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¿Deroga el artículo 15.

3 de la Ley
544-14, sobre Derecho Internacional
Privado de RD, a la famosa Ley
No.142-71?
Por ​Juan Manuel Suero​.​ ​1 de octubre de 2015 - 12:05 am - ​0

No cabe duda alguna, que cada país o jurisdicción busca la mejor solución, para
proteger su orden público, su soberanía y respetar acuerdos internacionales.

Cuando comencé mis estudios de derecho en la Universidad Iberoamericana, hace


más de un cuarto de siglo, uno de mis profesores realizo este comentario: ​“En una
sala de conferencia con dos abogados, siempre salen más de tres opiniones.”​ Al
comienzo, me lo encontré ilógico, porque uno más uno es igual a dos, pero nunca
igual a tres. Hoy día, después de cientos de casos de divorcios, representando en la
mayoría de ocasiones a las esposas, y en casos excepcionales al esposo, entiendo
como la disyuntiva de dos abogados, siempre hace nacer una tercera opinión, que en
algunos casos proviene de un Juez, pero en este caso, quizás proviene de Ud., el
lector.

El pasado mes de Diciembre del 2014, fue promulgada la Ley No.544-14, sobre
Derecho Internacional Privado de República Dominicana, que a pesar de no ser una
ley completa ni perfecta, ha llenado –en parte- un gran hueco legal sobre esa rama
del derecho dominicano, y estableces disposiciones para la solución de conflictos de
derecho internacional privado en la Republica Dominicana, que antes tenían que ser
dirimidos mediante la búsqueda o la analogía jurídica de jurisprudencia dominicana, o
la larga espera de una decisión de nuestra Corte de Casación sobre un conflicto
especifico; pero, debido al principio jurídico de la relatividad de las sentencias, las
decisiones de nuestra Corte de Casación, a diferencia del sistema Anglosajón, no son
obligatorias ​erga omnes,​ porque no pueden crear una ley, ni modificar una ley. En
consecuencia, en la Republica Dominicana, cuando una ley debe ser ampliada,
modificada o derogada, debe ser mediante una ley posterior, pero bajo ciertas reglas y
condiciones, que han sido reconocidas por más de dos milenios y generaciones de
abogados y jueces, desde el surgimiento del Derecho Romano a la fecha de hoy.

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La disyuntiva sobre la nueva Ley de Derecho Internacional Privado Dominicana, surge
con dos corrientes de pensamientos jurídicos.

La primera, es una corriente de abogados que consideran que el articulo 15.3 deroga
la famosa Ley No.142-71, que permite a extranjeros y dominicanos no radicados en el
territorio dominicano, a solicitar -mediante un previo acuerdo de estipulaciones- a un
tribunal dominicano, en atribuciones de jurisdicción graciosa, el reconocimiento de su
acuerdo y la disolución de su matrimonio, mediante un divorcio por mutuo acuerdo; y
la segunda, es la corriente de abogados que consideran que el artículo 47.4, no
deroga dicha Ley No.142-71.

Los abogados de la primera corriente, quieren realizar una interpretación restrictiva


del artículo 15.3 de la Ley No.544-14, por ende, considerar que todos los diferentes
tipos de divorcios que se pueden realizar en la Republica Dominicana, como un
mismo tipo de divorcio, sujetándolos a una de las tres condiciones sobre residencia
habitual de los cónyuges: a) ​ ​cuando ambos cónyuges posean residencia habitual en
la República Dominicana al tiempo de la demanda; b) cuando los cónyuges hayan
tenido su última residencia habitual común en la República Dominicana y el
demandante continúe residiendo en la República Dominicana al tiempo de la
demanda; o c) así como cuando ambos cónyuges tengan la nacionalidad dominicana.

Pero nos preguntamos: Que sucede si existe uno de estos escenarios legales: i) si los
cónyuges son extranjeros que contrajeron matrimonio en la Republica Dominicana, y
nunca han tenido residencia habitual en la Republica Dominicana?; ii) si los cónyuges
son dominicanos que contrajeron matrimonio en el extranjero, pero no tienen
residencia habitual en la Republica Dominicana?; iii) si los cónyuges no pueden
disolver su matrimonio ante el foro extranjero donde tienen su residencia habitual
común?; iv) si los cónyuges se encuentran radicados en diferentes jurisdicciones y los
tribunales de dichas jurisdicciones no tienen competencia?; iv) si no existe
demandante o demandado, porque los cónyuges quieren divorciarse mediante un
mutuo acuerdo?

Es ahí, cuando se presenta uno de esos cinco escenarios, al igual puede surgir otros
escenarios legales, cuando el abogado debe continuar leyendo la nueva Ley
No.544-14, más allá del artículo 15.3, y comience a atar cabos, con el considerando
número seis, y los artículos 12, 14, 18, 21 y 47.4, para encontrar el verdadero espíritu
del legislador.

Pues el considerando seis de la Ley No.544-14, busca la eficiencia de las relaciones


civiles, como lo es el divorcio entre extranjeros, respetando la autonomía de la
voluntad; que precisamente, mejor ejemplo de la autonomía de la voluntad, es el

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hecho que cuando un cónyuge quiere divorciarse en la Republica Dominicana, tiene la
opción de procurar un divorcio, de manera litigiosa, por incompatibilidad de
caracteres, actuando como demandante; o llegar a un acuerdo, y disolver su
matrimonio sin un litigio, sin demandante o demandado, ante una jurisdicción
graciosa.

De igual manera, el artículo 12, permite que los tribunales dominicanos puedan ser
competentes, con carácter general, sin excluir los divorcios, cuando las partes se
hayan sometido de manera expresa o tácita a dichos tribunales. Es decir, que la
nueva Ley 544-14 reconoce el principio juridico ​Derogatio fori,​ ​ya que las partes
pueden derogar su foro; y por via de consecuencia directa de la tercera ley física de
Isaac Newton, la misma ley reconoce que las partes pueden hacer elección de foro,
tal y como lo establecen los artículos 14, 18 y 21 de la Ley No.544-14, donde los
términos jurídicos demandante(s), demandado(s),o residencia habitual, no aparecen,
porque el interés del legislador es permitir la vigencia de los principios jurídico de la
autonomía de la voluntad de las partes y la libertad contractual.

Por esas razones, la segunda corriente de abogados cree que la famosa Ley
No.142-71, no ha sido derogada por el artículo 15.3 de la Ley No.544-14, pues la
misma ley, permite a los cónyuges de poder convenir por escrito, antes o durante el
matrimonio, (mientras no sean demandante o demandado), en designar la ley
aplicable al divorcio y a la separación judicial, siempre que la ley dominicana y los
tribunales dominicanos sean competentes.

Colocando a un lado ambas corrientes, la comunidad legal dominicana debe


considerar que gracias al desarrollo del transporte aéreo comercial internacional, se
ha ocasionado un tremendo impacto en todos los aspectos y niveles, en la manera en
hacer negocios, vacaciones, de quedar enamorados, y también de crear y disolver
matrimonios.

En efecto, es muy común ver un matrimonio entre un extranjero y un dominicano, o un


matrimonio de extranjeros radicados en la Republica Dominicana, o un matrimonio de
dominicanos radicados en el extranjero, o un matrimonio cuyos cónyuges están
radicados en diferentes países.

Estos tipos de matrimonios crean complicados problemas legales a cualquier tribunal,


dominicano o extranjero, cuando tienen que determinar cuál es la ley aplicable, su
jurisdicción, o el reconocimiento de un matrimonio extranjero o la sumisión de los
cónyuges a un foro. Y por supuesto, los tribunales de la Republica Dominicana están
exentos a estos problemas o sus posibles efectos secundarios.

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Pero esos problemas legales sobre matrimonios o divorcios extranjeros han existido
por varios siglos, no es nada nuevo, ni en Francia, el país de origen de nuestra
legislación, ni en los países con un sistema judicial Anglosajón. No cabe duda alguna,
que cada país o jurisdicción busca la mejor solución, para proteger su orden público,
su soberanía y respetar acuerdos internacionales.

Al desarrollo de nuestro transporte aéreo internacional, debemos agregar el factor de


las bellezas y encantos de la Republica Dominicana, que atrae miles de personas de
todo el mundo, y muchas de estas personas traen consigo sus matrimonios o
divorcios extranjeros, obtenidos bajo reglas y requisitos diferentes a las nuestras, que
tarde o temprano pueden ocasionar un litigio en territorio dominicano, ya sea en la
formación de un nuevo matrimonio o en el reconocimiento de un matrimonio
extranjero o en la disolución del matrimonio extranjero. Por esas razones, debemos
tener una interpretación pragmática y no restrictiva de la nueva Ley sobre Derecho
Internacional Privado, para que así nuestros tribunales puedan proveer resultados con
verdadera eficacia y valor para la vida, a los matrimonios de extranjeros o de
dominicanos sin residencia habitual en nuestro país, cuya única alternativa de disolver
un matrimonio sin litigar y de manera expedita, es la Ley No.142-71, de la Republica
Dominicana.

Recordemos que el matrimonio es un contrato que nace regulado por el principio


jurídico de ​lex loci celebrationis;​ mientras el divorcio es considerado una materia
regulado por el ​lex fori; ​y por esas razones, existen muchas variaciones de
interpretaciones jurídicas entre los estados, creando un laberinto jurídico a los jueces,
con criterios de extremo nacionalismo o proteccionismo como es el criterio Francés, a
criterios pragmáticos como ofrecen las cortes de Nueva York. En consecuencia, es
necesario usar la nueva Ley sobre Derecho Internacional Privado para avanzar y no
para seguir atados a preceptos anticuados, propios de una era del derecho privado
local y no de un derecho privado internacional.

Análisis sobre la Ley de Derecho Internacional


Privado​
El 15 de octubre del pasado año, mediante la Ley No. 544-14, República
Dominicana aprobó una importantísima ley que regula las relaciones

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privadas entre dominicanos y extranjeros en materia civil y comercial.
Se trata de la denominada ¨Ley de Derecho Internacional Privado¨, la
cual, en noventa y ocho artículos, regula diferentes aspectos ligados al
Derecho Privado.

La Ley de Derecho Internacional Privado se extiende hacia temas


procesales, contractuales, laborales, Derechos del Consumidor, ámbito
probatorio, entre otros. No es un instrumento que haya sido concebido
sobre la base de regular específicamente una determinada área con
preponderancia sobre otra, aunque, es preciso señalar que el aspecto
procesal sobresale de las restantes.

