La ciudad modernizada.
Como se observa, la ampliación del círculo letrado tiene que ver con el resultado de
una época liberal, que promulga “orden y progreso” junto con leyes de educación
común en toda Latinoamérica. La progresiva transformación de las Universidades,
escuelas técnicas etc. Es un momento histórico que se caracteriza por una demanda de
personal capacitado (mayor división de trabajo por el aumento poblacional).
C- Diplomacia:
E- El sector letrado Académico: resultó ser más próximo a las políticas liberales,
tuvieron su espacio autónomo, alejado del poder, dentro de institutos y academias
que proporcionaban títulos validos de maestros y profesores de segunda mano.
En este sector se desarrollará un espíritu crítico que buscará satisfacer las
demandas de los sectores urbanos al mismo tiempo que intentará infiltrarse en las
esferas de poder.
La prensa de comienzos del XX; prensa popular que dio como resultado la
ampliación de un público lector de diarios y revistas, no como compradores de libros.
Sin embargo, sí lo hizo la Universidad, órgano que sirvió de puente por el cual
transitaba la ciudad letrada. Además, la Universidad robustecía la inclusión y la
integración social de la clase media, tarea que antes había estado a manos de la iglesia.
Los abogados debieron compartir el poder con otras profesiones, pero no dejaron de
ocupar el lugar más privilegiado, anteriormente su honorable labor fue la escritura de
códigos civiles y constituciones para la conformación de la nación.
Por eso tiene lugar también el Romanticismo, como lo auténtico y distintivo de los
sectores rurales está muriendo paulatinamente, la literatura como discurso de
integración y formación de la nación se ve fortalecida por la extinción de lo rural,
de este modo el triunfo de la ciudad letrada a fines del XIX establece sus valores al
mismo tiempo que redescubre las contribuciones populares como forma incipiente de
sentimiento nacional.
Al imponerse una cultura escrita, se desplaza la tradición oral, no del todo sino
parcialmente porque sigue manifestándose en las zonas urbanas que se mezcla con la
escritura y produce nuevas formas lingüísticas. La “plebe ultramarina” ya se había
mezclado bien, el “cocoliche” junto con una musicalidad particular incipientemente
daban origen al tango sumado a los sainetes teatrales.
La polis se politiza
El pensamiento liberal que predomino en el siglo anterior siguió vigente por el siglo
XX, no se debilito y fue clave para enmarcar los comportamientos de los intelectuales
de la época. Los ensayistas (Rodo, Ingenieros, Arguedas) formaron el grueso de las
producciones escritas, después le siguieron los novelistas naturalistas sumergidos
también en la vida política.
De este modo se expandía el equipo intelectual (al mismo tiempo que había un
crecimiento poblacional), la vida política los integraba, les ofrecía diversos campos.
Una nueva función que los escritores se vieron comprometidos a ejercer fue: la función
ideologizante, conducían espiritualmente a la sociedad juvenil mediante discursos
políticos educativos. Mientras se elogiaba y engrandecía una determinada ideología
política, se la fundamentaba con valores trascendentales, de este modo resultaba un
discurso más vasto que el estrecho discurso político.
Otro factor desorientador fueron los libros, las revistas, las descripciones de los
viajeros que confundían la mente de los ciudadanos porque construían una utopía, se
sentía un profundo sentimiento de extrañamiento. La ciudad ideal era eso, una
idealización, una invención y en parte una construcción hecha por los libros y sostenida
por la terca tradición de la metrópoli conservada en el espíritu de las ex colonias.
Para 1911 año inaugural del siglo, estará dotado de un importante pensamiento
opositor suficientemente fuerte para crear una doctrina de regeneración social que se
caracterizará por ser altamente idealista, emocionalista y espiritualista. Este
pensamiento surge obviamente de la mano de un nuevo movimiento intelectual, que
denigrará a la modernidad y buscará reafirmar la conciencia de sí. Más que romper con
el pasado buscan una reforma contando con un nuevo equipo intelectual perteneciente a
las clases medias (hijos de artesanos, pequeños funcionarios y hasta hijos de esclavos).
Este nuevo pensamiento crítico nace a raíz del liberalismo económico que doto a la
sociedad moderna de muchos aparatos complejos a los cuales este movimiento repudia;
es paradójico que nace dentro de lo que luego criticara (la ampliación del circulo letrado
fue obra del utilitarismo que se opone a Rodó, ya que llegado ese círculo a los primeros
niveles educativos su discurso se enmascara en emoción y espiritualidad) La vía
genética de la transformación fue el liberalismo y su filosofía el egoísmo utilitarista
(esto es, las clases pueblerinas migraron a la ciudad para construir un futuro mejor –
mejoras materiales- y al mismo tiempo rivalizaron contra la clase alta). El utilitarismo
fue el móvil del comportamiento moderno.
Literatura y educación
En este paradigma, los poetas son los “vagabundos de fantasías”. Martí, en 1882,
publica Ismaelillo, narrativa que propone otro saber, el saber de un niño portador de una
perspectiva a veces onírica, lugar del imaginario como escape y refugio de la realidad
que espanta y desde esta posición habla el sujeto literario, desde la indisciplina, la
transgresión y la locura: “una tempestad es más bella que una locomotora”.
Evidentemente hasta la década del 90’, hay una oposición entre literatura y
modernización. Sin embargo, al analizar los documentos de creación de la FFyH en Bs.
