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El dolor físico

A lo 11'110 de ftlH al dolo< ftsico. CllltrN


p¡<tkill" M 1M0t de liso lI\It lO "'r. Que PI dolor j¡olo/li
nuel.lr. \IIcI¡o como 1< • de doIorH
CUllndo II\lI'Kf un dolor Inten ..... , ;"'¡'1I"""oenttl\'ltfllt de que Ha
l15ico <) psíquko. poOomo'l estar segurO'! de QI>! estamos aUlvnan.
do ti umbtil de ul\I P'''''ba dKisiva. 1Quf prwb;! de ul'll
pof"OOla, de ti bM,,1 de nutSlr' (Or¡lO"1. cuanOo
Sf trat. del dok.. fI,ko. o de LI poo!,dlda bMal del w' que amamos
(uando se t'lll del dolo, pS!quiclJ. Sin embargo. hay aun dos pof,dl-
das 11..allM'nrt bfuSUls Que taus.Jr un dolo, Insoportable. MI!
refiero al dolo< moliv.do PO< PI .balld<:lno. ,,,,,.00 ti Wr amado I'\OS
'tli" SIlt.¡am,mtt SIl amor. y.t fTI(I(ivado JIOI' la hum,1lId6n, cuando
al,ulfn nos 1I<Olul'ldal\'ltfllt en nuestro amor P'WIO. DI! IOdos
estOS en HIt libro .t dolo< ftsico
luA.N OAI'IO N!óIO

,... n 0..-kI Malo o:omplft6 esh>dios de en a..enos Aorf'S y


se en ¡KIquiatr!;l en el [ ..t. de laOlÚS (p-ovintIf,
de BwI'\OS AorH), En lo oHuda de los Inl(i6 Su lKIudio del
IloUn/¡ono. [mllró I f"'''''i.
en tl.1I<> ,\)69. donde entrÓ
en (onl.CI0 COn Jaeq\ltS lOKan La 'evisl6n de la lraclur:cOón al
de iU$ rcrils_ Ha sido pro'esor de en la
de p,rfs VII. En '986 fund6 los Seminarios P$M;Qa1lllIilkos
de Par!'; En 1999 le fue la dEslinción de C,b;llIe'o de la
Le116r> de Hono,. en a su Labo< inltltclu.1 y sus 1«1
bajos dentro del dotnioio p5i(oanilrsis y La pSlqui¡,lrf,. V. aollos
la de Ollcoaol de la Orden UacionII W"10 de F/atICOa
Edrtorlal h.a publiudo ... La serie sus
libros fI d()Iot IN _ (2001) y El pIKH <k Wt # Uun ,El
·'
J.- D . N :1510

EL DOLOR FÍSICO
FL DOLOR FÍSICO

J.-D. Nasio

PSICOANÁLISIS / ECONOBOOK

El dolor de amar
j.-D. Nas;o

Cómo se decide una psicoterapia de niilos Traducción de Alcira Bixio


1V1arie-Cécile y Edmund Onigucs

El objeto en psicoanálisis
El [eliche, el welpo, el nÍl¡o, 1" ciencia
11'1. Augé, lVl. Dav;d-lvIcnard,
W. Granoff, J.-L. Lang yO. lVIannon;

Un saber que no se sabe


Ld experÍencia al7dUticd
lVIaud lVIannon;

CIENCIAS HUMANAS / ECONOBOO¡<

Lenguaje y silencio
Ensayos sobre el lenguaje JI lo inbuJi'Iano
/{l/itLTdllfra J
Gcoroc
b
Srcincr
TítllJO elel origin;¡l en rr,11lcés: Lo clouleurph1Jsique

\:_ ,J,-D. Nassio. 2007


Este libro es Lll1G n:rsíón rcvisad;;¡ y aumentada de cliver<os capilu- índice
los ele El Nhro elel dolor!J del flmor.

TrnducciólI: Alcira Bi:-.:io

Disello de cubierTo: !\lm;] Larroca

1 a edición, Econobook, junio ele 2007


El dolor físico .................. . 9
Preguntas)' respuestas sobre el dolor' Ú¿c'o' : : : : : : 47
Notas ............. . ......................... 103

Extractos de obras de Freud y de Lacan sobre el


dolor fisico, precedidas de comentarios 104

Notas de los extractos ......................... 117

Selección bibliográfica sobre El d%rfísico 119


Derechos reservados para todas J;;¡S ediciones en castellano

(. Editorial Geclisa, S.A.


Paseo BOnallc)\'3, 9 l' - 1n
08022 Barcelona. Esp<'lña
Te!. 93 253 09 04
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ISBN: 978-84-978'1-183-2

Impreso en Argentina
Pn"nlecl in Argentino

Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier


medio de impresión, en forma identica, extractada o ll'odificada,
en castellano o en cualquier otro idioma.
A menudo pensamos que el dolor físico
corresponde exclusivamente J h esfera de
la llcurofisiología y que sólo concierne a la
psique cuando rCpCrClltC profundamente
en la persona que sufre. El dolor de una
El dolor de la lesión quemadura} por ejemplo encontrarÍJ su
expliclción en mecanismos ncuroquími-
(OS y el psiquismo de Ll persona quemada
El dolor de 1" collmoción sólo recibiría las repercusiones ll1or:t!cs
del dolor experimentado, como si cxistic-
El dolor de rCtlcciOJ7<lr Llll) por un bdo, el fenómeno doloroso
-que se explica científicamente en virtud
de la transmisión del mensaje nocíccplivo
en el seno del sistema ncr\'i050- Yl por
otro lado, bs inevitables consecuencias
psicológicJ5 y sociales que provoca) por
ejemplo, un dolor crónico. Por tanto, exis-
tirÍJ el dolor y después sus prolol1:;;1Cio-
!les emocionales. Sabemos la il11portanci;l
quc (iene para el practicante -médico o
psicoanalista- Cscuch;1r no sólo el sufri-
miento corporal de su paciente.', sino ;1e1e-
m3S bs perturbaciones psicológicas que
dcsenc;:¡c!en;:¡ ese sufrimiento. No obstan-
te, en este libro no nos ocupamos ele las
repercusiones del trastorno doloroso, si-
no elel origen psíquico del t1';1storno dolo-
roso; 111;15 ex;:¡ctamclltC', del factol' psíquico
E:L ¡)Ui.(ll', F1S1CU

que interviene en la génesis dc ¡,)(lo dolor ci;1r h ambigüecl;-td del término "dolor".
corpoLl1. 1\155 que una sensación) es una emoción j'
hasL1 l.Ula emoción que puede nacer S¡;l
Quiero destacar que, curiOS;lC!ente, hoy que haya una lesión responsable: ,<Una ex-
los investigadores de bs llcurocienci;lS periencia [ ... ] descrita en términos qJ!e
comp;1rten nuestro interés pOI delimitar e'vocaJl una lesión de esa índole>,. Vemos
de \;1 mejor manera posible el compo- hasta qué punto esta definición reconoce
nente psíquico que interviene e 1 el hecho la existencia de un dolor real, es decir, sen-
doloroso. Nlc sorprendió descubrir, por tido concretamente y del que el paciente
ejemplo) bs duelas e interrogaciones qllC se qucjJ, pero sin que haya necesariamen-
se plantcabJl1 los científicos reunidos en te un traumatismo orgánico que lo justifi-
la International Association for the Study que. En una palabra, la IASP reconocc que
of Pain (IASP) acerca de la incdencia dcl el dolor podría existir únicamente en lo
psic¡uismo en la ncurofisiologí;:-I del dolor. sentido}' en la queja que lo expresa.
Sin lograr explicarlo formalmente, estos
invcstig,Jdores consideran que el factor Esto nos da una idea de la extensión del
psi"quico es una de las causas principales campo clel dolor que excede ampliamente
de b emoción dolorosa cuyos resortes si- a UIlJ concepción estrictamente ncurofi-
guen aún sin ser explorados. Est::nlal1, par- siológicJ y nos permite comprender por
ticularmente, que e5e factor dc.::conocido qué hoyes neces;1rio abrir nuevos surcos
también sería responsable de un dolor co[- en la investigación psicoanaJítica con el
por:ll muy atípico calificado de «psico- propósito de situar adecuadamente la par-
génico», es decir, de origen excl1.lsivalTIen- te correspondiente al psiqllismo en la
;c psíquico. Se trata de una sen, ación do- dcterminación del hecho doloroso.
lorosa expcrjmentada, sin dur',a, por el
. . ::-
sUJeto, pero que no tIene IlIng;Jna causa
identificable que la cxplique.
Por tanto, si queremos saber por qué su-
ASÍ, la definición «oficia]" :lcl dolor fren nueSlros pacientes y por qué sufri-
propuesta por la IASP deja cntrever esus mos nosotros, tenemos que observar a tra-
distintos incertidumbres relativ,<s al papel vés de la Icnte de la metapsicología y des-
que ejecuta el factor psíquico. Quiero re- cender al cor;1zón del yo para encontrar
producir aquí los términos exactos de esta allí la psicogénesis del dolor. Queremos
definición. El dolor -se dice- . ería ·'una penetrar la trama íntima de las represen-
expcrienci;-¡ sensorial y desa- taciones inconscientes, dclimitJ.f COIl la
gradable, asociada con una les; Sn tisular mayor precisión las fluctuaciones de las
rcal o potenci;11 o incluso descr,ti.1 en tér- tensiones psíquicas y comprender así h
minos que evocan una le5ión de esa índo- incidencia irreductible dc la psigue en el
le». Al relcer cstas líneas podemos apre- nacimiento del dolor corporal. La pr:ícti-

L
JI; El. !lOLOlt [-lsleo _ El dnlnr (isicn ]7

lor05a )' el dolor psíquico F,ropiamcntc Por tanto, en nuestro recorriJo respeta-
dicho. Ello se debe) como ),_1 dijimos) a remos estos tres tiempos de la formación
que el dolor es Ull fenómcllo mixto que de un dolor: el tiempo de la mptllra o do-
surge en el límite que se estab. cee entre el lor de la lesióll, el tiempo de la conllloción
cuerpo y la psique. Por ejemplo, cuando o dolor de la cOllmocióll y el tiempo de lo
estudiamos el dolor corporal comproba- lTdccióll defenÚ'ua del yo o dolor de reac-
mos que, al margen de sus es victos meca- CIOllaJ:
nismos neurobiológicos) esencialmente
la emoción dolorosa tiene su explicación
en una perturbación del psiqu ¡smo.

El dolor de la lesión
Proceso de formación del dolor
Tomemos el ejemplo de una grave quema-
Ahora tenemos que identificar las diferen- dura en un brozo. Después de un breve
tes etapas de la formación de Vil dolor, sea instante de pánico en el que el brazo que-
el que fuere. Ya se trate de ur dolor cor- da anestesiado por el shocl" el yo experi-
poral provocado por una lesi6n en los te- menta el dolor local de una herida en el
jidos, ya sea un dolor psíquico provocado brazo y siente de inmediato el dolor inde-
por un s!Jocl, psicológico, el d.)lor se for- finido y penetrante de una perturbación
ma en un instante. Sin embareo , veremos
,)
interior. El yo ejecuta, pues, dos percep-
que su génesis, aunque insrand.nca, sigue ciones simultáneas: percibe a la vez un
un proceso complejo: comienza con una dolor que localiza en el nivel de la lesión
ruptura, continúa con la C0711;1oCÍón psí- cutánea y un estado de conmoción intcr-
quica. que esa ruptura V cul- na q lIe lo invade. Estas percepciones, mez-
mina con una 1-eacóón del yo cladas en la expericncia de un mis1110 afecto
que intenta detener la. conmoción. En ca- Toda lesión doloroso son, sin embargo, muy distintas.
da una de estas etapas domina un aspecto dolorosrl del Por ello consideraremos sucesivamente el
concreto del dolor. cl/apo será dolor producido por la lesión y el que es
pacibidd como propio de la conmoción. Luego aborda-
1/11.1 lesión)' tf11
Así a.parecen, sucesivament;:, un dolor remos el tercer tiempo de la génesis del
dolor cxterno
propio de la ruptura, luego un dolor in- porque el mismo dolor, es decir, el de la reacción. Diga-
herente a la conmoción y, por último, un C11C1pO es 1110S enseguida que, para defenderse de la

dolor suscitado por la defen,,·, refleja del percibido conmoción, el yo reacciona torpemente
yo en respuesta a la conmocié'!1. Eviden- illltlg in a rimn eH t e porque, en lugar de reducir el dolor, lo
como U11
tcmentc, en realidad estos tres dolores aun1enta.
envoltorio denso
sólo son los diferentes ospeetos de un y sCJlsible que
único)' mismo dolor instant<Í.- nos contiene .1' nos Comencemos, pues, por el dolor de 1"
!1eal11entc. SUsflCJ!C. Icsjóll, es decir, el afecto que sÍenEe el yo

.. __ .
/s EL nOlOH rislen
El dulor (¡sien 19

cuando sufre un daño en los (ejidos que se cuerpo. Entonces, b sens;lción dolorosa
traduce, desde el punto de vi ta energéti- se reaviva al formarse la representación
co, en UJla excitación brut" I percibida mental de b herid;1. Por tanto, el sujeto
imaginariamente en b perifcl<ia. Al m¡H- experimenta un agudo dolor )r, simult;Í-
gen de que se trate de un alJC;Ue al envol- neamente, visualiza una imprecis;l
torio eXlerno del cuerpo o a 'los órganos de la quemadura del brozo. Así, pues, la
internos, el yo que sufre pcrábirá imagi- percepción de la llaga no sólo es la apre-
}hlrit7inclltc C1falr¡lficT lesión [umo UJM em- ciación de un cambio del estado de
bestid" exterior a/ yo. En cfeceo, el Yo ex- los tejidos corporales, sino que también
perimenta el cuerpo como su \:!xtcrioridad :1crúa como un aparato fotográfico que fi-
viva y sensible más allá de \;J cual se ex- Ja en la conciencia la represenL1ción men-
tendería el mundo cxterior. 2 Es decir, tal de la región lesionada. LI;lmamos a
existe el yo que siento y CXiS[I;; mi cuerpo, esta representación, que tendrá. un p;lpcl
fuente de !J sensación dolora::';). ASÍ, CUJI- decisi\'o en el tercer tiempo del proceso
quicr lesión corporal, sea una herida cutíÍ.- doloroso, «rcpresent:1ción del lugar lesio-
neo superficial o uno profunda necrosis nado y dolorido del
del miocardio, sed. vivida pr)r el yo su-
friente C0l110 una efracciór; fronteriza, Ahor:1 bien, esta imagen mental de la
más exactamente como una li:sión perifé- herida, nacida de la percepción de la le-
rica, es decir, exterior al yo n'-'51110. En su- sión, fija el dolor vivido en un lugar pre-
CISO del cuerpo. Al sentir dolor, b perso-
ma, el dolor no está más en m''', en mi inte-
rior, sino en mi brazo. Prel::isemos, sin na quemada cree que su dolor se concen-
embargo, que cuando se proéuce un acci- tra en la herjda y sólo efl1ana de ésta, es
dente lllUy grave el yo ya no queda cliso- ,,1:."/ dolorJúico decir, de lo abertura del tejido, como si la
pone eJl fuente del sufrimiento se redujera a la ex-
ciodo del cuerpo y deja de pi:rcibir o éste oposición con
como una unidad exterior. En esos mo- tensión de la quemadura. La experiencia
I/lIes/ro [!ferpo,
mentos, en los que somos cuerpo ('1 w,d se doloroso parece estar tan localizada, tan
conmocionado, ya no hay 1,: sión corpo- 11711('51r<l encerrada e11 la lbga, que la región dolo-
ral: lo que se quiebra, sufre y se convIerte ((¡JI! pie t{/ 111 ('1I! e rida parece cobrar autonomía y separarse
{ljel7u ,1 lo ql/e eI.el como si fuera un parásito que
en dolor es tocio el ser.
L'Shé ell nosotros."
t¡r;lJ1IZa, socava y clebilit;:l al yo. La per-
P. VAlfE)
cepción sensorial de b lesión ha forma-
La imagen mental de la heri da do la imagen mentol de la herida acom-
pañoda no sólo del sentimiento de que el
La percepción de una-excitación doloroso OSlento del dolor es"í en la herida y de que
localizada imaginariamente ('11 el exterior la herido es periférica, sino también del
de nuestra yo que percibe -Lr quemadura, sentimiento de que el lugar doloroso, se-
por cjemplo- imprime inmec'iatamente en parado del cuerpo, se ha convertido en
el yo lo imagen del lugar l::sionado del un retoño que nos es hostil. Y sin embar-
20 - El IJI) I 1." I{ I I ti: \' El dolur fisicu 21

go, b vcnbd es I11UV distint \. El dolor n() El dolor de la conmoción


esd en la hc:rieb s·lno en d yo misl11O,
cOl:dcns:ldo en la imagen !l1cnral dellug;lr Pasemos ahora al dolor de la conmoción \'
leSIonado. precisemos enseguíd;l que, si la eXcit;1ció;,
sensorial es de débil intensidad, 110 se
P;lr;1 resumir) digamos que el yo es un produce. Es necesaria un estimu!ación
C:1ptor sensible a los cambios tisulares) suficientemente fllene que, I1l;lS alLl del
pero un m;tl cartógrafo. No sólo Se equi- c!Jño tisular, desencadene un trJUI11J in-
\'oca cuando identifica cu;dquier dolor terno.
corporal con una lesión exterior, sino que
también yerra cuando crce que la fuente Ya dijimos que el dolor era el resultado
del dolor está en Ll lesión. entonces, elc una doble percepción: una, vuelta ha-
Sin los ojos 1/0 ¿dónde se encuentra la fllene del dolor? cia fuera (percepción externa) para captar
,)(')"[1111105, pero la El dolor no está en la lesión; la sensa- la lesión y la sensación dolorosa, y la otra,
'UÍsta 110 cst,i CII vuelta hacia dentro (percepción interna),
ción dolorosa está en el cerebro y la
los ojos, SfIlO L'/I
enl0ción dolorosa está en }<)5 para captar el trastorno psíquico que so-
cllóbl//o
occipital de! del yo -en el ello-. breviene, Los neurocienríricos denomi-
c1!1"ebro. nan la primera percepción «S0I11atosenso-
Dicho de otro modo, el ck,lor de h 1(- riab; nosotros llamaremos a la segunda
S10n comporta tres aspectcs: el rcal, el percepción «somJtopulsionah. Si reto-·
imaginario y el simbólico: mamas el ejemplo de la quemadura, el su-
jeto percibe a la vez el dolor que emana de
13 Red!: percepción somatusensorial dc su brazo magullado y el sufrimiento inte-
una excicación violenta que toca los rior que lo estremece. El dolor de la le-
tejidos org,ínicos. sión incide en la frontera de su cuerpo,
o Simbólico: formación súbjta de una re- micntras que el de la conmoción le consu-
prescntación mental V conscicnte del me dcsde el interior. Es como si primero
del cuerpo !>e produjo la apareciera la lacerante sensación de que-
lcsión. madura del brazo, locllizada en un punto
o hnrrgi]]ario: puesto que el cucrpo se de la periferia: <dvIe duelc» significa ,(cir-
vive como eXTerior al yo; la sensación cunscribo el dolor y lo afronto». Pero
dolorosa será percibidé imaginaria- muy pronto, del trasfondo dcl ser, se ele-
mente como si cmanJse de la herida, va otro dolor muy diferente, esencial v
y la herida como lln hDstigador de profundo. Es un dolor que yo no domi-
quien uno quiere-deshacerse. no; élmc posee J mí: «Soy todo dolor».

:;.
Pero ¿ cuál es este otrO sufrimiento que
se apodera del Yo y lo marca profunda-
mente con el sello de la desdicha? Para
El dolor físi«("! 23
responder, rctomaremos ahoLl hs hipó-
agresión
fesis frcudian;ls del dolor físico F rcsenta- exterior
d;IS en el "Proyecto» y las :1plicFemos :11
Cl$O del dolor de L1 quemadura, [liremos,

pues, que el calor de la llama, al atacar la


epidermis, se transformó
en unJ corriente de energía interna, de- envoltorio
vasladoLl y no dominada, que hunde al yo de protección --- - .
del Yo
en un estado de shock: traumitict\. Por la
brecha Jbicrta en la barrera de prutección
(la epidermis lesionada) hace irrupción,
en el seno elel )'0, un aflujo súbito y masi-
vo ele energía que sobrecarga el psiquismo
hasta en su núcleo, constituido pelr ((neu-
ronas del recuerdo". La homcos1asis del neuronas
del recuerdo
sistema psíquico se rompe y su
regulador -el principio de placer- queda
momentáneilmcnte ilbolido (véas'2 b fig,
J). Así es como el yo, aunquc trasl ornado Figura 1. El dolor procede de una lesión del envoltorio de protección
profundamente, consigue percibil su pro- del vo y de un afluio masivo de energía que llega hasra las neuronas
'def recuerdo, El yo aparece reprcsent,1do atluí con la forma
pio trastorno, es decir, el desbaLlt:\miento
simplificada de una vesícula viva.
de sus tensiones pulsionales. Esta ':ingubr
auto percepción que realiza el -'(o e e su es-
tado de conmoción intern;1 -pcrl:epción
somatopulsional- crea b emociÓ:l dolo- "El hecho También en este caso se te:tta de la forma-
rOS;1. oh.údado 110 ción de una imagen, pero muy diferente
reaparccc el/ /11
de la imagen conscicntc cincelada instJn-
forma de ft1/
'rcC/lcrdo; lo /;(/CC t;Í.ncamente en el momento de la lesión.
La memoria inconsciente del dobr en /a forma de La sacudida imerna es [an perturbadora )'
111'/;1 acción, El dolorosa que su impacto no sólo imprime
E/ d%/' es el ú/tiuo /nllo, enfermo )'Cpile, una imagen en la memoria corriente (el
5/1/sabcr qtle se
iJlmor(¡¡I, de la JI! T./CllUUI. recuerdo), sino también Ulla imagen gra-
trata de l/Ila
repetición. j.
bada en la superficie del inconsciente quc
FREIJO también es memoria, aunque una 11lcrno-
riJ diferente. En efecto, el inconscientc
Así como el imp;1cto de la excitación ex-
encubre el pasado pero no lo reflcja en la
terna y local imprime en el Yo la ¡magen
superficie de la conciencia. La conmoción
de lo zona lesionada y dolorida, la violen-
y el dolor que provoca aquella sacudida
cia de la conmoción deja sus luellas.
interna tJmbién permanecen marcJdos en
1·/ El. DOll)¡( 25

el inconsciente, pero sus rC;l]lanClones en


el presente adoptarán Otr.1:: ilP;1riencias
diferentes del recuerdo mis J menos fiel
de un episodio desgraci;1do.
];1 perSOJ1;1 que sufrió un l,raumatisJl1o
pucde recordar las circunstaEci;1s del ;1cci-
dente, revivir las sensncionC5 insop0r[n-
bies que experimentó entone:s y vivir te-
miendo una nueva ;¡gresió '1, pero hay
otras formas de retorno del raumatismo
que lo persona ignora, El dolcq' pasado re-
surgirá de manera inesperacb en otro lu-
l

g;1r diferente de la consciente.


