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FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

TEORÍA GENERAL DEL PROCESO

DOCENTE TUTOR : Abog. Úrsula Rosalía Aniceto Norabuena

ALUMNO : Efraín Lorgio Espinoza Lezama.

TEMA : Presupuesto para la Declaración de Rebeldía

Título IV: Arts. 458 - 464 C.P.C


CICLO :V

HUARAZ - 201
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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN.............................................................................................................3

1. CONCEPCIÓN DE LA REBELDÍA .........................................................................4

2. NATURALEZA JURÍDICA ......................................................................................6

3. FUNDAMENTO DE LA REBELDÍA.......................................................................9

4. REQUISITOS PARA LA DECLARACIÓN DE REBELDÍA................................10

5. ESTRUCTURA DEL PROCESO ............................................................................14

6. EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DE REBELDÍA ...............................................17

6. COMPARECENCIA DEL DEMANDADO REBELDE .........................................23

CONCLUSIONES...........................................................................................................26

BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................................28

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INTRODUCCIÓN
La rebeldía es una modalidad de inacción del demandado que se configura no con la
ausencia de este en el proceso sino con la omisión para contestar la demanda dentro del
plazo señalado. En esta línea, manifestamos que la declaración de rebeldía tiene que
responder a ciertos presupuestos. Uno de ellos es la notificación válida y oportuna al
demandado, esto es, la citación debe ser practicada en debida forma, en el domicilio de la
parte. Otra situación a contemplar es la verificar que la rebeldía se declare una vez
transcurrido el plazo para la contestación de la demanda.
Del mismo modo, señalamos que la rebeldía no necesita petición de parte contraria; el
juez debe declararlo de oficio en aras de impulsar el proceso por sí mismo a fin de evitar
la demora de este. La demanda, pues, no impone al demandado obligación de
comparecer, sino simplemente la carga de hacerlo, es decir, un imperativo de su propio
interés, que puede o no levantar según le parezca lo más conveniente.
En nuestros días, se aprecia los conceptos muy similares que guarda la figura de la
rebeldía en nuestro ordenamiento procesal, para muchos autores, la rebeldía no es otra
cosa que la no comparecencia del demandado frente a un proceso en un tiempo
determinado. Esta es una concepción difundida y la más usual. Seguramente si tomamos
un diccionario de la Real Academia Española, la óptica será diversa, pero para nuestros
intereses nos incumbe la concepción legal.

Es necesario no confundir la rebeldía con la omisión en que pueda incurrir cualquiera de


las partes en el cumplimiento de actos procesales particulares, por ejemplo, la omisión
para interponer algún recurso impugnatorio. Dicha actitud solo determina la pérdida de
la oportunidad de ejecutar el acto omitido y la caducidad de la facultad no ejercida
dentro del plazo pertinente, pero de ninguna manera genera, como si lo suele ser en la
rebeldía, efectos que repercuten en la estructura total del proceso, como sí serían en el
caso de las presunciones y medidas cautelares.

Finalmente, estimamos pertinente redundar que la rebeldía, presupone la inacción del


demandado para contestar la demanda dentro de un plazo legal determinado, no
teniendo la obligación para hacerlo, la contestación de la demanda no es coercitiva sino
meramente facultativa. Por lo tanto, nuestro ordenamiento procesal no obliga a contestar
la demanda, sino que faculta al demandado para hacerlo.

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1. CONCEPCIÓN DE LA REBELDÍA
La rebeldía ha sido entendida de distintas formas a lo largo de la historia. La Ley de las
XII Tablas da cuenta de la institución entendiéndola como la desobediencia del
demandado por no acudir a la citación que efectuaba el magistrado. Si no se apersonaba,
se llamaban testigos y se le aprehendía y así era conducido ante el magistrado.
Posteriormente se consideró como una obligación, por lo que si no comparecía y
contestaba la demanda debía purgar la rebeldía pagando una multa. Modernamente ya no
es considerada como una desobediencia, sino como una carga, como tal es una facultad de
la parte en aras de una mejor defensa, pero de incurrir en la rebeldía le ocasi onará
desventajas procesales.

Desde la perspectiva de nuestra legislación procesal debemos entender la rebeldía como


la situación especial en que se coloca el demandado, cuando no contesta la demanda dentro
del plazo establecido para cada vía procedimental, pese a haber sido debidamente
emplazado. Sin embargo, esta no es la única situación que produce la rebeldía; tambi én
será declarado rebelde, cualquiera de las partes, demandante o demandado, que notificado
con la conclusión del patrocinio de su abogado o la renuncia de su apoderado, no
comparece dentro del plazo fijado por el art. 79 (cinco días), en concordancia con el
artículo 458 del CPC.

Tradicionalmente se ha considerado que la rebeldía implica la ausencia total de cualquier a


de las partes en un proceso; no solo se refiere al demandado (situación más común) que
incurre en esta por no contestar la demanda, dentro del plazo señalado por ley, sino
también puede comprender tanto al demandado como al demandante que no comparecen,
luego de haber sido notificados con la conclusión del patrocinio de su abogado o la
renuncia de su apoderado (art. 458 del CPC). Nótese que en este segundo supuesto, no se
trata de ausencia de las partes, con mayor razón en el caso del demandante, sino que
habiéndose apersonado se presentan las circunstancias mencionadas con sus abogados o
apoderados.

Para Vergé, esta segunda situación en la que pudieran verse involucrados tanto
demandante como demandado, no sería estrictamente considerada como rebeldía,
entendida como incomparecencia inicial. Tampoco sería considerado como rebeldía si el
demandado se apersona, pero no contesta la demanda dentro del término de ley.

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Advertimos una noción estricta y una noción amplia de la rebeldía. En sentido estricto,
se trata de la situación de desobediencia del litigante por no acudir a la citación efectuada
por el juez. Evidentemente, se trata del demandado que ante la citación con la demanda
hace caso omiso al llamado de la autoridad para que se apersone y conteste la demanda.
En un sentido amplio, se trataría de aquella situación de desobediencia del demandado o
del demandante, ante la citación por parte del juez, para determinados actos procesales
durante la secuela del proceso, donde es necesario que ejercite su derecho de defensa.

