CIRUGÍA NEONATAL
Temas selectos de
cirugía neonatal
Dr. Carlos Baeza Herrera
ERRNVPHGLFRVRUJ
Editorial
Alfil
Temas selectos de cirugía neonatal
ISBN 978–607–8045–16–7
Dirección editorial:
José Paiz Tejada
Editor:
Dr. Jorge Aldrete Velasco
Revisión editorial:
Irene Paiz, Berenice Flores
Revisión médica:
Dr. Diego Armando Luna Lerma
Ilustración:
Alejandro Rentería
Diseño de portada:
Arturo Delgado
Impreso por:
Solar, Servicios Editoriales, S. A. de C. V.
Calle 2 No. 21, Col. San Pedro de los Pinos
03800 México, D. F.
Noviembre de 2010
Esta obra no puede ser reproducida total o parcialmente sin autorización por escrito de los editores.
Colaboradores
AUTOR
V
VI Temas selectos de cirugía neonatal (Colaboradores)
COLABORADORES
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XIX
1. Antecedentes históricos de la medicina y la cirugía
pediátricas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Carlos Baeza Herrera, Gregorio Jaimes,
Alin Villalobos Castillejos
2. Metabolismo y nutrición en el recién nacido grave . . . . . . . . 17
Hugo Santamaría Corona, Adriana Iliana Castillo Aguirre,
Carlos Baeza Herrera
3. Mecanismos de enfermedad en el recién nacido . . . . . . . . . . . 35
Carlos Baeza Herrera, Arturo Arcos Aponte,
Luis Ángel Sánchez Fernández,
Martha Leticia Mendoza López
4. Antibióticos en el recién nacido posoperado . . . . . . . . . . . . . . 49
Javier López Castellanos, María Verónica Morales Cruz,
Lirio E. Solano González
5. Infección nosocomial en el neonato operado . . . . . . . . . . . . . 77
Ricardo Cortés García, Carlos Baeza Herrera,
Luis Velasco Soria
6. Bandas amnióticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Luis Manuel García Cabello, Carlos Baeza Herrera,
Berenice Flores Martínez
XV
XVI Temas selectos de cirugía neonatal (Contenido)
Cuando por vez primera se gestó la inquietud por plasmar una unidad didáctica
en la que se expusiera lo novedoso que existía con relación a la cirugía del recién
nacido eran momentos en los que la cirugía pediátrica general de nuestra institu-
ción apenas hacia resaltar su trabajo a nivel local, ya que en los contenidos de la
especialidad en el país y en la opinión de casi todos los cirujanos nosotros sólo
debíamos aspirar a ser cirujanos operadores de urgencias, lo que, siendo cierto,
no dejaba de ser desagradable que en el concepto de los demás solo supiéramos
operar niños con apendicitis aguda. Era tan desfavorable la conceptualización
que tenían los demás para con nosotros que a algunos de nosotros, entre ellos a
mí mismo, nos negaron el derecho para presentar el examen del Consejo de la
especialidad, so capa de habernos formado bajo un programa que a la vista del
presidente del Consejo en turno no cumplía con lo que habían establecido como
indicadores correctos de enseñanza los profesores de las instituciones prestigia-
das de la época, y que quedó plasmado en un documento elaborado en Morelia
y al que algunos se negaron reconocer.
Aquellas deficiencias nuestras eran producto de circunstancias especiales de
esos tiempos, ya que los regentes de entonces de la ciudad poco era lo que hacían
con relación a la búsqueda de la excelencia a través de la consecución del conoci-
miento científico. Eran tiempos en que esta ahora gran institución estaba consti-
tuida por médicos que, siendo brillantes, sólo fulguraban en el otro trabajo, en el
que desarrollaban en el Instituto Mexicano del Seguro Social o cualquiera de los
otros hospitales pediátricos que existían, como el Hospital Infantil de México
”Dr. Federico Gómez”, el Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional o la
XIX
XX Temas selectos de cirugía neonatal (Prólogo)
porque antes de que se nos invitara para instituirla investigamos las existentes y
no había ninguna que superara las 750 operaciones en promedio que hacemos
cada año bajo un estricto régimen de corta estancia.
Pero probablemente el sector donde más crecimos fue en el terreno editorial,
ya que en los últimos 10 años de trabajo hemos publicado más de 100 artículos
en revistas importantes del país y del extranjero, y la friolera de ocho libros. Lo
más destacado de este último rubro no es el número, sino que fueron publicados
en cinco editoriales distintas.
Respecto a la cirugía del recién nacido, es un terreno considerado por nosotros
como la subespecialidad en ciernes por la gran cantidad de pacientes que opera-
mos. Decimos que es una asignatura pendiente de aprobar porque se nos mueren
aún muchos niños en virtud de que la tasa de infección nosocomial es prohibitiva-
mente elevada, y probablemente una de las causas más sentidas sea la falta de per-
sonal y recursos. Esta disciplina es la que ha motivado que comuniquemos a los
lectores de habla hispana lo que hemos aprendido en relación con los pacientes
recién nacidos. Deseamos que la experiencia ganada por nosotros con los años
sirva de alguna forma para las salas especiales de los grandes hospitales de Mé-
xico, para que los resultados en el niño operado por alguna malformación congé-
nita sean mejores que los nuestros.
Respecto a esta obra, cuyo contenido medular se refiere a la cirugía del recién
nacido, de alguna manera rememora su origen, ya que el primer intento fue hecho
con mucha ilusión, un gran esfuerzo y una pequeña dosis de experiencia. Hoy se
hace con la misma ilusión, con un esfuerzo superior, pero ahora sí, con una expe-
riencia enorme producto del manejo de más de 420 recién nacidos que cada año
operamos.
Ostentamos casuísticas muy grandes, las que compiten, al menos en número,
con las reportadas por hospitales altísimamente prestigiados de diversos países
del mundo, como es el caso de la atresia de esófago, de la gastrosquisis, de la her-
nia de Bochdalek y del ano imperforado. Estamos al pendiente de superar nuestra
propia expectativa día a día, y parte de ello ha sido haber logrado que nuestra
Alma Mater nos concediera tener el único curso de alta especialidad para posgra-
duados en cirugía del recién nacido.
Finalmente, y para continuar progresando, deseamos como una necesidad im-
postergable tener mejores instalaciones y recursos académicos de vanguardia;
deseamos tener un espacio más idóneo; requerimos con urgencia una unidad de
terapia intensiva neonatal y un número mayor de médicos y enfermeras. Desafor-
tunadamente, los recursos fluyen lenta, muy lentamente, entre otras razones por-
que somos un hospital que está etiquetado por el Consejo de Salubridad General
como unidad de segundo nivel de atención, y eso por ley significa una muy pobre
asignación de recursos económicos y humanos. Pese a esos inconvenientes, nos
hemos dado la oportunidad de crecer más de lo que las autoridades hubieran espe-
Prólogo XXIII
rado; no obstante, estoy cierto de que hemos aprendido mucho más de lo que nos
han enseñado. Estoy seguro de que hemos hecho mucho más de lo que se espera-
ba de nosotros; estoy seguro de que hemos hecho más de lo que debemos, y eso
por íi solo, siendo lo que somos, es altamente meritorio.
Estoy cierto de que a quien haya vivido en nuestros hospitales pediátricos épo-
cas de depauperación y hasta cierto punto de miseria y lee este documento, segu-
ramente le reconfortará saber que hoy podemos disponer de nutrición parenteral
por meses si lo requerimos. Que podemos operar a un niño durante 10 o 12 horas
continuas sin la zozobra de que puede morir al despertar, si es que lo hace. Hoy
podemos anunciar que somos orgullosamente egresados de una escuela altamen-
te competitiva, no obstante nuestra condición y ser una unidad de segundo nivel
de atención.
Quisiera terminar diciendo que todavía hace seis u ocho años algunos colegas,
en especial quienes conformaban las mesas directivas del Consejo Mexicano de
la especialidad, con aviesa intención querían desmembrar nuestra “escuela” y ha-
cerla desaparecer. Hoy deseo decirles que no habrá más vociferaciones al respec-
to porque hemos arrancado el respeto que merecemos a quienes periódicamente
nos lo negaban. Hoy, si no somos iguales, estamos muy cerca de serlo. Bajo una
óptica actualizada de lo que éramos es preciso decir que la transición generacio-
nal ha traído buenas nuevas en lo que a la expectativa y autoestima de cada uno
de los residentes que están recibiendo entrenamiento en la especialidad en nues-
tras instalaciones se refiere, es decir, hoy día ya no se carga con el estigma que
significaba pertenecer al “departamento”. Hoy día cada uno de nuestros elemen-
tos tiene una forma muy distinta de ver la especialidad, de sentirla y de compar-
tirla. Hoy día es muy natural que compartan créditos con sus similares de otras
instituciones y hasta amistad, situación que antaño era casi un sacrilegio. Tener
en nuestras arcas el derecho otorgado por la UNAM para instruir bajo el curso
de alta especialidad para posgraduados es, asimismo, un logro que antes parecía
inalcanzable...
Como objetivo casi descabellado estamos planeando usurpar, en buena lid, la
función que por ley corresponde a los hospitales pediátricos de tercer nivel de
México: investigar y proponer las guías nacionales que han de orientar el ejerci-
cio pediátrico quirúrgico del país. En esa empresa va comprometido nuestro inci-
piente prestigio.
Quisiera terminar narrando uno de los testimonios producto de aquella comba-
tiva resistencia: es una fotografía de la primera generación de cirujanos a la que se
denominó “Generación Punta de Flecha”, la que en breve ceremonia se le regaló
al profesor titular de esa época y que fue rubricada con la leyenda “Mi señor... los
pedros ladran...”, “Tranquilo, Sancho, tranquilo, es señal de que cabalgamos...”.
Deseo de manera especial agradecerle al Sr. José Paiz Tejada, Director General
de Editorial Alfil, las consideraciones que tiene para con nosotros y reiterarle que
XXIV Temas selectos de cirugía neonatal (Prólogo)
la distinción de que nos hace objeto en cada publicación que nos acepta se ha con-
vertido en uno de nuestros principales logros profesionales. Sr. Paiz, mi agradeci-
miento eterno. Deseo aprovechar el espacio para darle mis más profundas gracias
a Irma Hernández, mi secretaria, quien ha sido un factor de alta influencia en la
culminación de proyectos como este.
A Ken Kimura, cirujano excepcional, creativo e innovador genial.
Con admiración, respeto y afecto a su recuerdo,
que ha sido el paradigma en mi vida profesional
e inspiración perenne en mi cotidianeidad.
1
Antecedentes históricos de la medicina
y la cirugía pediátricas
Carlos Baeza Herrera, Gregorio Jaimes, Alin Villalobos Castillejos
1
2 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 1)
estudio integral del recién nacido era responsabilidad compartida entre el obste-
tra, la enfermera partera y el pediatra desde tiempos inmemoriales.
Desde el punto de vista obstétrico, el siglo XIX se ha descrito como la época
grande de los médicos familiares, que en la figura del partero especializado en-
contró su mejor representante, ya que contribuyó a la desaparición de las “rinco-
neras”, mujeres que fungían como damas de compañía en el seno de familias
acaudaladas y que también atendían los partos de ellas, con lo cual se prescindía
de los servicios de los médicos. No obstante su utilidad, las mujeres que atendían
partos habían perdido confiabilidad desde principios de siglo, cuando en público,
y con el apoyo de los obstetras de la época, la corte aceptó que la causa de los
mortinatos y lo elevado de la mortalidad materna se debían a la incompetencia
de las “rinconeras”.
Manningham y Smellie intentaron de manera independiente remediar la situa-
ción prevalente; el primero abrió en 1739 una escuela de “rinconeras” y otra para
estudiantes de medicina, y el segundo organizó un programa de visitas médicas
a madres en el último periodo de gestación. La Universidad de Edimburgo creó
en 1726 la asignatura de profesor de parteras, y tras innumerables gestiones de
la Sociedad de Obstetricia y de Boticarios de Londres se registraron todas las par-
teras empíricas del reino. Al menos siete proyectos de ley se presentaron al Parla-
mento entre 1890 y 1901, sin éxito, y no fue sino hasta el año siguiente que se
celebró un acto en el libro de estatutos.
Mientras que el Instituto de Parteras fue fundado en 1881, la Sociedad Obsté-
trica, establecida con anterioridad, elaboró un examen voluntario y le otorgaba
a las parteras un certificado que las acreditaba como “especialistas”, mismo que
llegó a representar la presea más grande a la que podían aspirar. La responsabili-
dad de cada una de las especialistas que obtuvieron tal nombramiento fue absor-
bida por el Consejo Central de Parteras en 1905, y el nombre Instituto de Parteras
cambió por el de Colegio de Parteras.
El estudio de la salud del niño recién nacido tuvo un inicio lento y lenta tam-
bién fue su evolución, a pesar de que el primer libro de pediatría escrito en idioma
inglés fue publicado en 1544 por Thomas Phaire, un médico general. En los albo-
res del siglo XVIII Smellie relacionó la forma de la cabeza con la duración y la
naturaleza del parto, John Burton describió el crecimiento mamario neonatal y,
junto con colegas de la época, ambos especularon acerca del origen de la ictericia
en el recién nacido. En 1784 Underwood demostró la influencia hereditaria e hizo
las primeras descripciones de la apnea neonatal.
El término “enfermedad hemorrágica del recién nacido” fue ideado por un
obstetra en 1891, pero pasaron muchos años antes de que se relacionara dicho es-
tado con condiciones patológicas previas. Sorprendentemente, tomó más tiempo
el hecho de reconocer que la ingestión de sangre materna durante el parto podía
ser fuente de confusión.
Antecedentes históricos de la medicina y la cirugía pediátricas 3
Antes de la Primera Guerra Mundial Ashby, Thompson y Still eran los únicos
médicos que se dedicaban de manera exclusiva a la atención de niños en toda In-
glaterra. Durante ese mismo tiempo muchos médicos generales atendían en con-
sulta a niños, pero su actividad y experiencia en recién nacidos era limitada.
Por otra parte, el desarrollo de la cirugía pediátrica ha sufrido altibajos y dis-
cordancias si se considera que la fundación de los primeros hospitales infantiles
y la aparición de los primeros cirujanos pediatras en todos los países europeos,
excepto Bélgica y Luxemburgo, tuvieron lugar en el siglo XX. El Hôpital des En-
fants Malades, de París, se construyó en 1802, pero transcurrieron 100 años para
que apareciera en escena el primer cirujano pediatra. En Suecia y Alemania este
proceso tardó 40 años (cuadro 1–1).
El cirujano pediatra del siglo XIX dedicaba gran parte de su tiempo a la aten-
ción de problemas ortopédicos. Esta tradición persistió en países como Francia
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 1–1. Robert E. Gross a la edad de 82 años, poco tiempo antes de morir.
Antecedentes históricos de la medicina y la cirugía pediátricas 5
Muy pronto esa unidad de cirugía obtuvo un auge extraordinario y bien identi-
ficado en el mundo; fue visitada para fines de instrucción en el ramo por muchos
cirujanos del mundo, en especial del segundo tercio del siglo pasado, cuando ape-
nas se estaban integrando los equipos de cirugía pediátrica del mundo. Casi todos
los cirujanos que a la postre se iban a convertir en líderes y profesores de la espe-
cialidad en diversos países del orbe y ciudades de EUA se formaron con Ladd y
Gross, así como una pequeña lista de cirujanos famosos que hicieron visitas for-
mativas o que se graduaron con ellos, entre otros Nixon, Swenson, Clatworthy,
Peña, Holder, Haller, Woolley, Martín, Allen, Potts, Filler, Coran y Hendren. En-
tre los cirujanos mexicanos que tuvieron ese enorme privilegio, con riesgo de al-
guna equivocación, están Peña, de la Fuente Escobar y Straffon–Osorno. Sin em-
bargo, los primeros que estuvieron en ese centro hospitalario a invitaciones
personalizadas fueron Potts, Koop y Clatworthy; éste tuvo la fortuna de haber
6 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 1)
sido el último residente de Ladd y el primero de Gross. Hoy EUA tiene una gene-
ración de alumnos de los autores mencionados con antelación que mantienen en
la cumbre a la especialidad.
En Canadá la evolución ha sido vertiginosa y posee varios centros donde se
atienden en un alto nivel los niños que sufren alguna enfermedad quirúrgica El
más representativo es, sin duda alguna, el Hospital for Sick Children of Toronto,
entrado en competencia con los grupos de Montreal, Québec, Alberta y Vancou-
ver. Los personajes están representados por Stephens, Fraser, Ferguson, Beard-
more, Ein, Simpson, Filler, Langer, Fabergé y Yasbek, y una generación nueva,
pujante y muy activa de cirujanos de niños. En este país se inició el estudio de
la medicina basada en evidencias y se llevó a efecto la investigación en la que se
demostró que la mayoría de los niños que sufren lesión traumática de víscera ma-
ciza no requieren intervención quirúrgica, método aplicado también en la cirugía
del adulto.
En el continente europeo la pauta la marcaron los cirujanos mencionados, ade-
más de que en Inglaterra destacaron Browne, Nixon, Rickham y Waterston. En
Australia sobresalieron Myers, Smith, Jones, y Stephens; en Irlanda O’Donnell
y Prem Puri; en Alemania Grob, Rehbein, Willital y Holschneider; en Francia Pe-
llerin, Duhamel y Carcassone; en Sudáfrica Louw y Cywes; en Holanda Molen-
nar y Heij; en España Monereo y Roviralta, y más recientemente Boix Ochoa,
Tovar y Martínez Mora, entre otros. En Italia, sin duda alguna el más conocido
de todos los cirujanos es Soave, quien contribuyó, basado en el principio quirúr-
gico propuesto por Rehbein, Romualdi y Ravitch, con el procedimiento para re-
solver la agangliosis congénita. Otros, como Cozzi, han destacado en el ámbito in-
ternacional.
En el continente asiático se observa un desarrollo heterogéneo encabezado por
Japón, que después de su primera atresia esofágica que sobrevivió a una interven-
ción quirúrgica en 1968 se incorporó de manera vertiginosa al grupo de países
con un alto índice de desarrollo científico, destacando en todas las áreas del ejer-
cicio pediátrico quirúrgico, pero en particular en la oncología, la cirugía de las
vías biliares, el trasplante segmentario de hígado, el manejo de los linfangiomas
y las malformaciones congénitas. Los cirujanos brillantes son muchos, pero los
pioneros y los que le confirieron el prestigio de que hoy goza el archipiélago sin
duda fueron Kasai, Suruga, Ikeda y Ueda, y más recientemente Okamoto, Kimu-
ra, Miyano, Ohi y muchos más que han destacado de manera brillante.
En la península escandinava existe un grupo de cirujanos pediatras que han
mostrado un desarrollo extraordinario, en especial en el manejo de las malforma-
ciones congénitas; entre ellos destacan, por supuesto, cirujanos como Louhimo
y Lindhal.
En América, después de que fueron instituidos los primeros centros para la for-
mación de cirujanos pediatras, como el Boston Children’s Hospital Medical Cen-
Antecedentes históricos de la medicina y la cirugía pediátricas 7
—su estado natal—, director del Hospital Militar de México y director de Sani-
dad Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional. Cuando se inauguró el Hospi-
tal Infantil de México “Federico Gómez Santos” (figura 1–2) propició que su
subalterno, Lozoya Solís, hiciera la residencia en cirugía pediátrica y después hi-
ciera viajes formativos a San Luis, Missouri, para que a su regreso se hiciera car-
go de la cirugía del Hospital Infantil de México y del Hospital Central Militar.
Tiempo después se formaron bajo su tutela Sariñana, Beltrán Brown, León y Nava-
rro, que con la llegada de Silva Cuevas a cirugía experimental integraron un equipo
muy importante de cirujanos. Quizá el segundo hospital en concentrar de forma
adecuada pacientes pediátricos y operarlos fue el Centro Médico “La Raza”, que
a instancia de Barquín y Straffon10 abrió sus puertas el 6 de enero de 1955.
Una vez graduado, Lozoya (figura 1–3) se trasladó de nueva cuenta a EUA con
el fin de adquirir mayor capacitación en cirugía de niños; la institución a la que
8 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 1)
arribó fue nada menos que el Hospital Infantil de Boston, el de mayor renombre
mundial en este campo, pues allí se encontraban, entre otros, Ladd, Gross, Swen-
son y Farber, eminentes médicos con quienes Lozoya tenía una estrecha amistad.
Tuvo además el acierto y la oportunidad de asistir por periodos breves de tiempo
a las unidades de cirugía que estaban a cargo de Browne y Obrendanne, en Ingla-
terra y Francia, respectivamente.
Figura 1–5. Don Felipe y Rodolfo Franco. El primero fue fundador de la primera clínica
pediátrica.
deral y de otras ciudades distintas a la de México, que incluyen los hospitales in-
fantiles auspiciados por los gobiernos estatales. En las distintas disciplinas es
relevante la función de la cirugía neonatal, que, aunque es una especialidad rela-
cionada con la cirugía pediátrica general, no cabe la menor duda de que consti-
tuye una disciplina que requiere conocimientos y habilidades especiales (figura
Figura 1–8. Lázaro Benavides con Sariñana, Azpiroz, Franco, Silva Cuevas y Pedroza.
12 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 1)
Figura 1–9. De izquierda a derecha: Nieto, Silva, Franco, Rodríguez, Alamillo, Villafaña,
Azpiroz, López y Arreola.
bían ser pediatras diplomados previamente. Todo parece indicar que algunos de
los cirujanos de esa línea fueron titulados del Hospital Infantil de México y pro-
pusieron, como criterio, que el cirujano, en lugar de ser primero cirujano general,
tiene que ser pediatra. En Colombia se cuenta con las dos vertientes, ya que
Ochoa pugnó por que fueran cirujanos generales y Bonilla, formado en México,
por que fueran pediatras.
En México la especialidad de pediatría nació con las casas cuna, que en forma
más o menos ordenada fueron evolucionando bajo la influencia y dirección de
personajes como Torroella, Muñoz y Prado Vértiz, quienes más tarde fueron pro-
fesores de la cátedra de puericultura, origen de la incipiente Escuela de Pediatría
de México.
En esa antigua institución se daban cita los especialistas de mayor renombre
de la época, quienes constituían una selecta sociedad vivamente influida por la
pediatría europea, en especial la francesa. Las grandes personalidades de la pe-
diatría mexicana del decenio de 1920 y 1930, como Torroella y Franco Espinosa,
habían adquirido conocimientos en hospitales de París y Londres de reconocido
prestigio y alcurnia. Aquellas dependencias pediátricas o de puericultura eran
subsidiadas por el gobierno, específicamente por algunas secretarías de Estado,
y habían obtenido tal desarrollo que bien podían compararse con los demás hos-
pitales de América, sobre todo en lo concerniente a medicina preventiva y control
del niño sano.
No obstante que en la década de 1930 el número de “especialistas” era conside-
rable, fue hasta 1940 cuando surgió la inquietud por formar un centro especiali-
zado con la finalidad de proporcionar atención a la niñez mexicana, tener acceso
a la investigación y procurar entrenamiento a estudiantes que mostraran inquie-
tud por la pediatría.
Federico Gómez Santos, ilustre pilar de la pediatría mexicana, abrigaba el de-
seo de construir un hospital infantil que tuviera todos los adelantos de la época.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
estudiantes de México y de otros países, toda vez que la rigurosa e inflexible se-
lección de candidatos para ocupar la posición de residente era un escollo difícil
de salvar y constituía el primer honor. Allí “nacieron” e hicieron nombre profe-
sional personalidades como Kumate, Frenk, Ruiz Castañeda, Chavarría, Ramos
Galván, Cravioto, Salas, Toussaint, Beltrán, Sariñana, León Díaz, Gordillo, Silva
y Sosa, Palomino Dena, Ramos Murguía, González Ramos, González Cerna y
Olarte, quienes a la postre fueron casi todos recibidos por sus altos méritos en la
Academia Nacional de Medicina de México. Las aportaciones a la medicina pe-
diátrica mundial por parte de los profesionales que laboraban e investigaban en
aquella unidad hospitalaria fueron numerosas y algunas altamente relevantes,
como la ocasión en que estuvo en nuestro país el creador de la vacuna antipolio-
mielítica, trabajando en forma estrecha con los investigadores nacionales del la-
boratorio de virología, o la cadena terapéutica que se formó entre la unidad de
oncología al mando de Silva y Sosa y la de Farber, en Boston. Entre los más rele-
vantes están los documentos clásicos acerca de la desnutrición, de Gómez Santos
y Ramos Galván, y la identificación de la Escherichia coli, de Gómez.
Alrededor del decenio de 1960 la población desprotegida de la ciudad de Mé-
xico se vio beneficiada con el engrandecimiento del sector salud, lo cual ocurrió
al construirse por iniciativa de Ernesto P. Uruchurtu, entonces regente de la ciu-
dad, hospitales infantiles dependientes del gobierno del Distrito Federal ubicados
estratégicamente en las áreas de mayor densidad poblacional, cuya distribución
hasta el momento ha beneficiado en especial al sector más necesitado de atención
y de menores recursos económicos. En la actualidad se cuenta con nueve de estas
unidades, las que reúnen la envidiable cantidad de 1 300 cunas aproximadamen-
te. Este sistema de salud es quizá el más grande de Latinoamérica y el único en
su tipo en el mundo.
Pocos años más tarde se construyó el complejo hospitalario denominado Cen-
tro Médico Nacional y con éste el Hospital de Pediatría, con una capacidad esti-
mada de 450 cunas, suficientes para atender a los derechohabientes del Instituto
Mexicano del Seguro Social. En 1970 se edificó la Institución Mexicana de Asis-
tencia a la Niñez (IMAN), la cual por capricho o fatuidad cambió su nombre por
el de Hospital del Niño, que dependía del DIF, y que en la actualidad, por modifi-
caciones internas de su ley orgánica, pasó a ser el Instituto Nacional de Pediatría.
Las primeras salas de cuidados intensivos (de hace 40 años o más) eran peque-
ñas unidades dedicadas al cuidado de individuos que sufrían alguna enfermedad
grave, como insuficiencia coronaria, cetoacidosis diabética, etc.; sin embargo, se
sabía muy poco acerca del tipo de personal idóneo, del espacio físico ideal, de la
tecnología médica y de los candidatos que debían recibir tal beneficio.
La invención de ventiladores complejos, monitores y catéter puertos; las inno-
vaciones en cirugía laparoscópica, en endoscopia y en la corrección de malforma-
ciones anorrectales; la cirugía de trasplantes, etc.; el descubrimiento de nuevos
Antecedentes históricos de la medicina y la cirugía pediátricas 15
en los nacidos en 1979 resultaron ser de sólo 5%. Ante demostraciones numéricas
tan apabullantes sólo cabe pensar que cualquier unidad hospitalaria que reciba
recién nacidos con alguna enfermedad quirúrgica y desee mejorar sus cifras esta-
dísticas debe implementar la unidad de cuidados intensivos.
Los años nuevos del siglo XXI han logrado colocar a la pediatría nacional en
un estandarte por el gran auge que ha logrado como disciplina organizada. Enor-
mes y brillantes pediatras ocupan los sitios preferenciales en la especialidad, al-
gunos laborando en centros de alta especialidad como el Hospital Infantil de Mé-
xico, otros en el Instituto Nacional de Pediatría y centros médicos nacionales,
pero un grupo igualmente sobresaliente que trabaja en hospitales de segundo ni-
vel de atención del país.
16 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 1)
REFERENCIAS
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10. Straffon AO: Cirugía pediátrica. Histórico breviario de sus principios. Rev San Militar
1999;53:66–77.
2
Metabolismo y nutrición
en el recién nacido grave
Hugo Santamaría Corona, Adriana Iliana Castillo Aguirre,
Carlos Baeza Herrera
HISTORIA
En el decenio de 1950 y a principios del de 1960 los recién nacidos, aun los
prematuros, eran dejados en ayuno varios días después del nacimiento. En estu-
dios posteriores se demostró que la alimentación temprana y la infusión de gluco-
sa disminuían el catabolismo y reducía la mortalidad en los bebés prematuros. El
soporte nutricional es clave en la sobrevida neonatal con patología agregada, aun-
que también influye en el crecimiento cerebral y en el pronóstico del neurodesa-
rrollo. En 1971 Futterman relacionó la deficiencia de ácidos grasos omega 3 con
registros electrorretinográficos anormales en animales; a partir de estos trabajos
se demostró más tarde que en los seres humanos una función óptima de los foto-
rreceptores requiere la presencia, aun en pequeñas cantidades, de ácidos grasos
derivados de la familia del ácido linolénico.2
17
18 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 2)
Periodo pregestacional
Inicia desde la concepción hasta las primeras ocho semanas del desarrollo, que
es el tiempo de mayor teratogénesis, ya que las patologías maternas, como la dia-
betes mellitus y la deficiencia de ácido fólico, originan defectos cardiovasculares
y del tubo neural, respectivamente.
Periodo fetal
600
575
550
525
500
475
450
Peso de la placenta (g)
425
400
375
350
325
300
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
275
250
225
200
175
150 AGA
125
100 SGA
75 LGA
50
25
23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43
Gestación (semanas)
Figura 2–1. AGA: adecuado para la edad gestacional; SGA: pequeño para la edad ges-
tacional; LGA: grande para la edad gestacional. Nótese que a mayor edad gestacional
mayor peso de la placenta y posibilidad de mejor desarrollo intrauterino del producto.
20 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 2)
METABOLISMO Y NUTRICIÓN
Los trabajos de Zielger y col., Forbes y Sparks sobre la composición química del
feto humano determinan cuál es la acumulación de nutrientes que se acompaña
de un crecimiento posnatal semejante al del feto normal in utero (cuadro 2–1).7,8
La agresión aguda de cualquier índole es una causa mayor de malnutrición
aguda y un factor mayor de mortalidad y morbilidad El objetivo nutricional es
Hormonas
Citocinas
estrés, lo cual sugiere que prácticamente toda la glucosa que el feto recibe la ob-
tiene a través de la circulación materna.13 Gracias a estudios en animales se sabe
también que el depósito de glucógeno hepático se debe a la maduración en la fun-
ción adrenal (corticosteroides).14 La concentración de glucosa disminuye al mo-
mento de nacer de entre 80 y 105 a entre 40 y 60 mg/dL a las dos o cuatro horas,
para que por glucogenólisis y gluconeogénesis mantenga una concentración fi-
siológica en gran parte por medio de la secreción de catecolamina. La duración
de los efectos de la misma se desconoce. Después del nacimiento, hasta que el
recién nacido puede iniciar la movilización de glucosa de los depósitos de glucó-
geno, es posible mantener la homeostasis de glucosa con una infusión de 2 a 4
mg/kg/min, seguida de una infusión de 6 a 8 mg/kg/min.15 Las observaciones que
hemos tenido con nuestros pacientes es que tienen fácilmente hiperglucemias en
lo que en la mayoría mantenemos una infusión de 3 mg/k/min. Es por ello que
se recomienda vigilar la glucemia central, la presencia de glucosa en orina y la
hidratación, para evitar más complicaciones en la mayor medida posible.16
Repercusión al estrés
METABOLISMO DE LÍPIDOS
Repercusión al estrés
Repercusión al estrés
METABOLISMO ENERGÉTICO
MÉTODOS DE ALIMENTACIÓN
Mucho hay que decir sobre la nutrición en el recién nacido críticamente enfermo
y la manera en que se ha de nutrir. Los estudios realizados se refieren a recién
nacidos prematuros y de muy bajo peso, puesto que gracias a los avances tecnoló-
gicos desde hace 25 años la sobrevivencia se ha incrementado. Aun cuando los
requerimientos nutricionales de los lactantes a término y prematuros saludables
se han caracterizado relativamente bien, se sabe mucho menos sobre las necesi-
dades de nutrimentos del lactante enfermo. Hasta hace poco el inicio de la nutri-
ción parenteral se retrasaba durante varios días. Existen varios estudios en los que
se propone el inicio de nutrientes, como son los aminoácidos en las primeras 24
h, sin que ello ocasionara efectos adversos o signos de toxicidad; el incremento
de nitrógeno ureico en sangre se observa a menudo después del inicio de la nutri-
ción parenteral.31–34
Aunque se puede contar con motivos técnicos o prácticos que aconsejen el re-
traso de la nutrición parenteral, no existen razones científicas o médicas para ello;
en cambio, sí existen numerosos argumentos a favor de iniciarla lo antes posible.
Existe un concepto que toma una gran relevancia, denominado nutrición intensi-
va, que se define como la nutrición que se aplica en el límite superior de las pautas
establecidas o más allá de ellas.35 De aquí el intento del inicio temprano de la nu-
trición parenteral.
Aporte de aminoácidos
La razón de iniciar con 0.5 g/k/día no está clara, pero en los estudios de Piasley36
se utilizaron dosis de 1 a 1.5 g/kg/día sin que se hallaran signos de toxicidad. En
otro estudio realizado por este investigador se otorgaron dosis de aminoácidos
de hasta 3 g/kg/día sin que se hayan presentado efectos colaterales, pero todavía
hace falta más experiencia al respecto.
En el hospital donde laboran los autores de este capítulo se inició la nutrición
intensiva en pacientes con patología quirúrgica en dosis de 1 g/kg/día sin efectos
adversos a las 24 h del evento quirúrgico (datos no publicados). Es de hacer notar
que los pacientes que se atienden allí tienen un gran compromiso de la circulación
esplácnica (atresia de intestino y gastrosquisis), por lo que están más predispues-
tos a una mayor colestasis.
Metabolismo y nutrición en el recién nacido grave 29
Aporte de glucosa
Por lo general la glucosa es el único nutrimento que se suministra durante los pri-
meros días de vida a los lactantes de muy bajo peso al nacer, pero sola es insufi-
ciente para prevenir el catabolismo de proteína. Keshen y col.37 concuerdan con
que la mayor producción de glucosa en el recién nacido de muy bajo peso se debe
a la gluconeogénesis. Kalhan y col.38 hallaron un elevado índice de producción
de glucosa en estos niños, en especial en los que solamente recibían glucosa, en
comparación con los que también recibían aminoácidos o lípidos. Los aportes de
glucosa pueden variar de acuerdo con las circunstancias; el problema es la intole-
rancia a la glucosa que se puede presentar con una infusión de glucosa de 6 mg/
kg/min o incluso inferior. Aún se encuentran en investigación las causas de esta
intolerancia y cómo suprimirla, de ahí que exista controversia en la utilización
de insulina e incrementos de hasta 9 mg/kg/min de glucosa. Hetz,39 Poindexter
y col.40 refieren que se debe tener precaución en el empleo de insulina, ya que,
si bien redujo la producción de glucosa y el catabolismo proteínico a 20%, se ob-
servó un aumento en el lactato plasmático, lo cual conduce a una acidosis metabó-
lica.
Desde el punto de vista nutricional, es importante eliminar la intolerancia a la
glucosa lo antes posible, debido al impacto negativo que tiene sobre el aporte de
energía y sobre todo a su relación con la hemorragia intracraneal.41 Los autores
de este capítulo han observado intolerancias a la glucosa, por lo que solamente
cuando se presenta una glucosa central elevada para la edad del paciente se utiliza
insulina en infusión, aunque esto sólo ha ocurrido en dos casos. Se necesita más
experiencia en este terreno; sin embargo, al disminuir paulatinamente la infusión
de glucosa a 2 mg/kg/min se irán reduciendo los niveles de glucosa.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Aporte de lípidos
ta de una infusión de lípidos por vía intravenosa iniciada el primer día en dosis
de 1 g/kg/día con un aumento paulatino hasta alcanzar los 3 g/kg/día.
Oligoelementos
Requerimientos de electrólitos
CONCLUSIÓN
un equilibrio homeostático.
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34 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 2)
3
Mecanismos de enfermedad
en el recién nacido
Carlos Baeza Herrera, Arturo Arcos Aponte,
Luis Ángel Sánchez Fernández, Martha Leticia Mendoza López
GENERALIDADES
35
36 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 3)
A B
Figura 3–2. A. Otro linfangioma, pero menos severo y con un pronóstico benigno en
virtud de que es un defecto extirpable. B. Otro defecto similar, pero de ubicación alta-
mente selecta. La extirpación es factible, pero muy laboriosa y difícil.
Figura 3–3. Bebe diminuto que requería de intervención quirúrgica de alto riesgo. Sus
inconvenientes fisiológicos coadyuvaron para un desenlace fatal.
38 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 3)
gasaki, así como en las que ocasionaron la tristemente célebre talidomida y el sín-
drome de rubéola congénita.
