HUARAZ - 201
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN.............................................................................................................3
3. FUNDAMENTO DE LA REBELDÍA.......................................................................9
CONCLUSIONES...........................................................................................................26
BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................................28
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INTRODUCCIÓN
La rebeldía es una modalidad de inacción del demandado que se configura no con la
ausencia de este en el proceso sino con la omisión para contestar la demanda dentro del
plazo señalado. En esta línea, manifestamos que la declaración de rebeldía tiene que
responder a ciertos presupuestos. Uno de ellos es la notificación válida y oportuna al
demandado, esto es, la citación debe ser practicada en debida forma, en el domicilio de la
parte. Otra situación a contemplar es la verificar que la rebeldía se declare una vez
transcurrido el plazo para la contestación de la demanda.
Del mismo modo, señalamos que la rebeldía no necesita petición de parte contraria; el
juez debe declararlo de oficio en aras de impulsar el proceso por sí mismo a fin de evitar
la demora de este. La demanda, pues, no impone al demandado obligación de
comparecer, sino simplemente la carga de hacerlo, es decir, un imperativo de su propio
interés, que puede o no levantar según le parezca lo más conveniente.
En nuestros días, se aprecia los conceptos muy similares que guarda la figura de la
rebeldía en nuestro ordenamiento procesal, para muchos autores, la rebeldía no es otra
cosa que la no comparecencia del demandado frente a un proceso en un tiempo
determinado. Esta es una concepción difundida y la más usual. Seguramente si tomamos
un diccionario de la Real Academia Española, la óptica será diversa, pero para nuestros
intereses nos incumbe la concepción legal.
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1. CONCEPCIÓN DE LA REBELDÍA
La rebeldía ha sido entendida de distintas formas a lo largo de la historia. La Ley de las
XII Tablas da cuenta de la institución entendiéndola como la desobediencia del
demandado por no acudir a la citación que efectuaba el magistrado. Si no se apersonaba,
se llamaban testigos y se le aprehendía y así era conducido ante el magistrado.
Posteriormente se consideró como una obligación, por lo que si no comparecía y
contestaba la demanda debía purgar la rebeldía pagando una multa. Modernamente ya no
es considerada como una desobediencia, sino como una carga, como tal es una facultad de
la parte en aras de una mejor defensa, pero de incurrir en la rebeldía le ocasi onará
desventajas procesales.
Para Vergé, esta segunda situación en la que pudieran verse involucrados tanto
demandante como demandado, no sería estrictamente considerada como rebeldía,
entendida como incomparecencia inicial. Tampoco sería considerado como rebeldía si el
demandado se apersona, pero no contesta la demanda dentro del término de ley.
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Advertimos una noción estricta y una noción amplia de la rebeldía. En sentido estricto,
se trata de la situación de desobediencia del litigante por no acudir a la citación efectuada
por el juez. Evidentemente, se trata del demandado que ante la citación con la demanda
hace caso omiso al llamado de la autoridad para que se apersone y conteste la demanda.
En un sentido amplio, se trataría de aquella situación de desobediencia del demandado o
del demandante, ante la citación por parte del juez, para determinados actos procesales
durante la secuela del proceso, donde es necesario que ejercite su derecho de defensa.
Nos parece atinada la diferencia que establece Gallinal, entre el acuse de rebeldía y la
declaración de rebeldía: “No hay que confundir el acuse de rebeldía, que es el decaimiento
de un derecho, con la declaración de rebeldía. En la rebeldía, la parte no es notificada sino
excepcionalmente de las resoluciones. En el decaimiento (…) se ha perdido un der echo,
que se ha dejado de usar, pero la parte continúa actuando en el expediente y es notificada
en la forma ordinaria de todas las providencias y resoluciones. En este el juez da por
acusada la rebeldía con respecto al acto concreto; en aquella es declarada la rebeldía con
respecto a todo el juicio”.
