La posibilidad y la necesidad de la investigación en Trabajo Social: qué , para qué, cómo investigar en
Trabajo Social y cuáles son las prioridades en cuanto a producción de conocimientos en la actual
coyuntura económica y socio-política.
Ciencia: Aquel producto de la actividad humana cuya finalidad es la producción de teorías acerca de
un campo o región de la realidad 1 con la perspectiva de explicarla y comprenderla, mediante
procedimientos sistemáticos y con pretensiones de validez.
Disciplina: "Un cierto cuerpo de conocimientos, de tesis, de datos organizados, en cuanto están
siendo sostenidos por una comunidad que cultiva ese mismo cuerpo teórico, instrumental, e
informativo como una comunidad científica unidisciplinar"2.
Profesión: Aunque el concepto de profesión implica una amplia gama de matices en correspondencia
con niveles diferentes de complejidad, desde los llamados 'oficios' manuales', para los propósitos del
presente trabajo, se asumirá como un quehacer específico al servicio de la sociedad que usa un
saber científico o disciplinar; se trata de la aplicación del mejor saber disponible en función de
resultados.
Éstos tres conceptos están entrañablemente vinculados, de ahí que al hacer referencia a la historia
del Trabajo Social y, especialmente, a su relación con la teoría, con los procesos de construcción de
conocimientos y con las disciplinas humanas y sociales (historia, sociología, antropología, economía,
psicología...) se evocarán tales conceptos.
Este recuento, no pretende agotar el tema del Trabajo Social en su historicidad, se tocarán solamente
algunos aspectos que se consideran ilustradores para facilitar la reflexión en torno a su eventual
1
carácter disciplinar y su relación con las ciencias sociales.
Con la perspectiva de desarrollar una especie de técnica operativa para el trabajo filantrópico 3,
nace el Trabajo Social como una forma de ACCIÓN SOCIAL en el siglo XVI, cuando la madre de las
ciencias sociales, la sociología, aún no se había llegado a este mundo.
1.1.2. La profesionalización: Para finales del siglo XIX, primero en Europa y luego en Estados
Unidos, se registran las primeras actividades de entrenamiento, que marcan el inicio de la
profesionalización de la asistencia social, cuyo interés se orientaba básicamente al desarrollo de
procesos de aprendizaje para tratar a la gente, comprender las condiciones en que vivía, los medios
que podían emplearse para mejorarlas y conocer los diversos organismos dedicados a la asistencia 4..
Para ese entonces, aún no se observa una clara comunicación con la joven Sociología de corte
positivista inaugurada por Augusto Comte. La motivación, aunque centrada en el HACER y asimilable
a una labor artesanal, cuyo objetivo es el manejo de una técnica que permita obtener unos resultados
deseados, buscaba, quizás de manera muy intuitiva, fundamentarse en el conocimiento y en la
comprensión de las condiciones que intentaba transformar y las posibilidades para el logro de ello,
obviamente, sin grandes pretensiones teóricas ni científicas.
1.1.3.1. Método de Casos: 1.917 marca el comienzo de lo que se denomina Trabajo Social de
casos al amparo del modelo diagnóstico que propone Mery Richmond, el cual se estructura a partir
de la influencia psicoanalítica de corte freudiano. Esta autora se da a la tarea de referenciar, a la luz
de las teorías psicológicas, la intervención del Trabajo Social. Es, entonces, el primer esfuerzo por
ofrecer piso teórico a lo que ella define como "aquellos procedimientos que desarrollan la
personalidad mediante ajustes efectuados conscientemente, individuo por individúo, entre el hombre
y el medio social en el que vive"5.
El Trabajo Social de casos se psicologiza. Con la adopción de categorías tomadas de las teorías
psicoanalíticas, principalmente las de Sigmund Freud y de Otto Rank, aparecen -de manera
respectiva- la escuela diagnóstica o modelo clínico operativo y la escuela funcional o modelo
de crisis. A partir de dichos referentes teóricos procedentes de la psicología, desde el Trabajo Social
se producen propuestas de tipo operativo6.
A pesar de haber surgido a principios de siglo como el primero de los métodos que constituirían el
denominado Trabajo Social Tradicional y aunque en algunos períodos de la historia profesional ha
perdido significación y su continuidad se ha visto amenazada, el método de caso ni ha desaparecido
ni se ha mantenido inmutable, por el contrario, ha evolucionado en consonancia con las condiciones
históricas de cada época y al tenor de los múltiples desarrollos que se han operado en las ciencias
sociales a lo largo del siglo XX. Al respecto, Ricardo Hill (1979), destaca los siguientes modelos de
tratamiento individual:
2
Modelo de socialización
Modelo Individual o Clínico-Normativo
Modelo Socio-conductista
Modelo de Crisis
Modelo Familiar (Comunicación-interacción)
Modelo de Análisis transaccional
Modelo de provisión social o de servicios
Modelo de cambio planeado
Modelo de Resolución de Problemas.7
En las dos décadas finales del presente siglo, el énfasis del trabajo social individual se ha desplazado
más hacia lo familiar bajo la influencia de la teoría de sistemas y de la cibernética, fundamentalmente.
