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“Nunca antes habían atacado una misión humanitaria”: Defensor del Pueblo

Política
26 May 2018 - 9:00 PM
Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
Carlos Negret se alarma ante el ataque que sufrió uno de sus equipos en el Naya
por parte de hombres armados, para arrebatarle a un líder social y secuestrarlo
delante de todo el grupo protegido por el derecho internacional humanitario, pese
a las insignias que portaba. Se refiere también al compromiso de los candidatos
presidenciales, gane quien gane, de respetar los derechos de la gente. Y a la
verdad que encierra la denuncia sobre la existencia de sitios en Tumaco para
desmembrar cadáveres.

“El próximo presidente de la República tendrá la obligación de reconciliar a los colombianos”, advierte
el defensor del Pueblo, Carlos Negret. / Gustavo Torrijos

Los cinco candidatos presidenciales firmaron un pacto para proteger los


derechos humanos, a instancias de la Oficina del Alto Comisionado de la
ONU en Colombia. Usted que conoce las permanentes violaciones a esos
derechos y la persecución a los líderes sociales, ¿cree que esa loable
iniciativa sirve o es sólo un saludo a la bandera?
Es importante que cualquiera de los candidatos que asuma la jefatura del Estado
haga público ese compromiso para que los ciudadanos y los organismos de
control podamos exigir el cumplimiento de la palabra empeñada. Con
independencia del partido político al que pertenezca, el próximo presidente de la
República tendrá la obligación de reconciliar a los colombianos, tarea que pasa
por recomponer el tejido social roto por un conflicto de más de 50 años, en que
defensores de derechos humanos y líderes sociales tienen un rol primordial.
Evitar sus asesinatos es un imperativo ético, moral, jurídico y democrático. Y
evitar su estigmatización, un deber de toda la sociedad.

Eso no va a pasar, defensor. Claramente, hay al menos dos candidatos a


quienes la defensa de los derechos humanos les parece un asunto de
“mamertos”, como les dicen despectivamente a quienes se dedican a esa
tarea.
Como usted dice, en Colombia se estigmatiza con el término “mamerto” y con
otras formas más riesgosas a quienes defienden los derechos humanos. Por eso
insisto en que un trabajo prioritario que debe desarrollar el próximo jefe de
Estado es el de acabar la estigmatización social contra los defensores de
derechos, labor que es hondamente respetada en otras sociedades.

Pienso que oficinas como la del Alto Comisionado de Naciones Unidas y la


suya son necesarias, desde luego, para llamar la atención pública sobre estos
casos, pero que no son funcionales. O, dicho de una manera más franca –y
me disculpa–, que no sirven o sirven muy poco: pueden recomendar pero no
ordenar. ¿Ha sentido la impotencia de su actual cargo?
Cuando me insinúan que la Defensoría del Pueblo no tiene dientes, les contesto
que eso no significa que no pueda morder. Contamos con la magistratura moral o
con la magistratura de la persuasión. Nuestra presencia en los lugares más lejanos
y vulnerables del territorio nacional –puesto que llegamos a donde ninguna otra
institución lo hace–, sumada a la credibilidad y confianza de los ciudadanos, nos
permite recomendar y, después, movilizar la respuesta estatal. Parte de nuestro
trabajo se ejecuta mediante el mecanismo de alertas tempranas con la
información que levantamos: visibilizamos la problemática de violación de
derechos para que las autoridades actúen y eviten que los riesgos se materialicen.
Hoy, y como consecuencia de lo pactado en el Acuerdo de Paz, las alertas de la
Defensoría se emiten autónomamente y deben ser atendidas de inmediato por el
Gobierno Nacional.

Hablando de derechos de los votantes, usted ha emitido un informe en el que


afirma que 287 municipios están en peligro de sufrir amenazas o algún tipo
de constreñimiento. ¿Cuáles son los síntomas que notó la Defensoría para
lanzar esas alertas?
Tres: la presencia de actores armados ilegales, la ocurrencia de hechos violentos
que puedan afectar la jornada electoral y la capacidad de las instituciones para
repelerlos. Esa alerta de febrero brinda insumos a las autoridades. Nuestra
principal preocupación es que los electores pudieran acudir a la cita con la
democracia en forma libre, espontánea y pacífica. Asimismo, que los ciudadanos
que aspiran legítimamente a ocupar cargos de elección popular lo hagan sin que
su derecho a la vida e integridad personal se vean afectados. Debo precisar que
en la jornada electoral del mes de marzo no se materializaron los riesgos
advertidos, lo cual es una excelente noticia.

