Marzo 2017
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¡Buenas, buenas para todas!
Nos reúne la segunda clase. Con muuuucha información, ¡pero con videos e
imágenes para hacerlo más claro e interesante!!!
Como la primera clase, luego de la lectura nos vemos en el grupo. Si alguien no
lee la clase entera por falta de tiempo u otro motivo también puede sumarse
al debate sobre lo leído, la clase les va a quedar, pero el momento de compartir
la experiencia tal vez no ;)
Empecemos…
¿Qué es la “Pedagogía Científica” que desarrolló M. Montessori?
Antes de seguir avanzando y teniendo en cuenta el tema global que nos reúne,
<la educación de los niños> me gustaría transmitir la línea sobre la que defino
y adhiero, desde esta pedagogía, a una mirada de educación, o la inversa, elegir
una propuesta pedagógica que se adecúe a una definición de educación como
la siguiente: considero que educar es promover el crecimiento del educando.
Desarrollar, provocar desde las propias potencialidades psíquicas y cognitivas,
el intelecto. Educar es hacer protagonista al individuo de su propio proceso de
aprendizaje.
Educación, etimológicamente hablando tiene significados como, conducir,
guiar, llevar dentro y sacar. Si relacionamos esto con la definición anterior
encontramos algo en común: en todas esas frases está involucrado el aprendiz
como participante activo y la noción de salir de su interior al mundo exterior.
Si observamos el recorrido de M. Montessori por el desarrollo del niño, sus
investigaciones y la creación de una propuesta educativa, encontramos que
siempre se refiere al niño y a su desarrollo. Todo está dentro de él, solo debe
manifestarse. Antes de comenzar a analizar dicho desarrollo, quiero que
observen también ideas o definiciones de educar para otros referentes:
Este enfoque nos invita a aprender de un modo distinto al que muchos hemos
transitado en nuestra trayectoria educativa y académica; y si nos encontramos
en este camino es porque elegimos un proceso de transformación, desaprender
para aprehender, ya que lo anterior no nos sienta bien. El trabajo de María
Montessori nos invita a investigar, cuestionar, elegir en qué profundizar y qué
destacarnos; cada individuo puede ser el único que dictará que es lo que va
aprender, porque es su vocación, necesidad e interés y de esta manera estará
siguiendo el desarrollo natural de sus potencialidades. Los adultos, familia o
educadores debemos guiar y acompañar al niño en su necesidad y no en la
nuestra. Sin ser un obstáculo. Esperando, listos para servir cuando los niños nos
necesiten. El infante aprende más del medio que de los adultos, sean estos
padres, maestros, cuidadores. Para poder acompañar necesitamos conocer al
niño, su mente, su desarrollo, y la manera en que estos aprenden, ya que
debemos tener claro que el niño es un ser separado y diferente del adulto.
Quienes respetamos y creemos en el niño sabemos que no es un adulto en menor
tamaño, ni que alguien débil aún no alcanza a la supuesta fuerza del más
grande, y mucho menos una tabula rasa como se creía épocas atrás o aún siguen
sosteniendo otras líneas pedagógicas. Varias cosas diferencian al niño del
adulto. Una importante es el tipo de mente que este tiene. Como ya sabemos
y experimentamos desde que tenemos conciencia, para poder recordar algo
necesitamos memoria, de lo contrario no tendríamos donde fijar aquello que
deseamos recordar. Ahora bien, el infante no tiene memoria, no nace con ella
va a construirla luego. Para las diferentes conquistas que va alcanzando el niño
hace falta un tipo de mente diferente a la de los adultos, y es eso un detalle
importante en su desarrollo, mientras que los adultos adquirimos información
y conocimientos a través de la inteligencia, los niños lo absorben a través de su
vida psíquica. El niño vive una transformación, las impresiones se sumergen en
su mente y forman parte de ella, se encarnan, propiamente dicho, en la mente
del niño, y esto sucede a partir de las cosas que el niño ve y toma del ambiente.
A este tipo de mente María Montessori denominó Mente Absorbente, el niño
nace con potencialidades que luego en un proceso creativo se van a despertar.