Aunque no siempre son bien comprendidos, los mecanismos íntimos, la hiper-
tensión arterial, la diabetes mellitus, la infección materna, la edad menor de 18
años o mayor de 36, el peso excesivo durante la gestación, la tensión emocional,
el embarazo múltiple, la exposición a grandes alturas, el alcoholismo, la droga-
dicción, el crecimiento desproporcionado del producto, la presentación anormal,
la gestación mayor de 42 semanas, los traumatismos, etc., son riesgos adicionales
a los que el producto está expuesto desde la ovulación hasta el nacimiento.3 En
el caso de la diabetes materna se ha observado que en determinadas circunstan-
cias los bebés producto de esas madres llegan a desarrollar condiciones y síndro-
mes especiales que tienen que ver con el metabolismo de los carbohidratos, pero
también causan complicaciones que a primera vista carecen de explicación,
como es el caso del síndrome del colon izquierdo hipoplásico.24
Las alteraciones morfológicas, como las situs anomalies o anomalías de sitio,
representan un espectro de alteraciones en las cuales existe una falla en el desa-
rrollo del patrón normal de la asimetría corporal; se han dividido en tres variantes,
de acuerdo con la disposición de los órganos: el situs solitus, que ocurre cuando
los órganos se encuentran en su posición normal, el situs inversus, cuando se ha
invertido el sitio de ubicación, y el situs ambigus o heterotaxia, que implica la
malposición y dismorfismo asociado con disposición atrial indeterminada. Esta
última ha sido dividida a su vez en dos grandes grupos: isomerismo lateral dere-
cho, como el caso de la asplenia, e isomerismo lateral izquierdo, como cuando
Mecanismos de enfermedad en el recién nacido 39
fractura clavicular o femoral, elongación del plexo braquial, rotura esplénica, he-
pática, etc. (figuras 3–6 y 3–7).
Después de que el niño nace debe afrontar agresiones ambientales, las cuales
pueden llegar a ser impactantes y quizá determinen que su recién adquirida “esta-
bilidad fisiológica” se vea seriamente afectada. El contacto biológico del que
pronto participa puede desencadenar infecciones poco trascendentales6 cuando
no es bien tolerado, las cuales se pueden agravar si la flora que lo coloniza fue
seleccionada por el uso inadecuado de antimicrobianos de amplio espectro que
culmina con eventos graves.7
Los riesgos poco contemplados pero importantes incluyen hiperbilirrubine-
mia, que prolonga el vaciamiento gástrico, y fototerapia, que suele causar indi-
rectamente síndrome diarreico y predispone a la aparición de periodos de apnea,
síndrome de muerte súbita y hemólisis.8–10
40 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 3)
Figura 3–5. Es muy raro encontrar en la etapa neonatal el signo de Cullen por isquemia
intestinal. El paciente sufría enterocolitis necrosante.
Figura 3–6. Recién nacido que sufrió fractura costal múltiple, contusión pulmonar y
muerte, debido a que su hermanito de tres años de edad se le lanzó con rodillas por de-
lante de un metro y medio de altura.
Mecanismos de enfermedad en el recién nacido 41
Figura 3–7. Neonato que sufrió herida lingual como consecuencia de una caída de “sen-
tón” de su madre que lo llevaba en brazos.
Figura 3–8. Niño que tuvo el infortunio de llegar a una sala de terapia intensiva y, des-
pués de una laparotomía, padecer mionecrosis de la pared abdominal.
Mecanismos de enfermedad en el recién nacido 43
El riesgo ambiental es uno de los tópicos que más se abordan en foros interna-
cionales, particularmente en los que participan organizaciones no gubernamenta-
les, como Green Peace. Ellas establecen que las zonas donde el medio ambiente
ha sido agredido y trastornado en su esencia son por naturaleza una fuente perma-
nente de riesgo para quienes viven dentro de un perímetro determinado. No obs-
tante que existen estudios en los que se establece, como en el caso de los defectos
del tubo neural, que la prevalencia en algunas áreas petroleras de México es simi-
lar a la observada en el resto del país nacional, se muestran indicios de estar por
encima de la media internacional.17 Un factor que ha motivado los programas de
difusión nacional es la ingestión de ácido fólico, la cual supuestamente previene
la aparición de este tipo de defectos.18
Un riesgo contemplado y perfectamente conocido en la actualidad es al que
están expuestos los niños recién nacidos que por alguna razón deben ser hospitali-
zados o que nacen en condiciones de alto riesgo. La ventilación mecánica por in-
fección de la vía respiratoria o del tubo digestivo es, sin duda, una amenaza conti-
nua para estos pacientes (figura 3–9). Por ser una infección adquirida dentro de
un hospital se la debe etiquetar como nosocomial y, por ende, agregarle un factor
adicional a su gravedad natural. Eventualmente las infecciones de otra naturaleza
llegan a instalarse en un recién nacido naturalmente inerme y desprotegido.18 La
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
condición sistémica de algunos niños mejora por la acción del factor de creci-
miento epidérmico que se contiene en la saliva, como es el caso de algunos esta-
dios de la enterocolitis necrosante.23
Finalmente, “el principio de casualidad” puede llegar a convertirse en un me-
canismo entendible de producción de una enfermedad de resolución quirúrgica
si se reflexiona sobre el siguiente caso: “un niño de 14 meses de edad que se en-
contraba dormido rodó hasta caer de la cama; al pie de la misma se encontraba
un cuchillo de cocina dentro de un vaso en posición vertical y sosteniendo un in-
secticida; al caer, se le introdujo en el cráneo el arma blanca, causándole desgarra-
dura de la duramadre y lesión del seno longitudinal”. El niño vive y sólo sufre
hemiparesia izquierda como secuela.20
El riesgo elevado de sufrir alguna malformación congénita o una enfermedad
de índole quirúrgica, como la perforación intestinal del producto, se presenta en
los hijos de madres que son farmacodependientes, en especial las adictas al con-
sumo de cocaína. Pero se pueden presentar problemas como consecuencia de la
inhalación de tabaco en forma pasiva y cuando la madre es fumadora crónica. El
síndrome que aparece como consecuencia de la ingestión prolongada y desmedi-
da de alcohol se ha identificado como causal de un complejo de manifestaciones
orgánicas y fisiológicas que en su conjunto se denomina síndrome alcohólico fetal.
Se deben evocar otras reflexiones, especialmente cuando algunas malforma-
ciones congénitas de las que se conocía en forma y fondo su prevalencia, frecuen-
cia e incidencia de pronto cambiaron. Este caso no es exclusivo de México, sino
del mundo entero; por ejemplo, la gastrosquisis es una malformación que hace
15 años compartía su aparición con el onfalocele y no se extrañaba que de pronto
aparecieran uno y uno o en ocasiones prevalecieran uno u otro en una proporción
de 2:1. El caso actual es que ya casi no nacen niños con onfalocele y que la gas-
trosquisis predomina de tal forma que ya casi no se ponderan las diferencias entre
una y otra anomalía. Se piensa que probablemente algún factor de diseminación
mundial es el que está causando efectos teratogénicos directos o que altera la
constitución del genoma humano (figura 3–10).
Se ignora lo que hay detrás de las bandas amnióticas en relación con la razón
de su aparición; sin embargo, en la actualidad se sabe que se trata de un síndrome
caracterizado por la formación in utero de una cantidad indeterminada de bandas
cuyo papel etiopatogénico es ya perfectamente conocido. Se caracteriza macros-
cópicamente porque a la manera de las bandas intraperitoneales que aparecen en
los casos de infección, como la apendicitis, de igual manera se forman en el inte-
rior del útero. Aparecen en etapas tempranas y conforme se establece la organo-
génesis afectan estructuralmente al producto, en especial durante las primeras 10
semanas de vida gestacional. Se han reportado casos en los cuales las bandas am-
nióticas son responsables de amputaciones, deformaciones labiopalatinas y cra-
neofaciales, anillos fibrosos en las extremidades y hasta ectopia cordis clásica.21
Mecanismos de enfermedad en el recién nacido 45
Figura 3–10. Bebe portador de un síndrome de la tríada formada por criptorquidia, hi-
dronefrosis y ausencia de musculatura abdominal. También se lo conoce como síndro-
me de Eagle–Barrett.
Figura 3–12. Estudio simple de abdomen en posición de pie que muestra una gran dila-
tación intestinal y una omega en la bolsa escrotal derecha. Obviamente se trata de una
hernia inguinal.
el tórax, las maniobras normales suelen ser motivo de una hemorragia esplénica
incontrolable que termina en esplenectomía. En estos casos, donde virtualmente
se instala un “síndrome de asplenia adquirida”, el riesgo de que se presenten pro-
blemas serios en el futuro del bebé es inevitable. Dichos problemas estarán rela-
cionados con la presencia de infecciones denominadas itinerantes, pero que en
realidad son fulminantes. La hernia inguinal es, sin duda alguna, el primer motivo
de intervención quirúrgica en cirugía de corta estancia en casi todos los países del
mundo; su morbilidad es elevada. La principal eventualidad sucede cuando un
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
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4
Antibióticos en el recién
nacido posoperado
Javier López Castellanos, María Verónica Morales Cruz,
Lirio E. Solano González
Emplear el antimicrobiano incorrecto en sepsis del recién nacido puede llegar a ser
tanto o más riesgoso que la infección misma...
Sabiduría popular
guías de empleo de antimicrobianos tanto para adultos2 como para pacientes pe-
diátricos; sin embargo, en ninguno se ha considerado al neonato quirúrgico como
individuo infectado ni cómo resolver el problema. En este capítulo se resumen
los siguientes aspectos:
49
50 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 4)
En todo el mundo fallecen 1.6 millones de recién nacidos por infección.4 La ma-
yoría de estas muertes ocurren en países en desarrollo y la mortalidad neonatal
por sepsis puede ser de hasta 60%, con una incidencia de infección de 2.2 a 8.6 por
cada 1 000 nacidos vivos.5
Más de la mitad de los neonatos admitidos en las unidades de cuidados intensi-
vos neonatales ingresan con el diagnóstico de “sepsis neonatal”;6 además, los re-
cién nacidos con malformación congénita potencialmente corregible mediante
cirugía tienen más riesgo de adquirir una infección intrahospitalaria tanto antes
como después de la operación. Se han reportado infecciones nosocomiales con
tasas muy elevadas en México7 y en EUA, donde los principales factores de ries-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
a. Congénita.
b. De inicio temprano.
c. De inicio tardío.
Lo anterior no sólo define los tiempos, sino también una probabilidad etiológica
a saber. En la sepsis de origen congénito se debe considerar básicamente el com-
plejo TORCH (toxoplasmosis, sífilis, hepatitis B, infección por virus Coxsackie,
Epstein–Barr, varicela zoster, parvovirus, rubéola, citomegalovirus y virus de
herpes simple), pero dadas las características de este capítulo y que hay múltiples
libros que tratan este tema, sólo se mencionará, sin desarrollar las características
Antibióticos en el recién nacido posoperado 53
1 200
1 000
60% del valor
800 del adulto
Total 60% del valor
600 del adulto
de IgG
mg/100 mL
IgG
400
300 Contribución
materna
200 de IgG Contribución de IgG
150 del recién nacido 75% del valor
125 del adulto
100 de IgM
75 IgM 20% del valor
50 IgA del adulto
25 de IgA
Meses 0 2 4 6 8 2 4 6 8 10 12
Nacimiento
Figura 4–1. Niveles de inmunoglobulinas en el feto y en el recién nacido.
Figura 4–2. Neonato que sufría gastrosquisis. Se le cubrió con plástico de grado no bio-
lógico y se complicó con sepsis peritoneal grave.
A lo anterior hay que agregar los inconvenientes relacionados con el manejo pre-
operatorio, pero en especial los efectos sinergizantes desfavorables producto de
la agresión quirúrgica (figura 4–3).
Una vez que se precisan algunas consideraciones para fines de elaborar diag-
nósticos convenientes es necesario elegir parámetros de evaluación que permitan
un manejo más correcto mediante definiciones de conceptos, que es lo que se
hace a continuación.
Figura 4–4. Este recién nacido sufría sepsis por Pseudomonas aeruginosa; además de
otras lesiones tenía necrosis en tejidos de la cara.
Antibióticos en el recién nacido posoperado 57
Definiciones
Desde otro punto de vista, Haque comentó lo que a su parecer debe ser infec-
ción en el torrente sanguíneo (ITS) del neonato, la cual consideró en diversas ca-
tegorías:
S ITS primaria. ITS en pacientes sin un foco de infección identificable (p.
ej.: Streptococcus del grupo B y Escherichia coli).
S ITS secundaria. ITS causada por un patógeno y relacionada con otro sitio
de infección (p. ej., neumonía).
60 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 4)
similar a la de los adultos; sin embargo, hay algunas condiciones que son peculia-
res en los recién nacidos tanto de término como prematuros. En el recién nacido
de término el grosor de la epidermis es distinto al del adulto, pues en el primero
es de aproximadamente 50 mm y en el niño pretérmino mide la mitad; es por ello
que todos los componentes de la piel del prematuro son menos abundantes y más
delgados, por lo que en dicho bebé existe una mayor susceptibilidad a que cual-
quier pérdida de continuidad o trauma, por pequeño que sea, motive la infec-
ción.25
Las infecciones de heridas se dividen en dos categorías: infección del sitio qui-
rúrgico e infección del tejido blando no quirúrgico. Las infecciones incisionales
se clasifican en superficiales o profundas (cuadro 4–7); las primeras incluyen la
piel y el tejido subcutáneo, mientras que las profundas abarcan el tejido blando
profundo, los músculos o la fascia. La infección de la piel o del tejido subcutáneo
debe contar con al menos uno de los siguientes factores para hacer el diagnóstico:
drenaje purulento o un organismo aislado, además de que se deben asociar dolor,
edema, reblandecimiento y calor local, o puede ser una herida deliberadamente
abierta por un cirujano. Las siguientes situaciones no se consideran infección en
sitios quirúrgicos: absceso en los puntos, la presencia de costra en el sitio de cir-
cuncisión e infección que se extiende a los planos profundos.26,27
La infección de la herida quirúrgica profunda debe propiciar el drenaje puru-
lento de la profundidad, pero no de un “espacio orgánico específico”.28
Como es escasa la bibliografía acerca de las úlceras por presión (mal llamadas
úlceras de decúbito) en niños, aquí se incluirán algunas características en las que
se presentan. Son definidas como una lesión de la piel que resulta de aplicar una
presión permanente sobre su superficie, la cual produce daño físico local. Las úl-
guínea baja, además de que se presentan con escalas bajas de Branden Q. Las úl-
ceras por presión son prevenibles, pero si no son reconocidas su costo puede ser
muy elevado, aunque contribuyen en mínima medida en la producción de sepsis
en recién nacidos y en niños.
1. Maternos:
a. Desnutrición.
b. Edad < 16 > 32 años.
c. Multiparidad.
d. Medio socioeconómico bajo.
e. Infección previa recurrente.
f. Ruptura prematura de membranas de más de 24 h.
2. Neonatales:
a. Prematurez.
b. Inmunocompromiso: hipocomplementemia, alteraciones en la fagocito-
sis, actividad bactericida de PMN baja y quimiotaxis alterada.
c. Asfixia neonatal.
d. Sexo masculino.
e. Malformaciones congénitas.
3. Ambientales–neonatales:
a. Procedimientos invasivos: cateterismo, intubación, venopunciones y ve-
nodisecciones.
b. Infecciones cruzadas de origen nosocomial.
BACTERIOLOGÍA
CUADRO CLÍNICO
DIAGNÓSTICO
S Proteína C reactiva.
S Velocidad de sedimentación globular.
S Procalcitonina.
S Determinación de IL–6 y factor de necrosis tumoral.
Diagnóstico diferencial
Tratamiento
Atención del recién nacido a término asintomático, con factores de riesgo obsté-
trico (ruptura prematura de membranas, o RPM, > 18 a 24 h, sospecha de corio-
amnionitis y fiebre materna). RPM, eritrosedimentación (ES) y proteína C reacti-
va (PCR). Las pruebas diagnósticas anormales incluyen leucocitos < 5 000/mm3
o más de 20 000/mm3, I/T > 0.2, PCR > 20 mg/L y ES > 15 mm/h (figura 4–5).
Atención del prematuro asintomático con factores de riesgo obstétrico (RPM
> 18 a 24 h, sospecha de corioamnionitis y fiebre materna). RPM. Pruebas diag-
nósticas anormales: leucocitos < 5 000 o > 25 000/mm3, I/T > 0.2, PCR > 20 mg/L
y ES >15 mm/h (figura 4–6).
Atención del neonato (a término o prematuro) sintomático con factores de
riesgo obstétrico (RPM > 18 a 24 h, sospecha de corioamnionitis, fiebre materna).
RPM y ruptura prolongada de membranas. Pruebas diagnósticas anormales: leu-
Antibióticos en el recién nacido posoperado 67
Pruebas
diagnósticas
Normales
Anormales
Repetirla de 8 a 12 h
Anormales
Pruebas diagnósticas
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Normales
Repetirla de 8 a 12 h
Anormales
Normales
Hemocultivo y LCR
Normales Anormales
cocitos < 5 000 o > 25 000/mm3, I/T> 0.2, PCR > 20 mg/L y ES > 15 mm/h (figura
4–7).
Nuestro hospital se caracteriza por constituir un servicio de referencia para pa-
cientes quirúrgicos que incluye en su lista de pacientes una muy variada patología
quirúrgica neonatal, por lo que es de vital importancia conocer los esquemas a
seguir (cuadro 4–10).
CONSIDERACIONES
EPIDEMIOLOGÍA
Incidencia
Se reporta entre 1 y 5% dentro de las unidades de terapia intensiva neonatal; algu-
nas veces asciende hasta 25%. Afecta principalmente a los neonatos prematuros,
aunque alrededor de 10% de los casos son recién nacidos a término.
Antibióticos en el recién nacido posoperado 71
Prematurez
Lesión
indirecta y
directa de Enterocolitis
la mucosa necrosante
Figura 4–8. Factores que intervienen en la lesión del tubo digestivo en caso de entero-
colitis necrosante.
Factores de riesgo
Algunos autores indican que los factores de riesgo pueden variar con el peso al
momento del nacimiento y con la edad gestacional. De hecho, se ha demostrado
de manera clásica que existen tres factores etiológicos que la generan (figura 4–8
y cuadro 4–12):
S Hipoxia–isquemia.
S Infección.
S Alimentación.
Cuadro clínico
S Letargo.
S Inestabilidad térmica.
S Apnea.
S Acidosis metabólica.
S Choque.
S Coagulación intravascular diseminada.
S Íleo.
S Sangre en evacuaciones.
S Intolerancia a la alimentación.
Tratamiento
tasa de la enfermedad con RR 0.47 (0.10, 0.96), el riesgo (RD): –0.10 (–0.16,
0.04) y un NNT (número necesario a tratar) 10 (6.25); asimismo, se observó una
reducción significativa del número de decesos (RR 0.32 (0.10, 0.96), el RD –0.07
(–0.13, 0.01), el NNT 14 (8, 100) y una tendencia no significativa en la reducción
de muertes totales (RR 0.67 [0.34, 1.32]).
En conclusión, todo parece indicar que el uso de antibióticos orales reduce la
incidencia de ECN en neonatos de pretérmino; sin embargo, incrementa el riesgo
de colonización del intestino por parte de bacterias resistentes, por lo que queda
pendiente evaluar los efectos adversos de tal fenómeno.
La neonatología actual enfrenta nuevos retos ante el creciente número de car-
diopatías congénitas complejas que requieren intervención quirúrgica durante la
etapa neonatal. Si bien la tecnología avanza y propicia diagnósticos más oportu-
nos (incluso intrauterino) y una disminución de factores de riesgo transoperato-
rios y posoperatorios, el resultado aún no es el deseado, ya que el éxito de las ope-
raciones se puede ver mermado por la presencia de complicaciones inesperadas,
como la dehiscencia de la herida, los mediastinitos o el empiema pleural. Final-
mente, cabe comentar que se han evaluado diversas modalidades de inmunotera-
pia, como la transfusión de neutrófilos y la administración profiláctica y terapéu-
tica de inmunoglobulina; sin embargo, este capítulo sólo pretende brindar un
apoyo para el uso congruente de antibióticos en el neonato quirúrgico, por lo que
se cree pertinente mencionar que el uso de inmunoglobulina G ha mejorado el
pronóstico como terapia coadyuvante en el tratamiento global de la sepsis, que
incluye en muchos casos antibióticos.
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5
Infección nosocomial en
el neonato operado
Ricardo Cortés García, Carlos Baeza Herrera, Luis Velasco Soria
GENERALIDADES
a infecciones nosocomiales, entre las que se incluyen las propias del huésped:
competencia inmunitaria disminuida, que es directamente proporcional a la edad
gestacional, mecanismos de defensa insuficientemente eficaces, ya que se han
descrito alteraciones en la quimiotaxis de los polimorfonucleares y mononuclea-
res, opsonización deficiente, bajos niveles de complemento y cambios en el me-
tabolismo oxidativo celular y en el sistema fagocítico mononuclear.2,15
De igual forma, participan la estancia prolongada, el empleo de antibióticos
de amplio espectro, la necesidad obligada del uso de catéteres vasculares centra-
les, la intubación orotraqueal y la ventilación mecánica, los sondeos vesicales y
la alimentación parenteral total, entre otras medidas. Otros factores de predispo-
sición que pueden influir en la infección nosocomial son las circunstancias ma-
77
78 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 5)
Figura 5–2. Los neonatos operados son más propensos a la infección nosocomial. Se
puede observar la ostomía en el abdomen de este paciente.
concerniente a este país, en los recién nacidos la razón aumenta hasta cuatro veces
cuando se trata de bebés prematuros, alcanzando cifras de hasta 31% y una morta-
lidad que puede ser mayor de 70% en los casos de epidemia intrahospitalaria.6
Con la evolución del diagnóstico y el tratamiento de padecimientos congénitos
y adquiridos paralelamente se dio el advenimiento en el progreso de las técnicas
quirúrgicas. En la década de 1950 surgió la implementación de prótesis valvula-
res y de cadera; más tarde, con los implantes cocleares y la instalación de catéte-
res de derivación de líquido cefalorraquídeo, surgieron de manera equivalente las
observaciones de los primeros estudios que señalaban al Staphylococcus coagu-
lasa negativo y al Staphylococcus epidermidis como probables agentes patóge-
nos de la infección intrahospitalaria. Hoy en día se reconoce su participación
como agentes de infección nosocomial, con un aumento en la frecuencia reporta-
da en las UCIN;7,8,10 de la misma manera, el progreso en las unidades de cuidados
80 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 5)
Figura 5–3. Neonato infectado con distensión abdominal que exige la realización de
una laparotomía de urgencia.
con el catéter aumenta cuando el dispositivo tiene una colocación mayor de siete
días, en especial si lleva puesto más de 21 días y es implantado sin técnica estéril;
es más que sospechado el evento cuando hay hipotensión inexplicable y el sitio
de inserción se encuentra hiperémico, lo cual es signo rotundo de que el catéter
está infectado.
Al hablar de los agentes presentes en las infecciones del torrente sanguíneo
asociadas con catéter vascular en neonatos se ha visto un predominio de especies
de Staphylococcus coagulasa negativos y S. epidermidis, por lo que se ha suge-
rido el rescate del dispositivo;36 sin embargo, continúa el aislamiento de especies
de Staphylococcus aureus, Pseudomonas y sobre todo de Candida. En un estudio
llevado a cabo por Benjamín y Millar en 122 neonatos se demostraron 128 episo-
dios de bacteriemia por catéter y se encontró, mediante regresión logística, que
el riesgo de bacteriemia aumentó en función del intento de esterilización de caté-
ter (OR = 17.3; 95% IC = 2.2, 139.4).37
Se ha encontrado que la incidencia de las infecciones del torrente sanguíneo
asociadas con catéter vascular varían dependiendo de tres factores principales:
el propio catéter, el huésped y el grado de manipulación en su colocación (figura
5–4). Respecto al primero, nos referimos al material con que está hecho el catéter,
pues algunos materiales, como el poliuretano, dificultan la adherencia de algunas
especies de Staphylococcus, en comparación con los fabricados a base de silicona
o PVC, que fomentan la adherencia de algunas especies. Los que son de TeflónR o
silicona inhiben la producción de radicales superóxido, por lo que esta propiedad
Figura 5–4. Neonato de una semana de vida con perforación intestinal complicada con
infección nosocomial; se puede advertir la gran distensión abdominal con el signo de
Cullen y el dispositivo intravascular en el cuello.
Infección nosocomial en el neonato operado 83
les confiere su selección; hay que considerar que, a mayor número de lúmenes,
más aumenta la posibilidad de colonización endoluminal y mediante las conexio-
nes, por lo que éstos no son los preferidos en cirugía neonatal. El método de elec-
ción para la inserción del catéter venoso ofrece ciertas ventajas cuando se elige
la vía percutánea periférica, ya que los riesgos de complicaciones, como neumo-
tórax y hemorragia, son mínimos, aunque se observa una mayor frecuencia en la
disfunción del catéter y la flebitis, lo que preconiza el empleo de catéteres inserta-
dos directamente. Sin embargo, se ha encontrado que no existe una diferencia sig-
nificativa en cuanto a la predisposición al desarrollo de bacteriemia comparando
la vía periférica con la inserción del catéteres por una vía central (yugular, subcla-
via y femoral).37
Respecto a la tunelización de los dispositivos, se ha demostrado que no existe
ventaja al ejecutar esta modalidad, ya que no brinda protección contra la coloni-
zación en el acceso yugular interno y de la subclavia, excepto en la inserción de
un catéter vascular central en la vena femoral, el cual requerirá una estancia pro-
longada.38
Está bien demostrado que los programas de capacitación y entrenamiento del
personal de salud reducen la incidencia de infecciones del torrente sanguíneo
asociadas con catéter, como lo demostraron Sherertz y col., quienes lograron dis-
minuir la incidencia de 4.5 a 2.9 por 1 000 días de catéter al implementar esta in-
tervención.37
DIAGNÓSTICO
Si bien es cierto que la infección nosocomial ha existido al menos desde las trági-
cas descripciones de Semmelweis, también es cierto que en la actualidad este pro-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
TRATAMIENTO
EXPERIENCIA
recién nacidos estaba activa 15 días y otros tantos cerrada, porque había habido
aniquilamiento casi total de los niños operados. La proliferación de bacterias
raras tampoco ha sido inusual, por lo que la directriz recientemente adquirida se
centra en contar con personal mejor capacitado, un cirujano exclusivo para la
sala, mejores espacios y mayor cantidad de recursos materiales. Dado que somos
la única unidad en el país que tiene un programa de entrenamiento para posgra-
duados, nos asiste la obligación de dictar normas, establecer programas y ofrecer
a nuestros usuarios la mejor opción de manejo.
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6
Bandas amnióticas
Luis Manuel García Cabello, Carlos Baeza Herrera,
Berenice Flores Martínez
GENERALIDADES
DEFINICIÓN
89
90 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 6)
INTRODUCCIÓN
normal, pero se produce por algún factor extrínseco o por interferencias internas;
es una enfermedad fetal rara no hereditaria.1,3
El síndrome de bandas amnióticas es un espectro de malformaciones fetales
asociadas con bandas fibrosas que parecen atrapar partes fetales que se caracteri-
zan porque adolecen de un patrón anatómico consistente con manifestaciones
múltiples, discapacitantes y de desfiguración.
La causa más común de anomalías por disrupción es la ruptura prematura del
amnios (RPA) sin dañar la membrana externa (corion).
La presencia de bandas fibrosas de origen corioamniótico en la placenta cons-
tituye el elemento común que permite agrupar estas anomalías con el término de
síndrome de bandas amnióticas.1,4
Dicha ruptura provoca la formación de bandas de tejido fibroso y pegajoso de
la placenta que pueden flotar en el líquido amniótico y enredar al feto con varias
92 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 6)
consecuencias, entre ellas la muerte del feto, cuando las bandas afectan estructu-
ras vitales como la cabeza o el cordón umbilical.
La naturaleza y la gravedad de las deformidades parecen estar en relación di-
recta con el momento del embarazo en que se inició la ruptura del amnios.
INCIDENCIA
La frecuencia del síndrome de bandas amnióticas varía de 1:1 200 a 1:15 000 en
los recién nacidos vivos, mientras que en abortos espontáneos puede llegar a ser
de 178 por cada 10 000. Su ocurrencia tiene un carácter esporádico, aunque se
han publicado algunos casos de recurrencia familiar.6
No existe una preferencia por el sexo, aunque algunos han reportado una rela-
ción hombre–mujer de 1:1.2. Hay una incidencia ligeramente elevada en los des-
cendientes afrocaribeños. No se trata de una enfermedad hereditaria ni genética,
aunque en algunos casos muy esporádicos se han publicado casos de recurrencia
familiar.1,3,7
94 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 6)
ETIOLOGÍA
TEORÍAS
Figura 6–6. Es típico que en este síndrome haya lesiones circulares producto de la com-
presión circular de las extremidades.
Figura 6–8. Se debe extirpar todo el tejido cicatrizal producto de la compresión in utero.
Amniocentesis
Infección
Cambios hormonales
Apoptosis
Oligohidramnios
Es una disminución excesiva del líquido amniótico durante las primeras semanas
de gestación que favorece la presencia de las bandas.8,11
FISIOPATOLOGÍA
una explicación para entender los mecanismos que conducen a este síndrome.
En una evaluación fetopatológica de 18 casos con síndrome de bandas amnió-
ticas, por parte de Moerman, se discernieron tres tipos de lesiones:
nes en los dedos de las manos y el daño usualmente es asimétrico, con afección
preferente en los dedos centrales, que son más largos, a diferentes niveles. La piel
del muñón aparece lisa y bien cicatrizada y no hay signos de estructuras rudimen-
tarias. Cuando dos o más dedos son rodeados por la misma banda se pueden origi-
nar superposición y adhesión, configurando una seudosindactilia, caracterizada
por fusión distal con separación proximal de los dedos, lo cual la diferencia de
la verdadera sindactilia.1,3,13
Las bandas adosadas, o que han sido deglutidas, determinan la presencia de
fisuras labiopalatinas o faciales asimétricas que no siguen los planos usuales de
fusión embrionaria. En los casos más severos y de ruptura muy precoz se puede
presentar anencefalia con fusión de las estructuras neurales remanentes a la pla-
centa antes de la tercera semana de gestación. También se producen meningoce-
les y encefaloceles craneales si la ruptura se produjo durante el periodo tardío de
cierre del tubo neural entre la tercera y la cuarta semanas.
En algunos casos se han comprobado defectos de cierre en la pared abdominal
o torácica con adhesión placentaria.3,8,13
Cualquiera de estas lesiones se puede combinar y proporcionar cuadros poli-
morfos, por lo que el síndrome de bandas amnióticas también se ha sido denomi-
nado complejo o secuencia de ADAM (deformaciones amnióticas, adhesiones,
mutilaciones), que es una condición heterogénea con un amplio espectro de ano-
malías, en la cual están igualmente implicadas causas intrínsecas, como defectos
germinales, disrupción vascular y alteraciones en la morfogénesis, alternado con
causas extrínsecas, como la ruptura de bandas amnióticas.14
La mayoría de las anomalías se limitan a las estructuras externas y se acepta
el concepto de que el examen externo revela todas las anormalidades; si el cuero
cabelludo y el cráneo aparecen normales en forma y tamaño se asume que el cere-
bro está normal.1,14
A pesar de las evidencias clínicas correlacionables con el origen exógeno del
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
DIAGNÓSTICO
apreciar mejor al sumergir la placenta en agua, para permitir que los remanentes
amnióticos floten libremente.3,19
Es posible detectar el síndrome de bandas amnióticas por ecografía prenatal;
este método, efectuado en forma seriada, ha permitido apreciar la secuencia de
amputación distal de miembros inferiores.8,17,20
En los casos graves de anencefalia por falta de cierre del poro anterior del tubo
neural o en los casos con serios defectos en las paredes abdominales se ha podido
comprobar una elevación de alfa–fetoproteína en el suero materno durante la ges-
tación.5,21
En el diagnóstico prenatal del síndrome de bandas amnióticas se sospecha la
presencia de bandas amnióticas cuando en el ultrasonido se observan dos o más
anomalías sin un patrón anatómico congruente. El ultrasonido vaginal es el méto-
do de más ayuda y se realiza a las 12 semanas de gestación. Las bandas amnióticas
104 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 6)
TRATAMIENTO
miento endoscópico (o cirugía fetal) para liberar las partes afectadas cuando pa-
rece que es inminente la amputación natural o cuando el cordón umbilical sufre
un estrangulamiento.
Esta operación se hace en una o dos sesiones y generalmente se inicia a los tres
meses del embarazo. La terapia endoscópica in utero es una opción que no siem-
pre está garantizada.
En algunos casos se ha visto una destrucción espontánea de la banda que estaba
adherida a un miembro.
El tratamiento posnatal dependerá del tipo de lesiones que se presenten y de-
berá ser evaluado por un equipo interdisciplinario, integrado por cirujanos pedia-
tras, cirujanos plásticos, ortopedistas pediátricos, psicólogos, enfermeras, perso-
nal preparado para rehabilitación, ingenieros biomédicos y especialistas en
diseño de prótesis.
En las extremidades inferiores, cuando el surco no es profundo, no se requiere
tratamiento a menos que interfiera con la circulación o con el drenaje de la linfa.
Los surcos profundos generalmente presentan edema en la parte distal de la pierna.
Cuando se considera necesario se puede implantar grasa en el surco formado
por la brida para prevenir la reaparición de la deformidad. Si el edema persiste
después de la corrección de la banda,puede ser necesario un trasplante de piel.
Ante la necesidad de amputar una extremidad la familia debe estar orientada,
para que las decisiones sean tomadas con pleno conocimiento de los beneficios
que se lograrán y las repercusiones que implica el tratamiento.
El uso de prótesis abruma a los familiares, por lo que es importante que el mé-
dico maneje con mucho profesionalismo y humanidad esta situación.
El tratamiento del pie se dirige al mantenimiento de la funcionalidad y a mini-
mizar problemas adicionales durante el desarrollo y el crecimiento del niño.
Para separar los dedos puede ser necesario hacer trasplantes de piel y de hueso.
El pie equino varo necesitará un tratamiento quirúrgico agresivo.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Las discrepancias en el tamaño de las piernas —si son mayores de 6 cm— pue-
den requerir procedimientos para elongar la pierna.
El tratamiento quirúrgico temprano tiene resultados funcionales buenos.
La liberación de bandas amnióticas circunferenciales en un tiempo quirúrgico
es un procedimiento seguro, con un menor índice de complicaciones y una recu-
peración temprana de los pacientes.3,5,8,10,25
PREVENCIÓN
Se recomienda que los padres acudan al consejo genético para saber si no hay
riesgos asociados en los embarazos subsiguientes.
106 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 6)
PRONÓSTICO
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Bandas amnióticas 107
INTRODUCCIÓN
EPIDEMIOLOGÍA
109
110 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 7)
Medio ambiente
El desarrollo del sistema inmunitario se puede considerar como una serie de cam-
bios en la respuesta celular a un medio ambiente cambiante y a menudo hostil.
El desarrollo se da a nivel de especie (filogenia), individual (ontogenia) y celular
(inducción de la respuesta inmunitaria). Este último evento se considera la res-
puesta más diferenciada, en la cual las células de memoria son el mejor represen-
tante del montaje de la respuesta inmunitaria. En el cuadro 7–2 se presenta el de-
sarrollo del sistema inmunitario del feto. Muchos factores están presentes desde
etapas tempranas, aunque varios de ellos sólo se encuentran activados en su tota-
Sepsis en el recién nacido 111
lidad hasta después del nacimiento, como resultado de la interacción del neonato
con su medio ambiente.3,4
FACTORES DE RIESGO
Entre los factores maternos se encuentran las infecciones en la madre, las altera-
ciones obstétricas —como la ruptura prematura de membranas o amnionitis— y
112 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 7)
ETIOLOGÍA
CUADRO CLÍNICO
tis, fiebre materna y trabajo de parto prematuro. Los agentes causales son adquiri-
dos antes del trabajo de parto o durante el mismo. La forma de inicio tardío se
presenta después del quinto día de vida extrauterina, en especial después de la
primera semana del nacimiento. No hay antecedentes obstétricos significativos,
por lo que las bacterias responsables proceden del ambiente posnatal, de equipo
contaminado o de contactos humanos portadores o enfermos.16 En el cuadro 7–4
se presentan sus principales características.
