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¿AMORES EN FUGA?

¿Estamos frente a una crisis del amor en los comienzos de nuestro siglo? ¿Existe una
represión del amor?, ¿una huída, una fuga del mismo, parafrasendo el título de la obra
de B. Schlink “Amores en fuga”? ¿Está en crisis la concepción del amor (yo pienso que
el amor es ante todo un concepto que se manifiesta a través de un discurso)? ¿Se teme,
se rechaza, se hace más difícil actualmente pronunciar el discurso amoroso?
En las últimas décadas, la lucha por la igualdad entre los géneros trajo consigo
una profunda transformación en las relaciones entre los hombres y las mujeres que ha
producido una verdadera crisis de la vida en pareja. Pero además esta crisis que lo es de
los vínculos humanos en su conjunto, y por lo tanto de la subjetividad de época, se
alimenta también de múltiples transformaciones que arrojan más leña al fuego: muchos
muy positivos, otros de difícil metabolización, algunos altamente negativos (tales como
la expansión de un capitalismo cada vez más salvaje, primacía del individualismo,
banalización de la sexualidad, consumismo a ultranza en casi todos los órdenes,
aumento de la violencia xenofóbica y de los actos discriminatorios, etc)
También en estos últimos cincuenta años el rol femenino sufre cambios
drásticos; señalo los más importantes: a) liberación demógrafica de la mujer, como lo
plantea A. Imhof, a causa de la esperanza de vida. El “estar para los hijos” se ha
convertido en un período transitorio en la vida de la mujer. (Esto también es válido para
el hombre; y además este significativo aumento de la esperanza de vida colabora para
que ambos estén en condiciones para poder conformar varias parejas a lo largo de la
biografía personal); b)descalificación del trabajo doméstico; c) anticoncepción (se
libera la sexualidad femenina del fantasma de la maternidad); d) derecho al divorcio
(mayor permisividad en el planteo de las separaciones conyugales); e) participación
masiva en la enseñanza y las profesiones; f) entrada explosiva al mundo laboral; g)
movilidad social cada vez mayor.

Con respecto a la sexualidad, aparecen diversidad de sexualidades y


posibilidades de elección y simultáneamente hay una caída de la certidumbre moral
(y por que no, científica) que controlaba la diversidad y limitaba la elección. Autores
como J. Weeks nos hablan de un liberalismo sexual (como corolario del individualismo
radical de nuestra época) que hace del placer individual el único patrón (o por lo menos
el más importante) en la ética sexual. El colapso de la viejas tradiciones y certidumbres
morales con respecto a la sexualidad no puede dejar indemne a la pareja sexual adulta,
planteándose nuevas formas de relación y haciendo de las mismas un terreno de
experimentación, de exploración de lo erótico, de búsqueda permanente y apremiante de
satisfacción del deseo sexual (Y como paradoja, nuevamente, coexisten relaciones sin
sexo, y sexo sin relaciones).

En la actualidad muchos valores se transmutan, otros dejan de tener importancia,


hay una versatilidad en las identificaciones; aparecen una gran variedad de repertorios
simbólicos y modelos de comportamiento diferentes que muchos autores tratan de

Cuando en una cultura se producen cambios drásticos el resultado será un proceso de
desterritorialización y desarraigo de las cosas, las ideas y las personas, es decir, el debilitamiento de los
vínculos. Se pueden generar condiciones de pobreza, privación, enajenación y soledad.

Hay un pluralismo biográfico de las formas de vida, es decir alternancias de formas familiares, con
interrupciones de otras formas de convivencia o vida solitaria. Convivencia prematrimonial y
matrimonial, pisos compartidos, paternidades pasando por uno o dos divorcios, noviazgos post-
matrimoniales, vivir solo; todo ello puede hoy integrarse en un curriculum global. (U. Beck).

1
describir. Anthony Giddens nos habla de “sexualidad plástica”-sexualidad liberada de su
relación intrínseca con la reproducción- con una tendencia a una igualdad sexual
creciente, donde ambos sexos se ven forzados a cambios fundamentales en sus
perspectivas y en sus conductas.
Zigmunt Bauman plantea el “amor líquido”, en un mundo globalizado que
padece de fragilidad en los vínculos humanos.
Se vive en tránsito, en elecciones cambiantes e inseguras, con remodelaciones
constantes de las personas y sus relaciones sociales, que parece conducir a una
deconstrucción más radical.

