculas” (2010), la participación
y el compromiso ciudadano se debate entre el funcionalismo derivado de la lógica
del comprar, usar y tirar a la basura, y la apatía de un ciudadano que sabe que es
posible vivir “en democracia” aún y cuando se hace muy poco por sostenerla.

La desafección ciudadana como respuesta a las barreras


que impiden la participación

Lo que hasta el momento hemos expuesto nos deja una certeza: la construcción de
una ciudadanía fuerte en las sociedades con democracia liberal no resulta ser una
empresa sencilla de realizar. La crisis de la eficacia política encuentra una de sus
más claras explicaciones, al menos para el caso mexicano, no sólo en los altísimos
niveles de corrupción que aceitan y ponen en marcha la maquinaria de la politi-
quería en México, sino en la pérdida de confianza y de credibilidad en el papel de
la “casta” política. La advertencia hecha por Norberto Bobbio (1989) de que es un
error pensar que en los regímenes liberal-democráticos, democracia y liberalismo
son nociones interdependientes, o que un Estado liberal sea por fuerza democrá-
tico, o que un gobierno democrático forzosamente genere un Estado liberal. La
suma de despropósitos promovidos por quienes ocupan las curules de la Cámara
Alta y Baja ha derivado, y esto quizá es lo más grave e inquietante, en una cre-
ciente desafección ciudadana que aumenta día con día y que, como señala Victoria
Camps, se expresa en “la falta de credibilidad que tiene la política, el aumento de
comportamientos incívicos en las concentraciones urbanas, la decreciente parti-
cipación en las contiendas electorales, la ausencia de una auténtica deliberación
sobre las decisiones públicas, la reincidencia en la corrupción” (2010, p.11). Con
este telón de fondo la apuesta republicana donde el sujeto, más que objeto de
derechos se vuelve poseedor de una serie de virtudes cívicas que le hacen actuar
conforme a los deberes de un ciudadano activo, para el caso mexicano, se antoja
sumamente difícil. En un México “sin sentido”, tal como lo ve Guillermo Hurtado,
donde “hemos perdido el sentido de nuestra existencia colectiva” (2011, p.13),
el quehacer y responsabilidad ciudadana también pierden su rumbo y sentido.
Hurtado encuentra que el origen de esta pérdida de rumbo colectivo reside en el
aumento de la falta de cohesión, dirección y confianza que aqueja a los mexicanos.

107
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

El interés por descubrir la crisis del ethos del mexicano, como bien señala Hur-
tado, a lo largo del siglo XX, osciló entre el psicologismo y el ontologismo promo-
vido por Samuel Ramos, Emilio Uranga, Antonio Caso, José Vasconcelos y Luis
Villoro entre otros más. Hurtado resume esta parte de la filosofía de la mexica-
nidad del siglo XX en los siguientes términos:

Según Ramos, el mexicano padecía de un sentimiento de inferioridad y ésta era


la causa de muchos de sus problemas. La propuesta de Ramos era que el mexi-
cano reconociera su mal, conociera sus orígenes y entonces pudiera liberarse
de esa condición. Para Uranga, en cambio, el ser del mexicano padecía de una
insuficiencia ontológica que le hacía vivir en la zozobra y la accidentalidad. A
diferencia de Ramos, que pensaba que el mexicano debía curarse de la condi-
ción diagnosticada, Uranga afirmaba que el mexicano debía asumirla para vivir
de manera auténtica. A Ramos y a Uranga se les ha criticado por asumir que
todos los mexicanos compartimos una misma condición psicológica o existen-
cial. Ni todos los mexicanos tenemos un sentimiento de inferioridad, ni todos
existimos de manera accidental (2011, p.15).

Y aunque los planteamientos de Ramos y Uranga han sido durante casi 50 años
visiones inspiradoras para otros filósofos y antropólogos latinoamericanos,
el mexicano de hoy pareciera que está más próximo al hombre descrito por
Zygmunt Bauman en La sociedad sitiada y en Miedo líquido, diagnóstico que ajus-
tado a nuestra realidad nacional revela, tal como señala el mismo Hurtado, un
estado emocional colectivo donde se entrecruza “una combinación de emociones
y sentimientos como el miedo, la impotencia, la desconfianza, la indignación y la
desorientación” (2010, p.16). ¿Cómo recuperar el sentido y el espíritu ciudadano
cuando se encuentran presentes el miedo, la falta de confianza y la indignación
que provoca vivir bajo las precarias condiciones que aquejan a más de la mitad
de los 112 millones de habitantes del país? ¿Cómo superar el legado del autorita-
rismo-paternalismo de nuestra reciente historia democrática, para transformarlo
en cuotas de participación responsable? ¿Cómo no sucumbir ante los efectos psi-
cológicos y materiales de los actuales niveles de violencia que nos han conducido

108
¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA CIUDADANÍA FUERTE EN NUESTRA DEMOCRACIA LIBERAL?

hacia la parálisis colectiva?7 Con el fin de no desviarnos de nuestro hilo discursivo


nos centraremos en tres aspectos que ponen y acentúan la crisis de nuestra demo-
cracia actual.
Por decirlo brevemente, en México la democracia no pasa de ser un espec-
táculo mediático electorero que al final del día representa un codiciado botín
por el que muchos (amparados por las instituciones democráticas) compiten. Los
procesos electorales mexicanos, como es sabido, son los más largos del mundo.
Mientras que las campañas oficiales en Europa y EEUU no pasan de cinco meses,
en México el proceso lleva, la mayoría de las veces, más de un año, y siempre con
cargo al erario público.
Aunado a lo anterior, nuestra democracia “carece de una visión integradora
[ya que] la lucha partidista lo fragmenta todo en una cacofonía de propuestas
desconectadas. Por si esto fuera poco, la democracia mexicana sigue infectada de
los mismos vicios que aquejaban al antiguo régimen. La alternancia ha traído con-
sigo pocas mejoras en ese aspecto” (Hurtado, 2011, pp.22-23). Y a decir verdad, en
algunas situaciones (llámese elecciones o procesos de implicación ciudadana a la
vida pública) sería imposible hablar de mejoras con respecto al pasado, ya que los
escándalos de corrupción que se han vivido tanto en el partido de derecha como
los de la izquierda, son iguales o peores que los vividos durante el régimen priísta.
Un tercer factor que abona la crisis de la democracia en México es, como nos
recuerda Luis Villoro, la paradoja bajo la cual transcurre nuestra vida en demo-
cracia: nuestro nuevo gobierno, democrático, decidido a asegurar la libertad de
todos, ha provocado, sin embargo, la exclusión de muchos (2007, p.117). Y si aún
creemos en los principios que nos hicieron aceptar a finales del siglo XX que la
democracia liberal era el camino para, continúa Villoro, terminar para siempre
con la barbarie de los gorilas uniformados, aliados a los grupos privilegiados, y

7. Javier Sicilia es el vivo ejemplo de la valentía al denunciar públicamente (mediante el Movimiento por
la paz con justicia y dignidad) la coligadura existente entre el gobierno y algunos cárteles de la droga. Sin
embargo, este hecho responde, en parte, como el propio Sicilia señala, “cuando se pierde un hijo ya poco
se tiene que perder”. Por tanto, dadas las condiciones actuales de inseguridad, no muchas personas se
atreven a hacer públicas sus manifestaciones de repudio ante el narco, ya que la propia vida se pone en
juego.

109
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

acabar con los efectos perniciosos de un Estado asistencial populista, entonces


no debemos pensar en que la democracia es el origen de nuestros males actuales.
No se trata de eliminar la democracia, de lo que se trata, es que la democracia sea
capaz de atenuar los efectos de exclusión social que provoca la incomprensión del
sentido y papel que debería jugar la libertad en nuestro contexto liberal.
Ante el desconcierto que genera la crisis democrática, nuestra ciudadanía se
siente desorientada y falta de ideas y proyectos efectivos con los cuales superar el
actual vacío de gobernabilidad. ¿Qué nos cabe esperar ante eso que a nivel mun-
dial se ha dado a conocer como la transición democrática del México del siglo XXI?
Hemos dejado atrás los tiempos en que un cambio de régimen sólo era posible
desatando una revolución o guerra civil. Para el caso mexicano, el declive de la
hegemonía priísta se vio reflejado en una alternancia democrática, pero aún no
estamos del todo seguros de que en las elecciones donde resultó triunfador Vicente
Fox haya habido una verdadera transición democrática. Las condiciones actuales
de nuestra hodierna democracia nos hacen pensar que 2012 podría representar
el nuevo arribo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de
la República; sin embargo, ello no significa que la democracia, más allá de las
elecciones, se haya convertido en una forma y cultura de vida para los mexicanos.
Tomando como punto de partida el concepto hegeliano de la negación, Gui-
llermo Hurtado nos recuerda que el reto actual para los mexicanos es

...[Ll]evar los valores y las prácticas de la democracia a todos los rincones de


nuestra vida pública [...] Lo que hizo la ciudadanía el 2 de julio de 2000 fue una
negación enfática del viejo régimen. Lo que se pedía al candidato ganador era
que desplazara al grupo en el poder, pero pronto fue evidente que la negación
del antiguo régimen no nos había llevado a la instauración de uno nuevo. La
agenda del cambio que tanto se había anunciado no configuró en verdad un
nuevo periodo de nuestra historia, sino que se quedó en el estrecho margen de
la negación del periodo anterior. A partir de 2006, la sensación de estar atra-
pados en un intersticio se volvió más intensa. No queremos regresar al pasado,
pero tampoco podemos llegar al futuro; estamos encerrados en un presente
asfixiante del que no sabemos cómo salir. Ante la elección del 2012 se plantean
entonces dos opciones: una es la negación de la negación del año 2000 enten-
dida como el retorno al viejo régimen; la otra es la negación de la negación

110
¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA CIUDADANÍA FUERTE EN NUESTRA DEMOCRACIA LIBERAL?

entendida de manera hegeliana como una superación del estado actual que
no nos devuelva al anterior, sino que, en un movimiento de espiral, nos lleve a
un estado que recoja elementos del estado actual pero que también lo supere
(2011, pp.33-34).

Evitar que nuestra democracia navegue como lo hiciera un barco a la deriva exige,
pues, descubrir cómo transitar del estado actual de nuestra democracia y ciuda-
danía mexicana, a una etapa superior. Como decíamos al inicio del capítulo, la
construcción de una ciudadanía fuerte, en sí (o al menos así debería ser con-
cebida), representa la superación de aquellas formas de participación ciudadana
previos a las elecciones de 2000. ¿Qué debe caracterizar a la democracia del día
de hoy para que sea considerada como una democracia más fuerte de aquélla que
pudo organizarse y hacer valer su rechazo a un régimen de partido que ya no cum-
plía sus expectativas? ¿Qué principios de participación democrática debe asumir
el ciudadano común para definir el rumbo de la democracia actual cuando todos
los mexicanos tenemos clara esa dura lección que nos enseñó que la democracia
que nos trajo el Partido Acción Nacional (PAN) no pudo resolver nuestros más acu-
ciantes problemas políticos, económicos, sociales y, ahora, de seguridad pública?
Tal como dice Adela Cortina, el problema de una democracia como la nuestra
no es que vivamos bajo el régimen de gobierno que de ella se deriva, sino que
aún no hemos sido capaces de democratizar nuestro recién estrenado sistema
democrático. Si como bien apunta Hurtado, la democracia ha sido uno de los
ideales sociales más arraigados tanto en el México independiente como en la Revo-
lución de 1910, “el peligro es que ahora, cuando tenemos más democracia que
nunca antes en nuestra historia, ese ideal se pierda”. Por tanto, continúa nuestro
autor, “no son las leyes, ni los tribunales, ni las comisiones electorales los que
por sí solos mejorarán la democracia mexicana. Son los ciudadanos y sólo ellos
los que podrían remediar sus males” (Hurtado, 2011, pp.35-36). Así pues, ante la
falta de capacidad efectiva de las instituciones de antaño para resolver las actuales
demandas ciudadanas, es la educación, y en particular, la formación de una ciu-
dadanía con carácter republicano cosmopolita, la que podría contribuir a la for-
mación de la democracia liberal que queremos y necesitamos construir. Sobre las
claves para promover una educación de este tipo dará cuenta el siguiente epígrafe.

111
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Claves republicanas para promover una ciudadanía fuerte en México

Por lo planteado antes, resulta evidente que si la democracia mexicana quiere


avanzar al siguiente círculo concéntrico de su superación, tiene que ir más allá de
ese ejercicio ciudadano que sólo se limita a la participación en contiendas electo-
rales. Ante la realidad mexicana resulta apremiante dejar atrás la sombra de esa
modernidad hobessiana que nos legó al amparo del Estado, la posibilidad de que el
individuo viva de manera libre, pero en una sociedad atomizada, donde lo racional
es moverse a partir de un egoísmo disfrazado de autointerés, que por la búsqueda
de un destino y esperanza comunes.
Las consecuencias actuales de los vicios y deformación de los más nobles prin-
cipios liberales, ha derivado en una ciudadanía deficitaria, apática, incapaz de
simpatizar con el dolor y condición del otro. Así pues, consideramos que una adap-
tación y renovación del republicanismo cívico a nuestra sociedad, sería de enorme
valor para reedificar la ciudadanía en México. De lo que se trata, nos recuerda
Martha Ochman, es de promover un republicanismo que posibilite “recuperar la
centralidad del espacio público político y revertir de esta forma la creciente priva-
tización de la vida social” (2006, p.24), sin perder la libertad que cada individuo
tiene ganada. En dicho proceso de recuperación de lo público, continúa Ochman,
debemos estar bien lejos de ese desmedido afán por regresar al sujeto político
totalitario y dirigir nuestros esfuerzos hacia la formación de individuos capaces de
reconocer la necesidad de vivir conforme a principios que posibiliten la integra-
ción de las distintas identidades y, a la vez, que estén dispuestos a “reconstruir el
espacio público político, degradado por las corrientes neoliberales de las últimas
décadas”.
Luis Villoro nos dice que en el caso de algunos países iberoamericanos que
cuentan con una considerable población indígena, la oposición a los vicios y
excesos derivados de la democracia liberal, viene de la mano de algunas prác-
ticas que datan de épocas previas a la conquista europea. Los planteamientos que
se dejan escuchar en la voz de muchos pueblos indígenas de Ecuador, Bolivia y
México, “no propugnan por una subversión de la democracia representativa, sino
por su realización plena, en formas que tratarían de eliminar la exclusión de los
desiguales” (Villoro, 1998, p.118). El horizonte ciudadano de dichas comunidades
adquiere la forma de una democracia comunitaria donde la vida en comunidad se

112
¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA CIUDADANÍA FUERTE EN NUESTRA DEMOCRACIA LIBERAL?

presenta como el ideal de una asociación que dialoga en asamblea y decide a


partir de los principios que rigen sus tradiciones. Esta lógica de la vida política,
señala Villoro, mantiene una asombrosa similitud con la forma en que se orga-
nizan algunas comunidades del África negra, y que deriva en una expresión de una
democracia consensual.
Resumiendo las indagaciones que Kwasi Wiredu hiciera sobre la democracia
consensual, Villoro encuentra que en estas comunidades africanas (muy similares
en su forma de organización a las latinoamericanas señaladas) existen cuatro con-
diciones básicas que determinan la vida política: 1) hay prioridad de los deberes
hacia la comunidad sobre los derechos individuales y, el servicio a la comunidad
es una condición de pertenencia y la pertenencia, condición de derechos; 2) el
servicio obliga a todos y se dirige a un bien común en el que todos participan;
3) la realización del bien común es el resultado de la participación conjunta de
los miembros de la comunidad en la vida pública, y 4) las decisiones siempre son
producto de una decidida aproximación al consenso, con el fin de promover la
autorregulación y evitar la exclusión (1998, p.121).
El ejemplo que nos ofrece Villoro, más que todo, es inspirador. La democracia
comunitaria, como bien señala nuestro autor, resulta ser una vía adecuada para
sociedades agrarias o premodernas, donde el trabajo colectivo resulta indispen-
sable para la subsistencia, el tamaño de la comunidad posibilita la toma de deci-
siones asociadas al bien común, pero en la que se supedita la autonomía individual
al autogobierno de la comunidad. Y aun cuando somos conscientes de que la
democracia comunitaria no podría trasponerse sin cambios a nuestras sociedades
modernas, ello no impide, continúa Villoro, que esta forma de organización polí-
tica suscite en nosotros una nostalgia por algunos valores que al día de hoy conside-
ramos perdidos. De ahí que las prácticas de la vida política en dichas comunidades

...nos hablan de sociedades que niegan la exclusión, en las que todos tienen
su lugar y todos son objeto de consideración. Nos recuerdan sin declararlo
expresamente, que la democracia es el poder del pueblo real, que se ejerce
allí donde los hombres viven y trabajan y no puede ser sustituida por ningún
grupo de representantes que los suplantan. Nos hacen patente la posibilidad de
una vida social donde la solidaridad en la realización de un bien común puede
prevalecer sobre los mezquinos intereses individuales. Con su mera presencia,

113
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

parece que quisieran decirnos: “Cuidado. La sociedad individualista, egoísta


y excluyente en la que viven no es la única posible. Hay otras formas de vida.
Tengan el valor de emprenderlas” (Villoro, 2007, p.122).

¿Cómo actualizar, y superar conservando, nuestra democracia actual a partir de


esta enseñanza que nos lega la democracia comunitaria de nuestros pueblos indios?
Un afán de actualización no deriva en una tarea huera, dadas las proximidades
que el mismo Villoro encuentra entre el republicanismo clásico y la democracia
comunitaria indígena. No debemos olvidar que las primeras ideas republicanas
trataban de recuperar y mantener la vida de comunidades pequeñas agrarias que
fueran gobernadas por un representante salido del pueblo. Una segunda proxi-
midad la encontramos en la renuncia a la neutralidad del Estado respecto del bien
común; el Estado siempre estará comprometido con unos valores comunes y unas
virtudes cívicas que han de promoverse. En el enfoque republicano, al igual que
en la democracia comunitaria indígena, los derechos individuales, de un modo u
otro, quedan subordinados el interés del todo social (Villoro, 1998, pp.123-124).
Desde nuestra perspectiva, para que un país como el nuestro, donde hace más
de medio siglo día a día sigue recrudeciéndose un sentimiento de inferioridad, de
insuficiencia ontológica (que nos orilla a vivir en medio de la accidentalidad: “¡a
los mexicanos siempre nos toca “la de malas”, pero no nos va tan mal porque,
aun y con nuestra mala suerte, la alegría no nos desampara!”) y de necesidad de
corromper a quien se tope con nosotros con el fin de continuar avanzando, una
educación cívica republicana podría contribuir a reconstruir el espíritu cívico
que posibilitaría la conformación de una sociedad sólida, solidaria, deliberante y
responsable sobre el bien común, contrarrestando con ello algunos de los efectos
más perniciosos del liberalismo que hemos descrito.

Las coordenadas de una educación ciudadana fuerte para México

En otro espacio tuvimos oportunidad de proponer lo que considerábamos una


suerte de “Agenda para una revolución ciudadana en México” (Ayala, 2010,
pp.159-178), donde defendimos, entre otras cuestiones, un hecho por demás sen-
cillo de comprender, pero extremadamente difícil de gestionar: la reactivación
del interés ciudadano por el debate público, exige el aseguramiento de los dere-

114
¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA CIUDADANÍA FUERTE EN NUESTRA DEMOCRACIA LIBERAL?

chos económicos, sociales y culturales (DESC). Pensamos que las aspiraciones que
encarnan los principios de las distintas posturas liberales poco pueden abonar a
la conformación del espíritu cívico que requiere nuestro país, especialmente en
aquellas personas que no tienen acceso a funcionamientos tan básicos como la
comida, salud, vestido, techo, un empleo remunerado y la seguridad social. Como
decíamos, en México los pobres se cuentan, pero no suman ciudadanía. Vistas así
las cosas, ¿es responsabilidad del Estado revitalizar el espíritu ciudadano?
Si bien es cierto el Estado tiene tanto la responsabilidad de asegurar los funcio-
namientos humanos que posibiliten el ejercicio ciudadano, así como de promover
una educación de calidad que nos instruya y posibilite la construcción de una base
ciudadana, los miembros del país también tenemos una cuota considerable de res-
ponsabilidad que cumplir si acaso queremos ver en el horizonte próximo acciones
propias de una ciudadanía activa. La acción del Estado se vuelve prácticamente
nula al momento de pretender un retiro y futuro digno para todos los jubilados,
si los empresarios (con el justificable o no pretexto de que los fondos desti-
nados al pago de impuestos y al funcionamiento de las instituciones públicas
se desvían y malemplean con total impunidad) mantienen a parte de su plantilla
fuera del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS); tampoco es posible ofrecer
servicios públicos de calidad (transporte, pavimentación, drenaje, agua potable,
etc.) cuando la evasión fiscal va al alza. Sobra decir que la “casta” política, a la par
de representante, también es una parte más de la ciudadanía, de ahí que su res-
ponsabilidad con la honestidad y transparencia en el uso de los recursos públicos
no debería ser objeto de sospecha. El círculo vicioso en México está cerrado: el
ciudadano corriente no paga impuestos porque los políticos roban y desvían los
recursos para fines personales y partidistas.
Tampoco es posible erradicar la inseguridad en las calles, si continuamos com-
prando productos piratas, más aun si tenemos claro que la venta informal es otro
de “los negocios” de los que últimamente se han apoderado los cárteles del nar-
cotráfico. Acabar con la corrupción policíaca resulta imposible, si nosotros no res-
petamos las normas mínimas de tránsito y urbanidad y ante cada falta evitamos la
multa sobornando al policía que nos debiese castigar. Lo mismo sucede con la susten-
tabilidad ambiental. No será posible vivir en un entorno ecológicamente sustentable
si no modificamos nuestros hábitos en el manejo de nuestros desperdicios caseros,
ahorramos o evitamos en la medida de lo posible el uso de recursos no renovables.

115
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Lo mismo sucede con la salud; no importa la cantidad de políticas públicas que se


promulguen para evitar algunas enfermedades mortales entre la población, si no
modificamos nuestros hábitos alimenticios, no hacemos deporte o mantenemos
adicciones “controlables”.8 Los ejemplos son incontables y van más allá de lo que
el “Ogro filantrópico”9 desee o haga para proteger a sus gobernados. La ciuda-
danía activa, fuerte, precisa de condiciones dadas por el Estado, pero también de
acciones individuales alineadas al autocontrol y la cooperación; virtudes que, a decir
de William Galston, posibilitan el funcionamiento de las sociedades liberales. Defi-
nido el marco, ahora pasemos a los cómos de la acción formativa en las aulas.
Antes de proponer algunas virtudes cívicas, resulta necesario hacer una aclara-
ción: la educación para la ciudadanía incluye, pero a la vez supera con mucho, las
clases de “educación cívica” o las acciones derivadas del asistencialismo comuni-
tario. A decir de Kymlicka, “la educación para la ciudadanía no estriba meramente
en aprender los hechos básicos relacionados con las instituciones y los procedi-
mientos de la vida política; implica también la adquisición de una serie de dis-
posiciones, virtudes y lealtades que están íntimamente ligadas a la práctica de la
ciudadanía democrática” (2003, p.341). Dicha práctica, entendemos, no puede
limitarse a la mera sesión de clase. La familia, el barrio, la iglesia, el club depor-
tivo o artístico o cualquier otro espacio de la sociedad civil, son también el suelo
nutricio de la formación ciudadana. Por tanto, la educación para la ciudadanía no
puede o debiera verse limitada al aprendizaje de unos cuantos temas relativos a
la organización política o la conformación de poderes públicos. La escuela es un
espacio indispensable para la forja del ciudadano, pero, no es el único y, quizá,
tampoco el más relevante.
Ahora bien, ¿qué virtudes promover? A decir de Kymilcka, en todo orden polí-
tico, sea o no liberal y democrático, resulta indispensable la vivencia de ciertas
virtudes generales como lo son el coraje y el acatamiento de la ley; a dichas virtudes
políticas habría de sumar otras dos de carácter económico: la postergación de la

8. México es uno de los países del mundo con mayor sobrepeso entre su población infantil y adulta. El
costo para el tratamiento de la diabetes y demás trastornos alimenticios es demasiado elevado para una
sociedad con tan escasos recursos económicos. Lo mismo sucede con algunas adicciones como el
tabaquismo y el alcoholismo.
9. Así denominó Octavio Paz al Estado asistencial benefactor.

116
¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA CIUDADANÍA FUERTE EN NUESTRA DEMOCRACIA LIBERAL?

gratificación y la adaptación a los cambios económicos y tecnológicos. Entre las


virtudes específicas Kymlicka destaca:

s %LESPÓRITUPÞBLICO LOQUEINCLUYELACAPACIDADPARAVALORARLAACTUACIØNDELAS
personas que ocupan un cargo político y la disposición a implicarse en un dis-
curso público.
s 5NCIERTOSENTIDODELAJUSTICIAYLACAPACIDADDEDISCERNIRYRESPETARLOSDERE-
chos de los demás, unida a la de moderar correspondientemente las propias
reclamaciones.
s #IVILIDADYTOLERANCIA
s 5NSENTIMIENTOCOMPARTIDODESOLIDARIDADOLEALTAD P 

Por lo que hemos expuesto al inicio del presente epígrafe, la vivencia de dichas
virtudes, si bien necesarísimas para el devenir de la ciudadanía en México, resultan
ser más un ideal regulativo al que debemos tender en el futuro próximo. Nosotros
creemos que tomando en cuenta las peculiaridades por las que atraviesa nuestro
país, es necesario primero promover otras virtudes puente que nos sirvan de
base para alcanzar las señaladas por Kymlicka. Entre las virtudes más urgentes que
resulta prioritario promover desde la educación básica hasta la universitaria (aten-
diendo los distintos enfoques y énfasis que en cada nivel educativo es necesario)
se encuentran:

s ,Asimpatía solidaria, la cual entendemos como la capacidad efectiva para sentir-


con-el-otro, en particular con el que enfrenta una situación de infortunio, con
el que no nació con la estrella que ilumina la vida de aquel que tuvo la suerte
de la cuna. En un país donde más de la mitad de la población vive en una situa-
ción de pobreza alimentaria, de capacidades o patrimonial, no es posible no
toparnos con la mirada del desposeído; de ahí que darle la espalda, no sólo sea
un acto insolidario, sino inhumano.
s %Lrespeto activo se presenta como esa virtud que posibilita a todas las personas
aceptar (no sólo reconocer) la diversidad de horizontes de vida que confluyen
en una sociedad liberal, la cual, en no pocas ocasiones y con ostentación, se
define a sí misma como cosmopolita. Así pues, la renovación del cosmopoli-
tismo legado por Diógenes el cínico y que posteriormente fue actualizado por

117
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

el resto de filósofos estoicos, hoy recobra su esplendor de antaño al dejarnos en


claro nuestro compromiso con la comunidad humana, comunidad que incluye
a todos los habitantes del planeta. Así pues, el ideal que encarna el kosmou polites
(el ciudadano del mundo), como refiere Nussbaum haciendo suyas las palabras
de Séneca, nos recuerda que

...cada uno de nosotros habita en dos comunidades: la comunidad local en


la que nacemos, y la comunidad de deliberación y aspiraciones humanas
que es verdaderamente grande y verdaderamente común, en la que no
miramos esta esquina o aquella, sino que medimos las fronteras de nuestra
nación por el sol. Ésta es la comunidad de la que, básicamente, emanan
nuestras obligaciones morales [Por tanto, la invitación a pensar y respetar al
otro tal como lo hiciera un ciudadano del mundo] es una invitación a exiliarse
del patriotismo y de su sentimentalismo fácil; a considerar nuestros propios
estilos de vida desde el punto de la justicia y el bien. El accidente de dónde
se ha nacido no es más que esto, un accidente [ya que] todo ser humano ha
nacido en alguna nación [Por tanto] debemos reconocer la humanidad allá
donde se encuentre, y conceder a sus ingredientes fundamentales, la razón
y la capacidad moral, nuestra mayor lealtad y respeto (1999, pp.17-18).

s ,A responsabilidad consigo mismo y quienes nos rodean, la entendemos como una
virtud que contrarrestaría los efectos perniciosos de la apatía que por tantos
años ha distinguido a esa parte de la población mexicana que no accede a
unas condiciones de vida y bienestar por entero dignas, pero que le permiten,
mediante la activación de ciertas preferencias adaptativas sobreponerse a la
precariedad bajo la cual trascurre su vida (Ayala, 2010, pp.174-176). En 1776,
Adam Smith, el padre de la economía liberal moderna, defendió que ninguna
sociedad puede ser próspera y feliz si sus miembros no se empeñan, primero,
en mejorar su propia condición. De ahí que resulte necio creer que los demás
por mera convicción se ocupen de los problemas de los infortunados. Escapar
de los vicios que nos ha legado nuestro Ogro filantrópico no ha sido una tarea
fácil y, al día de hoy, aún pagamos el costo social que ello involucra.
s ,A FORMACIØN PARA implicarnos con el otro es un imperativo para una sociedad
formada por el mosaico cultural que nos distingue. Entre el México profundo y

118
¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA CIUDADANÍA FUERTE EN NUESTRA DEMOCRACIA LIBERAL?

el aparente como lo calificó Guillermo Bonfil, se libra aún la batalla interna por el
reconocimiento de la identidad del otro. La implicación que proponemos no
se deriva de lo que definimos como respeto activo, sino como una vía para su
complementación y enriquecimiento.