Puede tener la forma de otre dolor inex-
plicado, por ejemplo un dolor psicogéni-
ca; o bien ancbrsc en el cw'rpo mismo,
como una manifestación psic)somática; y
hnsta en b conciencia, tran:Jigtlrado en
Otro afecto tan oprimente co.no la culpa,
por ejemplo; o incluso transFormarse en
una conducta impulsiva O d" fracaso, A
través de tod,-1S estas cvcntualidades¡ el do-
lor del pasado retorna al presente sin que
identifiquemos que se trata d,-;: reaparicio-
nes de sufrimientos olvidados, Por eso ca-
El dolor del lificamos como «inconsciente" JI antiguo
pdSildo retorna dolor corporal que retorna transfigurado
en e/ presente en el presente. Registrado C.'l el incons- Ecné J\'lagriuc, L.l Memoria IJ (1948): óleo sobre [cla, colección del
(0/1101111 IlfIe'-uo Estado bclg;¡ (in"cnrario 666) © fOtotcCI René l'Vlagrinc-Girauclon,
fllIfl [J¡/¡It1,
ciente, ese clolor regresa adq!liriendo di-
ADAGP, París, J 996.
1111 paso a/ ¡lelo y versas npanCnCli.1S que se nos mponen Sin
hastil 1I11¡1 que nos demos cuenta.
alccc!rin
"Vemos una '(frente inmóvil que súbitamente recuerda
psÍcoso¡n,i lÍC,1. esto o aquello y la sien que se impregna con un antiguo
Así es como distinguimos netamente
acontecimIento trágico"))
unn primern experiencia dolerosa, difícil
HENRI MICJ-IAUX
de tolerar, y su reproduccion ulterior.
U na cosa es la experiencia p,'sada de un
dolor violento provocado por un inciden-
te rc;-¡!, como la quemadura, otra muy
distinta su reaparición trans gurach C;1
El el"j!'r fí,i':ll

nueva scnsación, un;! Jesi;)n psi coso- (criil elel VO, tiene la función de percibir
máticJ J un afecto, un comportJmicnto las del mundo cxtcrior.-'
impulsivo o una conducta que tiende al Un scoundo
b OrUJ10
b - , SitLLldo en el centro
fracaso. Mientras el dolor del posado ho- del \'0, compuesto por las «neuronas elel
bía sido provocado por un agente exter- cumple b función no de per-
no, las J11i:lOifcsLJcioncs dolor<)sas de hoy cibir, sino de conservar b huella de los
pueden ser el resultodo de ura estimula- acontecimientos Este últi-
ción externa o interna a menudo anodina mo grupo es el que llcgaL1 a constituir,
e imperceptible. Formulémoslo con mayor en el pensamiento frelldiano, el ',sistema
precisión. A partir del momcnto en que inconsciente». En efecto, la neurona del
una primera experienciJ dolorosa queda recuerdo es el antepasado conceptual de
registrada en la psique y reaparece de ma- la noción freudiana de la representación
nera irreconocible, adquiere LJ condición inconsciente, Del mismo modo en que la
de dolor inconsciente. Pero ¿c6mo expli- representación psíquica contiene dos ele-
car esta transformación? ¿ CÓF10 explicar mentos indisolubles -un contenido fi-
el paso de un antiguo e imense· dolor cor- CTurativo,
b
llamado "representante)), y la
porJl a un dolor inconsciente? energía que Jo inviste-, la neurona de!
reCitado contiene la huella o la imagen
'DecíJl11os que, durante!J cor'nloción, la mnemónica de un acontecimiento pJsado
entrada fulminante de JlcanzJba V del afecro que la carga. En esros dos
el núcleo central del yo (fig. 1). Pues bien, estamos en presencia de un conte-
precisamente ahí, en el cora:t:ón mismo nido representativo y de su ínvestidura
del )'0, se rcgistra la expcrienci:l traumáti- afectiva.
ca. PJra mostrar mejor esta clj"Jcidad del
yo para conservar bs huellas inconscien- Finalmente, el tercer conjunto neuronal
tes de las pruebas que afronta, debo dete- cumple, como el primero, una funclón de
nerme un instante y describir brevemente percepción dirigida no hacia el mundo ex-
los elementos constitutivos del yo. terior, sino hacia el interior} para caprJr
las fluctuaciones de la energía interna. Es-
En iJ época en que redactó e «Proyec- tas neuronas perceptivas no sólo tienen b
to>;., Freud imaginaba que el yo está com- tarea de detectar las variaciones de la ten-
puesto de dos elementos esen-;:iales: una sión psíquica, sino también la de hacer-
(energía» que circula y tiend-:: a la des- las repercutir en la conciencia, donde ad-
carga y que la rr;\nsportan. quieren la forma de afecros agradables,
Una parte de la energía proviene del ex- desagradables o dolorosos. Agradables,
terior y otrJ se propaga por el lnterior en cuando el ritmo del flujo energético es sin-
el espacio intra e intcrncuron;ll. En cuan- crónico; desagradables, cuando éste es ace-
to a las neuronas, se subdivid,;n en tres lerado, y asincrónico, y doloroso, cuando
grupos. Un grupo, localizado ·:n la peri- el ritmo se enloquece o se rompe.
,c) guli,;¡
28 El Jolor físiro

¿ Qué debemos retener de e ::;tc cuadro dente. Ahora bien, esta Imagen, Illscntí1
sintético? Ante todo, que esta ficción del para siempre en el yo por la conmoción,
yo, imaginada por rrcud en le:> primeros es muy diferente de la que imprimió la le-
años del siglo xx, continúa siendo, COI1 al- sión. Ya no se trata de la representación
gunas variantes, b matriz de la vidJ psí- consciente del asiento de la lesión, sino de
'luic;] tal como hoy b ma}'orí;] de los una imagen no percibida por b conciencia
psicoanalistas la conciben. Y ,':s unJ fic- que representa una particularidad del ac-
ción sorprendente por el ceo q'Je encuen- cidente.
tra en los progresos cientÍficcs actuales.
Tengamos presente este concepto de Así pues, el yo conservara en b memoria
'\neuronas del recuerdo», pu es nos servlrá la "fotografía» de un detalle de la agresión,
para comprender el p;]SO de un dolor físi- una imagen mnemónica definitivamente
co a un dolor inconsciente. asociada a lo experiencia dolorosa, De to-
das maneras, la neurona que conserva esta
imagen se vuelve extremadanlente irrita-
El paso de un antiguo dolor corporal ble. Está pronta a reaccionar ante una
a un dolor inconsciente eventual excitación, lo que puede llevarla
a descargar su energía de otra forma, en
Como hemos mostrado, el trastorna- otro dolor, una lesión, una acción O un
do por la irrupción m3siva Llna impla- afecto penoso, Freud hablaba de «un c;]-
cable energía, consigue sin embargo auto- Il1ino abierto») para referirse a ese fenóme-
percibir su estado de conmoci6n interna y no de sensibilización de las neuronos del
el dolor es la traducción, en la I:onciencia, VII doloroso
suciio de
recuerdo. El aflujo de energía ha sensibi- ,
"

de esta percepción, También dijimos que lizado de tal modo ],S neuronas que las
mllli/ac/ólI puede
el aflujo masivo de excitación, que entró excitaciones más débiles bastarán para re-
pro7)Qcilr, en el
por lo brech;] abierta de la lesión, llega lIIomento en fjlle
activarlas y reanimar la imagen que con-
hasta el grupo central de las «n,;:uronas del In persona tienen. Estas excitaciones ya no seLin bnl-
recuerdo». El paso forzado del flujo ener- despierti-l, If/l tales como lo fue la quemadura, sino casi
Íll¡}a!idalltc dolo)" imperceptibles}' de baja intensidad; po-
gético tiene dos consecuencias: por un
el¡ 111/(/ pierna.
10do, se inscribe una imagen rnnemónica cld.n ser externas o internas. Pero, desde el
en algunas de esas neuronas y, i)or el otro, momento en que una de esas excitaciones
se acrecienta la excit;]bilidad ckl conjunto inadvertidas reactiva la imagen mneI11ó-
neuronal. La imagen que qued:d-á grabada nica de la agresión, puede aparecer, por
en lo neurona es la de un dcralle de la ejemplo, un nuevo dolor, menos violento
agresión ü del objeto i·gresor. Si retoma- que el primero y situado en un punto del
mos el ejemplo de la quemadr.ra, proba- cuerpo diferente de aquel que resultó le-
blemente retengamos un aspecto del fue- sionado en el accidente inicial. En este c;]-
go, su crepitación, su olor, SlL: colores o so el sujeto experimentará una sensación
bien un elemento elel context,) del acci- dolorosa inexplicada, es decir, que no ren-
El Julor 31
.JO El ¡lOLO!', FísICO

Puede suceder que el aflujo de energía


dr;'í una CllIS;1 orgánica dCllTninablc. Su-
dolorosa golpee otras neuronas difcrentes
íriLÍ, pucs, sin s;1bcr que su color prescn-
de aquellas donde se inscribe lo imagen de
te es el recuerdo representad, de un dolor
la agresión. Otras neuronas, por eje'-mplo,
pasado.
que contenían las huellas de <lcontecl-
n:ientos desgraciados vividos y luego 01-
rJucrrÍ;l dctenerme 1111 inSi.',nte
." en es
. tJ
vlcLldos por el sujeto. Tomemos el caso de
cuestión del retorno doloroo, por el 01-
una persona ausente del lecho de muerte
cancc que tiene en la clínica. Este
de su padre y que ha olvidado lo que en
ncodolor, motivo frecuente de consult:1
aqllcl momento consideró una falta. Su-
médic:1, se le presenta con frcl,'uencia al clí-
pongamos que aquella ausencia quedó gra-
nico C0l110 un sufrimiento fí::ico sin causa
bada como algo grave en la neurona del
org;:'inica. 1maginemos a un médico cuyo
recuerdo. 1vlás tarde, al producirsc un do-
paciente se lamenta porque ,,;ientc un do-
l?r corporal violento, la neurona que con-
lor en un tcndón, muscubr o visceral)
tIene el recuerdo de esa falta se «abrirá,;
inexplicable. Probablemente el médico se
es decir, .se sensibilizará de tal modo
contente con atribuirle un vao-o orioen
b b
una débIl estimubción ulterior bastará
psicológico y con diagnost::car un dolor
para despertar en esa persona un senti-
« psicogénico>" Prudentementc, tal vez lc
miemo de culpa inexplicable. El paciente
prescriba un medicamento ansiolítico \'
se sentirá oprimido y culpable sin com-
hasta un placebo. Sin embono estoy
prender la razón. Con est:1 corta secuen-
vencido de qu'c este su
cia, vemos en qué medida la Ínfin1a csti-
actitud clínica si admitiera -,como propo-
mlllación de una neurona, ya sensibiliza-
nemos en estas páginas- el cuerpo es da por su apertura al dolor, puede generar
una pantalla en la que se ,:¡royectan re- un afecto agobiantc, provocar una lesión
cuerdos y que el sufrimientt:' somático ac- tis.ular e incluso despertar una compul-
tual de su paciente es la re::parición viva SJon llTesJstlble. Todo depende del con-
de un dolor anterior olvidado. En ese c;!- representativo de la imagen mne-
so, el doctor invitaría a su rlacicnte a que m0111ca Inscnta en la neurona reactivada.
éste hablose de todas aqu,lIas antiguas
conmociones traumáticas! psíquicas o Nuestro primer dolor
corporales, que pueda evocar.
,,{JI Id e'ida
psir¡l/inl rli1d,¡ se A veces cnCllc11l1',1S en los hombres
Pero yo dijimos que el antiguo dolor ¡)¡ade, IliIl/.1 ¡/lUZ porción de dolor origina/tallado f. .. )
también podía apatecer tr;:¡nsfigurado cn des,¡parece, todo Sí, esto viene de lejos. Al1tfl110, fuimos ricos.
otro afecto tan penoso como un senti- lo que se furmó,
JC •. )'
RA1NER MARtA R1LKE
miento de culpa, transformado en lesió"
pUl'de
psicosomática y hasta meta:;norfoseado en
l'Caparecer. ,. Hasta aquí hemos establecido claramen-
acto impulsivo. ¿Cómo explicar, pues, cs· FItEUD te que un violento dolor físico convertido
tos avatares del dolor?
32 El. IhlLOH 33

en inconsciente debe pcrcu:ir ncccsari:1- IerJblt: que experimc'ntamos cuando eSL1-


mente en lo vida del sujeto el lo forma de mas enfermos o afligidos.
incidentes penosos. No ob;tante, surge Pero la cxperiencia dolorosa pasada tam-
un:1 preguntJ. Si admitimos <}UC un dolor bién es la quc nos hace vivir cada uno de
en el cuerpo puede ser el r','[orno de un nUL'Slros dolores de manera Ílnica e indi-
,lnt1guo sufrimiento conve_:"tido en in- vidu:11. La vivenci;-¡ dc un dolor es sicmpre
consciente, ¿cómo no podrL-'¡llos genera- la vivencia de mi dolor. Cada uno sufre'1
liz:1r -y suponer que todos nlJcstrOS sufri- su Il1:1nera, sea cual fucre L'lmotivo de su
mientos físicos •y pSÍcluicos están orioian-
b
sufrimiento. Cada vez que un dolor nos
dos por un dolor original? \. si fuera así, aflige, venga del cuerpo o del espíritu, se
¿cuál sería ese dolor inaugural? ¿}1Jst3 mezcla inextricablemcnte con el dolor míls
cuando hay que rcmontarse en el tiempo antiguo que revive en nosotros. Y precisa-
jJ:1Ll descubrir la expcrien::ia dolorosa mente ese resurgimiento vivo del pasado
primitiva? No lo sabemos. ¿Se trata doloroso es lo que hace que sea mío el do-
de un slJfrimicntü extremo cxperinlenta- lor de este instante. El dolor que siento es
do hace lllucho tiempo, una primera vez, mi dolor, porgue Jlev" el sello de lo m:ís ín-
en la aurora de nuestra vida, aun antes de timo de mi pasado.
poder griiar? Tal vez en aquel momento
nos sentimos trastornados profundamen- Sin embargo, si la rcpetlelon funda el
te y ese trauma original perdura activo en af eeto doloroso, ¿ no podrÍalllos considerar
una rara mcmoria. ; Debemos situarlo en q ue tocio afecto o desa"r"d,,-
'.... b
c-lmomcnto mismo -del nacin<lento o, ble- es la reproducción de un afecto origi-
precozmente aún, en los est;-emecimicn- Iodo ¡l/cero nario? Según Freud, en efecto, la emoción
doloroso e5 un
tos de la vida fetal? ¿ O imaginaremos, co- no sólo es lo que sentimos en el instante;
,1I1!igU() dolor
mo hizo Freud, que el priml'r dolor es el ¡rdllmáticu q/Il'
también es la repetición de una vivencia in-
desgarro de una separación arcaica sobre- )"('¡'/,;;'c. tensa del pasado. Un "fecto siempre es el
venida aun antes del estado embrionario, retorno atenuado de una primera emoción
en una Llse preindividual y codificada CI1 intens;l. La emoción más singular que yo
la memoria de la especie?" pueda vivir hoy, placenter" o desagra(lable,
inevitablemente es el doble de una emo-
"Los afectos snn Seguramente nO sabemos de qué sufri- ción arcaica. Si, por ejemplo, ante una esce-
!¡/s reprotitfccio- miento inmemorial hemos ';alido, pero na. insoportable siento que me invade la re-
I/L'S de acollteci-
podemos estar seguros de q';le ese dolor pulsión, tendré la certeza de experimentar
mlcJlros alltigllos,
de imp0r!rllzcia resurge en todos los dolores Jísicos y psí- un sentimiento inédito, como si estuvieríl
Ujtlt!, cvel1- quicos y nos transmite-a cac18 uno su seguro de no haber vivido nunca antes algo
l!wfmcllte lielad específica de afecto penoso. Este semejante. Más tarde, una vez atenuada la
pn:illdividlltl!es..
H
dolor primordial e intemporc I retorna sin violencia del impacto, reconocerÉ sin em-
FREUD
cesar en el presente para comunicar a tO- bargo que ya he sentido una repugnancia
dos los demás la marca del e1i:.placer illlo- p"recida. En resumen: no hay ningún "fec-

.
[O nul'\'o, el afeno siempre lS el fruto de madas se cxtcriorizJn, finalmente hemos
35
I
1

Ul1;1 rcpcrlClun. llegado a postular que el dolor incons-


ciente es la mellloria de un antiguo sufri-
El {//CCIO IllfJ/U¡ Pero ¿qué es lo que define intrínseca- miento traunL1tico. A f1cs;1r del r¡nor
b
de
es pI¡ro, SIL'lIlpre mente un afecto? ¿Cuál es la ;ustancia ín- eS[;l definición) de tocios modos quiero
lo redct!'¡.ltt l//IL/
tima y vibrante del sentinlir: nto que me clisip:u un último malentendido sobre el
[lIltl1sj¡/
cxprCSllt/d por
conmueve en este instante? r·Jo podemos concepto de dolor inconsciente.
IIlld IJ¡r/'1!JrI1 Y es responder a esto. Tal vez lo cJ.racterÍsrico
el molÍ-uD de I1l1a de dicha vivencia es esta sensación pura, Cuando nos interrogamos sobre la na-
cOl/dllct,r. simple e inmediata, esa rea!j(,ad descono- turaleza de un sufrimiento traumático tan
cicla que llamamos energía. lero esta res- profundo y tan antiguo, que ha permane-
puesta es insuficiente para cefinir la na- cido vivo a pesar de todo, nos sentimos
turaleza de un afecto. Así, puesto que no atraídos por el reflejo mental de imaginar-
sabemos qué es, tratemos dt' determinar lo como una materia afectiva que palpita
de dónde procede: ¿cuál es 5\1 origen? La en los entrañas del ser. Es verdacl que, al
génesis de un afecto no es otr;1 cosa que un identificar el antiguo traumatismo con el
despertar, el clespertar de un afecto pasa- dolor inconsciente, probablemente dimos
do. Insistimos. Tocio afecto es lo repeti- a entender que aquélla. era una emoción
ción ele Ulla experiencia enl0ciol1al pri- confinada en un lugar cerrado del psiquis-
mordial. Es evidente que esc': concepción 1110. Con todo) sería un error pintarlo así.
eminentemente freudiana eS lo que nos El dolor inconsciente no puede reducirse
permitiría identificar el afecto con el signi- al sufrimiento de un 1110mento, por trau-
ficante lacaniano. Un signifi::antc, enun- mático que sea, ni concebirse siquiera co-
cia Lacan, es siempre la repección de otro 1110 un enclave de energía hostil. El dolor
significante. De ahí que decir lue el afecto psíquico abarcJ una noción mucho mis
AlllhlrgclI de
que lu /1101/1('11105
sería un significante equivale ;¡ afirmar: só- amplia que designa un proceso activo) un
" ! fa 11 11 uí t ¡uJ>',
lo hay afectos repetidos. proceso que comienza con un sufrimien-
porque es el to somático Illuy intenso provocado por
rcw!tado de fm¡J una agresión externa y se complementa
agresión, () El dolor inconsciente no es una con otro) despertado por una ligera exci-
" I JI COI/ S ci C 11 te,·,
sensación sin conciencia; es un proceso tación, generalmente interna. Para decirlo
por SIIllplitlld
/J.1/"1I rC¡¡rlce¡; y estructurado COill0 un lengnaje de otra manera, cuando la agresión exter-
htlSI.-J na que provocó un dolor traumático deja
"prill7ordi"d", J'd A lo brgo de es ros páginas hemos trans- huellas en el inconscielHc, también instala
(jite es /11 madre formado insensiblemente lo Irutal sensa- en él un estaclo de hipersensibiliclad que,
de todus los
ción de una quemadura en un inasequible e011 lo menor chispa, puede hacer que re-
511[rlm /C17 (o s,
Siempre dolor inconsciente. Al pregunLlrnos de qué nazca un nuevo dolor. Para ser m6.s preci-
h'¡{;/,1II1OS del manera un traumatismo deja sus huellas en sos) diremos que el dolor inconsciente no
mismo dolor, el inconsciente y cómo esas IT.lclbs reani- designa una cosa ni una sensación sin con-
)rí Ei i I( 1; (lh i ¡,¡,:\) 37

CiCllCi,l, sino un circuito qu '. rC;lCliv,ldo perceptor) registra y rl'¡nst;111L1 dicho


por l1n;l liger;1 estimllbción) St:' dCSc.lrg;l eJl impacto (yo-memoria inconsciente).
un;l J1l;lnifl'st;lción penosa. '-
Los desJrrollos siguie!ltes confirm:1Lín
Fin;lIll1cntc, el dolor incPl1scil'ntc es la ;lcción poderosa del psiquis!llo en
l;¡ dc-
una ;lplilUd, la ;lpritlld del -Y¡,) para rcmc- termin;lción del hecho doluruso.
lllOr;1f lIn antiguo tLlll!l1;uisno doloroso
de lln;l ma¡H.Ti.l diferente del recuerdu
consciente: el dolor incofls<:iente es el El dolor de reaccionar
nombre que damos J la l11cnYJria incons-
ciente del dolor. ]-1eI1105 reconocido que el dolor fue pro-
vocado por una lesión (herida en un bra-
zo) y por la conmoción interna que se dc-
senclelenó illlllediJt:llllclltl'. Luego vimos
I-Jasta aquí, ¿qué hemos querido dar a que el dolor de b conmoción 5C inscribió
entender? Que el origen psíq',lieo del do- en el inconsciente V allí se rransformó en
lor corporal siempre es la reminiscencii.l fuente ele posrerio¡:es sufrimientos.
de un dolor primordial. Así, en lo emo-
ción dolorosa se conjugan Ll sensación Abordemos ahora el tercer tiempo de la
desagradable de hoy y el despenar del formación del dolor. Para hacerlo, VOI\"l-
primcr dolor. Precisamente e!iC despenar mos al accidente de la quemadura, a\ mo-
es 10 que proporciona un cadeter de ;lfec- mento en que el yo, inundado por el Alu-
to doloroso y, aún, espc;:íficamcnte iD súbito de lInJ implaclhlc encrgLl, sufre
hUI11Jllo a la sensación desag del Ll ruptura de su homeosLlsis y la neutLlli-
momento. Un dolor es porque zación del principio de placer. Ahora )'a
es memoria inconsciente. El ir consciente no eSUlll10S ante un )'U desbord.ldo que
es lo que humaniza al afecto doloroso, ,/',1 sufre la agresión, sino allle un yo que: reac-
que es lo que infunde nueva vida al anti- ciona a la avresión.
b
Pues- bien, en \'irtud de
guo dolor de un undadaL ese sobresalto defensivo, lejos ele suprimir
Antes de seguir, ya podemo,' llegar a b el dolor, el yo sufrid. de otra m;1!lCLl e in-
siguiente conclusión: en toda:; las etapas cluso más intensamente. J\iLb que sufrir un
de su génesis, el dolor corpor21 mar- dolor de sumisión al malestar, el yo sufre
cado por la preeminencia del ractor psí- un dolor de protesta contra ese malcsL1L
quico. En efecto, vimos que el psiquisll10 El dolor corporal ya no se debe solamente
forma sucesivamente la -representación del J una lesión y a la perturbación interior
cuerpo lesionado (yo-conciencia), sufre el que la acompaña) sino que a todo csto se
impacto de la conmoción (yo trastorna- suma el inmenso esfuerzo quc hace ti yo
do), percibe su propio trastornu provoca- para detener esa perturbación. Así, el do-
do por la conmoción (yo-órg;lno endo- lor físico 5e convierte en L1 expresión dc
gnl¡:-.:¡
38 ¡:I [lllLl'lt [-hle,1 39