Firmado el Acuerdo de Paz con las Farc e iniciado un proceso de


negociación con el Eln, supondría uno que las amenazas al elector
disminuyeron. ¿Cuáles grupos están actuando ahora para impedir que la
gente vote?
La entidad identificó, en su momento, que los grupos que se rearmaron después
de la desmovilización de las Auc podrían incidir en la región Caribe, Antioquia,
Chocó, Valle del Cauca, Nariño, Meta y Guaviare. Las disidencias de las Farc-EP
han atacado a exintegrantes de esa misma guerrilla y han restringido a las
comunidades que realizan proselitismo a favor del nuevo partido FARC en
Nariño, Putumayo, Cauca, Chocó y Antioquia. El Eln en todas sus zonas de
influencia. Y en cuanto al Epl, en zonas de Norte de Santander, en donde han
promovido la “abstención activa.

¿Afirma que las disidencias de las Farc han atacado a exintegrantes de las
mismas Farc, es decir, a sus antiguos compañeros, cuando estos intentan
hacer proselitismo político legal?
Sí. Uno de los casos más sonados es el de Peque (Antioquia): dos miembros de
las Farc en desmovilización asistieron a una reunión para promover candidatos al
Congreso de su partido, Fuerza Alternativa. Cuando salieron del municipio
fueron asesinados. Según se informó, no solicitaron acompañamiento ni
esquemas de seguridad. Luego se supo que quienes los atacaron fueron sus
excompañeros, disidentes de la misma guerrilla (ver información adicional en la
parte superior de la página).

Cambiando de tema, recientemente la Procuraduría y su entidad


denunciaron la existencia de “casas de pique” en Tumaco, pero el Gobierno
Nacional, en cabeza del vicepresidente y del Ejército, las desmintieron. ¿Hay
o no lugares en donde se ejecuta a personas determinadas y se desmembra
sus cuerpos?
Tal como lo dijimos en nuestra alerta temprana del 6 de mayo, se presume de la
existencia de las mal llamadas casas de pique en algunos barrios de Tumaco. Al
escuchar la denuncia de la Procuraduría en la mesa regional, tres días antes, la
Defensoría hizo un trabajo inmediato de reconocimiento en la zona y recibimos
la información de que en los barrios El Bajito (sector La Punta), Nuevo Milenio,
Brisas del Aeropuerto y en los sectores de La Florida y Libertadores existiría este
fenómeno.
Insisto, el Ejecutivo ha desmentido esa información y usted mismo habla en
modo condicional. ¿Se trata de una negación de la realidad por estrategia
política o ustedes –incluida la Procuraduría– se apresuraron a dar por cierta
una información sin consultar pruebas?
Si la Defensoría del Pueblo dice que hay casas de pique, hay casas de pique. ¿Por
qué lo afirmo? Porque nosotros integramos la única entidad del Estado que tiene
información directa de la ciudadanía debido a una razón específica: la confianza
que generamos tanto en las zonas rurales como en las urbanas, y aún en
poblaciones tan conflictivas como Tumaco. Pedir pruebas abiertas, como usted
sugiere, es casi imposible, porque significaría exponer a un peligro inmenso a
quienes nos revelan este tipo de situaciones.

Se han recibido reclamaciones por supuestas violaciones a los derechos de


movilidad y libertad de los habitantes de los alrededores de Tumaco por
parte del Ejército de Colombia y del Ecuador, cuyos efectivos estarían
ingresando al territorio nacional durante sus operativos contra alias
“Guacho”. ¿Su oficina ha podido probar o descartar esos hechos?
Antes de la muerte de los periodistas ecuatorianos, las Defensorías de Colombia
y Ecuador realizaron labores para buscar su liberación. Lamentablemente no
pudimos lograrla. Hubo cambio de defensor en Ecuador, pero el trabajo conjunto
siguió y no ha abandonado la región en donde opera alias Guacho. Si hubiéramos
detectado alguna violación de derechos por parte de las Fuerzas Militares, la
habríamos denunciado públicamente.

