EL DOLOR FÍSICO
FL DOLOR FÍSICO
J.-D. Nasio
PSICOANÁLISIS / ECONOBOOK
El dolor de amar
j.-D. Nas;o
El objeto en psicoanálisis
El [eliche, el welpo, el nÍl¡o, 1" ciencia
11'1. Augé, lVl. Dav;d-lvIcnard,
W. Granoff, J.-L. Lang yO. lVIannon;
Lenguaje y silencio
Ensayos sobre el lenguaje JI lo inbuJi'Iano
/{l/itLTdllfra J
Gcoroc
b
Srcincr
TítllJO elel origin;¡l en rr,11lcés: Lo clouleurph1Jsique
ISBN: 978-84-978'1-183-2
Impreso en Argentina
Pn"nlecl in Argentino
que interviene en la génesis dc ¡,)(lo dolor ci;1r h ambigüecl;-td del término "dolor".
corpoLl1. 1\155 que una sensación) es una emoción j'
hasL1 l.Ula emoción que puede nacer S¡;l
Quiero destacar que, curiOS;lC!ente, hoy que haya una lesión responsable: ,<Una ex-
los investigadores de bs llcurocienci;lS periencia [ ... ] descrita en términos qJ!e
comp;1rten nuestro interés pOI delimitar e'vocaJl una lesión de esa índole>,. Vemos
de \;1 mejor manera posible el compo- hasta qué punto esta definición reconoce
nente psíquico que interviene e 1 el hecho la existencia de un dolor real, es decir, sen-
doloroso. Nlc sorprendió descubrir, por tido concretamente y del que el paciente
ejemplo) bs duelas e interrogaciones qllC se qucjJ, pero sin que haya necesariamen-
se plantcabJl1 los científicos reunidos en te un traumatismo orgánico que lo justifi-
la International Association for the Study que. En una palabra, la IASP reconocc que
of Pain (IASP) acerca de la incdencia dcl el dolor podría existir únicamente en lo
psic¡uismo en la ncurofisiologí;:-I del dolor. sentido}' en la queja que lo expresa.
Sin lograr explicarlo formalmente, estos
invcstig,Jdores consideran que el factor Esto nos da una idea de la extensión del
psi"quico es una de las causas principales campo clel dolor que excede ampliamente
de b emoción dolorosa cuyos resortes si- a UIlJ concepción estrictamente ncurofi-
guen aún sin ser explorados. Est::nlal1, par- siológicJ y nos permite comprender por
ticularmente, que e5e factor dc.::conocido qué hoyes neces;1rio abrir nuevos surcos
también sería responsable de un dolor co[- en la investigación psicoanaJítica con el
por:ll muy atípico calificado de «psico- propósito de situar adecuadamente la par-
génico», es decir, de origen excl1.lsivalTIen- te correspondiente al psiqllismo en la
;c psíquico. Se trata de una sen, ación do- dcterminación del hecho doloroso.
lorosa expcrjmentada, sin dur',a, por el
. . ::-
sUJeto, pero que no tIene IlIng;Jna causa
identificable que la cxplique.
Por tanto, si queremos saber por qué su-
ASÍ, la definición «oficia]" :lcl dolor fren nueSlros pacientes y por qué sufri-
propuesta por la IASP deja cntrever esus mos nosotros, tenemos que observar a tra-
distintos incertidumbres relativ,<s al papel vés de la Icnte de la metapsicología y des-
que ejecuta el factor psíquico. Quiero re- cender al cor;1zón del yo para encontrar
producir aquí los términos exactos de esta allí la psicogénesis del dolor. Queremos
definición. El dolor -se dice- . ería ·'una penetrar la trama íntima de las represen-
expcrienci;-¡ sensorial y desa- taciones inconscientes, dclimitJ.f COIl la
gradable, asociada con una les; Sn tisular mayor precisión las fluctuaciones de las
rcal o potenci;11 o incluso descr,ti.1 en tér- tensiones psíquicas y comprender así h
minos que evocan una le5ión de esa índo- incidencia irreductible dc la psigue en el
le». Al relcer cstas líneas podemos apre- nacimiento del dolor corporal. La pr:ícti-
L
JI; El. !lOLOlt [-lsleo _ El dnlnr (isicn ]7
lor05a )' el dolor psíquico F,ropiamcntc Por tanto, en nuestro recorriJo respeta-
dicho. Ello se debe) como ),_1 dijimos) a remos estos tres tiempos de la formación
que el dolor es Ull fenómcllo mixto que de un dolor: el tiempo de la mptllra o do-
surge en el límite que se estab. cee entre el lor de la lesióll, el tiempo de la conllloción
cuerpo y la psique. Por ejemplo, cuando o dolor de la cOllmocióll y el tiempo de lo
estudiamos el dolor corporal comproba- lTdccióll defenÚ'ua del yo o dolor de reac-
mos que, al margen de sus es victos meca- CIOllaJ:
nismos neurobiológicos) esencialmente
la emoción dolorosa tiene su explicación
en una perturbación del psiqu ¡smo.
El dolor de la lesión
Proceso de formación del dolor
Tomemos el ejemplo de una grave quema-
Ahora tenemos que identificar las diferen- dura en un brozo. Después de un breve
tes etapas de la formación de Vil dolor, sea instante de pánico en el que el brazo que-
el que fuere. Ya se trate de ur dolor cor- da anestesiado por el shocl" el yo experi-
poral provocado por una lesi6n en los te- menta el dolor local de una herida en el
jidos, ya sea un dolor psíquico provocado brazo y siente de inmediato el dolor inde-
por un s!Jocl, psicológico, el d.)lor se for- finido y penetrante de una perturbación
ma en un instante. Sin embareo , veremos
,)
interior. El yo ejecuta, pues, dos percep-
que su génesis, aunque insrand.nca, sigue ciones simultáneas: percibe a la vez un
un proceso complejo: comienza con una dolor que localiza en el nivel de la lesión
ruptura, continúa con la C0711;1oCÍón psí- cutánea y un estado de conmoción intcr-
quica. que esa ruptura V cul- na q lIe lo invade. Estas percepciones, mez-
mina con una 1-eacóón del yo cladas en la expericncia de un mis1110 afecto
que intenta detener la. conmoción. En ca- Toda lesión doloroso son, sin embargo, muy distintas.
da una de estas etapas domina un aspecto dolorosrl del Por ello consideraremos sucesivamente el
concreto del dolor. cl/apo será dolor producido por la lesión y el que es
pacibidd como propio de la conmoción. Luego aborda-
1/11.1 lesión)' tf11
Así a.parecen, sucesivament;:, un dolor remos el tercer tiempo de la génesis del
dolor cxterno
propio de la ruptura, luego un dolor in- porque el mismo dolor, es decir, el de la reacción. Diga-
herente a la conmoción y, por último, un C11C1pO es 1110S enseguida que, para defenderse de la
dolor suscitado por la defen,,·, refleja del percibido conmoción, el yo reacciona torpemente
yo en respuesta a la conmocié'!1. Eviden- illltlg in a rimn eH t e porque, en lugar de reducir el dolor, lo
como U11
tcmentc, en realidad estos tres dolores aun1enta.
envoltorio denso
sólo son los diferentes ospeetos de un y sCJlsible que
único)' mismo dolor instant<Í.- nos contiene .1' nos Comencemos, pues, por el dolor de 1"
!1eal11entc. SUsflCJ!C. Icsjóll, es decir, el afecto que sÍenEe el yo
.. __ .
/s EL nOlOH rislen
El dulor (¡sien 19
cuando sufre un daño en los (ejidos que se cuerpo. Entonces, b sens;lción dolorosa
traduce, desde el punto de vi ta energéti- se reaviva al formarse la representación
co, en UJla excitación brut" I percibida mental de b herid;1. Por tanto, el sujeto
imaginariamente en b perifcl<ia. Al m¡H- experimenta un agudo dolor )r, simult;Í-
gen de que se trate de un alJC;Ue al envol- neamente, visualiza una imprecis;l
torio eXlerno del cuerpo o a 'los órganos de la quemadura del brozo. Así, pues, la
internos, el yo que sufre pcrábirá imagi- percepción de la llaga no sólo es la apre-
}hlrit7inclltc C1falr¡lficT lesión [umo UJM em- ciación de un cambio del estado de
bestid" exterior a/ yo. En cfeceo, el Yo ex- los tejidos corporales, sino que también
perimenta el cuerpo como su \:!xtcrioridad :1crúa como un aparato fotográfico que fi-
viva y sensible más allá de \;J cual se ex- Ja en la conciencia la represenL1ción men-
tendería el mundo cxterior. 2 Es decir, tal de la región lesionada. LI;lmamos a
existe el yo que siento y CXiS[I;; mi cuerpo, esta representación, que tendrá. un p;lpcl
fuente de !J sensación dolora::';). ASÍ, CUJI- decisi\'o en el tercer tiempo del proceso
quicr lesión corporal, sea una herida cutíÍ.- doloroso, «rcpresent:1ción del lugar lesio-
neo superficial o uno profunda necrosis nado y dolorido del
del miocardio, sed. vivida pr)r el yo su-
friente C0l110 una efracciór; fronteriza, Ahor:1 bien, esta imagen mental de la
más exactamente como una li:sión perifé- herida, nacida de la percepción de la le-
rica, es decir, exterior al yo n'-'51110. En su- sión, fija el dolor vivido en un lugar pre-
CISO del cuerpo. Al sentir dolor, b perso-
ma, el dolor no está más en m''', en mi inte-
rior, sino en mi brazo. Prel::isemos, sin na quemada cree que su dolor se concen-
embargo, que cuando se proéuce un acci- tra en la herjda y sólo efl1ana de ésta, es
dente lllUy grave el yo ya no queda cliso- ,,1:."/ dolorJúico decir, de lo abertura del tejido, como si la
pone eJl fuente del sufrimiento se redujera a la ex-
ciodo del cuerpo y deja de pi:rcibir o éste oposición con
como una unidad exterior. En esos mo- tensión de la quemadura. La experiencia
I/lIes/ro [!ferpo,
mentos, en los que somos cuerpo ('1 w,d se doloroso parece estar tan localizada, tan
conmocionado, ya no hay 1,: sión corpo- 11711('51r<l encerrada e11 la lbga, que la región dolo-
ral: lo que se quiebra, sufre y se convIerte ((¡JI! pie t{/ 111 ('1I! e rida parece cobrar autonomía y separarse
{ljel7u ,1 lo ql/e eI.el como si fuera un parásito que
en dolor es tocio el ser.
