Desde distintas disciplinas, hemos tratado de agregar a las 5 Leyes de Hamer nuestras propias
concepciones sobre el origen de los conflictos y nuestra forma de abordarlos y tratarlos.
El libro que publicamos ("No es posible curarse sin aprender a vivir") es el resumen de todos
estos años de investigación. Luego publicamos un nuevo aporte "La lupa de la Nueva Medicina"
que intenta descifrar los propios misterios que la Nueva Medicina genera.
Nuestro deseo es introducir poco a poco todos estos conocimientos en los ámbitos necesarios.
Llamamos a un esfuerzo compartido con todos aquellos que conociendo o no las leyes del Dr.
Hamer continúen preguntándose sobre el sentido de la enfermedad.
A ustedes están dirigidas estas páginas para que juntos sigamos evolucionando y construyendo
la idea que "es posible curarse si se aprende a vivir".
Su historia, es la historia del ser humano. Con sus deseos y sus imposibilidades. Con una
trama que se remonta al mismo origen de la vida sobre el planeta y que se ha expresado
tanto en la salud como en la enfermedad.
Intentamos , a través de este sitio, explorar las expresiones de la conducta humana unidas
a las demás manifestaciones de la vida sobre la tierra. Los animales, las fuerzas de la
Naturaleza, la evolución y el misterio de los distintos sentidos que los hechos arrojan
sobre el futuro de la humanidad.
Fruto de nuestro trabajo, son los libros que presentamos para acceder, a través de su
lectura, a las bases fundamentales de la Nueva Medicina y de la Medicina Psicobiologica.
Los invitamos a recorrer este camino, que esperamos cambie sus vidas, tanto como lo ha hecho
con las nuestras propias y las de nuestros amados pacientes.
email: fcallejon@aamepsi.com.ar
El milagro de curarnos.
En algún momento de nuestra vida, quizás no todos, pero sí la mayoría, sufrimos una
enfermedad. El concepto que tenemos sobre ella no es un pensamiento más. Es una
creencia, la de estar poseídos por una fuerza que no nos pertenece y que nos ataca. Si bien
esta creencia es universal, no todos la vivimos de la misma forma. En occidente, ha sido
reforzada por la presencia de un sistema médico que ha obtenido un gran poder que lo ha
legalizado colectivamente.
Podemos decir que la enfermedad es un invento. Como la luz eléctrica. La luz siempre
existió pero lo que hizo el hombre fue poder manejarla y eso le dio poder. El malestar
orgánico o emocional siempre existió pero lo que hizo la medicina fue clasificarlo y eso le
dio poder. La creencia sobre la enfermedad no solo es la de una fuerza que nos ataca sino
que a partir de esa clasificación, es la de una fuerza que un grupo de personas (los
científicos-médicos) puede dominar. O por lo menos ostenta un saber sobre ella y puede
ejercer influencia sobre su evolución.
Esta influencia ha crecido desproporcionadamente en relación al saber. Actualmente las
llamadas enfermedades son desmesuradamente influenciadas por la acción médica sin que
haya un saber que sustente lógicamente esa influencia. Se actúa sobre ellas sabiendo muy
poco sobre el origen de la enfermedad y mucho menos sobre el sentido de la misma.
Pensemos en un simple resfriado. Se atribuye a un virus pero no se lo combate a él sino al
resfriado. Se lo trata de abortar. Se usan antihistamínicos para que las secreciones
disminuyan y muchas veces antibióticos porque se habla de alergias bacterianas o
complicaciones infecciosas imposibles de comprobar. Esta metodología que influencia el
curso de la enfermedad se basa en la misma teoría que sostiene que el sol gira alrededor
de la tierra; la observación superficial de un fenómeno sin preguntar nada sobre las
características del objeto sobre el cual el fenómeno actúa. Si la física dependiera de los
médicos, hoy seguiríamos creyendo que a la mañana el sol está en el este porque a la tarde
giró alrededor nuestro.
Pensemos en un tumor. Un pedazo de carne que sobra. Los métodos médicos que
influencian su destino se basan en la misma teoría de observación superficial y de
ausencia de preguntas sobre las características del sujeto enfermo. El pedazo de carne está
de más y hay que eliminarlo. Si no se puede con cirugía, se arrasa con drogas o
radiaciones. Los físicos no manejan la medicina y los médicos terminan por creer que una
resonancia magnética es una observación profunda. Se sigue observando el fenómeno y
no la naturaleza ni el sentido del fenómeno.
Es así que ahora hay dos creencias: el malestar es una fuerza que viene de afuera y se
puede influenciar sobre esa fuerza con un saber que se llama científico.
Volvamos al resfriado. Pensemos que quizás no es un virus el que lo produce (la fuerza
externa) sino que es una de las formas que tiene el organismo de descargarse de una
tensión que lleva demasiado tiempo acumulada. No hay fuerza externa. Los virus ya
estaban y uno no se contagia de nadie sino que son ellos los que comandan esta forma de
descargarse. Esto no significa que no haya virus extraños al organismo y éste intente
rechazarlos porque no los reconoce. Los virus son cadenas de información y si traen una
información extraña e irreconocible, el organismo se niega a aceptarla y se produce el
rechazo de la misma. Pero esto no es lo que ocurre en un resfriado común. Allí hay
problemas territoriales y las mucosas se inflaman para obstruir las narinas y no respirar el
mismo aire que el enemigo. Los bronquios expulsan moco para escupir al invasor. Los
músculos duelen para retirarse de la lucha. Y allí los virus son excelentes colaboradores
para generar este estado inflamatorio que si bien es molesto, logra que el ser vivo se aísle
y recupere su bienestar. La medicina en lugar de entender esto, ataca los síntomas para
que el sujeto vuelva a la cadena de producción lo más pronto posible. Los médicos se
comportan como aliados de un poder que exige productividad sin interesarse por la
verdadera recuperación del cuerpo enfermo. El paradigma del agente externo como causa
siempre presente de la enfermedad sirve a los mismos fines. Si hay un agente externo
debe haber un poder que lo pueda combatir. Y ese poder es la científica medicina.
Quizás si esto hubiera quedado allí, tendríamos esperanzas de salir de esa trampa. Pero
lamentablemente, la influencia de la acción médica sin un saber lógico que la sustente,
generó tantos nuevos saberes vacíos, que estamos atrapados en una red que se
retroalimenta de otras disciplinas y de otros saberes. La religión, la filosofía, la psicología,
aportan nuevos saberes a esta interminable creencia de la enfermedad como fuerza externa
y a la existencia de un grupo que tiene un saber sobre ella.
Escuchamos conceptos que parecen valiosos: -Debemos aceptar la enfermedad si vamos a
luchar contra ella.- -La enfermedad es poderosa pero más poderosa es la salud-. -La salud
es el silencio de los órganos-. -La enfermedad es un mal que debemos saber combatir-.
¿Quién podría negar el valor de esas frases?. Sin embargo, no sirven de nada. Son saberes
que se basan en una creencia vacía. Y no porque no se pueda defender esa creencia. Sino
porque ya no sirve más.
La trampa
La trampa.
Lo que más nos cuesta aprender es justamente lo que venimos a aprender.
Pareciera que hay algunas personas que aparecen en nuestra vida, que tienen la extraña
capacidad de hacernos ver lo que no queremos ver. Esas personas nos molestan, nos
fastidian. Nos hacen sentir que no queremos volver a verlas.
Llamativamente, las enfermedades actúan de la misma manera. No son precisamente
presencias agradables. No las entendemos. Hay quienes nos las explican y sin embargo,
seguimos sin comprender lo que quieren decir. Y si lo hacemos, igualmente queremos que
nos la quiten sin ahondar más en ellas. Sin seguir el camino de la verdad que vienen a
presentar.
Tanto las personas como las enfermedades son maestros. Que nos marcan nuestra
profunda ignorancia en aspectos que no queremos ni enfrentar ni que nos obliguen a
enfrentar.
Quizás una frase de Albert Einstein, exprese esto de manera brillante: -Todos somos
ignorantes, pero no todos ignoramos las mismas cosas-.
En este sentido, en algunas oportunidades aparecen en la profesión del médico, algunos
pacientes que los confrontan con esos aspectos que ese médico no puede ni quiere
confrontar. Funcionan como una enfermedad. Llamativamente esos pacientes tienen por
lógica una enfermedad, que los confronta justamente con algo que tampoco pueden ver.
Pero el médico funciona allí como un aliado no del paciente sino de la enfermedad. Ese
médico va a reforzar el mecanismo que la enfermedad viene a presentar. Va a funcionar
de la misma manera que lo hace la enfermedad; es decir, como una presencia que no hace
lo que el paciente quiere que haga.
Es así que los médicos nos hemos constituido en aliados de la enfermedad, no de la salud.
Aunque parezca un exceso, no podemos dejar de preguntarnos porqué apareció en la vida
de ese médico ese paciente que lo viene a cuestionar. Aquí se nos aparece la magia de la
vida. Nos encontramos los que tenemos cuentas pendientes. Y las reclamamos.
Al principio, todo parece demasiado pesado. -¿Porqué este paciente viene a decirme estas
cosas?- -¿Si no le gusta lo que hago, porqué no busca otro médico?-. Y por el lado del
paciente; -¿Porqué este médico no toma conciencia de lo que yo necesito de él?-. -¿Porqué
me sigue diciendo cosas que en lugar de ayudarme, me alejan de la curación?-.
Ser conciente de uno de estos encuentros no es fácil. Lo más fácil, es evitarlo o crear un
sentimiento tal como el enojo, el orgullo o el cansancio y alejarse de ese encuentro. Es lo
que habitualmente hacemos. Sin embargo, algo nos está diciendo ese paciente y nosotros
no lo queremos escuchar. La verdad que nos trae, entre otras, es que hablar de nuestros
conflictos no es algo que lleguemos a sentir como una ayuda. Sin embargo, eso es lo que
nosotros hacemos con ellos. Y además, postulamos que si se desnudan por completo,
mayor ayuda recibirán.
Las terapias psicológicas, emocionales o de abordaje de los conflictos, tienen esta visión.
Hay que confesar todo. Si el paciente no se cura, es porque algo guarda. La terapia en sí se
ha convertido en una espera de que deje las corazas que le impiden abordar sus secretos
más íntimos. Y esa espera se matiza con estrategias para que pueda acceder a esos lugares
donde nunca ha podido acceder.
Como todo lo que sucede en la vida, aquí también hay algo de verdad y algo de mentira.
Los refuerzos.
Una de las verdades es que si no sabemos con qué relacionar la enfermedad, no sabremos
nunca qué hacer con ella. Es como tener frente nuestro una computadora y no saber que
botón tocar para prenderla o para apagarla. O desconocer la nomenclatura del teclado e ir
tocando cada una de las teclas en una actitud de prueba. Podemos decir que muchos
abordajes hacen esto.
Lo que sucede es que el ser humano no es una máquina. Y cada tecla que se toca, no
implica un futuro -dellete- que asegura que lo escrito se borre.
Así muchos terapeutas, refuerzan mecanismos de sufrimiento con su intento de -exprimir-
al paciente. Se encuentra el conflicto, se habla de él, se lo explica pero el paciente no se
cura.
El médico se termina enojando con el paciente porque seguramente no quiere decir toda la
verdad. O, en una actitud más condescendiente, lo deriva al psicoanalista, porque
seguramente hay traumas infantiles que deben ser trabajados.
No venimos a negar nada de esto. Lo que venimos a decir es que así no vamos a curar a
nadie.
Es como si conociéramos todo el mecanismo interior de la computadora pero
desconocemos la lectura del teclado. Podremos hablar horas sobre el funcionamiento de la
máquina pero no la pondremos jamás en marcha.
La medicina funcionó siempre en base a personajes que sabían apretar las teclas. Los
actuales chamanes y sanadores, curan más gente que los médicos. Ellos aún conservan el
arte que los médicos de antaño tenían. Se hacen cargo de la enfermedad del paciente. La
negocian en su territorio. La desarman con sus instrumentos. Hacen magia.
Los médicos hacemos lo que el paciente ya sabe que vamos a hacer. No hay territorio
sagrado del lado del médico. En las enfermedades comunes, un farmacéutico puede
sustituir perfectamente a un médico. En las enfermedades crónicas y complejas, el
paciente lee en Internet lo que el médico le va a decir. Hasta sabe más que algunos
profesionales. Viene con el diagnóstico hecho y el tratamiento propuesto para que el
médico lo legalice.
Así de tanto en tanto, aparecen algunos médicos que se oponen a repetir este papel de
títere del sistema y explotan con una propuesta distinta.
Cuando Hamer dice que la causa de las enfermedades es un conflicto biológico, toda la
teoría científica de la medicina tambalea. Y los médicos que no saben tocar las teclas,
tiemblan.
Los linfocitos siguen existiendo, al igual que las úlceras y los tumores. Pero el sentido, la
dirección, es decir, la presión de las teclas, cambia.
Lo que hagamos con lo que dice Hamer dependerá de nosotros. Una vía puede ser que
tomemos toda su teoría y dictemos cursos. Mostremos los focos que se ven en la
tomografía y repitamos que las metástasis no existen. Digamos que la enfermedad se
curará si se soluciona el conflicto biológico y demos instrucciones sobre embriología para
entender el mecanismo.
Esa vía lleva a las teorías de Hamer a dormir el sueño de los justos. Después de treinta
años, Hamer a nivel internacional sigue siendo desconocido. La mayor parte de los que
dictan cursos, no tratan pacientes y los que escuchan esos cursos, son habitualmente
terapeutas aficionados.
Mientras tanto, cada médico en su quinta. Haciendo pruebas de teclado que no terminan
de producir en el monitor el efecto esperado.
Hay una negación absoluta de la medicina a estudiar lo que los otros hacen. Solo se
estudia lo que tiene que ver con uno. Lo que hace el otro no sirve o no interesa. A los
oncólogos, no les importa lo que dice Hamer. A los inmunólogos no les importa lo que
dicen los oncólogos y a Hamer no le importa ni lo que dicen los inmunólogos ni los
oncólogos. Se presentan teorías realmente interesantes de todos lados pero no se las coteja
con lo que dice el otro lado. Solo se las coteja con lo que dice su propio lado.
Veamos un ejemplo.
Desde la inmunología, se escuchan algunas voces que dicen que ciertas enfermedades que
la medicina no puede curar (ELA, cánceres metastáticos) pueden tener un origen viral y
una respuesta inmunológica alterada. Algunos oncólogos (Simoncini) hablan de una
proliferación de hongos en algunos tipos de cánceres y otras enfermedades) que
responden adecuadamente al tratamiento antimicótico. Hamer ha desarrollado un mapa
cerebral en donde las lesiones de la corteza (como el ELA o el cáncer de mama) tienen
que ver con una respuesta de virus que actúan como generadores de inflamación para
destruir el cáncer. En las lesiones del tronco y mesodermo, serán los hongos los que hacen
este trabajo y en las de mesodermo, las bacterias.
No sería menos que interesante tocar las tres teclas y trabajar con los conceptos de la
inmunología, la oncología y los de Hamer. Por lo pronto, sabríamos cuando usar
inmunomoduladores de virus, de bacterias y de hongos. Estaríamos guiados desde la
tomografía cerebral en la evolución del tratamiento. Pidiendo una subpoblación
linfocitaria, nos guiaría la cuantificación de los linfocitos B para utilizar
inmunomoduladores virales. Pero sigamos pensando.
Si trabajáramos con una técnica del trauma de las que se usan actualmente con tanta
eficacia, en pacientes con enfermedades complejas, podríamos observar que el paciente
mejora su enfermedad física pero comienza con transtornos llamados psíquicos. Si
conociéramos las teorías de Hamer, sabríamos que estamos produciendo una constelación
interhemisférica y que en el caso de un paciente con cáncer de pulmón veríamos que
comienza con sensaciones de levitación y en el caso de un sarcoma, hará un cuadro de
megalomanía. Y sabremos como manejarlo ya que lo que buscamos es la supervivencia
del paciente. Podremos crear adrede un estado depresivo para sacarlo de una enfermedad
que lo lleva a la muerte.
Y esto lo podríamos hacer si nos comenzamos a preocupar por lo que estudian los otros.
Mientras tanto, seguimos tocando la única tecla en la que creemos.
La investigación.
Hay tantos ejemplos de lo que podríamos avanzar si nos animamos a investigar juntos,
que solo pensarlo nos abruma.
Un grupo de oncólogos ha utilizado algunas drogas clásicas de la quimioterapia pero en la
décima parte de la dosis que se aplica convencionalmente, logrando resultados
terapéuticos sin efectos adversos. Por supuesto que esos trabajos no se dan a conocer.
Algunos inmunólogos usan desde hace mucho tiempo un pool de bacterias clásicamente
utilizadas para prevenir las rinitis, en casos de cáncer de pulmón. Logran con ello,
modular la respuesta bacteriana que se hará siempre presente en la evolución de un miedo
a la muerte de otro que genera el cáncer de pulmón.
Los homeópatas usan desde hace decenas de años, los llamados nosodes de tejido
canceroso. Son tejidos de tumor sometidos a un proceso de dilución y dinamización que
permite una reacción curativa de parte del propio organismo. Lo que sucede es que esa
reacción debe ir acompañada de una inmunomodulación ya que lo que va a generar es una
respuesta bacteriana. Si conocieran las leyes de Hamer, la homeopatía podría ayudar
mucho más de lo que ayuda.
El extracto de timo, con derivados tales como la timomodulina y la timosona, es en estos
casos un excelente inmunomodulador, pero muchas veces debe ser usado con otros más
específicos del micro organismo que está en juego en la enfermedad.
El uso de antibióticos, corticoides, quimioterapia, homeopatía, hierbas medicinales, daría
un fruto mucho más adecuado si se conociera la teoría de Hamer.
Sin embargo, los seguidores -oficiales- de Hamer siguen diciendo que la enfermedad se
cura si se resuelve el conflicto biológico.
Es por eso, que nos vimos en la obligación de hablar de los mandatos familiares y los
sociales para entender porque no es tan fácil, que al solucionar un conflicto biológico, se
cure una enfermedad. Porque nosotros, aunque no sepamos lo que pasa en el otro lado,
somos permanentemente influenciados por el otro lado.
Es para eso que nace la medicina psicobiológica. No para presentar una nueva teoría sobre
la enfermedad, sino para permitirnos pensar juntos. Para darnos cuenta que todos tenemos
que ver con todos. Y que la salida de nuestro gran problema actual, no es descubrir un
nuevo medicamento sino empezar a aceptarnos globalmente.
No podremos curar a nadie si seguimos pensando que solo desde nuestra teoría alguien
puede curarse. Debemos aprender a pedir ayuda y enseñar a pedir ayuda.
Hamer tiró la piedra pero la piedra se puede hundir. Debemos sacarla del agua y seguir
tirándola. Alguien la tiene que recoger.
El Dr. Fernando Callejón es autor de un reciente libro, llamado -La lupa de la Nueva
Medicina-. El es argentino, tiene 48 años y es médico y psicoanalista. En la contratapa de
su libro, podemos leer: -.no podemos seguir siendo peces que en medio del océano se
mueren de sed. Es hora de tomar nuestra reptil cola evolutiva y hacer con ella y con todo
lo que cargamos, una historia posible con un destino y un sentido que es nuestra
responsabilidad asumir. La lupa de la Nueva Medicina no es otra cosa que la mirada del
sujeto que ha quedado fuera de la medicina. Desde allí reclama volver a entrar en un
territorio del que ha sido desalojado durante demasiado tiempo--
-Fernando, explícanos de qué se trata esta lupa.
Yo siempre les cuento a mis alumnos la siguiente historia. Estoy con un paciente en el
consultorio y sorpresivamente veo sentado en la camilla a un hombre que habla un idioma
desconocido. Me altera su presencia y le exijo que se calle y se retire. Como no lo hace y
además sigue hablando, tomo la drástica decisión de arrojarle ácido en su cara. El hombre
parece callarse un instante pero luego vuelve a hablar. Mi paciente se molesta también con
él y saca un arma de su cartera y le dispara. El hombre, herido, no cesa de expresar su
palabrería indescifrable. Es allí que decido -cortar por lo sano- y tomo un hacha y le
amputo la pierna. El hombre ya muy desgastado por nuestras agresiones se retuerce en el
suelo-pero sigue hablando. De pronto, se abre la puerta de mi consultorio y entra un
amigo que es traductor. Cuando ve el espectáculo macabro que ofrece el hombre en el
suelo, nos mira con asombro y nos pregunta ¿Qué han hecho? Nosotros le explicamos que
ese hombre se metió en nuestra vida sin permiso y solo gritaba una jeringoza
incomprensible. Pero es que no se han dado cuenta-dice mi amigo-que este hombre
hablaen dialecto guaraní? Un poco avergonzados, le preguntamos ¿Qué dice? Mi amigo
lo escucha, a pesar de que ya casi no puede articular palabra y luego nos traduce: -Yo solo
quiero vivir-. Eso dice.
La mayor parte de las veces, la medicina trata a ese indio guaraní (que no es otra cosa que
la enfermedad) con tanta crueldad como los protagonistas de esa historia. Solo hacía falta
un traductor de lo que realmente pasa en la enfermedad. Creo que ese traductor es el Dr.
Rike Geer Hamer y él nos ha venido a decir lo que quiere expresar el cuerpo cuando se
enferma y cómo debemos tratarlo.
-Lo que quieres decir es que los tratamientos convencionales de la enfermedad solo
quieren eliminarla sin comprenderla y al hacerlo también destruyen al
hombreenfermo.
Es así. Hamer, el creador de la teoría de la -Nueva Medicina-, propone cinco leyes para
entender el desarrollo de la enfermedad. En la primera ley, dice que toda enfermedad es
producida por un conflicto biológico. Una persona se enferma cuando ocurren hechos que
amenazan su vida. Le van a rematar su casa, su esposa se va con otro hombre, su hijo cae
enfermo. No todas las personas se enferman ante éstas u otras situaciones. El hecho debe
ser sorpresivo y vivido en soledad. La situación vivida anula cualquier interpretación que
el sujeto le pueda dar. Es un -callejón sin salida-, un atolladero. Recuerdo un paciente que
me consultó por un cáncer de colon. Le había prestado a su mejor amigo una cifra muy
considerable de dinero y luego de obtenerla, el amigo desaparece sin dejar rastros. Le
pregunto qué sintió ante la actitud del amigo y me responde sin titubear: -¿y qué quiere
que sienta?, ¡que me cagó!-. Es el órgano el que asume la respuesta, porque él se queda
sin respuestas.
-Por lo que se ve, estas cinco leyes hablan de un sistema en que la enfermedad no
sería un ataque que viene de afuera sino una programación del propio cuerpo ante
situaciones extremas.
Exactamente. Hamer lo llama -programa biológico de supervivencia-. Es algo que el
cuerpo aprendió durante los millones de años en los que fue evolucionando. En esta
escala, nosotros somos mamíferos que es el punto más alto de los vertebrados.
Comenzamos como peces, luego anfibios y reptiles, aves y por fin mamíferos. Cuando
éramos peces sacábamos el oxígeno del agua. Al escasear los nutrientes, algunos peces
subieron a la tierra y comenzaron a alimentarse de las plantas. Al no poder captar el
oxígeno del aire, se enfrentaron a una verdadera crisis de supervivencia y su respuesta fue
adaptarse a ella. Lo hicieron creando una célula capaz de captar oxígeno del aire.
Tardaron millones de años y al fin pudieron generar la célula del pulmón. La enfermedad
(en este caso, el cáncer de pulmón), es la rememoración de ese momento evolutivo ante
una crisis de supervivencia en la que el sujeto se queda -sin aire-. Donal Klein refiere que
los ataques de pánico ocurren por un mecanismo similar en donde la presión de oxígeno
cae bruscamente. Es así que podríamos rememorar la respuesta que cada órgano necesitó
para sobrevivir ante las continuas amenazas en el curso de la evolución. Así veríamos
cómo en la enfermedad se rememora este momento en un intento de solución que en la
actualidad ha dejado de ser útil.
-¿Es decir, que se rememora como solución ante el conflicto algo que actualmente es
la misma enfermedad?
Sí, la enfermedad es una paradoja. Y lo dramático de la situación es que la medicina
quiere resolver la paradoja desde el mismo lugar en que se la plantea. Como en el caso del
koan que contábamos quiere crear respuestas que cada vez nos meten más en el problema.
En 1992, un experto en bioestadística de la Universidad alemana de Heildelber, el Dr.
Ulrich Abel, publicó un libro de 92 páginas cuyo título es -Quimioterapia para cánceres
epiteliales avanzados-, que constituyen el 80% de las muertes por cáncer (colon, mama,
pulmón, próstata). En ese libro puede leerse: -No hay evidencias de que el tratamiento con
las drogas usadas actualmente produzcan resultados positivos en los pacientes con
enfermedad avanzada, ya sea en expectativa o calidad de vida-. Además agrega: -Las
opiniones personales de muchos oncólogos parecen contrastar de manera llamativa con lo
que comunican a sus pacientes, ya que ellos afirman que no utilizarían quimioterapia si
tuvieran cáncer-.
Las estadísticas de supervivencia inducen a confusiones. En las estadísticas oficiales se
habla permanentemente de un aumento en la supervivencia a cinco años en los pacientes
tratados con -métodos de eficacia comprobada-. Sin embargo, en esas estadísticas no se
respetan los más mínimos criterios de control, que sí se exigen a los llamados métodos
alternativos. La Sociedad Americana del Cáncer (SAC) emitió una lista de
aproximadamente cien terapéuticas alternativas que se usan contra el cáncer. Las llamó -
métodos no demostrados- y todos aquellos que fueron incluidos en esta -lista negra-
dejaron de recibir subsidios. Una investigación realizada por el Dr. Ralph Moss demostró
que el 44% de las terapias condenadas no habían recibido ningún tipo de investigación por
la SAC ni por ninguna otra agencia. El 16% fue investigado con resultados terapéuticos
positivos. El 11% con resultados negativos. El 29% restante fue catalogado de ineficaz
tomando solo en cuenta informaciones de revistas y asociaciones médicas extranjeras.
La actitud de curación.
Esta puerta es muy difícil de abrir. Cuando alguien está enfermo, lo único que quiere es
dejar de estarlo. La propuesta de tener una actitud determinada suele ser rechazada de
plano. Es por eso que la llave es hacerle entender que él conoce esa actitud y que solo
necesita recordarla. Siempre le proponemos el ejemplo del animal herido en la selva. Allí,
sin que nadie se lo haya enseñado, el animal buscará un lugar que lo oculte de los
predadores ya que herido es una presa fácil. Se arrastrará hasta un árbol porque el rocío de
la noche sobre las hojas le permitirá beber algo de agua. No se preocupará por comer ni
por escapar. Solo descansa y espera. Nosotros, conocemos esa actitud. Nuestro saber
colectivo la ha utilizado millones de veces pero quizás el ejemplo más claro sea el dolor.
Si alguien tiene dolor, se queda quieto. Es natural que lo haga. Si se rompe un hueso, solo
se unirá con reposo. No hay drogas ni técnicas que superen o reemplacen a la quietud.
Es necesario entender la quietud no solo como descanso sino como confianza absoluta en
que los mecanismos reparadores del cuerpo harán su trabajo. Nadie desconfía del poder
del hueso en repararse. Nadie confía del poder del órgano en curar un cáncer. Debemos
recuperar esa confianza. No poner obstáculos a los mecanismos reparadores naturales. El
animal herido en la selva no lo hace. Nosotros, lo hacemos permanentemente.
Es claro que el período de reparación puede tener obstáculos. Y es maravilloso que la
medicina haya logrado superar esos obstáculos con medicamentos y cirugías. Jamás
renegaremos de ellos. Pero no debe confundirse la superación de un obstáculo con la
curación de una enfermedad. Cuando un intestino obstruido, es operado se salva a la
persona de un grave obstáculo. Pero no se la cura. Algunas veces, esa misma cirugía, en
su afán de curación, va más allá de lo que debería y crea futuros problemas. Otras veces,
las masas presentes son tan grandes que operarlas es matar a la persona o dejarla con
complicaciones irreversibles. Es aquí que la paciencia y la confianza deben actuar. ¿Qué
sentido puede tener operar a una persona que tenga una masa alrededor del recto que toca
su columna? Allí sería más prudente manejar el dolor y esperar. Y buscar las tres llaves
para lograr la superación del problema.
Es así que la confianza se convierte en un aliado fundamental en el camino que abre esta
puerta. No es la confianza en el médico ni en un medicamento. Es la confianza en la
capacidad reparativa de la naturaleza que se ha puesto a prueba durante millones de años.
Poner en actividad esa capacidad es parte del reposo. Pero el reposo no debe ser entendido
solo como descanso. Es sobre todo, la idea de no confrontar, de no pelear ni con la
enfermedad ni con la causa de la enfermedad. Esta actitud es quizás la más importante ya
que se trata de una profunda aceptación de lo que pasa sin querer cambiarlo. Es evitar
crear -el conflicto que trata de solucionar el conflicto-. Una persona enferma debe usar
todas sus fuerzas en curarse y no puede gastarlas intentando transformar la realidad de los
otros.
Aquí aparece la dedicación. Es una actitud especial en que el ser vivo se retira de la lucha
y solo se dedica a curarse. Dormirá mucho más tiempo del habitual, se alimentará en
forma liviana, no generará discusiones ni desencuentros. No los aceptará. Está dedicado a
curarse. Como hace cualquier animalito enfermo. Solo se queda quieto, toma agua y
recibe cariño. No intenta manipular a nadie con esa actitud. Su único objetivo es permitir
la reparación del organismo.
Esta puerta a la que imaginamos una vez abierta como una serie de caminos que se
enlazan con los caminos de las otras puertas, debe ser comprendida y respetada. Muchas
personas creen que pueden no recorrer ese camino porque tienen aptitudes especiales que
no los obligan a hacerlo. Sin embargo, todos deben entender que esas actitudes son las que
ha creado la naturaleza para reparar los cuerpos exigidos más allá de su capacidad. Si se
ha llegado al momento que la medicina llama enfermedad nadie puede dejar de sostenerse
en esa reparación. Nadie está exento de tener que cumplir con esta obligación. Deberá
retirarse de su trabajo habitual, de su rutina aprendida y de sus presiones en los vínculos.
Deberá suspender compromisos y por sobre todas las cosas, deberá dejar de luchar aún
para sanarse. Esta lucha por la curación, que mucha gente confunde con la dedicación
como actitud curativa, debe ser reemplazada por la mansa espera (aún en medio de los
obstáculos) acompañada por la presencia del médico que lo guiará para no cometer
errores.
Reposo, confianza, paciencia y dedicación son los cuatro caminos que se deben recorrer
tras abrir la puerta de las actitudes para la curación.
El lenguaje de la curación.
Esta segunda puerta tiene al abrirla, más que caminos, laberintos que se abren y se cierran.
Veamos como se desarrollan.
1) la estructura del lenguaje. Aquí deberemos aprender que el lenguaje no es
inocente. Que si bien existe un caminito florido que usa el lenguaje para describir
la realidad, existe un laberinto tortuoso que crea realidades a través del lenguaje.
Ni los pacientes ni los médicos toman conciencia de que juntos vienen creando
realidades más que describiéndolas. El sociólogo Rafael Echeverría hace una
interesante clasificación. Al lenguaje que describe la realidad objetiva lo llama
lenguaje afirmativo. -Esto es un árbol- es verdadero y -ahora es de día- es falso. En
la descripción de una realidad que colectivamente se ha aceptado, se mueven los
conceptos objetivos de verdadero y falso. En cambio, cuando se usa el lenguaje
para proponer una realidad, ya no para describirla, esta realidad se acepta o se
rechaza. Este tipo de lenguaje se llama declarativo y ya no describe objetivamente
lo que es verdad o falsedad sino lo que es válido o inválido. Lo determinante de
este lenguaje es la autoridad que tiene quien lo utiliza. Inicialmente existirían seis
tipos de declaraciones: sí, no, no se, gracias, perdón y te quiero. Todas ellas
generan una realidad que hasta ese momento no existía. La declaración que mas
nos interesa recorrer es la que la medicina, o mejor dicho, la autoridad del médico
propone al que lo consulta. -Usted señora, tiene cáncer-. -Aquí hay que investigar
porque algo está pasando-. -Usted se sentirá bien, pero los análisis dicen lo
contrario-. Estas declaraciones que se parecen al discurso de la histeria, son
capaces de generar una realidad cuya consistencia es la enfermedad. Un ser
humano que se siente igual que siempre, es diagnosticado con una masa en el
pulmón por un hallazgo casual y a partir de allí, su realidad cambia. Mucho más
común, un hombre cuya vida no tiene sobresaltos, se le exige un control de un
marcador de próstata y al evaluarlo elevado, se le punza el órgano y se lo lleva a
una realidad cercana a la catástrofe. La declaración de enfermedad no parece ser
de la dimensión de la verdad sino de la aceptación del discurso médico. Uno se
pregunta si la realidad de la enfermedad puede crearse, si no existía ya antes de la
aparición del diagnóstico y de la declaración del médico. Lo que se crea, no es la
masa tumoral, el dolor en las manos o la dificultad para quedar embarazada. Se
crea un lenguaje sobre esos hechos que los convierten en sucesos de una realidad
dramática. Pensemos en lo que dice Hamer. La masa tumoral, el dolor en las
manos o la dificultad para quedar embarazada, son hechos que expresan
dificultades biológicas o como él lo llama, programas especiales de la naturaleza.
A partir de conocer el mecanismo de estos programas (existencia de un conflicto,
puesta en marcha de las conductas celulares para solucionarlo, alternancia de la
simpaticotonía con la vagotonía y crisis epileptoidea de solución, presencia de
micro organismos barrenderos y sentido de superación del conflicto), Hamer crea
una realidad que no ignora ni la masa tumoral, ni el dolor ni la esterilidad. Por el
contrario, las entiende de manera biológica y les propone una salida biológica. La
realidad que crea el discurso médico es de presencia enemiga. Necesidad de
destrucción y vuelta al estado anterior pero jamás dejar que el enemigo siga en el
organismo. La realidad que crea Hamer es la comprensión de esa presencia y la
ayuda de su desarrollo para que luego de su superación la vida no sea la misma,
sino que evolucione naturalmente. Tanto el discurso médico como el de Hamer
declaran dos realidades distintas. Quienes le damos autoridad a Hamer, vivimos la
enfermedad como un campo de aprendizaje. Quienes le dan autoridad al discurso
médico, la viven como un campo de guerra. En un momento dado, lo que Hamer
dice puede llegar a convertirse en verdad y a partir de allí en realidad. Hasta ahora,
los fundamentos no son considerados suficientes para aceptarlos. Es cuestión de
tiempo. Pero mientras tanto, proponemos recorrer este camino de la estructura del
lenguaje para ir desenredando las trampas que propone.
2) Los discursos de la enfermedad. Así hemos llamado en nuestra teoría a la
anulación o suspensión de los distintos significados que la relación entre un hecho
y la respuesta a ese hecho genera. Un ejemplo será la vivencia que cualquier
persona puede tener de un robo. Hay multitud de sentidos que ese hecho puede
despertar. Sentirse despojado, burlado, quedarse sin nada, querer agredir al ladrón,
denunciar al sistema que lo permite, sentir el abandono de la sociedad, quedarse
paralizado, gritar, correr y muchos más. Todos ellos son vivencias, actos,
respuestas posibles ante un hecho. Para que exista enfermedad, se tienen que
suspender absolutamente todas esas respuestas posibles y emerger como única
presencia la respuesta que el órgano produce, es decir la respuesta biológica. La
intensidad del hecho hace imposible una respuesta analítica, discriminativa de mi
psiquis. Toda la tensión del hecho se deposita en un órgano que se encarga de
interpretar el hecho con su pensamiento biológico. Ese órgano puede ser el pulmón
que vivencia la falta de aire y elabora células propias para lograr captar más aire.
O el hígado, que vivencia que se queda sin reservas y genera células para depositar
la mayor cantidad de alimentos. O puede ser el estómago que vivencia que está
entrando una realidad desagradable y se cierra. O cualquier órgano que tenga una
especial sensibilidad por causas hereditarias o por sucesos previos. El discurso de
la enfermedad es el desplazamiento del significado de convivencia al significado
de supervivencia. En lugar de enojarme, agredir o correr, dejo que mi órgano lo
haga por mi. El discurso de la enfermedad es el reemplazo de mi habitual lenguaje
por el lenguaje del órgano. Sin que existan sucesos tan dramáticos este
desplazamiento ocurre frecuentemente por el uso del lenguaje orgánico. -Esa
mujer me destrozó el corazón-. -Este chico me va a traer un dolor de cabeza-. -No
lo puedo digerir-. -Me cortaron la carrera-. -De esta situación no puedo escapar-. -
No doy más-. El desplazamiento del sentido es lo que define el discurso de la
enfermedad. Recorrer este camino es aprender a no usar declaraciones que se
conviertan en afirmaciones.
3) Los tres mandatos. En nuestra teoría, los tres mandatos son tres lenguajes. Ellos
son:
a) el de los órganos o mandato biológico: cada órgano o tejido, de acuerdo a su
origen embrionario tiene determinadas exigencias que cumplir. El pulmón respirar,
el intestino digerir y el páncreas elaborar jugos e insulina. Si se les exige más de lo
que pueden hacer, lo denuncian a través de una conducta que va desde la
inflamación hasta la degeneración celular. Esa conducta es el lenguaje que
debemos aprender a escuchar para discernir la actitud curativa que se necesita. Si
el pulmón se cierra, es que necesita aire puro y en el discurso de la enfermedad el
aire puro se desplaza a todos los sentidos que se le puedan dar: no ver a
determinada gente, no concurrir al trabajo, no sentir que otra persona lo asfixia.
Conocer el lenguaje del órgano es transitar el camino del acto necesario para
calmar la queja del órgano.
b) El de la familia o mandato familiar: es el lenguaje con el que ha sido recibido el
ser vivo dentro de su clan. Esa recepción genera una respuesta adaptativa que se
une al lenguaje del órgano y se expresan juntos. Una persona que sufre de tiroides
habrá sido recibido por su clan con un lenguaje: no llegas a tiempo; no podrás ser
primero en la vida. La respuesta de esa persona ante esa recepción será adaptarse a
ella para compensarse y tratará de apurarse y arremeter en todos los actos de su
vida. Eso se expresará en hipotiroidismo ya que el lenguaje del órgano tiroides es
apurar el metabolismo. Conocer el lenguaje familiar será desarmarlo parta no
verse obligado a exigir a un órgano.
c) El generacional o mandato social: son los valores universales que se trasladan
de generación a generación para sostener la continuidad de la vida humana. En el
caso de la tiroides, el mandato social es -los anteriores tienen más derecho que los
posteriores- y se refiere a la necesidad de proteger a los viejos para que no sean
eliminados por los jóvenes y así puedan transmitir los valores y las instituciones
que se consideran útiles. Este lenguaje junto con el familiar y el social, construyen
un discurso que al conocerlo, nos permitirá contestarlo adecuadamente para no
exigir una función y provocar lo que aún llamamos enfermedad. En el caso de la
tiroides, el discurso será: -debo apurarme + mis hijos no me ayudan-. La vivencia
de impotencia construye una frase que exige al órgano a dar más y elabora
nódulos. Habrá que aprender a contestar esa frase con otra; por ejemplo: -debo
aceptar el tiempo de los demás sin exigir que cambien-.
Como vemos, la puerta del lenguaje de la curación es compleja pero fascinante. Hay
mucho que decir sobre ella y mucho que trabajar.
Los instrumentos.
Esta tercera puerta a recorrer es la de los instrumentos. Al entrar en ella, veremos
desplegada multitud de caminos, algunos muy angostos y otros muy amplios. Aquí el
papel del que la recorre no es pasivo. Podría pensarse que el paciente solo tiene que tomar
el medicamento o someterse a la cirugía. Que todo depende del médico y que uno solo
puede prestar su cuerpo a lo que el médico decide que hacer.
Sin embargo, nos olvidamos de algo. Cuando alguien está enfermo debe pensar a quien le
va a pedir ayuda. Si va al cirujano, no puede pretender otra cosa que una cirugía. Si va al
homeópata, que no espere un examen médico minucioso de sus órganos. La elección del
médico no es inocente. Uno no puede escudarse solamente en lo que el sistema ofrece.
Hasta cuando va a comprar carne, se esfuerza en hacer un recorrido de distintas
carnicerías (vale la comparación) pero en cuanto a la elección de un médico parece que
todo pasa por los que figuran en la cartilla. Ni es así ni debe ser así. La sociedad debe
pedir y exigir la posibilidad de las distintas alternativas. Al fin de cuentas se trata de una
elección de vida. No es inocente. Además el paciente debe aprender a informarse como lo
hace en todos los niveles de su vida. Como lo hace al irse de vacaciones o elegir un
diputado. Si no lo hace, su responsabilidad queda reducida a cero.
Los instrumentos médicos se refieren a la elección que hace el paciente de que elementos
lo ayudarán a su recuperación. No es lo único que importa pero es lo mensurable, lo
objetivo. Aquello a lo que el sistema atribuye la curación. Es nuestro objetivo hacer tomar
conciencia que el medicamento o la cirugía muy pocas veces son curativos. Casi siempre
son paliativos ya que si no se recorren las tres puertas juntas, la enfermedad retorna
invariablemente.
Esa conciencia será la que ayude a crear nuevos instrumentos que no sean tan cruentos
como muchos de los actuales.
Las tres puertas nos invitan a abrirlas y recorrerlas. Lo que siempre se consideró una
desdichada situación pasa a ser una fascinante posibilidad de conocerse y transformarse.
Está en nosotros elegir cualquiera de las dos opciones.
Toda persona que cursa una enfermedad debe tener en cuenta tres factores que lo
ayudarán a curarse:
1- Autoridad: éste término deriva de autor, que es el que crea, el que hace progresar.
Lo primero que pierde un ser humano enfermo es la autoridad. No solo sobre su
cuerpo, ya que parte de su cuerpo se independiza de su voluntad y la enfermedad -
no le obedece-, sino hasta en las más pequeñas decisiones sobre su vida (ya no
puede hacer lo que quiere y si no hace lo que le dicen, su vida corre peligro). La
probable curación se ofrece a un precio muy alto. La autoridad se pierde cada vez
más hasta el extremo de ser considerado un niño que solo debe obedecer si quiere
lograr sanarse. Recuperar la autoridad sobre sí mismo y sobre un supuesto saber
que no admite cuestionamientos es algo que un sujeto enfermo (o que padezca una
crisis en su vida) debe plantearse y que cualquier tratamiento debe proponerlo
claramente.
2- Inclusión: este término significa poner una parte dentro de otra o contener una
parte en el todo. En la enfermedad, la persona pierde la pertenencia a su grupo que
ya no lo reconoce como una de sus partes. Se toma -licencia- y deja de ser quien
era. Cae en una soledad que es propia de los exiliados. Puede estar acompañado de
mucha gente pero ya no se siente uno de ellos. Tampoco se siente como sus
iguales, los enfermos, ya que su dolor es único y no lo puede compartir. Estar
enfermo es salirse de esa normativa que llamamos salud, pero estar gravemente
enfermo es quedar excluido de esa normativa que llamamos sociedad. Los
enfermos graves son excluidos de la sociedad (cáncer, sida, Althzeimer) con
eufemismos tales como internación, curas de salud o aislamiento por bajas
defensas.
3- -Amor: deriva del latín -a- (fuera) y -mort- (muerte). Aquí nos limitaremos a
referirnos a las dificultades que surgen en tratar a los enfermos con muestras de
afecto, escucharlos y tomarse el tiempo suficiente para hablar de sus necesidades y
preguntas. No es habitual que esto ocurra en los pacientes con diagnósticos graves.
Nos referimos al trato dispensado por los médicos, quienes son la tabla de
esperanza fundamental de estos pacientes. Los tratamientos médicos no deben ser
un calvario agregado al paciente sino una fuente permanente de aliento y de estar
comprometidos en la cura de la enfermedad.
Los cruzamientos
Pensemos en una gacela que descansa en un pastizal. Es pleno día y a lo lejos entre unas rocas
observa la figura de un temible predador: el león.
A partir de ese momento, la gacela activa los mecanismos de defensa que están programados en
su cerebro y así se prepara para un posible ataque. Esta preparación genera una redistribución de
la sangre hacia los órganos más importantes para la defensa (músculos, corazón, cerebro),
quitándole sangre a la superficie del cuerpo. Las pupilas se dilatan para ampliar el campo de
visión, puede haber eliminación de líquidos (diarreas, orina, transpiración) para aligerar el cuerpo,
los músculos se contraen dispuestos al ataque, el corazón late más rápido para dar más oxígeno a
los tejidos.
Durante millones de años la evolución buscó la mejor respuesta para enfrentar al león.
Seguramente habrá intentado innumerables conductas alternativas hasta encontrar la mejor para
asegurar una buena defensa. En ese tránsito se habran cometido todo tipo de errores pero un
buen número habrá conseguido una estrategia posible. Los que sobrevivieron incorporaron esas
conductas en sus cerebros a través de los genes y las han transmitido a las sucesivas
generaciones.
