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2.2.

2 Ordenanza Real de Felipe II de 1575, para ordenar los asentamientos


urbanos en la Nueva España

2.3 El arte, expresión del alma


Como arte denominamos el conjunto de disciplinas o producciones del ser humano
realizadas con fines estéticos o expresivos para representar, a través de medios
como la pintura, la escultura, la arquitectura, la literatura o la música, diferentes
realidades y despertar una serie de ideas, emociones o sentimientos.
Dependiendo de la disciplina, el arte se vale de diferentes lenguajes y medios: para
la pintura son las formas y los colores; para la escultura los volúmenes y las formas;
para la arquitectura, las formas y el espacio; para la literatura, las palabras, para
la música, los sonidos, y para la danza, fundamentalmente el movimiento y la
expresión corporal.
Las diferentes disciplinas artísticas, además, tienen un conjunto de técnicas y
patrones específicos, que se adaptan o rompen con los criterios estéticos
dominantes de cada época como la belleza, la armonía o el equilibrio, y tienen un
estrecho vínculo con esta y con las ideas o conceptos relativos al arte, la filosofía o
la sociedad.

2.3.1 Pintura

En este arte se emplean técnicas de pintura, conocimientos de teoría del color y de


composición pictórica, y el dibujo. La práctica del arte de pintar, consiste en aplicar,
en una superficie determinada, una hoja de papel, un lienzo, un muro, una madera,
un recorte de tejido, etc. una técnica determinada, para obtener una composición
de formas, colores, texturas, dibujo, etc. Dando lugar a una obra de arte según unos
principios estéticos.
La palabra pintura se aplica también al color preparado para pintar, asociado o no
a una técnica de pintura, en este sentido es empleado en la clasificación de la
pintura atendiendo a las técnicas de pintar, por ejemplo: pintura al fresco o pintura
al óleo. La clasificación de la pintura puede atender a criterios temáticos, como la
pintura histórica o la pintura de género. O a criterios históricos basados en los
periodos del Historia del Arte; como la pintura prehistórica, la pintura gótica y en
general de cualquier período de la historia de la pintura.
Desde el punto de vista técnico la pintura se dice que es al fresco cuando se aplica
a paredes y techo usando colores disueltos en agua y cal; al óleo cuando ha sido
elaborada con colores desleídos en aceite secante, por lo general sobre una tela.
La pintura al pastel se efectúa con lápices blandos y pastosos; la acuarela emplea
colores transparentes diluidos en agua; a la aguada se llama el procedimiento de
emplear colores espesos, templados con agua de goma y miel; pintura al temple es
la preparada con líquidos glutinosos y calientes, en ella se emplea entre otros
productos, el agua de cola. En la llamada de porcelana se usan colores minerales
endurecidos y unidos por medio del fuego.
La historia de la pintura consta desde la prehistoria hasta la Edad Contemporánea,
e incluye todas las representaciones realizadas con las diferentes técnicas y
cambios, que coincide con la historia del arte en su contexto histórico y cultural. Los
testimonios más antiguos del arte humano son dibujos y pinturas que los primitivos
habitantes del planeta dejaron en cavernas prehistóricas, estas pinturas fueron
llamadas Rupestres.
Desde la prehistoria el hombre trató de reproducir en las paredes de las grutas las
formas de los animales que había observado, logrando representar sus
movimientos, la masa y la forma de los cuerpos; así, nace este arte que es uno de
los primeros practicados por el ser humano, que siempre ha procurado representar
los objetos como sus ojos los veían.
El hombre a través del tiempo deja su huella traduciendo la impresión que le
transmite un objeto reproduciendo su forma, su tamaño y su volumen, bien por
medio de un trazo, como en el arte egipcio, griego y japonés, bien sugiriendo sobre
todo el aspecto del relieve por el juego de las sombras y de la luz; este último modo
de expresión es ya visible en los frescos de Pompeya y en los artistas
del Renacimiento italiano, como Leonardo Da Vinci. En términos generales, este
arte se ha desarrollado en función de las condiciones de existencia de cada época,
de cada cultura y de los progresos y conocimientos acerca de los instrumentos y
técnicas utilizadas por los artistas.
2.3.1.1 Francisco de Zurbarán

Sevilla se va a constituir a lo largo del XVII en principal foco pictórico de la época,


alumbrando durante el primer tercio del siglo a tres de las figuras más importantes del
Barroco español, junto con Velázquez: Zurbarán, Alonso Cano y Murillo.

