1. Introducción
La novela de Mary Shelley Frankenstein, o el moderno Prometeo
supuso un hito en el momento de su publicación en 1818: tuvo
una amplia acogida y, a la postre, fue encumbrada como una de
las novelas clave de la literatura gótica y de terror, además de ha-
ber sido considerada posteriormente la primera obra del moderno
género de la ciencia ficción. La obra ha estado sujeta a muy dife-
rentes análisis desde ópticas muy variadas: la Tradición Clásica
ha sido una de ellas1. Sin embargo, el influjo del esoterismo y el
ocultismo de la Antigüedad tardía en la literatura de la época ha
sido un campo poco estudiado, especialmente lo que se refiere a
una de sus principales vertientes —y cuyo legado ha sido el más
rico en la posteridad—: el hermetismo. Esta corriente esotérica de
principios de nuestra era ha seguido un largo recorrido que ha
terminado desembocando en algunos géneros literarios concretos,
principalmente a través de la influencia de determinados autores
del siglo XIX.
Si bien ya se ha señalado la conexión de Frankenstein con las
ciencias ocultas de la Antigüedad y en concreto con el hermetis-
*
El autor de este trabajo es beneficiario de una ayuda FPU (ref. FPU 14/03291).
1
González-Rivas ha llevado a cabo en su tesis doctoral (2010: 257-318) un
análisis de la presencia de elementos y autores clásicos en Frankenstein.
190 Carlos Sánchez Pérez
2
Es el caso, por ejemplo, de Tanaka (2009), quien también ha puesto de relieve
la posible influencia del hermetismo y el Asclepio con la novela.
3
Véase Holmes (2008) para un análisis sobre Frankenstein y la ciencia de su
tiempo.
4
Mazlish (2005: 182-188).
5
Knellwolf y Goodall (2008) han llevado a cabo un análisis sobre la significa-
ción de este lugar.
Ascl. 37: Todo lo que hemos dicho hasta ahora sobre el hombre,
aun siendo digno de admiración, es inferior a otra de sus faculta-
des, pues, de todo lo que puede maravillarnos en el hombre, lo que
sin duda produce asombro es que puede descubrir la naturaleza
de los dioses y reproducirla. Un mérito que corresponde a nues-
tros antepasados, pues aunque en un principio se equivocaban
por completo en torno a la doctrina de los dioses, no creían en ellos
ni prestaban atención a la piedad para con Dios, posteriormente
inventaron el arte de hacer dioses (Trad. Renau 1999)7.
6
Según señala Johnston (2008: 453): ««Completing» or «perfecting» a soul, then
meant making it as similar as possible to those entities whom it expected to meet
once the process was finished».
7
Minus enim miranda, etsi miranda sunt, quae de homine dicta sunt; omnium
enim mirabilium vincit admirationem, quod homo divinam potuit invenire naturam
eam que efficere. quoniam ergo proavi nostri multum errabant circa deorum ratio-
9
Así es llamado en el apéndice a la edición de sus obras de 1603. Véase, al
respecto, Ebeling (2007: 75).
10
La primera traducción al inglés del Corpus Hermeticum (1650) es de John
Everard. Véase Faivre (2006: 538).
11
Aunque con algunos precedentes, esta visión esotérica y mágica de la elec-
tricidad puede rastrearse hasta el siglo XVIII, en la figura del ocultista Friedrich
Christoph Oetinger (1702-1782). Véase al respecto Goodrick-Clarke (2004: 69-90).
Conclusiones
Hemos visto que Shelley, mediante el uso de la magia hermé-
tica claramente presente en los modelos de Víctor Frankenstein
(Agrippa, etc.), recoge una tradición que contrasta con los avances
científicos de la época. De esta manera, actualiza los motivos que
aparecen en estas prácticas mágicas (el hombre como demiurgo, la
fuente de la animación de la estatua, la condición sobrenatural de
la misma…), para llevar a cabo una crítica de la ciencia aplicada
sin mesura (opuesta al ideal romántico). La autora representa una
serie de saberes muy propios del gusto gótico por lo medieval y lo
arcano, rescatando la figura del teúrgo en su vertiente renacentis-
ta. Por otra parte, dentro de las prácticas herméticas, la teúrgia era
una de las que más controversia había creado en el cristianismo,
tanto en la Antigüedad —por su condición de idolatría pagana—
12
La cita procede de Holmes (2012: 186). La traducción es propia.
13
Así lo expone en su De natura rerum (ed. Sudhoff, 11, p. 213).
Bibliografía
F. Ebeling, The Secret History of Hermes Trismegistus, Ithaca (NY),
CUP, 2007.
A. Faivre, «Hermetic Literature IV: Renaissance-Present», in W. J.
Hanegraaff (ed.) Dictionary of Gnosis and Western Esotericism,
Brill, Leiden/Boston, 2006, pp. 533-544.
A. González-Rivas Fernández, Los clásicos grecolatinos y la nove-
la gótica angloamericana: encuentros complejos, Madrid, Tesis
doctoral (UCM), 2011.
N. Goodrick-Clarke, «The Esoteric Uses of Electricity: Theologies
of Electricity from Swabian Pietism to Ariosophy», Aries 4/1
(2004), pp. 69-90.
B. Graver, «Romanticism», in C.W. Kallendorf (ed.), A Companion
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72-86.
B. Mazlish, «The Man-Machine and Artificial Intelligence», in S.
Franchi & G. Güzeldere (eds.), Mechanical Bodies, Computa-
tional Minds. Artificial Intelligence from Automata to Cyborgs,
Cambridge (Mass.), MIT Press, 2005, pp. 175-202.
G. Highet, The Classical Tradition. Greek and Roman Influences on
Western Literature, Oxford, OUP, 31985.
RESUMEN
ABSTRACT
sis of the path that this unique practice follows until it reaches
Frankenstein. On the other hand, we will deal with the recep-
tion of the motive in this work.