Qué pena, pero no me respondió: ¿efectivos militares ecuatorianos están


operando en territorio colombiano?
No tenemos ninguna denuncia de colombianos que se hayan visto afectados por
efectivos ecuatorianos en nuestro territorio. Lo que está sucediendo con Guacho
y con David, reemplazo de alias Don Y, es la degradación profunda de la antigua
guerra porque estos individuos no tienen jefes ni jerarquización y actúan por sí
mismos con las bandas del narcotráfico que los siguen. Hay que hacerles un
reconocimiento a las Fuerzas Armadas y a la Policía por el trabajo de control que
están realizando en condiciones muy difíciles en esa región. Muy pocos lo
admiten, pero sin la presencia oficial, la zona se encontraría en una situación
mucho peor.

Hace un par de años la Defensoría publicó otro informe con relación a casas
de pique en Buenaventura. La situación en Tumaco, ¿es idéntica a la del
puerto vallecaucano?
En general, todo el andén Pacífico –desde Chocó hasta Nariño incluidos los
municipios de Guapi, Timbiquí, López de Micay (Cauca) y Litoral del San Juan
(Chocó), entre otros– sufre el drama asociado al narcotráfico, con un resultado
poco alentador por la ausencia del Estado. Aprovecho su pregunta para rechazar
una vez más lo sucedido el pasado 5 de mayo con una comisión de la Defensoría
del Pueblo en el río Naya, donde fue asaltada por un grupo armado ilegal que
secuestró a Iber Angulo Zamora, defensor de derechos humanos y líder social.
También repudiamos el hecho de que nuestra sede regional Pacífico haya sido
objeto de una amenaza representada en una bala arrojada por debajo de la puerta.

Es cierto: esos hechos son gravísimos porque implica que esas bandas que
antes tenían ciertos límites mínimos, aunque fueran escasos, ahora ni
siquiera respetan a los delegados humanitarios, que no tienen color militar o
político. ¿Cómo secuestraron al líder social Iber Angulo?
Días antes de lo ocurrido, el consejo comunitario del Naya había solicitado que
una entidad defensora de derechos diera la posibilidad de acompañar, en su salida
de la zona, a los hermanos Angulo. Coordinamos una misión con todos los
protocolos internacionales del derecho internacional humanitario, incluidas las
identificaciones claras y a la vista. Veinte minutos después de recogerlos en una
lancha fuimos abordados por un grupo de hombres que llevaban armas de largo y
corto alcance. Nos dejaron avanzar, pero más adelante el mismo grupo, ya muy
agresivo y de manera intimidatoria, preguntó quién era Iber Angulo y nos lo
arrebataron. Antes habían hecho lo mismo con hermanos de la misma familia. A
la fecha no sabemos qué pasó con ellos.

¿Es usual que hechos criminales como este le ocurran a la Defensoría del
Pueblo?
No. Todo es grave en este incidente, pero lo más delicado es que nunca, durante
la existencia de la Defensoría, una de nuestras misiones había sido atacada, a
pesar de las zonas difíciles que penetramos. A los grupos armados ilegales les
hacemos saber que el derecho internacional humanitario debe ser respetado en
todo tiempo y lugar, para asegurar garantías mínimas en la confrontación, y que
casi todos sus similares en el mundo se cuidan de afectar las misiones con estas
características por las consecuencias que derivan para sus integrantes en donde
quiera que se encuentren, e incluso debido a que esas misiones podrían servir
algún día a sus propios miembros. Por eso, organismos como las propias
Naciones Unidas y ONG como Human Rights Watch dieron su voz de alarma
ante el caso Angulo.