De todos ellos, será el extremeño Francisco de Zurbarán el primero en iniciar esta nueva
andadura, siendo recordado hoy en día principalmente como el "pintor de los monjes".

Zurbarán se hace grande en el retrato y en la sencilla representación de la realidad,


encontrándose sin embargo en apuros cuando tenga que lidiar con perspectivas y
composiciones, que procurará siempre que sean simples. Así, es posible observar en sus
pinturas seriadas toda una galería individualizada de rostros y expresiones, pertenecientes
a, en ocasiones, figuras monolíticas de perfiles casi geométricos que se recortan contra
fondos poco elaborados pero que destacan por la luz que las envuelve, realzando ese
característico blanco empleado por este artífice en los hábitos.

Biografía de Francisco de Zurbarán 1598-1664

Francisco de Zurbarán nace en el año de 1598 en el pueblo pacense de Fuente de


Cantos, hijo de un mercero que le enviará antes de cumplir veinte años a Sevilla, a
estudiar con el pintor Pedro Díaz de Villanueva. Una vez completado su aprendizaje,
que no durará mucho, Zurbarán regresará a su Extremadura natal, a la localidad de
Llerena, donde contraerá matrimonio por dos veces y se establecerá, hasta la fecha
de 1626 en que es reclamado a Sevilla para llevar a cabo la ejecución de un
importante encargo.

La orden de los Dominicos deseaba una serie de cuadros acerca de la vida


monástica para su convento de San Pablo, convirtiéndose la buena realización de
los mismos en el detonante para la consecución de otro encargo más, proveniente
en este caso del convento de la Merced en 1628, transmitiendo el Ayuntamiento de
Sevilla al pintor, un año más tarde, su deseo de que se instalara de forma definitiva
en la ciudad, siendo aceptada la propuesta por éste.

Lo cierto es que Zurbarán gozó de fama en su época, algo que propició que nunca
le faltaran los encargos, en mayor o menor medida, los cuales se sucedieron a lo
largo de los años en forma de peticiones de grandes series pictóricas por parte de
diversas órdenes religiosas (Jerónimos, Cartujos…), aunque también llegará a
enfrentarse al tema mitológico durante la breve estancia que pase en Madrid
participando en la decoración del Palacio del Buen Retiro, no saliendo demasiado
airoso de esta prueba, y al género del bodegón, del que se revelará maestro.

Hacia la mitad de su vida la desgracia le alcanzó en la forma de la defunción de su


segunda esposa (tras lo que se volvió a casar), una disminución de trabajo y el
sufrimiento de la peste de 1649, que se llevará a uno de sus hijos, Juan el pintor.

Además, con el paso de los años Francisco habrá de ser testigo de cómo el nuevo
estilo de un cada vez más apreciado Murillo se va imponiendo poco a poco, en
detrimento de su propia elección. Finalmente decidirá partir de nuevo a Madrid a la
vera de su amigo Velázquez, instalándose de forma definitiva hasta su muerte en
esta ciudad, casi una década después y rodeado de estrecheces económicas, en el
año de 1664.

Principales obras de Zurbarán

Zurbarán, como ya se ha señalado, va a representar con una gran claridad la


religiosidad que impregnará la vida española del siglo XVII (es ésta la época de la
Contrarreforma y las órdenes religiosas habrán de salir beneficiadas de dicha
circunstancia, adquiriendo un mayor relieve), componiéndose la mayor parte de su
obra de series dedicadas a mostrar la vida monástica: San Hugo en el refectorio, La
misa de fray Pedro de Cabañuelas, El adiós de fray Juan de Carrión a sus
hermanos, etc. La Cartuja de Jerez, San Pablo el Real, el Monasterio de los
Jerónimos de Guadalupe o la Merced de Sevilla fueron algunos de los sitios para
los que llevó a cabo sus principales series.

Su obra adeuda los contrastes tenebristas de Ribera, protagonizados por una


tendencia naturalista típica de la época, algo que se aprecia excepcionalmente bien
en sus sencillas y táctiles naturalezas muertas (en la actualidad Zurbarán ha sido
redescubierto como bodegonista). Sin embargo, lo más característico de este pintor
son sus representaciones de religiosos y santas, a las que viste a la manera de la
época, desplegando todas sus cualidades como retratista y ejerciendo un dominio
absoluto en rostros y telas (a pesar de la aparente sencillez de su pintura, Zurbarán
disfruta con la suntuosidad de las telas).

