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Murió Mario Benedetti

Uruguay está de luto por la muerte de uno de sus escritores más queridos. Mario
Benedetti, el autor uruguayo contemporáneo más reconocido en su país y en el mundo
falleció este domingo en Montevideo a los 88 años de edad.

Foto: ARCHIVO
Benedetti firma uno de sus libros a una joven.

Benedetti, mito de la literatura en busca de la utopía y el compromiso social

JUAN ANTONIO SANZ - EFE El escritor uruguayo Mario Benedetti deja tras de sí
una rica obra, en la que sus más de 80 novelas, ensayos, cuentos y poemarios muestran
el compromiso social y la coherencia de alguien que creyó "en la vida y en el amor, en
la ética y en todas esas cosas tan fuera de moda".

"Él siempre dijo que se sentía más poeta que otra cosa", señaló la biógrafa del escritor,
Hortensia Campanella, cuando presentó hace unos meses el libro "Mario Benedetti. Un
mito discretísimo", con el que trazó la trayectoria de uno de los mitos de la literatura
hispanoamericana del siglo XX y quizá la conciencia poética de todo un continente.

Esa poesía se convirtió en el único báculo para afrontar sus últimos años, tras la muerte
en 2006 de su esposa, Luz López, su compañera desde hacía más de seis décadas y su
mejor crítico.

La de Benedetti ha sido "una vida que ha ido persiguiendo la utopía y que por eso
mismo ha encontrado en la poesía su mejor expresión, o por lo menos, la más querida,
la más auténtica", señala Campanella.

Joan Manuel Serrat, Daniel Viglietti, Pedro Guerra, Rosa León, Juan Diego o Nacha
Guevara son solo algunos de los cantautores que han puesto música a los versos de
Benedetti.

La poesía, decía Benedetti, es "un altillo de almas", un "tragaluz para la utopía" y "un
drenaje de la vida/ que enseña a no temer a la muerte".

Fue también el martillo que le permitió forjar una carrera literaria compaginada con las
profesiones más diversas: currante en un taller de automóviles, taquígrafo, cajero,
vendedor, contable, funcionario público, traductor y periodista, antes de dedicarse a lo
que más quería.

"Cuando tengo una preocupación, un dolor o un amor tengo la suerte de poder


transformarlo en poesía", afirmaba.

Títulos como aquel primerizo "La víspera indeleble", sus "Poemas de la oficina", el
oriental y tan uruguayo "Rincón de Haikus", los grandiosos tres "Inventarios" o las
"Canciones del que no canta" se vieron coronados el año pasado con su último
poemario, "Testigo de uno mismo".

Este libro vino a ser "un poco el resumen de una carrera poética extraordinaria", con
todos los grandes temas de la poesía universal desbordando sus páginas, como dijo la
novelista Sylvia Lago.

Además, en esta obra presentía ya el final de sus días, sin tapujos, a la vez que insistía
en la soledad sin su amada Luz y con un mundo reducido: "Acontece la noche y estoy
solo/ cargo conmigo mismo a duras penas/ al buen amor se lo llevó la muerte/ y no sé
para quién seguir viviendo".

La poesía dejó también mucho espacio para la prosa en la obra de Benedetti y así su
principal novela, "La tregua", es uno de los faros de la literatura del continente, con más
de 140 ediciones en 20 idiomas desde su publicación en 1960.

También dedicó tiempo a los cuentos, en los que "cada palabra tiene valor por sí
misma" y, sobre todo, "tienen que ver con los sentimientos", como explicó en 1998 en
un Taller de Literatura de la Casa de América de Madrid.

El cuento "es el género más gratificante, tanto para el autor como para el lector", pues
"desde tiempo inmemorial a las personas les gusta que les cuentes cosas, y a algunos
nos gusta contarlas", decía el autor de "Geografía", "La vecina orilla" o
"Montevideanos".

Tanto la prosa como la poesía de Benedetti fueron reconocidas con amplitud y así lo
corroboraron galardones como el Premio Reino Sofía de Poesía Iberoamericana (1999),
el Iberoamericano José Martí (2001) y el Menéndez Pelayo (2005).

En su última aparición pública, en diciembre de 2007, Benedetti fue condecorado con la


Orden Francisco Miranda por el presidente venezolano, Hugo Chávez, en la
Universidad de la República del Uruguay, aclamado por los cientos de estudiantes que
reconocían en el poeta a su bardo nacional.

Chávez reconoció al autor de "Gracias por el fuego" como un icono de la izquierda


latinoamericana, por ese compromiso social que reflejó en su vida, con su exilio durante
la dictadura uruguaya en Argentina, Cuba y España, y, sobre todo, en su obra.

"La conciencia es la única religión", llegó a decir este crítico de la "gran hipocresía que
rige toda la vida política" y de la globalización, a la que llamó "una dictadura
indiscriminada, que cada vez conduce más al suicidio de la humanidad".

En declaraciones a Efe en junio de 2002, Benedetti explicaba que si bien "los poetas no
tienen capacidad de influir sobre los Gobiernos", sí "llegan al ciudadano de a pie, y a
veces sirven para esclarecer una duda, para dar una tímida respuesta a una pregunta que
tiene alguien".

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