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Quórum.

Revista de pensamiento
iberoamericano
ISSN: 1575-4227
quorum@uah.es
Universidad de Alcalá
España

Carrión, Fernando
La gol-balización del fútbol
Quórum. Revista de pensamiento iberoamericano, núm. 14, primavera, 2006, pp. 21-29
Universidad de Alcalá
Madrid, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=52001403

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1
La gol-balización del fútbol

F e r n a n d o C a r r ió n

Coordinador del Programa de Estudios de la Ciudad de FLACSO

Y Concejal del Distrito Metropolitano de Quito

Introducción

El fútbol es un fenómeno global que le precedió al proceso de globalización. Nació en múltiples lugares,
bajo formas plurales y en momentos remotos y distintos. Así tenemos que los juegos de pelota, en
donde se utili- zaba tanto el pie como la mano, se practi- caron en diferentes pueblos de la antigüe-
dad, tales como el Kamari chino, el Epyskyros griego, el Harpastum romano o el «juego de pelota»
mexicano. Sin embar- go, se suele considerar que el antecedente directo del fútbol moderno fue el
juego del Harpastum romano, proveniente de la in- fluencia de los griegos, que llevado a las is- las
británicas, logró fusionarse con el fútbol que ahí se practicaba.

De allí en más se puede afirmar que empieza un predominio y homogeneización de esta vertiente, que
termina por imponerse, gracias al peso mundial que adquiere Inglaterra a mediados del siglo IX, en
términos del desarrollo tecnológico, industrial, comercial y financiero.

Con el inicio de la primera modernidad (democracia e industria) y con la racionalización del conflicto
que intrínsecamente tiene el fútbol moderno, se logran superar los problemas de violencia que se
venían arrastrando desde la Edad Media y que, en más de una ocasión, llevó a las autoridades del
momento a prohibir su práctica. En este sentido, lo que hicieron las reglas inglesas no fue otra cosa que
una forma de procesamiento pacífico del conflicto, a través de unas normas y de una institucionalidad, con
la finalidad de legitimarlo socialmente, en el marco de un contexto «civilizatorio», que permitió inter-
nacionalizarlo en la lógica mercantil, bajo la égida del capital imperial inglés.

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El fútbol moderno se formalizó en Inglaterra (1846), cuando se definieron las reglas del juego, dos de
ellas claves para el objeto de este análisis: se norman las dimensiones del lugar, donde se practica el
fútbol (la cancha) y se reglamenta el número de futbolistas. Este momento se establece el adentro
(cancha) donde los jugadores, primero, jue- gan y, luego, representan y venden (vitrinas móviles); y el
afuera, inicialmente el de los espectadores en los graderíos, y posterior- mente, de la gran audiencia
de consumido- res en los medios de comunicación. Desde entonces, el fútbol se ha ido transformando
en una actividad total, abarcando no sólo el espacio de ocio y entretenimiento, sino también
involucrando a la economía, la política, la cultura, la sociedad, la tecnología, así como al mismo
deporte.

En 1863 se separan los caminos del «rugby football» y del «association football», fundándose la asociación
de fútbol más antigua del mundo. Esta asociación adopta las reglas de Cambridge como las universales
de este deporte, naciendo bajo una forma elitista y como una práctica que, por un lado, buscaba
formar el carácter de los adolescentes, que serían los líderes del futuro y, por otro, so- meter, adormecer
y alienar a la clase obrera, mediante la decisión de los propietarios de las fábricas inglesas de promover el
fútbol entre sus obreros; para prolongar la jornada laboral, como forma de integración global del trabajo
al capital.

Se debe tomar en cuenta que el desarrollo del capitalismo permitió que, dentro del tra- bajo asalariado,
surja el tiempo libre, basado en la aparente contraposición con el ámbito del trabajo. En otras palabras,
el desarrollo capitalista redefinió el tiempo libre de la clase obrera, creando la ilusión de una libertad
frente a los mecanismos de alienación, que operaban en el ámbito del trabajo; porque el capitalismo y
su aparato de producción organizan las esferas: laboral y el tiempo libre2, como parte de un todo
orgánico indivisible. Allí se creó aquella noción —que perdura hasta ahora— de que el fútbol es el «opio
del pueblo», aunque hoy haya perdido su sentido histórico y su razón de ser.

