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La poesía neoclásica

Los fabulistas

Justo Fernández López

Un género característico de este siglo y que alcanzó cierta relevancia es la fábula. El criterio
neoclásico veía en la educación la suprema finalidad del género poético. La fábula es una
narración en verso o prosa con fines didácticos, cultivado en el siglo XVIII entre otros por Félix
María Samaniego y por Tomás de Iriarte, en los que se deja ver la huella de las ideas
enciclopedistas, que dieron lugar a varias intervenciones de la Inquisición.

Félix María de Samaniego (1745-1801)

Vida

Félix María Serafín Sánchez de Samaniego Zabala (1745-1801), fabulista ilustrado, nació en La
Guardia (Álava) en el seno de una familia de noble tradición. Heredó pronto los mayorazgos de
las casa y fue señor de las cinco villas del Valle de Arraya.

En 1758 fue enviado a estudiar a un colegio jesuita de Bayona y luego a Burdeos, hasta el curso
1763-64 en que retornó a España. Su educación francesa le proporcionó una cierta preocupación
por la cultura que le llevó a participar activamente en tertulias y discusiones.

En 1764, colaboró activamente en la creación de la que sería la Sociedad Patriótica Vascongada


de Amigos del País, un núcleo muy importante de la cultura de la ilustración.

En 1775 fue nombrado alcalde de Tolosa, villa en la que había heredado diversas posesiones.

En 1776, se fundó el Real Seminario Vascongado de Vergara. Samaniego fue en dos ocasiones
director del colegio (1780 y 1782). A ruegos de su tío, el conde de Peñalver, escribió las Fábulas
(1781) para los seminaristas de Vergara.

En 1783, Samaniego fue comisionado por la provincia de Álava para gestionar los problemas
provinciales en la Corte. En la capital llevó a cabo una intensa actividad literaria: asistió a
reuniones y tertulias, y gozó de la amistad de nobles y escritores. Participó en las polémicas
teatrales de la época defendiendo el teatro neoclásico y la ideología ilustrada. Se peleó varias
veces con Tomás de Iriarte, que había sido su amigo largo tiempo. Samaniego había publicado en
1781 su primera colección de fábulas y se irritó cuando Iriarte presentó la suya, publicada al año
siguiente, como la «primera colección de fábulas enteramente originales».

Por una sátira le empapeló la Inquisición de Logroño; como pena, tuvo que permanecer
encerrado algún tiempo en el convento de las carmelitas de El Desierto, junto a Bilbao,
correspondiendo al buen trato que le dieron los frailes con una sátira en que los pinta ociosos y
glotones. Se salvó del castigo gracias a la intervención de sus influyentes amigos.

Volvió a controlar su hacienda y a frecuentar las antiguas amistades. En 1792 decidió Samaniego
llevar una vida más tranquila y se retiró a su villa natal, La Guardia, donde realizó su ideal de
hombre ilustrado, amante de la naturaleza. Su tranquilidad se vio perturbada por dos sucesos: la
invasión francesa del año 1793 y el proceso de Inquisición en que se vio envuelto por poseer
libros prohibidos.

Su salud se fue deteriorando y murió en La Guardia en 1801.

De su entusiasmo por los enciclopedistas, tal vez nacido de su educación en Francia, adquirió la
afición por la crítica mordaz contra la política y la religión; se burló de los privilegios, y llegó a
rechazar un cargo ofrecido por Floridablanca.

Obras

La confluencia entre las ideas y la literatura, el didactismo y la crítica, el neoclasicismo y el


espíritu enciclopedista, aparece patente en un género secundario y muy característico de la
época, como es la fábula, entre cuyos cultivadores destacan Félix María Samaniego y Tomás de
Iriarte.

Su indolencia de carácter le impidió realizar mayores empresas literarias. Salvo breves etapas de
mayor actividad prefirió la vida tranquila, de amistad y buen vivir.

