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Curiosidades eruditas del Correo. Aproximación al estudio de un periódico colonial.

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6. Religión

14. Fiesta del Corpus en la Catedral. s.i., s.f.

Historia de Bogotá, vol. IV, Bogotá, Salvat, Villegas Editores, 1989, p. 57.
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Desde mediados del siglo XVIII, Occidente experimentó, un cambio en la forma de

concebir la religión. El pensamiento ilustrado europeo abogaba por una religión

“individual”, sin intermediarios, desligada de los temores del más allá, y criticó las

instituciones eclesiásticas1. España no fue ajena a la reformulación del pensamiento

religioso, sobre el que realizó críticas en torno a las instituciones y a sus prácticas. El

pensamiento ilustrado español consideraba que la experiencia religiosa se había convertido

en una práctica mecánica en tanto que las personas asistían a los oficios religiosos sin una

consciencia clara de sus deberes espirituales por lo que abogaban por experiencias más

interiores y sinceras .2

El siglo XVIII europeo no puede considerarse como abstraído de la religión. En cada lugar

en particular, la conciencia religiosa experimentó una mutación. 3 Para el pensamiento

ilustrado francés la existencia de Dios era indiscutible y, aunque quiso transformar al

catolicismo, no renunció a ninguno de sus principios morales.4 Por su parte, los ilustrados

españoles y americanos, en su mayoría, fueron hombres creyentes y practicantes de la

religión católica, a la que, por sus inclinaciones intelectuales, criticaron y quisieron

reformar.5

1
Marie-Hélène Froeshlé-Compard, “Religión”, en: Vincenzo Ferrone y Daniel Roche, Diccionario
histórico de la Ilustración, Madrid, Alianza Editorial, 1998, pp. 202-204.
2
Jean Sarrailh, La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, México, Fondo de Cultura
Económica, 1957, pp. 612-615
3
Jean Pierre Clément, El Mercurio Peruano, 1790-1795, vol. I, Madrid, Iberoamericana, 1997, p.
140.
4
Fritz Valjavec, Historia de la Ilustración en Occidente, Madrid, Ediciones Rialp, S.A., 1964, p102-
103
5
Jean Sarrailh, Op. Cit., p. 613 y Juan Manuel Pacheco, Ciencia, filosofía y educación en
Colombia, siglo XVIII, Bogotá, Ecoe, 1984, p. 156.
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En la América española y particularmente en la Nueva Granada desde el siglo XVII, la

Iglesia adquirió una importancia relevante en la sociedad colonial. Este hecho se constata,

en el aumento en la edificación de templos, la proliferación del arte religioso, el control de

la actividad educativa, y la masiva creación de agrupaciones como cofradías, hermandades

y congregaciones.6 No obstante, desde el advenimiento de los Borbones al poder, y con la

implantación de las reformas borbónicas, la Iglesia, en España y en las colonias, sufrió

ciertas restricciones. La Corona y sus ministros adhirieron ampliamente a la doctrina

regalista que defendía el derecho exclusivo del soberano para decidir en los asuntos

religiosos. En esta medida, en cuanto a los temas eclesiásticos, las reformas buscaban dejar

claro que el rey era la máxima autoridad y que por lo tanto la iglesia estaba subordinada él7.

En consecuencia, la Corona española, quiso intervenir y controlar la vida eclesiástica. Así,

mediante el Concordato de 1753, el rey se reservó el derecho a nombrar obispos, y en 1760,

Carlos III se declaró delegado y vicario del Papa con poder para inmiscuirse en la actividad

de la Iglesia en las colonias.8 También buscó rebajar el número de religiosos y conventos, al

igual que frenar el poderío económico de algunas de las comunidades, aplacar los

avanzados sentimientos de autonomía de los que gozaban algunas órdenes religiosas e

impedir el escándalo, producto de la vida laxa y desordenada de los religiosos, abogando

por una mayor austeridad y una vida más “espiritual “. Un ejemplo típico de las reformas

fue la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, en la que se ve expresado el regalismo

impuesto por la Corona española, los jesuítas eran un obstáculo para la corona en tanto

6
Fernán E. González González, Poderes enfrentados. Iglesia y Estado en Colombia, Bogotá,
Cinep, 1997, pp.81-83.
7
Pilar Gonzalbo Aizpuru, “Política eclesiástica y religiosidad ilustrada”, en: Actas del Congreso
Internacional sobre Carlos III y la Ilustración, vol. I, Madrid, Ministerio de Cultura, 1989, p. 539.
8
Fernán E. González González, Op. Cit., pp. 95-96
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tenían suficiente poder en el campo de la educación al igual que un elevado soporte

económico.9

En consonancia con los cambios frente a la religión y sus prácticas, el Correo Curioso

publicó en el número 7 del 31 de marzo de 1801, un artículo de los editores titulado :

“Discurso Devoto”10. En él se pueden identificar dos puntos sobresalientes en la reflexión

religiosa: una defensa y una exaltación a la religión católica, y una crítica a las prácticas

religiosas populares.

