Ética Judicial:
De las reglas a las actuaciones
Monográfico
XX aniversario
San Salvador, El Salvador
Consejo Nacional de la Judicatura. “Ética Judicial: de las reglas a las actuaciones”, San
Salvador, Consejo Nacional de la Judicatura/Escuela de Capacitación Judicial, 2014.
Consejo Editorial
Revisión:
Arte y Portada:
Leticia Cárcamo
340.112
848 Etica Judicial : de las reglas a las actuaciones : monográfico /
Teodoro Pérez, Santiago Carretero Sánchez… [et. al]. -- San
Salvador, El Salv. : Consejo Nacional de la Judicatura, Escuela de
Capacitación Judicial, (CNJ-ECJ), 2014.
ISBN 978-99961-902-3-0
El documento “Ética Judicial: de las reglas a las actuaciones” ha sido posible gracias
al apoyo de los Estados Unidos de América a través de la Agencia de los Estados Unidos
para el Desarrollo Interiores (USAID). Los puntos de vista del documento, son de respon-
sabilidad de los autores y no reflejan necesariamente, los de USAID o los del gobierno de
los Estados Unidos.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Prólogo ...................................................................................... 7
Normatividad internacional
Resolución del Consejo Económico Social de las Naciones Unidas
2006/23 y los principios de Bangalore sobre conducta judicial ... 241
El Estatuto del juez iberoamericano. ........................................... 255
La Carta de derechos de las personas ante la justicia en el espacio
judicial iberoamericano .............................................................. 265
Código modelo Iberoamericano de Ética Judicial ....................... 275
Normativa salvadoreña
La Ley de ética gubernamental .................................................. 297
Reglamento de la ley de ética gubernamental ............................. 327
Prólogo del Código de ética judicial de El Salvador.
Dr. Luis Rodolfo Vigo ................................................................. 377
Código de ética judicial de la República de El Salvador.............. 389
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 7
PRÓLOGO
Prólogo
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 11
Teodoro Pérez1
Escuela de Capacitación Judicial
“Dr. Arturo Zeledón Castrillo”
Sumario:
3 Ver Cortina, A. (1998a). El mundo de los valores. Bogotá: FES. Asimismo, Manzi, J. y
Rosas, R. Bases psicológicas de la ciudadanía. En C. Pizarro y E. Palma (Eds). Niñez y
democracia. Bogotá: Ariel-Unicef. 1997.
4 Bobbio, N. (1997). Elogio de la templanza y otros escritos. Madrid: Temas de Hoy. P. 216.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 15
esperanza en la gloria eterna, en el advenimiento del cielo, en el reco-
nocimiento público, en generar una deuda que cobrará después, en
una vida tranquila o en el advenimiento de la democracia.
En la creencia de que las personas orientamos nuestras acciones
por la mejor opción racional o por las teorías y conceptos que mane-
jamos, frecuentemente los enfoques racionalistas apuntan a la ilus-
tración en la formación ética. La lógica que manejan consiste en que
si lo que usted sabe guía su acción, entonces es necesario impartir
conocimientos sobre ética para que éstos orienten su trasegar por el
mundo. Más específicamente, es necesario enseñarle valores, enten-
didos, según Cortina5, como cualidades intrínsecas de la persona que
debemos cultivar (honradez, honestidad, etc.), como cualidades de
las cosas o de las relaciones con las otras personas que debemos ser
capaces de reconocer (belleza, armonía, amistad, paz, etc.), o bien
como cualidades componentes del ser humano ideal que debemos
desarrollar en nosotros para alcanzar la perfección6.
Los conocimientos filosóficos sobre ética y la teoría de los valores
son indispensables para la fundamentación deóntica de las profesiones
y para el diseño de proyectos educativos, políticos, empresariales,
deportivos, investigativos y de cualquier otro tipo, por cuanto la escala
de valores que asumamos orientará el sentido de las finalidades y las
estrategias de la planeación. No obstante, la ejecución de los proyectos
se realiza en el aquí y en el ahora de las interacciones de las personas
que están involucradas en esas acciones, es decir, en la espontaneidad,
reactividad e irreflexividad propias del fluir de la vida cotidiana, la
cual no es susceptible de ser diseñada desde las tecnologías de la
planeación.
No estamos afirmando que el conocimiento y la racionalidad
cumplen una función trivial en la configuración de las acciones
humanas. Ellos nos sirven, como ya dijimos, para la planeación y
como referencias para la reflexión, herramienta de gran importancia
para afectar la dinámica emocional y para configurar los dispositivos
evaluadores y significantes de lo que nos resulte atractivo o aversivo,
Reflexiones sobre ética judicial
5 Cortina, A. (1998a).
6 La mirada que mantenemos en el presente Modelo de Ética Pública se distancia amplia-
mente de esta concepción de los valores. En efecto, aquí los valores son asumidos como
“aquellas formas de ser y de actuar de las personas que son altamente deseables como
atributos o cualidades nuestras y de los demás, por cuanto posibilitan la construcción de
una convivencia gratificante en el marco de la dignidad humana.”
7 Lyons, W. (1993). Emoción. Barcelona: Anthropos.
16 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
acción o en su contraria.
Ética de los
Derechos
Ética de la
Responsabilidad
Derechos Humanos.
De acuerdo con el mandato constitucional, el fin de la actividad
estatal debe inscribirse dentro del contexto de los Derechos Humanos,
pues se entiende que las diversas concepciones de las personas sobre
los fines últimos, no pueden ser arbitrarias o excluyentes, sino que
deben articularse dentro de unos marcos mínimos comunes, que son
24 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
27 Reyes, Y., Mockus, A., Abad, H. y Hoyos, G. (2004). Adiós a las trampas. Bogotá: Fondo
de Cultura Económica.
28 Ramírez, J. L. (2003).
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 41
cooperación necesaria para satisfacer las necesidades que demanda
la supervivencia.
En este plano, la ética ofrece no solamente seguridad política
cuando orienta la administración de justicia por parte del Estado (y por
lo tanto no se está expuesto a la arbitrariedad de los mismos agentes
del Estado o de otros ciudadanos poderosos), sino también seguridad
económica, cuando la administración es ejercida con honestidad y
transparencia en el manejo de los recursos públicos, orientados al bien
común.
Función de protección del interés público
La ética nos dispone a todas las personas hacia el habitar bien,
esto es, nos hace preocuparnos por el bienestar de los otros y por el
cuidado del entorno natural, como condiciones para la vida buena.
En el caso específico de los servidores públicos, esta preocupación se
refiere a la protección del interés colectivo, que es, sin la menor duda,
el papel primordial que debe cumplir la función pública. Al proteger los
intereses de la colectividad, automáticamente se está trabajando por su
seguridad y supervivencia.
Ahora bien ¿Cómo decidir cuál es el interés público cuando en la
sociedad se manifiestan diversos tipos de interés que representan a
colectivos de gran tamaño numérico o muy poderosos por los recursos
que controlan, intereses que con frecuencia son antagónicos? Dos
criterios, cuyo trasfondo es de carácter ético, pueden aplicarse para
ello: El primero, que está conectado con el Principio sobre la primacía
del interés general sobre el particular, consiste en verificar cuál de los
intereses en pugna representa a la generalidad de la población y no a
un segmento de esta; y el segundo, que se relaciona con la equidad y
la justicia, si el interés en conflicto favorece a la población más necesi-
tada, desprotegida y vulnerable, o no.
Función de construcción de lo público
Lo público es lo de interés o utilidad común, que atañe al colectivo,
Reflexiones sobre ética judicial
de las acciones éticas, cuyo crecimiento es lento, pero que como en los
juegos de azar, puede dejar arruinado a su poseedor en un instante,
cuando la apuesta conduce por caminos no éticos. La confianza es
vital para el transcurrir corriente de la vida cotidiana en los diversos
espacios de interacción, pero lo es mucho más para quienes repre-
sentan el interés público, por cuanto en este ámbito la exigencia de
honestidad, transparencia e idoneidad son inexcusables.
44 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
32 Los contenidos de este acápite se han elaborado con base en el documento de FUSADES
titulado “Las Instituciones democráticas en El Salvador: Valoración de rendimientos y
Plan de Fortalecimiento”, San Salvador, sin fecha, capítulo 5. Recuperado de http://www.
fusades.org/index.php?option=com_jdownloads&Itemid=126&view=finish&cid=567&c
atid=49&lang=es
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 47
ciudadano, la lentitud en los procesos, las deficientes infraestructuras
de la Administración de Justicia, y la corrupción que afecta a algunos
jueces y otros operadores de justicia (en lo cual, de acuerdo con los
planteado por FUSADES, muchos abogados desempeñan un papel
preponderante al estar más preocupados por complicar o frustrar el
proceso que por llevarlo adelante, como resultado de sus escasos
conocimientos jurídicos, a la deficiente formación profesional y/o al
uso de esta estrategia para lograr la impunidad de sus clientes).
Evidentemente la solución de estas problemáticas debería incluir el
fortalecimiento de los criterios de idoneidad y competencia al vincular
a los postulantes al régimen de carrera, la adopción de reformas que
corrijan y rediseñen las estructuras para imprimirles mayor funciona-
lidad y equilibrio, la incorporación de nuevas técnicas de gestión y de
organización en los tribunales, el fortalecimiento de las capacidades
actuales del sistema para la investigación de los delitos, y el mejora-
miento de la educación en las facultades de derecho. Pero resulta claro,
también, que todas estas transformaciones deben ir acompañadas de
un cambio en la actitud de los operadores de justicia, orientado dicho
cambio al fortalecimiento de una cultura organizacional en el sector
que desarrolle y consolide buenas prácticas de administración de
justicia desde la perspectiva de la ética judicial.
VIII.2.- La Ética Judicial: conceptualización y
componentes
La acepción clásica de la Ética Judicial que usualmente se encuentra
en los libros la de texto la define como la reflexión crítica sobre cuáles
son los principios morales que deben orientar las responsabilidades,
públicas y privadas, de los encargados de administrar la justicia de
acuerdo con una adecuada interpretación de los valores constitucio-
nales de una nación. No obstante, en línea con la posición que se ha
reiterado en este Módulo acerca de comprender la ética más allá de su
componente racional para asumirla en la complejidad de elementos
que el término involucra, y especialmente en su dimensión emocional,
proponemos la siguiente definición:
Reflexiones sobre ética judicial
34 Estos deberes, en la Ley reformada en diciembre de 2011, se redujeron a tres, estos son:
a) Utilizar los bienes, fondos, recursos públicos o servicios contratados únicamente para
el cumplimiento de los fines institucionales para los cuales están destinados. b) Denun-
ciar ante el Tribunal de Ética Gubernamental o ante la Comisión de Ética Gubernamental
respectiva, las supuestas violaciones a los deberes o prohibiciones éticas contenidas en
esta Ley, de las que tuviere conocimiento en el ejercicio de su función pública. c) Excu-
sarse de intervenir o participar en asuntos en los cuales él, su cónyuge, conviviente,
parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad o socio,
tengan algún conflicto de interés.
35 Silva García, G. (2001). Las prácticas jurídicas, en El mundo real de los abogados y de la
justicia (T.II). Bogotá: Universidad Externado de Colombia e ILSA.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 49
2. En el caso de que los jueces se constituyan en un contra-poder
frente al poder político, para ejercer gobierno a través de sus
mandatos judiciales.
3. Cuando intentan introducir transformaciones en la sociedad apro-
vechando las fisuras del derecho.
4. Cuando ideológicamente asumen posiciones ultra conservadoras
en contra de todo cambio social y en búsqueda del mantenimiento
a ultranza del statu quo.
5. En los casos en que se presenta abandono abierto de las formas
jurídicas para hacer justicia política en la legitimación y patrocinio
de la persecución a opositores del gobierno.
6. Al convertir el Órgano Judicial en componente de la maquinaria
electoral de algún partido político dentro de un sistema de padri-
nazgos y favores.
7. Empleo de las posiciones judiciales como plataforma para hacer
carrera política en el gobierno o en el parlamento a través de la
justicia-espectáculo.
En los anteriores casos se observa que la fuente del riesgo es el
inadecuado manejo de la relación justicia-política, de los opuestos
justicia-ideología y del conflicto de intereses entre ascenso social y
ejercicio de la justicia. Y por supuesto, que otra gran fuente de riesgos
éticos se sitúa en el campo puramente económico, relacionado con
el recibo de estipendios no autorizados o prohibidos por la ley o que
vayan en contra del criterio ético.
En el sentido de lo expuesto, la ética de los jueces debe comprender
los diferentes campos de su vida, desde lo personal hasta lo profe-
sional, de modo que su corrección e integridad sean no solo reales,
sino que también den la apariencia de serlo para evitar desconfianzas y
prevenciones de terceros sobre su neutralidad y rectitud, según afirma
Kennedy36.
Reflexiones sobre ética judicial
36 Ver Kennedy, A. (1999, Septiembre). La Ética Judicial y el imperio del Derecho. Periódico
electrónico del USIS, Vol. 4, N° 2. Rescatado de http://usinfo.state.gov/journals/itdhr/0999/
ijds/kennedy.htm
50 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
se está conociendo.
3. LEGALIDAD
Juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, cumpliendo las atribuciones y
fines establecidos por la constitución y las leyes sin exceder sus límites.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 53
Juzgamos los casos sometidos a nuestra jurisdicción conforme al
mandato que la constitución y las leyes señalan, adoptando las deci-
siones judiciales que nos permite el marco legal para garantizar los
derechos de las personas.
4. IGUALDAD
Otorgar a todos los usuarios el mismo tratamiento, sin distinción
alguna, y considerando sus diferencias y particularidades.
Tomamos en cuenta las condiciones particulares de cada caso y
los resolvemos basándonos en criterios coherentes, con valores del
ordenamiento que puedan ser aplicables en casos semejantes; garan-
tizamos el acceso a la justicia de todos los usuarios del sistema, inde-
pendientemente de cualquier condición, y utilizamos los mecanismos
necesarios que faciliten una adecuada consideración en su tratamiento.
5. JUSTICIA
Garantizar y restituir los derechos adoptando decisiones plena-
mente ajustadas al ordenamiento jurídico.
Orientamos nuestras decisiones judiciales conforme a la constitu-
ción y las leyes para garantizar y restablecer el goce y ejercicio de los
derechos de las personas.
6. DILIGENCIA
Realización de las actuaciones judiciales en los términos procesales
señalados por la ley para la concreción de una pronta y cumplida
justicia.
Realizamos las diferentes actuaciones judiciales con la rapidez razo-
nable que nuestra carga laboral permita, procurando el cumplimiento
de los términos procesales señalados por la ley, de tal manera que la
administración de justicia sea ágil y eficaz. Evitamos las dilaciones inne-
cesarias en la tramitación de los procesos judiciales y ponemos coto a
las actuaciones maliciosas de las partes que impliquen un retraso en la
Reflexiones sobre ética judicial
administración de justicia.
7. INTEGRIDAD
Forma de ser y de actuar conforme a principios éticos en los
diversos ámbitos de la vida.
Cumplimos nuestras funciones judiciales con apego a principios
y valores éticos; y en nuestra vida privada evitamos todo comporta-
54 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
BIBLIOGRAFÍA REFERENCIAL
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Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 57
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Silva García, G. (2001). Las prácticas jurídicas, en El mundo real
Reflexiones sobre ética judicial
Resumen
Hay que intentar que las bases de la Deontología sean aplicables a
toda Europa, cada vez son mayores los intentos de este fin. La Filosofía
del Derecho es la ciencia que se ha ocupado de estos temas de forma
casi exclusiva, y ahora han tomado un interés inusitado en todas las
ciencias. En el presente trabajo se reflexiona desde una perspectiva
europea sobre la aplicación real de una normativa que nació desde la
Moral y la honradez de los hombres. Han pasado las épocas de crear
más normas y de acumular más normas, para realmente plantearse
una Deontología europea para los políticos y funcionarios, que tan
importantes son en la vida de los ciudadanos sea su dedicación pública
o privada.
Palabras Clave: Poder político, Ética pública, Corrupción, Función
Reflexiones sobre ética judicial
Pública.
5 Jiménez Rius, P. “Una nueva etapa en el control externo del sector público español” en
Actualidad Administrativa, número 18, octubre 2007.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 63
La conciencia de cada cual –en el fondo– seguirá rigiendo en la
actuación personal de cada funcionario público, luego los códigos como
las leyes, tienen que ser para todos: la homologación de la Deontología
jurídica con las otras ramas del saber jurídico vendrá dada por la idea
de aplicación, y no sólo por la idea de concienciación. La conciencia-
ción no es sólo conocimiento, esta idea hasta ahora era la defendida
por los tratadistas de Deontología jurídica, la idea de aplicación con
todas sus luces y sombras es la que ahora se impone: cuanto más se
aplique el código deontológico más “norma” como tal será y podrá
incumplirse como cualquier otra, pero ese riesgo es el que hace nacer
el propio Concepto de Derecho: un orden normativo aceptado por la
colectividad, y que, de no ser así, por el individuo o grupo, conlleva
una serie de consecuencias jurídicas desfavorables.
La ley persigue el interés general, establece lo que conviene –lo que
se considera bueno– para la sociedad, sociedad en la que el funcio-
nario técnico o discrecional (político) tiene una función que cumplir,
es parte de ella. La tiene que cumplir con honestidad intelectual, pero
también con convencimiento personal de lo que hace.
No basta con que el funcionario conozca mecánicamente que
existe una Ley de Función Pública que tendrá que cumplir: nunca
basta en Derecho saber que existe una Ley, para que ella se cumpla.
Es decir, que se conozca por los medios actuales (TIC), televisión tdt,
dvd, mp3 el Derecho no es concienciación y menos en Deontología6.
Existe una avalancha de códigos de conducta, comités, cartas,
declaraciones, proclamas, normas de todo tipo que ya se conocen o
que se sabe de su existencia: la concienciación está hecha, la corrup-
ción como tal es un mal para la Democracia7.
El problema es que el código –como dice Nieto– caiga en la inuti-
lidad, en la normalidad de ser incumplido. El servidor público puede
sentirse presionado, pero ello no le aumenta su “deber” de cumplir el
código.
Se puede buscar al ser una norma de sanción –y no de conciencia-
Reflexiones sobre ética judicial
6 Salas, M.E. “Es el derecho una profesión inmoral: un entremés para los cultores de la ética
y de la deontología jurídica” en Revista Doxa, número 30, 2007, pp. 581-600.
7 Santaella López, M. “La Deontología jurídica, entre la moral y el Derecho” en Revista de
Icade, número 33, 1994, pp. 11-21.
64 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
acto que se cometa en ese ámbito pueda estar con cobertura legal9.
Es cierto, pero no deben existir dos morales para que la corrupción
no encuentre un buen caldo de cultivo, las dos clásicas:
lógico que debe seguir en sus mínimos cualquier servidor del Estado u
órgano administrativo público. Siempre se habla de deberes “mínimos”
de código de “mínimos” que garantizan una práctica formalmente no
corrupta de los cargos públicos.
12 Gil Ibáñez, E. Estatuto básico del empleado público. Madrid: La Ley- El consulto, 2007,
pp.370 y ss.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 67
La existencia de unos deberes básicos supone el reverso del derecho
de los ciudadanos a una buena Administración. En el artículo 52 del
Estatuto citado vendrían los grandes principios: la salvaguardia de los
intereses generales, el de acatamiento del ordenamiento jurídico, y
el de actuar con arreglo a los principios inspiradores del Código de
conducta.
Se separan los deberes básicos del Código de conducta y ello hace
reflexionar: esta separación en sí no tiene sentido, son un todo único.
Pero existe una íntima relación entre estos dos bloques, no pueden
existir deberes que no se hallen inscritos en algún principio general
de un código de conducta, por lo que la superposición apreciable de
algunos supuestos, como del de obrar con sujeción y observancia del
ordenamiento jurídico, es un deber básico según el artículo 52 y un
principio ético del artículo 53.1.
No existe pues en la esencia diferenciación para tratarlos en bloques
diferentes e induce a confusiones.
Deber de diligencia: es el cuidado en la actuación profesional,
en el artículo 52 del Estatuto del empleado público se alude a
él, pero se repite como principio ético actuar de forma diligente.
Deber de salvaguarda de los intereses generales: velar por los
intereses generales, los dice la Constitución (artículo 103 CE),
artículo 52 y 53.1 como principio general de “dedicación al
servicio público”.
Deber de acatamiento del Ordenamiento jurídico: lo establece
la Constitución en su artículo 9, a todos los poderes públicos.
Los funcionarios no pueden-salvo que exista Ley que así lo
permita menoscabar derechos fundamentales de los ciuda-
danos, el abuso del poder lesiona esos derechos y en segundo
lugar –dice Gil Ibáñez– el deber de fidelidad hacia el Estado
de Derecho. Además ese acatamiento supone una fórmula de
tomar posesión de su cargo, es un deber inicial, condicionante
Reflexiones sobre ética judicial
13 García Viñuela, E, “La regulación del dinero político” en Revista española de Investiga-
ciones Sociológicas, número 118, 2007, pp. 65-96.
14 Negro Pavón, D. “Sobre la naturaleza de la corrupción política” en Revista de Estudios
Políticos, número 199, 1975, pp.103-148.
