comúnmente aceptada la premisa de que quien sabe tiene el poder y todo lo que ello significa;
es quizá por ésta razón que nuestra actual sociedad se rinde ante las pomposas
instituciones sociales en las cuales nos aseguramos de perpetuar esta premisa. Ser un
analfabeto es algo que los hombres no se pueden permitir más, ni siquiera en asuntos
tecnológicos.
alardes de inteligencia, por ser una de las cualidades genéticas humanas más deseadas y
perseguidas como quiera que esta misma es un sinónimo de evolución, quien no se sume a esta
se evidencia en las líneas anteriores, pues bien, esto halla explicación en una de las frases que
mencionábamos en nuestros comienzos, el saber otorga un poder, poder sobre las personas
que no tienen esa concepción inmaterial sobre los hechos materiales; el poder cuando no es
despectivos hacia quienes no ostentan los mismos niveles o superiores. Estamos entonces ante
las puertas de profesionales atiborrados de conocimientos sin una gota de humildad, ética y
Ossorio Angel en su libro El Alma de la Toga, nos plantea a este tipo de profesionales
aduladores del conocimiento y despreciadores de todo aquello que se encuentra fuera de estas
esferas heterónomas, e incluso nos plantea en su decálogo del abogado, entendiendo este no
como cualquiera que recibe el título de licenciado en Derecho sino como aquel que es capaz de
es necesaria solo para una cosa, ayudar a que el valor de la justicia, intrincado en las más
Este libro amplía la mentalidad de quienes estudiamos Derecho y, nos enseña que el
derecho tiene sus serios defectos como carrera, pero que no por esto debemos perder de vista
el horizonte que nos dibuja el ser abogados, que no es otra cosa que velar por aquello que
posean los demás (real o personal) ante la figura del Estado. Ossorio mediante su libro insta a
crear conciencia, a usar la ética profesional, para corregir todos los errores que manchan la
reputación del Abogado. Además, el autor nos habla de una fuerza interior, que envuelve la
capacidad del ser humano para identificar las cualidades, debilidades al afrontar los sucesos de
forma más madura sólo entonces se obtendrán resultado favorable, puesto que es la clave del
triunfo.
Este libro nos habla de lo que está pasando con todos los abogados y de por qué los
licenciados en leyes no tienen conciencia de su profesión y que solo se dejan llevar por el mal
camino y que no nos dedicamos a ser realmente abogados solo nos dejamos llevar por la
corrupción. Soportar la amargura de una censura caprichosa e injusta, es carga añeja a los
honores profesionales.
Debajo de la toga hay que llevar la coraza. El abogado no debe manchar su título con
cobardía por miedo a las críticas de las personas y sin embargo el abogado no debe de ser ni
frio ni emocionable y que sobre todo debe de actuar con toda su pación cualquiera que sea su
proteger a la sociedad.
Y para tener esta profesión el abogado debe de tener libertad de expresión y conciencia
sobre lo que hace desde que se crea para su trabajo el Abogado no depende más que de sí
mismo. “De ahí en el Abogado un orgullo natural, a veces quisquilloso, y un desdén hacia todo
lo que es oficial y jerarquizado”. En cuanto a la manera de trabajar sería osado querer dar
consejos, pues sobre tal materia es tan aventurado escribir como la del gusto. Hay que trabajar
con gusto.
El juez piensa del abogado ¿En qué proporción me estará engañando? y el abogado
piensa del juez. A qué influencia estará sometido para frustrarme la justicia. Nos hallamos tan
habituados a pensar mal y a mal decir, que hemos dado por secas las fuentes puras de los actos
Así que el juez debe resolver los casos como lo juzgue mejor y no tal y como lo dicen
Códigos y autos. Esto es para que el abogado mantenga viva la flexibilidad del lenguaje; por
esta razón es que Ossorio explica que el abogado debe ubicar los libros como artículo de
1
Extracto del Texto del Libro
primera necesidad y dedicar a su adquisición un cinco, un cuatro o un tres por ciento de lo que
se gane, aunque para ello sea preciso privarse de otras cosas. Y si el abogado no puede
alcanzar ni aún ese límite mínimo, que no ejerza. Para el abogado no debe haber más que dos
clases de asuntos unos en que hay razón y otros en que no la hay, a partir de esto, el abogado
Por otra parte, el abogado debe defender a los pobres, esto consiste en establecer una
comunicación tan frecuente y cordial cuanto sea la defensa de los pobres una función de
asistencia pública, como el cuidado de los enfermos menesterosos. Más para llenar esa
atención no hace falta, como algunos escritores sostienen, crear cuerpos especiales, ni siquiera
La toga de acuerdo con nuestro citado autor, teniendo en cuenta nuestras aspiraciones
muchas veces pendencieras, freno, porque cohíbe la libertad en lo que pudiera tener de
licenciosa. Es decir, tenerle sí que le tiene y naturalmente, no le está vedado usar de él.