Nos ayuda a precisar, aún más, esta necesaria distinción entre el acuse de rebeldía y la
declaración de rebeldía, Palacio, cuando señala: “La rebeldía no debe confundirse con la
omisión en que puede incurrir cualquiera de las partes en el cumplimiento de actos
procesales particulares (inactividad procesal específica), pues esa actitud solo determina
la pérdida de la oportunidad de ejecutar el acto omitido y la correlativa caducidad de la
facultad no ejercida dentro del plazo pertinente (principio de preclusión), pero no genera,
como ocurre con la rebeldía, efectos que repercuten en la estructura total del proceso”.
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Hemos señalado, al desarrollar el tema del emplazamiento, que este comprende la citación
y el emplazamiento al demandado y, para nuestro sistema procesal, la rebeldía del
demandado se produce por el hecho de no contestar la demanda, después de haber sido
citado y emplazado válidamente, por cuanto se asume la sinonimia de ambas expresiones.
Sin embargo, la doctrina privilegia el simple apersonamiento como condición para que el
demandado no incurra en rebeldía. El reverso de la comparecencia es la rebeldía. Así,
Vergé señala que en el caso del demandado, la rebeldía se produce por “su ausencia e
inactividad inicial, transcurrido el plazo para comparecer y personarse en el proceso”.
Obedece a un dato objetivo que es la incomparecencia, independientemente del dato
subjetivo de la voluntariedad, que es irrelevante.
2. NATURALEZA JURÍDICA
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Ejemplo de lo primero lo tenemos en el proceso formulario del Derecho Romano, en el
que contra el contumaz se dictaba sentencia en contra suya; de la segunda concepción la
tenemos en el Derecho Romano posclásico, justinianeo, Derecho Canónico, en la que ante
la situación de contumacia, el proceso proseguía y el resultado dependía de lo fundada o
probada que esté la demanda.
Nuestro Código Procesal Civil, asume una posición intermedia, ya que si bien considera
que no se trata de una obligación el contestar la demanda, tampoco la asume como una
“simple inactividad”. En efecto, la contestación de la demanda la considera como una
carga procesal, que no es una obligación. Mas, como carga procesal, el no contestar la
demanda, si bien no se le aplicarán sanciones ni puede obligarse al demandado a que
conteste la demanda, se le declarará rebelde y, ello, puede traer como consecuencia la
posibilidad del juzgamiento anticipado del proceso, evidentemente a favor del
demandante, con base en la presunción relativa de verdad.
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Por otro lado, recordemos que nuestro Código Procesal Civil señala la eventualidad que
el demandante también se coloque en situación de rebeldía, al igual que el demandado,
cuando notificado de la renuncia de su apoderado o de su abogado, no cumple con
comparecer en el proceso. En estos casos, ambas partes, pueden ser declarados rebeldes,
aun cuando son distintas las consecuencias que puede sufrir el demandado por no
contestar la demanda.
Reimundin, hace un recuento de las distintas teorías que tratan de explicar la naturaleza
jurídica de la rebeldía:
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c. Teoría de la autodeterminación: Así como se tiene derecho a cooperar con
el proceso, de la misma forma se tiene el derecho de abstenerse. La abstención
es el no ejercicio de la facultad de obrar, porque cada cual es libre de auto
determinarse.
3. FUNDAMENTO DE LA REBELDÍA
Desde la perspectiva del demandado, en el supuesto de que el que incurra en rebeldía sea
el demandante, también podría perjudicar su derecho a que se emita un pronunciamiento
definitivo que lo libere de la pretensión planteada por el demandante.
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4. REQUISITOS PARA LA DECLARACIÓN DE REBELDÍA
Para la declaración de rebeldía se requiere que se configuren los siguientes presupuestos:
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Donde puede existir dificultades es con algunos entes no personificados, o conjunto
de personas que actúan en la sociedad como si fuesen personas jurídicas, pero no lo
son porque no están inscritos en los Registros Públicos, y que si bien para el
sistema jurídico constituyen un sujeto de derecho, debe entenderse la demanda con
todos sus integrantes, como sería el caso de una asociación no inscrita, sociedad no
inscrita y también podemos incluir a los denominados patrimonios autónomos
(sociedad conyugal y sucesión indivisa).