L'Shé ell nosotros."
t¡r;lJ1IZa, socava y clebilit;:l al yo. La per-
P. VAlfE)
cepción sensorial de b lesión ha forma-
La imagen mental de la heri da do la imagen mentol de la herida acom-
pañoda no sólo del sentimiento de que el
La percepción de una-excitación doloroso OSlento del dolor es"í en la herida y de que
localizada imaginariamente ('11 el exterior la herido es periférica, sino también del
de nuestra yo que percibe -Lr quemadura, sentimiento de que el lugar doloroso, se-
por cjemplo- imprime inmec'iatamente en parado del cuerpo, se ha convertido en
el yo lo imagen del lugar l::sionado del un retoño que nos es hostil. Y sin embar-
20 - El IJI) I 1." I{ I I ti: \' El dolur fisicu 21
:;.
Pero ¿ cuál es este otrO sufrimiento que
se apodera del Yo y lo marca profunda-
mente con el sello de la desdicha? Para
El dolor físi«("! 23
responder, rctomaremos ahoLl hs hipó-
agresión
fesis frcudian;ls del dolor físico F rcsenta- exterior
d;IS en el "Proyecto» y las :1plicFemos :11
Cl$O del dolor de L1 quemadura, [liremos,
nueva scnsación, un;! Jesi;)n psi coso- (criil elel VO, tiene la función de percibir
máticJ J un afecto, un comportJmicnto las del mundo cxtcrior.-'
impulsivo o una conducta que tiende al Un scoundo
b OrUJ10
b - , SitLLldo en el centro
fracaso. Mientras el dolor del posado ho- del \'0, compuesto por las «neuronas elel
bía sido provocado por un agente exter- cumple b función no de per-
no, las J11i:lOifcsLJcioncs dolor<)sas de hoy cibir, sino de conservar b huella de los
pueden ser el resultodo de ura estimula- acontecimientos Este últi-
ción externa o interna a menudo anodina mo grupo es el que llcgaL1 a constituir,
e imperceptible. Formulémoslo con mayor en el pensamiento frelldiano, el ',sistema
precisión. A partir del momcnto en que inconsciente». En efecto, la neurona del
una primera experienciJ dolorosa queda recuerdo es el antepasado conceptual de
registrada en la psique y reaparece de ma- la noción freudiana de la representación
nera irreconocible, adquiere LJ condición inconsciente, Del mismo modo en que la
de dolor inconsciente. Pero ¿c6mo expli- representación psíquica contiene dos ele-
car esta transformación? ¿ CÓF10 explicar mentos indisolubles -un contenido fi-
el paso de un antiguo e imense· dolor cor- CTurativo,
b
llamado "representante)), y la
porJl a un dolor inconsciente? energía que Jo inviste-, la neurona de!
reCitado contiene la huella o la imagen
'DecíJl11os que, durante!J cor'nloción, la mnemónica de un acontecimiento pJsado
entrada fulminante de JlcanzJba V del afecro que la carga. En esros dos
el núcleo central del yo (fig. 1). Pues bien, estamos en presencia de un conte-
precisamente ahí, en el cora:t:ón mismo nido representativo y de su ínvestidura
del )'0, se rcgistra la expcrienci:l traumáti- afectiva.
ca. PJra mostrar mejor esta clj"Jcidad del
yo para conservar bs huellas inconscien- Finalmente, el tercer conjunto neuronal
tes de las pruebas que afronta, debo dete- cumple, como el primero, una funclón de
nerme un instante y describir brevemente percepción dirigida no hacia el mundo ex-
los elementos constitutivos del yo. terior, sino hacia el interior} para caprJr
las fluctuaciones de la energía interna. Es-
En iJ época en que redactó e «Proyec- tas neuronas perceptivas no sólo tienen b
to>;., Freud imaginaba que el yo está com- tarea de detectar las variaciones de la ten-
puesto de dos elementos esen-;:iales: una sión psíquica, sino también la de hacer-
(energía» que circula y tiend-:: a la des- las repercutir en la conciencia, donde ad-
carga y que la rr;\nsportan. quieren la forma de afecros agradables,
Una parte de la energía proviene del ex- desagradables o dolorosos. Agradables,
terior y otrJ se propaga por el lnterior en cuando el ritmo del flujo energético es sin-
el espacio intra e intcrncuron;ll. En cuan- crónico; desagradables, cuando éste es ace-
to a las neuronas, se subdivid,;n en tres lerado, y asincrónico, y doloroso, cuando
grupos. Un grupo, localizado ·:n la peri- el ritmo se enloquece o se rompe.
,c) guli,;¡
28 El Jolor físiro
¿ Qué debemos retener de e ::;tc cuadro dente. Ahora bien, esta Imagen, Illscntí1
sintético? Ante todo, que esta ficción del para siempre en el yo por la conmoción,
yo, imaginada por rrcud en le:> primeros es muy diferente de la que imprimió la le-
años del siglo xx, continúa siendo, COI1 al- sión. Ya no se trata de la representación
gunas variantes, b matriz de la vidJ psí- consciente del asiento de la lesión, sino de
'luic;] tal como hoy b ma}'orí;] de los una imagen no percibida por b conciencia
psicoanalistas la conciben. Y ,':s unJ fic- que representa una particularidad del ac-
ción sorprendente por el ceo q'Je encuen- cidente.
tra en los progresos cientÍficcs actuales.
Tengamos presente este concepto de Así pues, el yo conservara en b memoria
'\neuronas del recuerdo», pu es nos servlrá la "fotografía» de un detalle de la agresión,
para comprender el p;]SO de un dolor físi- una imagen mnemónica definitivamente
co a un dolor inconsciente. asociada a lo experiencia dolorosa, De to-
das maneras, la neurona que conserva esta
imagen se vuelve extremadanlente irrita-
El paso de un antiguo dolor corporal ble. Está pronta a reaccionar ante una
a un dolor inconsciente eventual excitación, lo que puede llevarla
a descargar su energía de otra forma, en
Como hemos mostrado, el trastorna- otro dolor, una lesión, una acción O un
do por la irrupción m3siva Llna impla- afecto penoso, Freud hablaba de «un c;]-
cable energía, consigue sin embargo auto- Il1ino abierto») para referirse a ese fenóme-
percibir su estado de conmoci6n interna y no de sensibilización de las neuronos del
el dolor es la traducción, en la I:onciencia, VII doloroso
suciio de
recuerdo. El aflujo de energía ha sensibi- ,
"
de esta percepción, También dijimos que lizado de tal modo ],S neuronas que las
mllli/ac/ólI puede
el aflujo masivo de excitación, que entró excitaciones más débiles bastarán para re-
pro7)Qcilr, en el
por lo brech;] abierta de la lesión, llega lIIomento en fjlle
activarlas y reanimar la imagen que con-
hasta el grupo central de las «n,;:uronas del In persona tienen. Estas excitaciones ya no seLin bnl-
recuerdo». El paso forzado del flujo ener- despierti-l, If/l tales como lo fue la quemadura, sino casi
Íll¡}a!idalltc dolo)" imperceptibles}' de baja intensidad; po-
gético tiene dos consecuencias: por un
el¡ 111/(/ pierna.
10do, se inscribe una imagen rnnemónica cld.n ser externas o internas. Pero, desde el
en algunas de esas neuronas y, i)or el otro, momento en que una de esas excitaciones
se acrecienta la excit;]bilidad ckl conjunto inadvertidas reactiva la imagen mneI11ó-
neuronal. La imagen que qued:d-á grabada nica de la agresión, puede aparecer, por
en lo neurona es la de un dcralle de la ejemplo, un nuevo dolor, menos violento
agresión ü del objeto i·gresor. Si retoma- que el primero y situado en un punto del
mos el ejemplo de la quemadr.ra, proba- cuerpo diferente de aquel que resultó le-
blemente retengamos un aspecto del fue- sionado en el accidente inicial. En este c;]-
go, su crepitación, su olor, SlL: colores o so el sujeto experimentará una sensación
bien un elemento elel context,) del acci- dolorosa inexplicada, es decir, que no ren-
El Julor 31
.JO El ¡lOLO!', FísICO
.