Tanto en la mujer como en el hombre se nota el choque de intereses entre amor,


familia, trabajo y libertad personal. Algunos sociólogos (U. Beck) describen esta época
como de "caos normal" o "incertidumbre permanente". La pareja familiar única para
toda la vida coexiste con un ir y venir entre diferentes parejas familiares temporales y/o
formas de convivencia no familiares. El número de posibilidades aumenta día a día. Ya
no está claro si hay que casarse o convivir, si tener y criar un hijo dentro o fuera d la
familia, con la persona con que se convive o con la persona que se ama pero que
convive con otra, si tener el hijo antes o después de la carrera o en medio.
A su vez, parecería que cuanto más vulnerable se convierte la pareja
matrimonial, el modelo de pareja ideal (y por que no "perfecta") 1 se fundamenta más en
el amor, la pasión, la atracción mutua. El amor se hace más necesario que nunca y al
mismo tiempo imposible; se torna huidizo en cuanto se ponen en él todas las
esperanzas y se le convierte en el lugar de culto 3 de la sociedad que gira alrededor
del concepto de autorrealización. Cuesta entonces pronunciarlo y más aún si el
discurso que se dispone es aquél del romanticismo pasado de moda. Aparece con
frecuencia el “te quiero pero no te amo”, como una fórmula expiatoria para justificar la
ruptura, la imposibilidad de sostener un vínculo más duradero y/o comprometido.

Prevalece una marcada tendencia hacia la individualización social: los


individuos se "liberan" de los roles de género marcados por la sociedad de la
modernidad, se exaltan las formas personales (individuales) de "éxito", hechos que
atentan con una "armoniosa y solidaria" vida en común proyectada en pareja. Hay
mayor libertad de expresar impulsos y deseos antes reprimidos; se exalta una “ cultura
del placer”, se busca gozar ya, no en el futuro, se persigue más el derecho propio a
veces en contra de la comunidad.
A esto cabría agregarle otro antagonismo: entre las exigencias del mercado
laboral y las relaciones amorosas (donde se incluiría no sólo la vida en pareja sino la
maternidad, paternidad, amistad). Dicha exigencia plantearía la necesidad de una
persona individual y totalmente móvil que debe cumplir con las demandas y los
demandantes del mercado laboral, sin casi tomar en consideración los vínculos de dicha
persona (gran dependencia del "individuo liberado" con el mercado laboral). Se crea
entonces una contradicción desestabilizante entre las exigencias de la relación de pareja
y las exigencias del mercado laboral, que en muchos casos se hace imposible resolver.

1
Ya en el primer tercio del siglo XX, aparece un libro, que sentó las bases de lo que seguirían siendo las
exigencias para la conformación de la pareja matrimonial perfecta: "El matrimonio perfecto" del holandés
Van de Velde, que incluía hasta técnicas para alcanzar la "felicidad erótica".
3
Idolatrización del matrimonio: como efectos de las pérdidas y duelos que la posmodernidad instala. "Si
no hay dios, ni cura, ni clase, ni vecino, entonces queda por lo menos el "tú", intento de llenar el vacío.
Las uniones se dan entonces también por miedo a la soledad.

2
Vivimos en una sociedad que como plantea Castoriadis “parece haber perdido su
condición de morada de sentido y valor, y la referencia a una historia pasada y futura,
dotada también de sentido”. Se sufre por una vida sin sentido; el sufrimiento adopta la
forma de “vacío existencial”. Y para llenar ese” vacío, dar sentido y arraigo a la vida, se
busca el “amor romántico” en la relación de pareja, que se convierte en necesario.
. “El matrimonio se transforma en una institución especializada en el desarrollo y
estabilidad de las personas” (Ryder, N.B.) Amor e identidad se entrelazan. Nueva y
pesada exigencia para la vida en pareja! Son expectativas muy altas: se anhela un
confort y estabilidad que, por los factores que vengo señalando, son muy difíciles de
alcanzar (algunos autores coinciden en pensar que el gran problema de la vida privada
en la actualidad es la “vida en pareja” ). Por otro lado, los contenidos de lo que es y
debería ser el amor cambian en el curso de la historia. El amor es, además de tantas
otras cosas, una construcción de exigencias normativas que requiere procesos de
negociación, elaboración, mediación muy complejos; y por eso mismo se torna difícil y
a veces hasta imposible. “Definición de una pareja actual: no se quieren se hablan”. Así
ilustra V. Hage (1987) la necesidad que se tiene del diálogo permanente para establecer
negociaciones en la actualidad. Lo llama además “trabajo relacional”. Las expectativas
de lo que debe ser y hacer cada miembro de la pareja están marcadas por una hibridez
inquietante. M. Kundera dice al respecto que el hombre sigue interesado en una mujer
que ya no existe y las mujeres andan en busca de un hombre que no ha nacido todavía.
Aries plantea que en casi todas las sociedades y épocas, menos en la nuestra,
había una gran diferencia entre amor dentro del matrimonio y el amor fuera del
matrimonio. Hoy hasta se pretende un "amor pasión" en las parejas matrimoniales (o sus
subrogados). Tal vez la precarización e inestabilidad de la ocupación laboral en nuestros
días, colabore para que la pareja se convierta en el lugar más importante (y a veces
único) donde se demande placer y reconocimiento narcisista.

