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JACINTA: ¿No será más bien que has cambiado de JACINTA: Cuanto más lo trates más te ha de gustar.
modo de pensar?.. Si así fuera te diré con franqueza Es muy inteligente, serio, muy hombre y de mucho
que haces una tontería. Partidos como Rafael hay porvenir.
pocos en estos tiempos. ¿No crees tú lo mismo? MAGDALENA: ¡Qué retrato tan favorable!... Pues,
MAGDALENA: Si por buen partido se entiende un hija, si tan bueno lo encuentras y tanto te gusta, te lo
hombre honrado, trabajador y sin vicios. Rafael es un cedo... Es tuyo.
buen partido; pero con igual franqueza te diré que JACINTA: Oh, Rafael, para mí, no es más que un
para mí esto no basta... Por desgracia... o por buen amigo a quien trato con intimidad desde hace
suerte... tengo ideas totalmente distintas de las de la mucho tiempo... Además, él a quien quiere es a ti.
generalidad de las mujeres de Costa Rica acerca del MAGDALENA: ¿Y por qué no ha de quererte a ti
matrimonio... La mayor parte se resignan a también?... Eres bonita, de buena familia, rica, ¿qué
desempeñar, cuando se casan, un triste papel, que más puede pedir D. Rafael Cortés?
es un término medio entre el de la sirvienta y la JACINTA: Vaya con lo que ahora sales... No se trata
esclava. Y como yo estoy muy lejos de ser tan de mí sino de ti... De manera que no es verdad lo de
conforme y aspiro a un ideal más alto, más noble y tu casamiento con Rafael.
sobre todo más digno, no creo poder hallar aquí al MAGDALENA: ¿Cuántas veces quieres que te lo
hombre que me permitirá realizarlo. diga?... No, no es verdad... No me caso ni con él ni
JACINTA: ¡Qué ideas!...Eres demasiado pesimista y con nadie... El matrimonio no me seduce... ¡lejos de
exagerad, Magdalena, y aunque estoy de acuerdo eso!
hasta cierto punto en que nuestra suerte no es la JACINTA: Pero no negarás que ha venido a verte
más envidiable ¿qué quieres?... Tenemos que aquí.
conformarnos con ella. MAGDALENA: ¿Por qué quieres que lo niegue?... Ha
MAGDALENA: Cabalmente, eso es lo que yo no venido dos veces... ¿Pero qué interés tienes tú en
quiero. saber todo esto?
JACINTA: Sin embargo, creo que no hallarás aquí JACINTA: (Algo turbada) ¿Yo?... Ninguno... El interés
ningún partido mejor que Rafael... Es todo un natural que me inspira la suerte de una amiga tan
caballero. querida como tú.
MAGDALENA: No lo dudo; pero no hay motivo para MAGDALENA: Muchas gracias... Espero que ya estés
que sea una excepción... Lo natural es suponerlo satisfecha.
penetrado de las ideas que aquí reinan entre los JACINTA: Y ahora... hablando de otra cosa... ¿qué
hombres respecto del matrimonio; y ya te he dicho tal ha venido tu primo Fernando?
que el papel de sirvienta no me conviene y el de MAGDALENA: (Con vehemencia) Ay, galanísimo,
esclava mucho menos... Soy demasiado entusiasta simpatiquísimo.
por la libertad. JACINTA: ¡Qué exagerada eres! JACINTA: (¡Qué entusiasmo!) ¿Y lo ves a menudo?
MAGDALENA: Además, yo no conozco a Rafael sino MAGDALENA: Casi todos los días.
muy poco. Me ha parecido agradable, simpático. JACINTA: ¿Vendrá hoy?... Tengo ganas de
conocerlo.
MAGDALENA: ¿No lo has visto en San José?
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JACINTA: No; como salgo tan poco. ADELA: Jacintita, cuánto bueno...
MAGDALENA: Pues hoy lo conocerás aquí... Verás JACINTA: (Levantándose) Señora, tanto gusto de
qué amable, qué fino... Está hecho todo un francés. verla, ¿cómo está?
JACINTA: Cuando se fue para Europa era yo todavía ADELA: Regular nada más, hijita (Se abrazan).
una chiquilla, sin embargo lo recuerdo bien... ¿Ha Jesús, qué calor...
cambiado mucho? No sé cómo he podido subir la cuesta... hace un
MAGDALENA: Por los retratos puedes juzgar... Está sol...
mucho mejor; más blanco. JACINTA: ¿Viene usted de muy lejos?
JACINTA: Me parece estarlo viendo en aquel baile de ADELA: De la huerta. (A Magdalena). Si supieras
niños que hubo en tu casa hace muchos años... Ah... cómo está la huerta... da lástima, no me han dejado
pero si ahora recuerdo... ¿no fue tu novio de nada... todo se lo han llevado.
escuela? MAGDALENA: (A Jacinta) Así sucede todos los años;
MAGDALENA: ¡Qué buena memoria tienes!... Sí; era pero mamá no se cansa de sembrar.
mi novio...Me escribía cartitas y me regalaba ADELA: Es lo único que me divierte en el campo... (A
caramelos. Jacinta) Y su mamá, hijita, ¿Cómo ha seguido?
JACINTA: Pero qué tonta soy... Hasta ahora caigo en JACINTA: No muy bien. La pobre siempre con sus
la cuenta. achaques.
MAGDALENA: ¿En la cuenta de qué? ADELA: Qué lo siento. Y ¿por qué no la trajo a pasar
JACINTA: Acabáramos, Magdalena... El primo es el unos días aquí?
culpable. El campo le aprovecharía de seguro.
MAGDALENA: ¡El culpable!... ¿Y de qué? JACINTA: Ganas no le faltaban; pero tuvo que
JACINTA: Pues de tu cambio con Rafael. quedarse para que papá pudiera venir.
MAGDALENA: No te comprendo... Explícate. MAGDALENA: Siempre las mujeres sacrificándose
JACINTA: La cosa es clara... Rafael no te por los hombres.
disgustaba... eso no puedes negarlo... y quizás ADELA: Ese es nuestro destino, hijita mía.
hubieras concluido por casarte con él... pero en esto MAGDALENA: Nuestro destino en Costa Rica; pero
llega el primo; despiertan en tu corazón los en otras partes no pasa lo mismo... Fernando me ha
recuerdos del primer amor que dormitaban en él, y dicho...
adiós mi D. Rafael Cortés. ¿No es esto? ADELA: Lo que yo digo es que Fernandito te está
MAGDALENA: (Jovial) Ya estás tú haciendo juicios metiendo en la cabeza muchos disparates.
temerarios y sacando consecuencias. MAGDALENA: Usted qué ha de decir, mamá, con sus
JACINTA: Donde ha habido fuego queda rescoldo, mi ideas del tiempo del rey Perico2.
querida Magdalena. ADELA: Viejas serán, hija mía; pero son las buenas,
MAGDALENA: (Amistosa) Mala lengua. y si no estuvieran tan olvidadas las cosas no
4
Político francés (1838-1882). De tendencia liberal,
3
Instalaciones donde se encuentran las pilas, las republicana y anti clerical, tuvo una destacada
secadoras, los patios y todo lo necesario para el participación en las luchas políticas de Francia durante la
procesamiento del café. década de 1870.
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ANTONIO: ¡Viejo!...Pues si yo soy mayor que tú y ANTONIO: Verás... Durante los meses de invierno
apenas tengo veinticinco años. decaigo de una manera increíble... Pierdo el apetito,
RAMÓN: En cada pelo. la fuerza, el buen humor... la humedad me mata...
ANTONIO: No me lo vas a creer, Ramón, y sin Pero, Ramón, todo es que lleguen los tordos y
embargo es la pura verdad... Me siento con todo el soplen los primeros nortes, cuando ya soy otro... Me
vigor de un muchacho. siento revivir; se me dilata el pecho; se me ensancha
RAMÓN: Ajá... Eres lo que se llama un viejo verde. el horizonte; renazco de mis propias cenizas como el
ANTONIO: Sí; todo lo más verde. ave fénix5; siento que una nueva savia circula por
RAMÓN: Vamos, Antonio, cálmate. mis venas, y entonces...
(Entra Dorotea con un azafate con botellas de RAMÓN: Empiezas a cometer disparates.
cerveza y vasos, y lo pone sobre la mesa). ANTONIO: Cabal.
DOROTEA: (A D. Antonio) ¿Necesita otra cosa? RAMÓN: Pues mira, Antonio; te diré con franqueza
ANTONIO: (Galante) Por ahora nada, Dorotea... que por más que pretendas disculparte con todas
Muchas gracias. (Vase Dorotea por la izquierda. D. esas historias del horizonte, de la savia y del ave
Antonio la sigue con la vista hasta que desaparece) fénix, ya no estás en edad de andarte metiendo en
¿Qué te ha parecido? trapicheos.
RAMÓN: ¿Qué? ANTONIO: Sabes que te has vuelto muy gruñón y
ANTONIO: Dorotea. muy intolerante... Antes no eras así ni mucho
RAMÓN: ¿Esa que acaba de salir?... No me he menos... Recuerdo muy bien... pero ¿y la cerveza?...
fijado. Con estas charlas se me había olvidado la cerveza...
