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ANALISIS ESTRUCTURADO DEL PASIVO

El Pasivo del Balance, en sentido amplio, y como contraposición al Activo de la


compañía, registra el patrimonio de la misma y las obligaciones que
sustentan y financian los activos de la empresa. Sin duda, los activos son los
que generan el beneficio que registra la primera línea de la cuenta de resultados.
Pero no debemos olvidar que esos activos deben tener un respaldo en el pasivo,
bien sea a través de capital propio, bien sea a través de capitales o deudas con
terceros, pues de alguna manera se habrán financiado.

Veamos los cuatro principios fundamentales de la


estructura del Pasivo, que permiten analizar si la estructura financiera del
balance de una empresa es la adecuada, y por lo tanto nos encontramos con
mucha probabilidad ante una compañía solvente y viable.
1. El Pasivo a largo plazo debe cubrir en su totalidad el Activo a largo plazo.
El pasivo a largo plazo, esto es, el patrimonio propio de la sociedad (que supone
una deuda con los accionistas por las aportaciones de estos) y el pasivo no
corriente, formado por los capitales recibidos de terceros no accionistas (bancos,
fondos de inversión, etc…) que deben devolverse en un plazo superior a un año,
debe financiar el total del activo no corriente, o activos a largo plazo de la
sociedad.

Esto es fundamental para la solvencia y viabilidad de una compañía. Si los activos


a largo plazo, como la maquinaria de una fábrica textil o los camiones de una
empresa logística, reportan ingresos en el corto y medio plazo, y se han financiado
con capital propio de la compañía o préstamos a un plazo adecuado a su
capacidad de reportar ingresos, el negocio es viable a futuro. Si por el contrario se
financiase un camión con una cuenta de crédito a seis meses existiría un riesgo
lógico de impago, pues es dudoso que dicho activo pueda generar beneficios
suficientes para amortizar el crédito en tan corto plazo de tiempo.
2. El pasivo a largo plazo debe cubrir una parte del activo a corto plazo.
Esto es lo que se llama fondo de maniobra. Los activos corrientes son aquellos
que tenderán a estar en el balance un plazo de tiempo inferior a un año, como por
ejemplo las existencias, los efectos comerciales de los deudores o la tesorería
necesaria para pagar las nóminas y gastos corrientes. Si todo el activo corriente
tuviese en su contrapartida del pasivo una obligación de corto plazo, existiría un
alto riesgo de caer en dificultades, pues en cuánto se registrase un retraso en
realizar los activos respecto del plazo de devolución de los pasivos corrientes la
empresa podría incurrir en suspensión de pagos.
Cuando existe un “gap” entre activo corriente y pasivo corriente, el mismo supone
un “colchón” o fondo de maniobra que evita tensiones financieras en la normal
actividad de la compañía.

3. La empresa debe contar con una relación


equilibrada entre pasivo exigible y fondos propios.
Por supuesto, no existe una cifra o proporción ideal, pues dependerá de cada
empresa, su situación y su estrategia. Pero siempre debe existir una parte de los
activos a largo plazo que constituya patrimonio propio, esto es, aportaciones de
los accionistas. Pues si la totalidad de los pasivos a largo plazo estuviesen en
manos de acreedores financieros la empresa gozaría de poca solvencia, al estar
todos sus activos comprometidos con dichos acreedores. Cuán mayor sea la cifra
de capitales propios en el pasivo, mayor solvencia tendrá por el contrario la
compañía, y menos dependerá de terceros acreedores financieros.

4. El pasivo corriente debe estar gestionado de manera precisa y con


vencimientos superiores al activo corriente.
Los mismos principios antedichos informan la gestión del pasivo corriente: las
obligaciones deben tener un plazo de amortización superior a los activos cuya
rentabilidad servirá para su pago. Toda empresa viable debe tener negociadas las
obligaciones de corto plazo con vencimientos superiores a los activos corrientes.
Por ejemplo, una cuenta de crédito a seis meses puede financiar la compra de
existencias que estarán en almacén un mes, y que se cobrarán con efectos
comerciales de los clientes a tres meses, pues el plazo total de realización de
estos activos corrientes, cuatro meses, permite generar un rendimiento en un
momento anterior al vencimiento del crédito. Si se financian las mismas
existencias con un crédito a dos meses, el negocio tendrá grandes probabilidades
de generar tensiones de tesorería.

Dado que la estructura del pasivo corriente puede ser compleja, por la existencia
de diversos productos financieros (líneas de descuento, cuentas de crédito,
préstamos de campaña, factoring, etc…) un estudio adecuado será medir el plazo
medio de días de vencimiento de los pasivos corrientes y confrontarlo con el plazo
medio de realización de los activos corrientes más el plazo medio de cobro de los
derechos de crédito. También es adecuado estudiar las características jurídicas de
los instrumentos de financiación de circulante de la sociedad (como por ejemplo
sin son “con recurso” o “sin recurso”, o si se permiten prórrogas, etc…) pues ello
ayudará a concretar el riesgo de la parte de corto plazo de su balance.

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