Es por eso que la gacela que ha observado al león obedece a su cuerpo y esta obediencia no es
fruto de una elección.
Ella carga con esa respuesta y podrá luego elegir diversas conductas : retirarse, luchar, someterse.
Eso dependerá de la "calidad" de la transmisión de aquel mensaje evolutivo. Habrá gacelas
cobardes o valientes. Algunas suicidas y otra libres.
Este quizás sea el punto básico para llegar a comprender los cruzamientos entre lo físico y lo no
físico. Cuando un ser vivo está sometido a este punto de inflexión y sus mecanismos
condicionados se desbordan aparece lo que llamamos enfermedad.
Creemos que sin ésta comprensión es imposible abordar cualquier terapéutica. Aquí se desarrolla
el cruce entre respuestas físicas elaboradas en millones de años y realidades no locales que
responden a una lógica distinta.
Esta lógica de lo no local (no físico) no responde a los lineamientos de tiempo y espacio de la
biológica y es por eso que necesitamos crear nuevos conceptos que permitan la referencia a ella
en sus cruzamientos con la realidad física.
Un cruzamiento que habitualmente es negado o interpretado con ideas que se refieren a la lógica
física. Creer que la enfermedad tiene su origen solo en alteraciones moleculares, bioquímicas o
genéticas es desconocer ese cruzamiento e impedir que un nuevo nivel de realidad se haga
posible en el origen de la enfermedad.
Al no percibir esto, el refugio es combatir ciegamente lo que se ve y lo que se considera real. Se
ignora que el cuerpo está expresando esos cruzamientos con lógicas que no responden ni a la
destrucción ni a la mutilación.
La gacela que ve amenazada su supervivencia también podrá enfermarse. Podrá hacer un cáncer
de pulmón ante la persistencia del león por perseguirla. Podrá sufrir un glaucoma por el miedo que
la acecha o de insuficiencia renal por quedar desarraigada de su entorno al huir. Sus
enfermedades expresarán la respuesta biológica de su cerebro emocional ante la lucha por la
supervivencia. La Naturaleza da muestras permanentes de esta linealidad.
Pero el ser humano se ha salido de esta linealidad. Aunque paradojalmente permanece en ella. Se
ha producido un cruzamiento que exige pensar una nueva física que llamaremos "física del
cruzamiento".
Como toda etapa nueva es difícil aceptarla. Los conocimientos que posee la humanidad justifican
un nivel de realidad al que se califica de "única verdad". Es muy duro para aquellos que han
comenzado a percibir otros niveles de realidad, poder expresarlo sin entrar en profundas
contradicciones con los principios básicos de la lógica.
Cuando estudiamos la historia de la medicina, nos asombran las explicaciones que se ofrecían en
aquellos momentos sobre el origen de la enfermedad. Los demonios, los miasmas, la influencia
telúrica, el aire que corría por las arterias, el útero que subía hasta el cuello eran considerados
basamentos científicos que satisfacían los principios de la lógica. (recordemos uno de ellos, el
principio del tercero excluido: "toda cosa es verdadera o falsa, no habiendo tercera posibilidad").
Ellos consideraban todos esos orígenes verdaderos.
Aquellos que observaban otros niveles de realidad que contradecían los pensamientos de la
época, eran herejes que querían destruir un sistema que daba certezas. Y estas siempre fueron
necesarias para la medicina. Aunque se podría escribir una historia del disparate con las certezas
de aquella época (y con muchas de las actuales).
Los que veían algo distinto se sentían obligados a callar o a tener comportamientos francamente
agresivos para ser escuchados. Paracelso refutaba la teoría de Galeno sobre la circulación del aire
en las arterias (algo que ahora nos parece absurdo) y llegó a quemar en la plaza pública todos los
libros de este médico que era considerado la máxima autoridad de la época.
Hoy también nos enfrentamos a similares dificultades. El Dr. Hamer, quien rebate con argumentos
justos y posibles los fundamentos de la medicina actual, es encarcelado y obligado a callar. Una
verdadera caza de brujas se instala sobre aquellos que siguen sus teorías. Los colegios médicos,
obligan a abjurar a todos sus colegiados de toda práctica basada en la Nueva Medicina, bajo
apercibimiento de cancelarles su matrícula profesional.
Revivimos en nuestro inaugurado siglo, las peripecias de aquellos que pueden (al igual que
Paracelso) percibir niveles de realidad que las doctrinas establecidas aun no pueden considerar.
Sabemos que en algunos años más esta nueva medicina será considerada, mejorada y aplicada.
Mientras tanto la transición nos obliga a fundar instrumentos que permitan crear la "masa crítica"
que despertará el cambio.
Creemos que la idea de los cruzamientos entre la realidad física- local y la realidad no física- no
local, puede actuar como cuña de este despertar.
Uno de los representantes de este cruzamiento son las imágenes captadas por Hamer en las
tomografías cerebrales. Sus mapas pueden ser estudiados por todos los médicos y analizados
desde el conocimiento previo de las imágenes normales. La respuesta actual de "los que aun no
pueden ver" va desde la indiferencia ante esas imágenes hasta la negación absoluta ya que según
ellos son "artificios técnicos provocados por la interfase entre un tejido cerebral y otro". Lo llamativo
es que estas imágenes (llamadas focos de Hamer: FH) siempre estén en un mismo lugar del
cerebro cuando se trata de un tipo de enfermedad pero en otro lugar específico cuando se trata de
una enfermedad distinta. También es llamativo que cuando la enfermedad se supera, aparezca
siempre acumulación de líquido (edema) en el lugar del FH.
El teorema de Bell.
Los FH se convierten así en representantes de estos cruzamientos entre una realidad física (la
enfermedad) y una no física (los sucesos conflictivos). Un cerebro que muestra imágenes cuyas
características necesitan una percepción no habitual. Los que lo ven no pueden entender que lo
que está no se vea. Los que no lo ven, se indignan que algunos vean algo que no está.
Pero el desafío es aún mayor ya que los que estudian los FH comienzan a verlos por todos lados.
¡Y muchos de ellos son realmente artificios técnicos!
Esto nos hace recordar el comportamiento humano ante las epidemias. Primero se las niega, luego
se aceptan casos aislados y por último se termina quemando a cualquier sospechoso.
De todas maneras, los FH están ahí. Son imágenes en forma circular, como dianas concéntricas
que aparecen en el mismo momento en que se produce un acontecimiento que el ser humano vive
como una amenaza a su vida, a la de sus seres queridos o a lo que considera su territorio o
identidad.
La aparición sincrónica de un hecho físico con un hecho no físico es un cruzamiento entre dos
niveles de realidad que se ven mutuamente afectados, traspasados en un instante por una
percepción que origina cambios.
¿Qué es lo que sucede para que tres sistemas con lógicas propias reaccionen sincrónicamente?
La lógica del órgano es la que describe Hamer en la llamada tercera ley de la Nueva Medicina. La
del cerebro es la del aprendizaje condicionado . La psiquis sigue la lógica de las leyes del lenguaje.
Una de las paradojas mas llamativas de la física cuántica es la conocida como la de Einstein-
Podolsky-Rosen y que ocurre cuando un electrón y un positrón se encuentran y se destruyen . Allí
dos fotones A y B parten en direcciones opuestas. A partir de allí e independientemente de la
distancia que los separe, reaccionarán siempre en forma sincrónica. Si A cambia su carga, B
también lo hace. Lo que Einstein y sus colegas interpretaron como una paradoja que debía ser
explicada racionalmente en algún momento, el físico J. Bell lo demostró científicamente en 1965.
"Ninguna variable local oculta puede explicar las correlaciones que se dan en la paradoja EPR, lo
que deja abierta la posibilidad, aun cuando las separen años luz de que las partículas
permanezcan conectadas por un nivel subcuántico no local que nadie conoce."
Bell en su teorema demuestra que mientras la separación en el tiempo o en el espacio son "reales"
en ciertos contextos, dicha separación es "irreal" o carece de importancia en la mecánica cuántica.
Para Bell, la paradoja EPR sugiere que la información cuántica puede transferirse
instantáneamente desde una parte del universo hacia otra sin violar la teoría de la relatividad ya
que lo que se transfiere no es energía sino información.
Un cerebro que recibe información de una fuente que forma parte del Universo (un conflicto real o
simbólico) y responde sincrónicamente a esa información a la que está unida por ser parte del
todo.
La Nueva Medicina introduce esta cosmogonía para comenzar a entender que la polaridad A y B
son una unidad en busca de su integración. La comprensión que se hace de la enfermedad permite
continuar esa búsqueda.
¿Qué es la enfermedad?
El conflicto biológico.
La insatisfacción de una necesidad biológica, cuyo sentido se traslada a las conductas humanas,
es lo que llamamos conflicto biológico.
Las necesidades biológicas fundamentales ,es decir lo que la Naturaleza la exige a los seres
vivos que aprendan a superar en el curso de la evolución, son cinco: Nutrición, Reproducción,
Defensa, Sostén y Comunicación.
Tomemos una de ellas para entender el concepto de conflicto biológico. La necesidad de nutrirse
implica detectar a la presa (verla, olerla, oírla) y luego cazarla. Una vez muerta, tragarla, digerirla
y eliminarla (luego de aprovechar sus nutrientes). Cuando hay un obstáculo a algunos de estos
pasos y ello amenaza la supervivencia del animal, se activa un programa de supervivencia para
superar ese obstáculo.
Como estamos hablando del tubo digestivo la zona del cerebro que se activará es el tronco.
Desde allí, surgirán precisas órdenes a las células del tubo digestivo. Si no se consigue (caza) la
presa, serán las células del hígado las que crecerán para aprovechar al máximo el escaso
alimento que existe. Si la presa se ha tragado pero es demasiado grande, serán la células del
esófago o del estómago las que crecerán, para poder utilizar una gran cantidad de enzimas para
facilitar su paso. Si la presa se ha digerido pero no se puede eliminar, serán las células del
intestino grueso las que crecerán para poder cumplir con esa función.
Como vemos, la única respuesta posible de todo el tubo digestivo ante la insatisfacción de
nutrirse, será la proliferación celular que si se mantiene un tiempo generara una formación que
llamamos tumor.
La metáfora psicobiologica
Lo que acabamos de describir es una respuesta biológica a una necesidad insatisfecha.
Pertenece a una lógica somática que guarda relación con el período evolutivo en el cual esos
órganos tuvieron origen.
En esos período la única forma que tenían era un largo tubo que se fue diferenciando en
funciones específicas, hecho que sigue ocurriendo en el período humano de cualquier feto
humano.
Las células fueron diferenciándose para asumir funciones que los requerimientos de la naturaleza
le imponía. No existía el cerebro moderno ni el lenguaje. El soma se expresaba a través del
cerebro antiguo que respondía a una lógica de percepción del estímulo de una determinada zona
cerebral y luego (por repetición o inhibición) creaba una asociación (estímulo- zona cerebral-
órgano) que generó los primitivos mapas cerebrales que continúan aún actuando en nuestros
cerebros.
Al aparecer el cerebro moderno y el lenguaje se recategorizaron estos antiguos mapas, a la vez
que aparecieron otros nuevos, que establecieron contacto con los antiguos mapas cerebrales.
Esta relación" primitivo- moderno" o "señal- símbolo" es la que permitió el traslado del significado
de las necesidades biológicas a las típicas conductas humanas, generando una metáfora que
comenzamos a llamar conflicto psicobiológico.
Así, los antiguos conflictos de nutrición, pasaron a convertirse (a través del lenguaje) en conflictos
de poder, de insaciabilidad, de indigeribilidad, de suciedad. La proliferación del hígado podrá
aparecer ante deudas económicas que la propia persona vive como una amenaza a su
supervivencia, aun cuando exista suficiente alimento para comer. La proliferación de las células
del esófago, se producirá ante situaciones familiares o laborales que la persona "no puede
tragar". Las lesiones del intestino grueso, se generarán ante hechos por los cuales el paciente "se
sienta cagado".
Toda una respuesta cualitativamente humana ante un hecho que deja de tener el monopolio
psicológico y que solo desde la biología, podremos interpretar, diagnosticar y tratar.
Se llama Nueva Medicina a una serie de conceptos descriptos por un médico alemán, el Dr. Rike
Hamer, a comienzos de la década del 80, que nos permiten una evaluación distinta del origen y
del proceso de la enfermedad y que nos propone un profundo cuestionamiento a la relación entre
el enfermo y el médico.
En éste breve artículo, sólo tomaremos una parte de los conceptos de Hamer para tener un
acercamiento a ésta propuesta que muchos definen como la medicina del futuro.
Hamer describe una triple relación entre: 1) ciertas zonas cerebrales (sólo visibles en una
tomografía de cráneo); 2) determinados conflictos que tienen que ver con las crisis de
supervivencia (llamados conflictos biológicos) y 3) los órganos comandados por las zonas
cerebrales descriptas.
Es a partir de ésta triple relación, que puede hacerse con una tomografía de cráneo sin contraste
(y muchas veces sin recurrir a biopsias o estudios cruentos) un diagnóstico del órgano enfermo,
el tipo celular involucrado, su evolución (en algunos casos, puede prevenirse hasta con 15 días
de anticipación un infarto), su antigüedad, el colorido del conflicto que ha producido la
enfermedad (lo que orienta al tipo de terapéutica a realizar a ése nivel) y otro tipo de
informaciones que ayudan a la evaluación y a la elección del tratamiento.
A pesar de lo atractiva de ésta posibilidad, no es éste el punto crucial de la Nueva Medicina, sino
entre otros, lo que Hamer llama la quinta Ley sobre el sentido biológico de cada enfermedad.
Entender la historia de los llamados conflictos biológicos, apoyados en una comprobación técnica
cual es la tomografía cerebral, es de una ayuda inestimable en un momento evolutivo en el cual
el paradigma científico sigue siendo necesario.
La conciencia ha sido definida como la capacidad que tiene un ser vivo de percibir información,
analizarla y emitir una respuesta adecuada. En los llamados animales inferiores( la escala
evolutiva de los vertebrados comienza en los peces, sigue con los anfibios, reptiles, aves y
mamíferos, entre los cuales estamos), la conciencia les permite dar respuesta a necesidades
básicas como la alimentación y la reproducción. A medida que la evolución avanza, las
respuestas se hacen cada vez más complejas. Con la adquisición del lenguaje, la cultura y el
aprendizaje se adquieren conductas muy elaboradas. Cuando un animal se ha atragantado con
un trozo de carne que no puede digerir ni expulsar, se enfrenta a una crisis de supervivencia (se
ahoga). Su cerebro ordena producir mayor cantidad de células en el tubo digestivo que a su vez
elaboran mayor cantidad de jugos que permitan digerir el trozo de carne. Es una conducta
programada en el cerebro ante una crisis de supervivencia. Si el proceso se mantiene, el órgano
se enferma (esofagitis, gastritis, cáncer de estómago).
En el caso de una madre que va paseando con su hijo y éste se suelta imprevistamente de su
mano, la vivencia que predomina en el hecho, podrá afectar distintos órganos. Si lo vive como
una pérdida que tiene que ver con la preservación de la especie, afectará el ovario (quistes,
tumores). Si lo que predomina es la vivencia del ataque al territorio arcaico (el nido), se enfermará
la glándula mamaria izquierda (si la mujer es diestra). Si afecta su valoración como madre,
producirá descalcificación en la cabeza del húmero izquierdo.
El miedo frontal producirá agrandamiento de los ganglios del mediastino. El miedo amenazante
que viene por detrás producirá glaucoma.
Los conflictos de ataque a la propia integridad, tendrán que ver con las lesiones de la dermis
(melanomas). La resistencia a una situación con la diabetes. La suma de un conflicto de
frustración con otro de separación o de invasión de territorio, generarán una sintomatología
depresiva.
La profundidad de los estudios de Hamer hacen que el acto médico sea un hecho científico y no
una moda fundada en estadísticas. Una enfermedad (cualquier enfermedad) puede ser curada si
realmente se sabe qué es. Si no se sabe qué es, sólo se la intenta eliminar. La raíz latina de curar
es todo lo contrario. Curar es hacerse entero.
El hombre moderno se ve enfrentado a nuevas enfermedades. Las respuestas que vienen desde
la medicina no alcanzan para entenderlas ni superarlas. Los conceptos que trae la Nueva
Medicina, permiten sospechar que el orden médico reinante tiene serias deficiencias en su
concepción de la enfermedad, que haría imposible afirmarse como terapeuta en los nuevos
tiempos. El cáncer y el sida son llamados de atención que hablan de la dificultad de entender lo
que la propia naturaleza del hombre produce.
Y necesitamos hablar del cuerpo, del alma y del espíritu. Hamer hace un llamado a los médicos
"de manos calientes" para ejercer una verdadera medicina sagrada. De ésto, seguiremos
hablando.
La naturaleza humana
La naturaleza humana.
Este es un tema determinante para la medicina psicobiológica. Y lo es porque
no solo nos importa el sentido de la enfermedad, es decir, el objetivo
biológico que persigue la célula y el órgano cuando hace un tumor, una
úlcera o una parálisis, sino que trataremos de aclarar desde que necesidades
básicas se desarrolla la existencia. Es claro que una naturaleza violenta
orientada por el instinto de muerte no puede tener las mismas necesidades ni
los mismos objetivos en su vida que una naturaleza cooperativa y armónica.
Si bien todos los seres humanos no somos iguales, debemos coincidir en que
nuestra naturaleza debe ser similar o por lo menos que un aspecto de esa
naturaleza ha predominado en los últimos diez mil años ya que en aquella
época los grupos humanos no convivían en número mayor de treinta y
actualmente logran hacerlo por millones. Si lo han logrado es porque una
supuesta violencia innata no los ha hecho eliminar entre sí y lo que ha
prevalecido es la convivencia.
Pero lo que es más importante aún es el mensaje que desde la unidad de vida,
es decir, desde la propia célula, recibimos desde hace millones de años.
Leamos lo que dice A. Montagú: -La fuente de la sociabilidad de todas las
criaturas vivientes, se origina en el organismo vivo. Todas las
células provienen de otras células. No pueden nacer de otra manera. Se logre
por división asexual o por conjugación sexual, el proceso es de
interdependencia entre las células-.Todos los tejidos de cada organismo -
recuerdan- siempre esta situación de interdependencia.-
Esto se sabe desde hace mucho tiempo. Ya en 1894, el embriólogo Wilheim
Roux, separó las células de un huevo de rana y colocó las células separadas
en agua a una cierta distancia entre ellas. Las células fueron acercándose
espontáneamente hasta establecer contacto entre sí.
Las palabras de Montagú nos remiten inmediatamente a Hamer, en donde los
órganos -recuerdan- las amenazas a la supervivencia que vivieron hace
millones de años y actúan como lo hicieron en ese momento, reproduciendo
células que intentarán superar esa amenaza.
La experiencia de Roux nos recuerda el conmovedor dilema que se le planteó
a Einstein cuando no pudo explicar que dos fotones nacidos juntos y luego
separados, siempre buscaran unirse aún a kilómetros de distancia.
Debemos entender que lo que sucede en la vida, siempre guarda relación con
las características de la vida misma. La enfermedad, que es algo que sucede
frecuentemente en la vida, tiene que ver con la naturaleza humana, que tiene
la misma esencia que la naturaleza de la vida. Y este es el propósito de este
capítulo. Demostrar que lo que llamamos enfermedad, y que muchas veces,
nos lleva a la muerte, no es la expresión de la lucha por la supervivencia (que
es lo que dice Hamer) sino el accionar frecuente y en todos los ámbitos de la
vida con procederes que van en contra de la naturaleza humana. Que ha sido
el apartarnos de nuestra naturaleza lo que nos ha llevado a un mundo lleno de
enfermedades. Y que solo recuperando nuestra naturaleza, podremos abordar
la enfermedad con la absoluta certeza de estar en el camino correcto.
La supervivencia.
Hay suficientes pruebas que demuestran que la cooperación o lo que
Emerson llama la facilitación biosocial es el factor determinante para mejorar
la supervivencia de la mayor cantidad de especies. Lo que se ha dado en
llamar -la lucha por la supervivencia- o la -selección del más apto- debe ser
reemplazado por la -cooperación para sobrevivir- y las -selecciones de los
aptos-.
Hamer parte del supuesto de que la enfermedad surge de la insatisfacción de
las necesidades biológicas fundamentales. Creemos que para ser coherentes
con su teoría debemos agregar varias necesidades más que no están
contempladas. Una de ellas es la dependencia de la madre durante el
desarrollo del ser vivo. Esta necesidad biológica es la que más secuelas deja
cuando no ha sido satisfecha adecuadamente. Otra necesidad que debemos
contemplar es la de descarga de la tensión celular que espontáneamente se
produce por la naturaleza de la célula. Y a esa descarga la llamamos juego. Y
una tercera necesidad que queremos agregar es el descanso, en donde el
sueño ocupa un lugar reparador fundamental.
Es así que las necesidades biológicas y sus insatisfacciones quedarían
agrupadas así:
1) Necesidad de nutrición. Se refiere a la comida, al líquido y al aire. Los
tres son presas que si no se consiguen amenazan la vida. Su
metabolismo interno y su eliminación están incluidas en esta necesidad
y cuando son interferidas también amenazan la vida.
2) Necesidad de reproducción. Se refiere a la procreación y en nuestro
caso, la sexualidad amenazada también queda incluida.
3) Necesidad de defensa del territorio primitivo. Es el propio cuerpo y la
cría. Cuando sufren ofensas o ataques, son fuente de enfermedad.
4) Necesidad de estructura. Es la afirmación del organismo y de lo que lo
sostiene. La autovaloración queda incluida.
5) Necesidad de agrupamiento. Aquí Hamer hace una clara diferencia
entre el hombre con su necesidad de poseer un territorio y la mujer con
su necesidad de pertenecer a un territorio.
6) Necesidad de dependencia. Desde la gestación hasta el nacimiento y
desde allí hasta la interdependencia.
7) Necesidad de juego. Es la descarga de la tensión celular para que no
supere los umbrales tolerados que provocarán descargas atípicas.
8) Necesidad de descanso. Aquí se incluye el dormir y la relajación del
organismo del estado de vigilancia.
Un nuevo horizonte.
Nuestra colaboración en este reencuentro es la teoría de la posición biológica
del enfermo por un lado y por el otro, la elaboración de la metonimia del
cáncer a partir del lenguaje de los órganos y de los mandatos generacionales.
Creemos que con ellos, estamos facilitando la conciencia de lo que somos en
nuestra relación con la historia y con la de nuestro organismo.
Si nuestra psiquis se forma a partir de un Ideal que lo aporta el otro (el Ideal
del Yo), nuestro organismo se forma a partir de otro Ideal que hemos
llamado Ideal de supervivencia. Cada órgano tiene una historia, en donde las
células se organizaron y cooperaron para adaptarse a los cambios que
proponía un medio pero que también era determinado por el propio
organismo en su búsqueda de mayor cooperación con el resto de lo
organismos. La tensión celular es el producto de los distintos mecanismos
que mantienen la vida. El uso de los alimentos y del oxígeno crea energía
que es usada e inteligentemente reservada. Nuestras células no están muertas.
Están vivas. Se intercambian elementos, se inhiben, se estimulan, se
transmiten información. Somos una fábrica en permanente actividad. Si
tocamos un cuerpo que está en actividad física, observaremos que sus
músculos están tensos. El organismo en actividad está en tensión. La
actividad de la vida ha sido la fuente de la necesidad de la descarga de la
tensión que esa misma actividad produce. Y el organismo ha cooperado
produciendo una mayor complejidad. Una de las mayores fuentes de tal
complejidad ha sido la división celular. Esta se ha producido toda vez que la
tensión acumulada ha necesitado descargarse tal como ocurre en las amibas.
Esto puede considerarse un acto de amor; en lugar de destruirse por el exceso
de tensión, se divide para dar lo que tiene a estas nuevas células. Pero esta
división producto del amor no es anárquica o descontrolada. Por el contrario,
hay un riguroso orden para que las nuevas células reciban toda la
información que necesitan y continúen con las capacidades de sus células
madres. En el cáncer, este orden y estas capacidades se pierden y si
observamos adecuadamente a estas nuevas células lo que predomina es el
aislamiento, la pérdida de cohesión y de intercambio y la estrategia de
supervivencia individualista. La naturaleza humana, cooperativa y armónica
se reemplaza por una naturaleza que parece anterior a la célula tal como la
conocemos actualmente. Una célula en crisis de supervivencia y que la busca
desesperadamente pero sin el sentido que encontró luego de millones de años
de haberlo intentado y luego de innumerables fracasos. Una crisis biológica.
Hamer ve en esta crisis un sentido de resolución que nosotros no observamos
en el cáncer. Sí observamos ese sentido en las llamadas enfermedades
comunes en donde la respuesta es siempre con células maduras. Pero cuando
se ponen en juego células no maduras, el sentido no puede ser maduro.
Creemos que las células del cáncer no buscan solucionar la crisis de
supervivencia sino que (por lo menos en primera instancia) la denuncian. Y
lo que están denunciando no solo forma parte de la historia personal de quien
la sufre, sino que incluye esa historia en una crisis de supervivencia de toda
la humanidad. Y las células del cáncer se vuelven individualistas porque
expresan la ausencia de contención biológica, es decir, la exclusión de un
cuerpo social sin el cual no hay posibilidad de supervivencia.
Aquí comenzamos a percibir un nuevo horizonte, que es ni más ni menos que
la reconstrucción de una naturaleza que recupere los valores fundamentales
de la vida. El ser humano ha perdido la conexión con esos valores que
descansan en la cooperación y en la búsqueda de la armonía. La unidad de
vida que es la célula así actúa. Nosotros que somos miles de miles de
millones de células actuamos como si fuéramos un organismo hecho de
ideales ajenos a esta naturaleza. Nuestros -yoes- parecen haber triunfado
sobre nuestras células y quieren enseñarnos lo que somos y lo que debemos
ser. El Ideal del Yo ha terminado siendo un cuerpo lleno de agujeros. Un
cuerpo que no lo es. No hay naturaleza en ese cuerpo. No es un cuerpo
biológico. Es un cuerpo imaginario.
Y el cáncer y todas las enfermedades que llamamos arquetípicas vienen a
denunciar ese ultraje a la naturaleza que la humanidad viene cometiendo
desde hace muchos años. Y esas injusticias cometidas han dejado marcas en
nuestros genes hechos para la cooperación y la armonía. Esas marcas (que la
medicina cataloga de genes del cáncer) las tenemos todos pero solo algunos
(aunque cada vez más) las activan en sus organismos dando nacimiento a la
enfermedad. Lo que Hellinger llama un error inútil basado en el amor y lo
que Hamer considera un intento de solución de una crisis de supervivencia,
yo pienso que es la necesidad biológica de interdependencia. Es ella la que
está en el comienzo de la denuncia biológica de la crisis. Las células no
toleran más tamaña injusticia. Cada ser humano es para la humanidad como
una célula y ese cuerpo que llamamos humanidad observa azorado las
necrosis de sus células, su ausencia de cooperación, su independencia y
aislamiento. No hay conciencia de cuerpo. Ni en la persona, ni en la familia,
ni en el país, ni en la sociedad humana. La sexta necesidad, la que nace con
la vida, la interdependencia -que recuerdan todos los tejidos- no es satisfecha
y no hay cuerpo social. Las enfermedades por insatisfacción de la sexta
necesidad son las que activan las células inmaduras.
La próstata
La próstata es un órgano que está presente solo en el varón, impar, con forma de
castaña y está situada en la pelvis, detrás del pubis, anterior a la ampolla rectal y rodeando
la uretra proximal. Esta situación y su relación de vecindad con la vejiga urinaria y el
recto, explicará muchos de los síntomas presentes en las distintas patologías de la próstata
La próstata, junto a las vesículas seminales, las glándulas bulbouretrales de Cowper y las
glándulas periuretrales de Littré constituyen las glándulas sexuales que contribuyen a la
formación del líquido seminal. Está rodeada por una falsa cápsula fibromuscular,
denominada cápsula propia. Esta pseudocápsula está considerada el límite de los procesos
localizados y teóricamente con los estadios del cáncer curable. Atravesando la próstata en
su mitad y en dirección cráneo-caudal está situada la porción prostática de la uretra, que
comienza en la cara vesical de la próstata y sale de la misma por el ápex prostático. La
próstata, como glándula, está constituida por tejido adenomatoso y fibroso. El 30 por
ciento de su peso es fibro-muscular y el resto son elementos glandulares. Se han descrito
varios modelos anatómicos para el estudio de la próstata (el de Lowsley, el de Franks,
etc.), pero el más aceptado es el modelo zonal de McNeal, el cual distingue cuatro zonas
diferentes que son asiento de distintas patologías. Estas cuatro zonas son: - Zona anterior,
de constitución fibromuscular y sin estructuras glandulares. - Zona central, que contiene
los conductos eyaculadores y representa el 25 por ciento del volumen prostático. En esta
zona se originan los procesos inflamatorios y se asientan el 8 por ciento de los cánceres de
próstata. - Zona de transición, que representa entre un 5 y un 10 por ciento del total del
volumen prostático. Esta es la zona de desarrollo de la hipertrofia benigna de próstata y
del 25 por ciento de los adenocarcinomas de próstata. - Zona periférica, que constituye la
porción postero-inferior de la próstata. Es el origen del 67 por ciento de las
neoformaciones prostáticas y representa el 70 por ciento del volumen prostático.
CAMBIOS ESTRUCTURALES DEBIDOS A LA EDAD La próstata es muy pequeña
durante la infancia, estimándose su peso hasta los 10 años de edad sobre 1,4 gr. Durante la
pubertad se produce una hiperplasia del epitelio ductal, llegando a pesar la glándula entre
10 y 14 gr a los 20 años. Entre los 35 a 40 años consigue su desarrollo final a expensas del
componente glandular, alcanzando para entonces un peso medio de unos 20 gramos. A
partir de esta edad comienza a desarrollarse una involución prostática a la vez que puede
aparecer una Hiperplasia Benigna de Próstata alrededor de la uretra prostática (zona
transicional) o en la zona central (lóbulo medio prostático). HISTOLOGÍA
Histológicamente, el 95 por ciento de los tumores primarios de próstata son
adenocarcinomas de tipo acinar. Otras formas de presentación son el adenocarcinoma
ductal, carcinoma endometroide, carcinoma neuroendocrino, adenocarcinoma mucinoso,
carcinoma de células pequeñas, carcinoma transicional, carcinomal escamoso y tumores
no epiteliales como el rabdomiosarcoma y sarcoma del adulto. FISIOLOGÍA DE LA
GLÁNDULA PROSTÁTICA La próstata es una glándula exocrina. Su función principal
es la secreción del líquido prostático, que junto a las secreciones de las vesículas
seminales, glándulas de Cowper y Littre, y el testículo, constituye el semen. Otras
funciones menos relevantes son servir de sostén a la base vesical, aportar resistencia a la
uretra en el papel de la continencia en la micción y participar en la fase de emisión de la
eyaculación al contraer su musculatura lisa y vaciar su secreción en la uretra. Un aspecto
importante dentro del crecimiento y desarrollo de la próstata es la influencia que sobre
ella tienen los andrógenos. La testosterona se produce fundamentalmente en el testículo
(90-95 por ciento) y en un 5 por ciento a nivel renal. Actúa sobre los receptores
androgénicos situados en las células epiteliales y estromales prostáticas. La testosterona
pasa a dihidrotestosterona por medio de la 5-alfa-reductasa y regula la función celular de
las células prostáticas. Por último, debe saberse que los estrógenos segregados por los
testículos actúan sinérgicamente con los andrógenos y que la prolactina potencia la acción
de los andrógenos sobre las células prostáticas. Aspectos simbólicos de la próstata. Desde
el punto de vista de la anatomía rescatamos su forma y su ubicación. En cuanto a la forma,
algunos la comparan con una castaña y otros con una nuez. Lo cierto es que es redondeada
y cuando se agranda parece una pelota (la sensación que refieren algunos es justamente
esa: -siento como una pelota en el piso de la pelvis-). Le sirve de base a la vejiga y esto (lo
mismo que su ubicación con respecto a la uretra) hace que provoque al agrandarse
síntomas tales como retraso en el comienzo de la micción, chorro de orina corto, goteo
post miccional y necesidad de vaciar la vejiga con frecuencia. También puede producir
compresión sobre el recto con dificultad en la defecación. Su papel en la formación del
semen y su relación con la eyaculación, hacen que aparezcan dificultades sexuales. Es un
órgano de origen endodérmico formado fundamentalmente por glándulas. Próstata deriva
del latín y significa -hacer público- o -echar hacia fuera-. Cuando la próstata es extirpada
no se produce más la eyaculación (es decir, no se echa más hacia fuera). Con estos
aspectos podemos decir que la próstata tiene que ver con la marcación del territorio (por
su efecto sobre la vejiga) y con la terminación sexual. Hamer relaciona las enfermedades
de la próstata con conflictos sexuales de connotación sucia y también con dificultades en
el territorio en hombres que por disminución de los niveles hormonales ya no reaccionan
con otros órganos más territoriales (pulmón o coronarias). El adenoma de próstata es
una enfermedad común (no arquetípica) y su metáfora psicobiológica es la expansión, es
decir la ampliación de sus funciones territoriales y sexuales. En el orden territorial es -
marcar territorio con más frecuencia- (por la amenaza de la pérdida) -marcar menos
territorio- (chorro corto), -dejar recuerdos de la marcación- (goteo). Todas conductas
típicas de un hombre que va perdiendo naturalmente (por el paso de los años) su jefatura
territorial. La próstata ayuda a expandir simbólicamente en el plano biológico la
percepción de lo que considera su territorio. En el orden de la sexualidad, la próstata
simbólicamente es terminar (eyacular) con algo pero también es la creatividad (el
alimento y el vehículo de los espermatozoides) en todos los planos de la vida. Al
expandirse (adenoma) logra biológicamente sustituir la falta de creatividad y la dificultad
en terminar una etapa de la vida. Tener la próstata agrandada es -estar viejo y orinarse
encima-; -tener urgencia en eliminar lo que ya no sirve-; -ser menos hombre- (orinar
sentado); -no poder estar en el mismo lugar por mucho tiempo- (por la necesidad de ir a
orinar)-; -mancharse y ser mirado-. También es -dificultad para terminar algo-; -no
engendrar más-. Los abordajes terapéuticos para trabajar estas metáforas serán recuperar
la creatividad en algún aspecto de la vida (afectivo, laboral, profesional), poder completar
naturalmente las etapas de la vida aceptando las limitaciones de los años. También será
aprender a defender el territorio sin la explosividad de los años anteriores, aceptar el
empequeñecimiento territorial en algún aspecto para ampliarlo en otros; vivir la
sexualidad en todos sus aspectos y no solo en lo genital; sustituir el crecimiento material
por el espiritual. Cuando se trate de un cáncer de próstata estamos en presencia de una
enfermedad arquetípica y si bien deben trabajarse todos estos aspectos, es necesario
recurrir a los requerimientos generacionales excluidos y abordar actos arquetípicos
teniendo en cuenta las figuras retóricas y los arquetipos que actúan. El cáncer de próstata
es fundamentalmente glandular y produce una alteración de esta función. Es por eso que
el arquetipo dominante es el saboteador. La metáfora del órgano (el significado próximo
de la función del órgano) tiene que ver con que es un órgano de función sexual para afuera
(no forma los espermatozoides sino que les sirve de vehículo para llevarlos afuera) pero
que cuando se agranda se mete en una función que le es ajena pero que le es vecina ya que
la vejiga y la uretra son sus vecinos. Actúa indirectamente pero por su posición es natural
que lo haga. Sabemos que la metáfora del órgano en un cáncer es aquella que exprese
mejor la destrucción de las formas actuales. Así lo que pretende el grupo de células
rebeldes con el endurecimiento prostático es abandonar la creatividad y no terminar con
algo. La actual sexualidad (para ese grupo rebelde) no sirve. Lo obliga a volverse más
femenino (a orinar sentado). Le impide estar mucho tiempo en un mismo lugar porque hay
algo urgente que hacer (orinar). La próstata deja de ser una humilde colaboradora de la
sexualidad hacia fuera para convertirse en una molesta glándula que se endurece y grita.
Hay un abandono de la creatividad para concentrarse en temas de territorio. Conociendo
ya los instrumentos del acto arquetípico, decimos: 1) Metáfora del órgano: abandonar
la creatividad. No terminar con algo. Concentrar el territorio. 2) Metáfora de la célula
prostática: desentendimiento con la propia historia (al ser endodérmica). Infidelidad (por
el abundante tejido conectivo). 3) Metonimia del cáncer de próstata: me exilio de la
vida y no puedo dar lo que recibí. Surge de la simbiosis de la metáfora del órgano
(achicamiento y abandono) con la metáfora de la célula (negación y mentira). Es el caso
de un médico de 65 años que es obligado a jubilarse sintiendo que no tiene respaldo de la
corporación médica. Al contarme sus sensaciones hace dos preguntas -¿es que no soy más
médico?-; -¿qué hago con todo lo que sé?-. Aquí se ve la infidelidad como imposibilidad
de seguir transmitiendo un saber. El desentendimiento con la propia historia es la
obligación de jubilarse y de -convertirme en un curandero-. Para continuar siendo médico
debe -achicarse- y ya no atender más por obra social. A la vez, se siente obligado a
terminar algo que él no quiere terminar (su profesión) y debe mentir para no ser
descubierto por su Colegio de médicos (su infidelidad). 4) Metonimia de curación: el
acto arquetípico es una respuesta a la metonimia del cáncer de próstata (me exilio de la
vida y no puedo dar lo que recibí). En el caso de este profesional, decidió seguir
atendiendo y -facturar- a través de otro colega. (creatividad y fidelidad). También ingresó
a una carrera universitaria distinta a la médica y fue un alumno más (expandir el
territorio). Los actos arquetípicos deben considerar cada uno de los elementos de las
metáforas de órgano y celular y la metonimia resultante de su simbiosis. Todo aquello que
permita expandir el territorio y aumentar la creatividad podrá ser utilizado pero por sobre
todo la necesidad de sentirse partícipe de la vida y de poder expresar lo que sabe. Eso
podrá hacerse con pequeños actos o grandes decisiones. Lo importante es contestar a la
metonimia del cáncer que congela el sentido en la destrucción con hechos que abran las
puertas a respuestas a cada una de las metáforas del órgano y de la célula.
El páncreas
Páncreas
El páncreas es un órgano que comparte junto a la vesícula la función de ayudar a la
digestión de los alimentos pero sin que el órgano tome contacto con ellos. Para esto,
produce aproximadamente 1 litro y medio por día de los llamados jugos pancreáticos que
llegan al estómago y al intestino. Estos jugos, a diferencia del ácido del estómago, son
alcalinos y no se ocupan de los grandes trozos de alimentos (como el estómago) sino de
los pequeños ayudando al desmenuzamiento. Una pequeña porción del páncreas (el 2%)
se ocupa de la elaboración de insulina.
Lo llamativo de este órgano es su ubicación (detrás del estómago) y su forma reptiliana
(tiene cabeza, cuerpo y cola).
Es un órgano que trabaja mucho pero que lo hace como una especie de oficina por fuera
de la fábrica (podríamos decir escondido).
En la descripción que hacen los pacientes de su función, llama la atención la excesiva
importancia que se le da a la insulina y a su necesaria relación con la dulzura, ternura o al
empalago (asco) y la resistencia a retenerla. Muy pocos hablan de la tremenda
importancia que tiene en la digestión. En cuanto a su forma, la mayor parte lo asemeja a
un espermatozoide.
El origen embriológico del páncreas es endodérmico pero luego se le agregaron capas
meso y ectodérmicas. Como en todos los órganos es poco probables detectar un único
conflicto embriológico. Lo cierto es que como órgano comenzó a delinearse hace 400
millones de años junto a la mama, la dermis y los riñones. Esto nos recuerda su
comportamiento primitivo y "poco amigo de las palabras".
Los tumores de páncreas nacen guiados por el arquetipo de célula madre nutritiva. El
arquetipo de función es el niño herido (dependencia, ingenuidad, rabia).
Hamer lo ubica en su tabla como un órgano que reacciona frente a contrariedades
familiares y a veces, a cuestiones de herencias.
Un caso que me tocó ver junto al mismo Hamer fue el de una mujer que sufrió una
profunda decepción por no recibir de parte de un familiar un regalo que había esperado
mucho tiempo.
Personalmente he visto decenas de casos y todos se relacionan con disgustos familiares.
Siempre el elemento característico es la sorpresa, lo inesperado. Recuerdo haber atendido
a quien fuera una importante figura del gobierno, quien no dudaba de que su cáncer
guardaba relación con la "traición" sufrida de parte del presidente de la Nación habiéndolo
desplazado de su cargo. En política, "la traición" es algo tan común, que yo no lo podía
ver como la causa. Siguiendo esa labor detectivesca que Hamer me enseñó, averigüé que
1 mes antes de aparecer el tumor, él iba en un auto con su amante y frenó en una bocacalle
para no chocar con otro auto. Ambos conductores se miraron y este buen señor, observó
que quien lo miraba desde el otro auto (a él y a su amante) era ....su esposa. Demás está
decir, que eso me lo contó mucho tiempo después y siguió sin darle importancia. Lo cierto
es que eso desencadenó una ruptura con su esposa, a quien amaba, y un desmoronamiento
en sus actividades sociales. Pero él seguía diciendo, lleno de cólera, que la traición del
presidente lo había enfermado.
Un caso que me conmovió mucho, no fue precisamente de un paciente sino de un hombre
a quien admiro desde mi juventud. Me refiero a Jiddu Krishnamurti. Me impactó saber
que alguien tan sabio había muerto de cáncer de páncreas. Traté de averiguar y descubrí
que en sus últimos meses había detectado sorpresivamente manejos oscuros en quienes
quedaban a cargo de sus escuelas.
Cuando hemos aprendido a manejar todas las teorías que nos pueden servir para solucionar
los conflictos, debemos dar el paso fundamental que es....dejar de lado todas esas teorías.
No es esto una broma sino un principio fundamental para acceder al camino de la curación.
Cuando a Picasso le preguntó un periodista como había logrado pintar esos cuadros que
dejaban de lado toda la historia de la pintura e inauguraban una nueva forma de pintar, él
contestó; -He tenido que estudiar durante toda mi vida todas las escuelas de pintura-. Con
esta frase pudo expresar una verdad irrefutable; para ir más allá de donde todos han ido,
primero hay que ir a donde todos han ido.
Uno puede saber mucho de teorías sobre la enfermedad y la salud pero cuando llegue el
momento de curarse, debe desprenderse de esas teorías ligadas a su análisis, capacidad de
cálculo y organización lógica.
Mucha gente se ha acercado a Hamer por su maravillosa lógica. La organización de las
enfermedades que él hace desde el punto de vista embrionario, el cálculo del sentido
biológico que tienen y el análisis del origen filogenético nos ha deslumbrado a todos
aquellos que apreciamos el esfuerzo de aquellos investigadores que van mas allá de lo que
piensa la mayoría erudita.
Lo mismo sucede con Hellinger que ha tenido la astucia de introducir ciertas leyes, siempre
llamadas esotéricas, en la psicología clínica. Su fenomenología, insuficiente desde el punto
de vista filosófico es harto elocuente en una práctica que se acerca con cierto exceso al
espiritismo pero que permite a aquellos investigadores de la curación sorprenderse de los
resultados.
También la teoría y la clínica de la Gelstat han aportado con su lenguaje simbólico nuevas
derivaciones para comprender las situaciones conflictivas y la expresión del cuerpo ante
ellas.
Y la filosofía y el psicoanálisis y la sociología y tantos otros aportes han enriquecido la
comprensión de lo que nos pasa como humanos y como humanidad.
Y qué decir de la física y la etología. Y del misticismo.
Sabemos tanto y sin embargo no abundan los Picasso. De todas las teorías y escuelas que
hemos nombrado, ¿Cuántos seres humanos las conocen? ¿Y cuántos de los que las conocen
las comprenden? ¿Y cuantos de los que las comprenden las llevan a la práctica?
¿Cuál es el tipo de conocimiento que lleva a la sabiduría de solucionar los grandes
conflictos de nuestra existencia? Porque uno puede conocer a la perfección toda la teoría de
Hamer y hacer un cáncer luego de una pérdida afectiva o una profunda desvalorización.
También uno puede manejar la teoría de Hellinger y haber hecho su constelación pero sufrir
de artritis reumatoidea. O conocer todas las otras escuelas y haberlas practicado pero ante la
crisis profunda, actuar como casi todos los seres humanos actúan, con dolor y furia.
Se hablará enseguida de la naturaleza humana y de su conformación neurológica. Pero si
esto fuera absolutamente cierto, ¿para qué seguir elaborando teorías sobre la evolución
psíquica y espiritual del hombre? Es que todo es una farsa y nos seguimos enfermando de
las mismas enfermedades que se enfermaban cuando no se conocían todas estas teorías? Y
aún peor, nos morimos con nuevas enfermedades además de seguir teniendo las de antes.