ANTONIO: Ramón, a mí no me vengas con solfas... a Ven. (Arrimando una silla) Siéntate aquí... Yo de este
mí no me vengas con solfas, que te conozco desde otro lado. (Don Antonio se coloca frente a la puerta
que naciste. de la izquierda y D. Ramón de espaldas a la misma.
RAMÓN: ¿Y los años?... ¿No los tomas en cuenta? D. Antonio sirve la cerveza). Pues... como te iba
ANTONIO: Vuelta con los años... Pues a mi cada vez diciendo, te desconozco... porque tú fuiste muy
me gustan más. calavera, Ramón, mucho más calavera que yo.
RAMÓN: ¿Los años? RAMÓN: Puede que sí, pero ya no lo soy... Las cosas
ANTONIO: Las mujeres... todas las mujeres. a su tiempo.
RAMÓN: (Canturreando) Me gustan todas, me gustan ANTONIO: Vamos, hombre... ¿Te acuerdas de
todas, me gustan todas en general... Eso ya es aquellas cosas de tamales y de aquellos
viejo... Antonio, tú estás enfermo. bailecitos?... RAMÓN: Cállate, que te pueden oír.
ANTONIO: ¿Enfermo yo?... Nunca me he sentido ANTONIO: No hay cuidado... ¡Cómo nos divertíamos!
mejor... Tengo una fuerza, una agilidad, un apetito... ¿Eh?... Los muchachos de este tiempo no saben
RAMÓN: Lo que tú tienes es mucha música en la darse gusto... ¿Y Rafaela?... ¿Te acuerdas de
cabeza... Oye, ¿y desde cuándo te ha entrado Rafaela?
eso?... No hace mucho te vi muy diferente.
ANTONIO: Es verdad; pero era tiempo de invierno. 5
Ave legendaria que se suponía capaz de renacer de sus
RAMÓN: ¿Y qué tiene que ver el invierno?...
propias cenizas.
150
RAMÓN: No he de acordarme. RAMÓN: (Levantándose) Adela, usted dispense... No
ANTONIO: ¡Qué ojos tenía!... Con unas pestañas... la había visto... ¿Cómo está usted? (Dale la mano).
RAMÓN: No he vuelto a ver otros iguales. ADELA: Regular, muchas gracias... ¿Y Lola?
(Animándose) Oye, ¿y aquellas dos muchachas que RAMÓN: Así, así; siempre achacosa.
nos robamos en unas fiestas de San Juan? ADELA: Me he quedado esperándola.
ANTONIO: ¡Oh, qué aventura! (Tocándose la cabeza) RAMÓN: Vendrá en cuanto pueda... Me ha
Mira, aquí tengo todavía la señal del garrotazo que encargado mil recuerdos para usted.
me dieron ese día. ADELA: Tengo muchas ganas de verla. (A D.
RAMÓN: Casi te matan. Antonio) Por Dios, no sigas hablando de política... Te
ANTONIO: Poco faltó... ¡Qué tiempos, Ramón!... ¡qué exaltas demasiado.
tiempos los nuestros! ANTONIO: Es que no puedo transigir con los abusos.
RAMÓN: Vale más no recordarlos... A tu salud ADELA: Pero a ti ¿qué te va ni qué te viene con lo
Antonio. que haga el Gobierno?
ANTONIO: A la tuya. Ramón... Si te parece bien, RAMÓN: Adela tiene mucha razón. Déjate de
podemos ir ahora a los cafetales nuevos. políticas, que eso trae siempre malas
RAMÓN: Ya te he dicho que prefiero dejarlo para consecuencias.
mañana. ANTONIO: ¿Y mi deber de ciudadano, mi conciencia,
ANTONIO: Es que no sabes... allí están ahora las mi?...
cogedoras6. RAMÓN: Bah... déjate de tonterías.
RAMÓN: Bueno... ¿Y qué hay con eso? ANTONIO: Cómo se conoce que eres del partido del
ANTONIO: Lo que hay es una Secundina, que no te gato7... Pero vámonos a dar una vuelta; eso es lo
digo más... Y una Agapita... Ay, Ramón, qué pelo y mejor.
qué brazos y qué... (Doña Adela asoma por la ADELA: Sí, D. Ramón, vaya usted para que estire las
izquierda) y qué... (Alzando la voz) y qué escándalo piernas.
es lo que está pasando... Te digo que esa medida RAMÓN: Con lo que me ha hecho andar Antonio, las
del Gobierno es injusta, impolítica, arbitraria. tengo ya de un kilómetro.
RAMÓN: Pero ¿qué estás diciendo? ANTONIO: Qué importa. Lo más que te puede
ANTONIO: (Exaltado) Sí; por más que sostengas lo suceder es que te tomen por herediano... Vamos,
contrario, eso es inconstitucional. que se hace tarde.
RAMÓN: Pero... RAMÓN: ¿No nos acompaña usted, Adela?
ANTONIO: Sí, señor... inconstitucional... como suena. ADELA: Gracias. Tengo muchas vueltas que dar en
RAMÓN: (Si se habrá vuelto loco). la casa.
ADELA: (Entrando) No le haga usted caso, D. RAMÓN: Entonces, hasta luego.
Ramón... Antonio cuando habla de política se pone ADELA: Que se diviertan (Vase por la derecha).
como un energúmeno. RAMÓN: Conque ya lo has oído, Antonio, no más
política.
7
Es decir de aquellos que, como los gatos, siempre caen
6
En alusión a las mujeres recolectoras de café. parados. En otras palabras oportunista, acomodaticio.
151
ANTONIO: Todavía no me sale el susto del cuerpo. MARÍA: Sí... no es feo.
RAMÓN: Me alegro, porque ¿quién mete a un viejo, DOROTEA: ¡Qué feo va a ser!... Y siempre tan bien
padre de familia?... (Vanse charlando por el foro). vestido, tan perfumado. (Pausa) Y la que a él le
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FERNANDO: Yo no; me quedo para charlar un rato escrúpulos... ridículos, sí... ¿quién lo duda?... pero
con mi tía. en nosotras tan profundamente arraigados, que no
MARÍA: Mejor... poca falta pueden arrancarse sin un profundo desgarramiento
FERNANDO: Muchas gracias. de todo nuestro ser.
MARÍA: Vamos, Jacinta... (A Magdalena) En el FERNANDO: Eso, Magdalena, significa una cosa...
portón te esperaremos. (Vanse María y Jacinta por el que no me quieres.
foro). MAGDALENA: ¡Cómo puedes decir que no te quiero,
La decoración del primer acto. Sobre la mesa varios una conversación que el amor debe ser libre, ¿qué te
me mande una caja de polvos de arroz. (Escribe y DOROTEA: José pregunta que si ya está lista la
(Leyendo) Hay personas... muy pocas... que tienen JACINTA: Sí... un momento. (Vuelve hacia la mesa y
el don de ser oportunas; pero como tú, mi querida escribe el sobre) Toma, llévasela.
Matilde, creo que no puede haber otra... Si alguna DOROTEA: Está bien, (Vase por la izquierda).
vez ha llegado una carta a tiempo, ha sido la tuya... JACINTA: Ya Rafael no debe de tardar mucho...
Has de saber que para hoy teníamos un paseo a la ¿Qué le voy a decir?... Lo probable es que trate de
Carpintera... imagínate qué apuro el mío... A última sonsacarme lo que pasa... Pero yo no debo decirle
hora, y no habiendo podido encontrar nada mejor, nada claro, naturalmente... Basta con dejarle adivinar
eché mano del tan socorrido pero siempre eficaz todo... Además, a menos de que esté ciego echará
pretexto de una indisposición, lo que me ha permitido de ver la pasión de Magdalena por Fernando... Sí...
quedarme sola en esta hacienda... De modo que pero ¿quién sabe?... Esto mismo puede ser un
cuando llegue Rafael no encontrará más que a mí; y peligro... Los hombres del carácter de Rafael se
como gracias a tu carta soy la única que tiene obstinan ante el obstáculo... En cambio se debe
conocimiento de su venida, nadie sospechará nada... contar con el escozor del despecho, con la herida de
recibido la noticia de los coqueteos escandalosos de DOROTEA: (Por la izquierda) Acaba de llegar D.
Magdalena con el primo. Dado su carácter orgulloso Rafael Cortés. ¿Lo hago entrar?
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Pero... ¿quién sabe?... puede ser que nunca haya MARÍA: Nos preocupaba tu indisposición. (A Rafael)
querido a nadie... tiene un carácter tan raro. ¿Usted por aquí? ¿Desde cuándo?
RAFAEL: Incomprensible. RAFAEL: (Dándole la mano) Hace ya rato... ¿Se ha
JACINTA: Tal vez consiga usted descifrarlo. divertido usted mucho?
RAFAEL: Oh, nada sería para mi más grato. MARÍA: Yo, sí, (A Jacinta) Pero qué lástima que no
JACINTA: (¡Babieca!). vinieras. Nos hemos reído mucho con papá y D.
RAFAEL: No sé qué habría sido de mí hoy, si no Ramón.
hubiera tenido la suerte de encontrarla a usted... JACINTA: Cuánto lo siento; será para otra vez. (Entra
Traía unas ideas tan negras... D. Adela, D. Ramón y D. Antonio).