UIl esfuerzo de clcfcns;l, ;lntcs, ¡ue en la agresión


exterior
ra manirestación ele U11 alos lejidos.
Pero ¿qué es esta ddens;l ,_!ue h;lce su-
fri¡-? Cuando el VD se ellcuenira e11 esudo herida real
de conmoción) ¿qué h;¡cc p,l,"a
se?, ¿cómo reilcciol1:1? Desesper;ldo,
Ll un gesto que todavía le hart'i sufrir más:

[L1Ll desmañadamcnre ele al:vi:lrse solo)


apel:1Ildó a UIla especie de a 1,ltocuración.
En respuesta a la agresión) el Yo convergencia
[ra roda la energía de que dispone al'Tde- de toda la energía "-t,.. \
hacia la representación "-
dor de la herida para tapar la Jrecha y de- (sobreinvestidura) __
tener el aflujo masivo de exci:.aciones. Ese
movimiento reactivo de energí;¡ -que Freucl
Ihmó "contrainvcstidura'i> o
_____ representación
psíquica del
brazo herido
g;l',- es lo que intenta freIlar la irrupción
brutal de energía liberacl;-¡ en el momento
de 1:1 qllei11:1dura. Pero no no:: engañemos,
/.
esta aUlocuL1Ciól1 no se apli.:.:a sobre los
tejidos lastimados de la herida, sino que
recae sobre la reprcscnlació¡;' psíquica de Figura 2. El yo, al no poder curar la !Jerid:l rC:lI, cura la
la herida. Ahora bien, el hecho de que la representación de la herida.
contrainvestidura defensiva dirija, no a
la herida mismJ} sino J su reFTcsentación,
revela la naturaleza indiscutiblemente psí- rJC10n mental del lugar lastimado. y se
quica de todo dolor corporaL ¿Por qué? muestra una consecuencia sorprendente:
Porque la rcspuestJ a una agresión físicl el dolor provocado por la agresión no se
no sólo es de orden fisiológi<::o, sino que JtenÍla con esa curación simbólica; por el
consiste también y sobre todo I:n una trJns- contrJrio, se intensifica. Eso es, justamen-
ferencia de energía JI corav:n de las re- te, lo que quiero explicar ahora: ese fenó-
presentación psíquicJS constitutivas del yo. meno que muestra una defensa dolorosa e
El cuerpo ha sido herido y el '10 reaceiom inadecuada.
concentrando roda su cnergÍ;l para repre- ¿ En qué consiste eXJctamcnte esa defen-
sentar de la localización de la lesión (véa- sa y por qué es dolorosa? Y, además, ¿ qué
se la fig. 2) papel cumple la representación de la re-
gión herida en este proceso? Ante todo,
Cada vez que nuestro cuer!Jo sufrc una hay que recordar que el yo funciona C0l110
violencia} se desencadcna u na reacción un espejo psíquico que refleja, en un mo-
psíguic.a: el yo contralllvlste la represen- saico de im6.gcnes, esa parte de nuestro
1'.1 ])()LUI':: i-iSICU 1/

CULTpt) O esc aspectu de los scres o hs co- igtLllmen[e reJnivJ, de la representJción l.é
a los cuales estamos Jfecriva \ durade- del objeto amado perdido.
ralllente apegados. PoStUl.l!l10S,
guiellte hipótesis: cuando qllcdalT,os
1.1 si- l\claLldo es ro, VOIV;111105 J pregulltJrnos
cómo j'l1tenta el yo sobreponerse J la con-
I
d()s de la integridad Jc nuestro o moción por I;¡ Tras-

en, NI'}/[ r,1 Sil


de nuestro objeto de apego, se pr;)c!llce un
exceso de investidura ;¡fccrivJ el,;, la im,1-
tornado, reacciona mediante un reflejo de
supervivencia y se ciñe desesperadamente
1
t,
é'.'íj'Ii,-"ci611 ('JI 1.1 gCII dellligar he)'ido del C/ierpo, cIando lo íl la representación psíquica de la parre hc-
C(iIlCC}llr'¡CIOIl (le
que está en juego es nuestra intep'iebd fí- rie1J, como si quisiera curar su lastimadura
Id
¡!iuiJi!!.;!; el! /01 sica; o un exccsode investidura afeniva de la no protegiendo los tejidos magullados, si-
rcpn'.\ClIlilciríll ;n7.1gell del objeto perdido, cuanto lo que no concentrando todas las fuerzas de que
PÚ{j¡:Ú·¡¡ rle/ en juego es la presC'!lcia del CITO. Este dispone en la imagen mental de la zona le-
I¡!gdr du/oudo e::-,:ceso compensatorio se traduce ':n dolor. sionado. Al no poder Clmlr la haicla mis-
.re/ n;eJ"pu. Sobre
En psicoanálisis, la 50brei!lve5tidura de L1 ma, cura el símbolo de Slf hcrid[1. ASÍ, para
1's!c punID se
I',,,'de f. .. í
imagen psíquica de un punto de nuestro resistirse a la conmoción, el yo se lanza
Ir,liis(erir ¡" cuerpo se denomina "sobreinvcsti ;1urallar- perdidamente sobre el símbolo del lugar
St'}I.,.I(ilÍlI de cisisl<l» y el de la imagen de UF aspecto alcanzado por la agresión y se une afecti-
dolor ,rl dUJlIlJlío p"rcial del objeto querido (el ser a'llado) se vamente a él con todo su ser. Pues bien, és-
le es precisamente el momento en que apa-
/ISUjlUCO. "
dCnOIllin:l «soDrcinvestidura del cbjeto».
reCe el dolor, como resultado del esfuerzo
Pero, ya se trate elel dulor físin debido del yo por apartarse de la conmoción afe- ,-,
r,
a 1:1 investidurJ excesiv;l de h rej'-rcsentJ- empecinadamente a un símbolo.
'1
ción dcllugJr lesionado )'J del d-=_dor
1 Lt Uno sufre porque se desequilibra ante el .'
quico debido :l la invl'stidur:l ex'::esiva de )"eprc5(;'llltlcióll es peligro. Así, lo que duele es una crispación
la representación del objeto amado y per- Id (lIn/e del inútil sobre la imagen del cuerpo herido,
l'spíritu, y SIl
dido, en ambos casos estamos ;-¡n;:c el mis- su!ncin,)(' sl i ti 111',1,
un esfuerzo de defensa inapropiado para
mo f (;'nómeno, Lv que engendra' el dolor la 5('11.1.-10'611 tr;ltar la conmoción, un intento local, aisla-
es la 'i.NrlorizrIcióJI afectiva) dC1lJtl::iado in- ¡/U/Oro5il. do y, por eso mismo, condenado al fracaso.
tensa, de la representación q1fe está eH
lluestro interior de la cosa a la elrIl está- Por supuesto, aún nos queda la cuestión
bamos ligados y de la que abara ¡,ell105 si- ele saber si el yo habría podido reaccionar
do pri'i.)ados, sea una parte de 1luestro de alguna manera diferente, más inteligen-
cut.'JjJo o el ser q1le amamos. te, menos vigorosa. ¿Una acción glob;d
habría sido más eficaz )' menos penosa
Además, el dolor físicO' es lo (epresión que un gesto aislado? Pero el yo no puede
sensible de una sobrestimación rC:lctiva obrar de otro modo. Su contracción ciega
ele lo representación ele la parte h':rida del en un punto es un reflejo ele supervivenci"
cuerpo y el dolor psíquico, es de' ir, lo eX- y la únic" respuesta posible para no hun-
presión sensible de una sobrest:'mación, dirse en la conmoción. Subrayémoslo nuc-
) !!-eJi,.1
vamente: el dolor se orit;in;1 en este últilllL) sarro de las fibrJ:; íntim;1S es Jo que 1'ro-
esfuerzo de rC;lcción elel Yo. \'oca el dolor.

Pero aquí se nos preSenl:1 '')tr:1 pregun-


[:1: ¿por qué el Jpego apJSiOll;!do a unsíl11- Síntesis de las causas psíquicas del dolor
bolo -es decir, un exceso de carga energé- físico
tica depositado en un;l repn:sentJción- se
traduce en dolor? La estriba en Ahora, si me pregunto por qué mc duele
UllO sola polobra: «exclusióll», Sí, lo repre- el brazo cuando me quemo, puedo res-
sentación mental del órg;1no lesionado es- ponder empicando el vocabulario psicoa-
tá tan cargada ele energía agobiada, se nalítico: dejando de lado el conjunto de
aísla y se excluye del COlljUllU de los otros los mecanismos neurobioguímicos gene-
representaciones estructuran tes del yo. En- radores del dolor, existe sobre todo un
tonces la cohes1ón psíquicJ desaparece )' encadenamiento de CJusas de orden psí-
el yo debe funcion;1r con una estructura quico, a saber: la impresión de que el do-
desest<lbilizacb por el i1islanT'CnLo de una lor el11Jna de la herida; la autopercepción
representación en el seno de'! sistellla. En del desequilibrio de l11is tcnsiones pulsio-
efecto, el yo consiguió con1"=ner la con- nalcs; la reminiscencia de un dolor inme-
moción , pero para hacerlo tu'!O que pagar morial; la movilización de tocL1S mis fuer-
el precio de engendrar un nonstruo de zas sobre L1 representación mental del
afecto que ahora le perturbo. Lo que hace brazo dolorido y, finalmentc, el aisl<lll1ien-
nacer el dolor es, sin duda, la polarización to de estJ representación.
de toda la energía psíquica ('n una únicJ
representJción que ha quedado descen-
trac\¡-¡. El corolario que se c:esprendc de La representación de la parte lesionada
nuestro cnfoque es sencillo :: 10 enuncia- y dolorida del cuerpo
remos del modo siguiente: liO hoy dolor
corporal sin representación. L::jos de Destaquemos que ese encadenamiento de
perar el dolor, yo lo intensifico s3tllrJn- causas del dolor corporal evoca al que
"Ll rllplffnl de do de energía la representaci<ln de mi he- preside en la formación del dolor psíqui-
,150CldCl011CS es ric!J. co. Veremos que Jos esquemas lógicos que
sicllljJn! /111
explicJn ambas [o1'111J5 de dolor son casi
"
FREUO En esta última etapa, el ciclar corporol idénticos. No obstante, una de las dife-
proviene del apego apasionJdo rencias estriba en el contenido imaginario
del yo 01 símbolo del hlgor lesionado del de la representación hipertrofiada.' En
cuerpo. Dicho con mayor ese sím- efecto, mientras que en el caso del dolor
bolo, hipertrofiado de afecto se cristaliza corporal b representación remite i1 un
como un cuerpo extraño y pesa sobre la cuerpo herido, en el caso del dolor psí-
trama del )'0 hasta desgarrarla. Este des- quico remite a un objeto amado y perdido
·J_; 45

(un,l unJ un \:,IIIJr).


COS',!, leS de mi cuerpo vivo. Pero si bien es \lcr-
;lLlcblltt' lr;1t:l'" mi" ;llllplia-
,-t eLd que b representación n:1CC por h C0111-
mente cl dulor psíquico o t!nlur de :llll,H, binación de toelos esos faCt01TS, t:l1l1bién
pero pnr el momento tCIlCI1l:.-1S que definir es cieno que su paso al plano de b con-
CLlf<l!llCl1lc Ll singuLH iU",lrquÍ;l que ciencia es dímeru: dura Jo que dura el ;1C-
:ldquicn: la reprcscllLH.:ión le 1.1 pan!: Ji.:'- cesu de dolur.
SiOJl,lll,l dcl cuerpo. ¡\Sl IlOS r!:sulL1Ll m.1s
Líeil comprender h n:ttuLlleZ;1 de !:l rc- Pero ¿cu;í.\ es el conten'lelo lmaglI1ario
pn..'seIlLlción del ubjeto :l!ll;l.-ll) y perdido, propio de la representación del lugar he-
elemento csencial en h bén::sis del dolor rido? l-Iasta aquí hemos lbmado a csta
el e :1111:l r. representación «im;1gcn)j¡ «símbolo)) o "rc-
presentación psíquica de la zona lesioll:tela
Preguntémonos, pues, cómo se form;l y dolorieLl >¡. Estas fórmulas son engaño-
L1lllellcinn;Hla rcpn.>se!ltaci(:'n del cuerpo pues c!;ln a entender que el contenido
.V cu;Í1 es su contenido ÍnLll2inario
..' , m;lS imaginario es la copia fiel ele b parte ma-
cnnc:rl't;lrmentc visual. Suh::<1yellloS des- gullada del cuerpo. Sin embar¡;o, sabemos
de que la reprcscnLlci{;n del lugar quc nunC;1 e5 un;1 réplic;1 exacta. La ima-
dolorido no existía antes de 1.1 lesión, si- ncn del IU2:ar dolorido -sea o no cons-
t> L.'

!lO que se fOrJ1l;1 en l'se mi:;¡llU instante. cicnlc- nunca se ajusta a la anatomía rcal,
[s ckcir, esta representación nu cst5 ;11l¡ sino que corresponde a una ;1natomÍa fan-
desde sicmpre, sino que nace con la per- LII
t;:lseacla. Ninguna imagen ele una región
cepción sensorial de la hcri¿l la impre- rcprcsClll,rción de corporal ofrece el estricto reflejo del cuer- ,"
,
sión de que el dolor se locaLz;l en ese lu- I,I ZOlld IcsiulI,ul,( po ¡-al oL11 es. 1\1is percepciones siempre
.:-"
g;l r. cs dl'lIcialmente son interpretaciones dcfonn;lntes de la rea-
111 (()l/S cIeJl le,
lidad, ele las vivencias rantascacLts de mi
pero dll1"dll/C el
Sin embargo, la imagen dcl cuerpo heri- ,,((t'.in Llu/u)osO cuerpo.
do no sólo e5 contcmpodJ1c: ele b lesión; ,¡(!ord (/ nI!
proviene ,olllbién de Illúltipl, s huellas de- lIH/ClU/Cl,L AdCl11;ls, el cOlltenido 1111;1glI1ario de la
jadas cn el inconsciente por lntiguus do- representación se integra en una fantasía
lores y por los deseos de los "tros.Incluso (fmlfdsme) ya dispuesta por nuestros de-
la vivencia actual de mi Illovién- seos incoJlscientes. El lugar del cuerpo
duse en el espacio modela eS,l iJ1l;lgen. Es afectado por blcsión se presenta siempre
decir que ('St;1 imascn dolorido, l'ncelT:ldo ell la escena L1J1taseada de un
subrcin\'cstida f)or el vo
, j);F:1 mitio-ar
b b sllciio \' i1sociada a la acción de un perso-
l-DIl1l10ción, se funda e.n u!u 1l1uhitud de naje P;ua decirlo brevementc, la
percepciones no consciente::, quc fij,lron fepresellLlcióll de 1:1 ZOI1:l dolorida, surgi-
acontecimientos pasados, fe;_',isrr;1roll los eh de mis 111l[Jresiones y actuales,
illlpoctos dejados por el dese,' de los otros 1ll0dcLld" por el impacto del cuerpo de
y que ho)' captan las vibracic1iles scnsori:l- 105 otros, lli1cie!J con la lesión y dcsrin:lc!;l
a COllCC'lltr;¡r ell cl1.1 el flujo inconrrohdo
de l'nergLl) C'S la imagen de un
fragmento dél cuerpo situ;1cLll'n el centro
dl' una C'SCell:1 LlllLlscac!a. Si bien puede pc-
llctr;n en el GlmpO de b. concie,leí:1, esen-
cialmente esta imagen sigue lcnclo in-
consciellte. se hace consciente, su
contenido imagin;lrio suele tOJT¡i1r presti1-
da una espaci;-¡I producida
por sCllsi1cioncs, tanto visuales (J1110 cícti-
les, tanto sinestésiclS como ccnestésicilS.
/.,r c,¡I',¡ci¡{,/{! de Así, cu,lndo el sujeto sufriente visualiza 1.1
Preguntas y respuestas
el dolo)")' región dolorida internJ o cxtlTna de su sobre el dolor físico
lit'
cuerpo, se la rcpn:senlil en el c.;pacio. Al
rel' re)' e JI r, 1 nI o s
ru 11 i C/ 1'11 [L'J1JI.!JJ t L' tratar de describir su dolor, cmplca fór-
el Il/gllr dI.' /;; mulas como: "Sienlo que me pesa una ca-
herid" .'e pa', o «un punto,·, "C0I110 un globo» o Ul1-.1
,¡¡!ljflC)·C ()"i/S "barra):> y hastJ "como púas». 'To(hs eS[JS
la.i prhl7crtls expresiones muestran en qué llcdida la
fcp,¡r¡/OUlll'.';
imagen consciente del cuerpo d,.)lorido es
trtlIlliI,íllCdS de!
I1I7ClmiCIl!:J y de! la metorOra espacial e imprecisa de la sen-
desldi'. sación dolorosa.

¿Cuál es el aspecto mas ImpO¡'tantc que


debemos rescatar del dolor corpcral? Esen-
cialmente, que es el afecto que e<perimen-
ta el )'0 cuando herido, conmo::iol1-.1c!o o
rememorando un dolor pJsado 'lace el es-
fuerzo de sobreinvestir la de la
parte dolorida. Este gesto defcns,vo mitiga
la conmoción, pero acentúa el d olor. Sea-
mos claros; el estado de conl11ol" ión duele
y la defensa. contra la conmoción duele aún
J11;ís. 1\1 dolor propio del desbaLltamicntD
interior se agrega otro; el que expresa el es-
fuerzo desesperado del yo por sal\'ar su in-
tegridad.
Sólo hay dolor sobre un fondo
de 31110r::

e ¿Por qué, en su condición de psicoana-


list{/, se ¡¡¡{e¡-es" usted por el tenw del dolor?

Trabajo con la cuestión elel dolor des-


de h;1CC unos veinte anos. Pero ¿por que
quise retomar y profundizar el seminario
que habfa org;:¡nizJdo sobre este tcm;]. en
el período 1984-1985)' volcarlo en un li-
bro titulorlo El libro del dolor y del amor?
Porque el tcma del dolor, tanto el físico
como el psíquico, ha sido poco tLuado en
el campo del psicoanálisis. Cuando uno
observa la bibliografía psicoanalítico y has-
ta la psicológica, comprueba que se ;1borcla
muy poco b cuestión del dolor, aun cuan-
do últimamente VC;-¡1110S que hay cierta re-
vitalización del tema. Los grandes maes-
tros del psicoanálisis, como Frcud, LacJn
o JVle1anic Klcin, lo lralJrOll, pero muy
brevemente. Frcud sólo hizo referencia al
dolor en dos o (res artículos en el marco