Pensemos esto. Los órganos se siguen enfermando de la misma manera que hace millones
de años. Los procesos descriptos por la medicina de inflamación, necrosis, reparación,
neoplasia, etc. no han cambiado en su expresión desde el origen de los vertebrados. Se
repiten como hace millones de años sin ningún tipo de cambio. Que sepamos como se
llaman algunos elementos que antes no conocíamos no significa que ellos no existían. Solo
que la ciencia los fue describiendo.
El estómago hace úlceras y tumores desde siempre. Espasmos y atonías. En el cerebro se
rompen los mismos vasos que se rompieron siempre. El riñón se vuelve insuficiente como
cuando nació. No ha habido evolución orgánica en el Homo Sapiens. Pero se supone que ha
habido evolución psíquica. Tanto es así que la ciencia ha debido separar a la psiquis del
cuerpo ya que no se podía entender que la psiquis evolucionara tanto y los órganos nada.
¿Qué tal si todo esto es una mentira? ¿Una fábula creada por una humanidad en base a un
atributo propio de la especie que es la palabra?
Somos lo mismo que desde siempre y así lo atestiguan nuestros órganos. Ellos siguen
haciendo lo mismo que desde su origen. Sin embargo, hemos creado estímulos artificiales
para los cuales los órganos no tienen codificación cerebral y reaccionan por -aproximación-
. Esto ha generado lo que podríamos llamar -equivocaciones orgánicas- en donde estos
estímulos artificiales provocan reacciones que están programadas solo para determinadas
situaciones naturales. El hecho de tener que reprimir la agresividad hacia otra persona por
cuestiones culturales es un ejemplo de la incorporación de un estímulo artificial que la
palabra ha definido como -tragarse todo y no explotar-. La codificación cerebral está
inscripta para que el órgano reaccione cuando hay un trozo de alimento demasiado grande y
no lo pueda expulsar. Esta situación natural provoca la respuesta de activar este código
cerebral que ordena al órgano producir gran cantidad de células que secreten jugos
digestivos para que ese trozo sea finalmente digerido. Esto dependerá de la magnitud del
trozo atascado ya que si es muy grande, el órgano necesitará mucho tiempo para elaborar
las nuevas células e incluso existe la posibilidad que la reacción no alcance y se forme un
gran proceso inflamatorio que solo podrá terminar en una infección que intentará con los
microbios barrer el trozo atascado. Este proceso suele ocurrir con alguna frecuencia en
personas ancianas que no mastican bien el alimento y el trozo tragado no alcanza a
progresar.
Ahora bien, esto no es lo que ocurre cuando el estímulo es artificial, es decir, hay una
situación que se vive como una injusticia y la persona -se la debe tragar-. En todo caso,
podríamos decir, que no es lo que siempre ocurre.
Por ejemplo, en el tema de la obesidad ésta es una codificación cerebral para que los
animales tengan una reserva de alimentos en su propio cuerpo. Es el caso de los osos que
invernan y no comen por varios meses o de otros animales que por sus condiciones físicas,
les conviene ser pesados para atemorizar a posibles predadores. En los humanos esta
condición se ve también por la aproximación que hace el cerebro con semejantes hechos
naturales. En el caso de la reserva de alimentos para tiempos mejores, la metáfora de este
hecho es la vivencia de la escasez pero no necesariamente de alimentos. Aquí cambia el
significado de -reserva-. Puede referirse a la ausencia de afecto, de oportunidades, de
objetivos. Aquí hay un corrimiento del sentido. Cuando lo que se corre es el concepto
(recordemos las áreas de concepto de las que habla Edelman) la metonimia que provoca la
activación del programa cerebral de acumulación se refiere al concepto -reserva-. Aquí lo
que cambia es la palabra, no el significado. Así las metonimias serán la acumulación, el
consumismo, la codicia, etc.
En el caso de la obesidad para tener peso y defenderse mejor, veremos la metáfora en las
situaciones importantes para esa persona y que le preocupan (por el peso que tienen) y a la
metonimia en el estar -hinchado-, grande, excedido en ciertas cosas.
En todas estas situaciones se debe advertir el sentido biológico del programa cerebral ante
el conflicto de la naturaleza y a la vez como se realiza el corrimiento que hace que el
cerebro active por -aproximación- dicho programa.
Es por ello que en cada órgano o sistema debemos clasificar los programas cerebrales ante
los conflictos biológicos naturales y luego categorizar la metáfora por corrimiento de
sentido y la metonimia por corrimiento de concepto. Una vez hecho esto, debemos
diferenciar las enfermedades comunes y las arquetípicas.
Amígdalas.
En el campo de la anatomía, una amígdala es un órgano con forma de almendra y
etimológicamente significa eso: almendra. Se denomina amígdala a cualquier órgano
constituido por un retículo que contiene folículos linfáticos. Según la localización en la que
se encuentran en la faringe se llaman:
Amígdala faríngea, situada en el techo o bóveda de la faringe. En los niños suelen estar
hipertrofiadas y se llaman adenoides. Cuando provocan insuficiencia respiratoria nasal y
deformación facial (vegetaciones) suelen extirparse.
Amígdala tubárica: También se llama amígdala de Luschka o de Gerlach y se encuentra
rodeando al extremo faríngeo de la trompa de Eustaquio.
Amígdala palatina. También se llama tonsila. Está situada a ambos lados del istmo de las
fauces, en la entrada de la orofaringe, entre los pilares del velo del paladar. Son las
típicas anginas que cuando se inflaman e infectan se denomina amigdalitis.
Amígdala lingual. Es el conjunto de tejido linfoide más voluminoso de la faringe y está
situado en la base de la lengua.
El parénquima de las amígdalas está formado por nódulos linfoides con algunos centros
germinales y su superficie es epitelio estratificado (faringea y lingual) y plano (palatina).
Los nódulos linfoides son tejido conectivo especial con abundantes linfocitos.
Los programas cerebrales que se activan en las amígdalas provocan hiperplasia, neoplasia e
infección. Dado que su origen embriológico es de la capa mesodérmica antigua, su forma
de reaccionar es con proliferación celular en la etapa activa del conflicto (sea hiperplasia o
neoplasia) y con caseificación bacteriana o bacilar en la etapa de conflictolisis. Al tener
tejido epitelial plano reacciona también con úlceras en conflicto activo.
El conflicto biológico que activa estos comportamientos es la perdida de la presa recién
atrapada. En palabras de Hamer -la presa es arrebatada en el último momento-.
Al ser tejido linfoide su función biológica es la defensa y el filtro de la entrada a las
cavidades internas. Su agrandamiento es un modo biológico de no permitir que sigan
entrando elementos del exterior. El sentido biológico de este comportamiento se da, según
Hamer, en la fase de solución, al permitir la entrada de nuevas presas. Es claro que la
reacción de agrandamiento impide el paso de nuevas presas, por lo que la fase activa (de
proliferación celular) es biológicamente perjudicial.
Aquí debemos preguntarnos porqué el cerebro ha creado un programa biológicamente
perjudicial cuando el animal pierde la presa. Lo de -biológicamente perjudicial- lo decimos
ya que el animal no solo ha perdido su presa sino que ahora no puede tragar otra porque se
cierra la entrada al aparato digestivo. Si esto no se soluciona, su supervivencia está en
peligro. Podríamos decir que es una enseñanza para aprender a retener la presa. Y que las
amigdalitis crónicas serían intentos fallidos de este aprendizaje. El animal debe aprender ya
que si no lo hace, no sobrevive. El conflicto activo (la imposibilidad de retener la presa)
pone de manifiesto una dificultad.
Es interesante la diferencia que hace Hamer del sentido biológico y su presentación en CL
en las capas endodérmicas y en CA en las capas ectodérmicas. Por de pronto digamos que
Hamer ubica a las amígdalas en los órganos de origen endodérmico pero por su estructura
anatómica deberían ubicarse en el mesodermo. Al estar revestidos de tejido epitelial
también tienen origen ectodérmico y el conflicto guarda relación con temas modernos como
la territorialidad. No es solo no tragar la presa sino también no poder hablar o comunicarse
adecuadamente.
La metáfora psicobiológica que propone el agrandamiento de las amígdalas es -el de tener
hinchada la garganta-. Esto trae dificultades en la alimentación (comer duele) y en la
comunicación (hablar duele). Si la función biológica de las amígdalas es servir de filtro de
los elementos que pasan de afuera hacia adentro, el corrimiento simbólico de este sentido es
-no dejar pasar más nada-. Los filtros han sido superados por situaciones -del afuera-:
problemas de convivencia, económicos, laborales. Los filtros están hinchados y si no se les
da descanso, la entrada -del afuera- los desbordará (habitualmente hacia el aparato
digestivo).
Tener amigdalitis es -estar hinchado hasta acá- (haciendo el gesto de tener los testículos
allí); es tener -anginas- (apretado el cuello), es decir estar ahogado; es dolerle todo lo que
sea incorporación; es no poder beber algo frío (no poder aliviarse del calor); es no poder
masticar bien (analizar la situación); es no querer hablar de algo (hablar duele).
Como se ve en este abordaje nos alejamos de la visión de Hamer y encontramos en las
amígdalas un conflicto moderno de comunicación unido a un desborde de los elementos del
-afuera- sobre el -adentro-. Las comunes amigdalitis de los niños tienen que ver con su
posición de no poder absorber tantos hechos del -afuera- con su aún inmadura estructura
mental. En los adultos, la causa de las amigdalitis tiene que ver más con las dificultades en
la comunicación. (Aislarse)
La diferencia fundamental entre las enfermedades comunes y las arquetípicas es que en
éstas, se establece un grupo de células rebeldes a la anatomía y fisiología normal generando
comportamientos celulares primitivos. En las enfermedades comunes (amigdalitis,
hiperplasia) no existe este comportamiento rebelde sino un claro sentido biológico de
desborde de los mecanismos naturales de defensa. La hiperplasia, la inflamación, las
úlceras, las necrosis, son actividades con sentido biológico de defensa. Las proliferaciones
y las úlceras neoplásicas no tienen ese sentido sino como lo hemos explicitado en la sexta
ley, el de destrucción de las formas maduras y actuales para la instalación en ese órgano de
formas antiguas. Es por ello que cuando hay cáncer, el corrimiento del significado no es lo
preponderante sino que lo que guía el proceso es el tropos traslativo (la metonimia) ya que
lo que intenta la instalación de las formas antiguas es expresar la activación de un mandato
generacional que tiene que ver con el lenguaje de ese órgano.
En un cáncer de amígdalas lo que importa no son los significados simbólicos de la función
del órgano (filtrar el afuera) sino la metonimia del cáncer que es la simbiosis entre la
metáfora del órgano en su sentido biológico con la negación de ese sentido.
De la clase de metonimia que hablamos es (recordando a Frazer) de una especie de magia
de contagio que se produce entre algún elemento de la historia de un sujeto y el cáncer de
uno de sus órganos. Alguno de los múltiples significados de la amígdala contagia a un
grupo rebelde de células que no buscan lo mismo que la amigdalitis (solucionar un
conflicto) sino lograr que alguna de esas expresiones (hinchado, incomunicado, obstruido)
de cuenta de algo más que lo que Hamer llama conflicto biológico. Ese algo más no tiene
que ver con el significado de la lesión de la amígdala sino con una historia que habita al
sujeto. Aquí, el poder de la metonimia es activar esa historia biológicamente, es decir, con
células primitivas que solo quieren escenificar esa historia y no (como en el caso de las
enfermedades comunes) solucionar un
obstáculo.
Esto lo quiero dejar bien claro: el cáncer no busca solucionar ningún conflicto. Ninguna de
las enfermedades arquetípicas busca ese objetivo. El cáncer es una metonimia que expresa
con un lenguaje figurado algún significado que el significante que el órgano propone (en el
caso de la amígdala puede ser filtro, incomunicación, aislamiento, etc.) halla próximo. Es
por eso que recordamos a Frazer y a su magia de contacto. El órgano se enferma porque
hay algo que insiste en la historia del sujeto y que encuentra en el órgano la posibilidad de
expresarse en una metonimia.
Es por eso que es tan difícil entender el cáncer. Porque estamos hablando con un cuerpo
que se expresa con sentido figurado. Al borde de la poesía. Es así que al sentido biológico
del órgano debemos agregar el sentido figurado generacional de las enfermedades
arquetípicas. La metonimia es eso; un tipo especial de metáfora donde con una expresión se
habla de otras cosas.
Encontrar el significante que la enfermedad nombra es un acto poético. Nunca puede ser
como propone Hamer, solo un hecho concreto. Siempre deberá ser un acto simbólico.
No se debe buscar el conflicto sino las palabras del paciente y por sobre todo las palabras
que nombran su historia. Alguna de ellas nombra ese significante que denuncia la
metonimia. Encontrar esa palabra es la labor del terapeuta. Y hay palabras claves y hay
palabras trampa.
Pero no estamos abandonados solamente a escuchar. El lenguaje del órgano nos guía. Los
arquetipos nos guían. Ellos son invalorables maestros a la hora de leer la metonimia.
En el cáncer, la metonimia es el cáncer. No hay que ir a buscar desde allí, como propone
Hamer, una solución concreta que inactive el sentido biológico de la enfermedad. En el
caso de las enfermedades comunes, la metáfora psicobiológica nos propone soluciones. Si
se trata de filtrar el -afuera-, la solución pasará por dejar de tener que defenderse
permanentemente; se le propondrá al paciente una actitud menos -incorporativa- del
exterior y que aprenda a trabajar su interior. Si lo que indica en la metáfora la hiperplasia o
la úlcera de las amígdalas, es no decir lo que duele, se guiará al paciente a poder hablar sin
dolor y sin ira. Si el paciente esta -hinchado hasta ahí-, se le ayudará a no acumular tanta
presión. Para todo esto, se trabajará con técnicas que van desde la explicación de lo que le
pasa hasta ejercicios respiratorios, técnicas energéticas y medicación homeopática. Se le
dará un lugar a la expresión simbólica de lo que le sucede a través de dibujos y
dramatizaciones. La idea de tratar las enfermedades comunes desde la psicobiología es
curarse aprendiendo a no enfermarse nuevamente.
En el cáncer, esto no alcanza. Y eso ocurre porque el órgano no se enferma (como en las
enfermedades comunes) para expresar lo que pasa actualmente. Aquí, el órgano es víctima
de un traslado que pertenece a la historia del sujeto y no a su actualidad. El cáncer no es
producto de un conflicto biológico sino metabiológico. Aquí lo que importa es el sentido
ausente del órgano y también de la célula. En sus orígenes está ese sentido. Ellas se hacen
indiferenciadas, no específicas, para denunciar la excesiva presión a la que están
sometidas. El cáncer se asemeja a la magia por contagio, es decir, a la noción de que dos
cosas que estuvieron juntas siguen juntas. En ese tipo de magia, si se actúa sobre un objeto
que perteneció a una persona, se está actuando también sobre la persona. Esto es
verdaderamente una metonimia.
La propuesta terapéutica sobre el cáncer es actuar sobre algún significado de ese
órgano enfermo que por contagio o contigüidad o metonimia actuará sobre el cáncer.
Esto es lo que llamamos -acto arquetípico- y se trata de tomar una de las metáforas del
órgano (no cualquiera) y trabajar con un acto simbólico por contagio.
Este es un tema tan delicado que es imposible abordarlo de forma general. Es necesario
conocer la persona, su historia y desde allí leer la metonimia que el cáncer expresa.
Hamer propone para entender esto, lo que él llama cinco leyes de la Nueva Medicina.
Ellas son:
1- Primera ley
Ley Férrea del cáncer
2- Segunda ley
Ley del carácter bifásico de las enfermedades que presentan solución de conflicto
3- Tercera ley
Sistema ontogénico de tumores y enfermedades análogas
4- Cuarta ley
Sistema ontogénico de los microbios
5- Quinta ley
Ley del sentido biológico de las enfermedades especialmente programado por la evolución
En estas leyes podemos observar tres conceptos que llamamos fundacionales, es decir que
nos van a permitir pensar la lógica de la Nueva Medicina. Ellos son: la evolución, la
inclusión y la búsqueda de sentido.
La evolución es la serie de adaptaciones, es decir, de cambios en el material genético, que
el ser vivo ha tenido que realizar en el curso del tiempo para sobrevivir ante las continuas
amenazas a su subsistencia. La enfermedad se enlaza a la evolución, considerándola
Hamer una rememoración de ese pasado evolutivo.
La evolución no es otra cosa, que la relación que nos une a todos los seres vivos. Esa
relación está registrada en nuestros órganos pero también en nuestros cerebros y nuestra
psiquis. Este es el concepto que más nos interesa. Todos estamos unidos. Un ser humano
puede comportarse como un reptil o como un pájaro por esta unidad evolutiva. Estamos
atados a esa unidad.
Anticipemos que Hamer dice que la enfermedad es la rememoración de ese pasado
evolutivo. Si un estómago se enferma, es porque rememora a un antepasado suyo, lo que
podríamos llamar un protoestómago. Asume el rol de un familiar lejano. Recordemos
esto.
Cuando Hamer incluye a la evolución en la interpretación de la enfermedad, lo hace con
una frase contundente: -Nosotros creemos que pensamos pero la evolución piensa por
nosotros-.
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Otro de los conceptos fundamentales de la NM es lo que Hamer llama conflicto
biológico(CB). Con él se refiere al cruce entre una necesidad biológica y su
insatisfacción. Es precisamente este cruce lo que permite la rememoración de un
programa biológico de adaptación a este obstáculo. De este conflicto surgen
comportamientos celulares tales como la proliferación (el tumor), la úlcera, la necrosis,
etc.
Si lo vemos desde el concepto fundacional evolutivo, el CB, es el registro físico que se
produjo en los distintos tiempos de la evolución cuando el ser vivo se enfrentó a una
amenaza a su supervivencia. Así cuando pasó del agua a la tierra, se encontró con el
obstáculo de no poder captar el oxígeno del aire. Tenía branquias que eran capaces de
tomar oxígeno del agua pero no del aire. Eso es un conflicto biológico y lo resolvió en
millones de años con miles de intentos fallidos hasta formar una célula específica y
diferente. Así se formó el sistema respiratorio.
Evolutivamente el CB es la rememoración de esa etapa primitiva llevada a un tiempo
humano. Se generan células primitivas, indiferenciadas, no específicas para captar
oxígeno repitiéndose una búsqueda humana en un espacio aún no humano.
Si vemos el CB desde el segundo concepto fundacional (la inclusión) hay una tendencia
de ese sujeto (marcada por su historia y por su vivencia de insatisfacción) a que se
afecten determinados órganos y funciones y no otros. A esto, la medicina lo llama -
predisposición genética- y las disciplinas orientales -tendencia kármica-. Nosotros en la
medicina psicobiológica lo llamamos -automatismos de repetición biológica-. Ellos
tienen que ver con dos leyes que luego estudiaremos. La primera es la -ley biológica de
descarga- y la segunda es la -ley existencial de la polaridad-.
Si vemos el conflicto biológico desde el tercer concepto fundacional, nos acercamos a
dos aperturas que hemos introducido recientemente y que son los -arquetipos celulares- y
-el contrato prenatal-.
Ellos ocuparán parte de este curso y los analizaremos profundamente. Por ahora digamos
que existen guías biológicos que son las formas que las células han conocido de sí mismas
durante los distintos tiempos evolutivos. Son formas arquetípicas que pueden expresarse
en cualquier momento de la vida del sujeto. Son dos: 1) el arquetipo de la célula
madre en sus expresiones toti, multi, pluri y uni potencial. Allí encontraremos el sentido
del CB a través de dos metáforas: la célula madre nutritiva que dará origen a los tumores y
la célula madre protectora que dará origen a las úlceras; 2) el arquetipo suicida o de la
célula en apoptosis que dará origen a las necrosis y a las parálisis.
Ambos conceptos nos ayudarán a entender lo biológico desde lo humano.
Hamer dice que el conflicto biológico surge de una necesidad biológica que no es
satisfecha. La respiración, la nutrición, la sexualidad. Esto determina una respuesta
automática que repite lo que la evolución ha impuesto en millones de años. Esos proto
comportamientos son nombrados por la medicina, -enfermedad-.
Pero si observamos con la atención centrada, el conflicto no es entre la necesidad y su
satisfacción sino entre una respuesta lógica (me quitan el espacio y me enojo) y una
respuesta mágica (me quitan el espacio y la célula del pulmón crece para captar más
oxígeno). Hamer habla del primer conflicto pero no deja claro que lo que desencadena la
enfermedad es el segundo conflicto: la respuesta mágica de una célula que se atribuye la
capacidad de solucionar el problema -infantilmente-.
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Otro concepto que debemos abordar es la relación entre el terapeuta y el paciente. Esta
deja de ser la relación entre un amo, que supuestamente lo sabe todo, y un esclavo sin
deseos ni esperanzas, que se somete ciegamente a lo que el médico le dice.
Así como el único objeto de estudio de la medicina es la enfermedad y no el enfermo, en
la NM el sujeto queda incluido con su historia, con lo no dicho de su información
transgeneracional y con sus códigos biológicos arquetípicos.
Esta inclusión hace que el terapeuta forme parte de un modelo en el que se confronte el
código biológico en el que se expresa el paciente (tumor, úlcera, disfunción, etc.) con una
respuesta de adaptación a concluir (ataque, huída, sometimiento), llegando a un momento
de conclusión del conflicto biológico (CB). Esto lo comenzaremos a entender cuando
luego veamos los códigos pre verbales que el ser vivo en su evolución fue creando para
dejar de luchar y sobrevivir.
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Otro concepto importante en la NM es el llamado foco de Hamer (FH). Este es un registro
que se visualiza a través de una TAC (tomografía axial computada) de cerebro, que nos
permite evaluar el origen del CB, el tipo de lesión, su intensidad y su estado actual.
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Otro concepto que debemos nombrar es el de los requerimientos que la vida ha ido
creando en el curso de la evolución, planteándole conflictos de supervivencia al ser vivo y
que este ha tenido que superar para adaptarse a nuevas formas de existencia.
Hamer habla de cinco necesidades biológicas básicas, que desde lo más primario a lo
más complejo son: nutrición, reproducción, defensa, estructura de sostén y formación
de grupos.
Estos requerimientos a través del lenguaje y de las recategorizaciones que los cambios
cerebrales han permitido, han dejado de ser solo necesidades biológicas y han pasado a
ser demandas socioculturales. La nutrición se ha convertido en insaciabilidad, la
reproducción en el autosacrificio, la defensa en el acorazamiento, la estructura en la
autovaloración y la formación de grupos en crisis territoriales.
Todos ellos se incluyen en el origen de la enfermedad y el valor de aprendizaje de su
análisis y su resolución forma parte (no exclusiva) del nuevo modelo terapéutico que
propone la Medicina Psicobiológica (MPS).
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También debemos mencionar que el ser humano hace entrar permanentemente a
la naturaleza en conflictos de supervivencia a través del uso indiscriminado de las
fuentes de vida sobre el planeta. No solo nos referimos a la contaminación del aire y del
agua, a la manipulación genética, a la destrucción de los bosques, a la matanza de grupos
de animales, etc., sino también a los conflictos colectivos que los grupos humanos
generan con la injusticia, la crueldad, la falta de identidad como especie, la exclusión de
semejantes y la dominación cultural. Esto genera campos de resonancia que alcanzada una
masa crítica, producen respuestas de las fuerzas de la naturaleza por la violación de las
leyes de supervivencia.
El comportamiento ambiguo del ser humano, que luego estudiaremos, ha generado
conflictos colectivos en toda la historia de la humanidad y de ellos han surgido el cáncer,
el sida, las pestes, etc.
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Otro concepto que hemos aportado desde la MPS es el de -discurso del cáncer-. Con el
nos referimos al congelamiento de todos los significados posibles del incidente
crítico(DHS) para que emerja un único sentido posible: el biológico. Este congelamiento
es el que produce el CB y quien lo determina es el arquetipo celular. A esto lo
llamamos opción crítica.
Un tumor de estómago crecerá no solo por un DHS (la traición de un amigo) sino porque
el arquetipo de la célula madre nutritiva es el automatismo biológico de repetición que en
la historia de ese sujeto lo piensa a él. (en este caso, la búsqueda de la presa)
Así el discurso del cáncer, es el modo en que el sujeto es pensado en su historia. Esto nos
ayudará a entender un nuevo modelo terapéutico en donde todos estamos inmersos en
repeticiones transgeneracionales, en lealtades familiares invisibles, en secretos de familia,
en sincronías, en síndromes de aniversario, etc.
Si el sujeto es pensado por la evolución, esto significa que él no piensa.; es decir que el
pensamiento lógico queda excluido.
Si sabemos que la evolución une a todos los seres vivos de todos los tiempos, el discurso
del cáncer (que lo hemos definido como el congelamiento de todos los sentidos posibles
para que emerja un único sentido biológico) expresa el intento de inclusión de algo que
pertenece al pasado evolutivo. En el discurso de esa persona, vamos a encontrar la
exigencia de un pasado de excluir cualquier otra alternativa que no sea la evolutiva
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Otro de los aspectos fundamentales que surgen de la MPS, es diferenciar los síntomas de
sus causas y también de sus fuentes. Para la NM, todas las enfermedades tal como la
medicina académica las nombra son síntomas. Las causas están en el desequilibrio del
SNA, que veremos en la segunda ley. Pero las fuentes de la enfermedad son tres y vamos
a verlas un poco más en detalle.
La primera fuente de la enfermedad es lo que Edelman llama las áreas de concepto.
En los primeros tiempos se generó una asociación de ciertos estímulos con
determinadaszonas cerebrales, por ejemplo la zona del aparato digestivo con el tronco
cerebral. A partir del reforzamiento de estas zonas perceptivas, se seleccionaron zonas del
cerebro que dieron origen a una memoria primitiva o filogenética. La relación de
regiones del cuerpo con zonas cerebrales y la memoria de esta relación pasaron a ordenar
los comportamientos biológicos básicos: nutrición, reproducción, defensa, etc. Estas áreas
que Edelman llama -de concepto- son el fundamento de las pautas de conducta orgánicas
y cerebrales que existieron antes de la palabra. Son los primitivos mapas cerebrales que
siguen existiendo en todos nosotros y que se activan ante la percepción del estímulo del
área. Luego aparecieron los módulos cerebrales modernos con su capacidad analítica y
discriminativa, que no reemplazaron a los anteriores sino que se superpusieron a ellos. El
lenguaje, con sus leyes, vino a recategorizar esas áreas de concepto. Sin embargo, ellas
siguen existiendo. Son percepciones con su propio sentido del tiempo y del espacio y con
su propia memoria. A ellas, McDougall las ha llamado -el territorio de lo Imposible-. Sus
recuerdos son las expresiones orgánicas y cerebrales que llamamos enfermedad.
La segunda fuente de la enfermedad es la estructura psíquica de la persona, a través
de la cual, el sujeto percibe los hechos y los interpreta. Aquí se establece una relación
entre las áreas de concepto y la palabra y entre la memoria filogenética y la memoria
moderna.
Lo que nos interesa por ahora, de destacar en estas dos fuentes, es su capacidad de
percibir un hecho como una amenaza a la supervivencia y de convertir esa percepción en
una respuesta biológica de adaptación.
La tercera fuente es la relación que existe entre la primera y la segunda y que llamamos -
la alienación-. Nuestra subjetividad nace con el otro y si bien nos funda como sujetos
deseantes, nos somete al deseo del otro. Somos seres escindidos, obligados a buscar lo
que deseamos y condenados a vivir lo que rechazamos.
El concepto de las tres fuentes de la enfermedad, nos ayuda para abrir paso a un nuevo
modelo terapéutico que entienda que estamos trabajando con registros físicos muy
primitivos que necesitan comprenderse en su dimensión y no en la nuestra. Las áreas de
concepto deben ser abordadas con instrumentos biológicos, pero la relación entre la
memoria filogenética y la memoria moderna debe hacerse desde la figura de los
arquetipos de supervivencia, que son los guías de esa relación.
Es por eso, que la MPS si bien atiende los síntomas y las causas, también atiende las
fuentes proponiendo una epistemología que más que la verdad busca el sentido y una
salida al atolladero o paradoja que la enfermedad está marcando.
Todo lo que la medicina llama enfermedad es síntoma. Las causas según Hamer son los
conflictos biológicos. Ellos se dirimen en regiones del cuerpo ordenadas por el cerebro
creando mapas que se activan a través de la percepción del DHS. Es decir que existe el
cerebro con sus mapas, los órganos con su lenguaje y la psiquis con sus representaciones.
Todos ellos se fundan en el otro. En su material genético y en la transmisión pulsional. Al
estar fundados en el otro, estamos sometidos a su deseo; estamos alienados. Es este
sometimiento lo que llamamos la repetición de un pasado. Este pasado se ha ordenado en
nuestros cuerpos. Es ese orden lo que está en juego cuando se trata la enfermedad. Es un
orden natural. Es lo que la evolución nos ha dejado. No está ni bien ni mal. No hay moral
en la enfermedad. Tampoco hay desorden. No es el sentido humano. Es el sentido de la
evolución.
Es así que en el modelo Hameriano abordamos lo siguiente:
1) la enfermedad es la rememoración de un pasado evolutivo; es decir se asume un
rol de un antepasado.
2) Los guiones biológicos que Hamer llama programas especiales de la naturaleza,
son activados porque el sujeto ya no piensa sino que es pensado por la evolución.
3) El sentido de la enfermedad no está en la prueba de supervivencia del más apto
sino en la dimensión mágica de una infancia evolutiva que no abre paso a nuestra
dimensión lógica.
4) El DHS es un suceso que no puede evitar ser respondido pero que paradojalmente
no puede ser respondido en la dimensión en la que se plantea.
5) El conflicto biológico es el conflicto entre la dimensión mágica de la célula y la
dimensión lógica humana.
6) En el discurso del cáncer se expresa un pasado que exige ser incluido.
7) Estamos atados a ese pasado y al orden que propone. Solo conociendo ese orden
podemos liberarnos de la repetición compulsiva de los programas biológicos.
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-- ¿Cómo comenzamos? Lo hacemos con el registro en un documento que llamamos
historia clínica. En ella, escribimos lo que el paciente, al decir, cree que sabe y lo que el
terapeuta, al escuchar, cree que no sabe.
Se comienza con el motivo de consulta (su dolor, su tristeza, su enfermedad) y se continúa
con la historia de la persona y de la enfermedad actual. Se registran su carácter, sus
miedos, su forma de reaccionar, en la búsqueda de un modo de ser en el mundo.
En este encuentro, el terapeuta debe registrar lo que el paciente no habla pero está
comunicando a través de un lenguaje no verbal. Como ejemplo de ello, observamos: 1) la
respiración: si es torácica y la persona ingresa poco aire viéndose obligada a espirar
profundamente (solo puede dar y no sabe recibir); o si la inspiración es abdominal, pero
apenas espira debe nuevamente ingresar aire (no puede entregarse, teme perder el
control), 2) la ocupación territorial: si es proveedor (no le gusta hablar de sí mismo, se
aleja del escritorio) o territorial (trae la silla de su costado a su cuerpo, -invade- el
escritorio); 3) la gestualidad: hay algunos gestos que hasta nos describen el problema
(posturas, chasquidos, inexpresividad).
A todos estos signos los llamamos significantes, porque no solo describen la relación del
sujeto con el terapeuta, sino consigo mismo y con los demás.
Es necesario escuchar al paciente con la atención centrada en él y en su contexto. Cuando
él habla de su familia o la dibuja o la actúa, se puede percibir, si usamos esa atención, que
alguien falta y orientarnos decididamente hacia la solución del problema. Esto lo debemos
hacer con cariño y respeto por el semejante que nos pide ayuda. Si no estamos en
condiciones de hacerlo así, es conveniente citar al paciente para otra oportunidad.
Debemos entender lo importante que puede ser para esa persona este encuentro y no
desviar la atención en nada que no sea la solución de su problema. Si no encontramos la
ayuda que él necesita, hay que decirlo y utilizar la fuerza que genera ese encuentro -
fallido-. No somos infalibles ni tenemos todas las respuestas pero nuestra actitud igual
puede servir a la curación de esa persona.
Cuando le preguntamos sobre el DHS, observamos el recuerdo de los hechos de los
últimos meses o años y luego dirigimos su atención a la forma de reaccionar ante los
hechos. Aquí, lo estudiado por Hamer adquiere una dimensión muy valiosa en cuanto al
lenguaje de los órganos y nos permite orientar nuestra búsqueda en relación a lo que el
órgano expresa.
Algunos pacientes vienen a la consulta con el DHS detectado, interpretado y solucionado.
Pero igual de enfermos. Es por eso que atravesamos el modelo de Hamer con los otros
modelos para poder abordar lo que el paciente nunca podría abordar solo. No se trata de
decirle que se separe del marido o que cambie de trabajo. Esa no es una solución. Ni
siquiera ese es el problema......
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Introducción.
El acto médico y el amor. Dr. Fernando Callejón
El sánscrito, la base de la mayoría de las lenguas de la India, tiene 96 términos para designar al amor. El
español tiene 3 (apego, estima, cariño) según el diccionario de la Universidad de Oviedo; el inglés solo uno
(love). Es indudable que la cantidad de términos usados para designar el amor, implica la necesidad de
aclarar la relación que estos pueblos tienen con el concepto del amor. La lengua esquimal tiene 30 palabras
para nombrar a la nieve. Esto habla de la necesidad de los esquimales de aclarar su relación con la nieve.
Cuando estemos tan interesados en el amor como los esquimales en la nieve, desarrollaremos un lenguaje
adecuado a esta dimensión.
No recuerdo una sola vez que se haya usado la palabra -amor- en toda mi formación médica académica.
Pareciera que allí el amor no tiene lugar. Como si se tratara de un concepto sin valor en la preparación de
aquel que se va a ocupar de la salud de sus semejantes.
Creemos, sin embargo que en el origen de la enfermedad siempre está involucrado el amor. Hay un
conflicto con él. Podríamos decir que el sujeto tiene dificultades en amar, en ser amado o en amarse.
Niklas Lhuman define el amor como un código de comunicación, con cuyas reglas se expresan, se forman o
se simulan, determinados sentimientos. O se somete uno a dichas reglas o las niega. Este concepto de ver al
amor como un código de comunicación me parece interesante para relacionar esa expresión en código
somático que es la enfermedad con esta dificultad que gira en torno al amor. Los códigos amorosos se han
expresado siempre de acuerdo a las estructuras sociales de su tiempo; desde el amor cortés del medioevo al
amor pasional del siglo 17 y al amor romántico del siglo18, y estos códigos se pueden reconocer en las
expresiones culturales. La medicina forma parte de esa cultura. No olvidemos que la cultura es también un
código de comunicación. Desde el punto de vista etnográfico (el estudio de los pueblos), cultura es el
conjunto de hábitos y aptitudes que ha adquirido el hombre como miembro de la sociedad.
Desde la NM, vemos el amor como un impulso hacia la unión, la no separación, la integridad. Recordemos
que curarse viene de -curare-, que significa hacerse integro. O como dice el Dr. Rozenholc, pasar de la
exclusión a la inclusión que no es otra cosa que formar parte de un todo.
Aquí hay una relación, en donde tanto el paciente como el médico, se involucran en darse lo mejor y lo más
sincero de cada uno. Esto se parece mucho a la gratitud que nace en una persona, cuando recibe algo que
necesita de la otra. Hay una necesidad de devolver algo de lo recibido para no quedar en deuda. De esta
gratitud surge una verdadera relación que impide la indiferencia. Esta dinámica funda un compromiso que
solo puede ser resuelto en la libertad de los que participan. Curar con amor no es solo tratar afectivamente al
paciente sino ser un facilitador de la libertad y del compromiso que propone la curación.
El acto médico debe apuntar en esa dirección y no hacia lo que presupone es la curación ya que el impulso
natural de la vida es la curación. Así lo demuestran los fenómenos físicos cotidianos que todos vivimos
como la inflamación, la reparación de heridas, la diferenciación celular, la producción de células nuevas,
etc. ¿Acaso no es amor este impulso hacia la integridad?
El acto médico debe ordenarse con el impulso de la Naturaleza y no en contra de él. El médico es un
instrumento de este impulso natural y como todo instrumento debe estar afinado, es decir, en armonía con
las notas fundamentales de ese arte que es el compromiso con la vida.
Esta afinación se parece mucho a la autoridad, es decir a la capacidad que tiene una persona (en este caso el
médico) de darle al otro (en este caso el paciente) lo que éste necesita. Si el terapeuta no tiene esta
autoridad, no puede abordar el verdadero objetivo de la medicina, que es preservar y restablecer la salud.
Hay actualmente dos medicinas claramente diferenciadas. La primera es la medicina de la enfermedad; ella
se ocupa de combatir los síntomas y las llamadas enfermedades. La segunda es la medicina de la salud; ella
se ocupa del equilibrio de la energía vital, para que esta se ocupe de los síntomas y las enfermedades. Es
indudable que actualmente solo se ejerce la medicina de la enfermedad aún cuando ésta solo sea un síntoma.
No proponemos abandonar esta medicina, sino complementarla hasta entender que cuando alguien no sabe
que es lo mejor debería juiciosamente no obstinarse en hacer lo peor. El sistema médico actual es un
ejemplo de esta obstinación.
Hace algunos años se publicó un estudio sobre la alimentación en los conejos. Se sometió a una
alimentación rica en grasas a tres grupos de conejos y se hizo el estudio a doble ciego. Luego de un tiempo
se midieron los valores de las grasas en la sangre y se constató que dos de los tres grupos aumentaban los
niveles de grasa en sangre. Sin embargo, el tercer grupo aún cuando se le daba la misma alimentación
permanecía en valores normales. Se investigaron las probables causas y no se pudo detectar ninguna
alteración que explicara esto. Se decidió investigar a las personas que les daban de comer y se descubrió que
el joven que alimentaba al grupo que no había aumentado los niveles de grasa, tenía la costumbre de llevar a
los conejos contra su pecho y acariciarlos mientras los alimentaba. Semejante respuesta inmunológica
desencadenada -solamente- por una caricia. ¡Cuan poco se estima tamaño poder!
Amor deriva de dos raíces que expresan un profundo significado. -A- que es -fuera- y -Mor- que es -muerte-
. Ni el médico ni el paciente pueden echar fuera a la muerte pero si pueden entender que si reconocen al ser
que hay en cada expresión de la vida, este jamás va a morir.
Todas las investigaciones recientes han demostrado la relación entre las actividades intangibles que se
tienen sobre el enfermo y que llamamos -cuidar con amor- y los factores tangibles que se pueden medir
como la disminución de las infecciones o la recuperación de los tejidos dañados. Sin embargo, el sistema
médico se obstina en hacer desaparecer síntomas sin convertir a la relación terapéutica en el nudo del
tratamiento. Esta relación es la verdadera medicina preventiva. Cuando era niño, visitaba mi casa un viejo
médico pediatra que atendía a los tres hermanos bajo la atenta mirada de mi madre. Nunca puedo olvidar los
momentos previos a su llegada, en donde todos debíamos estar presentes aún cuando solo uno fuese el
enfermo de fiebre, varicela o sarampión. Era un ritual en donde mi madre preparaba unas toallas que se
usaban exclusivamente para cuando ocurría la visita y sobre las cuales este viejo médico apoyaba su cabeza
sobre nuestras espaldas. También había una cuchara envuelta en una servilleta y una fuente con agua y
jabón para lavarse las manos. Todos éramos atendidos o por lo menos saludados y mirados. Era un
momento muy especial y cuando el médico se retiraba todos estábamos curados.
En un reportaje que le hacían a Federico Fellini hace algunos años, éste decía que él había tenido la
esperanza de que lo que iba a ocurrir en su vida siempre era para su bien. Y que con el tiempo, se había
dado cuenta que no era lo que realmente ocurría lo que le hacía bien sino la espera de lo que iba a ocurrir. El
decía -no importa el mensaje sino la espera del mensaje-.
En ciertas regiones de Europa a la NM se la conoce como la -medicina de la esperanza-. Es decir, que el
médico resuena con la esperanza del paciente. La intención de la conciencia observadora, determina
una percepción que no es falsa sino que es una opción planificada. Descubre la intención positiva que
se oculta detrás de la enfermedad y se combina con eso que se desea transformar.
Estamos hablando de una posición chamánica del médico que es su compromiso con el amor. Ver lo que la
célula ve y poder transmitirlo.
Es difícil encontrar palabras para esto que sucede...pero sucede.
Una de las tantas experiencias crueles que ha hecho la humanidad con los animales me ha hecho pensar que
la palabra que más se acerca a lo que propone la NM es la esperanza. Ciertos investigadores pusieron una
rata en un barril lleno de agua y con sus paredes lisas para que se resbalara si quería escapar. La observaron
nadar durante quince minutos y luego, la rata, exhausta, se hundió. Pusieron otra rata en las mismas
condiciones y la dejaron nadar cinco minutos. Luego le pusieron una madera para que se subiera a ella y
flotara. La dejaron así durante tres horas y luego la sumergieron nuevamente. Le retiraron la madera. La
rata, a diferencia de la anterior, nadó sin parar setenta horas antes de hundirse. Esta experiencia que cita el
etólogo alemán Droscher en su libro -Sobrevivir- habla de la espera de lo bueno y del aumento increíble de
la resistencia a los obstáculos cuando precisamente se espera lo bueno.
No es fácil hablar de este tema.
Por eso luego vamos a hablar del lenguaje del cuerpo, para comenzar a entender que está diciendo desde
hace millones de años con su comportamiento y con su evolución.
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La Nueva Medicina es un cuerpo teórico de un valor excepcional pero con grietas que han terminado por
desmoronar a muchos de sus seguidores. Vamos a respetar ese cuerpo teórico en la medida que nos permita
analizar esas fisuras. Y en ese análisis, discutiremos los que a nuestro juicio son errores que no permiten
evolucionar a la Nueva Medicina.
No vamos a tratar a los oncólogos de asesinos ni vamos a aplaudir a los pacientes que tienen leucemia. No
vamos a descalificar a la medicina académica ni saldremos a gritar que las metástasis no existen ni que los
tumores cerebrales son inofensivas cicatrices. Somos médicos que hace más de veinte años venimos
trabajando con seres humanos dolientes y hemos visto morir a muchos de ellos para cometer la hipocresía
de sostener ideas tan beligerantes.
Pero si algo nos ha permitido la Nueva Medicina, es atrevernos a pensar. Y por eso vamos a cuestionar las
falsas metástasis, muchas veces provocadas por el pánico que engendran diagnósticos crueles y
devastadores. Y no dejaremos de analizar las imágenes cerebrales cuya irradiación o extirpación es una
ofensa al cerebro que pugna por sobrevivir. O de repensar las consecuencias de la supuesta ausencia de
regeneración neuronal o la presencia de melanina en el cerebro de los pacientes con melanoma sistémico.
No vamos a condenar a los pacientes con la carga agregada de solucionar el conflicto que produce la
enfermedad bajo la amenaza de morir si no lo hace. Porque eso pertenece a la medicina del pánico que dice:
-Si usted no hace lo que yo le indico, se muere-. No vaya a ocurrir que terminemos siendo peores que
aquellos a quienes criticamos. Lo que si vamos a hacer es acompañar con el abordaje necesario, la
confrontación necesaria con los problemas fundamentales de la existencia del sujeto.
Veremos a través de todo el curso, que la solución de un conflicto no pasa por abandonar un trabajo,
divorciarse o alejarse de algo o de alguien, como ciertos seguidores de Hamer proponen graciosamente.
Porque lo biológico tiene en la enfermedad mucho mas peso que lo psíquico o lo social. Si algunos creen
que hacen Nueva Medicina porque aconsejan no hacer quimioterapia y le piden al paciente un -salto
cuántico-, les decimos que eso no es Nueva Medicina y que se están exponiendo a un grave peligro de
generar un discurso sectario.
Vamos a hablar de nueva Medicina, pero también la vamos a criticar. Porque nuestro compromiso no es con
Hamer ni con ningún dogma sino con nosotros mismos y con nuestros pacientes.
La NM, no es por lo tanto una medicina alternativa. Es una visión del hombre y de su búsqueda de sentido,
que nos permite acceder a la enfermedad desde nuestros propios orígenes y desde nuestro destino. Es por
eso que en este curso, además de medicina, hablaremos de filosofía, espiritualidad, antropología, etología,
sistemas jurídicos, económicos, etc. También de técnicas terapéuticas propias y ajenas, pero que responden
a los conceptos fundacionales de la NM.
A partir de ahora, veremos la historia de Hamer que es la historia de la NM. Analizaremos sus leyes para
comprenderlas y utilizarlas. Veremos el lenguaje del cuerpo y de los órganos. Conoceremos las tablas de
Hamer para entender cada enfermedad y como abordarla.
Hablaremos de conceptos nuevos que tratan de enriquecer a la NM.