Uno de sus mejores cuadros, La visión de San Pedro Nolasco (1628), procedente
del sevillano Convento de la Merced, ejemplifica a la perfección el lenguaje de este
pintor, de una sencillez a la búsqueda de la realidad concreta de las cosas. Formas
dibujadas, distintos tonos de blanco, contrastes entre sombras y luces, cabezas
expresivas…en un marco muy sencillo que acoge la representación de un milagro
protagonizado por el fundador de la orden.

A esta misma serie pertenece también uno de sus cuadros más perturbadores,
la Aparición de San Pedro Apóstol a San Pedro Nolasco, donde el apóstol aparece
representado en una violenta posición en escorzo, boca abajo y envuelto por un
halo de luz anaranjada.

Destacable asimismo es su representación de Santa Catalina (1640), una de las


obras más hermosas de este artista, en la que efectúa un espléndido ejercicio de
maestría en la ejecución de los paños, las pinturas de vírgenes niñas, caso de La
Virgen niña durmiendo (1635), su temprano Cristo en la Cruz, que tanta fama le
dará, o el San Serapio ejecutado para la Merced.

2.3.1.2 Rafael Sanzio

Raffaello Sanzio fue uno de los más talentosos (sino el que más) de los artistas
del alto renacimiento italiano.

Considerado uno de los pilares del Cinquecento, es también uno de los genios
indiscutibles de la pintura de todos los tiempos por la perfección y gracia de sus
trabajos.

Desde temprana edad fue un niño prodigio. Muy pronto superó a todos sus
maestros y a los 25 años ya estaba pintando en primera división: las Estancias
Vaticanas (donde pintó frescos como La escuela de Atenas).

En la época, ser pintor no era especialmente prestigioso (los artistas eran simples
artesanos), pero gracias a las buenas maneras de Rafael, los pintores empezaron
a verse como gentes más elevadas. De hecho, fue de los primeros artistas en firmar
sus obras, orgullosos de su oficio y quizás pensando en la posteridad.

Además de la pintura, Rafael tenía otra pasión: el sexo. Soltero empedernido


(rechaza las más cómodas propuestas de matrimonio), el artista gozó a tope de la
libertad. Se cuenta que las mujeres de la época lo tenían como un semi-dios, todo
un atleta sexual.

Socialmente era también muy querido. Regalaba a menudo sus dibujos para ayudar
a pintores en apuros económicos y contrataba a cientos de ellos para su taller,
dándoles él mismo clases de pintura. Pero lo que más hacía era ir de juerga con
ellos, sobre todo a las Casas del Santuario de Venus, donde según cuentan en una
noche y hasta el amanecer, había tenido trato con las treinta damas del oficio en
esa casa, y luego iba a visitar a su novia.

Una noche fue a celebrar un suculento encargo a la Caverna de las Alegres


Doncellas, donde tuvo trato con treinta de ellas desde el atardecer, la noche y la
madrugada y regresó a su casa con fiebre y muy disminuido. Los médicos, como
era costumbre en la época, lo sangraron, lo cual lo disminuyó más.

Nació en Viernes Santo y falleció en esta misma festividad el día que cumplía 37
años. Fue un artista muy productivo, en parte gracias a que dirigió un taller
conformado por numerosos colaboradores, y, a pesar de su muerte prematura, dejó
una extensa obra que en gran parte aún se conserva. La mayor parte de su trabajo
está alojado en los Museos Vaticanos, ya que decoró con frescos las habitaciones
conocidas como las Estancias de Rafael, el principal encargo de su carrera, que
quedó sin terminar a causa de su muerte y fue completado por ayudantes.
Después de sus años de juventud en Roma, gran parte de su obra, a pesar de haber
sido diseñada por él, fue ejecutada por su taller, con una considerable pérdida de
calidad. Ejerció gran influencia en su época; aunque fuera de Roma su obra fue
conocida sobre todo a través de la producción que hicieron los talleres de grabado
que colaboraban con él. Después de su muerte, la influencia de su principal rival,
Miguel Ángel, se intensificó hasta los siglos XVIII y XIX, cuando las cualidades más
serenas y armoniosas de Rafael fueron consideradas de nuevo como un modelo
superior.
Su carrera se dividió de manera natural en tres fases y tres estilos, descritos así
por Giorgio Vasari: sus primeros años en Umbría, el periodo posterior de cuatro
años en Florencia (1504-1508), donde absorbió las tradiciones artísticas de la
ciudad, y finalmente su último y triunfal período de doce años en Roma, trabajando
para los papas y su corte.
2.3.1.3 Alberto Durero

