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De conservadores (y) revolucionarios.

Un nunca tardío homenaje

Oscar Jorge Villa_________

A José Pedro Barrán

A modo de explicación

El comentario al cual accede el lector inculcaba el derecho a discutir y reflexionar.


fue realizado una vez que el Profesor Barrán Precisamente, en el mes de octubre de 1967,
sacó a luz Los conservadores uruguayos (1870- al finalizar el curso, nos preguntó qué opi­
1933), Ediciones de la Banda Oriental, 2004, nábamos de las clases por él dictadas. ¿Debo
año en que se procedería a las elecciones explicar el significado y alcance de dicha in­
nacionales. Unos pocos amigos lo leyeron y terrogante?
quedó en el olvido. Planteada la posibilidad
en este año 2008 de difundirlo por medio
de la Biblioteca Nacional — institución a la
De conservadores (y)
que pertenezco hace 30 años— , decidí darlo revolucionarios
a conocer. Hubo, de mi parte, una relectura y
algunas correcciones. Barrán recibió el título A propósito de un libro
de “Doctor honoris causa” por la Universi­
dad de la República en 2007. Al margen de La publicación de Los conservadores uru­
las nominaciones, sí quiero dejar constancia guayos (1870-1933) resulta, con sus aprecia­
que este trabajo pretende ser un tributo a la ciones, no sólo un análisis correspondiente
persona y al historiador — en ese riguroso or­ al período de fines del 800 e inicios del si­
den— de quien fuera su alumno en el Liceo glo XX, realizado con la solvencia propia al
Dámaso Antonio Larrañaga cuando corría el autor, sino para quien esto escribe, un dis­
año 1967. parador a fin de observar las circunstancias
Conocí al ser humano y al docente y — de ferméntales propias al momento de su edi­
esta manera— a una personalidad que es, para ción. M omento de convocatoria a las urnas,
mí, un ejemplo. A secas. Fui su discípulo. Soy y el pasado — la Historia— constituye un
lector de sus obras, las realizadas en colabora­ pertinente apoyo en cualquier circunstan­
ción con el profesor Benjamín Nahum, otro cia, máxime si del presente se trata. Se vive
referente, y las individuales. Espero la pronta los prolegómenos a un acto electoral en el
edición de la(s) siguiente(s) Para aprender y cual las paradojas están vigentes. Singula­
opinar sobre ellas (sí, en plural) Opinar im­ ridades podríamos decir, pues hoy los con­
plica también disentir pues, en el aula, Barrán servadores se consideran revolucionarios y,
de paso, atribuyen a sus oponentes un an- te, a mi juicio, Historia social de las revolucio­
quilosamiento en el pasado, concretamente nes (sic) de 1897y 1904. ¿Usaron el término
en un ayer “batllista” (de José y su sobrino porque ya era tradicional hacerlo?
Luis; prioritariamente del papel a cumplir por Tuvieron los levantamientos del Uruguay
el Estado en diferentes esferas). independiente — 1897 y 1904 incluidos— el
Problema éste — que lo es— de semántica rasgo de rebeliones, revueltas, guerras civi­
en cuanto plantea dilucidar qué es una revo­ les, en cuanto carecieron de motivaciones
lución; aclarado el punto, sabremos a quién se ideológicas en su accionar con el objetivo de
le aplica el sayo de revolucionario y de conser­ modificar las injusticias sociales y económi­
vador. Gianfranco Pasquino especifica que el cas predominantes. No perseguían que los
primero de los vocablos, refiere a la tentativa sujetos dignos de la gracia de recibir tierras y
acompañada del uso de la violencia para de­ ganados, que quienes debieron hacer su dis­
rribar a las autoridades existentes y sustituir­ tribución, se guiaran con la prevención que,
las con el fin de efectuar profundos cambios los más infelices serán los más privilegiados.
en las relaciones políticas, en el ordenamiento Por el contrario, las reivindicaciones de los
jurídico-constitucional y en la esfera económi­ sublevados seguían el programa de copartici­
ca. Consecuente, por ende, con su etimología: pación política, reivindicaciones de este tipo
proviene del latín revolutio, paso decisivo de un — para el caso, 1897 y 1904— que incluía
cuerpo a otro: transformación.1 Al respecto, la participación de todos en la cosa pública.
planteo sólo una precisión: no exclusivamente Pero nada más. ¿Tierras y ganado para quie­
violenta. Porque el mismo Marx, en un repor­ nes combatían y eran carne de cañón o termi­
taje al Herald de Nueva York, afirmó en una naban como cuerpos degollados? No.
ocasión sí que el capital no es más que una Con el primer golpe de Estado en el siglo
forma de la esclavitud. Pero añadió: “Ahora XX, los actores del mismo señalaron que la
pensamos trabar el combate en Inglaterra y es­ sublevación del 31 de marzo de 1933 consti­
peramos hacer triunfar nuestros derechos por tuía la “revolución marzista”. Especifica Pas­
medios legales, por actos del Parlamento (...) Si quino que el golpe de Estado — ocurrido en
nuestro partido subiese al poder, el primer acto esa fecha— configura solamente la tentativa
del Parlamento sería deponer la Reina y pro­ de sustituir las autoridades políticas existen­
clamar la república. En seguida entregaríamos tes en el interior del marco institucional, sin
todas las grandes propiedades al Estado que las cambiar en nada o casi nada, mecanismos po­
explotaría a favor de los productores.” líticos o socio-económicos. Pocos participan,
En la historiografía nacional — y Barrán y por lo que se produce esencialmente en la cús­
Nahum no escapan a ello— se ha usado el tér­ pide y se reduce a una élite. Si proyectamos la
mino “revolución” cuando de “guerras civiles” semántica a octubre de 2004, cabe observar
se trataba. Que no es lo mismo. Las “revo­ que el Partido Colorado en su campaña hizo
luciones” de 1897 y 1904 —a título ilustrati­ referencia a la “revolución del centro”. Para
vo- no fueron tales -pues sus protagonistas- su ambos casos, 1933 y 2004 — con las dife­
protagonista, Aparicio Saravia -excluyeron- rencias lógicas de golpismo en uno; postura
excluyó- toda posibilidad de un cambio pro­ democrática en el otro— , hay, sin embargo
fundo en lo social y económico. En las estruc­ un elemento que los une. Lúcido observador
turas. Lo señalaron Barrán y Nahum en 1972: como lo era (es), Jorge Luis Borges hizo refe­
no hubo en el Uruguay independiente un rencia a lo siguiente: “En la figura que se lla­
Zapata. Si recordamos a Fernand Braudel, un ma oxímoron, se aplica a una palabra un epí­
“memorable Emiliano Zapata”. A propósito: teto que parece contradecirla; así los gnósticos
el texto de 1972 se titula, contradictoriamen­ hablaron de una luz oscura; los alquimistas de
lili sol negro”. Acoto que Borges era (es) un el palco desde el cual observábamos a nues­
Inteligente conservador. Trasládese su asevera­ tros vecinos, hace tiempo que debutamos en
d lo y se comprenderá el verdadero intríngu­ el escenario. La condena de las posiciones li­
lis de “revolución marzista” y “revolución del berales por grupos católicos fue una nota pro­
ccniro”. La semántica adecuada ayuda a com­ pia al Uruguay pero también al continente.
prender de qué se trata el asunto y a ubicar en ¿No podía la Iglesia vernácula — que Barrán
SU justa situación a los actores del drama. Y al analiza— hacer suya la siguiente afirmación
oxímoron, como figura retórica. del obispo colombiano Ezequiel Moreno: “El
Problema de ideologías, decíamos. Desde liberalismo es pecado”? ¿O las del arzobispo
(lempo atrás el paradigma de quienes sostie­ de Q uito cuando afirmaba que la doctrina in­
nen el “pensamiento único” no es otro que dicada era “la gran puta de Babilonia”? Com­
recalcar el fin de aquéllas. Constituye un parar es útil para ubicarnos en un contexto
rechazo de vieja data. En la Cámara de Re­ común a América Latina. Pero no implica
presentantes, cuando corría el año 1914, soslayar que cada país tiene también sus pe­
Luis Alberto de Herrera — “me complazco culiaridades. Verbigracia, hubo contextos en
en pertenecer a las clases conservadoras por los cuales las creencias religiosas (y no sólo
Ideas y, por tendencias”— en reiteradas oca- religiosas) adquirieron, alcanzaron e im pu­
dones aseveró: “(...) yo que soy un hombre sieron un clima de radicalismos, de exclu­
de hechos y cada día felizmente para mí, siones y ataques a todo pluralismo. Tal lo
menos universitario, no me dejo seducir por sucedido en el período 1860-1875 cuando
las observaciones de índole abstracta, por la el católico y fervoroso defensor de los jesuítas,
doctrina pura, deslumbradora y fácil, precisa­ admirador de Pío IX y del “Syllabus” y — para
mente por eso, porque no resuelve casos con­ colmo— dictador de Ecuador, Gabriel García
cretos”. Años después, recalcó que el mejor Moreno, colocó su gobierno bajo la tutela de
catedrático de su espíritu era la experiencia. la Iglesia Católica.