Anteriormente, las relaciones privadas de carácter internacional entre


dominicanos y extranjeros, con vinculaciones civiles y/o comerciales en
territorio dominicano, básicamente, se regulaban mediante el Código
Civil vigente y del Código de Bustamante del 13 de diciembre de 1928,
el cual se conformó en el Sexto Congreso Panamericano efectuado en
Cuba el 13 de febrero de 1928, siendo adoptado por la mayoría de los
países participantes.

Resultando obsoleta, por el paso del tiempo, estas regulaciones jurídicas


inter partes entre nuestros nacionales y extranjeros en materia civil y
comercial, se tornaba imperativo la adquisición por República
Dominicana de un nuevo, fresco y eficaz instrumento que actualizara
estas regulaciones.

Esta Ley se corresponde con la realidad internacional que nuestro país


viene viviendo desde hace, digamos, al menos quince años. De manera
afianzada, República Dominicana aumenta día tras día la cantidad de
comercio internacional que establece con socios empresarios en aguas
extranjeras, no solo en materia de exportación e importación de bienes,
sino, en la captación de inversión extranjera en territorio dominicano.
Las bondades del crecimiento dominicano se han sucedido gracias a
esta dualidad, que ha permitido consolidarnos como principal economía
de Centroamérica y el Caribe. Por ello, una regulación jurídica de la
mano con esta realidad, era precisa.

Del ámbito procesal existen dos artículos que merecen nuestra atención.

El artículo nueve destaca una importancia vital para el ejercicio pleno de


los derechos de los extranjeros, el hecho de que se estableciera,
claramente, que los mismos tendrán acceso a los tribunales dominicanos
en condiciones de igualdad con los nacionales y gozarán del derecho a
una tutela judicial efectiva. Ciertamente, se trata de puntualizar sobre la
debatida fianza ​judicatum solvi​, que se refiere a la fianza que deberán

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presentar los extranjeros accionantes principales en justicia o
intervinientes voluntarios. Dicha fianza es improcedente hoy día, por lo
siguiente: en primer orden, esta fianza, establecida mediante los
artículos 166 y 167 del Código de Procedimiento Civil, y posteriormente
en el artículo 4 de la ley 845 de 1978, que enmienda el artículo 16 del
Código Civil, una vez firmado y ratificado el Código de Bustamante,
quedaron derogadas, ya que el artículo 383 reza: ​¨No se hará distinción
entre nacionales y extranjeros en los Estados contratantes en cuanto a
la prestación de la fianza para comparecer en juicio¨​. Al tratarse de un
Tratado Internacional, posee un rango paralelo al de la Constitución, por
lo que cualquier ley adjetiva que le adverse es nula. En segundo lugar, y
habiendo sido siempre un principio constitucional la tutela judicial
efectiva, tras la entrada en vigencia de la Constitución del 26 de enero
de 2010, el artículo 69 en toda su extensión no deja lugar a dudas de
que dicho derecho alcanza a los extranjeros. Así, no solamente proviene
en improcedente, sino, además, en inconstitucional. Recordemos,
además, que por vía adjetiva el criterio de la fianza ​judicatum solvi​,
incluso antes de la entrada en vigencia de la Constitución del 2010, ya
demostraba dejar atrás esta malsana limitación en nuestro sistema de
justicia, cuando la Ley 479-08, denominada Ley General de Sociedades
Comerciales y Empresas Individuales de Responsabilidad Limitada,
incluyó la eliminación de esta fianza. Y no es casualidad, que una ley
con carácter comercial sea la que iniciara esta rectificación legislativa,
hoy confirmada.

Llama la atención, por otro lado, cierta ambigüedad en el artículo nueve


de la Ley de Derecho Internacional Privado. Este artículo o ¨​foro de
competencia no conveniente, forum non conveniens​¨, establece dos
excepciones donde los tribunales dominicanos pueden abstenerse de
conocer o de continuar conociendo de un proceso por causas que surjan
fuera del territorio dominicano, cuando (citamos): ¨​deban practicarse
pruebas testimoniales y los testigos residan en el extranjero, y sea
altamente oneroso para cada una de las partes la práctica de tales
pruebas en el extranjero, o la comparecencia de los mismos ante los
tribunales dominicanos; y 2) Cuando sea necesario una inspección
judicial para una mejor apreciación de los hechos y dichas diligencias
deban ser efectuadas en el extranjero​.¨ Resulta sorprendente que este
mismo articulado, establezca dos excepciones para la abstención del
conocimiento de un juicio, sin establecerse y se abandone, sin más, la
búsqueda de una solución justa para el caso en tales casos. ¿De manera
que la búsqueda de la verdad de los hechos, principal tarea del sistema
judicial, simplemente, se abandona a la mejor de las suertes de las
partes? Es un artículo que da apertura a la abstención de los procesos
bajo alegatos no muy robustos. Un carácter mucho más restrictivo y
limitante del mismo se hubiese deseado. Es cierto que existen

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imposibilidades financieras y materiales para obtener pruebas dentro de
los procesos, pero no debe constituirse esta imposibilidad en una
apertura a que los jueces puedan abstenerse de conocer el fondo, bajo
la sombrilla de la incompetencia territorial. En realidad, no se trata de la
incompetencia de los tribunales dominicanos en este caso, como se
titula el capítulo al que pertenece el articulado, sino de la facultad
otorgada al juez, de que ante la onerosidad de las pruebas, éste pueda
abstenerse de dilucidar el fondo.

En sentido general, es un valioso avance que contemos con esta nueva


Ley de Derecho Internacional Privado. República Dominicana avanza en
materia legislativa con ella, y nos posiciona a la vanguardia en materia
civil y comercial. En una siguiente entrega nos referiremos sobre otros
aspectos de esta nueva ley.

La Nueva Ley de Derecho Internacional Privado


Fecha publicación: 03-07-2015

Cada ordenamiento jurídico encuentra su límite de aplicación en un espacio territorial específico.


Sin embargo, las interacciones humanas que dan lugar a los actos y hechos jurídicos que deben
ser regulados no siempre se circunscriben a un lugar determinado. Esta realidad deriva de la
presencia del hombre alrededor del mundo, pero se ve exacerbada por la creciente globalización y
la internacionalización del comercio. En consecuencia, hoy más que nunca es evidente la

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importancia del derecho internacional privado, o derecho civil internacional, el cual establece los
parámetros para dar solución a los conflictos de aplicabilidad de leyes, jurisdicciones y regula la
relación de los Estados con las personas, nacionales o extranjeros.

En la República Dominicana se hacía imperante la modernización del ordenamiento jurídico en


materia internacional privada de manera que la misma fuera cónsona con la política económica y
de apertura que mantiene nuestro país, como miembro activo de la comunidad internacional, así
como para reflejar las prácticas y tendencias internacionales. Por lo mismo, en fecha 15 de octubre
del año 2014 se promulga la Ley No. 544-14 de Derecho Internacional Privado (“Ley No. 544-14”),
la cual reemplaza las arcaicas disposiciones del Código Civil que se utilizaban como referencia
hasta dicha fecha.

El objeto de la ley de marras es regular las Relaciones Privadas Internacionales, según las mismas
son definidas por esta ley como aquellas vinculadas a un sistema jurídico extranjero, sea por los
elementos objetivos o por los elementos subjetivos de las partes que conforman la relación jurídica
de que se trate. Dicha regulación se enfoca en delimitar tres puntos neurálgicos en materia de
conflictos de leyes: (i) la competencia de los tribunales locales; (ii) el derecho aplicable; y, (iii) el
reconocimiento y ejecución de decisiones extranjeras en nuestro país.

Dentro de este ámbito, la Ley No. 544-14 ha limitado su alcance excluyendo expresamente la
materia administrativa, arbitral y/o cualquier otra facultad delegada a las Cámaras Oficiales de
Comercio, así como la quiebra. Asimismo, se ratifica el reconocimiento de la supremacía de los de
tratados internacionales en esta materia.

Entre las novedades que introduce la ley que nos ocupa podemos mencionar: el establecimiento de
competencias exclusivas​ a favor de los tribunales dominicanos para determinadas materias; el
procedimiento para la solicitud de reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras
internacionales; la posibilidad de elegir la ley aplicable a las relaciones patrimoniales durante el
matrimonio y en caso de divorcio; la aplicación de la ley extranjera designada por la norma de
conflicto y eliminación del reenvío; y, el establecimiento de la figura del foro de competencia no
conveniente que permitirá a un tribunal local declinar un caso para el cual es competente ante un
tribunal extranjero cuando deban de celebrarse medidas de instrucción altamente onerosas, entre
otras.
La Ley No. 544-14 se constituye como un gran avance para la República Dominicana,
considerando que ayuda a fortalecer la seguridad jurídica dentro de nuestro sistema normativo
llenando lagunas legales que los tribunales habían tenido que suplir con interpretaciones
extensivas de dispersas normativas. En adición, cabe resaltar que esta ley se perfila como una ley
modelo para otros países de Latinoamérica que aún se encuentran rezagados en este ámbito.

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La nueva Ley de Derecho Internacional Privado de República Dominicana y el orden público
*Artículo publicado en la edición número 340 de la revista jurídica "Gaceta Judicial", del mes de
abril de 2015 (ISSN 2076-619X), páginas 62-65. La versión publicada en "Gaceta Judicial" fue
modificada en fase de diagramación, removiendo las citas/notas al pié de página sin
consentimiento del autor. La versión incluida en este Blog se encuentra completa en su forma
original tal y como fue enviada originalmente por el autor a la revista.

La nueva Ley de Derecho Internacional Privado de República Dominicana y el orden público


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Breves nociones sobre el concepto de "orden público" en el Derecho Internacional Privado.

El orden público, en su sentido general, es tradicionalmente concebido, tanto por la doctrina


clásica como moderna, como un concepto jurídico indeterminado y esencialmente problemático[1],
pero que en el plano del Derecho Internacional Privado consiste en una figura con manifestaciones
concretas en una doble dimensión bastante delimitada. Es, primero, un obstáculo a la eficacia,
reconocimiento y ejecución en el foro de actos y decisiones dictadas en el extranjero; y segundo,
una excepción a la aplicación de la legislación extranjera que ha sido designada por la norma de
conflicto en el marco de una relación jurídica privada entre particulares impregnada de elementos
que le atribuyen un carácter internacional (por ejemplo: nacionalidad, residencia y domicilio de las

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partes, hasta los lugares de suscripción y cumplimiento de obligaciones cuando se trata de
relaciones contractuales).