15 Martínez Cousinou, G. “La corrupción política: nuevas aportaciones para un viejo
debate” en revista de Estudios políticos, número 133, 2005, pp.197-221.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 69
La Dignidad humana es la que marcará las pautas, puede sonar
antiguo, pero ese incumplimiento de valores y no su normal adapta-
ción es la que ha hecho que suene así.
Esta Deontología del Político va dirigida a todos aquellos que
ejercen función pública, da igual su nivel y ámbito, el propio admi-
nistrado puede ejercer de controlador, el Abogado, por ejemplo, actúa
ante las Administraciones Públicas y puede actuar como regenerador
de comportamientos poco éticos o amorales.
Los medios de información –respetando su propio código ético–
juegan un papel fundamental, pero para ello no deben de perder
de vista tampoco el interés general y no empresarial o meramente
partidista.
Deberes profesionales que, si son repasados, caemos en la cuenta
de su poco respeto y seguimiento:
Ejemplaridad y honradez en sus intervenciones públicas, es lo
que ahora se analiza, no que ello no exista en su intervención
o vida privada.
No es un entrometerse en su vida privada: ésta actuación no puede
ser contraria a la ética pública, no sólo no regenera, sino que acentúa
el problema.
No puede analizarse toda la vida privada —existe la intimidad
constitucional protegida (art. 18 CE) como derecho fundamental—
pero la trascendencia del servidor público es mayor, a medida que lo
es el cargo que ocupa en la Administración. La falta disciplinaria de
un Ministro por no acudir a su puesto de trabajo, no es la misma que
la de un funcionario nivel e, ó c, pese a que el supuesto de hecho
pudiera ser el mismo.
Se trata de que esa actuación sea normal, es decir, que se
ajuste a los cánones de la sociedad en general, que no sea una
actuación privilegiada, y la responsabilidad política, no sólo la
Reflexiones sobre ética judicial
21 Wittmann, D. The myth of democratic failure: why political institutions are efficient.
University of Chicago Press, 1997.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 73
que son necesarios en la teoría de la Legislación, en esa interpretación
se han basado muchos de los actos de corrupción.
Indica García de Enterría que estos conceptos nacen en la técnica
legislativa con carácter de generalidad22. “Competencia desleal”,
utilidad pública, interés general, alarma social no cabría legislar
–dice Enterría– si no se pudiera recurrir a estos conceptos y cuando las
partes de un proceso discrepan sobre su aplicación parece claro que
corresponda al Juez determinar si el supuesto de hecho discutido se
acomoda o no a este tipo de conceptos a los que la Ley ha conectado
alguna consecuencia jurídica. La garantía del Derecho no es de plena
seguridad, pero la base está tomada para que pueda verse así. Lo
más problemático se produce cuando las leyes utilizan este tipo de
conceptos para delimitar ciertas potestades a la Administración o para
imponer límites o prohibiciones. La ley dice que se pueden expropiar
cosas “por causa de interés público o utilidad pública” los municipios
gestionan “los intereses propios de las colectividades”, situaciones
de riesgo o calamidad pública, interdicción de la arbitrariedad de los
poderes públicos esto es la misma técnica de legislar –con vocación de
generalidad– la que genera estos espacios de interpretación adminis-
trativa. La cuestión o problema se propicia cuando la Administración
interpreta el supuesto de hecho y el ciudadano o grupo de ciudadanos
acuden a un contencioso-administrativo por cuestionar la validez del
acto justamente porque la apreciación del supuesto de hecho no sea
conforme, según su criterio, al concepto indeterminado formulado por
la Ley en la que el acto debe apoyarse. Sin estos conceptos, el Poder
Político tendría las manos atadas en su acción, pero por ese instru-
mento también puede poseer base para la cobertura legal de los actos
de corrupción.
La Administración tiene el privilegio posicional de interpretar
y Administrar esos conceptos, y esa actuación está basada en una
presunción formal de Legalidad y respeto a la misma. Es revisable,
como no podía ser menos en la Democracia. La interpretación de un
concepto indeterminado es una cuestión jurídica, como indican Wolff
o Bachof.
Reflexiones sobre ética judicial
24 Interesa el trabajo de Elías Díaz, aunque en otro sentido, “Razón de Estado y razones del
Estado (Décimas Conferencias Aranguren)”, en Isegoría, Revista de Filosofía Moral y Polí-
tica, 2002, número 26, pp-131-180.
25 El trabajo de Rodolfo Vázquez analiza la amalgama de comportamientos antropológicos
cercanos y colindantes a la corrupción, “Corrupción política y responsabilidad de los servi-
dores públicos” en Doxa, número 30, 2007, pp. 205-216.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 77
3. Prestación: acción u omisión ante el deber deontológico, decisiones
ilegales o legales con excesivo celo pero no generalizado, zonas de
pacto o zonas grises.
4. Organización: negociación directa o con intermediarios, soborno,
borrador de huellas o métodos de impunidad empresarial, tributario .
Analizando casos recientes, vemos que goza de una estructura
sólida el fenómeno de la corrupción, uno de sus éxitos es la organiza-
ción, es decir, que se ampara o busca el Ordenamiento jurídico, lo cual
constituye una paradoja ciertamente esperpéntica.
Todos los códigos tratan de las razones y zonas comunes a:
Incompatibilidad: no se pueden servir intereses públicos y
privados.
Emisión de informes no acordes con la normativa o interpre-
tándola de una forma sesgada.
No sólo se sancionan como hechos sino como delitos, que se
gradúen en razón que se haya obtenido o no el beneficio perse-
guido y que se haya causado o no perjuicio a la Administración.
El Trabajo bien hecho, ya se realizó: El Estatuto Básico del Empleado
Público aprobado por Ley 7/2007 de 12 de Abril. Ya se tenía un código
para todos los servidores públicos.
Es otra de sus principales obligaciones, más allá de los funda-
mentos éticos de carácter externo al funcionario (encíclicas papales,
documentos de trabajo, incontables seminarios y jornadas ) todos los
códigos tratan de que su labor se realice con diligencia y sin descuido
que derive en el anormal funcionamiento de los servicios públicos,
no se puede desentender de los trabajos por él realizados, ni de su
seguimiento hasta que exceda de sus competencias estatutarias, ello
pondría fin a un proceso de poca convicción política en lo que se hacía,
como decía Crespo Montes26.
Reflexiones sobre ética judicial
26 Crespo Montes, L.F. “El estatuto de la función pública: ¿una desgana políticamente
compartida” en Actualidad Administrativa, número 22, 2001, pp.861-890.
78 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
Los valores que forman la ética pública como tal deben cumplir
una doble misión:
32 Existe una tesis doctoral acerca del concepto de Cultura política de Vinuesa Tejero, L. de
Monzón Arribas, C. Opinión pública y cultura política en la España democrática, tesis leída
el 3 de febrero de 1997, en la Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Ciencias
de la Información. Pp. 38-41 según documento pdf.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 83
determinados, personal o materialmente, además de, contribuir contra
la corrupción. No sólo es posible, sino necesario hacer esa codificación
de la ética. Es verdad que incide en la vida personal de los funcionarios
públicos, pero eso no puede ser obstáculo para legislar.
Debe fundarse en una racionalidad ética, es decir, las verdaderas
relaciones entre ética y legalidad deben ser analizadas.
La función pública asume cada vez más tareas administrativas con
menos medios, que las TIC están mejorando, pero queda trabajo y
arduo.
Debe conseguirse- —dice Arana— una ética transformadora que
evolucione e interiorice el funcionario.
Ética que se enfrenta a nuevos problemas globales pero que
parecen ser ya sólidos:
mayor petición social del administrado
escasez de recursos para ejercerla.
Conflictos de competencias entre administraciones.
Uso de la discrecionalidad de forma arbitraria y contrapeso por
el administrado con la revisión administrativa y judicial.
Gestión privada o externalizada de muchos de sus recursos,
buscando esa mayor eficacia ciudadana.
Sistemas de control reales (disciplinarios) que apliquen los
códigos éticos.
Los valores éticos van más allá del Derecho, no son un plus, el
hecho de que se hallen normados o normativizados en códigos no es
absolutamente esencial. El problema no es de aplicación o divulgación
de los códigos éticos, sino de interiorización por las personas concretas
en su actuar cotidiano, indica con toda razón Rodríguez-Arana33.
Reflexiones sobre ética judicial
cumplir. Para codificar debe contarse con los mayores implicados, los
servidores públicos y con el administrado.
Un buen código de ética pública debe ser un documento de
consenso que aborde diversos problemas:
1. Valores que presiden la actuación del servicio público.
2. Grado de responsabilidad de cada cual (funcionario, político,
empleado público, administrado, que debe colaborar con la
Administración )
3. Obligaciones de actuar y límites que representan esos principios en
la actividad pública, un espacio privado para el empleado público
debe dejarse (objeción de conciencia).
4. Control de las conducta no éticas y fórmulas para que la
Administración per se, las conozca o sancione, de oficio o con la
intervención del administrado.
5. Carácter general del Código para componer una suerte de
conductas tipificadas que puedan hacer surgir conflicto ético, si es
excesivamente concreto, puede ser inoperante, los tribunales de
Justicia —como han ido haciendo— concretarán las conductas
más particulares.
6. Queda por hacer un auténtico documento de consenso de todas
las Administraciones Públicas sobre su código ético.
7. Los “principios mínimos” —como indica Nolan— en su propuesta
ya de 1992, serían los de transparencia en la actuación, altruismo
en cuanto a alejamiento de los provechos personales del funcio-
nario en su cargo, integridad, que impida ejercer acciones externas
no compatibles con ese cargo, objetividad en cuanto a la valoración
de criterios objetivos, honestidad en cuanto al conflicto personal
beneficiando el interés general, el liderazgo, que impulse y desa-
rrolle esa concienciación de todos los servidores públicos.
Reflexiones sobre ética judicial
34 Gárate Castro, F. El Estatuto básico del empleado Público EBEP, comentario sistemático a
la Ley 2/2007 de 12 de Abril de 2008, Granada: editorial Comares, 2008, pp. 67 y ss.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 85
Es regulado por el alguien “externo” al empleador, a la
Administración, no posee grado de sujeción de sus empleados
ni sobre su contenido, que no es dispositivo. Se impone a sus
destinatarios los empleados públicos, por imperativo legal y de
modo directo y completo.
Constituir sus reglas, por su procedencia –Ley– auténticas
normas jurídicas, no es el caso de los códigos de conducta
típicos, cuya elaboración unilateral por la empresa, que carece
de poder normativo reconocido, se opone a su posible consi-
deración de normas jurídicas.
Su contenido, no se construye con reglas definitorias de
comportamiento voluntario por parte del empleado público,
pertenecientes al campo conocido de soft law, no son simples
recomendaciones encaminadas a propiciar o impulsar compor-
tamientos acordes con los intereses generales de los funciona-
rios públicos, está formado por reglas de comportamiento, la
mayoría de tipo moral o ético, constitutivas de manifestaciones
más o menos concretas de deberes, que, se integran ex lege,
dentro de la prestación laboral y de otro, que son directamente
vinculantes y jurídicamente exigibles, muestra de ello es la suje-
ción disciplinaria del empleado a esas aludidas reglas, su no
asunción motivan faltas graves todas ellas.
Carácter asimétrico: sólo afecta los empleados públicos en
sus deberes, es más bien una definición del legislador –dice
Gárate– de lo que entiende por actuación de ética pública,
no se halla un compromiso de la Administración para actuar
siempre conforme a los principios indicados, el fin general,
no depende sólo de lo que hagan los empleados sino de la
Administración como tal. Las Administraciones también se
componen de sus altos directivos políticos que deben cumplir
lo que imponen a sus funcionarios de una manera real.
Es más bien un intento de modernizar la Administración en
Reflexiones sobre ética judicial
PARTE I: LA ÉTICA
Sumario
1. Introducción
El primer tema a abordar aquí, no puede ser otra cosa, que una
aproximación al mundo de la Ética, en general.
Se trata de familiarizarnos con sus bases epistemológicas, de
conocer sus aspectos generales, como son su significado, conceptua-
ción o sus fundamentos.
Sólo después de ese “calentamiento de motores”, podremos plan-
tearnos despegar hacia la justificación de su necesidad, e incluso de
su utilidad, en un mundo en el que todo se mide por lo que aporta o
rinde.
Concluiremos esta primera sesión, con dos temas de gran interés
formativo: un breve estudio de las corrientes de pensamiento más
importantes, sobre la Ética, y un apunte final sobre la perspectiva
en que creemos debe emplazarse nuestro estudio, la antropología o
ámbito de la persona, frente a otras perspectiva lícitas, pero a las que
concedemos un lugar no preferente (así, una visión filosófica, política
o económica).
2. Significado de la ética
Reflexiones sobre ética judicial
6.3 Utilitarismo
La contribución de Bentham y sus seguidores, a la Ética, radica en
su concepción liberal-democrática. Su famosa frase “la mayor felicidad
para el mayor número”, supone que la finalidad del Estado, sus insti-
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 97
tuciones y miembros, era procurar el mayor bienestar posible para el
mayor número de ciudadanos5.
Se trata de una Ética economicista, interesante en la Inglaterra del
siglo XIX, con sus grandes desigualdades sociales, pero que no afronta
otras cuestiones tan importantes como la lealtad, la responsabilidad
o la noción de verdad, que son conceptos ajenos al núcleo de su
ideología.
De ese modo, se hurta el debate del centro del acto moral, que no
es otro que la elección de la conducta a realizar, que para él carece de
otra valoración que no sea el del resultado, que si es bueno para la
mayoría, es bueno.
De ese modo, se carece de elementos para medir los actos complejos
y se confunde la regla de la mayoría con la idea de lo que está bien y
mal, lo cual no depende del simple número de votos, porque la moral
y la política no funcionan igual, porque no son lo mismo.
Así, aplicar la pena de muerte a una persona, podrá contar con el
respaldo mayoritario para tal decisión, y ser “útil” por higiene social,
vamos a llamarlo así, pero no es un acto moralmente correcto, porque
el compromiso de defensa de la vida, de todas las vidas, está más
allá del mérito o demérito concretos, y mucho más de razones utili-
taristas, porque se trata del primero de los derechos, derecho básico,
troncal y ontológico, del que dependen todos los demás, del que es
su presupuesto, porque ancla sus raíces, en la dignidad de todo ser
humano, que deriva de la consideración de ser un fin en sí mismo, y
no un medio, valorable con criterios sociales de conveniencia de un
tipo u otro.
La experiencia histórica, de las grandes matanzas y de los asesi-
natos selectivos, exime de más consideraciones.
6.4 La fenomenología.
Husserl, junto con Heidegger, Gadamer y Habermas, representa
Reflexiones sobre ética judicial
6 Cfr. HABERMAS, Jürgen. Teoría de la Acción Comunicativa (2 vol). Madrid, Taurus, 2001.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 99
ideal de comunicación” 7. Así, estima que la conciencia y la teoría del
conocimiento se convierten en una cuestión de signos, lenguaje y de
capacidad de argumentar, a través de la cual se puede alcanzar un
consenso sobre las cuestiones éticas de la praxis vital, de una comu-
nidad, para lo cual no puede prescindirse de ningún interlocutor.
6.7 Las teorías actuales
La metodología de Rawls, con su técnica de “un equilibrio reflexivo”
entre creencias morales y realidades experienciales cotidianas. Para
Rawls, “de acuerdo con la técnica del equilibrio, es tarea de la filosofía
moral proporcionar una estructura de principios que fundamente esas
convicciones inmediatas de las cuales estamos más o menos seguros”,
y ello, explicando las convicciones que tenemos y proporcionándonos
una guía para desenvolvernos, ante los temas dudosos o novedosos.
Alude a las “intuiciones morales” que todos tenemos, para decidir
ante un caso determinado, las cuales provienen de ese conjunto de
principios morales que cualquier persona tiene, en una u otra forma.
En desarrollo de estas ideas, defiende la existencia de “deberes
naturales” vinculantes para las personas, como apoyar a las institu-
ciones justas; actuar con “fair play”, esto es, de modo equitativo sin
aprovecharse de los subterfugios o ambigüedades legales y admite que
todos tenemos derechos fundamentales que constituyen un fin en sí
mismo.
Defiende un consenso estable sobre la base de los imperativos de
razonabilidad y porque la “ética pública” que debe organizar la vida
social, exige determinados contenidos materiales, que actúan como
valores soporte de las normas jurídicas.
No se trata –dice, también– de erradicar las convicciones religiosas
pero no acepta los fundamentalismos del signo que sea, destacando
que una actitud neutralizadora es dudosamente compatible con la
efectiva democracia (el falso respeto a cuestiones que tienen detrás un
supuesto respaldo “razonable” de tipo ideológico: terrorismo, impedi-
Reflexiones sobre ética judicial
7 Cfr., APEL, Karl-Otto. Teoría de la verdad y Ética del discurso. Barcelona, Paidós. 1991
100 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
8 La obra de Rawls (A Theory of Justice, Cambridge, MA, Harvard University Press, 1971 o
Political Liberalism, New York, Columbia University Press, 1996), ha sido analizada en la
Reflexiones sobre ética judicial
lúcida y conocida obra Los derechos en serio de DWORKIN, Ronald. Barcelona, Editorial
Ariel, 2ª reimpresión, 1995. Pp. 234-75, y más recientemente, comentada por OLLERO,
Andrés en Democracia y convicciones en una sociedad plural. Navarra, Ediciones
Berriozar, 2001.
9 KRONMAN, Anthony expuso sus ideas en “Practical Wisdom and professional Character”.
En Social Philosophy and Policy Volume 4, Issue 01, 1986. Pp 203-234; asimismo en
“Livingin the Law”, Faculty Scholarship Series. Paper 1062, 1987, que comentó Manuel
ATIENZA en “Virtudes judiciales. Selección y formación de los jueces en el Estado de
Derecho”. En Claves de Razón Práctica N° 86, 1998. Pp. 32-42.
10 KRONMAN, Anthony. “Practical Wisdom and professional Character”. Op. Cit., p. 232.
11 Véase, DEWEY, John. Teoría de la vida moral. México, Herrero Hermanos, 1965.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 101
También puede mencionarse aquí la denominada ética del compro-
miso, que pone el énfasis en el cumplimiento de los deberes. Toda
persona, los juristas y los jueces, desde luego, deben siempre actuar
del modo que mejor se adecué a la ética profesional.
El compromiso oscila entre un minimun a realizar, que fijan las
normas colegiales, y un máximun que depende de cada uno, y que
será, cada vez, lo que la realidad demande, pues esta teoría está muy
ligada a la obligada actualización, a las necesidades, que pidan los
tiempos y las circunstancias cambiantes.
En este sentido, se trata de vivir una fidelidad que tiene un carácter
dinámico, lo cual implica un esfuerzo continuo para explorar nuevas
formas de servir mejor a los propósitos hacia los cuales nos hemos
comprometido.
Pero el deber moral no nace sólo del compromiso. Los deberes de
cada uno de los miembros del colectivo profesional no nacen sólo de
una asunción ética y voluntaria sino que proceden, en gran medida de
la responsabilidad moral de nuestro papel institucional que articula el
compromiso fundamental de la sociedad con los miembros de las dife-
rentes corporaciones, cuyas actividades profesionales tienen una inci-
dencia especialmente importante en el desenvolvimiento de valores
como la libertad individual, la seguridad jurídica o la protección de los
derechos fundamentales.
Finalmente podemos mencionar a la ética de la razón instrumental,
que Max Weber bautiza como la “razón estratégica”, la cual es propia
del político, centrado en una pura estrategia por objetivos, esto es, de
metas a alcanzar, al igual que un empresario, un buscador de votos o
un publicitario12.
Esta ética, no obliga a decir siempre la verdad sino a decir lo conve-
niente, por lo que justifica la reserva mental o el silencio. Y así, frente
a las consecuencias que no preocupan a la ética clásica, el político se
ocupa de las consecuencias de sus acciones, antes que de la moralidad
de éstas.
Reflexiones sobre ética judicial
1. Introducción.
En este apartado, nos proponemos delimitar conceptos y avanzar
hacia la decisión, a través de la conciencia.
Ética, Moral y Derecho, aparecen como tres realidades distintas
pero entrelazadas, que tienen en común que pertenecen al mundo de
las ideas, que pertenecen al “deber ser” y que alumbran normas.
Desde dichos conceptos y de su significación y relaciones mutuas,
seguiremos en dirección a la toma de la decisión, llegando a la
conciencia, donde se fragua la acción concreta, que en nuestro caso,
es la respuesta judicial a un problema concreto, a una controversia
determinada, sometida a la consideración del órgano judicial.
Así, conectaremos Ética, Moral y Derecho, los tres campos norma-
tivos por excelencia, para pasar luego, a la Deontología y ahí situar
el plano de la conciencia, que se mueve entre la norma externa y la
interna, y concebiremos la decisión en relación a los deberes éticos que
implica toda deontología profesional.
2. Diferenciación e influencias mutuas
Trataremos en este apartado dos puntos: la delimitación concep-
tual y sus consecuencias diferenciadoras; y su relación e influencias
mutuas.
2.1 Delimitación conceptual y sus consecuencias
diferenciadoras.
Reflexiones sobre ética judicial
15 Cfr. RADBRUCH, Gustav. “Leyes que no son Derecho y Derecho por encima de las
leyes”. En GUSTAV RADBRUCH, EBERHARD SCHMIDT, HANS WELZEL. Derecho
injusto y Derecho nulo. Madrid, Aguilar, 1971.