"(...) que voy recogiendo a puñetazos con Exhaustivo resulta el estudio de Barrán
la vida, por las calles, por ahí, caminando”. cuando delinea los principios propios al dic­
Hoy en día (2008) en todos, — repito, en to­ tamen propalado del “contubernio judeo-bol-
dos— los actores políticos no hay quien deje chevique-masón”. “Contubernio”— palabra
de afirmar que los problemas están ajenos a cargada de virulencia— aglutina (sí, en pre­
derechas o izquierdas. Pragmatismo, refunfu­ sente) posturas diversas con ignorancia y, de
ñan. Este rechazo es... una postura ideológi­ este modo generaliza a fin de mostrar en sus
ca. Para desentrañar la confusión me remito propaladores actitudes violentas y simplistas
a una frase de Norberto Bobbio: “El árbol hacia quien ellos — ellos— consideran sus
de las ideologías siempre está reverdeciendo.” opositores confabulados en pos de destruirlos.
Pero también prueba una falta de análisis ra­
cional. Barrán menciona que en esa coalición
Una ampliación a la propuesta (de alguna manera hay que llamarla) se inclu­
de Barrán yó a los protestantes. Cabría añadir a su plan­
teo la “cuestión de las Biblias”, que en nuestro
Intentaré extender y corroborar lo señala­ país enfrentó a los padres de la Compañía de
do por dicho historiador. Extender, en primer Jesús con los “cismáticos” y que Fernández
lugar. Las premisas intelectuales de los con­ Cabrelli estudiara. Se inició con motivo de la
servadores uruguayos se enmarcan, en algu­ presencia en el medio, del agente de una so­
nas de sus puntualizaciones, en el contexto ciedad bíblica inglesa que había impartido la
latinoamericano. Si alguna vez estuvimos en orden de repartir Biblias en la versión protes­
tante. La Iglesia Católica prohibió — decisión aquello? Por la obediencia desaparecen esos
acompañada por el anatema correspondien­ temores. Meritorio rescate hecho por Fer­
te— la lectura y tenencia de las mismas. nández Cabrelli de la opinión de Guillermo
“Había en Montevideo — palabras del sa­ Furlong. No es la cantidad. Importa el acto.
cerdote jesuíta Rafael Pérez— un rico comer­ Un protestante condenado basta.
ciante inglés llamado Samuel Lafone, protes­ El tema del “contubernio” alcanza una
tante fanático (sic), encargado de la Sociedad proyección creciente en dos campos: el de la
Bíblica de Edimburgo para su maldita (sic) historiografía y el de las premisas políticas de
propaganda. Había ya edificado un templo ayer y hoy, marcos no necesariamente pasibles
protestante y sabía aprovecharse de la triste de ser escindidos uno de otro. Cabe indicar
situación de la capital para sembrar su herejía en oportunidad de las corrientes históricas,
(...) Este hombre, apenas supo del estableci­ las pautas manejadas desde el mal llamado
miento de la nueva escuela (la instalada por “revisionismo”, en especial de derecha, y el
los jesuítas) procuró introducir en ellas sus Bi­ rumbo dado por sus portavoces al tema de
blias”2. Súmese a lo transcripto, el hecho que las raíces hispánicas propias del período co­
muchas fueron quemadas. Súmese a lo trans­ lonial de nuestra América. Orígenes a rescatar
cripto el caso del cura que negó la comunión — según sus difusores— por lo que conside­
a niños, alumnos de la escuela regenteada ran méritos del dominio español, valederos
por la Compañía pues en el local, sobre una para el presente, con las implicancias católicas
mesa, se encontraba ese material prohibido. correspondientes. Quienes apoyan tesituras
Es cierto que el protestantismo en el Uruguay semejantes plantean un acercamiento con
del siglo XIX resultó minoritario en cuanto al el vigente franquismo (español y dictatorial
número de adeptos. Pero ello no es óbice para como católico) a fin de cuentas. Comulgan
eludir la apreciación de intolerancia mani­ en la condena de judíos, bolcheviques y ma­
festada en la ocasión por los jesuítas, quienes sones para alcanzar el supuesto pasado esplen­
tenían mucho de Orden y milicia. No olvide­ doroso de España, cuyas bases se hundirían
mos — conforme a Fernández Cabrelli— que en la grandeza imperial iniciada en el siglo
la “nueva milicia del Papa”, como había pre­ XV. ¿Casualidad? En 1492 se dictaminó por
ferido llamarse la Compañía, fue concebida orden real la expulsión de moros y judíos del
con ese carácter desde su fundación por San territorio peninsular. Ello implica observar
Ignacio de Loyola y constituida con criterio y el pasado urgido por un presente, presente
reglamento castrenses. Su creador fue solda­ de animadversión hacia los semitas, o de ju-
do católico de los Reyes hasta 1521. Palabras deofobia como prefieren hablar sus víctimas.
textuales del arriba mencionado historiador, Por extensión: “masones” y “comunistas”.
quien recuerda las reflexiones del padre G ui­ Y en el contexto de la historiografía local
llermo Furlong S.J. Para éste — transcribo lo vale la pena rememorar el proceso que tuvo la
que Fernández Cabrelli recuerda— la teoría figura de Artigas. Vinculado su pensamiento
de la obediencia religiosa del jesuíta tiene a la Ilustración — que equivale decir, a las raí­
tanto parecido con la del soldado que al obe­ ces del liberalismo— , las Instrucciones serían
decer éste al General A o al Coronel B sabe un ejemplo de la presencia de las ideas france­
que obedece a la patria y por ella, no por él, sas — “foráneas”, otro vocablo urticante y pe­
“va a la muerte si es menester”. Cuando se ligroso para los chauvinistas— , y el caudillo
obra por propia voluntad, prosigue Furlong, un “héroe” liberal. La libertad civil y religiosa
se está en la angustia que tanto aflige a las en toda su extensión imaginable, constituiría
almas buenas: ¿estaré haciendo lo que Dios una muestra. Pero, también se insistió en las
quiere? ¿Querrá Dios que yo haga esto o raíces hispanas del “procer” y su ajenidad al
modelo arriba citado, con la impronta — para Punto central en la materia: “integrismo”.
el ejemplo aludido— de líder católico. Más Advertencia: no generalizo en cuanto a mi per­
t|lic libre manifestación del culto, más que cepción del catolicismo. Reconozco y acepto
libre creencia, el susodicho punto sería ma­ la diversidad en el seno de dicha comunidad.
nifestación de la autonomía provincial ante el Fortunato Mallimaci considera que la palabra
unitarismo bonaerense. El entramado históri­ fue utilizada por primera vez por un partido
co confirma que los acontecimientos no son político español que surgió hacia 1890, inspi­
tun sencillos, maniqueos, sin matices o plura­ rado en el “Syllabus” (catálogo publicado por
lidades. Los esquemas carecen de validez. el Papa Pío IX en 1864, donde se condenaban
Para el caso de la “masonería”, a quienes par­ los “errores modernos” y a los católicos, que
ticipan de la enfermedad afín de presagiar un buscaban componer la sociedad de la época).
"contubernio”, debe provocarles fuerte dolor de Hoy se aplica con cierta carga peyorativa
cabeza leer en la prensa de 1879 la invitación — siempre es Mallimaci quien relata— a las
de las logias al entierro de José Pedro Varela, personas, grupos, y movimientos opositores a
propulsor de la educación gratuita, obligatoria y todo cambio, adaptación o renovación doctri­
parcialmente laica. El dolor de cabeza puede ser naria también en otros “universos religiosos”
acompañado de indigestión estomacal. La cita, (el judío, el hinduista, el musulmán). Im­
mencionada líneas arriba, relativa al reportaje porta recuperar de los ejemplos que brinda,
del Herald a Marx, fue publicada en el diario La la asociación “Sodalitium Pianum” (llamada
Paz — cuyo redactor y director era Varela— el comúnmente “la Sapinière”), dirigida desde
21 de setiembre de 1871. Sí, al judío Carlos Roma por monseñor Umberto Benigni que a
Marx. Tranquilidad: el educador uruguayo no principios del siglo pasado fue una agencia de
participaba de la doctrina socialista. informaciones para denunciar a todos aque­
Si continuamos con el caso de la masone­ llos que transigían con la modernidad. “Con
ría, los ultramontanos católicos pueden pro­ apoyo papal y de diversas jerarquías eclesiás­
seguir con sus argumentaciones. Las Consti­ ticas, propalaba por Europa y América Latina
tuciones de la Gran Logia de Londres, fueron folletos antimodernistas, antirrevolucionarios
redactadas en 1717 por el protestante Ander- y antisemitas, estimulando la delación y acu­
son. Y, si del liberalismo hablamos, Manuel sando a numerosos sacerdotes, y fieles, lo cual
Claps insistió que la vertiente nacional de la significaba la expulsión de la Iglesia. Signifi­
cofradía logró unificar a sus heterogéneos in­ cativamente, encontró apoyo en grupos po­
tegrantes a través de la afirmación de los prin­ líticos como la Action Française de Charles
cipios políticos liberales, intérpretes ambos de Maurras, que practicaban a nivel de la socie­
una matriz burguesa. Masonería y liberalismo dad el mismo tipo de inquisición que la Sa­
—explicó— son, pues, los dos rostros del es­ pinière en el interior de la Iglesia”4. América
píritu afín al siglo XIX. Libertad, Igualdad y Latina incluye a nuestro país.