Nos parece atinada la diferencia que establece Gallinal, entre el acuse de rebeldía y la
declaración de rebeldía: “No hay que confundir el acuse de rebeldía, que es el decaimiento
de un derecho, con la declaración de rebeldía. En la rebeldía, la parte no es notificada sino
excepcionalmente de las resoluciones. En el decaimiento (…) se ha perdido un der echo,
que se ha dejado de usar, pero la parte continúa actuando en el expediente y es notificada
en la forma ordinaria de todas las providencias y resoluciones. En este el juez da por
acusada la rebeldía con respecto al acto concreto; en aquella es declarada la rebeldía con
respecto a todo el juicio”.

Nos ayuda a precisar, aún más, esta necesaria distinción entre el acuse de rebeldía y la
declaración de rebeldía, Palacio, cuando señala: “La rebeldía no debe confundirse con la
omisión en que puede incurrir cualquiera de las partes en el cumplimiento de actos
procesales particulares (inactividad procesal específica), pues esa actitud solo determina
la pérdida de la oportunidad de ejecutar el acto omitido y la correlativa caducidad de la
facultad no ejercida dentro del plazo pertinente (principio de preclusión), pero no genera,
como ocurre con la rebeldía, efectos que repercuten en la estructura total del proceso”.

Establecida claramente la diferencia que evitaría una grave confusión en la noción de la


rebeldía, podemos afirmar que por la rebeldía propiamente dicha, debe entenderse la
situación en que se coloca el demandado por no contestar la demanda y el demandante y
demandado por no comparecer ante la conclusión del patrocinio de su abogado o ante la
renuncia de su apoderado. Los demás actos procesales, donde el juez cita a la parte para
que absuelva algún trámite y este no lo hacen, en su rebeldía se tendrá por absuelto dicho
trámite. Esta situación constituye el acuse de rebeldía que no hay que confundirla con la
declaración de rebeldía que produce efectos particulares con respecto a todo el proceso.

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Hemos señalado, al desarrollar el tema del emplazamiento, que este comprende la citación
y el emplazamiento al demandado y, para nuestro sistema procesal, la rebeldía del
demandado se produce por el hecho de no contestar la demanda, después de haber sido
citado y emplazado válidamente, por cuanto se asume la sinonimia de ambas expresiones.

Sin embargo, la doctrina privilegia el simple apersonamiento como condición para que el
demandado no incurra en rebeldía. El reverso de la comparecencia es la rebeldía. Así,
Vergé señala que en el caso del demandado, la rebeldía se produce por “su ausencia e
inactividad inicial, transcurrido el plazo para comparecer y personarse en el proceso”.
Obedece a un dato objetivo que es la incomparecencia, independientemente del dato
subjetivo de la voluntariedad, que es irrelevante.

Para nuestro sistema procesal, en cambio, no será suficiente el simple apersonamiento,


señalando domicilio procesal y designando abogado para impedir la declaración de
rebeldía, como mayoritariamente lo considera la doctrina. Es indispensable, para evitar la
declaración de rebeldía, que el demandado conteste la demanda (art. 458 del CPC).

Lo importante, como lo señala Carli, no es tanto la situación real de rebeldía en que se


encuentra el demandado, sino la resolución judicial que lo declara como tal. Nuestro
Código Procesal Civil, no señala si esta declaración judicial de rebeldía la hace el juez a
petición de parte o puede hacerla de oficio. Pero, atendiendo al carácter publicístico que
asume nuestro Código, debemos entender que el juez puede efectuarlo de oficio, ya que
el impulso procesal compete tanto a las partes como al propio juez (artículo II del Título
Preliminar del CPC).

2. NATURALEZA JURÍDICA

Desde el punto histórico, el tratamiento de la rebeldía ha sido considerado, por un lado,


como sanción entre los que entendían que se infringe una obligación de defensa y, de
otro lado, los que entienden que solo se trata de una renuncia a la defensa. “Los que
vean en el proceso un medio de pacificación jurídica harán derivar de la contumacia la
ficta confessio y la sentencia condenatoria como consecuencia de la infracción de una
obligación; mientras que los que conceptúan el proceso como uno de los varios medios
posibles para obtener la certeza jurídica, desvinculándolo del Derecho, adoptarán un
criterio más objetivo y tratarán la contumacia como simple inactividad”.

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Ejemplo de lo primero lo tenemos en el proceso formulario del Derecho Romano, en el
que contra el contumaz se dictaba sentencia en contra suya; de la segunda concepción la
tenemos en el Derecho Romano posclásico, justinianeo, Derecho Canónico, en la que ante
la situación de contumacia, el proceso proseguía y el resultado dependía de lo fundada o
probada que esté la demanda.

Nuestro Código Procesal Civil, asume una posición intermedia, ya que si bien considera
que no se trata de una obligación el contestar la demanda, tampoco la asume como una
“simple inactividad”. En efecto, la contestación de la demanda la considera como una
carga procesal, que no es una obligación. Mas, como carga procesal, el no contestar la
demanda, si bien no se le aplicarán sanciones ni puede obligarse al demandado a que
conteste la demanda, se le declarará rebelde y, ello, puede traer como consecuencia la
posibilidad del juzgamiento anticipado del proceso, evidentemente a favor del
demandante, con base en la presunción relativa de verdad.

En realidad, el tratamiento de la rebeldía puede hacerse desde la perspectiva del


demandado como del demandante. Desde la perspectiva de aquel, resaltamos la garantía
que significa que el demandado haya sido válidamente emplazado para que, tomando
conocimiento de la existencia del proceso, asuma su defensa si lo considera pertinente.
Hemos señalado que este acto se convierte en una garantía de carácter constitucional,
forma parte del debido proceso y de la tutela procesal efectiva. Asimismo, se sustituye el
carácter de pena, por el de carga procesal, con el efecto de tener por contestada la demanda
y la posibilidad, en nuestro sistema procesal, del juzgamiento anticipado.

El demandado rebelde puede apersonarse en cualquier momento al proceso y continuarlo


en el estado en que lo encuentre. Puede comparecer a las audiencias que lo citen, efectuar
los alegatos correspondientes y, eventualmente, apelar de la sentencia que recaiga en el
proceso. En otras palabras, puede ejercer su derecho de defensa y demás garantías
constitucionales que tiene todo justiciable comprendido en un proceso.

Desde la perspectiva del demandante, se señala que también se le protege su derecho de


acción, a la tutela procesal efectiva, toda vez que la ausencia del demandado no puede
perjudicar los derechos de aquel.

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Por otro lado, recordemos que nuestro Código Procesal Civil señala la eventualidad que
el demandante también se coloque en situación de rebeldía, al igual que el demandado,
cuando notificado de la renuncia de su apoderado o de su abogado, no cumple con
comparecer en el proceso. En estos casos, ambas partes, pueden ser declarados rebeldes,
aun cuando son distintas las consecuencias que puede sufrir el demandado por no
contestar la demanda.

