El jusnaturalismo o también llamado (iusnaturalismo) viene del latín IUS
(derecho) y natura (naturaleza) Bajo el término «iusnaturalista» se agrupa
a un conjunto de teorías sobre el derecho y la justicia que difieren en métodos y formas de fundamentación, pero que coinciden en sostener que existen ciertos mandatos o principios que por definición pertenecen al derecho, de modo que si el derecho positivo no los consagra y sanciona no es verdadero derecho. Dicho de otro modo, las teorías iusnaturalistas o «jusnaturalistas» afirman que la legitimidad de las leyes positivas, que son el conjunto de normas efectivamente vigentes en un Estado, depende en último término de su concordancia con el derecho natural. En definición de Johannes Messner, «el derecho natural es orden de la existencia» (Naturrecht ist Existenzordnung). Para Messner, el derecho natural contiene principios específicos y negar esto implica entrar en contradicción con la conciencia humana. El jurista Gustav Radbruch afirmó que «la ley extremadamente injusta no es verdadera ley». Para el iusnaturalismo, la validez de la ley depende también de su justicia (o corrección material) y por eso la tesis principal del iusnaturalismo se puede resumir en la expresión de Gustav Radbruch: "La ley extremadamente injusta no es verdadera ley". Experimentos recientes demuestran además que el sentido de la justicia está ingénito en la especie humana y es igual en todos los seres que la forman, ya incluso cuando apenas tienen quince meses. En la literatura aparece ya la antinomia entre autoridad humana (el νόμος o nόmos) y las «leyes no escritas» que provienen de la voluntad divina (los ἄγραπτα νόμιμα o ágrapta nόmima) en la tragedia Antígona de Sófocles, en cuyos versos se apoyan aquellos que defienden la existencia de un derecho absolutamente válido superior y anterior a las leyes humanas. Asimismo, la invocación al derecho natural sirvió a los juristas estadounidenses del siglo XVIII para proclamar y autentificar la independencia de su país respecto a Gran Bretaña alegando su derecho de resistencia a la opresión, "consecuencia de todos los demás derechos" que acogen también las constituciones francesas de 1789 y 1793. La filosofía del derecho de Radbruch deriva del neokantismo, que postulaba que hay una ruptura entre ser (Sein) y deber ser (Sollen), o entre hechos y valores. Asimismo, existe una divisoria tajante entre las ciencias explicativas, causales, como las ciencias de la naturaleza, y las ciencias interpretativas o comprehensivas ("ciencias del espíritu"). La ciencia del derecho se situaría, para Radbruch, entre las ciencias del espíritu, pues no se limita a describir una realidad, sino que aspira a comprender un fenómeno cargado de valor (el derecho). La ciencia jurídica se distingue así tanto de la sociología del derecho como de la filosofía del derecho. El núcleo de la filosofía del derecho de Radbruch consiste en la separación entre derecho positivo y la idea del derecho. La idea del derecho se define mediante la tríada constituida por: justicia, utilidad y seguridad. La fórmula de Radbruch se fundamenta en esta tríada. Radbruch asumió durante la mayor parte de su vida una postura racionalista y relativista, definiendo el relativismo como "el supuesto ideológico de la democracia". Ninguna ideología es demostrable ni refutable, y todas merecen similar respeto. Sin embargo, después de 1945 Radbruch experimenta una evolución en sus posiciones teóricas, como consecuencia de la caída del régimen nazi, el desvelamiento de sus crímenes y la necesidad de juzgar a los responsables de estos. Admite entonces la posibilidad de un "derecho supralegal" o "naturaleza de las cosas" que se impone sobre las leyes abiertamente injustas y arbitrarias. Algunos autores, como Lon Fuller, interpretan esto como un cambio de postura desde el positivismo al iusnaturalismo; otros, como Erik Wolf, han defendido la esencial continuidad del pensamiento de Radbruch. Como testigo destacado de su época, al analizar el sistema jurídico nacionalsocialista, Gustav Radbruch constata un hecho incuestionable: el legislador puede hacer leyes extremadamente injustas. Y como consecuencia de lo anterior este autor postula la existencia de un derecho "supra legal" que es límite al derecho del Estado. Tal derecho supra legal se comporta como un índice o parámetro de la validez material de las normas nacionales y se opone abiertamente a la relatividad absoluta de la justicia. Pero, para Radbruch, no cualquier injusticia invalida una norma positiva, sólo la injusticia extrema: "La ley extremadamente injusta no es verdadera ley". Una consecuencia que habitualmente se extrae de algunas posiciones iusnaturalistas, particularmente la tomista y la lockeana, es la siguiente: "Sería legítimo resistirse a la autoridad cuando se intenta imponer el cumplimiento de una ley que no es compatible con la ley natural". Jusnaturalismo trascendente.