JACINTA: ¿Y ahora? ADELA: Señor D. Rafael.
RAFAEL: Ahora se me han aclarado bastante con lo RAFAEL: Señora (Dale la mano). ¿Viene usted muy
que usted me ha dicho. cansada?
JACINTA: (Ah, los hombres... todos iguales... tontos ADELA: Ay, sí; bastante.
de capirote). RAMÓN: Y yo completamente molido. (Se sienta).
RAFAEL: ¿Cómo decía usted? ANTONIO: ¿Cómo está usted, D. Rafael?
JACINTA: Oh, nada. RAFAEL: Para servir a usted (Danse las manos).
RAFAEL: No, sé cómo hay gentes que se complacen ANTONIO: (A D. Ramón) Parece mentira, hombre...
en habladurías y murmuraciones. Pero qué mandria13 te has vuelto... Si sigues así
JACINTA: (Alejándose hacia una ventana) Me parece habrá que amarrarte cuando montes a caballo. (A
que llegan... En efecto, ellos son; ya están aquí. Rafael) Imagínese usted que se ha dejado caer dos
RAFAEL: (Se aproxima a la ventana y mira también) veces de la yegua.
¡Qué bien monta María!... ¿Ha visto usted cómo ha RAMÓN: Un animal mañoso.
hecho saltar el caballo? ANTONIO: Un cordero, D. Rafael, un cordero... Con
JACINTA: Sí; pero Magdalena monta con más decirle que es la que, monta Adela...
elegancia. RAMÓN: Sí, pero...
RAFAEL: No la veo venir. ANTONIO: Vamos, confiesa que eres un músico.
JACINTA: Sin duda se ha quedado atrás con MARÍA: (¿Qué será de Magdalena y Fernando que
Fernando. no llegan?) (Mira por la ventana).
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RAMÓN: Pero qué chifladura tienes tú con la política, RAMÓN: Ja, ja, ja... ¿no sabe usted?... Es que al
Antonio... Mira que ponerte tú a hacer caso de lo que famoso barrio del Hospital18 le han dado ahora el
dice un D. Nicomedes Goteras. nombre de la República Sudafricana.
ANTONIO: No me toques a Nicomedes... Ese joven ADELA: Primera noticia... Antonio, lee otra cosa...
es uno de los baluartes de las instituciones. Creo que los sucesos de este nuevo Transvaal no
RAMÓN: Sí; y uno de los mejores clientes de la tienen interés para nadie.
Fábrica Nacional de Licores. ANTONIO: La prensa debe ser noticiosa.
ANTONIO: Pero hasta en eso es patriota y ADELA: Sí; pero también debe ser decente.
proteccionista... No bebe más que guaro16. ANTONIO: ¿Y cómo quieres tú que la policía sepa lo
RAMÓN: Antonio, en las próximas elecciones te que pasa si suprimes las noticias de los periódicos?
elegiremos diputado. (Leyendo) Boda.
ANTONIO: Alto ahí... Soy una persona decente. MARÍA: A ver, a ver quien se casa.
ADELA: Por Dios, D. Ramón, no le toque usted la ANTONIO: (Leyendo) Pronto contraerá matrimonio
tecla de la política. con una señorita de esta capital, nuestro querido
MARÍA: Papá, es mejor que se deje usted de goteras amigo el apreciable caballero D. Toribio Conejo...
y de patriotismos y que nos lea las gacetillas... A mí JACINTA: ¿Toribio Conejo?... ¿Quién es?
es lo único que me gusta de los periódicos... Ah, y MARÍA: No conozco.
las crónicas de bailes. RAMÓN: Ni yo.
ANTONIO: (Encogiéndose de hombros) Parece ADELA: Yo tampoco.
mentira lo poco que se interesan las mujeres por la JACINTA: (Interpelándolo) Rafael.
suerte del país. (Resignado) Vamos pues con las RAFAEL: (Levantándose) Mande usted.
gacetillas. (Leyendo) Conferencia del padre Rey... JACINTA: No; es primera vez que digo ese nombre.
No, esto es otra cosa, (Da vuelta á la página) Ah, ya ANTONIO: Sí no fueran ustedes tan impacientes, ya
encontré. (Leyendo). En el Transvaal... lo sabrían... como que aquí lo dice. (Leyendo)... El
RAMÓN: Eso me gusta... Veamos qué hay de la apreciable caballero D. Toribio Conejo, albañil
17
guerra . distinguidísimo19...
ANTONIO: (Leyendo) Anoche hubo allí un escándalo TODOS: Ja, ja, ja.
mayúsculo. Una señora, a quien llaman por apodo la RAMÓN: Cómo está la prensa.
Gorgoritos... ANTONIO: (Leyendo)... Albañil distinguidísimo. La
ADELA: Pero Antonio... ¿estás loco?... ¿Qué es eso futura esposa es la señorita Dorotea Barquero.
del Transvaal y de la Gorgoritos? MARÍA: (Saltando de la silla) Pero si es la misma.
18
Barrio de mala reputación situado en las cercanías del
16
Es decir, sólo consume un producto nacional cuya Hospital San Juan de Dios, entonces región suburbana de
fabricación es monopolio del estado. San José.
17 19
Referencia a las guerras entre colonialistas holandeses Todo este pasaje hace burla de la importancia social
y británicos en la región de Transvaal, en la actual que comenzaban a adquirir personas que no formaban
República Sudafricana. parte de la élite oligárquica.
163
ANTONIO: ¿Cómo la misma? el señor D. Pablo Ramírez se ha servido enviarnos,
MARÍA: Pues claro... Dorotea Barquero se llama por la cual nos participa el próximo enlace de su hija
nuestra criada. Sofía con el señor D. Francisco Porras.
RAMÓN: No puede ser. MAGDALENA: Conque al fin se hizo ese
ANTONIO: Vamos a salir de dudas... María, llama á casamiento... ¡Pobre Sofía!
Dorotea. JACINTA: ¡Qué golpe para el orgullo de esa familia!...
MARÍA: (Desde la puerta de la izquierda) ¡Dorotea!... ¡Una Ramírez casada con el hijo de un zapatero!
¡Dorotea! ADELA: ¡Oh! No es para tanto... Todos dicen que el
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ANTONIO: Veamos la enmienda de Ramón... así ANTONIO: Se me habían olvidado los músicos...
será ella. ¿Por qué no le diste el encargo a Fernando?
RAMÓN: Pues es de primera para que lo sepas... Yo MARÍA: Porque no los conoce ni sabe dónde viven.
diría: todo hombre podrá casarse con siete mujeres ANTONIO: Entonces lo mejor será mandar a José a
en invierno y con catorce en verano. Tres Ríos... Voy a ocuparme de eso.
MAGDALENA: Confieso que no lo entiendo. RAMÓN: Yo te acompaño. (Vanse por la izquierda).
ANTONIO: (Yo sí). ADELA: Y todavía no hay nada listo para esta
JACINTA: ¿Qué tienen que ver con esto las noche... Con su permiso, D. Rafael... usted me
estaciones, papá? dispensará.
RAMÓN: Eso Antonio es quien lo sabe. Pregúnteselo RAFAEL: Oh, por mí no se atrase usted. (Vase doña
a él. Adela por la derecha).
ANTONIO: Yo qué he de saber... (Bajo a D. Ramón) MARÍA: (A Jacinta) ¿Quieres venir para que le
Cállate, condenado... (Alto) Son cosas de Ramón, no ayudemos a mamá?
le hagan ustedes caso. JACINTA: Con el mayor gusto. (Esta lo que quiere es
MARÍA: Pues yo no me conformo... A mí no me que Rafael y Magdalena se queden solos). (Vanse
engañan ustedes; por algo lo dice D. Ramón... María y Jacinta por la derecha).
(Aproximándose a D. Antonio) Dímelo a mí, papá... ESCENA VIII
aquí... al oído... Te prometo no contárselo a nadie.
Rafael y Magdalena Empieza a obscurecer
ANTONIO: ¡Qué tontería!... te digo que no es nada.
RAFAEL: Usted tendrá que hacer algo también... Le
MARÍA: Usted D. Ramón... Dígamelo usted, que
ruego que por mí no se detenga.
estoy muerta de curiosidad.
MAGDALENA: No quiero dejarlo a usted solo.
RAMÓN: Imposible. Es un secreto de Antonio.
RAFAEL: Oh, por eso no... Hágame usted el favor de
MARÍA: ¿Un secreto?... Ay, papá, no seas ingrato...
tratarme con toda confianza.
dímelo.
MAGDALENA: Pero si no tengo prisa... De todos
ANTONIO: Vamos, no seas tan machacona.
modos no comeremos antes de que vuelva el pobre
MARÍA: (A D. Antonio) ¿Mamá lo sabe?
Fernando. (Entra Dorotea con una lámpara
RAMÓN: ¡No lo ha de saber!... Estoy seguro de que
encendida, por la izquierda, la pone sobre la mesa y
Antonio no tiene secretos para Adela.
vase por la derecha).
ANTONIO: (¡Ah jesuitón!).
RAFAEL: ¿Por qué dice usted el pobre Femando?
ADELA: Pues sí los tiene, porque nada sé.
