DETERMINACIÓN DE LA FIABILIDAD
El coeficiente de confiabilidad (o fiabilidad) deberá establecer si la característica estudiada
se puede medir con el test de manera estable. Un test es confiable si mide siempre de
igual manera (o de manera estable) la característica o constructo no observable que
pretende medir. Dicho de otro modo, el test- restest debe arrojar resultados iguales o su
diferencia debe ser lo suficientemente mínima como para desestimarse.
DETERMINACIÓN Y CONTROL DE LA VALIDEZ
Se trata de establecer y controlar si el test mide realmente aquella característica que
pretende medir. La prueba de esto se consigue aplicando el test a una muestra, de donde
se obtendrán los datos normalizados (la distribución de las medidas en la muestra). Esta
muestra, para que el test se considere normalizado, tendrá que ser seleccionada desde el
universo donde luego se pretende aplicar el test.
TIPIFICACIÓN DE LOS RESULTADOS
Este proceso facilita la interpretación correcta de los datos obtenidos a partir del test.
Consiste en tipificar los datos, es decir, realizar una transformación de las puntuaciones
directas (también llamadas "empíricas" u "observadas") para posibilitar su comparación
con las puntuaciones de su población de origen.
NORMAS DE APLICACIÓN
En esta fase final, se debe redactar una serie de instrucciones que posibiliten una correcta
administración del test. Deben especificarse claramente las instrucciones que se va a
proporcionar a los sujetos que vayan a participar en la prueba, poniendo especial énfasis
en que sean lo más homogéneas posibles, de manera que se asegure que todos los
participantes en la prueba recibirán exactamente las mismas instrucciones. De esta forma
se reduce en gran medida la presencia de sesgos que podrían afectar al resultado final.
El apego responde a la necesidad de estima y afecto, pero de una forma más intensa, y nace del
vínculo que crea el niño con la madre o cuidador. Un apego sano creará una personalidad sana, sin
embargo, en la adolescencia o la adultez puede verse distorsionado. Para ejemplificarlo mejor, el
apego puede presentarse tal como la conducta adictiva: no puedo abandonarlo, me siento
aferrado a ello y aunque quiera soltarlo, me es imposible. Entonces, específicamente en las
relaciones de pareja (o intentos de pareja) suelen darse vínculos que pueden derivar en apegos y
que se tornan claramente incómodos en cierto punto. Sobre todo cuando la relación llega a su fin,
cualquiera que sea el motivo, aún "muerto" el sentimiento o el deseo, soltar a esa persona se
convierte en una lucha de día a día.
Existen muchas exparejas donde prevalece sin duda, el apego sexual. Aunque se trate de disfrazar
y confundir con un "todavía te quiero", la relación queda expresada sólo en términos de ir al hotel,
tener una buena noche y luego cada uno para su casa, y en casos extremos, ni siquiera el "buenos
días" por la mañana. También, aunque no haya culminado la relación, y aún en presencia de
constantes conflictos y pocas o ninguna demostración de afecto, siguen juntos porque tienen buen
sexo. Intentando ser buenos observadores, nos damos cuenta que en estos ejemplos hay algo
claro: apego.
Por otro lado, la idealización que nace hacia la pareja (o expareja) puede nublarnos la vista y
provocar apego emocional, porque "no voy a conocer a otro/a como él/ella" (y es cierto, de hecho,
es la idea) "nadie me ha querido tanto", "¿Cómo voy a ser feliz sin él/ella?", entre otras creencias
que te dejan suspendido y que tarde o temprano van a generar sufrimiento, uno del que se
aprende pero que también puede evitarse.
Ahora, el peor de los apegos: además del emocional, el sexual. Allí sí que no sabes para dónde
correr, si quedarte o irte, si irte un ratico y luego volver. Comienza la ambivalencia afectiva, las
técnicas de reconquista y las clases de pole dance a ver si logro que ese hombre se quede
conmigo. Junto a ello, los pensamientos de tipo "me dice que me quiere, pero no está conmigo",
"sólo quiere llevarme a la cama", "me dijo que íbamos a volver, pero aún nada. Le daré tiempo" y
al final, por creer que aún amamos (donde se ama no se sufre) también creemos que no habrá
mejor sexo con otro. Cuidado, esto puede ser totalmente ilusorio.
¿Se puede vencer el apego? Sí. El emocional se da generalmente por, como ya mencioné, la
necesidad de estima y afecto y también si estamos en presencia de una autoestima baja, las
medidas desesperadas por que el otro me tome en cuenta, serán exponenciales. El apego sexual
(realmente es sexual, sin involucrar afecto) es el más fácil de abandonar porque basta con intentar
romper ese inestable vínculo e intentar involucrarse con alguien con similares gustos en la cama.
Ojo: el término "buena cama" es totalmente coloquial, subjetivo y va a depender exclusivamente
de la experiencia de los involucrados. Nada que opinar allí.
En conclusión, juntos o por separado, el apego puede aparecer si tiene el escenario dado.
Aprender a soltar, evita sufrimientos innecesarios. No significa que seamos perfectos y que si no
hemos pasado por eso, jamás nos va a suceder. Es bueno que pase, y lo mejor, que no se repita.