2.3.1 Pintura
De todos ellos, será el extremeño Francisco de Zurbarán el primero en iniciar esta nueva
andadura, siendo recordado hoy en día principalmente como el "pintor de los monjes".
Lo cierto es que Zurbarán gozó de fama en su época, algo que propició que nunca
le faltaran los encargos, en mayor o menor medida, los cuales se sucedieron a lo
largo de los años en forma de peticiones de grandes series pictóricas por parte de
diversas órdenes religiosas (Jerónimos, Cartujos…), aunque también llegará a
enfrentarse al tema mitológico durante la breve estancia que pase en Madrid
participando en la decoración del Palacio del Buen Retiro, no saliendo demasiado
airoso de esta prueba, y al género del bodegón, del que se revelará maestro.
Además, con el paso de los años Francisco habrá de ser testigo de cómo el nuevo
estilo de un cada vez más apreciado Murillo se va imponiendo poco a poco, en
detrimento de su propia elección. Finalmente decidirá partir de nuevo a Madrid a la
vera de su amigo Velázquez, instalándose de forma definitiva hasta su muerte en
esta ciudad, casi una década después y rodeado de estrecheces económicas, en el
año de 1664.
Uno de sus mejores cuadros, La visión de San Pedro Nolasco (1628), procedente
del sevillano Convento de la Merced, ejemplifica a la perfección el lenguaje de este
pintor, de una sencillez a la búsqueda de la realidad concreta de las cosas. Formas
dibujadas, distintos tonos de blanco, contrastes entre sombras y luces, cabezas
expresivas…en un marco muy sencillo que acoge la representación de un milagro
protagonizado por el fundador de la orden.
A esta misma serie pertenece también uno de sus cuadros más perturbadores,
la Aparición de San Pedro Apóstol a San Pedro Nolasco, donde el apóstol aparece
representado en una violenta posición en escorzo, boca abajo y envuelto por un
halo de luz anaranjada.
Raffaello Sanzio fue uno de los más talentosos (sino el que más) de los artistas
del alto renacimiento italiano.
Considerado uno de los pilares del Cinquecento, es también uno de los genios
indiscutibles de la pintura de todos los tiempos por la perfección y gracia de sus
trabajos.
Desde temprana edad fue un niño prodigio. Muy pronto superó a todos sus
maestros y a los 25 años ya estaba pintando en primera división: las Estancias
Vaticanas (donde pintó frescos como La escuela de Atenas).
En la época, ser pintor no era especialmente prestigioso (los artistas eran simples
artesanos), pero gracias a las buenas maneras de Rafael, los pintores empezaron
a verse como gentes más elevadas. De hecho, fue de los primeros artistas en firmar
sus obras, orgullosos de su oficio y quizás pensando en la posteridad.
Socialmente era también muy querido. Regalaba a menudo sus dibujos para ayudar
a pintores en apuros económicos y contrataba a cientos de ellos para su taller,
dándoles él mismo clases de pintura. Pero lo que más hacía era ir de juerga con
ellos, sobre todo a las Casas del Santuario de Venus, donde según cuentan en una
noche y hasta el amanecer, había tenido trato con las treinta damas del oficio en
esa casa, y luego iba a visitar a su novia.
Nació en Viernes Santo y falleció en esta misma festividad el día que cumplía 37
años. Fue un artista muy productivo, en parte gracias a que dirigió un taller
conformado por numerosos colaboradores, y, a pesar de su muerte prematura, dejó
una extensa obra que en gran parte aún se conserva. La mayor parte de su trabajo
está alojado en los Museos Vaticanos, ya que decoró con frescos las habitaciones
conocidas como las Estancias de Rafael, el principal encargo de su carrera, que
quedó sin terminar a causa de su muerte y fue completado por ayudantes.