MAGDALENA: ¿Le parece a usted poco lo que le ha
MARÍA: Jesús, qué antipáticos están ustedes con sus
tocado?... Ir a convidar a tantas gentes después de
misterios... pero no importa, yo he de averiguarlo... y
semejante caminata.
cuando me propongo algo...
RAFAEL: No me parece a mí tan desgraciado
ANTONIO: (¡Canastos!).
cuando tiene quien así se duela de él... Yo haría eso
ADELA: Si fuéramos a lavarnos y a quitarnos el
y mucho más porque me compadecieran de la
polvo... Ya pronto será hora de la comida.
misma manera.
ANTONIO: Es verdad.
MAGDALENA: Es usted muy galante.
MARÍA: Papá, ¿y la música?
166
RAFAEL: Créame usted, yo siempre digo lo que RAFAEL: Ya veo que está usted muy penetrada de
siento... Conque de nuevo le ruego que no se atrase las modernas ideas feministas.
por mí... Me entretendré leyendo periódicos. MAGDALENA: Me parece que ya es tiempo de
MAGDALENA: Ya que habla usted de periódicos... vi sacudir el yugo que ustedes los hombres nos han
que le gustaron a usted las teorías estrafalarias de puesto y de reivindicar nuestros derechos. ¿No lo
María. cree usted así?
RAFAEL: Diga usted que me divirtieron mucho sus RAFAEL: No negaré que es preciso hacer algo... En
paradojas y genialidades... y con todo no deja de parte tiene usted razón; pero es muy de temerse que
haber en ellas un gran fondo de verdad. las exageraciones en esta materia traigan como
MAGDALENA: ¿Cree usted? consecuencia la destrucción de la familia tal como
RAFAEL: Sí; descartando por supuesto las hoy existe.
exageraciones, que de ambas partes las hubo. MAGDALENA: ¿Y quién puede asegurar que no
MAGDALENA: ¿También de la mía? llegaremos a establecer algo mejor?... Además,
RAFAEL: Ya lo creo. ¿cómo puede defenderse como perfecto un estado
MAGDALENA: ¿Y en qué? social que descansa en el sacrificio de una mitad del
RAFAEL: Pues digo usted nada menos... no sé si género humano?
estas fueron sus mismas palabras; pero me parece RAFAEL: La discusión de materias tan intrincadas
que sí... dijo usted: el matrimonio es una calamidad. nos llevaría muy lejos, Magdalena... Creo que en
MAGDALENA: Sí lo dije; ¿y bien? esto, como en todas las cosas, se puede llegar a un
RAFAEL: Que no puedo creer que lo dijera usted término medio racional y equitativo para ambas
sinceramente. partes... La situación actual de la mujer está muy
MAGDALENA: Con toda mi alma... Creo que el lejos de ser lo que fue... Nuestras leyes le conceden
matrimonio es una desgracia para todos, ahora derechos que en otros tiempos no pudo soñar
especialmente para nosotras las mujeres. siquiera... Si resucitaran nuestras abuelas y vieran
RAFAEL: ¿Y por qué? cómo se manejan hoy sus nietas, caerían de
MAGDALENA: Por mil razones... Al casarse la mujer espaldas... Recuerdo haber oído decir a la mía que a
se esclaviza; abdica su voluntad, sus costumbres, la mujer le bastaba con saber leer lo necesario para
sus gustos, todo en aras de un marido que por lo descifrar su libro de misa... Verdad es que hay
general nada agradece y acepta el sacrificio con la hombres brutales, que por exceso de soberbia sólo
impasibilidad de un ídolo que se cree con derecho a quieren ver en sus mujeres seres inferiores que han
ser adorado sin dar nada en cambio. nacido para servirlos y soportar sus caprichos; pero
RAFAEL: Ah, no diga usted eso, Magdalena. hay muchos otros... la mayor parte, créamelo usted,
¡Cuántas mujeres no viven felices y contentas con su que las estiman y consideran como abnegadas
suerte, queridas de sus maridos y de sus hijos, compañeras.
respetadas de todos! MAGDALENA: Puede ser; pero no hay hombre, por
MAGDALENA: No diré que no las hay; pero son las infeliz que sea, que no se considere superior a
menos... Otras alcanzan una sombra de felicidad a cualquier mujer.
fuerza de resignación.
167
RAFAEL: ¿Y qué importa este ridículo detalle de MAGDALENA: ¿Vienes muy cansado?
nuestra presunción, si en el fondo las que gobiernan FERNANDO: No... gracias.
el mundo son ustedes? ¿Para qué quieren la MAGDALENA: ¿Quiénes son las que vienen?
apariencia del poder si ya tienen la realidad? FERNANDO: Las Urrutias, las Pérez... todas las
MAGDALENA: Hola, defiende usted su causa con amigas, menos las Castillos.
agudeza. MAGDALENA: ¿Y de bailarines cómo estaremos?
RAFAEL: Sólo me falta ganarla con usted. FERNANDO: No faltarán. Vienen muchos pollos22.
MAGDALENA: Eso ya es más difícil. MAGDALENA: Entonces ustedes me harán el favor
RAFAEL: Oh, no importa... Permítame usted que lo de excusarme... Voy a vestirme... (Levantándose)
intente... que trate de llevar a su ánimo el Les ruego que se hagan mutua compañía mientras
convencimiento de que todos los hombres no somos vuelven las muchachas. (Vase por la derecha).
soberbios ni brutales... de que la unión de dos seres
igualmente buenos, igualmente honrados, lejos de ESCENA X
ser una calamidad, es la mayor de las felicidades...
Rafael y Fernando
Ah, Magdalena, si usted consintiera en unir su suerte
FERNANDO: (Esto era lo único que me faltaba...
a la mía, ¡qué mejor prueba! (Pausa).
Tener ahora que hacer la corte a este caballero...
MAGDALENA: Rafael... seré con usted franca... Yo lo
tan... simpático).
estimo mucho... lo quiero... como a un amigo; pero...
RAFAEL: (Se me figura que no le hago mucha gracia
RAFAEL: Oh, no... no me desahucie usted... No
al primito).
pronuncie todavía esa sentencia cruel que acabo de
FERNANDO: (¿Y ahora qué le digo?... Nada se me
ver asomar a sus labios... Dejemos que pase
ocurre). (Pausa).
tiempo... el que usted quiera... pero no me quite toda
RAFAEL: (La situación es ridícula).
esperanza.
FERNANDO: ¿Viene usted por primera vez a esta
MAGDALENA: No puedo prometerle nada.
finca?
RAFAEL: Si no pido tanto... Lo único que imploro es
RAFAEL: No, señor. (Pausa).
que me permita usted esperar... tengo treinta años y
FERNANDO: (Por dicha es locuaz... Menos mal).
alguna experiencia de la vida... quizás no encontrará
RAFAEL: ¿Y cómo ha encontrado usted a San José?
usted otro que la quiera tan sinceramente como yo...
FERNANDO: Lo mismo.
RAFAEL: Sin embargo, no deja de haber cosas
168
FERNANDO: (Allí te quisiera ver yo)... Ah, muy MARÍA: Bueno, ya lo sé... que la desengañarías... en
hermoso. el fondo es lo mismo.
169
MARÍA: Que en el baile de esta noche no te ocupes ESCENA XII
de Magdalena.
Dichos; D. Ramón y D. Antonio por el foro
FERNANDO: Ni de Magdalena ni de ninguna... Estoy
ANTONIO: ¿No se come hoy en esta casa? Me estoy
de un humor...
muriendo de hambre.
MARÍA: No, tanto, no; al contrario... es preciso...
RAMÓN: Y yo.
FERNANDO: ¿Cómo?... ¿Hay más todavía?
MARÍA: Ya no tardará la comida. Tengan ustedes un
MARÍA: Sí; muy poca cosa... Es necesario que le
poquito de paciencia.
hagas la corte a otra.
ANTONIO: Me parece que le hemos tenido (Sacando
FERNANDO: Eso si que no... lo primero, pase, pero...
el reloj). Ya poco falta para las ocho... Usted disimule
MARÍA: Yo te lo ruego, Fernandito.
que lo hagamos ayunar, D. Rafael.
FERNANDO: Pero ¿á quién quieres que le haga yo la
RAFAEL: Por mí no se preocupe usted. Estoy hecho
corte?
a comer tarde.
MARÍA: A cualquiera... A Lola Urrutia, por ejemplo.
FERNANDO: No me gustan las gordas. ESCENA XIII
MARÍA: Entonces a Ester Castillo que es un fideo. Dichos; Doña Adela y Magdalena por la izquierda
FERNANDO: No viene... Además, ya te dije que no. ADELA: (Entrando) Cuando ustedes gusten, la
MARÍA: Sí; hazlo por mí... Yo te voy a buscar una comida está lista.
compañera que te ha de gustar mucho. ANTONIO: Santa palabra.
FERNANDO: Trabajo tendrás... ¿quién es? MARÍA: Papá, ¿qué hubo al fin de la música?
MARÍA: Adivina. ANTONIO: A las nueve estará aquí... Alista las
FERNANDO: No estoy para adivinanzas... ¿Es piernas, Ramón.
bonita? RAMÓN: Lo que voy a alistar yo es una botella de
MARÍA: No es fea. aguardiente alcanforado... No aguanto las
FERNANDO: ¿Graciosa? coyunturas.