Cómo no pensar entonces que estos cambios que se vienen produciendo


aceleradamente en el contexto socio-cultural (en esto que solemos llamar
posmodernidad, con su fase actual de globalizacion) no van a repercutir en los modos
de vinculación (pareja, familia, amistad…), en la construcción subjetiva, en las formas
de presentación del sufrimiento psíquico actual, en lo que solemos llamar “amar”?
Los conceptos de posmodernidad, globalización y aculturación están
estrechamente unidos a las características de los cambios socioculturales actuales. Se
puede entender la posmodernidad como la caída de ideales, presupuestos y paradigmas
de la modernidad, con una repercusión tanto en las identidades individuales como
sociales (si todavía podemos sostener esa diferenciación...), reconceptulizando la visión
que se tenía del mundo y todo el sistema de valores. Con respecto a la globalización se
podría resumir como la tendencia que se manifiesta en los procesos de homogenización
y estandarización de la cultura. Esta época que podríamos llamar de "transición" plantea
un malestar diferente a otras: vacío existencial, exclusión social, incertidumbre, pérdida
masiva de certezas, desesperanza. Como plantea Roudinesco, tristeza, apatía, búsqueda
de identidad y culto de sí mismo, sería las formas más frecuentes que adopta el
sufrimiento psíquico en nuestros días.

Por lo tanto la llamada “posmodernidad” ha generado una serie de fenómenos


que han afectado de manera absoluta las formas de actuar, pensar y sentir de los
individuos, ha transformado la subjetividad produciendo un quiebre en los lazos de

3
solidaridad antes constituidos, modificando las construcciones de sentido, generando
así, una nueva forma de concebir la pareja.

El nuevo capitalismo global, con su continua precarización laboral, su creciente


desempleo, marginación, aumento de desigualdades sociales y culturales no respeta la
identidad, el trabajo, los símbolos ni la geografía del hombre; entonces ¿por qué habría
de respetar la forma de amar? se pregunta J.C. Volnovich. La idea del "amor romántico"
que prevaleció por siglos, queda así cuestionada, gastada perimida…Denis de
Rougemont en "El amor y Occidente" señala que la invención de nuestra concepción
occidental del "amor", con la fuerza que extrae de la "pasión", se remonta a los tres
primeros decenios del siglo XII, período en que comienza la poesía y luego la prosa del
Amor Cortés que formó parte de una revolución en las ideas y costumbres de Europa.
Desde ese planteo, sentimientos que suponemos eternos y universales tal como los
vivimos, resultan ser creaciones históricas "con lugar y fecha", producto de complejas
motivaciones inter-dependientes, y que sobre ellas se organizó la visión occidental de
las relaciones entre los sexos que, a pesar del tiempo transcurrido, siguen
profundamente arraigadas en nuestra cultura, ejerciendo influencia inconsciente, aunque
hayan adquirido posteriormente distintas formas de ropaje histórico.
El amor, como todo lo humano, se da en contextos sociales concretos. En los
últimos años del siglo éste es el del capitalismo triunfante en lo global (Volnovich). este
contexto no siempre favorece el amor: hay más individualismo, más soledad -sobre todo
en las culturas urbanas- y algunos discursos que sugieren que si las utopías de las
ideologías son imposibles, lo mismo le puede suceder a la del amor romántico,
concebido para siempre.
Una nueva "sociabilidad asocial" -una soledad que persiste aun en compañía-
gana terreno y complica los vínculos. - Lo que se impone es el "alone together", el estar
solo aunque junto a alguien más; (The New York Times).

Ante estos planteos, ¿podemos sostener alguna posición más o menos clara con
respecto al amor sexual adulto? ¿podemos delinear una concepción del mismo que
contemple esta complejidad concurrente?

