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El adictivo mundo del 'like'

Los más vulnerables a los efectos negativos de la búsqueda de aprobación en las redes
sociales son los jóvenes. Lectura

Mientras usted lee esta nota, por cada segundo que pase los usuarios de Facebook generarán
52.083 likes, los de Twitter publicarán 7.275 tuits y los de Instagram subirán 729 fotos. Hasta
ahí, nada raro. Pero los expertos comienzan a detectar una serie de distorsiones en la carrera
cada vez más frenética por conseguir un ‘me gusta’ o un retuit, y que no obedece a otra cosa
que la necesidad de lograr aprobación o de ser legitimado en público.

No es un fenómeno nuevo, pues desde siempre hemos buscado esa aprobación en nuestro
círculo de amigos, colegas o familia. Todo empieza cuando somos niños y buscamos la
aprobación de nuestros padres. Después, esta necesidad se vuelve más intensa cuando
estamos pasando por la adolescencia, pues es la época en la que se define buena parte de
nuestra identidad.

“Ser aceptado, ser valorado y ser reconocido por la comunidad es una necesidad estructural e Commented [bc1]: QUE OPINAS DE LA FRASE
inherente al ser humano. Por eso, nos ponemos ropa similar a la de los demás o usamos la misma
jerga”, explica Mónica Ceballos, psicóloga y psicoterapeuta especializada en niños y
adolescentes. Lo que ha cambiado es que ahora esa aprobación se busca principalmente –y
esto es especialmente válido para los jóvenes– en las redes sociales. Es decir, en un espacio
universalmente público, con unos alcances infinitamente mayores.

“Estamos en un mundo donde las personas están compartiendo de todo para llamar la atención,
sentirse especiales y ganar aprobación. El mundo digital está amplificando nuestras
necesidades emocionales a una escala no vista y eso se ve reflejado en la obsesión por el
like. Lo que nos lleva a sentirnos mal cuando no alcanzamos la cantidad esperada de interacción o
aceptación”, asegura Santiago Villegas, bibliotecólogo, investigador y experto en redes sociales.

Y como el alcance de estos medios es planetario, ya las necesidades del like no se limitan a
uno o dos amigos, como en la vida real, sino a que decenas, incluso cientos o miles, nos digan
que lo que hemos publicado está ‘bien’, que ‘gusta’. “La tecnología está llevando este tema a
niveles insospechados”, dice Villegas.

El problema es que la búsqueda de esta aprobación puede volverse una auténtica adicción, con
un espectro de posibilidades que van desde la inocente ridiculez de echarse un balde de agua
encima para demostrar que se apoya la lucha contra una enfermedad, a cosas mucho más
peligrosas, como los juegos de retos en los que caen cada vez más adolescentes y que pueden
atentar contra la salud. O a accidentes absurdos, como el sufrido por el alemán Oliver Pats, de Commented [bc2]: CUAL FUE LA CAUSA DE LA MUERTE
51 años, quien tratando de conseguir una selfi original parándose al borde de un abismo en las ruinas DE OLIVER PATS
de Machu Picchu (Perú) murió al resbalarse y caer al barranco.

Esa necesidad de aprobación, amplificada por las redes sociales, se ha convertido en un


enemigo invisible. El caso de la modelo australiana Essena O’Neill, una joven estrella de internet
que decidió renunciar a las redes sociales en noviembre del año pasado, es elocuente. Y ella
misma explicó los motivos en una conmovedora carta pública: “Parecía que tenía la vida perfecta Commented [bc3]: LAS REDES SOCIALES PUEDEN LLEGAR
online, pero realmente me sentía sola y miserable por dentro. Nadie sabía que tenía un desorden A CONSTRUIR UNA VIDA ALEJADA DE LA REALIDAD
de ansiedad social. Estaba cansada de mantener esa fachada feliz y perfecta, que no existía”.
SI SU RESPUESTA ES AFIRMATIVA JUSTIFIQUE ENTONCES
CUAL SERIA LA EDAD IDONEA PARA USARLAS.
Lo que explica comportamientos como el de O’Neill es que la cantidad de notificaciones –
provenientes de un comentario en Facebook, un ‘me gusta’, o un retuit, etcétera– pueden
producir placer –o dolor, si no son suficientes o tan positivos como se espera– en el usuario que
los recibe. “Es una compensación emocional similar a la de ganarse una medalla en una
competencia de atletismo o una felicitación de un profesor. Y para muchas personas estas
recompensas se convierten en algo mucho más importante que las que puedan alcanzar en el
mundo real”, asegura Víctor Solano, asesor y estratega de comunicaciones.

Esa sensación de placer tiene una explicación en el cerebro. Cada vez que recibimos un
reconocimiento, a través de un like, nuestro cuerpo genera dopamina, un neurotransmisor que activa
la sensación de recompensa en el cerebro, explica Raúl Narváez, médico y doctor en fisiología.
Aunque las líneas divisorias entre la realidad y lo virtual se hacen cada vez más difusas, la
necesidad de aprobación siempre ha existido, coinciden los expertos. El elemento nuevo es que
con las redes sociales ahora podemos “medir sistemáticamente nuestro nivel de aceptabilidad”
a través de los ‘me gusta’ o los retuits, explica a EL TIEMPO Hayley van Zwanenberg, psiquiatra
del Priory Group, organización líder en salud mental en el Reino Unido y autora del libro The
Big Disconnect.