La comparecencia del demandado ha pasado por distintas consideraciones: primero, fue


una verdadera obligación, inclusive podía ser llevado ante el juez compulsivamente; luego
fue considerado como un deber procesal, con sus sanciones correspondientes en caso de
incumplimiento. En la actualidad, se considera que es una carga procesal. No es una
obligación ni un deber, es una facultad que tiene el demandado. No debe tomarse como
una actitud de irreverencia frente a la autoridad. Si, en cambio, puede provocar
consecuencias de orden procesal como el juzgamiento anticipado.

Reimundin, hace un recuento de las distintas teorías que tratan de explicar la naturaleza
jurídica de la rebeldía:

a. Teoría de la pena: Por esta teoría no existe la posibilidad de proseguir un


proceso sin la presencia de las dos partes. No cabía la posibilidad de un proceso
en rebeldía, por cuanto al demandado se le conminaba a personarse, y su ausencia
era considerada como un acto ilícito, una verdadera resistencia al poder del juez.
Recordemos que podía ser conducido por la fuerza (Ley de las XII Tablas).

b. Teoría de la renuncia: En oposición a la teoría anterior que consideraba una


obligación del demandado el comparecer ante el magistrado, por esta teoría se
reconocía el derecho de la parte para disponer libremente de los medios de
defensa. Queda dentro del ámbito de la autonomía de la voluntad el ejercer el
legítimo derecho de defensa, sin que se le pueda conminar a hacer lo contrario
si es que el demandado decide no apersonarse y no contestar la demanda.

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c. Teoría de la autodeterminación: Así como se tiene derecho a cooperar con
el proceso, de la misma forma se tiene el derecho de abstenerse. La abstención
es el no ejercicio de la facultad de obrar, porque cada cual es libre de auto
determinarse.

d. La contumacia como acto jurídico procesal: El acto procesal puede consistir


en la realización voluntaria de un hecho o en la abstención también voluntaria de
un hecho determinado.

3. FUNDAMENTO DE LA REBELDÍA

Al haberse dejado de lado la teoría de la pena, por la que se conminaba al demandado a


personarse y contestar la demanda, entendiéndose que el proceso debía estar integrado
por las dos partes, para asumir el tema como una carga, no como una obligación, debe
asumirse la posibilidad de que el proceso continúe válidamente con la presencia efectiva
de una sola de las partes.

Desde la perspectiva del demandante, la incomparecencia del demandado no puede


perjudicar su legítimo derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, en el sentido de obtener
un pronunciamiento definitivo justo y eficaz. No se justifica, por no ser razonable, que el
proceso se detenga por la incomparecencia del demandado. Ya bastante sacrificio significa
para el demandante tener que iniciar un proceso, y el tiempo que le va a demandar
concluirlo, cualquiera fuere la vía procedimental que utilice. Si a ello le vamos a agregar
el tiempo que significaría la paralización del proceso por la incomparecencia voluntaria
del demandado, sería una clara vulneración a la tutela jurisdiccional efectiva.

Desde la perspectiva del demandado, en el supuesto de que el que incurra en rebeldía sea
el demandante, también podría perjudicar su derecho a que se emita un pronunciamiento
definitivo que lo libere de la pretensión planteada por el demandante.

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4. REQUISITOS PARA LA DECLARACIÓN DE REBELDÍA
Para la declaración de rebeldía se requiere que se configuren los siguientes presupuestos:

a. Que el demandado sea un sujeto determinado y cierto


Lo normal es que el demandante, al interponer su demanda, designe al demandado y
este sea una persona natural o jurídica, cierta y determinada. Excepcionalmente, sin
embargo, puede ocurrir que el demandante desconozca a su o sus demandados, como
es el caso que ante el fallecimiento de su deudor, él desconozca a los integrantes de
la sucesión. Sin embargo, en estos casos, puede interponer demanda contra la sucesión
de la persona fallecida, que es considerada como un patrimonio autónomo y, por
ende, sujeto de derecho. La notificación se efectuará por edicto,
convocándose a todos los integrantes de la sucesión, legítimamente constituidos.

En estos casos, evidentemente, no procede la declaración de rebeldía, por no


haberse apersonado ninguno de los supuestos integrantes de la sucesión,
precisamente, por tratarse de un caso en que el demandado o demandados no son
personas ciertas ni determinadas. Lo que procede es la designación de un curador
procesal (art. 435 del CPC). No procede la declaración de rebeldía del demandado a
quien se le ha designado un curador procesal si este no cumple con contestar la
demanda. En estos casos, el juez deberá requerir al curador procesal el
cumplimiento de su deber de contestar la demanda, bajo apercibimiento de
removérsele en el cargo y designar a otro profesional.

Para nuestro sistema jurídico son sujetos ciertos y determinados, el concebido, la


persona natural y la persona jurídica. Importante su identificación para tener la
certeza de un correcto emplazamiento y, consecuentemente, la posibilidad de la
declaración de rebeldía, si es que no contesta la demanda.

En el caso del concebido, evidentemente, es importante la identificación de la


madre, su representante legal directo, con quien debe entenderse el proceso. En el
caso de la persona natural, no cabe la menor duda de la necesidad de que se precise
quién es. En el caso de la persona jurídica, siendo una abstracción, una reducción
de la pluralidad a una unidad, convertido en sujeto de derecho, tiene un nombre, un
domicilio, y será su representante legal quien saldrá al frente en defensa de sus
intereses.

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Donde puede existir dificultades es con algunos entes no personificados, o conjunto
de personas que actúan en la sociedad como si fuesen personas jurídicas, pero no lo
son porque no están inscritos en los Registros Públicos, y que si bien para el
sistema jurídico constituyen un sujeto de derecho, debe entenderse la demanda con
todos sus integrantes, como sería el caso de una asociación no inscrita, sociedad no
inscrita y también podemos incluir a los denominados patrimonios autónomos
(sociedad conyugal y sucesión indivisa).