Después de sus años de juventud en Roma, gran parte de su obra, a pesar de haber
sido diseñada por él, fue ejecutada por su taller, con una considerable pérdida de
calidad. Ejerció gran influencia en su época; aunque fuera de Roma su obra fue
conocida sobre todo a través de la producción que hicieron los talleres de grabado
que colaboraban con él. Después de su muerte, la influencia de su principal rival,
Miguel Ángel, se intensificó hasta los siglos XVIII y XIX, cuando las cualidades más
serenas y armoniosas de Rafael fueron consideradas de nuevo como un modelo
superior.
Su carrera se dividió de manera natural en tres fases y tres estilos, descritos así
por Giorgio Vasari: sus primeros años en Umbría, el periodo posterior de cuatro
años en Florencia (1504-1508), donde absorbió las tradiciones artísticas de la
ciudad, y finalmente su último y triunfal período de doce años en Roma, trabajando
para los papas y su corte.
2.3.1.3 Alberto Durero
Alberto Durero es uno de los artistas más famosos del Renacimiento alemán. En su
producción abundan pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte.
Tras trabajar con él durante un periodo de tiempo, el joven Durero se interesó más
por la pintura. El padre accedió a los deseos del hijo y en 1486 ingresó en el taller
de Michael Wolgemut, el principal productor de retablos, como aprendiz de pintor y
diseñador de grabados.
En estos años, su arte refleja una enorme calidad en el trazado del dibujo y una
minuciosa observación del detalle. Finalmente, regresó a Nüremberg en 1494, ya
que sus padres habían concertado su enlace con Agnes Frey. El matrimonio le
aportó el dinero necesario para crear su propio estudio Nüremberg.
Ese mismo año marchó a Italia y visitó Venecia, conoció la obra de Bellini, Mantenga
y Pollaiuolo. El viaje duró dos años, pintó castillos, paisajes y panorámicas, apuntes
que después empleará en sus obras.
Entre 1505 y 1507 visitó Italia de nuevo, pasando mucho tiempo en Venecia. El
objetivo ya no era completar su aprendizaje, sino asentar su fama internacional. Y
tras ser consagrado y reconocido como un artista de prestigio volvió a Nüremberg.
En su ciudad natal pintó algunas obras de grandes dimensiones como El martirio de
los diez mil, una obra de gran dinamismo en la que incorpora el colorismo
veneciano. También pintó las tablas de Adán y Eva.
Durero realizó esta obra al de llegar de Italia y pone de manifiesto todo lo aprendido,
presenta a una Virgen monumental, casi escultórica. La construcción espacial de la
sala también sigue las teorías de la perspectiva de los italianos, aunque se observan
algunos detalles alemanes, como el paisaje de Nüremberg que se ve a través de la
ventana.
Melancolía
Este grabado alude la virtud moral. Ilustra la vida del cristiano esbozando una
imagen perfecta del soldado de Cristo, con un aspecto monumental y lleno de la
armonía.
El fondo está compuesto por rocas y árboles desnudos. A lo lejos, hay un castillo,
que es la meta del caballero: la virtud inexpugnable. Durante el camino aparece la
Muerte a caballo, que es un cadáver en descomposición, sin mejillas, nariz ni labios
y el cuello rodeado de serpientes. Se acerca al caballero y trata de espantarlo
mostrándole su reloj. Mientras tanto, un horrible Diablo le sonríe por detrás del
caballo.
Adán y Eva
En estos dos cuadros se observan las influencias del renacimiento italiano. Realiza
un tratamiento anatómico de los cuerpos, aunque ambos están idealizados a la
manera italiana. Las luces, los colores, el sombreado y el volumen responden a un
tratamiento renacentista.
Los dos personajes se encuentran de pie y existe una relación entre ellos. Adán
está mirando a Eva, quien recoge la manzana que le ofrece la serpiente. Y emplea
un fondo neutro para no distraer la atención de la acción que constituye la tentación.