As. (1888), Ramos registra que esta distancia se acorta. En oposición a los “intereses
materiales” se proponía en este documento el estudio de la literatura en función de su
capacidad moralizadora. Esta defensa del estético en la educación se constituirá en el
incipiente Arielismo. Momento en que el sujeto literario lograría desplazar al
positivismo de su lugar rector en la educación y así institucionalizar el margen de la
literatura como critica a la modernización.
No es hasta 1896 que finalmente se funda la FFyH de Bs. As. Fruto del esfuerzo de
intelectuales como Ricardo Rojas que plantearon la organización de las “nuevas
humanidades” persiguiendo la restauración nacionalista, contribuyendo a purificar la
lengua nacional y a defender lo propio en aquel período de intenso fluyo inmigratorio.
Se cancelaba así el papel paradigmático del saber decir como medio de formalización y
medida de valoración del discurso letrado.
Hasta el último cuarto del siglo XIX, en América Latina la relación entre la literatura
–las letras, más bien– y la vida pública generalmente no había sido problemática. En las
sociedades recién emancipadas, escribir era una práctica racionalizadora, autorizada por
el proyecto de consolidación estatal.
Si bien, eran los letrados los encargados de redactar códigos legales, las letras no
eran simplemente el vehículo del “objeto legal” si no que más bien, eran por su carácter
codificado, el modelo de formalización y constitución de ese objeto. En este sentido la
letras eran un dispositivo disciplinario, requerido para la consitutción de sujetos ante la
ley (Bello).
A medida que los estados se consolidan, irá surgiendo una esfera discursiva
específicamente política, ligada a la administración y legitimación del sistema estatal,
autónoma de las letras. Perdo Enriquez Ureña explica la emergencia de la “literatura
pura” -de un campo literario- como efecto de la división del trabajo -condensada en el
concepto de profesionalización- que separa al escritor civil del escritor moderno.
Rana llamaba “circunstancia socioeconómica” del modernismo a los hechos que
explicaban el proceso de emergencia de una autoridad y un lugar de enunciación
literario en las sociedades de la época.
¿Qué noción de pureza estamos manejando? Tal vez la noción de pureza en cuanto,
arte por el arte, sea válida en Europa. Para Peter Bürger, la separación de lo estético de
los “contenidos políticos” registra el momento de mayor solidez institucional de lo
estético. Allí, logra elidir cualquier vestigio de heteronomía, purificando su espacio
inmanente. Por consiguiente, el sujeto estético se convierte en el objeto de la crítica a la
institución del arte definitoria de las vanguardias: no por pureza interior se disuelve la
relación entre autonomía y vida. En el caso de la pureza latinoamericana, hay una
voluntad de autonomía ineluctable, esta voluntad está ligada a la especificación del
campo literario en general, producto del proceso modernizador. La tendencia a la
autonomía es uno de los impulsos que organizan el campo finisecular. La noción de
“pureza” sin embargo, resulta infectiva. Rama al referirse a Darío lo explicitaba, la
profesionalización del escritor y su técnica en un orden privativo, nunca se retrajo de la
vida política. Para Rama, lo distintivo del campo literario latinoamericano es su estrecha
relación con la política. El debate es doble: Rama cancela la noción de pureza de Ureña;
y por otro, critica las sociologías que leían al modernismo como instancia de esteticismo
y pureza por la falta de matiz político.
Sin embargo, Rama insiste con lucidez en la autonomización y los imperativos ético-
políticos que siguen operando sobre la literatura. El predominio de la política representa
en La ciudad letrada “la larga tradición redentorista del letrado americano”; ahí aparece
la figura del letrado como el intelectual orgánico del poder.
Al final del siglo latinoamericano ya ha sido transformada la polis liberal. Por eso
nuestros primero intelectuales no fueron los primeros en trabajar con ideas sino porque
ciertas prácticas ligadas a la literatura comenzaban a trabajar desde afuera de la esfera
de la política y oponiéndose al Estado, que ya había racionalizado su territorio
discursivo.
Martí y la política
Martí desde comienzos del 1880 comienza a distanciarse de lo político estatal. Martí
venía en esa voluntad de autonomización de lo política la posible emergencia de un
mercado literario separado de las instituciones del estado. La larga estancia de Martí en
New York tiene que ver con una experiencia de fragmentación del yo que registra un
cambio en la relación yo-modernidad. Si la ciudad en Sarmiento era índice de cambio,
en Martí va a ser la violencia fragmentadora del yo, lugar donde el poeta es exiliado y
en donde la poesía vendría a ser respuesta a ese exilio.
Esta pequeña fisura en Martí, es el cruce de por lo menos tres tipos de posiciones en
pugna:
1) Una que apoya la autonomización (en la noción de estilo) en contra del gusto
tradicional, del hombre lógico y de los letrados.
2) Otra que reconoce que la autonomización de lo estético conlleva el riesgo de la
reificación de la literatura y su consecuente incorporación a la cultura dominante
como objeto de lujo aburguesado.
3) El conflicto entre esas dos pulsiones anteriores se complica cuando
comprobamos que en su crítica a la autonomización, Martí maneja una retórica
civil, tradicional para criticar la distancia que establecía la autonomía; esta
tendencia a veces es concomitante a su crítica del “desarrollismo” y la
“modernización” social mediante la apelación a las culturas tradicionales, en
lenguajes a veces arcaizantes.
Conviene insistir en esa relación conflictiva ya que será la que desata la politización
martiniana que lo conllevará a la politización de poeta en actos: ese deseo que lleva a
Martí al discurso de la guerra y a la ausencia del discurso, y del acto, en la muerte
heroica.