CAMBIOS EN LA VIDA PRIVADA E ÍNTIMA DE LAS PAREJAS

Lo privado es, sin duda alguna, una experiencia de la modernidad que se sigue
investigando aún hoy día. La historia, la sociología, la antropología histórica, la
psicología e incluso el psicoanálisis reflexionan sobre este tema. Se lleva a un primer
plano los particularismos, las individualidades, las diferencias (de sexo, de edad, de
etnia, de religión, etc.) que pasan a ser considerados como motor de la historia.
Esta manera de considerar la “privatización de las costumbres” va acompañada
de una exaltación del individualismo, fenómeno que caracteriza a occidente (a
diferencia de la cultura oriental). En nuestros días ya casi no se acepta subordinar los
intereses personales a las propuestas englobantes de los Estados totalitarios, despóticos
o democracias con concentración de poderes, aunque estas formas sigan teniendo
vigencia. Como señala M. Perrot, el siglo XX es la edad de oro de lo privado, que va

4
acompañado de lo íntimo y de lo individual, y fue precedido por las bases que asentó la
Revolución Francesa.
Lo privado se centra fundamentalmente en la vida familiar (y en general la
mayoría de los estudios se refieren a lo familiar urbano y principalmente burgués) por
eso resulta de estimable interés para las reflexiones que podamos hacer con respecto a la
vida en pareja. Pensar lo privado nos lleva a plantear cómo los individuos organizan sus
representaciones, cómo manifiestan sus emociones, qué comportamientos asumen en su
vida íntima, sus formas de sentir, amar, qué sueños tienen y cómo organizan su deseo.
Además lo privado está indisolublemente ligado a la política de lo cotidiano, y la trama
socio-cultural en su conjunto. Entonces cualquier reflexión que se haga desde los
diferentes campos del saber, debería dar cuenta de esa trama.
Señalaba más arriba la importancia de la Revolución Francesa con respecto a la
vida privada ya que ella fue, entre innumerables consecuencias, quien limitó el poder
paterno omnipotente, reconoció el divorcio, proclamó derechos del individuo, y la
inviolabilidad del domicilio (1794).
Pero no se puede soslayar que a lo largo de nuestra civilización occidental desde
el siglo I D.C. dos grandes fuerzas controlaron -y controlan aún- la vida privada: el
Estado y la Iglesia Católica, y que, por otro lado, siempre compitieron entre sí al tratar
de alcanzar sus cometidos que en muchos casos aparecen en contradicción. Esta
influencia es muy notable todavía en la actualidad: no es lo mismo una pareja de
convivencia que haya pasado antes o no por el civil y la iglesia, o que dada la
separación conyugal haya realizado el divorcio legal o no. Son prácticas sociales que
muestran y determinan diferentes formas de percibir el vínculo, de sostenerlo y de
deshabitarlo.
Con respecto a la intimidad habría cierto consenso en suponer que pertenece, a
diferencia de lo privado, a la esfera de lo más interno del individuo. En general es
referido a algo espiritual o psíquico, en cambio “interioridad” puede ser espiritual o
material, y además se lo considera interior si antes fue exterior . María Moliner, en su
Diccionario, define lo íntimo como lo más profundo; superlativo de interior; lo que está
más adentro, más al fondo, lo secreto, más personal. Conjunto de pensamientos y
sentimientos que cada persona guarda en su interior. Hay mucho de esa “intimidad
personal” que se comparte con la pareja, incluso diría que se construye en casi todos los
casos, una intimidad propia de cada pareja, pero que a su vez, siempre quedaría un
“resto” que sería incompartible y a veces hasta intransmisible al otro. No sería
exagerado decir que la intimidad es condición básica para la vida de la pareja, que se
movería entonces, en tres espacios: el público, el privado, y el íntimo, siendo este último
el más delicado y sensible para una aceptable armonía.
Hay una posible manifestación de lo íntimo que puede entregarse al otro, y
además posee un carácter inagotable lo cual lo diferencia también de la interioridad, ya
que lo interior ha sido o ha podido ser exterior, se ha replegado hacia lo interior. De
todas maneras la designación de interior o exterior no le cabe a la intimidad que no es ni
una cosa ni la otra, o las dos al mismo tiempo. Prefiero pensarla como surgiendo de lo
más profundo de lo personal, que se manifiesta con otro y se realimenta a su vez con la
intimidad de esa otredad. Hay algo muy profundo de las personas que trasciende hacia
el otro, pero que necesita de ese otro por fuera de uno para poder desplegarse.
Cuando este término se usa como perteneciente al ámbito de las parejas, se lo
reviste en general de un carácter de positividad que me parece crea ciertas confusiones.
Solemos escuchar que cuando una pareja tiene intimidad están en mejores condiciones
que otras que no la tienen. Se lo considera además como una pareja habitada por
sentimientos que promueven el acercamiento, la conexión entre sí, es decir, siempre en