Para trabajar con todo esto, habrá que abandonar temporalmente algunas creencias que se consideran
irrefutables (después de todo, hasta hace unos pocos centenares de años, la tierra se consideraba plana). Así
accederemos a las dimensiones físicas, emocionales, psíquicas y espirituales de la vida humana. Este
modelo produce una clínica desde su propia teoría pero también puede integrarse a cualquier otro sistema
terapéutico o filosófico (alopatía, homeopatía, terapias vibracionales, trabajo corporal, psicoterapia, etc.)
Todos pueden tener acceso a la teoría y práctica de este modelo y lo adaptarán a lo que mejor estén
capacitados para hacer, recategorizando muchas de las enseñanzas de sus propias escuelas. No tienen porqué
abandonar lo que saben, sino enriquecerlo.
Muchas de las personas que buscan desarrollarse en el campo de la salud, sintieron desde el inicio una
vocación humanitaria que los volcó a ello. Pero la orientación materialista de la formación pudo haber
alejado su motivación original. Este modelo les servirá para reconciliarse con su misión original.
Los invito a comenzar este encuentro con la esperanza de abrir el corazón de cada uno de ustedes. No
venimos a traer ninguna panacea sino el fruto de un trabajo hecho con amor y mucho esfuerzo.
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:::. Clase Introducción Curso 2004 .:::
El cáncer
El cáncer. (extraído del libro inédito -Mas allá de Hamer- de Fernando Callejón)
Hay una interesante teoría de un físico y matemático español, Antonio Bru, que considera
a los tumores estructuras fractales, es decir, estructuras geométricas que permiten
describir procesos que aparentemente son impredecibles pero que responden a un orden
oculto. Ya en la medicina se han desarrollado modelos fractales para las dendritas de las
neuronas y los capilares pulmonares, pero no así para los tumores. El propone que los
contornos de los tumores son de naturaleza fractal y eso le permite usar el análisis
matemático para describir la dinámica de su crecimiento. Según sus estudios, la mayor
proliferación celular de un tumor se desarrolla en sus bordes existiendo un mecanismo de
inhibición celular en el centro, tal como se puede observar en las células normales a través
de la inhibición por contacto. Las nuevas células que se han dividido en el tumor, se
mueven por él hasta encontrar una posición cóncava y así lograr estar rodeadas por mayor
número de células (difusión superficial).
Lo que le llamó la atención a este investigador es observar que las células normales se
dividían en plazos cortos (24 a 72 horas) pero las células tumorales se toman hasta 100
días para dividirse. La explicación que encontró es que el tumor no crece en su totalidad
sino solo en su borde. Y esto le permitió pensar que la llamada malignidad de las
metástasis se debe a que son células del borde del tumor y por lo tanto de crecimiento más
rápido. Lo que más nos atrae de esta teoría es la búsqueda de las células del borde tumoral
de espacios cóncavos ya que la lógica hace pensar que están más alejados de los capilares
sanguíneos que le llevan nutrientes y siempre se aceptó que la angiogénesis (la producción
de nuevos capilares) era el mecanismo de crecimiento tumoral. Sin embargo, la célula
tumoral busca un espacio alejado de los capilares, es decir, un ambiente más hostil. Bru
explica esta aparente contradicción deduciendo que este ambiente a su vez, las mantiene
alejadas de la respuesta inmune que desarrolla ante el tumor el organismo y de la presión
que el tejido normal provoca ante la proliferación de las células. Es por ello que los
tumores primero destruyen el tejido huésped y luego lo invaden. Este dato es importante;
primero ocupan y luego se extienden. Las células tumorales generan gran cantidad de
ácidos que corroen las estructuras extracelulares y van ocupando el espacio. Es decir, que
la ventaja que logran evitando la respuesta inmune bien vale el sacrificio del alejamiento
de los capilares sanguíneos.
Bru explica el fracaso de la quimioterapia en los tumores grandes porque ella destruye a la
primera capa de células del borde, y esa capa proliferativa es muy pequeña
porcentualmente en relación a la totalidad del tumor. Al quitarla (como si fuera una
cáscara), la capa que estaba por debajo y se encontraba inactiva, se vuelve proliferativa
(ya que se convierte en tejido del borde y no sufre la inhibición por contacto) y se difunde
por la superficie. En cambio en los tumores no sólidos no existe esa competencia por el
espacio y la quimioterapia puede ser más efectiva (leucemias).
La célula tumoral busca una caverna. Jerarquiza el espacio a su nutrición. No se le ocurre
comer cuando su vida está en peligro. Si crea el espacio necesario, después podrá comer.
Un claro comportamiento de supervivencia. Una inteligencia evolutiva. Las hordas
asesinas envían las postas para ir ocupando espacio. La lucha ya ha comenzado.
La metáfora biopsíquica.
Podemos decir que el cáncer es la proliferación de células en mitosis anaplásica, es decir
que se dividen en forma descontrolada. La lógica de la fisiología celular es que esa
mitosis (división descontrolada) sea detenida por un mecanismo llamado apoptosis (este
es un concepto oficial, no mío), es decir por la destrucción de esa división descontrolada.
En el cáncer hay una información que impide esa lógica. La célula es atravesada por otra
lógica que anula el efecto apoptótico (también conocido como suicidio celular) y prestigia
el efecto anaplásico. (división descontrolada)
Veamos las características de ese comportamiento para entender cual es el fundamento de
esa lógica.
1) Pérdida del freno al crecimiento que se produce cuando dos células se ponen
en contacto.
La metáfora biopsíquica que proponemos es el restablecimiento de ese freno. Aquí es
importante rescatar la teoría de Bru. Parece ser que lo que impide este freno no es una
enzima sino la propiedad de la célula anaplásica de esconderse en una rugosidad y
evitar el contacto. Así no solo no es alcanzada por el sistema inmune que la destruiría
sino que evita la inhibición por contacto. Una estrategia primitiva pero eficaz.
Recordemos que Bru propone ocuparle el espacio y competir por él. La estrategia
biopsíquica sería no quedar excluido de los espacios fundamentales de la vida de un
ser humano. Y aquí volvemos a los mapas de Hamer y al sentido biológico de los
órganos. En el cáncer de hígado hay una tremenda invasión de territorio acompañada
de ira que no se expresa. Expresar esa ira, como algunos creen, no es la solución. La
estrategia es encapsular la invasión. Aquí no hay medias tintas. Si hay una invasión de
territorio, hay que defenderse, pero no atacando ya que la guerra se desarrolla en
nuestro propio cuerpo. La encapsulación de la invasión es lo que propone Bru con su
terapia de estimulación de colonias granulocíticas. Agredir es crear más conflicto. En
el plano biopsíquico, muchas veces solucionar el conflicto implica una carga de
agresividad que puede ser perjudicial. La mayor parte de las veces, la persona enferma
debe dejar de tomar contacto con su fuente de agresión. La encapsulación sería
justamente una separación del borde del tumor con el tejido sano. Esta situación la
vemos todos los días en la práctica. Las personas no pueden aislar a su fuente de
agresión y muchas veces no lo hacen porque no valoran el daño que se está
provocando. Esto puede ocurrir porque crean que el amor los une a esa fuente o
porque no tienen la claridad mental para dar por terminada una relación. En ambos
casos, subsiste la creencia de que algo va a ocurrir y que todo se va a solucionar. La
persona no crece, lo que crece es el tumor. Aquí es fundamental la solidaridad del
entorno ya que la solución, como antes dijimos, implica una carga de agresividad que
muchas veces reactiva la enfermedad. La inclusión en un grupo (familia, amigos, etc.)
que lo ayude a encapsular la fuente de la agresión es indispensable. Nadie se cura solo.
Es por eso que el terapeuta debe conocer la dinámica de ese grupo al proponer
resoluciones de conflictos. ¿Puede irse del trabajo y no caer en la miseria? ¿Puede
separarse de su familia y encontrar la contención necesaria para no desesperarse?
¿Puede pagar una deuda impagable por si mismo? Parecen preguntas ingenuas pero
son las que fundan la posibilidad de seguir viviendo ya que si nada de eso es posible,
lo que se le está pidiendo al sujeto enfermo es que cargue, además de su enfermedad,
con un acto heroico que lo lleve al precipicio.
C) El punto Marcial.
Es el encargado de observar si los cromosomas están alineados; en fila. Esto me hace
recordar cuando en el ejército nos hacían formar filas para luego...romperlas. El punto M
es el punto Marcial. Se trata de la disciplina y de la autoridad de las decisiones. Aquí (al
igual que en el ejército) no hay motivos. Se trata de terminar algo para poder empezar de
nuevo.
El punto marcial es la protección de la autoridad. En un giro del lenguaje, diría que es el
punto "Gracias Padre", la Ley.
Aquí hacemos las siguientes preguntas: a) no estaré obedeciendo una ley equivocada?; b)
qué no dejo salir definitivamente de mi vida?
Las metáforas biopsíquicas se convierten así en la introducción necesaria a la sexta ley, es
decir al abordaje de los actos que nos permiten sobrevivir. Creemos que es todo un
desafío poder entender paso a paso, la relación entre el comportamiento de la evolución y
esta mítica respuesta biológica que llamamos enfermedad.
Pero antes de continuar veamos las metáforas biopsíquicas de otro de los mecanismos
celulares que participa en el cáncer y en las enfermedades autoinmunes: la apoptosis o
suicidio celular.....
Las técnicas
LAS TÉCNICAS. Una de las objeciones más frecuentes que se le hacen a Hamer es que
en sus escritos él dice qué conflictos tienen que curarse pero no dice cómo. Los
seguidores de la NMG responden que eso no es así y apuntan a dos hechos fundamentales
para entender cómo debe hacerse la terapéutica. El primero, conocer la teoría, ya que ese
solo conocimiento aporta los instrumentos necesarios para curarse. El segundo, que los
cambios introducidos en la vida del paciente deben ser concretos, no alcanzando para
curar las comprensiones logradas en la psicoterapia o en las terapias simbólicas, es decir,
que los cambios deben ser biológicos y no psicológicos. Estoy de acuerdo con esta última
posición. Creo que la terapéutica que propone Hamer, además de aquella que acompaña
los estados extremos de la simpaticotonía y la vagotonía, con las medidas médicas que se
requieren, es válida. Sin embargo, esta propuesta para la medicina psicobiológica no
alcanza. Desde ella, surgen cinco áreas que exigen operadores para producir un verdadero
acto terapéutico. La historia dirá si la terapia propuesta por Hamer es válida en todos los
casos o solo en algunos, como propone la medicina psicobiológica. NO TODO ES
SUPERVIVENCIA. La división que hacemos de las manifestaciones del organismo en
enfermedades comunes y arquetípicas nos lleva a plantear actos terapéuticos
absolutamente diferenciados, ya que en las enfermedades comunes hay una exigencia a
cumplir con los mandatos biológicos y familiares. En este caso, la terapéutica debe
acompañar los programas cerebrales de supervivencia que son activados ante esa
exigencia. Solucionar el conflicto es aquí, moderar la exigencia o ayudar a cumplirla. En
cambio, en las enfermedades arquetípicas, planteamos que las conductas celulares no
responden a programas de supervivencia sino a la imposibilidad de cumplir con los
mandatos biológicos, familiares y generacionales. La terapéutica aquí debe apuntar a
inactivar estas conductas celulares y ya no acompañarlas porque si hace eso, solo estamos
reforzando la imposibilidad de resolver los tres mandatos, incluyendo el biológico.
Pensemos en un espasmo del estómago. La persona se ha tragado demasiadas injusticias,
o demasiada comida. Esa persona, luego de haberse exigido durante bastante tiempo a
soportar lo tragado, hace ayuno o deja de tomar contacto con su jefe que lo maltrata. El
programa de supervivencia que se activó para resistir esa exigencia, entra en vagotonía y
hace su crisis epileptoidea con espasmos de estómago. Luego, si la exigencia no es
nuevamente activada, vuelve a la normotonía y se calma. La terapéutica allí será la que
recomienda Hamer. Informar a la persona lo que le está sucediendo y que conozca la
causa de su actual dolor. Que coma menos, que se aleje de su jefe y que si es necesario,
tome un calmante para su dolor. No difiere mucho de lo que haría cualquier médico de
campo. En cambio, un médico de ciudad, le indicará una videoscopía, con biopsia incluida
y le recetará de por vida inhibidores de la bomba de protones para neutralizar la acidez,
además de asustarlo con que esto que él tiene ahora, puede derivar en un cáncer. Allí es
indudable que la teoría de Hamer es francamente útil. La persona aprende a saber qué es
lo que le produce su dolor y lo manejará de otra manera, fundamentalmente, no tendrá
miedo a lo desconocido y sabrá como activar su curación. Ahora imaginemos que esa
persona llega al consultorio con imposibilidad de comer, anemia y adelgazamiento
extremo. Se le hacen los estudios que se deben hacer y se diagnostica un cáncer de
estómago que le ocupa buena parte del órgano. Aquí no se han puesto en marcha las
conductas celulares típicas de los programas de supervivencia que el cerebro tan bien
conoce. Inflamación, cicatrización, proliferación celular, hipofunción, hiperfunción, etc.
Todas conductas que persiguen el fin de cumplir con el mandato biológico; producir más
o exigirse más en su función. Aquí se han activado conductas celulares tales como la
impermeabilidad de la membrana, la pérdida de la inhibición por contacto, la inmadurez
permanente, la potencialidad de crecimiento ilimitado o la formación de vasos sanguíneos
propios. Cada una de esas conductas tiene un sentido biológico que no es de supervivencia
sino de negación a cumplir con un mandato, ya sea biológico, familiar o generacional. El
cerebro que da esa orden sabe que si sigue activando el crecimiento celular, el órgano va a
ser obstruido. Y que eso lo va a llevar a la muerte por inanición. Pretender decir que sigue
con el programa de supervivencia para solucionar biológicamente el conflicto, es una
ingenuidad. Es como decir que el cerebro produce más células para solucionar el conflicto
de lo que no se puede tragar, pero desconoce que esa cantidad de células termina
formando una masa que hará imposible tragar algo, sea material o simbólico. Creemos
que el cerebro sabe muy bien lo que hace y sabe que esa proliferación lo lleva a la muerte.
Este es un dato que no se tiene en cuenta. Y se interpreta que si se soluciona el conflicto
biológico, el estómago se cura. Creemos que la solución biológica el cerebro la percibe
como imposible y eso ocurre porque hay mandatos familiares y generacionales que lo
llevan a esta percepción. Y si la solución es imposible, por más que la persona abandone
el trabajo que lo asfixia o la pareja que lo está degradando, no se cura. Hay que abordar la
imposibilidad que percibe el cerebro y que lo obliga a activar conductas celulares que no
son de supervivencia sino de imposibilidad de seguir viviendo. Estos criterios de
imposibilidad son biológicos, familiares y generacionales. No vamos a hablar aquí de
ellos pero esto debe quedar claro. En un cáncer o en una enfermedad autoinmune, el
cerebro no activa programas de supervivencia sino criterios de imposibilidad. Y ese
criterio, si no se modifica, hace imposible la curación. LOS CRITERIOS DE
IMPOSIBILIDAD. Siempre son cuatro, porque todo nuestro trabajo está basado en la
teoría de Hamer del sistema ontogénico de los tumores que corresponden a cuatro hojas
embrionarias. En el plano biológico son: no poder alcanzar, digerir o eliminar la presa
(endodermo), no poder proteger el territorio primitivo (mesodermo antiguo); no poder
sostener, ser continente o filtro del entorno (mesodermo moderno) y no poder hacer
contacto con algo o defender el territorio moderno (ectodermo). En el plano familiar son:
no llegar a tiempo, ser postergado (endodermo); no poder defender los valores que se le
han dado (mesodermo antiguo); no poder ser el garante del bienestar del otro (mesodermo
moderno) y no poder ser quien el otro espera que sea (ectodermo). En el plano
generacional son: ser cuestionado por un posterior o cuestionar a un anterior (endodermo);
no poder pagar las deudas o culpas (mesodermo antiguo); no poder continuar con lo
pactado (mesodermo moderno) y no tener autoridad (ectodermo). En las enfermedades
arquetípicas, los criterios de imposibilidad son percepciones cerebrales que generan
conductas celulares que responden a esa imposibilidad. Ellas son: inmadurez permanente
(endodermo); pérdida de la inhibición por contacto (mesodermo antiguo); potencial
ilimitado para crecer (mesodermo moderno) e impermeabilidad de la membrana
(ectodermo). Dejemos en claro que estas conductas son propias del cáncer y no de todas
las enfermedades arquetípicas. A su vez, estos criterios de imposibilidad son dirigidos por
conductas que llamamos arquetípicas y que son: la del niño herido (endodermo); la de la
víctima (mesodermo antiguo); la del saboteador (mesodermo moderno) y la de la
prostituta (ectodermo). Así tenemos las cinco áreas (biológica, familiar, generacional,
celular y de conducta) que generan criterios de imposibilidad y que son las que si no se
abordan, producen un estado de negación en todos los planos que llamamos enfermedad
arquetípica. Si observamos cada una de estas áreas, comenzaremos a tomar conciencia de
la dificultad de abordar la enfermedad solo tratando el conflicto biológico. Desconocer las
otras áreas es ignorar la historia de la humanidad, las formas de organización social y el
poder que ha generado la palabra. Nuestra propuesta fue describir con estas cinco áreas,
un fraseo que conduce a la enfermedad. Algo que inicialmente llamamos discurso del
cáncer. No es una frase previamente construida, que se le comunica al consultante sino
que estos operadores nos sirven para construirla con la propia historia que escuchamos.
Uno siempre escucha en base a lo que ya sabe. Si no lo puede referenciar, no escucha. Es
por eso, que escuchar es oír más interpretar. Pero escuchar no es contestar, sino permitirse
seguir escuchando hasta que aparezca el sentido. Y ese sentido está oculto en las palabras
que uno escucha y se acompaña de movimientos físicos, lapsus y emocionalidad en lo que
se dice. Es a partir de esa escucha que se construyen las frases de la enfermedad y las
frases que le responden, luego de la escucha, llamadas frases de curación. CRITERIOS
DE IMPOSIBILIDAD DEL ENDODERMO. Imaginemos que estamos escuchando a un
consultante que manifiesta tener una enfermedad de endodermo (cáncer de pulmón por
ejemplo). Con las cinco áreas, tendremos estas cartas de navegación: sus criterios de
imposibilidad son: no poder captar, digerir o eliminar una presa (lo biológico); no poder
seguir arremetiendo para ganar su lugar (lo familiar); ser cuestionado por un posterior (lo
generacional); tener una profunda dependencia y rabia con alguien (niño herido) y seguir
con una actitud de lucha que ya no coincide con su edad (conducta celular de eterna
juventud). La escucharemos sin contestar. Dejaremos que el sentido se abra, articulándose
para él, no para nosotros. En ese escuchar surge una contradicción que es la presa que él
no sabe captar. Esa presa es importante ubicarla en la coyuntura. No apurarnos a ir al
pasado o a las generaciones anteriores. Para él, la historia es hoy y si no lo resuelve, ir al
pasado es escapar. Su historia y sus ancestros nos importan para entender esa presa que no
puede captar hoy, no para resolverla pretéritamente. Y si tenemos los cinco operadores, no
solo partimos de saber que hay una presa que se le escapa (mandato biológico), sino de
que eso le produce rabia porque depende de esa presa (niño herido). Y sabemos que hay
algo que le impide arremeter como siempre lo ha hecho, que se siente impotente (mandato
familiar)y que eso tiene que ver con un cuestionamiento que le está haciendo un posterior
(un hijo por ejemplo) o un cuestionamiento que él hace a un anterior (una madre por
ejemplo) (mandato generacional). Y un último detalle; hay un diálogo interno en donde él
cree que siempre habrá tiempo, que ya hará lo que tenga que hacer, porque no toma
conciencia del paso del tiempo (conducta celular de eterna inmadurez). Escuchar con
estos cinco operadores nos permite hacer preguntas e intervenciones que le hagan
descubrir el sentido de la profunda contradicción que lo habita. Esa contradicción se da
entre su pensamiento externo y su pensamiento interno. Pero no es una cuestión psíquica
sino que está en juego su emocionalidad y las acciones que surgen en su vida cotidiana a
partir de la triple contradicción entre lo que piensa explícitamente, lo que pone en marcha
sus emociones y lo que hace todos los días. Esa persona puede tener claro todo. Sabe que
la presa que no puede captar está en el ámbito laboral, por ejemplo (lo biológico). En
nuestros tiempos, la presa es lo que nos da de comer aunque también es todo aquello que
nos hace sentir que estamos vivos, nuestra profesión, nuestro saber o nuestras reservas
financieras o afectivas. También sabe que no tiene todos los elementos para luchar,
porque ha tenido pérdidas o porque los demás lo dejan solo (mandato familiar). Conoce su
rabia guardada por lo que ha vivido, aunque diga que ya lo ha superado (niño herido).
Sabe de su hijo que ha tomado un camino equivocado o de su madre que no ha confiado
en él (mandato generacional). Y también se da cuenta de que los años han pasado y ya no
hay tanto tiempo como antes (conducta celular). Pero con todo ese conocimiento está el
“pero” que anula todo lo anterior. Las reservas se terminan (biológico), la soledad es real
(familiar), el sufrimiento existe (el niño herido), su hijo o su madre están lejos
(generacional) o ya no están, y el tiempo será mañana o después (lo celular). Esta
contradicción la ha establecido el lenguaje y de ella nadie puede escapar. Solo hay que
enfrentarse a ella y trascenderla. El lenguaje ha instalado la contradicción y si no se la
trasciende con una dialéctica que permita resolverla, uno se queda en la foto de lo que
puede ser, en la mentira de lo que ya será. Es ahí cuando uno entiende a Hamer y su
propuesta de soluciones biológicas y concretas. Aunque no nos de los operadores que
necesitamos para abordarlas. Lo que propone la medicina psicobiológica es transformar
estos criterios de imposibilidad en criterios de acción. Es negar la negación. Que no
ignore la contradicción que lo habita y que lleva al cerebro a responder a esa
contradicción con conductas celulares. Construir la frase de la enfermedad es acceder a lo
que le está pasando a esa persona, no a comprar su historia de que ya tiene todo claro y no
sabe porqué sigue enfermo. Para eso es necesario seguir escuchando hasta que surja en
forma clara y manifiesta la contradicción. En nuestro imaginario consultante por cáncer de
pulmón, abordamos las siguientes contradicciones: En lo biológico: mi fuente de ingresos
estuvo amenazada pero ahora está estable. La incoherencia aparece en la siguiente frase:
si no estoy atento puedo perder todo. En lo familiar: tuve momentos de impotencia pero
ya estoy bajo control. La incoherencia aparece en la frase: si no me exijo, puedo volver a
sentir la impotencia. En lo generacional: mi hijo está descarriado pero ahora logró cierta
estabilidad. La incoherencia aparece en la frase: si no tiene tratamiento, volverá a caer. En
la conducta: tuve mucha ira por quien me hizo poner en peligro pero ya se me ha pasado.
La incoherencia aparece en la frase: en cualquier momento reaparece la dependencia con
esa persona. En lo celular: me di cuenta que el tiempo se terminaba pero ahora sé que lo
voy a hacer. La incoherencia aparece en la frase: lo haré cuando esté mejor. En todas las
áreas, el lenguaje propone la solución pero amenaza con el problema. Esta situación la
vemos siempre en aquellos consultantes que han optado por no hacer los tratamientos
convencionales por considerarlos ineficaces y nos vienen a ver con la presión del entorno
que cree que la única solución es el tratamiento convencional. Allí la frase es: sé que voy
a curarme pero mi familia no cree en lo que yo hago. La incoherencia aparece en la frase:
si fallo, ellos ya no confiarán en mí. Y es esto lo que activa todas las otras incoherencias.
La presencia de estas contradicciones es lo que impide el movimiento que el cuerpo exige
para salir de ese proceso que llamamos enfermedad. Abordar estas contradicciones es lo
que hacemos con las técnicas de la medicina psicobiológica.
Primer criterio: las enfermedades comunes se producen por un DHS, que activa
un conflicto biológico y las células con su forma y conducta expresan el intento
de solución de ese conflicto.
Las enfermedades arquetípicas (que activan formas biológicas llamadas célula
madre o célula suicida) se producen por la activación de un mandato
generacional (AMG) y las células expresan con sus formas y su conducta la
denuncia del incumplimiento de ese mandato.
Tercer criterio: las enfermedades comunes activan las formas celulares que
expresan el desequilibrio neurovegetativo; la simpaticotonía en la fase activa y la
vagotonía en la fase de solución.
Las enfermedades arquetípicas activan el mecanismo adaptativo de la evolución;
la destrucción de las formas actuales que no son útiles y la búsqueda de formas
y acciones que sean útiles para cumplir las exigencias del Ideal de supervivencia.
Cuarto criterio: en las enfermedades comunes el abordaje terapéutico implica la
solución del conflicto actual y la restauración del equilibrio vegetativo con sus
funciones específicas. Si no hay solución no hay curación.
En las enfermedades arquetípicas, el abordaje terapéutico implica la convivencia
de las dos formas celulares (arquetípica y actual) a través de un código de
comunicación hasta que se suspenda la activación del mandato generacional
(AMG) y se permita la inclusión. Sin inclusión no hay curación.
Tercer criterio: la teoría de los arquetipos nos ayuda a elaborar una estrategia
fundamental en la terapéutica de la MPB, que llamamos acto arquetípico.
Este tercer enunciado lo hemos construido a partir de que entendimos que lo que
intenta la enfermedad arquetípica es denunciar hechos individuales y colectivos
que la historia no ha reparado. Asesinatos, suicidios, traiciones, abandonos, han
quedado grabados en la célula o en registros en los que la ciencia ni siquiera
puede pensar. Y esos hechos que no han sido reparados crean una tensión
insostenible. Los instrumentos que se activan para ejecutar esta reparación son
las células arquetípicas, de las que hemos estudiado hasta ahora solo dos: la
célula madre y la célula suicida.
Tales células son la faceta simbólica de las células que en la biología se conocen
con ese nombre. De parte de lo que la ciencia ha estudiado de ellas,
proyectamos funciones que nos permiten entender porqué se activan y para qué
lo hacen. La teoría de los arquetipos es una ficción que trata de explicar
realidades pero con argumentos de la misma realidad.
Los arquetipos de conducta, son modelos de conducta habitual en los seres
humanos. Han sido descriptos desde tiempo inmemorial y aquellos que hemos
elegido son los que a nuestro juicio, pueden ayudarnos a entender porqué, como
y para qué nos enfermamos.
La construcción de la teoría de los arquetipos se enlaza a la teoría de Hamer de
tal forma que cada hoja embrionaria y cada órgano puede ser estudiado en base
a estos arquetipos permitiendo una extensión del modelo de Hamer a lo
simbólico.
La estrategia terapéutica que denominamos acto arquetípico surge de esta teoría
como un logro de objetivos inesperados al desplazar los significados de la
enfermedad arquetípica a la enfermedad común.
Primer criterio: los pedazos son los grupos celulares que cargan con los
mandatos generacionales. Cuando se activan, se desentienden tanto de la orden
genética de los órganos como del sentido simbólico del cuerpo.
Segundo criterio: su activación se hace a través del funcionamiento de las
células arquetípicas, denunciando el incumplimiento del mandato
correspondiente a la hoja embrionaria.
Primer criterio: los mandatos generacionales son DHS ancestrales que pasan
de generación en generación y que se expresan en las células demostrando la
existencia de un ideal de justicia colectiva.
Está claro porqué el sistema médico actual aborda estas enfermedades con
métodos que son de una agresividad que bien puede compararse a la
aniquilación de los enemigos. Si observamos los cinco elementos nombrados, es
de esperar que el sistema médico caiga en semejante confusión a partir del
desconocimiento de las verdaderas causas de la enfermedad.
El consenso universal.
Pero hay un detalle que no podemos dejar pasar: el fracaso de estos métodos
agresivos sobre las enfermedades arquetípicas. Y cuando hablo de fracaso
quiero acotar esa expresión al consenso universal de que no es así como vamos
a superar el cáncer. Hay un saber colectivo que la quimioterapia es tan agresiva
como el cáncer. Y ese saber no fue impuesto por agentes de noticias o
campañas publicitarias. La historia del tratamiento del cáncer es una historia de
brutalidades y el presente no se aleja demasiado de esa historia.
Pero también fracasan los intentos de las llamadas -medicinas blandas-. No
significa esto que no sirvan. Estadísticamente los tratamientos convencionales y
las medicinas blandas tienen resultados similares. Me refiero siempre al mismo
consenso universal. Una vez que uno tiene cáncer, la muerte es segura, un poco
más tarde o más temprano. Lo único que se plantea el paciente es no sufrir
demasiado. No creo que sea valioso decir que la quimioterapia cura el 50% de
los cánceres porque esas estadísticas están manipuladas por los laboratorios y
cualquier médico que se preocupe por diferenciar los beneficios absolutos de la
quimioterapia de sus beneficios relativos, sabe que no son ciertas. Tampoco creo
importante exponer que si se soluciona el conflicto, como dice Hamer, el 97% de
los pacientes se curan. Porque si el conflicto (el mismo Hamer lo dice) ha sido
muy intenso o muy largo, es muy probable que la fase epileptoide lo lleve a la
muerte. No es un método lo que va a curar a un paciente de cáncer.
Si no entendemos qué significa una enfermedad arquetípica, no podremos
entender que cualquier linealidad (Por ejemplo: Conflicto = Cáncer) no pueda
servirnos para dejar de estar atravesados por el cáncer (o cualquier otra
enfermedad arquetípica).
La adaptación.
Las funciones de los órganos de nuestro cuerpo, se lograron en el curso de
millones de años de evolución. Recordemos que las primeras células que
existieron en nuestro planeta no necesitaban oxígeno pero cuando un grupo de
ellas, a través de un proceso de reducción, liberó una molécula de oxígeno, las
que no se adaptaron a su presencia desaparecieron. Así comenzó una verdadera
masacre, en la que desaparecieron todos los que no se adaptaron.
¿Qué es adaptarse? Es modificar una programación que se transmite de
generación en generación a través de una información escrita en los genes. Esa
modificación busca producir un cambio en la forma y en la función de un grupo
celular que sea capaz de superar el obstáculo que amenaza la supervivencia.
Hay que provocar una verdadera mutación genética para cambiar esa
información. La biología nos enseña que esta mutación solo se produce si hay
una verdadera amenaza a la supervivencia; nunca por otro motivo.
Estas mutaciones se vienen dando en el curso de los millones de años de
evolución en forma constante pero con una lentitud que provoca que mientras no
se instale definitivamente, la información celular no cambie y la adaptación no se
produzca, lo que significa que la célula muera ante la imposibilidad de sobrevivir
ante la nueva instancia biológica (en este caso, la aparición del oxígeno).
Es como si a una persona que solo habla castellano, se le pida que traduzca un
texto de 400 páginas del alemán al inglés y en un plazo máximo similar al que
necesita para leer el texto. Son demasiadas funciones las que debe aprender y
mientras lo va leyendo lo debería escuchar alguien que sepa alemán y repetirlo a
alguien que sepa alemán e inglés. Algo parecido se debe producir en una
adaptación genética. La célula inicial (la que solo habla español) habla un alemán
muy malo pero ese alemán (una nueva información que la célula necesita para
sobrevivir) es tomado por alguien que sabe alemán (la conformación del ADN) y
es inscripta por otro experto en ambos idiomas (la transcripción en el ADN). Es
indudable que el conocimiento de la célula en un proceso de semejante magnitud
pasa inadvertido por los sujetos que son habitados por esos genes. Pero allí
está.
Estos dos elementos son los que determinan la diferencia entre una enfermedad
común y una arquetípica: la rememoración de una amenaza pasada y no actual y
el uso de traductores que conocen la respuesta evolutiva a esa amenaza. En
cambio, en las enfermedades comunes (gastritis, resfrío, quistes), no hay
mutación porque se trata de una situación en la que no se rememora una
amenaza anterior y en donde no hay información que exige ser transcripta.
El elemento fundamental que diferencia a las enfermedades arquetípicas de las
comunes es la presencia de un requerimiento biológico que viene siendo
insatisfecho en varias generaciones y exige ser reparado. No es necesario, como
piensa Hellinger, encontrar el origen de esa injusticia o insatisfacción biológica
(en la dimensión de Hamer) sino suspender el intento de reparación.
Por ahora, creo conveniente quedarnos acá. Saber que existen enfermedades
que buscan solucionar conflictos de supervivencia y que nosotros comenzamos a
llamar enfermedades comunes . Son aquellas que Hamer ha descrito con lucidez
en su búsqueda de sentido de superación de obstáculos. Y ahora comenzamos a
saber que hay enfermedades que no buscan superar ningún obstáculo sino que
por el contrario ponen realmente la vida en peligro ya que sus células solo
buscan destruir sin respetar las normas de convivencia. A estas enfermedades
las comenzamos a llamar arquetípicas ya que como veremos, se expresan a
través de células que también llamamos arquetípicas.
Pero una de las características de estas enfermedades es que obedecen a
mandatos familiares y ahora será necesario hablar de ellos.
:::. Las enfermedades arquetípicas .:::
¿Cómo cambio?
Esta es una pregunta que los terapeutas escuchamos apenas proponemos algún
plan de tratamiento. Habitualmente nos dicen: -Yo entiendo lo que usted me dice
pero no sé como hacerlo-.
Aquí hay una trampa y es fácil caer en ella. Técnicas hay muchas pero ninguna
nos asegura que la persona cambie. Usualmente proponemos un trabajo en
donde el esfuerzo, el conocimiento y el aprendizaje, rindan sus frutos al cabo de
un tiempo.
Luego de cientos de miles de años en que la humanidad a pesar de estos
esfuerzos y estos métodos, no ha cambiado sino que ha profundizado su
alejamiento del bienestar y la salud, todos nos preguntamos si este modelo de
cambio es acertado.
Hay un creador llamado Krishnamurti que desarrolló este problema durante
decenas de años. Veamos lo que fue diciendo: -Como estáis descontentos,
insatisfechos con las cosas, con vuestras relaciones, con la ideas, buscáis algo
que esté más allá y acudís a un maestro que creéis que tiene esa cualidad.
Queréis aprender la manera de llegar a tan extraordinaria integración de la
conciencia humana. ¿Se puede enseñar a tener percepción directa? ¿Puede
haber claridad de percepción a través del conocimiento, por medio del
aprendizaje?. En la mayoría de nosotros, aprender es adquirir una nueva técnica
sustituyendo lo viejo por lo nuevo-.
Un paciente estará esperando eso de un terapeuta, el acceso a una claridad que
él por sí solo no logra. Y lo espera a través de un conocimiento que cree que el
terapeuta le dará. Con ello, podrá superar su malestar. Un conocimiento también
puede ser un medicamento.
Sigamos escuchando a Krishnamurti: -El método implica tiempo. Cuando lo
practican, tienen que tener tiempo para llenar la brecha entre lo que es y lo que
debería ser. Toda nuestra ideología se basa en este sentido de la realización a
través del tiempo y así empezamos a aprender y a confiar en el instructor porque
él va a ayudarnos a llegar-.
Aquí se plantean dos temas: el tiempo que se necesita para aprender y la
confianza en quien nos va a enseñar. Y lo que se dice es que toda nuestra
estructura se basa en ello; en el esfuerzo repetido y en la confianza en aquellos
que supuestamente saben.
-Hemos dado por sentado que el tiempo es necesario. Esto es, si soy violento,
debo tener tiempo para practicar la no violencia, para controlar y disciplinar.
Hemos aceptado esta idea y ella puede ser una ilusión totalmente falsa. En
realidad, solo hay percepción cuando no existe la experiencia que se basa en el
conocimiento-.
Según estas palabras toda nuestra búsqueda está basada en una equivocación.
Y solo sería posible realizar el cambio si dejamos afuera al conocimiento. Solo en
la experiencia podemos cambiar pero en la experiencia sin conocimiento.
Sigue diciendo: -Pueden vivenciar lo que aprenden pero tal experiencia está
condicionada por lo que han aprendido antes. Pueden aprender algo y luego
experimentarlo pero esto no es más que la reacción de una mente condicionada.-
Cuando nosotros le decimos a un paciente, que tiene que cambiar de trabajo si
quiere curarse y le explicamos el mecanismo de la solución del conflicto, el
paciente lo escucha pero también lo siente con su cuerpo y lo que siente es
miedo a dejar el trabajo y a no conseguir otro y quizás ni siquiera curarse. Esas
sensaciones no las puede disociar de la idea de cambio. Y si aún así deja el
trabajo, al aparecer los primeros obstáculos por su ausencia de trabajo, sus
sensaciones le provocarán lo mismo que lo llevó a enfermarse. Es por eso que
antes decíamos que es imprescindible el cambio de modelo mental, más que el
cambio externo. Si no, todo es gatopardismo: que algo cambie para que todo
siga igual.
Sigamos leyendo: -Decís que Dios está dentro de nosotros, y el comunista, que
ha sido instruido de otra manera desde la niñez, dice que no hay Dios en
absoluto. Vosotros estáis condicionado de una manera y él de otra, pero ambos
son lo mismo. Puede uno practicar la autodisciplina, sacrificarse, meditar; pero
esto jamás conducirá a la percepción directa, que solo puede tener lugar en la
libertad y no en el control; y solo puede haber libertad cuando la mente se da
cuenta de su condicionamiento-.
Nadie que lea esto, puede no conmoverse, ya sea por estar de acuerdo o por no
estarlo. Sobre todo porque la historia que nos modela es fruto del sacrificio y del
control. Y porque la libertad la hemos visto siempre como un fruto que emerge
luego de ese control. Krishnamurti dice lo contrario; no puede haber libertad si
hay control. Y lo que habitualmente pedimos a nuestros pacientes es eso, control
y disciplina. En su alimentación, en sus vivencias, en sus decisiones. El -debe
hacer para curarse- es no solo la base de la medicina convencional sino de
muchas terapias que aparentan una filosofía de libertad que en la práctica no se
desarrolla. Pero volvamos a Krishnamurti y a como cambiar:
-¿Cómo voy a cambiar?. Fíjense bien en esto. La pregunta misma implica
tiempo. En el momento en que preguntan -cómo- introducen el problema del
tiempo (tiempo para llegar a eso que se quiere lograr) y por lo tanto se hace
imposible llegar-. Y sigue diciendo: -Me doy cuenta que soy ambicioso, cruel,
estúpido y acepto que por medio de un lento y gradual proceso de esfuerzo,
trascenderé lo que soy y llegaré a algo que está más allá. Si planteo el esfuerzo,
vuelvo al condicionamiento. Si todo es casualidad, cambiar carece de sentido. Lo
que planteo es si podemos simplemente dejar de ser todo eso y ser lo otro, sin
pasar por las enormes complicaciones de tratar de llegar a ser algo y sin debatir
si el que percibe está separado del objeto percibido.-
Cuando una persona está enferma se enfrenta a todo esto. Es una cosmogonía
en la que queda atrapado. No es simple estar enfermo. El enfermo busca un
método para sanarse y lo que plantea Krishnamurti (siempre que la curación sea
vista desde la medicina psicobiológica) es que el método no le servirá. Es esto
una cuestión semántica o práctica? Y qué hacemos si no empleamos un
método?
Seguimos leyendo: -Cuando contemplamos el odio, decimos -como voy a
liberarme de él?- Más si podemos mirar el odio sin el -como-, entonces lo que
percibimos generará una reacción totalmente diferente. No me interesa como
librarnos de él. Hay métodos tan trillados! En cuanto nos preguntamos como nos
vamos a librar ya surge el proceso gradual del tiempo y el esfuerzo para lograr un
resultado. Y además la dependencia de alguien que nos enseñe como hacerlo.
Estas son todas actividades egocéntricas que también son una forma de odio-.
Esta última frase introduce la diferencia entre la emoción y los sentimientos. Odio
y amor serían lo mismo. Ilusiones. Estar en un conflicto y resolverlo también
serían lo mismo. No cambia la forma de percibirlo y no cambia nada. Aquí la
PNL nos ayuda a entenderlo. Usamos varios canales de entrada de la
información en forma simultánea. Vemos algo pero a la vez lo sentimos.
Escuchamos algo pero también lo sentimos. No sabemos ver y seguir viendo.
Escuchar y seguir escuchando.
Sigue Krishnamurti: -Si alguien está diciéndome algo y yo quiero descubrir lo que
trata de transmitirme, tengo que escucharlo. No puedo pensar para mis adentros
que está hablando de un tema que ya conozco o que es antipático o que ya es
hora de irme. Tengo que prestar completa atención a lo que dice y no poner
ninguna barrera ni verbal ni de ninguna clase en mi mente.-
Es claro que nuestro autor está hablando del cambio de actitud frente a las
circunstancias que nos llevan al sufrimiento. No está hablando del aprendizaje
necesario para leer o conocer una técnica. Y lo hemos tomado porque todos las
veces que escuchamos que para curarnos debemos resolver un conflicto, hemos
pensado en lo que él propone. Tener la percepción clara es ver, escuchar y sentir
lo que ocurre sin los prejuicios que habitualmente condicionan esas
percepciones.
La exclusión.
El objetivo terapéutico siempre es la inclusión. En la enfermedad arquetípica, la
exclusión es dramática. No solo han quedado fuera la multitud de sentidos que el
lenguaje ha aportado a la función y a la anatomía del órgano (sentidos de
convivencia o simbólicos), sino que hasta el mismísimo sentido biológico de
supervivencia ha quedado excluido. La EA es la minimalización del órgano-
cuerpo reducido al pedazo. Solo hay denuncia del incumplimiento del mandato
pero con el lenguaje de lo aún no simbolizado, de la célula en su estadio
evolutivo. Pero esa denuncia no es subjetiva, es estatuaria.
Lo que proponemos con las EA es claro. O se re encuentra el sentido de
supervivencia o se detiene la denuncia. No hay más que hacer. O se plantea una
situación tal que el sentido de supervivencia excluido se reintegra o se hace todo
lo posible para detener los gritos de denuncia de los pedazos.
En las denuncias habituales (por ejemplo, un acto de corrupción) debe intervenir
un juez que escucha a las partes y luego de una investigación de las pruebas,
determina la absolución o la condena. Se busca la verdad a partir de pruebas.
Este planteo es el que hace Hamer. En la MPB no hay juez, no hay verdad ni hay
pruebas. En lugar de jueces hay semejantes que ayudan. En lugar de verdad hay
una realidad que cambiar. En lugar de pruebas, hay un proceso en evolución que
la enfermedad ha convertido en un hecho cristalizado.
Detener los gritos de denuncia solo es posible con cambios colectivos. Creo que
el objetivo principal de la MPB es producir esos cambios. Aprender a respetar a
los que estuvieron antes que nosotros, saber defender lo que nos dieron,
continuar y trascender sus objetivos y desarrollar un crecimiento que llamamos
autoridad. Son profundos cambios sociales que debemos entender ya que son
propuestos por un Ideal colectivo que asegura la vida. Todos debemos trabajar
con ese objetivo. Desde la MPB proponemos actos simbólicos que hemos
llamado arquetípicos que sostienen estos ideales desde un lugar posible para
que cese la denuncia a gritos de los grupos celulares que defienden los
mandatos generacionales. Pero estos actos simbólicos no pueden realizarse sin
el consenso colectivo que los legaliza. Sin ese consenso solo son pequeños
actos de magia.
Un consenso colectivo es un cambio en el modelo de pensamiento de una
sociedad. Hasta ahora, ese modelo es de una linealidad individualista que no
acepta la responsabilidad social de la enfermedad. Si alguien se enferma es
porque hay una agresión externa (modelo de la responsabilidad del enemigo) o
porque le pasó algo que no supo resolver (modelo de la responsabilidad
individual). El modelo de la responsabilidad social parece quedar reducido a las
quejas ecologistas o a las prédicas religiosas. A nadie se le ocurre proponer que
un niño que muere de leucemia es el resultado de una sociedad injusta. Y sin
embargo ese niño está expresando cargas ancestrales que la medicina no niega
pero que no se atreve a teorizar. En la medida que la sociedad vaya ampliando
su modelo de pensamiento irá dándose cuenta de que lo que hace uno afecta a
los otros y lo que hacen los otros afecta a cada uno. Yo puedo hacer algo para
curar a un semejante. No es un poder; es un efecto de un cambio de modelo de
pensamiento, reemplazando el -yo no tengo nada que ver- por el -todos somos
uno-.
Somos concientes que la MPB es un proceso en evolución y así ha pasado con
todos los cambios de modelo. No es reemplazar la causa genética o viral por una
causa psíquica, sino ampliar la responsabilidad de la salud y de la enfermedad a
la conducta de todos y no solo a la nuestra.
Es por eso que los actos arquetípicos no pueden convertirse en chamanismo de
consultorio. Es por eso que les he atribuido un nombre tan literario como
metonimias de curación. Eso son pero en la medida que el modelo de
pensamiento se amplíe. Si no ocurre esto, son giros lingüísticos sin valor real.