Alberto Durero es uno de los artistas más famosos del Renacimiento alemán. En su
producción abundan pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte.

Nació el 21 de mayo de 1471 en Nüremberg, Alemania. Era hijo de Alberto Durero


el Viejo y Barbara Holfer. La pareja tuvo dieciocho hijos, pero solo tres lograron
sobrevivir. Su padre, un orfebre húngaro, fue su primer maestro, enseñándole el
oficio de orfebre y joyero.

Tras trabajar con él durante un periodo de tiempo, el joven Durero se interesó más
por la pintura. El padre accedió a los deseos del hijo y en 1486 ingresó en el taller
de Michael Wolgemut, el principal productor de retablos, como aprendiz de pintor y
diseñador de grabados.

Allí permaneció cuatro años, llegando a superar la calidad artística de su maestro.


Después, realizó un viaje de estudios para ampliar su formación y conocer a otros
artistas. Fue a Colmar con la intención de entrar en el taller del pintor y grabador
alemán Martin Schongauer, pero el maestro había fallecido. Se dirigió a Basilea y a
Estrasburgo, donde realizó ilustraciones para varias publicaciones.

En estos años, su arte refleja una enorme calidad en el trazado del dibujo y una
minuciosa observación del detalle. Finalmente, regresó a Nüremberg en 1494, ya
que sus padres habían concertado su enlace con Agnes Frey. El matrimonio le
aportó el dinero necesario para crear su propio estudio Nüremberg.

Ese mismo año marchó a Italia y visitó Venecia, conoció la obra de Bellini, Mantenga
y Pollaiuolo. El viaje duró dos años, pintó castillos, paisajes y panorámicas, apuntes
que después empleará en sus obras.

El artista se había formado en un entorno influido por la escuela flamenca y la


tradición gótica alemana. Pero su viaje a Italia le permitió asimilar los postulados
artísticos del Renacimiento italiano despertando su interés por la geometría y las
proporciones matemáticas.

De regreso a Nüremberg, Durero comenzó un serio estudio de las matemáticas y


de las proporciones humanas. El dominio de la xilografía y el grabado hicieron que
su fama fuera asentándose y que elabora un gran número de obras. Destaca la
serie de grabados del Apocalipsis (1498), La Gran Pasión y la Vida de la Virgen.
Aunque la temática sigue siendo convencional, la técnica es novedosa. Las figuras
están llenas de expresividad y son tratadas con gran minuciosidad, mostrando
multitud de detalles.

Entre 1505 y 1507 visitó Italia de nuevo, pasando mucho tiempo en Venecia. El
objetivo ya no era completar su aprendizaje, sino asentar su fama internacional. Y
tras ser consagrado y reconocido como un artista de prestigio volvió a Nüremberg.
En su ciudad natal pintó algunas obras de grandes dimensiones como El martirio de
los diez mil, una obra de gran dinamismo en la que incorpora el colorismo
veneciano. También pintó las tablas de Adán y Eva.

En 1512 fue nombrado pintor de corte del emperador Maximiliano I y de Carlos I.


Sus últimos años los dedicó a su obra teórica, Tratado sobre la proporción,
publicado en cuatro libros en 1525.

Finalmente falleció en Nüremberg en 1528. Es una de las figuras más importantes


del Renacimiento en Europa septentrional, y a través de sus grabados ejerció una
enorme influencia en otros artistas del siglo XVI.

Obras más importantes de Albero Durero

Adoración del Niño (1496-97)

Durero realizó esta obra al de llegar de Italia y pone de manifiesto todo lo aprendido,
presenta a una Virgen monumental, casi escultórica. La construcción espacial de la
sala también sigue las teorías de la perspectiva de los italianos, aunque se observan
algunos detalles alemanes, como el paisaje de Nüremberg que se ve a través de la
ventana.