5
términos de confiabilidad, confort, empatía. Me parece en primer lugar, que es bastante
difícil que una pareja carezca de momentos íntimos, en todo caso éstos pueden ser
pocos o evitados. Pero lo que también puede suceder es que esa intimidad resulte
negativa para ambos o alguno de los dos y esto genere formas de evitación, por ejemplo
no permaneciendo solos casi nunca o interponiendo otros vínculos (hijos, amigos,
familiares), es decir “usando” otras personas para tal fin. Por lo tanto la intimidad “per
se” no es que sea siempre buena; puede ser también negativa, lugar de despliegue de
incapacidades, inhibiciones, conflictos, y justamente por eso ser evitada.
¿Cuáles son algunos de esos cambios que se vienen operando en la vida íntima y
privada de las parejas en la actualidad?
Todos sabemos que los cambios sociales producen transformaciones en el
interior del individuo que alcanzan, por supuesto, la estructura de sus afectos. Y además
que nuestros sentimientos y nuestras convicciones más íntimas se conforman a partir de
los vínculos que establecemos con los otros y también desde el contexto social al cual
pertenecemos.
Por lo tanto los procesos de globalización, como tendencia de homogenización y
estandarización de la vida cultural, el avance permanente de un capitalismo a ultranza,
con los cambios que ello implica en las condiciones de trabajo tanto en las sociedades
desarrolladas como en las más rezagadas, la gran concentración humana en centros
urbanos, como ejemplo de muchos otros que se vienen operando, no podrían dejar
indemne la vida privada de las parejas, sino todo lo contrario, influyen en ellas de
manera tal que les aporta una cuota de interrogantes e incertidumbre crecientes.
Existió durante mucho tiempo la tesis de que el mundo público pertenecía al
hombre y el privado a la mujer. Creo que tuvo asidero hasta no hace muchas décadas y
precisamente esto fue cambiando notablemente hasta convertirse hoy día en algo que
causa malestar ya que tanto el hombre como la mujer se sienten un tanto extraños en
poder compartir en forma igualitaria estos espacios. Ya lo privado y lo público no le
pertenece prioritariamente a ninguno de los dos sino que ambos tienen que vérselas con
el desafío que significa el estar resolviendo situaciones en ambos ámbitos. La salida
fuera del hogar que significó importantes reinvindicaciones para la mujer, descolocó al
hombre de su lugar tradicional. Pero también para la mujer estos cambios resultaron
complicados ya que no sólo ahora tiene que resolver temas domésticos para lo cuales
culturalmente estaba más preparada , sino que se las tiene que ver en el espacio público
con roles donde debe competir a veces hasta ferozmente para ganarse un lugar que
generaciones anteriores usufructuaba el hombre.

Otro de los cambios en la vida privada, que plantean autores como R Sennett 1,
es que las relaciones se han tornado más frías, indiferentes, objetivas, a la manera de lo
que sucede en el ámbito público, como si éste hubiera invadido el espacio familiar que
se torna incómodo y deja de cumplir con las funciones de continencia afectiva,
distensión, etc. Esta “huida” creciente hacia lo público se convierte en una “necesidad
básica”- necesidad de la vida urbana- que crea permanentes insatisfacciones pero de la
cual el individuo no puede escapar. Se hacen, entonces, más difíciles e infrecuentes los
encuentros “cara a cara” en la esfera privada; hay una carencia de espacios para la
intimidad de las parejas.

Si bien se puede afirmar que en los últimos tiempos ha habido una


revalorización del universo privado, creo éste universo está teñido por un
individualismo de características más negativas que positivas. Y aquí cabría hacer
1
R. Sennett. El declive del hombre público. Península. Barcelona. 1978.

6
algunas distinciones aunque este no sea el lugar para desarrollar ampliamente este tema.
El individualismo puede ser considerado como “… una ideología, entendida como un
conjunto de representaciones, ideas y valores comunes a una sociedad” 2. Aparece
durante la Reforma protestante y se afianzó como concepto en la primera mitad del siglo
XIX asimilando los efectos aportados por la Ilustración y la Revolución Francesa.

Proviene este término del latín: individus: individuo, indivisible. Es una


posición moral, un sentimiento, o un estado mental que prioriza el interés personal,
privado, con respecto al interés interpersonal, colectivo o social. El aspecto positivo de
esta orientación consiste en la afirmación de la libertad individual. El aspecto negativo
se manifiesta en el egoísmo y el menosprecio de los intereses de los otros; en un cierto
aislamiento y exaltación de lo personal, siendo individualista “la persona que tiende a
pensar y a obrar con independencia de los demás o sin sujetarse a normas generales” 3.
La oposición entre el interés personal y el interés social no es insoluble ya que estos
intereses coinciden en lo esencial, porque el interés social se realiza solamente a través
de la actividad de los seres humanos concretos y no a través de entes sobrehumanos.
En la filosofía, el individualismo desarrolla una línea que va desde Protágoras
hasta el hedonismo y el epicureísmo. Durante el Renacimiento, el individualismo
desempeñó en general un papel progresista, expresando la aspiración de la liberación
del ser humano de las cadenas feudales. El extremismo individualista encontró su eco en
las doctrinas anarquistas de Stirner y Bakunin. El matiz positivo ya lo destacaba Alexis
de Tocqueville en la primera mitad del sigloXIX, cuando lo describía como un
“sentimiento reflexivo y apacible que induce a cada ciudadano a aislarse de la masa de
sus semejantes y a mantenerse aparte con su familia y sus amigos”4