MARÍA: Eso... me parece que sí. FERNANDO: (Bajo a Magdalena) Tengo que hablar
FERNANDO: ¿La conozco yo? contigo.
MARÍA: Como tus manos. MAGDALENA: (Lo mismo) Cuando quieras.
FERNANDO: Pues no sé quién es. FERNANDO: Ya... (Se apartan) Deseo saber si
MARÍA: Ya te lo diré luego. piensas bailar con ese hombre.
FERNANDO: Dímelo ya, porque si no me conviene... MAGDALENA: ¿Cómo quieres que lo evite?
MARÍA: Te convendrá de seguro. FERNANDO: No bailando con él.
FERNANDO: Por fin ¿quién es? MAGDALENA: Pero eso no es posible, Femando.
MARÍA: Yo. FERNANDO: (Violento) No quiero que bailes con él.
FERNANDO: ¿Tú? MAGDALENA: Por Dios, no te exaltes... reflexiona...
MARÍA: ¿Aceptas? para mí es un compromiso terrible... ¿Cómo quieres
FERNANDO: Me resigno. que?...
MARÍA: ¡Mamarracho! FERNANDO: No te pido razones... ¿Sí o no?
MAGDALENA: Me hablasen un tono...
170
FERNANDO: El que te mereces. ESCENA I
MAGDALENA: ¡Femando!
D. Antonio; D. Ramón por la derecha
FERNANDO: Ya lo sabes... Te prohíbo que bailes con
Don Antonio en un sillón con los codos sobre las
él.
rodillas y la cabeza entre las manos.
MAGDALENA: ¡Te prohíbo!... ¿Y con qué derecho?
RAMÓN: (Entrando) Antonio... (Alzando la voz)
FERNANDO: Con el derecho...
Antonio... Si estará dormido... (Más alto) Antonio.
MAGDALENA: Sí... ya lo sé... Con el derecho brutal
ANTONIO: (Sobresaltado) ¿Quién?... Ah, eres tú...
del más fuerte... del hombre que se cree autorizado
(Se levanta y se echa en brazos de D. Ramón)
a tiranizar a la mujer que lo ama, tan sólo porque es
¡Ramón, soy muy desgraciado!
débil... Hoy te conozco, Fernando... Eres igual a
RAMÓN: Pero ¿qué te pasa, hombre?... ¿qué
todos... Te desprecio. (Le vuelve la espalda).
sucede?
ANTONIO: Ramón, hazme el favor de dar el brazo a
ANTONIO: Ay, Ramón... ¡una catástrofe!
mi mujer... Usted, D. Rafael, a Magdalena... Jacintita
RAMÓN: Vamos, habla por Dios... ¿Adela, las niñas?
(Ofreciéndole el brazo). Fernando, tú con María... A
ANTONIO: Todas buenas, gracias.
comer, a comer. (Vanse en este orden: Doña Adela y
RAMÓN: Entonces ¿qué pasa?... Acaba, hombre,
D. Ramón: Rafael y Magdalena: D. Antonio y Jacinta,
que me tienes en ascuas.
todos por la izquierda Fernando se queda
ANTONIO: ¡Más que yo!...
anonadado sin ver a María que lo espera).
RAMÓN: No he visto cachaza... habla con mil
FERNANDO: (¡Qué vergüenza!... Me he portado
demonios.
como un carretero... ¿Pero estaré verdaderamente
ANTONIO: No sabes el apuro en que me encuentro.
enamorado de Magdalena?... A la verdad, no lo sé...
RAMÓN: Y cuanto más tardes en decírmelo...
Hay amor sin celos, como hay celos sin amor...)
ANTONIO: ¿Te acuerdas de Agapita?
MARÍA: Fernandito... ¿En qué piensas?... Se enfría
RAMÓN: ¿Agapita?... Ah, ya... aquella de Tres Ríos.
la sopa.
..Bueno ¿y qué?
FERNANDO: (Volviendo en sí y alcanzando hacia
ANTONIO: Hoy debe venir a esta casa con su madre.
María) ¡Marujita!...
RAMÓN: Y tú contentísimo... ¡calaverón!
¡Tú sí que eres buena!
ANTONIO: ¡Un demonio!
MARÍA: ¿Hasta ahora lo echas de ver? (Vanse del
RAMÓN: Es verdad... no recordaba.
brazo por la izquierda).
ANTONIO: ¿Qué?
Fin del acto segundo RAMÓN: Que ya estamos en invierno.
ANTONIO: Ay, Ramón; no te burles de mí. Soy muy
ACTO TERCERO desgraciado.
Sala en casa de D. Antonio en San José. Puertas RAMÓN: Pero ¿me dirás a fin lo que te pasa?
laterales y ventanas al foro con cortinajes. ANTONIO: Tú te acuerdas de Agapita, ¿no es cierto?
RAMÓN: Ya te he dicho que sí... No me he de
acordar... aquella que tenía un pelo y unos brazos...
(Remedándolo) Esa medida del Gobierno es injusta,
171
arbitraria, inconstitucional... Vaya si me acuerdo, RAMÓN: Antonio, perdona que te lo diga, pero es la
hombre, vaya si me acuerdo. verdad... tú estás tonto.
ANTONIO: Pues es una pécora. ANTONIO: De la cabeza... ya lo sé.
RAMÓN: Hola, ¿qué me cuentas? RAMÓN: Menos mal... Continúa.
ANTONIO: Como lo oyes, una pécora... y la madre ANTONIO: Yo me imaginé que después de la compra
una bribona. del potrero me dejarían Agapita y su madre en paz;
RAMÓN: ¡Tu suegra!... Cuéntame, cuéntame... Esto porque has de saber que la dichosa mamá, que
me divierte mucho. entre paréntesis es una harpía, es quien dirige la
ANTONIO: Te divierte ¿eh?... Pues ya te quisiera ver maniobra. RAMÓN: Naturalmente... ¿Y bien?
en mi lugar. ANTONIO: Pues me equivoqué.
RAMÓN: Como aun no sé de lo que se trata. RAMÓN: ¿Y qué más pretenden ahora esos dos
ANTONIO: Te lo voy a confiar, Ramón... (Mirando a angelitos?
todos lados) pero eso si bajo el mayor sigilo... Si se ANTONIO: Nada menos que les sirva yo de fiador
llegara a saber... Oh, si se llegara a saber... ¡qué para la compra de un cafetal de tres manzanas.
escándalo!... Sería la ruina de mi felicidad, de mi RAMÓN: ¿Y tú qué has hecho?
familia y tal vez... la muerte. ANTONIO: Negarme... Ya estoy harto de tantas
RAMÓN: Antonio... no me asustes. exigencias.
ANTONIO: Sí, Ramón... Aquí donde me ves tan RAMÓN: Muy bien... has hecho muy bien.
tranquilo, estoy en peligro de muerte. ANTONIO: ¿Eso te parece a ti?... Pues escucha el
RAMÓN: Caramba. resultado de mi negativa... Hoy vienen las dos a
ANTONIO: Pues bien... todo esto me pasa por hablar con Adela.
bueno... por la excesiva ternura de mi corazón... Tú RAMÓN: A hablar con Adela... ¿y con qué objeto?
que me conoces, debes de saber que no soy capaz ANTONIO: Para decírselo todo.
de decir que no a nadie, y menos a una mujer. RAMÓN: ¡Qué atrevimiento!... Pero ¿y tú, hombre, y
RAMÓN: Sobre todo si tiene buenos brazos y buen tú, qué piensas hacer?
pelo. ANTONIO: ¿Yo?... Nada... ¿qué quieres que haga?...
ANTONIO: Ramón, mira que esto es muy serio. Esta mañana, cuando recibí la carta de amenaza de
RAMÓN: Hasta ahora no lo sé. la vieja, quise ponerle un telegrama ofreciéndole el
ANTONIO: Pues bien, te lo diré en dos palabras. dinero; pero ya era tarde... Estoy perdido, Ramón...
RAMÓN: Vaya, hombre, gracias a Dios. ¡qué catástrofe!
ANTONIO: Un día me pidió Agapita que le ayudase a RAMÓN: Me das lastima, hombre... pero qué mandria
comprar una casa para su madre. te has vuelto... Así me decías tú este verano pasado,
RAMÓN: Y se la compraste. ¿recuerdas?... Vamos, ahora es el caso de sacar a
ANTONIO: Sí... Pasa un tiempo... Sale a remate un relucir todo aquel ardor, toda aquella savia...
potrerito que fue de la abuela de Agapita... ANTONIO: No seas vengativo y ayúdame a salir de
RAMÓN: Y ya entonces le dijiste que se lo comprase este atolladero... De un momento a otro estalla la
su abuela. bomba.
ANTONIO: Ay no... Ojalá. RAMÓN: Como no venga en tu auxilio san Expedito.
172
ANTONIO: ¿Quién es ése? RAMÓN: ¿Y dónde están?
RAMÓN: Ah, un gran santo para estos casos... el DOROTEA: Se fueron al mercado... Dijeron que
nombre lo dice, volverían más tarde.
Expedito. RAMÓN: Está bien; puedes irte... (Vase Dorotea por
ANTONIO: Por Dios, Ramón, déjate de bromas... el la derecha). Y ahora llévame al teléfono.
caso es muy serio ANTONIO: Pero ¿qué vas a hacer?
