Un hecho posible. - En primer lugar, la contingencia ha de tratarse de
un hecho posible. La Real Academia de la Lengua define contingencia como «cosa que puede suceder o no suceder». Obviamente, sin la concurrencia de esta característica no se genera ningún sentimiento fundado de inseguridad, pues sólo lo posible es incierto. La contingencia lleva implícita la posibilidad de su actualización y, en consecuencia, de la producción de un daño. Y de este carácter posible se derivan otras dos notas determinantes: su futuridad y su incertidumbre.
Futuro. - En efecto, la contingencia se define por su carácter futuro, dado
que lo actual es necesariamente seguro; el hecho pasado ya no es posible: sólo es posible el hecho no realizado.
Incierto. - Pero, además, la contingencia supone un hecho incierto. Lo
contingente -como aquello que puede suceder o no suceder- se opone a lo necesario -como aquello que inevitablemente ha de suceder-. La contingencia lleva inherente, por tanto, esta segunda idea de aleatoriedad. No obstante, dicha afirmación exige ser matizada, pues de no hacerlo, la muerte -como suceso inevitable- no quedaría encuadrada dentro del concepto de contingencia. En definitiva, lo determinante de la contingencia, en el ámbito de la Seguridad Social, es que se trate de un hecho revestido de incertidumbre; pero es una incertidumbre que puede ser apreciada en las siguientes vertientes: 1.º) Incertus est an incertus quando , en cuyo caso existe incertidumbre con respecto a si esa contingencia se producirá o no y, en caso de que se produjera, en qué fecha se materializaría (p.e.: un accidente, una enfermedad o un despido); 2.º) Certus est an incertus quando , de forma que existe certidumbre con respecto a su actualización -se trata de un hecho que inevitablemente sucederá-, pero lo que se desconoce es el momento en el que dicha actualización se va a producir (el caso más claro es la muerte); 3.º) Incertus est an certus quando , de manera que no existe certeza con respecto a si la contingencia se va a materializar pero, de hacerlo, sí que se conoce la fecha en la que se produciría (p.e.: la extinción de un contrato de trabajo por la expiración del tiempo convenido). Partiendo de lo expuesto, la doctrina distingue entre incertidumbre absoluta (incertus est an incertus quando) y relativa (incertus est o incertus quando) o incertidumbre total o parcial.