11/01/08
El aventurero Edmund Hillary, el primer hombre en conquistar la cima del Everest, murió
en su Nueva Zelanda natal.
Doblegó la cumbre del Everest, en mayo de 1953, fue nombrado caballero por la Reina
de Inglaterra y se negó a que le llamaran Sir.
Volvió a su casa de Nueva Zelanda, para cuidar sus colmenas de abejas y casarse con
Louise Rose, con quien tendría tres hijos.
Fue entonces cuando abandonó la apicultura y creó una fundación caritativa para
construir una escuela en el Nepal, en la tierra del sherpa Norgay, que se había
convertido en uno de sus mejores amigos.
Y fue allí, en Katmandú, en marzo de 1975, donde perdió a su esposa Louise y a su hija
menor, Belinda, en un accidente de aviación.
Entró en una fuerte y larga depresión que sólo lograría remontar con una nueva hazaña
aventurera, "del Océano al Cielo", en la que, acompañado por su hijo Peter, viajó en
lancha motora desde la desembocadura del Ganges hasta su nacimiento en el
Himalaya.
Otra tragedia aérea le robó a su gran amigo Peter Mulgrew, cuya esposa, June, se
convertiría diez años más tarde en la segunda y actual señora de Hillary.
Llegaron los reconocimientos oficiales, fue nombrado Alto Comisario de Nueva Zelanda
en la India, entró en la Orden de Nueva Zelanda y en la exclusiva Orden británica de la
Jarretera, y manifestó que a pesar de considerarlo un honor nunca aprobó los títulos y le
parecía extraño poseer uno.
El control de Trust Himalayo se lo traspasó a los sherpas del Nepal para pasar a un
segundo plano.
"El legado de Sir Edmund Hillary continuará vivo. Sus proezas seguirán inspirando
nuevas generaciones de neozelandeses, como lo han venido haciendo desde hace más
de medio siglo", dijo hoy la primera ministra neozelandesa, Helen Clark.
Pero no sólo sus proezas inspirarán a futuras generaciones, "las contribuciones que hizo
con su trabajo altruista en países en desarrollo dejan un ejemplo que nadie podrá
mejorar" y eso hace que "Hillary sea, en realidad, inmortal", opinó hoy el montañero
australiano Lincoln Hall.