Como señalábamos, la tarea que viene de la mano de las instituciones educativas


abarca todos sus niveles y modalidades. La enseñanza legada por Antonio Caso
y que nos recuerda Guillermo Hurtado, nos permite acceder a una certeza: la
solución a nuestros males derivados de la vida en democracia, “no es asunto de
ideologías, sino de los sentimientos morales que tengamos ante el prójimo y de
la manera en que esos sentimientos nos hagan actuar para construir un mejor
país” (Hurtado, 2011, p.36). Recuperar nuestros mejores sentimientos morales,
así como la esencia del espíritu estoico, ese espíritu que posibilita al hombre cons-
truir una vida en medio del dolor y la fatalidad (tal como vive más de la mitad
de los mexicanos), nos posibilitará construir las bases de una ciudadanía activa,
pero, sobre todo, fuerte, donde la escuela, tal como nos enseñó la filosofía estoica,
nos posibilitará: comprender nuestra propia humanidad y con ello comprender
y resolver nuestros problemas más apremiantes y, por último, reconocer en cada
una de las personas que nos rodean aquello que les hace merecedoras del mayor
de nuestros respeto y reconocimiento:, como dijera Nussbaum, sus aspiraciones
a la justicia y al bien y sus capacidades de razonamiento acerca de esta conexión.

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

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120
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA
Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

Una propuesta desde la teoría de las capacidades humanas

Martín Johani Urquijo Angarita

El tema de la ciudadanía es hoy uno de los de mayor discusión al interior de los


debates de la sociología política, la filosofía moral y política y la ciencia política.
Se podrían enumerar muchas causas del advenimiento de esta discusión, pero sin
lugar a duda se encuentra ligada a: 1) los desarrollos recientes de las teorías de la
democracia y los procesos de democratización que viven las sociedades del siglo
XXI; 2) la discusión urgente que se está realizando sobre los derechos sociales,
económicos y culturales, por la crisis del Estado de bienestar, la construcción de
Estados posnacionales, los altos flujos de migraciones a países desarrollados y los con-
flictos generados entre culturas (Bovero, 2002, p.118), y 3) la ausencia de unas condi-
ciones mínimas de subsistencia para una gran mayoría de ciudadanos del planeta a
quienes se les está quitando el pleno ejercicio de una ciudadanía real.1

1. Una de las características centrales de porqué la ciudadanía es hoy uno de los conceptos de mayor dis-
cusión en la filosofía política, es debido a que la estabilidad de la democracia depende de las cualidades
y actitud de los ciudadanos, ya que en una sociedad democrática los ciudadanos son los protagonistas.
Pues “el vigor y la estabilidad de una democracia moderna no depende solamente de la justicia de su
«estructura básica» sino también de las cualidades y actitudes de sus ciudadanos. Por ejemplo, su sen-
timiento de identidad y su percepción de las formas potencialmente conflictivas de identidad nacional,
regional, étnica o religiosa; su capacidad de tolerar y trabajar conjuntamente con individuos diferentes; su
deseo de participar en el proceso político con el propósito de promover el bien público y sostener autori-
dades controlables; su disposición a autolimitarse y ejercer la responsabilidad personal en sus reclamos
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Pensar la ciudadanía, entonces, es una necesidad prioritaria para nuestros días.


Para realizar esta tarea presentaré las implicaciones de ver al ciudadano desde una
teoría de las capacidades humanas, permitiendo ir más allá de una simple ciuda-
danía formal a una real. Sostengo que la ciudadanía ha sido concebida formal-
mente como la pertenencia a una comunidad política y gracias a ello se adquieren
unos derechos y responsabilidades, pero se debe buscar analizar la ciudadanía
también desde el tipo de vida que un ciudadano lleva, que se expresa en aquello
que logra hacer o ser realmente en el ámbito de sus oportunidades reales que es
la perspectiva de las capacidades. El problema ahora ya no es ¿cuáles son los dere-
chos y obligaciones de la ciudadanía?, sino ¿qué es lo que un ciudadano es capaz
de hacer o ser realmente? Pues el ejercicio real de la ciudadanía implica la capa-
cidad de autodeterminación, de actuar y provocar cambios y cuyos logros pueden
juzgarse en función de sus propios valores y objetivos. Ello permite ampliar la
naturaleza y los alcances de las demandas de la ciudadanía democrática a la hora
de concebir una sociedad libre e igualitaria. Para realizar esta tarea presentaré los
diferentes sentidos predominantes al interior de la filosofía política en que ha sido
pensado el concepto de ciudadanía y sus dimensiones. Posteriormente las impli-
caciones de asumir la ciudadanía como un ejercicio de la capacidad de agencia.

Sentidos de la ciudadanía

Al interior de la filosofía política se presentan hoy por hoy tres teorías hegemónicas
que implican cada una de ellas un sentido sobre la ciudadanía. Estas concepciones
son la filosofía política republicana, liberal y comunitarista. Desde cada una de
estas teorías se hace énfasis en un aspecto significativo de lo que a manera general
es posible considerar que es un ciudadano. Si un ciudadano es quien pertenece y
participa de una comunidad política y por lo cual se adquieren unos deberes y obli-
gaciones, entonces, es posible afirmar que el republicanismo resalta el sentido de
participación. El liberalismo, por su parte, los derechos que gozan los ciudadanos,
y el comunitarismo el sentido de identidad y pertenencia. Claro está que estas tres

económicos, así como en las decisiones que afectan a su salud y al medio ambiente. Si faltan ciuda-
danos que posean estas cualidades, las democracias se vuelven difíciles de gobernar e incluso inestables”
(Kymlicka y Norman, 1994, p.6).

122
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

concepciones no son los únicos sentidos de la ciudadanía, algunos conciben, por


ejemplo, una ciudadanía libertaria como es el caso de Nozick o una ciudadanía
diferenciada expuesta por Iris Young. Asumo la concepción republicana, liberal
y comunitarista porque considero que son las concepciones teóricas de mayor
tradición y consistencia en la filosofía política contemporánea. Ahora bien, ¿en
qué consisten estos tres sentidos hegemónicos sobre la ciudadanía?

Sentido republicano

Al interior de la filosofía política la indagación por la ciudadanía es un viejo pro-


blema. Ya Aristóteles examinaba en su obra la Política a quién se debe llamar ciuda-
dano y qué es el ciudadano (Libro III 2, 1275a). Un ciudadano era quien tenía la
posibilidad de participar en la función deliberativa, judicial y en las magistraturas
de la polis. Así, “ciudadano en general es el que participa del gobernar y del ser
gobernado; en cada régimen es distinto, pero en el mejor es el que puede y elige
obedecer y mandar con miras a una vida conforme a la virtud” (Aristóteles, Política,
Libro III 13, 1284a). Ésta es la concepción de la ciudadanía que hoy llega hasta
nuestros días gracias al desarrollo de la filosofía política republicana.
Esta teoría política en líneas generales sostiene que un ciudadano es alguien que
participa activamente a través del debate y la elaboración de decisiones públicas,
pensando y comportándose de un modo específico en la promoción del bien
común, que no es otra cosa que el bien de aquellos que desean vivir en común, sin
dominar ni ser dominados (Bobbio y Viroli, 2002, p.44). Con esta concepción se
labora, entonces, un ideal de ciudadano activo y virtuoso. Ahora bien, hace parte
del bien de cada ciudadano estar involucrado en el debate político, así las leyes y
las políticas del Estado no aparecen como una imposición, sino como el resultado
de un acuerdo razonable del cual ha hecho parte (Millar, 1996, p.89). En este
sentido, la concepción republicana asume al hombre como ciudadano, es decir,
“como alguien que se entiende a sí mismo en relación con la ciudad, porque con-
sidera que la garantía de su libertad estriba en el compromiso con las instituciones
republicanas y el cumplimiento de sus deberes para con la comunidad” (Peña,
2003, p.240). Cabe destacar, entonces, que en esta tradición un buen ciudadano
no nace sino que se hace a través de la educación y el ejerció de la participación, y no
existe una dicotomía entre el hombre y el ciudadano.

123
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

La virtud cívica como virtud política

Una de las características centrales del pensamiento político republicano que lo


diferencia de otras tradiciones políticas, es su énfasis en la virtud cívica que deben
practicar los ciudadanos. Esta práctica de la virtud cívica ayuda a combatir la indife-
rencia y la apatía por los asuntos públicos propia de las sociedades liberales y demo-
cracias representativas. Cuando se invoca el concepto de virtud cívica se trata de

...una virtud para hombres y mujeres que quieren vivir con dignidad y, sabiendo
que no se puede vivir dignamente en una comunidad corrupta, hacen lo que
pueden y cuando pueden para servir a la libertad común: ejercen su profesión
a conciencia, sin obtener ventajas ilícitas ni aprovecharse de la necesidad
o debilidad de los demás; su vida familiar se basa en el respeto mutuo, de modo
que su casa se parece más a una pequeña república que a una monarquía o una
congregación de desconocidos unida por el interés o la televisión; cumplen sus
deberes cívicos, pero no son dóciles; son capaces de movilizarse con el fin de
impedir que se apruebe una ley injusta o presionar a los gobernantes para que
afronten los problemas de interés común; participan en asociaciones de dis-
tinta clase (profesionales, deportivas, culturales, políticas y religiosas); siguen
los acontecimientos de la política nacional e internacional; quieren comprender
y no ser guiados o adoctrinados, y desean conocer y discutir la historia de la repú-
blica, así como reflexionar sobre la memoria histórica (Bobbio y Viroli, 2002,
pp.15-16).

La tradición clásica sobre la ciudadanía republicana la proporcionó Aristóteles,


de él se pasó a Zenón, el fundador del estoicismo, y a pensadores romanos como
Cicerón.2 Posteriormente el pensamiento político republicano es retomado por
pensadores como Maquiavelo en los Discursos, James Harrington, Montesquieu.
En nuestros días el republicanismo presenta notables progresos gracias a la filo-
sofía política y la historiografía política, entre ellos están Hannah Arendt, Mau-

2. Para ampliar estas posiciones véase: Heater (1999, p.46).

124
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

ricio Viroli y Philip Pettit, historiadores como John Pocock (1960, 1975, 1985) y
Quentin Skinner (1978, 1998), quienes permiten concebir una ciudadanía repu-
blicana moderna que se piensa desde la participación como compromiso virtuoso
cívico en la esfera pública, sin perder de vista la autonomía individual, gracias a la
garantía de la libertad como no-dominación.

Sentido moderno de la ciudadanía en el republicanismo

La tradición republicana representó en el mundo moderno un papel crucial en


las repúblicas septentrionales de Italia, la República Holandesa, en la guerra civil
inglesa y las revoluciones de norteamérica y francesa. Entre las características fun-
damentales del republicanismo moderno se puede mencionar a grandes rasgos
que es una filosofía política consecuencialista que asigna al Estado y a sus institu-
ciones la tarea de promover la libertad como no-dominación. Que se ampara en
el imperio de la ley en vez de un imperio de los hombres, en la necesidad de las
restricciones constitucionales para evitar los abusos de quienes ejercen el poder y
en el ejercicio de la virtud cívica. Pero el rasgo por el que es más conocido, es su
posición antimonárquica. Pues al interior del republicanismo se considera que en
una monarquía el monarca asume el poder en forma absoluta y esta condición
expone a los ciudadanos a la dominación.
Antes de explicitar el concepto de la libertad como no-dominación que aban-
dera hoy el republicanismo es necesario aclarar qué se entiende por dominación.
La dominación es el poder que se tiene sobre un ciudadano y se caracteriza por
la capacidad de interferir de manera arbitraria sobre sus actos o decisiones. Es
decir, yo tengo poder sobre otro en la medida en que tengo la posibilidad para
interferir de un modo arbitrario en determinadas elecciones que el otro pueda
realizar. Quien ejerce la dominación es un agente que puede ser un ciudadano o
un colectivo de ciudadanos y el agente dominado es siempre un ciudadano o unos
ciudadanos individuales, un grupo o un agente corporativo.
Existen tres aspectos que caracterizan una relación de dominación: 1) que
un agente tenga capacidad para interferir, 2) que la interferencia sea realizada
de modo arbitrario y 3) que se realice sobre determinadas elecciones que el otro
pueda realizar. Ahora bien, ¿en qué consiste la interferencia? La interferencia a la
cual se refiere la teoría de la libertad como no-dominación expuesta por el repu-

125
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

blicanismo es un tipo de intervención de carácter intencional que se realiza con el


fin de empeorar la vida del ciudadano intervenido. La interferencia se manifiesta
ya sea como una coerción física corporal, como una coerción sobre la voluntad, es
decir, cuando se realiza un castigo o su amenaza, o ya sea como una manipulación
que normalmente es encubierta y que recae sobre las creencias, los deseos y las
consecuencias de las acciones de los ciudadanos (Pettit, 1999, p.53). La interfe-
rencia ya sea coercitiva o manipuladora busca empeorar la situación de elección
del agente en la medida en que modifica el ámbito de sus opciones disponibles, o
en la medida que pueda alterar los distintos beneficios esperados atribuidos a esas
opciones disponibles, o controlando los diferentes resultados a los que conllevan
dichas opciones.
Para concluir este sentido de la ciudadanía es necesario recalcar que la vida
política que se configura al interior de la ciudadanía es deliberativa, porque el
sentido de la ciudadanía se constituye a partir de que los ciudadanos puedan
disputar cualquier decisión pública a partir de expresar sus opiniones y críticas en
aquellas cosas que les conciernen. Así se fortalece una vida política deliberativa e
incluyente (Pettit, 1999, p.254) y la ciudadanía asume un papel activo.
Una de las principales críticas que se le puede hacer a esta concepción de ciu-
dadanía es que la virtud cívica se puede ver como idealista, porque dónde existe
un Estado que se rija por la virtud de los ciudadanos y que no tenga que recurrir a
la fuerza. Bobbio lo plantea así:

La definición de Estado que se repite de modo continuo es aquella según la cual


el Estado posee el monopolio de la fuerza legítima, fuerza ésta necesaria porque
la mayor parte de los ciudadanos no son virtuosos, sino todo lo contrario. He
aquí la razón por la que el Estado necesita la fuerza: ésta es mi concepción de la
política. Se trata de una categoría de la política distinta de la que sostiene que
puede pensarse en Estados fundados sobre la virtud de los ciudadanos. Como te
decía, la virtud era el ideal jacobino. Los Estados, repúblicas incluidas, existen
para controlar a los ciudadanos viciosos, es decir, a la mayoría. Ningún Estado
real se rige por la virtud de los ciudadanos, sino por una constitución, escrita
o no, que establece reglas para su conducta, dando por supuesto que por lo
general los ciudadanos no son virtuosos (en Bobbio y Viroli, 2002, p.14).

126
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

Una crítica similar se puede observar en Habermas cuando sostiene refiriéndose


al republicanismo:

El inconveniente lo veo en que resulta ser un modelo demasiado idealista y


hace depender el proceso democrático de las virtudes de los ciudadanos orien-
tados hacia el bien común. La política empero no consiste sólo, y menos aún
en primer lugar, en cuestiones referentes a la autocomprensión ética. El error
radica, pues, en el estrechamiento ético al que son sometidos los discursos políticos
(2002, p.238).

Pienso, sin embargo, que no se debe dejar pasar por alto que es válido apelar al
ejercicio de la virtud cívica para el buen funcionamiento de una ciudadanía capaz
de romper con la apatía y la indiferencia a la que pueda llevar una democracia
representativa, donde los ciudadanos no son los protagonistas, sino sus repre-
sentantes. En este sentido, cabe resaltar el papel de una democracia participa-
tiva o radical donde los ciudadanos participan del gobernar y del ser gobernados,
actitud propia del ciudadano expuesta por Aristóteles y donde las virtudes juegan
un papel fundamental. El problema, como bien lo señalan Bobbio o Habermas, es
hacer depender el buen funcionamiento o la estabilidad del Estado y sus institu-
ciones solamente de las virtudes de los ciudadanos. Sin lugar a dudas, es necesaria
una constitución que permita promover normas que garanticen la estabilidad y el
buen funcionamiento del orden social, como también la práctica de virtudes polí-
ticas propias de ciudadanos libres e iguales. Un problema que no logra abordar
el republicanismo, es si los ciudadanos gozan de las capacidades que les permitan
alcanzar un nivel de participación en la administración, la legislación y la delibe-
ración, pues ciertas condiciones como la pobreza, la exclusión social, la ausencia
de libertades de participación y expresión no permiten que se realice este ideal de
ciudadano.

Sentido liberal

Mientras que el republicanismo presenta unos orígenes clásicos, la filosofía polí-


tica liberal o liberalismo político es un fenómeno moderno. Aunque los historia-

127
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

dores políticos han encontrado elementos del liberalismo político en el mundo


antiguo como fue la Roma clásica, estos aspectos más que elementos constitutivos
del liberalismo, se pueden considerar como parte de la prehistoria del liberalismo
(Gray, 1994, p.9). Los rasgos comunes del liberalismo son: 1) su individualismo, ya
que afirma la primacía moral del ciudadano frente a la exigencia de la sociedad,
2) su carácter igualitarista en la medida que todos los ciudadanos cuentan con el
mismo estatus moral y el alcance de la libertad entendida como ausencia de inter-
ferencia, 3) su concepción limitada de los poderes del Estado y 4) la neutralidad
del Estado sobre las distintas concepciones de vida buena.
Entre los representantes más destacados de los siglos XVII al XIX se encuentra
Hobbes, Locke, Kant, Bentham, James Mill y J.S. Mill. Ahora bien, el liberalismo
político vuelve con mayor fuerza en el ámbito de la filosofía moral y política en la
segunda mitad del siglo XX, gracias a trabajos como Los fundamentos de la libertad en
1959 de Hayek, que abrió el debate sobre el “neoliberalismo” y que es conocido al
interior de la filosofía política como liberalismo libertario. En este mismo sentido,
también está el trabajo de Nozick de 1974 titulado Anarquía, Estado y utopía. Esta
posición expresa un programa de libertad radical, hace una defensa a las libertades
de mercado y a una limitación del papel del Estado en las políticas sociales, pues es el
mercado y no el Estado la mejor garantía para la defensa de la libertad, entendida
ésta como independencia personal y ausencia de coerción. Es tal su radicalidad
que, en el caso de Nozick, se plantea la teoría del Estado mínimo donde es inmoral
cualquier posibilidad de justicia distributiva por parte del Estado.
Por otra parte, la obra de John Rawls, Teoría de la justicia, publicada en 1971,
toma como eje de discusión la justicia social y va a permitir una reconstrucción
de la tradición liberal comprometida con una mayor demanda social. Hasta aquí
podemos decir que se encuentran dos concepciones de liberalismo: por una parte,
se entiende por liberalismo aquella teoría política que restringe el papel del Estado
a la protección de los derechos individuales y, por otra, el liberalismo que podemos
llamar un liberalismo socialdemócrata que asigna al Estado una capacidad redis-
tributiva. A nivel general podemos llamar liberalismo aquella teoría política que
tiene una concepción individualista de la sociedad, el poder o el derecho, en la
medida en que no somete el interés individual al bien común. Asimismo, que con-
lleva una pretensión de neutralidad en su teoría de la justicia con respecto a las

128
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

concepciones particulares de la vida buena que en una sociedad pueden existir. Y


en algunos casos una defensa exclusiva por la libertad negativa.
El liberalismo político demanda para el ciudadano un ámbito de libertad
como no-interferencia o libertad negativa, dentro de la cual goza el ciudadano
de una mayor autonomía para defender su propio interés. Si se explora con
mayor detalle esta tesis de la mano de Isaiah Berlin (2000, p.215), se observa que
se entiende por libertad negativa la ausencia de interferencia, y por interferencia
un tipo de intervención que conlleva no solamente a la mera coerción física, sino
también la coerción expresada en una amenaza. De tal manera que gozamos de
libertad negativa cuando ningún ciudadano interfiere en nuestra actividad, dis-
frutando de una capacidad de elección sin impedimento, ni coerción. Mientras
que por libertad positiva se entiende el autocontrol o dominio de sí mismo que
fomentan la autorrealización y las actividades participativas de sufragio.
Los orígenes de estos dos sentidos de la libertad en la tradición de la filosofía
política moderna los sitúa Berlin, por un lado, en filósofos liberales como Hobbes,
Bentham y Mill como defensores de la concepción negativa de la libertad y, por
otro, a Herder, Rousseau, Fichte, Hegel y Marx como quienes participaron en una
clara concepción de libertad positiva. Además, Berlin reafirma la distinción esta-
blecida por Benjamín Constant (2002) en su conferencia en el Ateneo de París en
1819 “La libertad de los antiguos y la libertad de los modernos”. Berlin sostiene
que la libertad de los modernos que expone Constan es la libertad negativa. Y la
libertad de los antiguos caracterizada por pertenecer a una comunidad democrá-
ticamente autogobernada es la variante más descollante de su libertad positiva. La
libertad negativa es un ideal auténticamente moderno que se expresa en el arbi-
trio de la voluntad privada, mientras que la libertad positiva era algo del pasado
que consistía en compartir el poder en una comunidad política. Por tanto, el
ideal de libertad negativa es un valor estrictamente moderno abanderado por
el liberalismo político. Quien crea este sentido de la libertad en la historia de la
filosofía política es Hobbes: “se entiende por libertad, según el más propio sig-
nificado de la palabra, la ausencia de impedimentos externos” (2002, p.19). Ahora
bien, este sentido de la libertad se constituye como una de las banderas del liberalismo
que se expresa en la reafirmación de los derechos subjetivos.

129
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Las libertades individuales y derechos subjetivos

El sentido de la ciudadanía en el liberalismo político, aunque no todos los liberales


mantienen la misma concepción de la ciudadanía, se caracteriza por la defensa
de los derechos subjetivos de cada ciudadano frente a los otros y al Estado. El
aspecto central del liberalismo no es la autodeterminación democrática de los ciu-
dadanos,3 sino la protección de las libertades individuales gracias a la normativiza-
ción expresada por el Estado de derecho.

De acuerdo con la concepción liberal, el status de los ciudadanos está deter-


minado por la medida de los derechos subjetivos que tienen frente al Estado
y frente a los demás ciudadanos. Como portadores de derechos subjetivos,
disfrutan de la protección del Estado mientras persigan sus intereses privados
dentro de los límites trazados por las leyes y esto incluye también la protec-

3. Una sociedad democrática es una forma de comunidad política donde los ciudadanos se reconocen
como libres e iguales y participan en la toma de decisiones de la vida pública. Ya desde Aristóteles, que no
fue un defensor del sistema democrático, distinguía a la democracia como un régimen político que con-
tribuye a la libertad fundada en la igualdad: “El fundamento básico del sistema democrático es la libertad
(pues esto suelen decir, en la idea de que sólo en este régimen se participa de libertad, pues éste es, como
dicen, el objetivo al que tiende toda democracia). Una característica de la libertad es gobernar y ser gober-
nado por turno. De hecho la justicia democrática consiste en tener lo mismo según el número y no según
el mérito, y siendo esto lo justo, la muchedumbre forzosamente debe ser soberana, y lo que apruebe la
mayoría, eso tiene que ser el fin y lo justo [...] Otra característica es vivir como se quiere; pues dicen que
esto es obra de la libertad, si precisamente es propio del esclavo vivir como no quiere. Este es, pues, un
segundo elemento definidor de la democracia, y de ahí vino el no ser gobernado preferentemente por
nadie, y si no es posible, por turno. Y de esta manera se contribuye a la libertad fundada en la igualdad”
(Aristóteles, Política, Libro VI 2, 1317b-5). Así, pues, desde el pensamiento político griego la libertad y la
igualdad se perciben como fundamentos que identifican y constituyen a la democracia. De tal manera que
Alexis de Tocqueville, en 1840, expone como ideal para realizar en las sociedades democráticas la libertad
y la igualdad, en tanto que “los hombres serán perfectamente libres porque serán enteramente iguales, y
serán perfectamente iguales porque serán enteramente libres. Éste es el ideal que busca realizar los pue-
blos democráticos” (2002, p.123). Se percibe, entonces, que la libertad y la igualdad son dos valores que
se complementan al interior de las sociedades democráticas, constituyéndose en su deber-ser. El estatus
de ciudadano se adquiere al pertenecer a una comunidad política, con independencia del modo interno de
organización del poder político o del Estado; es decir, se puede ser ciudadano en un Estado monárquico,
porque se pertenece a esa forma de comunidad política y por ende se adquieren unos derechos y obliga-
ciones. Pero, cuando se habla de ciudadanía democrática se entiende que la legitimidad y organización
del poder político se encuentra en la ciudadanía que conforman dicha comunidad política, para ello los
ciudadanos se conciben como libres e iguales.

130
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

ción frente a las actuaciones estatales que vayan más allá de las reservas legales
de intervención. Los derechos subjetivos son derechos negativos que garan-
tizan un ámbito de elección dentro del cual las personas jurídicas están libres
de coacciones externas. Los derechos políticos tienen esa misma estructura:
otorgan a los ciudadanos la posibilidad de hacer valer sus intereses privados de
modo que éstos puedan agregarse con otros intereses privados para configurar
una voluntad política que influya de manera efectiva en la administración
mediante la celebración de elecciones, la composición de las cámaras
parlamentarias y la formación del gobierno. De este modo, los ciudadanos en
su papel de ciudadanos políticos controlan si el poder del Estado se ejerce en
interés de los ciudadanos en tanto sujetos privados (Habermas, 1999, p.233).

El sentido moderno de la ciudadanía liberal no hace énfasis en el autogobierno


propio de un pensamiento político democrático, sino en la idea de un ciuda-
dano autónomo, sujeto de derechos en el marco de una sociedad civil que se
diferencia del ámbito estatal. El ciudadano es el sujeto de derechos en virtud de
su condición de hombre, es hombre antes que ciudadano, portador de derechos
que no dependen de una autoridad (Peña, 2003, p.218), entendiendo que la ciu-
dadanía no es otra cosa que el reconocimiento de estos derechos.

La ciudadanía liberal y su ideal de razón pública

El concepto de ciudadanía es protagónico en el pensamiento político liberal


contemporáneo gracias a la propuesta de Rawls, quien elabora una teoría de
la justicia como equidad, que hace explicita una concepción liberal de la ciu-
dadanía que amplía y profundiza las características del sentido moderno de la
ciudadanía liberal.
Rawls asume de la tradición del pensamiento político democrático uno de
sus valores básicos, que no es otro que concebir a los ciudadanos como libres e
iguales (1996, pp.48-49). Según Rawls, una persona es alguien que puede ser un
ciudadano, es decir, un miembro cooperante de la sociedad a lo largo de su vida,
portador de dos facultades morales que se expresan en la capacidad para tener

131
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

un sentido de la justicia y una concepción del bien; como también, facultades de


juicio y pensamiento. Facultades que le permiten el reconocimiento de los dos
principios de justicia como equidad, que sirven de orientación para que las insti-
tuciones básicas realicen los valores de libertad e igualdad. Estos dos principios de
justicia sostienen que:

1) Todas las personas son iguales en punto a exigir un esquema adecuado de


derechos y libertades básicos iguales, esquema que es compatible con el mismo
esquema para todos; y en ese esquema se garantiza su valor equitativo a las liber-
tades políticas, y sólo a esas libertades.
2) Las desigualdades sociales y económicas tienen que satisfacer dos condiciones:
primero, deben andar vinculadas a posiciones y cargos abiertos a todos en con-
diciones de igualdad equitativa de oportunidades; y segundo, deben promover
el mayor beneficio para los miembros menos aventajados de la sociedad (Rawls,
1996, p.35).

Rawls supone un sentido de ciudadanía por pertenencia o nacional, pues asume la


sociedad en forma completa y cerrada, de manera que se autocontiene y no tiene
relaciones con otras sociedades. Los ciudadanos entran a ella por nacimiento, y no
la abandonan hasta su muerte, pues allí desarrollan su vida por completo (Rawls,
1996, p.42).
El ideal de ciudadanía, según Rawls, impone un deber moral que no es otro
que el de la civilidad, necesario para la construcción de una sociedad democrática
liberal y por ello resalta la necesidad de la razón pública: “para poder explicarse
unos a otros respecto de esas cuestiones fundamentales cómo las políticas y los
principios por los que abogan pueden fundarse en los valores políticos de la razón
pública” (1996, p.252). Esto lleva a asumir por parte de los ciudadanos una dispo-
sición de escucha e imparcialidad para optar por unos puntos de vista que resulten
razonables. Así, una ciudadanía democrática liberal incluye en la propuesta de
Rawls la comprensión de un ideal de razón pública, que lleva a que los ciuda-
danos sean capaces de explicarse unos a otros el fundamento de sus acciones de tal

132
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

manera que cada uno pueda razonablemente esperar que los demás acepten como
consistentes con los valores de libertad e igualdad.4

La ciudadanía como conquista de derechos: Marshall

Como se ha afirmado, el liberalismo político abandera la libertad individual y


por esta razón los derechos subjetivos es una constante en todos los pensadores
liberales. Un ejemplo de esta tradición y cuya definición sobre la ciudadanía
es canónica, es la desarrollada por Thomas H. Marshall en su texto Ciudadanía y
clase social.5 Ésta es una obra clásica en torno a la teoría de la ciudadanía, allí se
expone la evolución de la ciudadanía en Inglaterra en el período inmediato de la
posguerra. La definición de ciudadanía expuesta por Marshall se encuentra entre
los cánones del liberalismo político, ya que “la ciudadanía es aquel estatus que se
concede a los miembros de pleno derecho de una comunidad. Sus beneficios son
iguales en cuanto a los derechos y obligaciones que implica” (en Marshall y Botto-
more, 1992, p.37). La novedad del aporte de Marshall sobre la ciudadanía fue
establecer los parámetros explicativos de las fases de evolución de la ciudadanía en
clave de derechos. Por eso muchos han pensado que toda reflexión sobre la ciuda-
danía tiene inevitablemente que partir de la concepción que Marshall expuso en
esta obra (Pérez, 2000, p.9).
Para presentar este marco de análisis sobre la evolución de la ciudadanía,
Marshall establece dos aspectos que resultan significativos: 1) una visión del ciuda-
dano como portador de derechos en condiciones de plena igualdad con el resto
de los miembros de la comunidad, y 2) una división de la ciudadanía en tres partes
desde una perspectiva histórica: la ciudadanía civil, política y social. Este segundo
aspecto va a significar un aporte sustantivo para el análisis de la ciudadanía, de
ahí que valga la pena la descripción de lo que constituye cada una de estas partes:

4. Éste es un aspecto valioso para la elaboración de una teoría de la ciudadanía que debe ser profundi-
zado, por ahora simplemente lo señalo y no profundizo en él pues desborda los límites de este ensayo.
5. El ensayo de T.H. Marshall es una conferencia pronunciada en Cambridge en 1949. Véase: Marshall (en
Marshall y Bottomore, 1992), seguiré esta versión.