Algunas de las manifestaciones clínicas más frecuentes en el recién nacido
séptico incluyen rechazo al alimento, ictericia, fiebre, hipotermia, distensión ab-
dominal, dificultad respiratoria, diarrea, vómitos, apneas, crisis convulsivas, irri-
tabilidad, hepatomegalia y esplenomegalia.11–17 Los neonatos de pretérmino pre-
sentan con mayor frecuencia hipotermia, distensión abdominal, ictericia y
apneas.18,19
114 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 7)
DIAGNÓSTICO
La biometría hemática completa sirve para orientar, sobre todo la cuenta de leu-
cocitos con valores normales en el neonato de 5 000 a 30 000 mm3, en especial
cuando hay leucopenia, cuenta diferencial con neutrofilia o neutropenia, granula-
ciones tóxicas y la vacuolización de ellos o sus formas inmaduras (bandemia)
más plaquetopenia (< 50 000 plaquetas por mm3). Un indicador útil es el índice
que resulta de la relación de los granulocitos juveniles y totales, y la relación ban-
das–neutrófilos. Para obtenerlo se divide el total de las formas inmaduras o juve-
niles (promielocitos, mielocitos y metamielocitos) y las bandas entre el total de
granulocitos (segmentados + bandas + formas juveniles). Si la cifra es mayor de
0.20 y se asocia con leucopenia, el valor predictivo positivo de sepsis neonatal
es de 100% y el valor predictivo negativo es de 84%.20
El examen de mayor utilidad en el diagnóstico de sepsis es el hemocultivo,
aunque no es definitivo, puesto que el aislamiento de una bacteria no siempre sig-
nifica que el paciente está infectado. Se recomienda seguir los criterios de From-
mell y Todd21 para diferenciar entre contaminación y sepsis real:
TRATAMIENTO
Medidas generales
Antibióticos
Medidas coadyuvantes
PRONÓSTICO
PREVENCIÓN
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8
Tumor abdominal en el recién nacido
Francisco Javier Álvarez Rodríguez, Carlos Baeza Herrera,
J. Refugio Torres Nava
GENERALIDADES
origen y la gravedad, es una emergencia, lo que significa que se tiene sólo el tiem-
po estrictamente necesario para el conocimiento del tumor.
La identificación del sitio anatómico que ocupa, el órgano u órganos que invo-
lucra, su consistencia y el posible comportamiento son objetivos capitales desde
que es recibido el niño hasta pasadas no más de 48 a 72 h. Conocer el origen pro-
bablemente lleve más tiempo, pero se debe tener en mente que la mayor parte de
las enfermedades que se manifiestan, entre otras cosas, por tumoración abdomi-
nal, se originaron durante el desarrollo prenatal.
En toda tumoración cavitaria es aplicable la ley física del desplazamiento de
masas, lo que se traduce clínicamente por la compresión de conductos orgánicos
y la aparición de signos y síntomas con los que de manera indirecta el médico
121
122 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 8)
puede orientar su criterio y quizá tomar como base para el discernimiento. Es ló-
gico inferir que, cuanto mayor tiempo tiene un tumor en el interior de una cavi-
dad, mayores serán las manifestaciones clínicas, por lo que los síndromes o sig-
nos, como los de Cullens, Cruveilhier–Baumgarten, Meigs, Virchow, Pelerina,
Silvestrini–Corda, Beckwith, hemihipertrofia, etc., que suelen brindar pautas
clave en el niño mayor, no existen en el recién nacido o son incompletos, en virtud
de que no tienen el tiempo suficiente de evolución como para ser manifiestos, o
carecen de aplicabilidad.
Ante todas esas desventajas el pediatra, el neonatólogo y el cirujano deben au-
mentar su perspicacia clínica y tener siempre presente que, si bien es cierto que
casi todos los tumores sólidos son de resolución quirúrgica, existen algunos que no
lo son, y que si bien casi todos los neonatos con tumoración quística no requieren
intervención quirúrgica inmediata, existen algunos en quienes es imprescindible.
Para obtener un diagnóstico integral de una tumoración abdominal debe haber
un equilibrio en cuanto al empleo de los recursos diagnósticos. No obstante, los
datos clínicos deben considerarse esenciales. El apoyo en estudios no complica-
dos y altamente especializados es de extraordinaria utilidad, pero nunca sustituirá
el criterio clínico.
Los tumores abdominales en el recién nacido se originan en 55% de los casos
del aparato urinario; pocos son malignos y el pronóstico es bueno o excelente.1
Le siguen en orden decreciente los del tubo digestivo, los genitales, el hígado y
las glándulas suprarrenales o ganglios paravertebrales,2 por lo que un buen méto-
do de estudio se regirá de acuerdo con el orden anterior.
Muchas veces la presencia de tumoración abdominal es la única evidencia de
patología del tracto urinario, pero cuando existen otras anomalías con frecuencia
son gastrointestinales y sólo desorientan. La inspección visual externa con fuente
de luz tangencial suele contribuir a la visualización de asimetría abdominal. Pal-
par una tumoración renitente y ligeramente móvil, un poco por debajo de la fosa
renal, puede corresponder a muchas entidades, pero lo más probable es que sea
hidronefrosis, más aún si la estructura hace excursiones con el ritmo de las respi-
raciones y la transiluminación es positiva.3
Las enfermedades renales que se manifiestan comúnmente por tumor abdomi-
nal incluyen hidronefrosis, riñón multiquístico y trombosis de la vena renal.1
Otros padecimientos, como los urinomas neonatales4 y el sarcoma indiferenciado
del riñón5 o tumor de Wilms, son menos frecuentes.
Aproximadamente 15% de los tumores abdominales en el neonato se localizan
en el tubo digestivo y están representados por volvulus, seudoquiste y quiste me-
conial, así como por la dilatación segmentaria del intestino; todos tienen en co-
mún que se manifiestan durante los primeros días de vida extrauterina por disten-
sión o tumor abdominal y oclusión intestinal. Representan el espectro de tres
diferentes problemas originados en etapas tardías de la gestación.6
Tumor abdominal en el recién nacido 123
espontánea más alto que cualquier otro. Invade usualmente el hígado, los gan-
glios, la médula ósea, la órbita y las estructuras intracraneales, y se puede asociar
con heterocromía del iris.15 Es quizá el tumor sólido más proteiforme.
Los quistes del mesenterio, aunque pueden ser observados en los primeros 28
días de vida, son más comunes en la sexta y la séptima semanas, pero 25% suce-
den en la primera, con un ligero predominio de incidencia en el sexo masculino.
Aparecen entre ambas hojas del mesenterio y son loculados. Han sido divididos
en congénitos y adquiridos, y contienen en su interior líquido hemático o linfoide
espeso, además de que pueden llegar a calcificarse. Son observados con más fre-
cuencia en el mesenterio ileal. El crecimiento gradual del abdomen o la detección
de una tumoración asintomática son las variedades clínicas usuales. A pesar de
que el tumor es grande, en ocasiones no se palpa fácilmente, debido a que es mó-
vil y flácido.16
DIAGNÓSTICO
Figura 8–2. Estudio radiológico que muestra claramente el efecto de masa a que se
hace referencia en el texto. Se puede observar el rechazo de vísceras hacia delante y
hacia abajo.
TRATAMIENTO
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
La mayoría de los tumores del recién nacido, si no es que todos, deben ser opera-
dos, pero existen algunos con un comportamiento peculiar, como es el caso de
la regresión espontánea de algunos tumores y de la mejoría con el tiempo de cier-
tos casos, como los de estenosis pieloureteral.
Por lo general el tratamiento de cualquier tumoración abdominal en el recién
nacido requiere la intervención quirúrgica inmediata o diferida. No obstante,
existen circunstancias especiales en las que se llega a necesitar la operación,
como en el caso de la trombosis renal.
En otras condiciones no se pretende necesariamente con la operación la extir-
pación del tumor, sino manipularlo para restarle agresividad mediante métodos
como la ligadura de la arteria hepática y la embolización, lo que ha demostrado
130 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 8)
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132 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 8)
9
Derivaciones intestinales
en el recién nacido
Giovanni E. Porras Ramírez, Juan Domingo Porras Hernández,
Carlos Baeza Herrera
INTRODUCCIÓN
Las derivaciones del tubo digestivo son un recurso muy efectivo cuando se pre-
senta una condición que pone en riesgo la vida de un niño y requiere una medida
inmediata; tal sería el caso de un paciente que ingresa en sala de operaciones en
condiciones que hacen temer por su vida si no se ejecuta en forma rápida una ope-
ración que sirva para postergar un procedimiento definitivo. Este recurso, que es
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
totalmente legítimo, exige que quien opta por él lo haga en forma responsable,
pues se sabe bien que las derivaciones tiene un elevado índice de complicaciones
y exigen un gasto en consumibles propios de la operación que muchas veces arre-
meten contra la economía de una familia cuyos ingresos son limitados.
La obstrucción intestinal congénita o adquirida en el recién nacido es un reto
diagnóstico y terapéutico para los cirujanos pediatras. Las derivaciones intestina-
les desempeñan un papel importante como medida terapéutica paliativa o defini-
tiva en esta patología.
Se entiende que una “derivación” intestinal es la desviación quirúrgica del
contenido intestinal hacia el exterior o hacia otra porción del aparato digestivo.
133
134 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 9)
BOCETO HISTÓRICO
Derivaciones externas
Gastrostomía
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
A B
A B
Figura 9–4. A. Yeyunostomía con técnica de Witzel. B. Sonda en “T” para atresia intesti-
nal.
Enterostomía
Yeyunostomía
Se puede construir como fístula serosa o como boca a la pared abdominal. Cuan-
do hay permeabilidad e integridad funcional distal del intestino se puede utilizar
la fístula serosa con la técnica de Witzel. En casos de atresia intestinal, previa
valoración del cirujano pediatra, se ha reportado su aplicación con el uso de una
sonda en “T” (figura 9–4).5 Si existe peritonitis franca y se han efectuado resec-
ciones y anastomosis en porciones distales del yeyuno o del íleon con el fin de
preservar longitud intestinal, como puede ocurrir en pacientes con atresia intesti-
nal múltiple o con enterocolitis necrosante, el cirujano pediatra deberá considerar
la realización de una yeyunostomía de dos bocas para aislar y proteger las porcio-
nes distales anastomosadas.
Ileostomía
Se construye generalmente como boca a la pared abdominal cuando existe perito-
nitis asociada en casos de atresia intestinal, enterocolitis necrosante o patología
meconial complicada. La peritonitis asociada es una contraindicación para efec-
tuar una anastomosis intestinal, debido a que incrementa significativamente el
riesgo de dehiscencia. En estos casos siempre será más prudente construir una
ileostomía o una yeyunostomía de dos bocas. Este procedimiento, sobre todo en
el recién nacido, tiene el riesgo metabólico de deshidratación, desequilibrio hi-
droelectrolítico y gasto intestinal elevado de difícil control que puede compro-
meter la condición nutricional del paciente; por ello se recomienda el apoyo con
nutrición parenteral temprana y el cierre electivo de la ileostomía al estar en ana-
bolismo el paciente y controlado el proceso asociado de peritonitis o enterocolitis
Derivaciones intestinales en el recién nacido 139
Colostomía
Esta derivación se emplea en recién nacidos con malformaciones anorrectales,
enfermedad de Hirschsprung, atresia de colon o enterocolitis necrosante. La téc-
nica más recomendada es la de dos bocas (figura 9–6). En casos de malformación
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
anorrectal que requiera colostomía —esto implica cualquier tipo diferente a las
malformaciones con fístula perineal—, la colostomía se debe construir en la
unión del colon descendente con el sigmoides.8 En casos de enfermedad de
Hirschsprung la colostomía se puede construir en el sitio de la transición del cali-
bre colónico, siempre que dicho sitio sea claramente visible. En caso de que exis-
ta un cuadro muy compatible con enfermedad de Hirschsprung y laparotomía sin
zona de transición se puede efectuar un mapeo colónico y una colostomía de dos
bocas en el colon transverso derecho. En los hospitales con cirujanos pediatras
y patólogos experimentados en el diagnóstico y manejo neonatal de la enferme-
dad de Hirschsprung la tendencia actual consiste en no efectuar derivación algu-
na, sino documentar con precisión el diagnóstico con biopsias transrectales por
succión y considerar la corrección en un tiempo quirúrgico con un abordaje trans-
anal.9,10 En casos de atresia colónica la diferencia de calibres entre los cabos del
140 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 9)
colon contraindica una anastomosis primaria, por lo que la conducta más adecua-
da es la colostomía de dos bocas en el sitio del defecto.
La colostomía en “asa” consiste en la extracción de un asa y en la apertura a
lo largo de la cintilla o banda muscular. Esta técnica es muy rápida y sencilla, pero
tiene el grave inconveniente del paso continuo de heces fecales al extremo distal,
sin funcionar como una verdadera derivación externa; es por ello que se ha aban-
donado (figura 9–7).
Una colostomía exige muchos cuidados para evitar complicaciones. Se debe
evitar la constipación, el sangrado o la estenosis de los estomas. En casos de este-
nosis las alternativas son el uso de laxantes suaves, la dilatación del estoma o la
ejecución de una reconstrucción quirúrgica del mismo. Por otra parte, se deben
prevenir la irritación y la erosión de la piel periostomal debidas a la humedad
constante y a la acidez ocasional de las heces fecales desde la construcción qui-
rúrgica misma de los estomas: deben estar separados por lo menos 2.5 cm o por
una distancia suficiente para que quepa cómodamente la base de una bolsa de co-
lostomía; los estomas deben haberse madurado correctamente para que protruyan
unos 0.5 cm de la piel. El personal médico o paramédico y los responsables del
paciente deben ser instruidos en el uso de compuestos de carboximetilcelulosa
en polvo o pasta en la piel periestomal, en la colocación exacta de la base de una
bolsa de colostomía alrededor de la unión mucocutánea del estoma proximal y
en el uso de bolsas con grapa distal para vaciar frecuentemente su contenido y
facilitar la permanencia de cada bolsa durante tres a cuatro días. De acuerdo con
la experiencia de los autores, una alternativa consiste en aplicar pomadas y un
fragmento cuadrado de pañal sobre las bocas cólicas en lugar de la goma Karaya
y la bolsa, dado el pequeño tamaño del abdomen del niño.11 No obstante que en
la actualidad es difícil encontrar la resina para fabricar la pasta de Karaya, se debe
insistir en su uso, ya que los dispositivos y productos de patente son caros y mu-
chas veces los familiares del niño no pueden solventar los gastos. En relación con
las complicaciones de la colostomía, que posiblemente es la derivación que con
más frecuencia se ejecuta, existen estudios en los que se describen un sinnúmero
de inconvenientes. MacMahon y Patwardhan refirieron que de un total de 129
sólo 43 no tuvieron problema alguno y destacaron la presencia de prolapso, he-
morragia, infección, estenosis y retracción. Mollet y col., por su parte, refirieron
que en su casuística de 146 casos hubo 16 complicaciones mayores, por lo que
concluyeron que la mejor técnica, estadísticamente hablando, es la sigmoidosto-
mía con aperturas separadas, no obstante que la colostomía en asa ha sido muy
difundida (Bishop, Phillipart).
Con el fin de evitar complicaciones se han propuesto muchas técnicas, como
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Derivaciones internas
El intestino es anastomosado al estómago o a otro segmento intestinal, ya sea
duodeno, yeyuno, íleon o colon, aunque también se deben considerar las anasto-
mosis biliointestinales y pancreatointestinales.
142 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 9)
Con base en este concepto, se cuenta con una serie de combinaciones que for-
man parte del armamentario del cirujano como consecuencia de su creatividad
e imaginación para resolver un problema obstructivo en el neonato. La mayor
parte de estas técnicas fueron iniciadas y probadas hace muchos años por los ciru-
janos generales de adultos.
Así, por su comunicación entre segmentos, se cuenta con la gastroyeyunoanas-
tomosis, la duodenoduodenoanastomosis, la duodenoyeyunoanastomosis, la ye-
yunoyeyunoanastomosis o la yeyunoileoanastomosis, la portoyeyunoanastomosis
y la pancreatoyeyunoanastomosis.
Según la forma en que se hacen la anastomosis, éstas pueden ser terminotermi-
nal, terminolateral y laterolateral.
Gastroyeyunoanastomosis
Duodenoduodenoanastomosis
Esta derivación se utiliza en caso de atresia duodenal en la segunda porción y en
el páncreas anular.12–14 Actualmente se practica con la técnica de Kimura en dia-
mante, con incisión transversa del cabo proximal y longitudinal del distal duode-
nal para construir un puente al sitio de obstrucción y resolver en una anastomosis
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Duodenoyeyunoanastomosis
Este procedimiento se emplea en casos de obstrucción duodenal en la tercera o
en la cuarta porciones; también debe respetar los principios de la técnica de De
la Polya–Hoffmeister12–14 (figura 9–11).
Yeyunoyeyunoanastomosis o yeyunoileoanastomosis
Se utiliza en casos de atresia yeyunal, volvulus intestinal o enterocolitis necrosan-
te cuando hay necesidad de resecar una porción de intestino (figura 9–12).
144 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 9)
A B
COMENTARIOS FINALES
Es conveniente resaltar la importancia de realizar técnicamente una buena deri-
vación intestinal y de conocer las consecuencias de una intervención quirúrgica
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
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10
Urología elemental del recién nacido
Andrés Damián Nava Carrillo
INTRODUCCIÓN
Las malformaciones congénitas del aparato genitourinario son las más frecuentes
en el ser humano. Si bien se producen durante la vida intrauterina, muchas de
ellas no se expresan hasta la vida adulta y son ignoradas por completo. Se conoce
su existencia cuando su gravedad o magnitud comprometen la vida o cuando se
complican con infección, litiasis, hematuria o deterioro de la función renal, lo
cual puede ocurrir en cualquier etapa de la vida. Muchas de ellas no tienen trata-
miento o sólo se puede buscar el alivio sintomático, pero otras pueden ser corregi-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
149
150 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 10)
CONSIDERACIONES EMBRIOLÓGICAS
Embriología y fisiología
Durante la cuarta y la quinta semanas del desarrollo embrionario existe una dife-
renciación en el mesodermo nefrogénico en sentido caudal, que culmina con la
formación del riñón verdadero, dejando diversas estructuras remanentes y modi-
ficadas en su trayecto.3 De todas las malformaciones congénitas renales, las ob-
vias desde el punto de vista clínico (como masas renales, extrofias, hipospadias,
etc.) o las que ponen en serio peligro la vida del paciente (como riñones poliquís-
ticos, agenesia renal, etc.) no constituyen un gran problema diagnóstico; sin em-
bargo, no sucede lo mismo con las leves, que le permiten al individuo desarrollar-
se en un marco aparentemente sano.
ANOMALÍAS UROLÓGICAS
Cuando el aparato urinario está gravemente obstruido o hay agenesia renal bi-
lateral el volumen de líquido amniótico está muy disminuido y se produce oligo-
hidramnios. El diagnóstico de oligohidramnios por ultrasonido es muy preciso.
VALORACIÓN FETAL
Para contestar estas preguntas se requieren observaciones seriadas. Los tres pun-
tos más importantes son:
ALTERNATIVAS TERAPÉUTICAS
CAMBIOS POSNATALES
VALORACIÓN POSNATAL
ANORMALIDADES RENALES
existe un cáliz supernumerario a cada lado, que casi siempre está mal drenado,
debido a la posición alta de la unión pieloureteral.
Igual que en todas las anormalidades del desarrollo renal, los riñones en herra-
dura se pueden acompañar de otros defectos genitourinarios, como son criptor-
quidia, hipospadias, útero bicorne y vagina tabicada; otras malformaciones a
nivel del sistema recolector incluyen duplicaciones ureterales, que pueden acom-
pañarse de ureteroceles ectópicos, estenosis ureteropiélica y reflujo vesicourete-
ral; muchas veces la hidronefrosis y la infección urinaria, además de cálculos,
producen los síntomas que llevan a realizar estudios para la detección de estos
problemas de la vías urinarias. Si no hay complicaciones, no se requiere trata-
miento; sólo en caso de que se requiera se hará el tratamiento quirúrgico más ade-
cuado, que incluye pieloplastias separadoras y anastomosis laterolaterales no se-
paradas.
158 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 10)
En ellas hay una zona renal limitada o difusa de todo el riñón, en la que no se pro-
dujo la diferenciación metanéfrica y persisten estructuras del riñón primitivo, por
lo que el diagnóstico es histológico, pues se busca encontrar epitelio columnar y
tejido fibromuscular que se originó del conducto de Wolf, además de un gran des-
orden estructural, lo cual se presenta alrededor de la octava a la décima semanas
de gestación, y su origen puede ser vascular o por obstrucción del brote ureteral.
Según la gravedad de la malformación se puede tratar de un riñón aplásico que no
funciona; si la alteración renal es bilateral, entonces es incompatible con la vida.
El riñón poliquístico infantil se manifiesta como un caso de gigantismo tubular
conectado a la vía urinaria, que en forma constante se asocia con quistes hepáticos
y sobre todo con quistes de pulmón y páncreas. Tiene un origen genético de tipo
autonómico recesivo, se relaciona con hipertensión arterial y evoluciona hacia
el deterioro progresivo de la función renal; el tratamiento se debe encaminar al
control de la hipertensión arterial, la infección y la insuficiencia renal. El ultraso-
nido puede definir las masas uniformemente hiperecogénicas con quistes peque-
ños diseminados, por lo que constituye la prueba diagnóstica de elección.
El pronóstico se determina por el estado funcional del parénquima renal y la
gravedad de la enfermedad respiratoria en la lactancia; en la mayoría de los casos
la muerte se presenta en los dos o tres primeros meses de edad con insuficiencia
renal o respiratoria.
El riñón poliquístico del adulto (figura 10–1) es una enfermedad autonómica
dominante que quizá se deba a una falta de unión entre el metanefros y las yemas
ureterales, o a una falta de involución de los nefrones primitivos, por lo que se
forman los quistes, los cuales se asocian con quistes hepáticos, pancreáticos, es-
plénicos, de tiroides y de ovario; en 15% de los casos hay aneurismas de las arte-
rias cerebrales y en 96% se han encontrado en forma bilateral, aunque son asimé-
tricos. La sintomatología más frecuente es el dolor sordo y el aumento de
volumen renal, que se puede acompañar de hematuria por rotura quística hacia
la vía urinaria; en 50% se presenta hipertensión arterial y se puede agregar infec-
ción y litiasis. El pronóstico es reservado porque la insuficiencia renal se presenta
cerca de los 50 años de edad; el tratamiento intermedio incluye orientación gené-
tica y manejo de la hipertensión, la insuficiencia cardiaca congestiva y la insufi-
ciencia renal. En los niños el trastorno es poco común; menos de 10% de los pa-
cientes lo presentan en la primera década de la vida.
Los quistes renales simples o de retención que se encuentran con frecuencia
en el adulto como hallazgo en estudios de imagenología pueden ser únicos o múl-
tiples, a veces multiloculados, sin comunicación a la vía urinaria y sin parén-
quima renal en los tabiques; excepcionalmente muestran síntomas como hematu-
ria, dolor o masa palpable, lo cual ocurre sólo cuando son muy grandes. En la
Urología elemental del recién nacido 159
El cuadro clínico se presenta con variantes de acuerdo con la edad del paciente;
en el lactante se puede palpar una masa abdominal, pero en los niños mayores se
puede presentar dolor acompañado de náusea y vómito. También se puede mani-
festar con un cuadro infeccioso de las vías urinarias; después de un traumatismo
abdominal puede haber presencia de hematuria. A largo plazo esta estasis urina-
ria puede condicionar litiasis.
La forma ideal de hacer el diagnóstico es mediante ultrasonido renal (figura
10–2), que puede ser prenatal y posnatal con control semanal, así como con gam-
magrama renal MAG 3 con diurético después de la segunda semana de vida. Si
no se cuenta con gammagrama, se puede realizar una urografía excretora (figura
10–3).
Alteraciones ureterales
membranas; hay unas formas adultas en las que el ureterocele no produce dilata-
ción del uréter, pero hay otras que son de tipo infantil, en las que es de base ancha
y puede provocar la formación de megauréter secundario e hidronefrosis. El ure-
terocele muy grande se puede prolapsar al cuello vesical y ser causa de uropatía
obstructiva. Los estudios que mejor muestran el ureterocele son la urografía ex-
cretora, que muestra la imagen quística de cabeza de cobra, y el uretrocistograma
miccional, que muestra el defecto de llenado en el inicio del paso del medio de
contraste.
En los casos de ureterocele con duplicidad ureteral e hidronefrosis se puede
requerir una nefroureterectomía y reimplante del uréter sano; los ureteroceles
únicos, que se resecan abriéndose por vía endoscópica, son refluyentes, por lo
que la acción ideal consiste en reimplante ureteral con resección de ureterocele.
Megauréter
Se debe distinguir del hidrouréter o uréter dilatado. El megauréter consiste en la
dilatación parcial o total del uréter debida a un mal funcionamiento de su seg-
mento terminal, en el cual hay una zona que no se relaja e impide el flujo normal
de la orina a la vejiga. El cuadro clínico se debe a una falla en el desarrollo de las
fibras musculares de orientación longitudinal del uréter terminal; por el contra-
rio, el desarrollo de fibras musculares circulares sería anormal y también se
Figura 10–6. Uretrocistograma que permite ver la valva uretral con dilatación retró-
grada.
164 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 10)
Valvas uretrales
La uretra puede ser asiento de válvulas, que son repliegues diafragmáticos que
obstruyen el paso de la orina generando un aumento de la presión en forma retró-
grada sobre la vejiga, el uréter y los riñones (figura 10–5); con frecuencia son mal
diagnosticadas y se complican con infección y grave daño renal, por lo que el tra-
tamiento de elección es la resección endoscópica del velo valvular. Se debe
explorar la uretra en previsión de otras lesiones, ya que puede haber complicacio-
nes, como infección e hidroureteronefrosis, que requieren un tratamiento agre-
sivo complementado con la realización de una derivación urinaria para una recu-
peración de la función renal (figura 10–6).
El uretrocistograma miccional es el estudio mediante el cual se diagnostican
las valvas uretrales (figuras 10–6 y 10–7).
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
166 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 10)
11
El diagnóstico prenatal
y la cirugía in utero
Carlos Baeza Herrera, Ricardo Cortés García, Raúl Cortés Martínez
GENERALIDADES
le proporcionen al mundo los medios para que haya seres humanos más longevos
y, sobre todo, mejore la calidad de vida de todas las personas. Otra prioridad rela-
cionada con la salud consiste en las malformaciones congénitas y las enfermeda-
des que epidemiológicamente se salen de control, como las neoplasias y la infec-
ción adquirida dentro de los hospitales, así como las denominadas enfermedades
emergentes y reemergentes.
Por otro lado, existe una proclive inclinación en casi todas las actividades del
ser humano a hacer las cosas más temprano y más rápidamente que los demás,
lo que en ciertos casos, como el que aquí se va a desarrollar, tiene grandes ventajas
debido a que, además de marcar un hito en la cirugía mundial, el fin supremo de
la tendencia es infinitamente superior en su beneficio que en su riesgo. A juzgar
167
168 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 11)
por las tendencias actuales, existen intentos en direcciones diversas por parte de
casi todos los países que pueden dotarse de la infraestructura por tener una unidad
o un departamento que se encargue de estudiar todo lo relacionado con los fenó-
menos que suceden cuando se genera una anomalía morfológica durante la vida
gestacional.
La necesidad de modificar antes del nacimiento el curso desfavorable de cier-
tas enfermedades estructurales, cuyo desenlace final sería la muerte perinatal en
una buena parte de los productos, dio lugar a un impetuoso y muy ambicioso de-
seo de algunos grupos de investigación pediátrica del mundo por conocer un poco
más acerca de esta fascinante especialidad que a la postre se denominaría medici-
na y cirugía prenatal.
Desde hace muchas décadas, en que se supuso que mediante procedimientos
invasivos, pero poco agresivos para el producto en crecimiento y desarrollo, se
podían identificar ciertas anomalías antes de que el niño naciera, se inició uno de
los campos más novedosos y fantasiosos de la cirugía, de la pediatría y de la peri-
natología, convirtiéndose sin duda alguna en una de las áreas pendientes de per-
feccionar su uso clínico durante el desarrollo del siglo XXI y el nuevo milenio.
ANTECEDENTES
Figura 11–1. Este estudio, llamado amniofetografía, que por cierto ya no se practica,
fue el inicio del diagnóstico prenatal, pues inyectando medios de contraste al líquido am-
niótico, al ser ingerido por el bebé, se impregnaba el tubo digestivo y se podían identifi-
car algunos defectos.
Figura 11–2. Gran masa del tronco posterior que se trataba de un mielomeningocele.
No se podrían concebir todos los logros obtenidos en las distintas unidades del
mundo donde se practicaban este tipo de estudios y operaciones sin la tecnología
que llevó a idear y construir los primeros ultrasonógrafos, que aunque rudimenta-
rios se pueden comparar con los aparatos de alta definición y contrastados que
en la actualidad se utilizan. Con el advenimiento de instrumentos sónicos de diag-
nóstico, los que identifican a través de ondas sonoras la consistencia de las estruc-
turas inmersas en el interior de una cavidad, se dio pie para que los especialistas
se hicieran expertos, y poco a poco a que las enfermedades que no eran suscepti-
bles de ser identificadas con otros recursos de diagnóstico lo fueran con el empleo
de ecosonogramas de alta resolución. De este modo fue factible no sólo reconocer
los defectos estructurales, como los gastrointestinales, sino que también fue posi-
ble la visualización de estructuras fetales de morfología anormal y alteraciones
por exceso o defecto del tamaño de los órganos, así como la observación de es-
tructuras que debiendo estar presentes no lo estaban, como la anencefalia (figura
11–3). Más temprano que tarde este recurso de diagnóstico se convirtió en el apo-
yo más importante para casi todos los especialistas médicos, ya que tiene la enor-
me ventaja de ser útil, poco oneroso y no agresivo.
La mayor virtud que ha tenido el sonograma, en términos de medicina y cirugía
fetal, ha sido su enorme utilidad para identificar las malformaciones anatómicas
que, como la hernia diafragmática posterolateral congénita, ponen en peligro la
vida de los productos que la sufren. Se puede decir que este estudio ha sido la pie-
dra angular que a la postre serviría para propiciar y apuntalar el desarrollo que
adquirió esta novedosa disciplina en los últimos 20 años.
El diagnóstico prenatal y la cirugía in utero 171
y con los de Adamson, quien efectuó los primeros procedimientos invasivos pre-
natales.
Unos años después, a raíz de la publicación que hiciera un grupo de cirujanos
pediatras de la Universidad de California, San Francisco, sobre la mortalidad co-
rregida de la hernia diafragmática, se dio inicio a los trabajos pioneros del grupo
de la misma universidad.
Conforme el ultrasonograma se hizo más certero en su definición fueron que-
dando atrás otros estudios, como la amniofetografía y en especial la amniocente-
sis y la amniofetoscopia. Los modelos nuevos de ultrasonografía fueron pronto
capaces de definir la presencia in utero de malformaciones que antes casi de nin-
guna manera podían identificarse, como el quilotórax congénito.
Una vez que se identificaron las malformaciones congénitas estructurales que
determinaban la muerte in utero o que condicionaban una elevada tasa de morbi-
lidad y mortalidad posnatal, el siguiente paso fue el planteamiento logístico ten-
diente a elaborar programas, cuyo propósito sería disminuido. Tal planteamiento
dejó bien establecido que un programa de esa naturaleza debía estar integrado por
un grupo importante de especialistas, como un cirujano pediatra con habilidad en
el manejo del niño muy pequeño y la cirugía laparoscópica, un ultrasonografista
experimentado en el diagnóstico prenatal, un especialista en biología de la repro-
ducción, un ginecoobstetra —pues él haría la operación cesárea en una paciente
con un embarazo de alto riesgo—, un especialista en genética, un psicólogo, una
enfermera, un neonatólogo, un anestesiólogo, un párroco y un especialista en bio-
ética, además de un buen fondo económico.
En el inicio del programa se presentaron muchos problemas que había que re-
solver. Entre los más importantes estaban el bioético, la elección del modelo ani-
mal adecuado para aplicar el método experimental y el mantenimiento silente del
útero en el momento de la manipulación farmacológica, de la histerotomía o de
la extracción del producto. Así, el bioético fue resuelto mediante la toma de deci-
siones en un consenso por parte del Comité de Investigación Humana. Este tópico
debió ser ventilado en diversas reuniones, ya que no sólo debía contemplar y defi-
nir lo relativo al manejo de la preñez de animales, sino que cuando fuera aplicado
en gestantes humanas se hiciera bajo los términos de seguridad requeridos. En
relación con el segundo, Harrison y col. y el Grupo de Terapéutica Fetal, con base
en los trabajos que existían en la literatura, seleccionaron el modelo primate para
reproducir de manera experimental una hernia diafragmática e iniciaron los tra-
bajos que unos años más tarde iban a dar como resultado un centro especializado,
ubicado en la Universidad de California, San Francisco. El tercero fue resuelto
con la utilización de distintos medicamentos aplicados de manera experimental
en un modelo de primate.
El proyecto de experimentación tuvo que pasar por muchas vicisitudes: afinar
los pasos que se debían dar para que el defecto efectivamente se instalara en el
El diagnóstico prenatal y la cirugía in utero 173
rotunda que el futuro del producto llegaría, en caso de nacer con el defecto, a ser
desfavorable.
Se tiene una amplia experiencia en este campo, pues no sólo se ha creado el
defecto mediante una laminectomía lumbar, sino que para fines del manejo defi-
nitivo se ha accedido a técnicas muy especiales, como la colocación de un injerto
cutáneo herméticamente cerrado con goma de fibrina mediante cirugía fetoscó-
pica y la construcción de un colgajo del músculo dorsal ancho cuyo fin es cubrir
el defecto.23 No obstante, Harrison estableció que, por ser una malformación no
mortal y reparable en la etapa posnatal, su reconstrucción in utero no está aún bien
justificada.
OBSTRUCCIÓN URINARIA
Cualquier enfermedad que bloquee el libre drenaje de orina de los riñones hacia
el exterior condiciona dilatación del sistema colector y daño renal bilateral
(figura 11–4), así como una serie de anormalidades más. La historia natural de
la obstrucción urinaria fetal ha sido bien documentada a través de estudios sono-
gráficos de pacientes que no fueron tratados, y el criterio para el manejo prenatal
ha sido establecido de acuerdo con la capacidad para predecir el grado de afec-
ción de la función renal según los niveles de electrólitos séricos fetales y la apa-
riencia sonográfica de los riñones. Aunque la mayoría no requieren manipulación
in utero, un producto con obstrucción urinaria e hidronefrosis bilateral que se
acompaña de oligohidramnios, función renal adecuada e inmadurez pulmonar,
QUILOTÓRAX FETAL
El derrame pleural en la etapa prenatal es raro, pero más aún cuando no se asocia
con una enfermedad condicionante. Cuando con el derrame coexiste una malfor-
mación pulmonar su explicación es, al menos en teoría, relativamente sencilla.
Pero si se trata de una condición aislada, entonces será muy difícil elaborar una
propuesta etiopatogénica. La situación con los grandes derrames, como el quilo-
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HIDROCEFALIA CONGÉNITA
Durante el desarrollo del sistema nervioso central existen ciertos riesgos, como
la neuroinfección viral, para que aparezcan algunas malformaciones congénitas
del mismo. Se ha observado que cuando la infección es por citomegalovirus o por
el virus de la rubéola en etapas susceptibles existe la posibilidad de que se presen-
ten defectos morfológicos, como la estenosis del acueducto de Silvio y las mal-
formaciones de Dandy–Walker o de Luschka–Magendie. Cuando alguna de esas
condiciones se presenta, existe un desarrollo deficiente del encéfalo, debido a la
acumulación de líquido cefalorraquídeo, a la dilatación ventricular y a la compre-
sión que ejerce (figura 11–5).
En los casos graves en los que existe progresión del déficit neurológico la des-
compresión in utero de los ventrículos puede detener el daño. Sin embargo, el es-
tablecimiento de un cortocircuito en el ventrículo amniótico percutáneo no ha
mejorado el pronóstico. Es por ello que resulta obligada la institución de una mo-
ratoria hasta que se conozca bien la historia natural de la enfermedad y se esta-
blezcan los criterios para que la selección de los pacientes sea lo más meticulosa
y acertada posible.