[O nul'\'o, el afeno siempre lS el fruto de madas se cxtcriorizJn, finalmente hemos
35
I
1
CULTpt) O esc aspectu de los scres o hs co- igtLllmen[e reJnivJ, de la representJción l.é
a los cuales estamos Jfecriva \ durade- del objeto amado perdido.
ralllente apegados. PoStUl.l!l10S,
guiellte hipótesis: cuando qllcdalT,os
1.1 si- l\claLldo es ro, VOIV;111105 J pregulltJrnos
cómo j'l1tenta el yo sobreponerse J la con-
I
d()s de la integridad Jc nuestro o moción por I;¡ Tras-
!lO que se fOrJ1l;1 en l'se mi:;¡llU instante. cicnlc- nunca se ajusta a la anatomía rcal,
[s ckcir, esta representación nu cst5 ;11l¡ sino que corresponde a una ;1natomÍa fan-
desde sicmpre, sino que nace con la per- LII
t;:lseacla. Ninguna imagen ele una región
cepción sensorial de la hcri¿l la impre- rcprcsClll,rción de corporal ofrece el estricto reflejo del cuer- ,"
,
sión de que el dolor se locaLz;l en ese lu- I,I ZOlld IcsiulI,ul,( po ¡-al oL11 es. 1\1is percepciones siempre
.:-"
g;l r. cs dl'lIcialmente son interpretaciones dcfonn;lntes de la rea-
111 (()l/S cIeJl le,
lidad, ele las vivencias rantascacLts de mi
pero dll1"dll/C el
Sin embargo, la imagen dcl cuerpo heri- ,,((t'.in Llu/u)osO cuerpo.
do no sólo e5 contcmpodJ1c: ele b lesión; ,¡(!ord (/ nI!
proviene ,olllbién de Illúltipl, s huellas de- lIH/ClU/Cl,L AdCl11;ls, el cOlltenido 1111;1glI1ario de la
jadas cn el inconsciente por lntiguus do- representación se integra en una fantasía
lores y por los deseos de los "tros.Incluso (fmlfdsme) ya dispuesta por nuestros de-
la vivencia actual de mi Illovién- seos incoJlscientes. El lugar del cuerpo
duse en el espacio modela eS,l iJ1l;lgen. Es afectado por blcsión se presenta siempre
decir que ('St;1 imascn dolorido, l'ncelT:ldo ell la escena L1J1taseada de un
subrcin\'cstida f)or el vo
, j);F:1 mitio-ar
b b sllciio \' i1sociada a la acción de un perso-
l-DIl1l10ción, se funda e.n u!u 1l1uhitud de naje P;ua decirlo brevementc, la
percepciones no consciente::, quc fij,lron fepresellLlcióll de 1:1 ZOI1:l dolorida, surgi-
acontecimientos pasados, fe;_',isrr;1roll los eh de mis 111l[Jresiones y actuales,
illlpoctos dejados por el dese,' de los otros 1ll0dcLld" por el impacto del cuerpo de
y que ho)' captan las vibracic1iles scnsori:l- 105 otros, lli1cie!J con la lesión y dcsrin:lc!;l
a COllCC'lltr;¡r ell cl1.1 el flujo inconrrohdo
de l'nergLl) C'S la imagen de un
fragmento dél cuerpo situ;1cLll'n el centro
dl' una C'SCell:1 LlllLlscac!a. Si bien puede pc-
llctr;n en el GlmpO de b. concie,leí:1, esen-
cialmente esta imagen sigue lcnclo in-
consciellte. se hace consciente, su
contenido imagin;lrio suele tOJT¡i1r presti1-
da una espaci;-¡I producida
por sCllsi1cioncs, tanto visuales (J1110 cícti-
les, tanto sinestésiclS como ccnestésicilS.
/.,r c,¡I',¡ci¡{,/{! de Así, cu,lndo el sujeto sufriente visualiza 1.1
Preguntas y respuestas
el dolo)")' región dolorida internJ o cxtlTna de su sobre el dolor físico
lit'
cuerpo, se la rcpn:senlil en el c.;pacio. Al
rel' re)' e JI r, 1 nI o s
ru 11 i C/ 1'11 [L'J1JI.!JJ t L' tratar de describir su dolor, cmplca fór-
el Il/gllr dI.' /;; mulas como: "Sienlo que me pesa una ca-
herid" .'e pa', o «un punto,·, "C0I110 un globo» o Ul1-.1
,¡¡!ljflC)·C ()"i/S "barra):> y hastJ "como púas». 'To(hs eS[JS
la.i prhl7crtls expresiones muestran en qué llcdida la
fcp,¡r¡/OUlll'.';
imagen consciente del cuerpo d,.)lorido es
trtlIlliI,íllCdS de!
I1I7ClmiCIl!:J y de! la metorOra espacial e imprecisa de la sen-
desldi'. sación dolorosa.
de UIU ObLl que se extiende ¡durailte ClLl- unidad. Para que podamos ILlbLlr de do-
renta ;1ilos! De modo que p;1ra m" fue un lor debe haber una pérdida, la pérdida vio-
desafío intcresarme en el tcma, ;llovic\o lenta e imprevista de un:1 unidad. Si la
por el deseo de tratar una cuestir'ql poco pérdida no es brutal no hablo de dolor, si-
elaborada por los otros autores. Y LllTI- no de sufrimiento. Para mí el dolor está
bién constituyó un reto interesaLne en el vinculado con el tiempo) con b inlllcdi:1-
estudio del silencio)' publicar una obra tez, C011 lo imprevisto.
colectiva sobre El silencio en psiuunálisis.
No obstante, en lo que respecta ,,1 dolor, e ¿ Cuál e:; Id dl/ci"cJlcid entre
no sc tl";1tó sólo de un desafío teó.',-ico. lvli co y dolor psíquico?
experiencia personal, tras experin: cntar el
dolor provocado por la pérdida ele un ser Desde el punto de vista analítico, en rea-
querido, y mi trabajo con pacientl.'s, escu- lidad no hav diferencia entre dolor físico y
chando su dolor, me llevaron a ,:,'laborar dolor psíql;ico. NL1ntcnelllos artificialmcll'-
profundamente la cuestión. Inicidmente, te b diferencia para elaborar b cuestión
en 19% quise titular la obra El fibra del e investigarla. Continuemos diciendo que
dolor, pero comprendí que era tan incom- hay un dolor corporal)' un dolor psíqui-
pleta que necesitaba agregarle un ,:omple- co, sabiendo que en el concepto del dolor
mento. Reelaborando el libro me ji cuen- hay una unidad. Comencemos por el do-
ta de que el complemento estaba rresente, lor físico que todos hemos experimenta-
porque no podía hablar del dolO!" sin ha- do, AClualmente se conocen bast3.nte bien
blar del amor. En efecto, sólo b",)' dolor los mecanismos de producción de un do-
sobre //11 Jo 11 do de amor. Y ésta 1'5 mi hi- lor corporal (la circulación del influjo '/
pótesis, al margen del tipo de doled', ya sea doloroso, los receptores, los mecanismos
corporal o psíquico, )' de la ed,¡d de la bioquímicos, etcéter3.). Pero los científicos
sea niilo, adolescente, ;¡dulro o reconocen que no s.lbell qué es una emo-
JnCJano. ción dolorosa, Sabell responder a 1.1 pre-
gUllta ¿cómo se produce un dolor?, pero
El dolor es Ulla reacción afectiva a una no saben explicar cómo se siente un dolor
pérdida. Siempre se trata de la pérdida de en el cuerpo y en el espíritu. Distinguen la
una unidad, tanto en el caso del d,)]or físi- sensación dolorosa de la ellloción doloro-
co -cuando se pierden la. arlllonÍ:;. y la in- sa. Dilmasio va más lejos y hace investiga-
tegración equilibrada de las cUeremes ciones relativas a la emoción dolorosa de-
partes del cuerpo- como en el del dolor jando de lado las referencias al tálamo y al
psíquico, cuando la pérdida estó relacio, hipot,ilamo, para decir que la emoción do-
nada con un ser querido. El dol"r es uno lorosa tiene que ver con la representa-
reacción afectiva y una pérdida brutal y ción,' Si "bordalllos el tema del dolor psí-
violenta de Ulla parte que ten::mos en quico, lleg:1i1los a un fenómeno todavía
gr3.11 estima y de la que depende nuestra nüs complejo, No conocemos ni los IllC-
53
c,lnismos de producción de C.sr< dolor ni 1:1 !J]"eSl'llL1Ción melltal del nLil'ro. En el C1-
éll1ución psíquica du!nro5:1. so de un infarto de mioc.ndio, por cjl'lll-
pll")) b perSUIl;l ellferma rcndrií una repn.'-
puntos en común entre el dolor fí- 2.1'1lL1Ción JllCnL1L ;HlIlCJl1C se;l imperfl'Cl:1,
sico V el dolor p.síquico. El dolor sólo de L1 zona dc'.]nrida. Y sohrl'in\'l:,stiLi ('su
puede comprenderse sobre ll!\ fondo de rcprcscllt;-¡ción melltal del corazón enfer-
:11110r, pues no podemos sufrir en el senti- mo. L;¡ rcpn:sCllt:lción pucde ser visual,
do de expcrimCnlilr dolor, n(,) podemos l'l'j"¡) 110 sicmpn· lo cs. Puede ocurrir Cjue
"dolernos» -algo diferente del verbo «su- 1.1 jJcrsonil 111Ll il1Llt,l'n imprecis;l,
frir:·¡-, si no es por h pérdich el;, un objeto V,l!;;l, de] dtJlldc sicllfL' dolor. cumo
que aprecialllos mucho, inrcns:¡mentc) con unJ especie dc difusa, poéticJ,
pasión, con un apego que nos e;; indispen- rom;Íntica V no muy biell EstJ
sable, mós allá de quc se trare ,le un obje- ima)2;cn, cn'rcJlicbJ', no tiene nada que ver
tu perteneciente :11 mundo físico o al L'OIl 1.1 \'erebdcra anatomía. Es una reuión
mundo psíquico. J\dcmjs, h:ly otro :15- fallL15mitic;1 y esa fJJ1tasí:1 será el objeto "
pecto importante: no hay dolo!' sin rcprc- ele la sobrein"csticlura, Podemos decir que
psíquica dcl objeto ;1 i cual eSLl- b sobrein\'cstidura energética de esta re-
mos :1pcg:1dos. El dolor siempre :1parcce presentación es una especie de defensa del
acompaii:1do por una transformación de yo frente a lo pérdida. Pierdo algo)' roda
eS[;l rcpresentllción mental eDil un aflujo mi encrgía se concentra en b
dc energía hacill b representacón, Puede ción de h COS;1 perdida. En mi espíritu, L1
ser la representación de un s(:r querido sobrcc;1rgo, El dolor serÍJ h "ivellci;l
desap:lrecido (1 de una parte del cuerpo correspondiente a la sobrein-
herida, En cualesquiera de los dos casos, vestidura dc la represcntación Illcllt;ll de
el dolor corporal u el dolor psíquico, el la zona dolori,h (en el coso del dolor car-
yo snbrcínvíste la repn:senl:1ción mental p'Jr<d) o del objero amodu)' perdido (en el
del objeto perdido. C.1SO del dolor psi'l"ico).