L;ts y rcspucst.15 que siguen fueron


extraíebs de una entreviSLl n:,lliz,ld,l por Caro!ine
Rey y Didit'r Llllru, J1l1blic;1da en la n:vi:;t,l
ces el Psy, 1998, n.'" 5, Eres, pá¡!,s. 51-57.
50 51

de UIU ObLl que se extiende ¡durailte ClLl- unidad. Para que podamos ILlbLlr de do-
renta ;1ilos! De modo que p;1ra m" fue un lor debe haber una pérdida, la pérdida vio-
desafío intcresarme en el tcma, ;llovic\o lenta e imprevista de un:1 unidad. Si la
por el deseo de tratar una cuestir'ql poco pérdida no es brutal no hablo de dolor, si-
elaborada por los otros autores. Y LllTI- no de sufrimiento. Para mí el dolor está
bién constituyó un reto interesaLne en el vinculado con el tiempo) con b inlllcdi:1-
estudio del silencio)' publicar una obra tez, C011 lo imprevisto.
colectiva sobre El silencio en psiuunálisis.
No obstante, en lo que respecta ,,1 dolor, e ¿ Cuál e:; Id dl/ci"cJlcid entre
no sc tl";1tó sólo de un desafío teó.',-ico. lvli co y dolor psíquico?
experiencia personal, tras experin: cntar el
dolor provocado por la pérdida ele un ser Desde el punto de vista analítico, en rea-
querido, y mi trabajo con pacientl.'s, escu- lidad no hav diferencia entre dolor físico y
chando su dolor, me llevaron a ,:,'laborar dolor psíql;ico. NL1ntcnelllos artificialmcll'-
profundamente la cuestión. Inicidmente, te b diferencia para elaborar b cuestión
en 19% quise titular la obra El fibra del e investigarla. Continuemos diciendo que
dolor, pero comprendí que era tan incom- hay un dolor corporal)' un dolor psíqui-
pleta que necesitaba agregarle un ,:omple- co, sabiendo que en el concepto del dolor
mento. Reelaborando el libro me ji cuen- hay una unidad. Comencemos por el do-
ta de que el complemento estaba rresente, lor físico que todos hemos experimenta-
porque no podía hablar del dolO!" sin ha- do, AClualmente se conocen bast3.nte bien
blar del amor. En efecto, sólo b",)' dolor los mecanismos de producción de un do-
sobre //11 Jo 11 do de amor. Y ésta 1'5 mi hi- lor corporal (la circulación del influjo '/
pótesis, al margen del tipo de doled', ya sea doloroso, los receptores, los mecanismos
corporal o psíquico, )' de la ed,¡d de la bioquímicos, etcéter3.). Pero los científicos
sea niilo, adolescente, ;¡dulro o reconocen que no s.lbell qué es una emo-
JnCJano. ción dolorosa, Sabell responder a 1.1 pre-
gUllta ¿cómo se produce un dolor?, pero
El dolor es Ulla reacción afectiva a una no saben explicar cómo se siente un dolor
pérdida. Siempre se trata de la pérdida de en el cuerpo y en el espíritu. Distinguen la
una unidad, tanto en el caso del d,)]or físi- sensación dolorosa de la ellloción doloro-
co -cuando se pierden la. arlllonÍ:;. y la in- sa. Dilmasio va más lejos y hace investiga-
tegración equilibrada de las cUeremes ciones relativas a la emoción dolorosa de-
partes del cuerpo- como en el del dolor jando de lado las referencias al tálamo y al
psíquico, cuando la pérdida estó relacio, hipot,ilamo, para decir que la emoción do-
nada con un ser querido. El dol"r es uno lorosa tiene que ver con la representa-
reacción afectiva y una pérdida brutal y ción,' Si "bordalllos el tema del dolor psí-
violenta de Ulla parte que ten::mos en quico, lleg:1i1los a un fenómeno todavía
gr3.11 estima y de la que depende nuestra nüs complejo, No conocemos ni los IllC-
53
c,lnismos de producción de C.sr< dolor ni 1:1 !J]"eSl'llL1Ción melltal del nLil'ro. En el C1-
éll1ución psíquica du!nro5:1. so de un infarto de mioc.ndio, por cjl'lll-
pll")) b perSUIl;l ellferma rcndrií una repn.'-
puntos en común entre el dolor fí- 2.1'1lL1Ción JllCnL1L ;HlIlCJl1C se;l imperfl'Cl:1,
sico V el dolor p.síquico. El dolor sólo de L1 zona dc'.]nrida. Y sohrl'in\'l:,stiLi ('su
puede comprenderse sobre ll!\ fondo de rcprcscllt;-¡ción melltal del corazón enfer-
:11110r, pues no podemos sufrir en el senti- mo. L;¡ rcpn:sCllt:lción pucde ser visual,
do de expcrimCnlilr dolor, n(,) podemos l'l'j"¡) 110 sicmpn· lo cs. Puede ocurrir Cjue
"dolernos» -algo diferente del verbo «su- 1.1 jJcrsonil 111Ll il1Llt,l'n imprecis;l,
frir:·¡-, si no es por h pérdich el;, un objeto V,l!;;l, de] dtJlldc sicllfL' dolor. cumo
que aprecialllos mucho, inrcns:¡mentc) con unJ especie dc difusa, poéticJ,
pasión, con un apego que nos e;; indispen- rom;Íntica V no muy biell EstJ
sable, mós allá de quc se trare ,le un obje- ima)2;cn, cn'rcJlicbJ', no tiene nada que ver
tu perteneciente :11 mundo físico o al L'OIl 1.1 \'erebdcra anatomía. Es una reuión
mundo psíquico. J\dcmjs, h:ly otro :15- fallL15mitic;1 y esa fJJ1tasí:1 será el objeto "
pecto importante: no hay dolo!' sin rcprc- ele la sobrein"csticlura, Podemos decir que
psíquica dcl objeto ;1 i cual eSLl- b sobrein\'cstidura energética de esta re-
mos :1pcg:1dos. El dolor siempre :1parcce presentación es una especie de defensa del
acompaii:1do por una transformación de yo frente a lo pérdida. Pierdo algo)' roda
eS[;l rcpresentllción mental eDil un aflujo mi encrgía se concentra en b
dc energía hacill b representacón, Puede ción de h COS;1 perdida. En mi espíritu, L1
ser la representación de un s(:r querido sobrcc;1rgo, El dolor serÍJ h "ivellci;l
desap:lrecido (1 de una parte del cuerpo correspondiente a la sobrein-
herida, En cualesquiera de los dos casos, vestidura dc la represcntación Illcllt;ll de
el dolor corporal u el dolor psíquico, el la zona dolori,h (en el coso del dolor car-
yo snbrcínvíste la repn:senl:1ción mental p'Jr<d) o del objero amodu)' perdido (en el
del objeto perdido. C.1SO del dolor psi'l"ico).

Q Con ,-cspccto (l /'15 rcpres(,]lttlciuJIcs, <) ¿No (,51,1 pt;,.didd lo r¡lte !J'fC!.! fJue Ifno
en Sil IcorÍi1, usted dbonld dos dspcctos di- tcngl1 lfl1d n:prescJltdción del objelo?
feren/es. Usted describe IfiM F!jJrcSCJlta-
ció n 'visllal del dolcn)' habla d, "!otogra- EX;lCl;ll1lCnte. no Ille du),' CUCIl-
j/a" i1S0ciadi1¡d dolor. ¿Podrra desarrollar Ll de que 10 hago. En c;1lllbiu, basLl que
un poco más lo que dice de la relación con tenga una crisis de asmil o una bronquitis
el dolor del qlle ¡filO se 'de{icI1L'e crcando P;lLl darme CUCllta de que p;ua mí respirar
un sÍgJlZficmlu.'? es algo esenci;)!. EfecrivJmclltl\ L1 expe-
rienci" de la pérdida del objeto cn lo re,,1
Decía antes que el dolor ;lpaL:cía aCOIl1- es lo que realza b existencia (k la repre-
jlllil:1do por una tI:;lllsfonnació!l de la rc- sentación.
resptlt'SD5 el dolor físilOo 55

o Los reciL;" JldcidOS ¿tlellell cprCSCH-


J cuando sepa discernir una pérdida pro\'i-
tdcioncs? sionel de une pérdida definitiva, podLí di-
ferenciar la angustia del dolor.
En efecto, podemos pbnlcarno3 !J cues-
tión de saber si un bebé de pecho tiene re- Freud sólo distingue el dolor de le ;1n-
presentaciones, si un bebé de do: días que por los índice exteriores. La expre-
perdió ;,1 su madre dULlnre el pano puede sión del rostro permite reconocer que un
experimentar dolor. Freud lItiliz.1 mucho niiio sufre. Parece trivial decirlo, pero
t'St:1 noción de pérdida de h representa- Freud ye lo pudo hacer en su época y has-
ción. Pienso en un p;1s:1je de In{Jibición, ta podíe distinguir el dolor de la angustie.
síntoma y arzglfstid en el cual eseJ ;be: "SO- El bebé sólo puede vivir el dolor y la an-
bre la engustie del bebé ele pecho es evi- gustia, am bas reacciones afectivas, con la
dente que no h:1.y ninguna ducb, pero la condición de tener un;:t representación del
expresión del rostro y la n\lcción dellbn- objeto perdido, en el ceso l11cncionedo le
tO permitcn proponer b hipótesi,; de que, medre. Puedo estar seguro de que el bebé
además de angustia, también siente dolur. tiene una representación porque estoy se-
Parece que en él confluyen estos dos sen- guro de que sicmc dolor. Porque es huma-
timientos que posteriormente se rlividir;ln no, ese pequeño se ha epegado el otro (la
[b angustia y el dolor]. El niñr< aún no madre, en este caso), na como un Jnimal
puede diferenciar la ausencia ex?erimen- sino en virtud de elementos de representa-
tada temporalmente y la pérdida duradera; ción y de lenguaje. Un recién nacido que
desde el momento en que pierde :le vista a ha perdido a su madre como consecuencia ....
,

su madre, se comporta como si n(l hubiese del parto presenta ll1;:tnifestaciones dolo-
ele verla nunca más y necesita experiencias rosas. Puede mostrar un canÍttcr <lmodo,
consoladoras repetidas para finalmente estar atónico, p,llielo, no comer y hasta es
;1prender que a esa dcs;¡parición de su ma- posible que no llore. Freud hebb delllan-
dre suele suceder su re:1parición" ,. to, pero un dolor puede menife'tarse de
otro modo, sin llanto, como un repudio
Freud afirma, pues, que el beb,? expcri- del contacto con los demás y con e1mun-
mcntJ angustia y siente dolor. E n ciertas do. Algunos dolores provocan reacciones
circunstancias, el pequciio vivt los dos de abendono completo que están más ellá
afectos confundidos porque aÍlr no sabe de le tristeza o b depresión. Son dolores
distinguir la ausencia temporal de su ma- que perelizan e le persone. Un niño puede
dre (angustia) de su desaparición definiti- vivir perfectememe este estado de eban-
va (dolor). Confunde el hecho ce perdcr dono, de atoníe y de rechazo del contacto
de vista a su madre y perderla re llmentc. con el mundo porque sufre el dolor cn su
En ese momento experimenta 1'n senti- cuerpo. Es un dolor mudo, no percibido,
miento mezclado de angustia y de dolor. más bien impulsivo, provocado por la pér-
m:ís urde, alrededor de los c:os aiios, dicle treum;Ítice del objcto el cuel estuvo
50 57

unido a lo brgo de todo e] L'l1lb:trazo. Por :;¡ ¿ Cómo perciben los padres el d(jlor dc
t;HHO, el bebé tielle un;l rcprc:;cnLlción; SI! In/o?
UI1:t represcnLlción rrimiti\'a, ¡ -lntaSC;¡c!a,
rudimcnt,lri:t, elelllL'lltal, pero , t.ste es un punto rnuy irnponantc que
cióll:11 fin, yeso me permite dc::ir que IIlCldc en el tema de la identificación. Los
la represent:1ción que existe es 1.1 dolor. p;ldJ'cs sufren el dolor de su hijo IlLís que
el dolor propio. Cuando uno observa a un
o ElllmIto, ¿puede exjJn:stlr ot:".1 cosa que padrc que ;Jsiste : 1 una intcrvención como
no sed el dolor? u,llilJibroscopia, por ejemplo, a L1 que es-
ta 51cndo sometido su hijo, tiene L1 im-
Podemos considerar ellL1I1[o de dos ma- presión de que ese hombre está viviendo
neras. Podemos entenderlo desde un lo ,que vive su hijo en su propio
to de vista psicoJ11otor y económico, ;lhl tencmos un fenómeno de identifica-

mo una descarga el1locion:tl qU :! alivi:t a b


1 ción, pero es una identificación m:1S
persona. Pero también podcmcs portante que la mera compasión. No es
tarlo de otra manera, C01110 un;; necesidad, que los padres se sien[::1n ellos mismos
es decir, la necesidad de expres;; r unJ como el niño que vive ese dolor. Los
ción. Éste es un punto de vist:! dinSmico e1res sufren el dolor de su hijo como si
que considera el lbnto no )'J corno una ! LleL1 un dolor más grande que el dolor
descarga, sino como b ión de una propIO.
e¡T\oción dolorosa quc b persc na debe
vil' p:tra la psíquica. o ¿ Cómo deline usted el dolor

Ahora bien, podemos prcgunt:lrnos si los riente?


llantos y Jos gritos cdmJn el c!,:)lor. Hegel,
en uno de sus libros de juvenLlcl, presen- En cuanto al dolor inconsciente, le con-
taba una hipótesis sobre la función que taré cómo lo concebí al principio \'. cómo
cumplbll hs lloronas quc ::1clynpai'üban a debí luego cambiar mi posición.
los deuclos en las ceremonias "·únebrcs. y rnentc pensi1ba que el dolor inconsciente
proponía que el hecho de llorar y gritar e.ra unJ sens;1ción que existía cn nosotros
c11ma \' alivia el dolor; no lo hace desapa- S111 que tuvléri1nTOS conciencia de tal

recer, l;cro le otoq;a serenidad. Elll::1nto y sación. Contrariamente a lo que dicra el


los gritos permiten una integración del buen sentido habría, me dCcÍJ yo,
dolo-r. Yo diría, pues, que el llanto y los ciones que llegarían al plano ,íe
la con-
gritos pucden ser no sólo manifestaciones ci_eneia. Main,e de Biran, filósofo y psi-
del dolor} sino también"élementos, cologo de la epoca de la Revolución. va
siones físicas que '<serenan)) el dolor, lo había sugerido la idea de que podía hab'er
suavizan y lo hacen mós sopo: table. sensaciones inconscientes. Habla ele
saciones y considCLl que
podemos VIVIr sensaciones de h;¡mbrc, de
5')
violenci" (no milizo el ejemplo del dolor),
G Todos tenemos una expericllcit-l singlt-
cuya presencia no sabemos que existe en
I,n eJZ el dolor qlfe se inscribe en Il!tL'strd
nuestro Son scnsaciOllC que pue-
historil1.
den aparecer durante un;) pes;;Llilb o un
sueilo. En realidad) )'0 me cc;uivocaba.
Sí yeso es lo humano; eso es lo que ha-
Hoy, no creo que haya scnsacic: nes de las
ce que nuestro dolor sea un dolor huma-
que no tengamos conciencia. C:'CO que el
no; eso es lo que nos distingue de Ote1s
concepto del dolor debe en-
especies que viven sobre la tierra, el hecho
tenderse no como Ulla sensación anclada
de que nos inscrib3mos en una filiación
en el inconsciellte, 11na especie de quiste
histórica. Eso es lo que nos h3ce, como
anclado en un terreno inconsciente, sino
usted dice, singulares. Mi dolor es hum3-
m<Í.s bien como un circuito qu:: se desa-
no porque es b repetición singular de un
rrolla en el tiempo. Para decirl" más cla- antiguo dolor.
ramente: es necesario que hay;-, una pri-
mera experiencia dolorosa, un olvido de
esta experiencia y luego una f('ll1cmora-
Dolor somático y dolor
(ión. No se trata de un recuerdo cons-
ciente, como la evocación de un aconteci-
o G. Ostemhlll11: el antropólogo Da'vid
miento pasado, silla de UIlJ recuerdo del
Le Bretoll eslaba el1 lo cierto al sellalm·
cuerpo. En otros términos} Ibmamos do-
que ·,el dolor 110 es sólo IIn becho /isiológi-
lor inconsciente al paréntesis que existe ca, sino q/{e es, mUe todo, lt11 hecho de la
entre un dolor experimentado en el paSJ- existencÍa. No es el Clfe11JO el que slffre, sino
do y el dolor aClllalizado que lo ,·epite. Yo el i"divid"o ell Sil totalidad. El dolor 110 es
llamo dolor inconsciente a ese vmculo en- solamente la medida de lfna lr:sión o de
tre ambos. No podemos habla, de dolor una afección, es el enCl1entTo Íntimo de llna
inconsciente si no tenemos un;': manifes- situación potencialmente penosa)' de un
tación dolorosa hov. Y, desde este punto hombre ;'1Jl1crso en {(na condición social V
de vista, cualquier dolor actual ::s la repe- clfltural, que tiene 51( propia historia)' un:-l
tición de un dolor pasado. Lo que )'0 lla- psicología que le pertel1ece sólo a él". E/ec-
mo dolor inconsciente es una rC1ctualiza- tlvmnentc, lUlO compone el dolor con toch1-
ción.
Sil persoJMlidad, con todo su V el dolur
continIÍa siendo lIn misteTio t1tor;ncntador
Lo que car3cteriza al ser cs tr3- que quebranta cl C!tClpO, que sacude nues-
zar un3 historia, tener vínculos. Ustcd tras referencias identitarias JI afectivas JI la
podría prcguntarmc: «Pero ¿cu.í! es el pri-
mer dolor? ¿El nacimiento? ¿Un clolor en
cl útero matcrno? ¿Un dolor inmemorial Este di;ilogo, manrcnido cntrc j.-D. Nasio r
de la especie humana?". No lo s,§. G. OSlerJllal1l1, fue tomado de Le JlJ(;t!ecin, le JlJil'-
I¡ule, /11 dOfflL'ffl", P. Qucl1eau y G. OSlerm.mll, 71.'1:1-
son, 2000, págs. 475-481.
1_1 :·"1 'L-' I :'¡,
(j J

pcrson.I, Id expCri¡¡¡CJlLnlo, no SI cnnInc)"- mitil-LIII Id psiqlfC y il 1.1 cmoción. El dulor


le en I!JZ mero rcccpltÍclflo Ihlsi'l)() de ftil ór- remitiri.-[ a un dfdt¡lte ¡/sico locilliz,ulo, s()-
gano especi(¡Jl1. ddo IJUC sólo le" dr{{/ que bre todo cuando UI t'1 CJllfJlciIU!U 17pdrccc
obedecer t1 d¡PO ¡Isi como fflld serie de 1J10- Ull circlfJls!dllci,d de Iltg,.n:
el l! I,-¡ UOJl es rob io/dg iCd s 1m ji enon d 1(' S ,,11-11..' duele 11111i,..,. en LInIo quc el S1fIi-i-
que pOdn'tlll ['.\.plicí1rsc ffllictlJJíen{c me- lllicllLO se sobre todo CUJ/lO
dianie!tl fisiologid. ¿ Cómo llcgllr 111 c,1rt"Íc- respucsta PSiqllicd iJlscriltr cn ¡/lId difhl-
lerpcrsOJli11 y snbictic-'() dc! dolor_ (di como ciÓJl) relación que C71CUiJtTi1JJlOS (;,J1 Slf eti-
parece proponer lUlO de los plfJllOS jl/Jldd- laúlla) de suffcrc, que signz/icd
meJllalcs de 1,7 dC!l"lZicÍon del du/ur ingeri- reslSllI; SOpO r/a r. El filósofo )'-1'. DUp(ml
da por 111 I;lSP (jJ/[cnIi-1tioJ7,rI A5soclatioJl /;[lbÍa enfocado est/1lflZea di'visaDa del mo-
for Ibe SliIdl' 01' P"in)? En esld dcepción, do. siguiente: ,,·Experimento dolor porqlfe
"la 5011-1 de [.UId 'i.ÚVL-'I1c1¡I l/lle m¡ cuerpo es 'ulflnerable en el mundo de
hace rc!f.TClICÚZ iI un dai"io l!sllla r btlstarÍtl LIS J.' experimento slffrimiento por-
pdrll /;;1bl"r de dolor. Así, por ['emplo, el que mI eXIstencia es 7.1l!lnerablf' en el mU]l-
hipoCOJldrfdco cstl¡¡-[a incluÍdo (:;1 esta de- do de los hllmanos". Con todo, IIlIO puede
¡Inición. pn!gll17tarse acerca de la "ualidez operdLlvd
de est[l distinción, sobre todo cl/mulo de-
Seilor Nasio: lfsted es psiljlli,lf:"a)' psico- bemos afrontar la queja de I(J] pücieJ1te con
a7ldlista y hi1 1!JlIl obr,'1 titulada d.olor crónico: siempre sienLe dolOJ; siempre
El libro del dolor y del amor. Debo decir- (u:nc 1fn sufrimiento. Por olra parte, uno
le que eSd obra slfscitó ell mí, corno CJl 7Illf- también puede preguntarse si el término
eIJos atroslcelarcs, inI Vl7.JO interó, porque «sufrimiento.», con el trasfondo clfltural"
propone lfJlil "verdlulera del religioso al que se le [lsocia) no es de algú;z
dolor)' porqué' desar}'o/!¡;l su r(;J!cxión de modo perjudicial para la int)esLigación.
lfna mancra tüJl rigurusa como Pues hien SólO)" l\Tasio, ¿clIál es, por así de-
J

ed. En las obser"vdciol1es prclim ;ll¡1Tes que cirlo, el hilo ¡"ojo de su reflexión PSiCOí7l1fl!í-
usted hace id cumienzo del libre' rnenciond tica referente alterna del dolo"r?
qlte, desde el punto dc 'Vistd psic JL1Jlillítico,
no ha)' diFerencias entre dolor /(sico J' do- j.-D. Nasio: comparto sus reticencias en
lor PSir¡Il¡:CU. Siempre se trtlL1 de [til Ienó- cuanto a la oposición entre dolor y sufri-
mel10 de limiLcs: Ya sca ellimi¡-c impreci-
,i miento_ Mi tema inicial de investigación
so entre el cuerpo JI la psique, t'rr/rc el )'0 JI fue, por supuesto, el dolor moral. Ante
el otro o, principalmente, entre el j/f1]cio- todo quiero destacar que en la biblioara- b
namicnto ordenado de ht psique y Slf des- fía psicoanalítica y psicológica el tel11a del
barrltamiento ". dolor moral, del dolor interior, del dolor
. ¡-
pSlq1llCO, SI se prellere, del dolor que se
El dolor ]'cJJlitirÍt7 más id cuerpo JI il Id experimenta durante el duelo, por ejem-
sensacióll! mientras que el Sfflri'lúento rc- plo, que es una ele los variantes del dolor
63

mor;ll, en ddinitiva ha sido uc asunto poco como el "CItarto de los trastos,; de la


mu\' poco estudiado. Se habla ml,cho del ignorancia. ¿ Cómo podemos revisitar 171
duelo, pero no hay un libro que 'ir menus estos dos términos que son el dolor
turc a decir cu.-íl es la natuLl1cza el:; un do- psíquico J' el dolor psicogénico para. lener
lor, el que vivimos cuando perdemos ;1 un un PdHOTt1}]hl más elt7ro?
ser querido. Esto es lo que me ]Jc"ó a tra-
baj,lr en ese libro. Al cLlbor:u ese tcm;l Pora el dolor psíquico le he dodo el
el problema del dolor cOl'poral )' ejemplo del dolor del duclo, es decir, lo
lef lo que los ncurocientíficos dicen al res- pérdida de un ser querido, Pero la defini-
pecto. )\] mismo tiempo y partiendo de ción más eXaC[;1 sería: el dolor psíquico es
los tcxlOS de Freud, de mi propa e"pe- un afecto, un estado afectivo 0, m',ís preci-
ricllcia y de mi pensamiento, traú; de pre- samente, una reacción afectiva a la pérdi-
sentar 'llgunas hipótesis sobre d dolor da brutol, '.¡la ruptura brutal imprevisto e
carpor;)l. Creo que cuando se tral} de do- imprevisible ele un vínculo de anlOr. Ésta
lores corporales, hay (¡L1C dis- es, por mi parte, la mejor definición que
til1"uir
o dos aspectos fundamenL,Jcs: una he encontrado. En mi opinión, hay cuatro
cosa es L, sensación dolorosa y otra la vínculos ele amor posibles.
emoción. De la sensación doloro!:a ya co-
nocemos los mecanismos neuror:isiológi.:. El primer vínculo de omor es 1" ,-elación
cos, ncuroquímicos, y en este se 'nido ha de amor con el SC1- amado, una relación
habido progresos muy notables. Es indis- que todos conOCEmos con un ser con el
cutible que día <1 día continuaJl1(,tS avan- cual hemos tendido un vínculo de apego
zando en ese terreno. En cambi<), si ha- potente. Puede ser la madre, el padre,
bl'alllCls de la ellloción, quiero decir de la Ill1cstra parcja, o nuestro hijo.
manera de vivir el dolor que ya (,'s dolor,
debemos reconocer que es una g des- I-Iay un segundo vínculo de alllor que es
conocida. En este sentido ho hahdo po- el "vinculo de amor [un nuestro propio
cos progresos en el campo de las ciencias cuerpo. Estamos eminentemente apegados
\' en el de lo psicologío y el psico" nálisis. a nuestro cuerpo, lo amamos, lo atesora-
mos, 10 preserVJmos, sobre todo en su in-
• He IIalado que IiSted dislÍng"ía bas- tegridad. Amamos nuestro cuerpo como
!{/}l!c clarmncnte el dolor corportll, el do- respiramos, sin darnos ClIenta. Es, de al-
lor psíquico y el dolor psicogénic!>. Habi- guna manera, un vinculo de amor implíci-
t/h1lmente, ClftlJzdo no se ha eJhontrado to en la Jllcdida en que no siempre somos
nada q1fe explique orgtÍnicnment:.' ltJ1 do- conscientes de él.
lor, se tiende a decir: "Es psíquim,". Pero
me pm-ecc qf!e clIando alguien dice eso no U n tercer vínculo de amor es el de la
está diciendo nada. En efecto, fre- imngen de nosotros núsJ71os; estamos muy
cuencia el término "psíquico"., ap:Tece InI apegodos a llueStra propio imagen; es lo
Prq:;UI11;l, L. rCsplh'5t;¡S sobrt: el dolor físico 65