Las partes quedan constituidas por la interposición de la demanda. La parte


demandante es la que pretende algo y la parte demandada es aquella a quien se le
exige una conducta determinada. El hecho de que el demandado incurra en
situación de rebeldía por su incomparecencia y su no contestación de la
demanda, no determina que pierda su condición de parte. La litispendencia
queda constituida entre el demandante y el demandado y este último debe ser un
sujeto cierto y determinado. El demandado rebelde es tan parte como el no rebelde
y recaerá sobre las consecuencias de la cosa juzgada.

b. Que el demandante señale el domicilio real o legal del demandado


Como hemos indicado anteriormente, una de las garantías del debido proceso y de
la tutela procesal efectiva, es que el demandado sea válidamente emplazado a efectos
de que pueda ejercer su derecho de defensa. Esta garantía se cumple notificándose al
demandado en su domicilio real o legal, según sea el caso. Mas, si el demandante
ignora cuál es el domicilio real o legal de la parte demandada, deberá procederse
conforme lo señala el artículo 435 del CPC. Se emplazará al demandado, cuyo
domicilio se ignora, mediante edictos, bajo apercibimiento de designársele un curador
procesal, pero no se le declarará rebelde por no haber contestado la demanda.

Recordemos que domicilio real es el lugar donde se reside habitualmente (art. 33


del Código Civil peruano) o el lugar donde desempeña sus ocupaciones habituales
(art. 35 del Código Civil peruano), está referido esencialmente a determinadas
personas naturales; por domicilio legal debemos entender el domicilio impuesto
por la ley a determinadas personas naturales (incapaces) y a las personas jurídicas
Nuestro Código Procesal Civil trata brindar el máximo de protección al tema del

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(lugar que figura en el estatuto y, consecuentemente, inscrito en los Registros
Públicos), entre otros señalamiento del domicilio del demandado, para evitar en lo
posible que se sigan los procesos con desconocimiento de su existencia por parte de
estos. Si el demandante ignora el domicilio del demandado, expresará esta
circunstancia bajo juramento, que se entenderá prestado con la presentación de la
demanda (inc. 4, artículo 424 del CPC).

c. Que el demandado haya sido debidamente emplazado


Como lo hemos señalado, al estudiar la institución del emplazamiento, una
de las garantías del debido proceso y de la tutela procesal efectiva es que el
demandado sea válidamente emplazado. Ello significa que deben agotarse todos los
medios legales, previstos en las normas pertinentes, a efectos de que el
demandado tome conocimiento de la existencia del proceso, a fin de que pueda ejercer
su legítimo derecho de defensa. Lo importante es que el demandado sea correctamente
emplazado, que tome conocimiento de la demanda. Si se defiende o no, es decir, si
contesta la demanda o no, es asunto de su absoluta incumbencia. No es una obligación,
como lo hemos señalado reiterativamente, pero es una carga procesal.

d. Que el demandado no conteste la demanda dentro del plazo señalado en cada


vía procedimental
Para nuestro Código Procesal Civil, la situación de rebeldía se configura cuando el
demandado no contesta la demanda, es decir, cuando no cumple con el acto procesal
que se le exige en el emplazamiento, dentro del plazo que se le concede, es decir,
cuando no contesta la demanda dentro del plazo que rige para cada una de las vías
procedimentales.

Hemos indicado líneas arriba, que el apersonamiento del demandado en el proceso,


señalando domicilio procesal y designando al abogado que lo represente, no será
suficiente para impedir la declaración de rebeldía, si no contesta la demanda,
dentro del plazo de ley.
Se trata de una opción de nuestro legislador, frente a una corriente doctrinaria que
señala que no procede la declaración de rebeldía si es que el demandado se

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apersona, señala domicilio y abogado que lo representará, aun cuando no conteste la
demanda.

e. Que el demandante o demandado no comparezca luego de haber sido


notificado con la conclusión del patrocinio de su abogado o la renuncia de su
apoderado
Pueden incurrir en rebeldía, tanto el demandado (situación común) como el
demandante. El demandado, por no contestar la demanda dentro del plazo de ley,
pero, también pueden incurrir en rebeldía, tanto demandante como demandado,
cuando no comparecen, luego de haber sido notificados con la renuncia de su
abogado o de su apoderado, dentro del plazo que el juez señale (art. 458 del CPC).

Verge, considera que esta es una situación que se asimila a la rebeldía, pero
que técnicamente no correspondería, si se entiende la rebeldía como
incomparecencia inicial. Señala el autor: “Se asimila a la rebeldía la falta de
designación de nuevo abogado o de nuevo apoderado, cuando los primeramente
designados han concluido su mandato renunciando al cargo y, además, han
transcurrido los plazos señalados en el art. 79 (del CPC) sin haberse nombrado
otros. De hecho, aquí no se trata de incomparecencia inicial, sino de inactividad
sobrevenida, puesto que el litigante ya compareció en el proceso (por lo que conoce
su existencia). Los cambios en su actividad procesal después de su comparecencia
pueden tener efectos asimilables a los que produce la rebeldía (p.e. la ficta
confessio), pero no se trata, en sentido técnico, de rebeldía, de incomparecencia inicial
que puede ser debida a desconocimiento del emplazamiento y del proceso y que
requiere un trato específico. La inactividad sobrevenida ha de reputarse siempre
voluntaria salvo, claro está, que existan defectos en los actos de comunicación, lo cual
también tiene su propio régimen de ineficacia (...)”.

Se ha cuestionado el art. 458 del CPC en la parte referida a la posibilidad de declararse


rebelde a cualquiera de las dos partes (demandante o demandado), si se produce la
renuncia de su abogado, argumentando que las partes pueden recurrir a cualquier
abogado para que los asista en su defensa. No participamos de este demandante,
es inusual, porque es de interes del demandante que el proceso que ha
cuestionamiento, por la razón fundamental de que la defensa en nuestro
sistema jurídico es cautiva, es decir, el justiciable debe ser asistido

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necesariamente por un abogado, efectivamente, cualquier abogado que designe la
parte. Ante la renuncia del abogado que la misma parte ha designado, debe proceder
a designar a otro abogado. De no hacerlo, su actuación dentro del proceso será
limitadísima y eso es lo que se quiere evitar, por ello el apercibimiento de ser
declarado rebelde. Es evidente que esta situación concreta, respecto del
iniciado avance y culmine rápidamente.

5. ESTRUCTURA DEL PROCESO


Los elementos esenciales que configuran la estructura del proceso en rebeldía son los
siguientes:
a. Citación y/o emplazamiento debido
Es un elemento esencial para que se configure la rebeldía, que se haya citado en debida
forma al demandado conocido y determinado y con domicilio preciso. Es la garantía
del debido proceso, al que nos hemos referido líneas arriba, y constituye la oportunidad
que se le brinda para contestar la demanda.