—por el esfuerzo por volverlo al abdomen— deterioro fetal y muerte por angula-
ción de la vena umbilical y del ligamento teres, hipoperfusión, acidosis y estado
de choque.3l Fue por ello que para resolver esa inconveniencia Harrison y col. uti-
lizaron dos incisiones, una torácica y otra abdominal. Como resultado de esa frus-
trante experiencia, se publicó una serie de 14 casos con 5 muertes. Debido a la
insatisfacción y a que la reparación completa in utero de la hernia había mostrado
dificultades por la presencia del hígado en la cavidad torácica, pero particular-
mente porque con ello se propiciaría el desarrollo pulmonar y se evitaría la hiper-
tensión pulmonar, se dispuso de otro procedimiento igualmente innovador y me-
nos invasivo que la reparación formal: la técnica PLUG (plug lung until it grows),
que consiste en la obstrucción operatoria de la tráquea bajo la justificación de que
los neonatos que sufrían obstrucción congénita de la vía aérea superior habían
acumulado un exceso de líquido pulmonar y nacían con una cantidad enorme de
tejido pulmonar. Una vez aplicado en el modelo experimental, con oclusión de
la vía aérea y la colocación translaríngea de un tapón de hule espuma compresible
e impermeable al agua,34 se llegó a la conclusión de que la oclusión traqueal era
un medio drásticamente efectivo para tratar la hipoplasia pulmonar asociada con
la hernia diafragmática. Con propósitos aún más ambiciosos, y debido a alta irri-
tabilidad uterina observada cuando se efectúa la histerotomía, el Grupo de Tera-
pia Fetal de la Universidad de California, San Francisco, ideó un protocolo de tra-
bajo experimental denominado FETENDO (fetal endoscopy), para la colocación
El diagnóstico prenatal y la cirugía in utero 179
EXPERIENCIA EN MÉXICO
Con base en los nuevos estudios que se han publicado al respecto, la utilidad de
los procedimientos in utero han circundado casi todos en torno a la fetoscopia la-
paroscópica, dejando a un lado la intervención cruenta, debido a sus graves com-
plicaciones. En la actualidad también se ha estrechado el número de padecimien-
tos que son realmente tributarios de intervención quirúrgica fetoscópica. Se ha
observado que sólo algunas condiciones en circunstancias especiales se benefi-
cian con esta propuesta y que casi ninguna de las que se conocen requiere necesa-
riamente una cirugía in utero.
180 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 11)
Figura 11–8. Gran linfangioma cervicomediastinal, motivo de distocia que fue, como se
estila en la actualidad, manejado con inyecciones de OK 432.
meses, en los que se hizo todo lo necesario para que dicha unidad funcionara de
la mejor manera posible.
Esta disciplina no se ha desarrollado en forma plena en México, aunque algu-
nos hospitales, como el Instituto Nacional de Perinatología, tienen una unidad de
medicina fetal y Ortiz Monasterio hizo diversos intentos por conocer la respuesta
cicatricial cuando una fisura labial es operada antes del nacimiento, la cual relata
como algo riesgoso y hasta innecesario. No obstante, recientemente Galván,42 del
mismo centro donde trabajó Ortiz Monasterio, comunicó su experiencia, quizá
la primera en nuestro país, en la que refiere el resultado de la manipulación in ute-
ro de mielomeningocele en productos de primates gestantes a las que previamen-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
184 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 11)
12
Malformaciones pulmonares
Gerardo Blanco Rodríguez
AGENESIA PULMONAR
185
186 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 12)
Cuadro clínico
Estudios de gabinete
Es necesario tomar una placa de tórax posteroanterior y lateral, que permite apre-
ciar sobredistensión del pulmón sano y desviación de las estructuras mediastinales
hacia el lado afectado, así como ausencia de parénquima pulmonar, disminución
de los espacios intercostales y en ocasiones elevación del diafragma y desviación de
la silueta cardiaca hacia lado afectado3 (figura 12–1); si la placa de tórax simple
no es suficiente para realizar el diagnóstico, se podrían realizar una TAC o una
resonancia magnética nuclear, que muestran la ausencia del parénquima pulmo-
nar, el árbol bronquial y los vasos sanguíneos hacia ese lado, pero si no se cuenta
con estos estudios y se quisiera realizar el diagnóstico diferencial con atelectasia,
será necesario llevar a cabo una broncoscopio,4 donde se encontrará que no existe
carina, que sólo un bronquio se continúa con la tráquea (figura 12–2) o la presen-
cia de un bronquio rudimentario que termina en un fondo de saco ciego.
Tratamiento
Figura 12–1. Sobredistensión del pulmón derecho, desviación del mediastino, espacios
intercostales cerrados y elevación del diafragma en el lado izquierdo.
HIPOPLASIA PULMONAR
Es una afección poco frecuente en la que hay una disminución del tamaño de la
vía aérea, los vasos y los alveolos; puede ser bilateral o unilateral de acuerdo con
la patología que la produzca, y la sintomatología está dada por la cantidad de
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Figura 12–2. Broncoscopia que muestra que la tráquea se continúa con el bronquio
derecho.
188 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 12)
No existe una causa obvia que la produzca; se puede acompañar de otras anoma-
lías localizadas en el corazón, las vértebras, la circulación vascular y el diafrag-
ma; el paciente puede cursar asintomático y se puede descubrir de manera inci-
dental en una placa de tórax. El pulmón afectado y el hemitórax son más
pequeños que lo normal y el corazón y el mediastino se presentan desviados hacia
ese lado. La fluoroscopia es útil para evaluar la dinámica de la tráquea y el dia-
fragma, mientras que el gammagrama de perfusión (figura 12–3) elimina la nece-
sidad de una angiografía en muchos de los pacientes.4 El tratamiento es conserva-
dor.
Puede ser causada por una amplia variedad de anomalías fetales y maternas.3,5,6
Una de las causas más frecuentes de afectación bilateral es el síndrome de Potter, que
se asocia con agenesia renal bilateral con oligohidramnios; el tórax tiene forma
de campana y hay disminución del número de bronquiolos y alveolos; se puede
observar cuando existe displasia renal y se ha asociado con displasias óseas,
Figura 12–3. Gammagrama que muestra hipoperfusión del pulmón afectado y perfu-
sión normal del pulmón sano.
Malformaciones pulmonares 189
ENFERMEDAD ADENOMATOIDEA
QUÍSTICA PULMONAR CONGÉNITA
Aunque inicialmente fue descrita por Bartholinus en 1687, fue hasta 1949 cuando
Chin y Tang realizaron el primer reporte en la literatura estadounidense6,7 y lleva-
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Embriología
Clasificación
Para fines clínicos prácticos, y con base en el tamaño de los quistes Stoker,8 esta
patología se ha clasificado en tres tipos (aunque desde el punto de vista histológi-
co ya se han descrito cinco tipos):
S Tipo I. Contiene uno o más quistes de dos o más centímetros, rodeado de
múltiples quistes más pequeños; está revestido con epitelio respiratorio, el
cual tiene apariencia papilar; la pared está constituida por tejido elástico,
músculo liso y ocasionalmente placas de cartílago. Este tipo se presenta en
mas de 65% de los casos.
S Tipo II. Contiene múltiples quistes menores de 1 cm cubiertos por epitelio
columnar ciliado y una delgada pared fibromuscular; se suele asociar con
otras malformaciones. Este tipo abarca entre 15 y 20% de los casos.
S Tipo III. Presenta una masa grande abultada sólida con quistes que suelen
tener de 3 a 5 mm; se asocia con polihidramnios y mortinatos con anasarca.
De 8 a 10% de los casos son de este tipo.
Los autores tuvieron seis casos tipo I y seis casos tipo II, con un predominio del
lado izquierdo de 2:1; sin embargo, las grandes series refieren una incidencia
igual en ambos hemitórax, sin predominio de algún lóbulo pulmonar en particu-
lar. La presentación bilateral es rara.
Diagnóstico prenatal
El diagnóstico prenatal de esta patología es cada vez más común, gracias al uso
rutinario del ultrasonido para control prenatal del embarazo, y puede ser identifi-
cado entre la vigésima tercera y la vigésima sexta semanas de gestación. Una vez
realizado el hallazgo se le debe dar seguimiento, ya que se ha reportado una etapa
en la que crecen y otra etapa en la que hay una disminución progresiva hasta llegar
a la desaparición en algunos casos, sin que se sepa actualmente a qué se debe.9,10
Por ultrasonido sólo es posible dividirlos en dos tipos: en lesiones macroquísticas
(corresponden a los tipos I y II de Stocker), cuyo pronóstico es bueno y no suelen
asociarse con hydrops fetalis, y en lesiones microquísticas (corresponden al tipo
III de Stocker), que se asocian con anasarca, hydrops fetalis e hipoplasia pulmo-
nar, lo cual indica un mal pronóstico.11
Cuadro clínico
Se han referido tres tipos de cuadros clínicos en que se puede presentar esta pato-
logía de acuerdo con la magnitud y el tipo de la lesión:
S El mortinato que fallece por anasarca, debido a que la compresión que la
masa ejerce sobre el mediastino impide el adecuado retorno venoso de la
Malformaciones pulmonares 191
Estudios de gabinete
La placa simple de tórax posteroanterior y lateral es de gran ayuda, ya que nos
permite ver imágenes multiquísticas hiperlúcidas que comprimen el tejido pul-
monar sano adyacente y desvían el mediastino y el corazón hacia el lado sano6,7
(figura 12–4 A). En algunos casos, cuando al momento del nacimiento el paciente
presenta insuficiencia respiratoria grave progresiva y la lesión se encuentra loca-
lizada en el lóbulo inferior izquierdo, puede ser necesario un diagnóstico diferen-
cial con hernia diafragmática posterolateral izquierda, lo cual se puede hacer dan-
do una pequeña cantidad de medio de contraste hidrosoluble o pasando una sonda
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A B
Figura 12–4. A. Imagen multiquística basal derecha que parece comunicarse con el ab-
domen; desviación del corazón y el mediastino a la derecha. B. Un trago de medio hidro-
soluble muestra la imagen multiquística arriba y estómago en abdomen.
192 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 12)
al estómago y aplicar una pequeña cantidad de aire, y repetir las placas7,12 (figura
12–4 B). En los niños mayores, como en los adultos, la placa simple de tórax pue-
de mostrar una zona de condensación o la presencia de imágenes quísticas, que
simulen neumatoceles. La TAC es de ayuda para delimitar la lesión y corroborar
las imágenes quísticas.2
Tratamiento
1. En la etapa prenatal, cuando aparece una zona quística grande que provoca
descompensación en el feto. En este momento se han realizado por medio
de punciones guiadas por ultrasonido aspiraciones frecuentes de los quistes
sin obtener buenos resultados, ya que se ha documentado la tendencia a lle-
narse nuevamente. En estos casos lo que mejores resultados ha dado es la
colocación de drenajes toracoamnióticos por medio de catéteres con doble
cola de cochino. En casos de masas sólidas (tipo III) se ha realizado la ex-
tracción parcial del paciente in utero, con toracotomía y lobectomía,13 y se
han observado mortalidades de hasta 50% en hospitales que cuentan con
grupos especializados en cirugía fetal. Si analizamos que los pacientes sin
intervención van a fallecer, ya es un gran avance rescatar a 50% de ellos;
sin embargo, esta tecnología no está al alcance de todos.
2. En la etapa de recién nacido y lactante se recomienda la lobectomía del ló-
bulo afectado mediante toracotomía. En la actualidad existen algunos gru-
pos en los que inicia la resección pulmonar por medio de cirugía de mínima
invasión por toracoscopia con buenos resultados, aunque aún no se cuenta
con gran experiencia.
3. En los niños preescolares y escolares en ocasiones las lesiones ocupan sólo
un segmento, por lo que es posible realizar una segmentectomía, aunque si
se ha sufrido infecciones frecuentes es difícil preservar el resto del lóbulo
afectado debido a la reacción inflamatoria que provoca. En los últimos años
han aparecido algunos artículos que refieren que si el paciente se encuentra
asintomático y la lesión es pequeña se puede dejar y nada más hay que vigi-
larla; sin embargo, no se refiere por cuánto tiempo hay que seguir al pacien-
te y mediante qué estudio de gabinete se debe realizar la vigilancia.9,14
Los autores no están de acuerdo con esta conducta, debido a que se trata de una
malformación quística que está comunicada con la vía aérea, que en cualquier
momento se puede llegar a infectar, además de que se han reportado casos en los
que se malignizó esta zona (figura 12–5).
Malformaciones pulmonares 193
Figura 12–5. Lóbulo afectado que muestra una zona quística grande con múltiples quis-
tes pequeños y lesión de todo el lóbulo pulmonar resecado.
SECUESTRO PULMONAR
Secuestro intralobar
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Se localiza dentro de un lóbulo pulmonar, cubierto por la pleura de éste; suele si-
tuarse en los lóbulos basales, recibe circulación directamente de la aorta y drena
a la vena pulmonar o a una vena sistémica. La comunicación con el pulmón cir-
cundante a través de los poros de Kohn puede llevar a sufrir infecciones crónicas
de repetición, de ahí que cuando se enfrenta un paciente con infecciones de repe-
tición en el mismo lóbulo pulmonar que mejoran con manejo antibiótico pero
después recaen, se debe sospechar que se trata de una malformación pulmonar
(secuestro vs. enfermedad adenomatoidea); otra forma de presentación es la for-
mación de un absceso pulmonar o la presencia de hemoptisis.
La placa simple de tórax puede mostrar una zona de condensación basal, mien-
tras que la tomografía puede delimitar la zona de condensación con datos de infla-
mación, aunque no siempre logra demostrar de dónde proviene su circulación.
194 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 12)
Es por ello que la resonancia magnética nuclear es el estudio que puede identifi-
car la circulación arterial y venosa y suplir a la arteriografía, la cual puede tener
un mayor número de complicaciones por ser un estudio más invasivo.11 Suele se
más frecuente en los adultos que en los niños.
El tratamiento incluye una toracotomía realizando en ocasiones la resección
del secuestro, pero como habitualmente se infectan hay que retirar todo el lóbulo
pulmonar dañado; es necesario realizar una disección minuciosa para localizar
los vasos aberrantes y evitar complicaciones graves.
Secuestro extralobar
Cuadro clínico
Estudios de gabinete
Existen diversos estudios en los que se ha podido realizar el diagnóstico prenatal
de este tipo de malformaciones.16,17 La placa simple de tórax puede mostrar una
masa homogéneamente radiodensa y de forma triangular con la base en el dia-
fragma y el vértice hacia arriba18 (figura 12–6). El ultrasonido Doppler puede ser
capaz de demostrar un secuestro con su vaso nutricio y es útil cuando se usa el
hígado como ventana hacia el tórax. La arteriografía es el estudio que constituye
la regla de oro, ya que en el aortograma es posible ver de qué zona sale el vaso
que va a darle nutrición al secuestro. Sin embargo, en los últimos años ha sido
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Tratamiento
Su tratamiento es quirúrgico por medio de una toracotomía y resección del se-
cuestro; es muy importante que antes de realizar su disección se palpe cuidadosa-
mente la malformación para identificar los vasos y aplicar doble ligadura en cada
uno de ellos, ya que llevar a cabo esto de manera compulsiva puede dar por resul-
tado la ruptura de la arteria, que puede retraerse hacia el abdomen y provocar una
hemorragia intraabdominal masiva y el fallecimiento del paciente.2 También en
los últimos años han aparecido artículos donde se demuestran las ventajas de la
cirugía toracoscópica con mínima invasión en la resección de esta patología.
196 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 12)
ENFISEMA PULMONAR
Cuadro clínico
El curso puede ser insidioso o rápidamente progresivo; más de 50% de los casos
desarrollan los síntomas en las primeras cuatro semanas después de nacer, y se
caracteriza por la presencia de insuficiencia respiratoria progresiva con taquip-
nea, disnea, cianosis, aleteo nasal, tiraje intercostal, disociación toracoabdominal
e hipoventilación de la zona afectada con hiperresonancia a la percusión; asimis-
mo, se pueden escuchar los ruidos cardiacos desviados hacia el lado sano; si no
se hace el diagnóstico oportunamente, se puede llegar a observar un aumento del
diámetro del hemitórax afectado.16,22
Estudios de gabinete
La placa simple de tórax muestra sobredistensión del lóbulo afectado, con desvia-
ción del mediastino y del corazón hacia el lado sano, y compresión del pulmón
normal ipsilateral y contralateral, con descenso del diafragma ipsilateral3,21 (fi-
gura 12–7). Otra técnica utilizada es la gammagrafía pulmonar, en la que se de-
muestra la ausencia de perfusión del radioisótopo en el lóbulo afectado, con per-
fusión normal del resto del pulmón.21,23 También se ha usado la tomografía axial
computarizada, que ha permitido observar las anomalías en el bronquio afectado,
Malformaciones pulmonares 197
Figura 12–7. Se aprecia sobredistensión del lóbulo superior izquierdo, compresión del
lóbulo inferior y desviación del mediastino y del corazón a la derecha. El medio de con-
traste hidrosoluble muestra el pulmón ipsilateral colapsado.
Tratamiento
de mínima invasión con un aparente buen resultado, pero aún se cuenta con pocos
casos para poder evaluar adecuadamente esta técnica en este padecimiento, don-
de hay poco espacio para maniobrar y se requiere una resolución rápida.24
QUISTE BRONCOGÉNICO
Cuadro clínico
La sintomatología está en relación con el tamaño del quiste y la compresión que
produzca; cuando son pequeños pueden cursar asintomáticos y constituir un ha-
llazgo radiológico, pero cuando crecen y se llenan de moco los mediastinales
pueden dar manifestaciones de compresión traqueal con datos de insuficiencia
respiratoria, estridor y cianosis, aunque si comprimen el esófago pueden producir
disfagia a los sólidos; cuando se localizan en la carina pueden comprimir un bron-
quio y manifestar insuficiencia respiratoria con hipoventilación del pulmón afec-
tado al producir atrapamiento de aire y un cuadro que semeje enfisema lobar. En
los quistes periféricos sin infección pueden surgir manifestaciones de insuficien-
cia respiratoria progresiva por compresión del tejido pulmonar circundante o ma-
nifestarse con insuficiencia respiratoria aguda, con polipnea y cianosis por la for-
mación de neumotórax espontáneo al romperse (que suele presentarse en los
adolescente y los adultos jóvenes); también se puede infectar secundariamente
y producir fiebre con tos en accesos, polipnea y expectoración purulenta con hi-
poventilación del área afectada y percusión mate cuando se forma un absceso.
Estudios de gabinete
El diagnóstico se puede realizar en 20 a 77% de los casos12 con una placa simple
de tórax posteroanterior y lateral, que muestra una imagen opaca redondeada y
Malformaciones pulmonares 199
Tratamiento
deberá retirar la mayor parte del quiste, así como la mucosa de la zona que quede
adherida a la tráquea.27,28 En los casos de neumotórax a tensión es necesario colo-
car una sonda pleural a sello de agua para estabilizar al paciente y programar lo
antes posible una toracotomía o una toracoscopia. En los de localización periféri-
ca en ocasiones es fácil su disección y resección cuando están superficiales; cuan-
do son pequeños y no están inflamados es posible realizar una segmentectomía,
pero cuando se encuentran infectados casi siempre es necesario realizar una lo-
bectomía.26
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202 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 12)
13
Hernia diafragmática posterolateral
congénita
Carlos Baeza Herrera, José Luis Atzin Fuentes,
Alejandro L. González Oscura
La cita anterior obedece a que desde que Gross, en el Boston Children’s Hospital,
reportó en 1953 una sobrevida superior a 50%, jamás ningún otro autor ha referi-
do una cifra similar en la literatura, por lo que la interpretación de tales hechos
lleva a pensar que hubo un gran sesgo en la selección de pacientes.
GENERALIDADES
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
203
204 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 13)
que las vías respiratorias y las arterias intraacinares lo hacen de manera simultá-
nea a los alveolos. La muscularización de las arterias preacinares culmina de ma-
nera normal, pero la extensión de la misma dentro del ácino sucede tardíamente
en la vida posnatal. En la hipoplasia pulmonar existe una disminución del número
y de la densidad de las arterias preacinares. Todos estos factores hacen que se re-
duzca el lumen del árbol arterial pulmonar y aumente la resistencia; esto se debe
a que el flujo de la arteria pulmonar se determina por el resultado de la inversa
del producto del doble a la cuarta potencia del radio del sistema arterial.18 Si el
primordio pulmonar inicia su desarrollo de manera tardía y lo concluye hasta des-
pués del nacimiento, la inhibición que ejercen las vísceras sobre el desarrollo pul-
monar en su etapa final es inevitable.2
En la cavidad pleural afectada se hallan las vísceras abdominales; el pulmón
se encuentra totalmente colapsado, el corazón es rechazado hacia el lado opuesto
y el pulmón contralateral se comprime de modo parcial. El desplazamiento visce-
ral se facilita por la débil adhesión del mesenterio a la pared posterior. El riñón
y el bazo pueden encontrarse por encima de su posición normal. El desplazamien-
to prenatal de las vísceras abdominales hace “que pierdan antigüedad y derecho
a su domicilio”, por lo que la cavidad casi siempre es pequeña.1 Se ha observado
que a la hernia diafragmática tipo Bochdalek le acompañan muchas más malfor-
maciones concomitantes que las que se observan en la población general, con un
porcentaje que oscila entre 28 y 50% de los casos analizados, pero según Puri
100% de los mortinatos estudiados en esa investigación eran portadores de defec-
tos asociados —como malformaciones neurológicas y del tubo neural, que inclu-
yen encefalocele, hidrocefalia, mielomeningocele y anencefalia—, muchos de
los cuales eran incompatibles con la vida. Las siguientes afecciones relacionadas
fueron las cardiovasculares, con predominio de los defectos septales, los anillos
vasculares y la coartación de la aorta. Otras menos comunes fueron la atresia eso-
fágica, el onfalocele y las trisomías 13, 18 y 21.24
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
DIAGNÓSTICO
que aun corregida no constituye una condición idónea para llevarlo a sala de ope-
raciones. Las alteraciones metabólicas se perpetúan en virtud de que la hipoxe-
mia rebelde a la corrección genera acidosis y la acidosis exacerba la vasoconstric-
ción del pequeño circuito, lo cual da lugar a que la hipertensión pulmonar se haga
mayor y ello se traduzca en más hipoxemia. Estos niños no mejoran con oxígeno
directo o indirecto, con medicamentos como el bicarbonato ni con otros más se-
lectivos, como la dopamina o la dobutamina. No alivian las alteraciones los venti-
ladores usuales y tampoco los de vanguardia. Los antihipertensivos no palian en
la medida deseada la hipertensión del pequeño circuito. Siempre la cianosis y la
disnea son marcadas1 y aproximadamente 50% de los niños sufren dificultad res-
piratoria progresiva e incorregible.5
Mientras que en el caso de la hernia clásica se vislumbra ese panorama, la de
expresión tardía,25 la cual se presenta en casi la mitad de los casos según la expe-
riencia de quien escribe, se comporta de otra forma. Estos neonatos generalmente
vivieron cuatro, seis o más semanas con el defecto sin que nadie se percatara de
su existencia y de pronto, por una infección respiratoria y una tele de tórax para
investigar alguna posible complicación respiratoria, se encuentran imágenes
compatibles con la hernia. Son niños que estuvieron asintomáticos una buena
parte de su vida, por lo que súbitamente se identifica el defecto. Nunca requieren
intervención quirúrgica de inmediato y se puede decir que, si no se operan y se
les prodigan cuidados elementales, podrían vivir sin grandes molestias debidas
a la anomalía.
Estos menores muchas veces portan la hernia del lado derecho, pero sigue pre-
dominando el lado opuesto..
El examen físico en ambas eventualidades revela taquicardia y taquipnea. La
movilización del tórax afectado parece ser menor. Al percutir en el lado del defec-
to se percibe timpanismo o sonido mate, según las vísceras que mayoritariamente
ocupen el hemitórax. El corazón se encuentra fuera de su sitio y los ruidos respira-
torios se aprecian lejanos o están ausentes. Cuando se escucha peristalsis, se pue-
de diagnosticar el padecimiento con grandes posibilidades de acierto. La que se
ha denominado no clásica, o de expresión tardía, en la que el niño portador de la
malformación nace sano, crece y se desarrolla de manera normal, pero que en
consultas médicas por alguna otra razón identifican hallazgos antes menciona-
dos, se debe tratar bajo otra visión.
En estas circunstancias la hernia, según la literatura, debe ser de pronóstico
permanentemente favorable, en virtud de que no existe un síndrome de circula-
ción fetal persistente ni tampoco alteraciones hemodinámicas. Estos pacientes
pueden vivir el resto de su vida con problemas pocos trascendentales relaciona-
dos con infecciones repetitivas de las vías respiratorias y ocasionalmente compli-
caciones serias, como estrangulación y necrosis del intestino por compresión de
la irrigación arteriovenosa.
Hernia diafragmática posterolateral congénita 207
Figura 13–2. Estudio similar al de la figura 13–1, que muestra otra hernia derecha.
208 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 13)
ción sistémica que provoca acidosis tisular hipoxémica, lo cual obliga a la correc-
ción quirúrgica. No obstante, la experiencia ha sido desalentadora, lo que indica
la presencia de otros factores agravantes desconocidos que participan en el inter-
cambio gaseoso y en la dinámica cardiopulmonar.7
En referencia a esos niños que característicamente se comportan de manera
opuesta a como se manifiesta una hernia clásica, es decir, que nacen sin dificultad
respiratoria, por lo que no requieren manejo inmediato, se ha observado, como
ya se había afirmado en la literatura, que el defecto se acompaña de otras malfor-
maciones, particularmente las cardiovasculares,35 y del síndrome de Jarcho–Le-
vin,36 anomalías que de pronto se convierten en defectos incompatibles con la
vida. Creemos que aún hay mucho que aprender de las hernias y que interpretar-
las como una vulgar presencia del agujero persistente es quizá una posición senci-
lla, simplista y a la vez insuficiente. Por esas razones estamos convencidos de que
210 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 13)
estos pacientes deben ser estudiados antes de intentar ocluir una comunicación
que probablemente es lo menos trascendental en el complejo clínico. Nuestra ex-
periencia, quizá la más extensa del país, se caracteriza porque la mitad o un poco
más de los casos que hemos operado se han presentado en la forma que hemos
denominado “expresión tardía”, es decir, que aparecen sin signos sugestivos de
que haya un síndrome de circulación fetal persistente, sin dificultad respiratoria,
y que fue hallazgo casual. Lo que nos ha sorprendido de esta experiencia es que,
contrario a lo que suponíamos, la mortalidad y la morbilidad siguen siendo prohi-
bitivamente elevadas. Estos datos nos han hecho creer que efectivamente hay
algo que aún no hemos identificado, pero que urge conocer.
TRATAMIENTO
g. Vasodilatación pulmonar.
h. Colocación de catéter umbilical arterial o radial izquierdo para la determi-
nación de gases sanguíneos.
i. Antibióticos.
Respecto a las constantes con que se debe usar la ventilación mecánica, lo ideal
es mantener una oxigenación óptima, traducida en el gradiente de oxígeno alveo-
loarterial, el cual se puede obtener utilizando los parámetros de ventilación calcu-
lados con base en las siguientes fórmulas:
PCO2 por encima de los límites normales y ésta no puede revertirse mediante hi-
perventilación, más la presencia adicional de hipoxemia posductal persistente,
el lecho vascular pulmonar no tolera el gasto cardiaco normal, por lo que se deriva
en grandes volúmenes del ventrículo derecho hacia la aorta descendente.
En contraste, los neonatos que responden a la hiperventilación inician un pe-
riodo de “luna de miel” con reducción de la PCO2 y, a pesar de que también
poseen hiperirritabilidad vascular pulmonar, son capaces de manejar todo el
volumen y en ocasiones excesos del mismo.9
La tolazolina es un alfabloqueador que actúa de manera directa sobre la mus-
culatura lisa pulmonar. Estructuralmente parece la combinación de histamina y
aminas simpáticas. Su mayor efecto se manifestaba cuando se administraba sobre
la arteria pulmonar. Posee efectos indeseables, como hipotensión arterial, oligu-
ria, hemorragia gastrointestinal y trombocitopenia, razones por las que se dejó
212 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 13)
Figura 13–4. Defecto izquierdo pequeño que albergaba el intestino medio, el estómago
y el bazo.
Figura 13–5. Defecto diafragmático izquierdo que carecía de saco herniario. Nótese
que es posterior y lateral.
214 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 13)
Figura 13–6. Acercamiento de otro defecto izquierdo pocos minutos antes de corregirlo.
Figura 13–7. Estos estudios son similares; sin embargo, una hernia es izquierda y la
otra es derecha.
216 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 13)
Figura 13–8. Defecto izquierdo que rechaza de manera notoria el mediastino. Se acom-
pañaba de hipertensión pulmonar por un síndrome de circulación fetal persistente e hi-
poplasia pulmonar.
Figura 13–9. Defecto que cursó con hipertensión pulmonar. Es evidente que había com-
presión de ambos pulmones.
Hernia diafragmática posterolateral congénita 217
Figura 13–10. Estudio simple de tórax. Era un defecto izquierdo y se comportó como
una hernia diafragmática clásica.
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220 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 13)
14
Atresia esofágica y fístula
traqueoesofágica
Carlos Baeza Herrera, Marco A. Ruiz Cabrera,
Freddy Santos Mariscal, Emiliano Galeana Arreola
GENERALIDADES
parecido desde hace algunas décadas, en su memorable libro de cirugía del niño
se refiere a la atresia del esófago como una malformación que exige para su co-
rrección la habilidad de un relojero y una tácita paciencia de santo. Esos ingre-
dientes, producto de una gran inspiración, fueron los que determinaron que en
muy pocos años la otrora malformación de difíciles éxitos consiguiera una super-
vivencia de 95% en los niños de buen pronóstico.
La atresia esofágica con fístula traqueoesofágica es una malformación congé-
nita típica, pues se ha identificado tanto en el periodo prenatal como en abortos
y mortinatos. Es auténtica porque el segmento esofágico superior, en la variedad
más frecuente e ilustrativa, se encuentra siempre hipertrofiado por una prolonga-
da función del receptáculo, porque nunca se ha observado después del periodo
221
222 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 14)
neonatal y porque en poco más de 50% de los casos se presentan anomalías con-
comitantes. Debido a que el manejo integral es responsabilidad casi absoluta del
cirujano de niños, se le considera como una entidad clásica de la cirugía pediá-
trica y es probable que constituya la enfermedad en la que más se ha progresado,
pues en sólo 40 años transformó 95% del índice de mortalidad en más de 90%
de supervivencia en los grupos de menor riesgo; predomina ligeramente en el
sexo masculino.
El primer caso registrado se documentó en 1670, cuando Durston encontró
obliteración del esófago en una niña de unos gemelos toracópagos. Sin embargo,
el crédito se le debe dar a Gibson, quien en 1697 efectuó la primera descripción
clásica de la atresia esofágica con fístula distal: “En noviembre de 1696 me envia-
ron un recién nacido que no podía deglutir. El niño estaba hambriento, por lo que
le ofrecí una cucharada de té, la cual bebió con ansiedad, pero en el instante pre-
sentó asfixia y lo devolvió por nariz y boca, cayendo en una crisis convulsiva”.
La necropsia confirmó el diagnóstico. El siguiente caso fue reportado por Hill en
1840, casi 150 años más tarde. Dicen los documentos que a Hill se le presentó
algo: “por la noche fue llamado por la familia Webster. El recién nacido hacía es-
fuerzos por ingerir pero inmediatamente lo regresaba, y lo que bebía igualmente
lo vomitaba mezclado con moco y sangre. Él recomendó que se le estimulara el
recto de forma suave; sin embargo, cuando intentaron hacerlo se percataron de
que el ano estaba imperforado”.20
Esta enfermedad es tan frecuente como el labio y el paladar hendidos. Ingalls
y Prindle revisaron 30 497 partos en 1949, en los que sólo seis niños presentaron
la malformación, lo cual indica una frecuencia de un caso por cada 5 000 naci-
mientos. Belsey y Donnison informaron en 1959 una tasa de 1 en 800, y Holder,
que analizó más de 1 000 casos de atresia esofágica, refirió la existencia de un
caso por cada 1 000 recién nacidos vivos, siendo esta última proporción la que
más se acerca a la realidad.1 En México González Romero15 comunicó en fechas
pasadas la experiencia del Instituto Nacional de Pediatría basada en 125 casos ob-
servados en un lapso de 12 años. De dicha casuística sólo 108 fueron analizados,
y se encontró que 45.2% tenían malformaciones asociadas; las cardiacas resulta-
ron ser las más frecuentes; 20% del total se consideraron incompatibles con la
vida. La supervivencia global fue de 56% y la causa más común de muerte fue
septicemia. En contraste, la experiencia que han acumulado los autores en el Hos-
pital Pediátrico Moctezuma en esta peculiar malformación es extensa y conside-
rada, sin duda alguna, como la más grande del país, al notificar un promedio de
20 casos por año. Como en todas las series del mundo, predominó la variedad ca-
racterizada por la presencia de fístula del segmento esofágico distal y de oblitera-
ción proximal. La segunda más común fue la atresia esofágica sin fístula (figura
14–1). Parte de lo destacado de esta casuística es que más de 40% de los pacientes
tuvieron 24 h o más de vida extrauterina en el momento de la operación, lo cual
Atresia esofágica y fístula traqueoesofágica 223
Figura 14–1. Estudio radiológico simple típico de una atresia esofágica sin fístula. Nóte-
se la ausencia de aire abdominal.
se separan del esófago por el pliegue lateral interno del surco laringotraqueoeso-
fágico, que se funde en la línea media a manera de tabique. El divertículo traqueal
se alarga en dirección caudal a nivel del septum, y entre los 26 y los 28 días de
gestación la tráquea se divide en los primordios pulmonares.
La embriogénesis anormal del surco laringotraqueoesofágico y la formación
subsecuente del tabique parecen ser el motivo de la mayoría de las malformacio-
nes. No obstante que la proliferación de las células epiteliales que ocupan el lu-
men puede contribuir a la aparición de la atresia, la oclusión completa del esófago
resulta rara. Es más probable que las anormalidades en el desarrollo del surco tra-
queoesofágico en dirección posterior provoquen la aparición de la atresia.
Cuando hay fusión incompleta del surco quizá aparezca una fístula. Si al desa-
rrollarse el surco cruza el lumen traqueal puede causar obliteración traqueal y de-
sarrollo de fístula traqueoesofágica.2 No obstante que se desconoce por qué apa-
rece la atresia esofágica, un estudio de regresión logística encontró que, de
2 305 858 nacimientos, 722 sufrieron la anomalía; se investigaron los factores de
riesgo y se encontró que en las madres fumadoras que consumían más de 10 ciga-
rrillos diarios, obesas y de medio socioeconómico bajo, el riesgo relativo fue de
0.88, con lo que se concluyó que esas variables no determinan aumentos en la inci-
dencia.
La amplia variedad de anomalías traqueoesofágicas ha dado lugar a la apari-
ción de un atlas que describe más de 90 tipos diferentes.14 No obstante, sólo seis
son los más comúnmente descritos y se clasifican con letras, números y números
y letras. Sin embargo, al margen de las clasificaciones y sus criterios, las más co-
munes se describen a continuación:
Figura 14–2. Estudio toracoabdominal que deja ver la sombra de una atresia esofágica,
pero también dilatación de la cama gástrica, compatible con obstrucción duodenal. Ade-
más, existen malformaciones vertebrales y un mediastino muy amplio. Se trata de un
síndrome de VACTERL.
pueda determinar cuántos neonatos eran prematuros y cuántos eran pequeños se-
gún la edad gestacional. Existen polihidramnios en 30% de las madres de neona-
tos con atresia y fístula traqueoesofágica y en más de 90% de las madres de los
recién nacidos que sufren sólo atresia esofágica.2 Una de las asociaciones más
comunes es con la atresia duodenal, la que de acuerdo con la experiencia de los
autores aparece frecuentemente.24
DIAGNÓSTICO
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 14–3. Estudio radiológico de tórax que muestra una imagen radiolúcida, el seg-
mento obliterado. La variedad es de tipo I, ya que no se aprecia aire abdominal.
Atresia esofágica y fístula traqueoesofágica 227
Figura 14–4. En este estudio sí se impregnó el segmento proximal con medio de con-
traste. Llama la atención que existen niveles hidroaéreos en el abdomen, lo cual implica
la presencia de una malformación del tubo digestivo. Se trata de una atresia del yeyuno.
228 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 14)
nato se debe mantener por arriba de los 36 _C, ya que si los registros de la misma
están por debajo de los 35 _C casi siempre el pronóstico es funesto. El traslado
de los niños con esta malformación debe ser muy cuidadoso y se tiene que realizar
en condiciones óptimas, por lo que se requieren ambulancias especiales equipa-
das con una miniunidad de cuidados intensivos, ya que ante una mayor distancia
entre el hospital receptor y el remitente las posibilidades de que el niño perezca
aumentan durante el traslado o poco tiempo después de haber sido admitido para
su tratamiento definitivo. Los recién nacidos que se trasladan de distancias supe-
riores a los 15 km tienen mayor riesgo que los que son trasladados de distancias
menores4 (figura 14–5).