Q Con ,-cspccto (l /'15 rcpres(,]lttlciuJIcs, <) ¿No (,51,1 pt;,.didd lo r¡lte !J'fC!.! fJue Ifno
en Sil IcorÍi1, usted dbonld dos dspcctos di- tcngl1 lfl1d n:prescJltdción del objelo?
feren/es. Usted describe IfiM F!jJrcSCJlta-
ció n 'visllal del dolcn)' habla d, "!otogra- EX;lCl;ll1lCnte. no Ille du),' CUCIl-
j/a" i1S0ciadi1¡d dolor. ¿Podrra desarrollar Ll de que 10 hago. En c;1lllbiu, basLl que
un poco más lo que dice de la relación con tenga una crisis de asmil o una bronquitis
el dolor del qlle ¡filO se 'de{icI1L'e crcando P;lLl darme CUCllta de que p;ua mí respirar
un sÍgJlZficmlu.'? es algo esenci;)!. EfecrivJmclltl\ L1 expe-
rienci" de la pérdida del objeto cn lo re,,1
Decía antes que el dolor ;lpaL:cía aCOIl1- es lo que realza b existencia (k la repre-
jlllil:1do por una tI:;lllsfonnació!l de la rc- sentación.
resptlt'SD5 el dolor físilOo 55
su madre, se comporta como si n(l hubiese del parto presenta ll1;:tnifestaciones dolo-
ele verla nunca más y necesita experiencias rosas. Puede mostrar un canÍttcr <lmodo,
consoladoras repetidas para finalmente estar atónico, p,llielo, no comer y hasta es
;1prender que a esa dcs;¡parición de su ma- posible que no llore. Freud hebb delllan-
dre suele suceder su re:1parición" ,. to, pero un dolor puede menife'tarse de
otro modo, sin llanto, como un repudio
Freud afirma, pues, que el beb,? expcri- del contacto con los demás y con e1mun-
mcntJ angustia y siente dolor. E n ciertas do. Algunos dolores provocan reacciones
circunstancias, el pequciio vivt los dos de abendono completo que están más ellá
afectos confundidos porque aÍlr no sabe de le tristeza o b depresión. Son dolores
distinguir la ausencia temporal de su ma- que perelizan e le persone. Un niño puede
dre (angustia) de su desaparición definiti- vivir perfectememe este estado de eban-
va (dolor). Confunde el hecho ce perdcr dono, de atoníe y de rechazo del contacto
de vista a su madre y perderla re llmentc. con el mundo porque sufre el dolor cn su
En ese momento experimenta 1'n senti- cuerpo. Es un dolor mudo, no percibido,
miento mezclado de angustia y de dolor. más bien impulsivo, provocado por la pér-
m:ís urde, alrededor de los c:os aiios, dicle treum;Ítice del objcto el cuel estuvo
50 57
unido a lo brgo de todo e] L'l1lb:trazo. Por :;¡ ¿ Cómo perciben los padres el d(jlor dc
t;HHO, el bebé tielle un;l rcprc:;cnLlción; SI! In/o?
UI1:t represcnLlción rrimiti\'a, ¡ -lntaSC;¡c!a,
rudimcnt,lri:t, elelllL'lltal, pero , t.ste es un punto rnuy irnponantc que
cióll:11 fin, yeso me permite dc::ir que IIlCldc en el tema de la identificación. Los
la represent:1ción que existe es 1.1 dolor. p;ldJ'cs sufren el dolor de su hijo IlLís que
el dolor propio. Cuando uno observa a un
o ElllmIto, ¿puede exjJn:stlr ot:".1 cosa que padrc que ;Jsiste : 1 una intcrvención como
no sed el dolor? u,llilJibroscopia, por ejemplo, a L1 que es-
ta 51cndo sometido su hijo, tiene L1 im-
Podemos considerar ellL1I1[o de dos ma- presión de que ese hombre está viviendo
neras. Podemos entenderlo desde un lo ,que vive su hijo en su propio
to de vista psicoJ11otor y económico, ;lhl tencmos un fenómeno de identifica-
ed. En las obser"vdciol1es prclim ;ll¡1Tes que cirlo, el hilo ¡"ojo de su reflexión PSiCOí7l1fl!í-
usted hace id cumienzo del libre' rnenciond tica referente alterna del dolo"r?
qlte, desde el punto dc 'Vistd psic JL1Jlillítico,
no ha)' diFerencias entre dolor /(sico J' do- j.-D. Nasio: comparto sus reticencias en
lor PSir¡Il¡:CU. Siempre se trtlL1 de [til Ienó- cuanto a la oposición entre dolor y sufri-
mel10 de limiLcs: Ya sca ellimi¡-c impreci-
,i miento_ Mi tema inicial de investigación
so entre el cuerpo JI la psique, t'rr/rc el )'0 JI fue, por supuesto, el dolor moral. Ante
el otro o, principalmente, entre el j/f1]cio- todo quiero destacar que en la biblioara- b
namicnto ordenado de ht psique y Slf des- fía psicoanalítica y psicológica el tel11a del
barrltamiento ". dolor moral, del dolor interior, del dolor
. ¡-
pSlq1llCO, SI se prellere, del dolor que se
El dolor ]'cJJlitirÍt7 más id cuerpo JI il Id experimenta durante el duelo, por ejem-
sensacióll! mientras que el Sfflri'lúento rc- plo, que es una ele los variantes del dolor
63
que se IlamJ al11,)r propio. El cuarto viviendo con esta enfermedad o mOrir
vínculo de amor cs m;ís difícil de discer- pues no soporto perder mi cuerpo y los
nir, pero cn el tr;lb:1jo psicn'1'1;1Iírico lo dos pechos». Es[a lllujer se despbza en si-
obser\':ll11os perl11:1ncntclllcntc; es el ;11110r lb de ruedas V tiene una dolencia muv
no por cl ser que :1.1110, sino po;- el ''-'¡'?lodo grave, muy Lo que siente es U;l
t1J}70TOSO. Amamos en un l'SLldo de espantoso dolor de mutilación. Yeso est:í.
enamoramicnto. J\l11amos :lmar y scr ;lI11J- en el cuarto dolor psíquico: es el dolor no
dos. Este sentimiento !11ll": Importantc, por el ser amí1do que va a morir, sino el
sobre todo para las mujeres, L;¡ mujer es dolor de perder al ser amado, de que se va-
un sujeto -y digo la muje¡. J cr 1 la r rso- ya, de que me abandone; en este caso po-
na no necesariamente tiene que ser ;:, :,t6- demos hablar de un dolor de abandono.