Melancolía

Es la representación de la virtud intelectual. Es una mujer sentada en un banco de


piedra y está acompañada por un ángel tristón y un perro a sus pies. Su aspecto es
descuidado y su cabello está despeinado.

Está absorta, pero no en un trabajo, sino en un estado de inactividad completa, con


la cabeza apoyada en el puño. Está sumida en una intensa actividad intelectual. No
continúa con su trabajo por pereza, sino porque le parece que no tiene sentido. A
su alrededor aparecen objetos desordenados.

En esta obra, Durero intelectualiza la Melancolía y la asocia al Arte. Su ejecución


es meticulosa y está sobrecargada de significados. Sintetiza las características del
artista como genio, atormentado por la creatividad, sometido a sus impulsos, huraño
y solitario.

El Caballero, la Muerte y el Diablo

Este grabado alude la virtud moral. Ilustra la vida del cristiano esbozando una
imagen perfecta del soldado de Cristo, con un aspecto monumental y lleno de la
armonía.

Representa a un caballero cristiano opuesto a un mundo hostil. El caballero es viril,


fuerte y está sereno. A caballo, recorre el camino de la virtud, que es arduo y lúgubre
e intenta vencer los peligros y las tentaciones que le acechan.

El fondo está compuesto por rocas y árboles desnudos. A lo lejos, hay un castillo,
que es la meta del caballero: la virtud inexpugnable. Durante el camino aparece la
Muerte a caballo, que es un cadáver en descomposición, sin mejillas, nariz ni labios
y el cuello rodeado de serpientes. Se acerca al caballero y trata de espantarlo
mostrándole su reloj. Mientras tanto, un horrible Diablo le sonríe por detrás del
caballo.

Adán y Eva

En estos dos cuadros se observan las influencias del renacimiento italiano. Realiza
un tratamiento anatómico de los cuerpos, aunque ambos están idealizados a la
manera italiana. Las luces, los colores, el sombreado y el volumen responden a un
tratamiento renacentista.

Los dos personajes se encuentran de pie y existe una relación entre ellos. Adán
está mirando a Eva, quien recoge la manzana que le ofrece la serpiente. Y emplea
un fondo neutro para no distraer la atención de la acción que constituye la tentación.

2.3.1.4 Veermer
Apenas hay datos sobre su biografía, poco sabemos también sobre su personalidad
artística y humana, tampoco hay ningún autorretrato seguro, así que a la hora de
enfrentarnos a su escasa producción (solo se aceptan como suyos unas 36
obras), apenas tenemos nada en que apoyarnos para conocerlo y entenderlo. Lo
que sí es esencial es el contexto histórico en el que se desarrolló su vida, la larga
lucha de los holandeses por liberarse del yugo de la corona española,
una lucha que finalizará justo cuando Vermeer era un adolescente, aunque no por
eso su vida se desarrolló en un ambiente de paz y prosperidad tanto social como
personal, al conflicto español sucedieron otros muchos que tuvieron lugar con las
nuevas potencias europeas, sobre todo Inglaterra y Francia. Aunque esto no impidió
que floreciese y se desarrollase una escuela pictórica de gran calidad en los Países
Bajos, cuya producción, como es bien sabido, estaba destinada a una burguesía
compuesta por comerciantes, artesanos y banqueros.

Lo que sí se sabe es que Johannes Vermeer (Delft, 31 de octubre de 1632-15 de


diciembre de 1675) nació en el seno de una familia que tuvo varios casos
delictivos, su padre y un hermano de su madre estuvieron implicados en un sonado
caso de falsificación de moneda en 1619 y su abuela paterna participó también al
año siguiente en una estafa cuya víctima fue un comerciante adinerado, unas
circunstancias, junto al hecho de que la familia siempre fue perseguida por las
deudas, poco propicias para crear obras tan sosegadas, introspectivas y refinadas
como las que realizó a lo largo de su vida.
El primer contacto con el mundo del arte del joven Johannes puede ser que fuese
a través de su padre, que a partir de 1631 se dedica al comercio del arte, ya que en
su posada exponía las obras de algunos artistas de la ciudad, y también se supone
que a la muerte de su progenitor, el pintor además de heredar la posada también
se quedase con el comercio de cuadros.