El niño toma todo inconscientemente de su ambiente, no es selectivo sino hasta
que logra conquistar su conciencia, pero dicha conquista cuesta mucho, con
ella cada nueva adquisición de ahora en adelante costara trabajo y esfuerzo,
ya que dejamos de absorberlo mientras vamos viviendo. Debemos detenernos y
dejar al niño detenerse ante el interés o la necesidad y dedicarnos a ello, así
podrá adquirirlo, aprenderlo. Por eso debemos saber que el niño aprende sin
esfuerzo y los adultos con esfuerzo, para el niño de los cero a los seis años es
el periodo de mayor absorción y todo lo absorbido quedar en la mente del niño,
no se borrará, aunque sea información que el niño no utilice. En esa etapa de
cero a seis (0-6), el niño ama lo que ve, tiene una pasión inconsciente por el
ambiente, se vuelve parte de él. No solamente absorbe objetos, sino que
cuando decimos que lo absorbe todo, es todo, vínculos, valores, cultura,
actitudes y formas de comunicación, sentimientos, emociones, buenos y malos
actos, absorbe el lenguaje verbal y si se habla más de un idioma en su entorno
también lo absorberá, más aún si lo necesita. Absorbe también sentimientos no
abiertos como el rechazo. movimientos y gestos.
Aquí el niño no sabe que está aprendiendo y sigue su guía interno, es un período
de creación de las facultades mentales, potencialidades. En este período el
adulto no puede influir directamente sobre el niño, porque éste sigue un guía
interno, el cual es tan fuerte que no le permite “obedecer” a algo que viene
dado desde el exterior, y es necesario que así suceda para que el desarrollo
natural del niño continúe de manera saludable. En esta etapa el niño percibe
muchas impresiones a través de los sentidos, absorbe todo lo que está en su
ambiente con todas sus cualidades y características.
En esta etapa las facultades creadas se desarrollan, la mente del niño comienza
a ser cada vez más consciente, desarrollando la memoria, la comprensión y el
razonamiento. Se desarrolla la voluntad y el niño se interesa por poner orden
al caos. Ahora si habrá más posibilidad de que el adulto pueda comenzar a
influir paulatinamente. El niño tiene la necesidad de imitar. Ahora el niño se
vuelve más consciente y comienza a realizar clasificaciones de aquello que
absorbió. El niño re-descubre el mundo. Estos re-descubrimientos pueden
lograrse si se le permite utilizar sus manos y concentrarse, ya que el trabajo,
las actividades permiten ordenarse. Ordenar todas las impresiones de la mente
manifiesta a un niño ordenado en el ambiente exterior y con los demás.
Si nos detenemos a observar a un niño de tres años, veremos que siempre juega
con algo, manipula objetos, elabora con sus manos. Así, por medio del trabajo
se vuelve consciente y constituye al hombre, a través de las manos, instrumento
de la inteligencia humana. Por esto es que los adultos en esta línea pedagógica
humanista, no enseñamos, sino que ayudamos a la mente infantil en el trabajo
de su desarrollo. Hay que saber ser esa ayuda, y no obstaculizar, ya que de ese
modo disminuiremos las posibilidades de perfeccionamiento de su obra
creativa. Interactuar con su ambiente para conocerse a sí mismo y saber qué
lugar ocupa en el universo, es lo que el niño necesita. Cuando invitamos a un
niño a que nos ayude a hacer algo, o queremos mostrarle como hacer cierta
acción, observará unos segundos y luego nos dirá, “yo, quiero hacerlo ahora”
ese es el deseo imperioso de cualquier niño de entre 0 y 6 años. Tienen un
impulso natural que les grita, les llama y pide hacerlo por sí mismos, tener su
propia experiencia. Impedir esto, decir que no, que ellos no pueden es un gran
obstáculo para el desarrollo. El infante no aprende porque alguien le dio una
lección oral, más bien aprende porque lo experimentó él mismo, se equivocó y
volvió a intentar. En este mismo período o plano del desarrollo, de 0 a 6 años,
llamado infancia hay, además del deseo imperioso, una pregunta, “¿qué es
esto?” Los niños necesitan saberlo todo, cuando digo saberlo todo no me refiero
a una respuesta amplia con una explicación inentendible, más bien quiero decir
una respuesta sencilla, enfocada y breve que ofrezca la información que se
busca, comprensible para un niño pequeño.