lllic;1111ente mujer; tambié.J pu :(:c ser un Éstas son, de alguna manera, las cuatro va-
hombre en posiCIón de nll.;l. '- 0 el Ser riantes del dolor psíquico. El dolor psí-
hum:1.no en posición "femcnina», que es quico es una ruptura, es un estado, podría
un sujeto que mantiene un:l re':;:¡ción fun- decirse de hemorragia consecuen-
damental y h;1st;1 podría decirs( que nece- cia de la ruptura de un vínculo amoroso.
saria con ese vínculo mismo de amor. Desde el punto de vista corporal, por su-
puesto, hay repercusiones, pero no preci-
De modo que hay cuatro Ylnculos de sas; por tanto no hay una localización pre-
amor: amor por el ser amado, ;"! mor por el cisa del dolor psíquico en el cuerpo. En
cuerpo, amor por la propia imagen y amor cambio, en cuanto al dolor que podemos
por el vínculo amoroso mismo. La ruptu- calificar de psicogénico y que es un moti-
]';1 de cualesquiera de estos cuatro vínculos vo frecuente de consulta sobre todo en
provoca un dolor que es un dclor psíqui- medicina gener::d, es importante precisar
co. La brusca ruptura de un vínculo, que no se trata de un dolor en la cabeza,
ta, definitiva, con el ser que an:;11110S es lo sino en el cuerpo, es un dolor corporal,
'.'.:e llamamos duelo. La ruptu"a, la quie- pero cuyo origen orgánico no es identifi-
bra de nuestra imagen que :,(' produce cable. Digamos que el origen de este dolor
CHanclo perdemos la integridad de la im;1- sin razón física es psíquico. A pesar de la
gen que tenemos de nosotros "nisl11os, es rí1íz psi, es necesario distinguir claramente
el dolor de la humillación. La :uptura del el dolor psíquico del dolor psicogénico. El
vínculo con mi cuerpo, con b integridad dolor psíquico no es corporal, mientL1s
de mi Cllerpo) es el tercer dolor, d de la que el dolor psicogénico sí es corporal pe-
tilación. Es el caso de una pacic,ltl' a la que ro de origen psíquico. En general, el ori-
atiendo actualmente 'viene a vermc gen psíquico del dolor psicogénico eSLl
porque sufre de cíncer en am':)os pechos ligado a un conflicto interior, pasado, an-
y me dice: «Doctor, vengo a verle porque tiguo, que termina por expresarse con un
me aconsejan hacerme la abla.:ión de los dolor en el cuerpo. .
dos pechos)' no sé si preficn.' continuar
-------------_._ .. _ ..
66 EL [J' JI UE ¡·jsICt"l
j'rq;lI11t.lS \' reSpUl'SI,\$ sobre ei de,l"r lí';ic,' 67
, ¿ ü posible i,. '111 poco I,ás lejos en
Por último, la tercer categoría del dolor
estos dijCre/ltes paisajes psicoanalíticos?
es el dolor el1 CIIanto objeto de placer, tal
¿Puede Jfsted t1c1dn1Tnos las 'lociones de
como se puede observar en la perversión
afecto, síntoma)' objeto que !;a desarro-
sadomasoquista. En este aspecto habría
llado para que podamos prec'sar más lo-
mucho que decir sobre el dolor en la prác-
dos estos conceptos?
tica ele los pervertidos.
Lo cierto es que finalment<' 11c llegado
Pues bien, éstos son los tres campos que
a la conclusión de que el pai'=aje, el pro-
yo distingo: afecto) síntoma y objeto.
blema, el campo del dolor pude dividirse
en tres regiones} por SUpUl'Sl.0 hablando
o EI1 lo que concieme al dolor c01por"l,
desde un punto de vista anahico: el do-
usted desarrolla lo que llama "la sobrein-
lor entendido como afecto, el dolor en
vestidura de la imagen mental de la re-
cuanto síntoma)' el dolor en cuanto ob-
)eto. gión dolorida". ¿ En qué aspectos esta teo-
rización psicoanalítica permite suscitar el
interés de fas neurociencias JI basta ofrecer
El dolo,. como afecto. En esr:: caso lo en-
puntos de convergencia con los avances
focamos atendiendo a su de esta-
n e Itrocien tíricos ?
do afectivo. Y la dificultad que se presen-
ta es definir la naturaleza eL un afecto,
Me parece que aquÍ entramos de lleno
tanto en la perspectiva de la emoción co-
en la distinción que hago entre sensación
mo en lo perspectiva psicológ iea. De mo-
dolorosa y emoción dolorosa. En el fondo,
do que, cuando abordamos el dolor en su
la cuestión es la siguiente: ¿ cu,íl es la na-
condición de afecto, también lo encontra-
turaleza de la emoción dolorosa? ¿Cómo
mos en dos formas: el dolor corporal y el
delimitar ese estado, ese afecto? No lo sa-
dolor psíquico.
bemos. En realidad, lo único que sabe-
mos hacer es proponer hipótesis que per-
Luego está el dolor entendido como
miten reflexionar. Desde el punto de vis-
sÍntonw y en este caso es siempre un do-
ta analítico hay muchas hipótesis, pero
lor pues se experi:-:nenta en el
en el marco de estas declaraciones querría
cuerpo; la persona, el sujeto} lo vive com-
destacar al n1en05 tres que nle parecen im-
pletamcnte en su cuerpo, per:) se trata de
portantes.
un dolor que yo llamo sÍnton:a porque es
la expresión palpable, sensib:e, percepti-
La primera es la cuestión de la l11emoria.
ble en el cuerpo de un eonfli<to psíquico
Cuando sentimos un dolor en el cuerpo,
no palpable, no visible, incolsciente. El
sea cual fuere su causa, 5ca cual fuere la
ejemplo habitual de este dolo!" síntoma es
gravedad elel daño -no es necesario que
el dolor psicogénÍco.
sea un dolor extremadamente grave} no es
,necesario que sea un doJor in-
('.:' geJio.:l
(1 gnJis:.1
(,8
t<Jlcrable, por ejemplo como el q'lc puede e Pero, desde ese PUJlto de 'ViS/d, ? lnl do-
sentir uno tras un accidente serio -, lo que lor }1l{}1Ci7 serfil l1lff'i)O? '
lo modo como 1fna trrunp¡1 p.1rtl /,1; rcpre- sao Creo que en la emoción doluro.')a se da
seJlltlcioncs, con todo lo que impliL -l el do- primero un fenómeno de sobreinvcstidura
lor en S1l !1Inción conmeJ770rati-¡)¡l. de b representación )'} en segundo lugilr)
una exclusión de la rcprcsent;1ción.
En la scg1fndi1 IJIjJÓlCsis! lIsted h7"istiá en
la valoración exccsivd reacál.'(l el'; la re- o Si (lbora consideramos los d%res psi·-
presenlt1ÓÓn de la )N7rte heridd y e)" lo ina- cogénicos e5
J
esos d%res que se sien-
propiado y hasta perj1fdicitl1 ífue reslllta ten corporalmente, que se viven en el
este fenómeno de defensa doloras". ¿ el/ál clferpo pero que no tienen un origcn orgá-
pues, /(1 terccra hipótesis? nico que los jusufiquc ¿cuáles son jJa}"aus-
J
uno de los ejemplos más ilust de que cuenta que sobre la tumba de llJl hi-
este tipo de dolor. Hasta podría decirse pocondríaco aparecía la siguiente leyendL1:
que es el ejemplo mismo del dolor psi co- " Les dI/e que cstübtl enfermo}.>.
génico. Las cefalcns, con todas sus
terísticas, nómacbs, narrativas. vanables Efectivamente, toda su vida, toda su
en intensidad, también son cLfícilcs de existencia está impregnada, podríamos de-
situar en el tiempo. En el caso del dolor cir perrificJcIJ, encarnada, de dolor. Quie-
psicogénico de carJcter histérico, pa- ro hacer una últi!lla observación sobre el
ciente lo vive como algo que esd en el y la dolor psicogénico. Por supuesto, no se
explícación del de este dolor sería trata de un dolor simulado. El pacientc no
un conflicto psíquico anterior no resuci- inventa sus dolores. El dolor psicogénico
to, por ejemplo una culpa, un apa- es un dolor que se sufre realmente. El pa_
sionado, excesivo y hasta algtm tIpO ele ciente no simub y es importante señalarlo,
delirio amoroso, tanto en e1 hClJnbre co- porque, cuando se habla de histeriCl, con
mo en la mujer, e incluso el odio. r-lay, frecuenciJ la ncnte tiende a pcnSJr que se
"
trata ele simulación.