Producto de este proceso, el fútbol se con- vierte en una actividad total, quizás de las mayores que
hayan existido a lo largo de la historia de la humanidad3. Esta afirmación contiene tres enunciados:
desde Londres se ha generalizado en tanto se ha convertido en una actividad planetaria4; desde las elites
universitarias se masifica en el sentido que su- pera las fronteras de las clases, etnias y géneros; y desde
su condición de juego se hace una actividad total, por cuanto tiene de juego, deporte, espectáculo,
negocio, política, tecnología y cultura5.

A pesar de la creciente importancia del fútbol, como hecho social, la historia oficial y un gran número de
intelectuales lo han ignorado y menospreciado6. No se puede esconder que hay una «posición
vergonzante» o, al menos, displicente, que se expresa en el hecho de que muchos intelectuales siguen

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con pasión al fútbol pero no se atreven a ver- balizarlo públicamente porque lo conciben como un género
menor o sienten que es «mal visto» ser aficionado. Pero también porque la academia ha puesto su atención
preferente en otros fenómenos sociales, en apariencia más importantes, dejando de lado esta
problemática, que nació asociada a la sociedad ci- vil y con autonomía relativa frente al Estado7.

Frente a ello, surge la necesidad de construir un conocimiento acorde a su importancia y de proveerle


de una historia, que le permita encontrar el espacio de reconocimiento y de crítica que es necesaria.
De lo contrario, el fútbol será objeto de beneficio para pocos y espacio de reproducción de vicios para
muchos.

El fútbol se generaliza

El fútbol moderno, nacido en Londres en el siglo XIX, se extendió como «epidemia», haciendo metástasis
por todo el mundo y produciendo una ampliación sin precedentes de la cartografía futbolística, hasta
convertirse en una actividad generalizada en el territorio planetario, con ribetes supranacionales.

Este proceso expansivo se inició de la mano de las inversiones inglesas en el transporte (ferrocarriles), la
minería (oro, carbón) y el comercio (puertos) y, poco a poco, se extendió hasta convertirse en el deporte
mundial por excelencia, al extremo de que en la actualidad no hay pueblo, por más alejado que esté, que
no cuente con una cancha para la práctica de este deporte. La generalización del fútbol fue posible gracias
al desarrollo capitalista, por tanto no resulta nada extraño que Inglaterra, al ser el centro neurálgico de
la revolución industrial, se haya convertido en el punto principal desde donde el fútbol se proyectó al
mundo.

Posteriormente, dos hechos logran sellar la mundialización o planetización del fútbol bajo su forma
espectacular: por un lado, el desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación, vinculadas
principalmente a la televisión y, por otro, la llegada, en 1974, del brasileño Joao Havelange a la presidencia
de la FIFA, con la siguiente política: «Yo he ve- nido a vender un producto llamado fútbol», para este
objetivo se asoció con la Coca Cola, Adidas y con las redes mundiales de televisión. El proceso de
transformación del fútbol de juego a un espectáculo mercantil de ribete planetario tiene, en esta
coyuntura, a uno de sus hitos más importantes, porque es la época a partir de la cual este deporte deja
de ser un juego-espectáculo y se convierte en un negocio-espectacular.

Desde este momento, se incorporan plenamente los continentes asiático y africano al circuito
mundial de los eventos de selecciones y clubes y éstos empiezan a hacerse más seguidos y en los
territorios más insólitos, logrando una interacción futbolística continua y permanente en el tiempo y
cada vez más expansiva en el territorio8. Con ello, las audiencias se multiplican en un nivel nunca
antes visto y las hinchadas se globalizan.

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La FIFA se consolida, legitima y logra una membresía de 204 asociaciones o federaciones de fútbol
nacionales (la ONU cuenta con solo 191 Estados miembros). Un caso que ejemplifica el carácter
supranacional de la FIFA es el del Reino Unido, que es el único país que ha logrado que la FIFA admita
cuatro selecciones nacionales: Irlanda del Norte, Escocia, Gales e Inglaterra, mientras que en los juegos
olímpicos los británicos tienen una sola representación. Asimismo, existen varios países que poseen una
representación en la FIFA (Puerto Rico, Suiza, Palestina, etc.), pero que no están representados en la
ONU9.

El fútbol se masifica

El fútbol que se practicaba en las universidades elitistas se difundió hacia las fábricas de la clase
obrera y luego hacia los estratos populares, tornándose, con el paso del tiempo, en negro, indio, blanco,
masculino y fe- menino. El fútbol, de esta manera, se impregnó de toda la sociedad, cruzando fronteras
nacionales, etnias, géneros y clases. Así, sin te- mor a equivocación, se puede afirmar que el fútbol es un
fenómeno policlasista (aunque con jugadores predominantemente populares), multiétnico (aunque con
una mayoría de origen afro) y heterosexual (aunque mayoritariamente masculino).