que se IlamJ al11,)r propio. El cuarto viviendo con esta enfermedad o mOrir
vínculo de amor cs m;ís difícil de discer- pues no soporto perder mi cuerpo y los
nir, pero cn el tr;lb:1jo psicn'1'1;1Iírico lo dos pechos». Es[a lllujer se despbza en si-
obser\':ll11os perl11:1ncntclllcntc; es el ;11110r lb de ruedas V tiene una dolencia muv
no por cl ser que :1.1110, sino po;- el ''-'¡'?lodo grave, muy Lo que siente es U;l
t1J}70TOSO. Amamos en un l'SLldo de espantoso dolor de mutilación. Yeso est:í.
enamoramicnto. J\l11amos :lmar y scr ;lI11J- en el cuarto dolor psíquico: es el dolor no
dos. Este sentimiento !11ll": Importantc, por el ser amí1do que va a morir, sino el
sobre todo para las mujeres, L;¡ mujer es dolor de perder al ser amado, de que se va-
un sujeto -y digo la muje¡. J cr 1 la r rso- ya, de que me abandone; en este caso po-
na no necesariamente tiene que ser ;:, :,t6- demos hablar de un dolor de abandono.
lllic;1111ente mujer; tambié.J pu :(:c ser un Éstas son, de alguna manera, las cuatro va-
hombre en posiCIón de nll.;l. '- 0 el Ser riantes del dolor psíquico. El dolor psí-
hum:1.no en posición "femcnina», que es quico es una ruptura, es un estado, podría
un sujeto que mantiene un:l re':;:¡ción fun- decirse de hemorragia consecuen-
damental y h;1st;1 podría decirs( que nece- cia de la ruptura de un vínculo amoroso.
saria con ese vínculo mismo de amor. Desde el punto de vista corporal, por su-
puesto, hay repercusiones, pero no preci-
De modo que hay cuatro Ylnculos de sas; por tanto no hay una localización pre-
amor: amor por el ser amado, ;"! mor por el cisa del dolor psíquico en el cuerpo. En
cuerpo, amor por la propia imagen y amor cambio, en cuanto al dolor que podemos
por el vínculo amoroso mismo. La ruptu- calificar de psicogénico y que es un moti-
]';1 de cualesquiera de estos cuatro vínculos vo frecuente de consulta sobre todo en
provoca un dolor que es un dclor psíqui- medicina gener::d, es importante precisar
co. La brusca ruptura de un vínculo, que no se trata de un dolor en la cabeza,
ta, definitiva, con el ser que an:;11110S es lo sino en el cuerpo, es un dolor corporal,
'.'.:e llamamos duelo. La ruptu"a, la quie- pero cuyo origen orgánico no es identifi-
bra de nuestra imagen que :,(' produce cable. Digamos que el origen de este dolor
CHanclo perdemos la integridad de la im;1- sin razón física es psíquico. A pesar de la
gen que tenemos de nosotros "nisl11os, es rí1íz psi, es necesario distinguir claramente
el dolor de la humillación. La :uptura del el dolor psíquico del dolor psicogénico. El
vínculo con mi cuerpo, con b integridad dolor psíquico no es corporal, mientL1s
de mi Cllerpo) es el tercer dolor, d de la que el dolor psicogénico sí es corporal pe-
tilación. Es el caso de una pacic,ltl' a la que ro de origen psíquico. En general, el ori-
atiendo actualmente 'viene a vermc gen psíquico del dolor psicogénico eSLl
porque sufre de cíncer en am':)os pechos ligado a un conflicto interior, pasado, an-
y me dice: «Doctor, vengo a verle porque tiguo, que termina por expresarse con un
me aconsejan hacerme la abla.:ión de los dolor en el cuerpo. .
dos pechos)' no sé si preficn.' continuar

-------------_._ .. _ ..
66 EL [J' JI UE ¡·jsICt"l
j'rq;lI11t.lS \' reSpUl'SI,\$ sobre ei de,l"r lí';ic,' 67
, ¿ ü posible i,. '111 poco I,ás lejos en
Por último, la tercer categoría del dolor
estos dijCre/ltes paisajes psicoanalíticos?
es el dolor el1 CIIanto objeto de placer, tal
¿Puede Jfsted t1c1dn1Tnos las 'lociones de
como se puede observar en la perversión
afecto, síntoma)' objeto que !;a desarro-
sadomasoquista. En este aspecto habría
llado para que podamos prec'sar más lo-
mucho que decir sobre el dolor en la prác-
dos estos conceptos?
tica ele los pervertidos.
Lo cierto es que finalment<' 11c llegado
Pues bien, éstos son los tres campos que
a la conclusión de que el pai'=aje, el pro-
yo distingo: afecto) síntoma y objeto.
blema, el campo del dolor pude dividirse
en tres regiones} por SUpUl'Sl.0 hablando
o EI1 lo que concieme al dolor c01por"l,
desde un punto de vista anahico: el do-
usted desarrolla lo que llama "la sobrein-
lor entendido como afecto, el dolor en
vestidura de la imagen mental de la re-
cuanto síntoma)' el dolor en cuanto ob-
)eto. gión dolorida". ¿ En qué aspectos esta teo-
rización psicoanalítica permite suscitar el
interés de fas neurociencias JI basta ofrecer
El dolo,. como afecto. En esr:: caso lo en-
puntos de convergencia con los avances
focamos atendiendo a su de esta-
n e Itrocien tíricos ?
do afectivo. Y la dificultad que se presen-
ta es definir la naturaleza eL un afecto,
Me parece que aquÍ entramos de lleno
tanto en la perspectiva de la emoción co-
en la distinción que hago entre sensación
mo en lo perspectiva psicológ iea. De mo-
dolorosa y emoción dolorosa. En el fondo,
do que, cuando abordamos el dolor en su
la cuestión es la siguiente: ¿ cu,íl es la na-
condición de afecto, también lo encontra-
turaleza de la emoción dolorosa? ¿Cómo
mos en dos formas: el dolor corporal y el
delimitar ese estado, ese afecto? No lo sa-
dolor psíquico.
bemos. En realidad, lo único que sabe-
mos hacer es proponer hipótesis que per-
Luego está el dolor entendido como
miten reflexionar. Desde el punto de vis-
sÍntonw y en este caso es siempre un do-
ta analítico hay muchas hipótesis, pero
lor pues se experi:-:nenta en el
en el marco de estas declaraciones querría
cuerpo; la persona, el sujeto} lo vive com-
destacar al n1en05 tres que nle parecen im-
pletamcnte en su cuerpo, per:) se trata de
portantes.
un dolor que yo llamo sÍnton:a porque es
la expresión palpable, sensib:e, percepti-
La primera es la cuestión de la l11emoria.
ble en el cuerpo de un eonfli<to psíquico
Cuando sentimos un dolor en el cuerpo,
no palpable, no visible, incolsciente. El
sea cual fuere su causa, 5ca cual fuere la
ejemplo habitual de este dolo!" síntoma es
gravedad elel daño -no es necesario que
el dolor psicogénÍco.
sea un dolor extremadamente grave} no es
,necesario que sea un doJor in-
('.:' geJio.:l
(1 gnJis:.1
(,8

t<Jlcrable, por ejemplo como el q'lc puede e Pero, desde ese PUJlto de 'ViS/d, ? lnl do-
sentir uno tras un accidente serio -, lo que lor }1l{}1Ci7 serfil l1lff'i)O? '

experimentamos comO sensJciói't es bas-


tante poco compJraclo con lo q1 C intro-
i
Exactamente. Del mismo modo en que
duce b mel110riJ en estJ cxperien :i;l. Uno creemos ver con los ajes, cuando éstos
cree sentir ese dolor por primer:1 vez, pe- sólo son la puerta de entrada que permite
ro en realidJd estJ revi\'iendo un dolor que se forme ];¡ visión en el cerebru, ha\'
;,ntiguo, El dolor que siento en el instante situaciones en bs que uno cree que el
presente en mi brJzo, por ejemplo, es el lor esto en talo cual parte del cuerpo y se
result;¡do de la conjunción de dos mo- trata de una blsa impresión, Lo mismo
vimientos: por un lado, una sensación sucede con la impresión de que este dolor
brusca)' actual, y por el otro el J'ccuerclll de ho)' es un dolor nuevo cuando en rca-
carnat percibido, concreto, no JTIenta!, el lidad es, de algún modo, la repetición de
recuerdo concreto en el cuerpo, de un do- un dolor antiguo, original, que ya hemos
lor pasado, Si lo que propongr; es ver- vivido,;pcro cuya experiencia hemos olvi-
daderamente así, podemos concebir y dado. Esta es, pues, mi hipótesis: un fenó-
tcorizar la memoria de la sensación. Las meno de retorno de la memoria de un do-
sensJciones, ¿ tienen memoria? ¿ Existe lor o de dolores antiguos.
un;l memoria de las scnsacionesr
decimos «memoria', nos parece un;} idca e Quiere lfsted decir con esto que los
sencilla, porque para nosotros mc- dolores iniciales 'ucndrían de la l'
moria de un acontecimiento que tUVO lu- hasta del traumatismo del .
gar en el pasado es recordarlo. E: aconte-
cimiento del pasado retorna, pue'", a nues- Sí, F-Iemos olvidado este acontecimiento
tro espíritu con la forma de un"- doloroso porque ocurrió cuando éramos
cn la que reconoce!110S que, cfecivtl!11cn- nluy pequeíios o h3Sta cuando eSLlba-
te, vivimos ese 3cOnrCCIJlliento pa:;'lclo. Pe- mos en el vientre de nuestra madre. Cuan-
ro cllando hablo de memoria, me refiero a do uno está en presencia de un p3cie!lte
otro tipo de memoria a la que podemos que sufre de un dolor crónico, a veces inex-
JesignJr con la cxpresión «(memoria in- plicable o a veces en parte explicable pero
consciente»). ¿Por qué inconsciente? Por- que dura mucho más tiempo de lo que de-
quc aunque· lo acontccido pJsó,;\nres¡ ese bería durar, es muy importante ayudar <1
antes se repite en el presentc y Sn± que noS ese paciente a ir en busca de su historia.
demos cucnta de qlle lo estamos repitien- Contrariamente ,l la idca, demasiado di-
do. En otras palabras, illgo se repite ho\', fundida, de que lo que nos importa a los
pero no somos conscientes de o que se psicoanalistas es el pasado, las cuestiones
repite, 3unque se tratc de la rcpr>:)ducción del pasado, lo que sí nos importa es el pre-
de un acontecimiento pasado. sente y éste es un presente en el que el su-
jC'to puede, en su dí:ílogo COIl el médico,
PregullL1s y respues¡;¡s sobre el dolor r¡oi(o 71
EL DI'U!il1-!S\Ctl
70
e ¿ Quiere usted decir que el do 1m· cor-
rcconcctar una historia. Cll:!lldo ::t!guien para! .J'!O debe atribuirse únicamente il
sufre y viene a pedirnos ayuda, lo prime- la le5/011_ y a toda 1" perturbaciól1 que la
ro que podemos hacer es da¡!e la posibili- smo que se debe (1SÍmismo tI los
dad de conslruir una histori,',.. de delenstl destinados [[ n:ac-
ClOnar contra esa conmoción?
En suma, la primera hipótesis para com-
prender b naturaleza de la emoción dolo- Sí; S!representamos el yo como una
rosa es la hipótesis de la memoria, es de- burbuJ<1, por elegir una manera de repre-
cir, el hecho dc considerar q'.IC un dolor eS sen.tarlo, vemos que hay una agresión ex-
la repetición de un dolor ant:'guo, y tal vez tenor que provoca lIna herida real, pero
ésta sea la primera manera de concebir el tocla la energía entra en el yo, en el
psiquismo del primer dolor sUJeto, en la persona, corno una especie de
como un aflujo masivo de ener-
La segunda hipótesis es que, cuando su- energía convergirá en la repre-
frimos unJ lesión en el y esa lesión y la sobreinvestirá, sobreinves-
nOS provoca un dolor, inn1C,diatamcnte se tira esa representación del brazo herido
produce una representación mental de la q.lIe era nuestro ejemplo. Esta
región dolorida, de la región lastimada. t¡dura ,es precis·,lmente 10 que elevaró la
Hay, pues, una reprcsenlación mental. emoclOn dolorosa. De alguna manera el
Pero esta representación no es una yo, como no puede (curar>, la herida
representación figurativa, DO es perfecta; al, «cura);. la representación de la herida.
es una representación vag:l, un poco in- Esto refuerza la idea de que cuando nos
distinta, difusa, aunque una representa- atacan nos defendemos mal, es decir, la
ción al fin y al cabo. y la hipótesis conti- Idea de que tenemos «malas defensas),'. Es,
núa del modo siguiente: Lt persona, con de manera, como si ante un ataque
todo sU ser, investirá inten:;amente, es de- como lo hace el que se es-
cir afcctivamcntc, esta rcprc5entación men- ta ahogando, dando brazadas desespera-
tal, al margen de que dicha representación das y lanzando golpes a diestro y sinies-
\. . ..
sea conSCiente, preconsClf;nte o Incons- a veces contra la misma persona que
ciente. 'Todas las energías de la persona se salvarlo. En nuestro caso, el yo
dirigirán hacia esta representación mental hara.como una especie de movimiento dc-
de la zona dolorida. De modo que, para una acci?n desmañada, inapro-
concluir mi hipótesis, ye diría que esta pIada, que sobrell1vestirá excesivamente
sobreinvesticlura, la spbreinvestidura afec- la representación, y justamente ésa sed
tiva de esta representaclón, tendría el una de las fuentes de la emoción dolorosa.
efecto de acrecentar la del do-
lor. En otros términos, podríamos decir • En SIl primera hipótesis, IIsted habló
que, cuanto más inviste uno la representa- del dolor síntoma que se presCllla en cÍer-
ción, tanto más sufre. Dgedi!J;1
EL nt-H\ll, ¡-ISIU!

lo modo como 1fna trrunp¡1 p.1rtl /,1; rcpre- sao Creo que en la emoción doluro.')a se da
seJlltlcioncs, con todo lo que impliL -l el do- primero un fenómeno de sobreinvcstidura
lor en S1l !1Inción conmeJ770rati-¡)¡l. de b representación )'} en segundo lugilr)
una exclusión de la rcprcsent;1ción.
En la scg1fndi1 IJIjJÓlCsis! lIsted h7"istiá en
la valoración exccsivd reacál.'(l el'; la re- o Si (lbora consideramos los d%res psi·-
presenlt1ÓÓn de la )N7rte heridd y e)" lo ina- cogénicos e5
J
esos d%res que se sien-
propiado y hasta perj1fdicitl1 ífue reslllta ten corporalmente, que se viven en el
este fenómeno de defensa doloras". ¿ el/ál clferpo pero que no tienen un origcn orgá-
pues, /(1 terccra hipótesis? nico que los jusufiquc ¿cuáles son jJa}"aus-
J

ted las figuras clínicas de esos dolores psi-


La tercera hipótesis continúa 2stando cogénicos?
relacionada con el tem;1 de la representa-
ción; en el caso de b emoción dnloros3, Esto es lo que proponemos los psicoa-
habría no sólo una sobreinvestidHra de la nalistas: los dolores psieogénicos repre-
representación de la zona lesionada y do- sentan situaciones que, en suma, son bas-
lOI-ida, sino 3demás una exclusión) un re- tante frecuentes en la medicina general;
chazo, un aislamiento de esta rep:-esenltl- son esos casos en los que el médico le di-
ciÓ71 del conjunto de las representaciones ce al paciente: ((Usted no [iene nada».
meJ7la.!es. De alguna manera, yo asimilo
esta idea con lo que pensamos re:;pecto a Hay dos figuras clínicas de este dolor
lo psicosis. Es verdad que, debem"s admi- psicogénico. Uno sería la figuro del do-
tirlo} no sabemos mucho de la pSICOSIS. lor psicogénico de carácter histérico y la
FIay que decirlo claramente, tencLlos muy otro lo del dolor de carácter hipocondría-
pocos conocimientos sobre el cé-mo y el co. Por supuesto) decir que un paciente
porqué de una esquizofrenia, por :.,jemplo. sufre un dolor psicogénico de carácter his-
Hoy muchos teorías sobre el tena. Hay térico no significa que se trate de un histé-
una que explica elmccanismo psi :ótico y rico. Así como, cuando hablamos de un
que se denomina la teoría de la paciente con un dolor hipocondriaco, no
del rechazo, si se quiere. Este me ::a1llS1110 es(amos haciendo inmediatnn1ente un diag-
sería el siguiente: en un determinitdo mo- nóstico de hipocondría.
mento (que es el que desencoden:t el pro-
ceso psicótico)} el paciente psic(:¡tico re- En el caso de! dolor psicogénico de ca-
chaza, excluye, Jísla una rácter histérico, el paciente tiene deseos de
mental del coníunto de -represen lacioncs hablar de su dolor. Hablo mucho, sobre
mentoles que pueblan nuestra psique. Yo todo si tiene un médico que le alienta el
diría que hoy una similitud entre .. se fenó- hacerlo. Son pacientes que quieren hablar
meno de rechazo, esa operación di; forclu- de sus dolores)' hoblor;Ín de ellos como si
sión de 3isbmicnto, y la cmociór; cloloro-
J
fueran persol.lajes diferentes de sí mismos
EL ))\)I-UI, FlslCU 75

que cstJn presentes en su cuerpo. Es un en el cuerpo. Por l'SO la hípocondri'a se


dolor aislado, la persona lo aconpaiiJ, co- asemeja a la par;lnoi;l. En la paranoia, el
habita con él. El dolor estó prcente y ve- objeto perseguidor eSLl fuera y el sujeto
mos sobre todo que tiene un c;!rJctcr n;)- se siente perseguido, hostigado. En el ca-
rrativ\.J. La segunda p;lI'ticularidad es so del hipocondríaco, el perseguidor
ese dolor psicogénico es nóm;:; err;Í.tJ- en su propio cuerpo y, aunque hostigado,
co. Se desplaza, nunCl cstS en el mismo el hipocondríaco se identifica con este
lugar. Y ademJs suele cambiar de intens!- objeto.
clacl. Por supuesto, uno tiene la tendencia
a pensar en la ccfaJea, pues la cefalea es o Esto rile bace pCllsdr en aquel chiste

uno de los ejemplos más ilust de que cuenta que sobre la tumba de llJl hi-
este tipo de dolor. Hasta podría decirse pocondríaco aparecía la siguiente leyendL1:
que es el ejemplo mismo del dolor psi co- " Les dI/e que cstübtl enfermo}.>.
génico. Las cefalcns, con todas sus
terísticas, nómacbs, narrativas. vanables Efectivamente, toda su vida, toda su
en intensidad, también son cLfícilcs de existencia está impregnada, podríamos de-
situar en el tiempo. En el caso del dolor cir perrificJcIJ, encarnada, de dolor. Quie-
psicogénico de carJcter histérico, pa- ro hacer una últi!lla observación sobre el
ciente lo vive como algo que esd en el y la dolor psicogénico. Por supuesto, no se
explícación del de este dolor sería trata de un dolor simulado. El pacientc no
un conflicto psíquico anterior no resuci- inventa sus dolores. El dolor psicogénico
to, por ejemplo una culpa, un apa- es un dolor que se sufre realmente. El pa_
sionado, excesivo y hasta algtm tIpO ele ciente no simub y es importante señalarlo,
delirio amoroso, tanto en e1 hClJnbre co- porque, cuando se habla de histeriCl, con
mo en la mujer, e incluso el odio. r-lay, frecuenciJ la ncnte tiende a pcnSJr que se
"
trata ele simulación.
por ejemplo, oelios vívidos, po-
tentes, que en el origen de conflictos
que terminan lllanifesLlndose como un Q En cierto estadio crónico, aUll clfandu
dolor O a\ouna otra seilal en el cuerpo. ht7l'a lfJla expresión de verdadero dolor
cu;por,d siempre se da simultáneamente
J

El caso del dolor psicogél1ico oe carácter una si71to771atología psíquica que complictl
hipocondríaco es distinto. El p,ciente no aún más el panorm]]{l. En el plano psíqui-
Jo vive como algo que tiene y qce lo habl- co a menudo es difícil, si no ya imposible,
ta; él mismo es el dolor. Con es to quiero explicar las cosas a lf7M causa-
decir que el dolor es sti- dOCll'llento de lidad lhzeal y uno se 've obligado {/ expre-
identidad, es él mismo, es su ser. Desde un sarse de 01,-0 modo, es decir, [{ no bllscdr
punto ele vista psicoanalítico y tI1 lengua- verdadermnc!llC el porqué del dolo¡; sino
je psicoanalítico, decimos que e dolor del fl tratar de comprender más !,H Cosas aten-

hipocondríaco es un objeto puseguidor diendo a ¡¡na /illlción,; ¿quc; función está