Si las condiciones de ingreso son precarias, a la vez que se investigan posibles
complicaciones el niño debe recibir cuidados especiales. De manera paralela a
la ventilación mecánica se debe efectuar un esmerado lavado bronquial y luego
colocar al paciente en una posición que favorezca el drenaje de secreciones; hay
que impedir que los periodos sean demasiado largos, ya que éstos favorecen el
reflujo gastroesofágico y la acentuación del problema.
Es indispensable el empleo de antimicrobianos, pues la obstrucción esofágica
y el estado inmunitario del paciente coadyuvan a la aparición de infección en casi
100% de los casos. Hay que realizar estudios bacteriológicos de sangre, orina,
secreciones bronquiales y heces, biometría hemática, ionograma y gases sanguí-
neos. En algunos casos, antes de la corrección quirúrgica hay que efectuar otro
tipo de estudios con el fin de identificar anomalías concomitantes, tales como el
arco aórtico derecho, que usualmente obliga al cambio de táctica terapéutica.
Atresia esofágica y fístula traqueoesofágica 229
Figura 14–6. Bebé diminuto que además de la atresia esofágica sufría atresia duodenal.
TRATAMIENTO
Uno de los primeros grandes retos que enfrentaron los cirujanos pediatras del
mundo en relación con la atresia esofágica (figura 14–6) fue, sin duda alguna,
idear un procedimiento operatorio repetible mediante el cual se pudiera garanti-
zar en una sola exposición la permeabilidad del esófago con el mínimo de compli-
caciones, lo cual fue logrado en 1939 y publicado en 1941, en Ann Arbor, Michi-
gan, por Cameron Haight. A partir de entonces se abrió un promisorio panorama
en el tratamiento de esos pacientes, ya que las cifras de supervivencia de los casos
con pronóstico favorable aumentaron de manera considerable en un tiempo rela-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 14–7. Dos bebés vistos en nuestra unidad el mismo día. Ambos sufrían la varie-
dad III.
Figura 14–8. Foto clínica que capta el momento transoperatorio en que se efectúa la
esofagoesofagoanastomosis.
el drenaje y se inicia la fórmula por la boca. Cuando hay estenosis las dilataciones
se inician a las tres semanas.
En caso de que los extremos esofágicos estén muy separados y la anastomosis
no sea factible las opciones de manejo incluyen:
S Azigoplastia.
S Elongación proximal con bujías.
S Procedimiento de Livaditis.
S Miotomía espiral de Kimura.26
S Técnica de autofistulización.
S Elongación por etapas.27
S Manipulación laparoscópica y movilización completa del estómago, resec-
ción del muñón esofágico inferior, piloroplastia y disección transhiatal.28
S Colgajo esofágico.29
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15
Perforación gástrica neonatal
José Miguel Macedo Pérez, Salvador Cuevas Villegas,
Carlos Baeza Herrera
GENERALIDADES
239
240 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 15)
CLASIFICACIÓN
CUADRO CLÍNICO
Los síntomas pueden ser muy variados; inicialmente pueden ser muy sutiles e in-
cluir residuos gástricos elevados, náuseas y rechazo a la vía oral, así como disten-
sión abdominal progresiva, teniendo sobre todo el antecedente de estabilidad clí-
nica y hemodinámica,1,12 que rápidamente progresa a taquicardia, taquipnea y
letargo. En el caso específico de un paciente que presenta distrés respiratorio gra-
ve se debe tomar en cuenta que este fenómeno puede incrementar la presión intra-
abdominal, sobre todo en niños ventilados, lo cual redunda en una mayor restric-
ción respiratoria por elevación diafragmática, determinando insuficiencia
respiratoria10 y eventos en cascada de inestabilidad hemodinámica, acidosis me-
tabólica descompensada, hipotermia y choque. Es por ello que, si no se reconocen
a tiempo y se instalan las medidas de reanimación adecuadas, la mortalidad puede
llegar a ser de hasta 62%.13,14 Los síntomas de sangrado gastrointestinal usual-
mente no se presentan y tampoco el vómito es frecuente en la perforación gástri-
ca; por otro lado, la salida de material biliar a través de la sonda orogástrica se
puede relacionar con esta entidad, así como la ausencia de peristalsis.14 La trans-
iluminación positiva del abdomen se convierte en estos casos en una herramienta
útil, sencilla y rápida como auxiliar para el diagnóstico de neumoperitoneo,15 que
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
DIAGNÓSTICO RADIOLÓGICO
Figura 15–2. Radiografía abdominal en posición supina. Muestra aire libre subdiafrag-
mático y subhepático (derecha), además de que aparece el ligamento falciforme deli-
neado por la presencia de aire intraperitoneal (centro), y aire en el cuadrante superior
izquierdo, también conocido como signo de Rigler (flecha).
Perforación gástrica neonatal 245
Figura 15–3. Aire visible intraperitoneal caracterizado por luminiscencia oval centrali-
zada; también se conoce como signo de “balón de fútbol americano”.
vertebral que simula las costuras del balón en posición vertical. La ausencia de
burbuja gástrica, un signo radiológico inicialmente descrito por Coutel y Darris,
es casi siempre inequívoco de perforación gástrica, así como el neumoperitoneo
masivo (figura 15–4); el ligamento falciforme puede aparecer delineado por la
presencia de gas intraperitoneal (figura 15–5).12–15
El apoyo ultrasonográfico puede ayudar si se cuenta con él, pero no es funda-
mental. Los hallazgos esperados por este medio serían ascitis y ausencia de gas
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
A B
TRATAMIENTO
Anomalías
Perforación gástrica
Oclusión distal. Úlcera péptica,
ventilación asistida, intubación
gástrica
A
Detección de
complicaciones Detonantes. Si la perforación no fue
considerada como espontánea de
Septicemia. Dificultad respiratoria acuerdo con el criterio de Castleton
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252 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 15)
16
Estenosis hipertrófica del píloro
Jaime A. Olvera Durán, Alejandro J. Embriz Sánchez,
Jorge I. Valencia Moncada, Carlos Baeza Herrera,
Víctor Hugo Portugal Moreno
GENERALIDADES
253
254 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 16)
neke–Mikulicz, pese a que afrontar los bordes del músculo hipertrofiado resulta-
ba excesivamente difícil. Hacia 1910 Fredet practicó en París la piloromiotomía
e intentó suturar el músculo en dirección opuesta; sin embargo, en su publicación
original muestra preferencia por la gastroenteroanastomosis. Conrad Ramstedt
se refirió en 1912 a la operación que en la actualidad continúa siendo en esencia
la misma. La diferencia entre una y otra es que este último autor dejó expuesta
la mucosa antropilórica sin afrontamiento de la herida.1
La incidencia de la anomalía varía de manera considerable, desde la aparición
de un caso por cada 200 nacimientos hasta 8.8 casos por cada 1 000 recién naci-
dos, y se atribuye a factores relacionados con la alimentación al seno materno.2
En México no existen datos suficientes para plantear un espectro epidemiológi-
co; sin embargo, la experiencia de los autores de este capítulo está sustentada en
el manejo de más de 120 casos anuales. Esta casuística ha mostrado, entre otras
cosas, que efectivamente es más común en los varones y que las manifestaciones
se inician en el periodo neonatal, rebasando el límite etario para ser operados en-
tre la quinta y la sexta semanas de vida extrauterina. Los autores han tenido la
oportunidad, quizá como nadie en México, de observar casos gravemente deshi-
dratados y desnutridos, con profundos trastornos electrolíticos y seriamente in-
fectados, asociados con condiciones tan poco comunes como la osteogénesis im-
perfecta, la neumatosis intestinal y el enfisema gástrico intersticial. Asimismo,
han hecho una observación, hasta este momento inédita, para con la estenosis hi-
pertrófica del píloro: que consiste en la asociación preoperatoria casi siempre con
trombocitosis superior a los 600 000 o 700 000, que tan luego se resuelve dismi-
nuye a límites normales. En relación con la facies del niño que sufre la enferme-
dad, se sigue pensando que sí es característica, pese a que el estudio observacio-
nal y prospectivo de Sánchez Fernández37 acerca de los rasgos faciales de los
enfermos no aportó resultados concluyentes. De acuerdo con la edad de presenta-
ción, según nuestra misma casuística, en la mayoría el vómito aparece en la terce-
ra semana de vida extrauterina, pero nosotros estamos acostumbrados a observar
inicios tan tempranos que la operación se ha tenido que efectuar antes de los 15
días de edad.38
Desde el punto de vista anatómico, existen dos haces de fibras musculares cir-
culares que rodean por completo el píloro y ejercen la función de esfínter. El más
proximal, ubicado en el lado izquierdo del canal, se denomina músculo de Tor-
gersen, que se confunde con la musculatura antral al extenderse en dirección del
cuerpo gástrico.3
Se ha encontrado intensa inmunorreactividad de la enolasa específica neuro-
nal y una disminución marcada de la sustancia P en el músculo del píloro hiper-
trofiado, lo cual sugiere una maduración celular y ausencia de degeneración. De
acuerdo con algunos hallazgos recientes, destaca una mayor vascularidad pilóri-
ca en los niños que sufren la estenosis en comparación con los que son sanos; se
Estenosis hipertrófica del píloro 255
Figura 16–1. La figura muestra cómo la mano derecha del cirujano define visual y táctil-
mente la zona en la que efectuará la piloromiotomía.
foco de infección específico del que se pueda presumir el origen. De igual mane-
ra, no se ha podido obtener cultivos de sangre positivos a algún agente en particu-
lar. Sin embargo, se sabe que son gérmenes nativos de la comunidad de donde el
bebé es oriundo.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 16–2. Familia de la ciudad de México en la que cinco de los siete miembros su-
frieron estenosis pilórica. Nótese las cicatrices abdominales
258 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 16)
DIAGNÓSTICO
El estudio radiológico está indicado para los casos en los que existe duda. Rigs
y Long12 propusieron en 1971 un criterio basado en los hallazgos del estudio sim-
ple de abdomen; según dicho criterio, si se observan cinco o más de los signos
siguientes el diagnóstico es definitivo; si se advierten tres o cuatro es probable,
y si se presentan dos o menos resulta dudoso:
S Borde gástrico inferior por debajo de L2.
S Dimensión gástrica superior a 7 mm.
S Dilatación marcada.
S Peristalsis gástrica evidente (signo de la oruga).
S Apariencia moteada del contenido gástrico.
S Escaso aire en el intestino delgado y el colon.
Mediante el estudio con medio de contraste se advierten diversos signos, cada
uno de los cuales tiene un margen de confusión conocido. El vaciamiento retarda-
do, que se considera como indicio, suele asociarse con muchos problemas gástri-
cos funcionales y extragástricos; la elongación del canal pilórico (signo de la
cuerda, signo de la cola de ratón, etc.) (figura 16–3) se puede observar en pacien-
tes con piloroespasmo y en la constricción anatómica transitoria. El signo del do-
ble carril se ha confundido con contracciones normales del antro pilórico. Es po-
sible que los signos del hombro doble, de imagen en tres, de hongo, de pico de
pájaro, etc., aparezcan con el piloroespasmo. Ante tal situación, el método de Cu-
rrarino, un estudio de doble contraste y compresión gástrica, que muestra de
modo persistente el signo del tres, constituye quizá el hallazgo radiográfico más
confiable.13
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
El ultrasonido abdominal27 es tal vez más útil que las radiografías y tiene la
ventaja de que no se expone al niño al peligro de las radiaciones ionizantes ni se
tiene riesgo de broncoaspiración. El criterio de diagnóstico se fundamenta en la
demostración de una masa hipoecoica, con centro ecogénico, localizada medial-
mente con respecto a la vesícula, anterior al riñón derecho y lateral a la cabeza
del páncreas. El diámetro de la tumoración en incidencia anteroposterior debe
Figura 16–5. Estudio radiológico con medio de contraste en el estómago. Muestra dila-
tación gástrica y paso apenas visible del medio yodado hacia el duodeno.
Estenosis hipertrófica del píloro 261
Figura 16–6. Estudio radiológico simple de abdomen de un bebé que sufría estenosis
pilórica, cuyo único hallazgo importante es la dilatación gástrica.
depleción hídrica y electrolítica, las cuales se pueden volver graves e incluso oca-
sionar la muerte.19
El volumen de jugo gástrico que se pierde por el vómito quizá sea de hasta 100
mL diarios. La pérdida excesiva de iones de cloro provoca depleción y alcalosis
metabólica, las cuales constituyen una complicación característica, pues casi to-
das las anormalidades del tubo digestivo del niño conllevan pérdidas isotónicas
y depleción de sodio.
La compensación renal se inicia con la excreción de orina alcalina que con-
tiene sodio y potasio y conserva iones H+ para el mantenimiento del pH sérico.
Las pérdidas de potasio por la orina y vómito conducen a hipocalemia, y si el
vómito es persistente los riñones tienden a conservar sodio y a excretar radicales
ácidos y sales de amonio; así, la hipocalemia y la emisión de orina ácida constitu-
yen manifestaciones tardías de la alcalosis metabólica.3
Las soluciones restitutivas por vía endovenosa dependen de las condiciones
del niño. No es común que un paciente con hipertrofia pilórica ingrese a un hospi-
tal en estado de choque; la depleción hídrica casi siempre resulta moderada, por
lo que se debe administrar la dosis adecuada de solución salina normal y dextrosa
a 10% en proporciones iguales para cubrir los requerimientos basales y las pérdi-
das previas. La administración subsecuente de electrólitos se realiza de acuerdo
con la evolución del niño y los resultados de laboratorio.
TRATAMIENTO
Figura 16–7. Hallazgo radiológico sorprendente debido a que, por una lesión microscópi-
ca de la mucosa gástrica, hubo paso de aire hacia el espesor de la pared del estómago.
sitio donde la perforación sucede con mayor frecuencia. El extremo gástrico con-
cluye de manera gradual, con lo que se permite la sección completa del músculo
de Torgersen. Ya hecha la incisión sobre la serosa y parte del músculo, la extru-
sión de la mucosa se logra al provocar una disrupción de la capa muscular con
la pinza de Benson o de Dennis–Browne, o con el dorso de una pinza mosquito
curva. En ocasiones la hemorragia requiere hemostasia. Existe un método ideado
en México por Morales,30 que consiste en la introducción de una o dos pinzas de
Babcock; una vez penetrada la cavidad peritoneal con ellas se hace un pellizca-
miento de la serosa y de las capas musculares hipertrofiadas, con lo que se logra
la piloromiotomía, denominada traumopiloromioplastia, que sólo difiere de la
técnica convencional en lo relativo al tiempo operatorio.31
A este respecto, recientemente se publicó un estudio en el que se efectuó un
análisis comparativo en el aspecto estético entre la piloromiotomía tradicional y
264 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 16)
Figura 16–8. Estudio radiológico contrastado que revela un signo típico de la enferme-
dad denominado “cola de ratón”.
Figura 16–9. Como la imagen anterior, esta figura muestra (destacado por una flecha)
el signo de la “cola de ratón”.
Estenosis hipertrófica del píloro 265
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
GENERALIDADES
Los defectos de la pared abdominal anterior se constituyen como una gran diver-
sidad de malformaciones congénitas de las que se conoce poco, aun menos en lo
que a su origen se refiere. Sin duda alguna, de las que más se sabe es de las que
generan un gran hueco en torno a la cicatriz umbilical, lo que de inmediato hace
pensar en alguna asociación con algún síndrome, como la trisomía 21, el hipoti-
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269
270 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 17)
Acerca del onfalocele, desde que fue descrito ha mostrado una evolución cien-
tífico–cronológica más ordenada y definida. Ambos defectos son poco frecuen-
tes y la tasa de supervivencia ha mejorado notoriamente en los últimos 15 años
gracias a la hiperalimentación por vía endovenosa y a los progresos en el terreno
anestésico y quirúrgico, así como en el control de las infecciones.
Mientras que la gastrosquisis es sinónimo de paraonfalocele, laparosquisis,
abdominosquisis y onfalocele embrionario roto, y se caracteriza por ser un defec-
to relativamente pequeño que casi siempre se ubica a la derecha del cordón umbi-
lical, el onfalocele se relaciona con el vocablo exonfalos (ex, “fuera”, y onfalos,
“ombligo”); en este último trastorno resulta peculiar la ausencia de una porción
de la pared abdominal. El tamaño del onfalocele puede variar y se encuentra cu-
bierto por una membrana constituida por el amnion en la parte externa y por con
una capa de tejido conectivo mesenquimatoso interpuesto en el peritoneo parietal
en la parte interna.2 Se presenta aproximadamente un caso de gastrosquisis por
cada 10 onfaloceles, al menos en México, con índice de recuperación de 50% a
causa de las malformaciones asociadas concomitantes. Sin embargo, en los últi-
mos 10 años este defecto ha aumentado su prevalencia en nuestro país y en todo
el mundo, lo cual ha llevado a pensar que es posible que algún denominador co-
mún esté determinando el fenómeno.
Desde el punto de vista embriológico, Duhamel atribuyó la gastrosquisis a una
interferencia teratogénica en el momento justo de la diferenciación mesenquima-
tosa de la somatopleura. Bremer supuso la existencia de un trastorno de las somi-
tas y, de modo consecuente, de alteraciones en la proliferación o distribución de
los primordios musculares. Duhamel rechazó esta teoría y agregó que “el defecto
cutáneo ocurre por desaparición del sostén mesenquimatoso de la capa ectoblás-
tica de la somatopleura y la reabsorción in utero de la misma”. De Vries2 afirma
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DIAGNÓSTICO
TRATAMIENTO
de complicación tan elevados que presentan este tipo de niños. Cubrir las vísceras
expuestas en forma adecuada evita por lo menos hipotermia y pérdidas hídrica
y electrolítica; quizá cubrir la lesión no evite la infección. Las cubiertas más reco-
mendables son las compresas con alguna crema antiséptica y lubricante, encima
de las cuales se coloca una hoja plástica, impermeable y estéril. Se debe iniciar
el tratamiento con base en ampicilina y un aminoglucósido, como la amikacina,
o este último y penicilina cristalina en dosis adecuadas. Se administra vitamina
K y se deja una sonda en el estómago. Tan pronto como sea posible se deben prac-
ticar irrigaciones rectales con solución salina normal para descomprimir el intes-
tino distal.12 El tubo digestivo se debe revisar cuidadosamente, haciendo énfasis
en la entrada y el grado de compresión del mesenterio. Si hubiera duda en cuanto
a lo holgado de su posición, no se debe titubear y sí se debe aplicar anestesia local
para proceder a abrir aún más la entrada a la cavidad. Una forma de iniciar el ma-
nejo consiste en dejar al bebé bajo un concepto de “manejo mínimo sin aneste-
sia”,37 que consiste, cuando el tiempo lo permite, en dejar al bebe cómodamente
dispuesto en la incubadora durante cuatro a seis horas en posición lateral y con
una cubierta de plástico sobre el defecto. Una vez transcurrido el tiempo de espe-
ra se procede a introducir las vísceras expuestas. Una propuesta razonable adicio-
nal consiste en utilizar el cordón umbilical, con una longitud de más de 3 cm, para
cubrir el defecto y sujetarlo con una cubierta de TegadermR.38
El tratamiento ideal para ambas condiciones es la corrección definitiva en la
primera intervención quirúrgica,13 lo que implica el afrontamiento individual de
cada una de las capas anatómicas de la pared abdominal. Esto no siempre es posi-
ble debido a que las vísceras protruidas lo impiden, lo cual determina de manera
Grandes defectos de la pared abdominal anterior 283
vioso central.20
El empleo de nitrato de plata y antibióticos locales conlleva riesgos adiciona-
les. La escarificación del defecto se puede conseguir al aplicar pincelaciones de
sales argénticas, mercurocromo, neomicina y bacitracina en polvo, solución de
yoduro de povidona,19,21 benzalconio acuoso18 y MerthiolateR.22
El tratamiento quirúrgico inmediato se puede dividir en definitivo inmediato
y definitivo diferido. En la primera alternativa la selección de los pacientes no
ofrece polémicas ni controversias. Hay un acuerdo unánime en que existe un gru-
po de niños cuyo defecto es posible corregirlo inmediatamente casi sin complica-
ciones y utilizando tejido autólogo. A este grupo pertenecen muchos de los defec-
tos que acompañan a los síndromes (Beckwith, Cantrell, síndrome de línea media
inferior, trisomías, etc.), en los que por razones desconocidas la anormalidad re-
sulta en general pequeña y el hígado no se encuentra expuesto.18,21,22
286 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 17)
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18
Atresia de vías biliares
Carlos Baeza Herrera, Carlos Dixon Olvera de la Rosa,
Roberto Velásquez Aldama
GENERALIDADES
291
292 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 18)
da, y aunque es un tema apasionante, en un lapso menor de cinco años los autores
de este capítulo han operado a 14 niños —todos mayores de tres meses de edad—
mediante hepaticoportoenteroanastomosis y, aunque se obtuvo drenaje biliar en
todos los pacientes, no hubo supervivientes. El factor de pronóstico desfavorable
más importante considerado por los autores fue la edad.70
La etiología de la atresia de vías biliares no es conocida y hasta 1965 era común
que se describiera como un defecto de nacimiento, lo que suponía la existencia
de un trastorno en la organogénesis temprana, similar al que determina la atresia
duodenal.4 Okamoto5 se basó en que la vesícula biliar posee riego sanguíneo pro-
pio y en que con frecuencia está indemne en los casos de atresia, y elaboró un mo-
delo experimental en el que la interrupción de la circulación de los conductos ex-
trahepáticos (arteria retroduodenal de Willkie y algunas arteriolas procedentes de
la arteria hepática) condujo a necrosis aséptica y a atresia del conducto principal.
Los hallazgos histológicos fueron sorprendentemente similares a los observados
en la atresia biliar.
La teoría dinámica de Landing,6 que se denominó de la colangiopatía obstruc-
tiva neonatal, motivó las investigaciones inmunogénicas, sobre todo en Japón,
en donde se administró esporidesmina y micotoxina de Pithomyces chartarum
—que ocasiona eccema facial, fotosensibilidad, ictericia y cirrosis biliar en ani-
males domésticos de Nueva Zelanda y Australia— por vía intraperitoneal a 13
conejos recién nacidos, lo que provocó ictericia obstructiva y, desde el punto de
vista histológico, necrosis focal, aumento del tejido fibroso, proliferación ductu-
lar e infiltrado inflamatorio, todas ellas comúnmente presentes en la atresia de
vías biliares.7
La aplicación intraperitoneal de 0.1 cm3 de virus Reo–3 con títulos de 107 por
cm3 produjo hepatitis caracterizada por focos de necrosis y proceso inflamatorio
agudo circundante siete días después de la administración. El sistema biliar extra-
hepático y las ramas principales intrahepáticas mostraban necrosis del epitelio,
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
tantes ácidos biliares no hubo problema. El hígado de los animales que murieron
mostraba colestasis biliar intrahepática, fibrosis de la cápsula de Glisson e infil-
tración moderada de células redondas. En los lóbulos periféricos había prolifera-
ción importante de seudodúctulos.9 Otros autores no consideran remota la posibi-
lidad de que se trate de una alteración sistémica en origen, ya que se acompaña
con frecuencia de anomalías, como las esplénicas y las cardiovasculares.10
Existen estudios de inmunohistoquímica de especímenes de remanentes de
atresia biliar en los que se ha encontrado en cortes de 4 mm de espesor una clara
expresión sobre ese tejido por parte de la HES1, que es una proteína de represión
transcripcional, que puede llegar a convertirse en un marcador de atresia biliar
confiable.49 Las opciones etiopatogénicas más remotas proponen que quizá se
trate de una condición inmunoinflamatoria, ya que se ha encontrado en pacientes
que sufren la enfermedad un aumento en el antígeno HLA–B12 y HLA–DR, que
hace suponer que existe autoinmunidad por parte de las células T citotóxicas que
liberan citocinas.63 La asociación de malformaciones del árbol biliar que culmi-
nan con atresia y aneuploidías del cromosoma 22 es rara, pero equivale a una po-
sible relación causa–efecto.67
DIAGNÓSTICO
ración de sustancias que, marcadas con tecnecio 99, impregnan el árbol biliar. El
ácido iminoacético ha sido evaluado desde 1975 y se caracteriza por su rápida
eliminación a través de la vía biliar. Esta familia de compuestos incluye además
al H–sustituto del ácido aminoacético y al ácido para–isopropil–iminodiacético.
Con estos estudios la sustancia se acumula en el hígado en un lapso de cinco mi-
nutos posteriores a la inyección, lo cual permite observar la vesícula biliar 15 min
después. La actividad es detectada a los 30 min en el intestino proximal y después
de seis horas se aprecia en el colon. En ocasiones, cuando hay cirrosis avanzada,
suele retardarse la excreción, por lo que es recomendable el rastreo durante cinco
días más.4
La colangiografía percutánea es un procedimiento de reconocida utilidad en
casos de colangiopatía obstructiva del adulto. En los niños se ha implementado
su uso bajo los siguientes objetivos:
296 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 18)
Con la técnica descrita por Hashimoto y Yura16 se pudo observar el sistema biliar
intrahepático en 73% de los pacientes estudiados. El método es útil para la re-
construcción tridimensional de los conductos biliares y para conocer la confluen-
cia de canales que se dirigen hacia el porta–hepatis. Entre los recursos diagnósti-
cos existen dos procedimientos adicionales, pero que requieren un equipo
complejo, una persona especialmente capacitada y la administración de anestesia
general. El primero es la colangiografía laparoscópica, que se efectúa con la téc-
nica de laparoscopia al inyectarse medio de contraste en la vesícula biliar cuando
existe en el remanente biliar o en el parénquima hepático.17 El otro recurso es la
colangiopancreatografía retrógrada transendoscópica, que es un método de ines-
timable valor cuando existe una extensión de conducto principal permeable; no
obstante, cuando está incluido desde que emerge no se impregnan las estructuras
extrahepáticas, por lo que el diagnóstico definitivo no podrá ser establecido. Este
estudio es seguro, pero requiere una habilidad especial.18
La intubación duodenal es otro recurso cuya validez quizá sea superior a la de
la excreción de rosa de Bengala marcado. Este método, iniciado en el Hospital
de Niños de Kobe, ha sido empleado en Japón desde hace más de 25 años y en
la actualidad goza de mayor aceptación. Consiste en la introducción de una sonda
del No. 10 para alcanzar la segunda porción del duodeno. Luego de que se coloca
en el estómago se debe tener cuidado de que el tubo permanezca ligeramente en-
rollado y no se suspenda la alimentación por vía oral al paciente en estudio, a fin
de evitar que con la peristalsis sea arrastrado hasta el duodeno. Al día siguiente
se verifica la posición del extremo distal mediante un estudio radiológico o fluo-
roscópico; acto seguido se somete al niño a un ayuno de 12 h y se usa una sonda
de 2 cm3/kg para introducir una sola dosis de sulfato de magnesio a 25%; se cierra
la sonda durante 10 min y se inicia la colección. Para asegurar la permeabilidad
y el funcionamiento del tubo es necesario administrar 2 cm3 de agua estéril cada
hora. Si se escurre algún material, habrá que investigar el índice ictérico y las bili-
rrubinas con cinta reactiva. El índice ictérico mayor de 5 y la presencia de bilirru-
bina indican permeabilidad biliar. Si a las 24 h de iniciado el estudio no se obtiene
bilis, se deberá practicar una laparotomía exploradora.19 Otras opciones, como
la biopsia hepática y la cuantificación de la actividad de alfa–antitripsina, están
destinadas a ratificar la sospecha de otras enfermedades colestásicas y no especí-
ficamente para rectificar o confirmar el diagnóstico de atresia de vías biliares.
El estudio de un paciente con ictericia colestásica exige una rigurosa y bien
planeada ejecución, ya que se cree erróneamente que el diagnóstico de atresia de
vías biliares sólo se puede establecer en los centros hospitalarios de concentra-
Atresia de vías biliares 297
ción, lo que provoca que los médicos de primer contacto retrasen el diagnóstico
temprano. Existe un consenso acerca de que cualquiera de las enfermedades co-
lestásicas puede esperar, pero no la atresia, pues si no se trata oportunamente lo
más probable es que los esfuerzos ulteriores para resolverla resulten infructuosos.
Por ello se pretende dividir —no restarles validez ni aplicabilidad— los recur-
sos disponibles a fin de no malograr intentos ni frustrar objetivos. Se intenta con-
cientizar a los médicos que ven por vez primera a un lactante con ictericia obs-
tructiva prolongada en una consulta ordinaria, o bien al pediatra dentro de un
hospital, para que al establecerse la sospecha de este padecimiento remitan al pa-
ciente al hospital correspondiente o al departamento de cirugía y sea confirmado
el diagnóstico en el mínimo tiempo posible y con los medios menos agresivos.
Para este fin se clasificaron los recursos en tres grupos, jerárquicamente ubicados
en tiempo, de acuerdo con su importancia y utilidad.
Los estudios de apoyo primario son los que pueden —uno solo o combina-
dos— conducir de modo directo al diagnóstico en un elevado porcentaje, además
de que permiten conocer las condiciones bioquímicas y fisiológicas del paciente
en estudio; ellos incluyen:
biliares:
S Ultrasonografía.
S Lipoproteína X.
S Alfa–fetoproteína.
S Cuantificación de leucinaminopeptidasa.
S TORCH.
S Cultivo de citomegalovirus.
S Biopsia hepática.
S Colangiografía percutánea.
S Aminoácidos séricos.
S Antígenos de superficie.
S Colesterol y fosfolípidos séricos.
S Aminoácidos urinarios.
S Coombs.
S Proteínas totales.
S Edad ósea.
S Alfa1, alfa2 y gammaglobulinas.
S Galactosa uridiltransferasa.
S Cuantificación de ácidos biliares en suero.
TRATAMIENTO
1. Conductos biliares cuyo tamaño varía entre 150 y 2 400 mm. El revesti-
miento epitelial raras veces muestra proliferación celular y bilis, y regular-
mente hay capas concéntricas de tejido fibroso e infiltración de células re-
dondas.
2. Conductos colectores que miden de 75 a epitelio cuboidal alto y en algunas
ocasiones muestran proliferación celular. Usualmente no existe bilis en el
lumen, pero hay dilatación luminal y racimos epiteliales.
3. Glándulas biliares distribuidas en el tejido fibroso. El tamaño varía de 40
a 10 mm y el lumen no contiene bilis.
La hipertensión portal en los pacientes operados por atresia de vías las biliares
es una condición ineludible, ya que existe siempre en menor o en mayor medida
independientemente de la edad del enfermo, del grado de permeabilidad de los
conductos y del volumen biliar colectado diariamente. El comportamiento de
esta complicación es casi siempre predecible, pues desde que la tensión venosa
es medida por primera vez ya se encuentra elevada en 75% de los casos; esta cifra
puede ascender aún más si el flujo biliar es inadecuado y si existen episodios repe-
titivos de colangitis, en virtud de que el fenómeno inflamatorio promueve la fi-
brosis y la destrucción de las venas portales intrahepáticas, causando un incre-
mento en la presión venosa portal. Por el contrario, cuando el flujo biliar es
suficiente y no existen crisis de colangitis las venas portales aumentan su longitud
total por unidad de parénquima hepático y la presión de la circulación venosa por-
tal declina conforme el niño incrementa su talla. Por fortuna, son pocos los niños
que requieren una operación derivativa venosa, con resultados altamente satis-
factorios; las derivaciones esplenorrenal y mesocaval son las que se emplean con
mayor frecuencia.44 No obstante, en Kobe ha dado mejores resultados el procedi-
miento modificado de Sugiura, pues las crisis de hemorragia consecutiva a la hi-
pertensión y el hiperesplenismo disminuyen notoriamente.45
La mayoría de los pacientes que fueron operados por atresia de vías biliares
presentan, ahora que son adultos jóvenes, algunas manifestaciones relacionadas
con las varices esofágicas, mientras que otros sufren alteraciones en el crecimien-
to y desarrollo somáticos, y en ciertas ocasiones manifestaciones francas de hi-
peresplenismo.45
La malabsorción de grasas, incluyendo la de vitaminas liposolubles, es una
complicación frecuente, cuyas consecuencias —raquitismo y disfunción neuro-
lógica por deficiencia de vitaminas E y D— son situaciones difíciles de tratar, por
lo que se deben prevenir con el empleo de ácidos grasos esenciales aplicados a
través del estoma si es que existe, después de disolverlos en el líquido biliar colec-
tado.
Desde la utilización de la hepatoportoenteroanastomosis la supervivencia ha
mejorado de modo ostensible y la evolución a largo plazo se ha considerado satis-
factoria. Casi todos los autores refieren una supervivencia superior a 40%, mien-
tras que la mayoría de los casos no operados mueren dentro de los primeros meses
de vida.
A fin de mejorar los resultados, o por lo menos mantenerlos, se llevan a cabo
reuniones periódicas a las que asisten invitados de todo el mundo, con la finalidad
de reunir toda la experiencia existente y poder encontrar las respuestas aún reque-
Atresia de vías biliares 307
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312 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 18)
19
Síndrome de oclusión intestinal alta
Carlos Baeza Herrera, Carlos Suárez Estrada, Óscar Guido Ramírez,
Francisco Vidrio Patrón
GENERALIDADES
Referirse de manera individual a las entidades que conforman este grupo de en-
fermedades conduce irremediablemente a repeticiones tan incómodas como inne-
cesarias en virtud de las muchas similitudes que comparten, sobre todo en lo refe-
rente al diagnóstico y al tratamiento.
Las clasificaciones de un grupo heterogéneo de anomalías, en las que cada una
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
tiene origen distinto, son por lo general riesgosas, ya que se carece de parámetros
de evaluación permanentemente útiles y aplicables. No obstante, se debe recurrir
a ellas para describirlas, porque esto constituye una manera sencilla y práctica de
exponer con orden y precisión un concepto.
La oclusión intestinal ha sido dividida de manera tradicional en alta y baja;
para ello se toma como punto de referencia el ligamento de Treitz, donde las altas
son proximales y las bajas son distales. Las altas se clasifican en supravaterianas
e infravaterianas, según estén por arriba o por abajo de la desembocadura del dre-
naje biliopancreático.
Es conveniente hacer notar que, aun cuando todas están incluidas en el rubro
de las enfermedades intestinales obstructivas, no todas se comportan como tales,
313
314 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 19)
Generalidades
El estómago posee una inexplicable predisposición para contraer malformacio-
nes congénitas; entre las más raras se encuentra, sin duda, el diafragma prepilóri-
Síndrome de oclusión intestinal alta 315
Diagnóstico
Tratamiento
ATRESIA PILÓRICA
Diagnóstico
Tratamiento
El tratamiento quirúrgico depende del tipo de lesión observada, pero las alternati-
vas incluyen pilorotomía, resección del obstáculo y piloroplastia, y resección del
obstáculo en bloque y anastomosis terminoterminal. Cuando la atresia se presen-
ta de manera aislada el pronóstico es excelente, no así si se acompaña de epider-
mólisis u otras malformaciones.6 Una operación citada recientemente por unos
cirujanos italianos es la pilorotomía, donde hay que buscar los extremos mucosos
del defecto y hacer una anastomosis mucosa terminoterminal, con el fin de man-
tener la función de esfínter.41,42
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
PÁNCREAS ANULAR
Generalidades
Esta rara malformación se caracteriza porque del tejido pancreático se despren-
den dos prolongaciones que rodean —y de manera eventual comprimen— la se-
318 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 19)
Diagnóstico
Figura 19–1. Imagen típica de una obstrucción duodenal congénita. La dilatación proxi-
mal es evidente. El caso resultó ser un páncreas anular.
320 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 19)
Figura 19–2. Cuatro imágenes en las que se observan los datos más comunes en casos
de obstrucción duodenal. El hallazgo más sobresaliente en una de ellas es la neumatosis
gástrica, denominada gastritis enfisematosa intersticial, y acompaña al páncreas anular.