Tan es así que hoy en día tenemos campeo- natos femeninos, que empiezan a consolidarse en el ámbito
mundial, nacional y lo- cal; árbitras, que operan en ligas profesionales de hombres; dirigentes y
empresarias del deporte. También el debate del racismo se ha profundizado conforme la presencia de
jugadores negros, asiáticos y blancos confluyen en la grama del estadio, y no sólo en las relaciones propias
del juego, sino también en la práctica cotidiana en los estadios, cuestión que trasciende a los
espectadores con un ánimo civilizatorio interesante. Y, sin duda, policlasista, pero con un alto contenido
de as- censo y legitimidad social de los más exitosos deportistas.

Este proceso fue posible gracias al desarrollo de los medios de comunicación10, los cuales, lejos de
homogeneizarlo, crearon las condiciones para que el fútbol, en tanto que sistema de signos, se revierta de
contenidos globales y locales, produciendo una suerte de globalización del fútbol11. La universalización de
las reglas, la profesionalización de los futbolistas y la mercantilización del deporte han ido de forma
paralela a la significación particular que se ha producido en cada país y en cada contexto, apropiándose
y reafirmando las propias características locales, regionales y nacionales12.

El fútbol se convierte así en un punto de partida para comprender las particularidades que tiene esta
actividad en lo local, regional y nacional; así como para comprender las formas de las que se viene
revistiendo una globalización cada vez más agresiva y excluyente13.

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En su acelerada proyección hacia el con- junto de la sociedad, tienen mucho que ver el peso de la
hipermediatización, que lleva, por un lado, a que el deportista se convierta en un jugador-trabajador-vitrina
y, por otro, a que el aficionado-espectador se transforme en audiencia mediática. Mientras en la fase
final de la Copa del Mundo de 1998, realizada en Francia, se alcanzó una audiencia de 37.000 millones de
telespectadores, en la de México, realizada en 1986, sólo fue la tercera parte (13.500 millones)14 .

El fútbol como actividad total

El fútbol, nacido como un simple juego para las horas libres de la población, pronto se desarrolló como un
deporte con alto contenido competitivo, alcanzando la condición de espectáculo, cargado de múltiples
expresiones y determinaciones en los ámbitos de la economía, la sociedad, la política y la cultura. Con
ello se superó su condición de acontecimiento exclusivamente deportivo, para pasar a ser una actividad
con una diversidad de aristas. Un ejemplo que ilustra la afirmación fue la final de la Copa Mundial de
Francia en 1998, de la que se dijo que fue menos una disputa entre Francia y Brasil y más entre Adidas y
Nike.

El fútbol se transformó de juego en espectáculo, y luego a una actividad total que integra la política, la
economía y la cultura, entre otros. Es decir, el fútbol ha dejado de ser un mero espectáculo de la esfera
del tiempo libre, para convertirse en una actividad cargada de múltiples significados y en un espacio de
afirmación y construcción de identidades colectivas.

Un elemento que permite comprender el carácter de actividad total y la importancia que ha cobrado el
fútbol a lo largo del siglo XX es la FIFA. La Federación Internacional de Fútbol Asociado, creada en 1906, es
la primera institución de la globalización, nacida antes de que ésta exista. Se trata de una organización
no gubernamental (ONG), que se encuentra por encima y con mayor fuerza que los Estados
nacionales, y tiene la capacidad para regular el mercado y la economía mundiales, vinculados directa e
indirectamente al fútbol, así como influir decisivamente en el ámbito de lo político. En este sentido, el
fútbol se ha convertido en un elemento constitutivo y, a la vez, determinante de la globalización.

La FIFA norma la práctica deportiva con le- yes y reglamentos que no reconocen las fronteras de los estados
nacionales; más aún, tiene un sistema de imposición de penas que, en muchos casos, se contrapone a las
leyes nacionales o, al menos, está por encima de ellas. De esta forma, esta situación conlleva a una
homogeneización de la legalidad del fútbol a nivel planetario, que no se presenta necesariamente como el
símbolo de la imparcialidad, sino, por el contrario, como el símbolo de autonomía relativa de la FIFA
frente a lo estatal.