133
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

El elemento civil se compone de los derechos necesarios para la libertad indi-


vidual: la libertad de la persona, de expresión, de pensamiento y religión,
derecho a la propiedad y a establecer contratos válidos y derecho a la justicia.
Este último es de índole distinta a los restantes, porque se trata del derecho a
defender y hacer valer el conjunto de los derechos de una persona en igualdad
con los demás, mediante los debidos procedimientos legales. Esto nos enseña
que las instituciones directamente relacionadas con los derechos civiles son los
tribunales de justicia. Por elemento político entiendo el derecho a participar
en el ejercicio del poder político como miembro de un cuerpo investido de
autoridad política, o como elector de sus miembros. Las instituciones corres-
pondientes son el parlamento y las juntas del gobierno local. El elemento social
abarca todo el espectro, desde el derecho a la seguridad y a un mínimo bien-
estar económico al de compartir plenamente la herencia social y vivir la vida de
un ser civilizado conforme a los estándares predominantes en la sociedad. Las
instituciones directamente relacionadas son, en este caso, el sistema educativo y
los servicios sociales (Marshall, en Marshall y Bottomore, 1998, pp.22-23).

Cada uno de estos tres elementos o derechos de la ciudadanía, para seguir con el
lenguaje de Marshall, se configuró en un período distinto. Los derechos civiles se
ubican históricamente en el siglo XVIII, los derechos políticos en el siglo XIX y los
sociales en el XX. La conquista de los derechos civiles no es otra cosa que la expre-
sión de la conquista de la libertad individual, pues las libertades conquistadas
como libertad de pensamiento, conciencia, expresión, entre otras, se convirtieron
en libertades del individuo como derechos. Así, plantea Marshall, libertad y ciu-
dadanía eran intercambiables, “cuando la libertad se hizo universal, la ciudadanía
pasó de institución local a institución nacional” (en Marshall y Bottomore, 1998,
p, 29). De esta manera para el siglo XIX la ciudadanía como expresión de dere-
chos civiles era universal, mientras que un derecho político como es el sufragio no
formaba parte de los derechos de ciudadanía, pues era un privilegio de una clase
económica reducida.
La ciudadanía para el siglo XIX, de todas maneras, no carecía del todo de
implicaciones políticas, ya que ningún ciudadano respetuoso y en su sano juicio
se le excluía del voto en razón de su estatus personal: “era libre de ganar dinero,
de ahorrarlo, de adquirir propiedades o alquilar una casa, así como de disfrutar

134
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

todo derecho político vinculado a esos logros económicos. Sus derechos civiles
le facultaban para hacerlo, y la reforma electoral se lo facilitaba cada vez más”
(en Marshall y Bottomore, 1998, p.30), sin embargo, los derechos políticos no se
reconocieron universalmente, sino hasta inicios del siglo XX cuando se aprobó el
sufragio para “todos los hombres”.
Los derechos sociales como el derecho al trabajo, a una renta real, a vivienda,
salud, educación, entre otros, buscan luchar contra las desigualdades sociales
y la pobreza al interior de la sociedad. Los derechos sociales no son otra cosa
que el deber social emprendido por una comunidad para mejorarse y civilizarse,
para velar por la salud de la sociedad gracias al bienestar que alcanzan sus miem-
bros. Por esta razón, Marshall afirma que “el aumento de la educación elemental
durante el siglo XIX fue el primer paso decisivo en el camino que iba a conducir
al reconocimiento de los derechos sociales de la ciudadanía en el siglo XX” (en
Marshall y Bottomore, 1998, p.35), pues la educación es para este autor el requi-
sito previo imprescindible de la libertad civil y medio indiscutible para que los ciu-
dadanos reconozcan sus derechos sociales. Los derechos sociales son importantes
porque buscan un enriquecimiento general de la vida civilizada, una reducción de
las situaciones de riesgo e inseguridad que pueda vivir la ciudadanía, una iguala-
ción entre los menos y más aventajados en la lotería natural.

Demandas de la ciudadanía

El desarrollo de la ciudadanía juega un papel capital en las sociedades occiden-


tales del mundo moderno, ya que implica un profundo sentido de igualdad que
le hace contra peso al concepto de clase social que expresa un sistema de des-
igualdad; asimismo, a las desigualdades propias de una sociedad capitalista como
las desigualdades en ingreso, riqueza y condiciones de vida. El reconocimiento
de la ciudadanía conlleva a un tipo de igualación que no se da tanto por clases
sociales, sino por individuos dentro de una sociedad. Es una igualdad de estatus
que es más importante que una simple igualdad de rentas o bienes. Ahora bien, la
propuesta de Marshall cuando piensa la ciudadanía no es una igualación absoluta
de las personas. Para Marshall es posible admitir algunas desigualdades armónicas
o tolerables:

135
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

La ciudadanía democrática concede a las diferencias de estatus un marchamo


de legitimidad, siempre que no sean demasiado profundas y se produzcan en el
seno de una población cohesionada por una civilización única, y siempre que
no sean expresión de privilegios heredados, lo que significa que las desigual-
dades resultan tolerables en el seno de una sociedad fundamentalmente iguali-
taria, siempre que no sean dinámicas, esto es, siempre que no creen incentivos
que procedan de la insatisfacción y el sentimiento de que este “tipo de vida no
es lo que yo merezco”, o de que “estoy dispuesto a que mi hijo no tenga que
aguantar lo que aguanté yo” (en Marshall y Bottomore, 1998, p.75).6

La ciudadanía, al mismo tiempo, es una demanda contra aquellas sociedades polí-


ticas que tienen como único vínculo sentimientos de pertenencia basados en el
parentesco de una descendencia común. Para Marshall la ciudadanía requiere
otro vínculo de unión como es:

Un sentimiento directo de pertenencia a la comunidad basada en la lealtad


a una civilización que se percibe como patrimonio común. Es una lealtad de
hombres libres, dotados de derechos y protegidos por un derecho común. Su
desarrollo se ve estimulado por la lucha por ganar esos derechos y disfrutarlos
una vez obtenidos, como se aprecia claramente en el siglo XVIII, que asistió no
sólo al nacimiento de los derechos civiles modernos, sino también al de la con-
ciencia nacional moderna (en Marshall y Bottomore, 1998, p.47).

La posición de Marshall acerca de la ciudadanía también ha tenido varios detrac-


tores, entre las principales críticas que encuentro acertadas está tratar el desarrollo
de la ciudadanía como si fuera algo que se desplegara con una lógica inherente.
Por esta razón, Giddens (1982, p.171) sostiene que el énfasis de Marshall de
entender los derechos de la ciudadanía como fases en desarrollo es exagerado,
como también, hay una simplificación del rol de la política, pues Marshall subes-
timó el hecho de que los derechos ciudadanos fueron en gran medida conquistas
por medios de luchas.

6. Para profundizar sobre el tema de la ciudadanía y la igualdad véase mi ensayo: Urquijo (2004).

136
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

Para David Held, la propuesta sustentada por Marshall exige reelaboración


y modificaciones, ya que si la ciudadanía implica lucha por la pertenencia y la
participación, entonces, un análisis de la ciudadanía no puede estar a espaldas a
los diferentes grupos, clases sociales y movimientos que pugnan por conquistar
mayores grados de autonomía y control sobre sus vidas.

Si la ciudadanía implica participación en la comunidad y si la participación en


la comunidad implica formas de participación social, entonces es infructuoso
concebir que la ciudadanía está primariamente relacionada con la clase o las
relaciones capitalistas de producción. La ciudadanía conlleva la intervención
de la gente en la comunidad en que vive; y a las personas se les negó la ciuda-
danía en función de criterios de género, racial y de edad, entre muchos otros.
Analizar la ciudadanía como si fuera una cuestión de inclusión o exclusión de
clases sociales equivale a eclipsar una multiplicidad de dimensiones de la vida
social que han sido centrales en la lucha alrededor de la ciudadanía. A la luz
de estos datos, el debate en torno a la ciudadanía iniciado por Marshall exige
reelaboración y modificaciones (Held, 1996, pp. 52-53).

Por otra parte, si se quieren analizar y evaluar los derechos de los ciudadanos no
se puede dejar de lado la diversidad de los orígenes de los derechos y las caracte-
rísticas propias de la ciudadanía moderna que desconoce el análisis de Marshall:

La concepción moderna de la ciudadanía es inseparable de una serie de con-


flictos múltiples y complejamente superpuestos. Los combates entre monarcas
y barones alrededor del alcance de la autoridad legítima; las rebeliones cam-
pesinas contra la carga excesiva de los tributos y las obligaciones sociales; la difu-
sión del comercio y las relaciones de mercado; el florecimiento de la cultura
renacentista y su renovado interés en las ideas políticas clásicas (incluidos la
ciudad-Estado griega y el derecho romano); la consolidación de las monarquías
nacionales en Europa (Inglaterra, Francia y España); las guerras religiosas y el
desafío de las pretensiones universales del catolicismo; la disputa entre la Iglesia
y el Estado; todos ellos intervinieron en la emergencia de la idea moderna del
Estado, el ciudadano y la ciudadanía (Held, 1996, p.60).

137
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Por último cabe resaltar que analizar la ciudadanía estrictamente en clave de dere-
chos no garantiza que los ciudadanos tengan las capacidades reales para ejercer
tales derechos, ni siquiera el aumento de los derechos sociales garantiza la calidad
de la ciudadanía que puedan vivir algunos ciudadanos o un grupo mayoritario de
ciudadanos:

No cabe duda de que el desarrollo de la ciudadanía en relación con la clase


social es más complejo y más variable, como proceso, de lo que Marshall expresa
en sus conferencias. En las sociedades capitalistas el aumento de los derechos
sociales, en el marco del Estado de bienestar, no ha transformado en profun-
didad el sistema de clases, ni los servicios sociales han eliminado en la mayoría
de los casos la pobreza... En los supuestos «países del socialismo real» de la
Europa del Este se establecieron algunos derechos sociales importantes, pero a
costa de disminuir o eliminar otros, de carácter civil y político, no menos deci-
sivos, al tiempo que aparecían nuevas formas de desigualdad y jerarquización.
Dentro del sistema de clases de las sociedades capitalistas, la política del bien-
estar desarrolla también, como han observado Marshall y otros muchos autores,
nuevos tipos de estratificación. Además, la intervención cada vez mayor del
Estado en la economía y en la expansión de los servicios asistenciales produce
nuevas jerarquías y una fuerte centralización del poder (Bottomore, en Mars-
hall y Bottomore, 1992, p.99).

Los derechos no dejan de ser cartas en papel hasta que los ciudadanos no
demanden su realización ante las distintas instituciones de la sociedad, como
podría ser el Estado. Sin embargo, para ello es necesario el desarrollo de la capa-
cidad corporal, mental, social, de singularidad y agencia de los ciudadanos que
les garanticen una libertad real para alcanzar dichas demandas. Desde la teoría
de las capacidades humanas que se inserta en los planteamientos esbozados tanto
por Amartya Sen como por Martha Nussbaum y complementando su posición es
posible señalar que la “capacidad corporal” se constituye por los funcionamientos
de un ciudadano al estar alimentado, vestido, tener salud, cobijo, movilidad, no
padecer enfermedades evitables, ni mortalidad prematura; así como estar libre de
sufrimiento físico y agresiones corporales. La “capacidad mental” la conforman
los funcionamientos de percibir, imaginar, razonar, juzgar, decidir de forma autó-

138
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

noma, ser capaz de disfrutar del placer de la salud física, el arte, la naturaleza y la
bondad moral. La “capacidad social” se asienta en funcionamientos como ser capaz
de establecer relaciones personales de familia y amistad, la participación en la vida
social y las relaciones ecológicas de la comunidad. La “capacidad de singularidad”
se establece por funcionamientos como ser capaz de elegir la propia vida en lo
referente a la identidad, la amistad, la sexualidad, el matrimonio, la paternidad, el
empleo y, en general, nuestra propia concepción de la vida buena. La “capacidad
de agencia” que se establece por los funcionamientos de un ciudadano al actuar y
provocar cambios e impactar en el mundo, y cuyos logros pueden juzgarse en fun-
ción de sus propios valores y objetivos.7 Estas capacidades son fundamentales para
la realización de un ideal de ciudadanía, deben ser tenidas en cuenta y constituirse
en demandas políticas si se quiere una sociedad de ciudadanos libres e iguales.
Estas capacidades se conciben como mínimos morales que los ciudadanos tienen
derecho a exigir a sus gobiernos para fortalecer su libertad y dignidad.8

7. Dejo claridad que al señalar unas capacidades como centralmente importantes me distancio de la pers-
pectiva de Sen sobre su enfoque, ya que él no ve unas capacidades como centralmente importantes, por
otra parte existe una diferencia significativa con la posición de Sen, pues él denomina su propuesta como
“Capability Approach”, mientras que mi propuesta la denomino “la teoría de las capacidades humanas”,
más acorde con los desarrollos de Nussbaum. Pero me diferencio de ésta pues no ve a la agencia como
una capacidad, asimismo tampoco asumo toda su lista de capacidades. Para ampliar esta discusión
véase mi tesis doctoral: Urquijo (2007).
8. Para las sociedades democráticas fundadas en Estados democráticos sociales de derecho se cons-
tituye en una demanda moral y política permitir el desarrollo de las capacidades de los ciudadanos si se
quiere una sociedad libre. Aquí representa un papel central la democracia participativa, pues el debate
público y la participación social son fundamentales para la elaboración de la política económica y social
que evite la privación de las capacidades para funcionar como la pobreza, el hambre y la carencia de
medios de subsistencia. Sen refiriéndose al papel central que debe jugar la democracia advierte que si
una sociedad vive en privaciones económicas, algunos podrían pensar ¿por qué preocuparse por las
libertades políticas si hay cosas tan graves como las acuciantes necesidades económicas? ¿Qué es
lo primero que hay que hacer? ¿Erradicar la pobreza o garantizar las libertades políticas y los derechos
humanos que de poco les sirven a los pobres? Desde la perspectiva del desarrollo de la ciudadanía en
clave de capacidades las libertades políticas pueden contribuir de manera extraordinaria a dar incentivos
y a suministrar información para solucionar las necesidades económicas. La conceptualización de las
necesidades económicas depende fundamentalmente de las discusiones y debates públicos que realizan
los ciudadanos, cuya garantía requiere la asistencia en las libertades políticas y de los derechos humanos
básicos. Así, se pueden establecer dos consideraciones que nos indican la primacía general de los dere-
chos políticos: 1) su importancia directa en la vida humana relacionada con las capacidades básicas, y 2)
su papel instrumental y constructivo en la mejora de las posibilidades y necesidades de los ciudadanos
para expresar y defender sus demandas políticas y económicas. El papel instrumental de los derechos

139
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Sentido comunitarista

Otra tradición que esboza un sentido sobre la ciudadanía es la filosofía política


comunitarista. Sin embargo, al interior de la tradición comunitarista no existe
una concepción unitaria y continua de lo que es la ciudadanía, ni constituye una
filosofía política con la tradición histórica como el republicanismo o el libera-
lismo. Es de resaltar que el comunitarismo generó una de las discusiones más inte-
resantes y álgidas que se ha gestado en la filosofía moral y política contemporánea
como el debate entre liberales y comunitaristas, o si se quiere entre individualismo
y comunitarismo. Un debate sin vencedores ni vencidos pero que transformó en
ambas posiciones sus tesis básicas o por lo menos llevó a la reformulación de teo-
rías tan importantes como la teoría de la justicia de Rawls. Entre los rasgos carac-
terísticos de esta concepción se puede destacar que la ciudadanía comparte un
horizonte de valores, y un ciudadano no se entiende al margen de la comunidad a

políticos y entre ellos el poder elegir democráticamente es central, pues Sen muestra que nunca ha habido
grandes hambrunas en ningún país independiente que tuviera un sistema democrático, donde se cele-
bren elecciones con regularidad, que se tengan partidos de oposición para expresar las críticas y que se
permita que la prensa informe libremente y ponga en cuestión el acierto de las medidas de los gobiernos
sin una censura general. Además, tenemos razones para valorar los derechos humanos y las libertades
de expresión y de acción en nuestra vida, ya que somos seres sociales y valoramos la libre participación
en las actividades políticas y sociales. La formación de nuestros valores requiere la posibilidad de comuni-
carnos y de debatir los argumentos, y las libertades políticas y los derechos humanos son fundamentales
para este proceso. Así como para expresar públicamente lo que valoramos y para exigir que se le preste
atención, necesitamos tener libertad de expresión y poder elegir democráticamente. Las libertades polí-
ticas ejercidas a través de una democracia participativa aumentan las probabilidades no sólo de que los
poderes públicos respondan a las necesidades económicas, sino también de que la propia conceptuali-
zación de las necesidades económicas requiere el ejercicio de las libertades políticas. Para saber cuáles
son las necesidades económicas es necesario el debate y el intercambio de ideas. Por esta razón Sen
nos dice que “los derechos políticos y humanos, sobre todo los que garantizan la discusión, el debate, la
crítica y la disensión abierta, son fundamentales para los procesos de decisión documentada y reflexio-
nada. Estos procesos son cruciales para la formación de los valores y para las prioridades” (1999, p.152).
Por otra parte, una democracia participativa tiene especial éxito en la prevención de los desastres que
son fáciles de comprender y en los que la solidaridad puede ser inmediata. Y puede ser de mucha ayuda
en problemas de desigualdad entre los sexos, el analfabetismo, las hambrunas, entre otros. Por ejemplo,
una política abierta y de oposición de un país con democracia participativa tiende a obligar al gobierno de
turno a tomar medidas a tiempo y eficaces para prevenir las hambrunas, algo que no ocurre en sistemas
no democráticos. La democracia participativa, en últimas, tiene que concebirse como una de las vías que
expresa y desarrolla las capacidades para funcionar de los ciudadanos para alcanzar aquello que valoran.

140
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

la que pertenece, pues a ella debe su identidad. Esta comunidad le permite tener
una concepción del bien y a la cual debe lealtad y compromiso. Así, el ciudadano
más que un sujeto de derechos como lo pregona el liberalismo, es un integrante
de una comunidad.9
El comunitarismo, en últimas, critica al individualismo que tiene en el liberalismo
su mejor expresión. En este sentido, el origen del individualismo está en el libera-
lismo clásico que se asocia con Hobbes, Locke, Adam Smith, J.S. Mill y en los liberales
modernos como Rawls, Dworkin y Nagel. Para los comunitaristas lo que define cla-
ramente al liberalismo es su individualismo, y ello consiste en que abraza al individuo
como el fin de la sociedad y el Estado. Para los individualistas una sociedad florece
cuando a los individuos se les garantizan el máximo de autonomía posible, por esta
razón sostienen la primacía de los derechos individuales sin otorgar valor a la vida
en comunidad y al bien común.

Etzioni y la ciudadanía comunitarista liberal

Uno de los mayores exponentes del comunitarismo en nuestros días es Amitai


Etzioni, quien ha buscado darle una coherencia al comunitarismo como teoría
política alterna a la tradición liberal. Etzioni elabora una teoría de la ciudadanía
de corte comunitarista liberal, que afirma que una buena ciudadanía es aquella en
la que se respeta y defiende el orden moral de la ciudadanía de la misma manera
en que ella respeta y defiende la autonomía del ciudadano. En otras palabras, una
buena ciudadanía se caracteriza por un orden moral y el ejercicio de la autonomía.
Con este planteamiento, Etzioni establece un punto intermedio entre el libera-
lismo que sostiene la primacía de la autonomía individual sobre la comunidad
que fácilmente puede llevar al anarquismo o a una atomización de la ciudadanía,
y aquellos que por defender el orden social niegan el ejercicio de la libertad indi-
vidual del ciudadano cayendo en un autoritarismo.
El comunitarismo desde la óptica de Etzioni aplica la noción de la regla de
oro en el ámbito social para caracterizar una buena ciudadanía como aquella
que fomenta tanto las virtudes sociales como lo derechos individuales. “Yo afirmo

9. Los autores relevantes en esta tradición son MacIntyre (1987), Walzer (1993), Taylor (1997), Etzioni
(1999), entre otros.

141
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

que, más que la maximización de orden o autonomía, lo que una buena sociedad
requiere es un equilibrio cuidadosamente mantenido entre uno y otra” (1999,
p.24). Desde esta perspectiva hay un profundo interés por los derechos indivi-
duales, la individualidad y la autonomía que son conceptos que defienden los libe-
rales y, por otro lado, el orden social virtud fundamental para el comunitarismo
defendido por Etzioni. En este sentido la mejor frase que sintetiza su propuesta es
“la libertad individual requiere de una comunidad” (Etzioni, 1993, p.15), es decir,
los ciudadanos no existen al margen de los contextos sociales particulares y descri-
birlos como agentes en libertad absoluta es un error. Somos animales sociales y nos
pertenecemos recíprocamente (Etzioni, 1993, p.25).
La teoría de la ciudadanía propuesta por Etzioni ve la necesidad de un orden
social, de lo contrario nos veremos abocados a la anarquía, a la delincuencia o la
guerra. Es necesario un orden social que tiene como razón de ser un conjunto de
valores compartidos que enseñan a los ciudadanos a respetar. Pero esto en ningún
momento quiere decir que los ciudadanos no cuestionen, desafíen o transformen
este orden social. Esto es, una buena ciudadanía requiere un orden coherente con
los compromisos morales de sus miembros. Ya que cualquier orden social por sí
mismo no constituye una buena ciudadanía.
El orden social que promueve Etzioni es un orden moral voluntario, que se
construye a través de medios normativos como la educación, el consenso, la pre-
sión de los pares, las voces morales de la comunidad. Y para que ello ocurra es
necesario que los miembros de la comunidad compartan un compromiso con un
conjunto de valores nucleares.
La autonomía propia de una ciudadanía comunitaria se construye socialmente
y se encuentra íntimamente ligada al ciudadano, ya que ésta se constituye social-
mente y lleva siempre consigo una gran carga cultural, de influencias sociales,
morales y de muchas otras índoles. En este sentido, la autonomía se percibe como
un atributo social, “atributo de una sociedad que proporciona oportunidades
estructuradas y legitimación a la expresión individual y de subgrupos acerca de
sus valores, necesidades y preferencias particulares” (Etzioni, 1993, p.44). Esto
quiere decir que la autonomía lejos de carecer de límites, tiene que estar contex-
tualizada dentro de un tejido social de vínculos y valores y ese tejido social lejos de
disminuir la individualidad, la sostiene, la alimenta y la permite.

142
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

La posición del comunitarismo a simple vista nos sumerge en un conflicto de


valores, por ejemplo, ¿qué valores deben ser compartidos por los ciudadanos? o
¿cómo se deben relacionar las comunidades entre sí? Para Etzioni una buena ciu-
dadanía no sólo necesita un equilibrio entre el orden y la autonomía en la vida de
los ciudadanos sino entre las distintas comunidades que conforman la ciudadanía
en general. Su teoría busca que los derechos individuales guarden un equilibrio
con el núcleo compartido de valores, así como también, es preciso un compromiso
de la comunidad o las comunidades con los valores respecto a una sociedad más
global. Porque una sociedad normalmente está constituida por una variedad de
comunidades que representan distintos estilos de vida y valores compartidos repre-
sentados en la lengua, la religión y los códigos morales.
En la teoría expuesta por Etzioni se ve la necesidad de que las comunidades
compartan algunos valores nucleares sustantivos o un marco más denso, que les per-
mitan resolver los conflictos más allá de los bordes de la comunidad. Este marco
en la propuesta de Etzioni se constituye a partir de unos elementos claves como la
democracia, una lealtad dividida entre la comunidad y una comunidad más global,
el desarrollo de una cultura de la tolerancia o respecto por los valores de otras
comunidades, la necesidad de desarrollar al interior de la ciudadanía un diálogo
que permita llevar a resolver los conflictos y las tensiones entre comunidades, y,
por último, la construcción de una Constitución que lleve a una comunidad de
comunidades. La Constitución actúa como depositaria de los valores sociales y
provee los límites de los valores que las comunidades pueden adoptar. Enmarcar al
interior de la Constitución un conjunto de valores significa que tienen un estatus
superior a otros en la medida en que su alcance se mantiene dentro de límites nor-
mativos dados. Sin embargo, estos valores densos no remplazan las leyes, los valores
y las costumbres tradicionales que se viven al interior de las comunidades. Los
valores de la Constitución representan los valores de toda una sociedad o una
comunidad de comunidades, de ahí la necesidad de implementar un diálogo
moral intercultural que lleve a romper con el autismo que se puede presentar
cuando creemos que nuestra comunidad es una y única. El diálogo moral juega
un papel central en la construcción de una buena ciudadanía, pues gracia a él es
posible compartir valores que surgen a partir de éstos y permite romper con el
relativismo propio de una posición comunitarista radical.

143
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Una buena ciudadanía requiere compartir valores nucleares y para esto es


preciso justificar su selección. No obstante, por el hecho de que una comunidad
afirme un valor dado, no proporciona justificación normativa suficiente, como
tampoco lo es una decisión democrática o un consenso comunitario. O incluso,
cuando estos valores son el resultado de diálogos morales productos de un con-
senso global. A lo sumo estas posiciones dan una dosis de legitimidad pero no es
suficiente. La propuesta de Etzioni encuentra que solamente es posible lograr una
justificación de los valores morales compartidos si “ciertos conceptos se nos pre-
sentan como moralmente compulsivos en y por sí mismos” (1993, p.280). Es decir,
nuestro sentido moral está anclado en el descubrimiento de ciertos conceptos
que conllevan obligatoriedad y cumplimiento, en otras palabras, el concepto es
portador de fuerza y autoridad. Estos conceptos se constituyen en principios uni-
versales que deben ser combinados con otros particulares si se quiere lograr una
justificación normativa comunitaria completa.
Paso ahora a exponer un segundo componente constitutivo del quehacer de la
ciudadanía: sus distintas dimensiones.

Dimensiones de la ciudadanía, una propuesta


desde la teoría de la ciudadanía de Cortina

Si bien es cierto que la ciudadanía es primariamente una relación política entre


un individuo y una comunidad política, el análisis de la ciudadanía no se puede
reducir solamente a una ciudadanía política como las anteriormente descritas.
La teoría sobre la ciudadanía expuesta por Adela Cortina resulta pertinente al no
reducir la ciudadanía estrictamente a una visión legal y política, como el recono-
cimiento de unos derechos que hay que defender y a la participación en la vida
de la comunidad política. La vida del ciudadano tiene diferentes dimensiones
o esferas como la ciudadanía política, social, económica, intercultural y civil en las
cuales se expresan las distintas concepciones e ideales de vida buena (Cortina, 1997).
Cortina piensa la ciudadanía más allá de una concepción meramente política,
su propuesta es una visión más amplia donde tiene en cuenta la ciudadanía social,
económica, civil, intercultural para concretarse en un ideal de ciudadanía cos-
mopolita. Su trasfondo es una concepción del ser humano que no solamente se
reduce a un sujeto de derechos que se vincula a una ciudadanía política y social

144
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

gracias a los derechos de primera y segunda generación, tampoco un productor de


riqueza reducido a estrictas relaciones económicas que se expresa en la ciudadanía
económica. Desde la dimensión económica cabe resaltar que los consumidores
son ciudadanos, como consumidores y como productores; que no sólo son ciuda-
danos políticamente, sino también económicamente. Esto implica que deben invo-
lucrarse en orientar el consumo y la producción. El ciudadano, para Cortina, es
aquel que es su propio señor junto con sus iguales en el seno de la ciudad, por esta
razón no puede permitir que su vida económica se la determinen externamente,
es claro, entonces, que el ciudadano “tiene que ser, junto a sus iguales, protago-
nista de la vida económica” (2002, p.122).
Referente a la ciudadanía económica se encuentra que es ciudadano económico
“quien participa en los bienes económicos de una comunidad política, quien decide junto
con sus conciudadanos «qué se produce», cómo y para qué, y, por último, quien decide
junto con sus conciudadanos «qué se consume», «para qué» y «quién consume»”
(Cortina, 2002, p.139). Esta propuesta enmarca todo un proceso de deliberación
por parte de los ciudadanos indispensable para el ejercicio de la ciudadanía eco-
nómica, porque es a través de un diálogo que es posible deliberar qué se produce,
cómo y para qué se consume, y para ello es necesario un empoderamiento de los
afectados. Para la autora, si los ciudadanos quieren ser protagonistas de sus vidas,
junto con sus iguales deben contar con una propiedad suficiente como para no
tener que depender de otros. Se inscribe así en la propuesta de la necesidad de un
ingreso básico de ciudadanía, porque es indispensable para asegurar un consumo
justo, autónomo, corresponsable y felicitante.
Por otro lado, el ciudadano también es un miembro de una sociedad civil,
porque parte de un conjunto de asociaciones no políticas ni económicas, que son
esenciales para su socialización y el desarrollo de su vida; por esta razón ve la nece-
sidad de una ciudadanía civil donde involucra todas las formas de organización
social que en últimas permiten establecer vínculos de solidaridad entre los seres
humanos que nos permiten tener una vida activa propia de un ciudadano en socie-
dades diversas y plurales.
Cortina reconoce que todo ser humano es portador de una cultura o forma de
vida que se trasmite por aprendizaje social y que determina una forma de ser y estar
en el mundo. Por esta razón ve que la ciudadanía debe ser un vínculo de unión
entre grupos sociales diversos y pluralistas que expresan culturas que conviven en

145
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

sociedad. De ahí la necesidad de establecer una ciudadanía multicultural capaz


de tolerar, respetar o integrar las diferentes culturas con sus derechos y deberes.
Por último, cabe resaltar en su propuesta, la necesidad de fraguar una ciudadanía
cosmopolita de raíz kantiana, para un mundo en el que todos los seres humanos se
reconozcan sintiéndose ciudadanos, requisito indispensable para hacer de los seres
humanos una comunidad. De esta manera, los excluidos de los bienes básicos de la
tierra o las víctimas del sistema-mundo deben ser incluidos desde una ciudadanía
social cosmopolita. El sentido de la ciudadanía cosmopolita es un reconocimiento
de la ciudadanía a todo ser humano independiente de su comunidad política o nacio-
nalidad, porque los derechos y deberes que conlleva el pleno ejercicio de la ciuda-
danía no pueden estar restringidos a un grupo, convirtiéndose así en un elemento
excluyente para aquellos que no son miembros de una comunidad política par-
ticular. La creación de una ciudadanía cosmopolita no consiste en construir un
Estado universal al que pertenezcan todos los ciudadanos del mundo, “sino en
ir estableciendo lazos entre las distintas comunidades, de forma que cada una de
ellas se ocupe de sus miembros” (Cortina, 2002, p.267).
El concepto de ciudadanía debe ser un concepto incluyente, así la ciudadanía
es, hoy por hoy, un concepto político universal que implica el reconocimiento de
los derechos fundamentales.