Sin embargo, este desplazamiento que pareciera distanciarlo de sus ya lejanos orígenes,
paradójicamente, lo ha acercado a ellos pues aún en los planteamientos iniciales de Mary Richmond,
a comienzos de siglo, se perfilaban elementos básicos del actual trabajo con familias.
En palabras de su tiempo Mary Richmond aborda aspectos tan importantes desarrollados después
por teóricos familiares en lo que se refiere a importantes funciones familiares como aquellas referidas
al desarrollo de la individualidad, a la identidad sexual, al aprendizaje de los roles sociales para
desempeñarse adecuadamente en la sociedad, a la importancia del aprendizaje en la vida familiar de
origen para la percepción de los otros y a la calidad de las relaciones que se establecen con el medio.
Es lo que expresa Minuchin (5) cuando define la familia como matriz de la identidad y Ackermann (6)
cuando la define como cuna de la personalidad.8
Aunque, obviamente, con el método de casos se plantea un énfasis fundamental hacia la acción y,
por tanto, hacia un desarrollo metodológico y técnico que permitiera al profesional intervenir
eficientemente las condiciones anómalas que presentaban los individuos -vistas éstas desde una
perspectiva fuertemente influenciada por el modelo médico de acercamiento y tratamiento de los
problemas individuales-, se aprecia, de todas maneras, desde los trabajos de los pioneros una cierta
preocupación por articular el proceso de intervención individual con base en la generación de
conocimiento y de comprensiones frente a cada caso -con mayor o menor proyección hacia lo social
dependiendo de las orientaciones particulares de cada modelo de Trabajo Social de Casos-.
Volviendo a los aportes de Mary Richmond, ella plantea en su obra clásica “Social Diagnosis” tres
elementos fundamentales: La evidencia social, el proceso hacia el diagnóstico y variación hacia el
proceso; por lo menos los dos primeros hacen referencia a la necesidad de “conocer y comprender”
como paso previo a intervenir. Evidentemente, se trata de un saber estrechamente ligado a la acción
directa y particular y que, por tanto, no implica pretensiones de producción de conocimiento riguroso
sobre cierto sector de la realidad y que no tiene como fin explícito alimentar una comunidad disciplinar
sino básicamente orientar la acción sobre un individuo particular. Sin embargo, no podría tampoco
plantearse que se trata de una práctica totalmente desvinculada de pretensiones científicas, al
respecto resulta ilustrativo el planteamiento de De Bray y Tuerlinckx (1963).
1.1.3.2. Método de Grupo: Aunque desde el siglo XIX ya se avizoraban bondades a la acción
grupal, solamente a partir de 1936 se considera "el grupo" como una rama del Trabajo Social
3
entendido como método y como campo de acción. En éste confluyeron aportes de diversas ciencias y
disciplinas sociales tales como: la psicología, la sociología, la política, la pedagogía y la psiquiatría.
El grupo se asumió como alternativa de acción profesional con propósitos correctivos, preventivos,
recreativos, educativos y promocionales, es decir se intentó desarrollar una herramienta de
intervención útil frente a los múltiples problemas sociales que enfrentaba Estados Unidos en los años
posteriores a la segunda guerra mundial. La orientación del Trabajo Social hacia la práctica,
nuevamente, se privilegia a expensas de la posibilidad de construir conocimiento científico sobre la
realidad social objeto de la profesión, aunque manteniendo una tenue pero significativa ligazón con la
producción de saberes como fundamento de la acción, como puede evidenciarse en un documento
presentado por la Asociación Americana de Trabajo de Grupo en 1949 con el fin de definir éste.
Fundamentalmente la práctica del Trabajo Social de grupo implica conocimiento del comportamiento
individual y de equipo, de las condiciones sociales y de las relaciones comunitarias basado en las
modernas ciencias sociales.10
El método de Trabajo Social de comunidad está orientado, al igual que los demás métodos
tradicionales, hacia la acción social con fines de ajuste, desarrollo o transformación. Sin embargo, en
la construcción de condiciones para la organización y el desarrollo de la comunidad también tuvo
cabida, aunque no con el objetivo de erigir y consolidar una disciplina, la investigación social. En el
evento que marca el surgimiento del método de comunidad, la Conferencia Nacional de Servicio
Social en los Estados Unidos -1943- y en el texto clásico del Trabajo Social “Estudio de la
Comunidad”, de Caroline Ware, se incluyó explícitamente la investigación entre los elementos del
proceso de organización de la comunidad, es decir, que se asume ésta como fundamento de la
práctica.