RAMÓN: Pobre amigo mío, te ahogas en un vaso de RAMÓN: A preguntar si está en su despacho el
agua... Escucha bien lo que voy a decirte... Te voy a agente principal de policía.
sacar de este algodonal en que te has metido; pero ANTONIO: Ramón, te ruego que no lo hagas.
con una condición. RAMÓN: ¿Porqué?
ANTONIO: Pídeme lo que quieras. ANTONIO: La policía es para mí una institución
RAMÓN: Me vas a prometer... pero muy seriamente, profundamente antipática. En un país libre...
¿eh?... me vas a prometer no volverte a meter en RAMÓN: Antonio, si empiezas con tus majaderías no
otro. me ocupo más del asunto, te abandono a tu suerte...
ANTONIO: Te lo juro, Ramón. (Lo toma del brazo y se lo lleva rápidamente por la
RAMÓN: No jures nada, que estamos en invierno. izquierda). Vamos, hombre, no perdamos tiempo
ANTONIO: Eres, implacable... ¿qué piensas hacer?
RAMÓN: Comienzo por decirte que no creo que se ESCENA III
atrevan a venir las dos pájaras. María; después Dorotea
ANTONIO: Oh, sí vendrán... las conozco. MARÍA: (Por la derecha, llamando) ¡Papá!... Creí
RAMÓN: Está bien; no importa... ¿Dónde está tu hallarlo aquí... Habrá salido tal vez... Se me ha vuelto
mujer? a perder el libro... ¡qué rabia!... (Buscándolo) No se
ANTONIO: Está fuera; pero no sé dónde ha ido. qué es esto... todos los días se me pierde. (Pausa)
RAMÓN: Es necesario averiguarlo. Pobre papá... no sé qué tiene desde hace algunos
ANTONIO: Espera... (Toca un timbre eléctrico) días... El tan alegre, tan bromista, está echado a
Dorotea debe saberlo... Ramón, me salvas la vida. morir y con dificultad contesta cuando se le habla...
RAMÓN: Vamos, no exageres. Algo le pasa... Pero ¿dónde habré dejado mi libro?...
ANTONIO: Sí, sí... Eres mi ángel tutelar. (Viendo entrar a Dorotea por la derecha con varios
173
MARÍA: A ver, a ver... Ponlos sobre la mesa... FERNANDO: (Y lo hace). Hagamos las paces
(Dorotea pone los paquetes sobre la mesa y entre, (Tendiéndole la mano).
las dos los abren) ¿Qué será esto?... Ah, que MARÍA: No quiero.
preciosidad... Mira, Dorotea, qué lindos pañuelos... FERNANDO: No seas tan rencorosa... tenemos que
Esto es perfume; veamos.... Hola... Ideal... de hablar.
Houbigant... De Magdalena, de seguro... qué lujo... MARÍA: ¿Por qué no has vuelto aquí?
diez pesitos. FERNANDO: Bien lo sabes... Por Magdalena.
DOROTEA: A mí me gusta más el Royal. MARÍA: ¿Y qué le has hecho a Magdalena?
MARÍA: ¿El que yo uso?... Con razón no me duran FERNANDO: Lo contrario es lo que debes
los frascos... Deja eso; es mejor que vayas a buscar preguntarme.
mi libro... Tal vez esté en el aposento de mamá. MARÍA: ¿Qué fue, al fin, lo que pasó entre tú y ella la
DOROTEA: Voy a ver. (Vase por la derecha). noche del baile en Tres Ríos?
MARÍA: Se me pone que mamá no se ha acordado FERNANDO: No me hables de eso... Cuando me
de mis encajes... (Registrando) Pues no, no están... acuerdo me pongo rabioso... Magdalena me trató
Y eso que tuve el cuidado de apuntárselos en la lista. como a un perro.
MARÍA: Por algo sería.
174
FERNANDO: ¿Magdalena no te ha dicho nada? MARÍA: ¿Estás enfermo?
MARÍA: Ni media palabra... Ya sabes que no se lleva FERNANDO: No; pero estoy enamorado, que es peor.
bien conmigo. MARÍA: Enamorado tú... Vamos, déjame en paz.
FERNANDO: ¿Y Jacinta? ¿Ha vuelto por aquí? FERNANDO: Sí, Marujita... enamorado.... Es un
MARÍA: Tampoco... Pero ¿a qué vienen tantas descubrimiento que he hecho en estos días.
preguntas? MARÍA: ¿Y de quién?
FERNANDO: Ya lo sabrás. FERNANDO: Ah... Ese es mi secreto...
MARÍA: Sospecho que algo sucede; porque MARÍA: Vaya un secreto... De Magdalena.
Magdalena está más esplinada26 que nunca. FERNANDO: De Magdalena creí estarlo... pero luego
FERNANDO: Cuánto lo siento. registrando bien en mis adentros comprendí que
MARÍA: Ya puedes sentirlo, porque eres el culpable no... La que me tiene sorbido el seso es otra.
de todo. MARÍA: Oye; ¿pero eso es de veras?... Ay, dime
FERNANDO: Oh.... el culpable... Magdalena conmigo quien es.
y sin mi será siempre la misma. FERNANDO: Imposible.
MARÍA: Eso también es muy posible... La pobre tiene MARÍA: ¿Y te pensás casar con ella?
un carácter tan extraño... Nunca sabe lo que quiere... FERNANDO: Ya lo creo... En cuanto me diga que sí.
Hoy sueña con una cosa, mañana con otra... MARÍA: Ah, todavía no sabes si te corresponde.
Siempre pensando en viajes... A propósito, ¿es FERNANDO: No.
cierto que te vuelves a Europa? MARÍA: Pero lo supones.
FERNANDO: ¿Quién te lo ha dicho? FERNANDO: Tampoco.
MARÍA: Vanas personas me lo han preguntado ya, MARÍA: Qué modesto te has vuelto... Anda, dime
FERNANDO: Es muy curioso... Aquí las gentes saben quien es... Ya sabes que soy muy curiosa.
hasta lo que uno sueña. FERNANDO: No te lo digo, para desquitarme de
MARÍA: Conque es cierto. alguna de tantas que me debes.
FERNANDO: Ni es cierto ni deja de serlo... Depende MARÍA: ¡Vengativo!... Oye ¿es amiga mía?
de las circunstancias... Sabes, Marujita, que ya me FERNANDO: Muy amiga.
va gustando Cosía Rica. MARÍA: Ah, ya sé... Jacinta.
MARÍA: Vamos... Esto sí es una novedad. FERNANDO: Adivinaste.
FERNANDO: Pues sí... A ratos me dan deseos de MARÍA: ¿Pero es de veras?... ¿Es Jacinta?
quedarme aquí, de comprar una finca, de ponerme a FERNANDO: Dios me guarde de esa hipocritona.
trabajar. MARÍA: No digas eso... Si es muy buena.
MARÍA: ¿Y por qué no? A todo se acostumbra el FERNANDO: Te digo que es hipócrita y mala... tengo
hombre. mis razones.
FERNANDO: A todo, menos a vivir sin la mujer MARÍA: Pues, entonces, no sé.
amada. FERNANDO: Busca bien.
MARÍA: Uy, qué poético has venido. MARÍA: No quiero quebrarme la cabeza... Después
FERNANDO: Hace ya días que lo estoy. de todo, ¿a mí qué me importa?
FERNANDO: Te importa mucho para que lo sepas.
26
Melancólica.
175
MARÍA: Jesús, qué pesado... Me estás engañando... Fernando, tu deber hoy día es casarte con
todo es mentira. Magdalena.
FERNANDO: Es tan cierto como que tu eres la FERNANDO: ¡Mi deber!... Permíteme que lo dude...
mujercita más graciosa de San José. Antes que yo están otros que tienen como ella
MARÍA: Después de tu adorada, por supuesto. mayores obligaciones.
FERNANDO: Tú no puedes estar después de nadie. MARÍA: ¡Oh!... ¡Fernando!
MARÍA: ¡Cuánta fineza! (Pausa) FERNANDO: Tienes razón, María... Perdóname... Lo
FERNANDO: Maruja... que acabo de decir es indigno; pero es que tu
MARÍA: ¿Qué? negativa me ha exasperado... porque yo te quiero
FERNANDO: Yo estoy perdidamente enamorado... mucho, María... como nunca he querido a ninguna
MARÍA: Ya me lo has dicho bastante. otra mujer... Óyeme... Serás mi mujercita... viviremos
FERNANDO: Locamente enamorado... de ti... (María aquí felices... muy tranquilitos... Verás qué bueno
se queda impasible) ¿No te sorprendes? seré.
MARÍA: No... ya lo sabía. MARÍA: No, no, Fernando... Antes... pudo ser...
FERNANDO: Y entonces ¿por qué me lo Ahora es imposible... Entre tú y yo estaría siempre
preguntabas? Magdalena... Sería una mala acción.
