En estos cinco siglos, en los cual se ha incrustado este proceso civilizatorio, que creó una
configuración específica de entender el tiempo y espacio en el cual estamos y compartimos
con los demás; se ha desplegado de diferentes formas, pero siempre con la premisa de
progreso y desarrollo, el modo de producción capitalista, sustentándose en la técnica como
una particularidad de la modernización. Para Bernal Marshall 1997 ser moderno “es
encontrarnos en un entorno que nos promete aventura, poder, alegría, crecimiento
transformación de nosotros y el mundo y que, al mismo tiempo, amenaza con destruirnos todo
lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos” (Marshall 1997, 1); es decir, ser
moderno es estar atravesados por una serie de paradojas en las cuales no existe algo concreto
ni seguro, siendo un devenir permanente la manera de estar y moverse en el mundo. Esta
manera de configurar la realidad se la puede dividir en tres periodos, en los cuales se
desenvolvió y concretó un proceder de reproducción de la vida material y abstracta del ser
humano. El primero periodo que va desde el siglo XVI hasta finales del siglo XVIII en el
cual el ser humano no se percibe como moderno pero tratan de nombrar y significar su vida;
el segundo periodo inicia con la “gran ola revolucionaria” desde 1790, en el cual las personas
se conciben como entes llenos de discordancias y es una época que existen grandes cambios
tanto políticos, económicos y sociales; y el tercer periodo se desarrolla durante el siglo XX,
en el cual el proceso de modernización abarca todo el mundo (Marshall 1997,3); e
invisibilidad la multiplicidad de la misma; dándola a entender como algo única, inamovible,
permanente y perfecta.
Los procesos de modernidad crean formas de contemporaneidad alejadas una de otras; por
ethos que conforman su realidad y configurando el acontecer de las organizaciones y
formaciones de una sociedad en un tiempo y espacio definido. Estos ethos que han construido
una forma de comportamiento en el modo de producción capitalista son diversos y “en su
determinación contradictoria, podemos detectar no uno sino varias formas –clásico, realista,
romántico y barroco– espontáneas de elaboración de estrategias para convertirla en una vida
normal, una realidad 'natural' que de otro modo podía ser considerada una realidad hostil e
imposible de vivir” (Echeverría 2011,183); es decir, que nos dan un horizonte de sentido para
comprender y movernos en nuestra realidad. Con estos ethos se ensayaron, o mejor dicho, se
desencadenaron diversas modernidades; las cuales crearon sus propias estrategias de
producción materia y consumo de significados, los cuales fueron y están enmarcadas en un
proyecto civilizatorio de un modo de producción capitalista.