De acuerdo con los Doctores Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo[2], el orden público, en sentido
amplio, representa un conjunto de principios que inspiran el ordenamiento jurídico interno, en el
cual se reflejan los valores esenciales de una sociedad en un momento dado. Según explican, la
aplicación del orden público deviene necesaria, sin importar los elementos extranjeros que se
encuentren presentes en el supuesto de hecho, y en cuanto a su manifestación en el Derecho
Internacional Privado agregan: "la dimensión negativa del orden público (...) se utiliza como
correctivo funcional frente a la norma de conflicto; en virtud del mismo, se elude la aplicación de la
ley extranjera reclamada por la norma de conflicto".

La "ley extranjera" cuya aplicación se evita comprende, grosso modo, todas aquellas normas que
sean ajenas al ordenamiento jurídico del foro y que son pertenecientes a otro Estado (incluyendo
Estados plurilegislativos), sin importar su "rango" constitucional o infraconstitucional (legal o
infralegal), y sin importar la naturaleza civil o comercial de su contenido[3]. De la misma forma, el
orden público, si así lo dispone el Derecho Internacional Privado interno, es un límite a la aplicación
del contenido sustantivo y los efectos jurídicos del derecho extranjero material designado por la
norma de conflicto que en condiciones normales regularía el fondo del supuesto de hecho, por lo
que resulta indiferente lo que prevea el Derecho Internacional Privado del Estado extranjero cuya
ley resulta inaplicable por causa de la excepción de orden público del foro[4].

Tal y como expone el Dr. Sánchez Lorenzo[5], se suele diferenciar entre "orden público interno" y
"orden público internacional"[6]. El primero, puede resumirse de forma práctica en las normas
estatales que son indisponibles para ser derogadas por convenciones particulares, de conformidad
con la lex contractus. El segundo, se refiere a normas dispositivas del Derecho interno que, en
razón de su interés público primordial, son aplicables incluso si la lex contractus depende de una
legislación extranjera, como es el caso de las normas sobre libre competencia, protección al
consumidor, derecho laboral e, incluso, las reglas que emanan de sectores regulados mediante
intervención administrativa, como es el caso de la intermediación financiera y los servicios de
seguro y reaseguro. Dicho de otra forma "En el orden público internacional dejamos de lado una
norma extranjera, mientras en el orden público interno dejamos de lado lo convenido entre las
partes" (...) "Cuando normas del derecho local del tribunal <<lex fori>> deben ser aplicadas
inexorable y automáticamente con preeminencia sobre cualquier disposición extranjera, estamos
frente a normas imperativas. Las normas imperativas legislan sobre materias de orden público
internacional. (...) Si el juez aplica una norma imperativa, no llega a averiguar[7] el contenido del
derecho extranjero declarado aplicable a la causa por nuestra norma de derecho internacional
privado (...) En este caso, el legislador deja de lado la ley extranjera y nos indica cómo solucionar
el caso. Se trata de una norma directa y no de una norma de colisión"[8].

Una de las principales razones que promueve el carácter imperativo de estas normas de orden
público internacional reside en la injerencia organizada que ejerce el poder público dentro de su
espacio en determinados sectores (por ejemplo, materias de derecho público y sectores
económicos y sobre ordenación del mercado), como sucede en las áreas de libre competencia y
protección a los consumidores, ya mencionadas anteriormente[9]. En otras palabras, el legislador
del foro garantiza la aplicabilidad de las normas imperativas de determinados sectores mediante el
mecanismo de orden público internacional, excluyendo así la posibilidad de aplicar un Derecho
ajeno potencialmente lesivo en distintas escalas. Sin embargo, el Doctor Pedro de Miguel Asensio

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afirma: "Con gran frecuencia, el ordenamiento - o la norma relevante - no aclara de manera
expresa si ciertas disposiciones son o no imperativas en las relaciones internacionales ni, en caso
afirmativo, cuál es su ámbito espacial de necesaria aplicación, lo que exige una valoración por el
aplicador de las disposiciones relevantes y de los objetivos perseguidos"[10].

Bajo tal tesitura, la difícil tarea de valorar lo que constituye o no las normas de orden público
internacional y la forma de ejercerlas es delegada en los análisis jurídicos críticos y propositivos de
la jurisprudencia y la doctrina. La eficacia, vigencia e idoneidad de tales valoraciones estarían,
entonces, inevitablemente supeditadas a una multiplicidad de factores, entre ellos: primero, al nivel
de compatibilidad de la ley, acto o decisión extranjera con el contexto del sector doméstico
concernido (v.g., normativas de corte económico con capacidad de lesionar agentes del mercado
cuyo territorio coincide con el foro, tales como los sectores de libre competencia, de protección al
consumidor y los trabajadores); segundo, el nivel de flexibilidad y carácter derogable o inderogable
del contenido de las normas locales que atañen de forma específica a la materia concernida por la
ley, acto o decisión extranjera, al igual que las consecuencias jurídicas de su calificación y
trasgresión (v.g., nulidad o validez de los actos jurídicos vulneradores de los preceptos legales
aplicables y la posibilidad de ser pasible de sanciones penales y/o administrativas por la autoridad
competente); tercero, la identificación de la ley, acto o decisión extranjera con los principios y
valores socialmente aceptados, contextualizados en el espacio y tiempo, priorizando aquellos que
se encuentren, de alguna forma, juridificados. En este sentido, el Dr. Ramón Viñas Farré
acertadamente señala: "El carácter de orden público es deducido de ciertas disposiciones legales,
de principios que han surgido y han sido adoptados por una sociedad (...) Su contenido es variable
según los criterios que rigen la sociedad en cada momento y lugar. Por su naturaleza, es un
concepto dinámico, cuya fijación corresponde a los jueces, con lo que la aplicación de dicha noción
se convierte en una actividad, en cierto modo, discrecional y creadora del juez"[11].

El "orden público internacional" en la nueva Ley de Derecho Internacional Privado de la República


Dominicana.

Parte de la doctrina local[12] que ha abordado las cuestiones relativas al orden público
internacional dentro del Derecho Internacional Privado dominicano lo ha hecho, frecuentemente,
desde la esfera de disposiciones aplicables de la Constitución de la República, el Código Civil, la
Ley No. 659 sobre Actos del Estado Civil y las disposiciones ya muy desfasadas de la Convención
de Derecho Internacional Privado de La Habana, del 20 de Febrero de 1928 (Código Bustamante).

Evidentemente, el mismo carácter mutable del orden público internacional sostiene que su
contenido no puede ser "estático en el tiempo, ya que los principios fundamentales en los cuales se
erige un Estado no son permanentes. Éstos pueden cambiar con el paso de los años y, por tanto,
con ellos cambiará el significado del concepto de orden público internacional"[13]. En esa misma
tónica, la República Dominicana, con la promulgación de la nueva Ley No. 544-14 sobre Derecho
Internacional Privado de la República Dominicana, de fecha 5 de diciembre de 2014, G.O. No.
10787 (de ahora en adelante "Ley 544-14"), ha adquirido un nuevo sistema de Derecho
Internacional Privado, contentivo de nuevas disposiciones sobre la excepción de orden público,
orden público internacional y "disposiciones imperativas", definidas y desarrolladas en materia de
determinación de la ley aplicable de la siguiente manera[14]:

"Artículo 7. Definiciones. A los efectos de esta Ley se entiende por:

11
2) Orden Público Dominicano: Comprende las disposiciones o principios imperativos no
derogables por la voluntad de las partes;
3) Orden Público Internacional: Es el conjunto de principios que inspiran el ordenamiento
jurídico dominicano y que reflejan los valores de la sociedad en el momento de ser apreciado;"
Artículo 66. Disposiciones imperativas. No obstante lo previsto en el Artículo 58, en los contratos se
aplica las disposiciones cuya observancia la República Dominicana considera esencial para la
salvaguardia de sus intereses públicos, como su organización política, social o económica.
Artículo 86. Causales de no aplicación de ley extranjera. No se aplica la ley extranjera si sus
efectos son incompatibles con el orden público internacional.
Párrafo I. La incompatibilidad de la ley extranjera se aprecia teniendo en cuenta la
vinculación de la situación jurídica con el orden jurídico dominicano y la gravedad del efecto que
produciría la aplicación de la ley.
Párrafo II. Admitida la incompatibilidad de la ley extranjera, se aplicará la ley señalada
mediante otros criterios de conexión previstos para la misma norma de conflicto y, si esto no es
posible, se aplicará la ley dominicana.

Introduciéndonos brevemente en aspectos prácticos, vistos los artículos 7.3 y 86 anteriormente


citados, en caso de que el aplicador de una ley extranjera (que ha sido designada válida e
inequívocamente por la norma de conflicto) pretenda examinar si las disposiciones de tal
legislación foránea contradicen el orden público internacional, lo más adecuado sería razonar
conforme a un método lógico que contribuya con la seguridad jurídica y la mayor previsibilidad
posible de la solución del caso. Un juez apoderado de una causa civil sujeta al Derecho
Internacional Privado dominicano podría comenzar por, primero, determinar la aplicación de la Ley
544-14 versus la aplicación del Código Bustamante u otro instrumento internacional[15], y segundo,
ubicar el supuesto de hecho dentro de una materia y un sector específicos, y a partir de ese
momento aplicar, en su debido orden, las normas de lugar[16]. Por ejemplo, si se tratase de un
contrato internacional suscrito entre grandes empresas que desarrollan actividades económicas en
el territorio nacional, al haber implicaciones en el Derecho de Competencias el aplicador deberá
iniciar por valorar el artículo 50 y sus numerales 1 y 2 de la Constitución dominicana (ámbito de
protección de Derechos Fundamentales sobre libertad de empresa), para luego introducirse en el
contenido de la Ley General de Defensa de la Competencia No. 42-08, haciendo uso de los
precedentes jurisprudenciales y constitucionales (si los hubiere), al igual que la consulta doctrinal
que considere útil. Una vez realizado el análisis, el juzgador podrá determinar si la ley extranjera,
en toda su integridad, es absolutamente incompatible con el ordenamiento jurídico dominicano, por
tanto, inaplicable; o, por otro lado, si la ley extranjera es aplicable parcialmente, en la medida que
al supuesto de hecho se le deban aplicar algunas disposiciones imperativas vigentes en la materia,
tal y como señala el artículo 66 de la Ley 544-14. Siguiendo esta fórmula, se salvaguardaría el
párrafo I del artículo 86 (por cuanto la ley extranjera sólo se declara inaplicable cuando su
incompatibilidad produce efectos graves), y al mismo tiempo se estaría recurriendo a fuentes
juridificadas (por tanto, legítimas) de inspiración del ordenamiento jurídico dominicano.

