"Cumplir trece años fue un periodo importante en mi vida. Fue cuando comencé a madurar
físicamente. Fue cuando las chicas comenzaron a notar mi presencia. Mi personalidad cambió
de ser un tipo aburrido a ser un chico energético, simpático y atlético. Mientras pasaba el año
de mis trece años, me di cuenta sorpresivamente de que ¡mi vida de niñez había terminado! Ya
era un adolescente. Tener trece años significó ser una persona nueva".
Esto simplemente nos da una idea de la autoconciencia respecto a ocupar un nuevo lugar en la
propia vida y en sociedad.
Durante la adolescencia, preguntas tales como ¿quién soy yo?, ¿a qué parte de este mundo
pertenezco? comienzan a tener prioridad. ¿Por qué estos temas de identidad son tan
importantes en la adolescencia? Una razón es que la capacidad intelectual del adolescente se
convierte en algo parecido al adulto.
Ahora ya pueden entender y apreciar algunos asuntos abstractos tales como la importancia de
establecer su lugar en sociedad y la necesidad de formarse un sentido de sí mismos como
individuos.
Otra razón es que los dramáticos cambios físicos durante la pubertad hacen que los
adolescentes se den cuenta de sus cuerpos –y del hecho de que los demás reaccionen hacia ellos
de modos en que no están acostumbrados. Cualquiera que fuese la causa, la adolescencia a
menudo trae consigo cambios sustanciales en el auto-concepto de los adolescentes y de su
autoestima –en suma, el conocimiento de su propia identidad.
"Los demás me ven como una persona calmada, relajada y sin preocupaciones. Pero en realidad,
a menudo me pongo nerviosa y emocional".
La doctora María de la Luz Casas nos dice que "la sexualidad es un modo de ser persona,
femenino o masculino, que el individuo debe desarrollar progresivamente descubriendo su
significado propio. La libertad del hombre está llamada a realizarse como varón o mujer, por
tanto, la sexualidad es una vocación o un llamado."
La sexualidad es una dimensión de la persona que incluye los tres aspectos esenciales de lo
humano: a) Lo biológico que está ordenado a la procreación de otras personas, b) Lo
psicológico, que es la ‘atracción erótica’ no simplemente física, que lleva a las personas a
buscar una plenitud que se obtiene en y desde la complementariedad entre la masculinidad y
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la feminidad y c) Lo espiritual que es el aspecto más profundo del ser humano y se va
descubriendo en la medida en que la persona va madurando como tal.
La cultura dominante trata de legitimar la separación entre el sexo y el amor, entre el amor y
la fidelidad y entre la sexualidad y la procreación. No se regatean los medios para imponer
estas formas modernas de pensar y actuar. Se pretende reducir la dimensión sexual a la
satisfacción placentera y al dominio individualista, como si esa dimensión no exigiera
responsabilidad alguna.
Aún más, con frecuencia se trivializa la sexualidad humana, declarándola territorio éticamente
neutro en el que todo está permitido (incluidas las relaciones pre-matrimoniales).
Un gran filósofo y educador, el doctor Carlos Llano nos dice que en el crecimiento de la persona,
una de las facultades que se debe desarrollar es la inteligencia, que es la facultad matriz del
hombre (y mujer), por eso, su formación requiere del máximo cuidado. El conocimiento o los
conocimientos por sí solos no forman la inteligencia. Esta no se forma cuando ‘se saben muchas
cosas’ porque alguien –persona o libro— se las enseñó. En realidad la inteligencia se forma
cuando se aprende a pensar, cuando descubre por sí misma, cuando lee el interior de las
realidades, no sólo cuando escucha y circula lo leído para otros.
¿En dónde puede principalmente adquirirse la inteligencia? ¿Cómo hacer para que el
adolescente adquiera una identidad sexual?
La educación es un proceso constante que debe abarcar todas las etapas de la vida. La
educación sexual es producto, en gran medida, de las experiencias vividas en la familia. Este
conocimiento se incrementa con la formación escolar, los medios de comunicación masiva y en
general, con toda vivencia compartida con los demás.
El nuevo contexto presenta entre sus aspectos negativos, lo que podemos considerar un
oscurecimiento de la verdad acerca del hombre, el cual entre otras cosas, ejerce presión para
reducir el sexo a algo común y corriente, vulgar y sin sentido trascendental.