Una pregunta que no puedo dejar de formularle como Defensor del Pueblo:
en las zonas rurales que recorren sus funcionarios, ¿se ha notado el cambio
en la vida de los pobladores después del Acuerdo de Paz?
Mi período comenzó pocos días antes de la firma del Acuerdo de Paz. Empecé a
recorrer el país y a constatar personalmente cuál era el clima con que las
comunidades iban a recibir el Acuerdo. Y créame que por donde iba se sentía la
esperanza que despertaba, no sólo el hecho de desarmar a la guerrilla más grande
de Colombia, sino que llegara el Estado. Después del plebiscito y de los ires y
venires para empezar la fase de implementación, parte de esa sensación se fue
morigerando. Pero le puedo afirmar, sin duda, que no hay un lugar en la
Colombia rural en donde no se reconozca la importancia de haber retirado más de
7.000 armas de la guerra. Acabar con un conflicto de medio siglo lleva tiempo,
frustraciones y decepciones. No obstante, las vidas que se han conservado, las
víctimas que le robamos a ese registro de casi 8’700.000 producto de la guerra,
son suficientes. Sólo por eso, el Acuerdo valió la pena.

Si lo pusieran ante un tribunal de la verdad, ¿usted sería testigo a favor del


proceso que se está adelantando? Pregunto, de nuevo, porque varios
candidatos, sus seguidores y muchos comentaristas de los medios parecen
creer que nada importante ocurrió con el Acuerdo y en cambio lo critican y
lo quieren terminar…
Como defensor del Pueblo que ha recorrido este país de cabo a rabo desde
septiembre de 2016, doy fe de que el Acuerdo de Paz ha sido benéfico para
Colombia.

“A los votantes con quejas: busquen nuestra chaqueta


azul”
El candidato Petro, en particular, y otros personajes cercanos al Consejo
Nacional Electoral han dado voces de alarma por presuntas fallas en el
software de recepción y transmisión de datos, y también en la selección de
jurados ¿Tiene su oficina datos que confirmen o desvirtúen estas sospechas?
No tenemos información directa. En la Comisión de Garantías Electorales
escuchamos a los representantes de los cinco candidatos. Todos expusieron
sus inquietudes y me parece que sus dudas fueron absueltas, en particular en
cuanto al software se refiere porque todos podrán ejercer vigilancia sobre ese
proceso. No creo que vaya a haber sobresaltos. La Defensoría despliega hoy a
mil 400 funcionarios y a través de ellos estaremos atentos a que no haya ningún
desafuero.
Suponga que uno de sus funcionarios ve algo irregular ¿Qué puede hacer
más allá de dar una voz de advertencia?
Cualquier funcionario de la Defensoría que vea o conozca alguna
irregularidad, inmediatamente activa una ruta metodológica que tenemos
prevista para trasladar la denuncia al puesto de mando unificado del ministerio
del Interior en donde se van a tramitar todas las quejas. Les pedimos a los
ciudadanos que requieran apoyo institucional que busquen la chaqueta azul que
nos identifica para solicitar la ayuda que requiera.

Asesinados por sus antiguos compañeros


Reintegrados de las Farc que estaban ejerciendo su derecho al voto y a hacer
proselitismo electoral fueron asesinados por sus excompañeros de guerrilla, los
llamados disidentes, o por guerrilleros de otras agrupaciones aprovechando su
ubicación en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorpación (ETCR)
pactados como zonas especiales para ejercer su tránsito a la legalidad. Según
datos en poder de la Defensoría del Pueblo, el pasado 25 de enero, en el ETCR de
la vereda La Florida, resguardo indígena de El Sande, desconocidos se llevaron a
tres miembros del partido político de las Farc que se habían acogido al Acuerdo
de Paz. Después de las alertas emitidas por la Defensoría se inició su búsqueda
pero el 13 de febrero la Fiscalía confirmó el hallazgo de los cadáveres. En
febrero, un excombatiente de las Farc fue atacado con arma de fuego en la vereda
Filipinas, Arauquita, también Espacio Territorial. El hecho criminal fue cometido
por un disidente de las mismas Farc. El 7 de mayo, el exjefe del Décimo Frente
de las Farc, Juan Vicente Carvajal, alias “Misael” que se había acogido a la JEP,
fue asesinado en la vereda Galaxias, también de Arauquitas. Y alias “el doctor”,
hermano de un excombatiente de esa guerrilla, fue asesinado en Cañas Bravas.
https://www.elespectador.com/noticias/politica/nunca-antes-habian-atacado-una-mision-
humanitaria-defensor-del-pueblo-articulo-790801

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