Fraternidad: los ideales formulados por los
masones fueron levantados por la Revolución
Francesa con la cual colaboraron.3 Y de uno
de sus protagonistas, Robespierre, se habló Un ejemplo del conservador
— Pierre Gaxotte lo hizo— como del líder uruguayo: Luis Alberto de
“comunista”, en momentos de producida ya Herrera
la otra revolución, la rusa de 1917, también
provocadora de sarpullidos en quienes ana­ Barrán analiza pormenorizadamente la
lizan — analizaron— el pasado. De 1917 se figura del político blanco, con la autoridad
pasó a 1789. propia a él (“autoridad” en el sentido de ri­
gurosidad en la compulsa de las fuentes, y zo”. También, La Facultad de Humanidades y
de su ascendencia en el quehacer historio- Ciencias; El Partido Nacional y el principio de
gráfico). Pero es llamativo que no recurriera no intervención (1946), en colaboración con
a la obra de Eduardo Víctor Haedo, Herrera, M artín R. Echegoyen, Felipe Ferreiro y Angel
caudillo oriental (Colección Sésamo, Arca, 1a. María Cusano”.5
Edición, 1969), pues la misma constituye De la trayectoria nacional y específicamen­
un valioso aporte en cuanto testimonio que te partidaria de Haedo, Wilfredo Pérez6 ha
informa del pensamiento y labor de su bio­ indicado: “Herrera fue su numen, su maestro.
grafiado. Aclaremos el punto. Haedo no sólo Durante más de treinta años recorrió a su lado
fue político sino también escritor sobre te­ el limpio y patriótico camino del blanquismo
mas históricos y estuvo vinculado a Herrera y en 1969 escribió su obra postuma, Herrera,
durante 41 años. Caudillo Oriental que, agotada, ha sido reim­
Primero: la importancia de la fuente. presa por la Cámara de Representantes entre
Político, periodista y profesor, nacido en otros títulos suyos para el bien de las nuevas
Mercedes, Haedo (1901-1970) cursó estu­ generaciones”. Conclusión: Haedo, es un tes­
dios universitarios. Periodista (La Mañana; timonio capital para conocer a Herrera.
La Democracia), fue Redactor político y de Segundo. Herrera visto por Haedo e, indi­
Asuntos Internacionales de El Debate, órga­ rectamente, reafirmar y completar lo estudiado
no del Partido Nacional. Desempeñó cargos por Barrán. Cierto: el libro de este último fina­
administrativos en la Dirección General de liza en 19.33. Sin embargo, la trayectoria poste­
Impuestos Directos. Docente de Literatura y rior del caudillo importa por la proyección de
de Historia Nacional en el Instituto Normal su ideología en el devenir. Y en cuanto apare­
“María Stagnero de Munar”. Vinculado a los
ce el personaje en carne y hueso. “Su” ayer, de
deportes, integró el Consejo de la A.U.F. y la mano con “su” hoy. Una “larga duración”.
colaboró en la construcción del Estadio Cen­
tenario y en la organización del Campeonato
del Mundo (1930). Diputado; integrante de
la Asamblea Deliberante (1933) que tenía El político
funciones legislativas, constituyente en el
mismo año. En el Parlamento formó parte de En los convulsionados años treinta del si­
varias comisiones: Asuntos Internacionales, glo pasado, previo al derrumbe institucional
Presupuesto, Hacienda e Instrucción Pública. del 31 de marzo, el 13 de enero de 1933 a las
Precisamente, ocupó la cartera de Instrucción diez y media de la noche, en la casa de Alber­
Pública y Previsión Social en 1936 e interina­ to Puig — vinculado “íntimamente” a Terra y
mente la de Industria y Trabajo. Creó la “Re­ Herrera— , se celebró una entrevista entre am­
vista Nacional” y fue artífice de la fundación bos políticos. Según Haedo, desde el inicio la
de la Facultad de Humanidades y del Salón conversación se planteó en los términos más
de Bellas Artes, así como factótum en la ela­ amistosos. “Herrera reconstruyó a mi pedido,
boración de la ley sobre “Derechos de autor”. los planteos esenciales. He aquí el texto, cuyo
En 1959 ingresó al Consejo Nacional de Go­ original fue aprobado por Terra”. De acuerdo
bierno; en sus horas de descanso tuvo tiempo al mismo, el entonces Presidente constitucio­
para dedicarse a la pintura. Entre sus trabajos nal instó a la elección de una Constituyente,
cabe destacar: “El Partido Nacional frente a la “dentro de las formas legales”. Su interlocutor
situación” y un libro, La caída de un régimen, “manifestó que por ese camino no se llegaría
dividido en dos tomos, “Las crisis del Partido a ninguna parte: urgía a acabar rápidamente
Nacional” y “La Revolución del 31 de mar­ con un régimen absolutamente impopular,
qiir lodo lo había desquiciado, que no per- XV — las frases referidas a doña Margarita— al
Hlllíii gobernar y en cuyo nombre imperaba lado de esa oración escrita con frases que atri­
Id HiiW desatada demagogia”. “Ya de pie, y al buyo al santo de Asís: — Señor, haced de mí
||lit|trdlrsc, Herrera con emoción y hablando un instrumento de Vuestra Paz...— y que tan
(lili* ni viejo amigo que al gobernante le dijo al admirablemente entona con esa franciscana
l>r, Ierra, a la vez de estrecharle calurosamen­ marca de hierro entre dos mesillas de noche
te Id mano y de reiterarle su lealtad cívica: “El presididas por una bandera uruguaya y carga­
Mlillhln radical se impone; hay que hacerlo. das de libros, con los que indudablemente se
Idl Ilutes tú o lo hacemos nosotros. En lo que queman los frecuentes insomnios de un octo­
d lili me es personal, yo ya estoy resuelto”. Y genario”.11 “Defiende a Francisco Franco pero
lllrgo concluyó: “de la sangre que se derrame no firma el telegrama adhiriendo a la Junta
limiurá la solución que el país exige”7. Líneas de Burgos, apenas iniciado el movimiento,
después concluye Haedo: Terra salvó a la Re­ mientras lo hacían quienes después habían de
pública el 31 de marzo comprometiendo su reprocharle su solidaridad con esa causa”. El
Hombre, su prestigio y su vida. Herrera lo caso Juan Domingo Perón. “Herrera recono­
Htompañó con la idea de que en la primera re­ ció en Perón al auténtico mandatario de un
novación del partido, el de su padre, llegara al orgulloso pueblo sudamericano. Lo probó
poder”.8 Haedo Caracteriza a Arturo, Alberto cuando el aislamiento de España. Presionados
y Luis Luis Puig quienes -anota- rodearon a por Estados Unidos, los gobiernos retiraron
Herrera desde los días que luchaba (1917) sus embajadores de Madrid. La respuesta de
por la Presidencia del Directorio. El primero Perón conmovió a Herrera: No sólo no retiro
— reproduzco línea por línea— lo acompañó sino que mando. Y mandó al Dr. Pedro Radío
en las difíciles y penosas giras por el interior. que fue por varios meses el único embajador
Era abogado; el segundo, hacendado y barra­ hispanoamericano que actuó en Madrid”.12
quero, “situado socialmente en primera línea”. En la anterior leemos: “Herrera no dudó nun­
A él, “a su insistencia, a su empeño patriótico, ca de que el gobierno de Perón constituía una
«e debe la entrevista Terra-Herrera, realizada en auténtica revolución americanista”.