Nos aconseja también sobre la mujer en los despachos, con el sexto sentido que
En el derecho siempre habrá cosas que parecen malas, pero se hacen para bien y
algunas que parecen buenas se hacen para mal, todo depende de nuestro criterio, pero algo
debe quedar claro todo lo que se hace debe ser en pro de la justicia. La sensibilidad en el
abogado como en cualquier ser humano está presente, sin embargo, debe preparase para
cordura que la pasión desenfrenada y la ansiedad, los sentimientos del abogado no pueden ser
vulnerados por ninguna situación, se imaginan un doctor que llora por que se le muere un
paciente, poco a poco se va derrumbando hasta que decide no ejercer más, así es con el
abogado; debemos dar seguridad a nuestros clientes, entender lo que sienten pero nunca dejar
ellos renunciando de forma humilde a ciertos aspectos, pero también desde otro punto ser uno
palabra, pero nunca falta una persona que con sus concejos desmedidos trate de esclavizarnos
y comprometernos, puede ser un familiar, un cliente o cualquier otra persona cercana siempre
En cuanto al estilo forense se puede ser o no ser abogado pues nadie nace por ley
natural obligado a hacerlo, pero si has de hacerlo hazlo bien. Digo que es escritor porque
redacta el hecho acaecido en su escrito con una pulcritud para lograr el entendimiento de los
jueces.
Es interesante ver como en una profesión como la abogacía existe esa indiferencia hacia
lo ajeno, y que al finalizar un juicio ambos abogados puedan ir a tomarse un café sin molestia
alguna. Y es que la gente tiene esta idea equívoca de que los abogados deben vivir en
constantes luchas y pleitos con todo el mundo y no es así, a pesar de que hay cierto
mínima idea de lo que ocurre en sus vidas. Esto se da en su mayoría porque el abogado tiende a
ser muy individualista, puesto que el abogado nunca estudia fuera de sí mismo. Aparte a
esto, es de mucha relevancia mencionar que el autor nos dice que al hablar de clases no quiere
decir que existan niveles de superioridad o algo por el estilo, sino que hay diferenciación a
En un universo que da plazo a las pompas del eclecticismo intelectual de la filosofía del
derecho moderno, por ser una de los talantes esenciales humanas más deseadas y perseguidas
Derecho y, nos abandera que lo legal tiene sus serios desperfectos como historia, sin
embargo, que no por esto sucumbimos a extraviar el camino que nos traza el ser abogados,
que no es otra cosa que desligarse por aquello que posean los demás ante la figura del Estado.
Ossorio a través de su texto insta a inventar cabeza, a estilar la ética laboral, para cauterizar
Además, el intérprete nos insta de una garra interior, que envuelve la inteligencia del
resultados favorables ya que en esto radica la clave del honor del abogado.
Este manual nos redarguye de lo que está atajando a todos los abogados en
su vida para convertirse justamente en ello, afirmando que exuberantes licenciados no han
interpuesto su moral arriba de la legislación y que por eso los licenciados en Derecho no
tienen justicia de su ocupación y que solo se dejan provocar por el mal ejemplo, no nos
dedicamos entonces a ser positivamente abogados solo nos dejamos portear por
la desintegración.
Es así como se estipula que el licenciado en leyes que se quiera convertir en abogado no
los varones y aunque el defensor no debe de ser siquiera frio tampoco irritable y que sobre
todo debe de ejecutar con todo su amor cualquiera que sea su rol y jugar sus conocimientos en
llevando a cabo.
De poseer licencia de frase y razón sobre lo que hace desde que se crea para
ciertos aspectos, empero aún desde otro juicio ser uno mismo utilizando un conjunto
de privanzas las cuales son irrenunciables. En cuanto al criterio legal, nosotros como abogados
gozamos de el en casi todo el sentido de la voz, sin embargo, de ningún modo falta
una cabeza que con sus consistorios coléricos trate de esclavizarnos y comprometernos, puede
ser un familiar, un cliente o cualquier otra persona cercana siempre presentan ofertas que a su
Ángel creó esta suerte de manual o cuaderno para conciliar un faro para futuros
abogados. Osorio menciona redondamente como ser un buen abogado (sin embargo, yerre en
algunas acepciones básicas), que se necesita para ello y algunos asuntos más
todo poseer apego y respeto por el trabajo que realizamos, o que empezamos a ejecutar desde
este acontecimiento debe haber un deleite de ética y profesionalismo. Pienso que esto se
adquiere desde la facultad al adorar la opinión de nuestros adláteres sin ningunear a ninguno.
calumnias tampoco discursos equívocos para tratar de originar incurrir en engaño a alguien.
Debemos nombrar en pocas voces lo mucho que pretendemos, haciendo saber porque
el intercedido debe saber de todas las extremidades del derecho, deben ser abarcadas todas
con plenitud y gestión; ahora sería en mi conocimiento una situación bastante compleja y
universitario que nos faculte para ejercer cierto tipo de procedimientos legales pero que no nos
otorga el redito de ser defensores de las causas humanas por más simples que estas parezcan.
Para ser buenos abogados debemos entonces no pasar por encima de nuestra conciencia, no
herramienta para el cliente no al contrario, no pasar por encima de los jueces, pero no
agacharnos en su venia, tener fe en la razón, poner la moral por encima de las leyes, abrazar el
sentido común, procurar la paz y buscar siempre la justicia, ese valor arraigado en todos
nosotros.