Durante esta etapa, los adolescentes buscan determinar qué es único y distintivo de ellos frente
a los demás. Tratan de descubrir sus fuerzas particulares, sus debilidades y los roles que
deberán asumir en su vida futura. Esto es, buscan entender quiénes son haciendo elecciones
acerca de sus compromisos personales, ocupacionales, sexuales y políticos.
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Desde el punto de vista de Erickson, los adolescentes que fallan en sus esfuerzos para encontrar
una identidad adecuada, pueden seguir varios trayectos disfuncionales. Pueden adoptar
actitudes socialmente inaceptables, pervertidas o pueden tener dificultades más adelante para
formar y mantener relaciones cercanas personales de largo plazo. En general, su sentido de sí
mismo se convierte en ‘difuso’, fallando en organizarse en una identidad central y unificada.
Por otra parte, aquellos que son exitosos en la formación de una apropiada identidad, están en
camino que provee las bases para un desarrollo psicológico futuro. Aprenden sus capacidades
únicas y desarrollan un sentido certero de quiénes son. Así, están preparados para diseñar una
ruta que tome completa ventaja de lo que le permiten lograr sus propias fuerzas.
Durante este periodo de búsqueda de identidad estudiado por Erickson, los adolescentes confían
cada vez más en sus compañeros y amigos como fuente de información. Al mismo tiempo,
declina su dependencia en los adultos. Los padres a menudo se encuentran confundidos por la
conducta de sus hijos.
Hasta este momento no existe suficiente evidencia de una causa biológica acerca de la
homosexualidad. Esto se debe a que la mayoría de los estudios se han hecho en pequeños
muestreos. Tampoco hay una explicación aceptable, pero la mayoría de los investigadores creen
que la orientación sexual se desarrolla a través de una compleja interacción de factores
genéticos, fisiológicos y del medio ambiente (crianza).
Existe una abrumadora evidencia en la investigación de las ciencias sociales acerca de que los
niños crecen mejor cuando viven con sus propios madre y padre biológicos. Las investigaciones
indican que con respecto al bienestar de los niños, su salud, su estabilidad emocional, su
educación, la evitación del delito, a las drogas y al abuso, la crianza de los niños es mejor
dentro de una familia con padre y madre casados.
Este ambiente ideal no siempre es posible debido a la muerte de alguno de los progenitores,
divorcio de los padres y nacimientos fuera del matrimonio.
Si las políticas públicas dan prioridad a la familia natural, esto establece la meta social de que
cada niño tiene derecho a crecer con su madre y su padre, dentro de un matrimonio legal. Esta
meta vincula al padre y madre mutuamente, hacia sus hijos y otorga un gran beneficio a la
sociedad.
"No me des todo lo que te pida. A veces sólo pido para ver cuánto me das. No me grites. Te
respeto menos cuando lo haces: además me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero
hacerlo.
No me des siempre órdenes. Si en vez de ordenarme, a veces me pidieras las cosas, las haría
más rápidamente y con mayor gusto.
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No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si me haces sobresalir de los
demás, alguien va a sufrir; si me devalúas seré yo quien sufra.
No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer; decídete y mantén tu decisión.
Déjame valerme por mí mismo. Si lo haces todo por mí, yo nunca podré aprender.
No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de
un apuro. Me haces sentir mal y perder la fe en la verdad.
Cuando me comporte de manera equivocada no me exijas que te diga por qué lo hice. A veces
ni yo mismo lo sé.
Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos.
No me digas que haga una cosa que tú no eres capaz de hacer. Aprenderé y haré siempre lo
que tú hagas, aunque no lo digas; pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.
Cuando trate de confiarte algún problema, no me digas: "No tengo tiempo para boberías."
Trata de comprenderme y ayudarme.
Y sobre todo, quiéreme y dime que me quieres. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no lo
creas necesario."
Fuentes bibliográficas:
Casas Ma. De la Luz, Ituarte Ma. De los Ángeles. Hablemos con los Jóvenes. Trillas, 1998
Feldman, Robert. Child Development. Univ. of Massachusetts, Prentice Hall, 1998
Llano C. Carlos. Formación de la Inteligencia, la Voluntad y el Carácter. Trillas, 1999
Izquierdo Moreno, Ciriaco. Familias Desunidas, Hijos Inadaptados. Trillas. 2003.
@yoinfluyo
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