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Iván Molina Jiménez

M. Sc. en Historia. Profesor en la Escuela de Historia e investigador en el Centro de Investigación


en Identidad y Cultura Latinoamericanas (CIICLA) de la Universidad de Costa Rica. Actualmente
sus líneas de investigación comprenden la historia cultural y política de Centroamérica en gene-
ral, y de Costa Rica en particular. Entre sus últimas publicaciones figuran: Moradas y discursos.
Cultura y política en la Costa Rica de los siglos XIX y XX, EUNA, Heredia, 2010; La ciencia del momento.
Astrología y espiritismo en la Costa Rica de los siglos XIX y XX, EUNA, Heredia, 2011, y Revolucionar el
pasado. La historiografía costarricense del siglo XIX al XXI, EUNED, 2012.

Resumen
El objetivo principal de este artículo es propo- por distintas comunidades para oponerse a la
ner una nueva interpretación de la resistencia nueva política educativa. Se concluye que esta
ciudadana a la reforma de la educación costa- oposición, basada en prácticas como no enviar a
rricense realizada en 1886, que eliminó el con- los hijos a la escuela o trasladarlos de estableci-
trol municipal y la influencia eclesiástica en la mientos públicos a planteles privados logró –en
enseñanza primaria y organizó por grados este un contexto en el que los políticos e intelectua-
nivel de instrucción. La metodología empleada les liberales enfrentaban un descontento cre-
con este propósito consistió en analizar cómo ciente en la arena electoral– que algunos de los
varió la cobertura escolar entre 1885 y 1892 y contenidos más controversiales de la reforma
cuáles fueron las estrategias puestas en práctica fueran modificados o atenuados.

Palabras clave:
Educación; ciudadanía; liberalismo; historia; Costa Rica.

Fecha de recepción: Fecha de aceptación:


febrero de 2013 julio de 2013
Educational Reform and Citizen Resistance in
Costa Rica in the Late 19th Century
Iván Molina Jiménez

M. Sc. History. Professor at the Escuela de Historia and Researcher at the Centro de Investigación
en Identidad y Cultura Latinoamericanas (CIICLA) at the Universidad de Costa Rica. His current
lines of research include the cultural and political history of Central America in general, and
Costa Rica in particular. His most recent publications include: Moradas y discursos. Cultura y política
en la Costa Rica de los siglos XIX y XX, EUNA, Heredia, 2010; La ciencia del momento. Astrología y
espiritismo en la Costa Rica de los siglos XIX y XX, EUNA, Heredia, 2011, y Revolucionar el pasado. La
historiografía costarricense del siglo XIX al XX, EUNED, 2012.

Abstract

The main purpose of this article is to propose a reaches the conclusion that this opposition,
new interpretation of citizen resistance to the based on principles such as not sending chil-
reform of Costa Rican education carried out in dren to school or transferring them from pub-
1886, which suppressed municipal control and lic to private establishments, achieved –in a
the influence of the Church in elementary edu- context in which liberal politicians and intellec-
cation, which it organized into grades. To this tuals faced increasing discontent in the elec-
end, the article analyzes how school coverage toral sphere– an amendment or minimization
varied between 1885 and 1892, and which of some of the most controversial aspects of the
strategies were implemented by various com- reform.
munities to oppose the new education policy. It

Key words:
Education; citizenship; liberalism; history; Costa Rica.

Final submission: Acceptance:


February 2013 July 2013
Reforma educativa y resistencia ciudadana
en la Costa Rica de finales del siglo XIX*
Iván Molina Jiménez

E xiste una vasta literatura sobre la


educación en la América Latina del
siglo XIX; sin embargo, muy pocos
son los estudios que analizan, con detalle,
las reformas educativas puestas en prác-
siglo XIX e inicios del XX, procuraron con-
vertir la escuela en un medio para promo-
ver la unión centroamericana; y Julián
González (2012) examinó recientemente
la laicización de la enseñanza primaria
tica en los distintos países, y menos toda- pública en El Salvador entre 1824 y 1890,
vía los que consideran la manera en que incluido el debate periodístico a favor y
los distintos sectores de la sociedad civil en contra de la instrucción laica ocurrido
respondieron a esos procesos de cambio entre 1878 y 1881. De estas contribucio-
institucional. Por lo general, las investiga- nes, la de Fischel (1987), basada en su tesis
ciones disponibles enfatizan los aspectos de maestría defendida en 1986, sobresale
curriculares, administrativos, ideológicos e por concentrarse sistemáticamente en el
institucionales, las modificaciones expe- examen de un proceso reformista, el de
rimentadas en el tamaño y la composición 1886, que eliminó el control municipal
de la matrícula (en algunos casos, en tér- y la influencia eclesiástica en la enseñanza
minos étnicos y de género) y la relación primaria, y organizó por grados este nivel
del sistema educativo con la construcción de instrucción. De más interés aún, Fis-
cultural de la nación. chel (1987) dedica un capítulo específico
América Central no se ha exceptuado a la respuesta que la ciudadanía y la Iglesia
de las tendencias indicadas, ya que los tres católica dieron a la reforma.
trabajos principales que versan sobre paí- Sin duda, el estudio de Fischel realizó
ses del istmo se centran en los temas antes un aporte fundamental al conocimiento
referidos: Ástrid Fischel (1987) analizó del sistema educativo costarricense de fina-
ampliamente la reforma educativa costa- les del siglo XIX al sistematizar, por vez
rricense de 1886; Emilie Mendonça (2011) primera, información muy valiosa sobre
ha estudiado cómo los intelectuales y po- su organización y financiamiento, el nú-
líticos guatemaltecos, entre finales del mero de escuelas y colegios, la matrícula,
los planes de estudio y otros aspectos simi-
*
La investigación de base para el presente artículo lares. Además de estos importantes logros,
fue financiada por la Vicerrectoría de Docencia de la el trabajo incorporó una perspectiva teó-
Universidad de Costa Rica. rica basada en el estructuralismo marxista

