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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

LICENCIATURA EN FILOSOFÍA
CURSO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
PROFESOR MAXIMILIANO PRADA
NICOLD STEFANNY CÁRDENAS MANCILLA

UN ACERCAMIENTO AL LIBRO POLÍTICO DE CIVITATE DEI DE AGUSTÍN DE


HIPONA

El objetivo de este texto es dar a conocer y como se relacionan los conceptos “Pasiones”,
“Voluntad” y “Vida recta” según la lectura de Agustín de Hipona. Teniendo como texto
base para el desarrollo de estos conceptos, el libro LA CIUDAD DE DIOS, dando una
definición muy amplia de éstos y llevándolos finalmente a relacionarlos. En primer
momento, daré a conocer los conceptos planteados inicialmente y cómo los define Agustín,
para finalmente enlazarlos y tratar de responder la pregunta ¿cómo se relacionan los
conceptos “Pasiones”, “Voluntad” y “Vida recta”?

En principio, Agustín sostiene que el hombre, como creación divina, está compuesto tanto
del alma como del cuerpo. A partir de ésta composición, se recrea una definición acerca del
vivir según el cuerpo (carne) y la otra según el alma (espíritu), teniendo en cuenta la lectura
de las antiguas escuelas filosóficas, como lo son los Epicúreos y los Estoicos, donde el
deleite se encuentra en el cuerpo, en los primeros, y el bien se encuentra en el alma, en los
segundos. Por otra parte, Agustín hace la excepción frente a esta dualidad planteada por los
antiguos y reconstruye una ambivalencia, realizando una connotación entre Cuerpo y
Alma. Pues bien, ambos pueden ser condenados, ambos caen en el pecado. Civ.Dei. XIV
cap. II

Por otro lado, las pasiones Agustín las expone en su texto De Civitate Dei, como cuatro: la
primera el deseo, la segunda el temor, la tercera la alegría y finalmente la tristeza. Civ.Dei.
XIV cap. III. Conocidas también como perturbaciones, las pasiones pueden ser la causa del
pecado en el alma, pues estas posibilitan que así mismo el cuerpo también sea corruptible,
en ese orden de ideas, “[…] no fue la carne corruptible la que hizo pecadora al alma, sino,
al contrario, el alma pecadora hizo a la carne que fuera corruptible” Civ.Dei. XIV cap. III.
Tanto el alma como el cuerpo es movido por las pasiones, pero las pasiones no siempre
tienen un sentido maligno, éstas por el contrario, también pueden significar bien.

“Los estoicos no quisieron que hubiera en el ánimo del sabio más que tres en lugar
de tres pasiones, por el deseo, voluntad; por la alegría, gozo, por el temor, cautela;
pero en lugar del dolor (tristeza) […] dicen que no puede haber objeto alguno en el
ánimo del sabio; porque la voluntad apetece y desea lo bueno, lo que hace el sabio,
el gozo es del bien conseguido, lo cual donde quiera alcanza el sabio; la cautela
evitar el alma, lo que debe obviar el sabio” Civ.Dei. XIV cap. VIII

Las tres primeras pasiones nombradas se denominan constancias (eupathías) y las cuatro
juntas se pueden llamar perturbaciones (pathías), según Cicerón, y según muchos, pasiones.
Civ.Dei. XIV cap. VII. Ahora bien, la tristeza, como la llama Agustín, no puede tener
cabida entre las virtudes del sabio ya que la tristeza representa la pena por el pecado, pero
visto desde otro ángulo, puede llegar a ser útil en la medida en que se da el arrepentimiento
del pecado.

Por otra parte, la naturaleza de la voluntad es lo que determina si las pasiones pueden ser
buenas o malas, “Lo que importa es qué tal sea la voluntad del hombre, porque si es mala,
estos movimientos serán malos, y si es buena, no solo será inculpables, sino dignos de
elogio, puesto que en todos ellos hay voluntad, o, por mejor decir, todos ellos no son otra
cosa que voluntades” Civ.Dei. XIV cap. VI. Además de esto, es conveniente mencionar
que naturalmente el hombre no es malo, es malo por la culpa y el vicio ya que estos son los
que procuran que el alma sea la causa del pecado. Además, la voluntad recta es aquella
encaminada en el buen amor, (se dice buen amor ya que muchos autores, que no serán
nombrados -ya que el objeto de este texto es Agustín-, encuentran el amor como algo malo,
a diferencia de la dilección o caridad considerándola como buena, pues hallaban diferencias
entre el amor y la dilección. Por otro lado, Agustín las menciona como una y la misma cosa
de acuerdo a lo estipulado en la Sagrada Escritura.) Pues se considera que la voluntad recta,
además de estar ligada a la decisión del alma del hombre, debe estar pegada a la voluntad
divina, es decir, la voluntad de Dios porque si no, se convertiría en un mero vicio pasional.
En contraste con lo anterior, también se puede interpretar, de acuerdo a la lectura que
realicé de Agustín, que la vida recta no es más que dejar de vivir la vida del hombre, que
está llevada por las pasiones y el pecado del alma, e iniciar con la vida de Dios que es el
camino de la verdad, es vivir en la verdad, vivir según el espíritu, vivir no según la voluntad
del hombre, sino en la voluntad de su creador.

En ese orden de ideas y de acuerdo a la tesis planteada anteriormente, que desarrollé de


forma concisa, es que las pasiones, la voluntad y la vida recta se relacionan en la medida
en que las pasiones, por tener un sentido ambiguo, permiten que la voluntad del alma llegue
a tener decisión siempre ligada a la divinidad, es decir, con una buena voluntad, en la que
no exista la necesidad de recurrir a la tristeza, pues éstas pasiones también pueden ser rectas
tal que, “[…] temen del castigo eterno, duelen verdaderamente por lo que sufren, […]
temen pecar y ofender a la Majestad Divina, desean perseverar en la gracia, […] se alegran
de las buenas obras” Civ.Dei. XIV cap. IX, para que finalmente se llegue a tener una vida
recta, tal y como lo desarrollé a lo largo del texto.

BIBLIOGRAFÍA

Hipona, Agustín. La ciudad de Dios. México. Editorial Porrúa. 1997.

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