:,):n!i_\.:l
77
cumpliendo esto? ¿PaTd qué sir·7..'f este do-
de algún modo una sobreinvestidura de b
/or en la economía psíquiCtI de! ¡:1clentc? reprcsent:.1ción del ser perdido.
0, incluso) ¿parl? ql!é sir'i.}(;' este dclm- ell 1"
Pero, volviendo J Sll pregunta , a veces
ccollonúa de las relaciones del prli iente?
\"e1110S que 1.1 persona, sin que haya nin-
gún delalle en la "ida real que pueda con-
Podemos h3bbr de [unción senlndaria
ducirla a ese recuerdo del dirunto, sufre
del dolor, como en el caso Je los dolores
dolores y has(a encuentra cieno placer
crónicos. Supongamos, por ejemplo, el
en vivir el dolor. En mi opinión, esto no
C;lS0 de un paciente que ha sufrido una
tiene nad:l que ver COIl.el placer maso-
pérdida importante. Sufre un dudo, hace
quista, no tiene nada que "er con un pla-
su duelo. Este duelo es difícil y k provo-
cer perverso. Es como una especie de ho-
ca dolores. Aparece el dolor. P'.ro aquí
menaje que se le rinde al muerto. De al-
me opongo J un:1 id ca, presentad;"; con ex-
gún modo, el dolor se conviene en unJ
cesiva rrecuenciJ, scgún la cual·:;] dolor
suene de ofrenda J aquel que ya no esta.
del duelo sobreviene porque une· ha per-
COIllO bien sabemos, el dolor adquiere la
dido a un ser querido. Al escuelar a los
medida del apego; CUJnto más intenso
p:1cicntes, podemos darnos cuent:t de que fue el apego, (anto l11éís dolorosa será la
el dolor e1el duelo, si bien se da en alguien separación.
que aC3ba de perder a un ser querido, en el
curso del proceso de duelo ÍLl n1Jnircs-
o Abara querría reslImir sus palabras JI
tjndose con accesos de dolores, de quejas cerrar este di¿ilogo tan fecundo con una
de episodios dolorosos, Estos e¡)jsodios conclusión. PL1ra la persOJw que suIn..!) es
apart:cen cada vez que la persona se apro- d[c͡; que soporla /111 do 1m; el problema se
xima mentalmente J b persona desapare- cnCllcnlTt1 clarmnente en la experiencia lí-
cida, al difunto. Es decir quc, en calidad, mite de un L1JlOiladamiento :;;¡:empre posi-
el dolor -y esto abona mi hipótesis ele la ble) JI aquí desembocamos en todas las re-
in\'cstidura de la rcpresentación- :.1parece
laciones con la angustia y las experiencias
cada vez que revivo su presencia. Es el ca- psicopalológicas. Hasta el síntoma orgáni-
so, de un viudo que perdió ;l su
co puede utilizarse como metáIo1't? de liJ}
mujer hace varios meses; esta to;hvÍa en sufrimiento psicológico qlfe no encontró
ese período perturbador, dolormo. Abre las palabras para expresarse y con el CIIal
la puerta de un armario y se da C!ellt1 de el indi'i.}l·duo tuvo que en una
que allí ella guardaba sus pÚJueios. Esta soledad mayor yen un ambiente dr' no re-
mane!';} de hacer revivir la prcsenl.::ia de la COnOCIJ17 lent o.
persona amada desaparecida le hará sufrir.
A partir de este lipo de experien,;ias ela- Si lino intc17JTcta adecuadamente lo que
boramos ést1 hipótesis de la sobn: investi- IIsted dice, el dolor se explicaría en Dirllld
dura de la representación del cuerpo do- del siguiente mecanismo: la representación
lorido, pero, en el caso de ese V}lh!O, serí:l de la Zonil lesionada estaría tan l!/trai1l7)I.'S-
78 EL llúLll!( FISJCU Pregun!."lS v rl"Spu<.'S!.1S sobre el dDlor [¡5¡en 79

tidl7 que el yo se ve impulsado a d;'sCmVd- gue no \'acibría en proponérsela a los nCll-


rtlZdrse de sus representación hdCl\mdo Inl rofisiólogos que intentaran desvelar los
iJ1O'"I.)J·miento de Iorclusió71 resortes íntimos del dolor. Como 'le, ya
no estamos <1 la espera ele que la ciencia ac-
¡Jo)', lluestra tarea es hacer Locle lo posi- confirme las antiguas elaboraciones
ble j<-¡ra t11iviaT el dolor mcditlJlll 105 (/fi- psicoanalíticas; ocurre toelo lo contrario:
d/ufos V las técnicas de q1fe disponemos, pe- invitamos a la ciencia del futuro a prolon-
ro sin ¡;cultarpor ello la cuestión qlie JIlf71Cil g;;1f la tesis de la sobreinvestidura de la
podría dejar de eme'rgcr: CHililtu ¡nás com- imagen mental de la región dolorida. Es-
bale el hombre el dolor) tanto m,¡s aeia/- toy convencido de que esta tesis freudiana
tcado se siente por la CIIcstiólI qlfc el dolor de la sobreinvestidura llegará a constituir
pldJllet1) (l la cuestión del ser /JIfmmlO un concepto clave en las futuras investiga-
'vi'va l' mond. ciones de la neurofisiología del dolor.

Dicho esto, aprovecho la ocasión que me


)' ofrece su pregunta para tratar de esbozar
un cuadro comparativo entre las proposi-
o Usted nos pn?scntó su concep,:ión del ciones freudianas -particularmente las for-
dolor corporal partielldo dc la teoía ji-elf- muladas en el "ProyecLO»- y las hipótesis
dimur. Peru ¿cómo podemos apoy, Tnos en neurocieI1tíficas. Seguidamente comcntaré
una teorra Cl:'ntenflrÍa del dolor clf¡"J1do a[- la teoría del dolor propuesta recientcmen-
t!({dmente vemos tantos progn?S'H en el te por un eminente representante de las
dominio de las JlclfrociencZtls? neurociencias) Antonio R. Damasio. 11

Ante todo, como usted ha viste! el mo- Intentaré) pues, seii.alar los puntos de
delo freudiano del dolor corporal ¡iene un coincidencia más claros entre el psicoaná-
valor heurístico indiscutible, pw:sto gue lisis v las neurociencias. Pienso en pani-
nos ilumin;-¡ para construir una ri- cula!: en la definición de la memoria, que
gurosa del dolor i11enlal. Pero) mes alLí. de los psicólogos identificamos parcialmente
función ilustrativa, el modelo freudia- COIl el inconsciente y los neurólogos ex-
no me ha permitido dclimitJr ncamentc plican como un almacenamiento de imá-
el factor psíquico presentc en la fO.--mación genes en las neuronas. Otra cuestión es la
de cualquier dolor corporal, de cualquier del ritmo de las pulsiolles respecto ;tI rit-
índole. Recuerde usted b idea fl eudial10 mo de propagación del influjo nervioso.
de base que hemos formalizado a,¡uí: sólo Por úlrimo, trataré la relación entre la es-
hav dolor si está sustentado por la :;obrelll- tmctlln! en red del yo )' el orden espacial
llJrcisistJ de b repre5',:'ntación del sistema neuronal. Ya ve usted que te-
delllJaar lesionado del cuerpo. E,;a hipó- nemos mucho trabajo por hacer.
b . .
tesIS me parecc tan rlCJ en pcrspeclivas
se EL nu!.o?

Abordemos primeramentt: el problema Ld I)Jcmoria del


l11cj;¡nte JI dolor inicial, o bien diversas
dojO);
de b memoria. ¿ Qué nos enseñan jos neu- mani{est;:¡ciones en 1.1s esferas dcl penS;1-
rocielltíficos? Formulan hipótesi;: asom- miento o de la acción, manifestaciones que
brosamente seme;JJ1tcs a los la persona viviL) sin llegar a comprender
desarrollos de Freud de b memo,·ia tras- las rJZoncs que !J impulsan.
bdada por las célulos llamadas "n'curonas
elel ActuJlmcnte algLl10s in- r lenso

ad ' en otra sen1cpnza
emas . que
vestigadores, cntre ellos ]eaJ1-Pierre Chan- podemos mencionar entre el Freud de
geux, suponen la existcncÍJ de imágenes ayer y los investigadores de hoy, referen-
mentales aln1acenadas en las neuronas, te precisalTIente a esas neuronas del re-
J\;-tn1Jelas ((objetos ment;-tles),.L' Olros, co- cuerdo y a la transmisión bioquímica del
mo Damasio, consideran gue las inágenes influjo nervioso. En efecto, actualmente
mentales, en lugar de estar almacenadas sabemos que uno de los factores que clan
en las células, se elaboran a pani,. de una por resultado la sensación dolorosa es la
protoill1Jgen que llaman ((representación mediación de una protl'ÍnJ llamada sus-
potenciah. La apJrición de un E'Cuerdo tancia P (Paill, que significa "dolor>.». El
penoso, po,. ejemplo, sería el resu.tado de mensaje nociceptivo se transmite cuando
lo activación de dicha representación po- el axón de una neurona segrcrra
, b
el neuro-
tencial que no es el reCllerdo mismo, sino transmisor P, que entra en contacto con
el medio de formar el recuerdo. En rea- los receptores localizados en la dendri-
lidad, la expresión (representación po- tJ de otra neurona. Ahora bien, sorpren-
tencial", no designa un element') ÍntrJ- de descubrir en el «(Proyector. la hipótesis
neuronal sino, más bien, una c(>nexión que sostiene la existencia de un Contacto
muy particular entre diferentes ni:uronas químico de este tipo entre las «neuronas
que está a la espera de una reactiv'tción. del recuerdo» y. otra cateooriJ
b
de neuro-
Ahora bien, ya sea que los n,'uronas nas llamadas «(neuronas secretoras». Se-
conserven una imagen almacenad;!, o que gún Freud, estas últimas, al recibir el es-
la elaboren a partir de una representación tímulo de débiles excitaciones interllíls
en potencia, ¿no le parece que las hipóte- liberarían una SLlStancia generadora dd
sis científicas se ascmejan asombrc-sa!l1en- dolor. Sustancia que, una veZ destilada,
te a las primeras elaboraciones reuclia- excitaría las neuronas del recuerdo, reani-
nas? Tenga usted en cuenta nuestL¡ obser- maría la imagen del objeto hostil l' des-
vación sobre las neuronaS del rt::cucrdo pertaría el dolor del pasado. Po;lcmos
capaces de conservar la imagen deJ objeto imaginar, por tanto, gue una débil excita-
agresor presente en el origen del primer ción endógena, transmitida por una sus-
dolor. Habíamos dicho que la n:activa- tancia secretJdJ, podría reanimar la neu-
ción de las neuronas del recuerdo a causa rona del recuerdo y hacer aparecer un
de una ligera excitJción endógena provo- nuevo dolor. Encuentro sumamente sor-
caba, o bien la aparición de un d .:,Jor se- prendentes estas ideas de Freud, tenienclo
-82 EL iltll (lit ¡-j5IU' Pn:g\llllJs!, fCSPUt:S(JS el Jol o !" risi':ll

en cuenta la época en que bs p '"opuso Ilas ,del recuerdo)' el inconsciente, lo que


(1895), y asombrosamente acruaie:: según eqlllvale a preguntarme cómo justifico mi
las teorías neurocientíficas moderr:J.s. proposición de considerar las neurOJ1;¡S
elel recuerdo como los antepasados con-
ceptuales de las represenLlciones incons-
La nlcl1loria inconsciente cientes. -'{o respondería sencillamellte afir-
y las ncuI'ociencias que esas neuronas, como hs repre-
sentaCIones, poseen esta singular facultad
e Usted propone la idea de llna memo- ele conservar el pasado sin lJevado necesa-
ria incoJlsáente apo)'lindose en el cUlcepto riamente a la conciencia. Se forma un re-
de ,'(neuronas del recuerdo;,·, ¿Podda pre- cuerdo del pasado que no es consciente.
cisar un poco más la nüUtraleztl de eS.15 ¿ Qué es el inconsciente sino un:l memoria
nelfronas)' 511 reldción con el incons:iente? cuyos recuerdos no se actualizan en b
Recordemos primero quc, en el "Pro- conciencia sino que lo hacen ell nuestros
yecto;.), Freud concebía el yo como una actos, en los slleiios y en el cuerpo sin que
red neuronal formada por componen- lo advirtamos?
tes principales: las neuronas del re,cuerdo
y las neuronas de percepción, Las Drime- Oscilacio/Jcs de Pero retomemos nuestro cuadro com-
ras, llamadJs también HneurOI1:lS "de re- ¡,H sdia!cs
pJrarivo entre psicoanálisis y neurobiolo-
JlcJ",-'úJSi/S l' riJll10
tención) o (células del recuerdo», ::on las gía Jbordando ahora el segu"ndo punto de
de 1,15 -¡mÚ¡ol/cs,
neuronas de la memoria. Ya hemos habla- coincidencia entre ambos. Este punto SOIl
do de ellJs. Tienen la función de registrar las "Jriaciones temporales de L1 propaga-
la excitación que les llega; archivar la ,-(fo- ción de las sciiales nerviosas es dccir'-- el
tografío" dejada por el agente que provo- ritmo de la del 'influjo n'cr_
có la excitación (foto del objeto hcstil, en vioso. 1-10)', las últimas investigaciones
el coso del dolor; foto del objeto eL. amor, neurocientíficas sobre la de la
en el coso del placer); y finalmente ')erma- conciencia se orientan precisamente al
necen en suficiente estado de vigili;, como problema del ritl110 V de las oscilaciones
para reaccionar m5s tarde a una sc-gunda del flujo nervioso e interncuro!l:ll.
excitación, por mínima que ést:l s-;'a, Las Un científico como R, LlinJs define la
otras neuronas, llamadas «células de per- concienciJ C0l110 una relación armoniosa
cepción» -ele los que hablaremos iuego- entre el ritmo de las neuronas oscibntes
también tienen la [unción de tratar, a exci- del t:ílamo y el ele las neuronas de la cor-
tación pero, a diferencia de las nel:lronas teza cerebral.
del recuerdo, se dejan atraVesar por el flu-
jo de excitación sin conservar sus huellas. Precisamente, esta preocup;lci6n Je los
neurofisiólogos por las OSCi];lciones v
U incollsciellte es Ahora bien, usted me justa- los ritmos del influjo nervioso 110S remi-
:1Il" J/]{'lJlfJri,¡, es la rebción entre las leuro- ten o Freud y al interés que sentí" por el
ognJis:1
S5

ritmo de hs v;1riaClones pulsion:des. ;1sí ción de detector endopsíquico y de tra-


COlllO ;1 nuestra propia I1UJ1Cra de (Dl1ccbir ductor consciente.
el dolor COlllO la expresión consc:ente de
la ruptura de lo cadencia pulsicnal. En Como podemos ver, el concepto
efecto, Frcud lll;1l1ificsta tímidamente este ílnalítico de afecto en gencL1J V de dolor
interés por el ritmo y solamente en dos en particular sólo puede con;prendcrsc
el dolor es 1/11 oC<lsiones en toda su Pero preferi- apeÍJndo a la noción de percepción en-
"fl'C!O
mos avanzar algo más por esta senda y de- dopsíqui ca . Esta percepción es la única
¡{('.',¡gr¡i¡{,-¡b!c,
pero /lO ('5 el
finir todo afecto como ia cxpresii.')n en la que da cuenta de la función de qw..:
disp Id I'i')'. conciencia de las variaciones de ritmo de cumple el yo cuando registra la cadencia
las pulsiones. ASÍ, los sentimiento_; de pla- pulsíonal y la traduce en la conciencia.
cer y de displacer no serían la e:o_presión donde dicha cadencia adquiere la forma
del nivel de intensidad de las p "Isiones de afectos agradables de placer, desagra-
(plocer = baja intensidad; dispLw:r = alto dables y hasta dolorosos. Freud ya había
intensiebd), sino nl5.s bien b CXp12sión de intuido esta ideo de lo endop-
las oscilaciones de tensión, de alt;:rnanciJ siqllica del yo cuando, siempre en el mar-
de alzas y caídas de la tensión dlEantc un co del «Proyecto de una psicología para
período determinado. Desde este punto neurólogos», al estudiar las neUrOl1;1S de
de visto, diremos que el dolor es muy dife- la percepción (grupo que distinguía de las
rente del plocer y del displacer. ¿Por qué' neuronos del recuerdo), las dividía en dos
Porque expresa no un ritmo plllsit_,nal con- tipos concretos. Y, efectivamente, hJV
creto, sino la ruptura violcnta de ese rit- dos clases de neuronas de percepción: 1a"s
mo. Ruptura de la cldcncia pulsi()jlal que, que perciben ];,s excitaciones procedentes
recordémoslo, corresponde al de la periferia del cuerpo y las que copLln
miento de las tensiones, J b abolición del las oscilaciones de tensión inren1a )' las
principio de placer/displacer y, Lnalmen- trasladan a la conciencia en fonna de ;fec-
te, al cese brusco de la homeostas:s del sis- tos. Las primeras perciben sólo las estj-
tema económico del yo. mulaciones externas, las otras detectan los
efectos internos de CS::iS estimulaciones y
Sin embargo, para ser complcL;, esta hi- las traducen en ::if cctos conscientes.
pótesis que define los afectos como la ex-
presión en la superficie de las oscilaciones El grupo detector traductor es precisa-
pulsiollJlcs necesita b intervención mente el que nos interesa aquí. Las neu-
una instancia intermedia, una instancia ronas que detectan las amplitudes y las
que, por un lado, detecte en lo :nás pro- cl.dencias de las tensiones internas desem-
fundo el ritmo de las ¡misiones y, por el peñan el papel de un órgano sensorial de
otro, las haga resonar en la super :icic de la doble faz: por un lado, eoptan los ritlllos
conciencia. ¿Quién es este internediario? pulsionalcs )', por el otro, transfofm,ln
El )'0 mismo cuando ejerce su dJble [un- esos ritmos en afectos di\'ersos, entre ellos
EL I.lULll!'. ¡:!SICO
Prq;:lllll,l" y r<.'SI'llCSL1S sobre el dolor (¡sien 87

el dolor. También el dolor es IIi alccto enrejado dispuesto de tal ll1allCLl que lIn;l
!n:rciln-do conscientemente (j!fe exjJ' esa '"()(/- neurona demasiado investida de cncrgLl
ridciollC5 il1{o/cr/lb/cs JI bruscas r fjJtllfd5 tenga la posibilidad de hacer derivar parte
del ritmo de las plIlsiolles. de su carga hJcia neuronas laterales. El yo
organizado en red modera la intensíchd de
!_d !Uro/ugirl Prosigamos nuestra comparaciéln COIl la tensión porque su armazón hace que la
llo/ron,tI J Id bs y abordemos el carga cnergética se fragmente y se vuelvJ
csrrucfn)",¡ tercer punto de Si bien ¡ne alejé hacia otras neuronas vecinas. El sistema de
rdJ/ul/'c,.d,l del un poco, lo hicc con el propósito dc pro-
yo. las neuronas del yo llega" ser, por la sin-
fundizar al)1,o 1ll,1S cn este temJ, <]ue me gularidad de su tran1a, un verdadero órga-
intcrcsJ P:-lI\¡cularmcnte, del ritrdo y de no inhibidor. ¡Cómo no reconocer en esta
su rebción con algunJs de mis pri"lcipales concepción de un yo inhibidor el germen
proposiciones relativas al dolor. del concepto de represión! En esta estruc-
tercerJ coincidencia concierne a la lllCl- tura ramificada del yo podemos imaginar
dencia de la topología de lo red la primera figura de la represión.
en 1:1 transmisión de las señales !lEcviosas.
Hoy los neurocientíficos manifiestan un Siendo así, no debemos olvidar que la
inH.:rés creciente por el estudio el-'-' la dis- inhibición cumple una función determi-
posición espacial de IJS ncuron;'¡s. Pues Ilante, la de preservar al yo de un desbor-
bien, yo no pude dejar de compar;lr b tO- de de excitación que amenJzarÍa su inte-
pología de la red neuronal con la gridad. Pues bien, el dolor, considerado
gí;l del yo establecieb por Frcu.d el" j 895.'· como el más imperioso de los procesos
Una \'ez quedé sorprcndJ<..lo al C0111- psíquicos, es un estado particular de gran
probJr hasta qué punto los primi:ros es- excitación que ninguna inhibición poclrÍJ
critos freudianos contienen las refrenar. Se trata, en efecto, de un proce-
vanguardistas de los desarrollos científi- so perturbador e incontrolable pero que,
cos modernos. con todo, respeta la imegridad del siste-
En aquella época, ]::"reud imagin;,ba el yo ma. Sin duda, el afecto doloroso rompe
como UI1;l red de neuronas org;¡ni>_adas de todas las barreras internas, pero sin des-
lal suerte que el flujo dc exciclcicnes quc truir el yo. Aquí volvemos a cncontrar el
las recorría podía 1 cn determinadas cir- cadcter fromerizo del dolor, que soslaya
cUllstJJ1cias, que(hr inhibido. Efectiva- la inhibición sin dañar con ello la capaci-
mente, Freud no vacilaba cn afinnar qué dad de reacción del yo. El dolor daiía pe-
«si existe un va, debe entorpecer los pro- ro no destruye.
cesos primarios'-'r esto c.',;) obsta-
culizar b circulación de energía Lbre. La Para terminar, querría mencionar la teo-
[unción del va es aminorar el movimiento ría del dolor propuesta por Antonio R.
Una teoria
cncrrrético
o .,; 10 hace oraciz¡s
o a un orden es- Dal11asio. Más allá de nuestras diferencias,
"rocien t zJlcl1
/1('
pacial mlly el de un enre':¡lc!o, un de! dolol: en Sll desarrollo científico encontré cier-
ss EL POLOI( )-l'i¡C()
Preguntas ;.- respuestas sobre d dullll- físicu

tos puntos de analogía con nues'ro pro- lesión; durante el segundo tiempo, proce-
pio pensamiento inspirado en el p\lcoaná- de de la percepción que tiene el yo del des-
lisis. I);lITIasio distingue dos com¡: Onentcs bar;1tamienro de las tensiones pulsionalcs.
en !:t percepción del dolor; por UEa parte, Ahora bien, Dam;-¡sio propone una per-
una percepción somatoscnsorial r¡ ue nace cepción som ..noscnsorial de la cual se de-
de la piel, de una mucosa o de la :' ona del riva la imagen sensori;-¡!, una idea que evo-
órgJno donde se sitúa una lesión -es b ca nuestra proposición de una percepción
percepción de un cambio local cuer- de la lesión y de la representación del cuer-
po- y, por otra parte, la percep:ión de po lesionado que procede de ella. En cllan-
una perturb:1ción global del cuerpo, de un to a la otra percepción descrita por Da-
cambio general del cuerpo. A esU, últin1a maSlO, aquella de donde procede la cali-
percepción correspondería la emoción dad emotiva y que él c;-¡racteriza como
dolorosa. I (, Según este Jutor, de una percepción de una perturbación 010- b

estas percepciones, el cerebro f:)rmaría b. 3.1 del cuerpo, recuerda nuestro seoundo
b

dos imágenes del dolor que se superpon- tiempo de la formación del dolor, a saber,
drían en el momento del sufrimiento: una la autopercepción que tiene el yo del esta-
imagen som<1tosensorial (imagcr; de un do de conmoción interna. .
estado local del cuerpo) y una imagen
emotiva (imagen del estado generd y per- Mientras este autor habla de percep-
turbado del cuerpo). El yo, qu' según ción del estado perturbado del cuerpo,
sostiene Damasio, es un concepto :nevita- nosotros presentamos la ¡de;-¡ de un;-¡ per-
ble en cualquier pensamiento científico, cepción interna c inmcdi;-¡ta de las \'ari;-¡-
desempeñaría el papel de un tercero, una ciones bruscas de Jas tensioncs pulsiona-
especie de «metayó)), cuya funci(¡ll sería les o, más exactamente, de la ruptura del
realizar la síntesis y los ajustes enrre estas ritmo de las pulsiones. Es como si, para
dos imágenes. Su yuxtaposición eL, lugar a explicar la emoción dolorosa, Damasio
la emoción dolorosa. se hubiese apoyado en la percepción nlo-
o b
bal elel cuerpo sin animarse a imaginar
1\1e sorprende encontrar, formubdas en que lo percibido no es el cuerpo, sino la
términos diferentes, concepcionc\ que se psique. La clifercncja elltre nosotros
asemej;-¡n a nuestros dos primerc 5 tiem- dr]a condensarse en una réplica: «El ce-
pos del proceso de formación de: dolor. rebro percibe el estado perturbado del
En cÍccto, como recorcbrá usted) distin- cuerpo y de ahí surge la emoción doloro-
guimos tres momentos en la génesis de sa», diría DamJsio; a lo cual yo
todo dolor: el tiempo de la'lesión, el de la derÍa: (,El yo conmocionado autopercibc
conmocjón y, por últjmo, el de ,'il reac- el desbaratamiento pulsional y de ahí
ción. Durante el primer tiempo, el dolor emana el dolor".
proviene de la percepción que tieLe el yo
de.1a excitación periférica inherelte a la
90 91