16 Cfr. HART, H. L. A. El concepto de Derecho. Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1968.
17 Cfr. REALE, Miguel. Introducción al Derecho. Madrid, Ediciones Pirámide S.A., 1977.
18 Cfr. CARNELUTTI, Francesco. Como nace el Derecho. Buenos Aires, Editorial EGEA,
1959.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 109
El problema del Derecho actual es el de que va relegando la moral,
y como el Estado no es creador de moral, ¿cuál es el fundamento de
la ley, sino es su propia positividad, cuando se considera alejada de
los principios morales?
Antes la fuente era el Derecho natural, creado por Dios, así en el
Decálogo, o recogido por la razón natural y libre del hombre. Porque,
desde luego, el hombre fin en sí mismo, no puede ser fuente segura de
moralidad, porque ésta dependería de cada hombre.
Por eso el eterno retorno del Derecho Natural, y la discusión sobre
si es posible hablar de una Moral con las propiedades de universal,
inmutable y cognoscible.
De todos modos, una cosa es el derecho y otra el verdadero
derecho, que requiere ser justo, y ello exige su concordancia con los
principios morales.
3. Deontología y conciencia
Nos ocupamos seguidamente de la conciencia, pero primera-
mente vamos a hablar de la Deontología, porque la proyección de
la conciencia, la haremos desde la perspectiva deontológica, esto es
profesional.
3.1. La Deontología
Etimología: “tratado o ciencia del deber”, procede de de ontos
(genitivo de “deon”, que significa deber) y de logos, tratado. Esto es,
ciencia o tratado de lo que conviene, de lo necesario, de lo que es
preciso hacer. Es, por tanto, aquélla parte de la filosofía que trata del
origen, naturaleza y fin del deber.
La Deontología –el término lo utilizó por primera vez Bentham,
tiene como objeto, el aprendizaje e información de cada individuo, por
cuyo medio, la cantidad neta de su felicidad y la de los destinatarios
de su actividad, puede ser ampliada todo lo posible19.
Reflexiones sobre ética judicial
21 PÍO XII, Alocución 23/03/1952. En Actas de la Sede Apostólica (AAS) 44, 1952. Pp.
270-278.
112 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
22 Cfr. NIETZSCHE, Federico. La Gaya Ciencia. Madrid, Sarpe, 1984. También, del mismo
autor: Así habló Zarathustra. Barcelona, Planeta-Agostini, 1992.
114 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
1. Introducción
Examinaremos en esta Sesión, el fundamento de la ética profe-
sional, que deriva de la necesidad de cumplir los deberes que toda
profesión comporta.
Así, pasamos de la Ética y de la Moral, al campo de la deon-
tología de las profesiones primero, y de las profesiones jurídicas, a
continuación, para concluir con un epígrafe dedicado a los códigos
deontológicos.
Pues bien, las bases del enfoque de nuestro estudio, radican en una
doble consideración: que vivimos en una sociedad de riesgos y que
el progreso de la humanidad, en una sociedad así, depende del buen
hacer de los distintos profesionales que actúan en la misma.
De ese modo, la “lex artis”, la ley que contiene las normas de
funcionamiento de cada profesión, se erige en elemento clave, del
análisis de estas cuestiones, cuya consecuencia es la responsabilidad
por ese quehacer profesional.
2. Lex artis23 y Responsabilidad
La ciencia pretende ofrecer proposiciones ciertas, empíricamente
comprobadas, y con pretensiones de validez universal. Por el contrario,
el objetivo de la técnica, el arte, o la “techne” es la realización de
juicios correctos sobre cosas particulares.
23 La expresión lex artis –literalmente, “ley del arte”, ley artesanal o regla de la regla de
Reflexiones sobre ética judicial
actuación de la que se trate –se ha venido empleando de siempre, como afirma Martínez
Calcerrada, para referirse a un cierto sentido de apreciación sobre si la tarea ejecutada por
un profesional es o no correcta o se ajusta o no a lo que debe hacerse. Cfr. MARTINEZ-
CALCERRADA, Luis. “Especial estudio de la denominada lex artis ad hoc en la función
médica”. Actualidad Civil N° 542, 1986. Pp. 1,697-1,709.
De forma que si la actuación se adecua a las reglas técnicas pertinentes se habla de “un
buen profesional, un buen técnico, un buen artesano”, y de una buena “praxis” en el ejer-
cicio de una profesión. Suele aplicarse el principio de la lex artis a las profesiones que
precisan de una técnica operativa y que plasman en la práctica unos resultados empíricos.
Giraldo Laino, Daniel; “Lex artis y malapraxis”. En: http://www.geosalud.com/malpraxis/
lexartis.htm
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 115
Pues bien, la “lex artis”, se encuentra a caballo de ambas realidades,
en cuanto trata de proporcionar guías, protocolos, consensos, sobre
la actuación correcta, en relación a cada acto o especialidad de una
ciencia. En medicina, campo de experiencia, fundamental, donde se
desarrolla la teoría de la “lex artis”, se ha acuñado el término “medis-
prudencia”, que se refiere a la decisión prudente, que pretende ser
aceptada24.
El arte, supone la medida de la acción idónea en cada caso, el
buen hacer en el ejercicio particular, la medición de lo correcto en cada
caso, huyendo de pretensiones de validez universal, en todo caso, en
todo lugar y bajo todas las circunstancias.
La “lex artis”, remite a una buena praxis, concretamente, a la espe-
rable y exigible en cada caso, en particular. Ciertamente, no se habla
de “lex artis” en las ciencias abstractas o culturales sino, más bien, en
las profesiones que tienen una técnica operativa y que concluyen en
unos resultados empíricos (JORGE BARREIRO25).
Y más en concreto, de cada operación técnica, de cada acto
singular, se espera un resultado determinado o aproximado, lo cual
hace aparecer la idea de “lex artis ad hoc”, medida o módulo de esa
concreta actividad profesional.
¿Y cuál es el contenido de la “lex artis”? ¿Qué debe hacerse, para
que resulte bien? La respuesta viene dada por una doble premisa: la
preparación y el cuidado. Preparación, como resultado de la formación
y la experiencia; cuidado, como observancia de los deberes específicos
que reclame el caso.
Por otro lado, la medida de la buena práctica, se relaciona con
el resultado. Pero no siempre, porque el resultado puede depender
de muy variados factores, lo cual significa que la existencia de un
perjuicio, aunque puede ser un dato importante, básico, no supone,
sin más la existencia de esa mala práctica. Y es que la “lex artis” es
una pauta de acción, pero será cada caso, en concreto, con todas sus
circunstancias, el laboratorio adecuado para su examen crítico.
Reflexiones sobre ética judicial
24 Cfr. GRACIA GUILLÉN, Diego. “Jurisprudencia y lex artis”. En BARREIRO, Jorge y Diego
GRACIA GUILLÉN (dirs), Responsabilidad del personal sanitario. CGPJ-Ministerio de
Sanidad y Consumo, 1995.
25 BARREIRO, Jorge. “Jurisprudencia penal y Lex Artis”. En BARREIRO, Jorge y Diego
GRACIA GUILLÉN. (dirs). Op. Cit.
116 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
entre los profesionales del derecho, que caminan en una misma direc-
ción: el planteamiento y la reflexión moral, ante los distintos actos
políticos y jurídicos que se realizan.
a obras de beneficencia).
4.2 Revisión de los Códigos de ética.
Pasando ya al examen de los Códigos más importantes, podemos
realizar el siguiente cuadro: Universales, Internacionales y Nacionales.
A nivel internacional, vale la pena hacer una breve referencia al
“Estatuto Universal del Juez” aprobado el 17 de noviembre de
122 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
1. Introducción
La comprensión de la dificultad del ejercicio de la función juris-
diccional, nos la proporciona una idea tan sencilla como ha sido la
comprobación histórica de la permanente tendencia de la subordina-
ción del Poder Judicial al Poder Político por antonomasia, el Ejecutivo.
Ello ha traído, como consecuencia, la experimentación de lo difícil
que resulta la existencia de una verdadera independencia para el
desempeño de la función judicial, incluso cuando declaraciones cons-
titucionales y normas de inferior rango, lo proclaman, al comprobarse
su frecuente incumplimiento.
Por eso se ha dicho, que el soporte necesario de la independencia
e imparcialidad de los jueces, radica en ellos mismos, “en sus virtudes
personales de carácter, entereza, prudencia...en su formación jurídica
y su experiencia profesional”28.
Se hace necesario, por tanto, una colaboración jueces-sociedad, en
la que ésta reclame garantías de que el poder político no tenga posibi-
lidades de influir en la actuación de los jueces, a cambio de que éstos
pongan en liza sus condiciones personales y el esfuerzo de practicar
su propia independencia, a fin de ejercer su función con la solvencia,
equilibrio y receptividad que sólo se adquiere con la experiencia que
da la labor cotidiana y el ejemplo obtenido del buen hacer de otros
colegas mayores.
En definitiva, toda actuación judicial es “una actuación ética”, y
por ello resulta indispensable referirnos a las virtudes en general, y a
las virtudes judiciales, en particular, porque “el hombre sin principios
corrompe el poder público” y las virtudes suponen el contenido de la
Reflexiones sobre ética judicial
44 GIL MARISCAL, Félix, “La función judicial aplicada y los jueces”, Conferencia pronun-
ciada en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, el 5-5-1922. Madrid, Editorial
REUS, 1922.
45 DE LA TORRE DÍAZ, Francisco Javier, Ética y Deontología Judicial, Madrid, Librería-
Editorial Dykinson, 2000. Pp. 359 y ss
46 BANCAUD, Alain en La haute magistrature judiciaire entre politique et sacerdoce ou le
culte des vertus moyennes. París, Librairie Générale de Droit et Jurisprudence, 1993.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 131
Estilo: “El arte tradicional de la alta magistratura es el de la conci-
sión, al mismo tiempo que el de la pureza”. Pues –se entiende– “una
sentencia judicial debe imponerse por su brevedad vigorosa”. Ya que
de lo que se trata es de decir cosas “en tan pocas palabras como sea
posible”.
Ello conduce al Juez a evitar lo inútil, que por superfluo, multiplica
las posibilidades de error. Por eso, se define a la institución judicial
como “una empresa colectiva de concisión”.
Autoridad: La autoridad del Juez, es una “autoridad racionali-
zada”, que deriva de su lógica, que debe ser “inflexible”, pues su razo-
namiento deductivo tiene que ser “implacable”. El arte judicial clásico
es el “imperium”, mediante el cual se rechaza, zanja, casa. El juez
clásico es lapidario, debe hablar con autoridad, certeza y seguridad.
Preparación: Todo juez es un “especialista de la decisión y de la
formalización”, a quien está prohibido dudar. La Corte de Casación
casa las sentencias que usan imprudentemente el condicional, los
términos hipotéticos o dubitativos. Pero para ser preciso, “el buen
Magistrado es el que sabe hallar la solución que hace cesar la discu-
sión”, es importante también la preparación.
Fundamento de las decisiones: La autoridad judicial se basa
en la ley y en consideraciones jurídicas. Y la excelencia reside en “la
conciliación entre la flexibilidad y el rigor”, esto es, se trata de un arte
racionalizado y apoyado en el conocimiento del derecho y la extrac-
ción de las adecuadas consecuencias, en cada caso.
Desinterés material: El desinterés financiero y material consti-
tuye su “capital principal”, habiendo basado su estrategia de distinción
y credibilidad en una “ética cuasi sacerdotal de desprendimiento mate-
rial” que les ha hecho configurar su “aristocratismo moral” apoyado
en un equilibrio entre el lujo y la falsa humildad, que les lleva a una
“existencia de perfecta corrección” .
Buen sentido: Se puede perdonar una falta de inteligencia pero no
Reflexiones sobre ética judicial
4. La prudencia, en especial
Sin duda una de las virtudes más apreciadas en nuestra sociedad
actual es la prudencia. Las personas que saben más, por su expe-
riencia o formación, la tienen frecuentemente en su boca: “hay que ser
prudente”, “ten prudencia, espera un poco”, “sé prudente, no te preci-
pites”, son recomendaciones usuales, que en todo tipo de situaciones,
y especialmente en las más importantes, hay que tener en cuenta.
Y en efecto, la prudencia no es un ingrediente cualquiera de las
cosas de la vida sino que tiene la categoría de “virtud intelectual”,
desde que el autor de la “Ética a Nicómaco” lo dejara bien claro, con
ideas como las siguientes:
El hombre prudente es “el ser capaz de deliberar rectamente
sobre lo bueno y conveniente para sí mismo (y) en general”.
Llamamos prudentes a “los que, para alcanzar algún bien,
razonan adecuadamente”.
“La prudencia es un modo de ser racional, verdadero y prác-
tico respecto de lo que es bueno y malo para el hombre”.
“La prudencia requiere experiencia, por eso los jóvenes no
parecen poder ser prudentes”.
“Toda virtud es una especie de prudencia”47.
Las continúas apelaciones a la razón, a lo razonable, y a que ese
estado se adquiere, fundamentalmente, por un pensar reflexivo y
apoyado en la experiencia que da la vida, nos permiten hablar de una
virtud intelectual, cuyo contenido moral es alcanzar y practicar el bien,
como sucede con toda virtud.
Ahora bien, la caracterización de la “prudencia”, virtud que no sólo
ha sido considerada desde antiguo como la virtud reina, que incluye
las otras, sino la esencia de cualquier decisión madura y razonada,
encierra matices muy variados.
Reflexiones sobre ética judicial
digna de reconocimiento.
Por eso, el juicio del juez debe ser una combinación de dos virtudes:
justicia y prudencia, en cuanto todo juicio debe ser “pronunciado
según la recta razón de la prudencia”52.
Se oponen a la “decisión prudente”, tres vicios del razonamiento
práctico, que deben evitarse: la “precipitación” que es el resultado
de un actuar sin deliberación previa; la “inconsideración” cuando
el juicio es defectuoso o incompleto, y la “inconsistencia”, que es el
momento final de la decisión, resultado de alguna de las erróneas
etapas anteriores53.
Una decisión con estos vicios es radicalmente imprudente porque,
respectivamente, no consideró el consejo o estudio, no tuvo en cuenta
los medios adecuados o se lanzó a la decisión en un puro ejercicio
de activismo. Y cualquiera de estos defectos hacen la decisión impru-
dente, y por tanto, injusta.
Se ha dicho que “la realidad jurídica es esencialmente judicial”
porque aunque no sólo conste de decisiones de tal naturaleza, la
última palabra de cualquier conflicto, está en manos de los órganos
judiciales. Y es en su modo judicial, donde se puede apreciar más
claramente si se han tenido en cuenta las notas y particularidades de
la prudencia jurídica, porque “la prudencia judicial es, la prudencia
jurídica por excelencia”54.
Y concretando la idea, la justicia, en cuanto dar a cada uno lo
suyo, requiere de la prudencia, que actúa como condición de su posi-
bilidad de realización, pues le otorga su medida, el objeto y el modo
de conducir la voluntad hacia el bien que se debe a alguien. La acción
justa incluye una serie de etapas a desarrollar: la deliberación, elec-
ción e interpretación de la norma, previsión de sus consecuencias y la
decisión, en sí.
El método de actuación judicial que parece preferible es el “deli-
berativo-prudencial”55, el más propio del mundo jurídico porque une
la perspectiva gnoseológica con la estrictamente práctica, alcanzada
a través del perspectivismo –resuenan las ideas de ORTEGA– y del
Reflexiones sobre ética judicial
52 SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologica, op. Cit., II-II q.60, a.2.
53 Ibid., II-II q.53, a.3, a. 4 y a.5
54 D’ORS , Alvaro , Una introducción al estudio del derecho. Madrid, Ed. Rialp, 1963.
Pp.18-19,
55 MASSINI, Carlos Ignacio. Op. Cit., p.57.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 135
Además –y ello obliga a un trabajo específico de atención y estudio
individualizado– cada caso, por definición, es único e irrepetible,
contando con datos de hecho, circunstancias y posibilidades de solu-
ción distintas.
Pero pasando ya a las distintas fases de aplicación de la prudencia
a la decisión judicial, podemos distinguir:
La deliberación. Recae sobre realidades prácticas, contingentes,
variables e indeterminadas, que es preciso fijar en la labor de consilium
–propia de los Tribunales – pero que, con el análisis e investigación,
en su caso, está igualmente al alcance del órgano individual. Su fin,
consistente en qué hacer en el caso, se alcanza con el detenido examen
de todos los datos del problema, incluyendo los medios que mejor
conducen a una solución justa, del caso.
Se trata de conseguir superar la controversia planteada, la cual se
traducirá en una solución jurídica, que le corresponde hallar al juez, y
con la que se resolverá el problema objeto de discusión.
En esta fase, la experiencia juega un papel decisivo ya que es
crucial observar las soluciones precedentes adoptadas en casos simi-
lares (jurisprudencia). Por eso, el juez experto o el inexperto que toma
en cuenta soluciones anteriores, se constituyen en el modo adecuado
de la solución prudente, al caso.
La inteligencia, la intuición que sabe discriminar entre el fárrago de
datos y pruebas, son fundamentales, en esta etapa, en que la obser-
vación y valoración de todos esos elementos, deben proporcionar la
solución jurídica del problema.
La elección e interpretación de la norma. Es la siguiente
etapa. Aquí es importante el conocimiento derivado del estudio y la
actualización del juez. Se trata de interrogar al ordenamiento en la
búsqueda de la norma o normas aplicables al caso, lo cual exige una
elección armónica y constitucional, dirigida a encontrar “el sentido
normativo”, “el fin jurídico”, de la norma creada por el legislador56.
Reflexiones sobre ética judicial
56 Ibid. Pp. 67
136 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
1. Introducción
La Ética Judicial tiene vocación, por esencia, de ser aplicada pues
o es algo práctico, o carece de utilidad, más allá de la disertación
contemplativa o teórica. Y esta aplicación de la Ética Judicial, signi-
fica incardinarla dentro de lo que es la función jurisdiccional, la cual
implica, básicamente, tres realidades: las propias exigencias éticas de
todo Juez, que son como un presupuesto de su actuación profesional;
su condición de garante del proceso, es decir, su obligación de asegurar
las garantías de todo proceso justo; y, finalmente, lo que denominamos
la “deontología de la decisión”.
A estas tres cuestiones, nos referimos, seguidamente.
2. Exigencias éticas del Juez actual
El Juez actual, es un juez constitucional, sujeto a la Constitución
y al resto del ordenamiento jurídico. Pero al tiempo, es receptor de
los principios, valores, derechos fundamentales y demás normas que
constituyen el acervo jurídico que debe aplicar.
Pues bien, para el ejercicio de dicha función, el Juez está rodeado
de una serie de exigencias de naturaleza ética, que resultan indispen-
sables para el buen éxito de su trascendental tarea.
Seleccionamos como más importantes, las siguientes:
a) Formación. Pocas profesiones, como la judicatura o las que
integran las ciencias de la salud, necesitan, en tan gran medida, una
permanente formación, de calidad y actualizada.
El tratamiento de la “patología social” requiere conocer la evolu-
Reflexiones sobre ética judicial
ción del cuerpo social, no sólo desde el punto de vista normativo sino,
simultáneamente, del rumbo, novedades y características configura-
doras que van presentando sus diversas manifestaciones (económicas,
culturales, instituciones, hábitos...).
Y por lo que respecta al mundo del derecho, ello es particularmente
destacable porque “el juez ejerce la actividad jurídica más amplia”
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 139
de todos los juristas, lo cual exige “una preparación especializada
profunda”58.
No puede extrañar, en consecuencia, que la “formación del Juez”
haya sido considerada el “primero de sus deberes éticos”, a fin de que
la última palabra, que le corresponde decir en todo debate entre
particulares o frente a los poderes públicos, “sea también la palabra
debida, en la medida de lo humanamente posible”59.
Por eso, resulta necesario “una amplia formación jurídica y socio-
lógica, junto con aquella ética profesional”, que puede adquirirse del
modo más seguro preparándose para la función judicial”60.
Dicha formación, que constituye un “derecho” para cualquier
trabajador –art.23 del Estatuto de los Trabajadores de España– se
configura como una exigencia social en cuanto sólo los profesionales
preparados, especializados y dedicados, con especial empeño, a su
tarea, están en condiciones de dar una respuesta rápida, de calidad y,
en la medida de lo posible, acertada, en relación al caso sujeto a su
conocimiento.
El Consejo de Europa viene insistiendo en los últimos años, en la
necesidad de la cooperación entre los diversos Estados, para fortalecer
sus relaciones en materia de selección y formación de jueces y fiscales.
Y se ha conectado esta cuestión con la independencia de los jueces,
al señalar los lazos existentes entre ésta y la integridad y competencia
profesionales , lo cual requiere de una selección basada en el principio
del “mérito” y una formación (“training”) que tenga en cuenta teoría,
conocimiento práctico y adquisición de habilidades profesionales
(Lisboa, 27-28 de abril 1995).