En lo corrido de la presente centuria, este proceso que va del individuo a la colectividad se explica por
coyunturas socio-económicas y políticas, y por razones epistémicas, es decir, por la creciente
incorporación de categorías sociológicas que permiten observar los problemas sociales y humanos en
el conjunto de las interacciones entre los sujetos, en la estructura de las sociedades y en las formas
de organización de los conglomerados humanos. Podría decirse entonces, que el Trabajo Social se
sociologiza.
4
escuelas. Este proceso se lleva a cabo bajo la asesoría académica de la Unión Católica Internacional
de Servicio Social que se dio a la tarea de difundir el Servicio Social Católico en estas latitudes. En
estas primeras escuelas es notoria la orientación asistencialista de tipo paramédico y parajurídico,
marcada por la incidencia religiosa cristina que caracterizó la acción social en Europa. Fruto de ello,
tal como lo plantea Parola, “la línea divisoria entre la práctica profesional y la religiosa y/o voluntaria
se consolida como muy confusa, tenue; llegando -a veces- a una indiferenciación entre ambas” 11.
Al paso del tiempo, se empieza a perfilar el énfasis en la metodología de intervención individual o de
casos con la consecuente inclusión de las psicologías y de la psiquiatría en los programas
académicos de formación profesional (recuérdese la importancia de la Escuela Diagnóstica en el
procesos histórico del Trabajo Social Norteamericano).
En los años 60, ante la coyuntura del plan decenal para América Latina (Alianza para el Progreso),
continua el proceso de fortalecimiento del Estado y su creciente intervención, tanto en lo económico
como en lo social, desde la conocida perspectiva CEPALINA. En este contexto, crece el interés por
los programas de organización y desarrollo de la comunidad. A manera de ilustración, la Organización
de Servicio Social de la OEA realiza acciones tendientes a influenciar la formación y la práctica de
Trabajo Social impulsando el desarrollo comunitario. El propósito de esta nueva tendencia es vincular
la población de una manera “activa y consciente” en los planes y proyectos específicos de desarrollo
hacia la eliminación de las causas del subdesarrollo. Mediante la teoría de la marginalidad se ponen
en circulación los conceptos de integracióny de participación de las comunidades, los cuales,
empiezan a constituirse en los objetivos fundamentales de la acción social.
Como puede deducirse del planteamiento anterior y parafraseando a Parola, “nuevamente Trabajo
Social no participa como colectivo profesional en la construcción de los fundamentos teóricos y
metodológicos de su práctica profesional: éstos vienen dados y orientados por las concepciones
políticas e ideológicas subyacentes en las políticas sociales del Estado”12 .
Del análisis hasta aquí presentado es posible inferir que, además de las ya indicadas características
del Trabajo Social -la tendencia al hacer y la relación de exterioridad con la teoría-, y en razón de
ellas, la identidad profesional se ha ido configurando más de manera atribuida que construida
colectivamente y la relación con los procesos de producción de conocimiento ha sido fragmentaria,
obedeciendo a fines pragmáticos directamente relacionados con la acción sin una intencionalidad
5
clara y sostenida de nutrir un cuerpo teórico propio y particular del Trabajo Social.
Desde esta perspectiva, se pretende asegurar una unidad de conjunto de las disciplinas sociales, las
cuales, al subsumirse al marxismo, debilitan sus fronteras. El Trabajo Social no escapa a este hecho
y aparece lo que se conoce como la etapa reconceptualizadora, en la que se opera una adhesión al
conjunto de las ciencias sociales y un fuerte cuestionamiento a las metodologías tradicionales que
son calificadas como empiristas, foráneas y soportes del sistema social basado en la diferenciación
de clases.
Es con el advenimiento del Movimiento de reconceptualización en Trabajo Social que se pone sobre
el tapete la relación de éste con el conocimiento y nos enfrenta, por primera vez, a nuestra falta de
historia como productores de conocimiento, carentes de la operatividad necesaria para la discusión
colectiva en ese sentido y de trayectoria propia y continua en la generación de conocimiento;
poniendo en evidencia nuestra relación subordinada a otras disciplinas dentro del campo de lo social
y, sobre todo, con el conocimiento.13
Desde el marco de análisis del Materialismo Dialéctico, que inspiró la revisión crítica de los
fundamentos y del quehacer profesional, el conflicto,expresado en el modelo de la lucha de clases,
señala la ruta a cualquier tipo de lectura de la realidad social. Aquí, se articula el compromiso con los
procesos de transformación social como respuesta a las condiciones de opresión de vastos sectores
del continente latinoamericano. Como consecuencia de ello, aparece con fuerza, en los ámbitos
profesionales, el debate acerca de la necesidad y las posibilidades de construcción de un
conocimiento propio de Trabajo Social, pertinente para abordar los procesos de transformación de la
inequitativa y dependiente realidad de América latina.