MARÍA: Voy a decirte una cosa, Fernando... Yo no he FERNANDO: María... María, escúchame... No me
estado diez años en París como tú; soy muy tonta, condenes... Yo haré todo lo posible...
muy ignorante; pero debes tener entendido que MARÍA: Oh, basta ya.
cuando tú vas, ya estoy de vuelta y descansada... Si
te he provocado a hablar, es porque deseaba oír de ESCENA V
tu boca esa declaración para decirte de una vez para Dichos; Doña Adela y Magdalena por la izquierda
siempre que no te molestes en hacerme la corte... Es ADELA: Femando, ¡qué milagro!... Parece mentira
inútil que hayas estado dos meses sin venir a verme.
FERNANDO: Marujita, ¿hablas en serio? FERNANDO: Tía, yo...
MARÍA: Y tan en serio... Tu conducta con Magdalena ADELA: No me digas nada, no tienes disculpa; eres
es injustificable. un ingrato.
FERNANDO: Oh, bien sabes que entre Magdalena y FERNANDO: Soy el primero en confesarlo.
yo todo ha concluido. ADELA: Bien sabes lo mucho que todos te
MARÍA: Sí; pero ella te quiere. queremos.
FERNANDO: Magdalena no quiere a nadie ni es FERNANDO: Sí, tía; soy un malagradecido...
capaz de querer a nadie... No tiene corazón... María, Perdóname usted.
no me rechaces. ADELA: No debiera perdonarte... En fin, con tal de
MARÍA: No insistas, ya te he dicho que es inútil... que no lo vuelvas a hacer.
Quiero probarte que si por desgracia hay aquí FERNANDO: Eso no... Se lo prometo...
mujeres coquetas y livianas, capaces de todo por (Abrazándola). ¡Ah, qué buena es usted!... (A
satisfacer una pasión o simplemente por asegurarse Magdalena que se ha queda un poco atrás) ¿Cómo
un marido, también las hay dignas y honradas. .. estás?
176
MAGDALENA: Bien. MAGDALENA: Más tarde te lo diré... Cuando estemos
MARÍA: Mamá, a que no me ha comprado usted los solos.
encajes. FERNANDO: (No me lo explico).
ADELA: ¡Los tres dulces nombres!... Se me olvidó.
MARÍA: Y bien apuntaditos que iban en el papel. ESCENA VII
ADELA: Pero si el papel lo perdí en la calle... Como Dichos; Dorotea por la izquierda
soy tan desmemoriada. DOROTEA: (Entrando) Dos mujeres del campo
MARÍA: ¿Y qué había de nuevo en las tiendas? quieren hablar con usted, niña Adela.
ADELA: Nada; con la crisis ya no se importa nada... y ANTONIO: (¡Ábrete tierra!)
como todos los días suben los derechos27. ADELA: Voy en seguida; que me esperen un
MARÍA: Ya pronto van a llegar al cielo... ¿Y los momento. (Vase
sombreros? Dorotea por la derecha).
ADELA: Ahora vendrán. ANTONIO: (Llevándose a D. Ramón aparte) Ay,
Ramón, ¿qué es esto?... Estoy perdido... y tú que me
ESCENA VI asegurabas...
Dichos; D. Ramón y D. Antonio por la izquierda RAMÓN: Pues sí... todo estaba convenido... no sé
RAMÓN: Muy buenas tardes. cómo... (Siguen hablando bajo).
ADELA: Señor D. Ramón. FERNANDO: Querida tía, necesito hablar largamente
FERNANDO: ¿Cómo está usted D. Ramón? (Danse con usted.
las manos). ADELA: Cuanto gustes; pero antes voy a ver qué me
ANTONIO: Fernando, dichosos los ojos que te ven... quieren esas mujeres... Es la segunda vez que
¿qué es de tu vida? vienen hoy.
FERNANDO: He estado algo ocupado, querido tío. ANTONIO: Adela, ¿cómo es posible que hagas
ANTONIO: (Palmoteándole la espalda) Sí; ya sé... Me esperar a Fernando por dos campesinas
dijeron que estás con deseos de comprar una finca... desconocidas?... Permíteme que te diga que eso no
Mucho cuidado con dejarte engañar... Hay aquí cada está bien.
fiera... ADELA: ¡Qué cosas tienes!... Fernando es de la casa
FERNANDO: No haré nada sin consultar con usted. y me esperará un momento... ¿Verdad?
ANTONIO: Haces bien. FERNANDO: Todo el tiempo que usted quiera, tía;
ADELA: (A D. Ramón) ¿Lola y Jacinta cómo están? pues no faltaba más.
RAMÓN: Muy bien... Cabalmente... (Siguen hablando ADELA: (A. D. Antonio) Ya lo ves... (A Fernando)
por bajo). Vuelvo en seguida. (Se dirige a la derecha).
FERNANDO: (Bajo a Magdalena aproximando se) ANTONIO: (Corre y le cierra el paso) ¡Adela!... ¡No
Recibí tu carta... ¿qué me quieres? vayas!
ADELA: Pero ¿qué es esto?... ¿Por qué?
ANTONIO: No te puedo decir; pero no vayas... Tengo
27
Es decir, suben los impuestos. Alusión a la crisis un presentimiento horrible, siniestro.
económica que vivía el país en el borde de los siglos XIX-
XX.
177
ADELA: Jesús, que Antonio... Siempre con sus RAMÓN: ¿La matas?
bromas. ANTONIO: No seas bárbaro... Me mato yo.
ANTONIO: ¡Desgraciada! no se trata de bromas, sino RAMÓN: Antonio, por Dios, ¿y tus hijas?
de algo muy serio... espantoso... En la vida de los ANTONIO: Júrame que velarás por su suerte.
hombres hay momentos terribles... Pues bien, RAMÓN: Vamos, no hables tonterías.
Adela... este es uno de ellos... La desgracia está ANTONIO: Que harás con ellas veces de padre.
próxima... la huelo... casi la toco. RAMÓN: Pero...
ADELA: Antonio, ¿no habrás tomado tú algún ANTONIO: Júramelo, Ramón.
traguito?... te encuentro muy extraño. RAMÓN: Bueno, hombre, bueno... te lo juro.
ANTONIO: Yo mismo no sé lo que me pasa... ANTONIO: (Estrechándole la mano) Gracias... Ya
RAMÓN: (Pobrecillo). puedo morir tranquilo...Oye bien lo que te voy a
ANTONIO: Es algo raro... inexplicable... decir... Son mis últimas recomendaciones... En la
sobrenatural... Algo como una inspiración celeste... secreta de la caja de hierro está mi testamento. (Se
(D. Adela hace el ademán de irse). ¡No vayas, Adela, pasa la mano por los ojos).
no vayas! RAMÓN: ¡Antonio!
MARÍA: Pero qué gracioso estás, papá... Celebro que ANTONIO: En él te nombro mi albacea.
hayas recuperado el buen humor... Estás RAMÓN: (Estrechándole la mano) Gracias. (Pausa).
divertidísimo. ANTONIO: Ramón.
ANTONIO: (No lo sabes tú bien). RAMÓN: ¿Qué?
ADELA: (Apartándolo) Conque déjame pasar. ANTONIO: (Gimoteando) ¡Qué golpe para esas
ANTONIO: (Tratando de retenerla) Adela... por lo que pobrecitas!... (Señala a sus hijas con la cabeza).Las
más quieras... infelices no sospechan siquiera que ya su padre se
ADELA: (Desligándose) Vamos, no seas tan mece al borde del sarcófago.
pegajoso... Esas pobres mujeres deben tener prisa. RAMÓN: Antonio, tú no estás en tu juicio.
(Vase por la derecha). ANTONIO: Te equivocas... Un hombre de mi temple
no pestañea ante la muerte... Otra recomendación...
178
MARÍA: ¿Qué ha sido? ANTONIO: (Sacándolo) ¿Este revólver?... Lo tenía
MAGDALENA: ¿Qué le querían a usted esas preparado para defenderte... Al primer grito... al
mujeres? primer grito...
ADELA: No sé... Cuando salí ya se habían ido... RAMÓN: ¡pin! ¡pan! ¡pun!
mejor dicho, se las habían llevado. ANTONIO: Eso.
MAGDALENA: ¿Cómo llevado? ADELA: (Abrazándolo) Oh, qué bueno eres, Antonio,
ANTONIO: (Guardando el revólver en el bolsillo qué bueno eres.
interior del pecho) FERNANDO: (No sé por qué me huele todo esto a
(Respiro). trapisonadas de mi tío).
ADELA: Sí... Parece que a poco de haber entrado ADELA: (A. D. Antonio) ¿Por qué no vas a la policía
ellas llegó un policía, preguntó si estaban aquí dos y averiguas lo que pasa?
mujeres, la madre y la hija; Dorotea le respondió que ANTONIO: No, no... ya sabes que aborrezco la
sí y el policía entró y se las llevó... Cosa más rara. policía.
ANTONIO: (Virgen de los Ángeles, a pesar de mis RAMÓN: (Llevándoselo aparte) Oye, Antonio... tu
convicciones liberales y de mi grado treintaitrés, te aborrecerás a la policía y todo lo que tú quieras; pero
prometo una misa solemne con música de no me negarás que tiene sus lados buenos.
28
Campabadal ). ANTONIO: ¡Que si los tiene!... Vamos hombre... si es
MARÍA: Oye, papá... tú sabías algo. casi una institución... de beneficencia... Mea culpa.
ANTONIO: ¿Yo?... (Sonando la uña del pulgar
derecho contra un diente) Ni esto. RAMÓN: También latines29... Sólo eso te faltaba.