Fábulas morales (1781)

Samaniego fue un profundo conocedor de las tendencias de la Ilustración y sirvió a la


preocupación didáctica de su época con sus Fábulas morales, escritas para los Alumnos del Real
Seminario Vascongado y publicadas bajo el título Fábulas en verso castellano para el uso del Real
Seminario Bascongado.

Estas fábulas en verso constituyen una colección de 137 apólogos que toman sus temas de
Esopo, Fedro, La Fontaine y John Gay, desarrollando, con suelta versificación y graciosa ironía,
multitud de temas que aun hoy están en la memoria de todos los españolas.

Mantuvo una polémica con Tomás de Iriarte (1750-1791), también autor de fábulas. Su intención
está dentro del carácter didáctico de la literatura neoclásica e ilustrada y respondía a la máxima
estética de deleitar enseñando.

La formulación de la moralidad al final de la fábula es el aspecto menos conseguido en


Samaniego dada su excesiva extensión que le impide quedar grabada con facilidad en la mente
infantil. A diferencia de La Fontaine, que solamente insinúa la moraleja, Samaniego se pierde con
frecuencia en rodeos inútiles.

Siguiendo el ejemplo de Fedro, Samaniego elimina de sus fábulas el tono ingenuo y entrañable
de que dotara Esopo a las suyas y las llena de críticas veladas pero implacables contra personajes
relevantes, hábitos sociales y actitudes políticas de dudosa integridad.

En la moraleja se aplica, siguiendo la tradición, el concepto naturalista de la moral, próximo a la


ideología de Rousseau y empleando a veces el refrán y los dichos populares. El vocabulario es
sencillo, el estilo es conciso, con ausencia de elementos cultos. En el verso utiliza con preferencia
la silva.

Las Fábulas de Samaniego pusieron de moda el género y se han convertido en uno de los libros
más editados de la literatura española.

Fábulas morales (1784)

Segundo volumen de sus Fábulas, con el que se define como un gran fabulista, capaz de recrear
el género.

Las fábulas más famosas de Samaniego son El cerdo, el carnero y la cabra; La cigarra y la
hormiga; La lechera; Las moscas; La zorra y el busto; Los dos cazadores; Los gatos escrupulosos;
El parto de los montes; Las ranas pidiendo rey; La zorra y las uvas.

Jardín de Venus

Samaniego fue además creador de poesía erótica, de tono humorístico y contenido procaz. Esta
obra es una colección de cuentos eróticos. Con el libertinismo del siglo XVIII, renace la literatura
amatoria, con tanta raigambre en España desde la Edad Media.

Tomás de Iriarte (1750-1791)

Vida

Tomás de Iriarte y Nieves Ravelo (1750-1791), escritor y fabulista, nació en Puerto de la Cruz de
la Orotava (Santa Cruz de Tenerife).

Se educó en Madrid bajo la dirección de su tío, el erudito bibliotecario, latinista y académico


Juan de Iriarte, con el que disfrutó de una formación humanista sólida.

En 1771 fue nombrado traductor de la Secretaría de Estado, y, a partir de 1776, fue archivero del
Consejo de Guerra.

Por causa de algunas poesías volterianas fue procesado por la Inquisición. Sostuvo polémicas
feroces con Forner y Samaniego, con Sedano y con don Ramón de la Cruz.

Dolido de las réplicas del violento y sutil Forner, se retiró a reponer su salud a Sanlúcar de
Barrameda. Falleció en Madrid el 17 de septiembre de 1791.

Tomás de Iriarte fue sobre todo el prototipo del cortesano dieciochesco, elegante, culto,
cosmopolita y buen conversador; hizo en Madrid una intensa vida literaria y social.

Obras

Es un figura singular dentro de la Ilustración y el Neoclasicismo. Alcanzó gran renombre por sus
Fábulas literarias, publicadas un año más tarde que las de Samaniego (1782).