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Desde la perspectiva económica, la FIFA contrata empresas auspiciadoras oficiales (sponsors) para los
campeonatos mundiales y, al hacerlo, define las reglas de un segmento del mercado global,
permitiendo a ciertas empresas transnacionales posicionarse monopólicamente en la economía
internacional. Para ello, estas empresas deben pagar in- gentes cantidades de recursos económicos a la
Federación y tener una proyección en el tiempo que les permita innovar tecnológica- mente y generar
un marketing a escala mundial.

El poderío de la FIFA radica en el mono- polio que posee de los acontecimientos que organiza. El fútbol
genera una masa financiera anual equivalente al presupuesto del Estado francés15, y tiene una audiencia
cautiva que se mide en miles de millones de personas, por lo que no resulta difícil comprender las
dimensiones que ha adquirido este deporte, originalmente localizado, elitista y deportivo, que luego se
difunde gracias a la expansión capitalista y que, finalmente, se inserta a nivel planetario por los medios
de comunicación y el proceso de globalización.

Así, nos situamos frente a lo que Boniface denominó la «geopolítica del fútbol» y vemos cómo, dentro
de esta supuesta «aldea global», el fútbol ocupa un lugar central, llegando a convertirse en un
fenómeno más universal que la democracia y la economía de mercado.

En suma: hoy el fútbol es economía, da- das las ingentes cantidades de recursos financieros que
mueve; es cultura, en tanto el nacionalismo reside en su seno; es política, porque la carga simbólica de
integración atrae al más interesado en ejercer la función pública16; es tecnología, en cuanto a las
exigencias que introduce en la indumentaria deportiva y los medios de comunicación; y también,
claro, es un deporte. Es parte significativa de la cartografía mundial y es sustento de la totalidad social.

El contenido de la revista

El presente número de la revista Quórum muestra la triple condición que tiene el fútbol en la
actualidad: masivo, planetario y múltiple. En este marco, la revista presenta el resultado de diferentes
estudios sobre la temática en contextos europeos y latinoamericanos, en un momento marcado por la
proximidad al Mundial de fútbol que tendrá lugar en Alemania, en el mes de junio del presente
año. Los autores son reconocidos investigadores de ambos continentes, que han dedicado su reflexión al
emergente tema del fútbol como categoría de análisis social.

El dossier se inicia con cuatro trabajos europeos. El primero es de Christof Siemens, que nos muestra lo
que vive Alemania en la hora actual, momentos antes de la justa mundialista. Siemens nos presenta una
visión de la organización de fútbol alemana, haciendo referencia a las características del torneo nacional

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(Bundesliga), y a la importancia y re- tos que tiene la participación de la selección alemana en el Mundial
del cual será anfitrión, especialmente del papel del entrenador Jürgen Klinsmann que viene siendo
criticada por algunos sectores, y que, a fin de cuentas, sólo podrá ser evaluado por los resultados que
obtenga en el Mundial.

Seguidamente, Jean-François Nys, desde Francia, aporta con una reflexión económica del fútbol,
tratando de mostrar que no son variables autónomas, en tanto que el fútbol como el mercado, para
existir, tienen que internacionalizarse y globalizarse. En este proceso se profundizan las
diferenciaciones al interior del fútbol Europeo, a dos niveles: por un lado, las inequidades referidas a
las relaciones entre las ligas nacionales y, por otro, al interior de cada una de ellas entre los
equipos que la componen. En estas asimetrías, el tema económico es clave, lo cual lleva a un
nivel de concentración de espectadores, sponsors y medios de comunicación que, a su vez, tienen un
impacto en los resultados deportivos de los clubes.

El fútbol es tan importante porque está afincado en una sociedad civil que se fortalece con su
presencia, pero que también es utilizada para darse sus licencias: Gregorio Martín nos ilustra el caso
de la relación entre fútbol y Hacienda en España, que no es en nada distinta a la que existe en otros
países. Es más, con la globalización en ciernes se consolidan paraísos financieros, donde futbolistas, clubes
y empresas se desterritorializan para evadir sus responsabilidades sociales y estatales.

En cuarto lugar, el español Joaquín Leguina presenta una visión comprensiva del fútbol, que parte de la
interrogante de si la invención del fútbol moderno se creó como metáfora de la guerra o fue con el
simple objeto de entrenar a los jóvenes elitistas. Hace una revisión de la vinculación entre la pasión y los
juegos identitarios, que se expresa en la relación entre los clubes de fútbol, para finalizar con una
revisión del éxito empresa- rial del Real Madrid, bajo la presidencia de Florentino Pérez y su paralelo
desastre deportivo.