La situación económica de Vermeer mejoró al casarse en 1653 con Catharina


Bolmes, que pertenecía a una católica y acaudalada familia, quizá al trasladarse a
la casa de la familia de su esposa, Johannes encontrase más sosiego y paz que en
la hostería paterna. En este mismo año se inscribe en el gremio de pintores de San
Lucas, aunque nada sabemos tampoco de quiénes fueron sus maestros, aunque
como sostiene María Cóndor, “las reminiscencias de los caravaggistas de
Utrecht en sus primeras obras y en las que parecen de una fase de transición hacia
1658 han hecho pensar en una formación en dicha ciudad”. Lo que sí se sabe es
que en 1662 y 1670 es elegido síndico del gremio de san Lucas, que
en 1663 recibe la visita del consejero de la Corona francesa Balthasar de
Moncoyns, al que le gustaba visitar los talleres de los artistas, y que
en 1672 es llamado junto a otros artistas a La Haya para
que valorasen una colección de cuadros vendidos por un comerciante de
Ámsterdam al elector de Brandengurgo.
Aunque en 1671 heredaría una cantidad de dinero de su hermana y de que su
suegra le otorgó un poder para que la representase en una cuestión de
testamentaría, la ruina y las deudas, quizá por la cantidad de hijos que tuvo (entre
11 o 15) y por la devastación que causaron los franceses en la ciudad, jalonaron
toda su vida, tanto que quizá fuese la causa de su muerte repentina en
1675, según testimonio de su esposa.
2.3.2 Literatura

La literatura es el Arte que utiliza como instrumento la palabra. Por extensión, se


refiere también al conjunto de producciones de una nación, de una época o de
un Género (la literatura griega, la literatura del siglo XIX) y al conjunto de obras que
versan sobre un arte o una Ciencia (literatura médica, literatura jurídica). Es
estudiada por la Teoría literaria.
Puede considerarse a la literatura no tanto como una cualidad o un conjunto de
cualidades inherentes que quedan de manifiesto en cierto tipo de obras, sino como
las diferentes formas en que la gente se relaciona con lo escrito. No es fácil separar,
de todo lo que en una u otra forma se ha denominado "literatura.", un conjunto fijo
de características intrínsecas. No hay absolutamente nada que constituya la
esencia misma de la literatura. Literatura es cualquier texto que, por una razón u
otra, alguien tiene en mucho. Este término se refiere al papel que desempeña un
texto en un contexto social, a lo que lo relaciona con su entorno y a lo que lo
diferencia de él, a su comportamiento, a los fines a los que se puede destinar y a
las actividades humanas que lo rodean.

Literatura nacional
Es el reflejo artístico de los más profundos sentimientos, ideales, luchas y sueños
de los pueblos en su devenir histórico.

Literatura universal
Es el conjunto de valor imperecedero de todas las literaturas del mundo, desde
tiempos remotos hasta nuestros días. De las literaturas nacionales se forma, pues,
la literatura universal, la que también incluye las interrelaciones entre ellas.
Importante es subrayar que dentro de la literatura existe un concepto fundamental
que sirve para poder llevar a cabo una clasificación de las distintas obras. Nos
estamos refiriendo al término de género literario que se utiliza para describir los
diversos tipos de trabajos de este tipo que existen y que se caracterizan por
aspectos semánticos, formales o fonológicos.

En concreto podemos subrayar que hay básicamente tres géneros literarios. El


primero de los citados es el que se conoce con el nombre de lírico. Bajo dicha
denominación se incluyen todas aquellas obras que se desarrollan mediante la
poesía y lo que son todas las composiciones en verso. Entre los autores más
importantes del mismo se encuentran, por ejemplo, Rafael Alberti o Federico García
Lorca, así como obras como el Romancero gitano, de este último escritor.
El segundo género que se encuentra en la literatura es el épico. En él se incluyen
los libros que se sustentan en la narrativa y que nos acercan la figura de personajes
reales o ficticios que han vivido hechos legendarios. Entre estos citados trabajos se
pueden incluir novelas, cuentos o relatos, entre otros. Un ejemplo de este tipo podría
ser El Quijote de Miguel de Cervantes.
El tercer género por su parte es el que recibe el nombre de dramático, bajo cuya
denominación se hallan guardados lo que son obras teatrales que normalmente se
clasifican en dos: cómicas o trágicas. Un ejemplo de este tipo de trabajos sería La
vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca.
2.3.2.1 Cervantes y El Quijote, consolidación del castellano

