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9.

Marco conceptual

En vista que el enfoque holístico en la psicología explica mejor el comportamiento ético


humano, este obedece un conjunto de variables que deben ser definidas, unas más
importantes que otras. Con esto se puede explicar el comportamiento humano dando énfasis
de la personalidad, auto concepto, y la percepción. Debemos revisar desde las definiciones de
algunas variables útiles hasta las maneras de entender que hubo y hay sobre el
comportamiento ético humano.

Las definiciones más compartidas de lo que es la motivación implican al conjunto de procesos


que se interesan por las causas de que se hagan o se dejen de hacer determinadas cosas, o
de qué se hagan de una forma y no de otra. Se trata, por tanto, de un constructo teórico no sólo
básico para la Psicología, sino, además, ambicioso en cuanto al alcance, atractivo por las
metas planteadas y tremendamente complejo por la diversidad de componentes que conlleva
(Fernández-Abascal, 1997. p. 11).

Moral y Ética: Definiremos la variable moral como un conjunto de valores y creencias que una
persona tiene sobre la realidad que este percibe para poder discernir lo que está bien
(moralmente correcto) y mal (moralmente incorrecto). Con esto nace la Ética que es una
disciplina filosófica que estudia y justifica la moral que uno debe tomar.

Código ético: Contiene principios y valores reconocidos y respetados por los integrantes de un
grupo determinado como es el caso de los Intérpretes. Es una declaración formal de las
prioridades éticas de dicho grupo u organización, aunque también puede pertenecer a una sola
persona.

Decisiones éticas: Se define como aquella situación que refleja posiciones y/o argumentos en
conflicto que presenta más de dos alternativas de solución que pueden ser o no satisfactorias

Responsabilidad directiva: Cuando se llega a un nuevo puesto de trabajo, se produce un


contraste inevitable entre lo que se creía o presuponía que uno se iba a encontrar, lo que se
sabía con certeza y la realidad que efectivamente se ha de afrontar. Son múltiples y variados
los factores que conviene tener en cuenta a la hora de trazar la ruta a seguir y cómo transitarla

9.1. Definiciones del comportamiento humano:

Entre muchos autores se entendía el comportamiento humano de diferente manera, pero casi
todos tenían una aplicación clara en la realidad, aunque sea en una porción no tan grande.

Esto lo podemos ver reflejado en la psicología. A lo largo del tiempo, la Psicología ha


proporcionado respuestas parciales a la pregunta sobre los motivos de la actividad psíquica
humana. Los conceptos de 'voluntad', de 'instinto', de 'pulsión', de 'impulso', de 'incentivo', de
'auto-realización personal', de 'expectativas' o de 'atribuciones causales' han sido esgrimidos
como argumentos capitales en el análisis de la motivación. La primera conclusión ante
conceptos tan dispares como los que se acaba de nombrar es que los motivos son muchos y
muy variados, por lo que la motivación se define como un proceso multideterminado (Barberá y
Molero, 1996; Fernández-Abascal, 1997; Garrido, 1996).

La tradición occidental de la teoría motivacional hunde sus raíces en la polémica filosófica entre
«razón» e «instinto», ejemplificada a través de la clásica división entre animales racionales e
irracionales. Mientras los seres humanos parecen regir sus vidas y sus acciones movidos por la
razón, por el esfuerzo y la voluntad, el móvil comportamental de los demás organismos
animales, a los que no se les supone capacidad de raciocinio, se localiza en los instintos. El
instinto representa para los animales irracionales lo mismo que la voluntad para los seres
racionales, es decir el factor explicativo causal de sus comportamientos. Una polémica similar
se reproduce, desde principios de siglo, en la disciplina psicológica a través del binomio
instinto-aprendizaje, siendo McDougall (1908) el exponente más característico de las
posiciones instintivistas.

9.2. La teoría de McDougall:

La teoría de McDougall resuelve el estatus del potencial motivador postulando que los instintos
no sólo impulsan la actividad humana, sino que también fijan las metas hacia las que la
actividad se dirige. El instinto se define como una tendencia genéticamente programada, de
carácter innato y universal. Una teorización de estas características crea bastantes problemas,
siendo uno de los más cuestionados el tratar de explicar la enorme diversidad de conductas
humanas con un número reducido de instintos.

McDougal nos habla en su libro Una introducción a Psicología Social (2001) de cómo con el
tiempo sean ido modificando las conductas, con la regulación mediante la aprobación o
desaprobación del entorno.