Es un derecho constitucional que tiene el justiciable, que ha sido demandado, que se


le ponga en conocimiento la existencia de la demanda para que pueda ejercer su
legítimo derecho de defensa (inc. 23 del art. 2 de la Constitución Política del
Estado). Constituye principio del servicio de justicia la observancia del debido
proceso y la tutela jurisdiccional (inc. 3 art. 139 de la Constitución Política del
Estado).

La posibilidad que tiene el demandado para ejercer su legítimo derecho de defensa


comienza cuando toma conocimiento de la existencia del proceso y ello ocurrirá con
el emplazamiento, por ello su trascendencia, porque se evita que los procesos continúen
tramitándose y culminen sin que el demandado haya podido defenderse. Como hemos
señalado anteriormente, lo importante no es que el demandado se defienda o no,
esa será su opción libre, pero sí es importante que tome conocimiento de la existencia
del proceso. La bilateralidad del proceso se concreta con el emplazamiento.
Esa resulta ser una garantía constitucional, conformante del debido proceso y
de la tutela jurisdiccional efectiva.

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b. No contestación de la demanda o abandono
Una vez citado el demandado con la demanda, este puede adoptar las siguientes
conductas: a) Se apersona y contesta la demanda, admitiendo o negando los hechos
expuestos por el demandante; b) Se apersona ante el órgano jurisdiccional, pero no
contesta la demanda, y c) No se apersona ni contesta la demanda. Para nuestro
sistema jurídico procesal, solo en el primer supuesto no se declarará la rebeldía del
demandado; en los dos supuestos últimos se declarará rebelde al demandado. Nuestro
Código Procesal Civil ha optado por esta posición, de tal forma que no será
suficiente apersonarse par
evitar la rebeldía; debe contestarse la demanda como única forma de evitar que se
declare rebelde al demandado.

Hemos señalado que la contestación de la demanda no constituye una obligación


para el demandado, sino una carga procesal. La consecuencia de no contestar la
demanda, no le traerá sanciones al demandado, ni podrá, ser compelido a que lo
haga, pero sí tendrá que soportar determinados efectos procesales, como es la
declaración de rebeldía, con las consecuencias que ello acarrea, esto es, la
posibilidad de que el juez, luego de sanear el proceso, dicte sentencia basado en la
presunción legal relativa de verdad de los hechos expuestos por el actor en su
demanda, juzgando anticipadamente el proceso.

Esta es la típica rebeldía en sentido estricto y la que puede acarrear mayores


consecuencias de orden procesal. Evidentemente, es la situación en que se coloca el
demandado por no contestar la demanda.

Sin embargo, la rebeldía es una situación procesal en que también puede incurrir el
demandante, cuando no comparece dentro de los cinco días de notificado con la
conclusión del patrocinio de su abogado o la renuncia de su apoderado. Es evidente
que las consecuencias procesales en estos casos son diferentes, ya que estarán referidas
únicamente a las notificaciones de los actuados judiciales. En esta última situación
también puede quedar comprendido el demandado. A estas situaciones se refiere la
doctrina cuando señala el abandono del proceso. No se trata de la desatención de los
futuros actos procesales (abandono propiamente dicho), sino a situaciones
expresamente señaladas en la ley. Se trataría de cualquiera de las dos partes

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que, habiéndose apersonado, no comparecen ante la renuncia de sus abogados o
apoderados que estaban atendiendo el caso.

El proceso puede desarrollarse sin la presencia de una de las partes, siempre que
haya sido debidamente emplazado con la demanda en el caso del demandado o
emplazado cualquiera de las dos partes dando cuenta de la renuncia de sus abogados
o apoderados. Si no comparece una de las partes se le declarará rebelde.

c. Petición de parte o de oficio

Nuestro proceso es de naturaleza mixta; sin embargo, tiene una predominancia del
sistema inquisitivo, brindándole al juzgador amplios poderes de dirección del
proceso. Por ello, la declaración de rebeldía puede ser a petición de parte o de oficio,
comprobado que se venció el plazo para la contestación de la demanda o el plazo para
la comparecencia de la parte, ante la conclusión del patrocinio del abogado o
renuncia del apoderado.

El acto procesal que producirá efectos es la resolución que declara rebelde a una de
las partes. De no mediar la resolución en referencia, la rebeldía que es una situación
fáctica no producirá efecto alguno en el proceso.

No lo menciona expresamente el Código Procesal Civil, sin embargo, la forma


imperativa en que está redactado el art. 458 nos permite llegar a la conclusión de que
puede ser declarada de oficio o a petición de parte.

d. No presencia de circunstancias impeditivas


Nuestro Código Procesal Civil no ha previsto esta posibilidad; sin embargo, puede
ocurrir que por circunstancias de fuerza mayor (enfermedad, accidente) se
justifique la no declaración de la rebeldía o, en todo caso, neutralizar los efectos que
podrían producir en perjuicio del demandado.

e. Notificación de la rebeldía
La notificación de la resolución que declara rebelde a la parte, se notificará por
cédula si tiene dirección domiciliaria, conforme lo señala el art. 459 del CPC. El mismo
dispositivo indica que en caso contrario se notificará por edicto. Este último

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supuesto nos parece contradictorio con lo señalado en el segundo párrafo del art.
435. En efecto, si no se conoce la dirección domiciliaria del demandado, se le
notifica el emplazamiento por edicto, pero, bajo apercibimiento de designársele un
curador procesal. Significa ello que, cuando se ignora la dirección domiciliaria del
demandado, no procede la declaración de rebeldía, sino el nombramiento de un
curador procesal. No es posible, pues, que se notifique la declaración de rebeldía de
alguien que no tiene dirección domiciliaria, pues en dicho supuesto, no podrá declararse
la rebeldía, debiendo designársele un curador procesal que lo represente en el proceso.

Declarada la rebeldía, se notificará al rebelde solo las siguient es resoluciones: la que


declara saneado el proceso, las que citen a audiencia, la citación para sentencia, la
sentencia misma y la que requiera su cumplimiento. Las demás resoluciones que se
dicten en el proceso se tendrán por notificadas el mismo día que lo fueron a la otra
parte (art. 459 del CPC).

f. Costas y costos de la rebeldía


Tanto los gastos ocasionados por el pago de aranceles, los honorarios de los órganos de
auxilio judicial, como los demás gastos judiciales (costas), así como los honorarios
del abogado (costos), son de cargo del rebelde. Esta es otra de las consecuencias de la
rebeldía de una de las partes, en especial del demandado. Se entiende que se trata de la
desatención del demandado que no ha comparecido al proceso contestando la
demanda.

6. EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DE REBELDÍA


a. La preclusión
La declaración de rebeldía determina la preclusión de la etapa de contestación de la
demanda, así como de los actos procesales por los cuales se citó a las partes para que
expresen su punto de vista o para que designen apoderado o abogado. Ello no implica
que el rebelde no pueda incorporarse al proceso. Lo podrá hacer en cualquier momento,
pero sujetándose al estado en que se encuentra, sin que sea posible retrotraerlo a etapas
anteriores (art. 462 del CPC). Los efectos producidos con anterioridad a la
comparecencia del rebelde son irreversibles; debe aceptar el proceso in statu et
terminis.

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b. Limitación de las notificaciones
La declaración de rebeldía ocasiona una severa limitación de las notificaciones de
los actos procesales. El art. 459 del CPC limita las notificaciones al rebelde,
indicando que solo se notificará por cédula la resolución de declaración de rebeldía,
la que declara saneado el proceso, las que citen a audiencia, la citación para
sentencia, la sentencia misma y la que requiera su cumplimiento. Las demás
notificaciones se tendrán por efectuadas el mismo día en que se notifica a la otra
parte.
La notificación es por cédula, es decir, personal. Si no fuere posible, se efectuará la
notificación por edicto. Evidentemente, es una situación excepcional provocada por
la rebeldía por la cual se fija un régimen de notificaciones distinto a una situación
normal.
c. Medidas cautelares
Para la procedencia de una medida cautelar, deberá acreditarse la verosimilitud de la
pretensión, esto es, el fumus bonis juris. Es decir, que la pretensión tenga visos de
verdad, que tenga probabilidad de verdad. Es evidente que ello se logra sobre la base
de los medios probatorios que se anexan a la demanda. Dicha verosimilitud puede
vislumbrarse al declararse rebelde a la parte, y adquirir presunción relativa de
verdad los hechos expuestos o los documentos presentados con la demanda o con la
reconvención. Sin embargo, la sola declaración de rebeldía no obliga al juzgador a
conceder una medida cautelar, ya que la verosimilitud que en este caso se configura
por la presunción de verdad, no es el único requisito para la procedencia de la
medida cautelar. El juez tendrá que examinar el peligro en la demora periculum in
mora y la contra cautela para conceder la medida cautelar.

De otro lado, si bien la declaración de rebeldía puede ocasionar el juzgamiento


anticipado del proceso, con base en la presunción relativa de verdad, en cuyo caso, la
verosimilitud es un requisito que se cumple para la concesión de una medida
cautelar, puede ocurrir también que la demanda no produzca convicción de verdad,
es decir, que el requisito de verosimilitud no se cumpla, en cuyo caso no debe
concederse medida cautelar alguna. Significa ello que la declaración de rebeldía no
trae, necesariamente, como consecuencia que se tenga que conceder alguna medida
cautelar que solicite la otra parte.

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Por ello el legislador utiliza la expresión “pueden concederse medidas
cautelares”, constituyendo una facultad del juzgador discernir respecto de la
procedencia de la medida que asegure el resultado del proceso, tanto si lo solicita el
demandante, como el demandado que ha interpuesto reconvención. Pero, es
indudable que la verosimilitud no será un obstáculo para la procedencia, porque esta
se acredita con la declaración de rebeldía y la presunción relativa de verdad que le
produce al Juzgador.

¿En qué momento la parte no rebelde puede solicitar la medida cautelar? El art. 463
del CPC señala: “Declarada la rebeldía pueden concederse medidas cautelares (…)”.
Ello implica que la rebeldía debe ser declarada por el juez a través de una resolución,
sin que sea necesario que esta quede consentida para poder aceptar alguna medida
cautelar solicitada.

Alsina considera que las medidas cautelares proceden por la sola declaración de
rebeldía, atendiendo al efecto que produce la presunción de legitimidad del derecho
que se reclama. Agrega, además, lo que podría ser una interpretación de nuestro
artículo 463 del CPC, que no tendría sentido dicha norma específica para los casos de
rebeldía, si es que se van a exigir los requisitos generales para la concesión de
medidas cautelares. Siguiendo el razonamiento de Alsina, también podríamos
preguntarnos para qué el artículo 463 del CPC, si no se va a establecer ninguna
diferencia con los requisitos generales que son necesarios para la procedencia de las
medidas cautelares.

Reimundin tiene similar posición respecto de la concesión de medidas cautelares como


efecto de la declaración de rebeldía, indicando lo siguiente: “La circunstancia que
nuestra ley autorice el embargo de los bienes del rebelde, por el solo hecho de la
declaración de rebeldía, no debe entenderse que se establece una medida coercitiva
contra el contumaz, para inducirlo a comparecer en juicio, sino que ha de verse en
ella una providencia meramente cautelar, ya que las distintas formas de coacción
para comparecer han sido abandonadas en los sistemas modernos. El embargo
preventivo en bienes del contumaz, tiene hoy otra significación”.

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El razonamiento, debemos reconocer, es contundente; sin embargo, partimos de la
noción que la presunción de legitimidad del derecho que se reclama, es iuris tantum
y que, por otro lado, no exime del onus probandi al demandante. Por ello, la presunción
relativa de verdad, es decir, si produce convicción de verdad la pretensión que reclama
el demandante (verosimilitud), el juez podrá juzgar anticipadamente el proceso,
declarando fundada la demanda, con mayor razón podrá conceder las medidas
cautelares que solicite la parte no rebelde para asegurar el resultado del proceso.

Sin embargo, no es esta la única posibilidad. Puede ocurrir que la demanda no


provoque convicción de verdad en el juez, en cuyo caso, no juzgará anticipadamente
el proceso, debiendo continuar con las siguientes etapas que corresponde a todo proceso
normal. En este supuesto, consideramos que no procedería la concesión de medida
cautelar alguna, pese a que se ha declarado rebelde a una de las partes (generalmente
el demandado). Palacio, considera que por la sola declaración de rebeldía el juez
no está obligado a conceder medidas cautelares, pudiendo negarlas cuando las
circunstancias del caso que surjan del proceso demuestren su manifiesta improcedencia.