Para el hombre ilustrado fue una preocupación conocer las costumbres diferentes a las

occidentales. Dicha preocupación se basó en la importancia de adquirir un conocimiento

generalizado del mundo y en una fascinación por lo ajeno y lo exótico que le permitio a

estos hombres realizar comparaciones con las costumbres propias. 11La defensa hecha por el

Correo Curioso a la religión católica se centró en el reconocimiento de los beneficios y

ventajas que acarreaban las costumbres católicas en comparación con las prácticas

realizadas por otras religiones. En esta medida comparó las prácticas religiosas de los

japoneses con las católicas :

9
Concepción de Castro, “Campomanes y el clero regular”, en: Actas del Congreso Internacional
sobre Carlos III y la Ilustración, vol. I..., p. 468, y Pilar Gonzalbo Aizpuru, “Política eclesiástica y
religiosidad ilustrada”, en: Actas del Congreso Internacional sobre Carlos III y la Ilustración, vol. I...,
p 546, Josep M. Barnades, “La Iglesia católica en la Hispanoamérica colonial”, en: Leslie Bethell
(edit.), Historia de América Latina, vol. II, Barcelona, Editorial Crítica, 1990, p. 204. Ver también,
Fernán E. González González, Op. Cit., pp. 102.
10
Correo Curioso, no. 7, 31 de marzo, p. 47. Los temas religiosos no fueron muy abundantes en el
Correo Curioso, fuera del artículo mencionado sólo se encuentran pequeñas alusiones a la religión
dispersas dentro de otros artículos de diferentes temáticas. Renán Silva, toma como ejemplo éste
artículo para mostrar lo que él llama “religión de los ilustrados” que, como ya dijimos, apuntaba a la
crítica de las prácticas religiosas y buscaba una experiencia más íntima y sincera: Renán Silva,
“Les éclairés en Nouvelle-Grenade. Une communauté d’interprétation”, vol. II, thèse de Doctorat en
Histoire, Paris, Université Paris I, Panthéon-Sorbonne, 1996, copia mecanografiada., p. 23.
11
Daniel Roche, “Viajes” en Vincenzo Ferrone y Daniel Roche, Op. Cit., pp. 292-294.
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“ Leamos las historias de aquellas naciones, y sabremos como hacen a sus


dioses los sacrificios ; y en llegando a sus ritos, no tan solo no infringen sus
durisimas leyes ; sino que se propasan, al fin a una vergonzosa, y atroz
superstición. Entre los japoneses muere sin remedio el penitente, que no
confiesa sus pecados a gritos altisimos, de modo que lo oigan todos los
Bonzos, que están separados unos de otros gran trecho. Nosotros los
Catholicos estamos mejorados por la suavidad de la ley, y por su sublime
instituto : su carácter es el mas divino ; su disciplina la mas respetable ; y sus
promesas las mas seguras “.12

Para los ilustrados en España y sus colonias, la religión católica se encontraba por encima

de otras religiones por tener características más racionales que aquellas prácticas “atroces”

realizadas por otras comunidades. Así, el catolicismo impartía unos valores que hacían a los

hombres seres civilizados capaces de vivir en sociedad. El problema con las prácticas

católicas radicaba para ellos, en que muchas de sus actividades se habían llenado de

superstición o se encontraban relajadas por la vanidad y el escándalo.

En los territorios hispanoamericanos la religión católica y sus instituciones fueron de vital

importancia. Desde su nacimiento, los hombres estaban inmersos en las prácticas religiosas,

ya fuera en el bautismo, en el matrimonio, en la muerte, la educación o en la asistencia a

fiestas netamente católicas como la Semana Santa, las Pascuas etc. La vida diaria en la

Nueva Granada estaba marcada por las misas, procesiones y celebraciones religiosas de

cada semana, siendo la iglesia el punto de encuentro, casi diario, de las gentes

neogranadinas. A su vez, la vida doméstica vivió una intensa religiosidad. Los días estaban

regulados por las oraciones diarias que se convertían en referencias horarias para la

comunidad y en muchos casos, los hogares estaban decorados con imágenes religiosas,

exvotos y pequeños altares.13. La Cuaresma y la Semana Santa, tiempo de reflexión para los
12
Correo Curioso, no. 7, 31 de marzo, p. 47.
13
Pablo Rodríguez, Sentimiento y vida familiar en el Nuevo Reino de Granada. Siglo XVIII, Bogotá,
Editorial Ariel, 1997, p. 292. Julián Vargas Lesmes, La sociedad de Santafé Colonial, Bogotá,
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católicos, sirvieron a los editores del Correo Curioso para realizar su crítica al relajamiento

de las buenas costumbres.