su casa y en la que colaboró eficazmente su hijo Un caso especial de su “hoy”: Alfredo Stroes-
Alberto Puig Larravide, casado con una hija de sner. Militar y político paraguayo, en 1954 se
Terra”. De Luis, sobrino de Alberto, dice que proclamó Presidente del país en nombre de su
personificaba el partidario puro y desintere­ Partido, el Colorado. Dictador, resultó derro­
sado. La “Barraca Puig”, finaliza, fue durante cado por su consuegro el general Andrés Ro­
años centro de actividad dirigente del Partido y dríguez cuando corría el año 1989. 35 años
a ella concurría frecuentemente Herrera.10 de autocracia, pues. Haedo nos cuenta de los
En 1956, observa Haedo, José Antonio Gi­ vínculos del caudillo con la nación guaraní,
ménez Arnau, “eminente periodista, escritor y desde su labor como historiador que analizó
diplomático español”, describió la Quinta de los prolegómenos de la “Guerra de la Triple
Larrañaga donde vivía el caudillo. Lo hizo en Alianza” (1864-1870) hasta su colaboración
un artículo titulado “En un lugar de M onte­ en la del “Chaco” (1932-1935), cuando Para­
video”, publicado en el A B C de Madrid. Del guay enfrentó a Bolivia. Y en cuanto a Stroes-
mismo se destaca: “(...) allí están los retratos sner, acota: “Terminó sus días en una cordial
de Benito Mussolini, Víctor Manuel II y el amistad personal con el Presidente, General
conde Ciano”. Eva Perón, Ramón Franco, el de ejército Alfredo Stroessner, al que calificó
mariscal López también integraban la galería. de pacificador y civilizador”13. Creía en él,
En uno de los dormitorios,” (...) cuelgan las nos dice. “El ascenso al poder de Stroessner
bendiciones de Pío XI, Pío XII y Benedicto le ensanchó la esperanza. Sus primeros pasos
en el gobierno lo llenaron de gozo. Recha­ moral francesa y exaltar la unanimidad na­
zaba a quienes lo consideraban autoritario. cional. Está — escribe Touchard— estrecha­
El, que conocía al Paraguay, después de ver mente asociado a la victoria de 1918, pero
lo que estaba ocurriendo, confiaba no en el en lo político, perteneció siempre al campo
restablecimiento sino en el establecimiento de derrotado: el general Boulanger, por ejemplo,
la autoridad (...) Demostró ser su verdadero adherente a grupos de derecha con el apoyo
amigo, No era extraño que lo fuera. Cuando de la “Liga de los Patriotas” no pudo derro­
veía las cosas justas, el empeño progresista, el car al gobierno, huyó a Bruselas condenado
alma bien templada y las manos limpias no por traición según un tribunal francés, y se
se recataba para emitir juicios laudatorios que suicidó. Observa Touchard en él un “culto del
tomaba como un grito de ¡adelante! hecho so­ yo”, un esfuerzo por desarrollar plenamente
nar a la distancia”.14 No alcanzó a visitarlo en las energías latentes cuya presencia siente en
Asunción, de lo cual se dolía frecuentemente. sí mismo. “El nacionalismo es una tentativa
“Le entonaba el ánimo saberlo defensor del análoga, en un plano diferente, para devolver
Mariscal López y de actuar respaldado por un a Francia la conciencia de su fuerza (...)”16.
partido popular que mantenía tan viriles (sic) Y agrega que no resulta casualidad que agru­
tradiciones”. Haedo confiesa que toda esta para sus tres novelas, Les désracinés, L 'appel
política la siguieron los que se consideraban a un soldat y Leurs figures, bajo el título Le
discípulos del político uruguayo. ’’Desafiando román de l ’energie nationale. Más aún: “Este
críticas, ahuyentando amistades, enfrentando culto a la energía explica su preferencia por
el ataque soez. No como él lo hizo, sino sobre Esparta, su amor por España, su aversión
su misma línea. Sin vacilaciones y sin miedo. por los profesores y su exclamación: La in­
Fieles al principio de no intervención. Algo teligencia ¡qué pequeña cosa en la superficie
nos ha costado defender las líneas generales de nosotros mismos!”.17 Puso en ridículo “Le
del gobierno de Stroessner. Procede recono­ manifesté des intellectueles” cuando el asun­
cer que es el único gobierno sudamericano to Dreyfus. El substantivo intelectual -siem ­
resueltamente anticomunista”.15 pre es Touchard quien escribe- data de este
período, así como la costumbre de la derecha
de acusar a los intelectuales de ser teóricos y
malos franceses.
En el terreno ideológico Asimismo creía que la energía de su país
sólo podía venir del pasado nacional, de la tie­
Oportunidad ésta en la cual nos ubicare­ rra y de los muertos. Se atribuía la misión de
mos en el “ayer” de Luis Alberto de Herrera, devolver a sus compatriotas el sentimiento de
coincidente con el estudiado — en cuanto al las tradiciones nacionales, de arraigarlos en el
período— por Barrán. Reafirma la influen­ suelo natal. Xenófobo, antisemita, proteccio­
cia de la derecha francesa en el caudillo del nista y regionalista: he ahí sus premisas.
Partido Nacional los recuerdos de Haedo Energía y nacionalismo. Aversión por los
en su libro. En especial de Maurice Barrés profesores. Intelectuales como meros teóri­
(1862-1923) quien fue caracterizado por cos. Energía que sólo podía venir del pasado
Jean Touchard como aquel que, en contra­ nacional, de la tierra y de los muertos. Ba­
posición a sus dos maestros, Taine y Renán, rrán indica que, luego de su matrimonio con
hizo carrera política. Bajo el signo del nacio­ Margarita Uriarte, viuda del rico hacendado
nalismo, dice. Boulangerista, antidreyfúsista, Arturo Heber Jackson, Herrera viajó a Euro­
diputado, se atribuyó la tarea de preparar a pa. De sus recuerdos de esa época relató que
Francia para la guerra, y después sostener la allí releyó a Hipólito Taine, de quien dijo
í>|erc¡i') influencia en él, “demasiada influen- les infundió una moral universalista, legislada
tílu", como lo había hecho Barrés, “pero Ba­ por la razón de cada individuo”. Señala Hae­
rré» es Taine”. Incluyó a Bergson y dijo haber do que el nacionalismo de Barrés, imbuido de
leído “con cuidado” las reflexiones sobre la conceptos y palabras de Maquiavelo — “amar
violencia, de Sorel, entusiasmado por el des­ más la patria que el alma”— tiende a restable­
precio que éste manifestaba ante la política cer las regiones del interior para que “(...) la
Intclectualizada. Descubrió allí “la estrella erradicación cosmopolizante de la urbe capi­
tlcl ideal y después el heroísmo”. tal no desfigure al país. Herrera lo despo­
Eduardo Víctor Haedo nos detalla que en ja de sentido monárquico y aristocrático y
1896 apareció en París la novela de Maurice decide, con la visión de la patria, conver­
Bnrrés, Los desarraigados. “Herrera la sabía de tirlo en populista (sic)” Prosigue: “En este
memoria. No a nosotros, pero sí a muchos prim er contacto con una filosofía práctica
extranjeros que lo visitaban, la mencionaba y arraigada en la historia, hay que definir el
«e complacía en repetir largos párrafos. Había perfil mayor de Herrera, desconocido para
llegado a sus manos por medio de su entra­ los más y que él disimuló siempre bajo los
ñable amigo, Carlos Roxlo, que venía en esa alardes de impremeditada espontaneidad,
época de realizar un viaje por Europa”. Añade propia de un caudillo”.19
que con Quintana, Ponce de León y Rospide,
la leyeron no sin dificultades; no existía ver­
sión castellana y ninguno de ellos dominaba
el francés, aunque todos lo hablaban”. “Los Nacionalismo
fascinó el tema, la originalidad de los perso­
najes y el sentido profundo de la misma”.18 Muchas veces Haedo — lo anota— le pre­
Y Haedo entiende que lo esencial para guntó cómo había concebido la idea nacio­
Herrera era cómo los adolescentes, en el “año nalista y acerado el empuje “antiimperialista”,
terrible”, se vieron obligados a templar el alejado de todo móvil electoral. Su contesta­
carácter, a tomar conciencia del trabajo y la ción: “No por cierto atraído por los libros,
responsabilidad. Transcribe párrafos de otra sino por hechos. Joven, vi nacer el peligro del
novela de Barrés — Un hombre libre— , de imperialismo yanqui. Publiqué después de
los cuales selecciono: “Unicamente podré años mis informes reservados sobre él, escri­
soñar; habré de desenvolverme en mi raza; tos cuando desempeñaba un cargo diplomáti­
las más valiosas partes de mi espíritu sólo co. Debíamos fortalecer nuestras patrias y ¡de
servirán para enriquecer a hombres más qué modo! para defendernos. No podíamos
afortunados que yo”. hacerlo con poderío bélico, pero sí con una
¿Qué vio Herrera en el escritor francés? historia de encuentros y no de odios, con el
¿Qué vio en Los desarraigados? Su pasión na­ amor al derecho y a la justicia que habría de
cionalista, dice Haedo, al leer el relato de las armarnos como lo había hecho con nuestros
desventuras de los jóvenes provincianos que, antepasados ante todas las adversidades. En
abandonando sus lares, donde la conducta, mi estancia en París, leí y releí a Taine. Es
las tumbas y el recuerdo de sus progenitores cierto ejerció influencia sobre mí, demasiada
los ajustaban a la moral ancestral, vivieron influencia quizás, como lo había hecho Ba­
“desarraigados”, disueltos en la turbamulta, rrés, pero Barrés es Taine”.
presos de los vicios que infectan a las grandes A este último, Touchard lo destaca entre
urbes internacionalizadas. “El gran desarrai­ los fundadores del neotradicionalismo, junto
gado de estos jóvenes resulta ser el profesor de a Renán. Horror por la abstracción, por el
filosofía en el liceo lugareño, un kantiano que estatismo y por lo que denomina la “grosera
democracia”. “Guardémonos del crecimien­ 28 de marzo de 1916 cuando saludó alboro­
to del Estado y no permitamos que sea algo zado — acota Zubillaga— “la perspectiva que
más que un perro guardián”, expresó. Perse­ se instale en el país” un frigorífico “de pro­
cución a los “jacobinos”, con una “aversión cedencia americana (sic)”23. Sea otro ejemplo
sin límites” a quienes censura, sobre todo, la crítica que vertiera desde el Consejo Na­
por su carácter de teóricos, de hombres que cional de Administración sobre las represio­
ignoran las realidades. Léase intelectuales. El nes del Ministro de Industrias, Dr. Castillo:
Gobierno revolucionario le parece, “el triun­ “Tampoco fue acertado el Ministro al afirmar
fo de la razón pura y de la sinrazón práctica”. que ‘la defensa del país hay que hacerla con­
“Es una escolástica de pedantes recitada con tra las empresas extranjeras, que son las que
un énfasis de energúmenos”.20Antiestatismo: conspiran contra la riqueza nacional’. Consi­
su contraposición, la postura de José Batlle y dero un grave extravío tal aserto que daña a
Ordoñez, acusado además de “jacobino”. Ba­ los intereses fundamentales del país, tan ne­
rran anota,21 que la concepción de la Historia cesitados (...) del consenso extranjero, al que
del batllismo era exactamente el reverso de la debemos los mayores aportes civilizados (...)