El ciudadano como agente

Establecidas las distintas tradiciones en las que ha sido pensado el concepto de


ciudadano, junto con sus dimensiones que a él le competen, es posible afirmar que
ser ciudadano es la condición que adquiere un ser humano al pertenecer a una
comunidad política y por lo cual se adquieren unos derechos y responsabilidades.
La ciudadanía no es otra cosa que un título que se ejerce en condiciones de coo-
peración social, que permite la retribución en la posibilidad de la realización de
los intereses propios y comunes. La ciudadanía es un acto de convivencia, y éste
es posible gracias a que el ser humano tiene una serie de carencias y necesita
de unas herramientas que sólo se adquieren en la vida en sociedad. Pero una
simple ciudadanía formal como la antes descrita no basta para asegurar el ejer-
cicio de la ciudadanía. Es fundamental ser su propio señor y en ello consiste una
“ciudadanía real” o efectiva. Esto es un llamado a realizar una ciudadanía inclu-

146
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

siva, que no pretende ser oficial, sino efectiva, porque “ciudadano es el que es su
propio señor junto a sus iguales en el seno de la comunidad. No sólo aquel al que
la comunidad política se lo reconoce oficialmente, sino el que lo es efectivamente
porque comparte la vida social económica y política de la comunidad” (Cortina,
2002, p.267).
Esto es lo que significa analizar la ciudadanía ya no simplemente como per-
tenencia a una comunidad política donde se adquieren derechos y deberes,
sino desde la capacidad de autodeterminación, de actuar y provocar cambios y
cuyos logros pueden juzgarse en función de sus propios valores y objetivos. La
concepción de ciudadano como aquel que es su propio señor se expresa de una
mejor manera cuando se reconoce que un ciudadano es quien tiene capacidad de
agencia. Esta manera de concebir al ciudadano es un ámbito de comprensión que
complementa el sentido liberal, republicano y comunitarista. Y permite llevar el
análisis de un espacio formal a uno real. Como también, el elaborado por Cortina
al referirse al ciudadano como su propio señor. Luego, pensar la ciudadanía debe
llevarnos a indagar por la capacidad de agencia que complementa el concepto
formal de ciudadanía.

La capacidad de agencia

La oportunidad de elegir y perseguir las propias metas y los propios valores es lo


que se denomina capacidad de agencia (agency), que se expresa en la realización de
una persona como agente. Ahora bien, ¿quién es un agente? Un agente es quien
hace cosas, como también, considera acciones y resultados (Sen, 1982, p.21). Este
ejercicio de la agencia se debe a la capacidad que tiene una persona para alcanzar
sus propias metas y valores, estén o no relacionadas con su propio bienestar. Por
otra parte, es bueno aclarar que la agencia implica la capacidad para tomar deci-
siones y actuar por sí mismo, con una implicación relevante que no es otra cosa
que tener un impacto en el mundo.
El concepto de agencia es importante porque hay que indagar por las oportuni-
dades que los ciudadanos tienen para mejorar la calidad de sus vidas. Esto nos lleva
a centrarnos básicamente en las personas, por esta razón el papel de la agencia
es protagónico y no tanto las organizaciones como el mercado o los gobiernos.
Más bien, las instituciones y las oportunidades sociales que éstas conllevan deben

147
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

buscar “expandir el reino de la agencia y la libertad humana, tanto como un fin


en sí como un medio de expansión adicional de libertad” (Sen y Drèze, 2002, p.6).
La principal característica de una ciudadanía real es su énfasis en lo que los ciu-
dadanos efectivamente son capaces de hacer y de ser; es decir, en sus capacidades.
Nuestras evaluaciones y políticas deberían enfocarse en lo que la ciudadanía es
capaz de hacer y de ser, en la calidad de sus vidas y en remover los obstáculos de sus
vidas para que ellos tengan más libertad de vivir el tipo de vida que tienen razones
para valorar. Y el concepto fundamental que recoge esta intención deviene como
“capacidad de agencia”.
El concepto de agente (agent) no es el comúnmente usado en la literatura eco-
nómica como aquella persona que actúa en representación de alguna otra. El sen-
tido que le da Sen al concepto de agente, que es el que asumo en este ensayo,
presenta una connotación especial, pues para él un agente es una “persona que
actúa y provoca cambios y cuyos logros pueden juzgarse en función de sus propios
valores y objetivos, independiente de que también lo evaluemos en función de
algunos criterios externos” (Sen, 1999, p.19). Así cuando un ciudadano actúa y
provoca cambios en el mundo y sus logros se juzgan desde sus propios valores y obje-
tivos se puede considerar que ha ejercido su agencia. La agencia involucra en mi
concepto lo que se puede llamar autonomía, pero no veo que la agencia y la auto-
nomía sean lo mismo, pues la agencia es un concepto más rico en la medida en
que no solamente conlleva darse sus propias normas (autonomía) o no depender
de algún otro, sino que involucra una acción que provoca cambios que generan
logros individuales que se evalúan a partir de los propios valores y objetivos. De tal
manera que al ver al ciudadano como agente no se debe reducir simplemente a
autonomía, que es a lo que a primera vista se puede referir el concepto. Encuentro
que la autonomía está más en el ámbito de la subjetividad como autodominio de
sí mismo, mientras que el ciudadano como agente trasciende este ámbito impli-
cando a la autonomía pero no se reduce a ella, ya que no solamente decide sobre
sí mismo, es decir, ejerce la autonomía, sino que actúa e impacta en el mundo.
Recapitulando, se puede afirmar entonces que un ciudadano es quien per-
tenece y participa de una comunidad política y por lo cual se adquieren unos
deberes y obligaciones. Si bien es cierto que desde el enfoque liberal, republicano
y comunitarista cada uno hace énfasis en un aspecto de lo que podemos entender
formalmente de lo que es un ciudadano, se resaltan así ciertos tipos de caracterís-

148
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

ticas como los derechos, el sentido de participación, la identidad y la pertinencia.


Cortina, en cambio, da una formulación que recoge las anteriores tradiciones al
sostener que ciudadano es aquel que es su propio señor junto con sus iguales en el
seno de la ciudad, que el ciudadano debe gozar de libertad negativa y de libertad
positiva, como también de derechos económicos, sociales y culturales.
Pienso que si se analiza la ciudadanía desde la libertad o capacidad de agencia
se complementa la anterior concepción de lo que es un ciudadano. Es decir, un
ciudadano debe contar con la libertad o capacidad de agencia. Un ciudadano es
un agente, porque cuando se tiene la capacidad para decidir y actuar por sí mismo
y su acción tiene un impacto en el mundo esto se considera un ejercicio pleno de ciu-
dadanía real o efectiva. Además, “percibir a una persona como ciudadano es tener
una visión especial de la humanidad, y es así como deja de ser percibida como una
criatura egoísta; tenemos que ver y entender a las personas como seres racionales,
que piensan, valoran, deciden y actúan” (Sen, 2005, p.38). La ciudadanía como
agencia es un llamado a participar efectivamente en las elecciones políticas que
gobiernan la propia vida, es ejercer el derecho a la participación política, porque
“existe un asunto más profundo implicado en nuestro papel como ciudadanos
o como agentes, e implica el valor de la participación en sí mismo. La libertad
de participación se encuentra entre las oportunidades que tenemos razones para
valorar, y es central para la ciudadanía” (Sen, 2005, p.39). En el ámbito eco-
nómico, el ciudadano como agente es quien participa en los bienes económicos y
decide junto con sus conciudadanos qué se produce, cómo y para qué se produce.
En el ámbito civil es quien se involucra en todas las formas de organización social
que considere pertinentes. El ciudadano como agente debe establecer vínculos
sociales de diversos tipos que le permitan actuar y transformar su entorno, como
promotor dinámico de transformaciones sociales, teniendo presente un espacio
de tolerancia y respeto por las diferentes culturas, sin perder de vista el reconoci-
miento de la libertad del Otro. Ello lo hace un ciudadano del mundo. Asumir la
ciudadanía como agencia es la mejor manera de luchar contra las distintas formas
de desigualdades, exclusión social y pobreza. En este sentido se puede enriquecer
y desarrollar de una mejor manera la concepción de ciudadanía expuesta por Cor-
tina cuando sostiene que un ciudadano es su propio señor entre sus iguales. Por
otra parte, la ciudadanía tiene relevancia por varias razones diferentes entre las
que Sen destaca se encuentran que:

149
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Puede ayudar a los individuos a comportarse de forma más responsable. Puede


proveer razones para un comportamiento “respetuoso del medioambiente” y,
generalmente, más ético. Pero yendo mucho más lejos, la idea de ciudadanía
saca a la luz la necesidad de considerar a las personas como agentes racionales,
no meramente como seres cuyas necesidades tienen que ser satisfechas o cuyos
niveles de vida deben ser preservados. Además, identifica la importancia de la
participación pública, no simplemente por su efectividad social, sino también
por el valor de ese proceso en sí mismo (Sen, 2005, p.40).

Si bien, la ciudadanía ha sido concebida formalmente como la pertenencia a una


comunidad política y gracias a ello se adquieren unos derechos y responsabili-
dades, se debe buscar analizar la ciudadanía también desde el tipo de vida que
un ciudadano lleva, que se expresa en aquello que logra hacer o ser realmente en
el ámbito de sus capacidades u oportunidades reales. El problema ahora ya no es
¿cuáles son los derechos y obligaciones de la ciudadanía?, sino ¿qué es lo que un
ciudadano es capaz de hacer o ser realmente? Ello permite ampliar la naturaleza y
los alcances de las demandas de la ciudadanía democrática a la hora de concebir
una sociedad libre e igualitaria. Lo significativo para una indagación sobre la ciu-
dadanía real no es la pertenencia a una comunidad, tampoco son los derechos con
los que cuenta un ciudadano, sus bienes o recursos, sus necesidades básicas, sino lo
que consigue realizar con lo que tiene, es decir, aquello que logra hacer o ser
realmente y para ello el ejercicio de la capacidad de agencia es fundamental.

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152
LA CIUDADANÍA ECONÓMICA DE LOS INMIGRANTES

Jesús Conill Sancho

Problematismo de la noción de ciudadanía económica

¿Qué significa ciudadanía económica dentro de lo que quiera decir “ser ciuda-
dano”? Si nos atenemos a la exposición de Adela Cortina en su libro Ciudadanos
del mundo (1997), entre los diversos sentidos y usos de la noción de ciudadanía se
encuentra el de ciudadanía económica. Pues precisamente de ese aspecto es del
que queremos tratar en este contexto y, además, aplicado a los inmigrantes.
En primer lugar, debemos preguntarnos si se puede hablar con pleno sentido
de ciudadanía económica y qué significa realmente tal cosa, qué tipo de noción es
ese híbrido. Y, en segundo lugar, pensar la ciudadanía económica en la situación
concreta de los inmigrantes.
Normalmente la ciudadanía se entiende como una noción ético-política, y por
eso a mucha gente le extraña de entrada que se hable de ciudadanía económica.
Se suele dar por sentado que es imposible combinar la ciudadanía (las exigen-
cias etico-políticas) con el ámbito económico, de tal manera que muchas veces
se interpreta la situación actual expresando la convicción de que lo económico
ha vencido a lo político; lo cual lleva implícito, al parecer, el supuesto siguiente:
el de que lo político de por sí es bueno y lo malo es lo económico. Este supuesto
implícito opera en el consciente o en el inconsciente individual y colectivo de una
época determinada (¡en su imaginario!), funcionando como canon axiológico a
la hora de ordenar nuestros espacios de interpretación de la realidad social. Pero,
entonces, ¿qué sentido tendría hablar de ciudadanía económica? Más bien habría
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

que evitar contaminarse de lo económico, porque, si lo económico fuera por natu-


raleza malo, la ciudadanía no tendría que incluirlo, sino evitar tal peligro.
Nos vemos forzados a aclarar qué significa ciudadanía económica y si ser ciuda-
dano ha de incluir, como en la exposición de Adela Cortina, un aspecto económico
o no. Es decir, si la ciudadanía además de ser legal, política, diferenciada, multicul-
tural, ha de ser también económica, o en este punto la cosa es más difícil, porque
como el aceite y el agua no se pueden mezclar, pues donde está lo económico, allí
está el peligro y el comienzo no precisamente de la salvación, sino de la perdición.
¿Es eso así? Será lo primero que hemos de aclarar.
Para ver si la ciudadanía económica ha sido algo imposible, voy a referirme, en
primer lugar, a dos momentos paradigmáticos en la historia, uno antiguo y otro
moderno, para luego entrar ya en el momento actual.
En el mundo antiguo, el ciudadano de la Grecia clásica no era antieconómico;
todo lo contrario, el zoonpolitikón era oiconómico. El libre, el ciudadano libre, era el
señor del oikós (de la casa) y oikonomía viene de ahí, el nómos del oikós, la adminis-
tración de la casa, eso era la economía; luego el ciudadano libre era económico. E
igual que se estudia un modelo clásico –el aristotélico– de la ciudadanía política,
al que ahora muchos regresan por lo menos para inspirarse, también en nuestro
tema hay quienes recuerdan que en los orígenes estaba unido lo económico y lo
político, porque la economía era una expresión de la vida de la polis en el nivel del
oikós, que era la pieza básica de la comunidad político-económica.
Ya que esta referencia antigua es muy difícil de revivir ahora en la compleja vida
moderna y, en particular, en la jungla global en la que estamos y en el contexto de
la inmigración actual, conviene plantear la cuestión desde la perspectiva de la eco-
nomía moderna, que se ha ido configurado cada vez más como una crematística,
en el sentido de la terminología clásica, como es la aristotélica (Aristóteles,Política,
Libro I). Pues, según Aristóteles, hay que distinguir la economía en el sentido de
aquella actividad que intenta satisfacer las necesidades básicas (que siempre son
limitadas) de la crematística en su sentido estricto, que es el arte de conseguir la
mayor riqueza, lo cual en la perspectiva aristotélica es antinatural, por lo que es la
expresión más antinatural el intentar sacar dinero del dinero. De ahí que la con-
cepción tradicional se haya opuesto a la usura, a sacar beneficio del dinero, porque
eso era antinatural. Claro está que para eso hay que tener una idea específica de la
naturaleza y de la comunidad, que en virtud del proceso de la modernidad ha des-

154
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

aparecido o por lo menos ya no goza de vigencia, ni relevancia en el ordenamiento


social y económico moderno (Conill, 2004).
El segundo momento paradigmático en la historia al que quería referirme es el
que corresponde a las características de la ciudadanía moderna en la sociedad comer-
cial. Porque tampoco al ciudadano moderno le es imposible la vinculación con lo
económico, como puede apreciarse en la reflexión de otro clásico de la economía,
Adam Smith, el clásico moderno por antonomasia, para quien tampoco estaban
desligadas la ciudadanía económica y la ciudadanía ético-política. Adam Smith
–hay que repetirlo una y otra vez– era profesor de filosofía moral y a partir de la
filosofía moral, que era la matriz de las posteriormente llamadas ciencias sociales
o ciencias humanas, contribuyó al pensamiento económico. Esta radicación le
imprimió un sentido, un “para qué”, a la actividad económica en su concepción
de la economía. Su auténtico sentido era estar al servicio de la libertad de los ciu-
dadanos y de su prosperidad; ésa fue la marca de origen de la economía moderna,
que nació ligada intrínsecamente al espacio de la libertad. Desde luego, un modo
de entender la libertad diferente de como la podían entender los antiguos. ¿Cuáles
eran las características de esta libertad del ciudadano económico moderno?
Pues fundamentalmente podemos hablar de las dos características siguientes: 1) el
primer motor del ciudadano ya no es el sentido comunitario, que ha desaparecido,
porque la ficción de que se parte es la de que primordialmente hay individuos,
pero no hay comunidad, en sentido estricto, lo primordial no es la comunidad,
sino el individuo (el átomo social), y 2) del individuo, lo importante son los inte-
reses, ni las pasiones ni la razón pura. Para comprender este aspecto es recomen-
dable la obra de Hirschman, Las pasiones y los intereses (1978).
La característica moderna es la primacía del individuo, pero un individuo
movido por sus intereses; lo que nos media, lo que nos une, no es el sentido de
comunidad, sino nuestros intereses. Esto supone un cambio fundamental en el
ordenamiento de la convivencia política y económica.
Desde esta perspectiva, la autonomía, el ejercicio de la libertad natural (dentro
del sistema natural), está en que yo exprese mis intereses, los demás expresen los
suyos y, entonces, juguemos (¡reciproquemos!) y coordinemos los diversos inte-
reses mediante el intercambio y los contratos. Así es como se pone en juego la
ciudadanía económica moderna, que no está desligada de la libertad, sino que ha
cambiado el sentido de la libertad y la noción de ciudadanía que cada vez más se

155
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

entenderá en perspectiva contractual. Según los modernos (y nos creemos por lo


general muy modernos), la libertad consiste en hacer cada uno lo que quiere, lo que
le interesa, lo que le da la gana –si puede– y cuando se le ponen límites al indi-
viduo no le gusta, pues cada uno, cada “yo” quiere ser autónomo, regirse por sus
propios intereses, sin interferencias. Ése es el juego que introduce la economía
moderna, que –entrelazado con elementos de la ciudadanía tradicional– da como
resultado una nueva figura de la libertad de los ciudadanos en el ámbito político-
económico moderno.
El resultado institucional de la coordinación de ese espacio de libertad es lo
que llamamos el mercado moderno, que es un sistema de coordinación y de comu-
nicación. Saber lo que te interesa y que tú sepas lo que me interesa; entonces
nos comunicamos, nos entendemos, reciprocamos, y nos coordinamos mediante
las diversas formas del contrato. Ésta es la vertiente positiva del mercado y del
contrato (la de ser una figura de la libertad), aunque luego se ha visto que tiene
también sus límites e inconvenientes. Pero aquí, en el contexto smithiano, opera
y predomina el supuesto de una armonía preestablecida en el fondo. Ésta es la
primera versión de la ciudadanía económica moderna, que tiene un presupuesto
metafísico, leibniziano (podríamos decir), que es lo que se expresó en la metá-
fora de la “mano invisible” y que otros han expresado mediante otras fórmulas,
como la “insociable sociabilidad” (Kant), la “astucia de la razón” (Hegel), la
“dialéctica de la historia” y sus leyes (Marx).
En esta primera versión de la ciudadanía económica se presupone una armonía
de fondo. En otras versiones, por ejemplo en la de Marx, el trasfondo de la realidad
social se ha interpretado no como armonía, sino que –a partir de otros supuestos
metafísicos– se ha interpretado como un conflicto radical e irresoluble en las con-
diciones actuales, que sólo podrá resolverse a través de un dinamismo conflictivo
regido por las leyes de la historia. Así pues, hay otros modos de interpretar esta
realidad de fondo, como es la versión conflictiva, que ha recurrido incluso a la
violencia.
Pero también ha habido una tercera interpretación, además de las que afir-
maban la armonía o el conflicto irresoluble de fondo, y que es la que ha prevale-
cido en la segunda parte del siglo XX, aunque su inspiración proviene de antes.
En esta tercera concepción se plasma la pugna entre liberalismo y socialismo, ha

156
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

permitido hablar de socialismo liberal y liberalismo social, además de que ha aca-


bado en los consensos social-demócratas.
Éste es el marco de referencia para entender dónde estamos, porque en virtud
de esta tercera perspectiva, hemos entrado en un proceso de transformaciones y de
concertación, de pugnas, rivalidades, intereses contrapuestos, pero no de manera
irreconciliable, sino con la confianza de que podemos reconciliarnos poco a poco,
transformando, modificando y compaginando los intereses contrapuestos. Ése es
el supuesto, la nueva creencia frente a la de la armonía y frente a la del irresoluble
conflicto, la creencia implícita de que el conflicto es parcial y resoluble en cierta
medida, que aun manteniendo los diversos intereses, podemos ir entendiéndonos
poco a poco en un largo proceso.
Es en este marco histórico que se puede entender por un lado el sentido de la
ciudadanía económica y por otro, que tanto desde la perspectiva antigua como
desde la moderna ha habido una coordinación de lo que es la ciudadanía con lo
que es lo económico. Porque lo económico moderno también entroncaba perfec-
tamente con el sistema de la libertad, y hasta en la interpretación más conflictiva,
como la de Marx, lo que se pensaba es que a través de un determinado proceso
histórico se pasaría del reino de la necesidad (dentro de un modo de interpretar
la economía) al reino de la libertad. Era necesario un proceso revolucionario para
resolver ese conflicto, que aun en ciertas condiciones era irresoluble.

Instituciones económicas modernas

Para aclarar las características de la libertad como autonomía en la época moderna,


a continuación aludiremos a dos aspectos de la ciudadanía, uno institucional y otro
dimensional. En primer lugar, hay que indicar cómo se vive la autonomía y la perte-
nencia –los dos principales rasgos de la ciudadanía– (Cortina, 1997) en las institu-
ciones económicas modernas. ¿Cuáles son esas instituciones económicas en las
que se ha de vivir la ciudadanía, incluso en la versión posible de los inmigrantes?
(Rodríguez, 2006, pp.93-94) y ¿qué peculiaridades tiene tal ejercicio de la ciuda-
danía económica en su caso?
Existe una queja generalizada de que faltan estudios específicos sobre estos
asuntos (Solé, 2002; Serrano, 2009). Si recurrimos al padrón, en enero de 2008
un total de 5’220,000 extranjeros residía en España (De la Rica, 2009). Esta cifra

157
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

representa el 11% de la población total del país. Por otra parte, el número de
nacidos en el extranjero que vive en España creció a lo largo de doce años (1996-
2007) de un 1% hasta 10% aproximadamente, según el Instituto Nacional de Esta-
dística.
Algunos factores que han guiado o impulsado esta tendencia son: 1) la instau-
ración de la democracia, 2) el rápido crecimiento económico impulsado por la
incorporación en 1986 de España al Mercado Común Europeo, 3) la laxa aplica-
ción de las leyes de inmigración, 4) los estrechos lazos culturales y lingüísticos con
América Latina (aunque España es destino preferente también de inmigrantes
africanos, sobre todo de Marruecos), y 6) la ampliación de la Unión Europea de
quince a veinticinco integrantes en 2004 y a veintisiete en 2007; ello ha contri-
buido con un importante aumento de los inmigrantes de los doce nuevos países
llamados neocomunitarios.
Pero lo decisivo es que estos flujos migratorios han tenido un significativo
impacto en el mercado laboral español y en las otras instituciones socioeconómicas
encargadas de desarrollar las políticas de protección social. Porque la inmigración en
España ha sido principalmente económica y ha influido positivamente en el
crecimiento del producto interno bruto (PIB) entre 1995 y 2007, a pesar de que no
haya contribuido a mejorar la productividad (Lacuesta y Puente, 2009, pp.25-48).
Veamos pues, esas instituciones económicas modernas en las que ejercen su pecu-
liar ciudadanía económica los inmigrantes, junto con todos los demás ciudadanos:

1) El mercado: es el sistema de coordinación de las pretensiones y preferencias en el


orden de la producción y del consumo. Es una institución en la que se plasma
una figura de la libertad y que sirve para reciprocar y entendernos. Aunque
habría que hablar de los diversos tipos de mercados, porque por ejemplo, no es
lo mismo el mercado de trabajo que el de otras “mercancías”. Porque el trabajo
puede entenderse como mercancía, pero no solamente, y de ahí la necesidad
de involucrar otras instituciones.
2) La empresa: la iniciativa empresarial, la creación de empresas, no es lo mismo
que el mercado –por mucho que se haya hablado del cliente interno. El cliente
interno pertenece a la empresa y ha podido surgir porque ha aparecido el pecu-
liar oasis de la empresa en el mercado. Por tanto, la empresa económica es otra

158
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

institución, que ha llegado a comprenderse a sí misma como ciudadana y hasta


como agente de la integración de los inmigrantes (Conill y Luetge, 2007).
3) El Estado: en un principio, el Estado moderno no era un agente económico de
tanta importancia, pero se ha transformado en uno de enorme peso y, cuando
hay que hacer un análisis de las instituciones económicas modernas y contem-
poráneas, se debe que introducir al Estado, puesto que en muchos momentos
ha manejado más del 50% del PIB. Es muy significativo que un agente maneje
tal cantidad de recursos y no sólo cuantitativa, sino también cualitativamente,
porque esto implica que las funciones del Estado han cambiado. Antes por
ejemplo, el Estado no era responsable del crecimiento económico; ahora los
ministros de economía se sienten forzados a mostrar que están contribuyendo
con sus políticas al crecimiento económico y se presentan como responsables
de la marcha de la economía. Esto no ha sido siempre así, pero las transforma-
ciones funcionales del Estado lo han convertido en una institución político-
económica.
4) Organismos internacionales político-económicos: son los ciudadanos los que deciden
“oficialmente” que los políticos decidan, a su vez, quién los representa y quiénes
van a ocupar los puestos en esos organismos; por lo tanto, las decisiones que
se toman en esos organismos tienen un carácter político-económico y no pura-
mente económico.

A estas cuatro instituciones habría que añadir todavía alguna otra como la opinión
pública, que se expresa a través de los cada vez más influyentes medios de comu-
nicación, y que a su vez, son empresas cada vez más multimedia y mundializadas.
En todas estas instituciones económicas es donde se lleva a cabo nuestra auto-
nomía y pertenencia; es decir, los principales aspectos de la ciudadanía moderna;
también la de los inmigrantes.