Desde América Latina, Fernando Carrión ilustra el caso del Ecuador, donde la clasificación para los dos
últimos mundiales impacta en la forma de la representación nacional: son las minorías étnicas
(afroecuatorianos) las que representan a las mayorías blanco- mestizas y es el conjunto de la selección
nacional el que permite la construcción de una imagen de unidad nacional (por sobre lo étnico y los
cortes regionales) que la política y lo social no habían podido hacer. Finalmente, evidencia que los
procesos —es decir, la continuidad— reditúan en el logro de objetivos claros. Así, el optimismo del «sí se
puede» nacido de la debilidad, traspasa las barreras del deporte para llegar a la política.

Pablo Alabarces presenta la compleja relación entre fútbol y política, ilustrada a partir de los sucesos de
diciembre del 2001 (que condujeron al fin de la convertibilidad), y el fracaso de la selección argentina en

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el Mundial de 2002: lo hace a partir de la pregunta de si el fútbol puede convertirse en un discurso que
proponga una narrativa nacional, es decir, en un productor de nuevas prácticas sociales. En la crisis de
diciembre, se dio un proceso de politización del fútbol, es decir, que estas prácticas se desplazaron
resignificándose. Sin embargo, Alabarces nos previene de que la relación causal entre éxitos deportivos y
victorias políticas jamás ha sido demostrada, y que, si bien las narrativas futbolísticas fueron un eficaz
complemento de los relatos nacionales, ahora, pese a que pueden volver a serlo, el fútbol sigue siendo
sólo fútbol y la política sólo política.

Andrés Dávila, de Colombia, aporta un artículo, compuesto de tres partes: en primer lugar, hace
referencia a trabajos previos en los que propone que la interacción entre fútbol, la selección nacional
y la nación ha generado un ámbito común de producción de discursos y narrativas acerca de la nación,
lo nacional, la identidad nacional. Este ámbito se ubicaría como un lugar intermedio entre los
discursos «duros» y aquellos que se caracterizan como un nacionalismo trivial o banal. En segundo
lugar, hace referencia al resultado de la selección en las últimas eliminatorias y los
cuestionamientos reiterativos que este pro- ceso significó y significa. Por último, realiza una
comparación entre el proceso colombiano y los procesos que vienen dándose en países como
Ecuador, Venezuela y Panamá. La preocupación que recorre el texto es la de abordar la relación entre
fútbol e identidad nacional, para lo cual plantea que es la triada compuesta por el fútbol, la selección
nacional y la nación un espacio útil para comprender los fenómenos pro- fundos del orden social.

El interés por comprender la relación entre el fútbol y la nación también está presente en el artículo
de Sergio Villena, de Costa Rica, que destaca el papel que juegan los me- dios de comunicación como
elemento que vincula el nacionalismo y el fútbol. Si bien la articulación entre fútbol y nacionalismo es
contingente y no necesaria, Villena plantea que, en Costa Rica, se ha desarrollado una exitosa
articulación entre fútbol y nacionalismo, que viene debilitándose por el efecto de la globalización en los
medios y en la propia práctica deportiva, lo que viene llevando a la configuración de lo que llama una
era post nacional del fútbol.

Los estudios de caso se complementan con el trabajo realizado por Manuel Dammert Guardia, que
muestra que el fútbol se desarrolla como un metadiscurso en el orden de las ideas (frases), de los libros
(bibliografía) y de las imágenes (cine), con la finalidad de evidenciar que el fútbol, además de jugarse, se lo
piensa, se lo interpreta y es parte de la ficción o imaginarios simbólicos que tiene y construye.

Esperamos, con este aporte de la revista Quórum, que se pueda abrir un debate fructífero
sobre el fútbol, que lo ayude en su práctica deportiva, pero que también nos ayude a conocer su
mundo oscuro, a la par de entender las mediaciones con la sociedad, tan importantes en el mundo
actual.

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Notas

1. Este trabajo introductorio fue realizado con la colaboración de Manuel Dammert G.

2. «Lo que se hace o se omite en el tiempo libre está determinado, en la sociedad capitalista, por la necesidad
de reproducción inalterable de la fuerza de trabajo» (Vinnai, 1970; 21); «la racionalidad del aparato de
producción capitalista (…) no sólo organiza y controla a los hombres y a las cosas en la esfera laboral, sino
también durante su tiempo libre, vale decir, también el deporte». (Vinnai, 1970; 25).