católica y la conservadora laica. Resalto este Son, precisamente, esos ‘gringos’ y sus capita­
párrafo: “(...) la filosofía racionalista del siglo les los que han hecho la grandeza del Río de
XVIII y la Revolución Francesa habían pro­ la Plata”.24 Y también sostuvo en 1924 que a
clamado bien alto los ‘Derechos del Hombre’ la industria nueva, la de los frigoríficos, “a ese
y el socialismo, el anarquismo y el comunis­ árbol tierno que ahí está”, había que dejarlo
mo eran utopías equivocadas pero generosas. vivir “no sofocándolo con impuestos”. En esta
Como ya observamos, según El Día, la caí­ ocasión — continuó— sí se sentiría “un poco
da de la Bastilla simbolizaba el derrumbe de proteccionista”, en el sentido “no solamente
los baluartes de la tiranía, juicio en perfecta de mirar con simpatía esa industria que nace,
oposición al de Luis Alberto de Herrera para sino también de estimularla con primas”.25
quien el 14 de Julio, citando a Maloue, era el Recuerdo que esas empresas tienen su his­
comienzo del ‘terror’”. “La descripción de la toria: a comienzos del siglo XX nacieron y se
toma de la Bastilla entristece a los verdaderos consolidaron en manos de capitales estado­
demócratas tanto como puede exaltar su en­ unidenses e ingleses. Con fondos nacionales
tusiasmo el Juego de la Pelota”. Tal lo escrito al principio, pasaron a manos de ese origen
por Herrera en La Revolución Francesa y Sud y controlaron la industrialización y comer­
Américana, que acompaña la nota de marras. cialización de las carnes uruguayas. Switt y
Antiestatismo. Carlos Zubillaga22 repro­ Morris y Armour lo demuestran. Que la Lie-
duce el diálogo que mantuvo Herrera con big se transformara en el Frigorífico Anglo,
el diputado batllista Infantozzi en julio de también. Por ello, discutible (?) es que haya
1916. Expresó el primero: “El señor dipu­ tenido una clara concepción antiimperialista.
tado tiene un concepto ‘socializante’, como Observó Real de Azúa su apoyo a la acción de
se dice ahora, porque pertenece a un partido la empresa extranjera en el Uruguay “(...) y su
que es, según reciente difinición peregrina un singular miopía para advertir que una colec­
‘socialismo sin bandera’...¡Yo aliento un cri­ tividad mediatizada económicamente a cen­
terio muy diverso! Pienso que el Estado no tros de decisión y distribución de provechos
debe ser el protector de todo el mundo y de situados fuera de su área es (por mucho que
todos los intereses de clase. El Estado tiene lo disimulen las apariencias) cualquier cosa
facultades directivas y debe usarlas con un menos dueña de su destino. La hostilidad de
concepto limitado y muy prudente”. Sea un Herrera entre 1927 y 1932 a los esfuerzos por
ejemplo su intervención parlamentaria del la nacionalización del petróleo, el alcohol y el
portland ilustra esta incongruencia”.26 En el americana y asegura: “Está informado por el
caso del petróleo “era otro cantar, otro sucio pensamiento tradicionalista”. Lo ve en la acti­
cantar”, añade. “Y aquí podría anotarse que tud de Herrera al considerar que el obrar po­
así como Batlle — según lo apuntó alguna lítico debe sujetarse a “las leyes de desarrollo
vez el autor de este planteo— vio empresas’, de cada país y que ellas se extraen del pasado
como armas de sujeción económica a com­ nacional”. “Esa filosofía durante el siglo XIX
batir, pero no ‘potencias’ (su ideología le im­ inspiró tanto el romanticismo alemán como
partía un amplio margen de confianza en ‘las la escuela francesa culminando en la obra de
naciones rectoras’). Su rival actuó desde una Taine. Tuvo evidente ascendencia sobre las
concepción simétricamente contraria. Que concepciones políticas de Barrés y Maurras,
haya tenido en cuanto ‘países’ — la Francia in­ contemporáneos, aunque mayores, afines
terventora de La Guerra Grande, los Estados con las de Herrera. Conociéndolas, como las
Unidos del siglo XX— y no ‘empresas’ -para conocía, se explica por qué las adoptó ade­
las que mi país pequeño es siempre un mero cuándolas a la realidad arisca y bravia del Río
sumando en un total operativo mundial- es de la Plata. Esa filosofía política, le permitió
una singular, grave ausencia en la doctrina de obrar con firmeza y sin dudas ni tanteos ideo­
un verdadero nacionalista”.27 lógicos, durante más de medio siglo”.30
¡Y su entusiasmo “pro-británico”? “Ingla­ ¿Y qué ejemplo pone Haedo? Artigas y
terra no sólo había impuesto (para Herrera) demás caudillos federales, opositores al uni­
denodadamente (otros dirían prepontente- tarismo y “extranjeristas” escépticos en el
niente) el alumbramiento del Estado-tapón destino republicano de estas tierras, “corifeos
en 1828; su economía, un siglo más tarde, se de los mentores doctrinales de la Revolución
complementaba cabalmente con la nuestra y Francesa”. Alucinados éstos por los “princi­
«bsorbía con holgura la corriente de exporta­ pios” de la Civilización, “negaban lo valio­
ciones que en las estancias se originaba y de lo so del pasado hispánico, menospreciaban la
que el país vivía.”28 No vaciló Real de Azúa en realidad vernácula”.31 De paso: reivindicó a
catalogar de “apología” La Misión Ponsomby, Rosas y, de acuerdo a Haedo, “la verdad de
pues quedaba en Herrera fuera de toda crítica sus libros” alentó, entre otros, a José María
0 reserva la acción imperial de Gran Bretaña, Rosa con quien compartió la bancada en el
tanto en lo político como en lo económico. Congreso de Historia realizado en Santa Fe
Requerido por Haedo, Herrera hizo una (1920). “Compañeros de fogón” fueron Ma­
evocación de sus primeros años y en ella nuel Gálvez, Carlos Ibargurren, integrantes
mencionó a su madre, la cual “nos impri­ de una importante lista.
mió su sello”. “Poseyó las disciplinas de la Véase el perfil del “nacionalismo” en el cau­
raza y por eso fue protestante práctica (...) dillo blanco conforme a Real de Azúa. Una
todos los domingos marchaba con nosotros concepción de la comunidad nacional mol­
al templo inglés de la calle Treinta y Tres (...) deada por la historia, el legado de los muertos
con inquebrantable tenacidad, me daba ella y la acción de los vivos, lo que dicta la tierra
lecciones de inglés, hasta conseguir meter misma (el “aliento telúrico”), los recuerdos y
dentro del criollito un inglés, que, aunque anhelos de todos la “personalidad colectiva”,
IU> parezca, ahí está enclavado en las ideas y en suma, generada, crecida, armada según
rigiéndolas: firmes, probas, tranquilas y re­ el modelo biológico y, en especial, vegetal.
guladas por la razón”.29 De un perfil básico -realidad suprema, irre­
Del tradicionalismo lo confirma el político ductible a esquemas e ideologías, norma in­
y biógrafo blanco. Se basa en el trabajo, que condicionada de una conducta orientada a
Karrán analiza, La Revolución Francesa y Sud­ defenderla— concluye Real de Azúa: “(...) la
desconfianza frontal en las garantías jurídicas enderazaba al cumplimiento de sus objetivos.
y en las solidaridades ideológica, internacio­ No comprendió por no sentirse capaz de
nales, la primacía del ‘sagrado, egoísmo’ del practicarlo con respecto a la relación de hom­
‘interés nacional’, la visión unitaria del Esta­ bre a mujer, por no ser un sentimental ni un
do-nación y la desatención o el soslayamiento nostálgico, ni un imaginativo, la definición de
de sus tensiones y antagonismos internos, la Ortega: “el amor es el amor a la perfección de
hostilidad más o menos abierta a las corrien­ lo amado”, pero sí la hizo suya para su único
tes inmigratorias y a todo otro ingredien­ amor, la patria y su gente, el pueblo. Se casó en
te extraño que amenazara lo que ya éramos 1908 y compuso un hogar ‘a la antigua. Di­
o íbamos siendo”32. Más todavía: lo evalúa ferenció en forma tajante lo suyo, lo de su casa,
como inseparable del militarismo o, “dicho de todo lo demás. De puertas adentro la esposa
más exactamente”, de una enérgica promo­ era quien mandaba. Transpuestas las verjas de
ción de la fuerza armada de un país. Solicitó la Quinta, el dueño de todo era él, de la calle y
se implantara el Servicio Militar obligatorio: de la ciudad, del sol y del viento, de la mirada
Haedo lo reconoce tal cual el batllismo fue de los indiferentes y del saludo del pueblo — de
propulsor de similar medida.33 todas las clases sociales— , que le llamaba Luis
Alberto, con admiración y respeto”.