Admitir la posibilidad de que se concedan medidas cautelares por la sola declaración


de rebeldía, aun cuando no provoque convicción de verdad la demanda en el juzgador
es de alguna manera sancionar, castigar, al rebelde. Vergue pese a considerar que se
trata de medidas cautelares, sin embargo, dice que “son bastantes los elementos que
hacen pensar en una pena, castigo o estímulo al demandado rebelde (...)”.
Hemos señalado que contestar la demanda es una carga procesal, no una obligación,
por lo que no cabe pensar en una sanción, en un castigo, tampoco en “estímulo” para
que el demandado conteste la demanda. Siendo una carga, le producirá al rebelde una
situación desfavorable procesalmente, ante la eventualidad del juzgamiento
anticipado, que tampoco es una consecuencia inevitable de la declaración de
rebeldía. El juzgamiento anticipado solo ocurrirá si la demanda provoca convicción
de verdad en el juzgador, caso contrario el proceso deberá continuar con los demás
actos procesales.

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En consecuencia, si la mera declaración de rebeldía no provocará inevitablemente el
juzgamiento anticipado del proceso, no encontramos razonable que sí proceda para la
concesión de medidas cautelares sin que se cumplan con los requisitos que se exigen
en general para conceder dichas medidas.

En lo que sí podemos concordar es que el requisito del peligro en la demora no solo


brote del examen de la pretensión, sino de la conducta procesal de hacer caso omiso a
la citación y emplazamiento por parte del órgano jurisdiccional. Además, el requisito
de la contracautela deberá ser una exigencia mínima, atendiendo a la
verosimilitud de la pretensión.

e. Posibilidad de juzgamiento anticipado del proceso


Una de las consecuencias de la rebeldía es la posibilidad del juzgamiento ant icipado
de la causa, sobre la base de la presunción relativa de verdad que le produce al juez
la demanda y los medios probatorios presentados por el demandante. Quizás, este es
el efecto más grave que podría perjudicar al demandado, por no haber
contestado la demanda, colocándose en la situación de rebelde.

Se trata de una presunción iuris tantum, por lo que ello no exime al demandante del
onus probandi, ni invierte la carga de la prueba. La sola incomparencia del
demandado y la no contestación de la demanda no son suficientes para legitimar las
pretensiones del actor. Por ello, se señala que se trata de presunción relativa de
verdad. En otras palabras, solo si le produce convicción de verdad la demanda y los
medios probatorios respectivos, el juez juzgará anticipadamente el proceso,
amparando la pretensión del demandante, previa resolución que declara saneado el
proceso.

A contrario sensu, si la demanda y los medios probatorios no le producen convicción


de verdad al juez, deberá continuar con el proceso, convocando a las audiencias
correspondientes.
La interrogante que se ha formulado para establecer los efectos de la rebeldía
del demandado, es si su incomparecencia se debe interpretar como una confesión de

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su sinrazón y, por lo tanto, el juez debe amparar la demanda en todos sus efectos, o
por el contrario, el juez no puede amparar la demanda en contra del rebelde, si es que
el demandante no demuestra la verosimilitud de su pretensión.

La primera opción obedece a posiciones antiguas, inspirados en el aforismo contra


contumaces omnia jura clamat. Sin embargo, legislaciones más modernas optan por
la segunda opción, entre los cuales se encuentra nuestro Código Procesal Civil. La
presunción relativa de verdad a que se refiere el artículo del citado cuerpo de leyes,
no obliga al juez a juzgar anticipadamente el proceso, si es que la demanda no le
provoca convicción de verdad.

Alvarado Velloso, se muestra partidario de la segunda opción, señalando lo


siguiente: “(...) El guardar silencio cuando el juez coloca al demandado en la carga
de contestar (fase de negación), es obvio que debe producir algún efecto contrario al
interés de este porque, caso contrario, el proceso sería absolutamente inútil como medio
de debate.

Los códigos más modernos legislan que, en tal supuesto, el demandado acepta
implícitamente la existencia y exactitud de los hechos afirmados por el actor, a
consecuencia de lo cual este queda automáticamente relevado de confirmarlos. En otras
palabras: el silencio genera una presunción establecida por la ley, que siempre es de
carácter relativo y, por ende, admite prueba en contrario por parte del demandado. Otras
legislaciones, en cambio, consagran efectos menores: dan al silencio el simple valor
de un indicio en contra del demandado”.

Concordamos con lo expresado por el procesalista argentino en que la declaración de


rebeldía del demandado puede producir efectos contrarios a su interés y que la
presunción tiene carácter relativo. Nuestra discrepancia es que esta relatividad de la
presunción solo pueda ser desvanecida por el demandado y la verdad es que no
entendemos cómo lo hará, si no ha comparecido al proceso y esa es la razón por la
cual se ha declarado rebelde. Lo cierto es que esa relatividad de la presunción
implica que la sola declaración de rebeldía no obliga al juez a amparar la demanda,
si es que esta no acredita los fundamentos de su pretensión o, en todo caso, si no le
provoca convicción de verdad (verosimilitud).

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f. Convocatoria a audiencia de saneamiento
Así como hemos indicado que uno de los posibles efectos de la rebeldía es el
juzgamiento anticipado del proceso, siempre que produzcan convicción de verdad en
el juez la demanda y los medios probatorios presentados por el demandante, la otra
posibilidad es que no ocurra lo señalado anteriormente, esto es, que no produzca
convicción de verdad la demanda al juez, en cuyo caso, este deberá convocar a la
audiencia de saneamiento.

Al haber precluido la etapa de contestación de la demanda, con la declaración de


rebeldía, deberá convocarse a la audiencia de saneamiento.

g. Costas y costos
Serán de cargo del rebelde las costas y costos causadas por la rebeldía. No se trata
que asuma todas las costas y costos, sino únicamente las originadas con la rebeldía.

6. COMPARECENCIA DEL DEMANDADO REBELDE

a. Antes de la sentencia definitiva


En principio, el litigante rebelde puede incorporarse al proceso como parte en cualquier
estado del mismo, sujetándose al estado en que se encuentre. No es posible retroceder
respecto de los actos procesales ya precluidos. Es indudable que esta disposición
es aplicable para el rebelde voluntario, es decir, aquel que habiendo sido
emplazado correctamente, habiendo tomado conocimiento de la existencia de la
demanda en su contra, no comparece ni contesta la demanda. El demandado rebelde
puede ejercer los derechos que le corresponden a partir de su apersonamiento al
proceso.