Secuencia [57] núm. 90, septiembre-diciembre 2014


(especialmente en la versión de Louis ficos relacionados con el proceso reformista
Althusser), que conceptuaba la educación de la enseñanza han sido mejor estudia-
como un aparato ideológico de Estado. dos (Quesada, 1991, pp. 35-74; Ledesma,
Ahora bien, aunque Fischel (1987) iden- 1994, pp. 71-85 y 269-273; Palmer y
tificó claramente los círculos de políticos Rojas, 1998; Abarca, 2003, pp. 21-50;
e intelectuales liberales que apoyaban la Molina y Palmer, 2004, pp. 182-191), la
reforma, no procedió de igual manera con problemática de la resistencia de la ciu-
sus opositores, y al considerar el problema dadanía no ha recibido mayor atención
de la resistencia de la ciudadanía a los que la que Fischel le diera en 1987.
cambios educativos, expresada en la dis- Poco antes de que el libro de Fischel
minución en la matrícula que experi- (1987) fuera publicado, el historiador
mentó la enseñanza primaria, se limitó a Mario Matarrita (1986) dio a conocer un
señalar: estudio sobre la educación primaria entre
1886 y 1931, en el que analizó breve-
la vigorosa acción gubernamental en el cam- mente la reforma educativa, constató la
po de la instrucción produjo en sus inicios disminución en la matrícula y la explicó
un movimiento de reacción eclesiástica y en términos similares a los que están pre-
popular. La ignorancia y las preocupaciones sentes en el libro de Fischel de 1987:
religiosas no pudieron en un primer mo-
mento avenirse fácilmente a las medidas dic- este lento despegue del sistema durante estos
tadas por el ejecutivo. Por una parte, el igno- años [fue resultado de] la oposición que el
rante, incapaz de apreciar las ventajas del nuevo sistema generó de parte de la Iglesia
saber y sin ninguna aspiración intelectual, católica. Esta oposición encontró una gran
no podía comprender la utilidad y menos el resonancia: la población costarricense masi-
deber de sacrificarse por educar a sus hijos. vamente católica e ignorante. La Iglesia cató-
A sus ojos, los hijos debían trabajar antes que lica alimentó recelos y desconfianza en gran
ir a la escuela […] La institución eclesiástica, parte del pueblo, al que hizo creer que la
olvidando sus declaraciones de aceptación de instrucción oficial era atea (Matarrita, 1986,
las leyes liberales, inicia una cruzada contra la p. 136).
enseñanza laica (p. 195).
Aunque el estudio de Matarrita no ori-
En su momento, la obra de Fischel fue ginó la controversia que provocó el de
ampliamente criticada por no considerar Fischel, en ambos casos el indicador prin-
adecuadamente el papel desempeñado en cipal de la resistencia ciudadana a la refor-
la reforma por los distintos actores políti- ma fue la baja en el número de alumnos
cos; por identificar la oposición popular matriculados en las escuelas. El propósito
como un tipo de barbarie, de una manera principal de este artículo es considerar crí-
similar a como lo hicieron los positivistas ticamente esos datos, y analizarlos en fun-
latinoamericanos del siglo XIX, y por no ción de su cobertura, calculada con base
prestar suficiente atención a las limita- en la población en edad escolar (de siete a
ciones del sistema educativo reformado doce años). Como quedará claro en las
(Lehoucq, 1988; Palmer, 1988). Desde páginas siguientes, la información utili-
entonces, aunque algunos aspectos especí- zada por ambos autores procede en parte

58 IVÁN MOLINA JIMÉNEZ


de una serie elaborada casi diez años des- traslado de sus hijos a escuelas privadas–
pués de iniciada la reforma educativa, y procuraron resistir la reforma y atenuar
las cifras correspondientes no siempre su impacto.
coinciden con las reportadas por los ins- Por lo general, los estudios sobre la
pectores en el periodo 1886-1892. América Latina del siglo XIX, al analizar la
Considerar desde una nueva perspec- problemática de la ciudadanía, han enfa-
tiva la reforma de 1886 tiene una impor- tizado su dimensión política y su relación
tancia que va más allá de la experiencia con las prácticas electorales. En años más
específicamente costarricense, por dos ra- recientes, aspectos como la formación de
zones. Primero, en términos comparati- una esfera pública, los imaginarios cívi-
vos, Costa Rica se ubicaba, a finales del cos, la constitución de sectores populares
siglo XIX, el tercero entre los países latino- como actores políticos y las movilizaciones
americanos con mayor cobertura escolar, callejeras también han captado la aten-
superada únicamente por Argentina y ción de los investigadores (Sabato, 2001 y
Uruguay (Newland, 1991, p. 359) y se 2003). A estas nuevas formas de concep-
mantuvo entre los cinco mejor ubicados tuar la ciudadanía latinoamericana, este
en las primeras décadas del siglo XX (Ma- artículo contribuye con el análisis de un
riscal y Sokoloff, 2000, p. 175). Y caso en el que la participación ciudada-
segundo, no hay precedente, en la Améri- na no estuvo centrada en la actividad
ca Latina de las décadas de 1880 y 1890, electoral, sino en la resistencia cotidiana,
de una sociedad en la que, por medio de a lo largo de varios años, a una reforma
diversas estrategias de resistencia, la ciu- educativa.
dadanía adversara, a escala nacional, la
puesta en práctica de una política pública
durante casi un quinquenio, y al final SOCIEDAD Y EDUCACIÓN PRIMARIA ANTES
lograra que esa política fuera modificada. DE LA REFORMA DE 1886
En contraste con Fischel (1987) y Ma-
tarrita (1986), en este artículo se plantea Desde mediados del siglo XVIII, Costa Ri-
que la ciudadanía, desde antes de la re- ca, por entonces una colonia marginal del
forma de 1886, ya había dado amplias llamado Reino de Guatemala, experimen-
muestras de interés en la educación de sus tó un proceso de crecimiento económico y
hijos de ambos sexos. Por lo tanto, no se demográfico basado en la colonización de
opuso al proyecto reformista porque fuera nuevas tierras emprendida por un campe-
ignorante, sino porque el nuevo sistema sinado libre y mayoritariamente mestizo,
educativo afectaba, en diversos niveles, la sometido a diversas formas de intercambio
economía familiar, la vida cotidiana y, por desigual por pequeños grupos de comer-
supuesto, sus visiones de mundo. Pese a ciantes, terratenientes y funcionarios (Mo-
esto, las familias no optaron por retirar lina, 1991, pp. 19-178). Por la época en
a sus hijos masivamente de las escuelas que alcanzó su independencia de España
(aunque algunas lo hicieron), sino que, (1821), el nuevo país contaba con una po-
mediante diversas estrategias –en especial blación de unos 60 000 habitantes, 80%
la gestión de las juntas de educación, la de los cuales se concentraba en el Valle
presión sobre los maestros y maestras y el Central, un área que comprende 6.4% del

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actual territorio costarricense (Pérez, 2010, distribución geográfica de la población.
p. 190; Hernández, 1985, p. 176). Aunque entre 1848 y 1859 la ciudadanía
Con el cultivo del café, en cuya pro- fue limitada por criterios económicos
ducción tuvieron un destacado papel los (cierto nivel de ingreso) y educativos (saber
pequeños y medianos agricultores, Costa leer y escribir), estos requisitos desapare-
Rica empezó, a partir del decenio de cieron en la Constitución de 1859, que
1830, a integrarse al mercado mundial extendió la condición de ciudadano a to-
(León, 1997, pp. 71-78 y 117-131). En dos los costarricenses adultos y estableció
contraste con los otros países de Centro- el sufragio universal masculino, tenden-
américa, desgarrados por prolongadas y cia que fue consolidada por la Constitu-
cruentas guerras civiles, la política costa- ción de 1871 (Vargas, 2005, pp. 27-34).
rricense se caracterizó por una significa- La construcción de la ciudadanía en el caso
tiva estabilidad: breves conflictos se com- costarricense, al igual que en otros países
binaron con gobiernos democráticos y latinoamericanos, se basó decisivamente
autoritarios, y con prácticas electorales sis- en la universalización de los derechos polí-
temáticas. Entre 1847 y 1913 prevaleció ticos para los varones y, en particular, del
un sistema de dos vueltas: en la primera derecho al voto, a elegir y a ser elegido
los ciudadanos votaban por electores de (Sabato, 2003, pp. 18-19). La experien-
segundo grado, y en la segunda estos últi- cia de Latinoamérica, en este sentido, con-
mos escogían al presidente de la república, trasta significativamente con la de Gran
a los diputados y a los regidores munici- Bretaña –base del célebre ensayo de T. H.
pales. Durante la dictadura de Tomás Marshall sobre ciudadanía y clase social–,
Guardia (1870-1882) y el periodo domi- donde el sufragio universal masculino se
nado por sus sucesores –Próspero Fernán- aprobó apenas en 1918 (Marshall, 1997,
dez (1882-1885) y Bernardo Soto (1885- pp. 307-308; Irurozqui, 2007, pp. 81-82;
1889)–, el poder ejecutivo pasó del con- McKibbin, 2011, pp. 26-28).
trol directo de las grandes familias cafe- A diferencia de otras experiencias lati-
taleras a ser administrado por cuadros de noamericanas, en las que se produjo una
funcionarios especializados, abogados prin- definida división política entre liberales
cipalmente (Lehoucq, 1996, pp. 333-334; y conservadores, en Costa Rica ocurrió una
Vargas, 2005). escisión de otra índole. Desde la década
Por lo expuesto es claro que, en Costa de 1840 comenzó a abrirse una brecha
Rica, la transición del súbdito al ciuda- cultural entre los círculos de políticos,
dano (o, si se prefiere, del régimen colonial empresarios cafetaleros, intelectuales y
a la sociedad republicana) ocurrió de profesionales, asentados en las ciudades,
manera bastante rápida, proceso favore- cada vez más seculares y cosmopolitas, e
cido por el desarrollo, después de 1821, identificados con la ideología del progre-
de una institucionalidad estatal de cober- so (en su sentido capitalista y positivista),
tura nacional y de comicios periódicos (las y el resto de la población, especialmente
primeras experiencias de este tipo se die- artesanos, pequeños y medianos produc-
ron tras la aprobación de la Constitución tores agrícolas, y trabajadores urbanos
de Cádiz en 1812), asociados con una re- y rurales, cuyas visiones de mundo per-
presentación territorial proporcional a la manecían dominadas por identidades de