Sí rehusó enérgicamente enfilar un ata­
que a la esposa del Presidente Amézaga, en
El hombre una campaña “implacable” contra el primer
magistrado. “Le fastidiaban los necios que se
José Pedro Barrán aclara que en su libro nutren repitiendo cuentos obscenos, se nutría
de 1904, Desde Washington, Herrera se mos­ de mensajes. Le interesaban aquellos seres que
tró partidario de la emancipación de la mujer. eran portadores de ellos. Buenos o malos, cier­
“Defendió su incorporación al empleo y al es­ tos o inciertos. Recogía el eco de los de afuera,
tudio, su liberación de la tutela marital en el les descubría la verdad de lo que decían mi­
terreno económico y propuso que el derecho rándoles a los ojos, provocándolos, para verlos
civil la equiparase al hombre. Aunque no qui­ caer en contradicción o en olvido.”
so pronunciarse sobre sus derechos políticos, Interesante es lo que sigue, narrado por
pareció inclinarse por aceptarlos”.34 Haedo, en la misma sección. De la adolescen­
Haedo diseñó un perfil también de su per­ cia a la vejez — dice— no conoció la jactan­
sonaje en los detalles propios a sus costum­ cia, ni gustó de relatar hazañas personales o
bres, a lo que desde hace relativamente pocos aventuras del tipo de esas que nunca faltan
años la historiografía ha encarado como his­ en cenáculos de hombres. “A nadie contaba
torias de la vida privada. “No gustaba de los lo suyo”. Cuando se le consultaba la verdad
llamados ‘cuentos verdes’ y huía de referencias de una anécdota que le atribuían, desviaba
al sexo femenino, alegando su devoción por la respuesta y se guardaba de asentir.” Fue de
la mujer”35. Al respecto, con anterioridad36 una exterioridad señorial sin afectación, que
refiere: “Poseía orgánica afección a las muje­ no abandonó jamás.”
res. Sin otra diferenciación que las fáciles y Año 1904. Refiere Ángel Rama37— que
las difíciles”. Queda la duda al lector dónde el poeta Roberto de las Carreras participaba
está la diferenciación. Prosigue: “Las trató en de los incidentes afines a ese particular 900
todos y de todos los ambientes. No reparaba que tuvo el país. Así ocurrió, conforme al
en categorías ni en clases sociales. Era ama­ crítico uruguayo, en uno de los más sonados
dor sin grandes amores. Como era temerario escándalos de la época que protagonizaron las
y nada lo arredraba y todo — era su signo— lo principales figuras del país. “Me refiero al do­
ble asesinato del Hotel del Prado donde m u­ en los días de peligro, como lo habías tenido
rieron Celia Rodríguez Larreta y su marido, débil en los de la falta, álzate de tu olvidado
1.atorre. Celia, en el decir de la época, había lecho de piedra y dínos quién dijo miedo!”
sucumbido a los encantos de un joven aboga- Herrera — continúa el articulista— le envió
dito algo donjuanesco, llamado Luis Alberto padrinos a Batlle para batirse a duelo pero
de Herrera, lo que había provocado el dis- obtuvo la negativa por respuesta. ¿Su argu­
tanciamiento de los esposos. “Por mediación mento? La investidura se lo imposibilitaba.
de Teófilo Díaz — embajador, ministro de la En 1921 el incidente volvió a enfrentarlos.
Suprema Corte de Justicia y “siempre causeur “Por ese entonces, Herrera decía: ‘Invadiendo
chispeante y articulista mundano— se logró torpemente en el fuero de mi honesta, limpia
la reconciliación. “Los esposos fueron a pasar vida privada cuando yo jamás, como cuadra
la noche de la reconciliación al Hotel del Pra­ a un caballero, me he ocupado de la suya, el
do y allí Latorre asesinó a su mujer. No bien señor José Batlle y Ordóñez me suele atacar
enterado, en las primeras horas de la mañana, desde su diario”. Una acotación. Para Haedo,
Teófilo Díaz corre al lugar del hecho y abalan­ el autor del suelto fue Andreoli y no Herre­
zándose sobre Latorre lo balea. Eso le valió a ra.39 El periodista Federico Serra explica que
Tax —Teófilo Díaz— la reclusión perpetua en fueron pocos los que atacaron a Batlle, por
una quinta de las afueras de la ciudad aducién­ ejemplo, por haber impulsado una ley de am­
dose insana y en verdad tratando de ahorrar a pliación de divorcio mientras él mismo estaba
una de las personalidades del país la cárcel a en pareja y vivía con una mujer separada, que
que obviamente debía ser condenado”. no podía divorciarse. Tuvieron hijos antes de
El enfrentamiento político Herrera-Ba- formalizar su matrimonio, lo que no sucedió
tlle llegó a involucrar este tema. El primero hasta que el esposo de la mujer murió. Co­
rrecto: era una mujer “separada”.
lo acusó en una ocasión de tener miedo con
motivo de las honras fúnebres a los mártires En una nota publicada en Brecha 40en refe­
nacionales, imputación a la cual el segundo, rencia a la ley de divorcio aprobada en 1907,
entonces Presidente de la República, replicó Salvador Neves reproduce la siguiente decla­
con un suelto: “¿Quién dijo miedo?”, donde ración de Barrán: “Cuando Batlle se enamoró
aludió a lo acontecido. El diario El Observa­ de Matilde, hacía tres años que su esposo, un
dor, del sábado 22 de diciembre de 2007, bajo primo de Batlle, la había abandonado. Tuvo
el título “Una delicada frontera” reprodujo lo dos hijos con ella que, según la ley, eran del
sucedido. El periodista38 escribe que todo co­ matrimonio y, según la Iglesia, eran adulte­
menzó con un artículo en el diario blanco La rinos. Seguramente esto lo preparó para en­
Democracia, dirigido por Herrera. Lo ubica tender la necesidad del divorcio. Asimismo he
en 1906. Desde esas páginas se acusó a Batlle sospechado que el asesinato de Celia Rodrí­
de sentir miedo a salir a la calle, ya que en guez Larreta por Andrés Latorre, su marido,
un acto recorrió algunas cuadras rodeado de en 1904, pudo promover un estado de opi­
policías. Reproduzco las líneas: “Nadie podrá nión favorable al divorcio. Celia, que tenía
decir que si S.E. no sale a la calle y no va a la por amante a Luis Alberto de Herrera, era
casa de Gobierno y se encierra en su morada con toda seguridad maltratada por Latorre.
de Piedras Blancas, es porque tiene miedo. Ella había pedido la separación de cuerpos,
¿Quién dijo miedo?”. El político colorado precisamente por ese motivo.”
atribuyó la redacción del artículo a Herrera y Más adelante, Neves escribe que los cató­
le recordó desde El Día el hecho transcurrido licos uruguayos se movilizaron intensamente
dos años atrás: “¡Oh, tu bellísima e irreflexiva contra el proyecto. Sobre todo -especifica- las
niña que no tuviste a tu lado a un varón fuerte católicas, el “sexo devoto” según Mariano
Soler, arzobispo de Montevideo. El releva- algún caso contó con sus simpatías. Siempre
miento de 1908 le daba la razón: 80 % de las en el contexto rural, “(...) lo que más le ame­
mujeres decían ser católicas pero sólo un 70% drentó fue que el peón de estancia llegara a
de los varones se tenía por tal. “Puesto en mo­ cuadrarse con demandas frente al patrón”.
vimiento un núcleo de señoras y señoritas de ¿Su argumento? “Se pretende (...) romper a
la capital e Interior (...) habría recolectado en las pedradas la quietud de su alma, serena
pocas semanas 93 mil firmas contra la inicia­ como un lago”.