Teniendo como punto de partida la crítica al pragmatismo, característico de los períodos anteriores de
la historia profesional, y dada la preocupación por producir lecturas propias de la convulsionada
realidad del Continente, la reconceptualización se constituyó en una etapa que marca para la
profesión un replanteamiento global de su quehacer y una búsqueda más definida por incorporarse
de manera clara y decidida al conjunto de las disciplinas sociales. Ello se expresa al decir de Palma
(1984), en "el fortalecimiento de la relación con las ciencias sociales y el interés por fundamentarse
teóricamente y por avanzar en la relación teoría-práctica, desarrollando el conocimiento
disciplinario."14. En este contexto, empiezan a incorporarse, en el debate de las opciones para la
producción de saberes propios de la profesión, categorías como: praxis social, sistematización e
investigación social.
6
1.1.4.4. Post-reconceptualización (la década del 80): La crisis del paradigma marxista de los años
80, que provoca perspectivas teóricas diversas en la totalidad de las disciplinas sociales, ocasiona en
el Trabajo Social el desarrollo de diversas tendencias:
Un marcado interés por recuperar la propia historia; la mayor parte de la producción de ese entonces
se orienta en esta dirección. Esto puede interpretarse como un intento por recuperar la identidad a
partir del trayecto vital, reconociendo valor a los aportes derivados de la historia de la profesión que,
por efectos de la sobreideologización que caracterizó la etapa anterior, fueron totalmente
descalificados y sometidos al ostracismo.
Mientras se opera esta recapitulación hacia la búsqueda de la propia naturaleza, se abandonan las
lecturas estructurales de tipo macro con proyecciones transformadoras de largo alcance y se rescatan
del cuarto de los recuerdos las herramientas técnicas que hacen posible intervenciones sobre
microrealidades con la mira puesta en la gestación y ejecución de políticas sociales. En palabras de
Aylwin (1998):
Impulsó esta síntesis el cambio de las circunstancias históricas que se produjo en muchos paises
latinoamericanos, la necesidad en esas circunstancias de aumentar la profesionalización de la acción
de los trabajadores sociales y de hacer uso de los métodos clásicos, enriquecidos por el desarrollo
del conocimiento.15
Un intento por ganar espacio en el concierto de las ciencias sociales. Se pretendió alcanzar carácter
disciplinario, en principio, a partir del desarrollo de conceptualizaciones originadas en los procesos de
intervención, las que además de abarcar las dimensiones operativas pudiesen atrapar de manera
teórica las realidades sociales y humanas implicadas en la praxis profesional. Para tal efecto, se
recurre a la investigación y a la sistematización de experiencias como herramientas que harían
posible el logro de este propósito.
A pesar de la notoria preocupación por la construcción de un marco teórico propio del Trabajo Social,
que caracterizó los dos últimos períodos referidos, los logros al respecto aún no corresponden a las
expectativas de consolidación de la profesión como disciplina social; intentando ofrecer una
explicación al respecto, Parola plantea que “la búsqueda sigue, en parte, girando en torno a la
configuración de una metodología que caracterice el Trabajo Social y a la dificultad para diferenciar
entre intervención y producción de conocimiento”.16
1.1.4.5. La época actual (los 90): La década de los 90, es bien interesante por la ya iniciada eclosión
de las ciencias sociales en gran cantidad de campos disciplinarios y la aparición de modelos diversos
a partir de una realidad globalizante. De igual manera, la internacionalización de la economía en el
contexto del modelo neoliberal, sin lugar a dudas, ocasiona transformaciones políticas con respecto a
la conformación, constitución y proyección del Estado que comprometen de manera significativa el
7
tema de lo social. Se produce, entre otras, un debilitamiento de las políticas sociales y aparecen
nuevos actores que, de alguna manera, atienden las demandas de lo social ante el debilitamiento del
Estado, dígase, por ejemplo, las organizaciones no gubernamentales. De igual manera, sectores
específicos de la sociedad civil se organizan para satisfacer solidariamente sus necesidades y para la
generación de mejores condiciones de vida colectiva.