Esta oscilación permanente entre la positividad y negatividad que plantea la idea


de individualismo, se comprueba en el vínculo de pareja donde permanentemente se
dirime acerca de si ciertas actitudes de uno de sus miembros pueden considerarse como
muestras de autonomía, independencia o egoísmo, aislamiento, separación. En este
último caso ese individualismo se convierte en una manifestación de desinterés y apatía
por el otro. Por supuesto que esto puede deberse a las características psicopatológicas de
uno o ambos miembros de la pareja, pero me importa reflexionar acá acerca de esta
tendencia individualista exagerada producto del tipo de vida que se plantea en las
sociedades actuales, que compele al individuo a conducirse de esa manera. Y sus
expresiones llegan, en el caso de las parejas, hasta la esfera sexual, provocando lo que
probablemente fue la mayor revolución en los hábitos sexuales durante el siglo XX. La
libertad individual no se frena en el mercado; si se tiene una libertad absoluta para
comprar y vender, no parece haber lógica alguna en bloquear la libertad de escoger
parejas sexuales, un estilo de vida sexual, una identidad o tipos de fantasías, aun cuando
éstas incluyan la complacencia en la pornografía y las formas más sofisticadas del ritual
autoerótico. 5
Pero el lado negativo es un tipo de liberalismo sexual que no admite ninguna
barrera para la satisfacción individual, que hace del placer individual el único patrón en
la ética sexual. La enorme expansión de preferencias (en parte la criatura de un nuevo
mercado sexual globalizado que ofrece una variedad de atractivos para el consumidor,
con todo a la mano, desde un fin de semana erotizado hasta las drogas de diseño)
2
L. Dumont Ensayos sobre el individualismo. Alianza Ed. Madrid. 1987.
3
M. Moliner. Diccionario de uso del español. Grados. Madrid. 1982.
4
A. de Tocqueville.La democracia en América. Alianza Ed. Madrid. 1981
5
En 1995, el escritor inglés Jeffrey Weeks publicó Invented moralities, sexual values in an age of
uncertainty (Columbia University Press), una aportación capital al debate sobre los valores sexuales.

7
inaugura, aunque paralelamente socava, la posibilidad de desarrollo individual y
cooperación social. Esto ha dado pie a los que plantean un "narcisismo" dominante en el
comportamiento actual. El culto al yo, donde hombres y mujeres son artífices de sus
propias vidas, puede ser algo estimable, pero cuando se lo alcanza sin tener en cuenta al
prójimo, sin un sentido de responsabilidad mutua y pertenencia común, puede conducir
a un desierto ético.
Se corre el peligro de la instalación de un desarraigo, de una subjetividad
individualista que no visualice la importancia de los lazos indisolubles entre libertad
individual y pertenencia social. Porque además "nos conocemos como seres particulares
sólo en tanto vivimos en contacto con los demás, y experimentamos las relaciones sólo
en tanto diferenciamos al otro de nuestro ser particular" 6. Sin embargo, en nuestro
esfuerzo por alcanzar dicho equilibrio, necesitamos liberarnos de las limitaciones a las
que nos condena el individualismo radical que hemos heredado en Occidente.

Refiriéndose a los procesos dominantes que se despliegan en lo que solemos


llamar sociedad posmoderna, Gilles Lipovesky plantea una serie de características que
resumo puntuándolas:

 Acentuado proceso de personalización:


 Personalización del presente mediante salvaguarda del pasado.
 Personalización y liberación del espacio privado, que lo absorbe todo en su
órbita, incluidos los valores trascendentales.
 Individualismo narcisista
 Personalización de la naturaleza, considerándola como un interlocutor
(ecologismo).
 Aumento de la esfera privada:
 Cuidado de la salud.
 Preservación de la situación material.
 Desprendimiento de los complejos.
 Esperar las vacaciones.
 Proceso de responsabilización:
 Individual
 Social
 Planetario (ecológico).
 Indiferencia sistemática y operacional:
 Vacío de sentido, hundimiento de los ideales, esto produce una apatía de las
masas que hace que no aumenten ni la angustia ni el pesimismo ni la sensación
de absurdo.
 Bulimia de sensaciones
 Relajamiento que elimina la fijación ascética.
 Deja atrás la angustia y la nostalgia de sentido.
 Ausencia ineluctable, estética, como guía de la exterioridad y la distancia
(debida al exceso de excitación, no por privación).
 por saturación, información y aislamiento.