tiva”. ¿Fundamentación? La mujer, puesta Nuestra fuente de información no muestra
a optar entre el sacrificio de su felicidad y la al caudillo insensible al anhelo por el mejo­
apostasía de su fe, debía de preferir siempre ramiento de “los humildes”, “(...) ni que se
lo primero.41 Entre quienes apoyaban tal de­ cerrase a ellos, siempre que nacieran de la
claración se encontraba Margarita Uriarte de benevolencia patronal de los que otorgan, de
Heber Jackson. reconocimientos objetivos del espíritu de jus­
Importa resaltar lo que Carlos Real de ticia y no de aspiraciones ásperamente plan­
Azúa observó en Herrera: “(...) su educación, teadas”. Un encuadramiento mental y social
protestante, los arbitrios que aceptaba (divor­ en los moldes del capitalismo, el individua­
cio, separación de la Iglesia y el Estado) no lo lismo y el liberalismo económico, argumenta
alejaban mucho de su gran rival, Batlle y Or- Real de Azúa. Que añade a la caracterización
dóñez, como no fuera en el énfasis asertivo social y económica, la política: antiestatismo,
— dogmático en uno, tolerante en el otro— y rechazo del crecimiento de la burocracia y
en la importancia— capital para Batlle, secun­ del gasto público, denuncia del carácter con-
daria para Herrera— con que la afrontaban”.42 fiscatorio de todo aumento impositivo. “En
este repertorio de negativas de movilizaba
el proyecto del país agropecuario y el re­
Para futuros análisis: un pudio al , otro proyecto que involucraba la
tema propio a Barrán. Las expansión del sector pública, el ascenso de
mentalidades. El caso Herrera los medios urbanos y el terciario, la indus­
tria y aun la agricultura”. Léase esta serie de
Real de Azúa, sin vacilar, identificó “lisa y apreciaciones en las páginas 64 y 65 de El
llanamente” a Herrera como un político con­ Colegiado en el Uruguay.
servador, conservador en un país considera­ De su adm iración por Perón habló
blemente democratizado en lo político y en H aedo. Com ulgaron ambos de los p rin ­
lo social y “mucho más liberalizado y euro­ cipios propios al “populism o”. Real de
peizado de lo que casi todos los restantes de Azúa así lo vio en el autor de La tierra
América Latina lo eran entonces”. charrúa: com portaba éste, “(...) en bue­
Detalles mencionados por el ensayista. na parte, la clásica relación paternalista,
“Agrarista o por lo menos decir ruralista, de­ afable, personalizada con los socialm ente
fendió siempre el sector de producción pri­ situados más abajo que desde los niveles
maria y todos sus intereses tal como aquél y del señorío es m ucho más factible alcan­
éstos se daban en su ordenación de entonces zar que desde los de una burguesía nueva,
y de hoy”. Identificó al país con el agro; el más inhibida por sí, más recelosa de su
agro con la estancia ganadera y la estancia propio sitio. Esta relación, como es ob­
ganadera con el latifundio. Real de Azúa eva­ vio, no cancela, en ningún sentido, la só­
lúa innecesario subrayar su hostilidad al pro­ lida creencia en una sociedad firm em ente
ceso industrializador del país, que criticó- estratificada y en unos sectores populares
aclara- por su “artificialidad” y que sólo en puestos en su lugar.”43
Pero para el estudioso de la “mentalidades” lo que le convenía y alteraba los plantea­
hay en “Herrera, un caudillo oriental” un rico mientos adversarios conduciendo la discu­
material atemporal, es decir adecuado a cual­ sión al terreno que estimaba propicio.”
quier momento de la vida del caudillo.“*4 “M u­ Desconcertaba a todos (“¡tenía ochenta
flías veces he meditado sobre la ambición de años!”) y se mostraba duro, inflexible, “a veces
poder de Herrera. Unas veces parecía que sen­ cruel”, despectivo y “altanero”. Para Haedo
tía en forma exaltada esa virtud de las grandes — 41 años de amistad— , irritaba a veces por
almas (sic) y otras, que cultivaba un cúmulo los adjetivos que empleaba y la índole de sus
de apariencias formales para retener sin las “embestidas”. Importa mucho para el ayer y
complicaciones del gobierno (sic), autoridad el hoy, inclusive el hoy de 2008, saber de He­
suficiente para pensar en las soluciones nacio­ rrera, como nos dice Haedo, que murió a los
nales”. En la penúltima página confiesa Hae- 85 años “en pobreza edificante”. Aprendemos
do: “Sé que sintió la voluptuosidad del poder. — sí, aprendemos— que dejó por todo capi­
Gobierno y poder no son la misma cosa. Que tal dos mil pesos depositados en un banco y
el primero cuantas veces fue candidato, no lo como única propiedad un auto desvencijado,
conmovió; sí y mucho el poder. En el alma en el que durante años paseó con alegría por
de las multitudes nativas, para amarlas (sic), la ciudad”. “El pueblo reconocía con entu­
protegerlas (sic) y conducirlas (sic).45 siasmo aquella vieja ‘voiturette’ que aparecía
Fue costumbre de Herrera perm itir a por cualquier parte y veía en ella un reproche
“pocos hombres” que le señalaran contra­ a concupiscencias y fastuosidades”. De valor
dicciones o le hicieran aparecer en falta o y recibo son las siguientes palabras de Haedo:
en oposición a aquello que había ensañado “La estrechez en que terminó su larga exis­
como dogma. Haedo dixit. Como añadió: tencia queda como demostración de que se
“Lejos estoy de pensar que me hubiera que­ puede servir a la República en las máximas
rido — a pesar de que muchas pruebas de responsabilidades, estar en contacto con los
ello me dio— porque sé que los Jefes (sic) intereses más fascinantes, andar cerca de las
no deben querer a nadie, sino a sí mismos mayores tentaciones, sin aflojar la trenza de
conscientes de que en ello está la inter­ una conducta insobornable.”
pretación y la decisión para orientar a las La tan desprestigiada colectividad política
masas. Y lo son más en la medida en que, — que no “clase política”— debería tomar en
dominados por un narcisismo irracional, su conjunto (sin excepción) esta actitud del
sienten auténticam ente (sic) que ellos son caudillo. No significa lo señalado una genera­
la Patria (sic), el Pueblo (sic), la Nación, el lización que se acepte por quien esto escribe.
Bien y el M al” (sic).46 Es la apreciación de Simplemente conlleva resaltar una forma de
un correligionario y amigo. El mismo que, vida que no fue — ni es— excepción. Para un
nueve páginas más adelante, recuerda la cristiano implica recordar el versículo 24, ca­
frase de quien admira: “Los jefes no piden pítulo 6, del Evangelio según San Mateo rela­
ni lloran; exigen y m andan.” El mismo que tivo a las palabras de Jesús: “Ninguno puede
enseñaba que los jefes no podían dar expli­ servir a dos señores; porque o aborrecerá al
cación ante todo: “No les pida razón de sus uno y amará al otro. No podéis servir a Dios y
actos y menos de sus dichos. Son más gran­ a las riquezas.” A juicio de un simple ciudada­
des cuando monologan que cuando discu­ no: no se puede servir al país y a las riquezas.
ten. Y téngales miedo cuando no hablan y Político, historiador, periodista, Herrera
silban.,.”47“Herrera (...) se hacía el sordo fue “maestro y procer de América”, concluye
— lo era un poco— cuando convenía a su Haedo. A juicio de un estudioso, constituyó
estrategia. Valido de ese ardid respondía a actor y testigo de una época. Si damos a la
palabra “político” un amplio espectro, consig­ El poder funciona, se ejercita a través de una
nemos que “pobreza edificante” no se contra­ organización reticular. Y en sus redes no solo
dice con concepción y práctica del “poder” en circulan los individuos, sino que además están
el caudillo blanco. Ya lo señaló Max Weber siempre en situación de sufrir o ejercitar ese
en varias conclusiones: en los dominadores no poder, no son nunca el blanco inerte o cons­
existe una tendencia exclusiva ni constante a per­ ciente del poder ni son siempre los elemen­
seguir bienes económicos. No todo poder econó­ tos de conexión. En otros términos, el poder
mico se exterioriza como dominación. Y no toda transita transversalmente, no está quieto en
dominación se vale de medios económicos. los individuos.”50 Hecha la salvedad veamos a
Para cerrar este análisis abierto a posterio­ Herrera “y” el poder.
res disquisiciones, ¿qué mejor sino recurrir Haedo dijo de Herrera — además— que
al mismo Barrán? Primero: indirectamente. para nada se preparó. “Todo lo construyó en
Interrogado por Carolina Porley48 declaró el el trayecto de su vida, en contacto con la so­
historiador de marras sobre sus referencias en ciedad que integraba, con el pueblo del que
los últimos libros: “Bueno, Michel Foucault participaba casi con voluptuosidad de entre­
muy clarito. A veces endemoniadamente cla­ vero”.51 Con anterioridad52, había precisado:
ro. Siempre es traducido por uno, porque uno “Con los humildes sabía entenderse. Con
nunca es un lector pasivo y encontrás lo que sencillez. Sin ‘fiorituras’ como solía decir son­
buscás. Foucault para todo lo de la sexuali­ riendo, como buena gente que somos...” No
dad, y la medicina también, y la historiografía le gustaba, que le llamaran jefe. Repetía: Entre
francesa, más moderna, más actual.” Recurra­ los que más lo han dicho y mayor número de
mos a Foucault, pues. “Cuando se definen los veces, solían estar los primeros que me darían
efectos del poder por la represión se da una la espalda al primer revés de la adversidad (...)