El dolor psicogénico tres orígenes posibles del dolor pSlcogé-


l1ICO.
« :Podríc1 'UOf.7..Jt'r usted allem-l del do-
C
lor psicogénico? ¿ Cómo es pOS1'b'ie qrte rtn La primera de las causas psíquicas capa-
dolor se loctllicc en un /ugm" del Clferpo y ces de prOVOC;1[ un padecimiento psicogé-
}1O en otro? !lico supone la idea de un cllerpo dOlado
de memoria. Recordemos lo que decÍ:1-
Recordemos ante todo que el dolor psi- mos al comienzo. Un dolor antiguo, in-
cooénico no es un dolor pSÍquicc, sino un tenso y experimentado en un punto del
b
sufrimiento COl"pOfa I J 11111111110
.' <) may.or, cuerpo, dejó tales huellas en el incons-
agudo o crónico, cuyo origen. es ciente que) mJS tarde, una excitación in-
(psicogénico significa «de ongel pSlqUI- terna o externa -una situación de estrés,
ca);). Es un dolor somático que h por ejemplo- podrá suscitar un dolor dis-
experimenta sin que haya raZones organl- Pero, [in,tlmen te, minuido en el mismo lugar o en otra zona
cas que lo justifiquen y al cual, a falta de ¿qllé es pIles lo
del cuerpo. Este segundo dolor, recuerdo
que se
de otros elementos, se le atribuye una cau- somático de un dolor pasado, se presenta-
tr(llls[oTlna en
sa psicológica, en general descoLocida. Se dolores físicos? Y d a los ojos del clínico como un sufri-
trata de dolores físicos persistertes, en la Id resp1/esta es: miento físico completamente real pero in-
mayoría de los CaSOS erráticos y cngaílo- algo (jite habria justificado.
sos'. Es cierto que, cuando se fi;an en un podido y (fue
/;,llní'1 debidD
determinado lugar del cuerpo, la raZón de el,u 111tcimiC'l1to ir La segunda hipótesis del origen psíqui-
esa sigue siendo ur, enigma. l/JI dolor moral." co se apoy;1 en la teoría freudiana que con-
Generalll1l'nn:, el paciente descrije su do- FREUD sidera la conversión bistérictl como el sal-
lor (l-ln cOJ.'p!tlccncia, con un lengui1je ri- to de la psique a lo somático. Una pulsión
co en :mnque J veces }u hace de reprimida salta del terreno del incons-
manera confus;1 y eVJsiva. Pero h más im- ciente al del cuerpo y se transforma en
portante eS la relación concreta -;}ue nlan- dolor somático. Una emoción pasada! ya
tiene el paciente con ese dolor. .dabla de olvidada, pero que permaneció activJ en
su propio sur rimiento s; hablara el inconsciente en cuanto pulsiól1, se con-
de otru ser, c,tprichoso y CXIgenc:, que ha- vierte, por ejemplo, en un dolor muscular
bitara en su cuerpo. inexplicado. Pero ¿qué parte del cuerpo
elegirá la pulsión para manifestarse como
Dicho esto, anteS de respondeJ su pre- sensación dolorosa? O, 10 que sería lo
gunta sobre el lugar elegido po' el dolor mismo: ¿en qué zona corporal se percibi-
para J.pareccr, debo esta otra rá el dolor? El dolor se localizará precisa-
tcrroCTación
b
previa: ,(¿Cuáles son los on- mente en la parte del cuerpo que alguna
o-enes psíquicos de este sufrimi-;nto psi- veZ fue alcanzada por una emoción per-
percibido en el cuerpo)' de call- turbadora e intensa, esa emoción que fue
sa no identificable?>l.l,'ropongo la forma de emerger momentánea de una
Ogtdio:¡
;;3

jJlllsión inconsciente. La zOlla c)rporal to, en sensación doloros¡1 sin razón apa-
m:1rcac!;l por semejantc emoción perma- rente.
ncce, pucS impresa en el inconsciulte ;1 1.1
1

l11al1era de una imagen. j\ilicntras cs[e segundo


.....
oricrcn
b
del dolur
psicogénico encuentra su explicación en
Tomcmos elc.iemplo de llnJ jovC'l histé- la transformación de una pulsión en dolur
ricl que sufre de una conlranuJ'a en el inmotivado, la tercera causa psíquica se
muslo derecho. A lo largo de la cura, el té- refiere a otro modo de relaciones entre 1'lfl-
rJpclItJ se cntera de que, poco ;lntes de sión.1' ClfC1PO.
quc aparecieran esos dolores, L: mujer
cuichba a su padre enfermo y un (:;[a, sen- Retomemos el ejemplo de la joven v
toda a la cabecera de la cama jurto a él, modifiquémoslo para ilustrar nuestra te1:-
había tomado tiernamente la cabeza del cera explicación. Imaginemos que, en el
hombre y la había apoyado sobre umus- momento en que la joven se siente in-
lo derecho en un gesto cariñoso. En ese cómoda al tener la cabeza de su padre apo-
momento sintió un extraño reparD, n1ez- yada en la pierna, fortuitamente siente un
cla de vergüenza y placer incc 5tllOSO. calambre en el hombro. Así pues, el senti-
Esta corta secuencia nos IllUestr:l clara- miento embarazoso, forma adoptada por
mente la aparición imperiosa de una pul- la pulsión incestuosa para manifestarse,
sión incestuosa reprimidí1 por e: pudor coincide con la aparición de un dolor mus-
(represión) y vivida como 1lfl cular a lo altura del hombro. Por tanto PD-
embarazosa. Así, una emoción tan profun- demos decir que la pulsión encuentra por
eh quedará asociada a ese lugar prc del azar un dolor banal que se le agrega. A
cuerpo, el muslo derecho, lugar ckl deseo partir de entonces, este dolor
culpable de hoy, lugar de dolare" físicos incidental marca la pulsión y sus destinos
de mailana. quedarán unidos para siempre. Y, en nues-
tro ejemplo, la pulsión marcada por el do-
i Qué pasó? La pulsión incestucsa aflo- lor del hombro se transformará más tarde
ró primero a la conciencia com(J senti- en una sensación dolorosa situada preci-
miento de incomodidad. Luego re;ornó al samente en el hombro y sin motivo apa-
plano inconsciente llevándose consigo rente. Es decir que una pulsión reprimida
la imagen del muslo al más la puede convenirse en cuerpo sufriente por-
imagen táctil del contacto scnsu:J entre que hace tiempo fue mordida, "calada»,
lo piel del muslo)' el cabello de padre. por un antiguo dolor orgJnico por insig-
l

lVIás tarde, la pulsión reapareció con la nificante que haya sido. Llamaremos a es-
forma de una contractura doloras;; locali- te tercer mecanismo impronta somática
zada en el lugar mismo donde se apoyó la sobre la pulsión. En otros términos, un
cabeza del padre. La sensación erógena y dolor trivial que aparece en un determi-
culpable de un día se transformó, pron- nado lugar del cuerpo y esti asociado al
I'lgnlis:l
1-:1_ r,\l!.\II( l'ISICl)
1)5

surgimiento de una pulsión «abri'l el ca- psicogénico. Puede aparecer allí donde
minu» p,ua que dicha pulsión) [1' ;:1Ílana, surgió un antiguo dolor que parecía olvi-
resurja adquiriendo la forma de una sen- dado. O bien puede aparecer en el lugar
sación dolorosa inexplicada en el mismo marcado hace tlcmpo por una pulsión y
lugar del cuerpo. hasta en el lugar donde la pulsión [u-c
marcada por un viejo clolor.
Si ahora queremos comp;uar el orinen
histérico del dolor psicogénico con ;ste
El dolor inconsciente
otro origen que acabamos de dest;l';3.f, ha-
remos la siguiente observ;lción: mientr3.s
lo característico de b conversión histérica o Usted definió el dolor inconsciente [0-

esre, contenido en la fórmula freud.ana del ¡no J:,n encadenamiento de e.ventas que
'-<salto enigmático de lo psíquico " lo 50- co¡}]zenza con Ull trcrlfma doloroso J' de-
mitico"', de la pulsión al cuerpo, h terce- semboca en el despertcrr de ese t1-dUJJ7{L
causa del dolor psicogénico conte- Pero ¿cómo podemos hablar de IIn dolor
l1lela en una fórmula 111,lS larga: el alto de que se experimentaricr)' cr la vez scrÍt1 in-
consciente?
lo somático a lo psíquico y luego de lo
psíquico a lo somitico. Es decir, d salto
de un dolor orgánico a lo pulsión y de la Prefiero responderle proponiendo un
pulsión a un «dolor psicogénico)).-; esquema que separa netamente el pasado
y el presente, es decir, el dolor traumático
Unas palabras a manera de síntc3is para pasado y su reaparición en un dolor pre-
terminar. El dolor Il;lmado psicr'lgénico sente. Espero mostrar con esto que el do-
puede, pues, definirse de tres man:ras di- lor inconsciente es algo diferente dc una
sensación no consciente. No es un objeto
ferentes. Primero, como la reminiscencia
en sí mismo, sino una relación cntrc dos
dolorosa de un antiguo dolor orgálico ol-
objetos o, más cxactamente, lt71l-l re/ación
vidado: el dolor psicogénico es, en este
caso, el recuerdo en el cuerpo de :-:ln anti- entre das acontecimientos: uno pasado y
el otro actual. Comencemos, pu<:s, por el
guo dolor. Después puede definir:: e como
acontecimiento pasado.
la expresión dolorosa de una puLión re-
primida que tiempo atrás marcó e-;e lugar
En el pasado se produjo un incidente
del cuerpo: es el caso de la conve;'sión. Y,
real en el curso del cual un objeto agresor
por último, puede ocurrir que d dolor
provocó un dolor (Dl) muy intenso, has-
psicogénico ponga de manifiesto Lna pul-
ta fulminante (lo que nosotros llamamos
sión que fue marcada a su \ICZ por un do-
el dolor de la conmoción).
lor orgánico pasado: es el caso d,: la im-
pronta somática. Pienso que con esto he
Se forn1a entonces una representación
respondido a su pregunta sobre la elec-
psíquica inconsciente que conserva la hue-
ción del lugar de aparición de ln dolor
D gcdis:J
EL nnLU11 F15¡CU \' respueSfa.> sohn: el dolor fj)jco 97

lb del objeto :1grcsor como si fllCrí1 un:l [0- También puede ocurrÍr que la reactiva-
toorafía
b '
con la form;l de Uf:a imagen
,
mne- ción de la imagen mnemónica del objeto
mónic;l de ese objeto. La renrescnt;lción así agresor cié lugar no a un segundo dolor, si-
formJela tiene dos partes: un continente no a otras en la vida coti-
imaginario, que es la imagen-recuerdo del di:lll<l del sU,ieto: sueños, comportamientos
objeto agresor, más prec¡';;llllcnte de un inexplicables ° estados afectivos concre-
detalle de ese objeto )1, per otra P;1rtC, b tos. Pero ¿qué provoca que la reactlvación
carga de encrgÍ;l que da vic:a <1 eS<1 in1agen de la imagen mnemónica se manifieste
y que llamamos {(invcstic!:,¡ra». La unión mo un dolor antes que como otra forma de
de la imagen y de su invest-cluLl constitu- perturbación? Esto depende del tipo de es-
ye la representación psíqu: ca propiamen- timulación que haya despertado la imagen
te dicha. Más alLí de esta precisión, me he o bien de otros elementos secundarios que
Camada la libertad de emp!ear indistinta- estaban asociados a ella.
mente I;¡s pabbras y <,represen-
tación» . Pero retengamos, sobre todo, esto: el
sujeto que hoy experimenta un dolor o
El dolor (Dl) fue tan perturbador que que sufre perturbaciones en su vida coti-
la huella de su paso queda ¡"tremadamen- diana, no tiene la menor idea del esquema
te sensible a cllalquier nue\'J exciLlción o temporal que acabamos de establecer, es-
a cualquier nueva investidilra. Desde en- quema que comienza con un dolor inicial
tonces, la menor impresión podrá hacerla olvidado, prosigue con la reactivación de
reaccionar. En pocas palabras, el paso ful- su huella inconsciente y desemboca en la
minante del dolor de la conmoción dejó, experiencia vívida de un dolor o de un
por tanto, dos huellas: la fotografía del desbaratamiento de la vida cotidiano.
agresor y la excitabilidad de esta fotogra-
fía a toda nueva investidura, por mínima En consecuenCla, llamamos ((dolor in-
q LlC sea. consciente» al conjunto del proceso igno-
rado por el sujeto que comenzó con un
. Ahora veamos qué succd, en el presen- dolor traumático y culminó con la viven-
te. Sensibiliz'1Cb de esta forma, la repre- cia actual de una experiencia dolorosa. El
sentación recibe una inVCSl idura circuns- dolor inconsciente es, filw/mente, el nom-
tancial, esto es, una estiI1111:ación puntual bre que damos a un circuito impreso por
y ocasional. Desde el mismo en !in dolor percibido, reactivado por lln<l
que la imJgen se reaviva, s¡:' produce una excitación ocasional y manifestado fi-
descarg;l refleja que s-e coma nalmente en otro dolor percibido. Se lla-
un nuevo dolor (D2). Así, la persona que ma dolor inconsciente al conjunto de este
sufre hoy experimenta un dolor (D2) sin circuito reactivable, que se sllstrae a la
establecer el menor vínculo con el inci- conciencia. Queda claro, pues, que en sí
clente doloroso inieial. mismo el dolor inconsciente no es una

m
y 50brl' el dolor 99

«scns;1ción sin conciencia)" pu:-a, simple y que todos los dolores que nos afectan,
desconocil.L1, C0l110 diría 1Vlair e de Biran. desde el más grave al más trivial, contie-
sino un encadenJlllicllto c1esc)!1ocido d; nen una parte de histeria. Podríamos for-
eventos que da por resultado el dolor que mular esto de otra manera: el dolor orgj-
siento hoy. nico se origina parcialmente siguiendo el
mecanismo de la conversión histérica. Sin
ScgurJfl1Cl1re el dolor inconsciente sólo embargo, se me ocurre preguntarme, al
existe en la ;1CLualidad concreta de mi dolor contrario, por la afinidad entre b forma-
presente. Si queremos ser aún 111<1s preci- ción de un dolor cOl'poral y la génesis de
sos, debemos modificar nuestra frase v un síntoma psicótico, es decir, como si a
afirmar lo siguiente: el dolor inconscient'e veces la eclosión de un dolor corporal
sólo existe después ele lo aparic;ón del do- evocara la eclosión de una histeria y, en
lor de hoy. ¿Por qué agregamos {(des- ocasiones, de una psicosis, En realidad, la
pués)'? Porque el único modo de deducir elección entre histeria y psicosis depen-
la existencia del dolor inconsciente es ha- de de nuestra manera de concebir el desti-
cerlo paniei'ldo de los no de la representación del cuerpo lesio-
primeros balbuceos de mi dolor aCtual. Pe- nado. Recordemos una de las hipótesis
ro este dolor sin razón reconoe ¡ble me in- principales de la génesis del dolor: la so-
terroga como un enigmZ\. su breinvestidura de la imagen mental de la
naturaleza oscura me incita a ',-ctornar al reaión
b
lesionada y. dolorida del cuerpo. El
pasado y restablecer finalmente el encade- problema estriba precisamente en saber
namiento de eventos que lo determinó. Ese hasta qué punto el yo puede soportar esta
retorno al pasado, ¿qué puede ser sino el representación que se le vuelve incompa-
gesto de quien escucha el enigma del do- tible. Habíamos dicho que dicha repre-
lor? Esto es lo que queremos lue se en- sentación quedaba excluida del conjun-
tienda: el dolor inconsciente sóh existe co- to de las otras representaciones del yo; es
mo consecuencia de la escucha. decir, que era inconciliable con el resto del
sistema. Digamos que es aSÍ, pero b ClH.'$-
tión que ahora se nos plantea es la del gra-
Dolor, histeria y psicosis do de esa exclusión. ¿Queda excluida pe-
ro guedZ\ vinculada a otras representa-
o Pienso en el modelo de ILt <'o71versióJl ción? O bien, ¿queda excluida hasta el
histérica que lIsted utilizó para explicar el punto de provocar un rechazo totí11 por
dolor psicogé¡¡íco )' me p,'egllnto sí los e/o- parte del yo, como si éste arrancara de sus
IOI-es emporales más corrientes no contie- entrañas esa parte perjudicial de sí mismo
nen siempre una parte de hister;·'a. y la expulsara fuera de sí?
Esta pregunta puede parecer abstraetí1 y
Su pregunta se ajusta muy bien a nues- puramente especulativa; sin embargo, po-
tro planteamiento, Creo, efcc:ívamcllte, ne de relieve;un problema clínico esencial
o gediS3
lor EL ¡JllLUH FíSJCl)

p;¡ra el practiC1J1tC. Seré más e aro. Si h rt-


Cuadro comparativo entre el dolor físico
prcscnt;¡ción psfquicJ hubiese sido mantl'-
y el dolor psíquico
Ililb J dist.1l1cia pero quedar 1 en el seno
del sistema, el dolor corporal ,e explicaría
en -virtud de Un mecanismo eL conversión
DOLOR DOLOR pSíQUICO O
semejante al ele la histeria. El dolor sería,
pues, el doble somático de en elemento
I FíSICO DOLOR DE AMAR j
simbólico 0, en otros términos, la expre-
sión somática de la representación del
cuerpo herido. Siguiendo esta Jricntación,
consideraríamos el dolor corporal como
I oLo bón mi 1oc>.
liz;tJ;t en el cuerpo.
L':"b;ón
Zal;t
"ti
l erroncamentc
·
10,,1;-
en '-
como al l)trn Il1js
I
el mundo exterior: de- amado. Sufrir b am-
un síntoma histérico o hasta J
El dolor se vive erró- saparición de la perso- putación de una pier-
la conclusión de que todo sufrimiento físi- neamente en el cuer- na del amado. En rea- na causa el mismo
co, sea el que fuere, comporta ,lna parrc de po, pero en re<lliJild lidad, se sitúa en el dolor imerinr atroz
está en el cerebro, pUnto en el que mi
histeria. Hasta podrí;:¡mos enu neiar que la que perder al scr
en lo que respect<l a Wl1sibifid,¡d más ínti- mas querido. Es!a
parre psíquica que está en el o"igen de to- la sensaei6n doloro- ma ha desaparecido en pérdida nos exige
do dolor orgánico e.'irá sometida a las mis- sa, \' en el VD, en lo la medid;t C[1 que el realizar un verdadero
mas leyes de la conversión his; érica. a la cuerpo del ser amado trabajo de duelo {lue
emoción dolorosa. ya no existe; en qUe nos enSCll:tr:l a amar
mi imagen interior va- el nuevo cuerpo falto
Si, por el contrario, seguinos la otra El dolo!" nos parece cila por carecer del de un<l piern;¡.
orientación, que sostiene que la exclusión cxterior y remedia- apoyo quc era la per-
ble. 1\"11.' molesta el)- SOna del amado; y 1..1 lesión que CI\lS.1
de la representación del cuerp') lesionado J1l0 un mal pro\'i- hasta el pUlHO en que un dolor físico se
es una exclusión radical del :,"0, asimila- slon,11. mi sistema simbólico sitúa en cl nivel de
ríamos el mecanismo del dolO! corporal al faUa porque le íalta el la amputación, pero b
eje que era el ritmo de que Cilusa un dolor
de la forclusión, mecanismo e::pecífico de
nuestra pareja. La ver- psfguicn se en
la psicosis. En este tlltimo ca';o debería- dadera lesión reside tres pbnos difcn:!l[t's
mos saCar otra conclusión: todo dolor fí- en el derrumbe del st'!!lejill11l'S a los {lUC
sico obedece a las mismas lc:,.·cs de pro- íamasma que sujetaba definen la pérdieb del
nuestra unióll. amado: el de la
ducción que una alucinación psicótica. smsibilid,¡¡j (la pier-
El Julor n05 parece es pane de mi
Finalmente, ¿qué posición dcb,mos adop- interior, absolulO, irre- todo el
medi:lble y, a veces, de lo im¡¡glllor¡u (la
tar? No podríamos detcrminTlo. Com- h.lsta nect's.l["io. Estj imagen de la auscncia
probamos, una vez más, hasta g LIé punto el en mí como mi sus- de pierna. cambia la
dolor se nos escapa entre los dedos y se tallC!;¡ vi[aL imagen de mi cuer-
po) y el de lo simbóli-
SUstrae J la raZÓn. Y hasta: qué punto se si-
co (el orJen psíquico
túa en el límite, no sólo entre el cuerpo y el pierde una de sus re-
alma, también entre lo histeria Ji la psicosis. ferencias principales,
1 cual es la integriJ;td
1 ________________-1__________________-"___ J_,_,_n_;_c'c_,,_.,_p_,,_),____
Notas