- De esta manera, el modelo jusnaturalista o derecho natural se identifica con la justicia, con una justicia concebida como absoluta y objetiva: a} el contenido trascendental es válido universalmente, o por lo menos está informado por principios universales, como por ejemplo: «haz el bien". b} se presupone la existencia de un orden ontológico sustraído de la contingencia y de la mutabilidad, que tiene como expresión suprema de sus relaciones permanentes a la justicia; c} finalmente, este orden se hace cognoscible y aceptable en su carácter absoluto por parte de cada uno de los hombres. Estos tres principios configuran el jusnaturalismo en términos ontológicos y ofrecen la única garantía segura para - que el derecho natural pueda desempeñar su función de modelo de una manera totalmente cierta e invariable. Jusnaturalismo cristiano.- Esta concepción trascendente del derecho natural fue utilizado enseguida por la doctrina cristiana, que relacionó fácilmente el ius naturae con el ius divinum, con la ley de Dios, que tiene su fuente de inspiración en la ley mosaico-evangélica. Dirá Graciano: «Cum ergo naturali iure nihil aliud praecipiatur quam quod Deus vult fieri" (c. 1 1 D. IX): y antes aún san Agustín definirá la ley eterna como «ratio divina aut voluntas Dei, ordinem naturalem conservari iubens, perturbari vetans"' (Contra Faustum, XXII, 27). Estas tesis y otras semejantes, afirmadas varias veces en la historia del pensamiento teológico de la Iglesia, plantean con la mayor claridad el problema del contraste posible entre la voluntad de Dios, que tiene por objeto sólo lo que es justo, y la voluntad del hombre, que puede querer también lo injusto, problema que resulta de especial gravedad cuando se trata de la voluntad potestativa de una autoridad humana, fuente de leyes terrenales. En este sentido es muy conocida y válida la solución cristiana tradicional, tal como la formuló san Pablo en primer lugar: «Non est potestas nisi a Deo"' (Rom 13,11-7): por tanto, a través de los reyes es Dios el que reina, presuponiendo lógicamente, como aclarará ante todo Orígenes, que los mandatos del rey sean conformes con la voluntas divina. De lo contrario, sucedería lo que sentenció san Isidoro al formular un axioma central de la política medieval: «Reges a recte agendo vocati sunt, ideoque recte luciendo regis nomen tenetur, peccando amittitur" (Sentent., 111, 48, 7). Así se explica el eterno retorno del derecho natural en todas las crisis del derecho. Lo han demostrado admirablemente los últimos sumos pontífices en sus más famosas e influyentes encíclicas sociales. El Jusnaturalismo Contemporáneo En el siglo XVI surge en Alemania la Reforma Protestante iniciada por el clérigo Martín Lutero, llamada también el segundo cisma de la Iglesia. Martín Lutero presenta 95 tesis en contra de la doctrina de la Iglesia, porque dicha doctrina contradecía lo que enseñaba la Biblia, negando así el poder omnipotente de la Iglesia y enseñando que la Biblia era la única fuente doctrinal que debía seguir el hombre. Esta situación crea un movimiento que va a tener repercusiones en toda Europa, quitando a la Iglesia el poder que ostentaba, basado en el concepto jusnaturalista que había manejado. Desaparece el teocentrismo para dar lugar al antropocentrismo, aunque la doctrina protestante regresa al concepto jusnaturalista que se había manejado en los primeros siglos de la era cristiana. Con el Renacimiento del siglo XVI surge el racionalismo, y se inicia la tendencia del “laicismo” en el Derecho, que se separa de la teología. Abel Naranjo señala que es en esta época cuando se elabora la teoría del contrato, según la cual: “el hombre nace libre, se asocia por contrato, y de ese contrato la sociedad deriva el derecho que tiene