concepción puramente jurídica del poder; se Cuando alguien se le acercaba y no recordaba
identifica el poder a una ley que dice no: se el nombre, no se equivocaba al situar el ‘pago’
privilegiaría sobre todo la fuerza de la pro­ de donde procedía o donde había conocido a
hibición. Ahora bien, pienso que esta es una los familiares. Excepción hecha de la política
concepción negativa, estrecha, esquelética del — entendiendo por política no sólo el instin­
poder que ha sido curiosamente compartida. to para prever soluciones electorales sino, ade­
Si el poder no fuera más que represivo, si no más, el talento para plantear problemas que
hiciera otra cosa que decir no, ¿pensáis real­ conmuevan la conciencia popular— , Herrera
mente que se le obedecería? Lo que hace que vivió en pleno desacato a las normas impues­
el poder agarre, que se acepte, es simplemente tas por su tiempo. Desacato a la Universidad
que no pesa solamente como una fuerza que en que se formó y la propia clase social a la
dice no, sino que de hecho la atraviesa, produ­ que pertenecía”. Con esto último Real de
ce cosas, induce placer, forma saber, produce Azúa no estaría de acuerdo.
discursos; es preciso considerarlo como una Si fue “caudillo”, si a la tradición hispana se
red productiva que atraviesa todo el cuerpo aspira recrear, ese vocablo en las “Partidas” de
social más que como una instancia negativa Alfonso el Sabio requiere, de su portavoz, que
que tiene como función reprimir.”49 además de ser esforzado para acometer las co­
“El poder tiene que ser analizado — dijo en sas peligrosas y estar acostumbrado en hechos
otra oportunidad— como algo que circula, o de armas “en saberlas traer y obrar bien con
más bien, como algo que no funciona sino ellas.” Herrera fue “montonero” con Aparicio
en cadena. No está nunca localizado aquí o Saravia. Debe tener otras cualidades. Entre
allí, no está nunca en las manos de algunos, ellas, “(...) buen seso natural para que supiera
no es un atributo como la riqueza o un bien. guardar la vergüenza allí donde conviene; y el
esfuerzo y la sabiduría cada una en su lugar, descubrir y describir al individuo y a los gru­
porque el seso es sobre todo (..) y porque el pos actuando en los espacios libres que dejan
«eso es sobre todo linaje y poder (sic), por eso los poderes. La historia, además de dar cuenta
los caudillos lo han menester más que otros de los poderes, debe advertir también las ma­
hombres”. También, comunicativo y discreto niobras, estrategias y estratagemas del hombre
Hla vez; veraz y modesto. “Habladores” y “ca-
y la mujer comunes para cuestionarlos y aun
lladores”. “Porque bien razonados y de buena
violentarlos y de ese modo modificarlos”.54
palabra deben ser para saber hablar con las
gentes y apercibirlas (sic) y mostrarles (sic) lo De eso se trata, del estudio de los sujetos
que han de hacer antes de que venga el hecho históricos concretos, el que permite descubrir
(sic)”. Buena palabra y recia; esfuerzo cuando y describir al individuo y a los grupos actuan­
estuviese en el hecho; “(...) y callado debe ser, do en los espacios libres que dejan los poderes.
de modo que no sea cotidianamente habla­ Artículo escrito con la reflexión a que Barrán
dor, para que su palabra no desmerezca entre invitaba-invita — a sus alumnos-a los inter­
los hombres; ni tampoco alabarse mucho de locutores— en octubre de 1967. Y siempre.
lo que hiciere, ni contando de otra manera
que no fuese. Porque alabándose él mismo,
pierde la honra del hecho y lo envilece: y con­
tándolo como no es lo tienen por mentiroso y Postdata
no le creen después en las otras cosas en que le
debían creer.” ¿No fue así Herrera?53 Propio al entorno que hemos sintetizado
Segundo, Barrán por Barran. En su discur­ — pleno de Dios, Inquisición (que sobrevuela
so al recibir el Doctorado, 12 de abril de 2007, el texto aunque no la mencionamos), política
planteó: “Nuestro objetivo debe ser acercar­ y moral, religión y contubernios— resulta be­
nos al hombre concreto y sus experiencias neficioso (y saludable) invocar (y transcribir)
interpersonales para poder observarlo como
al Diablo en persona. Escribe éste en su Dic­
ser a priori libre de cualquier determinismo
cionario: “Conservador, adj. Dícese del esta­
estructural, y estudiar sus estrategias -que a
dista enamorado de los males existentes, por
veces sólo pueden ser estratagemas- frente a
oposición al liberal, que desea reemplazarlo
los poderes dominantes, la clase, la nación, el
Estado, la mentalidad colectiva, la ideología.” por otros”. En esta oración no se llama Sata­
Oponer la riqueza y la diversidad de la vida nás o Belcebú, sino Ambrose Bierce. Confor­
real a los reduccionismos. “Es el estudio de me a ello, corrijamos el título. “Conservado­
los sujetos históricos concretos el que permite res y revolucionarios”. Sin paréntesis-^
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1 Pasquino, Gianfranco.”Revolución”. En: Dic­ 24 Idem. Página 36


cionario de la política. L-Z. Dirigido por Norberto 25 Ibidem.
Bobio y Nicola Matteuci. Siglo XXI Editores. 1988.
26 Real de Azúa, Carlos. Herrera: la construcción
P ágs 1458-1470. En especial: pág. 1458.
d e un caudillo y d e un partido. Cal y Canto. 1994.
2 Fernández Cabrelli, Alfonso. Iglesia ultra­ En especial: “Herrera: el nacionalismo agrario”.
montana y masonería en la transformación de la Página 40
sociedad oriental.- Editorial América Una. 1990.
27 Ibidem.
La cita y aseveraciones siguientes, en páginas
195-196. 28 Idem. En especial: El colegiado en el Uruguay,
página 68
3 Claps, Manuel. “M asones y liberales’’. Enciclo­
pedia Uruguaya. 27. Editores Reunidos y Edito­ 29 Haedo, E. V. Ob. cit. páginas 45-46
rial Arca, del Uruguay. 1969 30 Idem, página 240
4 Mallimaci, Fortunato. “Integrismo”. En: Torcua­ 31 Idem, página 240-241.
ta S. Di Telia. Diccionario de Ciencias Sociales y 32 Real de Azúa, Carlos. Ver nota 28, página 66.
Políticas. Puntosur Editores. 1995. Páginas 331 -
33 Haedo, E.V. Ob. cit. páginas 105-106
333. La cita página 332.
34 Barrán, J. P. Ob. cit. Página 90
5 Estos datos corresponden a Uruguayos C on­
temporáneos. Nuevo diccionario de datos bio­ 35 Haedo, E. V. Ob. cit. página 71
gráficos y bibliográficos, Montevideo, C asa A. 36 Idem, página 70
Barreiro y Ramos, S.A., 1937, de Arturo Scarone
37 De las Carreras, Roberto. P salm o a Venus
(páginas 239-240), y a Uruguayos Contemporá­
Cavalieri y otras prosas, Bolsilibros Arca, 1967,
neos. Noticias biográficas, República Oriental del
páginas 30-31
Uruguay, Biblioteca del Palacio Legislativo, Mon­
tevideo 1965, volumen 2, D.K. 38 Idem.Página 14

6 Pérez, Wilfredo. Grandes figuras blancas (apor­ 39 Idem. Página 110


taciones a su s biografías), Ediciones de la Plaza, 40 Neves, Salvador. “Los apóstatas de la fe”. 28
2001, páginas 218-219 de diciembre de 2007
7 Haedo, Eduardo Víctor. Herrera caudillo orien­ 41 Página 10-11.
tal. Colección Sésamo-Arca. 1a edición. 1969. 42 Herrera: el nacionalismo agrario, en Herrera:
Página 167. la construcción d e un caudillo y d e un partido, Cal
8 Idem. Página 174 y Canto, 1994. Página 27.
9 Idem. Página 222. Nota 8 43 Herrera: el nacionalismo agrario página 33
10 Idem. Página 55 44 Nota 1 del capítulo II, página 151.
11 Idem. Página 76 45 Página 361
12 Idem. Página 288 46 Página 184
13 Idem. Página 305 47 Herrera-página 201.
14 Idem Página 306 48 Brecha, “Con José Pedro Barrán. Un historia­
15 Ibidem. dor íntimo”, 13 de abril de 2007, página 19

16 Touchard, Jean. Historia de las ideas políticas. 49 “Verdad y poder", en Microfísica d el poder.
Segunda edición. Las ediciones de La Piqueta.
Madrid. Editorial Tecnos. 1985. En: página 527
España, 1980. Página 182.
17 Ibidem.
50 “Curso del 14 de enero de 1976”, en ibidem,
18 Haedo, Eduardo Víctor. Ob. cit. página 229. página 144.
19 Idem. Página 230. 51 Haedo, página 133
20 Touchard, Jean. Ob. cit. páginas 523-524 52 página 61
21 Barrán, J. P. Los conservadores uruguayos 53 Pivel Devoto, Juan E. Prólogo a El Caudillismo
(1 8 7 0 -1 9 3 3 ) Ediciones de la Banda Oriental. Pá­ y la Revolución Am ericana- polém ica. Biblioteca
ginas 107-108. Nota 13. Artigas. Colección de Clásicos Uruguayos. Volu­
22 Zubillaga, Carlos. Herrera: la encrucijada na­ men 110, Montevideo, 1966, páginas X a XII.
cionalista. Arca. 1976. Página 29 54 Brecha : “La historia como hazaña por la liber­
23 Idem. Página 35 tad, 20 de abril de 2007. Página 23.

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