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(lugar que figura en el estatuto y, consecuentemente, inscrito en los Registros
Públicos), entre otros señalamiento del domicilio del demandado, para evitar en lo
posible que se sigan los procesos con desconocimiento de su existencia por parte de
estos. Si el demandante ignora el domicilio del demandado, expresará esta
circunstancia bajo juramento, que se entenderá prestado con la presentación de la
demanda (inc. 4, artículo 424 del CPC).
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apersona, señala domicilio y abogado que lo representará, aun cuando no conteste la
demanda.
Verge, considera que esta es una situación que se asimila a la rebeldía, pero
que técnicamente no correspondería, si se entiende la rebeldía como
incomparecencia inicial. Señala el autor: “Se asimila a la rebeldía la falta de
designación de nuevo abogado o de nuevo apoderado, cuando los primeramente
designados han concluido su mandato renunciando al cargo y, además, han
transcurrido los plazos señalados en el art. 79 (del CPC) sin haberse nombrado
otros. De hecho, aquí no se trata de incomparecencia inicial, sino de inactividad
sobrevenida, puesto que el litigante ya compareció en el proceso (por lo que conoce
su existencia). Los cambios en su actividad procesal después de su comparecencia
pueden tener efectos asimilables a los que produce la rebeldía (p.e. la ficta
confessio), pero no se trata, en sentido técnico, de rebeldía, de incomparecencia inicial
que puede ser debida a desconocimiento del emplazamiento y del proceso y que
requiere un trato específico. La inactividad sobrevenida ha de reputarse siempre
voluntaria salvo, claro está, que existan defectos en los actos de comunicación, lo cual
también tiene su propio régimen de ineficacia (...)”.
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necesariamente por un abogado, efectivamente, cualquier abogado que designe la
parte. Ante la renuncia del abogado que la misma parte ha designado, debe proceder
a designar a otro abogado. De no hacerlo, su actuación dentro del proceso será
limitadísima y eso es lo que se quiere evitar, por ello el apercibimiento de ser
declarado rebelde. Es evidente que esta situación concreta, respecto del
iniciado avance y culmine rápidamente.
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b. No contestación de la demanda o abandono
Una vez citado el demandado con la demanda, este puede adoptar las siguientes
conductas: a) Se apersona y contesta la demanda, admitiendo o negando los hechos
expuestos por el demandante; b) Se apersona ante el órgano jurisdiccional, pero no
contesta la demanda, y c) No se apersona ni contesta la demanda. Para nuestro
sistema jurídico procesal, solo en el primer supuesto no se declarará la rebeldía del
demandado; en los dos supuestos últimos se declarará rebelde al demandado. Nuestro
Código Procesal Civil ha optado por esta posición, de tal forma que no será
suficiente apersonarse par
evitar la rebeldía; debe contestarse la demanda como única forma de evitar que se
declare rebelde al demandado.
Sin embargo, la rebeldía es una situación procesal en que también puede incurrir el
demandante, cuando no comparece dentro de los cinco días de notificado con la
conclusión del patrocinio de su abogado o la renuncia de su apoderado. Es evidente
que las consecuencias procesales en estos casos son diferentes, ya que estarán referidas
únicamente a las notificaciones de los actuados judiciales. En esta última situación
también puede quedar comprendido el demandado. A estas situaciones se refiere la
doctrina cuando señala el abandono del proceso. No se trata de la desatención de los
futuros actos procesales (abandono propiamente dicho), sino a situaciones
expresamente señaladas en la ley. Se trataría de cualquiera de las dos partes
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que, habiéndose apersonado, no comparecen ante la renuncia de sus abogados o
apoderados que estaban atendiendo el caso.
El proceso puede desarrollarse sin la presencia de una de las partes, siempre que
haya sido debidamente emplazado con la demanda en el caso del demandado o
emplazado cualquiera de las dos partes dando cuenta de la renuncia de sus abogados
o apoderados. Si no comparece una de las partes se le declarará rebelde.