sobre el individuo, siempre que sea para garantizarle esa libertad esencial que se traduce en el goce de la vida, la propiedad personal y el pensamiento.” En el siglo XVII Hugo Grocio, con esta nueva corriente racionalista desplaza el pensamiento del derecho natural cristiano, basado en la revelación y en el teocentrismo, para enseñar que ese derecho natural se basa en las cualidades racionales del hombre, pero sin desligarlo de la voluntad divina, y al mismo tiempo sin sujetarlo al poder de la religión. En esta misma época aparece John Locke, que plantea el problema de la separación de los poderes. Al respecto Abel Naranjo dice: “Locke vuelve a explicar lo que entiende por estado de naturaleza, diciendo que es el estado de absoluta libertad donde el hombre no está limitado por los poderes de la sociedad. La garantía de esos derechos naturales, de la libertad, está implícita en el mismo individuo, apareciendo así la vindicta privada como una expresión de ese derecho cuando ha sido violado. Lo que el hombre hace al reunirse en sociedad es entregar a la comunidad el derecho de aplicar por sí mismo el derecho natural, elevando el concepto de vindicta privada al de justicia correctiva, de que había hablado Aristóteles”. Immanuel Kant viene a dar un enfoque diferente al concepto de iusnaturalismo, creando una separación entre moral y Derecho, estableciendo que la moral pertenece al ámbito interior de los hombres y que el Derecho corresponde al de las buenas acciones, pero dando todo el énfasis al ámbito de la moral Enfoque historicista De acuerdo con el enfoque historicista de Kuhn, la ciencia se desarrolla siguiendo determinadas fases : 1. Establecimiento de un paradigma . 2. La ciencia normal . 3. Crisis . 4. Revolución científica . 5. El establecimiento de un nuevo paradigma. 1. La noción de paradigma es fundamental en este enfoque historicista y no es más que un macro teoría , un marco o perspectiva que son generalmente aceptadas en todo el comunidad científica y de la que lleva a cabo la actividad científica, que tiene por objeto aclarar las posibles fallas el paradigma o extraer todas las consecuencias. 2. La ciencia normal es el período durante el cual se desarrolla una actividad basada en un paradigma científico. Esta fase cubre la mayor parte del tiempo por la comunidad científica tienden a mostrar el trabajo o para probar la fuerza del paradigma en el que se basan. 3. Pero de vez en cuando, el paradigma no es capaz de resolver todos los problemas, que pueden persistir durante años o incluso siglos. En ese caso, el paradigma se pone en cuestión y comenzó a considerar si el marco más apropiado para resolver problemas y debe ser abandonada. Entonces es cuando entra en una crisis, que también implica la proliferación de nuevos paradigmas que compiten entre sí tratando de imponerse como el enfoque más adecuado. 4. Finalmente una revolución científica ocurre cuando un nuevo paradigma sustituye al paradigma tradicional. Después de la revolución, el ciclo comienza de nuevo y le fue restaurada paradigma da lugar a un nuevo proceso de la ciencia normal.
Así, el enfoque historicista da importancia a los factores subjetivos que
antes habían pasado por alto para explicar el proceso de investigación científica . Kuhn muestra que la ciencia no sólo es un contraste entre la teoría y la realidad , pero no hay diálogo , debate , las tensiones e incluso peleas entre seguidores de diferentes paradigmas. Y eso es precisamente donde la lucha o el debate muestra que los científicos no están del todo racional , no puede ser objetivo porque no se puede escapar de todos los paradigmas y comparar de forma objetiva, pero siempre están inmersos en el mundo y actuar como el mismo paradigma. Esto demuestra que la actividad científica que influye tanto en los intereses científicos (por ejemplo: la aplicación práctica de la teoría), como subjetivo, por ejemplo, la existencia de comunidades o grupos sociales a favor o en contra de una teoría en particular o la existencia de problemas éticos , de tal manera que se ve la actividad científica influidos por el contexto histórico y sociológico en el que se desarrolla. Por lo tanto, la histórica, en vez de formalista, le dan más importancia tanto a la persona que realiza la investigación, como el contexto histórico y sociológico en el que está inmersa.