Tratamiento
C’
A B
D’
D
A’ B’
Generalidades
Diagnóstico
El diagnóstico preciso es difícil; sin embargo, éste se debe sospechar con base en
los hallazgos radiológicos (signo de la doble burbuja) (figuras 19–4 a 19–6). Sin
ser recomendable, el estudio endoscópico ofrece con exactitud la opción correc-
ta. La oclusión duodenal intrínseca varía de acuerdo con los hallazgos morfológi-
cos, desde un estrechamiento de su lumen que permite el paso del aire deglutido
y pequeñas cantidades de líquido, pero que opone resistencia al paso de alguna
fórmula o de cualquier otro alimento, hasta la oclusión completa. La frecuencia
de una y otra es casi imposible de determinar, ya que se desconoce cuántos casos
de páncreas anular cursan de manera simultánea con atresia o con estenosis y
cuántos de ellos son estrictamente causales del problema; asimismo, se ignora la
Figura 19–5. Estudio radiológico simple que muestra una imagen clásica de bloqueo
duodenal. Se trata de una atresia duodenal. A la izquierda se observa la famosa imagen
de la doble burbuja.
cantidad de estenosis que semejan atresia por obstrucción del orificio existente,
como en el caso de la membrana o del diafragma duodenal.
No obstante, en opinión de algunos autores,15 es la membrana duodenal la mal-
formación más frecuente, sea ésta completa o incompleta, y la obstrucción gene-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 19–6. Dos casos con bloqueo total duodenal, ambos resueltos con la operación
de Kimura, ya que fueron atresia del duodeno.
324 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 19)
ralmente ocurre en un caso entre 10 000 a 40 000 recién nacidos vivos. La atresia
y la estenosis duodenal se clasifican en cuatro tipos:
Desde el punto de vista embriológico, Tandler (en 1900) y Forssner (en 1907) de-
mostraron que del quinto al décimo días de embriogénesis el intestino es sólo un
cordón sólido que readquiere su luz mediante la aglutinación y fusión de vacuo-
las. La vacuolización insuficiente provoca la atresia. Sin embargo, esta teoría no
explica de manera satisfactoria algunos casos específicos de la malformación,16
por lo que probablemente existen otros factores que, asociados o de modo indivi-
dual, conducen a la anormalidad. Atribuirla a un accidente vascular in utero es
algo aventurado, ya que el duodeno es particularmente rico en abastecimiento
sanguíneo, pues posee doble arcada vascular procedente del tronco celiaco y de
la arteria mesentérica superior. Existen evidencias de que se origina en épocas
tempranas del desarrollo; de estas pruebas la más válida es la alta incidencia de
alteraciones cromosómicas asociadas. Asimismo, se tiene la certeza de que la ta-
lidomida administrada durante la fase activa de diferenciación duodenal, entre
el tercero y el cuarto días después de la ovulación, conduce a la atresia.17
Es frecuente la asociación de las atresias del esófago, del duodeno y del recto
con anomalías vertebrales. Lo extraño es la cercanía topográfica entre el tubo di-
gestivo y la columna vertebral. Probablemente algunos factores que alteran la
segmentación del embrión participan en la génesis de las diferentes atresias; es
posible que el agente sea humoral y no vascular.17 Una teoría reciente relacionada
con la embriogénesis de la atresia del duodeno propone que el factor 10 de creci-
miento de los fibroblastos podría servir como un regulador en el desarrollo nor-
mal del duodeno.44,45
Tratamiento
Figura 19–7. Transoperatorio que revela los detalles de un tabique duodenal perforado
en el centro.
MALROTACIÓN INTESTINAL
Generalidades
La malrotación intestinal es quizá la anomalía congénita que más trabajo cuesta
entender, ya que la fenomenología embriológica es compleja y su espectro noso-
lógico es de difícil comprensión.
El conocimiento exacto de la rotación normal del intestino, que sucede entre
la décima y la duodécima semanas de gestación, y su relación con otros eventos
simultáneos, son determinantes para entender esta peculiar condición.
Esta anomalía se caracteriza por un movimiento anormal del intestino alrede-
dor de la arteria mesentérica superior. Los progresos en este campo son resultado
de las investigaciones hechas por Fraser, Robbins y, especialmente, por Ladd.
La fijación y la rotación normal del intestino comparten tan estrecha relación
y armonía que de ellas dependerá la disposición intestinal final en el interior de
la cavidad peritoneal, por lo que pueden aparecer alteraciones en una u otra ins-
tancia, aunque lo frecuente es que coincidan.
Síndrome de oclusión intestinal alta 327
1 2
4 3
Figura 19–8. El diagrama deja ver los movimientos normales que efectúa el intestino
a fin de ubicar anatómicamente las estructuras.
persisten como bandas de Ladd, las que al extenderse por debajo del hígado cru-
zan el duodeno y con frecuencia provocan problemas oclusivos.23
La mayoría de las posibilidades nosológicas son observadas durante el periodo
neonatal. Algunas series refieren 55% de aparición en la primera semana de vida
extrauterina y 80% dentro del primer mes.24
La rotación incompleta del duodeno se puede manifestar durante la lactancia,
pero no es infrecuente en edades posteriores.25 Es común el vómito biliar, que
quizá sea intermitente y progresivo, o continuo desde el nacimiento.22 Se pueden
presentar ocasionalmente dolor abdominal, diarrea,25 problemas alimentarios
inespecíficos26 y síndrome de malabsorción consecutiva a la obstrucción linfáti-
ca por el volvulus intermitente.27
El volvulus es la oclusión grave de la tercera porción del duodeno y usualmente
se observa en niños pequeños, pero al parecer también lo padecen niños mayores,
y es propiciado por la ingestión de comidas copiosas, así como por fecalomas,
constipación y peristalsis acelerada cuando se emplean laxantes.28 Los hallazgos
clínicos pueden ser muy drásticos, pues los bebés ingresan en estado de choque
grave, hipovolemia, diarrea hemática, íleo, distensión y peritonitis secundaria a
la necrosis intestinal extensa e irreversible.27 Cuando el fenómeno ocurre in utero
desencadena grados variables de isquemia que culminan en atresia única o múlti-
ple del yeyuno o del íleon. Las bandas de Ladd determinan la aparición de anor-
malidades intrínsecas, como la membrana duodenal, al comprimir prolongada-
mente el duodeno de manera eventual, lo que en cierta forma explica la
asociación frecuente entre malrotación y estenosis duodenal.23
Diagnóstico
Para el reconocimiento de la anomalía se sugiere la práctica de cuatro estudios
radiológicos de inicio: supino, prono, vertical y horizontal con rayo perpendicu-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
lar.27 Los haIlazgos normalmente orientan, pero casi nunca son definitivos. La
dilatación duodenal o el signo de la doble burbuja y la presencia de escaso aire
distal son datos frecuentes y de los más sugestivos. La observación de segmentos
yeyunales aislados que se ubican en el cuadrante superior derecho no se debe con-
fundir con anormalidades de la rotación, ya que se pueden localizar allí debido
a un mesenterio péndulo o a adherencias posoperatorias (figuras 19–9 y 19–10).
La presencia del segmento proximal en el lado izquierdo significa rotación com-
pleta; cuando está sobre la columna sugiere 90_ de rotación faltante. La ubicación
del colon a la izquierda de la columna y del ciego en la mitad del abdomen o de
la pelvis indican ausencia de rotación.24
Con relativa frecuencia es necesario inyectar cuidadosamente aire al estómago
utilizando la sonda de descompresión (de 15 a 25 cm3), con el fin de contrastar
estructuras y visualizar la unión duodenoyeyunal. Si el estudio muestra oclusión
330 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 19)
Figura 19–10. Estudio simple de abdomen AP y lateral que muestra gran dilatación gás-
trica y duodenal.
Síndrome de oclusión intestinal alta 331
Tratamiento
Después de que se confirma el diagnóstico se efectúa una laparotomía explora-
dora transversa supraumbilical derecha, la cual puede extenderse en caso reque-
rido. Una vez abierta la cavidad, el intestino debe ser liberado y expuesto. Si exis-
te volvulus, éste generalmente se formó en sentido de las manecillas del reloj y
no es raro que se haya torcido varias veces. Las bandas de Ladd, sean sintomáticas
o no, deben desprenderse. Ese mismo método se debe aplicar en niños mayores,
pues se ha demostrado que la operación eventualmente evita complicaciones gra-
ves como el volvulus.50
La fijación de cada uno de los segmentos, como lo sugirió Bill, quizá no sea
necesaria,29 ya que colocar los segmentos proximal y distal en los lados derecho
e izquierdo, respectivamente, suele ser suficiente. En una revisión hecha en Boston
acerca de 441 casos de malrotación, sólo dos niños tuvieron volvulus recurrente.
Es conveniente explorar el tubo digestivo en su totalidad.26 En casos de falta de
rotación del colon, su liberación con incisión del peritoneo conlleva el riesgo de
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mente constructivas. Uno de estos síndromes, quizá el más raro en la edad pediá-
trica, fue descrito en 1905 por Osler, y consistía en un bloqueo duodenal causado
por una dilatación aneurismática de la aorta abdominal, al cual se denominó sín-
drome aortoabdominal. El mecanismo que desencadena la obstrucción es el fac-
tor mecánico que actúa comprimiendo el duodeno.51
Por su parte, el síndrome de arteria mesentérica superior se balancea entre
mitos incuestionables y realidades obvias, pues, así como existen casos bien de-
mostrados en niños mayores o adultos, hay una carencia abrumadora de situacio-
nes auténticamente congénitas. No obstante, se cree en la conveniencia de la des-
cripción de esta enfermedad, lo cual obedece más que nada a la remota
posibilidad de confrontarla en alguna ocasión.
La arteria mesentérica superior normalmente forma un ángulo de 45 a 60_ con
la aorta, y el duodeno pasa a través de ese espacio a nivel del centro del cuerpo
vertebral de la columna lumbar, tal como lo hace el proceso uncinar del páncreas.
En el individuo sano la grasa retroperitoneal tiende a mantener la arteria mesenté-
rica superior y la raíz del mesenterio separadas de la aorta y la columna, de tal
manera que, si un niño nace con un ángulo más cerrado, se desarrolla sin una ga-
nancia de peso paralela y compensatoria, o es mantenido en hipertensión prolon-
gada (síndrome de Cast), lo cual es posible que comprima el duodeno y cause
oclusión intestinal mecánica. Los factores que contribuyen a que se desencadene
el problema incluyen el ligamento de Treitz alto y tenso, y la posición anormal
de la tercera porción del duodeno, de la arteria mesentérica o de la aorta, lo que
probablemente depende de la relación que guarden la aorta y los cuerpos verte-
brales.
Diagnóstico
El cuadro clínico se caracteriza por vómito, el cual es biliar en el recién nacido
y data del nacimiento; conforme el bebé crece se hace evidente el dolor abdomi-
nal, por lo que aprende a autolimitar la ingesta para no estimularlo y disminuir
de forma simultánea el vómito. En las radiografías se aprecian dilatación del duo-
deno proximal y retención del medio de contraste a la derecha de la columna, ob-
servándose la doble burbuja.30 En el estudio fluoroscópico se observan movi-
mientos de vaivén y reflujo por la peristalsis invertida. La arteriografía
simultánea con la serie gastroduodenal muestra el origen de la arteria mesentérica
y el duodeno en posición normal.
Tratamiento
El tratamiento operatorio empleado ha sido muy variado de acuerdo con las pre-
ferencias personales. Algunos médicos recomiendan la duodenoduodenoanasto-
Síndrome de oclusión intestinal alta 333
Generalidades
Tan controvertida como la anterior condición, la presencia de la vena porta por
delante del duodeno puede causar signos de oclusión intestinal alta o comportarse
como una anomalía silente. El acuerdo general es que sólo raras veces es obstruc-
tiva, a pesar de que hay informes de casos en niños recién nacidos. Hasta el mo-
mento, desde que fue descrita en 1921, se han referido 82 casos.53
Knight informó en 1921 el primer caso y expuso una amplia explicación del
aspecto embriológico de la malformación; 73% de los pacientes han sido diag-
nosticados durante los primeros años de vida.
Alrededor de la quinta semana de gestación la vena porta inicia su diferencia-
ción a partir de las venas vitelinas, las que al disponerse en forma de “8” permiten
que por el círculo superior pase la primera porción del duodeno y por el círculo
inferior,la tercera. La desaparición e involución vitelina que se hace en forma de
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“E” o de “S”, en lugar de hacerse en forma de “Z”, da origen a los dos tipos cono-
cidos de la malformación.
Diagnóstico
Esta condición forma parte del síndrome de poliesplenia o constituye una condi-
ción asociada al situs inversus. De los 54 casos conocidos de vena porta preduo-
denal, 25 han sido hallazgos de necropsia y en ninguno había antecedente de sig-
nología sugestiva de oclusión duodenal. En los 29 restantes había obstrucción
alta, pero sólo en 15 se atribuyó a la persistencia de la vena porta. Usualmente
el vómito es la única manifestación, y el estudio radiológico revela en ocasiones el
signo de la doble burbuja (figuras 19–11 a 19–13).
334 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 19)
Tratamiento
Consiste principalmente en tratar las malformaciones concomitantes prioritarias;
si la vena porta está ocluyendo el duodeno, se opta en general por la sección del
Figura 19–12. Recién nacido que sufre oclusión duodenal congénita y trisomía 21. Se
confundió con una vena preduodenal.
Síndrome de oclusión intestinal alta 335
Figura 19–13. Caso muy raro de vena porta preduodenal que ocluía el duodeno.
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GENERALIDADES
El volvulus del intestino delgado, es decir, la torsión del eje mesentérico sobre sí
mismo, acompañado de malrotación intestinal, es una complicación que obedece
a que la base de implantación de la raíz del mesenterio es muy corta, o sea, los
dos puntos de fijación del mismo no están ubicados en el ángulo de Treitz y la
fosa iliaca derecha como debería ser, sino que se encuentran muy cercanos uno
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del otro, lo que hace, que a manera de esfera de navidad, gire en sentido contrario
a la manecillas del reloj y cause isquemia por oclusión de la arteria mesentérica
superior y falta de irrigación sanguínea en el territorio que abastece.1,2
Desde el punto de vista clínico, se distinguen dos tipos de volvulus depen-
diendo del tiempo en que se instala. El prenatal, que sucede semanas o meses an-
tes de que se desencadene el parto, se caracteriza porque el contenido intestinal
pasa a la cavidad peritoneal dando lugar a un seudoquiste, una peritonitis fibro-
adhesiva y ulteriormente a calcificaciones o a una atresia del intestino que se hace
evidente al momento del nacimiento.3 La otra variedad, el volvulus perinatal, es
el que sucede pocas horas o pocos días antes o después del parto y se caracteriza,
además de la necrosis extensa del intestino medio, por eventos sistémicos agu-
339
340 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 20)
Figura 20–1. Campo operatorio que muestra el hallazgo extremo cuando un volvulus
intestinal es detectado de manera tardía. Existe necrosis total.
Figura 20–2. Lo destacado de esta figura es que las estructuras anatómicas que orien-
tan a diagnosticar una malrotación intestinal se encuentran fuera de su sitio.
342 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 20)
tes. Las complicaciones encontradas incluyeron sepsis en siete casos, de los cua-
les fallecieron seis, y dos presentaron síndrome de intestino corto leve y dos
moderado, con una respuesta satisfactoria al manejo instituido. Los cuatro sobre-
vivientes fueron dados de alta en buenas condiciones, pero no se supo más de
ellos, ya que no regresaron a consulta externa para su control. Respecto al análisis
estadístico, se encontró que los niños que sufren malrotación intestinal tienen
probabilidades de riesgo de 1.7 de sufrir volvulus del intestino medio; sin embar-
go, en los niños que sufren esta complicación la probabilidad de riesgo aumenta
a 5.2, pues posteriormente sufren necrosis intestinal extensa.
DIAGNÓSTICO
Entre la sexta y la duodécima semanas del desarrollo intrauterino del tubo diges-
tivo se llevan a efecto diversos fenómenos embrionarios, entre los cuales destaca
de manera relevante lo concerniente a la rotación intestinal. Este fenómeno es de
difícil entendimiento, pero fascinante una vez que se comprende. Debido a que
la cavidad es más pequeña que el intestino en la fase extracelómica, es decir,
cuando las vísceras se encuentran fuera del abdomen, se inicia la rotación de las
dos guías que orientan el fenómeno. El proximal se sitúa por encima y a la dere-
cha de la arteria mesentérica superior, y corresponde a los segmentos duodenoye-
yunal y distal, denominado ileocólico, que inicia su movimiento en la fosa iliaca
izquierda. Ambos deben hacer tres movimientos en contra de las manecillas del
reloj, cada uno de 90_, hasta hacer que el primero quede de manera definitiva a
la izquierda y por encima de la arteria mesentérica superior, y el segundo en la
fosa iliaca derecha, dejando entonces una base de sujeción tan amplia que simula
los puntos de fijación de la vela de una embarcación. Si la rotación no se da en
los términos mencionados, entonces puede haber una serie de malposiciones ana-
tómicas que, dependiendo de la variedad, presentarán o no manifestaciones clíni-
cas (figura 20–3). Simultáneamente a la rotación existe un depósito permanente
de tejido conectivo que sirve a la postre como sujeción del intestino a la pared
posterior del abdomen. Quizá debido al momento en que sucede el fenómeno, la
malrotación intestinal se acompaña de defectos estructurales de muchos sistemas
del organismo que simultáneamente se están diferenciando, los cuales aparecen
hasta en 70% de los casos.2,7–9 En algunas circunstancias, como cuando existe una
hernia diafragmática congénita o un defecto de la pared anterior del abdomen, la
malrotación es una “anomalía obligada”, y dicho porcentaje de malformaciones
asociadas con la malrotación incluyen invaginación, atresia y estenosis intesti-
nal, enfermedad de Hirschsprung y otras.10 El volvulus se puede asociar con hy-
drops fetalis.11
La variedad de afecciones clínicas que aparecen como consecuencia de la rota-
ción inadecuada del intestino es muy amplia; la forma clásica aparece en el
Volvulus perinatal y malrotación intestinal 343
Figura 20–3. Estudios secuenciales radiológicos que revelan, el primero una imagen
“en vidrio esmerilado” y el segundo la rotación incompleta del intestino grueso.
Figura 20–4. Detalle de un momento quirúrgico que muestra con precisión el sitio de
la torsión. Nótese el aspecto del intestino proximal y del distal.
344 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 20)
poco frecuente. El volvulus prenatal es más raro, ya que hasta 1999 solamente se
habían referido 10 casos, de los cuales sólo cuatro sobrevivieron.4
De los pocos estudios alusivos al volvulus perinatal se sabe que, de 58 pacien-
tes estudiados por Seashore y col.,14 40 tuvieron volvulus, pero sólo 29 de los pa-
cientes tenían menos de un mes de edad. De los 40 sólo tres sufrieron necrosis
intestinal secundaria y los tres eran neonatos. Pracros y col.1 estudiaron 18 casos
de volvulus en su aspecto radiológico, pero ninguno de ellos era recién nacido.
En una serie de casos publicados a los que se tuvo acceso en la literatura entre
l976 y 2002,2,5,8,15–19 en los que se reportaron grandes casuísticas de malrotación
intestinal, se obtuvo una sumatoria de 1 294 casos de niños que la sufrieron, de
los cuales 326 se acompañaron de volvulus en todas las edades; sin embargo, en
el periodo neonatal sólo se pudo constatar su existencia en 30 de ellos.8,20–26,28 Es
posible que la serie de Berdon y col.23 sea la más sorprendente, ya que reporta 77
casos, de los cuales 59 sufrieron volvulus neonatal del intestino medio.
TRATAMIENTO
den llegar a ser portadores crónicos de molestias, como dolor abdominal y altera-
ciones irreversibles en la motilidad intestinal.34
No obstante que el número de casos es pequeño y que emitir conclusiones sería
incorrecto, tenemos la convicción de que el volvulus perinatal es potencialmente
fatal, que se asocia con una gran tasa de morbilidad y que sólo el diagnóstico
oportuno y una operación de urgencia eficiente pueden impedir que un recién na-
cido que nace con malrotación intestinal complicada pierda tramos de intestino
delgado por la isquemia ocasionada por la torsión de la arteria mesentérica supe-
rior. Por lo anterior, y con base en el ejercicio de probabilidad de riesgo imple-
mentado, los autores de este capítulo pretenden llamar la atención de los neonató-
logos y los pediatras para que se mantengan en estado de alerta y al confrontar
a un paciente recién nacido que sufre distensión abdominal y vómito biliar supon-
gan de inmediato la presencia de un volvulus perinatal, el cual se debe resolver
a la brevedad posible, so pena de exponer al bebé a todas las alteraciones que apa-
recerán como consecuencia de la complicación.10,25
Como última reflexión relativa a este tópico es conveniente mencionar que,
aun cuando esta complicación es relativamente común, en la literatura, particu-
larmente la nacional, se carece de publicaciones que la documenten como una
complicación frecuente, de elevado riesgo y de diagnóstico relativamente fácil.
El volvulus por sí solo encierra un sinfín de posibles reflexiones, en especial
las relacionadas con la factibilidad de prevenir el daño orgánico irreversible en
quien padece la afección, así como también en la identificación temprana del pa-
decimiento. No obstante que no somos partidarios de proponer premisas irrever-
sibles, creemos que en este caso, debido al daño potencial que puede haber, es
conveniente referir que, cuando en un sonograma se identifica que un recién na-
cido tiene más de 30 mL de líquido en el estómago o cuando se le efectúa el aseo
gástrico en la sala de parto y se encuentra una cantidad similar, o bien la cantidad
es menor pero es biliar, ese bebé debe ser estudiado a satisfacción y en su momen-
to debe ser operado. Si además de la existencia de líquido biliar existe vómito
espontáneo, distensión del abdomen y ausencia de evacuaciones, el paciente debe
ser sometido a una laparotomía exploradora, pues es factible que como conse-
cuencia de la malrotación intestinal exista volvulus, el cual será de mayor riesgo
en la medida en que el diagnóstico y el manejo operatorio se dilaten.
La experiencia de los autores, extensa de acuerdo con lo que se ha referido en
la literatura y única en México, ha facilitado el establecimiento de los lineamien-
tos requeridos para el caso, por lo que propusieron la metodología mencionada,
debido a que es la que les permitió eslabonar la cantidad de casos presentados,
cantidad no referida en ningún otro hospital pediátrico o general de México.
Se cree que esta complicación de la malrotación intestinal es mucho más co-
mún de lo que la literatura menciona. Sus hipótesis indican que la mayoría de los
niños fallecen a los pocos días de ser operados, como ha sucedido en los bebés
Volvulus perinatal y malrotación intestinal 347
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21
Duplicaciones del tubo digestivo
Carlos Baeza Herrera, José Antonio Maraboto Millán,
Donaciano Villalobos Ayala
GENERALIDADES
Este tipo de malformaciones han sido descritas en la literatura con un gran número
de denominaciones, como quiste enterógeno, quiste entérico, íleon doble, diver-
tículo gigante, quiste de inclusión, quiste gastrotorácico y divertículo de Meckel
atípico. No obstante, ninguna de ellas parece satisfacer los requisitos y caracterís-
ticas de todas las variedades de malformaciones que se conocen como duplica-
ciones.1
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
349
350 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 21)
reportan de dos a cinco casos por año;3 casi siempre tienen origen abdominal,
pero quizás haya extensión al tórax o al exterior en forma de prolapso. Con fre-
cuencia se asocian con malformaciones vertebrales y están tapizadas por mucosa
gástrica ectópica, lo que suele ocasionar ulceración y hemorragia.4 Las duplica-
ciones transdiafragmáticas representan un puente etiopatogénico entre los quis-
tes enterógenos intraespinales y las duplicaciones intestinales quísticas. Los pri-
meros están compuestos de tejido endodérmico y neuroectodérmico; las segundas
emergen a lo largo del mesenterio; a diferencia de éstas, las duplicaciones intrato-
rácicas se acompañan de modo invariable de disrafismo cervical o torácico, y con
frecuencia se confunden con quistes broncogénicos, malformación adenoma-
toide, hernia diafragmática y quistes neuroentéricos.9
Desde el punto de vista embriológico, se ha supuesto que un divertículo persis-
tente desde la vida intrauterina llega a convertirse en una duplicación (teoría de
Lewis y Thyng). Edwards considera que son resultado de una “gemelización”,
mientras que Hudson supone que sólo se trata de un fenómeno de regresión filo-
genética, por lo que cita el ciego doble de los pájaros como ejemplo. Pero a pesar
de que ninguna teoría es satisfactoria para la explicación de todos los tipos de
malformaciones, ha sido la de Bremer la que más adeptos ha ganado. En 1944
consideró que estas malformaciones se deben a trastornos en la recanalización.
Cuando el estado sólido del tubo digestivo se convierte en hueco por la aglutina-
ción de vacuolas, en lugar de originar sólo un tubo genera dos.5 La teoría notocor-
dal es compatible con las duplicaciones torácicas.2 La teoría propuesta más re-
cientemente es la de Favara, quien refiere que después de un accidente vascular
intestinal in utero ocasionado por una invaginación o volvulus, durante la etapa
de recuperación de tejidos quedan islotes de tejido sano, que al coalescer se adhie-
ren unos con otros, dando lugar a las duplicaciones. Respecto a la frecuencia, se
considera que uno o dos casos por año constituyen una cifra aceptable para cual-
quier hospital de concentración de niños. En México Sánchez y Rodríguez Men-
doza analizaron su experiencia de 10 años, la cual está constituida por 26 casos,
de los que 35% fueron observados antes de los 28 días de vida extrauterina; así,
las manifestaciones más comunes fueron la oclusión intestinal en 48% de los pa-
cientes, presencia de tumoración abdominal en 40% y hemorragia en 20%; 50%
de las anomalías se localizaron en el íleon y dos en el colon. La experiencia de
los autores de este capítulo es poco significativa, ya que está constituida por apro-
ximadamente 30 casos observados en los últimos 10 años, entre los cuales ha pre-
dominado la del yeyuno y la del íleon y solamente se ha manejado un caso de una
duplicación tubular toracoabdominal que corría de manera perpendicular a partir
del yeyuno y en fondo de saco iba a terminar en el mediastino posterior. Se mani-
festó por dificultad respiratoria leve y el descubrimiento accidental de una opaci-
dad en el perfil mediastinal del lado izquierdo. Se efectuó una toracolaparotomía
y se extirpó en su totalidad, con resultados satisfactorios. En ningún caso la mo-
Duplicaciones del tubo digestivo 351
lestia principal fue la hemorragia. El caso más reciente se caracterizó por condi-
cionar volvulus de intestino medio.15
DIAGNÓSTICO
Desde el punto de vista anatómico, las duplicaciones del tubo digestivo, indepen-
dientemente del sitio de donde emergen, son una malformación de la que no se
tiene una idea precisa acerca de su origen. Desde el punto de vista diferencial para
con otras entidades, es usual que se confundan con otros defectos del desarrollo,
y lo más común es que haya controversia, particularmente con el divertículo de
Meckel. Las diferencias entre una y otra son notorias y no deben generar confu-
sión. La duplicación siempre emerge del borde mesentérico, posee la misma irri-
gación que abastece al tubo digestivo normal, comparte la pared e histológica-
mente está constituida por todas las capas anatómicas que tiene el tracto digestivo
normal y en ocasiones tiene mucosa ectópica en el interior del defecto. Muchas
veces es de forma tubular y se comunica con el tracto normal vecino. En cuanto
al divertículo de Meckel, se tiene bien identificado el mecanismo mediante el
cual aparece; emerge del borde antimesentérico, se ubica en el íleon terminal, en
ocasiones tiene irrigación abiertamente independiente, varía en su forma y di-
mensiones e, igual que la anterior malformación, puede tener mucosa ectópica
procedente del páncreas, el yeyuno o el estómago.
El cuadro clínico depende del tamaño y la ubicación de la duplicación, pero
puede ser totalmente silente y sólo reconocerse como hallazgo de necropsia. En
la boca suele comportarse como una tumoración asintomática que se confunde
fácilmente con quistes de inclusión o ránula, que puede interpretarse como higro-
ma quístico. Cuando se localiza en el tórax, en el que la mayoría de los reportes
lo establecen como hallazgo incidental cuando se practica el estudio radiológico
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 21–3. Estudio radiológico simple que revela la presencia de ascitis. Había una
duplicación ileal.
yen mucosa hiperecoica rodeada por una capa muscular hipoecoica y la presencia
de detritus intraquístico. No obstante que se conocen estos datos, en ocasiones
están ausentes, por lo que se recomienda efectuar un procedimiento laparoscópi-
co, con la finalidad de identificar el problema.11
Otros conflictos del diagnóstico diferencial incluyen quistes del mesenterio,
del epiplón, de ovario y hepáticos exofíticos, así como seudoquistes del páncreas
y dilatación idiopática del colon (figura 21–4).5
Figura 21–4. Esto parece una duplicación, pero en realidad se trata de una dilatación.
Duplicaciones del tubo digestivo 355
TRATAMIENTO
Lo que se ha vivido en el grupo de trabajo de los autores tiene más que ver con
las duplicaciones clásicas, en las que el defecto es tubular e intraabdominal, y no
hubo plan de trabajo previo, excepto en el caso en que se refirió una comunica-
ción entre el abdomen y el tórax. El resto de los casos que conforman la experien-
cia de los autores han sido casos esporádicos observados en cirugía de urgencias,
en las que el dolor abdominal es la manifestación predominante que supone la
existencia de cualquier otra enfermedad, pero casi nunca la suposición de la exis-
tencia de una duplicación del tubo digestivo. En todos ellos la evolución ha sido
satisfactoria, no obstante el riesgo a largo plazo de sufrir complicaciones, como
hemorragia de mucosa gástrica ectópica no extirpada y degeneración maligna.14
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22
Enfermedad meconial
Carlos Baeza Herrera, Luis Velasco Soria, Luis Miguel Gómez Torres
GENERALIDADES
357
358 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 22)
ÍLEO MECONIAL
Generalidades
La obstrucción intestinal secundaria a la impactación del meconio como conse-
cuencia de anormalidades intrínsecas del mismo es una enfermedad poco fre-
Enfermedad meconial 359
cuente pero de pronóstico impredecible, ya que es sólo una de las facetas median-
te las cuales se manifiesta una condición sistémica y de espectro polimorfo
denominada fibrosis quística.
Aunque no todos los casos de fibrosis quística se manifiestan con sintomatolo-
gía gastrointestinal oclusiva, es conveniente hacer notar que casi todos los casos
de íleo meconial corresponden a pacientes con dicha enfermedad, lo que prevé
un pronóstico incierto y generalmente fatal antes de la tercera década de la vida.
Landsteiner, quien más tarde describió los grupos sanguíneos, se refirió por pri-
mera vez en 1905 a la fibrosis quística pancreática, mientras que Farber predijo
que algunos niños que sufrían íleo meconial desarrollarían ulteriormente mani-
festaciones pulmonares y propuso el término “mucoviscidosis”.1
Este trastorno congénito es de los más letales en la raza blanca y se caracteriza
por poseer tal potencial de afectación que las alteraciones a cualquier nivel obser-
vadas en estos individuos deben atribuirse siempre a la fibrosis quística.
Afecta la función glandular exocrina de las glándulas salivales, sudoríparas,
bronquiales, pancreáticas y biliares, así como las del conducto deferente y del
cuello uterino. La producción de una secreción viscosa causa el bloqueo de los
conductos pancreáticos, lo que conduce a malabsorción de grasas y proteínas; el
flujo de secreciones bronquiales y bronquiolares espesas asociado con las super-
infecciones bacterianas determinan siempre la aparición de bronquiectasias,
atrapamiento de aire y destrucción pulmonar progresiva.
Cuando fue descrita por Andersen en 1938 el promedio de vida esperado para
estos pacientes era de dos años. En la actualidad, con los avances obtenidos en
el apoyo nutricional, la terapéutica respiratoria y el control de las infecciones, el
promedio alcanza 23 años para la mujer y 28 para el hombre. La incidencia de
la enfermedad varía entre 1:900 y 1:3 700 nacimientos vivos. En la población ne-
gra es de 1:17 000 y en la oriental es de 1:90 000. A través de estudios familiares
se ha observado que la transmisión se lleva a cabo mediante un factor autosómico
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Diagnóstico
tiene un tamaño menor; este dato puede establecer la diferencia entre el íleo me-
conial y la atresia ileoyeyunal o cualquier otra condición. Usualmente no existen
niveles hidroaéreos (signo de White) (figura 22–1) y la imagen en vidrio esmeri-
lado (signo de Neuhauser) es evidente; ambos se deben a que las burbujas se mez-
clan con el meconio anormal, lo cual se denomina como el signo de las lajas; oca-
sionalmente se observan calcificaciones.5 Desde la óptica de una tomografía
axial computarizada se pueden distinguir la zona proximal dilatada y la distal
comprimida.17 En el sonograma puede inclusive ser identificado in utero ante la
presencia de dilatación intestinal proximal y más tarde calcificaciones.18
El diagnóstico de íleo meconial se apoya en gran medida en la identificación
de fibrosis quística mediante la iontoforesis, método disponible desde 1959,
cuando Gibson y Cooke describieron el método cuantitativo de iontoforesis con
pilocarpina. La prueba es positiva en 98% de los casos y consiste en la medición
362 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 22)
Tratamiento
Desde hace tiempo se ha encontrado que la oclusión puede recurrir meses o años
después del tratamiento neonatal satisfactorio. El manejo generalmente es con-
servador1 a base de enemas de gastrografín, cuya elevada osmolaridad extrae lí-
quidos del intersticio y lo estimula para que expulse el meconio impactado. Todo
hace suponer que las sustancias que disminuyen la tensión superficial del meco-
nio o que lo licúan son menos efectivos, por lo que la mejor alternativa es el Hypa-
queR a 40%. Las condiciones exigidas para iniciarlo incluyen:
Enfermedad meconial 363
Tan pronto como el medio de contraste impregna la zona dilatada se debe retirar
el catéter y dar por terminado el estudio. Asimismo, se deben tomar radiografías
tardías para evaluar el progreso del gastrografín e indagar la presencia de compli-
caciones. Usualmente el meconio es eliminado después de 12 a 24 h de efectuado
el enema. Las posibles complicaciones incluyen perforación intestinal, desequi-
librio hidroiónico y sepsis. Adicionalmente se inyectará cisteína a través de la
sonda en dosis de 5 mL cada seis horas durante una semana.
El tratamiento quirúrgico se indica cuando el conservador fracasa y cuando la
enfermedad es complicada. En el momento de la intervención toda maniobra de-
penderá de los hallazgos. En ocasiones la presencia de un seudoquiste sólo permi-
tirá el drenaje y la ileostomía, pero si sólo hay atresia se debe intentar la correc-
ción definitiva.
En otras circunstancias, cuando el problema es exclusivamente oclusivo, se re-
seca el segmento dilatado y se efectúa una ileostomía de Bishop–Koop, Santulli,
Rehbein o Mickulicz. Es conveniente dejar siempre vacío el segmento distal (fi-
gura 22–2), lo cual se logra con la administración de acetilcisteína o polisorbato.
La ileostomía se reconstruye por vía extraperitoneal entre dos y cuatro semanas
posteriores a la primera operación.3
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PERITONITIS MECONIAL
Generalidades
Esta enfermedad no se debe confundir con el íleo meconial, a pesar de que pueden
llegar a tener alguna relación causa–efecto. Sin embargo, no es obligada la com-
parecencia simultánea o secuencial de ambos padecimientos, puesto que por
definición la peritonitis meconial es la condición prenatal causada por meconio,
independientemente de dónde y cómo provenga éste. Dicho de otra manera, es
más concebible suponer que la perforación puede ser causada con más asiduidad
por cualquiera de las posibles enfermedades que suelen ocasionar una “catástro-
fe” intraabdominal —como volvulus e invaginación intestinal— que por la poco
usual asociación de íleo meconial, perforación intestinal y fibrosis quística. Se
puede asociar a casi cualquier malformación, como las anomalías cloacales,20 o
caracterizarse por drenaje de meconio a través de la trompa de Falopio y de una
fístula vaginal.21
Antes de 1950 el pronóstico de estos niños era considerado uniformemente
desfavorable, pues sólo se habían registrado dos supervivientes. En 1943 Hagerty
informó acerca del primer niño que padecía la enfermedad. En la actualidad la
tasa de mortalidad se encuentra entre 40 y 67%.7
Bendel y Meckel definieron la enfermedad como una inflamación no bacte-
riana resultante de la acción química y de un cuerpo extraño que sucede in utero
o en el periodo neonatal inmediato como consecuencia de una comunicación
anormal entre el lumen intestinal y la cavidad peritoneal.8 Se presenta en uno de
cada 20 000 a 40 000 recién nacidos vivos7 y en general es causada por atresia,
volvulus o insuficiencia vascular mesentérica.8,9
El meconio contiene lipasa, ácidos y sales biliares, los cuales son sustancias
muy irritantes que ocasionan inflamación importante caracterizada en su inicio
por necrosis grasa y presencia de infiltrado inflamatorio agudo.9 En consecuen-
cia, existe liberación de sustancias vasoactivas que alteran la permeabilidad vas-
cular del peritoneo permitiendo el escape de plasma y la formación de fibrina. Esa
Enfermedad meconial 365
Diagnóstico
Tratamiento
En ocasiones se debe posponer el tratamiento definitivo, en virtud de que las con-
diciones del neonato muchas veces son precarias. La restitución de líquidos, la
adición de antimicrobianos y la normalización de la temperatura deben constituir
prácticas prioritarias. La maniobra operatoria dependerá de los hallazgos. Cuan-
do se confronta un seudoquiste se debe hacer una evacuación completa del meco-
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Generalidades
Por definición, este complejo de síntomas se debe restringir a los recién nacidos
que no emiten su primera defecación de manera espontánea, que manifiestan un
cuadro de oclusión intestinal y que después de tener la primera evacuación sanan
de la obstrucción y readquieren su función intestinal.10 No es una anormalidad
funcional del tubo digestivo rara, pues la literatura médica alemana ha estable-
cido que puede ser el origen de una obstrucción en uno de cada 200 neonatos.