1. "Proyecto de una psicología científica)), en Los orígenes del


psicoanálisis, PUF, 1979. Al releer el "Proyecto n veremos que
uno de los f;1Sgos más sorprendentes de este texto fundador es
su viva actu;didad, una actualidad confirmad;¡ por algunas de las
hipótesis ncurocicntíricas recientes sobre el trayecto seguido
por clmensaje del dolor.
2. El yo "ive el cuerpo como una periferia a veces externa
(piel) mucosas), a veces interna (en el caso de los órganos). Para
ilustrar la relación entre el yo y el cuerpo, podemos imaginar al
yo como si estuviera situado en el cenrro de un espacio rodeado
por una cinta de Mocbius. ESla cinta circular representaría el
cuerpo percibido por d yo como un borde que en un momento
ofrece su lado externo (sensaciones visuales, etcétera) y
en otro su costado interno (sensaciones internas propiopercep-
tivas).
3. Para dar mayor cbridad a mi demostración preficro em-
pIcar indistintamcnte las expresiones '<representación psíquica),
e "imagen» y hasta ,<símbolo}). Es verdad gue cada una de esas
expresiones designa conceptos psicoanalíticos diferentes y, sin
cmbargo, todas elbs dan cuenta de la presencia psíguica del ob-
jeto exterior en el seno del yo. Traté ampliamente la diferencia
entre es (Os conceptos en Enseignement de 7 concepls CTflciall:\.'
de la ps)'cha1lal)'se, Payar, 1001, págs. 161-211.
4. Estas células periféricas, cuya función es percibir LIs exci-
t;¡ciones procedentes del mundo exterior, están recubiertas de
una capa superficial protectora gue Freud llama ,(barrera de pro-
tección» o "barrera antiexcitaciones». En la lesión dolorosa se
des;J)prra justamente esa capa.
5. En el "Proyecto n , freud definió el yo concentrándose en
las neuronas del recuerdo. El yo, nos dice, es un es(;:tclo panicu-

f) gc:JiS.1
J04

br lL: L1s llCUrOn,lS de] recundo que,;11 haber qucd:do sensibi-


como consecllcllci:t de pasos sucesivos de CIV rgía
tUL! de una brech:t), CSLll1 sometiebs J. la regulación de su exci-
t;¡bilidacl y al control elL-la call1iebcl ele energía que ercierran. El
.vo es el nombre de Ull;¡ instancia reguladorJ. de b e: citabiliehd
de L1s neuronas dtl lTcucrdo y de las carga:; que las i;lVisrcn.
6. Los neurocitntíficos n(1 vacilan en suponer, ;:omo hizo
Frcud, qut.' el homhre cunocería tI dolor en virtud di: una lejana
mcmoria dt la especie. Damasio declara qllt b sens;lción llolo-
rO$;l obedect a "l1ltcanis!llos neurol1:1les innatos", ti lnsmiticlos
por mcns<l.ies genéticos propios del género human,,). El dolor
ocuparÍí1 UI1 lugílr preponder;¡lltc en las estrategias de supervi-
vencia de la especie, genéticamente coclific;ldas (D;lIl!:1sio, A. R., Extractos de obras de Freud
LTrrcur de Descarlcs, lil raison des émoliolls, Odile ]acob,
1995, págs.
y de Lacan sobre el dolor físico,
7. El contenido inuginario de la rcpresentación, ;llll1QllC es precedidas de nuestros comentarios
principalmente visual, también es auditivo. olfativo, :áctil, crcé-
tera.
S. Damasio, A. R., L'ErTClfr de Descartes, o/J. cit.
9. l:::reud, S., lllhibitio}J, sympu5me el rllIgoisse, PUF, 1996.
10. NIainc de BiLln, De /'apcrception immédiatc, \1rin, j 963.
11. Damasio, A. R., L'Errcur de Descarles, op. cil
12. rreucl, S., "Esquissc cI'une ps)'chologie sciencfique», op.
cit., págs. 319-320.
13. Ch;lngellx, J.-P., "Les neurosciences», el1 B¡¡'/elin de la
Société [rmu;aise de pbi/osophie, Armand Colin, 198L
14. El lector encontrará en la pág. 112 de la presc!'¡te obra los
dos p;lsajes en los que dcfjnió el placer y el d,splacer se-
gún los ritlllos ele las pulsiones.
15. Féase «Esquisse", op. cit., págs. 340-342.
16. Damasio, 1\. R., L'Erreur de Descarles, op. cif" p,lgs. 296-
306 Y 329-334.
17. Picrre BenoÍt ya se preguntaba sobre una po 'ible inver-
sión de la célebre fórmula frcucliana que hace el!: la ,:0I1vcrsi6n
histérica un «salto ele lo psíquico a los somático). \'éasc su ar-
tículo "Le saut du psychiquc au som<ltique), en PSJ'chiatrie
fr(/11I;aise, n.O 5,1985.
, 1 S. 1vlaine de Biran, De l'aperceptjoJl 0,). cit., págs.
89-106.
Ftcud)' Lacan rt7riJ vez liban/aran el lema del dolor)' nllJI-
ca le dedicaron /In eSlfIdio exclusivo. Llis citas siguientes fuc-
1'011 tonlildas de pasajes mff)' vreves diseminados en el conjun-

lo de la obra de estos autores.

El dudo de cada ajJartado, así como los comentarios


('11 cursiva que presentan cada extracto,

pertenecen a j.-D. N(/sio,

El dolor físico

Frelld considera qlle el dolor jfsico es el resultado de la


irrupción ,[.n'olenta de grmules cantidades de energía que
alcanzan al corazón mismo del yo, donde se sitlÍan las nell-
ronas del n,'cuerdo, es en el ni'Uel del inconsciente, El
dolor en el cuerpo se inscribe en el inconsciente,

"Es posible que el sentimiento específico penoso que


acompaila ;11 dolor .físico provenga de una ruptura parcial
de la barrera de protección, ASÍ, excitaciones proceden-
tes de esta región periférica afluyen continuamente hacia
el aparato psíquico centrab I Frelld

«El dolor consiste en una irrupción de grandes cantida-


des de energía [provenientes del exterior] en las neuro-
nas del recuerdo.))" Frclfd
lOS 109

"El dolor pone en marcha el sistema [de percc¡:ción ex- ;1brc una brech;l l'll los dispositivos antiestÍmulo y ;lctlía
tern;¡] )' el sistema ele neuronaS del recuerdo; nin:_:ún Ob5- dcsde entonces como un estimulo plflsional contiIllJoJ'"
dculo entorpece su tL1nsmisión. Lo consideramc s el más Freud
imperioso de todos los procesos,»' Frflld
«Es probable que el sentimiento específicamente peno-
Frelld defille el dolor físico como IIlIa irmpciólI masiva de so que acompai1a al dolor' psíquico provenga de una ruptu-
cncr8íi1 en el )'0 que, como lUZ enamoramiento Slf- ra parcial de h barrera de protección, Así, las excitaciones
prime todas hu resistencias l' (r!c{/nza el J'l1íclco de 1,15 nCll- que llegan de esta región periférica afluyen continuamen-
mlws del rec/lerdo, dOllde cÍeja 511 hllella, te hacia el aparato psíquico central, como si se tratara de
excitaciones procedentes del interior del apar:Ho.;:·7 Frcud
"La cantielad ele energía externa produce la ::pertura
de una senda y es un hecho que el dolor, a su p'so, deja El dolor físico es, además, comparable con la plI!sióll,
brechas abierras en Lts neuronas dcl recuerdo, C:)ITIO un Cuando la agresión externa que provocó un dolor dCjd su
flechazo amoroso.»4 Frcud huella en el inconsciente, se convierte en una excitación in-
terna constante que hacer renacer el dolor en cualquier
El dolor físico signilzca una desbaralmnielllo grm'c del yo momento, También en este sentido, la plllsión)' el dolor se
J' la parálisis del priJlCipio de place); gllardiá" de 7/lIestro asemejan en la excitación pennanentc de Sil fuente.
equilibrio psíquico, El dolor expres" algo 'lile está más allá
del l' 1'''1 Clj,,'o de placer, Conmociona al )'0 pero n, lo des- <(Puede darse el caso de que una excitación externa que)
[rU)'E.
por ejemplo) corroe y destruyc un órgano) se vuelva intcr-
na y así nazca una nueva fuente dc excitación constante y
"Un suceso, por ejcmplo un traumatismo exterior, pro- de aunlcnto de tensión que se asemeja en gran medida a
ducirá siempre una gran perturbación en la ee onomÍa l/na pulsión. Sabemos que en tal caso lo experimcntamos
energética del organismo y pondrá cn marcha tcdos los como dolores,»': Frcud
medios de defensa, Pero el primero que quedará lucra de
combate será el principio de pJacer.))c, Freud Pero, en verd¡1d, el dolor no es una ¡mIsión. SJfS objeti1)()S
son diferentes: el dolor es una sÓlal de alarma para detener
lo quc hace dar/o, mientras que la pu!sió1J busca el pldccr,
El dolor es una seudopulsión Li-lS defensas del)'o son dlfe1'entes en c.1da caso: ante la plfl-
sión, el .1'0 opone la represión; frente al dolor, qlfeda impo-
En las pocas ocasiones en que FrClfd definió el dclar físi- lente.
cO lo comparó con la pu/sión. La agresión externa vanor-
J

mal que provoca dolor evoca la agresión interna J' ;lonnal "Pero el dolor, esta scudopu!sió¡¡, tiene el único objetivo
de la plllsión, En los dos casos, la excitación e5 co¡:stanle, de detcner la alteración del órgano y el displacer que la
acompaña, [,,,] Además, el dolor es imperativo; sólo obe-
"Tampoco del dolor sabemos gran Cosa, El único conte- dece a la acción elel tóxico que lo suprime,':> Frcud
nido cierto est:i dado por el hecho de que el dolor [físico]
1 ",] aparcce cuando un estímulo que aLlca en h Fcriferia

":1;"'1\<,.\

.
l/O de de Freud y do.' LJCJ!1 sobre el dolor físicu /JI

El placer y el displacer expresan el ritmo pdsional. El "En el caSO de una experiencia dolorosa, b fuente es,
dolor, en cambio -tal como lo hemos defirido- es una evidentemente, la cantidad de energía que llega desde el
ruptura de ese ¡-itIllO en el caso de 105 afectos [dolorosos], es la canti-
dad de energía interna liberada por la brecha ya ;1bierl;1.'>
DlI7"mlle ml(cho tiempo) Frclfd consideró el Ilacer y el dis- Frcud
placer como las expresiones c/fiditrlÚ'vas de ;fJ1a dismiJlli-
ción o /(71 t1iill7Cnto de la tcnsióJI-psÍquica. En 1924, después El antiguo dolor traumático hizo qlfe las neuronaS del re-
de babe?- e¿'cnfi"cado que existen bajadas de tensión desa- clferdo sc volviesen tan sensibles quc la menor estilJ1Jfla-
grt¡dablcs y suuidas de tensión placenteras, célmbió de cri- ció}] interna las reactiva l' hace aparecer un nuevo dolor.
terio. Desde entonces, las sensaciones de pla¡ e¡- J' displacer FrclId llama ,(afecto.>' a nuevo dolor JI ,(apertura de
cOiTe!Jponderán no )lIt a la intensidad de las l::J1s/ones, sino Jli1t7 brechtP\ al fenómeno de sensibilización de 1,1s neuro-

al ritrno de las variaciones tel1sionalcs. Esta JUleVd manera nas.


q/le M/opta Fre/ld para entender el placeri el displacer
-que, sin embargo, 110 desarrolló- HOS incitá a dcfini1- eL "El dolor pasa por rodas las vías abiertas. [ ... ] El dolor
dolor como /fna fuptlf)'{1 de! ritnzo jJ,,!sional ya distinguir- deja a su paso brechas permanentes abiertas en las neuro-
lo del displace)'. del recuerdo, comO un flechazo : Fn:ud

(,[ ... ] l-Iay tensiones marcadas de placer y distensiones Como todo arecto, 1m dolor experimentado eS el rcwerda
desagradables [ ... ]. De modo que el placer "o el displacer de U?l dolor anleá01:
no pueden atribuirse al acrecentamiento y 1:;; disminución
de una cantidad que llamamos tensión de c.>tímulo. [ ... ] "El afecto no es más que la reminiscencia de Ulla expe-
Parece que no dependen de ese factor cuantiutivo, sino de ricnci'l.)) H Frcud
un carácter [ ... ] cualitJtivo. 'Tal veZ sea el ritmo, el fluir
temporal en las modificaciones, o los aumentos y dismi- «[Los afectos serían] reproducciones de acontccimien-
nuciones de la cantidad de estímulo; no lo sabemos.» ;,' toS antiguos, de importancia vital, evcntualmente anterio-
Frcud res al individuo.»·" Frcud

"Probablemente, el displacer o el placer "O dependan "Los a[ecros en general [ ... .1 se incorporan a la vic'" del
del grado absoluto de !<lS tensiones sino, antes bien, del ;lIma como precipitados de experiencias muy antiguas vi-
ritmo de las variaciones de estas últimas.))I! J-relfd vidas de manera traumática, que Juego se evocan en situa-
ciones similares como símbolos mnemónicos ..'>''-' Frclfc!

La memoria del dolor


Todo dolor es el recuerdo de un dolor antiguo y toda
Una COS11 es haber tuivido uu dolor violo:¡to J' otra es re·7)i- pérdida es la reproducción de una primera pérdida ya
e'ido como 1m arecto doloroso. Mie"tr"s que el dolor pa- olvidada
sddo habia sido ¡n-ovoCtzdo por un agente el afecto
doloroso de boyes el resultado de Uila estlmhlación inter- Virmos adquiriendo la ci1pacidad de representarnos una le-
)la; a me¡¡udo imperceptible. sión corpor,,1 a medida que suFimos direrentes pérdidm en
r,)gnli;';1

....
J12 El IJtlLU1( F1SIC:O /1]

la inf.lncltt: el Jlacimiento) el destete o la defec:'ción, Estas El dolor corporal halla su explicación en


prueúas enseiian niJlo que le pueden Ia!ttlr las COSaS la sobreinvestidura de la representación mental
esenciales. Cuando el 'lJarón llega a repreSeJllane la pérdi- de la f13rte herida del cuerpo
da del pene) aptnece Id angltstia de la pérdida, (, ue conoce-
mos con el norrzbrc de "angustia de cast'ración)-' «[El dolm· físico] también se cxpliGl en virtud de la con-
centración -de la investidura en IJ represelllación psíquicl
((.El niiio adquiere la representación de un daj"',o l1;1rcÍ5i8- del lugar dolorido del cuerpo. Ahora bien, la analogía que
ta por pérdida corporal desde el momento en que pierde el permitió la trallSferencia de la sensación de dolor a la esfe-
pecho materno después de haber mamado, de"de elmo- ra anímica parece residir precisamente en este
mento en que desprende cotidianJ1l1ente las heces y aUn Frelld
desde la separación del víentre materno en el momento del
nacimiento. Sin emb;1rgo, no se deberi;1 habhr ck un con1-
piejo de castración sino a partir del momento en que esa El dolor físico es un exceso de amor por el organo
representación ele una pérdida se refiere al órgano genital lesionado en detrimento de los otros objetos de amor
masculino,:·) Freltd
Así es C01]10 reacciona el yo al trauma qlfe sigue a /[Jla
(( Llega un momento en que el nii1o, tan orgullC50 de po- efracción de {os tejidos protectores: reZ:ine todas {as fuerzas
seer un pene, tiene ante sus ojos la zona genit;¡] ele una de que dispone )', pagando el precio de debilitane, f,u con-
niila y necesita convencerse de que a un ser tan parecido :J centra (contracargas) en un solo punto, el de la herida; más
él le Falte el pene. Así, para él se vuelve representable lo exacttZmellte, en e{ plinto de la Tepresentaáón psíqJfica de
pérdida de su propio pene." u. Frmd la herida.

« ¿y qué reaccÍón [del yo] contra esta irrupción pode-


El dolor inconsciente mos esperar? [El yo] apelo a todas las cargas de energía
existentes en el organismo a fin de constituir un;t carg<1
Freud definió el dolor inconsciente como 1f71 cslab,')n inter- energética de una intensidad correspondiente en los alre-
medio entre 1/11a percepción externa JI Ot/'tl intl.'i"nt1, Lr¡ dedores de la región donde se produjo la irrupción [heri-
/mella que dejó un da/ar pas"da en el inconscien:e puede da]. Así se fOfma una poderosa contracarga que se cobr"
COJlVC7-tirse en una excitación interna capaz de el precio de empobrecer todos los otros sistemas psíqui-
llar otro dolOl: El dolor pasado fue provocado por ,:l1a per- COS.))2: Freud
cepción externa, nzicntras que lo que despierta e,! nUC1)O
dolor es Una percepción interna. El dala>· es 1111 afecto que proviene de la sobrein-vestidur(/
de la representación de! órgano lesionado )', súnltltánea-
"Del mismo modo que las tensiones producidas por las IIlCllte, de la desil1vestidura del mundo exteriOl:
necesidades, el dolor, ese eslabón intermeclió entre la per-
cepción interna y la percepción externa, que se comporta "En el dolor corporal aparece una investidura elevada,
como llJ1a percepción intcrnJ -aun cuando tenga fuen- que debemos llamar narcisista, del lugar del cuerpo dolo-
te en el mundo exterior-, puede permanecer iguJ :mcnte rido, investidura que aument<1 sin cesar y actúa sobre el
Frclfd yo, por así decirlo, vaciónclolo.»éC Frwd
í) gnli,.,;¡
ll-l El DUI PR ríslcu //5

"L, persona que sufre un dolO?' orgánico r... ] abandollJ lo jllstifiqlfe. Si /d repn:sión no hubiese detenido el tl'l-'iIllCr
su interés por L1S cusas del mundo exterior por ·:uanto és- de la plf!sión éstt1 se habría expresado plenmnellte C0l/70
J

ras no tienen relación con su sufrimiento, [.,.: J\c!cm;ls, un dolor mm-id


rctiLl su inter0s libidinal de los objctos de ame'!' quc dCj,l
de alllar durante tudo el tiempo que sufrc.;·> rr::lfd «Pero, finJlmcllte, ¿qué es lo que se transforma en du-
lOTes f{sicos? Y la prudente respuesta es: algo que habría
podido y que habría debido ehr nacimiento a un dolor
El dolor fortna nuestro yo y nos enseña a des,:ubrir moral.»" Frclld
nuestro cuerpo
«El mcclnislllo [generador de un dolor histérico] es 1;1
Cut/lulo sentimos dolor, nos representmnos el cferpo y, al conversión, es decir que, en el lugar de los dolores morales
h'7ccrlo) constituimos nuestro yo, pues el yo IZtl(f: de todas evitados, sobrevienen dolores Frcl-ld
1.:1S percepciones sensoriales y de h/.s re¡JTeSellttlcinles qJfe se
formall en el psir¡lfismo. El dolorj/sico puede ser JI}] sÍntonul esj la sdtisfacción
slfstitutiV¡7 de una plllsión reprimida.
"El propio cucrpo y, antc todo, su superficie ,:10 piel] es
un lugar de donde pueden provenir simultáneamente per- "Tomemos como ejemplo el dolor de cabeza o los dolo-
cepciones externas e internas. El dolor [ ... ] p¡:"recc tener res lumbares histéricos. El análisis nos muestra que, mc-
una parte en esto. [ ... ] Uno adquiere un nue,'o conoci- diante la condcnsación y el desplazamicnto, esos dolores
miento de sus órganos)' llega a representarse su propIO han llegado a ser una satisfacción sustitutiva de toeb un;l
Cllcrpo.»)·:; Frcud serie ele fantasías o de recuerdos libidinales."l·' Fre/ld

Elyo es IfIla SlIpCljlcic doble: la imagen 117ell/d de la 5/1-


pCljicie del c/lapo )' la 5/1pelficic perceptiva a el aparato Dolor y goce
psíqUICO,
Para LacmI, el dolorfísico es la figura más pUhl del goce.
"El )'0, finalmente, se deduce de sensaciones corporales
[entre ellas, el dolor], principalmente de las qu" tienen su «[ ... ] pues lo que yo llamo goce, en el sentido en que el
fuente en la superficie del cuerpo. [el yo] puede, pues, cuerpo se siente a sí mismo, es siempre del orden de 1;1
considerarse como UllJ proyección mental de lZi superficie tensión, de lJ activación, de la dcfensa, hasta de b h;1zaña.
del cuerpo v además [ ... ] representa la superficie del apa- Indiscutiblemente, hay goce en el nivel donde comienza J
rato [psíquico].'" 1're/l'/ aparecer el dolor y sabemos que sólo en ese nivel elel dolor
se puedc experimcntar toda una dimensión del orgJnisl11o
quc, de otro modo, queda velada.»": Laca]]
El dolor psicogénico

El dolor psicogénico es aquí la expresión so}]uit;ca de una


¡mIsión masoquista y reprimida; en lugar de lI:la plflsión
n7t1Soqflist:1, aparece un d%rfisico sin Ct1!fsa or:/ánica qlfe
ognli'>:l

..
N atas de los extractos

1. "Au-clcJa clu principe de plaisir», en Essais de pSYc/hIJla/y-


se, Payor, 1971, pág. 37.
2. «Esquissc d'une psychologie scicntifique;}, en LI1 Nais-
sanee de la ps)'chanalyse, PUF, ]1.)91, pág. 326.
3. 1bid.
4. 1bid., pág. 327.
5. "Au-dela du principe de plaisirJ', op. cit., pág. 37.
6. «Inhibítion, sympromc el angolsseJ', a!.Jfvrcs completcs,
PUF, lOmo XVII, 1992, p;'ig. 285.
7. "Au-dela du princjpc de plaisip>, op. cit., p;í.g. 37.
8. ,<Le reíoulcment», en ¡Hétt1psychologic, Gallimarcl, 1968,
pág.46.
9. 1bid.
10. "Le probleme éconoI11lque du masochismc", Cl:"wurcs
completes, PUF, tomo XVII, 1992, pág. 12.
11. Abrégé de ps)'chanalysc, PUF, 1985, pág. 5.
12. "Esquissc c\'une psychologie scicmifique;<>, op. cit., p;í.g.
327.
13. 1bid., pág. 352.
14. Les Premien Psyc!Jt171alystes, GalJilllard, 1978, 101110 11,
pág.317.
15. «Inhibition, symptÓI11C et angoissc,), op. ci!., 2-llJ.
16. ¡bid, pág. 211.
17. «L'organis3.tion génitalc inhmilc), Q'uvrcs compli'IL'S,
PUF, 101110 XV!) 1991, pág, 308, nota l.
18. "La disparition du complexc d'CEdipe,' Q'U U),¡!5 cornpli:-
r

tes, PUF, tomo XV!!, 1992, pág, 29.


19. ,-·Le Moi et le \=a)" en Essais de psycha.nalysc, Payor) 198 1,
pág. 234.
20. ,dnhibitiOll, symplol11c e[ 3.ngoissc», op. cit., pág. 286.
ID gcdis:¡

....
118

21. "i\u-clelJ c/u principc de op. cit., pág. ,i7.


7, "lnhibirioll, symptollll' tI op. cit., p,ig. 285.
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"Esquissc d'U!lC psychologic scicmifiquc\), en Lr N,llSSmlCe de

Agradecemos a Jos editores de cada obra citad8 de Freud la psychanlysc, PUF, 1991, p'gs. 326-327, 338-339, 350 l'
y LaCi111 habernos permitido su inclusión en esta); páginas. 352.
L'Jlllerprélatioll des rc'<)('s, PUF, '1987, págs. 51
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