En casos de contratos de consumo celebrados entre consumidores y empresas, en los cuales la


norma de conflicto determine, por alguna razón, que la ley aplicable es la de un tercer Estado, el
aplicador/juzgador dominicano podría realizar un razonamiento similar al anterior: valorar el artículo
53 de la Constitución dominicana (ámbito de protección de Derechos Fundamentales de los
consumidores), luego ver lo dispuesto por la Ley General de Protección de los Derechos del
Consumidor o Usuario No. 358-05, junto con los precedentes jurisprudenciales, constitucionales y
doctrina de lugar. Entonces, podrá determinar si la ley extranjera material de protección al

12
consumidor es inaplicable por incompatibilidad absoluta y grave con el orden público internacional,
o si debe simplemente aplicarse disposiciones imperativas específicas de la materia.

En ambos casos prácticos anteriores, se trata de materias con incidencia directa en derechos
constitucionalizados y normativa adjetiva que expresamente declara su contenido como "de orden
público"[17] (las cuales no prevén reglas especiales de orden público internacional por lo que
resulta aplicable la Ley 544-14, siempre y cuando no colida con lo dispuesto en convenios
internacionales). No obstante, los casos que pudieren surgir en la práctica pueden ser de mucho
mayor complejidad y con incidencia en materias cuya legislación omite aclarar en su articulado si
se trata o no de disposiciones de orden público. Los aplicadores de leyes extranjeras deberán
enfrentar la dificultad (al menos provisionalmente) de la inexistencia prácticamente absoluta de
profundización en el concepto de orden público internacional por parte de la jurisprudencia
dominicana, tanto sobre la definición imprecisa y errática prevista en el Código Bustamante, como
la nueva definición reconocida por la Ley 544-14. En adición a esto, los aplicadores deberán
encontrar formas de diferenciar en la Ley 544-14 el "orden público dominicano" (artículo 7.2) de las
"disposiciones imperativas" aplicables en materia contractual (artículo 66), individualizando sus
respectivas consecuencias.

Finalmente, la doctrina propositiva jugará un papel protagónico al momento de encontrar formas de


interpretar y aplicar estas figuras jurídicas en el nuevo Derecho Internacional Privado de República
Dominicana. Algunos autores optan por clasificar los criterios para identificar normas de orden
público, por ejemplo, de la manera siguiente[18]: criterio formal (el orden público es expresamente
establecido por el legislador), criterio técnico (aproximación con otras leyes, como por ejemplo,
aquellas que imponen un alcance territorial) y criterio finalista (la ley se califica como de orden
público o no en función del fin que persigue y el interés que representa). Desde otra óptica, algunos
autores defienden una posible "desnacionalización" del orden público internacional, en la medida
en que gana terreno la integración económica y de los Derechos Humanos[19], lo que impacta
automáticamente en la reducción de casos en que sea posible oponer la excepción de orden
público internacional para excluir la aplicación de la ley extranjera. Los tribunales dominicanos se
encontrarán muy pronto obligados a someter las nuevas disposiciones legales a un escrutinio
bibliográfico y un detallado análisis pormenorizado, con la importante meta de dar los primeros
pasos de una larga trayectoria de evolución jurisprudencial, basada en cimientos sólidos que
garanticen la previsibilidad y la seguridad jurídica de las relaciones de particulares sometidas a la
nueva Ley 544-14.

[1] "Los autores no formulan un concepto científico y acabado de esta expresión, debido a que,
seguramente, no existe en el Derecho noción más difícil de definir y que haya dado lugar a más
interpretaciones que ésta; y ello debido a la impresión y a la mutabilidad de los conceptos en que
descansa. El orden público se presenta variable, relativo, movedizo, de modo que escapa a la
posibilidad de concretarlo en los límites de una fórmula matemáticamente exacta" - GUZMÁN
LATORRE, Diego: "Tratado de Derecho Internacional Privado", Editorial Jurídica de Chile, 1989,
Santiago de Chile, Chile, p. 365.
[2] FERNÁNDEZ ROZAS, José Carlos y SÁNCHEZ LORENZO, Sixto: "Curso de Derecho
Internacional Privado", Editorial Civitas, 1996, Madrid, España, p. 314, 315 y 381.
[3] GONZÁLEZ CAMPOS, Julio D. y FERNÁNDEZ ROZAS, José Carlos: "Orden Público como
correctivo funcional: artículo 12, apartado 3, del Código Civil", en "Comentarios al Código Civil y

13
Compilaciones Forales", Volumen 2, Editado por Manuel Albaladejo y Silvia Díaz Alabart, Editorial
Revista de Derecho Privado, 1995, España, p. 898.
[4] Ibíd., p. 899.
[5] SÁNCHEZ LORENZO, Sixto A.: "Introducción al Derecho de los contratos internacionales",
Editorial Funglode, Instituto Global de Altos Estudios en Ciencias Sociales, 2013, Santo Domingo,
República Dominicana, p. 186 y ss.
[6] La expresión "orden público internacional" es de utilización común en la doctrina, pero ello no le
exime de críticas razonables, puesto que por sí sola puede ser engañosa y confusa, en tanto que
sugiere falsamente la existencia de principios universalmente aceptados, cuando en realidad se
trata de "orden público en el Derecho Internacional Privado". Ver MADRID MARTÍNEZ, Claudia:
"Instituciones Generales de Derecho Internacional Privado: Más allá del problema conflictual",
extraído de "Estudios de Derecho Internacional Privado: homenaje a Tatiana Maekelt: contribución
de sus alumnos", Editado por GUERRA, Victor Hugo, Universidad Católica Andrés Bello, 2012,
Caracas, Venezuela, p. 155-226.
[7] "Averiguar" el contenido del derecho extranjero realmente sí es necesario, porque sólo
conociendo su contenido y sus efectos es posible tomar la decisión de no aplicarlo en base a la
excepción de orden público internacional.
[8] WEINBERG, Inés M.: "Derecho Internacional Privado", Editora LexisNexis Depalma, 2004,
Buenos Aires, Argentina, p. 139 y 144.
[9] DE MIGUEL ASENSIO, Pedro A.: "Contratación comercial internacional", extraído de "Derecho
de los Negocios Internacionales" de FERNÁNDEZ ROZAS, José Carlos; ARENAS GARCÍA, Rafael
y DE MIGUEL ASENSIO, Pedro Alberto, Editora Iustel, 2013, Madrid, España, p. 343.
[10] Ibíd.
[11] VIÑAS FARRÉ, Ramón: "Dret Internacional Privat del Principat D'Andorra", Vol. I, Editora
Marcial Pons, 2002, Barcelona, España, p. 100 (traducción libre).
[12] ROSARIO, Juan Manuel: "Tratado de Derecho Internacional Privado", Ediciones Jurídicas
Trajano Potentini, 2005, Santo Domingo República Dominicana, p. 91-93.
[13] ROLDÁN PARDO, Juan Felipe: "El estado del arte del concepto de orden público internacional
en el ámbito del derecho internacional privado y arbitraje internacional", publicado en Revista de
Derecho Privado N° 44, Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, julio-diciembre 2010,
Bogotá, Colombia, p. 10.
[14] Los subrayados que figuran en los artículos citados de la Ley No. 544-14 corresponden al
autor.
[15] Ver artículo 3 de la Ley No. 544-14.
[16] En este caso, determinar si existe una ley especial que incluye contenido regulador de
supuestos de Derecho Internacional Privado; en caso positivo, prevalecen las disposiciones de
dicha ley especial, en consecuencia, también prevalece todo lo que diga esa ley referente al orden
público internacional (ver artículo 4 de la Ley No. 544-14).
[17] Ver artículo 1 de la Ley General de Defensa de la Competencia No. 42-08 (G.O. No. 10458);
artículo 2 de la Ley General de Protección de los Derechos del Consumidor o Usuario No. 358-05
(G.O. No. 10337); y artículo 111 de la Constitución dominicana.
[18] MOJICA GÓMEZ, Liseth A.: "Manual Práctico Derecho Internacional Privado", Centro Editorial
Universidad del Rosario, Facultad de Jurisprudencia, 2003, Colombia, p. 38-42.
[19] GRAHAM, James: "Teoría General de Derecho Internacional: Derecho Internacional Público,
Derecho Internacional Privado, Derecho Transnacional", Zamanga Editores, 2014, p. 137.

14
CISG Y DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO: APLICABILIDAD CONFORME A
LA​ NUEVA LEY NÚM. 544-14

*Artículo publicado en la edición número 346 de la revista jurídica "Gaceta Judicial",


del mes de octubre de 2015, páginas 38-43.

"CISG y Derecho Internacional Privado:

Aplicabilidad conforme a la nueva Ley No. 544-14"

___________________________________________________________

Lic. Juan Miguel Castillo Roldán

La nueva Ley sobre Derecho Internacional Privado (DIPr) de la República Dominicana


No. 544-14 ha traído consigo una revolución jurídica sobre todo lo concerniente al
reconocimiento y ejecución de decisiones extranjeras, aplicación de ley extranjera y
competencia judicial internacional. Sin embargo, los temas afectados por la entrada
en vigencia de esta pieza sobrepasan más allá del objeto que constituye el núcleo
esencial del Derecho Internacional Privado (DIPr), compuesto principalmente por esos
tres temas. Una de estas cuestiones de particular interés actual es la Convención de
Viena de 1980 sobre Compraventa Internacional de Mercaderías (CCIM, más
conocido como "CISG", por sus siglas en ingles) y su aplicabilidad en República
Dominicana.

La "Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional"


(CNUDMI, o "UNCITRAL", por sus siglas en inglés) es un organismo creado por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la codificación del derecho
mercantil internacional, en ánimo de promover la armonización y unificación del
derecho que rige las relaciones comerciales internacionales privadas.[1] La propia
UNCITRAL define la unificación del derecho mercantil internacional como "un proceso
en virtud del cual unas normas contradictorias pertenecientes a dos o más sistemas
jurídicos nacionales y aplicables a un mismo negocio jurídico internacional son
sustituidas por una norma única" (FERNANDEZ ROZAS, 2012).