Nebulae
Son energías creadoras que llevan al niño a absorber su ambiente, creadoras
porque le permiten formar el lenguaje, el orden, la razón, la memoria, la
voluntad, el movimiento, características del ser humano. Solo desarrollan en
contacto con el ambiente y si no se estimulan se pueden perder o adquirir luego,
pero con más dificultad. Podemos representar esta nebulae, pensando en redes
neuronales. Después del nacimiento estas nebulosas proporcionan al niño la
capacidad de absorber los modelos del ambiente y esto es igual de valido para
todas las funciones mentales. Por ejemplo, si la nebulosa del lenguaje no
funcionara o estuviera latente el desarrollo del lenguaje no se produciría, y así
funciona para cada facultad del ser humano.
Son universales, permiten a todos los niños y niñas adquirir una cierta habilidad,
cualidad o capacidad aparentemente sin esfuerzo, tal y como ya vimos.
Son selectivos, se presentan como un intenso interés por algo que existe y se
desarrolla en el ambiente.
Solo ocurren entre los 0 y 6 años, aparecen por un corto y determinado tiempo,
y no se repiten jamás. Desaparecen se haya cumplido o no la necesidad o la
función establecida.
Orden
Este período sensible se presenta al final del primer año y dura hasta el
segundo. Dado que los niños viven rodeados e invadidos de objetos grandes o
pequeños en relación al adulto y que este los moviliza a favor suyo, el niño solo
lo vivirá como obstáculos de su período sensible y puede crearse en él un estado
anormal; llorar sin poder consolarlos, o llorar sin razón aparente. Los niños
pequeños demuestran un amor característico por el orden. Los niños al año y
medio de edad y hasta los dos años demuestran la necesidad de orden en las
cosas externas. El desorden los trastorna, altera, les hace sufrir un llanto
desesperado. Ellos observan el desorden que no pueden ver los adultos o niños
mayores. El desorden toca al ser humano en esa edad y luego comienza a
desaparecer. Si no existe el ambiente preparado y el niño solo se encuentra
entre adultos que desconocen del tema esta sensibilidad puede convertirse en
“fastidios y caprichos”.
“No existe nada en el intelecto que no haya pasado a través de los sentidos”.
Los sentidos son órganos que están diseñados para recibir imágenes y
sensaciones del mundo externo. Están al servicio de la inteligencia, de allí que
se educan y se refinan. El orden y la organización son factores básicos en su
desarrollo. La educación de los sentidos es importantísima desde lo biológico y
desde lo social. Podemos ayudar al niño entre los 2 y 6 años ya que es el período
de desarrollo de los sentidos, de formación del niño. Ayuda también a la
formación del lenguaje antes de que éste se haya desarrollado por completo.
Con la educación de los sentidos es posible descubrir y corregir defectos que
pasan todavía inadvertidos en la escuela hasta que llega el momento en que se
manifiestan de un modo evidente y como una irreparable inadaptabilidad al
ambiente. (hipersensibilidad, problemas de visión, auditivos). La educación de
los sentidos formando hombres observadores no solo prepara para la adaptación
a la vida civilizada moderna sino también directamente para la vida práctica.
Pero luego el niño vuelve a tropezar en la ejecución de su trabajo ya que le
falta algo importante; el perfeccionamiento de sus sensaciones.
Cómo vimos antes, los elementos que hacen al desarrollo humano en los niños
según la médica y educadora María Montessori en su teoría, duran un
determinado tiempo y luego desaparecen, mente absorbente y períodos
sensitivos. Existe un tercer elemento que son las Tendencias Humanas, estas
nos acompañan hasta el último día de la vida. Les dejo un esquema para
visualizar y las desarrollaremos en la próxima clase.
~ Paula ~