Este libro, lleno de aventuras que recuerdan la propia vida de don Miguel,
alcanza valor universal por su profunda españolidad, por su complejidad y riqueza
tanto formal como significativamente. Por qué lo amplía Mercedes Santos Moray:
"No importan los siglos que nos separan de su escritura original, el mensaje de
Cervantes llega hasta nosotros por su profunda universalidad, por su expresión
de los valores de la cultura humana, enmarcados en la geográfica expresión de
España y de su entorno colonial, y sobre todo, por su trascendente mensaje ético".
(1981: p. 3)

Cervantes no incurre en regionalismos; siente a España como un todo indisoluble y


logra que toda España sienta suyo al de la "Triste Figura" y a su escudero. Don
Quijote vino a revelar que desde los Pirineos hasta Cádiz, por encima de matices
locales, había un pueblo sujeto a los mismos avatares, a un común destino formador
del sentimiento nacional. Este libro constituye el primer punto de fusión espiritual
para los españoles. Cervantes ofrece con él su primer patrimonio verdaderamente
nacional: no había habido leyes ni nada que lograra hasta entonces la fusión de un
ser común ni de una misma conciencia. Al decir de nuestra Mirtha Aguirre: "No había
un Corán, una Biblia, un libro santo que unificase, que tendiese puentes, que crease
un algo de fraterno reconocimiento común. Don Quijote de la Mancha llenó ese
vacío. Y lograrlo fue, sin duda, la más grande hazaña cervantina". (1978: 184-185).

En La Galatea hay un esfuerzo por parte de su creador por ampliar y modernizar la


lengua. Esto caracterizará al resto de sus obras: El Quijote (2ª
parte) Novelas Ejemplares (1613) Viaje del Parnaso (1614) Persiles y Segismundo.

Hay en Cervantes alto grado de responsabilidad de escritor y de conciencia


lingüística. No es escribir mucho; es, como dice en el "Prólogo" de La Galatea, que
"estén bien escritos". El complutense muestra gran poder de reflexión, así como su
compromiso con una nación, con un pueblo. Aboga por la llaneza y claridad en el
lenguaje –y como se decía al inicio- por la discreción en la lengua.
Buscando voz de pueblo, utiliza los refranes frecuentes en El Quijote. Desde el siglo
XVI el Refranero fue bien visto por escritores y gramáticos. Es la nueva visión del
mundo que trae el Renacimiento, ese movimiento gigante que al decir de Federico
Engels "engendró titanes". Garcilaso, Juan Boscán, Juan de Valdés y otros
consideraban que la lengua del pueblo era maestra de la lengua literaria. Esto, junto
a otra posición defendida por Fernando de Herrera, permite observar la concepción
unificadora y nacionalista que defiende Cervantes. Dice Fernando de Herrera:
"El español es creación de toda España, de todas sus comarcas, y no hay por qué
establecer preferencias regionales: la lengua perfecta es la de la gente bien
hablada, lo mismo si es de Bilbao o Bermeo, que de Zaragoza o Sevilla". J. (Oliver:
103)

Aprovechando la sapiencia de Don Quijote, este discurre en el Capítulo II


en torno de este tema. Explica el personaje que este pescado llamado trucha o
truchuela en La Mancha, recibe otros nombres como: abadejo en Castilla, bacalao
en Andalucía y curadillo en otras partes.

Cervantes no pierde oportunidad para trabajar sobre la lengua. En el Capítulo XII el


Quijote reprende a su interlocutor por decir cris por eclipse; estil por estéril y porque
no sabe utilizar el término astrología. Estas situaciones en que el autor va haciendo
una labor correctiva sobre el idioma son frecuentes en la obra ejemplar.

Por los biógrafos de Cervantes se conoce cómo este se vanagloriaba


del dominio que alcanzó del toscano, lengua neolatina que se eleva al rango de
lengua literaria gracias a la labor de las tres grandes Coronas italianas: Dante,
Petrarca y Bocaccio, y más tarde se convierte en lengua nacional de Italia.

Aparecen formas variadas que manifiestan una vacilación en cómo debe decirse o
escribirse; las mismas son utilizadas por los escritores intencionadamente.