Los cambios mundiales mencionados [...] han planteado una serie de modificaciones a la acción del
Estado sobre lo social, desde la restricción del gasto público y especialmente del gasto social, hasta
la presencia de nuevos actores que poco a poco han penetrado en la cuestión social ante las
dificultades para que el Estado atienda todas las demandas sociales que emergen de la sociedad, y
en especial de los sectores populares más deteriorados. Los nuevos actores sociales se han venido
sumando paulatinamente a la atención de lo social, y sostenemos que siempre han estado presentes
pero hasta ahora se reconoce su intervención como parte de la política social. Nos referimos a los
subsectores que ahora se reconocen como intervinientes en la acción social ante las dificultades que
el estado ha evidenciado de atender las demandas sociales: el público, el comercial, el privado y el
informal o voluntario [...].17
Estas circunstancias obligan a la redefinición de la acción sobre lo social en los ámbitos oficiales y no
oficiales. Se impone, por tanto, una nueva racionalidad para la participación en programas sociales
que no puede sustraerse a los imperativos de eficiencia y competitividad que maximicen la capacidad
financiera, técnica y administrativa.
Del análisis histórico de la relación entre el Trabajo Social y la producción de conocimientos se deriva
que, aunque éste no ha alcanzado un estatuto teórico propio que le confiera la calidad de disciplina
social, como profesión, ha hilvanado una trayectoria vital que no puede entenderse como tejida, tal
como algunos lo plantean, al margen de la construcción del conocimiento y como totalmente
dependiente de saberes apropiados de manera acrítica, pragmática y ecléctica. Si bien, en las etapas
previas a la reconceptualización el vínculo con el conocimiento se estructuraba, básicamente, entorno
al interés de fundamentar acciones muy puntuales y, por tanto, había una relación fragmentaria y de
exterioridad con la teoría, se registra, como pudo observarse, la construcción de un acervo
metodológico y técnico, fundamentado teóricamente, que le daba coherencia y sentido al ejercicio
profesional y una vinculación permanente con el desarrollo de las ciencias sociales y humanas.
En los siguientes renglones, se intentará provocar una reflexión acerca de vinculo que el Trabajo
Social ha tenido en su proceso histórico, en lo concerniente a sus enfoques, con las orientaciones y
8
categorías que han organizado los sistemas conceptuales de las ciencias del nivel antrópico, es decir,
las ciencias humanas y sociales.
En la ciencia social decimonónica, la cual reivindica para sí antiguos dominios de la filosofía y que,
además, pretende constituirse en un ciencia general de todo lo humano, capaz de abarcar el conjunto
de la realidad social con una perspectiva explicativa, muy pronto, se opera una especie de gran
explosión que suscita una constelación de disciplinas: antropología, etnografía, psicología social,
economía, lingüística, demografía... y muchas otras que poseen un carácter intermedio o mixto, las
cuales, a su turno, empiezan a configurar en su interior paradigmas teóricos diferentes en un esfuerzo
por capturar y representar la complejidad humana en diversos planos y dimensiones tanto en sus
condiciones de existencia y posibilidad individual y colectiva como en sus necesidades, deseos y
significados. Según lo planteado por Foucault20, la totalidad de las ciencias sociales y humanas,, se
orientan hacia el ser humano -sus comportamientos, actitudes, gestos y actos comunicativos- en las
dimensiones de la vida, el trabajo y el lenguaje.
En efecto, las ciencias humanas se dirigen al hombre en la medida en que vive, en que habla y en
que produce. En cuanto ser vivo crece, tiene funciones y necesidades, ve abrirse un espacio en el
que anuda en sí mismo las coordenadas móviles; de manera general, su existencia corporal lo
entrecruza de un cabo a otro con lo vivo; al producir los objetos y los útiles, al cambiar aquello de lo
que necesita, al organizar toda una red de circulación a lo largo de la cual corre aquello que puede
consumir y en la que él mismo está definido como un relevo, aparece en su existencia
inmediatamente enmarañada con otras; por último, dado que tiene un lenguaje, puede constituirse
todo un universo simbólico en el interior del cual tiene relación con su pasado, con las cosas, con
otro, a partir del cual puede constituirse también algo así como un saber (en forma singular, ese saber
que tiene de sí mismo y del cual las ciencias humanas dibujan una de las formas posibles). Así, pues,
es posible fijar el sitio de las ciencias del hombre en la vecindad, en las fronteras inmediatas y todo a
lo largo de esas ciencia en las que se trata de la vida, del trabajo y del lenguaje.21
Siguiendo con el planteamiento de Foucault, cabe señalar que las diadas función-norma, conflicto-
regla y significado-sistema significante se constituyen en las categorías básicas que organizan
todo el campo de las ciencias sociales en torno a la vida, el trabajo y el lenguaje, dimensiones éstas
que, según él, cubren el espectro de lo humano en lo que éste posee de empírico y de representable
en el campo de las teorías científicas.