por ejemplo, oelios vívidos, po-
tentes, que en el origen de conflictos
que terminan lllanifesLlndose como un Q En cierto estadio crónico, aUll clfandu
dolor O a\ouna otra seilal en el cuerpo. ht7l'a lfJla expresión de verdadero dolor
cu;por,d siempre se da simultáneamente
J
El caso del dolor psicogél1ico oe carácter una si71to771atología psíquica que complictl
hipocondríaco es distinto. El p,ciente no aún más el panorm]]{l. En el plano psíqui-
Jo vive como algo que tiene y qce lo habl- co a menudo es difícil, si no ya imposible,
ta; él mismo es el dolor. Con es to quiero explicar las cosas a lf7M causa-
decir que el dolor es sti- dOCll'llento de lidad lhzeal y uno se 've obligado {/ expre-
identidad, es él mismo, es su ser. Desde un sarse de 01,-0 modo, es decir, [{ no bllscdr
punto ele vista psicoanalítico y tI1 lengua- verdadermnc!llC el porqué del dolo¡; sino
je psicoanalítico, decimos que e dolor del fl tratar de comprender más !,H Cosas aten-
Ante todo, como usted ha viste! el mo- Intentaré) pues, seii.alar los puntos de
delo freudiano del dolor corporal ¡iene un coincidencia más claros entre el psicoaná-
valor heurístico indiscutible, pw:sto gue lisis v las neurociencias. Pienso en pani-
nos ilumin;-¡ para construir una ri- cula!: en la definición de la memoria, que
gurosa del dolor i11enlal. Pero) mes alLí. de los psicólogos identificamos parcialmente
función ilustrativa, el modelo freudia- COIl el inconsciente y los neurólogos ex-
no me ha permitido dclimitJr ncamentc plican como un almacenamiento de imá-
el factor psíquico presentc en la fO.--mación genes en las neuronas. Otra cuestión es la
de cualquier dolor corporal, de cualquier del ritmo de las pulsiolles respecto ;tI rit-
índole. Recuerde usted b idea fl eudial10 mo de propagación del influjo nervioso.
de base que hemos formalizado a,¡uí: sólo Por úlrimo, trataré la relación entre la es-
hav dolor si está sustentado por la :;obrelll- tmctlln! en red del yo )' el orden espacial
llJrcisistJ de b repre5',:'ntación del sistema neuronal. Ya ve usted que te-
delllJaar lesionado del cuerpo. E,;a hipó- nemos mucho trabajo por hacer.
b . .
tesIS me parecc tan rlCJ en pcrspeclivas
se EL nu!.o?
el dolor. También el dolor es IIi alccto enrejado dispuesto de tal ll1allCLl que lIn;l
!n:rciln-do conscientemente (j!fe exjJ' esa '"()(/- neurona demasiado investida de cncrgLl
ridciollC5 il1{o/cr/lb/cs JI bruscas r fjJtllfd5 tenga la posibilidad de hacer derivar parte
del ritmo de las plIlsiolles. de su carga hJcia neuronas laterales. El yo
organizado en red modera la intensíchd de
!_d !Uro/ugirl Prosigamos nuestra comparaciéln COIl la tensión porque su armazón hace que la
llo/ron,tI J Id bs y abordemos el carga cnergética se fragmente y se vuelvJ
csrrucfn)",¡ tercer punto de Si bien ¡ne alejé hacia otras neuronas vecinas. El sistema de
rdJ/ul/'c,.d,l del un poco, lo hicc con el propósito dc pro-
yo. las neuronas del yo llega" ser, por la sin-
fundizar al)1,o 1ll,1S cn este temJ, <]ue me gularidad de su tran1a, un verdadero órga-
intcrcsJ P:-lI\¡cularmcnte, del ritrdo y de no inhibidor. ¡Cómo no reconocer en esta
su rebción con algunJs de mis pri"lcipales concepción de un yo inhibidor el germen
proposiciones relativas al dolor. del concepto de represión! En esta estruc-
tercerJ coincidencia concierne a la lllCl- tura ramificada del yo podemos imaginar
dencia de la topología de lo red la primera figura de la represión.
en 1:1 transmisión de las señales !lEcviosas.
Hoy los neurocientíficos manifiestan un Siendo así, no debemos olvidar que la
inH.:rés creciente por el estudio el-'-' la dis- inhibición cumple una función determi-
posición espacial de IJS ncuron;'¡s. Pues Ilante, la de preservar al yo de un desbor-
bien, yo no pude dejar de compar;lr b tO- de de excitación que amenJzarÍa su inte-
pología de la red neuronal con la gridad. Pues bien, el dolor, considerado
gí;l del yo establecieb por Frcu.d el" j 895.'· como el más imperioso de los procesos
Una \'ez quedé sorprcndJ<..lo al C0111- psíquicos, es un estado particular de gran
probJr hasta qué punto los primi:ros es- excitación que ninguna inhibición poclrÍJ
critos freudianos contienen las refrenar. Se trata, en efecto, de un proce-
vanguardistas de los desarrollos científi- so perturbador e incontrolable pero que,
cos modernos. con todo, respeta la imegridad del siste-
En aquella época, ]::"reud imagin;,ba el yo ma. Sin duda, el afecto doloroso rompe
como UI1;l red de neuronas org;¡ni>_adas de todas las barreras internas, pero sin des-
lal suerte que el flujo dc exciclcicnes quc truir el yo. Aquí volvemos a cncontrar el
las recorría podía 1 cn determinadas cir- cadcter fromerizo del dolor, que soslaya
cUllstJJ1cias, que(hr inhibido. Efectiva- la inhibición sin dañar con ello la capaci-
mente, Freud no vacilaba cn afinnar qué dad de reacción del yo. El dolor daiía pe-
«si existe un va, debe entorpecer los pro- ro no destruye.
cesos primarios'-'r esto c.',;) obsta-
culizar b circulación de energía Lbre. La Para terminar, querría mencionar la teo-
[unción del va es aminorar el movimiento ría del dolor propuesta por Antonio R.
Una teoria
cncrrrético
o .,; 10 hace oraciz¡s
o a un orden es- Dal11asio. Más allá de nuestras diferencias,
"rocien t zJlcl1
/1('
pacial mlly el de un enre':¡lc!o, un de! dolol: en Sll desarrollo científico encontré cier-
ss EL POLOI( )-l'i¡C()
Preguntas ;.- respuestas sobre d dullll- físicu
tos puntos de analogía con nues'ro pro- lesión; durante el segundo tiempo, proce-
pio pensamiento inspirado en el p\lcoaná- de de la percepción que tiene el yo del des-
lisis. I);lITIasio distingue dos com¡: Onentcs bar;1tamienro de las tensiones pulsionalcs.
en !:t percepción del dolor; por UEa parte, Ahora bien, Dam;-¡sio propone una per-
una percepción somatoscnsorial r¡ ue nace cepción som ..noscnsorial de la cual se de-
de la piel, de una mucosa o de la :' ona del riva la imagen sensori;-¡!, una idea que evo-
órgJno donde se sitúa una lesión -es b ca nuestra proposición de una percepción
percepción de un cambio local cuer- de la lesión y de la representación del cuer-
po- y, por otra parte, la percep:ión de po lesionado que procede de ella. En cllan-
una perturb:1ción global del cuerpo, de un to a la otra percepción descrita por Da-
cambio general del cuerpo. A esU, últin1a maSlO, aquella de donde procede la cali-
percepción correspondería la emoción dad emotiva y que él c;-¡racteriza como
dolorosa. I (, Según este Jutor, de una percepción de una perturbación 010- b
estas percepciones, el cerebro f:)rmaría b. 3.1 del cuerpo, recuerda nuestro seoundo
b
dos imágenes del dolor que se superpon- tiempo de la formación del dolor, a saber,
drían en el momento del sufrimiento: una la autopercepción que tiene el yo del esta-
imagen som<1tosensorial (imagcr; de un do de conmoción interna. .
estado local del cuerpo) y una imagen
emotiva (imagen del estado generd y per- Mientras este autor habla de percep-
turbado del cuerpo). El yo, qu' según ción del estado perturbado del cuerpo,
sostiene Damasio, es un concepto :nevita- nosotros presentamos la ¡de;-¡ de un;-¡ per-
ble en cualquier pensamiento científico, cepción interna c inmcdi;-¡ta de las \'ari;-¡-
desempeñaría el papel de un tercero, una ciones bruscas de Jas tensioncs pulsiona-
especie de «metayó)), cuya funci(¡ll sería les o, más exactamente, de la ruptura del
realizar la síntesis y los ajustes enrre estas ritmo de las pulsiones. Es como si, para
dos imágenes. Su yuxtaposición eL, lugar a explicar la emoción dolorosa, Damasio
la emoción dolorosa. se hubiese apoyado en la percepción nlo-
o b
bal elel cuerpo sin animarse a imaginar
1\1e sorprende encontrar, formubdas en que lo percibido no es el cuerpo, sino la
términos diferentes, concepcionc\ que se psique. La clifercncja elltre nosotros
asemej;-¡n a nuestros dos primerc 5 tiem- dr]a condensarse en una réplica: «El ce-
pos del proceso de formación de: dolor. rebro percibe el estado perturbado del
En cÍccto, como recorcbrá usted) distin- cuerpo y de ahí surge la emoción doloro-
guimos tres momentos en la génesis de sa», diría DamJsio; a lo cual yo
todo dolor: el tiempo de la'lesión, el de la derÍa: (,El yo conmocionado autopercibc
conmocjón y, por últjmo, el de ,'il reac- el desbaratamiento pulsional y de ahí
ción. Durante el primer tiempo, el dolor emana el dolor".
proviene de la percepción que tieLe el yo
de.1a excitación periférica inherelte a la
90 91
jJlllsión inconsciente. La zOlla c)rporal to, en sensación doloros¡1 sin razón apa-
m:1rcac!;l por semejantc emoción perma- rente.
ncce, pucS impresa en el inconsciulte ;1 1.1
1
lVIás tarde, la pulsión reapareció con la nificante que haya sido. Llamaremos a es-
forma de una contractura doloras;; locali- te tercer mecanismo impronta somática
zada en el lugar mismo donde se apoyó la sobre la pulsión. En otros términos, un
cabeza del padre. La sensación erógena y dolor trivial que aparece en un determi-
culpable de un día se transformó, pron- nado lugar del cuerpo y esti asociado al
I'lgnlis:l
1-:1_ r,\l!.\II( l'ISICl)
1)5
surgimiento de una pulsión «abri'l el ca- psicogénico. Puede aparecer allí donde
minu» p,ua que dicha pulsión) [1' ;:1Ílana, surgió un antiguo dolor que parecía olvi-
resurja adquiriendo la forma de una sen- dado. O bien puede aparecer en el lugar
sación dolorosa inexplicada en el mismo marcado hace tlcmpo por una pulsión y
lugar del cuerpo. hasta en el lugar donde la pulsión [u-c
marcada por un viejo clolor.