Nuestro proceso es de naturaleza mixta; sin embargo, tiene una predominancia del
sistema inquisitivo, brindándole al juzgador amplios poderes de dirección del
proceso. Por ello, la declaración de rebeldía puede ser a petición de parte o de oficio,
comprobado que se venció el plazo para la contestación de la demanda o el plazo para
la comparecencia de la parte, ante la conclusión del patrocinio del abogado o
renuncia del apoderado.
El acto procesal que producirá efectos es la resolución que declara rebelde a una de
las partes. De no mediar la resolución en referencia, la rebeldía que es una situación
fáctica no producirá efecto alguno en el proceso.
e. Notificación de la rebeldía
La notificación de la resolución que declara rebelde a la parte, se notificará por
cédula si tiene dirección domiciliaria, conforme lo señala el art. 459 del CPC. El mismo
dispositivo indica que en caso contrario se notificará por edicto. Este último
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supuesto nos parece contradictorio con lo señalado en el segundo párrafo del art.
435. En efecto, si no se conoce la dirección domiciliaria del demandado, se le
notifica el emplazamiento por edicto, pero, bajo apercibimiento de designársele un
curador procesal. Significa ello que, cuando se ignora la dirección domiciliaria del
demandado, no procede la declaración de rebeldía, sino el nombramiento de un
curador procesal. No es posible, pues, que se notifique la declaración de rebeldía de
alguien que no tiene dirección domiciliaria, pues en dicho supuesto, no podrá declararse
la rebeldía, debiendo designársele un curador procesal que lo represente en el proceso.
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b. Limitación de las notificaciones
La declaración de rebeldía ocasiona una severa limitación de las notificaciones de
los actos procesales. El art. 459 del CPC limita las notificaciones al rebelde,
indicando que solo se notificará por cédula la resolución de declaración de rebeldía,
la que declara saneado el proceso, las que citen a audiencia, la citación para
sentencia, la sentencia misma y la que requiera su cumplimiento. Las demás
notificaciones se tendrán por efectuadas el mismo día en que se notifica a la otra
parte.
La notificación es por cédula, es decir, personal. Si no fuere posible, se efectuará la
notificación por edicto. Evidentemente, es una situación excepcional provocada por
la rebeldía por la cual se fija un régimen de notificaciones distinto a una situación
normal.
c. Medidas cautelares
Para la procedencia de una medida cautelar, deberá acreditarse la verosimilitud de la
pretensión, esto es, el fumus bonis juris. Es decir, que la pretensión tenga visos de
verdad, que tenga probabilidad de verdad. Es evidente que ello se logra sobre la base
de los medios probatorios que se anexan a la demanda. Dicha verosimilitud puede
vislumbrarse al declararse rebelde a la parte, y adquirir presunción relativa de
verdad los hechos expuestos o los documentos presentados con la demanda o con la
reconvención. Sin embargo, la sola declaración de rebeldía no obliga al juzgador a
conceder una medida cautelar, ya que la verosimilitud que en este caso se configura
por la presunción de verdad, no es el único requisito para la procedencia de la
medida cautelar. El juez tendrá que examinar el peligro en la demora periculum in
mora y la contra cautela para conceder la medida cautelar.
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Por ello el legislador utiliza la expresión “pueden concederse medidas
cautelares”, constituyendo una facultad del juzgador discernir respecto de la
procedencia de la medida que asegure el resultado del proceso, tanto si lo solicita el
demandante, como el demandado que ha interpuesto reconvención. Pero, es
indudable que la verosimilitud no será un obstáculo para la procedencia, porque esta
se acredita con la declaración de rebeldía y la presunción relativa de verdad que le
produce al Juzgador.
¿En qué momento la parte no rebelde puede solicitar la medida cautelar? El art. 463
del CPC señala: “Declarada la rebeldía pueden concederse medidas cautelares (…)”.
Ello implica que la rebeldía debe ser declarada por el juez a través de una resolución,
sin que sea necesario que esta quede consentida para poder aceptar alguna medida
cautelar solicitada.