Caras de la ciudadanía económica

El siguiente aspecto de la ciudadanía económica moderna que quisiera resaltar,


tras el institucional, es el dimensional. ¿Cuáles son las caras de la ciudadanía eco-
nómica? ¿dónde se vive o se palpa esta ciudadanía económica que ha de ponerse

159
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

en juego a través de las diversas instituciones que acabamos de enumerar e incluso


de algunas otras?
A mi juicio, la autonomía que caracteriza a la ciudadanía se muestra, al menos,
en cinco caras o facetas, cuya breve consideración nos permitirá detectar cómo se
vive esa –siempre relativa– autonomía en el espacio económico moderno, también
por parte de los inmigrantes.
La primera dimensión en la que se muestra la autonomía y la pertenencia desde
el punto de vista de la ciudadanía económica, es la producción de bienes. Somos
productores de bienes y servicios. Lo cual vale también para los inmigrantes. La
ciudadanía se muestra en nuestra capacidad productiva, nuestro trabajo, nuestro
ocio, nuestro paro, porque la economía trata de la riqueza y de la pobreza (Mar-
tínez Navarro, 2002, pp.17-23). El reverso de la riqueza es la pobreza y, aunque
se hayan hecho menos tratados sobre la pobreza que sobre riqueza,la pobreza
siempre ha sido la otra cara (Conill, 2009, pp.151-169). Hay diversas situaciones
en que se vive la pobreza o la situación de mayor indigencia; una de ellas es la que
genera algunas formas de inmigración. Por ejemplo, la de los que buscan trabajo
y nuevas oportunidades de vida.
Conviene no perder de vista aquí lo que se quiere resaltar: la vinculación de la ciu-
dadanía al mundo del trabajo. En esta perspectiva, la ciudadanía se realiza a través del
trabajo. Sin embargo, en los últimos tiempos han surgido nuevas iniciativas, como la
propuesta de un ingreso básico universal de ciudadanía (Van Parijs, 1996; Raventós,
1999; Pinilla, 2004, 2006), independiente del trabajo. Es decir, por el hecho mismo
de ser ciudadano. Si esta iniciativa ha tenido dificultades para ser aceptada en lo
general, será todavía más difícil de aplicar en el caso de la inmigración. Así que el
primer camino para incorporarse a la ciudadanía en el caso de los inmigrantes sigue
siendo la vía económica-laboral. El trabajo es el cauce para poder entrar a ejercer
los posibles derechos de la ciudadanía. En la búsqueda del trabajo y su distribución
geográfica ha sido esencial la formación de redes de inmigrantes (Aparicio, 2004;
Herrera, 2008).
En segundo lugar, somos consumidores. Cuando consumimos, elegimos,
estamos ejerciendo nuestra pertenencia y nuestra autonomía. Incluso algunas de
las interpretaciones han insistido de modo exagerado en la “soberanía del consu-
midor”. En cualquier caso, se trata de un espacio decisivo de la ciudadanía econó-

160
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

mica (Cortina, 2002), también en el caso de los inmigrantes, para quienes se han
llegado a crear marcas propias que les resulten más atractivas. Esto constituye otra
forma de elegir y votar.
En tercer lugar, somos ahorradores o no ahorradores (gastadores). De acuerdo
con el momento y hasta la época, unas veces se ha estimulado el ahorro y otras el
gasto, incluso hasta gastar lo que no se tiene. Según los vaivenes de la actividad
económica, se estimula el gasto o el ahorro mediante una serie de incentivos en
una dirección u otra. Ahora bien, en cualquier caso, tanto el ahorro como el gasto
son expresiones básicas del ejercicio de la ciudadanía económica, en las que ni
gozamos de una soberanía absoluta, ni tampoco estamos sometidos a una coer-
ción imperiosa, sino que somos condicionados por las necesidades de vida y los
incentivos. Pero, sea como fuere, en este ámbito podemos desarrollar más o menos
–como siempre en la vida– la dimensión económica de la ciudadanía. Y es éste un
aspecto sumamente relevante en el caso de los inmigrantes, como muestra el fenó-
meno de las remesas (Informe Anual..., 2008, pp.60-76), que son el fruto del ahorro.
Las remesas constituyen un potente factor de desarrollo, por cuanto posibilitan
el ahorro, el consumo y la inversión. De hecho, hasta algunos medios de comu-
nicación recogieron la siguiente noticia: Se intensifica la batalla por el ahorro de
los inmigrantes. Por tanto, a mi juicio, en este ámbito todavía cabría promocionar
los posibles microcréditos específicos que constituyen una vía muy eficiente para
superar la exclusión financiera (Fuertes y Chowdhury, 2009, pp. 235-262).
En cuarto lugar, somos potenciales inversores y cada vez más. En efecto, se ha
hecho habitual recibir por cualquier medio de comunicación las más variopintas
invitaciones de las entidades financieras para que cada cual invierta aquello de
lo que disponga. Se ha extendido la promoción de la inversión mediante los más
variados reclamos de ganancia, desgravación, ventajas fiscales u ofertas y regalos.
Este impulso ha alcanzado a los pequeños inversores y a los inmigrantes. Lo impor-
tante en este campo de la inversión consiste en saber ejercer la autonomía en
relación con los propios ahorros para dedicarlos a la inversión. Hay que ser cons-
cientes de que los ahorradores son los potenciales inversores y que esa inversión es
un aspecto de la ciudadanía económica, en la medida en que puedes elegir entre
invertir o no y, en el caso de invertir, entre las diversas posibilidades de inversión.
Por ejemplo, invertir en los fondos convencionales o en fondos éticos, en fondos

161
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

solidarios, en economía social, en la banca ética, etc. También aquí podemos


ejercer cierta autonomía. De igual forma, los inmigrantes pueden ejercer esta
capacidad financiera a través del ahorro y de las remesas, cuyo movimiento puede
llegar a diversos destinos, ya sea de un nuevo ahorro, de gasto en necesidades pro-
pias o de la familia, o de inversión. En todas estas decisiones se está ejerciendo la
relativa autonomía, propia de la ciudadanía económica, a través de la voluntaria
disposición del ahorro en la posible inversión. En definitiva, a través de este ejer-
cicio se está respondiendo en la práctica a la dimensión de pertenencia propia de
la ciudadanía en versión económica, pues podríamos decir: dime dónde inviertes
y te diré a qué te sientes vinculado, es decir, qué te importa como ciudadano –y
seguramente también como persona.
En quinto lugar, la participación política. Antes hemos aludido al Estado
nacional como nuevo agente económico, pero lo curioso es que la participación
política –hasta ahora al menos– no se ha fijado apenas en las cuestiones de la
ciudadanía económica. Ni siquiera en las campañas electorales se habla entre
los asuntos prioritarios de la pobreza o de cosas semejantes, de problemas sociales
graves. El lugar que ocupan realmente en las agendas políticas e incluso en las cam-
pañas electorales es muy secundario. De palabra, hay declaraciones en favor de la
solidaridad con los pobres de otras partes, algunos de los cuales se han visto for-
zados a emigrar y forman parte de los contingentes de la actual inmigración, pero
no suelen ocupar un lugar destacado –ni menos prioritario– en los programas elec-
torales temas tales como: la promoción del desarrollo humano y la justicia global,
la erradicación de la pobreza y de las situaciones que fuerzan a tantas personas a
tener que emigrar en busca de trabajo y de un mejor horizonte de vida.
Si de verdad se pensara que se trata de un asunto prioritario, debería ocupar
también un lugar destacado en las campañas electorales y también en las preocu-
paciones de los propios inmigrantes, que no deberían olvidar su propio origen,
pues son ellos los que podrían recordar con más insistencia la necesidad de actuar
en los programas internacionales del desarrollo humano (Materiales del VIII Con-
greso, 2009). Sería otro aspecto que podría cultivarse, y hasta organizarse, en la
ciudadanía económica a partir de los propios inmigrantes.
Si todos los ciudadanos fueran realmente sensibles a ese problema tan acu-
ciante, impulsarían con su participación política un cambio de dirección en la
agenda política de sus presuntos representantes. O al menos podría intentarse.

162
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA Y EL CIUDADANO COMO AGENTE

La autonomía y la pertenencia ciudadanas pueden expresarse en esta vertiente


de la ciudadanía económica a través del control “democrático” de los sedicentes
representantes políticos. Y también esto vale –y mucho– para los inmigrantes, que
cada vez tienen más peso en el ejercicio de su peculiar ciudadanía (en el sentido
ampliado que venimos exponiendo).
Los dos aspectos tratados hasta ahora (el de las instituciones económicas
modernas y el de las caras de la ciudadanía económica) entrelazados, pueden
servir de hilo conductor para entender mejor la potencia ciudadana de los inmi-
grantes. Porque las diversas caras o dimensiones de la ciudadanía económica se
actualizan a través de las diversas instituciones modernas. Éstos son los espacios en
los que se realiza lo que significa ser ciudadano en este momento histórico, tam-
bién en el caso de los inmigrantes.

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

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164
VIDEOACTIVISMO Y CONTRAINFORMACIÓN
EN MÉXICO: EL CASO DE LA PRODUCTORA
CANAL 6 DE JULIO

Diego Zavala Scherer

La forma documental y el activismo en el México contemporáneo

Esta primera parte, el ensayo pretende dar cuenta de una confluencia de tres ele-
mentos que son fundamentales para la creación de historias en cualquier sociedad:
1) una necesidad, 2) una tecnología vinculada a la necesidad y 3) una forma narra-
tiva que, usando dicha tecnología, intente satisfacer la necesidad social (Altman,
1999).
En este caso, la necesidad social es la búsqueda del cambio democrático mexi-
cano iniciado en 1988, surgida de una elección disputada y fraudulenta que dio
por ganador a Carlos Salinas de Gortari. La tecnología vinculada a esta necesidad
fue, sin duda alguna, el video. La forma narrativa propuesta fue el documental de
corte político, emprendido por Carlos Mendoza y un equipo de colaboradores, que
darían lugar a la productora Canal 6 de julio. El nombre es el recordatorio perma-
nente de ese día de 1988 en el que la televisión mintió al anunciar como triunfador
a Salinas de Gortari.

La historia antes de la historia

Se puede decir que el trabajo de Mendoza hace eco de una larga tradición en
Latinoamérica, como es el documental de corte social. El compromiso reflexivo de
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

este tipo de trabajos está presente en grupos como Cine Liberación, el Tercer Cine,
el Cine de la Base, el Cinema Novo brasileño y el Cine Revolucionario cubano.
Nombres como el de Octavio Getino, Raymundo Gleyzer, Pino Solanas y Santiago
Álvarez pueden ser evocados a través de estos esfuerzos por hacer del cine una
herramienta antiimperialista, una forma de liberar al pueblo oprimido; necesidad
social que encontró en el documental cinematográfico su vehículo de expresión
para el momento sociohistórico en el que surgieron.
En otros países y bajo otros contextos también ha existido la necesidad de
vincular al cine con su dimensión política, lo que lo volvió un mecanismo repre-
sentacional muy poderoso. Como bien lo señala Jean Louis Comolli:

Ante la acumulación de representaciones, el cine mostró que es la más política


de todas las artes, justamente porque en tanto arte de la puesta en escena,
sabe poner en evidencia las puestas en escena de los poderes dominantes, pin-
charlos como insectos, subrayarlos, desinflarlos y “deconstruirlos”; burlarlos,
si fuera necesario; hacerlos bascular del hiper-triunfo, a la derrota: seguir, de
Citizen Kane a Mr. Arkadin, cómo se despliega irónicamente el juego de lo lleno
y lo vacío, del poderío y de la caída –en una palabra el secreto del poder como
poder del secreto– (2007).

En algunos casos, como durante el Tercer Reich, o unido al proyecto soviético de


Lenin y Stalin, la forma fílmica se volvió propaganda. En otros, como en los movi-
mientos latinoamericanos y los movimientos marxistas europeos de la segunda mitad
del siglo XX, el cine era una forma de resistencia.
El reto que supone una lucha de este tipo en tiempos de la televisión, y ya no
del cine, es monumental. Ese es el escenario tecnológico-político en el que Canal
6 de julio inicia la batalla; que luego se extenderá al internet.

Resistencia social: contrainformación

Una de las manifestaciones de la posmodernidad en los países subdesarrollados,


del tercer mundo o en vías de desarrollo (como se prefiera llamarles) es la coli-
sión de culturas y épocas en un mismo tiempo y espacio debido a la desigualdad
social entre los diferentes estratos de la población. Prácticas paleolíticas pueden

166
VIDEOACTIVISMO Y CONTRAINFORMACIÓN EN MÉXICO: EL CASO DE LA PRODUCTORA CANAL 6 DE JULIO

convivir con el megacorporativismo sin problemas. Esta disparidad tiene eco en las
prácticas informativas y comunicativas, por lo que la participación ciudadana de
los mecanismos de producción mediática es casi nula.

Ya nadie ignora que los grandes medios de producción de comunicaciones


audiovisuales están ahora controlados, financieramente, por grupos banca-
rios, por conglomerados o empresas gigantes que aspiran a tener la misma
influencia que tuvieron los partidos políticos en el poder. Los grandes holdings
ya no se limitan a controlar un médium único o un simple sector de las industrias
culturales; poseen a la vez emisoras de televisión y fábricas de producción de
televisores; por otra parte, fabrican películas y series televisivas, o bien editan
discos, videocasetes, videodiscos, DVD y en la actualidad están tratando de apo-
derarse de Internet (Ramonet, 2000).

En México, el caso de la hegemonía televisiva es característico de la evolución de los


sistemas de control de la información, de igual forma que la permanencia del Par-
tido Revolucionario Institucional, por más de setenta años en el poder, determina
de forma particular el lento desarrollo de la vida democrática del país. Aunque no
se vivió un régimen militar totalitario como en otros países latinoamericanos, el
control y la censura eran, y siguen siendo, evidentes.
A pesar de estas características distintivas, la desigualdad social y de acceso a la
información son consonantes con las experiencias latinoamericanas, por lo que
es posible asociar el trabajo de Carlos Mendoza y de la productora Canal 6 de
julio con los esfuerzos del documental de la región, posterior a la Segunda Guerra
Mundial.

Today’s Latin American artists and activists continue to embrace documen-


tary as an instrument of cultural exploration, national definition, epistemolo-
gical inquiry, and social and political transformation. Documentary provides:
a source of “counterinformation” for those without access to the hegemonic
structures of world news and communications; a means of reconstructing histo-
rical events and challenging hegemonic and often elitist interpretations of the
past; a mode of eliciting, preserving and utilizing the testimony of individuals
and groups who would otherwise have no means of recording their experience;

167
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

an instrument for capturing cultural difference and exploring the complex


relationship of self to other within as well as between societies; and finally, a
means of consolidating cultural identifications, social cleavages, political belief
systems and ideological agendas (Burton, 1990, p.6).1

Es en este contexto de producción o tradición fílmica que se puede vincular el


trabajo de Mendoza al de otras formas documentales de la región en los últimos
treinta años. Él mismo utiliza el concepto de contrainformación para definir su tra-
bajo. La búsqueda es, claramente, establecer la desigualdad informativa en un país
como México, revelando las agendas ideológicas ocultas, las diferencias sociales y
recupera testimonios de individuos relacionados con la construcción política del
país en el presente, pero también en el pasado (ejemplar es el caso de su trabajo
sobre la matanza del 2 de octubre de 1968).
No es fácil adscribir del todo el esfuerzo de Canal 6 de julio a la tradición docu-
mentalista latinoamericana por lo cambiante y complejo del propio uso del modo
de representación como mecanismo social y político en la región. Si Carlos Men-
doza hubiera comenzado a trabajar en los años cincuenta o sesenta sería mucho
más sencillo vincular las temáticas, las formas de producción y la función social de
sus documentales al uso generalizado que tenía el cine de no-ficción en la región.
Pero el propio modo de representación documental ha cambiado, incluso se ha
alejado de esta función social que la caracterizaba. Lo podemos ver en las formas
en que los teóricos lo abordan como objeto de estudio; sólo por poner un par
de ejemplos presento fragmentos de los textos de María Luisa Ortega y de Paulo
Antonio Paranaguá:

1. Ofrezco la traducción de los fragmentos en inglés (la traducción es mía): Los artistas y activistas con-
temporáneos de Latinoamérica siguen apropiándose del documental como un instrumento de explora-
ción cultural, de definición de la identidad nacional, de cuestionamiento epistemológico y de transformación
social y política. El documental provee una fuente de “contrainformación” para aquéllos sin acceso a las
estructuras hegemónicas de la comunicación y las noticias mundiales; un medio para reconstruir eventos
históricos y poner en duda interpretaciones elitistas y hegemónicas del pasado; un modo de develar,
preservar y utilizar el testimonio de individuos y grupos que, de otro modo no tendrían forma de registrar
sus experiencias. Un instrumento para capturar la diferencia cultural y explorar la compleja relación de uno
con lo diverso, del mismo modo que sucede entre las sociedades; y, finalmente, un medio para consolidar
identificaciones culturales, divisiones sociales, sistemas de creencias políticas y agendas ideológicas.

168
VIDEOACTIVISMO Y CONTRAINFORMACIÓN EN MÉXICO: EL CASO DE LA PRODUCTORA CANAL 6 DE JULIO

Si el historiador del futuro tuviera que caracterizar con un solo rasgo al documental
de las últimas dos, casi tres, décadas, la irrupción de la primera persona como
elemento privilegiado de enunciación sin duda sería el más conspicuo y defini-
torio [...] Entre lo público y lo privado: identidad, familia y memoria / Nuevas
(y viejas) luchas, nuevos (y viejos) lenguajes: el documental político (Ortega,
2007).

Por su parte Paranaguá afirma:

Creo que hay una metamorfosis del documental en América Latina. Hay algo
nuevo que ha ocurrido en estos últimos años. Yo le he dado el título general de
desideologización del documental. Creo que el documental en América Latina
ha perdido una parte de sus características de fuerte compromiso político que ha
tenido en los años sesenta y setenta (2010).

El trabajo de Mendoza en los años ochenta, noventa y hasta el día de hoy con-
serva esta potencia ideológica y su compromiso político, trabaja con materiales
históricos y evita la entrada de la subjetividad como temática preponderante en su
narrativa. Se sigue tratando de lo mismo, de mostrar que los procesos de cambio,
modernización y democratización en México son proyectos inacabados, aletar-
gados o negados por las clases dirigentes y económicamente poderosas.
Mientras la tendencia se mueve hacia las formas subjetivas de la narración
documental, hacia la experimentación, el videoarte, el documental para museo
(como si de una pieza de arte contemporáneo se tratara), el trabajo de Mendoza y
sus colaboradores continúa con la reflexión sobre las miradas elitistas del pasado
y busca deconstruirlas, desestructurarlas. Labor nada simple si se piensa en las
condiciones que suele producir Canal 6 de julio.
Crear una memoria audiovisual del país en las últimas dos décadas es resultado
de un trabajo sistemático, hecho desde un sitio marginal de la representación de la
sociedad, opuesta a las visiones editorializadas, desde el Estado, y ofrecidas por las
televisoras. La cuestión es que es una producción documental íntimamente ligada
a estas formas del discurso de la sobriedad creadas desde sitios hegemónicos. El
trabajo de Mendoza es una confrontación constante a las formas de operar la
agenda de los medios, coludidos con el gobierno.

169
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Los documentales no son una visión simple de la realidad social del país,
intentan comentar, cuestionar y minar el trabajo de construcción de las represen-
taciones oficiales. Tiene un componente transgresor al tiempo que reinstaura la
posibilidad de abordar el pasado y el presente político desde otro punto de vista.
Por eso, a pesar de su aparente rol minoritario y marginal es muy potente.

Teflon sees hope, however, in the diffusion of low-end technologies, which des-
troy the barriers to entry erected by more corporate media.
Media piracy, then, is a high-stakes affair of global proportions, manufacturing
sanctuaries from the privatization of public culture by democratizing the means
of production, now refashioned as a mode of information and image making.
It is not the same thing as postmodernism, although they share some formal
strategies. If postmodernist documentary appropriates images for deconstruc-
tion, pirate media appropriate both images and technologies, infiltrating old
spaces and producing new spaces, consuming and producing, deconstructing
and reconstructing. It moves between history and the future in a double move,
as exemplified by pirate radio broadcasts (Zimmermann, 2000, p.157).2

A pesar de la fuerte connotación de ilegalidad en el término piratería mediática,


no es el caso del trabajo de Carlos Mendoza. La apropiación tecnológica, de los
temas e imágenes producidas por los propios medios hegemónicos (pienso fun-
damentalmente los archivos televisivos, o las imágenes de la matanza de Tlate-
lolco) no escapan nunca el marco legal y justo por ello son tan revulsivas. Juega
con sus mismas reglas, con sus mismas herramientas, con sus mismas representa-
ciones, ahí está la potencia simbólica y política del trabajo.

2. Teflon ve, de cualquier modo, esperanza en la difusión de tecnologías de bajo coste, pues destruye
las barreras erigidas para obstaculizar la entrada a los medios corporativos. La piratería mediática es un
asunto riesgoso de proporciones globales, crea santuarios en los que evita la privatización de la cultura
popular al democratizar los medios de producción, ahora reconstituidos como modos de información
y creación de imágenes. La piratería mediática no es lo mismo que el posmodernismo, a pesar de que
comparten ciertas estrategias formales. Si el documental posmoderno se apropia de imágenes para su
deconstrucción, la piratería mediática se apropia de imágenes y tecnología por igual, infiltra viejos espa-
cios y produce unos nuevos; consume y produce, deconstruye y reconstruye. Se mueve entre la historia y
el futuro en un doble movimiento como lo hiciera ejemplarmente la transmisión de radios pirata.

170
VIDEOACTIVISMO Y CONTRAINFORMACIÓN EN MÉXICO: EL CASO DE LA PRODUCTORA CANAL 6 DE JULIO

La otra categoría que aparece en la cita anterior de Patricia Zimmermann y que


retomo para analizar el trabajo de Carlos Mendoza es la del espacio. Pienso que esta
creación de sitios para el contacto de experiencias de la sociedad civil, esta repre-
sentación de lugares olvidados por la historia oficial, esta recuperación audiovisual
de pueblos y ciudades es una constante en su trabajo. No es simplemente utilizar el
espacio como telón de fondo de los eventos, o como la ubicación geográfica–sim-
bólica, incluso– donde se lleva a cabo una grabación, una entrevista, un registro;
es un elemento articulador del discurso.
El documental hace referencias explícitas a la geografía (sitúa el problema y
lo delimita), establece ubicaciones, marcas distintivas, incluso desplazamientos.
Es como una cartografía donde se establecen las tensiones, los vectores, los movi-
mientos de los actores sociales, los individuos y las instituciones. Es una forma de
materialización audiovisual que permite crear sentido al tiempo que se constituye
en una forma de representación audiovisual de la sociedad civil, de los problemas
del pueblo mexicano dentro de un territorio específico.
Incluso este planteamiento teórico nos puede ayudar a resolver la insistencia de
Mendoza en la construcción de documental ideológico en un momento de prolife-
ración de la mirada subjetiva en el modo de representación. Podemos evolucionar
del concepto de espacio hacia otras categorías, como las presentes en el trabajo de
Frederick Jameson. Me refiero a la estética geopolítica y la cartografía cognitiva:

La cartografía cognitiva es la categoría jamesoniana menos articulada, pero


también la más importante. Importante porque es la psicología que le falta al
inconsciente político, el límite político del análisis histórico de la posmoder-
nidad y la justificación metodológica de la tarea de Jameson. El término está
tomado de The Image of the City (MIT Press, 1960) del geógrafo Kevin Lynch,
quien lo utiliza para describir cómo dan sentido las personas a sus entornos
urbanos. En efecto, funciona como una intersección de lo personal y lo social
que capacita a las personas para desenvolverse en los espacios urbanos que atra-
viesan. Para Jameson, la cartografía cognitiva es un modo de comprender cómo
la representación que posee un individuo de su mundo social puede eludir la
crítica tradicional de la representación a causa del hecho de que la cartografía
está íntimamente relacionada con la práctica, en concreto con una gestión indi-
vidual satisfactoria del espacio urbano. En este sentido la cartografía cognitiva

171
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

es una metáfora de los procesos del inconsciente político. No obstante es tam-


bién el modelo de cómo podríamos empezar a articular lo local y lo global.
Ofrece un modo de relacionar lo más íntimamente local –nuestra trayectoria
particular a través del mundo– con lo más global –las características básicas de
nuestro planeta político– (Jameson, 1995).

Esta doble articulación de lo local y lo global es lo que vuelve significativo cada


testimonio recogido por la cámara y el micrófono de Mendoza, porque hace refe-
rencia a un esquema político nacional construido con herramientas y tecnolo-
gías de carácter global. El uso insistente de los espacios es sólo para reflejar el
verdadero centro del trabajo crítico presente en estos documentales: las comuni-
dades y grupos omitidos de la opinión pública y que forman parte de la sociedad
civil mexicana. La máxima de Jameson aplicada a pies juntillas para el trabajo de
Mendoza: “La representatividad es la condición histórica fundamental de las con-
diciones de posibilidad de la representación” (Jameson, 1995).
Tlatelolco, Acteal, San Luis Potosí, La Petatera, Aguascalientes, Chiapas,
Zimapan, todos son espacios explorados por la obra de Carlos Mendoza. Aparecen
desde los títulos de los trabajos y muestran esta vocación de buscar el entrecruza-
miento de las visiones individuales de algunos de los actores sociales, con una pro-
blemática de repercusiones mayores. Lo local articulado con lo global, la historia
y el relato personal, las herramientas de la hegemonía (como el video y el archivo
televisivo) al servicio del sujeto omitido de la representación oficial. Estas deci-
siones formales tienen implicaciones estructurales, tecnológicas y de construcción
de memoria.

No sólo el espacio, también el tiempo

La narrativa audiovisual, incluso la documental –a pesar de ser considerada como


una forma argumentativa por muchos autores, lo que dificultaría su construcción
secuencial– descansa en la articulación del tiempo y el espacio para crear la rea-
lidad fílmica o representar el mundo posible de la narración. Una vez revisado el
modo de construir sentido a través del espacio en el trabajo de Carlos Mendoza,
considero pertinente pasar a la categoría del tiempo, donde se puede revelar más
fácilmente el proyecto ideológico de Canal 6 de julio. Y, una vez más, aparece

172
VIDEOACTIVISMO Y CONTRAINFORMACIÓN EN MÉXICO: EL CASO DE LA PRODUCTORA CANAL 6 DE JULIO

plasmado en los nombres, la productora es un recordatorio de la fecha del fraude


electoral priísta. Lo que nació como un reclamo sobre un evento de la vida política
del país en un momento específico ha ido ganando solidez y profundidad con el
paso de los años. Más de dos décadas han pasado desde entonces y este momento
fundacional de uno de los capítulos importantes de la producción documental de
México se va convirtiendo en una memoria sociopolítica alternativa a la versión
oficial.
El pasado de la sociedad civil, tantas veces negado, puede ser restituido, al fin,
representado; el pasado narrado por los grupos de poder es puesto a prueba, cues-
tionado. El presente en pie de lucha, el futuro como proyecto nacional coherente,
igualitario. Para ello, el uso del archivo es fundamental, igual que la creación de
memoria audiovisual sobre los nuevos conflictos. La actualidad es atendida al
tiempo que se revisa la historia, nuestro pasado reciente tan vinculado al proyecto
de nación moderna latinoamericana.
Tal vez el mejor ejemplo de reivindicación del pasado nacional y el respeto de
Mendoza por las imágenes de nuestra historia son los tres documentales sobre
la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968: Operación Galeana (2000), Tla-
telolco: las claves de la masacre (2003) y 1968: la conexión americana. Al inicio del
segundo documental, estrenado en 2003 explica que el documental es un trabajo
en progreso, que recoge las hipótesis de la primera obra y corrige algunos errores.
Esta noción de obra abierta en el documental histórico le da una gran potencia
reflexiva y crítica.
Además, en Las claves de la masacre incluye un componente casi siempre obviado
de las recuperaciones de material de archivo y que, por lo mismo, rara vez se
menciona en las teorías o análisis de trabajos documentales; me refiero al uso de
audios originales de ambiente. Mendoza pone una nota aclaratoria donde explica
que los audios son registros reales hechos en la Plaza de las Tres Culturas el día
de la matanza. No es un diálogo o una entrevista, ni siquiera es un audio de gritos
durante una huelga; es sólo la representación auditiva del espacio de la concentra-
ción estudiantil que, posteriormente dará paso a los balazos y los gritos. Esta recu-
peración de la dimensión sonora muestra el interés del realizador de evocar con
precisión el tiempo y el espacio en el que ocurrió este trágico evento, que marcó
tan profundamente a uno de los primeros movimientos civiles de la democracia
mexicana.

173
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Por si esto no fuera suficiente, la crónica detallada, minuto a minuto de los


hechos sucedidos en Tlatelolco muestra este rigor en el tratamiento del tiempo
como componente cinematográfico. El tiempo cinematográfico no es utilizado,
en este documental en particular, como un elemento dramático, su interés cen-
tral no es crear tensión emocional. Los hechos narrados son de dominio público,
la duración del documental es para explicar, puntualizar, matizar, revelar com-
ponentes, acciones concretas de los actores sociales y políticos. El tiempo en Las
claves de la masacre sirve para relatar lo sucedido y explorar el material de archivo
desde otra perspectiva y a la luz de los nuevos documentos aparecidos sobre los
hechos vinculados al movimiento estudiantil y su extinción a manos del gobierno
(cfr. Scherer y Monsiváis, 1999; Mendoza, 2004).
Pero al margen del rigor en el tratamiento temporal en cada uno de los docu-
mentales de Carlos Mendoza, el momento en que revela toda su potencia es cuando
se establece su labor como una obra única. Pensar que lleva más de veinte años
reflexionando sobre el devenir político de este país y siempre confrontando a las
visiones simplistas, oficialistas es lo que muestra su fertilidad como representación
alternativa de la historia, como memoria social.

Y al final, está la voz

El último componente formal al que haré referencia es a la importancia de la voz


en el trabajo de Carlos Mendoza y de los colaboradores de Canal 6 de julio. La
construcción audiovisual del trabajo documental de estos realizadores agrupados
en la productora es bastante sobria; está mucho más cerca del documental como
testimonio y memoria que como narración audiovisual. No hay prácticamente uso
de elementos estilísticos, la presentación es discursiva y austera. Ciertamente se
aleja del documental preciosista, de las experimentaciones vanguardistas, del
videoarte y de todas las formas de la representación vinculadas a la exploración
audiovisual. No hay estilización, ni abstracción, no se usan metáforas o licencias
literarias. Se elabora con materiales de la historia y la memoria, la postura sigue el
canon del discurso de la sobriedad (Nichols, 1996).
Lo significativo proviene de la gran cantidad de voces de personajes excluidos
de los registros representacionales de la historia oficial. La represión y la censura
vuelven muy significativo el carácter discursivo y testimonial del trabajo de Men-

174
VIDEOACTIVISMO Y CONTRAINFORMACIÓN EN MÉXICO: EL CASO DE LA PRODUCTORA CANAL 6 DE JULIO

doza y sus colaboradores. Interesa la diversidad de puntos de vista de los actores


sociales, de los representantes de esa sociedad civil democrática apenas emergente.
El peso de la palabra encuentra su complemento en las imágenes de registro de
la problemática abordada. Rara vez el personaje es descontextualizado, arrancado
de su situación social e histórica; aunque la entrevista se haga en un espacio neutro,
el archivo sirve de soporte audiovisual a la experiencia vital del entrevistado. Esta
forma clásica, aparentemente descriptiva, deriva, a través de la confrontación con
historias oficiales en forma reflexiva, profundamente vinculada a la conciencia y,
en último caso, en comentario irónico sobre los mecanismos representacionales
de los medios utilizados desde el poder.
De los testimonios poderosos de Digna Ochoa, por ejemplo, pasamos a
piezas como Democracia para imbéciles (2005), o Como haiga sido (2010), en los
que el comentario de la voz en off abandona el terreno informativo y neutro para
volverse verdadero contrapunto de la situación expuesta. Imagen y sonidos se
vuelven materia prima para la parodia, la caricatura y la crítica al verse comple-
tados por la voz del narrador. El tono parece mantenerse en los lineamientos del
discurso de la sobriedad, sólo por momentos, para luego proponer nuevas líneas
de discusión, vacíos en el argumento o completar un fragmento histórico obviado
por los medios oficiales. Ése es el corazón de la propuesta de realización de Carlos
Mendoza.

También escribiendo se hace cine

La última pieza en el trabajo documental, parte importantísima de la activación


social, es la publicación de textos referentes a la tradición y al modo de representa-
ción del cine de no-ficción. Tres son los títulos que podemos citar como su apor-
tación a la teoría y reflexión del objeto de estudio: 1) El ojo con memoria, Apuntes
para un método de cine documental (1999), 2) La invención de la verdad, nueve ensayos
sobre cine documental (2008) y 3) El guión para cine documental (2010). También ha
editado números especiales en revistas, escrito capítulos de libros, ha dado cursos
y charlas en México y el extranjero, ha sido profesor de Documental en el Centro
Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) desde 1986 y recientemente editó un libro sobre los
veinte años de Canal 6 de julio.

175
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Este esfuerzo por sistematizar un método de producción y una postura ética de


producción de la memoria histórica contemporánea de México, junto con la for-
mación de nuevos cineastas y documentalistas en la Universidad Nacional, son los
elementos que terminan por completar el perfil de un realizador comprometido a
uno de los esfuerzos más necesarios dentro de América Latina: la democratización
de los medios de comunicación.

