ISSN: 0121-7550
nomadas@ucentral.edu.co
Universidad Central
Colombia
Se intenta aquí superar la tradicional antinomia entre arte y tecnología. En cambio, se propone una comprensión del arte
posmoderno a partir de la inscripción del artista en el seno de una cultura de la información. Es así como asistimos a un cambio de
paradigma en el estatuto del arte, a una revolución en la escena artística y de nuestros regímenes de visibilidad, de allí la necesidad
de explorar el desarrollo de las estéticas de la virtualidad que nos instalan en nuevas lógicas de producción de verdad, emancipadas
del museo como instancia última de legitimación artística.
Palabras clave: museo, régimen de visibilidad, verdad del arte, pliegue.
Intenta-se aqui superar o tradicional contraste entre arte e tecnologia. Entretanto, propõe-se uma compreensão da arte pós-
moderna a partir da inscrição do artista em base à cultura da informação. É assim como assistimos a uma troca de paradigma no
estatuto da arte, a uma revolução na cena artística e de nossos regimes de visibilidade, daí a necessidade de explorar o desenvolvimento
das estéticas da virtualidade que nos traz novas lógicas de produção da verdade, emancipadas do museo como instância última de
legitimação artística.
Palavras-chaves: museo, regime de visibilidade, verdade da arte, pliegue.
We try to surpass the traditional antinomy between art and technology. We propose an understanding of the postmodern art from
the inscription of the artist in the core of a culture of information. We assist to a change of paradigm in the status of the art; to a
revolution in the artistic scenario, and in our visibility regimes. Hence the necessity to explore the development of the aesthetics of
virtuality that puts us in new logics of the production of truth, which are emancipated from the museum as the last instance of
artistic legitimating.
Key words: museum, visibility regime, truth of the art, fold.
Dibujo EMBERA : Astrid Ulloa
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ciones tecnológico-comunicativas, ni propiciar nodos capaces de introducir La consigna adorniana de museo
a los modos de producción artística en nuestra experiencia interconectada, como “mausoleo” da cuenta de este
y cultural derivados de dichas trans- reflexividad, interacción y diálogos distanciamiento de las vanguardias, así
formaciones, al modificarse las for- mínimos en el gueto de nuestra ciu- como toda la tradición del museo sin
mas de representar simbólicamente, dadanía internaútica. paredes o del arte público –sacado a
de construir la verdad y la memoria, la calle– que explicita esta desconfian-
notas identitarias que le permiten al No estamos, por tanto, ante la za creciente en el arte museográfico,
ser humano su autocomprensión y idea de un todo simultáneo y su re- concentrado cada vez más en la lógica
–con ello– su sentido de pertenencia presentación correspondiente. La del espectáculo y la industria cultural
e inclusión en las comunidades con idea de redes refiere a múltiples tra- y menos en su potencial de produc-
las que se identifica y en las que se yectos individuales –que se entre- ción cognitiva, de verdad.
reconoce (Marchán, 2006). cruzan, a menudo chocan, y otras
veces se interrelacionan– más que a Aquí no podemos dejar de apun-
En las sociedades informatizadas la pertenencia a un conjunto homo- tar lo paradojal que resulta el hecho
y globalizadas, el museo ha sido des- géneo y estable. Aquí se subraya so- de que si bien las vanguardias históri-
plazado de su papel hegemónico como bre todo el carácter constructivista cas anatematizaban el museo como
administrador del régimen de visibili- que asume la navegación por la Red. panteón del arte, ellas sólo se vieron
dad de una cultura, de dispositivo de consagradas cuando fueron acogidas
verdad, para dar paso a nuevas prácti- Esto es determinante para todo en sus salas, únicas garantes de la rele-
cas artísticas de producción simbóli- el discurso posmoderno, abierto a los vancia de la obra y, en consecuencia,
ca de imágenes y relatos –asociadas con puntos de contraste, fractura y sos- sacralizadoras del arte: exactamente la
la digitalización y la virtualidad–, es- pecha sobre todo texto y –por qué función tan denostada por los auto-
trategias de reconocimiento siempre no señalarlo– sobre el autor que lo res de las obras que colgaban de sus
provisionales propias de las identida- ha articulado. Es precisamente aquí muros. Esta observación, pese a todo,
des en fuga y del tránsito constante donde el descentramiento aparece no contradice nuestra tesis central acer-
del animal que se desplaza en asenta- como la estrategia más efectiva para ca del papel sacralizador del museo,
mientos nómadas. Este activismo a la deconstruir la lógica del discurso úni- más bien la confirma.
vez político y medial que propician los co, la tiranía del principio de no con-
dispositivos digitales de interacción tradicción y la voluntad de sistema a Ahora bien, los cimientos del
social, genera modos de comunicación él adherida. museo han sido socavados desde va-
directa entre los ciudadanos, no me- rios frentes: éste que hemos venido
diados por el interés de las industrias analizando, el desmantelamiento del
culturales o los aparatos del Estado. 3. Valor de verdad concepto de museo operado desde la
del arte y la crítica cultural, ha removido parte
La introducción en el imaginario deconstrucción del importante de las bases del panteón,
colectivo del ciberespacio, abre nue- proyecto de museo pero los procesos de banalización de
vos horizontes políticos y nuevas re- ilustrado la cultura han hecho también su par-
laciones de poder. Espacios de te; la deriva del museo al territorio
redefinición constante de las prácti- Sin duda, el cuestionamiento del de la industria cultural y el entreteni-
cas discursivas y ensayo de nuevas museo como el lugar del valor de ver- miento ha propiciado esa particular
subjetividades. dad del arte está vinculado con toda dinámica de percepción propia del
la crítica que la vanguardia realiza del turismo cultural, aquella que Benja-
Así, en ausencia de patrias, los proceso de fetichización del que el min teorizará al dar cuenta de cómo
hombres fijan sus huellas y gestan ima- propio museo forma parte (Marchán, se introduce una inclinación a la per-
ginarios tribales –en los que recono- 2006). Para las vanguardias, esta insti- cepción distraída, no reflexiva.