La UNCITRAL produjo la CISG como una solución al problema tradicional de ley


aplicable, suscitado en el marco de los contratos internacionales de compraventa de
mercancías. Normalmente, en el escenario del surgimiento de un litigio en la materia,
el juez apoderado recurriría a sus propias normas de DIPr, cuyas reglas conflictuales
podrían desembocar en uno de estos riesgos:

15
- Primero, incertidumbre sobre cuál ley regirá el contrato, dependiendo del
Estado donde sea iniciado el litigio y la forma en que su DIPr sea aplicado por el juez;
y

- Segundo, incertidumbre sobre si dicha legislación material designada por el


DIPr (ya sea la del foro o la de otro Estado) cuenta o no con las disposiciones
necesarias para dar respuesta satisfactoria a la situación que originó el litigio, o si
dicha legislación guardará al menos suficientes vínculos con el negocio jurídico sujeto
a litigio.

Ambos riesgos subsisten al margen de la posibilidad de que, quizás, el ordenamiento


doméstico del juez (la ley del foro) no cuenta con una norma de DIPr (o al menos una
norma moderna o con cierto nivel de desarrollo jurisprudencial), y que la misma
garantice la designación de una ley adecuada y no sujeta a puntos de conexión
accidentales o pasibles de controversia (como, por ejemplo, la nacionalidad de las
partes y las posibilidades de desconocimiento de un contratante de la nacionalidad de
su contraparte y los supuestos de doble nacionalidad). República Dominicana es el
ejemplo perfecto de un país que, hasta recientemente, no contaba con normas de
DIPr más allá de un Código Civil bicentenario y el Código Bustamante de la década de
los años 20, acompañados de una escasa doctrina local y una jurisprudencia
fragmentada, dispersa y confusa (FERNÁNDEZ ROZAS, 2014).

En palabras del Profesor Dr. Fernández Rozas, la CISG elaborada por la UNCITRAL
logra alcanzar un equilibrio entre lo deductivo del civil law y lo inductivo del common
law. En síntesis, ésta recoge en un sólo texto uniforme y sustantivo, o de regulación
material del contrato, los temas relativos a la perfección o formación del contrato
(aceptación y oferta), y su contenido en cuanto a los derechos y obligaciones de las
partes (comprador y vendedor).

A pesar del gran éxito y las críticas positivas de la CISG, su contenido no pudo ser
más abarcador, y parte de las causas de ese éxito se debe a las dificultades del
enfrentamiento técnico-jurídico entre las culturas jurídicas anglosajona y
romano-germánica. Por ello, la CISG excluye de su ámbito de aplicación lo que
concierne a la validez total o parcial del contrato y los efectos del contrato sobre la
propiedad de las mercancías.

La CISG es considerada por la doctrina mayoritaria como el instrumento internacional


de mayor relevancia en el contexto del comercio internacional privado de las últimas
décadas. Al día de hoy, el portal oficial de la UNCITRAL señala que la CISG cuenta

16
con 83 Estados parte, y ello se debe a la certeza jurídica que brinda a la regulación
contractual material de las compraventas internacionales.

Podríamos, incluso, someter a un examen a la CISG, a los fines de determinar si ha


logrado o no escapar a las desventajas típicas que padecen los convenios
internacionales como técnica unificadora del derecho, tal y como sucedió,
lamentablemente, con el Código Bustamante:

1.- Difícil adaptación al Derecho positivo y/o la cultura jurídica doméstica del
país adoptante.

2.- Riesgos de petrificación en el tiempo y eventual obsolescencia.

3.- Poco alcance territorial por insuficiencia de firmas y ratificaciones.

4.- Poco alcance material, tanto en cuanto al contenido como en cuanto al


posible exceso de reservas declaradas por los Estados parte.

5.- Compleja redacción y posible frustración del objeto en la fase de


negociación del contenido entre los Estados, cuyos protagonistas suelen ser la clase
política sin participación de los redactores originales.

6.- Posibilidad de existencia de conflicto de convenciones.

Es válido afirmar que las primeras cuatro posibles desventajas no han caracterizado a
la CISG. La CISG entró en ejecutoriedad a partir de 1988, y las ratificaciones a su
texto han continuado incesantemente hasta el mes de septiembre de 2014, cuando
ocurrieron las más recientes adhesiones: la República Cooperativa de Guyana y la
República de Madagascar. La cantidad y la naturaleza de las reservas declaradas,
según consta en la base de datos de la UNCITRAL, tampoco ha surtido un efecto
perjudicial que comprometa la eficacia de la CISG.

Ello demuestra, sin lugar a dudas, que su objetivo codificador universalista, y la


vigencia técnica de su contenido, no han concitado suficientes polémicas como para
detener su expansión territorial e integral. Esto también quiere decir que la CISG no
ha distinguido en su adopción entre países desarrollados y países en desarrollo como
República Dominicana. Esto refleja compatibilidad con su preámbulo, el cual declara
el objetivo de promover la supresión de obstáculos jurídicos al comercio, mediante
reconocimiento de reglas equitativas que fomenten las relaciones amistosas entre los
operadores de los Estados, sin importar sus diferencias de desarrollo económico.

17
En aspectos concretos, discusiones como, por ejemplo, si la CISG se adapta o no a
las formas electrónicas contemporáneas de celebración de contratos internacionales
de compraventa, están prácticamente resueltas. El "CISG Advisory Council" o
"Consejo Consultivo de la CISG", establecido en París desde 2001, reconocido en
2012 como observador de la UNCITRAL, y utilizado en ocasiones como fuente de
interpretación por la doctrina y tribunales estatales (por ejemplo: la Suprema Corte de
Alemania y el "Federal District Court" de Nueva York)[2], ha emitido opiniones
favorables, sosteniendo que la emisión de oferta y aceptación entre partes, por medio
de Internet, es perfectamente compatible con la aplicación de la CISG. Resumido por
el profesor Sixto Sánchez Lorenzo, bajo la luz de la CISG y la opinión de su Advisory
Council, resulta claro que "El término verbal incluye el sonido transmitido
electrónicamente en tiempo real; el término comunicación incluye las comunicaciones
electrónicas y el término escrito incluye todo tipo de comunicación electrónica que sea
susceptible de ser recuperada de forma tangible" (SÁNCHEZ LORENZO, Sixto, 2012).

En cuanto a las posibles desventajas de redacción compleja y riesgos de conflicto


entre convenciones, también es correcto señalar que la UNCITRAL ha obviado
cualquier trabajo adicional en materia contractual desde el nacimiento de la CISG, por
lo que el conflicto de convenciones internacionales en la materia no ha generado
preocupaciones significativas.

No obstante, en su interacción con otras fuentes de armonización del derecho


mercantil internacional, por ejemplo, de tipo "soft law", los agentes privados reciben de
parte de la CISG una alternativa regulatoria distinta a los principios UNIDROIT y las
cláusulas contractuales de tan frecuente uso como los "International Commercial
Terms" o "Incoterms". No obstante, se aconseja cuidado al considerar la posibilidad
de mezclar, en un ejercicio de ingeniería jurídica contractual, varias fuentes de "soft
law", debido a que tal experimento tiene un impacto directo en el nivel de complejidad
derivado del exceso de pluralidad de normas reguladoras. Esto último afecta
negativamente las expectativas de satisfacción a partir de la eventual interpretación
de un juez, independientemente de que subsiste la posibilidad de colisión entre
normas reguladoras.

En general, la redacción de la CISG no es particularmente compleja. A ello se le


añade que carece de rigidez, puesto que su aplicación material al contrato es
supletoria, y puede ser voluntariamente excluida entre partes sin ninguna dificultad.
Esta exclusión puede ser realizada en cualquier momento de la relación contractual y
se puede excluir la CISG de forma total, parcial o con modificaciones establecidas
convencionalmente inter partes. Esto se debe a que el principal principio rector de la
CISG es la autonomía de voluntad de las partes.

18
Éste último punto resalta una característica práctica atractiva de la CISG, en caso de
ausencia de acuerdo entre partes en cuanto a la ley aplicable al contrato. Mientras,
por un lado, el derecho material aplicable está subordinado a una remisión a posteriori
por parte de la norma de conflicto prevista por el DIPr del foro (cuya aplicación
corresponderá al criterio del juez apoderado), por otro lado, la CISG constituye la
norma material aplicable a priori, siempre y cuando se cumplan los requisitos
previstos en la misma CISG para que ésta sea aplicable. En resumen, estos requisitos
son (FLECHTNER, Harry):

a) Que se trate de un contrato, sin importar su forma.

b) Debe ser internacional en cuanto a la localización de las partes en Estados


distintos (no depende de la nacionalidad). Las partes deben haber tenido
conocimiento del carácter transnacional del transacción.

c) Debe tratarse de venta de bienes tangibles o corporales capaces de ser


enviados. La CISG no aplica para venta de servicios, ni bienes inmateriales (con
ciertas polémicas en materia de ventas de software) ni bienes inmuebles. En caso de
venta de bienes cuyo contrato incluye la fabricación de los productos específicamente
para el comprador, y los contratos "híbridos", aplican ciertas restricciones que
dependen de parámetros de predominancia de las distintas partes del contrato.

d) Debe tratarse de un contrato al cual se le aplica la CISG como consecuencia de:


a) que ambas partes se encuentren localizadas en territorios de Estados partes de la
CISG; o b) en caso de que no se cumpla la condición "a", que el DIPr del foro remita a
una ley extranjera proveniente de un Estado parte, salvo que ese Estado haya
declarado reserva al respecto.

Aún cuando se cumplan estas características, la CISG no se aplica si el contrato es


de consumo (para uso doméstico o familiar), ni para casos de responsabilidad civil por
productos defectuosos, ni si se trata del suministro de electricidad o venta de acciones
y naves.

Por otro lado, un reto reconocido frecuentemente a la CISG es la interpretación


uniforme, lo cual entendemos que será un punto crucial para la República
Dominicana. Ya sea que la CISG vaya a ser interpretada y aplicada por un juez o un
árbitro, la tendencia a aplicar nociones jurídicas propias de un derecho interno (ya sea
de inspiración continental o anglosajona) es casi inevitable. Interpretar la CISG
conforme a esos parámetros locales es una forma de frustrar el objetivo de la
interpretación uniforme, la cual es necesaria para materializar la unificación del

19
Derecho, y más aún, para garantizar que prevalezca la previsibilidad de la solución
jurídica que dota a la CISG de un peculiar mérito.