Entrevista con Carlos Mendoza

DZ: ¿Cuál sería el curso o la tradición del documental en México o si pudiéramos hablar de
América Latina? ¿tú sientes que hay aquí algún filo temático o cultural?
CM: Yo creo que hay una especie de conexión histórica del documental latinoa-
mericano con las ciencias sociales y me parece que es, como te decía, regional la
historia del documental y el desarrollo de México en el documental.
Pienso que en México responde a una piedra angular como es el trabajo de
Salvador Toscano. Me parece que es mucho más fuerte esa tradición que otras
en el ámbito del documental mexicano sin descalificar las otras. Me parece que
deben de convivir, pero en la historia del documental mexicano sí está presente
esa historia desde Gabriel Veyre que viene enviado por los Lumière, a hacer el
negocio del cinematógrafo, hasta Eduardo López Areche. Luego hay un periodo
muy oscuro, inducido. Nos echaron al foso de los cocodrilos unos años porque el
documental es mal visto. Y me parece que resurge, aunque la orientación guberna-
mental quiere auspiciar otro tipo de documental, sigue habiendo una fuerza, una
vertiente muy fuerte que es la de lo social.
Aunque no se le abran espacios de financiamiento, aunque no le abran espa-
cios de exhibición, se hace y se hacen documentales muy interesantes sobre temas
verdaderamente sorprendentes. Aunque uno conozca sobre la realidad del país,
te sorprendes de ver documentales sobre temas que dices: “bueno yo no sabía
que eso era de esta magnitud”. Entonces creo que es una característica propia, que
las escuelas o las tradiciones inglesas en México no tienen un efecto como podrías
decir el impacto del cine de Hollywood, precisamente porque el documental es una
expresión todavía regional gracias a que no se trata de un modo de hacer cine
ligado a un esquema industrial.

176
VIDEOACTIVISMO Y CONTRAINFORMACIÓN EN MÉXICO: EL CASO DE LA PRODUCTORA CANAL 6 DE JULIO

En todo el mundo, donde se hace cine de ficción, se hace bajo un esquema


porque es ya un proceso industrial y en cambio el proceso de hacer un documental
sigue siendo artesanal, esto hace que haya muchos maestrillos con muchos librillos
distintos.

DZ: Justo ahí en ese periodo que hablas del foso de los cocodrilos, el inicio de Canal 6 de julio.
Lo que dices de la forma artesanal de pasar las copias de mano en mano, ¿cómo ha sido la
transición del Canal 6 de Julio, de ese momento que era muy oscuro a ahora que tiene una
distribución oficial, la búsqueda del formato al DVD, la creación de la página, el armado del
equipo... ¿cómo ha sido todo ese paso del ’88 hacia acá, en medio de esta tradición?
CM: Bueno, ha sido un paso que yo creo que hemos dado legítimamente... digamos;
pero es el espectador, quien nos ha permitido sobrevivir. No es demagogia, es abso-
lutamente cierto.
Si no nos compraran copias no estarían ustedes aquí. Entonces, ése es un factor.
La tecnología ha contribuido un poco. Sin embargo, seguimos viviendo en una
paradoja que es inexplicable. En una sociedad de comienzos del siglo XXI traba-
jamos con tecnología digital en el siglo XXI y difundimos con tecnología del siglo
XI, con la imprenta de los chinos y de mano en mano. Esto es absurdo porque hay
cable, hay tantas opciones tecnológicas de mucha mayor cobertura, y seguimos
con el video de mano en mano porque sigue existiendo cierta exclusión, siguen
haciéndote a un lado. Ya no es tan fácil como en el ’88 pero siguen dificultándote
la existencia y, sobretodo, la distribución y la recuperación de lo que inviertes en
cada producto.

DZ: De esta idea primera del ’88, de trabajo contrainformativo cuyo enfoque político y elec-
toral era muy claro en un principio ¿cómo ha ido creciendo?
CM: Sí, digamos que se ha enriquecido mucho. De hecho te puedo decir que
estamos haciendo un trabajo –no sé si lo conoces– se titula “Que se haga la luz
sobre la huelga del SME” y tiene ese carácter contrainformativo. A lo mejor ya
más maduro, ya más reposado, pero es básicamente eso, un trabajo urgente para
decir: “esto está lleno de mentiras.” No descarto tampoco la posibilidad de abrir
un tema y de dedicarle cuatro o cinco años de estudio, de investigación, y decir:
“ahí va nuestra versión de los que pasó el 2 de octubre del ’68 o el 10 de junio en
San Cosme; de hacer ensayos más o menos complejos sobre la perversión de la vida

177
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

democrática en el país o temas de ese tipo. Yo creo que sí nos hemos ganado esa
diversidad.

DZ: Y la diversidad, por ejemplo, incluye temas que sí que son como temas de tradición
mexicana, como podrían ser las cuestiones de denuncia o de participación, pero entran
también las cuestiones ecológicas, humanistas...
CM: Digamos que ya llevamos atestiguando más de veinte años de embate neoli-
beral. Al final de cuentas, los fraudes electorales están originados de forma inter-
nacional, igual. Entonces, estamos encontrándonos con que hay nuevas formas de
expoliación y nuevas formas de agresión a la sociedad.
Yo estoy... bueno tú sabes que hemos hecho el trabajo sobre Zimapan, el tra-
bajo sobre el cerro de San Pedro, pero ahora mismo soy jurado del premio José
Rovirosa y estoy sorprendido de la cantidad de documentales sobre temas aná-
logos. Por ejemplo: la presa de La Parota en Guerrero, es interesantísimo el pro-
ceso; sobre las inundaciones en Tabasco en donde hay un serio argumento de que
se deben a un manejo negligente o malintencionado de la presa de Malpaso o, en
fin, otros temas que son agresiones a comunidades que estaban muy tranquilas
ahí, muy quitadas de la pena, y que les llegan a decir: te voy a poner un desecho de
basura tóxica, te voy a hacer una presa y te voy a arrasar de la faz de la tierra. Te voy
a poner una planta de no sé qué...que son los nuevos rostros de la agresión de estas
corporaciones que cuentan siempre con la bendición de estos gobiernos, pues cómo
llamarles, digamos neoliberales –podríamos ponerles calificativos peores pero neoli-
berales más o menos los definen– y que son, de pronto, el titular de la Secretaría de
Desarrollo Social (SEDESOL), el que va a argumentar a favor de la empresa, o sea,
la defensa de la empresa la hace el propio gobierno. Entonces, bueno, ésta es una
nueva problemática que aunque no quisieras te llega a tocar a la puerta. Entonces,
yo por ejemplo... voy a contar una confidencia. A mí cuando se acerca gente de
Zimapan, pues resulta que mi madre era de Zimapan, Hidalgo –un pueblo olvi-
dado pero olvidado, olvidado–, y eso me motiva mucho para decir: “bueno hay que
hacer un documental sobre esto”.
Ahí había una razón sentimental, pero al rato resulta que ya el ése es un mil.
Ahora nos estaba buscando gente del sur poniente del Distrito Federal por el tema
de la vía que quieren construir, que parece ser una catástrofe ecológica en ciernes,
y la gente nos busca para decirnos: “oye ayúdanos a parar esto”, porque es una

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VIDEOACTIVISMO Y CONTRAINFORMACIÓN EN MÉXICO: EL CASO DE LA PRODUCTORA CANAL 6 DE JULIO

agresión tras otra. Los gobiernos entendidos como bolsas de negocios, de negocios
de la índole que sea, aunque se mueran los niños envenenados de lo que sea... “no
importa, hay que hacer negocios y hay que favorecer estos intereses” y me parece
que es un asunto que va al alza, vamos a tener mucho más de esto en los próximos
años.

DZ: Digamos, eso sería, como en amplitud, los temas de la productora. Ahora, tú, como rea-
lizador dentro de este grupo, tu línea siempre ha sido más o menos consistente. ¿Cómo viene
a abordar este nuevo documental Como haiga sido?
CM: Mira, es un poco la vocación que tú mencionabas como la primera. Tardamos
mucho en ocuparnos de este tema porque –como todos los mexicanos– veíamos al
narco hace años como algo que nos es ajeno. Sabemos que hacen su negocio, pero
sabemos que los que no tenemos nada que ver con eso somos ajenos.
Sin embargo, el crecimiento y el manejo mediático tan insistente, la violencia
exacerbada que estamos viviendo, empieza a llamar la atención. Entonces, te
empiezas a acercar a ver qué es lo que realmente está pasando ahí, detrás de
ese discurso tan contradictorio del gobierno. Estaba leyendo una información:
el auge de la violencia viene a la par del aumento del gasto para combatirlo, es
una nota de la semana pasada... 83 mil millones de pesos, no sé cuánto, y cada
vez hay más violencia... y este discurso: sí vamos a seguir con el ejército en la calle
y todas estas tonterías que se han dicho a propósito de asesinatos viles. Entonces,
bueno, eso nos lleva a asomarnos a un tema que nos ha interesado –y creo que en
un futuro trabajo podríamos profundizar– que es la sospecha que hay un manejo
doloso de esta situación para otros fines. Ahora estamos comenzando a trabajar
sobre este gobierno del miedo; los medios asediándote, todo es para que te asustes,
tienes que estar asustado todo el tiempo, tienes que estar con miedo, tienes que
estar con agobio hasta de la lluvia. Si llueve y hay veinte casas destruidas o mil en
Monterrey, te las presentan como si fueran veinte mil. Entonces cuando va a llover
tú ya estás preocupado, cuando el cambio climático ya es que... Entonces, todo
el manejo de la información tiende a agobiar y, desde luego, el manejo de la vio-
lencia cotidiana. Yo no le encuentro ninguna lógica a que un grupo de narcotrafi-
cantes vaya y acribille, en una fiesta de Torreón, a gente... ¿qué beneficio pueden
tener, qué lógica tiene?

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Entonces estamos investigando esta vertiente que puede ser oscura, que puede
ser parte de provocaciones o de montajes deliberados para conseguir otros fines.
Cosa sobre la que me parece –desgraciadamente– sí hay muchos indicios de que
así sucede.

DZ: Hay algo que particularmente me gusta mucho: que aunque hagas tú como realizador
en Canal 6 de julio, obras sobre un tema, nunca será una puerta cerrada, ni acabada. El
caso particular de la matanza de Tlatelolco ¿crees que este tema, de esta nueva película que
presentas, tenga esta posibilidad de reinterpretación, del matiz, de la complejidad?
CM: Mira, te voy a confesar algo que, tampoco habría porqué ocultarlo, si no me
lo preguntas yo creo que no hubiera salido. A este trabajo le quité una secuencia
completa sobre las granadas de Morelia, el 15 de septiembre de hace dos años,
porque me parece que va a quedar mejor en el próximo proyecto.
O sea, tan ligados están, sentimos que éste está bastante sólido aun sin esa
secuencia y ya tenemos muy sustentada la hipótesis –bueno, tenemos toda la cer-
teza– de que los detenidos no son los que pusieron las granadas, entonces, ¿quiénes
son? ¿por qué el gobierno se da por satisfecho si ellos saben que no son? ¿quién
está yendo a tirar granadas a la población civil el día que es la verbena popular
por excelencia? ¿quién y para qué? Entonces, tan ligados están los productos que
decidimos eso, porque me parece que esto es el primer paso hacia una investiga-
ción mucho más profunda sobre algo que a lo mejor no ha sido tocado por ningún
medio todavía de esa manera.

DZ: Digamos que este documental está fijado en el presente y en el pasado un poco más inme-
diato, respecto del pasado un poco más lejano, ¿crees que todavía haga falta seguir intensifi-
cando el trabajo documental?
CM: Bueno, si ves el trabajo vas a ver que inevitablemente se remite al pasado
no tan inmediato, digamos... a tres sexenios atrás. Finalmente, hay gente que sigue
actuando, que sigue haciendo cosas y que tiene que ver con algo que estamos viviendo
ahora o, aparentemente, podría tener que ver. Entonces, yo creo que es la gran dife-
rencia entre este tipo de trabajos y el manejo que te hacen los medios masivos que es...
pues el no dar seguimiento, no contextualizar, de mostrarte sucesos aislados. Aquí,
en la medida que vas siguiéndole el hilo a los temas, pues vas a encontrar impli-

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VIDEOACTIVISMO Y CONTRAINFORMACIÓN EN MÉXICO: EL CASO DE LA PRODUCTORA CANAL 6 DE JULIO

caciones y vas remitiéndote a momentos históricos que a lo mejor de otra manera


hubieras olvidado.
Entonces, juntarlos, reunirlos... En cierto sentido, el mérito de este trabajo
es reunir lo que otros han dicho, no es ni siquiera una investigación original
propiamente.

DZ: Digamos, el tiempo de vida de la productora Canal 6 de Julio, la mitad del tiempo ha
sido priísta, la otra panista, ¿cómo se ha decidido la línea editorial entonces...? ¿cómo no se
sirvió del antipresidencialismo o por el antipriísmo radical? ¿cuál es el tono ahí?
CM: Yo creo que hace tiempo que a las veinte familias que gobiernan a México
en realidad les da lo mismo el color y el logotipo que sea, siempre que les sea
funcional el gerente o el mandadero que ponen ahí, yo no sé a éste cómo lo con-
sideren.
Yo creo que no llegamos tan rápido a esa conclusión. Yo creo que nos faltó
avizorar que en el año 2000 ya no eran los partidos lo que estaban decidiendo.
Cuando Ernesto Zedillo se quiere vestir de prócer de la democracia y reconoce a
Vicente Fox, no tengo ninguna duda, ya el Fondo Monetario, el Banco Mundial,
el Departamento de Estado habían dicho que el bueno era Vicente Fox, aunque
evidentemente la gente votó por Fox. En esa ocasión salió todo bastante cuadrado,
por eso José Woldenberg, se consideró el segundo prócer de la democracia, el pri-
mero es Zedillo. A nosotros nos llevó un tiempo caer en la cuenta de que los que
decidían ya no eran ellos. Creo que este proceso de desmantelamiento del Estado
que empieza en el ’88 con Salinas, en el gobierno de Fox es desaceleradísimo, es
muy caótico, y tenemos prácticamente la entrega descarada de los controles del
Nintendo a los grandes empresarios, cuyos nombres más o menos conocemos.

DZ: Vi el otro día, el documental éste de Vivos los llevaron, vivos los queremos, no sé si
los has visto... Sí, del colectivo Eureka... y que todavía hay desaparecidos políticos a pesar
de que ahora haya gobiernos panistas, incluso las prácticas más extremas, el manejo político
desde el poder, incluso con Fox hubo más desaparecidos que con Zedillo.
CM: Estamos viviendo otro tipo de guerra sucia que todavía no alcanzamos a iden-
tificar en sus rasgos fundamentales, pero ya empezamos a acercarnos. Yo creo que
ya empieza a haber muchas voces, de manera muy desordenada, porque desgra-

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REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

ciadamente ya no hay organizaciones de izquierda que tengan la solidez suficiente


para organizar ese debate, como para introducir ese tema en la agenda, y eso a
diferencia de lo que sucedía hace treinta años con el tema de los desaparecidos,
ahora es más difícil pero yo creo que estamos viviendo otras formas de guerra
sucia. Te repito, yo creo que tiene que ver con cuestiones de inteligencia, de des-
información, de montajes mediáticos, de manejos muy deliberados de los medios
más influyentes, de homogeneidad en los grandes medios, tanto impresos como
radiofónicos, como audiovisuales, y me parece que esto está ligado a políticas que
no se diseñan en nuestras fronteras.

DZ: Hay, igual que en el caso de la producción, en el caso de la academia respecto a lo


audiovisual, también un cierto furor por hacer cursos respecto a la práctica documental. Tú
que llevas muchos años en la Universidad Nacional, ¿cómo ves este curso en la necesidad
de los alumnos de saber sobre cuestiones de producción documental y, obviamente, también de
fundamento metodológico y teórico?
CM: Mira como toda moda trae algunos hechos positivos y algunos muy negativos,
hay un auge auspiciado desde la burocracia cultural. Auspiciado con dinero, a
veces con mucho dinero; a veces con mucho dinero y mal fiscalizado.
Hay políticas que están ligadas a la creación y al fomento de festivales que
me parecen que no están aportando gran cosa. Hay una tendencia a inscribir a
los nuevos documentalistas en formas de competencias despiadadas, tanto para
pelearse los financiamientos como para pelearse por los premios o al exiguo
público que reúnen los festivales lo cual es muy negativo. Hay una, digamos, per-
versión en la selección de los temas, frecuentemente. Hay incluso una especie de
lucro con temas sociales que son muy sensibles.
Pero al mismo tiempo hay cosas muy positivas, hay documentalistas que se
están formando seriamente, que son auténticos, que están haciendo documen-
tales realmente relevantes. Pues lo que no había diez... más años en México, es
esto, que se empieza a crear algo parecido a una nueva generación de nuevas
documentalistas que no es un mérito sólo de estas políticas gubernamentales, son
un conjunto de factores, pero yo creo que es un hecho, tanto los auspiciados por
los financiamientos públicos como un número importante de documentalistas que
se están formando al calor de temas sociales muy álgidos en este momento en el
país.

182
VIDEOACTIVISMO Y CONTRAINFORMACIÓN EN MÉXICO: EL CASO DE LA PRODUCTORA CANAL 6 DE JULIO

Algo que tiene que ver también con el advenimiento de tecnologías mucho
más baratas, de mucha mejor calidad, mucho más accesibles, que están facilitando
que se formen documentalistas por cuenta propia. Tampoco se forman tan fácil-
mente, pero esto contribuye a que haya de pronto documentalistas que no vienen
de escuelas, que no vienen de una formación, digamos, escolar y que empiezan a
dar buenos resultados.

DZ: Respecto a esta cuestión del cine en las aulas, ¿tú estás a favor de la tradición autodi-
dacta? ¿estás a favor de la formación del documentalista con un fuerte conocimiento de la
historia y de la tradición del documental mexicano, latinoamericano e internacional? ¿crees
que se valen los dos?
CM: No, yo creo que se valen las dos. Yo he visto que se forman documentalistas
en la práctica que están bien formados. Incluso, conforme van desarrollando sus
trayectorias van enriqueciendo su propia visión, se van acercando por su cuenta
a cuestiones teóricas, a lecturas, a esa formación que se supone te da la escuela. Y
en la escuela me parece que hace falta más discusión teórica, hay demasiada pro-
pensión a la práctica. Esta prisa que les infunde el festival de Timbintín, entonces
tienen que tener su documental, no leen nada, no reflexionan. Exagero, pues,
pero no es tan rico ese aspecto como tendría que ser sobre todo hablando de
formación universitaria, de muchas de estas que en algunas partes son carreras
universitarias.

DZ: Hablas de que no leemos, en tu caso el libro de La invención, editado por la Univer-
sidad Nacional, hay muy poca bibliografía especializada...
CM: Sí, hay muy poca bibliografía y es muy heterogénea además. Sin embargo, a
los documentalistas siempre nos ha dado por escribir. Hay escritos más o menos
sueltos o hay trabajos, digamos, con más cuerpo de muchos documentalistas. Lo
que sucede es que el documental por su propio desarrollo no tiene la homoge-
neidad industrial que tiene la ficción, o más bien no tiene la homogeneidad que
el carácter industrial de la ficción le da para hablar más precisamente. Y luego por
ser un fenómeno regional, a final de cuentas el documental sigue siendo un fenó-
meno regional, también es como una muestra de métodos, de maneras distintas
de concebir el documental.

183
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Cosa que se va remontando, tampoco puede ser tan dispersa la idea de una
disciplina, del método de una disciplina, se va avanzando en eso pero lentamente,
justo por estas carencias de textos que unifiquen o que tiendan a meter discusiones
que son pertinentes en el medio. Sin embargo, en los últimos años hay textos muy
importantes que empiezan a... por lo menos, a provocar una discusión ya a otro
nivel en el ámbito del documental.

DZ: En el caso particular de tu libro, en la aproximación al periodismo, en la tradición


documental, es un poco como el perfil de producción a lo que tú te has dedicado últimamente
o ¿crees que es una manera metodológica para el que se interese por el tema, ingrese?
CM: Mira, yo primero lo vi así por mi propia experiencia, pero ya después me puse
a investigar muy a fondo y yo creo que hay un inevitable vínculo entre el surgi-
miento del documental y la adopción consciente o no tan consciente de formas de
relatar tomadas de los géneros histórico-periodísticos, de la crónica, de la entrevista,
del ensayo, por supuesto, y del reportaje, más recientemente. Me parece que en
el ADN intelectual de los documentalistas ya estaba presente esa manera de contar,
aunque tengas a toda esta vertiente de Flaherty y John Grierson catalogando al
periodismo como a un género menor; pero si tú ves su trabajo está cuadrado
dentro de estos géneros.
Entonces yo pienso que es parte de la herencia cultural de esa generación y me
parece que hay raíces muy profundas que enlazan estas disciplinas hasta llegar a
Herodoto, Tucídides, hasta por allá.

DZ: Dejando de lado la parte académica y volviendo a la producción, ¿qué proyectos nuevos
estás desarrollando?
CM: Mira estamos terminando un trabajo que creo es muy necesario. Es el recuento
de la resistencia de los electricistas del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME)
que yo creo ha sido un movimiento muy bien incrustado en este manejo de los
medios. Hay un desprestigio, hay una percepción generalizada de que lo que hizo
el gobierno está más que bien porque eran unos trabajadores corruptos y llenos
de privilegios aunque no haya necesariamente ninguna prueba en ese sentido, es
notable.

184
VIDEOACTIVISMO Y CONTRAINFORMACIÓN EN MÉXICO: EL CASO DE LA PRODUCTORA CANAL 6 DE JULIO

Entonces, yo creo que tal vez sea la empresa más ambiciosa del gobierno de
Felipe Calderón. La encomienda más alta que le han asignado y que está tratando
de sacar que es privatizar la industria eléctrica, que es inocultable, que es ridículo
que hablen que no es una privatización a costa de dejar sin empleo a 44 mil y sin
ingreso a 44 mil familias, que hay unos que aceptaron la liquidación y ya se la
habrán gastado para estas fechas, imagínate una liquidación por buena que sea. A
cambio le están ofreciendo que pongan una tienda de abarrotes o una franquicia
de donitas. Entonces yo creo que es un episodio muy importante y tenemos termi-
nado un segundo trabajo sobre esto, que ya rescata más toda la resistencia, digamos,
toda la historia del conflicto, poniéndole énfasis en temas que nos parecen han
sido manejados de forma engañosa para la opinión pública. Esos trabajos son los
que estarían por salir.
Tenemos un tercer trabajo, también ya muy avanzado, que hicimos con Paco
Taibo, de su libro “el Che”, es otra vertiente pero yo creo que es muy interesante.
Un acercamiento al “Che” bastante libre, bastante antisolemne, bastante hetero-
doxo, pero yo creo muy interesante, o sea que estamos produciendo bastante.
Esperemos... si unos narcos nos atacan, yo te digo desde ahorita que no tenemos
nada que ver con el narco, no fue el narco –más que hablar un poco de ellos, ¿no?–
o de sus padrinos que creo que no se han tocado.

Referencias bibliográficas

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185
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

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LA CIUDADANÍA EN PELIGRO:
INSEGURIDAD Y VIOLENCIA EN MÉXICO*

Julio Hernández López

Creo que el signo distintivo del México de hoy es la violencia sin control. Vivimos
en una diaria emergencia; con esos avisos y señalamientos de alarma o voces de
alerta que por desgracia no son simulacros, ni alertas fallidas; sino que estamos
viviendo y participando en una verdadera emergencia nacional.
A partir de diciembre de 2006, y en una espiral que parece imparable, cada
vez más inhumana y más generalizada, los mexicanos hemos sido inmersos en
una peculiar guerra contra el narcotráfico que constituye el programa central de
gobierno de Felipe Calderón, y que ha colocado a nuestro país en las coordenadas
más oscuras del planeta, como un pueblo sin respeto por las leyes, ni el Estado de
derecho, sometido a las peores agresiones por parte del nuevo poder constituido
que es el del narcotráfico y su contraparte gubernamental.
México se ha convertido, incluso, en un peligro para Estados Unidos; baste
recordar que hace unos días, una subsecretaria adjunta de Estado de ese país
informó que los cárteles mexicanos tienen presencia en cuando menos unas 230
ciudades de Estados Unidos.
México constituye un peligro para Centroamérica, donde los capos mexicanos
se refugian, se extienden y van controlando también el entramado institucional de
aquellos países. Países de donde, además, provienen miles de viajeros indocumen-

* Conferencia dictada el día 15 de abril de 2011, en el marco del Segundo Congreso de Relaciones Inter-
nacionales en el Tecnológico de Monterrey, campus Guadalajara.
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

tados que terminan asesinados, dejados o masacrados a su paso por México; tal
como hemos visto en el caso terrible de las fosas de San Fernando.
México representa un peligro para naciones de Centro y Sudamérica, África y
Europea porque las bandas mexicanas van extendiendo su imperio empresarial y en
algunos casos especiales como el de Francia se ha vivido un conflicto diplomático
altamente dañino para México como lo es el proceso y la sentencia de una per-
sona francesa acusada de formar parte de una banda de secuestradores, pero cuya
consignación judicial fue adulterada por las autoridades policíacas mexicanas al
ofrecer una recreación de los hechos para las cámaras de televisión, como si en ese
momento estuviera sucediendo en vivo la operación de rescate de los plagiados y
la detención de los supuestos responsables.
La violencia desatada en suelo mexicano proviene de 1) un cuestionable sobre
dimensionamiento del factor del narcotráfico en los problemas nacionales, 2)
ríos de dinero público y 3) una muy difícil auditoría real. Esto significa mucho
dinero –con altas probabilidades de corrupción– que es invertido en pelear contra
un negocio sabido e históricamente tolerado que a fin de cuentas acaba suminis-
trando satisfactores estupefacientes a millones de enviciados extranjeros, sobre
todo estadounidenses, que no sufren en su propia tierra, ni la cienmilésima parte
de la violencia vivida de este lado.
Llegado al poder luego de un accidentado proceso electoral, en el que se le
acusó de fraude electoral, Felipe Calderón no consideró prioritario declararle la
guerra a la pobreza, a la insalubridad, a la educación deficiente, o a la injusticia
institucionalizada, sino al narcotráfico. A lo largo de este sexenio lo que hemos
tenido es a un comandante policíaco o militar que en pocas palabras se la ha
pasado en una campaña bélica permanente rindiendo partes de guerra, repor-
tando detenciones de delincuentes identificados con apodos, declarando enemigos
a los delincuentes y, por tanto, validando su exterminio y no su procesamiento judi-
cial, y mucho menos la rehabilitación social que es obligación de cualquier Estado
medianamente civilizado. Calderón rompió los históricos acuerdos pragmáticos
que durante décadas permitieron en México la continuidad de un negocio ilegal.
Arreglos ejercidos inclusive por su antecesor panista Vicente Fox Quesada, y cla-
ridosamente relatados meses atrás por el ex gobernador priísta de Nuevo León,
Sócrates Rizo.