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base local y religiosa (Molina, 2002, pp. a Soto a dejar el poder en manos de un
15-28). gobierno provisional, cuyo periodo termi-
En la década de 1880, los políticos e nó en mayo de 1890, cuando Rodríguez
intelectuales liberales respondieron a las asumió la presidencia. Rápidamente la
tensiones referidas mediante una política gestión de Rodríguez asumió un carác-
orientada a la construcción cultural de una ter autoritario, condición que se prolon-
identidad nacional, con base en la memo- gó durante las dos administraciones con-
ria de la guerra de 1856-1857. Durante secutivas (1894-1902) de su sucesor y
este conflicto, las fuerzas militares costa- yerno, Rafael Iglesias (Salazar, 1990, pp.
rricenses, primero por sí solas y luego 177-211).
junto con los ejércitos de los otros paí- Entre finales del periodo colonial y
ses centroamericanos, enfrentaron y de- 1885, la educación en Costa Rica fue res-
rrotaron a los mercenarios estaduniden- ponsabilidad de las municipalidades y
ses, liderados por William Walker, que estuvo fuertemente influida por la Iglesia
controlaban el sur de Nicaragua (Palmer, católica. Los contenidos se reducían al
1993). Pese a esta iniciativa, las tensio- aprendizaje de la lectura, la escritura, las
nes acumuladas estallaron, una vez que cuatro operaciones matemáticas básicas y
los cuadros formados durante la época la doctrina cristiana. La enseñanza no es-
de Guardia y de sus sucesores impulsaron taba diferenciada en grados, por lo que,
un conjunto de reformas liberales dirigi- en las mismas aulas, coincidían alumnos
das a fortalecer al poder ejecutivo, impul- con un nivel de preparación diverso, y los
sar la expansión del capitalismo agrario más avanzados contribuían a la instrucción
y secularizar la sociedad (Vargas, 1991, de los que apenas iniciaban sus estudios
pp. 135-185). (sistema lancasteriano) (González, 1978).
Contra estos cambios, se constituyó una Pese a sus limitaciones, este modelo edu-
oposición diversa que tendió a crecer y a cativo contribuyó a elevar la proporción
organizarse después de 1885, compuesta de personas de diez años y más que por
por la Iglesia católica, una proporción ma- lo menos sabía leer, la cual ascendió, entre
yoritaria de los sectores populares urba- 1864 y 1883, de 38.4 a 45.3% en las ciu-
nos y rurales, y políticos, intelectuales y dades y de 10.5 a 29.7% en el campo
empresarios descontentos con la gestión (Molina y Palmer, 2004, pp. 178 y 183).
de Soto. En las elecciones de noviembre Se sentó así la base para la constitución
de 1889 el candidato oficial, Ascensión de una esfera pública y la expansión de la
Esquivel, fue derrotado por el partido lide- cultura impresa, proceso este último que
rado por José Joaquín Rodríguez. Aunque se manifestó en el aumento en la publi-
no se dispone de datos sobre el número cación de libros, folletos, revistas y, sobre
de votos emitidos, en esos comicios la opo- todo, de periódicos (Vega, 1999).
sición ganó 377 de 467 puestos de elector En las áreas rurales, el mayor rezago
de segundo grado (80.7%) y, casi de inme- se explica por los procesos de colonización
diato, enfrentó un intento de fraude elec- agrícola llevados a cabo por pequeños y
toral, atribuido a un sector de militares medianos productores (Samper, 1990) que
esquivelistas. La respuesta a esta tentativa alejaban a la población de la infraestruc-
fue un levantamiento popular, que obligó tura educativa existente, y por la inestabi-

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lidad de los municipios ubicados en el ró un proyecto reformista de más amplio
campo, ya que fueron suprimidos en alcance, que implicaba centralizar y secu-
diversas ocasiones entre 1841 y 1876 larizar la educación; pero esta iniciativa,
(Araya y Albarracín, 1986, pp. 46, 52-53 propuesta en el marco de una polarizada
y 69). Debido a esto último, la organiza- contienda electoral, fracasó rápidamente.
ción de la enseñanza rural quedó a cargo De esta manera, durante la dictadura de
de las municipalidades ubicadas en las ciu- Guardia, el gobierno central dedicó recur-
dades principales, que concentraban sus sos considerables –un promedio de 3.1%
esfuerzos en la atención de las demandas de del presupuesto nacional entre 1880 y
los cascos urbanos y de sus contornos in- 1882– para financiar una educación en la
mediatos. Con el restablecimiento de to- que tenía una injerencia muy limitada,
das las municipalidades en la segunda dado que permanecía bajo el dominio
mitad de la década de 1870, el poder municipal y fuertemente influenciada por
ejecutivo fue sometido a una presión cre- la Iglesia católica. (Muñoz, 2002, pp. 73-
ciente por parte de diversas comunida- 108; Román, 1995, pp. 68-69).
des para que aportara fondos para abrir Entre 1883 y 1885, la contradicción
más escuelas o para ampliar las ya esta- precedente se acentuó, ya que el gasto
blecidas (Fallas y Silva, 1985, pp. 80-89; educativo como proporción del presu-
Padilla, 1995, pp. 222-223). puesto nacional ascendió, en promedio, a
Para comprender el origen de esta de- 4.2% (Román, 1995, p. 70). En estas cir-
manda conviene indicar que, hasta el dece- cunstancias, los políticos e intelectuales
nio de 1850, la educación era financiada liberales emprendieron la reforma de 1886
fundamentalmente por las municipalida- liderada por Mauro Fernández, discípulo
des (con base en impuestos locales) y por de Volio. Los objetivos principales de este
los padres de familia que disponían de los proceso reformista eran establecer un sis-
recursos suficientes para pagar la matrícu- tema educativo centralizado, bajo control
la de sus hijos. A mediados del siglo XIX, del poder ejecutivo; secularizar la ense-
el poder ejecutivo empezó a aportar una ñanza, que debía incorporar los avances
pequeña suma anual; sin embargo, el cam- en el conocimiento científico de la época;
bio decisivo ocurrió en 1869, cuando el y organizar el proceso de instrucción en
Congreso, en la Constitución de ese año, grados (Fischel, 1987, pp. 111-187). Así,
declaró que la instrucción primaria era la creciente demanda por más escuelas fue
obligatoria, gratuita y costeada por el atendida por las autoridades con un pro-
Estado (Muñoz, 2002, pp. 187-210). Con yecto que ciertamente expandía la oferta
esta disposición, el sistema educativo cos- educativa, pero también la reformaba para
tarricense consolidó el carácter público adecuarla a los intereses, valores y visio-
que tenía desde sus inicios. nes de mundo del grupo encabezado por
Fortalecer la influencia del poder eje- el presidente Soto.
cutivo en la enseñanza fue un interés que La reforma de 1886 también se exten-
se manifestó tempranamente: en 1849 se dió a la enseñanza secundaria con la crea-
llevó a cabo una reforma orientada en ese ción de tres colegios públicos (el Liceo de
sentido, que tuvo un impacto muy limita- Costa Rica, el Colegio Superior de Seño-
do. En 1867, el ministro Julián Volio lide- ritas y el Instituto de Alajuela); la crea-