Trasladar el significado de lo generacional desde ese grupo de células
denunciantes hacia esa unidad de representaciones que llamamos cuerpo. Eso
es una metonimia de curación.
El traslado al cuerpo.
Si logramos trasladar el significado de los mandatos generacionales de los
pedazos al cuerpo, logramos la curación. Esta es la propuesta básica de la
MPB.Incluir en el sistema del lenguaje aquello que solo se expresa con
denuncias celulares. Convertir a la célula en cuerpo.
La célula tiene un solo significado, el biológico. Los millones de células que
forman un órgano o un sistema trascienden el significado de sus células por la
complejidad que han logrado en el curso de la evolución. El estómago como
órgano tiene varias funciones que superan la que tiene una de sus células. Sin
embargo, esa función o significado sigue siendo biológica, es decir, superar los
obstáculos para sobrevivir. Esto lo ha entendido Hamer y su teoría se basa en
esa singularidad de las células y de los órganos. Pero cuando las células y los
órganos son atravesados por el sistema lingüístico, son atrapadas por la multitud
de sentidos que ese sistema genera. Así se va modelando un cuerpo que es
como un texto con registros de procesos y de acontecimientos. Un cuerpo que
además se va inscribiendo en otros cuerpos y que ya no es de uno sino de otros.
La consistencia de este cuerpo ya no la da ni las células ni los órganos sino los
otros.
En las EA (enfermedades arquetípicas), un grupo de células, un trozo de órgano
se resiste a ser cuerpo. Carga con un saber que no permite la articulación con
ningún significante del sistema lingüístico. Trae su propio sistema, que no es el
programa de supervivencia que plantea Hamer sino de un arquetípico Ideal que
plantea órdenes a las células de las distintas capas embrionarias. Esos
mandatos generacionales deben cumplirse. La relación de esos mandatos es
solo con las células y con los órganos, no con el cuerpo. Es por eso que no es
necesario un suceso del cuerpo, algo del orden lingüístico para que aparezca la
EA.Podríamos decir que el cuerpo está ausente. La tensión celular no logra
descargarse en el cuerpo.
En la EA, el gran excluido es el cuerpo. Pero si sabemos que el cuerpo de uno
está hecho de los otros, también sabemos que para que aparezca la EA, los
otros también están excluidos.
Es por eso que el gran objetivo terapéutico en las EA es recuperar el cuerpo.
Obligar a que la denuncia de los mandatos sea contenida por ese gran cuerpo
del que el nuestro solo es una pequeña parte.
Si las células y los órganos lograron hacerse cuerpo alguna vez, los pedazos
(células y trozos de órganos que no se han hecho cuerpo) lo pueden lograr de la
misma manera. Un cáncer se puede convertir en parte del cuerpo. Así como un
bebé logra convertirse en un sujeto, un cáncer logrará convertirse en cuerpo.
Para ambos es indispensable, la presencia de los otros. La humanidad aprendió
a convertir un bebé en un sujeto pero aún no sabe convertir un cáncer (o
cualquier EA) en cuerpo. Los sujetos de la humanidad son sujetos a enfermedad.
Los cánceres de la humanidad no son sujetos. Lo que proponemos es
convertirlos en sujetos.
El consenso colectivo.
El consenso colectivo.
En el trabajo sobre los rieles secundarios, hemos visto que se trabaja sobre la
existencia que percibe el paciente pero también sobre la que no alcanza a
percibir y sin embargo actúa como factor desencadenante. Si bien tomar
conciencia de aquello que hace nacer la conducta que llamamos enfermedad, es
determinante para la curación, ésta no ocurre solo porque esa conciencia se
provoque.
El conocimiento de los hechos nos puede llevar a solucionarlos. Este es el
principio básico que ha dado origen a la filosofía que busca la verdad y a la
ciencia que busca la realidad. Ambas han pasado y siguen pasando por distintas
etapas en las que muchas de las conclusiones a la que han llegado se
contradicen o se niegan.
Algo parecido ocurre con el conocimiento de la enfermedad. Actualmente se la
entiende como un proceso que surge de una falla o de una agresión y que
inexorablemente no guarda más sentido que ser una víctima de esos eventos. Es
claro que nadie quiere estar enfermo pero también debe ser claro que lo que
llamamos enfermedad tiene sentidos que van más allá de haber caído en
desgracia. Y si no los entendemos y solo queremos sacarnos de encima la
enfermedad, estamos expuestos a cometer muchos errores y sobre todo a caer
en la dependencia absoluta de los que detentan el supuesto saber sobre la
curación.
Hamer patea el tablero y dice con pruebas concluyentes, que la enfermedad
siempre es el intento de superar un obstáculo en la supervivencia. Creemos que
gran cantidad de enfermedades responden a este mecanismo. Sin embargo,
otras enfermedades no son el intento de solución sino que denuncian injusticias
personales, familiares o colectivas. Y si bien estas denuncias también buscan
una solución, el mecanismo de la enfermedad no es la solución sino la denuncia.
A esas enfermedades las hemos llamado arquetípicas y creemos que deben
abordarse de distinta manera que las otras llamadas comunes.
Sin embargo, transitamos un momento de la historia que está dejando de
sostener el concepto de enfermedad como falla o agresión pero que aún no
sostiene el concepto de enfermedad como intento de solución o denuncia. Es un
momento en donde no hay consenso colectivo que permita moverse con facilidad
en ninguno de los dos conceptos.
Es así que se ha generado una suerte de disputa entre dos medicinas, una
pretendidamente científica y otra en la que caen todas las posturas que no
coinciden con la anterior.
La medicina pretendidamente científica la llamamos medicina de la enfermedad.
Es aquella que basándose en el concepto de que la enfermedad es producto de
una falla o una agresión, la combate con el objetivo de eliminarla. Los microbios
son enemigos y los antibióticos los aniquilan. Las inflamaciones son ataques y
los corticoides y antiflogósicos las persiguen. Los cánceres son equivocaciones
celulares y la quimioterapia y la radioterapia los exterminan.
A las otras medicinas las llamamos medicinas de la salud. Habitualmente
carecen de una filosofía que la mente occidental pueda sostener y son ignoradas
o descalificadas. Allí están la acupuntura con su efectividad de más de cinco mil
años y la homeopatía con la clara ayuda que ha aportado en los últimos
doscientos años. Hay muchas más. Todas buscan equilibrar, integrar los
órganos, los pensamientos, las emociones y hasta la espiritualidad. No apuntan a
destruir a los enemigos porque en su incomprensible (para la mente actual)
visión de la enfermedad, ella no es el enemigo.
Ninguna ha logrado consenso colectivo. Se toma de ellas el uso del instrumento
pero solo para adaptarlo al concepto de la enfermedad como falla o como
ataque. La acupuntura es buena pero nadie sabe porqué. La homeopatía es útil -
pero puede haber mucho de efecto placebo-. Al cáncer hay que destruirlo antes
que nos destruya a nosotros porque la célula se volvió loca.
Los médicos que nos dedicamos desde hace mucho a alguna de las medicinas
de la salud, nos encontramos muy frecuentemente con el dilema de saber que un
paciente se está curando y sin embargo tener que aceptar que se suspenda esa
curación por la presión familiar o del propio sistema médico.
Muchas veces la presión es tan grande que ya no se trata de un problema
filosófico sino de una cuestión lindante con la mala praxis. Y lo paradójico de ello
es que realmente es mala praxis. Porque un médico que deja sufrir a un paciente
está haciendo mala praxis. De eso no hay que tener dudas. Ninguna filosofía
debe ser privilegiada ante el dolor de un semejante.
Y esto ocurre porque estamos en un momento de la humanidad en donde ni la
verdad ni la realidad son consistentes.
No podemos negar que muchos de los pacientes que se curaron con la
propuesta de Hamer en la década del noventa, murieron luego que la presión
social terminara con Hamer en la cárcel. Decir que la curación fue producto de la
sugestión es ignorar el poder del consenso colectivo en la salud o en la
enfermedad.
Este tema ya lo hemos abordado al trabajar el complejo chamánico. Lo que
pretendemos aclarar aquí es la necesidad que tenemos los médicos de aprender
a movernos en este difícil momento de la humanidad. Nadie cree ya en la
medicina de la enfermedad. Hay demasiadas muertes y mutilaciones para seguir
creyendo en su triunfo. Pero son muy pocos los que creemos en la medicina de
la salud. Cuando -las papas queman- todos buscan el agua fría.
Es por eso que hasta que no se logre el suficiente consenso colectivo (la masa
crítica que instale una nueva conducta social) sobre lo que estamos llamando la
medicina de la salud, debemos ser prudentes y concientes de lo que hacemos y
en qué momento lo estamos haciendo.
Esto significa que además del trabajo sobre los conflictos, el desequilibrio
energético o los mandatos generacionales, debemos estar atentos a todo lo que
hemos abordado en el trabajo sobre los rieles pero específicamente a los
siguientes puntos:
1) la capacidad del terapeuta de transmitir seguridad en los objetivos del
tratamiento.
2) La capacidad del paciente de reconocer esos objetivos.
3) La tolerancia del paciente y de su entorno a los obstáculos que aparecen
en todo proceso curativo.
4) La existencia de un equipo de profesionales que puedan actuar
adecuadamente en la emergencia de esos obstáculos sin perder los
objetivos del tratamiento (cirujanos, clínicos, bioquímicos, kinesiólogos,
neurólogos, psicólogos).
5) El ejercicio de la acción adecuada en el momento en que -las papas
queman-. Realizar estudios que tranquilicen o que aseguren el adecuado
tratamiento. Interconsultas con los profesionales del equipo.
6) La atención sobre los hechos actuales que hemos llamado rieles
secundarios. El médico no vive al lado del paciente y éste sigue viviendo
cotidianamente hechos que lo afectan. Debe haber comunicación
frecuente o el paciente o su familia deben asistir al médico con la
información sobre estos hechos.
7) El asistencialismo médico. Jamás debemos olvidar que el paciente acude
a nosotros para que lo curemos, no para que le expliquemos una teoría.
Su nutrición e hidratación, sus signos vitales, su sueño, sus síntomas
deben ser controlados y asistidos medicamente. Si no, somos
especialistas en conflictos y le debemos aclarar al paciente que solo
hacemos eso.
8) Nuestra propia tolerancia a los obstáculos y al enfrentamiento con la
medicina de la enfermedad. Debemos ser concientes de nuestra propia
fragilidad ante los fracasos y de nuestra seguridad en lo que hacemos.
9) La utilización de todo lo que ayude a aliviar y mejorar el sufrimiento del
paciente. En esta larga lista entran los medicamentos alopáticos y
homeopáticos. La quimioterapia en los implantes o pequeños tumores y en
dosis menores a las usadas habitualmente y acompañadas por los
nosodes correspondientes. La radioterapia en las masas que obstruyen.
La cirugía no mutiladora. Todo ello como complemento de nuestro trabajo
curativo. Si el paciente sobrevive podemos curarlo. Si no, jamás lo
haremos.
10) Los imponderables. Hay muchas cosas que desconocemos. Le
pondremos nombres y haremos teorías sobre ellas pero seguimos sin
poder evitarlas. El misterio de la vida y de la muerte siempre estará
presente y debemos ser lo suficientemente humildes para aceptarlos y
seguir trabajando con nuestras limitaciones.
Capítulo XXll
El pulmón.
1) Se ocupa de la incorporación del oxígeno a través del aire en el mecanismo
de la respiración. Nace como una adaptación que hacen los seres vivos cuando
deben enfrentar el paso del agua a la tierra. Allí se enfrentan con el obstáculo de
no poder sacar el oxígeno del aire porque sus branquias lo sacan del agua. Esa
adaptación ocurre en millones de años y millones de seres vivos mueren por no
adaptarse. Este suceso evolutivo queda registrado en el cerebro, en lo que hoy
conocemos como el tronco cerebral. Cualquier hecho que el cerebro interprete
como dificultad en respirar puede generar la activación de ese registro que dará
la orden de producir células que traten de captar el oxígeno. Este sería el motivo
del cáncer de pulmón, según la teoría de Hamer. Una rememoración de un hecho
evolutivo. El sentido es biológico, es decir, intenta superar con ese
comportamiento una amenaza a la supervivencia (no poder captar el suficiente
oxígeno).
A partir de que el pulmón entra en el registro del lenguaje, este sentido biológico
aceptará multitud de otros sentidos que se relacionen con la no captación de aire.
No tener suficiente espacio; el miedo que deja sin aire; la ocupación del territorio
en que uno respira; el sentir que le quitan lo que le pertenece; la sorpresa de lo
inesperado; no poder alejarse de aquello que nos agota. Todos estos sucesos
pueden guardar relación con el pulmón y ser capaces de generar respuestas
para solucionar el problema adaptativo. Cuando lo que buscan las células es
justamente la solución de la amenaza a través de conductas maduras y
específicas del pulmón (toser para que el otro se vaya; escupirlo y alejarlo;
guardar el aire para tener reserva; cerrar el paso del aire para no respirar el
mismo aire que el otro; no poder hablar y no compartir más), estamos frente a
una enfermedad común (aquí, las células buscan con su conducta, solucionar un
conflicto biológico) y hay que aportarle al paciente las estrategias necesarias
para resolver la situación e impedir que el órgano siga intentando resolverla por
su cuenta. Cuando el comportamiento de las células no busca la solución, sino
solo la denuncia de un hecho y en esta denuncia pone en marcha mecanismos
evolutivos de células arquetípicas (anaplasia, autoagresión) estamos frente a
una enfermedad arquetípica y nuestro abordaje terapéutico será suspender esa
denuncia por los mecanismos que la MPB aporta.
l. 2. Sobre la realidad.
Sabemos, a través de las leyes de Hamer, que cuando la persona sufre un DHS
entra en fase de simpaticotonía. En ella, habrá síntomas y signos que debemos
conocer para intervenir adecuadamente.
l. 4. Grado de conciencia.
Muchas veces vamos a encontrar pacientes que no son concientes de su estado
de alerta permanente. Cuando se trata de niños, ni siquiera los padres son
concientes de ello. Es necesario reconocer la hipervigilancia si queremos
abordarla. La observación de las funciones corporales es algo simple de hacer y
nos ayuda a que el propio paciente se permita dar cuenta de lo que su organismo
está haciendo.
A partir de esta observación, se va a lograr además aprender a reconocer el
lenguaje de los órganos y el objetivo que persiguen. Si las manos están frías es
porque la circulación se retiró de la periferia al centro para proteger a los órganos
internos. Tratar de calentar las manos a partir de la concentración en la
circulación es un ejercicio que nos puede ayudar. Lo mismo podemos decir sobre
disminuir la frecuencia respiratoria y cardíaca. Si prestamos atención y dirigimos
nuestra mente a estos objetivos, podemos colaborar sin demasiado esfuerzo a
corregirlos. En cuanto a la sequedad de las mucosas, tomar líquido a sorbos es
también una ayuda que por simple que parezca debe ser tenida en cuenta.
Es cierto que lo central es salir del estado que origina la hipervigilancia pero
inicialmente y hasta que lo logremos, la concentración en las manifestaciones
físicas es una gran ayuda.
l. 6. El entorno.
Muchas veces, vamos a encontrar una estructura psíquica saludable en un
entorno francamente enfermizo. Padres posesivos, parejas destructivas, trabajos
inseguros, son ejemplos de situaciones que debemos aprender a detectar para
cambiar. No le podemos pedir a una persona que cambie todo su entorno ni le
podemos exigir que se adapte sacrificando su salud. Es necesario hacer un
estudio de ese entorno y de la capacidad del paciente de poder salir de él o de
mejorarlo. No se trata de pedirle que se separe o abandone un trabajo a alguien
que se ha mimetizado de tal forma con su entorno que hacer eso signifique un
acto de autodestrucción.
Es imposible en una primera entrevista hacer esto y aquellos que lo hacen
exponen al paciente a una situación que puede empeorar su estado. Es
necesario saber lo que el paciente puede hacer en ese momento de su vida y no
dejarse guiar por supuestos consejos prácticos que surgen de una teoría y no de
lo que en realidad le sucede a esa persona.
Lo que es claro, es que si no se modifican algunas actitudes del entorno se
seguirán repitiendo, situaciones que lo hacen entrar en alerta, pudiendo alguna
de ellas desencadenar un conflicto biológico.
l. 7. El sentido biológico.
Entrar en simpaticotonía tiene el sentido de prepararnos para enfrentar
adecuadamente una situación de peligro. Si la circulación no se retirara de la
periferia, nuestros órganos no tendrían el suficiente aporte de oxígeno que
necesitarían para huir o atacar. La respiración rápida ya nos prepara para ello, al
igual que el aumento de la frecuencia cardíaca. El sentido biológico del estado de
alerta es estar aptos para enfrentar el peligro. Si conocemos esto y el paciente
aprende a detectarlo, irá advirtiendo que su organismo entra en estado de
simpaticotonía sin aparentes motivos para hacerlo. Tendrá la capacidad que le
da su conciencia (el estado neurológico que nos permite recibir un estímulo,
analizarlo y emitir una respuesta adecuada) de detener esa respuesta orgánica
ante la ausencia de desencadenantes.
A la vez, si ya ha aprendido a reconocer las causas externas, las del entorno y
hasta las de sus características personales que desencadenan estas respuestas,
podrá estar atento a las mismas para prevenirlas antes que actúen o para
desarmarlas cuando ya actuaron.
Imaginemos que una persona cada vez que su jefe lo llama para preguntarle
algo, desencadena una respuesta de simpaticotonía. Conoce la causa de la
realidad (el llamado de su jefe), las características suyas (su fragilidad frente a la
autoridad) y las de su entorno (su familia le dice que tiene que soportar el asedio
para mantenerlos). Aprende el sentido biológico (prepararse para no agredir al
jefe o salir corriendo) de su estado. Allí hay mucho trabajo por hacer. Debe
reconocer que en el llamado de su jefe hay algo que tiene que ver con el
examen, la puesta a prueba, la comprobación de su honestidad o capacidad,
que están en juego por su respuesta, pero que en el llamado en sí no hay nada
de esto. Que la supuesta causa de la realidad oculta otra causa, que hemos
llamado lo real de la realidad y que tiene que ver no con el llamado de su jefe
sino con sus características personales o las de su entorno. El pone en marcha
un mecanismo de defensa frente a un ataque que solo existe para él. Otra
persona a quien su jefe llame podrá ponerse inquieto pero jamás desencadenará
un estado orgánico como el que el paciente sufre. En algún momento, el llamado
podrá ser tan sorpresivo que comenzará a tener características de DHS y el
órgano no soportará tanta tensión.
Una vez reconocido que la causa de la realidad solo oculta una causa que tiene
que ver con él o su entorno, deberá aprender a modificar la percepción de esa
causa. Ligará el llamado de su jefe a su fragilidad frente a la autoridad o a la
exigencia de su familia de que siga soportando y el llamado en sí perderá el
poder de causa. Será como ir iluminando una escena en donde las sombras de
las sillas parecían ladrones y las de los cintos, víboras. Cuando la persona
reconozca su fragilidad frente a la autoridad, dejará de proyectar en su jefe la
causa de todos sus males y se ocupará de modificar su fragilidad. Podrá hablar
de ello y no de la maldad de su jefe y eso le permitirá ir encontrando salidas
mucho más saludables a su problema. Por ejemplo, si es capaz de superar su
fragilidad o si debe buscar un trabajo distinto. Hay personas que han anulado
toda su creatividad por no hacer ninguna de las dos cosas y quedarse luchando
contra el otro. Pierden toda su energía en esa lucha que oculta un aspecto que
nunca se animaron a trabajar. Cuando entienden el sentido de ataque o huida
que sus órganos le están marcando cada vez que su jefe lo llama, comienzan a
trabajar el para qué la vida los ha puesto en esa encrucijada. En el sentido de
aprendizaje de las situaciones que nos tocan vivir. En la necesidad que tenemos
de superar esas situaciones para recuperar lo que somos y para qué vivimos.
Cuando estemos frente a alguien que desencadena esa hipervigilancia que no lo
deja ser feliz, preguntémosle cual es el sentido de su vida. Qué piensa él sobre el
motivo por el cual debería vivir. Es llamativo como las personas pierden el rumbo
de su existencia en la lucha por la supervivencia diaria.
Sobre cada uno de estos elementos, debemos intervenir para ayudar a curar.
l. 9. La conciencia.
El trabajo que proponemos lo llamamos la lectura de los órganos. Se trata de
enseñarle a reconocer la forma y la función de cada órgano y a detectar cuado y
porqué se altera. Habitualmente si la persona consulta por una enfermedad de
determinado órgano se comienza con ese órgano. Tomemos el ejemplo de un
paciente que consulta por nódulos en el hígado. Se le pide que dibuje el órgano y
además que lo ubique en otro dibujo que hace de su esqueleto. La lectura de ese
dibujo nos ayuda a ir reconociendo qué conciencia tiene él de su órgano
enfermo. Si lo dibuja chico o grande, si le da color, si lo ubica en su lugar o se
equivoca. Todo ello nos habla de un conocimiento con errores o inclusive un total
desconocimiento que es necesario abordar. Luego se le pide que relate la
función del hígado. Muchas veces, los pacientes no tienen idea de para qué sirve
su órgano enfermo y si pretendemos que la curación sea producto del mismo
paciente esto no es un dato menor. Una vez escuchado lo que dice sobre la
función de su órgano, se le explica la función biológica a partir de lo que hemos
llamado la ficción biológica, es decir, como nació el órgano y en qué
circunstancias se necesitó su presencia. Al hablar del hígado, rescataremos su
función de reserva de alimentos y energía pero también su capacidad de
convertir en algo útil aquello que se incorpora. Todos estos datos son aportados
para que el paciente vaya tomando conciencia de la lógica a la que su órgano
enfermo responde cuando hace nódulos. Se le explica qué es un nódulo y su
natural evolución. Si esto no se hace, podemos poner toda la biología en contra
del hígado ya que los demás órganos responderán al miedo a morir o a no
curarse.
Inmediatamente a esto, es necesario abordar la lógica de la simpaticotonía y
aprender a reconocerla, tanto en el hígado como en el resto del organismo.
Como la función del hígado es interna, se recurre a un ejercicio de visualización
dirigida, en donde se le pide que imagine al órgano (que ya fue dibujado y
descrito) rodeado con cercas que impiden la llegada de los alimentos a través de
la sangre. Solo pocos de ellos pueden saltar la cerca. Le pedimos que observe
como las células del hígado intentan aprovechar ese escaso alimento al máximo
y se reproducen, se hinchan y se ramifican. En esta primera etapa de la
visualización le hacemos tomar conciencia del comienzo de la formación de los
nódulos. Luego le pedimos que se abran puertas en las cercas para que la
sangre llena de alimentos vuelva a pasar y que observe cómo esos nódulos se
van secando, deshinchando y volviendo a sus lugares. Le pedimos luego que
dibuje la visualización, escriba algo sobre ella o haga una canción que la
describa. Esto y decenas de técnicas distintas, es solo para tomar conciencia del
estado de alerta de su órgano. No pretendemos que se produzca la curación con
la visualización. Solo la toma de conciencia de qué es lo que está pasando.
Se trabaja además con los signos generales de la simpaticotonía para que el
paciente los conozca. Manos frías, dilatación de la pupila, taquicardia, taquipnea.
Esos cuatro signos se aprenden a reconocer y a estar atentos a ellos ya que
describen que el paciente está en alerta. La atención y la observación sin
intención de modificarlos los corrigen espontáneamente. Debemos aprender a
observar sin crítica. Solo observar. Si se pone la atención suficiente y no se la
interrumpe con intenciones, lo biológico se corrige espontáneamente.
Todas estas características nos van acercando a esa realidad interna que
percibe los sucesos y que nos permite entender desde la psicobiología como se
arma un riel secundario que activa una enfermedad. Si nos quedáramos con que
una palabra, un olor o un sueño lo pueden hacer, poco podremos trabajar sobre
ello. Al entender este modo de percibir y actuar sobre la realidad, estamos
construyendo una forma distinta de abordaje.
A todos estos elementos, debemos sumarle el trabajo con los arquetipos
celulares y de conducta que ya nos acercan al sentido biológico y a las causas
simbólicas.
Todos estos temas los hemos abordado a lo largo del libro y al exponerlos juntos
aquí pretendemos esquematizarlos para entender qué es un riel secundario.
Recordemos que para abordarlo aún nos falta describir junto a las características
de la personalidad, las actitudes del entorno, el sentido biológico del estado de
alerta, las causas simbólicas y las causas que solo la célula conoce.
Por ahora digamos que estas características psicobiológicas nos posicionan
rápidamente sobre lo que podemos ir haciendo. Imaginemos que consulta una
persona adulta, varón y con diagnóstico de tumor en intestino grueso. Si
utilizamos los esquemas anteriores construímos un rápido posicionamiento que
nos ayudará a buscar la armadura de su enfermedad.
El comportamiento biológico es de ataque (las células van hacia delante) usando
probablemente el arquetipo de madre nutritiva (dan sin recibir). Su arquetipo de
conducta es el niño herido (dependiente, ingenuo y con mucha rabia) y el
mandato generacional que no ha sido cumplido es el de aceptar con amor lo
anterior. Con estos elementos vamos armando la psicobiología de la
enfermedad. Nos hace falta saber si es un territorial o un proveedor ( si la
enfermedad está localizada es territorial) y si es un macho dominante o
secundario.
Todas estas conductas psicobiológicas deben ser tenidas en cuenta para ir
desarmando las características de la personalidad que arman la enfermedad. El
abordaje contempla el trabajo sobre cada una de ellas. Al niño herido se lo
confrontará con el niño mágico. Al ataque con la inmovilidad. A la célula madre
nutritiva con la protectora. Al mandato no cumplido con el acto arquetípico que lo
cumple. Todo ello es trabajar sobre los rieles secundarios.
ll. 3. Significante-significante.
Cuando tenemos un órgano enfermo (mama) a ese órgano lo llamamos
significante. Debemos encontrar el otro significante que siempre es una mama.
Podríamos decir una mama primaria. (o el lugar que luego va a ocupar la mama).
Le preguntamos al paciente si recuerda durante sus primeros años de vida algún
hecho en donde la mama jugó algún papel. Habitualmente aquí se produce una
especie de iluminación en el paciente porque toma conciencia de que algo le
pasó en la mama alguna vez y que eso puede tener relación con lo que le está
pasando ahora. Nuestra paciente recordó dos hechos. El primero a los siete años
Un tío le acariciaba el pecho y ella lo recuerda como un abuso. Allí aparece un
conflicto primario que como dijimos ni es un conflicto biológico ni es un conflicto
psicológico. Es una marca. Una aumento de tensión celular que no logra
descargarse y que se acumula allí como tensión en espera. Cuando aparece un
desencadenante, éste puede no ser tan brutal como dice Hamer, ya que aquí lo
que hizo nacer el cáncer fue la repetición de recuerdos de amenaza cuando ella
vivió sola. La relación es entre el significante mama de los siete años y el
significante mama de los treinta dos años que estaban en juego a partir de la
escena del tío abusador. La mama como coraza.
ll. 4. Significado-significado.
Para entender la anterior relación, es necesario conocer el lenguaje de los
órganos. En el caso de la mama, ella tiene tres discursos:
1) el de la nutrición: produce leche para alimentar a la cría o a quien lo
necesite, incluso ella misma.
2) El de la protección: es una coraza y la mujer debe poner el pecho para
defenderse.
3) El de la atracción: se muestra, se oculta. Acerca a los otros pero a la vez,
puede poner distancia.
Los órganos que derivan del mesodermo moderno guardarán una íntima relación
con el mandato generacional de ser fiel a la propia historia. Se refiere a los
tejidos de sostén que justamente son los que permiten la estructura para
continuar. Son los siguientes:
Arterias.
Articulaciones.
Bazo.
Corazón.
Corteza suprarrenal.
Dientes.
Ganglios linfáticos.
Gónadas (intersticios).
Hipodermis.
Huesos.
Músculos lisos.
Músculos estriados.
Riñón (parénquima).
Sangre.
Tejido cartilaginoso.
Tejido conjuntivo y adiposo.
Tendones.
Útero (músculo liso).
Vasos linfáticos.
Venas.
Ficción evolutiva.
Se trata de entender en qué momento y para solucionar qué situación nació el órgano
enfermo. Se aborda también la función general de la hoja embrionaria de la que nace.
Los ejemplos que vamos a dar siempre se referirán a pulmón. Aquí aportamos su origen a
partir de la necesidad biológica de captar oxígeno del aire al salir del agua por falta de
alimentos. La función general de la hoja embrionaria de la que deriva (el endodermo) es la
búsqueda, incorporación, asimilación y eliminación de la presa (ya sea aire o alimento). Si
no se produce la incorporación de oxígeno, el ser vivo muere. Esta ficción concluye con el
concepto de la enfermedad como repetición de ese momento evolutivo; la dificultad en la
incorporación del aire (de forma sorpresiva, dramática y en soledad) activa un programa
cerebral para resolver esa dificultad en la supervivencia.
Ficción animista.
Aquí se presenta el traslado de todas estas funciones descriptas a la dimensión de los
significados que aporta el lenguaje. No solo se hace uso de las llamadas metáforas sino
también de las metonimias, o sea el juego con los fonemas.
En el pulmón: el miedo brutal (quedarse sin aire) la impaciencia, todo tiene que ser ya
(inmediatez). Las pérdidas, lo que se desecha (el ritmo de entrar y salir). La dependencia,
la espera de la ayuda de los otros (pasividad). El contacto con lo espiritual (la
inmaterialidad). La incapacidad de absorber alguna información (el no tener filtros). La
relación con el pasado (el intercambio con lo que ya se usó). La comunicación con el
entorno (la entrada del mismo aire que usan todos). La invasión del espacio o territorio
propio (asfixia). En esta ficción animista se rescata la descripción que hace el paciente. Si
dijo que es un filtro, se da énfasis a este error en relación a la exigencia que se le está
dando a un órgano que no es capaz de filtrar. Si dijo que es un motor, se menciona la
exigencia de una actividad que no tiene. Los distintos significados del órgano enfermo
que el lenguaje aporta, son utilizados para entender el desarrollo psicobiológico de la
enfermedad.
Características personales.
Aquí se vuelcan todos los datos anteriores, a la personalidad y al carácter del paciente.
Como vive las urgencias y las esperas (inmediatez), las pérdidas (espiración), la
dependencia o el exceso de actividad (pasividad), la espiritualidad o la sutileza del
pensamiento (inmaterialidad). Como se relaciona con el filtro de la información. Se usan
todos los elementos psicobiológicos pero se los relaciona con las características precisas
del paciente. Si es miedoso. Impaciente. Aquí, en las características de la personalidad del
paciente, se aborda el rol biológico que describe la MPB. Si es territorial (busca el
reconocimiento para lograr consistencia) o si es proveedor (busca tener para lograr su
consistencia). También se trabaja su rol primario o secundario. Al ser el pulmón un
órgano donde se dirimen cuestiones territoriales, se observa la recurrencia de las
enfermedades del pulmón en el rol biológico territorial. En esta etapa del abordaje se
desarrolla la esencia del pensamiento psicobiológico.
Sucesos previos.
Se le pide al paciente que describa los hechos previos a la enfermedad que él pueda creer
que guardan alguna relación con ella y luego se van hilando todos los elementos
psicobiológicos con lo que dice el paciente. Sucesos en donde esperara que algo ocurriera
desde hace mucho tiempo (inmediatez). Alternancias muy bruscas de la tristeza a la
alegría (respiración). Perder algo en forma abstracta (inmaterialidad).
Sentirse asfixiado por falta de espacio. Hamer le da mucha importancia a un suceso de
miedo muy intenso, muchas veces relacionado a diagnósticos brutales.
Siempre se buscarán sucesos de ese tipo pero no se dejará de ver lo relacionado a lo
psicobiológico. Habiendo expuesto ya el rol biológico del paciente se apuntará a los
hechos que le hagan perder consistencia en su rol. La pérdida de trabajo no afectará a un
territorial de la manera que afectaría a un proveedor (este último se queda vacío). La
amenaza de no ser reconocido solo afectará al territorial. Un macho primario reaccionará
a la invasión con ataque. Un secundario con huida. En esta etapa se trabaja la reacción
biológica de ataque-huída-inmovilidad frente a los sucesos desencadenantes de una
enfermedad.
La acción médica.
Este trabajo es siempre complementario pero la mayor parte de las veces, imprescindible.
Sin los instrumentos médicos habitualmente (ver -El consenso colectivo-) no logramos
detener la enfermedad.
Desde la teoría de la MPB, todos los instrumentos deben ser coherentes con lo que
venimos desarrollando. El sistema médico actual hace esta tarea francamente difícil. Un
derrame pleural que produce una muy mala calidad de vida puede ser punzado por este
motivo, pero ese acto debe hacerse en un servicio convencional y esto de por sí es una
grave complicación. La presión de los médicos actuantes puede determinar un grave
conflicto de diagnóstico que agrava el cuadro. Tratamos en todos estos años de trabajo de
desarrollar un acompañamiento del paciente en estas situaciones pero no siempre esto
puede lograrse.
Específicamente usamos la homeopatía como medicamento que nos permite ayudar a
equilibrar el sufrimiento del paciente y acompañar los síntomas sin bloquearlos ni
profundizarlos.
Una segunda herramienta es el trabajo con nosodes de los propios medicamentos
quimioterápicos que la medicina convencional utiliza. Esto nos ha permitido evitar
muchos de los efectos colaterales cuando ya se está realizando la quimioterapia.
Un tercer instrumento es el uso de medicaciones naturales capaces de aumentar el nivel de
neutrófilos circulantes que permitan la acción de competencia territorial con las células
enfermas sin destruirlas. Solo evitando su crecimiento.
Un cuarto instrumento es la hipertermia que junto a la medicina ortomolecular son aliados
fundamentales para lograr el drenaje natural de la enfermedad.
La acción médica también utiliza medicamentos convencionales cuando éstos son
necesarios y los médicos deben tener la suficiente formación para trabajar en forma
conjunta con los oncólogos y radiólogos.
La mítica de la mitosis
La mítica de la mitosis.
Este es un dibujo bidimensional trazado con tinta sobre papel que al mirarlo unos
segundos se convierte en una figura tridimensional transparente. Si lo seguimos mirando,
vuelve a ser el cubo original. Pareciera que el cerebro altera caprichosamente ambas
figuras.
Creo que la contribución más importante de un investigador no es construir nuevas teorías
o descubrir un nuevo hecho, sino descubrir una nueva manera de mirar las viejas teorías y
los viejos hechos. Esta nueva mirada induce espontáneamente un clima general de
creatividad, que luego sí puede producir nuevas teorías y poner al descubierto hechos que
hasta allí ni siquiera eran imaginados.
No podemos llamar a este proceso un cambio de vista. Se trata de una verdadera
transfiguración.
Recordemos para entender este proceso el relato de la transfiguración de Jesús. El elige a
tres de sus discípulos para ir a orar al monte. Una vez allí, Jesús se aleja un poco y ellos se
quedan dormidos. Cuando abren sus ojos ven a Jesús transfigurado. Sus vestimentas
emiten rayos de luz y su cara tiene un aspecto distinto. Está conversando con dos personas
en las cuales los discípulos reconocen a dos figuras de hace miles de años: Moisés y Elías.
Uno de los discípulos se acerca y les pregunta si quieren que les prepare las carpas para
dormir. Ellos no contestan porque los discípulos no han entendido nada. Una nube los
envuelve y se escucha la palabra de Dios que dice "Este es mi hijo más amado, el
elegido". Ellos vuelven a dormirse y al despertar ven a Jesús solo y en su aspecto habitual,
que les dice "No temáis, pero no cuenten nada de lo que han visto".
Lo llamativo de este pasaje del evangelio es por un lado la posibilidad de Jesús de hablar
con personas de otros tiempos y a la vez, los cambios físicos que en él se producen. Por
otro lado, la imposibilidad de los discípulos de entender lo que ocurría aún cuando lo
estaban viendo; inclusive la percepción de Jesús del temor de ellos a los cuales les
recomienda no hablar.
Creo que esta transfiguración forma parte del proceso que estamos viviendo y que algunos
se quedan en una de las figuras del cubo y otros en la siguiente, sin entender que no es el
cubo el que cambia sino nuestra mirada.
La propuesta de la Medicina Psicobiológica pasa necesariamente por esta transfiguración.
El ciclo celular.
Transmitir un conocimiento que siempre ha sido divulgado en la literatura científica e
intentar hacerlo para que todos lo escuchen, requiere del uso de giros lingüísticos y
metáforas que provoquen una captación inmediata.
Vamos a intentar hacer esto desde uno de los conceptos fundamentales para comprender
la expresión de la vida.
La proliferación celular es la base de la vida y también de muchos de los procesos que nos
llevan a la muerte. La célula se divide siguiendo reglas que hace que esta división solo se
produzca en el tiempo adecuado y la cantidad de veces necesaria.
Hay células que se dividen con frecuencia y otras que solo rara vez lo hacen. De acuerdo a
ello, existe una clasificación de tres tipos celulares:
1) Células en división continua o lábil: proliferan durante toda la vida del organismo,
sustituyendo a otras, que a la vez, se destruyen continuamente. Lo hacen a través de las
llamadas células madre, que tienen una gran capacidad de división. Las células lábiles se
encuentran en: el epitelio estratificado de la piel, en la mucosa de la boca, el cuello uterino
y la vagina; en la mucosa que reviste todos los conductos excretores; en el epitelio
cilíndrico del aparato digestivo y el útero; en el epitelio de transición del aparato urinario
y en las células de la médula ósea y el aparato hematopoyético.
2) Células estables o quiescentes: habitualmente tienen un índice de replicación bajo
pero sometidas a diversos estímulos pueden reproducirse rápidamente. Ellas se
encuentran en el parénquima de los órganos glandulares del cuerpo (hígado, riñón,
páncreas), en las células del músculo liso; en el endotelio vascular y en los fibroblastos,
condrocitos y osteocitos. Lo determinante para que estas células puedan proliferar es que
su membrana basal esté íntegra.
3) Células permanentes o indivisibles: se dice de ellas que han abandonado el ciclo
celular y no pueden sufrir una división en la vida post natal. Son las células nerviosas, las
musculoesqueléticas y las cardíacas. Sobre las primeras actualmente se piensa que
también podrían reproducirse.
Así vemos que hay células que siempre pueden dividirse, otras que solo lo pueden hacer
bajo ciertas características y otras que supuestamente nunca lo hacen.
Veamos la intimidad de este proceso.
Las distintas fases.
El proceso y el tiempo en el cual una célula da origen a dos células hijas, se llama ciclo
celular. Tiene cuatro fases (G1- S- G2- M) y dura 24 horas.
La fase G1 (del inglés gap = intervalo) es el tiempo previo a la replicación del ADN
(donde se encuentra la información que pasará de una célula a otra). Ella dura de 6 a 12
horas. En esta fase, la célula dobla su tamaño y su masa.
Lo que más nos interesa rescatar de esta fase es el momento en que la célula hace una
comprobación o inspección de calidad en dos aspectos: a) que ya no se necesite más masa
para replicar ADN y b) que las condiciones ambientales (temperatura, sales nutritivas,
factores de crecimiento) son óptimas. Este momento lleva el nombre de -Punto de
restricción- (punto R).
Meditemos un momento sobre este punto de restricción. La célula aumenta su tamaño y se
prepara para el siguiente paso pero se toma un tiempo para observar las condiciones en
que esto se va a hacer. Solo va a seguir si las condiciones propias y del ambiente son
adecuadas. Si no, no sigue. Saben lo que hacen. A este punto R se me ocurre llamarlo -
Momento de Reflexión-.
Si algo caracteriza a la inmadurez, es la falta de reflexión. Hacer las cosas sin evaluarlas.
Observemos que la célula se toma casi la mitad de lo que dura el ciclo en este punto de
control. Haciendo una metáfora sobre este hecho, es como si nosotros nos tomáramos
cuarenta años de nuestra vida en reflexionar si seguimos o no tal como estamos.
El punto R está mediado por una proteína llamada -quinasa dependiente de ciclina-
(CDK), cuya función es transferir grupos fosfatos. Cuando la célula ha recibido pocos
fosfatos (está hipofosforilada), un gen llamado -supresor- bloquea la progresión del ciclo
celular. Si en cambio, la célula está hiperfosforilada (tiene muchos fosfatos), el punto de
control R se pierde (falla) y el ciclo celular continúa en condiciones inadecuadas.
Podríamos decir que el punto R falla cuando hay mucha transferencia. En un giro del
lenguaje, decimos que un exceso de carga impide una óptima reflexión. Esta carga suele
llamarse la predisposición genética, pero a nosotros nos gustaría llamarla el peso de
nuestra historia (los secretos familiares, las lealtades ocultas, las injusticias
generacionales)
El punto R y el cubo.
R. Dawkins dice que no podemos seguir creyendo que lo que nos ordenan nuestros genes
es fijo e inamovible. Que existen otras formas de transmisión de información.
El cita un trabajo de Jenkins al describir el canto de un pájaro del orden de los
paseriformes que vive en unas islas frente a Nueva Zelanda. En la isla que él trabajó había
un repertorio total de nueve cantos distintos. Cualquier macho determinado entonaba
solamente uno o dos de esos cantos. Los machos pudieron ser clasificados en grupos
según los dialectos.
Comprobando las canciones de los padres y los hijos, Jenkins demostró que los modelos
de canciones no eran heredados genéticamente. Cada joven macho podía adoptar
canciones de sus vecinos por imitación, de una manera análoga al lenguaje humano. En
ciertas ocasiones, Jenkis tuvo el privilegio de presenciar el "invento" de una nueva
canción, que ocurría al cometerse una equivocación al imitar una antigua.
Lo describe así: "Se ha demostrado que surgen nuevas formas de canciones ya sea por el
cambio de tono de una nota, por repetición de una nota, omisión de notas y combinación
de partes de otras canciones existentes....La aparición de la nueva forma se producía
abruptamente y el producto era bastante estable durante un período de años. Más adelante,
en cierto número de casos, la variante era transmitida con precisión en su nueva forma a
jóvenes reclutas, de manera que se desarrollaba un grupo coherente y reconocible de
cantores". Jenkis se refiere a los orígenes de nuevas canciones como "mutaciones
culturales".
Dawkins llama a estas mutaciones culturales "memes" (o nemes) y son replicadores que
parasitan el cerebro y tienen las mismas leyes que los genes. Hay memes positivos: el
lenguaje, la misericordia, la aritmética. Hay memes negativos: el odio racial, el desprecio
por los pobres, etc.
Volviendo al punto R (de restricción o de reflexión), decíamos que si falla la transferencia
de fosfatos, falla el ciclo. Se nos ocurren las siguientes preguntas: a) ¿Deberemos
aprender a meditar el momento óptimo de seguir?; b) ¿Tendremos que seguir siendo
dominados por nuestros determinismos biológicos, por lo que hemos nombrado como
nuestras neuromatrices? (incluyendo los programas biológicos de supervivencia que
Hamer llama enfermedad); c) ¿Habrá técnicas, abordajes, medicamentos que nos ayuden a
cumplir este punto R?
La segunda fase.
Aquí se produce la síntesis (fase S) de ADN. Dura 6 a 8 horas y es el momento en el que
el ADN se replica separando su doble hélice y permitiendo que cada una de las cadenas
sirva como molde para la síntesis de una nueva cadena complementaria.
Aquí no existen puntos de control.
La tercera fase.
Se llama G2 y es el período que transcurre entre la finalización de la replicación y el
comienzo de la división celular. Dura 3 a 4 horas.
La célula madre se prepara para dividirse en dos células hijas.
Aquí hay un segundo punto de control llamado G2-M (intervalo2-mitosis) en el que la
célula debe comprobar dos condiciones antes de tomar la decisión de continuar con la
división: a) que ha duplicado la masa para albergar a dos células hijas y b) que la
replicación se ha completado y solo se ha hecho una vez.
Volvamos al cubo. Ya se tomó la decisión de copiar la información. Se reflexionó, se
restringió y se cedió la información.
A este punto de control G2-M lo llamaremos (haciendo una metáfora significante)
"Gracias Madre". Acá si se comprueba falta de espacio o fallas en la replicación, se
procede a parar el ciclo.
El punto "Gracias Madre" es el que va a permitir o no la creación de una nueva vida. Aquí
está el misterio de la creatividad. El permiso para albergar una nueva vida. La posibilidad
de usar respuestas que nadie ha usado antes y no seguir practicando las respuestas
biológicas de siempre. ¿Acaso no es eso extender la conciencia? Transfigurarse.
Es en esta fase donde ocurren las aberraciones cromosómicas. Podemos decir que no
existe control de la aptitud de ese ser, en ese momento, para extender su conciencia. Una
madre es un albergue y es una transferencia. La célula madre transfiere ese albergue a las
células hijas.