Si ahora queremos comp;uar el orinen
histérico del dolor psicogénico con ;ste
El dolor inconsciente
otro origen que acabamos de dest;l';3.f, ha-
remos la siguiente observ;lción: mientr3.s
lo característico de b conversión histérica o Usted definió el dolor inconsciente [0-
esre, contenido en la fórmula freud.ana del ¡no J:,n encadenamiento de e.ventas que
'-<salto enigmático de lo psíquico " lo 50- co¡}]zenza con Ull trcrlfma doloroso J' de-
mitico"', de la pulsión al cuerpo, h terce- semboca en el despertcrr de ese t1-dUJJ7{L
causa del dolor psicogénico conte- Pero ¿cómo podemos hablar de IIn dolor
l1lela en una fórmula 111,lS larga: el alto de que se experimentaricr)' cr la vez scrÍt1 in-
consciente?
lo somático a lo psíquico y luego de lo
psíquico a lo somitico. Es decir, d salto
de un dolor orgánico a lo pulsión y de la Prefiero responderle proponiendo un
pulsión a un «dolor psicogénico)).-; esquema que separa netamente el pasado
y el presente, es decir, el dolor traumático
Unas palabras a manera de síntc3is para pasado y su reaparición en un dolor pre-
terminar. El dolor Il;lmado psicr'lgénico sente. Espero mostrar con esto que el do-
puede, pues, definirse de tres man:ras di- lor inconsciente es algo diferente dc una
sensación no consciente. No es un objeto
ferentes. Primero, como la reminiscencia
en sí mismo, sino una relación cntrc dos
dolorosa de un antiguo dolor orgálico ol-
objetos o, más cxactamente, lt71l-l re/ación
vidado: el dolor psicogénico es, en este
caso, el recuerdo en el cuerpo de :-:ln anti- entre das acontecimientos: uno pasado y
el otro actual. Comencemos, pu<:s, por el
guo dolor. Después puede definir:: e como
acontecimiento pasado.
la expresión dolorosa de una puLión re-
primida que tiempo atrás marcó e-;e lugar
En el pasado se produjo un incidente
del cuerpo: es el caso de la conve;'sión. Y,
real en el curso del cual un objeto agresor
por último, puede ocurrir que d dolor
provocó un dolor (Dl) muy intenso, has-
psicogénico ponga de manifiesto Lna pul-
ta fulminante (lo que nosotros llamamos
sión que fue marcada a su \ICZ por un do-
el dolor de la conmoción).
lor orgánico pasado: es el caso d,: la im-
pronta somática. Pienso que con esto he
Se forn1a entonces una representación
respondido a su pregunta sobre la elec-
psíquica inconsciente que conserva la hue-
ción del lugar de aparición de ln dolor
D gcdis:J
EL nnLU11 F15¡CU \' respueSfa.> sohn: el dolor fj)jco 97
lb del objeto :1grcsor como si fllCrí1 un:l [0- También puede ocurrÍr que la reactiva-
toorafía
b '
con la form;l de Uf:a imagen
,
mne- ción de la imagen mnemónica del objeto
mónic;l de ese objeto. La renrescnt;lción así agresor cié lugar no a un segundo dolor, si-
formJela tiene dos partes: un continente no a otras en la vida coti-
imaginario, que es la imagen-recuerdo del di:lll<l del sU,ieto: sueños, comportamientos
objeto agresor, más prec¡';;llllcnte de un inexplicables ° estados afectivos concre-
detalle de ese objeto )1, per otra P;1rtC, b tos. Pero ¿qué provoca que la reactlvación
carga de encrgÍ;l que da vic:a <1 eS<1 in1agen de la imagen mnemónica se manifieste
y que llamamos {(invcstic!:,¡ra». La unión mo un dolor antes que como otra forma de
de la imagen y de su invest-cluLl constitu- perturbación? Esto depende del tipo de es-
ye la representación psíqu: ca propiamen- timulación que haya despertado la imagen
te dicha. Más alLí de esta precisión, me he o bien de otros elementos secundarios que
Camada la libertad de emp!ear indistinta- estaban asociados a ella.
mente I;¡s pabbras y <,represen-
tación» . Pero retengamos, sobre todo, esto: el
sujeto que hoy experimenta un dolor o
El dolor (Dl) fue tan perturbador que que sufre perturbaciones en su vida coti-
la huella de su paso queda ¡"tremadamen- diana, no tiene la menor idea del esquema
te sensible a cllalquier nue\'J exciLlción o temporal que acabamos de establecer, es-
a cualquier nueva investidilra. Desde en- quema que comienza con un dolor inicial
tonces, la menor impresión podrá hacerla olvidado, prosigue con la reactivación de
reaccionar. En pocas palabras, el paso ful- su huella inconsciente y desemboca en la
minante del dolor de la conmoción dejó, experiencia vívida de un dolor o de un
por tanto, dos huellas: la fotografía del desbaratamiento de la vida cotidiano.
agresor y la excitabilidad de esta fotogra-
fía a toda nueva investidura, por mínima En consecuenCla, llamamos ((dolor in-
q LlC sea. consciente» al conjunto del proceso igno-
rado por el sujeto que comenzó con un
. Ahora veamos qué succd, en el presen- dolor traumático y culminó con la viven-
te. Sensibiliz'1Cb de esta forma, la repre- cia actual de una experiencia dolorosa. El
sentación recibe una inVCSl idura circuns- dolor inconsciente es, filw/mente, el nom-
tancial, esto es, una estiI1111:ación puntual bre que damos a un circuito impreso por
y ocasional. Desde el mismo en !in dolor percibido, reactivado por lln<l
que la imJgen se reaviva, s¡:' produce una excitación ocasional y manifestado fi-
descarg;l refleja que s-e coma nalmente en otro dolor percibido. Se lla-
un nuevo dolor (D2). Así, la persona que ma dolor inconsciente al conjunto de este
sufre hoy experimenta un dolor (D2) sin circuito reactivable, que se sllstrae a la
establecer el menor vínculo con el inci- conciencia. Queda claro, pues, que en sí
clente doloroso inieial. mismo el dolor inconsciente no es una
m
y 50brl' el dolor 99
«scns;1ción sin conciencia)" pu:-a, simple y que todos los dolores que nos afectan,
desconocil.L1, C0l110 diría 1Vlair e de Biran. desde el más grave al más trivial, contie-
sino un encadenJlllicllto c1esc)!1ocido d; nen una parte de histeria. Podríamos for-
eventos que da por resultado el dolor que mular esto de otra manera: el dolor orgj-
siento hoy. nico se origina parcialmente siguiendo el
mecanismo de la conversión histérica. Sin
ScgurJfl1Cl1re el dolor inconsciente sólo embargo, se me ocurre preguntarme, al
existe en la ;1CLualidad concreta de mi dolor contrario, por la afinidad entre b forma-
presente. Si queremos ser aún 111<1s preci- ción de un dolor cOl'poral y la génesis de
sos, debemos modificar nuestra frase v un síntoma psicótico, es decir, como si a
afirmar lo siguiente: el dolor inconscient'e veces la eclosión de un dolor corporal
sólo existe después ele lo aparic;ón del do- evocara la eclosión de una histeria y, en
lor de hoy. ¿Por qué agregamos {(des- ocasiones, de una psicosis, En realidad, la
pués)'? Porque el único modo de deducir elección entre histeria y psicosis depen-
la existencia del dolor inconsciente es ha- de de nuestra manera de concebir el desti-
cerlo paniei'ldo de los no de la representación del cuerpo lesio-
primeros balbuceos de mi dolor aCtual. Pe- nado. Recordemos una de las hipótesis
ro este dolor sin razón reconoe ¡ble me in- principales de la génesis del dolor: la so-
terroga como un enigmZ\. su breinvestidura de la imagen mental de la
naturaleza oscura me incita a ',-ctornar al reaión
b
lesionada y. dolorida del cuerpo. El
pasado y restablecer finalmente el encade- problema estriba precisamente en saber
namiento de eventos que lo determinó. Ese hasta qué punto el yo puede soportar esta
retorno al pasado, ¿qué puede ser sino el representación que se le vuelve incompa-
gesto de quien escucha el enigma del do- tible. Habíamos dicho que dicha repre-
lor? Esto es lo que queremos lue se en- sentación quedaba excluida del conjun-
tienda: el dolor inconsciente sóh existe co- to de las otras representaciones del yo; es
mo consecuencia de la escucha. decir, que era inconciliable con el resto del
sistema. Digamos que es aSÍ, pero b ClH.'$-
tión que ahora se nos plantea es la del gra-
Dolor, histeria y psicosis do de esa exclusión. ¿Queda excluida pe-
ro guedZ\ vinculada a otras representa-
o Pienso en el modelo de ILt <'o71versióJl ción? O bien, ¿queda excluida hasta el
histérica que lIsted utilizó para explicar el punto de provocar un rechazo totí11 por
dolor psicogé¡¡íco )' me p,'egllnto sí los e/o- parte del yo, como si éste arrancara de sus
IOI-es emporales más corrientes no contie- entrañas esa parte perjudicial de sí mismo
nen siempre una parte de hister;·'a. y la expulsara fuera de sí?