62 IVÁN MOLINA JIMÉNEZ


ción de secciones normales para formar de la ciudadanía les permitió presionar
maestros y maestras; y el cierre de la Uni- por políticas públicas que atenuaran la
versidad de Santo Tomás, fundada en desigualdad que persistía en el sistema
1843, de la que, en lo inmediato, única- educativo.
mente sobrevivió la Escuela de Derecho
(Fischel, 1987, pp. 159-179). Si bien
algunos de estos cambios originaron algu- MATRÍCULA Y COBERTURA
nas controversias, la resistencia ciudadana
fue motivada fundamentalmente por las Conviene empezar con una breve referen-
modificaciones que experimentó la pri- cia a las características principales de la
maria, razón por la cual el presente ar- enseñanza primaria en vísperas de la refor-
tículo concentra su atención en ese nivel ma, un tema que puede ser analizado con
educativo. base en las estadísticas escolares recolec-
De acuerdo con el análisis precedente, tadas en 1885. En este año, Costa Rica
el desarrollo de la ciudadanía, entendida tenía alrededor de 200 908 habitantes y
como la adquisición de derechos políticos 302 escuelas, de las cuales 86 (28.5%)
por parte de varones costarricenses adultos, eran particulares. Pese a esta elevada pro-
ocurrió de manera paralela con la expan- porción, los establecimientos privados con-
sión escolar, por lo que ambos procesos se centraban apenas 12.1% de una matrícula
reforzaron mutuamente. A diferencia de total que ascendía a 15 345 alumnos, que
lo planteado por Marshall, que consideró representaban 51.3% de la población en
únicamente el papel del Estado en el desa- edad escolar. Por esta época, era eviden-
rrollo educativo y a la educación como un te ya la tendencia a la equiparación por
prerrequisito de la ciudadanía (Marshall, género en la asistencia a las aulas, dado
1997, pp. 310-311), en Costa Rica las ini- que las mujeres suponían 44.8% de todos
ciativas para mejorar o expandir la ense- los estudiantes inscritos (Villavicencio,
ñanza no correspondieron sólo al Estado, 1886, pp. 3-4, 41-42 y 93-94; Pérez,
sino también a la sociedad civil, como lo 2010, p. 192).
evidencian las demandas de las comunida- De acuerdo con el cuadro 1, tanto Fis-
des urbanas y rurales por más y mejores chel (1987) como Matarrita (1986), al
escuelas. Además, los padres que presiona- calcular la matrícula en la enseñanza pri-
ban por educación para sus hijos, especial- maria, se basaron en los totales propor-
mente en las áreas rurales, no siempre esta- cionados por la Secretaría de Instrucción
ban alfabetizados. Dado que saber leer y Pública (SIP), con algunas pequeñas dife-
escribir no era un requisito para acceder rencias que pudieron ser el resultado de
a la ciudadanía, su condición de ciudada- errores de transcripción –el dato de Fischel
nos les posibilitaba canalizar sus intereses de 1885 y el de Matarrita de 1887– o de
por medio de líderes locales o de las mu- que, en algunos casos (1886, 1890 y
nicipalidades, u organizarse para mani- 1891), ambos investigadores optaron por
festar directamente sus inquietudes al utilizar las cifras consignadas en las me-
poder ejecutivo o al Congreso (Padilla, morias anuales y no las que figuran en una
1995, pp. 221-224). En otras palabras: la serie histórica que la SIP dio a conocer en
igualdad de derechos lograda en el campo 1896. Puesto que esta última informa-

REFORMA EDUCATIVA Y RESISTENCIA CIUDADANA EN COSTA RICA 63


Cuadro 1. Costa Rica: matrícula en la enseñanza primaria (1885-1892)
SIP Inspectores Escuelas Escuelas de Divisiones Matrícula
Año Fischel Matarrita (1896) provinciales privadas huérfanos inferiores corregida

1885 13 314 13 413 1 861 71 15 345


1886 14 478 13 502 14 478 13 502 188 240 14 906
1887 12 868 13 868 12 868 10 711 1 052 618 14 538
1888 11 041 11 041 11 041 12 284 1 200 633 14 117
1889 11 114 11 114 11 114 14 118 419 14 537
1890 12 618 13 762 12 685 13 357 937 14 294
1891 15 805 15 865 15 805 746 98 871 17 520
1892 16 815 16 815 16 815 16 268 1 000 404 18 219
Fuentes: Fischel (1987, cuadro 32); Matarrita (1986, p. 136); Villavicencio (1886, pp. 3-4, 41-42 y 93-
94); Fernández (1886, 1887, 1888); Fernández (1889); Jiménez (1890); Valverde (1891); Brenes (1892);
Pacheco (1896, p. 51).

ción fue elaborada durante el primer go- 1887 y 1891-1892 consignarían la ins-
bierno de Iglesias (1894-1898), existen cripción inicial en los establecimientos
razones, que serán expuestas más adelante, oficiales, los de 1888-1890 parecen corres-
para considerar con especial cuidado esta ponder a la matrícula final.
fuente. Debido a los problemas y a las omi-
Evidentemente, los totales de la SIP siones anteriores, fue necesario elaborar
están incompletos, ya que no incluyen la una estimación corregida de la matrícula,
matrícula de las escuelas privadas, de los que incluyera los datos de la SIP para
planteles para huérfanos ni de las divisio- 1885-1887 y 1891-1892, los de los ins-
nes inferiores de los colegios públicos y pectores para 1888-1890, y las cifras pro-
particulares en las que se impartía ense- cedentes de las escuelas privadas, los plan-
ñanza primaria. De más relevancia aún, teles para huérfanos y las divisiones
en 1888, 1889 y 1890, esas cifras son inferiores de los colegios. Ciertamente, el
menores que la matrícula en las escuelas nuevo total de estudiantes inscritos en pri-
públicas reportada por los funcionarios a maria es apenas una aproximación, ya que
cargo de las inspecciones provinciales. En la información respectiva está incompleta,
las fuentes consultadas no se ofrece nin- especialmente la referida a las escuelas par-
guna explicación acerca de por qué se pro- ticulares, de las que hay estadísticas muy
dujo esa diferencia, pero es posible que fragmentarias para 1886, y no se dispone
fuera resultado de que, al elaborar la serie de datos para el bienio 1888-1889. Por
histórica en 1896, la SIP se basara en la esta razón, excepto para 1885, en el resto
matrícula reportada al final del ciclo lec- del periodo bajo estudio las cifras con-
tivo, reducida por la deserción, y no en la signadas en el cuadro 1 como matrícula
inicial, registrada por los inspectores. En corregida deben ser consideradas como
otras palabras: mientras los datos de 1885- mínimas.