Por otra parte, los Jueces gozan de un “derecho de formación”, a fin
de que puedan realizar sus funciones con profesionalismo y diligencia
(Estrasburgo 13-15 Mayo 1996), lo cual incluye poder participar en
actividades con universidades, instituciones europeas, acceder a una
Internet judicial, y realizar prácticas y seminarios para familiarizarse
Reflexiones sobre ética judicial
64 Los trabajos de MERKL, tras estudiar a STEIN y las teorías al respecto de CHIOVENDA,
son examinados, a este respecto, por GOMEZ ORBANEJA, Emilio y Vicente HERCE-
QUEMADA, Derecho Procesal Civil I. Madrid, Artes gráficas y Ediciones, 1979. Pp. 55 y ss.
65 GABALDÓN LÓPEZ José. “Reflexiones sobre la Ética Judicial”, en Ética de las Profe-
siones Jurídicas (Vol. II). Universidad Católica San Antonio de Murcia, 2003. Pp. 781-820;
pág.798.
142 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
70 RUIZ VADILLO, Enrique, “La ética y los jueces”, en ICADE, Revista de las Facultades de
Derecho y Ciencias Económicas y Empresariales, Nº 33, 1994, Pp. 41-48. Pág. 42.
144 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
73 FERRAJOLI, Luis, Derecho y Razón. Teoría del garantismo penal. Madrid, Editorial Trotta,
1995. Cap.13.
74 CRUZ VILLALÓN, Pedro, “El Juez como garante de los derechos fundamentales”;
en VV.AA. Constitución y Poder Judicial. XXV Aniversario de la Constitución de 1978.
Madrid, Consejo General del Poder Judicial, 2003. Pp. 29-54.
75 SÁINZ DE ROBLES, Federico Carlos, Op. Cit., pp. 127-150.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 149
garantías de igualdad de las partes, de su eventual contradicción, de
la plenitud de los medios de prueba y defensa y la duración razonable,
proscribiéndose, de este modo, cualquier tipo de indefensión.
La expresión “la tutela judicial efectiva”, recogida en el art. 24.1
CE y que conecta directamente con el derecho a la dignidad de la
persona, ha sido llamado un derecho pórtico que asegura la efecti-
vidad de los demás derechos fundamentales 76, llevando implícita una
nueva ética en la función judicial y un modelo de juez constitucional.
En efecto, la disciplina constitucional del proceso comporta un
cambio total de la función de juzgar, definiendo un nuevo paradigma
en la actividad judicial, que ha supuesto que el juez del poder haya
públicamente, pero el acceso a la Sala de Audiencia puede ser prohi-
bido a la prensa y al público durante la totalidad o parte del proceso en
interés de la moralidad, del orden público o de la seguridad nacional
en una sociedad democrática, cuando los intereses de los menores
o la protección de la vida privada de las partes en el proceso así lo
exijan o en la medida considerada necesaria por el Tribunal, cuando
en circunstancias especiales la publicidad pudiera ser perjudicial para
los intereses de la justicia77.
De este modo, el rol del Juez, es, fundamentalmente, garantizar, el
derecho de los ciudadanos a ser juzgados desde el Derecho y única-
mente desde el Derecho, siendo su finalidad asegurar fundamental-
mente la credibilidad de las decisiones judiciales y de las razones jurí-
dicas que las avalan, tras un proceso en que se hayan observado todas
las garantías.
A tal efecto, destaca el principio de contradicción, que sitúa al juez
en el sitio que le corresponde equidistante entre las partes78 debiendo
distinguirse, no obstante, entre neutralidad en el proceso (equidistancia
entre las partes), exigible al juez como director del proceso, debiendo
asegurar que sus decisiones no prejuzguen el proceso, manteniendo el
equilibrio entre las partes, lo que comporta equilibrar las situaciones
de partida desiguales. 81
Reflexiones sobre ética judicial
de la función judicial es más la ética del juicio que la ética del juez79,
pudiendo afirmarse, por tanto, que el juez tiene un compromiso ético
con el cumplimiento del derecho a la tutela judicial efectiva de los
ciudadanos, porque ha hecho su profesión de la garantía de los dere-
chos, debiendo subrayarse que la garantía de los derechos constituye,
junto con la independencia judicial, el emblema de la ética profesional
del juez80.
El juez se constituye, de este modo, en la garantía primaria de los
derechos fundamentales, cuyo respeto es el fundamento de la legiti-
midad de toda organización política, constituyéndose, por tanto, en la
cifra de su ética profesional81.
Se constituye, así mismo, en sujeto pasivo del derecho fundamental
de los ciudadanos a la tutela judicial efectiva, estando obligado, por
tanto, a respetar escrupulosamente las garantías procesales, siendo
paradójico que el órgano, encargado constitucionalmente de asumir
la tutela judicial efectiva, es acusado con más frecuencia de vulnerar
dicho derecho, siendo significativo, que en la Memoria del
Tribunal Constitucional español de 1999, extrapolable a los años
posteriores, ingresaron 5651 asuntos, de los que 5582 fueron recursos
de amparo y 4601 invocaron de algún modo el artículo 24 de la
Constitución, lo que significa que más de cuatro quintas partes de los
recursos de amparo se relacionaron con la supuesta vulneración del
derecho a la tutela judicial efectiva. (Con todo, el 95 por 100 de esos
recursos, son inadmitidos a trámite).
Dicha conflictividad constitucional, causada en parte por la propia
jurisprudencia del Tribunal Constitucional, que ha constitucionalizado
muchos aspectos del derecho procesal, adaptando el derecho procesal
y la propia práctica forense a las exigencias de un moderno Estado
democrático derecho, constituye el precio a pagar por tantos malos
usos en la Administración de la Justicia española82.
Reflexiones sobre ética judicial
79 Ibídem.
80 CRUZ VILLALÓN, Pedro, op. Cit.
81 Ibídem.
82 DÍEZ PICAZO, Luis María; “La Tutela Judicial Efectiva”, en Sistema de Derechos Funda-
mentales. Madrid, Thomson, Civitas, 2005; que debe hacernos reflexionar autocrítica-
mente sobre la calidad de nuestra actuación profesional, debiendo identificar los puntos
conflictivos, en los que se han producido vulneraciones del derecho a la tutela judicial
efectiva, depurándolos radicalmente, porque las malas prácticas en una materia tan
sensible constitucionalmente devalúan sustancialmente el papel constitucional como
garantes del derecho de los ciudadanos a la tutela judicial efectiva y ponen en cuestión la
ética judicial.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 151
4. Deontología de la decisión
En este apartado queremos examinar la eticidad de la decisión judi-
cial, por excelencia, la sentencia. Y lo haremos proyectando nuestro
análisis tanto sobre el juicio del hecho, como al del derecho.
Antes de hacer ese análisis, resaltamos una serie de ideas fuerza83:
1. La sentencia es un producto de cultura. No pertenece al mundo
del ser, sino al mundo del deber ser, o sea, al mundo de los valores
y su función específica es la realización del valor superior de la
justicia.
2. La sentencia es un acto de conciencia en sentido moral y las reglas
técnicas, que se refieren a su construcción, tienen una dimen-
sión ética en un doble sentido: en cuanto tienden a realizar un
valor ético social como es la justicia y en cuanto que mediante su
cuidada observancia se perfecciona profesional y humanamente
el Juez que la dicta.
3. La sentencia, que subjetivamente resulta de una compleja opera-
ción lógica, implica la determinación con una certidumbre sufi-
ciente de unos hechos controvertidos así como la declaración del
sentido de un conjunto normativo selectivamente determinado
que incluye normas primarias o sustantivas, normas secundarias
o procesales y normas relativas a valores, principios y derechos
fundamentales consagrados en la Constitución.
4. Tanto una como en otra operación –la afirmación de los hechos y
la determinación del sentido del derecho– ha de responder a una
actitud profesional del Juez inspirada en la imparcialidad, objeti-
vidad, independencia de criterio y libertad de todo prejuicio, que
son condición necesaria de una resolución justa.
5. La función de socialización o de integración social, que compete al
Derecho, mediante la estabilización de expectativas de comporta-
miento, que merecen protección, se realiza de modo primordial en
Reflexiones sobre ética judicial
83 Véase al respecto: VV.AA; Ética del Juez y garantías procesales. Madrid, Consejo General
del Poder Judicial, Manuales de formación continuada n° 24, 2005.
152 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
declarados en ella.
La investigación integradora del Derecho en cuanto supone la apli-
cación de la norma a un hecho no comprendido en ella, tiene pleno
reconocimiento en nuestro sistema jurídico a través de la aplicación de
la analogía, que se regula expresamente en el art. 4.1 del CC.
86 22
156 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
87 23
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 157
conflicto con el deber de proteger la vida, que es un valor constitu-
cional de rango superior, por lo que el principio de ponderación de
intereses, excluiría la posibilidad de considerar justificado el hecho por
constituir el ejercicio de un derecho fundamental.
La sentencia del Tribunal Constitucional (154/2002 de 18 de julio),
por el contrario, razona que la posición de garante de los padres, que
constituye la piedra angular para fundar su responsabilidad criminal,
ha de ser matizada por el respeto debido a su derecho fundamental
a la libertad religiosa y de conciencia. El razonamiento del Tribunal
Constitucional procede a la armonización entre los deberes resultantes
de la posición de garante, que indudablemente ostentaban los padres y
el respeto a su libertad religiosa y de conciencia en esta forma: cumplida
la esencia del deber de garante por parte de los padres, una vez que
estos “posibilitaron sin reservas la acción tutelar del poder público para
la protección del menor...desde el momento en que le llevaron a los
hospitales, le sometieron a los cuidados médicos y no se opusieron
nunca a la actuación de los poderes públicos para salvaguardar la
vida del niño.” Cumplida, decimos, la esencia del deber de garante,
resurgía la necesidad de respetar el derecho a la libertad religiosa y de
conciencia. La presión de este derecho a su realización, impedía que se
pudiera extender más el conjunto de deberes resultantes de la posición
de garante de los padres. Por ello, la suposición de la sentencia de
la Sala Segunda del Tribunal Supremo de que la posición de garante
se extendía al deber de los padres a ejercer una acción suasoria sobre
el hijo para que aceptara la práctica de la transfusión, así como a su
deber de autorizar ellos mismos la práctica de la transfusión es consi-
derada como equivocada por la sentencia del Tribunal Constitucional.
Ambas exigencias que el Tribunal Supremo deriva de la posición
de garante son excluidas por el Tribunal Constitucional con funda-
mento en que no pueden derivar de tal posición, teniendo en cuenta
la modulación que los deberes de la posición de garante sufren por
influjo del derecho a la libertad religiosa y de conciencia. Por otra
parte, de acuerdo con doctrina constitucional consagrada los derechos
Reflexiones sobre ética judicial
88 24
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 159
Pero, no acaba aquí la relevancia ética del deber profesional de
motivar, porque la corrección de ese discurso lógico, que determina de
modo unívoco y excluyente el sentido del fallo, es también condición
de la excelencia ética del Juez o Tribunal sentenciador, que construye
su dignidad personal en la dimensión profesional de modo primordial
cada día con el cuidadoso cumplimiento de este deber, como se indicó
al principio.
La motivación de la premisa jurídica (“quaestio iuris”) de la sentencia
estará constituida por el conjunto de argumentos, que conducen a la
conclusión sustentada en el fallo; tales argumentos son las razones,
que integran un discurso lógico jurídico capaz de otorgar validez a una
proposición jurídica hasta el punto de suscitar la aceptación racional
de los participantes en la argumentación, sin otra coacción que la
fuerza lógica de tales razones.
No se cierra, sin embargo, la enumeración de las posibles fuentes
de argumentación para una adecuada motivación de las sentencias
con los criterios que se extraen de las normas aplicables, sino que
es necesario recordar como tales, colocándolos en lugar preferente
los valores y principios constitucionales y con ellos la Jurisprudencia
constitucional y la del tribunal Europeo de Derechos Humanos, dado
que los valores, los principios del Estado de Derecho y los derechos
fundamentales han de inspirar en todo caso la interpretación y la apli-
cación de la totalidad del ordenamiento jurídico.
Concluimos, insistiendo en la idea de que en la sentencia cristaliza
la ética de la decisión, en cuanto, en el más puro sentido hegeliano, en
ella ha de quedar encarnado de modo definitivo el valor de lo justo.
La sentencia en el plano objetivo, una vez pronunciada, puede consi-
derarse como un producto espiritual, mediante el que se realiza en
potencia en la vida social el valor de la Justicia. La sentencia definitiva
representa la última posibilidad de realización del Derecho, cuando ya
han fracasado todas las demás formas de actuación.
Es la racionalización del conflicto, instrumentalizado mediante un
Reflexiones sobre ética judicial
89 “Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi”, que suele tradu-
cirse como “Justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo o su
derecho”.
90 DWORKIN, R., El imperio de la justicia: de la teoría general del derecho, de las decisiones
e interpretaciones de los jueces, y de la integridad política y legal como clave de la teoría y
la práctica. Barcelona, Gedisa, 1988.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 161
La comprensión de la aplicación concreta de la teoría del discurso
a la determinación de criterios de justicia para evaluar resoluciones
judiciales exige atender a la conexión entre proceso y sentencia. “Los
argumentos –dice Habermas– son razones, que en condiciones discur-
sivas sirven a desempeñar una pretensión de validez entablada con un
acto de habla constatativo o un acto de habla regulativo, que mueven
racionalmente a los participantes en la argumentación a aceptar como
válidos los correspondientes enunciados descriptivos o normativos”91.
La conclusión final que podemos alcanzar como consecuencia de
lo dicho es que una sentencia puede considerarse justa, cuando la
línea argumental que conduce al fallo resulta de una secuencia lógica
compleja, que hace que cada una de sus afirmaciones resulte racio-
nalmente aceptable.
Aceptabilidad, en definitiva, que depende del estado de la realidad
social, en cada momento, y del nivel argumentativo empleado, que
no puede quedarse, exclusivamente, en el terreno de la lógica, pues
implica soluciones éticas –esto es, en clase de lo que está bien y lo que
está mal– y que exigen, su ejercicio desde categorías de respecto a la
dignidad de las personas, autoexigencia judicial y seguimiento de las
normas y valores de todo proceso.
**
Abreviaturas
LOPJ: Ley Orgánica del Poder Judicial
CGPJ: Consejo General del Poder Judicial.
CE: Constitución española.
TEDH: Tribunal Europeo de Derechos Humanos
LECr: Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Reflexiones sobre ética judicial
Cp Código penal.
LCIAC Ley 5/2006, de los miembros del Gobierno y de los altos cargos de
la Administración General del Estado.
Sumario:
1 Este trabajo básicamente es el texto de un capítulo del libro Corrupción, ética y moral en
las administraciones públicas, 2ª ed. Thomson Reuters. Civitas, 2014, pp. 127 y ss. , que
el autor amablemente ha cedido al Consejo Nacional de la Judicatura de El Salvador para
su publicación en este texto monográfico.
164 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
I. INTRODUCCIÓN
1. Los sujetos
No es del todo exacto que la Ética pública se circunscriba a la
conducta de los agentes públicos de acuerdo con la recta razón y
con los intereses públicos, como afirmaba Rodríguez Arana2), ya que,
como señala Millán-Puelles, se refiere al comportamiento del hombre
en cuanto ciudadano en el ámbito público. Adquiere especial relieve
en el comportamiento de aquellos profesionales que actúan en los
procedimientos ante los órganos públicos asistiendo a los adminis-
trados3). Y, por supuesto, en la conducta de los titulares de los órganos
de gestión de las grandes empresas cuya productividad tanto depende
de las Administraciones públicas a las que sirven o a cuya intervención
están sujetas. Pero es indudable que sus destinatarios principales son
los titulares de los órganos que realizan las funciones administrativas,
a los que se imponen deberes en cuanto personas, en sus relaciones
con los demás titulares de los órganos públicos y con los ciudadanos.
Aunque nos referimos a la Ética en la Administración pública,
también tiene relevancia –y muy importante– la conducta de los
particulares, de los ciudadanos. No solo porque de su educación
ética depende esa regeneración total imprescindible para superar la
dica, pueda obtener una sentencia favorable después de años de pleito, se busca a aquel
que, a cambio de lo que sea, pueda conseguir en meses una buena ordenación urbanís-
tica o la licencia con el mejor aprovechamiento posible, o un acta de la Inspección tribu-
taria no excesivamente onerosa.
La norma 52 del Código de Ética profesional aprobado en el VI Congreso de la UIBA, en
su número 1. dice:
«El abogado no debe ejercer influencia de ninguna clase sobre magistrados o funciona-
rios, ni apelar a vinculaciones políticas, de amistad o de otra índole, o recurriendo a otros
medios que los establecidos en las normas procesales pertinentes». Norma que sí se ha
seguido -aunque no por todos- respecto de los «magistrados», no se ha seguido nunca
respecto de las relaciones con «funcionarios» de las Administraciones públicas.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 165
actual crisis de valores, sino porque en el estado de corrupción en que
vivimos, ocupa un papel destacado el corruptor.
Recuerdo una de las anécdotas que contaba D. Luis Jordana de
Pozas en las sobremesas de las cenas de fines de curso que celebraba
el consejo de redacción de la «Revista de Administración pública». Era
la siguiente: «Existía en el Oriente medio un punto clave en el tráfico de
drogas, en el que acababa corrompido todo funcionario del Servicio
civil británico destinado al cargo que tuviera competencias decisivas,
hasta que se descubrió a uno que, por sus antecedentes y conducta
intachable en los puestos más atractivos y propicios para beneficiarse
que había ocupado, se le consideraba incorruptible. Fue nombrado. Y,
cuando no habían pasado dos semanas desde la toma de posesión,
envió un telegrama al Servicio que decía: «Pido urgente relevo. Están
llegando a mi precio».
Y es que los medios de que disponen los corruptores son de tal
entidad, que hace falta una integridad moral que no abunda en una
sociedad que valora por encima de todo la riqueza material y el indi-
vidualismo posesivo. Aunque, a veces, –raras veces– lo que ocurre
es que no han sabido encontrar la forma de corrupción adecuada.
Permitidme otra anécdota. Hace años, un relevante funcionario y buen
amigo ocupó un puesto al que correspondía emitir un informe del
que dependía conceder autorización para ejercer actividades suma-
mente productivas. Un día, ya jubilado, recordando viejos tiempos, me
decía: me han tentado, ofreciéndome de todo; no puedes imaginarte
las vías más sofisticadas para llegar a mí y las formas inimaginables de
utilizarme para lograr que atendiera sus pretensiones. Pero nunca me
ofrecieron acostarme unas cuantas noches con Brigitte Bardot, y, la
verdad, si a alguno de los muchos corruptores se le hubiera ocurrido
este medio... no sé.
De aquí que entre las medidas penales que se arbitran para combatir
la corrupción figura prácticamente en todos los Ordenamientos la tipi-
ficación de los delitos y el reconocimiento expreso de la responsabi-
lidad de las personas jurídicas.
Reflexiones sobre ética judicial
2. Deberes
Refiriéndonos ya únicamente a los servidores públicos, podemos
distinguir los siguientes supuestos: deberes personales, deberes en rela-
ción con los superiores, deberes en relación con otros funcionarios y
deberes en relación con los administrados.
166 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
del Estado, toda vez que la vida social acorde con la dignidad del
cargo debe ser observada por todos los funcionarios en sus actua-
ciones privadas con el objeto de no dañar el prestigio del servicio»6).
No se trata de, con desprecio del para mí más sagrado de los dere-
chos del hombre –el derecho a la intimidad–, «hurgar y entrometerse
hasta los más recónditos espacios, para determinar si un candidato
tuvo una debilidad una noche, después de un día de tensión, y busca
las caricias de una dama de pago o si un aspirante a juez sonrió y
se insinuó a una secretaria hace diez años o más». Estoy de acuerdo
con Lorenzo Martín-Retortillo y muy lejos del exacerbado puritanismo
estadounidense en lo que concierne a la vida sentimental del hombre
público y de las mujeres públicas. Pero no en que nada tiene que decir
una ética pública «mientras no haya consecuencias delictivas, mientras
no estén en peligro los caudales públicos o los secretos oficiales»6).
Una cosa es una ética pública no confesional y otra muy distinta que
sólo sea relevante la conducta delictiva o la que ponga en peligro los
caudales públicos y secretos oficiales. En toda sociedad existen unos
estándares de conducta que el político y el funcionario deben respetar.
Es cierto que tales estándares están sujetos a rígidos límites espaciales
y temporales. Y que, como he dicho en otra ocasión, existen palabras
que no tienen sentido en la sociedad de hoy y se utilizan en sentido
peyorativo para ridiculizar a todo aquel que hace gala de ajustar su
conducta a ellas –como honestidad, modestia, recato, compostura,
decencia, moderación, pudor–; mientras que otras han perdido el
sentido que antes tenían, como obscenidad, impudicia, pornografía7).
Pero, pese a todo, existe una conducta moral exigible y exigida en la
normal convivencia de las personas estimadas honestas, como seña-
laba Federico De Castro, al comentar los límites a la libertad contrac-
tual que impone el Código civil. Y, aún hoy, pese a todo, aquellas ideas
trasnochadas siguen teniendo relevancia en el Ordenamiento jurídico,
como, por ejemplo, en la legislación sobre protección a la juventud
y a la infancia, dictada en desarrollo del artículo 20.4, CE, y de las
Reflexiones sobre ética judicial
6 Cfr. en «La dignidad de la persona», XXV Jornadas chilenas de Derecho público, Univer-
sidad de Valparaíso, 1995, tomo III, los trabajos de Sandra Ponce de León y Jorge
Reyes, Dignidad de la función pública (pp. 45 y ss., en especial, pp. 57 y ss.); San Martín
Cerruti, El principio de la probidad administrativa (pp. 97 y ss.); Quirke, Ferreba, Alva-
rado e Ibarra, Implicaciones jurídicas sobre la corrupción (pp. 121 y ss.). Aunque tal y
como delimita el principio de probidad del artículo 8 de la Constitución, después de la
reforma del artículo 8 parece aplicable únicamente al ejercicio de actividades públicas.