3. «El fútbol no es solamente un juego: constituye un hecho social total, ya que analizando todos sus
componente —lúdicos, sociales, económicos, políticos, culturales, tecnológicos—, se puede identificar mejor
los valores fundamentales, las contradicciones que conforman nuestro mundo. Y comprenderlos mejor».
(Ramonet, 1999; 17).

4. «El planeta no es más que un único estadio, y la aldea global no es más que un único público que puede
asistir a los mismos partidos al mismo tiempo». (Brochand, 1999; 97).

5. «El fútbol es un hecho social total porque atañe a todos los elementos de la sociedad, pero también
porque se deja enfocar desde diferentes puntos de vista». (Auge, 1999; 58).

6. «En términos de debate y reflexión, el fútbol español fue casi un erial hasta los años ochenta. El juego
pertenecía al terreno de las emociones, a la parte estrictamente primaria de millones deaficionados. No había
relación alguna entre la pasión que despertaba el fútbol en España y el efecto de esa pasión, al menos en el
territorio de las ideas. Parecía imposible que un juego tan rico en matices, con tantas vertientes como se
quieran ver, tuviera un rendimiento intelectual tan pobre. Probablemente es verdad que pagó el rechazo de
los intelectuales de izquierdas, que decidieron clasificar el fútbol como un simple artefacto del franquismo».
(Segurola, 2002).

7. Dos ejemplos de la afirmación: por un lado, la FIFA es una ONG mundial que está por encima de los
estados nacionales y, por otro, los clubes profesionales y el deporte barrial tiene un nivel de alta participación
social, incluso, por fuera del Estado.

8. El Mundial de Corea-Japón en 2002 fue la consolidación de su presencia en Asia, así como lo será la
organización del Mundial del 2010 en Sudáfrica. A ello hay que sumar el conjunto de campeonatos mundiales
de las categorías inferiores, la Copa Confederaciones, los torneos zonales y las eliminatorias al mundial que se
desarrollan en los espacios «periféricos» del fútbol, convirtiéndose en algo así como un Rey Midas que lo que
toca se transforma en fútbol.

9. Dentro de la propuesta actual (2006) de reforma al estatuto de autonomía propuesta por Cataluña, se
incluye la demanda de representación directa ante la FIFA, siguiendo el ejemplo del Reino Unido
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10. «Los estadios ya son demoliciones que se caen a pedazos. Hoy todo pasa en la televisión y en la radio»
Borges, Jorge Luis y Bioy Casares, Adolfo

(2001). Tan cierta es esta afirmación que los estadios tipo Maracaná en Brasil con un aforo de más de 200 mil
personas o el Azteca de México con más de 100 mil, ya no tienen sentido porque hemos pasado de la lógica del
espectador que asiste al estadio a la audiencia hipermediática. Los estadios del Mundial en Alemania no llegan a
70 mil espectadores.

11. «Deambulando entre hinchas lunáticos, propietarios gángsteres y enloquecidos delanteros búlgaros,
observé una y otra vez que la globalización no había conseguido reducir las culturas locales del fútbol, los
feudos locales de sangre y ni siquiera la corrupción local». (Foer, 2004; 16).

12. «(…) el partido de fútbol se nos ofrece como una de las profundas matrices simbólicas de nuestro
tiempo». (Bromberger, 1999; 35).

13. Un intento por partir del fútbol como fenómeno explicativo de otros hechos sociales lo constituye el libro
de Franklin Foer El mundo en un balón. Cómo entender la globalización a través del fútbol.

14. Villena, Sergio, 2002, p. 41.

15. «La masa financiera drenada por el fútbol en el conjunto del planeta está estimada en 1,5 billones de
francos, equivalente al presupuesto de Francia. Esta masa financiera, por sus orígenes múltiples y sus flujos
complejos, no es siempre transparente, y atrae capitales dudosos, siendo posible que se blanquee dinero
negro». (Nys, Jean-François, 199,

69).

16. Augusto Pinochet fue Presidente del Colo Colo en Chile; Hugo Banzer lo fue del Wilsterman en Bolivia, y
Abdalá Bucaram, del Barcelona en Ecuador. Francisco Franco lo hizo a través de Santiago Bernabéu.

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