La regulación de la conducta con respecto a la aprobación y desaprobación de nuestros


semejantes en el camino discutido en el capítulo anterior tiene cierta limitaciones y desventajas
a pesar de su suprema importancia para la gran masa de la humanidad. En primer lugar, los
motivos involucrados son fundamentalmente egoístas, aunque, como vimos, en ciertos casos
pueden fermentarse con el impulso altruista. En segundo lugar, la aprobación y desaprobación
de nuestras redes sociales el círculo deja de ser sanciones efectivas de conducta correcta, tan
pronto como podamos estar bastante seguro de que nuestro lapso del estándar exigido de
nosotros nunca será ser conocido por aquellos en cuyas mentes habitualmente nos vemos
reflejados y a cuya aprobación y desaprobación atribuimos importancia; o, en en otras
palabras, el hombre cuya conducta correcta no se basa más que esta sanción no se ajustará al
código aceptado, a pesar de oponerse deseos, cuando no está en peligro de ser "descubierto".
Para remediar este defecto de la sanción de la opinión pública, muchos pueblos tienen lo
complementó con la doctrina de un ojo que todo lo ve, de un poder que puede observar todos
los actos de los hombres, aunque estén cuidadosamente ocultos, y distribuirá recompensas y
castigos ya sea en esta vida u otra, de acuerdo ya que estas escrituras se ajustan o
transgreden el código actual de la sociedad. (McDougall William, 1919, pág. 148)
A esto se le sumo la publicación de José Flores en su libro la Psicología Social de MC Dougall:

según la teoría de Mc Dougall tendría que haber tanta s emociones como instintos, lo que está
mu y lejos de ser la verdad. La inmensa mayoría de los psicólogos modernos están de acuerdo
de que el hombre tiene más instintos que cualquier otro animal. Es posible contar varias
veintenas de instintos lo cual no se puede hacer con las emociones. Ha y muchos más instintos
que emociones. Además, Mc Dougall en su lista de instintos tiene muchos que no pueden
aceptarse como tales, por la sencilla razón de que no pueden explicarse claramente como
actividades adquiridas durante el curso de la vida. (Flores José, 1930, pág. 16)

9.3. El Conductismo de Watson y el Psicoanálisis de Freud:

A partir de la segunda década del siglo XX, las tesis instintivitas chocan con algunos obstáculos
importantes. El primero fue la enorme fuerza con la que entró en la psicología experimental el
conductismo de Watson (1924) que, aunque compartía los postulados evolucionistas centrales,
daba gran importancia al aprendizaje y se negaba a aceptar que la conducta humana estuviese
predeterminada por factores genéticos.

Uno de los principios básicos de las tesis conductistas era que no sólo los motivos influyen en
el aprendizaje, sino que los motivos también pueden aprenderse, tal y como había demostrado
la experiencia pionera de Watson con el nido Alberto, a quien infundió miedo a una rata por
medio de un proceso de condicionamiento. Pero será, sin duda, la teoría de Hull (1943, 1952),
con todas las aportaciones posteriores de la escuela hulliana, la que va a proporcionar un
modelo explicativo de la conducta humana, que va a desempeñar un papel dominante en la
historia de la psicología académica hasta finales de la década de los cincuenta.

Dicho modelo explica el comportamiento a partir de dos conceptos motivacionales activadores:


el impulso (drive) y el incentivo y uno de aprendizaje asociativo: el hábito que marcará la
dirección de la conducta (Todt, 1982).

Motivación y aprendizaje representan para el modelo neo conductista los ejes fundamentales
explicativos de la conducta. En el reparto de tareas, a la motivación se le asigna la activación o
energización del comportamiento, mientras que los principios de aprendizaje asociativo se
responsabilizan de marcar el rumbo o dirección hacia la consecución de las metas
establecidas.

Otro obstáculo para las tesis instintivitas provino de la teoría psicoanalítica y en concreto del
concepto motivacional de pulsión (trieb), en cuanto alternativa al instinto clásico, que S. Freud
(1915) desarrolló al analizar la sexualidad humana. La sexualidad entendida como pulsión se
inicia, prácticamente desde el nacimiento, vinculada con una necesidad de tipo orgánico:
hambre, defecación, micción, etc. De ahí el nombre de las fases del desarrollo libidinal que
Freud propone: oral, anal, fálica o genital. Pero, la pulsión se independiza pronto de lo
biológico, diferenciándose del instinto tanto en la finalidad como en el objeto. Así, la búsqueda
del placer y no la reproducción de la especie se convierte en la meta pulsional de la sexualidad,
no existiendo para satisfacer esa finalidad tan poco biológica ningún objeto propio.

El concepto psicoanalítico de falo hace referencia, precisamente, a aquello que ocupa el lugar
de la falta de especificidad. El modo como cada persona resuelve sus conflictos libidinales para
adaptar el principio del placer inicial a las restricciones sociales impuestas -principio de la
realidad- va a depender de las relaciones familiares concretas, que son específicas para cada
persona, y va a ser determinante en la estructura caracterizar de la personalidad humana, que
será distinta para las niñas y para los niños (Barberá, 1982).