cen filiaciones acotadas y pertenencias tución tiende cada vez menos a ser ese
locales a determinados nichos comu- lugar de realización de la verdad del En la era digital el museo ha sido
nitarios–. De modo que nuestros des- arte y a ser concebida más como el –también– objeto de una desterritoria-
plazamientos en la Red debieran lugar de su muerte, de su falsificación. lización; con la emergencia de las gale-
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masificación del gusto y del juicio es- ha logrado reingresar constantemen- derosa que cualquier obra individual.
tético, así como por la pérdida de sen- te el gesto iconoclasta al inventario De allí también el protagonismo que
tido histórico hasta convertir las obras calculado (razonado) de las desviacio- han adquirido los curadores, dado que
en objetos cosméticos y ornamentos nes permitidas, neutralizando así el se les asigna el papel de editar, esto es,
superficiales, averiados en su sentido. ademán irreverente y reeducando el de dar un sentido a un conjunto de
exabrupto (Vásquez, 2005). producciones que si no fuera por la
El proceso de globalización del unidad dada por el crítico como in-
consumo de arte, donde el gusto ha térprete super-dotado, aparecerían en
devenido “elitismo de masas”, ha dado 5. El arte se repliega su radical autonomía, dispersas, sin
lugar a una “cultura estetizada” en la en sí mismo ánimo de suscribir ninguna teoría del
que proliferan las multitudes de turis- arte, ni adscribirse a tendencia alguna
tas que invaden los museos y galerías, Como lo señala Sloterdijk en “El que le reste peso de realidad a su radi-
que consumen información artística arte se repliega en sí mismo”: “Los cal voluntad expresiva –necesariamen-
con una actitud de shopping propia de museos, bienales y galerías son las ins- te individual– insurrectas y resistentes
la sociedad del espectáculo y el impe- tituciones actuales para la producción a su subsunción en un catálogo
rio de la moda, devorando las homogeneizador. La produc-
producciones artísticas –sobre ción de exposiciones, con su
todo las audiovisuales que correspondiente tranza bur-
exigen un menor esfuerzo–. Pro- sátil, su núcleo mercantil y
lifera así una estética que reivin- la puesta en escena fashion,
dica el “mundo del arte”, es son parte de las estrategias
decir, “todo lo que tiene que socializadoras con que el
ver con el arte exceptuando el mercado del arte y la socie-
arte mismo” (Gardner, 1996): dad del espectáculo coque-
la empresa cultural que gira en tean con una clase intelectual
torno al artista, desde los críti- cada vez más farandulera, se-
cos conciliadores, los curadores ducida por los flashes y la
convertidos en súper-estrellas, ocasión socialite ampliada en
pasando por los compradores, las páginas sociales de algún
hasta los snobistas, la farándu- prestigioso matutino. Esta
la y los pseudo-intelectuales corte con sus flancos publi-
(Fajardo, 1999). citarios, sus sistemas de in-
fluencia y especulación se ha
De forma paralela a estas vuelto autónoma por enci-
Luis García Hevia, “Muerte del General Santander”, óleo/tela, 1841
elitistas prácticas mercantiles (detalle). Colección del Museo Nacional. Fotografía: ICC. ma del valor de las obras ex-
y al obsceno gusto decorati- puestas y no muestra en
vo e indigesto en auge, se produce de visibilidad estética, y la misma última instancia ningún otro poder
una tendencia a aligerar el arte de producción estética se halla irremisi- creativo que el suyo propio, el de la
su contenido crítico, de su actitud blemente colonizada museística y exposición misma. Como certera-
transgresora, innovadora y –por mo- galerísticamente. Allí donde hay una mente apunta Sloterdijk (2002), el
mentos– corrosiva. Se trata de una galería, hacia ella fluye el arte de gale- negocio del arte tiene como conflicto
particular tendencia a despolitizar el ría” (Sloterdijk, 2002). hacerse visible. El negocio del arte es
arte, restándole toda fuerza de rup- así un sistema de celos y exhibicionis-
tura e innovación. El arte contempo- De este modo, la producción ar- mo. En él, el deseo de las obras con-
ráneo ha dejado de ser cáustico como tística gira en torno a la elaboración siste en convertirse en objetos de
lo fueron las vanguardias de los años de exposiciones. El aparato moderno deseo. El mercado las hace sensuales,
veinte. No se debe ser ingenuo y sub- de mediación del arte se ha instalado el hambre de deseo las hace bellas, la
estimar la habilidad con la que el sis- como una máquina de mostrar que obligación de llamar la atención gene-
tema de convenciones institucionales desde hace ya largo tiempo es más po- ra lo interesante (Ibíd.).
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