2.3.1.4 Veermer
Apenas hay datos sobre su biografía, poco sabemos también sobre su personalidad
artística y humana, tampoco hay ningún autorretrato seguro, así que a la hora de
enfrentarnos a su escasa producción (solo se aceptan como suyos unas 36
obras), apenas tenemos nada en que apoyarnos para conocerlo y entenderlo. Lo
que sí es esencial es el contexto histórico en el que se desarrolló su vida, la larga
lucha de los holandeses por liberarse del yugo de la corona española,
una lucha que finalizará justo cuando Vermeer era un adolescente, aunque no por
eso su vida se desarrolló en un ambiente de paz y prosperidad tanto social como
personal, al conflicto español sucedieron otros muchos que tuvieron lugar con las
nuevas potencias europeas, sobre todo Inglaterra y Francia. Aunque esto no impidió
que floreciese y se desarrollase una escuela pictórica de gran calidad en los Países
Bajos, cuya producción, como es bien sabido, estaba destinada a una burguesía
compuesta por comerciantes, artesanos y banqueros.
Literatura nacional
Es el reflejo artístico de los más profundos sentimientos, ideales, luchas y sueños
de los pueblos en su devenir histórico.
Literatura universal
Es el conjunto de valor imperecedero de todas las literaturas del mundo, desde
tiempos remotos hasta nuestros días. De las literaturas nacionales se forma, pues,
la literatura universal, la que también incluye las interrelaciones entre ellas.
Importante es subrayar que dentro de la literatura existe un concepto fundamental
que sirve para poder llevar a cabo una clasificación de las distintas obras. Nos
estamos refiriendo al término de género literario que se utiliza para describir los
diversos tipos de trabajos de este tipo que existen y que se caracterizan por
aspectos semánticos, formales o fonológicos.
Este libro, lleno de aventuras que recuerdan la propia vida de don Miguel,
alcanza valor universal por su profunda españolidad, por su complejidad y riqueza
tanto formal como significativamente. Por qué lo amplía Mercedes Santos Moray:
"No importan los siglos que nos separan de su escritura original, el mensaje de
Cervantes llega hasta nosotros por su profunda universalidad, por su expresión
de los valores de la cultura humana, enmarcados en la geográfica expresión de
España y de su entorno colonial, y sobre todo, por su trascendente mensaje ético".
(1981: p. 3)
Aparecen formas variadas que manifiestan una vacilación en cómo debe decirse o
escribirse; las mismas son utilizadas por los escritores intencionadamente.
Cervantes explota no solo lo popular, como se ha visto. Los cultismos son llevados
a sus obras, verbigracia: "el seguidor de la fugitiva ninfa" (alusión a la historia de
Dafne y Apolo). El sabe fusionar lo culto y lo popular; ya quedan íntimamente
mezclados y amistosamente vinculados en los dos personajes centrales. Sin
ninguna duda tienen razón los que consideran que una de las mejores lecciones
cervantinas está en su lenguaje.
Si el siglo XVII no pudo glorificar el genio cervantino, no apene ni extrañe. Como
expreso Justo de Lara: “Los genios son como las torres. A distancia se comprende
su altura, pero a su lado, es imposible medir su elevación y admirar su grandeza".
Ríos de tinta y bosques de libros se han escrito alrededor de este él: desde las
conspiranoicas especulaciones que buscan escudriñar quién era realmente el autor
que firmaba con su nombre, u otras teorías que pretenden explicar sus años de
formación fuera del Reino Unido.
Allende los datos biográficos, sus obras son un legado imprescindible no sólo para
disfrutar con su lectura o su representación en el teatro, ya que igualmente sus
creaciones sirven para adentrarse en la psique humana, para explorar sus
comportamientos y pasar un buen rato asombrados por los personajes que retrato.
Igualmente, es también uno de los autores que cuentan con un mayor número de
adaptaciones cinematográficas, detalle que explica la vitalidad que tienen sus obras.
2.3.3 Escultura