Recuerdo un caso que contó Hamer en un seminario, de una niña de 14 años que queda
embarazada habiendo tenido relaciones sexuales sin penetración. En todo su embarazo
solo decía "no me rompió...no me rompió". Cuenta Hamer que el bebé nació con el ano
imperforado.
Aquí hacemos las siguientes preguntas: a) ¿Qué es extender la conciencia?, b) ¿Qué tiene
que ver la capacidad y la información con ello?; c) ¿Se puede evitar una aberración
congénita?
La última fase
La fase final se llama M (mitosis) y dura solo 1 hora. Como vemos, todo el tiempo se va
en preparativos.
Primero desaparece la membrana nuclear (profase) y luego se forma la placa ecuatorial
(metafase). Es aquí donde ocurre el último punto de control que se llama punto M y es el
que permite seguir adelante si los cromosomas estás alineados. Si es así, las cromátides
hermanas se separan yendo cada una hacia un polo de la célula (anafase) y cuando llegan
a los extremos (telofase) se escinden por la zona media dando origen a dos células hijas
(citocinesis) idénticas a la madre.
El punto de control M es el encargado de observar si los cromosomas están alineados; en
fila. Esto me hace recordar cuando en el ejército nos hacían formar filas para
luego...romperlas. El punto M es el punto Marcial. Se trata de la disciplina y de la
autoridad de las decisiones. Aquí (al igual que en el ejército) no hay motivos. Se trata de
terminar algo para poder empezar de nuevo.
El punto marcial es la protección de la autoridad. En un giro del lenguaje, diría que es el
punto "Gracias Padre", la Ley.
Aquí hacemos las siguientes preguntas: a) ¿Qué relación tiene la pérdida de los valores
humanos con el punto M?; b) ¿Se puede formar un nuevo lineamiento, un nuevo meme en
lo que respecta a la enfermedad?
¿Cuál es el objetivo?
Las cuatro fases de la proliferación celular y los tres puntos de control vistos con la
mirada del cubo, nos permiten pensar el proceso de la vida y la enfermedad desde un lugar
creativo: ¿qué se proponen estas fases y estos controles?
Actualmente se habla de oncogenes, de genes supresores de tumores y de genes de
reparación de ADN. Todos ellos son elementos que interactúan en el ciclo de división
celular en una especie de rivalidad por el territorio que nos llevaría a un análisis
exhaustivo de este tema. Por ahora digamos que de esa rivalidad surge la vida y surge,
entre otras cosas, el cáncer.
Si podemos ver lo que ocurre y transfigurarlo, tendríamos la oportunidad que ninguna otra
especie ha tenido y que es la de modificar el comportamiento de estas fases y estos puntos
de control. Analizando las preguntas que hemos hecho en las distintas fases, queremos
proponer un clima de creatividad ya no en la enfermedad sino en lo cotidiano de nuestras
existencias. Aprender a observar, poder extender nuestra conciencia y tener la autoridad
de terminar para empezar de nuevo. Son los desafíos que propone este modelo.
Se nos dice que estas fases y estos controles son patrimonio de la ingeniería genética. No
dudamos que ella abrirá muchas puertas pero estamos convencidos de que hay otros
caminos que no saltan a la ciencia sino que la transfiguran.
Apostamos a ello.
Soy bárbara. Hoy tengo 19 años y estoy por empezar el segundo año de mi carrera como
profesora de sordos.
Vivo con mi mamá, mi papá Fer y mi hermanita. Trabajo y tengo novio al cual amo y tengo lo más
grande de todo el mundo: a Dios en mi corazón.
Vivía de médico en médico, veía poco a mis amigos, casi todos los días lloraba por algo y lo peor
de todo, tenía el cáncer más maligno, si se lo puede llamar así, que pudiera haber tenido.
Fue una etapa de mi vida de la que muy pocas veces me acuerdo y si lo hago, es para sentir el
sufrimiento que mucha gente hoy pasa con sus enfermedades. El sufrimiento de sentirse
observado, discriminado y convertirme sin habérmelo propuesto, en un gran problema para todos
los que me querían.
Hoy, a seis años de mi enfermedad, siento que todo pasó con un propósito, el cual estoy viviendo
hoy día: servir a los planes de Dios. También puedo decir que me sirvió para confiar en mí misma,
en que realmente puedo lograr algo si me lo propongo y por sobre todas las cosas, aprendí que
puedo sentir el amor de los demás sin necesidad de enfermarme tan brutalmente.
Algo quisiera corregir en mi tratamiento. La manera que tienen algunos médicos de tratar a sus
pacientes. Sé que algunos solo piensan en ganar plata y que la mayor parte trata la enfermedad
sin pensar lo que siente el que la sufre. Pero creo que si el médico, solo cambiara su mirada fría
por una sonrisa, el enfermo sanaría. Quizás no, pero hasta el último momento, sabría que valió la
pena luchar.
Esto que escribo, va dedicado a toda esa gente enferma que cree que no tiene salida. Les pido
que confíen porque yo sé que hay salida.
Y a ustedes, los médicos, que aprendan que en una sonrisa puede estar la vida.
Bárbara fue diagnosticada en Julio de 1994 con un sarcoma de Ewing en la mandíbula derecha. La
evolución del tumor era tan tórpida (ver foto) que se le pronosticó pocos meses de vida. Se le
propusieron quimioterapias agresivas y cirugías muy cruentas.
Hoy, ya terminada su carrera de sordos, ha comenzado a estudiar canto lírico y día a día sigo
aprendiendo de su angelical sabiduría, junto a su mamá y su hermana Flor.
Las deformaciones de su mandíbula fueron reintegradas por nuestra Madre Naturaleza (ver foto
actual) y su testimonio es un canto a la vida y a la esperanza.
A los seis meses de la primera cirugía, vuelven a operarme para comprobar que todo estuviera
bien. Todo salió bien y no necesité de ningún tratamiento, salvo los controles de rutina. En ese
momento, tenía 41 años. Siempre me trataron los cirujanos y oncólogos tradicionales, que eran
médicos muy conocidos en la ciudad donde vivo. A ellos, les pregunto si la aparición de mi
cáncer, tendría algo que ver con un conflicto muy grave que acababa de vivir, porque yo estaba
convencida de que era eso lo que me había enfermado. Todos me negaron cualquier relación
entre ambos hechos.
Continué con mi vida aparentemente normal, pero dentro mío estaba instalado un miedo que me
paralizaba y que había cambiado mi vida interior, la que nunca volvió a ser como antes.
Pasaron los años y a fines de 1998, también mediante un chequeo de rutina, encuentran un
pólipo en la vejiga. Si bien el impacto fue tremendo, no me tomó de sorpresa, ya que siempre
tuve mucho miedo que me volviera a ocurrir.
En esta oportunidad, fue mucho más duro lo que tuve que enfrentar, ya que hubo varias cirugías,
casi todas con complicaciones y feas consecuencias. También recibí quimioterapia. Lo que me
pareció insólito, es que la biopsia reveló que el origen de este nuevo cáncer era ovárico
(recordemos que habían pasado 17 años de aquel cáncer). Esto nunca me lo pude explicar.
Solo puedo decir que el año 1999, fue totalmente dedicado a pasar por penosas experiencias.
Creo que la cordura y la fortaleza que mantuve, fue debido a la gran contención afectiva de mis
seres queridos.
En marzo del año 2000, por recomendación de una persona conocida, conozco al Dr. C., quien
practicaba la Medicina Psicobiologica. Yo desconocía de que se trataba esta medicina, pero
comienzo a concurrir a su consultorio y a partir de ahí, empiezo a entender y a conocer, muchas
de las cosas que me habían pasado o porqué me habían pasado. Leo libros donde hay
testimonios de personas que habían vivido lo mismo que yo, que la habían peleado y que
seguramente para ayudar a otros, lo exponían en esos libros.
En diciembre del 2000 y por tercera vez a raíz de un chequeo de rutina, aparece mediante una
ecografía, una masa al lado del recto que mide 5cm.
En ese momento y sin dejar de concurrir al Dr C., consulto con mi oncólogo, quien indica
inmediatamente una cirugía a cielo abierto y me advierte -que seguramente habrá que hacer
rayos o quimioterapia-.
Tomé la decisión de no hacer nada (lo que irritó sobremanera al oncólogo), hasta estar
convencida de lo que tenía que hacer.
Yo estaba tan convencida que era mi última etapa que comencé a prepararme para mi muerte.
Hablé con mis hijos y les hice prometer que cuando yo muriera, me tenían que cremar. Organicé
todo para ser atendida por gente entrenada y les pedí que siguieran con su vida normal, con sus
trabajos y familia; que por mi enfermedad no descuidaran sus cosas.
Tomé la decisión de no repetir ningún tratamiento realizado anteriormente, porque quería morir
con dignidad, aclarando que me dieran morfina cuando la necesitara porque no quería sufrir.
Todo esto se desarrolla a comienzos del año 2001. El impacto me había paralizado. No sabía que
hacer ni por donde empezar.
Con el Dr. C., nos abocamos de lleno a trabajar mis actitudes ante los conflictos a través de
visualizaciones, trabajo con símbolos, medicamentos vibracionales y otros abordajes. Entre ellos,
algo que me permitió descubrir una espiritualidad a la que nunca había tenido acceso: la oración.
Comencé a visitar dos veces por semana al Dr. C. y nos dedicamos a trabajar.
Recuerdo que en una oportunidad, le dije que esta medicina no cruenta ni traumática, era mucho
mas fácil de realizar. El me dijo: -No se confunda; lo que le hicieron anteriormente fue muy duro,
pero se lo hicieron los otros y cuando terminó, usted siguió haciendo su vida normal. Lo que
nosotros estamos haciendo ahora depende de usted, de sus ganas, de su actitud. Va a tener que
encarar la vida de otra manera para no volver a enfermarse y ese trabajo no es nada fácil. Pero
se puede lograr-.
Por sugerencia suya, visité un cirujano que resultó ser una persona cálida y comprensiva. El me
indicó punzar esa masa al lado del recto, cosa que hizo en forma ambulatoria. El resultado de la
biopsia fue un quiste hemático, totalmente inofensivo, que se vació en el mismo acto de la
punción y que no tenía relación con cáncer alguno.
Toda experiencia, por mala que esta sea, deja un saldo positivo. En mi caso sucedió que
encontré algo que yo no tenía y desconocía. La plenitud espiritual que me acompañó en los
peores momentos; ese sentimiento que me llenó de gozo y por el cual aprendí a conocer y a
sentir de verdad la presencia de Dios.
También aprendí que la palabra cáncer no es sinónimo de muerte. Que todos tenemos la
posibilidad de curarnos. Que las peores situaciones se pueden revertir. Yo estoy convencida que
es eso lo que ocurrió en esta oportunidad.
Esto que relaté lo viví yo y es mi deseo que sirva para ayudar a alguien, que al igual que yo,
necesitó tanto de todos.
Un sueño
Un sueño.
Y se le ha abierto el corazón
Comprendido. Protegido.
La falta de identidad.
Sueño, al fin, que los médicos no olvidamos que si no servimos para ayudar
Fernando Callejón
El caso -Olivia-
-Lo que destaca - también para las condiciones del -Spiegel- es la agudeza de la polémica.
No encontramos el usual sermoneo por parte de la posición segura y establecida, sino un
afán tipo religioso. Solo puedo sospechar que alguien se siente afectado y que teme la -
Nueva Medicina- de Hamer más de lo que aparenta. Sería deseable... en lo que se refiere
al carisma de Hamer, que el reportero sólo pudiera sustraerse de ella con dificultad.
El confirma la unión de corazón y conocimiento-... una mezcla de proximidad calurosa y
carisma frío, que- - algo malo tiene que tener - -recuerda a la amenazante fuerza de
radiación de los líderes sectas.- No sé qué tiene que ver esto con la secta -Fiat Lux- (que
pertenece a la sección de -desorden grave-). Se despiertan asociaciones que se quedan
enganchadas. En un par de líneas el reportero se las arregla con el verdadero concepto
de la -Nueva Medicina- de forma superficial. No hace falta decir, que con una temática tan
compleja no podemos ser justos, aunque nuestra intención sea buena. Pero eso tampoco
se desea, ya que de todas formas está claro que todo eso tiene que ser una tontería.
-Hamer refleja hábilmente los puntos débiles de la medicina del estado-, estas debilidades
se confiesan y se disculpan en el mismo momento por ser inmensas, dado que los médicos
se esfuerzan según la interpretación de los autores. Resulta absolutamente inimaginable,
que alguien por sí solo solucione este gran embrollo. De acuerdo - ¡eso es un poco fuerte!
Dado que no se produce una discusión objetiva (según una opinión tampoco tiene por qué
suceder), se inclinan por desacreditarlo. En este caso es bienvenida como fuente incluso
el periódico -Bild-, que llamó a Hamer un -curandero fanático- - ellos tienen que saberlo.
Un pequeño extracto de los muchos atributos que le quedan al -Spiegel- para el Dr. Hamer:
-un sanador de cáncer enajenado-, -medico de cáncer nombrado a sí mismo-, -doctor
milagroso-, -medico tronado-, -Gurú del cáncer-, -excéntrico doctor milagroso del tumor-,
-Fuego fatuo, médico con una mirada flameante-, etc.
Por otro lado, sus adversarios establecidos están en contra: -El especialista de cáncer con
mas experiencia de Austria-, -caballero blanco de la medicina oficial-, -un especialista de
cáncer infantil muy experimentado-, -el adecuado-, -pediatra con estudios oncológicos-, -
la primera dirección en Austria para niños enfermos de cáncer-, el -prestigioso especialista
de cáncer de Kassel- y sus métodos son las -bendiciones del arte de curación establecido-
, -la marcha triunfal de los venenos de las células- con -posibilidades de curación bastante
rentables- (en los tumores de Wilms), -lo médicamente necesario-, -tubos que pueden
salvar la vida-, -tratamiento de primera necesidad-, -posición científica-, -médicos y
enfermeros que trabajan con un gran riesgo-. Todo eso son palabras mayores, que aquí
se han conferido sin estar comprobadas. Tampoco están comprobados los atributos de la
-Nueva Medicina-, es decir, los -caminos errados hacia lo irracional-, -tesis de cáncer
obtusas-, -escritos crespos-, -simples promesas de curación-, -tonterías de Hamer-, -
fracasos esperados-, -sistema de ilusión cerrado-.
¿Serían necesarias cañones tan fuertes, si el sistema fuese realmente tan absurdo? Los
padres de Olivia tampoco reciben compasión. El padre -fantasea- con una -obvia pérdida
de la realidad-, -enseña... durante horas- con una -sonrisa presumida-, -herético-. Además
posee un -teléfono móvil, que le pone en comunicación con el venerado doctor alemán y
sus seguidores-. Debe tratarse de un modelo especial. Al menos, el autor sabe lo -frágil
que se ha vuelto la medicina oficial-, de tal forma que los -enfermos buscan protección en
sanadores milagrosos-, por supuesto -de forma poco critica-. De momento, en el cáncer y
en el SIDA la -medicina oficial lucha con armas sin filo-. Ni siquiera se mencionan otras
armas. La terapia estándar tampoco es brutal, no es una -tortura despiadada-, sino que
actúa sobre -profanos simpatizantes- (de todas formas estos son incompetentes). Además
existe una -situación paradójica, porque cuando más avanzados están los científicos,
consorcios farmacéuticos y médicos técnicos en la curación medica, mas parecen temerla
los pacientes-. ¡Lo han adivinado! - aunque lo que aquí tomamos por paradójico sólo lo
sabe alguien que adquiere su conocimiento por medio de los folletos de estos consorcios
farmacéuticos. Para compensar una atrofia de confianza en la medicina oficial no se les
ocurre nada mejor que el marketing. -Médicos alemanes a toda máquina.- ¿Habrán
aprendido cosas nuevas? No - quieren crear un -nuevo tipo de paciente para que no huyan
aún más pacientes a los sanadores-, o al Dr. Hamer. No esperaba tanta sinceridad. Para
todo lo que no encaja en el concepto, es válido lo mismo que antes: -la efectividad no está
o no está del todo demostrada-. Y tampoco puede estarlo, porque - y existen pruebas de
ello - en varios lugares se prohibió probar las tesis de Hamer... Dado que uno no está
acostumbrado, ni retórica ni técnicamente a la -Nueva Medicina-, se intenta desacreditarla.
Por ello una pobre niña y su bonus de compasión fueron ideales. Toda la situación me
parece una puesta en escena inteligente con vistas a la opinión pública. Al -sistema
Hamer- se le echa en cara algo que la medicina del colegio practica desde hace tiempo: -
Si la cosa funciona, es mérito suyo, si va mal, los culpables son los demás.- El propio
método se desfigura en tantos fragmentos, que tiene que parecer absurdo...
Pero el colmo del descaro es la suposición de que el Dr. Hamer -espera el fallecimiento
de Olivia. De que toma la muerte de Olivia como una victoria.- Tanto cinismo es incluso
demasiado para el -Spiegel- y confirma mi apreciación: descrédito de la peor calaña.-
Hasta aquí la carta del lector al -Spiegel-. La redacción de -raum&zeit- añadió además:
-El odio del Spiegel contra el Dr. Hamer es sólo un ejemplo de la creación de opiniones
de los llamados noticiarios. Entretanto, el Spiegel personaliza el más complaciente
periodismo del poder dominante, camuflado por noticiarios.-
Creo que el ministro de la propaganda nazi, Goebbels, estaría satisfecho con las
publicaciones del -Spiegel-. ¿El -Spiegel- como órgano oficial de la medicina? ¡Así parece!
Lo que siguió
Después de haber cambiado correspondientemente la opinión publica, empezó a atacar
el sindicato. Siempre se volvió a intentar internar a los padres en un psiquiátrico (sobre
todo a Helmut). Dado que las leyes austriacas no permiten una psiquiatrización obligatoria
y los dos ni siquiera fueron a las -charlas-, se crearon -dictámenes lejanos- del material
de televisión sobre los Pilhar, pero con ello no se consiguió nada.
En 1996, Erika y Helmut Pilhar, que hasta ahora no habían tenido nada que ver con la
justicia, fueron presentados ante el tribunal por rapto y tortura de Olivia y condenados
cada uno a ocho meses de cárcel con libertad condicional. La sentencia fue confirmada
en última instancia en 1997. Pero es ahora, tras acabar los hechos, cuando los padres
recibieron toda el acta de la enfermedad de su hija. El hospital cobró para este servicio de
los Pilhar 1.500.
El juicio trataba de sí los padres le habían quitado su hija al estado de forma maliciosa o
si la preocupación sobre la salud de su hija estaba justificada. Pero dado que esta
pregunta está muy unida a la de la validez de la -Nueva Medicina- la sentencia no era muy
difícil de predecir. Para justificar esta sentencia formalmente a los padres y a sus
abogados no se les permitió:
Remitir las actas de enfermedad de Olivia.
Un contradictamen sobre los efectos secundarios de la quimioterapia.
Un contradictamen sobre la -Nueva Medicina-
Una toma de declaración del Dr. Hamer como testigo
Una toma de declaración de otros testigos actuales.
La declaración de los curados de la -Nueva Medicina-
En Internet, donde la familia Pilhar publicó los trasfondos ignorados por la prensa,
escribieron: -Se colocaron treinta (!) policías armados, como si se tratara de un proceso
de criminales peligrosos. Funcionarios vestidos de paisano -aseguraron- el parque
colindante. El juez trató al publico, que en su mayor parte estaba formado por gente curada
por Hamer y gente interesada en Hamer, como si fueran personas de segunda categoría.
Inmediatamente después del -testimonio- de la defensa el juez pronunció la sentencia,
apreciándose de esta forma, que la sentencia ya estaba fijada con anterioridad.
En el periodo del proceso nos proporcionaron una carta de participación. Era una carta de
un empleado del gobierno austriaco, que no conocía al Dr. Hamer. El escribió: -Esto es un
proceso de sistemas totalitarios contra disidentes, es un proceso de alta traición. -De
forma similar nos lo confirmó el experto en psiquiatría. -Nosotros también lo percibimos de
forma similar-.
-Casualmente-, un mes mas tarde se cambio el párrafo correspondiente, en el que se
podía leer que en el futuro próximo un medico puede quitarle a los padres sus hijos aun
con mas facilidad, -si tiene razón para creer, que sin su proceder el bien corporal o
espiritual de la persona menor de 16 años puede estar seriamente dañado-.
El proceso muestra con claridad que no existe una libre elección de la terapia, si se ven
involucrados menores de edad. Esto se contradice con los derechos básicos, pero da
igual, porque el sistema tiene que asegurarse. Los padres Pilhar no solamente han creado
su propia opinión al respecto sobre lo que puede ser mejor para su hija, sino que además
se negaron a conceder la custodia de su hija a una institución anónima, de la que no se
fiaban por una buena razón. Helmut escribió: -Vivimos en una época, en la que metemos
a nuestros niños en la guardería, porque molestan. Si se ponen enfermos los metemos en
los hospitales. Nos deshacemos de ellos y dejamos la responsabilidad a las instituciones.
Y estas son reclamadas por el estado. El estado reclama este desplazamiento de la
responsabilidad, reclama la -irresponsabilidad- del pueblo.-
Olivia pudo regresar a su casa medio año después, aunque tenía que seguir yendo al
hospital para someterse a quimioterapia - durante dos años. Su pasaporte fue requisado
y a los padres se le prohibió cambiar de domicilio. Olivia se ve afectada por lo que le
sucedió: cada noche tiene pesadillas por los sucesos del hospital y depende más de la
madre. De lo que debería. Come poco y su peso esta por debajo de la media. El riñón
restante también parece estar dañado, al igual que el riñón secundario. El hígado, cuya
curación se vio interrumpido por la quimioterapia, amenaza con volverse cirrótico. Pero el
órgano más afectado es el corazón, dado que el veneno se inyectó directamente del
cartílago al corazón. A pesar de ello el estado de su corazón no se controla médicamente
desde hace 10 meses, para no proporcionar datos que puedan documentar las
consecuencias de la quimioterapia.
¿Por qué tuvo que ser precisamente Olivia, la victima de las campañas de los medios de
comunicación contra la -Nueva Medicina-? La respuesta parece algo cruel, pero es
evidente:
A una persona adulta no se la puede obligar a someterse a una terapia. En cambio, el
niño es una excepción, al ser obligado -por su bien- contra su voluntad y la de sus padres.
Pero un procedimiento así tiene que hacerse plausible. Para ello, en nuestro mundo de
imágenes de televisión solamente es apropiado un tumor visible, todo lo demás es
demasiado teorético. El espectador no puede juzgar si la hinchazón del vientre se debe
realmente al tumor. Entonces sólo hay que crear una situación y enseguida todos sienten
compasión por la pobre niña, cuyo -tumor- parece que está a punto de -explotar-. Los -
caballeros blancos de la medicina oficial- vienen para salvar a la niña, curándola con sus
métodos -científicamente reconocidos-. Ya no hace falta demostrar, que en caso contrario
hubiese muerto (y tampoco se puede). Dado que después está -sana- (por lo menos en la
prensa), lógicamente el Dr. Hamer tenia que haber fallado. La cosa estuvo a punto de salir
mal, dado que los padres eran extraordinariamente constantes (por lo que además fueron
castigados). Si se hubiesen quedado en Málaga y Olivia se hubiese convalecido allí, se
tendrían que haber inventado otra cosa.
Helmut Pilhar, que durante los tiempos difíciles tuvo que dejar su trabajo, para tener
tiempo para su hija y todas las adversidades, ya no encontró trabajo. Desde hace un año
y medio ya no recibe dinero del paro ni apoyo social. La situación de la familia es precaria
y viven de donativos y regalos de amigos. A pesar de todas las dificultades la familia sigue
estando convencida del efecto de la -Nueva Medicina-. Con sus publicaciones intentan
animar a la gente, para que la muerte por quimioterapia se acabe de una vez por todas.
La madre, Erika escribió como epígrafe del diario de Helmut:
-Algo así no debe repetirse nunca más. ¡Una familia no debe sufrir nunca más un dolor
semejante!
Biografía de Hamer
Reseña Biográfica
El Dr. Ryke Geerd Hamer nació en 1935 en Frisia
(Alemania), estudió medicina y teología en la Universidad
de Tübingen. A la edad de 22 años, completó su título de
maestro en teología y cuatro años después, recibió su
licencia profesional de doctor en medicina. Los años
siguientes ejerció en diferentes clínicas universitarias en
Alemania.
Fuente:http://germannewmedicine.ca
Manifiesto
Manifiesto.
Debo confesarlo. Estoy preocupado.
Los médicos estamos perdidos.
No sabemos qué es lo mejor para nuestros pacientes.
Pero eso no es lo que me preocupa.
Es que ante esa ignorancia, no dudamos en hacer lo peor.
Somos hipócritas. Somos necios.
Somos poco serios con la gente que nos pide ayuda.
Fernando Callejón
Invierno 2007.
Hamer 2
Qué significa la resolución -biológica- de un conflicto?
Hamer3
CANCER (ERK)
Un conflicto debe definirse siempre de tal manera que en principio
pueda tener validez semejante para todos los seres vivos. Yo defino la
palabra conflicto conceptualmente como -conflicto biológico-. Un
profesor de psiquiatría de una universidad fue interrogado por el juez,
como ya se dijo, sobre cómo definía en su lenguaje, por ejemplo, un
conflicto sexual, al que el Dr. Hamer encontraba en un proceso
conflictivo en que la mujer descubría a su marido -in flagranti- y
entonces padecía un -foco de Hamer- en la oreja izquierda. Respuesta:
-Yo la llamaría una enfermedad narcisista-. Mi contrapregunta: -¿Le
atribuiría también a mi perra la misma calidad de definición del conflicto
psíquico?- - Ya no hubo respuesta.
Allí está el quid de la cuestión: Nuestras definiciones de conflicto
son definidas por la medicina establecida siempre en primera línea
religiosa - filosófica - psicoanalíticamente, es decir de manera
dogmática.
Para mí no hay dogmas que puedan estrechar la ciencia. Cuando
observo que el hombre y el animal enferman por el mismo tipo de
conflicto biológico y se observan los mismos procesos y cambios
psíquicos, cerebrales y orgánicos, entonces habrá que orientar las
conclusiones, reglas o leyes por los hechos y no al revés.
El conflicto no debe entenderse pues en el sistema conceptual
de la Nueva Medicina en el sentido del psicoanálisis como construcción
por décadas de una -constelación conflictiva-, sino como un conflicto
biológico. Este conflicto biológico, que en el DHS impacta como un
rayo en el hombre y en el animal, y genera el foco de Hamer en el
cerebro, al igual que introduce el programa biológico especial para todo
el organismo, es la constelación de un segundo. Por supuesto que toda
la personalidad entra también en un conflicto biológico. Pero esto no
es generalmente lo decisivo. Una pelea violenta con la suegra por los
hijos puede convertirse por ejemplo en DHS por una sola palabra: -
¡Cerdo!-. En ese segundo se define el contenido del conflicto en el
entendimiento del paciente. Se enferma, por ejemplo, de un conflicto
de marcación del dominio, un foco de Hamer (FH) periinsular a la
derecha y orgánicamente de un carcinoma de úlcera vesicular. Desde
ahí continúa la lucha de este conflicto biológico por este -carril de
contenido de conflicto-. La suegra también podría haber gritado: -
Miserable!- Entonces el paciente podría haber sufrido un conflicto de
pérdida de autoestima y la lucha hubiera girado según el entendimiento
del paciente siempre alrededor de su autoestima, si era miserable o
no. Hubiera sido un -carril de contenido conflictivo- muy diferente.
El conflicto biológico se decide en el segundo del DHS, es decir,
se decide en el segundo del contenido conflictivo en cuyo carril se
desarrolla a su vez el subsiguiente conflicto biológico. Una mujer, p.
ej., que descubre a su marido -in flagranti-, no debe sufrir
obligatoriamente un conflicto biológico sexual. En realidad no debe
sufrir un conflicto biológico obligatoriamente, sino que sólo sufrirá un
conflicto, si fue confrontada con la situación en uno o más sentidos de
manera inesperada. Pero aún si llega al DHS, hay una serie de
contenidos conflictivos posibles:
Es conveniente aclarar que el presente trabajo es una breve síntesis de una conferencia
realizada por el sociólogo español Juan Javier Sánchez Carrión, profesor de Sociología de
la Universidad Complutense de Madrid, a quien rendimos este homenaje ya que su
intervención aclara mucho el contenido y las bases de esta nueva forma de ver la
medicina. La conferencia se realizó en una Escuela Taller de Medicina Bio-Psico-
Somática en Madrid, españa, en el año 1997.
En esta intervención voy a tratar de dar una explicación sociológica sobre la situación por la que
pasa la Nueva Medicina (en adelante la NM). Se trata de reproducir la serie de reflexiones e
investigaciones llevadas a cabo desde el momento en el que conozco la NM, veo su interés y
compruebo que, contrariamente a lo que yo podría esperar, no solo no se produce un
reconocimiento de lo que yo entiendo son sus méritos sino que se inicia una durísima
persecución, que la lleva a las catacumbas.
Una primera explicación siempre es buscar una teoría conspirativa: son los médicos (la clase
médica), quienes en defensa de sus intereses profesionales se ponen a la defensiva ante otra
gente que quiere vender un producto diferente, y ésta yo creo que es parte de la explicación de lo
que ocurre con la NM, pero solo una parte, porque no toda la sociedad son médicos. La sociedad
es más que los médicos-quizás está mal hablar de los médicos, puesto que a su vez solamente
son una parte, a la que habría que unir hospitales, laboratorios, etc., de todo el entramado de la
salud-. Los médicos, laboratorios, etc., tienen unos intereses, tan legítimos como los de otra
gente (incluida la que se dedica a la NM), pero que si no tuviesen algún tipo de consonancia con
los intereses del resto de la sociedad no serían aceptados; yo puedo querer algo, y quererlo muy
vivamente y tratar de conseguirlo, pero alguna sintonía tiene que haber entre mis intereses y los
intereses más amplios para que pueda hacer mi deseo realidad.
En este sentido de ver el problema con una perspectiva de ver el problema un poquito más
amplia que la simplemente conspirativa, primero haré una reflexión para tratar de mostrar los
supuestos de tipo social (formas de vida, de organizar la sociedad, las profesiones, etc.) que
subyacen a cualquier forma de medicina, y mas en general de concepción científica. Después
entraré en problemas más concretos, que muestran parte de los intereses que hay en juego en
toda la disputa contra la NM.
Las escisiones.
Primera:
La primera es una escisión entre un objeto y un sujeto del saber. En el caso de la medicina,
donde el objeto es el paciente y el sujeto es el médico, se trata de un objeto que no se cura solo
sino que tiene que ser curado por parte del sujeto médico.
Esta escisión funciona en otros ámbitos como por ejemplo, en la enseñanza: Hay un alumno
que espera ser enseñado por un profesor; el alumno es el objeto del profesor que de alguna
manera le va marcando y le va enseñando. Y no digamos el caso de la investigación social:
siempre hay un objeto (por ejemplo, los jóvenes) que tienen que ser investigados por unos
sujetos (los investigadores sociales) que saben mucho más que ellos sobre sí mismos. Lo que
digo es que ésta es una escisión que no sólo funciona en el campo de la medicina convencional,
sino que es extensible al resto de los saberes científicos.
Segunda:
La segunda escisión se da entre cuerpo y mente, entendidos como dos entidades con entidad
propia y autónoma: el cuerpo visto como una máquina, que se lo repartirán los ingenieros del
cuerpo, que serían los médicos, y la mente, que sería algo más etéreo, que se la repartirán otro
tipo de científicos, que serían los científicos de la mente (los psiquiatras, los psicólogos, etc.).
Tercera:
Hay una tercera escisión entre la salud y la enfermedad: la salud que es lo bueno y la
enfermedad que es lo malo.
Estas son tres escisiones básicas, y ahora veremos sus implicancias de tipo social y las
repercusiones que tiene un tipo de conocimiento que trate de romperlas, para unir lo que está
escindido y bien escindido.
Escisión sujeto-objeto
En el campo de la enseñanza, que es donde yo me muevo todos los días, ¿en qué se traduce
esto? Pues en que no hay unos alumnos que son enseñados por los profesores; son los alumnos
quienes aprenden y el profesor les ayuda marcándoles camino: -bueno, puedes ir por aquí,
puedes ir por allí-. Pero yo estoy harto de dar clases a alumnos que están sentados esperando a
que les caiga el conocimiento del cielo, y tú les repites día tras día una cosa y cuando les
preguntas no han entendido nada, no se han -curado-, porque no han hecho el esfuerzo de ser
ellos el sujeto de su aprendizaje. Romper la escisión objeto-sujeto significaría en mi campo
romper el sistema de enseñanza, no confiar en que hay un profesor que les ayuda a ver
problemas que los alumnos resuelven: -pues hacedlo vosotros y si tenéis necesidad de mí os
hecho una mano-.
Pero esta escisión, no solo se produce aquí, sino que se da también en la ciencia. Por
ejemplo, en las ciencias sociales, que son las que conozco, cuando uno investiga, parte siempre
de la existencia de unos objetos que no se conocen a sí mismos, que alguien ha de investigar
para orientarlos sobre sus problemas, sus intereses, sus necesidades y darles una salida.
Y esta escisión, digamos, es una escisión que no es real, no existe algo exterior independiente
de nosotros mismos. Estoy contando todo esto y luego vamos a la NM para que se vea que el
problema con el que se encuentra, desde mi punto de vista, es el problema con el que se
enfrentan todos los científicos que tratan de trascender este tipo de pensamiento dominante en el
ámbito científico; con el agravante, como veremos, de que en otros campos es más fácil de
trascender el problema, dado que la medicina ha quedado un poquito como el -último reducto de
los mohicanos-. Pasa igual con el campo de las partículas, poniendo un ejemplo de la física:
cuando uno trata de ver la posición de una partícula, el propio acto de observarla modifica su
posición. Digamos que no es que esté ahí y uno puede captarla sin modificarla. Siempre que uno
toca algo lo modifica, en este caso veremos que el médico también modifica al individuo con el
que pretende trabajar.
Luego, si hay tiempo comentamos un libro que trata de mostrar la entidad cambiante de los
objetos médicos, que se modifican con el paso del tiempo, y como interviene en su definición-
construcción aquello que pretende explicarlos-descubrirlos.
Es el caso de la sífilis, que lejos de ser una enfermedad única, a lo largo del tiempo ha ido
evolucionando. Desde la Edad Media, cuando aparecen las primeras referencias a esta
enfermedad, hasta nuestros días, la sífilis pasó de ser una enfermedad venérea (junto a la sífilis
actual se incluía la gonorrea, el chancro blando y el linfogranuloma inguinal) producto de la
conjunción de Saturno y Júpiter, el 25 de noviembre de 1484, en la Casa de Marte y bajo el signo
de Escorpión (al que están sometidas las partes sexuales), a una enfermedad causada por un
agente microbiano (una espiroqueta llamada espiroqueta pálida), pasando por las teorías del
mercurio (propia de los médicos empiristas) y de los humores-sangre (la idea de la existencia de
la sangre sifilítica surgió de la teoría general de la mezcla de los humores).
Tampoco han faltado a lo largo de este período, médicos que negaron la existencia de la
sífilis. Josef Hermann, médico jefe y director del departamento de sífilis del Hospital Imperial de
Wieden, en Viena, hacia 1890 escribía: -No hay sífilis constitucional, por el contrario todos los
síntomas generales, esa compleja multitud de manifestaciones patológicas que tan fuertemente
arraigan en la vida social de la humanidad e incluso en la de una generación entera, no son en
absoluto sífilis, sino exclusivamente el producto del tratamiento con mercurio o de otras
discrasias-.
Puesto que según Hermann , -la existencia de sangre sifilítica es un principio dogmático, del
que no se ha proporcionado la más mínima prueba-, no se podía hablar de una enfermedad
sifilítica. Según Flek, -Hermann apoyaba su teoría en el hecho de que había encontrado mercurio
en las secreciones de pacientes diagnosticados por otros de sífilis constitucional y en los obreros
fabricantes de espejos que sufrían de envenenamiento mercurial y que manifestaban síntomas
generales diversos, en parte muy parecidos a los de los pacientes sifilíticos-.
Cada una de las explicaciones anteriores de la sífilis era consonante con el estilo de
pensamiento de la época: desde la astrología, dominante en el siglo XV, que fija el carácter
venéreo de la enfermedad, y la religión, que la presenta como un castigo por el placer
pecaminoso (-algunos atribuyen la causa de esta enfermedad a Dios, que ha enviado la
enfermedad porque quiere que los hombres eviten los pecados de la fornicación-. Flek), a la
teoría del agente causal como explicación de la enfermedad a partir de finales del siglo XIX
(teoría que domina en la actualidad).
¿Qué repercusiones tiene este intento de suturar la escisión entre objeto y sujeto?
Pero además de la reflexión anterior, que, digamos, cargaría con las tintas sobre el experto-
sería en este caso la crítica al médico que tiene que -curar- casi hasta la fuerza, aunque el
paciente no lo desee-, está la parte del objeto, nosotros los alumnos, los pacientes, que estamos
educados a ser objetos porque es el estilo de nuestra cultura. La ruptura de la escisión supone
asumir la responsabilidad de ser uno mismo el que va a aprender, el que se va a curar, el que se
va a defender, y no confiar en que hay ese sujeto que es mucho mas inteligente, mucho mas
cualificado, ese experto que nos va a dar las soluciones a nuestro problema.
Entonces, al menos por estas dos razones, se me ocurre a mí que las repercusiones de una
eventual ruptura de la escisión objeto-sujeto son grandes por el lado de los profesionales por la
división en la que se funda toda nuestra sociedad, que atribuye un papel excepcional a los
expertos; y por el lado de las personas, porque todos en el fondo, ante la angustia que nos
provoca la enfermedad, el desconocimiento en el caso de la enseñanza, etc, necesitamos
proyectar en otras personas que tienen la capacidad de curarnos, la capacidad de enseñarnos, la
capacidad de todas estas cosas
Por ello, si alguien nos dijera:--Usted tiene que curarse-, lo mas normal es que
respondiéramos:--Oiga, yo no tengo que curarme, yo vengo a que usted me cure-.
Esta lucha, que en la NM está costando tanto, en el campo de la ciencia, con nombres
distintos (constructivismo, reflexividad, auto-organización, auto-observación, etc.), es el pan
nuestro de cada día, solo que no nos pretenden meter en la cárcel a los científicos disidentes de
cada disciplina. Es decir que hay muchas corrientes científicas de campos diversos que se las
tienen que ver con la misma problemática: dar protagonismo a los objetos de su conocimiento
para que accedan al status de sujeto. Pero en el campo de la medicina cuesta mucho mas que se
pueda suturar esta escisión.
Escisión cuerpo-mente:
Escisión salud-enfermedad:
La tercera escisión se produce entre la salud y la enfermedad, entre el bien y el mal. Se trata
de una escisión lógica en unas sociedades dominadas por las grandes religiones monoteístas,
fundadas sobre la existencia de lo bueno y lo malo. Frente a esta escisión que considera la
enfermedad como algo malo y distinto a la salud, la NM ve ambos estados como
complementarios: la enfermedad no es sino la estrategia que utiliza la biología de los individuos
para resolver los conflictos que se les presentan en la vida. Lejos de ser mala, la enfermedad es
un instrumento más del que dispone el individuo para adaptarse al hecho de vivir. Negar la
escisión salud-enfermedad tiene una repercusión muy grande porque cuestiona la progresiva
medicalización de la sociedad, que hace que todo se convierta en enfermedad susceptible de ser
tratada como tal. Entonces el planteamiento de la NM va en contra de un proceso gradual y
acelerado de medicalizar todos los procesos por los que pasa el individuo, desde el momento en
que nace hasta que muere.
La medicalización de la sociedad
El otro día, al tiempo que estaba preparando esta intervención, leí un chiste en el diario El
País, firmado por -el Roto-, que me llamó mucho la atención. Un hijo se dirige a su madre para
decirle algo así: -que no madre, que no tengo depresión, que lo que tengo es un trabajo de asco
con un sueldo de mierda-. Enfrentados a situaciones como la descrita en el chiste es más fácil
decir que alguien tiene una depresión (un problema personal) que decir -que tiene un trabajo de
asco con un sueldo de mierda- (un problema social). Por lo tanto, tratar de contravenir esta
tendencia realmente tiene su dificultad. Medicalizarlo todo es muy cómodo, porque quita todo tipo
de responsabilidades: el problema de la depresión, una vez diagnosticado como tal, es un
problema personal, del que la sociedad no tiene ninguna responsabilidad. Todo queda muy
aséptico, casi como si el problema fuera atribuible al azar: el individuo en cuestión pasaba por la
calle y de repente le cayó una depresión, como le podía haber caído un cáncer o se podría haber
roto una pierna. Ni la sociedad, ni el individuo, ni la familia, etc., nadie es responsable de un
hecho una vez que se ha etiquetado como puramente médico.
Yo creo que para que se mantenga esta situación se tienen que dar varias circunstancias.
Mientras que todos estos planteamientos, estos supuestos sobre los que subyace el uso de la
medicina, son cuestionados en muchas áreas de la ciencia, el cuestionamiento es más difícil que
llegue a este campo; como decía anteriormente, el campo de la salud es como un reducto en el
que permanecen las escisiones que estamos comentando. A mí se me ocurre que hay varias
razones para ello:
Yo, al respecto del tema que hablo, recuerdo siempre la angustia que me creó un amigo
médico, buen internista, ante una enfermedad de un familiar muy próximo, para la que existían
tratamientos alternativos, y ninguno definitivo.
Y me dice:-Toma.
Me pasó un ejemplar del New England Journal of Medicine donde se hacía una valoración de
los diversos tratamientos (quirúrgico o con medicamentos) que había para el problema de mi
familiar (estrechamiento de la carótida interna).
-Esto es lo que yo sé; y por si te falta información toma el manual de medicina que yo
utilizo (el libro de Harrison) y te lo lees.
Y dije:-Cómo?, ¿yo puedo leer todo lo que se sabe del tema? Y si después de leerlo no
encuentro la respuesta definitiva, ¿tú tampoco tienes esa respuesta?, ¿no hay nada?, ¿no hay
ningún conocimiento mas allá de lo que me das a leer?
A lo que respondí:- ¡No me jorobes! ¿Cómo que tengo que decidir yo?
El hecho fue muy importante porque rompió una especie de encantamiento acerca de las
posibilidades de los médicos, que les atribuye unas capacidades que normalmente no se quiere
saber ni hasta donde llegan ni donde las han adquirido-bien es cierto que aquellas personas que
quieren indagar sobre su enfermedad y las capacidades de la persona que las va a tratar no
suelen encontrar facilidades en sus médicos. Es algo así como decir: -es mágico, pero me
pueden curar-.
Entonces cuando te pasan el manual y lo lees, dices:-ante esto que tiene mi familiar, primero
no hay una solución definitiva, segundo hay varias alternativas posibles; es decir, tengo que
decidir yo-. En este caso el médico era amigo, por lo que la situación es excepcional. Lo normal
es que el médico se quede con su bata y con su rol de sujeto curador, y tú te quedas con el de
objeto que tiene que ser curado en base a un acto de fe, que en última instancia, convierte el acto
médico en una especie de hecho religioso. Ese carácter religioso del acto médico yo creo que es
un factor que impide el éxito tanto de la NM como de todas las tendencias del campo de la salud
que tratan de suturar todas las escisiones que vengo comentando.
Luego hay otra segunda razón, que tiene que ver con los intereses económicos que hay en
juego (de médicos, de hospitales, de laboratorios, etc.).
Tengo aquí algunos datos. En Estados Unidos se gasta anualmente un 6% del presupuesto de
salud en diagnóstico y tratamiento de cáncer, que son como 13.000 millones de dólares; y el
gasto en investigación y prevención se lleva otros 2300 millones (datos tomados de E. Richards,
1988). Es decir, hablamos de cifras muy importantes como para que de repente se cuestione el
procedimiento que se sigue en temas de salud.
A casi todos nos es más cómodo medicalizar las cosas y de esa manera quitarnos
responsabilidades, sin tener que entrar en explicaciones sociales de los procesos llamados
enfermedad. Cualquier proceso desagradable, si es posible lo convertimos en un acto médico y -
aquí paz y gloria-. Con esto queremos decir que hay una sintonía entre los intereses de unos
profesionales y una forma de funcionar en la sociedad.
Y luego hay una cuarta circunstancia, que facilita la sintonía de intereses médicos-sociedad,
que es la existencia de una serie de mitos sobre la salud - los mitos no son patrimonios de los
llamados pueblos primitivos; cada ciudad tiene lo suyo propio. Al final del material entregado he
incluido unos cuadros con datos epidemiológicos.
La primera tabla contiene datos epidemiológicos en los que se muestra que el descubrimiento
de las vacunas, o sea la teoría de los gérmenes, no ha sido el factor decisivo en la llamada
curación de todas las enfermedades llamadas infecciosas. ¿Y por qué digo que hay una serie de
mitos? Porque el mito que existe, y del cual yo siempre he participado, es que si ahora no hay
enfermedades infecciosas es porque gracias a las vacunas y los antibióticos se han erradicado.