Esta pregunta puede parecer abstraetí1 y
Su pregunta se ajusta muy bien a nues- puramente especulativa; sin embargo, po-
tro planteamiento, Creo, efcc:ívamcllte, ne de relieve;un problema clínico esencial
o gediS3
lor EL ¡JllLUH FíSJCl)
f) gc:JiS.1
J04
El dolor físico
"El dolor pone en marcha el sistema [de percc¡:ción ex- ;1brc una brech;l l'll los dispositivos antiestÍmulo y ;lctlía
tern;¡] )' el sistema ele neuronaS del recuerdo; nin:_:ún Ob5- dcsde entonces como un estimulo plflsional contiIllJoJ'"
dculo entorpece su tL1nsmisión. Lo consideramc s el más Freud
imperioso de todos los procesos,»' Frflld
«Es probable que el sentimiento específicamente peno-
Frelld defille el dolor físico como IIlIa irmpciólI masiva de so que acompai1a al dolor' psíquico provenga de una ruptu-
cncr8íi1 en el )'0 que, como lUZ enamoramiento Slf- ra parcial de h barrera de protección, Así, las excitaciones
prime todas hu resistencias l' (r!c{/nza el J'l1íclco de 1,15 nCll- que llegan de esta región periférica afluyen continuamen-
mlws del rec/lerdo, dOllde cÍeja 511 hllella, te hacia el aparato psíquico central, como si se tratara de
excitaciones procedentes del interior del apar:Ho.;:·7 Frcud
"La cantielad ele energía externa produce la ::pertura
de una senda y es un hecho que el dolor, a su p'so, deja El dolor físico es, además, comparable con la plI!sióll,
brechas abierras en Lts neuronas dcl recuerdo, C:)ITIO un Cuando la agresión externa que provocó un dolor dCjd su
flechazo amoroso.»4 Frcud huella en el inconsciente, se convierte en una excitación in-
terna constante que hacer renacer el dolor en cualquier
El dolor físico signilzca una desbaralmnielllo grm'c del yo momento, También en este sentido, la plllsión)' el dolor se
J' la parálisis del priJlCipio de place); gllardiá" de 7/lIestro asemejan en la excitación pennanentc de Sil fuente.
equilibrio psíquico, El dolor expres" algo 'lile está más allá
del l' 1'''1 Clj,,'o de placer, Conmociona al )'0 pero n, lo des- <(Puede darse el caso de que una excitación externa que)
[rU)'E.
por ejemplo) corroe y destruyc un órgano) se vuelva intcr-
na y así nazca una nueva fuente dc excitación constante y
"Un suceso, por ejcmplo un traumatismo exterior, pro- de aunlcnto de tensión que se asemeja en gran medida a
ducirá siempre una gran perturbación en la ee onomÍa l/na pulsión. Sabemos que en tal caso lo experimcntamos
energética del organismo y pondrá cn marcha tcdos los como dolores,»': Frcud
medios de defensa, Pero el primero que quedará lucra de
combate será el principio de pJacer.))c, Freud Pero, en verd¡1d, el dolor no es una ¡mIsión. SJfS objeti1)()S
son diferentes: el dolor es una sÓlal de alarma para detener
lo quc hace dar/o, mientras que la pu!sió1J busca el pldccr,
El dolor es una seudopulsión Li-lS defensas del)'o son dlfe1'entes en c.1da caso: ante la plfl-
sión, el .1'0 opone la represión; frente al dolor, qlfeda impo-
En las pocas ocasiones en que FrClfd definió el dclar físi- lente.
cO lo comparó con la pu/sión. La agresión externa vanor-
J
mal que provoca dolor evoca la agresión interna J' ;lonnal "Pero el dolor, esta scudopu!sió¡¡, tiene el único objetivo
de la plllsión, En los dos casos, la excitación e5 co¡:stanle, de detcner la alteración del órgano y el displacer que la
acompaña, [,,,] Además, el dolor es imperativo; sólo obe-
"Tampoco del dolor sabemos gran Cosa, El único conte- dece a la acción elel tóxico que lo suprime,':> Frcud
nido cierto est:i dado por el hecho de que el dolor [físico]
1 ",] aparcce cuando un estímulo que aLlca en h Fcriferia
":1;"'1\<,.\
.
l/O de de Freud y do.' LJCJ!1 sobre el dolor físicu /JI
El placer y el displacer expresan el ritmo pdsional. El "En el caSO de una experiencia dolorosa, b fuente es,
dolor, en cambio -tal como lo hemos defirido- es una evidentemente, la cantidad de energía que llega desde el
ruptura de ese ¡-itIllO en el caso de 105 afectos [dolorosos], es la canti-
dad de energía interna liberada por la brecha ya ;1bierl;1.'>
DlI7"mlle ml(cho tiempo) Frclfd consideró el Ilacer y el dis- Frcud
placer como las expresiones c/fiditrlÚ'vas de ;fJ1a dismiJlli-
ción o /(71 t1iill7Cnto de la tcnsióJI-psÍquica. En 1924, después El antiguo dolor traumático hizo qlfe las neuronaS del re-
de babe?- e¿'cnfi"cado que existen bajadas de tensión desa- clferdo sc volviesen tan sensibles quc la menor estilJ1Jfla-
grt¡dablcs y suuidas de tensión placenteras, célmbió de cri- ció}] interna las reactiva l' hace aparecer un nuevo dolor.
terio. Desde entonces, las sensaciones de pla¡ e¡- J' displacer FrclId llama ,(afecto.>' a nuevo dolor JI ,(apertura de
cOiTe!Jponderán no )lIt a la intensidad de las l::J1s/ones, sino Jli1t7 brechtP\ al fenómeno de sensibilización de 1,1s neuro-
(,[ ... ] l-Iay tensiones marcadas de placer y distensiones Como todo arecto, 1m dolor experimentado eS el rcwerda
desagradables [ ... ]. De modo que el placer "o el displacer de U?l dolor anleá01:
no pueden atribuirse al acrecentamiento y 1:;; disminución
de una cantidad que llamamos tensión de c.>tímulo. [ ... ] "El afecto no es más que la reminiscencia de Ulla expe-
Parece que no dependen de ese factor cuantiutivo, sino de ricnci'l.)) H Frcud
un carácter [ ... ] cualitJtivo. 'Tal veZ sea el ritmo, el fluir
temporal en las modificaciones, o los aumentos y dismi- «[Los afectos serían] reproducciones de acontccimien-
nuciones de la cantidad de estímulo; no lo sabemos.» ;,' toS antiguos, de importancia vital, evcntualmente anterio-
Frcud res al individuo.»·" Frcud
"Probablemente, el displacer o el placer "O dependan "Los a[ecros en general [ ... .1 se incorporan a la vic'" del
del grado absoluto de !<lS tensiones sino, antes bien, del ;lIma como precipitados de experiencias muy antiguas vi-
ritmo de las variaciones de estas últimas.))I! J-relfd vidas de manera traumática, que Juego se evocan en situa-
ciones similares como símbolos mnemónicos ..'>''-' Frclfc!
....
J12 El IJtlLU1( F1SIC:O /1]
"L, persona que sufre un dolO?' orgánico r... ] abandollJ lo jllstifiqlfe. Si /d repn:sión no hubiese detenido el tl'l-'iIllCr
su interés por L1S cusas del mundo exterior por ·:uanto és- de la plf!sión éstt1 se habría expresado plenmnellte C0l/70
J
..
N atas de los extractos
....
118
Agradecemos a Jos editores de cada obra citad8 de Freud la psychanlysc, PUF, 1991, p'gs. 326-327, 338-339, 350 l'
y LaCi111 habernos permitido su inclusión en esta); páginas. 352.
L'Jlllerprélatioll des rc'<)('s, PUF, '1987, págs. 51
"Pour inrrocluirc le narcissislllCP, en La \lit' scxl/cllc, PUF,
1982, págs. 88-91.
,,-Le rcfoulclllent", en Afélaps)'chologic, Gallimard, 1968, pág.
'16.
clu príncipe de pbisir», en Ess,rls de psychilll.dyse, Pa-
)'ot, 198'1, págs. 7 1
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y 238.
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121 !:I nUI (lIt I-ISIC!'
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