BOBES GARCIA
M. BOUSOÑO CARCíA
I.DíA7, SUÁREZ
M.P. GONZÁLtsZ G-PORTIII A
R.LÓT'EZ RODRíGUEZ
J.A. PEDRE,C]AL SÁNCIIEZ
P.A. SÁ12 MARTÍNEZ
D. V1LLORIA TAL]LADO
l.t t ¡ lt t t' l i l t.' t,s ot' i r xl e m ct gr á.f i c o s d c O v i e dt t s ott t tt t't ¿ltu'L¡ s'
4. Si nos atenemos al sentido de los términos utilizados («cali- Espíritu Santo>>; sólo estoy afirmando que, desde una perspectiva
dad de vida») habría que decir que aquello que pretende medirse es
positiva, es suficiente decir que la teoría de la propagación explica
mucho más que la mera reexposición de los «indicadores>>; pues si
la magnitud medida (dejando para el creyente 7a teoría de la Gracia
los indicadores son tales es porque nos remiten a algo distinto de
de Dios, medicinal, elevante y santificante).
ellos (sin que esto signifique que los indicadores deban ser siempre
Ahora bien, la idea de la «calidad de vida» ele-
ajenos a lo que se mide, de la misma manera que los síntomas de la -medicinal,
vante y santificanfe-, tal como se nos explica por quienes se ocu-
enfermedad no son tampoco ajenos a la enfermedad misma). La ca-
pan de ella, no es una idea (o concepción, o teoría) más clara (por no
lidad de vida parece implicar toda una concepción, teoría o filosofía
decir, menos metafísica) de 1o que pueda serlo la idea de la Gracia,
de la vida, más aún, un <<ideal de vida» para los individuos y una
o la teoría de los Dones del Espíritu Santo. Basta advertir la abun-
noÍna de acción política para los gobiernos. Se deduce ya esta con_
dante exposición que de ella nos ofrece el capítulo 4 de este libro
clusión de la circunstancia de que la expresión <<calidad de vida>>
para convencemos. Resulta que la calidad de vida tiene que ver
arrastra una connotación eminentemente axiológica, valorativa. En -se
dice en este capítulo- además, por supuesto, de con la idea de Vida
cuanto ideal de vida, «calidad» es aquí, como en otros contextos,
humana, también con las ideas de Bienestar, de Necesidades profun-
una elipsis de <<buena calidad» (un <<paño de calidad>> o un <<barbero
das, de Felicidad y de Realización personal. Además, como <<indica-
de calidaó>, aunque el barbero no sea de Oviedo sino de Sevilla) y,
dores» de estas magnitudes, figuran, muy en primer plano, las mani-
aunque en una escala de calidades de vida deba haber grados, todos
festaciones de los propios ciudadanos, recogidas en encuestas; y ello
los grados, menos el más bajo, serán de calidad más alta que el que
nos dice que los métodos de investigación emic están siendo puestos
se encuenÍa en el grado ínfimo. Puede darse por supuesto que eI inte_
al mismo nivel que los métodos etic; y, como veremos, no objeta-
rés práctico de las medidas de calidad de vida tiene que ver son su re-
mos a estos métodos, el componente de incertidumbre que ellos
producción y sobre todo con su mejoramiento. Es decir, que todo esto
puedan tene{, sino, por el contrario, el significado funcional e ideo-
implica un uso del término «calidad>> como un ideal o como una realj-
lógico de lds propias certidumbres de ese entendimiento de la cali-
dad de la que podemos enorgullecemos (o acaso avergonzamos).
dad de vida en tanto que está compuesto, según Anderson, por ejem-
Y esto es precisamente lo que nos obliga a arralizar esa idea <<tal y como lo percibe cada
plo, de bienestar físico, mental y social
que se supone está siendo <<representada>> por los indicadores de re_
individuo y cada grupo».
ferencia. Pero, ¿acaso no es una tal idea tan excesivamente metafísi-
Porque con esto, estamos introduciendo eI relativismo cultural
ca que parczca requerir una urgente reexposición más sobria, más
como regla necesaria para organizar los datos; otra cosa es que se
positiva, capaz sin embargo de «salvar los fenómenos», los indica-
exffaigan las consecuencias metodológicas significativas' Pues los
dores? Los teólogos considerarán como indicafls¡ss indi- «juicios>> o percepciones de cada individuo o grupo sobre la calidad
cios o signos- de tal dispensación de la Gracia de Dios, -s6mo
al número de vida no pueden considerarse como indicadores de un ideal filosó-
de bautizos por año, al número de confesiones, de comuniones, de
fico, sino que están determinados por el círculo cultural en el que el
conversiones, de cantamisanos. Pero, ¿acaso las curvas crecientes o
ellos están dados. Dicho de otro modo, los indicadores de la calidad
decrecientes de bautismos, confesiones, comuniones o cantamisanos
de vida no representan un ideal de vida de validez intínseca y uni-
que representan la vida religiosa de un país o de una ciudad durante
versal, puesto que él depende de las coordenadas filosóficas que se
un intervalo de tiempo no ofrecen ritmos muy semejantes a las
utilicen y son estas, por tanto, aquellas que confieren su significado
curvas de crecimiento o de decrecimiento del consumo de Coca-Co-
a los indicadores como tales, y no son los indicadores los que repre-
la? Es decir, acaso lo que miden estos indicadores no es tanto la dis-
sentan una calidad de vida, como si esta fuera una magnitud de va-
pensación de los dones por el Espíritu Santo sino los efectos de una
lor objetivo. La calidad de vida de un jeque polígamo será computa-
propaganda fide, por parte de una confesión religiosa.
euiero adver- da más alta, en función de la cantidad de sus esposas ----{on toda lo
tir que no tengo aquí por qué poner en duda la «teoía teológica del que esta cantidad implica- que la calidad de vida de un campesino
Calirktd dc ttída )' Oviatlo 15
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