Para Freud, por tanto, la independencia del concepto de pulsión con respecto al de instinto
será sólo relativa, ya que su origen se inicia en estrecha vinculación con la satisfacción de
necesidades instintivas básicas, aunque más adelante la libido se separe de lo biológico y se
ponga al servicio de necesidades estrictamente psicológicas, como la búsqueda del placer o el
equilibrio entre principio del placer y principio de la realidad.

Conductismo y psicoanálisis representan, en muchos sentidos, enfoques contrapuestos en la


interpretación del comportamiento y de los motivos que sobre él actúan. Pero comparten el
carácter determinista de la psique humana y la visión deficitaria y negativa de los procesos
motivacionales.

Para Watson la conducta se puede determinar desde fuera mediante la adecuación de


estímulos específicos. Así pronuncia la famosa frase de «dadme veinte niños y dejadme que
los eduque a mi manera y haré de ellos lo que queráis: ingenieros, médicos, arquitectos, etc.».

Para Freud, sin embargo, son las pulsiones internas, que nunca desaparecen, las que actúan
como móviles determinantes de nuestras acciones. El psicoanálisis define al sujeto humano
como la serie de identificaciones que realiza a lo largo de toda su vida. Los enfoques
sociológicos y antropológicos representaron otro obstáculo importante al ofrecer datos
transculturales que cuestionaban el supuesto de un núcleo motivacional común a toda la
humanidad, tal y como defendía McDougall.

Tres argumentos fundamentales esgrimen las investigaciones sociológicas y antropológicas


para rechazar los supuestos instintivitas basados en predisposiciones genéticas heredadas de
forma universal.

En primer lugar, los estudios llevados a cabo desde la antropología social demuestran que la
estructura de los motivos fundamentales varía enormemente de unas culturas a otras.

En segundo lugar, sociólogos y antropólogos consideran que, si el concepto de instinto es algo


orgánico, debe tener una localización fisiológica, localización que ha sido infructuosa respecto
de algunos motivos básicos tales como el hambre, la sed o el sueño, y totalmente inapropiada
en relación con motivaciones específicamente humanas, como el afán de poder o la motivación
de logro.

La tercera razón argumentada es la enorme complejidad de los motivos sociales, que parecen
encajar mejor con una explicación relativa a las situaciones sociales a las que cotidianamente
se enfrentan los seres humanos, que en base a estructuras biológicamente determinadas del
organismo (Morales, 1988).

Finalmente, la psicología humanista incorpora los motivos de crecimiento y desarrollo a la


tipología motivacional humana. De acuerdo con la perspectiva holística, algunos psicólogos se
representan al ser humano como un sistema unitario, de manera que cualquier motivo que
afecta a una parte del sistema afecta a toda la persona.

9.4. El comportamiento humano explicado por Maslow.

Para Maslow (1943) la base comprensiva de la motivación humana radica en la idea de que las
personas poseen necesidades básicas a nivel organísmico que actúan de forma discreta pero
segura. Sin embargo, estaba poco interesado en elaborar listas cuantitativas de necesidades
básicas por lo que, a diferencia de Murray y como buen humanista, propuso una estructura
piramidal de necesidades jerarquizadas, estableciendo una distinción entre necesidades
deficitarias o de carencia, por un lado, y necesidades de crecimiento y desarrollo, por otro.
Dentro de las necesidades de carencia Maslow engloba las necesidades fisiológicas y los
motivos de seguridad, pertenencia y valoración.

Cuando las necesidades de carencia están satisfechas, comienzan a emerger las orientadas
hacia el crecimiento. Una vez que el ser humano deja de sentirse hambriento, inseguro, no-
amado, ni inferior, puede sentir la necesidad de cumplir con su destino como persona. Ninguno
de los enfoques psicológicos mencionados niega el componente biológico impulsivo de la
motivación humana. Sin embargo, aunque todos ellos lo consideran imprescindible, juzgan
incompleta cualquier explicación motivacional que quede reducida a las bases orgánicas. Las
críticas conductistas y neo conductistas destacan el papel capital que desempeñan los factores
de aprendizaje en la conducta y los factores estimulares externos en la motivación.

