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Segunda carta a los Corintios

Tema: Los superapóstoles, enemigos de Pablo (Cap. 10-13)1

a) Justificación del Tema

Los capítulos 10-13 de la Segunda carta a los Corintios desarrollan de manera concisa el tema
de los judaizantes, llamados por Pablo, los superapóstoles; sin embargo este tema importante
y a la vez grave porque pone en riesgo la fe en Cristo Jesús de los corintios se ve explícito en
toda la carta, tanto a nivel irónico y claro (2,17; 3,1-18; 4,1-6; 6,3-8; 3,13-14), mostrando la
identidad de éstos y las consecuencias de sus acciones en la comunidad fundada por Pablo que
en todo momento contrastará el testimonio de su actuar con el de los superapóstoles.

Así pues, la razón de elegir el presente tema se basa en el objetivo de que tras conocer la
identidad y las consecuencias de las acciones en los enemigos de Pablo, se posibilita el
conocimiento, desde la Segunda carta a los Corintios de las características claves para
distinguir a los evangelizadores auténticos de los falsos; del mismo modo profundizar en la
acción propedéutica del Apóstol Pablo ante tal situación y la influencia de tales acciones en la
comunidad Corintia.

b) Contexto del texto

- Ubicación: El texto referente a los enemigos de Pablo es precedido por los capítulos 1, 12-
7,16 que exponen la apología del Apóstol Pablo y de su ministerio; y de los capítulos 8-9
destinados al tema de la colecta a favor de los cristianos de Jerusalén.

- Finalidad: El pasaje en cuestión representa una apología personal del Apóstol contras sus
adversarios, los judaizantes. Dicho texto centra su finalidad en el bien y edificación de la
comunidad Corintia que acogiendo en la escucha a los judaizantes (predicación distinta a la de
Pablo) y poniendo en duda el ministerio apostólico paulino se encuentran en una situación
pronta a desfallecer en la Verdad de Jesucristo.

Para tal edificación, Pablo expone con feroz ánimo, la realidad de la circunstancia: a) La
comunidad ha acogido y “escuchado” el mensaje de los judaizantes con ánimo pasivo; b)
Desenmascaramiento de los superapóstoles que se recomiendan falsamente a sí mismos y no
en el Señor; c) Características de los judaizantes: gentes perturbadoras que “entran” en
campo ajeno para gloriarse en sí mismos como falsos apóstoles, acción apostólica que busca
beneficios materiales y no el sincero vínculo de los Corintios con su mensaje, desprestigian
con argumentos carnales la persona y ministerio paulino; d) Respuesta del Apóstol Pablo:
defensa del ministerio apostólico fundamentado en el Señor y en su fuerza, respuesta a las
acusaciones de los judaizantes respecto a su debilidad en la acción apostólica, motivos de
gloria basados en la carne (por bien de la comunidad) y en su debilidad.

c) Ideas principales

1. La verdad del Evangelio y en el Evangelio en bien de la unidad comunitaria: El Apóstol


Pablo en su defensa y sobre todo en la defensa del Evangelio que anuncia responde a sus
enemigos a partir de la verdad fundante de la experiencia de Jesús que le ha sido revelada.
1
Texto de apoyo: P. GUTIÉRREZ, SJ, “Segunda Carta a los Corintios”, BIBLIOTECA DE AUTORES
CRISTIANOS; (2 ed.); La Sagrada Escritura, texto y comentario por profesores de la Compañía de
Jesús; Madrid 1965; 482ss.
Ante las falsedades, el anuncio de la verdad en el Evangelio y incluso el discurso sobre las
“glorias humanas” es utilizado por Pablo como elemento clave para salvaguardar la unidad de
la doctrina revelada que la comunidad ha acogido.

De este modo, la actitud de Pablo, ante la crisis de flaqueza en la comunidad, es distinguible


ya que afronta la situación desde la verdad del Evangelio buscando sobre todo la estabilidad
de la comunidad, y no solo la ratificación de su verdadera identidad, alterada por los discursos
de los superapóstoles.

2. Cristo, fundamento del Apóstol y de su apostolado: Ante el contexto crítico de calumnias e


infiltración en la comunidad Corintia, amada y evangelizada por el Apóstol Pablo, su
respuesta ante tales acciones de los superapóstoles reflejarán la conciencia del que reconoce
que en y sólo en Jesucristo se basa su confianza y la autoridad de su mensaje. Reconoce con
placer apostólico ser recomendado por el Señor y no por sí mismo, actuar conforme a la
medida adecuada de quien se reconoce débil-nada y necesitado de aquella Gracia entregada
por quien le ha elegido. Es decir no son sus fuerzas, ni sus destrezas “sólo humanas” las que
fundamentan su vida y el apostolado encomendado, sino que Cristo representa dicho
fundamento. Siguiendo a Gutiérrez podemos decir que el Apóstol Pablo es consciente de ser
el servidor y el enviado de Jesucristo, consagrando a dicho servicio toda su rica personalidad
con todos sus matices de habilidad y sencillez, de ironía y ternura, de severidad y dulzura, de
audacia y de humildad.