64 IVÁN MOLINA JIMÉNEZ


Con base en las estimaciones demo- Cuadro 2. Costa Rica: cobertura
gráficas de Costa Rica –en general y por oficial y corregida (porcentajes) en la
grupo de edad– elaboradas por Pérez enseñanza primaria según proporción de
(2010, pp. 192 y 242) fue posible calcu- la matrícula en ese nivel educativo con
lar el tamaño de la población en edad esco- respecto a la población de 7 a 12 años,
lar y, a partir de esas cifras, establecer la 1885-1892
cobertura de la enseñanza primaria para
dos series distintas de estudiantes inscri- Cobertura según Cobertura
tos. La primera proviene de la informa- Año la SIP corregida
ción dada a conocer por la SIP en 1896, 1885 45.1 51.6
que es muy similar a la utilizada por Ma- 1886 47.9 49.3
tarrita (1986) y, sobre todo, por Fischel 1887 42.1 47.5
(1987); y la segunda procede de la matrí- 1888 35.6 45.6
cula corregida según el procedimiento 1889 35.5 46.4
indicado anteriormente. Al comparar am- 1890 40.0 45.1
bas series (véase el cuadro 2) es claro que 1891 49.2 54.6
la cobertura, de acuerdo con las estadísti- 1892 52.4 56.8
cas oficiales, disminuye 12.4% entre 1886
y 1889; en contraste, si se utiliza la infor- Fuentes: Fischel (1987, cuadro 32); Matarrita
mación corregida, el descenso máximo es (1986, p. 136); Villavicencio (1886, pp. 3-4, 41-42
de 6.5% entre 1885 y 1890. y 93-94); Fernández (1886, 1887, 1888); Fernández
De esta manera, los datos de Fischel, (1889); Jiménez (1890); Valverde (1891); Brenes
Matarrita y la SIP tienden a enfatizar en la (1892); Pacheco (1896, p. 51) y Pérez (2010, pp. 192
baja de la cobertura ocurrida entre 1886 y 242).
y 1889, tendencia que sólo se modificó a
partir de 1890, una vez que el círculo de
políticos e intelectuales liberales liderado que en las urbanas, en unas provincias o
por Soto fue desplazado del poder y regiones más que en otras, o si esa reduc-
Rodríguez asumió la presidencia. En con- ción afectó más a los niños que a las niñas.
traste, la información que sirvió de base El carácter incompleto de buena parte de
para estimar la cobertura corregida mues- las fuentes disponibles, sin embargo, no
tra una baja mucho más moderada. Ahora permite realizar tales cálculos. De los tes-
bien, una vez que se considera el carácter timonios de los inspectores provinciales,
incompleto de las fuentes consultadas, en algunos de los cuales se analizarán más
particular para los años 1889 y 1890 en adelante, se infiere que en el campo hubo
que no hay información de las escuelas más resistencia que en las ciudades prin-
privadas, se puede avanzar la hipótesis cipales, y datos fragmentarios consigna-
de que el descenso pudo ser todavía menor dos en las memorias anuales de la SIP indi-
que el consignado en el cuadro 2, como can que la inscripción femenina en los
lo sugieren, además, los reportes de algu- planteles públicos bajó más que la mas-
nos inspectores provinciales. culina, aunque esto pudo ser compensado
Sería interesante determinar si la ma- por un aumento en la proporción de niñas
trícula disminuyó más en las áreas rurales matriculadas en escuelas privadas.

REFORMA EDUCATIVA Y RESISTENCIA CIUDADANA EN COSTA RICA 65


DESCONTENTO Y ESTRATEGIAS ras devotas, tendía a reforzar –más que a
DE RESISTENCIA transformar– las prácticas y los valores tra-
dicionales.
En vez de ser un indicador de la ignoran- También la implementación de la re-
cia popular, como aducen Fischel (1987) forma fue complicada por la readecuación
y Matarrita (1986), la caída en la cobertura para ubicar a los estudiantes en grados
expresó, sobre todo, el rechazo por parte según un nivel de conocimiento definido
de la ciudadanía de la estrategia utilizada con base en nuevos criterios (un proce-
por los políticos e intelectuales liberales so potencialmente conflictivo). Por último,
para, con base en la demanda por más ins- aunque el proyecto reformista no se pro-
trucción, impulsar una transformación de ponía explícitamente universalizar la pri-
la enseñanza primaria en un sentido secu- maria de seis grados –logro que Costa
lar y positivista. El modelo educativo pre- Rica alcanzó apenas a inicios de la década
vio, dominado por los municipios y la de 1970– (Gámez, 1971, pp. 3 y 7), una
Iglesia católica, tenía la ventaja para los tendencia de este tipo fue impulsada por
padres campesinos, artesanos y trabajado- algunos inspectores provinciales, con lo
res de que niños y niñas, de distintas eda- que el aporte de los niños a la economía
des, podían ingresar y desertar de la escuela familiar, sobre todo en el campo, se redu-
varias veces al año, en correspondencia con cía aún más. Isidro Marín, encargado de
las necesidades de la economía y de la vida supervisar la provincia de Cartago, indi-
familiar. Además, dado que el proceso se caba en un informe fechado el 29 de febre-
limitaba a enseñar a escribir, leer, contar ro de 1888:
y rezar y no estaba organizado por grados,
carecía de indicadores precisos y sistemá- en lo educacional han avanzado las escuelas:
ticos de logro escolar y no ampliaba la bre- cuando llegué iban las escuelas que más ade-
cha cultural entre padres e hijos ni amena- lante marchaban en el tercer grado; y duran-
zaba con alterar las estructuras de poder te mi permanencia subieron hasta el quinto
prevalecientes en casas y comunidades. y sexto en las escuelas de [la ciudad de]
Al establecer la organización por gra- Cartago y [del cantón de] la Unión, y de ter-
dos, la reforma de 1886 eliminó la flexi- cero y cuarto en las demás (Fernández, 1888,
bilidad asociada con el modelo educativo p. 72) (corchetes míos).
municipal-eclesiástico, y al secularizar los
contenidos (la religión y la historia sagrada De los aspectos analizados resulta claro
fueron eliminadas del plan de estudios) que, prácticamente desde un inicio, la
y promover la adquisición de nuevos y identificación con la reforma fue desigual
mayores conocimientos, el nuevo sistema por parte de los funcionarios de la SIP y
educativo no sólo desafió el predominio del propio personal docente que laboraba
cultural de la Iglesia católica, sino las cre- en los planteles públicos, compuesto casi
encias y visiones del mundo de la mayo- equitativamente por varones (51.9%) y
ría de la población. El cambio cultural mujeres (48.1%) según datos de 1885
que suponía la alfabetización, antes de (Villavicencio, 1886, p. 92). Carlos Gagi-
1886, podía ser minimizado porque apren- ni, inspector de la provincia de Alajuela,
der a leer y a escribir, al basarse en lectu- señaló en abril de 1887 que los maestros