RAJEVIC MOSLER, «La probidad como motivo de la renovación del Derecho administra-
tivo chileno», RDPyA.
7 En mi trabajo «La pornografía en el Tribunal Constitucional» (REDA, núm. 91, pp. 467 y ss.)
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 169
directrices comunitarias, como la Ley 25/1994, de 12 de julio; Decreto
1189/1982, de 4 de julio, y la LO 1/19968).
Si a nadie debe importar la conducta del político o del funcionario
en su intimidad, sí parece que importa a todos que la conducta pública
se aparte de aquellas normas exigidas por la normal convivencia o
sean contrarias a lo que todavía constituyen pautas de conducta que
deben ser ejemplo de la infancia y de la juventud. Si la legislación
prohíbe la publicidad por cualquier medio de comunicación social que
contenga imágenes obscenas o expresiones contrarias a la moral y
buenas costumbres (Ley 25/1994, de 12 de julio; Ley 34/ 1988, de 11
de noviembre), ¿cómo va a ser indiferente que los que, por el puesto
que ocupan en la sociedad, deben ser ejemplo de conducta, incurran
en actitudes que el propio Ordenamiento jurídico prohíbe. No se trata
tan sólo de que, contrariamente a lo que constituye el pan nuestro
de cada día, los medios de comunicación no divulguen, cuanto más
gráficamente mejor, los actos vergonzosos de los hombres públicos y
mujeres públicas, sino de que cuando estos hombres y mujeres ocupan
puestos de prestigio social (abstracción hecha de los que son «públicos»
en otros ámbitos), se abstengan de tales conductas en público, conde-
nándose con el máximo rigor cualquier invasión en su intimidad. No se
pretende –peligro que denunciaba Lorenzo Martín-Retortillo– que nos
«convirtamos en una sociedad de cotillas, de miradores por el agujero
de la cerradura», sino de prohibir que se llegue a la intimidad por los
sofisticados medios que hoy ofrece la técnica. Y de exigir al político y
al funcionario que, cuando salga de su esfera íntima, cumpla con unas
mínimas exigencias de dignidad y decoro.
III. DEBERES DEL EMPLEADO PÚBLICO EN
RELACIÓN CON LAS AUTORIDADES Y
SUPERIORES
1. Los órganos decisores de las actuaciones públicas
Los titulares de los órganos con competencia decisoria constituyen,
como antes señalé, los principales agentes de las actividades corruptas.
Reflexiones sobre ética judicial
Si bien, por lo general, no pueden consumar éstas sin contar con los
funcionarios que tienen intervención en los procedimientos. De aquí
que éstos pueden llegar a ser coautores, cómplices o encubridores,
percibiendo o no una compensación por ello, ya que pueden estar
movidos por fidelidad, agradecimiento o, simplemente, por compartir
quilidad de conciencia.
d. La objeción de conciencia
Y queda una última cuestión: que la actuación a que venga obli-
gado el funcionario esté dentro de la más estricta legalidad, que lo
que se le ordena hacer no contraviene norma alguna, que está incluso
de acuerdo con la Constitución. Por lo que desobedecerla supondría
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 177
incurrir en responsabilidad, con las muy graves consecuencias para su
carrera funcionarial. Pero la actuación a que se le obliga pugna con
sus creencias religiosas.
El conflicto entre el deber profesional y la conciencia lo hemos visto
planteado en más de una ocasión en la aplicación de la Ley ampliando
los supuestos de despenalización del aborto (sobre la que recayó la
STC 3/1985, de 11 de abril), y no hace mucho, en sus términos más
crudos, con motivo de la aplicación de la Ley 13/2005, de 1 de junio,
sobre «matrimonios» entre personas del mismo sexo. En mi opinión, es
una Ley inconstitucional, y, en todo caso, siempre podría acudirse a la
objeción de conciencia11. Lo que diga el TC sobre qué es matrimonio
según el artículo 32, CE, dependerá de cuáles sean los magistrados
que lo constituyan en el momento de la decisión. Y respecto de la obje-
ción de conciencia ya se ha manifestado la Administración en sentido
contrario, negando la posibilidad de desobedecer lo mandado. Por lo
que parece que, al menos por ahora, el funcionario que profese una
religión que rechace tal forma de matrimonio, no tiene otra opción que
cumplir la norma o renunciar a seguir desempeñando sus funciones.
IV. DEBERES EN LAS RELACIONES CON OTROS
EMPLEADOS
1. El principio de cooperación y colaboración
El principio de cooperación y colaboración rige las actuaciones
de las administraciones públicas en sus relaciones. Y no solo entre las
Administraciones (como dice el art. 3.2, LRJPA), sino entre los funcio-
narios de cada Administración.
El art. 53 del EBEP incluye entre los principios éticos el siguiente:
«Ajustarán su actuación a los principios de lealtad y buena fe con la
Administración en la que preste sus servicios, y con sus superiores,
compañeros, subordinados y con los ciudadanos».
2. La atención y respeto
Reflexiones sobre ética judicial
11 La cuestión la trato con la debida extensión en La dignidad de la persona, cit., pp. 153 y ss.
178 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
12 Cfr. resumen del documento de trabajo La transmisión de los componentes éticos del
servicio público a los funcionarios de nuevo ingreso, INAP-EHP, en Rodríguez Arana,
«Sobre la enseñanza de la Ética pública», en Papeles de trabajo del Instituto Universitario
Ortega y Gasset. Servicio Gobierno y Administración pública, 0295, pp. 12 y ss.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 179
es precisamente el administrado.
Y aun hay otra forma superior de toma de contacto. Existe toda
una categoría de administrados para los que ni siquiera es necesario
19 González Pérez, «Las notificaciones del mes de agosto», RAP, núm. 61, p. 123.
184 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
20 Rodríguez Arana, Sobre la ética, cit. «Es la hora de que el agente público recupere el espí-
ritu de servicio, que unos más que otros, llevan dentro. Es necesario convencernos que
una de las claves de la vida de los seres humanos está en el acto de servir al prójimo y no
de servirse de él». Así, San Martín Cerruti, El principio de probidad administrativa, cit.,
p. 105.
21 Sobre el significado dé esta Ley, me remito a mis trabajos «Ante la nueva regulación
del procedimiento administrativo», REDA, núm. 77, pp. 27 y ss., y «La nueva Ley de
Régimen jurídico de las Administraciones públicas dos años después», RAP, núm. 136, pp.
7 y ss.
22 Se considera que este derecho a ser tratado con respeto y deferencia viene a ser una reite-
ración de lo que ya está explícitamente reconocido en el artículo 10.1 de la Constitución,
al subrayar que la persona, el libre desarrollo de la personalidad y el respeto a los dere-
chos de los demás, son fundamento del orden político y de la paz social. Así, Baño, en Los
derechos y deberes de los ciudadanos ante la Administración, en la obra colectiva -dirigida
Reflexiones sobre ética judicial
por Leguina y Sánchez Morón- «La nueva LRJPA», Madrid, 1993, p. 91; Del Río Muñoz,
«Derechos y deberes de los ciudadanos», en Cuadernos de Derecho judicial, Estudio de
la LRJPA, 1994, II, p. 92, y Lliset y otros, en Régimen jurídico de las Administraciones
públicas y procedimiento administrativo común, El Consultor de los Ayuntamientos, 1994,
p. 123.
Estamos ante un derecho, «cuya garantía o efectividad estaba y estará siempre en la
buena educación y espíritu de servicio de los funcionarios o que, de lo contrario, no lo
estarán nunca». Así, Parada, Régimen jurídico de las Administraciones públicas y procedi-
miento administrativo común, Madrid, 1993, p. 151. Y, como dice Santamaría, es lamen-
table que tales reglas hayan de ser recordadas por escrito en un texto legal (en Comentario
sistemático a la LRJPA, Madrid, 1993, p. 150.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 185
«serán accesibles a todos los ciudadanos y extremarán la diligencia en
contestar todos los escritos, solicitudes y reclamaciones». Lo que no ha
pasado al Código de buen gobierno, tal y como se regula en la LTIBG.
A fin de poder exigir, en su caso, responsabilidades, se les reconoce
también el derecho «a identificar a las autoridades y al personal al
servicio de las Administraciones públicas bajo cuya responsabilidad se
tramiten los procedimientos».
Y lo que merece la pena de pasar a la antología de las normas
administrativas es una resolución de 3 de febrero de 1993 para definir
el sistema común del personal al servicio de la Administración General
del Estado (BOE de 11 de febrero de 1993)23. Hace unos años ante
3. Rótulo de despacho
Si se trata de un espacio no singularizado o despacho de uso común, su rotulación refle-
jará la denominación más significativa de la Unidad, y la relación nominal del personal
que trabaje en dicho espacio común, siempre que ésta no recargue el contenido del rótulo.
Esta delimitación del texto se establece a los efectos de propiciar la simplicidad de los
rótulos. Sin embargo, el nivel de detalle deberá asegurar que no se produzca equívoco en
el ciudadano, aunque sea la primera vez que accede al espacio administrativo. En el caso
de un espacio singularizado o despacho de uso individual, figurará la denominación del
cargo o puesto de trabajo, además del nombre y apellidos del empleado público corres-
pondiente.
186 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
4. Rótulo de mesa
En el caso de una relación verbal directa a través de una mesa personalizada en un
espacio no singularizado o en un despacho de uso común, deben instrumentarse dos
medios complementarios para asegurar que la identificación se produce inequívocamente
cuando el ciudadano busca a su interlocutor dentro del espacio administrativo. El primero
adoptará la forma de rótulo de señalización e identificación del contenido del espacio
concreto al que se desea acceder («Rótulo de Despacho»). El segundo, complementario
del anterior, es el rótulo de identificación específico de cada puesto de trabajo, denomi-
nado «Rótulo de Mesa».
El «Rótulo de Mesa» deberá reflejar, de forma legible a dos metros de distancia, el nombre
y apellidos del empleado público, y la denominación del puesto de trabajo o de la función
principal que realiza si se considera ésta más significativa para el ciudadano que el puesto.
Aunque es preferible su ubicación sobre la mesa, podrá situarse en cualquier lugar visual-
mente predominante del mobiliario asignado individualmente al empleado público.
5. Tarjeta o autoadhesivo de identidad institucional
A efectos de facilitar información personalizada al ciudadano sobre las Unidades con las
que se relaciona, podrá utilizarse una tarjeta de identidad institucional, o un autoadhesivo,
que llevarán impresas las denominaciones del departamento u organismo, centro direc-
tivo, unidad y su dirección postal, teléfono y telefax, así como, eventualmente, el logo-
tipo de identidad institucional y el resto del espacio se dejará en blanco, para anotaciones
posteriores, tales como el nombre del empleado público, el objeto de la entrevista poste-
rior o cualquier otro dato de utilidad para el ciudadano.
6. Tarjeta de visita personalizada
En los casos en que la función realizada justifique la personalización, la tarjeta, además
de la información recogida en el caso de la tarjeta de identidad institucional, incluirá el
nombre, apellidos y cargo del empleado público.
7. Tarjeta de control e identificación
A los efectos de identificación en el exterior del espacio administrativo, estando el
empleado público en el desempeño de su función, bastará la tarjeta de control del Depar-
tamento u Organismo, siempre que incluya fotografía y las denominaciones del Departa-
mento u Organismo, nombre, apellidos, número del documento nacional de identidad y el
puesto de trabajo. Todo ello sin perjuicio de otras medidas de seguridad que en el proceso
de identificación y circulación tengan establecidas las oficinas.
8. Formatos de las comunicaciones escritas
En las resoluciones administrativas y comunicaciones escritas, incluyendo las transmitidas
por telefax, se estará a lo dispuesto en la Orden de 7 de julio de 1986, de Presidencia del
Gobierno («Boletín Oficial del Estado» núm. 174, del 22), en particular «en lo referente
a la identificación de los firmantes mediante la inclusión de antefirma y pie de firma, así
como a la expresión de la dirección postal y número de teléfono o télex, incluyendo la
información referente a número de telefax u otros medios de comunicación electrónica
Reflexiones sobre ética judicial
se publica, pues, de verdad, merece la pena leerla, el del siguiente día 11 del mismo
mes. El proceso de identificación del empleado público -término que curiosamente se
hace resurgir-, se diferencia según se trate de identificación telefónica o personal. En el
primer caso, se enuncian distintas reglas, “en función de la iniciativa del contacto”». En el
segundo, hay que distinguir según «la interacción entre los ciudadanos y los empleados
públicos» se produzca en espacios singularizados o no. En este segundo supuesto, el
«distintivo personal ira prendido de la ropa del empleado de forma que permita al
Reflexiones sobre ética judicial
26 Cfr. p. 123. Me remito a mi trabajo El principio general de la buena fe, 5ª ed., Thomson-
Reuters. Civitas, 2009, pp. 168 y ss.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 189
trámite al abandonar el funcionario su oficina, precisamente por las
vacaciones, aparte de las que se precipitan para evitar que opere el
silencio positivo. Resultado: que precisamente unos días antes de las
vacaciones es cuando se dictan una cantidad considerable de actos
administrativos, que se cursarán a los interesados ya en aquella época
del descanso estival. En los actos de trámite es menos frecuente. Porque
si el acto de trámite –verbigracia, el de audiencia y vista– supone que
el interesado ha de comparecer en la oficina a examinar el expediente,
es necesario que haya un funcionario para atenderle. Y esto ya no es
lógico. Bien está no tener en cuenta las vacaciones del administrado,
pero las del funcionario son otra cosa. Por eso la mayor parte de estas
notificaciones que se reciben en esas fechas son resoluciones.
Pero el hecho de que esta viciosa práctica sea irreprochable legal-
mente no quiere decir que sea defendible. Pues existe algo mucho más
importante que la legalidad. La consideración debida al administrado.
El administrado es, ante todo y sobre todo, un hombre que vive en la
misma comunidad que el político y el funcionario, que merece toda
clase de consideraciones.
No cabe desentenderse de sus costumbres, de sus hábitos, de su
modo de vivir. La Administración pública debe contar con ello. Debe
contar con ello en todos los aspectos: a la hora de requerirle para
que se persone en una oficina pública para los asuntos más diversos,
procurando elegir el momento menos gravoso, y a la de notificar actos
y resoluciones.
De aquí que en modo alguno pueda admitirse esta práctica de las
notificaciones de agosto. El hecho en sí no tiene mayor importancia.
Pero sí la tiene –y tremenda– como manifestación de un fenómeno
mucho más importante: el desprecio por el administrado que caracte-
riza a la Administración pública de todos los países. El administrado,
ese ser que está al otro lado de la ventanilla, está ahí para sufrir y
soportar los caprichos de los que en cada momento encarnan las
prerrogativas de la Administración.
Reflexiones sobre ética judicial
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 191
Resumen:
Este artículo analiza las relaciones entre la ética y el papel de los
jueces desde diversas perspectivas. Una primera aproximación tiene
que ver con la conciencia moral del juez a la hora de aplicar una norma
injusta. Una segunda aproximación está relacionada con el valor central
de la independencia judicial. Una tercera aproximación se vincula con
la idea de virtudes judiciales que van más allá de la mera aplicación de
las normas. Por último, una cuarta aproximación plantea las diferencias
entre un buen juez y un juez bueno, lo que está detrás de la cuestión
de si las malas personas pueden ser buenos jueces.
Palabras Clave: ética judicial, deontología, virtud
Introducción
Tengo para mí que, a la hora de abordar la cuestión de la ética
de los jueces, por lo menos aparecen cuatro tipos de cuestiones de
alcance, importancia, significado e influencia social distintas.
En primer lugar, la que viene dada por la posible confrontación
entre el contenido de la ley (es decir, la forma que ha determinado el
Reflexiones sobre ética judicial
21 Como ha señalado P. ANDRÉS IBÁÑEZ: “La previsión de una figura asimilable a la actual
del juez, esto es de un sujeto institucional habilitado para mediar los conflictos desde una
posición de autoridad, es un universal localizable de una u otra forma en cualquier grupo
social mínimamente organizado”, en “Para una ética positiva del juez”, Claves de razón
práctica, núm. 152, mayo 2005, p. 26.
22 M. ATIENZA, op. cit., p. 153.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 201
y necesarias para que los objetivos de la función judicial se cumplan
adecuadamente y de manera satisfactoria.
Creo que en el futuro los filósofos del Derecho deberíamos dedicar
más tiempo de nuestras investigaciones y reflexiones a estas cuestiones,
y sobre todo a fundamentar y dar solidez teórica a la elaboración de un
código deontológico como pieza importante de la ética judicial.
Parecidas preocupaciones expone también Perfecto Andrés Ibáñez.
Entre otras la de recordarnos que la figura del juez como “sujeto insti-
tucional habilitado para mediar los conflictos desde una posición de
autoridad” ha ido acompañada en nuestra cultura jurídica, y sobre
todo a partir de los orígenes del Estado de Derecho y de las reflexiones
de autores como Montesquieu, “a la preocupación social por limitar
su poder”. Preocupación que no puede surgir de otro lado que de la
existencia de esa válvula de escape que, a pesar del sometimiento a
las normas jurídicas vigentes, constituye la discrecionalidad judicial. Y
basta que consideremos este hecho como inevitable para que debamos
insistir en la necesidad de apoyar la justificación y vigencia de ciertas
normas de ética judicial.
Entre los dos modelos a que se refiere Perfecto Andrés Ibáñez en
su trabajo “Para una ética positiva del juez”, y que son el del modelo
de juez como instrumento del poder
23
o como órgano del derecho y de
los derechos de los ciudadanos , cabe mucho campo para la ética
judicial.
Comenzando por la imparcialidad (exigencia derivada y refuerzo
de la independencia) y siguiendo por ese catálogo de la ética básica del
juez (ética positiva del juez lo llama él) dentro del modelo del Estado
constitucional de Derecho, que estaría constituido por las siguientes
prescripciones: la orientación de la jurisdicción a la realización de los
valores constitucionales (libertad, justicia, igualdad) y a la exigencia de
los derechos fundamentales y libertades públicas, el desarrollo de la
imparcialidad del juicio, honestidad intelectual y autocrítica, la nece-
sidad de exponer las diferencias entre las opciones técnicas o neutras
Reflexiones sobre ética judicial
23 P. ANDRÉS IBÁÑEZ, op. cit., pp. 28 y ss. Sobre la cultura política y jurídica de la Cons-
titución y los derechos ver el libro de G. PECES-BARBA, La Constitución y los derechos,
Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2006.
202 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
24 Ibíd., p. 33. Entre la bibliografía española dedicada a la ética judicial pueden consul-
tarse Ética de las profesiones jurídicas de M. GRANDE YÁNEZ, con la colaboración de
J. ALMOGUERA y J. JIMÉNEZ, Ed. Desclée de Brower, Madrid 2005; Ética de las profe-
siones jurídicas, J. L. FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ y A. HORTAL ALONSO (compiladores),
Universidad Pontificia Comillas, Madrid 2001 y A. APARISI, Ética y deontología para
juristas, Eunsa, Pamplona, 2006, y el artículo de J. M. TOMÁS Y TÍO en el colectivo, diri-
gido por A. CORTINA y J. CONILL, 10 palabras clave en Ética de las profesiones, Edito-
rial Verbo Divino, Estella 2000, pp. 175 y ss.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 203
el añadido inevitable y necesario, y no poco relevante, de que, dado
que el citado ciudadano ejerce como juez, su actuación y sus deci-
siones jurisdiccionales, además de ser legalmente correctas, pueden ir
acompañadas de ciertas características morales que no siendo incom-
patibles con la legalidad, requisito este imprescindible, convierten a
esas decisiones en decisiones más justas, en el sentido de que van más
allá de la simple legalidad.
Así, un juez puede tener a la hora de aplicar el derecho vigente en
una sociedad, una actitud solidaria, magnánima, generosa o compa-
siva, mucho más exigente, desde el punto de vista moral, que la fría,
pero segura e imprescindible, adaptación de la norma jurídica a los
casos particulares. De esta manera, la bondad del juez significaría
moralmente algo parecido a ponerse en el lugar del otro, que aquí
significaría ponerse en el lugar de aquella o aquellas personas que se
van a ver afectadas por sus decisiones25.
Por el contrario, un buen juez es una cualidad que se refiere al buen
ejercicio profesional y técnico de la función de juzgar. Y, desde este
punto de vista, un buen juez es el juez que conoce bien el derecho, se
dedica suficientemente al estudio de los casos que le llegan y decide
sobre ellos correctamente desde el punto de vista legal. A estas carac-
terísticas podríamos añadir las de que el buen juez debe actuar con
prudencia y responsablemente, es decir, valorando las consecuen-
cias personales y sociales de sus decisiones o también, según reza el
Título Preliminar del Código Civil, interpretando las normas jurídicas
teniendo en cuenta las circunstancias.