Por esta razón, los aplicadores dominicanos deberán vencer determinados


paradigmas, empezando por la característica de que, en la interpretación de la CISG,
el Derecho Comparado tiene mayor fuerza vinculante que en la pirámide normativa a
la cual recurrimos para interpretación del derecho interno.

Como referencia, la Secretaría de la UNCITRAL ha establecido un eficaz mecanismo


de consulta con el objeto de recopilar y distribuir información sobre decisiones
judiciales y laudos arbitrales referentes a la CISG. Se encuentran en línea
actualmente, para libre acceso gratuito, los siguientes materiales que pueden ser
consultados por jueces y árbitros al momento de interpretar y aplicar la CISG, y así no
"contaminar" con derecho interno, la aplicación material de la CISG:

- La edición 2012 del Compendio de jurisprudencia relativa a la CISG.

- La base de datos "CLOUT" ("Case Law on UNCITRAL Texts"), disponible en


la página web oficial de la UNCITRAL.

- La base de datos www.unilex.info, utilizada por abogados en todo el mundo,


y como material de consulta en estudios de maestría en áreas de derecho privado
internacional.

Es posible que, en casos prácticos, el árbitro o el juez dominicano se vea en la


necesidad de elegir entre métodos para interpretar la CISG (por ejemplo:
interpretación literal, interpretación en base a principios reconocidos de forma expresa
o tácita en el texto de la CISG[3], interpretación histórica, contextual, etc.). En caso de
que alguno de esos métodos de interpretación puedan no ser suficientes, es
frecuentemente recomendado observar otras traducciones "auténticas" de la CISG,
cuyos idiomas oficialmente reconocidos son: inglés, español, francés, chino, ruso y
árabe.

Otro reto para el caso dominicano, es la aplicación temporal de la CISG, en atención a


que fue integrada al Derecho dominicano mediante Resolución del Congreso Nacional
en el año 2010[4]. La CISG aún es una herramienta muy nueva para el derecho
dominicano, y aún más lo es la Ley No. 544-14. Ninguna de las dos ha sido lo
suficientemente explorada por la comunidad jurídica dominicana, todavía. En el caso
de la CISG, la misma no aplicará para los contratos hoy vigentes suscritos antes de la
fecha de entrada en vigor (agosto de 2011), a menos que las partes contratantes así
lo decidan. Ahora, la pregunta más difícil de contestar será, si para fines de aplicación

20
temporal de la CISG, la calificación jurídica del "momento de celebración del contrato"
se desarrollará conforme al derecho civil dominicano o conforme a la misma CISG.

En cuanto a la determinación de la aplicabilidad de la CISG y su interacción dinámica


con la nueva Ley 544-14, se recomienda a los aplicadores reconocer, en primera
instancia, que la CISG no implica del todo un abandono a la "imprevisibilidad" del DIPr
que tanto critica la doctrina. Este aspecto tiene particular relevancia, porque la
República Dominicana se encuentra en sus primeros pasos en el manejo de normas
modernas de DIPr. Somos de opinión que el enfoque más adecuado es atribuir a la
CISG y la Ley 544-14 dimensiones distintas: la CISG no es norma de conflicto, es
derecho material, pero debido a su restringida aplicación material no excluye el 100%
de la aplicación del derecho aplicable designado por la Ley 544-14. Se recuerda que
aspectos como la validez del contrato recaerían siempre dentro del plano de la ley
designada por esa norma conflictual. De forma similar sucede en el caso de los
efectos jurídicos sobre el régimen de propiedad de las mercancías, los cuales
seguirían el principio lex loci rei sitae.

Lo importante es comprender las disposiciones de fondo de la CISG de forma útil, lo


cual produce particulares beneficios para la fase de negociación de los contratos,
especialmente cuando se trata de incorporar determinadas cláusulas que pueden
alterar completamente las relaciones inter parte antes y después de la suscripción del
contrato. Para citar algunos ejemplos: cláusulas sobre modificación de ofertas previo a
la suscripción definitiva del contrato y la regla de "last shot rule" respecto a los
anexos (formularios y condiciones generales de contratación), el juego entre las
"merger clauses" (o "cláusulas de integralidad"), la figura del estoppel y las cláusulas
de "no modificación oral del contrato". Estos son breves ejemplos de disposiciones
contractuales que, en un ejercicio de aplicación de la CISG, junto con una
interpretación conforme a criterios propios de un ordenamiento jurídico positivista de
inspiración continental, como es el caso dominicano, podría evidenciarse influjo casi
natural del razonamiento causalista francés presente en nuestro Código Civil, lo cual
conlleva riesgos para interpretar correctamente la "conducta" y la "verdadera
intención" de las partes, y las consecuencias que ello impone o no sobre el contenido
del contrato.

Por último, es válido referirse a la idoneidad de la aplicabilidad de la CISG en la


realidad comercial dominicana, y algunos puntos relativos a los "costos" de aplicar la
CISG.

Tomando en cuenta que la CISG forma parte del Derecho de Estados Unidos y
España, es entendible que la República Dominicana debe identificar como un
elemento provechoso la aplicación de la CISG con esos interlocutores comerciales.

21
Informaciones oficiales han reseñado que EE.UU. y España representan el 45% de
inversión extranjera en RD[5]. Además, de acuerdo a los datos del año 2010 y 2012
publicados por la Dirección de Comercio Exterior del Ministerio de Industria y
Comercio, los intercambios comerciales entre RD y DR-CAFTA, y RD y
CARIFORUM/EPA se encuentran actualmente entre los principales canales de
comercio internacional del país[6]. Estas son razones más que suficientes para dotar
de seguridad jurídica material a las relaciones comerciales privadas en materia de
compraventa internacional de mercaderías.

En cuanto a los "costos" que representa el manejo de la CISG, el Profesor Franco


Ferrari explica en su obra "International Sales Law-CISG in a nutshell" lo siguiente:
Para los empresarios implica cierto costo de aprendizaje adaptarse a la CISG, dado
que muchos operadores no están familiarizados con su contenido. Efectivamente, el
abogado con experticia en el manejo de cuestiones técnicas de esta índole no
brindaría sus servicios de consultoría a un precio no acorde al nivel económico de las
grandes operaciones transnacionales de compraventa de mercancías. Pero, lo que
debe observar el cliente (vendedor o comprador), es que los costos de familiarizarse
con un indefinido número de sistemas jurídicos, potencialmente perjudiciales para sus
intereses, y cuya eventual aplicación sería casi impredecible de acuerdo a lo
dispuesto por cada DIPr de cada Estado, representa un costo aún mayor, el cual
afecta sus posibilidades de diversificación y la expansión internacional de sus
negocios.

Pero, para elaborar una conclusión justa, en el contexto de la CISG existirá siempre
un costo residual de potencial necesidad de familiarizarse con legislación estatal
extraña, y ello sucederá para todos los aspectos no regulados por la CISG. Por esa
razón se recomienda apoyarse en la priorización del principio de autonomía de
voluntad de las partes como columna vertebral de la CISG, con el objetivo de
fomentar la elaboración sofisticada de textos contractuales. Para ello, no sólo es
imperativo explorar el contenido de la CISG y la nueva Ley 544-14 (en cuanto a sus
disposiciones sobre ley aplicable, sus alcances y sus límites), sino además ponerse
en contacto con otras normas que marcan la tendencia de armonización del derecho
de los negocios internacionales, a nivel extra estatal, como son los principios
UNIDROIT y los INCOTERMS.

BIBLIOGRAFÍA

FERNÁNDEZ ROZAS, José Carlos: "Derecho de los Negocios Internacionales",


Editora Iustel, 2012, España, p.62.

22
FERNÁNDEZ ROZAS, José Carlos: "Ius Mercatorum", Colegios Notariales de
España, 2004, España, p.248, 249 y 252.

FERNÁNDEZ ROZAS, José Carlos: "Sistema del Derecho Económico Internacional",


Editora Thompson Reuters, 2010, España, p.34.

FERNÁNDEZ ROZAS, José Carlos: "¿Por qué la República Dominicana necesita una
Ley de Derecho Internacional Privado?", publicación en la revista jurídica Gaceta
Judicial, No. 329, del mes de abril de 2014, Santo Domingo, República Dominicana, p.
20.

SANCHEZ LORENZO, Sixto: "Cláusulas en los Contratos Internacionales", Editora


Atelier, 2012, España, p.92.

HAHNKAMPER, Wolfgang: "Acceptance of an offer in light of electronic


communications", publicación de acceso libre en el portal oficial de la UNCITRAL

(https://www.uncitral.org/pdf/english/CISG25/Hahnkamper.pdf).

FLECHTNER, Harry: "The United Nations Convention on Contracts for the


International Sale of Goods", Part I: "Purposes, Background, History, Nature, Scope
and Application" y Part II: "Issues Covered and Key Substantive Provisions", material
audiovisual disponible en "Lecture series" del "Audivisual library of international law",
"Office Of Legal Affairs" de Naciones Unidas; enlace disponible en
http://www.un.org/law/avl/.

GERMAIN, Claire M.: "CISG Translation Issues: Reducing Legal Babelism",


publicación de Law Scholarship Repository de la University of Florida Levin College of
Law, 15 de junio de 2012), disponible en http://scholarship.law.ufl.edu/facultypub/329.

D' OLEO SEIFFE, Oliver: "Importancia de la Convención de Viena sobre compraventa


internacional de mercaderías para la Aduana dominicana", publicación en la "Revista
Aduanas", de la Dirección General de Aduanas (DGA) de República Dominicana, No.
28, mayo 2011.

PERALES VISCASILLAS, María del Pilar: "Modification and Termination of the


Contract (Art. 29 CISG)", 1996, artículo publicado y disponible en el directorio
bibliográfico de la Pace Law School Institute of International Commercial Law

23
(​http://www.cisg.law.pace.edu/cisg/biblio/biblio.html​).