66 IVÁN MOLINA JIMÉNEZ


que debía supervisar “adoptaron la forma, que, aunque se habían distanciado de la
pero no la esencia” de los programas ofi- religión tradicional, se convirtieron en
ciales de enseñanza, y que en algunas masones o se iniciaron en creencias y prác-
escuelas no se habían impartido todas las ticas espirituales asociadas con las cien-
asignaturas. Más adelante, Gagini señaló cias ocultas. El profesor de origen español
que el limitado desempeño de los maes- y masón Juan Fernández Ferraz, quien ini-
tros podía explicarse también porque cialmente apoyó la reforma, tras romper
vivían “continuamente hostilizados y con- con el ministro Fernández, se integró a
vertidos en blanco de todos los odios” las filas de la oposición creciente al régi-
(Fernández, 1887, pp. 44-45). Un punto men del presidente Soto. Después de las
de vista similar expresó el inspector provin- elecciones presidenciales de noviembre de
cial de Cartago, Félix Mata, en un informe 1889, en febrero de 1890, señalaba:
presentado también en abril de 1887, al
indicar que había tenido que luchar “con la causa del laicicismo se ha hecho antipática
la inercia o el descontento de mil padres de a los creyentes simplemente por culpa de
familia” (Fernández, 1887, p. 54). sus malos defensores […] La religión fue
A diferencia de esos maestros, que siempre antesala y etapa inicial del saber
pusieron en práctica una versión atenuada […] De suerte que así como la Iglesia no
de la reforma, hubo otros educadores que podría ver con indiferencia ni acaso permi-
se manifestaron abiertamente en contra, tir, que en las escuelas se pusiera a discusión
como el cubano Tomás Muñoz, director el dogma religioso, la ciencia tampoco sopor-
del Colegio de Cartago (antes llamado San ta que sus investigaciones sean suplantadas
Luis Gonzaga). En un informe de 1886 in- por afirmaciones dogmáticas […] no somos
dicaba que en el plantel a su cargo se daba, apóstatas ni intransigentes […] El sacerdote
“en lo posible noción de Dios, asociándola es el llamado a dar la enseñanza religiosa; la
en el alma con sentimientos de respeto y obligación del Estado en lo relativo a educa-
veneración” (Fernández, 1886, p. 87). En ción e instrucción se limita a impartir a los
1887, Muñoz fue todavía más lejos, al des- futuros ciudadanos las ciencias que lo[s]
tacar que la enseñanza religiosa impartida harán miembro[s] útil[es] y apto[s] para los
en ese establecimiento cartaginés fines civiles (Ledesma, 1994, p. 271).

en armonía con las creencias nacionales, es En junio de 1887, el ministro Fernández


expresó su esperanza de que las juntas de
cristiana, velándose con sumo cuidado que
educación, compuestas por ciudadanos
no se introduzca el excepticismo, el mate-
destacados de las distintas comunidades
rialismo ni el ateísmo. Si el pueblo costarri-
que tendrían a su cargo diversas responsa-
cense es cristiano, y cristianas son sus leyes
bilidades asociadas con la enseñanza, fue-
escolares, debe mirarse la educación religiosa
de la niñez como fundamental y en ningúnran la base de una estratégica experiencia
de autogobierno que reforzaría la democra-
concepto como cosa accesoria y secundaria
(Fernández, 1887, p. 111). cia (Fernández, 1887, p. 1). Ciertamente,
las juntas se constituyeron en eso exacta-
Las críticas de Muñoz fueron similares mente, pero en un sentido muy distinto al
a las dadas a conocer por otros individuos imaginado por el funcionario mencionado.

REFORMA EDUCATIVA Y RESISTENCIA CIUDADANA EN COSTA RICA 67


Aunque no todas las organizaciones de tal en el cuadro 2 es que la cobertura no se
índole fueron adversarias de la reforma, redujera abruptamente, incluso por debajo
una proporción considerable de ellas se del nivel que se desprende de las estadís-
resistió a aplicar debidamente la legisla- ticas dadas a conocer por la SIP. Es indis-
ción escolar. Este proceder sugiere que sus cutible que hubo una fuerte oposición a
integrantes, en el contexto de un des- la reforma y que una de las manifestacio-
contento cada vez más profundo con las nes que asumió ese rechazo fue no enviar
autoridades, tendieron a identificarse con a los hijos a clases. Sin embargo, esta no
la creciente oposición política, que se pre- fue una respuesta generalizada. De hecho,
paraba para competir en las elecciones una estrategia empleada por una propor-
de 1889. ción de padres de familia que no es posi-
Francisco Montero, inspector de la pro- ble determinar, fue trasladar a sus hijos a
vincia de Alajuela, señaló en marzo de planteles privados. Próspero Pacheco, ins-
1888 que, en ciudades y villas (pequeños pector provincial de Heredia, todavía en
cascos urbanos que eran las cabeceras de abril de 1892 señalaba:
los cantones), había juntas “inmejorables”,
pero no era “así en los campos, donde con con muy serias y graves dificultades he
raras excepciones […] son la rémora más tenido que luchar en estos últimos meses
poderosa, única, que hace fracasar todos los para la nueva organización de las escuelas,
intentos por implantar la verdadera escuela debido en muchas partes a la sistemática
y favorecer el adelanto de los pueblos”. oposición del clero a la enseñanza laica, pues
Enseguida, Montero agregó que las juntas este ha puesto en juego toda su influencia
para retraer a los padres de familia de enviar
están formadas de hombres que miran quizá a sus hijos a las escuelas públicas. A tal extre-
la enseñanza actual como nociva […] Los mo ha llegado esta subversiva propaganda,
pueblos y con ellos muchas Juntas, hicieron que en el distrito de San Antonio de Belén
gran resistencia el año pasado al estableci- no concurre ni un solo niño a las escuelas
miento de las clases de calistenia y de canto, oficiales, y en algunos otros, la mayor parte
considerándolas como pérdida de tiempo asiste a escuelas privadas creadas sin la
que los niños podían aprovechar en traba- debida autorización (Brenes, 1892, p. 194).
jos campestres […] La provincia de Alajuela
El informe de Pacheco es de especial
tiene cincuenta y un distritos escolares, cada
importancia porque refuerza la hipótesis
uno con su respectiva Junta. Suponiendo
planteada anteriormente de que la dismi-
que quince de estas fueran modelos, las otras
treinta y seis qué hacen? [...] Muchas veces
nución en la cobertura pudo ser menor
que la que se manifiesta en la tendencia
tengo que apelar a la autoridad del señor
corregida consignada en el cuadro 2, dado
gobernador y de los jefes políticos para
que ocurrió un traslado, al parecer signi-
hacerlas cumplir sus obligaciones (Fernán-
dez, 1888, pp. 68-69). ficativo, de niños de escuelas públicas a
planteles particulares, de cuya matrícula la
Dadas las condiciones en que se puso SIP no llevaba control alguno. Conviene
en práctica la reforma, lo que verdadera- resaltar que una experiencia de este tipo
mente sorprende de los datos presentados no era ajena a las comunidades rurales cos-