El cuestionamiento del psicoanálisis se dirige, por el contrario, a la concepción homeostática


clásica, según la cual los componentes hedónicos se subordinan por completo al servicio de las
necesidades biológicas. Como alternativa, la búsqueda del placer y la búsqueda del goce van a
constituir los fines primordiales a los que sirve la pulsión analítica. Además, gran parte de las
motivaciones del comportamiento humano presentan un origen social, que sociólogos y
antropólogos están interesados en conocer, así como una tendencia hacia la realización
personal, tendencia que constituye lo más específico y característico de la motivación humana,
tal y como han destacado los psicólogos humanistas. Pero, sin duda, serán los enfoques
cognitivos y socio-cognitivo los que van a ejercer un influjo más poderoso sobre el desarrollo de
la psicología motivacional durante la segunda mitad del siglo que ahora finaliza.
Al tratar de recapitular las sucesivas explicaciones parciales de la motivación humana, se
observa que la mayor parte de psicólogos interesados en su estudio la conciben, o bien como
un impulso interno, que se concreta en un estado de necesidad o en un deseo, o bien como
una atracción externa derivada de los estímulos ambientales, que actúa con más o menos
fuerza sobre las personas. La teoría de McDougall, el planteamiento freudiano o la concepción
motivacional de Hull, tal y como se plantea en 1943, se incluirían en el primer grupo. Por el
contrario, la teoría de los incentivos y la mayor parte de planteamientos sociológicos se
corresponden con el segundo enfoque.

A pesar de todo ello hay mucha controversia sobre si el Psicoanálisis, por ejemplo, es una
buena forma de ver el comportamiento humano. Freud, el fundador del psicoanálisis, el gran
arqueólogo del inconsciente, fue uno de los personajes más influyentes del siglo XX. Sus
teorías marcan las fronteras de un antes y un después en la comprensión de la naturaleza
humana, la cultura, el arte, la religión… Con sus agudas observaciones, aportó un conjunto de
hipótesis que abrieron nuevos caminos en diferentes esferas del comportamiento humano, y
que han supuesto un fuerte estímulo para la investigación. El psicoanálisis es, por otro lado, la
más popular de las doctrinas psicológicas. Forma parte de nuestra cultura. Ha dejado su huella
en ámbitos tan diversos como la neurología, la psiquiatría, la psicología, la pedagogía, la
sociología, la filosofía, la hermenéutica, la antropología, la historia, la religión, la literatura, el
arte, el cine. (Palomero Pescador, 2006, pág. 244)

9.5. Visión holística del comportamiento humano.

La perspectiva sistémica de Bertalanffy sostiene, sin embargo, una concepción relacional de la


motivación, según la cual los puntos de partida no son ni los impulsos intra orgánicos ni,
tampoco, los estímulos ambientales, sino las relaciones interactivas que, de forma continua, se
generan entre un individuo y su entorno. En el caso humano, la complejidad que caracteriza a
tales interacciones hace que algunas de las necesidades se transformen en metas y planes de
acción, y que el entorno se defina como un mundo percibido y pensado Es evidente que no
toda conducta humana puede considerarse voluntaria. Es más, tal y como Sigmund Freud se
ocupó de poner de manifiesto, ni siquiera podemos afirmar que los humanos seamos
conscientes de las motivaciones básicas de nuestro comportamiento. Pero, sin duda, una parte
considerable de la investigación psicológica experimental ha avanzado en el conocimiento de
los procesos que intervienen en los comportamientos planificados y dirigidos hacia
determinados logros. Son estos avances los que se van a describir en el siguiente apartado.

El estado insatisfactorio de la teoría psicológica contemporánea es lugar común. Se diría un


revoltijo de teorías contradictorias que van del conductismo, que no ve diferencia entre el
comportamiento humano y el de las ratas · de laboratorio (y, lo que es más importante, los
ingenieros representan la conducía humana según la de las ratas), hasta el existencialismo,
para el cual la situación humana cae más allá de la comprensión científica. La variedad de
concepciones y enfoques seria harto saludable, de no ser por un hecho turbador. Todas estas
teorías comparten una «imagen del hombre» originada en el universo físico-tecnológico. -dada
por descontada en teoría, de otro modo antagónicas, como el conductismo, los modelos
computarizados de los procesos cognoscitivos y la conducta, el psicoanálisis y aun el
Existencialismo y que es demostrablemente falsa. Se trata del modelo de robot para el
comportamiento humano. (Bon Bertalanffy, 1968, pág. 197)

BIBLIOGRAFÍA:
McDougall, William. (1919). Una introducción a la psicología social. Londres,
Inglaterra: Batoche Books
Flores, José. (1930). La psicología Social de Mc Dougall. Recuperado de
https://www.bcn.cl/obtienearchivo?id=documentos/10221.1/35791/1/190533.pdf
Palomero Pescador, José Emilio. (2006). ¿Sigue vigente, hoy, el psicoanálisis?
La polémica continúa. Zaragoza, España: Revista Interuniversitaria de
Formación del Profesorado
Von Bertalanffy, Ludwig. (1968). Teoría General de Sistemas. Nueva York,
EE.UU.: Fondo de cultura económica

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