Consideraciones sobre el Forum Non Conveniens


 

Por Nelson Manuel Jáquez Suárez en ocasión del 1er Congreso sobre Derecho 


Internacional Privado: Ley 544-14 en Perspectiva Comparada. 
Buenas  tardes,  distinguidos  abogados, jueces, profesores, colegas, amigos, damas y 
caballeros. 
No  quiero  iniciar  estas  palabras  sin  antes  agradecer  a  IGlobal  y  Funglode,  que  por 
medio  del  Licenciado  Nathanael  Concepción  me  han extendido esta gentil invitación, 
permitiéndome  estar  hoy  frente  a  ustedes,  distinguida  audiencia,  y  presentarles,  al 
menos  sucintamente,  la  doctrina,  para  nosotros  novedosa,  del ​Forum  Non 
Conveniens​ o Foro de competencia no conveniente. 
El  Foro  de  competencia  no  conveniente  es  el  procedimiento  por  medio  del  cual  un 
órgano  jurisdiccional  que  es  competente,  tanto  en  atribución  como  por  el  territorio, 
puede  abstenerse  de  ejercer  su  competencia,  declinándola  hacia  la  jurisdicción 
donde  sea  más  conveniente  instruir el litigio. En otras palabras, este procedimiento le 
permite  al  tribunal  inicialmente  apoderado  desplazar  las  reglas  de  la  competencia 
cuando estime que hay otro tribunal en mejores condiciones de conocer el proceso. 
Otras  jurisdicciones  lo  definen  como  la  “facultad  judicial  de  declararse incompetente 
cuando  no  obstante  ser  competente,  existe  otro  juez  más  conveniente”.  Por  ello,  es 
entendido  como  una  herramienta  para  la  cabal  realización  del  derecho  a  la  tutela 
judicial  efectiva  que,  al  igual  que  en  otros  países,  está  contemplada  en  nuestra 
Constitución,  bajo  el  artículo  69  y  conforme  a  las  Garantías  Judiciales  de  la 
Convención Americana de Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa Rica. 
La  doctrina  del ​Forum  Non  Conveniens​ nace  como  una  doctrina  del  derecho 
anglosajón  en  el  año  1801.  Nuestro  sistema,  en  cambio,  se  deriva  del  derecho 
romano-germánico,  cuyas  normas,  especialmente  las  procesales,  difieren  en  gran 
medida  del  sistema  anglosajón.  Lo  mismo  sucede  con  respecto a otras legislaciones 

24
latinoamericanas,  las  cuales,  contrario  a  nosotros,  han  optado  por  repudiar  esta 
doctrina. 
El  19  y  20  del  mes  de  noviembre  del  pasado  año  2014,  tuve  la  oportunidad  de 
compartir  una  mesa  de  diálogo  con  el  distinguido  jurista  Lic.  Carlos  F.  Concepción, 
abogado  estadounidense  con  sede  en  Miami,  experto  en  litigios  comerciales  y 
arbitraje  internacional,  en  el  marco  del  Seminario  sobre  Arbitraje  Comercial 
Internacional. 
Allí  discutíamos  el  caso  de  países  latinoamericanos  que  han  adoptado  políticas 
anti ​Forum  Non  Conveniens​.  Tales  son  los  casos  de  Nicaragua,  Costa  Rica, 
Guatemala,  Dominica  y Ecuador. Por ello, en el 1998, el Parlamento Latinoamericano, 
del  cual  la  República Dominicana forma parte, aprobó una ley modelo, sugerida a sus 
Estados  miembros,  que  proponía  reglas  que  bloqueaban  el  acceso  a  invocar 
el ​Forum Non Conveniens​ por motivos tales como utilizar la figura para escapar de las 
jurisdicciones  que  imponen  sanciones  rigurosas  por  daños  al  medio  ambiente  y  a  la 
salud humana. 
En  el  caso  de  Guatemala,  la  doctrina  del ​Forum  Non Conveniens​ fue calificada como 
“inaceptable,  inaplicable  e  inválida”.  Pero  en  otros  casos,  como  el  de  Ecuador,  se 
han  adoptado  posiciones  más  radicales,  calificando  la  doctrina  de  discriminatoria. 
Otros  países,  en  cambio,  lo  que  han  hecho  es  limitar  el  ámbito  de  aplicación 
del ​Forum  Non  Conveniens​.  Tal  es  el  caso  de  Venezuela,  que  solo  aplica  el  Forum 
Non Conveniens en la jurisdicción marítima. 
Ahora  bien,  este  no  ha  sido  el  caso  de  la  República  Dominicana.  Como  ya  se  ha 
indicado,  el  15  de  octubre  de  2014,  la  Cámara  del  Senado  aprobó  en  segunda 
lectura,  la  Ley  de  Derecho  Internacional  Privado,  promulgada  el  18  de  diciembre  de 
2014,  la  cual  consagra  por  primera  vez  en  nuestro  derecho  positivo  la  doctrina  del 
Foro de competencia no conveniente. 
No  obstante,  no  es  esta  la  primera  vez  que  la  República  Dominicana  contempla  lo 
que  en  el  trasfondo  propone  el ​Forum  Non  Conveniens​,  o  sea,  el  desapoderamiento 
del  foro  doméstico  para  apoderar  al  tribunal  extranjero  que  esté  en  mejores 
condiciones  de  conocer  la  demanda.  El  14  de  diciembre  de  2009,  la  República 
Dominicana se adhirió al Convenio de La Haya de 19 de octubre de 1996 Relativo a la 
Competencia,  la  Ley  Aplicable,  el  Reconocimiento,  la  Ejecución  y  la  Cooperación  en 
materia  de  Responsabilidad  Parental  y  de  Medidas  de  Protección  de  los  Niños,  en 
vigencia  desde  el  1  de  octubre  de  2010.  El  artículo  8  de  dicho  Convenio  permite  al 
juez,  que,  aún  cuando  tuviere  competencia,  la  decline  a  favor  de  otro  Estado  que 
estuviese  en  condiciones  de  apreciar  el  caso  en  mejor  interés  del  niño,  lo  que  es  en 
esencia el ​Forum Non Conveniens​. 
Ya  entrando  en  materia,  conforme  a  las  reglas  de  nuestro  derecho  procesal, una vez 
el tribunal está apoderado, uno de los primeros aspectos que está obligado a verificar 
es  lo  relativo  a  su  propia  competencia y, si es competente, no puede desapoderarse, 
bajo pena de denegación de justicia. 
Ahora  bien,  qué  sucede,  la  problemática  con  la  aplicación  del  Foro  de  competencia 
no  conveniente  en  la  República  Dominicana no es un asunto de competencia, ya que 
conforme  a  la  nueva  Ley  de  Derecho  Internacional  Privado,  queda  claro  que  las 

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partes  tienen base legal para invocarlo, por lo que el tribunal, aun siendo competente, 
pondría  declinar  la  competencia  a una jurisdicción más conveniente. Y es aquí donde 
radica el punto controvertido. 
El  art.  23  de  la  nueva  Ley  de  Derecho  Internacional  Privado  de  la  República 
Dominicana  limita a dos los casos en que, a instancia de parte, el tribunal dominicano 
puede aplicar el ​Forum Non Conveniens​, estos son: 
1. Cuando  deban  practicarse  pruebas  testimoniales  y  los  testigos  residan  en  el 
extranjero,  y  sea  altamente  oneroso  para  cada  una  de  las  partes  la  práctica  de 
tales  pruebas  en  el  extranjero,  o  la  comparecencia  de  los  mismos  ante  los 
tribunales dominicanos. 
1. Cuando  sea  necesario  una  inspección  judicial  para  una  mejor  apreciación  de  los 
hechos y dichas diligencias deban ser efectuadas en el extranjero. 
2. La localización de la mayoría de las partes; 
3. La localización de los testigos claves y las pruebas; 
4. Las  disposiciones  contractuales  que  especifican  las  leyes  aplicables,  o  los 
acuerdos de jurisdicción; 
5. El que se evite una multiplicidad de procedimientos; 
6. La  aplicación  del derecho y su valoración en relación con las cuestiones de hecho 
que deberán ser decididas; 
7. La localización geográfica de los factores que sugieran que es el foro natural 
8. Determinar  si  declinar  la  jurisdicción  privaría  al  actor  o  los  demandados  de  una 
ventaja jurídica legitima disponible en el foro doméstico”. 

Esta  redacción  del  artículo  23  de  la  citada  ley,  con  respecto  al  Foro  de competencia 
no  conveniente,  presenta  serias  lagunas  y  sus  conceptos  legales  están  sujetos  a 
interpretaciones muy subjetivas: 
1.-  Primeramente,  se  habla  de  prácticas  de  pruebas  testimoniales  “altamente 
onerosas”.  ¿Cuál  es  el  alcance  de  esta  onerosidad?  ¿Quién determina qué monto es 
oneroso? ¿Cuál es el parámetro de medición utilizado? Ciertamente no lo sabemos. 
Incluso,  una  de  las  críticas  mismas  del  Foro  de  competencia  no  conveniente  lo  ha 
sido  el  determinar  hasta  qué  punto  puede  hablarse  de  qué  resulta  realmente  más 
beneficioso para una parte. 
Imaginémonos  el  caso  en  que  se  apodere  una  jurisdicción,  en  la  cual  se  invoca  el 
Foro  de  competencia  no  conveniente.  En  dicho  caso,  hay  que  esperar  a  que  esa 
jurisdicción  se  desapodere,  para  luego  ir  a  la  jurisdicción  alternativa  e  reiniciar  el 
pleito.  Todo  porque  una  parte  alega  que una prueba testimonial sería potencialmente 
onerosa. 
Entonces  nos  preguntamos:  ¿No  es  esto  contraproducente?  ¿No  es  más  oneroso 
reiniciar el proceso considerando los gastos legales que esto implicaría? 
2.-  Por  otro  lado,  el  citado  artículo  establece  que  se  puede  invocar  el  Foro  de 
competencia no conveniente cuando sea necesario una “inspección judicial”. 