Su gran formación humanística le permitió asimilar el movimiento ilustrado neoclásico, aunque


su carácter polémico le acercaba más al hombre del Barroco. Por eso utilizó las fábulas didácticas
para criticar a sus rivales.

El verso de Iriarte es claro, elegante y de gran sencillez, como exigían los gustos neoclásicos. Su
idea de la poesía era propia de la Ilustración: "Los pueblos que carecen de poetas carecen de
heroísmo; la poesía conmemora perdurablemente los grandes hechos y las grandes virtudes."

Inicia su carrera literaria como traductor de teatro francés. Tradujo, además, el Arte poética
(1777) de Horacio.

Hacer que hacemos (1770)

Comedia de carácter que retrata a un «fachenda», el perfecto atareado que nunca hace nada en
realidad.

Los literatos en cuaresma (1773)

La música (1779)

Es un poema escrito en silvas, donde desarrolla su teoría acerca de ese arte. Este poema dio a
Iriarte celebridad en todo el mundo y fue traducido a varios idiomas. Es un poema didáctico,
muy propio del gusto de los neoclásicos, que pensaban que el arte tiene que cumplir la misión
de enseñar y educar. En este poema alude Iriarte a la influencia de Haydn, a la zarzuela española
y a los profundos conocimientos que tenía de ella.
La librería (1780)

Comedia en un acto, con algo de sainete costumbrista. Está escrita en prosa, forma que el autor
no repetirá en las obras siguientes, que seguirán el metro de las comedias: romance octosílabo
con una rima en cada acto.

La señorita mal criada (1788)

Comedia.

El señorito mimado (1790)

Comedia.

Fábulas literarias (1782)

Setenta y seis composiciones dedicadas a satirizar los vicios de la literatura contemporánea,


desde el punto de vista neoclásico o, simplemente, desde el sentido común. Constituyen una
verdadera perceptiva de orientación neoclásica, en la que se nota el influjo de Aristóteles,
Horacio, Boileau, Muratori, etc.

Los consejos en la moraleja de cada fábula revelan las preocupaciones estéticas de la época:
utilidad de las reglas, necesidad de un estilo sencillo y claro, conveniencia de estudiar a los
clásicos y de unir lo útil con lo bello.

En el prólogo, Iriarte reivindicó ser el primer español en introducir este género, sin tener en
cuenta las publicaciones de Samaniego. Pero hay que reconocer que las Fábulas de Iriarte tienen
mayor calidad poética que las de Samaniego. En ellas Iriarte introduce alusiones a literatos de su
época. Se trata de unos poemas protagonizados por animales, cuyos dichos y hechos transmiten
una enseñanza para aprender a mejorar como ser humano: ser más justo, más noble, más sabio,
más prudente.

Las Fábulas de Iriarte no son fábulas didácticas a la manera de Esopo, con ellas Iriarte atacó a los
que discutían con él por asuntos literarios. Los versos no ofrecen la soltura de los de Samaniego
y a menudo resultan duros y forzados, pero presentan una mayor variedad métrica:
dodecasílabos, alejandrinos, tetrasílabos, etc. El haber adaptado a la forma fabulística los temas
de la preceptiva es otro rasgo original de Tomás de Iriarte.

Sobresalen las fábulas de El burro flautista; El oso, la mona y el cerdo; Los dos conejos; El caballo
y la ardilla; Los dos loros y la cotorra,

Guzmán el Bueno (1787)

Drama histórico que introduce la forma del melólogo o escena dramática protagonizada por una
sola persona, que consiste en el desarrollo de un monólogo en el que los pasajes culminantes o
emotivos son subrayados por un acompañamiento musical. Este subgénero teatral fue creado
por J. J. Rousseau con su Pigmalión.

Colección de obras en verso y prosa (1787)

La librería (1790)

Drama en prosa.

Iriarte tradujo la Ars poética de Horacio y una parte de La Eneida, de Virgilio), así como varias
obras de teatro escritas por autores franceses.

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