 Atomización de la sociedad.
 Crisis de confianza.

6
Carol Gilligan

8
 Deserción social.
 Aceleración de las experimentaciones capitalistas.
 Capitalismo permisivo y hedonista.
 Neutralización y banalización sociales.
 Individualismo puro = psi, es decir, liberado de los encuadres de masa y
enfocado a la valoración generalizada del sujeto.
 Nueva bulimia: consumo de conciencia.
 Desapego emocional.

Podemos coincidir con todas estas características o sólo con algunas, pero lo
cierto es que nuestra sociedad actual dista bastante de la tradicional y que por lo tanto
todas estas transformaciones van perfilando modelos de subjetividades que
conmocionan todas sus instituciones y por ende el matrimonio y todos los vínculos de
pareja semejantes.

Las paradojas y las "promesas incumplidas" de la modernidad han conducido al


narcisismo y el hedonismo del individuo contemporáneo, a la apatía, indiferencia e
incluso al extrañamiento frente al otro, estableciendo, a veces, una forma de autismo,
donde la conexión tecnológica es extensísima, pero a su vez humanamente aislada.

Algunos trabajadores en salud mental7 piensan que estamos inmersos en una


cultura, en la cual las personas están ávidas de juventud, de placer, de sensaciones
fuertes, de vivir rápido y bien, aquí y ahora. No importan los caminos o la pareja, la
esposa ni los hijos. El Yo está primero. La emancipación individual es el único norte.El
hombre y la mujer transitan y buscan perfeccionar su individualismo, su ego, tanto
personal como sexual, Buscan la eterna belleza y ambos con sobradas razones, el éxito
propio en todos los ámbitos. Es la moda creada por hombre s y mujeres que van en pos
del perfeccionamiento corporal, el éxito social, económico y político a cualquier precio.
Y la mujer busca cada día que pasa su liberación total, su placer, su orgasmo, como
tradicionalmente lo ha buscado el varón.
Es la cultura que los sociólogos denominan indistintamente –show off- (mostrar
para afuera) o sociedad light, es decir con predominio de la superficialidad, que anima a
las personas a un comportamiento narcisista; es decir egoísta. Está constituida por
hombres y mujeres que hacen de la “realización personal”, tanto física como sexual,
afectiva, social, económica, emocional, cultural y política un verdadero culto; es decir,
una manera de comportarse y
vivir
En la cultura del consumismo, todo puede ser descartable y desechable. Todo
puede ser cambiado: el refrigerador, los autos, la esposa, el esposo, los hijos, la familia.
Además todo debe ser de marca y de último modelo. Y tantas exigencias generan estrés.
Este produce cambios profundos en la salud general y la sexual en particular,”

Cornelius Castoriadis en El avance de la insignificancia (1996), reflexiona


sobre el futuro de nuestros jóvenes en nuestra sociedad actual: “Al provenir de una
familia débil, habiendo frecuentado -o no- una escuela vivida como un cargo, el
individuo joven se halla enfrentado a una sociedad en la que todos los valores y las

7
O. Sapena Pastor. Comunicación Internet.

9
normas, son prácticamente reemplazadas por el nivel de vida, el bienestar, el confort y
el consumo. No cuentan la religión, ni las ideas políticas, ni la solidaridad social con la
comunidad local o de trabajo, con compañeros de clase. Si no se convierte en un
marginal (droga, delincuencia, inestabilidad caracterial), le queda la vida real de la
privatización, que puede o no enriquecer con una o varias manías personales. Vivimos
la sociedad de los lobbies y de los hobbies.....Cuando, como es el caso en todas las
sociedades occidentales, se proclama abiertamente que el único valor es el dinero, el
provecho, que el ideal sublime de la vida es enriquecerse, ¿es posible concebir que una
sociedad pueda seguir funcionando y reproduciéndose sobre esta única base?

Asistimos a un bombardeo informativo que no contempla las particularidades:


políticos, psicólogos, sociólogos, abogados, periodistas, deportistas, modelos,
ciudadanos comunes, expresan su opinión en los medios sobre cualquier tema y, al
opinar, borran la diferencia entre opinión y conocimiento. Se crea una catástrofe del
sentido, un “todo vale”, donde todas las interpretaciones son posibles.