Si nos fijamos en estos cuadros vemos que no es cierto.
Estos son datos de Inglaterra y Gales, tengo otros para Estado Unidos y para otros sitios y
todos coinciden. Si nos fijamos en el caso de la tuberculosis vemos que cuando se identifica el
bacilo de Koch la tendencia de la tuberculosis ya esta bajando; sigue bajando y, cuando por fin en
el cuarenta y tantos aparece la estreptomicina y más tarde se desarrolla la BCG, ya no existe
esta enfermedad en los países estudiados. Luego, no han sido la vacuna BCG ni la
estreptomicina las que han eliminado esta enfermedad, sino que han tenido que ser otros
factores, de los que luego hablaremos.
En el caso de la tos ferina (tos convulsa) pasa tres cuarto de lo mismo: cuando aparece la
generalización de la inmunización ya no existe esta enfermedad, ya ha desaparecido el problema.
Igual ocurre en los años cincuenta con el sarampión o la escarlatina. Es por ello que hablamos de
las vacunas como de un mito. Entonces lo que parece ha ocurrido es que progresivamente han
ido cambiando las condiciones de vida (salubridad y alimentación, principalmente) en las que
vivía la población occidental. Con la industrialización se mete a casi toda la población del país en
la ciudad y, progresivamente, para que este sana y pueda trabajar, ya no para sí mismos sino
para los empresarios hay que tenerla más -boyante-, se eliminaron las aguas residuales con las
alcantarillas, cambiaron las condiciones de alimentación, cambiaron también las cosechas con los
nuevos métodos agrícolas, etc.
Y todo eso es lo que va provocando, según los autores a los que sigo, el descenso de la
mortalidad. Luego es un mito atribuido a la medicina de quimioterapia el éxito de ese proceso-
caso distinto el papel jugado por los médicos higienistas.
Pero si miramos el cuadrito de la esperanza de vida, se rompe otro de los mitos, según el cual
la esperanza de vida que nosotros tenemos hoy en día es también producto de la medicina. No
es completamente cierto; el cuadro muestra que la esperanza de vida de una persona que habría
cumplido los 45 años en 1972 era poco distinta a la que hubiera tenido en 1900: el que llegaba a
los 45 años vivía prácticamente lo mismo que el que llega hoy en día a esa misma edad.
A mi es una cosa que siempre me llamaba la atención. Yo siempre había visto, cuando leía las
biografías de personas famosas, de Platón y muchos otros personajes históricos, que más o
menos vivían los mismos años que nosotros; los que no vivían eran los esclavos, pero los que no
eran esclavos gozaban de muchas más posibilidades de supervivencia. Y probablemente, no lo
se, con una calidad de vida en sus últimos años mejor que la que ahora tienen las personas
mayores.
Lo que ha cambiado radicalmente desde entonces aquí ha sido la esperanza de vida al nacer,
que es la línea que se ve que sube. Y ¿por qué ha cambiado eso? Porque ha descendido
enormemente la mortalidad infantil. Y aquí de nuevo hay causas médicas y hay otras causas muy
importantes, tanto de tipo económico como cultural. Hay algunos trabajos de epidemiología,
donde se estudia la influencia de los factores culturales, básicamente la relación que establece la
madre con sus hijos, como la explicación de porque baja la mortalidad a lo largo de este siglo.
Dicho un poco -a lo bruto-, las mujeres tienen menos hijos, a los que cuidan mejor (según
criterios actuales) que cuando tenían muchos más - es sabido que las especies establecen
estrategias diferentes de reproducción: las hay que ponen miles de huevos y las hay que tienen
una sola cría a la que sus padre prestan toda su atención. Bueno, entonces éste sería otro de los
mitos sobre la medicina actual.
El último mito al que haré referencia tiene que ver con el supuesto éxito atribuido a los
tratamientos médicos actuales contra la enfermedad, en particular en la lucha contra el cáncer.
Los medios de comunicación transmiten diariamente una imagen exitosa (desde hace años se
propaga el mensaje de que lo que no se ha conseguido -todavía- - siempre esta palabra se usa
en toda referencia a los desconocimientos médicos - está a punto de conseguirse) que en nada
se corresponde con la realidad. Se incluyen datos del Ministerio de Sanidad y Consumos,
relativos al período 1975 - 1992, donde se muestra el incremento de la mortalidad por tumores
malignos:
- Y si tomamos la mortalidad por todo tipo de tumores malignos, en el caso de las mujeres
parece que se ha estabilizado, pero en el caso de los hombres también ha subido.
Las mismas tendencias ascendentes se dan en los Estados Unidos, en especial desde que en
los años setenta el presidente Nixon declara la guerra contra el cáncer de 1975 a 1993, frente a
un 0,1 % de incremento durante el período 1950 - 1970.
Estos datos tratan de mostrar el espectro mitológico de la medicina, que refuerza esa unión de
intereses entre unos profesionales médicos y una población que piensa que le debe a la medicina
éxitos que no le pertenecen. Ello, unido a una cultura que posibilita todas las escisiones a las que
he aludido, hace muy difícil un cambio en la orientación que tiene la medicina en la
actualidad.
Linus Paulin, que era un premio Nobel en Química, y un cirujano escocés llamado Cameron,
durante un tiempo trataron de que se reconociese la bondad de la vitamina C para el tratamiento
del cáncer. Después de diversos experimentos propios, por fin consiguieron una evaluación
oficial, gracias a la presión de Paulin, que hasta llegó a lograr el apoyo del mismísimo presidente
Carter. Ellos habían hecho sus propios experimentos con cantidades de pacientes en los que
mostraban que el uso de la vitamina C tenía una incidencia positiva contra el cáncer, en el
sentido de que prolongaba la vida de los pacientes con esta enfermedad, al tiempo que les
facilitaba una mejor calidad de vida. Su filosofía era distinta a la quimioterapia, que pretende
reducir la proliferación celular en breve tiempo. Su tratamiento no lo planteaban como un
enfrentamiento contra las células sino como una especie de negociación: -vamos a llevarnos
todos bien y que la cosa dure lo más posible y en las mejores condiciones-.
Esa era la alternativa que ellos planteaban con la vitamina C. bueno, pues después de
conseguir que se evaluase su tratamiento y de que fuera rechazado, se comprobó que se había
rechazado porque nunca se había evaluado en los términos que ellos lo planteaban. Se había
evaluado dos veces, primero dando la vitamina C al mismo tiempo que la quimioterapia, con lo
cual el tratamiento no funcionaba; cuando consiguieron hacer un segundo experimento en el que
ya no se daba quimioterapia, la deontología médica hizo que, transcurrido un cierto tiempo-el
aconsejable según el protocolo de la quimioterapia y no el propio método evaluado-, el
tratamiento con vitamina C se suprimía porque no había dado los resultados esperados
(reducción significativa de la proliferación celular). Como resultado de la supresión brusca del
tratamiento con vitamina C, además se producía un rebrote de la enfermedad.
Es decir, no solo es difícil que se evalúe un tratamiento alternativo sino que además es
prácticamente imposible que se haga en los propios términos propuestos por el tratamiento y no
en los de los evaluadores oficiales. Y en el caso de la vitamina C, que es el único que yo conozco
que haya sido sometido a evaluación experimental por la comunidad médica, además luego se
comprobó que los grupos de control no habían funcionado. El experimento consistía en que el
grupo tratamiento tomara vitamina C, y el grupo control no. Con el fin de saber el efecto de esta
vitamina C una gran parte de ellos también tomaba esta vitamina, porque se les suministraba por
otras circunstancias ajenas al experimento, sin que aquellos que lo habían diseñado se hubieran
dado cuenta. Con lo cual era difícil de ver el efecto del tratamiento con vitamina C si, por un lado,
no se respetaban las normas de Paulin y Cameron para ver su efectividad y, además, tampoco se
respetaba una condición que debe tener un experimento con grupo control (que el grupo control
sea de verdad). Cuando Paulin y Cameron trataron de protestar se les negó la publicación en la
misma revista donde se había publicado la inefectividad de su tratamiento, y ahí quedó todo. En
el caso de la NM estaríamos en presencia de un tratamiento que ni siquiera se evalúa, a pesar de
ser públicamente rechazado.
1) La dificultad que existe para que un método no convencional sea evaluado por la
comunidad médica (Moss, 1980, descubrió que de los 58 métodos o tratamientos no
convencionales listados por la American Cancer Society....ninguno había sido evaluado
vía diseño experimental; que sobre 24 tratamientos no se había realizado investigación
alguna y que 7 de los evaluados habían dado resultados positivos).
2) Los distintos criterios de evaluación que se utilizan según la -oficialidad- del tratamiento
(más rígido cuanto menos oficial es), además de la utilización de las propias perspectivas
teóricas y profesionales de los evaluadores a la hora de verificar la bondad de un
tratamiento no convencional y, como consecuencia de todo ello:
Resumiendo:
1- La complejidad que hay para introducir cualquier invento en la sociedad, no solo porque
haya intereses, y los hay y muy poderosos, sino porque esos intereses han logrado
establecer una sintonía con el conjunto de la sociedad, vendiéndoles los suyos como
propios.
3- La otra idea sería que es necesaria una intervención social para participar en la
evaluación y en la verificación de lo que a la sociedad le interesa, no dejando esta
evaluación en manos de -expertos- que no son tales (en el sentido que se suele
entender), sino que son -expertos partidarios en aquello en lo que están investigando-.
Hay toda una tradición muy amplia de sociología de la ciencia (en esta sesión he hablado de
un par de trabajos interesantes) donde se estudia qué ocurrió con la astrología y la medicina, qué
ocurrió con la hipnosis, con la introducción de medidas asépticas en los quirófanos, etc., etc.,
mostrando cómo en cada momento el éxito o el fracaso de cualquiera de las propuestas dependió
del papel político que tenían en ese momento en la sociedad tanto los inventores como sus
detractores, del respaldo social que tenía cada uno de ellos, y no de la bondad intrínseca-algo
que yo creo que no existe- del descubrimiento.
Conferencia Moriano
LA NUEVA MEDICINA
Conferencia dada en España por el Dr. Fermín Moriano (1995)
El Dr. Moriano fue uno de los principales discípulos del Dr. Hamer durante los primeros
años del movimiento de la Nueva Medicina en España.
Buenos días a todos. Mi madre cuando conoció esta medicina me hizo un comentario: -Ahora
entiendo por qué hay tantas enfermedades y tanto cáncer, es porque se está perdiendo el
confesionario. Por eso antes había menos-.
Parece una bobada pero cuando les explique qué es la Nueva Medicina lo van a entender mucho
mejor.
Por primera vez en la historia podemos trabajar con leyes de la naturaleza. Es decir, los médicos
hasta ahora veníamos trabajando con hipótesis, con axiomas no contrastados, con mucha
especulación. Esto hacía que pacientes sometidos a un mismo tratamiento dieran diferentes
resultados. La medicina clásica es una maraña de interpretaciones, una maraña de especulaciones
pero es la única ciencia por llamarla de alguna manera que trabaja sin leyes. Y así como los físicos
y los matemáticos pueden hacerlo los químicos. La medicina entra en la Academia de Ciencias
francesas a finales de 1800, es considerada ciencia pero realmente los médicos que hemos hecho
medicina clásica no la hemos visto como ciencia sino como un arte especulativo y además
aproximativo y de ningún modo veíamos resultados de causa-efecto.
Por primera vez en la historia, un médico alemán Ryke Geer Hamer, catedrático de medicina (no
era un inculto en medicina), especialista en medicina interna, especialista en siquiatría,
especialista en radiología (aparte de eso cursó la carrera de Teología) enuncia leyes de la
medicina. Hamer estudió estas especialidades con todo rigor, tres años por especialidad. Ejerció
durante quince años como jefe de diversos servicios hospitalarios en varios hospitales de
Alemania. En la década de los 70 llevaba ya un tiempo dándose cuenta de que la medicina era
muy especulativa, que no encajaba entre las otras ciencias. Se dio cuenta que faltaba algo, que
no había orden ni concierto. La muerte de un hijo suyo, que fue un hecho famoso porque fue a
causa de un disparo que le dio Victor Manuel de Saboya, príncipe heredero de la casa de Saboya,
fue un hecho determinante. El ya había desarrollado algo sobre la Nueva Medicina y se reprocha a
sí mismo no haber tenido el coraje de sacar a su hijo de los tratamientos de la medicina clásica y
tratarlo como él quería. De resultas de esta muerte Hamer se descubre un cáncer de testículo y
su mujer que es médico oncólogo, desarrolla un cáncer de mama izquierda.
La pregunta de Hamer es como es posible que dos personas sanas, relativamente jóvenes
todavía, desarrollen ambos un cáncer y lo relaciona con el hecho traumático de la muerte del hijo.
En ese momento Hamer era el jefe de los servicios de radiología, oncología y de medicina interna
de modo que estaba en condiciones muy especiales para realizar su tarea de investigación.
El protocolo oficial para el cáncer es cirugía, quimioterapia y radioterapia y se sabe cuál es el
resultado para el 95% de los casos. Hamer se subleva ante esa posibilidad y sobre todo animado
por el hecho de ver que hay una incidencia altamente dramática en la vida de los dos que pudiera
estar relacionado con la aparición de la enfermedad. En el hospital universitario donde trabaja
empieza a hacer una cosa que hasta ese momento la medicina no había hecho nunca. En realidad
sí se había hecho pero tan antiguamente que ya ni se recuerda en los libros de medicina:
preguntarle al paciente por qué cree que está enfermo. Una pregunta que no figura en nuestros
manuales. Entonces les empieza a preguntar a los enfermos de cáncer del hospital si ha vivido
alguna historia o algún incidente altamente traumático en su vida, anterior a la aparición del
cáncer. Para su sorpresa encuentra que absolutamente todos refieren una historia altamente
dramática en un tiempo anterior al de la aparición de la enfermedad. En un principio lo que
constata es que todos, absolutamente todos tienen ese hecho dramático. Luego empieza a
analizar por descarte, por tipo de enfermedad. Pregunta por ejemplo a 100 mujeres diestras con
cáncer de mama izquierda para tratar de encontrar un denominador común. Es así que va
encontrando enfermedad por enfermedad un denominador común de esa enfermedad. Las 100
mujeres con ese cáncer intraductal de mama izquierda tienen un mismo incidente en su vida, un
mismo hecho traumático con un mismo colorido. Pero cuando analiza 100 casos de cáncer de
riñón encuentra exactamente lo mismo. Cuando analiza los casos de cáncer de pulmón encuentra
lo mismo: un denominador común distinto del de mama y de riñón. En principio lo que encuentra
es la relación entre la siquis, es decir las vivencias de las personas y el órgano lesionado.
Relaciona por lo tanto la siquis con el órgano.
La sorpresa más grande que se lleva es darse cuenta que no es una relación del 90 o 95% que ya
sería como para tener en cuenta sino que es del 100%. Empieza a darse cuenta que está tocando
leyes de la naturaleza. Las leyes de la naturaleza, como todos sabéis, dicen que este objeto se
caería un millón de veces si yo lo soltara puesto que se ejerce sobre él la fuerza de la gravedad
que es una ley de la naturaleza y no cabe la más remota posibilidad de que al soltarlo se quede
suspendido en el aire.
Pues lo que ha descubierto Hamer es de esta índole. Yo sé que parece muy duro, muy difícil de
creer, imaginaros lo que puede suponer para nuestra clase médica, que por primera vez le
pongan por delante cinco leyes de la naturaleza que se cumplen en el 100 por ciento de los casos.
Cuando él se da cuenta de esa relación, lógicamente piensa que el ser humano no es
solamente una rodilla, no es solamente un codo, no es solamente un pecho. La medicina
clásica en su súper especialización continua, nos obliga a especializarnos cada día más. Es
habitual que si a una persona le duele una rodilla va a un traumatólogo pero a su vez ese
traumatólogo le deriva a un compañero que es a la vez traumatólogo pero más especialista
que él en la rodilla con lo cual el traumatólogo especializado en rodilla sólo sabe de rodilla. Se
está perdiendo la visión de conjunto, tratamos el cuerpo humano por piezas, por partes
separadas del todo y Hamer lo que sí tiene muy claro es la unidad del ser humano. Se da
cuenta que el ser humano tiene sique (si queréis alma), cerebro y órganos. Está encontrando
la relación entre sique y órgano. ¿Qué está pasando mientras tanto en el cerebro?
El es radiólogo y está harto de hacer scanners (tomografía computada) y nunca ha visto en el
cerebro una señal de nada. Todo sabemos que el cerebro dirige todas las funciones del cuerpo,
sin embargo esto no es tenido en cuenta por la medicina clásica, lo olvida sistemáticamente.
Todos sabemos que el cerebro controla las funciones de todos los órganos, de todos los tejidos y
que está conectado con todas las células. Es más, la medicina clásica admite que una célula, sólo
una célula, es capaz de recibir un orden de 55.000 estímulos bioquímicos simultáneos a través
de neurotransmisores. Sin embargo la medicina clásica sólo conoce un orden de 20. Pero en
cuanto a estímulos bioeléctricos es incalculable la posibilidad que tiene una célula de recibir
información simultánea. Sin embargo no tenemos en cuenta este flujo de información y seguimos
investigando sobre la celulita, que si los oncogenes, que si la célula hace, que si la célula deshace
como si la célula fuera un ente aislado del resto del organismo que llevara su propia vida y se
mantuviera completamente ajena a las órdenes cerebrales. Hamer sabe que eso es incierto y que
hay cantidad de ejemplos cotidianos que avalan su principio de relación sique-cerebro-órgano.
Todos sabemos que un estudiante a la hora de presentarse a examen puede tener una colitis.
Todo médico diría que es normal y que es producto de su estado de ánimo. Si nos damos un
susto nos aumenta la frecuencia cardiaca, también eso es normal. Ante una situación que nos
repele se nos ponen los pelos de punta. La úlcera se llama ya úlcera de stress dando por hecho
que el stress es la causa de las úlceras de duodeno. Se habla también del infarto de miocardio en
las personas de riesgo que trabajan mucho.
Hasta ahí a la medicina no le queda más remedio que asumir, que admitir, y entra dentro de su
lógica esa posibilidad, pero cuando hablamos de enfermedades mayores la medicina deja de lado
estos supuestos. Dice: las enfermedades de las que hemos hablado hasta ahora son
enfermedades sicosomáticas y que las trate el médico de cabecera, el médico de pueblo o el
siquiatra pero dejen para nosotros los cánceres y las enfermedades graves que son asunto de los
entendidos de la materia. Somos superespecialistas, hemos perdido la visión de conjunto y sin
embargo nos arrogamos el derecho de tratarlas porque conocemos más de ellas que nadie. La
equivocación es manifiesta y el sentido de la investigación va por un camino totalmente
equivocado como Hamer demuestra.
Hamer, ante la posibilidad de que el cerebro pueda dar alguna señal de lo que está pasando a
nivel síquico y a nivel orgánico, se sienta un día ante un scanner cerebral que tiene en el hospital
en el que es jefe del servicio y empieza a hacer un scanner cerebral, cosa que hasta ahora no se
había hecho nunca, de aquellos pacientes que tienen una patología no neurológica, no cerebral,
por ejemplo un cáncer hepático.
Todos sabemos que en la radiología hay unas imágenes que la medicina nunca ha sabido explicar.
Son un tipo de circulitos dispersos por el scanner cerebral que aparecen en lugares diversos y
como la medicina nunca pudo darles explicación son considerados todavía como -artefactos-,
productos de la máquina, problemas de la máquina. Hamer se sentó por primera vez en un
scanner para ver si esos artefactos tenían algo especial que decirle en la relación causa-efecto. Y
para su sorpresa comprueba que esas cien mujeres que tenían un cáncer intraductal de mama
tenían un redondelito de esos, un artefacto en la misma zona del cerebro que paradójicamente es
la zona del cerebro que rige la mama izquierda. Pero si analiza los pacientes que tienen un
problema de riñón encuentra que todos, absolutamente todos, tienen un artefacto en una zona
del cerebro que paradójicamente es la zona del cerebro que rige el riñón. Tanto es así que
descubre una cartografía, añade una cartografía nueva al conocimiento médico. Comprueba que
eso que se llamaban artefactos no son artefactos sino la señal cerebral de lo que está ocurriendo
a nivel síquico y a nivel orgánico.
El me contaba un día que cuando descubrió eso se quedó durante tres horas sentado delante de
un scanner porque no daba crédito a lo que acababa de descubrir imaginando lo que venía
detrás, lo que iba a venir. Era demasiado fuerte para que una clase médica sumamente
establecida pudiera asumir semejante descubrimiento. Pero como no podía ser él el único que
diera vueltas sobre este asunto se fue a la Siemes que es en Alemania la empresa más grande
que produce scanners y todo tipo de aparatos de radiología. Al entrevistarse con el jefe de
ingenieros de la Siemens y plantearse lo que acababa de descubrir, éste le dice: Pues mire no
está Ud. muy alejado de lo que nosotros pensamos porque nunca hemos creído que esas
imágenes fueran artefactos, la máquina no puede producirlos. Pero como la clase médica no
puede explicarlos y nosotros tampoco se sigue sosteniendo que lo son. Pero podemos salir de
dudas, podemos crear un protocolo y durante seis meses vamos a estudiar con dos máquinas
diferentes para ver si son realmente artefactos o están en la cabeza del individuo. El protocolo es
muy sencillo y la manera de investigarlo es tremendamente fácil y hoy puede hacerse en
cualquier servicio de radiología. Si el artefacto lo está produciendo la máquina y la máquina lo
produce en una determinada dirección en relación a la cabeza del paciente giremos la cabeza del
paciente. Si la imagen se produce ahora en el mismo lugar anterior estaríamos frente a un
artefacto. Si la imagen se mueve junto con la cabeza del paciente es porque el objeto está en la
cabeza y no es producto de la máquina. Si repetimos la experiencia con otra máquina diferente y
ocurre lo mismo habremos llegado al resultado buscado. Lo que se había planeado como un
protocolo para seis meses en dos meses quedó resuelto.
La conclusión es que esas imágenes estaban en las cabezas de los pacientes y eran la señal de las
enfermedades orgánicas.
Es cuando Hamer postula su primera ley: La Ley Férrea del Cáncer, la ley de hierro del cáncer
porque se cumple en el cien por ciento de los casos. Y no solamente vale para el cáncer. La ley se
llama ley de hierro del cáncer y enfermedades similares al cáncer. La palabra cáncer en la
medicina que nosotros trabajamos ha perdido toda su fuerza y tragedia.
La primera vez que la formula, Hamer dice: todo shock síquico, altamente traumático que nos
toma por sorpresa y es vivido en aislamiento produce una ruptura de campo electrofisiológico en
un área concreta del cerebro y a partir de ese momento se lesiona el órgano que gobierna esa
parte del cerebro. Por primera vez se hace el triángulo. Por primera vez se pueden valorar los tres
polos del ser humano: la sique, el cerebro y el órgano.
Todo shock síquico, altamente traumático, hiperagudo que te pilla a contra pie, es decir
inesperado, produce estos efectos. Hamer lo compara con el penal en un partido de fútbol, el
arquero se tira hacia un lado y la pelota va para el otro, de esta manera se hace el gol. Si la
persona espera el golpe no hay gol. -Que te pilla a contra pie y vivido en aislamiento-: esto es
tremendo, es importantísimo y condición sine qua non para que se produzca el cortocircuito
cerebral. La persona se lo tiene que tragar. La idea por ende le está dando vuelta continuamente,
lo vive en soledad, en aislamiento, no lo comunica. Mientras dura esa situación conflictiva se
produce un cortocircuito a nivel cerebral y desde allí se manda un error de codificación al órgano.
De este modo aparece la enfermedad en el órgano. Esta primera ley se cumple en el cien por
ciento de las enfermedades excluyendo tres tipos de enfermedades: los traumatismos, los
envenenamientos y las que ya se nace con ellas. Todas las demás, absolutamente todas se rigen
por esta ley.
Esta es la primera ley de Hamer. Pero Hamer sigue adelante investigando y además a una
velocidad tremenda y descubre que la enfermedad es un proceso bifásico. Hasta ahora la
enfermedad solamente se tiene en cuenta al momento de dar su primera sintomatología o cuando
es descubierta por una prueba radiológica o por una prueba fortuita en el hospital pero nada más.
El proceso empieza en el momento en que aparece el primer síntoma de la enfermedad y hasta
que la enfermedad termina. Hamer se da cuenta que esto no es cierto. ¿Por qué ? Porque lo
primero que debe hacerse es un scanner cerebral (él a partir de ese momento y todos nosotros
ahora trabajamos con scanner cerebral) que es una prueba científica irrefutable. Con un scanner
cerebral sin saber la historia del paciente se puede diagnosticar todo lo que tiene, lo que ha
tenido, en qué fase se encuentra y qué lo ha producido. Esto es una prueba científica, no es una
especulación, no es medicina alternativa ni es una medicina especulativa. Esto es: -señor mío,
aquí tenemos un scanner y vamos a ver si es verdad o mentira lo que yo digo comparándolo
después con la historia clínica del paciente. Esto es lo más tremendo que Hamer ha aportado a la
medicina.
Además, al seguir investigando descubre que el -artefacto- puede ser de dos formas: si hay 100
personas con un problema de riñón, 50 tienen por ejemplo un artefacto en forma de -diana-, es
decir un círculo con un punto en el medio y los otros 50 lo tienen en forma de mancha, es un
círculo con una mancha negra, un edema cerebral. Entonces Hamer se da cuenta que los que lo
tienen -en diana- tienen el conflicto activo, están viviendo el conflicto en ese momento. Si se le
pregunta al paciente sobre el contenido del conflicto el paciente responde cosas del tipo: sí,
todavía estoy enojado con mi hermano o yo todavía estoy pendiente de la herencia de mi tía.
Pero sin embargo aquellos que tienen la mancha, han tenido el conflicto pero lo han resuelto. Y
esto en el 100 por ciento de los casos: no hay un individuo con una imagen -en diana- que
diga yo ya he resuelto el conflicto y tampoco hay un individuo con esa imagen en forma de
mancha que diga yo no he tenido nunca ese conflicto. Ocurre siempre en el 100 por ciento de los
casos.
Además paradójicamente, a nivel orgánico existe una sintomatología de -conflicto activo- y una
sintomatología de -conflicto en solución-. De este modo Hamer descubre la segunda ley que es la
ley del carácter bifásico de las enfermedades: toda enfermedad es un proceso bifásico en tanto y
en cuanto la persona resuelva el conflicto. Es decir que hay una primera fase de enfermedad que
es la fase del conflicto activo y hay una segunda fase que se desencadena siempre que la persona
resuelve su conflicto. Y en ese momento la solución ocurre, lo mismo que en la fase activa, en los
tres niveles: a nivel síquico esa persona ha resuelto el conflicto, a nivel cerebral lo que antes era
una diana ahora es una mancha y en el nivel orgánico lo que antes era enfermedad, ahora
comienza la fase de curación orgánica. El cerebro da la orden de restitución del daño causado.
Esta explicación terapéutica está a años luz de lo que hasta ahora conocíamos. Lo más
impresionante, vuelvo a repetirlo, es que la ley de la naturaleza, se cumple en el 100 por ciento
de los casos.
Sin embargo encuentra un muro impresionante. Muchas veces está el conflicto en solución con su
imagen cerebral en forma de mancha, a nivel síquico, hablando con el paciente, el paciente relata
que tuvo el conflicto pero que ya lo ha resuelto y en ese momento empiezan a aparecer los
síntomas a nivel orgánico. Y eso no encaja. A veces no existe relación entre el estado emocional
del paciente, su estado cerebral y algunas enfermedades. En la fase activa no han dado señal, sin
embargo en la fase de solución empiezan a dar señales, empiezan a dar sintomatología. Hamer
empieza a investigar sobre embriología.
Embriología es la parte de la medicina que estudia desde el momento de la fecundación hasta el
momento del parto, es decir la evolución del embrión, cómo se va formando. Pero todos los
médicos sabemos (y esto ocurre en todas las facultades) de embriología lo que aprendemos en el
primer trimestre del primer año de medicina en Anatomía I. Una vez aprobado ese trimestre se
sigue adelante y no se vuelve a estudiar embriología en el resto de la carrera. Por lo tanto, la
bibliografía que hay sobre embriología es simplemente descriptiva, de cómo se va formando el
feto. Parecería ser que la Naturaleza no tiene mayor intención en esa formación. Es un hecho
como puramente casual: de alguna manera se tenía que formar, ya hemos descubierto cómo, así
que cerramos el capítulo. Es por eso que Hamer se ve obligado a investigar solo qué importancia
tiene que un órgano esté formado por un tejido o por otro. Todos sabemos en medicina que todo
el organismo está formado por solamente tres tejidos, tres hojas blastodérmicas: el ectodermo, el
mesodermo y el endodermo. Bien, Hamer se pone a estudiar qué importancia tiene que un
órgano esté formado por mesodermo o endodermo y es en este punto cuando descubre su
tercera ley que es la confirmación de la segunda. Descubre cómo funciona cada tejido del
organismo en conflicto activo y en conflicto en recuperación y se encuentra con que el 80% de las
enfermedades actualmente diagnosticadas como enfermedades son en realidad la fase de
curación de los conflictos. Es decir por ejemplo si un cáncer intraductal de mama en una mujer,
al ser un ectodermo, un ectodermo en fase activa del conflicto pierde sustancia, se hacen úlceras
en los conductos galactóforos de la mama pero la mujer y el médico no lo notan porque ese
proceso no da sintomatología. Sin embargo a nivel cerebral tendría la imagen en diana y a nivel
síquico esa mujer tendría el problema activo. Pero si la mujer resuelve el conflicto inmediatamente
viene la orden cerebral de curación del daño causado.
Yo siempre pongo un ejemplo que vais a entender rápidamente porque supongo que esto es
demasiado espeso para los que no son médicos: un día a uno cortando jamón se le va el cuchillo
y se lleva un trozo de carne, no un corte sino un trozo. Todos sabemos lo que ocurre al día
siguiente, la medicina lo ve normal y lo deja evolucionar. Al día siguiente lo que ocurre es que se
inflama la zona de alrededor de la úlcera y se van a empezar a reproducir los tejidos del borde
con la intención de cerrar el agujero, de restaurar el daño, de tapar el boquete. Durante ese
tiempo la zona va estar más o menos enrojecida e inflamada. El cerebro ha dado inmediatamente
la orden de reparar el daño. A nadie se le ocurriría ir a un oncólogo a que le hiciera una biopsia
de esa herida. Pobre de él si se le ocurriese ir y más si el oncólogo le hace caso, lo que es difícil, y
le saca una muestra del borde de la herida y se la manda al patólogo. Sin decirle nada al patólogo
porque si le dice algo el patólogo ya sabe lo que tiene que decir. Pero si no le dice nada el
patólogo va a firmar un informe que dice que eso es un epitelioma, un cáncer de piel. Pero lo que
en realidad se está produciendo es el relleno de un agujero. Bien, en la mama de la que
hablábamos antes nadie ha visto la primera fase de la enfermedad, la fase del conflicto activo.
Sólo se ve la fase de solución que es la aparición de un edema alrededor de las úlceras de los
canales galactóforos de la mama y una proliferación celular en los bordes de las úlceras que
intenta rellenarlas. Pero claro como da inflamación y molestias, la mujer sale corriendo al
ginecólogo, el ginecólogo ve eso anormal, fuera de lugar, le hará una biopsia y el diagnóstico será
cáncer intraductal de mama. Y esa señora se estaba curando. Esa señora no tenía cáncer ya. Esto
que digo sé que es brutal porque hoy por hoy es la causa de muerte más importante en las
mujeres. Sin embargo el cáncer de mama se diagnostica siempre en fase de curación.
Ahora veamos qué haríamos nosotros: tranquila señora Ud. no tiene ningún problema, ni biopsia
ni nada. Déjelo y lo mismo que a los quince días terminaba el proceso de cicatrización del cuchillo
del jamón, el edema se retira y la zona queda cicatrizada, exactamente lo mismo hace el
organismo en la mama. Y al cabo de un tiempo eso se retira y no pasa absolutamente nada.
Esta es la tercera ley. Hay tres tejidos. De este que hemos hablado es el ectodermo. Pero otro
tipo de tejido es el endodermo que es el tipo de tejido que forma fundamentalmente el tubo
digestivo que funciona completamente al revés. En vez de perder sustancia en fase activa lo que
hace es proliferar sustancia en fase activa y necrosarse en solución.
Por ejemplo un señor vive un conflicto del tipo que nosotros llamamos de guarrada. Le han hecho
una guarrada muy grande. Concretamente un señor que es socio de su cuñado, un día, yendo a
la escribanía después de muchos años de sociedad descubre que el cuñado ha puesto todo a su
nombre y prácticamente lo ha dejado en la calle. Vive la situación no solamente desde el punto de
vista económico sino también por aquello de que -mi cuñado me ha hecho una guarrada-. El
colorido del conflicto es el que determina el área concreta del cerebro que se va a lesionar y por
lo tanto el órgano afectado. Por eso es que en 100 casos de mama, las 100 mujeres tienen un
conflicto con el mismo colorido. Sin son diestras y la mama es la izquierda sería un conflicto de
madre-hijo. Conflicto de separación de un hijo. Si la mama es la derecha sería un conflicto general
y especialmente de pareja.
Pero volviendo al ejemplo anterior, al vivir el conflicto como guarrada, no como pérdida
económica sino como guarrada, el señor lesiona la zona cerebral que rige el colon y mientras está
viviendo el conflicto activo, en el colon se está produciendo un tumor, es un carcinoma de colon,
es un tumor en la luz del colon. Si ese tumor crece y no llega a un tamaño suficiente, no afecta al
tránsito intestinal y la persona no tiene sintomatología. Pongamos que al cabo de uno o dos
meses se decide y le cuenta a su mujer y habla con su cuñado. El cuñado reconoce su error y
llegan a un acuerdo, van a la escribanía y arreglan todo. El señor resuelve su conflicto. Pero al
cabo de unos días comienza a sangrar por el recto. ¿Por qué sangra ? Es un endodermo y en
fase de solución tiene que necrosarse el tumor. Este es el primer síntoma que tiene este señor,
una proctorragia. Nadie está acostumbrado a deponer heces con sangre. Sale corriendo a ver al
médico. El médico le hace una rectoscopía y se encuentra con el tumor. Diagnostica carcinoma de
colon y desencadena lo que ya sabéis. Ese señor ya estaba curado.
Muchos os plantearéis: ¿por qué la gente dejándose a su libre albedrío en casa no se cura? Es la
pregunta que se hace casi todo el mundo puesto que en 80 o 90 % de los casos podríamos
dejarlos puesto que aparece la sintomatología en fase de curación. Hay una teoría y además esto
tiene para mí un particular interés personal que es la teoría de la metástasis. Si alguno de
vosotros habéis visto los programas de televisión que hemos hecho, en el segundo programa yo
hablo precisamente de las metástasis. No me quería venir de Barcelona sin hablar de eso porque
tiene una importancia tremenda. Toda la oncología se basa en dos hechos fundamentales. El
primer hecho es el diagnóstico del patólogo, del anatomo patólogo, el que analiza las células.
Toda la clase médica piensa que el patólogo hace siempre diagnóstico de certeza. El patólogo
como dice Hamer es siempre como una tirada de dados. Esto es muy duro. Tengo amigos
patólogos y algunos que trabajan con nosotros que están de acuerdo concretamente en esta
expresión, que es una tirada de dados. Es triste decirlo pero el patólogo no es nunca capaz de
diferenciar una proliferación celular que se ha formado en un callo de fractura de una
proliferación celular con la que se ha formado un osteosarcoma si no se le dice de dónde procede
la muestra. Es decir no son capaces de diferenciar una proliferación celular proveniente de una
cicatriz de una proliferación celular que ha formado un cáncer. El diagnóstico lo da en medicina la
concurrencia de tres servicios: anatomía patológica, oncología clínica y radiología. Pero ninguno
por sí mismo puede hacer diagnóstico certero en oncología. Ahora unidos los tres... Si esta
muestra que le mando al patólogo es de un señor que ha sido atropellado por un auto hace
quince días, con la imagen radiológica que muestra el corte en el fémur, está clarísimo que la
muestra corresponde a un callo de fractura. Otro caso. Un señor que tenía un cáncer de hígado
hace dos años y por regla general hace una metástasis generalizada por todo el cuerpo entonces
se trata de cáncer.
Y no es cierto. En anatomía patológica en el diagnóstico celular se tienen que dar 10 pasos y en
cada uno de esos pasos hay 10 variables. Hay montones de trabajos en medicina clásica que
demuestran que una muestra de tejido mandada a 25 patólogos distintos sin decirles de dónde
procede daría 25 resultados diferentes. Y eso es la base fundamental de la oncología. A tal
extremo que en la calle se dice que un patólogo es capaz de diferenciar una formación celular
benigna de una formación celular maligna, de si esto es un cáncer de grado tal. Esto es
totalmente falso.
La espina dorsal de la oncología es la creencia en la teoría de la metástasis. La teoría de la
metástasis está viva desde hace nada menos que 119 años y la postuló un médico alemán que se
llamaba Virchow. Esta teoría dice que un cáncer originario puede dar metástasis, es decir otro
tumor en otra zona del organismo mediante diseminaciones patógenas. Es decir que una célula
cancerígena se separa del tumor originario y la metástasis se implanta luego en el nuevo territorio
y allí se reproduce y da por lo tanto un segundo cáncer. Hay un hecho que es indudable, que
todos lo vemos y es que un cáncer se puede diseminar por todo el organismo. Un cáncer que hoy
lo tenemos localizado aquí, dentro de seis meses puede estar en cinco partes más. De alguna
manera había que explicar este hecho incuestionable. Sin embargo las teorías siguen vivas hasta
que alguien demuestra que son falsas o se encuentra otra teoría que sea más creíble que la
anterior. Esta teoría de la metástasis estuvo vigente hasta los años mil novecientos sesenta y
poco. Si por ejemplo, tenemos un cáncer de hueso en la rodilla y luego aparece en el pulmón
todos pensaríamos que una célula de la rodilla, caminando por la sangre llega al pulmón y forma
un cáncer óseo en el pulmón. Sin embargo el avance en la electrónica y en los microscopios
demuestra que las células del pulmón son siempre células pulmonares. Por lo tanto esa célula
ósea que ha venido viajando por la sangre, al llegar al pulmón tendría que formar un cáncer óseo
y sin embargo en el pulmón no encontramos un cáncer óseo. Y en el hígado un cáncer que no sea
hepático. Y en hueso un cáncer que no sea óseo. Por lo tanto hay que reforzar esta teoría y hay
que decir que esa célula que por otra parte y esto quiero recalcarlo que nunca jamás se ha
encontrado en la sangre, esa célula en su camino por la sangre sufre una metamorfosis y se
convierte en el tipo de célula que corresponde al órgano que va. Esta es la espina dorsal de toda
la oncología y la que desencadena todo el proceso terapéutico oncológico de quimioterapia y
radioterapia. Como dije en el programa de televisión es inaudito que con el avance tecnológico y
de laboratorio que tenemos hoy no hayamos podido encontrar una célula viajando por la sangre
cuando somos capaces de encontrar otro tipo de células y todos los subproductos de una célula
(las transaminasas, enzimas). Tenemos la forma de encontrarlos y medirlos. Sin embargo no
somos capaces de encontrar una célula entera en la sangre. Los japoneses están marcando
células tumorales con radioisótopos radioactivos tratando de determinar si esas células viajan por
el torrente sanguíneo y hasta ahora no se ha podido ver que alguna célula se ha salido de su
tejido y se haya implantado en otra parte. ¿Por qué ? Porque esa teoría es falsa.
Hasta que llega Hamer y demuestra el por qué de las metástasis. Hamer va a un congreso y dice
miren, lo que ustedes están contando es lo siguiente: que una célula cancerígena que es tal
porque se ha vuelto loca, que no sabe lo que hace, se separa de su tumor original, pierde su
conexión con el cerebro pero eso no importa, es autónoma, se pone a viajar por la sangre aunque
nunca se la ha visto. Es tanto como decir que un canadiense rubio de ojos azules que está loco se
hecha a nadar al mar pero como nadie lo ha visto no sabemos a qué mar se ha tirado. Y en su
caminar, cuando está nadando sufre una metamorfosis, según parece además de loco es
superinteligente porque se da cuenta que va a China y cuando llega a China ya se ha convertido
en chino. Miren hasta ahí hasta podría creerlo. Pero lo que no puedo admitir es que un oncólogo
entre mil millones de chinos pueda afirmar que uno determinado es el canadiense.
Esta es la teoría de las metástasis: como a una persona se le encuentra un tipo de cáncer en una
pierna todo lo que aparezca a partir de ese momento aunque no se parezca ni en pintura viene de
la pierna. Entonces cuál es el tratamiento de la medicina clásica, el tratamiento de la medicina
clásica es acabar con esa hipotética célula que está solamente en la mente de los médicos porque
nunca se ha encontrado en el cuerpo. Acabar con ella como sea, empleando quimioterapia.
Es el caso de una señora a la que se le ha diagnosticado un carcinoma intraductal de mama. Hay
que quitarle la mama mediante cirugía. Es un bultito que mide un centímetro y está detrás del
pezón, está muy alejado de la parrilla costal, sin embargo se le quita toda la mama. Le hacemos
una mastectomía total. Pero como pensamos en esa maldita célula que se puede haber escapado
vamos a irradiar toda la zona porque de ese modo vamos a achicharrar no solamente las propias
sino también las extrañas. Y después por si las moscas le vamos a dar quimioterapia lo cual la
persona, que es mucho más fuerte que lo que la medicina se cree, aguanta. Y al cabo de cinco
años, revisión periódica tras revisión periódica cada seis meses, le aparece una osteolisis. Una
descalcificación de una vértebra o una descalcificación de la cabeza del fémur derecho. Se le hace
una gama grafía ósea y esto basta para diagnosticar una metástasis de hueso. La pregunta sigue
siendo la misma: ¿dónde ha estado esa célula durante cinco años ? Estamos hablando de una
célula que salió hace cinco años de la mama y que ha aguantado cirugía, radioterapia y
quimioterapia (estaría en el fondo del mar, metida en un cofre, aguantando todas estas historias)
y al final, después de cinco años aparece en el hueso de la cadera y hace decir al oncólogo que la
señora tiene una metástasis ósea.
O después de 22 años como tengo yo un caso. A los 22 años le aparece una metástasis.
¡Santo Dios! ¿Alguien conoce una célula que viva 22 años? Sin embargo esto que lo conocen
todos los médicos no es para ni siquiera pensarlo. Solamente las neuronas viven desde el
momento en que nacemos hasta el momento de morir. Precisamente el único sitio donde no se
dan cánceres, en las neuronas. Lo que pasa es que al no saber, la oncología está dando tumbos
de un lado para otro. Hamer demuestra que esto es totalmente falso.
¿Y qué es lo que dice Hamer? En un proceso oncológico, cuando se tiene un cáncer, hay un
momento en que se produce un shock altamente traumático hiperagudo que te pilla a contra pie y
que es vivido en aislamiento. Es el propio diagnóstico y el proceso oncológico el que va
desarrollando metástasis. Así encontramos una mujer que hace miedo a morir porque tiene 32
años y le han diagnosticado cáncer. Al hacer el miedo a morir lesiona a nivel cerebral la zona que
corresponde al pulmón y al cabo de dos meses tendrá una suelta de globos en el pulmón. Y el
médico le dirá ¿ves como era verdad que lo que tenías en el pecho era un cáncer? Y no tiene una
metástasis pulmonar proveniente de la mama. Porque además el intraductal de mama es un
ectodermo y el pulmón es un endodermo, es un adenocarcinoma. Pero puede que esa mujer no
haga miedo a la muerte y entonces no le sale nada en el pulmón. De allí el hecho de que las
metástasis son imprevisibles. A esa señora de 32 años no le preocupa la muerte, lo que le
preocupa es que tiene dos hijos pequeños en este mundo y que si ella se muere, sus hijos van a
quedar abandonados y hace un miedo a dejar a sus hijos en la indigencia y esa mujer tendrá una
metástasis hepática en el plazo de seis meses a un año. Pero puede que no tenga hijos y que
aguante toda esta historia y que no haga metástasis en ningún lado. Le dirán entonces -lo hemos
tomado a tiempo, quédate tranquila, no va a pasar nada. Te vamos a dar quimio y radio para
nada, no se puede haber escapado una célula-. Pero a esa mujer la someten a un tratamiento de
quimioterapia y además antiestrógenos que le van a quitar la libido. Esa señora va a perder su
apetito sexual y tiene 32 años y un marido joven y entonces esa mujer al cabo de un tiempo sufre
una tremenda desvalorización de sí misma en el terreno sexual. Y esa desvalorización sexual
afecta a la pelvis y como está en fase activa del conflicto y es un mesodermo perderá sustancia,
es decir se harán agujeritos en los huesos. Al cabo de dos años a un médico se le ocurre hacer
una gamagrafía ósea y encuentra esos agujeritos y le dice -tienes una metástasis ósea-. Eso ha
ocurrido a los cinco años del cáncer de mama. La señora recibe el segundo diagnóstico como
diciendo -ya no tengo escapatoria, si después de cinco años de estar luchando contra él me
vuelve, aparecer ahora ya no tengo escapatoria-. Ahora es cuando hace miedo a la muerte y
aparece la metástasis pulmonar. Lo más maravilloso de todo es que esto se puede demostrar en
el 100 por 100 de los casos.