Alsina considera que las medidas cautelares proceden por la sola declaración de
rebeldía, atendiendo al efecto que produce la presunción de legitimidad del derecho
que se reclama. Agrega, además, lo que podría ser una interpretación de nuestro
artículo 463 del CPC, que no tendría sentido dicha norma específica para los casos de
rebeldía, si es que se van a exigir los requisitos generales para la concesión de
medidas cautelares. Siguiendo el razonamiento de Alsina, también podríamos
preguntarnos para qué el artículo 463 del CPC, si no se va a establecer ninguna
diferencia con los requisitos generales que son necesarios para la procedencia de las
medidas cautelares.
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El razonamiento, debemos reconocer, es contundente; sin embargo, partimos de la
noción que la presunción de legitimidad del derecho que se reclama, es iuris tantum
y que, por otro lado, no exime del onus probandi al demandante. Por ello, la presunción
relativa de verdad, es decir, si produce convicción de verdad la pretensión que reclama
el demandante (verosimilitud), el juez podrá juzgar anticipadamente el proceso,
declarando fundada la demanda, con mayor razón podrá conceder las medidas
cautelares que solicite la parte no rebelde para asegurar el resultado del proceso.
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En consecuencia, si la mera declaración de rebeldía no provocará inevitablemente el
juzgamiento anticipado del proceso, no encontramos razonable que sí proceda para la
concesión de medidas cautelares sin que se cumplan con los requisitos que se exigen
en general para conceder dichas medidas.
Se trata de una presunción iuris tantum, por lo que ello no exime al demandante del
onus probandi, ni invierte la carga de la prueba. La sola incomparencia del
demandado y la no contestación de la demanda no son suficientes para legitimar las
pretensiones del actor. Por ello, se señala que se trata de presunción relativa de
verdad. En otras palabras, solo si le produce convicción de verdad la demanda y los
medios probatorios respectivos, el juez juzgará anticipadamente el proceso,
amparando la pretensión del demandante, previa resolución que declara saneado el
proceso.
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su sinrazón y, por lo tanto, el juez debe amparar la demanda en todos sus efectos, o
por el contrario, el juez no puede amparar la demanda en contra del rebelde, si es que
el demandante no demuestra la verosimilitud de su pretensión.
Los códigos más modernos legislan que, en tal supuesto, el demandado acepta
implícitamente la existencia y exactitud de los hechos afirmados por el actor, a
consecuencia de lo cual este queda automáticamente relevado de confirmarlos. En otras
palabras: el silencio genera una presunción establecida por la ley, que siempre es de
carácter relativo y, por ende, admite prueba en contrario por parte del demandado. Otras
legislaciones, en cambio, consagran efectos menores: dan al silencio el simple valor
de un indicio en contra del demandado”.
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f. Convocatoria a audiencia de saneamiento
Así como hemos indicado que uno de los posibles efectos de la rebeldía es el
juzgamiento anticipado del proceso, siempre que produzcan convicción de verdad en
el juez la demanda y los medios probatorios presentados por el demandante, la otra
posibilidad es que no ocurra lo señalado anteriormente, esto es, que no produzca
convicción de verdad la demanda al juez, en cuyo caso, este deberá convocar a la
audiencia de saneamiento.
g. Costas y costos
Serán de cargo del rebelde las costas y costos causadas por la rebeldía. No se trata
que asuma todas las costas y costos, sino únicamente las originadas con la rebeldía.
¿Podrá ofrecer medios probatorios, siendo que nuestro ordenamiento procesal señala
que el momento para el demandado es al contestar la demanda? Los medios probatorios
que requieran de actuación, indudablemente, no podrían ser tomados en consideración,
pero los otros medios probatorios que no requieren de actuación, y si a criterio del
juzgador son determinantes para decidir la causa, deben ser tomados en consideración,
máxime si el juez está facultado para llevar adelante pruebas de oficio. La Sala
de Procesos Sumarísimos de la Corte Superior de Lima, con fecha
25 de marzo de 1999, en el Expediente Nº 20785-98, señaló lo siguiente: “(…) Que,
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si bien mediante resolución de fecha 30 de noviembre de 1998 obrante a fojas
diecisiete se decretó la rebeldía de la demandada, también es verdad que nuestro
ordenamiento procesal no prohíbe valorar los medios probatorios presentados por el
rebelde, más aún si con su apreciación se puede llegar a solucionar el conflicto de
intereses a que se hace referencia en el artículo tercero del Título Preliminar del Código
Procesal Civil”.