Cervantes pone toda la lengua en acción. En él no existen prejuicios. Lo que quiere


es que todo español hable con libertad. En cada momento hace que la lengua
cumpla una función específica. Por esta posición del creador del Quijote, ha
afirmado Justo de Lara: "si entonces hubiera existido una Academia Española,
Cervantes, al revés de Quevedo, habría tenido que expurgar grandemente sus
obras de los barbarismos que las plagaban, para merecer asiento entre los que
‘limpian, fijan y dan esplendor’ al habla de Castilla. Y digo que esos barbarismos
plagaban sus obras y no la plagan, porque gracias a él han recibido entre los
españoles carta de naturaleza". (1980, p. 52)

Cervantes explota no solo lo popular, como se ha visto. Los cultismos son llevados
a sus obras, verbigracia: "el seguidor de la fugitiva ninfa" (alusión a la historia de
Dafne y Apolo). El sabe fusionar lo culto y lo popular; ya quedan íntimamente
mezclados y amistosamente vinculados en los dos personajes centrales. Sin
ninguna duda tienen razón los que consideran que una de las mejores lecciones
cervantinas está en su lenguaje.
Si el siglo XVII no pudo glorificar el genio cervantino, no apene ni extrañe. Como
expreso Justo de Lara: “Los genios son como las torres. A distancia se comprende
su altura, pero a su lado, es imposible medir su elevación y admirar su grandeza".

No podían imaginarse aquellos hombres que la posteridad iba a ser la encargada


de reconocer el justo lugar de este pobre complutense y que el día de su muerte –
23 de abril- sería tomado para festejar la lengua española.

Y ahora no es lengua castellana, aunque muchos españoles la sigan llamando así.


Ahora es una lengua fusionada por la genialidad y el quehacer de toda una nación.
Y más que lengua nacional, una de las más prestigiadas y enaltecidas
internacionalmente. Creemos que esta es una de las recompensas de este genio
de las letras, junto a la de su inmortalidad, desde donde puede contemplar -en el
pedestal de su gloria con risa y a la vez con lástima, las pequeñeces y locuras de
sus contemporáneos.

2.3.2.2 Shakespeare y la consolidación del inglés

En el caso del inglés, ese lugar encontró a un digno representante en el dramaturgo,


poeta y actor William Shakespeare. El mote de «la lengua de Shakespeare» es
perfecto para el inglés, y no es para menos, pues en sus obras y poemas William
utilizó más de 28 mil palabras distintas. Esto da cuenta de su enorme vocabulario,
mismo que ostentó no sólo al emplear buena parte del corpus ya existente de la
lengua, sino también al revitalizarla e inventar nuevos vocablos. Los neologismos
que Shakespeare le dejó al idioma del Reino Unido son numerosos. El debate gira
entorno al hecho de si fueron invención propia o esas palabras ya existían en la
lengua coloquial: lo cierto es que las obras del bardo son el registro más añejo que
se tiene de más de mil términos en inglés. Casi dos mil, de hecho.

En una línea de tiempo, Shakespeare ocupa un lugar intermedio en la evolución de


su idioma al haber vivido entre ca. 1564 y 1616. Su época es conocida como el
temprano inglés moderno, y le sucedió al inglés medieval. En parte, el florecimiento
de este nuevo inglés renacentista tuvo en Shakespeare a un impulsor.

Ríos de tinta y bosques de libros se han escrito alrededor de este él: desde las
conspiranoicas especulaciones que buscan escudriñar quién era realmente el autor
que firmaba con su nombre, u otras teorías que pretenden explicar sus años de
formación fuera del Reino Unido.

Allende los datos biográficos, sus obras son un legado imprescindible no sólo para
disfrutar con su lectura o su representación en el teatro, ya que igualmente sus
creaciones sirven para adentrarse en la psique humana, para explorar sus
comportamientos y pasar un buen rato asombrados por los personajes que retrato.
Igualmente, es también uno de los autores que cuentan con un mayor número de
adaptaciones cinematográficas, detalle que explica la vitalidad que tienen sus obras.

2.3.3 Escultura

2.3.3.1 Miguel Ángel Buonaroti

2.3.3.2 Benvenuto Cellini

2.4 Arquitectura, concreción de los deseos y anhelos

2.4.1 Andreas Palladio y los Cuatro Libros de la Arquitectura

2.4.2 Las villas palladianas

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