3. La incondicionalidad de los apóstoles verdaderos vs. La condicionalidad de los falsos


apóstoles: En los contrastes de el modo de actuar de Pablo y los otros evangelizadores
cristianos frente al de los infiltrados es reconocible rasgos que apuntan a la autenticidad-
falsedad de dicho apostolado. Entre ellas destacamos, la falsedad de cartas de recomendación
y la autopredicación, la infiltración disfrazada y glorificación en campo ajeno de predicación,
la glorificación según la carne y no según Cristo, la confusión que crea la doctrina expuesta
pues es distinta, la búsqueda de beneficios materiales por considerar privilegios apostólicos, la
búsqueda de salvar una doctrina y no las almas de los corintios, el mal decir del Apóstol Pablo
en cuanto a la actitud débil e inferior por causa del anuncio evangélico quedando con ello
reflejada la exaltación de los superapóstoles.

d) Actualización de las ideas principales

1. Discernimiento comunitario en bien de la unidad en el núcleo de la fe: Las comunidades


cristianas siguen estando conformadas por seres humanos llamados vivir la tensión de la
conversión continua; en las relaciones internas de dichas comunidades también surgen crisis
que pueden llevar a desestabilizar la unidad en el núcleo de la fe, ante tales es preciso que la
comunidad aprenda a realizar el ejercicio de discernimiento para fundamentar su vida y
desarrollo en lo esencialmente verdadero, en el Evangelio, y no quedarse atrancada ante
circunstancias infructíferas y que le cierran en sí mismas. Del mismo, tal aprendizaje puede
orientar a las comunidades a descubrir relaciones disyuntivas que orienten a la división y
flaqueza de la comunidad.

2. Actualización de la elección y la confianza apostólica en Jesús: Todo miembro de las


comunidades cristinas está llamado a vivir en continua actualización de la iniciativa del Señor
que le ha elegido y convocado en su amor salvífico; tal actualización y conciencia posibilitará
reconocer la confianza apostólica de sus acciones en y solamente en Jesús que le acompaña,
sostiene y orienta. El peligro de olvidar el por qué, el para qué, el por quién de la acción
apostólica en los miembros de las comunidades abre la puerta para autopredicarse y
considerar la fuerza de la acción apostólica en sí mismos.

3. Servicio incondicional en la entrega: La acción apostólica interna y externa de las


comunidades cristianas, sobre todo en contextos secularizados, está fuertemente llamada a
ofrecer con generosidad la alegría del Evangelio que llena de gozo la vida y la compromete,
reconociendo con paciencia la esperanza de los procesos acompañados y del crecimiento lento
y silencio de toda obra apostólica. La incondicionalidad en la entrega, respetando los
procesos y la vez buscando medios propicios para anunciar la alegría del Evangelio, orienta a
descubrir el valor de las personas a quienes son enviadas y no principalmente los resultados
finales de las acciones; de este modo incondicionalidad en la entrega, hace referencia a la
disponibilidad de no bajar la guardia sino de ofrecer de manera implícita y explícita la
experiencia del amor salvífico del Señor a los demás.

La Exhortación Apostólica “Evangelli Gaudium” No. 274, nos orienta en la profundidad del
servicio incondicional en la entrega por parte de las comunidades cristianas: Para compartir la
vida con la gente y entregarnos generosamente, necesitamos reconocer también que cada
persona es digna de nuestra entrega. No por su aspecto físico, por sus capacidades, por su
lenguaje, por su mentalidad o por las satisfacciones que nos brinde, sino porque es obra de
Dios, criatura suya. Él la creó a su imagen, y refleja algo de su gloria. Todo ser humano es
objeto de la ternura infinita del Señor, y Él mismo habita en su vida. Jesucristo dio su preciosa
sangre en la cruz por esa persona. Más allá de toda apariencia, cada uno es inmensamente
sagrado y merece nuestro cariño y nuestra entrega. Por ello, si logro ayudar a una sola
persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida. Es lindo ser pueblo fiel de Dios.
¡Y alcanzamos plenitud cuando rompemos las paredes y el corazón se nos llena de rostros y
de nombres!

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