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Nos preguntamos: ¿qué es la inspección judicial? Ciertamente no es una terminología 
de  nuestro  derecho  positivo  ¿Se  trata  de  una  inspección  de  lugares  o  bien  de  una 
verificación  personal  del  tribunal,  conforme  se  contempla  en  el  Proyecto  de  Código 
Procesal Civil? Es necesario precisar términos. 
3.-  En  tercer  lugar  y  la  problemática  más  importante  ¿por  qué  dos  medios  de 
prueba?  ¿por  qué  no  incluir  el  caso  de  un  peritaje  que  resulte  altamente  oneroso? 
Que  es  incluso  más  probable  que  un  informativo  oneroso  ¿por  qué  no  otros  medios 
de prueba? O, más aún ¿por qué limitarlo a los medios de prueba? 
Ya  hemos  dicho  que  el  Foro  de  competencia  no  conveniente  es  la  doctrina  del 
tribunal  más  apropiado  o  conveniente  para  atender  de  una  controversia.  Entonces 
¿Por qué limitarlo a estos dos casos? 
Según  la  doctrina  internacional,  el  Foro  de  competencia  no  conveniente  podría  ser 
invocado  incluso  en  una  situación  en  la  que  durante  un  proceso que se ventile en un 
foro  determinado  surgieren  varias  situaciones  en  otra  jurisdicción que son esenciales 
a  la  solución  de  la  controversia  trabada  en  la  jurisdicción  inicial.  Conforme  a  nuestra 
legislación,  no  sería  posible  invocar  el  Foro  de  competencia  no  conveniente  en  este 
caso. 
En  países  con  sistemas  similares  al nuestro se han percatado de que no obstante los 
esfuerzos  por  legislar  normas  jurisdiccionales  que  consideren  la  relación  entre  las 
controversias  y  el  estado  del  foro,  es  imposible  prever  todas  las  posibilidades.  Ello 
hizo  necesario  un  instrumento  flexible  como  el Foro No Conveniente. En la República 
Dominicana,  parecería  que  esa  flexibilidad  que  se  procura  con  el  Foro  de 
competencia  no  conveniente  desaparece,  ya  que  solo  se  aplica  a  dos  casos  antes 
indicados. 
Para  plantearles  un  caso  práctico,  en  el  año  2009,  el  Tribunal  Supremo  de  Puerto 
Rico  ventilaba  un  caso  en  el  que  un  abogado  dominicano  tenía una controversia con 
un cliente puertorriqueño por la ejecución de un contrato de cuota Litis. 
Resulta  que  el  abogado  dominicano  le  ofreció  a  su  cliente  sus  servicios  para 
regularizar  una  situación  con  un  inmueble  localizado  en  la  República  Dominicana. 
Resuelto  el  problema  y  una  vez  el  abogado  dominicano  le  entrega  su  título  a  su 
cliente,  el  último  comienza  a  realizar  pagos  parciales  de  lo  que  se  pactó  como 
contingencia. 
En  el  ínterin,  el  inmueble  fue  objeto  de  nuevas  Litis,  por  lo  que  el  cliente  retiene  los 
pagos  que  le  hacía  al  abogado  alegando  que  este  último  no  había  cumplido  su 
función cabalmente. 
Ante  esta  situación,  el  abogado  dominicano  demanda  a  su  cliente  en  Puerto  Rico, 
conforme a la legislación de dicho país. 
El  proceso  fue  así  instruido  en  Puerto  Rico,  de  tal  manera  que  estaba  casi a nivel de 
una  sentencia  y  no  fue  sino  hasta  ese  momento  que  la  barra  de  la  defensa  invocó 
el ​Forum  Non  Conveniens​,  justificándose  en  que  la  mayor  parte  de  las  evidencias, 
incluso el inmueble en cuestión, se encontraban en la República Dominicana. 

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En  su  Sentencia,  el  Tribunal  Supremo  de  Puerto  Rico  rechaza  el ​Forum  Non 
Conveniens​ en base a lo siguiente, y dice: 
“Para  determinar  si  un  foro  es  claramente  inapropiado,  se  deben  ponderar,  entre 
otros, los siguientes factores privados: 
1.- La conveniencia para las partes de litigar en el Estado donde se encuentra el foro; 
2.- La localización de las fuentes de prueba y los mecanismos para obtenerlas; 
3.- Los términos prescriptivos; 
4.- El reconocimiento de sentencias y la posibilidad de ejecutar la sentencia en el país 
donde el demandado tiene sus bienes; y 
5.- Que la petición para paralizar se presente en un momento oportuno.” 
Evidentemente,  este  último  punto  fue  el  motivo  del  rechazo  en  el  caso  de  marras. Si 
bien  todas  las  pruebas  y  hasta  el  inmueble  en  cuestión  estaban  en  la  República 
Dominicana  ¿de  qué  vale  invocar  esta figura si ya todo lo que resultaba oneroso o de 
difícil  ejecución  en  el  proceso  había  sido  completado?  Por  ende,  resultaría  “menos 
conveniente” para las partes iniciar el pleito desde cero en la jurisdicción alternativa. 
Con  este  ejemplo,  lo  que  quiero  poner  de  relevancia  es  que  la  doctrina  del ​Forum 
Non  Conveniens​,  en  la  mayor  parte de las jurisdicciones en las que son aplicadas, no 
tiene estas limitantes que presenta nuestra ley. 
Hay  otros  casos  interesantísimos  que  ameritan  un  estudio  profundo  y  que  nos 
ayudarán  a  entender  la  forma  que  ha  tomado  el ​Forum  Non  Conveniens​ a  través  de 
los  años  y  las  creativas  soluciones  que  los  tribunales  han  tomado  en  cada  caso 
particular. 
Por  ejemplo,  en  diciembre  de  1984,  una  planta  química  radicada  en  la  India  y 
manejada  por  una  compañía  cuya  casa  matriz  se  encontraba  en  Estados  Unidos, 
causó  daños  irreparables  a  la  salud  de  aproximadamente  medio  millar  de  personas 
producto  de  un  escape  de  gas  tóxico. El incidente fue mundialmente conocido como 
“el desastre de Bophal”. 
Luego  de  procesos  judiciales  y  transaccionales  que  duraron  años,  la  parte 
demandada  invocó  el ​Forum  Non  Conveniens​ ante  la  Corte  de  New  York.  Lo 
interesante  de  este  caso  es  que  dicha  Corte  acogió  el ​Forum  Non  Conveniens​ pero 
dictó una sentencia “condicionada”. Estas condiciones fueron: 
1.- Que la demandada no planteara la incompetencia en la India; 
2.- Que no opusiera la prescripción de la acción y; 
3.- Que cumpliera con la sentencia que dictara la justicia de la India. 
Otros  países,  como  es  el  caso  del  Reino  Unido,  han  rechazado  la  aplicación 
del ​Forum  Non  Conveniens​ invocando  la  incompatibilidad  de  esta  figura  con  el 
artículo  2  del  Convenio  de  Bruselas,  siendo  esta  última  una  especie  de  excepción 
del ​Forum Non Conveniens​. En fin, los casos son muchos y variados. 

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Finalmente,  en  estudios  de  derecho comparado Américo-Canadiense se ha discutido 
la  metodología  que  debe  utilizarse  para  aplicar  el  Foro  de  competencia  no 
conveniente a cada caso en particular. 
Entiendo  que  esta  metodología  contempla  lineamientos  interesantísimos  que  serían 
de  gran  ayuda  y  servirían  para  sentar  las  bases  de  esta  doctrina  en  la  República 
Dominicana. 
Conforme a ella: 
“El  criterio  de  análisis  consiste  en  determinar  si  hay  claramente  una  jurisdicción  más 
adecuada  que  el  foro  domestico  elegido  por  el  acto  en  el  cual  el  caso  debe  ser 
ventilado.  La  elección  del  foro  más  adecuado  está  diseñada  para  asegurar  que  la 
acción  sea  ventilada  en  la  jurisdicción  que  tenga  la  vinculación  más  cercana  a  las 
partes, para cuya aplicación los tribunales deben analizar los siguientes factores: 
Por último podemos agregar dos factores más: 
1. Evaluar  si quien invoca la figura lo hace exclusivamente con el interés de evitar las 
altas  sanciones  o  condenaciones  pecuniarias  de  un  país  u  otro,  evitando  así  la 
proliferación  del ​“forum  shopping”​,  que  no  es  más  que  la  tendencia  a  elegir  el 
tribunal  en  función  de  la  generosidad  de  la  indemnización,  en  casos  de 
jurisdicción concurrente. 
2. El respeto del orden público internacional. 

PALABRAS CLAVES: Convención de Viena, UNCITRAL, contratos, compraventa


internacional de mercancías, derecho internacional privado, ley aplicable, soft law,
unificación, armonización, comercio internacional.

RESUMEN: Desde el año 2011 se encuentra vigente para República Dominicana la


Convención de Viena de 1980 sobre Compraventa Internacional de Mercaderías, y
desde diciembre de 2014 entró en vigencia la nueva Ley de Derecho Internacional
Privado No. 544-14, la cual actualiza el ordenamiento jurídico dominicano en cuanto a
las previsiones normativas sobre aplicación de la ley extranjera. Con un indetenible
proceso de globalización, liberalización del comercio y de integración regional, resulta
oportuno analizar la aplicabilidad a nivel doméstico de nuevas normas de regulación
material de contratos de origen internacional.

SOBRE EL AUTOR: Licenciado en Derecho Magna Cum Laude de la Pontificia


Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), Magíster en Derecho de los
Negocios Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, Autor de las
obras publicadas "Derecho Migratorio de República Dominicana" y "Payola, Derecho e

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Industria Musical". Director de Tutela de Derechos del Defensor del Pueblo, Profesor
de la Materia "Derecho Migratorio y Consular de la PUCMM", Abogado Socio de la
Oficina Castillo Pantaleón Asesoría Jurídica y autor de artículos sobre comercio
internacional y migraciones internacionales.

[1] Las cuestiones sobre derecho del comercio internacional, como por ejemplo, el
sistema de normas multilaterales y plurilaterales de la Organización Mundial del
Comercio (OMC) y los acuerdos comerciales regionales (ACR), se encuentran fuera
del área de trabajo de la UNCITRAL. Los destinatarios de las regulaciones de la OMC
y los ACR son los Estados y los organismos internacionales, quienes reconocen y
aplican sus normas y se someten a sus métodos de solución de disputas propios, por
lo que tales cuestiones se encuentran mucho más ligadas a la materia de Derecho
Internacional Público (FERNÁNDEZ ROZAS, 2004) y el Derecho Económico
Internacional (FERNÁNDEZ ROZAS, 2010).

[2] Este dato puede ser confirmado consultando el enlace "Case law", al final de la
página: http://www.cisg-ac.org/.

[3] Por ejemplo: principio de autonomía de las partes, principio de buena fe, principio
de informalidad.

[4] Resolución del Congreso Nacional No. 42-10, de fecha 25 de febrero de 2010
(G.O. No. 10566).

[5] “EE.UU. y España tienen el 45% de inversión extranjera en RD”, publicación en la


sección de “Noticias” del Centro de Exportación e Inversión de la República
Dominicana (CEI-RD), de fecha 3 de febrero de 2011 (http://www.cei-rd.gov.do/).

[6] "Intercambio Comercial de República Dominicana: Fuera de Área de Tratados",


publicación de la Dirección de Comercio Exterior y Administración de Tratados
Comerciales del Ministerio de Industria y Comercio, Junio 2012.

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