La cuestión es que no son las situaciones en sí las que crean los problemas sino cómo uno las
vive. Uno es responsable de su propia enfermedad y lo que descubre Hamer es que la
enfermedad no es un error de la madre naturaleza, que la enfermedad no es un fallo del
cuerpo humano, del modelo, incluso que la enfermedad no es un castigo por nuestros pecados
ni es una forma de penitencia. La enfermedad es un programa inteligente de la madre
naturaleza encaminada a decirle a las personas -esta situación que estás viviendo no te
conviene-. Hamer descubre nada más y nada menos que la Naturaleza quiere que seamos
felices y que cuando vivimos y nos empeñamos en vivir una situación que va en contra de
nuestra propia esencia, que va en contra de nuestra coherencia interior, se desencadena un
programa a nivel cerebral que mediante la lesión de un órgano nos pone en aviso.
Hamer ha llegado a encontrar la relación causa-efecto de prácticamente el 90 % de las
enfermedades. Figuran en una tabla de varias columnas, tipo de enfermedad, el conflicto que la
produce, cómo evoluciona a nivel orgánico en fase activa del conflicto y cómo evoluciona a nivel
orgánico en fase de solución y el foco de Hamer en el cerebro. Esta tabla es una máquina de
hacer medicina.
Somos nosotros los causantes de nuestra propia enfermedad, no podemos echarle la culpa a otro.
Se acabó eso de decir la naturaleza ha fallado en mí, la mala suerte, el castigo divino y ahora voy
al médico para que me cure haciendo abandono de nuestra propia responsabilidad. En la medida
que se resuelva el conflicto la enfermedad se cura y no hay tu tía, y cualquier cosa que haga el
médico no podrá curar si el conflicto está activo. Se acabó eso de ir al médico para que el médico
resuelva el problema.
Ahora el médico podrá dar las cartas de navegación. Dirá -la enfermedad viene por aquí-, lo que
está tratando de decir es -cuando una persona está viviendo una situación indigesta está
haciendo un cáncer de estómago y en este momento en la curvatura mayor del estómago se está
desarrollando una masa tumoral en base a células hiperproductoras de ácido clorhídrico que se
necesitan para digerir-. Mientras no se resuelva el problema y no deje de indigestarse con la
situación ya se podrá quitar el estómago o cualquier otra cosa, pero la enfermedad seguirá
adelante.
En los scanners cerebrales nos encontramos por ejemplo con conflictos de pérdida. Un conflicto
de pérdida de un ser querido afecta en mujer a ovarios y en varón a testículos, con conflictos de
territorio que afecta a arterias coronarias, con conflictos de frustraciones de tipo sexual, con
conflictos de desvalorización. Hay un completo mapa cerebral con los diferentes conflictos.
Nos encontramos con que si agrupáramos todos los tipos de conflicto del mapa cerebral nos
encontraríamos con dos grandes tipos de conflicto. Los demás son matices de ellos. Dependiendo
del matiz es el órgano que se ve afectado. Estos dos tipos de conflicto en los que cae el ser
humano son conflicto de apego y conflicto de desamor. Y no hay más.
En el caso del apego por ejemplo un señor que tiene una fábrica y la fábrica se le viene abajo:
contrariedad indigesta, contrariedad en el territorio, pérdida económica, se me viene todo abajo,
ya no puedo más, ¿qué va ser de mis hijos ?, guarradas, pérdida de amigos-
En el caso de desamor nos encontramos muy a menudo con el conflicto de desvalorización. La
desvalorización es un conflicto de desamor con uno mismo. Un conflicto de desvalorización
intelectual afecta las vértebras cervicales y en fase activa del conflicto perderá sustancia
(descalcificación) y en fase de recuperación habrá recalcificación y allí es cuando duele. Sólo
duele en fase de solución. Para recalcificar el hueso se tiene que distender el periostio y eso es lo
que produce el dolor.
La desvalorización siempre se relaciona con los huesos y tiene múltiples matices. Si uno retoma la
Biblia, allí se nos dice que somos templo del Espíritu Santo pero no lo hemos creído. ¿Y quién
mantiene el templo levantado? Las columnas. Y cuando uno no se cree que es templo del Espíritu
Santo se dice que es una porquería, que no vale para nada, que no soy capaz, que a mí Dios no
me quiere, etc. Se está atentando contra las columnas del templo. Y como esta es una situación
en la que entramos y salimos con mucha facilidad se genera una artrosis. La artrosis es un
conflicto activado y desactivado. Cada vez que desactivamos recalcificamos, cada vez que
activamos descalcificamos. Es durante la recalcificación (desactivación del conflicto) cuando se
produce el dolor.
La columna dorsal es afectada por un conflicto de desvalorización de la personalidad, Y así
seguiríamos: el hombro derecho por la pareja, el hombro izquierdo por los hijos, la cadera
derecha es no poder con una situación. Y todo esto se cumple en el 100% de los casos.
La desvalorización afecta a huesos, músculos y ganglios. Del matiz de la desvalorización depende
la zona del cuerpo en la que va a aparecer el conflicto. Los ganglios linfáticos son conflictos de
leve desvalorización de sí mismo. Los músculos se ven afectados por una moderada
desvalorización de sí mismo y los huesos por una gran desvalorización de sí mismo.
Los ganglios linfáticos son un mesodermo que en fase activa del conflicto pierden sustancia y
entonces tenemos una persona que tiene una leve desvalorización de sí mismo por ejemplo un
conflicto de territorio (su casa, sus posesiones, su trabajo, incluso su territorio afectivo). Al perder
sustancia se hacen agujeritos en el interior del ganglio, se convierte en un queso gruyère. Esta
situación no da sintomatología ni puede detectarse por radiografía y no vamos a ir al médico a
que me saque algunos ganglios para verificar esto. La fase activa del conflicto pasa desapercibida.
Al producirse una revalorización comienza la etapa de solución. La orden cerebral ante el conflicto
resuelto es que se rellenen los agujeros. La única manera de rellenar estos agujeros es generar
material extra y se produce un edema. Vamos al médico que decide sacar un ganglio y se
encuentra con células en reproducción y el diagnóstico es linfoma de Hodkin. Justo cuando se
estaba curando. El médico dice que como estas células en reproducción son malignas hay que
sacarlas y por lo tanto establece un tratamiento con quimioterapia. Pero el cerebro siempre gana.
¿Cómo codifica el cerebro esta agresión? La codifica como agresión: -no me dejan curar-. El
cerebro no sabe en qué facultad estudió el médico, no sabe de las buenas intenciones del médico.
El cerebro codifica los hechos: -si estoy mandando una orden de rellenar agujeros y un gracioso
me mete quimio para evitar que las células se multipliquen debo dar una orden de aumentar la
producción de células-. De ese modo estamos jugando al ratón y al gato. ¿Qué hacemos un
linfoma de Hodkin ? Pues nada, tranquilos. Después de seis meses ya habrá pasado todo.
Yo pido perdón por estar fumando. Desde que me enteré que no produce cáncer ya no lo
dejo.
Tengo que aclararlo porque el tabaco es malo. Es un tóxico y ya hemos dicho que las leyes de
Hamer no se cumplen en estos casos. Aquí no hay conflicto de Hamer. La nicotina y el alquitrán
son tóxicos directos sobre los bronquios y eso más tarde o más temprano termina en una
bronquitis crónica obstructiva. Lo que nunca puede producir es cáncer. Pero sin embargo este
paquete de cigarrillos, puede producir cáncer de pulmón. Tiene un texto que dice -Las
autoridades sanitarias advierten que el tabaco puede afectar seriamente la salud- y en otros dice -
las autoridades sanitarias advierten: fumar provoca cáncer-.
Esto es mentira. Pero en la consulta tengo casos reales. A un señor padre de cinco hijos le están
diciendo continuamente -papá no fumes, papá no fumes...- Una mañana se levanta y como tiene
una bronquitis obstructiva y las secreciones pulmonares se remansan por la noche ya que los
cilios de los bronquios no pueden moverse libremente por acción del tabaco, tiene que provocar la
tos matutina del fumador para expectorar. Pero como tiene una irritación continua de la faringe
por culpa del tabaco tiene las venillas a flor de piel y un día al expectorar explota una venilla y cae
en el lavabo un esputo con sangre. Entonces el hombre dice: -zás, ya está aquí, me lo pillé-. Es
un shock síquico, altamente traumático, que lo pilla a contrapie y lo vive en aislamiento por que
se asusta y calla. -No voy a ir al médico, para qué, mira que me lo han dicho veces...- y está
noche y día dándole vueltas al tema y tiene la mala suerte que a los tres días se repite el esputo
con sangre. Tarda tres meses en ir al médico. Tres meses que vive con una angustia de muerte.
Cuando va al médico tiene ya un nódulo pulmonar, un adenocarcinoma de pulmón. Si hubiera ido
el primer día no le hubieran encontrado nada. Fue el miedo lo que le causó el cáncer de pulmón.
Hoy está por la calle claro.
Deudas y conflictos
Dr. Reynaldo Oscar Ojeda.
El Dr. Ojeda es médico, nacido en Villa Mercedes, San Luis, Argentina. Miembro fundador
de la Asociación Argentina de la Nueva Medicina.
La persona se relaciona consigo mismo, con los otros, con la naturaleza, la divinidad con
su yo existencial (territorio + nido). Cuando saluda, da la mano a otro, comercia, va una fiesta o
reunión, trabaja, compra, pasea se sienta en una plaza, etc., lo hace con toda su personalidad.-
Nuestras relaciones personales son con todas nuestras facetas o caras y así nos
tenemos que asumir.-
Si bien el ser humano tiene o debería tener el control de sus instintos y automatismos
como signo diferenciador de los animales, generalmente no nos comportamos de esta forma y
asumimos comportamientos de los seres vivos inferiores.-
La enfermedad por grave que sea puede y debe ser curada, con la resolución del
conflicto psicobiológico. La resolución es existencial, positiva y creativamente una nueva
situación biológica; no una adaptación conformista, si no una auto creación personal superadora
y vitalizadora.-
Un ciervo que es desplazado de su territorio por otro mas joven en una lucha, si no muere por las
lesiones, se refugia en una laguna o aguada, se llena de barro y espera aislado su curación. Si no
es cazado por un depredador en este estado, se recupera y sale en busca de una nueva manada
como la que tenía.-
Aislado, solo y con un objetivo casi imposible, termina con una muerte - natural-, brusca o
cazado por un depredador.-
Los pocos que se salvan son los que encuentran y se adaptan a una nueva situación
biológica distinta a la que tenían.-
Son los que encuentran un numero chico de hembras perdidas y solas, igual que el, y
aceptan hacerse cargo de ellas.-
Territorio perdido, afectos (nido) amenazado. ( -Viejo dicho criollo que dice: cuando la
miseria entra por debajo de la puerta el amor sale por la ventana.-) ¡El deudor ha experimentado
un conflicto psicobiológico!
Ante una situación de crisis biológica la naturaleza toma las siguientes actitudes 1) ataca
enfrentando el problema (desarrollo de crecimientos celulares). 2°) Escapa (dejando ulceras). 3°)
Se paraliza (inmovilizaciones). 4°) Se somete (disfunciones).-
La actitud biológica natural del deudor es: A) aislar el problema (huye), niega su realidad
o la oculta. B) se somete; de la deuda no se habla ni se muestra, no se la toca socialmente,
continúa aceptando las reglas - sociales y económicas - impuestas por la globalización; aún a
cuesta de su autoestima, de su verdadero yo.-
También nos hace entender por que una vez resuelta una situación financiera, se aleja
(escapa) de la institución ( animal que vuelve al bosque a su auto defensa) para seguir en su
individualismo y autosuficiencia, esperando mágicamente que quien lo expulsó de su esquema
vital lo devuelva a la fantasía contracultural.-
El acompañamiento y la contención emocional que tanto hemos hecho, nos hace decir
que quizás hemos salvado más vidas que deudas.-
Pero falta lo esencial de acuerdo a mi punto de vista, es la resolución real del conflicto
psicobiológico del deudor.-
Para que el hombre pueda reencontrar libremente su libertad debe desprenderse de los
condicionamientos que se lo impiden.-
La estafa cultural ha sido ejecutada; unas de las victimas de la misma somos los
deudores.-
Recomponer la cultura del trabajo no solo debe ser una auto creación individual si no
interpersonal.-
Saber que el encontrar las posibilidades productivas que hay en cada uno hace renacer
la autoestima viéndonos en el espejo real y no en el de la ficción contracultural.-
¿Qué es verse en el espejo real? No es otra cosa que saber que hemos sido victimas
¿de quien? De la estafa contracultural de la mal llamada globalización.-
Pero que no nos quedamos en este concepto de victimizado por el cual debemos pasar;
si no que salgamos junto a otros hermanos en busca de nuevos esquemas productivos.-
Saber que aprendimos a trabajar, que lo sabemos hacer, que debemos salvar la mayor
cantidad de bienes para que estén en manos de los argentinos productores, que el deudor es otro
excluido que con solidaridad está forjando el surgimiento de valores creativos, luego de haber
pasado o estar pasando por el dolor.-
El participar activamente en la esperanza real de una nueva economía que nos incluya
dignamente, junto a los otros argentinos estafados, ultrajados y excluidos nos permite resolver el
conflicto psicobiológico en que estamos.-
CLINICA:
Debe ser coherente con la filosofía y el cuerpo teórico en la que se
sustenta.-
El abordaje del paciente debe estar acompañado con la compresión
de su estado y la satisfacción de sus necesidades, indudablemente que nosotros
necesitamos la recolección de numerosos datos que no suelen ser factibles de
encontrar o abordarlos en una sola consulta,
Desde los datos personales a:
Motivo de consulta
Enfermedad actual con todas sus características
Carácter del paciente.-
Test del aplauso para determinar la dominancia cerebral
Pedido y lectura de la TAC, sin hacer de esto un instrumento mágico.
Examen clínico y pedido de estudios complementarios
Historia de la persona: para rastrear la causa/s desencadenantes y
evitar apresuramientos de rápidas hipótesis.-
Rieles secundarios.
Historia familiar: para determinar pautas conductuales, mitos y
mandatos familiares.-
Creencias: que pueden estar relacionadas con la enfermedad.-
Determinación de los arquetipos que se han puesto en juego.
Los capítulos del cuerpo: el cuerpo es un libro, hay que aprenderlo a
leer en cada una de sus páginas, deben ser estudiados desde los arquetipos que
se está expresando la célula.
Determinación clara del o de los DHS.-
Diagnóstico Psicobiológico
Estado neurovegetativo actual
Tratamiento.-
Historias abiertas
HISTORIAS ABIERTAS
Ramón Guerra
Aclaración: agradecemos profundamente la participación del DR. Vicente Herrera, quien nos ha
enviado el prólogo de uno de sus libros para su publicación en nuestra página.
__________________________________________________________________
PROLOGO
Cuando Ramón Guerra me entregó estas narraciones para efectuar este prologo, mi primera
reacción fue estrictamente emocional, ya que un torrente de neuromediadores que trasmiten los
buenos sentimientos se desparramó por todas las redes cerebrales de mi sistema nervioso
central, periférico y autónomo. Y en efecto, al leerlas, toda una cascada de dopamina, serotonina,
adrenalina...etc. se fue precipitando por los circuitos del bienestar que tejen las neuronas y sus
redes dendriticas, situados en los diferentes lugares y espacios que ocupan en la cavidad
craneal, y que se mantienen bien protegidos por las meninges, y a salvo de golpes e injurias por
un extraordinario sistema de amortiguación que son los ventrículos cerebrales o espacios llenos
de liquido cefalorraquídeo.
La cinco historias, abiertas a la reflexión, dan paso a muchas cuestiones que espero tengan el
interés que en mi han despertado, y que me han provocado, también, madurar algunos aspectos
sobre la vida y la muerte, la relación de la física y la conciencia y el espinoso tema de la violencia,
y que, también, expongo en este prologo, tras enumerar someramente de que tratan estas
narraciones:
1.- Primiguerra: No empezamos desde una "tabla rasa". Los patrones de conducta están
presentes. Generación tras generación heredamos pautas de comportamiento.
2.- Si una hormiga fuera...: La lucha por romper una aparente evidencia científica. Y la
constatación de nuestra conexión con la Naturaleza. Para comprender el sentido del
síntoma buceemos en la conciencia de las hormigas. Allí encontraremos respuestas.
3.- Horror vacui: La natural confusión en los asuntos del amor (afectos) de un varón
contemporáneo. La dicotomía entre el vinculo y la libertad y la propuesta de nuevas formas de
relación interpersonal.
4.- Viaje de Vuelta: Un ensueño post-mortem y el encuentro con dos naturalezas femeninas para
llegar al final de la era de Piscis.
5.- Una clonación muy especial: la posibilidad que la conciencia modifique estructuras esta dada
en la historia natural de la vida. Por mucho estudio del genoma y sus intrincados mecanismos,
por si mismo no alcanzaremos la comprensión de los cambios en la naturaleza.
Mi experiencia en acompañar a personas, que han pasado y están pasando por enfermedades
graves, me ha producido una sincera reflexión sobre la muerte. En general, ante este tipo de
diagnósticos y pronósticos como el cáncer, SIDA y dolencias degenerativas, las personas ponen
en marcha todos los resortes para la supervivencia: en el impacto inicial que nos provoca un gran
estremecimiento siempre aparece el miedo a la muerte y al sufrimiento que no es más que un
sucedáneo de la misma; luego es posible que en algunos casos se pase al escepticismo, en otros
a sentir rabia o aparecer la depresión, para terminar con la aceptación del hecho o la negación
definitiva del mismo. Ante esto la ciencia dispone de muchos tratamientos, pruebas, controles,
marcadores, revisiones, más pruebas, más marcadores, pronósticos, comparaciones con otros
casos y estadísticas con porcentajes de supervivencia con uno u otro tratamiento, y otros
recursos: la mejor quimioterapia, el procedimiento quirúrgico de la clínica más famosa del mundo;
e incluso curanderos y curanderas. Todo sirve con el fin de que ese tumor, esa enfermedad
irreversible desaparezca, se pare y nos deje vivir, vivir...
Sin embargo hay personas que, ante esta eventualidad dramática en su vida, toman otra
dirección. Personalmente he tenido la suerte de conocer a algunas de ellas que en esta vía han
superado incluso el pronostico de su enfermedad y continúan vivas, y otras que no lo pudieron
exceder. Pero en todas ellas -que murieron y renacieron en esta vida y en esta muerte- se
produjo un cambio que sanó su persona. Y esto significa que el ultimo acto democrático de cada
uno de los seres vivos que habitan nuestro planeta Tierra incluye las diferentes muertes y
renacimientos que suceden en el trascurso de nuestra existencia. Es decir la acción de estos dos
verbos se aplica de forma sucesiva, tanto en el trascurso de esta vida como en la propia muerte,
cualquiera que sea su pertenencia a una u otra especie.
Los seres humanos se sirven del arquetipo Muerte y renacimiento o resurrección desde los
albores de su historia y protohistoria y muchas religiones lo utilizan para alcanzar la
trascendencia como radical transformación a un estado nuevo y distinto en un intento de acceder
a la vida eterna. Este objetivo se accede a través de la resurrección en las tradiciones
monoteístas judeocristianasmusulmanas o en las sucesivas reencarnaciones en las religiones
panteístas de origen oriental. Pero este propósito no solo se intenta en el marco de estas
religiones ya que dentro del ámbito de las vías ateístas -que no contemplan a Dios- se busca un
sentido permanente a toda la vida y destino. La búsqueda de algún tipo de respuesta al
interrogante sobre qué pasa después de esta vida impregna y ha impregnado las mentes de los
seres racionales que forman la especie humana.
Cómo abordamos este interrogante y que tipo de soluciones le damos como legitima aspiración
individual y colectiva constituye la piedra de toque de toda una concepción que, sin duda, afecta
no solo a como afrontamos la muerte, sino a como enfocamos nuestra vida en este devenir hacia
el fin irremediable del ultimo transito. Y esto determina todo un conjunto de ideas que marcan el
camino de nuestra conducta. Así encontramos un ejemplo muy significativo en las religiones
monoteístas, que explotan el miedo a la muerte de una manera desaforada hasta convertirlo en el
eje de la "conversión" a estos cultos que, independientemente de su contenido, han contribuido a
establecer todo un sistema de creencias que domina a la civilización occidental y que alcanzan a
prácticamente todos los ámbitos de actuación.
Por otra parte, acercarse a comprender este encuentro con la eternidad no es nada fácil sea cual
sea el sistema de análisis que se utilice, ya que ni los métodos para evaluar los fenómenos
basados en corrientes filosóficas materialistas ni las tendencias más mentalistas, consideradas
unilateralmente, consiguen explicarlo satisfactoriamente: los primeros por utilizar el recurso del
epifenómeno en todo lo que no sea cuantificable y medible, y las segundas por no tomar en
consideración la existencia del componente físico -biológico- del fenómeno y recurrir en sus
argumentaciones a auténticos "actos de fe".
Sin duda es el dualismo alma-cuerpo lo que subyace en el análisis que estos enfoques utilizan, y
no tenemos que considerar este hecho en su concepción más clásica apelando a Descartes, sino
en sus manifestaciones más actuales como, por ejemplo, la discusión en la física moderna de
donde procede y cómo esta formada la materia, o bien partícula, o bien onda o acaso de las
cuerdas o supercuerdas en un modelo vibracional. El dualismo entre cuerpo y alma nos provoca
la entrada en una especie de bucle argumental y nos dificulta la comprensión del tema que nos
interesa aquí y ahora. En efecto, este tipo de fenómenos que tratamos de analizar es cierto que
necesitan el substrato biofísico con su soporte molecular, bioquímico y anatómico, pero es
pertinente preguntarse por el contenido de la información que transportan, sobre su naturaleza y
significado. Sin duda se hace necesario encontrar algún tipo de explicación que nos responda de
manera satisfactoria a estas cuestiones en apariencia contrapuestas.
Por este motivo se hace imprescindible tomar en consideración otras herramientas de análisis.
Para ello y teniendo en cuenta el objeto de este prologo se consideran dos aspectos
interrelacionados entre si que nos parecen fundamentales para comprender no solo la cuestión
de vida mas allá de la muerte sino también el hecho de la enfermedad.
- La existencia de una unidad psico-somática en el hombre que hace que ante un estado de
conciencia subyazca un proceso psico-físico. De manera que el cuerpo y el alma siempre se dan
a un mismo tiempo, lo cual nos convoca a considerar el cuerpo animado o el alma
corporizada como el escenario donde suceden tanto los diferentes cambios de conciencia en el
desarrollo de esta vida -intrauterina, nacimiento, primera infancia, infancia, adolescencia,
juventud, madurez y senectud-, como en la radical transformación al estado nuevo de conciencia
que es la vida eterna. En el primer caso los cambios ocurren en una estructura molecular y el
segundo en un cuerpo que ha perdido sus limites y se ha absorbido en lo transpersonal.
- Considerar que el comportamiento, surgido en el contacto corporal del hombre con su entorno,
reúne la experiencia que se va elaborando en el espacio entre el ser y no ser de nuestro propio
devenir y llena de contenido nuestra conciencia, en cada uno de los estados de desarrollo
anteriormente señalados y en el balance final de nuestros días de existencia.
De esta manera, para entender en sus justos términos esta unidad psicosomática hay que tener
en cuenta los diferentes comportamientos y su interconexión con la dimensión biológica que
subyace en el ámbito psico-fisico del ser. Y este es el aspecto crucial del escenario de las
sucesivas "muertes" y "renacimientos", ya que morimos y renacemos continuamente: el ser
humano, como resultado en curso de una evolución muere y renace en un continuum hasta el
final de un proceso de envejecimiento que es cuando "se retira" para dar paso a nuevas
generaciones de seres vivos -tal como sucede en los seres pluricelulares-
Durante el desarrollo de la vida se requiere una satisfacción de las necesidades biológicas que en
el ser humano alcanzan una dimensión psicobiologica: todas aquellas circunstancias que ponen
en juego nuestros requerimientos y su satisfacción - sobretodo las que inciden en los periodos de
cambio de los estados de conciencia- forman un "caldo de cultivo", que subyace en las
respuestas psicofisicas que hemos convenido en denominar enfermedad.
En algunas ocasiones -cada vez con mas frecuencia en los últimos años- aparecen
enfermedades graves que provocan en un alto porcentaje una muerte prematura y esta se
produce en medio de la vida de un ser humano, antes de llegar al punto final de la existencia
biológica; ¿cómo interpretar este hecho tan doloroso?
Cuando sucede esta situación -sea en nosotros o en alguno de nuestros familiares o personas
queridas- se pone en marcha, antes que ocurra el desenlace, todo un arsenal de medidas que
propone la ciencia medica. Independientemente de la libertad individual para efectuar tal tipo de
procedimientos terapéuticos y sus resultados prácticos, se ha de considerar lo siguiente: se
muere porque "matamos al prójimo" ya sea por defecto como por exceso. En el primer caso
porque no se considera la repercusión de nuestros actos en la unidad psicosomatica de nuestro
ser, ya que no se tiene en cuenta que en ciertas circunstancias se produce un desajuste entre la
conciencia y su correlato psicofisico. En el segundo caso -por exceso- porque sobrevalolaramos
nuestras capacidades como humanos y vivimos con la ilusión de dominar la ciencia, y esto nos
provoca una posición megalómana ante la sabiduría de la propia naturaleza.
En la medida que continuemos con la misma actitud y conducta ante la enfermedad, se seguirá
actuando sobre la punta del iceberg, obviando todo el conjunto de interacciones entre nuestro
comportamiento y la base psico-fisica del ser humano. Y también, en la medida que
comprendamos esta relación y pongamos en marcha esta sucesión de los hechos -para renacer
hay que morir-, nos movilizaremos hacia el sábado de gloria donde encontramos los manantiales
de la leche y de la miel: el alimento que nos nutre y la dulzura que llena las sintonías de nuestra
nueva vida. Y este proceso tanto sucede en la misma vida -sin perderla- como en la autentica
muerte en que abandonamos el ropaje que cubre nuestro cuerpo y nuestra mente y que nos
oprime y nos ocasiona sufrimiento.
Desde hace unas tres décadas se estudia el origen del universo en una teoría, que los físicos y
matemáticos consideran elegante, ya que unifica los principios, inicialmente contrapuestos, de la
ley de la relatividad general en el ámbito del macrocosmos y la mecánica cuántica en el ámbito
microcósmico o el mundo de las partículas elementales que generan la materia y la luz. Hasta la
aparición de esta teoría de las cuerdas la explicación de lo observado en relación con el
comportamiento de la velocidad y situación de los cuerpos celestes y las partículas elementales
necesitaba de sendas teorías, lo cual incomodaba a lo teóricos de la física: de hecho son
fenómenos que cabe esperar un mismo comportamiento, pero las grandes fluctuaciones que se
observan en los espacios infenitesimales de la formación de la materia contradecían las suaves
ondulaciones de la gravitación en el universo.
La pregunta, que me surge es si una teoría unificada como ésta, que trata sobre la formación del
universo, pudiera en alguna medida explicar en sus premisas la génesis de la enfermedad. El
alcance de esta interpretación estaría delimitado, evidentemente, por su capacidad explicativa y
la de prever los fenómenos clínicos que se observan en la enfermedad. Pero se ha de tener en
cuenta que si se consigue alguna conclusión coherente y satisfactoria, esta se situaría mas allá (
o más acá, según se mire) de los mecanismos moleculares a los que nos tienen acostumbrados
los grandes científicos de la medicina actual. Y tal como sucede con los físicos y matemáticos
con la teoría de las cuerdas, en este articulo se propone un marco teórico que unifique de una
vez y de manera correcta, la conexión mente-cuerpo y se explique el mecanismo de enfermar sin
caer en el reduccionismo de la presencia de una "noxa" externa y/o el fallos de los mecanismos
de regulación de nuestro cuerpo.
Sin embargo, la afirmación que hace Greene sobre sus dudas me ha provocado el movimiento
necesario en mi propia sustancia gris cerebral para iniciar una aproximación al estudio que
enuncio en este prologo: comprobar si la teoría de las cuerdas puede aportar algún tipo de
información útil para comprender en ultima instancia los mecanismos de enfermar. Si esto es así,
bien seguro que, lo conseguido se ha de situar en un nivel biofísico sin excluir lo que se observa
en el mundo molecular y bioquímico. Debido a esto, la primera actividad que mi mente ha
barruntado ha sido situar en su sitio la materia de esta aproximación que no es otra que
considerar las complicadas interacciones entre neuronas y circuitos cerebrales, aun sabiendo que
estas apenas son explicadas por la mecánica cuántica, y una vez instalados en este nivel, tener
en cuenta que existe una conexión entre estas relaciones cerebrales y la enfermedad.
Precisamente por este motivo, para adentrarme en esta cuestión tan delicada propongo un
escenario que considere, por una parte, la existencia de una conexión del llamado mundo mental
y la física, y por otra parte considerar la enfermedad como una expresión sintomática (en la
psique y en el cuerpo), en determinadas circunstancias, de esta conexión.
Definir el "mundo mental" no es tarea fácil, pero para comprender lo que queremos decir aquí
utilicemos la observación de lo que pasa en el crecimiento y desarrollo de un embrión a partir de
dos células reproductivas procedentes de dos individuos de diferente sexo. Este complejo
proceso se justifica por la presencia de un programa genético que incluye las ordenes necesarias
que hacen, por ejemplo, que un embrión de pollo se convierta en un pollo y un embrión de ser
humano en un ser humano.
Sin embargo el programa genético, aun describiendo estos hechos, no nos aclara qué pasa en la
intimidad del fenómeno -en ultima instancia- y sobretodo el por qué sucede. Para resolver esta
cuestión observamos dos macro-explicaciones antagónicas: la primera busca la solución en
apelar a un cierto espiritismo: lo primero es el patrón o el modelo preestablecido por
un creador, situado en una especie de conciencia universal que se cristaliza a causa de un
impulso evolutivo; la segunda se sitúa en el extremo materialista -propio del método científico
convencional- que no efectúa este tipo de preguntas e insiste en el como sucede, tal como
aconsejó hace mas de 100 años Santiago Ramón y Cajal: en este caso los genes contienen la
información, y cualquier consideración marginal es pura especulación.
Rupert Sheldrake trata de resolver estas posturas contrapuestas con su hipótesis de la causación
formativa, y trata de comprender, de paso, el fenómeno de la telepatía y las actitudes y aptitudes
de los animales en una memoria de especie -no individual ni local-. Sus "campos mórficos" son
regiones de influencia en el espacio-tiempo, localizados en y alrededor de los sistemas que
organizan. Estas regiones organizan pautas espaciotemporales de actividad vibratoria; contienen
una memoria incorporada dada por la autorresonancia con el pasado de una unidad mórfica y por
la resonancia mórfica de todos los sistemas similares previos.
Bien mirado Sheldrake toma elementos de uno y otro bando explicativo para argumentar
su causación: por una parte ¿qué significa su "autorresonancia con una unidad mórfica", y por
otra parte ¿qué quiere decir con su "resonancia de todos los sistemas similares previos"?, sino un
patrón inicial y un proceso evolutivo a partir de una estructura previa, respectivamente. Al
reflexionar sobre estas propuestas no puedo dejar de pensar que probablemente esto nos ayuda
a entender la conexión entre el mundo mental -regiones de influencia en el espacio-tiempo como
"patrones de resonancia"- y los sistemas que organizan -concreciones o solidificaciones en la
materia-. Pero todo esto me conduce a considerar que es el cerebro o Sistema Nervioso quien
actúa de interconector en esta relación. Por lo que es necesario detenerse en su observación.
Por otra parte la construcción de funciones cada vez mas complejas en el desarrollo evolutivo se
fundamenta sobre sistemas ya establecidos previamente. Por este motivo se explican dos
características observadas en este proceso: la plasticidad de la reparación de las lesiones
cerebrales en que otras áreas cercanas se organizan para dar la respuesta dañada, y la
representación arcaica de estas funciones en zonas del cerebro más antiguo situado en el tronco
y protuberancia cerebral.
Otra cosa es explicar funciones mentales más complejas que se pueden incorporar en lo que se
ha llamado la conciencia o consciencia que, al parecer, necesita un funcionamiento global del
cerebro. Este es un punto de gran confusión, tanto por su uso indiscriminado como por sus
diferentes significados. Si nos fijamos en el funcionamiento armonico del cerebro- con su
correspondiente correlato mental de bienestar o el sentirse bien- en que un registro electro-
magneto-encéfalografico muestra unas ondas sincronizadas, deduciremos que es todo el cerebro
quien reacciona, y no una parte del mismo. (Utilizando el símil del mar: las olas que brotan
uniformes, pueden ser mas o menos intensas, pero todas llevan una misma dirección) En caso de
tormenta mental las ondas cerebrales se cruzan, se potencian... y provocan la perdida de la
armonía cerebral y el comportamiento consiguiente dependerá de varios factores, pero en todo
caso las "olas" surgen de distintos hemisferios del cerebro...)
La violencia se ha convenido hasta ahora que tanto en el ámbito individual como colectivo es una
expresión errónea de la naturaleza intrínseca de quien la realiza, cuya erradicación se ha de
efectuar con métodos represivos y sintomáticos Esta forma convencional de abordar la violencia
se extiende a otros ámbitos de actuación. El ejemplo del cáncer es muy demostrativo, ya que se
considera como una violencia individual sobre nuestro cuerpo y se ataja con procedimientos
expeditivos que barren las células que se han individualizado del resto del organismo tratando de
reestablecer el orden previo. El tumor es un error y el error se corrige con la pena capital. Ante
esto considero que los fenómenos violentos son el resultado del dialogo que se establece entre
todo ser vivo y su entorno con relación a su necesidad de sobrevivencia. Necesidad que es
sentida según el desarrollo propio de la conciencia, y que en el ser humano alcanza la aspiración
de la inmortalidad. Esta aproximación al problema trata de proporcionar otros elementos para su
solución. La reciente destrucción de las torres gemelas de Manhatann en Nueva York, aparte de
la lógica condena, ha generado un mayor interés en conocer que hay en el fondo. ¿Qué motivos
subyacen en ciertas mentalidades que pueden llegar a autoinmolarse matando gente inocente en
nombre de un objetivo?.
La violencia es una expresión del conflicto entre la lucha objetiva por el espacio propio y la
pertenencia subjetiva al mismo. Se consideran en este análisis tres escenarios, en donde se
efectúan las relaciones que, en determinadas circunstancias, se expresan en formas de violencia:
estos escenarios suceden en los deseos, el cuerpo y la trascendencia.
El mundo de los deseos se inicia con la aparición de la vida. Esta, como elemento separado de
un entorno con principios fisicoquimicos que tienden a una mayor entropía, se auto-genera y
construye su propio orden para su mantenimiento, re-producción y seguridad: el mantenimiento
se efectúa con el uso y consumo de energía y se consigue con la absorción y eliminación de
moléculas pre-energéticas; la reproducción con la división y la especialización en sexos y la
seguridad en un marco de intercambio con los otros seres vivos Los deseos aparecen como
pautas de acción que satisfacen estas necesidades básicas.
El cuerpo proporciona la estructura para la realización de los deseos, siendo el cerebro quien
contiene holo y específicamente estos intercambios. Estos tres componentes formados por el
cuerpo, cerebro y pautas de comportamiento se convierten en el marco de las somatizaciones y
psicologizaciones; las primeras como concreciones en la estructura física y las segundas como
liberaciones de la respuesta comportamental. El punto de inflexión de donde surgen estas
expresiones es la conciencia del conflicto. Si este esta presente aparece el síntoma. En la medida
que el escenario de los deseos no sintonice con la conciencia de la acción aparece el síntoma: el
objeto se escinde del sujeto.
vherrera@wol.es
:::. Historias abiertas .:::
Quimioterapia
Historia de la quimioterapia
En diciembre de 1945, un barco de guerra norteamericano fue atacado en el puerto de
Bari, Italia. Llevaba 100 toneladas de gas mostaza, un arma química. Fue un gran
desastre. El gas mostaza fue liberado, y murieron muchas personas. Los oficiales médicos
notaron que los sobrevivientes sufrieron una profunda depresión de la médula y una gran
disminución del número de glóbulos blancos. Surgió así la idea de administrar este tipo de
sustancias químicas a pacientes oncológicos. Estas sustancias matan a todas las células de
división rápida del cuerpo, al momento de la adminstración del medicamento. Como las
células cancerosas se dividen rápidamente, según la teoría, la quimioterapia las destruye,
mientras que preserva las células de división más lenta.
Luego de la 2° Guerra Mundial, se eligió a Cornelius Rhoads, que había sido Jefe del
Servicio de Armas Químicas del ejército de los EE.UU., como nuevo director de
investigaciones del Centro Oncológico Memorial Sloan-Kettering (el centro de
tratamiento e investigación oncológica más importante y famoso del mundo). Bajo su
dirección, se emprendió la investigación de 1.500 tipos de gas mostaza nitrogenado como
tratamiento para el cáncer.
En 1971, el presidente Nixon declaró la -guerra contra el cáncer-, en la que se invirtieron
decenas de miles de millones de dólares durante varias décadas, en investigación y
tratamiento con quimioterapia. Se creía que con suficiente inversión, se podría erradicar el
cáncer.
Científicos críticos
Si bien se cree que la quimioterapia ha contribuído sustancialmente en el tratamiento del
cáncer, a mediados de la década del ´80 empezaron a publicarse artículos científicos que
ponían en duda tal creencia. En 1985, el Dr. John Cairns, de la Escuela de Salud Pública
de Harvard, publicó un artículo sobre la guerra contra el cáncer, en el que mostró que la
quimioterapia salvaba las vidas de solamente entre el 2% y el 4% de las pacientes. Según
él, a pesar de la inmensa inversión en investigación, este tratamiento no era capaz de
vencer a ninguno de los cánceres más comunes.
Al año siguiente, el Dr. John C. Bailar III (Ph.D.) publicó un estudio muy importante. El
Dr. Bailar tenía un altísimo prestigio en la comunidad médica, había sido editor de la
Revista del Instituto Nacional del Cáncer, y pertenecía al Departamento de Bioestadísticas
de la Escuela de Salud Pública de Harvard. Luego de evaluar cuidadosamente las
estadísticas, perdió la fe en la quimioterapia y también en la guerra contra el cáncer. En
sus palabras, -los intentos crecientes e intensos de mejorar el tratamiento del cáncer,
durante los últimos 35 años, han tenido muy poco efecto sobre el parámetro más
fundamental de resultado clínico: la muerte. A grandes rasgos, los efuerzos para controlar
el cáncer han fracasado".
En 1990, el Dr. Ulrich Abel, experto en bioestadística oncológica de la Universidad de
Heidelberg, Alemania, publicó el estudio más abarcativo jamás realizado sobre la
quimioterapia. Su inquietud fue creciendo durante -diez años de trabajo en el área de
estadística en oncología clínica-. Dice el Dr Abel: -Un análisis sobrio y desprejuiciado de
la literatura revela que los regímenes (de medicamentos) en cuestión raramente tienen
algún beneficio terapéutico... Para la gran mayoría de los cánceres epiteliales avanzados,
no hay evidencia de que el tratamiento con estas drogas extienda o mejore la vida-. Esta
afirmación es asombrosa viniendo de un miembro del establishment del cáncer. En
Alemania, le valieron un importante artículo, mayormente favorable, en Der Spiegel, el
equivalente alemán de la revista Time. En otros países, no se le dio a su trabajo la
importancia que tiene. Al decir -epitelial-, el Dr. Abel se refiere a las formas más
frecuentes de adenocarcinoma - pulmón, mama, próstata, colon, etc. Estos constituyen por
lo menos el 80% de las muertes de cáncer en los países industriales avanzados. Cada vez
con mayor frecuencia, se utiliza quimioterapia en casos avanzados de cáncer. En todo el
mundo, mueren más de un millón de personas a causa de estos tipos de cáncer, y la
mayoría -recibe alguna forma de terapia citotóxica sistémica antes de morir-.
Mientras escribía su monografía, el Dr. Abel realizó una encuesta entre cientos de
oncólogos. -Las opiniones personales de muchos oncólogos-, nos informa, -parecen
contrastar de manera significativa con lo que se comunica al público-. De hecho, el Dr.
Abel cita estudios en los que muchos oncólogos sostienen que no utilizarían quimioterapia
si tuvieran cáncer. El establishment atribuye el supuesto aumento histórico en la tasa de
supervivencia a 5 años de las últimas décadas a los efectos beneficiosos de la
quimioterapia. -Los expertos modernos en metodología están de acuerdo en que la única
manera de obtener información confiable sobre el valor relativo de dos terapias es realizar
comparaciones aleatorias-. Es sorprendente que casi nunca se lleven a cabo tales
comparaciones en el caso de las terapias ortodoxas. La supervivencia a 5 años puede ser
mejor hoy que años atrás debido a mejoras en la detección temprana y/o a mejoras en los
cuidados paliativos.
Si la realidad de la quimioterapia es tan poco alentadora como dice el Dr. Abel, ¿cómo
surgió la idea de utilizarla para los tipos principales de cáncer? Uno de los motivos es que
a menudo las drogas sí logran algo: reducen los tumores. Pero en contra de lo que
comúnmente se cree, la -reducción de la masa del tumor no alarga la vida-. De hecho, en
ocasiones, el cáncer regresa más agresivamente, porque matar al 99% de las células
cancerosas alienta el crecimiento de cepas de células malignas resistentes a las drogas.
¿Al menos la quimioterapia no mejora la calidad de vida del paciente? Probablemente
otorga un alivio psicológico al pensar que se está haciendo -algo- contra la enfermedad
(sin embargo, como acabamos de ver, esto puede no ser cierto en la mayoría de los casos).
Es valioso si alivia los síntomas, como en el cáncer en la cabeza o en el cuello. Pero como
señala el Dr. Abel, -hasta ahora no han habido estudios aleatorios que brinden una clara
evidencia de que la quimioterapia mejora la calidad de vida-. De hecho, la mayoría de
estas drogas son tan tóxicas que pueden disminuir mucho la calidad de vida.
¿Y qué hay de la infrecuente y afortunada persona cuyo carcinoma avanzado parece
curarse por el tratamiento con drogas? Hay que evaluar el beneficio de esta persona contra
el costo total de todos aquellos que reciben el tratamiento y no se benefician, la totalidad
del riesgo versus el beneficio, de lo contrario el argumento adquiere -la misma lógica que
una recomendación de apostar- basada en -las ganancias de los ganadores".
En resumen, según el Dr. Ulrich Abel, -la oncología no ha sido capaz de proporcionar
bases científicas sólidas para la terapia citotóxica tal como se la usa actualmente-. Sin
embargo, la -tesis de la eficacia de la quimioterapia- ha tomado -el carácter de un dogma-.
De hecho, tanto en Alemania como en los EE.UU., -no es ético-. no brindarle estos
tratamientos tóxicos a un creciente número de pacientes. Por lo tanto, la oncología clínica
se ha vuelto -prisionera de su propio dogma-.
Uno de los pocos estudios que comparó pacientes que recibían tratamiento oncológico
convencional con pacientes que no recibían ningún tratamiento fue dirigido por el Dr.
Hardin Jones, profesor de física y fisiología médicas en la Universidad de California. Ante
un panel de la Sociedad Norteamericana del Cáncer, dijo: "Mis estudios han demostrado
de manera concluyente que los pacientes que no reciben ningún tratamiento viven de
hecho hasta cuatro veces más que los que sí lo reciben. Para un tipo típico de cáncer, las
personas que no aceptaron el tratamiento vivieron un promedio de 12 años y medio.
Aquellos que aceptaron la cirugía y otros tratamientos vivieron de promedio sólo 3 años.-
Conclusión
En vista de esta información, ¿por qué la quimioterapia sigue siendo uno de los
tratamientos stándard para el cáncer en todo el mundo? Según diversos expertos
independientes en el tema, el motivo principal es económico. El tratamiento con
quimioterapia cuesta muy caro. Los mejores tratamientos holísticos para el cáncer que
existen cuestan en general muchísimo menos. Y algunos ni siquiera pueden patentarse.
El material de este artículo fue tomado, con permiso, del libro "Reclaiming Our Health",
de John Robbins (H.J. Kramer, Tiburon, California, 1996), y de "Se derrumba el "Muro
de Berlín" de la quimioterapia", de Ralph Moss.
Diego Paillole