El hombre aparece sobre la superficie de la proyección biológica como un ser que tiene funciones
-que recibe estímulos (fisiológicos, pero también sociales, intrahumanos y culturales) y responde, se
adapta, evoluciona, se somete a las exigencias del medio, compone con las modificaciones que
impone, trata de borrar los desequilibrios, actúa según regularidades y tiene, en suma, las
condiciones de existencia y posibilidad de encontrar normas medidas de ajuste que le permitan
ejercer sus funciones. Sobre la superficie de la proyección económica, el hombre aparece como un
ser que tiene necesidades y deseos, que trata de satisfacerlos teniendo pues intereses, pensando en
las ganancias, oponiéndose a otros hombres; en breve, aparece una irreductible situación de
conflicto; esquiva estos conflictos huye de ellos o logra dominarlos, encontrar soluciones que calme,
cuando menos en un nivel y por un tiempo, la contradicción; instaura un conjunto de reglas que son, a
la vez, limitaciones y vueltas del conflicto. Por último, sobre la superficie de la proyección del
lenguaje, las conductas del hombre aparecen como queriendo decir algo; sus menores gestos, hasta
sus mecanismos involuntarios y sus fracasos, tienen un sentido; y todo aquello que coloca en torno a
él hecho de objetos, ritos, hábitos, discursos, todo el surco de huellas que deja tras de sí constituyen
un conjunto coherente y un sistema de signos. Así estas tres parejas de la función y de la norma, del
conflicto y de regla, de la significación y del sistema, cubren sin residuos todo el dominio del
conocimiento del hombre.22
9
Antes de abordar de manera explícita la relación del Trabajo Social con las, arriba indicadas,
dimensiones y categorías que cubren el espacioso panorama de las ciencias sociales. Vale la pena
realizar una breve mirada a algunas de las propuestas que, en las últimas décadas, han circulado en
el colectivo profesional acerca del objeto del Trabajo Social, las cuales ejemplifican el amplio espectro
de acción de la profesión y las diferentes tendencias que le han dado cuerpo en su devenir histórico
en el que, por cierto, la tarea de construir acuerdos acerca de su objeto ha sido un ejercicio complejo
y polémico. Al respecto, se registran múltiples enfoques que enfatizan en uno u otro componente de
la realidad social y se inscriben en diferentes perspectivas epistemológicas, teóricas y metodológicas,
no siempre coherentemente articuladas ni suficientemente desarrolladas. Obsérvese entonces, a
manera de ilustración, algunas de las múltiples definiciones de Trabajo Social:
Sectores sociales que tienen limitaciones para la satisfacción de sus necesidades básicas (Nidia Aylwin
1975).
El recorte a cualquier nivel de la realidad, donde un sujeto requiere o procura dar una respuesta
unitaria o coherente a toda la totalidad de los problemas que plantean sus relaciones con el medio,
para subsistir y perfeccionarse humanamente (Ataliva Amengual 1979).
Las interacciones conflictivas entre las personas (familia, grupos y comunidades) y su medio social
(Nidia Aylwin 1986).
El tránsito vinculante entre las necesidades sociales insatisfechas y los recursos que actúan como
satisfactores (María Cristina Melano 1995).
El Trabajo Social se ocupa de los intercambios entre las personas y su entorno social cuando afectan
la habilidad de la persona para cumplir sus tareas vitales , aliviar el estrés y cumplir con sus
aspiraciones y valores (Pincus y Minahan 1973).
Como puede advertirse, el Trabajo Social a través de su historia y aún en la actualidad se ha definido
a sí mismo por su objeto de intervención, muy basto por cierto, más que por su objeto de
conocimiento. Las anteriores definiciones, producidas en las últimas décadas, revelan un interés
marcado por identificar aquello en torno a lo cual el trabajador social debe intentar producir
transformaciones: la problemática social -global y cotidiana-, las necesidades insatisfechas, los
problemas de subsistencia y desarrollo humano, los conflictos sociales y el funcionamiento social,
entre otros.