La familia actual adquiere características diferentes en este contexto. Los


matrimonios son cada vez menos perdurables: el divorcio conyugal es una posibilidad al
alcance de la mano. Se establece lo que suele llamarse una especie de "poligamia
sucesiva", que deja paso a las llamadas familias ensambladas o reconstituidas. Los
tradicionales roles y funciones del hombre y la mujer se intercambian con mucha
facilidad y no están rígidamente establecidos. Los hombres colaboran más en el cuidado
de los hijos y la salida laboral de la mujer le restó el rol hegemónico de proveedor
económico.

La marcada tendencia individualista hace que los intereses personales primen


sobre los de la pareja conyugal, y el proyecto de vida de ambos no incluye
necesariamente, ni en primer plano, el tener hijos.
Se vive, en manera bastante extendida, una adolescencia permanente, ya que este
estado pasa a ser altamente valorizado: se quiere ser siempre joven y para ello ningún
esfuerzo resulta demasiado. Lenguaje, ropas, cirugías se ponen de moda para poder
lograrlo.
El aumento del número de hogares uniparentales y unipersonales llega a límites
peligrosos: la tendencia es compartir cada vez menos la vida cotidiana

PROCESOS DE TRANSFORMACIÓN

 La sexualidad se ha liberado del dominio de la iglesia


 Se ha separado además, de la procreación, gracias a todos los métodos
anticonceptivos.
 Se ha desculpabilizado, “desreprimido” en muchos aspectos. El orden social
castrador judeo-cristiano que durante tanto siglos imperó en Occidente se ha
debilitado notablemente.

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 La sexualidad que era enfocada fundamentalmente para fines reproductivos, pasa a
ser una forma de comunicación y expresión de afectividad.
 No se acepta en general la ausencia de deseo, ni el sacrificio del mismo en aras de la
continuidad conyugal.
 El matrimonio deja de ser obligatorio para vivir en pareja y se amplían otras formas
de convivencia. Tampoco el ritual religioso es en muchísimos casos requisito
fundamental.
 Aparecen con fuerza opciones que antes eran muy poco frecuentes: “no quiero tener
hijos”, “no quiero casarme”, “no quiero vivir toda la vida con la misma persona”,
etc.
 El divorcio pasa a ser una elección frecuente, y ya no es vergonzoso; en algunos
casos tampoco se lo vive como fracaso.
 Hay un tratamiento de igualdad creciente entre los esposos e inclusive se lo constata
en la legislación.
 La exclusividad sexual entre los miembros de una pareja deja de ser tan férrea.
Inclusive el concepto de infidelidad se torna cambiante y aparecen diferentes formas
de ser considerado.
 Los ideales de felicidad, amor, placer depositados en la pareja de tornan como
exigencias permanentes.
 Se impone una tendencia individualista creciente por sobre lo colectivo y lo familiar.
El desarrollo personal se ubica en la cima de los intereses del individuo.
 La mujer, la gran protagonista de las últimas décadas, se ha vuelto autónoma,
independiente, cuenta en general con recursos económicos y goza de una creciente
libertad sexual.
 Hay una creciente liberalización de las costumbres que influye sobre la moral, la
sexualidad, la vida íntima de las parejas.

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En relación a la vida matrimonial, hay algunos signos distintivos de esta época,


hechos que se repiten con marcada frecuencia, como por ejemplo los divorcios que se
producen al poco tiempo de haber nacido el primer hijo, o como señala Ana María
Fernández, psicoanalista, (entrevista) mujeres que armaron un enpowerment (hacerse de
poder) alrededor de su sexualidad. Mujeres de 30 y pico que van quedando afuera de las
posibilidades del matrimonio; viejas ideas acerca de lo que es la sexualidad que no
alcanzan para definir la diversidad actual
Uno de los factores que retratan esta época "es algo que comienza a verse claramente:
mujeres que no van a entrar nunca en el aparato conyugal, no porque no quieran, sino
porque no van a entrar, como los jóvenes que nunca van a entrar en el mercado laboral;
es distinto ser despedido del sistema laboral que no haber entrado nunca, acá es lo
mismo", (dijo Fernández durante una entrevista con Télam.)
"Son mujeres -continuó- de treinta y pico, profesionales, cultas, inteligentes, autónomas,
sin una situación económica desastrosa ni tampoco maravillosa; algo hace que ellas no
encajen, y no saben qué es ni de qué se trata, pero quieren entrar y viven con un gran
déficit personal el hecho de ser las "descartadas". Esto se ve mucho, es un rasgo de
época".
En los años 60 era impensable que una chica no tuviera un noviazgo o una pareja
importante
Mientras hay mujeres, y hombres también, que van quedando afuera de las
posibilidades del matrimonio, las parejas hoy se separan cada vez más jóvenes, como

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otro rasgo de época, por lo tanto el crecimiento de personas que viven solas es cada vez
mayor, por lo menos en las grandes ciudades.

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