El artículo 462 del CPC que regula el tema, no hace ningún distingo entre el rebelde
voluntario del involuntario, con gran perjuicio para este. Sin embargo, es evidente
que el rebelde involuntario, es decir, aquel que ha derivado a esa situación, pero por
causas ajenas a él, ya que no ha sido debidamente notificado con la existencia de la
demanda, colocándosele en una situación de indefensión, debe tener un tratamiento
específico, a efectos de que se le restituyan sus derechos íntegramente (restitutio in
integrum).
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porque no ha sido debidamente notificado, deberá generarse un incidente de nulidad, a
efectos de que el juez atienda dicho pedido, por constituir una violación flagrante al
debido proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva. Debe tenerse presente el principio
de que nadie puede sufrir las consecuencias de un proceso en el que no ha tenido la
oportunidad de ejercer su legítimo derecho de defensa. De no ser amparada esta justa
petición, el perjudicado tendría que interponer un proceso de amparo contra la sentencia
definitiva, alegando violación del debido proceso, por haberse seguido con el
demandado en situación de indefensión, se trataría de un claro proceso irregular.
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CONCLUSIONES
Considerar que el tema de Rebeldía, viene a ser una sanción legal impuesta por la
omisión de cumplir un mandato judicial, previa notificación de esta, ya sea por
edictos o cédulas.
Definir la rebeldía como una actitud de silencio del demandado, una forma
de manifestación de su voluntad con efectos jurídicos. Otra definición, la señala
como la situación procesal derivada de la incomparecencia en juicio por parte de
la persona frente a la cual se dirige el mismo. Contumacia. También se ha definido
a la Rebeldía como el Estado procesal de quien, siendo parte en un juicio, no acude
al llamamiento que formalmente le hace el juez o deja incumplidas las
intimaciones de este.
Referir que la rebeldía, hace referencia al denominado “emplazamiento”, es
decir aquel mecanismo que tiene por objeto permitir que el demandado alegue
sus razones, ahora bien, si éste teniendo la carga procesal de contestar la demanda,
decide guardar silencio, es lógico suponer que no tiene nada que alegar y en lugar
de allanarse prefiere asumir las consecuencias de la rebeldía que el sistema tiene
previsto.
Definir la rebeldía, como: “Una sanción legal impuesta a quien omitió cumplir
un mandato judicial, absolver oportunamente un trámite o fue remiso a la
concurrencia a una diligencia judicial...". A diferencia del allanamiento, la
consecuencia procesal inmediata de la declaración de rebeldía correspondiente al
trámite de contestación a la demanda no es poner la causa en estado de sentencia,
sino en la de pronunciamiento jurisdiccional sobre el saneamiento del proceso, el
cual según sea el caso puede ser positivo o negativo, tal como señala el artículo
460º del Código Procesal Civil. De ser positivo coloca al rebelde en situación
desfavorable dentro del proceso, por cuanto éste continuará sin habérsele
escuchado. También es denominada "contestación tácita de la demanda".
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Señalar que la figura procesal de rebeldía, refiere a aquella situación en el que
se hace de conocimiento al demandado a fin de que este comparezca ante un
proceso civil dentro de un plazo legal determinado, pero este, por numerosas
razones este no comparece o peor aún abandona el proceso en cualquiera de sus
etapas pese a ya haber comparecido. Cabe aclarar que el propio Código Procesal
Civil en su artículo 462º permite incorporar al rebelde en cualquier estado del
proceso, y en lo referente a las costas y costos que se generen del proceso, estas
son de cargo del rebelde.
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BIBLIOGRAFÍA
Rodhas, 2004.
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