10
Mediante la concurrencia de las diversas disciplinas sociales y humanas, históricamente, tal como se
observa en las diferentes posturas acerca del objeto y en el referente histórico presentado, el Trabajo
Social ha tratado de orientar su vocación hacia la acción desde diversos enfoques: paliativos,
asistencialistas, transformadores con orientación crítica de la estructura social, democráticos,
participativos, entre otros, los cuales han configurado distintos horizontes de actuación profesional
hacia el desarrollo social y/o humano en contextos socio políticos disímiles. De ello han emergido
diversas categorías de análisis tales como: ajuste, adaptación, problemática vital cotidiana,
necesidades sociales insatisfechas, integración, conflicto, transformación social, sentidos y
significados socialmente constituidos, satisfacción de necesidades básicas y funcionamiento social,
entre otros. Al relacionar tales categorías con las influencias disciplinares de mayor peso en Trabajo
Social a través de la historia y a la luz de los planteamientos de Foucault, previamente presentados,
es posible inferir que Trabajo social¨:
Dado el compromiso del Trabajo Social con el ser humano en términos de su proyección práctica en
la búsqueda de mejoramiento de sus condiciones de vida, es innegable la mediación permanente de
los saberes emanados de las ciencias sociales en todas sus dimensiones y en el conjunto de las
categorías que organizan su horizonte epistémico. Por tanto, las oscilaciones del Trabajo Social que
van, por ejemplo, del individuo a la comunidad, del ajuste al cambio, de la necesidad al
desarrollo humano integral, no indican la deriva del mismo; como tampoco denota falta de identidad
el énfasis en lo psicológico, en lo colectivo, en lo económico o en lo cultural; ni representa falta de
método o rigor mirar los hechos humanos a partir del conflicto, de la función o del significado. El
que el Trabajo Social se psicologice o se sociologice o se antropologice no se constituye en un hecho
desalentador, de suyo, las fronteras entre las ciencias sociales son difusas y entre una y otra
disciplina existen poderosos vasos comunicantes que permiten una constante transferencia de
categorías entre modelos distintos; por ejemplo, un tipo de sociología puede aproximarse más a la
psicología y otro puede acercarse más a la economía. Desde que el ser humano se puso al lado de
los hechos científicos, está ha sido la dinámica de las disciplinas sociales ante un 'objeto' tan difícil de
capturar dada su complejidad.
Ahora bien, las disciplinas sociales y humanas ejercen influencias sobre el mundo social, en primer
lugar, mediante las teorías, las cuales al ser aceptadas adquieren un carácter prescriptivo y, en
segundo lugar, mediante los procesos de profesionalización que exigen algún tipo de influencia sobre
el mundo empírico. Si bien, las disciplinas particulares acuden a los procesos científicos con
destinación a la explicación y a la comprensión del mundo, las profesiones suscitan procesos de
acción o transformación. En el caso concreto de trabajo social, se trata entonces de una profesión sin
un dominio disciplinar correspondiente; la orientación hacía la acción a expensas de la construcción
teórica ha implicado que carezca de un cuerpo teórico propio que le otorgue carácter disciplinar, por
tanto, sus modelos de intervención se producen desde teorías que dan cuenta de lo social emanadas
de diferentes disciplinas del nivel antrópico. Ante esta situación. cabe preguntarse entonces: ¿qué
sentido tiene el desarrollo de procesos científicos y cuál es la posibilidad de acceder a la tarea
11
investigativa en trabajo social?
Es así como en el amplio espectro de la intervención profesional de los trabajadores sociales, las
acciones dirigidas a la producción de conocimientos, se constituyen en recurso insustituible para
gestar proyectos de desarrollo humano y social, para producir procesos de seguimiento a los mismos
y para conocer su impacto mediante la comprensión de las interacciones humanas y la explicación de
los procesos sociales. En la actualidad, es impensable la pertinencia y el impacto de la gestión social
al margen de los procesos investigativos.
[...] los programas de Trabajo Social a nivel latinoamericano, aunque tienen una importante
experiencia en investigación el avance ha sido poco significativo en la producción del conocimiento
científico, poco socialización y difusión, haciéndose un consumo más bien doméstico tanto en los
12
centros formadores como en la práctica profesional misma. La situación en cuanto a la investigación
se refiere es heterogénea, su nivel de aporte es aún bajo, disperso y poco articulado al accionar de
las unidades académicas.24
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TORRES, Diaz, Jorge. Historia del Trabajo Social. Editores Rafitalia, 1985. Barranquilla. PP.356.
VARGAS DE ROA, Rosa Margarita y PAVA B., Luz Marina. La investigación en Trabajo Social.
Informe-Memoria del encuentro Andino y del Pacífico. En:Revista Colombiana de Trabajo Social No.
10-11, enero 1997.
VASCO, Carlos Eduardo. Tres estilos de trabajo en las ciencias sociales. Comentarios a propósito del
artículo "Conocimiento e interés" de Jüngen Habermas. En:Documentos Ocasionales No. 54. Santafé
de Bogotá:Centro de Investigaciones y Educación Popular -CINEP-, 1990.
VEGA, María.Cecilia El Trabajo Social en América Latina. Balance, retos y perspectivas. Escuela de
Trabajo Social, Universidad de Costa Rica Biblioteca Virtual de Trabajo Social
http://cariari.ucr.ac.cr/~trasoc/trabsoc.html.