ADELA: ¿Y entonces por qué tratabas de DOROTEA: (Por la derecha) Acaban de traer unas
detenerme? cajas de sombreros.
ANTONIO: Porque a veces tengo el don de la doble ADELA: Está bien; llévalas a mi aposento... (Vase
vista. Dorotea). Son para que escojas uno. (A María).
RAMÓN: (Bajo a D. Antonio) Lo que tienes tú es una MARÍA: Qué buena es usted, mamá... (La abraza y la
suerte. besa) Corro aprobármelos.
ADELA: (Señalando al pecho de D. Antonio) Amonio, ADELA: Voy contigo... Usted me excusará D.
pero ¿qué significa ese revólver? Ramón.
RAMÓN: Yo me voy también.
ADELA: ¿Por qué tan pronto?
RAMÓN: Me están esperando para un negocio
urgente... ¿No es verdad, Antonio?
28
Don Antonio se define como liberal y masón, en una
ANTONIO: Certísimo... Un negocio de la mayor
época en que estaban aún frescos los enfrentamientos
importancia.
entre los liberales y la iglesia católica. Sin embargo, se
muestra dispuesto a olvidar sus ideas políticas y recurrir a 29
El latín era el lenguaje oficial de la iglesia católica. La
la religión, con tal de obtener un milagro que lo salve de
alusión continúa el chiste anterior sobre la súbita
su incómoda posición. Roberto Campabadal era un "conversión" religiosa de don Antonio.
músico y compositor nacional muy conocido en la época.
179
RAMÓN: Pero en seguida volveré... No es cosa larga. FERNANDO: Magdalena, después de lo que pasó
ADELA: Entonces hasta luego. entre nosotros, esas palabras suenan a burla.
RAMÓN: Hasta luego, hasta luego. (Vanse D. Adela y MAGDALENA: Ah, bien sabes que no, Femando... Si
María por la derecha. D. Ramón y D. Antonio por la en un momento de nerviosidad, de exasperación
izquierda). provocada por ti, pude ofenderte, no por eso he
180
abandones... Me han dicho que vuelves a Europa, propones ahora... ¿Qué sucedería?... Lo que es
llévame contigo... Seré lo que tú quieras. lógico, lo que es natural... que pasado el primer
FERNANDO: Magdalena, tú me rechazaste la momento de embriaguez, de locura y faltándonos el
primera. lazo de un amor profundo y verdadero, no tardaría
MAGDALENA: (Dejándose caer en un asiento) en llegar el hastío, el horrible hastío... ¡Qué vida
Tienes un corazón de piedra. (Pausa). entonces la nuestra, Magdalena, ligados por una
FERNANDO: Magdalena, sé razonable... ¿Cómo pesada cadena de escándalo!... Sería un verdadero
quieres que tu y yo vayamos a asestar semejante infierno.
puñalada a tu pobre madre?... Reflexiona con calma MAGDALENA: (Sarcástica) Admirable, conmovedor...
y comprenderás que esto no es posible... En Hablas lo mismito que un libro de moral... Me llevas
personas como nosotros sería imperdonable hoy de sorpresa en sorpresa, ja, ja, ja... el diablo
semejante locura. metido a predicador... Ahora sólo falta que me hagas
MAGDALENA: Ah, conque ahora eres tu el que llama un panegírico del santo matrimonio.
locura a lo que antes me pintabas como la mayor de FERNANDO: Pues tal vez... Puede que hoy no opine
las felicidades humanas... (Levantándose) Entonces ya lo mismo acerca de este punto... Las ideas no son
no te acordabas de mi madre ni me pedías estacionarias, al contrario... Desde que no te veo he
reflexión... ¿Por qué...? Porque estabas tenido ocasión de pensar acerca de muchas cosas,
encaprichado de mí, y por un simple capricho no de meditar, de esclarecer, de desengañarme...
vacilabas en deshonrar toda una casa... la de tu MAGDALENA: Permíteme que te diga que te
propia familia... encuentro soberanamente ridículo en tu papel de
FERNANDO: Magdalena... moralista.
MAGDALENA: Ahora me oirás a mí... Ya te sabía FERNANDO: ¡Qué será cuando sepas que intento
cruel, mentiroso... ahora te revelas hipócrita... Tu casarme! (Pausa).
cariño por mi madre, mentira; tus escrúpulos, MAGDALENA: ¿Qué has dicho?... ¡Tú!... ¡Casarte!
mentira; tu honradez, mentira; todo mentira. (Se FERNANDO: Sí... yo... casarme.
sienta). MAGDALENA: Ja, ja, ja, (Interrumpiéndose de
FERNANDO: Cuando concluyas de injuriarme te pronto) ¿Y se puede saber con quién?
ruego que me escuches. FERNANDO: Con una mujer encantadora, modesta,
MAGDALENA: (Irónica). Habla, hombre, habla... sencilla, un ángel.
Tengo curiosidad de ver por donde sales. MAGDALENA: Ja, ja, ja... Esto si no me lo esperaba
FERNANDO: Tú estás muy exaltada, Magdalena... yo... ja, ja, ja...
Me haces cargos injustos; otros que yo pudiera FERNANDO: (Me carga la risita).
hacerte a ti también... Hablemos claro... Ni tú me MAGDALENA: Y... ¿quién es el angelito?
amas a mí verdaderamente ni yo a ti... (Magdalena FERNANDO: A su tiempo lo sabrás.
hace un gesto de protesta) Oh, no protestes... MAGDALENA: (Levantándose y encarándose con
Esta es la verdad... Imagínate por un momento que Fernando) Y yo que te tomaba en serio, ja, ja, ja,
hiciéramos... digamos la calaverada... de irnos juntos ¡qué infelicidad!... Al principio te creí escéptico,
a París, como yo te lo propuse antes y tú me lo perverso corrompido, cínico y me entusiasmaste...
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creo que hasta te amé... ¡pobre de mí!... Luego te un asunto muy importante, del cual depende mi
supuse refinadamente malo, cruel, hipócrita y te felicidad.
admiré como admiro todo lo excepcional, todo lo MARÍA: Vamos, no metas a la pobre mamá en tus
raro... Y ahora... ¡qué desengaño!... Te veo a la luz enredos.
de la verdad y descubro que no eres más que un ADELA: ¿De qué se trata?
pobre hombre, un cursi, ja, ja, ja... (Vase riendo por FERNANDO: Nada menos que de mi casamiento.
la derecha). ADELA: ¿Cómo?
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JACINTA: Pero ¿ibas tú a salir? (A María). ADELA: (Alzando la voz) Quiero que se me oiga una
MARÍA: Yo no... ¿por qué? palabra.
JACINTA: Como te veo con sombrero. ANTONIO: Habla, hija, habla... ¿quién te lo impide?
MARÍA: Me lo estaba probando... ¿Te gusta? ADELA: Me parece que ya es tiempo de que yo sepa
JACINTA: Muy bonito... te va muy bien. lo que pasa hoy en esta casa... Vuelve Fernando
MARÍA: A tu disposición. después de dos meses de ausencia... llegan dos
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MAGDALENA: No lo sé. MARÍA: ¡Pero qué dicha!
ANTONIO: Vamos... dilo tú, Fernando... Danos ese ANTONIO: Por consiguiente...
alegrón. ADELA: Esto es lo que se llama una buena noticia.
FERNANDO: No lo niego, querido tío... hoy día mi ANTONIO: Por consiguiente nos iremos a gastarlos...
mayor deseo es casarme y renunciara una vida que TODOS: ¿Dónde?
ya me pesa... Quiero a una mujer con todo mi ANTONIO: ¡A París!
corazón; pero desgraciadamente para mí, ella no me MAGDALENA: ¡Mi sueño dorado!
corresponde. Fin de la comedia
ANTONIO: ¿Y tú te lo aguantas?... Te desconozco
como sobrino... ¿Y quién es esa tontucla que
desperdicia tan buen partido?
FERNANDO: (Señalando a María) Ahí la tiene usted.
MAGDALENA: ¡María!... ja, ja, ja.
ANTONIO: Vamos, qué tontería... Deja eso de mi
cuenta, Fernando... Yo lo arreglaré, pues no faltaba
más.
MAGDALENA: Ja, ja, ja.
ADELA: Pero, mujer, ¿se puede saber al fin de qué
te ríes?
MAGDALENA: De la comedia que aquí se está
representando.
ADELA: No le entiendo.
FERNANDO: (A D. Adela) Ni hace falta.
ANTONIO: Si a ustedes les parece, ahora me toca a
mí... (Saca muy despacio un telegrama del bolsillo y
lee) Gallinazo... birloche... melenudo.
ADELA: Bueno, ¿y qué significa ese guirigay?
ANTONIO: Esta es la lengua sagrada del cable... Y lo
que con tanto desprecio como injusticia llamas
guirigay, quiere decir, traducido al castellano, que el
café ha subido en Londres y que me gano cincuenta
mil pesos.
RAMÓN: Colones30.
ANTONIO: Digo, colones; limpios de polvo y paja.
30
La reforma monetaria de 1900 que introdujo el patrón
oro, cambió la denominación de la moneda nacional, que
hasta entonces se había llamado peso, por colón.
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