68 IVÁN MOLINA JIMÉNEZ


tarricenses, ya que, desde la década de nos “ajustes” a corto plazo. El 13 de junio
1870 por lo menos, tomaron la iniciativa, de 1890, el nuevo gobierno presidido por
ante el insuficiente respaldo estatal, de Rodríguez emitió un decreto según el cual
financiar por su propia cuenta escuelas los sábados, de 11 de la mañana a 2 de la
privadas para sus hijos e hijas. En 1876 tarde, se suspenderían las lecciones re-
había como mínimo 20 de estos estable- gulares con el fin de que los niños y niñas,
cimientos en la provincia de Alajuela y de los padres que así lo desearan, recibie-
once en la de Guanacaste (Fallas y Silva, ran instrucción religiosa (Vargas, 1991,
1985, p. 80). p. 196).
En fin, toda la evidencia considerada La medida precedente fue anulada por
hasta el momento impugna fuertemente un nuevo decreto, emitido el 4 de agosto
tanto la magnitud de la caída en la matrí- de 1892, que introdujo las asignaturas de
cula, que se observa en los datos de Fischel Doctrina Cristiana e Historia Sagrada en
(1987), Matarrita (1986) y de la SIP, como los planes de estudio de primaria, con
la explicación de que esa baja respondía a carácter optativo. Los padres o tutores
la ignorancia popular. Como lo sugieren podían solicitar por escrito que sus hijos
los datos corregidos de estudiantes inscri- fueran exceptuados de cursar esas mate-
tos y el informe de Pacheco, pese a la opo- rias (Vargas, 1991, p. 200). Además, para
sición a la reforma, la ciudadanía –incluida preparar a los maestros en esas áreas, el
la de las áreas rurales– mantuvo su com- 2 de septiembre de ese mismo año se esta-
promiso con la educación. Esta tendencia bleció la enseñanza religiosa en los pro-
se constata también para la provincia de gramas vigentes de formación normal.
Cartago, donde el inspector Marín en- Esta modificación, según indicó en mayo
contró que “las escuelas privadas son el de 1894 el ministro Manuel Vicente Ji-
pretexto principal para eludir la asisten- ménez,
cia [a las públicas], y […] a esto se agrega
la contemporización de las autoridades” ha sido una de las más trascendentales del
(Fernández, 1888, p. 73). gobierno en lo concerniente a educación
común, y soy de sentir que sólo pueden
reprocharla aquellas personas a quienes por
AJUSTES A LA REFORMA completo ciegue la pasión política, o las que
dominadas por un mal entendido libera-
Sin duda, el evidente desacuerdo de la ma- lismo, rechazan como inadmisible todo lo
yoría de los costarricenses con un proyecto que tenga siquiera ligeros puntos de con-
educativo que les había sido impuesto tacto con la religión. Los resultados de esa
frenó cualquier otra iniciativa que Fernán- ley han sido muy benéficos y en seguida
dez hubiera podido tener para profundizar principiaron a palparse. La matrícula y la
la reforma, en especial en sus dimensio- asistencia aumentaron de un modo sensible
nes más polémicas, como la universali- en las escuelas, muchas de ellas próximas a
zación de la primaria de seis grados. La quedar solas; en los vecindarios notóse una
aplastante derrota en las urnas del círculo reacción favorable a la enseñanza, y pueblos
liberal a que él pertenecía implicó que el que antes se habían mostrado refractarios a
proyecto reformista fuera sometido a algu- todo progreso, solicitaron el nombramiento

REFORMA EDUCATIVA Y RESISTENCIA CIUDADANA EN COSTA RICA 69


de Juntas y la creación de escuelas, ofre- dedicarlo a las faenas del campo para alcan-
ciendo espontáneamente su concurso moral zar algún alivio de su difícil situación, que
y material para la construcción de edificios al del acaudalado, cuyos recursos alientan
escolares (Jiménez, 1894, p. 2). sus deseos de dar a la familia una educación
conforme con los elementos de que él dis-
Con la decisión de restablecer la ense- pone y con el género de ocupaciones a que
ñanza religiosa en los términos ya especi- habrá de dedicarle. Idénticas asignaturas eran
ficados, la matrícula en las escuelas públi- objeto de estudio para ambos educandos, y
cas empezó a recuperarse (véase el cuadro de uno y otro inconvenientes resultaba la
1). Dado el carácter incompleto de las tardanza en el aprendizaje de ciertas mate-
cifras sobre la matrícula particular, no es rias que el más infeliz campesino no debe
claro si el aumento en la inscripción en ignorar, por requerirlo así el simultáneo estu-
los planteles oficiales condujo a una baja dio de otras cuyo conocimiento a nadie daña,
en el número de quienes asistían a esta- pero que sólo es indispensable para el ejer-
blecimientos privados, pero una tendencia cicio posterior de oficios o profesiones que el
de esta índole es sugerida por la compara- primero no habrá de seguir, y para una vida
ción de los datos de 1888 con los de 1892. distinta de la que en el campo se lleva
En todo caso, la información disponible (Fischel, 1992, p. 55).
señala claramente que, pese a la oposición
a la reforma, la enseñanza primaria se La perspectiva del ministro Pacheco
mantuvo predominantemente pública, y fue compartida por el inspector de la pro-
probablemente reforzó esa condición a ini- vincia de Alajuela, F. F. Noriega, quien
cios de la década de 1890. expresó con extraordinaria claridad, en
De los ajustes que experimentó la re- abril de 1904, la concepción que justifi-
forma el más significativo se produjo en caba el funcionamiento de escuelas de dis-
1895, cuando el ministro Ricardo Pache- tintos órdenes:
co, a la vez que reducía el número de asig-
naturas obligatorias y establecía planes debemos partir del supuesto de que en los
de estudios distintos para escuelas urba- campos vamos a educar medianamente hom-
nas y rurales, organizó las escuelas en bres que se dan a las faenas agrícolas, de los
tres categorías: las de primer orden (seis cuales el 95% es urgente que reciban la
grados), que servían a las ciudades princi- mayor suma de conocimientos en el menor
pales; las de segundo orden (cuatro gra- tiempo posible, conocimientos que deben
dos), localizadas en las villas; y las de ter- circunscribirse a lo más práctico, prescin-
cer orden (dos grados), ubicadas en el diendo de aquella cultura máxima que per-
campo. En mayo de ese año, Pacheco seguimos para los habitantes de las villas
expresó su desacuerdo con la reforma de y ciudades, en las cuales es más necesaria
1886, porque cierta gimnástica intelectual, que en aque-
llos debe sustituirse por mayor suma de
retenía en el seno de la escuela, durante el conocimientos prácticos. Pensemos que en
mismo tiempo, al hijo del labriego pobre los campos se educan los hombres del trabajo
que aguarda ansiosamente el momento en rudo puramente material, y en las ciudades
que el desarrollo físico de aquel le permita y villas, los aspirantes a los puestos públi-