1. Se trata, en este caso, de la ciencia empírica.
2. Carlos Eduardo. Tres estilos de trabajo en las ciencias sociales. Comentarios a propósito del
artículo "Conocimiento e interés" de Jüngen Habermas. En:Documentos Ocasionales No. 54. Santafé
de Bogotá:Centro de Investigaciones y Educación Popular -CINEP-, 1990 p.16. El subrayado es
13
nuestro.
3. Son conocidos en ese entonces: La Organización Social de la Caridad, la Ley de Pobres, Juan Luis
Vives y San Vicente de Paul, entre otros.
4. ANDER EGG, Ezequiel et al. Del ajuste a la transformación; apuntes para una historia del Trabajo
Social. Cuadernillos de Trabajo Social No.10, Editorial Librería Ecro, p.136. El subrayado es nuestro.
5. LIMA, Boris. Epistemología del Trabajo Social. Buenos Aires:Editorial Humanitas, 1975. p. 64. El
subrayado es nuestro.
6. Descollan en esta labor: Mery Richmond, Gordon Hamilton, Patricia Kane, Helen Perlman, Virginia
Robinson, Edwin Thomas, y otros.
7. HILL, Ricardo, citado por Jorge Torres Diaz. En Historia del Trabajo Social. Editores Rafitalia, 1985.
Barranquilla. Página 217.
8. SOLAR, Silva, María Olga. Trabajo Social Familiar: un poco de historia y tres períodos importantes.
En Revista de Trabajo Social. Página 6. Fotocopia sin más datos. 9. DE BRAY, L. y Tuerlinckx J. La
Asistencia Social Individualizada (Social Case Work). Editorial Aguilar. Tercera impresión 1973.
España. Páginas 24-25. El subrayado es nuestro.
10. Informe de la Asociación Americana de Trabajo de Grupo, referido por Harleigh Tracker y citado
por Torres, Op. cit. Página 222.
11. PAROLA , Ruth, Nohemi. Medios para la producción del conocimiento en Trabajo Social: las
problemáticas de la praxis social, la investigación social y la sistematización. Ponencia presentada al
XVI Congreso Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social. Chile, noviembre de 1998.
12. PAROLA, Op., Cit.
13. PAROLA, Op.Cit., P. 4.
14. Citado por, AYLWIN, Nidia. Identidad e Historia Profesional. Ponencia presentada al XVI Congreso
Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social. Santiago de Chile, Noviembre de 1998. Página 2.
15. AYLWIN, Op. Cit., Página 2.
16
. PAROLA. 1998. Op.Cit. Página 4.
17
VEGA, María.Cecilia El Trabajo Social en América Latina. Balance, retos y perspectivas. Escuela de
Trabajo Social, Universidad de Costa Rica Biblioteca Virtual de Trabajo Social
http://cariari.ucr.ac.cr/~trasoc/trabsoc.html.
18. Para Max Weber: En la palabra "acción" se incluye todo el comportamiento humano cuando, y en
tanto, el individuo que actúa le otorgue un sentido subjetivo... La acción es social ya que, en virtud del
sentido subjetivo otorgado a ella por el individuo (o los individuos que actúa (o actúan), toma cuenta
del comportamiento de otros y con ello se orienta en su curso... WEBER, Max. The Theory of Social
an Economic Organizativo. Editó. por Talco Parsons, Fríe Preso, Nueva York,1964, p. 88. Citado
por:SCHWARTZ, Howard y JACOBS, Jerry. Sociología cualitativa. Método para la reconstrucción de
la realidad. Primera edición. México, Editorial Trillas, 1984, p. 38.
19. Max Weber, Alfred Schütz, H.G. Gadamer, Herbert Blumer, J. Habbermas, Barney Gaser y Anselm
Strauss, entre otros.
20. FOUCAULT, Michel. Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas.
Segunda edición. México:Siglo XXI Editores, 1969.
21. FOUCAULT. 1969 . Op. Cit. Pág. 341. El subrayado es nuestro.
22. FOUCAULT. 1969. Op. Cit. Pág. 347-348.
23. Ver: QUIROZ, Mario Hernán. Hacia la reconstrucción de un nuevo modelo formativo en Trabajo
Social. Manizales: Seminario Internacional sobre la Calidad de la Educación en Trabajo Social, 1998,
p. 27-30. En todos los casos el subrayado es nuestro.
MORALES, J. Francisco et al. Psicología y Trabajo Social. Madrid: McGraw-Hill, 1996,p. 35.
24. VARGAS de Roa, Rosa Margarita y PAVA B., Luz Marina. La investigación en Trabajo Social.
Informe-Memoria del encuentro Andino y del Pacífico. En:Revista Colombiana de Trabajo Social No.
10-11, enero 1997, p.123. ISSN 0121-2818.
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