188
LA CIUDADANÍA EN PELIGRO: INSEGURIDAD Y VIOLENCIA EN MÉXICO

Calderón decidió por sí mismo, sin consultar a ningún otro poder constitu-
cional, ni a la sociedad en general, el arranque de una guerra a la que llegó sin
estrategia ni capacidad y con ello sumiendo a la sociedad en un evidente proceso
de descomposición. Pero además sin que se haya logrado la disminución del trá-
fico de drogas, ni el volumen de ganancias por esa actividad. No se han golpeado
las estructuras empresariales y financieras de lavado de dinero y se ha llevado a
policías y militares a combates desiguales. Y en el caso de soldados y marinos se
ha pervertido el sentido original de su función pública al exponerlos y usarlos,
de una manera contraria a la letra constitucional, a futuros juicios históricos y
jurídicos que les condenarán por las arbitrariedades y crímenes cometidos por
órdenes verbales de autoridades civiles fallidas.
Lo cierto es que la presunta guerra contra el narcotráfico ha trastocado grave-
mente la vida de la sociedad mexicana, ha cercenado garantías individuales, dere-
chos y libertades, ha abierto la puerta a la consolidación de una narcocultura que
enaltece valores criminales y que ha instaurado formas de control social mediante
el miedo institucionalizado. En ese esquema ha sido fundamental la militarización
del país.
Desde que tomó el poder –en una Cámara de Diputados sitiada– Felipe Cal-
derón ha ido desplegando un proyecto de expansión castrense. Es el primer
presidente civil que usa uniforme militar en ceremonias públicas. El panista
michoacano se ha apoyado en el color verde olivo para extender en el país redes
armadas que enfrentan el narcotráfico, pero que también están lesionando el
tejido social y violando derechos como lo acaba de documentar un grupo de tra-
bajo de las Naciones Unidas sobre desapariciones forzadas o involuntarias. Este
grupo recomienda al gobierno federal mexicano el retiro de las calles, en el corto
plazo, de los contingentes militares que son acusados fundadamente de infringir
el Estado de derecho y cometer, entre otras cosas, esas mismas desapariciones for-
zadas e involuntarias de civiles.
El gobierno de Estados Unidos por su parte aseguró en su informe sobre Dere-
chos Humanos correspondiente a 2010 que el Ejército mexicano se sigue resis-
tiendo a una política de rendición de cuentas ante un sin número de denuncias
relacionadas con asesinatos, maltrato, detenciones arbitrarias y desapariciones for-
zadas. Y el director de Human Rights Watch para las Américas, José Miguel Vivaco,
ha dicho que los casos de tortura y ejecuciones, así como la impunidad en las

189
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

violaciones de derechos humanos demuestran que la estrategia de seguridad de


Calderón no respeta derechos fundamentales.
La violencia, hoy, es el signo distintivo de este país. Lo que sucede y lo que
vemos en las calles pobladas de caravanas militares con gente apuntando hacia el
infinito, en el fondo son las individualidades de cada quien.
Muchos de ustedes que hoy están en carrera profesional recordarán que hace
cuatro años no se vivía ni remotamente lo que hoy estamos viviendo. Un proceso
de deshumanización, de crueldad absoluta, que está generando una historia a
futuro de niños, adolescentes y jóvenes que han presenciado el diario espectáculo
terrible de destazados, colgados, desmembrados, asesinados, secuestrados, fosas terri-
bles en las cuales se hunden el prestigio, la historia y el futuro de nuestro país.
Frente a esta militarización lo que se vive hoy en México es también una anes-
tesia social. Ni en las vísperas de la Revolución Mexicana había tanta sangre e
injusticia. Si leemos los prolegómenos de lo que fue la lucha armada fundacional
nos damos cuenta de que a pesar de todo, a pesar de la acordada que era la policía
local, a pesar de represiones en lugares como Río Blanco y Cananea, jamás se
había vivido en México una situación como la que hoy estamos viviendo.
En México, lo mismo hay decenas de cuerpos sepultados en Pasta de Conchos
mientras el gran capital del señor Germán Arrea con sus negocios del Grupo
México sigue creciendo y él vive cotidianamente el lujo de las cuadras de caballos
pura sangre que mantiene en el Hipódromo de la Américas.
También en México hay guarderías como la ABC que en el futuro será recor-
dada como uno de los ejemplos extremos de insensibilidad en nuestro país, puesto
que ni siquiera nos conmueve y nos mueve a la protesta y a cambiar las cosas el que
decenas de niños hayan muerto en una guardería que no cumplía con las reglas
fundamentales de protección. Ni cuando vemos que las familias involucradas en
el manejo de esa guardería se mantienen en la impunidad porque muchas de ellas
pertenecen al gran poder estatal priísta, relacionadas con el entonces gobernador
Eduardo Bours (dueño de Bachoco) y relacionadas también con Margarita Zavala
Gómez del Campo, ya que una de las principales concesionarias de la administra-
ción de la guardería ABC es familiar de ella.
Hemos llegado a un momento en el que lo cotidiano nos demuestra que pase
lo que pase en este país podemos asumirlo con una sonrisa que va desde el cinismo
hasta la incomprensión y la burla. Cuando vemos que a pesar de todo lo que sucede

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LA CIUDADANÍA EN PELIGRO: INSEGURIDAD Y VIOLENCIA EN MÉXICO

en México nada se mueve ni se conmueve, vemos que las historias de horror del
narco van formando la instauración interna de la convicción de que todo puede
suceder y que todo horror es admisible. Porque a fin de cuentas las generaciones
de mexicanos que han sido dañadas por todo un sistema de opresión, no sólo
física, sino también espiritual y cívicamente parecieran hoy sólo dispuestas a ana-
lizar y a llenarse de información, pero no a actuar, ni a participar.
Dentro de todo este esquema de anestesia social los medios de comunicación
masiva han sido amordazados por los factores nuevos de poder como el narcotrá-
fico. Las historias que relatan la mayoría de los que participan en la confección
de los espacios informativos de muchos lugares del país son historias de horror
en las que el ejercicio informativo no puede ser cumplido más que, lamentable-
mente, arriesgando, la propia vida. Pero los medios de comunicación históricamente
hablando han sido sólo una forma de manejo empresarial, de intereses de la élite para
mantener esos negocios a flote y para ayudar a que se mantenga una situación que
conviene a esos intereses.
La mayoría de los medios de comunicación (porque las excepciones las puedo
contar con los dedos de una mano) son simplemente entidades empresariales que
utilizan la posibilidad del manejo informativo y análisis de la comunicación para
sus propios negocios, como formas de presión y negociación ante el poder y para esta-
blecer una élite que se dedica a construir la percepción social de las cosas: lo que
no está en la pantalla no existe.
El verdadero poder en México hoy está en las televisiones, y particularmente, en
el duopolio de Televisión Azteca y Televisa. Los medios de comunicación generan
la idea de lo que sucede y aportan el acento del análisis y la interpretación. De tal
manera que hoy podemos ver cómo el propio poder público se acomide a servir
a esos intereses. Porque el aparato constitucional mexicano está devastado, ya no
sirve, ya no representa, ya no ayuda a verdaderamente llevar a buen puerto las
inquietudes de la ciudadanía.
En este país de las percepciones, en esta República de las pantallas, las cámaras
que mandan no son las Cámaras de Diputados o de Senadores, sino las cámaras de la
propia televisión. Y vivimos una paradoja porque cualquiera puede decir que hay
más información, más datos disponibles que en momentos anteriores, pero lo que
hoy se tiene es mucho ruido, poco análisis, contexto controlado.

191
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Si ustedes ven lo que sucede en la mayoría de los espacios de análisis, se darán


cuenta de que existe una suerte de lista oficial de comentaristas autorizados que
se rolan en los diferentes espacios, en una estación de radio, en un programa de
televisión, pero en esencia son los mismos. Porque de lo que se trata es de cons-
truir una corriente de opinión unánime o cuando menos muy orientada a los pro-
pósitos que se tienen desde el poder y que son alentados en los grandes espacios
empresariales de comunicación. Un ejemplo de lo que estamos viviendo es esta
guerra de las telecomunicaciones que hoy enfrenta paradójicamente al hombre
más rico del mundo, Carlos Slim, quien a pesar de la gran riqueza concentrada no
tiene la capacidad política que tienen hoy los señores Azcárraga y Salinas Pliego
quienes, a pesar de poseer menos dinero, tienen el instrumento y la palanca de
control político de México, que es la televisión. Slim con todo su poder no ha sido
capaz de instaurar la tercera cadena nacional de televisión que permita romper el
duopolio Televisa-Azteca.
Slim hoy pareciera convertirse en una especie de héroe de la búsqueda del
progreso, al enfrentarse al duopolio tradicional de telecomunicaciones, pero cuya
riqueza proviene de las formas de apropiación de la riqueza pública para conver-
tirla en privada como fue en su caso la privatización de Teléfonos de México. No en
vano la voz pública suele decir que el negocio de Telmex fue hecho por Carlos &
Charlie (Carlos Salinas y otro Charlie) quienes serían los verdaderos beneficiados
de este proceso de la venta a precio muy barato y en condiciones extremadamente
ventajosas para quien es hoy el hombre más rico del mundo. Lo cual de por sí
es ya una situación que debería llevarnos a reflexionar acerca de ¿cómo y por
qué es posible que en México haya decenas de millones de pobres y miserables
mientras al mismo tiempo se concentra la riqueza en manos de una sola persona?
Vivimos también hoy situaciones vergonzosas que no permiten –por ejemplo–
que inversiones previstas por diversos empresarios nacionales e internacionales
puedan llevarse a buen puerto debido, por un lado, a la ausencia de una política
de telecomunicaciones que establezca obligaciones de Estado y, por el otro, a las
condiciones discrecionales para otorgar concesiones y autorizar proyectos o de dar
visto bueno pero sólo a aquello que se inscribe en el esquema de trabajo político
de quienes hoy tienen el poder.
Frente a la desgracia nacional lo que tenemos son también dos lados: en uno,
ese control armado, esa presencia de las fuerzas militares y policíacas y, en otro, el

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LA CIUDADANÍA EN PELIGRO: INSEGURIDAD Y VIOLENCIA EN MÉXICO

control de la conciencia social mediante procesos que van quitando sensibilidad,


que provocan frivolidad, que llevan a la lejanía de los hechos y que impiden que
haya una verdadera organización social.
Creo que en un cuadro como éste, lo que se vive hoy en México es ya un colapso
político; es decir, estamos en presencia del Estado fallido que tanto han mencio-
nado los académicos con justa razón y que ha sido la bandera de ingreso a México
del Embajador entre paréntesis o en receso que es Carlos Pascual. Embajador
–por cierto– que es un especialista en estados fallidos y por eso lo enviaron.
Tenemos hoy un Estado mexicano que es incapaz de cumplir con la obliga-
ción básica de todo Estado que es la de proporcionar seguridad a su población. El
hecho de que este gobierno no sea capaz de investigar y dar respuesta satisfactoria
sobre las condiciones en que murieron decenas de miles de personas, y que las
mande a la fosa común de los sospechosos de participar en el narcotráfico –como
si eso eximiera de la obligación de establecer una verdad judicial– es una muestra
de que las cosas en México están verdaderamente en una situación fallida.
Yo me pregunto y les pregunto ¿quién cree hoy realmente, con honestidad, en
el sistema de procuración y administración de justicia? ¿las policías funcionan?
¿los agentes de ministerio público son incorruptibles y verdaderamente son insti-
tuciones de buena fe que responden al interés de los ciudadanos? ¿los jueces, los
magistrados, los ministros se mueven por una diáfana interpretación de las leyes y
una recta aplicación de los principios jurídicos? El México real es un país donde
los tres poderes (el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial) se mueven en medio
de un pantano de complicidades, de intereses corruptos y de actuaciones que en
su mayoría van contra el interés de la población. No hablo solamente del Poder
Ejecutivo federal, hablo también de los gobernadores; que se han convertido, en
nuestro país, en entes alejadas del pueblo, sobreprotegidos, blindados, metidos
la mayoría en negocios de alta corrupción y obsesionados con el asunto electoral,
soñando con ser lo siguiente que tienen en la escala.
No tengo que hablar mucho sobre Jalisco porque conocemos la historia de fun-
cionarios que ponen por delante intereses personales, que actúan irresponsable-
mente no sólo en la vida pública, sino incluso en momentos de su vida particular y
porque sabemos y nos damos cuenta de las muchas cosas que pasan en este estado.
A nivel nacional no encuentro un ejemplo defendible de lo que es un gober-
nante comprometido realmente con su pueblo. Gobernadores, presidentes muni-

193
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

cipales, un gabinete federal constituido por personajes que hoy están peleándose
entre ellos para ver quién puede ser el próximo candidato presidencial; ya está
Javier Lozano diciendo que él es el gallo azul y se autodefine como “el mero mero”
y Alonso Lujambio promotor de la educación mediante las telenovelas ya está
puesto diciendo que a fin de cuentas él será quien pueda llegar a ese cargo. A
como vamos el tribunal electoral y las elecciones van a quedar en la “señorita
Laura” que decidirá quién es el que queda en el poder y cuál es el desgraciado que
pasa a segundo lugar.
Los gobernadores están acorralados porque tienen normalmente la situación
de lo que hoy sucede en México: plata o plomo. ¿Te quieres llenar de dinero o
te quieres llenar de plomo del fuego de los narcotraficantes? La mayoría de los
gobernadores favorece a un grupo u otro, hace negocios y protege a determi-
nados cárteles.
En el caso de la policía y el ejército –donde también se dan fuertes casos de
corrupción y de colusión con estos mismos niveles de la delincuencia organizada–
lo que estamos viendo es quemar el último cartucho de la esperanza y la confianza
ciudadana. A pesar de que es evidente que las situaciones de desbordamiento de la
delincuencia obligan a que haya medidas más fuertes y que hoy el ejército parece
ser el último valladar de contención contra esa delincuencia desbordada. Lo cierto
es que el error en el que estamos cayendo es el de no entender que mientras las
autoridades civiles no alcancen a cumplir con sus obligaciones, toda sustitución
por la vía castrense solamente será un engaño que puede llevarnos a peores cir-
cunstancias como históricamente se ha visto en los casos de dictaduras militares
que se establecieron en Centro y Sudamérica donde la gente empezó aplaudiendo
la salida del ejército a las calles porque provisionalmente, en la primera lectura,
ayudaba a controlar ese colapso político de la autoridad civil.
¿Se puede hacer política en México? ¿Se puede participar? Cualquiera de
ustedes ¿puede hoy salir y con un grupo de compañeros tratar de empujar para que
las cosas cambien en México? Por desgracia no es nada fácil. Los partidos políticos
que son la vía institucional para que pueda constituirse esa representación pública
se han convertido en grandes negocios de vivales secuestrados por camarillas que
impiden que lleguen voces frescas, que haya ciudadanos nuevos en la participación
política y que normalmente sujetan sus conductas al más extremo de los sentidos
del mercantilismo y el oportunismo.

194
LA CIUDADANÍA EN PELIGRO: INSEGURIDAD Y VIOLENCIA EN MÉXICO

Hoy estamos en México ante un escenario en el que los problemas que vivimos
parecieran llevarnos a la expectativa de que la solución pudiese estar en el regreso
del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al poder. Pero el PRI durante 70 años
fue un compendio de muchos de los errores y los problemas que hoy tienen así
a nuestro país. Y hoy por efecto de la mercadotecnia del poder multiplicador de
la imagen de la televisión, en primer lugar de las encuestas se encuentra Enrique
Peña Nieto, el ahijado y sobrino político de Arturo Montiel, uno de los grandes
gobernadores metidos en la corrupción.
Enrique Peña Nieto trata de aparentar que es una figura fresca y distinta
cuando lo que representa es todo el conjunto de intereses y complicidades que
tanto daño le han hecho al país. Enrique Peña Nieto significa regresar al pasado
para pensar en el futuro, creer que la solución está en un retorno al parque
jurásico renovado, los dinosaurios pero bien peinados, ahora de copete con gel.
Del otro lado tenemos a un Partido Acción Nacional (PAN) que durante muchos
años constituyó un baluarte de humanismo, de sentido jurídico y de esfuerzo por
la participación política. El PAN fue un partido que durante décadas luchó desde
abajo en la construcción de su particular sentido de lo que es la ciudadanía y la
participación política. Campañas a base del pueblo, con la gente, metidos en el tra-
bajo cotidiano. Pero una vez llegado al poder, el PAN parece haberse convertido en
una especie de reedición, sólo pintada de blanco y azul de muchos de los peores
defectos del PRI. Doce años de gobiernos panistas, casi doce años ya a nivel federal,
han sintetizado muchas de las peores cosas que se hicieron durante siete décadas
de priísmo. El PAN se ha convertido en muchos casos, y por lo que leo en Jalisco
hay bastantes ejemplos de ese tipo, en una plataforma de proyección de grupos
que llegan al poder y para mantenerse en él son capaces de mantener redes clien-
telares, usar los recursos públicos en el pago de favores, servicios y grupos y hacer
a un lado cualquier proyecto verdadero de renovación nacional.
De la izquierda ni qué decir. En la izquierda la historia tradicional es la divi-
sión. Se dice que hay grupos de izquierda que pueden ser metidos adentro de un
Volkswagen y ahí se pueden formar tres partidos diferentes al mismo tiempo.
La división es uno de los principales lastres de la izquierda mexicana, al igual
que el oportunismo.

195
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

El Partido de la Revolución Democrática (PRD) se ha convertido en un receptor


de las migajas del poder. El PRD en términos generales y nacionales ha pasado a ser
una instancia que busca los beneficios de lo plurinominal, de lo secundario, de lo
marginal; hacer alianzas con el poder establecido para así poder llegar y conseguir
algunas migajas para algunos de sus líderes. Esa marginalidad no sólo se da en la
operatividad o en la práctica política, sino que proviene también del hecho de
que no es capaz la izquierda de plantear proyectos de modernización con sentido
social, que lleguen a la mayoría de la población, sobre todo a las clases medias y
que ofrezcan una posibilidad de cambio. Cambio no fundado ni en la estridencia,
la división, el odio social, ni el revanchismo, sino en un proyecto de inclusión que
permita con un sentido social acentuado tratar de cambiar las cosas.
De los demás, el Partido Verde, convertido en un negocio familiar, algo así
como “lo mismo pero más barato”. Partido con una gran estela de corrupción
que recordamos con niños verdes negociando concesiones para construcciones en
Cancún o por esa terrible, vergonzosa y lamentable apropiación del concepto de
lo ecológico de un partido que es tan ecológico que dice estar de acuerdo contra
la pena de muerte a los delincuentes.
En México no hay un verdadero partido ecológico y mucho menos el partido
verde dólar que es el Partido Verde Ecologista Mexicano.
Otros partidos son simplemente la concreción de esas oportunidades que da el
sistema político mexicano para que grupos pequeños se conviertan en bisagra de
decisiones y por eso éstas se encarezcan tanto. El Partido del Trabajo y el Partido
Convergencia que se constituyen en grupos de interés y participan en la política
de manera reiterada a sabiendas de que no tienen aún la capacidad de construir
acciones de poder. Estos partidos pueden pasarse toda su historia en la negocia-
ción y el arreglo que finalmente les ayuda a mantener sus clientelas y a sus grupos
directivos con los beneficios y altos privilegios que reciben.
Las elecciones. ¿Las elecciones son confiables en México? No quiero entrar en
el terreno de 2006 porque personalmente creo que hubo un fraude electoral, que
Felipe Calderón se hizo del poder tramposamente y que de ahí proviene la des-
gracia nacional; creo que lo que hoy vivimos, se da a partir de ese pecado original
del fraude electoral de 2006, pero ésa es mi convicción.
¿Hoy en México realmente se pueden vivir elecciones confiables, con participación
popular, con libertad de expresión del voto, con un conteo respetable?

196
LA CIUDADANÍA EN PELIGRO: INSEGURIDAD Y VIOLENCIA EN MÉXICO

En Tamaulipas, el candidato que llevaba la delantera, según las encuestas, era


el priísta, pero fue asesinado, y en su lugar entró su hermano que vive con cha-
leco blindado y con una permanente protección alrededor porque no puede ni
moverse, ni actuar en un Tamaulipas, en donde evidentemente no pudo haber ya
elecciones libres en esta ocasión.
Candidatos a presidencias municipales, candidatos a diputados federales que
reciben recados de grupos de interés en su región donde les dicen “no te metas”,
“no seas candidato a menos que quieras exponer a tu familia”; candidatos ase-
sinados, candidatos que declinaron y candidatos financiados y apoyados por el
nuevo poder político que es el del narcotráfico.
En una situación como ésta, en donde el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (INEGI) no pudo entrar a muchas zonas del país a levantar confiable-
mente sus encuestas porque estaban dominadas por el narcotráfico ¿se podrán
instalar en 2012 las elecciones plenamente? ¿sin coacción, sin riesgo? ¿con libertad
para que los ciudadanos vayan a construir la red electoral? O estamos entrando ya
desde ahora en el riesgo de este colapso político del que estoy hablando. No está
sólo del hecho de que estructuralmente no se puedan tender las redes electorales,
sino además del hecho de que el resultado electoral pueda ser influido o determi-
nado por ese poder determinante que hoy es el del narcotráfico.
¿Qué opción nos queda entonces? ¿La recurrencia a lo empresarial? ¿Los
empresarios mexicanos son acaso un nicho al que podamos recurrir con esperanza
de una visión distinta y de una capacidad de cambiar las cosas en México? Pues no
lo veo. Porque normalmente los empresarios en México se han movido en relación
con los intereses y los arreglos con el poder. No hay en México grandes capitales que
no se hayan construido en la relación de la política y el poder. Y entonces lo que hoy
tenemos es una clase empresarial que está asociada, adosada a ese poder y que corre
la misma suerte.
Líderes espirituales entonces, la Iglesia católica, los sacerdotes, los nuevos jefes
de la conciencia colectiva. Pues en la Iglesia católica lo que tenemos es también
una devaluación terrible y una pérdida de valores, entre otras cosas, por los asuntos
de pederastia, de abusos contra menores que han tenido en México a grandes
expositores de fama internacional.
Entonces sólo nos queda la televisión para refugiarnos ahí, para disfrutar del
fútbol como un sustituto de la guerra, para apasionarnos con los errores de “El

197
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Bofo”, con las declaraciones de Jorge Vergara, con los éxitos de las Chivas (si le van
a ese equipo como yo), con las vicisitudes de un torneo deportivo de poca monta
y de poca calidad y que nos ofrecen dos veces al año para que pueda haber más
publicidad y más anuncios, que pueda haber más negocio del poder real que es el
de la televisión.
O nos ponemos a ver los espectáculos y los artistas menores de telenovelas y
demás asuntos, a conocer los detalles de sus matrimonios y sus infidelidades, de
los abusos, de las violaciones y que llegue el momento en que las operaciones esté-
ticas en los glúteos de Alejandra Guzmán sean más importantes que lo que suceda
en Hermosillo con los niños del ABC, o que las acusaciones de violación contra
Kalimba releven cualquier otro interés que se tenga de asuntos importantes.
Noticieros televisivos y radiofónicos dominados por esos intereses empresariales
llenos de ruido y enjundia trazando caminos de presunta reivindicación nacional.
Los mexicanos ya nos hemos enterado, hemos ido aprendiendo que cuando hay
enjundia televisiva contra algún personaje o alguna empresa es porque tienen con-
flicto contra ese personaje o esa empresa y usan las frecuencias de la telecomuni-
cación para ajustar cuentas entre ellos. Cuando yo veo en Televisión Azteca que
van con toda la enjundia del mundo contra algún negocio o algún personaje lo
que me pregunto es ¿qué concesión le negaron al grupo empresarial de los Salinas
Pliego? ¿qué asunto se les cayó? Y cuando vemos a Televisa peleando terrible e
hipócritamente contra Reforma y denunciando los avisos de contenido sexual en
las planas de ese periódico –a pesar de que en Telehit podemos ver y escuchar
iguales o peores cosas– nos damos cuenta de que esa hipocresía empresarial de
presunta defensa de los valores de la decencia y de las buenas costumbres obedece a
que Reforma y otros medios han denunciado las gangas que ha recibido Televisa y que
le permiten ahorrar miles de millones de dólares en negocios asignados desde el
poder para conservar ese mismo esquema en el que las próximas elecciones son
el punto central. Las televisoras como el instrumento que habrá de moldear la
opinión pública para las futuras elecciones.
Así pues, tenemos dominada a una “República de Pantalla”, nuestro poder y
libertad máxima es lo que se llama constituirnos en el homo sapiens, sólo tener
control sobre el control de la televisión, poder pasar de canal en canal, de asunto
en asunto, pero solamente seguir anclados y metidos en esa dinámica que nos van
marcando las frecuencias, el radioespectro y sus telecomunicaciones. Llegamos

198
LA CIUDADANÍA EN PELIGRO: INSEGURIDAD Y VIOLENCIA EN MÉXICO

así a una especie de abatimiento cívico, hay un “valemadrismo”, una apatía, hay
cinismo y hay burla. La gente y sobretodo las nuevas generaciones se burlan de la
política y de la participación porque creen que todos los políticos son corruptos
y que todo esfuerzo es innecesario. Y entonces se vive la sesión, la concesión de la
condición ciudadana hacia los otros, hacia los corruptos, hacia los sucios, hasta los
que sí se meten en esas cosas horribles que son la política. Pero la política sigue
adelante y la política es la construcción de los escenarios que deben responder
al interés de la comunidad. En este abatimiento cívico se desarrolla la gran pola-
rización social que vive México desde 2006, hay una percepción de que la lucha
política, la crítica, la oposición, la movilización son actitudes que corresponden a
sectores sociales bajos y de una incultura política manifiesta mientras que del otro
lado lo que hay es una conformidad con lo que va sucediendo.
Se da uno cuenta en circunstancias como las de instituciones como esta misma,
donde dos estudiantes fueron abatidos en Monterrey y acusados inicialmente de haber
sido narcotraficantes o sicarios cuando está documentado que las propias autoridades
–particularmente el Ejército– movieron el escenario de los hechos e impidieron
que hubiera una correcta investigación. Hubo una movilización nacional de los
jóvenes estudiantes del Tec de Monterrey para denunciar lo que pasaba y para que
no se repitieran –cuando menos en su propio ámbito– esas circunstancias.
O seguimos callados todos esperando que las cosas se resuelvan por sí mismas o
esperando que no nos afecten, por lo menos en nuestra persona.
Todo esto: la erupción del narco, el cercenamiento de derechos y libertades,
la militarización como forma de control, la anestesia social inducida, los arreglos
políticos contrarios al interés de la gente nos sitúa en un escenario verdadera-
mente lamentable. Pero el conocimiento de este tipo de hechos no debe llevar ni
a la inmovilidad, ni a la parálisis. El sistema tal como está hoy –creo yo– no da para
más, tiene que ser cambiado a fondo para poder permitir que el espíritu de participa-
ción y las capacidades del pueblo mexicano se manifiesten ahí. Pero la acumulación
de agravios, de problemas sin resolver está abriendo las puertas a opciones que
podemos sintetizar en lo siguiente: hoy en México hay guerrillas, hay gente que cree
cerrado el camino de la participación pacífica y que es el momento de –mediante
las armas– tratar de que haya un cambio en las estructuras de nuestro país. Creo
que ése es un camino fallido y que nos puede llevar a más lamentaciones, a más
desgracia y a más tristeza de lo que hoy ya existe.

199
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

En México no hay condiciones, creo yo, para un levantamiento ocular foca-


lizado a través de guerrillas; pero puede haber desde luego, porque las cosas así
se están dando, una insurrección social, una violencia desbordada, una forma de
protesta colectiva que puede llevar también a México a caminos insospechados,
porque al no haber construcción política, proyectos, ni programas todo lo que
implique solamente una expresión espontánea de esa irritación podría ser aprove-
chado de múltiples maneras.
También tenemos la posibilidad de que la mano dura se cierre sobre este país.
Como ya hemos visto que la Constitución y las leyes no son respetadas puede existir
desde una mano dura encabezada por un civil hasta las tentaciones del golpe
militar que siempre han sido una propuesta cuando los hombres de las armas ven
que los civiles llevan al país por senderos que consideran equivocados.
Creo que lo que México necesita –y mi llamamiento hoy va hacia ello– es par-
ticipación política, organización y estar conscientes de que el país se encamina a
una conmoción social.
No hablo de una revuelta, ni de una revolución, ni de guerrilla, pero sí de una
conmoción social que haga que las cosas cambien de verdad y no sólo al interés de
quienes hoy controlan las instancias políticas como son los partidos, las cámaras,
los órganos de gobierno. Se necesita en México un nuevo pacto nacional que pro-
venga de la expresión de los intereses de todos; se necesita un congreso constitu-
yente que establezca una nueva legalidad que no sea burlada cotidianamente por
todos y que no nos lleve a una secuencia progresiva de esa legalidad hasta llevar a
niveles monstruosos como los que vivimos en el asunto del narcotráfico.
México necesita una reconfiguración. Reconfigurarse en lo interno para poder
aspirar a participar más y mejor en los nuevos escenarios internacionales porque
México ha perdido presencia en Estados Unidos, en Europa y en Latinoamérica
(donde el líder hoy es Brasil).
Una conmoción social que parta del ánimo y la convicción de cada uno acerca
de que no se puede salir adelante refugiándose en la comodidad de la circuns-
tancia económica o socioeconómica personal o en el análisis académico y formal
si se está viendo que las cosas se caen en este país.
Se necesita participación política. Creo que los jóvenes de todas las universi-
dades, las públicas y las privadas, deben buscar la manera de una participación
política; particularmente quienes tienen acceso a un buen nivel educativo como

200
LA CIUDADANÍA EN PELIGRO: INSEGURIDAD Y VIOLENCIA EN MÉXICO

el que hay en el Tec de Monterrey. De otra manera la violencia, la intolerancia, la


apatía y la manipulación triunfarán.
Nuestro país, este país que duele diariamente habrá de seguir avanzando hacia
niveles de disolución y acaso de pérdida de su soberanía, de su legalidad y de
su capacidad de influir en lo internacional y dar satisfactores a sus propios ciu-
dadanos. Un panorama como el que planteo es un panorama que trata de ajus-
tarse lo que veo y percibo cotidianamente. Pero cada quien debe luchar. Quienes
sean panistas con una absoluta convicción de que allí hay que luchar y hay que
impedir que las camarillas conviertan su partido en una instancia de manejo de
recursos y de pandillas electorales. Quienes estén absolutamente decididos de su
participación dentro del PRI deben luchar para que ese partido se reforme a fondo,
evite corruptelas y pueda servir verdaderamente a la comunidad. Quienes sean
de izquierda deben luchar para que se dejen de lado todas esas formas de opor-
tunismo, de divisiones, de caudillismos, de intolerancias, de fanatismos que mar-
ginan a la izquierda. Y para quienes deseen participar en cualquier otra opción de
trabajo político y social, creo que la mejor manera de reconfigurar a nuestro país
es con esa participación. Con una conmoción social consciente e inducida, que
haga que ésta, nuestra hoy tan dolida patria, pueda tener esperanzas en el futuro
inmediato.