En estos últimos casos, conviene advertir de que, aunque proba-
blemente nos encontremos con los rasgos de un buen juez, ya empe-
zamos a contaminarnos con algunas de las exigencias del juez bueno.
Y aquí las fronteras son mucho más permeables de lo que general-
mente se supone.
Pues bien, creo que no es muy difícil comprobar cuando nos
encontramos ante el buen juez o un juez bueno y diferenciar sufi-
Reflexiones sobre ética judicial
25 Ver sobre este punto el libro de P. RICOEUR, Amor y justicia, Caparrós editores, Madrid
1993, pp. 34 y ss., traducción de T.D. Moratalla. Al respecto Manuel ATIENZA ha seña-
lado que “en la aplicación del Derecho no sólo se tiene necesidad de la razón, sino
también de los sentimientos, de las pasiones”, en “¿Qué puede hacer la teoría por la
práctica judicial”?, recogido en su libro Cuestiones judiciales, Editorial Fontamara, México
2001, p. 21.
204 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
27 J. F. MALEM SEÑA, “¿Pueden las malas personas ser buenos jueces?”, Doxa, núm. 24,
2001, p. 380.
28 J. F. MALEM SEÑA, “¿Pueden las malas personas ser buenos jueces?”, en op. cit., p. 136.
206 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
Resumen
La superación del juridicismo y de la aplicación mecánica de las
normas reclama un nuevo perfil de juez que no sólo atienda al cono-
cimiento y habilidades jurídicas sino también a consideraciones éticas.
En este marco, el autor aborda el tema de la ética judicial entendiéndola
como un conjunto de comportamientos necesarios para la satisfacción
de intereses comprometidos con el ejercicio de la actividad judicial y
para la aceptación de las decisiones por parte de sus destinatarios.
Procurando establecer el perfil del mejor juez históricamente determi-
nado, el autor enuncia y desarrolla una detallada nómina de las exigen-
cias éticas judiciales que permitan generar las mejores condiciones para
garantizar la calidad del trabajo judicial.
Palabras clave: discrecionalidad, interpretación, ética judicial.
1. Del juridicismo y la aplicación mecánica de la norma legal,
a la moralización del derecho y la creación interpretativa
La vinculación entre la ética y la actividad judicial no es una tesis
defendida pacíficamente. Entre sus detractores están fundamental-
mente aquellos que postulan que al juez, para cumplir con la función
que se le ha encomendado, le basta con conocer el Derecho y decirlo
Reflexiones sobre ética judicial
2 Cfr. mi libro de 1999: Interpretación Jurídica (del modelo iuspositivista legalista decimonó-
nico a las nuevas perspectivas), Santa Fe: Rubinzal-Culzoni.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 211
la realidad se convertía en una especie de caricatura de la misma.
Es que el Derecho es inescindiblemente ético o moral3, de manera
que cualquier comprensión del mismo que margine esa dimensión
estará condenada a hablar de un Derecho sin correspondencia con la
realidad jurídica o de un Derecho que puede volverse groseramente
contra el mismo hombre.
Esa carga ineludible ética o moral del Derecho ha recibido distintos
nombres: así el tradicional de “Derecho natural” (“dikaion physikon”
o “ius naturae”) o los más actuales de “principios” («exigencias de
justicia, equidad u otra dimensión de la moral» en DWORKIN), «dere-
chos humanos» o «moral rights» (NINO), «bienes o valores humanos
básicos» (FINNIS), «umbral de injusticia o injusticia extrema» (ALEXY) o
«equidad» (RAWLS). Pero ese «coto indisponible o vedado» (GARZÓN
VALDÉS) no queda como un mero postulado teórico sino que se
proyecta al campo operativo propio de los juristas de muy diversas
formas: así, por ejemplo, a la hora de analizar la validez y consiguiente
obligatoriedad de las normas jurídicas en tanto aquella dimensión ética
exigía no sólo comprobar la satisfacción del cumplimiento de los requi-
sitos previstos en el sistema jurídico positivo sino también confirmar
su conformidad a ciertas exigencias “éticas o morales”. La fórmula
de «la injusticia extrema no es derecho», propuesta por RADBRUCH
y difundida por ALEXY4, resume en buena medida aquel rechazo al
juridicismo y una asunción de la dimensión ética que hoy distintas
corrientes pregonan respecto al Derecho.
Por supuesto que el Estado Constitucional de Derecho que sucedió
al Estado Legal de Derecho también ha contribuido decididamente a
superar aquel modelo de ciencia jurídica de saber teórico cuyo para-
digma eran las ciencias físico-matemáticas, y a afrontar el desafío de
un saber jurídico práctico que inevitablemente apele a valores y que
debe resignarse a certezas excepcionables ligadas a la prudencia y a la
contingencia de los casos5.
Reflexiones sobre ética judicial
3 Contundemente escribe Robert ALEXY: «el problema central de la polémica acerca del
concepto de derecho es la relación entre derecho y moral. A pesar de una discusión de
más de dos mil años, siguen existiendo dos posiciones básicas: la positivista y la no posi-
tivista (de 1997. El concepto y validez del Derecho, Barcelona, Gedisa, p. 13), y también
concluye Francisco LAPORTA, “El problema de las relaciones entre moral y derecho no es
un tema de filosofía jurídica, sino que es el lugar donde la filosofía del derecho está” (de
1993; Entre el derecho y la moral, México, Fontamara, p. 7).
4 Cfr. mi libro: La injusticia extrema no es derecho (de Radbruch a Alexy), Facultad de
Derecho-Universidad de Buenos Aires y Editorial La Ley, 2004.
5 Cfr. ZAGREBELSKY, G., El derecho dúctil, Madrid, Trotta, 1997; y CARBONELL, M.,
Neoconstitucionalismo, Madrid, Trotta, 2003.
212 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
del modo más perfecto posible o también permite suponer que los
destinatarios de sus decisiones la aceptarán más fácilmente en razón de
esas cualidades y calidades personales. Esas presunciones juris tantum
tienen que ver con los requerimientos de la actividad judicial misma
y con la visión de aquellos a los que se dirige dicha actividad judicial.
Así por ejemplo si el juez debe «decir el Derecho» ello exige que lo
conozca, por eso el hecho que ese juez efectivamente esté en posesión
del conocimiento jurídico permite suponer que cuando hable dirá el
Derecho y los destinatarios confiarán que lo que le asignan jurídica-
mente es lo que corresponde según el Derecho; si por el contrario es
visible su ignorancia jurídica será prácticamente imposible que pueda
decir el Derecho y sus pronunciamientos padecerán de un rechazo
o presunción en contrario de su validez. Dicho lo mismo aunque de
manera más completa y categórica: la ética judicial y sus exigencias
tienen que ver con ciertos bienes o intereses en juego en la tarea judi-
cial, de manera que según la calidad con la que ésta es prestada o
ejercida aquellos bienes, intereses o perfecciones serán satisfechos o
perjudicados en mayor o menor medida.
Esos bienes y sus respectivos titulares reclaman ciertos comporta-
mientos o hábitos para posibilitar o facilitar su cobertura o para aventar
sospechas o para aceptar la discrecionalidad judicial. Los deberes
negativos o positivos incluidos en la ética judicial son parasitarios de
esos bienes, a punto que si uno no ve la relación entre aquéllos y los
bienes en juego en la tarea judicial puede concluirse que esos deberes
no están justificados racionalmente. El criterio de justificación racional
de los deberes o exigencias éticas lo marcan los bienes comprometidos
en la actividad del juez, por eso resulta inapropiada la denominación
“deontología judicial” en tanto ella apela etimológicamente a un catá-
logo de deberes (deon = deber), mientras que la ética remite a esos
bienes que hay que procurar alcanzar13.
Resumiendo, podemos decir que la ética judicial requiere de ciertos
comportamientos, aún mejor, de una cierta personalidad o idoneidad
ética; pues hablamos de comportamientos o hábitos que presu-
miblemente facilitan o se necesitan para la obtención de los bienes
Reflexiones sobre ética judicial
13 «La ética profesional se centra ante todo en el tema del bien. Sin la perspectiva ética,
la deontología se queda sin horizonte de referencia», FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, J. L.,
HORTAL ALONSO, A., Ética de las profesiones, Madrid, Universidad Pontificia de Comi-
llas, 1994; p. 57.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 217
o idoneidad ética, o sea, esos comportamientos o hábitos opuestos a
aquéllos comprometen ab initio esa posibilidad, presunción o acepta-
ción de los destinatarios.
3. Los bienes que fundan las exigencias éticas judiciales
Recordemos que contemporáneamente el juez cumple un servicio
remunerado que le ha encomendado la sociedad, la que además le
ha otorgado un cierto poder o imperio y le ha puesto a su disposición
el auxilio de ciertos colaboradores, pero todo ello para derivar racio-
nalmente desde todo el Derecho la solución justa que corresponde
determinar para los casos que han sido asignados a su jurisdicción.
Recalquemos algo ya dicho: derivación de la razón práctica que
incluye cierta indeterminación o discrecionalidad judicial. Según esa
tarea se cumpla bien o mal, mejor o peor, va haber ciertos bienes
satisfechos, insatisfechos o perjudicados. La noción de bien se asocia
analógicamente a perfección, excelencia, completitud o acabamiento
y, en consecuencia, podemos identificar diversos bienes o intereses
o perfecciones implicados en la tarea judicial, a saber: el bien de los
justiciables, el bien de la sociedad, de los abogados, el bien de los
colegas, el bien de los auxiliares, el propio bien del juez implicado y
el bien del Derecho.
En definitiva, las consecuencias de un buen, mal o mediocre juez
impactan directamente sobre algunos o todos esos bienes y, conse-
cuentemente, resultarán beneficios o perjuicios. Esos resultados de
la actividad judicial que se traducen en perfecciones o frustraciones
generarán, consiguientemente, una mejor o peor situación, lo que
conllevará felicidades o realizaciones, o frustraciones o infelicidades
en relación directa a los mismos resultados. Por detrás de una exigencia
ética hay siempre alguien que espera o algo que resulta para “bien”
o para “mal”, lo cual será fuente de felicidad, gozo o infelicidad o
lamento14.
Este resultado muchas veces es racional u objetivo pero, en otras,
la certeza probable o excepcionable que provoca se ve corroborada
Reflexiones sobre ética judicial
exigimos a ese juez para que llegue ser el “mejor”; se trata de exigen-
cias que constituyen pre-requisitos o condiciones para esa excelencia y
también exigencias que se vinculan a un modo apropiado de cumplir
la actividad; el hecho de que el juez cuente o satisfaga esas exigencias
genera presunciones de excelencia a favor de la actividad cumplida
por el mismo, amén de ponerlo en posesión de aquella capacidad para
220 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
con motivo de las fiestas de fin de año; o también el regalo del libro
escrito por el abogado que litiga en ese juzgado; o asimismo el regalo
para el día del cumpleaños del juez; etc. De todas maneras, el estable-
cimiento de una norma ética precisa al respecto brinda la posibilidad
de saber qué conducta adoptar y con ese respaldo evitar las molestias
de abogados o eventuales incomprensiones por cambiar criterios que
se venían aplicando.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 223
Aquí, y también en la exigencia anterior, entra la cuestión del
comportamiento judicial respecto a los medios de comunicación social.
Más allá de la necesidad de informar y del derecho de los medios
a recabar esa información, el juez debe ponderar otros intereses y,
además, no puede incurrir ni dar la impresión de que hay un trata-
miento desigual a las partes o existe una intencionalidad respecto a la
causa judicial en trámite. Los Códigos de Ética judicial se han detenido
en este punto dando algunas pautas específicas al respecto, así por
ejemplo el de la provincia de Santa Fe en sus arts. 5.2 y 6.13, el de
Costa Rica en los arts. 3 y 8 o el de Italia en el art. 6.
4.3. Conocimiento
Cualquier profesión supone un cierto conocimiento vinculado al
servicio que se presta, y esa indicación ética también abarca al juez. En
este caso advirtamos que no es sólo el conocimiento de la rama jurídica
implicada en la competencia jurisdiccional respectiva, sino también el
conocimiento del sustantivo “Derecho” a secas y de aquel Derecho
requerido para cualquier juez, por ejemplo el constitucional, el huma-
nitario, el de los derechos humanos, el internacional, la teoría inter-
pretativa, entre otros. Pero también el conocimiento judicial requerible
es acerca de ciertos saberes no estrictamente jurídicos referidos a los
hechos que necesitan ser conocidos para decir el Derecho al respecto.
Más allá de la materia del conocimiento, una de las discusiones
éticas es acerca de la capacitación obligatoria u optativa, y pare-
ciera consolidarse la alternativa de la obligatoria: así, el Estatuto del
Juez Iberoamericano la impone en casos de «ascensos, traslado que
implique cambio de jurisdicción, reformas legales importantes y otras
circunstancias especialmente calificadas» (art. 28). Incluso ese Estatuto
en el art. 23 avanza sobre la posibilidad de imponer la capacitación
judicial como «medida correctiva o disciplinaria». Por supuesto que aun
cuando se establezca la capacitación como obligatoria siempre será
razonable brindar la alternativa que se acredite estar capacitado como
para evitar la asistencia innecesaria a los Cursos correspondientes.
Reflexiones sobre ética judicial
4.4. Prudencia
En una terminología clásica de ética profesional se habla de la
ciencia y también de la conciencia, es decir, esta última apela a la
capacidad como para operar con aquella ciencia determinando racio-
nalmente la conducta que ella exige para cada caso. Así no basta para
el buen médico que sea capaz de dar una clase sobre apendicitis sino
que sea capaz de realizar la respectiva cirugía. En el caso del juez
resulta particularmente visible su conexión con la prudencia en tanto
su objeto coincide con el mismo objeto de la función judicial, es decir,
determinar racionalmente la conducta justa debida o prohibida según
el Derecho. Incluso esa conexión se revela en la misma terminología
de la iurisprudentia en tanto obra de los iuris prudentes.
La prudencia es mucho más que conocimiento, es —al decir de
CICERÓN— «el arte de vivir» y de vivir conforme al “bien” o lo mejor.
En el campo de lo jurídico sería conocimiento en acción o proyectán-
dolo en los casos concretos que requieren una respuesta jurídica. Pero
a su vez desde la filosofía clásica esa capacidad racional acerca del bien
en las cosas de la vida circunstanciada se la conecta con ciertas cuali-
dades en el razonamiento o condiciones personales; así por ejemplo:
1. Experiencia: decía ARISTÓTELES que era posible encontrar un
joven brillante en matemáticas pero era improbable que existiera
en materia de prudencia, es que ésta requiere de haber vivido y la
memoria respectiva.
2. Capacidad de diálogo: tratándose de conductas humanas donde la
certeza no es absoluta, es importante contar con esa disposición a
escuchar otros puntos de vista y poder ponderar razones.
3. Humildad: como para cambiar posturas y acudir a aquellos que
más saben; quien cree estar en posesión absoluta de la verdad
y sólo dispuesto a brindarla a los otros difícilmente llegará a ser
prudente.
4. Circunspección: o sea, preocupación por leer detenida y comple-
Reflexiones sobre ética judicial
tienda a conseguir la justicia como meta de sus actos»18. Más aún, desde
Antígona aparece el riesgo de que lo dispuesto por la autoridad sea
injusto, y lo sea de una manera extrema y evidente, por eso quien debe
decir el Derecho necesita de ese propósito de justicia. Seguramente
quien no quiere dar lo justo o carece del hábito respectivo le costará
asumir la tarea de discernimiento atento a que la razón humana no
es algo desencarnado o desvinculado del apetito. En la confianza del
ciudadano que asiste a un despacho judicial pesará de manera signifi-
cativa cuál es la imagen que el juez se ha forjado en torno a la justicia,
y no sólo mirada en términos jurídicos o judiciales, sino principalmente
en cuanto a sus comportamientos como ciudadano respecto a lo que
confiere o respeta de los demás.
No está de más recordar la dimensión analógica o los distintos
modos de la justicia, por eso de ella se habla tanto en la distribución en
beneficio de los particulares, en la conmutación que procura equiva-
lencia en las contraprestaciones y en la imposición de débitos en bene-
ficio del todo social, pero tratándose del juez sin olvidar que lo justo y
lo equitativo son «ambos valiosos», es la equidad preferible en cuanto
perfección de la justicia en función del caso en que se pronuncia el
juicio prudencial del juez.
4.6. Fortaleza
En la visión clásica también era ésta una de las virtudes cardinales
que tenía por objeto el “bien arduo” (bonum arduum) en tanto permite
la adhesión al mismo resistiendo o asumiendo los riesgos respectivos.
Hablando del juez aparece como evidente la exigencia de la fortaleza
o valentía, en tanto un juez cobarde es susceptible de fácil pérdida
de su independencia o imparcialidad. Por supuesto que no estamos
hablando de temeridad, o sea, de alguien que busque o se deleite en
el peligro, sino de aquel que es capaz de decir el Derecho que corres-
ponde aun “con” miedo pero nunca “por” miedo.
Se trata de una exigencia ética íntimamente vinculada con un
cierto talante psicológico frente a los riesgos y las incertidumbres, que
Reflexiones sobre ética judicial
18 GABALDÓN LÓPEZ, J., «Reflexiones sobre la ética judicial», en Ética de las profesiones
jurídicas, t. II, Murcia, Universidad Católica San Antonio, 2003; p. 795.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 227
los test sicológicos o entrevistas para candidatos a jueces aparece esta
exigencia como una de aquellas que interesa vislumbrar en qué medida
la pueden cubrir si llegan a estar como juez en situaciones riesgosas.
Una vez más recordemos la bifrontalidad de estas exigencias en
tanto si bien existe el deber a ser fuerte o valiente (no temerario),
también cuenta el destinatario con el derecho a que se le provea de
medios razonables (como por ejemplo de protección policial) a los
fines de facilitar o posibilitar el cumplimiento de la misma.
4.7. Honestidad
Contemporáneamente el profesional es alguien que cuenta con
su profesión para obtener los recursos económicos que necesita para
vivir, y precisamente la honestidad tiene que ver con esa legítima
posibilidad que reciba lo que le corresponde como retribución de sus
servicios. Yendo al juez, la honestidad consiste precisamente en que
reciba lo que le corresponde, ni más ni menos; y ello no implica obvia-
mente la alternativa grotesca y delictual de la coima o sus análogos,
sino la más sutil que exige que use para la función judicial los bienes
o recursos que el Estado o la sociedad han puesto a su disposición.
Advirtamos que en cuanto a la alternativa de una prohibición absoluta
de utilizar bienes públicos en beneficio privado cualquier ciudadano
espontáneamente puede verse inclinado a suscribirla; pero sometida a
un control de razonabilidad tal opinión seguramente puede advertirse
que resulta exagerada en tanto su seguimiento estricto corre el riesgo
de ser más perjudicial que beneficiosa: así por ejemplo no parece inte-
ligente que se prohíba a un juez llamar a su casa para ver cómo sigue
su hijo enfermo o que se le impida usar un lápiz o papel para hacer
anotaciones particulares.
En sintonía con esta preocupación algunos códigos de ética judi-
cial han optado por establecer restricciones de bienes públicos en
la medida que resulten “abusivas”, “irrazonables” o “desproporcio-
nadas”. De todas maneras la idea directriz es que aquellos medios han
sido puestos en manos del juez para el cumplimiento de su función y
Reflexiones sobre ética judicial
Es ésta una exigencia que tiene íntima conexión con las circuns-
tancias de tiempo y lugar. Así en la Argentina, en el contexto de las
serias dificultades económicas y sociales que ha vivido en estos últimos
tiempos, resulta razonable la exigencia prevista en la ley de ética de la
función pública de “austeridad republicana” para sus funcionarios. Se
trata de que éstos exhiban ciertos bienes externos que guarden corres-
pondencia con el nivel de limitaciones que padece la ciudadanía en
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 233
general al respecto. Parece poco razonable que haya funcionarios que
aparezcan ricos en medio de ciudadanos pobres que, al mismo tiempo
y paradojalmente, son los que le pagan mensualmente sus salarios.
Esa exigencia prevista para los funcionarios públicos en general
se proyecta innegablemente para los jueces, más aún, la ciudadanía
seguramente vería con malos ojos a aquel juez que se preocupa
desmedidamente por los bienes externos procurando lucir aquellos
que resulten ser los más onerosos. No se trata de deshonestidad dado
que puede tratarse de un juez privadamente muy rico, pero lo que se le
pide es que a la hora de adquirir bienes procure computar el nivel de
problemas económicos y sociales que padece la sociedad a la que les
prestará sus servicios judiciales. Incluso puede resultar comprensible
que alguien vea en esa restricción algo incompatible con sus gustos y
por ende opte por renunciar o no aceptar el cargo de juez. El conte-
nido de esta exigencia tiene esa dimensión histórica que remite a una
sociedad particular, por eso no queda sólo librada a la mera conciencia
ética del juez implicado.
4.14. Responsabilidad
En toda ética profesional se incluye esta exigencia, que implica
que el profesional esté dispuesto a “responder” por lo que ha hecho
respecto de todos aquellos interesados o implicados —directa o indirec-
tamente— en el trabajo prestado. Es decir, que esta exigencia conlleva
que el profesional no eluda, ni transfiera, ni entorpezca ese momento
incluido en su servicio en el que deberá brindar explicaciones, pedir
disculpas, otorgar reparaciones, aceptar reproches, entre otros.
