Cuentos
TRES RATONES ENVIDIOSOS
Había una vez tres ratones muy envidiosos, querían todo para ellos solos. Pero
cuando llegaba a visitarlo un vecino, ellos escondían todo el queso que tenían
guardado.
De pronto se acercó un gato muy peludo, asomó su nariz en el agujero y los ratones
envidiosos se arrinconaron muy asustados. Cuando gritaron, el vecino los escuchó
y se acercó al gato lleno de valor y como pudo lo
alejó de la puerta. Quedó tan cansado el pobre
ratón que los envidiosos salieron a agradecerle
el favor y por fin lo invitaron a comer.
Todos felices disfrutaron de un estupendo platillo
de queso y entre risas recordaban al gato que
corrió muy enojado.
EL GATO DORMILÓN
Había una vez un gato muy dormilón que se pasaba los días y las tardes enteras
echado en el sofá. Siempre se preguntaban qué es lo que hacía para quedar tan
exhausto, pero nadie lo veía haciendo otra cosa que no fuera descansar.
Una noche su dueño tuvo la idea de ir a buscarlo y ver si
también dormía toda la noche, pero mientras bajaba la
escalera pudo verlo… ahí estaba él, sentado frente al
acuario, viendo cómo dormía la tortuga. Sólo se quedó allí
mirando en silencio a su gato, despierto y sereno estaba
cuidando el sueño de su amiga tortuga.
Al día siguiente pudo verlo como de costumbre, durmiendo
en el sofá y entonces pudo comprender el porqué de su sueño durante el día, pero
no notó que la tortuga también lo cuidaba desde su sitio.
EL SEÑOR ZAFIRO
Había una vez un señor con un nombre muy bonito, se llamaba Zafiro. A Zafiro le
gustaba vender papaya, zapotes, etc.
Él era un hombre honrado y trabajador, le gustaba ayudar mucho a las personas
que lo necesitaran. Era investigador del núcleo de las
células y los números de matemáticas.
Realizaba estas labores porque quería ser alguien en la
vida. Realmente, lo que más le gustaba y tenía el gran
sueño de ser escritor y lo consiguió gracias a su tesón, a
su continuo trabajo duro, su esfuerzo y su afán de superación.
DANIEL
Daniel juega muy contento en su habitación, monta y desmonta palabras sin cesar.
Hay veces que las letras se unen solas para formar palabras fantásticas,
imaginarias, y es que Daniel es mágico, es un mago de las palabras.
Lleva unos días preparando un regalo muy especial para aquellos que más quiere.
Es muy divertido ver la cara de mamá cuando descubre por la mañana un buenos
días, preciosa debajo de la almohada; o cuando papá encuentra en su coche un te
quiero de color azul.
Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que suenan bien y hacen sentir
bien: gracias, te quiero, buenos días, por favor, lo siento, me gustas.
Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta jugar con ellas y ver la
cara de felicidad de la gente cuando las oye.
Sabe bien que las palabras amables son mágicas, son
como llaves que te abren la puerta de los demás.
Porque si tú eres amable, todo es amable contigo. Y Daniel
te pregunta: ¿quieres intentarlo tú y ser un mago de las
palabras amables?
FIN
Uga la tortuga.
Las moscas.
En un frondoso bosque, de un panal se derramó
una rica y deliciosa miel, y las moscas acudieron
rápidamente y ansiosas a devorarla. Y la miel era
tan dulce y exquisita que las moscas no podían
dejar de comerlas.
Lo que no se dieron cuenta las moscas es que sus patas se fueron prendiendo en
la miel y que ya no podían alzar el vuelo de nuevo.
A punto de ahogarse en su exquisito tesoro, las moscas exclamaron:
- ¡Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de
placer!
Santilín.
Santilin es un osito muy inteligente, bueno y
respetuoso. Todos lo quieren mucho, y
sus amiguitos disfrutan jugando con él porque
es muy divertido.
Le gusta dar largos paseos con su
compañero, el elefantito. Después de la
merienda se reúnen y emprenden una larga caminata charlando y saludando a las
mariposas que revolotean coquetas, desplegando sus coloridas alitas.
Siempre está atento a los juegos de los otros animalitos. Con mucha paciencia trata
de enseñarles que pueden entretenerse sin dañar las plantas, sin pisotear el
césped, sin destruir lo hermoso que la naturaleza nos regala.
Un domingo llegaron vecinos nuevos. Santilin se apresuró a darles la bienvenida y
enseguida invitó a jugar al puercoespín más pequeño.
Lo aceptaron contentos hasta que la ardillita, llorando, advierte:
- Ay, cuidado, no se acerquen, esas púas lastiman.
El puercoespín pidió disculpas y triste regresó a su casa. Los demás se quedaron
afligidos, menos Santilin, que estaba seguro de encontrar una solución.
Pensó y pensó, hasta que, risueño, dijo:
- Esperen, ya vuelvo.
Santilin regresó con la gorra de su papá y llamó al puercoespín.
Le colocaron la gorra sobre el lomo y, de esta forma tan sencilla, taparon las púas
para que no los pinchara y así pudieran compartir los juegos.
Tan contentos estaban que, tomados de las manos, formaron una gran ronda
y cantaron felices. FIN
El Árbol Mágico
Hace mucho pero mucho tiempo, un niño paseaba
por un prado en cuyo centro encontró un árbol con
un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices
las palabras mágicas, lo verás.
El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del
mundo, y por eso se dice siempre que "por favor" y "gracias", son las palabras
mágicas.
Un Agujerito en la Luna
Cuenta una antigua leyenda que en una época
de gran calor la gran montaña nevada perdió
su manto de nieve, y con él toda su alegría. Sus
riachuelos se secaban, sus pinos se morían, y
la montaña se cubrió de una triste roca gris. La
Luna, entonces siempre llena y brillante, quiso
ayudar a su buena amiga. Y como tenía mucho
corazón pero muy poco cerebro, no se le
ocurrió otra cosa que hacer un agujero en su
base y soplar suave, para que una pequeña parte del mágico polvo blanco que le
daba su brillo cayera sobre la montaña en forma de nieve suave.
Una vez abierto, nadie alcanzaba a tapar ese agujero. Pero a la Luna no le importó.
Siguió soplando y, tras varias noches vaciándose, perdió todo su polvo blanco. Sin
él estaba tan vacía que parecía invisible, y las noches se volvieron completamente
oscuras y tristes. La montaña, apenada, quiso devolver la nieve a su amiga.
Pero, como era imposible hacer que nevase hacia arriba, se incendió por dentro
hasta convertirse en un volcán. Su fuego transformó la nieve en un denso humo
blanco que subió hasta la luna, rellenándola un poquito cada noche, hasta que esta
se volvió a ver completamente redonda y brillante. Pero cuando la nieve se acabó,
y con ella el humo, el agujero seguía abierto en la Luna, obligada de nuevo a
compartir su magia hasta vaciarse por completo.
Ojitos
Saulis corriendo se escondió bajo su cama. La mamá pensó que Saulis mentía
pero en realidad Saulis había visto los abogados de su padre, los cuales venían a
buscar a la pequeña Saulis para que se fueran con ellos.
FIN
EL GATO DORMILÓN