70 IVÁN MOLINA JIMÉNEZ


cos y a las profesiones liberales (Pacheco, considerar esa oposición en términos del
1904, p. 156.) conflicto entre “barbarie” y “civilización”
(Palmer, 1988, p. 229). Al proceder así,
A raíz del ajuste aplicado en 1895, no sólo perdieron la oportunidad de pro-
la instrucción obligatoria en el país, en la fundizar en las razones que tenían las
práctica, se redujo a dos grados, por lo comunidades para adversar la reforma,
que, especialmente en las áreas rurales, el sino que pasaron por alto la excepcionali-
ingreso tardío a la escuela se mantuvo, y dad de ese movimiento de resistencia.
una proporción no determinada de niños Ciertamente, la reforma fue apoyada
de ambos sexos cumplía con el mínimo por un pequeño sector de la población,
de enseñanza establecido a lo largo de asentado predominantemente en las ciu-
varios años. De esta forma, la derrota elec- dades principales, en algunas villas y en
toral en 1889 de quienes impulsaron la ciertos distritos rurales; en su conjunto,
reforma educativa de 1886 supuso tam- sin embargo, el proyecto reformista fue
bién el fracaso de un proyecto reformista ampliamente rechazado por familias de
que promovía una instrucción uniforme diversa condición socioeconómica. Esta
y con una tendencia a universalizar la pri- oposición no fue de origen étnico, regional
maria de seis grados. Las nuevas autori- o de clase, sino de carácter nacional, al-
dades, que asumieron el poder a partir de cance logrado gracias al impacto conjunto
1890, demostraron ser partidarias de una de tres procesos unificadores: primero,
enseñanza diferenciada en términos del la denuncia sistemática de la reforma lle-
trasfondo ocupacional de las familias, y vada a cabo por la Iglesia católica, que dis-
orientada a consolidar la brecha educativa ponía de una infraestructura apropiada
entre las ciudades y el campo. para esa tarea, basada en las parroquias
dispersas por todo el territorio costarri-
cense; segundo, la oposición que tuvo por
CONCLUSIÓN escenario la esfera pública, propiciada por
la expansión de la cultura impresa y, en
En su informe de abril de 1887, el ins- especial, de los periódicos; y tercero la
pector Gagini afirmaba que campaña electoral con vistas a los comicios
de noviembre de 1889.
un pueblo ignorante y de suyo egoísta, Iniciada en el contexto político auto-
rehúsa siempre los beneficios de la educa- ritario legado por la dictadura de Guardia
ción porque no acierta a comprenderlos, y y por el gobierno de Fernández, la reforma
además se ve privado de la miserable ganan- educativa de 1886 pronto empezó a diri-
cia que puede reportar el trabajo material mirse en el marco de una política que ten-
de los niños (Fernández, 1887, p. 45). día a democratizarse, a medida que se
ampliaban los espacios institucionales para
Fischel y Matarrita, en vez de alejarse los grupos de oposición, sobre todo en el
del discurso elaborado por las autoridades Congreso, y las prácticas electorales vol-
educativas para justificar el rechazo de la vían a cobrar vigencia como medio de
reforma por parte de la ciudadanía, lo asu- alcanzar el poder, fenómenos similares a
mieron como propio, lo que los condujo a los ocurridos en otros países de América

REFORMA EDUCATIVA Y RESISTENCIA CIUDADANA EN COSTA RICA 71


Latina en esa época (Hartlyn y Valenzuela, de los opositores del proceso reformista
1998, p. 9). Desplazar las formas autori- más identificados con los intereses ecle-
tarias de gobierno por otras basadas en la siásticos fue sólo parcial. Además, debe
hegemonía no fue un interés ajeno al go- destacarse que, en un contexto en el que
bierno de Soto, pero difícilmente podía la clerecía instaba a no enviar a los niños
lograr una transformación de tal índole sin a los planteles públicos, los padres de
modificar el sistema educativo: formar a familia, aun en áreas rurales y pese al
los futuros ciudadanos que la nación nece- mayor costo que implicaba, optaron por
sitaba, implicaba eliminar el control y la inscribir a sus hijos en establecimientos
influencia que tenían las municipalidades privados. Aunque no todos los padres rea-
y la Iglesia católica sobre la enseñanza. firmaron su compromiso con la educación
De esta manera, las mismas innova- de esta manera, una proporción conside-
ciones políticas y culturales impulsadas rable lo hizo así, como se desprende de los
por los políticos e intelectuales lidera- informes de los inspectores provinciales y
dos por Soto –autogobierno, elecciones del descenso atenuado en la cobertura que
periódicas, mayor y mejor educación, se desprende de la serie corregida consig-
identidad nacional– proporcionaron las nada en el cuadro 2.
bases para que la ciudadanía se organizara Lejos de propiciar una mayor demo-
en contra de la reforma educativa, del go- cratización de la sociedad, el ascenso a la
bierno que la impulsaba y del candidato presidencia de Rodríguez, primero, y de
oficialista (Esquivel), tres oposiciones que, Iglesias después, fue el origen de un nuevo
a corto plazo, terminaron por retroalimen- ciclo de autoritarismo que finalizó en
tarse mutuamente. Fueron estas especí- 1902. Durante este periodo, la enseñanza
ficas condiciones las que permitieron que uniforme y creciente que defendían los
la resistencia ciudadana tuviera un alcance impulsores de la reforma de 1886 fue des-
nacional, se prolongara por casi un quin- plazada por un sistema educativo diferen-
quenio y se convirtiera en la base del ciado, que beneficiaba a la población de
triunfo de Rodríguez en los comicios de las ciudades principales en detrimento
noviembre de 1889. de la de las villas y de la del campo. Estas
Ciertamente, la resistencia a la reforma desigualdades no fueron promovidas por
de 1886 fue una expresión de los derechos la ciudadanía que se opuso al proceso refor-
ciudadanos, asociados con la universali- mista, sino por las dirigencias políticas e
zación del sufragio masculino, fortalecidos intelectuales que ascendieron al poder des-
por el retorno a las prácticas electorales pués de efectuados los comicios de 1889.
después de la dictadura de Guardia y capi- De finales del siglo XIX en adelante,
talizados por los adversarios de la secula- las tendencias existentes antes de la re-
rización de la educación, en particular por forma se volvieron a manifestar, en el sen-
la Iglesia católica. Sin embargo, pese a tido de que se mantuvo una demanda
que la enseñanza religiosa fue reintrodu- constante por parte de la sociedad civil en
cida en las escuelas, dicha asignatura pasó procura de que el Estado abriera más
a ser de carácter optativo, en el marco de escuelas y ampliara la oferta educativa en
un plan de estudios predominantemente las ya existentes. Los ciudadanos de las
secular. Desde este punto de vista, el éxito villas presionaron para que sus estableci-

72 IVÁN MOLINA JIMÉNEZ


mientos de enseñanza fueran equiparados -Fischel, A. (1987). Consenso y represión. Una
a los de las ciudades principales, y en las interpretación sociopolítica de la educación costarri-
áreas rurales las comunidades se organi- cense. San José: Editorial Costa Rica.
zaron para que, en planteles en los que -Fischel, A. (1992). El uso ingenioso de la ideo-
sólo se impartían dos grados, se abriera logía en Costa Rica. San José: EUNED.
un tercer grado y, a veces, un cuarto grado, -Gámez, U. (1971). Memoria de 1970-1971
hasta alcanzar los seis grados que com- (inédito). San José: s. p. i.
prendía la primaria completa (Abarca, -González Flores, L. F. (1978). Evolución de la
2003). De esta manera, a las desigualda- instrucción pública en Costa Rica. San José: Editorial
des originadas en los ajustes que experi- Costa Rica.
mentó la reforma, la ciudadanía respon- -González, J. (2012). Del “ciudadano católico”
dió con nuevas iniciativas a favor de la al “ciudadano laico”. La escuela pública primaria y
igualdad de oportunidades educativas. la formación de los futuros ciudadanos. El Salvador
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