En el caso del juez es posible discernir distintos ámbitos de la
responsabilidad profesional:
1. Penal: frente al juez competente respecto de su conducta tipificada
como delito.
2. Civil: por los daños reclamados por alguna de las partes ante el
juez competente.
Reflexiones sobre ética judicial
ECOSOC 2006/23
en el sistema judicial,
3 Véase Séptimo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Trata-
miento del Delincuente, Milán, 26 de agosto al 6 de septiembre de 1985: informe prepa-
rado por la Secretaría (publicación de las Naciones Unidas), cap. I, secc. D.2.
4 Véase A/CONF.169/16/Rev.1, cap. I, resolución I, secc. III.
5 E/CN.4/2003/65.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 243
categoría superior de países de derecho romanista, así como magis-
trados de la Corte Internacional de Justicia,
Recordando además la resolución 2003/43 de la Comisión de
Derechos Humanos, sobre la independencia e imparcialidad del poder
judicial, los jurados y asesores y la independencia de los abogados, en
la que la Comisión tomó nota de los Principios de Bangalore sobre
la conducta judicial, señalando esos principios a la atención de los
Estados Miembros, los órganos de las Naciones Unidas y las organiza-
ciones intergubernamentales y no gubernamentales pertinentes, para
su consideración,
Recordando la resolución 2003/39 de la Comisión de Derechos
Humanos, sobre la integridad del sistema judicial, en la que la Comisión
subrayó que esa integridad era un requisito previo indispensable para
proteger los derechos humanos y garantizar la no discriminación en la
administración de justicia,
1. Invita a los Estados Miembros a que, de conformidad con sus orde-
namientos jurídicos internos, al examinar o elaborar normas con
respecto a la conducta profesional y ética de los miembros de la
judicatura, tomen en consideración los Principios de Bangalore
sobre la conducta judicial, anexos a la presente resolución;
2. Subraya que los Principios de Bangalore sobre la conducta judi-
cial constituyen un nuevo desarrollo y son complementarios de los
Principios Básicos de las Naciones Unidas sobre la Independencia
de la Judicatura, ratificados por la Asamblea General en sus reso-
luciones 40/32 y 40/46;
3. Reconoce la importante labor realizada por el Grupo Judicial de
Reforzamiento de la Integridad Judicial bajo los auspicios de la
Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, así
como por otros foros judiciales internacionales y regionales que
contribuyen a la elaboración y difusión de normas y medidas para
reforzar la independencia, imparcialidad e integridad judiciales;
4. Pide a la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el
Normativa internacional
un juez podrá:
a. Escribir, dar conferencias, enseñar y participar en actividades
relacionadas con la ley, el sistema legal, la administración de
justicia y asuntos conexos;
250 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
Normativa internacional
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 255
tareas.
DESEANDO, por último, ofrecer un referente que identifique los
valores, principios, instituciones, procesos y recursos mínimos necesa-
rios para garantizar que la función jurisdiccional se desarrolle en forma
independiente, defina el papel del juez en el contexto de una sociedad
256 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
MATERIALES
Artículo 32. Remuneración
ÉTICA JUDICIAL
Artículo 37. Servicio y respeto a las partes
Los jueces habrán de servirse tan sólo de los medios legítimos que
el ordenamiento pone a su alcance en la persecución de la verdad de
los hechos en los casos de que conozcan.
Artículo 41. Motivación
25. La persona que sea víctima tiene derecho a ser protegida frente a
la publicidad no deseada sobre su vida privada en toda clase de
actuaciones judiciales.
Los Jueces y Magistrados velarán por el adecuado ejercicio de este
derecho.
Protección de los integrantes de las poblaciones indígenas
26. Los Poderes Judiciales promoverán las condiciones precisas para
que la población indígena de los distintos Estados puedan acceder
a los órganos jurisdiccionales con plenitud de derechos. A tal fin
se establecerán los mecanismos precisos para la utilización de la
lengua propia y todos aquellos otros que posibiliten la efectiva
comprensión del sentido y significado de las actuaciones judiciales.
Los poderes judiciales se asegurarán en que el trato que reciban
los integrantes de las poblaciones indígenas de los órganos jurisdic-
cionales, sea respetuoso con su dignidad y tradiciones culturales.
Los sistemas de Justicia podrán integrar mecanismos de resolución
de conflictos de acuerdo con el Derecho Consuetudinario de las
poblaciones indígenas.
Protección del niño o el adolescente
27. El niño o el adolescente tiene derecho a que su comparecencia
ante los órganos judiciales tenga lugar de forma adecuada a su
situación y desarrollo evolutivo.
a. Para el cumplimiento de este derecho podrán utilizarse
elementos técnicos tales como circuitos cerrados de televisión,
videoconferencia o similares.
b. Se procurará evitar la reiteración de las comparecencias del
niño o del adolescente ante los órganos judiciales.
28. El niño o el adolescente que tuviere suficiente juicio tiene derecho
a ser oído en todo proceso judicial en que esté directamente impli-
Normativa internacional
EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
de promover que las normas que rigen la ética de los jueces se acoplen
al principio de independencia respecto a cualquier otra autoridad y
respecto de cualquiera de las partes involucradas en los procesos judi-
ciales concretos, y a los principios derivados de aquél.
276 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
éticas
El Código Modelo Iberoamericano de Ética Judicial ofrece así un
catálogo de principios que en buena medida ya han sido receptados en
Códigos vigentes en Iberoamérica. Estos principios ordenan genérica y
concentradamente la excelencia judicial, y posibilitan que otras normas
vayan concretando ese ideal, a tenor de cambiantes y variadas circuns-
282 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
CAPÍTULO II
Imparcialidad
Art. 9.- La imparcialidad judicial tiene su fundamento en el derecho
de los justiciables a ser tratados por igual y, por tanto, a no ser discri-
minados en lo que respecta al desarrollo de la función jurisdiccional.
284 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
jurisdiccional.
Art. 69.- El juez prudente es el que procura que sus comporta-
mientos, actitudes y decisiones sean el resultado de un juicio justifi-
cado racionalmente, luego de haber meditado y valorado argumentos
y contraargumentos disponibles, en el marco del Derecho aplicable.
290 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
prestigio de la misma.
Art. 80.- El juez tiene prohibido recibir beneficios al margen de los
que por Derecho le correspondan y utilizar abusivamente o apropiarse
de los medios que se le confíen para el cumplimiento de su función.
Art. 81.- El juez debe comportarse de manera que ningún obser-
vador razonable pueda entender que se aprovecha de manera ilegí-
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 291
tima, irregular o incorrecta del trabajo de los demás integrantes de la
oficina judicial.
Art. 82.- El juez debe adoptar las medidas necesarias para evitar
que pueda surgir cualquier duda razonable sobre la legitimidad de sus
ingresos y de su situación patrimonial.
PARTE II
COMISIÓN IBEROAMERICANA DE ÉTICA JUDICIAL
Art. 83.- La Comisión Iberoamericana de Ética Judicial tiene por
objeto:
a. Asesorar a los diferentes Poderes Judiciales y Consejos de la
Judicatura Iberoamericanos o a la propia Cumbre Judicial
cuando lo soliciten sus representantes.
b. Facilitar la discusión, difusión y desarrollo de la ética judicial a
través de publicaciones o de la realización de cursos, semina-
rios, diplomados y demás encuentros académicos.
c. Fortalecer la conciencia ética judicial de los impartidores de
justicia iberoamericanos.
Art. 84.- La Comisión estará integrada por nueve miembros y un
secretario ejecutivo, elegidos por un periodo de cuatro años con posi-
bilidad de reelección. Los cargos serán honoríficos.
Art. 85.- Cada órgano integrante de la Cumbre Judicial
Iberoamericana podrá proponer a un candidato por cada vacante de
la Comisión, debiendo acompañar el respectivo curriculum vitae.
Art. 86.- Los candidatos deberán estar vinculados directa o indi-
rectamente con el quehacer judicial, contar con una amplia trayectoria
profesional y gozar de reconocido prestigio.
Podrán provenir de la magistratura, la abogacía o la actividad
académica y estar en activo o jubilados.
Normativa internacional
Normativa internacional
NORMATIVA SALVADOREÑA
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 297
institucionales.
g. Aceptar o mantener un empleo, relaciones contractuales o
responsabilidades en el sector privado, que menoscaben la
imparcialidad o provoquen un conflicto de interés en el desem-
peño de su función pública.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 303
h. Nombrar, contratar, promover o ascender en la entidad pública
que preside o donde ejerce autoridad, a su cónyuge, convi-
viente, parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad
o segundo de afinidad o socio, excepto los casos permitidos
por la ley.
i. Retardar sin motivo legal la prestación de los servicios, trámites
o procedimientos administrativos que le corresponden según
sus funciones.
Se entiende por retardo cuando una persona sujeta a la aplica-
ción de esta Ley difiriere, detiene, entorpece o dilata la presta-
ción de los servicios, trámites y procedimientos administrativos
no acatando lo regulado en la ley, en los parámetros ordinarios
establecidos en la institución pública o, en su defecto, no lo
haga en un plazo razonable.
j. Denegar a una persona la prestación de un servicio público
a que tenga derecho, en razón de nacionalidad, raza, sexo,
religión, opinión política, condición social o económica, disca-
pacidad o cualquiera otra razón injustificada.
k. Utilizar indebidamente los bienes muebles o inmuebles de la
institución para hacer actos de proselitismo político partidario.
l. Prevalerse del cargo para hacer política partidista.
Prohibiciones éticas para los ex servidores públicos
Artículo 7. Son prohibiciones éticas para los ex servidores
públicos, durante el año siguiente al cese de sus funciones:
a. Brindar, en forma personal o a través de interpósita persona,
información, asesoramiento o representar a personas naturales
o jurídicas en trámites, procedimientos, procesos o reclama-
ciones que estuvieron sometidos a su conocimiento o en los
cuales intervino directa o indirectamente durante el ejercicio
de su función pública y que vayan en contra de los intereses
legítimos de la institución para la cual laboró.
Normativa salvadoreña
Incompatibilidades
Artículo 15. El ejercicio del cargo de miembro del Pleno es
incompatible con las actividades siguientes:
a. Desempeñar cargos en los órganos de dirección o de represen-
tación de partidos políticos.
b. Ejercer otro cargo público, a excepción de los de carácter
docente o cultural y actividades relacionadas a servicios de
asistencia social, siempre y cuando no vaya en menoscabo del
desarrollo de sus funciones.
La infracción a lo dispuesto en este artículo constituirá causal de
remoción.
Causas de remoción
Artículo 16. Los miembros del Pleno serán removidos por las
causas siguientes:
a. Ser condenado por la comisión de un delito doloso.
b. Haber sido sancionado por violación a las prohibiciones o
deberes éticos establecidos en esta Ley.
c. Incumplimiento grave de las obligaciones y funciones inhe-
rentes al cargo.
d. Incapacidad física o mental que imposibilite el ejercicio del
cargo.
e. Incurrir en alguna de las causales de incompatibilidades a que
se refiere el artículo 15 de la presente Ley.
f. Incumplir la obligación de rendir el informe anual de labores a
la Asamblea Legislativa.
Procedimiento de remoción
Artículo 17. El procedimiento de remoción de los miembros del
Normativa salvadoreña
Asamblea Legislativa.
d. Autorizar juntamente con el Secretario General los libros que se
estimen necesarios para el funcionamiento del Tribunal.
e. Ejercer las demás funciones y atribuciones que le corresponden
de acuerdo a la Ley.
312 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
Secretario General
Artículo 23. El Tribunal funcionará con un Secretario General,
quien actuará como secretario de las actuaciones del Pleno y tendrá
las siguientes funciones:
a. Elaborar la agenda de las sesiones del Pleno y las convocatorias.
b. Documentar los asuntos que sean sometidos al Pleno.
c. Asistir a las sesiones del Pleno con voz pero sin voto, elaborar
las actas y formar con ellas los libros correspondientes.
d. Llevar y custodiar el Libro de Actas y de Acuerdos de las
sesiones del Pleno.
e. Recibir y canalizar toda clase de solicitudes y correspondencia
dirigida al Pleno y despachada por el mismo.
f. Ejecutar, comunicar y certificar los acuerdos del Pleno, darles
seguimiento e informarle mensualmente sobre su cumplimiento.
g. Certificar las actuaciones del Pleno.
h. Las demás que le encomiende esta Ley.
Informe Anual
Artículo 24. El Tribunal, por medio de su Presidente, presentará
anualmente a la Asamblea Legislativa un informe detallado y docu-
mentado de las labores del Tribunal.
Esta obligación deberá cumplirse en el mes de junio de cada año.
SECCIÓN SEGUNDA
COMISIONES DE ÉTICA GUBERNAMENTAL
Comisiones de Ética Gubernamental
Artículo 25. Habrá una Comisión en cada una de las siguientes
instituciones:
Normativa salvadoreña
a. Asamblea Legislativa.
b. Presidencia de la República.
c. Corte Suprema de Justicia.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 313
d. Secretarías de Estado.
e. Consejo Nacional de la Judicatura.
f. Corte de Cuentas de la República.
g. Fiscalía General de la República.
h. Procuraduría General de la República.
i. Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos.
j. Tribunal Supremo Electoral.
k. Universidad de El Salvador.
l. En todas las instituciones oficiales autónomas o descentrali-
zadas incluyendo al Instituto Salvadoreño del Seguro Social,
Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma, y Comisión Ejecutiva
Hidroeléctrica del Río Lempa, que han sido constituidas de esa
forma en su ley de creación.
m. En cada una de las municipalidades del país y en el Instituto
Salvadoreño de Desarrollo Municipal.
Las instituciones de la administración pública podrán solicitar al
Tribunal la exoneración de la obligación de conformar la Comisión de
Ética Gubernamental, cuando existan circunstancias razonables que no
hagan posible su creación o no pueda cumplirse con la finalidad para
las que han sido previstas las respectivas comisiones. En estos casos, el
Tribunal deberá valorar las circunstancias, resolviendo motivadamente
y designando, en caso de ser atendibles las razones, a una persona que
realice las funciones asignadas por esta Ley a las Comisiones de Ética.
De igual forma, podrá el Tribunal conformar Comisiones de Ética
en las instituciones desconcentradas cuando éstas así lo solicitaren.
Forma de integrar las comisiones
Artículo 26. Cada Comisión de Ética estará integrada por
tres miembros propietarios que durarán en sus funciones tres años,
Normativa salvadoreña
actos de corrupción.
e. Proponer al Tribunal medidas que coadyuven a la mejor apli-
cación de esta Ley.
f. Dar respuesta a las consultas respecto del ámbito de aplicación
de la presente Ley, en base a los criterios fijados por el Tribunal.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 315
g. Las demás que le señale esta Ley.
Notificación de cese de funciones
Artículo 28. Cuando por cualquier razón, un miembro de la
Comisión de Ética cese en sus funciones de manera permanente, la
autoridad competente deberá notificar tal circunstancia al Tribunal,
para los efectos pertinentes.
CAPÍTULO V
DERECHOS DE LOS SERVIDORES PÚBLICOS
Artículo 29. El servidor público tiene derecho a:
a. Realizar consultas al Tribunal y a su respectiva comisión de
ética, sobre la aplicación de esta Ley y referente a situaciones
relacionadas con la ética gubernamental.
b. Reconocimiento público y estímulo en razón de actos de fiel
cumplimiento de los principios éticos, de heroísmo, sacrificio y
solidaridad humana.
CAPÍTULO VI
PROCEDIMIENTO PARA LA INVESTIGACIÓN
Formas de inicio
Artículo 30. Toda persona puede, por sí o por medio de
representante, interponer una denuncia ante la Comisión de Ética
Gubernamental respectiva o ante el Tribunal, en contra de cualquier
persona sujeta a la aplicación de esta Ley, sobre hechos que pudieren
constituir infracciones a los deberes o prohibiciones éticas.
Cuando la denuncia sea interpuesta ante una Comisión de Ética
Gubernamental, ésta deberá remitirla dentro del tercer día al Tribunal.
El Tribunal podrá iniciar de oficio el procedimiento cuando una
Comisión de Ética Gubernamental le refiera información obtenida
de una investigación interna, y de la misma se pueda identificar una
Normativa salvadoreña
No exigencia de formalidades
Artículo 31. En los procedimientos no serán exigidas forma-
lidades para su tramitación, salvo las necesarias para la validez de
ciertos actos y el derecho al debido proceso.
Requisitos de la denuncia
Artículo 32. La denuncia podrá ser presentada de forma oral o
escrita y contendrá los siguientes requisitos:
1. Identificación del denunciante.
2. Identificación de la persona denunciada sujeta a la aplicación de
esta Ley o datos que permitan individualizar al presunto infractor.
3. Descripción clara del hecho denunciado, lugar, fecha o época de
su comisión u otra circunstancia que pueda servir para el esclare-
cimiento de los hechos.
4. Lugar para oír notificaciones.
5. Firma o huella del denunciante.
La denuncia podrá realizarse personalmente o con firma legalizada.
Cuando el denunciante no se identifique la información proporcio-
nada se estimará aviso. También se considerará aviso aquella informa-
ción divulgada públicamente.
Cuando la denuncia sea presentada en forma oral, deberá levan-
tarse un acta donde conste la misma
Trámite inicial
Artículo 33. Una vez recibida la denuncia o el aviso, o iniciado
el procedimiento de oficio, si existieren elementos que permitan deter-
minar la posible violación de un deber o prohibición ética, el Tribunal
procederá a iniciar la investigación preliminar.
En la resolución donde se ordena la investigación, el Tribunal podrá
Normativa salvadoreña
comprobada.
Proporcionalidad y base de la sanción
Artículo 43. Para imponer la sanción de multa, el Tribunal deberá
tomar en consideración los criterios que esta Ley señala, a fin de que
320 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
Inducción y capacitación
Artículo 59. El Tribunal de Ética Gubernamental deberá realizar
cursos de inducción u otras actividades idóneas para promover la ética
pública a las máximas autoridades de las instituciones y los demás
funcionarios de elección popular o de segundo grado de la adminis-
tración pública.
Todo órgano superior de las instituciones públicas destinará una
sesión por año de al menos cuatro horas a la lectura, explicación y
discusión de esta Ley.
Obligación de colaboración
Artículo 60. El Tribunal podrá requerir al servidor público compe-
tente la colaboración o auxilio para el cumplimiento de las funciones y
atribuciones que la presente Ley le otorga.
Cualquier servidor público competente está obligado a propor-
cionar a la mayor brevedad toda clase de información, documentación
o prueba solicitada por el Tribunal en la investigación por violación
a los preceptos de esta Ley, salvo la información establecida como
reservada o confidencial en otras leyes.
El servidor público que no colabore con el Tribunal o sus dele-
gados incurrirá en las responsabilidades penales o administrativas
correspondientes.
Forma de computar los plazos
Artículo 61. Los plazos a que se refiere esta Ley comprenderán
únicamente días hábiles.
Régimen transitorio
Artículo 62. Los procedimientos administrativos iniciados que
estuvieren pendientes al tiempo de entrar en vigencia la presente Ley,
se continuarán tramitando de conformidad a las disposiciones legales
con que fueron iniciados.
Normativa salvadoreña
ACUERDO N.° 48
EL TRIBUNAL DE ÉTICA GUBERNAMENTAL,
CONSIDERANDO:
I. Que mediante Decreto Legislativo N.° 873 del 13 de octubre de
2011, publicado en el Diario Oficial N.° 229, Tomo N.° 393 de fecha
7 de diciembre de 2011, se emitió la Ley de Ética Gubernamental,
vigente a partir del 1º de enero de 2012.
II. Que dicha Ley derogó la Ley de Ética Gubernamental aprobada
por Decreto Legislativo N.° 1038 de fecha 27 de abril de 2006,
publicado en el Diario Oficial N.° 90, Tomo N.° 371 del 18 de
mayo de 2006 y sus reformas posteriores.
III. Que la Ley de Ética Gubernamental ha sido dictada en cumplimiento
del artículo 1 de la Constitución, la Convención Interamericana
contra la Corrupción, la Convención de las Naciones Unidas contra
la Corrupción y el Tratado Marco de Seguridad Democrática en
Centro América.
IV. Que el Reglamento de la Ley de Ética Gubernamental aprobado
por el Tribunal en cumplimiento del artículo 12 letra i) de la Ley,
por medio del Decreto N.° 1 de fecha 28 de mayo de 2008, publi-
cado en el Diario Oficial N.° 109, Tomo N.° 379, del 12 de junio
de ese mismo año, quedó derogado por su subordinación a la ley
que desarrollaba.
V. Que en observancia del artículo 20 letra g) de la Ley de Ética
Gubernamental se debe dictar el Reglamento de ejecución
respectivo.
POR TANTO, de conformidad con la normativa relacionada y en
ejercicio de su potestad reglamentaria el Pleno del Tribunal, ACUERDA
Normativa salvadoreña
emitir el siguiente:
328 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
Gubernamental;
g. Miembro de la Comisión: Integrante de la Comisión de Ética
Gubernamental;
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 329
h. Personas sujetas a la aplicación de la Ley: Servidores y ex
servidores públicos y demás personas que sin ser servidores
públicos administren bienes o manejen fondos públicos;
i. Secretario General o Secretario: Secretario de las sesiones del
Pleno, y,
j. Instituciones: Cualquiera de las entidades a que se refiere el
artículo 25 de la Ley.