« ¿Y los Catholicos queran mantener en este tiempo, dedicado a la


renovacion de la conciencia, y a las lagrimas de compunción, la disolución
en sus acciones, la vanidad en sus vestidos, la profanación en los templos, la
disipación en los sentidos, y los pecados de escandalo, y mal exemplo ? »14

Uno de los ideales de vida del pensamiento ilustrado fue el de la moderación guíada por la

virtud, en todas la diversiones y actividades públicas. En esta medida, los carnavales, las

fiestas taurinas, y las celebraciones religiosas fueron combatidas por ser ejemplo del

relajamiento de las costumbres al estar cargadas de excesos y desórdenes.15 El pensamiento

ilustrado español criticaba fuertemente las actitudes de las gentes frente a los oficios

religiosos y las procesiones pues en ellos se exhibían la vanidad ostentada por las mujeres,

el bullicio y algarabías en sitios sagrados, la curiosidad y el morbo 16. El Correo Curioso

reproducía fielmente las inquietudes de la época clamando, al igual que en las grandes

ciudades españolas, por una experiencia de vida menos fastuosa y más espiritual :

“ Ninguna conexión tienen los pasos, en que se representan los sangrientos


mysterios de nuestro Señor Jesu-Christo con una vana curiosidad, que no
deja espiritualmente la lastima, del que así padeció ; ni la vergüenza
fructuosa del que ha sido causa de que padeciese. Todo lo que es carreras,
alborotos, risa juego y libertas de los sentidos, no puede servir de
disposición para presenciar estas funciones sagradas.”17

Cinep, 1990, p. 7. Ana Luz Rodríguez González, Cofradías, capellanías, epidemias y funerales.
Una mirada al tejido social de la Independencia, Bogotá, Banco de la República, El Áncora
Editores, 1999, p. 105.
14
Correo Curioso, no. 7, 31 de marzo, p. 48. Otros semanarios americanos, como el Mercurio
Peruano, también registraron el rechazo por el desorden y el libertinaje en las prácticas religiosas.
Jean Pierre Clément, Op. Cit., p. 145
15
Juan Pedro Viqueira Alban, ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la
ciudad de México durante el Siglo de las Luces, México, Fondo de Cultura Económica, 1987, p.
267.
16
Tal fue la preocupación de la corona española por el desenfreno de las costumbres en las
prácticas religiosas, que en 1780, fue promulgada una Real Cédula por la cual se impedía realizar
procesiones o funciones eclesiásticas. Jean Sarrailh, Op. Cit., p. 652 y 655.
17
Correo Curioso, no. 7, 31 de marzo, p. 50.
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Frente a todas estas conductas, proponía una práctica religiosa más personal y respetuosa,

que implicaba asistir a los oficios, rezar, tener una actitud de compunción, guardar silencio,

arrepentirse de los pecados y cumplir con las tareas impuestas por el catolicismo como el

ayuno, la penitencia y la limosna, ya que los hombres no sólo debían llamase “ hijos de la

Iglesia” sino también llevarlo a la práctica18.

Finalmente, podemos afirmar que la élite cultural de la Nueva Granada, a través del Correo

Curioso, fue receptiva a los cambios realizados en la concepción religiosa europea,

teniendo en cuenta que contaba con muchos religiosos en sus filas. Vale la pena menicionar

que uno de los editores, José Luis de Azuola era sacerdote hecho que llevó, quizás a que

dichas temáticas fueran analizadas y difundidas en el semanario. Los ilustrados

neogranadinos mezclaron las nuevas ideas con un profundo sentimiento religioso, lo que
19
dio por resultado, una concepción de la religión bastante “intelectualizada” . Quizás

muchas de estas restricciones a la religiosidad popular nunca se llevaron a la práctica, lo

que deja claro lo arraigada que se encontraba en las costumbres locales, al igual que la

brecha existente entre las reflexiones de corte ilustrado de las élites intelectuales y la

realidad20.

18
Correo Curioso, no. 7, 31 de marzo, pp. 48-49.
19
Renán Silva, Op. Cit., p. 23. Por su Parte Jean Pierre Clément, comenta que el mundo hispánico
vivió un “catolicismo ilustrado” ya que las prácticas católicas fueron analizadas y racionalizadas
por el pensamiento ilustrado , Jean Pierre Clement, Op. Cit., p. 141
20
A esta conclusión llega Pilar Gonzalbo para el caso mexicano, pero igualmente nos sirve para
ilustrar el caso de la Nueva Granada. Pilar Gonzalbo Aizpuro, Op. Cit., p. 547.

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