La enfermedad, tal como fue descrita por Clatworthy, se refería a la obstrucción
mecánica del colon, aunque originalmente se informaron dos casos de tapón ileal.
La posibilidad de que aparezca en uno u otro sitio ha dado lugar a que algunas
afecciones semejantes sean denominadas como obstrucción funcional, tapón
anorrectal terminal u obstrucción meconial del recién nacido sin fibrosis quística.
Asimismo, refirió el padecimiento como una “oclusión causada por un tapón de
meconio blanco y parecido al yeso”.11 Las series extensas de casos, como la del
síndrome de tapón meconial (figura 22–9), son escasas; la más reciente establece
que de 77 pacientes manejados inesperadamente sólo 10 (13%) sufrían enferme-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Diagnóstico
Tratamiento
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372 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 22)
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23
Enterocolitis necrosante
Salomón T. Domínguez Pérez, Carlos Baeza Herrera,
Moisés Alfredo Escobar Izquierdo
GENERALIDADES
En sus albores esta patología del recién nacido causaba controversia, pues no era
tan diagnosticada como en décadas pasadas y formaba parte del dominio de va-
rias especialidades, como la neonatología, debido a que el grupo etario afectado
principalmente era el de los recién nacidos de pretérmino y con frecuencia se aso-
ciaba con hipoxia neonatal; asimismo, era responsabilidad del cirujano, porque
en ocasiones se complicaba con perforación intestinal y peritonitis, y también del
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
intensivista, debido a que los pacientes que fallecían como consecuencia de la en-
fermedad presentaban disfunción multiorgánica previa. Actualmente su inciden-
cia constituye de 2 a 6% de los ingresos a la unidad de cuidados intensivos neona-
tales (UCIN), con una leve tendencia a disminuir en situaciones asociadas, como
el uso de surfactante en neonatos prematuros y la aplicación de programas pre-
ventivos, como el de reanimación neonatal, en el cual el personal involucrado en
el momento del nacimiento está capacitado para enfrentar eventualidades que
después desencadenan esta patología, como la prematurez y la asfixia neonatal.
Algunos reportes indican la disminución de la incidencia, principalmente asocia-
da con el uso de surfactante exógeno en pacientes menores de 32 semanas de ges-
tación (SDG) y en los casos de enfermedad materna hipertensiva, la cual continúa
373
374 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 23)
sin que se tenga una razón clara;35 si bien es cierto que la incidencia tiende a dis-
minuir, también es verdad que una vez confirmada la enfermedad complicada los
rangos de morbimortalidad continúan siendo elevados.36
La enterocolitis necrosante es una enfermedad considerada como producto in-
directo de las salas de cuidados intensivos neonatales, pues fue a partir de 1960
cuando se publicaron series extensas relacionadas con la enfermedad. Sin duda,
es la emergencia gastrointestinal quirúrgica más común del recién nacido de alto
riesgo, como la asfixia neonatal, la prematurez, el bajo peso, etc.,1,2,31 y la princi-
pal causa de muerte en neonatos operados, pues el índice de mortalidad supera
al observado como consecuencia de todas las anomalías del tubo digestivo jun-
tas,2 y aún no se conoce la causa que la desencadena.31
Quizá el primero en reportarla fue Generish, cuando en 1891 describió magis-
tralmente el curso de la enfermedad; sin embargo, en 1825 Siebold reportó el caso
de un recién nacido de pretérmino que murió a los dos días de vida debido a la
perforación de un área necrótica del tamaño de una moneda, la cual se localizaba
en la curvatura menor del estómago; este informe se considera el primer caso au-
téntico de enterocolitis necrosante.1
La enfermedad se conoció en Europa durante la década de 1950, con la acuña-
ción del término a finales de 1953, mientras que en América se conoció a media-
dos del decenio de 1960. En México se denominaba neumatosis intestinal. El
diagnóstico se hacía muchas veces en forma inesperada o en especímenes de au-
topsia, o bien cuando ya había necrosis intestinal extensa. En 1967 la mortalidad
excedía 70%. En un intento por disminuirla se realizaron intervenciones quirúr-
gicas tempranas; sin embargo, se observó que la mortalidad continuaba siendo
elevada y que muchos recién nacidos morían inevitablemente después de la lapa-
rotomía a consecuencia de peritonitis, sepsis y falla multiorgánica.1
Ocurre en más de 2% de los ingresos en la sala de cuidados intensivos neonata-
les y se correlaciona en forma inversamente proporcional con el peso y la edad
del neonato; aun cuando lo común es que aparezca entre los primeros tres a siete
días de vida extrauterina, también se puede observar desde las primeras 24 h hasta
los 90 días.3 La incidencia aumenta cuando se relaciona con embarazos múlti-
ples, pues en la población gemelar se ha observado entre 15 y 20% de los cas-
os.3,4,22 Se ha asociado en pacientes con peso < 1 500 g con prematurez, pacientes
con PCA y tratamiento de hipotensión y en pacientes con un peso > 1 500 g se
ha asociado con prematurez, malformaciones congénitas y el apoyo de soporte
ventilatorio.34 La razón por la cual algunos hospitales que concentran neonatos
de elevado riesgo no registraron el padecimiento durante años se desconoce, pero
puede ser porque se relacionó con la flora bacteriana y las tasas de infección intra-
hospitalaria.4 Ante ello, se ha intentado identificar microorganismos específicos
como agentes causales de la enfermedad, pero no ha sido posible, pues hay una
diversa gama de agentes etiológicos.
Enterocolitis necrosante 375
DIAGNÓSTICO
Figura 23–4. Aspecto “atigrado” del intestino por necrosis e infarto intestinal.
382 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 23)
TRATAMIENTO
el ayuno tendrá una duración de al menos siete días; hay que evitar la fase catabó-
lica en el neonato. Los controles radiológicos serán más frecuentes, pues el riesgo
de complicación de manejo quirúrgico es latente.
Desde el punto de vista quirúrgico existe divergencia de criterios en cuanto a
la selección del método a emplear y el momento de realizar el procedimiento,
pues no hay un estudio que indique el momento oportuno.30 La Dra. Kosloske
describió 12 criterios indicativos de exploración quirúrgica en pacientes con en-
fermedad complicada: neumoperitoneo, asa fija, masa abdominal palpable, erite-
ma de la pared abdominal, signo de Cullens, paracentesis positiva, neumatosis
intestinal severa, deterioro clínico súbito y ascitis; sin embargo, ninguno tiene
100% de certeza, pues se tiene la experiencia de resolución espontánea de neu-
moperitoneo en pacientes que permanecen hemodinámica y metabólicamente
estables.29,31,32 La presencia de aire intraportal es un hallazgo de muy mal pronós-
tico.46
La resección del segmento intestinal afectado e ileostomía en cañón doble de
escopeta suele ser la más empleada; sin embargo, existen alternativas viables,
como la ileostomía de Santulli, la de Mickulicz o bien la de Bishop–Koop. La co-
locación de drenajes y el second look son medidas rara vez utilizadas en México.
A pesar de los estudios controlados que reportan una alternativa adecuada, la co-
locación de drenajes peritoneales, por encima de la realización de una laparoto-
mía exploradora,45 es más bien una medida heroica para tratar de estabilizar a un
paciente con compromiso intestinal que se encuentra hemodinámicamente muy
inestable; con ello se establece un círculo vicioso, en el cual el paciente está muy
inestable y no se puede operar, y por otra parte no podrá estabilizarse en tanto no
se intervenga quirúrgicamente.
La anastomosis primaria es altamente riesgosa; no obstante, algunos cirujanos
afirman que puede ser factible y en algunos casos hasta recomendable. Los repor-
tes indican que es posible realizarla aun en pacientes de menos de 1 kg de peso,34
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
debido a que los estomas usualmente condicionan una variada gama de complica-
ciones, como disfunción de la ileostomía, desnutrición y estenosis residual.13,14
Otros estudios confirman que no hay diferencia significativa entre la realización
de una enteroenteroanastomosis y la derivación intestinal.15,43,44 De acuerdo con
la experiencia de los autores de este capítulo, sí es factible realizarla, siempre y
cuando las condiciones intestinales no conlleven riesgo de dehiscencia. Por otro
lado, los autores también han observado pacientes a quienes ya se les había reali-
zado una derivación intestinal, pero la enfermedad progresó hasta la necrosis del
segmento del estoma.
Se ha observado una desnutrición importante en pacientes con cirugías muti-
lantes realizadas en otras unidades hospitalarias y que son enviados por cursar
con síndrome de intestino corto; en algunos casos es imposible el manejo domici-
liario del paciente, pues basta una pérdida a través del estoma para una descom-
384 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 23)
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24
Atresia ileoyeyunal
Carlos Baeza Herrera, Ricardo Cortés García,
Tomás González Mateos, Jorge Bravo Becerra
GENERALIDADES
En países como México, donde todavía existen grandes dificultades para la ela-
boración de diagnósticos oportunos y hay más de 100 000 comunidades de me-
nos de 1 000 personas que carecen del servicio médico elemental, y aún se pre-
sentan recién nacidos portadores de atresia del intestino delgado de 12 o 15 días
de vida extrauterina, que incluso han sido alimentados en forma normal, no se
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
deben esperar los benéficos resultados que se observan en las naciones del primer
mundo. Es obvio, pues, que a pesar de los grandes avances científicos y tecnoló-
gicos la atresia intestinal continúa siendo un reto difícil para el cirujano, en virtud
de los problemas metabólicos e infecciosos encimados en una columna de impro-
perios de manejo preoperatorio, aunados en ocasiones a terribles problemas téc-
nicos por la sobredilatación del segmento proximal —producto de un prolongado
bloqueo de la circulación entérica—, que se oponen a que la consecución de la
permeabilidad del tubo digestivo sea definitiva.
El intestino delgado es uno de los sistemas metabólicamente más activos del
cuerpo humano. Algunas de sus muy bien adaptadas funciones son la prolifera-
ción epitelial, la diferenciación y la apoptosis. Está constituido por cuatro grupos
387
388 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 24)
A B
Figura 24–1. A. Porción proximal muy dilatada, la distal no tanto. B. Atresia variedad
I, concepto artístico.
A
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
B
Figura 24–2. A. En el diagrama es evidente la falta de tejido en el defecto. B. Transope-
ratorio que muestra dos segmentos de intestino separados por una banda fibrosa en
ambas imágenes.
390 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 24)
A B
Figura 24–3. A. Véase la discontinuidad del intestino y el defecto mesentérico. B. Atre-
sia variedad IIIa.
A B
Figura 24–5. A. Defecto caracterizado por atresias múltiples. B. Atresias múltiples.
Existe un tipo que no se refiere en la literatura, pero que se comentará más ade-
lante, que consiste en la presencia de más de una variedad de atresia en un mismo
paciente (figura 24–6).22
La presencia de pigmentos biliares, lanugo y células escamosas en el segmento
distal a la atresia ha confirmado que la anomalía se presenta cuando el tubo diges-
tivo está totalmente desarrollado y la función biliodigestiva es completa, de lo
cual se deduce que algún evento intrauterino convertía un tubo hueco en un con-
ducto interrumpido; además, ello demuestra que al suspender la irrigación de una
determinada porción del intestino efectivamente se causaba atresia, y que según
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
DIAGNÓSTICO
El recién nacido con oclusión intestinal (figuras 24–7 a 24–13) por diversas cau-
sas suele presentar un cuadro sintomático indistinguible entre sí. No obstante, el
estudio clínico exhaustivo puede identificar en ciertos casos enfermedad fibro-
quística en otros miembros de la familia, lo que tácitamente hará suponer el diag-
nóstico de íleo meconial. Otras enfermedades con las que se puede confundir la
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 24–7. Estudio radiológico en posición horizontal que deja ver importante dilata-
ción intestinal.
394 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 24)
Figura 24–8. Atresia ileal con muchos niveles porque es más distal.
lon) y acortamiento real o aparente del mismo, los cuales son hallazgos que quizá
orienten a discernir el dato que marque la pauta definitiva.14 Existe la creencia,
en ocasiones real, de que la atresia intestinal se debe acompañar de la ausencia
de evacuaciones o bien que existe el antecedente de expulsión de un tapón grisá-
ceo. Con frecuencia no es real, porque existen circunstancias en las que el recién
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 24–12. Estudio radiológico que muestra múltiples niveles. Sugestivo de atresia
distal. Era una atresia de íleon terminal.
Figura 24–13. Estudio radiológico que muestra múltiples niveles. Sugestivo de atresia
distal. Era una atresia de íleon terminal
Atresia ileoyeyunal 397
Figura 24–16. Nótese que los segmentos están divididos por un defecto.
TRATAMIENTO
El tratamiento inicial del neonato con atresia intestinal (figuras 24–18 a 24–23)
es tan importante o más que la intervención quirúrgica, ya que con frecuencia
400 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 24)
Figura 24–18. Transoperatorio que muestra el segmento proximal grande y el resto pe-
queño.
Figura 24–21. Un caso de atresia ileal complicada. Véase los signos de peritonitis. Es
evidente el segmento distal hipoplásico y el proximal a la atresia dilatado.
402 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 24)
S Vagotomía y piloroplastia.
S Interposición colónica.
S Interposición de un tubo gástrico.
S Creación de un segmento recirculante.
S Creación de valvas o esfínteres.
S Elongación intestinal con trasplante, elongación intestinal y parches sero-
sos.16,18
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25
Atresia colónica
Carlos Baeza Herrera, Leopoldo Sánchez Magaña,
Héctor Sanjuán Fabián
GENERALIDADES
Eraklis en 1969 sólo se pudieron reunir 69 casos, a pesar de que un solo hospital
pediátrico de concentración había contribuido con 22 pacientes en el periodo
comprendido entre 1945 y 1966.2
La frecuencia de la atresia de colon es baja; sin embargo, ha sido difícil preci-
sarla. La revisión de Evans, apoyada en el análisis de 1 498 casos de atresia intes-
tinal, señala que 10% correspondieron a obliteración colónica congénita, mientras
que otros autores consideran que aparece un caso por cada 20 000 nacimientos.1
Desde el punto de vista embriológico, el origen de esta anomalía ha sido muy
debatido; la controversia inició con las investigaciones de Tandler a principios
de siglo y continuó con los trabajos de Louw y Barnard, Lynn y Espinas y Santulli
y Blanc, quienes en forma secuencial dieron los pasos definitivos para ratificar
407
408 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 25)
DIAGNÓSTICO
A B
C D
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
E F
Figura 25–1. A y B. Siempre que haya dilatación del colon como la de estas fotos el
diagnóstico es atresia de colon. C y D. Nótese que el bulbo más grande sólo se explica
en un bloqueo mecánico muy distal. E y F. Dos vistas en acercamiento del colon.
410 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 25)
TRATAMIENTO
A B C
D E F
nal más proximal y de que la llegada a nuestra unidad hospitalaria es más retar-
dada, las complicaciones adyacentes al curso de la enfermedad serán de mayor
gravedad, de acuerdo con nuestra experiencia. Por esa misma razón, el escenario
de la intervención quirúrgica será inconveniente y la apertura de una colostomía
será la única opción en la mayoría de los casos. El hallazgo operatorio en estos
bebés es una dilatación del segmento proximal de tal magnitud que fácilmente
supera la proporción de 12:1 en relación con la dilatación del segmento distal.
En cuanto a la colostomía acostumbramos, siempre que es posible, efectuar la
apertura en doble cañón de escopeta con puente de piel mayor de 1 cm.
412 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 25)
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26
Obstrucción intestinal por
remanentes vitelinos
Carlos Baeza Herrera, Enrique Menéndez Ronquillo,
Gonzalo Martínez Aguilar
GENERALIDADES
413
414 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 26)
Figura 26–1. Indicios radiológicos de un bloqueo intestinal de origen mecánico; fue con-
secuencia de un divertículo de Meckel persistente.
similares; empero, si el cirujano se percata del curso de la banda fibrosa, verá que
se ancla en el mesenterio, con lo que podrá inferir que el factor causal es vascular.
El examen microscópico revela elementos sanguíneos en el interior de una arteria
rodeada de tejido fibroadiposo. La vena vitelina no ofrece dificultades ni confu-
siones para la identificación, ya que su ruta del ombligo a la vena porta es caracte-
rística.2 En el ombligo puede haber mucosa expuesta (figura 26–2).
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
DIAGNÓSTICO
el interior de la cavidad peritoneal. Cuando se perfora es usual que haya aire libre
subdiafragmático.9
Además, por ser una entidad poco frecuente, el diagnóstico preoperatorio es
muy difícil, por lo que sólo se puede confirmar en el periodo transoperatorio me-
diante la observación de una banda fibrosa que constriñe alguna porción del in-
testino medio; asimismo, se debe confirmar histológicamente al observar que di-
cha banda, supuestamente fibrosa, posee lumen y contiene en su interior células
sanguíneas6 (figura 26–3).
TRATAMIENTO
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Síndrome de colon izquierdo
hipoplásico
Carlos Baeza Herrera, Humberto Velásquez Pino,
Moisés Rodríguez Martínez
GENERALIDADES
419
420 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 27)
DIAGNÓSTICO
Figura 27–1. Este diagrama y el estudio radiológico simple muestran la falta de dilata-
ción del colon al impregnarlo con medio de contraste a presión.
nes después del nacimiento; cuatro de ellos tenían el antecedente de haber ingeri-
do sulfato de magnesio para el manejo de la toxemia materna y el colon por enema
mostraba como hallazgo inesperado la presencia de microcolon, lo que llevó a
concluir que se podía sustentar una teoría funcional de origen neurogénico que
determinaba la aparición de trastornos de la motilidad intestinal debida a la inges-
tión del medicamento.
TRATAMIENTO
Es fundamental efectuar en todos los casos de oclusión del colon un enema con
medio de contraste, pues, al igual que en el síndrome de tapón meconial, el sín-
drome de colon izquierdo hipoplásico también suele corregirse con este método.1
Ocasionalmente, cuando la dilución agua–medio de contraste no es la adecua-
da, puede haber irritación y espasmo del colon, lo que hace que el método resulte
ineficaz, por lo que no se deben diluir más de cuatro porciones de agua por una
de medio de contraste. Si los síntomas no desaparecen se deberá considerar la po-
sibilidad de diagnóstico erróneo, y entonces practicar todos los estudios conve-
nientes para el caso.
REFERENCIAS
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28
Síndrome de hipoperistalsis,
microcolon y megavejiga.
Enfermedad de Berdon
Carlos Baeza Herrera, Carlos Alberto Montero Uscanga,
Ulises Darío Medellín Sierra
GENERALIDADES
423
424 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 28)
y finos de miosina constituidos por alfa y gamma actina, los cuales interactúan
durante la contracción muscular. El esqueleto celular es un sistema de filamentos
intermediarios (distrofina, desmina, vinculina y calponina) cuya función primor-
dial es conectar filamentos de proteínas para alcanzar otros o para anclarlos. El
filamento fino del aparato contráctil también contiene tropomiosina, caldesmo-
nina, calponina o filamina. El papel de las células intersticiales de Cajal es coordi-
nar la motilidad intestinal. Son verdaderas células marcapasos que facilitan la
propagación activa del impulso eléctrico y la neurotransmisión sobre la pared in-
testinal. En el ser humano las células de Cajal se sitúan a nivel de los plexos mien-
téricos, en la porción más interna, entre los haces musculares de la capa muscular
circular. Los estudios previos han mostrado expresión del receptor tirosincinasa
Kit sobre la superficie de las células de Cajal (c–Kit). Las células precursoras de
las de Cajal que portan el receptor c–Kit requieren una ligadura especial denomi-
nada KL, la cual puede ser proporcionada por células neuronales o no neuronales.
Las células intersticiales de Cajal generan una onda eléctrica lenta que se propaga
en sincicio de la capa muscular y determina la frecuencia característica de las
contracciones del tracto gastrointestinal.11
Este padecimiento fue descrito por Berdon y Santulli12 en 1976, cuando repor-
taron cinco pacientes del sexo femenino en quienes coincidieron las mismas ma-
nifestaciones clínicas y que después de estudios profundos no mostraron una causa
aparente, por lo que desde entonces se ha clasificado como una oclusión intestinal
funcional; su incidencia es muy baja, pues hasta 1981 se habían referido sólo seis
casos y en este momento la cifra no es mayor de 20.1 Usualmente aparece en los
recién nacidos de término del sexo femenino. Junto con el síndrome de tapón me-
conial, el síndrome de colon izquierdo hipoplásico, la seudoenfermedad de
Hirschsprung y otras condiciones integra un grupo de enfermedades con caracte-
rísticas comunes, como baja frecuencia, origen desconocido y elevada letalidad.2
Hasta 2003 no se habían reportado en la literatura más de 100 casos, y muchas
son las hipótesis que intentan explicarla, destacando la genética, la neurogénica,
la biogénica y el origen hormonal. Los estudios histológicos de los plexos mien-
térico y submucoso han reportado células ganglionares normales en la mayoría
de los casos, pero también se ha referido hipoganglionosis, presencia de ganglios
gigantes y otros hallazgos más. Recientemente se describió un desequilibrio ent-
re varios tipos de péptidos intestinales que sugiere ser una de las causas probables
de la enfermedad. La degeneración vacuolar y los depósitos de tejido conectivo
en la pared de la vejiga y el intestino hicieron suponer que se trataba de una enfer-
medad degenerativa de las células musculares lisas. Recientemente se encontró
que en el intestino de los niños que sufren el síndrome de Berdon hay una marcada
reducción de las proteínas contráctiles y del esqueleto de las células musculares
lisas combinada con una escasa expresión de las células intersticiales de Cajal in-
tramusculares.11
Síndrome de hipoperistalsis, microcolon y megavejiga. Enfermedad... 425
DIAGNÓSTICO
Figura 28–1. Recién nacido que refleja todos los estigmas externos que ocasiona un
bloqueo intestinal distal. Consistió en un síndrome de hipoperistalsis, microcolon y me-
gavejiga.
426 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 28)
Figura 28–2. Uretrocistograma que muestra la gran dilatación de la vejiga de este lac-
tante recién nacido que sufría síndrome de Berdon.
TRATAMIENTO
Hasta este momento se ignoran las razones por las que los tractos digestivo y uri-
nario son disfuncionales, por lo que no existen medidas médicas u operatorias de
las cuales se pueda echar mano para lograr que estos niños sobrevivan. Se sabe
poco en lo que a la enfermedad en sí se refiere; existen todavía menos alternativas
de tratamiento.
La experiencia ha demostrado que cualquier intento de derivación digestiva
conduce irremisiblemente al fracaso y que la muerte sobreviene en general como
consecuencia de una sepsis generalizada o por las secuelas de la nutrición inade-
cuada. En muy raras ocasiones, no más de dos supervivientes, se obtiene una me-
joría espontánea, lo cual se atribuye a una maduración neuromuscular intestinal.6
REFERENCIAS
GENERALIDADES
429
430 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 29)
tegración del diagnóstico se refiere, pues en estos pacientes el cuadro clínico era
más llamativo y es donde se observaba un mayor número de casos; sin embargo,
en la actualidad se puede afirmar que las manifestaciones son también caracterís-
ticas en los niños pequeños. Un hallazgo sugestivo en el neonato es la tardanza
en emitir la primera defecación. Los estudios efectuados al respecto indican que
alrededor de 97% de los recién nacidos presentan su primera evacuación dentro
de las primeras 48 h de vida extrauterina, y que el 3% restante está compuesto
por pacientes que sufren hipotiroidismo, septicemia, lesión encefálica, síndrome
de tapón meconial y enfermedad de Hirschsprung, de tal manera que se debe esta-
blecer rutinariamente la investigación, a fin de eliminar la posibilidad de la enfer-
medad hasta donde sea factible.
De acuerdo con los primeros informes de Swenson,11 75% de los pacientes in-
gresaron con diagnóstico de obstrucción intestinal, supuestamente mecánica. La
432 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 29)
Figura 29–1. Estudio simple aparatoso que muestra hallazgos comunes en la enferme-
dad de Hirschsprung, es decir, edema de la pared del intestino grueso, niveles hidroaé-
reos y opacidad pélvica. Destaca el aumento de los diámetros torácicos.
DIAGNÓSTICO
Figura 29–3. Colon por enema que muestra el hallazgo clásico: la zona de transición.
Enfermedad de Hirschsprung 435
corto. Otras veces existe disminución del calibre del intestino agangliónico, lo
que semeja un microcolon.12 El área de transición desaparece con el tacto rectal,
las irrigaciones y los enemas, cuando existe enterocolitis y cuando al practicar
el estudio radiográfico se emplea sonda con globo, lo que puede ocasionar difi-
cultades de interpretación si el estudio se hace sin control fluoroscópico.14
Figura 29–7. Momento transoperatorio que rescata la imagen clásica: la unión entre un
segmento proximal grande y uno distal pequeño.
Enfermedad de Hirschsprung 437
Figura 29–8. Cuadro de enterocolitis con edema de pared intestinal, ausencia distal de
aire y neumatosis.
TRATAMIENTO
los resultados a largo plazo son satisfactorios, pero están lejos de que el resultado
sea similar a los casos en que la aganglionosis es menos extensa.62
Una innovación más la constituye el abordaje laparoscópico de la enfermedad a
través de una incisión umbilical, la que según los autores posee todos los beneficios
de un acceso mínimo. Se refiere que es un método excelente, seguro y versátil.43
Un método relativamente nuevo, pero enormemente difundido44 e ideado por
De la Torre y Ortega,45 del Instituto Nacional de Pediatría de México, consiste
en la disección de la submucosa perianal a 1 cm por encima de la línea pectínea
y a una profundidad de 6 cm. Una vez terminado este paso se procede a halar el
colon normal, extirpar el segmento dilatado, efectuar las biopsias, encontrar un
segmento normalmente inervado y proceder a efectuar una anastomosis con ma-
terial absorbible. La descripción original establece que se debe efectuar sin colos-
tomía protectora y de preferencia en niños pequeños. Muy pronto la ingeniosa
técnica fue adoptada por diversos grupos de trabajo del mundo y su reproducción
ha llevado a estudios multicéntricos con algunas modificaciones46 que avalan su
utilidad. Elhalaby y col.47 estudiaron 141 pacientes tratados en cinco hospitales
y concluyeron que es posible iniciar la vía oral de manera temprana, tener una
corta estancia dentro del hospital y no provocar una cicatriz visible, además de
otros factores benéficos, como poco riesgo de obstrucción por bandas, costo bajo
y pocas complicaciones. Un estudio comparativo entre este procedimiento y el
de Duhamel refiere que el método de De la Torre tiene más riesgo de enterocolitis
y estenosis anal.48 En relación con la motilidad y el patrón de evacuaciones, se
ha encontrado que las evacuaciones son normales en la mayoría de los pacientes;
la ausencia de esta acción se ha atribuido a que desaparece temporalmente la sig-
ma del colon y a que el ángulo se hace más cerrado debido a la tracción que se
ejerce.49
En relación con los pacientes que sufren aganglionosis extensa (figura 29–9)
que involucra el íleon terminal,50 existen también muchos procedimientos reco-
mendados, lo cual sugiere que las técnicas individuales presentan inconvenien-
cias. Las técnicas más conocidas son las aportadas por Martin, Kimura y Bo-
ley,22–24 las cuales varían de manera sustancial; no obstante, recientemente
Nixon, haciendo referencia a la técnica ideada por Kimura, mencionó que “puede
ser que esos raros pacientes, quienes sufren de aganglionosis extensa, sean bien
manejados con el ingenioso procedimiento descrito por Kimura, en el cual el in-
testino delgado agangliónico es unido con el colon ascendente a través de una
anastomosis ileocolónica ascendente laterolateral larga. La combinación ileocó-
lica es ulteriormente movilizada en una segunda intervención y suturada en la ca-
vidad pélvica”.20 El éxito de esta operación se fundamenta en que los pacientes
a quienes se les practica la ileocoloanastomosis forman interconexiones vascula-
res, linfedema y engrosamiento de la mucosa,25 originando una función absortiva
normal. Un estudio reciente de 37 niños con aganglionosis extensa mostró que
Enfermedad de Hirschsprung 443
Figura 29–9. Segmento aganglionar extenso que requirió una operación especial.
riesgo una vez que los niños son operados son diversos, pero no han sido detalla-
dos en forma ordenada. Los cirujanos que operan enfermedades como la de
Hirschsprung están conscientes de que algunas circunstancias desfavorables
pueden acompañar el resultado posoperatorio mediato; la más desesperante es la
persistencia de la constipación, que con frecuencia se debe a irregularidades pe-
rioperatorias —como el hecho de haber dejado un segmento aganglionar residual
pequeño—, pero en ocasiones también a errores en el diagnóstico —como el he-
cho de confundirla con una neurodisplasia— y a que se le proporciona al patólogo
un tejido no representativo o inadecuado en la altura de extracción. Otras razones
de evolución inesperada, como encontrar disminución las células de Cajal en el
segmento distal, se acompaña de trastornos en los movimientos de vaciamiento
del intestino y que se traducen como constipación.58 Se ha encontrado que la ente-
rocolitis es una complicación y un factor de riesgo ulterior que se presenta con
mayor frecuencia en los niños pequeños.60
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Enfermedad de Hirschsprung 445
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
448 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 29)
30
Malformaciones anorrectales
Carlos Baeza Herrera, Tomás González Mateos, Alberto León Cruz
A diferencia del niño que es operado del tórax o del abdomen, el que es operado
del ano no muestra su cicatriz debido, entre otras cosas, a que huele feo...
Peña A., New York Babys’ Hospital, 1990.
Las cicatrices del tórax son para presumir, las del
proctodeo no tanto, porque además de todo, huelen feo...
Residente de cirugía HPM, 2001.
GENERALIDADES
449
450 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 30)
Figura 30–1. Varón recién nacido que es portador de una fístula perineal. Requiere co-
rrección al nacimiento, y es de buen pronóstico.
Malformaciones anorrectales 451
Figura 30–3. Esta niña, por el contrario, es un defecto complejo que exige una colosto-
mía protectora. Es una cloaca y es de mal pronóstico.
452 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 30)
Figura 30–4. Estudio radiológico similar en el que es notorio el poco desarrollo de los
glúteos. El paciente sufría además síndrome de Down. Es de mal pronóstico.
Por lo general un recién nacido que tiene una malformación anorrectal, antece-
dentes de una gestación armónica de un periodo perinatal normal y ausencia de
manifestaciones gastrointestinales o urinarias tempranas posee más posibilida-
des de sobrevivir que el neonato que nace distócico, porque presenta un aumento
del perímetro abdominal o tumoración en el flanco, o bien requiere una colosto-
Figura 30–8. Estudio radiológico que muestra burbuja de aire muy alta; el paciente re-
quiere colostomía.
Figura 30–12. Este distintivo clínico traduce defecto que se corrige al nacimiento.
A B
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
C D
Figura 30–13. A. Fístula anocutánea. B. Cloaca. C. Mar que requirió anoplastia. D. Fís-
tula anocutánea. Nótese la diferencia entre lo que se observa meconio (A, C y D) y la
cloaca. Los tres de fácil manejo son fístulas anocutánea y perineal.
458 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 30)
Casi en la totalidad de las pacientes con fístula vaginal, ésta se confunde con
la fístula vestibular. Con la niña en posición de litotomía el orificio fistuloso se
localiza en el borde anterior del himen, es decir, entre lo que se conoce como hor-
quilla (el sitio de transición entre lo que es piel perineal y mucosa vulvar) y el
himen. La fístula vaginal no se observa con facilidad.
Figura 30–15. La cloaca persistente como esta es el segundo defecto más frecuente
en los niños.
Malformaciones anorrectales 459
dicha línea se encuentra en el mismo plano que el borde superior del músculo pu-
bococcígeo,2 referencia que se complementa con lo que Stephens denominó pun-
to I y que corresponde a la porción más caudal del isquión, que determinó que
los defectos que bajo el invertograma estuvieron incluidos entre la línea P–C y
el punto I debían catalogarse como intermedios. De modo convencional, y por
propuesta de Peña, se acepta que, independientemente de lo anterior, en los casos
donde la distancia entre la burbuja y la piel es mayor de 1 cm se debe efectuar una
colostomía, y en los que es menor el procedimiento de elección consiste en ciru-
gía perineal sin derivación previa.4 Si el estudio se mira en la misma posición en
que se tomó, se podrán observar tres o más tipos de imagen: una en la que la bur-
buja aérea no rebasa la línea P–C, otra en donde la burbuja se encuentra a nivel
de dicha línea y una más en la cual la burbuja desciende y cruza la línea P–C (figu-
ras 30–16 y 30–17). Peña, en lugar del invertograma, sugiere colocar al neonato
460 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 30)
Figura 30–16. Invertograma con burbuja de aire muy en el abdomen. Requirió colosto-
mía.
discordante para fines de evaluación clínica y pronóstico, pues existen, por ejem-
plo, algunas cloacas persistentes que rebasan con mucho la línea P–C; sin embar-
go, no se pueden tratar con una operación perineal durante la etapa neonatal y sin
colostomía. De la misma manera, no cabe comparar bajo ninguna circunstancia
una fístula vestibular con una fístula bulbar, que además tenga un periné plano
o redondo y presente un defecto sacro significativo, no obstante que ambas son
“intermedias”.
Con relativa frecuencia el valor del estudio radiológico con el procedimiento
de Wagensteen–Rice se demerita por razones técnicas y a menudo por errores de
apreciación. Es probable que una de las omisiones más comunes sea no permitir
que el aire ingerido impregne de manera adecuada en el intestino distal a fin de
ubicarlo en su dimensión exacta (figuras 30–16 y 30–17).
Otras fuentes de confusión son la presencia de una fístula muy amplia, hipe-
ractividad de la musculatura —que recubre el conducto a manera de envoltura—,
agenesia parcial o total del sacro, etc.
Existen otras opciones de diagnóstico que no resultan mejores que el radioló-
gico, por lo que su empleo no se ha difundido. La imagen por resonancia magnéti-
ca es de mucha utilidad cuando se pretende efectuar una reoperación.5
Como parte de los avances en el manejo correcto de las malformaciones ano-
rrectales Peña15 implementó lo que él denomina índice sacro, cuyo principal pro-
pósito es discriminar a los pacientes que, teniendo un índice anormal, el pronósti-
co por razones de inervación neurológica se ensombrece al menos en lo que a la
funcionalidad se refiere. Propuso que a todos los niños, en especial los que son
portadores de fístulas a la vía urinaria, se les efectúe un estudio radiológico de
pelvis en posiciones AP y lateral con el trazo de tres líneas, que van una por en-
cima de las crestas iliacas, otra por el límite inferior de la articulación sacroiliaca
y otra paralela al borde de la última pieza sacra, con la referencia de que el índice
normal es de 0.77. Este autor concluyó que cuando dicha cifra desciende a 0.3
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CLASIFICACIÓN
TRATAMIENTO
Todo recién nacido que ingresa en una sala de pediatría con un defecto anorrectal
se debe revisar de manera exhaustiva, con el propósito de definir prioridades de
manejo. En ciertas anomalías en ocasiones es obligatorio resolver un defecto uri-
nario concomitante mediante cistostomía o vaginostomía, mientras que en otras
la ligadura de la fístula traqueoesofágica constituye una medida prioritaria.
Después de elaborar un esquema de manejo lo más importante, como se men-
cionó en líneas anteriores, es la revisión del periné; con ello se efectuará el diag-
nóstico con cierto grado de certeza en 80 a 90% de los niños que sufren una ano-
malía anorrectal (figuras 30–19 a 30–21).
Malformaciones concomitantes
Es casi del conocimiento universal que, cuanto más alta o compleja es una ano-
malía anorrectal, mayores serán las posibilidades de alteraciones asociadas en
cuanto a frecuencia y gravedad. Es usual que los defectos que se consideran como
bajos (fístulas vestibular, subcutánea y bulbar) se acompañen de malformaciones
poco significativas.