Definiciones
Art. 4. Además de las definiciones contenidas en la Ley de Ética
Gubernamental, para los efectos de este Reglamento se entenderá por:
a. Ex-servidor Público: Persona natural que prestó temporal
o permanentemente servicios dentro de la Administración
Pública.
b. Máxima autoridad: Superior jerárquico en las instituciones de
la Administración Pública, constituida por órganos uniperso-
nales o colegiados.
c. Autoridad: Funcionario a cargo de la dirección superior en las
instituciones de la Administración Pública.
d. Titular: Para los efectos del procedimiento administrativo
sancionador se entenderá por titular, el funcionario que ocupe
un cargo de jefatura en las instituciones de la Administración
Pública.
e. Comisiones de Ética Gubernamental: Comisión integrada
por tres miembros propietarios y sus respectivos suplentes,
pertenecientes al personal de la institución en que funcione
la Comisión; nombrados uno por la Autoridad, otro por el
Tribunal, y el tercero electo por los servidores públicos, y a
quienes les corresponde efectuar las funciones señaladas en el
artículo 27 de la Ley.
Normativa salvadoreña
Agenda
Art. 11. El Secretario elaborará la propuesta de agenda de la
sesión ordinaria del Pleno, tomando en cuenta los puntos que el
Presidente y los demás miembros del Pleno presenten. La agenda de
la sesión extraordinaria será propuesta por quien convoque.
El Presidente definirá la fecha, lugar y hora de la sesión; y aprobará
la propuesta de agenda de la sesión ordinaria.
El Secretario enviará a los miembros del Pleno la propuesta de
agenda acompañada de la convocatoria, el proyecto del acta anterior,
si fuere procedente, y la copia de los documentos que servirán de base
para la deliberación, por lo menos con veinticuatro horas de anticipa-
ción a la hora y día señalados para la celebración de la sesión, salvo
en caso de urgencia.
Los asuntos que se sometan a la consideración del Pleno serán
debidamente documentados, excepto aquellos que por su naturaleza
o urgencia no sea posible.
Dirección y desarrollo de sesiones
Art. 12. Establecido el quórum requerido para sesionar, el
Presidente iniciará la sesión con la lectura del acta anterior, si fuere
pertinente. Una vez firmada el acta, dará lectura a la propuesta de
agenda, que someterá a la aprobación de los miembros del Pleno.
Aprobada la agenda, con modificaciones o sin ellas, se procederá
al desarrollo de cada uno de los puntos, siguiendo el orden establecido
en la misma, los que una vez deliberados se someterán a la aprobación
respectiva.
El Presidente podrá requerir a las Comisiones del Pleno o Comités
institucionales que presenten sus dictámenes, recomendaciones e
informes al Pleno, de manera que éste tome las decisiones pertinentes.
Los servidores públicos del Tribunal podrán intervenir en las
sesiones del Pleno cuando sean llamados para que ofrezcan ilustra-
Normativa salvadoreña
SECCIÓN SEGUNDA
COMISIONES DE ÉTICA GUBERNAMENTAL Y
COMISIONADOS DE ÉTICA
SUBSECCIÓN PRIMERA
CONFORMACIÓN, RÉGIMEN DE SUPLENCIA,
FUNCIONES Y REGISTRO DE LAS COMISIONES DE
ÉTICA Y DE LOS COMISIONADOS DE ÉTICA
Conformación de la comisión de ética
Art. 22. La Comisión de Ética Gubernamental estará integrada
por tres miembros propietarios y sus respectivos suplentes, que
serán nombrados uno por la Autoridad; otro por el Tribunal de Ética
Gubernamental; y el tercero será electo por los servidores públicos
de la respectiva institución. Los miembros propietarios y suplentes
durarán en sus funciones tres años, pudiendo ser reelectos.
La Comisión actuará a través de sus miembros propietarios, y a
falta de éstos por medio de sus respectivos suplentes.
Régimen de suplencia
Art. 23. El miembro propietario será sustituido por su suplente,
en caso de ausencia temporal, excusa o recusación. Si la ausencia
del propietario fuere definitiva, el suplente respectivo asumirá en
propiedad el cargo hasta que finalice el período para el cual aquél
había sido nombrado, y se procederá al nombramiento del suplente
dentro de los ocho días siguientes a la promoción del primero.
La regla establecida en el inciso anterior no será aplicable si se
tratare de la ausencia definitiva del miembro propietario nombrado
por el Tribunal, debiendo el suplente asumir las funciones del propie-
tario mientras se nombra al nuevo titular.
Exoneración de conformar comisiones de ética
Art. 24. Las instituciones de la Administración Pública podrán
Normativa salvadoreña
Medida precautoria
Art. 40. Como medida precautoria mientras se tramita el impe-
dimento, cualquier procedimiento administrativo sancionador o se
investiga la posible comisión de un delito, el miembro de la Comisión
o el Comisionado de Ética no podrán efectuar las funciones asignadas
y en su lugar lo hará el suplente respectivo, si lo hubiere.
Cuando el servidor público señalado, la autoridad o el Tribunal
hayan tenido conocimiento del inicio de cualquier procedimiento o
investigación, lo comunicarán a la Comisión, a fin de que llame al
suplente respectivo. Si se tratare del Comisionado de Ética se hará del
conocimiento del Comisionado suplente, para que asuma las funciones
del propietario.
SUBSECCIÓN CUARTA
ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO
Organización y funcionamiento
Art. 41. Conformada la Comisión deberá sesionar dentro de los
quince días posteriores, a efecto de elegir quiénes de los miembros
propietarios actuarán como Presidente, Secretario y Vocal; y cuáles
serán las funciones, además de las asignadas en este Reglamento, que
a cada uno de ellos les corresponderán.
Las Comisiones sesionarán por lo menos una vez al mes, para
tratar los asuntos relacionados con las funciones que la Ley y este
Reglamento les otorgan. Además, se podrán reunir a solicitud de uno
de sus miembros, las veces que las circunstancias lo requieran.
La convocatoria y dirección de las sesiones corresponderán al
Presidente de la Comisión y a falta de éste al Secretario.
El Secretario levantará acta de toda reunión que será firmada por
los asistentes. Las actas se numerarán correlativamente por año calen-
dario y se compilarán en el Libro de Actas que deberá reguardar el
Secretario.
Normativa salvadoreña
CAPÍTULO IV
CONSULTA
Facultad consultiva
Art. 61. El Tribunal será el único competente para fijar criterios
interpretativos relativos a la aplicación de la Ley y su Reglamento, los
que podrá emitir en virtud de consultas en ejercicio de su facultad
orientadora.
Materia de consulta
Art. 62. Las consultas únicamente podrán versar sobre la aplica-
ción de la Ley y el Reglamento en forma abstracta, y por ningún motivo
las respuestas a las mismas deberán contener pronunciamientos sobre
casos en particular.
Las respuestas que brinde el Pleno del Tribunal no supondrán
juzgamiento previo.
Forma de presentación
Art. 63. Las consultas se deberán efectuar en forma escrita y se
podrán realizar por medios técnicos, ya sean electrónicos o de cual-
quier otra naturaleza.
Cuando la consulta sea presentada ante una Comisión de Ética o
ante el Comisionado de Ética, éstos deberán verificar si existe criterio
aplicable dictado por el Pleno; en caso afirmativo, darán respuesta
acorde al mismo.
Si el Tribunal no hubiere emitido criterio, la Comisión o el
Comisionado deberá remitir la consulta a aquél dentro del plazo de
tres días contados a partir de su recepción, para su respuesta. Recibida
la consulta el Pleno deberá emitir en el menor plazo posible el criterio
correspondiente y enviarlo a la Comisión, para los efectos consiguientes.
Respuesta
Normativa salvadoreña
Capacidad y representación
Art. 70. La capacidad para intervenir en el procedimiento admi-
nistrativo se regirá por el Derecho común.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 359
En caso de actuación por medio de representante legal o apoderado,
éste deberá acreditar su personería con su primer escrito, mediante la
documentación apropiada.
Legitimación
Art. 71. Cualquier persona puede, por sí o por medio de repre-
sentante, presentar una denuncia ante las Comisiones de Ética, el
Comisionado de Ética o el Tribunal, en contra de cualquier persona
sujeta a la aplicación de la Ley, sobre hechos que pudieren constituir
infracciones a los deberes o prohibiciones éticas.
Inicio oficioso
Art. 72. El Tribunal podrá iniciar de oficio el procedimiento
cuando una Comisión de Ética Gubernamental o un Comisionado de
Ética, en su caso, le refiera información obtenida de una investigación
interna, y de la misma se pueda identificar una posible violación a los
deberes o prohibiciones éticas.
El Tribunal también podrá iniciar de oficio la investigación cuando
estime que existen suficientes indicios de la posible violación a la Ley
por información divulgada públicamente u obtenida en la tramitación
de un procedimiento o de una consulta efectuada sobre la aplicación
de la Ley.
Investigación interna
Art. 73. La Comisión de Ética o el Comisionado de Ética, en su
caso, referirá al Tribunal la información obtenida de una investigación
interna realizada por cualquier unidad organizativa de la institución,
siempre que se pueda identificar la posible violación a los deberes o
prohibiciones éticas por parte de una persona sujeta a la aplicación
de la Ley, dentro de los tres días siguientes a la recepción de la infor-
mación, conforme a lo dispuesto en el artículo 45 de este Reglamento.
En caso de que la Comisión o el Comisionado no remitieren la
información en el plazo estipulado en el inciso anterior, el Tribunal lo
hará del conocimiento de las autoridades competentes, para los efectos
Normativa salvadoreña
Aviso
Art. 74. Toda persona podrá proporcionar información al Tribunal,
por cualquier medio, sobre la posible transgresión de un deber o una
prohibición ética, la que será calificada como aviso cuando el denun-
ciante no se identifique o cuando habiéndose identificado no firme la
denuncia o el escrito respectivo. También se estimará aviso la infor-
mación hecha del conocimiento del Tribunal por otras instituciones
públicas con base en investigaciones iniciadas o realizadas por ellas,
en el ámbito de su competencia.
Si del contenido del aviso, el Tribunal pudiera determinar que se
trata de una persona sujeta a la aplicación de la Ley y que los hechos
relatados pueden ser contrarios a los deberes o prohibiciones éticas,
procederá a la investigación preliminar o a la apertura del procedi-
miento, según el caso, conforme a lo estipulado en este Reglamento.
Denuncia ante las comisiones o comisionados de ética
Art. 75. Las Comisiones de Ética y los Comisionados de Ética
son competentes, de conformidad con la Ley, para recibir denuncias
contra un servidor público de la institución a la que pertenecen.
Las denuncias se deberán presentar al Secretario de la Comisión
o, en su defecto, a cualquiera de sus miembros; quien está obligado a
informar del caso a los demás en el plazo establecido en el artículo 45
de este Reglamento. Para efecto de recepción de la denuncia bastará
la firma de uno de los miembros de la Comisión.
Si la denuncia fuere oral, el Secretario de la Comisión levantará el
acta respectiva, la que deberá contar con los requisitos establecidos en
los artículos 32 de la Ley y 77 de este Reglamento, pudiendo auxiliarse
del miembro suplente de la Comisión en representación del Tribunal,
de estimarlo necesario.
La Comisión deberá remitir sin más trámite la denuncia al Tribunal
dentro del tercer día de su presentación.
En aquellos casos en que el Tribunal haya exonerado a la institu-
Normativa salvadoreña
de carácter contable.
El Tribunal podrá solicitar la exhibición de todo tipo de documentos
a los intervinientes si obraren en su poder. Si los documentos cuyo conte-
nido resulta relevante se encontraren en poder de la Administración
Pública, de las entidades que administran bienes o manejan fondos
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 367
públicos o de terceros, se les requerirá que los presenten en el plazo que
se indique, que será el más breve posible atendidas las circunstancias.
Declaración personal de la propia parte y de la parte
contraria
Art. 91. El Tribunal admitirá la declaración del denunciante o
denunciado sobre los hechos objeto de prueba, cuando así lo requieran.
También admitirá la declaración de parte contraria, en la que hará
del conocimiento del denunciado los derechos constitucionales que le
asisten.
En la declaración del denunciante o denunciado el interrogatorio
lo realizará el Tribunal, pudiendo el otro interviniente contrainterrogar;
en la declaración de parte contraria el interrogatorio lo efectuará el
interviniente que haya propuesto la prueba y el Tribunal, en su caso.
Durante el interrogatorio las preguntas se formularán oralmente
con la debida claridad y precisión. También las respuestas se darán
oralmente, sin permitir el empleo de borradores ni notas, pero si se
podrán consultar apuntes o documentos cuando el tipo de pregunta
lo requiera y el Tribunal lo autorice, a los cuales tendrá acceso la parte
contraria.
Si el interviniente citado para ser sometido al interrogatorio en
audiencia no comparece, el Tribunal podrá citarlo por segunda vez y,
en caso de no presentarse, se prescindirá de la prueba.
La negativa de los intervinientes a responder a las preguntas que
se formulen no se considerará como reconocimiento de los hechos
objeto de prueba, quienes además se podrán amparar en la facultad
de guardar secreto o el derecho a no incriminarse.
Interrogatorio de testigos
Art. 92. El Tribunal podrá citar a declarar a quienes tengan relación
con los casos investigados, de oficio o a petición de los intervinientes.
La proposición de testigos deberá contener la identidad y la profe-
Normativa salvadoreña
rizan por regular las conductas por medio de casos genéricos a los
que se le imputan ciertas consecuencias jurídicas. Pero el camino de
la ética es inevitablemente diferente, lo más aconsejable es precisa-
mente definir principios como lugares adonde se puede encontrar ética
concentrada, que los destinatarios luego tienen que ir determinando a
tenor de circunstancias personales o fácticas. Es que sería imposible,
380 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
Exposición de motivos
La firma de los Acuerdos de Paz en El Salvador, señalan un hito
en la historia de la justicia de nuestro país. Se trata de uno de los
eventos que marcan más claramente la realidad salvadoreña; ponen
fin a 12 años de conflicto armado en el que murieron cerca de 75,000
personas.
Dichos Acuerdos de Paz denominados “Acuerdos de Chapultepec”,
firmados el 16 de enero de 1992, destacaron compromisos impor-
tantes que involucraron nuevas reformas políticas y jurídicas en temas
de democratización para el Estado salvadoreño.
En ese marco se produjeron reformas Constitucionales y legales
para transformar el Órgano Judicial; las reformas Constitucionales
incorporaron nuevos mecanismos de elección de Magistrados (as)
de la Corte Suprema de Justicia [CSJ]; por la necesidad urgente de
renovar el máximo Tribunal de justicia de ese momento, así como
también la creación del Consejo Nacional de la Judicatura [CNJ].
Asimismo, al proceso de diálogo y negociación que llevó a los
Acuerdos de Paz, se sumó la creación de una Comisión ad hoc respon-
sable de la depuración de la Fuerza Armada comprometida con los
crímenes del pasado; que a su vez se complementaría con una dele-
gación denominada “Comisión de la Verdad”, que tendría a su cargo
“la Investigación de graves hechos de violencia ocurridos desde 1980,
cuyo impacto sobre la sociedad reclamaba el conocimiento público de
la verdad”.
El informe de la Comisión denominado “LA RECUPERACIÓN
DE LA FE” constituyó un instrumento político que inicia el camino
de esperanza y luz que la sociedad salvadoreña demandaba, abre la
brecha para un camino afirmativo e irreversible de consolidación de la
paz interna y de adaptación de conductas para el mantenimiento de
Normativa salvadoreña
Con todas las reflexiones anteriores, nos fijamos como tarea y por
cierto nada fácil, la construcción del ¨CÓDIGO DE ÉTICA JUDICIAL
DE EL SALVADOR¨ sin embargo se puso mucho entusiasmo al inte-
rior de los jueces y juezas a fin de lograr el interés y la necesidad
que presenta un Código de Ética Judicial que sea verdaderamente
eficiente; así de la importancia de ser elaborado por la propia judica-
394 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
CAPÍTULO I
DESTINATARIOS, OBLIGATORIEDAD, FINALIDAD E
INTERPRETACIÓN
De los destinatarios del código de ética judicial
Art. 1. Las conductas y actuaciones éticas que regula este Código
son las que se refieren a los funcionarios y funcionarias que ejercen
o deban ejercer jurisdicción en El Salvador, conforme a lo dispuesto
en el artículo 172 de la Constitución de la República. Las expresiones
Magistrados-Magistradas y Jueces-Juezas se consideran sinónimos e
incluye a quienes son titulares y suplentes, a estos últimos les es apli-
cable mientras se encuentren ejerciendo la labor jurisdiccional.
Para los efectos de este Código, funcionario judicial o funcionaria
judicial es toda persona que ejerce jurisdicción propia como miembro
de una Sala de la Corte Suprema de Justicia, Cámara de Segunda
Instancia, Tribunal o Juzgado.
Obligatoriedad
Art. 2. Los Principios o valores y deberes previstos en este Código,
son éticamente obligatorios.
El contenido del presente Código referido a los principios o valores
y deberes éticos, también será aplicable, en la medida que corres-
ponda, a los demás servidores del órgano judicial y será obligación del
Juez o la Jueza velar por el cumplimiento de los mismos.
Finalidad
Art. 3. La finalidad del presente Código es mejorar la calidad de
la Justicia en El Salvador; señalando los principios o valores y deberes
éticos de la función judicial con el objeto de proteger los bienes morales
de la sociedad, de los justiciables, abogados, usuarios, jueces y juezas,
a fin de promover la excelencia y transparencia judicial.
Normativa salvadoreña
Interpretación
Art. 4. Para la interpretación del contenido del presente Código se
tomarán en cuenta: su finalidad, en congruencia con los principios o
valores y deberes exigidos por la naturaleza de la función jurisdiccional
y los bienes a proteger.
Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones 397
La interpretación de las normas éticas debe hacerse en cohe-
rencia con el irrestricto respeto a los Derechos Fundamentales de sus
destinatarios y al Derecho Internacional de los Derechos Humanos,
especialmente el derecho a la expresión de la personalidad y la
dignidad humana e intimidad y no se permitirá el establecimiento
de esquemas o modelos extremadamente conservadores o rígidos de
conducta; debiendo prevalecer la moral racional. En consecuencia
quedan prohibidas las interpretaciones restrictivas; sin perjuicio de
que puedan utilizarse todos los documentos que sobre ética judicial
producen la Comisión Iberoamericana de Ética Judicial y las Cumbres
Iberoamericana de Presidentes de Cortes Suprema de Justicia y
Consejos de la Judicatura.
CAPÍTULO II
PRINCIPIOS Y DEBERES ÉTICOS
Principios éticos de la función jurisdiccional como
función pública
Art. 5. El ejercicio de la función jurisdiccional constituye una
función pública que, en virtud de su naturaleza y fines, contiene de
manera esencial valores éticos que deben formar parte de la vida
pública y privada de los miembros del Órgano Judicial.
Entre los principios o valores más importantes de la judicatura
salvadoreña se encuentran:
a. INDEPENDENCIA.
b. IMPARCIALIDAD.
c. JUSTICIA.
d. CONOCIMIENTO Y CAPACITACIÓN.
e. INTEGRIDAD.
f. HONESTIDAD.
g. TRANSPARENCIA.
Normativa salvadoreña
h. PRUDENCIA.
i. RESPONSABILIDAD INSTITUCIONAL.
j. CORTESÍA.
k. DILIGENCIA.
l. FORTALEZA.
398 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones
m. MOTIVACIÓN.
n. DECORO.
o. SENSIBILIDAD SOCIAL
p. NO DISCRIMINACIÓN.
q. SECRETO PROFESIONAL.
r. ASEGURAMIENTO DEL ACCESO A LA JUSTICIA.
Deberes éticos del juez y la jueza
Art. 6. Los deberes éticos previstos en este Código, conllevan a la
obligación y el derecho del Juez y la Jueza de cumplirlos.
Principios y deberes éticos de los destinatarios del
presente código independencia
Art. 7. Reconociendo que en toda sociedad democrática es un
derecho de los ciudadanos y las ciudadanas ser juzgados por un Juez o
una Jueza totalmente independiente de presiones o intereses extraños
internos o externos. Por tanto, el Juez o la Jueza debe:
a. Juzgar desde la perspectiva jurídico-social y determinar la
decisión justa y racional, sin dejarse influenciar real o aparen-
temente de presiones, intereses o factores ajenos al derecho
mismo.
b. Poner de manifiesto que no recibe influencias directas o indi-
rectas, ya sean internas o externas.
c. Inhibirse de aceptar influencias provenientes de personas o
grupos de la sociedad, ajenas a los procesos sometidos a su
conocimiento.
d. Rechazar con firmeza cualquier intento de influencia jerárquica,
política partidaria, de grupos de presión, amistad o recomen-
dación de cualquier índole, que tienda a incidir en el trámite o
resolución de los asuntos de su conocimiento.
e. Abstenerse de afiliarse a partidos políticos, de participar en
Normativa salvadoreña
CON LA SOCIEDAD
Art. 40. Los Jueces o las Juezas deben tener tolerancia y respeto
ante la crítica a sus resoluciones por parte de los medios de comuni-
cación social; sin embargo deben defender la independencia, cuando
estos realizan un uso inmoderado del derecho legítimo a la libertad de
414 Ética Judicial: De las reglas a las actuaciones