“Es como si el like se convirtiera en una nueva moneda social con la cual me hago visible,
comparto unos contenidos y entre más likes tenga, o más gente me pida amistad, pues mejor Commented [bc4]: CUAL ES LA RAZON PARA QUE LOS
estoy y les gano a otros usuarios”, añade Solano. Y aquí entra uno de los factores esenciales de la LIKE SEAN CONCIDERADOS UNA MONEDA SOCIAL Y HASTA
sicología del ‘me gusta’ y que lo ha vuelto tan importante para millones de personas: la competencia. UN EXTIMULANTE CEREBRAL

“A través de redes sociales o aplicaciones móviles, los usuarios compiten entre sí para ver quién
es más feliz, interesante, guapo, gracioso o aceptado, y a los ganadores de ese juego virtual
esto les da una satisfacción, una recompensa emocional”, explica Solano. Por eso el grado de
dependencia emocional y psicológica se puede alcanzar en estos terrenos. O de elevada
frustración, si ocurre lo contrario.

Auténticas conductas compulsivas, según una investigación publicada por la revista


Psychological Reports: Disability and Trauma que determinó que el uso descontrolado de las
redes puede activar zonas del cerebro que están relacionadas con ese tipo de comportamientos.

El estudio indica, además, que las personas que dejan de visitar a diario redes sociales como
Facebook pueden verse afectados emocionalmente. “Cerca del 70 por ciento de los usuarios que
visita a diario Facebook y deja de hacerlo siente ansiedad”, señala el reporte. Esto, por la ya
estudiada sensación de que puede estarse perdiendo algo importante o agradable, pero
también, porque esa ausencia de vida virtual lo enfrenta a su vida real, de la que en muchos de
estos casos se busca escapar a través de lo virtual.

“Construyes tu perfil para mostrar lo que tú quieres que las otras personas vean, cosa que no
es fácil hacer en la vida cotidiana. Si nos detenemos a ver los perfiles en redes, lo que busca la
gente es tener una imagen depurada de sí misma”, explica Daniel Aguilar, Ph. D. en Sociología
y docente investigador de la Universidad Central de Bogotá. Al respecto, Santiago Villegas
comenta que cuando una persona está al frente de una pantalla siente más poder para decir o
hacer cosas. “Sienten que la mediación de la tecnología les da la libertad que la vida real no les
da, lo cual los hace profundamente peligrosos”.

La doctora Zwanenberg expresa además su preocupación por el hecho de que las personas
que pasan la mayor parte de su tiempo creando y consumiendo contenido en las redes sociales
están perdiendo sus habilidades para socializar en la vida real. “Cuando una persona solo
interactúa en redes sociales, pierde la habilidad de leer o entender el lenguaje corporal del otro”, dice. Commented [bc5]: POR QUE CREE QUE UNA PERSONA
En esa línea, un alto porcentaje de la comunicación humana es no verbal. Por otro lado, los PIERDE LAS HABILIDADES DE LEER EL LENGUAJE CORPORAL
CUANDO INTERATUA EN REDES SOCIALES
expertos concuerdan en que no se trata de “satanizar” las redes sociales, “el problema es el uso
que se les da”, afirma Aguilar.

De acuerdo con Santiago Villegas, para que las redes sociales no se vuelvan un dolor de
cabeza, existen alternativas educativas como la alfabetización informacional, una disciplina que
enseña la manera adecuada de consumir la “información social”. “Mi recomendación es ser
reflexivo a la hora de publicar o compartir algo y tratar en sentido crítico la manera en cómo
usamos la tecnología”, advierte Sergio Llano, investigador de la facultad de comunicación de la
Universidad de la Sabana. El problema es que esta petición puede ser relativamente fácil de asimilar
para un adulto, pero ¿cómo manejarlo con los niños y adolescentes, que en contados casos hacen
distinción entre la vida virtual y la real? Commented [bc6]: REALIZA UNA PROPUESTA DE
MINIMO 20 RENGLONES PARA MANEJAR EN NIÑOS Y
Para la doctora Zwanenberg, este es el capítulo realmente más peligroso de toda esta historia, ADOLESCENTES LA DISTINCION ENTRE LA VIDA VIRTUAL Y
pues los niños y adolescentes son aún más vulnerables a los peligros que implica estar REAL
conectado a la red, pues “ellos aún están desarrollando su capacidad para regular sus
emociones, comportamientos y su propio sentido de identidad”, comenta. En la carrera
constante por conseguir una validación de sus pares en las redes sociales, muchos jóvenes
pueden extraviar fácilmente el camino, explica Zwanenberg. Por ejemplo, en búsqueda de esta
aprobación, los jóvenes acceden a sitios que “pueden alentar conductas de riesgo tales como
la restricción de alimentos o autolesiones” u otro tipo de situaciones peligrosas.

Al respecto, la psicóloga Mónica Ceballos explica que, por un lado, el alto grado de
vulnerabilidad viene del difícil proceso de transición que están atravesando los jóvenes, por otro
lado es que sus miedos y fracasos en lo social son amplificados y masificados por la red. “En
cuestión de segundos te puedes volver viral, para bien o para mal. Eso puede afectar profundamente Commented [bc7]: POR QUE CREES QUE EN EL TEXTO SE
tu autoestima y autoconcepto”, agrega. REALIZA LA SIGUIENTE AFIRMACION

Un ejemplo de ello es el matoneo. Mientras en entornos reales unos pocos atacaban al otro con
comentarios negativos, ahora, las redes multiplican por cien o por mil esos ataques. “Problemas
como el ‘ciberacoso’ o el ‘sexting’ pueden conducir a síntomas de depresión o ansiedad, y en
muchos casos esto puede ser uno de los factores desencadenantes para la autoagresión o, por
desgracia, el suicidio”, comenta Zwanenberg.

Sin duda una cara no lo suficientemente estudiada aún en las vertiginosas y siempre cambiantes
redes sociales, las mismas que ayudaron a frenar un golpe de estado en Turquía y que
diariamente conectan a millones de personas en el planeta, pero que aún seguimos sin saber
cómo manejar adecuadamente.

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