¿Podrá ofrecer medios probatorios, siendo que nuestro ordenamiento procesal señala
que el momento para el demandado es al contestar la demanda? Los medios probatorios
que requieran de actuación, indudablemente, no podrían ser tomados en consideración,
pero los otros medios probatorios que no requieren de actuación, y si a criterio del
juzgador son determinantes para decidir la causa, deben ser tomados en consideración,
máxime si el juez está facultado para llevar adelante pruebas de oficio. La Sala
de Procesos Sumarísimos de la Corte Superior de Lima, con fecha
25 de marzo de 1999, en el Expediente Nº 20785-98, señaló lo siguiente: “(…) Que,

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si bien mediante resolución de fecha 30 de noviembre de 1998 obrante a fojas
diecisiete se decretó la rebeldía de la demandada, también es verdad que nuestro
ordenamiento procesal no prohíbe valorar los medios probatorios presentados por el
rebelde, más aún si con su apreciación se puede llegar a solucionar el conflicto de
intereses a que se hace referencia en el artículo tercero del Título Preliminar del Código
Procesal Civil”.

El artículo 462 del CPC que regula el tema, no hace ningún distingo entre el rebelde
voluntario del involuntario, con gran perjuicio para este. Sin embargo, es evidente
que el rebelde involuntario, es decir, aquel que ha derivado a esa situación, pero por
causas ajenas a él, ya que no ha sido debidamente notificado con la existencia de la
demanda, colocándosele en una situación de indefensión, debe tener un tratamiento
específico, a efectos de que se le restituyan sus derechos íntegramente (restitutio in
integrum).

De encontrarnos frente a un rebelde involuntario, el incidente de nulidad de lo actuado


hasta el estado de notificársele correctamente con la demanda, a efectos de que pueda
hacer valer su derecho legítimo de defensa, debería ser atendido, aun encontrándose
en la Corte Suprema vía casación. De comprobarse la irregularidad en el
emplazamiento al demandado, el juez, los vocales superiores o supremos, según sea
el caso, deberán declarar la nulidad de todo lo actuado, reponiéndose la causa al
estado de notificársele correctamente, al demandado, la demanda.

b. Después de la sentencia definitiva


El litigante rebelde puede apersonarse al proceso aun cuando este se encuentre en la
fase de ejecución. Indudablemente, la regla de que asume el proceso en el estado que
se encuentre es aplicable también para estas situaciones, sin que sea posible retrotraer
el proceso a los actos ya precluidos. Si se trata de un rebelde voluntario, la sentencia
definitiva y firme no puede ser destruida.

El tema discutible se presenta cuando estamos frente a un rebelde involuntario.


¿Podrá declararse la nulidad de lo actuado, estando el proceso en ejecución de
sentencia?,
¿habiendo pasado por todas las instancias? Nuestro punto de vista es que si se
demuestra que el demandado ha sido colocado en una situación de indefensión,

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porque no ha sido debidamente notificado, deberá generarse un incidente de nulidad, a
efectos de que el juez atienda dicho pedido, por constituir una violación flagrante al
debido proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva. Debe tenerse presente el principio
de que nadie puede sufrir las consecuencias de un proceso en el que no ha tenido la
oportunidad de ejercer su legítimo derecho de defensa. De no ser amparada esta justa
petición, el perjudicado tendría que interponer un proceso de amparo contra la sentencia
definitiva, alegando violación del debido proceso, por haberse seguido con el
demandado en situación de indefensión, se trataría de un claro proceso irregular.

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CONCLUSIONES
 Considerar que el tema de Rebeldía, viene a ser una sanción legal impuesta por la
omisión de cumplir un mandato judicial, previa notificación de esta, ya sea por
edictos o cédulas.

 Estimar que la rebeldía, está relacionado con el principio de debido


proceso, puesto este principio supone que es misión de las partes litigantes la
aportación de hechos necesarios para fundar sus peticiones, así como los medios
de prueba concretos, para probar los hechos aportados por ellas.

 Definir la rebeldía como una actitud de silencio del demandado, una forma
de manifestación de su voluntad con efectos jurídicos. Otra definición, la señala
como la situación procesal derivada de la incomparecencia en juicio por parte de
la persona frente a la cual se dirige el mismo. Contumacia. También se ha definido
a la Rebeldía como el Estado procesal de quien, siendo parte en un juicio, no acude
al llamamiento que formalmente le hace el juez o deja incumplidas las
intimaciones de este.
 Referir que la rebeldía, hace referencia al denominado “emplazamiento”, es
decir aquel mecanismo que tiene por objeto permitir que el demandado alegue
sus razones, ahora bien, si éste teniendo la carga procesal de contestar la demanda,
decide guardar silencio, es lógico suponer que no tiene nada que alegar y en lugar
de allanarse prefiere asumir las consecuencias de la rebeldía que el sistema tiene
previsto.

 Definir la rebeldía, como: “Una sanción legal impuesta a quien omitió cumplir
un mandato judicial, absolver oportunamente un trámite o fue remiso a la
concurrencia a una diligencia judicial...". A diferencia del allanamiento, la
consecuencia procesal inmediata de la declaración de rebeldía correspondiente al
trámite de contestación a la demanda no es poner la causa en estado de sentencia,
sino en la de pronunciamiento jurisdiccional sobre el saneamiento del proceso, el
cual según sea el caso puede ser positivo o negativo, tal como señala el artículo
460º del Código Procesal Civil. De ser positivo coloca al rebelde en situación
desfavorable dentro del proceso, por cuanto éste continuará sin habérsele
escuchado. También es denominada "contestación tácita de la demanda".

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 Señalar que la figura procesal de rebeldía, refiere a aquella situación en el que
se hace de conocimiento al demandado a fin de que este comparezca ante un
proceso civil dentro de un plazo legal determinado, pero este, por numerosas
razones este no comparece o peor aún abandona el proceso en cualquiera de sus
etapas pese a ya haber comparecido. Cabe aclarar que el propio Código Procesal
Civil en su artículo 462º permite incorporar al rebelde en cualquier estado del
proceso, y en lo referente a las costas y costos que se generen del proceso, estas
son de cargo del rebelde.

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BIBLIOGRAFÍA

 CAJAS BUSTAMANTE, Willian. “Código Civil”.7ª Ed., Perú, Editorial

Rodhas, 2004.

 LEDEZMA NARVAEZ, MARIANELLA. “Comentarios al Código Procesal

Civil - TOMO II”, 1° Edición, Perú, Editorial Gaceta Jurídica, 2008.

 MONROY GÁLVEZ, JUAN. “Introducción al Proceso Civil - TOMO I”. Santa

Fe de Bogotá, Temis, 1996.

 Código Procesal Civil Peruano

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