464 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 30)
Figura 30–19. Cuando hay ano imperforado sin otros signos lo más probable es que sea
un defecto que requiere colostomía. Este niño tenía fístula urinaria pequeña.
Sin embargo, al paciente que ingresa con ano imperforado y cloaca persistente,
o bien con fístula urinaria que se conecta con el cuello de la vejiga, la indicación
obligada es la práctica de estudios de gabinete para identificar anomalías asocia-
das graves, como algunas urológicas, aun antes de efectuar cualquier procedi-
miento paliativo.
Figura 30–20. Ano imperforado caracterizado por agenesia anorrectal sin fístula. El pa-
ciente sufría trisomía 21.
Malformaciones anorrectales 465
Figura 30–21. La fístula apareció en el rafé y se resolvió con una operación al naci-
miento.
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
Las malformaciones consideradas como bajas son las que mejor pronóstico tie-
nen, y casi sin importar la técnica que se emplea los resultados serán más o menos
similares. Desde hace muchos años se preconizó el uso del cut–back, que consiste
en la ampliación del orificio anal hasta donde emerge el orificio fistuloso. Esta
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 30–22. El único dato importante es la atrofia glútea, por eso se le efectuó colosto-
mía protectora.
vador y el esfínter anal externo, constituido por fibras verticales cuya función es
halar el ano.3 La última porción está compuesta por fibras perpendiculares al
complejo muscular, que corresponden al elevador del ano, en el cual no es factible
efectuar división alguna como siempre se había hecho.
La anorrectoplastia sagital posterior consiste en la apertura de las estructuras
musculares sacras justo en la línea media hasta que se visualiza de manera com-
pleta el fondo del saco rectal; éste se abre hasta localizar la fístula, si es que existe.
Al encontrar el segmento que se va a descender, éste se debe disecar hasta que
la longitud sea tal que alcance a llegar a lo que será el nuevo ano, en donde se
efectuará una anastomosis entre el recto descendido y la musculatura que se en-
cargará de la continencia.
La utilidad del procedimiento se reconoce casi en la totalidad de las anomalías,
pues según el tipo de malformación se sugiere efectuar una operación formal o
470 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 30)
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472 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 30)
GENERALIDADES
relacionadas con la inervación distal son muy obvias. Estas molestias giran en
torno al prolapso rectal y uterino que suele haber, más la falta de movilidad de
las extremidades y la presencia de una tumoración de aspecto deprimente.
Ambos términos, meningocele y mielomeningocele, se originan de modo tácito
de otro totalmente distinto, denominado espina bífida (figura 31–1). Esta última
malformación se define como la formación incompleta del arco anterior o posterior
de los cuerpos vertebrales; de modo clásico se ha dividido en no quística u oculta,
cuando el defecto no condiciona protrusión de las meninges y abombamiento con-
secuente de planos cutáneos y subcutáneos, y en quística, cuando el defecto se hace
aparente de modo clínico. Para identificar los casos de espina bífida no quística en
ausencia de estigmas cutáneos se debe practicar un estudio radiológico.
473
474 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 31)
Figura 31–1. Defecto lumbosacro gigante que ocupa más de la mitad de la extensión.
ocasiones en cuello (figura 31–2). En más de la mitad de los casos existe deformi-
dad aparente de las extremidades; en 5 a 10% se encuentran malformaciones gra-
ves en otros niveles. Los defectos toracolumbares se acompañan de paraplejía
flácida, sin luxación de la cadera o deformidad de las extremidades inferiores. En
los defectos de los segmentos lumbares inferiores hay una preservación de la fun-
cionalidad de los flexores y abductores de la cadera, pero existe debilidad de los
extensores y una función limitada de las articulaciones de la rodilla y del tobillo.
Los defectos del tubo neural son malformaciones congénitas comunes, con una
incidencia de 1 a 1.5 afectados por cada 1 000 recién nacidos, aunque los datos
recién aportados por la literatura inglesa refieren que la incidencia ha disminuido
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
de manera por demás notoria. Se ha observado que en los últimos años la frecuen-
cia de la anencefalia ha disminuido de 2.5 a 0.52 casos por cada 1 000 nacidos
vivos, la espina bífida de 3.0 a 0.58 casos por cada 1 000 y los defectos del tubo
neural de 1.5 a 0.45 casos por cada 1 000 nacimientos.10 Según la altura del defec-
to se generan tres grandes problemas: parálisis intestinal y vesical, alteraciones
sensoriales y motoras de las extremidades inferiores, y disturbios ortopédicos,
como escoliosis grave.3
Con relativa frecuencia el mielomeningocele se llega a complicar con proble-
mas circulatorios, como trombosis del sistema venoso profundo de las extremi-
dades inferiores, lo que al final se traduce como edema, hipotermia y cianosis dis-
tal de la extremidad afectada.1
Asimismo, estas malformaciones, sobre todo las complejas, se acompañan de
disfunción del tallo cerebral que se manifiesta por estridor, disfagia y apnea, y por
476 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 31)
DIAGNÓSTICO
Este tipo de anomalías, como la mayoría de las enfermedades cuya principal ca-
racterística es presentarse como defectos quísticos, se diagnostican en la actuali-
dad antes del nacimiento a través de ultrasonogramas obstétricos que se hacen de
rutina en casi todos los consultorios. Al nacer la identificación del defecto es rela-
tivamente sencilla, pero en ocasiones no lo es tanto, pues algunas tumoraciones
Meningocele y mielomeningocele 477
Figura 31–3. Mielomeningocele toracolumbar que se puede inferir por el pequeño pro-
lapso rectal.
TRATAMIENTO
El niño que padece un defecto del tubo neural, pero en especial quien padece mie-
lomeningocele, debe afrontar cuatro problemas capitales; cada uno de ellos posee
una problemática y, por ende, un pronóstico distintos. Estos cuatro problemas in-
cluyen los inherentes a la piel, los del sistema nervioso central, los del sistema
genitourinario y los del sistema musculosquelético. Debido a que esta unidad di-
dáctica se dirige a especialistas en cirugía de niños, sólo se hace énfasis en los dos
primeros rubros, pues los restantes serán férula de especialistas.
En relación con los problemas de la piel, destaca de manera primordial la inter-
vención quirúrgica, la que antaño albergaba grandes conflictos éticos y morales,
los cuales quedaron disipados de modo definitivo al expandirse el concepto de
maltrato al menor.
De acuerdo con investigaciones recientes, la edad ideal para operar a estos pa-
cientes es dentro del periodo neonatal inmediato, es decir, dentro de la primera
semana de vida. Los objetivos principales al instituirse la intervención quirúrgica
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
sea tan frágil (piel de cebolla) que la amenaza resulte constante, incluso cuando
se cubre con gasa no humedecida. Cuando el defecto está roto la morbilidad se
eleva casi de manera invariable, se practique o no la operación definitiva.
Entre las complicaciones más frecuentes se refiere la infección; los microorga-
nismos más comunes han sido estafilococo, E. coli, Pseudomonas y Proteus.
La fístula raquídea ocurre de modo ocasional, pero en especial cuando existe
aumento de la presión intracraneal. Con relativa frecuencia esta eventualidad re-
quiere punciones repetidas si no se cuenta por el momento con la válvula de deri-
vación.
Desde la década de 1990, con la experiencia que obtuvo el grupo de Harrison,
de la Universidad de San Francisco, se propuso manejar este tipo de malforma-
ciones mediante el diagnóstico prenatal y la cirugía in utero, y desde 1994 se esta-
bleció la posibilidad del drenaje in utero de la hidrocefalia que acompaña a algu-
nos defectos del tubo neural,11 así como el acceso a los defectos de manera directa
mediante laparotomía y uterotomía materna, para la corrección del defecto.12,13
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482 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 31)
32
Teratoma sacrococcígeo
Carlos Baeza Herrera, Marcos Salvador Baeza Herrera,
Gabriela Almazán Bonora
GENERALIDADES
483
484 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 32)
Figura 32–2. Otro aspecto de la tumoración, caracterizada por los lóbulos que la consti-
tuyen. A diferencia de otros, en éste la piel es normal.
sexo femenino con una relación de 4:1 respecto al sexo masculino, pero cuando
la tumoración es maligna la diferencia no es notoria entre un sexo y otro. La im-
portancia de estas neoplasias radica en que poseen un potencial de malignidad
importante. Es mucho menos frecuente la variedad maligna; predomina en indi-
viduos mayores, en los que portan la tumoración desde el nacimiento porque no
fue identificada debido a que es un componente primordialmente intraperitoneal
o presacro, porque la masa que se presentó desde el nacimiento no era muy grande
y porque no se buscó el auxilio médico de manera oportuna. En México práctica-
mente no existen reportes, y el más conocido sólo incluye 12 casos, una cifra que
es similar a la que nosotros teníamos en esa época. El estudio refiere una sobre-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Figura 32–3. Faceta distinta; no existen vasos dilatados ni lobulaciones y la piel es nor-
mal.
486 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 32)
Figura 32–4. Bebé que en posición de decúbito ventral muestra el acompañante tumo-
ral. Se trata de un teratoma sacrococcígeo cuyo peso era de 700 g.
Figura 32–6. Tomografía axial que muestra, entre los datos importantes, una tumora-
ción de gran tamaño que posee un componente preponderantemente extrapélvico y
áreas quísticas.
DIAGNÓSTICO
La mayor parte de los tumores que se observan en la etapa neonatal son volu-
minosos y aproximadamente 10% de ellos son malignos al nacimiento.17 En lo
relacionado con la histología, están presentes células de estirpe múltiple inmadu-
ras o incluso tejido blastémico, por ejemplo, de la neuroglía, nefrogénico o hepá-
tico. En ocasiones existe tejido procedente del saco vitelino, el cual tiene impor-
tantes implicaciones pronósticas.
La resección quirúrgica completa es un requisito obligado para aspirar a un
pronóstico favorable; hay que extirpar el cóccix junto con el tumor, a fin de evitar
posibles recurrencias.
El teratoma presacro, de acuerdo con la revisión efectuada por la sección qui-
rúrgica de la Academia Americana de Pediatría,13 constituye una variedad del te-
ratoma sacrococcígeo y es probable que su frecuencia sea todavía menor que la
del teratoma sacrococcígeo clásico; asimismo, puede aparecer de manera simul-
tánea con el meningocele presacro. Es usual que esta variedad de teratoma sacro-
coccígeo cause estreñimiento como manifestación única, además de que en algún
momento se puede acompañar de otras malformaciones, como deformidad sacra,
por lo general tipo “cimitarra”, y malformación anorrectal, en cuyo caso adopta
el nombre de tríada de Currarino.15 Esta asociación quizá tiene una explicación
etiopatogénica distinta, ya que es posible que la neoplasia intervenga de manera
definitiva para que haya estenosis rectal. Posee un patrón genético de expresión
dominante.16 En ocasiones este tumor se acompaña de un componente maligno,
que puede manifestarse clínicamente por dolor abdominal, dificultad para orinar,
estreñimiento, presencia de tumor glúteo e inguinal, seno de línea media sacra,
imposibilidad para caminar y déficit neurológico grave.12
TRATAMIENTO
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
De acuerdo con nuestra experiencia, la que está constituida por al menos 15 casos
manejados en los últimos 15 años, se requieren ciertas condiciones para operar
este tipo de neonatos. En primer término están un conocimiento cabal de la anato-
mía anorrectal y los fundamentos mínimos que la cirugía oncológica exige, de
manera que cuando el cirujano, por motivos que tienen que ver con la extensión
de la tumoración, aprecia que el aparato de la continencia se encuentra compro-
metido o que haya tejido neoplásico sospechoso, deberá hacer una reconstruc-
ción tan meticulosa que proponga un pronóstico funcional promisorio para cuan-
do el bebé crezca y extirpe el tejido tumoral adyacente si fuera el caso. En
segundo lugar, hay que conocer acerca del posible comportamiento futuro de la
neoplasia y tener la entereza para manejar a ese menor por al menos 10 años des-
pués de haber extirpado el teratoma.
490 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 32)
uno de los más difundidos, pero en ocasiones, en especial ante recidiva neoplási-
ca, es conveniente agregar adriamicina, bleomicina y BCNU. Se demostró re-
cientemente que el esquema que se basa en el platino resulta en una mejoría noto-
ria del pronóstico de los niños que sufren teratoma sacrococcígeo.26
El tratamiento del teratoma presacro se instituye de manera tradicional por
medio de la utilización de incisiones sacras, con o sin laminectomía, si se acom-
pañan de meningoceles abdominales y mixtos; sin embargo, todo ello tiene serios
inconvenientes, en especial cuando la tumoración se acompaña de malformación
anorrectal, como la estenosis, en la que han de efectuarse dos o más operaciones.
No obstante, las recientes aportaciones, donde se aplica el abordaje sagital poste-
rior,16 han demostrado que ambos procedimientos se pueden realizar en el mismo
tiempo quirúrgico, además de que las recidivas, frecuentes al utilizar otras técni-
cas, disminuyen de manera sustancial.
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33
Trauma fetal
Heladio Marino Nájera Garduño, Carlos Baeza Herrera,
Armando R. Jaimes Pérez
INTRODUCCIÓN
493
494 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 33)
muchas veces el primer contacto ante una contingencia y es quien refiere a la pa-
ciente al cirujano general, el pediatra es interconsultante y, por último, el cirujano
de niños vigila si el producto presenta alguna complicación que deba solucio-
narse mediante intervención quirúrgica.
La mujer gestante ha sufrido accidentes desde el inicio mismo de la humani-
dad, pues casi en ninguna cultura la gestación ha sido motivo para que interrumpa
sus actividades; igual que el tratamiento ha evolucionado en otros individuos, la
mujer embarazada no es la excepción.25
Los traumatismos en la gestante se reconocen como una importante causa de
efectos adversos tanto en la madre como en el producto, cuyas causas suelen ser
muy variadas, por ejemplo caídas, golpes, asaltos y percances en accidentes de
tránsito. Un estudio reciente incluyó 16 estados de EUA para analizar las muertes
fetales relacionadas con algún tipo de traumatismo y se determinó que los meca-
nismos más frecuentes en 150 productos afectados se relacionaron con colisio-
nes, lesiones por arma de fuego y caídas; del total, en 23% de los casos no fue
posible definir la causa. El motivo más frecuente de muerte fue la lesión placenta-
ria, la cual se observó en 100 de las 150 pacientes estudiadas.
En 1960 se calculó que entre 6 y 8% de las mujeres embarazadas sufrían algún
accidente; esta cifra es muy conservadora y tímida si se considera que, indepen-
dientemente de su estado, la mujer es mano de obra activa.
En un estudio efectuado en 1971 se analizaron más de 200 mujeres gestantes
y se observó que la muerte de la madre era la primera causa de muerte del feto.2
Según este informe, los mecanismos de lesión uterina y fetal mejor conocidos son
el intento de suicidio, los accidentes, el homicidio consumado y los conflictos bé-
licos,3 los cuales se clasifican en traumatismos contundentes no penetrantes y pe-
netrantes.
El traumatismo contundente puede ser ocasionado por un sinfín de razones,
entre las que destacan colisiones, volcaduras, atropellamientos, violencia intrafa-
miliar, caídas, agresiones, riñas y otros.
Especialmente en las primeras fases de gestación el feto está bien protegido
de los traumatismos recibidos por el abdomen de la madre, pero en las postrime-
rías del embarazo el útero es tan prominente que resulta vulnerable a cualquier
tipo de impacto.
La muerte fetal secundaria a traumatismo materno se relaciona con la muerte
de la madre, las heridas penetrantes, las fracturas pélvicas por lo general inesta-
bles, la rotura uterina, el estado de choque profundo de la madre acompañado de
perfusión placentaria deficiente o el desprendimiento completo de la placenta.
Cualquier traumatismo sufrido por la mujer gestante, incluidos los considerados
como menores, puede provocar hemorragia intensa e hipoxia en la madre, vaso-
constricción de la arteria uterina y la consiguiente reducción del volumen de per-
fusión hasta 20% antes de que se instalen las primeras manifestaciones clínicas,
Trauma fetal 495
lo cual podría resultar en muerte del producto. Otras veces la pérdida del niño
obedece a fractura de cráneo y hemorragia intracraneal.4,5
Recientemente se revisaron y analizaron los expedientes de 25 mujeres emba-
razadas que sufrieron algún traumatismo; en 16 casos (64%) fue consecuencia de
algún tipo de accidente vial; en cuatro (16%) se debió a quemaduras, dos (8%)
de las afectadas fueron víctimas de asalto y en tres casos fue producto de herida
abdominal por arma blanca, proyectil de arma de fuego o caída.
De las lesionadas por accidente automovilístico, tres ingresaron en estado de
choque y sólo una presentó hemorragia vaginal. En un estudio efectuado en Ca-
nadá se hace referencia a dos casos de muerte fetal secundaria a traumatismo me-
nor de la madre; una de las pacientes se había colocado el cinturón de seguridad
en forma inadecuada y la otra había omitido hacerlo. En Australia se conoció el
caso de una mujer que sufrió rotura del fondo uterino de 8 cm de longitud como
consecuencia del empleo del cinturón de seguridad. La lesión del útero provocó
el desprendimiento de la placenta y del producto.
FISIOPATOGENIA
Anatómicas
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recto revierte la hemostasis normal del embarazo, por lo que puede liberar altas
concentraciones de tromboplastina placentaria o activador de plasminógeno
miometrial, que puede desencadenar la coagulación intravascular diseminada.24
Todos estos cambios inciden en una mayor susceptibilidad del útero y su con-
tenido al traumatismo, pudiendo aparecer rotura uterina, penetración, desprendi-
miento de placenta y rotura prematura de membranas.
Hemodinámicas
Respiratorias
Gastrointestinales
Urinarios
Otros cambios
MECANISMOS DE LESIÓN
Traumatismos cerrados
1. Lesiones directas. Son producidas por golpes directos sobre la pared abdo-
minal, como ocurre con las defensas de los automóviles, el volante, las bol-
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Traumatismos penetrantes
1. Lesiones directas sobre el feto. Como el producto está bien protegido por
los tejidos y estructuras maternas, los daños fetales por traumatismos cerra-
dos son raros; se presentan con más frecuencia a partir del tercer trimestre
de gestación. En caso de fractura de pelvis de la madre las lesiones más fre-
cuentes son las hemorragias intracraneales y la fractura de cráneo.
2. Sufrimiento fetal. Es secundario a las alteraciones hemodinámicas y de
oxigenación maternas. Como se ha dicho, la hipotensión materna conlleva
la hipoperfusión placentaria y, con ello, el sufrimiento fetal. El producto
será diagnosticado por tocografía externa si presenta:
S Desaceleraciones fetales después de las contracciones uterinas.
S Menor variabilidad de la frecuencia cardiaca fetal.
S Frecuencia cardiaca fetal mayor de 160 lpm o menor de 110.
que cuando una mujer gestante viaja en automóvil debe ajustar el cinturón de tal
forma que, ante un percance, impida la compresión violenta del útero. El cinturón
no se debe mover y se requiere que se mantenga a la altura del hombro (articula-
ción acromioclavicular) para que descienda entre ambas glándulas mamarias.
Por su parte, la sección horizontal debe cruzar ambos muslos, a la altura del tercio
superior.
En otro estudio se analizaron 39 embarazadas que sufrieron algún tipo de acci-
dente vial; en ocho casos el impacto fue mortal, debido a hemorragia intraperito-
neal o retroperitoneal. Ahora bien, el hecho de que la madre haya sufrido una le-
sión mortal no significa que el producto también perezca. En 1983 se conoció el
caso del nacimiento del bebé de una mujer declarada legalmente muerte 64 días
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provocan que el líquido amniótico actúe como dispositivo hidráulico que mitiga
y desvanece cualquier onda de energía al trasmitirla en diversas direcciones.
Golan y col.10 publicaron una peculiar serie de 15 casos de gestantes traumati-
zadas, de las cuales cinco tenían fracturas de la rama púbica superior o inferior,
izquierda o derecha, y dos de ellas sufrían también hemoperitoneo o rotura vesi-
cal, o ambos. Se observaron cuatro traumatismos contundentes no especificados, tres
quemaduras y dos caídas de algún tipo. Sólo en dos casos las heridas fueron pro-
ducto de un instrumento punzocortante o de proyectil de arma de fuego. Sólo dos
productos sobrevivieron.
Según Farmer y col.,2 de 32 casos de traumatismo gestacional sólo tres resulta-
ron en muerte del producto; uno por accidente vehicular, otro por intento de suici-
dio al saltar de un segundo piso y el tercero por golpes contusos en el abdomen
durante un asalto.
Las lesiones observadas en la madre fueron fractura pélvica y laceración hepá-
tica en el primer caso y fractura pélvica en el segundo, en tanto que la tercera pa-
ciente resultó ilesa.
Stafford y col.11 reportaron ocho casos que culminaron con la muerte del feto
como resultado de accidentes automovilísticos. La edad de las madres oscilaba
entre los 19 y los 30 años, con promedio de 24. Seis conducían el vehículo y dos
ocupaban el asiento delantero. En todos los casos, de una u otra forma, el impacto
fue frontal; cinco de las ocho afectadas no portaban el cinturón de seguridad. Las
madres sufrieron diversas lesiones; el primer caso presentaba múltiples heridas
faciales, abdominales y de la rodilla, fractura nasal y hematoma retroperitoneal,
que ocasionó el desprendimiento completo de la placenta y hemorragia subpleu-
ral en el producto. En la paciente que resultó ilesa hubo un desprendimiento pla-
centario de 12.5% del radio de implantación; el niño presentaba petequias sub-
pleurales, tímicas y del pericardio. En el tercer caso se observaron contusiones
variadas en el cuello y el tronco; la placenta presentó hemorragia focal y necrosis,
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Figura 33–3. Bebe muerto in utero por herida por proyectil de arma de fuego.
al espacio que ocupa. El útero no grávido, que normalmente no ocupa mucho es-
pacio en la cavidad pélvica, es poco susceptible de sufrir lesiones penetrantes,
pero al término del embarazo no sólo ocupa la totalidad de la excavación pélvica,
sino también casi toda la cavidad peritoneal, de modo que el riesgo de que sea
afectado es alto.
Asimismo, cuando un proyectil de baja velocidad llega a hacer contacto con
el abdomen una gran cantidad de energía es transferida hacia una estructura algo
densa en musculatura, como el útero grávido, lo cual disminuye su capacidad
para afectar otros órganos.14 Sin embargo, está documentado el caso de una ges-
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ciones múltiples del intestino. En otro informe de 1976 se registró cómo una mu-
jer que pretendía interrumpir un embarazo no deseado se produjo una herida con
arma de fuego de pequeño calibre que perforó el colon del producto; sin embargo,
fue operado con resultados satisfactorios.18
DIAGNÓSTICO
TRATAMIENTO
Otras causas, menos frecuentes por supuesto, son el rechazo y el deseo de hacerle
daño a la pareja o a los familiares.26
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34
Persistencia del conducto arterioso
Carlos Baeza Herrera, Adriana Iliana Castillo Aguirre,
Claudia Gómora Vite
GENERALIDADES
509
510 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 34)
Este defecto ha aumentado su frecuencia, entre otras cosas, porque en los niños
graves que además de la malformación son tratados por otra enfermedad más gra-
ve, los cuidados esmerados que brindan en la actualidad las salas de terapia intensi-
va han redundado en un índice mayor de recuperabilidad de niños recién nacidos
que antaño no sobrevivían, y también porque el cuidado de los niños prematuros
ha permitido que día con día los bebés más pequeños tengan una opción de vivir
mayor que antes, porque probablemente la educación médica ha mejorado y la
identificación de la enfermedad es ahora más fácil.
Desde el punto de vista clínico existen dos variedades de la anomalía: la espo-
rádica, cuando la persistencia del conducto arterioso acompaña a otras malforma-
ciones cardiacas más complejas; en cierta forma, esta variedad en ocasiones per-
mite que la forma de expresión del defecto mayor sea más benigna y la gravedad
del cuadro se suavice. La variedad genética no será analizada en este capítulo;
sólo se analizará la variedad esporádica. La frecuencia con que aparece es de un
caso por cada 2 500 a 5 000 recién nacidos vivos; es mucho más común en los
recién nacidos prematuros, por razones inherentes a la inmadurez, en el sexo fe-
menino y en los niños portadores de trisomía 21.
La trascendencia del conducto arterioso radica en que es imprescindible en la
vida fetal porque permite que el producto llegue al término de la gestación; sin
embargo, cuando persiste en la vida posnatal es un peligro potencial debido a las
complicaciones a que puede dar lugar. Una vez concluido el crecimiento y el
desarrollo fetales y que se reconformaron las presiones en las distintas cavidades
cardiacas el problema real es que de manera paulatina, y casi siempre inevitable,
la arteria aorta envía sangre hacia el lecho vascular pulmonar y sobrecarga diastó-
lica ventricular izquierda.
Sin embargo, cuando las presiones cambian, es decir, cuando la presión pul-
monar aumenta por encima de las presión de la aorta, entonces el gradiente trae
como consecuencia que haya paso de sangre de la arteria pulmonar hacia la aorta,
mezclando la sangre venosa con sangre recién oxigenada, lo que trae consigo,
desde el punto de vista hemodinámico, una sobrecarga del ventrículo izquierdo
y, más relevante aún, una mezcla de sangre arterial con la venosa con los subse-
cuentes efectos deletéreos sobre el crecimiento y el desarrollo del niño que sufre
la malformación. Respecto a la morfología de la malformación, el conducto pue-
de ser largo y estrecho, largo y ancho, corto y ancho y en menos de las veces corto
y fino; con base en la morfología es como se va a manifestar desde el punto de
vista clínico.2
DIAGNÓSTICO
término. En estos últimos es en quienes, sin duda alguna, el pediatra hace el diag-
nóstico correcto con sólo escuchar el precordio del paciente. Se encuentra un so-
plo continuo que, en el campo de las onomatopeyas, semeja ser un chorro de va-
por y conlleva el nombre de Gibson. No existe cianosis, y conforme el paciente
crece existen estigmas en su somatometría, que afectan primero su escala ponde-
ral y luego su estatura. La insuficiencia cardiaca en estos niños es distinta a las
manifestaciones que aporta la insuficiencia cardiaca en edades mayores. Cuando
un niño pequeño la sufre se manifiesta por decaimiento, diaforesis cuando come,
hepatomegalia y ritmo de galope, pero pocas veces hay edema.3
El precordio y los pulsos son hiperactivos. Con esos datos el clínico está obli-
gado a efectuar los estudios correspondientes para confirmar la primera impre-
sión diagnóstica. El recurso más confiable es la ecocardiografía Doppler, en la
que se aprecian de manera muy clara el defecto, el patrón de flujo, el grado del
cortocircuito, las dilatación de cavidades y la relación entre la aurícula izquierda
y la aorta.3 Otros medios, como el cateterismo, se deben reservar para el caso de
que el cuadro sea atípico o exista hipertensión pulmonar. La tele de tórax sirve
para orientar en el inicio del abordaje; suele mostrar cardiomegalia de diversos
grados, a expensas de cavidades izquierdas, arteria pulmonar prominente y flujo
pulmonar aumentado.
TRATAMIENTO
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35
Lo elemental en cirugía neonatal
mínimamente invasiva. Aspectos
generales en toracoscopia y
laparoscopia neonatal
René Carmona Barba, Ricardo Ordorica Flores,
María Gabriela Jiménez Méndez
HISTORIA DE LA LAPAROSCOPIA
Y LA TORACOSCOPIA NEONATAL
515
516 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 35)
CONSIDERACIONES FISIOLÓGICAS
Control térmico
El gas insuflado produce una disminución de la temperatura corporal central y
se correlaciona directamente con la duración del procedimiento: cuanto más dure
una cirugía, más tendencia a la hipotermia.
Efecto hemodinámico
De acuerdo a la presión de insuflación hay compresión de la vena cava inferior
(8 mmHg;) a presiones muy bajas más bien se favorece el retorno venoso, pues
Lo elemental en cirugía neonatal mínimamente invasiva 517
Figura 35–2. Dr. Thom E. Lobe, Chairman, Section of Pediatric Surgery. Professor of
Surgery, Pediatrics and Preventive Medicine. The University of Tennessee. Dr. Jaime
Nieto Zermeño, pionero de la cirugía endoscópica infantil en México. Director de Ense-
ñanza del Hospital Infantil de México “Federico Gómez”.
la presión intraabdominal elevada “escurre” las venas del lecho esplácnico; sin
embargo, conforme la presión intraabdominal aumenta (> 8 mmHg), se compri-
me la vena cava inferior y se disminuye el retorno venoso, hasta el punto que se
hace evidente con eventos de hipotensión arterial.
Efecto respiratorio
La presión intraabdominal elevada también produce un efecto restrictivo sobre
el tórax y dificulta la ventilación del paciente, manifestándose con retención de
CO2 e hipoxemia.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
En los neonatos se han visto mayores niveles de absorción de CO2, lo que ex-
plica desde otro punto de vista la hipercapnia y la acidosis respiratoria. Se ha pro-
puesto que es debido a la mayor superficie de área corporal de la cavidad perito-
neal y/o pleural respecto al peso corporal, además de que se facilita su absorción
por la permeabilidad aumentada al tener menos grasa y los vasos más próximos
a su recubrimiento seroso. Estos problemas se deben anticipar, y se pueden con-
trarrestar al aumentar la ventilación minuto y la fracción inspirada de oxígeno,
para así “barrer” el CO2, lograr bajar los niveles de hipercapnia y mejorar la desa-
turación, según el criterio del anestesiólogo pediátrico. Hay estudios que indican
que es necesario aumentar la ventilación minuto entre 20 y 50% para mantener
la normocapnia.
Además, se podrían generar atelectasias debido a la parálisis temporal que su-
fre el diafragma por el neumoperitoneo, y que se hacen evidentes al terminar el
518 Temas selectos de cirugía neonatal (Capítulo 35)
ABORDAJE
Procedimientos quirúrgicos
Atresia esofágica
La primera corrección toracoscópica de una atresia esofágica sin fístula se repor-
tó por Lobe y col. en 1999, en EUA, y en Francia, por Allal y col., el caso de una
Lo elemental en cirugía neonatal mínimamente invasiva 519
Figura 35–3. Trocar umbilical, incisión umbilical con hoja 11 para disecar con tijera
Mayo para evitar accidentes. El primer trocar se debe introducir invariablemente bajo
control visual en la cavidad peritoneal, preferentemente sin punta, para evitar el tan temi-
do accidente de lesión vascular.
atresia esofágica tipo III. En 2000 Rothemberg reportó el caso de una atresia eso-
fágica con fístula traqueoesofágica distal, y en 2002 Bax y van der Zee fueron
quienes publicaron la primera serie.6 En el Hospital Infantil de México se realizó
la primera reparación exitosa de atresia esofágica tipo III en el año 2003. Riquel-
me y col. reportaron en el Congreso Internacional de Cirugía Endoscópica, en
mayo de 2010, la experiencia de la reparación toracoscópica de las atresias de
esófago en México, indicando que hubo tres pacientes de 2005 a 2009, conclu-
yendo que, de todas las patologías factibles de ser resueltas por cirugía de mínima
invasión en el periodo neonatal, la atresia de esófago es de las más difíciles de
dominar, y su complejidad radica en el espacio para maniobrar el instrumental,
lo que dificulta llevar a cabo la anastomosis esofágica.7
La reparación por toracotomía de la atresia esofágica conlleva complicaciones
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
como fusión costal, escoliosis, deformidad de la pared costal y daño a los nervios
costales.8
La técnica se puede resumir en los siguientes pasos:
Hernia diafragmática
Figura 35–4. Hernia diafragmática con saco. Los trocares deben colocarse siempre
bajo el principio del diamante de béisbol.
Figura 35–5. Las figuras superiores muestran distintas posiciones utilizadas para ciru-
gía de mínima invasión. La inferior esquematiza la incidencia de la iluminación, la posi-
ción de los cirujanos y de la asistente, así como el número de puertos
desde 1912. Sin embargo, con este abordaje se ha reportado un alto índice de difi-
cultades técnicas para exponer el píloro, teniendo que ampliar la herida y consu-
miendo más tiempo quirúrgico. Se han publicado otros tipos de abordaje, como
Lo elemental en cirugía neonatal mínimamente invasiva 523
Atresias intestinales
Malrotación intestinal
tanto en adultos como niños. Hay un estudio publicado en mayo de 2010 compa-
rando los resultados del procedimiento de Ladd laparoscópico vs. abierto en ni-
ños e infantes, y sus resultados a corto plazo favorecen el abordaje laparoscópico,
con menos estancia hospitalaria e inicio de la vía oral más rápido, sin incrementar
el tiempo operatorio, por lo que se concluye que es un procedimiento seguro y
eficaz.28 Hay autores que mencionan la necesidad de conversión si hay volvulus
presente.
Enfermedad de Hirschsprung
Los neonatos con megacolon congénito, ya sea que tengan un colon por enema
que muestra una zona de diferencia de calibre, que podría corresponder a una
zona de transición, o una clínica muy sugestiva de la enfermedad, son candidatos
a realizarles una biopsia rectal por aspiración; en el caso de ser negativa para célu-
las ganglionares, se preparan para realizar un descenso del segmento colónico
ganglionar, para el cual se han descrito varias técnicas mínimamente invasivas.
La más popular es el procedimiento descrito en 1998 por De La Torre–Mondra-
gón, el cual consiste en un descenso endorrectal transanal (DERTA), sin necesi-
dad de un abordaje abdominal y con resultados funcionales y estéticos satisfacto-
rios. Sin embargo, cabe mencionar otras técnicas asistidas por laparoscopia para
el manejo de esta patología.
DERTA videoasistido
Descenso endorrectal transanal asistido por laparoscopia. Lo primero que se les
realiza es un mapeo colónico por laparoscopia, para confirmar histológicamente
Lo elemental en cirugía neonatal mínimamente invasiva 525
Malformaciones anorrectales
Patología anexial
En los casos de quistes de ovario la cistectomía, o incluso la ooforectomía cuando
es necesaria, se pueden realizar mediante laparoscopia o videoasistida utilizando
la incisión umbilical para realizar el procedimiento necesario.34
La laparoscopia ofrece la ventaja de confirmar el diagnóstico y realizar el dre-
naje del quiste de forma percutánea bajo visión directa, dado que podría tratarse
no de un quiste de ovario, sino de una duplicación intestinal, con las complicacio-
nes que conllevaría realizar un drenaje percutáneo bajo control sonográfico sola-
mente en una situación con un diagnóstico erróneo.35
CONCLUSIONES
Dado que hoy en día se cuenta con la experiencia quirúrgica de las principales
patologías del recién nacido, un centro médico que desee iniciar con cirugía míni-
mamente invasiva neonatal debe contar no sólo con la capacidad en infraestruc-
tura, sino que es mandatario contar con una adecuada experiencia en cirugía lapa-
roscópica y, sobre todo, poder distinguir qué paciente se puede beneficiar de este
tipo de procedimientos, lo que conllevaría el éxito o el fracaso de la cirugía. Se
debe contar con un equipo integral conformado por una UCIN, un anestesiólogo
pediatra, un cirujano pediatra especialista en laparoscopia, y además que el neo-
nato esté en las condiciones adecuadas para poder realizar el procedimiento.
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Índice alfabético
529
530 Temas selectos de cirugía neonatal (Índice alfabético)
crisis deficiencia
convulsiva, 65, 113 de ácido fólico, 18
de isquemia, 241 de oligoelementos, 30
de sepsis recurrente, 403 de vitamina
diarreica, 432 D, 306
cromo, 30 E, 40, 306
nutricional materna, 19
déficit neurológico, 489
D deformación
craneofacial, 44
dactinomicina, 490 labiopalatina, 44
daño degeneración
fetal, 500 axonal, 255
534 Temas selectos de cirugía neonatal (Índice alfabético)
cordis, 44 neuromuscular, 57
renal, 157 por reflujo gastroesofágico, 261,
cruzada, 157 521
edema quística, 151
cerebral, 191 reemergente, 167
de la pared renal, 46, 122
abdominal, 126, 379 poliquística, 126
intestinal, 126, 379, 415 respiratoria en la lactancia, 158
muscular, 345 urológica, 156
pulmonar, 194, 227 enfisema
embarazo gemelar, 19 gástrico intersticial, 254
empiema pleural, 74, 235 lobar, 185, 198
encefalocele, 99, 205 pulmonar, 196
536 Temas selectos de cirugía neonatal (Índice alfabético)
ERRNVPHGLFRVRUJ