201
LA TRANSFORMACIÓN DE MEDELLÍN, LA NUEVA
POLÍTICA Y LA VIOLENCIA EN MÉXICO*

Sergio Fajardo Valderrama

Quisiera contarles un poco acerca de Medellín, mi ciudad, y un poco acerca de lo


que nosotros hicimos en ella. Cuando digo nosotros, me refiero a un grupo de per-
sonas en Medellín que considero amigos. Personas del mundo académico, de la cul-
tura, de las organizaciones sociales y del mundo empresarial que vivíamos alrededor
nuestras respectivas actividades u organizaciones y que como individuos tratábamos
de aportar.
Quiero contarles acerca de lo que soñamos y la manera en que hemos con-
vertido esos sueños en realidad. Muchos se preguntan por qué hemos llamado la
atención en el mundo. Les platicaré qué es lo que ha pasado y cómo rompimos
una serie de paradigmas para abrir una forma distinta de acercarnos a la sociedad
colombiana. A partir de esa experiencia nuestra, se pueden hacer –quizá– algunas
comparaciones pertinentes sobre las estrategias que México podría realizar en
materia de reducción de la violencia.
El primer paso fue decidirme a participar en la vida pública. Les explicaré por
qué entré en la política, ya que es una pregunta y observación frecuente, sobre
todo porque soy una persona del mundo de la academia. Mi vida giraba alrededor
de los libros, del pensamiento, del estudio y de disfrutar la elegancia y la belleza de
una ciencia que para mí es la más hermosa, las Matemáticas. Decidí estudiar Mate-

* Conferencia dictada el día 14 de abril de 2011, en el marco del Segundo Congreso de Relaciones Inter-
nacionales en el Tecnológico de Monterrey, campus Guadalajara.
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

máticas y hacer un doctorado en ella para luego ser profesor, probar teoremas,
evaluar estudiantes, dictar clases, escribir y hacer la vida de un académico. Ése era
mi sueño y mi proyecto de vida, pero había un componente adicional: la preocupa-
ción por el mundo donde vivía. Estaba inmerso en una sociedad en la que iba cre-
ciendo como individuo, pero con la curiosidad e interés por lo que me rodeaba.
Ese mismo sentimiento lo compartía con un amplio grupo de personas en
Colombia que se interesa en lo público, pero que tiene un desagrado muy grande
por la forma tradicional de hacer política. Estoy seguro que en México sucede igual.
Tenía esa preocupación por lo que ocurría en la sociedad, pero no me gus-
taba la política, trataba de aportar por fuera, y no desde el mundo donde se toman
las decisiones. Porque, nos guste o no, son los políticos quienes toman las decisiones
más importantes de una sociedad. Mi grupo y yo quedábamos entonces, atrapados en
este dilema: nos interesa lo que pasa, pero nos fastidia la forma en que trabaja la
mayoría de los políticos (porque es injusto decir que todos son iguales).
Había distintas opciones ante este dilema: la primera era quedar en paz con
uno mismo después de tratar de aportar algo para cambiar este mundo, pero al
final del día, terminábamos todos diciendo: “debería ser”, “esto se debería hacer
de esta o aquella manera”. Nuestras voces nunca tenían eco porque, como les
comenté, son los políticos quienes deciden. Y nosotros estábamos fuera de ese
mundo. Otra opción era frustrarse y decir que no había nada que hacer.
Mis amigos y yo tomamos la decisión hace once años de que no nos íbamos a
morir diciendo “debería ser”. Decidimos, con todo lo que implicaba, entrar a la
política. Nos propusimos buscar el poder, participar, y una vez en el poder, decir
“así se hace”. Esto significaba dar un salto en la forma de relacionarnos y de orga-
nizarnos, ya que necesitábamos crear un movimiento cívico independiente que
lograra ganar la alcaldía de Medellín. Ése era nuestro primer reto.
Era posible llegar al poder como independientes, ya que había (a partir de
1991) una nueva constitución política que abría la posibilidad de romper con la
estructura política anquilosada y permitía la aparición de nuevos partidos y nuevas
expresiones políticas para fomentar la participación. Cabe destacar que la situa-
ción de México en este sentido es muy distinta, puesto que la estructura del sistema
político es muy rígida, por decirlo en términos estándares. El punto es que, legal-
mente, teníamos las puertas abiertas para contender.

204
LA TRANSFORMACIÓN DE MEDELLÍN, LA NUEVA POLÍTICA Y LA VIOLENCIA EN MÉXICO

Aunque no teníamos experiencia previa, en 1999 decidimos participar. El


objetivo no era tener cotos de poder después de una elección, como muchos par-
tidos buscaban. Nuestro objetivo era ganar la alcaldía. Naturalmente nos dijeron
que estábamos locos; que era imposible porque no teníamos una estructura y no
sabíamos hacer política para ganar elecciones. Y ése era un detalle importante:
¿cómo se hace para ganar elecciones? Yo nunca en mi vida había estado en una
campaña, ni la mayoría de los que estábamos ahí.
Nos decían que necesitábamos líderes en los barrios porque debíamos
enfrentar a las maquinarias que, con recursos del Estado, eran utilizadas en fun-
ción de intereses políticos. Ellos tenían práctica en ese sistema cuya organización
y forma de operar estaba ya determinada. Nosotros éramos cincuenta ciudadanos,
a quienes tachaban, por decirlo de manera elegante, de soñadores.
¿Cómo se hace política? ¿cuál es el primer paso? Lo primero que hicimos fue
identificar y formalizar lo que nos unía. Porque había la intuición de que compar-
tíamos varias cosas. La primera era el territorio. Todos éramos colombianos y todos
nos encontrábamos en el departamento de Antioquia. Y dentro de Antioquia, está
Medellín, con dos millones y medio de habitantes y con cuya zona conurbada
suman cuatro millones. Ubicarnos en un espacio era importante. Pero para iden-
tificar qué era lo que nos unía, nos tomamos un par de días encerrados con un
facilitador. Luego de mucha deliberación llegamos a nuestros principios:

s La vida. La vida es el valor máximo y el fundamento de toda convivencia. Cual-


quier fin carece de sentido sin ella. Una política para la vida implica sostener
que no existe ninguna idea, ni propósito político que justifique el uso ilegal de
la violencia para alcanzarlos.
s El pluralismo. La diversidad de concepciones del mundo, fines personales y pro-
yectos ciudadanos son una fuente de riqueza, creatividad y realización.
s La deliberación. La deliberación pública es fundamental para el fortalecimiento
de una sociedad abierta, pluralista y democrática. Por lo tanto, hay que respetar
la divergencia, no acallar opiniones diferentes y procurar un debate construc-
tivo.
s La participación. La participación del mayor número de personas y agentes
sociales en procesos abiertos y permanentes de transformación social contri-
buye a la cooperación, el aprendizaje colectivo y la acumulación de conoci-

205
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

miento y experiencias. Se debe promover la construcción colectiva de proyectos


sociales y políticos; así como de gestión pública.
s La transparencia. La transparencia de la acción política y administrativa la enten-
demos como el esfuerzo por actuar siempre de frente a la ciudadanía y abiertos
a toda veeduría.1
s La responsabilidad. La acción política afecta la vida de las sociedades y las per-
sonas. Creemos que los agentes sociales y sus líderes deben responder siempre
por sus expresiones, decisiones y resultados.
s El bien común. La acción política debe buscar la prevalencia del interés general,
entendido como el interés de todos y no sólo el de algunos.
s La institucionalidad. La construcción de una sociedad pluralista, próspera y pací-
fica depende tanto de la cultura y los valores de sus ciudadanos, como de la
construcción de instituciones sociales, públicas y privadas, fuertes y dinámicas,
así como de reglas universales, razonables y eficaces.

Estos principios tienen un valor muy importante para nosotros porque aquí inicia
la nueva forma de hacer política. Si hacemos una analogía con el mundo de las
matemáticas, podríamos decir que esos principios son nuestros axiomas. Los
axiomas son un conjunto reducido de hechos básicos que aceptamos y que no
son contradictorios entre sí. Es sobre los axiomas que se comienzan a construir las
teorías matemáticas.
Los ochos principios eran los ejes fundamentales sobre los que se iba a cons-
truir nuestra relación con el mundo, sobre esos principios íbamos a actuar para
resolver los problemas que se nos planteaban: desigualdades sociales profundas,
violencia, cultura de la ilegalidad y la corrupción.
Acordamos también ser coherentes y consistentes con nuestros principios.
¿Qué significa esto? Que no cambiamos los principios con cada problema, sino
que cada paso que damos es coherente con todo lo que hemos construido y no
podemos dar un paso que contradiga lo que habíamos hecho. Ésa es la esencia

1. Las veedurías son órganos de vigilancia ciudadana. Son grupos organizados por personas elegidas
por la comunidad o que se constituyen libremente para ejercer el control social en la vereda, el barrio o
el municipio donde habitan, con el fin de vigilar el diseño y la ejecución de los programas, proyectos y
servicios ofrecidos por las entidades públicas.

206
LA TRANSFORMACIÓN DE MEDELLÍN, LA NUEVA POLÍTICA Y LA VIOLENCIA EN MÉXICO

de lo que nosotros hemos hecho en política. Por eso digo que rompimos con el
esquema tradicional de la ideología.
Nos preguntan habitualmente si éramos de derecha o de izquierda. Yo siempre
he dicho que somos cívicos independientes porque si digo que soy de izquierda,
entonces hay un porcentaje de ciudadanos que no me va a escuchar por nada
del mundo. Si digo que soy de derecha, entonces otro tanto no me pondrá aten-
ción. Nosotros nos basamos en nuestros principios, y si alguien quiere trabajar
sobre ellos, trabajamos. Ésa es la forma de la nueva política que nos identifica.
Y esta forma nos permite ser cívicos, amplios, construir, refrescar lo que estamos
haciendo y empezar a trabajar.
A pesar de tener nuestros principios claros, seguía la duda sobre cómo hacer
para que la gente votara por nosotros y mantener la coherencia. Porque si algo
sabíamos, era que nunca en la vida compraríamos votos, nunca en la vida compra-
ríamos a un líder. Nuestra postura era que, de la forma en que se llegara al poder,
así se iba a gobernar. Los que negociaban para llegar, llegaban a pagar y a negociar.
Y esto da entrada a la corrupción. Nosotros no compramos, ni negociamos. “Noso-
tros no tenemos precio”, fue una expresión que repetimos muchas veces. Y sobre
eso empezamos a hacer nuestra política.
Comenzamos a caminar. Nuestro mecanismo de comunicación era un volante.
Nos decían ridículos por creer que entregando volantes íbamos a ganar unas elec-
ciones. En ese volante estaban nuestros principios, los elementos básicos de los
problemas identificados, y nuestras propuestas. El volante tenía una fotografía
donde yo aparecía. Nunca en mi vida me había imaginado en un volante, ni convi-
viendo con la gente, pero necesitábamos llegar a las personas para entregarles un
mensaje y pedirles que votaran por nosotros.
En una ciudad como Medellín, con dos millones y medio de personas, de gran
extensión y con algunas montañas, lo que hacían los políticos tradicionales (con
algunas excepciones) era pagarles a líderes en distintos barrios, de acuerdo al
número de votos que podían generar. Se conseguía un autobús y se llevaba a las
personas a votar. Eso es comprar votos. A mí se me acercaron líderes que me decían
“tengo tanta gente doctor, con el número de la cédula y el teléfono”. Entonces yo
les decía, “convóqueles para que salgan a caminar con nosotros”. Nuestros princi-
pios siempre estaban muy claros.

207
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

Al inicio no hubo resultados alentadores. Después de repartir volantes y


caminar bastante, llegaron las primeras encuestas. Nos sentamos frente al tele-
visor que alguien del equipo había llevado al lugar que rentamos (muy barato, por
cierto) y anunciaron los resultados para la alcaldía de Medellín. Escuchamos: “tal
señor... tanto”, “tal señor... tanto”, “tal señor... tanto”, “Fajardo... cero por ciento”.
Mis amigos me miraron y yo les dije: “hoy tenemos que repartir más volantes”. Y
repartimos más volantes. Nos decían que nos retiráramos (¡teníamos 0%!), pero
no lo hicimos.
No ganamos la primera elección, en el año 2000. Obtuvimos sesenta mil votos.
Quedamos en tercer lugar, pero esto representaba cerca del 12% de la votación.
Terminamos la elección y éramos un fenómeno político porque lo habíamos
logrado sin comprar un solo voto. Yo recuerdo que había políticos tradicionales
que se me acercaban y me decían: “vos vas a ser Alcalde de Medellín”.
Nos decían que con todos los votos que habíamos obtenido, podíamos pedirle
al Alcalde participación en la administración, pero nosotros estábamos ahí porque
queríamos toda la ciudad. No habíamos hecho esa campaña para colocar a dos
o tres personas en una administración municipal, ni para colocarme yo. No que-
ríamos ninguna participación, ni teníamos nada que hablar con el señor Alcalde,
que además era totalmente contrario a lo que nosotros éramos y pensábamos.
Perseverar es de lo más difícil en política, pero seguimos igual. Nos reuníamos
los sábados aun cuando faltaban tres años para la siguiente elección y, a pesar de
que mucha gente se desaparecía, nosotros seguíamos igual. Nos reuníamos en
nuestra casa, íbamos a las comunidades y seguíamos avanzando. Éramos poquitos.
La historia es larga y es muy bonita. Seguimos caminando por todo Medellín y por
los barrios que ya nos habían visto. Cuando llegó la elección del 26 de octubre de
2003, contra todas las maquinarias, con la votación más alta que se había regis-
trado en la ciudad hasta ese momento, con la ventaja más alta, ganamos la alcaldía.
Construimos la clave de nuestra riqueza política. La riqueza más grande que se
puede construir en política se llama confianza. ¿Por qué ganamos a pesar de que
yo en mi vida había tenido un cargo público y tampoco ninguno de mi equipo lo
había hecho? Porque “nos pusimos la ciudad en la piel”. Conocimos cómo olía
cada esquina y cómo miraban en cada barrio. No íbamos con un ejército detrás o
en un carro blindado, íbamos a pie y con un grupo reducido de personas.

208
LA TRANSFORMACIÓN DE MEDELLÍN, LA NUEVA POLÍTICA Y LA VIOLENCIA EN MÉXICO

Si esto no se hace con amor y convicción, no se puede lograr. Imaginen caminar


diez horas todos los días, durante meses. Era una convicción muy grande la que
nos movía a todos nosotros. También nos movía la razón porque al caminar por
Medellín, entendíamos más lo que habíamos estudiado y confiábamos en que
podíamos cambiar. Con esta confianza entramos a gobernar.
Hago un paréntesis para mencionar esto: espero que aquéllos que decidan
entrar a la política, lo hagan para hacer política de forma distinta. No se gasten la
vida en repetir la historia. Si harán eso, sugiero que no se metan, no vale la pena.
Pero para inventar, para crear y para construir, vengan todos.
Lo primero que hicimos fue definir nuestros principios de gestión pública.
Es decir, cómo íbamos a manejar lo público. En este sentido, dichos principios
estaban articulados con los que ya habíamos definido antes. Por lo tanto, éstas eran
las directrices para que nuestra administración lograra los resultados que alcanzó:

1) Los dineros públicos son sagrados.


2) La gestión de lo público es transparente. La Administración rinde cuentas de
todo lo que hace; así como con quién, cuándo, cómo y con cuánto lo hace.
3) No aceptamos transacciones de poder político por intereses burocráticos o eco-
nómicos.
4) No utilizamos el poder del Estado para comprar conciencias y acallar opiniones
diferentes a las nuestras.
5) El ejemplo de las autoridades es la principal herramienta pedagógica de trans-
formación cívica.
6) Planeación sin improvisación.
7) Eficiencia y eficacia en los proyectos.
8) Las relaciones con la comunidad son abiertas y claras, se desarrollan a través de
los espacios de participación ciudadana.
9) El interés público prevalece sobre los intereses particulares.
10)Las personas que trabajan en la Administración Municipal son honestas, capaces
y comprometidas con el proyecto de ciudad.
11)El desarrollo de la ciudad es un compromiso entre la Administración Municipal
y toda la ciudadanía.
12)La solidaridad y la cooperación son la base de las relaciones de la ciudad con la
región, el departamento, la Nación y la comunidad internacional.

209
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

13)La confianza entre las personas que dirigen la Administración es esencial para
garantizar la legitimidad del Estado.
14)La vida es el valor máximo y no hay una sola idea ni propósito que amerite el
uso de la violencia para alcanzarlos.

Logramos ser la ciudad mejor calificada en el país en la encuesta de transparencia.


Esto tenía un valor muy grande, ya que la ciudad había recibido anteriormente la
puntuación más baja en ese rubro. Ahí estaba el resultado del trabajo de muchas
personas, pero no de cualquier tipo de persona. Para ser parte de nuestro equipo
había cuatro requisitos: 1) ser honesto, 2) tener conocimiento sobre la tarea que
se desempeñaría, 3) ser un idealista y 4) tener una profunda sensibilidad. Para
resolver las profundas desigualdades sociales, la violencia, la cultura de la ilega-
lidad y la corrupción se requería de personas con esas cualidades, dispuestas a
trabajar porque lo que nos proponíamos no era poca cosa.
Hice una ilustración que me sirve para explicar lo que intentábamos. Se trata
de un par de árboles: el del lado izquierdo representa la violencia; el de la derecha,
la desigualdad y sobre el piso hay maleza que equivale a la corrupción, o a la cul-
tura de la ilegalidad. Lo que nosotros queríamos hacer era sacar esos árboles desde
la raíz, pero para resolver problemas hay que entenderlos primero.
Para arrancar esos árboles, había que preguntarse cómo estaban sus raíces
porque ambos habían empezado a crecer y a echar raíces cada vez más profundas
debido a que la maleza de la corrupción funcionaba como un nutriente y hacía que
estos árboles crecieran mucho más rápido. Con el tiempo sus raíces se fueron encon-
trando y enmarañando. Después de varios años, esas raíces estaban totalmente unidas
y nadie era capaz de decir cuál raíz pertenecía a cuál árbol. Por lo tanto, aunque
en el exterior fueran dos troncos diferentes, en realidad terminaron siendo uno
mismo. Si entendemos el problema así, entonces podemos entender que la solu-
ción era sacarlos de forma simultánea.
En la figura de los árboles, la raíz creció durante 30 años; lo que significa que
en Colombia teníamos ya tres generaciones que habían vivido con el problema
de la violencia. Esto es muy serio y complejo. Aquí quisiera hacer una observa-
ción que tiene que ver con México y es que pueden aprender de nuestra expe-
riencia acerca de la transformación de la violencia.

210
LA TRANSFORMACIÓN DE MEDELLÍN, LA NUEVA POLÍTICA Y LA VIOLENCIA EN MÉXICO

En México hablan de niños de 14 años de edad que ya tienen armas y son sica-
rios. Pero, piensen que el problema del narcotráfico se va transformando. Noso-
tros aún lo tenemos; sin embargo, hemos desarrollado enormes capacidades de
resistencia, hemos aprendido mucho y generado la capacidad de soportar dificul-
tades enormes. La policía de Colombia y otras organizaciones de justicia cooperan
con México en este sentido, explicando lo que se ha hecho.
En Colombia hay jóvenes de 13 años haciendo lo mismo que ustedes ven en
México con horror. Pero hay tres generaciones de violencia antes de él: su madre
fue una adolescente embarazada, su padre pertenecía a una pandilla y fue asesi-
nado en ese mundo, al igual que el abuelo. Esto quiere decir que tenemos que ser
capaces de generar oportunidades en este espacio cultural de violencia. Y eso es
complejísimo.
Ustedes hablan de la primera generación de la violencia. Por eso es muy impor-
tante entender el árbol descrito anteriormente. Entender las raíces y saber cómo

211
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

empezar a cortarlas es urgente. No se pueden esperar treinta años. Dichas raíces


tienen que ver con la política pública hacia los jóvenes, tienen que ver con los ninis2
y con muchas otras variables. No se trata solamente de capturar delincuentes. Se
deben hacer intervenciones sociales urgentes. Porque una cosa es la primera gene-
ración y otra cosa es tener comunidades enteras con tres generaciones creciendo
en un ambiente de violencia. Es muy complejo hacer una intervención social ahí.
Y así nos ha tocado a nosotros. Ésa es una de las observaciones más grandes que yo
puedo hacer en México.
El problema de la violencia tiene que ser parte de la agenda de un proyecto
político. Esto lo digo como observador externo, con la experiencia y con el
cariño que tengo por este país. Yo no puedo, ni es mi interés, hacer política aquí.
Tampoco quiero ser irrespetuoso, pero señalo algunas cosas que considero impor-
tantes; por ejemplo el que se debe enfrentar ya, de una manera distinta y de forma
unida.
Se debe enfrentar de manera distinta porque el problema sigue extendiéndose.
Hace treinta años éramos los colombianos quienes sufríamos la peor violencia.
Seguro que en México y en otros países decían –a propósito de todos los horrores
que escuchaban de nosotros– “pobrecitos los colombianos”. Y nosotros, desde
Colombia decíamos al mundo: “por favor, ustedes son corresponsables. Estados
Unidos como consumidor, países europeos que consumen”. A todos ellos les
queríamos plantear el problema de forma global. Porque sí recibíamos ayuda
en algunos casos, pero ésta se quedaba en una lucha a nivel nacional. Nosotros
poníamos los muertos, y por más valientes que seamos los colombianos, sólo
éramos nosotros los que sufríamos la violencia en nuestro territorio. Pero hoy,
treinta años después, no sólo es Colombia. Ahora también México y otros países
tienen el mismo problema.
La primera vez que vine a México decían que el problema estaba solamente en
el norte. Yo recuerdo que les dije que no se creyeran ese cuento, que la violencia
va bajando. Hace un mes y medio estuve en Guatemala con el presidente Álvaro
Colom y mencionó que por la selva de Chiapas está entrando el cártel más terrible
que actualmente opera en México.3 El Salvador, Honduras y Costa Rica –que no

2. Jóvenes que ni estudian, ni trabajan.


3. Hace referencia al grupo criminal de Los Zetas.

212
LA TRANSFORMACIÓN DE MEDELLÍN, LA NUEVA POLÍTICA Y LA VIOLENCIA EN MÉXICO

tiene Ejército– también muestran preocupación por el tema. La presidenta Laura


Chichilla personalmente se mostró muy preocupada al respecto. En resumen,
hace 30 años éramos nosotros y llegó el Plan Colombia. Ahora llegó la Iniciativa
Mérida, pero algo va mal si el problema se ha extendido, algo tiene que ir mal. La
pregunta que debemos hacernos es si cada país por su lado tiene que dar su lucha,
o comenzamos a evaluar otras opciones.
Yo creo que es el momento de que como Latinoamérica, desde Argentina hasta
México, se plantee una posición ante el mundo con respecto al tema del tráfico
de drogas. Ya los presidentes Ernesto Zedillo, César Gaviria, y Fernando Enrique
Cardoso han planteado algunas ideas sobre el tema de la legalización, como polí-
tica de salud pública. No vamos a legalizar la droga en México y en Colombia, ya
que es un tema global. Pero tenemos que empezar a planteárselo al mundo; de lo
contrario, nosotros vamos a seguir poniendo los muertos. Y yo espero que dentro
de 30 años, ninguno de ustedes tenga que dar una conferencia para explicar ese
problema.
El narcotráfico debe ser combatido, de eso no tengo la menor duda porque
es imposible que en México se vuelva a lo que hubo hace unos años cuando todo
mundo sabía que existía el narcotráfico y simplemente miraba para otro lado.
Tengan la certeza de que eso no volverá, pero se deben plantear nuevas opciones.
Una sociedad democrática no puede permitir que la ilegalidad tenga un espacio
tan importante en la vida nacional.
Otro punto que considero imprescindible es la unidad nacional. Me parece un
error conceptual mencionar que “el problema está en el norte” o “está concen-
trado”. Si esa idea está extendida, entonces no es un problema de todos. Además,
si el tema se convierte en algo político-electoral, lograr la unidad es más difícil. Es
natural que existan diferencias políticas, la democracia requiere discusión y parti-
cipación, pero si no hay consenso respecto a combatir el problema, no se pueden
lograr estrategias. Yo no sé si México está preparado en este momento tomar el
liderazgo y buscar la unión en torno a este tema, pero lo tiene que hacer. En
Colombia lo hemos tenido. Ésa es una lección de nuestro país. Había un consenso
respecto a dar esta lucha y eso es distinto de lo que hoy vemos en México.
No se puede hacer una analogía directa entre México y Colombia respecto al
tema de la violencia y el narcotráfico. Hay ciertas cosas comunes que vale la pena
estudiar, pero no es lo mismo. Una característica común es que el narcotráfico es la

213
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

expresión máxima de la corrupción. Al que tiene precio, se lo encuentran, desde


policías de a pie, hasta magistrados, alcaldes y otros funcionarios públicos. El rasgo
común entre los países en los que hay narcotráfico es que tienen una cultura de
la ilegalidad muy arraigada. Si recordamos la figura de los árboles, podemos ver
que en México también hay mucho fertilizante para que las raíces sigan creciendo.
Para acabar con la cultura de la ilegalidad debemos enfatizar la importancia
de los principios que definimos en un inicio. Los axiomas que regirán la forma de
gobernar. Siempre llegará la tentación con la que se puede relajar un poco el prin-
cipio. Y cuando esto sucede, se empieza a derrumbar todo lo que se ha construido.
Lo que México necesita son personas que tengan una visión a futuro, con princi-
pios claros e inquebrantables. Jorge Castañeda y Héctor Aguilar Camín han escrito
un par de ensayos en los que mencionan que México es un país con un pasado
muy poderoso, pero que está muy apegado a él; que en este momento México no
tiene una noción del futuro y está en una situación de incertidumbre. Yo espero que
muchas personas con nuevas formas de pensar y de actuar tomen la responsabi-
lidad de atender esta situación y que tengan la capacidad para cambiarla.
La solución consta de varias partes. En primer lugar hay que erradicar la vio-
lencia; disminuirla y luchar contra las desigualdades; así como generar oportuni-
dades para quitar la maleza que representa la cultura de la ilegalidad. Esto se hace
mediante una nueva política basada en principios. Se trata de cerrar las puertas
de la delincuencia y abrir otras. Tanto el mundo de la guerrilla y los paramilitares,
como el del narcotráfico tiene amplias puertas que se pueden cerrar de varias
maneras. Una de ellas es hacer que funcione el sistema de justicia. México tiene
un problema serio en este tema, ya que no hay una división clara de poderes y el
control político permite la impunidad. Yo me resisto a creer que en México, al día
de hoy, no haya ningún político asociado al tema del narcotráfico que haya sido
sentenciado como culpable.
En Colombia aprendimos una lección sobre justicia. Hay varios congresistas de
distintos partidos que están en la cárcel porque hicieron acuerdos con narcotra-
ficantes para ganar elecciones. En México, sorprendentemente, no hay ni uno. Y
acabar con la impunidad es muy importante para recuperar la confianza.
La policía es otro tema relevante para tener éxito en esta empresa. Se debe
revisar la estructura actual de las corporaciones. Recuerdo que fui a dar una charla
a Torreón y al alcalde, a dos meses de iniciar su administración, le había tocado

214
LA TRANSFORMACIÓN DE MEDELLÍN, LA NUEVA POLÍTICA Y LA VIOLENCIA EN MÉXICO

cesar a un importante número de policías municipales a quienes se les acusaba


de ser parte de la delincuencia organizada y estar secuestrando gente. Le pre-
gunté dónde estaban esos policías y me contestó: “en algún cártel”. Aquí hay dos
problemas: el primero es que la policía no puede depender de intereses parti-
distas para que sea nombrada o despedida. El segundo es la capacitación. No se
pueden sacar policías de la nada. La policía debe tener una formación especial
para enfrentar al narcotráfico.
En Colombia tenemos una Policía Nacional que no depende de un alcalde.
Enfrentar el narcotráfico es muy complejo y en el caso de México, no contar con
una policía nacional lo ha complicado aún más. Se llevó al Ejército a las calles
porque no tenían una policía preparada para esta tarea.
Reestructurar a la policía forma parte de esta idea de unidad nacional que
mencionaba anteriormente. Preparar a los policías para enfrentar al narcotráfico
debe tener un componente de inteligencia muy sofisticada, ya que se enfrentan a
organizaciones multinacionales poderosísimas. Es muy complicado hacerlo desde
lo local y de manera dispersa. Esta asignatura está pendiente y hay un mundo de cosas
por hacer en este rubro. Si recuerdan el diagrama de los árboles, éste es sólo un
aspecto que se debe cumplir para arrancar de raíz ambos troncos.
Por otro lado, se deben reducir las desigualdades al mismo tiempo que se
reduce la violencia. ¿Por qué entra alguien en el mundo de la delincuencia? Habi-
tualmente sólo vemos que capturan a los criminales, pero no nos preguntamos por
qué actúan de esa forma. En Colombia no nos hicimos esa pregunta a tiempo. La
puerta de entrada a la delincuencia tiene que ver con los ninis, con las personas en
condiciones de pobreza que cada día ven esa puerta más grande. ¿Qué tenemos que
hacer nosotros? Debemos cerrar esa puerta. Recuerden que estamos resolviendo
los problemas en forma simultánea, hay que sacar los árboles de forma simultánea
(el de la violencia y el de las desigualdades). Esa puerta no la cierra nadie de un
día para otro, pero podemos hacerla cada día más estrecha. La única forma de
lograrlo es abrir otras puertas; que haya otras alternativas porque capturar a un
narcotraficante es más sencillo entre comillas. Es una labor de inteligencia; se
paga una recompensa y después de un proceso se puede hacer la captura, pero la
puerta queda abierta. Los esfuerzos simultáneos se deben enfocar tanto en la jus-
ticia, como en cerrar la puerta de la delincuencia para los que estén considerando
entrar. Hay una frase muy ilustrativa que va más o menos así: “Yo prefiero vivir

215
REPENSAR LA CIUDADANÍA. LOS DESAFÍOS DE UN NUEVO PACTO GLOBAL

cinco años como rey a toda la vida como buey”. Se debe acabar con esa forma de
ver el mundo en la que no se considera el futuro. Hay que tener acciones respecto
al lugar de la puerta en el que están ubicados los individuos que pueden cruzarla.
Una cosa es el capo que está en el fondo y otra es el joven que está entrando por
primera vez al mundo de la delincuencia. Se debe actuar de forma distinta en cada
etapa.
¿Qué le diría yo a México si fuera presidente? O ¿si fuera presidente de Colombia?
Diría que hace falta un programa nacional para jóvenes. En México y otros países
existen algunos programas como Oportunidades; en Brasil se ha hecho Bolsa
Familia; en Colombia Familias en Acción, etcétera. Pero se requiere aumentar el
capital social mediante varios factores y recursos: la información, la ciencia, la tec-
nología, la innovación, el emprendimiento y la cultura. Otra parte imprescindible
es la reconstrucción del tejido social, ya que sin éste, no hay convivencia, ni capital
social. Mediante una nueva política con principios sólidos y un énfasis en lo que sig-
nifica entender los problemas, hacer planteamientos y convertirlos en acciones, se
puede mejorar la relación entre las personas y generar estas capacidades.
La relación de la política con el mundo académico radica en que muchos
políticos no entienden el problema fuera del discurso que escriben los asesores.
Entender el problema es fundamental para resolverlo. La nueva política no sólo
consiste en ello, sino en mantener los principios, plantearnos adecuadamente los
problemas para abordarlos de la mejor manera, y finalmente, caminar hacia la
solución. Por supuesto que no es un proceso sencillo, ni rápido, pero es el único
hacia una verdadera transformación.

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Repensar la ciudadanía. Los desafíos de un nuevo pacto global
se terminó de imprimir en noviembre de 2011
en los talleres de Editorial Pandora, SA de CV,
Caña 3657, Guadalajara, Jalisco, México, CP 44470.
La edición, que consta de 1,000 ejemplares,
estuvo al cuidado de Tres60 Editores.

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